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EL INSPECTOR NIKOLAI GOGOL

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ELINSPECTOR

NIKOLAI GOGOL

No culpes al espejo si tu rostro es deforme.

DICHO POPULAR.

PERSONAJES

ATON ANTNOVICH SCVOZNIK-DMUJANOVSKY, alcalde. ANA ANDREEVNA, su esposa.

MARA ANTNOVNA, su hija.

LUK LKICH JLPOV, supervisor de escuelas. SU ESPOSA.

AMOS FDOROVICH LIAPKIN-TIAPKN, juez.

ARTEMIO FILPOVICH ZEMLIANIKA, director del hospital.

IVN KSMICH SHPEKIN, jefe de Correos.

PETR IVNOVICH BBCHINSKY

PETR IVNOVICH DBCHINSKY hacendados del pueblo.

IVN ALEKSNDROVICH JLESTAKOV, funcionario de San Petersburgo. OSIP, su criado.

CRISTIAN IVNOVICH GBNER, mdico local. FDOR ANDREFVICH LILIOKOV

IVN LISAREVICH RASTAKOVSKY retirados funcionarios y notables del pueblo

STEPN IVNOVICH KOROBKIN

STEPN ILICH UJOVRTOV, jefe de polica. SVISTNOV, PGOVITZIN vigilantes. DERJIMORDAJ ABDULIN, comerciante.

FVRONIA PETROVA POSHLPKINA, la mujer del carpintero. LA ESPOSA DEL SUBTENIENTE. .

MISHKA, criado del alcalde. CAMARERO DE LA POSADA.

INVITADOS, MERCADERES, BURGUESES, PETICIONANTESACTO PRIMERO

Habitacin en casa del alcalde

Escena Primera

El ALCALDE, el DIRECTOR DEL HOSPITAL, el SUPERVISOR DE ESCUELAS, el JUEZ, el JEFE DE POLICA, el MDICO, dos VIGILANTES.

ALCALDE: Los he invitado, seores, para comunicarles una noticia muy desagradable: viene un inspector

AMOS FDOROVICH: Qu! Un inspector?

RTEMIO FILPOVICH: Qu! Un inspector?

ALCALDE: Un inspector de San Petersburgo, de incgnito. Y, para colmo de males, con instrucciones secretas.

AMOS FDOROVICH: Esa s que es buena!

ARTEMIO FILPOVICH: Como si tuviramos pocas preocupaciones!

ALCALDE: Se dira que yo lo presenta: durante toda la noche so con dos enormes ratas. Palabra de honor que nunca vi sabandijas semejantes! Eran de un tamao descomunal! Vinieron, husmearon... y se fueron. Voy a leerles la carta que acabo de recibir de Andrei Ivnovich Chmjov, a quien usted conoce, Artemio Filpovich. He aqu lo que me escribe: "Querido amigo, compadre y benefactor..." (Murmura algo, leyendo rpidamente con la vista.) "... y para informarte". Ah, aqu est!; "Me apresuro en informarte, por lo dems, que ha llegado un funcionario con instrucciones de inspeccionar toda la provincia y ms que nada tu distrito. (El ALCALDE alza un dedo, con gesto significativo) Lo he sabido de muy buena fuente, aunque ese funcionario viaja de incgnito. Como s que t, como todo el mundo, tienes tus pecadillos, ya que eres inteligente y no te gusta dejar escapar lo que te viene a. las manos..." (Se interrumpe.) Bueno, aqu dice unas cositas... (Lee ms adelante.) "Te aconsejo, pues, que tomes tus precauciones; porque ese funcionario puede llegar de un momento a otro, eso si no ha llegado ya a tu pueblo y vive en alguna parte de incgnito,.. Ayer yo..." Bueno, aqu habla, de asuntos de familia: "Mi hermana Ana Kirlovna vino a visitarme ayer con su marido, Ivn Kirlovch ha engordado mucho y sigue tocando el violn...", etctera, etctera. Ya ven ustedes cmo estn las cosas!

AMOS FDOROVICH: S, el caso es excepcional, realmente excepcional.

LUK LKICH: Y a qu se deber eso, Antn Antnovich? Para qu vendr a vernos el inspector?

ALCALDE: Para qu? Ser el destino! (Suspira.) Hasta ahora, a Dios gracias, esa gente meta la nariz en otros pueblos: esta vez nos ha tocado el turno.

AMOS FDOROVICH: Creo, Antn Antnovich, que aqu debe de haber un motivo ms sutil y de ndole poltica. Eso significa lo siguiente: Rusia eso es..., Rusia quiere ir a la guerra, y el ministerio ha mandado a un funcionario para averiguar si aqu no hay traidores.

ALCALDE: Vaya una ocurrencia! Traidores en un pueblo de provincias! Acaso esto es la frontera?, Aqu estamos tan lejos de todo poblado, que aunque galopramos tres aos seguidos no llegaramos a ninguna parte.

AMOS FDOROVICH: No; yo le seguro, Antn Antnovich, que usted no enfoca bien el asunto...crame... El Gobierno es muy astuto; aunque este pueblo se halla lejos de la frontera, no lo pierde de vista.

ALCALDE: Vista o no vista, seores, ya lo saben: estn avisados. Por mi parte, he tomado algunas medidas.- Les aconsejo que hagan lo mismo! Sobre todo a usted, Artemio Filpovich! Sin duda, el inspector querr examinar antes que todo el hospital.... de modo que le conviene adecentarlo; hgales cambiar los gorros de dormir a los enfermos y dles ropa limpia, para que no parezcan unos herreros, como sucede habitualmente cuando andan por la casa.

ARTEMIO FILPOVICH: Bueno, eso es fcil. Podemos cambiarles los gorros.

ALCALDE: S. Y, adems, convendra escribir encima de cada cama, en latn o algn otro idioma (eso ya es cosa suya, Cristian Ivnovich), el nombre de cada enfermedad y la fecha en que se enferm cada paciente... Est mal eso de que sus pupilos, Artemio Filpovich, fumen un tabaco tan fuerte que lo hace estornudar a uno apenas entra. Adems, sera preferible que no fueran tantos; pueden atribuirlo inmediatamente a la falta de cuidados o a la ineptitud del mdico.

ARTEMIO FILPOVICH: Oh! En cuanto a las curaciones, yo y Cristian Ivnovich hemos tomado ya nuestras medidas; cuanto ms dejemos obrar a la naturaleza, mejor..., no usamos medicamentos caros. El hombre es un ser simple; si se tiene que morir, se morir lo mismo; si se tiene que curar, se curar. Adems, a Cristian Ivnovich le costara trabajo entenderse con ellos: no sabe una sola palabra de ruso. (CRISTIAN IVNOVICH profiere un sonido que flucta entre la "i" y la "e".)

ALCALDE: A usted. Amos Fdorovich, yo le aconsejara tambin que tuviera ms cuidado con su juzgado. En la antesala donde esperan habitualmente los litigantes, los ujieres han empezado a criar gansos con sus gansitos y uno tropieza con ellos a cada paso. Naturalmente, la avicultura es muy digna de elogio..., y por qu no habra de criar aves un ujier?..., pero..., sabe?..., ah resulta indecoroso hacerlo. Siempre quise decrselo, pero no s por qu se me olvidaba.

AMOS FDOROVICH: Hoy mismo dar orden de que los lleven a la cocina. Si quiere-... venga a almorzar conmigo.

ALCALDE: Adems, resulta lamentable que en plena sala de audiencias se tienda ropa a secar y cuelguen un morral sobre el propio armario de los expedientes. Ya s que a usted le gusta cazar, pero de todos modos convendra descolgarlo por algn tiempo, y cuando se vaya el inspector, podr volver a colgarlo. Tambin debo decirle que su secretario,.. Claro est que es un hombre capaz, pero huele como si acabara de salir de una vinera... Eso tampoco es muy digno de elogio. Si, como dice su secretario, huele as de nacimiento, habra un recurso: aconsjele que coma ajo o cebolla o cualquier otra cosa. En ese caso, Cristian Ivnovich podra ayudarle con diversos medicamentos. (CRISTIAN IVNOVICH profiere el mismo sonido.)

