incidencia, prevalencia y severidad de las lesiones...

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UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE MADRID FACULTAD DE CIENCIAS DE LA ACTIVIDAD FÍSICA Y DEL DEPORTE (INEF) Incidencia, prevalencia y severidad de las lesiones deportivas en tres programas de entrenamiento para la pérdida de peso. Proyecto PRONAF. TESIS DOCTORAL JAVIER BUTRAGUEÑO REVENGA Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte 2015

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UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE MADRID

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA ACTIVIDAD FÍSICA Y DEL DEPORTE

(INEF)

Incidencia, prevalencia y severidad de las lesiones deportivas en tres

programas de entrenamiento para la pérdida de peso.

Proyecto PRONAF.

TESIS DOCTORAL

JAVIER BUTRAGUEÑO REVENGA

Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte

2015

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III

DEPARTAMENTO DE SALUD Y RENDIMIENTO HUMANO

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA ACTIVIDAD FÍSICA Y DEL DEPORTE (INEF)

Incidencia, prevalencia y severidad de las lesiones deportivas en tres

programas de entrenamiento para la pérdida de peso.

Proyecto PRONAF.

Javier Butragueño Revenga

Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte

DIRECTOR DE TESIS

Dr. Pedro J. Benito Peinado Profesor Titular de Universidad

Universidad Politécnica de Madrid

2015

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V

TRIBUNAL DE LA TESIS

Tribunal nombrado por el Magnífico y Excelentísimo Señor Rector de la Universidad

Politécnica de Madrid, el día _______________________________________________

Presidente D.___________________________________________________________

Vocal D._______________________________________________________________

Vocal D._______________________________________________________________

Vocal D._______________________________________________________________

Secretario D.____________________________________________________________

Realizado el acto de defensa y lectura de Tesis el día ___________________________

en ____________________________________________________________________

Calificación:____________________________________________________________

EL PRESIDENTE LOS VOCALES

EL SECRETARIO

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VII

Vive como si fuera el último día de tu existencia y estudia como si fueras a vivir siempre

(Mahatma Gandhi)

La ciencia es el capitán y la práctica los soldados

(Leonardo Da Vinci)

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VIII

.

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IX

AGRADECIMIENTOS

Uno se da cuenta que ha terminado de escribir la tesis, cuando por fin llega el

momento de sentarse y escribir los agradecimientos. En ese momento, miras hacia

atrás y te das cuenta de lo afortunado que eres al tener tanta gente alrededor

apoyando, acompañando, animando e incluso soportando los buenos y malos

momentos. A todas esas personas que estuvieron o simplemente estáis ahí, GRACIAS.

Un trocito de esta tesis será siempre vuestra.

En primer lugar, quiero mostrar mi agradecimiento y cariño a la Facultad de

Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, el INEF. Con ella, a todos los que la dan

forma: PAS, profes, equipo de limpieza, cafetería, biblioteca y un largo etcétera, sin

ellos la casa no sería tan mágica y singular. El INEF (LA CASA) me enseñó una de las

grandes lecciones de la vida, la del fracaso, y no fue en una ocasión, sino en dos. Dos

ocasiones en las que me cerró sus puertas para que pudiera buscar y encontrar nuevas

experiencias en lugares diferentes antes de poder disfrutar de ella. Quizás por eso la

quiero tanto, porque hubo mucho esfuerzo y sacrificio antes de conseguir entrar.

Finalmente, todas las piezas encajaron para acabar en el 2004 como alumno, y seis

años después, trabajando como técnico en el Laboratorio de Fisiología del Esfuerzo

(LFE). Nunca una palabra (esfuerzo) había tenido tanto sentido en mi vida, siendo algo

que ha marcado toda mi vida desde que recuerdo. Esta tesis ha sido otro esfuerzo más,

otro paso más, pero no el último al lado de mis grandes compañeros y amigos.

Agradecer al profesor Javier Calderón, la gran expresión del maestro de bata y

tiza. Esa persona que da sentido a las palabras educar, enseñar y hacer pensar, o como

él dice “discurrir”. Gracias por dar una oportunidad y abrir las puertas del laboratorio a

alguien que nunca fue el mejor expediente académico, que nunca fue o será el mejor

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X

en el conocimiento de la fisiología humana, pero que vive con pasión la mayor de sus

vocaciones. Él me enseñó que somos afortunados al tener en nuestro trabajo un

hobby, que en esta vida hay que ser o intentar ser lo más humilde posible, y sobre

todo, a seguir jugando en esta profesión con la ilusión de un niño. Gracias por no dejar

de sorprenderme, por cada segundo que paso a tú lado, para mí es un orgullo y un

privilegio que tengo la suerte de querer y poder disfrutar.

A Pedro por ser el eje de todo, la brújula que ha ido marcándome el camino

desde hace más de 7 años. De profesor, activó los imanes de mi curiosidad e inspiró a

las ganas de aprender. De director de tesis, me enseñó a ser autónomo y

comprometido, me educó en la importancia de esforzarse cada día para tener un

trabajo excepcional. Consiguió tomar la mano de un estudiante curioso para guiarle,

abrirle la mente para pensar, y tocarle el corazón para ser un gran amigo. Ojalá algún

día llegue a ser la mitad de buen director que ha sido él conmigo. Sólo puedo dar las

gracias y sentirme orgulloso de poder dedicar y disfrutar este momento junto a él. Un

trabajo duro, que sin su compañía no habría merecido tanto la pena. Él sabe que si me

pidiera ir a una batalla, aunque sepa que la fuéramos a perder, me tendría a su lado.

Eso es lo que hacen los verdaderos amigos.

A Víctor y Ana, mis fathers del Lab. Siempre recordaré los primeros días en el

laboratorio y cómo me cuidaron como a uno más. A Víctor, por guiarme en aquel

momento y dejarme un trocito de lo que era suyo, todas las gracias se quedarían

cortas. Espero poder seguir disfrutando contigo muchos más retos y viajes antológicos.

A Ana, mi cyborg preferido, es genial cuando no paras de aprender de alguien que no

deja de sorprender, sólo decirla que nos quedan muchas cosas buenas y malas por vivir

juntos en el lab, y que es un verdadero placer disfrutarlas y sufrirlas a tu lado.

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XI

Por su puesto, a todos los compañeros del LFE. A Rocío, por ser tan fuerte, por

dedicarme siempre una sonrisa happy, por cuidar y estar pendiente de mí siempre que

lo he necesitado. A Miguel A., el Dr “Red”, el que nunca pierde la sonrisa pase lo que

pase, el que siempre está a tu lado por si necesitas ayuda, el que es un ejemplo de

trabajo y constancia, por no desfallecer nunca y por ayudarme siempre que se lo he

pedido. A Blanquita, por hacerme entender que uno siempre puede conseguir lo que

se proponga, aunque duermas cuatro horas, dormir es psicológico. A Bárbara Szendrei,

por todo el cariño que me ofrece cada día, por esos abrazos que a veces son tan

necesarios en este duro camino. A Lili, por darle un aire nuevo al laboratorio y mostrar

grandes valores que a veces escasean en esta sociedad. A Mercedes, la supermédico

que nunca deja de sorprenderme, por cada segundo que gasta enseñándome cosas

nuevas y por su forma de ser fuera de cualquier ego. Por supuesto, al resto de

compañeros que hace que el laboratorio sea un lugar tan genial, a Iván, Ana (Rubia),

Laura, Nuria, Cristina, Eduardos, Bea, Carmen, y a los que estuvieron en su día, María,

Irma, Augusto, Esther, Adri y a todos los “nobecarios” que han pasado por el LFE

dejando algo suyo. Por los que están y los que han pasado en estos años, MUCHAS

GRACIAS.

A los profes que me aportaron tanto durante la carrera, en especial a Alberto G.

Bataller, Isabel, Puri, Fátima, el maestro Lee, Maca y por supuesto Javier y Pedro. A

Lupe y Manuel Sillero, que no los disfruté de profes pero lo pude hacer después como

compañeros de trabajo. Gracias por toda vuestra ayuda y por todas las sonrisas que

me habéis dedicado.

A Marcela y su grupo I’m FINE, y a la gente del INEF en general, que hacen de

esto una verdadera casa, a veces una casa de locos, pero en el fondo una casa.

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XII

A Peter, Isma, Lena, Miguel (Sevillano), Bea, Arnaiz, Archit, Miguel (pianista),

Coral y un largo, larguísimo etcétera, por ser gente tan especial e incluso algo mágica.

Por todas esas risas tan necesarias a lo largo de los días y hacerme sentir tan feliz en el

INEF.

A César, socio pero sobre todo amigo. Quién nos diría cuando nos conocimos

en 2004 que acabaríamos embarcados en esta nueva aventura, discutiendo cada día

para intentar conseguir hacer algo bueno para la sociedad. Gracias por soportar mis

emociones e intensidades como pocos saben hacerlo. A la gente de Centro PRONAF,

los que estáis en este momento (Llanos, Ana, Cris, Víctor, Germán), o los que habéis

pasado en algún momento haciendo que este sueño se hiciera realidad. Gracias por lo

que me aportáis cada día, por hacerme sentir responsable de un grupo del que a día de

hoy estoy súper orgulloso.

Por supuesto, agradecer a todas las personas que participaron en el proyecto

PRONAF. Gracias por los momentos vividos, por las emociones y las sensaciones que

tuve al lado de vosotros. Sin duda alguna, PRONAF supuso una de las épocas más

especiales de mi vida, y que más me marcaron a nivel laboral y personal. Antes que

cualquier paper, proyecto o resultado de tesis, estáis vosotros/as, y por eso es

necesario daros las gracias. Gracias por todo vuestro esfuerzo, por cada sonrisa, por

cada frustración y cada momento de lucha, gracias por ser PRONAF.

A mis amigos, en especial a Dani, por esas charlas profundas, por las buenas

comidas con un solomillo en el plato y las tardes de guitarras. Gracias por tener el

sentido común y la tranquilidad para aconsejarme siempre desde el cariño. A Riki,

Pepe y Víctor, por estar ahí siempre, aunque no nos veamos en seis meses o un año,

cuando os veo es como si no hubiera pasado el tiempo. A Mario (Chichas) y José, por

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XIII

no entender nada de lo que hago, pero estar ahí cuando lo necesito, con eso es más

que suficiente.

En estos agradecimientos de tesis no puede faltar mi familia, por ser un pilar

fundamental en un largo recorrido. Me siento orgulloso de tenerles cerca, de quererles

como les quiero, y de seguir superando retos a su lado. A mi madre, por estar siempre

apoyándome, por gastar horas y horas ayudándome con mi dislexia, por esa fuerza

incansable, por no desfallecer en los momentos difíciles, por enseñarme esa empatía

que no es común en estos tiempos, por todos sus valores que los hago míos cada día,

por ser como es, un ejemplo de madre y de persona. A mi padre, por inculcarme los

mejores valores de pequeño, por enseñarme de manera indirecta que no podemos

descuidar las pequeñas cosas y detalles de la vida. A mi hermano, por ser un ejemplo

de entrega, trabajo y superación constante, por cuidarme siempre como un buen

hermano mayor, por hacerme sentir arropado cada vez que está cerca. A Marta, por

formar parte de este pilar, por cargar de energía renovada la casa gracias a Claudia y

Valeria.

Por último, no querría acabar la tesis sin mencionar de manera indirecta a

todos los que han aportado algo durante este tiempo. A la que fue mi equilibrio

durante muchos años y la que empieza a serlo ahora. A los que me hicieron feliz, y a

los que me hicieron daño, pero me hicieron mejorar. Sólo puedo decir, que me siento

una persona muy afortunada.

GRACIAS.

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XV

Prof. Dr. Pedro J Benito Peinado

Titular de Universidad

--

Departamento de Salud y Rendimiento Humano

Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte

Universidad Politécnica de Madrid

PEDRO J. BENITO PEINADO, PROFESOR TITULAR DE LA UNIVERSIDAD POLITÉCNICA

DE MADRID, FACULTAD DE CIENCIAS DE LA ACTIVIDAD FÍSICA Y DEL DEPORTE-INEF

CERTIFICA:

Que la Tesis Doctoral titulada: “Incidencia, prevalencia y severidad de las lesiones

deportivas en tres programas de entrenamiento para la pérdida de peso. Proyecto

PRONAF” que presenta D. JAVIER BUTRAGUEÑO REVENGA al superior juicio del

Tribunal que designe la Universidad Politécnica de Madrid, ha sido realizada bajo mi

dirección durante los años 2009-2015, siendo expresión de la capacidad técnica e

interpretativa de su autor en condiciones tan aventajadas que le hacen merecedor del

Título de Doctor, siempre y cuando así lo considere el citado Tribunal.

Fdo. Pedro J. Benito Peinado

En Madrid a 02 de Marzo de 2015

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XVII

Lista de publicaciones.

Butragueño, J., Peinado, P. J. B., & Maffuli, N. (2014). Injuries in strength

training: review and practical application. European Journal of Human

Movement, 32, 29-47.

Butragueño, J., & Peinado, P. J. (2014). Validation of an instrument for injury

data collection in strength training. European Journal of Human Movement, 33,

152-167.

Butragueño, J., Peinado, P. J., & Rojo-Tirado, M. A. (2014). Sex differences in

resistance training injuries during a weight loss program. Journal of Strength &

Conditioning Research, 28 Supplement 1 (11), 38.

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Índice

XIX

ÍNDICE

ÍNDICE DE TABLAS XXIII

ÍNDICE DE FIGURAS XXV

ÍNDICE DE ECUACIONES XXIX

RESUMEN XXXI

ABSTRACT XXXIII

I. INTRODUCCIÓN. 1

1.2. CONCEPTO DE LESIÓN. 4

1.2.1. TIPOLOGÍA DE LAS LESIONES. 7

1.2.1.1. Lesiones musculares. 9

1.2.1.2. Lesiones de los tendones. 11

1.2.1.3. Lesiones óseas. 12

1.2.1.4. Lesiones del ligamento. 12

1.2.1.5. Lesiones articulares. 13

1.2.1.6. Lesiones cerebrales. 14

1.2.1.7. Otro tipo de lesiones. 15

1.2.2. SEVERIDAD DE LAS LESIONES. 16

1.2.3. LOCALIZACIÓN DE LA LESIÓN. 19

1.2.4. MECANISMOS DE PRODUCCIÓN. 22

1.2.5. FACTORES DE RIESGO. 26

1.3. APROXIMACIÓN EPIDEMIOLÓGICA AL ESTUDIO DE LAS LESIONES DEPORTIVAS. 30

1.3.1. INCIDENCIA Y PREVALENCIA DE LAS LESIONES DEPORTIVAS. 33

1.3.2. LA GESTIÓN DEL RIESGO DE LESIÓN EN EL DEPORTE. 38

1.3.3. LA EPIDEMIOLOGIA DE LAS LESIONES DEPORTIVAS EN ESPAÑA. 43

1.4. SISTEMA DE REGISTROS PARA LAS LESIONES DEPORTIVAS. 45

1.4.1. BASE DE DATOS. 47

1.4.2. CUESTIONARIOS DE REGISTRO DE LESIONES. 51

1.4.2.1. Validez. 53

1.4.2.2. Fiabilidad. 55

1.4.2.3. Sensibilidad y especificidad. 55

1.4.2.4. Cuestionarios para registrar las lesiones deportivas. 56

1.5. SOBREPESO, OBESIDAD Y RIESGO DE LESIÓN. 59

1.5.1. CONCEPTO DE SOBREPESO Y OBESIDAD. 59

1.5.2. CLASIFICACIÓN DEL SOBREPESO Y LA OBESIDAD. 62

1.5.3. COSTES ECONÓMICOS DE LA OBESIDAD. 65

1.5.4. MAPA DE LA OBESIDAD. 69

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Índice

XX

1.5.5. ACTIVIDAD FÍSICA, SEDENTARISMO, OBESIDAD Y RIESGO DE LESIÓN. 73

1.5.5.1. Estrategias para la pérdida de peso. 78

I. La actividad física espontánea y no programada. 78

II. La actividad física voluntaria o movimiento diario. 79

III. Ejercicio aeróbico. 82

IV. High Intensity Interval Training (HIIT). 83

V. Entrenamiento con cargas. 86

VI. Ejercicio combinado en circuito (Aeróbico + Fuerza). 88

1.5.5.2. Relación entre obesidad, actividad física y riesgo de lesión. 89

1.5.6. FACTORES DE RIESGO ASOCIADOS AL SOBREPESO, LA OBESIDAD Y LA ACTIVIDAD FÍSICA. 91

II. OBJETIVOS. 95

2.1. OBJETIVOS PRINCIPALES DEL ESTUDIO. 95

III. MATERIAL Y MÉTODOS. 97

3.1. CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL ESTUDIO. 97

3.2. FASES DEL ESTUDIO. 98

3.2.1. REVISIÓN SISTEMÁTICA DE LA LITERATURA. 98

3.2.2. ELABORACIÓN DEL CUESTIONARIO Y DE LA BASE DE DATOS “RELECA”. 100

3.2.2.1. Diseño del cuestionario. 100

3.2.2.2. Validación y fiabilidad del cuestionario. 103

3.2.2.3. Diseño de la base de datos. 105

3.3. MUESTRA DEL ESTUDIO. 106

3.3.1. PROGRAMAS DE ENTRENAMIENTO/INTERVENCIÓN. 109

3.3.2. VARIABLES DEL ENTRENAMIENTO. 113

3.4. VARIABLES DEPENDIENTES E INDEPENDIENTES. 115

3.4.1. VARIABLES DEPENDIENTES. 115

3.4.2. VARIABLES INDEPENDIENTES. 116

3.5. METODOLOGÍA DEL ESTUDIO. 116

3.5.1. DEFINICIÓN DE LESIÓN. 116

3.5.2. METODOLOGÍA PARA EL REGISTRO DE LA LESIÓN. 117

3.6. ANÁLISIS ESTADÍSTICO. 117

IV. RESULTADOS. 121

4.1. PROBABILIDAD Y FRECUENCIA DE SUFRIR UNA LESIÓN. 121

4.1.2. Frecuencia de las lesiones en función del protocolo. 123

4.1.3. Frecuencia de las lesiones en función del sexo. 127

4.1.4. Frecuencia de las lesiones en función del mesociclo. 129

4.1.5. Frecuencia de lesiones en función del momento del entrenamiento. 133

4.2. ANÁLISIS DE LA INCIDENCIA DE LESIÓN. 136

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Índice

XXI

4.3. SEVERIDAD DE LA LESIÓN. 138

4.4. LOCALIZACIÓN DE LA LESIÓN. 141

4.5. TIPOLOGÍA DE LAS LESIONES. 147

4.6. MECANISMOS DE PRODUCCIÓN. 148

4.7. FACTORES DE RIESGO. 151

V. DISCUSIÓN 155

5.1. FRECUENCIA E INCIDENCIA DE SUFRIR UNA LESIÓN. 155

5.1.1. FRECUENCIA DE LESIONES EN FUNCIÓN DEL PROTOCOLO DE ENTRENAMIENTO. 160

5.1.2. FRECUENCIA DE LESIONES EN FUNCIÓN DEL SEXO. 163

5.1.3. MOMENTO DE PRODUCCIÓN DE LA LESIÓN. 166

5.2. SEVERIDAD DE LA LESIÓN. 171

5.3. LOCALIZACIÓN DE LA LESIÓN. 176

5.4. TIPOLOGÍA DE LAS LESIONES. 180

5.5. MECANISMOS DE LESIÓN. 183

5.6. FACTORES DE RIESGO. 188

VI. CONCLUSIONES 191

VII. LIMITACIONES, FORTALEZAS Y FUTURAS LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN 193

VIII. APLICACIONES PRÁCTICAS 197

IX. REFERENCIAS 205

X. ANEXOS 241

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Índice

XXII

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Índice

XXIII

ÍNDICE DE TABLAS Tabla 1. Clasificación de las lesiones musculares (Mueller-Wohlfahrt, et al., 2013) ............................ 10

Tabla 2. Factores de riesgo modificables o no modificables en las lesiones deportivas (Caine

& Maffulli,2005:182). ........................................................................................................................... 28

Tabla 3. Análisis de los factores de riesgo en la World Cup Alpine Ski Racing (Spörri, et al., 2012). .... 40

Tabla 4. Documentos del cuestionario F-MARC. .................................................................................. 57

Tabla 5. Estrategia de búsqueda. .......................................................................................................... 99

Tabla 6. Estrategia y plan de acción para desarrollar el cuestionario de lesiones. Tomado de Turocy

(Turocy, 2002). .................................................................................................................................... 101

Tabla 7. Categorías del cuestionario para evaluación de panel de expertos. ..................................... 102

Tabla 8. Tipos de validación (García de Yébenes Prous, et al., 2009). ................................................ 104

Tabla 9. Datos descriptivos de la muestra (n=167). Los resultados muestran media ± Desviación

estándar. ............................................................................................................................................. 107

Tabla 10. Valores absolutos y porcentuales de cada protocolo en relación a la fase, sexo y edad

categorizada ........................................................................................................................................ 109

Tabla 11. Variables dependientes y sus valores. ................................................................................ 116

Tabla 12. Variables independientes y sus valores. ............................................................................. 116

Tabla 13. Tabla de contingencia en función de las lesiones y la fase de sobrepeso u obesidad. ....... 121

Tabla 14. Tabla de contingencia en función de las lesiones y el protocolo de entrenamiento. ......... 124

Tabla 15: Resultados del análisis de la varianza para la carga total levantada durante la intervención

medida en kilogramos. ....................................................................................................................... 126

Tabla 16. Prueba t-Student del volumen total de entrenamiento en kilogramos, para la fase, el sexo y

el protocolo de entrenamiento. ......................................................................................................... 127

Tabla 17 Tabla de contingencia en función de las lesiones y el protocolo de entrenamiento. .......... 128

Tabla 18: Tabla de contingencia en función de las lesiones ocurridas durante la fase de sobrepeso y

obesidad y el mes en el que se lesionaron. ........................................................................................ 130

Tabla 19. Tabla de contingencia segmentada por fases en función de las lesiones ocurridas en por

sexo y el mes en el que se lesionaron. ................................................................................................ 132

Tabla 20. Tabla de contingencia función de la severidad de las lesiones ocurridas y fase de sobrepeso

y obesidad. .......................................................................................................................................... 139

Tabla 21. Tabla de contingencia en función de las lesiones ocurridas durante la fase de sobrepeso y

obesidad y la localización anatómica (versión extendida OSICS). ...................................................... 143

Tabla 22. Tabla de contingencia de las lesiones ocurridas en función del sexo y la localización

anatómica (versión extendida OSICS). ................................................................................................ 145

Tabla 23. Tabla de contingencia en función del diagnostico de las lesiones y la fase de sobrepeso u

obesidad. ............................................................................................................................................ 148

Tabla 24. Tabla de contingencia en función del mecanismo de las lesiones y la fase de sobrepeso u

obesidad. ............................................................................................................................................ 149

Tabla 25: Tabla de contingencia en función del ejercicio y la fase de sobrepeso u obesidad. ........... 150

Tabla 26: Modelo de regresión logística para las variables de riesgo de lesión en PRONAF. ............. 152

Tabla 27: Modelo de regresión logística para las variables de riesgo de lesión en PRONAF. ............. 153

Tabla 28. Factores de riesgo modificables o no modificables en personas con sobrepeso y obesidad

que se inician en la actividad deportiva. ............................................................................................. 198

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Índice

XXIV

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Índice

XXV

ÍNDICE DE FIGURAS

Figura 1. Futuras tasas de sobrepeso previstas en los países de la OECD. Recurso: OECD Estimaciones

de la National Health Surveys (OECD, 2014)........................................................................................... 2

Figura 2. Guías de recomendaciones básicas de actividad física para la prevención del sedentarismo

y de las enfermedades cardiometabólicas. ............................................................................................ 3

Figura 3. Ejemplo hipotético de un estudio de cohortes sobre los síntomas de dolor y lesión en 12

deportistas durante una temporada. Tomado de Bahr (Bahr, 2009). .................................................... 6

Figura 4. Ratio de contusiones cerebrales registradas por la National Collegiate Athletic Association

Injury Surveillance System (Zachary Y Kerr et al., 2014). ...................................................................... 15

Figura 5. Secuencia de prevención de lesiones propuesta por Van Mechelen (W. Van Mechelen, et

al., 1992). .............................................................................................................................................. 16

Figura 6. Clasificación de la severidad de lesión (Lucy E Hammond, et al., 2013). ............................... 18

Figura 7. Localización de las lesiones deportivas según la OSICS (K. Rae & Orchard, 2007). ............... 20

Figura 8. Diferentes métodos para describir los mecanismos de lesión en la investigación (Krosshaug,

et al., 2005). .......................................................................................................................................... 25

Figura 9. Modelo de causas de lesión y factores de riesgo. Tomada de Bahr y colaboradores (Bahr &

Holme, 2003). ....................................................................................................................................... 27

Figura 10. Modelo dinámico de la adaptación de las lesiones recidivas. Tomado de Meeuwise y

colaboradores (W. H. Meeuwisse, et al., 2007). ................................................................................... 30

Figura 11. Epidemiología de las lesiones deportivas. Tomada y traducida de Caine y colaboradores (D.

J. Caine, et al., 1996:3). ......................................................................................................................... 32

Figura 12. Distribución de los riesgos poblacionales y los valores de riesgo individuales. Tomada de

Fuller (C. W. Fuller, 2007). .................................................................................................................... 39

Figura 13. Modelo de gestión del riesgo de lesión. Tomado de Fuller (C. Fuller & Drawer, 2004). ..... 41

Figura 14: Ángulo Q. ............................................................................................................................ 42

Figura 15. Estudios epidemiológicos de lesiones en deportes de ocio. Fundación Mapfre. ................ 43

Figura 16. Componentes y finalidad de un sistema de información de Salud. Tomado de Delgado y

colaboradores (Delgado Rodríguez, et al., 2005:193). ......................................................................... 47

Figura 17. Mapa de los departamentos de emergencias de los hospitales que colaboran en la

elaboración de la base de datos del NEISS (2009). ............................................................................... 50

Figura 18. Documento 2 del cuestionario F-MARC, propuesto por la UEFA. ........................................ 57

Figura 19. Cuestionario Oslo Sports Trauma Research Center (OSTRC). .............................................. 58

Figura 20. Prevalencia porcentual de sobrepeso y obesidad en 2013. Valores de Índice de Masa

Corporal >25 para hombres y mujeres. Recurso: Institute for Health Metrics and Evaluation

(http://ihmeuw.org/24bu). ................................................................................................................... 60

Figura 21. Datos de sobrepeso en la población española de 1980 a 2013. Recurso: Institute for

Health Metrics and Evaluation http://vizhub.healthdata.org/obesity/. .............................................. 61

Figura 22. Datos de obesidad en la población adulta. Recurso: Institute for Health Metrics and

Evaluation http://www.compareyourcountry.org/01/obesity/index.php?cr=esp&lg=en. .................. 62

Figura 23. Clasificación de la obesidad asociada a riesgos metabólicos desarrollada por la National

Heart, Lung and Boold Insitutute Task Force. Tomada y traducida de Oliveros y colaboradores

(Oliveros, et al., 2014) ........................................................................................................................... 64

Figura 24 Impacto de los costes directos en el Sistema Nacional de Salud debido al exceso de peso

corporal en Inglaterra, medido en libras esterlinas. Adaptado de Butland (Butland et al., 2007) y

tomado de Philip (Philip, 2013). Simulaciones de diferentes grados de pérdida de peso promedio

expresados en unidades o puntos de IMC. ........................................................................................... 66

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Índice

XXVI

Figura 25. Prevalencia de condicionantes por IMC. Recurso: Health and Safety Executive 2001. IMC.

Índice de Masa Corporal (Wilkinson, et al., 2007). ............................................................................... 67

Figura 26. Mapa de obesidad. Proyecto Foresight. http://www.shiftn.com/obesity/Full-Map.html

................................................................................................................. ........................................... 70Figura 27. Representación del balance energético entre la ingesta y el gasto de energía. .................. 71

Figura 28. Paradigma ecológico para entender el sobrepeso graso y la obesidad Tomado de Egger y

colaboradores (Egger & Swinburn, 1997). ............................................................................................ 72

Figura 29. Actividad física, ejercicio y deporte. (A) Incluye en su día a día actividad física, deporte y

ejercicio. (B) Persona que hace deporte y ejercicio, pero que en su día es sedentaria. (C) Persona

físicamente activa pero que no incluye deporte o ejercicios. Tomada de Khan y colaboradores (Khan,

et al., 2012). .......................................................................................................................................... 74

Figura 30: Gasto energético total diario de tres personas: Sedentaria, activo y muy activo. .............. 75

Figura 31. Porcentaje de población que nunca hace ejercicio, deporte en los países de la Unión

Europea. Eurobarómetro 2013 (Eurobarometer, 2013). ...................................................................... 76

Figura 32. Modelo de Estrés/Esfuerzo/Capacidad. Tomado y traducido de Van Mechelen (W. Van

Mechelen, et al., 1992). ........................................................................................................................ 77

Figura 33. Datos de gasto energético a lo largo de una intervención tradicional de ejercicio (Turner,

et al., 2010). Las barras blancas muestran el grupo control. Las barras sombreadas indican el gasto

energético de la actividad física no programada, y las barras rayadas indican el gasto de energía

durante el ejercicio prescrito. ............................................................................................................... 80

Figura 34. Escala de pasos diarios esquematizada. Tomada de Tudor y colaboradores (Tudor-Locke,

et al., 2011). Y pulseras de cuantificación de los pasos diarios que existen en el mercado. Polar Loop,

Garmin Vivofit, Fitbit y Samsung Gear Fit. ............................................................................................ 82

Figura 35 Intensidades del entrenamiento HIIT. Tomada y modificada de Buchheit y colaboradores

(Martin Buchheit & Paul B Laursen, 2013)............................................................................................ 85

Figura 36. Fase del estudio y objetivos. ................................................................................................ 98

Figura 37. Diagrama de búsqueda de información. ............................................................................ 100

Figura 38. Imágenes del software RELECA, desarrollado por la Escuela Universitaria de Informática de

la Universidad Politécnica de Madrid. ................................................................................................ 106

Figura 39: Diagrama de flujo del estudio de lesiones en el proyecto PRONAF................................... 107

Figura 40. Frecuencia de participantes por rango de edad y sexo. Los datos corresponden a la suma

de la fase de sobrepeso y la fase de obesidad. ................................................................................... 108

Figura 41. Porcentajes de participantes clasificados por edad y protocolo de entrenamiento. Los

datos corresponden a la suma de la fases de sobrepeso y obesidad. ................................................ 108

Figura 42. Circuito de entrenamiento de fuerza: Se llevó a cabo un entrenamiento en circuito que

incluía 8 ejercicios a 15 repeticiones con una cadencia de 1:2 y una duración de 45 segundos (Zapico,

et al., 2012). ........................................................................................................................................ 110

Figura 43. Entrenamiento de resistencia aeróbica, con una combinación de cinta, bici estática o

elíptica (Zapico, et al., 2012). .............................................................................................................. 111

Figura 44. Circuito de entrenamiento mixto o combinado: Se llevó a cabo un entrenamiento en

circuito de fuerza + resistencia que incluía 8 ejercicios a 15 repeticiones con una cadencia de 1:2 y

una duración de 45 segundos (Zapico, et al., 2012). .......................................................................... 112

Figura 45. Diseño del Estudio PRONAF. La evaluación previa o baseline y la evaluación final

consistieron en las mismas pruebas: Prueba de consumo de máximo de oxígeno (VO2 pico), actividad

física habitual mediante cuestionario y acelerometría, análisis de sangre, composición corporal y

evaluación nutricional......................................................................................................................... 114

Figura 46. Diseño de la estructura del circuito, basado en una semana estándar. RM: repeticiones

máximas. HRR: Frecuencia cardíaca de reserva (Zapico, et al., 2012). ............................................... 115

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Índice

XXVII

Figura 47. Porcentaje de lesionados y no lesionados en la fase de sobrepeso y obesidad. .............. 122

Figura 48. Frecuencia de lesionados en el protocolo de fuerza (verde), aeróbico (amarillo) y

combinado (azul). ............................................................................................................................... 123

Figura 49. Frecuencia de lesionados en función de si el protocolo incluye entrenamiento con cargas o

sin cargas. ........................................................................................................................................... 125

Figura 50. Frecuencia de las lesiones en función del sexo y la fase del estudio. ................................ 128

Figura 51. Frecuencia de lesión total en función del mes de la intervención. .................................... 129

Figura 52. Frecuencia de lesiones totales en función del mes de la intervención y el sexo. .............. 131

Figura 53. Frecuencia de lesión en función del mes y el protocolo de entrenamiento. ..................... 133

Figura 54. Frecuencia de lesiones en función del momento del entrenamiento. .............................. 134

Figura 55. Frecuencia de lesiones en función del momento del entrenamiento y la fase del estudio.

............................................................................................................................................................ 134

Figura 56. Frecuencia de lesiones en función del momento del entrenamiento y el sexo................. 135

Figura 57. Frecuencia de lesiones en función del momento y el protocolo de entrenamiento. ........ 135

Figura 58. Ratio de lesiones por 100 horas de exposición, dependiendo del protocolo de

entrenamiento. ................................................................................................................................... 137

Figura 59. Incidencia de lesión por cada 100 horas de exposición en los tres protocolos de

entrenamiento y categorizado según la fase del estudio. .................................................................. 137

Figura 60. Frecuencia y proporción de lesiones (%) en función de la gravedad de la lesión. ............. 138

Figura 61. Frecuencia y proporción de lesiones en función de la gravedad de la lesión. ................... 140

Figura 62. Frecuencia y proporción de lesiones (%) en función de la gravedad de la lesión. ............. 141

Figura 63. Frecuencia de las lesiones (%) en función de la localización resumida del OSICS. ............ 142

Figura 64. Frecuencia de las lesiones en las extremidades inferiores y superiores en función de la fase

del proyecto. ....................................................................................................................................... 147

Figura 65. Esquemática de las nueve variables de entrenamiento. Adaptado de Buchheit (Martin

Buchheit & Paul B Laursen, 2013). ...................................................................................................... 170

Figura 66. Ángulo-Q y evaluación de los grados en función de la persona. ....................................... 187

Figura 67. La integración de la experiencia para garantizar las intervenciones exhaustivas, basadas en

la evidencia y que sean prácticas y relevantes cuando se aplica en el mundo real. Tomada de Hanson

y colaboradores (Hanson, et al., 2014). .............................................................................................. 197

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Índice

XXVIII

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Índice

XXIX

ÍNDICE DE ECUACIONES Ecuación 1: Expresión matemática sobre incidencia de lesiones (C. W. Fuller, et al., 2006). .............. 35

Ecuación 2 : Tasa de incidencia. Tomada de Almeida y colaboradores (Almeida Filho & Rouquayrol,

2008:160). ............................................................................................................................................. 36

Ecuación 3: Tasa de prevalencia. Tomada de Almeida y colaboradores (Almeida Filho & Rouquayrol,

2008:157). ............................................................................................................................................. 38

Ecuación 4: Modelo matemático de Butragueño y Benito basado en el protocolo de entrenamiento.

............................................................................................................................................................ 152

Ecuación 5: II Modelo matemático de Butragueño y Benito basado en el tipo de entrenamiento. .. 153

Ecuación 6: Modelo matemático de Butragueño y Benito basado en el protocolo de entrenamiento.

............................................................................................................................................................ 199

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Índice

XXX

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Resumen

XXXI

RESUMEN La práctica de actividad física y del deporte ha dado muestras indiscutibles sobre su

relación con un buen estado de salud, tanto mental como corporal. Sin embargo,

también entraña riesgos que pueden mermar la calidad de vida del practicante,

siendo uno de los más comunes e importantes el riesgo de sufrir una lesión

deportiva. Actualmente, se han dado respuesta a los factores de riesgo internos y

externos que pueden afectar a que un deportista, tanto a nivel profesional como

recreativo, pueda sufrir una lesión, pero pocos estudios se han realizado para

evaluar la incidencia, la prevalencia y la severidad de las lesiones, en personas

sedentarias con sobrepeso y obesidad que deciden comenzar a entrenar y/o a

realizar actividad física. Incluso en aquellos casos que por razones clínicas, deben

incluir el ejercicio físico como una parte integral del tratamiento terapéutico.

Por lo tanto, el objetivo del estudio fue analizar la incidencia, prevalencia y

severidad de las lesiones deportivas registradas en los protocolos de entrenamiento

desarrollados durante el proyecto de Nutrición y Actividad Física para el

tratamiento del sobrepeso y la obesidad (PRONAF). Se realizó un análisis descriptivo

y se evaluó el efecto y el grado de asociación entre la incidencia de lesión y la

composición corporal, el sexo o el protocolo de entrenamiento. Por otro lado, se

observó la localización anatómica más común de las lesiones en cada una de las

fases. Por último, se propuso una ecuación para estimar el riesgo de lesión en

sujetos en sobrepeso y obesidad, antes de comenzar un programa de ejercicio

controlado.

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Resumen

XXXII

Un total de 167 adultos con sobrepeso y obesidad sanos (77 hombres, 90 mujeres)

fueron evaluados durante el proyecto mediante un registro de lesiones

previamente validado. Los principales resultados de este trabajo mostraron que un

47,3% de los participantes sufrió, al menos, una lesión o dolencia durante el

programa de intervención, observando una incidencia de 1,22 lesiones por cada 100

horas de entrenamiento. No obstante, se observó que el 80,2% de las lesiones

fueron menores (de 1 a 7 días). La rodilla fue la localización que mayor proporción

de lesiones registró durante la intervención. Por otro lado, no se observaron

asociaciones significativas entre la fase de sobrepeso y la fase de obesidad, ni entre

ser hombre o mujer y sufrir más lesiones durante la intervención. Sin embargo, los

protocolos de entrenamiento que incluyen cargas, mostraron hasta cinco veces más

riesgo de sufrir una lesión que el protocolo que no las incluyó.

Por último, se propuso una ecuación para predecir la influencia de las variables fase,

lesión previa, protocolo de entrenamiento, sexo y edad para predecir el riesgo de

lesión en una población con sobrepeso y obesidad que incluya los protocolos de

entrenamiento propuestos en el proyecto PRONAF.

Palabras clave: Sobrepeso, obesidad, PRONAF, incidencia, prevalencia, severidad,

lesión.

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Resumen

XXXIII

ABSTRACT The practice of physical activity and sport has indisputable signs on his relationship

with a good health, both mental and physical. However, it is true that also risks that

may impair the quality of life of the practitioner, one of the most common and

important risk of sports injury. However, although they have responded to factors

internal and external risks that may affect an athlete, both professional and

recreational may suffer an injury, few studies have been conducted to assess the

incidence and prevalence of injuries in sedentary people who decide to start

training and / or physical activity. Even in those cases for clinical reasons, such as

overweight and obesity, should include exercise as an integral part of therapy.

Therefore, the aim of the study was to analyze the incidence, prevalence and

severity of sports injuries registered training protocols developed during the

project's Nutrition and Physical Activity for the treatment of overweight and obesity

(PRONAF). A descriptive analysis was performed and the effect and the degree of

association between the incidence of injury and body composition, sex or training

protocol was evaluated. Furthermore, the most common anatomical injury location

in each of the phases were observed. Finally, an equation for estimating the risk of

injury in overweight and obese subjects, before starting a controlled exercise

program was proposed

A total of 167 healthy adults with overweight and obesity (77 men, 90 women)

were evaluated during the project using a previously validated record injuries. The

main results of this study showed that 47.3% of participants experienced at least

one injury or illness during the intervention program, having an incidence of 1.22

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Resumen

XXXIV

injuries per 100 hours of training. However, it was observed that 80.2% of injuries

were lower (1 to 7 days). Knee location was higher proportion of lesions that

recorded during the procedure. On the other hand, no significant associations

between the phase of overweight and obesity were observed phase or between

being male or female and further injury during project. However, training protocols

that included loads, showed up to five times the risk of injury to the protocol did

not include them.

Finally, an equation was proposed to predict the influence of the phase, previous

injury, training protocol, sex and age to observe the risk of injury in a population of

overweight and obesity with includes the training protocols proposed in the

PRONAF project.

Key words: prevalence rate, injury, overweight, obesity, Odd ratio.

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Introducción

1

I. Introducción.

La práctica de actividad física y del deporte, ha dado muestras indiscutibles

sobre su relación con un buen estado de salud, tanto mental como corporal (Khan et

al., 2012). Sin embargo, es cierto que también entraña riesgos que podrían mermar la

calidad de vida del practicante, siendo uno de los más comunes e importantes el riesgo

de sufrir una lesión deportiva (Corrado et al., 2011; Dick, Agel, & Marshall, 2007).

Desde 1970, diferentes asociaciones y agencias estatales han realizado

recomendaciones del tipo de ejercicio, intensidad y cantidad necesaria para mejorar

nuestro estado de bienestar (Donnelly et al., 2009; Khan, et al., 2012; Mezzani et al.,

2013; Powell, Paluch, & Blair, 2011). De hecho, existe una gran variedad de estudios

que sugieren que el ejercicio físico reduce la incidencia y la mortalidad asociada a

riesgos cardiovasculares, diabetes, hipertensión, cáncer y obesidad (Moraleda,

Morencos, Peinado, & Bermejo, 2013; Ruiz et al., 2008; Silva, Cashman, Kunte, &

Candib, 2012), por lo que podríamos pensar que la actividad física es, y será, una de las

recomendaciones más utilizadas para mejorar la salud y la calidad de vida de la

población (Córdoba et al., 2014; Subirats Bayego, Subirats Vila, & Soteras Martínez,

2012). Sin embargo, estas recomendaciones para aumentar la participación deportiva,

recreativa y/o de competición, podría hacer aumentar la incidencia y prevalencia de

las lesiones deportivas, sobre todo en personas sedentarias que nunca han realizado

ejercicio (Chamorro et al., 2009; Palacios-Ceña et al., 2012; Powell, et al., 2011; Willem

Van Mechelen, 1997b). Por lo tanto, a medida que más personas realicen actividad

física, por un lado mejorará el estado de salud de la sociedad, pero por otro, el número

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Introducción

2

de lesiones asociadas al entrenamiento y/o la competición, también podría aumentar

(Powell, et al., 2011; Subirats Bayego, et al., 2012).

Tras evaluar los datos de la “Encuesta Nacional de Salud de 2012” (ENSE, 2012),

y el Eurobarómetro de actividad física en la población europea (Eurobarometer, 2013),

se observa que el 41,3% de la población se declara sedentaria, y respecto al año 2010,

han aumentado las patologías crónicas como la hipertensión arterial (HTA), la

hipercolesterolemia, la diabetes y la obesidad, de la cual, hablaremos en este trabajo.

Según el futuro que prevé la “Organisation for Economic Co-operation and

Development (OECD)”(OECD, 2014), y diferentes autores que analizan estudios

basados en poblaciones para estimar la prevalencia del sobrepeso y la obesidad en el

mundo (Kelly, Yang, Chen, Reynolds, & He, 2008), parece que las tasas de sobrepeso

aumentarán de manera alarmante a lo largo de los próximos años, incluyendo España

(figura 1).

Figura 1. Futuras tasas de sobrepeso previstas en los países de la OECD. Recurso: OECD Estimaciones

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Introducción

3

de la National Health Surveys (OECD, 2014).

