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    normales de la vida. sus conclusiones parecen desva-necerse, como fantasmas nocturnos ante la aparicionde la manana: nos resulta difkil retener incluso esaconviccion que can tanta dificultad habiamos alcanzado 4. Esto puede advertirse can mayor claridad enel caso de una larga cadena de razonamientos, en laque nos es precise conservar hasta el final Ia evidenciade las proposidones primeras, perdiendo de vista [re-cuentemente las mdximas rnejor estahlecidas, sean deIa [ilosofia a de la vida ordinaria. No me Ialta, sinembargo, la esperanza de que el presente sistema defilosofla ira adquiriendo nuevas fuerzas segun avance,y espero igualmente que nuestros razonarnientos acer-ea de Ia moral confirmen 1 0 ya dicho acerca del enten-dimiento y las pasiones. La moral. es un asunto quenos interesa P O I ' encima de todos los demas 5. Asf,creernos que cualquier decision sobre este tema poneen juego la paz de la sociedad; y es evidente que estapreocupacion debera hacer que nuestras especulacio-nes parezcan mas reales Y , consistentes que cuando elasunto nos resulta casi completamente indiferente. Si

    4 . 5 6 algo nos afecta, en ning6n caso concluimos que setrata de una quimera, y si nuestra pasion se aferra aun Iado u otro de alguna cuestion, pensamos natural-mente que esta ultima se halla dentro de los limitesde la comprension humana, mientras que en otras ca-sos de esta naturaleza abrigamos alguna duda sobreella. Si no contara con esta ventaja, nunca me habrfa4 Cf. Ia conclusion del libro I (I, IV, 7; espec, I, pags. 423

    y ss.).5 El interes constante de Hume por problemas morales (0,m a s exactamente , por 1 0 que hoy denomina riamos cuest ionessocio-politlcas) se revela con s 6 1 0 hojear superficialmente C U I l I quieta de sus OhMS. Sin embargo,quiza resulte exagerada lapos ic ion de KEMP SMITH (The Pbilos. of David Hume, Lon-dres, 19)1,pags. 12-14, y en muchos otros pasajes), segu. 'n lacual Is moral es el eje central -yla genesis- de toda lafilosoHa humeana. Sobre el tema remito a mi E st ud io p re li .minar. En este pasaje particular (como. en la Advertencia,cf.nota 2) veo mas bien e] fuerte anhelo por -clicho cruda-mente- procurarse lectores,

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    aventurado a publicar el tercer volumen de una filoso-Ha tan abstrusa, y menos en unaepoca en que la rna-yoria de los hombres parecen estar de acuerdoen con-vertir la lectura en una diversion y rechazan todoaquello que exija para ser comprendido de un gradoconsiderable de atencion 6.

    Ya se he hecho notar que nada ha y nunca presentea la mente que no sean sus percepciones, y que todaslas acciones de ver, air, juzgar, amar, odiar y pensarcaen bajo esa denomination 7. En ningiin caso puedela mente ejercerse en una. accion que no pueda setincluida en el termino percepcion; en consecuencia,dicho termino es susceptible de aplicacion a los juiciospor los que distinguimos e 1 bien yel mal morales, canno menor propiedad que a cualquier otra operacion dela mente. Aprobar un determinado caracter, y conde"nar otto, noconsiste sino en tantas otras percepdo-nes dif.erentes.; 1 / . Dado que las percepciones se dividen en dos clases: v/ . . . . . /'impresiones e ideas, esta misma division da Iugar a1problema can que iniciaremos nuestra presente investi-gad6n sobre la moral: I ,D i st in gu im o se nt re o ic io y vir-tud, y ju zg am os q ue u na a cc i6 n e s c en su ra ble 0 dignade elogio, po r media de nuestras ideas a de nuestrasimpresiones? Con esta pregunta nos separamos inme-diatarnente de 'todos los vagos discursos y declama-ciones al usn, hacienda que nos limitemos a algo pre-ciso y exacto dentro del presente tema.

    e ('..ompMe se elite desengafiado pasaje con aquella frase dela Introducd6n (I, pag. 82) sobre la arencion que el publicoIngles dispensaba a quienes ponlan las bases de Ia nueva cien-cia del hombre, y, sobre todo, con la afirmaci6n de que enestes ultitnos afias en InglaterrtJ .. . . todas las cienclas mas abs-trusas son estudmclas con un ardor y aplicaci6n peculiares(I, IV, 6; I,pag. 408). Entre el pasaje tomentadoy estaop timists dec la tadon media el desgraciado nacimiento abortivede los dos primeros librcs del Trstad (d. A ut ob io gr af ia , I ,pagina 5J y la correspondiente nota 15).1Cf.I, II, 6; I, pag. 169 y la correspondiente nota 60.