AMOS FDOROVICH: No, eso s que sera imposible eliminarlo; el secretario dice que su madre lo dej caer al suelo cuando era pequeo y se lastim, y que desde entonces huele un poco a vodka.

ALCALDE: Bueno, eso se lo dije de paso, no ms. En cuanto a las medidas de orden interno, y a lo que llama pecadillos en su carta Andrei Ivnovich, no puedo decir nada. Y despus de todo? Hay acaso un solo hombre que no tenga algn pecadillo? El propio Dios lo ha dispuesto as, y ser intil que despotriquen contra eso todos los volterianos.

AMOS FDOROVICH: A qu llama usted pecadillos, Antn Antnovich? Quin no los tiene! Yo les digo a todos abiertamente que recibo coimas, pero..., qu clase de coimas? En forma de perros perdigueros. Eso ya es otra cosa.

ALCALDE: Bueno... Con perdigueros, o en otra forma, todo es coima.

AMOS FDOROVICH: Pero no, Antn Antnovich. En cambio, por ejemplo, si alguien tiene un sobretodo que vale quinientos rublos y su mujer un chal que...

ALCALDE: Bueno... Y si usted recibe coimas bajo la forma de perdigueros...? Qu? En cambio, no cree en Dios, nunca va a la iglesia; y yo, por lo menos, soy hombre de fe firme y voy a la iglesia todos los domingos. Y usted... Oh, yo lo conozco! Cuando empieza a hablar de la creacin del mundo, a uno se le erizan los cabellos.

AMOS FDOROVICH: Tenga en cuenta que llegu a esa conclusin solo, con mi propia inteligencia.

ALCALDE: Bueno. De todos modos, ms vale no tener inteligencia que tener demasiada. Por lo dems, slo habl del juzgado por hablar; para serle franco, no creo que a nadie se le ocurra asomarse ah; es un lugar tan envidiable, que el propio Dios lo ampara. En cuanto a usted, Luk Lkich, como supervisor de escuelas, le convendra ocuparse especialmente de los maestros. Desde luego, se trata de gente culta y que ha estudiado en diversos colegios, pero tienen unas costumbres muy raras, que se deben seguramente a su condicin de pedagogos. Uno de ellos, por ejemplo, el de la cara regordeta..., no recuerdo su apellido..., siempre que sube a la tarima hace una mueca como sta (hace una mueca) y luego, con la mano, disimulada bajo la corbata, empieza a alisarse la barba. Claro est que cuando le hace esa mueca a un alumno, el hecho carece de importancia; quizs hasta deba ser as, eso es algo que no puedo juzgar; pero pinselo un poco... Si ese maestro le hiciera esa mueca a un visitante, el asunto podra tomar muy mal cariz; el seor inspector, o cualquier otro podra creer que eso va por su cuenta. Las complicaciones seran terribles!

LUKA LKICH: Y qu quiere que haga con l? Ya se lo he dicho varias veces. Hace unos das, sin ir ms lejos, cuando visit la clase nuestro caudillo poltico, ese maestro hizo una mueca ms espantosa que nunca. Lo mova su innata bondad, nada ms, pero yo me gan un sermn por hacerle inculcar ideas liberales a la juventud.

ALCALDE: Lo mismo debo hacerle notar con respecto al maestro de historia. Es un sabio (eso es evidente, sabe mucho), pero se expresa con tanta vehemencia, que se olvida de todo. Das pasados lo estuve escuchando. Mientras hablaba de los asirlos y los babilonios, todo iba bien, pero cuando lleg a Alejandro el Grande lo que pas no tiene nombre. Cre que se haba incendiado el aula, se lo juro! Baj corriendo de la tarima y empez a golpear furiosamente el suelo con la silla! Claro est que Alejandro el Grande es un hroe, pero... a qu romper las sillas? Eso perjudica al fisco.

LKA LKICH: S, es muy vehemente! Ya se lo he hecho notar varias veces... Y me contest: "Qu quiere que haga? Yo dara la vida por la ciencia!"

ALCALDE: S, tal es la misteriosa ley del destino: el hombre inteligente, cuando no es un borracho, luce unas muecas capaces de hacerlo huir a uno al fin del mundo.

LUK LKICH: Triste fatalidad la de servir en la rama escolar! Todo lo asusta a uno; todos se entrometen, todos quieren demostrar que tambin ellos son inteligentes.

ALCALDE: Eso no sera nada... Lo peor es ese maldito funcionario de incgnito! Imagnese que de repente se nos aparezca. "Aj!", dir. "De modo que aqu los tengo a todos ustedes, caballeros! Y quin es el juez del pueblo?" "Liapkin-Tiapkin, seor." "Que me traigan a Liapkin-Tiapkin! Y quin es el director del hospital?" "Zemlianika, seor." "Que me traigan a Zemlianika!" Eso es lo malo!

Escena II

Dichos y el JEFE DE CORREOS.

JEFE DE CORREOS: Explquenmelo, seores! Qu! Qu pasa? Qu funcionario es el que viene?

ALCALDE: Acaso no ha odo hablar del asunto?

JEFE DE CORREOS: Se lo o decir a Petr Ivnovich Bbchinsky. Acaba de visitarme en el Correo.

ALCALDE: Y bien?... Qu opina del asunto?

JEFE DE CORREOS: Qu opino? Creo que tendremos guerra con los turcos.

AMOS FDOROVICH: Justo! Lo mismo pensaba yo!

ALCALDE: S, a los dos se les ha ocurrido el mismo disparate!

JEFE DE CORREOS: Habr guerra con los turcos! Se lo aseguro! Todo eso son intrigas del francs.

ALCALDE: Qu guerra ni qu nio muerto! Somos nosotros quienes lo pasaremos mal y no los turcos. Es cosa sabida: tengo una carta.

JEFE DE CORREOS: Si es as, no habr guerra con los turcos.

ALCALDE: Y bien?... Cmo estn sus cosas, Ivn Ksmich?

JEFE DE CORREOS: Qu importa eso? Cmo estn las suyas, Antn Antnovich?

ALCALDE: Las mas? No dir que sienta terror, pero s un poco de miedo... Los mercaderes y los burgueses me causan dificultades. Dicen que les saco mucho dinero; y yo, palabra de honor, si alguna vez le saqu algo a cualquiera de ellos, lo hice sin mala intencin. Hasta he pensado (toma al JEFE DE CORREOS del brazo y lo lleva aparte)..: hasta he pensado esto... No habr alguna denuncia contra m? Realmente...? Cmo se explica que venga un inspector aqu? Esccheme, Ivn Ksmich. No podra usted, en bien de todos, abrir y leer un poco?. Comprende?... Abrir y leer un poco todas las cartas que le lleguen al Correo, para ver si no contienen alguna denuncia o, simplemente, alguna correspondencia reveladora. En caso contrario, se puede volver a cerrar el sobre; por lo dems, hasta se lo puede entregar as, abierto.

JEFE DE CORREOS: Lo s, lo s... No me d lecciones. Eso lo hago no por cautela sino, ms que nada, por curiosidad; me muero por saber qu novedades hay en el mundo. Le aseguro que esa lectura es interesantsima. Hay cartas que se leen con deleite... Se pinta ah cada cosa!... Son ms instructivas que El Informativo de Mosc.

ALCALDE: Entonces, dgame... No ha ledo sobre un funcionario de San Petersburgo?

