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Facultad de Humanidades Departamento de Historia Seminario de América Latina “Historia de los intelectuales en América Latina: Anatomía del entusiasmo. Cultura y Revolución en Cuba (1959-1971)” Rafael Rojas

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Facultad de Humanidades

Departamento de Historia

Seminario de América Latina

“Historia de los intelectuales en América

Latina:Anatomía del entusiasmo. Cultura y

Revolución en Cuba (1959-1971)”Rafael Rojas

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Historia de los intelectuales en América Latina: Anatomía del entusiasmo. Cultura y Revolución en Cuba (1959-1971) - Rafael Rojas

El artículo escrito por Rafael Rojas tiene como objetivo sintetizar los diversos y más importantes debates en el campo intelectual y cultural que se dieron en Cuba durante la década del sesenta, en los cuales se produjo una dinámica y fructífera confrontación entre las ideas liberales, católicas y marxistas, así como también dentro del mismo ideario socialista1.

Como menciona el autor, hacia el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, la isla vivía un período de gran esplendor a nivel cultural que tuvo una larga duración, extendiéndose hasta 1971 con la institucionalización soviética2. Sin embargo, con la llegada de la Revolución se produjo una fractura entre los políticos revolucionarios y los intelectuales promotores de la cultura, pues los primeros consideraban a la revolución una empresa superior al desarrollo de las artes. Como menciona Rojas, “para los primeros, la literatura, el arte, la moral, el teatro, la filosofía, en fin, la cultura, e incluso la ideología, son esferas que, en circunstancias apremiantes -y toda revolución es siempre una circunstancia apremiante- pasan a un segundo plano o se vuelven obstinados estorbos”3. De esta manera, se produjo un quiebre en el romance entre los intelectuales y la Revolución.

Para Rojas, el deslumbramiento que se genera en la intelectualidad frente al frenesí revolucionario ha ocurrido en buena parte de las naciones que han experimentado un proceso de esa índole, mencionando como claros ejemplos a la Francia de 1789 y a la Rusia de 1917. Esta catarsis revolucionaria entre los movimientos intelectuales y en la sociedad en general, se explicaría por el “embrujo universal” que denomina Furet, el cual encantaría a la cultura moderna generando la impresión de un cambio mundial y trascendental4. Sin embargo, como ha demostrado la historia, este romance entre intelectuales y la política revolucionaria ha tenido trágicos finales para los primeros luego de la instalación de los regímenes revolucionarios, terminando en exilios y muertes.

En el caso de Cuba la participación de los intelectuales en los inicios de la revolución tuvo un mayor alcance, llegando hasta 1971. En esta década, fueron tres generaciones de intelectuales: la de los treinta (Revista de Avance), la del cuarenta (Revista Orígenes) y la del cincuenta (Revista Ciclón). La mayor confrontación de produjo entre los intelectuales de la primera y tercera generación, pues se movían dentro de las referencias culturales de una política moderna, y tenían las mayores diferencias ideológicas.

1 Rojas, Rafael, Anatomía del entusiasmo. Cultura y Revolución en Cuba (1959-1971), en: Altamirano (Comp.) Historia de los Intelectuales en América Latina, 2010, p. 45.2 Rojas, Rafael, óp. Cit,; p. 45.3 Rojas, Rafael, óp. Cit,; p. 46.4 Rojas, Rafael, óp. Cit,; p. 47.

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En cuanto a los intelectuales de la primera generación –Zacarías Talllet, Marinello, Guillén, Pedroso, Carpentier-, estos vieron en la Revolución Cubana la culminación política del movimiento cultural vanguardista de los que habían sido partícipes y protagonistas en la década del treinta. Dichos intelectuales -afiliados al PSP- contaban además con una nueva generación que ofrecía al gobierno nuevas alternativas en materia cultural y educativa, y constituían el grupo de mayor peso a principios de la Revolución5. De este modo, eran parte de la intelectualidad y política al mismo tiempo.

