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LA REESTRUCTURACIÓN DEL ESTADO Y LA NUEVA LÓGICA DE LA GESTIÓN PUBLICA Víctor Manuel Moncayo C Profesor Asociado V _ . Facultad de Derecho ' Universidad Nacional de Colombia I. EL ESTADO EN LA FASE ACTUAL 1. La fase del Estado Bienestar Durante buena parte de este siglo, el sistema de organización social de la producción, con las diferencias y particularidades de las distintas formaciones sociales según sus características internas y sus formas de inserción dentro de la división internacional del trabajo, estuvo caracterizado por la generación y captación de valor con base en la reducción del trabajo necesario, gracias al desarrollo de la productividad del trabajo, lograda mediante la incorporación de las innovaciones científicas y tecnológicas y la organización interna de los procesos de trabajo que supusieron el taylorismo y el fordismo. Esa fase, denominada por muchos como la época de la producción de masa, impuso, de un lado, un régimen salarial particular, esencialmente centrado sobre el ingreso monetario provisto por los empresarios, negociado en función exclusiva de la productividad y complementado con el salario indirecto proveniente del Estado bienestar y, de otro, la fijación y concentración creciente de la actividad productiva en amplias y gigantescas unidades, dentro de una dinámica progresiva de concentración y centralización del capital.

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LA REESTRUCTURACIÓN DEL ESTADO Y

LA NUEVA LÓGICA DE LA GESTIÓN PUBLICA •

Víctor Manuel Moncayo C Profesor Asociado

V _ . Facultad de Derecho ' Universidad Nacional de Colombia

I. EL ESTADO EN LA FASE ACTUAL

1. La fase del Estado Bienestar

Durante buena parte de este siglo, el sistema de organización social

de la producción, con las diferencias y particularidades de las

distintas formaciones sociales según sus características internas y

sus formas de inserción dentro de la división internacional del

trabajo, estuvo caracterizado por la generación y captación de valor

con base en la reducción del trabajo necesario, gracias al desarrollo

de la productividad del trabajo, lograda mediante la incorporación de

las innovaciones científicas y tecnológicas y la organización interna

de los procesos de trabajo que supusieron el taylorismo y el fordismo.

Esa fase, denominada por muchos como la época de la producción de

masa, impuso, de un lado, un régimen salarial particular,

esencialmente centrado sobre el ingreso monetario provisto por los

empresarios, negociado en función exclusiva de la productividad y

complementado con el salario indirecto proveniente del Estado

bienestar y, de otro, la fijación y concentración creciente de la

actividad productiva en amplias y gigantescas unidades, dentro de una

dinámica progresiva de concentración y centralización del capital.

Los rasgos con los cuales se puede describir esa época o fase, son

principalmente los siguientes: ?A

a) La utilización o empleo de la fuerza de trabajo está presidida por

la vigencia del régimen salarial, estructurado sobre la base de los

valores de cambio de los bienes que social e históricamente se

consideran asociados a la reproducción de la fuerza de trabajo. Los

procedimientos de fijación del valor de la fuerza de trabajo se

transforman progresivamente en sistemas cada vez más colectivos,

en función de la productividad, como lo enseña no solamente la

historia de la reivindicaciones sindicales, sino muy especialmente la

consolidación de la intervención del Estado en la determinación de los

llamados salarios mínimos y de los beneficios prestacionales y de

seguridad social obligatorios que, al fin y al cabo, son la pauta

general de las negociaciones. "

b) Simultáneamente, bajo formas y modalidades diferentes y en

grados muy diversos, el salario directo se complementa con la

participación del Estado en la reproducción de la fuerza de trabajo

(salario indirecto), para lo cual se deben reorganizar sus aparatos

administrativos y se deben ampliar y renovar los regímenes de

captación de ingresos y de ejecución del gasto público.

ir-..'."

c) La organización de los procesos de trabajo se despliega

principalmente bajo el modelo de la fábrica, como lugar productivo

que inmoviliza en elevada proporción capital f i jo y encierra

disciplinariamente a amplios colectivos de trabajadores, mediante la

combinación en grados distintos de sistemas tayloristas y fordistas.

. ^

V

Ese esquema iba acompañado de procesos cada vez más profundos de

concentración y centralización del capital, así como de localización

territorial polarizada, desigual y especializada. A.

