importancia de la formación continua. riesgo de exclusión social · 2010. 6. 24. · importancia...

Importancia de la formación continua. Riesgo de exclusión social

Autor: Pablo Ansede Espiñeira Página 1

IMPORTANCIA

DE LA

FORMACIÓN

CONTINUA.

RIESGO DE

EXCLUSIÓN

SOCIAL.



Autor: Pablo Ansede Espiñeira.



PRÓLOGO

En este capítulo analizo lo que se denomina “la formación continua, la formación a lo largo de la vida. ¿Qué significa este concepto? Y argumentaremos su importancia en la sociedad actual. Además al vincularlo con exclusión social me planteo: ¿Cuál es la importancia de la formación en la exclusión social.



La formación se convierte en un ámbito

de vital importancia en la sociedad del

conocimiento. Si hoy la formación toma

un nuevo significado es a causa de los

rápidos procesos de cambio que

afectan de manera generalizada a las

sociedades desarrolladas. La

adaptación de la población en estos

cambios se convierte en una nueva

necesidad social de primer orden.

Entorno a este punto, hay un acuerdo

generalizado sobre el papel de la

formación como uno de los elementos

clave que pueden facilitar la adaptación

de los individuos en la transformación

de su entorno.



En la situación actual debemos

preguntarnos sobre cuál será el papel

de la formación en el futuro.

¿Continuará siendo uno de los

principales motores de la promoción

social de los individuos y una de las

vías más importantes para distribuir

posiciones en la sociedad? ¿Se

continuarán incrementando

progresivamente los niveles de

educación? ¿Hasta qué límite? Una

sociedad en la cual la gran mayoría de

sus ciudadanos tiene un nivel de

educación secundaria o superior está

abierta a unas potencialidades

inimaginables en el pasado y al mismo

tiempo se enfrenta a unos retos y a



unos nuevos problemas desconocidos

hasta ahora. Estamos en una situación

en que la cantidad de conocimiento

acumulado y su amplia distribución

entre la población genera al mismo

tiempo grandes posibilidades y nuevos

riesgos.

Hoy, sin embargo, el acento se pone en

el reciclaje y en la movilización de los

conocimientos prácticos para el

desarrollo profesional de los individuos

en una estrecha relación con las

necesidades del sistema productivo.

La formación continua es una

instrucción o preparación recibida a lo

largo de la vida laboral con la finalidad



de adaptar, complementar o actualizar

la competencia ocupacional original o

bien adquirir especialización con el fin

de alcanzar una nueva ocupación.

El concepto de formación continua

puede ser definido de formas muy

diversas y no se ha llegado a un

consenso ni en España ni en la UE. Se

puede entender, según Jordi Planas,

como cualquier tipo de formación

formal (reglada o no reglada), que las

personas en edad de trabajar realizan

después de un periodo de ruptura con

la formación inicial.

En relación al concepto de formación a

lo largo de toda la vida, podríamos



decir que se refiere a un talante y

constancia en el aprendizaje por parte

de los individuos en el transcurso de su

vida, favorecido y propiciado tanto por

las administraciones públicas como por

las empresas, que sería un

desideratum a alcanzar en la sociedad

del conocimiento. Es una filosofía,

concepción o manera de entender la

formación continua que inspira y

preside las políticas europeas sobre la

materia. Es decir, la formación a lo

largo de la vida es el nuevo paradigma

compartido por los estados miembros

de la UE con respecto a la formación

continua.



Los cambios que se producen en

nuestros sistemas productivos plantean

nuevas exigencias a las cualidades de

la mano de obra que necesitan las

empresas. Una de las consecuencias

más importantes de estos cambios es

la que se produce en los procesos de

formación inicial y continua que se

reestructuran y se complementan en el

marco de la "formación a lo largo de

toda la vida". En esta nueva

concepción de la formación1, la

formación continua, en todas sus

modalidades, se convierte en el

elemento esencial de ajuste entre la

oferta y la demanda de las cualidades

productivas de los individuos que,



además, se expresan en términos de

competencias. Así la formación

continua es una fuente de

competencias y sobre todo de

actualización de las mismas.

