horacio bojorge · 2018. 11. 22. · 1. - el ‘padre nuestro’: oración suprema 2. - jesús,...

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  • HORACIO BOJORGE

    ORAR COMO EL HIJO

    ORAR COMO HIJOS

    ¡UPA PAPÁ!

    ELEVACIONES AL

    PADRE NUESTRO

  • ¡A Ti! ¡Padre de las Luces! de quien proviene toda paternidad

    en los cielos y en la tierra...de Quien venimos y a Quien vamos

    Que desde siempre nos destinaste a ser tus hijos...nos engendraste, nos engendras

    y nos seguirás engendrando por los siglos, con una generación eterna,

    comunicándonos sin términotu misma Vida divina

    tu Amor y tu Bienaventuranza

    A Ti, desconocido hermanomiembro de la nación dispersa

    de los Hijos de Dios

  • INDICE

    PRÓLOGO

    ORACIÓN¡Jesús, Hijo de Dios, Maestro de filialidad!¡Padre Nuestro!

    Capítulo Primero DEL ‘PADRE NUESTRO’ EN GENERAL1. - El ‘Padre Nuestro’: oración suprema2. - Jesús, maestro de oración filial3. - Resumen de todo el Evangelio4. - Orar con el deseo5. - El Padre Nuestro: Camino de Perfección6. - Una breve explicación de San Agustín7. - Consejos de san Ignacio de Loyola para orar el ‘Padre Nuestro’

    Capítulo Segundo LA INVOCACIÓN FILIAL1. - Padre Nuestro que estás en los Cielos2. - Padre Nuestro3. - Que estás en los Cielos: El Padre celestial4. - En los Cielos: El ‘espacio’ espiritual

    Capítulo TerceroLOS DESEOS DE HIJO: POR SER HIJODE CARA A TI, OH PADRE1. - El Deseo: termómetro de la caridad filial2. - Santificado sea tu Nombre3. - Venga tu Reino

    4. - El Reino del Padre5. - Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo

    6. - ¡Hágase tu voluntad! (1)7. - ¡Hágase tu voluntad! (2)8. - ¡Hágase tu voluntad! (3)

    9. - Así en la tierra como en el cielo (1)10. - Así en la tierra como en el cielo (2)11. - Así en la tierra como en el cielo (3)

    Capítulo CuartoLO QUE NECESITAMOS NOSOTROSTUS HIJOS PARA SEGUIR SIENDO HIJOS TUYOS1. - Las tres peticiones siguientes: tres gritos de auxilio2. - El pan nuestro de cada día dánosle hoy (1): diversas interpretaciones

    3. - El pan nuestro de cada día dánosle hoy (2): ¿Pan material, sacramental, espiritual?4. - El pan nuestro de cada día dánosle hoy (3): La Eucaristía, la Palabra, el Reino

    II

  • 5. - El pan nuestro de cada día dánosle hoy (4): El Pan de los Hijos6. - Perdónanos nuestras ofensas y deudas (1): Los derechos de Dios que le son debidos

    7. - “Nuestras” ofensas (2): Al Padre las ofensas de los hijos le duelen más8. - “Nuestras” ofensas (3): A los hijos les duele ver al Padre ofendido9. - Perdona nuestras ofensas (4): Este es el clamor intercesor de Jesús.10. - Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden11. - Perdónanos como nosotros perdonamos

    12. - No nos dejes caer en la tentación: ¿Cómo y por quién somos tentados?13. - La tentación (1): La ocasión de elegir amar al Padre14. - La tentación (2): Se le presenta al varón y a la mujer en forma disimétrica15. - ¿Puede tentarnos Dios?16. - No nos dejes ‘entrar’ en la tentación17. - ‘La’ tentación (3): No buscar primero y ante todo la justicia filial18. - ‘La’ tentación (4): El escándalo ante la Cruz19. - ‘La’ tentación (5): Nuestra tentación y ‘la’ tentación de Jesús20. - ‘La’ tentación (6): Jesús por haber sido tentado es pontífice misericordioso

    21. - Líbranos del Malo22. - ¡Líbranos!23. - Líbranos ‘del Malo’

    COLOQUIO

    EPÍLOGO

    BIBLIOGRAFÍAAutores y obras consultados

    III

  • PRÓLOGO

    Querido lector: henos aquí, en la cima del Monte de las Bienaventuranzas, donde hemos subidopara escuchar de la boca de Jesucristo en persona lo que nadie más que Él pudo enseñar a la Humanidad.

    En un tomo anterior te he expuesto su proclamación de las Bienaventuranzas, que son elexordio o comienzo cautivante del Sermón de la Montaña. En estas páginas te propongo el ‘Padre Nuestro’, que es el corazón mismo del Sermón. No sólo el corazón lógico de su estructura temática. Sino la culminación de lo que Jesús aspira a lograr con su predicación: filializarnos, introducirnos en la intimidad de una relación confiada, infantil, dócil y gozosa con el Padre.

    En el resto del Sermón de la Montaña, Jesús nos hablaba del Padre. Pero en el ‘Padre Nuestro’ nos enseña a hablarle al Padre; nos pone al habla con el Padre. Es en ese sentido que considero al ‘Padre Nuestro’ como el corazón, como la entraña más recóndita del Sermón de la Montaña. Porque en el ‘Padre Nuestro’, el Padre, que era hasta entonces un Él, del que Jesús nos hablaba, se nos convierte en un Tú, con el que Jesús nos enseña a hablar, con el cual nos vincula de corazón. Con el ‘Padre Nuestro’ Jesús nos levanta para dar los primeros pasos en un diálogo con el Padre.

    Jesús desencadena así un divino proceso filializador. No es otra cosa, propiamente, que la mismísima Bienaventuranza antes prometida, pero ahora puesta en acto. En el diálogo con elPadre, que comienza con el Padre Nuestro pero que será eterno, seremos engendrados como hijos, y nos recibiremos del Padre, en lo secreto, acogidos en un ‘nosotros’ divino-humano de multitud de hermanos: filial-paterno y filial-fraterno.

    ¡Nosotros, tus hijos, Padre! ¡Nosotros y Tú! ¡Padre! ¡Para siempre! ¡Para siempre!

    Cuando Jesús nos enseña el ‘Padre Nuestro’ es porque ya nos considera capaces de empezar a hablar con el Padre. Es decir, nos lo entrega porque considera que hemos pasado unaprueba de aptitud en la escuela de hacernos hijos. Jesús ha empezado a considerarnos Hijos como Él. Jesús se presenta ante el Padre orando junto con nosotros, ‘sus hermanitos más pequeños’, a quienes ha enseñado a invocarlo: Padre Nuestro.

    ¡Qué experiencia escalofriante! ¡Qué novedad absoluta en la historia religiosa de la humanidad! Una nueva conciencia paterno-filial empieza a instalarse en los oyentes de Jesús, que, imitándolo, se atreven a hablar con Dios como a un Padre. Y desde allí no cesará de irse difundiendo a través de los siglos y a todas las naciones de la Tierra.

    En esa hora bienaventurada sobre la Montaña del Sermón, comienza sobre la Tierra un culto distinto, que ya no es como el de Jerusalén ni como el de Samaría. Un intercambio de Espíritu y Verdad. La nueva humanidad de los hombres filiales empieza a vivir, como un nuevoNosotros fraterno, de cara al Tú del Padre; a imitarlo en su obrar; a tenerlo como el Tú principal de su existencia; a recibirse a sí mismos del Padre como un don de la divina caridad (por no decir ‘amor’, que es palabra anodina). Pero sobre todo, empiezan a decirle ‘Papá’, con infantil confianza, con balbuceo de niños. Cosa que no podría suceder sino en Espíritu y verdadfiliales: en el Espíritu de Jesús, el Hijo verdadero.

    El Padre Nuestro, como patrón o modelo del discurso filial dirigido al Padre es, pues, elpunto de ignición, donde se comienza a encender una comunicación, un diálogo que es reflejo del diálogo eterno y bienaventurado que no cesará jamás.

    Estas páginas quieren ser Elevaciones al Padre Nuestro. Entiéndase bien: no al texto de la oración de Jesús, sino a la Persona divina misma del Padre. He intentado eludir el lazo que tiende a atraparnos en el comentario del texto, aunque sea texto sagrado. El texto es sólo un

    INTRODUCCIÓN ¡PADRE NUESTRO! - H. BOJORGE –

    IV

  • pretexto. Es sólo un dedo índice que apunta al Padre y que no hay que quedarse mirando como perro bobo que no sabe mirar a lo que apuntamos. Cuando esto sucede, el comentario se transforma a sí mismo y al texto comentado, en letra que mata. Ni el mismo ‘Padre Nuestro’ está libre de quedarse en letra muerta o que mata.

    Yo quisiera, querido lector, que estas páginas pudieran levantarte, auparte al diálogo filial con nuestro Padre. Imploro sobre ellas al Espíritu, pues Él solo puede obrarlo. Es a lo único que estas páginas aspiran y lo único que me parece justificarlas. De lo contrario merecerían ser arrojadas con una piedra atada, al fondo del mar de los escritos superfluos.

    Santa Teresa confiesa que prefiere orar con el Padre Nuestro a leer muchos libros, porque con ellos, dice, “parece que se nos pierde la devoción precisamente en aquello donde más importa tenerla”. ¿Tendrán estas páginas que ponerse el sayo de las palabras de la Santa doctora? Mi intención ha sido que pudieran ayudarte a levantar vuelo orante, que te sirvieran para subir al Padre y encontrarte con Él. Pido que logrado eso, puedas abandonar este libro y olvidarte de él, como el avión abandona la pista y el pasajero ya no piensa en ella.

    Cuando daba estas páginas a la imprenta, vino a confirmarlas la invitación del Vicario de Cristo, Juan Pablo II en su Mensaje de Cuaresma de 2004:

    “Con la sencillez típica de los niños nos dirigimos a Dios llamándolo, como Jesús nos ha enseñado, “Abbá”, Padre, en la oración del Padrenuestro ¡Padre nuestro! Repitamos con frecuencia a lo largo de la Cuaresma esta oración; repitámosla con profunda devoción. Llamando a Dios Padre nuestro, nos daremos cuenta de que somos hijos suyos y nos sentiremos hermanos entre nosotros. De esta manera, nos resultará más fácil abrir el corazón a los pequeños, siguiendo la invitación de Jesús: “El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe” (Mt 18,5). Con estos deseos, invoco sobre cada uno de vosotros la bendición de Dios por intercesión de María, Madre del Verbo de Dios hecho hombre y Madre de toda la humanidad. Vaticano, 8 de diciembre de 2003

    Sobre este libro

    Este volumen es el segundo de una serie que deseo dedicar a la exposición del Sermón de la Montaña. El primer volumen de la serie se ha publicado ya, con el sobretítulo: Vivir como el Hijo, vivir como Hijos y el título: Las Bienaventuranzas. Es un comentario espiritual y exegético a ese prólogo del Sermón que son las Bienaventuranzas.

    Este segundo volumen de la serie, contiene un comentario al Padre Nuestro. Si las Bienaventuranzas son el prólogo, el Padre Nuestro es el centro y como el corazón del Sermón. El sobretítulo Orar como el Hijo, orar como Hijos, lo pone en relación con el anterior por semejanza. Pero si aquél era un comentario espiritual y exegético, éste contiene ‘elevaciones’ al Padre: aspira a inducir a la oración.