Son, pues, las características que los teóricos de la escuela

regulacionista asocian con el llamado régimen fordista de

acumulación, que en el orden de la organización del trabajo armoniza

taylorismo y mecanización; que en la dimensión del régimen de

acumulación destina los resultados de la mayor productividad a

reinversión y a incrementar el poder de compra; que en lo que

respecta a la regulación funciona mediante la contratación a largo

plazo de la fuerza de trabajo y la fijación de un nivel salarial

ajustado por el crecimiento de la productividad, los precios y la

participación indirecta estatal; que supone, por consiguiente, una

dinámica de expansión permanente de la demanda, y que requiere

también la cooperación estatal en las condiciones constitutivas de

capital constante, al margen de los requerimientos de la teoría del

valor y con las obvias consecuencias en materia de manejo del dinero

y el crédito y de los procesos inflacionarios, que contradictoriamente

atentan con las necesidades de expansión de la demanda.

A esa fase corresponde, por consiguiente, una particularidad

funcionalidad del Estado, que se ha asociado a las expresiones Estado-

Bienestar o Estado interventor o Estado-keynesiano, para expresar de

una u otra manera cómo su rasgo principal es una particular

participación en las condiciones materiales de la producción, ya sea

en el terreno de la fuerza de trabajo, a través de la fijación del marco

jurídico de la relación laboral, la contribución a la reproducción

mediante el suministro de bienes o servicios o la colaboración en su

producción (salario indirecto), y la institucionalización de la

contractualización del valor salarial (convenciones colectivas y

salario mínimo) en función de las condiciones de productividad; ya sea

en el campo del elemento constante del capital, con su acción de

desvalorización o abaratamiento de los elementos no asumidos por la

producción privada, o de contribución a la organización de procesos

que aseguran economías de escala o que socializan ciertos costos de

la organización productiva global; obviamente, todo ello sin descuidar

en ningún caso ni en ningún momento las tareas de control social.

• - . . •••. ^ K. . • , ••• • • ^.: •• --•

^ • •• 2. La Crisis ""̂ »̂- >' .'•-.'- '-•'•'' : ^ i - " • •̂ " '>v. ' ••'.'-;;•

La fase o época rápidamente descrita, como toda modalidad

históricade organización social, adquirió relativa estabilidad, y en su

interior se presentaron procesos que, finalmente, condujeron a la

crisis, ya ampliamente reconocida, que se experimenta desde hace

tres o cuatro lustros, la cual deberá permitir que se abran paso

configuraciones nuevas que conserven lo esencial del sistema.

Corriendo el riesgo que supone reducir el problema de la crisis en

curso a unos cuantos indicadores, no siempre identificables en todas

las formaciones con la misma significación y seguramente

desechando otros de igual o superior importancia, los obstáculos

surgidos al conjunto del proceso de valorización, tal y como venía

desarrollándose a lo largo de este siglo, pueden describirse en dos

dimensiones: ' •• > ' - ' >

'(:• • • [ . ^ '•'. .•' . . '••' " • * ' ^ ' ' / • ' . • '•

a. Desde el punto de vista de la organización técnica de la producción,

los aspectos más destacados podrían ser los siguientes:

«

»

y

*Si bien el maquinismo, que ocupó lugar central a lo largo de toda la

época en crisis, significó la primera y más importante forma

histórica de la productividad técnica y potencial del trabajo, sus

consecuencias en materia de sustitución progresiva de la fuerza viva

laboral y de elevación correlativa de la participación del capital fijo

dentro de la estructura de costos, afectó en forma sensible las

condiciones de rentabilidad. • ^ 1

En efecto, bajo ese esquema propio del maquinismo, el capital fijo

creció desproporcionadamente con respecto a los costos totales de

producción y a los costos unitarios, lo cual, más allá de la conocida

interpretación en términos de crisis de rendimiento o de descenso de

la tasa de ganancia, planteó problemas de rigidez en dos aspectos

principales: de un lado, el capital debía esperar un período largo para

recuperar la inversión hecha en maquinaria (largos períodos de

rotación independientes de las tasas de depreciación) y, de otro, la

maquinaria estaba diseñada para producir uno y solamente un tipo de

producto, sin tener en cuenta las modificaciones demandadas por el

mercado (por gusto o por ingreso) ni el surgimiento de productos

sustitutivos.

