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Año I. Volumen No. 1

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Año I. Volumen No. 1

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AÑO I. VOLUMEN No. 2 MAYO - AGOSTO 2009

SUMARIOPerfiles

Justo homenaje alDr. Juan Bautista Laya Baquero ........................ 4

Foro Democracia, descentralización y desarrollo

La descentralización tiene un futuro incierto en Venezuela............................................. 7

“Descentralización Vs. Neocaudillismo”.......... 14La revolución de finales del siglo XX y la reacción venezolana del siglo XXI................... 17

Convergencia - ControversiaDel Nuevo Federalismo al Nuevo Centralismo.. �4La descentralización en Venezuela: dos modelos en pugna........................................ �7

La descentralización en Venezuela y el Poder Popular...................................................................... 30

Compendio

América Latina hoy: entre la precariedad social y el cambio político................................. 3�América Latina en tiempo real: Situación socio-política actual........................... 37El “chavismo”: una coyuntura, una cultura, un discurso y una práctica política................. 40

Postgrado en proyectiva

El Doctorado en Ciencias Sociales, Mención Gerencia: Pertinencia e impacto en el desarrollo del conocimiento.................... 44Programa Doctoral en Ciencias Económicas.. 46Doctorado conjunto LUZ-UPM.............................. 47

AvanceDivisión de Extensiónde la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad del Zulia ................ 49Celebración de los cuarenta años del Centro de Estudios de la Empresa..................................51

Directorio de FCES LUZ ......................................... 53

Universidad del ZuliaAutoridades Universitarias

Jorge PalenciaRector

Judith AularVicerrectora Académica

María Guadalupe NúñezVicerrectora Administrativa

María José Ferrer MedinaSecretaria (E)

Facultad de Ciencias Económicas y SocialesIván Cañizales

Decano

Boletín Apertura

Comité editorial

Coordinador generalProf. Edison [email protected]

Coordinador técnicoProfa. María Candelaria Gonzá[email protected]

Miembros del Comité:Profa. Yajaira Bracho [email protected]. Graciela Perozo [email protected]. Iván Cañizales [email protected]. Gustavo Machado [email protected]

Relaciones Públicas Lcda. Grecia Hill [email protected]

Depósito legal pp 200903ZU618ISSN 1856-979X

Dirección: Centro de Estudios Petroleros y Carboníferos. Edificio de la División de Estudios para Graduados de FCES LUZ. Teléfono: 0261- 7596599. Email: [email protected]

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BOLETÍN DE LA FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES DE LUZ

La descentralización ha encontrado en el Zu-lia su mejor aliado, así para el año 1985 se efectuó en Maracaibo la primera reunión de la gira nacional de la famosa comisión para la reforma del estado (COPRE) en la que se proponía a los venezolanos la elección directa de gobernadores y alcaldes.

Ahora de nuevo somos los zulianos quie-nes en julio del presente año nos reunimos para evaluar los primeros veinte años del proceso de descentralización y de haber elegido a nuestros líderes regionales y locales. Podemos decir que hay dos etapas de diez años cada una claramente definidas, la primera se caracteriza por la elección de los gobernantes regionales y locales, y la trans-ferencia de algunas competencias para el manejo de sus puertos, aeropuertos, carreteras, algunos servicios del área de salud y educación. La segun-da se destaca por la paralización de transferencia de competencias a las regiones, y la creación por el poder nacional de programas paralelos, como el plan Bolívar 2000 y posteriormente las misiones, que entraron a competir por los recursos financie-ros y el apoyo que desde el nivel central le dieron a estas estructuras en desmedro de los programas locales. Cabe destacar que la tercera etapa que se inició este año es más lamentable aún, por la gran cantidad de competencias que inconstitucio-nalmente están centralizando de nuevo y que lógi-camente debilita el proceso de descentralización y su incipiente desarrollo.

Tal y como lo describe la Constitución, el Es-tado venezolano está configurado como una Fe-deración, que incluso en el Artículo 4 la califica de “descentralizada”, partiendo del supuesto de que el poder tiene que estar cerca del ciudadano para que haya efectiva participación política y ciuda-dana. Sin embargo, lejos de reforzarse el federa-lismo y la descentralización política, lo que se ha presenciado en Venezuela es un proceso continuo de centralización del poder, paradójicamente, en nombre de una supuesta participación popular, que encubre un proyecto autoritario que pretende sustituir la propia democracia representativa por una “democracia participativa”, conduciendo en realidad a la propia destrucción de la democracia.

Por tanto, la democracia participativa está real e indisoluble-mente ligada, no a la democracia directa, sino a la descentralización política, y dentro de esta última, a la municipaliza-ción, y la misma no se puede ma-terializar con solo propuestas de incorporación al régimen democrático de instrumentos como los re-ferendos, las consultas o las iniciativas populares y las asambleas de ciudadanos. Por ello, sin temor a equivocarnos se puede afirmar que no sólo sin descentralización política o territorial, es decir, sin que exista una multiplicidad de poderes locales y regionales autónomos políticamente, no puede ha-ber participación política, sino que en definitiva no puede haber una democracia participativa. La des-centralización política es, por tanto, la base de la democracia participativa y a la vez, el impulso del control del poder. El centralismo, en cambio, es la base de la exclusión política, al concentrar el poder en unos pocos electos, y a la vez, el motivo del des-prestigio de la democracia representativa por más aditivos de democracia directa o refrendaria que se le implanten.

La clave del desarrollo es la descentralización que como instrumento implica compartir poder. Es necesario que el proceso no se detenga y que el gobierno lo considere en su agenda política. Siendo débiles las instituciones a nivel nacional, es posible fortalecer esta institucionalidad aprovechando las dinámicas reales que se vienen dando en la expe-riencia local. De las experiencias locales se pueden recoger sus aprendizajes y luego convertirlos en normas. Se tiene hoy el marco jurídico propicio para estimular estos procesos para construir ciudadanía e institucionalidad y para, a partir de estos procesos, alcanzar niveles superiores de desarrollo.

Iván Cañizales Camacho.

E d i t o r i A l

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Justo homenaje alDr. Juan Bautista Laya Baquero ¡Ejemplo para las nuevas generaciones!

LA TIERRA SE MIDE POR SUS FRUTOS, EL HOMBRE POR SUS CONOCIMIENTOS Y ACCIONES.

El quehacer uni-versitario muchas ve-ces nos llena de una vida rutinaria y junto a la cotidianidad nos impone un patrón de comportamiento que es necesario superar para hacer un justo re-conocimiento a quie-nes dedicaron su vida y esfuerzo profesional

en el proceso de formación de las nuevas genera-ciones así como también en defensa de los princi-pios y valores universitarios. Hoy, hacemos un alto en nuestras labores para honrar a un gran Maestro y ejemplo de juventudes como lo fue el Dr. Juan B. Laya Baquero. Nació en la población de Aris-mendi, estado Barinas, el 29 de agosto de 1922, donde adquirió una fuerte personalidad de buen lla-nero, caracterizándose por ser una persona afable y campechana, dado a poner en cada situación una nota chistosa, pues era una persona ocurrente que a cada aspecto le buscaba “la vuelta” para ponerla en tono optimista y alegre. Así fue durante toda su vida, aun en las condiciones más difíciles y así mis-mo trataba a las personas que acudían a él en bus-ca de ayuda. Siempre dispuesto y atento a servir a

Nergio Prieto Urdaneta1

Iraida Segura de Ríos

los demás y a hacer el bien común. Contrajo ma-trimonio en segundas nupcias con su compañera y adorada Irma, quien le sobrevive a su muerte, con quien crió sus dos primeros hijos Wilmar y Jhonny (recientemente fallecido) y procreó a Ileana, Irma Thais y Roger Laya, formando una familia ejemplo de moralidad y buenas costumbres.

Desde muy temprana edad mostró su pasión por la docencia estudiando la carrera de Maes-tro normalista en la Escuela Nacional del Mácaro y posteriormente se dedicó a la enseñanza en la educación secundaria. Durante ese proceso forma-tivo desarrolló un profundo espíritu nacionalista y patriota, que lo llevó a estudiar el proceso social venezolano y latinoamericano y a reafirmar con sus actuaciones en la vida pública su espíritu crí-tico y participativo frente a los problemas del país, convirtiéndose en un verdadero luchador social y referencia obligada de la lucha contra la corrup-ción administrativa y en defensa de la soberanía nacional. Años después, desde la trinchera gremial sería considerado como uno de los más grandes luchadores sociales cuyo recuerdo aún perdura en el gremio de los Contadores Públicos, donde ocupó importantísimos cargos gremiales.

1 Lic. en Contaduría Pública en LUZ. Profesor jubilado

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BOLETÍN DE LA FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES DE LUZ

Las circunstancias de la vida lo llevaron a in-cursionar en el área de los tributos y es así como ingresa al entonces Ministerio de Hacienda en la Región central donde entre otros ocupó el cargo de Jefe de Intervención Fiscal en la Administración Regional del Impuesto sobre la Renta y posterior-mente se traslada a la ciudad de Maracaibo donde se desempeñó como Administrador Seccional En-cargado, en la región zuliana.

Se graduó de Licenciado en Contaduría Pú-blica en el año 1961 formando parte de la segunda promoción de licenciados en Contaduría Pública, la cual llevó el nombre de “José Rafael Revenga” de la Universidad Central de Venezuela. Posterior-mente, siendo docente activo de la Universidad del Zulia, y en su afán de superación profesional y bus-cando siempre el conocimiento como una manera de servir a sus semejantes, se graduó de Aboga-do en la Universidad del Zulia, formando parte de la promoción “Dr. Tulio Cubillán Leal” en el año 1971.

SU INGRESO A LA UNIVERSIDAD DEL ZULIA

La experiencia acumulada en las anteriores actividades, así como su vocación como investiga-dor y docente, lo llevó a ingresar como profesor en la Escuela de Administración y Contaduría Pública de la Universidad del Zulia, por concurso de opo-sición en el año 1964, donde hizo una extensa y brillante carrera universitaria.

Ejerció la docencia activa desempeñándose como profesor en las cátedras de Finanzas de la Empresa; Contabilidad II; Política y Legislación Fis-cal Venezolana e Impuesto sobre la Renta siendo jefe de cátedra de esta última asignatura, todas en la Escuela de Administración y Contaduría Pública y en la cátedra Sistemas Tributarios de la Escue-la de Economía. Igualmente impartió docencia en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas (antes Facultad de Derecho) en la cátedra Finanzas Pú-blicas.

Durante su carrera universitaria destacan el haber participado en numerosas comisiones de trabajo y realizado varios trabajos de investigación

así como también ocupó importantes y relevantes cargos, tales como representante de los profeso-res ante el Consejo de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales; Director de la Escuela de Administración y Contaduría Pública de LUZ en el periodo comprendido en los años 1972-1975; Di-rector del Centro de Estudios de la Empresa por los periodos 1975-1978 y 1978-1981 y posteriormente como corolario de su carrera universitaria Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Socia-les en el periodo 1981-1984. Fue padrino de varias promociones de egresados y recibió numerosas condecoraciones universitarias y del Estado.

El Maestro Laya consideraba que su labor te-rrenal sería incompleta si no transmitía sus conoci-mientos y experiencias y por tal motivo se dedicó a efectuar investigaciones sobre la realidad de nues-tros pueblos y a proponer soluciones a la proble-mática existente.

En su extensa producción bibliográfica nos encontramos la publicación de varios textos y artí-culos de opinión que conforman su vasta obra, en-tre los cuales podemos mencionar los siguientes: “Aspectos Jurídicos y Contables de las Socie-dades Mercantiles en Venezuela”. En ella abor-da importantes temas inéditos que tienen que ver con el ejercicio profesional de la contaduría pública combinándolos con sus respectivos aspectos le-gales sobre la constitución y funcionamiento de las empresas mercantiles en el marco legal vigente en Venezuela. En efecto trata de llevar a un texto úni-co cuestiones que los interesados en esta materia encuentran generalmente en forma separada y dis-persa en la bibliografía existente. Su pasión y de-dicación por sus alumnos lo motivó a escribir este texto guía que les sirviera para el estudio de uno de los aspectos más medulares de la profesión, como lo son las sociedades mercantiles. Con igual criterio y orientación publica otras obras como “PA-SADO Y PRESENTE DEL IMPUESTO SOBRE LA RENTA EN VENEZUELA”, “LECCIONES DE FI-NANZAS PÚBLICAS Y DERECHO TRIBUTARIO” y “LAS EMPRESAS TRASNACIONALES Y SU VINCULACIÓN CON LAS TRASNACIONALES DE AUDITORÍA”. En esta última obra, tal como

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se resume en ella, pretende dar una visión gene-ral, panorámica, de lo que son las empresas trans-nacionales; el papel que desempeñan en los paí-ses subdesarrollados y la serie de problemas que acarrean en su afán de mayor lucro, tales como contaminación, daño ecológico, dependencia, etc. Pretende también demostrar que a la par de la expansión de estos grandes consorcios internaciona-les, las firmas transnacionales de auditoría, especialmente las deno-minadas “Ocho Grandes”, ejercen un virtual monopolio de la Conta-duría Pública, no solo en su propio beneficio, sino en el de los grandes inversionistas foráneos, a quienes sirven y asesoran. Señala igual-mente la lucha emprendida por los contadores públicos venezolanos para lograr la promulgación de su ley de ejercicio profesional, el pa-pel jugado por las “Ocho Grandes” en el país, como opositores al pro-yecto de ley y como asesores fis-cales para recomendar la evasión de impuestos y la promulgación, en 1975, del Reglamento de la Ley de Ejercicio de la Contaduría Pública, que para complacer a las ya mencionadas empresas transnacionales de audito-ría y a ciertos grupos de poder del sector financiero y de los seguros, contradice abiertamente la ley, siendo, por consiguiente, antijurídico e inconstitu-cional. Termina señalando que América, como “el leñador” de Pablo Neruda, despertará como un gi-gante dormido que al fin se despereza y hará tem-blar la tierra en busca de una mayor justicia social y de un nuevo orden económico mundial.

En efecto, tal como pensaba, actuaba: Pen-samiento y acción parecían ser su norte. Y como hombre comprometido con el gremio de Contado-res Públicos, desempeñó varios cargos gremiales, los cuales combinaba con su actividad universita-ria, motivando de esta manera a sus colegas profe-sores a vincularse con su entorno social y gremial. En el año 1963, ejerció el cargo de Secretario Ge-

neral del Colegio de Contadores Públicos y Admi-nistradores del Distrito Federal, Presidente del Co-legio de Contadores Públicos y Administradores del Estado Zulia (1968); y luego, cuando se aprueba la Ley de Ejercicio de la Contaduría Pública en el año 1973, es electo Vicepresidente de la Federación

de Contadores Públicos de Venezue-la por dos períodos y Presidente del Colegio de Contadores Públicos del Estado Zulia, durante el período 1976-1978. Su actividad académica lo apar-tó temporalmente de los cargos gre-miales, pero siempre estuvo presente en su gremio, bien sea asesorando o participando en eventos científicos y de desarrollo profesional. Participó activamente en la denuncia contra las compañías trasnacionales del petró-leo, denunciando el pasivo oculto que tenían con la República.

Pero el destino fatal le hizo una mala jugada, pues en septiembre de 1988, mes de celebración aniversaria de los Contadores Públicos y recién culminada en la Isla de Margarita la celebración de la Asamblea Nacional

de la Federación de Contadores Públicos de Vene-zuela, un día después, el 25-09-1988 se produce su fallecimiento producto de un ataque cardiaco fulminante. Tenía 67 años de edad y su muerte pre-matura es recordada con dolor pero al mismo tiem-po con el reconocimiento de quienes lo conocimos y admiramos. Sus restos mortales son trasladados a la ciudad de Maracaibo y el día de sus exequias, la Universidad del Zulia, la misma de sus viven-cias y recuerdos, le rindió un homenaje póstumo acompañándolo en capilla ardiente en los pasillos universitarios que tantas veces transitó. Así mismo instituyó la condecoración ORDEN AL MÉRITO DR. JUAN BAUTISTA LAYA BAQUERO en recono-cimiento a su memoria.

Hoy su busto engalana la entrada principal del Colegio de Contadores Públicos del Estado Zulia, como un recuerdo imperecedero a su memoria y a su trayectoria de líder nacionalista.

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A 20 años de realizarse las primeras elecciones regionales

A 20 años de las primeras elecciones de go-bernadores y alcaldes en Venezuela, ese primer gran paso parece diluirse en un destino incierto para la descentralización. Luego de dos décadas de gobiernos regionales y municipales por libre elección, es tiempo de presentar balances, en es-pecial cuando el escenario político futuro del poder descentralizado es poco esperanzador.

Esta situación motivó a las autoridades de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de LUZ a organizar –el pasado mes de julio– el Foro Nacional Democracia, Descentralización y Desa-rrollo en Venezuela que sirvió de espejo para que la colectividad zuliana conociera con detalle la situa-ción actual del proceso descentralizador que nació para acercar el poder al ciudadano.

La descentralización tiene un futuro incierto en Venezuela

Marly Muñoz Bermúdez / CNP 14987

El foro fue instalado por el rector de la Uni-versidad del Zulia, Jorge Palencia, y contó con la participación de la vicerrectora académica, Judith Aular de Durán; la secretaria encargada, María José Ferrer; el decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (FCES), Iván Cañizales; el historiador venezolano Manuel Caballero; el gober-nador del Zulia, Pablo Pérez, y los ex gobernado-res Oswaldo Álvarez Paz (Zulia), Andrés Velásquez (Bolívar), Carlos Tablante (Aragua) y William Dávila (Mérida).

También participaron los ex alcaldes de Mara-caibo y Lagunillas Fernando Chumaceiro y Mervin Méndez, respectivamente; Juan Castillo, de Na-guanagua, estado Carabobo, y Julio Fernández, de Los Salias, estado Miranda, quienes compartieron el escenario con los periodistas Gustavo Azócar y Juan Carlos Fernández, quienes disertaron sobre Descentralización y Democracia en la Opinión Pú-blica, el investigador del Instituto de Estudios La-tinoamericanos de la Universidad de Estocolmo, Suecia, Rickard Lalander, quien hizo sus aportes sobre el tema; asimismo participaron los máximos representantes de las secretarías Cultura y de Am-biente, Tierras y Ordenación Territorial de la Gober-nación del estado Zulia, quienes compartieron sus experiencias al respecto.

Habla la academia

“No quisimos permanecer de brazos cruzados frente a la situación que estamos viviendo en torno al tema de las competencias regionales que tanta polémica están generando en los venezolanos. De modo que nos esforzamos para brindar la visión de quienes han sido favorecidos con el voto popular en las diversas regiones del país en estas dos úl-

Democracia, descentralización y desarrollo

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timas décadas y quienes han conducido y demos-trado que sí se puede gobernar de la mano con las comunidades”, afirmó el decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de LUZ, Iván Ca-ñizales Camacho.

Expresó que el progreso de las comunidades debe ser la prioridad para los gobernantes, sin dis-tingo de colores, razas, sexos ni ideologías, “desde la academia hacemos nuestros aportes pero se ne-cesita de voluntad para procurar un país cada vez mejor”, afirmó.

Por su parte, Jorge Palencia Piña, rector de LUZ, en el acto de instalación, aseguró que la casa de estudios, cumpliendo con su fiel compromiso de formar a través de ideas y acciones pertinen-tes, nunca ha cesado de marchar al ritmo que los tiempos corrientes imponen a la sociedad, en es-pecial con los hechos que influyen sobre uno de los procesos más importantes de la historia política venezolana como es la descentralización.

