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  0 MANUSCRITO HOMENAJE A LUIS TABLANCA EN LOS 130 AÑOS DE SU NATALICIO Dámaso Enrique Pardo Farelo * El Carmen, (N. de S.)    Colombia, 11 de diciembre de 1883. + Ibídem. 1º de junio de 1965. Revista seriada, órgano de difusión de FUNDALIBRO - “Fundación para la investigación, preservación y difusión del libro” N° 1 – Primera época - Bogotá, Colombia  07 febrero de 2014. Cra. 7 N° 82  62 Ed. San José, Bogotá, Colombia. Tel: (1) 2664377 - “Ojos que no leen con razón que no entienden”.

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    MANUSCRITO

    HOMENAJE A LUIS TABLANCA

    EN LOS 130 AOS DE SU NATALICIO

    Dmaso Enrique Pardo Farelo * El Carmen, (N. de S.) Colombia, 11 de diciembre de 1883.

    + Ibdem. 1 de junio de 1965.

    Revista seriada, rgano de difusin de FUNDALIBRO - Fundacin para la investigacin, preservacin y difusin del libro N 1 Primera poca - Bogot, Colombia 07 febrero de 2014. Cra. 7 N 82 62 Ed.

    San Jos, Bogot, Colombia. Tel: (1) 2664377 - Ojos que no leen con razn que no entienden.

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    Fundacin para la investigacin, preservacin y difusin del libro

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    MIEMBROS ACTIVOS

    Enf. en formacin. Diego Fabin Avendao Guevara

    Adm. de Empresas. Hermes Nieto Arciniegas

    Periodista. Gustavo Adolfo Contreras Barranco

    Ing. pecuaria. Elizabeth Rochel Ortega

    Milt. Jorge Clemente Villamizar Servelen

    Lic. Nancy Judith Delgado Maldonado

    Lic. Jose Milet Navarro Quintero

    Mons. Edwin Leonardo Avendao Guevara

    Ing. de sistemas. Mariana de Jess Tolosa Rico

    Bacteriloga. Delia Fernanda Rochel Ortega

    Lic. Amparo Ortega Rubio

    Tec. Enf. Luis Hugo Albarracn Barajas

    MD. Julin Andrs Vinasco Palacio

    Lic. Nilian del Carmen Sajonero Pallares

    Psiclogo. Carlos Enrique Martnez Rochell

    Ing. de produccin agrcola. Diana Carolina Becerra Pita

    Sr. Gerardo Carrascal Santiago

    Mg. en gerontologa. Irma Stella Prez Pardo

    Dr. Olger Garca Velsquez

    Tec. Enf. Jimmy Alexander Mantilla

    Sor. Irene Velandia Velandia, OP.

    Sra. Magreth Carvajalino Torrado

    Tc. en Educacin pre-escolar. Isabel Prez Pardo

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    PRESENTACIN

    n los 130 aos del natalicio de Luis Tablanca FUNDALIBRO en cumplimiento

    de sus objetivos quiere con este homenaje rescatar la egregia figura del ms

    prolficos de entre los tres felibres ocaeros; y cuando hacemos esta categrica

    afirmacin sostenemos que es verdica en cuanto que su produccin escriturstica tuvo cierto

    reconocimiento, pero hasta el momento no toda su obra ha sido compilada.

    Siempre nos remitimos a las ediciones hechas por el mismo autor lo mismo que a la importante

    franja que le dieran los editores de la Biblioteca de Autores Ocaeros en varios volmenes. No

    obstante, se ha constatado que sus columnas periodsticas, poemas varios, muchos de sus

    cuentos publicados en peridicos y revistas de carcter nacional y regional, amn de sus

    entrevistas an no han sido catalogadas y acopiadas en uno o varios manojos con la esmerada

    intencin de la pervivencia de los trabajos literarios del benemrito Enrique Pardo.