* Esa misma dependencia del proceso productivo de la parte fija e

inmovilizada le comunicó mucha rigidez a la estructura, la cual

inclusive se transmitió a otros elementos que, aunque por naturaleza

son circulantes, adquirieron fijeza por el sólo hecho de estar

vinculados en forma necesaria al sistema de máquinas.

Es precisamente lo ocurrido con la fuerza laboral que, en la medida de

su carácter imprescindible para la operación de las máquinas, se

erigió siempre como un factor de alta rigidez. Las tareas, las

habilidades manuales, las horas de trabajo, que se suponían flexibles

entre los costos de producción, se convirtieron en aspectos tan

rígidos como la misma maquinaria, debido tanto a las características

del proceso productivo como a las reglas de regulación y gestión. Las

máquinas de duración amplia debían ser operadas por trabajadores

permanentes, operándose así una particular simbiosis entre máquinas

y obreros. Por la misma razón la educación técnica formal, la

universitaria y la misma capacitación en el trabajo, se orientaron

hacía una especialización que debía acompañar al obrero durante toda

su vida, sin que existieran posibilidades de movilidad ocupacional,

excepto dentro de la misma industria (horizontal) o en el

conglomerado (vertical). Las negociaciones colectivas del salario

también contribuyeron a crear y mantener condiciones de estabilidad

y de ingresos. • •'• • - \ i • •̂ - • • • ' ^ ' ' - ' - i -

••r Y

La rigidez también se extendió a las materias primas, pues para poder

disfrutar de los beneficios derivados de las economías de escala, la

organización debía inmovilizar cantidades considerables de insumes,

produciéndose la obvia excesiva acumulación de inventarios.'

* La llamada cadena fordista en la medida en que articuló agregados

mecánicos y tareas manuales, ambos unifuncionales, y condujo a la

estandarización de los productos, impuso a la organización

dificultades para variar y adecuarse a las necesidades cambiantes del

mercado, sólo superables con cada vez más elevadas exigencias de

inversión en capital fijo.

* Aún cuando la época tuvo en su momento como razón de ser la

eliminación de la "porosidad" improductiva de máquinas y hombres,

para reducir al mínimo los tiempos muertos, la organización

resultante generó otras "ociosidades", ligadas tanto a la

inmovilización de elevadas cantidades de elementos materiales que

imponía la producción masiva, como a a la excesiva parcelación de las

labores manuales de ejecución o de control o vigilancia, que hicieron

surgir diferenciaciones en los puestos de trabajo, haciendo que unos

fueran difíciles y sobrecargados y otros fáciles y simples; es decir la

fragmentación combinada con la especialización introducida por el

Taylorismo, generó cargas desequilibradas, diferentes grados de

tensión y variados ritmos entre tareas simples y complejas.

* Los lugares productivos se erigieron como verdaderas fábricas-

encierros, fundamento y explicación de las rigideces nacidas de la

concentración espacial de la actividad industrial con sus múltiples

consecuencias en el orden de las deseconomías propias de las

aglomeraciones.

* En fin, la misma profundización de la parcelación de las tareas de

ejecución y la distancia cada vez mayor respecto de las de

concepción, provocó fenómenos perturbadores de la gestión de la

fuerza laboral, como la movilidad de la mano de obra, el ausentismo,

el sabotaje, etc. El taylorismo, por lo tanto, funcionó exitosamente,

pero produjo paralelamente apatía por parte de los trabajadores e

inclusive los condujo a combatir el resultado final del proceso

productivo

8

b. En la dimensión macrosocial de las relaciones productivas, la cr is is

se manifiesta principalmente en estos aspectos:

* Bajo la forma específica de los procesos de trabajo propia de la

época, y a partir de las mismas condiciones instauradas, se lograron

imponer l ímites relat ivamente insuperables y dif icultades

insalvables para la ampliación de la valorización. Esencialmente, los

colectivos de trabajadores lograron imponer, tanto al Estado como a

los empresarios, una cierta rigidez del trabajo necesario,

convirtiendo las fábricas y los lugares de las prácticas de consumo

(el hogar, el barrio, la ciudad, la región) en sitios para reclamar,

conservar y ampliar sus condiciones de reproducción.

