horacio guarany - "¡sigo cantando porque no tengo un mango!" - telémaco

5
entrevista 33 “¡Sigo cantando porque no tengo un mango!” HORACIO GUARANY Como dice la canción: “Sabes que está en Lujan, mi rancho de Plu- mas Verdes”. Sí, sabíamos. De hecho, comprobamos que quedaba en el “regocijo del loro”; un lugar, eso sí, donde no llegan los ruidos. En la pre- sentación decimos algunas palabras de ocasión y, cuando me apresto a saludarlo con un beso, viene el gua- dañazo. “¿Qué haces? ¿Sos puto, vos? ¡El beso es algo sagrado! El que se le da a una mujer, a una madre o a un viejo amigo”, suelta, y nosotros sol- tamos las primeras carcajadas. Ganó fácil la confianza, el hombre. Camino a la “casita de invierno” Con sus 87 pirulos, “El Potro” cabalga feliz. El hombre que un día hizo salir vino de las canillas nos atendió en su casa de Luján para hablar de la vida. De la vida, así como suena. Nos contó que no sería lo que es si no fuera por la gente. Su relación con el rock y con el escenario, al que sigue subiendo por necesidad. Sabio, gracioso y un poco adusto, habló hasta por los codos. Si se calla el cantor… -Comida –responde, suelta otra carcajada pegajosa y cambia de tema-. ¿Vieron el cuadro aquel en el que estoy con Pepe Mujica? Es amigo mío. Luchábamos con los Tupamaros; él allá y yo acá. Cuando asumió tuve que ir a actuar al Uruguay y ahí lo co- nocí. -¿Es tan sencillo como se lo ve? -Es como debiera ser un presiden- te. Pero cada uno es como es, dijo mi hermana y tenía tres maridos (risas). “Horacio Pueblo” se acomoda en la cabecera de la mesa e invita a co- menzar formalmente con la entrevis- ta. “¿Estaban grabando ya?”, pregunta al ver los grabadores. “¡Pero qué hijos de puta! ¡Es todo mentira lo que dije!”, grita, inclinándose sobre los apara- tos. -¿Cómo y por qué llegó a ser lo que es? -Creo que un artista o un hombre popular como yo no debe pensar que solamente él logró todo. Yo logré una parte grande, sí: puse mi vocación, mi empeño, mi deseo de ser lo que soy. –un quincho custodiado por una pi- leta enorme y que en su interior no se priva de horno de barro, parrilla y ollas por doquier-, lidiamos con los perros, que son siete y se escurren por nuestras piernas. “No tengan miedo, muchachos. Muerden, pero despacio”, dice. Así nos preparábamos para en- trevistar a un ícono del folklore ar- gentino. Eran las doce del mediodía y estábamos en la casa de Eraclio Cata- lin Rodríguez Cereijo, más conocido como Horacio Guarany, donde vive desde hace 22 años. Señala la cocina a leña y más de una docena de ollas colgadas. -¿Le gusta cocinar? -Sí, es una descarga. El acoso de la popularidad cansa. Es como tener una mina que te esté diciendo todo el día “te quiero”, “te quiero”, “te quie- ro”. ¡Ya sé que me querés, dejá de hin- char las pelotas! Entonces cocinando descargo tensiones; pico la cebollita, el ajo… -¿Y qué le gusta cocinar? Por Mauro García

Upload: revistatelemaco

Post on 07-Aug-2015

177 views

Category:

Documents


7 download

DESCRIPTION

Entrevista a un hito del folklore argentino: Horacio "Pueblo" Guarany. Diciembre 2012 - revista Telémaco

TRANSCRIPT

Page 1: Horacio Guarany - "¡Sigo cantando porque no tengo un mango!" - Telémaco

entrevista

33

“¡Sigo cantando porque no tengo

un mango!”

HORACIO GUARANY

Como dice la canción: “Sabes que está en Lujan, mi rancho de Plu-mas Verdes”. Sí, sabíamos. De hecho, comprobamos que quedaba en el “regocijo del loro”; un lugar, eso sí, donde no llegan los ruidos. En la pre-sentación decimos algunas palabras de ocasión y, cuando me apresto a saludarlo con un beso, viene el gua-dañazo. “¿Qué haces? ¿Sos puto, vos? ¡El beso es algo sagrado! El que se le da a una mujer, a una madre o a un viejo amigo”, suelta, y nosotros sol-tamos las primeras carcajadas. Ganó fácil la confianza, el hombre.