    Estas elevaciones al Padre Nuestro se editan aparte porque este volumen tiene su unidad propia; porque es de un género distinto al volumen de las Bienaventuranzas y para no abultar demasiado los dos volúmenes que pensamos dedicar aún a comentar todo el Sermón. El primero, de género parenético, conteniendo el Sermón predicado. El otro, conteniendo un comentario exegético y espiritual: el Sermón explicado.

    INTRODUCCIÓN ¡PADRE NUESTRO! - H. BOJORGE –

    V

  • Montevideo, en la solemnidad del Bautismo del Señor,

    11 de enero de 2004

    INTRODUCCIÓN ¡PADRE NUESTRO! - H. BOJORGE –

    VI

  • ORACIÓN

    ¡Jesús, Hijo de Dios, Maestro de filialidad!

    Jesús, Tú eres nuestro Maestro. Tú tienes palabras de Vida eterna. En estos días nos hemos fascinado con esa Palabra tuya tan sencilla y sin embargo tan llena de misterio, tan hermosa, en la que nos revelas nuestra propia identidad, nuestra propia condición… No sabíamos lo que éramos hasta que Tú nos lo has revelado: ¡hijos del Padre!

    Saber que soy Tu Hijo, Señor, alegra mi corazón.

    ¡Padre! Tú eres mi Padre porque de Ti recibo el ser, continuamente, en cada momento; porque de Ti recibo la Vida, que es Tu Espíritu Santo, en quien vives Tú y el Hijo, que procede de Ti y del Hijo ¡Vida Divina! Y esa Vida es la que me comunicas. La herencia de los hijos eres Tú, ¡oh Espíritu Santo del Padre y del Hijo! Padre, derrama sobre nosotros el espíritu filial, ese espíritu con el que Tú haces corazones nuevos, como les prometiste a Jeremías y a Isaías: “Yo quitaré de vosotros el corazón de piedra y pondré en vosotros un corazón de carne. Mi Espíritu lo cambiará. Y andaréis por otros caminos”. ¡Claro! Por el Camino del Hijo. “Yo soy el Camino. Nadie va al Padre si no es por Mí.” Gracias, Jesús, por hacerte nuestro Camino para ir al Padre, por hacerte nuestro Maestropara ser hijos.Hemos meditado, nos hemos iluminado con el Sermón de la Montaña y volvemos a Ti hoy para que nos sigas enseñando con Tu Enseñanza, con la Luz de las Escrituras y de los Santos Apóstoles acerca de este misterio de la nueva vida, de la regeneración. Para que no sea para nosotros solamente una verdad teórica, puramente mental, una verdad que está en la cabeza, que hemos aprendido en el Catecismo pero que no ha bajado hasta nuestro corazón y que todavía no gobierna nuestra vida. Para que podamos rezar el Padrenuestro no sólo con los labios sino con el corazón, con el deseo. Llena nuestros corazones del deseo filial, del deseo de los hijos.

    ¡Padre Nuestro!

    Padre nuestro, que estás en el Cielo, Santificado sea Tu Nombre. Que todos los hombres sepan que Tú eres Padre y que los creaste para que pudieran llegar a ser tus Hijos. ¡Que ninguno se pierda esta oferta de tu amor y tu dicha divina! Venga a nosotros Tu Reino, el Reino de los hijos, que nos hace ciudadanos de Tu Reino de Padre. Hágase Tu Voluntad. No la nuestra, Padre, la tuya. Porque Ella es Gloriosa, porque Ella es beatificante. Es Ella la que nos hace felices, no nuestros caprichos. Hágase Tu Voluntad así en la tierra como en el Cielo, donde los Ángeles la hacen, dondeel Hijo la cumple eternamente, gozosamente. Como en el Cielo, con el Gozo Celestial. Que podamos vivir en la tierra por adelantado el Gozo Celestial de hacer Tu Voluntad ¡oh Padre! Y que ese Gozo Celestial con que cada uno cumple Tu Voluntad nos una entre nosotros con un Gozo fraterno, en la fiesta de los hijos.

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  • El Pan nuestro de cada día dánosle hoyDanos el Pan de tu Palabra que nos hace vivir como Hijos; tu Palabra que nos da la vida, el Pan de tu Palabra hecha carne y hecha Eucaristía. Danos de ese Pan y agiganta el hambre de hacer tu Voluntad: Danos tu Voluntad como Pan que nos hace hijos.Quítanos toda preocupación por el mañana. Que podamos descansar en la seguridad de que Tú te cuidas de nosotros más que nosotros mismos. En Tus Manos ponemos nuestras inquietudes, nuestras necesidades, nuestra gloria, nuestros bienes, nuestros planes. A Ti nos entregamos, ¡oh Padre! También nuestro futuro lo ponemos en Tus Manos porque está en las mejores manos. Nosotros mismos nos ponemos en tus manos para que nos hagas hijos.

    Perdona nuestras ofensas, Padre. Perdónanos sobre todo el vivir tantas veces de espaldasa Ti, no reconociéndote como Aquél de quien debemos recibir la vida e intentando ser nosotros los padres de nosotros mismos, engendrarnos a nosotros mismos según nuestros propios planes, según nuestros propios deseos. Perdónanos, Padre, nuestras ofensas como nosotros perdonamos también a aquellos que no nos reconocen a nosotros. No nos dejes caer en la tentación. ¡Son tantas las tentaciones que nos vienen de nuestra propia carne herida por el pecado! ¡Tantas las que nos vienen desde el mundo! Porque elespíritu está pronto pero la carne es flaca. Danos un espíritu de oración que nos mantenga firmes en medio de las tentaciones que vienen de la carne, que nos vienen del mundo, la carne de los hombres organizada en reino del pecado, y del príncipe de este mundo, Satanás. Guárdanos de Satanás también, ¡oh Padre!, y de las acechanzas de la raza de la serpiente. ¡Amén!

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  • Capítulo Primero

    DEL ‘PADRE NUESTRO’ EN GENERAL“La hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores

    adorarán al Padre en Espíritu y en Verdad,porque así son los adoradores que el Padre quiere.

    Dios es Espíritu y los que lo adoran deben hacerlo en Espíritu y en Verdad”(Juan 4,23-24)

    “Vosotros, pues, orad así: ¡Padre Nuestro!...”(Mateo 6,9)

    “Fijáos bien en qué clase de amor nos comunicó el Padrepara que nos llamemos y seamos verdaderamente hijos de Dios...

    Por eso el mundo no sabe quiénes somos, porque no lo conoce a Él [como Padre]Nosotros somos, desde ya, hijos de Dios muy amados”

    (1 Juan 3,1-2)

    “Recibísteis un Espíritu de filiaciónque nos hace capaces de exclamar: ¡Abbá! ¡Papá!”

    (Romanos 8,15)

    1. - EL ‘PADRE NUESTRO’: ORACIÓN SUPREMA

    El Padre nuestro es una escuela de deseos para filializar el corazón. ¿Por qué San Mateo nos presenta la oración filial enmarcada por un prólogo y un epílogo?

    1) La cumbre y el centro del Sermón de la Montaña es la revelación del Padre Nuestro. La gran revelación. El Padre Nuestro es la radiografía del Corazón filial: del Corazón de Jesús y de cualquiera que quiera vivir como hijo.

    2) Jesús solemniza la presentación del Padre Nuestro colocándolo entre un ‘prólogo’ y un ‘epílogo’. El prólogo contiene el consejo de no usar muchas palabras como los gentiles, sino poner el corazón abierto ante el Padre; porque uno, si es hijo, ya sabe que Él conoce nuestras necesidades y deseos: “Y, al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuranque por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo” (Mt 6,7-8).

    3) Sigue a continuación el texto mismo del ‘Padre Nuestro’. “Vosotros, pues, orad así: ¡Padre nuestro que estás en los cielos! ¡Santificado sea tu Nombre!¡Venga tu Reino!¡Hágase tu Voluntad como en el cielo así también en la tierra!El pan nuestro de cada día dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes entrar en la tentación, mas líbranos del Malo. Amén” (Mt 6,9-13)Es la oración del Hijo, propuesta por él a los que quieran vivir como hijos. Con ella, Jesús quiere enseñarnos deseos del corazón, más que meras palabras o fórmulas de oración vocal.

    CAP 1 – EL PADRE NUESTRO EN GENERAL ¡PADRE NUESTRO! - H. BOJORGE –

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  • Por eso el prólogo nos avisa que el Padre Nuestro no debe ser un palabrerío. (¡aunque sea un palabrerío cortito!). Ha de expresar, más que palabras, deseos del corazón filial. Nuestro corazón se hace filial en la medida en que le salen espontáneamente, como deseos sinceros y profundos, las peticiones del Padre Nuestro.

    4) Después viene el epílogo: “Porque si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas”. (Mt 6,14-15).

    5) Así como el prólogo enseña que el ‘Padre Nuestro’ no ha de quedarse en mera repetición de palabras sino que debe expresar deseos, el epílogo nos recuerda lo que Jesús ya nos había dicho antes: “Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan... para que seáis hechos hijos de vuestro Padre celestial... vosotros pues, sed perfectos como vuestro Padrecelestial es perfecto” (Mt 5,43-48).

    6) Para ser Hijo hay que tener un corazón como el del Padre. Sólo así podemos adorar al Padre en Espíritu y en Verdad (Juan 4,23)

    ¡Jesús, danos un corazón de hijo, semejante al tuyo, para derramar tus mismos deseos delante del Padre como tú lo hacías! ¡Espíritu Santo, dame un corazón filial como el de Jesús, para desear lo mismo que Él!

    2. JESÚS MAESTRO DE ORACION FILIAL

    Jesús aprendió a orar de María, de José y en su pueblo, pero el Padre lo hizo maestro de una nueva oración para todos los tiempos.

    1) El Catecismo de la Iglesia católica (=CIC) nos enseña cosas muy hermosas acerca dela oración de Jesús, nuestro Maestro de oración. Nos dice que Jesús, verdadero hombre, aprendió a orar como aprendían los niños judíos de su época. Jesús los aventajó, sin embargo, porque tuvo una maestra de oración muy especial: su Madre, María santísima. Jesús aprendió aorar de su Madre, que conservaba y meditaba en su corazón todas las “maravillas” del Todopoderoso, las palabras del Ángel Gabriel, los misterios de la concepción y del parto virginales, y tantos otros misterios.

    2) Jesús aprendió a orar, además, de su pueblo, en el templo y la sinagoga. Allí aprendióa recitar y cantar los salmos y demás oraciones de los judíos piadosos. Sin duda también san José, varón justo, iniciado también en el misterio de Jesús, le enseñó a orar y a leer las Escrituras, a memorizar y recitar los salmos, a interpretar las Escrituras y a aplicárselos a sí mismo, para cumplirlas celosamente pues le trasmitían la voluntad del Padre. El Espíritu Santo las había inspirado principalmente para Él. Y Él vino a darles cumplimiento hasta el ‘todo está cumplido’ en la Cruz.

    3) “Pero – prosigue el Catecismo – su oración brota de una fuente secreta distinta, comolo deja presentir a la edad de doce años: “Yo debo estar en las cosas de mi Padre” (Lucas 2, 49).