“LUZ se honra al servir de escenario para el debate plural y amplio sobre la evolución política de mayor trascendencia para las regiones venezo-lanas cuando los partidos y gobernantes comen-zaron hace dos décadas a incluir en su agenda el propósito de descentralizar y desconcentrar el po-der a fin de facilitar la toma de decisiones sobre los principales problemas que aquejaban a los es-tados”, dijo el rector.

Voces de la descentralización: Gobernadores y alcaldes se pronuncian.

Pablo Pérez Álvarez, gobernador del Zulia:“Luchar por un Estado Federal, democrá-tico y descentralizado”

Hablar de la Constitución Nacional es hablar de democracia y de descentralización pues ambos conceptos están íntimamente relacionados, ase-guró el gobernador del estado Zulia, Pablo Pérez Álvarez.

Destacó en su intervención que las transferen-cias del puerto, puente y aeropuerto fueron gesta-das por el primer gobernador electo en el estado Zulia, Oswaldo Álvarez Paz, mientras que el ma-nejo de las vías de comunicación se iniciaron en la gestión de Francisco Arias Cárdenas y que se pro-fundizó durante los períodos de gestión de Manuel Rosales donde también se impulsaron exitosamen-te programas sociales, como el Francisco Ochoa, Jesús Enrique Lossada y la Biblioteca Pública del estado. También resaltó el inicio del programa An-tonio Borjas Romero. Estos programas han sido posibles gracias al proceso de descentralización y alcanzado con corazón y esfuerzo por esta región.

Instó a los asistentes al Foro a defender el proceso de descentralización que tanto bienestar y progreso ha traído al país. “No se trata exclusiva-mente de la aprobación de los recursos de la Ley de Hacienda Pública Estadal o de la Ley de Asig-

Foro nacional

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naciones Económicas Especiales (LAEE), o que esas alícuotas que nos corresponden sean cada vez mayores; se trata de salvaguardar nuestras competencias como gobiernos locales y regiona-les”.

Finalmente exhortó la iniciativa de la FCES-LUZ por tan importante espacio para la discusión de lo que ha sido el proceso de descentralización en Venezuela, proceso este que representa la constitucionalidad y la democracia en el país.

Oswaldo Álvarez Paz: La recentralización conspira contra el desarrollo de la sociedad ve-nezolana

Para el primer gobernador electo del estado Zulia, Oswaldo Álvarez Paz, todo el proceso de des-centralización está siendo revertido para conspirar contra el desarrollo integral de la sociedad venezo-lana, contra la democracia misma, sus principios y valores fundamentales que están siendo desdi-bujados de la vida nacional. “Estamos viviendo un momento de coyuntura trascendente frente al cual la población necesita tomar plena conciencia de las consecuencias que se puedan derivar”.

“Tengo la certeza que tanto el Zulia como otros estados del país están infinitamente mejor

gracias a la descentralización. Nosotros tenemos que luchar con fuerza y mayor convicción por la autonomía administrativa y política de la región”, puntualizó.

Andrés Velásquez: “El cambio social debe partir de la descentralización”

Para Andrés Velásquez las condiciones ac-tuales de los venezolanos no se corresponden con las expectativas que tenían los ciudadanos tanto en el terreno democrático como en la repartición de esas riquezas y mucho menos en lo que con-cierne a la participación. “Los venezolanos esta-mos conscientes que el cambio social necesaria-mente tiene que partir desde la descentralización, no sólo vista desde el aspecto administrativo sino también político”.

Aseguró estar consciente de que es necesario ahondar en el tema de la descentralización desde dos perspectivas: una, el tema administrativo y la otra, el tema político-democrático, “las regiones y los municipios quieren decidir sus destinos y no que se les imponga desde la ciudad capital”, cerró su intervención.

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Carlos Tablante: “Hay que descentralizar la lucha”

En su visita a Maracaibo el también primer gobernador electo del estado Aragua, Carlos Ta-blante, coincidió en que hace 20 años comenzó a gestarse en el país un modelo de gobernabilidad basado en la profundización de la democracia des-centralizada. “Sin embargo, hace un par de meses este proceso está atravesando por un momento de mucha dificultad, de intimidaciones y amenazas”.

“Es necesario involucrarnos, comprometer-nos, organizarnos y movilizarnos, fortalecer a todas las organizaciones de la sociedad y usar todos los medios constitucionales que estén a nuestro alcan-ce para defendernos de esta embestida neodictato-rial. Hay que descentralizar la lucha, hay que crear

una agenda social de movilización con las comu-nidades, sindicatos, gremios, universidades y par-tidos políticos para hacer una cruzada en defensa de los valores de la ciudadanía y concretar el tan ansiado pacto federal donde se busca la conquista de acuerdos para avanzar hacia un país descen-tralizado”.

William Dávila: “Frente al centralismo y la autocracia el mejor antídoto es la descentrali-zación”

Tras 10 años de luchas políticas y sociales y con la descentralización consolidándose como el proceso de cambio más novedoso desde los últimos 20 años, William Dávila, ex gobernador del estado Mérida, aseguró que la lucha política y social debe ser para consolidar una nación descentralizada.

Con un espíritu y una visión autocrítica, el ex mandatario regional aseguró que les ha falta-do mayor organización de la base para defender la descentralización. “Lo realmente importante es ge-nerar conciencia e ir hacia las bases y emprender una evangelización y formar el apostolado político para que los ciudadanos se mantengan optimistas y convencidos que hay razones suficientes para seguir en pie de lucha. Yo creo en una república fe-derada y descentralizada y en ella no tiene cabida un gobierno con mentalidad centralista y militaris-ta”, señaló.

Fernando Chumaceiro: “Descentralización congelada”

Fernando Chumaceiro, primer alcalde electo del municipio Maracaibo, recordó los múltiples es-

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fuerzos que se han hecho en materia presupues-taria para alcanzar los niveles de desarrollo y des-centralización de muchas regiones del país. “Sin embargo, el proceso de descentralización ha sido congelado y hay medidas que tienden a revertirlo”.

Para el ex alcalde es evidente la diferencia “entre aquella Venezuela que empezó a vivir con la democracia descentralizada y esta autocracia hacia donde se está conduciendo nuestra nación en los actuales momentos y nos estamos limitando a una concepción de cuartel y no de la patria y el país que merecemos y queremos. La democracia de un país convoca el esfuerzo de todos para hacer que los ciudadanos puedan alcanzar una vida más libre y justa”.

Mervin Méndez: “La descentralización ne-cesita de madurez política”

Tras cuatro períodos consecutivos al frente del ayuntamiento del municipio Lagunillas, Mervin Méndez recordó que entre los logros impulsados por la descentralización en esa entidad está el ha-ber contribuido a su independencia económica de la actividad petrolera.

Para Méndez la mejor forma de lograr el per-feccionamiento de la democracia es a través del proceso descentralizador que beneficia los munici-pios a través de políticas de inversión adaptadas a las necesidades de cada localidad y en función de las prioridades de vida de sus habitantes. “Es ne-cesario que las comunidades se unan y asuman el compromiso compartido de luchar por ampliar los escenarios de participación para recuperar la con-fianza y la fe en ellos como individuos organizados y en los partidos políticos como unidades de acción política a favor del colectivo”.

Julio Castillo: “Acercamiento y comunica-ción son la clave”

En su intervención Julio Castillo, ex alcalde del municipio Naguanagua del estado Carabobo, aseguró que el éxito de su gestión como alcalde, tras dos periodos consecutivos, se basó en el acer-camiento y comunicación con las 85 comunidades que integran el municipio.

Aseguró que su experiencia le permitió ratifi-car la necesidad de interactuar directamente con las comunidades para garantizar un trabajo real-mente efectivo y en pro de la calidad de vida de los habitantes. “Es importante la participación popular

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en la defensa de la descentralización pues si no convo-camos a la colec-tividad a la lucha por preservar los avances, las voces en defensa sólo se dejarán escuchar en los espacios acadé-micos, intelectuales y en los medios de comunicación sin tocar a las comunidades, princi-pales beneficiarias”.

Juan Fernández: “La participación ciuda-dana debe ser garantizada”

Por su parte Juan Fernández, ex alcalde del municipio Las Salias, estado Miranda, coincidió con su homólogo Julio Castillo en la importancia que tuvo emprender la lucha por la descentraliza-ción y municipalización con un objetivo en común: trabajar directamente con las comunidades y ga-nar los corazones de la gente. “La participación ciudadana marcó el inicio de todo este proceso de transformación para lograr el desarrollo social de los diferentes estados y municipios de la sociedad venezolana”.

Hoy lamen-ta la intervención y el arrebato de competencias que se están dando en algunas alcaldías en fun-ción del centra-lismo anárquico y en detrimento del bienestar de los ciudadanos. “La descentralización hoy sufre una pa-

rálisis que solo podrá ser revertida si impulsamos los cambios a través de las redes populares ganando los corazones de la gente con más trabajo y participación”.

Rickard Lalander: “Una mirada internacio-nal al proceso descentralizador”

Con más de 20 años de estudios sobre la rea-lidad venezolana, Rickard Lalander, investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Estocolmo, Suecia, también se hizo presente en el gran Foro nacional sobre Democra-cia, Descentralización y Desarrollo que organizó la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad del Zulia donde disertó sobre el tema Descentralización y Chavismo.

En su intervención aseguró que la reforma a la Constitución Nacional de 1999 plantea retos muy importantes al proceso de descentralización. “Se abren nuevas posibilidades de participación pero al mismo tiempo existe una cultura de resistencia en las instituciones del Estado pues prevalece una cultura política y ciudadana centralizada que sólo obedece órdenes del máximo ente de decisión po-lítica”.

Para Lalan-der un sistema demasiado con-centrado en el populismo, en el liderazgo centra-lizado y persona-lizado constituye un peligro para la democracia y para los principios de la descentralización.

“Desde la perspectiva políti-co-cultural el pro-ceso no ha sido fácil pero ha logra-do sobrevivir. Es importante que los actores políticos sigan luchando por el derecho a la participación ciudadana”, pun-tualizó.

Foro nacional

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Gustavo Azócar: “Los venezolanos tienen derecho a estar informados con pluralidad”

Gustavo Azócar: Lo que debemos defender está en la Constitución.

En Venezuela el intento por silenciar a los me-dios de comunicación e intimidar a los periodistas está a la orden del día, aseguró en su intervención el reconocido periodista Gustavo Azócar.

Recordó cómo en una primera etapa los medios de comunicación en Venezuela fueron atacados con hechos violentos. Pero ahora, en una segunda etapa, el ataque se hace mediante alegatos jurí-dicos y tributarios. “El Seniat materializó una serie de ins-pecciones a las emisoras de radio, plantas de tele-visión y periódicos, que trajo como consecuencia el cierre de Radio Caracas Televisión (RCTV) y los múltiples intentos por hacer lo mismo con el canal de noticias Globovisión así como la expropiación de 285 emisoras de radio y la pretendida eliminación del Colegio Nacional de Periodistas (CNP). El Gobierno central lo que busca es consolidar e incrementar su he-gemonía comunicacional”.

Aseveró que todo sistema democrático necesita de medios de comunicación inde-pendientes, libres y plurales. “Todo lo que requeri-mos hacer y saber está en la Constitución Nacional y como primer paso debemos exigir verdaderos po-deres públicos independientes”, puntualizó.

Juan Carlos Fernández: “La libertad de ex-presión es un derecho”

El jurista y periodista Juan Carlos Fernández aseguró que “la libertad de expresión es un dere-cho inherente a los seres humanos y es inevitable su defensa por ser una conquista fundamental del ser”.

“Los venezolanos gozamos del derecho a la expresión e información desde nuestros orígenes. Es un derecho universal que nos ha ayudado a alcanzar otras conquistas como la descentralización del poder. La libertad de expresión no es un pro-blema sólo de los medios de comu-nicación, ni de los periodistas ex-clusivamente. Es un problema de todos los ciudadanos, de todos los

venezolanos”.

“Los medios son instrumentos de carácter tecnológico y los periodistas portavoces de la infor-mación, pero es el ciudadano común el que debe tomar la palabra para emitir el mensaje que ha de ser llevado al resto de la población, por lo tanto son ellos quienes tienen el deber de defender ese dere-cho para frenar el autoritarismo que el Gobierno na-cional quiere imponerle a la sociedad venezolana”.

“Venezuela necesita construir una sociedad que avance en el desarrollo de estos derechos na-turales inalienables e intransferibles y eso sólo será posible en un país donde impere la democracia, la libertad y la justicia social”.

En: http://www.youtube.com/watch?v=6Q9cEoLjOdc

Democracia, descentralización y desarrollo

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“Descentralización versus Neocaudillismo”, es un anuario revelador de importantes aconteci-mientos en el escenario del proceso descentrali-zador venezolano, sin caer en la añoranza. Asu-mimos una posición crítica para analizar cada uno de los hechos actuales, generadores del nuevo centralismo. Al mismo tiempo, es una obra integra-dora para aprender de las experiencias de otros países latinoamericanos y de Europa. Esta suma de experiencias fue posible gracias a la conjunción de los esfuerzos que permitieron la realización del foro global digital “Descentralización: retos de la democracia del futuro”, realizado en Caracas, en noviembre de 2007.

Los aportes de destacados expertos abrieron el camino a otro encuentro, el Seminario Interna-cional “Federalismo y Descentralización: Presente y Futuro”, celebrado el pasado mes de mayo. En este momento, estamos preparando el segundo anuario y nuestro propósito es realizar un evento anual por la descentralización y plasmarlo en un libro.

Como lo expresamos en este primer anuario, diseñar una estructura en el actual Estado Cons-titucional venezolano, dirigida a impulsar la des-centralización en un contexto centralizador, con una cultura política con rasgos de autoritarismo y en una sociedad fragmentada, es una tarea difícil de traducir en contenidos normativos y propositivos concretos. A pesar de las dificultades, podemos asentir que esta es una obra con autores dispues-tos a asumir los retos que la democracia del ciuda-dano demanda. Ese desafío se mantiene vivo, con fuerza e integridad.

¿Por qué el titulo del anuario es Descentrali-zación Vs. Neocaudillismo? Porque la vulneración de los principios democráticos consagrados en la Constitución ha creado un nuevo caudillismo. Es pertinente, frente a las nuevas generaciones, cla-rificar el antagonismo entre Descentralización y Neocaudillismo.

Las propuestas de los autores venezolanos

Allan Brewer-Carías, ministro de Estado para la descentralización, durante el período presiden-cial transitorio de Ramón J. Velásquez, es contun-dente al afirmar que la descentralización política siempre ha sido y es un asunto que sólo concierne a la democracia, para su sobrevivencia o perfec-cionamiento. Al ubicarse en el presente se refiere a la repetida (pero no respetada) expresión demo-cracia participativa y argumenta que aunque la quieran distorsionar, “la democracia participativa sólo es posible en un sistema de descentralización política y de municipalización de un país”.

1. Presidente del Centro de Formación Política y Ciudadana de Un Nuevo TiempoEx gobernador de Aragua (1990-96), participó en la redacción de la Constitución vigente, como constituyente, y se desempeñó como parlamentario durante 25 años. Ex diputado al Congreso de la República. email:[email protected]

“Descentralización Vs. Neocaudillismo”Carlos Tablante1

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Román Duque Corredor, ex magistrado de la desaparecida Corte Suprema de Justicia, da con-sistencia al título del anuario, cuando sostiene que la descentralización llena de contenido democrático al federalismo, mientras que su opuesto, el centra-lismo, conduce a la consolidación del autoritarismo en un sistema presidencialista exacerbado.

Luis Alfonso Herrera Orellana, profesor de la UCV y de la UCAB, centra su trabajo en el referén-dum del 2 de diciembre de 2007 y destaca que la reforma de la Constitución, rechazada por el pue-blo, pretendía debilitar los entes territoriales del Po-der Público que en algunos casos habrían quedado supeditados a la acción de formas de organización inéditas (ciudades, comunas, comunidades, conse-jos comunales, etc.), expresión de la nueva rama del Poder Público Popular.

Antes de continuar con los autores del anuario “Descentralización vs Neocaudillismo”, es necesa-rio alertar que a pesar de la manifestación popular democrática en contra de la reforma constitucional, entre 2008 y 2009, se aprobaron un conjunto de leyes que han quebrantando las normativas cons-titucionales, como es el caso de la Ley de Descen-tralización, la Ley del Distrito Metropolitano y más recientemente la Ley de Educación.

Otro autor presente en el anuario 2007-2008 es Gustavo Linares Benzo, experto en descentra-lización, quien realiza un análisis sobre el sistema venezolano de repartición de competencias. Deta-lladamente revisa el texto constitucional, a fin de determinar hasta qué grado Venezuela es un Esta-do federal, y sobre esa base, indagar sobre el re-parto de competencias legislativas entre el centro y la periferia. Sostiene que la existencia en Vene-zuela de varias entidades con potestades legislati-vas es la confirmación de que se trata de un Estado Federal.

En el análisis que escribimos en esta obra, nos ubicamos en nuestra experiencia como primer gobernador de Aragua, con el fin de demarcar la historia anterior a las protestas sociales del 27 y 28 de febrero de 1989 y la posterior, con la promul-

gación de las leyes de elección de gobernadores y alcaldes, además de la Ley de Descentralización y Transferencia de Competencias.

Los primeros años de la descentralización en Venezuela estuvieron colmados de dificultades, fue un proceso de descentralización negociada, pero también es cierto que los aprietos despertaron la creatividad y la fuerza en las regiones, hasta el pun-to de poder narrar una historia con saldo positivo.

Otra historia es a partir de 1999, después de consagrarse el Estado Federal y Descentralizado en la nueva Constitución. Lamentablemente, los sue-ños de la nueva Carta Magna, en la práctica se di-fuminaron, el centralismo se restituyó. Se ignoraron leyes fundamentales como la del Consejo Federal de Gobierno y la de Hacienda Pública Estadal. Más recientemente, a los gobiernos regionales los des-pojaron de competencias exclusivas, como la admi-nistración de vías terrestres, aeropuertos y puertos.

Manteniendo nuestra firme posición, vemos la descentralización como un proceso esencialmente democrático, como una herramienta para la parti-cipación real, como la brújula de la democracia so-cial. Es la única opción para consolidar una socie-dad que profundice el sentimiento de pertenencia e identidad con el país, con la región, el municipio, la parroquia y la comunidad. Asimismo, el respeto y el cumplimiento de los derechos y libertades de todas las personas, es decir, un país excluyente. Esa es nuestra ruta y seguiremos construyendo el camino que nos lleve a su recuperación de la descentralización, para mejorarla y profundizar la democracia.

Las ideas de los autores internacionales

Mariela Morales Antoniazzi, venezolana de trayectoria profesional internacional, con quien compartimos la edición de esta obra, ha realizado un amplio trabajo de investigación en los organis-mos de integración de Latinoamérica y Europa; resultado de esta experiencia es su análisis sobre el modelo federal presente en la Unión Europea, y asegura que aunque los tratados de la unión no acuñen la noción de “federal”, un factor clave, como

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en todos los sistemas federales, es el reparto de competencias, que se debate desde el 2000 en la búsqueda de fijar quién hace qué en esta organiza-ción supranacional y cómo acercarla al ciudadano europeo.

José María Serna de la Garza (México), des-taca como aspectos políticos positivos del fede-ralismo: el mejor manejo de conflictos, al proveer “avenidas” para solucionarlos y generar acuerdos, la protección de minorías y de intereses territoriales localizados, la disminución de los niveles de ten-sión política y la innovación en la elaboración de políticas, porque implica flexibilidad e innovación.

Alejandra Rodríguez Galán (Argentina) ase-gura que, en su país, el Estado federal significa for-talecer los derechos individuales y sus garantías. Los principios rectores del sistema son la solidari-dad federal y la subsidiariedad y existe un “cuerpo del derecho federal argentino” así como un vínculo federal, que puede servir de inspiración a otros paí-ses hermanos.