Camino a la “casita de invierno”

Con sus 87 pirulos, “El Potro” cabalga feliz. El hombre que un día hizo salir vino de las canillas nos atendió en su casa de Luján para hablar de la vida. De la vida, así como suena. Nos contó que no sería lo que es si no fuera por la gente. Su relación con el rock y con el escenario, al que sigue subiendo por necesidad. Sabio, gracioso y un poco adusto, habló hasta por los codos. Si se calla el cantor…

-Comida –responde, suelta otra carcajada pegajosa y cambia de tema-. ¿Vieron el cuadro aquel en el que estoy con Pepe Mujica? Es amigo mío. Luchábamos con los Tupamaros; él allá y yo acá. Cuando asumió tuve que ir a actuar al Uruguay y ahí lo co-nocí.

-¿Es tan sencillo como se lo ve?-Es como debiera ser un presiden-

te. Pero cada uno es como es, dijo mi hermana y tenía tres maridos (risas).

“Horacio Pueblo” se acomoda en la cabecera de la mesa e invita a co-menzar formalmente con la entrevis-ta. “¿Estaban grabando ya?”, pregunta al ver los grabadores. “¡Pero qué hijos de puta! ¡Es todo mentira lo que dije!”, grita, inclinándose sobre los apara-tos.

-¿Cómo y por qué llegó a ser lo que es?

-Creo que un artista o un hombre popular como yo no debe pensar que solamente él logró todo. Yo logré una parte grande, sí: puse mi vocación, mi empeño, mi deseo de ser lo que soy.

–un quincho custodiado por una pi-leta enorme y que en su interior no se priva de horno de barro, parrilla y ollas por doquier-, lidiamos con los perros, que son siete y se escurren por nuestras piernas. “No tengan miedo, muchachos. Muerden, pero despacio”, dice.

Así nos preparábamos para en-trevistar a un ícono del folklore ar-gentino. Eran las doce del mediodía y estábamos en la casa de Eraclio Cata-lin Rodríguez Cereijo, más conocido como Horacio Guarany, donde vive desde hace 22 años. Señala la cocina a leña y más de una docena de ollas colgadas.

-¿Le gusta cocinar?-Sí, es una descarga. El acoso de

la popularidad cansa. Es como tener una mina que te esté diciendo todo el día “te quiero”, “te quiero”, “te quie-ro”. ¡Ya sé que me querés, dejá de hin-char las pelotas! Entonces cocinando descargo tensiones; pico la cebollita, el ajo…

-¿Y qué le gusta cocinar?

Por Mauro García

Page 2: Horacio Guarany - "¡Sigo cantando porque no tengo un mango!" - Telémaco

entrevista

34

Fuimos 14 hermanos nacidos en los montes. Cuando el ham-bre, en 1930, nos acorraló, nos fuimos a Alto Verde, un pueblito pobre donde no te preguntan “¿qué traen?”, sino “¿qué preci-san?”. Ahí nació mi sueño de can-tor. Me crié en un bodegón: un almacén de bebida con muchos cantores borrachos, gallos de riña... Y al escuchar a esos canto-res se me encendieron las ganas de cantar. Y cantaba a los 10, 11, 12 años con los payadores bo-rrachos que me hacían cantar. Así me iba haciendo este cantor que llegué a ser.

“Creo que un artista o un hombre popular, como

yo, no debe pensar que solamente él logró todo”.

-¿Y a qué edad se vino a Buenos Aires?

-A los 17. Desgraciadamente ese mal de nuestro país aún existe: todo aquel que quiera destacarse en su vocación, tienen que ir a Buenos Aires. Es el gran problema argentino. Por eso está todo amontonado en Buenos

Aires y desnudo en las provincias. Si se desparramara un poco sería un país mucho mejor. Por eso estoy haciendo un gran teatro aquí en la esquina, para que tengan un lugar aquellos que obligadamente tengan que venir de Salta, de Tucumán y el resto del país, a buscar que los escuchen. Porque hay que tener un lugar con buenos profesores, que puedan enseñar a

mejorar su vocación. Para eso están las personas que ya tenemos nombre.