    4) Aquí comienza a revelarse la novedad de la oración cristiana, novedad absoluta surgida en la plenitud de los tiempos: “‘la oración filial’, que el Padre esperaba de sus hijos, va a ser vivida ¡por fin! por el propio Hijo único. Va a ser vivida por él en su Humanidad, con sus hermanos, con los hombres y a favor de ellos” (CIC 2599).

    5) La oración que nos enseña Jesús en la Montaña es su oración. El Catecismo dice: “Elcamino de nuestra oración es su propia oración al Padre” (CIC 2607). “No hay otro camino de oración cristiana que Cristo [...] La santa humanidad de Jesús es, pues, el camino por el que el

    CAP 1 – EL PADRE NUESTRO EN GENERAL ¡PADRE NUESTRO! - H. BOJORGE –

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  • Espíritu Santo nos enseña a orar a Dios nuestro Padre” (CIC 2664). Jesús afirma: “Yo soy el camino, la verdad y la vida... nadie viene al Padre si no es por mí” (Juan 14,6).

    6) Nuestra oración al Padre debe hacerse en comunión con Jesús. Cuando lo invocamos como Padre “nuestro”, reconocemos que es el Padre de Jesús y nuestro. Jesús y sus discípulos somos un solo nosotros filial y fraterno ante el Padre. “Nuestra oración, ya sea comunitaria o individual, ya sea interior o vocal, no tiene acceso al Padre más que si oramos ‘en el Nombre de Jesús’” (CIC 2664), y por Él, con Él y en Él, injertados en el nosotros filial.

    7) Aunque un cristiano ore solo e individualmente, siempre está unido a la comunión delos santos y se dirige al Padre unido al “nosotros” de la Iglesia y al Jesús glorioso.

    8) Jesús no es solamente nuestro Maestro para enseñarnos los deseos expresados en el Padre Nuestro, sino nuestro hermano mayor, para rezarlo siempre junto con nosotros. Es nuestro sacerdote eterno que siempre preside nuestro rezo del Padre Nuestro. Nunca lo rezo solo. Jesús siempre lo reza conmigo y con todos los hijos de Dios dispersos.

    ¡Jesús, te pido la gracia de rezar siempre al Padre con la conciencia de que oro contigo y todos tus hermanitos más pequeños! ¡La conciencia de que soy miembro de ese gran Nosotros divino humano que ora al Padre con tus deseos! ¡La conciencia de que nunca estoy solo frenteal Padre!

    3. - RESUMEN DE TODO EL EVANGELIO

    El Padre Nuestro, es una oración única, nos viene del Señor mismo y Él nos da el Espíritu que permite orarla.

    1) Al Padre Nuestro se le ha llamado tradicionalmente en la historia de la Iglesia: la oración ‘dominical’. O, lo que es lo mismo: la oración ‘del Señor’1. Esta oración inspirada, de origen divino y revelada por Dios mismo, encierra en sí tesoros de gracia inagotables y es por sí misma la expresión y el camino de la santidad filial.

    2) Tertuliano afirma que “la oración dominical es, el resumen de todo el evangelio”. Y recomienda que cualquier oración que hagamos, la comencemos orando de corazón el Padre Nuestro (CIC 2761).

    3) San Agustín la considera como el compendio de todas las oraciones bíblicas que las resume todas: “Recorred –dice – todas las oraciones que hay en las Escrituras, y no creo que podáis encontrar algo que no esté incluido en la oración dominical”.

    4) Santo Tomás de Aquino afirma: “La oración dominical es la más perfecta de todas lasoraciones... En ella, no sólo pedimos todo lo que podemos desear rectamente, sino que además lo pedimos en el orden de prioridad en que conviene desear cada cosa. De manera que esta oración no sólo nos enseña a pedir, sino que también nos enseña a querer”.

    5) El Espíritu Santo da forma nueva a nuestros deseos. Jesús nos enseña no sólo palabras para repetir, sino deseos del corazón para expresarse en ellas o en otras parecidas. Junto con las palabras filiales nos da el Espíritu Filial para decirlas desde el corazón y como él mismo las pronunció, “con grande clamor y lágrimas” (Hebr 5,7).

    6) Efectivamente, sólo quien tiene el Espíritu de hijo puede decirla desde el corazón, como corresponde a ‘verdaderos adoradores que adoran al Padre en Espíritu y en Verdad’ (Juan4,23), con palabras que son en nosotros ‘espíritu y vida’ (Juan 6, 63).

    1 No se le dice dominical porque se rece en Domingo, sino porque es la ‘Oratio Domini’, la ‘Oratio Dominica”, o sea la oración del Señor. En latín, ‘Señor’ se dice Dominus. Y de allí deriva el nombre del ‘día del Señor, el Domingo’ = Dominicus; y de la oración del Señor ‘oración dominical’ o Padre Nuestro.

    CAP 1 – EL PADRE NUESTRO EN GENERAL ¡PADRE NUESTRO! - H. BOJORGE –

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  • 7) “La prueba y la posibilidad de nuestra oración filial –dice el Catecismo – es que el Padre ‘ha enviado a nuestros corazones el Espíritu del Hijo que clama ¡Abbá, Padre!” (Gal 4,6).

    8) Ya que nuestra oración expresa nuestros deseos ante Dios, es también el Padre, ‘el que escruta los corazones’, quien ‘conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios’ (Rm 8, 27). La oración al Padre se inserta en la misión misteriosa del Hijo y del Espíritu” (CIC 2766). Ambas misiones convergen en el Padre Nuestro.

    4. - ORAR CON EL DESEO

    El Padre Nuestro expresa ansias interiores con gemidos exteriores. Un ardor del corazón filial.

    1) ¡Santificado sea tu nombre! ¡Venga tu Reino! ¡Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo! Estas tres exclamaciones expresan el deseo de un corazón filial como el de Jesús, que arde en amor al Padre de quien lo recibe todo como don de Amor y cuya gloria desea ardientemente. Siguen luego otras peticiones que expresan las necesidades propias y de los hermanos. Sobre todo las de los hermanos, cuya necesidad se ve y se presenta al Padre con parecida vehemencia.

    2) El deseo del corazón es la más elevada forma de oración y la más grata a Dios. Proviene directamente del Espíritu Santo filial que inspira el Padre en nosotros y que en nosotros aspira al Padre.

    3) El salmista se refiere a estos deseos ardientes cuando dice: “Rujo con más fuerza queun león. ¡Señor mío, todas mis ansias están en tu presencia, no se te ocultan mis gemidos; siento palpitar el corazón...” San Agustín comenta el pasaje diciendo: “No gemimos delante de los hombres, que no pueden ver el corazón, sino [delante de Dios]: ¡todas mis ansias están en tu presencia!. Que tu deseo esté siempre ante el Padre; y el Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Tu mismo deseo es tu oración; si el deseo es continuo, la oración es continua. No en vano dijo el Apóstol: Orad sin cesar. Pero ¿acaso nos arrodillamos, nos postramos y levantamos las manos sin interrupción, y por eso dice: Orad sin cesar? Si decimos que sólo podemos orar así, creo que es imposible orar sin cesar. Existe otra oración interior y continua, que es el deseo. Aunque hagas cualquier otra cosa, si deseas el reposo en Dios, no interrumpes la oración. Si no quieres dejar de orar, no interrumpes el deseo. Tu deseo continuo es tu voz, es decir, tu oración continua. Callas si dejas de amar. ¿Quiénes callaron? Aquellos de quienes se dijo: Por exceso de la maldad se apagará el fervor de la caridad en muchos”.

    4) La Iglesia reza el Padre Nuestro tres veces por día, en la Santa Misa y en la oración de Laudes y de Vísperas. Pero el número tres como número perfecto, quiere decir: ¡siempre! Lo que el Padre Nuestro dice con Palabras debe decirlo con deseos de amor el corazón filial en forma incesante, continua. Es a esto que se refiere Pablo cuando habla de los gemidos del Espíritu que acude en nuestro auxilio porque no sabemos orar como conviene. Quizás sepamos las palabras, pero no sabemos desear como se debe. El corazón no las respalda con su ardor (Romanos 8,14-17; 23.26). Es el Espíritu el que las ha de gemir en nosotros desde el corazón.

    5. – EL PADRE NUESTRO: CAMINO DE PERFECCIÓN

    CAP 1 – EL PADRE NUESTRO EN GENERAL ¡PADRE NUESTRO! - H. BOJORGE –

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  • Santa Teresa de Jesús enseña que el Padre Nuestro bien rezado es camino hacia la oración mística

    1) Querido lector: En su obra Camino de Perfección Santa Teresa de Ávila considera la oración del ‘Padre Nuestro’ como comienzo y fin del camino de oración. Dice que la oración es“un viaje divino y camino real para el cielo”2. Y el Padrenuestro, afirma, es el mejor comienzo,a la vez que la meta mística del camino orante de unión amorosa con Dios, porque: “siempre esgran bien fundar vuestra oración sobre oraciones dichas por la boca del Señor”3.

    2) Por eso Teresa se limitará a ofrecer “consideraciones sobre las palabras del Padre Nuestro”4. Pero dará útiles consejos prácticos para orarlo, que quiero resumirte a continuación.Querido lector: aventúrate a ponerte en la escuela de la oración con el Padre Nuestro de mano de esta santa doctora. Que no te asuste el castellano antiguo. Yo me limito aquí a elegir algunasde sus enseñanzas, como para abrirte el apetito.

    3) Ella confiesa que prefiere orar con el Padre Nuestro a leer muchos libros, porque conellos, dice, “parece que se nos pierde la devoción precisamente en aquello donde más importa tenerla”. “Jesús – dice la santa - es un maestro que te enseñará, si te pones en su escuela”. Ella aconseja ir poniendo “el entendimiento y el corazón” en las palabras del Padre Nuestro, con lo cual la oración mental se une a la vocal y el Señor suele elevar al orante a la contemplación5.No importa tanto – dice - si uno pronuncia o no exteriormente las palabras del Padre Nuestro, sino si lo hace en la presencia de Dios “es bien estéis mirando con quién habláis y quién sois vos”6.

    4) Santa Teresa encarece mucho la actitud reverente del orante y dice que hemos de oraradvirtiendo con quién hablamos: “No hemos de llegar a hablar con un príncipe con el descuido que a un labrador”... “no porque Él sea bueno hemos de ser nosotros descomedidos” “Esta es oración mental, hijas mías, entender estas verdades”7.

    5) Hemos de estar atentos también a lo que le decimos: “Procuremos rezar advirtiendo con quién hablamos y lo que le decimos para que vaya bien rezado el Padre Nuestro... Yo lo he probado... Tened paciencia y procurad hacer costumbre de cosa tan necesaria”8.

    6) Teresa, lo mismo que Ignacio, aconseja retirarse para orar: “procurar estar a solas para que entendamos con quién estamos y lo que nos responde el Señor a nuestras peticiones” Porque él, aunque parezca que calla “bien habla al corazón cuando le pedimos de corazón”9. “Y para que no penséis que se saca poca ganancia de rezar vocalmente con perfección, os digoque es muy posible que estando rezando el Padre Nuestro, os ponga el Señor en contemplación perfecta... que por estas vías muestra Su Majestad que oye al que le habla; y le dice su grandeza, suspendiéndole el entendimiento ... sin ruido de palabras le está enseñando este maestro divino, suspendiendo las potencias... que gozan sin entender cómo gozan” ... “Esta, hijas, es contemplación perfecta”10.

