i8-4 /6x numero 36 • $20 00 el ascenso al...
TRANSCRIPT
El ascenso al límite VILtOSOf
.'U.CAIMZAR LA FRONTERA
«AAKOTO O^KAí POEMAS
BRYCE ECHiNIQUEt
EXTRAORDINARIAS PERSPECTIVAS
VALÉRYt
¿QUÉ DEPARA EL FUTURO? {un inédito)
MORENO VILLARREAL:
¿lIftiW HUMBOLDT
•ANCHiZ IIOBAYNA • OONZAUZ RODRiOUlZ FIRNANDIZ PAlAaOS • yAmiz • MlimANDIZ
L6NZ MIIU • MOKA * MINDOZA LACARRliM • MARTÍNEZ
VOLCANES MEXICANOS POR SALVADOR ALBIÑANA
. - i8-4 /6X NUMERO 36 • $20 00
BIBlIOTICA ~e jíl1é xico
Cupón de suscripción anual por seis números
Biblioteca de México Plaza de la Ciudadela Nº 4
Centro Histórico 06040, Mexico, D. F.
o Adjunto cheque por la cantidad de $ 120.00 (ciento veinte pesos 00/100 m. n.) Precio para la República Mexicana
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... Archivo Horier's
B I B L I O T E C A NÜMtPO TREINTA Y SEIS /-NOVIEMBRE-DICIEMBRE DE 1996.. $ 20 00
Plaza de la Ciudadela 4, Ceniro Histórico de la Ciudad de-Máxico
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CERTIFICADO Dt IICIkiD Df TiJUO NUM-6270 a r m n c A D O M UCI IUD D E C O N T E N I D O N I M 4 8 3 0
M a k o l o Oaka Ttvs poetóos 2
Rikihel Inoguchl, Tadafhi Nakajima y Rogar Plneau flores al píenlo 4
Poo l Va lé ry De cara al futuro 9
Alf redo Bryca Echenique
Extraordinarias f)ers[x'clivas 12
Juan Vl l lo ro La frtmivra de los ilegales I i
Antonio M e n d o z a Rn de siglo 19 ' .
Jorge f. Hernandos l/i las nalx-* 21
Tedl López Mi l i* ¿iiypasos deAnadia 27
Joseph Addison Visión de Martxftun ¿8
Ricardo Y á ñ e z Transmutación de las imágenes 3/
Jorques . .acorriere
Más bella sorá la calda 32
Serg io Gonzá l ez Rodrigóos: (:>/<«<v<> y{¡o/sarniento •'^p^^^SSmSXSS Pablo Mora i 'n pamtfl ,i9
Humberto Mar t ínez / )/ trfa tic visita 40
Jaime M o r e n o Vll larreal lil volcan Irans/ian'nla •)/
Salvador Alblñana 1¡ m.ttttrs i fotografías: ñolas mexicanas 4fi
Andrés Sánchez R o b o y n o Palabras mtm Biblioteca de México y./aime García Terrea $6
Jesús Fernandos Palacios Presentación \i homenaje 59
Manuel Porras El riñen del bibliómano 61
Periodo:'Foto de Hugo Brehme, AicKivo INAH
áfj 4\ Canuto NBCÍIHIÜI
Presidente
Rafael Tora) y de Teresa
BIBLIOTECA DE MÉXICO
Director General
Ikhtardo Lizalde
M i -isla Biblioteca de México
Ditvctor Fundador; Jaime García Vsvtéif Dintelar.- Eduardo Lizalde * J . **>"'*.•*
Edifor: Jaime Moreno IfUamaí, Editor Astjcktdu; Sergio González
.Rodríguez. Secretario de Redacción: .Mauhcio Moniiel Figueiras
Crmsejo de Redacción: Fernando Álvarez del Gastilfo,
Héctor Venta, Manuel Porras, Antonio Saburit, Guillermo Sbendan.
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Diwño; Gertnan Montaba y Lourdes oliraivs
h*-pren$a a impresión It/ij^nia Madeio '•• , *
MAKOTO OOKA
p o E
CUENTO DE UNA ESTRELLA 1
Una estrella es un ser que infinita y lentamente se colapsa
Mi estrella favorita garabatea graffiti por todo el cielo y nunca se molesta en releerlos
¡Ya hay alguien ante quien yo me quito el sombrero!
Bjblioteca de México 2
M A s
en tida
DOS OJOS
Como aves en vuelo hacia las nubes, acoplándose y separándose en la senda a través del cielo
LIFE STORY* . ^ .
El chillido de un solo pájaro colma : el universo
El silencio de dos pájaros sobrevuela
• Traducciones de Aurelio Asiciin
' En inglés en el original.
C o n este título hemos propuesto
s u s t i t u i r la c o l u m n a i n v e n t a d a
para la revista Biblioteca de Méxi
c o , por Ja ime C a r c í a T e r r é s , E l
Ratón, en la que dejó impresos co
mentarios ocasionales, anécdotas,
reflexiones criticas, traducciones,
not ic ias b ib l iográf icas , que son
parte de su infatigable curiosidad
de lector, de poeta y de erudito y
de su personal obra literaria, aun
que en la c o l u m n a conf luyeran
con frecuencia (como en todas las
secciones de su clase) aportacio
nes y notas de amigos y colabora
dores.
E l t é r m i n o M e n t i d e r o , que
como sabemos gracias a todos los
especializados diccionarios etimo
l ó g i c o s y c r í t i c o s c u y a a f i c ión
compart imos con Jaime (en cuyo
escr i tor io honrosamente hoy lo
sust i tuyo) , t iene larga historia y
procede probablemente del por
tugués, el catalán o el leonés anti
guo: mentider, mentideiro, mentcre-
ro, si atendemos a las exploracio
nes de Corominas . Sin embargo,
no p a r e c e en e s p a ñ o l s e r tan
viejo, porque no lo inscribe en su
vocabulario el Diccionario de Au
t o r i d a d e s , siglo X V I I I , y c o m o
también anota el sabio, tampoco
t iene ascendencia latina, pues sí
bien procede en la materna len
gua de "mentiri", no exist ían en
ella derivados similares y lo equi
valente de " m e n t i r a y ment i ro
so**, era en ella las palabras "men-
dacium" y "mendox".
E n todas formas, actua lmente
la pa labra Ment idero t iene que
ver hoy con el término "tertulia**,
y hace referencia a los corri l los,
cant inas, cafetines o cent ros de
reunión en que se practican tanto
ei arte del rumor, "mendacium per
jocum, per ludum", o bien más sa
ludablemente, el arte de la con
versación y el del intercambio de
noticias, asombros y conocimien
tos . S e r á Ment idero , e n t o n c e s ,
rubro más propicio para una co
lumna miscelánea en que se publi
carán textos de todos los colabo
radores, editores y redactores de
esta bella revista, que procurare
mos cont inuar ed i tando con el
gusto y el decoro que le otorgara
su fundador.
Eduardo Lizalde
Biblioteca de México
3
RIKIHEI INOGUCHI
IADASHI NAKAJIMA
y ROGER PINEAU
é:1l j afJ01U!S. "¡'·:al1likaze " ""¡gn iJ1"ca "L'ÍeJl/o divino ", En el
S/;.ilu X III. 1111 POdNSO lirú lI - collsiderado como UII
delllo diL'iI/O pl'ocedellle del cielo--- s{/Ioó o JOPÚII de
I{/I ololflle del ell/p('rodol' cbil/o-lIIolI~()1 KlIlJloi Kbal/ .
EII los lillilllo, días de la S"g lllldo Guerra. la I/ació" ja
pOllesa c/'('ó Sil proPio "uielllo diuil/o ". los pilolOS Ka",i
/"'(lze que es/nA/ab(fll SIlS Clciones contra los barcos eH€'
mif.!.us. A lifes de dcspl!fJ.tl r a cumplir SlIS misioilcs. los pi-
1010S (!sc ribíaJI SIIS tí/lima:·; carlas a lafamilia,
Húyjlorecel1. luego se esparcen: la uida sell1eja tantu a la de/icadajlor. ('Cómo podría (1)51/ ¡en suponer que la ji'aga ncia dI/rafia para siempre.>
-Vicealmirante Ohnishi , Fuerzas de Ataq ue Especial Kamikaze
¿ Cuáles eran los pensamientos y los sentimientos de los pilotos suicidas conforme se inscribían voluntariamente, aguardaba n su turno y partían a sus misiones'
Después de la guerra, el señor Ichiro Ohmi realizó una pe regrinación de cuatro años y medio por todo el país para \'is itar los hogares de los pilotos kamikaze. Las familias le mostraron recuerdos y ca nas de sus seres queridos. Amigablemente , él nos ha facilitado copias de esas caItas , algunas de las cuales ex presan con más claridad que cualquie r descripción los pens:unientos y sentimientos de los pilotos a punto de morir.
En general, lo poco que los pilotos recl utas escribían era de naturaleza sencilla y directa. Por su pane. los graduados de la Academia también escribían poco --quizá porque estaban plenamente adoctrinados en el camino del guerrero y aceptaban por tanto su destino como un hecho. Quienes más escribían eran los o fi cia les de reserva procedentes de las escuelas y universidades civiles, quienes habían seguido un apresurado entrenamiento militar antes de recibir la asignación a sus misiones l . Un puñado de ca rtas-tipo sirven para transmitirnos el espíritu de los pilotos kamikaze.
1. Debe cunsidc-rarse que durante los cientos de años en que el código del guerrero (Bushido) -que suhrayaba como ntcesaria la voluntad de morir en cualqu ier momenlO-- rigió la conducta del samurai, reglas semejantes fueron adoptadas por los mercaderes, los agricultores y los artesanos. que enfatizaban una lealtad sin condiciones al emperador, a lo~ superiores jerárquicos y al pueblo de Japón. Por ello. h introducción de: la regla kamikaze no resultaba algo tan chocanle p3ra esos japoneses como lo seria para un occidental. Además. la creencia de que, después de la muerte, uno conljnúa viviendo en gran proximidad con los vivos y con los muertos, significa por lo general que el conceplo de muerte sea entre los japoneses menos defmilivo y desagradable en cuanto a sus implicaciones
Flores al viento
La ca rta que se reproduce en seguida fu E' escrita por e l Ofi cial Segundo de l Aire de Primera Clase ¡sao Masuo, adscrito al escuadrón 701. La escribió apenas antes de salir a un ataque kamikaze . Su domicilio familiar estaba en la Prefectura de Nagasaki.
28 de octubre de 19-H
Queridos padres :
Dénme la enhorabuena . Me ha sido conced ida una opOItunidad espléndida para morir. Éste es mi último día . El destino de nuestra patria depende de la batalla decisiva en los Mares del Sur donde habré de caer como botón de flor de un radiante árbol de cerezo.
Seré para Su Majestad un escudo y moriré limpiamente junto con el líder de mi escuadrón y o tros amigos. Desea ría poder nacer siete veces, y en cada una de ellas asolar al enemigo.
iCómo agradezco esta oportunidad de morir como hombre l Rindo desde lo más profun do de mi corazón las gracias a mis padres que me criaron con sus plegarias constantes y su tierno amo r. También agradezco al líder de mi escuadrón y a mis oficiales superio res qUE' hayan cuidado de mí como si fuese su propio hijo y me dieran tan cuidadoso entrenamiento.
Gracias , padres míos, por los veintitrés años en que cuidaron de mí y me inspiraron. Espero que mi tarea actual pague aunque sea escasamente algo de lo mucho que hicieron por mí. Conserven un buen recuerdo mío y sepan que su ¡sao murió por su país. Éste es mi último deseo, nada más hay en mi anhelo .
Regresaré en espíritu y aguardaré su visita en e l tempi o de Yasukuni . Por favor, cuídense mucho.
Qué gloriosa es la Unidad Giretsu del Cuerpo de Ataque Especial, cuyos bombarderos Suisei atacarán al enemigo. Ya han volado con nosotros algunos camarógrafos que nos han sacado pe lícula. Probablemente ustedes podrán vernos en los conos del cine.
Somos dieciséis guerreros los que tripulamos los bombarderos . Que nuestra muene sea tan repentina y clara como un cristal que se hace añicos.
Escrita en Manila , la víspera de nuestra partida .
Isao
Biblioteca de Méxr.::o
"
Remontándonos a l cie lo de los l\'lares del Sur. es nuestra mis ión gloriosa morir como E~scudos
de Su Majestad . Las fl ores de cerezo brillan al abrir su bo tó n y caer.
El teniente Nobuo Ishibashi . nati vo de la ciuda cl de Saga , e n e l no rte de Kyushu , na ció en 1920. Formaba pa rte del Escuadró n Tsukuba antes de ser asignado a l Cuerpo de Ataque Especial. Ésta es la última carta que envió a casa.
Padre querido:
La primavera pa rece haber arribado al sur de Kyushu antes de tiempo . Los botones y las fl ores, aquí , son preciosos. Hay paz y tranq uilid ad , aun cuando e l lu ga r sea rea lme nte un campo de batalla.
Un portaaviones norteamericano es alcanzado por un ataque kamikaze
Anoche dormí bien ; no tuve siquie ra sue llos. Hoy estoy con la mente clara y me hallo en excelente estado de salud .
Me reconforta pensa r que en este momento estamos tú y yo en la misma isla.
Por favor, recuérdame cuando acudas al templo y dale mis saludos a todos nuestros amigos .
Nobuo
Pienso en la primavera en Japón mientras me elevo para ir a estre llarme contra el enemigo.
La siguie nte carta fue escrita por el alfé rez Ichizo Hayashi . naciclo en la Prefectura de Fukuoka en e l no rte de Kyushu , e n 1922. Fue criado en la fe cristia na. Luego de gradua rse e n la Uni"ersicl:td Imperial de Kioto, se un ió al Escuadrón. v de ahí se le as ignó al Cuerpo de Ataque Especi~11.
IVlad re ta n q uerida:
Espero que d isfrutes de huena ~a lud .
Soy m ie mb ro de la Unid ad S hi c h i ~e i d e l Cuerpo de Ataq ue Especia l. La mitad de nuestra unidad voló hoya O ki nawa para arro jarse contra barcos enemigos. El resto de noso tros part irá en dos o tres días . Probablemente nuestro ataque se lI e" e a cabo e l 8 de abril, día del cumplea ño, de Buela.
Por e l mo me nto esta mos descansa ndo e n
una sala ele o fi ciales que se encuentra en un" antigua escuela , cerca de la base aérea de Kanoya . Como no hay electricidad , hemos encendido un gran fogón , y escribo estas líneas con esa luz.
Los ánimos están exaltados, una vez que nos ente ramos de los éxitos gloriosos de los compañeros que nos precedie ron. Por la tarde sa lí a caminar por los campos de trébol, recordando los días de antaño .
Al a rribar aquí proced e ntes d e l no rte de Corea , nos sorprendió encontrar que los boto-
Biblioteca de Mé.,.:ico 5
ne, de los árholes de cerezo estaba n cayendo ya. El color templado de este cl ima sureI'\o nos ca lma y reconforta.
Por fa\ ·o l". no te aflija s por mí, madre. Será glo rioso mo ri r en acción. Me sie nto agradecido de poder morir en hata ll a para decid ir e l destino de nuestro país.
Cua ndo volamos de Corea a Kyushu , la ruta no cru zó sohre nu estra casa, pero en cuanto nuestros a\' iones se acercaba n a la patria, me puse a cantar ca nciones del te rruño y me despedí de ti . No queda nada que yo quiera hacer ni decir, una vez que Umeno ha de transmitirte mis CJ\ timos deseos. Esta calta es sólo para contarte las cosas que aquí me suceden.
Po r favor, a mi muerte, dispón de mis cosas como mejor juzgues.
He descuidado últimamente mi correspo nde ncia , por lo que te agradecería que le des mis recuerdos a los parie ntes y amigos. Me apena tener que pedirte esto, pero me queda ya muy poco tiempo para escribi r.
Mu chos de nuestros muchachos despega rán hoy en su misión sin regreso contra el enemigo. Quisiera que pud ieras presenciar el maravilloso espíritu y la moral exaltada que hay en esta base.
Por favor, qu ema todos mis par eles personales, inclu yendo mis diarios. Por supuesto que puedes leerlos antes, madre, si as í lo deseas, pero no deberían de llegar a manos de otras personas. Así que por favor asegúrate de que qu e d e n bi e n quemados lu ego de ha be rlos le ído.
En nuestro último viaje portaremos unifo rmes ordinarios de vuelo , y una banda con el sol nacie nte atada a la cabeza. Las bufandas, blancas como la nieve, le dan cierto brío a nuestra apariencia .
Llevaré conmigo también la bandera del sol na cie nte qu e me rega las te. Recordarás qu e lleva escrito e l poema que dice: "Aunque mil hombres caigan derribados a mi derecha y diez mil a mi izquierda .. . ". Llevaré ru retrato en mi pecho al part ir, madre , y también la foto de Makio-san .
Yaya a rre meter s in fa lla contra un barco enemigo. Cuando se anuncien los resultados de la batalla , pod rás estar segura de que alguno de los blancos fue alcanzado por tu hijo. Estoy decidido a conservar la ca lma y a hacer un trabajo perfecto hasta e l final , sabiendo que tú me proteges y ru egas por mi éx ito. No ha brá nubes de duda ni de miedo cuando haga mi picada fina l.
En nuestro último vuelo se nos dará un paquete de ensalada de habas y arroz. Con ese buen almue rzo un o parte con mej o r ánimo. Creo que también llevaré conmigo el amuleto y e l atún seco que me dio e l señor Tateishi . El atún me ayudará a surgir del océano , madre, y a nadar de regreso a ti.
En nuestro próximo encuentro , tendremos muchas cosas de qué conversar y que son difí-
ciles de expresar por carta. Pero hemos \'i\'ido juntos con tanta afinidad , q ue pode mos dejar aho ra mu chas cosas a l s ilencio. "Yivo e n un sueño que me ha de llevar mañana de la tierra".
Con estos pensa mie ntos , me sobrev ie ne la sensació n de que los q ue salieron ayer en sus misiones aún viven hoy. Podrían apa recer de nue\'o, en cualquier momento .
En cuanto a mí , acepta mi mu erte ele una vez por todas . Como está escrito: "Dejad q ue los muertos entie rren a su mue rtos". Lo más importante es que las fami lias vivan para los vivos .
Recienteme nte exhibieron una película en la que me pareció ver a Hakata . Me produjo un deseo enorme de vo lver a ve rlo antes de salir en esta última misión.
Un piloto kamikaze
Madre , no te aflijas por mi muelte, No importa que llo res. Adelante, ponte a llo rar. Pero por favor da te cuenta de que mi muerte es por la mejor causa, y no hay que sentir amargura por ello.
He vivido una vida fe liz, pues mucha gente ha sido buena conmigo. A menudo me pregunto por qué. Es un gran consuelo pensar que pude yo tener algunos méritos que me hicieran digno de esas bondades, Sería difícil morir pensando que uno no fu e nada en la vida .
Biblioteca de México 6
Según todos los info rm es . e s c laro que hemos para lizado las acciones de los enemigos. La victoria nos aguarda. Nuestra partida les dará e l golpe de gracia. Qué fe li z me siento.
Vivimos en el espíritu de Jesucristo . y en ese espíritu morimos. Llevo este pe nsa miento conmigo. Es gratificante vivir en este mundo. pero hoy la vida está cercada por un espíritu de futi lidad . Ya es tiempo de mo rir. No husco razones para la muerte. Mi sola búsqueda se reduce a e ncontrar un blanco e ne migo contra e l cua l clavarme.
Has s ido para mí un a mad re maravi ll osa. Sólo temo no haber sido digno del afecto que me has prod igado. Las c ircunstancias de mi vida me hace n sentirme fe li z y o rg u ll oso.
Aviones norteamericanos sobrevuelon el Fujiyomo
Busco conse rva r la razón d e este o rgu ll o y gozo hasta e l último momento. Si se me privara del entorno y las oportunidades presentes, mi vida no valdría nada. Solo , po r mi cuenta, no serviría de nada. Agradezco , por lo tanto, la oportunid ad d e se rvir como un ho mbre. Si estos pensamientos te suenan extraños, es probablemente porque me invade el sueño. Si no fuera por esta somnolencia, tendría otras muchas cosas que decir.
Sin embargo , no tengo nada más que decir a manera de despedida.
Ahora te precedo e n el camino del c ie lo, madre . Po r favor ruega por mi admisión . Me afligiría ser excluido del cielo al que tú serás seguramente admitida.
Ruega por mí, madre.
Adiós.
Ichizo
Al aplazarse su salida , el aviador añadió el s iguiente postscriptum a su carta:
"Caminando por los campos de paja la noche es serena , entretanto escucho el canto de las
rana s No pude e \'itar reco rd ar es te poema mie ntras tomaba mi paseo la noche de ayer. Me tumbé en un campo de tréboles y pensé en casa . Al vo lver a las barraca~ . mis amigos me dijeron que o lía a trébo l y qu e esto les traía memo rias de sus madres y sus hoga res. J\. luchos de e llos comentaron que yo debía haber sido un niño de su mam{¡
Ell o no me molestó en abso luto; de hecho, me agració e l comentario. Es un signo de que le agrado a la gente . Cuando estoy intranquilo, es bue no pe nsar en ta nta gente q ue ha sido buena conmigo. cosa que me sosiega . Doblaré mis esfu erzos para probar mi aprecio po r la gente de buen corazón que he tenido el placer de conocer.
Los botones del cerezo han ca ído ya. Todas las mañanas me lavo la cara en un arroyo cercano. Me trae recuerdos del arroyo ple tórico de flo res que corría cerca de nuestro hogar.
Parece ser que mañana rea lizaremos nuestro ataque. Así , e l aniversario de mi muerte será e l diez de abril. Si se oficia una misa en mi memoria, quisiera que luego hicie ran una alegre cena fami liar.
Allo ra está lloviendo, con esa clase de lluvia que tenemos en Japón, diferente de la que conocí en Corea. Hay un vie jo órgano en nuestro salón y alguien toca en este momento melodías de la infancia, incluyendo aquella de la madre que va a la escuela con un paraguas para recoger a su hijo.
La salida del aviador fue nueva mente pospuesta , por lo que tuvo o portunidad de añadi r algunas líneas más a su carta , la que por fin fu e enviada después de que despegara en su último vuelo:
Pensé que cada día sería e l ú ltimo pero , como sucede con la mayoría de las cosas de la vida , uno nunca puede estar completamente seguro. Es la tarde del 11 de abril , y éste no fue mi día.
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Un piloto japonés consume su ración
Espero haber estado fotogénico el día de hoy, pues varios camarógrafos de cine estuvieron aquí y me escogieron para una serie especial de retratos. Más tarde , el Comandante en Jefe de la Flota Unificada nos vino a saludar a nuestro salón y me dijo: "Por favor, hagan su mejor esfuerzo". Fue un gran honor que se refiriera directamente a una persona tan modesta como yo. Él está convencido de que el destino del país descansa en nuestros hombros.
Hoy nos reunimos en torno al órgano y cantamos himnos.
Mañana me precipitaré contra el enemigo, sin fallar.
El alférez Heiichi Okabe nació en 1923. Su domicilio familiar estaba en Prefectura de Fukuoka en el norte de Kyushu. Antes de reclutarse se graduó en la Universidad Imperial de Taihoku. Su primera misión fue en e l Escuadrón Genzan , de donde luego fue transferido a la Unidad Shichisei número 2 del Cuerpo Especial de Ataque. Llevaba un diario que fue enviado a su familia luego de
su despegue final. La líneas siguientes han sido extraídas de una de las ú ltimas entradas de su diario:
22 de febrero de 1945
Hoy soy finalmente un miembro del Cuerpo Especial de Ataque Kamikaze.
Mi vida cerrará su círculo dentro de los próximos treinta días . iYa se acerca mi oportunidad ' La muerte y yo estamos a la espera. El entrenamiento y las prácticas han sido arduos , pero valen la pena si he de morir bellamente y por una causa.
Moriré avistando la lucha patética de nuestra nación. Mi vida irá al galope en las próximas semanas conforme mi juventud y mi vida lleguen a su término ...
.. . la sa lida está programada dentro de los próximos diez días.
Soy un ser humano y espero no resultar ni santo ni canalla, ni héroe ni imbécil - sólo un ser humano. Como quien ha vivido su vida en anhelante espera y búsqueda, muero resignadamente en la esperanza de que mi vida sirva de "documento humano".
El mundo en que viví estaba demasiado lleno de discordia. En cuanto comunidad de seres humanos racionales, debería estar mejor constituido. A falta de un gran director de orquesta, todos se liberan a su propio son, creando disonancias allí donde debiera haber melodía y armonía.
Serviremos con todo nuestro ánimo a la nación en la dolorosa lucha del momento. Nos arrojaremos contra los barcos enemigos acariciando la convicción de que Japón ha sido siempre y será un país en donde sólo habrá lugar para hogares amorosos, mujeres valientes y hermosas amistades.
¿Cuál es la misión de hoy? Luchar. ¿Cuál es la misión de mañana? Vencer. ¿Cuál es la misión cotidiana? Morir. Morimos en batalla sin quejarnos. Me pre
gunto si otros, los científicos por ejemplo, que sostienen el esfuerzo de la guerra desde sus propios frentes, morirían como nosotros, sin quejarse. Sólo entonces la unidad de Japón será tal que pueda tenerse el prospecto de ganar la guerra.
Si, por algún extraño azar, Japón ganara repentinamente esta guerra , sería una desgracia fatal para el futuro de la nación. Será mejor para nuestro país y nuestra gente ser templados por medio de auténticas ordalías que servirán para fortalecernos.
Como los botones del cerezo En la primavera ,
Caigamos Limpios y radiantes.
Traducción deJaime Moreno Vil/arreal
Biblioteca de México •
Este artículo, redactado en octubre de
1944, luego de la liberación de París,
es uno de los últimos escritos de Paul
Valéry . Destinado originalmenle a
aparecer en la revista Harper's Bazaar,
permaneció inédito, y se halla en el
FOl/do Valby de la Biblioteca Nacional
de París. Con tiene una visión a un
tiempo cruda y esperanzada en el
límite de la vida de su autor, que coin
cide con elfin de una época.
Un hombre de edad mi ra en tomo suyo. Al ver a los jóvenes se pregunta, con curiosidad, con melancolía , con esa mezcla de lucidez y te rnura que se produce frecuentemente al llegar el crepúsculo de la vida, qué es lo que piensan esos jóvenes, recién llegados, que tienen frente a sí un futuro entero por emprende r, ¿qué esperan, a qu é le temen, qué querrán hacer con sus ímpetus' Pero muy pronto esa pregunta lo conduce a esta otra (pues uno siempre vuelve a uno mismo): ¿Qué pensaría yo , cuál se ría mi ideal si tuviera su edad' En ese momento el viejo se desconcierta, se acuerda de una sentencia que alguna vez pronunciara y que es seguramente el pensamiento más extraño e insoportab le que hay en e l mundo : Vendrán otros hom bres después de nosotros ..
Por nuestra parte debemos e jercer, que no penetrar, el secreto de la juventud -que ella busque por su cuenta-, concebir por lo menos la situación que enfrenta, la etapa del universo humano , o por lo menos de aquella porción del universo humano dentro de la que comenzará un joven su experiencia de vida. Doy por supuesto que estoy hablando de un joven europeo.
De entrada se impone una primera comprobación: el viejo mundo está en ruinas. La miseria, la destrucción y la muerte reina n sobre la mayor parte de este peqúeño, viejo continente, y todas las riquezas espirituales, acumuladas a lo largo de siglos y siglos de cultura , han quedado sustancialmente heridas. Nada semejante había ocurrido desde la disolución de la civilización antigua . Pero lo que es más: esta vez es nuestra propia civilización la que engendra su ruina: no puede soportar el peso de sus frutos . Sería demasiado largo describir en detalle la evolución que condujo a este fm. En otra oportunidad expliqué (o creí haber explicado) en qué consistía el espíritu europeo. Intenté analizar ese producto original y admirable de una
confluencia de circunstancias que jamás volverá a da rse, y que hizo de Europa e l laboratorio más activo de búsquedas , el centro más luminoso de ideas, una especie de fá brica de valores intelectuales y estéticos, cerebro del mundo del que
surgieron tantos descubrimie ntos que transformaron el destino de la humanidad. Lo que, a mi entender, es característico de este poder creador tan magníficamente confirmado por tantas obras de tan diversa especie, es la sorprendente capacidad de contradicción que el genio europeo supo utili zar. Creo que la reunión de hombres de razas diversas en el reducido espacio del cabo occidental del continente asiático, comprimida por la presión de las tribus orientales hacia e l oeste y hac ia e l Océa no infra nqu eab le , obligó a esos individuos, dotados de cualidades complementarias, a mezclarse, a modificarse entre sí, a comprenderse. Para excitar la inteligencia , la impureza es más fecunda que la pureza, la mezcolanza y la dese me ja n za crea n riqu eza . Se comprueba que las razas puras son inte lectualmente inferiores, o que por lo menos están incompletas, mientras que los contactos e intercambios entre tipos desemejames (siempre que no sean demasiado incompatibles) amplía [sic] necesariamente, quiéranlo ellos o no, enseña [sic] que puede vivirse, y vivirse bien, obedeciendo a leyes, costumbres y creencias antagónicas. Esto podría demostrarse fácilmente mediante el simple examen de los dive rsos vocabularios e uro peos, cada uno de los cuales está permeado por términos adquiridos en préstamo de los otros, y que le son indispensables. En resumen, el intelecto europeo ha combinado exitosamente el sueño con el rigor, la libre imaginación con la observación más estrecha de lo real, la especulación más audaz con un despiadado sentido crítico. Piénsese en
Biblioteca de México 9
Valéry a los veinte años
los milagros de equilibrio entre las facultades humanas, entre intuición y aná lisis, comprensió n e inve nción, que espíritus como los de Platón y Leonardo da Vinci alcanzaron. Incluso la mística se adaptó a la lógica en la obra de los grandes doctores medievales, cuyo problema fue conciliar a Aristóteles con las Escrituras y con los Padres de la Iglesia. En fin, la ciencia positiva se fundó en la voluntad inconmovible de jamás separar el conocimiento de la experiencia --o el poder de la mente del poder de la acción- y de no conceder valor de verdad más que al saber verificable.
Tal ha sido e l fruto de la feliz reunión de factores humanos heterogéneos que se hallaron concentrados sucesivamente en un territorio tan variado dentro de su estrechez , e n el que ningún punto queda demasiado lejos de l mar, donde el clima es el más temperado del globo, y donde los recursos minerales son bastantes completos. La geometría y el derecho vieron la luz en este teatro; y, bajo la influencia judeocristiana, se proclamó aquí la igualdad de los hombres ante la divinidad y el valor infinito de cada alma, y se instruyó al mundo en concordancia.
Pero llega e l momento en que los logros más grandes se arruinan
I)(lr .... U rrc1ri() dl'"arn)l lu. como ~ lI
ll..:dt' t.. <m lo'" grande~ hombr<:'~ que 'l' c·\tr,1\ í,1n y , e pierden por e l exll'''' () e l abuso de la, cualidades que lo, hic ieron grandes . Europa n() 'upo limitar It" Fruws de su di"er,id"d a 1:1., " e ntajas inme nsas
Tiroteos en París el día de la liberación
que de e lla ex traía. Mientras que, siglo tras siglo , se consumaba la admirable síntesis de sus virtudes intele ctuales y artís ti cas, las antipatías de raza , de creencias, los recuerdos amargos, las codicias entrecruzadas , las profundidades oscuras de la mala conciencia alimentaban a los poderes de discordia y multip licaban los pretextos para los confli ctos a rmados. Hace ti e mpo escribí que "la Historia es el producto más tóxico que la química de l intelecto ha producido". Bas ta co n abrir e l manual más sucinto de historia de Europa para comprender esto.. Pero qué digo ... ¡Basta con abrir un periódico' Los hi toriadores tienen la tradicional y teatra l cosrumbre de echar luz solamente sobre los "acontecimientos"; pero los acontecimientos más sensibles son por lo general trágicos, y finalmente esos cuadros de vio lencia son los que constituyen el capital de la memoria histórica popular: lo que se retiene es lo que posee un poder excitante siempre fá cil de reavivar. En el pasado de todas nuestras naciones europeas no faltan ni las ofensas, ni las injusticias, ni los lamentos por las grandezas desvanecidas, ni el recuerdo amargo de las vergüenzas y las menguas sufridas, ni las codicias ante el bienestar de los demás; ni han faltado jamás,
a la menor oportunidad, hombres o partidos políticos que hallen en ese sangrante tesoro todo lo que se requiere para reav ivar los odios, pa ra reabrir las heridas e irritar los sentimienws más nobles y más natura les del hombre.
De esta memo ria, tan mala como desgrac iada , resulta que e l joven europeo he reda al nacer un patrimonio demoledor. No hay cuna en Euro pa que no esté envuelta por espectros disfrazados de todas las vestimentas y a rmaduras que se han porrada desde hace quince siglos. Una especie de Fatalidad pesa sobre la vida europea , análoga a la que pesaba sobre la deplorable familia de los Atridas.
Por otra parte, nuestra juventud ve e n torno suyo e l espectáculo des lumbrante y vertig in oso de l mundo moderno. Nuestra Tierra se ha convertido, de década en década , en una morada que se angosta terriblemente. Intercambios de señales y transportes cada vez más rápidos permiten ya considerar la superficie del g lobo como la de una sola ciudad desmesurada, con todos los extraños efectos que produce la coexistencia estrecha de los modos de vida más dive rsos, que se frotan o chocan en una inmensa aglomeración. Así, el 27 de agosto pasado se vivía en París tod a la alegría de la liberación, con todas las emociones de una batalla; banderas en las ventanas y fuego cruzado entre los techos y las aceras; una multitud que sonreía , reía, circulaba jubilosamente y de repente corría a abrigarse bajo los dinteles.
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Se vivía una confusión de sensaciones co ntradi ctori as, tan intensas una s como otras , e igua lme nte opuestas a toda re flex ión, a toda recuperación del pensamiento organizado.
Este cuadro de una jo rnada vivida en una ciudad representa muy bien, a mi parecer, el estado del mundo moderno, con un simple cambio de escala. Abra usted un atlas, observe el planisferio y déle vuelta al mismo tiempo a l botón se lecto r de su radio ... Usted se convertirá en seguida en una especie de superhombre. Pero un superhomb re pasmado . ¿Domina el universo' No. Usted domina la superficie de las cosas. Perc ibe en un instante la guerra y la paz, e l azar y la voluntad , el trabajo que da vida y e l traba jo que da muerte, la verdad local y el engaño e n e l horizonte de cada región .. Podrá comprobar, por su parte, que mientras más informado está de las cosas que suceden , menos comprende en qué consisten.
El "mundo moderno" es un mundo que se hace s iempre más incomprensible a sí mismo. Es un mundo en el que, cada vez más, está excluida toda posibilidad útil de prever. El equipamiento científico de la Ciudad Tierra es ta l que puede considerarse como la adquisición de un sistema ne rvioso, más y más sensible e irritable, que exige el cambio y, al mismo tiempo, fab rica ese cambio. Pero e l hombre se hizo hombre en un tiempo en que los brazos , las pie rnas y los ojos bastaban para todas sus necesidades, y el asiento de su organismo sigue establecido sobre el viejo espacio y tiempo que hoy la inteligencia ha puesto en desuso. Actualmente , todos los valo res de nuestro haber materia l y espi ritu a l están afectados por una in es tab ilidad esencial , no accidenta l. Sabemos con seguridad que, en el curso de unos cuantos meses, la ciencia nos aportará hechos absolutamente inéditos cuyas consecuencias transforma rá n nuestras cond iciones de vida: cuando yo tenía veinte años. ni la radio ni el elemento químico radio eran concebibles. En 1890, 1944 era totalmente inimaginable; mientras que en 1790, 1844 era bastante imaginable . Nuestro hombre joven no puede especular mucho sobre el futuro , si se admite que el futuro de índole moderna está reservado para la aparición de hechos completamente nuevos. Ese hombre joven mira de cara a lo imprevisible, que es una cosa totalmente diferente a lo "ímprevisto" de antaño.
