introducciÓn a isabel de la trinidad 243 · 2017. 11. 30. · 24 de noviembre de 1951 se daba fin...

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INTRODUCCIÓN A ISABEL DE LA TRINIDAD 243 El mismo P. Philipon ha contado el origen de su libro La doctrine spirituelle de Soeur Elisabeth de la Trinité 31. Entró en los dominicos a la edad de veintidós años, leyó muy pronto los Recuerdos, que le dieron "una gran luz". Cuando tuvo que hacer su tesis doctoral en teología, escogió el terna de "La inhabita- ción de la Trinidad en el alma". Nombrado profesor de filoso- fía en el colegio de los dominicos de Saint-Maximin, solía ha- blar en sus sermones sobre el misterio de la Trinidad. Fue en- tonces cuando volvió a leer de nuevo los Recuerdos y decidió escribir algo sobre Isabel. Deseoso de documentarse algo más, fue por primera vez al carmelo de Dijon en agosto de 1933. Le recibió, no sin reticen- cia, Madre Germana. Pero el entusiasmo del Padre logró ganar la plena confianza de la priora. En julio de 1934, el Padre Philipon volvió al carmelo. Nos cuenta en 1937: "ordenamos todos los escritos siguiendo los autógrafos, excepción hecha de algunas pocas cartas que no po- seíamos, pero de las que pudimos obtener una copia certificada conforme al original ( ... ). Pluma en ristre interrogarnos al ma- yor número posible de testigos ... " 32. Un examen atento del dossier sobre Isabel, que legó después de su muerte a los Archivos del carmelo de Dijon, nos permite conocer su método de trabajo. Corno texto base el Padre Phili- pon utilizó los Cuadernos del carmelo. Los compulsó con los originales. Hay correcciones hechas de su propia mano y con frecuencia la referencia siguiente: "visto el original". Se cons- tata que él comprendió en seguida que no podía ni debía preocu- parse de la mala puntuación de Isabel, del uso desigual de las 31 Con un prólogo del R. P. Garrigou-Lagrange, DescMe de Brouwer, s. f. (co- mienzos de 1929, según la «advertencia a la 2." edición»), 354 pp. Citamos según la 9." ed. (de 1947). [Es traducida al castellano en Ediciones Desclée de Bl'ouwer, de Buenos Aires. La traducción lleva el imprimatur del 10 de mayo de 1948, y el 24 de noviembre de 1951 se daba fin a la composición de la cuarta edición. En el texto, traducimos directamente de la edición francesa que utiliza el autor. Nota del traductor]. El Padre Philipon cuenta el origen de su libro en una nota dacti· lografiada que se encuentra en su dossier, hoy en AeD. Ha publicado estas páginas, ligeramente retocadas, en En présence de Dieu. Ellsabeth de la Trinlté (<<Présence du Carmel», 7), DDB, 1966, pp. 185·187, 208·211. [También ha sido traducida al castellano, en Editorial Balmes, de Barcelona. Sin fecha, lleva el Nihil obstat del 14 de noviembre de 1967, con número del Depósito Legal B 35620·1967. Nota del traductor]. La introducción de La doctrine spirituelle nos informa también sobre la génesis del libro. 32 La doctrine spirltuelle, p. 21. Se encontrarán los resultados de su encuesta en PAT.

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Page 1: INTRODUCCIÓN A ISABEL DE LA TRINIDAD 243 · 2017. 11. 30. · 24 de noviembre de 1951 se daba fin a la composición de la cuarta edición. En el texto, traducimos directamente de

INTRODUCCIÓN A ISABEL DE LA TRINIDAD 243

El mismo P. Philipon ha contado el origen de su libro La doctrine spirituelle de Soeur Elisabeth de la Trinité 31. Entró en los dominicos a la edad de veintidós años, leyó muy pronto los Recuerdos, que le dieron "una gran luz". Cuando tuvo que hacer su tesis doctoral en teología, escogió el terna de "La inhabita­ción de la Trinidad en el alma". Nombrado profesor de filoso­fía en el colegio de los dominicos de Saint-Maximin, solía ha­blar en sus sermones sobre el misterio de la Trinidad. Fue en­tonces cuando volvió a leer de nuevo los Recuerdos y decidió escribir algo sobre Isabel.

Deseoso de documentarse algo más, fue por primera vez al carmelo de Dijon en agosto de 1933. Le recibió, no sin reticen­cia, Madre Germana. Pero el entusiasmo del Padre logró ganar la plena confianza de la priora.

En julio de 1934, el Padre Philipon volvió al carmelo. Nos cuenta en 1937: "ordenamos todos los escritos siguiendo los autógrafos, excepción hecha de algunas pocas cartas que no po­seíamos, pero de las que pudimos obtener una copia certificada conforme al original ( ... ). Pluma en ristre interrogarnos al ma­yor número posible de testigos ... " 32.

Un examen atento del dossier sobre Isabel, que legó después de su muerte a los Archivos del carmelo de Dijon, nos permite conocer su método de trabajo. Corno texto base el Padre Phili­pon utilizó los Cuadernos del carmelo. Los compulsó con los originales. Hay correcciones hechas de su propia mano y con frecuencia la referencia siguiente: "visto el original". Se cons­tata que él comprendió en seguida que no podía ni debía preocu­parse de la mala puntuación de Isabel, del uso desigual de las

31 Con un prólogo del R. P. Garrigou-Lagrange, DescMe de Brouwer, s. f. (co­mienzos de 1929, según la «advertencia a la 2." edición»), 354 pp. Citamos según la 9." ed. (de 1947). [Es traducida al castellano en Ediciones Desclée de Bl'ouwer, de Buenos Aires. La traducción lleva el imprimatur del 10 de mayo de 1948, y el 24 de noviembre de 1951 se daba fin a la composición de la cuarta edición. En el texto, traducimos directamente de la edición francesa que utiliza el autor. Nota del traductor]. El Padre Philipon cuenta el origen de su libro en una nota dacti· lografiada que se encuentra en su dossier, hoy en AeD. Ha publicado estas páginas, ligeramente retocadas, en En présence de Dieu. Ellsabeth de la Trinlté (<<Présence du Carmel», 7), DDB, 1966, pp. 185·187, 208·211. [También ha sido traducida al castellano, en Editorial Balmes, de Barcelona. Sin fecha, lleva el Nihil obstat del 14 de noviembre de 1967, con número del Depósito Legal B 35620·1967. Nota del traductor]. La introducción de La doctrine spirituelle nos informa también sobre la génesis del libro.

32 La doctrine spirltuelle, p. 21. Se encontrarán los resultados de su encuesta en PAT.

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mayúsculas, de sus faltas de ortografía; de hecho, no hace co­rrecciones de este tipo en los Cuadernos, aunque lo hará notar en sus libros. Anda siempre a la caza de las frases o palabras olvidadas, sin que logre encontrarlas todas.

Tres años después de su transcripción para el proceso, mu­chos autógrafos volvieron de nuevo a sus propietarios, como es­taba previsto en las ordenanzas de Mons. Petit de Julleville. Pero el Padre Philipon pudo fácilmente examinar al menos los que se encontraban en Dijon 33. En cuanto a los textos cuyos origi­nales no pudo obtener, los compulsó con la copia del Proceso. En los márgenes de los Cuadernos del carmelo se ven todavía las referencias puestas por él en las páginas del proceso. Para los Ultimas ejercicios y El cielo en la tierra se sirvió de textos ya impresos.

Mandó después que le hicieran una copia dactilografada de los Cuadernos del carmelo según las enmiendas que había hecho para su uso personal. Reordenó los textos según un mejor orden cronológico, aunque todavía bastante deficiente e impreciso, ob­teniendo así un grueso dossier.

No se necesita mucho para ver que los numerosos textos que el Padre Philipon cita en sus libros son ahora auténticos. Pero las pequeñas divergencias, aunque sólo sea en cuestión de pa­labras, no están ausentes del todo. Sólo en el texto de los Ulti­mas ejercicios, publicados en La doctrina espiritual, hay por lo menos unos cincuenta.

El Padre Philipon completará más tarde su dossier con una selección de textos, publicados bajo el título de Ecrits spirituels 34, de la que dijo: "este trabajo, publicado en 1948, no me costó esfuerzo alguno. Sin haber siquiera releído mi libro sobre La doctrina espiritual ni vuelto a releer los documentos, he encon­trado estos textos tan presentes dentro de mi alma como si nunca los hubiera dejado".

33 Una carta del 30 de diciembre de 1935 de Margarita Gollot al Padre Philipon, quien la había visitado el 13 de agosto de 1935, y una carta de la Sra. Farrat, del 18 de febrero de 1936, prueban que el autor continúa su encuesta. Las dos cartas hablan de estampas o cartas de Isabel a enviarle; según la familia Farrat, los autógrafos de las cartas de Isabel a la Sra. Farrat se deben haber extraviado después de su recepción por parte del Padre Philipon.

34 Ecrits splrituels d'Elisabeth de la Trinité (<<La Vlgne du Carmel»), París, Seuil, 1949, 255 p., traducido al italiano, inglés y sueco.

