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15 ERAE, XII (2006) 1. INTRODUCCIÓN El objetivo de este artículo 2 es ofrecer un análisis de la imagen de las rei- nas de Aragón en el magnífico soporte artístico constituido por la sigilogra- fía, género bastante maltratado por su abandono y omisión por parte de la mayor parte de iconógrafos. No se insistirá en que, como evidente manifestación de autoridad, la ico- nografía grabada en las superficies de los sellos de la Edad Media tuvo la fun- ción de propagar y fortalecer la imagen del titular porque, como también ocu- rrió con las piezas numismáticas, fueron claros instrumentos de propaganda del poder emisor. Que la imagen cérea era entendida, ya entonces, como signo de autoridad lo evidencian los términos de Alfonso X, quien especifica- ba en las Partidas que «la imagen del rey, como su sello, en que está su figura [...] son en su remembranza do él no está». 3 Si bien en un principio lo primordial fue su integridad y no su iconogra- fía, conforme adquiría la función validatoria la impronta sigilar fue observa- da como elemento de autoridad y como signo evidente de poder al llegar fácilmente a un gran número de personas. 4 En clara sintonía, las figuraciones insertas en sus campos se caracterizaron por la presencia del «retrato» del Emblemata, 12 (2006), pp. 15-52 ISSN 1137-1056 ICONOGRAFÍA DE GÉNERO: LOS SELLOS DE LAS REINAS DE ARAGÓN EN LA EDAD MEDIA (SIGLOS XII-XVI) MARTA SERRANO COLL 1 1 Doctora en Historia por la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona. 2 Conocedora de los trabajos relacionados con el método que conviene seguir para efectuar un correcto tratamiento y una precisa descripción de las piezas objeto de estudio –pautas que se hallan diseminadas en los abundantes artículos de Michel Pastoureau, Faustino Menéndez Pidal de Navascués, Ferran de Sagarra, Ángel Riesco Terrero, María Carmona de los Santos y en los esclarecedores trabajos de la Comisión Internacional de Sigilografía, por citar los más conoci- dos–, razones intrínsecas a este análisis y su publicación han llevado a desestimar sus propues- tas, a emplear las voces sellos e impronta como sinónimas y a identificar las nociones de superficie, cara y campo. 3 Faustino Menéndez Pidal de Navascués, «Primeros emblemas regios», en Signos de identi - dad histórica para Navarra , tomo I, Pamplona, Caja de Ahorros de Navarra, 1996, p. 180. 4 Ibidem, p. 179.

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Page 1: ICONOGRAFÍA DE GÉNERO: LOS SELLOS DE LAS ......Además, la sigilografía de las reinas ofrece, puntualmente, ciertas variedades que enriquecen esta gama cromática, como son la adopción

15ERAE, XII (2006)

1. INTRODUCCIÓN

El objetivo de este artículo2 es ofrecer un análisis de la imagen de las rei-nas de Aragón en el magnífico soporte artístico constituido por la sigilogra-fía, género bastante maltratado por su abandono y omisión por parte de lamayor parte de iconógrafos.

No se insistirá en que, como evidente manifestación de autoridad, la ico-nografía grabada en las superficies de los sellos de la Edad Media tuvo la fun-ción de propagar y fortalecer la imagen del titular porque, como también ocu-rrió con las piezas numismáticas, fueron claros instrumentos de propagandadel poder emisor. Que la imagen cérea era entendida, ya entonces, comosigno de autoridad lo evidencian los términos de Alfonso X, quien especifica-ba en las Partidas que «la imagen del rey, como su sello, en que está su figura[...] son en su remembranza do él no está».3

Si bien en un principio lo primordial fue su integridad y no su iconogra-fía, conforme adquiría la función validatoria la impronta sigilar fue observa-da como elemento de autoridad y como signo evidente de poder al llegarfácilmente a un gran número de personas.4 En clara sintonía, las figuracionesinsertas en sus campos se caracterizaron por la presencia del «retrato» del

Emblemata, 12 (2006), pp. 15-52 ISSN 1137-1056

ICONOGRAFÍA DE GÉNERO: LOS SELLOS DE LAS REINASDE ARAGÓN EN LA EDAD MEDIA (SIGLOS XII-XVI)

MARTA SERRANO COLL1

1 Doctora en Historia por la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona.2 Conocedora de los trabajos relacionados con el método que conviene seguir para efectuar

un correcto tratamiento y una precisa descripción de las piezas objeto de estudio –pautas que sehallan diseminadas en los abundantes artículos de Michel Pastoureau, Faustino Menéndez Pidalde Navascués, Ferran de Sagarra, Ángel Riesco Terrero, María Carmona de los Santos y en losesclarecedores trabajos de la Comisión Internacional de Sigilografía, por citar los más conoci-dos–, razones intrínsecas a este análisis y su publicación han llevado a desestimar sus propues-tas, a emplear las voces sellos e impronta como sinónimas y a identificar las nociones de superficie,cara y campo.

3 Faustino Menéndez Pidal de Navascués, «Primeros emblemas regios», en Signos de identi -dad histórica para Navarra , tomo I, Pamplona, Caja de Ahorros de Navarra, 1996, p. 180.

4 Ibidem, p. 179.

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titular, en el más amplio sentido del término, acompañado por sus atributosy gestos que, por serles característicos, lo hacían fácilmente reconocible, loque redundaba no sólo en la credibilidad de la pieza, sino que también otor-gaba un valor compulsivo al documento.5 Efectivamente, en la mayor partedel Occidente de hacia 1300, cualquier acta notarial que no estuviera acom-pañada por una impronta era inmediatamente rechazada.6

La cancillería regia aragonesa no fue ninguna excepción en el empleo dematrices sigilares, pues existen numerosos testimonios materiales y docu-mentales que denotan un pronto y abundante empleo a lo largo del períodoque aquí se analiza y, a pesar de los esfuerzos de numerosos estudiosos porrealizar una indudable aportación al terreno de la sigilografía que favorecióla difusión de estos sellos sobre los que luego otros eruditos han centrado suatención, es mucho lo que todavía queda por hacer.7 Las líneas que siguenprocuran aportar algo más al conocimiento de la sigilografía de géneromedieval al tiempo que se configura como un respetuoso tributo a los pione-ros de este tan desatendido género.

2. FORMAS, MATERIALES, COLORACIÓN Y BREVE VISIÓNDE CONJUNTO 8

En cuanto a las formas sigilares, no cabe duda de que existió una claraadaptación entre el contorno general y el motivo iconográfico inserto en las

5 F. Menéndez-Pidal, cit. en n. 3, p. 180. Parece ser que, en este sentido, Eduardo III deInglaterra (†1066) protagonizó un gran papel, pues sus cartas fueron las primeras cuyos sellos nodebían romperse para ser leídas. Se ha sugerido que el diseñador del sello del Confesor, queguarda importantes relaciones con las improntas del Sacro Imperio, fue el alemán GoldsmithTheodorus, quien aparece en el célebre Domesday Book. Más detalles en John Steane, TheArchaeology of the Medieval English Monarchy, London, B. T. Batsford Ltd., 1993, pp. 23-24.

6 Michel Pastoureau, «Les graveurs de sceaux et la création emblématique», en XavierBarral i Altet (Org.), Artistes, artisans et promotion artistique au Moyen Âge. Colloque international 2-6/5/1983, vol I. «Les hommes», Paris, Centre National de la Recherche Scientifique, Université deRennes II, Haute-Bretagne, Picard, 1986, p. 516.

7 Tomás Muñoz Romero, «Ensayo de Sfragística española. Importancia de este estudio. Plande este ensayo», Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, nº 9, Madrid, Cuerpo Facultativo deArchiveros, Bibliotecarios y Anticuarios (1883), pp. 84-85 -labor proseguida, poco después, porsu hijo J. Muñoz Rivero-; Ferran de Sagarra i Siscar, Sigil.lografia catalana. Inventari, descripció iestudi dels segells de Catalunya, 3 vols., Barcelona, Estampa d’Henrich, 1916-1932; Araceli GuglieriNavarro, Catálogo de sellos de la sección de sigilografía del Archivo Histórico Nacional, 2 vols., Madrid,Dirección General de Archivos y Bibliotecas, Archivo Histórico Nacional, 1974; FaustinoMenéndez Pidal de Navascués, Mikel Ramos Aguirre y Esperanza Ochoa de Olza Eguiraun,Sellos medievales de Navarra. Estudio y corpus descriptivo, Pamplona, Gobierno de Navarra.Departamento de Educación y Cultura, 1995; María Carmona de los Santos, Bibliografía de sigilo -grafía española, Madrid, Ministerio de Educación y Ciencia, Subdirección General de los ArchivosEstatales, 1999.

8 Para seguir este epígrafe será de gran ayuda el gráfico que se presenta más adelante.

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Iconografía de género: los sellos de las reinas de Aragón en la Edad Media (siglos XII-XVI)

respectivas superficies, por lo que la forma redonda fue la más frecuente yuniversal para los tipos entronizado y ecuestre mientras que la ojival fue laacostumbrada para las figuras en pie. Parece ser que este proceso de adapta-ción formal comenzó y se desarrolló en Francia del norte, sur de Inglaterra,Países Bajos y Renania, si bien no conviene olvidar el influjo que pudo ejercerBizancio como posible exportadora del modelo de las bulas papales emplea-das en Italia.9 Se ha observado que a partir de mediados del siglo XII, el selloredondo fue propio de príncipes laicos, barones, magistrados y burgueses,mientras que el de naveta predominó entre los de eclesiásticos, damas, cor-poraciones religiosas, presbíteros y clérigos.10 Sin embargo, esta regla genera-lizadora comportó excepciones, como demuestra, entre otras, la sigilografíade las reinas de Aragón. En ella, la forma más comúnmente empleada tam-bién fue la redonda, que se observa desde el primer sello catalogado, acasoperteneciente a doña Sancha de Castilla, hasta los últimos referentes aGermana de Foix.11 Llama la atención que en la Corona de Aragón absoluta-mente todas las imágenes de reinas en pie o estantes se encuentren decorandosellos de forma redonda, lo que indica una clara pre f e rencia por el diseñoc i rcular en contraposición al ovalado, marco habitual de este tipo de re p re-sentaciones en el ámbito euro p e o .1 2 P ronto, sin embargo, también se ensa-y a ron nuevos diseños formales, como el oval,1 3 el denominado «en nave-t a » ,1 4 el cuadrilateral y otros fruto de improntas de carácter heráldico debi-das, con bastante seguridad, a anillos sigilare s .1 5

En cuanto a los colores de las ceras conviene adelantar que, en un princi-pio, la coloración se regía bien por la moda, bien por la disponibilidad de la

9 A partir, quizás, de precedentes griegos. Menéndez y otros, cit. en n. 7, pp. 31-32.10 Aunque no puede promulgarse ninguna norma absoluta sobre la correlación de la forma

de los sellos con la situación social de las personas que los utilizan. Joseph Roman, Manuel de sigi -llographie française, Paris, Picard, 1912, p. 45.

11 Por ejercer la matriz igual fuerza sobre todas sus partes en el momento de la impresión,era el formato de más fácil manejo, el que obtenía mejores resultados y, por tanto, el de mayoréxito.

12 Aunque en Francia existe un sello perteneciente a Juana, esposa de Felipe VI (1293-1350),que muestra la imagen de la reina en pie sobre una pieza circular. Paul Delaroche, Trésor de numis -matique et de glyptique ou Recueil général de médailles, monnaies, pierres gravées, bas-reliefs, etc. tantanciens que modernes. Les plus intéressants sous le rapport de l’art et de l’histoire. Sceaux des rois et rei -nes de France, Paris, Didier et c ie librairies-éditeurs, 1858, lám. VIII, nº 2.