Entrada de las fuerzas aliadas a París
Antes había términos para designar, y tablas de probabilidades para prevér todo lo que podía acontecer: el espíritu humano había observado o imaginado todo lo humanamente posible. Lo fantástico, por su parte , no era más que una deformación ingenua de lo real , inducida por los viejos deseos del hombre primitivo y deducida de sus sueños. Pero hénos aquí de lante de lo virgen Elesconocido, a merced de un incidente del azar en un laboratorio. Comenzamos a comprender que nuestro propio saber debe engendrar fatalmente lo que habrá de superarlo y depreciarlo , y que la humanidad, en posesión de medios de acción más y más poderosos,
que se apartan más y más de sus condiciones originales de existencia , avanza en una carrera de desmesura. Lo intenso convoca a lo más intenso. La velocidad demanda mayor velocidad. ¿Y qué va a pasar con los equilibrios de la sensibilidad y de la vida misma'
¿Que es un cuadro demasiado negro éste que pinto' ¿Pero ql\é puede esperarse que piense un europeo viejo, dado el estado actual de Europa? ¿Qué pensamiento puede ofrecer él , razonablemente, a un joven de estos tiempos'
Es posible que la juventud, por ser juventud, no esté para ponerse a meditar demasiado antes de vivir. Por su parte, este hombre viejo se
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dice que aunque la verdad de los viejos existe, probablemente no sea la misma que la de los jóvenes. Después de todo, esta exasperación de las excitaciones, esta sobreabundancia de las energías físicas , esta sublevación de las creencias y nociones, vale la pena de ser experimentada. El hombre creía conocerse. Ser hombre era una especie de tradición, y la "naturaleza" en tomo a é l era también una tradición. ¿No es tiempo de cambiar todo esto, de comprometerse con todos los riesgos en una nueva edad del mundo? ¿No es digno del hombre comprender que el hombre es una aventu ra'
Traducción deJaime Moreno Vil/arreal
υη emperador de China decretό que sus sύbdίtos teηdrίaη derecho a cazar, siempre Υ cuando cumplieran con el requisito de matar ύηίca Υ exclusivamente a aquellos anirnales que "hubieran perdido el gusto ροτ la vida" . Como muchos otros decretos inspirados tan sόΙο en una buena voluntad, pongo en duda la eficacia de este. Εη efecto, ίcόmο Ροdrίamοs distinguir una perdiz neurastenica en medio de toda una bandada? Ademas, la neurastenia es una cosa de seres humanos. Εη el reino animal, todo Ιο que vive quiere νίνίτ.
Υ aύη mas si hay peligro. Bisontes Υ jabalίes, osos Υ ciervos, despliegan todos sus recursos ofensivos Υ defensivos , al menor peligro. Υ el combate culmina siempre. Cada gήto de caza es una tragedia , segύn testimonian nuestros antepasados trogIoditas, desde sus primeros dibujos cavernarios . Cada υηο de ellos tuvo, sin duda alguna, la posibilidad de hacer posar a su companera de cueva, pero ορtό sin embargo ροτ una escena de caza para poner en marcha la historia del arte .
ΕΙ homo artifex cοmΡΙetό asί al homo faber, aunque ello le costara muchas veces perecer entre las garras de υη neurastenico. Tragedia Υ fin. Pero tampoco salίa indemne cuando sοbrevίvίa. La escena se le grababa muy profundamente en la memoria. Ροτ ello le resultaba bastante facil reproducirla con todo su espantoso realismo, aunque agregando tόtems , ροτ supuesto, Υ todo tipo de signos que aseguraran medianamente su Ρroteccίόη . ΕΙ alma de la bestia que acababa de matar Ροdίa regresar a atormentarlo durante la noche. Se daban casos. υη cazador sorprendido, con su laηza rota , frente a υη uro que carga sobre el Υ 10 derrumba . Tambien hay casos de terribles jaleos colectivos, confusos, espectaculares: toda una manada loca desgarrandose en υη estanque, debido a υη grave error del conductor de la cacerίa. υη fallo humano que suele consisιίτ en ηο haber sabido apartar debidamente a υη ciervo destinado a la jaurίa. Εη fin , digo ΥΟ. Porque a 10 mejor se trataba simplemente de otras reglas . Α 10 mejor cazaron nuestros paleolίticos distinto a ηοsotros. Α 10 mejor ... iQue diablos importa! iViva el ralZy Cromanόη
que nos ha dejado tan hermosos albumes de piedra!
ΕΙ arte, en todo caso, cοηtinύa. Υ la caza es υηο de sus temas mas explotados. Ροτ todos los medios ίη-
ALFREDO BRYCE ECHENIQUE
Extraordin~lrias
perspectivas
ventados ροτ el hombre para expresar su talento. De Norte a Sur Υ de Levante a Poniente.
iEgipto? υη hombre, υη taparrabos, una barca rodeada de canas , en plena cacerίa de patos . Queda la imagen . iAsiria? Assurbanipal, υη gran rey, en plena caza mayor. Persigue al leόη , 10 mata a flechazos, Υ nos recuerda sus proezas en bajorrelieves que son obras maestras. iAticat Alejandro ΕΙ Mas Grande Cazando Gamos. La actitud es noble, pero tal vez excesivamente heroica. Εη Ηη , deslices. iLa Edad Media? Sobran los testimonios. Cuando ηο estaban cazando, nuestros feudales estaban en guerra , otra cacerίa. Las damas ya participan, cabalgando con enormes faldas que estorban los matorrales . Quedan frescos . Tambien tapices de laηa , seda Υ oro, perfectamente combinados.
Despues, el Renacimiento, el Gran Siglo, el ΧΥΙΙΙ , el ΧΙΧ ... Υ, ροτ supuesto, Espana, Inglaterra, Francia, Persia, India, China. Υ Pieles Rojas , Aztecas, Incas ... Todos nos dejaron sus huellas en forma de artίstίcas imagenes , porque la caza es υη tema de inagotable riqueza. Υ son inmensas sus perspectivas desde la epoca aquella del emperador de China Υ su ambiguo decreto de paleolίtίco Υ grafico origen.
ΕΙ siglo ΧΧ, como todos sabemos,
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de entrada pone en tela de juicio la cοηceΡcίόη que el hombre se hacίa del mundo Υ de sί mismo. Las 10comotoras recorren 100 kms. en una hora, el motor de eΧΡΙοsίόη se perfecciona Υ el automόvil se convierte en υη vehίcuΙο confortable Υ rapido. Se inventa la he!ice Υ, gracias a ella, los suenos de icaro, Leonardo da Vinci Υ Vίctor Hugo se hacen realidad: la materia vuela. Los transatlanticos navegan cada vez mas rapidamente Υ son mas seguros e inmensos. Van siendo abolidas las grandes distancias Υ el transiberiano convierte a la asiatica Υ misteriosa Rusia en una prolongacίόη de Europa. ΕΙ avίόη de ΒΙeήοt suprime la ίηsuΙaήdad de Inglaterra Υ, pocos anos mas tarde, el de Lindberg reduce el Atlantico a las dimensiones del Mediterraneo del mundo griego. Treinta anos despues el mundo terminado de Le Verrier se revelara tan anticuado como la Tierra inmόvil Υ chata de los antiguos, en el telescopio gigante de Palomar Υ la vίsίόη de los astronautas.
Europa occidental, con Francia e Inglaterra a la cabeza, habίaη podido creer en su SUΡremacίa terrestre, gracias a sus colonias Υ establecimientos comerciales dispersos en todos los horizontes. Εη el siglo de la maquina, Europa se da cuenta de que el verdadero potencial pertenece a los Ρaίses que poseen el carbόη, pero en seguida descubre que el ΡetrόΙeο Υ el urano son aύη mas valiosos. Los grandes conflictos ecοηόmίcοs Υ guerreros que van a estallar en el mundo obedecen precisamente a ese cambio de όΡtίca Υ a los encontrados intereses que surgen en consecuencia.
ΕΙ hombre civilizado, que creίa en la inamovilidad de la irnagen Υ en la integridad del atomo, ve cόmο la primera se mueve en la pantalla de los hermanos Lumiere Υ cόmο el segundo se descompone en el extrano aparato de los Joliot-Curie. Paralelamente, el tiempo Υ la luz dejan de ser para ese hombre ηοciones ciertas Υ tranquilizadoras. La Ciencia , nueva divinidad, le exige que crea en ella. Υ en pocos lustros le muestra la cantidad de revelaciones que logra devolverlo nuevamente a la cueva de sus mas ίrracionales temores. Pero a los viajes interplanetarios, al psicoana!isis Υ a
Francisco de Goya, Modo de νο/σΓ
los medicamentos capaces de modificar sus estados de animo, e l nuevo salvaje tendra que agregarle algunas irracionalidades mas, esta vez bajo la forma de los genocidios sίn precedentes que va cometiendo el siglo cientίfico . Segύn promesas recibidas, este siglo debίό ser el del advenimiento del Hombre.
Adivίno sόΙο una sociedad que produce bienes de consumo Υ males Υ que, a decir de Octavio Paz, tiene a Eros por υηο de sus empleados. ΕΙ mal sabor de boca se democratiza Υ todos pueden pensar igualmente, por la simple Υ sencilla raΖόη de que nadie desea pensa r en las terribles amenazas que los guerreros nucleares le han colgado sobre la cabeza . La ίηfοrmacίόη es la misma para todo el mundo, a juzgar por el bombardeo de noticias Υ de imagenes que recibimos en el estado semίοηίrίcο con que creemos defendernos cada vez mejor de 10 peor. Porque si abrieramos bien los ojos Υ prestaramos al mίsmo tiempo toda nuestra capacidad auditiva, Υ nuestra perdida reflexividad , nuestras pesadillas Υ neurastenias serίan exactas. Hemos
e legido los mismos democraticos medios para evitarlo, pues, basta con decirle al jefe Tanatos que se vaya al diablo Υ agarrarse en seguida del mando a distancia. Ιο hace e l negro Υ 10 hace e l blanco , 10 hace el pobre Υ 10 hace el rico, 10 hace el grande Υ 10 hace el chico.
Fatal resulta, por consiguiente , υη cambio en la fίsοnοmίa de la caza. Tendra que ir a la par con esta demοcratίΖacίόη de los medios de supervivencia Υ tendra tambien que ir a la par con esta uηίfίcac ίόη de puntos de vista Υ mando a distancia sobre esto Υ aquello que abarca a hombres provenientes de clases sociales muy diferentes . 'Άquel que fu e noble creado , mas que cualquier otra criatura" , va poniendole broche de oro a la frase de Dante. De la aldea global a la inmensa comunidad de infernales vecinos de cueva. CerraΖόη , eηc Ιaνacίόη , programacίόη , desamor, ins ignifίcan
cia. Ya se puede cazar por televisίόη Υ ya ηο hay emperador chino que nos advierta con υη ambiguo decreto que sόΙο debemos matar a aque llos animales "que hubieran perdido el gusto por la vida".
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Νο puedo terminar este artίcuΙο sin decir que las relaciones que la caza Υ la guerra han mantenido desde siempre son, en nuestro cίeηtίfίcο
siglo , tan estrechas como siempre. Como animales temerosos se atrincheran los soldados de 1914, Υ los civίles de 1940 nos han dejado rostros que se ocultan como perros enfermos. Υ que duda cabe: los ίηmensos pajaros de metal que Heracles cοmba tίό e n υη mίtoΙόgίcο lago de la Arcadia son la prefigurac ίόη de los superbombarderos de nuestro tiempo.
Υ una palabra mas para decir que , maiΊana , en aquellos planetas que ya alcanzan nuestras naves espaciales, descubriremos sin duda alguna nuevos animales neurastenicos. iQuie nes o rganizaran las primeras partidas de caza Υ que imagen de todo aquello nos daran los artistas cosmonautas? Veo en todo eso las mas extraordinarias perspectivas.
Por cοrtesίa de Disenso
La frontera norte de México es una de la, franjas más vigiladas del planeta. En las noches las luces de los he li cópteros barren e l des ie rto a lambrado, y bajo tierra , los policías pasean sus linte rnas sobre las aguas negras (a unque los caños de l drenaje han s ido en re jados , so n muchos lo mexicanos que logran llegar a Estados Unidos por e l camino de las ratas). En Ca lifornia campea un clima de segregación; East L. A. es la segunda ciudad mexicana y e l guacamole es ya la segunda botana consumida durante el domingo de super-bowl, pero e l trabajador indocumentado recibe el
nombre de la bestia que infundió e l espanto en e l espacio exterior: es alien.
La propuesta 187 del gobernador Pete Wilson , que privará de derechos a quienes viven en California sin papeles en regla , revela la función de las aduanas en la era del libre comercio y del apartheid: el contrabando de mercancías carece de interés; lo importante es detener a la raza.
Durante décadas, la frontera fue un territorio de libertad para la imaginación norteamericana. En las novelas de Chandler o las road-momes, los fugitivos con suficiente carisma para salvarse iban a México, ese refugio con crepúsculos anaranjados y melancólicas guitarras.
Los escritores que planean evasiones suelen confiar en una zona de salvación. Para Adolfo Bioy Casares , Uruguay es el país adonde conducen las balsas y los túneles de escape; al otro lado del ño está la playa, el precario paraíso donde los héroes se reponen de la aventura . Se trata, sin duda, del mejor homenaje que puede recibir una nación vecina.
En los cines de mi infancia sentía orgullo de pertenecer al país que asilaba a los forajidos . Cuando el FBI o el sberiff del condado acosa-
JUAN VILLORO
ban a un pro tagonista que vivía según su propio código de honor -más humano y severo que las leyes que violaba- , los guionistas recurrían a su remedio favorito: la frontera .
En Th e Electric Kool-Aid Acid Test, Tom Wolfe adapta esta saga del escape a la psicodelia: Timothy Leary huye para fundar una especie de Club Med de la mente en las playas de Zihuatanejo. Del lejano oeste a los viajes de LSD , México fue visto como zona franca y permisiva. Los desertores de la guerra de Vietnam solían llegar con el canónico signo de pea ce and love en
el cuello y un botón en la camisa: Cod is alive and well and living in Mexico.
Sin embargo, cuando el Chevy o e l caballo desaparecían tras una nube de polvo, la pantalla era cubierta por un letrero en español: "Unos días después , la policía mexicana capturó a los criminales". La Secretaría de Gobernación no olvidaba sus tareas de vigilancia: los sueños de il ega lidad no podían triunfar, ni siquiera en el oscuro recinto donde se comen palomitas. Lo que para Hollywood era el último refugio, para los ciudadanos del águila y la serpiente se parecía a los anhelos del gobernador Pete Wilson: un desierto sin salida.
Aquellas tardes de cine fueron una pedagogía similar a la del método Ludovico de Naranja mecánica. Mis ojos podían saturarse de naufragios, tarántulas y acrobacias de electrocutados, pero en la vida real había que actuar con cautela; afuera nos aguardaba un país lento, donde las mujeres debían ver e l piso. La primera generación sob rei nformada por la cu ltu ra de masas se enfrentó a una sociedad donde la franqueza era un síntoma de disidencia. Al fmalizar el siglo, la década de los sesenta aparece como la dorada arcadia en la que
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todo fue posible; sin embargo, México estuvo lejos de ser un vivero de la tolerancia y la apertura. La Era de Acuario ocurrió en la televisión, donde los programas podían sintonizarse como ventanas a cielos lejanos.
La esquizofrenia entre información y comportamiento, entre la capacidad de informarse de lo que ocurre fuera y la obligación de actuar con recato hacia dentro, entre la libertad de la mirada y el control de la opinión, es una de las claves para entender los desfases y el afán compensatorio de la cultura mexicana de las últimas décadas. La an-
(
gustia de estar al margen , en permanente retraso, provocó que se valoraran en exceso las imitaciones vernáculas de Ho llywood, Woodstock, el cine de nouvelle vague, las novelas beato
Si los fugitivos del suelo norteamericano buscaban en México un país genuino, la utopía del atraso, el territorio pintoresco donde , según Kerouac, hasta los policías eran corteses; los fugitivos del suelo mexicano, en cambio, vieron en la literatura y en la contracultura norteamericanas puertas de liberación . Estas fantasías recíprocas revelan las mejores tentaciones que despierta una frontera: el deseo de cruzar, indagar lo otro, transgredir.
DE QUETZALCÓATI A PEPSICÓATI
No es extraño que la narrativa mexicana de fin de siglo privilegie al extremo norte del territorio para discutir tanto la influencia de una cultura que siempre parece llegar tarde como la construcción de una nueva identidad. ¿Permanece incólume el espíritu local cuando trabaja doce horas en una maquiladora y descansa los fines de semana en un shopPing-mall? ¿En qué medida la frecuentación de lo ajeno borra agravios históricos y obliga a excla-
mar en espanglés, como un personaje de Luis Humberto Crosthwaite: "Do y ou remember Juan Escutia' '' . ¿Puede e l dramático cadete que murió e nvue lto e n la bande ra, durante la invas ión no rteamericana de 1847, seguir siendo un modelo para
Ken Light, Hombres apresodos en Son Ysidro, 1985
los niños que crecen ente la pantalla del Nintendo'
En el episodio "De Quetzalcóatl a Pepsicóatl" (Tiempo mexicano), Carlos Fuentes se sirve de la leyenda de la Serpiente Emplumada para indagar la identidad naciona l. Quetzalcóatl , el más culto y benigno de los di oses prehispánicos (conocido como Kukulkán en territorio maya), sostuvo una intensa lucha con sus colegas del cielo azteca. Tezcatlipoca, Señor de la Fatalidad, encontró
un dispositi vo para vencer al dios ilustrado: lo obligó a ve rse en un espejo. Quetza lcóatl desconocía su aspecto de serpiente emplumada: horrorizado de sí mismo, decidió abandonar a su pueblo . Para Fuentes , en esta imagen se funda el desafío de
la identidad. Mientras no aceptemos nuestro rostro en el espejo , tendremos que seguir huyendo.
QuetzaJcóatl prometió reg resar por e l oriente, y los ho mbres de barbas, armaduras, calvicie y zapatillas que desembarcaron en Ve racruz en 1519 lucían suficienteme nte exót icos para pasa r por enviados del dios prófugo. Una de las grandes paradojas de la conquista es que se inicia como un combate contra la parte rechazada. Ocravio
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Paz ha se1'ia lado q ue el ai, !a miento cul tu ra l de los pueblo, prehispán ica' era tan extre mo que desconocían la idea del Otro . de l extranjero con absoluta alte ridad social y religio"l. M,¡s sencillo les resultaha asimilar una zona ach"ersa de M I pro-
pia cultura : QuetzaJcóatl en busca de su segundo acto .
De La querella de México ( 915), de Martín Luis Guzmán, a El laberinto de la soledad ( 950), de Octavio Paz, el ensayo mexicano intenta construir la identidad nacio nal y estudia los signos todavía frescos de las gestas de o rigen (la independencia , la Revolución) Como en el café turco, la lectura de los restos tiene una funció n oracular: lo que queda se convierte en profecía. El
pasado como explicación de l futuro . La búsquedas de símbolos atáv icos, de un Ur-Zeit , ti e ne n un común denominador: bajo las sucesivas máscaras de los aztecas, los españoles y la modernidad e xi ste un rostro verdadero. El presupuesto de la indagac ión es que hay una identidad univoca , distinguible , que nos separa del resto de los hombres, un equivalente de l "alma rusa" que transmigra de los personajes de Dostoyevski a los de Solzhenitsyn.
En Posdata, Paz fue de los primeros en matizar las exploraciones nacionalistas: no hay una o nto logía nacional , como no hay un Mexicano Idea l, capaz de ser típico para sí mismo.
En la literatura mexicana contemporánea predom in a una concepción pulverizada, dispersa , múltiple, híbrida , de la identidad. Resulta ocioso buscar el rostro primigenio e inmutable; al contra rio , las dive rsas másca ras, de Tenochtitlan a Chiapas, de las caretas emplumadas de los Caballeros Águ il a al pasamontañas del subcomandante Marcos, son identidad.
En nuestro fin de siglo Quetzalcóatl ha dejado de ser un arquetipo para actuar como los replicantes de Blade Runner: puede ser cualquiera de nosotros; sus muchos rostros ya no caben en el espejo humeante de Tezcatlipoca; se reflejan en las pantallas y los hologramas de la realidad virtual ; su aspecto depende de las circunstancias que lo informan.
El dios-replicante enfrenta un territorio donde se hablan 56 lenguas indígenas, donde la Iglesia católica es cada vez más activa (en su doble ve rti en te del clero represo r y e l clero rebelde) y donde los yuppies creyeron que e l Tratado de Libre Comercio era un programa de viajero frecuente al Primer Mundo. Esta multiplicidad produce numerosas identidades, todas ellas mexicanas y todas ellas provisionales.
Como demuestra cualquier matrimonio mexicano en su disputa por la custodia del control remoto del televisor, la cultura extran jera más presente en los hogares es la de Estados Unidos. iBienvenidos al reino de Pepsicóat!l
Luis Humberto Crosthwaite (Tijuana, 1962) supo ver el verdadero "encuentro de dos mundos" que ocurrió en 1992; mientras las empolvadas academias recordaba n cinco siglos de Conquista, Crosthwaite escribía la novela La luna Siempre será un amor dificil, donde
un soldado de fortuna de l siglo XVI llega al México de l Tratado de Libre Comercio y termina traba jando en una maquiladora de Tijuana. La metáfora es nítida : el radica l encuentro de dos mundos no sólo ocurrió en la Historia lejana sino ta mbién ayer, y tiene un escenario primordial: la frontera.
¿Qué pasaporte expide la lite ratura a las identidades escindidas, dispersas, de la nueva nación mexicana , y con qué visa acepta a los que vienen del otro lado' En un relato excepcional, Marcela y el rey, Crosthwaite recicla un mito norteamericano y lo devuelve de contrabando a Estados Unidos. La leyenda de que Elvis Presley sigue vivo ha provocado toda clase de excesos , desde los concursos de dobles del Rey del Rack & RolI hasta las ll amadas a estaciones de radio de qu ienes creen haberlo visto en la sección de helados de un 7-Eleven a las tres de la madrugada. En e l cuento de Crosthwa ite e l fantasma apa rece en Tijuana. Elvis atraviesa por una e ta pa melancólica , ent re otras cosas porque nadie lo reconoce (en todo caso le dicen que se parece un poco al cantante de Lave Me Tender). Cuando conoce a Marcela, una rockera que canta con inte nsa autenticidad , recupera e l ánimo y decide regresar a Estados Unidos. Pero los fantasmas no usan pasaporte y tiene que hacerlo por la vía ilegal, a la manera de un espalda mojada. En un final de estruendo, e l Rey del Rack & RolI es perseguido por los he licópteros de la migra y, bajo los refl ectores, se cree en un concierto de Las Vegas . El trágico aislamiento de los célebres adquiere un sesgo aú n más dramático: el mito se transforma en un indocumentado.
Zona para re definir señas de identidad, la frontera también es e l escena rio del volumen de re la tos Embotellado de origen, de Rosina Conde (Tijuana, 1954). El título es una irónica interpre tac ió n de la vida junto al Río Bravo. En una región que se caracteriza por las mezclas y los más barrocos sincretismos , Rosina Conde encuentra una rara prueba de autenticidad: "A Tijuana le decían La Ciudad de los Perfumes, y mucha gente no nada más venía a Tijuana para reventarse , s ino para comprar pe rfumes. Porque había de todo el mundo, y más baratos, además de que son embotellados de origen. Porque en San Diego los consiguen pero embotellados en Nueva York". La paradoja de un lugar de paso, donde
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todas las cosas vienen de le jos, es que lo que allí se consigue es genuino . Las fronteras se desmarcan del país al que pertenecen; las normas se desgastan antes de llegar a esa orilla donde siempre hay otro modo de hacer las cosas.
Una lógica une a los puertos: está n construidos hacia afuera , para mirar lo que llega y desaparece. Algo similar ocurre con las fronteras de tierra adentro; estaciones del nomadismo, viven de lo que cnlza por sus calles. Sería grotesco pregunta r "qué se produce en Tijuana"; ahí los perfumes son mejores porque han encontrado un atajo para llega r intactos desde su origen. El escenario -un enredijo de neón , polvo, loca les eternamente provisionales- puede parecer inverosímil, pero lo que se trafica es genui no , no se somete a las convenciones de las ciudades "fijas".
El paisaje fronterizo es tan mudable que rara vez sobredetermina a sus habitantes. Si la ciudad de México aplasta con su peso de siglos e impone códigos tan intrinca dos como las fl echas de sus calles, Tijuana tiene la levedad de los campamentos , un espacio donde todo apunta a lo transitorio y la costumbre es algo que se improvisa de hora en hora.
Sin embargo , el margen de libertad que otorga la frontera puede ll ega r a un extremo perturbador: la pérdida de hori zontes. Federi co Campbell CTijuana , 1941) explora esta desorientación en el re lato "Los Brothers" (incluido en Tijuanellses) . Desde s u novela Todo lo de las focas, Campbell se interesó por la, criaturas anfibias , que comunica n dos realidades. En apa rienc ia, la trama de "Los Brothers" no tiene que ver con la frontera: dos tijuanenses se encuentran en la ciuuad de México y visitan las ruinas ue Tula. El re lato alude a diversas formas de orientación (el mé todo de "reloj" de los pilotos japoneses , un barco en su inevitable ruta de colisión , las patrullas en las carreteras) y deriva su tensión interior de sus muchos niveles de desplazamiento. Después de comprar un sOllvenir (una cariátide e n miniatura), el na rrador se extravía en una población mi se rabl e donde atropella a un hombre que parece salido de una caverna ; acelera para salir del arrabal, quiere vencer el espacio con el movimiento . En vano: la Historia que no lo alcanzó en el bastión de los to ltecas lo alcanza en el presente; el "otro" México lo perturba, devolviéndolo a su vida devastada
Ken light, Indocumentados descubiertos en Son Ysidro, 1986
por la ",Iedad. al final donde , en la búsq uL'da de un último contacto entr~1I1 a hle . mete la mano en el zapato tk le, muje r q ue lo abando nó.
¿Qué liene que ver la trama con el origen de los personajes? El logro el e e l1n"hell consiste en transfo rmar " la fro nte ra , de ca tegoría geográfica . en categoría psicológica; en cualquier silio hay una región limítro fe in te ri or, una Tijuana de la menle que nos condena a avanzar sin brl ljub ,
Al igu:tI q ue Ca mpbe ll , Dani e l Sada (Mex ica li , 1953) inventa fronte ras po rt áti les. El aso mbro q ue susc il<.l n sus escenarios se debe, en buen:! med ida, a que e l híbrido de cultu ras ocurre en pleno despoblado . Le jos de toda pretensió n telúrica, Sada transforma al desie rto en un im pro bable escenario de la mode rni dad ; sus vastas extensio nes pres upo nen las ciudades, las hu e-
It as que \'ienen de le jos: en un ~l
hondonada se ca ptan señales de la radio, \'oces pe rd idas de locutores mexicanos o nOrleamerica nos. Su estrateg ia es equiv:llente a la del poeta Fabio Morábito en LOles baldíos, que define una ciudad por sus huecos. Si en La reg ión mas ¡rallSparen le (J 95R) Fue ntes ensayó e l fresco de conj unto , la me tró po li como prota gonista cle la novela, en sus poemas urbanos Fabio Moráhi to encuentra una zona simbólica , los vacíos donde la ci udad se o rgani za de o tro mo d o . Algo s im ila r ocurre e n los ba ldíos de Sada: e l des ie rto implica un e nto rn o , a ll í todo ocurre por excepción, cuando los pe rsonajes se ven fo rzados a cru zar las tierras de nadie.
En gran medida, los ho mbres se explican en e l desie rto por lo que dejaron fue ra . Esto distingut:: aSada de la narrativa rura l: sus parajes sólo
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se exp lica n por las ca rre te ras , las ciudades, el lengua je. la cultura que los circunda. En Regislro de caL/sanIes. Ulla de dos o Lampa vida, la apro piac ió n de l pa isaje campirano reve la por inferencia --en su radical vacío- lo que ocurre en otras partes: como los lotes baldíos de Morábita. los desiertos de Sada son huecos donde la vida moderna opera en a ll se nci~l.
Heredero tanto del ro mance espana l como del corrido mexicano, Danie l Sada urde historias en métrica y no escat ima octosí labos e n spa nglish para nan'a r un partido de béisbol: "Batazos por todas partes .. líneas de jit y jomrones.. flais contra e l so l e nganosos". Su cuento "Cualquier altibajo" (de Reg istro de caL/sanIes) o frece una o rigina l variante de l be is bo l: e l des ie rto se conv ie rte e n un a ca ncha , y el juego, en un espectáculo curiosa-
Ken light, Familia michoocana aprehendido en Son y,idro, 1985
mente agrario. l.a mitología- de los pe loteros norteamericanos encarna en jugadores que "en lugar de espais ca lzaban unas boras vibore ras para barre rse mejo r". Al final del relato la pelota se ex tra vía entre los cactus y el encargado ele recogerla dec ide segu ir de frente. hacia otra ca nc ha: la ti e rr a de hui zac hes donde lo espe ra su compadre con una botella de salo l.
Un sugerente desafío de la na rrativa consiste en determinar la trama a partir de personajes ausentes. Cortáza r se refi rió a la noción de "fi gura" para describir los dibujos secretos que conste laban a sus personajes. Con excesiva frecuencia , comprobamos que nuestrd suerte se decide por cosas que pasan en sitios donde no estamos . El desie rto es una región ideal para trabajar con lo que afecta sin tener presencia . Un caso ejemplar de este procedimiento es el relato "La guitarra", de Jesús Gardea (Ciudad Delicias, 1939), que narra la obsesión de un pueblo minero por una gu itarra perdida. El extravío genera una tensión fu lmi-
nante ; la ve ros imili tu d parece a punto de estall ar cuando e l lector entiende e l va lor simból ico de l objeto perdido: en la soledad de las minas, la guitarra cumple una func ión mediadora , es lo único que sirve para recordar e l cuerpo de las mujeres. Al igual que Sada , Gardea potencia en su desie rto la vida que quedó fuera , y la intensidad del relato deriva de esa carencia.
Pero la frontera también se despl aza e n e l ti empo ; un o de los mapas más radicales de ese territorio por veni r es Cristóbal Nonato, de Ca rlos Fuentes. Una vez más e l auto r de Tiempo mexicano vuelve al tema de la identidad, sólo que en este caso se trata de una identidad virtual. 1992, el ano de l V Centenario , es concebido como un futuro lejano en e l que por primera vez gobierna la o posición (el conservador Partido de Acció n Nacional, que debe apoyarse en e l apara to priísta que durante seis décadas ha pe rfecc ionado los secre tos de la domi nación burocráti ca) y donde se han redefinido los límites de la
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nación: la impagable deuda exte rna obligó a ceder el golfo a las Siete Hermanas petroleras y la península de Yucatán al Club Medite rrané.
Por si fuera poco , e l norte de México y el sur de Estados Un idos se independizan en un te rcer país: Mexamérica. En la novela se habla ánglatl , espanglés y anglonol; lo cómico pacta con e l apocalipsis, el carnaval con la tragedia . En este esIrambótico "futuro pasado" se celebra un concurso: el primer ni no que na zca e l 12 de octubre de 1992, 500 anos después del descubrimiento de América , recibirá las llaves de la ciudad . El nuevo Cristóba l repo sa en e l v ientre de s u madre , rumbo a su histórico nacimiento , pero se entera a la perfecc ión del mundo que lo rodea, la placenta es una burbuja tan informada como una cabina de CNN.
En Cristóbal Nonato la fusión y confusión de culturas tiene un tinte simultáneo de nacimiento y fin de mundo ; de acuerdo con Ado lfo Castanón, se trata de "una profecía acerca de la destrucción de la espiritua lidad mexicana y de sus valores intrahistóricos. Una profecía desesperada , nutrida por una pu lsión de muerte, guerra, violencia, subve rsión, amenaza y catástrofe, recorre el cuerpo de esta novela donde se reitera una antigua obsesión de Carlos Fuentes: la norteamericani zación mexicana como vietnam ización de México".
Cristóba l Nona to es, quizá, la pieza más arriesgada de la geografía de nuestra novela reciente, y se integra como un vibrante mapa de calor a la ca rtografía narrativa .
A pesar de las muy variadas respuestas literarias, la noción de límite territorial casi siempre se refiere a la frontera norte. A un ano de la rebe lión zapatista , aún se espera una estrategia narrativa que re invente nuestro borde de "abajo".
De cualqu ie r forma , aú n circunscrita a la frontera "superior", la narrativa reciente ha logrado acercar y transgredi r extremos. Como en e l beisbol, e n los libros las bardas existen para que la pelota vuele al otro lado.
A medida que la mentalidad de forta leza se arraiga en los te rritorios que temen a los bá rbaros , pocos estímulos pueden ser tan sugerentes como la mezcla de géneros y culturas. El tema de la frontera ha dotado a la literatura de la ambigua identidad q ue las road-movies le conferían a México: un lugar de escape, el desierto donde los ilegales tienen su oportunidad.
ANTONIO MENDOZA
FIN DE SIGLO
He aquí que un mundo se termina y tú estás solo. O que la tierra se cubre de blancura y a un niño lo rodean los lobos, perros hirsutos, que hablan al oído de Dios.
Quisieras que tu cabeza descansara en una ola de música pero hay un atroz silencio, alborotado por huesos que se quiebran, besos sonoros de vampiro estampados en espejos y que estallan al sentir al venéreo. Y ocurre que jetas humanas horadan las paredes, los muros, y no te pierden de vista.
y la noche que antes fue una madre y una luna, grita como loca y su cuerpo va desnudo y flagelado .
"Vieja comadrona, mira al niño con ojos donde el disparate haga equilibrios". La criatura tiene miedo y no sabe a dónde ir.
JORGE F. HERNÁNDEZ
En las nubes Cuando el capitán ¡renea ¡Horl1S y el doctor Carlos AI
berlO Selvian , médico homeópata. desaparecieron. un 20 de diciembre, de Blienos Aires. los diarios apenas
comentaron el !Jecbo .. La trama celeste
Adolfo Bioy Casa res
La nana Ché decía, y con razón, que Jorge Nicolás era el más locuaz de los nueve hijos de don Pedro y doña Carmen. Al tiempo que dos de sus hermanos abrazaban los hábitos en el Noviciado , otros dos las túnicas de la jurisprudencia y la medicina , y el resto jugaba en los areneros del parvu lario , Jorge Nicolás ya había abandonado la preparatoria, había sido expulsado de seminarios y se concentraba en afinar motores de los tractores del rancho.
Sus mañanas llevaban el horario madrugador de la ordeña y la puntual repartición de herma nilOS (en las escuelas) y litros de leche (en casas selectas) de la vecina ciudad de Aldama. De regreso al rancho , Jorge Nicolás espe raba el avión de la Compañía Panini que, inva riablemente, cruzaba la ca'Tetera con el sa ludo del piloto colgando de la cabina. Para é l, las prisas y la desmañanada se justificaban con tan sólo ganarle al Panini al cruce de la ca rretera . Dos veces por semana , esos cruces se volvieron el polvo de sus sueños, la pulpa de sus anhelos y el único sustento que justificara su aspecto: Jorge Nicolás no sólo se vestía de piloto, sino que orde ñaba vacas, dejaba hermanos, hacía recados y araba en tractor como si fuera un as de la turbina , héroe de la hélice ..
Junto con el maislro Tálamo Romo, y otros mecánicos del campo aéreo, Jorge Nicolás había enca rgado a l piloto de Panini sus overoles café claro, desechos de la gue rra , con escudos de la Roya l Air Force y la U. S. Airforce. Que anduviera uniformado era precisamente lo que perturbaba a doña Carmen. Todavía fueras pilolo de verdad, ¿pero por traer la cabeza en las nubes, quién da licencia? Era el acostumbrado parlamento de los desayunos:
- iQué dirán los compañeros de tus hermanos, ni lo consideras' Han de creer que eres chofer de repostería, que somos ricos o ve tú a saber -le decía doña Carmen en reprimenda, aunque no le escatimaba ni una pizca del abundante desayuno que siempre le servía la nana Ché.