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Valoración

Está claro que La doctrina espiritual del Padre Philipon res­pondió, en el momento de su aparición, a una necesidad y a un deseo. Los Recuerdos habían llegado a numerosas bibliote­cas de sacerdotes, seminarios, conventos, seglares. La oración ¡Oh Dios mío, Trinidad a quien adoro! había dado la vuelta al mundo 35. La riqueza mística de Isabel era un hecho comúnmen~, te reconocido 36. Sin embargo, faltaba una síntesis doctrinal. La doctrina espiritual -quiso llenar tal laguna y por este motivo el libro recibió una acogida entusiasta,

Marie-Michel Philipon, joven profesor, vela en Isabel liBa

"espiritualidad esencialmente doctrinal". Apoyando la afirma­ción de Mons. Sagot de Vauroux según la cual "lo más impor­tante de la vida de sor Isabel de la Trinidad era la total coinci­dencia que había entre sus puntos de vista, sus atractivos, su vida interior, sus palabras y los principios más seguros de la teología mística" 37, definió el sentido de su trabajo como "una mirada de teólogo sobre un alma y una doctrina" (p. 20). Dicho de otra manera: era posible, en cada uno de los puntos doctri­nales a analizar, indicar con certeza y precisión a qué principios de teología mística hacía referencia cada uno de los movimien­tos de esta alma privilegiada, y cuáles eran los aspectos del dog­ma de los que se había alimentado su vida interior de un modo más profundo" (p. 23).

y ciertamente 10 que encontramos en La doctrina espiritual es una Isabel "comparada" -comparada con una doctrina teo­lógica y espiritual que el autor desarrolla progresivamente en forma de pequeñas exposiciones, en el vocabulario teológico pro­pio de su época. Las divisiones netas han debido gustar, aunque son a veces un poco artificiales en el caso de Isabel, de modo

3S Mencionemos un comentario, varias veces reeditado y traducido en no pocas lenguas: Dom Eugenio VANDEUR, OSB, O mon Dieu, Trinité que j'adore. Priére de Soeur Ellsabeth de la Trinité, carmélite, commentée. Elevations (Louvaln, Ab­baye de Mont-César), 1923. En 1942 aparecerá un comentario más modesto, igual­mente reeditado y traducido en varias ocasiones: Maurlcio DE MEULElVIEESTER, CssR, O mon Dleu, Trlnité que j'adore. Commentaire ascétique de la prJére de Soeur Ellsabeth de la Trinité, du Carmel de Dijon, Louvaln, Imprimerie Saint-Alphonse.

36 Se puede consultar a este respecto la edición de los Recuerdos de 1935, en particular el capitulo 18.

37 Carta del 24 de diciembre de 1909, publicada por primera vez en la tercera edición de los Recuerdos en 1911. La frase citada se encuentra en página XIII.

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particular en el largo capítulo sobre los dones del Espíritu San­to. Las continuas referencias a Juan de la Cruz, Teresa de Jesús, Tomás de Aquino y otros santos, y en menor escala. a la Biblia e historia de la Iglesia, abrían ciertamente horizontes.

La espina dorsal de la doctrina expuesta: Trinidad-gracia bautismal-inhabitación divina-alabanza-conformidad con Cristo, proporcionaban una estructura dogmática y unitaria a los textos escogidos de Isabel. El libro dejaba una impresión de solidez.

Contenía también algunas novedades a nivel informativo. Las pocas páginas que dedicaba a la juventud de Isabel aportaban algunos hechos desconocidos, y en el resto del libro se podían leer una serie de pequeñas confidencias debidas a Madre Ger­mana o a otras religiosas. Contaba sobre todo con una cantidad respetable de textos inéditos, además de los ya conocidos por los Recuerdos. En un apéndice de unas sesenta páginas, el Pa­dre Philipon volvía a editar el escrito El cielo en la tierra y los Ultimas ejercicios (que había citado también con profusión a lo largo de todo el libro). Encuadrados dentro de un sistema teo­lógico, los textos de Isabel contribuyeron sin duda mucho al gran éxito que alcanzó la obra del Padre Philipon.

Hoy día estamos en grado de poder darnos cuenta mejor de las imperfecciones de este intento tan meritorio. Influido por la lectura de los Recuerdos, el Padr·e Philipon lo estaba también por sus contactos directos con su autora, Madre Germana, el testigo de mayor importancia, de quien había ganado la confian­za absoluta y a quien "debo lo mejor de este libro", como es­cribió en la dedicatoria del ejemplar que mandó al carmelo de Dijon. Nos dice en la introducción de La doctrina espiritual: "nada nos ha podido ser tan útil para la elaboración de este tra­bajo como las confidencias y largas horas de intimidad con Ma­dre Germana en torno a aquella que fue verdaderamente "su hija"; y, en sucesivas ocasiones, he tenido el consuelo inesti­mable de ver confirmadas plenamente por ella las conclusiones que me parecían deducirse del análisis atento de los documen­tos 38. Todos los puntos esenciales de este libro fueron decididos siempre de total acuerdo con ella" (p. 21).

Pero ya hemos hecho notar la tendencia hacia una cierta "angelización", que se constata en Madre Germana, en su bio­

'" Digamos, sin embargo, que Madre Germana habla muerto el 30 de noviembre de 1934. La introducción lleva la fecha de 7 de marzo de 1937.

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grafía de Isabel. La doctrina espiritual sigue igualmente la línea de presentarnos la imagen de una Isabel un tanto unilateral­mente elevada y mística. Las digresiones teológicas en torno a la Trinidad y a la acción del Espíritu Santo acaban por hacerla aún más sublime. La rica personalidad humana de Isabel queda en la sombra y su vida espiritual tiene una base humana dema­siado estrecha. Su vida comunitaria en el carmelo (sobre la que el Padre Philipon aún podría haber recogido valiosas informa­ciones de Madre Germana) es, proporcionalmente, muy poco re­saltada. Finalmente uno se sorprende de que nuestro autor se haya aprovechado tan poco de su encuesta entre los testigos cuyos datos se conservan en el dossier entregado a ACD, aun­que quizá esta deficiencia pueda explicarse por la poda radical que el editor le impuso en su primer capítulo biográfico 39. En particular existen grandes lagunas al estudiar a Isabel cuando era seglar, tanto por lo que respecta a su niñez como a su ju­ventud, etapas de las que, sin embargo, podría haber recogido muchas cosas. Los primeros diecinueve años, es decir, las tres cuartas part,es de su vida, se los liquida en doce páginas. Ahora bien, a nuestro parecer, es necesario tomar en serio bastante antes la vida cristiana y mística de Isabel.

La actitud doctrinal del Padre Philipon orientará también evidentemente la selección de los textos de Isabel. Los mismos criterios que rigen en esta selección rigen también en la antolo­gía de textos que hace en los Escritos espirituales. En ambos libros apenas tiene cabida el Diario de la joven Isabel 40. Sus Cartas de juventud son tratadas algo mejor. Por lo que toca a las Poesías, de las que en La doctrina espiritual cita sólo algu­nas frases, el Padre Philipon no vio que el verdadero punto de vista desde el que había que leerlas era el de la espiritualidad, que hace de ellas un verdadero "diario íntimo" en el que se revela todo un itinerario espiritual 41.

En cuanto al aspecto humano de Isabel, las ricas intuicío-

" Dice en la nota dactlIografiada a que hacemos alusión más arriba (nota 31): «(a la lectura de este primer capitulo, el censor literario de la casa Desclée De Brouwer, Mons. EstanisJao Fumet, nie hizo esta crítica: 'excesivamente largo para un estudio doctrinal, y demasiado breve para una biografía'. En pocos minutos suprimí 17 páginas del texto dactilografiado y se lo devolví así aligerado».

40 Unas sesenta lineas en los Ecrits spirituels, y tmas cien en La doctrine spi· rltuelle.

41 Cfr. nuestra Introducción a las Poes!as.

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nes del libro de Marie-Dominique Poinsenet 42 han servido para equilibrar un poco La doctrina espiritual. No hay que olvidar, sin embargo, que este libro ha sido publicado treinta años des­pués y que en ambos ha influido el modo de ser de dos épocas y de dos sensibilidades distintas.

También a nivel histórico el estudio del Padre Philipon tiene algunas lagunas. Por ejemplo, la fijación de fechas de las cartas deja bastante que desear; el haber puesto tan tarde, a los dieci­nueve años, el comienzo de la vida mística de Isabel, como ya hemos hecho notar; y, por lo tanto, la excesiva importancia que le concedió al primer encuentro con el Padre Vallée, que le llevó a afirmar categóricamente: "a partir de esa fecha todo se transforma e ilumina: Isabel ha encontrado su camino. Desde ese momento la Trinidad será su única vida a través de todas las cosas" (pp. 38-39).

Otra de las tesis que deja sentir su peso en este acercamiento es la de haber señalado una fecha y un sentido equivocados al descubrimiento por parte de Isabel de su vocación de "Alaban­za de gloria". Fundándose sólo en el testimonio de Hermana Amada de Jesús, treinta años después de los hechos, cuando la testigo andaba casi por los ochenta, el Padre Philipon sitúa dicho descubrimiento "durante el verano de 1905" (p. 54); "du­rante la primavera o el verano del 1905", dice en otro lugar (p. 128). Ahora bien, resulta que Isabel habla de ello ya en una carta del 25 de enero de 1904 43 • Una diferencia de año y medio, en los cinco y unos meses que ella pasó en el carmelo, es considerable.

Es interesante, por lo demás, leer una especie de autocríti­ca retrospectiva, a treinta años de distancia, en la que el autor

.2 Cette présence de Dteu en tal... Elisabetñ Catez. Soeur Ellsabetñ de la Tri· nlté o.c.d., Paris·Frlbourg, Edlt. Salnt·Paul, 1969, 240 p.

