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Informe sobre la Investigación
Evaluación de las necesidades de la Infancia
en la provincia de Barcelona.
Dra. Violeta Núñez. Investigadora Principal del Proyecto Evaluación de las necesidades de la
Infancia en la Provincia de Barcelona.
Coordinadora de GERES_NET (Grup d’Estudi i Recerca sobre Educació Social, necessitats
emergents i tecnologies) – Departamento de Teoría e Historia de la Educación – Universidad
de Barcelona.
Correo electrónico: [email protected]
0. Resumen.
La investigación se propone poner de manifiesto (detectar y categorizar) las necesidades de la
infancia en municipios de la provincia de Barcelona de diferente extensión demográfica y diversas
características sociológicas. Se trata de necesidades percibidas por los políticos o responsables
político–técnicos de los ayuntamientos y de las expresadas por siete sectores poblacionales
(padres, docentes, profesionales de la infancia y de la atención primaria, niños, adolescentes y
jóvenes). A partir del diseño de la muestra, la recogida y el procesamiento de los datos de las
diferentes encuestas, se pudieron elaborar conclusiones y orientaciones para las políticas
sectoriales y estrategias de actuación en el ámbito local para la promoción y mejora de la calidad
de vida de la infancia. La categoría infancia ha sido definida en los términos de las leyes y
acuerdos internacionales como el sector etario comprendido entre los 0 y los 18 años.
Palabras clave:
infancia;
evaluación de necesidades;
necesidades de la infancia;
familia;
escuela;
comunidad;
ocio.
1. Presentación de la Investigación.
La investigación se enmarca en los acuerdos de colaboración entre la Diputación de Barcelona y la
Universidad de Barcelona, y se perfila como tal a partir de los encuentros realizados entre el
Centro de Recursos para la Infancia y Familia (CRIF) y el Departamento de Teoría e Historia de la
Educación, Sección de Pedagogía Social. Su realización, a lo largo de los años 1998 y 1999, fue
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posible gracias al soporte y financiamiento tanto de la Diputación de Barcelona, Area de Servicios
Sociales, como de la División de Ciencias de la Educación de la Universidad de Barcelona.
El trabajo se planteó como una investigación exploratoria en el campo de la evaluación de
necesidades en un sector poblacional importante (la población infantil), a modo de una primera
toma de contacto que, a su vez, diera lugar a posteriores estudios de mayor envergadura.
Los municipios de la provincia de Barcelona conformaron el universo objeto de estudio (UOE),
con vistas a valorar la percepción de algunos actores sociales respecto a las necesidades de la
infancia en cada territorio. Queremos subrayar que nuestra pretensión no ha sido la realización de
inferencias, para lo cual habríamos necesitado un conocimiento previo de algunos parámetros del
UOE, así como un mayor tamaño de la muestra. Hemos realizado un estudio piloto (y a nuestro
entender pionero), que consideramos de gran utilidad como primera aproximación y estimación del
estado de opinión y con el objetivo de obtener algunos parámetros que puedan orientar futuros
trabajos en este campo.
Si bien el proyecto cuenta con antecedentes de ámbito europeo, en el entorno catalán, la evaluación
tanto de servicios y programas sociales como de necesidades sociales a las cuales (se supone)
responden, es un campo que presenta una menguada experiencia y una producción teórica
asimismo escasa.
Sin embargo, el hacer referencias a las necesidades de la población (o, como en este caso, de un
sector de la población: la infancia), no es un planteamiento nuevo. Una larga trayectoria de
reflexiones al respecto atraviesa nuestra modernidad. En este sentido, recogemos una importante
tradición, pero la inscribimos en las nuevas coordenadas históricas.
Tal vez podríamos ubicar un primer registro en torno al tema en el año 1525. En efecto, Juan Vives
escribe entonces su De Subventione Pauperum [Del socorro de los pobres], al que subtitula O de
las Necesidades de la Humanidad. Se trata, en realidad de dos libros. El primero se ocupa de
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definir qué y para qué son estas necesidades, así como de establecer la moralidad que la
beneficencia requiere, tanto por parte de los pobres como de los benefactores. El segundo, se
centra en las responsabilidades colectivas y de gobierno en el auxilio de los pobres, dedicando un
capítulo específico a El cuidado de los niños. La necesidad queda homologada a la pobreza, y
pobre es aquél que no puede por sí mismo subvenir a lo que es menester. Lo que Vives plantea
como novedad (y que posteriormente será retomado desde las perspectivas del llamado Estado
Social de Derecho), es el tema de las responsabilidades y obligaciones que, una situación de
desigualdad en un sector de la población, ocasiona al conjunto de la misma. El problema que la
pobreza plantea no lo es sólo para los pobres, sino para el conjunto de la ciudad y,
particularmente, constituye una interpelación a sus gobernantes.