Jorge Ibáñez (Colombia) se adentra en el andamiaje constitucional y pone de relieve que la descentralización tiene un propósito asociado a la eficiencia del gasto público y es un instrumento para combatir la pobreza y la exclusión, problemas sociales agobiantes en América Latina.

Richard Ortiz-Ortiz (Ecuador) asevera que la “deseabilidad” de la descentralización es permitir un control más efectivo del poder, reforzar la demo-cracia representativa aumentando la participación y la legitimidad en el sistema político, y garantizar la diversidad, neutralizando las tendencias desinte-gradoras.

José Serrate Paz (Bolivia) revela cómo su país ha luchado por la descentralización y en pro de las autonomías departamentales, proceso que, de acuerdo a su opinión, en la actualidad marca un hito en el contexto suramericano.

De Alemania, Matthias Hartwig y Rainer Grote coinciden en que el nacimiento del sistema federal alemán fue una respuesta a la experiencia del régi-

men totalitario. Lo clave –puntualizan– es brindar un sistema de pesos y contrapesos a través de la separación vertical de los poderes y, de esta mane-ra, contribuir a fortalecer la democracia.

Carles Viver Pi-Sunyer (España) explica que el proceso de descentralización política de las tres décadas de la Constitución española ha dado ori-gen al “Estado de las autonomías”, lo que ha traído consigo para las Comunidades Autónomas un nú-mero muy elevado y significativo de competencias,

Finalmente, una invitación a la lectura del Anuario “Descentralización Versus Neocaudillis-mo”, con la absoluta convicción de que la opción vencedora es la descentralización… es la demo-cracia.

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Este artículo está destinado a afirmar el pro-ceso de descentralización no como un acto simple-mente administrativo sino sobre todo político cons-tará de tres partes: las dos primeras contienen una glosa de algunas ideas ya expuestas en los años noventa sobre el proceso de descentralización que, en Venezuela y el mundo, parecía ser la nota do-minante en el desarrollo histórico de esos años. La tercera parte, más reducida, se refiere a la marcha atrás dada en nuestro país a partir de 1999.

Algunos hitos históricos

La mayor revolución de los años noventa te-nía una tendencia y un carácter descentralizador. Ella cierra un ciclo de dos siglos exactos, de 1789 a 1989, doscientos años de los más cargados de historia en todo el proceso de la evolución de las sociedades humanas.

Ellos van desde el paroxismo centraliza-dor del jacobinismo y el bonapartismo, hasta la caída del Muro de Berlín. Este proceso ha derivado a veces en anarquía, otras en simple anarquismo. En sus manifestaciones más es-pectaculares, abarca no solamente a los paí-ses “balcanizados” de vieja data, sino también a países de mayor desarrollo político, como los EEUU y Canadá.

Nos proponemos un tratamiento de ese proceso, tanto en Venezuela como en el mun-do, desde la perspectiva del historiador. Por eso, debemos precisar que se empleará el tér-

mino “descentralización” en un sentido diferen-te al que le dan los constitucionalistas, los juristas e incluso los mismos politólogos. Para nosotros, es sencillamente una forma de la lucha permanente entre la Sociedad y el Estado.

Antes que nada, es conveniente explicar en qué sentido se empleará el término descentrali-zación política. Se acepta la idea de que ella sea (como su contrario, la centralización) una directiva de organización en sentido amplio, y no un con-cepto inmediatamente operativo, tal como lo defi-nía Fabio Roversi-Mónaco en1985; de que ella sea una cuestión instrumental y no un fin en sí misma.

También es necesario decir que es un proce-so ambivalente que no produce necesariamente efectos democratizadores; y mucho menos en lo inmediato. Pero sólo muy parcialmente aceptamos en nuestro uso del término la idea de que la des-

La revolución de finales del siglo XX y la reacción venezolana

del siglo XXIMANUEL CABALLERO, PhD1

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1. Profesor emérito de la UCV. Reconocido historiador. Autor de artículos reconocidos en periódicos nacionales e internacionales

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centralización política exprese una idea de derecho autónomo, si eso se confunde con el federalismo.

En tales condiciones, se empleará la fórmula de descentralización política en un sentido mucho más amplio o acaso más restrictivo: se trata de la tendencia de sociedades llegadas a un cierto grado de desarrollo o de madurez políticas (eso la distin-gue de las tendencias anárquicas, parroquialistas, disgregativas) a tomar para la sociedad poderes, funciones y prerrogativas que hasta entonces esta-ban concentradas en el poder central. Así, la des-centralización política tal como la concebimos, está íntimamente ligada a otros dos conceptos: partici-pación y democratización.

Por otra parte, y esa es la gran diferencia con la anarquía pura y simple, para evitar que las ten-dencias descentralizadoras desemboquen en eso, esto es, para que se pueda hablar de plena des-centralización política, es necesario que su proce-so sea pacífico y conduzca siempre a la ampliación de la democracia, no a su restricción.

Esto quiere decir, uno, que la descentraliza-ción política es sobre todo esto último, para lo cual debe ser también consensual (eso le asegura le-gitimidad) y legal. Dos, que sea descentralización de verdad, y no una re-centralización a una escala menor, mínima en caso extremo. Eso para que lo-gre evitar los escollos, sortear los peligros a que se aludirá más abajo.

Al decir que la gran revolución de los noven-ta es la descentralización, se quiere decir que las conmociones políticas más características del fin del siglo XX y del milenio han tenido un carácter descentralizador. No tenemos sino que ver el esta-llido de algunos conjuntos federativos (nombre que algunos de ellos empleaban expresamente) como la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la República Federativa de Yugoslavia, la República Socialista de Checoslovaquia.

Pero también fuera del ámbito del antiguo “bloque socialista” así llamado, se han estado dan-do, con sus características particulares y sus for-mas propias, algunos movimientos en ese sentido:

en Canadá, en España, en México y en los mismos Estados Unidos de América.

Esta revolución descentralizadora cierra un ciclo de dos siglos exactos de historia universal, los que van de la toma de la Bastilla a la caída del Muro de Berlín (1789-1989). Como suele suceder, el señalamiento de fechas muy precisas es algo convencional. En verdad, estamos hablando en el primer caso más del momento en que la centrali-zación jacobina (y posteriormente napoleónica) se convirtió en ejemplo y modelo para la creación de Estados-Naciones contemporáneos. Sobre todo en Europa y en la parte latina de América, hasta el co-lapso de los regímenes que quisieron, confesamen-te, continuar y culminar la obra de la Convención y del Imperio. Se puede decir que en esos dos siglos, la centralización, algunas veces a ultranza, y tam-bién muy sangrienta, fue el proceso que dio el tono a la historia . Eso condujo a la formación ya definiti-va de los grandes Estados-Naciones europeos; dio el tono (desde antes del 79) a la revolución inglesa en el siglo XVII; a la revolución francesa en el XVIII; a la unidad italiana y Alemana en el XIX; a las re-voluciones rusa y china en el XX; así como a las confesas contrarrevoluciones nazi y franquista.

Colmo de los colmos, el Estado del federalis-mo ejemplar, espejo de todos los liberales y de los federalistas, se llenó de sangre en un implacable proceso centralizador, produciendo el conflicto ar-mado más grande y cruento del siglo XIX, la Guerra de Secesión; y luego el interminable genocidio de los pieles rojas, hasta llegar a ser hoy el Estado más poderoso del mundo: los Estados Unidos de América.

Para completar el cuadro, los más radicales centralizadores de los dos últimos siglos han sido alógenos, hijos de pueblos y regiones de la peri-feria, o sea, de los que iban a ser las primeras y designadas víctimas de cualquier proceso centra-lizador: Napoleón Bonaparte, un corso; Stalin, un georgiano; Adolf Hitler, un austríaco.

Esta revolución ha sido, como todas ellas, brusca en su estallido, pero no necesariamente vio-

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lenta. Tanto es así que en Checoslovaquia se le lla-mó “revolución de terciopelo”, donde la violencia no pasó de las palabras (se habló de la “masacre de la Plaza San Wenceslao”, pese a que allí no hubo ni un muerto).

La violencia ha venido después, con la anar-quía y la guerra civil; pero eso ha sucedido en los países con una larga tradición de intolerancia na-cional y religiosa, en un viejo proceso que no por acaso se llegó a llamar hace mucho tiempo “balca-nización”.

Incluso en países con una larga tradición gue-rrera, revolucionaria, al estallido de la crisis ha se-guido un inmediato y prolongado proceso de nego-ciaciones, y hasta se llegó a decir con mucha razón que en el conflicto de Chiapas en México brillaron más los flashes de los mass-media que los fogo-nazos de los fusiles.

En los países más desarrollados, eso ha to-mado diversas formas: desde la violencia ciega, como en el caso de los “anarquistas de derecha” norteamericanos cuya manifestación más especta-cular fue la bomba de Oklahoma; y la furia asesina de los separatistas vascos y de algunos grupos si-milares en Córcega. Entre los miembros del G-7 de los países más ricos, eso ha tomado formas más pacíficas pero no necesariamente menos primiti-vas.

En Quebec se ha manifestado civilizadamente una comprensible reivindicación nacional; en Italia del Norte ha tomado en cambio la forma de un voci-ferante y hasta obsceno particularismo. Y ya que se ha nombrado a estas últimas regiones, pretender que la tendencia descentralizadora sea la natural contrapartida de una extrema previa, combinada con un bajo nivel de vida, explotación económica y opresión social y política, haría inexplicables estos dos últimos casos.

Todo lo cual ha coincidido en otras partes con un fenómeno originado por la dinámica misma de todo rechazo: se pasa de aborrecer el Estado cen-tralizado a la detestación de toda forma de organi-zación no solamente estatal, sino mediadora entre

el Estado y la Sociedad; y en primer lugar del par-tido político.

El rechazo del Estado lleva entre los anarquis-tas, pero desde el extremo contrario, al rechazo de la política que, como ha quedado claro en todos los análisis del hitlerismo, no es sino la negación de la realidad: lo que nos disgusta no se combate; senci-llamente, no existe. Eso crea un ambiente parecido al que originó las guerras de religión: el no recono-cimiento de la existencia del enemigo.

Lo curioso de este proceso es que, en su ma-nifestación de estallido nacional, ha coincidido con el apogeo de lo que algunos han querido conside-rar como el renacimiento del liberalismo, olvidando que éste no puede confundirse con una forma de organización económica.

Para Lord Acton, el gran fracaso del liberalis-mo vendría cuando se revelase la inviabilidad de los estados multinacionales. Porque señalaría también, de una forma u otra, el entierro de lo que está en el origen y en la base del liberalismo como actitud, como teoría y como praxis política: la tolerancia.

Aquí está el gran peligro de ese proceso: que lo que comience como una reacción normal ante la cen-tralización y el estatismo excesivos, y como una bús-queda de la sociedad por arrancar espacios de poder al Estado, se convierta en una compulsión centrífuga que lleve por un lado a la anarquía y en algunos ca-sos a la guerra civil; y por el otro, a la eclosión de particularismos étnicos, religiosos o culturales.

A eso hay que agregar una situación muy particular de fin del siglo veinte: la rapidez de las comunicaciones, la masa de información que hoy puede llegar al hombre de la calle desde las regio-nes más apartadas, puede ser un vehículo también para el contagio de ese tipo de epidemia, de esa derivación aberrante de un justo combate.

En esas condiciones, lo que se ha señalado como la gran revolución de los años noventa se podía trasformar en una terrible contrarrevolución, con todos los significados negativos que semejante caracterización engloba :

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a) El reaccionarismo (ultranacionalismo en Rusia);

b) El autoritarismo (en buena parte de los paí-ses de la antigua URSS);

c) La “limpieza étnica” (Serbia);

d) La intolerancia cultural y religiosa (antise-mitismo en Rusia y en Europa Oriental, donde tam-bién se da la persecución de los gitanos);

e) Por el otro lado, la violación de los más elementales derechos humanos, cubiertos bajo el manto del respeto debido a los particularismos cul-turales (países árabes y africanos, Irán);

f) Como remate, la tendencia a resolver todas esas contradicciones por medio de la lucha arma-da.

El caso venezolano

Se reitera que gran parte de la confusión existente alrededor del proceso descentralizador como del término mismo, proviene de la creen-cia en que el mismo designe a una realidad pura –o al menos fundamentalmente– administrativa y por lo tanto también una cuestión puramente técnica. No solamente la descentralización polí-tica tal como la hemos definido arriba es mucho más importante e inclusiva, sino que también, y es lo que nos proponemos demostrar ahora, ha precedido en Venezuela a cualquier pensamien-to o acción sobre la descentralización adminis-trativa.

No comprender eso (o comprenderlo mal) nos llevaría no solamente a la ciega incomprensión del caso venezolano, sino a algo peor: puede llevarnos a abortar un desarrollo que, bien entendido, sería una de nuestras mejores y mayores conquistas del siglo veinte y del veintiuno.

Para plantear el asunto en sus justos térmi-nos, hay que decir que durante mucho tiempo, en Venezuela se confundió unificación territorial con centralización administrativa y sobre todo con lo que podría llamarse unicidad política. Este último

término se comprenderá mejor si precisamos que la política se centraba, se manifestaba, se ejercía entonces en el Uno (así, con mayúscula) y que du-rante veintisiete años se llamó Juan Vicente Gó-mez. El cual, a su vez, resulta ser el creador del Estado venezolano.

Dicho en términos más generales, que para descentralizar el Estado es necesario que el Esta-do exista, que sea fundado, y eso fue lo que hizo el general Gómez. Como suele suceder, esa creación tuvo dos características iniciales: el despotismo y el personalismo, lo cual se puede sintetizar dicien-do que el venezolano fue en sus inicios el Estado gomecista.

Eso le impuso, por la fuerza de las cosas, sus características a su contrario, el estado descentra-lizado: debía ser impersonal y debía ser democrá-tico.

Romper con la unicidad política fue entonces el primer paso hacia la descentralización. Se com-prende mal, o peor aún, se ignora, un proceso más profundo y significativo cuando se dice que el pro-ceso descentralizador comenzó con los “polos de desarrollo” a finales de los años sesenta; o en los años 80 con la creación de la COPRE; o con la Ley de 1989 y con su resultado más espectacular, la elección directa de gobernadores y alcaldes. No: el proceso descentralizador comenzó en 1936, con la búsqueda de la democratización, reivindicada con ritmos e intenciones diferentes por el gobierno y la oposición.

Democratización quería decir ruptura, o por lo menos alejamiento, de ese centro atosigante; que-ría decir una nueva relación entre el estado y la so-ciedad. Ese ha sido un proceso indetenido que no han logrado detener los esfuerzos dictatoriales de Pérez Jiménez entre 1952 y 1958, ni las intentonas militares de 1992.

Tres condiciones debían darse para que el proceso descentralizador pudiese largar amarras: la paz; la formación del Estado y la integración na-cional.

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a) Una paz prolongada, porque en la mente de los venezolanos estaban inscritas dos palabras: “guerra larga”, como se llamó a la revolución fede-ral que se inició en 1859 y supuestamente terminó en 1863, pero que en verdad sólo vino a culminar en 1903, por lo que José Gil Fortoul prefiere llamar a ese medio siglo el de “las guerras federales”.

Durante buena parte del siglo diecinueve, cuando se quería describir o pronosticar una ca-lamidad natural, como un terremoto o una inunda-ción, se solía gritar “¡Federación total!”. El espan-tajo de ese medio siglo es agitado a veces todavía por quienes de una forma u otra son partidarios de conservar las riendas bien cortas al populacho. Lo cual es olvidar que en aquella Venezuela la inmen-sa mayoría de la población vivía en el campo, y hoy la situación es diametralmente opuesta; que no tenía casi vías de comunicación, y que hoy es un país muy bien comunicado; que tenía mil ejércitos y hoy sólo hay uno.

b) Ese ejército na-cional unificado fue la co-lumna vertebral en la for-mación del Estado, como sucede siempre. La exis-tencia de ese Estado cuya dominación se extiende por todo el territorio nacional, es la garantía de que la descentralización no vaya a derivar en anarquía ni mucho menos en guerra civil. La combinación de un ejército nacional y de un Estado, con todas su fallas y debilidades, reco-nocido nacional e internacionalmente, ha impedido que las pulsiones centrífugas le vayan a dar el tono a la descentralización política.

c) Finalmente, para que ese proceso des-centralizador, en lo político pero también en lo ad-ministrativo, se diese, era necesaria la integración nacional, no solamente por su unificación gracias a un buen sistema de comunicaciones principalmente

terrestres, sino también por avances en el terreno de la conciencia: ya en los años veinte, Laureano Vallenilla Lanz consideraba ese proceso concluido; tal vez exageraba, pero hoy sí se puede decir eso.

Durante un buen tiempo, casi medio siglo, los agentes de esa descentralización fueron los parti-dos políticos, el más inmediato canal de participa-ción popular; y el más avasallantemente exitoso, ante la ausencia de competencia real en el seno mismo de la sociedad.

Pero el partido político tuvo en Venezuela una particularidad que, hasta donde sabemos, nadie la ha puesto de relieve. Él podía garantizar la conten-ción de las tendencias descentralizadoras dentro de límites manejables.

Dicho en otras palabras, el partido político viene siendo así una lámpara de Aladino capaz

de encerrar el genio popular y evitar que se desmande. En principio, eso lo po-dría hacer cualquier partido, pero en Ve-nezuela las pulsio-nes centrífugas eran todavía demasiado recientes, demasia-do sangrientas y so-bre todo demasiado temidas. Por esa ra-zón, el modelo pre-ferible era el de un partido fuertemente centralizado. Esa es

la razón de la profun-da influencia del leninismo en los partidos venezo-lanos. Por esa razón, para el líder político de mayor influencia en la Venezuela del siglo veinte, Rómulo Betancourt, el leninismo no fue una calistenia ni un sarampión de los años mozos, sino una teoría y una praxis profundamente anclada en su cerebro de dirigente político. Por esa razón, en Venezuela se dio, con Acción Democrática, un caso único en el mundo: un partido leninista no-marxista.

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Pero el partido leninista, como agente de des-centralización política, lleva en sí el germen de su propia destrucción: porque es un partido tenden-cialmente centralizador y por lo tanto se convierte a la vez en un agente de re-centralización. Mucho más si su vocación es la de partido único, cosa que, nolens volens*, llegó a ser Acción Democrá-tica en los años cuarenta: porque no tenía rivales en el seno de la sociedad (ni sindicatos, ni partidos, ni organizaciones empresariales, ni la Iglesia), y ni siquiera dignos de tal nombre, en lo que se podría llamar el país político.

Ese monopolio social del partido político ha sido la causa de su ruina presente. Concebidos como formas primarias de la descentralización política, los partidos se convirtieron al fi-nal en los agentes más activos de una nueva centralidad, y al interior de ellos mismos configuran, como lo previó Ro-bert Michels a principios de siglo, esa estructura cerradamente vertical, esa oli-garquía plebeya llamada popularmente “cogollo”.

Situándolo en su perspectiva histó-rica, el proceso descentralizador no es otra cosa que descentralización política. Eso no debe perderse nunca de vista. Descentralizar no es simplemente to-mar algunas decisiones administrativas para agilizar las estructuras del Estado. Descentralizar es ampliar los canales de participación política; y uno de esos ca-nales es, sigue siendo y muy principal, el partido.