Por todos estos motivos la formación

continua se está convirtiendo en un

ingrediente importante de la nueva

dinámica del mercado de trabajo y en

la redefinición de las relaciones

laborales basadas en las competencias

propias de una economía global.

El reto, en un contexto en el cual la

formación se produce necesariamente

“a lo largo de toda la vida" es convertir

este fenómeno en un sistema de

formación que permita efectivamente

que existan oportunidades de



formación a lo largo de toda la vida

para responder tanto a las necesidades

de las empresas como de los

individuos.

En la literatura sobre el tema, a

menudo se acostumbra a utilizar

ambos conceptos -formación continua y

formación a lo largo de la vida- como

sinónimos.

El concepto de formación a lo largo de

la vida implica una nueva manera de

pensar la relación entre formación

inicial y formación continua. Los datos

disponibles nos muestran que no todo

se puede aprender en cualquier

momento de la vida y que una



formación inicial sólida es una

precondición para una formación a lo

largo de toda la vida2). Nuestros

sistemas de formación inicial tienen

que ser redefinidos en esta

perspectiva: posibilitar la formación

continua creando unas bases sólidas

para ella.

Ya han pasado algunos años desde

que la Comisión Europea lanzó el

eslogan "la formación a lo largo de toda

la vida". Los volúmenes de formación

continua que se han conseguido

durante estos años son importantes,

pero sobre todo se tiene que medir el

éxito de esta campaña por el cambio



de mentalidad de la población, que

progresivamente asume que el

esfuerzo de formación no corresponde

a un periodo de la vida, sino que se

tiene que entrenar continuamente para

poder mantener actualizados sus

conocimientos.

Sin embargo, una vez superados los

primeros estadios de ofrecer

actividades formativas a un colectivo de

personas ya iniciadas, y que sea

bastante amplio para poder dar

respuesta a las necesidades de

renovación del stock educativo de la

mayoría de la población activa, el

desarrollo de un sistema de formación



continua plantea todavía muchos

interrogantes.

El gran reto que queda pendiente a la

formación continua es su articulación

con los otros subsistemas y la

certificación de sus actividades. La

nueva Ley de formación profesional

aprobada recientemente (durante el

año 2002) impulsa la integración de los

tres subsistemas de formación: el

reglado, el ocupacional y la formación

continua.

¿Qué significa exclusión social? ¿Cuál es la importancia de la formación en la exclusión social?



La exclusión social se tiene que

entender como una situación y un

proceso al mismo tiempo. Es el proceso

social de separación de un individuo o

grupo con respecto a posibilidades

económicas, laborales, culturales y

políticas. Es la situación de privación en

que se encuentran determinados

individuos o grupos. La exclusión puede

adoptar formas de falta de participación

económica, social, cultural, política.

A veces se considera como el contrario

de la integración social o inclusión

social, es decir como el proceso social

por el cual un grupo o individuo no se

desarrolla de forma integrada en una

sociedad.



La exclusión implica la existencia de

procesos estructurales de separación,

es decir que la separación de ciertos

individuos o grupos del resto de la

sociedad está cristalizada.

La utilización del término de exclusión

social intenta hacer una crítica al

concepto de marginación, ya que éste

último sólo describe una situación

social pero sin relacionarla con el

propio contexto social que genera esta

situación social de marginación.

En el proceso de exclusión social

pueden intervenir muchas variables:

laborales, económicas, culturales,



personales y sociales (Tezanos. Pág.

42-43) y existe una interacción entre

todas ellas. Para evaluar los riesgos de

exclusión social es necesario observar

la seguridad en las ocupaciones, el

nivel de ingresos o salarios,

conjuntamente con otras circunstancias

sociales y económicas, como tener una

vivienda propia o de otras fuentes de

ingresos o una red social amplía y el

apoyo familiar y de los amigos en caso

de necesidad.

Diversos estudios sobre exclusión

social remarcan la importancia de la

exclusión de la ocupación, como

elemento desencadenante del resto de

manifestaciones de carencia, como

vivienda, educación, calidad de vida.



La exclusión de la ocupación se tiene

que situar en el marco general de las

nuevas condiciones laborales, políticas

y sociales que se producen con la

globalización.