    Nuestras funciones de investigacin, preservacin y difusin del libro se enmarcan en esta clase

    de trabajos, pero es a las instituciones culturales especialmente aquellas que tienen el nervio

    econmico a quienes corresponde la tarea editorial.

    Se ha dicho que Pardo Farelo est en la misma cumbre que Toms Carrasquilla y no es ningn

    desacierto, la nica diferencia radica en que el costumbrista antioqueo fue exaltado por sus

    paisanos A la diestra de Dios Padre, mientras que Tablanca se qued, por alguna extraa razn sobre La patena de plata que le vio nacer y morir. No olvidemos que Enrique Pardo es considerado, adems de todo: el padre del cuento en Colombia.

    Por lo dicho anteriormente, cuando leemos que el orgullo y la gratitud que sus conciudadanos conservan viva y entraablemente por el ilustre hijo carmelitano estn juntamente simbolizados

    en el monumento que en su honor se levanta en el Parque Principal de esta municipalidad, parece ser ms una expresin meramente sentimental por lo que se hacen necesarios ms hechos

    contundentes que tiendan siempre a la preservacin de los genuinos valores vernculos.

    E

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    UNA DERROTA SIN BATALLA, novela y otras obras de ENRIQUE PARDO FARELO.

    Por: Gabriel ngel Pez Tllez.

    nrique Pardo Farelo, para el mundo de las letras LUIS TABLANCA naci en el

    Carmen, Norte de Santander el 11 de diciembre de 1883 y falleci en la misma

    poblacin el 1 de junio de 1965. (Ref. Periodismo y periodistas de Ocaa, pgina

    439).

    La novela costumbrista UNA DERROTA SIN BATALLA, en su reedicin en 1983, en la

    ciudad de Ccuta, tuvo prlogo a cargo del escritor Leonardo Molina Lemus. All aparece que

    Enrique Pardo Farelo naci en el hogar de don Pedro Pardo y de doa Claudina Gmez- Farelo,

    este apellido compuesto qued, quizs por eufona, en Farelo.

    Otro de sus novelas importantes de este escritor es: TIERRA ENCANTADA, pero he escogido:

    UNA DERROTA SIN BATALLA, porque es una obra autobiogrfica. Este escrito tiene una

    historia ntimamente relacionada con el poltico y poeta carmelitano, temtica que se explicar

    ms adelante...

    Desde El Carmen que dista de la ciudad de Ocaa 43 kilmetros, lleg Enrique Pardo a

    principios del siglo XX a la Villa de Caro. Era an muy joven y sus estudios eran apenas

    elementales. Haba salido de su tierra en busca de mejores horizontes laborales.

    En el prlogo de la obra UNA DERROTA SIN BATALLA, se lee que Enrique Pardo era un

    excelente lector, y tena inmensos deseos de salir adelante. Aparte de estos factores, y de su

    privilegiado talento, tuvo la suerte de vincularse en Ocaa al servicio de la familia Jcome Niz,

    personas que tenan una muy bien dotada biblioteca familiar; adems, esta familia importaba

    libros; de modo que en mi opinin: all curs, en sus horas libres: bachillerato y universidad. Su

    formacin de autodidacto nos habla de que todo es posible, si hay autntica decisin de salir

    adelante...

    En la enciclopedia LOS CLSICOS, varios autores, editorial Mexicana, 604 pginas, ao 1973.

    En el propsito de la serie de estos excelentes libros aparece el pensamiento de un gran escritor

    ingls que dijo que "La verdadera universidad hoy da son los libros". Al respecto, con la

    importancia de la lectura, Edmundo DAmicis en su obra CORAZN, dice: "El destino de muchos hombres dependi de haber existido o no una biblioteca en la casa paterna".

    Gracias a los libros, y a la buena voluntad de la familia Jcome Niz, se convirtieron en su

    mecenas, el joven carmelitano logr abrirse paso y superarse cada vez ms en la ciudad de

    Ocaa, terruo que tambin le brind su apoyo, y por el que conserv cario especial a travs

    de los aos.