13 Forma que, en la Edad Media, tomaba el nombre de biscornuta o, más raramente, vesica.Michel Pastoureau, «Les sceaux», en Luc Francis Genicot (Dir.), Typologie des sources du Moyen ÂgeOccidental, Brépols-Turnhout-Belgium, Institut d’Études Médiévales, 1981, p. 37.

14 Joseph Roman explica que fue Max Prinet quien propuso el nombre de naveta para califi -car esta forma que no se adapta, por diversas razones, a los términos ojival, elipsoidal o amig-daloide. Para comprender la inexactitud de estos vocablos referidos a este diseño, véase el inte-resante discurso ya reseñado de Roman, cit. en n. 10, p. 44, en especial n. 1.

15 En la sigilografía europea también es frecuente encontrar estas formas caprichosas en loscontrasellos. Vid. Pastoureau, cit. en n. 13, p. 37 o Roman, cit. en n. 10, p. 48.

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pigmentación, pues ambas incidían notablemente en el precio. Entrado elsiglo XIV, las cancillerías optaron por establecer ciertos usos, como se con-templa, por ejemplo, en las Ordinacions de Pedro IV, cuyas líneas dispusieronque el color rojo16 era necesario e imprescindible para la validez del sello.17 Elgráfico muestra que, en un principio, el color empleado fue el natural, si bienconsta que cuanto menos a partir de Leonor de Castilla, la coloración roja,introducida durante el reinado de Jaime II, fue utilizada sin interrupción.18

Además, la sigilografía de las reinas ofrece, puntualmente, ciertas variedadesque enriquecen esta gama cromática, como son la adopción del negro, quizáscon connotaciones fúnebres,19 y del verde, acaso en relación con el vecinoreino de Navarra.20 En cuanto a los metales, las reinas sólo emplearon laplata,21 si bien sus esposos se sirvieron muy pronto del plomo y aplicarontambién el oro para los documentos más excepcionales.

16 En un principio con un carácter sacerdotal, fue empleado por los emperadores de Orientey luego adoptado por algunos reyes francos de las dos primeras dinastías y el primero de la ter-cera, por Guillermo el Rojo de Inglaterra, Federico Barbarroja de Alemania, los romanos pontífi-ces y, desde la segunda mitad del siglo XIII, por muchos prelados y dignidades eclesiásticas.Véase Manuel Fernández Mourillo, Apuntes de sigilografía española o estudio de los sellos que autori -zan los documentos antiguos de España, precedido de unas nociones de carácter general, Madrid,Establecimiento tipográfico de Agustín Barrial, 1985, p. 25.

17 De modo similar, en Navarra, desde Felipe de Francia (1284-1285) se dispuso que la ceraverde debía reservarse para la documentación de carácter perpetuo. Remito a Faustino Menén-dez Pidal de Navascués, Apuntes de sigilografía española, Guadalajara, Minaya, 1993, p. 81. Lo cier-to es que la decisión no sorprende ya que, como se señalará más adelante, la cancillería francesahacía tiempo que reservaba este color para las especies diplomáticas de perdurable valor.«Diplomatica et sigillographica. Travaux préliminaires de la Commission Internationale deDiplomatique et de la Commission Internationale de Sigillographie», Folia Caesaragustana, nº 1,Zaragoza, Cátedra Zurita, Institución «Fernando el Católico» (1984), p. 197.

18 Sin embargo, Francisco Xavier de Garma alude, en una nota manuscrita al margen de unode sus grabados referidos a los sellos de los reyes de Aragón, luego recopilados por PrósperoBofarull, que Pedro III el Grande tuvo también sello en cera blanca «según las muestras». Vid. elmanuscrito de Próspero Bofarull y Mascaró, Ensayo de una colección de sellos que han usado los anti -guos monarcas de Aragón, 1817, lám. 16, Barcelona, Archivo de la Corona de Aragón, cámara V,armario 14.

19 La impronta negra pertenece a Elisenda de Montcada cuando ya era viuda de Jaime II, loque ha hecho sospechar que empleara este color como señal de luto.

20 La impronta verde corresponde a Juana Enríquez, segunda esposa de Juan II, quien fuetambién soberano de Navarra, reino donde hacía tiempo se empleaba cera de este color.

21 Pese a no haberse conservado improntas de este rico material en la Corona de Aragón, sondiversos los documentos que confirman su existencia. Este metal fue también tradicional en lasigilografía de papas y emperadores. John Cherry, «Medieval and post-medieval seals», enDominique Collon (Ed.), 700 years of seals, Cambridge, British Museum Press, 1997, p. 125.Convendría hacer constar que Fernando II empleó la plata, aunque sólo en las bulas donde doñaIsabel también aparecía como titular.

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Iconografía de género: los sellos de las reinas de Aragón en la Edad Media (siglos XII-XVI)

En cuanto a los tipos iconográficos, los sellos de las soberanas ofrecen muypoca variedad y, de acuerdo con las categorías ofrecidas por diversos auto-res,22 conforman un listado que, aunque breve, les es propio.23

A pesar del éxito de la figuración ecuestre24 en los sellos de los reyes deAragón y condes de Barcelona, tan sólo una reina empleó esta iconografíapara sus piezas sigilares, ya que únicamente un sello, el perteneciente quizása Sancha de Castilla, indica su uso, muy excepcional, por parte de una sobe-rana aragonesa. Como se verá, curiosamente cabalga hacia la derecha,siguiendo el tipo anglo-francés, al tiempo que su esposo Alfonso II se mostra-ba, invariablemente en todos sus sellos, hacia la izquierda de acuerdo con elmodelo mediterráneo. Por otra parte, esta misma impronta presenta, en otra de

22 Douët D’Arcq establecía ocho: mayestático, feminal, ecuestre, heráldico, eclesiástico, de icono -grafía sagrada, topográfico y de fantasía –citado en De Sagarra, cit. en n. 7, p. 60–; Luc FrancisGenicot los dividía en tres: los que muestran personas físicas, subdivididos en sellos de majestad,armorial, ecuestre y estante; los que presentan personas morales, con el tipo hagiográfico, el topográfi -co, el artesano y el fantástico como subgrupos principales, y, finalmente, el reverso del sello o con-trasello –Luc Francis Genicot, Introduction aux sciences auxiliaires traditionnelles de l’histoire de l’art.Diplomatique, Héraldique, Épigraphie, Sigillographie, Chronologie, Paléographie, Louvain-La-Neuve,Institut Supérieur d’Archéologie et d’Histoire de l’Art, Collège d’Érasme, 1984, pp. 52-54–; másadelante en el tiempo, Vicente de Cadenas establecía los siguientes tipos principales: el mayestá -tico, ecuestre, cazador, estante, heráldico, hagiográfico, monumental y simbólico, a los que habría queañadir los femeninos y los mixtos –Vicente de Cadenas y Vicent, «Ciencias auxiliares de la genea-logía y la heráldica. Lecciones pronunciadas por Don Vicente de Cadenas y Vicent en la Escuelade Genealogía, Heráldica y Nobiliaria», Hidalguía. La revista de Genealogía, Nobleza y Armas,Madrid, Instituto Luis Salazar y Castro, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (1986),p. 33–; Michel Pastoureau los sintetizaba en majestad, ecuestre, de caza, armorial, hagiográfico, lossellos de villas, en los que incluía los tipos naval y monumental, y otros, que insertaban objetos,plantas, monstruos, etc. en sus campos –Michel Pastoureau, «Le sceau médiéval», Pour la Science,octubre, nº 72, Paris (1983), pp. 18-21–; más completo, y poniendo de manifiesto la pluralidad declasificaciones existente, Manuel Romero establecía, en una publicación más reciente, los tiposefigiado, sedente de majestad o flahon, eclesiástico, ecuestre, pedestre o estante en pie, hagiográfico, dedevoción, monumental o topográfico, naval, heráldico, emblemático, onomástico, nomogramático y de fan -tasía –Manuel Romero Tallafigo, «El sello en el documento diplomático», en María Carmona delos Santos, Faustino Menéndez Pidal de Navascués, Manuel Romero Tallafigo y Antonio SánchezGonzález, De sellos y blasones. Sigiloheráldica para archiveros, Carmona S y C editores, 1996, pp. 68-70. Es un artículo donde vuelve a plantear cuestiones relativas a la nomenclatura y a cómo debenser descritas las improntas sigilares.

23 Listado que se adapta, casi totalmente, a los tipos generales para laicos establecidos porRoman: Al margen del tipo topográfico, figura real sentada o tipo de majestad ; caballero armadopara la guerra o la caza o tipo ecuestre; personaje en pie, entera o de medio cuerpo o tipo pedestre;y el campo o el escudo blasonado o tipo armorial. Roman, cit. en n. 10, p. 68.

24 La Comisión Internacional de Sigilografía estableció, dentro de este tipo, tres grupos: eltipo ecuestre de guerra, donde el sigilante figuraba como caballero dispuesto con todo su arma-mento militar, casco en la cabeza y lanza o espada en la mano; tipo ecuestre de caza , donde elhombre o la mujer titular figura montando a caballo con un halcón en su mano y, a menudo,acompañado por un perro; y el tipo ecuestre solemne, donde el príncipe o la princesa aparece acaballo con las insignias de poder.

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sus caras, a la reina entronizada,25 tipo que sólo vuelve a observarse, con con-notaciones de poder muy concretas, en las piezas de Isabel de Castilla, espo-sa de Fernando II.

Un tipo de mayor éxito muestra a la reina en pie, iconografía por otra parteexclusiva de los sellos de las reinas.26 La primera impronta conservada perte-nece a Leonor de Sicilia, esposa de Pedro IV el Ceremonioso, mientras que elúltimo corresponde ya a Juana Enríquez, quien casó, en 1443, con Juan II.Combinado con reverso heráldico mediante contrasello, muestra en todos loscasos a la reina insertada en una arquitectura gótica y flanqueada por escu-dos que portan el señal real y el suyo propio. Como evidencia de su carácterregio exhiben todas ellas además, corona, cetro y globo crucífero, este últimogeneralmente de doble travesaño.

El heráldico es el último tipo iconográfico utilizado por las reinas deAragón en sus improntas céreas.27 Los sellos de este tipo son aquellos en losque el motivo principal está constituido por armerías. Probablemente su usose inició a través de las divisas heráldicas de las adargas y gualdrapas de lasfiguras ecuestres y luego se empleó, mediante grandes escudos y losanjes, aveces coronados, tanto en anversos y reversos, como en contrasellos y sellossecretos de nuestros soberanos medievales.

3. DESCRIPCIÓN Y TIPOLOGÍAS

3.1. SIGLOS XII Y XIII

La ausencia de pruebas que indiquen el uso de piezas sigilares por partede Petronila determina que sea Sancha de Castilla28 (Fig. 1) quien abra la

25 Para algunos autores, como Vicente de Cadenas, el rey entronizado, junto al rey en pie y alde busto de frente, pertenecen a un mismo tipo, que sería el mayestático. Véase De Cadenas, cit. enn. 22, pp. 33-34.

26 Al margen, claro está, de los eclesiásticos y gentilicios. A finales del siglo XIV se observa,sin embargo, la translación del tipo al seno del mundo noble derivado del linaje real que reem-plazaba la figura ecuestre tradicional por una en pie vestida de corte y acompañada, a veces, poratributos quasi royales, en términos de Brigitte Bédos-Rezak, con lo que acentuaba el concepto depríncipes de sangre. Brigitte Bédos-Rezak, «Idéologie royale, ambitions princières et rivalitéspolitiques d’après le témoinage des sceaux (France, 1380-1461)», en Brigitte Bédos-Rezak, Formand orders in Medieval France. Studies in social and quantitative sigillography, Hampshire, Variorum,1993, p. 500.