    2 Camino de Perfección 21,1 (= CP)3 CP 21,34 CP 21,45 CP 21,106 CP 22,17 CP 22,48 CP 24,69 CP 24,510 CP 25,2

    CAP 1 – EL PADRE NUESTRO EN GENERAL ¡PADRE NUESTRO! - H. BOJORGE –

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  • 6. – UNA SINTÉTICA EXPLICACIÓN DE SAN AGUSTÍN

    San Agustín resume, en su carta a Proba11, una interpretación de todo el ‘Padre Nuestro’

    1) “Necesitamos las palabras” – le escribe San Agustín a Proba, refiriéndose a las palabras del ‘Padre Nuestro’ -. Pero ¿para qué las necesitamos? “Ellas nos instruyen – explica San Agustín - y nos permiten entender lo que debemos desear y pedir nosotros. Y no como si con ellas fuésemos a convencer nosotros al Señor para obtener lo que pedimos.

    Cuando decimos: ‘¡santificado sea tu nombre!’ nos incitamos nosotros mismos a desear que su Nombre, que es siempre santo, también sea tenido por santo por los hombres. Esto es, que no sea menospreciado, lo cual no va en provecho de Dios, sino principalmente en provechode los hombres.

    Y cuando decimos: ‘¡venga tu Reino!’, Reino que, querámoslo o no nosotros, vendrá ciertamente, avivamos nuestro deseo de que venga a nosotros y que nosotros merezcamos reinar en él.

    Cuando decimos: ‘¡Hágase tu voluntad como en el cielo así también en la tierra!’, le pedimos para nosotros no otra cosa que la obediencia, para que nosotros cumplamos su voluntad de la misma manera que la cumplen los Ángeles en los cielos.

    Cuando decimos: ‘Danos hoy nuestro pan de cada día’ entendemos que ‘hoy’ significa el tiempo presente [esta vida nuestra, nuestra historia], para el cual pedimos nos conceda todo lo necesario, denominándolo con la palabra ‘pan’ como la parte más noble e importante de todolo que necesitamos [para alimentar nuestra existencia de hijos]. O también decimos ‘pan’ para referirnos al Sacramento de los fieles, que necesitamos en el tiempo pero no solamente para el mero bienestar temporal sino para la felicidad eterna.

    Cuando decimos: ‘perdónanos nuestras deudas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden’ nos movemos a recapacitar tanto sobre lo que pedimos como sobre lo que en realidad practicamos, para que se nos conceda recibir lo que pedimos [y practicar lo que corresponde].

    Cuando decimos: ‘No nos dejes entrar en la tentación’: nos damos ánimo para pedir esto, no sea que si cesase su auxilio, o bien engañados consintiéramos en alguna tentación o bien sucumbiéramos a alguna debilitados por la aflicción.

    Cuando decimos: ‘líbranos del Malo’ renovamos la advertencia en que no estamos aún seguros en la posesión del bien, para que dejemos de temer que nos sobrevenga el mal. Y esta última petición de la oración del Señor abarca tanto, que el cristiano sea cual fuere la tribulación a la que esté sometido, gime con esa fórmula, con ella derrama su llanto, de ella parte, en ella se detiene y con ella culmina su oración.

    Era pues necesario valerse de palabras para imprimir en nuestra memoria las realidades mismas. Con todas las demás palabras que digamos, ya sean las que pueda pronunciar el afectodel que ora antes de decirlas, con el fin de entenderlas, o después de dichas, con el fin de creceren el afecto, no decimos ni más ni menos que lo que está contenido en las palabras de esta 11 Carta a Proba, Carta 130, citamos de los capítulos X, XI y XII; texto completo en: Obras Completas de San Agustín, (edición bilingüe), Tomo XI, Cartas 2º, Ed. BAC, Madrid 1953. págs. 53 –88, nuestra cita en pp. 73-74 [Texto latino en Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum (= CSEL) Tomo 44, 40-77:63-63]

    CAP 1 – EL PADRE NUESTRO EN GENERAL ¡PADRE NUESTRO! - H. BOJORGE –

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  • oración del Señor, si es que oramos bien y apropiadamente. Y quien dijera algo que no estuviera contenido en esta oración evangélica, oraría carnalmente, aunque no ore ilícitamente. Pero no sé cómo no le será ilícito oral carnalmente a quienes deben orar espiritualmente por haber renacido del Espíritu” [...]

    Si vas discurriendo – dice más adelante San Agustín - por todas las plegarias de la Sagrada Escritura creo que no encontrarás nada que no esté contenido y encerrado en esta oración del Señor. Por eso, hay libertad para repetir en la oración las mismas peticiones con diversas palabras; pero no hay libertad para pedir cosas distintas de las que en ella se piden”.

    7. – CONSEJOS DE SAN IGNACIO DE LOYOLA PARA ORAR EL ¡PADRE NUESTRO!

    1) El Padre Nuestro ocupa un lugar central en la mística de San Ignacio, que fue una mística trinitaria, pero también en el camino de oración que enseñaba a las almas. En todas las horas de oración de los Ejercicios Espirituales Ignacio le aconseja al ejercitante que al terminar,se vuelva al Padre y lo invoque con el ¡Padre Nuestro! Cuando el ejercitante ha de pedir una gracia muy grande, San Ignacio le sugiere un triple coloquio por el que asciende a través de la intercesión de María y de Jesús, hasta el Padre. Se entiende que ese Padre nuestro no ha de ser orado mecánicamente sino en espíritu y en verdad. Para eso, Ignacio le propone al ejercitante que dedique tiempo en su vida cotidiana a orar el Padre Nuestro meditándolo.

    2) San Ignacio de Loyola propone, con este fin, en sus Ejercicios, un modo de orar que consiste en contemplar la significación de cada palabra de la fórmula de una oración vocal12. Esel modo de orar en el que me he inspirado, casi sin proponérmelo, en este comentario espiritualdel Padre Nuestro. Y puede ser que te sirva, querido lector, para crecer en conciencia e intimidad filial; para hacer más vital, menos mecánica, rutinaria o distraída, tu recitación del Padre Nuestro; para gustar más tus encuentros con nuestro Padre, volcando en él uno u otro de estos sentimientos, deseos, anhelos o pedidos filiales.

    3) Lo que aconseja San Ignacio para orar así, es lo siguiente. Primero que nada disponerte tú mismo a orar. No siempre nos viene espontáneamente el deseo de la oración. Y por eso, el comienzo debe ser a menudo un acto voluntario al que luego seguirán las demás facultades, el afecto, la memoria, el sentimiento. Para pasar de tus ocupaciones a tu ratito de oración, conviene que reposes un poco tanto el espíritu como el cuerpo, sentándote o paseándote, como mejor te parezca. A veces, el solo hecho de entrar en un templo silencioso y en cierta penumbra, ya te ayudará a pasar de la agitación de la calle al silencio y al reposo. Otras veces, si oras en tu casa, en la mañana al levantarte, mientras hierves el agua y preparas unos mates, presta atención a lo que vas a hacer.

    4) Te ayudará el avivar tu fe en la presencia y la mirada de Dios sobre ti, considerando adónde vienes y para qué. Me decía alguien que él hacía oración ya de prender el fuego y poner el agua a calentar, pidiéndole a Dios que lo encendiese en el fuego de su amor y lo calentase como se calienta el agua fría, que llenara su vacío cómo él estaba llenando el mate y que le diera de beber para apagar su sed de Dios, que lo despejara y despertara de sus distracciones y le permitiera “velar y orar”, como el mate le ahuyentaba el sueño y lo despejaba para empezar su día. San Ignacio le llama adiciones a estas maneras ingeniosas de ayudarse para entrar en oración. Cada uno irá descubriendo cuál puede ayudarlo más a él.

    5) Conviene siempre, antes de iniciar la oración distenderse, aflojar las posibles ansiedades que a menudo se han alojado físicamente en nuestra musculatura y nos tienen

    12 Segundo modo de orar: es contemplando las palabras de la Oración (EE 249 – 257)

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  • tensos e incapaces de aflojarnos en la presencia de Dios. Eso todavía no es la oración, pero te dispondrá al encuentro.

    6) Y habiéndote puesto en la presencia del Señor, conviene que le hagas alguna reverencia interior y también exterior, que involucre alma y cuerpo. Una inclinación profunda, una genuflexión, una postración adorante y transida de amoroso respeto ante su grandeza. Las manos que se recogen junto al pecho, la cabeza que se inclina. Luego los brazos que se extienden y la frente que se levanta. ¿Cómo se ponía Jesús ante el Padre? Me lo imaginaré y trataré de imitarlo haciendo yo otro tanto y pidiéndole que me enseñe a hacerlo como lo hacía Él.

    7) Luego, ya sea de rodillas o sentado, según lo que más me ayude a orar con más atención y devoción, teniendo los ojos cerrados o fijos en un lugar, evitando lo que me pueda distraer, empezaré diciendo “Padre” y a gustar la palabra y lo que ella significa. Y me detendré en lo asombroso de que pueda decirle así a un Dios tan grande. O consideraré la confianza que debe darme el haber recibido el Espíritu filial, o el desear recibirlo con mayor abundancia. Y estaré en la consideración de esta palabra tanto tiempo, cuanto halle significaciones, comparaciones, gustos y consolación en consideraciones pertinentes a esta primera palabra. Y tanto cuanto me dé pie a hablar con mi Padre celestial y derramar mi alma en su presencia. Y de la misma manera haré en cada palabra siguiente del Padre nuestro. Y me estaré en esa palabra, si ella sola me basta, todo el tiempo que tenía destinado a la oración.

    8) Si no se me ocurre nada, puedo ir a buscar en este librito alguna idea, alguna frase, alguna consideración, como un fósforo que encienda mi oración o me ponga en presencia del Padre.

    9) Y no me apuraré por pasar de una palabra a la siguiente mientras encuentre materia de contemplación en ella, o estribo para subir al diálogo, aunque se acabe la hora. Cuando se acabe el tiempo destinado a mi oración, me pondré de nuevo reverentemente en la presencia del Padre y diré con la palabra y el deseo, el resto del Padre nuestro, de la manera acostumbrada.

    10) Si una vez me detuve todo el tiempo en una palabra o dos del Padre nuestro, otra vez volver a gustarlo en la oración, diré la o las palabras que llevo meditadas, y me pondré a contemplar y meditar la siguiente que aún no he contemplado.

    11) San Ignacio nos advierte que una vez que hemos aprendido a orar así contemplando las palabras del Padre Nuestro, podemos hacer lo mismo con el Ave María, y después con las otras oraciones; de forma que por algún tiempo siempre nos ejercitemos en cada una de ellas.Y para que no nos quedemos en las palabras de la oración como si fuera un texto, San Ignacio nos recomienda que no perdamos de vista a la persona a quien oramos, y no temamos entrar en conversación con ella, en nuestro caso con el Padre, si la palabra que estamos meditando nos introduce a ese diálogo personal, para pedirle según sintamos o tengamos necesidad.