-¿Un ejemplo es el empujón que le dio a Luciano Pereyra?

-Sí, me tenían podrido con eso de que “el pibe canta bien”. Lo escuché y era verdad: cantaba bien. Alcé el teléfono y dije: “te mandé un pibe, probalo, creo que es bueno”. Lo contrataron. La fama tiene que servir para eso: para dar una mano. Porque la mayoría se hace famoso y no quiere que nadie más lo sea; quiere ser sólo “él”. Y ahí es cuando se hunde. Vos crecés cuando nadás pa´ fuera.

-Usted hacía hincapié en la falta de maestros. ¿Es algo de nuestros tiempos o siempre fue así?

-De toda la vida. El mundo está estructurado sobre bases falsas. Dos cosas te voy a decir: si hay alguien que debiera ser protegido, ayudado para que se prepare muy bien, tendría que ser el maestro, porque el maestro tiene que formar gente. Pero no. El maestro es cualquier croto: “¿Negro, quiere ser maestro?”, le preguntan a cualquiera, y le dan dos mangos. El maestro no puede estar pensado cómo paga las cuentas; tiene que ser el que mejor gane. Y la Policía también. Porque la Policía tiene que resguardar el orden, vigilar, cuidar. Es la mamá que nos cuida. Pero si vos le pagás dos mangos de sueldo y traés a cualquier atorrante, te va a cagar. ¡Ojo! Ahora pa’ cuidar el banco, sí: el que va a cuidar la plata es el mejor del pueblo, tiene que ser un tipo preparado con diplomas. Pa’ la plata, sí; pa’ cuidar la vida, no.

Pero la que hizo que sea lo que soy fue la gente. Porque si a mí no me hubieran aplaudido en público, si no me hubieran comprado los discos, si muchachos jóvenes como ustedes, de los diarios y revistas, no se hu-bieran preocupado por preguntar-le a Guarany qué hace, qué piensa, qué siente… yo creo que hubiera llegado, sí, pero no al lugar que he llegado hoy. Donde me siento hasta deudor. Todo lo que recibí es dema-siado. Mucho más de lo que merece cualquier persona.

-¿Dónde empezó todo?-Nací en el monte, en los obra-

jes de la forestal donde mi padre, un indio del cual estoy orgulloso de su sangre, se casó con una española.

MEMORIAS DE NUESTROS PAGOS-¿Qué recuerdos tiene de Lincoln?-Los carnavales. No me llamaron más, ¡hijos de puta!-¿Le gustó la ciudad?-Es un pueblito… ¡Qué va a ser lindo! Es como Luján. Pero claro, para la nota tengo que decir: ‘¡es un gran pueblo!’.Guarany 100%.

Page 3: Horacio Guarany - "¡Sigo cantando porque no tengo un mango!" - Telémaco

entrevista

35

“La mayoría se hace famoso y no quiere que nadie más lo sea. Ahí es cuando se hunde. Vos crecés cuando

nadás pa´ fuera”.

-¿El gran problema es la falta de educación?

-La educación es la base de la vida. El problema más grande que tienen todos los países del mundo es que todos se abocan a la economía. Creen que el país triunfó porque tienen un superávit económico. ¡Fracasan!

Falta educación, falta formación del hombre. Lo primero que hacen con el pobrecito, ni bien aprendió a hablar, es mandarlo a la escuela. ¡Gran error! En la escuela les dan armas con las que, cuando crecen, empiezan a matar gente, porque no saben para qué sirven. Con las matemáticas aprendés a cagarlo al otro, a estafarlo, a meter la mula, a trampear. La matemática, bien usada, es como la penicilina, pero si la usás mal es lo peor que debe haber. La mayoría del mundo la usa mal, la usa para provecho propio, para