JEFE DE CORREOS: No, no se habla de ningn funcionario de San Petersburgo, aunque s de varios "de Kostrom y Sartov. Pero es una lstima, qu usted no lea esas cartas: contienen pasajes preciosos. Hace poco, sin ir ms lejos, un subteniente le escriba a un amigo, al describirle un baile en el ms juguetn de los lenguajes..., muy, muy bonitamente: "Aqu la vida fluye en el sptimo cielo, querido amigo", deca. "Hay muchas muchachas, Suena la msica, se baila con entusiasmo..." S. Lo pintaba con mucha emocin. Me guard la carta expresamente. Quiere que se la lea?

ALCALDE: Ahora no estamos para bailes. De modo que hgame el favor, Ivn Ksmich: si, por casualidad, cae en sus manos una queja o una denuncia, retngala sin la menor consideracin.

JEFE DE CORREOS: Con muchsimo gusto.

AMOS FDOROVICH: Mire que algn da lo pagar caro.

JEFE DE CORREOS: Ay, Dios mo!

ALCALDE: No es nada, no es nada. Otra cosa sera si lo hiciera en pblico, pero, despus de todo, es algo que queda en familia.

AMOS FDOROVICH: S. Este asunto no me gusta nada! Y yo, lo confieso, iba a visitarlo para regalarle un perrito, Antn Antnovich. Hermano de sangre del perdiguero que usted conoce. Como habr odo decir, Cheptvich y Berjovinsky han iniciado un pleito, y ahora estoy en la gloria: cazo conejos en las tierras del uno y del otro.

ALCALDE: Dios mo! Ahora no me divierten sus conejos. Ese maldito funcionario de incgnito no abandona mis pensamientos ni a sol ni a sombra. Uno espera que, de un momento a otro, se abrir la puerta... y zas!...

Escena III

Dichos DOBCHINSKY y BBCHINSKY (quienes entran sofocados).

BBCHINSKY: Un acontecimiento extraordinario!

DOBCHINSKY: Una novedad inesperada!

TODOS: Qu? Qu pasa?

DOBCHINSKY: Un caso imprevisto: llegamos a la posada. ..

BBCHINSKY (Interrumpindolo.): Llegamos con Petr Ivnovich a la posada...

DOBCHINSKY (Interrumpindolo.): Eh! Permtame, Petr Ivnovich. Permtame que lo cuente yo.

BBCHINSKY: Oh, no! Permtame que yo...permtame, permtame... Usted no sabr decirlo como es debido.

DOBCHINSKY: Y usted se confundir y olvidar, algo.

BBCHINSKY: Lo recordar todo, se lo juro, lo recordar todo. No me estorbe, djeme contarlo, no me estorbe! Seores, dganle a Petr Ivnovich que no me estorbe.

ALCALDE: Vamos, hablen, por amor de Dios!... Qu ha pasado? Sintense! Petr Ivnovich, sintese. (Todos se sientan alrededor de los dos PETR IVNOVICH.) Bueno... Qu pasa? Qu pasa?

BBCHINSKY: Permtame, permtame! Lo contar todo por orden. (Al ALCALDE.) Apenas tuve el placer de salir de su casa, cuando usted tuvo a bien turbarse al recibir la carta, s..., entonces, entr a... Por favor, no me Interrumpa, Petr Ivnovich! Ya lo s todo, todo, todo! De modo que permtame que se lo diga. Corr a casa de Korobkin. Y al no encontrar en casa a Korobkin, fui a ver a Rastakovsky, y al no encontrar a Rastakovsky, fui en busca de Ivn Ksmich, para comunicarle la noticia que usted acababa de recibir, y al ir all, me encontr con Ivnovich...

DOBCHINSKY (Interrumpindolo.): Junto al quiosco donde venden pasteles.

BBCHINSKY: -Junto al quiosco donde venden pasteles. S. Me encontr con Petr Ivnovich y le dije: "Est enterado de la noticia que recibi Antn Antnovich, en carta fidedigna?" Y Petr Ivnovich ya lo saba por boca del ama de llaves de usted, Avdotia, la cual, no s para qu, haba sido enviada a casa de Filip Antnovich Pochechev.

DBCHINSKY (Interrumpindolo.): En busca de un barrilito de vodka francs.

BBCHINSKY (Apartndole las manos.): En busca de un barrilito de vodka francs. De modo que fuimos con Petr Ivnovich a casa de Pochechev... Vamos; Petr Ivnovich!... No me interrumpa, por favor, no me interrumpa! Fuimos a casa de Pochechev, pero, por el camino, Petr Ivnovich me dijo: "Entremos a la posada. Siento un vaco en el estmago..., no he probado bocado desde la maana.... Y esta maana a la posada han trado esturin fresco. Podemos comer a gusto". Y acabbamos de llegar a la posada, cuando de repente un-hombre joven...

DOBCHINSKY (Interrumpindolo.): No mal parecido, con traje de civil...

BBCHINSKY: No mal parecido, con traje de civil, se paseaba as por la habitacin y con un aire..., una manera de obrar, y aqu... (Seala con la mano derecha, cerca de la frente)... y aqu tena..., bueno, pareca saber de todo. Tuve como un presentimiento y le dije a Petr Ivnovich: "Aqu hay gato encerrado". Eso es. Y Petr Ivnovich ya haba llamado con el dedo al posadero..., al posadero Vas; la mujer de Vas dio a luz hace tres semanas y tienen un chiquitn de tantos bros... Ser posadero como su padre, no cabe duda. Despus de llamar a Vas, Petr Ivnovich le pregunt, en voz baja: "Quin es ese joven?" Y Vas le contest: "Ese es..." Oh, no me interrumpa, por favor, Petr Ivnovich, no me interrumpa! Usted no lo contar como es debido, tiene una muela perforada y la voz le silba. "Ese es", dijo Vas, "un joven funcionario... s..., un joven funcionario que viene de San Petersburgo", dijo, "y se llama Ivn Aleksndrovich Jlestakov, y viaja hacia la gobernacin de Sartov y obra de la manera ms extraa; ya van dos semanas que vive aqu, no sale de la posada, lo toma todo a crdito y no quiere pagar un solo centavo". Apenas me dijo eso, Dios me ilumin. "Eh!", le dije a Petr Ivnovich.

DBCHINSKY: No, Petr Ivnovich. Fui yo quien dijo: "Eh!"

BBCHINSKY: Primero lo dijo usted y luego tambin yo dije: "Eh!"."Eh!", dijimos Petr Ivnovich y yo. "Por qu se estar quietecito aqu ese caballero, cuando tiene que seguir viaje a la gobernacin de Sartov?." Eso es, eso es. De modo que es l, es ese funcionario.

ALCALDE: Cmo! Qu funcionario?

BBCHINSKY: El funcionario sobre el cual usted se sirvi recibir una carta... El inspector.

ALCALDE (Con terror.): Qu dice? Vamos, vamos! No es l.

DBCHINSKY: Es l! Ni paga ni sigue su viaje. Quin podra ser sino l? Y su licencia de trnsito est dirigida a Sartov.

BBCHINSKY: Es l, por Dios que es l... Es tan observador! No se le escapa nada! Vio que Petr Ivnovich y yo .comamos esturin..., ms que nada porque Petr Ivnovich tena un vaco en el estmago..., y... saben qu hizo? Pues bien..., mir en los platos! Un escalofro me recorri todo el cuerpo.

ACALDE: Dios mo! Apidate de nosotros, pecadores! Dnde est alojado?

DBCHINSKY: En el nmero cinco, debajo de la escalera. BBCHINSKY: En la misma habitacin donde rieron esos oficiales el ao pasado.

ALCALDE: Y est aqu desde hace mucho tiempo?

BBCHINSKY: Ya van dos semanas. Lleg el da de San Basilio.

ALCALDE: Dos semanas! (Aparte.) Dios santo! Slvame, te lo ruego! En esas dos semanas, azotamos a la mujer del subteniente, no les dimos de comer a los presos, las calles estn llenas de mugre! Qu vergenza, qu desastre! (Se aferr, la cabeza.)

ARTEMIO FILPOVICH: Bueno, Antn Antnovich, vamos en procesin a la posada?