27 El tipo heráldico figura en quinto y último lugar porque no muestra la imagen figurativade las soberanas propiamente dicha, si bien es una iconografía empleada mucho antes que lainmediatamente precedente. La frecuencia de este motivo en las representaciones junto a su sim-bolismo obliga a que también sea tenido en cuenta. De hecho, los sellos de tipo heráldico son,cuantitativamente, los más numerosos ya que su uso se extendió a todas las capas sociales: cléri-gos, mujeres, burgueses, las villas, cofradías de oficios, etc., hicieron uso de ellos. Pastoureau, cit.en n. 22, p. 19.

28 Tía de Alfonso VIII de Castilla (1158-1214).

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Iconografía de género: los sellos de las reinas de Aragón en la Edad Media (siglos XII-XVI)

serie de sellos de reinas aragonesas. Desposada el 18 de enero 1174 conAlfonso II el Casto en Zaragoza, parece que empleó un curioso sello cuyassemejanzas con respecto al de su marido son, a primera vista, incuestionables.Ante todo, sorprende la iconografía, pues muestra una representación entro -nizada en el anverso y una ecuestre en el reverso, modelos iconográficos queno volverán a emplearse en las piezas céreas de las soberanas, salvo una únicay muy tardía excepción.29 El desconocimiento de la leyenda, que por desgra-cia no se ha conservado, y la propia utilización de este tipo bifaz, adoptadopor parte de su esposo y proseguido con gran éxito por sus sucesores, invitana suponer que el verdadero titular de la pieza fue Pedro II, hijo de Sancha ysignatario, junto a la reina, del documento del cual pende.30 No obstante, susparticularidades indican que esta suposición pudiera ser errónea. En cuantoa la representación entronizada, si se compara con la de su esposo o con la delCasto (Fig. 2),31 las divergencias son, cuanto menos, evidentes. Por un lado, lapresencia de la flor de lis asida con su mano izquierda, que no aparece en nin-guno de los sellos susceptibles de comparación. Por otro, las vestiduras, quehan sido modeladas con menor rigidez, lo que les da un aspecto de gran fle-xibilidad y de mayor abundancia con respecto a las de las otras piezas.Finalmente, el respaldo que, labrado con copiosas molduras, aparece por vezprimera en las improntas aragonesas. En cuanto a la representación ecuestre,las diferencias son mucho más palpables pues se aprecia que, en primer lugar,cabalga hacia la derecha siguiendo el llamado tipo anglo-francés, muy pocoextraño si se tiene en cuenta el lugar de procedencia de la reina. En segundolugar, y más significativamente, el modo de montar de la amazona, que viste,con claridad, ropas de mujer.

La práctica del sellado, aunque en principio había sido exclusiva de loshombres, pronto abarcó al segmento femenino de las altas capas sociales; sesabe, por ejemplo, que la emperatriz alemana Cundegunda selló en fechasmuy tempranas, concretamente en 1002. No se vuelven a encontrar ceras conm u j e res como titulares hasta 1100 cuando, en Inglaterra, la esposa de Enrique Iusa su sello propio, algo que será conocido en suelo francés tan sólo una déca-da y media después, en 1115.32 Algunas mujeres proyectaron en sus sellos su

29 Isabel de Castilla empleó varios sellos con su imagen entronizada. De Sagarra, cit. en n. 7,nos 112, 131 y 175, por ejemplo.

30 Se trata de una concordia entre Pedro II y su madre firmada en Daroca en noviembre de1201, cuando el Católico ya era rey desde hacía cinco años. En el documento no se menciona laexistencia del singular sello.

31 El único sello que admite comparación con el de la reina es el fechado en 1197, puesto quetodos los siguientes muestran al rey con la vaina de la espada apoyada horizontalmente en susrodillas.

32 Brigitte Bédos-Rezak confirma que hacia 1150 no sólo sellan reinas, sino también mujeresde otros estados sociales. Vid. Brigitte Bédos-Rezak, «Women, seals and power in medievalFrance, 1150-1350», en Bédos-Rezak, cit. en n. 26, p. 63.

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propia imagen inspirada directamente en los modelos característicos mascu-linos, expresando así, de un modo claro y manifiesto, su relación con el poder,con lo que, como es lógico, a él eran asociadas una vez se contemplaba su ico-nografía. Así pues, no debe resultar tan extraño que la reina aragonesa de ori-gen castellano empleara estos tipos henchidos de connotaciones de autori-dad, y menos todavía cuando estas representaciones ya habían sido maneja-das, aunque excepcionalmente, por homólogas suyas años atrás. Se hallabanfiguras entronizadas en las estampas céreas de Iseldis de Soligné quien, hacia1183, aparecía sentada sobre un escaño mientras extendía una mano y cogía,con la otra, un pequeño pajarito; en las de Juana de Inglaterra, donde se mos-traba a la condesa apoyando una de sus manos en el trono y teniendo, en laotra, una pequeña cruz que reposaba sobre su pecho;3 3 o en los deConstanza, hija de Luis VI de Francia, quien empleó esta misma iconografíapara evidenciar su linaje re a l .3 4 Mucho más abundantes que las anteriore s ,las re p resentaciones e c u e s t re s suelen pertenecer al género de la caza, por loque acostumbran a llevar siempre la misma vestimenta y a tener el mismoaspecto. Así, tal y como ejemplifican piezas como las de Constanza de To l o s a( 11 6 2 - 1172), las de la vizcondesa de Cabrera Sancha, las de la condesa deP rovenza y Forc a l q u i e r,3 5 ya en 1220, o las de doña A u rembiaix, condesa deU rg e l l ,3 6 la dama, normalmente cubierta con cofa plana y mentonada y queporta un halcón o una flor en una mano y las bridas en la otra, se sienta a lamanera de las mujeres sobre caballo que, cubierto con una gualdrapa, va alp a s o .3 7 Como puede apreciarse, el sello de Sancha de Castilla, aunque muyfragmentado, parece adscribirse a esta descripción, por lo que se integraríaen el grupo de sellos e c u e s t re s más o menos frecuentes en el siglo XIII en elentorno europeo, si bien este tipo no gozó de continuidad en la cancilleríaaragonesa, pues nunca más volvió a ser empleado por parte de sus suceso-ras. Para finalizar, se llamará la atención sobre la personalidad innovadoraen el mecenazgo artístico de doña Sancha, quien no sólo parece que utilizóunas improntas excepcionales, sino que volvió a demostrar su capacidad cre-ativa en la fundación del monasterio de Sigena, al que pronto convirtió enpanteón re a l .

33 Roman, cit. en n. 10, pp. 105-106.34 El sello se hizo grabar en 1194. Bédos-Rezak, cit, en n. 32, p. 73.35 La primera descrita por Roman, cit. en n. 10, p. 91, y la segunda por Bédos-Rezak, cit. en

n. 32, p. 73.36 Estudiado por Felipe Mateu i LLopis, La iconografía y la heráldica de los condes de Urgell en

la sigilografía y en la numismática, Lérida, Excelentísima Diputación Provincial de Lérida,Publicaciones de su Instituto de Estudios Ilerdenses adscrito al patronato «José María Quadrado»de Investigaciones Locales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1967, pp. 22-23.

37 Esta es la descripción de conjunto que aporta Roman, cit. en n. 10, p. 91. Vid. tambiénPastoureau, cit. en n. 22, p. 18. De Cadenas añade que suelen ir vestidas de corte. Véase DeCadenas, cit. en n. 22, p. 33.

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Iconografía de género: los sellos de las reinas de Aragón en la Edad Media (siglos XII-XVI)

De las tres esposas de Jaime I tan sólo se conocen improntas de Leonor deC a s t i l l a3 8 (Fig. 3) quien, el 16 de agosto de 1224, hacía pender un sello bifaz3 9

plenamente heráldico donde se intitulaba … ORIS REGINE ARAGON COMITBAR… / … ILLVSTRIS REGIS CASTELLE F.4 0 Su anverso porta un escudo,c i rcular en la parte inferior y recto en la superior, con los palos de A r a g ó n4 1

mientras que su reverso muestra un escudo de iguales características que elanterior aunque con un castillo de tres torres en su campo, con lo que aludía,como es lógico, al reino de Castilla, de cuyo rey Leonor era hija. Igualmenteheráldica fue la impronta de Constanza de Sicilia (Fig. 4), esposa de Pedro III,cuya superficie mostraba un escudo palado inserto en un polilóbulo estre l l a-do en sus vértices enmarcado por la leyenda … CONSTANCIE · DEI · GRA-C I A · REGINE · ARAGO… que visualmente se identifica con la cara del p i r re -a l e que ambos reyes acuñaban en suelo siciliano.4 2

A fines del siglo XIII y entrando ya en la sigilografía de las esposas deJaime II destaca, hacia 1294, la impronta de Isabel de Castilla (Fig. 5).Plenamente heráldico, su superficie muestra un gran cuadrilóbulo que cobija,en su interior, un cuadrado cuartelado con las armas de los reyes, esto es, 1ºy 3º, palos de Aragón; 2º y 3º, águila explayada de Sicilia. Bordeando el señal,la leyenda ... REGINE ARA... que, conforme a la signatura, debía de rezar«Isabeli regina Aragonum et Sicilie».43 Finalmente, en los vacíos de los arcos delcuadrilóbulo, sucesión de castillos y leones, emblemas parlantes propios de lareina. El tipo, que manifiesta claras reminiscencias castellanas en lo que a par-

38 Existen noticias que se refieren a sellos de Teresa Gil de Vidaurre, aunque cuando ya habíasido repudiada por el rey. De Sagarra alude a uno de ellos para ejemplificar las improntas cuyasleyendas están escritas en lenguas románicas. Datado en 1272, sus letras rezan «S DONATESAGIL DE V...RR...». Extraído de Ferran de Sagarra i Siscar, «De les llegendes o inscripcions sigi-lars», en Miscel.lània Fabra. Recull de treballs de lingüística catalana i romànica dedicats a PompeuFrabra pels seus amics i deixebles amb motiu del 75è aniversari de la seva naixença , Buenos Aires, Coni,1943, p. 367.

39 Tipo que ya no volverá a ser empleado en la sigilografía de las reinas hasta, que se tengaconstancia, María de Castilla, quien fue única esposa de Alfonso el Magnánimo.

40 Esto es, «Sigillum Alienoris regine Aragonum comitisse Barchinone et domine Montispessulani etillustris regis castelle filiae».

41 Es curioso constatar que los escudos empleados contemporáneamente por su esposo eranalgo más arcaicos que los presentados por la reina Leonor, pues Jaime I todavía utilizaba un tipoapuntado en la parte inferior cuyos lados se ensanchaban conforme ganaban en altura. Quizás latransformación en el tipo de escudo se hiciera por influencia castellana.

42 En el pirral o pirreale figuraba, en el anverso, el escudo con el palado de Aragón, mientrasque en el reverso se mostraba el águila explayada de Sicilia. Parece oportuno transcribir la leyen-da, pues en ella aparece también el nombre de la reina: + : P : DEI : GRA : ARAGON : 3SICIL :REX / + : COSTA : DEI : GRA : ARAGON : 3SICIL : REGIA. Miquel Crusafont i Sabater,Numismática de la Corona Catalanoaragonesa medieval (785-1516) , Madrid, Vico, 1982.

43 De Sagarra, cit. en n. 7, nº 154. Convendría recordar que el sello de la soberana se integraen la primera fase del reinado del Justo, cuando todavía se intitula como rey de Aragón y deSicilia; de ahí que aparezca el cuartelado con las divisas de ambos territorios.