43 Ver nota 1 a e 191. El Padre PhUlpon estaba tan convencido de su tesis «Ala· banza de gloria = verano o primavera de 1905», que cambiará sobre el mismo autó· grafo de esta carta la fecha (auténtica) puesta por el Abate Chevlgnard, sustitu· yéndola por el 25 de diciembre (inSuficiente Incluso asl para justificar su tesis). Lá. cambiará Igualmente en el mismo sentido sobre la copla del Cuaderno 7 de AeD. Atribuirá a este supuesto descubrimiento de 1905 una Importancia desme· surada: «durante largo tiempo se sentirá agarrotada en si misma, Incapaz de poder salir. Dios la librará de esta situación por una Intervención personal. .. » (P. 127). «Laudem glorlae marca otra etapa incomparablemente superior: la sola preocupación por su gloria» (p. 128).

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confiesa la fascinación que entonces sintió por el aspecto doc­trinal: un verdadero cambio de perspectivas se ha verificado en mi pensamiento. Cuando, hace unos treinta años, comencé mis investigaciones en torno a sor Isabel de la Trinidad, me sentía atraído sobre todo por la sencillez y sublimidad de su doctrina. La encuesta psicológica que hice entre los testigos de su vida tenía simplemente la finalidad de asegurarme de la au­tenticidad de sus virtudes para poder captar mejor los orígenes y los efectos de su doctrina sobre la inhabitación de la Trinidad en el alma y sobre su vocación suprema de Alabanza de gloria. Mi principal preocupación era la de exponer su doctrina ( ... ). Después de treinta y cinco años de experiencia de almas C .. ) 10 que más me llama la atención en Isabel de la Trinidad, más incluso que su doctrina, es la heroicidad de sus virtudes. Estoy convencido de que, desde su más tierna infancia, practicó las virtudes cristianas de modo eminente, e incluso en ocasiones he­roico" 44.

Pero, entonces, con el conocimiento que se tenía de la his­toria de Isabel, ¿qué lector podría darse cuenta de las sombras que hemos señalado? Por otra parte, las cualidades del ensayo del Padre Philipon, que hemos indicado antes, aseguraron a su obra un gran éxito. Ha tenido doce ediciones en Francia y ha sido traducida a nueve lenguas 45, en varias de las cuales fue objeto de diversas reediciones. Fue por este medio por el que muchos textos de Isabel tuvieron una gran difusión.

En la década de los años 1960-1970 la obra del Padre Phili­pon tuvo menos éxito, en parte sin duda a causa de la "huelga hagiográfica" que fue una de las características de la espiritua­lidad de esta época. En los años siguientes, el testimonio de los santos volvió a suscitar una nueva ola de interés como lo de­muestran los centenarios de Teresa de Lisieux (1973), de Ber­nadette (1979) y de Benito (1980).

Hacia las "Obras completas"

Una visita fortuita al carme10 de Dijon, con fecha 6 de no­viembre de 1977, hizo que volviéramos a tomar contacto con Isabel de la Trinidad, cuyos textos habíamos leído según la pre-

" En présence de Dieu, o. C., p. 208. " Según Blbliogratia ... : italiano, portugués, neerlandés, Inglés, alemán, japonés,

español, croata, polaco.

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sentación hecha por el Padre Philipon. Poco después compren~ dimos que había que hacer una edición de sus obras completas.

Ignorábamos entonces el mundo que se escondía detrás de este proyecto: qué de al,egrías, qué de descubrimientos, también qué de trabajo ... A partir de abril de 1978 mis estancias en Di­jon comenzaron a multiplicarse y a prolongarse. Descubrimos a Isabel desde una luz nueva y más completa.

La primera tarea, que no hubiéramos podido nunca llevar a cabo sin la total dedicación de nuestras Hermanas de Dijon; fue circunscribir y explorar lo que aquí designamos como ACD: Archivos del carmelo de Dijon. Desde hacía muchos años, las carmelitas, movidas por los continuos estímulos de Hermana María del Santísimo Sacramento, no habían dejado de recoger con amor todo aquello que se relacionase con su gran Hermana desde comienzos de siglo.

En 1954, los Archivos de Isabel se enriquecieron conside­rablemente. En ese año murió en Dijon la Sra. Chevignard, her­mana de Isabel, admirable cristiana 46, que a sus cuarenta y dos años se había quedado viuda con nueve hijos. Sus hijos toma­ron la decisión de donar al carmelo todos aquellos recuerdos que se tenían todavía de Isabel: fotos y retratos; objetos y libros que la habían pertenecido; autógrafos de los escritos de Isabel que estaban en poder de Margarita; cuadernos y cuadernillos y hojas sueltas en las que había copiado textos y oraciones antes de entrar en el carmelo; algunos cuadernos de música; y también diecinueve cuadernos de clase, que no sólo nos sirven para dar­nos una idea de la formación escolar que recibió y una base para comparar la evolución de su letra de niña y de joven, sino porque contienen, además, cincuenta y cuatro ejercicios de re-

" Conviene evocar un momento la memoria de esta mujer de una gran fe, muer· ta el 7 de mayo de 1954, Lo hacemos extractando de una carta a su hija Chantal, religiosa dominica al servicio de los enfermos pobres, escrita el 20 de febrero de 1946, con ocasión de sus 63 años: «repasando estos 63 años, veo muchos sufri· mientas, pero sobre todo muchas gracias y mucho ·amor por parte del Buen Dios; por eso, lo que fluye de mi corazón es el reconocimiento, Cuando estoy sola no se me hace largo el tiempo: tengo siempre a Janua Coelt [«Puerta del ClelOl): la pequeña Imagen de la Santlslma Virgen, que Isabel tenia consigo en la última fase de su enfermedad]. El Señor ha querido tomar su parte de mis hijos [un sacerdote, cuatro consagradas al Señor, tres casados, uno muerto a los diez años], y yo aprecio esta elección. Es lo que me consuela cuando veo que no he hecho apostolado útil alguno, Me apoyo en el de mis hijos y su actividad, El martes es para ti; mientras tú trabajas, estoy sentada en mi sillón y rezo por ti. Janua Coeli está cerca· de mi, y le hablo de tI. Ofrezco mi fatiga para que tengas fuerza para subir los pisos»,

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dacción, hechos en el espacio de seis años, y algunos de los cua­les son muy importantes a la hora de conocer su psicología, el tipo de actividades a que se dedicaba y el medio en que se des~ envolvía cuando era joven 47. Esta misma donación a los Archi­vos del carmelo comprendía también una serie de cartas de Ma­dre Germana a Margarita y a la Sra. Catez, la mayoría de las cuales son del tiempo de la última enfermedad de Isabel y de los primeros años que siguieron a su muerte; además, una larga serie de cartas de pésame y testimoniales, dirigidas a las mismas con ocasión de la muerte de Isabel o un poco después; final­mente una parte del Diario de la Sra. Catez antes de su matri­monio, cartas escritas por ella a sus padres ° a Sll marido, que contienen gnm cantidad de detalles sobre la infancia de Isabel, algunas cartas que le había escrito el canónigo Angles, nunca sin relación con Isabel, cartas de amigas de la Sra. Catez y de Isabel y otros documentos más oficiales. En todo ello 48 se en­cuentran pepitas de oro para la historia de Isabel.

Pero si hemos hablado de los Archivos de Isabel en el car­melo de Dijon, que nadie piense que &e trata de unos Archivos bien colocados, clasificados e inventariados. La falta de tiempo en una vida de carmelita descalza dedicada a la oración, a la vida comunitaria y al trabajo diario, además del constante enri­quecimiento de los Archivos, han hecho imposible por el mo­mento este trabajo sistemático de organización.

Gracias a las autorizaciones de las carmelitas y de Monseñor Decourtray, obispo de Dijon, hemos podido descubrir y exami­nar uno tras otro los depósitos, estantes, cajas, carpetas, paque­tes, legajos, dossiers, sobres grandes y pequeños ... Poco a poco fuimos familiarizándonos con los lugares donde Isabel había vi­vido, vimos los vestidos conservados, los objetos y libros que utilizó, sus fotos, los libros oficiales del convento (libros de cró­nicas, de cuentas, de elecciones, de profesiones, de toma de há­bito). Examinamos los numerosos testimonios recibidos en vistas a los Recuerdos o a la beatificación de Isabel. Poco a poco fui­mos descubriendo los autores de una serie de letras en princi­pio desconocidas. Tuvimos que ponernos a estudiar la historia

1;7 Estos cuadernos fueron encontrados en el desván. Publicamos sus trabajos de redacción en PAT. '

" Se encontrará en PAT todo lo que puede ser útil para COllOCel' la figura y la historia de Isabel.

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de Isabel y su contexto, su medio ambiente, su ciudad, su car­melo, su diócesis, su patria en el umbral del siglo XX. En dis­tintas ocasiones hemos tenido que consultar algunas cosas con las carmelitas, en particular con Hermana Isabel de Jesús, pri­mera sobrina de Isabel de la Trinidad (de la que habla con fre­cuencia en sus cartas los últimos años), que entró más tarde en el carmelo de Dijon. Hemos tenido, además, que visitar o con­sultar también otros archivos, buscar otras informaciones, pre­guntar a testigos de testigos ...

Pero el trabajo más importante ha sido evidentemente el originado por los numerosos escritos que Isabel de la Trinidad nos ha dejado: sus escritos originales y también los textos que ha transcdto, tanto siendo seglar como siendo carmelita.