enriquecerse. -¿Y cómo debería formarse al

hombre?-Primero hay que enseñarles qué

es la vida: justicia, paz, libertad, respe-to, responsabilidad; enseñarle al niño que el trabajo es la cosa más linda que tiene la vida. El hombre desprecia el trabajo y felicita al que no trabaja, que es un pobre desgraciado. El tra-bajo dignifica: esta mesa –la golpea con sus dos manos- la hice yo, esta silla la hice yo. ¡Yo sirvo! Se le enseña el amor a la patria… si el pibe no sabe qué carajo es la patria. Los hacen reci-bir de médicos, ingenieros, doctores, abogados. Cuando se recibe no sabe qué es la vida; es un gran ingeniero, pero un pobre tipo. Le dan títulos y no sabe gozar de la vida. Sabe gozar de ese título que tiene pa´ ganar pla-ta, pa’ comprarse auto, que es la cosa más horrible: ese laterío inmundo que anda por las calles y lo único que hace es prostituir al hombre. La idiotez más grande es tener auto, y la gente cree que cuando tiene auto ha triunfado. Te lleva, pero podés ir de otra mane-ra.

-¿Entonces el mundo ha vivido equivocado, como decía Fontana-rrosa?-El mundo está mal hecho, el mun-do se basa en el oro, que es un metal tonto, que brilla y poco. Eso es lo que determina cuánto vale mi trabajo. ¿Cuándo mierda van a saber lo que es atar un buey, manejarlo, abrir la tierra y de ahí sacar lino, trigo, ceba-da; o levantar ladrillo por ladrillo? El albañil hizo todo esto y no tiene casa. El albañil hizo París, Londres, Buenos Aires, pero vive en un rancho de lata. ¡Basta de joda! ¡Hagan la vida como corresponde!

-¿Nunca pensó en meterse en política? -Me han ofrecido, me han querido poner de intendente, diputado… de todos los partidos, eh. Pero no.

Page 4: Horacio Guarany - "¡Sigo cantando porque no tengo un mango!" - Telémaco

36

“El albañil hizo París, Londres, Buenos Aires, pero vive en un rancho de lata.

¡Basta de joda! ¡Hagan la vida como corresponde!”

-¿Por qué?-Te voy a contar: fui peronista.

Trabajaba en los barcos y ganaba 70 pesos por mes. Vino Perón y nos au-mentó a $110, nos dio jubilación, in-demnización, que es la mejor ley por-que antes te decían “vos mañana te vas” y cagaste; aguinaldo... “¡Está loco Perón! ¡Se está pasando!”, decíamos. Nos dio 5 leyes y en realidad nos te-nían que dar 100. A Perón lo pusieron para frenar la verdadera revolución que venía de abajo. Entonces lo pu-sieron a él, gran pinta, gran carisma… Bueno, cayó Perón y dejó a la mujer. ¿Los peronistas no le podían decir: no dejes a esta que no sabe un carajo? Entonces me calenté. Me hablaron los comunistas. “Ahí la gente se reúne, se escucha”, decían. Comunismo: ¡eso es bueno! Un año, dos y lo único que hacía era poner 500 mangos para los dirigentes; me pusieron una bomba en mi casa y ni un comunista apare-ció. Me echaron del país como a un perro: se van a la puta que los parió los comunistas. No creo en ningún político, no tengo fe, cuando veo las cosas buenas las aplaudo y, cuando veo las cosas malas, las combato.

-¿Y ahora qué apoya?-Estoy apoyando a mi mujer, pero

salió. (Risas)-¿Lee los diarios, mira los noti-

cieros? -Sí, leo Clarín… ¡Andá a la mierda!

–se desdice, y enseguida argumenta sin que se le pregunte demasiado-. Pero Clarín tiene su razón, defiende lo que es él. ¿Qué querés que defienda? Si es eso, un emporio de ricachones que trabajan pa’ ellos, pa’ cagar a todo el que se le pone en contra. ¡Si vos le creés, te jodés!

-¿Qué relación tiene con el rock nacional?