    CAP 1 – EL PADRE NUESTRO EN GENERAL ¡PADRE NUESTRO! - H. BOJORGE –

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  • Capítulo Segundo

    LA INVOCACIÓN FILIAL“Anunciaré tu Nombre a mis hermanos:

    ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!”(Salmo 21.23; Lucas 23,46)

    Todo el que invocare el nombre del Señor será salvo.Pero ¿cómo invocarán a Aquél en quien no han creído?

    (Romanos 10, 13-14; Joel 3,5)

    Cuando os bautizaron no recibísteis primero el Padre Nuestro y después el Credo,

    sino que recibísteis el Credo antes del Padre Nuestro, para que, por el Credo, conociéseis al que habíais de invocar.

    Por lo tanto, el Credo dice relación a la fe y el Padre Nuestro a la súplica.Porque el que invoca con fe es escuchado.

    (San Agustín, Sermón 56)

    1. - ¡PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS!

    Dios es Padre de todo Hombre, de Israel, de Cristo y los cristianos. Pero lo es de diversas maneras.

    1) “Dios merece el nombre de Padre del Hombre” - dice Santo Tomás – “porque lo creóa imagen y semejanza suya, cosa que no hizo con las demás creaturas inferiores”. Se lo llama también Padre de Israel: “Es tu Padre, aquél que te hizo y te creó” (Deut. 32,6).

    Raíces judaicas de la invocación a Dios como ‘Padre nuestro que estás en los cielos’2) El Padre Nuestro es una oración de bendición o de alabanza. Es lo que en el

    judaísmo se llama una berakáh. “La oración del Señor – dice el Padre Sabugal - es la berakáh cristiana por excelencia, en sustitución de la berakáh judaica, más exactamente: la exultante bendición de alabanza que la comunidad de los neófitos y fieles, dócil a la enseñanza del Señor en su Evangelio, dirige tres veces diariamente al Padre celeste como agradecida respuesta por su intervención salvífica en el bautismo y la eucaristía”1.

    3) La invocación “Padre Nuestro que estás en los cielos” era también usual en los medios religiosos judíos de los tiempos de Jesús y de los primeros cristianos procedentes de ese medio judío los cuales, antes del año 70, participaban en el culto del templo y de la Sinagoga y observaban las tres horas de oración judaica: tercia, sexta y nona.

    4) En el culto sinagogal de la mañana, después de la recitación del Shemá Israel, se rezaba la así llamada Tefillá cuyas cuarta y sexta bendiciones contienen la fórmula “Padre Nuestro”. Y en la oración inicial del culto matutino sinagogal, llamada Qaddish se contiene explícitamente la fórmula: “sean recibidas las plegarias y súplicas de todo Israel delante de su Padre que está en los cielos”2. Esta invocación era empleada también cuatro veces en una oración sinagogal que se pronunciaba antes de guardar el rollo de la Toráh. Es pues una expresión judía que aparece en muchas oraciones, una designación rabínica de Dios muy común, una invocación genuinamente judía que continuaron usando Jesús y los cristianos. Con

    1 P. Santos Sabugal, OSA ¡Abbá! La oración del Señor p. 148 (Ver la lista de autores obras consultadas)2 Sabugal, p. 263, cita a R. Aron, Los años oscuros de Jesús, Madrid 1963, págs 268.270

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  • ella formulaban las comunidades judeocristianas sin duda su fe común con las comunidades judaicas en “el Dios de nuestros padres”3.

    5) Por todo esto, Sabugal concluye diciendo: “Esta invocación era, pues, primero plegaria de la Sinagoga y de la Iglesia, viniendo a ser luego herencia cristiana de la propiedad judaica: ¡Preciosa gema tomada por el judeo-cristianismo del cofre de la Sinagoga! Pero sigue formando parte de ese ‘tan grande patrimonio común a cristianos y judíos’, que debe contribuiral ‘diálogo fraterno’ entre ellos”4.

    El sentido cristiano de la invocación a Dios como ‘Padre nuestro que estás en los cielos’6) Pero Jesús lo tiene a Dios por Padre suyo y de sus discípulos de una manera especial;

    diferente y nueva. “La invocación ¡Padre! Es propia y característica del Jesús orante”5El vocablo Padre en labios de Cristo y de los cristianos, ya no traduce sólo la paternidad adoptiva de Dios en relación con Israel, con su rey y con el justo israelita. Se trata ahora, también y sobre todo, de aquella paternidad divina propia de Quien, mediante la fe en su palabra y el bautismo, los engendró a la filiación nueva y real - ¡no meramente adoptiva! – de quienes porque ‘se llaman y son Hijos de Dios’ (1 Jn 3,1), le invocan con propiedad como Padre”6.

    7) Se trata ahora de un Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, a quien Jesús llama mi Padre (Mt. 7,21) nuestro Padre (Mt 6,9) y al que los apóstoles se refieren como un Padre que nos engendró (1 Jn 3,9, 4,7; 5,1.4.18; 1 Pedro 1,23, Sant 1,18) mediante la fe en su palabra y el bautismo (Jn 3, 5-8).

    8) Es una filiación nueva y real, no ya adoptiva: “nos llamamos hijos y lo somos” (1 Jn 3,1). Jesús, el Hijo, lo invoca a su Padre con esa palabra en la oración del Huerto: “¡Abbá! ¡Padre!” (Mc 14,36). Y la misma exclamación, sin duda familiar a los primeros cristianos, se refleja en las cartas de Pablo (Gal 4,6; Rm 8,15).

    Papito: la ternura infantil, específicamente cristiana9) Pablo conserva la expresión aramea Abbá, porque es intraducible al griego, como no

    lo es tampoco el Amén que también suele dejarse sin traducir. Abbá era la expresión familiar con que un niño de lengua aramea se dirigía a su padre natural. Equivale a nuestros: papá, tata, papi.

    10) “Era el nombre con que el hijo pequeñito se dirigía a su padre – explica Joachim Jeremías -. Y el Talmud nos lo confirma: ‘Cuando un niño prueba el gusto del cereal [es decir, tan pronto como lo destetan] aprende a decir abbá e immá [papá y mamá]’. Abbá e immá son, pues, las primeras palabras que el niño balbucea. Abbá era lenguaje infantil, una palabra vulgarempleada a diario: nadie hubiera osado dirigirse con ella a Dios. Jesús, en cambio, lo hace así siempre, en todas las oraciones suyas que han llegado hasta nosotros... Como el niño habla con su padre, así habla Cristo con Dios; tan llano, tan íntimo, tan infantil, con tanto abandono” 7.

    11) A este filial conocimiento del Padre se entra solamente por la enseñanza y la revelación de Jesús: “Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo 3 Sabugal cita también a Alejandro Diez Macho, quien en su obra El Targum Barcelona 1972, en las pp. 64-96 muestra que la expresión “Padre Nuestro que estás en los cielos” era conocida ya en el judaísmo contemporáneo a Jesús y las primeras comunidades cristianas. Lo mismo afirma el autor judío J. Klausner en su obra Jesús de Nazaret Buenos Aires 1971, p. 3784 Sabugal p. 264 citando al Concilio Vaticano II Nostra Aetate 4. En todo este número 2 resumimos lo que dice Sabugal en las pp. 262-264 acerca del uso de la expresión “Padre nuestro que estás en los cielos” en el judaísmo. Ver también pp. 248-249.5 Sabugal p. 211 6 Sabugal p. 2657 Joachim Jeremías Palabras de Jesús p. 142 Los lugares del Talmud citados por Jeremías son b Berakot 40a; b Sanhedrin 70b

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  • sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar” (Mt 11,27). Jesús “consideró esta infantil invocación a la divinidad como expresión dela singular omnipotencia y conocimiento de Dios, que por su Padre le fueron dados”8.

    12) En este Abbá se manifiesta el secreto último de su misión: Él, a quien el Padre dio en plenitud el conocimiento de Dios, tenía el privilegio de dirigirse a él con una invocación infantil pletórica de confianza. Esta palabra encierra el núcleo de su mensaje9

    La comunicación a los discípulos de la confianza filial como divina regeneración13) Jesús hizo participantes a sus discípulos de su conciencia filial, porque los

    estableció en una relación filial verdadera: “quién es mi hermano?... todo el que hace la voluntad de mi Padre” (Mc 3, 33-35). Jesús tuvo y recomendó una actitud filial tierna e infantilante el Padre (Cfr. Lc 18,16-17; Mc 9,35-36) de quien los hijos deben recibirlo todo. Los discípulos pueden expresar su inaudita y totalmente nueva relación filial con Dios, su único Padre (Ef 4,16), mediante la misma invocación de Jesús, formulada con su misma palabra en elexultante, jubiloso e incontenible grito: “¡Abbá! ¡Padre!”. Una invocación propia y exclusiva de los bautizados, de los hijos de Dios, y que por eso, en los primeros siglos era ocultada y mantenida en secreto y no revelada a los no creyentes. Los fieles “se atreven” a decirla porque Jesús se lo enseñó: “Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza nos atrevemos a decir: Padre Nuestro...” (Liturgia de la Misa).

    14) “En el Padre Nuestro – dice Joachim Jeremías – Jesús da poderes a sus discípulos para que repitan Abbá como Él”10. Es curioso: una cosa tan sencilla y de apariencia hasta ridícula para algunos, supone, exige, sin embargo, una transformación del corazón que no puede suceder sin una nueva generación. En ella propiamente consiste la regeneración divina. En darnos un corazón filial-fraterno como el de Jesús. En introducirnos, sumergirnos, zambullirnos en el gran Nosotros divino-humano. Por esa comunicación del Espíritu, que obra la comunión con el Nosotros, Jesús nos hace participar de su posición de hijos. Es la huiothesía(Rm 8, 15)11 la instauración en la filialidad, la filialización. No sólo nos autoriza, sino que nos hace capaces de hablar con nuestro Padre celestial con plena confianza, como el niño pequeño con su papito terrenal.

    15) Suele usarse, para referirse a este hecho de la huiothesía la palabra adopción. La desventaja de usarla está en que suele tener en castellano un sentido predominantemente legal yexterior. Por eso quizás es que, con certero instinto, en el uso común se prefiere decir “hijo del corazón” en vez de “hijo adoptivo”. La huiothesía es una realidad del corazón, un hecho que involucra la conciencia, la libertad, lo más íntimo de la persona y de su naturaleza.

    16) Cristo enseña que esta transformación es necesaria: “En verdad os digo: si no os convertís y no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mt 18,3). “Solamente aquél que acepta la confianza contenida dentro de la palabra Abbá, - comenta Jeremías – encuentra el camino del reino de Dios. Así lo comprendió también el Apóstol Pablo,al afirmar por dos veces que la invocación Abbá Padre en los labios del hombre es señal de filiación y de posesión del Espíritu (Rm 8, 15; Gal 4,6)”12.