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    Quienes afirman que la virtud no consiste sino enuna conforrnidad con Ia razon, que existe en las casasuna eterna adecuacion 0 inadecuacion y que esta esidentica para todo set racional que la contemple, quelas medidas inmutables de 1 0 [usto y 1 0 injusto impo-nen una obligaci6n no solarnente a las criaturas hu-manas, sino Justa a la misma Divinidad; quienes di-cen todas estas cosas sostiencn unos sistemas quecoinciden en atirrnar que la moralidad, como la ver-dad, se discierne imeramente por media de ideas, par

    457 su yuxtaposicion y comparacion s. Para emitir uri juicioacerca de estes sistemas no necesitamos, pues, sinoconsiderar sf es posible distinguir entre el bien y elmal morales en base a la sola razon, 0 si results nece-saria la intervencionide O\l"OS principles para poderrealizar dicba distincion.

    Sino fuera porqlle la moralidad ticne va por na-turaleza una influencia sabre las acciones y pasioneshumanas, seria inutil que nos torndramos tan grandesesfuerzos par inculcarla: nada seria m as esreril que esamulritud de reglas y preceptos de que can tanta abun-dancia estan pertrechados los rnoralistas. La Iilosoffase divide corminmente en especulatiua y prectica. Ycomo Ia moralidad se incluye siernpre en el segundoapartado, se supone que influye sobre nuestras pasiones y acciones y que va m as alla de los serenos y des-apasionados juicios del entendimienro. Y esto se hallaconfirmado por Ia experiencia ordinaria, que nos mues-tra a los hombres [recuenternenre guiados pOl' Sl.1 de-ber y disuadidos de corneter alguna accion por esti-marla injusta, rnientras se ven inducidos a realizerotras por creerlas obligatorias,

    Por tanto, dado que la moral influye en las accio-nes y alecciones, se sigue que no podra derivarse dela razon, porque la sola razorrno puede tener nuncauna tal influencia, como ya hemos probado. La moral8 CUDWORTH, PRICE v. sobre todo, CLARKE y W'OI.LASTON.Confronrese nota 96 del libro II.

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    suscita las pasiones y produce 0 impide las acciones.Perc 1a razon es de suyo absolutamente impotente eneste caso particular. Luego las reglas de moralidadno son conclusiones de nuestra razon.Creo que nadie negara In validez de esa conclusion;y no existe tampoco otro media de escapar a ella sino

    negando el principia en que esta basada. En tanto seadmits que la razon no tiene inlluencia alguna sabrenuestras ipasiones y actiones, es imitil pretender quela moralidad pueda descubrirse sobre la sola base deuna deduccion racional. Un principia activo no puedeestar nunca basado en otro inactive, y si Ia razonesen sf rnisrna inactiva, debera permanecer asi en todassus formasy apariencias, ya se ejerza en asuntos na-turales 0 rnorales, ya examine el poder de los cuerposexternos a las acciones de los seres racionales.

    Seria aburrido repetir ahora todos los argumentospor los que he probado ya k que la razon consiste en 458alga perfectamente inerte y que nunca puede evitar 0producir una accion 0 afeccion. Seria facil recopilartodo 1 0 dicho entonces sobre el terna, pero en estaO C > 1 5 1 0 n me limitate a recordar uno de los argumentos,que me esforzare POt hacer ahara todavfa m as con-cluyente y aplicable al asunto presente.

    La razon consiste en el descubrimiento de la verdado la falsedad, La verdad 0 la falsedad consiste a su vezen un acuerdo 0 desacuerdo con relaciones reales deideas, 0 con In existencia y los hechos reales. POt can"siguiente, todo 1 0 que no sea susceptible de talacuer-do a desacuerdo es incapaz de ser verdadero 0 falso,y en ningiin caso puede set objeto de nuestra razon.Ahora bien, es evidente que nuestras pasiones, volicio-nes yacciones son incapaces de ta l acuerdo 0 desacuer-do, en cuanto que son hechos y realidades originalescompletes en S 1 mismos, sin irnplicar referenda algunaa otras pasiones, voliciones y acciones, Es imposible," Libro II, parte III, sec.3.