Realmente, la magnitud del problema ha adquirido una gran importancia en el

mundo científico, médico y gubernamental, desarrollando acciones preventivas sobre

la base de los resultados epidemiológicos, y por otro lado, haciendo un gran esfuerzo

por aumentar la actividad física de la población mediante diferentes guías y

recomendaciones básicas (Córdoba, et al., 2014; Donnelly, et al., 2009; Fletcher et al.,

2013; Subirats Bayego, et al., 2012) (Figura2).

Figura 2. Guías de recomendaciones básicas de actividad física para la prevención del sedentarismo y

de las enfermedades cardiometabólicas.

No obstante, aunque se han dado respuesta a los factores que podrían afectar

a que un deportista, tanto a nivel profesional (C. Fuller & Drawer, 2004; C. W. Fuller,

2007; Hootman, Dick, & Agel, 2007) como recreativo (Chamorro, et al., 2009; Hootman

et al., 2002) pueda sufrir una lesión, pocos estudios se han realizado para evaluar la

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Introducción

4

incidencia y la prevalencia de lesiones, en personas sedentarias que deciden comenzar

a entrenar y/o a realizar actividad física. Incluso, en aquellos casos que por razones

clínicas, como es el sobrepeso y la obesidad, deben incluir el ejercicio físico como una

parte integral del tratamiento terapéutico (Hunter et al., 2008; Moinuddin, Collins,

Kramer, & Leehey, 2012; Zapico et al., 2012).

Dentro del marco teórico o introducción, observaremos que esta tesis se divide

en diferentes apartados. En los primeros epígrafes, se exponen el concepto de lesión

deportiva, haciendo hincapié en la tipología, localización, severidad y mecanismos más

comunes en la producción de la lesión, así como los posibles factores de riesgo más

importantes que podrían ocurrir dentro de la competición y/o el entrenamiento. Más

adelante, iremos introduciendo los temas de interés especificando sobre el estudio de

la epidemiología deportiva y las diferentes formas de registrar las lesiones. El siguiente

apartado, nos mostrará la necesidad de evaluar la validez y fiabilidad de las

metodologías utilizadas en el registro de las lesiones, con el objetivo de comparar

estudios y utilizar herramientas de evaluación fiables. Continuaremos centrándonos en

nuestra población de estudio, el sobrepeso y la obesidad, introduciendo el

conocimiento que existe sobre la relación entre la actividad física y las lesiones.

Finalmente, concluiremos con las posibles medidas preventivas y aplicaciones prácticas

que podremos desarrollar en este ámbito de estudio.

1.2. Concepto de lesión.

La definición de lesión es fundamental en el campo de la prevención de las

lesiones, y es lógico pensar que se ha llegado a un acuerdo común sobre el término

lesión. Sin embargo, el gran problema que nos encontramos de partida en la mayoría

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Introducción

5

de los estudios epidemiológicos de lesiones deportivas, y que sigue suscitando gran

polémica, es la formulación del concepto “lesión” (J. H. Brooks & Fuller, 2006; Timpka,

Jacobsson, et al., 2014). Aunque parece que poco a poco se ha ido aceptado una

definición común para el ámbito deportivo, sigue siendo un factor de confusión dentro

de los estudios y hace muy difícil la comparación de diferentes disciplinas, aportando

datos confusos y/o erróneos en algunos casos (J. H. Brooks & Fuller, 2006; Hodgson,

Gissane, Gabbett, & King, 2007; Orchard & Hoskins, 2007; Timpka, Alonso, et al.,

2014).

Según el Diccionario Real de la Academia Española (RAE), la lesión podría

definirse como “daño o detrimento corporal causado por una herida, un golpe o una

enfermedad”. Según el consenso de lesiones que se realizó en 2006 para definir este

concepto y unificar una metodología común (C. W. Fuller et al., 2006; C. W. Fuller et

al., 2007), se describió como “Cualquier queja física sufrida por un jugador que se

produce tras un partido de fútbol o entrenamiento, independientemente de la

necesidad de atención médica o la pérdida de tiempo en las actividades relacionadas

con el deporte”. Y explicaban que una lesión que requiere de un médico se registraba

como “atención médica”, y si el jugador no podía participar en el entrenamiento, en

futuros partidos o entrenamientos, se registraba como “tiempo perdido”. R.Bahr

(2009) nos muestra gráficamente el concepto anteriormente mencionado en la figura

3.

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Introducción

6

Figura 3. Ejemplo hipotético de un estudio de cohortes sobre los síntomas de dolor y lesión en 12 deportistas durante una temporada. Tomado de Bahr (Bahr, 2009).

Este concepto, posteriormente se fue adoptando en diferentes estudios

relacionados con los deportes de fuerza (Hak, Hodzovic, & Hickey, 2013; Keogh, Hume,

& Pearson, 2006; Lubetzky-Vilnai, Carmeli, & Katz-Leurer, 2009; Winwood, Hume,

Cronin, & Keogh, 2014), modificando su contenido a deportes individuales: “Un daño

físico o incidente que ocurre durante la competición o sesión de entrenamiento y que

obliga al deportista a modificar o perder una o más sesiones de entrenamiento y/o a

modificar o abandonar la actividad competitiva”.

Como se puede observar, en esta definición se incluye el concepto de las

lesiones subagudas y crónicas no incapacitantes, las cuales, permiten seguir

entrenando o incluso compitiendo, aunque disminuya el rendimiento del deportista

(Bahr, 2009; Orchard & Hoskins, 2007). Sin embargo, existen otros estudios que

adoptaron diferentes definiciones ajustadas a sus necesidades, como es el caso del

estudio de las lesiones ocurridas en los Juegos Olímpicos de Londres (Engebretsen et

al., 2013), en este estudio, las lesiones subagudas que permitían entrenar o competir

aunque con molestias no eran registradas ni tomadas en cuenta, por lo tanto,

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Introducción

7

debemos tomar con precaución los datos de los estudios de lesiones que muestran

diferentes definiciones, y contrastar aquellos que utilicen el mismo concepto y la

misma metodología de registro para evitar confusiones (J. H. Brooks & Fuller, 2006).

Hasta la fecha, diferentes estamentos han desarrollado estrategias para

aleatorizar ensayos controlados, con el fin de abordar estos problemas y mejorar la

calidad de los estudios publicados (Altman, 1996; J. H. Brooks & Fuller, 2006), y aunque

las diferencias conceptuales hayan dificultado hasta el momento obtener resultados

comparables entre deportes, diferentes autores y profesionales del ámbito consideran

imprescindible en el futuro, adoptar criterios unánimes para el registro de las lesiones,

tanto en deportes de equipo como en deportes individuales (Best & Shrier, 2007; Til,

Orchard, & Rae, 2008).

1.2.1. Tipología de las lesiones.

Debido a que no todas las lesiones son iguales, ni tienen la misma influencia

sobre el deportista o la persona que va realizar actividad física, es importante

mantener una constante a través del diagnóstico detallado de la lesión por parte del

médico especialista, el cual, señala la localización, la tipología, las causas o el

mecanismo de lesión y la gravedad o severidad de la lesión (D. J. Caine, Caine, &

Lindner, 1996:2; Til, et al., 2008). Recientemente, algunos autores han mostrado que

es posible registrar las lesiones mediante los propios entrenadores (C. Ekegren, B.

Gabbe, & C. Finch, 2014), o utilizando las tecnologías móviles para el autoregistro, con

gran fiabilidad (C. L. Ekegren, B. J. Gabbe, & C. F. Finch, 2014). Esto es debido a que

muchos centros deportivos no cuentan con equipo médico, y es una alternativa viable

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Introducción

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para obtener datos parciales sobre las lesiones ocurridas, ya que se estaban perdiendo

muchas lesiones de carácter leve, que no se estaban registrando y no se podía tomar

medidas concretas en la propia instalación (J. H. Brooks & Fuller, 2006).

Del mismo modo, se ha observado que aunque sería óptimo tener un mismo

sistema de registro y vigilancia de lesiones en todos los deportes, en la práctica, el

método debe ser adaptado a cada deporte específico, especialmente si el propósito es

identificar la etiología de las lesiones o la eficiencia de las medidas preventivas

(Parkkari, Kujala, & Kannus, 2001; W Van Mechelen, 1998). Generalmente, la medicina

deportiva ha utilizado sistemas de clasificación para diagnosticar con precisión el tipo

de lesión (L. E. Hammond, Lilley, & Ribbans, 2008; Katherine Rae, Britt, Orchard, &

Finch, 2005; K. Rae & Orchard, 2007), siendo uno de los sistemas más utilizado en

medicina hospitalaria el “International Classification Diseases ICD-10” (Harris, Zeng,

Ross, & Ford, 2014). No obstante, este sistema según los médicos y los investigadores

en lesiones deportivas, tiene el problema de tener una extensión tan grande en su

codificación y clasificación, que la hace poco accesible cuando se buscan códigos fuera

del ámbito clínico natural, como podría ser el caso del deporte y/o el ejercicio físico.

Por ese motivo, en el año 1992 se creó uno de los sistemas más utilizados en el mundo

para la supervisión de las lesiones deportivas, el “Orchard Sport Injury Classification

System (OSICS)” (K. Rae & Orchard, 2007). El OSICS fue el primer sistema de

clasificación de lesiones deportivas publicado y en los que los autores renunciaron a

los derechos del copyright, lo que facilitó su uso internacional, alcanzando suficiente

divulgación, siendo vigente y en constante revisión, y lo bastante flexible para adaptar

e introducir diferentes categorías y conceptos sin invalidar versiones anteriores. El

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Introducción

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OSICS se ha utilizado ampliamente en diferentes deportes, como el fútbol americano,

el cricket, el tenis, o en deportes de contacto (Altarriba-Bartes et al., 2014; C. W. Fuller,

et al., 2006; Hägglund, Waldén, Bahr, & Ekstrand, 2005; Orchard et al., 2010).

Actualmente, está traducido y disponible en español, lo que facilita el uso de una

terminología común entre profesionales de diferentes países y disciplinas deportivas

(Orchard, et al., 2010). Sin embargo, hasta donde nosotros conocemos, este sistema

no se ha utilizado en actividades que no sean de competición, es decir, por ejemplo en

actividades recreativas como el entrenamiento de fitness o programas para la pérdida

de peso.

A continuación, expondremos un breve resumen de las lesiones más comunes

en el deporte:

1.2.1.1. Lesiones musculares.

En el mundo deportivo, las lesiones musculares son sin duda las lesiones más

frecuentes, y según diferentes autores podrían suponer del 20 al 30% de todas las que

se producen en el deporte (Z. Y. Kerr, Collins, & Comstock, 2010; Mueller-Wohlfahrt et

al., 2013; Ueblacker, Hänsel, Müller-Wohlfahrt, Mithoefer, & Ekstrand, 2014).

La estructura global para clasificar estas lesiones podemos verla en la Tabla 1

(Mueller-Wohlfahrt, et al., 2013).

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Introducción

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Tabla 1. Clasificación de las lesiones musculares (Mueller-Wohlfahrt, et al., 2013)

A. Trastorno muscular indirectos / lesiones

Trastorno muscular funcional

Tipo 1: Trastorno muscular relacionada con un esfuerzo excesivo

Tipo 1A: trastorno muscular inducida por fatiga Tipo 1B: Retraso en la aparición del dolor muscular (agujetas)

Tipo 2: Trastorno muscular Neuromuscular

Tipo 2A: trastorno neuromuscular del músculo relacionado con la columna vertebral Tipo 2B: trastorno neuromuscular del músculo relacionado con el músculo

Lesión muscular estructural

Tipo 3: Rotura muscular parcial Tipo 3A: rotura muscular parcial menor Tipo 3B: rotura muscular parcial moderado

Tipo 4: (Sub) Desgarro total Desgarro muscular subtotal o total avulsión tendinosa

B. Lesión muscular directo Contusión Laceración

Dentro de esta tabla 1, podemos distinguir dos tipos de lesiones musculares

(Mueller-Wohlfahrt, et al., 2013; Ueblacker, et al., 2014):

1. Por traumatismo indirecto: producidas principalmente por factores internos y

podrían ser:

a) Dolor muscular de aparición tardía: pequeñas microroturas de fibras

musculares post-esfuerzo que produce dolor muscular

b) Rotura o desgarro muscular: es la lesión más grave del tejido muscular.

Sucede por una elongación excesiva del músculo más allá de su capacidad

de estiramiento, una contracción brusca (veloz), o por realizar un esfuerzo

superior a la capacidad biológica de tensión del músculo. Comúnmente se

suelen clasificar según el tipo de rotura:

a. Grado I: estiramiento en el músculo sin que se produzca rotura de

fibras musculares ni lesiones anatómicas musculares localizadas.

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Introducción

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Implica pocas fibras musculares, produce hinchazón, dolor y

deterioro mínimo de la fuerza.

b. Grado II: el desgarro implica a menos de un tercio de las fibras

musculares en las lesiones leves, de un tercio a dos en las lesiones

moderadas, y más de dos tercios en el grado alto. Se pierde la

capacidad de contraer el músculo.

c. Grado III: Discontinuidad completa de las fibras musculares,

hematoma y no existe función muscular.

En este mismo sentido, existen nuevos procesos de clasificación donde

aconsejan tener en cuenta la ubicación proximal, medial y distal, y si la

lesión es intramuscular, miofascial, perifascial o musculotendinosa (Chan,

Del Buono, Best, & Maffulli, 2012).

2. Por traumatismo directo: producida de forma accidental causada

generalmente por agentes externos y podrían ser: contusiones y/o heridas.

a) Contusión: traumatismo cerrado sin rotura de piel. Afecta desde la piel y

tejido subcutáneo hasta huesos según la intensidad del traumatismo.

b) Laceración o herida: lesión traumática con rotura de piel producida por un

golpe o choque violento.

1.2.1.2. Lesiones de los tendones.

Los tendones se encargan de unir el músculo con el hueso. Su función vital es

transferir fuerza desde los músculos al esqueleto, logrando la movilidad necesaria y la

estabilidad de la articulación (Bahr & Mæhlum, 2006). Las lesiones tendinosas también

podrían ser de tipo agudo o por uso excesivo. De hecho, los tendones son el tejido más

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susceptible para padecer lesiones por esta segunda causa. El dolor está asociado con

una reducción en la fuerza de los músculos que se insertan en los tendones implicados

en el proceso patológico (Franceschi et al., 2014; Krivickas, 1997).

En un estudio sobre la epidemiología de las lesiones deportivas atendidas en

urgencias en España durante 4 años, las lesiones tendinosas eran más frecuentes en el

miembro inferior y sobre todo se daban en deportes como el atletismo y en

actividades como el fitness (Chamorro, et al., 2009).

1.2.1.3. Lesiones óseas.

El hueso es un tejido firme, duro y resistente que forma parte del

endoesqueleto. Su función principal es la de protección, sostén y hacer posible el

movimiento. Las lesiones óseas suelen aparecer como consecuencia de un

traumatismo repentino y evidente, sobre todo en deportes de contacto como el fútbol,

rugby o esquí (Hootman, et al., 2007). Aunque también se han registrado en deportes

recreacionales como el entrenamiento con cargas, debido a accidentes fortuitos como

caídas de las mancuernas y/o discos en el pie, la mano o incluso barras que golpean el

cráneo del practicante (Z. Y. Kerr, et al., 2010). Las lesiones óseas podemos clasificarlas

en:

1. Fisuras: Rotura parcial del tejido óseo sin desplazamiento, manteniendo un

punto de contacto en la estructura.

2. Fracturas: lesión que causa una interrupción en la continuidad del hueso debido

a un fuerte traumatismo.

1.2.1.4. Lesiones del ligamento.

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Los ligamentos son estructuras que unen y conectan un hueso con otro. Su

función básica es la de estabilizar las articulaciones de manera pasiva (Bahr &

Mæhlum, 2006). Dentro de este grupo, los esguinces son los más frecuentes en la

mayoría de los registros de lesiones publicados en deporte (Chamorro, et al., 2009;

Moreno Pascual, Rodríguez Pérez, & Seco Calvo, 2008), y se clasifican en el plano

internacional como:

1. Grado I (leves): Por distensión de las fibras ligamentosas. No existe compromiso

de estabilidad articular.

2. Grado II (moderadas): Se trata de roturas ligamentosas, arrancamientos o

desinserciones parciales. Existe una inestabilidad articular.

3. Grado III (Grave): Se produce una ruptura completa de la continuidad

ligamentosa o arrancamiento total. Condiciona la estabilidad articular de manera

importante.

Una de las lesiones ligamentosas más comunes dentro del deporte es la

del ligamento cruzado, sobre todo en los deportes universitarios y en mujeres,

según la National Collegiate Athletic Association Injury Surveillance System Data

(Agel & Klossner, 2014). Según el estudio de Chamorro y colaboradores, el fútbol

era el deporte con mayor número de lesiones de ligamento atendidas en

urgencias (Chamorro, et al., 2009).

1.2.1.5. Lesiones articulares.

Las articulaciones son la unión entre dos o más huesos. Su función más

importante es la de constituir puntos de unión entre componentes del esqueleto y

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facilitar los movimientos mecánicos, proporcionando elasticidad y plasticidad al

cuerpo. Las lesiones más comunes dentro de las articulaciones son:

1. Luxación: pérdida parcial o total de las relaciones entre las superficies óseas que

forman una articulación.

2. Artritis traumática: traumatismo articular cerrado directo o indirecto, que se

caracteriza por dolor e hinchazón en la articulación, también podrían producir

derrame sinovial o hemartrosis. Se da frecuentemente en jugadores y jugadoras

de baloncesto, balonmano y voleibol, dándose en los dedos de las manos y las

muñecas (Dick, Hertel, Agel, Grossman, & Marshall, 2007).

3. Lesiones en los meniscos de la rodilla: como consecuencia de un traumatismo

directo o indirecto, produciéndose derrame articular y limitación funcional entre

otros síntomas. Son de las lesiones más comunes en deportes que requieren

cambios de dirección y que tienen contacto directo como el rugby, el fútbol o el

fútbol americano (Noya Salces, Gómez-Carmona, Gracia-Marco, Moliner-

Urdiales, & Sillero-Quintana, 2014).

1.2.1.6. Lesiones cerebrales.

Actualmente, es una de las lesiones que mayor preocupación causa a los

especialistas dentro de los deportes que tienen un componente de “contacto”, es

decir, deportes de combate o que tienen un oponente, como es el caso del fútbol

americano, el baloncesto, el hockey sobre hielo o el boxeo (McCrory et al., 2013)

(Figura 4). Representa un gran problema para las autoridades sanitarias de diferentes

países, y recientemente se presentó un consenso donde se exponían las

características básicas de este tipo de lesión y las herramientas necesarias para su

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posible prevención (Daneshvar, Nowinski, McKee, & Cantu, 2011; McCrory, et al.,

2013). Hoy por hoy, no existen materiales o equipamientos deportivos que puedan

evitar estas conmociones de forma eficaz, por lo que estos datos, según diferentes

autores, podrían aumentar en los próximos años (Daneshvar, et al., 2011).

Figura 4. Ratio de contusiones cerebrales registradas por la National Collegiate Athletic Association Injury Surveillance System (Zachary Y Kerr et al., 2014).

1.2.1.7. Otro tipo de lesiones.

Los casos de muertes encontradas en deportes y actividades recreacionales

tienen que ver normalmente con deportes de riesgo, es decir, los deportes de motor,

el esquí acuático o el deporte ecuestre (Gabbe, Finch, Cameron, & Williamson, 2005).

Por otro lado, nos encontramos accidentes fatales con el equipamiento de pesas,

sobre todo el que está dentro del propio hogar (C. S. Jones, Christensen, & Young,

2000). Lombardi, V.P., analizó los datos del National Electronic Injury Surveillance

System (NEISS) entre 1998 y 2001 y se dieron en total 25 muertes entre una estimación

de 268.096 lesiones registradas en hospitales. Lo cual, indica aproximadamente 1

muerte por cada 10.000 sujetos (Lombardi & Troxel, 2003). Según los datos de esta

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Introducción

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misma base de datos, la falta de supervisión/atención y el desconocimiento de la

técnica adecuada de los ejercicios, al igual que la colocación del material en los

gimnasios o en casa, aumenta el riesgo de este tipo de lesiones (C. S. Jones, et al.,

2000; Z. Y. Kerr, et al., 2010).

1.2.2. Severidad de las lesiones.

Otro de los factores claves dentro de la epidemiologia de las lesiones en el

deporte, es la comprensión de la magnitud del problema. Al definir adecuadamente la

severidad de la lesión deportiva, podremos precisar los riesgos asociados dentro de

cada deporte o actividad física, siendo una parte integral y esencial en la primera etapa

de la “secuencia de prevención de lesiones” propuesta por Van Mechelen (W. Van

Mechelen, Hlobil, & Kemper, 1992) (Figura 5).

Figura 5. Secuencia de prevención de lesiones propuesta por Van Mechelen (W. Van Mechelen, et al., 1992).

Históricamente, el enfoque de la literatura sobre este término fue la medición

del daño en el cuerpo comparados con los resultados de mortalidad. Estos se

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denominaban “threat-to-life severity measures” (Cryer, 2006), pero se prestaba poca

atención a otra dimensión muy importante dentro de las lesiones, la “threat-of-

disability”, es decir, la importancia de la incapacidad motora que podía producirse

durante un tiempo determinado (Bahr, 2009; Cryer, 2006). A pesar de su importancia,

y aunque existen códigos de diagnostico para su registro (Cryer, 2006; Gedeborg et al.,

2014; Willem Van Mechelen, 1997a), la variedad en la definición y la metodología

utilizada para calcular esta variable en los estudios epidemiológicos, hacía complicado

hacer una comparación válida entre estudios y deportes (J. H. Brooks & Fuller, 2006),

por ese motivo, en junio de 2005 durante el 1er Congreso Mundial sobre Prevención

de Lesiones Deportivas en Oslo, la “Federation Internationale de Football Association

Medical Assessment and Research Centre” (FMARC), organizó un grupo de expertos

para su participaron en un estudio sobre lesiones en fútbol. Este estudio, dio lugar a un

consenso publicado en 2006 con el objetivo de establecer definiciones, metodologías,

aplicaciones y normas para proporcionar una base para los estudios de las lesiones en

otros deportes de equipo (C. W. Fuller, et al., 2006). Más tarde, esta definición se

utilizó en otros deportes como el rugby o en deportes específicos de fuerza o que

incluían el entrenamiento con cargas (C. W. Fuller, et al., 2007; Keogh, et al., 2006;

Lubetzky-Vilnai, et al., 2009; Requa, DeAvilla, & Garrick, 1993; Winwood, et al., 2014).

En este consenso, se definió severidad como “el número de días que han transcurrido

desde la fecha de la lesión, hasta el regreso del jugador con plenas capacidades para

la participación en los entrenamientos y los partidos de competición”(C. W. Fuller, et

al., 2006). Es muy importante aclarar, que establecieron el día cero en el momento en

el que se produce la lesión y no al determinar la gravedad de la misma por el equipo

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médico (C. W. Fuller, et al., 2006), ya que la gravedad debe estar basada en la pérdida

de tiempo real en la participación del deporte, y debe ser calculada a partir del registro

de asistencia y no de un período de ausencia estimado (Hägglund, et al., 2005).

El número de días lesionados o de entrenamientos perdidos, y que de alguna

manera clasifica la gravedad y/o severidad de la lesión, se obtuvo del consenso

anteriormente mencionado y de otros autores que actualizaron estos conceptos

posteriormente (Lucy E Hammond, Lilley, & Ribbans, 2013; Timpka, Alonso, et al.,

2014). Esta clasificación puede verse en la figura 6:

Figura 6. Clasificación de la severidad de lesión (Lucy E Hammond, et al., 2013).

Por otro lado, los estudios de lesiones dentro de el mundo del fitness y el

deporte recreacional, definen la severidad de lesión como el “impacto que tiene la

lesión sobre la persona y su capacidad para hacer ejercicio físico”. En esta clasificación

que propone Requa y colaboradores (Requa, et al., 1993), nos encontramos con cuatro

niveles de severidad que van desde una queja o dolor que no interfiere con las

actividades de los participantes pero que no obliga a modificar el entrenamiento, es

decir, por ejemplo unas agujetas o DOMS (delayed onset muscular soreness), a una

lesión que obliga a un participante a no poder hacer sus actividades de entrenamiento

y además, interfiere con su vida cotidiana, por ejemplo, un esguince de tobillo. Según

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varios autores, esta visión es importante tenerla en cuenta para el estudio de la

epidemiología y la prevención de las lesiones deportivas, ya que nos dará más

información para entender el grado de severidad real de la lesión (Bahr, 2009; Requa,

et al., 1993). Incluso, nos exponen la importancia que tiene este factor para

comprender la aparición de nuevas lesiones, los costes asociados al tratamiento y a la

rehabilitación, el impacto asociado a largo plazo sobre el rendimiento del deportista y

un largo etcétera (Bahr, 2009; Caroline F Finch & Cook, 2013).

Durante los últimos años, los tratamientos para la pérdida de peso han incluido

el ejercicio y/o la actividad física dentro de sus programas de intervención (Moinuddin,

et al., 2012; Vasconcellos et al., 2014), pero pocos han estudiado la incidencia y la

severidad de las lesiones que ocurren durante el desarrollo de los mismos. De hecho,

muchos no han registrado la severidad de las lesiones durante la práctica de la

actividad física y/o deporte, aunque haya mostrado asociaciones significativas entre el

índice de masa corporal (IMC) y el riesgo de sufrir una lesión (Janney & Jakicic, 2010;

Nielsen et al., 2014; S. A. Richmond et al., 2013). Por lo tanto, no podemos estimar la

gravedad o magnitud de estas lesiones.

1.2.3. Localización de la lesión.

Para entender con mayor facilidad la clasificación de las lesiones según su

localización, utilizamos la propuesta de la OSICS, la cual está compuesta por 7 regiones

anatómicas (Orchard, et al., 2010), que a su vez se subdividen en otras 19 partes

corporales (Figura 7), que favorecerán a una mayor precisión a la hora de determinar

la localización exacta de la lesión (K. Rae & Orchard, 2007).

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Introducción

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Figura 7. Localización de las lesiones deportivas según la OSICS (K. Rae & Orchard, 2007).

Según diferentes estudios, la mayoría de las lesiones deportivas afectan con

mayor frecuencia a las extremidades inferiores, en porcentajes que oscilan entre el 50

y el 86% dependiendo del estudio (Chamorro, et al., 2009; Lorite, Cueto, & Villanueva,

2005; Moreno Pascual, et al., 2008; Mummery, Spence, Vincenten, & Voaklander,

1997). En el trabajo de Chamorro y colaboradores, vieron como el 56% de las lesiones

atendidas en urgencias se producían en el miembro inferior, siendo principalmente

contusiones (33,8%). Dentro de las extremidades inferiores, parece ser que la

localización más común es la rodilla con un porcentaje entre el 15-25% (Maffulli,

Longo, Gougoulias, Caine, & Denaro, 2011; Moreno Pascual, et al., 2008; Mummery, et

al., 1997). Las lesiones en la zona de la espalda baja o en la zona lumbar, también se ha

visto que tiene una frecuencia alta de lesión, sobre todo en deportes de fuerza

(Quatman, Myer, Khoury, Wall, & Hewett, 2009; Winwood, et al., 2014).

Recientemente, se han publicado estudios que registran las lesiones en el CrossFit,

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observando una alta prevalencia de lesiones en el hombro (Hak, et al., 2013;

Weisenthal, Beck, Maloney, DeHaven, & Giordano, 2014).

El estudio retrospectivo realizado por Kerr y colaboradores (Z. Y. Kerr, et al.,

2010), nos aporta información sobre la localización de las lesiones en el entrenamiento

con cargas. Para ello, utilizaron las lesiones recogidas por el Departamento de

Emergencias de Estados Unidos (EDs) y clasificadas por la National Electronic Injury

Surveillance System (NEISS)(2009), proporcionando una estimación de la tendencia

nacional de las lesiones durante los años 2002 a 2007, e identificando cuál era la

localización más común. Esta fue categorizada según el estudio de Jones (C. S. Jones, et

al., 2000), quien utilizó esta misma base de datos durante los años 1978 a 1998,

clasificando siete regiones anatómicas: Cabeza: (incluye ojos, oreja, frente, cara, la

boca y el cuello), tronco superior (incluye los hombros), tronco Inferior (incluye la

región pélvica), mano (incluye la muñeca y los dedos), pie (incluye el tobillo y los dedos

del pie), brazo (incluye el brazo y el antebrazo) y pierna (incluye el muslo y el gemelo).

Los resultados mostraron un mayor porcentaje de lesiones en la zona del tronco

superior con un 25,3%, la espalda baja o zona lumbar con un 19,7% y la mano con un

18,6%. En este caso parece que la rodilla y el pie tuvieron un menor porcentaje con un

4,4% y un 13,1% de todos los casos (C. S. Jones, et al., 2000; Z. Y. Kerr, et al., 2010). En

otro estudio con la misma base de datos, Quatman y colaboradores estudiaron la

localización de las lesiones entre hombres y mujeres que utilizaban el entrenamiento

con cargas y que fueron registradas en el NEISS. De un total de 3.713 pacientes

tratados (3.102 hombres y 611 mujeres) obtuvo que el tronco fue la zona más

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Introducción

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comúnmente lesionada en los hombres (36,9%) y en mujeres (27,4%). Sin diferenciar la

región concreta del tronco (Quatman, et al., 2009).

Por último, un estudio sobre la influencia del ejercicio aeróbico y el IMC en las

lesiones en personas con sobrepeso y obesidad (Janney & Jakicic, 2010), observó que

las quejas y las lesiones más evidentes fueron en la parte inferior del cuerpo. Sin

embargo, pocos estudios existen en la literatura científica que observen la localización

de las lesiones en personas con sobrepeso y obesidad en diferentes actividades, como

por ejemplo, el entrenamiento con cargas o el ejercicio combinado de fuerza y

ejercicios aeróbicos (Zapico, et al., 2012). Por otro lado, si esta condición de sobrepeso

y obesidad, podría afectar entre hombres y mujeres, y por lo tanto, si el sexo y el IMC

poidrían influir en la diferente localización de las lesiones dentro de esta población.

1.2.4. Mecanismos de producción.

Dentro de la secuencia de prevención de Van Mechelen (Figura 5), y de la

naturaleza multifactorial de las lesiones deportivas, es necesario comprender la

etiología de la lesión o lo que es lo mismo el “cómo ha ocurrido la lesión” (Bahr &

Krosshaug, 2005). Según Fuller y colaboradores los mecanismos de lesión se deben

clasificar en traumáticas (agudas) o por uso excesivo (crónicas) (C. W. Fuller, et al.,

2006); sin embargo, en una revisión sistemática realizada por Flint y colaboradores,

nos mostraba que sólo el 44% de los artículos definían de manera expresa, lesión

aguda o crónica, el resto, simplemente utilizaba estos términos dependiendo de si la

lesión ocurría en el momento, clasificándola como aguda, o por el contrario, si existía

dolor pero la lesión ocurría pasado un tiempo, clasificándola como crónica o por uso

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excesivo (Flint, Wade, Giuliani, & Rue, 2014). Por ese motivo, pensamos que es

conveniente clasificar los mecanismos de lesión de la siguiente manera:

Lesiones traumáticas o agudas: Aquellas lesiones resultado de un

acontecimiento identificable y/o específico que ocurre justo después de un

evento traumático, como por ejemplo un esguince, una contusión o una

fractura (Lavallee & Balam, 2010).

Según un estudio de epidemiología de las lesiones registradas en el

entrenamiento con cargas en Estados Unidos, las lesiones traumáticas más

comunes son las caídas de las pesas en el pie, el golpeo de la barra en la cara o

en la cabeza y las contusiones o esguinces tras una caída en la cinta de correr

(Z. Y. Kerr, et al., 2010). Por otro lado, las roturas del tendón o del ligamento

también se han observado en el entrenamiento con cargas, asociándolo a

movimientos inadecuados de las articulaciones, a una carga excesiva durante el

entrenamiento o la competición, y a ejercicios como el press de banca, la

sentadilla o los movimientos olímpicos (S. Gray & Finch, 2014; Lavallee &

Balam, 2010).

Lesiones por sobre uso o crónica: Se producen debido una carga submáxima

repetida en el sistema musculo-esquelético, cuando el descanso no es

suficiente como para permitir una adaptación estructural, apareciendo por

ejemplo tendinitis, o dolores musculares (DiFiori et al., 2014). Las lesiones

crónicas, representan aproximadamente el 30% de las lesiones asociadas al

entrenamiento de fuerza (S. Gray & Finch, 2014; Lavallee & Balam, 2010), y en

diferentes estudios exponen que una “técnica pobre”, podría ser el responsable

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Introducción

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y uno de los posibles mecanismos de la lesión crónica en powerlifters,

halterófilos o strongman (Faigenbaum & Myer, 2010; Keogh, et al., 2006;

Winwood, et al., 2014). Por otro lado, parece que la rodilla y el hombro son la

localización más común, especialmente entre los halterófilos y en los

powerlifters, siendo el tendón rotuliano el que más se menciona en estos

deportes de fuerza debido a la mecánica del movimiento, por ejemplo en la

sentadilla (Lavallee & Balam, 2010; Orrow, Kinmonth, Sanderson, & Sutton,

2012). En los deportes de resistencia como la carrera, parece que la lesión más

común por sobre uso fue la tendinopatía aquilea y rotuliana, (Edouard,

Feddermann-Demont, Alonso, Branco, & Junge, 2015).

Por último, y en referencia a la clasificación anterior, Krosshaug propone

además una descripción completa de la lesión, el tipo y acontecimientos que pudieron

llevar a esa situación, incluido una descripción del ejercicio y la biomecánica articular, y

el momento de la lesión para entender adecuadamente el mecanismo de la lesión

(Krosshaug, Andersen, Olsen, Myklebust, & Bahr, 2005). Esta propuesta se expone ante

la idea de que los sistemas de vigilancia de lesiones podrían ser incapaces por sí

mismos de identificar estos mecanismos de lesión, y proponen métodos específicos

como la vigilancia mediante vídeo y/o análisis, para obtener una imagen fiable de los

movimientos exactos que han llevado a la lesión (Krosshaug, et al., 2005; Parkkari, et

al., 2001), o estudios biomecánicos que ayudan a entender patrones y fuerzas que

actúan en ciertos ejercicios, para entender mejor los mecanismos del movimiento

durante la lesión y poder prevenirlos (McBain et al., 2012). En la literatura científica

existe una gran variedad de enfoques para describir y registrar las lesiones deportivas;

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Introducción

25

sin embargo, no existe un método único que nos podría aportar una información

válida, fiable de manera completa (Krosshaug, et al., 2005). En la siguiente figura,

podemos observar diferentes métodos para la descripción de los mecanismos de

lesión:

I. Video análisis

(Bjørneboe, Bahr, & Andersen, 2013; McManus, 2000)

II. Estudios Clínicos (Artroscopia, radiología, CT, MRI)

(Manoj & Francis, 2014)

III. Entrevistas y cuestionarios

(Lubetzky-Vilnai, et al., 2009; Winwood, et al., 2014)

IV. Modelos matemáticos

(Ding et al., 2007; A. F. Martínez, Márquez, Martín, Alonso, & Campos, 2008)

V. Estudios con cadáveres o dummy

(Balius et al., 2013)

VI. Lesiones durante experimentos biomecánicos

(McBain, et al., 2012)

VII. Estudios In vivo (medidas de tensión y fuerzas)

(Yang et al., 2008)

VIII. Análisis del movimiento y simulaciones

(Gallus et al., 2014)

Figura 8. Diferentes métodos para describir los mecanismos de lesión en la investigación (Krosshaug, et al., 2005).

Por lo tanto, se recomienda que existan diferentes evaluaciones para observar

el mecanismo, ya que cada uno de los métodos podría tener sesgos en los datos

obtenidos. Por ejemplo, los datos a través de entrevistas podrían verse sesgados por el

recuerdo de la lesión, los estudios con análisis de vídeo proporcionan datos más

detallados y fiables sobre la situación de juego y los movimientos del deportista y del

oponente, pero hay lesiones que se escapan a la cámara, o evitan registrar las lesiones

sin un trauma visible. De hecho, no todos los deportes y/o actividades físicas se

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Introducción

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transmiten por televisión o se graban in situ, como por ejemplo las actividades

recreacionales de entrenamiento con cargas en las salas de fitness. En consecuencia,

se deberá adaptar a las necesidades del deporte estudiado o la actividad física de

interés (Krosshaug, et al., 2005).

1.2.5. Factores de riesgo.

En el ámbito de la prevención de las lesiones, uno de los objetivos

fundamentales es conocer la influencia de ciertas variables extrínsecas e intrínsecas,

que tienen como respuesta la lesión, y que se conocen como factores de riesgo (ver

figura 9). Un factor de riesgo es cualquier rasgo, característica o exposición de un

individuo que aumente la probabilidad de sufrir una enfermedad o lesión (Bahr &

Holme, 2003). Ya en 1992, se dio un paso importante para describir estos factores

cuando Van Mechelen presentó la secuencia de 4 pasos de prevención de lesiones

(Figura 5) para establecer las causas de la misma (W. Van Mechelen, et al., 1992). Esta

secuencia obtenía los factores de riesgo e información sobre el deportista de manera

particular e individual (porqué, cuándo, quién) y además, como ocurría la lesión

(mecanismo de producción). Por lo tanto, este procedimiento se hizo esencial a la hora

de identificar qué atletas eran propensos a sufrir una lesión, y a su vez, cuáles eran las

medidas más eficaces para prevenir esas lesiones (Bahr & Holme, 2003; Murphy,

Connolly, & Beynnon, 2003). Sin embargo, no en todas las poblaciones que practican

actividad física han sido estudiados y evaluados, como es el caso del sobrepeso y la

obesidad, y aunque poco a poco, vamos conociendo factores importantes como el

peso corporal, la postura, el equilibrio, la activación muscular o componentes

anatómicos (Hue et al., 2007; N A Maffiuletti et al., 2005; Shultz, Byrne, & Hills, 2014;

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Introducción

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Wearing, Hennig, Byrne, Steele, & Hills, 2006b), todavía necesitamos más estudios

para mejorar la comprensión sobre este tema de estudio.

Tradicionalmente se han clasificado estos factores de riesgo como intrínsecos

o relacionados con el deportista, como por ejemplo, la resistencia ósea, la edad, la

genética y las lesiones previas o factores extrínsecos o relacionados con el ambiente,

como por ejemplo, la superficie, el clima, los equipos o el entrenador (W. H.

Meeuwisse, Tyreman, Hagel, & Emery, 2007; W. Van Mechelen, et al., 1992).

Figura 9. Modelo de causas de lesión y factores de riesgo. Tomada de Bahr y colaboradores (Bahr & Holme,

2003).

Sin embargo, también podrían tener otra visión muy importante de manera

práctica cuando se clasifican como factores modificables o no modificables (Tabla 2).

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Introducción

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Factores de riesgo modificables: Son factores relacionados con el ambiente del

deportista o su interacción con el entorno. Podrían ser alterados, y por lo tanto,

son esenciales para la prevención de las lesiones, como por ejemplo la fuerza,

el equilibrio, el equipamiento (W. H. Meeuwisse, et al., 2007).

Factores de riesgo no modificables: Relacionados con la condición de la

persona, no se pueden modificar pero podrían influir en la relación entre los

factores de riesgo modificables y las lesiones (W. H. Meeuwisse, et al., 2007).

Tabla 2. Factores de riesgo modificables o no modificables en las lesiones deportivas (Caine & Maffulli, 2005:182)

Factores de riesgo extrínsecos Factores de riesgo intrínsecos

No modificables No modificables Deporte (contacto/sin contacto) Nivel de deporte (recreacional/elite) Condiciones ambientales Periodo de la temporada/hora del día

Lesiones previas Años Sexo

Modificables Potencialmente modificables Posición del deportista Reglas del juego Horas de juego Superficie de juego (tipo y condición) Equipamiento (protección/calzado)

Condición física Preparación para deportes específicos Entrenamiento Flexibilidad Fuerza Estabilidad articular Biomecánica Equilibrio/propiocepción Psicología/factores sociales

De acuerdo a estos modelos, la presencia de uno o más factores de riesgo

podría contribuir a que un deportista tenga mayor predisposición de lesionarse, pero

realmente la suma y la interacción entre los factores intrínsecos y extrínsecos son la

causa para que se produzca una lesión (Bahr & Holme, 2003; Bahr & Krosshaug, 2005;

Willem H Meeuwisse, 1994; W. H. Meeuwisse, et al., 2007). Por ese motivo, la gestión

de riesgos proporciona un marco estructurado para ser identificados, evaluados y

controlados a través de las estrategias apropiadas (Colin W Fuller, 2007). Además,

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Introducción

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podría ayudarnos a definir las poblaciones de alto riesgo, como es el caso de las

personas mayores, los niños o personas con obesidad (Caine & Maffulli, 2005:192).

La investigación de Dvorak (2000b), nos presentó un estudio en el que se

seleccionaron 17 factores de riesgo, tanto intrínsecos como extrínsecos,

identificándose en todos sus deportistas y observando el número de lesiones que

todos los jugadores tenían a lo largo de una temporada. Como resultado obtuvo, que

todos los jugadores con más lesiones durante este periodo de tiempo, obtuvieron más

factores de riesgo en la evaluación inicial. Todos los jugadores que tenían 2 o más de

los 17 factores de riesgo, se lesionaron dentro de un periodo de un año, mientras que

entre los jugadores con 2 o menos factores de riesgo, la probabilidad de no lesionarse

fue mayor que la de tener lesión (Dvorak et al., 2000). Esto nos da una gran idea, del

posible enfoque que se podría llevar a cabo dentro de otras poblaciones de estudio

para entender la fuerza de asociación entre cada uno de los factores.

Por último, una nueva dirección se ha ido desarrollando en los últimos años,

intentando observar como los factores de riesgo podrían modificarse a lo largo de la

exposición y horas de entrenamiento. Meeuwisse introdujo en 2007, un nuevo foco

de atención que incorpora las consecuencias de una participación repetida en el

deporte o dentro de una actividad física (ver figura 10), observando qué ocurría a lo

largo de un periodo de tiempo, y evaluando si dicha exposición produce una

adaptación o una nueva lesión (W. H. Meeuwisse, et al., 2007).

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Introducción

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Figura 10. Modelo dinámico de la adaptación de las lesiones recidivas. Tomado de Meeuwise y colaboradores (W. H.

Meeuwisse, et al., 2007).

Teniendo en cuenta todos estos factores que nos proponen diferentes autores,

se podrían plantear modelos específicos para cada población, y que nos permitiesen

comprender o acercar hacia la causa que lleva a la producción de una lesión deportiva

(Dvorak, et al., 2000; W. H. Meeuwisse, et al., 2007).

1.3. Aproximación epidemiológica al estudio de las lesiones deportivas.

Según la International Epidemiológical Association (IEA: http://ieaweb.org/), la

epidemiología se define como “el estudio de los factores que determinan la

frecuencia y distribución de las enfermedades en los grupos humanos”. La

epidemiología de las lesiones deportivas se define como el estudio descriptivo de la

distribución y las variables que intervienen en la aparición de las lesiones en grupos de

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población y las causas que la provocan, con el propósito de establecer medidas de

prevención (Bahr & Krosshaug, 2005; Moreno Pascual, et al., 2008).