En nuestro Proyecto, el análisis de la noción de necesidad y, más estrictamente, de las necesidades
de la infancia, partió de considerarlas como un tema de responsabilidad pública, es decir,
retomamos la aportación de J. L. Vives, pero desligándola de las connotaciones moralizadoras.
Desde la premisa del necesario ejercicio de la responsabilidad pública para abastecer a las
necesidades de los niños, hemos realizado recorridos diversos a fin de señalar diferentes
significaciones y distintas posibilidades de articulación de las mismas. Hemos tratado de delimitar
un punto de partida que nos permitiera dar cuenta del diseño de la investigación, de la selección
(interpretación) de los datos y de las conclusiones y propuestas que finalmente se establecieron.
Estas pueden consultarse íntegramente en la página web de la Diputación de Barcelona:
www.diba.es
En cuanto a la estructura del trabajo, queda reflejada en la siguiente relación de los principales
temas abordados:
I. PLANTEAMIENTO DE LA INVESTIGACIÓN
I.1. Antecedentes.
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I.2. Marco Teórico y planteamiento del problema.
a. Presentación
b. Los principios teóricos
- Aproximación al concepto de necesidad
- La noción de necesidad social
- Las definiciones de infancia
- La infancia institucionalizada
- La infancia desprotegida
- Una nueva definición de niño
c. Planteamiento del problema objeto de la investigación
I.3. Objetivos generales.
II. METODOLOGIA
II.1. Diseño del estudio.
II.2. Métodos de investigación y recogida de información.
Primera fase de la investigación
a. Selección de la muestra objeto de la investigación
b. Diseño y recogida de la información
- Base de datos
- Ficha-standard
- Procedimiento de encuesta telefónica
Segunda fase de la investigación
a. Selección de la muestra objeto de la investigación
- Clasificación de los municipios en función del número de habitantes
- Clasificación de los sectores de población seleccionados
b. Diseño y recogida de la información
- Procedimiento de contacto telefónico
- Métodos de recogida de la información
II.3. Análisis de datos.
II. 3. 1. Primera fase de la investigación
a. Establecimiento de los ámbitos de necesidades:
A- Ámbito de la familia.
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B- Ámbito de la escuela
C- Ámbito de la comunidad.
D- Ámbito del ocio.
b. Relación de los ámbitos, las categorías y las subcategorías
II. 3. 2. Segunda fase de la investigación
a. Procedimientos estadísticos
III. RESULTADOS, CONCLUSIONES Y APLICACIONES.
III.1. Exposición e interpretación de los resultados.
a. Necesidades expresadas en el ámbito de la familia
b. Necesidades expresadas en el ámbito de la escuela
c. Necesidades expresadas en el ámbito de la comunidad
d. Necesidades expresadas en el ámbito del ocio
e. Necesidades expresadas por los niños de 9 a 12 años
f. Necesidades expresadas por los adolescentes de 13 a 15 años
g. Necesidades expresadas por los jóvenes de 16 a 18 años
III.2. Conclusiones y orientaciones.
a. Conclusiones generales
b. Orientaciones para la atención a las necesidades de la infancia
III.3. Posibles aplicaciones.
a. Aplicaciones concretas
b. Nuevos proyectos
c. Otras actividades
2. Presentación de este Informe.
No se trata aquí de dar cuenta de manera minuciosa el conjunto de los pasos realizados y de los
resultados obtenidos, ya que ello es lo propio de la Memoria de la Investigación y no de un
Informe que toma la forma de artículo para una Revista especializada. De manera tal que
reseñaremos las principales cuestiones referidas al planteamiento y al desarrollo de la investigación
y comentaremos algunas de las conclusiones más significativas.
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2.1. Planteamiento y desarrollo de la investigación.