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    por consiguiente, que puedan ser considerados verda-deros 0 falsos, contraries a conformes .a 1a razon,Este argumento present a una doble ventaja paranuestro proposito presente. En efecto, prueba direc-tamenteque las acciones no derivan de una oposiciona ella; y prueba esta rnisma verdad de un modo masindirecto al mostramos que, puesto que la razon nopuede en ningiin caso impedir 0 producir inmediata-mente una accion por condenarla oaprobarla, no po"dra set e 1 origen del bien y el mal rnorales, que se havisto tienen esa influencia. Las acciones pueden serlaudables 0 censurables, pero no razonables 0 irrazo-nables .:Par tanto, .laudable a censurable no es 1 0 rnis-mo que razonable 0 irrazonable, EI rnerito y demeritode las accionesconrradice frecuentemente,y a vecesdomina a nuestras inclinaciones naturales. Pero la ra-zon no tiene esa influenda. Luego las distinciones mo-rales no son producto dela razon, La' razon es total-mente inactiva, por 10 que nunca puede ser origen deun principio tan activo como 1 0 es la conciencia asentimiento de 1 0 moral.45 9 Sin embargo, quiza sediga que, aunque no hayaninguna volicion 0 accion que pueda contradecir in-mediatamente a Ia razon, podemos encontrar con todouna contradiccion tal en algunos de los acompafiantesde la accion, esto es, en sus causas 0 efectos. La ac-ci6n puede ser causa de un juicio 0 ser uoa pasi6n, ypor mediode un abuse del lenguaje, que la filosoHadiffci lmente admitira, esa misma contrariedad puedeser atribuida por esto a la accidn, Sera ahora conve-niente que examinemos hasta que punto puede seresta verdad 0 falsedad Ia fuente de la moralidad.Ya se ha sefialado 9 que, en sentido estricto y filo-sofko,Ia razon puede tener influenda sobre nuestraconducta iinicamente de dos maneras: excitando unapasion al informamos de la existencia de algo que re-sulta un objeto adecuado para aquella, 0 descubriendo

    9 Cf. II, Ill,3; II, pags. 618 y s igs,676

    Laconexi6n de causas y efectos, de modo que nos pro-porcione los medics de ejercer una pasion. Esros sonL o s iinicos tipos de [uicios que pueden acampafiar anuestras acciones, 0 que puede decirseque de algunmodo las producen. Y es necesario admitir que estosjuicias pueden ser muchas veces falsas y erroneos. Unapersona puede verse afectada por una pasion al BUpO-ner dolor 0 placer en un objeto que no tiene la menortendenda a producir ninguna de estas sensaciones, aque las produce al contra do de como se imaginaba.Una persona puede tomar tambien falsas medidas paraalcanzar su fin, y puede dificultar por su conductaesnipida la ejecucion de algiin proyecto en vez de fa-vorecerlo. Puede pensarse que estos juicios falsos afec-tan a las pasiones y acciones conectadas can ellos, ypuede decirse que las convierten en irrazonables, s1-guiendo un modo de hablar figurativo e irnpropio.Pero, aunque se reconozca tal cosa, es fadl darse cuen-ta de que estos errores estrin tan lejos de ser IaFuente de toda inmoralidad, que corminmente resultanmuy inocentes y no arrojan 1a menor sornbra de cul-pabilidad sobre la persona que ha sido tan inlortuna-da que ha cafdo en ellos. Estos errores no van mas alIade una equivocad6n de becbo, que por 1 0 general noes considerada par los rnoralistas comocrimioal, encuanto que es totalmente involuntaria . Mas tengo queser cornpadecido que censurado cuando me equivococon respecto a Ia influencia que los objetos tienende 46 0producir dafio 0 placet, 0 cuando ignoro los mediasadecuados para satisfacer mis deseos, Nadie puede con-siderar tales errores como si const ituyeran un defectode mi caracter moral. Por ejemplo, veo a 1 0 Ieios unfruto que en realidad es desagradable, y erroneamenteme imagine que debe ser agradable y delicioso, Heaqul un error. Escojo ciertos medios para alcanzar estafruta que no son adecuados para el fin propuesto, Heaqui un segundo error. Pero ya no hay posibilidad nin-guna de que pueda intervenir un tercero en nuestrosrazonamientos concernientes a errores, M i pregunta