Actualmente, la epidemiología constituye una de las principales ciencias de la

salud, y es la primera etapa para entender y comprender qué está ocurriendo en una

población en concreto para poder tomar medidas específicas. Podemos destacar tres

(Almeida Filho & Rouquayrol, 2008):

1. Estudios de los determinantes de salud-enfermedad.

2. Análisis de las situaciones de salud.

3. Evaluación de los procesos preventivos en el campo de la salud.

Estos estudios son indispensables para conocer el estado de salud de una

población humana y diseñar las acciones dirigidas a su mejora. Además, cuantifica la

importancia relativa de los distintos problemas de salud, en este caso, de las lesiones

deportivas, permitiendo observar las causas, proponer intervenciones de prevención,

control y evaluación de su efectividad (C. Finch, 2006). Año tras año, se ratifica la

elevada incidencia de lesiones en la práctica deportiva (K. Brooks, 2013; Gilleard &

Smith, 2007), indicando que la mayoría se producen en poblaciones jóvenes, no sólo

por la mayor frecuencia en la práctica deportiva, sino también, por el tipo de deporte

practicado (Chamorro, et al., 2009; Moreno Pascual, et al., 2008; Singh, Brown,

Callaghan, & Yack, 2013).

Como resultado, nos encontramos en la figura 11, las dos ramas más

importantes de este tipo de investigación (D. J. Caine, et al., 1996:3):

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Introducción

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Figura 1

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:3).

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Introducción

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Epidemiología descriptiva: es el tipo de estudio epidemiológico más común

en la literatura científica relacionada con el deporte. Es la rama que describe

el fenómeno epidemiológico en tiempo, lugar y persona, cuantificando la

frecuencia y distribución del fenómeno, es decir, la lesión, mediante medidas

de incidencia y prevalencia. Estos dos conceptos son de vital importancia para

comprender las preguntas que se derivan de este tipo de estudios y como nos

llevan a entender los factores determinantes de la lesión (D. J. Caine, et al.,

1996:4).

Epidemiología analítica: es el tipo de estudio que busca mediante la

observación, establecer posibles relaciones causales entre factores a los que

se exponen personas y poblaciones y las enfermedades que presentan, en

este caso la lesión. Las medidas empleadas en el estudio de esta rama son

los factores de riesgo (D. J. Caine, et al., 1996:7; C. W. Fuller, 2007).

1.3.1. Incidencia y prevalencia de las lesiones deportivas.

La incidencia y la prevalencia son las dos medidas más importantes de

frecuencia de una enfermedad, es decir, miden el número de casos en las que una

enfermedad aparece en un grupo de población. A continuación, explicaremos con más

atención cada uno de estos términos.

1.3.1.1. Incidencia de las lesiones deportivas.

Es el número de casos nuevos de una lesión en una población de riesgo

determinada y en un periodo determinado (día, semana, año). Representa la

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Introducción

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intensidad con que están surgiendo nuevos lesionados en un determinado deporte. Se

entiende por población de riesgo aquella que está en situación de poder adquirir la

enfermedad o la lesión (Best & Shrier, 2007). En el deporte, la incidencia se expresa de

diferentes maneras, por ejemplo ratio por persona, ratio por práctica, ratio por

partidos y así sucesivamente (J. H. Brooks & Fuller, 2006). Sin embargo, este tipo de

metodologías, podría hacer que los resultados salieran totalmente diferentes cuando

utilizamos diferentes procesos. Por ejemplo, Brooks y colaboradores nos explican que

si consideramos la influencia de la definición de lesión, como mencionamos

anteriormente en este trabajo, podríamos encontrarnos en un estudio de lesiones:

Perder > 1 día de entrenamiento/competición: Nos mostraría 91 lesiones

(Intervalo de Confianza (CI) 87, 96);

Perder ≥ 1 partido: Nos mostraría 0 lesiones (CI 37, 43);

Necesidad de un diagnóstico médico: Nos mostraría 25 lesiones (CI 22, 27);

Necesidad de cirugía: Nos mostraría 4,5 lesiones (CI 3.5, 5.5).

Los resultados varían los unos de los otros, lo que expone la dificultad de hacer

comparaciones en la incidencia entre diferentes estudios, si la definición de lesión es

diferente (J. H. Brooks, Fuller, Kemp, & Reddin, 2005a, 2005b; J. H. Brooks & Fuller,

2006). Actualmente, tras el consenso sobre la metodología que se debe utilizar en los

estudios epidemiológicos de registro de lesiones en fútbol, se define la incidencia de

lesiones con la siguiente expresión matemática (C. W. Fuller, et al., 2006):

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Introducción

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Ecuación 1: Expresión matemática sobre incidencia de lesiones (C. W. Fuller, et al., 2006).

Esta fórmula es la más utilizada en los deportes de equipo, ya que con la

obtención de estos datos, se calcula la incidencia de lesión individual como el número

de lesiones que el jugador ha tenido en un determinado espacio temporal (por ej. 2

lesiones en 5400 minutos). Para ello, se pasa el tiempo a horas, y el resultado se dará

en “tanto por mil”. El resultado es el número de lesiones que el jugador tendría si

estuviese expuesto durante 1000 horas (Stovitz & Shrier, 2012). El problema que nos

encontramos es que cuando estudiamos deportes o actividades de recreación

individual, esta fórmula también se ve modificada al no tener tantas horas de

exposición como en deportes como el fútbol o el rugby, que contabilizan las horas de

entrenamiento y competición (J. H. Brooks & Fuller, 2006).

Por otro lado, la formulación de la incidencia en los estudios epidemiológicos

de lesiones deportivas, nos podría llevar a datos diferentes según utilicemos su

formulación. Por ejemplo, lesiones por cada 1000 jugadores y horas de exposición, se

basa en el tiempo real de exposición del jugador durante los entrenamientos y la

competición. Si utilizamos lesiones por cada 1000 atletas y exposición, se basa en el

número total de atletas expuestos a sufrir una lesión con independencia de su tiempo

real de exposición durante el partido. Y por último, en algunos casos se fórmula las

lesiones por cada 1000 partidos, que se basa en el número de partidos jugados, pero

no tienen en cuenta el número de jugadores involucrados. Por lo tanto, de entre los

muchos modelos para el cálculo de la incidencia, destacamos el de Walden y

colaboradores (Waldén, Hägglund, & Ekstrand, 2005), que registra la exposición de

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Introducción

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manera individual de cada uno de los jugadores, cubriendo todos los entrenamientos y

los partidos de competición en los que éste participó.

En consecuencia, con el objetivo de comparar estudios de incidencia en

diferentes poblaciones o deportistas, se utiliza la denominada tasa de incidencia, que

se define como el número de casos nuevos de una lesión que ocurre en un intervalo de

tiempo determinado, en una población delimitada y expuesta al riesgo de sufrir la

lesión en el mismo periodo (Almeida Filho & Rouquayrol, 2008:160).

Ecuación 2 : Tasa de incidencia. Tomada de Almeida y colaboradores (Almeida Filho & Rouquayrol,

2008:160).

En muchos deportes, la exposición durante la competición o el entrenamiento

es fácil de registrar porque tienen equipos médicos o especialistas que controlan estas

variables (Hootman, et al., 2007). Sin embargo, registrar con precisión la exposición a

diferentes cargas de entrenamiento en actividades recreacionales o deportes

individuales es más complejo (Hägglund, Waldén, Pérez, & Grivé, 2010).

En el caso de las personas que tienen sobrepeso y obesidad se ha estudiado la

incidencia de lesiones cuando se aumentaban los kilómetros de carrera durante las

primeras semanas de entrenamiento (Nielsen, et al., 2014). Incluso, como influye el

IMC en la aparición de las lesiones durante el ejercicio (Janney & Jakicic, 2010). No

obstante, existen pocas referencias sobre la incidencia de las lesiones en otros tipos de

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Introducción

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entrenamientos que no sean aeróbicos, como por ejemplo el entrenamiento de fuerza,

el entrenamiento combinado (aeróbico + fuerza) o los entrenamientos de alta

intensidad, los cuales, se utilizan de manera habitual dentro de los programas para la

pérdida de peso (Boutcher, 2011; Moinuddin, et al., 2012).

1.3.1.2. Prevalencia de las lesiones deportivas.

Es el número total de los individuos que presentan una lesión en un momento o

durante un periodo determinado, dividido por la población en ese punto en el tiempo.

Cuantifica y permite estimar la proporción de sujetos de esa población que tiene la

enfermedad (o una lesión deportiva) en ese momento. Es un parámetro muy útil

porque nos permiten describir un fenómeno de salud, identificar la frecuencia

poblacional que sufre ese problema y generar hipótesis que expliquen la lesión y sus

posibles medidas preventivas (Almeida Filho & Rouquayrol, 2008:157).

En este caso, la tasa de prevalencia constituye una medida que permite

estimar y comparar en el tiempo, la ocurrencia de una determinada lesión en relación

a variables referentes de la población: edad, grupo, sexo, entre otras. La expresión

matemática es el número de casos conocidos de una determinada lesión, partido de la

población y multiplicado por la base referencial de la población, expresada como

potencia de 10n (Almeida Filho & Rouquayrol, 2008:157).

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Ecuación 3: Tasa de prevalencia. Tomada de Almeida y colaboradores (Almeida Filho & Rouquayrol,

2008:157).

1.3.2. La gestión del riesgo de lesión en el deporte.

La gestión de riesgos de lesión proporciona un marco formal dentro del cual, las

organizaciones o empresas podrían identificar, clasificar e investigar los riesgos de

lesión de sus deportistas o usuarios usando un proceso lógico (Colin W Fuller, Junge, &

Dvorak, 2012). El objetivo de esta gestión de riesgos no es reducir a cero las lesiones,

puesto que esto sería casi imposible, pero sí controlarlas en niveles razonables y

aceptables, para garantizar la seguridad y el riesgo real que existe al hacer un deporte,

o introducir ejercicio físico dentro de programas especiales, como es el caso del

sobrepeso y la obesidad.

El riesgo es definido como un “peligro potencial” esperado en una situación

particular dentro de un periodo de tiempo determinado. Se cuantifica multiplicando la

severidad por la incidencia, y el resultado nos dará la probabilidad de que una persona

libre de enfermedad y susceptible de ella, la desarrolle en un periodo de tiempo

determinado (Almeida Filho & Rouquayrol, 2008:89; C. W. Fuller, 2007).En nuestro

caso, este riesgo es la lesión deportiva. Cada persona o deportista tiene unos valores

de riesgo únicos y personales (factores intrínsecos) dentro de la distribución de la

población de referencia (Figura 12). Este riesgo viene determinado por los valores

individuales de todos los deportistas dentro de su muestra y para su población

específica, por ejemplo, la población en sobrepeso y obesidad. Por lo tanto, una

persona que presenta un ángulo Q muy elevado, estaría dentro del área de “alto

riesgo” dentro de la figura 12, mientras que una persona totalmente sedentaria y que

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Introducción

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no realiza deporte, entraría dentro del área de bajo riesgo, puesto que no se expone a

lesionarse porque no hace ejercicio. Por el contrario, si alguien entrena 7 días a la

semana dos sesiones diarias, el riesgo de lesión es alto, pero la proporción dentro de la

población es pequeña porque hay poca gente que lo haga (C. W. Fuller, 2007).

Figura 12. Distribución de los riesgos poblacionales y los valores de riesgo individuales. Tomada de Fuller (C. W. Fuller, 2007).

Por este motivo, existen estudios epidemiológicos donde se evalúan de manera

concreta los factores de riesgo que podrían influir en el deporte, la actividad física y su

población específica, con el objetivo de comprender y evaluar los riesgos, y entender

porqué se sufre una lesión y cómo (Dvorak, et al., 2000; Spörri, Kröll, Amesberger,

Blake, & Müller, 2012; Stovitz & Shrier, 2012). Un claro ejemplo es el estudio de Spörri

(2012) en deportistas de esquí y snowboard, donde observaron cuatro categorías de

riesgo y un total de 25 factores (intrínsecos y extrínsecos) que se evaluaron por un

comité de expertos y que podrían causar una lesión en este deporte. Durante el

estudio, se observó que no todos los factores de riesgo tenían el mismo peso e

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Introducción

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impacto sobre el riesgo de lesión, y se fue evaluando cada uno por separado, dándole

un ranking de riesgo dentro del deporte (Spörri, et al., 2012). Los principales factores

de riesgo en el análisis de Sporri y colaboradores, pueden verse en la tabla 3:

Tabla 3. Análisis de los factores de riesgo en la World Cup Alpine Ski Racing (Spörri, et al., 2012).

Atleta Trayecto Aspectos de temperatura corporal. Adaptabilidad del atleta. Comportamiento del atleta. Responsabilidad del atleta. Preparación de la carrera. Fatiga. Genética y antropometría. Aspectos físicos. Aspectos psicológicos. Lesiones previas. Técnica.

Pobre visibilidad. Trazada del trayecto. Trayecto en general. Nivel de dificultad. Saltos. Posición de la red de seguridad. Velocidad específica en tramos del trayecto. Topografía específica en tramos del trayecto. Velocidad en general. Topografía en general.

Equipamiento Nieve Fijaciones. Banderolas. Protecciones. Trajes de competición. Esquís. Bota de esquí. Conjunto del sistema fijaciones, bota, esquís.

Condiciones de nieve peligrosas. Cambios ambientales. Superficie de nieve suave. Preparación de la nieve.

Por lo tanto, una vez localizados los factores de riesgo más importantes dentro

del deporte específico, se podría evaluar los procesos preventivos mediante el modelo

de gestión del riesgo de lesión de Fuller (C. Fuller & Drawer, 2004; C. W. Fuller, 2007).

Según este autor, aunque ninguna actividad física o deportiva está fuera de riesgos, es

necesario considerar cuál es el riesgo aceptable para una actividad física y una

población concreta. En la figura 13, nos explica su modelo de gestión (C. Fuller &

Drawer, 2004):

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Introducción

41

Figura 13. Modelo de gestión del riesgo de lesión. Tomado de Fuller (C. Fuller & Drawer, 2004).

En personas con obesidad, se ha mostrado que cuando comienzan un programa

de entrenamiento de carrera, el IMC está relacionado con las lesiones en la espalda y el

dolor crónico de las articulaciones de las extremidades inferiores. Por otro lado, este

dolor se podría desarrollar debido a elevados volúmenes de carrera, intensidad o

ejercicios a los que no están acostumbrados o adaptados (Vincent & Vincent, 2013).

Esto se corroboró recientemente en el estudio de Nielsen, en el cual se observaron

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Introducción

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correlaciones entre correr más de tres kilómetros durante la primera semana del

programa, y el incremento en el riesgo de lesión en corredores novatos con obesidad

(Nielsen, et al., 2014). También mostraron diferentes factores de riesgo que deberían

ser controlados para prevenir o controlar en esta actividad, como por ejemplo: las

lesiones previas, el ángulo Q (ángulo agudo formado por las líneas que unen la espina

ilíaca anterosuperior con el centro de la rótula y el centro de ésta, con la tuberosidad

tibial (Figura 14)) y el volumen y la intensidad del entrenamiento.

Figura 14: Ángulo Q.

A raíz de estos factores de riesgo, se propusieron diferentes consideraciones

para evitar el riesgo en esta población, intentando prevenir o mitigar futuras lesiones

(Buist et al., 2010; Nielsen, et al., 2014; Vincent & Vincent, 2013). Finalmente,

consideraron que son necesarios más estudios, en personas con sobrepeso y obesidad,

para evaluar los factores de riesgo en otras actividades deportivas. Así se podrá

registrar y gestionar de manera correcta las lesiones, y generar un buen programa de

prevención.

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Introducción

43

1.3.3. La epidemiologia de las lesiones deportivas en España.

Actualmente, la Fundación MAPFRE colabora en un estudio epidemiológico con

el objetivo de conocer las lesiones que se producen en cuatro deportes específicos: la

carrera, el tenis, el pádel y el golf (MAPFRE, 2013). Hasta la fecha han sacado dos guías

con las principales conclusiones.

Figura 15. Estudios epidemiológicos de lesiones en deportes de ocio.

Fundación Mapfre.

El objetivo principal es estudiar qué lesiones son más frecuentes en cada

deporte, los factores que las producen y sus consecuencias, así como ofrecer una serie

de recomendaciones que contribuyan a que la práctica del deporte, que ha

experimentado un aumento progresivo en los últimos años (Palacios-Ceña, et al., 2012),

sea lo más segura y saludable posible. Para ello, se realizó un estudio epidemiológico de

casos y controles, descriptivo y analítico en el ámbito de la Comunidad Autónoma de

Madrid. El diseño de la encuesta se realizó tomando como referencia la “Enquête

permanente sur les accidents de la vie courante” del Institut de Veille Sanitaire francés

(Ricard, Rigou, & Thélot, 2008) por lo que el registro de las lesiones tampoco cumplió

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Introducción

44

con las recomendaciones actuales para la realización de investigación epidemiológica

de lesiones deportivas de alta calidad (Hägglund, et al., 2010). Aún así, es un buen

comienzo para entender ciertos factores de riesgo relativo en cada deporte y empezar

a controlar o mitigar las lesiones en cada uno de ellos. Las principales conclusiones que

se observaron en este estudio fue que existieron diferencias significativas por sexo y

edad. Los datos apuntan que el porcentaje de hombres (83,1%) mayores de 35 años,

fueron el grupo de mayor riesgo en el estudio relacionado con la carrera o el running. Y

además, exponen que en el estudio de riesgo las mujeres tienen la mitad de riesgo

(riesgo=0,5, p>0,05) de lesionarse que los hombres. Por otro lado, no observaron

diferencias significativas entre los grupos con relación al IMC. Y finalmente, nos

explican que correr más de 50 km por semana supone un riesgo de 2,8 (p>0,05) veces

superior que correr menos (MAPFRE, 2013).

En 2009, el servicio de urgencias del Hospital Universitario de Alicante (SUH)

desarrolló un estudio observacional, descriptivo y prospectivo de 2000 lesiones

deportivas durante un periodo de 4 años de modo consecutivo entre 2003 y 2007

(Chamorro, et al., 2009). La definición de lesión que utilizaron en el estudio fue “toda

consulta derivada de la práctica deportiva que fuera a la consulta médica”, por lo que

lesiones que no fueron atendidas en el servicio de urgencias quedaron fuera de este

estudio, con su consecuente sesgo (J. H. Brooks & Fuller, 2006). Las principales

conclusiones del estudio dentro de los patrones de lesión deportiva que ellos atendían,

fue que el porcentaje principal de lesionados eran hombres con una contusión (32,4%)

en el miembro inferior, seguida por las lesiones de ligamento (31,9%). Las lesiones

registradas en el gimnasio fueron un 4 % del total, en su mayoría registradas en el

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Introducción

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cuello (21%), siendo las lesiones musculares (17,5%) y las tendinosas (10,8%) las que

obtuvieron un mayor porcentaje respectivamente (Chamorro, et al., 2009). El gran

problema o limitación que nos encontramos en este estudio, es que tanto la

clasificación de las lesiones en función de su localización (Seis categorías), el tipo de

lesión (ocho categorías), la clasificación dependiendo de su componente dinámico o

estático (Mitchell, Haskell, Snell, & Van Camp, 2005) y el cuestionario que utilizaron

para registrar las lesiones, no se adapta a las clasificaciones internacionales validadas

(Hägglund, et al., 2010). Por lo tanto, aunque nos da una primera información

interesante, diferentes investigadores han lanzado el mensaje sobre la importancia de

recabar información útil y fiable, utilizar sistemas de vigilancia epidemiológica que ya

están validados o realizar estudios específicos de deportes concretos con una buena

metodología para establecer la magnitud real del problema, los mecanismos de lesión y

los factores de riesgo de cada deporte (Best & Shrier, 2007; Hägglund, et al., 2010).

1.4. Sistema de registros para las lesiones deportivas.

La metodología para registrar la lesiones se debe basar en los resultados de la

investigación científica (Best & Shrier, 2007; Hägglund, et al., 2010; Timpka, Alonso, et

al., 2014). El sistema debe ser tan sencillo como sea posible, sin ambigüedades, y debe

contener, al menos, una definición de lesión deportiva aplicable universalmente

(Willem Van Mechelen, 1997b).

Van Mechelen (1997) argumentaba que un sistema de vigilancia de lesiones

deportivas es útil para responder preguntas acerca de la incidencia y la gravedad del

problema en varios subconjuntos de una población. Además, también se podría utilizar

para los estudios de la evolución de las lesiones en el tiempo (C. Fuller & Drawer,

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Introducción

46

2004). Estos sistemas de registro de lesiones han sido utilizados en varios eventos

deportivos y actividades recreacionales (Engebretsen, et al., 2013; Hootman, et al.,

2007; Junge et al., 2008; Z. Y. Kerr, et al., 2010; Lubetzky-Vilnai, et al., 2009), pero los

resultados no pueden ser comparados con otros estudios debido a su heterogeneidad

en la definición de lesión deportiva, en los métodos de recogida de datos, los periodos

observacionales, el diseño del estudio y las características de la muestra que se ha

utilizado (Caroline F Finch, 1997; Junge & Dvorak, 2000; Willem Van Mechelen, 1997b).

Por ese motivo, lo que es incuestionable en la metodología para la vigilancia y el

registro de lesiones es que debe adaptarse a la situación específica de cada deporte, y

que el éxito del sistema y su aplicabilidad a gran escala, depende de en gran medida de

las definiciones válidas y fiables de lesión, gravedad o severidad y la participación

deportiva (Caroline F Finch, 1997; C. W. Fuller, et al., 2006; Timpka, Alonso, et al.,

2014).

El sistema más utilizado en estos eventos ha sido publicado por Finch y

colaboradores (C. Finch, Valuri, & Ozanne-Smith, 1998; C. F. Finch, Valuri, & Ozanne-

Smith, 1999), y Junge y colaboradores (Junge, Dvorak, Graf-Baumann, & Peterson,

2004; Junge et al., 2009; Junge et al., 2006), pero sólo este último ha demostrado su

viabilidad en diferentes tipos de deporte. Además, varias organizaciones han

desarrollado e implantado el sistema para diferentes grupos de deportistas durante la

temporada deportiva, por ejemplo la Canadian Intercollegiate Sport Injury Registry (W.

H. Meeuwisse & Love, 1998), la National Collegiate Athletic Association Injury

Surveillance System (Dick, Agel, et al., 2007) y los juegos Olímpicos de Pekín y Londres

(Engebretsen, et al., 2013; Junge, et al., 2009; Junge, et al., 2006).

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Introducción

47

Las bases de datos que proporcionan estos sistemas de supervisión de lesiones,

son muy importantes a la hora de tomar medidas preventivas y evaluar la eficacia de

las mismas en cada disciplina deportiva (Dick, Agel, et al., 2007; W. Van Mechelen, et

al., 1992).

1.4.1. Base de datos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) definió sistema de información

sanitario como el mecanismo para la recogida, procesamiento, análisis y tratamiento

de la información necesaria para la organización y la actividad de los servicios, así

como para la investigación y la docencia (Figura16) (Delgado Rodríguez, Gil de Miguel,

Bolumar Montrull, & Hernández Aguado, 2005:193).

Figura 16. Componentes y finalidad de un sistema de información de Salud. Tomado de Delgado y

colaboradores (Delgado Rodríguez, et al., 2005:193).

Sin embargo, aunque las lesiones sufridas durante la actividad deportiva o física

se han identificado como un problema de salud pública creciente, la mayor parte de la

investigación iba enfocada a deportes de élite/profesionales o para subgrupos en

diferentes deportes específicos (Zachary Y Kerr, et al., 2014), dejando una gran lista de

actividades recreacionales, o de intervenciones en el caso de las patologías, que

necesita de datos similares, válidos y fiables, para desarrollar medidas preventivas

adecuadas.

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Introducción

48

Entre las bases de datos más importantes para registrar lesiones o

enfermedades podemos destacar:

International Classification of Diseases (ICD): Es la herramienta de diagnóstico

estándar para la epidemiología y la gestión de la salud con fines clínicos. Se

utiliza para controlar la incidencia y prevalencia de las enfermedades y otros

problemas de salud que figuran en muchos tipos de registros sanitarios y

demográficos. ICD-10 fue aceptada por la Forty-third World Health Assembly en

mayo de 1990 y entró en uso en los estados miembros de la OMS a partir de

1994. La 10ª revisión de la clasificación ya ha comenzado y continuará hasta

2017 (Harris, et al., 2014). Esta clasificación permite la comunicación entre

diferentes centros y los usuarios con los responsables organizativos de manera

fiable. Además, posibilita las tareas de investigación y de cuantificación

cualitativa de las patologías atendidas en un centro. Sin embargo, la extensión

de esta clasificación la hace poco accesible cuando se buscan códigos fuera del

ámbito puramente clínico, como es el caso del deporte y la actividad física

(Katherine Rae, et al., 2005). http://www.who.int/classifications/icd/en/

The Orchard Sports Injury Classification System (OSICS): Es uno de los sistemas

más utilizados en el mundo para la codificación de diagnóstico de las lesiones

deportivas. Sus principales ventajas son que tiene un amplio uso, tiene códigos

específicos en medicina deportiva y que es de uso gratuito, siempre que se cite

adecuadamente (L. E. Hammond, et al., 2008; K. Rae & Orchard, 2007). OSICS

se utiliza comúnmente en los deportes de fútbol (soccer), fútbol australiano, el

rugby, el cricket y el tenis y se utiliza en cuatro sistemas de gestión

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Introducción

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informatizada de lesiones disponibles en el mercado (C. W. Fuller, et al., 2006;

Colin W Fuller, et al., 2012; Junge, et al., 2004; Junge, et al., 2008; Orchard, et

al., 2010; Pluim et al., 2009). http://www.johnorchard.com/about-osics.html

National Collegiate Athletic Association Injury Surveillance Program (NCAA):

Este programa está en funcionamiento desde 1982. El sistema fue desarrollado

originalmente para proporcionar datos actuales y fiables que describieran las

tendencias de las lesiones en los deportes intercolegiales de EEUU (Hootman,

et al., 2007; Zachary Y Kerr, et al., 2014). Estos datos, son proporcionados por

los miembros de la NCAA y se utilizan por los comités deportivos para

desarrollar nuevos reglamentos más seguros y mejorar los programas

preventivos (Agel & Klossner, 2014). http://datalyscenter.org/programs/ncaa-

injury-surveillance-program/

National Electronic Injury Surveillance System (NEISS): El NEISS es una muestra

de la probabilidad nacional de EEUU basada en datos de 101 hospitales que han

sido seleccionados de más de 5000 hospitales a escala nacional con 24 horas de

emergencias (NEISS, 2009). La muestra incluye hospitales con variedad de

tamaños y localizaciones, al igual que centros hospitalarios especializados en

niños (Figura 17). El NEISS fue desarrollado en 1971 por la US Consumer

Products Safety Commission (CPSC) para seguir las lesiones que se producían en

la sociedad americana y se ha actualizado en varias ocasiones para mantener la

validez estadística. Diferentes estudios han analizado la validez del sistema y

han mostrado que es una base de datos representativa de los incidentes de

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Introducción

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lesiones a escala nacional (NEISS, 2009; Quinlan et al., 1999).

http://www.cpsc.gov/es/Research--Statistics/NEISS-Injury-Data/

Figura 17. Mapa de los departamentos de emergencias de los hospitales que colaboran en la

elaboración de la base de datos del NEISS (2009).

Diferentes autores han utilizado esta base de datos para proporcionar

una estimación de la tendencia de las lesiones en el entrenamiento con cargas y

el uso del material de gimnasio durante los años 2002 a 2007, identificando

cuáles son los grupos de población con mayor riesgo de sufrir una lesión

desarrollando este tipo de actividad (C. S. Jones, et al., 2000; Z. Y. Kerr, et al.,

2010; Myer, Quatman, Khoury, Wall, & Hewett, 2009; Quatman, et al., 2009).

American Academy of Orthopaedic Surgeons (AAOS): El concepto original de la

AAOS era proporcionar una salida científica para la presentación y publicación

de nuevas ideas médicas; proporcionar una oportunidad para que los médicos

se reuniesen e intercambiasen ideas con respecto a la investigación, los

problemas clínicos, las propuestas para futuros avances en la medicina

deportiva y una publicación de alto nivel controlado por la Sociedad. Esta visión

se integró en todas las áreas de AAOS (J. Richmond et al., 2010).

http://www.aaos.org/home.asp

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Introducción

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Injury Data Base (IDB): El IDB es una base de datos de intercambio de

información de lesiones en la Unión Europea. En este caso se creó un apartado

denominado EuroSafe, que intenta mejorar las infraestructuras nacionales y la

recogida de lesiones de los departamentos de urgencias de los hospitales

europeos, existiendo un apartado específico para las lesiones deportivas.

http://www.eurosafe.eu.com/csi/eurosafe2006.nsf/wwwVwContent/l2injuryda

ta.htm

1.4.2. Cuestionarios de registro de lesiones.

Según la RAE, el cuestionario es “un procedimiento para la obtención y registro

de datos con cualquier fin”. En el ámbito del deporte de competición y en la actividad

física recreativa cada día son más comunes, y la literatura científica ha demostrado que

la capacidad para evitar una lesión, es mayor cuando se estudia el ámbito concreto en

el que se desarrolla (Bahr & Krosshaug, 2005; Watson, 2000), por lo que la creación de

cuestionarios para el registro de las lesiones deportivas se ha considerado

fundamental, siendo estos o la entrevista, los métodos más comunes para obtener

información (Burns et al., 2008; Turocy, 2002).

Varias asociaciones, médicos deportivos y entrenadores se han involucrando en

la investigación epidemiológica de las lesiones para el beneficio de sus propias

actividades deportivas (Clarsen, Rønsen, Myklebust, Flørenes, & Bahr, 2013; Dick, Agel,

et al., 2007; C. Ekegren, et al., 2014). Sin embargo, al igual que en otras investigaciones

experimentales, es muy importante evaluar la validez y fiabilidad de los instrumentos

para la recogida de datos sobre lesiones, ya que esto incrementa la exactitud de los

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Introducción

52

resultados de los estudios posteriores y podría ayudar a la identificación real de los

factores de riesgos asociados al deporte sin llevar a sesgos de medida, ni datos

equivocados (D. J. Caine, et al., 1996:11; Turocy, 2002). A todo ello, debe unirse una

comprensión global del fenómeno intentando identificar todos aquellos factores de

riesgo o elementos que puedan posibilitar la aparición de lesiones e incidan en su

curso, evolución y resolución (Best & Shrier, 2007; C. Ekegren, et al., 2014; C. W. Fuller,

2007; Hägglund, et al., 2010; W. H. Meeuwisse, et al., 2007; Timpka, Alonso, et al.,

2014), siendo una fuente de información magnífica de cara a orientar posibles

programas preventivos, nuevos modelos de rehabilitación y recuperación funcional

(Mendiguchia, Alentorn-Geli, & Brughelli, 2012).

Los cuestionarios permiten un conjunto estandarizado de preguntas, no

afectadas por la participación del entrevistador, que pueden ser respondidas por los

deportistas en un tiempo determinado y sin necesidad de estar en un lugar concreto

(C. L. Ekegren, et al., 2014; Macedo, Madeira, Correia, & Jardim, 2014). Los

cuestionarios también permiten el anonimato, fomentando respuestas más honestas y

sinceras, y con frecuencia una tasa de respuesta del 60% al 80 % de una muestra

(Watkins & Portney, 2009), lo que se ha considerado excelente. Por otro lado, las

desventajas de este tipo de investigación y herramientas son las limitaciones de un

sistema de auto-control, la posibilidad de malos entendidos o malas interpretaciones

de las preguntas u opciones de respuesta (Watkins & Portney, 2009) y la dificultad de

acceso a los deportistas o entrenadores. Sin embargo, si se presta atención a

garantizar la validez y la fiabilidad del instrumento, si existe una adecuada devolución

de los datos, una buena recopilación y capacidad para aplicar los resultados a una

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Introducción

53

población específica, se reduce el efecto de estas desventajas (Burns, et al., 2008;

Turocy, 2002).

Para desarrollar un cuestionario de estas características, es necesario tener en

cuenta conceptos esenciales como la validez, la fiabilidad y la sensibilidad.

1.4.2.1. Validez.

Determinar la validez de un cuestionario consiste en establecer el grado en que

el instrumento de medida mide aquello que realmente pretende medir o sirve para el

propósito para el que ha sido construido (Almeida Filho & Rouquayrol, 2008:103).

Dentro de la validez del cuestionario, es importante tener en cuenta el tiempo

empleado en la cumplimentación, la sencillez, la brevedad y la claridad de las

preguntas, al igual que la codificación y la interpretación de los resultados (García de

Yébenes Prous, Rodríguez Salvanés, & Carmona Ortells, 2009)

Para determinar la validez de un cuestionario es necesario analizar diferentes

variables dentro de la validez (Turocy, 2002):

Validez de contenido: Trata de garantizar que el test constituye una muestra

adecuada y representativa del contenido que éste pretende evaluar. Por

ejemplo, las áreas corporales involucran a todas las regiones con riesgo

potencial de lesión durante el entrenamiento o la competición.

Validez de constructo: Indica cómo una medición se relaciona con otras de

acuerdo con la teoría o hipótesis que concierne a los conceptos que se están

midiendo. Por ejemplo, la aparición de un dolor y su clasificación como criterio

válido de lesión.

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Introducción

54

Validez de criterio: Es una comparación entre nuestra situación de medida y un

estándar al que se le llama criterio. Por ejemplo, la severidad de la lesión y una

pregunta de días perdidos de entrenamiento.

Aunque ya existen deportes de equipo como el baloncesto, el fútbol americano,

el fútbol, el vóley, que ya utilizan estos sistemas de registros validados (C. W. Fuller, et

al., 2006; Hootman, et al., 2007; Junge, et al., 2004; Junge, et al., 2008; Orchard, et al.,

2010), incluso deportes individuales como el tenis o el taekwondo (Altarriba-Bartes, et

al., 2014; Pluim, et al., 2009), todavía nos encontramos muchas actividades deportivas,

sobre todo recreacionales, que no disponen de datos fiables ni de estrategias

preventivas que utilicen estos registros, aunque el Comité Internacional Olímpico en

un consenso sobre salud y fitness , lo considerase una variable a tener en cuenta

cuando se empezaba a practicar actividad física o deporte (Mountjoy et al., 2011).

Finalmente, diferentes estudios han mostrado que el diagnóstico y el registro

de las lesiones deberían ser realizados por equipos médicos cualificados para asegurar

la validez de la información y tener datos comparables mediante sistemas de

codificación específicos (Junge, et al., 2008; Mummery, et al., 1997; K. Rae & Orchard,

2007; Til, et al., 2008). Sin embargo, nuevas corrientes mostraronque los entrenadores

deportivos o personal de primeros auxilios, están en buena posición para llevar a cabo

la vigilancia de las lesiones, aunque podrían subestimar las tasas de lesiones y los datos

se deberían interpretar con cautela (C. Ekegren, et al., 2014).

1.4.2.2. Fiabilidad.

Es el grado con el que un instrumento mide con precisión y sin error (García de

Yébenes Prous, et al., 2009). La fiabilidad es una parte fundamental y rigurosa de un

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Introducción

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nuevo cuestionario y existen varias maneras de medirla (Burns, et al., 2008; García de

Yébenes Prous, et al., 2009):

Fiabilidad test-retest o intraobservador: Es la estabilidad temporal de las

mediciones si las condiciones o el concepto no cambian. Si el instrumento es

fiable, la administración del cuestionario en dos ocasiones separadas por un

intervalo breve debe dar lugar a resultados similares (por lo general suele ser 2-

4 semanas).

Fiabilidad interobservador: Se refiere al grado de acuerdo que hay entre 2 o

más evaluadores que valoran a los mismos sujetos con el mismo instrumento.

Consistencia interna: Mide la homogeneidad y la interdependencia de las

preguntas del cuestionario. Una forma para medirlo es relacionar las preguntas

de un cuestionario todas entre sí. El resultado se expresa a través del

estadístico alfa de Cronbach. La escala oscila entre el 0 y el 1 y cuanto mayor

sea el resultado más homogéneo será las respuestas dentro de una misma

dimensión.

Estas medidas nos proporcionan una base sólida del instrumento creado, para

conocer los verdaderos factores etiológicos que estamos buscando dentro de la

epidemiología de las lesiones (Hayen, Dennis, & Finch, 2007).

1.4.2.3. Sensibilidad y especificidad.

La sensibilidad se refiere a la capacidad de medir cambios, tanto en los

diferentes individuos como en la respuesta de un mismo individuo a través del tiempo.

La sensibilidad al cambio es importante si el instrumento de medida se aplica en

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Introducción

56

ensayos clínicos, pero no si se utiliza para estudios de opiniones o actitudes acerca de

una enfermedad (García de Yébenes Prous, et al., 2009).

1.4.2.4. Cuestionarios para registrar las lesiones deportivas.

Diferentes deportes como el fútbol, el baloncesto, el hockey o el rugby se han

visto beneficiados de sistemas especializados para controlar los incidentes y los riesgos

de lesión durante su práctica. A continuación mostraremos los cuestionarios más

importantes o relevantes dentro del ámbito deportivo:

F-MARC (C. W. Fuller, et al., 2006).

Este cuestionario surge de un proyecto realizado por la FIFA tras la necesidad

de crear una metodología específica para el registró de lesiones. Se esperaba que fuera

asumida por todos los investigadores en esta temática y permitir, a partir de ese

momento, una comparación de los resultados obtenidos a partir de los diferentes

estudios (Fuller y col., 2006). Esta metodología de estudio fue publicada en el año 2006

en varias revistas internacionales de este ámbito, (British Journal of Sports Medicine,

American Journal of Sport Medicine y Clinical Journal of Sport medicine) por varios

autores de prestigio, con diversas publicaciones que son resumidas en este trabajo. El

cuestionario estaba constituido por cuatro documentos. En cada uno de ellos se

recoge la siguiente información:

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Introducción

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Tabla 4. Documentos del cuestionario F-MARC.

Primer documento. Datos socio-demográficos

Segundo documento Información relacionada con la lesión

Código del jugador. Posición de juego. Edad. Estatura. Peso Pierna dominante. Lesiones previas.

Fecha de producción. Fecha de vuelta a la completa participación. Parte del cuerpo lesionada. Tipo de lesión. Diagnóstico. La lesión es recidiva. La lesión es traumática o sobrecarga. La lesión es en entrenamiento o en competición. Hubo contacto en el momento de producción. Se violó el reglamento en el momento de producción.

Tercer documento Exposición a minutos de cada uno de los jugadores

Cuarto documento Exposición de todo el equipo

El calculó que utiliza para ello, es el número de jugadores que participan por el número de minutos de exposición. En este también se diferencia entre la exposición a entrenamiento y competición

Figura 18. Documento 2 del cuestionario F-MARC, propuesto por la UEFA.

The Oslo Sports Trauma Research Center (OSTRC) questionnaire on health

problems (Clarsen, Myklebust, & Bahr, 2013).

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Introducción

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Un nuevo cuestionario de lesiones por uso excesivo se desarrolló durante una

serie de reuniones con grupos de especialista (médicos, fisioterapeutas, epidemiólogos

del deporte, deportistas y expertos en el diseño de cuestionarios). La intención era

crear un cuestionario que se pudiera aplicar a cualquier problema de lesión por uso

excesivo en cualquier problema de salud deportiva.

Figura 19. Cuestionario Oslo Sports Trauma Research Center (OSTRC).

National Electronic Injury Surveillance System (NEISS): Hasta el momento y lo

que nosotros conocemos, sólo tenemos constancia de esta base de datos en el

registro de las lesiones producidas por el entrenamiento con cargas o su

equipamiento en el sector del fitness (Z. Y. Kerr, et al., 2010; Quatman, et al.,

2009). Sin embargo, solo se registran las lesiones que acuden a algunos de los

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Introducción

59

departamentos de emergencias incluidos en el NEISS, por lo que las lesiones

menores no son registradas.

Canadian Intercollegiate Sport Injury Registry Football (W. H. Meeuwisse &

Love, 1998): Se centra en la recogida de información principalmente

relacionada con el día de producción de la lesión, diferenciando si la lesión se

produjo en entrenamiento o en competición, y el momento que se produce

dentro de la sesión. Además, recoge información sobre las condiciones

climatológicas, el tipo de superficie de juego y sus condiciones.

1.5. Sobrepeso, obesidad y riesgo de lesión.

1.5.1. Concepto de sobrepeso y obesidad.

Según la OMS, el sobrepeso y obesidad se define como “una acumulación

anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud”. Esta acumulación

de grasa, se ha convertido en los últimos años en un importante problema de salud

pública y en un riesgo significativo en el desarrollo de problemas médicos y

musculoesqueléticos (Anandacoomarasamy, Caterson, Sambrook, Fransen, & March,

2008; Bruce-Keller, Keller, & Morrison, 2009; Costa-Font & Gil, 2005; Varela-Moreiras

et al., 2013). Pero lo más alarmante, son los datos mundiales que estima la OMS con

más de mil millones de personas en el mundo con sobrepeso y, de ellos, 300 millones

con obesidad (Kit, Ogden, & Flegal, 2014), convirtiéndose en el quinto factor de riesgo

de mortalidad en el mundo (Aranceta Bartrina, 2013) (Figura 21).

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Introducción

60

Prevalencia de sobrepeso y obesidad en 2013

Figura 20. Prevalencia porcentual de sobrepeso y obesidad en 2013. Valores de Índice de Masa Corporal >25 para

hombres y mujeres. Recurso: Institute for Health Metrics and Evaluation (http://ihmeuw.org/24bu).

El estudio desarrollado por la “Organisation for Economic Co-operation and

Development (OECD)”, nos mostraba que las tasas de obesidad en los adultos

españoles son mayores que la media de los países estudiados, y de las más altas de la

OECD cuando hablamos de la obesidad infantil (T. G. Smith, 2012). Aproximadamente

dos de cada tres personas tienen sobrepeso y una de cada seis tiene obesidad

(Aranceta et al., 2007; Gutiérrez-Fisac et al., 2012; T. G. Smith, 2012). Y recientemente

hemos pasado al primer puesto en Europa en obesidad infantil según la Sociedad

Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), y la Asociación

Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) (Schröder et al., 2014). Es decir,

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Introducción

61

uno de cada tres niños de edades comprendidas entre los 13 y 14 años tiene

sobrepeso.

Asimismo, el Institute for Health Metrics and Evaluation nos muestra

representados los datos de sobrepeso y obesidad de España por franja de edad,

observando unos datos realmente alarmantes (ver figura 21). Como podemos observar

en la figura 22, la evolución del peso desde los 15 años de edad hasta los 60 años va en

aumento progresivo, donde sufre un estancamiento posiblemente porque los niveles

ya son muy elevados y/o porque las personas con un alto IMC tienen un riesgo de

mortalidad mayor que las persona en normopeso (Shiri, Karppinen, Leino-Arjas,

Solovieva, & Viikari-Juntura, 2010). Por otro lado, Marie y colaboradores expresan que

no sólo es que ha aumentado la obesidad, sino que no hay éxito a nivel nacional en el

control de esta patología, y exponen la necesidad de acción urgente ante esta

necesidad (Marie et al., 2014).