    8 Jeremías p. 1439 Jeremías p. 14310 Jeremías p. 14311 Huiothesía es palabra griega compuesta de huiós [hijo] y thesía [forma derivada de la misma raíz del verbo títhemi = poner que tiene sentido pasivo: postura, adopción de un niño, posición de una tesis, fundación de una ciudad, condición pasiva de ser o estar establecido; instalado, erigido]; Ver también Rm 8,23; 9,4; Gal 4,5; Ef 1,5.12 Jeremías p. 143

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  • ¡Upa Papá!17) Algo que parece tan infantil se demuestra sin embargo tan arduo que no puede

    lograrse sin una divina regeneración, sin un acto creador y omnipotente de Dios. Por eso observa Jeremías: “podemos barruntar un poco por qué no era cosa tan llana para la Iglesia primitiva rezar el Padre Nuestro, y por qué lo rodeó de tan temeroso y reverencial respeto: ‘Dígnate, Señor, concedernos que gozosos y sin temeridad nos atrevamos a invocarte a Ti, Dioscelestial, como a Padre, y que digamos: Padre nuestro...’”13.

    18) El Padre Nuestro era entregado al catecúmeno como una oración rodeada de reverencia y de misterio y que no debía ser expuesta a la profanación. Era una oración reservada exclusivamente a los bautizados, ningún otro, nadie más, judío ni pagano, podía rezarla. Estaba rodeada de las mismas precauciones y secreto que rodeaban a la Eucaristía, de la cual forma parte central y es motivo principal de acción de gracias. Dice Orígenes: “no nos atreveríamos a dirigirnos así a Él si no fuéramos hijos de verdad”14. De eso nos da muestra el antiquísimo documento de la antigüedad cristiana llamada Didajé o Doctrina de los doce Apóstoles que prescribía la ‘disciplina del arcano’ o sea el secreto alrededor de la Eucaristía y el Padre Nuestro, que es su corazón y el motivo principal de la gratitud que en ella se celebra15.

    19) Los cristianos estaban agradecidos de esta nueva relación filial con Dios Padre. Leemos en la Didajé: “Te damos gracias, Padre santo, por tu santo Nombre, que hiciste morar en nuestros corazones” y continúan dando gracias por el modo cómo sucedió cosa tan bella: “por el conocimiento y la fe y la inmortalidad que nos diste a conocer por medio de Jesús tu siervo”16. Esta confianza filial con Dios Padre era el centro de la celebración cristiana de acciónde gracias, el motivo principal de la gratitud y de la acción de gracias o eucaristía, porque era vivido y comprendido como la esencia de la salvación traída por Jesús.

    20) La expresión ¡Upa Papá! que se nos ha dado emplear en la predicación, no es una novedad arbitraria, sino una forma nueva en la expresión, de la evangelización. La considero una palabra de sabiduría y de profecía, a juzgar por sus frutos en las almas. Y sin embargo se convierte en un verdadero test del estado espiritual del corazón del oyente. Ante ella se produceuna inmediata división de los espíritus.

    21) Tengo ante mí una esquelita que me entregó una mujer mayor al terminar el retiro patronal sobre el Sermón de la Montaña. Dice: “¡UPA PAPÁ! son las palabras que se han grabado en mi corazón, a pesar de mi edad, nunca me dirigí antes al Padre con tanta ternura y confianza. Gracias por ésta y tantas otras enseñanzas”

    2. - PADRE NUESTRO

    En las primeras palabras de la oración cristiana se reflejan la relación filial y la fraterna y se revelan inseparables.

    1) Parece que Jesús dirigiera el Sermón de la Montaña a sus discípulos en presencia de la muchedumbre: “Viendo a la muchedumbre subió a un monte y cuando se hubo sentado, sus discípulos se le acercaron, y él abriendo la boca les enseñaba diciendo”: (Mt 5,1). Es una clase pública, abierta. Las enseñanzas que contiene se dirigen, sin embargo, a sus discípulos, aunque estén abiertas a quienes, entre la muchedumbre, “tengan oídos para oír” y quieran adherirse al discipulado.13 Jeremías p. 14414 Orígenes, Sobre la Oración; Interpretación del Padrenuestro Nº 3; p.112-11315 Ver Sabugal p. 143 que cita Didajé 9,5: “Que nadie, empero, coma ni beba de vuestra Eucaristía, sino los bautizados en el nombre del Señor, pues acerca de ello dijo el Señor: ‘no déis lo santo a los perros’”16 Didajé 10,2

    CAP II – LA INVOCACIÓN ¡PADRE NUESTRO! - H. BOJORGE –

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  • Conciencia filial2) A lo largo de todo el Sermón, la relación principal es la relación filial-paterna. Jesús

    habla de “mi Padre” y “vuestro Padre celestial”; “vuestro Padre que está en el cielo”; “ora a tu Padre”; “tu Padre te dará de sí”. Todo el sermón, como ya lo hemos dicho, es un retrato de Jesús como hijo y apunta a enseñarnos a vivir como hijos. Para eso, Jesús enseña cómo ha de obrar un hijo y cuál ha de ser el móvil y el modelo de su justicia filial, superando la justicia de escribas y fariseos e imitando la Perfección del Padre celestial.

    3) Luego, Jesús enseña a vivir de cara al Padre y no de cara a los demás, para ser visto yalabado por los hombres. Enseña a practicar tanto la misericordia como la oración y el ayuno en lo secreto; porque es allí, donde sólo el Padre nos ve, donde los hijos recibimos de Él:a) la generosidad en la misericordia secreta, b) la conciencia filial en la oración secreta c) y el dominio de las propias pasiones e instintos, en el ayuno en secreto.

    4) Por fin, Jesús nos revela el secreto del corazón filial, de quien confía totalmente en laprovidencia paterna, y queda así liberado de la preocupación por subvenir a las propias necesidades de esta vida.

    Conciencia fraterna5) Ya desde estas primeras palabras del Padre nuestro, la conciencia filial se expresa

    como unida a la conciencia fraterna e inseparable de ella. Dios no es sólo “mi” Padre, sino “nuestro” Padre. No puedo dirigirme a Él si no es en comunión con sus hijos, mis hermanos. ElPadre tiene muchos otros hijos que por eso mismo resultan hermanos míos y a los que he de amar por caridad, es decir por el amor debido a todo lo que mi Padre ama.

    6) Este comienzo de la oración del Señor es como un espejo donde se refleja la conciencia de Jesús mismo. Dice san Pablo, que Jesús era “el primogénito de muchos hermanos” (Rm 8,29; Hebr 2,12-13). Por eso Jesús, cuando oraba, lo hacía en nombre y en representación de “toda su casa” (Hebr 3,4-6), es decir, de todos los hijos de Dios, al frente delos cuales lo puso el Padre como Primogénito.

    7) Al presentarnos ante el Padre, nuestros vínculos fraternos nos acompañan porque nosconstituyen. No nos entendemos en nuestra verdad verdadera, mientras no nos entendemos como miembros de este gran Nosotros que es la comunión de los Santos, la gran familia de los hijos de Dios dispersos (Jn 11. 52, Cfr. Mt 26,31; Mc 14,27).

    8) Por eso es tan grave romper los vínculos con ese gran Nosotros divino-humano. Y por eso es necesario el perdón, como condición para rezar el Padre Nuestro de manera que llegue al corazón del Padre y que el orante le sea grato: sea reconocible como hijo, por su semejanza con el Hijo. El que, como Jesús, no contribuye a unir a los hermanos, los divide y desparrama y él mismo se excluye del Nosotros: “el que no recoge conmigo desparrama” (Lc 11,23)

    3. - QUE ESTÁS EN LOS CIELOS: EL PADRE CELESTIAL

    Jesús inculca una actitud tan reverente como confiada ante el Padre celestial: ¡Upa Papá!

    1) Tanto en el Padrenuestro como en todo el Sermón de la Montaña, Jesús se refiere al Padre como:“Vuestro Padre que está en los cielos” (Mt 5,45; 6,1.9; 7, 11.21), “Vuestro Padre celestial” (5,48; 6,14.26.32; 15,13; 18,35;23,9).

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  • 2) Con estas expresiones Jesús enseña dos cosas. Primero: inculca una actitud reverenteque no está reñida con la tierna confianza filial. Dios no es sólo ¡Abbá, Papi!, sino Abbá “celestial”. Por eso, en segundo lugar, su paternidad divina se distingue de toda otra paternidad terrena. Está en su origen, pero también restaura y repara las deficiencias de la paternidad terrena, herida por el pecado original.

    3) Jesús, oró a Dios, innovando las costumbres aprendidas de su ambiente. “Su oración brotaba de una fuente secreta distinta” (CIC 2599). Se atrevió a dirigirse a Dios, como hemos dicho, con la invocación aramea íntima y filial ¡Abbá! ¡Papi! Y nos enseñó a orar de la misma manera a nosotros, dirigiéndonos al Padre con una actitud de intimidad infantil, confiada y totalmente nueva: ¡Upa Papá! ¿quién se hubiera atrevido si no nos lo hubiera enseñado Jesús mismo?

    4) Esta confianza familiar característica del cristiano no va en desmedro de la debida reverencia religiosa, del respeto sagrado, ni resta nada a la experiencia de la grandeza del Padrey a la distancia que separa su naturaleza divina de la naturaleza humana. Jesús es juntamente maestro de la actitud reverente ante el Padre. En la carta a los Hebreos leemos que Jesús: “fue escuchado por su actitud de respeto reverente” (Hebr 5,7). Y se nos inculca que “ya que recibimos el reino inconmovible, guardemos la gracia, por la cual serviremos agradablemente aDios con respeto y reverencia, porque mostró ser un fuego devorador” (Hebr 12,28-29).

    5) Solamente la gracia de su caridad divina ha podido acortar la infinita distancia que hay entre Él y nosotros. La caridad divina ha unido así lo que las naturalezas separaban. La intimidad filial que se me regala me hace medir aún más esa distancia que la bondad del Padre enjuga, revelándose tanto más grandiosa cuanto más condescendiente.

    6) La figura paterna de la familia palestinense en tiempos de Jesús era patriarcal y por más confianza que se le tuviera, estaba rodeada de respeto reverente. Las expresiones “que estás en los cielos”, “celestial” ponen de relieve la excelsitud divina por encima de todas las cosas de la tierra, y la augusta majestad de una paternidad que superaba incluso el prestigio del rol paterno en la familia patriarcal bíblica.

    7) A medida que el niño crece, la ternura infantil y confiada ante el Papá, se va transformando en amor reverente, obediente, de hijo adulto, capaz de reconocer y medir la bondad del Padre y de adherirse libremente a la voluntad del Padre, como Jesús, hasta en el huerto.

    8) Pablo nos enseña a venerar esta Paternidad divina: “Por esta causa doblo mis rodillasante el Padre de Nuestro Señor Jesucristo, por Quien recibe ese nombre toda otra paternidad enlos cielos y en la tierra” (Ef 3, 15). La confianza con el Padre celestial no ha de ser, pues, ni deficiente ni excesiva.

    9) Hay que decir, por fin, que el Papá celestial repara en sus hijos cualquier herida que puedan haberles dejado los papás de la tierra. Ciertamente es una gracia haber tenido un papá amoroso, fiel ministro de la paternidad celestial. Pero aún si fue malo, los defectos, pecados y hasta crímenes de los padres terrenos, no son impedimento insalvable para la milagrosa obra dedivina regeneración mediante la cual el Padre de los cielos todo los restaura, sana y supera.