-Yo soy como la canción: ando volando bajo, madre. Ni para qué te preocupes ni para qué reclames. Hasta pienso que ya me he hecho de cierta familia con mi traje de piloto. Dicen que soy el
.... Dibuios de Manuel Morín
ún ico que reparte leche volando. Así es la vida, va ls, y a la vuelta de l disco: Viva mi desgracia , también va ls -le respondía Jorge Nicolás con un ojo en la sonrisa que se le dibujaba a don Pedro, tras el periódico y al filo de sus bifocales.
- Además -decía doña Ca rme n , sin negar cierta sonrisa- , Tálamo Romo es un mugroso, la mecánica que dizque enseña en e l ae ropu erto nada tiene que ve r con tracto res y trillado ras. Andas áhi de loco, le dices campo aéreo a ese llano endemo niado que nada bueno le ha traído a Aldama ... Puras revistas cochinas , periódicos con noticias que nada interesan aquí y ni un solo viajero que haya pdsado la noche sobrio en Aldama. ¿Campo aéreo?; iila Corte Celestial y los fértiles prados donde viven los ánge lesll.. Ya te lo he dicho.
-Anda , gorda -intervenía don Pedro---, deja a Coco en paz. Nada malo ha tcaído a esta casa y quién quite , hasta se inventa la novedad de un tractor con turbina .
En una de esas mañanas en que la labor del barbecho se lo permitió, Jorge Nicolás -<:on el uniforme acostumbrado--- se acercó desde temprano al hanga r de Tálamo Romo. Lo esperaban los periódicos que hablaban del mundo allende Aldama, las revistas prohibidas que traía el Piloto Panini y la repetida anécdota de Enedino Torres , que en humos de su alcohol con atole siempre mentaba en sus recuerdos aquello de que había pilofiado un biplano para que Pancho Vil/a lirara desde arriba.
Enedino ya andaba en lo de faltaron hélices pa ' que Celaya no cayera, cuando el mmstro Tálamo divisó un Piper monomotor que se dirigía al terraplén. Parecía que se trataba de un aterrizaje forzoso; Tálamo dispuso la herramienta en la cama de su pick-up y con agilidad de bomberos, montó a los mecánicos y enfiló hacia el final de la pista. El avión aterrizó en tres toques y al frenar frente al hangar sólo halló a Enedino a punto de dormirse y a Jorge Nicolás en perfecta posición de indicador de aeropuerto: con los brazos en cruz como Cristo del Cubilete.
Para cuando regresó Tálamo con sus bomberos, desde el fondo de la pista , ya habían bajado tripulantes y pasajeros de la Piper. El piloto se presentó como el capitán Donato (sin especificar si era apellido, apodo o nombre) y al pasajero se refirió como Aquí don Neto quiere cumplir una manda. ¿No sabrían decirme pa ' dónde está San Juan de los Lagos?
-Me sé de memoria la ruta , yo tambié n he
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hecho esa manda --elijo presto Jorge Nicolás-. Aquí de recho llegas derechito ai Santuario de la Virgen.
- ¿Vamos'- preguntó el piloto como buscando un relevo en el timón.
-¡Vamos '- apresuró Jorge Nicolás , antes de que Tálamo les revelara que su única destreza era en lides de ordeña, transporte de niños y motores de tractor.
El tal don Neto había permanecido callado, rascando arena con su bastón y de vez en cuando echándole o jo al diamantazo que cargaba en el meñique izquie rdo. Si en lugar de borsalino llevara un fez, el ta l don Neto sería la viva imagen del panzón de Casablanca. Jorge Nicolás había visto esa película sobre las sábanas de l único cinematógrafo de A1dama. El "cinito", como le decía la vox popu/i, fue traído por unos futbolistas argentinos, fundadores de la gran plebe gaucha que ha inundado a Aldama de bifes , matahambres y goles. La aportación cultural del cinito era los filmes de aventuras de rompe y rasga, romances de ala ancha y heroísmos olvidados. La imagen hizo pensar a Jorge Nicolás en el he roísmo aventurero que podría acompañar su primer vuelo en avión. Incluso le comentó a Donato:
-Tu patrón es idéntico al Sidney Greenstreet.. ¿Trae al que compró el café de Humphrey Bogart, o anda de l que se voló El halcón maltés?
-Más que mi patrón es mi amigo, y mejor ni confundas la realidad con las películas, viejo. Te podrías volver loquito. Este hombre es un afortunado: ha hecho más dinero que todo tu Hollywood con unos cultivos en Sinaloa que por parcela dan cien veces más que todas las hectáreas de por acá. Además ... lo conozco.. viene de manda.. y no le gustan las bromas -sentenció Donato en tono de miedo , que sólo le faltó (pensó Jorge Nicolás) un rechinido de violonchelo como fondo.
Creyéndose piloto de película, Jorge Nicolás se enfundó los lentes verdes e n forma de gota (que el Panini le vendió diciendo que habían sido de Carlos Arruza) y se despidió de los mecánicos con el silencioso agradecimiento por no haberlo delatado con Donato. Ni acababan de despegar cuando e l capitán Donato , aún con tono de miedo, preguntó a su copiloto: "¿Coordenadas''' .
- ¿De quién' ---contestó Jorge Nicolás, pensando en las revistas que acababa de hojear.
-Rumbo, güey ... Dame el rumbo. -Derechito.. Sobrevuelas Aldama , e nfilas
hacia la Cruz de las Llamas, tomamos la carretera como si fuéramos hacia La Chona , pero cortamos todas las curvas si le seguimos derechito.
Desde arriba, Jorge Nicolás vio a Chon Harta - veedor oficial de las carreras parejeras- que hacía meses andaba desaparecido; le pareció ver la figura diminuta de Ventura Mendoza ---el hijo de Amado , peón del rancho- , que también decían había huido con la esposa de un comerciante de A1dama. Ilusiones ópticas, pensó, igual que la que le provocaba ver al rancho más grande de lo que se sentía a lomo de tractor o a la
misma ciudad de Aldama, mucho más chica de lo que le parecía los sábados de cinematógrafo. Para cuando sobrevolaron el Santuario del Cerro, al extremo de Aldama, ya habían cogido suficiente altura como para que Donato, ya en franco tono de terror, le dijera:
-Los pedales de ese lado andan cortos, pero luego-luego lo compensas con el bastón. Tómalo, hasta que aterricemos.. Allá me despiertas - y con esa calma , se cruzó de brazos.
No hubo tiempo ni de que titubeara el avión ni de que tartamudeara Jorge Nicolás, pues don Neto interrumpió la maniobra de transtripulación con un ronquido que se convirtió en sentencia:
-Manejas tú, Donato. La manda es manda, y además me distraigo con lo que nos platique nuestro joven acompañante --elijo el panzón en un tono cuyo ceceo, balanceo de papada y reflujo salival no podían más que compararse con los del mentado actor de Casa blanca.
-Pues qué le platico, don Neto --elijo Jorge Nicolás soltando el precario bastón de mando--, esa frase de La manda es manda se d ice mucho en mi familia. Dice mi padre que él la aprendió del cura Miguelito que contaba la historia de un joven del Real de Minas de Santa Fe, que sin fe santa, ni agradecimiento, fue obligado por sus tías a peregrinar hasta San Juan de los Lagos.
- ¿Y qué le pasó' --elijo el gordo como si posara en escena de película.
-No, pues resulta que iba muy rajado el jovenazo -prosiguió Jorge Nicolás, con ganas de alargar la anécdota y librarse de aterrizar e l avión-o Resulta que llegando a Silao ya se quería instalar en un hotel y hacer la mueca ---con espera de diez días- que había ido y vuelto, para consuelo de sus tías. Pero ande usted, que lo venían observando unos amigos de la familia y, de plano espiado, empezó por repetir lo de La manda es manda. Dicen que caminaba a trechos muy rápido y que luego desaceleraba, pero siempre repitiendo su letanía La manda es manda. Conforme aumentó la tropa de fieles en la catavana, se le fue creando el chisme de que era ungido, de que iba pa' santo ... iYo qué sé'
"El caso es que antes de llegar a A1dama , en donde ahora está la Villa del Camino, antes sólo había una rala ranchería y allí acampó la peregrinación. A la luz de la fogata , mientras el jovenazo seguía con su cantaleta de mandaesmanda, se le acercó una viejita y le imploró que siendo usté tan santito, ayúdeme mañana con mi maleta . Si viera que creo no llegar y la manda es manda .
"A la mañana siguiente, ya puesto a andar, el jovenazo vio a la viejita y sin más palabras que su ya contagiada letanía, le tomó la maleta que dicen era más bien baúl de lo pesado, Para no perder su ritmo, el jovenazo se adelantó a la caravana y caminó cuatro días al frente del pelotón , sin preocuparse por la viejita, porque -para esto-- ya la fama de santo no le permitía pasearse entre la tropa sin que lo tocaran, jalonearan y le cantaran La manda es manda, como coro del pl!rgatorio.
"Dos noches buscó a la viejita entre otras foga-
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Manuel Morin, Avión libé/ufo, 1994
tas , que habían prendido los fieles que le quedaban más atrás de su paso. No halló a la vie jita, pero pensó cumplirle e l fa vor y hasta llegar a San Juan devolverle su maleta.
- ¿Y luego'- interrumpió e l panzón Greenstreet, aunque también ya se notaba e l interés de l capitán Donato.
-Pues luego, es que ll egaron ante la Virgen --es decir, luego de otros tres días de carga con La manda es manda- y que el jovenazo no e ncontraba a la viejita ... y volteaba pa' todos lados .. y nada ... y que la marabunta lo empuja hasta el b arandal del altar mayor. . y allí que se le cae la maleta ... y un reguero de huesos.. y un cráneo blanquísimo como de marfil , que se sa le rodando de la maleta ... y que empiezan los gri tos ..
Desorbitados lo ojos, don Neto se limpiaba e l sudor con un inmenso pañuelo (digno de la tropical Casablanca), al tiempo que el cap itá n Donato amarraba el manubrio del Piper Monomotor dándole, de plano, la ca ra a Jorge Nicolás.
-Pero ahí no acaba e l cuento. Dicen que cuando llego el párroco a donde estaba e l tiradero de huesos, ya varios feligreses se habían arrodillado en torno al jovenazo, pues en la maleta venía la foto , de esas grandotas y con retoque, de la mismísima viejita que le había pedido el favor. . La manda es manda -te rminó Jorge Nicolás,
consciente de que se había adueñado del ton ita de l miedo. como si sólo le faltara el " io lonche lo de las pelícu las .
-¡Vaya histo ri a ' -elijo el go rdo . y a ñadió-: Así es la manda , y hénos aquí ..
-i.Aquí dónde' -elijo Donato-. Por andar en e l chisme creo que nos perd imos.
-Nada de eso, mi capi- tranquili zó Jorge Nicolás-. Si veníamos derec hi to.. Ái al fondo se ven ya las cúpulas de San Juan.. Pero les confieso dos cosas: que en mi vida me había subido a un av ió n y que en ese pue bl o no bay ca mpo aéreo.
La since ridad de la doble confesió n, qu izá porque se escuchó aún con la I'OZ del miedo. provocó que DonalO d ier-d un golpe de timón al manubrio, provocando un desliz de quién sabe cuántos pies de altura y el consecuente aleteo para nivelar al Piper. No sin coraje (¡¿,Qué hubiera pasado si me duermo?.' y ¡,¿,Si el patról1 110 hubiera querido oír tus historietas.'I), y más bien molesto (¡Por tu culpa no se hubiera cumplido la manda/), Donato concluyó con el obligado ¿Ahora qué hacemos.'
Ya se había se re nado (¿resignado') e l gordo don Neto, cuando Jorge Nicolás sugirió:
-Dale tres vue ltas al pueblo, bajito. Yo le hago la señal a algún coche pa' que nos siga a la ca rretera. El coche detiene el tráfico --que veo que es
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Manuel Marín, Giravión, 1994
poco-- y enfilas a atf' rri za rnos sobre la carretera .. ¡y listo'
-H az lo qu e di ce , Don ato . La manda es manda ---elijo el panzón peliculero, y así fue. Un samaritano entendió las señales de Jorge Nicolás , sa lió de l pueblo en su coche, detuvo con pañuelo a dos camiones de ida y una camio neta que venía e n el o tro sentido , con lo que ate rri zó la Piper sobre la carretera y, además, los llevó al santuario a , 'er a la Virgen.
Luego de los intensos rezos de don Neto, las agradecidas plegarias del capitán Do nato y el presumido arrodillamiento de Jorge Nicolás para lucir su uniforme de pi loto , sa lie ron del templo y Donato lanzó la flamígera sentencia:
- A ver cómo te regresas, ranchero disfrazado --en timbre de voz ya más bien espeluznante.
De nuevo, sin tiempo ni para tartamudear, don Neto tomó de l hombro a Jorge Nicolás y no sólo le garantizó el regreso, sino que además le dio dinero para que comprara reliquias de tierra blanca para su familia:
- No sé s i sepas , muchacho - a ñadió don
Neto-, pero diles a tus padres que si llegan a tener un empacho de coraje , preocupación digpa de desvelo o pena grande ... Estas figurillas son de cal-yeso y son milagrosas .. Se comen y se olvida cualquier penuria.
El a livio agradecido hizo que Jorge Nicolás convirtiera su gratitud en confianza. Llegó incluso a señalarle a don Neto su parecido con el actor de Casablanca y, le jos de provocarle un enojo, hizo que e l gordo confesara su ferviente amor por lisa Lund o Ingrid Bergman, como quiera llamarla. Mi admiración por Paul Heinreid, el heroico Víctor Lazlo, y ese envidiable talante de Humphrey Bogart, el gran Rick.
Cuando el Samaritano de San Juan los regresó al avión, a Donato se le había pasado el coraje, incluso le dio por llamar a Jorge Nicolás camarada, copilo to , pareja y compañero. Luego de que el panzón pagara una suculenta propina al samaritano, garantizando el cese de tránsito para el despegue , Donato no sólo encendió e l motor, si no que inició lo que podría considerarse el mejor y más rápido curso de aviación: le fue ex-
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plicando a Jorge Nicolás cada vuelta de tacómetro , cada raya de altímetro, la o ri entación de l compás y hasta el equilibrio de los pedales.
El gordo don Neto Greenstreet, dormido en su sudor cinematográfico, no reparó en el hecho de qu e al sobrevola r Aldama , de vuelta de una manda inesperada, Jorge Nicolás tomó el manubrio y dirigió el Pi per Monomotor en perfecta fila hac ia el te rraplén de Tá lamo Romo y, de no haber sido por la confiada ayuda del capitán Donato , podría decirse que él solo aterrizó esa nave.
Extrañamente, el campo aéreo de A1dama estaba desierto. Ni Tálamo Romo ni un solo bombero salieron a recibir al Piper Peregrino. En el hangar solamente se veía la figu ra dormida , desmayada por el alcohol, de Enedino Torres. Mientras e l p ropio capitán Donato hacía la faena de reabastecer de combustible al mono motor, el gordo don Neto se despedía de Jorge Nicolás, quitándose lagañas:
-Que llegues a ser piloto o por lo menos que viajes mucho en avión -le decía don Neto , con acento que sería inglés si no fu e ra po rque lo decía en español-. Guarda tu figura de tierra blanca, nunca sabes qué se te pueda empachar por ahí. Acéptame este dinerito, para que sigas viendo mucho cine. Te daría mi diamante , pues noté que te gustó, pero lo dejé como ofrenda de mi manda en el altar de la Virgen.. Es como si dejara uno de mis huesos - añadió el panzón, recuperando el sonsonete de miedo en su voz cinematográfica.
Donato ya se había reinstalado en la cabina y arrancado el motor, por lo que su despedida fue el enigmático thumbs-up de los mmes de combate y bombardeos. Le parecía a Jorge Nicolás que había convivido con dos prófugos de manicomio , millonarios excéntricos que lo tomaron de diversión, ¡pero que lo recompensaban con monedas en oro contante y sonante! Con todo, sentía realizados sus sueños aeronáuticos yeso ya era bastante para presumirle al maistro Tálamo, familiares y amigos. Parado e n posición de ¡firmes l ,
como auténtico piloto de combate, Jorge Nicolás sintió la necesidad de cuadrarse y sostuvo rígida la mano derecha sobre el arillo dorado de sus lentes de gota, cuando alcanzó a ver la cara sonriente de don Neto en la ventanilla del Piper que se perdía entre las nubes-neblina-polvareda del terraplén.
Uegó al rancho eufórico y hubiera iniciado, de inmediato, el relato fantástico de su aventura , si no fuera porque doña Carmen desenvainó primero:
- ¿Y ora, tú? ¿Dónde andabas? Tuve que mandar a Amador por rus hermanos ... Tu tía Juanita ya me dijo que te vieron rumbo donde Tálamo .. Ojalá y tengas buena excusa ...
Ante el foro de he rmanos, al pie de la larga mesa del rancho, Jorge Nicolás fue desgranando cada detalle de su peregrinación aeronáutica. Los más chicos parecían más que divertidos, azorados y admirados con la confirmación del heroísmo de su hermano el piloto; los grandes sólo reían ante las ocurrencia y los detalles que platicaba de tacó-
metros, brújulas y altímetros; pero doña Carmen no dejó que terminara su historia. Con "ehemencia, volvió a desenvainar y le lanzó la implacable cortapisa:
- ¡Ni doneto ni donato , ya no sabes ni qué inventar l Anduvistes de morboso. viendo las revistas de l mugroso Tálamo y ahora sa les con que peregrinación, avión, doneto , donato ..
- Pero, madre , si aquí traigo figuras de tierra blanca , de la mera Basíl ica de San Juan de los Lagos ... - intentó justificar Jorge Nicolás, pero fu e nuevamente interrumpido.
-De dónde saca rías eso, no sé.. Pero hasta parece pecado que andes inventándote excusas con la Iglesia , para justificar desmanes ..
-Dé ja lo que inve n te , gorda - co rt ó don Pedro, en esa sosegada voz que sólo da la sabiduría de la sencillez- o Deja sus inventos en paz .. Ya te he dicho que un día nos trae un tractor con turbina ... O ya escribirá sus historias en algún periódico.
La nana Ché estaba en el umbral de la cocina, desde donde miraba a Jorge Nicolás con ojos de escucha lo que diga tu padre, no explotes, Coquito, que tu padre te saca también de ésta ..
Pero don Pedro, lejos de sacarlo , lo hundía más en la burla de sus hermanos y en los regaños de doña Carmen. Según prosiguió don Pedro:
-Esas figuras las manda traer el padre Miguelito de San Juan de los Lagos y las venden afuera de Catedral, aquí mismo en A1dama, para todos los que no puedan hacer manda de viajar a ver a la Virgen. Además, Gorda, ¿con qué dinero iba a viajar a San Juan' ¿Y cómo le haría pa' regresar a comer, si ni en avión se va y viene tan rápido' .. Deja que el muchacho tenga sus ilusiones ... Sus castillos en e l a ire o su cabeza en las nubes , como dices tú .
Entre las risotadas de sus hermanos, Jorge Nicolás se retiró derrotado , sin poder presumir hazañas de vuelo ni repartir figurillas de cal-yeso. La nana Ché lo alcanzó en el granero y, con un timbre en la voz que nunca se le había escuchado, dijo en voz baja:
--Coquito.. Lo que dices viviste, no se puede andar contando así nomás por nomás. Yo sí te creo, Coquito , pero esas cosas son cosas que sólo pasan en el cielo ... ¿Me entiendes?. A lo mejor fueron ángeles y no debes andar mentando lo que vistes ... Además, mi niño, estas cosas dan retortijones de barriga muy fu ertes y tú ya sabes cómo quitarte eso.
Lo dejó temblando, no sabía si por coraje o por la vocecita que le erizó los brazos. Se sentó en el granero hasta bien entrada la noche, comiendo figuras de cal-yeso, recordando la cara sonriente de don Neto en la ventanilla, el saludo pulgar del capitán Donato , el tono del miedo. Al amanecer enterró las monedas de oro, contante y sonante , en un rincón del granero, y juró jamás volver a usar el overol de piloto .
Pasaron varios meses antes de que Jorge Nicolás se animara a ver a Tálamo y los mecánicos para reclamarles su desaparición, pedirles su in-
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lc:rCl"',(>n (l. po r lo meno~ . narra rl es su a\·entura. El día e n que por fin se a nimó a acerarse al c:a mpo aéreo de Aldama , parecería que Tálamo lo e"a ha espe rando Sin de jarlo siquiera hablar, el IIlCIislru Tálamo se lo lIe\'ó ca minando sobre el terraplén de aterriza je y le lanzó la larga explicación de su aventura :
-lI li ra . Jorge Nicolás , ya me imaginaba que te hahía ~ mosqueado con lo del Piper ... Por eso les pedí a los muchachos que no te busca ran.. Ya sahía que \·endrías. Mira, antes de que reclames te digo unas cosas: en el mo mento en que quisiste aba lanzarte en plática con el tal capitán Donato, a los muchachos y a mí sólo nos quedó guardar silencio. Antes de que aterrizara el dichoso avionci-10, nos apresuramos al fina l de la pista con la esperanza de que llegara hasta allá, allí lo reabastece ríamos y te librábamos de esa conocencia ... Pero quiso Dios que te los toparas.
"Por eso, en cuanto despegaron para San Juan de los Lagos, me llevé a los muchachos a la capillita de Villa del Camino, para por lo menos pedir que no te metieran a su manda .. Que regresaras con vida, por lo menos.
"Tampoco te me asustes, verás: a esos dos ya los conocemos de tiempo atrás. Llegan, aterrizan siempre misteriosamente - ¿qué no te llamó la ate nció n que sólo me di cuenta que llegaba el Piper hasta que ya estaba casi en el terraplén'-, siempre llegan así , sin ruido y sin alharaca. Una vez el gordote se presentó como médico, y hace tres anos el piloto decía que venía de combate ... Tú eras muy nino, pero estos ya andaban dando vu elos por Aldama desden antes que yo me hiciera mecánico.
"Lo que pasa es que no todo mundo puede ver.. Ni todo mundo podrá entender esa magia. Lo que viste fue cosa de las nubes y tiene que ver con el tiempo.. No sé ni cómo explicártelo, pero todo lo que puedas platicarme de tu avenrura .. Tardarías buen rato en contarlo.. A la contraria , sólo te digo que entre que fuimos a la capilla, rezamos y volvimos para esperarte ... No pasaron ni qu ince minutos y ya se veía que habían regresado, por las huellas del terraplén.. y porque Enedino, aunque ya andaba muy mareado, nos dijo que te habían pasado a dejar. .. Gracias a Dios ..
Jorge Nicolás se quedó al filo del terraplén, mirando el largo trecho de los aterrizajes, consciente de que su vuelo quedaría por siempre en secreto.
i ganas ruvo de contarle su avenrura a Tálamo. De hecho, a partir de entonces dejó de frecuentarlo y se distanció tanto que ni sorpresa sintió cuando los chismes de Aldama rezumbaron la desa parición del maistro Tálamo Romo: que si se montó en un avión y huyó con Carolina DelgadilIo, que si robó joyas en La Esmeralda y huyó en una avioneta de mariguanas ..
Anos después, el padre Miguelito narraba -no sin envidia- que en su más reciente visita a la Virgen de San Juan de los Lagos le habían mostrado, en el tesoro de la Sacristía, una donación que hizo un "santo peregrino" -un diamante inmenso con e l solo recado "Para ti , Madre , caído del
cielo" Ésas sí son devociones ---decía el padre Miguelito--. No que en Aldama sólo me dan pecados en confesionario, de vez en cuando fruta pa 'l dispensario y flores marchitas pa ' mis altares.
Pero Coquito ya no mentaba nunca su encuentro con el sanlo peregrino, la ayuda del samaritano de San Juan , ni cualquier otro detalle de su único vuelo en avión. La manda es manda, se repetía ca llado ante las noticias milagrosas de cualquier peregrinación, como si se hubiera jurado silencio o como si se hubiera guardado para él solo su avenrura en las nubes.
Incluso no dijo palabra cuando en ocasión de una visita de un querido tío, además médico homeópata, sa lió en la tertulia de la larga sobremesa una conversació n sobre pases. Parecería que el tío-doctor les iba a hablar, una vez más, de toros , muletazos y que hasta ensayaría de saló n algún pase natural, pase de pecho, pase de la firma ... Pero no, el doctor homeópata hablaba de complicadas series de movimientos - según Kent- que se hacen con las manos por las cuales se provocan apariciones y desapariciones.
Tanto tiempo había pasado ya desde su vuelo de manda que ninguno de sus hermanos, ni doña Carme n , ni don Pedro , mostraron e l mínimo guiño para que relatara su avenrura, pero no tanto tiempo pasó para que Jorge Nicolás se encontrase en un libro con la cita del Kent, mencionado por el tío-homeópata, y en donde se dijera que esa serie de complicados movimientos no necesariamente se hacían con las manos, podrían hacerse con otros objetos; por ejemplo, con aviones. Entonces sí ruvo ganas de escribirle al autor, contarle su vuelo, regalarle su narración para alguna de sus historias ... Pero, ¿para qué resucitar el pasado, revivir el coraje.. si , como dijo Tálamo, muy pocos lo podrían ver, ni todo mundo podrá entender esa magia?
Casi olvidada su aventura, lustros después de aquella peregrinación aeronáutica , don Pedro entró en graves problemas con el rancho: una siembra se pudrió, cosechas que no rindieron lo esperado, lluvias que nunca llegaron y que, cuando llegaron, inundaron hasta el corral, deudas exorbitantes y ni una sola autoridad que ayudara al campo.. Las aflicciones llegaron a tal grado, que doña Carmen mandó a Jorge Nicolás - acompañado de los hermanos ya crecidos en adultosa que traje ran figuras de cal-yeso de San Juan para tragar el coraje y enfrentar las desgracias.
Sólo la anciana nana Ché se dio cuenta del Aparecido que se encontró Coquito, cerca del encharcado y verusto granero. Sólo ella pudo haber visto, sin asustarse, esa figura como de neblina: el Aparecido que le recordaba a Coquito la fortuna que allí había enterrado. Sólo ella pudo acercarse a Jorge Nicolás cuando ya venía con el oro, contante y sonante, y solamente a ella podía confiarle Coquito que desenterró su tesoro por intercesión no de un aparecido, sino de otro desaparecido como Venrura Mendoza o Chon Harta o don Neto o Donato, fantasmas que salen en las películas o que viven en las nubes.
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IEDI LÓPEZ MILLS
LOS PAS(~" 1
Cada árbol, cada pájaro, cada pez, cada liana o lirio en la este la de l barco. cada insecto alumbrado po r el sol de la piedra, cada nu be que transigía con un cielo distinto. cada lu z pasaje ra en e l prisma de las horas , o el clima de llegada o de ida, la fractura de humedad en la vereda an tes de tocar e l agua y decir que era la misma siempre aunque era otra la mano po rque e l tiempo fue un rasgo de la piel y no la esfe ra donde ocurrió e l paisaje: una parodia de la creación en la naturaleza de los nombres o a distancia un génesis iró nico: yo lo hice pero no miré más allá de mi estrofa en la ca lzada del barrio, no vi el lugar del suceso; vi la utopía de una fo rma y e l arte de fijarl a donde no había nada.
Pero tu vo otro comienzo la franja de tie rra entre mar y laguna. Arcadia se hizo historia , esa cronología de la mente bajo el techo de palmas reflejado en los ojos del testigo que iba podando el mar en aras del futuro a una o rilla de la lancha concreta, po rque hubo otra camino al pueblo , la barca primigenia en los surcos de otro siglo , e l viaje premeditado a la altura de l mito, paganos en cada esquina del mapamundi y un dios aquí , engarrotado, po rque la escena , el rapto de la ola , se repetía sin que é l dispusie ra del orden de sus actos. Fue mejor no creerlo, no tuvo divinidad ese lodo que llegó a los to billos
como la mate ria irrea l de ot ra co~(a y azotó con un lengüetazo pardo la toa lla hlanca qu e consumía e l resplandor en la sombra de sus pliegues mientras a lo lejos, en un promontorio. tres garzas cast igaba n e l s ilencio con los picos abiertos como pinzas salidas de l plumaje revue lto. Lo dijo e l pescador: aquí vienen a comer. lo denüs es mentira. Arcadia se hizo hambre en la boca del testigo, luego teología: e l haI1azgo volcado hacia el espíritu que buscaba un refugio y lo habitó sin dejar hue lla de su entrada. Hubo casas con umbrales más densos tie rra adentro que en e l lito ral de la playa donde la pi la de estacas fue perdiendo su figura a cambio de rozar la intemperie. El día y la noche en esos muros desca ra pelados por la sa l de l a ire que hendía huecos, e l cangrejo roto bajo la pata de la silla o la cucaracha cavando una gruta para despojarse de la armadura de arena , depredaron la encarnación de otra vida que quiso transcurrir sin los detalles que la gastaban . y la mano en el sitio de l agua todavía era una Arcadia del tacto, la leyenda de los dedos al filo de la tarde que hice yo cuando tenía sentido resucitar a un costado del signo muerto para que hubie ra desenlace y no sólo esta señal de l mundo que convive con su retrato porque hubo un testigo del lugar a la vista y su voz aún narra.
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Felices errore SlI i . Lucan. 1, 454
Dichosos en Sil envr. Lucano, 1, 454
Los ind ios noneamericanos creen q ue todas las cria tu ras de la creación tienen alma, no sólo los hombres y las mujeres, s ino también los ani ma les , los vegeta les y los se res ina nimados , in clu idos tro ncos y piedras. Profesan la misma creencia acerca de las obras de arte . así como de los cuch illos. las ba rcas y
los espe jos: y como toda s estas cosas aca ba n po r perecer, s us almas van al otro mundo. hab itado por los fantasmas de hombres y de muje res. Es por esta creencia q ue depos itan s iempre a rco y fl echas sobre e l cadáver de un amigo querid o , d e mod o qu e e l m ue rt o pueda va lerse en e l otro mundo de las a lmas de s us armas co n la misma destreza q ue so lía hace rl o e n esta vida' . Por más absurdas que estas cenezas pud iera n pa recernos. nuestros filósofos europeos ha n sos tenido c ierta s noc iones igualmente inverosími les. Al hablar de l mundo de las ideas, algu nos d iscípulos de Platón, sobre todo , nos distraen con conjeturas sobre seres y esencias no menos extravagantes y quiméricos. Muchos aristotélicos hab lan de mo do igua lmente incomprensible de sus for-
1. Cuenu Borges que el primer poela norIeameric:mo de renombre, Philip Frenea u 0752 -1832) , obsef\'3 en ~ The lndian Burying Ground - (w EI cementerio i n dio~) que concebimos instintivamente a la muerte como un sueño porque enterramos aCOSLados a nuestros muertos, mientras que para los incJ.jos es una continuación de la vida . ya que los enlierr.ln sentados y prm'islOs de arcos )' flechas, para que prosigan en el OtrO mundo el ejercjcio de la caza. (ImroduccíótJ a la ItleralUra nortea mericana, 1967: 12). (las notas son del traducror. Ibis Iranslalio'J l< dedicated lO Eva).
111:1 .... e~en c i : ll e~" .\l c- ncio naré COIT10
e jemplo la diserución de Alej:l ndro .\bgno sobre la piedra im'tn: al ob.... en·:lr que el fuego pri\ 'a a es ta piedra de sus propieebdes magnéti cas. nos cuenta que una de las piez:ls qu e ard ía ent re las b rasas del carbón empezó a desped ir una
sue rte de va por az ul. por lo q ue cre ía que podía trata rse de la forma esencial, es dec ir, en el idioma de los indios elel Oeste . e l a lma ele la p iedra imán 2
Hay ent re los indios noneame ricanos una tradición q ue dice que uno de sus ancestros descendió dura nte una visión al gran repositorio de las a lm as o , co mo dirí a mos nosotros, al otro mundo; y que a su vue lta ofreció a sus amigos un rec ue n lO prec iso d e lOdo lo qu e p udo ve r en las regiones de los muenos. Un amigo mío, a quien he me ncio nado antes, conve nció a uno de los inté rpretes de los reyes
2. Quizá Alejandro Magno erró en la conjetur:::J , pero no veía visiones: una pieza de hierro magnético ca lenl:1da en la frdgua despide en estado de incandescencia una luz, aunque a los ojos de Maria Moliner suele ser más bien ro ja. o bla nca. O/l o li ne r , 11 , 198U 06).
El jefe cheyene Porcupine
BiblÚJIl!Ca de México 28
ind ios de que intentara a\·e riguar. si e ra pos ible. cuá les e ran sus tr:ld iciones en esta mate ri a; adenüs de todo de lo que pudo enter'drse por las muchas preguntas q ue les hi zo. me co ntó , e n s us ta nc ia. lo qu e sigue.
Desp ués de v ia ja r durant e un largo espac io de tiempo por las cavern as inte ri o res de una m o ntañ a
hu eca, e l vis io nario, de no mbre Ma rraton. ll egó a l fin y al cabo a los co n fin es d e l mund o d e los espíritus; pero no logró pe ne trar debido a la espesura de l bosque. poblado de arbustos. za rzas y puntiagudos espinos , tan apretadamente plantados y entretejidos entre sí q ue e ra imposible e ncontrar un paso para internarse. Mientras busca ba ves ti g ios de hue llas o una senda que cru za ra en algún lugar e l bosque, vio de pronto a un león corpulento echado sobre su costado , los o jos fe linos clavados en é l y apos tado como a l acec ho de su presa. El ind io retrocedió inmediata mente , pero e l león se irguió ele un sa lto y se lanzó tras é l a grandes trancos. Desprovisto de armas de cualquie r tipo, e l indio se agachó enseguida para recoger una enorme pied ra, pe ro para su infinita sorpresa no logró pescarla con la mano, y descubrió que la supuesta pied ra e ra sólo la vi sión de una pied ra. Sintió p o r una parte desa lie nt o , pero po r otro lado a livio al comprobar que e l león, que ya le había apresado con sus ga rras el hombro izquie rdo , e ra incapaz de hace rl e daño po rque e ra sólo e l fantasma de esa fi e ra voraz que parecía ser. Tan pronto como se quitó de encima a su impo te nte e ne migo. el indio se echó a anda r cuesta arriba po r los linderos de l bosque, y después de reconocer durante a lgún ti e mpo los a lre de do res tra tó de ad e n trarse p o r un luga r me nos denso que e l resto de la fl o resta; otra vez, para su enorme sorpresa , descubrió que los arbustos no le o ponían ninguna resistenc ia , s ino que adelantaba a través de brezos y
zarzales con la misma facilidad que s i caminara al aire libre; y descu brió , en suma, que el bosque en su conjunto no e ra otra cosa que un bosque de sombras. De golpe sacó en claro que esta inconmensurable espesura de espinos y zarza les se fraguó como una especie de cerca o de valla de setos vivos para salvaguardar a los fantasmas alojados en e l bosque, que por ser de naturaleza de licada se podrían acaso rasgar con lo agudo de las púas y de las espinas , demas iado e ndebles sin
Colonos ingleses desemborcando en V¡rg¡nio, 1607
e mbargo como para a travesa r la piel o hacer sangre. Abismado en estos pensamientos, el indio decidió internarse en este enrevesado bosque ; poco a poco e mpezó a percibir una btisa de olores agradables que perfumaban el ambiente, más penetrantes y deliciosos mien[ras más ava nzaba. No había ido demasiado lejos cuando notó que terminaban de pronto los espinos y los brezos, y que en su lugar se levantaban mil hennosos árboles verdes, rebosantes de capullos de los más de licados aromas y colo res, que formaban una especie de mar de agradables fragancias, un refugio lejos del rumor pedregoso de los caminos oscuros que hicieron su paso difícil y penoso. Cuando el
indio se alejaba de este paraje delicioso rumbo a las llanuras surcadas por el bosque vio en las cercanías a va tios jinetes que corrían a galope tend ido, y oyó momentos después los ladridos de una jauría. No había pasado mucho tiempo desde que se d e tu vo para me jo r esc uc ha r cuando se le aparec ió un corcel blanco como la leche, con un joven montado sobre su lomo, galopando a largos [rancos [ras las a lmas de alrededor de un centenar de pequeños sabuesos que tenían acorralado a l fa ntas ma de una li e bre, que logró sin embargo escabullirse en sus propias natices con indescriptible ligereza. Mientras e l hombre que montaba el corcel blanco como la leche se acercaba, el indio lo ob-
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servó con detenimiento y reconoció en el jinete al joven príncipe de Nicharagua, mueno alrededor de seis meses antes, un soberano tan lleno de viItUdes que fue muy llorado en la hora de su muene en todos los territo rios del Oeste americano.