Todo ello se explica por que, como es bien sabido, frente a las

rigideces de la producción y a la separación entre ella y la circulación

(el mercado), era preciso garantizar un nivel relativamente fijo de

demanda agregada, lograda mediante salarios mínimos, prestaciones

sociales, convenciones y pactos colectivos, y un flujo regular de

gasto público. Esta condición efectivamente aseguraba la valorización

de la producción y la reproducción de la fuerza laboral, pero

simultáneamente impedía toda reestructuración sustancial que

implicara una afectación del nivel o de la composición de la demanda

agregada.

*La concentración espacial, tanto en la geografía de la formación

como en las fábricas de gran escala, luego de etapas de

reconocimiento, de organización y de lucha, se convirtió en un factor

de resistencia y oposición que debilitó las posibilidades de

valorización. Simultáneamente, esa misma concentración aparejó

pérdida de fluidez y de movilidad en los procesos de trabajo, con todo

lo que ello significa desde el punto de vista de la economía de tiempo,

de velocidad y de espacio.

* La vigencia y ampliación de dicho régimen progresivamente

desplazaba trabajo vivo o concreto de la actividad productiva, con la

necesaria consecuencia de la imposibilidad de proveer a la

reproducción de sectores de la fuerza de trabajo mediante el

mecanismo habitual del salario directo. En efecto, condiciones

científicas y tecnológicas, promovidas por la misma necesidad del

proceso prtoductivo, hicieron cada vez más innecesario el trabajo

concreto inmediato, pues convirtieron la actividad laboral en tareas

de simple vigilancia y regulación, que podían ser aseguradas por

contingentes relativamente reducidos de la fuerza laboral. De esta

manera, el desarrollo de la productividad corrió parejo con el

desempleo estructural, desquiciando la misma relación mercantil-

monetaria, por cuanto es claro que un subconjunto de la población

quedaba privada de ingresos monetarios de origen salarial, que como

se sabe son esenciales para la adquisición de las mercancías

requeridas para la existencia biológica y social.

* La estructura del régimen salarial estuvo acompañada de un

crecimiento importante de las actividades del Estado-Bienestar,

representativas de un salario indirecto. Este, al igual que el salario

indirecto, adquirió también cierta rigidez e inflexibilidad y

tendencialmente aumentó progresivamente, imponiendo a los agentes

de la producción contribuciones impositivas de gran significación,

para poder proveer al Estado de los recursos necesarios para tal

efecto, las cuales afectaban negativamente los resultados del proceso

10

de valorización. Además, buena parte de la actividad estatal

constitutiva de salario indirecto tuvo también que orientarse hacia

sectores de la población no vinculados a la producción, haciendo aún

más onerosa y limitante la contribución fiscal al Estado.

* La concentración industrial y poblacional tanto en la geografía de

las sociedades como en los núcleos especialmente fabriles, t ra jo

secuelas negativas y sensibles deseconomías que afectaron los

procesos de trabajo, haciéndoles perder fluidez y movilidad.

Específicamente, la distribución del espacio, en particular el área

urbana, se estructuró de una manera tan rígida como el gasto público

y la oferta monetaria. Las ciudades fueron segmentadas en áreas de

producción (cinturones industrial, centros de servicios...) y áreas de

reproducción (zonas residenciales, escuelas, iglesias, parques, etc.), y

no podía ser de otra manera, pues las fábricas y las oficinas debían

ser ambientes cerrados y desconectados del resto de la vida social

por razones de control, supervisión y disciplina.

En síntesis, en el seno mismo de las característivas de la época o

fase dominante a lo largo de buena parte de este siglo, se fueron

incubando porosidades, rigideces, dificultades y obstáculos que

atentaban contra el proceso de valorización, que al evidenciarse

hicieron aflorar la crisis como paréntesis necesario de una

reestructuración indispensable, cuyos rasgos ya pueden describirse

con relativa precisión. ^

3. Rasgos de la restructuración en curso '

f

v

11

Frente a los rasgos críticos descritos, aún cuando cada formación

gesta sus propias respuestas de reestructuración, es relativamente

posible describir entre las características más globales que alcanzan ^

a apreciarse en el proceso que está en curso, las siguientes: ,, ' . *• ' • _ • ' ' ' • , . "" • ' •'' 'f̂ - • ' ' ' ' '