    4. – ‘EN LOS CIELOS’: EL ESPACIO ESPIRITUAL

    Cuando las Escrituras parecen situar a Dios en un lugar, hay en ellas un sentido más espiritual y elevado

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  • 1) ¿Qué es el Cielo? Tratando de esta pregunta, Orígenes17 advierte que cuando decimosque el Padre está en los Cielos o en el Cielo, no hemos de imaginar que tiene figura corporal y que allí habita en un lugar determinado. Orígenes debía hacer hincapié en esto porque así era como los paganos se imaginaban a sus dioses y a sus ídolos. La mentalidad popular griega estaba dominada por un cierto materialismo. Y las clases más cultas estaban inclinados al Panteísmo.

    2) Esta incapacidad para concebir lo espiritual, y al Padre como un ser Espiritual, y por lo tanto no sujeto ni al tiempo ni al espacio, no ha desaparecido. Por eso puede seguir siendo necesario todavía recordarlo a algunos. Aunque se manifieste su permanencia en nuestra cultura a menudo en formas jocosas, se reconoce su existencia fácilmente cuando se oye hablarde Dios Padre en términos antropológicos y materiales, algo irreverentes: el Barba, el Viejo, el Supremo, el de Allá arriba. Hay que seguir enseñando, pues, a algunos, lo que recogemos de Orígenes:

    3) “Si Dios Padre estuviera limitado por los Cielos sería menor que ellos, pero en realidad es él quien lo contiene todo con el ineludible poder de su divinidad”. En efecto la Escritura muestra al Señor “extendiendo los cielos como un manto” (Isa 44, 24; 51, 13; Ver Job9,8) o midiéndolo con su derecha (Isa 48, 13). Los Cielos, todo el universo, son la obra de sus manos y no puede contenerlo.

    4) “Todas las expresiones de la Sagrada Escritura que indican un lugar donde Dios habita – explica Orígenes –, han de entenderse en sentido espiritual, conforme a la naturaleza de Dios. Por ejemplo: “sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre” (Jn 13,1); “sabiendo... que había salido de Dios y a Dios volvía” (Jn 13,3); “me voy y volveré a vosotros, si me amarais os alegraríais de que voy al Padre” (Jn 14, 28).

    5) Si hubiera que interpretar este tipo de frases con sentido espacial, tendríamos que hacer lo mismo con la siguiente: “Si alguno me ama guardará mi palabra y mi Padre le amará yvendremos a él y pondremos nuestra morada en él” (Jn 14,23). De seguro que esta expresión nose refiere a ningún cambio de lugar con respecto a la venida del Padre y del Hijo al que ama la palabra de Jesús”.

    6) Orígenes rechaza “la idea tan impropia que tienen de Dios quienes le imaginan en unlugar concreto de los cielos, de lo cual lógicamente se podría concluir que Dios es corpóreo. “Esto llevaría consigo – dice Orígenes - los más gruesos errores acerca de Dios: le imaginaríamos divisible, material, corruptible. Dios habita en el cielo como habita en cada santo, que lleva la imagen del hombre celestial (1 Cor 15, 49) o en Cristo (Flp. 2,15). Como lossantos están en el cielo, allí también está Dios: “a ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo” (Sal 123, 1)”

    7) “No imaginemos tampoco – concluye Orígenes – que las Escrituras nos enseñan a decir el Padrenuestro sólo en algunos momentos de oración. Debemos orarlo continuamente (1 Tes 5, 17) con toda nuestra vida, de manera que no pongamos nuestro tesoro (Flp 3 20) en medios terrenos sino en los Cielos, en el Trono de Dios. Porque el Reino de Dios ha sido establecido en todos los que llevan en sí la imagen del hombre celestial (1 Cor 15, 49) y en el que se ha hecho celestial a sí mismo viviendo como tal”18.

    8) La invocación continua que nos enseña el monacato, con la oración de Jesús, bien podría practicarse con la invocación al “Padre Nuestro que estás en los cielos” pidiéndole que nos engendre a cada momento como hijos suyos para su gloria y su alabanza, en amorosa y gozosa alabanza de todas las cosas y de todas las horas. Pidiéndole que nos aúpe y nos tenga consigo en su gozosa caridad filial bienaventuranzadora.

    17 Orígenes, Sobre la Oración; Interpretación del Padrenuestro Nº 23; p.114-11518 Orígenes, O.c., Nº 22.5; p. 114

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  • Capítulo Tercero

    LOS DESEOS DE HIJO: POR SER HIJODE CARA A TI, OH PADRE

    “Porque los que son carnales desean las cosas de la carne;pero los que son espirituales desean las del Espíritu.

    Porque los deseos de la carne son muertepero los deseos del Espíritu, son vida y paz”

    (Romanos 8,5-6)

    1. - EL DESEO: TERMÓMETRO DE LA CARIDAD FILIAL

    En el Padre Nuestro ha de derramarse el amor filial en forma de deseos ardientes dados por elEspíritu Santo

    1) ¡Santificado sea Tu Nombre! ¡Venga Tu Reino! ¡Hágase Tu voluntad! La primera parte del Padre Nuestro está dominado por el Tú del Padre. El Hijo está de cara al Tú del Padre que es el Tú principal de su existencia. El celo de la casa del Padre, por las cosas del Padre, lo consume. Literalmente: lo devora (Jn 2,17; Cfr. Sal 68,10). El Hijo quiere que el Padre sea. Que sea conocido, reconocido por todos como Padre y amado por todos como tal. Quiere que sea glorificado, que sea amado. Todos los deseos del Hijo dicen relación al Padre.

    2) Estas peticiones deberíamos ‘rugirlas’, derramando nuestras ansias filiales en la presencia del Padre. Así lo dice el salmista: “rujo con más fuerza que un león, todas mis ansias están en tu presencia” (Sal 37, 9.10). O con el bramido del ciervo sediento del Salmo 41,2.

    3) Me imagino la oración de Jesús como una oración brotada de un ardiente deseo, de un hambre y de una sed del espíritu, una oración gemida, rugida con toda el alma. Las noches que Jesús pasaba en oración serían un amoroso desvelo del deseo filial por cumplir la voluntad del Padre. Por vivir de acuerdo a su voluntad y para su gloria (Lc 6, 12; Mt 14, 23; Jn 6, 15.17; Mc 6, 46). Una oración nacida de un corazón que se consume de celo por las cosas del Padre (Jn 2, 17).

    4) San Agustín, comentando el citado salmo 37,9, explica qué significa la tibieza o la frialdad del deseo en el corazón humano: “El frío de la caridad es el silencio del corazón, y el fuego de la caridad es el clamor del corazón. Si la caridad permanece siempre, clamas siempre;si clamas siempre, siempre deseas; si deseas, te acuerdas del reposo eterno. Todas mis ansias están en tu presencia. ¿Qué sucedería si nuestras ansias estuvieran delante de Dios y no lo estuvieran nuestros gemidos? ¿Acaso esto es posible, siendo así que el gemido es la voz de nuestras ansias? Por esto añade el salmista: Y no se te ocultan mis gemidos. Para ti no están ocultos, para muchos hombres lo están. A veces parecería que el humilde servidor de Dios dice:Y no se te ocultan mis gemidos. Otras veces observamos que sonríe ¿será acaso porque aquél deseo ha muerto en su corazón? Si subsiste el deseo, también subsiste el gemido; no siempre llega a los oídos de los hombres, pero nunca se aparta de los oídos de Dios”1.

    5) El Padre Nuestro expresa ansias interiores con gemidos exteriores. Ambas cosas debedarlas el Espíritu Santo filial: “los que son movidos por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Porque no habéis recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el miedo, sino que habéis recibido un espíritu de hijos, por el que clamamos: ‘¡Abbá! ¡Papi!’ El Espíritu mismo le da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios” [...] “nosotros, que

    1 San Agustín, Enarrationes in Psalmos, comentario al pasaje citado Sal 37,9

    Cap. 3. - LOS DESEOS DE HIJO ¡PADRE NUESTRO! H. BOJORGE

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  • tenemos las primicias del Espíritu, gemimos dentro de nosotros mismos, suspirando por la adopción” [...] “Y el mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos orar como conviene” (Rom 8, 14-16.23.26).

    ¡Jesús: Dame un corazón filial semejante al Tuyo! ¡Encendido en amor al Padre!¡Padre: Derrama dentro de nosotros el huracán de tu Espíritu para que nos filialice el corazón y nos contagie con sus ansias y gemidos! Amén.

    2. - ¡SANTIFICADO SEA TU NOMBRE!

    Esta petición inicial es el alma de todo el Padre Nuestro y de cada una de sus peticiones

    1) “¡Santificado sea tu Nombre!” Esta primera frase de la Oración de Jesús, no podemos alinearla simplemente como una ‘primera petición’ con las siguientes. Debemos reconocerle una importante función inaugural que precede a todos los demás deseos y peticiones siguientes y los informa íntimamente. “Es el alma de todo el Padrenuestro y de cada una de sus peticiones”2.

    2) Las oraciones judías del tiempo de Jesús, ya lo hemos visto, solían comenzar con unaalabanza o berakáh. Jesús estaba lleno del deseo de la gloria del Padre, sin embargo nos enseñaa comenzar con una petición que remite a las manos del Padre mismo la realización de este deseo, el más intenso y grande del corazón filial: ¡Santificado sea tu Nombre!

    3) Esta expresión en forma pasiva (pasivo divino, lo llaman los exegetas) quiere decir en realidad, dirigiéndose a Dios: “¡Santifica (Tú) tu Nombre!”. Jesús pone así de manifiesto que la santificación del Nombre del Padre supera toda posibilidad humana ya que es obra del Padre mismo y que sólo Él puede realizar. Lo único que podemos hacer nosotros, creaturas, es desearlo y pedirlo. “Esa santificación no es pues, obra de los hijos que lo invocan, sino gratuitodon del Padre a quien invocan”3.

    4) Santificación significa también glorificación: “glorificado sea tu Nombre”, es decir, “¡glorifica tu Nombre!” (Jn 12, 28). El evangelista Juan condensa toda la obra de Jesús en la acción de glorificar al Padre en la tierra (Jn 17, 4), manifestando su Nombre a los discípulos (Jn 17,2.26) rogando asimismo que santifique en la verdad de su amor paterno (Jn 17,17) a aquellos a quienes seguirá dando a conocer su Nombre (Jn 17, 26). Los discípulos son, pues, objeto de la progresiva manifestación del Nombre del Padre por parte de Jesús.

    5) El Padre santifica su Nombre primera y principalmente en sus hijos, en los que vivencomo el Hijo. Hemos visto que en el Sermón de la Montaña Jesús ponía como meta de la justicia filial la glorificación o santificación del Padre: “que vean vuestras buenas obras [de hijos] y glorifiquen a vuestro Padre que está en los Cielos” (Mt 5,16).

    ¡Ojalá todos te conozcan como Padre y vivan como hijos, dándote gloria! ¡Que todos puedan decirte Padre como yo! ¡Manifiéstate Padre, a través de Jesús y a través de mí! ¡Muestra que eres Padre! ¿cómo? ¡engendrándonos!

    2 Heinz Schürmann, Padre Nuestro, Ed. Fax, Madrid 1961, cita en la p. 463 Sabugal, p. 444

    Cap. 3. - LOS DESEOS DE HIJO ¡PADRE NUESTRO! H. BOJORGE

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  • 3. - ¡VENGA TU REINO!