AMOS FDOROVICH: No, no! Sera mejor que el grupo fuese encabezado por el clero y los mercaderes

ALCALDE: No, no, permtanme! Ya me he visto en apuros ms de una vez y he salido bien del trance y hasta me han dado las gracias. Quizs Dios me saque tambin de este atolladero. (Volvindose hacia BBCHINSKY.) Dice usted que el forastero es joven?

BBCHINSKY: S. Tendr de veintitrs a veinticuatro aos.

ALCALDE: Ms vale as: resultar ms fcil sonsacarlo. Lo malo es tratar con un zorro viejo: el joven todo lo tiene a flor de piel. Ustedes, seores, preprense a afrontar la situacin por su lado, y yo ir solo con Petr Ivnovich, digamos, como quien da un paseo, sin carcter oficial, para averiguar si atienden debidamente a los pasajeros de la posada. Eh, Svistunov!

SVISTUNOV: Qu?

ALCALDE: Vete a traerme al jefe de polica. O ms vale que te quedes! Te necesito! Dile a alguien que me mande cuanto antes al jefe de polica y vulvete aqu.

(El VIGILANTE sale corriendo, desalado.)

ARTEMIO FILPOVICH: Vamos, vamos, Amos Fdorovich! Realmente, podra ocurrir una desgracia.

AMOS FDOROVICH: Qu teme, Artemio Filpovich? A usted le bastar con ponerles gorros limpios a sus enfermos y sanseacab.

ARTEMIO FILPOVICH: Quin piensa en los gorros? Orden que les dieran sopa de coles a los enfermos, y en los pasillos del hospital hay un olor como para taparse las narices.

AMOS FDOROVICH: Por ese lado, estoy tranquil. En realidad..., quin tendra el valor de asomarse a un juzgado de provincias? Y si metiera las narices en un expediente, lo lamentara toda la vida. Soy juez desde hace quince aos, y cuando mir un escrito judicial..., prefiero encogerme de hombros. El propio rey Salomn no sabra decidir quin dice ah la verdad y quin miente.

(El JUEZ, el DIRECTOR DEL HOSPITAL, el SUPERVISOR DE ESCUELAS y el JEFE DE CORREOS hacen mutis y chocan en la puerta con el VIGILANTE que vuelve.)

ESCENA IV

El ALCALDE, BBCHINSKY, DBCHINSKY y el VIGILANTE.

ALCALDE: Bueno. El birlocho est a la puerta?

VIGILANTE: S que est.

ALCALDE: Vete a la calle.... o no.... ms vale que te quedes! Vete, treme... Pero..., dnde estn los dems? Acaso eres el nico? Di orden de que Projrov viniese tambin! Dnde est Projrov?

VIGILANTE: En una casa particular, pero no puede trabajar.

ALCALDE: Por qu?

VIGILANTE: Pues porque esta maana lo trajeron borracho perdido. Ya le han echado encima dos baldes de agua y no ha vuelto en s.

ALCALDE (Aferrndose la cabeza.): Ay, Dios mo, Dios mo! Corre a la calle... O no... Corre antes a mi habitacin... Oyes?... Y treme la espada y el sombrero nuevo. Vamos, Petr Ivnovich, en marcha!

BBCHINSKY: Y yo, y yo tambin... Permtame que vaya yo tambin, Antn Antnovich!

ALCALDE: No, no, Petr Ivnovich, imposible, imposible! Resultara chocante que furamos tantos, y adems en el birlocho no hay sitio para los tres.

BBCHINSKY: No se preocupe, no se preocupe: yo correr detrs del birlocho. Me conformo con mirar por una ranura, con asomarme por la puerta, para ver cmo se porta el forastero...

ALCALDE (Recibiendo la espada, al sargento.): Vete corriendo, rene a los vigilantes y que cada uno de los lleve... Oh, qu estropeada est mi espada! Maldito sea el mercader Abdulin! Ve que la espada del alcalde est vieja y no es capaz de mandarle una nueva! Vaya unos pillos que son esos mercaderes! Y con seguridad que todos ellos llevan su denuncia bajo la manga. Que cada uno de los vigilantes tome una escoba... y barra a conciencia toda la calle que lleva a la posada... Oyes? Y ten Cuidado... Te conozco! Acostumbras meterte en el chaleco las cucharitas de plata... Cuidado, que a m no me engaa nadie! Y qu has hecho con el mercader Cherniiev? Eh? Cherniiev te dio un par de metros de pao para un uniforme y t le birlaste toda la pieza! Cuidado! No coimeas de acuerdo con tu jerarqua! Vete!

Escena V

Dichos y el JEFE DE POLICA.ALCALDE: Ah! Es usted, Stepn Ilich? Por amor de Dios! Dnde se haba metido?

JEFE DE POLICA: Estaba a un paso de aqu.

ALCALDE: Esccheme! Ha llegado ese funcionario de San Petersburgo. Qu medidas ha tomado usted?

JEPE DE POLICA: Las que me indic. Mand al sargento Pgovitzin con varios vigilantes a limpiar la calle.

ALCALDE: Y dnde est Derjimorda?

JEFE DE POLICA: Se ha ido con la bomba a apagar un incendio.

ALCALDE: Y Projrov est borracho?

JEPE DE POLICA:Borracho.

ALCALDE: Y cmo se lo ha permitido?

JEFE DE POLICA: Vaya uno a saber! Ayer hubo una pelea en los suburbios... y Projrov fue all a poner orden y volvi borracho.

ALCALDE: Esccheme, pues. Haga lo siguiente: al sargento Pgovitzin, que es tan alto, ubquelo en el puente; as causar buena impresin. Haga adecentar, a toda prisa esa vieja tapia que est junto al zagun del remendn y que le pongan unas vigas para que parezca en reparaciones. Cuantas ms obras pblicas haya, ms se nota la actividad del alcalde! Ay, Dios santo! Ahora recuerdo que junto a esa tapia hay una montaa de desperdicios, como para llenar cuarenta carretas. Qu pueblo ste! Basta con levantar un monumento o una simple tapia para que le acumulen al lado toneladas de basura! (Suspira.) Y si el funcionario que acaba de llegar les pregunta a nuestros empleados pblicos si estn contentos, todos debern responder: "Muy contentos, Excelencia". Y el que no lo est, ya ver lo que le pasa. Oh, oh, pecador de m, pecador de m! (En lugar del sombrero, toma una caja de cartn.) Haz que esto pase pronto. Dios mo, y te pondr un cirio como no se ha visto nunca! A cada uno de esos estpidos mercaderes lo obligar a mandarme diez kilos de cera! Oh Dios mo. Dios mo! En marcha, Petr Ivnovich! (En lugar del sombrero, quiere encasquetarse en la cabeza la caja de cartn.)

JEFE DE POLICA: Antn Antnovich, eso es una caja, no un sombrero.

ALCALDE (Mirando la caja.): Una caja? Al diablo con ella! Y si preguntan por qu no hemos reedificado la capilla del hospital, para la cual se destin una suma de dinero hace aos, que no se olviden de decir que empezamos a construirla, pero que se quem. Sobre ese asunto, ya present un informe. No lo Olvide! De lo contrario, algn imbcil podra decir irreflexivamente que las obras ni siquiera se iniciaron. Y dgale a Derjimorda que no les d mucho gusto a sus puos: para poner orden, acostumbra empavonarle los ojos a todo el mundo, lo mismo al culpable que al inocente. Vamos, vamos, Petr Ivnovich! (Falso mutis.) Y no deje salir a la calle a los soldados en ropas menores! Esos bribones se ponen la chaqueta sobre la camisa y abajo no hay nada. (Mutis general.)

Escena VI

ANA ANDREEVNA y MARA NTNOVNA salen corriendo.