Una de las principales decisiones a tomar al comienzo de la investigación, fue la concerniente al
tamaño y diseño de la muestra. Procedamos a realizar una breve descripción del procedimiento:
La provincia de Barcelona se dividió en 9 estratos en función del tamaño de los municipios que
formarían cada estrato o sector. De esta manera, cada estrato contuvo un determinado número
de municipios homogéneos en cuanto a número de población y carácter (urbano o rural). Ello
nos permitió considerarlos como conglomerados e instituirlos como unidades primarias de
muestreo.
Las entrevistas, realizadas a lo largo de las dos fases de la investigación, se repartieron entre los
9 estratos, en proporción al tamaño de la población, asegurando un mínimo de 35 entrevistas
por sector; de esta manera garantizamos que la muestra sea representativa de los 9 sectores de
la provincia. Por razones de eficiencia la muestra mínima dentro de un mismo municipio se ha
fijado en 7 entrevistas.
La decisión de cómo repartir la muestra en cada estrato, es decir, el número de municipios
seleccionados, se realizó en función de las características del estrato y sobre la base de
restricciones de coste. Una vez decidido el número de municipios por estrato así como el número
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de actores sociales a entrevistar por municipio, agrupados según sectores1, se procedió a la
selección de municipios mediante un muestreo aleatorio simple (m.a.s.), en una primera etapa.
Dentro de cada municipio de la muestra, en una segunda etapa, se eligió (también por m.a.s), la
muestra de los actores sociales a entrevistar.
En cuanto al desarrollo de la investigación, éste se cubrió en dos etapas. La primera se planteó
como un estudio cuyo objetivo fue detectar las necesidades de la infancia percibidas en el ámbito
político. Realizamos la encuesta en 109 municipios, sobre el total de 312 correspondiente a la
provincia (34%). La definimos como una primera aproximación a los territorios, que nos habría
de facilitar la información que, contrastada con la bibliografía al uso, nos posibilitaría una
categorización de las necesidades de la infancia. En efecto, el procesamiento de la información
obtenida nos permitió categorizar cuatro grandes apartados: necesidades con relación a la
familia, la escuela, la comunidad y el ocio.
Con estas referencias, pudimos elaborar los protocolos de encuestas para el conjunto de los
agentes sociales implicados en la atención a la infancia y adolescencia, y para los propios niños,
adolescentes y jóvenes. Protocolos que fueron validados a finales de esta primera fase.
Los objetivos que guiaron la segunda fase fueron:
1 Sector A: Padres y madres.
Sector B: Maestros de Educación Infantil y Primaria Profesores de Educación Secundaria Sector C: Profesionales que trabajan con infancia (Monitores, profesionales de Equipos Psicopedagógicos, Centros de Atención Médica Primaria, Centros de Psiquiatría Infantil, Agentes culturales y Comunitarios,...)
Sector D: Profesionales de la atención primaria que trabajan con infancia (Educadores sociales de los Servicios Sociales de Atención Primaria, educadores de Centros Abiertos,...)
Sector E: Niños/as de 9 a 12 años Sector F: Adolescentes de 13 a 15 años Sector G: Jóvenes de 16 a 18 años.
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a) Detectar les necesidades de la infancia expresadas por diferentes sectores de la población, a
partir de la muestra seleccionada de los municipios de la provincia de Barcelona.
b) Elaborar instrumentos que permitan la recogida y el tratamiento de la información requerida,
de manera tal que los datos sobre las necesidades de la infancia puedan ser actualizados de
manera periódica.
Para el logro de los mismos se realizaron 505 entrevistas, correspondientes a 71 divisiones
territoriales (57 municipios, que representan el 18,27% del total de la provincia; los 10 distritos de
la ciudad de Barcelona y los 6 de la ciudad de L’Hospitalet de Llobregat). La reduccuón del
tamaño de la muestra obedece a la introducción de los tres sectores de infancia (niños,
adolescentes, jóvenes) que supuso un aumento del 40% del volumen de encuestas a realizar
respecto a las pactadas originariamente con el CRIF. La importancia de la opinión de este sector
nos hizo optar por la reducción del número de poblaciones sin alterar el número de encuestas ni la
curva de distribución de las poblaciones según número de habitantes. La tabulación y
procesamiento estadístico de los datos obtenidos, permitió la elaboración de los instrumentos
esperados, así como la obtención de abundante información a cuyo procesamiento e interpretación
se dedicó la mayor parte del tiempo de la segunda fase. Dicha información quedó expresada en el
capítulo III de la Memoria de la Investigación, así como en las conclusiones y en las
recomendaciones finales.