, • • • - ' V ^ •* .%,'•"• •• ••• ' " • • •- '"• ' ^

a) Frente a la rigidez del salario directo e indirecto, el movimiento

reactivo se mueve en dos direcciones: - . / Í . , - - , • •̂. >, • -Ü

* Por lo que respecta a la unidad productiva, se trata de romper las

condiciones que han favorecido la organización colectiva y los •i

movimientos reivindicativas, para así detener e inclusive hacer

retroceder los límites del salario directo. En este sentido, se busca

introducir relaciones de carácter móvil y precario con los

trabajadores y oscurecer el vínculo de dependencia con el agente

emporesarial. Obviamente, buena parte de estas innovaciones son

posibles gracias a los cambios introducidos en la organización de los

procesos de trabajo. , .„ -

* Se pretende disminuir la participación del Estado en la gestión

reproductiva de la fuerza laboral (salario indirecto), para eliminar o

aminorar el peso que los gravámenes fiscales tienen sobre las

condiciones de acumulación.

Obviamente, ese movimiento en ambas direcciones, no puede alcanzar

una plena materialización sin nuevas formas que aseguren la

reproducción de la fuerza de trabajo y garanticen la vigencia de la

relación mercantil-monetaria. La afectación del régimen salarial

directo y la disminución o eliminación o estancamiento del salario

indirecto, tienen que ir acompañados de mecanismos sustitutivos.

12

entre los cuales parecen tener un lugar privilegiado las unidades del

sector informal. En efecto, éstas no sólo representan un medio para

alcanzar un ingreso complementario, sino que posibilitan abandonar la

fijación colectiva convencional de los niveles remunerativos y de

reproducción. Esa es la función que algunos investigadores han

detectado en algunas modalidades de informalidad y que se aprecia

como una estrategia de supervivencia frente a los bajos salarios o a

la poca intervención estatal en materia reproductiva.

b) En cuanto se refiere a los efectos de pérdida de importancia del

trabajo vivo en la actividad productiva y de imposibilidad de tener

una cobertura amplia del régimen salarial directo, sin tener que

acudir al expediente estatal que, como se ha advertido, implica

exacciones fiscales que limitan el proceso productivo, se gestan

soluciones (como las unidades del sector informal ) que representen

una alternativa para obtener ingresos monetarios que aseguren el

circuito de las relaciones mercantiles.

c) En lo atinente a la reorganización de los procesos de trabajo, las

,tendencias buscan romper la concentración espacial de la fábrica

tradicional, tanto para combatir las condiciones de organización que

ella ha permitido, como para responder a las necesidades de fluidez y

movimiento en los procesos productivos, con economía de tiempo,

velocidad y espacio, con el auxilio de las innovaciones tecnológicas

' que hoy florecen en el campo de la informática y las comunicaciones.

Tales tendencias son diferentes según la naturaleza de los productos,

las posibilidades tecnológicas, y las particularidades del desarrollo

Industrial de cada pais. Entre ellas se destaca, lo que se ha llamado la

• \

y-•r ' i

13

rehabilitación de las formas tradicionales del espacio productivo,

donde encuentran precisamente un lugar las unidades informales del

taller artesanal, del trabajo a domicilio, de la microempresa

familiar, del cuenta propia, que con la ayuda tecnológica se integran a

un proceso productivo determinado, realizando fases de él o

cumpliendo tareas a distancia, y obteniendo ingresos monetarios

autónomos y no salariales, que garantizan la no exclusión de las

relaciones mercantiles. I . . . » • • • r - , •

• ' ' • . . • • - . ^ < ' ' ' • • • . ,

d) En la misma dimensión de la organización productiva, el criterio

rector es la flexibilización para lograr reducción de costos,

intensificación del trabajo y diversificación de productos. Los

trabajadores dejan de estar asignados a labores fijas o

estandarizadas y pasan a ser polivalentes; la estructura de la cadena

de montaje es sustituida por sistemas modulares; la producción de

masa, con todas sus secuelas de acumulación de inventarios, cede el

paso a la producción diversificada y cambiante; adquieren fluidez las

condiciones de producción e intercambio entre todos los sectores; se

amplía la capacidad de control del capital, a través de las unidades de

las áreas financiera y de información, etc.

d) En materia del gasto público o estatal, especialmente el calificado

como social, se observan orientaciones de reducción, reorientación y

redefinición, que suponen no solamente el abandono del principio de

contribución estatal a la demanda efectiva, sino que operan como

herramientas para conjurar la crisis fiscal y para impedir la

validación de los procesos inflacionarios. ' ' ^

. ^.