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tición y colocación de divisas se refiere,44 influirá de manera notable en la sigi-lografía heráldica de sus sucesoras.

3.2. EL SIGLO XIV

En primer lugar, sobresale la preciosa impronta de Blanca de Nápoles(Fig. 6) cuyo centro muestra el escudo con los palos de Aragón rodeado porun círculo conformado por líneas curvas y rectas que se alternan entre sí yque se muestran afiligranadas en su parte interior.45 Enmarca la composiciónla leyenda que, entre dos cordoncillos, reza + : SIGILLVM : BLANCHE : DEI :GRACIA : REGINE : ARAGONVM :. Todo ello está bordeado por una suce-sión de diez escudillos de Aragón y Nápoles46 insertados, a su vez, en un poli-lóbulo formado por decoración vegetal que crea, en sus vértices, flores de lis.Bajo la complejidad de la pieza se esconde no sólo la adaptación de una formaespecífica que había alcanzado a la sigilografía de las reinas en suelo castella-no: el sello cuadrilobulado, que llegó a cubrir hasta la cuarta parte de lossellos privados laicos en el occidente peninsular,47 sino también la parecidacomplejidad ornamental que mostraban algunos sellos y contrasellos heráldi -cos de los reyes franceses, como algunos pertenecientes a Luis X (1289-1316),a Juana, casada con Felipe V (1293-1322), y, ya de la misma rama Valois, a JuanII (1319-1364).48

De la tercera esposa de Jaime II, María de Chipre, no se ha conservadoninguna de sus improntas sigilares, aunque consta documentación que danoticia de la utilización, por parte de la soberana, de un sello metálico deplata. De hecho, Ferran de Sagarra ofrecía el nombre del grabador G. Venrell

44 Faustino Menéndez Pidal ha advertido en numerosas ocasiones que el cuartelado tiene unclaro origen castellano fechado en tiempos de Fernando III, procedencia que comparte, a su vez,la forma cuadrilobulada, figura que destinaba su parte central para el emblema principal, mien-tras los secundarios eran relegados a los lóbulos. Véase, por ejemplo, Faustino Menéndez Pidalde Navascués, «Los comienzos del uso conjunto de varias armerías: cuándo, cómo y por qué»,Hidalguía. La revista de Genealogía, Nobleza y Armas, nº 200, año XXXV, Instituto Luis de Salazar yCastro, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid (1987), p. 320 y, más reciente-mente y del mismo autor, en El escudo de España, Madrid, Real Academia Matritense de Heráldicay Genealogía, 2004, pp. 77-82. Desde aquí desearía hacer constar mi agradecimiento a donFaustino por haberme obsequiado con este volumen el día de la defensa de mi tesis doctoral, dela cual formó parte como miembro del tribunal.

45 Este sello se encuentra desprendido del documento del cual pendía, aunque la existenciade otro idéntico colocado en un pergamino datado el 27 de julio de 1300 ofrece una fecha apro-ximada para este tipo sigilar. De Sagarra, cit. en n. 7, nº 155.

46 Terciado en palo; fajado; sembrado de lises; cruz de Jerusalén. 47 Menéndez Pidal, cit. en n. 44, pp. 318-319.48 Delaroche, cit. en n. 12, Pl. VI, nos 1 y 2 y Pl. VIII, nos 5 y 6.

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quien, parece ser, había cobrado por entallar la bula de plata de la reina.49 Pordesgracia, no se conoce ningún detalle de la misma, por lo que no es posibleofrecer ningún dato acerca de su figuración.

Iconográficamente algo más simple que el de Blanca de Nápoles, aunqueno por ello de menor interés, es el sello de la cuarta esposa del Jaime II,Elisenda de Montcada (Fig. 7) porque, al igual que ocurría con el de su ante-cesora, evidencia la riqueza decorativa con la que los maestros entalladore sp ro c u r a ron cubrir los espacios vacíos de las superficies sigilares plenamenteheráldicas. De gran austeridad, dentro de un cuadrilóbulo de líneas muy biendefinidas y cuyo fondo se encuentra salpicado por los bezantes propios de lacasa de Montcada,5 0 se inserta un gran escudo con el señal real flanqueado pordos escuditos portantes del emblema familiar de la reina. Rodea la composi-ción la leyenda que, delimitada por dos filetes, explica: + SIGILLUM ELICS-SENDIS DEI GRAT I A REGINE A R A G O N U .5 1 S o r p rende de la pieza su colorpues, lejos de estar realizada con cera natural o roja como había sido usualhasta entonces, la impronta se ofrece al espectador teñida de negro. Lo ciertoes que existen otros dos sellos idénticos al que aquí se analiza que penden tam-bién de documentos posteriores a la muerte de Jaime II,5 2 acaecida en 1327, demodo que la reina pudo emplear este pigmento como muestra de duelo.5 3

Aunque no constan ejemplares similares contemporáneos al que aquí se trata,por lo que no puede afirmarse con rotundidad que el empleo de este color en

49 Que él identifica con María de Chipre. Vid. De Sagarra, cit. en n. 7, p. 75. La referencia aimprontas argénteas no es muy frecuente, aunque también consta alguna concerniente a la sigi-lografía de Violante de Bar. Existen, incluso, disposiciones de tiempos de los Reyes Católicos quecitan piezas de plata guardadas en sus chancillerías sobre las cuales se basarán para realizar nue-vas improntas de otros materiales. El documento en cuestión dice así: «y en la chancillería nuevase faga un sello de plomo conforme con el otro sello de plata que está en la dicha nuestra corte ychancillería antigua». Vid. De Cadenas, cit. en n. 22, p. 37.

50 La solución de colocar los bezantes liberados del campo de un escudo ya había sidoempleada bastantes años antes, como prueba el sello de hacia 1212 y 1250 de Constanza deAragón, hermana de Jaime I y mujer de Guillem Ramon de Montcada, V senescal de Cataluña,donde ocho bezantes se integraban, por pares, en la cinta que enmarcaba la composición figura-tiva. Algunos años después, Pedro II de Montcada (†1300) también adoptaría este mismo siste-ma en sus improntas sigilares. Vid. Martí de Riquer, Heràldica catalana. Des de l’any 1150 al 1550,Barcelona, Quaderns Crema, 1983, vol II, figs. 118 y 123.

51 De Sagarra, cit. en n. 7, nº 156.52 Según informa ibidem, p. 8.53 En el documento fechado en el «Monasterio nostro Sancte Marie de Pedralba» el 23 de junio

de 1357, la reina firmaba como «Elisendis Dei gracia Regina Aragonum, Serenissimi Principis et domi -ni Domni Jacobi recolende memorie Regis Aragonum relicte». Ibidem, nº 156, p. 235. Que este color noestuvo siempre relacionado con la muerte lo recuerda Manuel Fernández Mourillo quien, trascomentar que el negro fue un pigmento muy poco utilizado en la sigilografía, explica que su usomás difundido tuvo lugar en la cancillería de Jeremías, patriarca de Constantinopla, en la delgran maestre de la Orden Teutónica de Prusia y en la de Malta en sus pasaportes. Añade el autorque existen también algunos ejemplos en la Francia del siglo XIII, aunque sin advertir ningunaconnotación funeraria. Vid. Fernández, cit. en n. 16, p. 26.

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la sigilografía esté relacionado, en efecto, con la muerte, sí existen impro n t a sinmediatamente posteriores que parecen verificar la hipótesis. Los ejemplare sen cuestión son tres pertenecientes a Leonor de Castilla fechados en los años1337, 1339 y 1350 que, portadores de los mismos trazos que los de su usual sellode cera roja, está improntado en cera negra, habiéndose quedado la reina viudaen 1336.5 4 Algo parecido ocurre en la cancillería navarra, pues consta queBlanca de Navarra, a los dos meses de fallecer su esposo, el joven Martín I deSicilia (†1409), mandó realizar una pieza sobre cera negra con cajita de maderay cintas de enlace teñidas con este mismo color en señal de luto.55 La relativaproximidad de las fechas, puesto que transcurren entre todas estas improntasunos 52 años, junto a su conexión con la casa de Aragón, ya que en el últimocaso, el rey fallecido era hijo del monarca aragonés Martín el Humano,p o d r í a n corroborar que la pigmentación del sello de Elisenda también sedebía a su estado de viudedad y, por tanto, a una clara voluntad por parte dela reina de manifestar plásticamente el recuerdo hacia su difunto esposo.

De las improntas de las esposas de Alfonso IV no constan noticias sigila-res re f e rentes a la primera de ellas, Te resa de Entenza, aunque sí se han con-servado algunas pertenecientes a Leonor de Castilla (Fig. 8), de las queFerran de Sagarra constató tan sólo una.5 6 De cera ro j a5 7 y fechada entre 1330y 1333,5 8 una leyenda caracterizada por no estar escrita en latín5 9 y que re z a

54 Parece ser que Violante de Bar habría hecho lo mismo, como consta en el gráfico realiza-do.

55 Menéndez Pidal y otros, cit. en n. 7, p. 57.56 El erudito investigador estudió únicamente la pieza conservada en el Museo Arqueológico

de Tarragona, aunque constan al menos otras dos piezas guardadas en el Archivo HistóricoNacional que ya fueron descritas en Enrique Flórez de Setién y Huidobro, Memorias de las reynasCatholicas. Historia genealógica de la Casa Real de Castilla y de León. Todos los infantes: trages de las rey -nas en Estampas y nuevo aspecto de la Historia de España, Madrid, Antonio Marín, 1761 y en JuanMenéndez Pidal, Catálogo de los sellos españoles de la Edad Media, del Archivo Histórico Nacional,Madrid, Archivo Histórico Nacional, 1921, nº 40, p. 94. Todos citados en Guglieri, cit. en n. 7, nos

454 y 455. 57 Tal y como indica el gráfico, a partir de Leonor de Castilla todas las improntas céreas de

las soberanas se realizaron, indistintamente, en color rojo, a excepción de las negras y del ejem-plar perteneciente a Juana Enríquez, del que más adelante se hará oportuna referencia.

58 Estas son las fechas de las improntas conservadas en Madrid; de la ofrecida por Sagarrase desconoce su datación por estar desprendida del pergamino. De todos modos, doña Leonor,hija de Fernando IV de Castilla (1295-1312), casó con Alfonso en 1329 y enviudó en 1336, por loque este sello debe corresponder a este corto período.

59 Tal y como era frecuente en la cancillería aragonesa. Vid. De Sagarra, cit. en n. 38, p. 372.Quizás esté en relación con el propio carácter de la reina, de la que se decía que tenía «más lugaren el gobierno de lo que se acostumbraba en aquellos tiempos». Vid. Miguel Ángel MotisDolader, «Alfonso IV», en Ricardo Centellas Salamero (Coord.), Los reyes de Aragón, Colección deMariano de Pano y Ruata, nº 7, Zaragoza, Caja de Ahorros de la Inmaculada Aragón, 1993, p. 117.De hecho son muy numerosos los pasajes de Zurita que no sólo muestran a la reina como la ver-dadera gobernante, sino que también evidencian los conflictos habidos con sus súbditos arago-neses. Véase Jerónimo de Zurita, Anales de Aragón, Zaragoza, Institución «Fernando el Católico»,1980, lib. VII, cap. XVII, por citar un ejemplo.

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+ S: DONA: LEONOR : POR : LA: GRACIA: DE : DIOS : REYNA: DE : ARA-GON : rodea una elegante y deliciosa composición heráldica de claros refe-rentes castellanos. Un gran polilóbulo mixtilíneo, decorado en la parte exte-rior de sus vértices por una serie de trilóbulos, inserta en su interior un escu-do central con los palos de Aragón que a su vez se encuentra flanqueado porpreciosos castillos y leones alternos que rellenan los arcos conformados porlos seis lóbulos. La magistral disposición de las divisas y el preciosismo endetalles como los vanos y las coronaciones de las torres de los castillos o lasgarras, las cabezas y el pelaje de los leones casi rampantes, presumen la par-ticipación de un gran maestro entallador como artífice de esta delicada pieza.