2.2. En torno a las conclusiones.
Las conclusiones del estudio consisten en una interpretación de los datos estadísticos que
posibilitan acceder a un panorama general de opiniones acerca de las necesidades de la infancia
existentes en territorios municipales de la provincia de Barcelona, en este fin de siglo, y en cuyas
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formulaciones y resoluciones se sienten concernidos diversos actores sociales. Destacaremos aquí
una reflexión general en torno a la familia y luego presentaremos los comentarios, en cada uno de
los cuatro ámbitos de necesidades de la infancia, en torno a lo que se establece como la principal
necesidad señalada por los distintos actores sociales. Recordamos que el conjunto de las
conclusiones pueden consultarse en la Memoria de la Investigación.
Cabe señalar que la institución mejor valorada, en todas las encuestas, resulta ser la familia, tal
vez con más matizaciones por parte de los políticos.
Recordemos que las familias (tanto en España en general, como en Cataluña en particular),
constituyen un recurso importante para la gestión social de los sectores infantil y juvenil (vivienda,
alimentación, financiamiento de estudios y demás actividades infanto-juveniles, etc.) Situación que
no se podría sostener si no estuviera profundamente investida de afectividad. Esta cuestión del
afecto recibe una valoración muy satisfactoria tanto por parte de los niños como por parte de los
adolescentes y jóvenes. La familia es el lugar mejor valorado y considerado por estos tres sectores.
Comparativamente con otros momentos históricos, encontramos aquí un punto importante de
cambio respecto al posicionamiento de adolescentes y jóvenes: se muestran de acuerdo
prácticamente con todo lo que sus padres les plantean. Paralelamente, con relación a la escuela por
ejemplo, aparece una notoria distancia con los adultos.
Tal vez, ante el desdibujamiento del horizonte de futuro y de las dificultades actuales de los
jóvenes para encontrar un verdadero lugar social, la familia se transforma en aquéllo con lo que sí
pueden contar. Podríamos inferir que la familia se ha adaptado rápidamente a las nuevas
problemáticas sociales, operando una suerte de cierre sobre sí misma, sea cual sea la modalidad
de la estructura familiar. Los jóvenes dicen encontrar en este confinamiento la seguridad que lo
social parece escamotearles. Ello tiene, sin duda, efectos diversos en el propio tejido social.
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Necesidades detectadas en el ámbito de la familia.
Casi la cuarta parte de los adultos entrevistados (el 24,79%) señala que la falta de tiempo, para
compartir con los niños y adolescentes en el espacio familiar, es hoy la principal necesidad con
relación a la educación de los hijos. Con el 15,37%, aparece el asumir responsabilidades como
segunda dificultad y, como tercera, el establecimiento de límites (14,68%).
Estas son las tres dificultades más sentidas en los 9 sectores de población consultados. Si sumamos
las dos últimas, el porcentaje trepa a un 30%, acercándose a la visión que los políticos tienen
respecto a las necesidades educativas que la propia familia genera, debido a sus dificultades para el
ejercicio de responsabilidad y el establecimiento de límites.
Por su parte, el 76,67% de los jóvenes encuestados piensan que para sus familias es muy difícil la
tarea de educarlos, porcentaje al que se aproximan los adolescentes (75,41%).
Podríamos decir que socialmente se visualiza una cierta dificultad para cumplir con el encargo de
la educación de los hijos, excepción hecha de los niños de 9 a 12 años. Así es, pues para esta franja
etaria no hay problema alguno definido como tal en la familia, pero tampoco lo hay con los
maestros (cerca del 92% está contento con ellos), ni con el barrio o pueblo (más del 24%).
Ahora bien, los jóvenes y adolescentes coinciden con los niños en que sus padres los escuchan, se
sienten apreciados y ayudados por ellos.
