iglesia medieval
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Este es considerado el segundo periodo de desarrollo de la iglesia, dado en la época del
Medioevo. La iglesia medieval, fue un periodo que duro aproximadamente mil años (Desde el
500 aprox. Hasta el año 1417). Se puede decir, que en este periodo es cuando la iglesia toma
mayor auge, se expande de manera vertiginosa, y obtiene poder político, razones por las cuales,
podemos calificarla como una especie de Imperio. Habiendo tocado este punto, el hecho que
más destacaba en esta etapa de formación, fue el desarrollo del poder que tuvo el Papa. Este
poder fue tal, e influenció tanto en la vida europea, que el mismo se atribuía superior en
gobernación respecto a los reyes y emperadores. Puede decirse, que tal característica empezó
con Gregorio I, llamado el grande, quien deja en claro una separación en poder del Papado con
el imperio.
Otras características en este periodo, fueron el desarrollo de varias doctrinas, tales como adorar
imágenes, el purgatorio (un estado de penitencia en el que entra aquella persona que aun tiene
pecado pendientes después de su muerte, pero que no son tan graves; permitiéndole así ser
purificado y poder entrar en el reino de Dios) y la transubstanación, es decir aquella
interpretación que se les dan al vino y pan de ser la sangre y cuerpo de Cristo, respectivamente.
La iglesia medieval, es un periodo que empieza después del nombramiento del cristianismo
como religión oficial en el Imperio Romano, en 380 d.c. Pero, propiamente, comienza
aproximadamente en el año 500, gracias a la difusión del cristianismo entre los pueblos
germanos, tales como los francos y lombardos, destacándose más los primeros. Gracias a las
victorias de estos sobre el imperio romano, tuvieron constante contacto con la religión cristiana,
por lo que empezaron a incorporarse de una manera masiva e impresionante a la Iglesia, más no
una conversión individual de la población, ya que el hecho como tal, se dio gracias a la
conversión de los reyes de estos pueblos, y no a la reflexión personal de los individuos. El Rey,
que más destacaría en esto, sería Clodoveo I. Gracias a tal, el educar, y evangelizar a los
germanos se convierte en una de las principales tareas de la Iglesia. Esto, permite una mayor
incidencia del Evangelio en la vida social, cultural y política de tales pueblos, además del inicio
de la expansión de la Iglesia.
A parte, la Iglesia comenzó a tener una gran prestigió, gracias a una de sus instituciones: El
Monacato. Esta, nace entre los siglos III y IV, en Oriente, gracias a los anacoretas, aquellas
personas que se retiraban a la oración en solitario. Los que hacían parte del monacato eran
cristianos que abandonaban a su familia, y muchas veces su trabajo, para poder retirarse a una
soledad absoluta y llevar una vida de pobreza voluntaria, además de celibato, es decir no poder
tener una pareja sentimental, ni mantener relaciones sexuales (yendo, más que todo ligado a la
castidad). Quienes practicaban esto, eran llamado monjes (o freiles), y monjas. Esta institución
en poco tiempo, vio que su número de miembros se multiplicaban. Vivian, en su mayoría, en
grutas. El Monacato le da tanto prestigio a la Iglesia, debido a que aquellos que lo practicaban
eran gente de bien y positiva. Uno de los miembros de esa institución, fue San Antonio, que
vivió entre 251 y 356; y se le puede considerar uno de sus “padres”.
Uno de los hechos importantes, fue la llegada de la Iglesia, al imperio Romano de Oriente, o
llamado Bizantino para entonces (ya que el de Occidente cayó), a pesar de que el Islam había
aflorado en ese entonces. Es en este Imperio, es donde suceden los eventos más importantes de
la Iglesia, además de establecerse Carlomagno aquí. Esta permite la difusión del cristianismo en
Rusia. Aunque, los tres anteriores hechos son más que todo de expansión, el siguiente seria uno
que le conferiría mayor presencia a la Iglesia en el imperio. Este, es la sociedad entre el Papa y
el emperador, llamada Cristiandad, estando la autoridad espiritual y política juntas.
Gracias a tal hecho, la Iglesia empieza a ejercer también su poder. Quizás el momento más
representativo de esa alianza, fue la coronación del tan mencionado Carlomagno por el Papa
León III, en el 800, en la basílica de San Pedro, precisamente en Navidad nocturna. Después,
cuando se consolida el Sacro Imperio Romano Germánico, el sucesor del Bizantino, se concreta
la cristiandad como tal, en el año 962, cuando el emperador Germánico Otón I fue coronado por
el Papa. Esto, daba la conclusión de que al emperador le correspondería el poder supremo
temporal, además de tener bajo su responsabilidad, y la de varios miembros de la Nobleza,
designar al Papa y obispos; mientras que al papado le correspondería ejercer el poder espiritual,
y coronar al emperador. Aunque, en cierto sentido, esto permitió estrechar lazos entre imperio e
Iglesia, también representa uno de los momentos más críticos en la Iglesia, ya que los papas
elegidos por la Nobleza, eran hombres que no siempre reunían las condiciones para ser dignos
represantes de nuestro señor Cristo, en la Tierra; por lo que empieza a darse la cara oscura de la
Iglesia.