Figura 21. Datos de sobrepeso en la población española de 1980 a 2013. Recurso: Institute for Health Metrics and

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Introducción

62

Evaluation http://vizhub.healthdata.org/obesity/.

Actualmente, el documento de consenso sobre obesidad y sedentarismo en el

siglo XXI (Varela-Moreiras, et al., 2013), y un autores como Gallus y colaboradores

(Gallus, et al., 2014), nos exponían que la obesidad en España afecta aproximadamente

al 16,6% de la población adulta (ver figura 22) y que los datos siguen creciendo de

manera ascendente en ambos sexos.

Figura 22. Datos de obesidad en la población adulta. Recurso: Institute for Health Metrics and Evaluation http://www.compareyourcountry.org/01/obesity/index.php?cr=esp&lg=en.

Estos datos preocupan al gobierno y a los sistemas sanitarios por dos motivos;

El primero y más importante, por la salud de las personas y su bienestar. El segundo,

por los costes, directos e indirectos, derivados de esta patología y que podrían ser un

problema a la larga y que se verán con mayor detenimiento en el epígrafe 1.5.3.

(Lehnert, Sonntag, Konnopka, Riedel-Heller, & König, 2013; von Lengerke & Krauth,

2011).

1.5.2. Clasificación del sobrepeso y la obesidad.

La clasificación comúnmente utilizada en epidemiología para describir el nivel

de obesidad en diferentes poblaciones es el Índice de Masa Corporal (IMC). Este

índice es una medida que ha sido ampliamente utilizado en las últimas décadas para

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Introducción

63

estimar las tendencias poblacionales (Flegal, Carroll, Kit, & Ogden, 2012; Keys, Fidanza,

Karvonen, Kimura, & Taylor, 1972; Wong et al., 2012). Es el método más aceptado por

la OMS, la International Obesity Task Force (Jensen et al., 2014), y la Sociedad Española

para el Estudio de la Obesidad (SEEDO). Además, ha sido utilizado en un gran número

de estudios epidemiológicos por ser una medida simple y que proporciona un

indicador bastante fiable de la prevalencia de obesidad en diferentes poblaciones

(Freedman & Sherry, 2009). Aunque es cierto, que presenta ciertas limitaciones, ya

que no distingue entre el peso asociado con el tejido magro, como los músculos y los

huesos, el peso asociado a la grasa o en diferentes franjas de edad, incluso distinguir la

grasa por regiones corporales como las nuevas técnicas de medida, sigue siendo la

medida propuesta y aceptada a nivel internacional, siendo un IMC ≥ 30 kg/m2 el punto

para definir el corte de obesidad en adultos.

El IMC se calcula dividiendo el peso por la talla al cuadrado y se define “peso

insuficiente” un IMC < 18,5 kg/m2, como “normopeso” un IMC de 18,5-24,9 kg/m2,

como “sobrepeso” un IMC de 25,0-29,9 kg/m2, y “obesidad” como un IMC ≥ 30

kg/m2(Salas-Salvadó, Rubio, Barbany, Moreno, & de la SEEDO, 2007). Sin embargo, la

National Heart, Lung and Blood Institute Task Force muestra un modelo modificado

donde asocia el IMC a otros riesgos cardiometabólicos (Oliveros, Somers, Sochor, Goel,

& Lopez-Jimenez, 2014). (Figura 23).

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Introducción

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Figura 23. Clasificación de la obesidad asociada a riesgos metabólicos desarrollada por la National Heart, Lung and Boold Insitutute Task Force. Tomada y traducida de Oliveros y colaboradores (Oliveros, et al., 2014)

Por otro lado, existen diferentes formas de medir o clasificar la obesidad y que

se utilizan tanto en los estudios de investigación, como en las empresas que realizan

tratamiento y programas con personas con exceso de peso:

Distribución de la composición corporal: Normalmente medido por

densitometría Dual de Rayos X. Nos ofrece datos de la grasa acumulada

a nivel abdominal, denominada obesidad central o androide, y por otro

lado, la grasa acumulada en la región glúteo femoral u obesidad ginoide

o perfiférica (Mazess, Barden, Bisek, & Hanson, 1990).

Índice cintura-cadera: La Sociedad Española del Estudio de la Obesidad,

recomienda para una completa valoración de la persona con exceso de

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Introducción

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peso, utilizar la relación entre el perímetro de la cintura y la cadera

(ICC). Un ICC > 1 en varones y 0,9 en mujeres es un indicador de

obesidad central (Salas-Salvado, Rubio, Barbany, & Moreno, 2007).

1.5.3. Costes económicos de la obesidad.

Como hemos comentado anteriormente, los costes económicos derivados del

sobrepeso y la obesidad preocupan dentro del entorno sanitario y gubernamental de

nuestro país, y dentro de la propia Unión Europea (Krief, 1999; Lehnert, et al., 2013;

von Lengerke & Krauth, 2011). De hecho, se prevé que la proporción de personas en

obesidad aumente un 10% durante los próximos 10 años, lo que hace que esta

preocupación siga en aumento (Malik, Willett, & Hu, 2012; Marie, et al., 2014). Según

el último informe de McKinsey Global Institute y varios artículos que estudiaban el

coste económico de la obesidad, el impacto global es aproximadamente de 10 billones

de dólares, o un 2,8% del PIB mundial (Müller-Riemenschneider, Reinhold, Berghöfer,

& Willich, 2008; Sanz de Galdeano, 2007).

Según un estudio realizado por la International Association for the Study of

Obesity de Londres, los índices de obesidad van a seguir en aumento y esto tendrá un

efecto dramático sobre los costes asociados al sistema de salud nacional, en este caso

de Inglaterra (Figura 24). Durante el texto, el autor expone que el gobierno juega un

papel fundamental en este problema, pero desgraciadamente no acaba de enfrentarse

a las industrias de alimentos y bebidas desarrollando nuevos reglamentos o políticas

fiscales que permitan un descenso de esta enfermedad (Philip, 2013).

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Introducción

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Figura 24 Impacto de los costes directos en el Sistema Nacional de Salud debido al exceso de peso

corporal en Inglaterra, medido en libras esterlinas. Adaptado de Butland (Butland et al., 2007) y tomado

de Philip (Philip, 2013). Simulaciones de diferentes grados de pérdida de peso promedio expresados en

unidades o puntos de IMC.

Además de las consideraciones anteriores, este gasto podría ser más elevado si

añadimos los costes indirectos a la sociedad. Nos referimos a la pérdida de ingresos

por la disminución de la productividad, la reducción de las oportunidades y de

actividad restringida, la enfermedad, discapacidades, el absentismo y la muerte

prematura (Finkelstein, daCosta DiBonaventura, Burgess, & Hale, 2010). En la figura

25, podemos observar la prevalencia de condicionantes debidas al aumento del IMC y

sus posibles consecuencias (Wilkinson, Walrond, Ells, & Summerbell, 2007).

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Introducción

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Figura 25. Prevalencia de condicionantes por IMC. Recurso: Health and Safety Executive 2001. IMC. Índice

de Masa Corporal (Wilkinson, et al., 2007).

En esta misma dirección, un proyecto financiado por el VI Programa Marco

denominado PorGrow, estudiaron la obesidad como uno de los mayores retos de la

salud pública del siglo XXI, mostrando en su informe del 2006 que en España los costes

directos asociados a la obesidad podrían suponer 2050 millones de euros, el

equivalente al 7% del coste Sanitario Nacional de Salud español. Señalando que dos

terceras partes de los costes de la obesidad eran indirectos (Álvarez-Dardet, Clemente,

González-Zapata, Ortiz, & Ortiz-Barreda, 2006). Por este motivo, y tras observar las

tendencias en los años venideros, las nuevas intervenciones en el tratamiento del

sobrepeso y la obesidad, están centrando sus esfuerzos en las recomendaciones sobre

el estilo de vida saludable (Aranceta Bartrina, 2013; Córdoba, et al., 2014), ya que

múltiples estudios demostraron que determinados cambios en las políticas públicas y

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Introducción

68

privadas, y por otro lado, en el comportamiento y en las actividades saludables del día

a día, podrían ser muy eficaces para mejorar la salud y disminuir la carga de esta

patología.

Ante la situación planteada en nuestro país y en Europa, la actividad física y el

ejercicio han sido una de las recomendaciones más prescritas por el sistema sanitario y

los diferentes profesionales del ámbito (Córdoba, et al., 2014; Orrow, et al., 2012). De

hecho, el ejercicio se ha considerado como “un fármaco universal, con pocos efectos

secundarios y de bajo coste” (Córdoba, et al., 2014), siendo una de las principales

recomendaciones para mejorar la salud y la obesidad. Por lo tanto, no sólo es

importante evaluar los beneficios del deporte y la actividad física para la salud, sino

también los posibles riesgos y efectos secundarios derivados de la propia actividad

física. Es decir, aunque pudiéramos disminuir los costes por el descenso de la obesidad,

podríamos aumentarlos por las posibles situaciones de riesgo de lesión a las que

estamos exponiendo a una población sedentaria (Marshall & Guskiewicz, 2003). Hasta

la fecha, se conoce los costes por lesión y rehabilitación en algunos deportes

profesionales como el fútbol el baloncesto o el voleibol (Hupperets et al., 2010;

Knowles et al., 2007), pero se desconoce los beneficios reales en la salud frente a los

posibles costes de lesión asociadas a personas sedentarias (Khan, et al., 2012). Por otro

lado, diferentes autores recomiendan estudiar desde la base, la incidencia, la

prevalencia y la severidad de las lesiones en estos programas o recomendaciones de

actividad física, para entender la etiología de la lesión y poder recomendar el ejercicio

adecuado atendiendo a diferentes factores de riesgo (Bazelmans et al., 2004; Matter,

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Introducción

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Sinclair, Hostetler, & Xiang, 2007; Schneider, Seither, Tönges, & Schmitt, 2006;

Wearing, et al., 2006b).

1.5.4. Mapa de la obesidad.

Para ahondar en el conocimiento de la obesidad y los factores que podrían

influir en esta patología de origen multifactorial, se desarrolló un proyecto europeo en

el que se estudiaron diferentes focos que interactuaban entre sí: políticos, genéticos,

psicológicos, nutricionales, deportivos, ambientales, y un largo etcétera (Butland, et

al., 2007). El proyecto Foresight impulsado por el Ministerio de Salud Pública del

Gobierno de Reino Unido, nos muestra mediante una representación visual los

factores más importantes y las relaciones que existen entre cada una de ellas

mediante el denominado “Obesity System Map” o mapa de la obesidad (Figura 26)

(McPherson, Marsh, Brown, & Britain, 2007).

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Introducción

70

Figura 2

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Introducción

71

Este sistema de representación podría ser considerado como un conjunto

estructurado de factores y/o atributos que relacionados entre sí, podrían afectar a

nuestra condición de composición corporal y balance energético (McPherson, et al.,

2007). Desde hace tiempo, el concepto de balance energético se entiende como una

regulación de dos componentes que se reflejan mediante una balanza (Figura 27). La

ingesta energética o calórica diaria, y el gasto energético total. De modo que se busca

un equilibrio entre ambas para mantener el peso (Edholm, Fletcher, Widdowson, &

McCance, 1955).

Figura 27. Representación del balance energético entre la ingesta y el gasto de energía.

Sin embargo, el proyecto de Foresight realizó un mapeo de las interacciones

entre una gran variedad de factores que se relacionaban con la obesidad y que se

derivan, por ejemplo, en la carga genética y fisiológica de la persona (Farooqi &

O’Rahilly, 2007), la conducta alimentaria (Rolls, 2007), el patrón de actividad física

(Wareham, 2007), los factores psicológicos (Maio, Haddock, & Jarman, 2007;

McCracken & Marin, 2014) o las acciones políticas que benefician o perjudican a este

sistema (Law, Power, Graham, & Merrick, 2007). Es decir, añadió a la visión clásica de

la balanza, un mapa dinámico y personal que refleja la suma de factores de riesgo que

podrían afectar a nuestro equilibro del balance energético. De hecho en 1997, Egger y

colaboradores ya nos exponían un modelo similar al que denominaron “modelo

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Introducción

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ecológico o paradigma ecológico” (Figura 28). En su modelo, mostraban tres

influencias potenciales sobre los niveles de equilibrio de la grasa corporal. Este

equilibrio estaba regulado por ajustes fisiológicos durante los periodos de

desequilibrio energético, es decir, la reserva de grasas se mantenía en un punto de

equilibrio dependiendo de los efectos de otros componentes que a su vez, cambiaban

a medida que alguno de ellos se modificaba (Egger & Swinburn, 1997).

Figura 28. Paradigma ecológico para entender el sobrepeso graso y la obesidad Tomado de Egger y

colaboradores (Egger & Swinburn, 1997).

Aún así, el proyecto Foresight posiblemente es el mejor ejemplo de la

aplicación holística ante uno de los grandes problemas de salud mundial. El balance de

energía (equilibrio) representado y focalizado en el centro del mapa, se rodea de siete

sistemas complejos que se relacionan entre sí con diferentes intensidades, y que

mostrarondiferentes escenarios de actuación representando el ecosistema de la

obesidad (Figura 26). En nuestro caso, centraremos nuestro foco de atención en los

factores que podrían influir a que una persona con sobrepeso u obesidad, tenga

mayores riesgos de sufrir una lesión deportiva. Sobre todo, cuando incluye en su

proceso el aumento del gasto energético a través de la actividad física o el ejercicio.

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Introducción

73

1.5.5. Actividad física, sedentarismo, obesidad y riesgo de lesión.

A lo largo de los planteamientos anteriores y después de entender el complejo

sistema que conlleva el sobrepeso y la obesidad, varios autores nos exponen la

importancia de estudiar la asociación entre la actividad física, los estilos de vida

sedentarios, la obesidad y los posibles riesgos de lesión (Shultz, et al., 2014; Warsh,

Pickett, & Janssen, 2010).

Es evidente que la actividad física es necesaria para mantener una buena

calidad y cantidad de vida (Córdoba, et al., 2014; Khan, et al., 2012), y dentro del mapa

de la obesidad, es uno de los escenarios con mayor influencia en el manejo y el control

de la misma. Diferentes autores así lo han mostrado explicando los mejores protocolos

de entrenamiento, o las principales recomendaciones de actividad física necesaria para

mantener el peso corporal (Jensen, et al., 2014; Moinuddin, et al., 2012; Varela-

Moreiras, et al., 2013). Debemos partir del concepto de actividad física como

“cualquier movimiento corporal producido por la contracción del músculo esquelético

que aumenta el gasto de energía” (Pate, 1995). El ejercicio, es una subcategoría dentro

de la actividad física que se planea, se estructura, es repetitivo e intencional. El

objetivo es la mejora o el mantenimiento de uno o más componentes de la aptitud

física (Caspersen, Powell, & Christenson, 1985), incluyendo prácticamente todo el

entrenamiento y actividades deportivas, como por ejemplo las clases de educación

física, el entrenamiento, la competición o el entrenamiento específico para diferentes

poblaciones, como podría ser el sobrepeso y la obesidad (Moinuddin, et al., 2012).

Khan y colaboradores, lo reflejan de manera muy gráfica en la siguiente figura:

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Introducción

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Figura 29. Actividad física, ejercicio y deporte. (A) Incluye en su día a día actividad física, deporte y

ejercicio. (B) Persona que hace deporte y ejercicio, pero que en su día es sedentaria. (C) Persona

físicamente activa pero que no incluye deporte o ejercicios. Tomada de Khan y colaboradores (Khan,

et al., 2012).

Gracias a esta figura, podemos entender la importancia que tiene el gasto

energético total a lo largo del día para una persona. Para entenderlo mejor mostramos

la figura 30, donde podemos observar el gasto energético total diario de cuatro

personas. La persona sedentaria se encuentra 23-24 horas en una situación de

actividad baja o gasto energético bajo, es decir, por debajo de 3 MET (unidad de

medida del índice metabólico), que podría corresponderse con actividades como estar

sentado, tumbado o paseando a un ritmo muy ligero (Ainsworth et al., 2000). En

ningún momento supera está situación de actividad física ligera (entre 3 a 6 MET), por

ejemplo, andar a ritmo moderado, subir escaleras o hacer un descanso activo. De la

misma manera, la persona activa se puede observar que disminuye el tiempo de

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Introducción

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actividad sedentaria a lo largo del día mediante paseos a un ritmo suave, descansos

activos (levantarse de la mesa, andar durante 5 minutos), además añade actividades

moderadas como el entrenamiento de la fuerza. Por último, la persona que es muy

activa, sigue disminuyendo las horas sedentarias y aumenta en todas las demás

moviéndose más a lo largo del día o haciendo algún tipo de entrenamiento específico,

como por ejemplo clases de spinning o carrera a un ritmo moderado. Como resultado,

se podría calcular los requerimientos energéticos que necesita cada persona,

adaptando las necesidades individuales, y por otro lado, prevenir posibles lesiones

dependiendo de las actividades desarrolladas para continuar siendo una persona sana

y activa.

Figura 30: Gasto energético total diario de tres personas: Sedentaria, activo y muy activo.

Por lo tanto, es importante entender que existe un umbral de actividad física en

el cual el balance energético podría ser controlado y regulado, siempre que haya un

control sostenido de la ingesta de energía (Serra-Majem & Bautista-Castaño, 2013), y

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Introducción

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por otro lado, se podría observar que la actividad física tiene diferentes componentes

e intensidades que nos ayudan a mantenernos activos. Si entendemos el contexto de

la persona en su totalidad, podríamos saber cuál es el ejercicio, deporte o actividad

más recomendada en cada momento, y cuáles son sus necesidades energéticas.

No obstante, parece que la población actual adopta cada vez más un estilo de

vida sedentario (Gallus, et al., 2014; Varela-Moreiras, et al., 2013), y en un reciente

informe de la Unión Europea denominado “Eurobarometro”, en su apartado 412 sobre

Deporte y Actividad Física en Europa, nos muestra datos preocupantes sobre el estilo

de vida y actividad física (ver figura 31), con más del 44% de la población con altos

índices de inactividad y considerados como poco activos (Eurobarometer, 2013).

Figura 31. Porcentaje de población que nunca hace ejercicio, deporte en los países de la Unión Europea. Eurobarómetro 2013 (Eurobarometer, 2013).

Estos datos obligaron a preguntarse a los investigadores, al sistema sanitario y

al gobierno, si la obesidad y la inactividad física están estrechamente vinculadas. De

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Introducción

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hecho, ya se han mostrado estudios que identificaban una relación elevada entre el

sedentarismo y un mayor IMC (Ekelund et al., 2004; Janssen et al., 2005). Esta

hipótesis obliga a los gobiernos a promover la actividad física para la prevención de la

obesidad (Varela-Moreiras, et al., 2013), y abre un debate entre si la obesidad es

consecuencia del sedentarismo, o el sedentarismo es una causalidad de la obesidad

(Petersen, Schnohr, & Sorensen, 2004). Por este motivo, es interesante y necesario

observar la relación que existe entre las recomendaciones de actividad física actuales y

los posibles riesgos de lesión, ya que estas personas sedentarias que empiezan a

moverse por la necesidad de su salud, podrían no estar preparadas para el estímulo

que se está recomendando actualmente para la pérdida de peso incluyendo el ejercicio

físico (N. A Maffiuletti, Ratel, Sartorio, & Martin, 2013; Moinuddin, et al., 2012; Shultz,

et al., 2014). Por lo que sería interesante controlar el modelo modificado que propone

Van Mechelen y que denomina “stress-strain-capacty model”, para controlar los

factores externos y ambientales del deporte, y la capacidad o control personal del

deportista para soportar el estrés del entrenamiento (W. Van Mechelen, et al., 1992).

Figura 32. Modelo de Estrés/Esfuerzo/Capacidad. Tomado y traducido de Van Mechelen (W. Van Mechelen, et al., 1992).

La capacidad de una persona, será por un lado la suma de todos los factores

intrínsecos que permiten a un deportista realizar la actividad física, teniendo en cuenta

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su edad, talla, condición física, habilidades, factores psicológicos, motivación, etcétera,

y por otro lado, factores que podrían influir en la actividad deportiva, como por

ejemplo la coordinación de la actividad, la intensidad, la carga, la fatiga física o incluso

la emocional del momento.

Por lo tanto, es importante conocer las estrategias principales, mediante

actividad física, que se utilizan en la pérdida de peso para comprender mejor la posible

influencia de este factor en la aparición de las lesiones.

1.5.5.1. Estrategias para la pérdida de peso.

Principalmente nos encontramos con cinco medidas para la pérdida de peso: la

dieta, el ejercicio, los fármacos, la cirugía y el tratamiento psicológico. Moinuddin y

colaboradores, hicieron una revisión de numerosos estudios que engloban las

diferentes estrategias desde el punto de vista de la nutrición y actividad física, de

manera aislada y conjunta (Moinuddin, et al., 2012). En esta revisión, mostraron las

técnicas de entrenamiento que conseguían mejor resultado combinando con dieta o

sin ella. Incluían el ejercicio aeróbico, el entrenamiento con cargas o de fuerza, y una

combinación de ambos. Pero existe otra clasificación que nos gustaría describir

brevemente en el siguiente apartado.

I. La actividad física espontánea y no programada.

Es todo el gasto de energía debido a una actividad, sin incluir el ejercicio

voluntario, o también llamada la “termogénesis del individuo sin ejercicio físico” (Palou

& Bonet, 2013). Simplemente por el hecho de movernos se desarrollan unas señales

que interactúan con el control biológico y el equilibrio del balance energético (Garland

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Introducción

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et al., 2011; Stice, Figlewicz, Gosnell, Levine, & Pratt, 2013), esto quiere decir, que

podríamos tener un sensor que de manera independiente podría inhibir o excitar

ciertos procesos para controlar las condiciones metabólicas de las personas, y por otro

lado, desarrollar un mayor o un menor gasto dependiendo de sus necesidades

biológicas (Moullé, Picard, Le Foll, Levin, & Magnan, 2014).

Por otro lado, Ross y colaboradores, expusieron un nuevo término muy

interesante para nosotros, el “Incidental Physcial Activity”. Con este término quisieron

dar una visión de que cualquier actividad física, aunque no sea intencionada, podría

mejorar factores de riesgo cardiovasculares independientemente de la intensidad y el

patrón de ejercicio. Con lo que tendría importantes implicaciones clínicas relacionadas

con la salud pública. Sus resultados mostraron en una población sedentaria con

obesidad, que para mejorar el fitness cardiovascular no hacía falta acumular una

actividad física al 40%-50% de la reserva de la frecuencia cardíaca, ni realizar actividad

al 60%-70% de la frecuencia cardiaca máxima, sino que pequeños episodios

esporádicos de movimiento a lo largo del día, también mejoraban el fitness

cardiovascular, y por lo tanto, ofrecían una alternativa que consideraban más viables y

agradables en esta población (Ross & McGuire, 2011).

II. La actividad física voluntaria o movimiento diario.

Cada día existen y se publican evidencias que nos incitan a poner en un primer

plano la actividad física diaria, tanto voluntaria como involuntaria (Tudor-Locke et al.,

2011). Ya en 2004 se demostró que cada hora que se pasaba en un coche al día,

aumenta un 6% más la probabilidad de llegar a ser obeso; de manera opuesta, cada

kilómetro andado disminuía en un 4,8% dicha probabilidad (Frank, Andresen, &

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Introducción

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Schmid, 2004). Otro estudio demostró que a lo largo del tiempo, una pequeña

alteración diaria de actividad física (por ejemplo ±100 kcal) podría conducir a la

obesidad y de forma contraria, ayudar a que una persona obesa dejara de serlo

(Garland, et al., 2011). Pudiendo llegar a ser un interesante complemento e incluso

una alternativa a un ejercicio estructurado (Nicklas et al., 2014; Turner, Markovitch,

Betts, & Thompson, 2010), sobre todo a la hora de evitar la reganancia del peso

perdido y evitar posibles lesiones al inicio de un programa de entrenamiento (Nielsen,

et al., 2014). Turner y colaboradores (2010), mostraron en su estudio que el ejercicio

representa solo el 15% del gasto energético total diario (GETD). Durante la semana 18,

los participantes realizaron ejercicio durante 4 sesiones a la semana con 50 minutos a

una intensidad del 65% del consumo de oxigeno máximo (Figura 33), observando que

aunque incrementaba el gasto, los mayores valores venían de la actividad física diaria,

es decir, cuanto menos nos movemos al día, menos gasto tenemos.

Figura 33. Datos de gasto energético a lo largo de una intervención tradicional de ejercicio (Turner,

et al., 2010). Las barras blancas muestran el grupo control. Las barras sombreadas indican el gasto

energético de la actividad física no programada, y las barras rayadas indican el gasto de energía

durante el ejercicio prescrito.

En consecuencia, las recomendaciones básicas de la American Collegue of Sport

Medicine (ACSM), mostraron que era necesario 150 min/semana de ejercicio

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Introducción

81

moderado para mejorar la salud, y 200-300 min/semana de ejercicio moderado-

intenso para conseguir una pérdida de peso a largo plazo y mantenerla (Donnelly, et

al., 2009). Sin embargo, esta meta podría no ser alcanzable por muchas personas

debido a posibles conflictos de tiempo o a condiciones que limitan la actividad física

(Moinuddin, et al., 2012). Por ese motivo, los especialistas de la actividad física han

buscado soluciones ante este impedimento, y por ejemplo han promocionado las

sesiones de alta intensidad en espacios cortos de tiempo o también llamado High

Intensity Interval Training (Boutcher, 2011).

Aunque la actividad física voluntaria incluye cualquier tipo de ejercicio, se ha

querido llevar este concepto a la población mediante la recomendación de caminar

10.000 pasos diarios (Tudor-Locke & Bassett Jr, 2004). Una cifra fácil de recordar y que

nació de la mano del Dr. Yoshimiro Hatano en la Universidad de Kyushu en Japón.

Durante el congreso anual de la ACSM en 2001, presentó bajo el eslogan “ten thousand

steps meter” un trabajo que exponía este tipo de ejercicio. Actualmente, es una de las

recomendaciones más utilizadas debido a los nuevos avances tecnológicos y

dispositivos (pulseras) de cuantificación de la actividad física y las aplicaciones (app)

móviles (Lubans et al., 2014; Tudor-Locke, et al., 2011) (Figura 34).

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Introducción

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Figura 34. Escala de pasos diarios esquematizada. Tomada de Tudor y colaboradores (Tudor-Locke, et al., 2011). Y pulseras de cuantificación de los pasos diarios que existen en el mercado. Polar Loop, Garmin Vivofit, Fitbit y Samsung Gear Fit.

III. Ejercicio aeróbico.

La mayoría de la evidencia científica, apoya la idea de que el ejercicio aeróbico

(pasear, correr, cinta, bicicleta, elíptica, nadar, etc.) podría ser un método efectivo

para la pérdida de peso (Moinuddin, et al., 2012). Según Moinuddin y colaboradores,

este tipo de entrenamiento podría producir una pérdida de peso desde los 1.5 kg-3 kg

hasta los 8 Kg, dependiendo si es combinado con dieta o sin ella. De hecho, en otra

revisión de Thorogood y colaboradores (Thorogood et al., 2011), mostraban que

cuando no se controlaba la ingesta de nutrientes durante un programa de pérdida de

peso, solo se conseguían pérdidas de un 2-3% de grasa o incluso podía aumentar.

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Introducción

83

Aunque estos estudios podrían haberse quedado cortos en cuanto a la duración y a la

intensidad del entrenamiento para mejorar estos valores (Jakicic, Marcus, Gallagher,

Napolitano, & Lang, 2003). Sin embargo, estos autores no tienen en cuenta si la

intensidad más elevada, podría llevar a un mayor riesgo de lesión en este tipo de

población, como ya ha demostrado Janey y Nielsen en personas con obesidad (Janney

& Jakicic, 2010; Nielsen, et al., 2014).

Lo que parece claro, es que las guías y recomendaciones de diferentes

asociaciones especializadas en el control y el manejo de la obesidad, incluyen este tipo

de actividad física moderada como una recomendación básica, aconsejando realizarlo

preferiblemente todos los días de la semana (Donnelly, et al., 2009; Jensen, et al.,

2014). Asimismo, ya sea combinado con dieta o sin ella, parece que el entrenamiento

aeróbico moderado es más seguro y tiene menor riesgo en las primeras etapas del

programa para las poblaciones sedentarias (Hansen, Dendale, Berger, van Loon, &

Meeusen, 2007; Janney & Jakicic, 2010; Nielsen, et al., 2014; Vincent & Vincent, 2013).

Aunque como muestra en la mayoría de las conclusiones de estos estudios de

investigación, se necesitan estudiar con mayor detenimiento para comparar con otros

tipos de actividades y/o entrenamientos en la misma población de estudio.

IV. High Intensity Interval Training (HIIT).

Existe actualmente una corriente de investigación que sugiere que el

entrenamiento aeróbico de alta intensidad, concretamente el High Intensity Interval

Training (HIIT), podría provocar mayores mejoras que el resto de los programas de

ejercicio anteriormente mencionado con menos tiempo de entrenamiento y con una

mayor intensidad. Sin embargo, lo demostrado hasta el momento es que tiene un gran

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Introducción

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impacto sobre el perfil lipídico, pero con valores de pérdida de peso muy escasos si no

se combina con dieta, como el resto de entrenamientos (Boutcher, 2011; Martin

Buchheit & Paul B Laursen, 2013; M. Buchheit & P. B. Laursen, 2013).

El HIIT existe desde 1920 cuando un científico británico describió los primeros

protocolos de entrenamiento intermitente (Waller & De Decker, 1920).

Posteriormente en 1960, Astrand lo puso en conocimiento del entrenamiento

deportivo (ÅStrand, ÅStrand, Christensen, & Hedman, 1960). Pero es actualmente,

cuando se está desarrollando debido al marketing realizado dentro del sector del

fitness. El HIIT consiste en un ejercicio físico que se caracteriza por series breves,

intermitentes de actividad vigorosa, intercaladas con períodos de descanso o ejercicios

de baja intensidad (Gibala & Jones, 2013:11). Según Gibala, en personas no entrenadas

y que realizan actividad de manera recreacional, el HIIT podría tener a corto plazo, un

potente estímulo para incidir en mejoras fisiológicas respecto a los entrenamientos

convencionales, a pesar de un volumen total de ejercicio inferior (Gibala & Jones,

2013:11).

El modelo más empleado en los estudios sobre HIIT es el test de Wingate. Este

test consiste en 30 segundos a una intensidad máxima mediante un cicloergómetro

específico. Básicamente la investigaciones se basaban en 4-6 series de trabajo

separados por pocos minutos de recuperación (2-3min) y con una duración total del

entrenamiento de aproximadamente 20 minutos (Gibala & Jones, 2013; Laursen &

Jenkins, 2002). En muchos casos, lo comparaban con el entrenamiento aeróbico

tradicional de 40-60 minutos a una intensidad menor (aproximadamente el 65% del

VO2max), concluyendo que existían evidencias y mejoras en las adaptaciones

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Introducción

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cardiovasculares y musculares mediante este tipo entrenamiento de alta intensidad

(Gibala, Little, MacDonald, & Hawley, 2012). Sin embargo, un reciente artículo de

Larsen y colaboradores (2014), nos exponía que el HIIT no mejoraba la capacidad de la

mitocondria para mejorar la oxidación de los ácidos grasos, ya sea en el músculo

esquelético o en el tejido adiposo (Larsen et al., 2014). Aún así, y desde el punto de

vista científico, se ha intentado encontrar las intensidades de entrenamiento óptimas

para producir cambios en el porcentaje de grasa en personas con obesidad (ver figura

35). También, se ha estudiado para ver las mejoras en otras variables metabólicas de

interés, como podría ser la sensibilidad a la insulina (Boutcher, 2011; Gayda, Nigam, &

Juneau, 2014).

Figura 35 Intensidades del entrenamiento HIIT. Tomada y modificada de Buchheit y colaboradores (Martin

Buchheit & Paul B Laursen, 2013).

Cada una de estas intensidades y métodos de entrenamiento tienen un efecto y

unas adaptaciones diferentes a nivel fisiológico, así nos lo explica el Dr. Bucheit en su

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Introducción

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revisión sobre HIIT (Martin Buchheit & Paul B Laursen, 2013; M. Buchheit & P. B.

Laursen, 2013). Pero de los estudios realizados y analizados para la pérdida de peso, al

igual que ocurría con el entrenamiento aeróbico, los que mejor funcionaban eran

aquellos que iban acompañados de una restricción calórica en el programa (Boutcher,

2011). No obstante, el volumen, la intensidad y la planificación de este tipo de

entrenamiento en personas sedentarias o con algún tipo de patología, requiere de una

mayor investigación, y todavía se desconoce la incidencia, la prevalencia y la severidad

real de las lesiones al incluir este tipo de ejercicios en los programas de pérdida de

peso.

V. Entrenamiento con cargas.

El entrenamiento con cargas ha sido incluido como una parte integral de los

programas para la salud de manera general (Westcott, 2012), y para la pérdida de peso

de manera específica (Strasser & Schobersberger, 2011). Además, este tipo de

entrenamiento ha sido aprobado y recomendado por la American Heart Association

(Pollock et al., 2000), la American College of Sport Medicine (Nelson et al., 2007) y la

American Diabetes Association (Tresierras & Balady, 2009).

Diferentes autores han mostrado que el entrenamiento con cargas es muy

valioso para mantener, o incluso aumentar la masa muscular y así conservar un ritmo

metabólico basal elevado (Hunter, et al., 2008; Strasser & Schobersberger, 2011;

Westcott, 2012). Normalmente este entrenamiento va orientado a dos objetivos, por

un lado el aumento de la masa muscular, y con ello el ritmo metabólico basal (RMB), y

por otro, el aumento de la energía expedida a través de trabajos de fuerza-resistencia

(C. B. Scott, 2005). La investigación ha tenido muy en consideración todas las variables

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Introducción

87

del ejercicio, proponiendo un trabajo claro de entrenamiento en series con objetivo de

hipertrofia progresiva (Bouchard, Soucy, Sénéchal, Dionne, & Brochu, 2009; Del Corral,

Chandler-Laney, Casazza, Gower, & Hunter, 2009; Hunter, et al., 2008), e incluso un

trabajo donde se subdivide la intervención en tres fases: la primera para fuerza-

resistencia y pérdida de grasa, la segunda para hipertrofia y, finalmente la tercera para

fuerza. Concluyendo que el entrenamiento de fuerza podría causar disminuciones en

los factores de riesgo metabólicos (Sillanpää, Häkkinen, Punnonen, Häkkinen, &

Laaksonen, 2009). Por último, la revisión de Strasser y colaboradores (2011), nos dio

unas recomendaciones generales basadas en la evidencia científica para el trabajo con

cargas y la pérdida de peso, y también aconsejan este tipo de actividad física como un

gran método de entrenamiento para la mejora de los problemas metabólicos (Strasser

& Schobersberger, 2011). En líneas generales, el entrenamiento con cargas está

demostrado que previene el descenso del metabolismo basal que se produce en todos

los programas de restricción calórica. Además, es un medio eficaz para la mejora de la

composición corporal y el mantenimiento de la reducción de la masa grasa, evitando la

reganancia de peso al menos un año después de la intervención (Hills et al., 2010). Por

lo tanto, se podría considerar un método importante para incluir en los programas de

pérdida de peso.

Finalmente, el entrenamiento de alta intensidad ha sido modificado y adaptado

para incluir intervalos con ejercicios de fuerza y potencia, lo que se ha denominado

High Intensity Power Training (HIPT), el cual tiene una profunda relación con el CrossFit

(M. M. Smith, Sommer, Starkoff, & Devor, 2013). Sin embargo, aunque estos métodos

son muy populares, requieren de más ensayos clínicos que vean los efectos positivos

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Introducción

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sobre la pérdida de peso, en contra de los efectos adversos y las posibles lesiones

musculoesqueléticas por una alta demanda muscular (Shultz, et al., 2014; Weisenthal,

et al., 2014).

VI. Ejercicio combinado en circuito (Aeróbico + Fuerza).

El entrenamiento en circuito consiste en un conjunto de ejercicios de fuerza

más ejercicios aeróbicos sin descanso, o siendo el descanso mínimo entre estaciones.

Normalmente, se estandariza el tiempo entre ejercicios y entre vueltas, como en el

caso del estudio de Thornton y Potteiger, en el que el tiempo entre estaciones oscila

entre 20”-60” con 60” de descanso entre vueltas (Thornton & Potteiger, 2002), o el

trabajo de Bouchard en el que se estandariza entre 60-90 segundos entre estaciones

(Bouchard, et al., 2009). Durante el proyecto PRONAF, se utilizaron diferentes

entrenamientos (aeróbico, fuerza y combinado) en personas con sobrepeso y

obesidad. El entrenamiento mixto intercalaba ejercicios aeróbicos a diferentes

intensidades (50-60% del VO2max), con ejercicios de fuerza (squat, remo en máquina,

prese de banca y zancadas frontales). Los intervalos entre ejercicios eran de 15’’ y los

descansos entre circuitos de 5 minutos (Zapico, et al., 2012) (ver figura 43). Groubi y

colaboradores (Ghroubi et al., 2009), controlaron tres grupos de trabajo en el que uno

de ellos era control dietético más un programa de entrenamiento en circuito. En todos

los estudios, se mostraba que este tipo de entrenamiento produce notables resultados

en parámetros como la pérdida de peso y composición corporal, la fuerza y el

perímetro de cintura-cadera, además de mejorar los indicadores de calidad de vida y

síndrome metabólico (Lambers, Van Laethem, Van Acker, & Calders, 2008). Por lo que

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Introducción

89

la combinación de las dos metodologías, se recomienda para su inclusión dentro de los

programas y protocolos de trabajo para la pérdida de peso.

1.5.5.2. Relación entre obesidad, actividad física y riesgo de lesión.

Como hemos visto anteriormente, existen varios cuestionarios y base de datos

que registran las lesiones en diferentes poblaciones y/o disciplinas deportivas, sobre

todo el fútbol, rugby o deportes universitarios en Estados Unidos (C. W. Fuller, et al.,

2006; Colin W Fuller, et al., 2012; C. W. Fuller, et al., 2007; Zachary Y Kerr, et al., 2014).

Sin embargo, pocos estudios han sido dirigidos para ver, observar y describir los

factores de riesgo en poblaciones especiales, en este caso el sobrepeso y la obesidad.

Los primeros trabajos sobre lesiones en esta población, tendían a centrarse en

la obesidad como un factor que complicaba los traumas graves por accidente, además

de influir en los comportamientos relacionados con la seguridad laboral

(Anandacoomarasamy, et al., 2008; Lichtenstein, Bolton, & Wade, 1989). Finalmente,

la composición corporal se empezó a estudiar por ser un factor de riesgo intrínseco

que influía en un contexto particular, como por ejemplo en el deporte (W. Van

Mechelen, et al., 1992). En una revisión sistemática realizada con la base de datos

Cochrane, sobre "Intervenciones para la promoción de la actividad física”, se

centraban principalmente en la efectividad de 29 ensayos que cumplieron con

diferentes criterios de inclusión, y se evaluó si habían estudiado algunos aspectos de

seguridad en las intervenciones, incluyendo información sobre el riesgo de lesiones en

las mismas. Sólo 8 de los 29 ensayos informaron sobre el riesgo de lesión, de los cuales

siete no encontraron diferencias significativas entre los grupos de intervención y

control cuando evaluaban fracturas, esguinces o caídas. Y solamente uno, encontró

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Introducción

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alguna evidencia en el aumento de las lesiones (Hillsdon, Foster, & Thorogood, 2005).

Es importante remarcar que Hillsdon y colaboradores no informaron en su revisión si

en los ensayos se habían tenido en cuenta la obesidad como un factor relevante de

riesgo. Del mismo modo, Summerbell y colaboradores en su revisión de ejercicio con

niños en sobrepeso u obesidad, no mencionó específicamente la lesión, pero informó

que “no se identificaron datos sobre mortalidad o eventos adversos respecto a la

calidad de la vida” dentro de los 41 ensayos estudiados (Summerbell et al., 2005).

Realmente, la mayoría de los estudios se ha centrado en ver los factores de la

obesidad que se relacionan o contribuyen a dolores musculoesqueléticos crónicos, o

cuáles son los beneficios del ejercicio para reducir esos dolores (Zdziarski, Wasser, &

Vincent, 2015). Al mismo tiempo, debido al sedentarismo y el envejecimiento

progresivo de la población, se ha estudiado la contribución de la obesidad en la

artrosis y en otras enfermedades musculoesqueléticas causantes de dolor y

discapacidad (Seaman, 2013), ya que según exponen algunos autores, parece que

estos datos seguirán aumentando a lo largo de los años (Kelly, et al., 2008). No

obstante, está menos claro en la literatura, si incluir ejercicio en programas de pérdida

de peso, tiene un impacto negativo sobre el riesgo de sufrir una lesión deportiva

(Kemler et al., 2014; Warsh, et al., 2010). Aunque algunos autores han reflejado en el

diagrama de flujo de su estudio las personas que abandonaron (drop-out) por motivo

de lesión (Church, Earnest, Skinner, & Blair, 2007; Ho, Radavelli-Bagatini, Dhaliwal,

Hills, & Pal, 2012), ninguno ha descrito las causas ni los motivos de la misma.

En definitiva, se ha demostrado que las lesiones son una de las principales

barreras para mantener la actividad física en las personas sedentarias, y que el

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Introducción

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sobrepeso y la obesidad incrementa el riesgo de dolores y lesiones en las

articulaciones, cuando se comparan con personas en normopeso (Hootman, et al.,

2002; Zdziarski, et al., 2015). Aún así, pocos estudios han observado las asociaciones

entre las lesiones ocurridas en diferentes protocolos de actividad física o intervención

de pérdida de peso, con la edad, el sexo u otras variables del entrenamiento. En este

sentido, el estudio de Nielsen, mostraron que corredores con un IMC superior a 30

kg/m2 y que comenzaban a correr más de tres kilómetros semanales durante las

primeras semanas de un programa de entrenamiento, mostraban una fuerte

asociación y un mayor riesgo relativo de sufrir una lesión que las personas no obesas.

Por lo tanto, los autores aconsejan disminuir la distancia durante las primeras semanas

para reducir el riesgo de lesión de un 22,7% a 11,9% de lesiones (Nielsen, et al., 2014).

Finalmente, la mayoría de los autores acaban concluyendo que se necesita más

investigación adicional sobre los grupos en sobrepeso y obesidad, para evaluar los

factores de riesgo cuando se comienza a participar en algún tipo de actividad física, a

fin de incluirlas en las guías y recomendaciones generales para obtener resultados

válidos y relevantes (Kemler, et al., 2014; Nielsen, et al., 2014; Warsh, et al., 2010).

1.5.6. Factores de riesgo asociados al sobrepeso, la obesidad y la

actividad física.