V. Los AUTÓGRAFOS y SU ORIGEN

Inventario

He aquí la lista de los escritos que Isabel nos ha dejado y de los que tenemos conocimiento. No incluimos aquí algunos textos copiados por ella y de los que hablaremos en PAT.

Actualmente conservamos: SU DIARIO, escrito en un cuaderno. 4 TRATADOS ESPIRITUALES:

l. El cielo en la tierra, escrito en un cuaderno; n. La grandeza de nuestra vocación, en forma de

carta; nI. Ultimas ejercicios, en un cuaderno; IV. Déjate amar, en forma de carta.

17 NOTAS INTIMAS, en hojas separadas, excepto las NI 13 Y 14, escritas en su "cuaderno personal", y las NI 7 Y 12, -cuyo original se ha perdido. 124 POESIAS (contando la 1 bis); las Poesías 1 bis y la 72 están escritas en dos cuadernos, y las otras en hojas sueltas.

- Algunas LISTAS de citas bíblicas o de otros autores y que publicamos en el apéndice de nuestro tomo I/B.

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346 CARTAS (contando la carta 80 bis, 197 bis, 323 bis y 328 bis, encontradas últimamente y también los Tra­tados espirituales n y IV, escritos originalmente en for­ma de carta).

Junto a estos escritos, que aparecerán todos publicados en las Obras completas, hay que mencionar también:

54 EJERCICIOS DE REDACCION, escritos en sus cuadernos de colegio; un cuaderno que contiene la narración de sus EXCURSIO­

NES AL JURA en 1895, y que es también un ejercicio de redaoción; un cuaderno que contiene algunos EJERCICIOS ESCOLARES

DE POESIA.

Como estos escritos, cercanos con frecuencia a la realidad que vive la joven Isabel, contienen también algunos elementos debidos a la fantasía, cosa normal en todo ejercicio de redac­ción, no los hemos incluido en las Obras completas, sino en el volumen documental que designamos con la sigla P A T, donde también se podrá encontrar el texto de las reseñas de los tres cursos de ejercicios espirituales que Isabel hizo en el carmelo: resumen o selección personal de las ideas de otro.

Creemos que aproximadamente dos terceras partes de los escritos de Isabel no han sido nunca publicados. En sus intro­ducciones o notas hablaremos de los autógrafos del Diario, de los Tratados espirituales, de las Notas íntimas y de las Poesías. Limitémonos a las 346 Cartas.

Cartas conservadas y cartas perdidas

Por carta entendemos aquí todo texto en prosa (exceptuadas las oraciones) dirigido a otra persona, sea cual sea su extensión.

Uno puede preguntarse: ¿cómo se han podido conservar tan­tas cartas de una mujer joven, muerta a los veintiséis años?

Hay que tener en cuenta, en primer lugar, que las cartas jugaban en el pasado un papel más importante que en nuestra era del teléfono y de los transportes motorizados. También hay que tener en cuenta que se conservaban las cartas recibidas du-

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rante más tiempo que en la actualidad, en que ¡estamos inun­dados de papeles! Pero la cuestión, no obstante, sigue en pie.

Hemos de dar cuatro respuestas complementarias:

1. a Isabel tenía un corazón desbordante, comunicativo, muy afectuoso: "la quiero con todo mi corazón", le gustaba decir con frecuencia (Cir. 14). Por eso, cogía la pluma con frecuen­cia para expresar a los demás su cercanía y gratitud (cosa que precisamente, estando en la enfermería, motivaría la composi­ción de un buen número de pequeñas poesías).

2. a Fue siempre muy apreciada por aquellos a quienes es·~

cribía y sus cartas eran para ellos el testimonio de su amistad.

3. a Sus cartas tenían tal contenido que gustaba leerlas una y otra vez como mensajes forjados en la presencia de Dios.

4. a Isabel era considerada como persona que estaba cerca de Dios, y bien pronto como "una pequeña santa", por lo que sus cartas eran consideradas como "reliquias".

No obstante esto, muchísimas cartas se han perdido. Su me­jor amiga, María Luisa Hallo, que, durante la vida de Isabel estuvo fuera de Dijon durante tres largos períodos de tiempo, confiesa: "desgraciadamente no conservo ahora más que unas pocas cartas de Isabel, y me pesa infinitamente haber roto un cierto número de ellas, por considerarlas demasiado íntimas" 49.

Igualmente, Madre María de Jesús, priora del carmelo cuando entró Isabel, dice: "una prolongada estancia en el Sur (verano de 1900) marca el año antes de su entrada; en aquella ocasión nos intercambiamos una serie de cartas que yo desgraciadamen­te quemé". Siendo priora de la nueva fundación de Paray-le-Mo­nial, Isabel le escribió más de las dos que conservamos 50. La Hermana Odila, de Paray-le-Monial, a quien Isabel conoció pri­mero como Hermana externa, y después como Hermana no-co­rista dentro del carmelo de Dijon, afirma: "quemé todas sus cartas, y ahora sólo conservo la última que me escribió" 51. Y Ana María d' A vout, amiga de Isabel y algo más joven que ella, dice: "desgraciadamente quemé todos los documentos y todas

" Apunte biográfico; véase en_ PAT. Carta 87 habla de una carta (perdida). 50 Carta a Madre Germana; cfr. PAT. " EP en PAT.

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las cartas que había recibido de Isabel" 52, aunque después se descubrirá una de estas cartas, al igual que una dirigida a la madre de ésta, lo que hace suponer que Isabel les escribía de vez en cuando desde el carmelo.

Es evidente también que Isabel, durante su juventud, man­tenía intercambio epistolar con muy buenas amigas suyas, como Yvonne de Rostang, de Tarbes 53, y Gabriela Montpellier, de Limoux 54, o con amigas de su madre. Así la joven Manitin Au­burtin, que conoció a Isabel en septiembre de 1900, atestigua: "nos hemos escrito durante algún tiempo ( ... ). Isabel era muy atractiva para que se la pu,eda olvidar" 55, Por aquel tiempo tam­bién su hermana Isabel Aubmtlll (Sra. de Montléau) entra en contacto epistolar con su homónima 56.

Igualmente se sabe que se han perdido cartas dirigidas a las Sras. Massiet 57, Angles 58, de Maizieres 59 y de Vathaire 60. Pro­bablemente también a María Luisa Maurel 61, e incluso quizá a las tías Rolland 62.

y dentro del mismo carmelo ¡cuántos pequeños papeles es­critos a la priora y a sus Hermanas han desaparecido! Pequeñas comunicaciones de trabajo, escritas durante las horas de silencio o para dar un aviso a una Hermana a quien no encontraba en ese momento; líneas escritas para asegurar una oración o una felicitación con ocasión de una fiesta o de un aniversario ... Hu­bieran sido para nosotros muy elocuentes para conocer el modo fraternal y espiritual con que Isabel trataba a sus Hermanas de

52 PA 644. 53 Isabel habla de Yvonne en C 10·11 de 1896. Y en 1898: (L .. mi querida Yvonne,

a quien tanto quiero» (C 16); ((si vieras qué joven más agradable; tiene, además, un carácter tan ideal...» (C 14). Como trabajo de redacción dirigirá varias cartas a Yvonne.

54 Cfr. C 11 de 1896: ((he encontrado a mi querida amiga Gabriela Montpelller, que tiene veinte años y es encantadora» Y P 17: ((Gabby, mi querido amigo / Pienso en ti continuamente». NI 2 está escrita en el reverso de una carta de Gabriela (la misma letra que en una carta de condolencia que ella firma con su nombre de casada).

55 Convertida en Sra. Sirlonge, escribe este testimonio el 9 de febrero de 1958. Cfr. PAT.

" CII'. C 89; se conserva la carta recibida. " Cfr. C 95. 58 Cfr. C 131. 59 Cfr. C 257. 60 Cfr. C 287. " El 17 de septiembre de 1901 Isabel prepara ((todo un correo para Labastide»,

donde el día 30 se casará María Luisa. 62 Cfr. C 154, con la nota 5.

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las que decía antes de su toma de hábito: "¡cuánto las quiero!" (R 94). Del mismo modo se puede suponer que varias de las poesías düigidas a ellas han igualmente desaparecido.

En dici<embre de 1979 escribimos al editar estas obras, que no sería nada extraño que encontráramos todavía algunas de sus cartas; pues bien, dos días después nos enviaron una carta dirigida a la Sra. d'Avout y otra a su hija Ana María (C 197 bis y 328 bis), que no aparecen en ninguno de los inventarios ...

Redacción de las cartas escritas desde el carmelo

No nos vamos a entretener ahora hablando del origen de sus cartas de infancia y juventud. Sin duda, en un primer mo­mento las mandaría junto con las cartas de su madre (C 1-3); nacieron con ocasión del Año Nuevo (C 4-5); más tarde las escribiría movida por el deseo de contar sus viajes; y las escri­tas durante los tres Ílltimos años antes de su entrada en el car­mela fueron un modo de expresar su profunda amistad (24 car­tas a María Luisa Maurel; 10 a Francisca de So urdan) o sus deseos espirituales (5 cartas al canónigo Angles; 21 a Marga­rita Gollot). La mayor parte de ellas las escribió Isabel en el escritorio que tenía en su habitación (cf DE 11).