ANA ANDREEVNA: Dnde, dnde estn? Ay, Dios mo!... (Abriendo la puerta.) Marido! Antoito! Antn! (Hablando con rapidez.) Y t tienes la culpa de todo! Que el alfiler, que la trenza, que...! No haba forma de terminar contigo! (Corre hacia la ventana y grita.) Antn! Adnde vas? Adnde vas? Qu! Lleg ya? Lleg el inspector? Tiene bigotes? Qu bigotes?

Voz DEL ALCALDE: Despus, querida, despus!

ANA ANDREEVNA: Despus? Mira con lo que sales! Despus!... No quiero saber nada de esperar!... Me basta con que me digas esto: qu es el forastero? Coronel? Eh? (Con desdn.) Se fue! No olvidar la perrera que me has hecho! Y toda la culpa es tuya, Masha: "Mamita, mamita, espera, me falta recogerme la trenza, ya voy". Y lo ves! Ahora, nos hemos quedado en ayunas! Y todo a causa de tu maldita coquetera: apenas oste decir baha llegado el jefe de Correos, empezaste a hacer dengues ante el espejo, a mirarte por todos lados. Crees que te galantea y en realidad te hace una mueca apenas le vuelves la espalda.

MARA NTNOVNA: Qu le vamos a hacer, mamita! De todos modos, dentro de dos horas lo sabremos todo.

ANA ANDREEVNA: Dentro de dos horas? Muchsimas gracias! Me extraa que no se te haya ocurrido decir que -dentro de un mes lo sabremos mejor! (Se asoma a la ventana.) Eh, Avdotia! Oste decir que lleg alguien? No? Estpida! Dices que el alcalde te agit las manos? Y qu? De todos modos, podas habrselo preguntado! Pensar que no lograste averiguar algo tan sencillo! Es que tienes la cabeza llena de tonteras, no haces ms que pensar en novios. Qu dices? Que se fueron pronto? Hubieras seguido al birlocho! Corre, corre inmediatamente! Pregunta qu forastero es se, si es guapo... Entiendes? Mira por el ojo de la cerradura y avergualo todo, qu ojos tiene, si son negros o no, y vuelve ahora mismo... Me oyes? Aprate, aprate, aprate! (Sigue gritando hasta que ha bajado totalmente el teln, que cubre a madre e hija, asomadas a la ventana.)

ACTO SEGUNDO

Escena Primera

Pequea habitacin de la posada. Una cama, una mesa, una maleta, una botella vaca, unas botas, un cepillo, etc.

OSIP, tendido sobre la cama de su amo

OSIP: Diablos! Qu ganas tengo de comer, que alboroto en el estmago! Se dira que todo un regimiento est tocando ah la diana. Creo a este paso, no llegaremos a casa! Qu le hemos de hacer! Hace dos meses ya que salimos de San Petersburgo! Por el camino, el pobre diablo de mi amo perdi todo su dinero a los naipes y ahora s est sentado aqu muy quietecito, con el rabo entre las piernas, y le pone a mal tiempo buena, cara. Y habramos podido llegar perfectamente a casa, pero el muy engredo tena que exhibirse en todas partes. (Hacindole burla a su amo.) "Eh, Osip! Pide la mejor habitacin y encrgame el mejor almuerzo! Yo no aguanto un mal almuerzo, necesito lo mejor que haya." Y vaya y pase si fuera un alto funcionario! Pero... qu! Si es un tinterillo cualquiera! Trab relacin con otro pasajero, se fue de cabezal a las barajas..., y aqu estamos varados! Ah! Ya me harta esta vida! En el campo se vive mejor, ya lo creo: no hay tanta sociedad, pero uno tiene menos preocupaciones. Basta con conseguirse una paisana y uno se pasa la vida tirado por ah y comiendo pastelillos. Bueno... Claro que la vida de San Petersburgo es mejor. Si uno tiene dinero se da la gran vida, una vida muy refinada y de gran tren: hay teatros, uno ve nmeros raros y todo lo que le da la gana. Se habla all un lenguaje tan florido que ni los nobles: uno va al barrio comercial y los mercaderes lo saludan a gritos desde sus puertas; cuando hay que cruzar el ro en lancha, uno viaja en compaa de un funcionario; si se aburre, entra a un negocio y all algn caballero le cuenta cosas de la guerra y le explica la significacin de cada estrella del cielo, de tal modo que las cosas le resultan tan claras como si las tuviera sobre la palma de la mano. Y, a veces, entra alguna vieja con una doncella que..., vamos!... (Re y menea la cabeza.) A uno lo tratan como si fuera un aristcrata! Nunca se oye una sola palabra descorts: me dicen "usted". Si me aburro de caminar, tomo un coche y me paseo como un gran seor, y si no quiero pagarle al cochero, pues no le pago: todas las casas tienen dos puertas y luego que me echen un galgo. Slo hay esto de malo: unos das se come como prncipe y otros se revienta de hambre, como ahora. Y el amo tiene la culpa de todo. Qu hacer con l? Su padre le manda dinero y le bastara con cuidarlo, pero..., qu! Vaya parranda! Coche a cada momento, a diario voy a comprarle billetes para el teatro y a la semana..., zas!..., me manda a empear el frac nuevo. A veces, empea hasta su ltima camisa y se queda en ropas menores y capote. Palabra de honor! Y pensar que todas sus prendas de vestir son de tan buen pao! Casimir ingls nada menos! El frac solamente vale ciento cincuenta rublos, y en el empeo slo le dan veinte; y de los pantalones no hablemos... le dan cualquier cosa! Y todo por qu? Porque no s, de nada serio: en lugar de dedicarse a su trabajo s pasa el tiempo pasendose por la Perspectiva Nevski y jugando a los naipes. Si lo supiera el viejo patrn! Aunque seas un funcionario, ngel mo, te levantara la camisa y te dara una azotaina de esas que obligan a rascarse cuatro das consecutivos. El funcionario debe ser un funcionario, qu demonios! Y ahora, el posadero dice que no nos dar de comer mientras no le hayamos pagado lo que le debemos. Y si no se lo pagamos? (Con un suspiro.) Ay, Dios mo! Si nos diera aunque slo fuese unas coles! Me parece que, en este momento, yo sera capaz de engullirme al mundo entero. Llaman a la puerta: debe ser l. (Se levanta precipitadamente de la cama.)

Escena II

OSIP y JLESTAKOV.

JLESTAKOV: Vamos, toma esto. (Le da el sombrero y el bastoncito de bamb.) Aja! Has vuelto a revolcarte en la cama?

OSIP: Y para qu habra de revolcarme? Acaso es la primera vez que veo una cama?

JLESTAKOV: Mientes, te has revolcado. Ves? Est toda revuelta!

OSIP: Y para qu la quiero? Acaso no s qu es una cama? Tengo piernas: puedo estar de pie. Para qu quiero su cama?

JLESTAKOV (Dando vueltas por la habitacin.): Fjate en la tabaquera. No queda ms tabaco?

OSIP: Cmo quiere que haya? Hace cuatro das, usted se fum lo poco que quedaba.

JLESTAKOV (Se pasea y frunce caprichosamente los labios: por fin dice con voz, sonora y tono decidido.): Oye... Eh, Osip!

OSIP: Qu quiere ?

JLESTAKOV (Con voz mucho menos sonora y con tono menos decidido.): Ve all.

OSIP: Adnde?

JLESTAKOV (Con voz mucho menos sonora y en la que ya no se transparent la menor decisin y se advierte algo muy prximo a una splica.): Abajo, a la cocina. Diles que me den de almorzar.

OSIP:No, no quiero ni ir.

JLESTAKOV: Cmo te atreves a contestarme as, estpido?

OSIP: Pues me atrevo; de todos modos, aunque vaya, eso no servira de nada. El posadero dijo que ya no nos dara de comer.

JLESTAKOV: Cmo que no? Vaya un absurdo!