Luego de derribadas las fuerzas de Batista, los mencionados intelectuales debieron integrarse al gobierno revolucionario, tal como lo hicieron gran parte de los partidos (PURS) y organizaciones de izquierda (ORI). De este modo, “se produjo la disolución de las diferencias ideológicas y políticas que habían configurado el amplio espectro de la oposición a Batista”6. Sin embargo, como menciona Rojas, la unificación de las fuerzas de izquierda en pos de la Revolución no fue sencilla ni cómoda, debido a las tensiones que se dieron entre las tres generaciones mencionadas, principalmente por cuestiones generacionales y doctrinales en términos culturales.

Como advierte el autor, desde la Revolución cubana de 1959, se produjo una confrontación entre el Intelectual Nacionalista, el Intelectual Nacionalista Revolucionario y el Intelectual Republicano Democrático, cada cual participando de los debates desde distintas revistas y publicaciones. En este sentido, el autor menciona que Cuba fue un caso particular en cuanto al nacionalismo y el comunismo, ideologías que convergieron en la isla, fundiéndose en una simbología única7. De esta manera, para sobrevivir dentro del régimen los intelectuales cubanos debían apoyar al gobierno en sus dos expresiones: a Fidel y al Partido. De otro modo, las posibilidades de publicar o de incluso sobrevivir se tornaban difíciles, tal como el caso de Rodríguez y Franqui. Como menciona Rojas, “así, el comunista Rodríguez y el nacionalista Franqui se enfrentaron al mismo dilema: para sobrevivir en la cima de la pirámide revolucionaria era indispensable una lealtad bifronte, al Partido y a Fidel”8.

El mayo conflicto se produce con el establecimiento del marxismo-leninismo en 1961, en donde los intelectuales se quejan de la rigidez doctrinal y el dogmatismo de la nueva elite intelectual. Aquí los enfrentamientos se generan entre los republicanos, los comunistas prefidelistas y los nacionalistas revolucionarios, lo cual evidencia un choque generacional en el que se manifiestan distintas posiciones en torno al camino que debe seguir Cuba, principalmente en el ámbito cultural. A la generación del treinta se les acusa de conservadores, éstos critican la ilegitimidad política del socialismo, generando así un ambiente de gran conflictividad. Como advierte Rojas, “aunque la radicalización socialista del proceso revolucionario, claramente perceptible desde el otoño de 1960, escindió el campo intelectual entre quienes no aceptaban la ilegitimidad 5 Rojas, Rafael, óp. Cit,; p. 48.6 y Rojas, Rafael, óp. Cit,; p. 50.7 Rojas, Rafael, óp. Cit,; p. 52.8 Rojas, Rafael, óp. Cit,; p. 52.

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del nuevo régimen y quienes respaldaban la transformación marxista emprendida por el joven liderazgo, los tres grandes discursos del nacionalismo republicano -el liberalismo, el católico y el comunista- experimentaron una curiosa subsistencia durante la primera década socialista. Las polémicas de los años sesenta, que enfrentaron [a las tres generaciones] fueron, de algún modo, la continuación, por otros medios, de las guerras culturales de la República”9.

De esta manera, el texto de Rojas nos muestra los diversos conflictos que se generaron el campo intelectual y cultural luego de la Revolución Cubana, y que tuvieron su expresión en las diversas revistas y plataformas culturales con las que éstos contaban. Como advierte el autor, en el conflicto participaron principalmente tres frentes intelectuales que disputaban el modo de instalar y vivir la cultura de acuerdo a las distintas ideologías y formas de interpretar el proceso revolucionario. Como menciona, se produjo un “choque de dos frentes: generacional y de los modos (estanilista y heterodoxo) de asumir la cultura nacional bajo el socialismo”10. El autor advierte de las dificultades que tuvieron muchos intelectuales disidentes o críticos del gobierno de Fidel, pero que sin embargo tuvieron la posibilidad de expresar sus planteamientos y críticas, principalmente en la revista Lunes de Revolución y Pensamiento Crítico, las cuales constituyeron un espacio de libertad y rigor intelectual bajo el régimen cubano.

En síntesis, el texto de Rojas nos presenta un valioso panorama de los diversos debates y conflictos que se dieron en la Cuba revolucionaria, los cuales constituyen un reflejo de las contradicciones políticas del proceso que experimentó la isla, y que resultan significativas para una comprensión integral de dicho período.

9 Rojas, Rafael, óp. Cit,; p. 56.10 Rojas, Rafael, óp. Cit,; p. 56.