En el carmelo no podía escribir siempre que quería. Por espíritu de soledad, la correspondencia no debía ser muy fre­cuente, y por motivos de obediencia, había que pedir permiso siempre a la priora. Según las leyes entonces en vigor, tanto la correspondencia que partía como la que llegaba, era, en prin­cipio, leída por la priora (excepción hecha de los casos en que se escribía a los superiores eclesiásticos y al dir,ector espiritual, que Isabel no tuvo mientras vivió en el carmelo).

Por lo que toca a la frecuencia, la carmelita podía escribir una vez al menos a sus padres, a sus hermanos y hermanas; sólo cada tres meses a otros parientes y amigos. Cuando se recibía visita en el locutorio, cosa que estaba permitida con el mismo ritmo y condiciones, la visita sustituía a la carta. Así Isabel es­cribía a su madre y a su hermana, las cuales aprovechaban todas las ocasiones posibles para estar con ella en el locutorio, sobre todo cuando se ausentaban con ocasión de algún viaje o de las vacaciones.

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Las excepciones eran, sin embargo, siempre posib1es con oca­sión de una enfermedad, una prueba, un nacimiento, una muer­te. Así, por ejemplo, Madre Germana permitió a Isabel escribir cartas a su madre cuando ésta se hallaba sola o que reconfor­tara a algunas de sus numerosas amistades, o también que lo hiciera para agradecer a algún benefactor el regalo hecho a la comunidad. Durante los primeros meses de su postulantado y du­rante su última enfermedad las excepciones evidentemente fue­ron numerosas.

Durante cuaresma y adviento, todo tipo de correspondencia y de visitas en el locutorio estaba, sin embargo, más severamente prohibida, por 10 que hacía falta una razón grave para romper este silencio. En este tiempo las excepciones serán muy raras en la correspondencia de Isabel 63.

Durante la semana, la jornada de la carmelita estaba ocu­pada por los actos de comunidad y el trabajo 64. Domingos y días de fiesta, estaba expuesto el Santísimo en el oratorio hasta las cinco de la tarde y a Isabel le gustaba pasar allí todas sus horas libres. Era por 10 tanto generalmente por la tarde, durante la hora libre de 8 a 9 65, cuando escribía sus cartas. Sentada en su pequeña silla, no teniendo mesa 66, utiliza el "pupitre" (C 88), que apoya en sus rodillas; se trata de una pequeña caja de ma­dera con un tintero. A esas horas raramente se podría aprove­char de la luz natural de la tarde, que entraría en su habitación a través de una pequeña ventana que daba al patio. Ordinaria­mente tendría que usar la lámpara de petróleo. Era preciso acos­tumbrarse a ello y la nueva postulante confiesa: "no sé ni lo que estoy escribiendo, porque apenas veo con nuestra pequeña lámpara" (C 90). Pero esto tiene la ventaja de que junto a la pequeña llama se podía secar la tinta más pronto y así pasar la página antes, lo cual no estaba exento de peligros: "perdó­name que el papel en que te escribo esté así, escribe Isabel a Margarita, pero es que he querido secar la tinta más pronto acer­cándola a nuestra lámpara y se me ha quemado la parte baja de la hoja" (C 117).

En invierno la pequeña celda no tenía ningún tipo de cale-

63 e 99, 109, 159, 186, 196, 197, 214, 215, 226, 265 . .. Cfr. el horario al final del volumen l/B. " Lo atestiguan numerosas cartas. 66 Tenían una tabllta adosada al muro (cfr. e 168, n. 7); pero, como se deduce

de e 88, Isabel escribia sobre el «pupitre» portátil.

7

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facción, y el frío no favorecía ni una letra bonita ni el ritmo de redacción. Isabel tenía la piel muy fina y le salían con frecuen­cia sabañones en la cara y en las manos. En una foto hecha en enero de 1903 se la puede ver con los dedos llenos de pequeños vendajes, lo que hace aún más difícil sostener la pluma. Pero la generosa carmelita reacciona ante esto con humor y dice: "en cuanto al frío, no sospecharía que estamos en invierno, si no fuera por el bonito panorama que Dios pone ante nuestra ven­tana. ¡Si vieras lo bonito que resulta nuestro claustro cuando están sus cristales helados!" (C 109). También podemos leer la conmovedora explicación de C 156: el amor al crucificado hace olvidar "este tipo de sacrificio", a 10 que añade esta nota del todo fraternal: " ... no es que yo sea más generosa que usted, sino que usted está enferma, y yo gozo de buena salud". Sólo una vez, durante (;1 último invierno de su vida, poco antes de que su salud se quebrantara definitivamente, se la ve excusarse: "perdona mi letra [totalmente descompuesta], pero es que no tenemos calefacción y no soy capaz de sostener la pluma" (C 263).

Papel pobre

Diremos ahora unas palabras sobre el papel de los autógra­fos, que nos muestra cómo se vivía la pobreza en el pasado en el carmelo.

Isabel usa casi siempre papel "blanco" cuadriculado, que podremos calificar, según nuestro gusto, de malo o muy malo. Se trata de unas hojas de 26,8 X 21,6 cm., o algún milímetro menos; las líneas con frecuencia un poco torcidas, hacen pensar que alguien regalaba este papel a las carmelitas.

Isabel raramente empleó estas hojas en su formato grande; sin embargo, las queridas tías de Carlipa, una de las cuales era un poco sorda y la otra un poco ciega, tienen derecho a que se las trate con mucho cariño, y así emplea ocho hojas grandes entre las doce cartas que les escribe desde el carmelo. Pero la más mimada en esta materia es la Sra. Angles, que estaba siem­pre enferma.

Por lo general Isabel dobla estas hojas grandes en dos, y de nuevo las vuelve a doblar, obteniendo así cuatro páginas de unos 13,4 X 10,8 cm. aproximadamente cada una, que suele llenar casi siempre por completo. Es verdad que por cada línea escrita

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deja en blanco una línea de cuadritos, pero también lo es, por otra parte, que en compensación, con frecuencia completa su carta escribiendo sobre los márgenes de la primera página, ¡lle­gando a veces hasta la cuarta! En otras ocasiones divide las hojas grandes en partes de tamaño desigual, hasta de tres cuartas partes de hoja. La tira de papel que sobra podrá servir para completar alguna de sus próximas cartas.

Desde el otoño de 1905 Isabel usa con frecuencia un papel más blanco, de mejor calidad, cuadriculado en pequeños rec­tángulos, y en los que aparece a veces el nombre del donante, el notario Madon de Dijon 67,

En otras ocasiones se trata de un viejo papel de carta 68, de trozos de papel de diferentes tamaños 69, en los que se pueden apreciar tijeretazos desiguales 70, y hasta, en ocasiones, de un tipo de papel casi acartonado (e 224). Sus misivas las pod,emos tam­bién encontrar escritas en el reverso de una estampa, de una tar­jeta de visita con el nombre tachado (e 245, 251), o sin tachar cuando se trata de una comunicación para quien vive en el in­t,eriar del carmelo (e 100, 328), de una notificación de boda (e 260) o de una defunción 71, pero las dos hojas están pegadas cuando en ellas aparece todavía el nombre del difunto (e 243).

Al igual que el papel usado para la oración ¡Oh Dios mío, Trinidad a quien adoro! (NI 15) fue arrancado de un cuaderno, también algunas cartas están escritas en hojas arrancadas de un antiguo cuaderno 72 o de un libro de cuentas 73. Isabel escribió, antes de entrar en el carmelo y para su uso personal, NI 2 en el reverso de una carta que había recibido, NI 4 en el reverso de una invitación del coro de canto, y NI 5 en el reverso de un anuncio de carbones; igualmente, ya en el carmelo, usó para escribir trozos de sus cartas folletos de propaganda de papel (fi­nal de e 236) o de seguros contra incendios o de vida (final de la carta 280). La pequeña nota e 282, recortada en forma tra­pecial, está escrita en el reverso de una envoltura de chocolate "Milka Suchard".

67 e 305, 309, 314. 6. Por ejemplo: e 99, 133, 135, 139, 189, 205. " e 118-120, 127, 134; parte de 178, 281, 319, 321. 70 e 213, 233, 234, 273 __ _ 71 Partes de 302, 308, 314. 72 e 113 y parte de e 123. 73 e 285, 287, primera mitad de 288.

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¡Para algunas cartas o notas echa mano de un VIeJO papel de envolver, ya utilizado, como lo demuestran sus muchas do­bleces hechas una y otra vez! 74. Estos signos de pobreza apa­recen no sólo en las cartas a sus Hermanas carmelitas, sino tam­bién en las que escribe a su madre y a Margarita, y cada vez más durante su última enfermedad (a partir de e 266) ... Las cartas escritas a Margarita baten todos los records con el papel de envolver, de color terroso, de C 282 y 298 (la tan profunda y conmovedora carta 298) ...

Si antes de su entrada Isabel empleaba con frecuencia para escribir cartas papel de color verde, azul-gris o incluso violeta, en el carmelo usa toda la gama de colores grises, amarillentos y blancos, que nunca llegan a ser verdaderamente blancos. Sus Poesías del carmelo, por el contrario, las escribirá con frecuen­cia en el reverso de unas pequeñas hojas verdes con las que el Rvdo. Sauvé, Director del Gran seminario de Dijon, hacía pro­paganda de sus "elevaciones dogmáticas" y que él "daba" con cierta periodicidad al carmelo. ¡Como para dar ánimo a los es­critores!