OSIP: Y, adems, dice que ir a denunciarle el caso al alcalde; ya van tres semanas que estamos aqu y usted no le paga. "T y tu amo", me dice, "sois unos bribones..., y tu amo es un estafador". "Ya hemos visto picaros y sinvergenzas de esa laya", dice.

JLESTAKOV: Y a ti te alegra repetrmelo apenas lo has odo, bestia.

OSIP: Y tambin dice: "As, cualquiera puede vivir como un prncipe y endeudarse: y despus, uno ni siquiera puede echarlo". "A m", dice, "no me gustan las bromas. Ir derechito a hacer la denuncia, para que lo llamen a declarar y luego a la crcel".

JLESTAKOV: Vamos, vamos, tonto! Basta! Dselo. Vaya un animal y un bruto!

OSIP: Ms vale que yo llame aqu al propio posadero.

JLESTAKOV: Para qu? Ve a decrselo t.

OSIP: Ms vale, seor.

JLESTAKOV: Vamos, vamos. Que te lleve el diablo! Llama al posadero.(OSIP sale.)

Escena III

JLESTAKOV (solo)

JLESTAKOV: Tengo unas ganas de comer que me muero! Di un paseo, confiando en perder el apetito..., y nada, qu diablos, no se va ni por pienso! De no ser por la francachela de Pensa, me habra alcanzado el dinero para llegar a casa. Aquel capitn de infantera me maltrat de veras. Qu modo de sacar ases! Qu brbaro! Habremos jugado un cuarto de hora, a lo sumo..., y me dej en la calle Y, con todo, me muero por volver a medirme con l. Pero no hay oportunidad. Qu pueblecito mala muerte! En las despensas no fan nada. Qu canallas! (Silba los compases iniciales de "Roberto el Diablo", luego otra meloda de moda, y finalmente, algo que no es ni fu ni fa.) Se ve que no quiere venir nadie.

Escena IV

JLESTAKOV, OSIP y el CAMARERO de la posada.

CAMARERO: El patrn pregunta qu quiere.

JLESTAKOV: Hola, hermano! Cmo ests?

CAMARERO: Bien, a Dios gracias.

JLESTAKOV: Y... qu tal? Cmo va la posada? Todo va bien?

CAMARERO: S. A Dios gracias, todo va bien.

JLESTAKOV: Muchos pasajeros?

CAMARERO: S, bastantes.

JLESTAKOV: Oye, querido. Hasta ahora, no me han trado el almuerzo, de modo que haz el favor de meterles prisa. Despus de almorzar tengo que hacer... Me entiendes?

CAMARERO: El patrn dice que no le mandar ms de .comer. En realidad, hoy quera ir a quejarse al alcalde;

JLESTAKOV: A quejarse? Para qu? Como comprenders, querido, yo necesito comer. Si no comiera, podra adelgazar. Tengo muchas ganas de comer, te lo digo en serio.

CAMARERO: S, seor. El patrn dice: "No le dar de comer mientras no me haya pagado lo que me debe". Eso fue lo que contest.

JLESTAKOV: Pues hazlo entrar en razn, convncelo. .

CAMARERO: Qu quiere que le diga?

JLESTAKOV: Hazle entender, seriamente, que necesito comer. El dinero es el dinero. Pero esto ya es otra cosa. El patrn cree que como a l, un campesino, no le importa pasarse un da sin comer, a los dems les pasa lo mismo. Vaya una ocurrencia!

CAMARERO Bueno, se lo dir.

Escena V

JLESTAKOV (Solo)

JLESTAKOV: Las cosas se pondrn feas si no me manda nada. Tengo ms ganas de comer que nunca. Y si vendiera algo de ropa? Los pantalones, por ejemplo? No, ms vale pasar hambre, pero llegar a casa con el traje de San Petersburgo. Es una lstima que Joachim no me; haya alquilado el coche. Habra sido magnfico volver a casa en coche y visitar como un magnate a algn hacendado vecino y llegar a sus puertas con los faroles encendidos y con Osip sentado a la zaga, de librea! Qu alboroto hubiera causado eso! "Quin es, qu pasa?" Y, entonces, entra el lacayo (.Se cuadra, encariando al lacayo.): "Ivn Aleksndrovich Jlestakov, de San Petersburgo. Se sirve recibirlo?" Esos pobres diablos ni siquiera saben qu significa "se sirve recibirlo"! Cuando viene a visitarlos algn hacendado, el muy oso entra derechito a la sala! Y luego, uno se arrimara a alguna de sus lindas hijas y le dira: "Seorita, yo... (Se frota las manos y hace una reverencia, con aire galante.) Al demonio! (Escupe.) Tengo unas ganas de comer que hasta me dan nuseas!

Escena VI

JLESTAKOV, OSIP y el CAMARERO.

JLESTAKOV: Y qu?

OSIP: Traen el almuerzo.

JLESTAKOV (Palmotea de alegra y se levanta de la silla con un saltito.): Lo traen! Lo traen! Lo traen!

CAMARERO (Con platos y una servilleta.): El patrn lo manda por ltima vez.

JLESTAKOV: Tu patrn, tu patrn... Bueno, que se vaya al diablo tu patrn! Qu traes?

CAMARERO: Sopa y estofado.

JLESTAKOV: Cmo! Slo dos platos?

CAMARERO: Slo dos platos.

JLESTAKOV: Qu absurdo! Eso yo no lo recibo. Dile al patrn que me parece ridculo!... Es muy poco.

CAMARERO: No, el patrn dice que hasta eso es demasiado.

JLESTAKOV: Y por qu no hay salsa?

CAMARERO: Salsa no hay.

JLESTAKOV: Por qu? Yo mismo vi al pasar por la cocina que preparaban muchsima salsa. Y esta maana, en el comedor, vi a dos individuos bajitos que coman esturin y mucho ms de no s qu.

CAMARERO: Bueno, de eso hay, pero no hay.

JLESTAKOV: Cmo que no hay?

CAMARERO: Pues no hay.

JLESTAKOV: Y el esturin y el pescado y las albndigas?

CAMARERO: Eso es para los ms limpios.

JLESTAKOV: Ah, imbcil!

CAMARERO: S, seor.

JLESTAKOV: Cerdo!... Cmo se explica que ellos coman y yo no? Por qu no puedo? Acaso no son pasajeros como yo?

CAMARERO: Claro que no.

JLESTAKOV: Y qu son?

CAMARERO: Ya se sabe! Ellos son de los que pagan.

JLESTAKOV: No quiero discutir contigo, idiota. (Se sirve sopa y come.) Qu sopa es sta? Simplemente, has echado agua en la taza; esto no tiene ningn sabor, slo huele mal. No quiero esta sopa, dame otra.

CAMARERO: Me la llevar. El patrn dijo: "Si no la quiere, te la llevas".

JLESTAKOV (Defendiendo la comida con las manos.): Vamos, vamos... Djame, tonto! Ests acostumbrado a tratar as a los dems, pero yo soy distinto, hermano. No te aconsejo obrar as conmigo! (Come.) Dios mo, qu sopa! (Sigue comiendo.) Creo que nadie ha comido an semejante sopa! En lugar de aceite, sobrenadan unas plumas. (Corta el pollo.) Ay, ay, vaya un pollo! Dame el estofado! Ah ha quedado un poco de sopa. Cmetela, Osip. (Corta el estofado.) Qu estofado es ste? Esto no es estofado.

CAMARERO: Y qu es, entonces?

JLESTAKOV: No s qu diablos es, pero no es estofado. Es un hacha cocinada en el horno. (Come.) Bribones, canallas! Qu le dan de comer a la gente? Basta con comer un pedacito para que duela la mandbula. (Se hurga los dientes con el dedo.) Pilletes! Se dira que uno ha comido madera, no hay modo de sacarlo; y hasta se ennegrecen los dientes despus de semejantes platos. Miserables! (Se limpia la boca con la servilleta.) No hay nada ms? CAMARERO:No.