-Admiro a todos los músicos que hacen música de rock and roll o de pop, porque hacen la cosa más no-ble que tiene la vida, que es la mú-sica. La música nace con uno, brota con uno, como el idioma. Me duele

Su amistad con Matias Almeyda

Soy de Boca pero Matías es un hermano. Ahora cuando lo echaron lo llamé y le dejé un mensaje en el contestador en el que le decía: ‘Matías, la vida es un partido de fútbol; se gana y se pierde. Vos perdiste muchos, empataste muchos, pero ganaste uno que vale por todos, que es haber puesto los huevos cuando había que ponerlos’. Es muy buen pibe. Lo conocí un día que me llamaron de Azul para cantar y no encontraba el lugar, toqué timbre en la casa de la dirección que me habían pa-sado y era la casa de él. ¡Me llamaron para tocar en su casa! ¡Qué hijo de puta!

de los rockeros, con todo respeto, que esa capacidad enorme que tie-nen para hacer música no la utilicen para mejorar la música nuestra, que es muy rica. Estos muchachos se de-jan influenciar y es lógico. Mi hijo es rockero, toca la guitarra eléctrica. Es lógico porque lo que reciben desde niños no es la música de acá: nacen, crecen y se desarrollan escuchando la música de Norteamérica, que usa los sponsors para inculcar y lavar los ce-rebros del mundo. Está bien que sea así, lo que no está bien es que se olvi-den de su música. Es como cuando en una fiesta presentás a tu novia: no vas a presentar una paisanita, presentás un minón con buena figura, las uñas bien pintadas... Pero no te avergüen-ces de tu vieja que está ahí con las manos sucias de lavar los platos. Las uñas no las tiene pintadas, el delantal

INGRESÁ AL FACEBOOK

DE TELÉMACO Y ESCUCHÁ AUDIO DE HORACIO “PUEBLO”

GUARANY, EN EXCLUSIVA.

Page 5: Horacio Guarany - "¡Sigo cantando porque no tengo un mango!" - Telémaco

entrevista

37

está sucio, ¡pero es tu madre, carajo! Conocé a tu madre, mostrá a tu ma-dre con orgullo, no con vergüenza. No te pido que hagas chacarera, zamba, porque la música tiene sus tiempos; pero los rockeros, que son músicos, pueden mejorarla. Como hizo Piazzo-lla con el tango. ¡Qué lástima! Eso me duele: que no se dediquen a mejorar y actualizar el folklore, porque podrían tocar las dos cosas.

“Me duele de los rockeros, que esa capacidad que tienen

para hacer música, no la utilicen para mejorar la música

nuestra, que es muy rica”

-¿Y conoce a algún exponente del rock?

-A (Ricardo) Iorio. Soy amigo de él. Vino acá a Luján, tocó y lo fui a ver. Tuve que aguantarlo, eh, no enten-día un carajo. Después nos tomamos unos whiskies. Con los Memphis tam-bién hablábamos. A mí me quieren mucho los rockeros. Me dijeron que Pappo era fana mío, pero no llegué a conocerlo.

-¿Qué música escucha?-A Guarany.Es ahí cuando se levanta y va de-

recho hacia el equipo de música. Elige un disco suyo, “Canta al Paraguay”, y

guita la gasto. Viajo a París, Londres, la hago mierda… Tengo 87 pirulos, ¿para qué la voy a guardar? Trabajo una o dos veces por mes y con eso vivo. La guita y las mujeres no hay que guardarlas.

Y tras una hora y media… “¡Ya me tienen podrido!”, nos dice en ese tono tan Guarany. Es el momento de la des-pedida. Antes posa para las fotos –un festival para nuestra amiga Mariana Palacio-, repite el chiste del perro y entonces viene el saludo. “¡Ojo! Beso no, putito, eh”.Producción: P.F. Fotos: Albertina Fotografía

pone la pista “Guyra Hu”. Señala otro que grabó con la sinfónica de Moscú. Oímos en silencio y luego retoma: “Yo me cansé de cagarme de hambre en Buenos Aires, hasta que me escuchó Herminio Giménez, un músico para-guayo que me llevó a su orquesta y ahí empecé a volar. Por eso ahora que me retiré les grabé un disco a los para-guayos y se los regalé”.

-Habla de retiro pero sigue arri-ba de los escenarios. ¿Por qué sigue cantando? -¡Porque no tengo un mango! Yo a la

LABORATORIO DE ANALISIS CLÍNICOS

Y BACTERIOLÓGICOS

BALLATORE - OLABERRÍAOsvaldo Ballatore M.P. Nº 212

Eduardo M. Olaberría M.P. 176

(Ex residentes del Hospital de Clínicas Ciudad de Córdoba)

Av. Alem 943 TeleFax: (02355)-4-22771 [email protected] - Lincoln