El estudio nos ha permitido realizar otro enfoque sobre el manido tema de queja acerca de la falta
de límites de los padres. Es cierto, los padres manifiestan una cierta confusión: los límites aparecen
con poca claridad. Puede que ello juegue en contra en materia educativa y que la escuela, el
ejercicio de autoridad que ésta supone, se resienta. Pero, ante el vacío social y económico que el
actual momento histórico ofrece a los jóvenes, aquella indefinición juega, sin duda, a favor. Es
probable que se oculte aquí un verdadero interés social por mantener una zona de desdibujamiento
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en torno a estos temas... Si la familia opera como un verdadero colchón (quizá el único) para
amortiguar las problemáticas sociales de las jóvenes generaciones, se requiere de un marco
familiar laxo y con límites poco establecidos. Sale beneficiado un funcionamiento social sin
demasiados problemas generacionales y que, a la vez, no realiza esfuerzos para la incorporación de
los jóvenes. La sociedad realiza una práctica de aparcamiento de los nuevos en los reductos
domésticos, donde se sienten estimados, admitidos y donde no se plantean enfrentamientos
generacionales. Los padres no saben muy bien qué hacer, pero por la misma regla de tres, y en
tanto quieren a sus hijos, prefieren tolerar ciertas situaciones, ciertas indefiniciones respecto a sus
propias responsabilidades, que no abocar a sus hijos a un mundo que no piensa en ellos.
En lo tocante a la primera dificultad señalada, la falta de tiempo para compartir, entendemos que
apunta a una cuestión estructural: tiene que ver con las nuevas funciones sociales y económicas de
padres y madres. Convendría revisar la Recomendación 92/241/CEE de 31.03.92, sobre el cuidado
de los niños y la garantía para el ejercicio de las funciones parentales.
Por otra parte, convendría trabajar con padres y profesionales nuevas formas para el
establecimiento de vínculos con los niños, donde el tiempo pueda jugar de otra manera. Quizá no
se trata de más tiempo, sino de una nueva manera de vivir el tiempo disponible y de
aprovechamiento, en términos de calidad, de los momentos compartidos.
Entendemos que se desprende del trabajo de investigación que estamos asistiendo, de alguna
manera, a un retorno de las ideologías más paternalistas con referencia a la infancia; un retorno a
las concepciones de la infancia tutelada, para todos los niños, adolescentes y jóvenes. Lo curioso
es que los propios jóvenes (¡de 16 a 18 años!) reclaman la presencia de los adultos, particularmente
de los padres. Hay aquí un peligro cierto de falta de horizontes abiertos, un exceso de familialismo
que puede ahogar las energías juveniles o encauzarlas por canales social y culturalmente poco
recomendables. Hemos de poner al costado de esta descripción la que corresponde a cada fin de
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semana, en las discotecas y demás lugares de encuentro de adolescentes y jóvenes: el exceso de
consumo de alcohol, de pastillas y otras sustancias tóxicas, puede que como puntos de fuga ante
tanta domesticación por un lado y tantas dificultades de acceso a la sociedad adulta por otro.
Consideramos que se han de plantear propuestas originales, basadas en la participación ciudadana,
para abrir un profundo debate en torno a estas preocupaciones y con el objeto de buscar nuevas
respuestas a las nuevas necesidades que parecen perfilarse para las nuevas generaciones y sus
familias.
Necesidades detectadas en el ámbito de la escuela.
En este ámbito, el fracaso escolar se señala como un déficit cuya causa se ubica, con el porcentaje
más alto de coincidencias, en la poca atención familiar. Padres y madres prácticamente coinciden,
porcentualmente hablando, con maestros y profesores (38% y 39%, respectivamente) en este
señalamiento. Pero la cifra sube en el caso de los profesionales de atención a la infancia y de
atención primaria (43% y 48%, respectivamente).
Ahora bien, mientras que los profesores y maestros indican a las programaciones curriculares
inadecuadas como la segunda causa del llamado fracaso escolar, para los padres la segunda causa
se encuentra en las dificultades en las relaciones profesor/alumno. Podríamos entender que,
mientras para los profesionales de la educación escolar el problema es principalmente técnico o
metodológico, para las familias está en juego algo del orden de lo subjetivo o del propio
posicionamiento de los maestros y profesores ante cada uno de los niños o adolescentes con los
que trabajan.