VI. LA DATACIÓN DE SUS CARTAS

El Diario, los Tratados espirituales, la mayor parte de las Poesias y de las Notas intimas 75 no ofrecen apenas dificultades a la hora de establecer su cronología, porque Isabel puso en ellas la fecha; o también porque no es difícil identificarla. Averiguar las fechas de sus cartas, por el contrario, se presenta, en un pri­mer intento, como una tarea muy compleja.

Para establecer con precisión el itinerario espiritual de Isa­bel de la Trinidad, sobre todo durante su breve y densa vida de carmelita, habrá que intentar resolver este problema con gran cuidado; amontonar o mezclar documentos no nos conduciría a otra cosa que a sacar unas conclusiones poco claras.

El lector se dará cuenta del problema con sólo examinar las indicaciones cronológicas que Isabel nos ofrece en el encabeza­miento de sus cartas (no confundirlas con las fechas, lo más exactas posibles, que hemos añadido entre corchetes, a principio

74 C 253, 283, 327, final de 300, de 302 y de 309. Aún se guarda en los ACD un sobre que contiene varios de estos papeles que Isabel tenia reservados ...

75 Para las Poesías y Notas íntimas hemos añadido un asterisco detrás de la fecha, cuando ésta es dada por la misma Isabel.

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de cada carta. Casi siempre hemos intentado justificar la elec­ción de la fecha del modo más completo posible en una prime­ra nota donde, por otra parte, hemos procurado omitir cualquier tipo de argumentos superfluos).

He aquí una tabla de las indicaciones cronológicas que Isa­bel nos ha dejado en sus cartas:

- Fecha completa: 14 veces. Mención del día de la semana + día del mes + mes, sin año (por ejemplo: "miércoles 19 de noviembre"): 25 ve­ces. Mención del día del mes 'I~ mes, sin el afio (por ejem­plo: "4 de agosto"): 71 veces.

- Mención del mes+ el año (por ejemplo: "enero de 1901 "): 3 veces.

- Mención del día de la semana + mes (por ejemplo: vier­nes, junio): 1 vez.

- Mención del día de la semana + día del mes, sin indicar ni el mes ni el año (por ejemplo: "sábado 30"): 2 veces.

- Mención sólo del mes (por ejemplo: "agosto"): 4 veces. - Mención sólo del día de la semana (por ejemplo: "jue-

ves"): 61 veces. - Ninguna indicación: 165 veces.

Quiero hacer notar que otras manos, en la mayoría de los casos las de los mismos destinatarios, han completado y añadi­do después las fechas sobre los autógrafos, parcial o totalmente. Pero a parte de la Sra. de Sourdon y del Rvdo. Chevignard, que parecen ser bastante exactos, en los demás casos estas añadidu­ras suelen tener no pocas inexactitudes. Lo mismo hay que decir de las indicaciones cronológicas que dan numerosos testigos. Hay que utilizarlas con prudencia. De todos son conocidos los lími­tes de percepción, de memoria y de rememoración de los he­chos --en ocasiones después de haber pasado muchos años. Las anotaciones parciales o las interpretaciones subjetivas, los olvidos y las deformaciones involuntarias, el sentimiento perso­nal, todo ello apenas nos permite reconstruir el pasado en la totalidad de sus aspectos con una absoluta exactitud. Incluso tratándose simplemente de buscar un dato escueto y material, como es una fecha, con frecuencia hay que admitirlo con un cier-

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to margen de reserva. En muchas ocasiones, cuando estábamos haciendo nuestro trabajo, hemos pensado en las acertadas pre­cauciones de René Laurentin en sus investigaciones sobre Lour­des 76, obJeto de un estudio histórico mucho más complejo que éste.

La primera tarea que nos propusimos fue la de reunir todos los autógrafos todavía disponibles. Esto era no sólo indispensa­ble para establecer el texto auténtico, sino también para con­cretar sus fechas, como veremos.

Junto con los autógrafos del Diario, de los Tratados espiri­tuales, de las Notas íntimas 77, de las Poesías 78, hemos podido recoger y estudiar 293 autógrafos, 16 fotocopias 79, 30 copias manuscritas 80 y siete copias impresas 81 de sus Cartas.

Criterios seguidos

En nuestra investigación nos hemos guiado por un conjunto de puntos de vista de los que siempre se ha podido más o menos seguir alguno para cada carta. Han sido éstos:

1. Es fácil saber si la carta es de antes o de después de su entrada en el carmelo, por el uso del nombre religioso en la firma; de todas formas este dato no se puede aplicar siempre con absoluta certeza 82.

2. Una vez en el carmelo, la sigla r.c.i. (religiosa carme­lita indigna) después de la firma nos indica que Isabel ya había profesado, cosa que tuvo lugar el 11 de enero de 1903. Su falta, sin embargo, no prueba necesariamente que la carta haya sido

76 Cfr, Lourdes. Histolre aunthentique des apparltions. Tome 1, Parls, Lethlel· leux, 1961, pp. 21·38.

n Salvo NI 7 (copia manuscrita) y NI 12 (copla Impresa). 78 Salvo P 88 (fotocopiada), 79 Se trata de e 11, 13, 94, 96, 106, 112, 155, 160, 165, 169, 174, 241, 156, 261,

274, 307. 80 e 6, 7, 8, 9, 14, 15, 46, 78, 80, 83, 104, 147, 158, 16~, 195, 218, 228, 250,

259, 276, 277, 286, 289, 293, 326, 331, 332, 336, 341, 342. En rigor se podrla añadir e 266 y 340 (contadas entre las «autógrafas»), que son cartas dictadas por Isabel y escritas por Madre Germana. e 341 y 342 han sido también dictadas a Madre Germana, pero ha desaparecido el original.

81 Se' trata de e 114, 152, 255, 279, 299, 323 bis, 339. B2 Antes de su entrada en el carmelo firma ya casi todas sus cartas a Margarita

Gollot, aspirante al carmelo, con su futuro nombre religioso. Después de su en· trada, a veces lo hace sólo con el nombre de bautismo.

-,-

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antes de la profesión, porque también las profesas lo omitían a veces.

3. La indicación del día de la semana + el día del mes (por ejemplo "Domingo 19 de marzo", en la C 55) nos permite determinar fácilmente el año, porque esta coincidencia no se da más que cada seis años.

4. El contenido de la carta también nos ofrece con fre­cuencia indicaciones sobre la época en que fue escrita o su ver­dadera fecha exacta. En una serie de cartas al mismo destinata­rio, se da con frecuencia una cierta continuidad lógica: una carta en la que se agradece algo que se había pedido exige otra an­terior; lo mismo la realización de algo que se había prometido anteriormente... Otra de nuestras fuentes será si nos habla de un viaje, de un encuentro, de unos ejercicios o de unas confe­rencias, de unas vacaciones pasadas en tal sitio. O bien hay una alusión a un determinado año que comienza; a un hecho litúr­gico o histórico; a un día de fiesta; a un acontecimiento familiar, o de su círculo de amigas o del convento. Estos datos cronoló­gicos de ACD han sido completados con informaciones tomadas de los archivos municipales, de otros archivos o de las familias de aquellos a quienes escribía.

5. En unas doce ocasiones el matasellos de correos en el sobre, que ha sido conservado, nos indica el día en que la carta fue expedida. En ocasiones Isabel da la vuelta a un sobre reci­bido para utilizarlo de nuevo: en estos casos, incluso cuando se trata de una carta, a su familia o a sus amigas de Dijon, no enviada por correo, sino llevada por ejemplo en mano por me­dio de una religiosa externa, el matasellos de correos que está por dentro sirve para indicarnos que la carta de Isabel es pos­terior a dicha fecha.

6. ¡Incluso el papel de escribir es elocuente a este respecto! Ya dijimos que Isabel con frecuencia divide en dos la hoja gran~ de cuadriculada antes de escribir su carta. Juntando algunos au­tógrafos, se puede constatar fácilmente que se trata de las dos mitades de la misma hoja: los salientes y entrantes encajan en­tre sí perfectamente, y las líneas, generalmente torcidas, del papel cuadriculado coinciden por ambas partes. Y como las carmelitas, por espíritu de pobreza, no solían amontonar mucha cantidad

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de papel al mismo tiempo, podemos tener casi la completa segu­ridad de que las dos cartas fueron escritas en la misma época, y quizá hasta en el mismo día.

7. La tinta revela también la época de la carta. Se trata simplemente de conocer un pequeño secreto de los conventos de este siglo: no se solía comprar tinta ya hecha. Era la ecó­noma quien "fabricaba" la tinta de la comunidad, mezclando en una botella agua junto con los polvos de tinta previamente comprados. Las Hermanas llenaban regularmente sus pequeños tinteros de la botella común. Los polvos podían ser de distinto color (o también se mezclaba dos clases de tinta diferentes) y así en los autógrafos vemos diversas clases d~ tinta: el cobre pálido, el negro, el cobre más obscuro, el "completamente co­bre", el azul gris, de nuevo el negro (algunos años después de la muerte de Isabel lo que más se usaba era el violeta). Si a primera vista todo esto parece cosa que sólo pueden detectar especialistas de la policía, cuando durante bastante tiempo se ha estado en contacto con los autógrafos de Isabel, se los puede clasificar según sus diversas épocas con sólo partir de la tinta que Se utiliza en ellos 83.

Este dato hay que tomarlo, sin embargo, con un margen de prudencia, porque Isabel no escribía siempre en su habitación: por ejemplo, pudo usar el tintero del "torno" 8\ lugar donde ella pasaba después de su profesión ciertas horas del día: hay ejemplos en los que usa dos tipos de tinta distintos en un mismo día o en un mismo autógrafo 85.