A pesar de la naturaleza multifactorial de las lesiones, la obesidad aparece

constantemente como uno de los factores de riesgo clave y potencialmente

modificable dentro de la epidemiología del deporte (Shultz, et al., 2014), sobre todo en

trastornos de la cadera, la rodilla, el tobillo, el pie y el hombro (Wearing, et al., 2006b;

Zdziarski, et al., 2015). Principalmente, la investigación de las lesiones en obesidad se

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Introducción

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centraba en los problemas óseos o articulares, como el riesgo de fractura o la

osteartritis (S. A. Richmond, et al., 2013). Sin embargo, la evidencia emergente indica

que la obesidad podría tener efectos potencialmente peligrosos en las estructuras de

los tejidos blandos, tales como el tendón, la fascia o el cartílago (Franceschi, et al.,

2014). Por otro lado, aunque los mecanismos todavía no están muy claros, las

limitaciones funcionales de las personas que tiene obesidad por una carga adicional

mantenida en el tiempo en el sistema locomotor, ha sido aceptado como factor de

riesgo para aumentar el estrés en las articulaciones y dentro del tejido conectivo

(Franceschi, et al., 2014; Rogers & Wilder, 2008; Shiri, et al., 2010). De hecho, también

se ha observado que tienen menor fuerza para controlar las cargas y mantener una

posición correcta de las articulaciones (Wearing, et al., 2006b), mostrando además,

procesos inflamatorios que podrían activar los mecanismos de dolor y a su vez,

aumentar los efectos psicológicos negativos como la fatiga, la irritabilidad o la

ansiedad, variables que nos podrías llevar a posibles lesiones crónicas (Zdziarski, et al.,

2015). Además, la adiposidad corporal ha sido comúnmente vinculado a un mayor

riesgo de dolor en las extremidades inferiores y existe una fuerte asociación entre las

tendinopatías del miembro inferior, el dolor en la zona lumbar y la obesidad (Shiri, et

al., 2010; Wearing, et al., 2006b; Zdziarski, et al., 2015).

Durante una revisión retrospectiva de 3 años dentro de las escuelas deportivas

de Estados Unidos y con una muestra representativa de 100 escuelas secundarias, se

encontró que los patrones de lesión también variaron en función del IMC. Las fracturas

fueron más frecuentes en un pequeño grupo de atletas con bajo peso y las lesiones de

rodilla eran frecuentes en el grupo de deportistas con un IMC más elevado, en

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Introducción

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comparación con el grupo de peso normal (Yard & Comstock, 2011). También se ha

estudiado y demostrado que los jóvenes atletas con mayor peso tienen un equilibrio

más deficiente (Deforche et al., 2009), y se ha planteado la hipótesis que un IMC

elevado podría hacer que el deportista sea menos eficiente y capaz a la hora de

mantener el equilibrio durante las colisiones (Yard & Comstock, 2011).

Por lo tanto, debido el aumento global de la obesidad en Europa y Estados

Unidos, existe una necesidad de determinar las consecuencias físicas de una carga

continua y repetida en las estructuras del aparato locomotor en personas con

sobrepeso y obesidad, además de establecer como la obesidad podría interactuar con

otros factores que aumenten estos factores de riesgo. Por ejemplo, se ha observado

que el exceso de peso está relacionado con dolor lumbar y ciática (Shiri, Lallukka,

Karppinen, & Viikari-Juntura, 2014), pero la mayoría de las directrices de actividad

física incluyen el consejo de "Cualquier actividad es buena para ti", sin explicar qué

tipos de entrenamiento o ejercicios podrían ser más perjudiciales. Simplemente en

algunos casos recuerdan tomar precauciones para evitar lesiones, aunque no ofrecen

recomendaciones, ni factores de riesgo concretos para cada deporte o actividad (Oja,

Bull, Fogelholm, & Martin, 2010). Sin embargo, pocos estudios han registrado las

lesiones en diferentes protocolos de entrenamiento para la pérdida de peso, y por lo

tanto, no se conoce la incidencia, la severidad o los factores de riesgos modificables

y/o no modificables, entre diferentes actividades deportivas. Del mismo modo que se

ha realizado en otros deportes como el fútbol o el esquí (Dvorak, et al., 2000; Spörri, et

al., 2012).

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Introducción

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Por estas razones, el presente trabajo tiene por objetivo, analizar la incidencia,

prevalencia y severidad de las lesiones, en una población sedentaria con sobrepeso y

obesidad, que se someten a diferentes métodos de entrenamiento dentro de un

programa de pérdida de peso controlado durante 6 meses (Zapico, et al., 2012). Por

otro lado, organizar el conocimiento disponible sobre este ámbito de estudio, con la

intención de comprobar, evaluar y comprender los posibles factores de riesgo

(intrínsecos o extrínsecos), a los que se exponen personas sedentarias que comienzan

un programa integral que incluye ejercicio físico para avanzar en el estado del

conocimiento del área.

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Objetivos

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II. OBJETIVOS.

El presente estudio de carácter descriptivo y prospectivo, está caracterizado

por no tener asociado una hipótesis previa. La intervención del presente proyecto no

fue diseñada para asociarse a un menor ratio de lesiones, sino para reducir el peso

graso de un conjunto de personas que realizaron tres tipos de entrenamiento

combinado con dieta. Por lo tanto, en este estudio se ha buscado la relación y

asociación entre el tipo de entrenamiento realizado y el número de lesiones que

aparecieron durante los seis meses que duró la citada intervención. Por lo que los

objetivos principales fueron:

2.1. Objetivos principales del estudio.

1. Realizar un análisis descriptivo de las lesiones sufridas, en tres protocolos de

entrenamiento, en función de la fase de intervención y el sexo.

2. Observar la incidencia y la severidad de las lesiones en los tres protocolos de

entrenamiento.

3. Analizar si existen asociaciones entre la incidencia de lesión y la composición

corporal, el sexo y el protocolo de entrenamiento.

4. Describir la localización anatómica más común durante los seis meses de

intervención.

5. Proponer una ecuación para estimar el riesgo de lesión de un sujeto en

sobrepeso y obesidad que comienza un programa de ejercicio y realiza un

protocolo propuesto en el proyecto PRONAF.

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Objetivos

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Material y Métodos

97

III. MATERIAL Y MÉTODOS.

3.1. Características generales del estudio.

El “Programa de Nutrición y Actividad Física para el tratamiento del sobrepeso y

la obesidad (PRONAF) DEP2008-06354-C04-01” fue un proyecto coordinado financiado

por el Ministerio de Ciencia en Innovación, Convocatoria de Ayudas I+D 2008, de

Investigación Fundamental No Orientada, del VI Plan de Investigación Nacional

2008/2011 (Clinical trial gov numer: NCT01116856. http://clinicaltrials.gov/), durante

2008 a 2011 en España. Los datos de este trabajo pertenecen a los resultados

secundarios del proyecto PRONAF.

Dentro del ensayo clínico PRONAF, este estudio se podría clasificar como

descriptivo y epidemiológico. Del mismo modo, el citado trabajo resume una

descripción de un conjunto de casos asociados a un intervalo de tiempo. Por este

motivo, algunos autores proponen estos estudios como “generadores de hipótesis”

(hypothesis-generating studies) (Rothman & Greenland, 2005). El grado de

manipulación de la observación fue nulo, ya que no se ha intervenido sobre la variable

independiente a analizar, es decir la lesión. Por el contrario, se observaron los efectos

y los factores de riesgo de una exposición natural a la misma, o lo que se suele

considerar como un estudio no experimental o expost-facto. Al tratarse de un ensayo

clínico se buscó el efecto del tipo de protocolo en la incidencia de las lesiones.

El estudio fue prospectivo, ya que la exposición y respuesta del estudio se

producirá después de comenzar el proyecto (D. J. Caine, et al., 1996:10), mientras que

su direccionalidad irá desde el momento de la exposición, hasta el momento en el que

se observa su respuesta (Thomas, Nelson, & Cruz, 2007:317).

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Material y Métodos

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3.2. Fases del estudio.

En la figura 36, se observa las cinco fases principales del trabajo, y que

expondremos con más detalle a continuación.

Figura 36. Fase del estudio y objetivos.

3.2.1. Revisión sistemática de la literatura.

Para la realización de la revisión sistemática de la literatura, se utilizó una

metodología específica basada en los procedimientos de la “Preferred Reporting Items

for Systematic Review (PRISMA) statement” (Knobloch, Yoon, & Vogt, 2011). El

principal objetivo fue conocer el estado de la cuestión sobre las lesiones en el deporte

de fuerza. Del mismo modo se clasificó y se caracterizó el concepto de lesión en el

entrenamiento. La estrategia de búsqueda se basó en las principales bases de datos,

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Material y Métodos

99

PubMed y SPORTDiscus (1990 a 2014), usando los términos que presentamos a

continuación en la siguiente tabla (Butragueño, Peinado, & Maffuli, 2014):

Tabla 5. Estrategia de búsqueda.

Base de datos Estrategia de búsqueda

PubMed

(((injur*[Title/Abstract]) OR pain[Title/Abstract]) OR

epidemiolog*[Title/Abstract]) AND ((((((((((((bodybuild*[Title/Abstract]) OR CrossFit [Title/Abstract]) OR Strongman [Title/Abstract]) OR "resistance

exercise"[Title/Abstract]) OR "strength training"[Title/Abstract]) OR weight-training[Title/Abstract]) OR "weight training"[Title/Abstract]) OR

powerlift*[Title/Abstract]) OR “power lifters”[Title/Abstract]) OR "resistance training"[Title/Abstract]) OR “weight lifting”[Title/Abstract]) OR

“weightlift*”[Title/Abstract]) NOT (rehabilitation[Title/Abstract]) NOT (recovery[Title/Abstract])

SportDISCUS

TI injury AND (AB Weight training OR AB powerlifters OR AB powerlifting OR AB

CrossFit OR AB resistance training OR AB Weight lifting OR AB Weightlifter OR AB bodybuilder OR AB bodybuilding OR AB Strength training NOT AB Recovery NOT

AB rehabilitation)

Esta revisión fue necesaria para desarrollar en la fase previa, la validación del

cuestionario del registro de las lesiones en el entrenamiento con cargas (RELECA).

Dicho cuestionario se utilizó posteriormente para registrar las lesiones durante la fase

de sobrepeso y obesidad del proyecto PRONAF. En el siguiente diagrama (Figura 37), se

muestra la búsqueda de información realizada para la revisión (Butragueño, et al.,

2014).

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Material y Métodos

100

Figura 37. Diagrama de búsqueda de información.

3.2.2. Elaboración del cuestionario y de la base de datos “RELECA”.

3.2.2.1. Diseño del cuestionario.

El desarrollo del cuestionario se llevó a cabo mediante la metodología de

investigación que incluye un proceso de seis etapas para desarrollar y validar el

cuestionario de lesiones (Turocy, 2002). De esta manera, se realizó un proceso

secuencial que asegura que toda la información recopilada fuera útil y apta para su

posterior uso. La tabla 6 proporciona una visión general del plan de acción.

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Material y Métodos

101

Tabla 6. Estrategia y plan de acción para desarrollar el cuestionario de lesiones. Tomado de Turocy

(Turocy, 2002).

Fase I Desarrollar una pregunta de investigación y temas secundarios; especificar una hipótesis, si

existiera. Fase II Investigar la literatura existente sobre el tema y los subtemas; asegurándose de examinar

trabajos realizados en otras profesiones de la salud. Fase III Aclarar y reorientar las preguntas de investigación, si corresponde. Fase IV Establecer la validez del instrumento; si el instrumento es apropiado para otras disciplinas,

y validar mediante el método descrito a continuación: a. Desarrollar una tabla de especificaciones. b. Elaborar un instrumento basado en la tabla de especificaciones. c. Validar el instrumento

Fase V Determinar la muestra. Fase VI Adquirir y analizar los datos.

Una vez realizada la revisión bibliográfica y revisados los principales

cuestionarios utilizados para el registro de las lesiones en el deporte, se elaboró una

entrevista estructurada con cada uno de los expertos, tratando una serie de aspectos

de interés inicial, dejando al experto opinar libremente sobre los asuntos planteados.

El trabajo realizado por un equipo multidisciplinar compuesto por diez miembros,

integrado por personal docente de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del

Deporte, Licenciados en Ciencias de la Actividad Física y Deporte relacionados con el

mundo del entrenamiento en fitness, y finalmente dos fisioterapeutas. El equipo de

trabajo elaboró una lista de preguntas y subtemas que fueron evaluados para crear las

dimensiones que en última instancia se integrarían en el cuestionario, así como la

creación de una “Tabla de Especificaciones”. Posteriormente, se comparó la lista de

preguntas con la revisión de la literatura describiéndose los puntos en común. En la

tabla de especificaciones se recogieron: datos personales, información de la lesión,

datos de entrenamiento y otros. Dicha tabla fue utilizada con posterioridad como guía

de desarrollo de las cuestiones apropiadas, así como para determinar la validez de

criterio y el plan de análisis de los ítems. A medida que se desarrollaron las preguntas,

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Material y Métodos

102

fueron asignados a un área temática y de este modo los artículos seleccionados debían

tener cabida en una de las categorías.

Tabla 7. Categorías del cuestionario para evaluación de panel de expertos.

Categorías Variables Referencias

Actividad física o entrenamiento de fuerza específico

Deporte específico de fuerza: Weightlifting, powerlifting, strongman, Crossfit, recreacional, entrenamiento para otro deporte, culturismo.

(Mazur, Yetman, & Risser, 1993; Risser, 1990)

Objetivos Propósito y tipo de entrenamiento. (D. J. Caine, et al., 1996:3;

Keogh, et al., 2006)

Intensidad

Época del año, tipo de trabajo desarrollado, porcentaje de la 1RM, Intensidad relativa velocidad de ejecución, número de series y ejercicios y descanso.

(Bahr & Krosshaug, 2005; D. J. Caine, et al., 1996:3;

Mann, Lamberts, & Lambert, 2013; Raske &

Norlin, 2002)

Duración y frecuencia

Duración del entrenamiento (normalmente en minutos y horas). Frecuencia, el número de veces que se entrena o se realiza una actividad en un periodo de tiempo.

(Bahr, 2009; Powell, et al., 2011)

Acumulación, Volumen Cantidad y tiempo de entrenamiento total. (Reeves, Laskowski, &

Smith, 1998; Reynolds et al., 2001)

Factores ambientales

Temperatura ambiental, humedad y ventilación, tipo de equipamiento, uso del cinturón, tipo de entrenador, ayudar ergogénicas, etc.

(Bahrke & Yesalis, 1994; D. J. Caine, et al., 1996; Haupt, 2001; Renfro,

2006)

Factores individuales

Genética, años, duración del sueño, nutrición, predisposición a la lesión, leones previas y objetivos de ese entrenamiento.

(Bahr, 2009; Bahr & Krosshaug, 2005; Calhoon

& Fry, 1999; Clarsen, Myklebust, et al., 2013)

Una vez definidas las dimensiones, se llevó a cabo la elaboración de los ítems

del cuestionario. El cuestionario preliminar_1 se desarrolló en base al consenso entre

los investigadores. Fueron redactados de forma clara, sencilla y concisa para asegurar

que se necesitase menos tiempo y atención. Se evitaron de este modo, las preguntas

formuladas de una manera negativa y preguntas que requerían el uso de la memoria.

Se decidió que la composición de los ítems fuese de respuesta cerrada. En cuanto al

orden de las preguntas, las más sencillas fueron colocadas al principio, los de mayor

peso en el medio y las menos relevantes se situaron al final. El cuestionario fue

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Material y Métodos

103

diseñado y construido en un orden lógico y estructurado por grupos de categorías. Se

evitó el efecto de cualquier pregunta o contaminante durante la cumplimentación del

cuestionario que pudiese derivar en la posibilidad de sesgos en las demás preguntas.

De la misma manera, se aseguró la exactitud de los datos recogidos mediante la

realización de las pruebas de validez y fiabilidad (García de Yébenes Prous, et al.,

2009).

3.2.2.2. Validación y fiabilidad del cuestionario.

Un total de trece expertos participaron en el proceso de validación del

cuestionario preliminar. El primer grupo formado por cuatro expertos en estadística

con experiencia en la elaboración de cuestionarios. El segundo grupo formado por

nueve especialistas de la materia, que tuvieran como requisito ser doctor en Ciencias

de la Actividad Física y el Deporte con una línea de investigación encaminada al

entrenamiento con cargas o Licenciados en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte

que estuvieran trabajando en la actualidad y con una experiencia de al menos 3 años

en el entrenamiento con cargas. También se incluyeron dentro de este grupo

fisioterapeutas especializados en lesiones deportivas y médicos deportivos con al

menos 3 años de experiencia.

El cuestionario fue enviado a los expertos, junto con un documento titulado

"Dossier para especialistas" (Anexo III), lo que les permitió evaluar los aspectos

mostrados en la tabla 8 (García de Yébenes Prous, et al., 2009):

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Material y Métodos

104

Tabla 8. Tipos de validación (García de Yébenes Prous, et al., 2009).

Validación Descripción Lógica o aparente Se refiere al grado en que “parece” que un cuestionario mide lo que quiere

medir a juicio de los expertos y de los propios sujetos. Contenido El grado en que la medición abarca la mayor cantidad de dimensiones del

concepto que se quiere estudiar. Constructo Evalúa el grado en que el instrumento refleja la teoría del fenómeno o del

concepto que se quiere medir.

Cada uno de los ítems se evaluó utilizando una escala numérica

de 1 a 6, donde el 1 correspondería a "completamente

inadecuada" y el 6 a "muy adecuada". Se evaluaron las

respuestas de los expertos según los criterios de exclusión, los

cuales mostramos a continuación:

Obtener una puntuación ≤ 3 por al menos tres de los expertos en el apartado de

pertinencia (lógica o aparente).

Obtener una puntuación inferior a un intervalo de confianza del 95% de manera

independiente en pertinencia o en contenido.

Obtener un Coeficiente de Variación superior a un 25% en pertinencia.

Una sección abierta se dejó para añadir comentarios para cada ítem. La

encuesta se revisó y se reunió a los expertos para que reconsiderasen sus respuestas

sobre la base de la totalidad de sus respuestas originales. La encuesta se revisó de

nuevo y volvió a los expertos para comentarios adicionales. Por último, como señalan

diferentes autores (García de Yébenes Prous, et al., 2009; G. Scott, 2001; Turocy,

2002), al llegar a un consenso de expertos, realizamos el cuestionario final

Preliminar_2.

La fiabilidad test-retest se realizó en una muestra de 40 sujetos de la fase de

sobrepeso (24% de la población estudiada) que respondieron al cuestionario dos veces

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Material y Métodos

105

con un intervalo de tiempo de 2 semanas según indicaciones previamente descritas

(Hayen, et al., 2007; Sim & Wright, 2005; Weir, 2005). Se utilizó el índice de Kappa de

Cohen para obtener los valores de acuerdo interobservador, considerando los valores

de acuerdo con un rango entre 0,79 a 1 como acuerdos fiables (Butragueño & Peinado,

2014; Macarthur, Dougherty, & Pless, 1997).

Previo a la participación en esta investigación, todos los sujetos fueron

cuidadosamente informados de los posibles riesgos y beneficios del proyecto. Los

detalles fueron explicados previamente en las reuniones iniciales del proyecto PRONAF

firmando un consentimiento informado. Este consentimiento garantiza que la

información recopilada se mantiene privada conforme a la Ley Orgánica 15/1999 de 13

de diciembre, de protección de datos personales. Los protocolos y procedimientos del

estudio estaban de acuerdo con las directrices éticas en investigación biomédica en

seres humanos de la Declaración de Helsinki de la Asociación Médica Mundial

(Manzini, 2000) Del mismo modo, el proyecto fue aprobado por el Comité de Revisión

de la Investigación Humana del Hospital Universitario La Paz (PI-643).

3.2.2.3. Diseño de la base de datos.

Se realizó una base de datos interactiva a través de internet, la cual se

denomino “Registro de las lesiones en el entrenamiento con cargas. RELECA”. Para su

desarrollo contamos con la ayuda de la Escuela Universitaria de Informática de la

Universidad Politécnica de Madrid, en el Departamento de Lenguajes, Proyectos y

Sistemas Informáticos.

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Material y Métodos

106

Figura 38. Imágenes del software RELECA, desarrollado por la Escuela Universitaria de Informática de

la Universidad Politécnica de Madrid.

Los datos se exportaron a una base de datos en Excel para ser analizados con el

paquete estadístico SPSS versión 18 para Windows (SPSS Worldwide Headquarters,

Chicago, IL).

3.3. Muestra del estudio.

Los participantes del estudio fueron reclutados en un ensayo clínico

aleatorizado en el que el ejercicio estaba incluido en el programa de pérdida de peso.

Un total de 167 adultos con sobrepeso y obesidad sanos (77 hombres, 90 mujeres),

con edades comprendidas entre 18 a 50 años, con un IMC entre 25 y 34,9 kg/m2, no

fumadores, clasificados como sedentarios (dos o menos horas de ejercicio/ semana)

(Brochu et al., 2009) y por último, con un índice de glucemia normal en ayunas. Las

características principales expresadas a través de las medias y las desviaciones

estándar para cada una de las variables de las ciento sesenta y siete personas que

participaron se resumen en la tabla 9 (Zapico, et al., 2012).

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Material y Métodos

107

Tabla 9. Datos descriptivos de la muestra (n=167). Los resultados muestran media ±

Desviación estándar.

Sobrepeso (n = 77) Obesidad (n = 90)

Edad (años) 37,05 ± 7,75 39,07 ± 7,91

Peso (kg) 79,66 ± 10,11 94,74 ± 10,82

Altura (m) 1,68 ± 0,10 1,71 ± 0,09

IMC (kg/m2) 28,17 ± 1,25 32,48 ± 2,05

Masa grasa (%) 38,89 ± 6,24 42,89 ± 6,08

Masa libre de grasa (kg) 47,21 ± 9,29 52,34 ± 8,70

Nota. IMC= Índice de Masa Corporal.

Para el desarrollo de este trabajo de investigación y la consecución de los

objetivos del estudio, sólo consideramos aquellos participantes que realizaron algún

tipo de entrenamiento supervisado en la sala de fitness durante la fase de sobrepeso y

la fase de obesidad, por tanto, el grupo control quedó excluido de nuestro estudio.

Figura 39: Diagrama de flujo del estudio de lesiones en el proyecto PRONAF.

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Material y Métodos

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La figura 40 muestra frecuencia de participantes para cada uno de los rangos de

edad categorizada en ambos sexos.

Edad categorizada y sexo.

Figura 40. Frecuencia de participantes por rango de edad y sexo. Los datos corresponden a la suma

de la fase de sobrepeso y la fase de obesidad.

Por otro lado, se muestra (Figura 41) el porcentaje de participantes que realizó

cada protocolo de entrenamiento por edad categorizada.

Figura 41. Porcentajes de participantes clasificados por edad y protocolo de entrenamiento. Los

datos corresponden a la suma de la fases de sobrepeso y obesidad.

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Material y Métodos

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En la tabla 10, puede observarse que un 32,9% realizaron un entrenamiento de

fuerza, un 32,9% un entrenamiento de resitencia aeróbica y un 34,1% un

entrenamiento mixto o combinado de fuerza más aeróbico.

Tabla 10. Valores absolutos y porcentuales de cada protocolo en relación a la fase, sexo y edad categorizada

Fase Sexo Edad Categorizada

Protocolo Todas Sobrepeso

(n=77) Obesidad

(n=90) Mujer (n=90)

Hombre (n=77)

18-30 (n=32)

31-40 (n=57)

41-50 (n=78)

Entrenamiento de Fuerza

55 25 30 30 25 14 17 24

32,9% 15,0% 18,0% 18,0% 15,0% 8,4% 10,2% 14,4%

Entrenamiento de Resistencia

55 25 30 31 24 10 18 27

32,9% 15,0% 18,0% 18,6% 14,4% 6,0% 10,8% 16,2%

Entrenamiento de Fuerza+ resistencia

57 27 30 29 28 8 22 27

34,1% 16,2% 18,0% 17,4% 16,8% 4,8% 13,2% 16,2%

3.3.1. Programas de entrenamiento/intervención.

Los participantes fueron estratificados por edad y sexo y de forma aleatoria

asignados a un grupo de entrenamiento o intervención.

El grupo asignado al entrenamiento de fuerza, desarrolló un entrenamiento en

circuito que incluía los siguientes ejercicios (Figura 42):

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Figura 42. Circuito de entrenamiento de fuerza: Se llevó a cabo un entrenamiento en circuito que incluía 8

ejercicios a 15 repeticiones con una cadencia de 1:2 y una duración de 45 segundos (Zapico, et al., 2012).

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Material y Métodos

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El grupo asignado al entrenamiento de aeróbico, desarrolló un circuito de

entrenamiento en cinta, bicicleta o elíptica (Figura 43).

Figura 43. Entrenamiento de resistencia aeróbica, con una combinación de cinta, bici estática o

elíptica (Zapico, et al., 2012).

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Material y Métodos

112

Por último, el grupo que realizó el entrenamiento combinado o mixto,

desarrolló una combinación de ejercicios de fuerza más ejercicios de resistencia

cardiovascular, realizados de manera consecutiva (Figura 44):

Figura 44. Circuito de entrenamiento mixto o combinado: Se llevó a cabo un entrenamiento en circuito de fuerza +

resistencia que incluía 8 ejercicios a 15 repeticiones con una cadencia de 1:2 y una duración de 45 segundos

(Zapico, et al., 2012).

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Material y Métodos

113

3.3.2. Variables del entrenamiento.

La frecuencia de las sesiones de entrenamiento fue de 3 veces/semana, y todas

ellas fueron supervisadas cuidadosamente por entrenadores personales certificados.

Los programas de entrenamiento de fuerza fueron diseñados teniendo en cuenta la

fuerza muscular individual de cada sujeto mediante el test de 15 repeticiones máximas

(15RM) (Davidson et al., 2009). Por otra parte, los participantes tuvieron un periodo de

familiarización del entrenamiento y de aprendizaje de la técnica adecuada de cada

ejercicio. El test de 15RM se aplicó en días diferentes con 48 horas de separación con

el objetivo de observar si se aumentaba o reducía dentro de una variabilidad de un

±10% del peso levantado respecto del primer día para repetir el test en el caso que

fuese necesario. El cociente de correlación intraclase de fiabilidad para todos los

ejercicios fue del ICCr=0,995 para hombres y ICC=0,994 para mujeres. Todas las

evaluaciones y sesiones de entrenamiento fueron registradas por el equipo del

proyecto y se realizaron con el mismo equipamiento (Johnson Helath Tech. Iberica,

Matriz, Spain). Con el objetivo de ajustar las cargas de entrenamiento, se llevaron a

cabo evaluaciones una vez al mes mediante la escala de esfuerzo percibido (RPE)

(Naclerio et al., 2011), y dicho proceso fue repetido adicionalmente en dos ocasiones

más mediante un nuevo test de 15 RM.

La frecuencia cardiaca de reserva (HRR) se utilizó para la programación de la

intensidad del entrenamiento aeróbico. Se calculó la frecuencia cardíaca máxima

(FCmáx) obtenida durante el test de esfuerzo máximo, y la frecuencia cardíaca de

reposo mediante la prueba de metabolismo basal (Zapico, et al., 2012).

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Material y Métodos

114

Durante las 22 semanas del período de estudio (ver figura 45), tanto el volumen

como la intensidad del ejercicio se incrementaron de acuerdo a procedimientos

citados previamente (Del Corral, et al., 2009; Hunter, et al., 2008).

Figura 45. Diseño del Estudio PRONAF. La evaluación previa o baseline y la evaluación final

consistieron en las mismas pruebas: Prueba de consumo de máximo de oxígeno (VO2 pico), actividad

física habitual mediante cuestionario y acelerometría, análisis de sangre, composición corporal y

evaluación nutricional.

Los protocolos de entrenamiento empezaban con un calentamiento

estandarizado de 5 minutos de rutina aeróbica, seguida por la sesión principal, la cual

tenía contemplado un primer circuito de calentamiento específico. Posteriormente la

parte principal de la sesión con 2 a 3 circuitos de entrenamiento dependiendo del

momento del programa (figura 45). Finalmente, se concluía el entrenamiento con una

vuelta a la calma de 5 minutos de rutina aeróbica, que incluía una parte final de

estiramientos prediseñados (ver figura 46).

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Material y Métodos

115

Figura 46. Diseño de la estructura del circuito, basado en una semana estándar. RM: repeticiones máximas. HRR: Frecuencia cardíaca de reserva (Zapico, et al., 2012).

La exposición total en horas y minutos de entrenamiento realizado tanto de la

fase de sobrepeso como en la fase de obesidad, supuso que los participantes

entrenaron un promedio en toda la intervención de 2317 minutos aproximadamente.

Sin embargo, el tiempo de exposición se calculó de manera individualizada en función

de la asistencia real de cada sujeto a los entrenamientos que fue controlada mediante

un registro diario de asistencia.

3.4. Variables dependientes e independientes.

Tras la descripción de los protocolos de entrenamiento de los participantes del

proyecto PRONAF, se muestran las variables dependientes e independientes que se

medirán en nuestro trabajo de investigación.

3.4.1. Variables dependientes.

Las variables dependientes del presente estudio aparecen en la siguiente tabla:

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Material y Métodos

116

Tabla 11. Variables dependientes y sus valores.

Variable dependiente Tipo Valores

Hs. Exposición Escalar Nº de horas. Frecuencia de lesión Escalar Nº de lesiones. Incidencia de lesión Escalar Nº lesiones * 100 horas de exposición.

Severidad de la lesión Ordinal Menor: Ligera, mínima, leve, moderadamente seria, seria, Largo plazo.

Tipología de la lesión Nominal Musculares, tendinosas, óseas, del ligamento, articulares, otro tipo, sin especificar.

Localización de la lesión Nominal

Cabeza y cuello, hombro, brazo, codo, antebrazo, muñeca, mano, pecho, tronco y abdomen, columna, zona lumbar, pelvis y glúteo, cadera e ingle, muslo, rodilla, gemelo, tobillo, pie, sin especificar.

Mecanismo de lesión Nominal Sobrecarga/Traumática.

3.4.2. Variables independientes.

Las variables independientes del presente estudio fueron las que se enumeran

en la siguiente tabla:

Tabla 12. Variables independientes y sus valores.

Variable independiente Tipo Valores Fase Ordinal Sobrepeso u Obesidad. Sexo Ordinal Hombre o Mujer. Edad Categorizada Escalar 18-30, 31-40, 41-50.

Protocolo Nominal Fuerza, resistencia o combinado.

Tipo de entrenamiento Nominal Pesas, no pesas.

3.5. Metodología del estudio.

3.5.1. Definición de lesión.

En el presente estudio, se define una lesión teniendo en cuenta las

recomendaciones formuladas por el consenso de lesiones: “Un daño físico o incidente

que ocurre durante la competición o sesión de entrenamiento y que obliga al

deportista a modificar o perder una o más sesiones de entrenamiento y/o a modificar

o abandonar la actividad competitiva” (C. W. Fuller, et al., 2007; Keogh, et al., 2006;

Lubetzky-Vilnai, et al., 2009).

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Material y Métodos

117

La tasa de lesiones fue cuantificada mediante dos procedimientos descritos

previamente (Knowles, Marshall, & Guskiewicz, 2006) que considera:

El número de lesionados por el número de participantes en el estudio.

El número de lesiones por las horas de exposición y expresadas por cada 100

horas de ejercicio.

3.5.2. Metodología para el registro de la lesión.

Los datos fueron registrados durante un período de 6 meses de entrenamiento

en el centro deportivo. El entrenador registró la lesión y en el caso de lesión grave se

remitió a su médico particular. Las lesiones relacionadas con el entrenamiento se

documentaron mediante el registro de lesiones que se muestra en el anexo del trabajo

(Butragueño & Peinado, 2014).

Una vez finalizada la intervención de ejercicio y dieta para la pérdida de peso,

se realizó la revisión y corrección de errores en los datos registrados de lesiones. Tras

esta corrección, se procedió al análisis de la incidencia de las lesiones de la fase de

sobrepeso, y posteriormente se realizó el análisis de incidencia de lesión en la fase de

obesidad. Por último, se realizó el mismo proceso para la evaluación de la incidencia

de lesiones en ambas fases del estudio.

3.6. Análisis estadístico.

Para el análisis de los datos se utilizó el paquete estadístico SPSS versión 18

para Windows (SPSS Worldwide Headquarters, Chicago, IL).

El análisis descriptivo de las variables de datos sociodemográficos, datos

antropométricos, prevalencia, tipología, localización, severidad y mecanismos de

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Material y Métodos

118

lesión, se llevó a cabo mediante diferentes análisis estadísticos tablas de contingencia

para calcular la frecuencia y porcentaje de cada una de las variables en ambas fases,

así como la descripción de la media y la desviación estándar para cada una de las

variables cuantitativas.

Se cálculo la incidencia de la lesión mediante los minutos de exposición real de

los protocolos de entrenamiento del proyecto y se ajustaron los datos para mostrar el

número de lesiones por cada 100 horas de entrenamiento.

Para establecer el efecto y el grado de relación existente entre dos variables

categóricas, se utilizó el test χ2 (Chi-cuadrado de Pearson) observando la fuerza de

asociación existente entre las variables estudiadas. Se calculó el error tipificado

corregido, utilizando un nivel de confianza del 0,95 con un valor de corte en los

residuos de ±1,96 para observar las predicciones del valor esperado. Una vez

establecidas la relación de las variables, se utilizaron medidas de asociación como la d

de Somers en variables ordinales, y la V de Cramer cuando las variables fueran

nominales para cuantificar el grado y la dirección de la relación. Se calcularon las odds

ratio para evaluar el riesgo relativo de lesión para los diferentes protocolos de

entrenamiento ajustado por sexo y edad.

Para analizar la interacción factorial, se realizó un ANOVA de 4 factores (Fase,

protocolo, sexo, lesión) para comparar las medias del efecto individual de la carga

(volumen total en kilos) sobre las factores mencionados. Para el análisis individual de

los factores, se realizó una t-Student de muestras independientes.

Por último, para expresar la probabilidad de que ocurra un evento en función

de las variables que se presumen relevantes o influyentes en la aparición de una

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Material y Métodos

119

lesión, se realizó un análisis de regresión logística binaria (lesión/no lesión) utilizando

como predictores, los posibles factores de riesgo. El modelo con valores entre 0 y 1,

indicó que los sujetos con valores iguales o superiores a 0,5 quedarían encuadrados en

la categoría de posibles lesionados, mientras que un valor inferior a 0,5 los encuadraría

dentro de la categoría de posibles ilesos.

En todos los procesos estadísticos se fijó el nivel de significación estadística en

α = 0,05.

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Material y Métodos

120

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Resultados

121

IV. RESULTADOS.

4.1. Probabilidad y frecuencia de sufrir una lesión.

Los principales resultados del estudio mostraron que 79 participantes (47,3%)

sufrieron alguna lesión/dolencia durante el desarrollo del proyecto. Cuando se

analizaron estos datos de forma separada entre la fase de sobrepeso y obesidad, se

observó que no existió asociación significativa entre la fase y el hecho de sufrir un

mayor número de lesiones a través de la prueba de Chi-cuadrado de Pearson

(χ2(1)=1,235; p=0,281) y la d de Somers (dsomers = -0,086; p=0,265)(Tabla 13 y figura 47).

Tabla 13. Tabla de contingencia en función de las lesiones y la fase de sobrepeso u obesidad.

Fase

Lesión

Total Sin lesión Lesión Sobrepeso Recuento 37 40 77

Frecuencia esperada 40,6 36,4 77

% del total 22,2% 24,0% 46,1%

Residuos corregidos -1,1 1,1

Obesidad Recuento 51 39 90

Frecuencia esperada 47,4 42,6 90

% del total 30,5% 23,4% 53,9%

Residuos corregidos 1,1 -1,1

Total Recuento 88 79 167 % del total 52,7% 47,3% 100%

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Resultados

122

Figura 47. Porcentaje de lesionados y no lesionados en la fase de sobrepeso y obesidad.

Un total de 111 cuestionarios relativos a la incidencia de lesión fueron

registrados. Durante la intervención de 6 meses, algunos participantes sufrieron dos o

más lesiones, concretamente un 15,6% (n=26). Analizando el número de participantes

lesionados (n=79) respecto al total de la muestra del estudio (n=167), se determinó la

tasa de incidencia de cada participante en cada una de las fases del proyecto,

observando que las odds ratio fueron relativamente bajas tanto en sobrepeso

(OR=0,83; CI 0,59-1,153) como en obesidad (OR=1,17; CI 0,882-1,562). Estos datos nos

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Resultados

123

indicaron que las personas con obesidad tienen el riesgo de sufrir una lesión,

únicamente de 1,1 veces superior que los participantes clasificados con sobrepeso.

4.1.2. Frecuencia de las lesiones en función del protocolo.

Entre los participantes que sufrieron al menos una lesión o dolencia a lo largo

de la intervención, se analizó la frecuencia en los diferentes protocolos de

entrenamiento en cada una de las fases. Los resultados mostraron que entre todos los

participantes se observaron 38 sujetos que se lesionaron en el protocolo de fuerza

(22,8%), 12 sujetos lesionados en el protocolo aeróbico o de resistencia (7,2%) y 29

participantes lesionados en el protocolo combinado (17,4%) (Figura 48).

Frecuencia de lesión por protocolo.

Figura 48. Frecuencia de lesionados en el protocolo de fuerza (verde), aeróbico (amarillo) y

combinado (azul).

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Resultados

124

Cuando se analizaron los datos diferenciando la frecuencia de lesión entre el

protocolo de entrenamiento realizado (Tabla 14), la prueba de Chi-cuadrado de

Pearson (χ2(2)=25,096; p<0,001) y V de Cramer (Vcramer=0,388; p<0,001), se observó que

existen relaciones significativas. Por otro lado, los residuos tipificados corregidos nos

muestran que en el protocolo aeróbico hubo más casos de participantes sin lesión de

los que se esperaban, al igual que un menor número de casos de los que cabría esperar

bajo la condición de independencia de estas variables en el caso de los lesionados. Del

mismo modo ocurre en el protocolo de fuerza, que se observa residuos corregido por

debajo de -19,6 y una menor frecuencia esperada de lesiones, lo que nos indica que

este protocolo está claramente asociado a un mayor riesgo de lesión.

Tabla 14. Tabla de contingencia en función de las lesiones y el protocolo de entrenamiento.

Protocolo

Lesión Total

Sin lesión Lesión

Aeróbico

Recuento 43 12 55

Frecuencia esperada 29,0 26,0 55,0

% de protocolo 78,2% 21,8% 100%

% del total 25,7% 7,2% 32,9%

Residuos corregidos 4,6 -4,6

Mixto

Recuento 28 29 57

Frecuencia esperada 30,0 27,0 57,0

% de protocolo 49,1% 50,9% 100%

% del total 16,8% 17,4% 34,1%

Residuos corregidos -0,7 0,7

Fuerza

Recuento 17 38 55

Frecuencia esperada 29,0 26,0 55,0

% de protocolo 30,9% 69,1% 100%

% del total 10,2% 22,8% 32,9%

Residuos corregidos -4,0 4,0

Total

Recuento 88 79 167

% del total 52,7% 47,3% 100%

Para reforzar los resultados, los datos se agruparon entre los grupos que

utilizaban entrenamiento con cargas (Fuerza y mixto), y los que no lo incluían

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Resultados

125

(Aeróbico). Mediante un análisis de regresión logística binaria, se obtuvo que el riesgo

de sufrir una lesión en los grupos que incluyen entrenamiento con cargas era cinco

veces mayor (OR=5,335. CI 2,53-11,21, P< 0.001), que en el entrenamiento aeróbico.

Del mismo modo, esta regresión logística se ajustó por IMC, edad categorizada y sexo,

obteniéndose una relación similar (OR=5,604. CI 2,62-11,94. P<0,001).

Figura 49. Frecuencia de lesionados en función de si el protocolo incluye entrenamiento con cargas o sin cargas.

Por otro lado, se aplicó un ANOVA de cuatro factores para ver el efecto

individual de la carga sobre las variables de interés: fase, protocolo, sexo y lesión. El

análisis de varianza indicó que no existía interacción entre la carga levantada y los

factores fase (Sobrepeso/obesidad), sexo (hombre/mujer) protocolo (Pesas/mixto) y

lesión (Lesionado/No lesionado) F(1)=0,870 con p=0,354. Sin embargo, al realizar un

análisis posthoc, se reveló que los hombres obesos que entrenaron en el grupo con

cargas y que sufrieron una lesión, habían levantado una carga inferior, concretamente

62696 kg menos que los que no tuvieron lesión (p =0,007). Asimismo, también se

obtuvo interacción en los factores fase (Sobrepeso/Obesidad) y sexo (Hombre/Mujer)

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Resultados

126

(F(1)=298; p=0,037), donde los hombres levantaron una carga mayor en la fase de

sobrepeso que en obesidad (56706 kg; p<0,001) y no en mujeres, pero esto no se

asoció con un mayor índice de lesiones. No obstante, se observaron diferencias

significativas en la carga levantada comparando a hombres con mujeres, donde

pudimos ver que los hombres levantaron 107324 kg más (p<0,001) en sobrepeso y

68484 kg (p<0,001) en obesidad que la mujeres, aunque de nuevo sin que esto tuviera

una relación con el factor lesión.

Tabla 15: Resultados del análisis de la varianza para la carga total levantada durante la intervención medida

en kilogramos.

Mujer Hombre

Sin lesión Lesión Sin lesión Lesión

Fase Protocolo Media Error Típico

Media Error Típico

Media Error Típico

Media Error Típico

Sobrepeso Fuerza 118468 18475 136265 11685 253520 36950 263261 13966

Mixto 96461 13064 119774 15085 193720 21333 189762 12317

Obesidad Fuerza 127200 21333 110390 12317 240293* 18475 177596* 13064

Mixto 81531 12317 80381 18475 127563 15085 127986 15085

* Diferencias significativas con "lesión" (p<0,05)

Teniendo en cuenta las consideraciones anteriores, cuando se analizaron estos

factores por separado mediante la t-Student (Tabla 16), los resultados mostraron

diferencias significativas en el peso levantado tanto en la fase de sobrepeso (t(46)=-

2,315; p=0,025), en la mujer (t(51)=-2,073; p=0,043) y en el protocolo mixto (t(49)=-

2,073; p=0,022).

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Resultados

127

Tabla 16. Prueba t-Student del volumen total de entrenamiento en kilogramos, para la fase, el sexo y el protocolo de entrenamiento.

t-Student

Variable n Media DE t gl p valor

Sobrepeso Sin lesión 16 130015 57992

-2,315 46 0,025* Lesión 32 175999 67943

Obesidad Sin lesión 22 129178 68814

-0,037 47 0,971 Lesión 27 129767 41890

Hombre Sin lesión 14 182944 68520

-0,405 42 0,687 Lesión 30 191312 61509

Mujer Sin lesión 24 98372 33374

-2,073 51 0,043* Lesión 29 117114 32255

Protocolo Fuerza Sin lesión 12 172513 80544

0,303 44 0,763 Lesión 34 165287 67636

Protocolo Mixto Sin lesión 26 109692 42956

-2,370 49 0,022* Lesión 25 140637 50128

*Diferencias significativas (p<0,05)

4.1.3. Frecuencia de las lesiones en función del sexo.

Continuando con el análisis de los resultados, los participantes fueron

categorizados en función del sexo, observándose que el 24,6% de las mujeres y el

22,8% de los hombres, sufrió alguna lesión o dolencia. Cuando se separó las fases de

sobrepeso y obesidad en función del sexo, se pudo observar que hay una proporción

similar de lesiones en hombres y mujeres en ambas fases (Figura 50).