Del único sello conocido de María de Navarra (Fig. 9) primera esposa deP e d ro IV, no es mucho lo que puede señalarse pues no es sino otro modelode sello h e r á l d i c o que prosigue con la tónica acostumbrada desde tiempos deJaime II:6 0 rodeado por un polilóbulo mixtilíneo se observa el palado deAragón en el centro flanqueado por escudos alternos de Navarra y Evreux.Podría sorprender la tipología del señal real, pues se coloca bajo la forma delosange, algo nuevo en la sigilografía de los reyes y de las reinas aragonesas,aunque ya habitual en los sellos franceses desde la segunda mitad de la cen-turia anterior.61 De todos modos, existen figuraciones en otros soportes artís-ticos que revelan no sólo el empleo del losange por parte de esta monarquíaen tiempos anteriores, como evidencian las monedas acuñadas en Sicilia enépoca de Pedro III el Grande (Fig. 10) sino también el gran éxito de esta com-posición en el período inmediatamente posterior, como manifiestan el sellode la vegueria de Barcelona de 1340, el dinero de vellón del conde de Urgellemitido en 1347,62 los propios signos escritos de la familia real63 o las hetero-géneas obras de orfebrería.

Las improntas de Leonor de Sicilia (Fig. 11) son mucho más interesantesya que introducen una nueva iconografía en los sellos de las reinas deAragón. La primera que va a analizarse, que lleva contrasello y cuya fecha sedesconoce, es espléndida. Rodeada por una leyenda de banda doble que reza

60 Véase los sellos de Blanca de Nápoles, Elisenda de Montcada y, más adelante en el tiem-po, el de Leonor de Castilla.

61 Mucho más frecuentes en los sellos de los hombres que en los de las mujeres. MichelPastoureau, Traité d’héraldique, Paris, Grands Manuels Picard, 1997, p. 94.

62 Pedro de Urgell era sobrino de Pedro IV. Es posible que esta emisión fuese la que elCeremonioso autorizó acuñar en Barcelona en 1347, según se apunta en Crusafont, cit. en n. 42.

63 En el tercer tercio del siglo XIV los signos respondían, normalmente, a una misma estruc-tura: un losange cuyos vértices rematan en cuatro cruces patadas a excepción del de la reinaLeonor, quien sustituyó estas cruces por las águilas de Sicilia. Las signaturas de los capítulosmatrimoniales entre Juan I y la infanta Juana de 1372 son un preciosísimo ejemplo. Vid. AlbertoMontaner Frutos, El señal del rey de Aragón: historia y significado , Zaragoza, Institución «Fernandoel Católico», Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1995, fig. 28, p. 136 y De Riquer, cit.en n. 50, fig. 233, p. 547.

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ALIENORADEI GRA... ARAGONUM VALENCIE MAIORICARUM SARDI-NIE ET CORSICE COMITISSAQ’ BARCHINONE ROSSILIONIS ET CERITA-NIE +64 la figura en pie de la soberana destaca, majestuosa, en el interior deldosel arquitectónico en el que se halla inserta. El fondo de la hornacina que lacobija está compuesto por un reticulado en el que se alternan los losangesresultantes cargados con los palos de Aragón y las águilas explayadas deSicilia, propias de su linaje,65 heráldica que se hace todavía más evidente conlos cuatro escudos que, sobre el ya usual fondo de ramaje, flanquean a la her-mosa soberana.66 Si bien los sellos de las reinas no tuvieron nunca el marco deaparato que tan presente se encontraba en los de los reyes, este nuevo mode-lo iconográfico favorecerá, cuanto menos, un acercamiento en lo que a mag-nificencia y solemnidad se refiere porque, tal y como apuntaba Lecoy de laMarche, la reina comenzaba a tener un papel cada vez más importante, tantoen la sociedad como en la iconografía contemporánea.67 La figura estantehabía sido empleada en los sellos de las soberanas francesas en tiempos deAdela (1160-1206), esposa de Luis VII,6 8 aunque no se manifestaba dentrode ningún tipo de dosel, bastimento que aparecerá algunos años más tarde yque se irá complicando conforme avance el tiempo; de hecho, la posición enpie era la más frecuente en la imaginería sigilográfica de las mujeres,69 y nosólo de la familia regia, a partir del siglo XII en territorio francés.70 No envano, esta tipología fue introducida al suelo peninsular por Juana, reina deFrancia y de Navarra, cuyos sellos (Fig. 12) de 1284-1285 y 1300-1303,71 deno-tan gran refinamiento y elegancia en las líneas góticas de la fábrica bajo lacual se refugia y en los sutiles trazos que la dibujan, arquetipo éste que con-tinuará, aunque mucho más desarrollado, bajo Juana II también en suelo

64 «Alienora Dei gracia regina Aragonum, Valencie, Maioricarum, Sardinie et Corsici comitissaqueBarchinone, Rossilionis et Ceritanie +». Vid. De Sagarra, cit. en n. 7, nº 159, p. 235.

65 La utilización del fondo de la construcción como portante del señal ya se había visto enlas piezas de María de Brabante, quien casó con Felipe el Atrevido en 1274. Vid. Delaroche, cit.en n. 12, pl. V, nº 3.

66 1º y 4º de Aragón, 2º y 3º cuartelado en aspa de Aragón y Sicilia.67 Albert Lecoy de la Marche, Les sceaux, Paris, Maison Quantin, 1889, p. 161.68 Delaroche, cit. en n. 12, pl. III, nº 4.69 Aunque, al contrario a como ocurría en las regiones más occidentales, en Borgoña,

Brabante o Luxemburgo la iconografía sigilar preferida por las mujeres era la ecuestre. MartineFabre, Sceau Médiéval. Analyse d’une practique culturelle, Paris, L’Harmattan, 2001, p. 144.

70 Las reinas podían diferenciarse fácilmente de las mujeres nobles mediante la utilizaciónde sus insignias, como la corona o el cetro. Bédos-Rezak, cit. en n. 32, p. 75.

71 Resultan de matrices distintas pero de muy parecida iconografía, puesto que tan solo difie-ren en pequeños detalles. Vid. Menéndez Pidal y otros, cit. en n. 7, figs. 1/22 y 1/23, pp. 11 3 - 114.

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navarro entre 1329 y 1340. Las diferencias existentes entre estas piezas pre-cursoras de las de Leonor de Sicilia son evidentes, y conciernen no sólo a losdetalles formales, sino también a los compositivos. Por un lado, en cuanto alos de forma, la efigie se muestra esbelta y ligeramente curvada en una bús-queda de plasmar una actitud de gran naturalidad y delicadeza. Vestida conuna larga túnica que se ciñe al cuerpo, la reina se cubre por un largo mantoque recoge con su mano derecha, la misma que sostiene el largo cetro, al tiem-po que recoge su izquierda para colocar el pomo crucífero sobre su abdomen.Por otro lado, en lo que se refiere a su composición, su sello, además de sercircular, con lo que seguía la tónica habitual en la sigilografía aragonesa,denota gran sencillez y claridad en sus líneas, simplicidad que no resta, enmodo alguno, ni perfección ni suntuosidad a la escena.72

De esta misma soberana se ha conservado un modelo de sello secreto (Fig.13) según notifica el documento en el que se encuentra adherido bajo los tér-minos «sots nostre segell secret»,73 que también contribuye al enriquecimientode la imagen figurativa de las reinas aragonesas. El pequeño sello, datado en1369 y 1374 y de unos 40 milímetros, ofrece un escudo partido con las divisasde Aragón y de Sicilia sostenido por dos ángeles; por detrás, logra distin-guirse una cabeza coronada que podría aludir a la propia Leonor, todo elloencuadrado dentro de un losange. Alrededor, la leyenda + ALIONORA...ARAGONUM.74 Es un hecho indiscutible que este tipo de representación unede algún modo a la figura real con la divina, unión que se personificaba,según los supuestos de Mérindol,75 mediante el ángel. El primer sello del quese tiene constancia donde un ángel emerge de un escudo real (Fig. 14) perte-nece a Juan el Bueno (1350-1364), pues su sello secreto fechado en 1362 evi-dencia, con claridad, este nuevo tipo iconográfico. Sin embargo, no puedenegarse que este diseño surge como evolución de otro parecido, pertenecienteasimismo a Juan II, el cual también tenía como finalidad evidenciar la cone-xión entre la figura real y la celestial, pues ya exhibía su escudo coronado flan-queado por las cuatro figuras de los Apóstoles. Puede apreciarse que en losp r i m e ros por él batidos, de hacia 1353, el ángel, símbolo de Mateo, se encon-traba colocado en el lado derecho de la adarga, mientras que en los emitidosen 1362, el orden se ha visto alterado, con lo que el ángel aparece en la parte

72 Son las características que debieron llevar a Lecoy de la Marche a afirmar que este sellopresentaba «con claridad el carácter español». Vid. Lecoy, cit. en n. 67, p. 166.

73 De Sagarra, cit. en n. 7, nº 160, p. 236.74 Que completa, debía rezar: «+ Alionora Dei gracia regina Aragonum». Ibidem.75 Cuando afirma que los ángeles señalan las relaciones privilegiadas con Dios. Vid.

Christian de Mérindol, «L’imaginaire du pouvoir à la fin du Moyen Age. Les prétentions roya-les», en Joel Blanchard (Ed.), Réprésentation, pouvoir et royauté à la fin du Moyen Âge. Actes du collo-que organisé par l’Université du Maine les 25 et 26 mars 1994, Paris, Picard, 1995, p. 83.

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superior presumiendo surgir del propio escudo re g i o .7 6 Iniciativa sustancialserá la protagonizada por el duque de Berry pues, tomando como modelo lossellos de sus hermanos, decide permutar el ángel por su propia re p re s e n t a-ción; es decir, en sus piezas céreas quien sobremonta el escudo es el pro p i od u q u e ;7 7 retrato, entendido en el más amplio sentido del término, luego segui-do por el propio re y, pues se observa igual iconografía en el segundo sello desubstitución de Carlos V fechado entre 1376 y 1377, aunque mostrando lasinsignias de re a l e z a .7 8 Estos nuevos tipos, que debieron de llegar a la Penínsulavía Navarra,7 9 g o z a ron también aquí de gran aceptación, como se evidencia enlas improntas de Leonor y en la abundante sigilografía posterior.

De las dos esposas habidas con Juan I, Matha de Armañac y Violante deBar (Fig. 15) únicamente han sobrevivido piezas de la segunda, que no hacensino seguir con los tipos implantados por su predecesora Leonor de Sicilia sibien aporta algunas innovaciones. En la impronta donde figura en pie , tam-bién complementada por contrasello,80 la reina se presenta bajo una construc-ción gótica cuyo dosel muestra fondo decorado con reticulado. Aunque algomás rígida, la efigie mantiene los mismos gestos e insignias que su precurso-ra, si bien el pomo, rematado por una cruz también patriarcal, aparece estavez decorado en su base mediante calado. A sus lados, en las hornacinas dela fábrica, cuatro ángeles, dos de los cuales parecen emerger de los escudosque, portantes de sus armas, flanquean a la reina; todo ello rodeado por laleyenda ... O.ANDIS : DEI GRACIA... ET CORSICE : COMITISSEQ’BARCHN... CERITANIE.81 Su segundo sello, datado de 1391 y del que se

76 Esta misma disposición se encuentra sobre el sello de ausencia del hermano del rey fran-cés, el duque Luis de Anjou. Vid. Bédos-Rezak, cit. en n. 26 (1), p. 498. Unos años después la acep-tación del tema será tal que se encontrará en improntas de miembros de familias nobles y regias,como demuestra el sello de 1377 de Pedro de Navarra, conde de Mortain. Vid. Jean-Bernard deVaivre, «Les armoires de Pierre de Mortain», Bulletin Monumental. Revue trimestrielle publiée avecle concours du Centre National de la Recherche Scientifique. Dirigé par Francis Salet et Alain Erlande-Brandenburg, tom. 131, Paris, Société Française d’Archéologie (1973), p. 3.