    E

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    Con la inmensa cultura humanstica que fue adquiriendo a travs de los libros; y merced a sus

    relaciones sociales en los albores del siglo XX en Ocaa, logr entablar amistad con los

    intelectuales. Gracias a lo anterior, y su personal simpata, el joven carmelitano hizo amistad

    con los periodistas y poetas: Euquerio Amaya (ADOLFO MILANS), Santiago Rizo Rodrguez

    (EDMUNDO VELSQUEZ), y siguiendo la tendencias de tener un seudnimo, muy comn en

    poetas y escritores de ese tiempo, adopt el de LUIS TABLANCA, para sus escritos en verso y

    en prosa.

    En la ANTOLOGA POTICA, Biblioteca de Autores Ocaeros, nmero 12, en el prlogo de

    esta obra, el doctor Lucio Pabn Nez, nos da a conocer unos versos poco conocidos de

    ADOLFO MILANS. El poema fue escrito en 1916 y obtuvo copia en julio de 1972, en visita

    hecha a la familia de EDMUNDO VELSQUEZ.) Se copia el primer prrafo:

    "Eran tres y eran pberes apenas

    los soadores de la Ocaa lrica...

    Santiago, Enrique, Euquerio. Sus cabellos

    eran como romnticas espigas

    batidas al viento, y ese nombre

    pusieron a una tmida revista.

    Enrique Pardo Farelo se fue dando a conocer cada vez ms como escritor, periodista y poeta,

    dentro de la triloga de Los felibres, y en su condicin de lder liberal fue ganando la estimacin

    de sus copartidarios y de todas las gentes cultas de Ocaa y su regin, Se sum, adems, que

    fue columnista de los importantes diarios nacionales de Colombia, incluso es cofundador de la

    revista CROMOS.

    En el ao de 1930, el gobierno lo nombro Secretario de Hacienda del departamento Norte de

    Santander, all quiso realizar una labor ejemplar a favor del erario, y la hubiera realizado, pero

    encontr, para su decepcin, que haba presiones polticas y otras de las mltiples falencias que

    hoy subsisten en la democracia representativa colombiana, en detrimento de los bienes

    nacionales, y decidi renunciar voluntariamente.

    De esas vivencias surge la novela UNA DERROTA SIN BATALLA, publicada inicialmente en

    Bucaramanga en el ao de 1935; libro reimpreso en el ao de 1983 en Ccuta, con permiso

    autorizado por su hijo el doctor Valentn Pardo Prado, que solicit al contralor del Dpto. Norte

    de Santander, Dr. Francisco Jordn, que antes del prlogo se colocara la leyenda

    DISTRIBUCIN GRATUITA.

    (Tengo la conviccin de que el hijo de Enrique Pardo Farelo, como puede deducirse, saba lo

    que solicitaba: si la edicin se haca en honor a su ilustre padre, en el primer centenario de su

    muerte, que fuera sin nimo de lucro).

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    Conservo con cario un ejemplar de esta obra, UNA DERROTA SIN BATALLA, es una

    novela que en la actualidad tiene plena vigencia, porque en su temtica est la descripcin de las

    presiones de la politiquera que LUIS TABLANCA detestaba; y que algunos dirigentes

    polticos de hoy ejercitan sin el menor rubor...

    Enrique Pardo Farelo (LUIS TABLANCA) ejerci por poco tiempo en condicin de diputado

    de Asamblea Departamental, luego decidi en definitiva volver a su querido pueblo EL

    CARMEN. All, estimado por la inmensa mayora de sus conciudadanos, vivi por muchos

    aos alejado "del mundanal ruido", de la vana gloria de los honores y los reconocimientos; en

    especial, se cuid de los cantos de sirena de los dirigentes polticos que le reclamaban que

    ejerciera su meritorio liderazgo nacional, a lo que en una oportunidad respondi con altivez:

    "Yo estoy convencido de que sirvindole a mi pueblito natal le sirvo a la provincia, al

    departamento y a la patria misma".