El cambio de los modelos productivos,

que actualmente se está llevando a

cabo, comporta que la mano de obra

que se puede reemplazar por máquinas

o con trabajadores más cualificados se

vea vertida a la exclusión social, como

diversos analistas han destacado, entre

ellos M. Castells. Este autor advierte

que la polarización y la desigualdad

están prescritas en las dinámicas del

capitalismo informacional y

prevalecerán a menos que se

emprenda una acción consciente y



sostenida para compensar estas

tendencias (Castells Pág. 378) (Se

refiere aquí a la acción social que los

hombres y las mujeres pueden realizar

como actores sociales que son).

En la sociedad del conocimiento el nivel

educativo alcanzado por una persona

se convierte en una clave

importantísima de acceso a la

ocupación, sin olvidar las redes

sociales y otros elementos. Quién no

tenga unos mínimos de formación,

tendrá más difícil el acceso a un trabajo

y tendrá más dificultades para realizar

reciclajes y formación continua.



En la situación actual hace falta que

nos hagamos la pregunta sobre cuál

será el papel de la formación en el

futuro. ¿Continuará siendo uno de los

principales motores de la promoción

social de los individuos y una de las

vías más importantes para distribuir

posiciones en la sociedad? ¿Se

continuarán incrementando

progresivamente los niveles de

educación? ¿Hasta qué límite? Una

sociedad en la cual la gran mayoría de

sus ciudadanos tiene un nivel de

educación secundaria o superior está

abierta a unas potencialidades

inimaginables en el pasado y al mismo

tiempo se enfrenta a unos retos y a

unos nuevos problemas desconocidos



hasta ahora. Estamos en una situación

en que la cantidad de conocimiento

acumulado y su amplia distribución

entre la población genera al mismo

tiempo grandes posibilidades y nuevos

riesgos.

La primera cuestión que se tiene que

abordar es ¿qué pasa con la población

que no accede a los mínimos de

educación y formación establecidos

socialmente? Los objetivos

conseguidos en materia de educación

contrastan con el excesivo porcentaje

de jóvenes que abandonan la

escolaridad sin la titulación adecuada y

con la situación de una gran parte de la

población mayor de treinta y cinco



años, cuyo nivel de educación es muy

bajo.

En la perspectiva de una demanda de

calificación ampliada y una reducción

demográfica de las nuevas

generaciones, parece imprescindible

que el mayor número posible de

miembros de las nuevas generaciones

obtengan un nivel mínimo de educación

secundaria.

La segunda cuestión que se tiene que

plantear es la contradicción entre los

éxitos conseguidos en materia de

educación y formación, y la frustración

de los jóvenes protagonistas del gran

salto educativo. En una sociedad



altamente educada, la educación ya no

es tanto un incentivo para el progreso

social y personal de unas minorías, sino

una condición u obligación que se tiene

que asegurar simplemente para

conseguir un mínimo de bienestar.

El desarrollo de la sociedad del

conocimiento en la cual la gestión de la

información y de la innovación

constituyen elementos clave del

proceso de cambio, exige, sin lugar a

dudas, una población mayoritariamente

formada; requiere una población con

una educación secundaria completa.

Los sistemas de formación tendrían que

fomentar en los individuos una fuerte

capacidad de aprendizaje, una



capacidad de adaptación a los cambios

(actualización permanente de

conocimientos) y la capacidad de

resolver problemas complejos. Se

tendrían que repensar los contenidos

de la formación profesional y buscar un

nuevo equilibrio entre el desarrollo de

las capacidades de aprendizaje y de las

capacidades de resolución de

problemas de los individuos

¿Qué competencias y habilidades debe proporcionar el sistema de formación a los individuos que integran la sociedad del conocimiento? ¿Por qué? ¿La formación profesional que actualmente existe en España consigue estos objetivos? ¿Es



necesario reformar los sistemas de formación profesional actuales? ¿En qué dirección?

La sociedad del conocimiento exige

que los sistemas de formación

garanticen: una elevada capacidad de

aprendizaje; adaptación a los

continuos cambios; actualización de

los conocimientos. Estos requisitos

son los que deben guiar las reformas

de los sistemas de formación

profesional actuales, que no

garantizan conseguir estas

habilidades.