77 Les fastes du gothique: le siècle de Charles V, Paris, Éditions de la Reunión des MuséesNationaux, 1981, citado en ibidem.

78 Martine Dalas, «Les sceaux royaux et princiers. Étude iconographique», en Robert-HenriBautier, Chartes, sceaux et chancelleries. Études de diplomatique et de sigillographie médiévales, vol. I,Paris, Droz, 1990, fig. 142.

79 Con Juana II ya se observan figuras humanas como soportes de su escudo en una pieza de1344, mientras que en otra de 1345, entre un león, un ciervo alado y sirenas músicas, se apreciantambién cabezas humanas entre la decoración de la rosácea que rodea sus armas. Vid. MenéndezPidal y otros, cit. en n. 7, figs. 1/53 y 1/54.

80 Se desconoce la fecha por estar desprendida del documento. Una cuestión relativa a sutítulo ofrece, sin embargo, una datación ante quem . Se conoce que desde la muerte de su esposola reina se intituló, siempre, como reina viuda, por lo que este sello debe ser anterior a 1396. Vid.Ana Isabel Lapeña Paúl, «Juan I», en Centellas (Coord.), cit. en n. 59, p. 134.

81 Esto es, «Sigillum Iolandis Dei gracia regine Aragonum, Valencie, Maioricarum, Sardinie etCorsice, comitisseque Barchinone Rossilionis et Ceritanie». De Sagarra, cit. en n. 7, nº 161, p. 236.

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conoce un solo ejemplar, muestra, cercado por ...ANDIS : DEI : GRACIA :REGINE : ARA..., el escudo partido con las divisas de Aragón y de Bar soste-nido por ángeles; en su parte inferior, un leoncillo. No debe olvidarse que losangelitos tienen también aquí una importante carga simbólica que paulatina-mente se irá trasladando, como ocurría también en Francia, de los sellos rea-les a los no reales, en razón, con toda probabilidad, de la noción que se desa-rrollaba en cuanto a ángel guardián individual. De hecho, parece ser que estafigura en los sellos reales franceses no era sino una alegoría de que el ángelde Dios había sido delegado para fundar y proteger a la monarquía.82

No se concluirá con los sellos de doña Violante sin mencionar una refe-rencia documental que alude a la práctica de romper las matrices sigilares trasla muerte del titular,83 costumbre que pone de manifiesto, entre otras cuestio-nes, el carácter personal de los sellos al ser concebidos como la verdaderarepresentación del personaje al cual pertenecía. El fragmento, que mencionaesta ceremonia ya constatada en tiempos de Jaime II84 y que contrasta conotras cancillerías como la navarra por ejemplo,85 dice: «lo honorable mossenGalceran de Setmanat Cavaller, lo qual ere camarlench de la dita senyora donnaYoland [Violante de Bar] [...] mostra auyll en publich los segells d’argent de la ditasenyora, ab los quals se segellaven les graties e provisions que la dita senyora feye.

82 Para más información sobre este tema, remito a Bédos-Rezak, cit. en n. 26 (1), p. 506 y DeMérindol, cit. en n. 75, p. 83.

83 Práctica quizás inspirada en Roma. Tácito explica que Petronio, en trance de morir, orde-nó romper su sello sigilar para evitar que fuera utilizado para autorizar supuestas cartas suyasque pudieran comprometer a otros. Menéndez Pidal, cit. en n. 17, p. 134. Por lo tanto, ya desdeantiguo, uno de los motivos de quebrantar las matrices de los sellos fue el de evitar falsificacio-nes, estafas y otros fraudes.

84 El día de su defunción ordenó a su notario y guardasellos que, tras su muerte, rompiesesus tres sellos y entregara los pedazos resultantes al futuro heredero. Según informa MenéndezPidal, la ceremonia se realizó sobre un yunque al pie mismo del catafalco donde se encontraba elataúd del rey. Cit. en n. 17, p. 135.

85 Menéndez Pidal y otros, cit. en n. 7, p. 58. Tampoco debió de ser usual en Francia donde,parece ser, siguieron empleándose, cuanto menos hasta el siglo XIII, las matrices de los persona-jes difuntos. Vid. Pastoureau, cit. en n. 6, p. 517. Este mismo autor, en otra de sus múltiples obrasreferidas a la materia, añade que la matriz de un difunto podía ser empleada semanas o inclusovarios meses tras su muerte y que algunos sucesores tan sólo modificaban la leyenda, mante-niendo los tipos anteriores, quizás por el largo, costoso y delicado trabajo que suponía realizarmatrices nuevas. Pastoureau, cit. en n. 13, p. 33. De todos modos, conviene señalar, esta prácticano fue seguida absolutamente por todos los miembros de la casa real aragonesa desde el princi-pio porque el ceremonial funerario de la destrucción de las matrices no fue claramente estableci-do hasta principios del siglo XIV. Menéndez Pidal, cit. en n. 17, p. 135. En ámbito catalán, véaseesta práctica en Alfons Puigarnau Torrelló, «Muerte e Iconoclastia en la Cataluña medieval», enMillennium: Fear and Religion. Milenio: Miedo y Religión. Millénnaire: Peur et Réligion. IV SimposioInternacional de la Sociedad Española de Ciencias de las Religiones, miembro de la InternationalAssociation for the History of Religions. 3 al 6 de febrero de 2000, La Laguna, Universidad de LaLaguna, 2000, s/p.

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E apres, promeses algunes paraules molt pertinents e provocants a plors, trenca losdits segells, e aquells sclafa ab multiplicats colps de martell, los quals cops durantsforen aquí, scampats grans crits, plors, lamentacions, e senglots per la nobla donaAlienor de Cervelló e per los domestichs, e servidors de la dita senyora reyna»,86 textoque pone de manifiesto el gran dramatismo que suponía esta liturgia por elprofundo significado intrínseco a ella.87

De esta centuria sólo queda por comentar el único sello que ha perd u r a-do de la primera de las esposas de Martín I, María de Luna, 8 8 regente desdela muerte de Juan I hasta la llegada de Martín I, entonces atareado en lossucesos sicilianos. Durante los primeros momentos la soberana debió ocu-parse, para asegurar el trono a su esposo, del problema planteado por doñaViolante, la reina viuda, que fingía encontrarse embarazada. De la improntaconservada de María (Fig. 16) cuya fecha se desconoce pues se ha desprendi-do del documento del cual pendía, sorprende, en primer lugar, la gran simi-litud del anverso con el de su predecesora. Aunque con túnica escotada, ceñi-da al cuerpo y de mangas anchas, se presenta la reina, esta vez de frente,emplazada en un dosel gótico a partir del cual se desarrolla la misma fábricaconstructiva que la ostentada en la impronta de Violante de Bar. Tambiéndiverge en algunos detalles como la postura de la soberana, que al no llevarmanto no lo recoge con ninguna de sus manos; el cetro, algo más corto y conremate más protuberante; o las hornacinas con techo de doble vertiente en lasque se cobijan dos hombres que sostienen dos objetos que no logro distin-guir.89 La leyenda, a excepción del nombre de la soberana coincide, en su tota-lidad, con la de Violante; esto es, + S MARIE . DEI . GRA RE... VALEC’ .MAIORIC SARDIN Z CORSIC COMITISSEQ’ . BARCHN ROSSILION ETCIT...90 Del contrasello sorprende también la gran similitud que guarda conrespecto al sello secreto de su predecesora, aunque sin intitulaciones, claro

86 Ceremonial de coses antigues notables, Archivo Municipal de Barcelona. I, fol 30. Citado ende Sagarra, cit. en n. 7, pp. 93-94.

87 Vinculado, quizás, con el gusto por lo macabro en los albores del siglo XV en toda Europa,cuando el patetismo cobró gran fuerza en el memento mori y en todo lo que estaba con él relacio-nado. Muy interesante, a este respecto, es un capítulo dedicado a la imagen de la muerte escritopor Johan Huizinga en su conocida obra El otoño de la Edad Media. Estudios sobre la forma de la viday del espíritu durante los siglos XIV y XV en Francia y en los Países Bajos, Madrid, Alianza Forma,1981, pp. 194-212. La ceremonia de la destrucción de sellos debería de entenderse, pues, dentrode este marco turbador por introducir otro elemento conmovedor en la impresionante escenafúnebre.

88 El Humano o el Eclesiástico casó en segundas nupcias, en un desesperado intento por con-seguir descendencia, con Margarita de Prades, de la que no se conserva ninguna impronta.

89 ¿Son hombres músicos que tocan la viola y la cítara, como se veía en el segundo gran sellode Carlos II de Navarra de 1385-1386? Vid. Menéndez Pidal y otros, cit. en n. 7, fig. 1/74, p. 133.

90 Con lo que se intitulaba «+ sigillum Marie Dei gracia regine Aragonum, Valencie, Maioricarum,Sardinie et Corsice, comitisseque Barchinone, Rossilionis et Ceritanie». De Sagarra, cit. en n. 7, nº 163,p. 236.

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está. En su superficie campea el escudo coronado de Aragón y de Luna, sos-tenido por dos seres fantásticos en forma de faisán con cabeza de mujer, delcual emerge un ángel con las alas desplegadas. No debe buscarse, sin embar-go, una intencionalidad política bajo estas analogías pues tanto el anversocomo el contrasello están adheridos a las corrientes artísticas de la época; porcitar dos ejemplos, se observan notables parecidos con algunos de los sellosde Carlos II de Navarra de 1385 y con el de la esposa de Martín el Joven en1396.91

3.3. DEL SIGLO XV A 1516

De María de Castilla, esposa del Magnánimo, se conserva un gran núme-ro de piezas, la mayor parte de ellas con emblemas. Entre la cantidad de sellosque la reina emitió en su abundante documentación, conviene señalar la exis-tencia de dos tipos de imágenes: la representación figurativa de la soberanaen pie con contrasello, siguiendo la línea habitual desde época de Leonor deSicilia; y la representación heráldica, que sufre distintas alteraciones tal y comose evidenciará de inmediato. Por desgracia, del primer tipo sólo ha llegadohasta hoy un ejemplar en muy mal estado de conservación (Fig.17) por lo quees imposible conocer con precisión su iconografía. De todos modos es fáciladvertir que algunos detalles han variado con respecto a los anteriores: laindumentaria de la monarca o la colocación de la leyenda así parecen evi-denciarlo. Coronada, arropada por un hermoso vestido de mangas anchas ycuello exageradamente alto, porta el cetro en su mano derecha y en suizquierda el pomo, que parece intuirse ante su regazo. La rodea una pesadaarquitectura todavía gótica, cuyos pormenores no es posible analizar. Laleyenda, en los laterales de doble filete, tampoco puede adivinarse. Detrás, elacostumbrado contrasello que porta, sobre una superficie decorada con triló-bulos, un escudo coronado partido con las armas de la soberana, esto es,dimidiado de Aragón y de Castilla. Del segundo tipo, plenamente heráldico,existen varias piezas que permiten diferenciar los dos grupos que se advier-ten dentro de esta misma tipología. Por un lado, los escudos coronados conlas armas de la reina, el partido de Aragón y de Castilla; por otro, el losangecon los palos de Aragón. Dentro de ambos modelos los ejemplos difieren,pues del primer grupo, algunos escudos se encuentran portados por ángelesy otros parecen estar conformados por la única traslación del contrasello auna pieza cérea destinada a ser placada (Fig. 18).