Sin duda son respuestas muy interesantes, ya que la familia reconoce que brinda poca atención al
tema escolar, pero intuye que con los maestros hay algo problemático a la hora de establecer
relaciones con los alumnos. Sin embargo, para el profesorado, el problema viene “dado”: por un
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lado las familias y, por otro, las autoridades escolares administrativas. No se visualizan posibles
limitaciones propias. Ello puede dificultar cualquier alternativa de cambio del posicionamiento del
docente respecto a la necesidad de una cierta pasión por el saber, por descubrir un mundo nuevo,
para él y para recién-llegados2. Pensamos que uno de los retos actuales de la escuela consiste en
convencer a los niños y adolescentes de que pueden apropiarse de nuevos conocimientos, que los
pueden transformar y transformarse, que pueden aprender y pensar cosas realmente interesantes.
Ello es particularmente necesario en la E.S.O. y el bachillerato, donde los adolescentes y jóvenes
reclaman (alrededor del 37% y del 28%, respectivamente), mejor relación con los profesores.
El sector de infancia comprendido entre los 9 y los 12 años, mayoritariamente (casi el 92%) está
contento con sus maestros. Los niños no dan cuenta de lo que sí señalan padres y profesionales de
infancia: problemas de relación que constituirían una cuestión clave para explicar el fracaso
escolar. El tema, sin embargo, es cuál es la relación con la cual se manifiestan contentos... Ante la
pregunta sobre la importancia que la escuela tiene para ellos, los niños responden: el 36,70% la
considera un lugar de aprendizaje y conocimiento. El 63,28% restante opina que se trata de un
lugar para hacer amigos (20,33%); un lugar desde el que se pueden hacer excursiones (casi el
17%); un lugar de convivencia (más del 16%); un lugar para no aburrirse y para jugar (el 7 y el 3%
respectivamente).
Pensamos que mientras las autoridades de la administración educativa sigan insistiendo en meras
reformas técnicas, no habrá un cambio significativo en los ámbitos escolares, ya que el problema
parece apuntar a la necesidad de un cambio de posición de los docentes ante el mundo (y las
nuevas realidades sociales, económicas y culturales), y de su lugar como verdaderos “narradores”
de esas historias...
2 Hacemos referencia al trabajo de Hanna Arendt La crisi de l’educació. En: La crisi de la cultura.
Pòrtic-Assaig, 1992).
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Necesidades detectadas en el ámbito de la comunidad.
Situamos como primera necesidad la referida a prestaciones y servicios comunitarios. Un 24,48%,
la remite a la falta de presupuestos para programas, recursos y servicios. Un 21,38% indica que la
necesidad se manifiesta por una falta de coordinación de los servicios existentes.
Es necesario resaltar que no se expresa una necesidad de servicios concretos, sino que una cuarta
parte de los encuestados señala que faltan, por un lado, los presupuestos adecuados para mantener
en funcionamiento las prestaciones; por otro, manifiestan que se superponen y dificultan muchas
de las actuaciones profesionales por falta de una coordinación eficaz entre los distintos servicios y
las diversas administraciones.
Aproximadamente un 25% de los profesionales de la atención primaria detectan esta necesidad,
que se suma a la de clarificación de competencias en el tema de infancia (12%). Es interesante
constatar que ningún que ningún docente ha señalado esta necesidad y que el porcentaje
correspondiente a los otros profesionales que trabajan con infancia es insignificante (1,5%). Sin
duda, son los profesionales de la atención primaria los que se encuentran entrampados en los
solapamientos entre administraciones, sobre todo en lo que respecta a la atención de la infancia en
dificultad social.
Ahora bien, estos profesionales también indican de manera significativa (un 17%), la falta de
servicios de atención a la persona. Si revisamos las respuestas de los políticos y de los técnicos
con cargo políticos en las áreas de servicios sociales, veremos que éstos coinciden en la
apreciación. Sin embargo, especifican mayoritariamente que la solución pasa por la contratación de
un profesional, preferentemente de la educación social. Es interesante, ya que ninguno de los
demás actores sociales encuestados realiza esta valoración. Bien por el contrario, para los
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profesionales, la solución es de carácter político: voluntad política, para dotar de presupuestos
adecuados para el funcionamiento y mantenimiento de los servicios, y voluntad política de
coordinación entre las diferentes administraciones en sus distintos niveles.