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Resultados

128

Figura 50. Frecuencia de las lesiones en función del sexo y la fase del estudio.

El análisis mediante la regresión logística demostró que no había una relación

significativa entre el sexo y el hecho de sufrir una lesión (p=0,624). De la misma

manera, la prueba de Chi-cuadrado de Pearson (χ2(1)=0,240; p=0,369) y la V de Cramer

(Vcramer=0,038; p=0,624), nos indicaron que no existía relación significativa entre sexo y

la incidencia de lesión en este proyecto.

Tabla 17 Tabla de contingencia en función de las lesiones y el protocolo de

entrenamiento.

Sexo

Lesión Total

Sin lesión Lesión

Mujer

Recuento 49 41 90

Frecuencia esperada 47,4 42,6 90,0

% de SEXO 54,4% 45,6% 100,0%

% del total 29,3% 24,6% 53,9%

Residuos corregidos 0,5 -0,5

Hombre

Recuento 39 38 77

Frecuencia esperada 40,6 36,4 77,0

% de SEXO 50,6% 49,4% 100,0%

% del total 23,4% 22,8% 46,1%

Residuos corregidos -0,5 0,5

Total

Recuento 88 79 167

% del total 52,7% 47,3% 100,0%

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Resultados

129

4.1.4. Frecuencia de las lesiones en función del mesociclo.

A continuación, se muestra la frecuencia de lesión dependiendo del mes de la

intervención (De enero a junio en ambas fases). Se evaluó los 111 registros de lesiones

ocurridos durante el proyecto, y posteriormente se analizó en función de la fase y del

sexo del participante (Figura 51).

La aplicación a los resultados de la prueba de Chi-cuadrado de Pearson

(χ2(5)=15,344; p=0,009) y la d de Somers (dsomers =-0,214; p=0,007), indicó que existían

relaciones significativas entre los diferentes meses de entrenamiento y la incidencia de

sufrir una lesión.

Figura 51. Frecuencia de lesión total en función del mes de la intervención.

En la tabla 18 se puede observar los valores de incidencia de lesión en función

de la fase del proyecto para cada uno de los meses. Durante el mes de abril se observa

un mayor porcentaje de lesiones en la fase de sobrepeso con un 16,2%, seguida por el

mes de mayo con un 14,4%. En la fase de obesidad, se observó que durante el mes de

mayo hubo una mayor frecuencia de lesiones con un 13,5%, seguida por el mes de

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Resultados

130

febrero con un 11,7%. Sin embargo, los residuos corregidos sólo mostraron unos

valores superiores e inferiores a los esperados, en este caso con más casos de los

esperados en el mes de abril para la fase de sobrepeso y menos casos de los esperados

en el mismo mes para la fase de obesidad.

Tabla 18: Tabla de contingencia en función de las lesiones ocurridas durante la fase de sobrepeso y obesidad y el mes en el que se lesionaron.

Fase Mes de la lesión

Total ENE FEB MAR ABR MAY JUN

Sobrepeso

Recuento 0 8 7 18 16 9 58

Frecuencia esperada 2,1 11,0 9,9 12,5 16,2 6,3 58,0

% de Fase 0% 13,8% 12,1% 31,0% 27,6% 15,5% 100%

% del total 0% 7,2% 6,3% 16,2% 14,4% 8,1% 52,3%

Residuos corregidos -2,1 -1,4 -1,5 2,5 -0,1 1,7

Obesidad

Recuento 4 13 12 6 15 3 53

Frecuencia esperada 1,9 10,0 9,1 11,5 14,8 5,7 53,0

% de Fase 7,5% 24,5% 22,6% 11,3% 28,3% 5,7% 100%

% del total 3,6% 11,7% 10,8% 5,4% 13,5% 2,7% 47,7%

Residuos corregidos 2,1 1,4 1,5 -2,5 0,1 -1,7

Total Recuento 4 21 19 24 31 12 111

% del total 3,6% 18,9% 17,1% 21,6% 27,9% 10,8% 100%

Este mismo análisis se realizó diferenciando en esta ocasión entre el sexo, con

el objetivo de comparar la frecuencia de lesiones por meses (Figura 52). No se

encontraron relaciones significativas entre sexo y el mes en el que se produce la lesión

mediante la Chi-cuadrado de Pearson (χ2(5)=3,637; p=0,603) y la V de Cramer

(Vcramer=0,181; p=0,603).

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Resultados

131

Figura 52. Frecuencia de lesiones totales en función del mes de la intervención y el sexo.

Los valores de las lesiones ocurridas en ambas fases segmentadas por sexo se

pueden observar en la tabla 19. En ella, se puede observar que el mayor número de

lesiones en hombres se produjo en el mes de abril (17,2%) en la fase de sobrepeso y

durante el mes de marzo (13,2%) en la fase de obesidad. De forma similar, en las

mujeres se produjo el mayor número de lesiones durante el mes de abril y mayo

durante la fase de sobrepeso en la misma proporción (13,8%), y en la fase de obesidad

durante el mes de mayo la (17,0%).

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Resultados

132

Tabla 19. Tabla de contingencia segmentada por fases en función de las lesiones ocurridas en por sexo y el mes en el que se lesionaron.

Fase Sexo

Mes de la lesión Total

ENE FEB MAR ABR MAY JUN

Sobrepeso

Mujer

Recuento 0 6 5 8 8 4 31

Frecuencia esperada 0 4,3 3,7 9,6 8,6 4,8 31,0

% de Genero 0% 19,4% 16,1% 25,8% 25,8% 12,9% 100%

% del total 0% 10,3% 8,6% 13,8% 13,8% 6,9% 53,4%

Residuos corregidos 0 1,3 1,0 -0,9 -0,3 -0,6

Hombre

Recuento 0 2 2 10 8 5 27

Frecuencia esperada 0 3,7 3,3 8,4 7,4 4,2 27,0

% de Genero 0% 7,4% 7,4% 37,0% 29,6% 18,5% 100%

% del total 0% 3,4% 3,4% 17,2% 13,8% 8,6% 46,6%

Residuos corregidos 0 -1,3 -1,0 0,9 0,3 0,6

Total

Recuento 0 8 7 18 16 9 58

% del total 0% 13,8% 12,1% 31,0% 27,6% 15,5% 100,0%

Obesidad

Mujer

Recuento 3 8 5 2 9 2 29

Frecuencia esperada 2,2 7,1 6,6 3,3 8,2 1,6 29,0

% de Genero 10,3% 27,6% 17,2% 6,9% 31,0% 6,9% 100%

% del total 5,7% 15,1% 9,4% 3,8% 17,0% 3,8% 54,7%

Residuos corregidos 0,8 0,6 -1,0 -1,1 0,5 0,4

HOMBRE

Recuento 1 5 7 4 6 1 24

Frecuencia esperada 1,8 5,9 5,4 2,7 6,8 1,4 24,0

% de Genero 4,2% 20,8% 29,2% 16,7% 25,0% 4,2% 100%

% del total 1,9% 9,4% 13,2% 7,5% 11,3% 1,9% 45,3%

Residuos corregidos -0,8 -0,6 1,0 1,1 -0,5 -0,4

Total

Recuento 4 13 12 6 15 3 53

% del total 7,5% 24,5% 22,6% 11,3% 28,3% 5,7% 100%

Para finalizar este análisis descriptivo, se profundizó en la relación entre el mes

en el que se produce la lesión y el protocolo de entrenamiento (Figura 53). Se encontró

que no existía una asociación significativa entre lesión, mes y protocolo mediante la

Chi-cuadrado de Pearson (χ2(10)=10,576; p=0,392) y la V de Cramer (Vcramer=0,218;

p=0,392).

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Resultados

133

Figura 53. Frecuencia de lesión en función del mes y el protocolo de entrenamiento.

4.1.5. Frecuencia de lesiones en función del momento del entrenamiento.

De las 111 lesiones registradas durante el proyecto, el 94,6% de los casos (105

registros) informaron con exactitud el momento de la sesión en la que se produjo la

lesión. Para nuestro estudio, se consideró inicio de la sesión al primer circuito de

entrenamiento específico, por lo tanto, los datos registrados no tuvieron en cuenta el

calentamiento, ni la vuelta a la calma, simplemente la parte principal de

entrenamiento (Figura 54). Los resultados mostraron que la mayor parte de las

lesiones durante el entrenamiento (n=52) aparecieron en la parte inicial del protocolo

(46,8%), justo después del calentamiento general y específico. En el análisis estadístico

mediante la prueba de Chi-cuadrado de Pearson (χ2(3)=17,060; p<0,001) y la d de

Somers (dsomers =-0,286; p=0,001), se muestra que existe una asociación significativa

entre el momento del entrenamiento (Inicio, mitad y final) y la incidencia de lesión.

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Resultados

134

Figura 54. Frecuencia de lesiones en función del momento del entrenamiento.

Profundizando y separando el momento en el que se produce la lesión

dependiendo de la fase del proyecto, se observó que en la fase de sobrepeso los

porcentajes se mantienen similares al inicio (16,2%), la mitad de sesión (18,9%) y en el

final (15,3%) de la sesión de entrenamiento. Sin embargo, en la fase de obesidad,

durante el inicio de la sesión se produjo un mayor porcentaje de lesiones (30,6%), que

en la mitad (4,5%) o en el final de la sesión de entrenamiento (9,0%) (Figura 55).

Figura 55. Frecuencia de lesiones en función del momento del entrenamiento y la fase del estudio.

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Resultados

135

Cuando categorizamos por sexo, no se encontraron relaciones significativas

((χ2(3)=2,750; p=0,432), y la V de Cramer (Vcramer=0,157; p=0,432)) entre hombres y

mujeres y el momento en el que ocurrió la lesión dentro del entrenamiento.

Figura 56. Frecuencia de lesiones en función del momento del entrenamiento y el sexo.

Por último, cuando se observó la relación entre el momento de la lesión y el

protocolo de entrenamiento, la prueba estadística de la de Pearson(χ2(6)=8,936;

p=0,177) y la V de Cramer (Vcramer=0,201; p=0,177) tampoco ecnontró relaciones

significativas entre estas variables.

Figura 57. Frecuencia de lesiones en función del momento y el protocolo de entrenamiento.

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Resultados

136

4.2. Análisis de la incidencia de lesión.

Teniendo en cuenta el número de lesiones y el tiempo de exposición, se calculó

la incidencia de lesión por cada 100 horas de exposición, obteniendo un promedio al

incluir ambas fases de 1,22 lesiones/100 horas de práctica deportiva. Al estructurar los

resultados de ésta incidencia en función de la fase del estudio, obtenemos los

siguientes resultados:

Fase sobrepeso: 0,62 lesiones/100 h de exposición o 6,2 lesiones/1000 horas

de exposición.

Fase obesidad: 0,60 lesiones /100 h de exposición o 6,0 lesiones/1000 horas

de exposición.

Por otro lado, se analizó la incidencia de lesiones en función del protocolo de

entrenamiento (Figura 58). Estos resultados mostraron que el entrenamiento de fuerza

o con cargas, tiene mayor incidencia de lesión que el resto de los entrenamientos (1,79

lesiones por cada 100 horas de exposición), mientras que el entrenamiento aeróbico

se asoció a una menor incidencia en el estudio (0,56 lesiones por cada 100 horas de

exposición).

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Resultados

137

Figura 58. Ratio de lesiones por 100 horas de exposición, dependiendo del protocolo de entrenamiento.

Analizando los datos (Figura 59), se comprobó que el ratio de lesiones según el

protocolo de entrenamiento y la fase del proyecto, fue en el entrenamiento de fuerza

de 0,85 lesiones por cada 100 horas de entrenamiento en sobrepeso y 0,94 lesiones

por cada 100 horas en la fase de obesidad. Por el contrario, el entrenamiento aeróbico

se asoció a un menor ratio de lesiones en la fase de sobrepeso (0,33 lesiones por cada

100 horas de exposición), como en la fase de obesidad (0,24 lesiones cada 100 horas).

Figura 59. Incidencia de lesión por cada 100 horas de exposición en los tres protocolos de entrenamiento y categorizado según la fase del estudio.

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Resultados

138

4.3. Severidad de la lesión.

Teniendo en cuenta que el 80,2% de los casos fueron clasificados como lesiones

menores de 1 a 7 días de baja (Figura 60), hay que tener en cuenta que el 21,6% de los

casos fue motivo de baja, y el 58,5% de modificación del entrenamiento.

Cuando se evaluaron las subcategorías de las lesiones menores, nos

encontramos que las lesiones mínimas (2-3 días) fueron las más comunes (51,4% de los

casos). Entre los sujetos que la sufrieron, un 37,8% modificó el entrenamiento. A

continuación, encontramos que las lesiones leves (4-7 días) representaron el 24,3% de

las lesiones, y fueron motivo de abandono del entrenamiento un 7,2%, y el 17,1% de

modificación del entrenamiento. Únicamente hubo una persona que abandonó el

estudio por motivos de lesión, lo que representó el 1,8% de todos los casos.

Figura 60. Frecuencia y proporción de lesiones (%) en función de la gravedad de la lesión.

Analizando los datos de las dos fases por separado, la prueba de Chi-cuadrado

de Pearson (χ2(5)=43.714; p<0.001) y la d de Somer (Vsomers=0.526; p<0.001), mostró

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Resultados

139

que existían relaciones significativas entre la fase del estudio y la severidad de las

lesiones sufridas, observando que las lesiones mínimas fueron sufridas en un mayor

porcentaje durante la fase de sobrepeso (39,6%), obteniendo un residuo corregido que

delata más casos de los esperados en esta fase, y menos de los esperados en la fase de

obesidad, que a su vez, mostraron lesiones de mayor gravedad, en este caso leves

(18,9%), con una frecuencia esperada inferior a la que se observó (Figura 61 y Tabla

20).

Tabla 20. Tabla de contingencia función de la severidad de las lesiones ocurridas y fase de

sobrepeso y obesidad.

Severidad

Fase Total

Sobrepeso Obesidad

Ligera

Recuento 5 0 5

Frecuencia esperada 2,6 2,4 5

% del total 4,5% 0% 4,5%

Residuos corregidos 2,2 -2,2

Mínima

Recuento 44 14 58

Frecuencia esperada 30,3 27,7 58

% del total 39,6% 12,6% 52,3%

Residuos corregidos 5,2 -5,2

Leve

Recuento 6 21 27

Frecuencia esperada 14,1 12,9 27

% del total 5,4% 18,9% 24,3%

Residuos corregidos -3,6 3,6

Moderadamente Seria

Recuento 0 12 12

Frecuencia esperada 6,3 5,7 12

% del total 0% 10,8% 10,8%

Residuos corregidos -3,8 3,8

Seria

Recuento 2 6 8

Frecuencia esperada 4,2 3,8 8 % del total 1,8% 5,4% 7,2%

Residuos corregidos -1,6 1,6

Largo Plazo/abandonar

Recuento 1 0 1

Frecuencia esperada 0,5 0,5 1

% del total 0,9% 0% 0,9%

Residuos corregidos 1,0 -1,0

Total Recuento 58 53 111

% del total 52,3% 47,7% 100,0%

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Resultados

140

Figura 61. Frecuencia y proporción de lesiones en función de la gravedad de la lesión.

Este mismo análisis se realizó para comparar la severidad de las lesiones en los

protocolos de entrenamiento. No se encontró relación significativa mediante la

prueba Chi-cuadrado de Pearson (χ2(10)=6,252; p=0,794) y en la d de Somers (Vsomers=-

0,150; p=0,794), observando que el entrenamiento con cargas fue el que tuvo

mayores porcentajes de lesiones mínimas (25,2%), seguidas del protocolo mixto

(20,7%) (Figura 62). El único abandono de un sujeto del proyecto por motivos de

lesión, se produjo dentro del grupo de fuerza.

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Resultados

141

Figura 62. Frecuencia y proporción de lesiones (%) en función de la gravedad de la lesión.

4.4. Localización de la lesión.

La localización anatómica de las lesiones producidas en el estudio PRONAF

(Figura 62), muestra una mayor frecuencia en ambas fases en la rodilla (36%), seguidas

por el segundo grupo clasificado por el OSICS como tronco, espalda y glúteo (27%).

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Resultados

142

Figura 63. Frecuencia de las lesiones (%) en función de la localización resumida del OSICS.

Para profundizar en este aspecto, se realizó la prueba de Chi-cuadrado de

Pearson (χ2(13)=34.524; p<0.001) y la V de Cramer (Vcramer=0,558; p=0,001) entre la fase

de estudio y la localización anatómica de las lesiones según la OSICS, y se comprobó

que existía una relación significativa entre ambas. En la tabla 21, se muéstrala

incidencia de lesiones producidas, así como la frecuencia en cada una de las fases del

proyecto según la clasificación extendida del OSICS. En síntesis, el 52,2% de las lesiones

registradas se dieron en la fase de sobrepeso, destacando entre ellas las lesiones de

rodilla (15,3%), y seguidas por las registradas en la zona lumbar (8,1%). Por otro lado,

en la fase de obesidad se produjo un 47,7% de lesiones, observando que la rodilla tuvo

un mayor porcentaje (21,6%), seguida por la incidencia de lesión en la zona de la

columna (11,7%).

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Resultados

143

Tabla 21. Tabla de contingencia en función de las lesiones ocurridas durante la fase de sobrepeso y obesidad y la localización anatómica (versión extendida OSICS).

Localización

Fase Total

Sobrepeso Obesidad

Cabeza

Recuento 2 0 2

Frecuencia esperada 1,0 1,0 2,0

% de Localización extendida OSICS 100% 0,0% 100%

% del total 1,8% 0,0% 1,8%

Residuos corregidos 1,4 -1,4

Cuello

Recuento 5 1 6

Frecuencia esperada 3,1 2,9 6,0

% de Localización extendida OSICS 83,3% 16,7% 100%

% del total 4,5% 0,9% 5,4%

Residuos corregidos 1,6 -1,6

Hombro

Recuento 5 2 7

Frecuencia esperada 3,7 3,3 7,0

% de Localización extendida OSICS 71,4% 28,6% 100%

% del total 4,5% 1,8% 6,3%

Residuos corregidos 1,0 -1,0

Brazo

Recuento 1 0 1

Frecuencia esperada 0,5 0,5 1,0

% de Localización extendida OSICS 100% 0% 100%

% del total 0,9% 0% 0,9%

Residuos corregidos 1,0 -1,0

Codo

Recuento 0 1 1

Frecuencia esperada 0,5 0,5 1,0

% de Localización extendida OSICS 0% 100% 100%

% del total 0% 0,9% 0,9%

Residuos corregidos -1,1 1,1

Muñeca/mano

Recuento 5 1 6

Frecuencia esperada 3,1 2,9 6,0

% de Localización extendida OSICS 83,3% 16,7% 100%

% del total 4,5% 0,9% 5,4%

Residuos corregidos 1,6 -1,6

Tronco/abdomen

Recuento 0 1 1

Frecuencia esperada 0,5 0,5 1,0

% de Localización extendida OSICS 0% 100% 100%

% del total 0% 0,9% 0,9%

Residuos corregidos -1,1 1,1

Columna

Recuento 6 13 19

Frecuencia esperada 9,9 9,1 19,0

% de Localización extendida OSICS 31,6% 68,4% 100%

% del total 5,4% 11,7% 17,1%

Residuos corregidos -2,0 2,0

Zona Lumbar

Recuento 9 0 9

Frecuencia esperada 4,7 4,3 9,0

% de Localización extendida OSICS 100% 0% 100%

% del total 8,1% 0% 8,1%

Residuos corregidos 3,0 -3,0

Cadera/íngle

Recuento 2 0 2

Frecuencia esperada 1,0 1,0 2,0

% de Localización extendida OSICS 100% 0% 100%

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Resultados

144

% del total 1,8% 0% 1,8%

Residuos corregidos 1,4 -1,4

Muslo

Recuento 5 2 7

Frecuencia esperada 3,7 3,3 7,0

% de Localización extendida OSICS 71,4% 28,6% 100%

% del total 4,5% 1,8% 6,3%

Residuos corregidos 1,0 -1,0

Rodilla

Recuento 17 24 41

Frecuencia esperada 21,4 19,6 41,0

% de Localización extendida OSICS 41,5% 58,5% 100%

% del total 15,3% 21,6% 36,9%

Residuos corregidos -1,7 1,7

Gemelo

Recuento 1 1 2

Frecuencia esperada 1,0 1,0 2,0

% de Localización extendida OSICS 50% 50% 100%

% del total 0,9% 0,9% 1,8%

Residuos corregidos -0,1 0,1

Tobillo

Recuento 0 7 7

Frecuencia esperada 3,7 3,3 7,0

% de Localización extendida OSICS 0,0% 100% 100%

% del total 0,0% 6,3% 6,3%

Residuos corregidos -2,9 2,9

Total Recuento 58 53 111

% del total 52,3% 47,7% 100%

Sin embargo, al realizar el mismo análisis entre el sexo y la localización

anatómica de las lesiones, encontramos que no existe una asociación significativa en

la prueba de la Chi-cuadrado de Pearson (χ2(13)=14,328; p=0,351) y la d de Somers

(dsomers=10,135; p=0,090). En la tabla 22, se puede observar que la localización más

común fue la rodilla tanto en hombres (16,2%), como en mujeres (20,7%).

Tabla 22. Tabla de contingencia de las lesiones ocurridas en función del sexo y la localización

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Resultados

145

anatómica (versión extendida OSICS).

Localización

Genero Total

Mujer Hombre

Cabeza

Recuento 1 1 2

Frecuencia esperada 1,1 0,9 2,0

% de Localización extendida OSICS 50% 50% 100%

% del total 0,9% 0,9% 1,8%

Residuos corregidos -0,1 0,1

Cuello

Recuento 5 1 6

Frecuencia esperada 3,2 2,8 6,0

% de Localización extendida OSICS 83,3% 16,7% 100%

% del total 4,5% 0,9% 5,4%

Residuos corregidos 1,5 -1,5

Hombro

Recuento 5 2 7

Frecuencia esperada 3,8 3,2 7,0

% de Localización extendida OSICS 71,4% 28,6% 100%

% del total 4,5% 1,8% 6,3%

Residuos corregidos 1,0 -1,0

Brazo

Recuento 1 0 1

Frecuencia esperada 0,5 0,5 1,0

% de Localización extendida OSICS 100% 0% 100%

% del total 0,9% 0% 0,9%

Residuos corregidos 0,9 -0,9

Codo

Recuento 1 0 1

Frecuencia esperada 0,5 0,5 1,0

% de Localización extendida OSICS 100% 0% 100%

% del total 0,9% 0% 0,9%

Residuos corregidos 0,9 -0,9

Muñeca/mano

Recuento 3 3 6

Frecuencia esperada 3,2 2,8 6,0

% de Localización extendida OSICS 50% 50% 100%

% del total 2,7% 2,7% 5,4%

Residuos corregidos -0,2 0,2

Tronco/abdomen

Recuento 1 0 1

Frecuencia esperada 0,5 0,5 1,0

% de Localización extendida OSICS 100% 0% 100%

% del total 0,9% 0% 0,9%

Residuos corregidos 0,9 -0,9

Columna

Recuento 10 9 19

Frecuencia esperada 10,3 8,7 19,0

% de Localización extendida OSICS 52,6% 47,4% 100%

% del total 9,0% 8,1% 17,1%

Residuos corregidos -0,1 0,1

Zona Lumbar

Recuento 2 7 9

Frecuencia esperada 4,9 4,1 9,0

% de Localización extendida OSICS 22,2% 77,8% 100%

% del total 1,8% 6,3% 8,1%

Residuos corregidos -2,0 2,0

Cadera/íngle

Recuento 1 1 2

Frecuencia esperada 1,1 0,9 2,0

% de Localización extendida OSICS 50% 50% 100%

% del total 0,9% 0,9% 1,8%

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Resultados

146

Residuos corregidos -0,1 0,1

Muslo

Recuento 5 2 7

Frecuencia esperada 3,8 3,2 7,0

% de Localización extendida OSICS 71,4% 28,6% 100%

% del total 4,5% 1,8% 6,3%

Residuos corregidos 1,0 -1,0

Rodilla

Recuento 23 18 41

Frecuencia esperada 22,2 18,8 41,0

% de Localización extendida OSICS 56,1% 43,9% 100%

% del total 20,7% 16,2% 36,9%

Residuos corregidos 0,3 -0,3

Gemelo

Recuento 0 2 2

Frecuencia esperada 1,1 0,9 2,0

% de Localización extendida OSICS 0% 100% 100%

% del total 0% 1,8% 1,8%

Residuos corregidos -1,5 1,5

Tobillo

Recuento 2 5 7

Frecuencia esperada 3,8 3,2 7,0

% de Localización extendida OSICS 28,6% 71,4% 100%

% del total 1,8% 4,5% 6,3%

Residuos corregidos -1,4 1,4

Total Recuento 60 51 111

% del total 54,1% 45,9% 100,0%

Para concluir en el análisis de la localización anatómica de las lesiones, se

dividió los resultados entre la incidencia de las lesiones en las extremidades superiores

e inferiores. No se observó una asociación significativa entre la fase del proyecto y la

extremidad lesionada (χ2(1)=3,308; p=0,051) y la d de Somers (dsomers=0,173; p=0,069),

sine embargo el valor se quedó cercano a una posible asociación. La frecuencia de

lesiones en la extremidad superior fue de un 29,7% en sobrepeso y un 22,5% en

obesidad (Figura 64). Por otro lado, en la extremidad inferior los valores en la fase de

sobrepeso fue de un 18,9%, y en la fase de obesidad de un 28,8%.

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Resultados

147

Figura 64. Frecuencia de las lesiones en las extremidades inferiores y superiores en función de la fase del proyecto.

4.5. Tipología de las lesiones.

De los 111 registros de lesiones durante ambas fases del proyecto, se obtuvo

41 registros diagnosticados por el médico (36,9%). En función de estos resultados, se

pudo observar que las lesiones con una tipología tendinosa fueron las que acumularon

una mayor frecuencia (13,5%), seguidas por las lesiones musculares (12,6%). Mediante

la prueba de Chi-cuadrado de Pearson (χ2(6)=22,000; p=0,001) y la d de Somers

(dsomers=0,354; p<0,001), se comprobó que existía una asociación significativa entre el

número de lesiones, la tipología y la fase del proyecto.

Por otro lado, se observó como las lesiones tendinosas fueron más comunes en

la fase de obesidad (11,7%), obteniendo una frecuencia esperada superior a la

observada (Tabla 23).

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Resultados

148

Tabla 23. Tabla de contingencia en función del diagnostico de las lesiones y la fase de sobrepeso u obesidad.

Diagnóstico

Fase

Total Sobrepeso Obesidad

Sin diagnóstico

Recuento 46 24 70

Frecuencia esperada 36,6 33,4 70

% de Clasificación OSICS 65,7% 34,3% 100%

% del total 41,4% 21,6% 63,1%

Residuos corregidos 3,7 -3,7

Muscular

Recuento 7 7 14

Frecuencia esperada 7,3 6,7 14

% de Clasificación OSICS 50% 50% 100%

% del total 6,3% 6,3% 12,6%

Residuos corregidos -0,2 0,2

Tendinosa

Recuento 2 13 15

Frecuencia esperada 7,8 7,2 15

% de Clasificación OSICS 13,3% 86,7% 100%

% del total 1,8% 11,7% 13,5%

Residuos corregidos -3,2 3,2

Ósea

Recuento 2 3 5

Frecuencia esperada 2,6 2,4 5

% de Clasificación OSICS 40% 60% 100%

% del total 1,8% 2,7% 4,5%

Residuos corregidos -0,6 0,6

Ligamentosa

Recuento 1 0 1

Frecuencia esperada 0,5 0,5 1,0

% de Clasificación OSICS 100% 0% 100%

% del total 0,9% 0% 0,9%

Residuos corregidos 1,0 -1,0

Articular

Recuento 0 5 5

Frecuencia esperada 2,6 2,4 5,0

% de Clasificación OSICS 0% 100% 100%

% del total 0% 4,5% 4,5%

Residuos corregidos -2,4 2,4

Otras

Recuento 0 1 1

Frecuencia esperada 0,5 0,5 1,0

% de Clasificación OSICS 0% 100% 100%

% del total 0,0% 0,9% 0,9%

Residuos corregidos -1,1 1,1

Total Recuento 58 53 111

% del total 52,3% 47,7% 100%

4.6. Mecanismos de producción.

Aquellas lesiones que tuvieron un diagnóstico médico durante las dos fases

(n=41), se analizaron para observar el posible mecanismo de producción,

observándose como las lesiones por sobrecarga (53,7%) y las lesiones agudas (46,3%),

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Resultados

149

tuvieron valores similares (Tabla 24). En el análisis estadístico de la chi-cuadrado, no

se observaron relaciones significativas entre la fase y el mecanismo de lesión

(χ2(1)=0,149; p=0,485) y la V de Cramer (Vcramer=0,060; p=0,699). Sin embargo, cuando

observamos las frecuencias esperadas, podemos comprobar que en la fase de

obesidad se observaron más lesiones por sobrecarga y por mecanismos agudos que en

la fase de sobrepeso, mostrando unos porcentajes más elevados.

Tabla 24. Tabla de contingencia en función del mecanismo de las lesiones y la fase de sobrepeso u obesidad.

Mecanismo

Fase

Total Sobrepeso Obesidad

Sobrecarga

Recuento 7 15 22

Frecuencia esperada 11,5 10,5 22

% de Mecanismo 31,8% 68,2% 100%

% del total 6,3% 13,5% 19,8%

Residuos corregidos -2,1 2,1

Aguda

Recuento 5 14 19

Frecuencia esperada 9,9 9,1 19,0

% de Mecanismo 26,3% 73,7% 100%

% del total 4,5% 12,6% 17,1%

Residuos corregidos -2,5 2,5

Total Recuento 58 53 111

% del total 52,3% 47,7% 100%

Los datos de incidencia de lesión según el ejercicio que se estaba realizando en el

momento de sufrir la lesión, nos muestra que la sentadilla o “squat” (31,5%) y las

zancadas frontales (29,7%), fueron los ejercicios que mayor número de lesiones

registraron en el cuestionario.

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Resultados

150

Tabla 25: Tabla de contingencia en función del ejercicio y la fase de sobrepeso u obesidad.

Ejercicio Fase

Total Sobrepeso Obesidad

Sin definir

Recuento 1 7 8

Frecuencia esperada 4,2 3,8 8

% de Ejercicio 12,5% 87,5% 100%

% del total 0,9% 6,3% 7,2%

Residuos corregidos -2,3 2,3

Press de hombro

Recuento 1 0 1

Frecuencia esperada 0,5 0,5 1

% de Ejercicio 100% 0% 100%

% del total 0,9% 0% 0,9%

Residuos corregidos 1,0 -1,0

Sentadilla

Recuento 25 10 35

Frecuencia esperada 18,3 16,7 35

% de Ejercicio 71,4% 28,6% 100%

% del total 22,5% 9,0% 31,5%

Residuos corregidos 2,7 -2,7

Remo a la cintura

Recuento 3 4 7

Frecuencia esperada 3,7 3,3 7

% de Ejercicio 42,9% 57,1% 100%

% del total 2,7% 3,6% 6,3%

Residuos corregidos -0,5 0,5

Zancadas laterales

Recuento 0 3 3

Frecuencia esperada 1,6 1,4 3,0

% de Ejercicio 0% 100% 100%

% del total 0% 2,7% 2,7%

Residuos corregidos -1,8 1,8

Press de banca

Recuento 4 1 5

Frecuencia esperada 2,6 2,4 5

% de Ejercicio 80% 20% 100%

% del total 3,6% 0,9% 4,5%

Residuos corregidos 1,3 -1,3

Zancadas frontales

Recuento 11 22 33

Frecuencia esperada 17,2 15,8 33

% de Ejercicio 33,3% 66,7% 100%

% del total 9,9% 19,8% 29,7%

Residuos corregidos -2,6 2,6

Curl de bíceps

Recuento 5 0 5

Frecuencia esperada 2,6 2,4 5

% de Ejercicio 100% 0% 100%

% del total 4,5% 0% 4,5%

Residuos corregidos 2,2 -2,2

Press francés

Recuento 2 0 2

Frecuencia esperada 1 1 2

% de Ejercicio 100% 0% 100%

% del total 1,8% 0% 1,8%

Residuos corregidos 1,4 -1,4

Cinta

Recuento 4 3 7

Frecuencia esperada 3,7 3,3 7

% de Ejercicio 57,1% 42,9% 100%

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Resultados

151

% del total 3,6% 2,7% 6,3%

Residuos corregidos 0,3 -0,3

Elíptica

Recuento 2 1 3

Frecuencia esperada 1,6 1,4 3

% de Ejercicio 66,7% 33,3% 100%

% del total 1,8% 0,9% 2,7%

Residuos corregidos 0,5 -0,5

Bici

Recuento 0 2 2

Frecuencia esperada 1 1 2

% de Ejercicio 0% 100% 100%

% del total 0% 1,8% 1,8%

Residuos corregidos -1,5 1,5

Total Recuento 58 53 111

% del total 52,3% 47,7% 100% *Sin definir: lesiones que se producen durante el entrenamiento pero que no se sabe o se recuerda de manera específica cuál fue el ejercicio concreto con el que se produjo la lesión.

4.7. Factores de riesgo.

Por último, se desarrolló un análisis de regresión logística binaria para estimar el

peso y las odds ratios de la relación entre las variables: fase, lesión previa, protocolo,

sexo y edad categorizada y la variable dependiente lesión/sin lesión. Esta variable

dentro del modelo de regresión se encuentra entre valores 0 y 1. El punto de corte

(0,5) indicó que los sujetos con valores iguales o superiores a 0,5 quedarían

encuadrados en la categoría de posibles lesionados, mientras que un valor inferior a

0,5 los encuadraría dentro de la categoría de posibles ilesos. El modelo de regresión

(Tabla 26), mostró un porcentaje de clasificación correcta global del 68,9%.

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Resultados

152

Tabla 26: Modelo de regresión logística para las variables de riesgo de lesión en PRONAF.

Variables B E.T. p valor

OR

OR (IC 95%)

Inferior Superior

Fase -0,460 0,370 0,213 0,631 0,305 1,303

Lesiones previas 3,215 1,055 0,002 24,911 3,145 197,297

Protocolo de entrenamiento 0,835 0,237 0,000 2,307 1,448 3,675

Sexo 0,400 0,367 0,276 1,432 0,726 3,065

Edad categorizada 0,309 0,245 0,206 1,363 0,843 2,204

Constante -2,737 0,823 0,0008 0,065

Fase: Sobrepeso (0)/Obesidad (1) Lesiones previas no(0)/sí(1) Protocolo de entrenamiento : Aeróbico (1)/mixto(2)/Fuerza (3) Sexo: Mujer (0)/Hombre(1) Edad Categorizada: 18 a 30 (1)/31-40 (2)/41-50 (3)

La ecuación derivada de estos datos para la población del estudio, se describen

en la ecuación 4.

Índice de lesiones de Butragueño y Benito

1/1+exp(2,73-(-0,46*fase)-(3,215*lesiones previas)-(0,835*Protocolo)-(0,400*sexo)-(0,309*Edad categorizada))

Fase: Sobrepeso (valor= 0)/Obesidad (valor= 1) Lesiones previas no(valor= 0)/sí(valor= 1) Protocolo de entrenamiento : Aeróbico (valor= 1)/mixto(valor= 2)/Fuerza (valor= 3) Sexo: Mujer (valor= 0)/Hombre(valor= 1) Edad Categorizada: 18 a 30 (valor= 1)/31-40 (valor= 2)/41-50 (valor= 3)

Ecuación 4: Modelo matemático de Butragueño y Benito basado en el protocolo de entrenamiento.

Se repitió este análisis con el objetivo de mejorar el modelo de lesiones (Tabla

27), sustituyendo el protocolo de entrenamiento por el tipo de entrenamiento, es

decir, si se incluían cargas (fuerza y mixto) o si no se incluían (aeróbico). De esta

manera el porcentaje correcto global alcanzó el 70,7%.

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Resultados

153

Tabla 27: Modelo de regresión logística para las variables de riesgo de lesión en PRONAF.

B E.T. p valor

OR

OR (IC 95%)

Inferior Superior

Fase -0,424 0,368 0,248 0,654 0,318 1,345

Lesiones previas 3,361 1,050 0,001 28,830 3,675 226,151

Tipo de entrenamiento 1,354 0,402 0,000 3,874 1,761 8,522

Sexo 0,393 0,366 0,283 1,482 0,723 3,038

Edad categorizada 0,253 0,240 0,292 1,288 0,804 2,066

Constante -1,903 0,688 0,005 0,149

Fase: Sobrepeso (0)/Obesidad (1) Lesiones previas no(0)/sí(1) Tipo de entrenamiento: Aeróbico (0) /Cargas (1) Sexo: Mujer (0)/Hombre(1) Edad Categorizada: 18 a 30 (1)/31-40 (2)/41-50 (3)

El modelo de riesgo de incidencia de lesiones derivado de estos datos, se

describe en la ecuación 5, y del mismo modo que la anterior, el punto de corte (0,5)

indica que los sujetos con valores iguales o superiores a 0,5 quedarían encuadrados

en la categoría de posibles lesionados, mientras que un valor inferior los encuadraría

dentro de la categoría de posibles ilesos.

II Índice de lesiones de Butragueño y Benito

1/1+exp(1,903-(-0,424*fase)-(3,361*lesiones previas)-(1.354*tipo de entº)-(0,393*sexo)-(0,253*Edad categorizada))

Fase: Sobrepeso (valor= 0)/Obesidad (valor= 1) Lesiones previas no(valor= 0)/sí(valor= 1) Tipo de entrenamiento: Aeróbico (valor= 0) /Cargas (valor= 1) Sexo: Mujer (valor= 0)/Hombre(valor= 1) Edad Categorizada: 18 a 30 (valor= 1)/31-40 (valor= 2)/41-50 (valor= 3)

Ecuación 5: II Modelo matemático de Butragueño y Benito basado en el tipo de entrenamiento.

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Resultados

154

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Discusión

155

V. DISCUSIÓN

El presente trabajo analizó la incidencia, prevalencia y la severidad de las

lesiones ocurridas en tres protocolos de entrenamiento durante el proyecto PRONAF.

Previamente a estos datos, se validó un cuestionario para el registro de las lesiones del

entrenamiento en las salas de fitness y fue utilizado como herramienta de la presente

tesis (Butragueño & Peinado, 2014).

Para facilitar la coherencia y la lectura de esta discusión, se siguió el mismo

orden en la que se ha expuesto en los resultados.

5.1. Frecuencia e incidencia de sufrir una lesión.

Los principales resultados mostraron que el 47,3% de los participantes tuvieron

una lesión/molestia a lo largo de la intervención y les obligó a modificar o a abandonar

el entrenamiento a lo largo de 6 meses.

En la literatura científica se ha observado con frecuencia la relación entre el

IMC de los deportistas y la aparición de lesión (Buist, et al., 2010; Kemler, et al., 2014;

Spörri, et al., 2012). Sin embargo, pocos trabajos hasta la fecha, han comparado la

prevalencia, la incidencia y la severidad de las lesiones durante una intervención con

un entrenamiento específico en poblaciones con sobrepeso y obesidad. En cuanto al

tipo de entrenamiento, sólo Janney y colaboradores mostraron resultados en un

entrenamiento aeróbico controlado en una población con obesidad durante 18 meses

de estudio, registrando concretamente un 32% de lesiones atribuido al ejercicio,

siendo la composición corporal uno de los principales predictores de la primera lesión

(Janney & Jakicic, 2010). Al comparar estos resultados con los de nuestro estudio,

observamos que nuestros datos fueron ligeramente superiores, incluso al registrar

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Discusión

156

únicamente 6 meses de entrenamiento. Por otro lado, como se ha indicado en el

apartado de resultados, en nuestro caso no se encontraron asociaciones significativas

entre la fase de sobrepeso y la fase de obesidad y la aparición de una lesión. Estas

diferencias en los resultados podrían ser debidas a que en el estudio de Janey y

colaboradores únicamente se realizó ejercicio aeróbico incremental (150 minutos a

300 minutos a la semana) de moderada intensidad (Janney & Jakicic, 2010). Además,

en nuestro estudio, se incluyeron otro tipo de entrenamientos (Fuerza y mixto o

combinado), que previamente no habían sido estudiados en una población de riesgo,

por lo que no se conocía si podrían tener una mayor probabilidad y riesgo de lesión. En

nuestro caso, podría ser que el IMC no influya en el hecho de sufrir una lesión, al

realizar un control exhaustivo de las variables del entrenamiento: volumen, intensidad,

descanso, ejercicios y escala de esfuerzo percibido. Además de supervisar todos los

entrenamientos por especialistas del entrenamiento, aunque sería necesario futuras

investigaciones encaminadas a observar si estos mismos protocolos, cuando se

realizan en una población sedentaria en normopeso, tienen los mismos porcentajes y

frecuencias de lesiones que la población estudiada en el proyecto PRONAF.

Otros resultados significativamente diferentes fueron los expuestos por Buist y

colaboradores, que analizaron la incidencia de lesión en un grupo de corredores

populares durante 2 meses de entrenamiento, y en donde definieron lesión como

“cualquier dolor músculo-esquelético de la extremidad inferior o de la espalda, que

cause una restricción (kilómetros, ritmo o duración) del entrenamiento durante al

menos 1 semana” (Buist, et al., 2010). En este trabajo, los resultados mostraron un

25,9% de lesiones entre 629 corredores, llegando a la relevante conclusión de que la

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Discusión

157

experiencia era un factor clave tanto en hombres como en mujeres para sufrir una

lesión durante los entrenamientos de carrera. Si bien es cierto que en el estudio de

Buist, sólo recibían información escrita del programa de entrenamiento, y por lo

tanto, el entrenador no controlaba en ningún momento las sesiones de manera

presencial, lo que podría llevar a una incorrecta ejecución de la técnica o un mal

control de la intensidad de la sesión por los participantes. En otro estudio del ámbito,

estudiaron la asociación de lesionarse durante la práctica deportiva debido al

sobrepeso durante los años 2006 al 2011. Dicho análisis se llevo a cabo en una muestra

de 3846 deportistas jóvenes (4 a 24 años), mostrando que un 14,8% sufrieron alguna

lesión deportiva debida al sobrepeso, pero no observaron relaciones significativas

entre el IMC y la probabilidad de sufrir más lesiones (Kemler, et al., 2014). Sin

embargo, este trabajo presenta grandes limitaciones metodológicas que podrían influir

en el resultado de las lesiones registradas. En concreto, las principales limitaciones

fueron la falta de una definición clara de lesión deportiva acorde a un consenso

común, el auto registro por parte de los deportistas de la información de la lesión

(causas, tipo, localización, modalidad deportiva o actividad física) y la ausencia de

control sobre la intensidad, el volumen del entrenamiento y el tipo de ejercicio de la

muestra estudiada, pudiendo generar sesgos en el estudio, como han mostrado

trabajos previos en epidemiología deportiva (J. H. Brooks & Fuller, 2006; Knowles, et

al., 2006).