Pero es necesario descentralizarlo a su vez políticamente, romper sus “cogollos”. Aquí surge un nuevo elemento, al preguntarse cuál será el destino del partido político a medida que avance el proceso descentralizador, participativo y demo-cratizador: ¿Desaparecerá? ¿Se convertirá por el contrario en un agente activo del proceso en su culminación, tal como lo fue en su comienzo? Si se plantea la descentralización política como un proceso democratizador, no se puede pensar en la

desaparición y mucho menos en la supresión de los partidos. Tal vez, cuando mucho, en la desapa-rición de los actuales. Creemos que, frente a esa realidad, si realmente quiere transformarse y seguir siendo una fuerza decisiva en la sociedad y en la política, al partido político se le abren dos perspec-tivas o posibilidades:

1) Conserva su carácter centralizado aunque abandone su vocación centralizadora, con lo cual podría transformarse en un elemento de equilibrio entre las tendencias centrífugas y centrípetas.

2) Se descentraliza, incluso se “federaliza”, pero sin caer en el “re-caudillaje” que, como hemos dicho, no es sino un centralismo a escala menor.

Si hemos puesto el acento en el partido po-lítico, es sobre todo porque es el blanco del ata-que por amigos y enemigos de la democracia. Pero pensamos que solo el ingreso de nuevos actores políticos y sociales le hará perder ese carácter mo-nopólico que los ha llevado al desastre.

El retroceso

Lo sucedido en Venezuela a partir de 1999 ha venido a confirmar al menos una de nuestras afir-

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maciones: que la descentralización no es un asunto puramente administrativo sino primera y principal-mente político; que no se trata de la mayor o menor autonomía de una región, sino de la permanente lucha entre la Sociedad y el Estado, aquella por arrancarle a éste parcelas de autoridad, éste exac-tamente por lo contrario.

Es así como se lo ha planteado quien man-da en Venezuela desde 1999: el combate contra la descentralización ha sido sobre todo un combate por el regreso a la unicidad política, a la ultracen-tralización y sobre todo a la repersonalización de la política y del poder, en un extremo si acaso mayor que bajo Gómez, quien si no la rechazaba entera-mente, tampoco estimulaba el culto a la personali-dad.

Así, su primer paso ha sido el combate, la represión y si es posible la eliminación del partido político como agente de la descentralización, para sustituirlo por una organización única que es me-nos un partido que una masa amorfa aclamacio-nista y gregaria formada, como lo había presentido Hannah Arendt, por “desclasados de todas las cla-ses” (era la promesa electoral de “freír en aceite” las cabezas de los partidarios del “puntofijismo”).

Casi simultáneamente, el desmantelamiento de las instituciones del Estado Liberal, eliminando la separación en independencia de los poderes, convertidos en simples cajas de resonancia del Po-der Ejecutivo.

La transformación de la fuerza armada nacio-nal en una guardia pretoriana.

Una ofensiva permanente, de propaganda, agresiones físicas y leguleyos contra los medios de comunicación independientes, y la obsesiva pre-sencia del Comandante en Jefe a través de “cade-nas” de radio y televisión casi diarias.

Ofensiva igual contra toda institución indepen-diente, desde los sindicatos y agremiaciones, uni-versidades autónomas, hasta la Iglesia Católica.

Y como remate, la ultracentralización adminis-trativa, superponiendo “vicepresidentes” escogidos

por el Ejecutivo a los alcaldes y gobernadores elec-tos por el pueblo.

Conclusiones

La gran revolución de los años finales del si-glo veinte tenía un carácter y una tendencia des-centralizadores, y esto en el área regional como en todo el mundo. Ambas cosas podrían parecer con-tradictorias, pero la aparente paradoja se resuelve al sacar la idea de descentralización del ámbito es-trechamente administrativo y técnico para situarla en el terreno político.

Allí, el tema de la descentralización se plantea sobre todo como el episodio más importante de la lucha entre la Sociedad y el Estado.

En esas condiciones, se puede decir que la integración latinoamericana será descentralizado-ra o no será. Esto quiere decir que debía ser un combate político cuyas condiciones han de ser la paz, la democracia y la integración. La paz porque de otra manera el proceso podría desembocar en anarquía; la democracia porque es la garantía de la legitimación del Estado a través del consenso y la participación; la integración porque el futuro pa-rece orientarse a la creación de grandes bloques regionales, y porque es una garantía de que el pro-ceso no será bastardeado por los particularismos regionales que conduzcan a una re-centralización pero a escala menor. Por eso, nuestra integración será descentralizadora o no será. Por eso, nuestro desarrollo será descentralizado o no será,

Pero la conclusión anterior se refería a un proceso normal. En la última década las cosas han cambiado aunque nos den la razón en cierto modo: porque el proceso de recentralización en Ve-nezuela y en sus países—clientes ha traído como consecuencia un gran retroceso en el proceso de integración. Hoy América Latina está más dividida que nunca.

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El debate entre centralismo y federalismo (des-centralización) es el más antiguo en la historia de nuestras ideas políticas. Venezuela fue el segundo país en el mundo, después de EEUU, en adoptar en 1811 el modelo de estado federal, fundamenta-do en una concepción de la distribución territorial del poder entre las Provincias que conformaban el nuevo estado independiente. Pero el camino hacia esa orientación primigenia de nuestro estado, no ha sido nada fácil. Aunque en el periodo 1830-1864 tuvimos un estado unitario descentralizado, se im-puso un centralismo conservador; después, entre 1899-1945 y desde 1948-1958 vivimos cincuenta y seis años de centralismo autoritario; entre 1945-1948 y entre 1958-1989 experimentamos un perio-do de centralismo democrático. En suma, desde 1830 hasta 1989, vivimos 124 años de predominio de una visión centralista del poder, predominando la presencia de mandatarios autoritarios de corte militar, entre los que se encuentran J.T. Monagas, J.V.Gómez o Marcos Pérez Jiménez, entre otros. En nuestra historia, antes del tiempo actual, solo entre 1864-1899 y entre 1990-1998, es decir, du-rante cuarenta y cuatro años, la descentralización del poder, con muchas limitaciones, ha tenido cier-ta vigencia. Durante la última década 1999-2009, hemos vuelto a la orientación centralizadora, en medio de una nueva autocracia militar. Por ello, Ve-nezuela culminó el siglo XX e inició el siglo XXI, con una renovada tensión entre federalismo (descen-tralización) y centralismo, que cada día se incre-menta. El debate sigue vigente, aunque ahora en medio de un nuevo entorno histórico, donde la des-centralización del poder se ha convertido en una de las megatendencias de nuestro tiempo.

Del Nuevo Federalismo al Nuevo Centralismo

JORGE SÁNCHEZ MELEÁN1

En América Latina, también se registra una tensión constante a lo largo del siglo XX entre Cen-tralismo y Descentralización. En las primeras dé-cadas del siglo la tensión fue resuelta por las éli-tes a través de la figura presidencial de un caudillo o dictador, y la adopción del Nacionalismo como ideología. Es el caso de Perón o Pérez Jiménez. Eso marcó el camino hacia la centralización del Estado, durante aproximadamente setenta años. Solo a fines de los años setenta del siglo pasado, la descentralización apareció en escena. Llegaron a su fin regímenes militares dictatoriales en Brasil, Argentina, Ecuador y Perú. La descentralización era entonces el camino para alcanzar y ampliar la representación, la legitimidad y la participación. Así se cerraban las puertas a regímenes autoritarios en el futuro. Además, llegaba también a su fin el modelo de desarrollo de crecimiento hacia adentro, fundamentado en la sustitución de importaciones. Esa orientación del desarrollo estuvo acompañada siempre de un estado centralizado e interventor, que seguía las orientaciones de la CEPAL. Adi-cionalmente, el denominado Estado de Bienestar (megaestado interventor) se convirtió en un Estado de “malestar”. Todo ello produjo un cambio en la lógica de producción y acumulación, pasándose de una manera “fordista” de generar manufacturas, a otra más abierta, descentralizada, fragmentada en diferentes territorios del planeta. Este cambio im-

Controversia

La centralización administrativa solo sirvepara enervar a los pueblos a ella sometidos,

puesto que tiende incesantemente adisminuir su espíritu de ciudadanía.

Puede por lo tanto contribuir adecuadamente a la grandeza efímera de un hombre,

mas no a la duradera prosperidad de un pueblo.Alexis de Tocqueville (1835)

1. Economista. Prof. titular de LUZ. Prof. de Postgrado de LUZ. Miembro de la Academia de Economía del Estado Zulia. Miembro de la Academia de Historia del Estado Zulia.

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pactó la base tecnológica de las sociedades, ge-nerándose la Revolución Tecnológica y la globali-zación que hoy nos caracterizan. Esta revolución está fundamentada en la cibernética y la comuni-cación, que abren la puerta a la descentralización, no solo económica, sino también política. Por otra parte, las ideas del Estado Social que dominaron el panorama europeo y norteamericano durante la posguerra, se orientaron hacia el Estado Mixto y abierto al mercado que sirvió de ejemplo a varios países latinoamericanos. En ese contexto, la des-centralización fue vista como la vía para lograr efi-ciencia y eficacia en el aparato público en trance de reformas. La conjunción de todos estos fenómenos hizo posible que después de décadas de centrali-zación, la descentralización del estado se hiciera presente en Latinoamérica. Así, en 1979 la Consti-tución peruana consagra la descentralización como principio del estado; se pone en práctica la elección de gobernadores en Brasil; se hacen profundas re-formas municipales en Colombia; se amplía la vida municipal en México; y a finales de los ochenta, se adelanta en Venezuela el proceso de reforma del estado, siendo la descentralización uno de sus ejes básicos. En general, entonces, en las tres últimas décadas del siglo pasado se pusieron en práctica cambios en la estructura estatal de casi todos los países latinoamericanos, que incorporaron en ma-yor o menor medida algún grado de descentraliza-ción en sus instituciones. Y lo mismo ha ocurrido en el mundo después de la segunda guerra mundial. Por eso, la descentralización del estado es uno de los signos o megatendencias actuales

El Nuevo Federalismo descentralizado en Venezuela se gestó entonces en la década de los años ochenta del siglo XX y se puso en práctica en la década de los noventa, rompiendo de esa manera la tendencia centralista del siglo que cul-minaba.

Fue concebida como un proceso político de redistribución del poder. Como herramienta para perfeccionar la democracia, no como un fin en sí mismo. En última instancia, perseguía un modelo de estado democrático, descentralizado y partici-

pativo. La década de los noventa significó un pun-to de inflexión en la tendencia centralista del es-tado venezolano. Se fortaleció la autonomía y las competencias de los estados y municipios. Surgió una nueva legitimidad, un liderazgo emergente, un cambio organizacional, un cambio en el esquema psico-social en gobernaciones y alcaldías. Se bus-caba afanosamente el éxito. Se comenzaron a dar cambios en las finanzas públicas. Se aumentó el Situado Constitucional a estados y municipios; se crearon nuevos impuestos y tasas; se creó el Fon-do Intergubernamental para la Descentralización; se aprobó la Ley de Asignaciones Económicas Es-peciales. Aunque el proceso de descentralización tuvo defectos, pues fue gradual, desigual, flexible, negociado y solo hacia los estados, se convirtió en el cambio político más importante del siglo XX en Venezuela. Hizo renacer el espíritu de ciudada-nía. Estaba naciendo un nuevo modelo de estado descentralizado y participativo, enmarcado en un Nuevo Federalismo, muy diferente al caudillista del siglo XIX.

Venezuela inició el nuevo siglo con una re-novada tensión entre descentralización y centrali-zación. Durante la campaña electoral de 1998 se puso de manifiesto una disyuntiva de fondo entre los partidarios de ella y los que la adversaban, con el candidato H. Chávez a la cabeza: la disyuntiva Democracia o Autoritarismo (concentración del po-der) como concepción de estado. La década de los noventa concluyó con un proceso constituyente en el que quienes lo propiciaban endilgaron a la des-centralización “corruptelas y desorden” ,”bochinche y despilfarro”. Aun así, la experiencia de los noven-ta los obligó a plasmar en la nueva Constitución una aceptación intermedia de la descentralización, que pudiera resumirse como de Estado Central con mixturas de Federalismo, con autonomía reducida para los estados federados y mayor para el mu-nicipio. Formalmente, la Constitución consagró un estado federal descentralizado, pero dentro de un marco centralista, donde se eliminó hasta el Se-nado presente en cualquier federación. La Cons-titución de 1999, en suma, no encaró la gran re-forma que requería el sistema político venezolano:

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ni desmontó el centralismo tradicional del estado, ni propició la redistribución del poder político en el territorio. Por esa razón la participación política es una entelequia.

Después de entrar en vigencia la nueva Cons-titución, la política de descentralización ha sido to-talmente ignorada, violándose reiteradamente el texto fundamental. La tensión federalismo-centra-lismo tiene ahora nuevos ingredientes políticos e ideológicos. Durante el periodo 2000-2009 la políti-ca de redistribución territorial del poder ha retroce-dido en relación con la década de los noventa del siglo anterior. Desde 1999, el régimen autoritario y militar ha concentrado el poder y avanza hacia un control totalitario de la sociedad. De hecho, se ha sustituido la Constitución de 1999, especialmente después del rechazo popular a la reforma constitu-cional de 2007. Antes que hacer realidad al Estado Federal Descentralizado, se pretende instaurar un estado “Comunal” de inspiración socialista-marxis-ta. Este modelo de estado se sustenta en un Nuevo Centralismo, que difiere del que se dio en el país a lo largo del siglo XX (centralización de la federa-ción). Desconoce la distribución vertical del poder (poder nacional, estatal y municipal) y también la horizontal (poder legislativo, ejecutivo y judicial). En consecuencia, es unitario y centralizado. Susti-tuye a las entidades autónomas del modelo federal (estados y municipios) por formas socio-territoria-les, manejadas desde el Poder Nacional (poder popular) sin autonomía: consejos comunales, co-munidades, comunas, ciudades comunales, etc. El Estado Comunal concentra el poder en un solo centro: el del autócrata de la república unitaria y so-cialista. Por ello se desconoce la soberanía popu-lar, se arremete contra los gobernadores y alcaldes de oposición al régimen, arrebatándoles competen-cias y recursos, a través de violaciones evidentes a la Constitución y la ley, sin que exista contrapeso entre los poderes del estado, puesto que no tienen la menor autonomía. Simplemente reciben órde-nes, y en muchas ocasiones por televisión. Todo ello está enervando a la población y golpeando su espíritu de ciudadanía.

El régimen actual de Venezuela, con tenden-cia centralista y personalista, no puede concebir que la descentralización es un proceso tendente a distribuir la centralidad del poder, en el marco de la búsqueda de un equilibrio democrático entre los poderes existentes al interior del estado. Y ello es así simplemente porque no cree en la democracia representativa. El régimen militarista de Venezuela no entiende que en el federalismo, el estado no es solo la república, sino también los estados y muni-cipios autónomos. Y mucho menos comprende que en el federalismo descentralizado pueda lograrse la unidad dentro de la diversidad, en un sistema de-mocrático y pluralista, que asegure la participación a todos los ciudadanos, más allá de su ubicación ideológica o política. Al contrario, la vuelta al pasado en Venezuela es de tal magnitud que en Miraflores tenemos un Luis XIV tropical, que está convencido de su grandeza, y que cree que el estado es solo él. Todo lo centraliza de la manera más burda. La soberanía popular lo tiene sin cuidado. Para él las armas valen más que los votos. Pero pasa por alto que todo esto es transitorio, efímero. Así, mientras el poder se descentraliza en el mundo, generando mayor eficiencia y eficacia en el estado, en última instancia impulsando una duradera prosperidad en los pueblos, en Venezuela retrocedemos al siglo XX y al XIX, centralizando y personalizando el po-der, en medio de la mayor ineficiencia y pobreza. Caminamos del Nuevo Federalismo al Nuevo Cen-tralismo, en nombre de un verdadero anacronismo: el Socialismo del siglo XXI. De allí, la gran vigencia que sigue teniendo hoy lo que expresara Alexis de Tocqueville a principios del siglo XIX al estudiar la Democracia en América:

“La Centralización administrativa solo sirve para enervar a los pueblos a ella sometidos, puesto que tiende incesantemente a disminuir su espíritu de ciudadanía. Puede por lo tanto contribuir admi-rablemente a la grandeza efímera de un hombre, mas no a la duradera prosperidad de un pueblo”.

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Hemos venido sosteniendo desde que comen-zó a perfilarse la descentralización de los noventa que ésta responde a requerimientos neoliberales y lo hemos demostrado a través de numerosos ar-tículos publicados, sin negar que la descentraliza-ción ha sido una aspiración de diversos sectores sociales, como ha dicho De Matos (1990), es una aspiración de localistas y neoliberales. Hemos ma-nejado la hipótesis de que la descentralización tiene carácter neoliberal, por cuanto surge en un contex-to neoliberal, en este sentido coincidimos con Vilas (2004), para quien el modelo social que el Estado promueve condiciona, entre otras cuestiones, el en-tramado constitucional, sin embargo no es por la hipótesis que calificamos la descentralización como neoliberal, sino porque la práctica ha demostrado su carácter neoliberal, a diferencia de los propósi-tos de eficiencia y democracia que sus defensores le asignaron. Veamos sus rasgos principales.

En primer lugar la descentralización impulsó el retiro del Estado de competencias transferidas a los niveles subnacionales, la reducción del tamaño del aparato estatal es un rasgo del neoliberalismo, con el cual se contribuye al traspasar funciones a organizaciones distintas al Estado. Como ejemplo se encuentran los servicios de puertos y aeropuer-tos, cuya administración fue transferida al sector privado, incluso en algunos contratos de transfe-rencia se estableció la condición de participación del sector privado en la gestión de estos servicios (Ochoa, 2000).

En segundo lugar la descentralización vino acompañada del cobro de servicios, hasta enton-

ces gratuitos para los usuarios, es el caso de la salud. El cobro se ha dado por diversas vías. Por una parte producto de la transferencia de este ser-vicio a organizaciones del llamado tercer sector, entre éstas la iglesia y organizaciones corporativas de profesionales de la salud. Estas organizaciones, además de recibir recursos del Estado, los cuales descendieron, cobran el servicio al paciente. Al es-tudiar el ejemplo paradigmático considerado mo-delo de eficiencia en el estado Zulia, encontramos que las organizaciones que prestan el servicio no solo cubren los costos propios de éste, sino tam-bién costos de la organización que no se aplican al servicio, lo que conduce a mayores requerimientos financieros y en consecuencia incremento de los costos para el paciente, que se ve en la necesidad de no utilizar el servicio (Ochoa y Rodríguez, 2001). Por otra parte, se puso de moda con la descentra-lización la llamada autogestión (concepto que pasó de ser fundamentalmente político a tener un conte-nido económico). La autogestión en este contexto consiste, en el cobro, cada vez más difundido en todos los niveles del Estado, de distintos servicios, esto ha sido claro en los centros de salud del Es-tado, con mayor claridad en los servicios especia-lizados, donde el paciente debía pagar para tener derecho a ser atendido de modo ambulatorio o en hospitalización. En los servicios educativos se llegó a nivel de cobrar inscripciones como colaboración que tenía carácter obligatorio, con la consecuen-te deserción en los sectores más desfavorecidos. En definitiva se impulsó la conversión del ciudada-no en cliente, quien requiere disponer de recursos para ser atendido. Para el neoliberalismo, el Estado

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La descentralización en Venezuela: dos modelos en pugna

Haydée Ochoa Henríquez1

1. Investigadora del Centro de Estudios de la Empresa, de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de LUZ. email: [email protected]

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debe dejar de ser paternalista, el ciudadano debe atender sus propias necesidades, la participación del Estado no debe ir más allá de atender de modo focalizado a los sectores más afectados, cuestión que requiere el Estado neoliberal como estrategia de legitimación.