83 He aquí la historia de la tinta que utiliza en el carmelo. Advertimos que las mismas tintas pueden dar colores ligeramente distintos según la capacidad de absorción, mayor o menor, del papel utilizado: 1.0 color cobre pálido: C 84-110, a excepción de la C 99, escrita con tinta negra, quizá en el «NovlcladO»), donde habla también un tintero. 2.° tinta negra: C 111-148. 3.° color cobre oscuro: C 149-180. 4.° color cobre pleno: C 181-192. 5.° color cobre pleno, pero un poco más oscuro (visiblemente menos que en 3.0): C 193-203. e.o color azul gris: C 204-247. 7.° color negro cón un fondo de cobre: C 248-265. Después, en la enfermerla, las cartas, a excepción de las dirigidas a Madre Germana, las escribe con lápiz. Se guarda un sólo autógrafo con tinta violeta: C 284. y otro con tinta roja: P 121.

•• Véase el Plan 1, n. 21, en el tomo l/B. 85 Con una pluma más tlna y una tinta cobre pleno (color 4), Isabel escribe,

probablemente en el «torno», C 200, poco después de C 199 del mismo dla. Con las mismas pluma y tinta comienza C 167, Y continúa en su «celda» antes de «maitines» con la pluma y tinta (¡color 31) habituales en este tiempo, a partir de «c'est dommage ... ). Las primeras palabras de C 221 (<<Que Jésus nous ... ))) son igualmente de la misma pluma y tinta; lo restante, de su pluma habitual, rasgo más gordo y tinta color 6. C 246 tiene también dos tintas diferentes. C 251 está escrita en lugar distinto de su celda..

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8. Respecto al hecho de que Isabel a partir de e 258 usa una pluma más fina, no hay ni que insistir. Pero me parece im­portante indicar que todas las cartas escritas durante los ocho meses de su última enfermedad están escritas a lápiz, salvo las dirigidas a la priora: un cierto respeto, del que Isabel no quiso dispensarse, exigía que se utilizara la tinta.

9. Hubiéramos podido seguramente encontrar muchos pun­tos de referencia cronológicos y datos inestimables en las cartas de aquellos con quienes se escribía, tanto si respondían a Isabel como si era ella quien respondía. Pero en el carmelo de Dijon, por espíritu de desprendimiento, no había costumbre de con­servarlas. Sólo algunas, por casualidad, se libraron de ser des" truidas 86.

10. Hay por último un décimo testimonio muy elocuente para quien ha dedicado largas horas a estudiar los autógrafos de Isabel: su misma escritura. Una gran evolución en su cali­grafía nos permite, con sólo echar un vistazo, determinar la épo­ca de un autógrafo con un margen de error de un año o algu­nos meses, sobre todo a partir del tiempo en que Isabel cumplió quince años 87.

Escritura

Los numerosos autógrafos de Isabel son un verdadero mo­saico en el que puede seguirse la evolución de su escritura. Los pasos que encontramos en esta evolución son:

1. Proceso normal según caligrafía de cuadernos. A los quince o dieciséis años su letra es redonda y legible; bastante clásica.

2. A los diecisiete años evoluciona al tipo que se llamará "escritura de artista": grande, puntiaguda, a gancho. ¿Ha sido su madre quien la ha empujado 1'1 este tipo de letra? 88 •

.. Una carta de Isabel de Montléau de agosto de 1901; una carta del canónigo Anglas del 22 de jullo (1903) y una del 19 de mayo (1906). Isabel se las pasó segu­ramente a su madre. Serán pUblicadas en PAT. Hay todavía una breve carta de Hermana Luisa Lonzaga, carmelita de Dijon, en telegrama del 8 de diciembre de 1901 del Abate Chabolsseau, algunas estampas recibidas. Se guardan una carta y una docena de tarjetas de diversas amigas, escritas antes de su entrada .

• , Es (algo) más dlffcll juzgar sobre los autógrafos escritos a lápiz (muchos de los textós copiados), a veces en borrador.

es Es lo que afirma la tradición. Margarita conservará esta escritura de artista durante toda su vida, aunque mucho más legible que la de Isabel. Es cosa fre­cuente en esta época.

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3. "Al llegar al carmelo, la querida postulante tenía una letra a la moda entonces entre los artistas, pero poco religiosa. Por eso, su priora quiso hacerla cambiar. Una Hermana [sin duda Hermana Inés], que tenía una letra clásica: redonda, re­gular, le dio algunas clases" 89.

4. Esta grafía la irá modificando profundamente hacia la sencillez, restringiendo en particular las volutas en las mayús­culas.

Después de un largo contacto con los autógrafos de Isabel de la Trinidad, es imposible confundir los escritos de 1902 con los de 1904 o los de 1906.

Ortografía

La Sra. Catez quería asegurar a sus hijas la carrera de mú­sica. Por eso Isabel, desde la edad de ocho años, pasaba largas horas al piano. Esto restaba posibilidades a una formación nor­mal. Sólo después de haber obtenido el primer premio en el con­servatorio, a la edad de trece años, intensificó su trabajo esco­lar. No obstante, ya era tarde, e Isabel arrastrará ciertas defi­ciencias a lo largo de toda su vida. Sobre todo en ortografía.

Las palabras se han grabado en la memoria de la joven mú­sica más por el oído que por la vista. Y ésta es la norma que rige con mucha frecuencia su ortografía: escribe como se pro­nuncia.

Junto al oído como norma fundamental de su escritura pue­de citarse una falta de referencia fija en otras manifestaciones de la misma, concretamente en el uso de mayúsculas y en la puntuación. Es muy difícil dar con el secreto que dirige la pre­sencia o ausencia de la mayúscula. Por su parte, la puntuación -en cuanto a la utilización de los signos de puntuación y a su colocación en la frase- es bastante defectuosa.

VII. ISABEL y LAS INFLUENCIAS RECIBIDAS

Mi intención no es la de presentar aquí un estudio exhausti­vo de las influencias que recibió Isabel. Esto lo iremos indican­do a través de las notas al pie de sus escritos y el lector podrá

89 Carta al Padre Beaubis, de 6 de junio de 1953. Maria de la Trinidad deplora en esta carta que tales clases hayan hecho perder a Isabel «todo carácter personah).

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hacerse una idea de ello también ~xaminando los Índices que se en(;uentran al final del tomo l/B.

Quisiera indicar simplemente que ella leía los grandes auto­res en ediciones distintas de las que nosotros utilizamos hoy día. y que, sin embargo, es ahí donde Dios se le ha manifestado. Teniendo en cuenta sólo las ediciones actuales, se corre el ries­go de ver en Isabel influjos que ella no ha sentido y de no apre­ciar aquéllos que han dejado huella en ella.

Cuando, por ejemplo, Isabel descubrió la Historia de un alma, de Teresa de Lisieux, en 1899, lo que ella leyó fue la segunda edición de la misma 90, modificada en muchos de sus aspectos por Madre Inés de Jesús, y bastante diferente del texto que nos presentan los manuscritos auténticos según la edición que nosotros poseemos hoy día. El famoso capítulo XI conte­nía entonces la última parte del Manuscrito C actual y una gran parte del manuscrito B: se trataba de un final apoteósico que causó impacto profundo en el alma de la joven Isabel. Cuando en él se lee "Teresa", con frecuencia habría que leer: "Tere­sa + (un poco) Inés".

Lo mismo sucede con Pablo. Isahel lo leyó principalmente en la traducción del canónigo Gaume 91, lleno de notas apolo­géticas, destinadas a hacer comprender a nuestros "queridos he­rejes" lo equivocados que están. Por lo tanto, "Pablo" es "Pa­blo + Vulgata + Gaume".

A san Juan de la Cruz, de cuyo Cántico espiritual y Llama de Amor viva tanto gustó 92, lo conoció en la traducción, bien escrita, pero libre, de las carmelitas de París. En el caso de santa Teresa de Avila, utilizó (casi siempre) la traducción de Bouix 93.

Las cosas son aún más complicadas por lo que respecta a la antología de Ruysbroec 9\ que hacía las delicias de Isabel

90 SOR TERESA DEL NIÑO JESÚS y DE LA SANTA FAZ, Histoire d'une Ame, écrite par elle-méme. Let!res-Poesies, Parls-Bar-Ie-Duc-Fribourg, Librairies de l'Oeuvres de Salnt-Pau!, 1899, XL + 488 pp. Es la segunda edición, que continuará siendo texto base hasta 1907, es decir, durante todo el tiempo que vive Isabel en el carmelo .

• , Manuel du Chrétien. Nouveau Testament, Psaumes, Imitation, éd. du cha­noine Gaume, Paris, Gaume et Cie., 1896, LXXVI + 1041 + 214 + 214 PP.

92 Vie et Oeuvres de (oo.) Saint Jean de la Crolx. Trad. nouvelIe (oo.) par les soins des Carmélites de Parls, tome IV, Le Cantique spirituel et La vive F'lamme d'amour, Paris, H. Oudin, 1892, 3 éd., 674 pp.

'3 Oeuvres de Salnte Thérese, traduites d'apres les manuscrits orlglnaux par le P. Maree! Bouix, s.j., Julien, Lanier et Cie., 3 tomes, 1852-1856. No es seguro que Isabel haya leido los tres volúmenes .

• 4 Rusbrock l'admirable. Oeuvres choisies. Traducido por Ernest HelIo, Paris, Parrin et Cie., 1902, nlle éd., LXIV + 253 pp.