A medida que los sectores representan poblaciones de menor número de habitantes, se expresan
otras necesidades de la infancia, como por ejemplo el servicio de transporte.
Necesidades detectadas en el ámbito del ocio.
En primer lugar, cabe consignar el concepto de ocio que definen los padres, maestros,
profesionales de la infancia y de la atención primaria. En todos los sectores poblacionales
coinciden en que el ocio apunta al enriquecimiento personal (38% del total de encuestados) y en
que se trata de una participación social (34%). Es decir, el mayor número de respuestas ubica al
ocio desde una perspectiva de valorización de la formación particular de cada uno en términos de
experiencias personales; pero también un alto porcentaje lo ubica con relación al ejercicio de
relaciones sociales.
En tercer lugar, los encuestados conceptualizan el ocio como una oportunidad de aumentar el
bagaje cultural (16%).
Tiene su interés el observar que ciertas corrientes en boga sostienen una definición de ocio como
simple ocupación del tiempo libre. Esta idea diverge de las respuestas recibidas, aunque sí
coincide con las apreciaciones que, mayoritariamente, formularon los políticos consultados.
Veamos qué efectos produce esta divergencia. Es probable que sea en este ámbito donde queda
más clara, por parte de los responsables políticos (o político-técnicos), una cierta visión sesgada
de lo social, en el sentido que lo que entienden como propio de los sectores socialmente
vulnerables, lo generalizan al conjunto de la sociedad. Podemos preguntarnos si no sería
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conveniente realizar un camino inverso: tener como horizonte lo social amplio, las nuevas
exigencias y cambios culturales y, desde esa visión actualizada del mundo, incidir en políticas
sociales a fin de promover efectos de inclusión social en sectores vulnerables (o vulnerados).
A modo de ejemplo, señalamos que, mientras los adolescentes y jóvenes demandan propuestas y
oportunidades culturales, los políticos piensan en recursos y actividades de tiempo libre, a fin de
ocupar este tiempo. De esta manera, indican la necesidad de espacios estandarizados y
permanentes: centros de jóvenes, centros de esparcimiento (esplais), ludotecas, recursos
extraescolares,... allí donde los jóvenes demandan espacios diversos y de alta calidad cultural. Si
bien durante la década de los 80, la política de dotación de equipamientos por distritos, municipios
y pueblos ha sido clave, queda en evidencia que, en los actuales momentos, ya no es una
necesidad. Se nos revela tanto el éxito de aquella apuesta política como la oportunidad de un
cambio de registro...
¿Cuáles son los equipamientos que se visualizan como una necesidad no cubierta? El 17% de los
encuestados adultos establecen la necesidad de equipamientos culturales, entendiendo por tales
teatros, bibliotecas, cines,... sin duda mantienen la coherencia con la definición de ocio como
enriquecimiento personal. No obstante, los adultos también plantean la necesidad de centros de
ocio juvenil (15’72%) y ludotecas (13’02%), datos que parecen expresar una preocupación de la
población adulta por la ocupación del tiempo de los niños, adolescentes y jóvenes.
En cuanto a las respuestas de los niños en torno a esta cuestión, el 37% solicita recursos
deportivos. En segundo término, el 23% manifiesta que no hay necesidades, es decir, que estas ya
quedan cubiertas en su territorio. El 19% de los niños solicitan actividades y recursos culturales en
el sentido antes precisado: teatros, bibliotecas, cine,...
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Los adolescentes presentan, como principal necesidad en el ámbito del ocio en la ciudad/ barrio/
pueblo, el disponer de lugares para pasar el rato (31%). Cabe recordar que estos espacios no
existen. Hay o bien lugares controlados por los adultos o bien la calle u otros espacios públicos (las
plazas o los parques, por ejemplo), pero parece que los adolescentes quieren otras ofertas. Esta
cifra llega al 39% en el caso de los jóvenes.
Los adolescentes marcan las siguientes prioridades en cuanto a las necesidades de equipamiento:
25% equipamientos culturales (teatros, bibliotecas, cines,...); 23% ludotecas de jóvenes; 20%
instalaciones deportivas.
Los jóvenes establecen las siguientes: 25% instalaciones deportivas; 24% espacios públicos de
ocio; 23% equipamientos culturales.