En tercer lugar, con la descentralización se dio un impulso a la flexibilización laboral, las empresas privadas, las organizaciones del tercer sector y el propio aparato subnacional al asumir la prestación de servicios incorporaron prácticas de flexibiliza-ción del trabajo que comienzan por convertir en lo que llaman microempresarios a quienes fueron o podrían ser funcionarios públicos, con esto se esta-blece una relación mercantil y se evade la relación laboral, con todas las implicaciones que esto tiene en materia de salarios, seguridad social, estabili-dad laboral y en general todos los derechos labora-les establecidos en las leyes. La descentralización facilitó el paso de una relación laboral con la admi-nistración central a una mercantil con los gobiernos subnacionales.

En cuarto lugar, la descentralización significó la fragmentación del Estado al favorecer la elabo-ración de políticas diversas que han facilitado a los sectores dominantes nacionales y trasnacionales negociación directa con los gobiernos subnaciona-les, incluso en oposición con políticas nacionales. Es, como dice Torres (2002), necesaria al neolibe-ralismo la generación de un nuevo orden produc-tivo vinculado al mercado y por ello la creación de espacios sin restricciones, donde el capital pueda fluir con mayor libertad. Frente a la existencia de una institucionalidad ligada a la economía para el consumo interno, la descentralización es propicia para la creación de los nuevos espacios institucio-nales requeridos para la economía de mercado.

Por último, sin ánimo de agotar con lo expues-to la caracterización de la descentralización de los noventa, identificamos como un rasgo el hecho de que la descentralización significó una distribución territorial del poder, sin una distribución social, los sectores marginados del poder continuaron en es-tas condiciones, la democratización se redujo a la

posibilidad de elecciones de los gobernantes sub-nacionales, el poder no se transfirió a los ciudada-nos (Ochoa et al. 2008).

En el marco de lo expuesto, ponemos en duda la eficiencia identificada junto con la democratiza-ción como propósitos formales de la descentraliza-ción, por cuanto si bien mejoraron algunos servi-cios, esto se logró a elevado costo social.

A fines de los noventa, comienza a construir-se un nuevo modelo de descentralización, en el contexto de la promoción por parte del Estado de un modelo de sociedad contrahegemónico al neo-liberalismo, de beneficio de las mayorías sociales, plasmado en una nueva constitución. En esta se sientan las bases de la nueva descentralización, al prever la transferencia de prestación de servicios a las comunidades. Se trata de un modelo que se ha venido construyendo a lo largo de los diez años del gobierno de Chávez, el cual consideramos que ha pasado por varias etapas, cuyo rasgo común es la búsqueda de transferencia de poder a las comuni-dades organizadas.

Una primera etapa tiene lugar en el marco de la promoción por parte del gobierno, de la or-ganización social para la participación a través de diversas estrategias organizativas y en los distin-tos procesos de gestión: En las decisiones, en la ejecución y el control de políticas públicas en ma-terias que afectan directamente a la población y en las cuales existían profundas deudas sociales, ejemplos de esto son la dotación de agua potable y energía, la distribución de tierras, etc. Marca esta etapa la aprobación de la Ley de los Consejos Lo-cales de Planificación Pública, con ésta se da un viraje a la descentralización al asignar a las co-munidades organizadas capacidad de decisión en condiciones mayoritarias, para la planificación inte-gral a nivel local, lo que creaba condiciones para la transferencia de competencias a las comunidades tal como está previsto en la constitución. Es un mo-delo que apunta a construir la democracia partici-pativa en esta instancia de gobierno subnacional. Lamentablemente esta estrategia tuvo profundos obstáculos, especial referencia es necesario hacer

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a la oposición de los alcaldes, tanto bolivarianos como de oposición, lo cual da cuenta de resisten-cia a transferir el poder a la sociedad, por parte de quienes lo detentan (Ochoa, 2008).

En este contexto y en el de agudización de contradicciones entre el viejo modelo de sociedad marcado por el neoliberalismo y el contrahegemó-nico que se promueve desde fines de los noventa, el gobierno de Chávez impulsa políticas para ace-lerar la marcha hacia el nuevo modelo. Como parte de esto, por una parte, se crean desde 2003 los programas denominados Misiones, las cuales tie-nen dos características relevantes, una es atacar la exclusión social y la otra es la participación so-cial y ciudadana como elemento favorecedor de la inclusión. Por otra parte se aprueba en 2006 la ley de los Consejos Comunales, definidos como ins-tancias que permiten “al pueblo organizado ejercer directamente la gestión de las políticas públicas y proyectos orientados a responder a las necesida-des de las comunidades…” (AN, 2006). Con esta ley, se asigna a las comunidades capacidad para gestionar directamente políticas públicas, que en el viejo modelo ejercían los distintos niveles de go-bierno. Se construye por lo tanto un nuevo modelo de descentralización, en el cual interviene activa-mente el ciudadano, que en el viejo modelo había sido marginado.

Los Consejos Comunales contribuyen a re-solver el problema de exclusión política de los ciu-dadanos en el viejo modelo de descentralización, pero hasta hace poco persistían la mayoría de las características de éste que le dan contenido neo-liberal. Recientes medidas transfieren de nuevo al gobierno central competencias vinculadas a la economía, que han venido acompañadas de es-trategias organizativas con las cuales el Estado asume directamente la prestación de los servi-cios, además atacando la fragmentación y crean-do condiciones laborales alejadas de las prácticas de flexibilización neoliberal, se trata en definitiva de apuntalar la prestación de servicios por parte del Estado desde una perspectiva alternativa a las tendencias neoliberales de los noventa, que aún

persistían a través de la descentralización impues-ta en esa década.

Referencias:

Asamblea Nacional (AN) (2006). Ley de los Consejos Comunales. Caracas.

De Matos, Carlos (1990). La descentraliza-ción ¿Una nueva panacea para impulsar el desa-rrollo local? En: Revista de Estudios Regionales de la Comunidad de Madrid. No. 3, España.

Ochoa Henríquez, Haydée (2000). Descen-tralización y retiro del Estado de la prestación de servicios en Venezuela. En: Ciencias de Gobierno, año 5 No.9. Instituto Zuliano de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (IZEPES). Maracaibo. Ve-nezuela.

Ochoa Henríquez, Haydée y Rodríguez, Isa-bel (2001). Descentralización y privatización de la salud en Venezuela. Estudio de un caso. En: TEN-DENCIAS. Vol. II No. 2. Universidad de Nariño. Colombia.

Ochoa Henríquez, Haydée, Fuenmayor, Jenni-fer y Henríquez, Deyanira (2007). De la descentrali-zación territorial a la descentralización participativa en Venezuela. En: Utopía y Praxis Latinoamerica-na, año 12, No. 36. Universidad del Zulia. Maracai-bo. Venezuela.

Ochoa Henríquez, Haydée (2008). Consejos Comunales: política del gobierno de Chávez para avanzar en la democracia participativa en Vene-zuela. En: Dante, Álvaro y Vásquez Valencia, Da-niel (Compiladores), Venezuela ¿Más democracia o más populismo? Los Consejos Comunales y las disputas sobre la hegemonía democrática. Distri-buendum A. C. y FLACSO-Uruguay. México.

Torres López, Juan (2002). El Neoliberalismo. Sociedad, trabajo y poder financiero. Vadell Her-manos Editores. Caracas.

Vilas, Carlos M. (2004). ¿Populismo reciclado o neoliberalismo a secas? El mito del neopopulis-mo latinoamericano. En: Revista de Sociología e Política No. 22. Curitiba. Brasil.

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Hablar de descentralización en Venezuela en estos tiempos de cambio sin referir a la construc-ción del Poder Popular es un tanto insuficiente para el análisis.

También se hace obligado, al menos, cons-truir una apretada síntesis que ubique tal proceso en una perspectiva histórica para ubicarlo cabal-mente; sin ser tarea fácil trataremos de hacer dicho ejercicio.

Los procesos de descentralización, con la elección directa de gobernadores y alcaldes, que vivió el país a finales de la década de los 80, con-vergieron con el desgaste del modelo político y económico que mostraba su agotamiento en me-dio de protestas sociales y un desencantamiento de la población con los partidos políticos y, en es-pecial, con las élites que lo dirigían. La solidaridad con el modelo estaba agotada y, en consecuencia, se trataba de crear mecanismos para garantizar el apoyo a un sistema que, aparte de agotado, era ineficiente para garantizar la satisfacción de las ne-cesidades básicas de la población, se pretendía, entonces, mediante esta figura recuperar la con-fianza de las masas. Ya antes, desde los propios inicios de la república, lograda la ruptura del nexo colonial y con fuertes vestigios esclavistas y feuda-les, le dábamos forma a inauténticos modelos fe-deralistas, generando tensiones entre estas formas con las características señaladas provocando una potencial “vocación desintegradora” frente a los re-querimientos centralizadores de la unidad política de la época.

De allí que las tensiones existentes en esta área han estado presentes a lo largo de nuestra historia, el fin de la Guerra Federal terminó por con-solidar el Estado central compaginando este poder con relativas autonomías provinciales.

La llegada de la renta petrolera en el primer tercio del siglo pasado, superada la crisis general del capitalismo de los años treinta, consolidó el po-der del Estado central legitimado con las políticas públicas impuestas por las teorías keynesianas, vale decir, la renta petrolera en poder del Estado central reforzó o viabilizó la instauración de las polí-ticas keynesianas desde ese mismo Estado central, de tal suerte que el poder redistributivo del Estado se fue acrecentando, en todo caso, giró alrededor de la dinámica de la renta petrolera y, con ello, se construyó una institucionalidad en el territorio y en los distintos niveles de gobierno sujeta a la capa-cidad de ser mantenida por vía de esa renta pe-trolera que se manifestaba por ratos creciente, por ratos en franca caída, en todo caso variable, para cumplir su papel.

A finales de los 70 e inicio de los 80, al darse el estancamiento o pérdida de dinamismo de la renta petrolera, aparecen las tensiones sociales que en estado latente se encontraban en la sociedad ca-racterizada por un creciente gasto público, un apa-rato productivo sobreprotegido e ineficiente y un cúmulo de demandas insatisfechas, que va dando paso, a finales de los 80, como ya fue señalado, a reformas políticas que llevaron a un mayor nivel

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La descentralización en Venezuela y el Poder PopularOmar Muñoz1

1. Economista. Magíster en Gestión Local de la Universidad Carlos III de Madrid. Especialista en Desarrollo en Gerencia Pública. Asesor del sector privado en el área LOCTIC. email: [email protected]

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de participación con la elección de gobernadores y alcaldes y un traslado de las presiones hacia las regiones.

Sin embargo, a pesar de representar un avan-ce dentro de las conquistas políticas al poder elegir las autoridades regionales y locales de manera di-recta, la sujeción de un modelo impuesto desde los organismos multilaterales que hacía énfasis en el funcionamiento del mercado y en la desarticulación del Estado como garante de los bienes y servicios públicos básicos, vació de contenido el proceso de descentralización convirtiéndolo en un mero admi-nistrador de competencias que deberían ser trans-feridas al sector privado en nombre de una mayor eficiencia y en contra de los intereses de los ciuda-danos.

La ruptura ahora con la dinámica política que representó el modelo neoliberal con la llegada al poder del Pdte. Chávez, ha consolidado un proce-so de transferencia de competencias y de recursos a los sectores populares para hacerlos partícipes de un nuevo modelo de gestión pública, fundado en la democracia participativa y protagónica, supe-rando los esquemas formales de los modelos de descentralización administrativa puestos en prácti-ca hasta la fecha, así como también las tibias medi-das de apoyo que se habían instrumentado para la participación de la sociedad civil organizada, ahora asentada en y con los sectores populares.

Si bien es cierto, como lo dice el Grupo Gu-milla en un extraordinario informe sobre el fun-cionamiento de los Consejos Comunales, que el Movimiento Popular en Venezuela no nace con la Constitución de 1999, sí es a partir de este texto cuando más se profundiza sobre su alcance la creación de los Consejos Locales de Participación Pública, la modificación a la ley Orgánica de Po-der Municipal, la creación de la Ley de los Conse-jos Comunales con su respectiva modificación, y otros instrumentos legales, como la novísima Ley Orgánica de Educación, crean las bases legales y, a su vez, garantizan el acatamiento a las mismas, mediante el carácter vinculante de sus decisiones sobre un proceso creciente de participación ciuda-

dana, construyendo una democracia participativa, yendo al centro del poder popular, la Asamblea de Ciudadanos, para garantizar una verdadera des-centralización en la medida en que se transfiere po-der y recursos a las comunidades, superando así la visión descentralizadora que se agota en la trans-ferencia de competencias al sector privado para su exclusivo aprovechamiento.

Hoy en día, con mucho por superar, las expe-riencias en el seno de las organizaciones sociales de base son muy positivas, distintos indicadores del estudio citado así lo muestran: En el 84% de los Consejos Comunales (CC) los miembros de la comunidad están involucrados, casi el 70% de los mismos tienen jóvenes incorporados a sus planes, más de la mitad no enfrentan conflictos a la hora de abordar sus problemas, más del 70% de los CC perciben como buenas las relaciones con las ins-tituciones del Estado y la Comunidad y un detalle importante es que en el 80% de los CC se perciben diferencia políticas, lo que da cuenta del margen de pluralidad en su conformación, aun cuando en los CC en que se registra que no se aceptan las dife-rencias políticas se argumenta en un 70% de ellos que en los estatutos están contempladas dichas di-ferencias, dándose un alto nivel de incongruencia en este delicado punto que puede ser subsanado con mejor información para evitar brotes de exclu-sión, que no parece ser la norma por el alto grado de tolerancia mostrado antes.

Es evidente que nos encontramos ante un nuevo modelo de gestión de lo público en un área tan sensible como la administración de problemas y recursos por parte de los sectores populares que implican procesos continuos de aprendizaje y desa-rrollo, tanto de la institucionalidad del Estado como de las organizaciones populares, sólo la voluntad política y confianza en los saberes populares nos ayudarán a construir y a profundizar en la democra-cia participativa y protagónica del pueblo venezola-no, a eso aspiramos.

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En las últimas décadas, América Latina ha ve-nido experimentando un proceso de cambios so-ciales, políticos y económicos, dentro de los cuales las principales realidades son las transiciones polí-ticas hacia regímenes democráticos en casi todos los países; la consolidación de una nueva articu-lación de las economías locales con las regiones comerciales del planeta; y la transnacionalización de los problemas del desarrollo social (la pobreza, el desempleo, la desintegración social), especial-mente las desigualdades encarnadas en la po-breza-exclusión, que son la máxima expresión de cómo crecimiento económico no es lo mismo que desarrollo. Sin duda, la modernización de la Región ha significado profundos cambios sociopolíticos en cada país, acentuados por la globalización de las economías.

Si bien los resultados de este proceso ad-quieren particulares significados en cada país, hay tendencias generales, como por ejemplo, un reaco-modo en la composición de las estructuras sociales ante cambios en las clases medias, algunas veces ligadas al Estado, otras vinculadas a los procesos de liberalización económica, mientras que la clase obrera y otros sectores populares se han hundido en la pobreza-exclusión, con escasa capacidad de acción política. Dentro de ellos los grupos campesi-nos o los sin tierra junto a los grupos indígenas han permanecido, como tendencia general, excluidos del desarrollo en la mayoría de los países, sobre todo en México y Centroamérica.

El crecimiento de los sectores medios se en-frenta al escollo de las dificultades de movilidad social vertical. Es decir, que la estructura social continúa reproduciendo un esquema de enormes distancias entre ricos y pobres, que hace más mar-cada la brecha social, especialmente la urbano-ru-ral. Es bien sabido que esta situación de polariza-ción entre sectores sociales distingue a América Latina a nivel mundial como el subcontinente de mayor desigualdad social. En este proceso sur-gen en algunos países de la Región gobiernos de izquierda radical y moderada. La realidad de los sistemas de bienestar, sin embargo, tanto en siste-mas políticos y económicos neoliberales como de izquierda (en unos más, en unos menos) es que han debido enfrentarse a un acelerado proceso de deterioro social. En el caso particular de los de sig-no conservador, se asiste a una dualización de los sistemas de bienestar, donde funcionan dos sub-sistemas, uno público y otro privado, lo cual agrega tendencias a la exclusión social. En este caso se encuentran muchos sistemas de salud y educati-vos de nuestros países.

Si bien las economías se han insertado en la economía global, diversificando sus mercados, como el caso argentino y brasileño con la exporta-ción de productos como la soja y la carne, de Chile y de Venezuela en el caso del cobre y el petróleo, o de México con la exportación de bienes manu-facturados, petróleo y mano de obra; la mayoría de las economías continúan mostrando un patrón monoexportador, lo cual representa una situación

América Latina hoy: entre la precariedad social y el cambio político Neritza Alvarado Chacín1

1. Profesora Investigadora del Instituto de Investigaciones de FCES LUZ. email: [email protected]

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de fragilidad en momentos de crisis cuando los precios internacionales se desploman (lo cual ha dejado al descubierto el verdadero rostro de la dependencia alimentaria); o cuando el capitalismo avanzado entra en crisis financiera (que ha dejado al desnudo la enorme dependencia de capitales). El elevado crecimiento económico de la Región du-rante la primera década del siglo XXI, sustentado en economías de exportación monoproductoras, si bien permitió un relativo decrecimiento de la pobre-za, ha demostrado que en momentos de crisis del capitalismo avanzado dicho crecimiento puede es-fumarse repentinamente y repercutir en aumentos de los índices de población en situación de hambre o pobreza extrema.

La escasa movilidad social se desdobla en la vida cotidiana en otras dimensiones de la des-igualdad, encarnando en diversas formas de exclu-sión, discriminación y explotación. Junto a estas desigualdades “finas”, es decir, que se desarrollan como acción social dentro de la división social del trabajo, así como en la circulación de bienes y ser-vicios, aparecen otras, como por ejemplo las expre-siones de violencia, que van desde la violencia de género hasta la delincuencial. En su conjunto las situaciones de desigualdad-violencia no pueden ser comprendidas por los datos numéricos del Índi-ce de Pobreza Humana o del Índice de Desarrollo Humano del PNUD, ya que sus construcciones me-todológicas sólo expresan recortes de la realidad desde un orden estadístico que suele bordear con-ceptualmente este tipo de desigualdades.

Ante un contexto de vulnerabilidad social de alta complejidad, los distintos gobiernos, conserva-dores y de izquierda, han implementado políticas y programas sociales, que por su carácter masivo en algunos países (como Venezuela, Brasil, México y Argentina) adquieren dimensiones titánicas. En general el resultado de estas políticas todavía es impreciso, carecen de evaluaciones integrales, y quizá representa el espacio de análisis más impor-tante, ya que este tipo de programas han creado enormes estructuras burocráticas al servicio de un proyecto político e ideológico específico, a la vez

que consumen cantidades importantes de recur-sos fiscales. Queda mucho por evaluar sobre su desempeño, que es muy polémico, sobre todo en los países con gobiernos de izquierda, porque mientras estos programas (que en gran medida si-guen siendo focalizados) crecen en importancia so-cial y política, los sistemas universales de bienestar languidecen.

Si bien los esfuerzos de los diversos gobiernos por desarrollar políticas sociales, especialmente de lucha contra la pobreza extrema, han sido significa-tivos, los resultados sociales globales pueden ser decepcionantes si nos preguntamos en qué medida han podido generar cambios sostenidos en la situa-ciones de desigualdad y violencia que viven nues-tras sociedades. Como se ha visto, la lucha contra la pobreza en general es el eje de las políticas, en algunos casos con matices más hacia el combate de los procesos de exclusión social (por parte de gobiernos de izquierda), en otros dirigidos sólo a una mera compensación (gobiernos neoliberales), pero casi siempre los resultados, por su efecto me-diático-ideológico-político-electoral, terminan invi-sibilizando la realidad de las desigualdades socia-les, así como las formas de violencia existentes en nuestros países, que sin duda se mueven hoy entre la precariedad social y el cambio político.