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    es, pues, si .un hombre que se hallaen esta situaciony es culpable de esas dos equivocaciones debera serconsiderado como vicioso y criminal, por inevitablesquepudieran resultar dichos errores. ~O acaso es po-sible imaginar que tales errores sean Ia fuente de todainmoralidad?Puede que sea conveniente sefialar a este respectoque, si las-distinciones morales se derivaran de Ia ver-dad 0 falsedad de esos juicios, tendrlan que presentarsesiempre que realicemos tales juicios, siendo completa-mente indiferente que el problema se refiera a unarnanzana on un reino, que elerror sea evitable 0 inevi-table. Pues como se ha supuesto que la esencia rnismade Ia moralidad eonsisteen un acuerdo 0 desacuerdocan la raz6n, las demas circunstancias 'son totalmentearbitrarias y no pueden nunea conferir a una accion e1caracter de virtuosa 0 viciosa ill privarla de ese ea-racter. A este respecto podemos afiadir que, dado queeste acuerdo 0 desacuerdo no admire grades, todas lasvirtudes y vicios tendrian que ser desde luego iguales.Ysi se dijeraque, aunque un error dehecho nosea criminal, en . cambio un error de derecho sf 1 0 esfrecuentemente y que este puede ser la fuente de lainmoralidad,repliearia que es imposible que un errorde tal indole pueda ser en ningtin caso la fuente origi-nal de Ia inmoralidad, en cuanto que presupone 10 quees realmente justo e injusto, esto es, una distincionreal en In moral, can independenda de estos juicios.Par consiguiente, un error de derecho puede llegar aconstituir una inrnoralidad, pero solo de especie secun-dada y basada en alguna otra antecedente.

    461 Por 1 0 que se refiere a los [uicios que son ejectosde 'nuestras acciones y que, cuando son falsos, nos pro-porcionan la ocasion de juzgar las acciones de un modocontrario a la verdad y. a la raz6n,podemos observarque nuestras acciones no producen jamas juicio algu-no t-=sea verdadero 0 falso- en nosotros, y que essolamente en los demas donde tienen influencia. Esverdad que en numerosas ocasionesuna acct6n puede678

    dar lugar a que otras personas realicenfalsas inferen-das,y que si alguienve a traves de una ventanaal-gunaescena lasciva entre la mujer de mi vecino y yopuede set tan simple que se imagine que ella es real-mente mi propia mujer. En este caso mi accion se pa-rece en algo a una mentira 0 falsedad, con la solapero fundamental diferencia de que yo no.estoy re~l~-lizando la accion para originar en otra persona un jur-do false, sino para satisfacer mis deseos sensuales ymi pasion, Y aunque mi accion ocasione un [uicio fal-so poraccidente y 1 0 Ialso de sus efeetos pueda asig-narse mediante una singular y figurada forma de ha-blar a la accion misma, sigo sin poder encontrar pre-texto radonal alguno para afirmar que Ia tendencia acausar un error tal sea un impulso primario a fuenteoriginaria de toda inmoralidad ".* Cabrla pensar que resultaba tota lmente su~erf1uo probartal cosa si un autor ya fallecido (Wollaston) 0, que. no hatenido Ia buena fortuna de obtener alguns reputacioa, nohubiera afirmado seriamente que dicha falsedad es el fun-damento de toda culpa y eald~d moral. Para descubrir la fa-lacia de su hipotesis nos basta con tener en cuenta que cuandouna conclusionfalsa resulta inferida de una accion, esto sedebe solamente a una oscuridad en los principios naturales,que hace que una causa s~a ocult~mente detenida e~ su ope-rad6n por causas contranas, haciendo de la :oncx!6n entre

    dos objetos algo incierto y variable. Ahora blen,dado q~euna s imi la r incer tidumbre y variedad de causas sucede t~mblenen los objetos naturales, produciendo un error Similar ennuestro [uicio, si esa tendencia a producir el error fuera II!esencia misma del vicio y la inmoralidad. debe ria seguirse quehasta los objetos ina nimados poddan set viciosos I" inmorales.Es inutil. argiiir que los objetos inanirnados acnian sin Ii-bertednicapacidad de eleccion, pues comoninguna de estascosas es necesaria parahacer que una accion produzca en nos-

    lU WILLIAM WOLLASTON (1659-1724). La afirmacion se en-cuentra en The Religion of N amre Delineated (1722), sec . 1.Este apologe ta del de fsmo sos tenia un radica l r ac ionali smo mo-ral, 1 0 que implicarla un vadado de .la etica en la logica. Laidea del bien se ideduciria de la idea de Ia verdad. Es mas, elbien no seria sino la verdad misma expresada en acciones. Laspinto re scas (e inc luso [ocosas) conseeuenc ia s de e sta doc tr ineson vigorosamente descubiertas por el criticismo de Hume,679