JLESTAKOV: Canallas, desalmados! Si por lo menos hubiesen agregado alguna salsa o un pedazo de pastel... Holgazanes! Lo nico que saben es despellejar a los pasajeros.

(El CAMARERO limpia la mesa y se lleva los platos en compaa de 0sip.)

Escena VII

JLESTAKOV, luego OSIP.

JLESTAKOV: Se dira que no he comido; apenas si se me ha abierto el apetito. Si tuviera unas monedas, mandara al mercado por una perdiz.

OSIP: (Entrando.): Ah ha llegado, no s para qu, el alcalde; est haciendo averiguaciones y pregunta por usted.

JLESTAKOV (Asustado.): Zas! Ese bruto del posadero ya tuvo tiempo de formular su denuncia! Y si realmente me mandaran a la crcel? Bueno... Si lo hicieran decorosamente, yo quizs... No, no, no quiero! En este pueblo hay oficiales y vive mucha gente, y yo, para colmo, me di nfulas y le gui el ojo a la hija de un mercader. No, no quiero... Pero... Qu se ha credo se? Cmo se atreve? Cree que podr tratarme como a un mercader o a artesano cualquiera? (Cobrando bros e irguindose.) Le dir, sin ambages: "Cmo se atreve? Como es que usted...?" (Gira el picaporte de: la puerta. JLESTAKOV palidece y se encoge.)

Escena VIII

JLESTAKOV, el ALCALDE y DBCHINSKY

(El ALCALDE entra y se detiene. Ambos, asustados, se miran fijamente, con los ojos dilatados de temor.)

ALCALDE (Se repone un poco y se cuadra.): Mis saludos y mis mejores augurios!

JLESTAKOV (Inclinndose.): Servidor!

ALCALDE: Disculpe...

JLESTAKOV: No hay de qu...

ALCALDE: Mi deber, como alcalde de este pueblo, es preocuparme de que no se moleste a los pasajeros y dems personas respetables...

JLESTAKOV (Comienza con un leve tartamudeo, pero al final habla con voz sonora y rotunda.): Qu quiere que haga?... Yo no tengo la culpa... Le aseguro que pagar. Me mandarn dinero de casa (BBCHINSKY asoma la cabeza por la puerta,) La culpa, en realidad, la tiene l; me da una carne dura como un tronco; y la sopa..., vaya uno a saber qu pone ah! Tuve que tirarla por la ventana. Me mata de hambre durante das enteros... Su t es tan raro!... Huele a pescado. Por qu yo habra de...? Vaya una ocurrencia!

ALCALDE (Intimidado.): Disculpe, la verdad es que yo no tengo la culpa. La carne de nuestro mercado es siempre buena. La traen los mercaderes de tierra adentro, gente que no bebe y de buena conducta Francamente, no s de dnde saca esa carne el posadero. Y, si no es as... Permtame que lo invite a trasladarse conmigo a otro domicilio. ..

JLESTAKOV: No, no quiero! Ya s qu significa ese otro domicilio: usted se refiere a la crcel. Pero Con qu derecho me lo propone? Cmo se atreve? Yo soy un funcionario de San Petersburgo... (Cobrando nimos) Yo, yo, yo...!

ALCALDE:(Aparte.): Oh Dios mo! Qu enojado est! Ya lo sabe todo, ya se lo han contado todo esos malditos mercaderes!

JLESTAKOV (Envalentonado.): Aunque usted venga a buscarme aqu con todos sus guardias..., no ir! Me quejar al ministro! (Descarga un puetazo sobre la mesa.) Cmo se atreve? Cmo se atreve?

ALCALDE (Cuadrndose y temblando de la cabeza a los pies.): Perdneme usted, no me pierda! Tengo mujer e hijos pequeos..., no haga desdichado a un hombre para toda la vida!

JLESTAKOV: No, no quiero. Vaya una ocurrencia! Y a m, qu me importa? Por el hecho de que usted tenga mujer e hijos debo ir yo a la crcel? Muy bonito! (BBCHINSKY asoma la cabeza con aire asustado y vuelve a desaparecer.) No, muchsimas gracias, no quiero.

ALCALDE (Temblando.): Todo ha sido por inexperiencia, se lo juro, por mera inexperiencia. Usted comprender: el sueldo no le alcanza a uno ni siquiera para el t y el azcar. Si hubo coima, fue alguna pequeez; una bagatela para la mesa y un corte-de pao para hacerse un traje. En cuanto a esos rumores de que mand azotar a la viuda de un subteniente que se dedica al comercio, es una calumnia, por Dios se lo juro, una calumnia. La han inventado esos malvados que me persiguen; son gente tan perversa que sera capaz de atentar contra mi vida.

JLESTAKOV: Ya m, qu? Yo no tengo nada que ver con ellos... (Meditativo.) Pero no entiendo para qu me habla de unos malvados y de no s qu viuda de un subteniente. Usted podr hacer azotar a la viuda de un subteniente, pero conmigo no se atrever... Bueno, fuera! Yo pagar, pagar lo que debo, pero en este momento no tengo dinero. Por eso estoy varado aqu, precisamente: no tengo dinero.

ALCALDE (Aparte.): Mrenlo! Vaya un lince! Ha urdido un galimatas que cualquiera lo entiende Uno ni siquiera, sabe por dnde agarrarlo. Es un ladino! Bueno, suceda lo que suceda. Probar. (En voz alta.) Si usted necesita realmente dinero, o cualquier otra cosa, estoy a su disposicin. Mi deber es ayudar a los pasajeros que llegan-a este pueblo.

JLESTAKOV: Prsteme, s, prsteme algn dinero! Le pagar inmediatamente al posadero. Me bastar con doscientos rublos y aun con menos.

ALCALDE (Tendindole los billetes.): Doscientos justitos, ni siquiera vale la pena que los cuente.

JLESTAKOV. (Tomando el dinero.): Agradecidsimo. Se lo mandar apenas haya llegado a mi aldea... Ha sido un imprevisto... Ya veo que usted es un hombre bien nacido. Ahora, el asunto cambia.

ALCALDE (Aparte.): Bueno, menos mal! Acept el dinero! Me parece que esto marchar sobre rieles. En lugar de doscientos, le endos cuatrocientos.

JLESTAKOV: Eh, Osip! (Entra OSIP.) Llama al camarero! (Al ALCALDE y a DBCHINSKY.) Por qu estn de pie? Hganme el favor, sintense. (A DBCHINSKY.) Sintese, se lo ruego.

ALCALDE: No se preocupe, nos quedaremos de pie.

JLESTAKOV: Les ruego que se sienten. (Al ALCALDE.) Ahora veo la sinceridad de su carcter y la bondad de su corazn; y yo crea que usted haba venido para llevarme a... (A DBCHINSKY.) Sintese! (El ALCALDE y DBCHINSKY se sientan. BBCHINSKY se asoma por la puerta y escucha.)

ACALDE (Aparte.): Hay que ser ms audaz. Quiere conservar el incgnito. Bueno, fingir tambin yo; har la comedia de que ignoro quin es. (En voz alta.) Al pasearnos en cumplimiento de nuestro deber en compaa del aqu presente Petr Ivnovich Dbchinsky, hacendado local, entramos ex profeso a la posada para averiguar si trataban bien a los pasajeros. Porque yo no soy uno de esos alcaldes a quienes no les importa nada de nada; al margen de mi deber, por mero espritu cristiano y humanidad, quiero que a todos los mortales los reciban bien..., y he aqu cmo, a manera de recompensa, el azar me ha hecho trabar una amistad tan agradable.

JLESTAKOV: Tambin-yo me alegro mucho. De no haber sido por usted, yo, lo confieso, me habra quedado varado largo tiempo aqu Francamente, no saba cmo pagar mi deuda.

ALCALDE (Aparte.): S, a otro perro con ese hueso! (En voz alta.) Si no es demasiada indiscrecin..., podra preguntarle adnde va?

JLESTAKOV: A la gobernacin de Sartov, a la aldea de nuestra propiedad.