En el caso particular de Venezuela, ha habido en la última década una clara y directa correlación entre la situación sociopolítica y las políticas públi-cas, especialmente la política social. En lo relativo a la estrategia de atención a la pobreza-exclusión, las características de éstas responden en buena parte a los cambios constitucionales e institucio-nales introducidos por el actual gobierno desde su inicio en 1999, pero mucho más al contexto políti-co, en especial después del golpe de Estado del 11 de abril de 2002 y del paro petrolero-comercial patronal de diciembre 2002-febrero 2003. Sin em-bargo, aunque las misiones sociales que surgen en ese proceso y los consejos comunales (que surgen posteriormente) destacan en el discurso reciente y actual como banderas de la acción de gobierno y éste destina sumas cuantiosas a su financiamien-

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to, a seis años de inicio de las primeras y a tres años de los segundos, la ejecución de ambos no ha sido evaluada de una manera amplia, holística. El gobierno ofrece cifras de cobertura que demos-trarían, a su modo de ver, el éxito del modelo y de dichas estrategias sociales. La oposición apela a encuestadoras de opinión que se identifican con ella y, obviamente, sólo hablan de fracaso. Los es-tudios académicos resultan aislados e igualmente con predominio de criterios cuantitativos, muchas veces sesgados por las inclinaciones políticas de sus autores, por sus afectos o desafectos al go-bierno, pues lamentablemente en Venezuela la polarización política ha permeado hasta la investi-gación y la ciencia; además los trabajos conocidos carecen de un estudio muestral que evidencie la dinámica de las misiones en todo el país, por lo cual es difícil ponderar el desempeño de la política social vigente.

Siendo polares las posiciones de quienes apelan a los números (el gobierno y la oposición) para avalar o para negar la pertinencia e impacto social de estos programas, en un intento de balan-ce ponderado habría que tomar en cuenta como referencia, para tener una idea incompleta pero ge-neral de la gestión social de esta Administración, al menos tres indicadores centrales en cuyo cálculo y registro no sólo tiene autoridad el gobierno venezo-lano sino también dos organismos internacionales muy serios, como son el PNUD y la CEPAL: el índi-ce de Pobreza, el índice de Desarrollo Humano y el Coeficiente de Gini (este último indicador de des-igualdad en la distribución del ingreso). Igualmente resulta provechoso rescatar resultados de investi-gaciones cualitativas, que incorporen la perspecti-va de los actores involucrados y den cuenta (re-lativa) de logros y limitaciones de las estrategias sociales.

En el primer sentido, las mediciones para 2003-2008 del PNUD y la CEPAL, junto a las del INE de Venezuela, expresan un descenso signi-

ficativo y sostenido desde 2004 en el caso de la pobreza y la desigualdad, y una mejora leve pero constante del IDH desde 1999.2 En este contexto, Venezuela destaca como uno de los pocos países en Latinoamérica que ha cumplido por adelantado la meta del milenio relacionada con la reducción de la pobreza extrema; como uno de los pocos tam-bién que habría pasado, según las últimas cifras del PNUD, de ser un país de desarrollo humano medio a uno de desarrollo humano alto; y con un ín-dice de Gini bastante favorable desde el año 2006, representando en 2008 el país con mejores logros en este indicador, lo cual indicaría que al menos se estaría deteniendo el crecimiento de la desigualdad entre ricos y pobres. Estos tres índices globales, por sí solos, estarían indicando que “algo” nuevo parece estar ocurriendo en Venezuela en materia social, y al estar la intervención oficial centrada en las misiones, no sería descabellado pensar en algu-na contribución de las mismas a dichos resultados; así como en el aporte del comportamiento favora-ble de otros indicadores macroeconómicos y socia-les, que por falta de espacio no se reseñan aquí. Por supuesto estas mediciones son incompletas e insuficientes (persiste la ausencia de metodologías integrales, nada ni nadie mide la situación de in-clusión-exclusión; no hay ponderación directa del efecto de las misiones, etc.), lo cual es un reto que queda planteado tanto a las instituciones del Esta-do como a nosotros, los investigadores del área.

De modo que a manera de resumen aproxi-mativo, en lo que permite este estrecho espacio, podría decirse que entre 2003 y 2009 la política de combate a la pobreza-exclusión en Venezuela, si bien ha sido motivada en gran medida por objeti-vos político-electorales, y aún no ha devenido en una política orgánica, articulada, sí ha sido más co-herente con los preceptos normativos del Proyecto Bolivariano que las estrategias del primer cuatrie-nio (1999-2002); y el comportamiento de los indica-dores sociales (antes referidos, especialmente las cifras de pobreza, entre otros favorables) expresa-

2. Las cifras respectivas de estos tres parámetros, en la serie 1998-2008, junto a otros indicadores sociales importantes pueden consultarse en Alvarado, 2009.

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rían ciertos logros globales de la gestión social de este gobierno. Esto no significa que haya en Vene-zuela una situación de bienestar social general o que no existan áreas críticas, con indicadores se-veros y regresivos (en educación, salud, vivienda, servicios públicos, entre otros), sobre los cuales aún no se ha incidido de manera determinante: por ejemplo, en la violencia e inseguridad ciudadana, que es el principal problema social. Por otra parte, si bien las investigaciones que han intentado eva-luaciones parciales desde el punto de vista cuan-titativo (oficiales y académicas) son antagónicas en cuanto a impacto de la actual política social, al-gunos estudios cualitativos señalan ciertos logros a las misiones sociales, desde los primeros años de su inicio. En otra entrega del Boletín “Apertura” podrían aportarse estos resultados, de momento y por falta de espacio se sugiere a los interesados consultar las referencias indicadas al pie.3

No obstante, en esas mismas investigaciones cualitativas, al igual que en otros estudios efectua-dos en el país, se han encontrado también serias limitaciones en las misiones, que afectan su fun-cionamiento y un impacto de mayor alcance. Entre ellas: escasa organización, coordinación, integra-ción y participación de la comunidad; débil volunta-riado social, problemas vinculados a la nueva insti-tucionalidad: desarticulación interna y externa de las misiones, debilidades en la rendición de cuentas y seguimiento, ausencia de evaluación y de intersec-torialidad (esfuerzos desconectados, yuxtaposición en ámbitos gubernamentales); inexistencia de una política social universal, integral y articulada (no inclusión de otros grupos distintos a los “pobres”; confusión de la política social con una política de pobreza); falta de planificación de las estrategias (proliferación de misiones, improvisación, rápidas decisiones de financiamiento y falta de transparen-

cia en su presupuesto), alto componente asisten-cial focalizado y tinte ideológico. En relación con los Consejos Comunales estos problemas también estarían presentes, a los cuales se agregó (de en-trada), la inexistencia en las comunidades de capa-cidades instaladas para las tareas que les atañen a estas organizaciones, es decir, falta de capaci-tación y de experiencia para el diseño, gestión y ejecución de los proyectos y para el trabajo aso-ciativo; fallas de la contraloría social popular; así como ausencia de una conciencia cívica colectiva capaz de enfrentar la cultura de la corrupción, por lo cual el principal escollo que se les ha endosado a los C.C. ha sido problemas de malversación de los cuantiosos fondos públicos que les han sido asig-nados (en los últimos tres años se han multiplicado las denuncias al respecto).

Otros aspectos cualitativos destacan en este proceso: el rol hegemónico del Estado-Gobierno en la creación-promoción-implantación de la política social y de la participación. Así, la emergente insti-tucionalidad es cierto que se soporta en las nacien-tes organizaciones comunitarias, pero más que a un movimiento participativo, reivindicativo de abajo hacia arriba, las misiones sociales, los C.C. y las organizaciones de la economía social responden a decisiones verticales (creadas de arriba hacia abajo) como “implantación de iniciativas” (Hintze, 2008). En la práctica, el empoderamiento aún no es protagónico, si bien la Constitución Bolivariana re-presenta un marco más amplio en derechos socia-les, y en los documentos oficiales se ha avanzado en la interpretación de la pobreza, de la exclusión, se ha hecho un esfuerzo de formulación de los li-neamientos de una política social universal e inclu-siva, con énfasis en los principios de participación, empoderamiento, corresponsabilidad y cogestión. Un reto en esta materia es fraguar una relación ho-

3. Véase Fernández (2004); Alvarado (2008); Alvarado (2009), y una serie de trabajos de investigaciones evaluativas desarrolla-das en comunidades del estado Zulia entre los años 2005 y 2009, desde el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales y la Escuela de Sociología de LUZ, dentro de los siguientes proyectos, a la vez Cátedras-Taller de Grado, coordinadas por la Prof. Neritza Alvarado: 1) “Las Misiones de Inclusión Social y las Actitudes de sus Beneficiarios”; 2) “Desarrollo Endógeno, Misiones Sociales y Capital Social Comunitario”; 3) “El Socialismo del Siglo XXI y las estrategias de inclusión social en el Zulia: Misiones Sociales y Consejos Comunales”.

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rizontal entre las instituciones del Estado y las de la comunidad; de asociación-cooperación más que de subordinación-subalternidad (Hintze, 2008). Ello precisa un proceso de aprendizaje de estos actores colectivos, que reclama un tiempo social (distinto al tiempo político y al técnico), para forjar su capaci-dad de interpelar al Estado y de apoderarse de las políticas que les atañen (Hintze, 2008).

Otro reto sería el logro de cambios cualitativo-culturales hacia el largo plazo, capaces de hacer de estas iniciativas vías alternativas al neoliberalismo, en la medida en que coadyuven con el desmante-lamiento de las bases ideológicas y de las prácticas excluyentes de éste, así como en el cumplimiento de los preceptos constitucionales, proceso que se ha venido dando dentro de muchas complejidades, resistencias y conflictividad. Es decir que se pre-cisa de una revolución educativa y cultural, como prerrequisito de la revolución política (Alva-rado, 2008). Sin embargo, debido a que la revolución bolivariana constituye un proceso aún en construcción y de largo plazo, hay que esperar más tiempo para responder con certeza a la pregunta de si sus estrategias sociales son o serán definitivamente alterna-tivas al neoliberalismo.

Referencias:

Alvarado, Neritza (2009). “Las estra-tegias de inclusión social en Venezuela: un acercamiento a la experiencia de las misio-nes”. En: “Convergencia” Nº 51, Septiembre-Diciembre 2009, Año 16, pp. 85-128 (revista mexicana de Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEM), México.

Alvarado, Neritza (2008a). “Políticas de combate a la pobreza-exclusión en Venezue-la en los años 2000: innovaciones, resultados y perspectivas”. Ponencia presentada en el IV Congreso de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política (ALACIP). San José, Costa Rica, 5 al 7 de agosto.

Alvarado, Neritza (2008b). “Misiones Sociales, Pobreza y Exclusión: la Experiencia de la Misión Barrio Adentro en el Estado Zulia”. En: Fermentum. Año 18. Nº 51. Enero-Abril 2008. Mérida, Venezue-la: p.195-245.

Fernández, Beatriz (2004).“Transfiguraciones comunitarias: subjetividad, identidad y ciudadanía popular”. Ponencia en el Seminario “Política Social: ¿un nuevo paradigma?”. FEGS, Caracas, mayo.

Hintze, Susana (2008). La construcción de la economía social y solidaria como estrategia al-ternativa en Argentina: reflexiones a partir de la experiencia de Brasil y Venezuela. Investigación subvencionada por CLACSO (versión preliminar, mimeo). Buenos Aires.

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La versión más común en los textos históricos relata que, en 1492, un marinero vigía, de nombre Rodrigo de Triana (aunque otras fuentes indican su identidad como Juan Rodríguez Bermejo) y acom-pañante en el primer viaje de Cristóbal Colón, ape-nas avistó algo distinto al mar gritó: ¡Tierra!, ¡Tierra! Y ahí estaba: la América.

Y desde ese mismo día inició la transforma-ción. Ya no era la misma tierra de los aborígenes, tampoco lo sería el mundo imaginado por el osado navegante y de los que más tarde emprendieron rumbo a estas tierras. Múltiples factores explican y han alimentado las facetas de la metamorfosis con tanta historia a cuestas; desde aquella América que conoció Colón hasta la actualidad.

Derecha o izquierda

Desde el punto de vista sociopolítico, en nues-tra América de hoy un primer elemento definitorio se observa en los ligeros vestigios de un proceso de democratización y un amasijo de ideologías que enmarcan el despertar de una vieja dicotomía: de-recha o izquierda.

Los indicadores de polarización no son de re-ciente data, sin embargo, por años dormitaban en los espacios del debate académico. Los Estados americanos mayormente se han identificado con las teorías del desarrollo basadas en la acumula-ción de capital y el libre mercado, sólo casos ex-cepcionales han sido Cuba y algunos movimientos en armas o guerrillas vigentes en Colombia y Méxi-co, quienes siguieron el modo de vida al estilo de la promesa mesiánica de la izquierda.

Ahora bien, con el presente siglo este viejo debate brota con un aliento más inspirador de un proceso histórico que puede impregnar, gracias a su habilidad para situarse en el lugar adecuado, en el momento adecuado, cuando ya se había decre-tado el fin de las ideologías. En un renovado guión y haciendo uso de la amplia gama de medios de comunicación, tanto la llamada derecha como la izquierda atraen a las masas que pernoctaban en el desasosiego del escepticismo político e ideoló-gico.

Por su parte, la derecha del siglo XXI en nues-tra América aún se oxigena con los modelos euro-peos y de Norteamérica. Rigen las ideas sobre la instrumentalización de la democracia, que se ex-presan en enaltecer la propiedad privada y el pre-dominio del mercado. La democracia también tiene su lugar privilegiado, bajo la teoría de la democra-cia representativa se ciñe a un modo de gobierno que enfatiza en la protección de los derechos indi-viduales.

Y como contraparte, la izquierda pregona un discurso de resistencia al proyecto de derecha. Y los movimientos que han alcanzado el control del aparato gubernamental aplican una estrategia re-volucionaria en “cámara lenta” que moviliza a las masas populares bajo la consigna de imponerles del poder popular, alcanzar el progreso y supresión de los esquemas de exclusión social de todo tipo.

El resultado: acostumbradas prácticas de in-tolerancia entre ambas posiciones ideológicas aun-que una menor demonización en el imaginario po-pular del quehacer político-partidista. También una

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América Latina en tiempo real: Situación socio-política actual

Elisabeth Ochoa Palmar1

1. Socióloga, MSc en Ciencia Política, LUZ. Adscrita al Instituto de Investigaciones de la FCES-LUZ. e-mail: [email protected]

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inusitada nueva forma y uso de los medios tecno-lógicos de consumo masivo; la televisión en espe-cial es protagonista de la denominada “diplomacia de micrófonos”, y otros medios de comunicación, como la prensa, la telefonía, la internet, las vallas publicitarias, entre otras, constituyen y en muchas ocasiones sustituyen al líder, a aquel que genera el discurso integrador y movilizador de las masas. No cabe duda de que este resurgimiento de tenden-cias políticas, económicas, sociales e ideológicas positivas ha renovado entre los ciudadanos expec-tativas por un futuro mejor y el deseo de participar en la construcción de las reformas necesarias.

Welcome Obama. I want to be your friend

Efectivamente estas fueron palabras del presi-dente venezolano para saludar al nuevo presidente de Estados Unidos (EE.UU.), Barack Obama, en la Quinta Cumbre de las Américas, en Trinidad y Tobago los días 17 al 19 de abril de 2009 donde hizo su presen-tación a Latinoamérica. No obstante, estas pa-labras interpretan una promesa de diálogo norte-sur que inaugura un despertar de las re-laciones entre EE.UU. y América latina y el relanzamiento de una nueva etapa en las re-laciones hemisféricas. Obama dijo estar dispuesto a “hablar sobre el futuro de América, no sobre lo que ha pasado”.

Justamente la asimetría derivada de una de-teriorada relación política y la desigual relación co-mercial con EE.UU. agregan una nueva variante a las tensiones internas en la América actual. Con casi la misma cadencia de la dicotomía derecha-izquierda otro desencuentro tiene lugar en nuestros

países: América Latina con EE.UU. vs. América Latina sin EE.UU.

El resultado: una gran incertidumbre para in-versionistas comerciales y la apertura a la búsque-da de otros socios comerciales en el mundo. Los países pro-Estados Unidos estrechan acuerdos en todos los ámbitos, mientras que los países que desdeñan de esa relación y señalan a EE.UU. de expansionista adelantan el estudio de escenarios y gestionan convenios con Europa y países tan le-janos en distancia geográfica y cultural tales como China, Rusia y los países árabes, entre otros. En este sentido, EE.UU. denota gran recelo por los avances en este nuevo modo de relacionamiento de América Latina con el mundo y ha visto en el ad-venimiento de gobiernos de tendencia izquierdista en la región como una amenaza a sus intereses y el renacer de un viejo enemigo: el comunismo.

El gran desafío: un sur sin fronteras

Mientras la derecha sigue en franco combate con la izquierda, y mien-tras América Latina force-jea con EE.UU., otro fac-tor electrizante recorre el subcontinente: el desafío de la integración. Son mu-chos los demonios sueltos con esta tarea de la inte-gración. Demasiados in-gredientes por mezclar. Y sólo la integración honesta

y perdurable debe ser el resultado de la amalgama de tanta diversidad.

La integración deberá traer un nuevo estilo de relacionamiento interno mucho más realista que la preconizada por la Organización de Estados Ame-ricanos (OEA). Una relación más sincera, menos asimétrica y de mayor unidad en los preparativos para la futura unión del sur, ya se han planteado aspiraciones de materializar las bases de la supra-

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nacionalidad y definir las dimensiones de lo común. Asuntos como una moneda común, un banco del sur, un pasaporte común, son tópicos cada vez más frecuentes en las agendas de reunión de los países de la América Latina.

Por otra parte, los desafíos particulares de cada país les mantienen ocupados tratando de lo-grar un orden interno duradero. Un gran paso lo constituye la creciente institucionalización del voto como medio para alimentar una cultura política, muestra de ello son los frecuentes procesos elec-torales que se han escenificado en la región du-rante la presente década. Quizás el elemento más notorio sea el importante rol que ha adquirido la ob-servación internacional de procesos electorales.

Son múltiples las organizaciones que se han especializado en la observación electoral interna-cional. Entre los más conocidos se encuentran la Di-visión de Asistencia Electoral de la ONU, el Centro Carter, la Comisión Europea y la OEA. Por ejemplo, en el caso de la OEA, sus informes registran datos entre 2004 y 2007 sobre el despliegue de unas 40 misiones de Observación Electoral desplazadas en 18 Estados miembros. Entre sus conclusiones, in-dican un balance positivo en prácticas relativas a: fortalecimiento de la institucionalidad democrática, asistencia técnica electoral, modernización y uso de tecnologías para el incremento de la transpa-rencia en los procesos electorales, eliminación de obstáculos e incorporación igualitaria de hombres y mujeres a los procesos políticos, entre otros.

De igual forma, cabe mencionar que el pro-ducto de estos ya varios procesos electorales en nuestra América se conoce del triunfo de Presiden-tes poco comunes: en Venezuela un presidente de formación militar que previo a una intentona golpis-ta se erige mediante un proceso electoral; en Chile una mujer llega a la presidencia; en Argentina los dos últimos presidentes están unidos en matrimo-nio; en Bolivia un presidente de origen indígena; en Paraguay un ex sacerdote es hoy presidente y así varios otros ejemplos del inusual perfil que el voto popular está favoreciendo.

Finalmente y a modo de conclusión, solo que-da por mencionar que para el momento en el cual se redactan estas líneas un nuevo conflicto interno florece y coloca una nueva arista al desafío de la in-tegración. Un nuevo acuerdo de cooperación entre Colombia y EE.UU. da origen a una airada polémi-ca sobre los límites de conceptos que se pensaba quedarían en el pasado: territorio y soberanía na-cional.