Pese a que adolescentes y jóvenes parecen identificar de manera clara cuáles son sus necesidades
de ocio, no realizan propuesta alguna al ayuntamiento. Interrogados al respecto, el 72% de los
adolescentes NS/NC; porcentaje que sube al 87% en el caso de los jóvenes.
2.3. Orientaciones para la atención a las necesidades de la infancia
He aquí una apretada síntesis. En primer lugar, la principal cuestión que hemos observado es que
aún queda pendiente en Cataluña la reglamentación de la ley 8/1995, ley de marcado carácter
progresista, respetuosa en sus consideraciones sobre los niños y los adolescentes, a los que define
como sujetos de derechos y deberes y que incorpora los acuerdos internacionales sobre infancia
habidos hasta ese momento. Pese al tiempo transcurrido desde la aprobación de esta ley, aún no se
ha reglamentado. Esto hace que no exista mecanismo alguno de reclamación, dado que las
administraciones no están vinculadas a la aplicación de la ley precisamente por la ausencia de
reglamentación.
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Si bien las necesidades de la infancia expresadas por los diferentes actores sociales encuestados, se
enmarcan en las estructuras económicas, sociales, políticas y culturales específicas de la realidad
catalana que, a su vez, están en estrecha relación con realidades más amplias que las encuadran y
condicionan, a saber: España y la Unión Europea; hay, sin embargo, aspectos que consideramos
que son responsabilidad propia de las administraciones catalanas. Allí es posible (e imprescindible)
incidir tanto en el nivel estructural como funcional de atención a la infancia, generando nuevas
estrategias en la definición y, por tanto, en la aproximación y resolución de problemáticas que la
investigación ha puesto en evidencia.
En lo que hace a las posibilidades de actuación en la provincia de Barcelona, encontramos diversas
cuestiones. Tal vez la principal sea abrir un amplio debate ciudadano en torno a, por un lado, los
criterios educativos que las nuevas situaciones sociales y económicas están demandando y, por
otro, en torno a qué lugar social estamos dispuestos a abrir para los adolescentes y los jóvenes.
En lo que respecta a los criterios educativos, pensamos que cada municipio habría de promover
foros de participación con los diferentes actores sociales a fin y efecto de promover la discusión y
el hallazgo de soluciones conjuntas. Dado que uno de los efectos paradojales de la democracia es
la producción de un cierto desinterés por la cosa pública, se han de inventar (abrir y sostener)
espacios de participación ciudadana. En este caso, para involucrar a todos los interesados en un
nuevo proyecto para un nuevo siglo: un nuevo contrato social para la educación de los recién–
llegados.
Hemos de recordar que el vacío social y económico al que parecen abocados los jóvenes, genera
pasividad, dependencia, tiene efectos de infantilización. Es significativo que los jóvenes de 16 a 18
años se quejen y demanden más tiempo para compartir con mamá y papá... y a la hora de plantear
sus demandas a las autoridades del propio Ayuntamiento, no lo realicen. Quizá se tendrían que
pensar políticas de estimulación para el ejercicio del estatuto del adolescente y el joven como
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sujeto de derechos y deberes. Esto significa habilitar lugares de participación social, que den valor
a su palabra y valor de aplicación a sus decisiones. Es decir, no se trata de crear lugares de
simulación de ejercicios democráticos, sino de verdadero compromiso de la sociedad con los
miembros más jóvenes, de respeto a sus ideas y de confianza en que las decisiones son dignas de
llevarse a término.
En síntesis, se trata, en todo caso, de convocar a un debate serio sobre las responsabilidades que
corresponden:
a las autoridades escolares: qué dan a cambio de las exigencias que demandan a los
adolescentes (desde los edificios idóneos que éstos reclaman, dotados de laboratorios,
bibliotecas, salas de estudio y de computación,... hasta una apuesta clara respecto a la
importancia de los estudios que realicen);
al ámbito familiar (¿cuáles son las responsabilidades que los padres están dispuestos a
asumir?);
al ámbito comunitario (¿qué grado de aceptación tienen los planteamientos y demandas de los
adolescentes? ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar en la revisión de nuestros presupuestos,
de nuestros ideales,... para dar verdadera cabida a las nuevas generaciones?)
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