El indio no había ni acabado de salir del bosque cuando se extravió en la contemplación de la inmensa llanura: prados cubienos de follaje, fluir de corrientes, colinas bañadas por el sol, valles sombreados, un paisa je de tal modo fl o rido que no acenaba a describirlo con sus propias palabras ni , como dijo él, con los conceptos de otros. Esta alegre región estaba poblada de incontables enjambres de espítitus dedicados a los ejercicios y diversiones
Un ¡efe apache
que les dictaban al azar su, incl inacio nes. Algunos arrojaban la figura de un téjO: otros lanzaba n e l espectro de una barra; : otros más domaban e l fantasma de un caballo ; y multitudes se ocupaba n de e jecutar inge niosas anesanías con las almas de utensilios difuntos, pues utensilios e ra e l nombre que daban los indios en su idion13 a sus herramientas estropeadas O rotas. Mientras cont inuaba su "iaje a tra"és de este paraje encantador. MarT'dton se sentía de vez en cuando tentado a corta r algunas de las nores que crecían a su alrededor por todas panes. en tal abunda ncia y de tan distintas va riedades que descubrió muchas especies que jamás había "isto en su propio país. pero comprendió muy ponto que aunque podía deleitarse en su serena contemplación, esos jardines eran embelecos vedados a su tacto. Llegó por fm a las márgenes de un gran río, y siendo como era un bue n
3. El personaje de Addison describe iuegos de nmos }' lances atléticos: ~ tossing me figure of a quoi'· : al'TOiaT un tejo de un com· panimentO JI otro· jugar al avión o 3 la ra· yuda. Y enseguida, -pilcr ing Ihe shadow of a ~: lanzar una barra --pieza de madera generalmente laJ¡¡;¡ y delgada- para probar b fuena <Id brazo: en es<e caso. una ¡abaJina imaginaria..
pescador, se quedó ror algún tiemro de pie sobre la ribera , fija la atención en un hombre que con su caña había atrapado una gran va riedad de espectros de peces. que forcejeaban de arriba a abajo echados por tierra a su alrededor.
Debí habe rl e contado a mi lector que e l indio estuvo alguna vez casado con una de las más prodigiosas bellezas de su país , de quie n tuvo va rios hijos. El amor y la fidelidad de esta pareja adquirió tanta fama . que para demost ra rl e a un hombre recién casado su regocijo por tomar esposa los indios le desean , hasta el día de hoy, que oja lá vivan juntos como Marraton y Yaratilda. Marraton no había pasad o mucho tiempo con el pescado r cuando vislumbró de pro nto la sombra de su bienamada Ya ratilda , que tenía los ojos intensamente fijos en él mucho antes de que Marraton sintiera su mirada. Ella a lzó los brazos tendidos hacia él en e l aire; un torrente de lágrimas rodaba por sus ojos; con la mirada , con las manos, con la voz lo llamaba; y, al mismo tiempo, con los ojos parecía decirle que él no podría cruzar el río . ¿Quién sería capaz de describir esa pasión hecha a la vez de ale-gría, dolor, amor, deseo, asombro, que le creció al indio en e l
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pecho :tI , 'ér a su qUérilb Yar;lli lda' 1:] no supo l.' :'\rn.:·~ ~lrse , l1lien(r.I~ la contemplaba , d ..... ningún ot ro mouo
Ill ~b que co n :-.u:' Ugrima:-- . que corria n río aha jo [J0r :-- lI :-:. m('jilla~ ,
No :-:.e quedó inmó\'jI Illucho lielllpo antes de J\'enturarse en l:l co¡Ticnte quc ~e deslizaha a ~u~ riL's: al de~cuhrir que no era mjs que la ilu ~ i ú n de un rí o camin ó ai ro:-.:tmente sobre el lecho y suhió al llegar a la ot fa orilla , Al :lcercar~e. ella corrió a sus hra zos, y Marr~tton sinti c') deseos ele librarse de ese cuerpo qU é le impedía a Yaratilda reci hir sus abrazos. Después de estrech"rse colmándose de pregunu, . )' l lc: prodigarse infin ilas ca rici as. Ya rali l
da lo gu ió hasta una caballa que e ll a en persona había adornado con lodos los o rnamentos que se puede n encontrar en estas fl o rec ie ntes regio nes , Ell a había conve nido e,,' morada campestre en un lugar m{l-..
alegre de lo que es dable imaginar. y día tras día le añadía deta lles nuevos. Como Marrato n no sa lía de "1 asombro ante la be lleza indescripti b le de sus hab itacio nes , y aturdido aún po r los aromas que aspiraba de todos sus rincones, Yara tilda le dijo que había di spuesto esta morada para rec ib irlo mejor, porque sabía muy bien que el fervor que profesaba hac ia su Dios y su fide lidad en e l trato con los hombres habrían el" traerlo a esta mansió n de los bienave nturados, cuando quiera que fuere que llegara e l momento en e l que su vida debie ra tocar a su fin. Yaratilda trajo luego a su presencia a dos de sus hijos, muenos algunos años antes, y que aho ra compartían con ella esa encantado ra casa de campo; e lla le aconsejó cria r a los otros niños q ue estaban con él todavía , ele modo tal que en e l fu turo pudieran reunirse todos juntos en este dichoso lugar.
Esta tradició n nos cue nta , además de todo esto , que Marraton pudo asomarse e n una vis ión a las lúgubres habitaciones que de pa ra e l destino a los hombres mabanos después de su muene; y alude también a varios mares derretidos de o ro , en los que fue ron arrojadas las almas de esos europeos bárbaros que pasaron a cuchillo a miles de desdichados indios por la codicia del precioso meta l; pero no ofreceré ningú n otro deta lle porque he tratado ya brevemente los principales po rmenores de esta tradición, y po rque he excedido las dimensiones de este ensayo.
Traducción y no/as de
Anuro Acuña Borbolla
RICARDO Y ÁÑEZ
'" Transmutación de las 1111agenes
a partir de H A. Murena
Acosado no más que por sí mismo, se siente una distancia que desde el corazón le surge, deformación audaz , sombra de un hombre ya con fe , sin ella cual de pronto , misterio. secreto que ni se oye ni se ve, pasado sin camisa que carente de Reino habla, no obstante habla, de lo que somos. Iluminación tal vez se llama esto, y en su fundamento parece que apareciera la distancia. Desatención, pero digamos una desatención de amor, que te aproxima al centro de la presencia metafórica cual una posesión muy lentamente y, desde dentro, iluminada. El enemigo llega al palacio, cae como un rayo, somos una ausencia que no p uede ser sustituida por nada, y sólo un diálogo de Dios con Dios a través del hombre puede volver al Rey y al enemigo por un momento traslúcidos, por una eternidad inexistentes. Pero el arte persiste , el arte de saberse desgraciado, amén del paraíso
que en todo está manando, insiste en persistir aunque todo es recuerdo del Reino, nostalgia de metáfora. En cada cual su cada cual le busca, le conviene a retazos: "el ser no es existir", se entreoye que dice en un a la vez fuerte y tan débil relámpago de atención y así mueve el amor, recupera las cosas creadas. Somos, así, ausencia de una Ausencia, esas audaces deformaciones que hacen a Adán hablar en verso, cuerpo que ahora es polvo de oro en cenizas, de palabras en donde, sin habiéndola, hay esperanza. Hay el ser de la música, su brillo desusado nos llama y el paraíso punza (¿se trata sólo de un fulgor, de una ilusión, de una distancia muerta?), que cada cosa viviente, al comprender que no es lo que creía, puede ser más, amar, de modo diferente, o mejor dicho único , a lo diferente de lo único, restaura la distancia gracias a su excelsitud. Se siente, sin embargo, acorralado, pero frutos da el tiempo.
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Cuando Qvidio cuema el mito de Ícaro, en el libro V1I1 de las Metamorfosis, sólo lo menciona de paso , como un simple parémesis vinculado a la historia de Dédalo . Para escapar del laberinto e n el que Minos, rey de Creta , lo había encerrado. Dédalo ideó el primer vuelo humano. Construyó dos pares de alas , para él y para su hijo Ícaro, y se resol vió a alcan zar Sicilia por aire. Antes de despegar, le dio ciertas reglas de vuelo a Ícaro: no volar demasiado bajo, porque el plumaje adquiriría más peso; ni volar demasiado alto, para no ser quemado por los rayos del sol. Pero Ícaro , que no hizo caso de los consejos de su padre, voló demasiado alto, tan alto que el sol fundió la cera que adhería las plumas de sus alas . Cayó como piedra , y se ahogó en el mar que actua lmente ll eva su nombre , mientras que Dédalo logró alcanzar Sicilia.
El sueño de Ícaro es el sueño del hombre pájaro. Yolar con sus propias alas, hacerse pájaro. ¿Por qué vuelan los pájaros? A un profesor griego que un día planteaba esta pregunta, un alumno le respondió: "iYuelan para no caer!". Esta mención de una posible caída me pareció juiciosa.
Yo tenía diez años en el tiempo de las grandes incursiones aéreas de la preguerra. En esa época, los que caían se convertían en noticia principal de los diarios, cual personajes que se hicieran históricos precisameme por haber caído.
Se habla del mito de Ícaro , de quien cayó, y no del mito de Dédalo , de quien inventó el primer vuelo humano. La caída es la piedra angular del vuelo.
Podría pensarse que , emre los griegos antiguos , lo que contaba era el éxito. Pues no. Uno puede ir aun más lejos y preguntarse si no fue para hacer que se desplomara, fmalmente , que se hizo a Ícaro despegar.
Imaginemos que Ícaro debía caer. Su vuelo sólo tenía sentido para que sobreviniera su desplome. Así, el héroe está condenado desde la partida. El vuelo se lleva a efecto para escapar de la trampa del laberinto . Se pasa, entonces, de una trampa subterránea a otra mucho más temible, la del cielo, que obedece a leyes que el hombre de esa época no podía comprender. De ahí la pregunta: ¿de dónde saca Dédalo los consejos de vuelo que da a su hijo, si antes de él nadie había volado? Es imposible no concluir que Dédalo preveía la posible caída
de su hijo. La segunda hipótesis, no necesariamente comradictoria con la ante rior, es que la caída de Ícaro es obra de los dioses. Para los griegos el azar no existe , todo lo maquinan los dioses, de manera sensible o invisible , explícitamente o no. Los griegos saben que los dioses
JACQUES LACARRIERE
Más bella '" sera
la caída
rondan en el espacio. No hay que aventurarse en su dominio . Si se transgrede la frontera invisible, entre el cielo permitido al hombre y el cielo prohibido, sobreviene la caída. Mas ¿cómo reconocer esta frontera , si es invisible'
Para los griegos, el cielo era a la vez próximo e inaccesible. Nadie jamás vio volar a los dioses , pero eso no impedía creer en sus hazañas celestes.
¿Y si los dioses invisibles hubieran "encargado" la caída de Ícaro' Ya habían hecho caer a Edipo , arreglándoselas para que fuera salvado milagrosamente a l nacer, y para que acabara asesinando a su padre y desposando a su madre. Echan a andar, así , como decía Cocteau, "la mecánica más infernal inventada por los dioses para aniquilar a un mortal". En el caso de Ícaro, la mecánica existe en sentido recto: se trata de a las artificiales perfeccionadas por Dédalo y cuyo empleo es más que delicado. Extrañamente, a lo largo de los siglos, mamones de gente se dedicaron a imitar a Ícaro, ya fuera saltando de un minarete o de la torre de Pisa, o más reciememente arrojándose al aire en alas delta ... El héroe aparece paradójicamente como un ejemplo a no seguir, que todo el mundo imita ..
Hay en esta visión de las cosas un sentido trágico del destino, propio sin duda de los griegos. Para ellos, el infortunio y el sufrimiento son formas privilegiadas de la memoria: la felicidad no puede inscríbirse en el tiempo. Por ello, siempre es más fácil representar las desventuras que las alegrías. El infier-
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no se representa admirablemente, mientras que los goces del paraíso son muy difíciles de ilustrar. Qué difíc il es describir un estado de beatitud ; el infierno, en cambio, con sus torturas , sus gritos, sus alaridos y sus cuerpos molidos, es un tema plenamente espectacular. Las circunstancias trágicas suscitan una amplificación de la memoria , y sobre todo intensifican la atención. En ellas el hombre despliega todas sus facultades de observación, de registro y de transmisión. La tragedia, real o teatral, multiplica al hombre , miemras que la felicidad lo unifica y lo hace ser de cierto modo estático.
Puede hallarse ideas muy cercanas a esto en la Biblia, con la caída de Adán. Cuando Adán se da cuenta de que va a tener que trabajar, sudar y morir, es que ha caído. Ahí, la caída aparece también como consustancial a l nacimiento : la caída de Adán fue lo que creó al hombre . Más tarde , uno de los primeros gnósticos , Simón el Mago, quien predicaba en Roma en e l siglo 1, negó la Revelación y produjo milagros tales que ejerció una profunda influencia sobre los primeros cristianos, cosa que lo hizo "rival " directo de san Pedro. Los Actos de los Apóstoles informan que Simón llegó a elevarse por el cielo para probar sus poderes divinos. Un día Pedro lo reta a duelo, en presencia de Nerón, y efectivamente , Simón despega del suelo . Pero Pedro se pone a rezar, pide a los ángeles que sostenían a Simón que lo suelten , y Simón va a dar con sus huesos al suelo. Lo que es sorprendente es que nadie ponga en duda que Simón pudiera elevarse al cielo. Pareciera igualmeiue normal que Pedro lo hubiera derribado con una plegaria. En tanto que lo que ocurre es , pura y simplemente, un homicidio voluntario, fríameme ejecutado.
Esta comparación entre Ícaro y Simón, entre uno que quiso ser pájaro y otro que fue el primero en sublevarse contra la Creación, es algo evidentemente personal. Pero creo que estas caídas son consecuencia de revueltas fundamentales. La revuelta de quienes tratan de averiguar hasta dónde puede irse demasiado lejos.
Palabras recogidas por Marc Weitzmann
Traducción de Jaime Moreno Vil/arreal © l'Autrejoumal
SERGIO GONZÁLEZ RODRiGUEZ
La ubicación del ensayo y el pensa miento recientes en México requiere dos deslindes: el prime ro ubicaría un oficio escritural que busca fugarse de los centros temáticos de nuestra cultu ra y de los procedimientos heredados; e l segundo indicaría una tarea en la que no hay ruptura respecto de lo anterior. sino una ceI1idumbre de ubicuidad u oscilación entre las tradiciones y lo actual. Al término de su célebre libro El label1nlo de la soledad de 1950, Octavio Paz manifestaba un mandato que se ría un anhelo por é l cumplido: "AllOra, por primera vez en la historia , somos contemporáneos de todos los hombres" Con esto , Paz iniciaba un viaje hacia e l centro del espíritu de Occidente , que culminará con su acercamiento al enigma de la modernidad ,
La cultura mexicana debia identificarse bajo la luz de la historia y e ncontrar su rostro ante e l
ne ro~ literari o> y 1,., d i,cip lina', medi;!me el ;!cceso mü lti ple a o tra, cult ura' y :' mbito" Quien "',cribe ensayo:-. ela o rigen a criatu ras i n~ó l i u" , que retan las normas y l o~ órclene ... con\·enc i ona l e~.
Esta peculiaridad remite en un pri mer momento ;1
la creación de mo n' truo" COl1\'iene recorda r lo que significa esta palabra : ", 110 1/511'110, 'ser fahul oso: animal o planta de forme ': lat ín tardío 1I/0IlS-
11'1111111 , del lat ín 117011511'111/} 'monstruo, preoagio de un suceso contrario, mal agüero, presagio ' ( idea implícita: 'los monstruos son adverte ncias de los dioses' ), de mOliere 'adveI1ir, a, 'isar, recordar', del indoeuropeo 1170 11-1'1'0- 'hace r pensar', forma causativa de 111011- (para o tros descendiemes de l causa ti vo indoeu ropeo -e)'~, véanse demo,trar, inocuo, inocente, monume nto, mostrador, nocivo), d e mell- 'pe nsa r' (véase lII el/l !') " (G uido Góme z de Si lva, Breue dicciol1(lIlo elimológico de
Ensayo y pensamiento mundo, El poeta dirigiría este éxodo cultural. Tal inercia entre las imantaciones a Occidente desde el juego de la autoidentificación nacional y la fe en la voz superior del poeta que alcanza a las metrópolis, se convirtió e n el modelo del pensamiento en nuestro país durante la segunda mitad del siglo XX La literatura, pe ro sobre todo los asuntos de la ciudad -la política-, encontraron en esa dualidad su espejo; de ahí irradiaba el relumbre primordial que indicaba una trayectoria en que el ensayo y el pensamiento se obsedieron , Allora , dicha luz aba rca o tras trayectorias,
Si es cierto que a la literatura se le puede asignar la forma de una ciudad, en el caso de la literatura mexicana reciente - su trayectoria temática y formal en los distintos géneros- oscilaría entre los siguiente sitios: la Plaza mayor; las calles; los ;nte riores y los subsuelos, Se trata de una ruta que transcurre de lo civil a lo íntimo , donde el cuerpo que piensa y se piensa alcanza un estatuto privilegiado, En el crepúsculo de las autoidentificaciones nacionales que buscaban acceder a un diálogo en la mesa de Occidente - ahora que la historia ha invertido los términos, porque todos los hombres son contemporáneos nuestros-, ensayar se vuelca hacia diversos puntos de fuga de aquel centro, en que nuestros anhelos modernos se volcaron antaño,
El ensayo refleja un sentido demiúrgico, creador, La aventura actual de la persona frente a un mundo de cariz fragmentario y simultáneo, le permite construir a quien lo intenta mixturas y desbordamientos formales, ¿Cómo? A partir de los gé-
Auguste Rodin, Lo cenfoureso
la lengua espmJ ola) , Los monstruos desafían la imaginación, presagian, recuerdan, advierten, dan qué pensar.
Una cercanía al ensayo y el pensamie nto recientes e n México estaría en la te ratología que
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nos significa. Cada ensayista propone su método para producir una especie de monstruo o ente específico , que obedecerá a sus propios fundamentos intelectuales y estéticos, y se propondrá cumplir alguna fu nción precisa de su especie. En los últimos años, han prosperado en México tres especies de ensayos que obedecen a respectivos temas y preocupaciones: la práctica política , el pensamiento literario, la reflexión cultural.
El ensayo-monstruo que deriva de las obsesiones políticas, adquiere su rostro en los vínculos contradictorios del saber académico y el poder. La mayoría de los productores de este tipo de ensayo-monstruo siguen el esquema canónico de Víctor Frankenstein: usar los adelantos de la razón y la técnica para aplicarlos hacia un cambio de la realidad. El fin consiste en crear un cuerpo de ideas y de prácticas políticas a partir de las renovaciones de lo muerto. Su genealogía conceptual participa del descreimiento de los grandes mitos progresistas, de la caída de la fe revolucionaria, y e lige las alte rnativas del refo rmismo. O bien , adopta los valores democráticos y las virtudes liberales. En cualquier caso, el ensayo-monstruo ha conseguido articular un poderoso enfoque de la historia y e l presente , que lo ha aproximado o distanciado de un diálogo con los administradores del poder público y privado.
La efervescencia participativa de nuevos actores en la sociedad mexicana desde la década anterior, les ha dado a los ensayistas políticos el telón de fondo para el análisis de los contrastes y las expectativas de nuestro tránsito histórico: una economía cerrada que se convierte en una de tipo abierto , un Estado benefactor que deriva en uno de índole medio neoliberal y medio filantrópica (protege por igual a los más desposeídos que a los más adinerados), un autoritarismo en torno del partido oficial que se descompone y da paso a un trato democrático y de confluencia plural de otros partidos, una sociedad tradicionalista y de influjos comunitarios, religiosos, que ve crecer el dominio de una cultura urbana (individualista, desacreditada) como vía de integración al mundo.
En términos de lectura, el ensayo-monstruo de la política concita al mayor público y la celebridad: se encuentra en el eje de los intereses públicos y del"aprecio de las élites intelectuales. Escribir sobre política es hacer política: unos obtienen prebendas, beneficios y asociaciones empresariales desde su cercanía con el poder público o privado; otros ven cimentar su capital moral , que suelen poner a las órdenes de causas oposicionistas, ya sean individuales o partidarias. El mecanismo de tal ensayo-monstruo actúa con tres ritmos: a favor del poder, en torno del poder o contra el poder. La política se justifica en estos tres sentidos. En su matriz cultural el credo ilustrado es esencial , de ahí que también este ensayo-monstruo secrete una pasión critica, cuyo beneficio resulta innegable en términos de eficacia y competitividad política. Estas aportaciones permiten construir puentes continuos con otros ámbitos públicos, mediante una normatividad comparatista y
cercana a la teoría , la academia y el poder internacionales.
El ensayo-monstruo de la política mexicana lo e jemplifican, en el espectro de izquierda al centrismo liberal: Adolfo Gilly (Nuestra caída en la modernidad; La utopía cardenista); Roger Bartra (La jaula de la melancolía); Jorge G. Castañeda (Sorpresas te da la Vida); Lorenzo Meyer (Presidencialismo autoritario); Carlos Monsiváis (Entrada libre); Carlos Fuentes (Nuevo tiempo mexicano); Héctor Aguilar Camín (Después del milagro; Las subversiones silenciosas); Federico Reyes Hero les (Contrahechuras mexicanas y Sondear a México); Enrique Krauze (Textos heréticos y Tiempo contado).
El ensayo-monstruo de la política comparte la desmesura frankensteineana, de temperamento dramatúrgico . Su voz resuena en los fo ros y en las plazas; se atreve a la profecía , a las admoniciones, al espanto y a la condena . Al incurrir en la esperanza, vislumbra el bienestar fu turo y colectivo.
La confianza en el conocimiento y examen de la literatura, le ha dado al ensayo mexicano su linaje superior. El humanismo helénico de Alfonso Reyes, su vocación europea y enciclopédica , es una de las herencias del siglo XX a la lengua española. Hay otra herencia - a veces tangencial , a veces paralela- de igual riqueza, que viene del aprendizaje de las vanguard ias europeas y latinoamericanas, o de una mezcla de periodismo y erudición más autodidacta que universitaria , moderna, urbana , ejemplificable en escritores como Jorge Cuesta, Salvador Novo, Jaime Torres Bodet, Octavio Paz.
Al paso del tiempo, estas vertientes --el humanismo y la sensibilidad moderna, cuyas fronteras se traslapan- se transformaron en las líneas que dieron vitalidad - alcances y límites- a las tareas académicas de la literatura mexicana. De ahí que nuestros especialistas y profesores se desempeñen en un medio en que las inconclusiones de nuestra modernidad aparecen, sobre todo, bajo dos inconvenientes: 1) precariedad institucional y 2) ausencia de códigos fluidos para comunicarse con sus p ares del exterior y del propio país. Nuestra academia se encuentra pulverizada , depende más del trabajo individual que del colectivo, y tiende al aislamiento. Ante el público, esta academia carece de relieve en cuanto a la formación del gusto y las dotes apreciativas, y se rige en sus formas de estudio y expresión menos por las experimentaciones e injertos vernaculares, que por los ecos de modelos interpretativos o análisis digeridos en otros ámbitos.
En el círculo de la literatura , la academia mexicana enfrenta las dificultades y carencias de las universidades públicas: improductividad, burocratismo, medianía. De ahí que nuestra mejor crítica provenga de voces individuales que en la prensa han germinado y fructificado sus dones, incluso contra el desconcierto multitudinario producto de la especialización mercantil de la escritura: la reseña bibliográfica y su inmediatez. Esto
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León Rlotor, Ce"fouro reforcido (o Rodln)
ültlmo se explica porque las publicaciones 1I11presas -qul z:í más que los lih ros- han sido el medio decisivo en la formación de leClOres en ~ l éxlco en los ültimos años : en la ca pital. por ejemplo. se publican 32 dia rios. que en su mayoría sostienen páginas cu lturales; se trata de un archipiélago de papel. poco leído (se estin", que unas 2.3 millones de personas de unas quince que acá vi\'en, leen estos ó rganos cada día). De todos los mexicanos. se ha estimado que sólo unos ;00.000 compran libros por h:.íbito. En México circulan 80 mil lones de publicaciones semanales, qU1l1ce nales y mensuales de todo tipo (es ohvio que los temas dominantes son los melodramáticos. los sexuales, los policiacos); en contraste , sólo circu lan 80.000 ejemplares al mes de lodas las revistas culturales.
Dicha fragmentación y estrechez de los impresos mueSlra el tamaño de las élites intelectuales. su perfil minoritario en términos de política y cultura . un suceso a veces incomprendido en cuanto al papel estratégico que suelen jugar éstas en la génes is del prestigio, su papel influyente en los asuntos püblicos; el fenómeno recuerda, asimismo, el carácter distintiVO y la apuesta de ca lidad que la cultura encarna en el torbell ino de las ofertas cotidianas de otros medios comunicativos.
A contracorriente de tal tráfago, un grupo de escritores y crít icos ha logrado fundir las vimldes del dominio académico (minuciosidad, rigor, sis-
temati zación. memona. profundidad . ce lo exce,i\ '0) con un gusto íntimo. que se traduce como \'0-
luntad est il ísti ca de diver!:>o mati z. E!:>ta lahor. cuyas cualidades entrañan la discreción frente al escrito rio más que el paseo ante el püblico. o ri gina y nutre un tipo de ensayo-demónico que ,emela una alquimia. crear la \' ida --en este G I,O literaria. críti ca. tan constfucti\'a como a(h'e r~a- es al mismo tiempo una política del espíritu A este grupo lo identifican los siguientes ensayistas: José LUIS ~ la rtín ez (H ernán Corlés): Antonio Alatorre (Los 11111)' IIn CIliOS de la /c'l7gua espCl/70Ia): Tomás Segovia (Ensayos). Sergio Fernández (La copa del7'C11l1ada ); Guillermo Sheridan ( Los col/lell7porá neos. ayel:' Un corazón adiclo la dda de Ra llló l/ López Velarde); José Joaquín Blanco (La Iileralura de la Nueva Espwla): Adolfo Castañón (Arbil rario de Iileralu ra mexicalla: La g rula liene dos (, Il l radas): Vicente Quirarte (Peces del aire allísill7o): Rafael O lea (Los conlel77poráneos ell el labennlo de la CliNca. coedición con Anthony Stanron )
En nuestra literatura , este ensayo-demónico se dirige a pocos lectores; ev ita la fama y desea probar lo perdurable, se funda en el saber desinteresado y en la confianza en la inteligencia como un juego prudente. Asimismo, elige enlazar su gusto a partir de referentes de la tradición por encima de las modas. Vuelve una y otra vez al pasado para descubrir el rostro presente y ofrece el premio de la lucidez literaria.
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Todo lo que representa un ejercicio de desafío a los hábitos, provoca desconfianza ; al trasminar los fundamentos , representa una amenaza. El ensayo se vuelve el sitio de las experimentaciones formales. Escribe Octavio Paz en La llama doble: "Pensamos y al pensar nos damos cuenta de que pensamos; no obstante, no vemos lo que pensamos; entonces ¿cómo las descargas eléctricas que provocan los movimientos de las distintas partes que componen la mente, en lugar de transformarse en figuras visibles y audibles, se convierten en figuras invisibles y que no ocupan lugar en el espacio' Eliot dijo: entre el pensamiento y el acto, cae la sombra. En este caso la sombra se evapora: el pensamiento tiene cuerpo pero no sombra: es una máquina que vuelve invisible aquello que produce". El ensayo urde en el revés del mundo.
Por contraste ante el ensayo-monstruo y el ensayo-demónico que se practican en México, en los últimos años ha prosperado otra forma de ensayar que apunta hacia un enriquecimiento de la escritura; se atestigua la originalidad temática , la diversidad de sus obras y la plenitud de los logros estilísticos. Sus exponentes mayores son: Octavio Paz (La llama doble); Jaime García Terrés (Poesía y alquimia; El teatro de los acontecimientos); Gabriel Zaid (De los libros al poder; Ensayos sobre poesía; Los demasiados libros); Francisco González-Crussi (Notas de un anatomista; Tbe Day of the Dead and Other Mortal Rejlections); Sergio Pitol (La casa de la tribu); Salvador Elizondo (Camera lucida); Margo Glantz (La lengua en la mano; Esguince de cintura); Guillermo Bonfil Batalla (México profundo); José María Pérez Gay (El imperio perdido). Y, entre los nuevos, Antonio Saborit (Los doblados de Tomóchic, un episodio de historia y literatura); Christopher Domínguez Michael (Antología de la narrativa mexicana; La utopía de la hospitalidad); Jaime Moreno Villarreal (Linealogía; El salón de los espejos encontrados); Héctor Perea (El viento en fuga); Alberto Ruy Sánchez (Al filo de las hojas); Luis Miguel Aguilar (La democracia de los muertos. Ensayos sobre poesía mexicana, 1800-1921); Gerardo de la Concha (El fin de lo sagrado).
Este tipo de ensayo al que podría denominarse ensayo-volátil desafía el pensamiento convencional y su ídolos: la racionalidad economicista, la lógica del interés y el intercambio, la homogeneidad en la eficacia, el reino de lo cuantificable, el poder autoritario, el orden en torno a la moneda, el lenguaje uniformador, la amnesia ante lo extrasocial, irracional o arracional (dios o dioses, providencia, destino, sacralidad). En cambio, se aproxima a la encrucijada entre los géneros y las disciplinas, y se despliega en un rumbo plural que apunta a los siguientes aspectos que merecen explayarse: 1) el placer de la memoria; 2) las ideas centñfugas; 3) el equilibrio y el límite; 4) la escritura como vuelo; 5) la pasión personal; 6) la ironía desde el cuerpo.
El ensayo-volátil se puede evocar mejor a partir de su propio surgimiento a través de la lectura. En su ejercicio, que implica la complicidad entre
el ensayista y el lector, consigue articularse a sí mismo como una señal en el camino, cuyas intermitencias -más que determinar un muestrario de los otros- permitirán entrever la tierra adentro en que habitan los otros: propone así unas reglas escriturales y receptivas que reflejan su volatilidad.
El placer de la memoria, ante todo, surge del ensayo-volátil. El mito cuenta cómo llega a Creta el gran arquitecto ateniense Dédalo, y entra al servicio del poderoso rey Minos. El rey le ordena a Dédalo construir un laberinto, el más ingenioso, el más complejo jamás creado. Dédalo se entrega a la tarea y perfecciona el laberinto que consagrará su nombre en la memoria de los hombres. Al fin , Minos esclarece su propósito al haber ordenado la construcción de semejante obra: será la morada y cárcel del Minotauro , ese monstruo de cuerpo varonil y cabeza bovina, producto de los amores zoofílicos de la reina Pasifae y un toro. Un día Teseo, héroe ateniense en busca de hazañas, arriba a Creta para enfrentar al terrible Minotauro; asedia a la hija del rey, Ariadna, y ella, por consejo de Dédalo, le proporciona el recurso que le permitirá salir del laberinto una vez haya matado al Minotauro: una madeja que el héroe deshilará mientras avance contra el monstruo e hilará de regreso, cumplida su tarea. Teseo conquista el derecho de llevarse a Ariadna bajo la cólera del rey, quien descubrirá la complicidad del arquitecto Dédalo en el ardid de Teseo, a quien quería muerto en el intento.
Las ideas centrifugas brotan en el ensayo-volátil. Justo aquí, en nuestro relato mitológico de ingenio, valor, acuerdos secretos y tenacidad de los amantes, se llega al deseo original de los hombres y las mujeres por volar. La venganza del rey Minos será encerrar en su propio laberinto a Dédalo, que se muestra impotente ante su ardua , perfecta obra. No obstante, un ánimo mixto de perplejidad y confusión lo lleva a buscar otra .vía de escape que no sea la que está al alcance de la mano: tantear una ruta de fuga entre los mil recodos del laberinto.
El equilibrio y el límite situarán el pensamiento de Dédalo: opta por diversificar la solución virtual. Más que entregarse a las circularidades de la rutina o del fatalismo, decide voltear su espíritu hacia "un arte desconocido", que abre nuevos senderos a la naturaleza: construye unas alas con plumas de ave y cera, cuyo uso idóneo depende del tino artesanal y de la prudencia. Dédalo no sólo conseguirá escapar del laberinto, una jugada maestra de replanteamiento del pensar ante el encierro -una mirada que tenía agotadas las perspectivas desde adentro--, sino que atravesará el mar que lo separa del continente, de su tierra natal. El relato mitológico enseña que en el origen del deseo de volar, reside también el deseo de pensar de otra forma el orden y las limitaciones del mundo.
La escritura como vuelo es el distingo nuclear del ensayo-volátil que ejemplifica el mito de Dédalo, cuya escapatoria remite a la autonomía indi-
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\ 'idu:tl del sueño de perder el peso, lo, :lrr.. igo,;, y como lo mue,;tra el ramaje secul1lbrio del mito, b histo ri:l del aprendiz de Dédalo lbm:ldo íel ro -que emprende el n.elo sin a,;omo de prudenci:l, mientr:ls el sol derrite la cer:l de sus :lb, p:l r:l hacerl e caer-, todo de,;afío radio l de lo p rc\ 'i,; to e~concle. en la \ 'or..'lgine de los ri esgos. al nlenos
una posihilidad de tener éxito, cuyo logro \'iene del sentido del equilibrio. de la fri :l ld:ld . de b firmeza ante los \':l ivene, del entu, i:l,mo y el exceso de confi :lnza , En Olras palab ra,. como se ha \'i,; to. la sa biduria del limite de ser ingr:'rv ido,
La pasión personal por antonomasi:l con,;i" te en el pbcer del movimiento, de la lihertad . el despro",;,erse de los lastres de la o riundez, A,í :lcontece el ensayo-\ 'o Lrtil : husca un medio etéreo y grj cil. El vuelo tra fica con los extremos de 1:1 elevac ión y la c:lida. e indica el tro feo de un estado superio r. Lr idea de un dominio del espacio est" presente en muchas literaturas. pero en los umbrales de la modernida d el vuelo comenzó a acere lrse a lo rea lizab le. El arco de intereses imaginari os q ue conduce de la influenc ia lun:rri ca de Cyrano de Bergerac -sus ensueños voladores-o al primer v iaje en a\' ió n del ingeniero Clément
Ader en 1890. guarda mucho de impulso nocturno: no en balde Ade r. qu e anill ó la p alab ra "avión" a partir de la fu ente latina al'is. o sea pájaro o nave. se inspiró en el murc ié lago p ara construir la estructura de su invento , Y el murc iélago - no debe o lv idarse- es emhlema de felic idad y larga v ida. además de recordar b " cualicb des primo rd iales del and rógino: la unió n corporal de lo" dos sexos, ¿Cómo no asociar aquí la imagen del va mpiro' Margo Glantz precisa en Esguinc(' dI' cin /ura: "El vampiro era primero mujer; la oscuridad de la noche, su cerca nía con las mu jeres que amamantan. el vientre caótico y fenmdo, b fertilidad oscura de la tierra, su carácter mohoso, húmedo, escurrid izo, laberínt ico, la asoc ian con la escultó rica figura del vampiro, desli zando su reiterada sombra negra sobre la luz marfilina de sus conto rnos y sus dientes", Pero no es tanto b plenitud extática, po r ejemplo. de un acto amoroso ¿¡ rebou rs entre un hombre y una mujer, la "punzante sensac ión de vacío" q ue, en palabras c!e la narradora anónima de la novela Cruel Zelanda, "co incide con el momento en que se alcanza, recobra y reconoce, el más conmovedo r placer" , Éstos registros son contiguos al momento e1el vuelo, donde se puede disfrutar la inercia de un deleite i1ímite.