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durante los meses de junio-septiembre de 1906, es decir, du­rante su última enfermedad. Ernest Hello había traducido al francés la versión latina que Surio había hecho a partir del texto escrito en neerlandés antiguo por Ruisbroec. Pero como resulta que Surio no siempre siguió los textos auténticos de Ruysbroec, esto trae como consecuencia que Isabel haya citado pasajes atri­buidos al místico flamenco que en realidad son de uno de sus discípulos, es decir, de Godofredo van Wevel 95• Por lo tanto Ruysbroec en Isabel, es "Ruysbroec o también en ocasiones Go­dofredo van Wevel + Surius + Hello". Lo mismo hay que de­cir de Angela de Foligno 96 = "Angela de Foligno (su secreta­rio, fray Arnaud) + HelIo""

El Padre Vallée

Hay que hacer una referencia especial al Padre dominico Gonzalo Vallée con quien Isabel se encontró en varias ocasio­nes, la primera catorce meses antes de hacerse religiosa, cuyos sermones leyó tanto antes como después de aquella fecha 97, con quien se entrevistó en algunas ocasiones estando ya en el car­mela y con quien hizo ejercicios en 1902.

El influjo real del Padre Vallée, menos a nuestro parecer que el de Pablo, Juan de la Cruz o las dos Teresas, no tiene nada que ver con el mito que haría de Isabel la portavoz del pensa­miento del orador dominico. Profundizaremos esta cuestión en AL, limitándonos aquí a hacer algunas indicaciones.

El "Padre Vallée" es ya un concepto bastante complejo ... Bastante menos pensador original que orador ardiente, es él mis­mo un crisol en el que se fundieron numerosas corrientes de influencia, que él mismo no cesó de alimentar con lecturas y otros contactos. Para llegar a conocer toda la verdad habría que hacer un día un pequeño estudio sobre el influjo ... de Isabel de la Trinidad (sobre todo después de muerta) en el pensarnien-

9' En D. Joannls RusbrochlL. opera omnla (Colonia, 1552), Surlo (+ 1578) habla atribuido a Ruysbroec (+ 1381) el libro Van den XII dogheden (De las doce vlr· tudes), compuesto por un dlsclpulo de Ruysbroec, Dogfried van Wevel (+ 1396), que se inspiraba con frecuencia en su maestro. Sobre esta cuestión, cfr. S. AxTIms, Geschledenis van de vroomheid in de Nederlanden, tomo n, De Slkkel, Anvers, 1953, pp. 329-339. En la antologla de Helio las páginas siguientes (¡citadas por Isabel!) son de Godfrled van Wevel: 97-103 (la humildad), 112-122 (de la abstrac­ción interior, salvo un pasaje de las pp. 119-121, no citado por IsabeD, 169-170.

96 La Livre des vislons et instructions de la bienheureuse Angele de Folignó. Traducido por Ernest Helio, DDB et Cie., 1895, 3 éd., 286 pp.

97 Cfr. C 54 (nota 2), 133 (nota 4), 145 (nota 2).

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to del Padre Vallé e, tan legítimamente orgulloso de aquélla a quien él gustaba llamar su "hija".

Isabel no era la única en apreciar al Padre prior de los Do­minicos de Dijon. El Padre Vallée era muy estimado en el car­melo. Varias religiosas le tenían como director espiritual. Pre­dicaba allí con mucha frecuencia, sobre todo con ocasión de las grandes solemnidades, y se le llamó para predicar los ejer­cicios espirituales de la comunidad los años 1897, 1900, 1902. Isabel leyó el texto de los dos primeros ejercicios en los que ella no había participado. Además, el Padre Vallée les pasaba gustosamente el texto (con frecuencia impreso) de los sermones tenidos en otros lugares. El Padre Vallée comunicó así al car­melo de Dijon una gran riqueza espiritual y dogmática, en un vocabulario plenamente teológico y lleno, a su vez, de acentos muy personales. El Padre Vallée había creado en el carmelo de Dijon toda una "corriente subterránea", con anterioridad a la entrada de Isabel. Y ella, como era de esperar, ha bebido de esta corriente subterránea. La Hermana María de la Trinidad y la Hermana Inés de Jesús María, ambas dirigidas del Padre Vallé e, contribuyeron a introducirla en ella. La misma Madre Germana, priora y maestra de novicias, apreciaba mucho a dicho Padre y, sin duda, la animó a que leyera sus sermones, aunque su espiritualidad y vocabulario personales tenían un sabor más puramente teresianos -y es preciso aplicar esta palabra tam­bién a Teresa de Lisieux, por quien Madre Germana sentía una predilección especial. Y así, lo que a primera vista pudiera pa­recer un "influjo" del Padre Vallée en Isabel, con frecuencia es algo secundario. El influjo más fuerte tuvo lugar entre 1901 y 1902. Después los otros focos de influencia comenzaron a ejer­cer un influjo más decisivo de modo más claro, aunque Isabel gustó de citar aún al Padre Vallée en las cartas que escribía al estudiante en teología Chevignard, terciario dominico.

Originalidad de Isabel

Isabel tenía buena memoria auditiva. Desde pequeña se ha­bía pasado todos los días largas horas sentada ante el piano, escuchando su sonido con el fino oído que poseía, asimilando el ritmo de las piezas que tocaba. Esta memoria es la que la capacitaba para reproducir con mucha fidelidad los sermones

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de la Misión de 1899 (véase su Diario) y los acentos y giros del Padre Vallée.

Pero esta receptividad es muy poco cuestión de "memoria". Lo que hace ponerse a "escuchar" -palabra ésta que tenía gran­des resonancias dentro de su ser-, en ardiente actitud contem­plativa, era su corazón inflamado del amor de Dios y de todo lo que se refiriera a Dios: al principio al Padre Vallée, después a Madre Germana, más tarde a los grandes maestros de la vida espiritual, y de modo especial a su "Maestro" por excelencia, Jesús, que envía su Espíritu a este joven corazón re,ceptivo y ávido de Vida. "¡Oh Verbo eterno, Palabra de mi Dios, qui,cro pasar mi vida escuchándoos!" (NI 15). "Que nuestra vida tran8· curra en El ( ... ). Hagamos silencio allí para escuchar al que tanto tiene que decirnos ( ... ) para oír todo lo que se canta en su alma" (C 164).

El nivel de ,expresión y de pensamiento se dan en Isabel como en todos nosotros al tiempo que nos enriquecemos con contactos, lecturas, maestros. Muerta a los veintiséis años, Isa­bel no tuvo el tiempo suficiente para llegar, con la riqueza de su corazón, a un estilo totalmente personal y con su inteligencia a una expresión plenamente original de su vida mística.

Pero si nosotros no nos preocupamos tanto de buscar la for­ma en el hombre cuanto al hombre en su forma, veremos que Isabel de la Trinidad se sitúa a otro nivel: el de la santidad, el de la experiencia de la vida en Dios, el de la vivencia. Isabel no es un profesor de teología, ni siquiera de teología mística; es un testigo de la gracia-en-acción.

Isabel Catez leyó relativamente poco. Pero ha dedicado mu­cho tiempo a contemplar las páginas de la encarnación de Cris­to, de su muerte, de su eucaristía viviente, de la caridad infinita que nos educa a una vida -vivida con los demás- en Dios, con Dios, y por Dios. Siente una atracción especial en pasearse por el jardín del Nuevo Testamento, sobre todo por san Pablo y san Juan, seducida por los amplios horizontes que estos dos maestros abren ante sus ojos llenos de estupor. Esto da a sus escritos una base muy "cristiana" y amplia, y los hace "actua­les" para todo creyente que busque la cercanía de Dios en lo profundo de su corazón, en orden a ser capaces de volverla a descubrir de nuevo en los acontecimientos de cada día.

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Testimonio

Los escritos de Isabel son, ante todo, testimonios, que han de comprenderse en el contexto de sus gestos y de sus palabras no escritas. Y lo que se pretende con un testimonio no es pro­bar, sino compartir. Ante ellos, nosotros podemos sentirnos to­cados, o podemos rechazarlos. Quizá también puedan suscitar en nosotros una serie de interrogantes.

Esto no quita, sin embargo, que podamos encontrar en los escritos de esta joven mística, no una "doctrina" completamen­te elaborada, pero sí una rica base doctrinal subyacente. "La estructura de su universo espiritual, ha escrito Hans Urs van Balthasar, el contenido y el estilo de su pensamiento teológico, tienen una densidad, una consistencia irreprochable" 98.

Queremos terminar estas páginas citando las palabras que nos enviaba este teólogo al recibir el II volumen de las Obras completas, y que expresan al mismo tiempo muy bien nuestra propia esperanza: "esta abundancia de nuevos textos servirán para dar un nuevo impulso al ya actual interés general por Isa­bel. ¡El pueblo cristiano sabe muy bien lo que debe a sus san­tos!"

9. Isabel de la Trinidad y su misión espiritual. La traducción francesa de 1960, revisada por el autor, comporta ciertos matices con relación al original, Elisabeth van Dljon und ihre geistliche Sendung, Jakob Hegner, KOIn-Olten, 1952. (Reprodu­cido en Schwestern im Geist. Therese van Lisieux und Elisabeth van Dijon, Johan­nes Verlag, Einsiedeln, 1970). Este rico estudio no podla fundarse entonces más que sobre los Recuerdos y los textos editados por el Padre Philipon, cuyos limites hemos visto.