ALCALDE (Aparte, con aire irnico.): A la gobernacin de Sartov! Aja! Y no se ruboriza al mentir! Este es de los que hilan fino! (En voz alta.) Buena idea. Aunque dicen que se pasan malos ratos con los relevos de las postas, tambin uno se distrae, no cabe duda. Porque supongo que usted viaja ms que nada para distraerse..., verdad?

JLESTAKOV: No, me llama mi padre. El viejo est enojado porque hasta ahora no he progresado en la administracin pblica, all en San Petersburgo. Es uno de esos hombres que creen que, apenas llega uno, le ponen una condecoracin en la solapa. Con qu ganas lo mandara yo a peregrinar por las oficinas pblicas, para que viera lo que es bueno!

ALCALDE (Aparte.): Vaya unas fbulas las que urde! Hasta meti en danza a un padre entrado en aos. (En voz alta.) Y se ausenta usted por mucho tiempo?

JLESTAKOV: Francamente, no lo s. Mi padre es terco y tonto, lo que se llama un alcornoque. Pienso decirle sin ambages: "Di lo que quieras, pero yo no puedo vivir sin San Petersburgo". Y. realmente... Por qu he de estropearme la vida viviendo entre campesinos? Ahora tengo otras necesidades: mi alma ansia ilustracin.

ALCALDE (Aparte.): Buen mejunje! Miente, miente!... Y fresco como una lechuga! Y pensar que es tan flaquito, tan insignificante... Yo podra aplastarlo con la ua! Bueno, espera, hijo mo! Yo te sonsacar ms. Te obligar a decir ms! (En voz alta.) Su observacin es muy exacta. Qu se puede hacer en esas soledades? Tomemos este pueblo, por ejemplo. Uno se desvela de noche trabajando por la patria, se sacrifica sin escatimar esfuerzos, pero no sabe cundo se ver premiado. (Pasea la mirada por la habitacin.) Este cuarto parece algo hmedo..., no es as?

JLESTAKOV: Es detestable. Y con unas chinches como no las he visto en ninguna parte: muerden como perros.

ALCALDE: Es increble! Un pasajero tan culto y tiene que pasar tan malos ratos.. . Y por culpa de quines?... De unas miserables chinches que no merecan haber nacido! Me parece que aqu ni siquiera hay luz verdad?

JLESTAKOV: Ni pizca de luz. El posadero se ha habituado a no mandarme velas. A veces yo quisiera hacer algo, leer... o escribir algo..., y no puedo; esto es oscuro, oscursimo.

ALCALDE: Si yo me atreviera a pedirle..., pero, no, no soy digno de semejante honor.

JLESTAKOV: Pero... a qu, se refiere?

ALCALDE: No, no! No soy digno, no soy digno!

JLESTAKOV: Pero... a qu se refiere?

ALCALDE: Si me atreviera... En casa, yo podra ofrecerle un hermoso cuarto, con mucha luz, tranquilo... Pero, no, comprendo que sera demasiado honor. No se enoje, por amor de Dios!... Se lo he ofrecido porque soy todo corazn.

JLESTAKOV: Por el contrario, tendr mucho gusto. Me sentir mucho ms a mis anchas en una casa particular que en esta posada.

ALCALDE: Cunto me alegro! Y me imagino la satisfaccin de mi mujer! Eso ya es una costumbre ma: soy hospitalario desde nio, sobre todo cuando el husped es una persona culta. No crea que se lo digo para lisonjearlo; no, no tengo ese vicio, hablo de corazn.

JLESTAKOV: Muy agradecido. Yo mismo..., tampoco a m me gustan los hipcritas. Me agradan mucho su franqueza y bondad y confieso que me conformara con eso, con la fidelidad y el respeto, el respeto y la fidelidad.

Escena IX

Dichos y el CAMARERO, acompaado por OSIP.

CAMARERO: Se sirvi usted llamar?

JLESTAKOV: S: dame la cuenta.

CAMARERO: Ya se la he dado.

JLESTAKOV: No recuerdo tus estpidas cuentas. Habla. Cunto debo?

CAMARERO: Usted pidi el almuerzo el da de su llegada y al da siguiente comi esturin, y desde entonces todo lo ha tomado a crdito.

JLESTAKOV: Imbcil! Ahora se te ocurre hacer clculos. Cunto se te debe, en total?

ALCALDE: No se preocupe: puede esperar. (Al CAMARERO.) Vete, ya se te mandar el dinero.

JLESTAKOV: Despus de todo, tiene razn. (Guarda el dinero. El CAMARERO se va. BBCHINSKY se asoma por la puerta.)

Escena X

ALCALDE, JLESTAKOV, DBCHINSKY.

ALCALDE: No querra inspeccionar ahora algunos establecimientos de nuestro pueblo, el hospital, por ejemplo?

JLESTAKOV: Para qu?

ALCALDE: Pues... para ver cmo administramos las cosas.... el orden que reina...

JLESTAKOV: Con muchsimo gusto; estoy a su disposicin. (BBCHINSKY asoma la cabeza por la puerta.)

ALCALDE: Adems, si lo desea, podemos visitar la escuela y ver cmo se dictan los cursos aqu.

JLESTAKOV: Cmo no, cmo no!...

ALCALDE: Luego, si quiere visitar nuestras crceles. . ., ver usted cmo viven los presos.

JLESTAKOV: Las crceles? Para qu? Ms vale que visitemos el hospital.

ALCALDE: Como guste. Prefiere viajar en su coche o conmigo, en el birlocho?

JLESTAKOV: Ir ms bien con usted, en el birlocho.

ALCALDE (A DBCHINSKY.): Bueno, Petr Ivnovich. Ahora ya no queda lugar para usted.

DBCHINSKY: No importa, ir as, as no ms.

ALCALDE (En voz baja a DBCHINSKY.): Esccheme: corra, pero corra de veras, con alma y vida, y lleve estas dos cartitas: la una a Zemlianika, al hospital, y la otra a mi mujer. (A JLESTAKOV.) Puedo atreverme a pedirle permiso para escribirle en su presencia dos lneas a mi esposa, a fin de que se disponga a recibir a tan respetable husped?

JLESTAKOV: Para qu?... Bueno, si lo desea, aqu tiene la tinta, pero en cuanto al papel..., no s... Querra usar el de esta cuenta?

ALCALDE: Aqu mismo lo escribir. (Escribe, y mientras tanto dice para s.) Ya veremos cmo marchan las cosas despus de una buena comida y una botella de vino aejo! Tenemos por ah un Madera que parece de poco cuerpo, pero engaador: es capaz de derribar a un elefante. Me bastara con descubrir los puntos que calza este hombre y si es de cuidado. (Terminada la misiva, se la da a DBCHINSKY, el cual se dispone a salir, pero en. ese instante la puerta se desprende de sus goznes y BBCHINSKY, quien haba estado escuchando desde el otro lado, se desploma con ella sobre el escenario. Todos profieren exclamaciones. BBCHINSKY se levanta.)

JLESTAKOV: No se habr lastimado usted en alguna parte?

BBCHINSKY: No, no, en absoluto, slo me magull un poco la nariz. Har una escapadita a ver a Cristian Ivnovich, tiene unos emplastos que curan esas cosas en un santiamn.

ALCALDE (Con un gesto de reproche a BBCHINSKY, le dice a JLESTAKOV.): No es nada. En marcha, se lo ruego! Le dir a su criado que lleve la maleta. (A OSIP.) Amigo mo, llvalo todo a mi casa, la casa del alcalde. . ., te la indicar cualquiera. Pase, se lo ruego! (Hace pasar a JLESTAKOV y lo sigue, pero se vuelve y le dice con tono de censura a BBCHINSKY.) Vaya! No encontr usted mejor lugar donde caer? Y qu manera de estirarse! (Mutis. Lo sigue BBCHINSKY. Baja el teln.)