En el lengu aje de las fantasías corporales, el vuelo y el o rgasmo son análogos. la pe/ite mon e y la gran muerte se hermanan . Theóphile Gautier, en su novela decimo nónica Espírila, compendio sentimental del antiguo espiritualism o, narra la permanencia de un amor más allá de la muerte, y cómo la amante que en vida se llamó Lavinia vuelve bajo la forma y nombre de Esp írita a la tierra para confortar en la flaqueza a su am ado y guiarlo; le dice mientras contemplan un p aisa je marino: "Éste es sin duda --decía Espírita- un maravilloso esp ectáculo, si no el más hermoso,
u no d~ lo. .... Ill.l ~ Ik'!lO:-' qUL' 1.:1 ojn h UIll, I110 P Ul'I.!. 1
conll..'m p1.1r; ~ p l'n) (juL' :-.ignifit',¡ ,11 1.1lhl l.k' 1.L'" pn)d igi():-.a :-. pt...·r:-.pc·cli\·J:-> <¡ U l' !l \.' lk i,h..hl p~) r dl"'I.'(,'n def h ~ l ~ { ~ l ti y .1 t!on dL' prO[ltl) \ 'l)l. lrl.' l11o:-. L!lhl ,tl 1:.<..10 del otro como p:dolllo;-, impul ... . ldn .... Pl11" igu.d de:-;eo?"
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ti a ire y lus Sltel¡US, I'l'COgl' l: 1 1I.., ... tillloniu d .... , u n l.':-- -
peci:disu t'n e l l'studi () d\.' los p.ij. l l'll;-- : l · I1\ ·idi , l llH) ....
1.1 suert e.::' clt-I p:i iJro )' pri...·s l :ltll O ..... 1I .l s ,1 In (j U l '
:lll1anlOS purq ue s:lht' llloS por in :-.{i nll ) (j Ul'. l'n 1.1
t.'s fera de b felici<.. l:Id . 'Hlt'~ l n l .... l 'U l T jll l .... g( J/ .ILl !)
de b f:H.:ultad (k' ~ ltr~ l\ · l' ..... : lr el l 'o" p :I C;U L'{) Il H ) L' ] p ,i
i ~ lro el ~li n,:'. C:ld ~ 1 qu ien l'n :-.1I:-. :-,ul' llu:-, I.. k 'h L' IVI1L'r
al m e llos un epi .... odio St.' IllL' j:lllt L', I1LT U l l ) qU L' L' .....
Rodin, Cenfovro de espoldos y 01 galope
vá lido para el indiv iduo no parece serlo para la multitud: en el Libro de la risa y el olvido, el novelista Milan Kundera relata la fiesta en ho no r ele los comunistas checos que llegaron al poder con el apoyo p o pular en 1948; bajo la somhra de la muerte de los disidentes, la multitud se entregó a una ronda de cánticos, consignas y dan zas quc escondían el porvenir to talitario: "Y ella sonrió y entonces golpeó aún más fu erte sobre el sue lo con el pie, de modo que se elevó un par de centímetros por encima del empedrado. y arrastró a los demás tras ella, cada vez más alto. y al cabo de un rato ya ninguno de ellos tocaba el cmpc-
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Rodin, Cenlouro flechado
drado, daban dos pasos en el sitio y un paso adelante sin tocar la tierra, sí, se elevaban sobre la Plaza de San Wenceslao , su co rro parecía una gran corona fúnebre y yo corría abajo en la tierra y miraba hacia ellos en lo alto y ellos seguían volando, levantando la pierna primero hacia un lado y después hacia el otro y debajo de ellos estaba Praga con sus cafés llenos de poetas y sus prisiones llenas de traidores al pueblo y en el crematorio quemaban en ese preciso momento a una diputada socialista y a un surrealista, el humo subía hacia el cielo como presagio feliz y yo oía la voz metálica de Eluard: el amor se ha puesto a trabajar y es infatigable'. En aquella imagen de la multitud voladora, entregada a una fiesta sentimental , mustia y profética, Kundera define también las imposibilidades de los vuelos utópicos, sus riesgos latentes. La felicidad es un don individual que pueden compartir muchos, pero jamás por decreto.
La ironía desde el cuerpo expresa el sueño de volar, que persiste así como una parcela de intransferible individualidad . El arquitecto italiano Aldo Rossi diseñó para Berlín un Museo de la Historia Alemana que contendría las memorias espléndidas y las atroces de ese pueblo; en su enfoque posmoderno, Rossi entiende que ya no es posible la síntesis cultural, sino la asamblea de fragmentos que configuren un estilo; el Museo es una mezcla de columnas, tejados y cilindros mo-
numentales, un aire magnífico y siniestro emana de los planos, de las maquetas con una ironía casi perversa y lúgubre. Edificios que producen alas industriales, arquitectura edilicia, talleres, sombra de campos de exterminio; como si Rossi quisiera dejar una advertencia permanente que seduce y repugna al mismo tiempo.
En una de las láminas del proyecto se encuentra la clave del propósito del arquitecto; por encima de la maqueta hermosa, tras de la que se distinguen unos extraños edificios labrados en tierra rojiza y primitiva y, más atrás aún, unas montañas bíblicas hacia el crepúsculo, sobrevuela un hombre con alas en una fuga ligera, promisoria .
Giovanni Macchia , en su obra Las ruinas de París, reencuentra el origen de la escritura moderna en la biblioteca y los escritos de Michel de Montaigne; lo evoca así: dedicó su vida a ensayar un laberinto. Sus célebres Ensayos serían un laberinto de tinta. Escribe el crítico italiano: "La suya es una de las primeras expresiones de la cultura labe rínti ca por la que se sie nte fasc in ado e l mundo moderno. Pero se trata de un extraño laberinto. El laberinto confiere en todos los casos la sensación de cosa cerrada , de sofoco. Aquí las puertas están abiertas y las perspectivas son luminosas y cambiantes. Esta casa puede incluso convert irse en una 'plaza ' universa l (como fu eron descritas entre los italianos del siglo XVI) o en un rincón remoto". En el mismo sentido , podría agregarse que también construyó una torre que sería un observatorio transhistórico. Pero en nuestro fin de siglo , en que lo unánime tiende a volverse la atmósfera de todo el planeta, la libertad estilística de Montaigne debe ser rebasada para que renazca. Ya no basta constru ir laberintos ni torres ni observa to rios -la escritura como geografía o como arquitectura. Ahora se torna preciso remontar el vuelo en la escritura .
El ensayo, desde Montaigne, apunta a una renovación profunda de la literatura. Los ensayt:;tas de va rias latitudes exploran ya sobre las conexiones entre el relato y el pensamiento: ensayar es el cuento de l pensa r. Estas exploraciones de la prosa se aproximan a la poesía. La prosa avanza como vue lo de reflexiones narrativas, y se equipara a las mayores aportaciones poéticas. Gabrie l Zaid apuntó en sus Ensayos sobre poesía: "No hay ensayo más breve que un aforismo·' . Estas palabras -un ensayo en sí- se abren en otra página de la misma obra: "La prueba del verdadero aforismo es que no puede desarrollarse. No es un resumen: es una exageración que no funciona en cuanto se trata de extender. Es como ciertas 'mentiras' de un dibujo: la línea que une partes de modo anatómicamente imposible . Al precisar, ampliar, aclarar, la verdad (que es verdad) del aforismo, se esfuma. Surge otra clase de verdad que no cabe en el aforismo. Y eso tiene que ver con algo cuantitativo (como la omisión de elementos de l dibujo): e l aforismo es más breve aún que el poema".
En aquella brevedad impulsada con omisiones -un arte del distinguir- se encuentra también el espíritu del ensayo.
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PABLO MORA
p o E M
Volveremos tal vez por tierra ,
por la parte del mapa que soñamos
recorrer; dejaremos el hangar,
el aeropuerto, el andén, la espera;
seguiremos señales que nunca usamos
porque eran para otros;
iremos por la franja ancha,
por el corredor del flanco
que lleva al golfo;
bajaremos para medir nuestra distancia ,
lo que nos hace falta del Este.
A
(Entonces podremos estrenar parte del equipo:
la lámpara, los guantes , la solución de oro
para la piel, los lentes negros.)
Desaparece el cielo de hoy sobre los planos,
será el primero
que nos acerca más a la partida.
Quebrantable es abril,
por eso desde ahora la cuenta
es regresiva.
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HUMBERTO MARTINEZ
Un trío de visita
EN TAXILA
Las muchas prisas van escoltadas por el diablo; sólo el calmado proceder aprueba Dios. Sher Zaman, el guía, me reveló en su persona ese viejo dictum persa. Sus maneras, la pose de sus miradas, sus delicadas y firmes acciones conducían siempre al final esperado, o al que queríamos esperar, el más preciso, el correcto. Siempre al último lo logrado era lo deseado. ¿Cómo llegar, si no, de otra manera, a la meta , si andamos a tropiezos con ajenos pensamientos, ocupaciones inservibles y múltiples e insatisfechos deseos? Porque hay esa torpe prisa que pregunta por qué pasa el viento y no deja que se cumpla el destino que le cumple. Cada cosa a su tiempo tiene su tiempo.
POLIFEMO
Todos somos concebidos en una prisión estrecha. ¿Cómo culpar a los otros? ¿Cómo desconocer que la vida es un laberinto de polaridades donde se lucha por conquistar la infelicidad o, lo que es lo mismo, algún extremo? Mi madre me vaticinó que Nadie me cegaría, que igual que todos seguiría viviendo en mi caverna. Cada uno es apto para su propio destino, nadie lo puede alterar. Veo en una sola y única dirección, no me pierdo entre frivolidades y dispersiones, entre las torpes distracciones que alejan de la Luz. Mi ojo no puede captar sino la unidad y con ella la luminosa serenidad que está más allá y es más venerada que lo que podrían ver los ojos de un mortal. Pero, ¿cómo negar que son las pasiones las que hacen vivir al hombre? Nadie vive de ellas y está seguro de que la naturaleza es movimiento y el reposo muerte. Quien ha de llegar, así sea Nadie, participa de esa malsana propiedad de los seres de nunca descansar, de gozar con la astucia y e! constante juego que no puede terminar, tarde o temprano, más que en la banalidad, en el sopor, e! hastío y el acre olor de la existencia cuyas horas de mezquino aburrimiento han olvidado la alegría de la paz y el reposo. Vivo en esta isla en espera, pero no con temor. Sé que las profecías se cumplen. Tengo conciencia de otro mundo y he adquirido una visión que deforma o corrige, según e! caso, los valores de la vida corriente. Aquí los cíclopes vivimos aislados y aprendemos a ahogarnos en el mar del desapego; estamos seguros que nos odian, no por lo que hacemos, sino por lo que dejamos de hacer.
MONJE
La muerte, como el vacío, otro de sus nombres, limita la vida. Ante ella, nada valen acciones, palabras, ideas. Durante años oí y repetí que la meta principal de nuestra búsqueda era la Vacuidad. Con el tiempo pude confirmar esa sentencia de que lo que se desea con feroor se obtiene. La rutina, el orden, la no-mente y las acorraladas emociones matan la vida: la vaciedad y el inconsolable tedio, en efecto, pueden llenar nuestra existencia. La otra cara, debíamos comprenderlo más tarde, era el justo equilibrio, el gozoso camino del medio. Pero en aquel entonces me preguntaba en secreto: ¿por qué el Vacío? ¿No era la vida el mundo, el mundo de cada quien, nuestro mundo? ¿Qué mundo habría sin vida, sin percepciones, sin movimientos? Cada mente , pensaba, es un mundo, pleno, sensible, emocional, intuitivo, racional, y con la constante promesa de ser feliz. Cada yo sostiene por sí los fenómenos de su imaginación, de su ilusoria realidad, que puede o no ser reflejo de la verdadera. ¿Por qué la Vacuidad es la naturaleza última de los fenómenos? Lo único que mi experiencia ha recibido en esta mi corta y monástica vida ha sido la quietud del estanque que refleja la gran Duda, siempre en e! atardecer del estío, rota en ocasiones por la caída de una hoja del hibisco, o el salto de una rana. No conocí el amor de mujer, y no lo deseaba, pero mi corazón resentía todo palpitar de las estaciones y se llenaba del espirar de las flores , se emocionaba con los rostros de mis compañeros en los juegos de las horas sueltas, y se reía con la risa del cocinero. ¿Era vacío el estímulo que algunas noches sentía bajo mi vientre? ¿A qué obedecía mi excitante escucha del cuclillo y el ronroneo del gato? ¿Cómo alejarse del olor del pino y e! mastuerzo, del trigo horneado? ¿Para qué la nada, la ceguera y el silencio? Nuestro manual, el sTong' thun cben mo, afirma que nos invade otro ritmo, otro sentido al captar, otro oído, otro olfato y otra mirada después de comprender el Vacío. Eso me han enseñado yeso jamás he tenido. Tal vez la muerte, a la que me apresuro, me permita al fin entrar en ese Vacío que todo lo puede llenar de otra vida, donde lo que cabe es más intenso y real, pero sólo para volver a vaciarme de él en mi nueva existencia. Mi nombre siempre ha sido Pradhánasura.
Biblioteca de Méxtco 40
JAIME MORENO VILLARREAL
-"
EL VOLeAN TRANSPA.RENTE
El pasado 1 7 de septiembre. (d Ce111ro Atlá ntico de AJ1e
J/odel7 lO. de Las Pa lmas de Crcl1l Canaria. inauguró la
e.\posiciÚIl 'Corona roja. Sobre el volcán ". cumi..'ariada
por Francisco Riuas, en la que ¡\1éxico ha merecido es· pedal a tención como territorio volcánico. Reproduci
mos aquí dos de los lex /os elaborados para el catálogo
de d icha e.\posición .
La manana del día 19 de junio de 1799, al desva· necerse la bruma marina, la tripulación de la fraga la Pizarro avistó, frente a la rada de Santa Cru z, el Pico de Tenerife . Iluminada por los primeros rayos del sol, la cumbre del volcán sobresalía por encima de las nu bes. Desde la proa de la nave fondeada , los jóvenes naturalistas Alejandro de Humboldt y Aimé Bonpland admiraban el espectáculo. Luego de desembarcar, procedieron hacia la Villa de Orotava para iniciar, el día 21 , el ascenso al cráter de l volcán. Humbo ldt y Bonpland comenzaban una travesía de cinco anos que habría de rendir como fruto las bases de la mode rna geografía . Luego de su estancia en las islas Canari as , los científicos cruzaron el Atlántico hacia Cuba, y de ahí a Colombia, Ecuador y Pe rú , par ..
J. W,lliams, Visla del Pico de Tenerife
subir por el Océano Pacífico a México e internarse fin a lme nte e n Estados Unidos . Humbo ldt y Bonpland retornarán a Europa en 1804. En París. Humboldt dirigirá la redacción en fran cés de su Viaje a las regiones equinoccia les del Nuevo COI// i nen/e, en cuya primera parte. publicada en 18 11 . aparece la descripción de Su ascenso al Pico de Tene rife a partir de las abundantes notas recogidas e n el luga r nutridas con comparac iones de todo el viaje
En la relación de ese ascenso se halla un precioso testimonio sobre la visibilidad atmosférica -es decir, sobre la turbiedad del ambie nte que permite distinguir con mayor o menor claridad los objetos a la distancia- que, entre sus observaciones, es una simie nte que marcará un modo de concebir la luz y la naturaleza. El testimonio es, de hecho, a la par un estudio y un elogio de la transparencia , que comienza con estas líneas:
La aparente proximidad en que se ven desde la cum
bre del Pico las aldeas. los viñedos y los huertos de la
costa, se explica por la prodigiosa transparencia de la
atmósfera. A pesar del gran alejamiento, no solamente
Biblioteca de México 41
Alejandro de Humboldt
distinguíamos las casas, el velamen de las naves y los troncos de los árboles ,. sino que también veíamos brillar con los más vivos colores la rica vegetación de las llanuras!.
Humboldt describía el paisaje con espíritu descubridor: tan clara e intensa visibilidad era posible nada menos que a una altura de 3,711 metros sobre el nivel del mar. Nada comparable ofrecían las vistas que podían obtenerse desde los picos alpinos más altos. Este fenómeno era sólo posible en climas cálidos -aunque Tenerife no se hallaba en la región equinoccial recibía, por su gran cercanía de África, la influencia de un aire seco y caliente. Líneas más adelante, el naturalista adelanta una explicación donde, sin mayor énfasis, ciencia y apreciación estética se confunden. Es la transparencia, según Humboldt, lo que explica esa intensidad de los colores:
Esa transparencia puede ser considerada como una de las causas principales de la belleza del paisaje en la zona tórrida: ella es la que realza el destello de los colores vegetales y contribuye al mágico efecto de sus armonías y oposiciones2.
Transparencia semejante a la de Tenerife, Humboldt no la volverá a encontrar ni siquiera en las altas cordilleras de los Andes. Sólo cuando llega al Valle de México, al contemplar el volcán Popocatépetl, observa que "las capas de aire más puras y transparentes dan al coloso de México, cubierto por sus nieves resplandecientes, un aspecto más grandioso que cualquiera que puedan ofrecer las
1. Viaje a las reglones equinocciales del Nuevo Continente, T. 1, p. 166.
2. lbid. , p. 168.
regiones montañosas de Europa"3. Podría tratarse simplemente de una realidad empírica y comprobable, podría tratarse de un lugar común que viene de muy atrás -a mayor transparencia del ambiente, mayor intensidad de los colores-, pero en la percepción de Humboldt la transparencia es algo mucho más complejo.
Si observamos el bizarro grabado que' Humboldt autorizó para que acompañara sus descripciones del Volcán de Jorullo en México, nos enfrentaremos a una visión paradójica de la transparencia. En especial mezcolanza romántica, la visibilidad perfecta del paisaje convive con la turbulencia interior de la emoción. El grabado firmado por Bouquet fue realizado, según la inscripción, a partir de los bosquejos de Humboldt. Es una versión sobrecogedora de la visita que realizara con Bonpland el 19 de septiembre de 1803, con quien ascendió al cráter. Menos de cincuenta años antes, había surgido en un extenso plantío de caña de azúcar y añil , en la Hacienda de San Pedro de Jorullo, situada en los actuales límites de los estados de Colima y Michoacán, el que era entonces el volcán más joven de México.
La visibilidad y el punto de vista posibilitan que se domine todo el plan. A ojos inadvertidos, el grabado parecería representar la erupción del volcán con una poderosísima avenida de lava. Ahí está la punta humeante, de cuyo flanco se desborda un descomunal torrente que inunda el altiplano convertido en un mar de olas de materia volcánica. Dos corrientes ¿de agua, de lava? se ven confluir en el primer plano cuando caen hacia un nivel de terreno mucho más bajo. Sobre ellas, se avistan cuatro pequeñas figuras humanas, cuya actitud reposada contradice del todo la ominosa impresión del paisaje. Sobre la línea frontal que ocupan esos personajes, se aprecian unos extraños montículos de los que brotan aquí y allá llamas o columnillas de humo. Sólo por el contraste de los viajeros que admiran la gran circunscripción, el espectador puede colegir que quizá el mar de lava desbordante esté ya petrificado.
Esta vista del Jorullo fue publicada originalmente por Humboldt en los Cuadros de la naiuraleza de Alejandro de Humboldt. La obra, escrita en lengua alemana, causó ciertas censuras por los excesos "poéticos" de sus descripciones geográficas. Se trata de un conjunto de estudios descriptivos concebidos como "escenas de la naturaleza" -y se debe tomar en serio esa intención dramática. Ya en el prólogo a la primera edición del libro, Humboldt concedía que su objetivo era provocar un goce en los hombres sensibles:
Esta adaptación de la estética a los objetos de la historia natural suscita grandes dificultades de composición, a pesar de la energía poderosa y la flexibilidad de la lengua alemana. La riqueza de la naturaleza invita a acumular imágenes , y esta acumulación perturba la calma y la impresión general del cuadro. El estilo que uno somete a la 'expresión del sentimiento y de la fan-
3. Mé/anges de Géologie, p. 515.
Biblioteca de Mh:;co 42
tasía degenera frecuentemente en declamaciones poéti
cas. Estas ideas no necesitan mayor desarrollo; las pá
ginas que siguen proveen bastantes ejemplos de estas
desviaciones y debilidades4.
Cabe suponer que estas "desviaciones y debilidades" se encuentren también en el grabado que nos ocupa. Puesto que Humboldt concibe sus descripciones como verdaderos cuadros pictóricos, en sus escritos científicos responde constantemente como paisajista que debiera captar la emoción que la naturaleza produce al espíritu. Sus notas no son, por tanto, meras observaciones y mediciones. Luego de establecer sus números, procede frecuentemente a relata r sus ánimos. Comparte con otros grandes románticos alemanes, como Schiller y Goethe , la noción de que palabra e imagen son términos correlativos, que el paisaje es fruto tanto de la representación pictórica como de la descripción literaria. Al valor objetivo de la transparencia, que permite apreciar con toda claridad la naturaleza, Humboldt suma un valor subjetivo, la vaguedad de las sensaciones que produce en el espíritu ta l contemplación. Volvamos a su viaje a las Canarias:
El viaje a la cumbre del volcán Tenerife no es sola
mente interesante a causa del gran número de fenóme
nos que concu rren a nues tras inves ti gaciones
científicas: lo es mucho más aún por las bellezas pinto
rescas que ofrece a los que sienten vivamente la majes
tad de la naturaleza. Pintar esas sensaciones es tarea
difícil de desempeñar: obran ellas tanto más sobre no
sotros cuanto tienen algo de vaguedad. producido por
la inmensidad del espacio, así como por la grandeza, la novedad y la multiplicidad de los objetos en el seno de los cuales nos hallamos transportados5.
Naturalista educado en la Academia de Minas de Freiberg, Humboldt usaba normalmente el dibujo como instrumento de su labor científica. Gran amigo de Goethe --<juien por cierto había intentado en su juventud ser pintor-, compartía con él muchos intereses, entre ellos el estudio de la luz. Intercambiaron experiencias y discutieron al respecto, y aun puede afirmarse que cuando el naturalista exalta la transparencia del aire , está de hecho aplicando la "Teoría de los colores" de su amigo poeta.
Goethe define la transparencia del aire al estudiar los colores dióptricos -aquellos que, según la nomenclatura que establece, se producen a través de un medio incoloro. Enemigo de la teoría de Isaac NeWlon -para quien los colores se producían por una descomposición de los rayos solares, según se obtiene por refracción de la luz a través del prisma-, Goethe proclamaba que los colores se producen por el choque entre la luz y
4. "Préface de Humboldt pour la premiére édition ~, en Tableaux de la Nature, Pañs, 1874. En la segunda, tercera y "última" ediciones insiste en justificar por el goce de la naturaleza sus "excesos poéticos".
5. Viaje a /as regiones, T. l. p. 164.
la sombra . El espacio sería un medio físico con un grado menor o mayor de turbiedad: la turbiedad absoluta sería el blanco; la mínima, la transparencia. "Lo transparente , empíricamente considerado, es el primer grado de lo turbio, e inicia la gama infinita de la turbiedad que va hasta el blanco opaco"6 Así , si Humboldt exalta la transparencia de l aire en el Pico de Tenerife y en el Va lle de México, y exalta la visibilidad producida por luz inc o lora que hace resplandecer los colores, cabría preguntarse: ¿por qué asocia especialmente la transparencia con los volcanes? La pregunta no es tan clara, pues hay volcanes cuya atmósfera Humboldt encuentra muy turbulenta. pero existe desde luego una referencia histórica que nos permite dar un rodeo y justificarla: cuando rea liza su viaje hacia el Nuevo Mundo ~uya primera escala son las Canarias- se consideraba que la cumbre más alta del planeta era el Chimborazo, volcán andino. Los volcanes de América ofrecían al naturalista los puntos más altos -pues aún ignoraba las superiores alturas de la cordillera del Himalaya. Estos volcanes ofrecían elevaciones de utilidad impar, pues desde ellos podían establecerse amplias relaciones entre geología, mineralogía , botánica y física, y explicar el mundo como una unidad . Humboldt fue el primer naturalista que ascendió al Pico de Tenerífe, y el primer europeo en alcanzar la cima del Chimborazo, en su viaje equinoccial.
La elevación es la gran metáfora científica que instaura Humboldt en concordancia con Goethe. Para éste, el "descubrimiento" de que el color es producido por los contrastes de la luz y la oscuridad es un principio general que se sitúa en lo alto, y al cual él literalmente ascendió a partir de observaciones empíricas (por ejemplo, al comprobar cómo la luz del sol, incolora, adquiere diversas tonalidades del amarillo al rojo según la turbiedad del aire). Esas observaciones hubo de subordinarlas a categorías científicas que, a su vez, corresponden a "principios y leyes superiores" que se revelan en forma de fenómenos: son los fenómenos primarios -para Goethe, el choque de la luz con la oscuridad, con la intercalación de la turbiedad para explicar cómo surgen, de sus contrastes, los colores. Este principio adopta la forma de una ley superior a partir de la cual puede realizarse toda observación. Goethe conmina a científicos y filósofos a adoptarla en pos del conocimiento general y no meramente particular del mundo. Según la metáfora de la elevación, los fenómenos primarios están en la cúspide: "No hay en el mundo fenoménico nada superior a ellos, y [' .. J desde ellos puede irse descendiendo gradualmente, igual que a ellos ascendimos, hasta el caso más subalterno de la cotidiana experiencia"7 De esto a la imagen de una pirámide del conocimiento, y al ascenso real a las alturas para desde el aire enrarecido comprobar la transparencia de la luz
6. Goethe, Esbozo de una teoría de los colores, p. 507. 7. ¡bid. , p. 512. (Los subrayados son míos. JMV).
Biblioteca de México 43
incolora , hay una conminación que parece dedicada a Alejandro de Humboldt:
Hemos deri vado. pues. las cosas más notables de fenó
menos 'Hmosféricos. así como otros. no por menos no
tables faltos de toda significación . de la experienc ia b5-sica refe rente a los medios turbios. y no d udamos de
que los amantes de la Naturaleza irán más allá todavía y se ejercilarán en derivar y explicar de esa misma
fo rma los múltiples fenómenos que en la vida se ob
servan; así como esperamos también que los naturalis
tas no se darán punto de reposo hasta no haber ideado algún medio de mostrar tan inte resantes experien
cias a las personas ávidas de acrecentar el cauda l de sus conocimientos".
Humboldt parece asumir con todo e ntusiasmo esta invitación: su modo de estudiar la luz y difundir la luz -es, después de todo, un ilustrado-será pintar a la vez que describir la naturaleza. Pero, antes, deberá deducir las leyes generales. Para Humboldt la naturaleza no es, e n ningú n punto, enemiga. El posible sentimiento de terror que el hombre puede experimentar en un medio agreste, se debe fundamentalmente a su ignorancia . En cambio, el conocimiento de las leyes de la naturaleza le brindará tranquilidad, la ciencia conjura lo que en la naturaleza espanta. Una posición e levada permite tal sere nidad . Elevación e n el doble sentido:
Las miras elevadas y gene'd les nos habirúan a conside
rar cada organismo como una parte de la creación ente ra, y a reconocer en tal planta o en tal animal no la
especie aislada , sino una forma eslabonada en la cade
na de los seres a otras formas vivientes o eA"tinguidas,
ayudándonos también a comprender las relaciones que
existen entre los descubrimientos más recientes y los
que les han servido de preparació n9.
Al establecer sus descripciones desde una mira elevada, Humboldt buscará lograr "paisajes perfectos", para lo cual el factor de la transparencia será primordial: es decir, que pueda verse la verdad de la naturaleza y de l sentimiento que produce .
Volvamos al grabado del Volcán de Jo rullo. Humboldt y Bonpland se hallan de pie admirando el formidable paisaje junto a sus guías. No lo avistan desde un sitio propiamente elevado, aunque sí están en nivel superior al del terreno del primer plano. Existe, en cambio, un nivel de visión que se iguala al horizonte: es el del punto de vista desde el que se pinta el paisaje, una tercera altura -ni la del volcán ni la de los personajes- desde la cual se aprecia mejor la altura general.
A este "descubrimiento" del punto de vista relativo, lo relacionaremos con una pirámide. Como hemos dicho, en sus mediciones Humboldt utilizará cimas elevadas. En México, escalará la pirá-
8. ¡bid. , p. 511. 9. C"'11I"'. T. l. pp. 17-18.
mid e de Cho lu la para desde ahí do minar a l mismo tiempo la visión de dos volcanes apartados sobre e l raralelo 19, e l Po pocatépetl y el Pico de Orizaba "para de te rminar, por ángulos de la altura , azimutes y bases perpendiculares, la diferencia de lo ngitud entre la capital de México y el Puerto de Vera cruz, diferencia establecida ya con la ayuda de cálculos astronómicos". Y añade significativamente sobre ese procedimiento que "fue la aplicación en grande del método de los mástiles (metbod O/lops), que los navegantes instruidos emplean al ir coste:;tndo"lO Es decir: catar las alturas desde una altura re lativa , como los marinos en el mástil , para calcular las longitudes. Este principio expresa por un lado la me táfora c ie ntífica de la e levación -el situ a rse en e l plano de las leyes superiores- como el uso de o tras alturas para observar las cumb res . En el grabado del Jorullo, pareciera ser que Hu mboldt nos posibilita ve rlo a é l al mismo tiempo que aprecia r el panorama desde una altura que é l dominara. ¿Qué o tros ojos si no los suyos son los de esta visión'
En la descripción que hace del Volcán de Joru-110 en sus Sitios de las cordilleras y monumentos de los pueblos indígenas de América, Humboldt anota la altura del volcán: 513 metros sobre e l nivel de las llanuras aledañas; e incluye una nota al pie: pide al lector que se remita al "dibujo" del volcán en su libro Cuadros de la naturaleza, el mismo que nos ocupa . He aquí un fragmento central de esa descripción, que aclara de inmediato qué es lo que pudo confundirse con un oleaje de lava, cómo los dos cauces que confluyen son de agua y de qué modo el nivel donde se hallan las figuras humanas es parte del levanta miento volcánico:
Este volcán, que recuerda una de las más notables ca
tástrofes de la historia física de nuestro planeta . ap~re
ce rodeado de muchos miles de pequeños conos basálticos . Este enorme levantamiento ha tenido luga r en
la noche del 29 de septiembre de 1759. y se llama hoy
Malpais el antiguo nivel de terreno conmovido. al cual separan de la llanura que permaneció intacta las capas fracturadas que se presentan de frente . Mide e l Malpais, que está erizado de pequeños conos de 2 a 3 me
tros de altura , una extensión de 4 millas cuadl"ddas. En
el punto en que las aguas ca lientes de Cu itimba y de
San Pedro descienden hacia las sábanas de Playas, las capas fracturadas sólo cuentan 12 me tros de e levacio n,
si bien al pie del gran volcán e l suelo está ya a 160 me tros sobre las cabañas indias que habitábamos en
las Playas de Jornl/o, por razó n de la fo rma de vej iga
que ostenta e l terreno , cuya convexidad aumenta pro
gresivamente hacia el centro. Son los conos otras tantas fumarolas que exha lan
denso vapor y comunican al a ire ambiente un ca lor insoportable, designándose con el nombre de hornitos, en este país que es excesivamente malsano. Contienen
los ho mitos bolas de basalto encajadas en una masa de a rcilla endurecida , y la pendiente del g ran volcán,
10. Mélanges de Géologie. pp. 520-521.
Blblio/eca de México 44
constanremenre innamado, se halb cubie rta de ceni
Z~I S, Llegamos al cráter ganando una colin~1 de lJ\'as t's
corifi cada:-> y ramos"s que Se' levant3 a considC' r~l b l e
elevación 11 .
La descripción expl ica sin duda lo que puede verse en el "dibujo"; sin e mbargo, no da suficie nte cuenta de las sensaciones que suscita. Habla asimismo de una convexidad del terreno que no resulta aparente. ¿Dónde queda aquella "vaguedad" de la pintura de sensaciones a que aludía respecto del Pico de Tenerifem .
Es un hecho que Humbo ldt no se sentía de l todo satisfecho con los grabados que acompaña-
con\'ersaciones con Ecke rmann. Goethe hace e l siguiente elogio de Claude Lorrain:
Aquí tiene lIsled un homhrt' completo --- dijo (,oerhe- .
de bellas icle:.t:-. y st.'ntimit.'ntos, y t"n cuyo intt"rior \ ' j\ 'j;a
un mundo corno no e::- Lkil encontrarlo en el L'x (erior
Sus imágenes muestran la nüs : iI¡ ~ 1 n:rdad . pt"ro sin t'i menor rastro de re:,dismo, Claude Lorr~lin conocia t'i l1lundo rea l dL' memoria hasta en su .... nú:-. pL'qut'ños
deulle:-., )' lo utiliza ba par:l ex presar el mundo interior
ele su alma hL'llísinu . He ~Iqllí el \ 'ercladero idea lismo:
el que sabe st:ryirse de medios rea les, de tal suerte qlll.:'
la verclJd ap~lrente nos produzca la sens:lci6n de que
es \'ercl ~I(J erJ.mente rea P ,~,
El volcón de Jo",llo, en el libro de Alejandro de Humboldt, Tobleaux de lo noture, Parí., 187<1
ban sus libros. Es comprensible. Los puntos de comparac ión que podía establecer e l cie ntífico estaban en la pintura de grandes artistas de la pintura de paisaje cuyas obras circulaban en grabados, como un Rubens o un Claude Lorrain. Desde luego que las imágenes de sus relaciones de viaje no eran realistas . Al igual que en los paisajes pictóricos, el viajero romántico buscaba la expresión de un ideal. La verdadera fidelidad al paisaje no tenía nada que ver con la copia del natural , sino que se cifraba en el espíritu del pintor, y en el caso de Humboldt, del naturalista. En sus
11. Sitios de las cordilleras y monumentos de los pueblos ;11-di'gellas de América, pp, 33 Y 34.
12, Y sobre la que mucho tiempo después insistirá: "Todo aquello que se presenta vagamente a los semidos. cuantas vistas espantables ofrecen los sitios románticos, otro tanto puede convertirse para el hombre en manantial fecundísimo de goces, porque en ello encuentra la imaginación creadora, pábulo y libre ejercicio a su poder". Cosmos, T. 1, p . 10.
Conocer de memoria e l mundo real y expresar a través de él el interior de su alma .. . iUna aptitud propicia también al naturalista! Por su parte , Humboldt se queja de que a los viajeros que visitan regiones le janas, suelen acompañarlos artistas que a menudo carecen de la suficiente preparación para el traba jo que han de desempeñar. A pesar de ello, subraya el valor de los grabados que acompañan las relaciones de viaje, en cuanto contribuyen al conocimiento del mundo, y predice que, cuando pintores capaces se preocupen por cruzar el océano y conozcan las regiones tropicales, la pintura al paisaje debe "arrojar un brillo que no se haya visto jamás"". Los artistas deberán trabajar in silu, como lo hizo e l propio Humboldt ante el Jorullo. Ahí, en el sitio mismo de la catástrofe, es donde puede captarse la emo-
13, Conven;aciones con Cae/he, 10 de abril de 1819, p. 211. 14. Cosmos, T. 11 , p. 36.
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Tres facetas del volcón de Jorullo, en Humboldt y Bonplond, Arlos géogrophique el physique du Royoume de la Nouvelle-Espogne, 1808
ción del paisaje. "Trazar bosquejos ante las escenas de la naturaleza, es el solo medio de poder, a la vuelta de un viaje, trazar el carácter de las comarcas lejanas en paisajes perfectos. Los esfuerzos de! artista serán más felices aún, si sobre los mismos lugares, posesionado de su emoción, ha practicado gran número de estudios parciales, si ha dibujado o pintado, al aire libre ... " ls.