Pero, gracias a la Expansión de la Iglesia, a partir del año 1000, ya que es este hecho el que
revitaliza la vida cristiana en Europa. Es en el transcurso de tal expansión que los monjes del
monasterio Benedictino de Cluny, propugnaron la liberación de la intervención política en el
terreno espiritual, sugerencia que se adopta, gracias al modelo positivo de vida que llevaban
estas personas. Por ende, la elección del Papa ya no era propia de la nobleza.
Después de esto se da la ruptura entre Occidente y Oriente, en el año 1054, gracias al Cisma de
Oriente. Esto se debe, a que la Iglesia de Occidente, y la Bizantina poseían relaciones
demasiado tensas, más que todo debido a diferencias teológicas y culturales (como el no aceptar
que existe el purgatorio, por parte de la última), sin olvidar que no había un trato igual respecto
al poder político entre las dos (gracias a antecedentes importantes, como el hecho de que el
emperador Bizantino Miguel III expulsara a San Ignacio de sus sedes en Constantinopla),
produce que sus relaciones se rompan, en base a varias excomulgaciones mutuas. Aunque se
dieron acercamientos progresivo con el Concilio Vaticano II; aun hay diferencias entre estas
iglesias, hoy en día (Siendo, la Católica y Ortodoxa).
Otro hecho destacable, que se origina en base a lo anterior, fueron los Concilios, asambleas,
entre la Iglesia Católica, y la Bizantina, para solucionar sus conflictos. También se daban para
buscar ecumenismo entre estas, es decir, igualdad. Existieron 7, los cuales fueron (según sus
lugares): Laterense I, II, III y, IV; dadas del 11-27 de Marzo de 1123; 3 o 4 o 18-19 de Abril de
1139; en 1179 y 1215, respectivamente. Destacan también la Lugdunense I y II; en 1245 y
1274, respectivamente. Para terminar con la de Vienne, que se da de 1311 a 1312.
El apogeo de la Iglesia Medieval, empieza en el Siglo XII, debido a varios hechos: La filosofía
escolástica llega a su máximo esplendor; se levantan monasterios y catedrales de gran valor
religioso, además de extrema belleza. Además, la vida Cristiana florece enormemente, y la
religión toma un lugar demasiado importante en la vida de las personas, más que todo, gracias a
órdenes religiosas como los franciscanos y los dominicos. Es por tal, que en esta época, es
cuando la Iglesia, comienza a obtener privilegios, ser parte importantísima del reino, y marcar
un hito en la historia, pues es aquí donde se confirma la afirmación que dice, que la Iglesia
podría ser considerada un imperio de basto poder. Aun así, es también aquí donde se da una
corrupción secreta de la Iglesia, debido a varias características de esta, que no eran apropiadas
para su denominación de santa. Quizás los dos hechos más negativos que envuelven la historia
de la Iglesia, fueron dos. Cabe decir que la manera en que se llevan, es lo que los hace
rotundamente perjudiciales:
1. Las Cruzadas: Fueron expediciones dadas entre los Siglos XI y XIII. En 1095 y 1270.
En estas se buscaba “liberar” aquellos lugares que eran tierra santa de la Iglesia, es
decir, aquellos lugares que eran puntos clave en la historia cristiana, ubicados en Israel),
y los cuales eran habitados por los musulmanes. Gracias a estas, muchos musulmanes
son expulsados de su territorio, además de que no faltan muertes, y pues, no había nada
“malo” en esto según la Iglesia, ya que estas campañas eran emprendidas con motivos
religiosos (aunque no faltaron los móviles económicos). Aun así, varias campañas de
estas se hicieron contra los eslavos paganos, los judíos, los cristianos ortodoxos de
nacionalidad griega y rusa, los mongoles, catáros, husitas, valdenses, prusianos, y
cualquier otro enemigo político que tuvieran lo Papas, para así evitar el debilitamiento
de la Iglesia, y el que esta mantuviese su característico poder. Debido al choque de
culturas que se dio en estas, la economía y cultura europea mejoraron notablemente.