Por otro lado, durante un estudio retrospectivo de 12 meses en un centro

deportivo recreacional, se utilizó una muestra de 457 sujetos mostrando que el 41,6%

de los sujetos sufrieron al menos una lesión. Estos porcentajes de incidencia fueron

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Discusión

158

similares a los registrados en nuestro estudio. Sin embargo, el ratio de lesión por cada

100 horas de exposición fue de 22,6 lesiones, siendo valores mucho mayores que los

mostrados en nuestros resultados (Lubetzky-Vilnai, et al., 2009). En este caso, aunque

se utilizó la misma definición de lesión en ambos estudios, las diferencias podrían

asociarse a que en nuestro estudio los participantes fueron controlados en todo

momento por entrenadores personales cualificados, controlando la técnica y ejecución

del ejercicio, y realizando una progresión controlada en cuanto al volumen e

intensidad (Zapico, et al., 2012). Por otro lado, la metodología de registro de lesiones

fue diferente en los estudios, siendo un cuestionario de auto-registro en el caso de

Lubetzky-Vilnai y colaboradores, y en nuestro caso, un cuestionario que se pasaba en

el momento que se indicaba la lesión por parte del entrenador o del participante

(Butragueño & Peinado, 2014). Esta diferencia también podría ser debida al tipo de

entrenamiento realizado, del cual hablaremos en el siguiente apartado, ya que

mientras en nuestro estudio el número de participantes en cada protocolo era similar,

en el estudio de Lubetzky-Vilnai el entrenamiento con cargas fue desarrollado por el

97,8% de los hombres y el 56,4% de las mujeres, siendo mucho menor la participación

de hombres en las actividades aeróbicas.

El ratio de incidencia de nuestro trabajo fue menor que en otros deportes como

el fútbol, el baloncesto o el rugby, los cuales se han descrito valores de entre 4,86 y

16,24 lesiones por cada 1000 horas de juego dependiendo del momento de la

temporada (Hootman, et al., 2007). La incidencia también fue menor que en deportes

individuales como la carrera, que mostraron 27,5 lesiones por cada 1000 horas de

carrera. Sin embargo, si aumentásemos el número de sesiones semanales o la duración

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Discusión

159

del programa hasta alcanzar o aproximarnos a las 1000 horas de exposición, nuestros

datos se aproximarían a los valores de estos deportes de equipo. No obstante,

entendemos que en un programa de pérdida de peso en personas sedentarias, resulta

complicado llegar a las 1000 horas de entrenamiento, ya que según las

recomendaciones y guías prácticas de la “Obesity Society” y la “American College Of

Cardiology/American Heart Association Task Force” recomiendan 6 meses de

intervención (Jensen, et al., 2014), por lo que llegar a ese volumen de entrenamiento

durante ese tiempo resulta complicado. De hecho, como se ha podido comprobar en

otros estudios del ámbito en personas sedentarias o con obesidad, ese aumento en el

volumen en horas entrenamiento o en la distancia recorrida, se ha identificado como

un factor de riesgo que podría hacer aumentar el número de lesiones, por lo tanto, no

se debería aconsejar (Kluitenberg et al., 2015; Nielsen, et al., 2014).

En consecuencia a los datos mostrados anteriormente, se pudo observar que

existe una heterogeneidad en los datos encontrados en la literatura científica, que

dependen en gran medida de la elección de la definición de lesión y las metodologías

para su registro, que como ya expusieron diferentes autores, podrían llevarnos a

malinterpretar los resultados (J. H. Brooks & Fuller, 2006; Knowles, et al., 2006). Por

otra parte, en lo que sí parece que la mayoría de los artículos están de acuerdo, es en

la necesidad de estudiar con mayor detenimiento la incidencia y severidad de las

lesiones en diferentes tipos de poblaciones de riesgo (Buist, et al., 2010; Janney &

Jakicic, 2010; N A Maffiuletti, et al., 2005; N. A Maffiuletti, et al., 2013; Nielsen, et al.,

2014).

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Discusión

160

5.1.1. Frecuencia de lesiones en función del protocolo de

entrenamiento.

Uno de los objetivos principales de esta tesis fue observar si algún protocolo de

entrenamiento (fuerza, aeróbico o mixto), tenía un mayor riesgo a la hora de producir

una lesión en personas con sobrepeso y obesidad. Por otro lado, evaluar si existía una

relación entre la composición corporal, el protocolo utilizado y la aparición de una

nueva lesión. Cuando calculamos la probabilidad de sufrir una lesión dependiendo del

protocolo, se observó una asociación significativa (p=0,03), existiendo un porcentaje

más elevado de lesiones en el entrenamiento de fuerza (22,8%), comparado con el

protocolo de resistencia (7,2%), y el protocolo de entrenamiento combinado o mixto

(17,4%). También observamos una fuerte asociación entre los protocolos que

utilizaban cargas durante el entrenamiento y el riesgo relativo de sufrir una lesión. Tras

realizar una revisión sistemática de las lesiones en deportes de fuerza que utilizan el

entrenamiento con cargas, como son: powerlifters, halterófilos, strongman, CrossFit o

entrenamiento recreacional en salas de fitness, observamos que los datos de lesiones

son bastante similares o superiores a los mostrados en nuestro estudio (Butragueño,

et al., 2014). En el estudio de Winwood se observó que el 84% de los participantes que

realizaron entrenamientos o competición de strongman sufrieron alguna lesión, y

explicaban que una técnica pobre era el principal factor de riesgo. Además, exponen

que el 91% de los atletas se lesionaron con cargas elevadas cercanas al 70-90% de la

1RM, sugiriendo que la lesión y la carga podrían estar altamente correlacionadas

(Winwood, et al., 2014). En el estudio de Weisenthal y colaboradores en su estudio de

prevalencia de las lesiones en el entrenamiento de Crossfit, observaron que el mayor

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Discusión

161

ratio de lesiones se producía en los movimientos de powerlifting y en los olímpicos con

un 22,6% y un 16,6% respectivamente, frente a los 5,9% de lesiones en los ejercicios de

resistencia (Weisenthal, et al., 2014). Estos datos son muy similares a los mostrados en

nuestro estudio, y aunque la población podría considerarse diferente, parece que en

ambos casos, los ejercicios de fuerza con cargas podrían predisponen a un mayor

riesgo de lesiones sea cual sea la población. Del mismo modo, Hak y colaboradores en

esta misma población, nos muestra que hubo un 73,5% de personas que registraron

una lesión y un 7% necesito algún tipo de intervención quirúrgica. De hecho, en una

comunicación del Colegio Americano de Medicina del Deporte (ACSM), sugirieron los

beneficios potenciales de este entrenamiento, pero también destacó el riesgo

significativo de lesión en lo que participaban en este tipo de actividades (Bergeron et

al., 2011). Por último, un reciente estudio de las lesiones registradas en el

departamento de emergencias de diferentes hospitales de EEUU, nos muestra que el

42,2% de las lesiones registradas en actividades relacionadas con el fitness, eran

aquellas que tenían que ver con el peso libre con cargas (S. E. Gray & Finch, 2015).

Dadas estas condiciones que anteceden, sería recomendable futuros estudios que

comparasen los tres protocolos desarrollados en PRONAF frente a otros tipos de

entrenamiento como el HIIT o el CrossFIT para personas con sobrepeso y obesidad.

Para continuar, de las ciento noventa lesiones registradas en el estudio de

Lubetzky y colaboradores durante 12 meses, se observó que el 33,4% de las mismas

eran debidas al entrenamiento con cargas, y el 8,1% al spinning, siendo valores muy

similares a los mostrados en nuestros resultados con un 22,8% y un 7,2%

respectivamente. Si bien es cierto, que en el estudio de Lubetzky es importante

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Discusión

162

observar que el entrenamiento con cargas se realizó en el 97,8% de los hombres y en

el 56,3% de las mujeres. Es decir, el porcentaje de personas que entrenaban con cargas

era mucho mayor que las personas que entrenaban spinning y por lo tanto, los datos

deberían interpretarse con cautela (Lubetzky-Vilnai, et al., 2009). Sin embargo, en

nuestros datos para una población en sobrepeso y obesidad incluidos en un programa

de pérdida de peso, se mostró que existía un riesgo cinco veces mayor cuando

incluíamos en el protocolo el entrenamiento con cargas, frente al entrenamiento

aeróbico. Estas diferencias también podrían ser debidas a que entre los participantes

incluidos en el protocolo aeróbico, se intercalaban tres tipos de actividades (correr en

cinta, bicicleta estática y/o elíptica), por lo que la activación muscular era diferente

pudiendo prevenir posibles lesiones por uso excesivo, como ocurre con el

entrenamiento con cargas (Lavallee & Balam, 2010; Petrofsky et al., 2013), y por otro

lado, evitando posibles dolores en la rodilla o el tobillo que se han visto en la carrera,

al incluir ejercicios de bajo impacto como la bici estática (Vincent & Vincent, 2013;

Zdziarski, et al., 2015).

En conclusión, es necesario saber cuáles son los riesgos-beneficios de incluir un

entrenamiento con cargas dentro de una rutina de entrenamiento o en este caso, de

una intervención de pérdida de peso, ya que las guías y recomendaciones actuales de

salud y prevención de la obesidad incluyen el entrenamiento aeróbico, el de fuerza y la

actividad física diaria como imprescindibles para conseguir nuestros objetivos,

aconsejando al menos 2 días de entrenamiento de fuerza (Donnelly, et al., 2009; Khan,

et al., 2012; Moinuddin, et al., 2012; Tudor-Locke, et al., 2011). Es decir, sabemos que

son evidentes los beneficios que tiene incluir el entrenamiento de fuerza en los

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Discusión

163

programas de pérdida de peso: reducción de la grasa abdominal central (Strasser &

Schobersberger, 2011), reducción del riesgo de diabetes (Westcott, 2012), síndrome

metabólico (E. M. Martínez et al., 2012), o incluso la prevención en el riesgo de la

mortalidad (Ruiz, et al., 2008). Sin embargo, los resultados de la literatura científica y

nuestros resultados, parecen indicar que debemos ser más precavidos al incluir este

tipo de entrenamiento con cargas o ejercicios de alta complejidad desde el inicio de la

intervención, ya que podríamos llevarles a situaciones de estrés funcional que

derivasen a una posible lesión muscular o tendinosa (Franceschi, et al., 2014; Shultz, et

al., 2014; Wearing, et al., 2006b).

5.1.2. Frecuencia de lesiones en función del sexo.

Hasta la fecha, la mayor parte de la literatura científica nos mostraba una

mayor incidencia y prevalencia de lesiones en hombres que en mujeres en los deportes

o actividades estudiadas. Quatman y colaboradores, mostraron una mayor proporción

de lesiones en hombres (83,5%) que en mujeres (16,5%), con una relación de 6

lesiones de hombres por 1 de mujeres cuando realizaban entrenamiento con cargas

(Quatman, et al., 2009). El Sistema Nacional de Accidentes en el tiempo de ocio de

Alemania, nos indicaban que tres cuartas partes de las personas lesionadas en

deportes recreativos eran hombres (Schneider, et al., 2006). Incluso, recientemente un

artículo sobre lesiones en los campeonatos del mundo de atletismo, nos exponía que

el ratio de lesiones fue significativamente mayor en hombres que en mujeres

(Edouard, et al., 2015). Sin embargo, los resultados de nuestro estudio no mostraron

asociaciones significativas entre ser hombre o mujer y sufrir una lesión en el proyecto

PRONAF. Es decir, todos los participantes independientemente del sexo, se lesionaron

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Discusión

164

con la misma frecuencia y se observó que la prevalencia de lesión, tanto en hombres

(24,6%) como en mujeres (22,8%), era muy similar.

El estudio de Hootman (2002) es de los pocos que mostraba datos similares a

los nuestros en personas sedentarias y activas, informando de porcentajes de

prevalencia de lesión parejos tanto en hombres (30,5%), como en mujeres (24,4%) con

un IMC por encima de 25 kg/m2 (Hootman, et al., 2002). Desde nuestro punto de vista,

pensamos que al ser una muestra homogénea, entrenar siempre en las mismas

condiciones de volumen e intensidad y con el mismo protocolo de entrenamiento

durante los 6 meses, los porcentajes de lesiones se igualaron en la misma proporción,

ya que lo normal es que cada persona realice un tipo de entrenamiento con unas

características metodológicas diferentes o el número de personas que participan en

ese deporte sean mayormente hombres o mujeres. Por ejemplo, Quatman y

colaboradores concluyeron que la disparidad en sus resultados, era posible a que el

número de participantes en las actividades de entrenamiento de fuerza era menor en

mujeres (n= 611) que en hombres (n=3102), y que por ese motivo, había menos

registros y un porcentaje menor de lesiones en mujeres (Quatman, et al., 2009). En

esta misma línea, el estudio de Lubetzky-Vilnai y colaboradores mostraban un mayor

porcentaje de hombres lesionados cuando realizaban un entrenamiento con cargas

(97,3% en hombres frente a 56,3% de mujeres), y una mayor prevalencia de lesión en

mujeres entrenando spinning. Sin embargo, sólo el 2,7% de los hombres de la muestra

practicaban este tipo de ejercicio, por lo que encontrar el riesgo de lesión

evidentemente es menor (Lubetzky-Vilnai, et al., 2009).

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Discusión

165

Por otro lado, en ninguno de los artículos anteriormente citados se evaluó la

fuerza mediante ningún test de control, y solamente Lubetzky, mostraba en sus datos

una valoración de la escala de esfuerzo percibido durante los ejercicios realizados,

siendo mayor en hombres con un valor de 7,7 frente a los 6,8 de las mujeres, por lo

tanto, la mayor intensidad del ejercicio o el volumen de esta carga, podría haber sido

uno de los posibles motivos de una mayor prevalencia de lesión en hombres. En

nuestros resultados, de todas las lesiones ocurridas en el proyecto y en los protocolos

de entrenamiento que incluyeron cargas (fuerza y mixto), un 44,2% de lesiones fue en

hombres frente a un 36,7% en mujeres. Sin embargo, durante todo el proyecto se

controló la escala de esfuerzo percibido ejercicio a ejercicio y durante todos los

circuitos (Zapico, et al., 2012). De igual modo, aunque hubo diferencias significativas

en la carga total en kilos levantada entre hombres y mujeres, no hubo ninguna relación

con el factor lesión. No obstante en esta misma dirección, se observó que existían

diferencias significativas entre la carga total levantada en la fase de obesidad en

hombres, donde las personas que levantaron más peso total a lo largo del proyecto se

lesionaron menos. Estos datos podrían sorprender, pero una de las posibles

explicaciones podría ser que debido a que la severidad de las lesiones también fueron

mayores en esta fase, las personas que se lesionaron no computaron ese peso durante

los días de abandono o modificación del entrenamiento, por lo tanto, los participantes

que no se lesionaron podrían haber levantado un volumen mayor de kilos a lo largo del

proyecto porque entrenaron más días o no eliminaron ningún ejercicio de sus rutinas

de entrenamiento. Otra posible respuesta a estos resultados, es que se ha demostrado

que existen personas obesas que metabólicamente son más sanas e incluso tienen una

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Discusión

166

mejor condición física que el resto de individuos obesos, independientemente del

estado de obesidad (Oliveros, et al., 2014), lo que podría influir en la percepción de la

carga en estas personas, siendo menor en las persona con obesidad pero

metabólicamente sanos (Tiggemann et al., 2010), y esto nos podría llevar a una

percepción de la carga menor aunque se levante más peso.

En último lugar, tampoco se encontraron asociaciones significativas entre sexo

y lesión durante el entrenamiento aeróbico, mostrando datos similares al estudio de

Buist y colaboradores, donde exponen que aunque podría haber factores de riesgo

diferentes entre corredores hombres y mujeres, no hallaron relaciones significativas en

su población de estudio, concluyendo al igual que otros autores, que aunque los

hombres y las mujeres se lesionan de igual modo cuando la muestra de estudio son

similares, existen diferentes factores de riesgo biomecánicos, hormonales y/o

neuromusculares, que podrían influir en la aparición de un tipo de lesión deportiva en

función del sexo (Buist, et al., 2010; Hootman, et al., 2002; Silvers & Mandelbaum,

2007). Apoyando la idea de Schneider y colaboradores, en la cual sugieren que estas

diferencias entre hombres y mujeres son debidas al tipo de ejercicio que se practique y

al número de personas (hombres y mujeres) que realice ese deporte (Schneider, et al.,

2006).

5.1.3. Momento de producción de la lesión.

Si bien en la literatura científica existen estudios que determinan la frecuencia

de lesión a lo largo de una temporada en deportes como el fútbol, el volley o el

baloncesto (Hootman, et al., 2007; Noya Salces, et al., 2014), hasta la fecha hemos

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Discusión

167

encontrado pocos estudios que analicen esta variable en intervenciones para la

pérdida de peso. Sólo Janney y colaboradores, nos mostraron que hubo una alta

incidencia de lesión o molestias (2,7% lesiones/mes) durante los primeros 6 meses de

intervención (Janney & Jakicic, 2010), pero no exponen el mes exacto, ni la evolución

de las mismas a lo largo de la intervención. Sin embargo, parece que sus datos

coinciden con las conclusiones del estudio de Nielsen y colaboradores, donde

mostraron que las primeras tres semanas de entrenamiento de carrera, incrementaba

el riesgo de lesión en personas que superaban un IMC de 30 kg/m2 y que hacían más

de 6 km semanales (Nielsen, et al., 2014).

Si analizamos nuestros resultados de manera global, es decir las dos fases a la

vez, observamos que se encontraron relaciones significativas entre el mes y las

lesiones ocurridas durante el proyecto. En la figura 51, se pudo observar dos picos que

podrían tener un mayor riesgo durante la intervención del proyecto, uno al segundo

mes del programa, coincidiendo justamente con el incremento de la carga del 50% al

60% de la 15 RM, y un segundo pico en el mes de mayo, justo con el incremento del

volumen de entrenamiento, es decir, cuando se pasó de dos circuitos de

entrenamiento a tres (Figura 45). Tras estudiar y evaluar estos datos, podríamos

pensar que esta mayor incidencia podría ser debido en primer lugar, al riesgo de fatiga

muscular que pueden sufrir los participantes a lo largo de una intervención (Buitrago,

Wirtz, Yue, Kleinöder, & Mester, 2012; N. A Maffiuletti, et al., 2013), producida por una

carga o estrés mecánico mayor, que a su vez produce una mayor activación de los

procesos inflamatorios que pueden hacer aumentar y tener una percepción del dolor

elevada tras un aumento de la carga de trabajo, o una aumento de los síntomas de

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Discusión

168

fatiga y depresión (Impellizzeri, Agosti, De Col, & Sartorio, 2013; Koltyn & Arbogast,

1998; Seaman, 2013; Zdziarski, et al., 2015). De hecho, existen estudios que han

observado correlaciones entre las lesiones, la intensidad del entrenamiento y la

extenuación mental entre atletas universitarios, exponiendo que el aumento de la

intensidad de trabajo está correlacionada con una extenuación física y mental, que a

su vez nos podría llevar a una mala técnica y ejecución de los ejercicios (Vetter &

Symonds, 2010), uno de los principales factores de riesgo descritos en la literatura

(Buist, et al., 2010; Lavallee & Balam, 2010). Por lo tanto, y debido a que se ha visto

que la fatiga es un síntoma relevante en esta población y que podría ser un factor

determinante en la práctica de la actividad física, también podría ser un factor de

riesgo durante la ejecución de los ejercicios y se debería tener en cuenta para futuros

trabajos de investigación mediante el uso de diferentes escalas que puedan evaluarla

(Impellizzeri, et al., 2013; Mazzeschi et al., 2014).

Asimismo, los datos de nuestro estudio también nos mostraron que el

momento principal de lesión, sobre todo en la fase de obesidad, se dio en el primer

circuito de entrenamiento específico, justo después del calentamiento (figura 54). Esto

nos hace pensar, si sería recomendable un calentamiento diferente o más específico

para personas con un IMC >30 Kg/m2, siendo más progresivo o de una duración mayor,

respecto a las personas que tienen un IMC menor. Además, ya se conoce que existe

una mayor inestabilidad postural en personas que sufren un mayor peso, tanto de

manera estática como dinámica (Forhan & Gill, 2013; N A Maffiuletti, et al., 2005), y

en nuestros protocolos de entrenamiento, sobre todo en el de fuerza y en el mixto, se

incluyeron ejercicios que podrían llevar a situaciones de inestabilidad, como por

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Discusión

169

ejemplo la sentadilla, las zancada frontal o la zancada lateral (figura 42 y 44). En

personas con obesidad se ha visto que existe una restricción en el rango de

movimiento del hombro, el tronco y la rodilla, sugiriendo que estas personas son

propensas a limitaciones funcionales respecto a las personas en normopeso (Park,

Ramachandran, Weisman, & Jung, 2010; Wearing, Hennig, Byrne, Steele, & Hills,

2006a; Wearing, et al., 2006b). Esta condición podría contribuir a limitaciones no sólo

en las tareas rutinarias del día a día, sino también durante los ejercicios como las

zancadas o las sentadillas, debido a la restricción de movimiento que podrían llevar a

posibles situaciones de tensión biomecánica y estrés muscular (Gilleard & Smith, 2007;

Wearing, et al., 2006a). Por lo tanto, resulta imprescindible elegir correctamente los

ejercicios y utilizar herramientas de evaluación previa (biomecánica, escala de fatiga,

equilibrio, flexibilidad, etc) para ayudarnos a prevenir esas posibles lesiones o dolores

iniciales, incluso evaluar a través de vídeos o test, las diferentes capacidades de estas

personas (Chorba, Chorba, Bouillon, Overmyer, & Landis, 2010; Krosshaug, et al., 2005;

Mazzeschi, et al., 2014; Naclerio, et al., 2011). Por otro lado, también sería

recomendable controlar diferentes variables del entrenamiento que podrían ser

posibles factores de riesgo durante los protocolos de ejercicio (volumen, intensidad,

series y descanso (Figura 65)) (Martin Buchheit & Paul B Laursen, 2013; Buitrago, et

al., 2012), e incluir información de otras variables que pudieran influir en la aparición

de una lesión y que fuesen modificables a lo largo de la intervención, como por

ejemplo, una pobre condición física (VO2max), una mala capacidad de activación del

músculo y sus fibras, falta de flexibilidad o una dificultad en las adaptaciones

neuromusculares, las cuales podrían afectar también en los patrones de movimiento al

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Discusión

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inicio de la sesión (Deschenes & Kraemer, 2002; Fleck & Kraemer, 2014; William J

Kraemer & Ratamess, 2005; W. J. Kraemer, Ratamess, & French, 2002).

Figura 65. Esquemática de las nueve variables de entrenamiento. Adaptado de Buchheit (Martin

Buchheit & Paul B Laursen, 2013).

Debido a lo anteriormente mencionado, la evaluación de posibles factores de

riesgo nos podrían ayudar a tomar medidas preventivas a lo largo de nuestro programa

de intervención, concretamente durante la propia sesión de entrenamiento, como por

ejemplo, aumentando la activación muscular durante el calentamiento, aumentando

su tiempo e intensidad de manera más progresiva o cambiando aspectos biomecánicos

de la técnica, como el recorrido de las pesas (Hooper et al., 2014), o incluso

controlando el rango de movimiento (ROM) óptimo para cada persona de manera

individual (K. Jadelis, M. E. Miller, W. H. Ettinger, Jr., & S. P. Messier, 2001). En

definitiva, evaluando los factores extrínsecos e intrínsecos que sean modificables o no

modificables, y que puedan afectar al riesgo de lesión como hacen en otros deportes

como el fútbol o el esquí (Dvorak, et al., 2000; Spörri, et al., 2012).

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Discusión

171

Del mismo modo, la revisión de la literatura nos hace pensar que la elección

adecuada del tipo de actividad física que se le va a proponer a la persona (caminar,

correr, nadar, pesas, HIIT, entrenamiento combinado o mixto, etc), es un factor

esencial en la aparición de lesiones al inicio de un programa de pérdida de peso o a lo

largo del mismo. Sobre todo, si se incluyen al principio ejercicios con una alta

complejidad motora, y nos encontramos en el periodo de mayor peso corporal (N A

Maffiuletti, et al., 2005; N. A Maffiuletti, et al., 2013; Vincent & Vincent, 2013). Sin

embargo, y aunque hay autores que exponen que se debería hacer un entrenamiento

de fuerza hipertrofia a partir de la tercera semana del programa de intervención,

después de una adaptación anatómica (Strasser & Schobersberger, 2011), nuestros

resultados nos mostraron que el entrenamiento que incluye pesas tiene un riesgo más

elevado de producir una lesión, por lo tanto, habrá personas que dependiendo de las

cualidades o capacidades personales, se les deberá ajustar los entrenamientos

teniendo en cuenta los factores de riesgo asociados y aumentando la carga de manera

progresiva (W. Van Mechelen, et al., 1992; Vincent & Vincent, 2013).

5.2. Severidad de la lesión.

En relación a la severidad, podemos afirmar que las lesiones más comunes

durante el proyecto PRONAF fueron las denominadas “menores”, siendo de 1 a 7 días

de abandono o modificación del entrenamiento, y representando un 80,2% de todas

las lesiones del estudio.

Wilson y colaboradores, expusieron que se sabe poco de los resultados de

lesiones entre poblaciones que no son hospitalizados. Los autores explican que la

mayoría de las lesiones que ellos habían registrado eran menores, y que por lo tanto,

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Discusión

172

no habían recibido un tratamiento en un centro hospitalario, demostrando que para

obtener una comprensión más exacta de la magnitud de la lesión, los resultados de la

investigación no solo se deben centrar en aquellas personas que han sido

hospitalizadas, sino en dar mayor importancia a las lesiones consideradas de menor

gravedad (Wilson et al., 2014). Esta misma reflexión la explicaba Brooks y

colaboradores en su artículo sobre la influencia de la metodología en los resultados y

las conclusiones de los estudios de lesiones deportivas, donde piden resultados validos

y consistentes sobre todo en incidencia y severidad para poder explicar, por ejemplo,

los costes-beneficios de realizar deporte y ejercicio. Por último, ambos autores

exponen que al no registrar estas lesiones leves, podríamos estar desarrollando una

gran limitación a nuestros estudios, ya que podría llevarnos a una mala interpretación

de los resultados reales del registro de lesiones deportivas (J. H. Brooks & Fuller, 2006).

Cuando intentamos comparar nuestros datos con otras intervenciones para la

pérdida de peso como la de Appel y colaboradores, nos resultó imposible extraer

conclusiones concretas, ya que aunque en su estudio mostraron que hubo una lesión

musculoesquelética grave, y 48 personas debieron ser hospitalizadas o acudieron al

médico por algún motivo de lesión, no explican ni registran los días que duró la lesión

o si las personas tuvieron que modificar o abandonar el entrenamiento o el programa.

Por lo tanto, sólo podemos intuir que fueron lesiones graves, pero no podemos

comparar los datos respecto a la severidad de las lesiones en nuestro estudio (Appel et

al., 2011). Del mismo modo ocurre en el estudio de Ho (Ho, et al., 2012) y Church

(Church, et al., 2007), donde en su diagrama de flujo los abandonos o “drop-out” que

existieron debido a las lesiones, pero en ningún caso, mostraron datos de posibles

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Discusión

173

lesiones leves o realizaron una descripción detallada de los motivos, el momento en el

qué se producen, o la magnitud de la propia lesión. Aunque entendemos que si

tuvieron que abandonar el estudio fue por lesiones graves. Sin embargo, en el estudio

de Hootman y colaboradores en personas sedentarias, mostraron que el 75% de los

hombres y el 68% de las mujeres informaron lesiones que les obligaron a detener

temporalmente su programa de entrenamiento. Por otro lado, el 30,5% de los

hombres y el 24,4% de las mujeres tuvieron que parar y abandonar definitivamente el

programa de ejercicios. Aunque en este estudio no clasifican la severidad para

entender si fueron lesiones menores, graves, muy graves o simplemente si tuvieron

que modificar el entrenamiento, nos dan a entender que gran parte de las lesiones

registradas obligaron a parar el entrenamiento, por lo tanto, aportan un poco más de

información que el resto de estudios (Hootman, et al., 2002). En nuestros resultados,

un 69,4% de los registros de lesiones fueron modificaciones del entrenamiento

propuesto, y un 30,6% tuvieron que abandonar la sesión de entrenamiento propuesta.

Durante toda la intervención, sólo se registró una lesión muy grave (0,9%) que obligó a

abandonar el estudio definitivamente y que estaba relacionada con el entrenamiento

con cargas. Esta persona sufrió varias lesiones a lo largo del proyecto y la obligó a

abandonar definitivamente el estudio por recomendación médica. La primera lesión

apareció en la clavícula y obligó a parar toda su actividad diaria durante 3 días,

posteriormente a la reincorporación al entrenamiento y transcurridos 15 días

aproximadamente, señaló dolor en el hombro derecho. El médico diagnosticó una

tendinopatía y aconsejó que no siguiera con el programa de entrenamiento causando

baja en el mismo.

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Discusión

174

En la fase de obesidad, se observó un número mayor de lesiones consideradas

como “moderadamente serias y/o” “serias”, siendo muy similar en hombres y en

mujeres. Es decir, aunque no hemos encontrado relación entre la fase del estudio y la

aparición de lesión, estos datos nos hacen pensar que un mayor IMC, podría aumentar

la severidad de la lesión y necesitar de un mayor tiempo de inactividad o de

modificación del entrenamiento, que los participantes de la fase de sobrepeso. En la

literatura científica se ha descrito que tener un peso mayor, conlleva de por sí soportar

mayores cargas a lo largo del día a día, incluso se expone que este exceso de peso se

podría llevar padeciendo durante muchos años, con los consecuentes problemas

musculoesqueléticos que se producen a largo plazo (Franceschi, et al., 2014; Paulis,

Silva, Koes, & Middelkoop, 2014; Shultz, et al., 2014; Wearing, et al., 2006a). Además,

varios autores ya han descrito que en personas con obesidad, debido a una

combinación entre debilidad de la musculatura de la pierna, del tobillo y un peor

equilibrio dinámico, podrían padecer dolores en las rodillas y artrosis más severas (K.

Jadelis, et al., 2001; Mork, Holtermann, & Nilsen, 2012). En nuestro estudio, aunque no

encontramos ninguna relación entre el IMC y el riesgo de sufrir más lesiones, se

observó que las personas con obesidad registraron una mayor severidad de las

mismas, mostrando lesiones leves y moderadamente serias con una frecuencia mayor

de la esperada. Janey y colaboradores, aunque no mostraron una clasificación de

severidad común a la nuestra, exponen que el 36% de los lesionados tuvieron que

abandonar el ejercicio durante 2-4 semanas(Janney & Jakicic, 2010). Estos datos son

muy similares a los mostrados en nuestro estudio. Esta mayor severidad en personas

con obesidad podría ser debida a que un mayor IMC parece inducir: un dolor articular

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Discusión

175

aumentado debido a una alteración de la distribución de la cargas sobre las

articulaciones, una mayor tensión mecánica sobre los ligamentos y tendones durante

la realización de ejercicio, una debilidad y déficit de la musculatura de los flexores y

extensores de la rodilla y un escaso rango de movimiento y trastornos musculares en la

cadera, rodilla, tobillo, pie y hombro (Franceschi, et al., 2014; Wearing, et al., 2006b;

Zdziarski, et al., 2015).

Del mismo modo, las lesiones más severas se dieron en el entrenamiento con

cargas. Esto podría ser debido al hecho de realizar ciertos ejercicios con una alta

complejidad, como por ejemplo, las sentadillas o las zancadas frontales o laterales, que

sí han mostrado tener un mayor estrés en esta población (Park, et al., 2010). Por otro

lado, recientemente se ha mostrado que el uso del peso libre causa la mayor

proporción de lesiones en las actividades relacionadas con el fitness (S. E. Gray & Finch,

2015), por lo que se debería reconsiderar la prescripción de este tipo de

entrenamiento y de algunos ejercicios propuestos para esta población.

De acuerdo con los razonamientos que se han venido realizando, se comparó la

severidad de las lesiones con las consecuencias, es decir, si los participantes tuvieron

que modificar o abandonar el entrenamiento. Los resultados mostraron que aunque la

frecuencia de lesiones parecía elevada durante el estudio (47,3%), en la mayor parte

de los sujetos, sólo obligó a modificar el entrenamiento. Comparar estos resultados

con los de otros estudios de obesidad es complicado porque no suelen registrar estos

datos. Requa registró en su estudio de lesiones en actividades deportivas

recreacionales, un 23,7% de participantes que tuvieron que modificar su

entrenamiento o actividad, y un 64,9% tuvo que abandonar el entrenamiento (Requa,

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Discusión

176

et al., 1993). Es decir, aunque es necesario interpretar los resultados con cautela, ya

que pocos estudios utilizan la misma metodología para el registro de las lesiones y su

severidad (J. H. Brooks & Fuller, 2006), parece que en nuestro estudio, la severidad de

las lesiones fue relativamente baja, aumentando el número de días de abandono o

modificación dependiendo del IMC de la persona.

5.3. Localización de la lesión.

Abordando el tema de la localización o dónde se producen las lesiones en los

participantes del proyecto, observamos que la zona corporal más lesionada en ambas

fases fue la rodilla con un total de 41 de las lesiones, concretamente un 15,3% en la

fase de sobrepeso (n=17), y un 21,6% en la fase de obesidad (n=24).

Varios estudios han expresado el riesgo de sufrir patologías en la rodilla debido

a la obesidad (Jiang et al., 2012; Mork, et al., 2012; Zdziarski, et al., 2015), mostrando

que cuanto mayor sea el IMC, el riesgo aumenta en la misma proporción (Rogers &

Wilder, 2008). De hecho, Felson y colaboradores observaron que aproximadamente la

pérdida de 5 kilos de peso durante una periodo de tiempo de 10 años, disminuía la

probabilidad de desarrollar artrosis en más de un 50% (Felson, 1990), y además,

ayudaba a reducir los mecanismos de carga y los daños estructurales en las

articulaciones y los tejidos (Zdziarski, et al., 2015). Nuestros datos fueron similares a

otros estudios en personas sedentarias, donde se mostraba un mayor porcentaje de

lesiones en la rodilla con un 19% en hombres y un 23% en mujeres (Hootman, et al.,

2002). Sin embargo, encontramos diferencias en los resultados de nuestro estudio

cuando observamos los datos de Quatman y colaboradores (Quatman, et al., 2009).

Estos autores mostraron que la localización más frecuente en personas que

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Discusión

177

entrenaban fuerza era el tronco, tanto en hombres (36,9%) como en mujeres (27,4%).

Aunque existe evidencia que nos muestra una relación entre la obesidad y dolores de

ciática y dolor lumbar (Shiri, et al., 2010; Shiri, et al., 2014), los autores exponen que

sus datos podrían ser explicados debido a que al registrar sólo las lesiones de las

personas que iban al hospital, podrían haberse perdido todas las lesiones menores que

simplemente obligaron a modificar el entrenamiento o la competición. De esta

manera, las lesiones más leves que no requieren atención médica no fueron tomadas

en cuenta (Z. Y. Kerr, et al., 2010; Quatman, et al., 2009).

Cuando ahondamos en la relación entre la severidad y la localización de la

lesión, encontramos una proporción mayor de lesiones en la rodilla (36,9%) con una un

grado de severidad mínima de un 15,3%, un 12,6% leves, un 2,7% moderadamente

seria y un 4% de las lesiones serias. A partir de ahí, encontramos que otros estudios de

entrenamiento de resistencia aeróbica en personas con sobrepeso y obesidad,

también reflejaron un tercio de las lesiones en la parte inferior del cuerpo, en concreto

las rodillas (Janney & Jakicic, 2010). En este estudio, el IMC se asoció de manera

significativa con alguna lesión en la parte baja del cuerpo, atribuyéndose al ejercicio

físico e incrementado el riesgo de un 6% a un 10% según aumenta los valores de IMC

(Janney & Jakicic, 2010). Estos datos también son similares a los presentados en una

población de corredores populares (The NLstart2Run), donde también mostraban un

38% de las lesiones en la rodilla. Una de las posibles explicaciones que se han dado en

la literatura científica, es que una mala alineación de la rodilla en el plano frontal en

personas con sobrepeso u obesidad podría alterar la distribución de la carga a través

de las articulaciones, y un IMC elevado también aumentaría la magnitud de la fuerza

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Discusión

178

en la zona tibiofemoral, aumentando la progresión de la osteoartritis de la rodilla y su

deterioro funcional (Gibson, Sayers, & Minor, 2010; Petrofsky, et al., 2013; Wearing, et

al., 2006b; Zdziarski, et al., 2015). Así lo corroboró, una revisión sistemática de la

literatura realizada, donde nos mostraba que el sobrepeso y la obesidad, se

relacionaban en 10 de los 13 estudios con problemas en la cadera y la rodilla,

concluyendo que existe una fuerte asociación entre la actividad física realizada, la

actividad profesional y el IMC (S. A. Richmond, et al., 2013).

La distribución de las lesiones en el proyecto PRONAF no fue similar a la

mostrada en otros estudios de actividades deportivas, en donde las extremidades

inferiores tuvieron mayor predominio, registrando entre el 67% al 97% del total de

todas las lesiones (Hootman, et al., 2007; Hootman, et al., 2002; B. H. Jones & Knapik,

1999). Del mismo modo, Lubetzky-Vilnai mostró una fuerte asociación entre entrenar

con cargas y las lesiones en la parte superior del cuerpo, sobre todo en el hombro. Por

el contrario, una mayor probabilidad de sufrir una lesión en las extremidades inferiores

al participar en clases de spinning (Lubetzky-Vilnai, et al., 2009). Las diferencias entre

los resultados mostrados frente a los del proyecto PRONAF, podrían explicarse en

primer lugar, a que la mayoría de los ejercicios o actividades propuestas en los

estudios que hemos mencionado anteriormente necesitaban o implicaban

mayormente las extremidades inferiores. En segundo lugar, en el caso del estudio de

Lubetzky-Vilnai, no sabemos si en el entrenamiento con cargas se entrenaba la parte

inferior y superior en la misma proporción. Y por último, si el tipo de entrenamiento

era el mismo que el propuesto en el proyecto. Sin embargo en el estudio PRONAF, los

ejercicios del tren superior e inferior fue similar y homogénea, los protocolos de

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Discusión

179

entrenamiento fueron cerrados y en todo momento se controlaron los ejercicios

realizados, el volumen de la carga, la intensidad y la escala de esfuerzo percibido para

cada uno de los ejercicios (Zapico, et al., 2012). Aunque este aspecto podría ser

considerado como una fortaleza del estudio, también es cierto, que se ha observado

que la carga repetida de un ejercicio de manera continuada, podría contribuir a

situaciones de riesgo por un uso excesivo en algunas articulaciones y grupos

musculares más débiles en esta población (Franceschi, et al., 2014; Frey & Zamora,

2007; Mork, et al., 2012), o por una menor adaptación al tipo de entrenamiento (N. A

Maffiuletti, et al., 2013; Shultz, et al., 2014). Por lo tanto, habría que observar en este

tipo de poblaciones, si estos protocolos de entrenamiento, frente a otros que tengan

una mayor variedad de ejercicios, se asocia a un mayor número de lesiones y una

localización diferente dependiendo del IMC.

En este mismo orden y dirección, la segunda localización más común entre los

participantes del proyecto fue la espalda. Varios estudios han mostrado que un

aumento en el IMC es un factor determinante para padecer dolor lumbar, siendo

incluso más fuerte en mujeres que en hombres (Shiri, et al., 2010; Shiri, et al., 2014).

Otros autores mostraron que según se aumentaba de peso, el número de bajas

laborales por dolor crónico de espalda incrementaba un 5,3% en personas con

sobrepeso, un 7,7% en obesidad y un 11,6% en obesidad mórbida en una población

estadounidense (Smuck et al., 2014). En nuestro estudio, aunque no encontramos

asociaciones significativas entre haber sufrido una lesión, ser hombre o mujer y la

localización anatómica. Se observó que la zona lumbar tuvo una mayor frecuencia que

la esperada en hombres que en mujeres. Esto podría explicarse debido a que los discos

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Discusión

180

vertebrales también son susceptibles a la degeneración en personas con obesidad,

comprimiendo la columna vertebral y estrechando los discos (Hartmann, Wirth, &

Klusemann, 2013), observando que los hombres levantaron un total de kilos mayor

que las mujeres a lo largo del programa y por lo tanto, podrían tener un mayor riesgo

de lesión al aumentar la carga sobre esta localización. Además, existen estudios que

han comprobado que las personas con obesidad tienden a minimizar la flexión de

tronco, mostrando cambios biomecánicos en el plano frontal de la cadera, incluyendo

una mayor abducción durante todo el movimiento, por lo tanto durante la sentadilla

podría aumentar el riesgo de tensión mecánica (Huffman, Sanford, Zucker-Levin,

Williams, & Mihalko, 2015). Esta limitación se atribuye también a un tejido adiposo

extra y una peor flexibilidad en personas obesas, por lo tanto, se reduce al mínimo la

torsión de la cadera, y se maximiza los momentos de fuerza en la articulación de la

rodilla (Sibella, Galli, Romei, Montesano, & Crivellini, 2003; Zdziarski, et al., 2015),

pudiendo llevar a dolor en las dos articulaciones más que han mostrado mayor

prevalencia dentro de nuestro estudio.

5.4. Tipología de las lesiones.

Clasificar la tipología de las lesiones son estrategias que han mostrado mejorar

las posibilidad de acceder al entendimiento de los mecanismos de lesión y elaborar

programas y modelos preventivos más eficaces (K. Rae & Orchard, 2007). Sin embargo,

nuestros resultados revelaron que sólo el 36% de las lesiones registradas tuvieron un

diagnostico médico, siendo las lesiones tendinosas las que mayor prevalencia tuvieron

seguidas de las lesiones musculares. Estos datos se deberían tomar con precaución, ya

que al no obtener un diagnóstico claro si el participante no acudió al médico, las

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Discusión

181

lesiones menores, aunque fueron registradas, no están incluidas en este análisis. Esto

mismo ocurre en el estudio de Winwood y colaboradores, donde los atletas que

requieren asistencia médica fueron un 41%, obteniendo un diagnóstico clínico,

mientras que el 54% de los lesionados no acudieron al médico, exponiendo en sus

resultados que utilizaron hielo, antiinflamatorios u otro tipo de fármaco para

recuperarse sin acudir a un especialista, y un 5% de los participantes que no hicieron

nada (Winwood, et al., 2014). En un estudio donde registraron el riesgo de lesión en

deportistas entre 4 a 24 años durante 5 años, mostraron 571 lesiones deportivas

registradas de media al año y menos de la mitad (46,6%) había sido tratado por el

médico, el resto no tenía un diagnostico para su posterior evaluación (Kemler, et al.,

2014). Posiblemente, una de las grandes limitaciones que nos encontramos en la

mayoría de los estudios epidemiológicos que no sean de equipos profesionales y que

tengan un equipo médico dentro del club, es que la tipología de la lesión no es

registrada en la mayoría de los casos, y sólo se incorporan lesiones serias que han sido

tratadas en hospitales, haciendo que el registro de esta variable sea en ocasiones difícil

o se pierda la información para su comprensión global.