Volvamos al afán de la transparencia. Si, como el naturalista afirmó en su descripción del Joru11o, las fumarolas de los "hornitos" lanzan al aire un denso vapor que hace e! calor insoportable, y e!
15. Loc. cil.
lugar es "excesivamente malsano", ¿cómo pudo en e! grabado la atmósfera aparecer, si no perfectamente transparente, con una turbiedad mínima? Advertidos ya de que no es éste un paisaje realista , podemos preguntar qué es lo que nos está realmente representando, ¿acaso la emoción que sufrió Humboldt al contemplarlo?
No exactamente. Aparte de los esbozos que Humboldt hiciera, el grabado de! Volcán de Joru-110 tiene su fuente textual en e! Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España, que reúne las observaciones de la segunda parte de! viaje de Humboldt. Ahí e! naturalista recoge noticias sobre la erupción del volcán de labios de los lugareños.
Biblioteca de MéXico 46
Na rra que en la Hacienda de Jorullo había, entre los arroyos Cuitimba y San Pedro, plant íos de azúcar y anH que desaparecieron cuando el terreno "se solevantó como una ve jiga" crea ndo e l Malpais, que en su orilla se alzó a 12 metros de altura sobre el antiguo llano, altura que "hacia el centro de la convexidad del terreno va aumentando progresivamente" hasta los 160 metros de elevación - ya comprobamos que no hay ta l elevación visible en el grabado, que representa la vejiga como una meseta.
El Ensayo político sigue adelante: los testigos de "esta gran ca tástrofe" observaron el surgimiento y la erupción del volcán "desde la cima de Aguazarca" -yen este momento podemos entender ya en dónde está el punto de vista que dominamos- y aseguran
que se vieron sa lir llamas en un espacio de más de
media legua cuadrada; que muchos pedazos de peñascos ca ndentes fueron lanzados a alturas prodigiosas, y
que a través de una nube espesa de cenizas iluminada
por el fuego volcánico, y semejal1le al mar agitado, les
pareció ver cómo se fue hinchando la costa reblande
cida de la tie rra. Enlonces los ríos de Cuitimba y de
S::lO Pedro se sumieron precipitada mente en las grietas
innamadas. L .l Milla res de conos pequeños, que no tienen más que de dos a tres metros de alto, y que los
indígenas llaman homitos. salie ro n de la bóveda soleo. I'a ntada del Malpais. [ ... ] Cada con ita es una chimenea de la ellal sale una humareda densa, que se levanta a
70 Ó 15 metros de altura. [ .. .1 En medio de estos hornos, en una grie ta que se dirige del NNE al SSE, han
salido de la tierra seis grandes terrarnonteros, todos de 400 a 500 metros de altura sobre el antiguo nivel de las
llanuras. l. .. EI volcán] está siempre encendido, y ha arrojado del lado del Norte, una inme nsa cantidad de
lava escorificada y basáltica, que contiene fragmentos
de roca primitiva 16.
Así que la impresión de un mar no era equivocada ; mientras que las alturas de la humareda de los "hornitos", cuando los vio Humboldt , de ningún modo permitirían la visibilidad del paisaje que nos ofrece: en el grabado sólo los "homitos" de la o rilla arrojan un poco de humo; por último, la altura relativa de los terramonteros (de 400 a 500 metros de altura sobre la antigua llanura) con la del volcán (de 513 metros) nada tiene que ver con las proporciones de la representación. El grabado mezcla, pues, las fuentes textuales y confunde las proporciones para ofrecer una auténtica "escena" en la que se representa la contemplación serena y sensible del viajero científico ante la imagen ideal de la catástrofe. Al mismo tiempo, transparenta el espacio reduciendo la humareda y la turbiedad de la atmósfera. La representación consiste, pues, en dejar ver a través del paisaje: se ofrece el punto de vista de los testigos, la erupción, la emoción de la visita del viajero y algunos datos sensibles. El paisaje trasluce así, ante nuestra vista, un volcán ideal.
16. Ensayo político sobre el Reino de la Nueva 6paña, lib. m, cap. VIII , p. 165. (Los subrayados de frases son míos, JMV).
Se le reprochará a Humboldt su exceso romántico, pero él dejó bien claro lo que esperaba del paisajismo:
La pintura al paisaje no es puramente imitativa: sino
que tiene un fundamento más pos itivo, hay en elb al
guna cosa más de terrestre. Exige por una pane de los
sentidos una infinita va riedad de observaciones inme
diatas, observac iones que el espíritu debe asimi lar,
para fundarlas con su poder y volverlas a los sentidos
bajo la forma de una obra de arte. El gran estilo de la pintura al paisa je es el fruto de la contemplación pro
funda de la naturaleza y de la transformación que se
obra en el interior del pensamiento!7.
Al final de su vida, cuando atestigüe el advenimiento de nuevas técnicas de representación e impresión, Humboldt se revelará un entusiasta de lo que puedan deparar a la vista. El daguerrotipo -supone- podrá contribuir rectificando las grandes pinturas de los "panoramas" paisajísticos --entiéndase: de las gigantescas pantallas instaladas en aquellas rotondas circulares dentro de edificios, que ofrecían como diversión imágenes pintadas en movimiento, como antecedente del cinematógraf~, porque es "excelente para reproducir, no sólo los espesos bosques de follaje, sino los troncos gigantescos de los árboles y la dirección de las ramas". He ahí que el viejo naturalista seguía buscando la visibilidad perfecta, la turbiedad mínima de la atmósfera , mientras insistía en el gran interés que habrían de rendir, para el conocimiento de la naturaleza, "las decoraciones de los teatros, los panoramas, los dioramas, los neoramas, y toda esa clase de pintura de gran dimensión, que han hecho más general y más fuerte la impresión producida por el paisaje"lB, pues Alejandro de Humboldt nunca de jaría de apreciar que el hombre responde ante la naturaleza, emotiva e inteligentemente, a un espectáculo.
BIBLIOGRAFÍA
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Sall'ador Alhi';a ll fl . profesor de Histo
ria .\1odenw en la L'l1il'ersidad de l Oa
le/lcia. prepara aCflla lmel1le I/l1a C!.\PO
.... ieicm sohre la fOlografi(1 me:ucU1/U dI!
los (/}l()S (/,('ill ta pClra el l l1stitu to I 'ulell
e¡mlo d(' /lrre M oderllO .
M o ntaña primo rdia l. pri\ 'ileg iado lugar de lo sag rado. es cO ll1l1n la ide ntifi cac ió n d e l volcá n con las fue rzas o rigina les de la natu ra leza. con e ne rgías antagónicas y compleme nta ri as. a l tiempo creadoras y destructoras. como el fuego. cuyo origen volcánico ya loca li za Fraze r en c u llli ras m uy dive rsas . En e l caso de México. e n su cu ltura e histo ri a. pa rece habe r. ad e más. u n íntimo acue rdo con lo volcáni co. Lo e ncontramos ya e n e l o rigen . cuand o e l Po poca té pe tl. la mon/a lia que bl/ mea, sirvió de luminoso faro para a lgu no d e los s iete p ueb los que descend ía n hac ia e l va ll e desde e l mítico Chi comóztoc. A pocos años de la fundación de México - iquac ¡panin peub in Popocatepe/I in yepopoca/"cuando e mpezó e l Popoca té pe tl , c uando ya humea"- Alvarado Tezozómoc da cue nta de a lguna e ru pc ió n como las que habían ori entado ese largo peregrinar. Y el volcán no sólo fue luz y guía, fue también el gran secretor de los pedregales que sa lpican e l va lle de México, de la vítrea obsid iana. de l te petate, o de l reiterad o tezo ntl e, que e l via je ro e n cue ntra por ca lles y edificios. Complic idad qu e se ac rec ie nta e n e l México moderno, do nde e l despe rtar de los hombres y las montañas va n de la mano. "Y e l temblo r de tierra que trajo a Madero", dice un verso de Salvador Novo.
De otro modo, uno no se explica de l todo cómo e l convulso México que nace con e l siglo haya conocido e n los mo me ntos a urora les, o e n los ocasos, seglln se mire, e l parox ismo de sus muchos volca nes. Na tura leza - y ta mbié n hi storia , apunta Vasconce los-- predispuesta a pe rt u rbac io nes y ca tacl ismos, geografía do nde la Sierra Madre no acaba de asentarse , d o nde ni s iguiera el agua del Golfo se sere na. Lo cie rto es que hacia 1909, como pre ludio de la caída de la dictadura porfirista , entra en erupción el volcán de Co lima, el Dios del fu ego que domina, cuyo cráter se partirá poco después ocasionando devastado res arroyos de lava. Unos años más tarde, iniciando e l final de la Re volu c ió n , poniendo a lg o de orden en la balacera, rugirá el 1'0-pocatépetl , y de ello también dará cuenta quien mejor lo había conta-
do en imágenes. el :1tento objeti\'o de Agu, tin Víctor Clsasola. La mo nta ña ,..,e mantendrá e n aCli\'o hasta 1958. acompañando, por tanto. esas do, decadas decisivas para e l arte y '" le tra.' de l México conte mpor;¡neo A '" mane ra de epí logo, e n
SALVADOR ALBIÑANA
Volcanes y fotografías:
notas meXIcanas
19'1) aparece ante los asombrados ojos de un cam pesino de Michoacín un nuevo volcán, el Paricutín . Es todo un final. La Revolució n se ha sucedido a sí misma como '" ya agorada <"scue'" muralista; la forografi a empieza a rodar por la senda de l repol1aje: y el agitar ele la va nguardia va acallando su voz, ya que la úl tima en aparecer. la surrea lista. es a lgo más s il e nciosa. No ha cía mucho tie mpo que se había estrenado Flor si/ces/re. con Gabrie l Figueroa al cuidado de la fotografia. Este compendio de l pa isa je de México -nubes. magueyes. nopales y riscos- ilustra un hecho que requ iere mayor estud io: será e l cine el heredero de los arquetipos paisajísticos y humanos, tal como éstos habían quedado establecidos po r la fo tografía y la pintura de los años ve inte y tre inta. Herede ro un ta nto manie rista , dado al lirismo y, desde luego. e ntregado al gla mour. Dolores del Río. pa ra qué nos va mos a e ngañar. es presum ib lemente más hennosa que las anó nimas mujeres que podemos ver en las foros de Tina Modott i o Paul Strand , pe ro ésa es o tr" histo ria.
Ese horizo nte te mpo ra l que nos lleva de l inicio de la Revolución a s u fin a l, s in descuida r d e l to d o apo rtaciones anterio res , es e l que limita estas notas que aspiran a come ntar aspectos de l trato entre los volcanes y la fo tografía, y que no han q ue rido ignorar a esa fi gura, difícil de esquiva r po r lo de más, que es el Doctor Atl. Co nsiderar la forografí a y los volcanes es, cie rtame nte, un problema mu y pa rcial,
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pero puede ser la ocas ió n pa ra atisbar una actividad cuya o rie ntac ió n mod erna está determinada por la influe ncia de Edward \XIeslO n. ll egado a México en 1923 Act ividad inte nsa comlln a todas las artes de las que la fotografía no p uede, por tanto, quedar ablada. Pinto res, escritores. músicos y gente de l cine. todos desfilaro n ante el obje tivo de unos fo tógrafos cuya obra se trenza e hilva na con la de aquéllos . Discreta compañera de unos med ios artísticos promiscuos que a golpe de man ifiesto y de proclama quisieron reunir. con desigual fervor. el an helo nacionalista con los afa nes cosmopolitas. Discusio nes y polémicas a las q ue la fotografía. s in armar de masiado ruido. a ñade Olra: la de su cond ició n no servil o deudora de la p intu ra y de la información . la exigencia de un lugar prop io entre e l pictorialismo )' e l reporta je.
UN ~ 10TIVO CASI HERÁLDICO
Hasta tal punto abundan los e jemplos de la intimidad e ntre México y los volcanes q ue éstos cobran casi e l rango de emblema. e n competencia con el águila y e l nopa l. Una intimidad que podemos documentar e n muy d ife re ntes mo mentos y e n vari ad os gé neros. Llu\' ia de fu ego y ceni za en e l Cb i/a lll Balam de Cbumayel. nieves y crá te res e n el Air Mexicail/ de Benja min Pérer. nubes que sa le n de cráte res e n la oscuridad de la noche . como e n las ardo rosas ca rtas de Na hu i O lín ... No podía ser de otro modo ep una tierra que tiene censados - nos advie rten los estud iosos- cerca de tres mil volcanes de los q ue algunos registran todavía c ie rta activid ad , está n ca talogados como d e riesgo o ex igen que no se les pie rda de vista. Montañas p reñadas que salpican aquí y a llá el paisaje. aunque e l mayor nllmero se loca liza e n el pa rale lo 19, en el al ti p lano centra l, do nde se ye rg uen los de mayor entidad legendaria. histórica y artística: Colima, el Pico de Orizaba --el más e levado--. e l Nevado d e To lu ca , e l jo ve n Pa ri c utín , Matl alcueye o La Ma linche , y, de ma ne ra privilegiada, los ce rcanos Po pocatépetl e Iztaccíhuatl , mujer blanca y donnida, cuyas fo rmas cónica y yaciente han ali mentado con frecuencia las analogías amorosas y sexuales.
Vo lcanes venerados como dioses, como liturgia que Durá n describe bie n en la Historia de las Indias de Nueva España. Identidad antropo-
morfa que también recrea Alfonso Reyes en su Visión del A nábuac. "El poeta ve, al reverbera r de la luna en la nieve de los volcanes. recortarse sobre el cielo el espectro de Doña Marina, acosada por la sombra del Flechador de Estre llas: o sueña con el hacha de cobre en cuyo fil o descansa el cielo; o piensa que escucha , en el desca mpado , el llanto funesto de los mellizos que la diosa vestida de blanco lleva a las espaldas: no le neguemos la evocación, no desperdiciemos la le-
ción quizá poblada de nostalgia en esas palabras de Reyes escritas le jos de México, datadas en Madrid en 1915.
En esa misma fecha. y también lejos ---en el París de los ismospintaba Diego Rivera su Paisaje ZClpalisla, ll amada a la nacionalización de la vanguardia. como se ha dicho, donde tam bién asoman las sil uetas montañosas y las bocas de los cráteres que algo después. casi a la manera de grecas o como lejano decorado de fondo, o rnamentan
Hugo Brehme, El Popocalépetl vislo desde la punlo del/zloccíhuatl, ca. 1920-23
yenda". Así proclama la emoción ante un motivo que le reúne con el mex icano de ayer. Evocación de una geografía que el escritor regiomontano considera la más propia de la naturaleza mexicana, vegetación heráldica, paisaje organizado y provisto de cierta aristocrática esterilidad , por donde -escribelos ojos yerran con discernimiento y la extrema nitidez de la atmósfera permite descifrar cada línea y acariciar cada ondulación. Ensoña-
la pintura muralista. Por entonces, y en una Europa que hormiguea de artistas mexicanos como Mario de Zayas o Angel Zárraga, entre otros, andaba el ascético Francisco Goitia, quien, tras residir en Barcelona, había estado en Pompeya imantado por volcanes y cactus. También por Italia , donde dibuja el Etna y el Stromboli, se había dejado ver el Doctor AtI, que el primero de mayo de 1914 -fecha casi necesaria para quien había ayudado a crear en
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México la Casa del O hrero Mundial- mostraba en la ga lerí:J Joubert et Richebourg de París la ex po~ic i6 n Les lllOll /agJles dll .l/e::.:iq/fe. La muestra mereció la ~1lL' nciún de Arolli n~lire. que en el Paris:!ollrJw! le dedica una c[l lida reseña titulJd ~l .
con di\'ertida erra[;l etnocéntrica. Les mOlllagnes de Suisse. Apollinaire anima a conocer estos extractos del
ca rnel de ,' ¡ajes de Al!. artisla de interés, elocuente e innovJuor, con a lgo del divis io nismo ele Seural )' de Signac. que además de noveda-
des técnicas tiene e l mérito de ser un pintor de montañas , géne ro raro y difícil que sólo los japoneses -dice el poeta- han sabido cultivar bien.
El caso de Atl, que merece plato aparte, es la versión radica l de la persistencia del paisaje en la tradición pictórica mexicana. Junto a José María Velasco y Joaquín Clausell, es la cumbre de un género que se manifiesta a lo largo de todo el XIX y que podemos iniciar con la
fi gllr" d" HUInboldt. lηc"ηsable pa,seante ροι' n10ntafι<ls Υ \'olcanes <,η Ellrop<l )' AIne rica, Υ υηο cle 105 respo ns:lbles de l \' ia j" pinιoresco γ
cientifico qlle I" n hondaInenre να a n1arCar Ι" rc>ρ resenιac ίόη del paisaje, como ,;ucecle , enlre 01r05, COn Ellgeniu L ;ι ηd c;s ίο , )' CO n .fo hann ΜΟ ΓίΙΖ Rll ge nda5. en cuyos όleos.
I5 pices Υ agll"d :ιs se re ire ran 105 piCOS \ 'O l c~lnicos .
Ρω el conaario, Υ <ιl igual qlle οcιιπe <,η <'ι gralxldo. el volca n ηο pa rece t<l n freC llente "η Ι " foιo
gI'afia decίmοηό ηίCd qLIe, e n SllS inicios, ιam))ίen conoce a υη (ορίο-
50 grupo cle viajeros como Claude]osePI1-Desir" Cl1amajf, ρω R05ti , Υ. Inas entr"do e l siglo. \X7illiam Henry .lack5un. Α . Briquer )' Cl1arles Β.
Waire. <,ηΙΓ" mucl10s otr05. Aunque lejos de la abundancia de esa cartografia visllal que complera la conquisra del uesre norιe<lme ri cano .
tambien Mexico se apresta a levantar acta notarial de sus ιί eπa5 , Aparece. pues. e l volcan. Ιο "emos en algunas fo tos de l hίIngaro Rosti , fecl1adas hacia 1857-1858: rambien en la5 de ]ackson, ωγο segundo νiaje a Mexico d"ra lugar a las Mexican \liews, que re ίInen el pa isa je, los ripos γ εl vesrigio arquίιec ιόnίcο; Υ
en las de \XΙa ire , donde, como sucede en su visra del Pico de Orίzaba ,
las nubes mati zan ese caracrer de pe renne quieιud que impregna a menudo la foιografίa del siglo ΧΙΧ .
Quiza ιaηιo ο mas que el paisaje interesaran orros generos. ΕΙ rerraιo que ira Ilenando las ciudades de Mexico de un os esιudi os , ΡΟΓ
donde, como ha recordado Monsivais, acabara pasando el ρaίs enreΓΟ ; ιam))ίeη los logros modemizadores del po rfirismo, regi srrados por Brίquet , seran la οcas ίόη de diferentes encargos foιograficos; γ en panicular la arquitectura, en la que sobresale el rrabajo de Guillermo Kahlo, una cuidada γ vasra serie foιografica que comienza a publicarse e n 1914 . Νο o bstante , especial aιeηcίόn merec ίό el paisaje arqueoΙ όgίcο , arquitecιuras e imagenes que , ademas de eχόΙίcas , sombreaban la herencia hispanica , salιaban ΡΟΓ encima del pasado colonial γ ,
tal como deseaban los liberales, enfatizaban Ιο genuinamenre mexicano. Εη ιaΙ sentido, el libro auroral sera el de Chamay, CiIes ει Ruines AnIericaines, luj05amente editado en Paris en 1862, trabajo ηο ajeno a las prerensiones de la Francia del segundo Imperio sobre Mexico. Esιas heπnosas foιografias de monumenιos prehispanicos -<ionde predominan los de Mirla Υ Uxmal-
inauguran ιιη genero que ησ cesara dc; rener c ιιlιίνadοres Υ que raInbien ha frecuenrado la foιogra fia moderna: enrre ΟΙΓ05 . Laur:l Gilpin . que <, η 1948 publica sus Temp les ίl1 Υιι
ca /al1. AlI nC)Lle le j05 de 13 ίηιeηcίόη docUInent'l l. ΡΓίΩ1:ιη inte reses forιη:ιlί st:ls . coIno ocurre con ]osc;f Al bers, quien 11 <1 Cia 1936 tΌιοgrafίa la pi ramide de ΤeηaΥυca , descubierta llnOS aιlos antes .
j'intados γ foιogr"fiaclos , de <,ηΙΓε lοs Inuchos \'o lcanes el Popocatepe tl es. sin dud'l . Ι" vedette de la o rogr<1fia n1exicana . La proximidad :ι 1:1 ciudad de Mexico, su peculiar siluera cόηίca , el eliptico crater, SUS re petidas e rιιpc i ones Υ la explorac ίόn de su riqueza 11an s ido objeιo de abundanre lίt e ra rura. de υη" c;ιηΙίdad nada desdefιable de lienΖ05 , foιogra fίas γ dibujos, γ de η1υΥ di versos e pi sodi o s . "Es monre monstΓllOSO de \'er, γο esru ve enciIna det'·. dice Sah;ιgίΊn en el libro undecimo de la Historia geneι-αl de lαs cosas de NIIel'a bpaIJa. Son frecuentes las referencias de los croni sra s a la aCti vidad de l νol can .
Tambien la regisrra Acosta, con palabras que se rvirian para ilustrar υη 11uen nίIme ro de foιos: "Sa le de esre νolcan -escribe en su Hίstoria
naII/ral Υ Inoral de lαs /ndiαs-- ηο
co ntinuam e nre sin o a ri e mpos , cuasi cada dia , υη gran golpe de hUIno, Υ sale derecho en alιo como una vira , despues se ν" haciendo como υη plumaje muy grande hasra qlle cesa del ιodo Υ lυego se conνierte cOIno en υη" nube negra" Α SLIS pies , en T1amacas, donde 10 foιοgrafίό ]ackson hac ia 1883, ιυνο Cortes υη encuenrro con representantes de Mocrezuma , Υ οrden ό poco despues subir a el para conseguir el necesa rίo azufre. Mas modemamenre, las nueνas e rupcione5 iniciadas en ιorno a 1919 estimularon una visira que recomendaban gυίas como Yot/r Mexican Holiday de Anira Brenner, ilustrada con \' ί
fιeras de Carlos Merida Υ alguna5 foιos de Carlos Manrel , entre orros. Claro que hubo quien la ρagό cara , como el fοtόgrafο norteamericano Sulnner W. Maneson , fallecido tres dias despues del ascenso, en octubre de 1920, a consecuencia de una cοngeΙacίόn de las piernas, Tambien Αηιοηίη Artaud -en cuyos escriιos sobre Mexico menudean las alu5iones volcanicas-- sυfrίό el hechizo, aunque en este caso fonetico , Υ el volcan sera en el patate, ρορο, caca, IeIe Υ ραρα; alimenιo ,
pues, recipiente nurricio al tiempo que excremenricio, padre tambien. Todo, ο casi ιodo , en suma.
BibHoteca de Mexfco 50
Para quien si Ιο sίgnίfίΙ'ό ιodo fue par" εl Dr. Aιl , υη caso ίnsόΙίιο de 11ipnOSis vo lcanica, e l personaj e que de modo mas inte nso quiso υηίΓ su νida Υ su obra al Popoc:ι te
perl γ al resιo de l σs \'o lcanes. Tan sόlο le f:lltό pίηιaΓ 501}re e1l05.
UNA ΒΙΟGRAFί~ VOLcAN ICA
QlIiza este en 10 cieno Luis Cardoza cuando dice que Αιl se hizo \'UIcanόΙοgο ρaπι poder escribir 5υ <ιυιobiogra fίa . Hasta ιαl ρυηιο la ρrorei ca fi gura de Ge ra rd o Μ ΙΙ Γ ίlΙ ο
(Guadala jara , ]alisco, 1875-Mexico. 1964) se confllnde con e l vol6 n, ΡίηΙΟΓ . escriιor , promoιor del combare anriacademico Υ de extra\'agantes empefιos urbanisticos Υ ecoηόmίcοs, e n el ηο se discrimina bien su novelesca biografia de su fe r\'or ΡΟ Γ lInos vo lcanes qιIe se ,ιρΙίcό a esrudiar Υ a pintar ,ίη desmayo. Ρas ί όη volcanica de quien n1aηίfesιό haber ascend ido <,η sllefιos al Fujiya Ina , aireada tambie n po r Francia e lra li a . como se ha dicho. donde estampa ου fim1a en algllna ρublίcacίόη especializada , esιudia los frescus, alc3nza a relacionarse (οη los fururi stas Υ publica υη lίbro de poemas.
Figura esquiva que tiende a esconde rse , Υ 10 ha ce desde bi e n ηίfιo. Bajo ese precoz Docιor Fox que escribia no\'elas a la manera de Verne en e l Insriιuιo de Aguascalienres; oculιo tambien rras υη supuesιo aviador italiano , Giorgio SteΙlο . nombre con el que regresίI a Mexico para colaborar con 13 Re('oΙυcίόη , donde en mas de υη" ocas ίόη esrara al borde de que 10 trιIe
nen; en carnado ta mbie n en υη Pedro de Urdimalas con e l que 10 ultraja Υ araca 5υ airada aInanre . la taInbien volcanica Carmen Mondragόη , bautizada por e l como Nahui Οlίη , "muchacl13 mexicana bastante fascinante ", dira de ella WesΙOn que 5υρο retratar ese abismo de ojos verdes. γ por encima de todas estas personalidades, efimeras Υ menores, la ίInica Υ definiriva, 1:1 de ΑιΙ -νΟΖ nahua adoprada pa ra evira r al ρίηΙΟΓ espa fιol del baποcο--, a quien Leopo ldo Lugones regala la apostilla academica , e l grado de doctoI: Ya provecιo , al rechazar el mundanal honor de ser miembro de ΕΙ Colegio Naciona l, 10 explica con claridad ιaυιοΙόgίca:
γο soy el Dr, Αιl , porque soy el Dr,
ΑΙI. γ todo 10 bueno ο malo que he
hecho Υ que tenga c ί e rω vaIor, 10
hice ΥΟ, el Dr. ΑιΙ . autobautizado pa
ganamente con el agua maravillosa de
mi alegría de vivir, ligeramente colo
reada, a veces, con la sangre de algu
na herida.
Alegría de vivir exhibida por una geografía amplia que siempre comienza y rinde el viaje ante los volcanes, en particular e l Popocatépet! y el Iztaccíhuat! -con los que diseñará el fastuoso te ló n del Palacio de Bellas Artes, reali zado por la firma Tiffany-, y el Paricutín. Apenas nacido el joven volcán, At! se instalará en su fa lda, vivirá por unos años en un modesto jaca l, y de allí regresará con lienzos y dibujos, pronto exhibidos , y con un libro - Cómo nace y se hace un volcán, aparecido en 1950-- cuyas páginas ilustran fotos de Hugo Brehme, entre otros. También regresará con problemas que le acabarán costando - "sangre de alguna herida"- la amputación de una pierna . Episodio dramático que evoca los ritos sacrifíciales de las fiestas mexicanas, la de Tepeílhuit!, por ejemplo, que se hacía "a honra de los montes eminentes", nos recuerda Sahagún. Celebración de montañas como el Popocatzin que, advierte Durán, "es e l más principal cerro de todos los cerros". Éste será el que más tempranamente y mejor acompaña la e rrática biografía de AtI . A él subirá por vez primera en 1903, tras dejar compuesta y si n novio a una hermosa joven, sobrina del pintor Joaquín Clausell , de quien se había enamorado aunque, sin duda, no tanto como para hacerla de plantilla . En cua lquier caso, y con buen juicio térmico, escribirá que no había mejor remedio para curar las enfermedades del alma que los veinte grados bajo cero de la helada cumbre de un volcán. El pintor, generoso, devolverá e l favor con creces: dibujos, lienzos, grabados y poemas se locali zan alrededo r de su majestuoso cono. Incluso algún proyecto utópico, como esa ciudad ideal ~linca- que propone levantar en 1953 entre e l Popo y el Izta, desempolvando una vieja idea que ya había intentado llevar adelante en el París de comienzos de siglo.
Mas allá de lienzos y dibujos, interesan aquí los escritos de At!. Un primer libro, Las sinfonías del Popocatépetl, apenas gozará del favor del público, que tardó seis meses en adquirir quince ejemplares; tampoco del autor, que considerará sus poemas insuficientes y cursis. Para desagraviar al volcán, escribirá La actividad del Popocatépetl -con abundantes ilustraciones suyas y fo-
Hugo Brehme, Visto del Pico de Orizooo
tografías de Brehme-, impreso en 1939, como primer título de un proyecto de se is monografías sobre volcanes. Algo antes, a modo de glosa de la exposición presentada en e l claustro del convento de La Merced. publica la carpeta El paisaje. Un ensayo (933), con una cuidada cubierta realizada al pocboir. Allí, entre láminas y notas sobre las maneras y técnicas para representar el pa isaje, podemos leer una observación acerca del nuevo medio artístico.
La Fotografía ~scribe- ha inundado
al mundo de paisajes. Pero en el terre
no del ane la Fotografía ha fracasado a
pesar de las placas pancromáticas y de
los filtros de colores. Es precisa. justa
de tonos, amplia, todo lo ve. Le falta ,
sin embargo, algo -ese algo que sola
mente pueden producir los dedos mo
vidos por el espíritu , L1 Fotografia se
aproxima más a la verdad cuando
hace un retrato y llega, hay que confe
sarlo con grande satisfacción, a lo su
blime, cuando reproduce los misterios
Biblio/eca de México 51
del espacio. pero nunCJ h:1 exprt.''iado
la vida de b s COS~I S.
Juicio algo convencional , ignorante y desentendido del combate que por esos años sostenían jó\'enes fotógra fos como Manuel Álva rez Bravo, Lola Álvarez Bravo o Agustín Jiménez , un autor qu e , si n duda , merece más atención.
Atl se relacionó con la fotografía -cuidó la ed ición de los volúmenes sobre iglesias de México, con te xtos de Toussai nt y fotos de Kahlo--, pero no debió concede rle otro valor que e l documental. En el libro de visitas de la primera exposición de Weston en México, en octubre de 1923, escribió: "La fotografía es un arte que puede alcanzar las alturas de la gra n pintura -sí, Weston las ha alcanzado". Ciertamente, no su po reconocerla aunque, sin proponérselo, a lgo innuyó en ella . Gabrie l Figueroa -cuyo último tra bajo fu e justamen te la pe lícula de Houston sobre Lowryreconocerá su deuda con At!, al se-
ñalar cómo sus ideas sobre la perspectiva curvilínea influyeron en el modo de fotografi ar los cie los de México.
BREHME, LOS ÚLTIMOS VOLCANES
De Hugo Brehme (Eisenach, Alema ni a, 1882 -M éxico , 1954) ca si podría decirse que es como un Atl de la fotografía, a tal punto registró los p a isa jes d e Mé x ico , más o menos por los mismos años. Realiza sus primeros trabajos fotográficos en África y, tras un viaje por Centroamé rica e n el que a lcanza tie rras mexicanas, se establece definitivamente en México hacia 1910. Último representante de esa tradición de viaje ros europeos q ue escruta todos los rincones de México , su trabajo influirá en la formación inicia l de Manuel Álvarez Bravo, acompañante de muchas de las excursiones fotográficas de Brehme.
Autor controvertido que algunos condenan al infie rno pictorialista y otros colocan nada más en e l limbo del eclecticismo, el trabajo de Brehme, que es algo injusto reducir a la condición de impecable tarjeta postal, está siendo objeto de atención reciente si bien, como ha señalado O li v ie r Debro ise , su influenc ia sobre la fo tografía mexicana aguarda todavía una mayor investigación. Considerado al tiempo el primer fotógrafo moderno y el último ejemplo de la mirada decimo nó nica , quizá su valoración ha estado dete rminada en exceso po r la tradición paisajista, a lo que sin duda colabora el p ropio autor. En e l prólogo de su libro Das malerische Mexiko / México pintoresco, aparecido en Berlin y en México en 1923, esc ri b e que "lo más sublime que puede ofrecer este país tan rico en hermosos paisajes , son sus montañas cubiertas de nieve eterna".
La obra de Brehrne es variada , no se agota en el paisaje o en la representació n de tipos populares . Vinculado a la Agencia Fotográfica Mexicana, c reada por Agustín Víctor Casasola en 1911 , se incorpora a esa peculiar experiencia de fotoperiodismo que alienta el comienzo de la Revolución, ofreciendo algunas de sus imágenes más arquetípicas y conocidas, como una de Emiliano Zapata. Una foto suya, México bello, será galardonada en la Exposición Iberoame ricana de Sevilla, en 1929. Aparece también entre los participantes del concurso de Cemento Tolteca, ganado en 1931 -ante las protestas de Helios, bastión del pictorialismo- por
quien había sido su discípulo, Álvarez Bravo. Especia li zado en vistas de México, como menciona e n la publicidad de su estudio, se tropieza con é l po r revi stas y libros de variados registros, lo que debió ser, junto con el retrato, un necesa rio y noble modo de subsistir. Así, en el primer número de Dyn ( 942) -la publicación animada por Paalen-, en la Cuide and Ha ndbook for Travellers 10 Mexico CUy and Vicinily, editado en México en 1922, o en El despertar de Méjico, libro de Ado lfo Reichwein , publicado por Cenit, en Madrid, en 1931.
No obstante, aunque diverso, en su trabajo se reite ran montañas y paisajes. Apenas llegado, fotografía ese pequeño compendio de la orografía mexicana que son las llamadas "Mil cumbres", conocido paraje del estado de Michoacán, que años más tarde o tro via je ro, el fin o y a tento Mo re no Vill a, desc ribi rá como "mitin de monta ñas silenciosas". Pero habrá que espe rar a su ir y venir por el valle de México entre 1920 y 1921, al que Brehme alude con fervo r en su libro, relatando los riesgos y pe ligros en busca de un buen disparo, para ver desatada su pasión volcánica. Cerca de cuarenta fotos sobre un total de doscientas cincuenta y seis tienen como motivo al volcán en su Mexiko. Baukunst . Landschaft. Volksleben (Berlin , 1925)' versión defmitiva de l México pintoresco, también publicada en lengua inglesa -Picturesque Mexicc . The Co u ntry, Ihe People and the Architecture--, con alguna foto de Teobert Maler. Entre ambas ediciones hay algunos cambios , aunque no es posible determinar si se trata de exigencias editoriales o de propósito del autor. Más allá de un mayor número de fo tografías, en la edición de 1925 menguan las imágenes de la ciudad de México en favor del conjunto de l país; también los charros atildados y urbanos ceden e l sitio a tipos populares y rurales; y, por contra, crece la imagen del volcán , gran icono de una natura leza que, e n Brehme, tiende al lirismo. El Pico de Orizaba, el Ajusco, Colima, el Nevado de Toluca y, de modo privilegiado, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, componen la mejor y más completa secuencia volcánica que encontramos en la fotografía mexicana contemporánea. El conjunto es representativo del variado registro de Brehme; desde trabajos abiertamente picto rialistas como esa lejana y brumosa visión del Izta y de los dos volcanes desde San Miguel ; a fotos de
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detalles, que tienden a la abstracción, como una que muestra en picado e l interior de l cráte r de l Popo ; junto a otras más documenta les y de composició n más form a li sta, como sucede en la vista de Chalchicomula con e l Pico de Orizaba, o en aque lla o tra donde la blanca ma n ch a de la cu m bre tambié n compite con la a rquitectura y e l vaivén de las gentes .