Estas especies de guerras santas, perjudicaron mucho la imagen del cristianismo, debido
a los fines violentos que terminaron teniendo. Hubieron, en total, 8 cruzadas por parte
de la Iglesia del Imperio Sacro Romano germánico (4 a Palestina, 2 a Egipto, una a
Constantinopla y otra a África del Norte).
2. La Inquisición: Fue una especie de tribunal establecido por el Papa Gregorio IX, en el
año de 1232 d.c. Se crea, para preservar la pureza de las verdades que poseía la Iglesia
(de la fe cristiana), además de impedir la proliferación de las herejías, las cuales eran
doctrinas contrarias a estas verdades. Su función, en sí, sería la de encargarse buscar o
inquirir, personas que tuvieron comportamientos sospechosos de herejía. Cuando la
inquisición encontraba gente así, mediante el poder civil, castigaba a estos, por sus
reales o aparentes desviaciones doctrinales de cristianos y cristianas. Entre estos
castigos se encontraba la pena de muerte, lo cual, a su vez, iba en contra de los
principios de la Iglesia, pero como todo era por motivos religiosos, y el evitar que la
Iglesia perdiese su pureza, era aceptado para entonces. En este punto, es importante, el
decir claramente que son los Herejes: estos, eran personas que seguían una doctrina, o
tenían una opinión que hacia contraste con los dogmas o creencias que poseía la Iglesia
Católica. Debido, a que estas le quitaban el prestigio a la Iglesia, y cuestionaban su
categoría de santa, además de ser mala influencia, eran juzgados por esta entidad.
Existían 3 clases de herejes:
Arrios: Estas, eran aquellas personas que expresaban la negación de la
naturaleza de Jesús. Decían que Jesús fue creado por Dios, como su primer acto
en la Creación, y que solo tiene atributos divinos, más no era parte de Dios.
Semiarrios: Aquellos que pertenecían a este tipo, no eran arrios ni no arrios,
sino que adoptaban una posición media. Aún así, destaca que planteaban dudas
acerca de la Santísima Trinidad.
Nestóreos: Quienes también se conocían como disfisistas. Eran aquello que
consideraban a Cristo radicalmente separado en dos personas: una humana y
una divina, siendo Cristo formado por estas dos, quienes eran entres
independientes. Por tal consideraban a Cristo como Dios y hombre al mismo
tiempo, dándole esas dos condiciones, el hecho de que estuviera formado por
esas dos entidades.
En Conclusión, la Iglesia Medieval, es quizás uno de los periodos más interesante en esta: llena
de poder, prestigio, así como de situaciones, hechos y caras oscuras. Además, es la época más
interesante. Culmina en 1417, con el Cisma Occidente, en el cual, hasta tres Papas se disputaban
la autoridad pontificia. Debido a tantos errores en la Iglesia, y demás, se origina la Reforma por
parte de Martin Lutero, en 1517, dando lugar a la Iglesia Moderna.
Los criterios de ecumenicidad de las reuniones de obispos durante la antigueda por lo general de eran objeto de discución. Recién en el Concilio Niceno II (787) se fijan algunos criterios para negarle caracter ecuménico a reunione anteriores. Los requisitos que se plantearon para la ecumenicidad eran: 1. Ser concordantes con los concilios «ecuménicos» predecesores y 2. la concurrencia de las autoridades competentes, particularmente la representatividad de la Iglesia romana. Eran reglas más para juzgar concilios pasados, que para convocar nuevos.
Con la ruptura entre oriente y occidente en el 1054, la celebración de concilios aceptados por todas las sedes patriarcales y episcopales y considerados ecuménicos en el sentido pleno de la palabra se volvió imposible. Por consiguiente la actividad conciliar entre los siglos XII y XIVva a ser denominada por los mismos participantes como concilios generales (en la historiografía moderna se los denomina concilios papales). La inclusión de estos concilios en la lista de concilios ecuménicos se debe fundamentalmente a las aspiraciones de la Iglesia latina de atribuirse la «representación de la Iglesia Universal» (Concilio de Constanza 1415). Esta tendencia se va a ver fortificada un siglo más tarde con el tratado de Roberto Belarminio, De conciliis et ecclesia militante (1586), quien queriendo encontrar bases cada vez más sólidas para fundamentar el Concilio Tridentino, incluye después de los concilios de la Iglesia indivisa, otros siete: cuatro de Letrán, dos de Lyon y el de Vienne. Por lo tanto, cuando aquí se habla de los «concilios ecuménicos» de los siglos XII-XIV, se lo hace en el sentido de la tradición sinodal latina medieval. Trataremos entonces los siete concilios comprendidos entre el Lateranense I (1123) y el de Vienne (1312).