91 Vid. Menéndez Pidal y otros, figs. 1/75 o 1/84 y de Sagarra, nº 218. Ambos cit. en n. 7.

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Del segundo modelo (Fig. 19) se advierten discordancias no sólo en lacomposición figurativa sino también en la categoría sigilar.92 Primeramente,se observan los losanges bordeados por cuadrilóbulos de doble filete encuyos ángulos sobresalen puntas también de doble filo. Más adelante, lospalos se encuentran insertos en superficies reticuladas que portan algún tipode decoración en sus espacios vacíos. Finalmente, se verán rodeados por rosá-ceas o por un polilóbulo con profusión de adorno vegetal entre el que se inter-calan bellas cabezas de ángeles. ¿A qué se debe esta alternancia de escudos?Sin lugar a dudas, a la distinta categoría de la firmante según los casos. En lossellos donde aparecían las armas de Aragón y de Castilla la soberana auto-grafiaba como reina, por lo que mantenía sus armas familiares, es decir, elcuartelado con castillos y leones propios de la monarquía castellana. En losdocumentos que portaban los sellos con el losange de Aragón la reina firma-ba como lugarteniente del reino; es decir, como «+ Sigillum locumtenencie domi -ne Marie Aragonum regine», tal y como se desprende de la leyenda de uno deellos93 y, por tanto, sólo empleaba las armas del reino de Aragón olvidándosede las suyas propias.

De Juana Enríquez, quien casó con Juan II el 13 de julio de 1447 tras enviu-dar de la reina Blanca de Navarra, se conservan, como era usual en la icono-grafía sigilar de las reinas de Aragón, ejemplares con la representación en piede la soberana con contrasello y otros con figuración exclusivamente heráldi -ca, entre los que destaca una pequeña impronta oval abierta con cera verde,quizás inspirada por la cancillería navarra de la cual su esposo era rey.94 Lareina estante (Fig. 20) se manifiesta en una cera fechada en 1468 que seencuentra en muy mal estado de conservación, por lo que no se ha consegui-do distinguir la totalidad de detalles que ofrece su singular composición. Bajouna construcción que preludia las formas renacentistas, se ubica la reinaquien, vestida con brial abierto que deja ver la falda de debajo, se muestra defrente portando las tan arraigadas insignias de realeza. A sus lados, en elregistro inferior, parecen insinuarse sendos jarrones con tres lises; todo ellorodeado por una leyenda dispuesta con doble filete en los laterales de la quesólo ha permanecido S IOHANE DEI GRACIA REGI... ROSILION ET CERI-TANIE. Detrás, el contrasello del que apenas se intuye el escudo partido conlas armas de Aragón y las suyas propias, dos castillos en el registro superiory un león en el inferior. Esta es la misma heráldica que empleará en sus otrossellos (Fig. 21) que, a pesar de haber sobrevivido, se encuentran hoy en muy

92 Todos son placados a excepción de uno, que consta de sello y contrasello.93 + SIGILLVM : LT : DNE : MARIE : ...REG’. De Sagarra, cit. en n. 7, nº 166, p. 237.94 Consta, según noticias de Menéndez Pidal y otros, cit. en n. 7, p. 59, que el rey abría pie-

zas céreas verdes en sus asuntos relativos a Navarra, como era allí tradición, por lo que sus dis-tintas chancillerías, incluida la aragonesa, debían de tener también cera de este color.

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malas condiciones. Al igual que ocurría con su predecesora, asombra la varie-dad tipológica de las adargas portantes de su señal que no responde a unaevolución de las formas, pues perfiles más tradicionales terminan por impo-nerse ante los más modernos. Desde el escudo coronado y redondeado hastael también coronado y cortado en forma de punta, los contornos y las parti-ciones sufrieron diversidad de modificaciones.

Durante el reinado de Fernando II e Isabel de Castilla la sigilografía vivióalgunos cambios en lo que a tipos iconográficos se refiere, aunque son lasbulas las que presentan las más importantes innovaciones. Conservadas engran número, estas improntas metálicas, de dimensión muy variable,95 ofre-cen dos tipos iconográficos: el primero de ellos, que aquí no será analizado,sigue con la figuración acostumbrada por parte del rey de Aragón, esto es,ecuestre / heráldico con la cruz de Alcoraz, mientras que es el segundo tipo debulas plúmbeas (Fig. 22) el que ofrece mayor novedad, porque lleva en la fazprincipal la figuración ecuestre del soberano, que se dirige indistintamentehacia la derecha o hacia la izquierda de la composición, 96 y la reina entroniza -da en la secundaria. Centrándonos en el reverso, circunscrita por + HELISA-BET : DEI GRA: REGINA: CASTELLE . LEGIONIS ARAGONVM : ET SECI-LIE figura la reina sentada en un trabajado trono. Vestida con ropa de plega-dos abundantes y elaborado cuello, la soberana porta cetro y pomo y se acom-paña por un gran escudo expositor de los mismos emblemas que se venreproducidos en las coberturas del caballo. Que las presentaciones sigilográ-ficas llegaran a tiempos de Fernando II prácticamente inmovilizadas97 y quedichas presentaciones sufrieran lo que ha sido visto como un cierto retrocesoen lo que a sus formas artísticas se refiere98 no debe encubrir la trascendentalnovedad que suponía la aparición, en una misma impronta cérea, de los dossoberanos los cuales, tal y como también ocurría en la numismática, plasma-ban el nuevo acontecimiento que suponía el gobierno bicéfalo o compartido.

Una segunda variante de esta misma tipología (Fig. 23) se halla en unapieza que, pese a desconocerse la fecha de su utilización, resulta posterior a

95 Las dimensiones se sitúan entre unos 57 y casi 80 milímetros.96 La alternancia en la dirección quizás pueda ser explicada por la realidad política de don

Fernando, que era soberano de dos reinos en los cuales existían tradiciones sigilares distintas.Bien es cierto que desde el Ceremonioso los aragoneses cabalgaban hacia la derecha, pero tam-poco conviene olvidar que el predecesor del Católico en la Corona de Castilla, Enrique IV (1454-1474), se presentaba ecuestre hacia la izquierda.

97 Convendría sugerir que no se tome el término en su significado estricto.98 Felipe Mateu y Llopis lo explicaba como consecuencia del cambio de técnicas provocado

por los nuevos materiales: mejores metales para las acuñaciones y, por tanto, mejor grabación enla numismática y, en la sigilografía, la pérdida del relieve al pasarse de los sellos de cera a los deplaca cuando se abandonaba el pergamino y se adoptaba el papel. Más detalles en Felipe Mateuy Llopis, «La iconografía sigilográfica y monetaria de los Reyes Católicos», Anales y Boletín de losMuseos de Arte de Barcelona, Barcelona, Museos de Arte de Barcelona (1944), pp. 9-10.

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la conquista de Granada, pues este emblema ya se encuentra estampado en laheráldica que acompaña a los Católicos. De ella cabe subrayar una serie departicularidades no sólo en el ámbito compositivo, sino también en el formalaunque comparta, en esencia, las mismas características que el ejemplar ante-rior. En cuanto a la imagen entronizada la reina se cobija, de nuevo, en un tronoabovedado decorado con gran suntuosidad. Como ocurre con el anverso, sondiversas las similitudes que comparte con la pieza anterior, aunque aquí elparamento es superior. Lo cierto es que esta impronta parece denunciar quelos nuevos aires que se respiraban en la escultura monumental del momento,por algunos denominada plateresco por las claras conexiones que aquella reve-laba con el trabajo de orfebrería,99 traspasaron y tuvieron efectiva cabida en elmundo sigilar.

Isabel de Castilla empleó, además de los sellos compartidos con elCatólico, una curiosa pieza (Fig. 24) que pertenece a la época en la que, porser esposa de Fernando II, era reina de Sicilia y heredera del reino deAragón.100 En ella figura la soberana entronizada en el centro de un conjuntoarquitectónico renacentista portando las insignias de realeza, de las que tansólo se distinguen el cetro y el pomo ubicados, como viene siendo tradicional,en la mano diestra y siniestra respectivamente. Cubierta por un manto querecoge sobre las rodillas, Isabel viste, como en la mayor parte de sus repre-sentaciones, brial, el cual parece estar abierto en la parte delantera. A suslados, siguiendo la línea habitual en este tipo de representaciones entroniza-das, se exhiben dos ángeles portantes de escudos con los señales reales de lareina; uno con sus armas familiares de Castilla y León, y otro con las deAragón y Sicilia. Todo ello rodeado por S : SERANISIME : DOMINE : YSA-BELE DEI GRACIA REGINE : SICILIE... CASTELLE LEGIONIS ET EC : PRI-MOGENITE ARAGONUM.101 Nótese que ninguno de sus sellos aparece cobi-jado por el águila nimbada de san Juan. Tal emblema, privativo de Isabel, semantuvo sin embargo en los escudos empleados en los dominios de la coro-na castellana bajo el único nombre de doña Isabel.102

99 Estado de la cuestión y síntesis sobre la problemática noción de plateresco como estilo pro-pio en, entre otros, Fernando Collar de Cáceres, El plateresco, Cuadernos de Arte Español, nº 59,Madrid, 1992, pp. 6-10.

100 R e c u é rdese que Fernando II era rey de Sicilia desde 1468, por lo que esta pieza corre s p o n-de al período que transcurre entre este año y 1479, cuando el Católico, tras la muerte de Juan II, seconvierte en rey de Aragón.

101 «Sigillum seranisime domine Isabele Dei gracia regine Sicilie... castelle Legionis et eciam primoge -nite Aragonum». De Sagarra, cit. en n. 7, nº 175, p. 238.

102 Este emblema figuraba reseñado, de modo oficial, en las ordenanzas dadas en Medina delCampo el 13 de enero de 1497, donde se determina, en la parte destinada a cómo se debía labrarmoneda, que los excelentes llamados «de la granada» debían llevar en una cara las armas reales«y un águila que las tenga», conforme datos ofrecidos en Filemón Arribas Arranz, Sellos de placade las cancillerías regias castellanas , Valladolid, Talleres tipográficos Cuesta, 1941, pp. 39-40.

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Para finalizar, tan sólo se señalará que de Germana de Foix se conservanúnicamente dos sellos, ambos de 1516, con iconografía heráldica y sin intitula-ción. Las dos superficies muestran escudo coronado con las armas reales,aunque la primera plasma, además de la heráldica de sus reinos de Castilla,León, Aragón y Sicilia, las de Navarra y suyas propias: las de Foix. La segun-da presenta tan sólo las reales, quizás motivado por la distinta categoría de lafirmante; y es que la primera impronta se encuentra placada en una carta deuso privado, mientras que la segunda lo hace en el dorso de un documentoque, dirigido a los Diputados de Cataluña, notifica la muerte del rey.103

Curiosamente, a pesar de las connotaciones funerarias de las líneas que signa,la impronta no es de color negro.

4. A MODO DE CONCLUSIÓN

Fue durante los siglos X I I y X I I I cuando se generalizó el uso del sello pen-diente como signo de validación, utilización que ya había sido recogida por losúltimos monarcas merovingios y por los carolingios en su constante imitaciónde los modelos romanos y bizantinos al ser éstos entendidos como claros re f e-rentes del simbolismo del poder.1 0 4 Muy pronto el acto del sellado pasó a serparte indispensable en el proceso documental de los diplomas alcanzandorápidamente tal grado de solemnidad que se otorgó al sello la capacidad de serla prueba principal y, a veces, única de autenticación del escrito jurídico. Deeste modo, los sellos fueron manifestaciones de la autoridad monárquica, porlo que los tipos re p resentados en sus superficies, los símbolos políticos allífigurados y las leyendas, no sólo reforzaban el sentido compulsivo de losd o c u m e n t o s ,1 0 5 sino que también iban encaminados al fortalecimiento de lam o n a rquía porque, como también ocurría con las piezas numismáticas, eranvehículos de transmisión y soporte de la propaganda del re y.