    Más que una petición, es el deseo que prorrumpe del corazón de los hijos

    1) Este es “el único gran deseo”4 del corazón filial. “El orante no se dirige a Dios directamente para pedir, sino que, en su presencia formula un deseo”5. El Dios Padre es reconocido, acatado y gozosamente obedecido como Padre por sus hijos. Si el Nombre del Padre es santificado, reconocido como Padre, glorificado como Padre, por el mismo hecho se instaura el Reino de los Hijos, o sea el reinado del Padre sobre los hombres filiales que lo reconocen tal, y acatan su voluntad. Pero esto es todo obra de gracia. Por lo tanto algo que el hombre no puede hacer por sí mismo, sino que debe desear y pedir.

    2) Este deseo es como la prolongación y la consecuencia del anterior: ¡Santifica tu Nombre! Brota de la misma intención filial de que se tribute al Padre toda la gloria y el honor, el reconocimiento de su condición Paterna, por la que es la Fuente amorosa del ser y la existencia.

    3) Pero el deseo ¡Venga tu Reino! es interpretado a su vez por el deseo siguiente: ¡hágase tu voluntad!. Los tres grandes deseos van eslabonados uno con el otro y se explican el uno al otro.

    4) Jesús no da explicaciones acerca de lo que significa “el Reino de Dios” cuyo advenimiento anuncia. No se explaya en definiciones. El que tiene corazón filial, entiende de qué se trata. El que no tiene corazón de hijo, no entenderá de qué se trata por más explicacionesque se le den. Por ejemplo, los que hablan de “construir el Reino de Dios” demuestran no haberentendido bien. Porque el Reino del Padre se pide, no se construye. Es un don del Padre y que de ninguna manera lo pueden construir los hombres. Eso equivaldría a aspirar a hacerse padres de sí mismos. Superhombres. Ciudadanos de una nueva Babel soberbia.

    5) Al Reino de los hijos se ingresa por generación. Por divina regeneración. Y nadie pretenderá engendrarse a sí mismo. Eso solo puede pretenderlo la raza de víboras, la generación perversa, los hijos de la serpiente, que se sientan en el trono de Dios y pretenden hacerse adorar.

    6) Al Reino de los hijos se entra por generación. Pero por una generación deseada, consentida. Se accede como a una nueva justicia, que excede a la de los escribas y fariseos. “Si vuestra justicia [es decir la nueva justicia filial] no es mayor que la de los escribas y fariseos noentraréis en el Reino de los Cielos”; en otras palabras: “en el Reino de los hijos”. Dicho en otras palabras: os quedaréis afuera de la condición filial.

    7) El Reino del Padre es la condición filial de sus hijos. ¿Sobre quién reina Dios Padre si no es sobre los hombres que lo reconocen Padre y quieren vivir haciendo su voluntad, teniendo en hacerla su gozo? La ley del Reino celestial, es la voluntad del Padre, acatada amorosamente, abrazada gozosamente por los que tienen corazón de hijos. Por eso: El Reino deDios entre vosotros, es decir, entre los hijos está (17, 20-21). En corazones como el de Jesús.

    4. - EL REINO DEL PADRE

    El Reino del Padre no lo construimos los hijos, solamente lo pedimos, pero ya vivimos en él.

    4 Schürmann, p. 615 Schürmann, p. 63

    Cap. 3. - LOS DESEOS DE HIJO ¡PADRE NUESTRO! H. BOJORGE

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  • 1) Jesús comenzó su predicación anunciando la llegada del Reinado de Dios: “El Reinado de Dios ha llegado, conviértanse y crean en el evangelio” (Mc 1, 15). Cuando se despide para subir al cielo, sus discípulos le preguntan: “¿es ahora cuando vas a restablecer el reino de Israel?” (Hch 1,6). Los discípulos no tenían todavía clara la diferencia entre el Reino del Padre y el reino de Israel. Es decir entre el Reino que había anunciado Jesús y el reino mesiánico político que esperaban muchos israelitas.

    2) Todavía hoy hay muchos cristianos que no tienen claro en qué consiste el Reino de Dios y lo piensan en términos políticos intrahistóricos y como algo que hay que construir y quesería obra humana. Sin embargo, el Reino de Dios, no se construye, se pide y se recibe. En el Nuevo Testamento no se habla nunca de construir el Reino. Lo que sí se edifica es la Iglesia.

    3) Respecto del Reino de Dios y su realización última y definitiva, el Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que: “La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y Resurrección (Ap 19, 1-9),. El Reinono se realizará, por lo tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia (Ap 13,8) en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal (Ap 20, 7-10) que hará descender desde el cielo a su Esposa (Ap 21, 2-4). El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomará la forma de Juicio final (Ap 20, 12) después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa (2 Pe 3, 12-13) [CIC 677]

    4) Para Jesús, el Reino de Dios, era el Reinado del Padre. Y el Reinado del Padre, naturalmente, tiene por ciudadanos a los que viven como hijos de Dios. Ese Reino de Dios, “viene sin dejarse sentir – dice Jesús – no dirán mírenlo allí mírenlo allá, porque el Reino de Dios ya está entre vosotros” (Lc 17, 20-21). Es decir entre los hijos.

    5) Por eso, afirma Orígenes, el que ora pidiendo la venida del Reino, “lo hace para que el Reino de Dios nazca dentro de él, lleve fruto y se perfeccione. Porque toda persona santa es guiada por Dios, cumple sus leyes espirituales y permanece en sí mismo como ciudad bien gobernada. Presente en él está el Padre y reina con el Hijo en aquella”6. El Reino del Padre es algo ya presente y que ha comenzado pero que debe seguir instalándose en las almas en el futuro. Algo que ha comenzado en la tierra pero culminará en la Vida eterna.

    5. - HÁGASE TU VOLUNTAD ASÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO

    El que conoce la voluntad del Padre mide cuánto se pierden los que no la conocen

    1) “Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo”. La profundidad de estas palabras merece que las sigamos meditando. Esta petición, como las dos anteriores, expresa también un deseo. De hecho no hace más que explicitar algo que estaba implícito en la petición: “Venga tu Reino”. Quizás éste sea el motivo por el cual san Lucas la omite (Lc 11, 2).Esta petición muestra que el deseo de la venida del Reino tiene que ver con el deseo de que se cumpla la voluntad del Padre. Ella completa el bosquejo del anhelo de los corazones filiales.

    2) Es un deseo que no conocen el hombre carnal ni el Príncipe de este mundo. Por eso puede decirse que el Reino del Padre está “dentro de vosotros” (Lc 17, 21). Es decir, el Reino del Padre habita en los hijos, en forma del deseo ardiente de los corazones filiales, expresado por las tres primeras peticiones del Padre Nuestro.

    3) Quien tenga un corazón filial como el de Jesús, sentirá deseos y tendrá necesidades que sólo el Padre conoce y que aquéllos hombres que no tengan corazón filial, no lograrán entender. Todo “hijo de Dios” vibra con los intereses del Padre, con los intereses y deseos de Jesús. Por eso le resulta insoportable, como le resultaba a Jesús, que en el mundo no se haga la

    6 Orígenes, O.c., Nº 25,1; p. 119-120

    Cap. 3. - LOS DESEOS DE HIJO ¡PADRE NUESTRO! H. BOJORGE

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  • voluntad santa del Padre. “Lo grande que es esta calamidad, lo poco que se cumple en el mundo la voluntad del Padre solamente lo puede saber aquél que conoce la verdadera voluntad del Padre. Por consiguiente, esta petición presupone la revelación enseñada por Jesús”7.

    4) Esta calamidad de la humanidad, (¡lo nada, lo poco, lo mal que se lo adora!) es lo que mueve la misericordia divina a la Encarnación y a la obra salvadora. ¡Qué lástima que la creatura humana malogre su capacidad de libertad, -que le ha sido dada con el fin de que puedaadherirse filialmente a la voluntad del Padre -, para desviarla y malemplearla en sus propios caprichos y en la rebeldía!

    5) La perfección, la misericordia, la santidad del Padre la expresa el Espíritu Santo en los corazones filiales con gemidos inefables (Rom 8, 26). El hambre de Jesús es “hacer la voluntad del Padre” (Jn 4, 32-33). En otras palabras: “que haya adoradores en Espíritu y en Verdad” como Él lo fue y lo sigue siendo eternamente. La voluntad del Padre, se expresa en este texto en relación con el modo como quiere ser adorado por los hombres: “así quiere el Padre que sean lo que lo adoren” (Jn 4,23).

    6. - ¡HÁGASE TU VOLUNTAD! (1)

    La perdición consiste en vivir al margen de la voluntad del Padre, haciendo la propia

    1) El mayor sufrimiento para Jesús debe haber sido tener que vivir en medio de un mundo donde nadie conocía ni hacía la voluntad del Padre. Este debe haber sido el mayor deseo del corazón del Hijo: ¡Hágase tu voluntad! ¡Ah, Padre, si los hombres conocieran tu voluntad y supieran que sólo en hacerla se encuentra la verdadera dicha! ¡Qué desdichados se hacen a sí mismos viviendo ajenos a ella y queriendo regirse por su voluntad propia que es sóloun capricho insensato, necio y descabellado! ¡Pobrecitos! ¡Qué desgraciados se hacen a sí mismos!

    2) “El pecado original – ha dicho Juan Pablo II – no consiste sólo en la violación de la voluntad positiva [en griego: thélema] de Dios, sino también, y sobre todo, en el motivo por el cual se desobedece. El motivo es la abolición de la paternidad divina, el oscurecimiento del bondadoso motivo creador [en griego: eudokía], poniendo en duda la verdad de Dios, que es Amor, y dejando la sola conciencia del Amo y el Esclavo. Así el Señor aparece como celoso desu poder sobre el mundo y sobre el hombre; en consecuencia el hombre se siente inducido a la lucha contra Dios... el hombre esclavizado se ve empujado a tomar posiciones contra el amo que lo esclavizaba”8.

    3) Pero Jesús y los hombres filiales dan testimonio de que no es así. ¿Cuál es la voluntad o el querer (thélema) del Padre tal como lo manifiesta la Sagrada Escritura?a) “que todos los hombres se salven y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,4)b) “vuestra santificación... pues no nos llamó Dios a la impureza sino a la santidad” (1 Tes 4, 3-7; Ver Hebr 10,10); c) “que le demos gracias en todo; no apaguemos el Espíritu, ni despreciemos las profecías, que lo probemos todo y nos quedemos con lo bueno y nos abstengamos hasta de las apariencias del mal” (1 Tes 5,18s); d) “que obrando el bien, amordacemos la ignorancia de los hombres insensatos, que obremos como libres y no como el que pone la libertad como excusa de la maldad, sino como servidoresde Dios. Que respetemos a todos, amemos a los hermanos, temamos a Dios y honremos al emperador” (1 Pedro 2,15ss).

    7 Schürmann, p. 898 Cruzando el Umbral de la Esperanza, Ed Plaza y Janés, Barcelona, 1994, cita en p. 221

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  • 4) Pero la Escritura nos habla no sólo de la voluntad (thélema) del Padre sino también de su beneplácito (en griego: eudokía). La Eudokía del Padre