interrelaciÓn de las artes visuales y literatura en lessing
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Breves apuntes sobre la interrelación de las artes visuales y la literatura a partir del ensayo Laocoonte, de Gotthold Ephraim LessingTRANSCRIPT
INTERRELACIÓN DE LAS ARTES VISUALES Y LITERATURA
EN LESSING
En su obra Laocoonte, el pensador alemán Gotthold Ephraim
Lessing brinda su punto de vista a un debate clásico sobre el arte e
intenta establecer las diferencias entre la pintura y la poesía.
El título de la obra refiere al conocido grupo escultórico, una de los
más admirados en la historia del arte, y, en particular, a una
polémica surgida en la Antigüedad con respecto a su creación. El
análisis de la misma le servirá al autor como pretexto para
desarrollar su visión acerca de la interrelación de las artes.
El Laocoonte, descubierto en Roma en 1506, es una obra del
periodo helenístico (323 a.c -33 a.c) en la que se
representa al sacerdote troyano homónimo y a sus hijos luchando
contra las serpientes marinas que los dioses les enviaron, ya que
Laocoonte había desconfiado del caballo griego, que sería luego la
perdición de Troya. Este pasaje es narrado por Virgilio en su Eneida,
por lo que muchos eruditos, tal es el caso de Marliani y Montfaucon,
han postulado que la obra literaria ha servido de modelo a los
creadores del grupo escultórico.
Lessing apoya esta hipótesis y afirma:
La manera de contar la desgracia de Laocoonte es toda invención
suya [de Virgilio]; en consecuencia, si los artistas están de acuerdo
con el poeta en la forma de representar aquel episodio, es bien
probable que vivieron en época posterior a Virgilio y le tomaron por
modelo.1
No obstante, el pensador alemán encuentra diferencias entre el
relato de Virgilio y lo que se observa en la escultura, principalmente
en la expresión del rostro. Esto también había sido analizado por el
crítico Wincklemann, quien contrapone el terrible grito de dolor que
1 LESSING, Gotthold Ephraim. Laocoonte. Buenos Aires, Argos, 1946, p.55.1
Laocoonte emite en el relato virgiliano con el gesto sosegado que el
sacerdote muestra en la escultura.
Lessing considera que esta diferencia se debe a las distintas leyes
que posee cada arte. Postula acerca de los escultores:
Han tenido un modelo, pero como tenían que transportar de un arte
a otro este modelo, han sabido reflexionar por cuenta propia. Y estas
reflexiones personales, que se manifiestan por la divergencia entre la
copia y el modelo, demuestran que han sido tan eminentes en su arte
como el poeta en el suyo.2
De esta manera, el pensador pretende demostrar que ambas obras
poseen efectos significativos comunes: pretenden representar la
belleza, por medio de la imitación. Pero para lograr este fin ambas
artes, pintura y poesía, deben valerse de sus respectivos recursos,
que difieren entre sí, y esta es la causa de que haya divergencias en
sus representaciones.
Un grito narrado no implica ninguna deformación en el rostro
humano, mientras que el mismo grito representado en una escultura
afearía el rostro, al ser este visible. Las partes plásticas tienden a
imitar los cuerpos, ya que su ámbito es la espacialidad. Por este
motivo, los escultores han representado una visión global del dolor a
través de toda la escultura y le han atribuido al sacerdote una
expresión serena.
La poesía, en cambio, imita las acciones, su condición propia es la
temporalidad. Por lo tanto, Virgilio narra detenidamente lo que en la
escultura se ve en conjunto y de manera estática, y en el momento de
clímax expresa el dolor de Laocoonte con un grito.
Esta reflexión también podría ilustrarse con un ejemplo del siglo
XX: El artista italiano Giorgio de Chirico representó, tanto en pintura
2 Op. Cit., p. 67.2
como escultura, la escena de despedida entre Héctor y Andrómaca
narrada por Homero en el canto VI de su Iliada.
Chirico, fundador de la scuola metafísica, ha plasmado a los
protagonistas de la escena como maniquíes sin rostro, por lo que la
diferencia más notable consiste en la ausencia de rasgos que
permitan apreciar la emoción de los personajes. Estos permanecen
en el anonimato y solo es posible distinguirlos por sus vestiduras.
Pero la conmoción propia del momento representado se observa de
manera global. Así como el dolor de Laocoonte no se aprecia por la
expresión de su rostro sino a través de una mirada a todo el conjunto
escultórico, la emoción de Héctor y Andrómaca se manifiesta en la
escultura o el cuadro en su totalidad.
En el caso de la obra pictórica, los colores rojizos evocan la
violencia y amenaza constante de la guerra, mientras que los tonos
oscuros a espaldas de los personajes reflejan el temor hacia lo
venidero. Por su parte, la postura de los protagonistas, cuyos
cuerpos se encuentran enlazados, manifiestan tanto en la pintura
como en la escultura el amor de la pareja y la angustia de la
separación.
De esta manera, Chirico ha reflejado con los medios propios de las
artes visuales aquello que la obra literaria relata. Representa en un
cuadro y en una escultura aquello que Homero narra, pero como solo
puede reflejar un instante de ese extenso relato, se vale de todas las
herramientas que su arte brinda para plasmar ese momento de la
manera más fecunda.
Por lo tanto, y de acuerdo con Lessing, sería posible afirmar que la
pintura y la poesía tienen efectos significativos comunes, pero
difieren en los sistemas de signos con que cuentan para alcanzarlos.
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