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    46 2 En suma, es imposible que la distincion entre elbien y el mal morales pueda serefectuada por 1a ra-zoo, dado que dicha distincion tiene una influenciasobre nuestras acciones, y la sola razon es incapaz deella. La raz6n y el juicio pueden ser de hecho causasmediatasde una accion, sugiriendo 0 dirigiendo unapasion, pero no cabe pretender que un juicio de estaclase este acompafiado en su verdad 0 falsedad par laverdad 0 el vicio. Y por 10 que respecta a los juiciosotros una conclu si6n err6nea, tampoco pod ran ser en ab soluteesenc ial es a - la rnoral idad , n i t arnpoco percib ir fac ilmente c6moen base a este sistema pcdrian llegar a ser objeto de talconsideracion. Si la tendencia a causar error fuera el origende la inmoraIidad, dicha tendencia deberia ser en todos loscasos inseparable de la inmora lidad.A esto hay que afiadir que si yo hubiera tenido la precau-cion de cerrar la ventana mientras me entregaba a esas li-bertades con la esposa del vecino, no habrfa sido culpableentonces de inmoralidad alguna, porque al set mi accion to-talmente oculta, no habrla tenido la menor tendencia a produ-c ir una conclus ion fal sa .:PorIa misma razon, el ladr6n que roba arrimando Ia esca-lera a una ventana, poniendo todo el -cuidado imaginable enno causar ru ido alguno , no r esultarla criminal en absolute. Enefecto, sea descubierto 0 no, es imposibe que pueda dar ori-gen a error alguno: nadie Ie tamara en esas circunstancias parotra persona distinta a la que realmente es.Es b ien sabido que los bizcos hacen equ ivocarse flk ilmentea los demas,y que nos fignramosque saludan o hablan auna persona cuando en realidad se dirigen a otra. ~Seran en-tonces inmor ales par esa razon?Adernas, es facH darsecuenta de que en todos los argumen-tos hay un evidente razonamiento en drculo. La persona quese apodera de los bienes de otro y los utiliza como propiosdeclara en cierto modo que esos bienes son suyos: esta fal-sedad es e1 origen de la inrnoralidad de Ia injusticla. Pero

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    importancia. En efecto, encuanto que este debe a nodebe express alguna nueva relation 0 afirmadon, esnecesario que esta sea observada y explicada y que almisrno tiempo se de razon de alga que parece absolu-tamente inconcebible, a saber: co mo es posible queesta nueva relacion se deduzca de OWlS totalmente di-ferentes. Pero co mo los antares n o usan par 1 0 co rminde esta precaucion, me atrevere a recomendarla a los

    47 0 lectores: estoy seguro de que una pequefia reflexionsabre esto subvertiria todos los sistemas corrientes demoralidad, haciendonos ver que la distincion entre vi-da y virrud, ni esta basada meramente en relacionesde objetos, ni es percibida par la razon 17.

    17 Este es el celebre is-ought passage, aquien antinaturalis-tas y e rno tivistas actua le s han concedido tan ta i rnportancia. Porcitar solamente. algunos trabajos sobre el lema, vease A, C.MAcINTYRE: Hume on 'Is' and 'Ought', Philosophical Re-view, LXVIII (19_59) , prigs, 451-468; R. F. ATKINSON: Hurneon 'Is' and. 'Ought': A Reply to Mr. MacIntyre, Phil. R e -view, XXXVII (1962), pags. 148-152. La controversia estdrecogida en el colec tivo, editado par HUDSON: T he Is -O ug htQuestion, Londres, 1969. Y POt ult imo, pe ro no menor , J. MD.GUERZA: 'E$' y 'debe'. En torno iii Ia logica de la falacia ria-tur al ista , en Homena}e a Aranguren, Teor la y Sociedad, Bar-celona, 1970, pags. 141-175. La interpre ta cion standard delpasa]e ea la ant inatura li sta: de a se rc iones factuales no podemosdeduc ir a se rc ionesmora le s. Sin emba rgo. 5 1 esto debiera sertornado en sentido estricto, casi toda la moral de Burne con-tradirfa sus propias posiciones en este pasaje (as), por ejern-plo, en el