Con Brehme no sólo encontramos la más amplia secue ncia de volcanes en la fotografía mexicana de volcanes, es también la última. Alcanza re mos a verlos de nuevo, como sucede , po r e je mplo , en e l Mexican Heritage (946), de George Hoyningen-Hue ne, que e ntre otras, ofrece tres imágenes del Pa ricutín , pe ro , sin duda, estamos ya muy le jos de Brehme, donde e l paisaje, un tanto deshabitado, tiende a ser protagonista. El México pinloresco, por lo demás , ilustra la ambivale ncia de su auto r, su equili brio entre la tradición y la novedad: s i bien culmina la etapa de mayo r hegemo nía pic tori a li sta , in a ug ura e l mo d e rn o fot o libro sob re México. A pa rtir de estos años, junto a los po rtafolios de Bruehl y de Strand, irán apareciendo d ife rentes títulos, ya q ue la edició n , como la fasc inació n por la tierra y las gentes de México, será pródiga: Au Mexique, de Pie rre Verge r (938); Mexiko friiher und heute, de Hans Helfritz ( 939) , que mucho después fotografía las islas Canarias; el Mexico, de Fritz Henle (1945) y, cerrando la nómina, ~ I ya me nc io n ado Mexican He riltlge, con prólogo de Reyes. Títulos de un género, entre el encargo editorial, la expedición etnográfica -Verger llega a México integr,¡ndo un grupo de estudio sobre e l pueblo lacandón- y el libro de artista , que ha crecido de la mano de la fotografía contemporánea . A esa tradición pertenece e l hermoso Acapulco en el sueño de Lola Álvarez Bravo, publicado en 1951, con textos de Francisco Tario.
E NTRE LA G EOMETRÍA Y LA METÁFORA
Carlos Fuentes ha recordado una anécdo ta del rodaje de Nazarín. Estaban en Cuautla y Figueroa preparó la escena emplazando la cámara con un maguey en primer té rmino y el Popocatépetl coronado de nubes al fondo. Buñuel miró e l encuadre y se limitó a decir: "Muy bien. Ahora vamos a girar la cámara para fotografiar ese monte pelón con cuatro cabras y dos peñascos".
Hugo Brehme, Canal de nóhuac, can ellzloccíhuatl al Fondo
Algo simila r se cuenta de Los olvidados, su primera colaboración.
Quizá sean apócrifas, pero pueden tomarse como ejemplo de una decisiva modificación de la mirada conterr.poránea hacia el paisaje, del abandono de ese edenismo asociado con las maneras pictorialistas. El cambio viene de atrás. En 1923, cuando aparecía el libro de Brehme, llegaba Edward Weston a México, un escenario que le fascinó pero cuyo natural carácter pintoresco quiso combat ir. No lo hacía solo , le acompañaban su hijo Chandler y Tina Modotti, quien ya había realizado un corto viaje anterior. La estancia de Weston -prolongada hasta 1926, con un breve intervalo californiano- y la de Modotti , concluida en 1930, adquiere el rango de un auténtico tournant. Con su trabajo, y el de autores como Bruehl, Strand, Á1varez Bravo o Cartier-Bresson, entre otros, prin-
cipia la fotograna moderna en México. Un comienzo que , en ésta como en cualquier otra de las artes, arranca de la Revolución, acto fundacional que representa el descubrimiento de México por los mexicanos. y no sólo por e llos.
Como ha señalado Reyes Palma, los episodios que se acumulan en 1921 convierten esta fecha en e l año cero de la vanguardia mexicana. Apenas enfundadas las pistolas, la conmemoración del centenario de la Independencia, réplica a los fastos más criollos y pomristas de 1910, propicia la edición de Las artes populares en México, cuidada por At!. También ese año regresa Diego Rivera y llega Jean Charlot, autores con quienes comienza un muralismo alejado del cánon modernista, alentado y protegido por José Vasconcelos desde la Secretaria de Educación Pública. Por último -requisito de cualquier cambio ar-
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t¡stico que se precie- aparecen manifiestos como Actual N° 1, animado por Ma nuel Maples Arce y banderín de enganche de los estridentistas, o los Tres lla ma m ¡entos de orientación actual a los pintores y escultores de la nueva generación americana, que Siqueiros lanza desde Barcelona. En esos acontecimientos está n reunidos más o menos los ingredientes de lo que será la modernidad mexicana.
Los estridentistas apelan al cosmopolitismo de la nueva ciudad; Siqueiros, a universalizarse e indianizarse. Consignas que conviven con una pintura de afán didáctico que recrea la Revolución , e l combate social , el dominio de la naturaleza y el drama de la Conquista, el México de ayer y de hoy, en suma. Una pintura que ofrece, sobre todo en el incansable pincel de Rivera , una idea li zada imagen del indio , unos modelos que un crispado Atl rechaza , calificándolos de "in dígenas maquillados al gusto gringo". Convivencia algo difíc il la de ese anhelo vanguardista y urbano con la realidad más agreste de indios y mestizos. La re tó ri ca va nguardista re currirá a los tópicos obligados, a las fábricas, los rasca cielos, la electricidad y las máquinas; los podemos leer en muchos poemas, ver en los grabados y pinturas de A1va de la Canal, Fernando Leal o Charlot, pero escasean en la fotografía. La imagen industrial de Weston que aparece en la cubierta del número 3 (924) de la revista Irradiador - "Steel: Armco"- es norteamericana. Con escasas excepciones -algunos trabajos de Modotti , Álvarez Bravo o Jiménez-, apenas e ncontramos fotografías acordes con ese escenario urbano y fabril , con esas nuevas ciudades como Estridentópo lis , localizada por Xalapa.
La tensión entre revolución , indigenismo, nacionalismo y cosmopolitismo recorre todo ese periodo alimentando discusiones que , con frecuencia , se dirimen en las páginas de las numerosas publicaciones, creadas al calor de una intensa y apasionada vida cultural. Revistas como Forma -cerrada e n 1928, tras la publicación de la foto del excusado de Weston-, Mexican Folkways, Contemporáneos, ¡30-30', Mexican Life, o la ya citada Irradiadar, serán un medio fundamental para reivinclicar la competencia arustica de la fotografía ~omo harán Rivera , Weston o Modotti - , y sobre todo para darla a conocer en un México que aún tardará unos
años en disponer de espacios expositivos. El pintor, fotógrafo y grabador Emilio Amero -una fi gura que deberíamos conocer más y mejorpronto se verá ob ligado a ce rra r una ga lería inaugurada en 1932 en la que. recuerda Cardoza, "no paraban ni las moscas. "
Esa frenét ica v ida a rtí s tica y política ll evará a México a buena parte de b llamada Iyrical left nortea mericana . Escrito res y editores como Anita Brenner, autora del conocido ¡dais behind Altars, Frances Toor, animadora de Mexican Folkways, Alma Reed , estudiosa de la obra de Orozco, John Dos Passos. traductor al inglés de Urbe de Mapies Arce , o el en igmático B. Traven. que fotografiará por Chiapas poco antes de publicar en 1927 su Der Schatz der Sierra Madre/El tesoro de Sierra Madre. Nombres que , junto a los ya citados Weston, Modotti y Paul Strand , recorren una ruta que les lleva rá a tomar parte activa en la modernización y difu sión de la cultura mexicana o quedarán atrapados por ella. En el caso de Weston y Strand , que ya tenían una cierta obra a sus espa ldas , el viaje acabará determinando el sentido de sus trabajos poste riores. Weston, cuya etapa mexicana ha estudiado Amy Conger, descubrirá allí e l paisa je y la naturaleza muerta. Strand ---<le cuyo viaje son prólogo los veranos de Taos , en e l estado de Nuevo México- e l retrato de personas y lugares.
Importante también será la procedencia e uropea. Junto a Jean Charlot debe mencionarse la llegada , mucho más ta rdía, de Cartie rBresson, y sobre todo la presencia de Sergei Eisenstein y de su fotógrafo Eduard Tissé, sa ludada con júbilo por Salvador Novo. La accidentada filmación de ¡Que viva México! se convertirá en una auténtica escuela para fotógrafos como Álvarez Bravo, Luis Márquez o Agustín Jiménez. Estructurada por una serie de episodios que refle jarían los violentos contrastes de la vida mexicana -a la manera de los también contrastados colo res de un sa rape, dirá Eisenstein a Upton Sinclair- , no todos pudieron compl etarse , como es sabido. La película, rodada a lo largo de 1931, quedó inacabada y las versiones posteriores, comenzando por Tbunder over Mexico/Tempestad sobre México, editada en 1933, serán ajenas al director.
No obstante, uno de los episodios, "Maguey" --con una bella Isabel Villaseñor, que a lgo después veremos en el Retrato de lo eterno
de Álva rez Bravo-. marcará a fuego la representación de l paisa je de México.
Algún que otro volcán asoma al fondo en la película de Eisenstein . pero, a partir de ahora , en una fotografía que ya se pretende modern a , no lo e ncontra re mos, o no tanto . La montañ a. co mo en la anécdota de Buñuel, tiende a ser e lu d ida, ninguneada. Me ngua la montaña como retrocede e l paisaje o , por me jor decir, se transforma . En algunos autores pierde su carácter hie rático y, por lo común, desnudo de lo que no sea sola naturaleza, para encarnarse, verse habitado , manchado por gentes, patios de haciendas y atrios de iglesias , por objetos. En otros casos el paisa je se abstrae , se frag menta , se disloca, tiende a uni ve rsa li za rse y convertirse en pura forma. Todo e llo ale ja los volcanes o los hace aparecer bajo otras formas y propós itos.
Los dos portafolios publ icados por entonces ilustran bien algunas de esas novedades. En 1933 aparecía Ph otog raphs 01 Mexico , d e Anton Bruehl , trabajo que causó un fuerte impacto en Ansel Adams. Las fotos --confiesa a Stieglitz- muestran en su mayoría a gente sencilla , cansada, desentend ida del sol y de las moscas, y lo hacen de un modo que a Adams le lleva a maldecir de sus ideas acerca de la pureza de la téc ni ca. También co mo Photographs 01 Mexico , ven la lu z e n 1940 los veinte fotograbados de Paul Strand, resultado de una estancia anterior, entre fines de 1932 y 1934. El propósito de retratar lugares más que de fotografiar paisajes queda claro en este trabajo concebido como un relato que arranca con un paisaje e n e l que vemos cactus y casas de adobe, prosigue ante e l pórtico de una iglesia, con la cercana imagen de una virgen, y cierra esa primera secuencia con un grupo de mujeres. Strand subraya su idea de que e l espíritu de un lugar -<jue, en definitiva, es lo que pretende captar- es la suma de las partes que lo integran, de la naturaleza , de la gente, de sus casas y fetiches. Idéntico empeño anima su pe lícula Redes, rodada en 1934 y producida por la Secretaría de Educación Pública, que Monsiváis considera, junto con la obra de Eisensteín , precursora de la estética más notoria del cine mexicano.
Si Bruehl y Strand ilustran ese pa isaje ya encarnado, la obra de Weston permite hablar de su geometrización.
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Así, con el implacable fi lo de sus aris
las. surgen ante mí en el crepúscu lo
los teuaedros de las pirámides del Sol
y de la Luna , en San Juan Teotihuacan:
las laderas blancas de las fa ldas del
Popocatépetl que corta el cielo azul ; la
afilada punta de una hoja de maguey
en la tierra ...
De este modo refiere Eisenstein sus impresiones del paisaje mexicano. y no sólo de é l, ya que análoga es su descripción de l campesino, del peón, quien "combinación del rectángulo blanco de la camisa, con la negra oscuridad de la cara demacrada y el contorno redondo del sombrero de pa lm a, es a la vez símbolo de la tragedia y fórmul a gráfica". Ese ojo geométrico que no ve en la natura leza s ino figuras , líneas , superficies y colores recuerda la idea, reiterada en la literatura mesoamericana , de la pirám id e como trasunto del volcán. "Pirám ides que de un momento a otro espe ras estallen como volcanes", remata , más concluyente, Eisenstein . La común identidad ritual de templos y ce rros , qu e nos recuerda cómo aquéllos fu eron símbolos de éstos , y la analogía de sus formas -iqué otra cosa sino montañas parecen esas pirámides ocu ltas por la vegetación que el tiempo ha depositado en e llas, como vemos en una foto de Chichén-Itza, del álbum de Charnay'- acercan pirá mides y volcanes. Así podemos mirar la Pirámide del Sol, la conocida foto de Weston tomada en 1923 en Teotihuacán , allí donde las pirámides hacen más explíc ita su condiCión de montañas. Una arquitectura en la que el declinar de l sol acentúa los planos construct ivos, donde las nubes que asoman, y la vegetación q ue la rodea y coloniza , evocan una fo rma natural, al tiempo que ese blanco final de la escalera que nos lleva a la cima sugiere un pequeño río de lava , o una cascada. Vista así, la foto sería un ejemplo de ese interés de Wesion, que también principia en México, por las formas evocadoras. Por lo mismo, también podríamos entretenernos con algunas fotos de nubes , motivos que también Weston debe a Méx ico , y que frecuentará con posterioridad. Así, su primera foto mexicana, Tbe Creat White Cloud 01 Mazatlán, más allá de su identidad seminal -o justame nte por ella-, sugiere e l paroxismo de la montaña.
Forma evocada en Weston , el volcán es en Manuel Álvarez Bravo parodia y metáfora . Tal podemos
Hugo Brehme, Amecameca con ellztaccíhuotl 01 fondo
considerar una foto titulada Arena y pinitos, tomada a fin a les de los años veinte en la casa de un familiar, en la que vemos una b lanca cumbre tras de una fila de pinos. Se trata, sin duda , de una parodia del pictorialismo, de una imagen irónica y satírica de la tradición que representaba Brehme, cuyos paisajes había descubieno en a lgún escaparate de la avenida Madero; recuerda una de su primer maestro -Iztaccíhuat~, donde la mancha nevada también está precedida por un arbolado telón. Otro registro con e l que le vemos a ludir al volcán es más metafórico y emparenta ya con la fotografía moderna , en panicular con Tina Modotti, a la que Á1varez Bravo frecuentó desde 1927, y de la que heredó no sólo e l equipo sino su trabajo en la revista Mexican Folkways. Ese carácter de metáfora parece asomar en Trabajadores del fuego, una foto de 1935, en la que vemos dos obreros cuya vestimenta recuerda rasgos, como el quincunce o los ojos rodeados por aros , que les asemeja a Xiuhtecuhtli , el dios del fuego, y a TIáloc, el benefactor dios de la lluvia y colérico dueño de rayos y relámpagos . O bien, recurriendo a otras analogías,
esta fotografía puede evocamos el volcán social, la imagen de una sociedad preñada , como las tie rras, ele una violencia que, en ocasiones, también entra en erupción de manera súbita . Violencia social que e l fotógrafo supo capta r en un a de sus imágenes más conocidas. Obrera en huelga asesinado. Cienamente . más allá de esta representación figurad a, e n la ob ra de Álvarez Bravo encontramos algunos cerros y volcanes -Montaña negra, nube blanca, tomada de camino al Popo, o El Ajusco, por ejemplo--, pero se trata de trabajos posteriores, mucho más ta rdíos. En los años veinte y treinta , el volcán , tan le jos de la ciudad como de los paisajes habitados, parece a lej a rse tambié n del objetivo de los fotógrafos.
El trato de los volcanes y la fotogra fí a, decía al comienzo. No es difícil concluir que fue un trato más feliz mientras se pretendía imitar a la pintura , censar el territorio o atender la demanda del libro de viaje exótico. Después hubo muchas fotos y ya no tantos volcanes. El crédito de éstas parece exigir el descrédito de aqué llos. En el México de esos años, cuando se forja la modernidad fotográfica , la dibujada
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silue ta de l volcán esta ha estrechamente asociada a la tradición que se pretendía combatir, al paisaje del pictorialismo, que, sin duda. debió quedar proscrita como motivo, orillada. El empeño cosmopolita y urbano de los diferentes grupos vang uard istas tampoco propic iaba su cotización artística. Todo se conjura, pues, para que durante un tiempo e l volcán se mantuviera oculto, se representara vicariamente, o simplemente fuera entregado al o jo de anónim os pasea ntes. Paseantes como Juan Rulfo, cuidadoso fo tógrafo del nevado de Toluca , de Colima, del Paricutín, y único escritor mexicano, di ce Octavio Paz, que junto con Lawrence y Lowry nos ha dado una imagen y no una simple descripción del paisaje de México.
NOTA DEL AUTOR
Por razones editoriales, no es posible ofrecer una nota bibliográfica sobre los diferentes autores citados. Por ello, remito al le(.1or a la obra de Olivier Debroise, Fuga mexicana . Un rpcorri(/c. por La Jotografia e'7 MéxiCO (México. Consejo Nacional para 13 Cuhura y las Anes, 1994). El agrad('cimienlo por las amistosas indicaciones de Victoria Blasco. Vicenle Ma.rco y Horacio Fcmandez en nada disculpa , claro está, mi responsa bi lidad sobre estas páginas.
ANDRÉS SANCHEZ ROBAYNA
Palabras sobre Biblioteca de México y Jaime García Terrés
El miércoles 25 de sepliembr<! de 19 96 se lIeuó a cabo
eH la Residencia de E.."/udiClllles de .lJetc/riel lll1 pus/limo ··Homellaje aja ¡me Ca reía Terrés (7924-1996)·· COII la
prese lltación de la revista Biblioteca de México. EHtre
el público asislenle al aClO. presidido por Luz del Amo,
se cOlltaron Juan ,l/aricbal. Tomás Segovia. 111aria
LuisCl Capella. JUClII MalpC/i1ida. Héclor Subirals, Pedro
Sorela y Esperanza López Parenla. A cOl1linuación, pu
blicamos las palabras del escrilor Andrés Sá ncbez Ro
baylla y del pO<!IC/ jesús FerntÍlldez Palacios, subdireClor
ele la Re\'istAtlántica ele Poesía, leídas en esa ocasión.
Cuando , hará poco más de tres años, llegó a mis manos e l número 13 de la revista Biblioteca de México, me dije: He aquí un ejemplo de trabajo bien hecho , y en una de las áreas más difíciles: las revistas. No me extrañó ver al frente de e lla el no mbre de Jaime García Terrés; desde hacía mucho yo sabía que el nombre del poeta y ensayista mexicano no sólo era sinónimo de trabajo bien hecho sino que, en lo que atañe a revistas , estaba avalado por una larga experiencia , desde los días de la Revista de la Universidad de México hasta los de La Gaceta del Fondo de Cultura Económica. Aquel excelente número de Biblioteca de México no es en modo alguno una excepció n en la serie de treinta y tantas entregas que la revista llegó a publicar bajo su dirección; al contrario, su calidad es la tónica general de todos esos números. Hablaré luego de Jaime García Terrés y de lo que su nombre y su obra significan para mí. De momento me interesa examinar los contenidos y lo que llamaré el estilo de la revista Biblioteca de México, así como hacer ver su singularidad en el panorama hemerográfico hispano.
La revista -pude comprobarlo un poco más tarde, cuando conocí otros números- organizaba a menudo monográficos en torno a temas y cuestiones capitales en la cultura contemporánea. En el editorial del primer número, titulado "Nuestros primeros pasos", se lee que "Biblioteca de México quiere ser una revista de letras en el sentido clásico y más generoso del término; su interés primero estará en prestar relieve y difusión, por la letra impresa, a esas obras inasequibles, allí donde el olvido, la ignorancia o la simple negligencia han menoscabado nuestro patrimonio bibliográfico y documental (...). En una palabra , Biblioteca de México se propone ir en busca del acervo perdido". Este propósito central , sin embargo - se decía luego-, "no excluye otros de carácter más general. Queremos una revista abierta a la expresión literaria , un servicio al libro, a la lectura y a la escri-
tura". Se trata de una declaración de buenas intenciones, se me dirá , no muy distinta de las que suelen ofrecer todas las revistas en su primer número. Nada más le jos de la realidad: Biblioteca de México ha cumplido con creces aquel designio y nos ha presentado un sistemático rescate de autores, textos y temas del patrimonio literario mexicano e hispanoamericano. Y, además, lo ha hecho , sí, en estrecha conjunción --en estrecho diálogo crítico, diríamos mejor- con temas universales. Uno de los rasgos definitorios. así pues, de Biblioteca de México es la voluntad de que los temas mexicanos que constituyen e l e je de la publicación no sea n vistos de manera aislada , sino e n el interior de un más vasto sistema cultural, del cual aquéllos forman parte . No só lo los estudios y ensayos de carácte r gene ra l se ocupa n e n estas páginas de temas mexicanos, sino que una sección especifica , la titulada "El rincón del bibliómano ·· a cargo de Manuel Porras , aborda temas históricos y bibliográficos por los que tanta preocupación se expresa en el editorial del primer número.
Mi impresión , por tanto, del número 13 de la revista, que era e l primero que yo leía. se vio confirmada con otros números que no tardé en conocer. ¿Qué era lo que tanto había llamado mi atención' El número 13 de Biblioteca de México está consagrado al sunealismo y sus repercusiones en América Hispánica . No se trata e n modo alguno de un tema sobre el que no existan trabajos y estudios de importancia. Todo lo contrario. Precisamente ahí radica el mérito de ese número: en habe r re unido un puñado de ensayos y de aproximaciones diversas acerca de un te ma tan atractivo y habe r sabido hacerlo con novedad y con un especial sentido crítico. Los textos aportados e n esa ocasión son, todos ellos, muy notables, desde los poemas de Enrique Molina con los que se abre el número hasta el precioso ensayo de Benjamin Péret sobre Wifredo Lam que traduce Jaime Moreno Villaneal , pasando por el estudio de Pierre Rivas "El surrea lismo e n América Hispánica: herencia y mutación", los poemas de César Moro Cdos de e llos traducidos por Mario Vargas Llosa y Armando Rojas) , dos poemas de Emilio Adolfo Westphalen, un artículo de André Coyné sobre César Moro , un largo es tudio de Julio Ortega sobre Moro, Westphalen y el surrealismo, un dossier sobre Roberto Marta que incluye un guión cinematográfico escrito en 1936 por el pintor chileno , una entrevista con Alejo Carpentier sobre e l París de 1930 y, en fin, un ensayo de Pierre Mabille sobre Wifredo Lam.
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Reto Holme, Residencio de Esfudionfes, Madrid, 1993
Si me he de te nido en una desc ripc ión de l índice de ese número ha sido por intentar mostra r, a través de un solo e jemplo , cuál ha sido, a mi juicio, el estilo de Biblioteca de México. García Terrés. su equipo de Coordinación Editorial y su Consejo de Redacción han conseguido sacar adelante una revista en la que la información y la reflexión aparecen siempre referidas a temas centrales de la cultura contemporánea, sin que el principal unjetivo de sus páginas -la "documentación" de la literatura mexicana- ahogue su ca rácter de revista de letras "en sentido clásico". A todo ello no ha sido ajeno, en manera alguna, e l humor, un humor más bien irónico y lúdico que García Terrés vertió con inteligencia en ese tubo de ensayo de la columna situada a la derecha de las primeras páginas impares de cada número , unas columnas que , muy de acuerdo con el título de la revista , se llaman "El ratón". Estábamos acostumbrados a leer sus notas y comentarios en La Gaceta del Fondo de Cultura Económica; más tarde, durante un tiempo, en la revista Vuelta, y, por último, en Biblioteca de México. Algunos de esos comentarios, bajo el título de "Arenas de l litoral," se recogieron en el libro con el que El Colegio Nacional mexicano celebró los sesenta años de García Terrés. Repasando, días atrás, los números de Biblioteca de México, me ha parecido advertir que el tono de los comentarios, sin ser exactamente el mismo que el de las revistas anteriores , adquiere en Biblioteca de México ciertos tintes de preocupación por el destino de la cultura en el mundo contemporáneo. Quienes estuvieron más cerca de García Terrés en sus últimos años y lo conocieron
mejor tal vez podrían confirmar, desmenti r o matiza r esta impresión.
Biblioteca de México ocupa , pues, un lugar preciso v único en el panorama de las revistas hispánicas, al menos entre las que yo alcanzo a ve r. ¿Todo es perfecto en Biblioteca de México' Aunque ensayos, artículos y poemas constitu yen e l eje de la revista , y así ha de ser, yo echo en fa lta , por mi parte , las reseñas , e l pronunciamie nto sobre las letras del momento presente: las novedades en la poesía, la novela, el ensayo, tanto de México como de Hispanoamérica en general y, en algún caso, también de España. L1S reseñas, tan importantes en lo que se refiere a la orientación de los lectores, resultan verdaderamente decisivas en cuanto a la visión de la actua lidad literaria que una revista desea ofrecer. Esa visión la identifica ; quiero decir, le hace adquirir --O le ayuda a hacerio-- una idenUdad intelectua l. Transcurrido un cierto tiempo, además, esa interpretación del presente a través de las reseñas le confiere un signo de diferencia y de personalidad entre las otras publicaciones de su mismo momento o de su mismo periodo histórico.
Biblioteca de México ha sido obra de Jaime García Terrés y de un grupo de escritores e intelectuales muy significativos del México de hoy. Es de esperar que éstos consigan dar continuidad a la revista y lleguen a abrir en ella nuevas líneas de exploración. No puedo referirme aquí a esos otros responsables gracias a los cuales Biblioteca de México ha conseguido ser un fruto excelente del esfuerzo de un pequeño colectivo de coordinadores, redactores, traductores. En cambio , aun-
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Jaime Gordo T errés con WilIiam Styron y su esposa, 1965
que sea muy brevemente, debo hablar de lo que Jaime García Terrés ha representado y representa para mí. Al hacerlo, estoy felicitando a ese pequeño colectivo al frente del cual estuvo el autor de Todo lo más por decir.
Conocí a Jaime García Terrés en 1993, por mediación de Ana María y Ramón Xirau. El lugar de encuentro fue todo un símbolo: la llamada Capilla Alfonsina, es decir, la casa en que vivió Alfonso Reyes en la ciudad de México. Decir que lo conocí en ese momento es inexacto; hacía ya muchos años que manteníamos cierta relación epistolar, desde que, a finales de los años 70, escribí un comentario sobre su bello libro Reloj de Atenas. Busqué con interés este libro en cuanto supe de su existencia por una razón muy simple: Jaime García Terrés había publicado, en 1968, una versión de los Tres poemas escondidos de Giorgos Seféris. Este libro se había convertido para mí en un libro de cabecera y en un constante objeto de reflexión. Reloj de Atenas daba cuenta de los encuentros de García Terrés con el poeta griego, así como de otros muchos aspectos y cuestiones que despertaban en mí un hondo interés. Cuando, en nuestro encuentro de México, le conté a García Terrés que sus versiones de Seféris habían ayudado a decidir mi vocación poética, sonrió. Yo sabía ya que la sonrisa -tolerancia, humildad, ironía, sabiduna- era una de las manifestaciones del ca-
rácter de Jaime García Terrés, una expresión perfecta de su talante. Aquella sonrisa encerraba al mismo tiempo alegría y reconocimiento.
Jaime García Terrés fue poeta , traductor y e,nsayista. Notable en cada una de esas facetas , éstas se encontraban en él fuertemente relacionadas y eran, en cierto modo, indisociables. Intercambiábamos nuestros libros respectivos con un interés que , por mi parte, fue siempre en aumento, y llegó a colaborar en la revista Synlaxis, que yo dirigí , con la versión y el comentario de un poema de Hblderlin , "En mitad de la vida", versión y comentario que considero admirables. Cuando recogió en libro sus traducciones poéticas -Baile de máscm"as, 1989- publiqué sobre' él una amplia reseña en la que apunté algo que vuelvo a señalar ahora: García Terrés ha sido uno de los mejores traductores de poesía en español en nuestro siglo. Y subrayo que ello no habría resultado posible de no haber sido un poeta notable, un ensayista juicioso y un intelectual para el cual la expresión responsabilidad del escritor encerraba una honda dimensión filosófica y cultural.
Biblioteca de México es, entre otras cosas, un espejo que refleja con claridad la imagen de Jaime García Terrés. Es un ejemplo de obra bien hecha, como dije al comienzo. Un ejemplo, también, de coherencia y de responsabilidad intelectual. Ojalá podamos seguir contando con ella largos años.
Biblioteca de México .a
C onser"o. de c'LIa ndo era πίΙ10, υ π ::ι iInagen cle uespedida en un I11LIell e del ριιeι-ιο de C<idiz. la ciuclacl en clue nacί Υ \ ' ί νο. Esa j _Ill ~1gen clt' υωl ffilIjer sLIbiendo la esca l in ,ιta (Ie υπ barco (σll ιιπ πίr'Ίσ de 1a lllano. 11 ~Ι
(iLJedado en πιί CO [11 0 υπ ί.! huel l,1 iInborrable. Ιί.! IlllI jer )' eI πίπο el·dll parientes τηίοs, qLle sulJίan aJ vapol·
Maga//aJIes ruI11I)O " Ι pueIτo de Ver3C ΓLI Z ρ;:\Ι" , 1 reuniI-se con el resιo de la faI11ilia (e l pad I'e Υ Olros clos IlijOS) que se eχίΙίalΌ Il anos ,Intes,
ιocl o< escapando de 1<1 cJicτ" dUI'a
t·ranquist<1 en nOIllbre de SLlS ide~I5 republiC3nas ,. para dejar de ρ<ιde
CΙ;Γ las gr3ve~ repl·esa lias q ue Ies acaπeό el triLlnfo de Ios insorrectos nacionaIes. Por si m i fragil memoria
infanιil pod ia o l\' idaI" aque lla escena, πο Ie,S cυento Ias veces que se Ι, . record<ldo e n mi fanliJia I11ien trds se nlir~Iban )' ιηίϊdb~ιn Ias fotos
que se conserν<Iron de aCjlIeJJo que conslituia ιιη <ι ρrοlο ngac ί ό n del drama de la gueITa ( ί ν ίl espa no la.
Nunca ι,ο!)ί" contado esιo e n ρίι -1) lίco , ,. si 10 Il<.go allora ηο es pard ajustarIe cuentas a nadie, sino porque viene a pelo en υη acto coln o
esle. donde υηο PLIede agradecer a 105 mexicanos , ΙΙΠί.! vez mas )' (οlηο se 11a IlecI10 tantas veces, la
buena acog ida que dispensaron a [a n ιos esP:In o les, Υ laml) ien ρο "ι
agradecerles que nle Ilayan invirado a re::l lί z;Ir este viaje jtIntos Υ embar
cados en nuestras resρec rί νas revislas lίιeΓarίas . Me "χριico .
υη gran amigo mio, e l poeta Jose Ranιόn RipoJJ , Υ ΥΟ iniciamos e n la primavera de 1991 la avenlUra de pul)Jicar ιιη. revista de poesia coη νοcac ίόn esencialmente americana. Para nosolros. el es e l ρatrόn Υ )'0 su nlarin ero mas avenrajacIo, ert1 como embarca rnos en υη navio (30 cms. d e es lora Υ 17 .5 cms. d e nlanga), ηο para huir como hicieΓοη nliS p~Irientes , sino para atrave
sa r e l Oceano Allanlico e n busca de puertos Υ poelicas afines. Muchos poet.s , a lgunos muy importantes , nos I,an aco n1pai\ado e n estos cinco ;:Ir'Ί os de singladuras, en los 12 nίιmerοs que JJevamos pu blicados , e n Ias mas de 3 mil paginas que hem()s dedicado enleramenle a 13 Ροesίa . Durante nuestras travesias -cada nύnlerο ha s ido un a apasionanle travesia- , para que rel aιa ros los obstaculos que he nlos lenido que superar, los temporales que ha sufrido nuestro barco ... , con el mi edo que nos da a nosolros cuaIquier viento cuando supera la fuerza cuatro . Digo , es υη decir, como diria VaJJejo. υη buen dia, nuestro barco tocό
ιι η puerto ,. alguiell . lIeno cle CllI'iOsidu(l. subi6 a bordo. Dt'~de (;.' π ΙΟπ·
(es sl? est;:ι l) l ec ίό entre nosutro:, υll ,- Ι
am istosa re Ιac ί όη qut' , debo rt=co· nocer, e:-, 1,1 cau~~1 ιle que γο 110γ
Π ι? encuentre en es ta lηes~ι . E5e
JΕsύs FERNANDEZ PALACIOS
Ρresentacίόη
Υ homenaje
a ιηίgο mexicano era. Υ es, H;:t fae l
Varg~I s, quien ;:1 finales CΙ ι? jlInio de! a r'Ίo pas~Ido nos eπ\"ίό lIΠ~1 afecruo
S~I (~ΙΓta de Ιί.! η ιιι? extrJigo alglInos
breves Ρa rrafα,. Decia e n su αrιa:
"He tenido la suerte de encon[r~lI·
Ios dos nίιmerοs n13S rec ientes de
su revista que, descle luego, Ι11" parece ιηagnίfica Υ digna de ΙΙΠ3 ιηΙΙΥ
Iarga existenci c:t. Le escribo, en ΡΓί
mer lugar. ΡΟΓ eso: con el "ηίπιο de fel ic ila rlo . pero laIllbien ΡΟΓ algunas otras cosas: ante todo, Ι Ι? ιυegο
que me indique cόmο conseguir los siete Ρrίιηerοs nίιιηe rοs ( ... ). Me ίn
teresa adqu irirIos tanto p <1 r,1 mi COΙ110 paI'a la Biblioleca cle Mexico. e n cu)'o acerνo debe exislir υη" col ecc ί όn cOI11plela. Enseguida , Ι11 "
gυs ι "ι rί a q ue esta IJIeCieranlos υπ ca nje "ηΙΓ" nuestras publicaciones, si a Uds. Ies in[e I'esa , tan ΡΓΟΩΙΟ
C0l110 sea posible". U na vez mas υπ nlex ica no nos
ιendίό su mano. Fue estLιpendo recibir esa ca Iτa, fu e ιιη gozoso descubrimienιo Ieer Υ re leer a lgu nos nύmerοs de la revista Biblioteca cle Mexico, que ηο cοnοcίamοs , Υ tam
b ien fue υη. dichosa avenlUra conocer οl poeta serbio-noIτeameιica
ηο Ch a rl es SiI11i c a traves de la magnίfica anlologia ΕΙ slIeno del αlqLIiInista (UNAM, Mexico , 1994), traducida Υ pro logad a ΡΟΓ Rafael Va rgas. Desde aquella primera carta , Ilemos intercambiado nues
lras revistas, cόmο no, Υ fιna i mente
hemos publicado esa especie de dossier sobre Charles Simic en e l reciente nύmerο doce de RevistAtlάl1ticα de Poesία, que asi es como se 1Iama nuestra ρυbΙ ίcacίόn , ediιa
da ΡΟΓ Ia Diρυιaciόn Provincial de cadiz con eI patrocinio de ΤeΙefόnica de Espana.
ι. correspondenc ia e ntre noso-
BiblioIeca de Mex;co 59
Irus ηο se Ila interrlInliJi(IO, γ fue Ρ l·ecί saπι e n ι e por ΙΙΠ<1 Ι' ~Ι ΓΙ<1 slIY,I
cle l pasaclo nles ue ,,1)Γίl ΡΟΓ cloncle nQS enter,IIllO::. cIeI f: Il\ eci nlien ιo dc' I poeta J ~I iIlle Ga rcί,ι Terres. cjlIi en lι:.ιbί 3 siclo Il a sl~1 entonceS dilΊ=cto r
f.ζent'rtIl de Ι ί.! ΒίΙ)lίί)(ec~1 ιΙe lνIex icu
γ cΙ Ε' su eje Illplar n:,\' isr~I . Nos ίπ
quietamos en[Qnces ΡΟΓ I ~ι (οηιίηυί
dad de Ι :ι ρubJicacίόn :ι ,"ίΖ ιι .. la ΠlυeιΙe de SlI d i recιo I- (οιηο fe rνο
rosos lecιores . pues. a Ι cons iderarla dei m"Iyor interes, deseanl0s Υ pedimos υηιι ιη {ι ::; larga Υ I)on3ncible t Γaνesίa pa I-a ese navio ιηeχίΩΙl10
que, 31g0 mayor en rllanga Υ en eslo ra , se (ΓυΖ ,Ι de vez en clI <:l ndo coη el nueslro en medio del proce-1050 oceano.
1I " jQLle se )'0 d e lo s Illuertos~
ίCόιησ lIegar a conocerlos?'· , ca lJrla
decir con versos de i ΡΓορίο poet". Desde luego e n vida ηο Ileg ue a conoce r personalmente a Jaime Garcίa Ten es , ηί sίqυίeπι 11e l eίdο
toda su obra li tera I·ia. Pero s i conozco su poesia , , ί la he l eίdo de pe a pa en e l volLImen Las ιπanCIJas del sol. ]956-1987, publicado ΡΟΓ AJ ianza Ediιoria l en 1988. Μιί ,
que ΥΟ sepa, esla toda <υ obra poelica , ade mas de una breve aunque representativa selecciόn de su traduccio nes del g riego (Seferis, Cavafis , Elyl is) , dei in g les (Donn e, Yeats, Pound , Lowry, Stevens) Υ del aiem<in (Nova lis. Hd Iderlin Υ Be nn), que e l poeta Ilabia COI11pilado a nleriormente en su Bai/e ι/ε Ιl1άscaras.