En un artículo de revisión publicado recientemente, el autor nos expone que las

tendinopatías crónicas son un problema común en aquellas actividades que requieren

de movimientos repetitivos, y que parece que existe evidencia clara sobre los factores

biomecánicos, las alteraciones funcionales y los desordenes metabólicos, que podrían

influir a la aparición de lesiones tendinosas en personas con obesidad (Franceschi, et

al., 2014). Del mismo modo, la revisión de la literatura nos mostró un estudio con

personas con obesidad que comenzaban a correr, observando que la mayoría de las

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Discusión

182

lesiones registradas fueron diagnosticadas como síndrome de estrés tibial, seguido por

lesiones de menisco, dolor patelofemoral y tendinopatía del tendón de Aquiles

(Nielsen, et al., 2014). En nuestros resultados, de las siete lesiones que hubo en la cinta

de correr, sólo dos tuvieron un diagnostico médico, siendo la primera una lesión

muscular refiriendo un tirón en el gemelo, y la segunda, una lesión tendinosa en la

rodilla con un diagnóstico de dolor patelofemoral que obligó, por recomendación del

médico especialista, a realizar todos los ejercicios en bicicleta estática. El resto de

lesiones no tuvo ningún diagnostico médico.

En el estudio de Garrido Chamorro y colaboradores, las lesiones registradas en

el hospital fueron en su mayoría las lesiones musculares con un 17,5% y las tendinosas

con un 10,8% (Chamorro, et al., 2009). Sin embargo, al igual que ocurre con nuestros

datos, de nuevo las lesiones menores que no requieren de atención médica, no son

registradas en el estudio. Por otro lado, Moreno Pascual nos expone que entre el 20-

40% de las lesiones deportivas son ligamentosas, y que las lesiones musculares

aparecen en segundo lugar en la mayoría de los estudios, mostrando entre un 20-30%

de los casos. No obstante, explica que dependiendo del deporte nos podemos

encontrar este tipo de lesión en primer lugar (Moreno Pascual, et al., 2008). Así ocurre

por ejemplo en un estudio con jugadores de fútbol de primera división donde las

lesiones musculares representa el 53,8% de los casos registrados y las lesiones

ligamentosas el 24,4% de los casos (Noya Salces, et al., 2014). Por lo tanto, parece que

la actividad realizada podría llevarnos a un tipo de lesión u otra, siendo recomendable

registrar toda la información para poder tomar medidas preventivas en estos

programas de pérdida de peso.

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Discusión

183

En conclusión, aunque entendemos que la solución al problema puede ser

compleja, sería interesante incorporar la figura del médico deportivo dentro de las

instalaciones y centros fitness, pudiendo observar si es posible diagnosticar las lesiones

de menor magnitud, registrando adecuadamente su baja y consiguiendo datos de

diagnóstico aceptables, para poder desarrollar medidas preventivas eficaces y

específicas.

5.5. Mecanismos de lesión.

La revisión de la literatura realizada, nos indica que son escasos los estudios o

intervenciones que explican los mecanismos de lesión en programas de pérdida de

peso que incluyen ejercicio físico. En el estudio de Finkelstein y colaboradores,

exponen que dentro de su análisis de la actividad física, la relación con la obesidad y

las lesiones, las personas que son físicamente activas tienen un 7% más de

probabilidad de sufrir una lesión. Por lo tanto, parece que introducir actividad física en

este tipo de población, podría llevarnos a unas tasas de lesiones mayores debido a los

problemas asociados a la obesidad. Sin embargo, no exponen qué ejercicios o

mecanismos de lesión son potencialmente más peligrosos (Finkelstein, Chen, Prabhu,

Trogdon, & Corso, 2007). En este sentido, Vicent y colaboradores explicaron que la

obesidad está relacionada con dolores crónicos en la zona lumbar y extremidades

inferiores que se podrían atribuir a un inicio rápido de la actividad, a una falta de

adaptación muscular, a un volumen alto de la carga de entrenamiento o simplemente

porque la persona está poco acostumbrada al ejercicio (Vincent & Vincent, 2013). Los

resultados de Nielsen y colaboradores en personas con obesidad que iniciaban un

programa de carrera o running, nos mostró que aquellas personas que tenían un IMC

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Discusión

184

superior a 30 kg/m2, aumentaba el riesgo de lesión durante las tres primeras semanas

de entrenamiento, aconsejando no correr más de 3 km semanales en la primera

semana, lo que reduciría el riesgo de lesión de un 22,7% a un 11,9% (Nielsen, et al.,

2014). Por otro lado, los resultados de un programa que utilizaba la caminata para la

pérdida de peso, el 32% de los participantes reportaron lesiones musculoesqueléticas

en la parte inferior del cuerpo y en la espalda, asociando valores altos de IMC, con un

mayor riesgo de lesión (Janney & Jakicic, 2010). En nuestro estudio, los ejercicios

aeróbicos (correr, bici o elíptica), representaron un total de 12 lesiones durante el

programa de intervención, mostrando una incidencia y severidad baja durante todo el

programa. Esta diferencia respecto a los otros estudios, podría ser debida a que los

participantes del proyecto no sólo hacían carrera, pudiendo elegir el ejercicio aeróbico

que querían desarrollar de manera alternativa (Figura 43). Este hecho, podría haber

evitado un estrés muscular continuado debido a la misma acción repetida sobre las

articulaciones de la rodilla y el tobillo, ya que se ha podido comprobar, que la

activación muscular en estos tres aparatos es diferente en cada una de ellos

(Petrofsky, et al., 2013). Por lo tanto, una de las posibles explicaciones por las que

aparecieron menos lesiones en este protocolo de entrenamiento, podría haber sido el

cambio y la elección de diferentes actividades aeróbicas con patrones de movimiento

diferentes y con un menor impacto articular, como recomiendan otros autores

(Vincent & Vincent, 2013). Es decir, parece evidente que incluir diferentes tipos de

ejercicio durante las primeras semanas del programa de pérdida de peso, o durante la

transición al entrenamiento aeróbico de carrera, podría prevenir la aparición de

lesiones hasta una adaptación adecuada de la persona.

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Discusión

185

Al mismo tiempo, los protocolos que incluían cargas representaron el 40,2% de

las personas lesionadas durante el proyecto. Cuando analizamos nuestros resultados,

encontramos que hubo dos ejercicios que mostraron una mayor frecuencia de lesión,

tanto en la fase de sobrepeso como en la fase de obesidad. En primer lugar, las

sentadillas o “squat”, y en segundo lugar las zancadas frontales o ”lunges”. Hasta la

fecha, no hemos encontrado estudios en programas de pérdida de peso que registren

las lesiones en función de los ejercicios que utilizan cargas. Sin embargo,

recientemente se ha mostrado que los ejercicios de peso libre tendrían una mayor

prevalencia de lesiones en las actividades de fitness (S. E. Gray & Finch, 2015). Por otro

lado, varios estudios de entrenamiento de fuerza que sí lo han hecho, mostraron que

la sentadilla representa el 33,1% de todas las lesiones entre los competidores de

powerlifters (Keogh, et al., 2006), y lo mismo ocurría en un estudio de Crossfit, donde

exponen que los ejercicios de powerlifting (sentadilla, peso muerto y press de banca)

son lo que mayor porcentaje de lesión tiene con un 22,6%(Weisenthal, et al., 2014).

Aunque la sentadilla ha mostrando ser un ejercicio eficaz durante las

recuperaciones del ligamento cruzado o lesiones patelofemorales, siendo un ejercicio

eficaz en el desarrollo de la musculatura, la posición de las caderas, las rodillas y la

musculatura del tobillo (Escamilla, 2001), también podría llevarnos a situaciones de

inestabilidad articular en la rodilla, o problemas de cizallamiento tibiofemoral

(Hartmann, et al., 2013), sobre todo en personas con obesidad que han mostrado

debilidad en estas articulaciones (Messier et al., 2014). Además, la exposición

prolongada de la sentadilla o de las zancadas en diferentes trabajos, también ha

mostrado que podría aumentar el riesgo de patologías articulares, sobre todo de la

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Discusión

186

rodilla (Amin et al., 2008; Wearing, et al., 2006b). Por lo tanto, en una población en

obesidad que ha mostrado tener una mayor alineación de la rodilla en varo o en valgo,

una rigidez articular asociada a un alto índice de masa corporal y un escaso rango de

movimiento en la cadera, la rodilla y el tobillo (Gibson, et al., 2010; Park, et al., 2010;

Wearing, et al., 2006b), se debería aconsejar reducir la presión sobre las articulaciones

de la rodilla (Gibson, et al., 2010; Gullett, Tillman, Gutierrez, & Chow, 2009; Huffman,

et al., 2015), y realizar media o un cuarto de sentadilla (Hartmann, et al., 2013).

Incluso, colocar la barra en una posición frontal, disminuyendo la fuerza de

compresión mediante cambios biomecánicos del movimiento (Gullett, et al., 2009).

Del mismo modo, aunque hay autores que han considerado las zancadas

frontales como un ejercicio adecuado para mejorar la propiocepción y la fuerza de los

atletas (Kritz, Cronin, & Hume, 2009), este ejercicio, debido al desequilibrio y escaso

rango de movimiento que sufren personas obesas en varias articulaciones como la

rodilla y el tobillo (N A Maffiuletti, et al., 2005; Park, et al., 2010), mayores

puntuaciones de dolor, fatiga y rodillas débiles (K. Jadelis, M. E. Miller, W. H. Ettinger,

& S. P. Messier, 2001), podría ser desaconsejable y demasiado complejo para el inicio

de los programas de entrenamiento en la pérdida de peso. De hecho, durante la fase

de obesidad, el mayor porcentaje de lesiones se registró en el ejercicio de zancadas

frontales o lunge. Una de las posibles explicaciones que encontramos en la literatura

es que cuando la acumulación de grasa es mayor en la zona del abdomen, se podría

desarrollar una inadecuada flexión del tronco y un movimiento de la cadera incorrecto,

pudiendo limitar el recorrido y llevando a posibles situaciones de estrés articular

(Franceschi, et al., 2014; Park, et al., 2010; Wearing, et al., 2006b).

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Discusión

187

En esta misma dirección y mediante las

últimas tecnologías de morfología tridimensional,

se ha comprobado diferencias significativas en la

forma y el tamaño de la rodilla de las mujeres,

mostrando un ángulo Q aumentado (Figura 66) y

una reducción del ratio medio lateral y antero-

posterior (Amin, et al., 2008; Merchant et al.,

2008). En este caso, una pelvis más ancha, como es

el caso de las mujeres con obesidad, aumentaría el ángulo Q de la rodilla, el cual se ha

considerado como un factor de riesgo importante que predispone a lesiones de rodilla

(Messier, et al., 2014; Saragiotto et al., 2014; Wearing, et al., 2006b).

En definitiva, aunque las recomendaciones generales aconsejan realizar

actividades aeróbicas durante al menos tres veces a la semana y dos días de

entrenamiento con cargas incluyendo 2 series de 8 a 10 ejercicios por sesión al 60% de

1RM para el control del peso (Strasser & Schobersberger, 2011). Muchas de estas

guías, incluyen ejercicios que según nuestros resultados son potencialmente

peligrosos, como es el caso de la sentadilla (squat) o las zancadas frontales (lunges)

(Strasser & Schobersberger, 2011; Vincent, Raiser, & Vincent, 2012). Es decir, no

bastaría con aprender una técnica correcta como muchos estudios exponen (Mazur, et

al., 1993; Reeves, et al., 1998), sino que además, habría que estar en unas condiciones

físicas, metabólicas y con un somatotipo adecuado, para realizar ciertos ejercicios con

cargas.

Figura 66. Ángulo-Q y evaluación de

los grados en función de la persona.

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Discusión

188

5.6. Factores de riesgo.

La mayoría de estudios sobre la etiología de las lesiones deportivas tienen en

cuenta la naturaleza multifactorial mediante la comprensión e inclusión de la mayor

cantidad de factores de riesgo (Bahr & Krosshaug, 2005). Sin embargo, hasta la fecha

no tenemos el conocimiento de ensayos clínicos que hayan controlado todas las

variables del entrenamiento que se controlaron en el proyecto PRONAF y las

relacionen con el riesgo de lesión. Nuestros resultados mostraron que cuando los

participantes entrenaban el mismo volumen, la misma intensidad y con los mismos

descansos, la prevalencia de las lesiones parece equilibrarse, mostrando que no

existen mayores porcentajes de lesión cuando se relacionan con la composición

corporal o con el sexo. Sin embargo, no ocurre lo mismo con el tipo de entrenamiento

realizado, sobre todo cuando incluyen cargas y/o ejercicios de fuerza. Por lo tanto,

aunque la evidencia científica se ha centrado en los beneficios de este tipo de

entrenamiento en personas con exceso de peso (Hunter, et al., 2008; Strasser &

Schobersberger, 2011), pensamos que las recomendaciones generales deberían tener

en cuenta la información mostrada en los resultados de nuestro estudio, rediseñando

nuevos enfoques para el desarrollo de los programas de intervención y guías de

recomendaciones básicas. Incluyendo los ejercicios de fuerza dependiendo de otros

factores de riesgo de la persona, y añadiendo el control de otras variables que ha

mostrado la revisión de la literatura.

Según nuestros resultados y los estudios de otros autores, sería recomendable

registrar aspectos y factores diferenciadores entre ambos sexos como la anatomía

corporal o somatotipo de la persona, el control hormonal o la producción de fuerza

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Discusión

189

(William J Kraemer & Ratamess, 2005; N. A Maffiuletti, et al., 2013; Shultz, et al., 2014;

Trudelle-Jackson, Jackson, & Morrow Jr, 2011). Por otro lado, se debería tener un

registro de las lesiones previas de la persona, medir el ángulo Q de la rodilla, la

distancia semanal recorrida durante el entrenamiento aeróbico, y la frecuencia

semanal de las sesiones de ejercicio (Nielsen, et al., 2014; Saragiotto, et al., 2014;

Vincent & Vincent, 2013). También se ha visto que en los corredores populares chicos,

jóvenes y con una falta de experiencia previa, existe una mayor probabilidad y

predisposición a lesionarse, y en las participantes chicas, un IMC elevado, el tipo de

actividades previas que hayan realizado y la falta de experiencia, aumentaban de

manera significativa el riesgo de lesión (Buist, et al., 2010), por lo tanto serán factores

de riesgo que debemos tener en cuenta. En el entrenamiento con cargas, nuestros

resultados mostraron que los ejercicios desarrollados durante el protocolo de

entrenamiento era otro factor de riesgo importante, observando dos ejercicios a los

que prestar mayor atención y precaución a la hora de incluirlos en la planificación de la

pérdida de peso; la sentadilla y las zancadas frontales. Del mismo modo, se debería

prestar atención a los posibles cambios en la técnica cuando se realizan series altas de

repeticiones, las cuales han mostrado no favorecer un óptimo desarrollo de la fuerza

(Hooper, et al., 2014), y por lo tanto, podrían llevarnos a situaciones de estrés articular

debido a una mala ejecución de la técnica, aumentando el riesgo cuando existe un

mayor IMC en la persona (Park, et al., 2010; Wearing, et al., 2006b).

Por último, haber sufrido lesiones previas parece que es un importante factor

de riesgo para sufrir una nueva lesión (Saragiotto, et al., 2014). Esto también se ha

visto en otros estudios en corredores populares que se prepararon para una carrera de

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Discusión

190

4 millas (Buist, et al., 2010), o en una revisión sistemática en corredores de larga

distancia, donde se encontró una fuerte evidencia entre las lesiones y la historia de

lesiones previas tanto en hombres como en mujeres (Liu, Chen, Bai, Zheng, & Gao,

2013). Esto mismo ocurre en otros deportes como el fútbol, el esquí o incluso en niños

que practican deporte (D. Caine, Maffulli, & Caine, 2008; Spörri, et al., 2012).

En conclusión, entendemos que para desarrollar un programa o intervención de

pérdida de peso, es necesaria una evaluación previa de los posibles factores de riesgo

(internos y externos) que nos podemos encontrar durante el programa o tratamiento,

observando detenidamente cuáles podrían ser modificables y no modificables en

función de cada persona. Así se podría prevenir el riesgo de lesión ajustando cada

intervención y entrenamiento en función de las características de cada persona.

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Conclusiones

191

VI. CONCLUSIONES

Las principales conclusiones que se derivan de este trabajo con el propósito de

contestar los objetivos previstos en esta tesis doctoral son:

En el proyecto PRONAF, un 47,3% de los participantes sufrió al menos una

lesión o dolencia durante el programa de intervención de 6 meses.

La incidencia de lesión fue mayor durante el protocolo de fuerza.

Los protocolos de entrenamiento que incluyen cargas, tienen hasta cinco

veces más riesgo de sufrir una lesión que el protocolo que no las incluye.

La mayoría de las lesiones durante el proyecto PRONAF fueron menores (de

1 a 7 días). Observando una mayor severidad en la fase de obesidad.

No se observaron asociaciones significativas entre la fase de sobrepeso y la

fase de obesidad y las lesiones producidas durante la intervención.

No se observaron asociaciones significativas entre ser hombre o mujer y las

lesiones producidas durante la intervención.

La rodilla tuvo una mayor proporción de lesiones durante la intervención.

La ecuación propuesta para estimar el riesgo de lesión mostró una

clasificación correcta del 68,9%.

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Conclusiones

192

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Limitaciones, fortalezas y futuras líneas de investigación

193

VII. LIMITACIONES, FORTALEZAS Y FUTURAS LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN

Tras la experiencia acumulada durante el proyecto PRONAF y las dificultades

planteadas en el mismo, identificamos las principales limitaciones del estudio:

La falta de comunicación con un equipo médico específico que se encargara de

determinar la tipología de todas las lesiones ocurridas durante el proyecto

PRONAF, condiciona en gran medida una parte de los resultados obtenidos y

deberían ser tomados con cautela por falta de diagnóstico clínico.

Al no disponer de una conexión web en las instalaciones donde se desarrollaron

los protocolos de entrenamiento, las lesiones se registraron posteriormente al

incidente, pudiendo perder información relevante.

La dificultad y complejidad de controlar todas las variables del estudio, pudo

condicionar el registro de todas las lesiones o dolencias durante la

intervención. Perdiendo registros de lesiones leves que no fueron notificadas.

Hubiera sido interesante controlar factores ambientales como el estrés o las

sensaciones del entrenamiento de la persona mediante el Profile Mood State

Test (POMS), ya que recientes estudios han observado una asociación entre

esta variable, la obesidad y un incremento de daños musculoesqueléticos y

cardiacos (Mazzeschi, et al., 2014; Mehta, 2014). Aportando información del

estado de ánimo de la persona para asociarlo al riesgo de lesión.

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Limitaciones, fortalezas y futuras líneas de investigación

194

Fortalezas

El estudio PRONAF supone una de las primeras intervenciones en España para

el tratamiento del sobrepeso y la obesidad donde la variable independiente es

el ejercicio.

Al ser un ensayo clínico donde el entrenamiento era tan protocolizado, las

variables de volumen, intensidad, tiempo de descanso y los ejercicios

realizados, estaban absolutamente controlados. Al igual que el calentamiento y

la vuelta a la calma. Algo muy difícil de encontrar en otros estudios de lesiones

deportivas y prevención de riesgos de lesión.

Durante todas las sesiones de entrenamiento, los participantes fueron

supervisados en la ejecución del ejercicio por profesionales de la actividad física

y del deporte. Todos desarrollaron una adaptación anatómica idéntica y se

controlaba que las sesiones de entrenamiento fueran completas.

La adherencia al entrenamiento durante el proyecto fue muy elevada, por lo

tanto el volumen de entrenamiento era muy similar en todos los participantes

del estudio.

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Limitaciones, fortalezas y futuras líneas de investigación

195

Futuras líneas de investigación

A través de la metodología para el registro de las lesiones en el ámbito del

fitness, creamos una de las primeras herramientas para desarrollar un conocimiento

en la línea de la prevención de las lesiones en diferentes protocolos de entrenamiento.

Las propuestas que se generan de este estudio de investigación son las siguientes:

Comparar nuevos protocolos de entrenamiento para el tratamiento de la

obesidad (HIIT, electroestimulación, CrossFit) y el riesgo de sufrir una lesión

para compararlos con los resultados obtenidos en nuestro estudio.

Desarrollar y validar una aplicación web y móvil para el registro de las lesiones

en el entrenamiento de fitness.

Observar la relación entre el ángulo Q y las lesiones del tren inferior en

personas con sobrepeso y obesidad que realizan un programa de pérdida de

peso mediante densitometría Dual de Rayos X.

Control hormonal, daño muscular y riesgo de lesión en diferentes protocolos de

entrenamiento en personas con sobrepeso y obesidad.

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Limitaciones, fortalezas y futuras líneas de investigación

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Aplicaciones prácticas

197

VIII. APLICACIONES PRÁCTICAS

Como bien dice Hanson, “la investigación no es suficiente para prevenir las

lesiones, también es necesario llevar la investigación a una verdadera aplicación

práctica que vaya retroalimentando el conocimiento adquirido” (Hanson, Allegrante,

Sleet, & Finch, 2014). Esta figura nos muestra la necesidad de la investigación, la

práctica y el contexto dentro de este ámbito de estudio (Hagel & Meeuwisse, 2004):

Figura 67. La integración de la experiencia para garantizar las intervenciones exhaustivas, basadas en la evidencia y que sean prácticas y relevantes cuando se aplica en el mundo real. Tomada de Hanson y colaboradores (Hanson, et al., 2014).

Por este motivo, tras describir las principales conclusiones del trabajo de

investigación, queremos desarrollar el apartado de aplicaciones prácticas para intentar

dar una posible solución a los resultados mostrados durante el estudio.

Tras haber estudiado con detenimiento la primera fase de la secuencia de

prevención de lesiones de Van Mechelen en nuestro estudio (Figura 5), desarrollar el

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Aplicaciones prácticas

198

cuestionario de lesiones por parte del panel de expertos (Butragueño & Peinado, 2014)

y los resultados obtenidos en este trabajo de investigación, consideramos de gran

interés desarrollar un cuadro de análisis donde se observen los posibles riesgos

intrínsecos y extrínsecos, modificables y no modificables, en una población con

sobrepeso y obesidad (Tabla 28).

Tabla 28. Factores de riesgo modificables o no modificables en personas con sobrepeso y obesidad que se inician en la actividad deportiva.

Factores de riesgo extrínsecos Factores de riesgo intrínsecos

No modificables No modificables Condiciones ambientales externas. Periodo de la intervención/hora del día.

Lesiones previas. Años. Sexo. Edad. Termorregulación. Predisposición genética a la lesión. Ángulo Q. Actividades previas desarrolladas. Síndrome metabólico.

Modificables Potencialmente modificables Exposición. Horas de exposición. Tipo de entrenamiento Actividades o deportes complementarios. Nivel de supervisión. Entrenamiento. Nivel de experiencia previa. Volumen de entrenamiento. Intensidad del entrenamiento. Frecuencia de entrenamiento. Objetivo del entrenamiento. Calentamiento específico. Ejercicios incluidos en el programa. Velocidad de ejecución. Aprendizaje Esfuerzo percibido Ambientales Condiciones ambientales de la sala. Tipo de alimentación. Suplementación. Horas y calidad del sueño. Equipamiento Peso libre o guiado.

Condición física (VO2max).

Condición de IMC. Porcentaje de grasa. Preparación para deportes específicos. Flexibilidad. Fuerza. Estabilidad articular. Biomecánica. Técnica del ejercicio. Equilibrio/propiocepción. Psicología/factores sociales. Biomarcadores inflamatorios.

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Aplicaciones prácticas

199

Con esta tabla, podemos hacer una revisión de la personas antes de comenzar

el entrenamiento o tratamiento para la pérdida de peso, ofreciéndonos una visión

global sobre los posibles factores de riesgo de la persona. Además, podremos evaluar

cuáles son los factores potencialmente modificables y decidir la planificación más

adecuada para prevenir posibles lesiones durante el entrenamiento.

Por otro lado, basándonos en otras investigaciones y deportes como el

baloncesto donde se ha propuesto una fórmula para la predicción de posibles lesiones

utilizando la medición del ángulo Q en ambas piernas (A. F. Martínez, et al., 2008),

nuestros resultados ofrecen un primer modelo matemático para identificar en primera

instancia el riesgo de lesión en personas en sobrepeso y obesidad que desarrollen un

protocolo similar al de PRONAF.

Índice de lesiones de Butragueño y Benito

1/1+exp(2,73-(-0,46*fase)-(3,215*lesiones previas)-(0,835*Protocolo)-(0,400*sexo)-(0,309*Edad categorizada)

Fase: Sobrepeso (valor= 0)/Obesidad (valor= 1) Lesiones previas no(valor= 0)/sí(valor= 1) Protocolo de entrenamiento : Aeróbico (valor= 1)/mixto(valor= 2)/Fuerza (valor= 3) Sexo: Mujer (valor= 0)/Hombre(valor= 1) Edad Categorizada: 18 a 30 (valor= 1)/31-40 (valor= 2)/41-50 (valor= 3)

Ecuación 6: Modelo matemático de Butragueño y Benito basado en el protocolo de entrenamiento.

Sería interesante seguir investigando sobre la fuerza de cada uno de los

factores mostrados en la tabla 28, para consolidar y, añadir nuevas variables que

pronostiquen con mayor eficacia la posibilidad de sufrir una lesión. Por ejemplo, las

personas que mantienen un peso elevado a lo largo de su vida, se ha comprobado que

simplemente por el hecho de mantener ese peso, hace que soporten cargas continuas

sobre las articulaciones durante mucho tiempo. Esto podría producir riesgos derivados

de la adaptaciones del cuerpo, como una mala alineación de las caderas o ser

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Aplicaciones prácticas

200

propensos a una alineación en varo de las rodillas (Jiang, et al., 2012; Sharma, Lou,

Cahue, & Dunlop, 2000), incluso tener problemas de equilibrio dinámico que puedan

afectar a la hora de realizar ejercicios como las zancadas frontales o las sentadillas

(Hue, et al., 2007; N A Maffiuletti, et al., 2005). Por lo tanto, estos resultados deberían

incluirse en futuras propuestas de la ecuación propuesta en esta tesis doctoral.

Por último, tras evaluar los resultados obtenidos en el proyecto PRONAF y

estudiar detenidamente la literatura científica, nos gustaría ofrecer al igual que lo

hicieron otros autores, unas pautas básicas sobre cómo introducir los ejercicios

adecuados en un programa de pérdida de peso.

Al inicio del programa se debería realizar evaluaciones médicas para conocer el

estado de salud y condición física de la persona (Salas-Salvadó, et al., 2007), analizar

diferentes patrones biomecánicos, como por ejemplo el ángulo Q (Lubobvsky et al.,

2014). Evaluar diferentes patrones de movimiento para conocer el grado de movilidad

y elasticidad de las personas (Calatayud et al., 2015). Según diferentes

recomendaciones, aunque se necesitaría más tiempo de intervención, sería

recomendable reducir el IMC previamente a la intervención para aumentar la

estabilidad postural y disminuir la carga y el estrés mecánico de las articulaciones

(Teasdale et al., 2007; Vincent & Vincent, 2013; Zdziarski, et al., 2015). Durante esta

fase, se podría incrementar el gasto energético diario mediante ejercicios en el agua

de bajo impacto, como por ejemplo en un tapiz rodante en el agua (Greene et al.,

2009) o utilizando las nuevas tecnologías como el Alter-G® (Leiter & MacDonald,

2015), que han demostrado ser fáciles de utilizar y seguras para la gestión de artrosis

de rodilla. Además, se debería incluir diferentes rutinas de calentamiento, con

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Aplicaciones prácticas

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ejercicios de equilibrio postural estático y dinámico, coordinación y agilidad, ya que

han demostrado previamente disminuir la frecuencia de lesiones en esta población

(Herman, Barton, Malliaras, & Morrissey, 2012; Vincent, et al., 2012; Woods, Bishop, &

Jones, 2007).

Posteriormente, comenzar de manera progresiva el programa de

entrenamiento con caminatas ligeras sin superar los 6 km semanales (Nielsen, et al.,

2014), incluyendo pequeñas cuestas para aumentar la intensidad sin incrementar la

velocidad y el impacto articular, e ir aumentando progresivamente según va

disminuyendo el peso graso. Si por algún motivo aparece dolor en las articulaciones,

volver a los ejercicios de bajo impacto para disminuir el dolor musculoesquelético,

incluyendo trabajo en bicicleta estática o elíptica (Vincent & Vincent, 2013; Zdziarski,

et al., 2015).

Como ya se ha visto en la literatura, realizar una restricción calórica sin

acompañarlo de ejercicio físico podría hacer disminuir los valores de masa muscular

(Ballor & Poehlman, 1994),por lo tanto, durante el segundo mesociclo de la

intervención, podríamos comenzar con ejercicios de autocarga, añadiendo ejercicios

postulares y/o de equilibro dinámico para mejorar la coordinación motora, por

ejemplo el Yoga o el Taichi, que han demostrado tener grandes beneficios en personas

con obesidad (Saravanakumar, Higgins, Van Der Riet, Marquez, & Sibbritt, 2014;

Sarvottam & Yadav, 2014). Durante este periodo, sería ideal enseñar la técnica

adecuada de los ejercicios de fuerza para incluirlos progresivamente en el programa e

ir adaptando las estructuras musculares de las personas (Shultz, et al., 2014). El dolor

provocado por el ejercicio, no debería persistir o aumentar después de las 24 horas

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Aplicaciones prácticas

202

post-ejercicio, si es así, nos estaría indicando que el sistema musculoesquelético no

estaba preparado para ese estímulo (Vincent & Vincent, 2013). Para ello, sería

recomendable utilizar las escalas de fatiga (Impellizzeri, et al., 2013).

Finalmente, tras observar los datos de lesiones en protocolos que incluyen

cargas, aunque las guías recomiendan al menos dos días de trabajo de fuerza

específica a una intensidad moderada-alta (Donnelly, et al., 2009; Strasser &

Schobersberger, 2011; Westcott, 2012), pensamos sería más recomendable introducir

un trabajo de fuerza progresivo en el último o en los dos últimos mesociclos de la

intervención de 6 meses, con el objetivo de aumentar la masa muscular de la persona

y mantener un metabolismo basal elevado (Stiegler & Cunliffe, 2006; Zapico, et al.,

2012). De hecho, en aquellas personas que no tengan factores de riesgo y muestran

una correcta adaptación al entrenamiento, se podría incluir pequeñas sesiones de alta

intensidad durante el último mesociclo de intervención, ya que han mostrado ser muy

eficientes en la pérdida de peso (Boutcher, 2011; M. Buchheit & P. B. Laursen, 2013). Si

bien es cierto, que tampoco han sido estudiadas en cuanto al riesgo de lesión en esta

población.

Para finalizar, aunque las recomendaciones que dan las diferentes asociaciones

para conseguir los objetivos de pérdida de peso en una intervención de 6 meses

(Donnelly, et al., 2009; Jensen, et al., 2014), son realizar ejercicio aeróbico al menos

150 minutos a la semana y ejercicios de fuerza durante 2 días a la semana, se ha

comprobado que existe una relación entre la carga mecánica, el dolor crónico, la

inflamación y el estado psicológico en las personas obesas (Zdziarski, et al., 2015).

Mostrando que no todos los protocolos de entrenamiento son eficaces o seguros para

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Aplicaciones prácticas

203

todas las personas, y que se debería individualizar dependiendo de las características

de las personas, su respuesta y adaptación al ejercicio y evitando riesgos que

empeoren la calidad de vida de esta población.

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Aplicaciones prácticas

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Anexos

240

X. ANEXOS

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Anexos

241

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Anexos

242

Page 277: Incidencia, prevalencia y severidad de las lesiones ...oa.upm.es/37879/1/JAVIER_BUTRAGUENO_REVENGA.pdfFACULTAD DE CIENCIAS DE LA ACTIVIDAD FÍSICA Y DEL DEPORTE (INEF) Incidencia,

Anexos

243

Page 278: Incidencia, prevalencia y severidad de las lesiones ...oa.upm.es/37879/1/JAVIER_BUTRAGUENO_REVENGA.pdfFACULTAD DE CIENCIAS DE LA ACTIVIDAD FÍSICA Y DEL DEPORTE (INEF) Incidencia,

Anexos

244

Respuestas del cuestionario para el registro de las lesiones en el entrenamiento con

cargas.

1.1. CÓDIGO DEL GIMNASIO

1.2. CÓDIGO DEL CLIENTE

1.3. SEXO 1.4. TALLA 1.5. PESO 1.6. EDAD 1.7. OCUPACIÓN

ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS

ADMINISTRACIÓN PUBLICA

ATENCION AL CLIENTE

CALIDAD Y PRODUCCIÓN EN I+D

COMPRA LOGÍSTICA Y ALMACEN

DISEÑO DE ARTES GRÁFICAS

EDUCACIÓN Y FORMACIÓN

FINANZAS Y BANCA

INFORMATICA Y TELECOMUNICACIONES

INGENIEROS Y TÉCNICOS

INMOBILIARIA Y CONTRUCCIÓN

LEGAL

MARKETING Y COMUNICACIÓN

PROFESIONALES, ARTES Y OFICIOS

RECURSOS HUMANOS

SANIDAD Y SALUD

TURISMO Y RESTAURACIÓN

OTROS

1.8. TIPO DE ENTRENAMIENTO

OCIO RECREACIONAL (WEIGHT TRAINING)

COMPLEMENTO DEPORTIVO (CROSS-TRAINING)

CULTURISMO

HALTEROFILIA

POWERLIFTER

1.9. OBJETIVO DE NUESTRO CLIENTE

ACONDICIONAMINETO FÍSICO GENERAL

COMPLEMENTO DEPORTIVO (CROSS-TRAINING)

DEFINICIÓN

HIPERTROFIA MUSCULAR

PERDIDA DE PESO

OPOSICIONES

RECUPERACIÓN FUNCIONAL

OTROS

1.10 EXPERIENCIA EN EL ENTRENAMIENTO EN SALA

MENOS DE 6 MESES DE ENTRENAMIENTO

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Anexos

245

ENTRE 6-12 MESES DE ENTRENAMIENTO

1 AÑO DE ENTRENAMIENTO

2 AÑOS DE ENTRENAMIENTO

3 AÑOS DE ENTRENAMIENTO

4 AÑOS DE ENTRENAMIENTO

+5 AÑOS DE ENTRENAMIENTO

1.11. FRECUENCIA DE ENTRENAMIENTO EN EL MOMENTO DE LA LESIÓN

1 DÍA A LA SEMANA

2 DÍAS A LA SEMANA

2-3 DÍAS A LA SEMANA

3 DÍAS A LA SEMANA

3-4 DÍAS A LA SEMANA

4 DÍAS A LA SEMANA

4-5 DÍAS A LA SEMANA

5 DÍAS A LA SEMANA

5-6 DÍAS A LA SEMANA

6 DÍAS A LA SEMANA

6-7 DÍAS A LA SEMANA

7 DÍAS A LA SEMANA

1.12. HORAS QUE LE DEDICAS AL ENTRENAMIENTO

HORAS DIARIAS

2.1 FECHA DE LA LESIÇON

2.2 LA LESIÓN SE PRODUCE DURANTE

ENTRENAMIENTO

COMPETICIÓN

2.3 LA LESIÓN LA CALIFICARÍA COMO

AGUDA

CRÓNICA

2.4 TIPO DE LESIÓN

MUSCULAR

TENDINOSA

ÓSEA

DE LOS LIGAMENTOS

ARTICULAR

OTRAS

SIN DIAGNOSTICO

2.5 LOCALIZACIÓN DE LA LESIÓN

CABEZA

CUELLO

HOMBRO

BRAZO

CODO

ANTEBRAZO

MUEÑCA Y MANO

PECHO

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Anexos

246

TRONCO YABDOMEN

ZONA LUMBAR

PELVIS Y GLÚTEO

CADERA E ÍNGLE

MUSLO

RODILLA

GEMELO

TOBILLO

PIE

SIN ESPECIFICAR

2.6 LADO DEL CUERPO

DERECHO

IZQUIERDO

BILATERAL

NO DISPONIBLE

2.7 SEVERIDAD DE LA LESIÓN

LIGERA

MINIMA

LEVE

MODERADAMENTE SERIA

SERIA

A LARGO PLAZO

2.8 ¿HA SUFRIDO ALGUNA LESIÓN PREVIA?

NO

2.9 SI LA RESPUESTA ES SÍ, ¿HACE CUÁNTO TIEMPO?

RECAÍDA TEMPRANA

RECAÍDA TARDÍA

RECAÍDA RETRASADA

2.10 ¿HA NOTADO MOLESTIAS EN LA ZONA DAÑADA ANTES DE LESIONARSE?

NO

3.1 DURANTE EL ENTRENAMIENTO EN SALA, USTED ENTRENA

SOLO

CON UN COMPAÑERO

3.2

¿REALIZA UN CALENTAMIENTO ADECUADO ANTES DE COMENZAR EL ENTRENAMIENTO?

NO

3.3 TIPO DE CALENTAMIENTO

DINÁMICO GENERAL

ESPECÍFICO

ESTÁTICO

ACTIVO

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Anexos

247

PASIVO

MENTAL

GENERAL+ESPECÍFICO

3.4 SENSACIÓN DE LA TEMPERATURA CORPORAL ANTES DE LESIONARSE

SENSACIÓN TÉRMICA BAJA

SENSACIÓN TÉRMICA NORMAL

SENSACIÓN TÉRMICA ALTA

SIN DETERMINAR

3.5 MÉTODO DE ENTRENAMIENTO EN EL MOMENTO DE LA LESIÓN

CARDIOVASCULAR

CIRCUITO

FUERZA SUBMAXIMA CONCENTRICA-EXCENTRICA

FUERZA MÁXIMA CONCENTRICA-EXCENTRICA

FUERZA ISOMÉTRICA MÁXIMA

POTENCIA

FUERZA EXPLOSIVA MÁXIMA

FUERZA EXCENTRICA MÁXIMA

OTROS

SI LA RESPUESTA HA SIDO OTROS, ESPECIFÍQUE TIPO DE ENTRENAMIENTO

3.6 EL EJERCICIO SE ESTABA REALIZANDO CON

PESO LIBRE

MAQUINAS

POLEA

CORE

BOSU

FITBALL

MAQUINA DE CARDIO

CINTA

BICI

ELÍPTICA

REMO

3.7 SEGÚN LA ESCALA DE INTENSIDAD (1-0) ¿CÚAL ERA LA INTENSIDAD A LA QUE ESTABA TRABAJANDO CUANDO SE LESIONÓ

3.8 GRUPO MUSCULAR QUE ESTABA TRABAJANDO

PECTORAL

DORSAL

BICEPS

ABDOMEN-LUMBAR

MUSLO

TRICEPS

HOMBRO

GEMELO

EN CASO DE NO ENCONTRAR EL EJERCICIO EN LA CASILLA ANTERIOR, PONGA USTED EL NOMBRE DEL EJERCICIO

3.9 DURANTE EL EJERCICIO ESTABA CONTROLANDO LA VELOCIDAD DE EJECUCIÓN? EJ: 1'' CONCENTRICO 2'' EXCENTRICO

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Anexos

248

SI

NO

3.10 CUANTAS SERIES DEL GUPO LESIONADO HABIA REALIZADO ANTES DE LESIONARSE

3.11 NÚMERO DE EJRECICIO EN EL QUE SE LESIONÓ

3.12 ¿CUÁNTOS EJERCICIOS DEL GRUPO QUERÍA REALIZAR?

3.13 ¿CUÁNTAS REPETICIONES ESTABA REALIZANDO DEL GRUPO MUSCULAR LESIONADO?

3.14 ¿CUÁNTO DESCANSO HABÍA ENTRE SERIES?

3.15 ¿CUÁNTO DESCANSO HABÍA ENTRE EJERICICIOS?

3.16 ¿CONOCÍA LA TÉNICA ADECUADA DEL EJERCICIO?

NO

3.17 ¿UTILIZA USTED EN SU ENTRENAMIENTO HABITUAL ALGUNO DE ESTOS EJERCICIOS?

PRESS DE BANCA

PRESS MILITAR O TRAS NUCA

PESO MUERTO

SENTADILLA

3.18 ¿QUIÉN LE ENSEÑO A ENTRENAR?

MONITOR DE SALA

ENTRENADOR PERSONAL

REVISTA FITNESS

AMIGO

OBSERVANDO EN LA SALA

NADIE

3.19 ¿EN QUE MOMENTO DEL ENTRENAMIENTO SE LESIONÓ?

CALENTAMIENTO

FASE PRINCIPAL-INICIO DEL ENTRENAMIENTO

FASE PRINCIPAL-MEDIO DEL ENTRENAMIENTO

FASE PRINCIPAL-FINAL DEL ENTRENAMIENTO

VUELTA A LA CALMA

3.20 ¿CUÁNTO TIEMPO LLEVA ENTRENANDO DE MANERA CONTINUA?

MENOS DE 1 MES

ENTRE 2 Y 4 MESES

ENTRE 5 Y 8 MESES

ENTRE 9 Y 12 MESES

ENTRE 1 Y 2 AÑOS

MÁS DE DOS AÑOS

3.21 NÚMERO DE INTERRUPCIONES AL AÑO(MAYOR DE 4 SEMANAS)

0

1

2

3

4

5

4.1 ¿ADEMÁS DEL ENTRENAMIENTO CON CARGAS, REALIZA OTRO DEPORTE O ACTIVIDAD FÍSICA?

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Anexos

249

NO

SI LA RESPUESTA HA SIDO SÍ, ESPECIFIQUE QUÉ DEPORTE O ACTIVIDAD FÍSICA PRACTICA

4.2 EN UNA ESCALA DEL UNO AL DIEZ, ¿QUÉ VALOR DA A SU IMAGEN CORPORAL?

4.3 SE CONSIDERA UNA PERSONA CON PREDISPOSICIÓN A LESIONARSE

NO

4.4 HA PADECIDO ALGUNA ENFERMEDAD DEL RIÑÓN

NO

4.5 ¿EN SU FAMILIA HAN PADECIDO ALGUNA ENFERMEDAD GENÉTICA QUE PRODUZCA PROBLEMAS DE ESPALDA?

NO

4.6 ¿REALIZA ALGÚN TIPO DE CONTROL DIETÉTICO?

NO

A VECES

4.7 ¿UTILIZA SUPLEMENTACIÓN DEPORTIVA?

NO

SI LA RESPUESTA HA SIDO SÍ, PODRÍA ESPECIFICAR QUÉ TIPO:

PROTEINAS

HIDRATOS DE CARBONO

L-CARNITINA

ANABOLIZANTES

QUEMA GRASAS

OTROS

4.8 HORAS DE SUEÑO APROXIMADAS EN LOS DÍAS DE ENTRENAMIENTO

4.9 ¿SE HIDRATA DE MANERA CONTINUADA DURANTE EL ENTRENAMIENTO?

NO

A VECES

4.10 POR FAVOR, SEÑALE UNA O MÁS CASILLAS SI SE ENCUENTRA DENTRO DE ALGUNA DE LAS SIGUIENTES POBLACIONES

EMBARAZO

MAYORES( >65 AÑOS)

RIESGO CARDIOVASCULAR

HIPERTENSIÓN

HIPERLIPIDEMIA

OBESIDAD

ATROSIS

DISCAPACIDAD FÍSICA

DIABETES I

DIABETES II

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Anexos

250

NIÑOS (<16 AÑOS)

OSTEOPORÓSIS

OTRAS