14

r . " *

e) Pierden importancia los escenarios característicos de los Estados-

nacionales, que fueron los centros de los procesos de

internacionalización y centralización del capital, en beneficio de

grandes y nuevos espacios en el mercado mundial, en los cuales se

agudiza la competencia entre los agentes individuales y

trasnacionales, conformándose ejes y bloques, sustitutivos de las

anteriores relaciones centro-periferia. .,,,,f

II LAS TRANSFORMACIONES CONTEMPORÁNEAS DEL ESTADO

En ese contexto, es claro que el proceso de la nueva fase no es algo

puramente económico, sino que compromete todas las formas sociales

y, obviamente, al Estado. , . '^.v; ir:: -;-?"̂

Por lo que respecta al Estado, éste abandona los rasgos que lo

caracterizaron a lo largo de este siglo (planificador/interventor),

pero sin que se trate de un simple regreso al Estado decimonónico

como lo sugiere la expresión neo-liberal, sino que va redefinir

completamente su funcionalidad. Los rasgos que se observan son

principalmente los siguientes: , ̂ ,„ - , -% ^ \ ' • , '

a) La participación del Estado en el salario indirecto se verá reducida

y será sustituida por otras modalidades (prestación privada, tarifas,

seguridad social privada) *^' u . - - ^"' . . . ~ J - • * . • .

b) El Estado contribuirá a la deslocalízación de la actividad

productiva, para favorecer fenómenos tales como la movilidad, la

precariedad, la interinidad, el trabajo distancia o a domicilio, etc.

15

c) El Estado asume como función proncipal la transformación del

espacio product ivo, desarrollando un nuevo esquema de

descentralización. ' '• ' ' • '

••"y •:4. • •••-•V.. •', •

d) El Estado se asociará en sus planes y programas al fomento de

\ nuevas formas de ingreso ' ?"̂ v •;_̂ A ^ .:-

e) El estado participará igualmente en el proceso de sustitución de

las formas de contractualización del ingreso salarial y de las formas

sindicales. ' ' , - ' ;

f) En fin, el Estado reorganizará el sistema de finanzas públicas, en

armonía con su nueva funcionalidad.

Apreciemos con algún detenimiento esos procesos reorgánicos.

1. Tendencias contemporáneas y reorganización funcional del aparato

estatal.

En los últimos tiempos, la reorganización del funcionamiento de los

Estados, señala como tendencias principales la intervención del

Estado exclusivamente a solicitud o por demanda de los particulares;

el sometimiento de la acción pública a la aprobación y evaluación

permanentes de la ciudadanía; la realización de las tareas de

decisión, ejecución, control y evaluación conjuntamente con el sector

privado; el interés estatal por las decisiones privadas de inversión

que tienen relación con su gestión y, sobre todo, la sujeción de las

decisiones públicas de asignación de recursos a la validación directa

o indirecta por la comunidad.

16

En ese contexto general, los nuevos propósitos de búsqueda de

eficiencia y de respeto al criterio de participación de la comunidad

ciudadana pueden plasmarse en innumerables formas y vías

institucionales de intervención pública y de relación entre los

sectores público y privado. Por esta razón, tales formas de . * ' '

intervención y de interrelación deben tener la potencialidad de

cambiar ágilmente, según se modifiquen las circunstancias de

producción y circulación de mercancías y las condiciones de vida de la

población. Las orientaciones más recientes exigen, en consecuencia,

desde el punto de vista de las óribitas funcionales de las ramas del

poder: ,. • - j t ,,,,,^, ,^j ,.,:,,_ •. . . .¿' ' }v.̂ , .. •' ^

* La restricción de las competencias del órgano legislativo al campo

del señalamiento de las orientaciones y directrices esenciales y más

generales de la acción del Estado y, en particular, de los demás

órganos. ^ . v , ^^- ju^ ,. «- : ; ; . '^rj ' -

* La capacidad del Ejecutivo para adoptar decisiones ágiles, flexibles

y oportunas. ,̂ . , . . >̂ , ,,, p. ,. ; • -̂

• • ^ "

* La estructuración de la Rama Administrativa en función de la

atención a las necesidades de la comunidad, tal y como son percibidas

por ésta, reconociendo que ella debe siempre, en cuanto sea posible, ''

intervenir para justificar y aprobar el gasto público. . v '

2. Los nuevos principios en materia de control del gasto público. „ •̂ g

17

En armonía con las tendencias y orientaciones contemporáneas

brevemente descritas, en materia de control del gasto público

también se han hecho manifiestos estos nuevos principios: "

* Prioridad de los controles de eficiencia y resultados. -

* Relegamiento del control numérico legal a un segundo plano.