Este acuerdo incluye el establecimiento y/o la ocupación de bases militares en Colombia por parte de cuerpos militares de EE.UU. así como el traslado de armamento sofisticado para la lucha en contra del narcotráfico. Sin embargo, los gobiernos vecinos como Venezuela y Ecuador exponen sin cortapisas sus temores sobre el intervencionismo y oscuros intereses hegemónicos en juego. En es-pecial, acusan a EE.UU. de reintentar su estrategia del “golpe suave” para derrocar gobiernos por me-dios no convencionales, tesis que cobra vigencia ante la aún imprecisa situación de Honduras.

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Foto Reuters. Pdta. Cristina Fernández de Kirchner en la Quin-ta Cumbre de las Américas, en Trinidad y Tobago, los días 17 al 19 de abril de 2009.

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Lo que trato de hacer, en este papel de tra-bajo, es explicar(me) cómo lo que fue interpreta-do en el año 1998 por una abrumadora mayoría de venezolanos como la salida expedita de malos gobiernos, terminó convirtiéndose en una trampa en la cual se encuentra confinada, por lo menos, el 50% de ellos. Para ello me planteo descifrar el escenario sociopolítico que posibilita el hecho de que el discurso de un actor, en este caso el presidente Hugo Chávez, pueda tener un impac-to perlocutivo tal que imponga el desarrollo de un conjunto de dispositivos jurídicos que no sólo desmejoran la calidad de la democracia en Vene-zuela, sino que ponen en riesgo el carácter demo-crático del sistema político mismo. Esta pregunta se puede responder, desde la perspectiva de la contingencia, partiendo de la premisa de que en Venezuela, desde finales de la década de los 90 del siglo pasado, fueron confluyendo en el tiempo, articulándose y retroalimentándose fenómenos y

eventos específicos que se han constituido en un caldo de cultivo adecuado para un experimento político autoritario y personalista.

Esos fenómenos y evento fueron: a) un esce-nario político, el de finales de los años 90 del siglo pasado, caracterizado por el descontento y la críti-ca respecto al desempeño de los partidos políticos tradicionales y la baja capacidad de respuesta del Estado y de los gobiernos, sobre todo del gobierno nacional; b) ciertos elementos del ethos político de los venezolanos; c) la entrada en el escenario de un líder carismático y personalista cuya lectura acerca de cómo deben ser las interacciones políticas y sus reglas está filtrada por su experiencia casi exclusi-vamente militar y por un discurso político al que le son funcionales tanto las prácticas populistas como las sentencias marxistas más impermeables a los cambios promovidos por las sociedades occiden-

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El “chavismo”: una coyuntura, una cultura,

un discurso y una práctica política Morelba Brito1

…”Eso tenemos que romperlo nosotros y no-sotros podemos hacerlo (…) podemos hacerlo en paz. Afortunadamente, sin tener que estar fusilan-do a nadie, ni armando guerrilla, ni estar poniendo bombas ni masacrando a nadie. Dios quiera que siga siendo así”…

Hugo Chávez Frías

Taller de Alto Nivel. El nuevo mapa estratégico (noviembre de 2004).

1. Socióloga. email: [email protected]

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tales desde la segunda postguerra; d) la autoex-clusión de la oposición política en las elecciones parlamentarias del año 2005, lo que le facilita al presidente Chávez la implantación de una norma-tiva jurídica que vulnera principios esenciales para que puedan operar reglas de juego democráticas.

a) Una sociedad descontenta e hipercrítica

Si bien hasta principios de la década de los 80 del siglo XX el sistema político venezolano fue considerado como una de las democracias más es-tables de América Latina, ya en ese momento co-menzaban a evidenciarse señales amenazantes y ya para finales de los años 90 del siglo pasado el pacto había hecho implosión (McCoy, 2008), en una coyuntura en donde las demandas de adecuación de las reglas de juego políticas a la más compleja y exigente sociedad venezolana no obtuvieron sino tardías, aunque importantes, respuestas por par-te de unas élites políticas reactivas que operaban bajo la lógica del “control de daños”. Tres ejem-plos pueden servir para reforzar esta afirmación:

1. A pesar de que las demandas de reforma del estado se manifestaban con fuerza desde fina-les de los años 70, fue la reacción social de descon-tento frente a la crisis económica y el subsecuente colapso de la divisa venezolana, en el año 83, lo que estimuló al entonces presidente Jame Lusinchi para crear, en 1984, la Comisión para la Reforma del Estado (COPRE).

2. El levantamiento popular anómico del año 89, en contra de las políticas de ajuste estructu-ral tipo shock anunciadas en febrero de ese año y de su lógica contraria a los tradicionales mecanis-mos de obtención de legitimidad política, fue lo que dispuso a los representantes políticos, sobre todo los de los partidos Acción Democrática y COPEI, a abrir el cauce a procesos como la descentrali-zación político-administrativa, el reconocimiento de

los liderazgos regionales, la institucionalización de la participación de la sociedad civil organizada y la modernización de la administración pública; accio-nes propuestas por la COPRE desde hacía más de 6 años y relegados hasta última hora en un esfuer-zo, casi desesperado, de revertir la perdida capaci-dad de respuesta del estado y restituir la amenaza-da gobernabilidad.

3. Los fallidos intentos de golpe de estado del año 92 y el ambiente de apoyo difuso a los prota-gonistas de la asonada militar que se generó en el país, fueron los incentivos para iniciar el primer proceso judicial al que se somete un presidente electo, Carlos Andrés Pérez, y que resulta en la se-paración de Carlos Andrés Pérez del poder, en el año 93, y en su condena por malversación de fon-dos en el año 96; hecho que puede ser leído como un evento con intenciones ejemplarizantes ante una sociedad que ya se había hecho hipercrítica.

Los cuestionamientos respecto al desempeño de los partidos políticos tradicionales, el carácter exclusivamente representativo del sistema político, la corrupción administrativa y el clientelismo, ha-cían contrapunto, en el año 98, con demandas de participación social y de inclusión socio-económica y con la preocupación por la transparencia políti-ca.

b) Una cultura política con mixturas

Aun en el contexto descrito, se pueden inven-tariar algunos logros políticos de la sociedad vene-zolana, al menos hasta el año 98, e inferir dos tipos de avances: unos referidos a la internalización de la democracia como la forma de gobierno preferi-da por las mayorías;2 otros relativos a las pujantes organizaciones de la sociedad civil que comienzan a activarse desde mediados de los años 70 para resolver asuntos públicos que iban saliéndosele de las manos al Estado venezolano y sus gobiernos.

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2. Véanse: Pereira, 1995; Gil, 2006. Cuando en el año 2002, en la reconocida encuesta Latinobarómetro se compara el apego de los venezolanos a la democracia, Venezuela mostraba un nivel de conocimiento del significado de la democracia mayor que el resto de los países considerados en la muestra: sólo el 12 % de la población encuestada consideró no saber qué significa la democracia, mientras que, por ejemplo, en Brasil no lo sabía el 59% de muestra y en Colombia el 40%. Nos superaban México y Argentina con el 10% cada uno.

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Sin embargo, en ese año se abre paso una propuesta de tránsito de esa democracia pactada a una democracia “participativa y protagónica”, cu-yos promotores colocan el énfasis en: a) la confron-tación abierta y sistemática con aquellos sectores sociales o actores que identifican como herederos o defensores de lo que dieron en llamar la “IV Re-pública” (o “puntofijismo”) en contraposición a la “V República”; b) en una relación directa entre el líder (Hugo Chávez) y la masa (el pueblo) (Gil, 2007), sin las “incómodas” mediaciones de instituciones tales como los tradicionales, y no tan tradicionales, partidos políticos, los niveles intermedios y locales de gobierno y las organizaciones autónomas de la sociedad civil, y c) en una aparente, al menos dis-cursivamente, focalización de la distribución de la renta petrolera hacia los sectores más pobres.

Comprender cómo, a pesar de los menciona-dos avances democráticos, en Venezuela tiene éxi-to político esta propuesta lleva a preguntarse ¿qué pasaba con los valores y la cultura cívico-política del venezolano? ¿Cuál era ese software mental, como diría Hofstede (1999), con el cual se guiaban los venezolanos respeto a lo público, lo político o a lo que debía ser la relación entre la sociedad y el poder, el Estado y el gobierno? Pienso que las respuestas estaban allí y no se detectó el problema a tiempo.

Ya para el año 1996, según un estudio de Za-pata/Conciencia 21, sobre los valores de los vene-zolanos, ante una pregunta que intentaba indagar ¿cómo ven el camino al desarrollo?, el 52% de la población entrevistada en ese momento cree que el crecimiento económico depende del Gobierno, con lo cual se manifiesta lo que para muchos estu-diosos es un indicador de sobrevivencia del modelo populista; frente a esto, la encuesta arroja un 32% de la población que, con una postura liberal, consi-dera que ese crecimiento depende de la empresa privada. Tal como concluyen los que adelantaron el estudio, era relativamente claro que en Venezue-la se dibujaba un potencial desencuentro entre las élites intelectuales y las expectativas populares. Mientras las élites se expresaban en términos de liberalización, globalización, competencia y control

de la conflictividad, la mayoría de la población es-peraba protección, redistribución, sanción, control y mejor gestión pública. Desde el punto de vista de sus expectativas políticas, las motivaciones y de-mandas políticas básicas eran, para el 42% de los entrevistados, protección y redistribución y para el 44%, sanción y castigo.

Otros hallazgos interesantes de este estu-dio son los siguientes: 78% de los entrevistados afirmó que Venezuela era uno de los países más ricos del mundo, sin embargo, el 70% percibía que no había sido beneficiado por esa riqueza, y ese mismo 70% pensaba que la causa era política y relacionada con la corrupción y el desorden ad-ministrativo. En otro orden de ideas, para el 93% de la población, en el año 2001, lo que se necesi-taba en el país era “autoridad y disciplina”, y para el 76% eran preferibles líderes fuertes a muchas leyes (Keller, 2001). Para el año 2002, al 38% de los venezolanos encuestados para el estudio de Latinobarómetro (más de un tercio de la pobla-ción) no le importaba si un gobierno no democrá-tico llegaba al poder, siempre que resolviera los problemas de la economía.

Más allá de estos datos, la consideración de que en la cultura política de los venezolanos se encuentran profundamente arraigados patrones permisivos ante el autoritarismo, el centralismo y el patrimonialismo es compartida por buena parte de los estudiosos del tema.3 A esto añaden lo que se conoce como un locus de control externo (Keller, 2004), entendido como la percepción generalizada de la incapacidad de los individuos para controlar su entorno, con lo que se nutre el paternalismo de Estado (Keller, 2001) y, en los términos de Oakes-hott (1993, citado por Romero, 2008), se tiende a liberar al individuo de la necesidad de elegir y com-petir acogiéndose a la voluntad de otros.

La satisfacción de ese deseo de sanción y castigo, la persecución de los corruptos, la oferta de una autoridad fuerte y venganza fueron ingre-dientes muy importantes en la versión del interés general que propuso Chávez en su primera cam-paña electoral y que se han ido decodificando en

Compendio3. Ver: Zapata/Conciencia 21, 1996; Consultores 21, 1997; Keller, 2001; 2004; Guardia, 2004; Romero, 2008.

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BOLETÍN DE LA FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES DE LUZ

estrategias y tácticas, para utilizar su mismo léxico y giros lingüísticos, centradas, no en crear o for-talecer una institucionalidad que permita construir acuerdos para superar los nudos críticos que ha-bían llevado a la sociedad venezolana a tan pro-funda crisis sociopolítica, sino en profundizar las diferencias.

c) Un líder carismático con un discurso tejido a partir de argumentos funcionales a prácticas polí-ticas autoritarias.

Buena parte de la literatura centrada en des-cribir, explicar y/o tipologizar el populismo reco-noce como uno de sus principales descriptores el encuentro entre un líder carismático, con una pro-puesta anti estatus, que se autopercibe (sincera o pragmáticamente) como expresión del “pueblo” y su conductor ante el “enemigo” (Panizza, 2009), y una sociedad descontenta ante la ineficiencia del estado y que enfrenta graves crisis políticas y eco-nómicas. En el caso venezolano, la anterior descrip-ción, que parece ajustarse a él, podría complemen-tarse –para obtener un cuadro más general de su situación política- con la disposición de ese líder a utilizar recursos retóricos asentados en postulados típicamente marxistas-leninistas tales como que, por su carácter capitalista, la sociedad venezolana está “objetivamente” dividida en clase “antagóni-cas”, que éstas son enemigas irreconciliables por lo insalvable de las diferencias resultantes de sus intereses contradictorios, por lo que es inútil cual-quier intento de negociación por la vía pacífica.

“Al enemigo, ni justicia”, sentenció Juan Do-mingo Perón en su debido momento. Muchos ecos de esta frase podemos encontrar, casi de manera cotidiana, en el discurso del presidente Chávez, así como otras con las cuales se legitima el uso de la violencia como recurso político no descartable y se intenta generar temor en la sociedad. Para muestra un botón: …“el enemigo está ahí. Esto que estoy

planteando acá es la continuación de la ofensiva para impedir que se reorganicen, hablando en tér-minos militares, y si se reorganizaran: para atacar-los y hostigarlos sin descanso”... (2004).

d) Autoexclusión de la oposición y fortaleci-miento del estilo autoritario.

Si bien las elecciones parlamentarias y de gobernadores del año 2000 produjeron un cambio significativo en la correlación de las fuerzas políti-cas venezolanas a favor del llamado “Polo patrióti-co” (plataforma electoral de Chávez), el número de escaños que logró no constituían los dos tercios de los votos necesarios para cualquier decisión que requiriera del apoyo de la mayoría calificada. A par-tir de allí, la táctica fue modificar sucesivamente el Reglamento Interno y de Debates de la Asamblea Nacional a los fines de tomar el máximo de decisio-nes posible mediante mayoría simple, (Kornblith, 2004; 2006). La posibilidad de recurrir a prácticas antidemocráticas se facilita cuando para las elec-ciones de los representantes a la Asamblea Nacio-nal del año 2005, la oposición, respondiendo erró-neamente a la presión social, decide no participar en los comicios, con lo que el 100% de la asamblea nacional queda bajo el control del sector oficial.

De esta manera, el espacio deliberativo por excelencia en cualquier democracia queda neutra-lizado dándose las condiciones para que se desa-rrolle, casi sin resistencias, un experimento auto-ritario centrado en la permanencia del líder en el poder; en evitar el control de los electores sobre los elegidos; en neutralizar a la oposición, y en deses-timular la libertad de expresión y limitar la informa-ción al ciudadano, elementos que indican una mer-ma de la calidad de la democracia venezolana.

Compendio

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AÑO I. VOLUMEN No. 2 MAYO - AGOSTO 2009

Después de seis años de la puesta en mar-cha del Doctorado en Ciencias Sociales, Mención Gerencia, y de un esfuerzo importante por parte de algunos de los estudiantes, en su mayoría profeso-res de la Facultad, este programa doctoral ha em-pezado a mostrar la pertinencia y el impacto que tiene en el desarrollo del conocimiento en diferen-tes ámbitos de la gerencia tanto empresarial como social.

De dos egresados que teníamos el año ante-rior, el programa cuenta en este momento con nue-ve egresados más para un total de 11, que no solo son significativos desde el punto de vista cuanti-

tativo, sino especialmente desde el punto de vista cualitativo, si tomamos en cuenta, por un lado, el logro en la política de formación de recursos huma-nos de alto nivel que sin lugar a dudas redunda en la calidad de la enseñanza a nivel de pregrado y de los estudios de tercero y cuarto nivel, así como en las fortalezas en la investigación, ya que nueve de ellos son profesores de la facultad altamente moti-vados por los logros académicos. Por otro lado, el impacto tanto en el desarrollo del conocimiento en el área de la gerencia pública y privada como en la pertinencia social que tienen las tesis presenta-das por estos hoy doctores; tesis que en su gran mayoría fueron altamente valoradas por el jurado, llegando incluso, la mayoría de ellos, a ser distin-guidos con mención publicación.

En el sentido anteriormente señalado vale la pena destacar, por ejemplo, los aportes de los profesores Javier Parra, Yamile Navarro y Carlos Borjas en el ámbito de la comprensión, análisis y propuestas para transformar y optimizar el funcio-namiento de la gerencia educativa pública en los distintos niveles del sistema educativo en el país. Asimismo, acerca de la gerencia de la investiga-ción en nuestra universidad, como es el caso del trabajo de la Prof. Matilde Flores, cuyo tema fue “La gerencia del conocimiento y su relación con la generación de capacidades de innovación en laboratorios universitarios de investigación petro-lera”.

El Doctorado en Ciencias Sociales, Mención Gerencia: Pertinencia e impacto en el desarrollo del conocimiento

Emilia Bermúdez1

Postgrado en proyectiva

1. Dra. en Ciencias Sociales. Coordinadora del Doctorado en Ciencias Sociales. Mención Gerencia. email: [email protected]

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BOLETÍN DE LA FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES DE LUZ

También es significativo citar la contribución que, en el ámbito metodológico, teórico y del cono-cimiento empírico de la cultura organizativa y polí-tica de la gerencia pública local, realizó la profesora Carmen Vásquez. En este mismo ámbito de la ge-rencia pública, aunque a nivel nacional, se inscribe la tesis de la profesora Mirtha López, el cual estu-vo centrado en el análisis de las distintas políticas públicas que se han implementado en Venezuela para estimular la participación ciudadana desde 1961 hasta el 2008 y las fortalezas y debilidades para lograr profundizar la democracia en nuestro país.

En el área de conocimiento de las relaciones laborales y sus implicaciones, tanto para los traba-jadores como para la gerencia en empresas finan-cieras privadas, se destaca el trabajo de la profeso-ra María Candelaria González, cuyo propósito fue analizar los elementos flexibilizadores de las rela-ciones laborales en la banca universal venezolana. En este mismo orden sobre las relaciones laborales, pero referido a la empresa pública petrolera, citare-mos la tesis de la profesora Judith Linares sobre los cambios en las reivindicaciones en la industria petrolera venezolana en el período 1946-2009.

Para finalizar, se mencionará el trabajo del profesor Nelson Labarca, uno de nuestros prime-ros egresados del programa doctoral, quien realizó una contribución importante en uno de los temas de gran actualidad en el debate gerencial actual, como lo es la ética de las organizaciones y el pen-samiento estratégico gerencial.

A todos ellos, y en especial a nuestros pro-fesores, las más sinceras felicitaciones tanto por sus contribuciones al desarrollo del conocimiento y la investigación, como por el gran esfuerzo que significa poder culminar la tesis doctoral en contex-tos adversos, particularmente porque muchos de nosotros tenemos que compartir el inmenso es-fuerzo, dedicación y concentración que significa el trabajo de investigación doctoral con otra cantidad de responsabilidades como docentes o, en algu-nos casos, con labores administrativas. A esto se unen, por una parte, las dificultades de sortear los obstáculos para producir la información empírica y obtener bibliografía por la carencia en las institucio-nes de educación superior de bibliotecas dignas y de una plataforma tecnológica que apoye la labor intelectual y, por otra, la carencia de políticas tanto internas como externas que estimulen la produc-ción de conocimiento y los logros académicos.

Postgrado en proyectivaDr. Modesto Graterol, Dra. María Candelaria González, Dra. María del Carmen Vásquez, Dra. Mirtha López, Dra. Judith Linares, Dra. Thessaly González y Dra. Yasmile Navarro.