1. La necesidad de promover una

elevada capacidad de aprendizaje



recomienda la integración de las dos

ramas tradicionales de la educación

secundaria: formación cultural general

y la tecnológica profesional. La razón

se encuentra en que la capacidad de

aprendizaje está relacionada con la

educación general que contribuye a

incrementar las capacidades

genéricas de aprender de los

individuos. La formación profesional

tradicional trataba de buscar el

equilibrio entre la formación

especializada (dominio de técnicas y

aptitudes específicas para el

desempeño de un oficio) y la general.

Sin embargo, la sociedad del

conocimiento (complejidad en la toma

de decisiones, gestión de elevados



volúmenes de información) exige que

el equilibrio se rompa a favor de la

segunda (comprensión frente a

ejecución).

2. El aumento en la complejidad de la

resolución de problemas ha dado

protagonismo al enfoque de la

formación basada en el desarrollo de

las competencias que hace mayor

énfasis en la globalidad de las

capacidades del individuo y en

modificar los contenidos de la

formación en una lógica más

productiva, menos académica y más

orientada a la resolución de problemas.

Formar a individuos competentes

requiere incorporar la experiencia al

proceso formativo, ya que sin



experiencia no se adquiere la

competencia. Sin embargo, el tratar de

incorporar la experiencia desde las

primeras etapas de la formación no

debe llevar a una devaluación del

proceso formativo.

3. La formación continua es inherente a

la sociedad del conocimiento ya que los

individuos deben adaptarse a las

necesidades del sistema productivo que

se ven modificadas continuamente. Los

sistemas de formación deben ser

capaces de promover la formación

permanente.

La demanda de formación profesional en España, basándonos en los datos



estadísticos presentados, muestra un cierto desfase respecto a los perfiles profesionales emergentes.

Distribución de alumnos de Grado Superior por Familias Profesionales (curso2000-2001).

Administración 24,6 Informática 12,6 Electricidad y Electrónica 11,4 Sanidad 9,4 Comercio y Marketing 6,2 Servicios Socioculturales y a la Comunidad

6,1

Hostelería y Turismo 4,6 Edificación y Obra Civil 4,4 Fabricación Mecánica 3,8 Actividades Marítimo Pesqueras 2,9 Química 2,7 Comunicación, Imagen y Sonido 2,6

Fuente: Ministerio de Educación y Ciencia.

Los datos señalan a la categoría de



Administración como la más

demandada para el curso 2000-2001.

Sin embargo, el mercado laboral

muestra un déficit en profesionales

expertos en el sector TIC. Según los

estudios realizados por el EITO

(European Information Technology

Observatory) el déficit de

profesionales del sector TIC en el

mercado laboral de España para el

año 2002 ascendió a 95.393 y la

previsión para el año 2003 es de

107.112. Aunque la situación

económica actual ha provocado un

estancamiento en el sector TIC, que

puede moderar el exceso de

demanda de trabajadores expertos

en el sector, todo indica que la



recuperación futura del sector

confirmará la escasez de oferta de

profesionales cualificados.

La información estadística muestra

como sólo el 12,6 % de los alumnos

de formación profesional superior se

inclinan por la especialidad

informática a pesar de que

actualmente los titulados más

demandados son técnicos superiores

en administración de sistemas

informáticos y técnicos superiores en

desarrollo de aplicaciones

informáticas.

La conclusión que puede extraerse de la información analizada es que en España existe un cierto desequilibrio entre el sistema educativo de formación profesional y la situación real del



mercado laboral. La distribución de estudiantes por familias profesionales muestra que es necesaria una mayor orientación profesional sobre cuáles son los sectores más demandados por el mercado laboral. La tabla muestra que los alumnos se están concentrando fundamentalmente en "Administración", mientras que en otras familias profesionales, para las que se están demandando puestos de trabajo, la solicitud es inferior. Según “Anna Ros”, experta en gestión

de negocios y personas. “La expresión

formación continuada o a lo largo de la

vida nos permite plasmar ese sentido

de mantenimiento constante, de

actualización y evolución permanentes,

en contraposición a la formación



estática, puntual, que se produce en un

momento concreto de la vida –aquella

etapa universitaria, por ejemplo- y que

puede repetirse.

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