'i: - . - * .

* Reconocimiento de la comunidad como la instancia más idónea para

ejercer vigilancia y evaluación de los resultados, y para asumir o

complementar la labor de los técnicos en lo que respecta al control de

eficiencia.

* El sector privado debe orientar, decidir, controlar y evaluar las

intervenciones concretas del sector público en la asignación de

recursos. Por su parte, corresponde al sector público, vigilar y

evaluar su propia asignación de recursos y la del sector privado, bien

sea directamente o a través de la participación de la comunidad

ciudadana. * ,i .

3. La progresiva importancia de la participación ciudadana.

Como consecuencia de la subordinación de toda la gestión pública a la

demanda, aprobación y evaluación de los particulares, es progresivo el

reconocimiento de la participación de la comunidad ciudadana, con

estas características: '-

;^ '̂

.v^.

18

* No se trata de una participación ocasional, distante de la gestión o

plasmada en un mandato fijo e irrevocable, sino de una participación

permanente, inmediata, directa y coactiva o cuando menos decisoria.

* La voluntad ciudadana respecto de la asignación de los recursos,

constituye ahora la expresión más importante y más frecuente de la

soberanía popular, por encima del momento electoral tradicional, y es V., • .

de tal jerarquía que se sobrepone inclusive al órgano legislativo. A

'^y este como al ejecutivo, corresponde solamente crear las condiciones

propicias para captarla, armonizarla, respetarla y orientarla hacia, la

consecusión de una mayor eficiencia. ..̂ , ^^ -̂,. , 1 ' ,-, t '

*La voluntad ciudadana ha de expresarse antes, durante y después del

acto de asignación de recursos. ^̂ , /

*Esa voluntad debe operar con mayor precisión en los niveles

individual, comunitario y local o municipal. Por esta razón, las

decisiones de asignación de los recursos deben llevarse

, preferencialmente a esos niveles. Sólo cuando ello no sea posible,

habrán de asignarse los recursos en los planos regional o nacional.

4. La reordenación de las finanzas públicas. r i

< * • • . '

y

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Finalmente, el complejo mundo de las finanzas públicas, se ve

también recientemente atravesado, por criterios de reordenación y¿«

c o m o los s igu ientes: >. ,• .. ,, ,;;„, ¡.. ' . , , » « * • " * • , • ' • . « ' •

• \ •

* La aplicación preferencial del principio del beneficio.

19

* La soberanía impositiva se subordina, de manera directa o indirecta,

a la aprobación de la comunidad ciudadana, expresada a través de su

apreciación de la relación de los costos y los beneficios de la gestión

pública. La comunidad ciudadana interviene, por vías distintas al voto,

en la orientación, la aprobación y el control de las finanzas públicas.

* El principio del beneficio no excluye ahora el principio de la

capacidad de pago: simplemente, aquel expresa las distintas

preferencias de servicios de parte de ciudadanos o comunidades

ubicados, como resultado del mercado o de transferencias mediadas

por el Estado, en desiguales estratos de capacidad de pago.

* El principio de la flexibilidad presupuestaria, similar a la

flexibil idad de que goza un individuo o una familia para la

reasignación de sus recursos en función de las metas alcanzadas y la

renovación de sus preferencias.^

. • > . • ' •

* El principio de la transparencia presupuestaria o de claridad,

asequibilidad y diseminación del presupuesto público, de suerte que

los particulares puedan evaluar los costos y beneficios del gasto y de

los subsidios o transferencias entre sectores, entre individuos y •,

entre regiones.

* El campo de las relaciones fiscales intergubernamentales cobra

igualmente significativa importancia, en razón de ser un terreno de

subsidios y transferencias, de concentrarse allí y en el gasto público

¿ la política compensatoria o redistributiva del Estado, y por ser canal

de materialización de los ingresos y los gastos públicos en el plano

local. t .

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