El Cisma de Occidente (1378-1429) fue sin duda uno de los sucesos más lamentables de la
historia del cristianismo, una crisis religiosa que salpicó a todos los países católicos que
tuvieron que posicionarse sobre el problema.
Urbano VI
Se produce cuando a la muerte en el año 1378 de Gregorio XI -que había trasladado a Roma la
sede papal desde Aviñón-, los cardenales romanos eligieron como sucesor al italiano Urbano
VI. Un colegio de cardenales disidentes se opusieron al candidato romano y proclamaron a
Clemente VII (el cardenal Roberto de Ginebra) que instaló su sede de nuevo en Aviñón, lo que
originó la división en el seno de la Iglesia. Los dos papas electos se excomulgaron el uno al otro
y el Cisma quedó abierto.
Clemente VII
La oscuridad del problema estaba en que la clave de la legitimidad de uno u otro papa dependía
de algo tan difícil de comprobar como la validez de la elección de Urbano VI. Se trataba, en
suma, de dilucidar si la presión popular había influido en el ánimo de los cardenales hasta el
extremo de privarles de libertad y hacer inválida, en consecuencia, la primera elección. Y todo
dependía de una circunstancia imposible de establecer con certeza, como era la influencia que
había tenido el miedo en el voto del Sacro Colegio. La confusión creada por el Cisma hizo que
la cristiandad se escindiera y los reinos se adhiriesen a una u otra “obediencia”. Sucedió así
hasta con los propios santos, y mientras Santa Catalina de Siena se mantuvo al lado de Urbano
VI, San Vicente Ferrer militó en la “obediencia” al papa Clemente.
Un precedente del Cisma tuvo lugar en el año 857 cuando el emperador bizantino Miguel III, llamado el beodo, y su ministro Bardas, expulsaron de su sede de Constantinopla a San Ignacio, que reprendía sus crápulas. Le reemplazaron por Focio, quien en seis días recibió todas las órdenes de la Iglesia. Focio se sublevó contra el Papa y se declaró patriarca universal. Fue descrito como "el hombre más artero y sagaz de su época: hablaba como un santo y obraba como un demonio". Su tentativa fracasó. Fue encerrado en un monasterio, donde murió en 886.
En el año 1054, el Papa León IX quien, amenazado por los normandos, buscaba una alianza con Bizancio, mandó una embajada a Constantinopla encabezada por su colaborador, el cardenal Humberto de Silva Candida, y formada por los arzobispos Federico de Lorena y Pedro de Amalfi. Los legados papales negaron, a su llegada a Constantinopla, el título de ecuménico al Patriarca Miguel I Cerulario y, además, pusieron en duda la legitimidad de su elevación al patriarcado. El patriarca se negó entonces a recibir a los legados. El cardenal respondió publicando su Diálogo entre un romano y un constantinopolitano, en el que se burlaba de las costumbres griegas y, tras excomulgar a Cerulario mediante una bula que depositó el 16 de julio de 1054 sobre el altar de la Iglesia de Santa Sofía, abandonó la ciudad. A su vez, pocos días después (24 de julio), Cerulario respondió excomulgando al cardenal y a su séquito, y quemó públicamente la bula romana, con lo que se inició el Cisma. Alegaba que, en el momento de la excomunión, León IX había muerto y por lo tanto el acto excomunicatorio del cardenal de Silva no habría tenido validez; añade también que se excomulgaron individuos, no Iglesias.
Con esto se ve que el Gran Cisma fue más bien resultado de un largo período de relaciones difíciles entre las dos partes más importantes de la Iglesia universal. Las causas primarias del cisma fueron sin duda las tensiones producidas por las pretensiones de suprema autoridad (el título de "ecuménico") del Papa de Roma y las exigencias de autoridad del Patriarca de Constantinopla. Efectivamente, el Obispo de Roma reclamaba autoridad sobre toda la cristiandad, incluyendo a los cuatro Patriarcas más importantes de Oriente; los Patriarcas, por su lado, alegaban, según su entendimiento e interpretación de la Sagrada Tradición Apostólica y las Sagradas Escrituras, que el Obispo de Roma solo podía pretender ser un "primero entre sus iguales" o "Primus inter pares". Por su parte, los Papas, según su interpretación de la Tradición Apostólica y las Sagradas Escrituras, declaraban que "es necesario que cualquier Iglesia esté en armonía con la Iglesia (de Roma), por considerarla depositaria primigenia de la Tradición apostólica" (San Irineo de Lyon, s. II d. C.). También tuvo gran influencia el Gran Cisma en las variaciones de las prácticas litúrgicas (calendarios y santorales distintos) y disputas sobre las jurisdicciones episcopales y patriarcales