Antes de Las Inanc!Ja5 clel 501 Ilabia l eίdo poemas sue l ιos e n a lgun" s a nlo logias. Por e jemp lo " " Ροesία εn. J'110viJl1iel1/0. Mexico 19]5-1966, publica d a ΡΟ Γ Siglo ΧΧΙ en sucesivas ediciones , donde dice Octavio Paz en υη interesante
Υ exle nso ρrό Ιοgο: " ΕηΙΓ" Bonifaz υπο )' Sabines hay υη. re Ιac ίόn
de οροsίcίόn: e l baποqυίsmο Υ e l expresionismo son gemeIos enemigos. ]aime Garcia Terres ηο es 10 υηο ηί 10 otro. Sus prime ros poemas fueron noιables ΡΟΓ e l rigo r ίηteligente coη que e l poeιa extirpaba Ia νegeιacίόn parasila de i ΥΟ. (Una poda que deberiamos recomendar a muchos poetas de aqui Υ de alla). Ε Ι ιigor se resο lνίό al fin en poemas de vioIencia ensimismada. υη esιa llido sordo, hacia adenΙΓΟ . Pero ηο es υη poeta inlimo. Ta mpoco poesia colec livi s la : e I hombre entre los hombres. Los Iibros de Garcia Τeπes pnueban, una vez mas, que Ia inleligencia ηο esτa refιida con Ia ρasiόn .. . ".
lnlelige ncia )' ρasίόn , dos buenos a tribuιos para υη poe ta que se
rl del estudiante de literatura Jaime García Terrés, 1942
transparenta en muchos de sus versos. A través de ellos se atreve uno, incluso, a perfilar algunos rasgos de su atrayente personalidad. "Hablar. Hablar para decirlo todo", era la intención y el deseo del poeta. "Quiero servir de loco pregonero", decía en su poema pórtico de Las manchas del sol. Ya en 1956 se au-toapodaba "caballero de la palabra", y en ese año aventuró su cometido de poeta: "Despertaré los nombres de las cosas/ a golpes de cuchillo si es preciso./ Callen otros. Yo no. Jamás podría./ Mi pluma nutre un manantial de rosas./ ¡Cómo voy a callar!/ La vida quiso/
hacerme charlatán. No es culpa mía".
Este "caballero de la palabra", que escribía —según confesó en su poema "Alzaduras"— "para no volverme loco", no concebía "un mundo sin palabras no sería/ mundo ni tampoco podría ser/ pensado ni pensar él mismo". Tal vez por eso decía en "Sazón del alba" que "si no todos los libros/ cuando menos/ he leído decenas, cientos, mil/ y no lo digo, no, por vanidad, muy al contrario...". Porque creía en el valor de la palabra, además de leer y leer, escribió varios libros. Títulos como Las provincias
del aire (1956), Los reinos combatientes (1961), Todo lo más por decir (1971), Carne de Dios (que es un largo poema en prosa de 1964), Corre la voz (1980) y Parte de vida (1987), fijan la imagen de un poeta que peleó duro contra la página en blanco: "La página desierta se me queda mirando:/ una sonrisa boba,/ el vigor enfilado en un desdén sin cara./ ¡Oh tediosa blancura!". Y su concepción del poema quedó versificada en "Génesis", desde su primer libro: "Carne, el poema. Carne./ Manantial encarnado al duro golpe/ de un corazón de luz,/ ardiendo en un camino sin descan-
Esto es, un camino sin descanso a pesar de sus debilidades. Algunas expresadas con gracia; "Amanezco sin ganas de moverme,/ movido, caviloso^/ ¡Con qué facilidad me quedaría/ tendido toda la mañana,/ una migaja de razón por desayuno/ y por cobija mi pereza! (en su poema "Entreacto"); y otras con un dejo fatalista: "¿Para qué, para qué las sílabas,/ mis versos todos?" (en su poema "Demanda").
En fm, éste, más o menos, era y es el poeta que hoy queremos homenajear: como dije, no sólo poi su estupenda labor al frente de Biblioteca de México, sino también por su obra amable que recomendamos leer. Jaime García Terrés, tras su muerte, ya debe haber logrado lo que enunciaba en su poema "Carne de Dios": "Me disueh'O en la comunicación con los demás. Presentes y ausentes. Lo vivo y 1 muerto-vivo. Muerte y vida se. reconcilian". Y por si no lo ha logrado aún, me gustaría ayudarte leyendo finalmente su "Antiepitafio": "Aquí yace/ uno que vivió buscant do sin tregua/ la mejor inscripción para su losa fúnebre./ Recorrió cementerios;/ consultó/ volúmenes al. por mayor (antologías,/ obras tan desusadas como las de Giordano Bruno/ y los originales doce tomos/ de La rama dorada;/ todo César Vallejo/ y todo Gorostiza; bibliografías y catálogos/ que suscitaban siempre nuevos títulos/ y más antologías/ y más Opera Omnid)./ Pasó dos años en Friburgo; uno en la Sierra de Puebla, practicando/ lenguas indígenas y viejos ritos./ Por fm se puso/ a cavilar entre sus muchas notas/ con el gran esmero que reclamaban./ Era la tarea más importante de su vida:/ no quiso festinada./ Lástima grande que la muerte haya/ frustrado con aleve golpe bajo/ —como son los suyos—/ esa vida paciente, aquella vocación, este epitafio".
Biblioteca de México
w UMIVERSIDAD MACI8NIL lE MÉXICO
F J L Ó S O F I A
A Ñ O E S C O L A R D E 194__í?
M p E L 11 1
A N U E L O R R A S H I "\! e Ó 1'\ 1) E L
Il Li Ó .\ 1 .\ '1 ()
¿Simplemente reunir dotos,
nombres, fechas, lugares , como la s piececitas de un
rompecabezas que puede acomodarse y dar ese como solución del problema2 i Nol La investigación es un rcm·
pecabezas, porque tenemos
que poner todo nuestro yo,
todo nuestro espíritu , en lo
que estamos estudiando.
El historiador tiene que reconstruir la porte de lo
existencia que está estu· diando; si no reconstruye
esa parte de existencia su obra no es vólido .
M. Toussaint
Nació don Manuel Toussaint el 29 de mayo de 1890; a temprana edad se acerca al mundo de las letras publicando inicialmente su obro Los cien mejores poesías líricas mexiconas, teniendo como colabora
dores en lo selección a Antonio
Castro Leol y Alberto Vázquez del Mercado, dada a la im prenta en 1914. En esta mismo
época había concluido sus estudios, que iniciara en lo Es·
cuelo Anexa o lo Normal para
Profesores, en la Nacional Preparatoria y en la de Bellas Artes y Altos Estudios.
La vocación por lo cátedra lo lleva a la Escuela Nacíonal Preparatorio a impartir los cur
sos de lengua española , y al año siguiente (1915) comenzaría una de las labores que en su opinión "es de los que
más honran o los hombres, ser
vi r a través del libro". Bibliotecario, lo fue del Museo Nacional de Arqueología e Historia, de la Dirección General de Belios Artes y de la Escuela de Altos Estudios . Paralelamente continúa publicando, aunque sus intereses iniciales se ven trastocados hacia el mundo del Arte Colonial, lo mismo trabaja bocetos de una casa de siglo XVI, como una pintura de Echave, así como su primer
MANUEL TOUSSAINT
Un esbozo biobibliográfico
"paseo colonial" de TepotzotIón , y uno de los estudios más
interesantes sobre Saturnino
Herrón , con quien forjó una
sincera y profundo amistad
como la que cultivó con Castro
Leol, los Loera Chóvez, Alberto Garduño, Justino Fernández ,
el. 0/" como uno muestro del
alto valor que le significaba la relación con quien compartir lo sensíbilidad .
Hacia 191 9, es ca-fundador con el Dr. Enríque González Martínez y Agustín Loera Chávez, de la editorial México Moderno, toreo que irremediablemente lo introducirá en el quehacer edítoríal, lo que le permitirá un conocimiento y el posterior cuidado de sus trabajos editados.
Para 1920 se integrará como secretorio particular de
José Vosconcelos, cuando éste
fue rector de la Universidad Nacional ; en 1921 viaja a España como secretorio de la (omisión Poso y T roncoso, pu·
blicando después su encantador libro Via;es alucinados . Obra en la cual, sin exaltaciones y desproporciones, hace
resaltar tan presto lo más im
presionante de un golpe de visto, como las fisonomías dis
tintivas de pueblos y gentes. El afón de ver, enlazado al de jugar, le movía por los cominos
y le metía en ciudades y recintos, disfrutando de las reliquías artísticas tras las cuales percibía inabarcables horizontes, y sobreponiéndose a las emociones evocativas ensayaba des
cripciones, apuntaba plantas, relacionaba diseños, dando luz a sus primeros avatares en la
crítica del arte ; de 1922 a 1928, colaborará en diversos puestos en la Secretaría de Educación Pública y Bellas Artes, llegando a la Di rece ión de la Escuela Nacional de Bellas Artes. Los encargos administro
tivos eran cumplidos con admi
rable eficacia , sin descuidar tampoco sus investigaciones.
En estos años inicia su estu
dio sobre la Catedral de México, primer apunte, para las pu
blicaciones de la Secretaría de Hacienda Iglesias de México, destocándose ya como uno de
los primeros historiadores de
arte mexicano; de este periodo
son también la serie de mono
grafías sobre Oaxaca , Teposcolula y Zacatlón . No fue tampoco ajeno a la revalorización
de la vida y obra de Sor Juana Inés de la Cruz, iniciando un primer avance en 1916 con la publicación de Poesías escogidas de Sor Juana Inés de la Cruz, continuando su avidez
por la décima musa con Poe
mas inéditos, desconocidos y muy raros de Sor Juana Inés de la Cruz, obra en la cual no sólo se encargaba de la recopilación sino también entrega
ba al público sus descubrimientos, producto de una investiga
ción acuciosa y de una admi
ración manifiesta a la monja
de Nepantla . Cierra este ciclo con Obras escogidas de Sor Juana Inés de la Cruz y respuesta a Sor Philotea de la
Biblioteca de México 61
Cruz. Poesías, publicada en 1928
La primera gran monograf
ía, que bajo el sello de Editoria l Culturo decantó conoci
mientos precisos y abundantes,
fue Tasco, aparecida en 1931 Continuando sus Paseos colonio/es en diversos revisto s,
entre los cuales destacan Coixt
lahuaca, Tepeaca , Tepetlaoztoe , Santa Cruz Atoyac , etcétera. Trabajos todos éstos producto de las frecuentes visitas de "fin de semana" que en
compañía de don Federico Gómez de Orozco, realizara
Toussaint. En donde los croquis, observaciones, el apunte
de datos curiosos, la paleografía de popeles amarillentos de sacristía , amén de la dili gencía despierta y erudíta , daban por resultado el conoci miento ameno , sin foltar el
rigor que caracterizó todo el
trabaio de Toussaint. 1934, año definitivo en la
historio del arte mexicano, con
la fundación de la cátedra de Historia del Arte en México, ins
taurada por Toussaint en la Fa-
cultad de Filosofía y Le tra s,
mísmo año en el que aparece el
primer estudio mexicano Lito·
grafía en Méxíco en el síglo XIX, nuevo acierto de Tousso int
sobre un tema poco vindicodo
entonces en el arte mexicano.
Al año siguiente funda el labarataria de Arte en la Universi
dad, que después se converti ría en el prestigiada Instituto de In
vestigaciones Estéticas de la UNAM. Estudias, artículos, pró
logos, conferencias, etcétera , se
suceden incansables hasta que en 1938 aparece Planos de la ciudad de México, en donde una vez más Toussoint da uno
muestra de amplitud de conoci
mientos y de investigación acu
ciasa , trabaja realizada al ali
món can Ju stino Fernández y
Federico Gómez Orozco. De 1938 a 1955 Tou ssaint
se encargará de la Direccián del In stituto de Investigaciones
Estéticas, y proseguirá con sus
trabaja s de investigación , legándanas abras cama la es
pléndida monografía Pátzcuaro, así cama sus infaltables colaboraciones en las Anales del Instituto, de la misma Universi
dad . 1948 es el año de publicación de otra estupenda abra :
El orle colonial en México. Es
una de la tres grondes partes en que se pensó podría dividir
se la historia del arte mexica
na. la tarea de encarar científicamente las problemas de ese
gran conju nta artística que sólo
había sida materia de ensayas,
iniciándose decididamente can la fundación del Laboratorio de
Arte en 1935, y que día cama primer fruta la abra de T asca
na sobre arte precolombina,
requería necesariamente de
este trabaja de Taussaint, que,
cama señalaba en el prólogo, "representa el esfuerza realiza
da durante toda una vida. La
que antes era ensayo, poseo,
artículo o conferencia, se ofre
ce ahoro como síntesis y en
forma metódica". Trilogía que
se completó can la Historia del arte moderna y se actualizá can la Historia del orle moderna y contemporánea de México.
En la década de 1945 a
1955 le es encomendada la Dirección del Departamento de Monumentos Coloniales . En
1948 publicá su gran abra La Catedral de México y el sagra
rio metropolitana. Su historia,
su tesoro, su arte, tan monu·
mentol como el monumento .
Para realizar este trabaja ha recorrida detenidamente el edi
fici o , visitando bodegas , desempolvando archivas . Ha teni
da facilidades para bajar cua
dros, para escudriñar las capi llas hasta el última rincón, poro
descender a la s cri ptas , para inspeccionar el tesoro con sus
joyas. Esto no lo había logrado hacer ningún escritor, laico de
lo historio mex icana . Toussaint
se ha leído en las publicaciones
de otros autores sobre la mate
ria . Ha rastreada el tema por cronista s, códices, testimon ios,
instrumentos legales , en fin ,
toda fuente posible , dando cama resultada toda una serie
de pasos mediante las cuales va presentando los acontecimien
tos y personalidades que inter
vinieron en la prolangadisima edificación del recinto.
Coloca primero los antece
dentes de la erección del obis
pado y de su templa sede. Habla de la historia relativa a
los establecimientos religiosos
novahi spánicos en e l siglo de planteamiento . Menciona frai
les y prelados que tuvieron co
nexión con el magno edificio.
Un edificio que se plantea a mediadas del sig la XV I y se
con cluye das y med ia sigl os
después, resulta una verdadera
composición con los estilos de
corativos que se va n gustando en un mundo cado vez más
exigente de cambios . Presenta
huellas del gótico emparejado con el neorromono; recibe im
pacto de un barroco atempera
do ; no puede pasarse sín el
prestigioso churrigueresco y se termina bajo las influjos del
luis XVI y el neoclásico. El historiador de la Catedral
se refiere con gusto en relatar
la vida de la primera fábrica , del templo sin ventura, arregla
do sólo por el momento y el
cual , en el más hermosa sig lo colonial, se enriquece de arte
para albergar los tres primeros Concilios Mexicanos .
Luego se ocupa del edificio final , ambiciosamente concebi
do. Nunca las dificultades fue
ron tan equilibradas con las ambiciones . Temblares, lada,
penuria, dudas sobre la hecha y sobre la par hacer y otras dificultades más .. . Sin embarga,
se concluyó y a pesar de las resquebrajaduras físicas y
morales, sigue ostentando la
quintaesencia de su vanidad y belleza . El historiógrafo descri
be el recinto, fija en palabras y
esquemas lo s progresos que se va n alcanzando , destaca lo
que se hace conforme al severa
proyecto de 1616 y lo que se va alterando. Pasa de la gran
sa la a las copillas laterales y de a hí a las portadas con deta
lle y figuras; a la s torres , sus
camponas y esculturas cimeras;
a la primera cúpula y luego a la que Tolsó diseñó para susti tuirla . Nada ha de quedar, ni
queda si n ponerle sus datos ; hasta la gran cruz de Mañozca , también infortunada , ti ene
su capítulo. El exterior es mós fácil de
ver, pues se resuelve en la obra de alarifes, canteros, escultores
y plateros. El interio r, en cam
bio, abruma . Es trabajo de infi
nidad de maestros que además de preparar el edificio tienen
que decorarlo . Parte por parte
la va anotando, de teniéndose
especialmente en objetos significati vos: tales serían , ponga
mos por caso, ciertas pinturas
con historia, coma la dedicada
a la Señora de la Merced , pin
tada por Pereyns para la Cate
dral vieja y luego colocada en el retablo del altar del Perdón,
o aquella a que se llama del
Santo Niño Cautivo. Otras ser
ían la reja de tumbaga perte
neciente al Coro, diseñada en México y hecha por manos chi
nas en Macao , de donde se
trajo embarcándola por Filipi
nas, y el facistol regalado por el arzobispa de Manila; el ór
gano ornamentado bajo la in
fluencia de la Racaille : en reali
dad es imposible seguir lo s pasos del investigador y ence
rrar, en unas líneas, el trabajo
de muchos años y conciencia.
Baste la descripción anterior para dar muestra de la capaci
dad y talento de quien estaría
llamado a ser la primer voz en e l concierto de la c rítica del
arte mexicano.
Perteneció a las más diversas sociedades y organismos rela
cionados can la historia y las Bellas Artes; fue miembro de El
Colegio Nacional; para 1946 la Universidad Nacional Autó
noma de México le concede el grado de maestro ex-oficia, y para 1953 la misma Universi
dad le confiere el grado de doctor honoris causa.
Biblioteca de México 62
Manuel Toussaint, a quien su
laboriosidad , su sabiduría y su justa crítica lo convirtieron en
el primer hi storiador del arte
virreinal , fallece en la c iudad
de Nueva York el 2 2 de no
viembre de 1955. Hasta este punto, se ha rese
ñado muy apretada , concretamente, una vida de apl icación ,
un juego y una con jugación de los inclinaciones vocacionales
con necesidades de conoci
miento y educación entre los
mexicanos. Las obras aqu í per
geñada s, están hermanadas con otras que abordan cuestio
nes de anólogo interés , y que
rebasan con mucho esta cola
boración. A continuación encontrará el
lector una bibliografía sumaria
de algunos de los trabajos, en
su primera ed ición, que la Biblioteca de México pasee en las
diversas colecc iones que con
forman el Fondo Reservado.
Tou ssa int , Manuel 11 890-1955)
Saturnino Herró n y su obra
/ Manuel Toussaint. - Méxi
co: Ediciones México Moderno,
1920.
36 p .: 65 il. b y n; 20 cm . Avezado a las más voriadas
manifestaciones artísticos , el
maestro Manuel Toussaint, en
esta obra , nos entrega un ar
chivo de imágenes y palabras
que rescata con lujo de detalle
la vida y obra de uno de los más exce lsos pinceles 'de la
pintura contemporónea en Mé
xico: Saturnino Herrón.
Colección Iberoamericana /
8992.
Toussaint , Manuel 11890-1955)
Viajes aluc inados: rincones de España / Manuel Toussaint.
- México: Cvl!vra, 1924.
176 p.: il. by n; 19 cm. IBiblioteca Universo)
Dibujos del autor.
En la contraportada , nota
manuscrita a manera de dedi catoria que dice: "A león Feli
pe con profunda simpatía espiritual". / M. Toussaint / Julio,
1924.
Colección Felipe Teixidor / 12223
Taussaint, Man uel 11890-1955)
Tosco: su historio, sus monu
mentos, característicos actuales
y posibilidades turísticas ; Manuel Toussoint. - México :
Cvltvra, 1931. 244, [4J p.: il. col.; 30 cm. Publicaciones de la Secreta
ría de Hacienda El maestro Manuel Toussoint
es sin duda una de las plumas mós prolíferas de México. Así lo constata Tasco, obra que reúne lo más granado de la historia , arte, arquitectura, cos
tumbres, y sobre todo atractivos sitios turísticos de esto ciu· dad colonial del estado de Guerrero.
Colección Carlos Basave ; 1241
Toussaint , Manuel (1890-1955)
Don José de la Borda restituido a España: otra prueba de su nacimiento en lo jurisdicción de Jaca ; Manuel Taussaint. -México: Pedro Robredo, 1933.
17 p.: il. ; 23 cm. Ejemplar número 18, dedi
cada a don Felipe Teixidor. Encuadernado con: La rela
ción de Michoacán: su impor
tancia artística / Manuel Tous
saint. - México: Instituto de Investigaciones Estéticas, 1937. - Retrato y paisaje en la obra de Cecil Crawford O'Gorman I Manuel Toussaint. - Méxi co: Alcancía, 1938
Es un documento cuya im
portancia radica en que se
trata de un argumento más de
cisivo en un asunto litigioso: lo nacionalidad de D. José de la Borda.
Colección Felipe Teixidar ; 5971
Toussaint, Manuel (1890-1955)
La litografía en México en el siglo XIX: sesenta facsímiles de los mejores obras / con un
texto de Manuel Toussaint. -20 ed. - México: Universidad Nacional de México, Biblioteca Nocional de México, 1934.
XXVII , 60 reproducciones facsimilares litográficas; 21 x 33cm.
la litografía en México, por su carócter histórico e icono·
gráfico, es una de las joyas bibliográficas más representativas del siglo XX. Es precisamente un compendio de ensayos que intenta y de hecho lo logra esclarecer una de nuestros artes más características que lIegá a culminar en Améri-
ca y que por supuesto revelo
escrupulosamente los entretelo
nes de la vida política, económico, social y artística de las
últimas cinco décadas del siglo XIX.
Colección Felipe Teixidor ; 6434
Toussaint , Manuel (1890-1955)
Guía ilustrada de Tosco ; por Manuel Toussaint. - Méxi·
ca: "Cvltvra", c 1935. 52, [62J p.: il. by n; 18 cm. (Colecc. Tesoros Artísticos y
Bellezas Naturales de México) Con traducción inglesa : Witf,
English Traslation . Colección Fondo México;
199351
Toussaint , Manuel (1890-1955)
la pintura en México duran·
te el siglo XVI ; Manuel Toussaint. - México: Imprenta
Mundial, 1936. 61 p. : il. b y n; 24 cm. -
Enciclopedia Ilustrada Mexicana .
Monografía que persigue ampliamente el estudio de la pintura y arquitectura conven
tual que Aoreció en México durante el primer siglo de la dominación españolo .
Colección Felipe Teixidor ; 6221
Toussaint , Manuel (1890-1955)
La relación de Michoacán : su importancia artística / Ma
nuel Toussaint. - México: Instituto de Investigaciones Estéticas, 1937.
14 p. : il. by n; 23 cm. Al reverso de la portada
noto manuscrito: "Para Felipe
Teixidar, con ; el afecto de su amiga.; M. Toussaint. ; Mayo 1937".
Sobretiro del número 1 de las anales del Instituto de Investigaciones Estéticos, año de
1937. Encuadernado con: Retrato
de paisaje en la obra de Cecil Crawford O'Gorman; Manuel Toussaint. - México: Alcancía, 1938. - Don José de la Sorda restituida a Espoña: otra prueba de su nacimiento en la jurisdiccián de Jaca ; Manuel Toussaint. - México: Pedro Robredo, 1933.
Para Manuel Toussaint la historia es una sucesión de
LA L1TOG RAFI A EN MEXICO
S~SCNrll r 01;110 ~II C5"" L~S
CON VN t ·s r vOIO
" MANUEL T OUSSA INT
MExrco
acontecimientos concatenados
que delinean el presente y el futuro de cualquier nación .
Ejemplo de ello es la presente obra, estudio puramente plástico, en cuyas láminas del códice nos narran todas las costum·
bres, los ritos y por supuesto las aventuras artísticas de los
pueblos michoacanos. Colección Felipe Teixidor ;
5971
Toussaint , Manuel (1890-1955)
Planos de la ciudad de México: siglos XVI y XVII : estudia histárico, urbanístico y bibliográfico ; por Manuel Toussaint, Federico Gómez de Orozco, Justino Fernández. -
México: Universidad Nacional Autónoma , Instituto de Investigaciones Estéticas, 1938.
200 p.: il. by n; 29 cm. En la contraportada , nota
manuscrita a la letra dice: "Para Felipe Teixidor, con; todo afecto. ; México ag . 1938.
Rúbrica de Manuel Toussaint, Federico Gómez de Orozco y Justino Fernández.
Obra que contribuye al mejor conocimiento de la ciu·
dad en todos sus detalles; inventariar los edi~cios de verdadero valor artístico; crear
zonas intocables a las que habrá de sujetarse cualquier nuevo arreglo, y estudiar aquellas singularidades de trazo general y de lugares porticulares que son en conjunto lo que da personalidad a la metrópoli.
Colección Felipe T eixidor ; 1728
Toussaint , Manuel (1890-1955)
Retrato y paisaje en la obra de Cecil Crawford O'Gonman ; Manuel Toussaint. - México:
Alcancía, 1938. 21 p.: 18 il. by n; 23 cm. En lo contraportada, nota
manuscrita reza: "Poro Felipe
Teixidor ; de su amigo ; M. T oussaint. ; 20 mayo. 38" .
Encuadernado con: Don José de la Sorda restituido a España: otro pruebo de su nacimiento
en la jurisdicción de Jaca; Manuel Toussaint. - México:
Pedro Robredo, 1933. - La relación de Michoacán: su importancia artística / Manuel Tous·
soint. - México: Instituto de Investigaciones Estéticas, 1937.
Nadie mejor que Toussaint poro describir al pintor impresionista de origen irlandés,
Cecil Crawford O 'Gonman, de quien dice haber recibido elogios elocuentes y sinceros ,
cama las de Claire Dona Mufardo
Describe la vida cotidiana de Mr. Cecil en su vieja casona de San Ángel, quien además de haber sido pintor, fue un excelente decorador. Se mencionan datos sobre cómo llegaron los O'Gonnon a México.
Caleccián Felipe Teixidor ; 5971
Taussaint, Manuel (1890-1955)
Paseos coloniales; por Ma-
Biblioteca de México 63
nuel Toussoi nt. - Mexico: Imprento Universitorio, 1939.
215 , (6] ρ .: ίl . b Υ η ; 29 cm. ΑΙ finol de los preliminores,
ποΙο manu scrita que dice : "Poro Felipe Te ixidor, de su omigo / Μ. Toussoint / Mex. 1940".
Poseos colonioles presento υηο mόgίcο Υ ogrodoble exCUΓsίόη οrqueolόgίcο α 105 mάs fo stuosos monumentos, ciudodes Υ reminiscencios hί stόrίcοs
de Mexico Cοleccίόn Felipe Teixidor /
5975
Toussoint , Monuel (1890 -1955)
Esculturo torosco / Monuel Toussoint. - Mexico: Un iversidod Nocionol Αυtόnοmο de Mexico, 1940.
23 h. de lόms.; 36 cm. Μaπυεl Tou ssaint incursiona
ohoro en el όmbίtο οrqυeolόgί
co ΡΟΓΟ ofrecernos υη estudio pormenorizodo Υ comporotivo de υη ΡΟΓ de vigorosos monjfestaciones cerάmίcαs : 10 toros
co Υ 10 colimense. Cοleccίόn de Consulto /
3561
Toussoint , Monuel (1890-1955)
Compendio bίblίοgrόfίco del ΙΓίυηΙο portenico de Don (υΓlο> de 5ίgϋenΖΟ Υ Gόngοrο / formulodo ΡΟΓ Monuel Toussoint. - Mexico: Universidod Nocionol Αυtόnοmο de Mexico, InstiΙυΙο de Investigociones Esteti cos, 1941 ,
Mexico: Imprento Universidod, 1941 .
45 ρ.; 18 cm. Εη 10 ρortodo : Publicose con
motivo del χχχl oniversorio del restoblecimiento de 10 Universidod Nocionol de Mexico.
Cοleccίόn Felipe Teixidor / 3999
Toussainl , Manuel (1890-1955)
Ρόtzcυαrο / texlo de Manuel Taussaint. - Mexico: Universidad Nocional de Mexico; Escuela de Arquileclura, 1942.
ΧΙΙ , 288 ρ., 2 maps. pleg. : ίl. b Υ η; 29 cm.
Dibujas de los alumnos de 10 Escuelo de Arquitecluro .
ΑΙ inicio de lαs preliminares, ποΙα manuscritα reza : Ν ΡaΓα
Felipe Teixidor, οοη el / mejor afecto de su amigo / Μ. Τ ous-50ίηl / Mex. 15 abril. 1942".
Esto obro es υηο joyo bibliogrόfίcο ΡΟΓΟ el estudio de 10 orquitecturo de 10 epoco coloηίοl en Mexico ; el ρrορόsίtο fundomentol que οnίmό 10 reolίΖοc ίόn de esto monogrofio fue dor ο conocer en forme ίη
tegrol , lα fisonomio , 10 historio de υηο pequeίio ciudod mexi(σπα netomente cοlοηίal.
Cοleccίόn Felipe Τ eixidor / 5974
Tou ssaint , Monuel (1890-1955)
Arte mudejor en America / Manuel Toussaint. - Mexico: ΡΟΓΓύα , 1 946
143 ρ .. 109 ί l . b Υ η ; 28 cm. ΕΙ bαstίόn de lα ίnνestίgοcίόn
αrtίstίca Manuel Toussaint, nos regolo υηο mόs de ,υ>
prolificos esludios: considerodo volioso tesoro ortistico, legodo de nuestro modre ΡΟΙΓίο , el arte mudejor en America viene
ο demostror ,υ orroigodo ίη
Auencia en el nueva cantinente sobre todo en lα arquitecturo, ρίηΙυΓΟ , ,υ escultura Υ desde lυego en los ortes menores.
Cοleccίόn Felipe Teixidor / 5935
Toussoint , Monuel (1890-1955)
Arte coloniol en Mexico / Monuel Toussoint. - Mexico: Universidod Nocionol ΑυΙόηοmo de Mexico, Institulo de Investigociones Esteticos, 1948 (Mexico: Imprenlo UniversiloΓίο , 1948).
ΧΧΧΙ, 501 ρ .: ίl. b Υ η ; 33 cm.
Conlenido: Primera porte: ΕΙ arle en 10 Nuevo Espoίio en liemρos de )0 conquislo; segundo porte: Ιο cοlοnίΖαcίόn ; lercera porte: ΕΙ arte en lα Nueva Espaίia durante lα fοrmαcίόn de lα nacionalidad; (υαΓlα parte: Orgullo Υ riqueza; quinlα parte: Ideos Υ reolίΖαcίόn de lα indeρendencia de Mexico.
Cοleccίόn Felipe Teixidor / 6433.
Toussainl , Manuel (1890-1955) Ια conquisla de Ρόnυcο /
ρor Manuel Toussainl. - Mexiοο : ΕΙ Colegio Nacional, 1948.
321, [4] ρ.: ίl. b Υ η; 25 cm. Εη lα conlroporlada, ejem
ρlαΓ numerado 73 Υ υηα ηοlα manuscrila que dice: "Pαrα Felipe Teixidor, de su amigo / Μαnuel Tous5Oint / Julio, 1948".
Esta obra es, α todos lυces , υηο profundo ίnvestίgοcίόn que ηο solomente norro los hechos de ormos por los cuoles fue sometido, sino que exploro primeromente el lυgor que ese pueblo hοbίtό , sus coslumbres, su orte; en Ιίη , 10 que representobo en lα historio de Mexico Υ de 10 humonidod .
Cοlecc;όn Felipe Teixidor / 2748
Toussoint , Monuel (1890 -1955)
Ιο Cotedrol de Mexico Υ el 50grorio Metropolitono: su hisΙΟΓίο , su tesoro, su arte / por Monuel Toussoint. - ΜεΧίοο :
Cοmisίόn Diocesono de Orden Υ Decoro, 1948.
XXXVIII , 377 ρ .: ίl , lόms . b Υ n, col. ; 47 cm.
Contenido: "Documentos ineditos ο muy ΓαΓΟ> ραΓα 10 histoΓίο de lα Catedral de Mexico": ρ . (259] 347.
Eiemplar numerado 467. Bibliogrofio: ρ. (253]-258 . Obra monumental que pre-
tende Ilenar dos nobles ΡΓορόsitos: ΡΟΓ υηο porte, consagror αl gron templo υηο obro digno de su magnificencio; ΡΟΓ otro , brindar υηα reseίia hίstόrίco .
Cοleccίόn Jesύs Reyes Heroles / 24672
Toussoint , Monuel (1890 -1955)
Bibliografio mexicona de Heredio / Manuel Toussaint. - Μεχίοο : 5ecretaria de Rela ciones Exteriores, DeportomenΙο de Ιnfοrmαcίόn ΡΟΓΟ el Εχtronjero, 1953.
VII , 146 ρ. : ίl. b Υ η ; 24 cm. Monogrofias Βίblίοgrόfίcοs
Mexicanas: segunda serie; 5 Εdίcίόn numeroda . ΕΙ presente trobojo fue com
pilado poro su ρυblίcocίόn en 1939, en homenaje ο Jose ΜΟΓίο de Heredia en el primer centenorio de su fαllecimiento .
ΕΙ tiempo tronscurrido permilίό oumenlar considerablemenle οοη base en nuevos descubrimienlos , υη Irabajo mόs complelo que ρermίtίrό el conocimienla mόs exaclo de esle insigne cubano.
Cοleccίόη Xανier lοαΖα / 54
Toussaint, Manuel (1890 -1955)
Ια Catedral Υ lαs iglesias de Puebla / Manuel Toussainl. -Mexico: Edilarial ΡΟΓΓύα, 1954.
BibIioteca de Mh.:ico 64
XV, 247 ρ .. 244 ίl . b Υ η ; 19 cm.
"Puede decirse -en ορίηίόη de Toussoinl- que ofrecemos υπa historio totoImente nuevQ
del gron lemplo angelopolilano". Documenlos locolίzαdos en el Archi vo Generol de 10 Νοcίόn , permilieron ΟΙ ουlΟΓ eloboror esto monogrofio eru dito ο 10 que se sumo υη buen nύmerο de noticias hί stόrίcαs , descriptivos Υ grόfίcοs ocerca de los iglesios de 10 ciudod de Puebla .
Cοleccίόn Felipe Tei xidor / 6183
Tou ssa int , Manuel (1890 -1955)
ΡίηΙυΓΟ coloniol en Mexico / Monuel Toussoint . - Μεχίοο : Un iversidad Nacionol ΑυΙόηοmo de Mexico, lηstίtυto de Investigaciones Estelicos, 1965 (Mexico: Imprento Universita Γία , 1965).
ΧΥI , 307 ρ .. lόms . b Υ η ; 28 cm.
Obro inedito de Monuel Tou ssoint, ηο obstante hoberlo concluido en 1 934.
Por primera vez se da ο 10 lυz ρύblίcα υηο obro de 10 mognilud de lα presente, destinoda ο reunir todos los ίηΙΟΓ
mociones que hon ρodido rescatarse en torno ο 10 ρίηΙυΓΟ que Αοrecίό en 1521, ΟΙ termiηο de 10 conquista ρor los espoίioles hasto 1821 , αίio de lα Independencia .
Cοleccίόn Felipe Teixidor / 6041
Toussaint , Manuel (1890-1955)
Cloudio de Arciniega: orquitecto de lα Nuevo Espaίio / Monuel Toussaint. - ΜεΧίοο : Universidad Nacional ΑυΙόηο
ma de ΜεΧίοο , 1981 . 78 ρ .: lόms . b Υ η ; 23 cm. Monografias de Arte; 5 . Monuel Toussaint nos ofrece
υη acercomiento α lα vida Υ obra de υηα de los figuros seίieros de lα decimosexta cenluΓία , el arquitecto que mόs prestigio αlοαηΖό en ΜεΧίοο : (Ιαυ
dio de Arciniega. Τ rabajo metόdico en el que
se recopila οοη acuciosidad lα
ίnfοrmαcίόη dispuesta que sobre el forjador de lα primero escuela αrqυίtectόηίcα novohisραηα existe.
Cοleccίόη Felipe Teixidor / 6139
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