En consonancia con sus connotaciones de signos de poder, las piezas sigi-lográficas, siempre en paralelo a las numismáticas, llenaron sus campos configuraciones en las que, lejos de intentar reproducir los rasgos fisonómicos del

103 En realidad les hace partícipes de la defunción del rey y les notifica que, en lo que con-cierne a los sufragios por su alma y al resto de cosas que deben hacerse al respecto, escribirá unalarga carta al arzobispo, «nuestro muy amado fijo». De Sagarra, cit. en n. 7, nº 177, p. 239.

104 Menéndez Pidal, cit. en n. 17, p. 55.105 Y más en una época en la que, conforme a Faustino Menéndez Pidal, el signo plástico tenía

mayor trascendencia que una argumentación verbal o escrita. Faustino Menéndez Pidal deNavascués, «Los sellos de Alfonso VII» Tirada aparte del libro José Mª Soto Rabanes (Coord.),Pensamiento Medieval Hispano. Homenaje a Horacio Santiago-Otero, Zamora, Consejo Superior deInvestigaciones Científicas, Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Castilla y León,Diputación de Zamora, 1998, p. 114.

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propietario, como sí era el caso de los entalles romanos, los atributos y lasactitudes fueron lo esencial al permitir identificar con facilidad a su titular. Ala vez documento escrito y figurado, el sello aún hoy constituye, a pesar desu pequeño tamaño, un notable documento iconográfico, pues además deldetallismo en sus composiciones pende, en la mayor parte de los casos, de undocumento fechado, es decir, que se data y se localiza con precisión por élmismo, caso casi único entre todas las fuentes figuradas.106 La imagen queocupa lugar en la faz de un sello no tiene otro destino que el de ser vista. Enesta línea, de acuerdo con Michel Pastoureau, esta iconografía parece diferirde la que invade las monedas pues, estas últimas, aunque viajan mucho ytambién son reproducidas a millares, son imágenes que, con su valor emble-mático, simbólico y económico, raramente fueron guardadas por los usua-rios.107

Las improntas de los reyes y reinas de Aragón sorprenden por la abun-dancia y perfección en los detalles y por la riqueza ornamental en lo que a lasescenas, indumentaria y atributos se refiere, preciosismo que fue, sin duda, loque llevó a Ferran de Sagarra a afirmar que «muy notables y pocos son los[sellos] de los monarcas de otras naciones que puedan, no ya aventajar, peroni siquiera igualar en grandiosidad y belleza a los de nuestros condes-reyes».108

Pese a todo, y siempre al margen del de sus esposos, el repertorio sigilo-gráfico de las reinas muestra una variación poco significativa. Si bien la pri-mera impronta conocida, probablemente perteneciente a Sancha de Castilla,conservaba el tipo tradicional de sello mayor de los reyes, esto es, entronizada/ ecuestre, de caza claro está, el resto de piezas exhibieron figuración heráldicahasta tiempos de Leonor de Sicilia, quien incorporó a la iconografía sigilar delas soberanas aragonesas la representación en pie, siempre circular y acompa-ñada por contrasello en consonancia con las nuevas piezas denominadas«comunes» de sus esposos las cuales, aunque mantenían la figuración entro -nizada, también portaban aquel elemento en su faz secundaria. Conviene

106 Ya advertido en Pastoureau, cit. en n. 13, p. 7.107 Michel Pastoureau, «L’état et son image emblématique», en Culture et idéologie dans la gène -

se de l’état moderne. Actes de la Table ronde organisée par le Centre National de la Recherche Scientifiqueet l’École Française de Rome. Rome, 15-17 octobre 1984, Collection de l’École Française de Rome,nº 82, Rome, École Française de Rome, 1985, pp. 146-147.

108 Ferran de Sagarra y Siscar, «Apuntes para un estudio de los sellos del rey D. Pedro deAragón. Memoria leída en la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona en sesión de 25 deenero de 1892», Memorias de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, tomo IV, Barcelona,Establecimiento Tipográfico de Jaume Depús (1898), p. 107. Ángel Riesco sostenía que la sigilo-grafía en Aragón se perfeccionó y prosperó en relación con los contactos mantenidos con la can-cillería francesa y con la italiana tras la incorporación de Sicilia. Ángel Riesco Te r re ro ,«Introducción a la sigilografía», Hidalguía. La revista de Genealogía, Nobleza y Armas, Madrid,Instituto Salazar y Castro, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (1978), p. 46.

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señalar que este tipo figurativo nunca fue utilizado por los reyes en su sigilo-grafía, si bien convendría recordar que Juan I, precisamente el hijo de Leonorde Sicilia, acuñó el espléndido timbre d’or cuyo campo presentaba su figura-ción estante llevando sus regalías. Por otra parte, tan sólo dos reinas exhibie-ron su efigie entronizada: Sancha de Castilla, si se acepta finalmente que laimpronta en cuestión le pertenece, e Isabel de Castilla, de acuerdo con la rea-lidad que personificaba junto a Fernando II y que tan bien sintetizó Nebrijacon la sentencia «tanto monta».

La figuración de la soberana en pie fue, como se ha explicado a lo largo delbreve discurso, exclusivo de la sigilografía de las reinas de Aragón mante-niéndose vigente desde su aparición, con Leonor de Sicilia, hasta JuanaEnríquez. En esencia, este tipo permaneció constante en lo que refiere a susparticularidades esenciales, esto es, la exhibición de la soberana estante y defrente bajo un dosel acompañada por la corona, el cetro y el pomo como insig-nias propias de su estado regio. Así pues, los cambios introducidos en susrepresentaciones atañeron a cuestiones ornamentales y de pormenores que noafectaron de modo sustancial al tipo propiamente dicho y que eran, además,reflejo de las alteraciones que se veían en las piezas de sus esposos. Es el caso,por ejemplo, de la impronta cérea de Leonor de Sicilia, cuyo fondo mostrabaaquellos motivos ornamentales tan característicos de los esmaltes «de plique»que, por otro lado, su cónyuge también había empleado en sus figuracionesecuestres. Del mismo modo, los escudos portantes de emblemas se vieronsostenidos por ángeles en época de Violante de Bar, cuyo sello manifestaba laadopción de la arquitectura gótica como marco en el cual se integraba la figu-ra regia, mientras que María de Luna optó por cobijarse bajo un edificio reple-to de hornacinas, algunas de las cuales se coronaban con cubierta de doblevertiente. Asimismo, la indumentaria también variaba, pues con esta últimasoberana, que inició la postura de frente, la ropa se ceñía a su cuerpo al tiem-po que las mangas ganaban en holgura haciendo que sus extremos, apunta-dos, llegaran con hermosos plegados casi hasta el suelo. María de Castillaofreció nuevos cortes en lo que a indumentaria se refiere, destacando, entreotros elementos, el hermoso cuello que realzaba su cabeza. Igualmente, el edi-ficio que enmarcaba la representación regia pese a demostrar su apego a lasformas góticas parecía intuir la sobriedad propia del Renacimiento, estilo quese manifestará con más claridad en las improntas céreas de Juana Enríquez,la última en reproducir improntas con este tipo figurativo, pues la reinaCatólica, como queda dicho, en función del cogobierno personificado juntocon su esposo, decidió figurar entronizada en todas las improntas céreas queexhibían su imagen.

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Gráfico. Sellos de las reinas de Aragón.

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Fig. 1. Arriba: Anverso y reverso del sello de Sancha de Castilla ¿? De Sagarra, cit. en n. 7, nº 150.Abajo: Anverso y reverso del sello mayor de Alfonso II. Sin fecha. De Centellas (Coord.),

cit. en n. 59, pág. 69.

Fig. 2. Anverso de un sello de Pedro II. 1197 y 1203. De Centellas,pág. 75.

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Fig. 3. Anverso y reverso del sello de Leonor de Castilla. 1224. De Sagarra, cit. en n.7, nº 151.

Fig. 4. Izda.: Sello de Constanza de Sicilia. 1288. De Sagarra, nº 153. Dcha.: Pirral o Pirreale dePedro III y Constanza de Sicilia. Crusafont, cit. en n. 42, nº 172.

Fig. 5. Sello de Isabel de Castilla. 1294. De Sagarra, cit. en n. 7, nº 154.

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Fig. 8. Sello de Leonor de Castilla. 1330 y1333. De Sagarra,nº 157.

Fig. 7. Sello de Elisenda de Montcada. 1357.De Sagarra, nº 156.

Fig. 6. Sello de Blanca de Nápoles. 1300.De Sagarra, nº 155.

Fig. 9. Sello de María de Navarra. 1338. DeSagarra, cit. en n. 7, nº 158.

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Fig. 10. 1. Reverso del dinero de vellón de Sicilia acuñado por Pedro III; 2. Reverso del dinerode vellón de Pedro de Urgell. 1340; 3. Sello de la veguería de Barcelona. 1340. De Crusafont, cit.en n. 42, nos 173 y 112 y Lluís Doménech y Montaner, Ensenyes nacionals de Catalunya. Facsímil,

Barcelona, edicions 92, 20002, p. 19.

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Fig. 11. Sello y contrasello de Leonor de Sicilia. Sin fecha. De Sagarra, cit. en n. 7, nº 159.

Fig. 12. Izda.: Sello de Juana I de Navarra. 1284-1285. Dcha.: Sello de Juana II de Navarra. 1329-1340. Menéndez Pidal y otros, cit. en n. 7, figs. 1/21 y 1/51, respectivamente.

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Fig. 13. Sello de Leonor de Sicilia. 1369 y 1374. De Sagarra, cit en n. 7, nº 160.

Fig. 14. 1, 2 y 3. Sellos secretos de Juan II el Bueno. 1353 y 1362; 3. Sello del duque de Berry. 1372.El primero extraído de Dalas, cit. en n. 78, fig. 125; los dos restantes de Bédos-Rezak, cit. en n.

26, figs. 3 y 4.

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Fig. 15. Sellos de Violante de Bar. Sin fecha y 1391. De Sagarra, cit. en n. 7, nos 161 y 162.

Fig. 16. Anverso y reverso del sello de María de Luna. Sin fecha. De Sagarra, nº 163.

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Fig. 17. Anverso y reverso del sello de María de Castilla. 1433. De Sagarra, cit. en n. 7, nº 164.

Fig. 18. Sellos heráldicos de María de Castilla. 1434 y 1457. De Sagarra, nos 165 y 167.

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Fig. 19. Sellos heráldicos de María de Castilla como lugarteniente. 1433, 1449 y anverso yreverso sin fecha. De Sagarra, nos 166, 168 y 169.

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Fig. 20. Anverso y reverso del sello de Juana Enríquez. 1463. De Sagarra, nº 173.

Fig. 21. Sellos heráldicos de Juana Enríquez. 1458, 1461, 1461 y 1468. Id., nos 170, 171, 172 y 174.

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Fig. 22. Anverso y reverso de bula de plomo de los Reyes Católicos. Sin fecha. De Sagarra, nº 112.

Fig. 23. Anverso y reverso de bula de plomo de los Reyes Católicos. Sin fecha. De Sagarra, nº 131.

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Fig. 24. Sello de Isabel la Católica. Sin fecha. De sagarra, nº 175.