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AÑO I. VOLUMEN No. 2 MAYO - AGOSTO 2009

El Doctorado en Ciencias Económicas co-mienza sus actividades en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales en el año 1998, luego de un gran esfuerzo académico e intelectual de las autoridades, profesores e investigadores que para ese entonces hacían vida académica en nuestra Facultad. Era el momento de tomar la decisión, el riesgo y de avanzar a este nivel de formación que era una novedad en las universidades del país y requerimiento para la formación y actualización de los profesores e investigadores de la FCES.

Formalmente, la primera cohorte inicia actividades en el año 2000. En la actualidad con el inicio del segundo semestre 2009 se de-sarrollan cinco cohortes, en las cuales, gracias a la reorganización académico-administrativa, reformulación y acreditación del Programa, han alcanzado su Grado de Doctor 10 participantes pertenecientes a las primeras cuatro cohortes de un total de 22 participantes, el resto de ellos se encuentran en el proceso de desarrollo de sus Proyectos y Tesis Doctorales, con fechas próximas para su entrega en los finales de 2009 y 2010. Los 15 participantes de la V co-horte se encuentran en tiempo de escolaridad. Se estima la apertura de la VI cohorte para oc-tubre/noviembre de 2009.

Es importante destacar que este Progra-ma Doctoral por más de 10 años ha sido el precursor y el único que se ha mantenido en el tiempo en todo el territorio nacional, la for-

mación de doctores en ciencias económicas le ha correspondido a FCES–LUZ. Este es un elemen-to fundamental que se debe destacar, ya que por la participación de colaboradores, facilitadores y expertos nacionales e internacionales se han po-dido derribar obstáculos y crecer fortaleciendo la academia en una revisión constante y continua de los programas de estudio y líneas de investigación. La incorporación de pares de investigación, de ins-tituciones y universidades, tanto nacionales como internacionales, en el desarrollo y apoyo a nues-tro programa doctoral ha sido fundamental para su crecimiento sólido. En particular no puedo dejar de

1. Dra. en Ciencias Económicas. Coordinadora Académica. Doctorado en Ciencias EconómicasEstudios Post - Doctorados. email: [email protected]

Programa Doctoral en Ciencias Económicas

Patricia Gillezeau Berríos1

Postgrado en proyectiva

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BOLETÍN DE LA FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES DE LUZ

agradecer la colaboración de los Miembros del Co-mité Académico, Drs. Rafael Solórzano y J. Nelson Ávila, quienes me acompañan desde el inicio de esta responsabilidad en el año 2001 en esta tarea del día a día de forma incondicional y de trabajo continuo, sin importar vicisitudes ni otros compro-misos, para responder de forma siempre oportuna a nuestros llamados. Ha sido un trabajo en equipo del Comité Académico, facilitadores, empleados y obreros de nuestra División de Estudios para Gra-duados llegar al lugar que hemos alcanzado.

Se sigue ratificando hoy más que nunca el ob-jetivo general por el cual se rige el Programa de Doctorado en Ciencias Económicas, el cual reza lo

siguiente: “Se propone formar investigadores, para promover la generación de nuevos conocimien-tos en el ámbito de la teoría y la práctica, a fin de atender las necesidades de los distintos actores y contextos vinculados con la realidad de las Cien-cias Económicas, en su aplicación en los distintos contextos geográficos de Venezuela y el resto de países de América Latina y el Caribe” (Documento de Acreditación DCE, 2009). Es por ello que refor-zamos el trabajo serio y responsable de todos los que formamos parte de esta gran familia del Doc-torado, tenemos un enorme compromiso con nues-tro país, compromiso con nuestra universidad de alcanzar nuestro lema universitario “La Excelencia es nuestro Norte”.

1. Coordinadora Administración de Empresas LUZ-UPM. email: [email protected]

Postgrado en proyectiva

Doctorado conjunto LUZ-UPMJazmín Díaz-Barrios1

En términos generales, los estudios doctora-les se conciben como procesos académicos orien-tados a formar investigadores de alto nivel. En el caso particular de la Universidad del Zulia (LUZ) y la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), el espíritu que animó este convenio para la formación de profesionales de quinto nivel, fue el de impulsar la formación doctoral de personal universitario de LUZ y del resto de los profesionales del país con deseos, vocación e interés institucional. Represen-taba una oportunidad para el desarrollo de investi-gadores doctorales, con acreditación en el exterior, pero al mismo tiempo en nuestras áreas de investi-gación y sobre problemas regionales.

Adicionalmente, esta formación sirve de mar-co para el desarrollo de redes temáticas que pro-yectan nuestra productividad científica en el entor-no internacional. Por otra parte, permite ampliar el banco de tutores disponibles para nuestros pro-gramas doctorales internos; y al ser un programa abierto al público, facilita la proyección de nuestra casa de estudios en otros ámbitos del quehacer na-cional.

En el caso particular del Doctorado Conjunto en Administración de Empresas, adscrito a la Es-cuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Madrid de la UPM, Departamento de Ingenie-

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AÑO I. VOLUMEN No. 2 MAYO - AGOSTO 2009

Postgrado en proyectiva

ría de organización, Administración de empresas y Estadística; significó para la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (FCES) de LUZ, un progra-ma académico en un área del conocimiento prio-ritaria para la Facultad, una oferta expedita para formar investigadores acreditables internacional-mente que fortalezcan la planta de académicos de la facultad en particular y de otras organizaciones en general.

La formación doctoral en el exterior es bastan-te costosa y representa la pérdida por varios años de un recurso profesoral sumamente valioso para FCES. Este programa ofrece la posibilidad de for-marse internacionalmente, sin desligarse, ni de las actividades regulares, ni de la familia.

El programa comenzó en noviembre de 2004, dirigido a licenciados, ingenieros o arquitectos con postgrado, otorga el título de doctor por la UPM. La escolaridad requiere un mínimo de 20 créditos; en este momento, se dictan de siete a nueve semi-narios en cada cohorte dentro del primer año. Para el segundo año, los doctorandos deben hacer una fase de investigación, que comprende la elabora-ción de un trabajo de investigación que deberá ser defendido al final del período y lo hará acreedor al Diploma de Estudios Avanzados (DEA). Culmina-da la segunda fase, el participante ha demostrado su capacidad de investigación autónoma, por lo cual puede comenzar su tesis doctoral. Esta última debe representar la generación de nuevo conoci-miento con validez o aplicación universal y al igual que el DEA será defendida ante un tribunal español de doctores especialistas en el área de la tesis.

Actualmente, el programa cuenta con dos cohortes: La primera con 29 participantes, de los cuales 25 ya aprobaron el DEA y están en tesis doctoral; la segunda cohorte tiene 13 participantes, quienes ya finalizaron escolaridad y están en la pri-mera fase de elaboración de su trabajo de investi-gación, presentarán el DEA en junio de 2010.

En vista de la grave crisis económica de la Universidad, todavía no se ha decidido por parte del Vicerrectorado Académico la apertura de la ter-cera cohorte, sin embargo ya existe un grupo de profesionales internos y externos interesados en cursar estos estudios.

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BOLETÍN DE LA FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES DE LUZ

La Extensión Universitaria, tema estudiado por la relevancia de carácter social que está tocan-do a las universidades y el avance de la función extensión en su relación Universidad – Sociedad, es un aspecto importante considerado por supues-to por la Facultad de Ciencias Económicas y Socia-les, para así tener una aproximación que derive en una mejor comprensión en la adecuación que dicha labor extensionista tiene o debe tener para estar en consonancia con los cambios de producción y transmisión del conocimiento con respecto al entor-no de influencia inmediato.

Podríamos entender la Extensión Universita-ria como una de las funciones esenciales de la universidad cuyo propósito básico es la interac-ción creadora, estimuladora y crítica de la mis-ma con la comunidad, y se realiza en forma mul-tidireccional tanto dentro de la institución como en su proyección extrauniversitaria mediante un proceso participativo, cooperativo, dinámico y continuo en donde se promueva la auto y coges-tión a través del fortalecimiento de su conciencia crítica y que, a la vez, contribuya a la formación y progreso del mundo que la rodea.

Es por esta labor extensionista que la Di-visión ha venido ofertando un conjunto de Di-plomados, Cursos y Talleres que continúan respondiendo a las necesidades de formación del talento humano tanto a nivel individual como organizacional en la Región y en la participación de eventos interinstitucionales. Un ejemplo de

ello es la Alianza Estratégica que realizó la Facultad de Economía a través de extensión, con la Empre-sa CONRECA, Supermercados Centro 99, para la Formación de sus gerentes y subgerentes de tien-das, por medio del desarrollo de dos Diplomados sobre Técnicas gerenciales cualitativas y Técnicas contables financieras el cual se inició en el mes de julio, destacado en la prensa regional a través de los diarios Panorama y La Verdad.

De igual manera, desde el 21 de septiembre se inicia el proceso de censo e inscripción, para los Diplomados que comenzarán sus actividades aca-démicas en el mes de octubre:

División de Extensiónde la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad del ZuliaGraciela Perozo de Jiménez1

1. Directora División de Extensión FCES. email: [email protected]

Avance

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AÑO I. VOLUMEN No. 2 MAYO - AGOSTO 2009

Asimismo, para el último trimestre del año se planificaron los siguientes cursos y talleres que son los de mayor interés por parte de la comunidad, los cuales se iniciarán a partir del mes de noviembre.

El acercamiento universidad – sociedad es imprescindible para reforzar los programas de ex-tensión de formación, asistencia profesional y téc-nica a las comunidades, así como desarrollar una política extensionista que involucre a docentes y estudiantes en esta labor.

Diplomados Presenciales

Técnicas Gerenciales Cualitativas Nº de Horas: 150 Inversión: 1.500 Bs.

Técnicas Gerenciales Administrativas

y Financieras Nº de Horas: 150 Inversión: 1.500 Bs.

Gerencia de Recursos Humanos Nº de Horas: 180 Inversión: 1.800 Bs.

Gestión Social Comunitaria Nº de Horas: 160 Inversión: 1.600 Bs.

Formación para Docentes en

Educación Superior Nº de Horas: 180 Inversión: 1.800 Bs.

Gerencia de Proyectos y Negocios

Empresariales Nº de Horas: 180 Inversión: 1.800 Bs.

Inicio de Actividades: 16 de octubre de 2009

Horario: viernes y sábados

Cursos: Talleres:- Gerencia Social (40 horas)

- Gerencia Estratégica (24 horas)

- Gerencia de Talento Humano (24 horas)

- Atención y Servicio al Cliente (24 horas)

- Responsabilidad Social

Empresarial (24 horas)

- Eventos y Protocolo (24 horas)

- Gerencia de Mercadeo (24 horas)

Inicio de Actividades: Noviembre 2009

Horario: Sabatino

Inversión: Cursos y Talleres de 40 Horas: 500 Bs., de 24 Horas: 300 Bs.

- Formulación y Evaluación de Proyectos de

Interés Social (40 horas)

- Metodología de la Investigación

Cuantitativa (40 horas)

- Elaboración de Artículos

Científicos (24 horas)

- Oratoria, Herramienta para el

Liderazgo (24 horas)

- Metodología Cualitativa en la

Investigación Social (24 horas)

Avance

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BOLETÍN DE LA FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES DE LUZ

El 1 de julio de 2009 el Centro de Estudios de la Empresa (CEE) celebró 40 años, trayectoria que le ha permitido crear un espacio propicio para el aprendizaje permanente, donde los investiga-dores tienen la oportunidad de discutir y divulgar temas relativos al entorno organizacional median-te las actividades de investigación y extensión. Es así como el CEE ha contribuido al fortalecimiento y crecimiento significativo de la investigación ad-ministrativa y contable en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, lo cual constituye un apor-te no sólo a la institución universitaria sino a la so-ciedad en general.

Para celebrar el acontecimiento la Dirección de esta unidad de investigación, a cargo de la pro-fesora Morela Pereira Burgos, programó una serie de actividades académicas acerca de temáticas de interés para la comunidad en general, las cuales contaron con la participación de expertos en diver-sas áreas del conocimiento.

La primera actividad fue el taller “Definición de líneas de Investigación”, dirigido a los docen-tes e investigadores de la FCES con la finalidad de contribuir con su formación académica. El evento fue realizado el 3 de abril del presente año, con la colaboración de la Profesora Rosana Meleán y el apoyo del personal del Consejo de Desarrollo Cien-tífico y Humanístico (CONDES).

Posteriormente, el 6 de mayo se organizó, con la cooperación de la profesora Wendolin Suárez, el Foro “Diferentes perspectivas para pensar un pro-yecto”. Oportunidad propicia para incentivar la par-ticipación de los estudiantes de pre y postgrado, dada la relevancia del tema en la actualidad. Por esta razón, se decidió, conjuntamente con el apoyo de los integrantes de la cátedra Proyectos Empre-sariales de la carrera Administración, dictada por el Prof. Fernando Torres, conformar una discusión tipo panel, en cinco perspectivas, a saber:

- Investigación: Prof. Jazmín Díaz

- Social: Econ. Leonardo Soto

- Económica: Prof. Sagrario Ocando

- Tecnológica: Prof. Deibi Hernández

- Emprendimiento: Prof. Fernando Torres

Por otra parte, considerando el aspecto eco-nómico, la profesora María Cristina Useche propu-so el Foro “Tendencias de la Gerencia Financiera en Venezuela”, efectuado el día 27 de mayo en la División de Estudios para Graduados de la FCES. El evento contó con la participación de cuatro dis-tinguidos panelistas cuyas disertaciones causaron gran interés en la nutrida concurrencia:

Avance

Celebración de los cuarenta años del Centro de Estudios de la Empresa

1. Directora del Centro de Estudios de la Empresa. email: [email protected]

Morela Pereira1

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AÑO I. VOLUMEN No. 2 MAYO - AGOSTO 2009

Avance

• Iván Cañizales, Impacto de las actividades no tradicionales en la eficiencia de la banca univer-sal en Venezuela.

• Candelario Lorbes, Mercado de valores.

• Aneida Atencio, Gerencia de la tesorería en Venezuela.

• Domingo Fossi, Sistemas de Información en el sector financiero venezolano.

El día 30 de junio contamos con la presencia de dos invitados especiales, quienes desde su área de conocimiento contribuyeron con la loable tarea de crear espacios para la discusión constructiva de temas de gran interés para el público asistente. El profesor Gilberto Vizcaíno, Coordinador Secretario del CONDES, presentó la conferencia “Perspecti-vas de la Investigación en LUZ”, por su parte el Ing, Néstor Borjas, Presidente de Fedecámaras Zulia, disertó acerca de las Perspectivas Económicas de la Región.

Finalmente el 1 de julio, fecha aniversaria, se realizó un emotivo acto en el Auditorio de la Direc-ción de Estudios para Graduados, en el cual el pá-rroco de LUZ celebró la misa de acción de gracias. Asimismo, se reconoció el trabajo de los ex directi-vos de la unidad de investigación que durante estos 40 años contribuyeron de manera desinteresada con la institución. Las palabras en representación de los ex directores estuvieron a cargo de la profe-sora Teresa Gamboa, quien hizo un recorrido his-tórico de la trayectoria del Centro. En el marco de este acto se reconoció al personal acreditado por el Programa de Promoción del Investigador (PPI) como una forma de enaltecer el esfuerzo intelec-tual de nuestros investigadores.

AÑOS GENERANDO CONOCIMIENTO Y CONTRIBUYENDO A LA TRANSFORMACIÓN DE LA REALIDAD ORGANIZACIONAL

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BOLETÍN DE LA FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES DE LUZ

Dependencia

Decanato

Escuela de Economía

Escuela de Sociología

Escuela deAdministración y

Contaduría Pública

Instituto de Investigación

Centro de Estudios de la

Empresa

Centro de Estudios Sociológicos y

Antropológicos

Centro de Estudios Pe-trolíferos y

Carboníferos

División de Extensión

Centro de Estadísticae Investigación de

Operaciones

División de Estudios para Graduados

Maestría en Gerencia de Empresas

Persona Contacto

Prof. Iván Cañizales

Prof. Elita Rincón

Prof. Norma Caira

Prof. Oda Gómez

Prof. Mariher Morales

Prof. Morela Pereira

Prof. Nathalia Sánchez

Prof. María Candelaria González

Prof. Graciela Perozo

Prof. RafaelEspangnolis

Prof. Ramona Pulgar

Prof. Fernando Torres

Número Telefónico

0261-7596546

0261-7596505

0261-7596576

0261-7596507

0261-7596568

0261-7596556

0261-7596533

0261-7596599

0261-7596518

0261-7596568

0261-7596565

0261-7596932

Correo Electrónico

[email protected]

[email protected]

[email protected]

[email protected]

[email protected]

[email protected]

[email protected]

[email protected]

[email protected]

[email protected]

[email protected]

[email protected]

DIRECTORIO FCES LUZ

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AÑO I. VOLUMEN No. 2 MAYO - AGOSTO 2009

Maestría en Gerencia Pública

Maestría en Economía

Especialización en Contaduría

Especialización en Tributación

Maestría en Desarrollo Social

Especialización en Gerencia de Empresas

Turísticas

Educación Continua

Doctorado enCiencias Económicas

Doctorado en CienciasSociales. Mención

Gerencia.

Doctorado en Administración de

Empresas. Convenio con la Universidad

Politécnica de Madrid.

Revista Utopía y Praxis

Revista Venezolana de Gerencia

Revista Ciencias Sociales

Prof. Gleccy Leal

Prof. Thessaly González

Prof.Adriana Morón

Prof. Ángel Velasco

Prof. Luis González

Prof. Luis Carrillo

Prof.Mariher Morales

Prof. Patricia Gillezeau

Prof. Emilia Bermúdez

Prof. Jazmín Díaz

Prof. Álvaro Márquez

Prof. Soraida Rincón

Prof. Caterina Clemenza

0261-7596599

0261-7596929

0261-4235532

0261-7596929

0261-4235532

0261-7596928

0261-7596942

0261-7596942

0261-7596942

0261-7596942

0261-7596720

0261-7596720

0261-7596720

[email protected]

[email protected]

[email protected]

[email protected]

[email protected]

[email protected]

[email protected]

[email protected]

[email protected]

[email protected]

[email protected]@luz.ve

[email protected]

[email protected]

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Nuestras Publicaciones

La Revista Venezolana de Gerencia (RVG) difunde trabajos origina-les desde diversas perspectivas teórico metodológicas de autores nacionales y extranjeros, que constituyan resultados de investigación sobre los procesos administrativos o de gestión, hoy denominados gerenciales. Las áreas temáticas fundamentales son: administración pública, gobierno, gestión pública, política pública, sistemas econó-micos, organización industrial, producción, productividad, organiza-ción y administración de empresas, cooperativas, economía social, administración del tercer sector, sociología del trabajo, sistemas de información y contabilidad. Para cualquier información comunicarse con [email protected] y sorarincon@ hotmail.com o por el teléfono 0261-7596720.

La Revista de Ciencias Sociales (RCS) es una publicación trimestral de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad del Zulia; difunde trabajos científicos, estrictamente originales, en español, avances de investigación, ensayos, revisiones bibliográficas y comuni-caciones rápidas, relacionadas con las ciencias sociales. Para enviar artículos comunicarse a los siguientes emails: [email protected] y [email protected] o al teléfono 0261-7596943.

La Revista Utopía y Praxis Latinoamericana nace como una respuesta a la situación de conflictividad política que atraviesa actualmente la de-mocracia y la sociedad latinoamericana. Pero también nace como una respuesta comprometida con el análisis filosófico y la interpretación his-tórica de la cultura y las ciencias sociales frente a la crisis de la moderni-dad. Respuesta que procura la creación de nuevos actores y escenarios a partir de los cuales se hagan posibles inéditas alternativas para la teo-ría crítica y el cambio social efectivo. Una respuesta en dos sentidos: la utópica y la práctica. Para cualquier información comunicarse con amar-quezfernandez@ gmail.com

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