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    existe espectaculo tan hermosa como el de una acci6n 'noble y generosa, ni otro que nos cause mayor repug-nancia que el de una acd6n cruel y desleal, No hayplacer comparable a la satisfaccion que nos proporcio-na la compafiia de aquellos a quienes amamos y apre-ciamos, de igual modo que no hay tampoco mayor cas-t igo que el verse obligado a vivir con quienes odiamosa despreciamos. Una buena comedia 0 novel a puede471 ofrecernos ejemplos de este placer proporcionado parIa virtud, igual que del dolor producido pot el vida.Ahora bien, dado que las irnpresiones distintivasdel bien 0 el mal morales no consisten sino en un par-ticular dolor 0 placer, se sigue que, en todas las inves-tigaciones referentes a esas.distinciones morales, basta-d mostrar los principios que nos hacen sentir satisfac-cion 0 desagrado al contemplar un determinadocaracter, para tener una razon convincente por la queconsiderar ese caracter como elogiable 0 censurable.cFor que sera virtuosa 0viciosa una accion, sentimien-to a caracter, sino porque su examen produce un de-terminado placer 0 malestat? Por consiguiente, al daruna raz6n de este placer a males tar explicamos sufi-cientemente el vicio 0 la vir tud. Tener el sentimientode la virtud no consiste sino en sentir una satisfacciondeterminada a1 contemplar un canicter. Es el senti-miento mismo 10 que consti tuye nuestra alabanza 0admiracion ]8. No vamos mas alia ni nos preguntamospor la causa de 1a sat isfacci6n. No inferimos 1 a virtud

    18 La adscripcion humeana a los sentimentalistas es evi-dente en estes pasajes, Cf. SH AF'I'ESBURY: An Inquiry Con-cerning Virtue or Merit (British Moralists, ed. Selby-Bigge,Oxford, 1897, I, pag. 7): Dado que es meramente pot alec-cion per 10 que una criatura es considerada buena 0 mala,natural 0 no-natural, nuestra tarea consistird en examiner queson las afecciones buenos y naturales y que las malas y no-naturales. Y, sobre todo, HUTCHESON: I ll us trat ions uponthe Moral Sense, pag. 243: La aprobaci6n es meramente unapercepcion que surge s in vol ic ion 0 elecci6n previa a causa deun placer concomitante. Sobre la influencia, al respecto, deHutcheson en Hume, vease KEMP 51.111'H: op, cit., pags. 29-36.692

    de un caracter porque este resulte agradable; por elcontrario, es al sentirque agrada de un modo peculiarcuando sentimos de hecho que es virtuoso. Sucede eneste caso 1 0 mismo que en nuestros [uicios relativos atoda clase de gustos, sensaciones y belleza, Nuestraaprobacion se halla implicira en el placer inmediatoque nos proporcionan.Al sistema que establece las medidas eternas y ra-cionales de 1 0 justo y 1 0 injusto le hice antes Ia ob-jecion de que es imposible mostrar en las acciones delas criaturas racionales relad6n alguna que no se en-euentre tambien en los objetos externos, por 10 que.sila moralidad ncompafiese siempre a estas relaciones,tambien la materia inanimada seria susceptible de vir-tud 0 vicio, Sin embargo, ahora puede objetarse ana-logamente al presentesistema que si la virtud y elvi-do vienen determinados POt el placer y el dolor, en-tonees esas cualidades tendran que surgir en todos loscases de las sensaciones, de modo que cualquier ob-jeto -animado 0 inanimado, racional 0 irracional-podria llegar a ser moralmente bueno 0malo por elsolo hecho de poder producit satisfacci6n 0malestar.Sin embargo, aunque esta objeci6n parezca ser de lamisma clase. que Ia anterior, no tiene en absolute la 472misma fuerza. En primer lugar, porque es evidenteque bajo el termino placer comprendemos sensacionesmuy distintas unas de otras yque guardan entre S 1unicamente 1a Iejana semejanza necesaria para poderser expresadas por el mismo termino abstracto. Lamismo produce placer una. buena composicion musicalque una botella de buen vino: mas aiin, la bondad deambas cosas viene determinada sirnplemente por e1placer que proporcionan. (Dirfamos por ello, sin em-bargo, que el vino es armonioso 0 que la musica, sabebien? De igual manera, 1 0 mismo puede proporclonarsatisfaccion un objeto inanimado que el caracter 0sentimientos de una persona. Pero es e 1 modo dife-rente de sentir la satisfacci6n 1 0 que evita que nues-tros sentimientos al respecto puedan confundirse: y

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