    Medelln, 1 de julio de 2007

    OTROS DATOS DE INTERS

    LOS FELIBRES, consolidados hacia 1904 con la aparicin del peridico "Espigas". Este centro de cultura regional se vera reforzado tambin con la presencia del poeta Jess Emilio Ceballos y el

    intelectual venezolano Gonzalo Carnevalli.

    En Bogot, la revista "Trofeos", dirigida por Cornelio Hispano, da cabida a los versos de estos tres eximios exponentes de nuestras letras.

    Su ideologa liberal y sentido de ruptura frente a la sociedad que les toc en suene, desata sobre Los Felibres la persecucin o la indiferencia de sus contemporneos. Slo hasta la aparicin del Centro de

    Historia de Ocaa, en 1935, comienza prcticamente a reconocerse e1 valor literario de este

    movimiento, que marc un hito en la historia de nuestra literatura regional.

    Sus libros: Tierra encantada, novela (Bogot, 1926); Cuentos sencillos, (Madrid, Espaa,

    1908); Cuentos fugaces (Barcelona, 1917); Una derrota sin batalla, novela (Bucaramanga,

    1935); La flor de los aos (1918) y Poesas (sin fecha). Nota: la mayora de sus cuentos estn

    dispersos en publicaciones peridicas, FUNDALIBRO ha hecho un trabajo de investigacin

    y ya ha colectado una parte importante de estos. Nota curiosa: Jorge Pacheco Quintero

    asegura en el prlogo a Tierra encantada y antologa de cuentos publicado en la Biblioteca

    de Autores Ocaeros, Tomo 3, que existe una novela indita titulada: El tesoro inagotable.

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    Luis Tablanca, viaj a la capital de la Repblica, hacia el ao de 1910, donde despus de asegurar su estabilidad econmica en un cargo de los ferrocarriles Nacionales, entr a

    colaborar en los suplementos literarios de los grandes diarios y en las revistas de la

    capital, como: Diario Nacional cuando lo dirigi el Dr. Enrique Olaya Herrera, El Tiempo, El Espectador, El Grfico, Cromos, as como en revistas en Medelln y Cali.

    Fue amigo de los grandes de la poca en el periodismo y la literatura, como: Enrique Olaya Herrera, Eduardo Santos, Luis Cano, Ismael Enrique Arciniegas, Luis Eduardo

    Nieto Caballero, los esposos Jaramillo Meza, Toms Carrasquilla, el espaol y premio

    Nobel de literatura don Miguel de Unamuno, entre otros.

    En el mes de julio del ao 1923, en una nota introductoria de sus cuentos Otto de Greiff anota en la revista Lectura Breve de Medelln que Tablanca es un verdadero estilista y para muchos el primer cuentista de Colombia.

    Hacia el ao de 1930 una grave enfermedad de su padre lo hizo regresar a su terruo, ya consagrado como uno de los grandes valores de la literatura nacional.

    En 1935 y que segn Gerald E. Wade es considera Una derrota sin batalla como una de las mejores escritas en Colombia en los ltimos tiempos. Sus obras, revelan as, un desbordante afecto por la temtica terrgena y en la que se expresa el realismo local.

    Pardo Farelo fue Personero Municipal, Alcalde sin tacha, Concejal y Diputado a la Asamblea Departamental.

    Sus consignas de vida; se manifiesta sirvindoles; no se manifiesta hablndolesYo estoy convencido deca de que sirvindole a mi pueblito natal le sirvo a la Provincia, al Departamento y a la Patria misma. Porque si cada abeja pone una gota de miel en su

    celdilla, ya tendremos listo el panal.

    1968: Enero. Se inaugur en su pueblo natal un busto de tamao heroico de Enrique Pardo Farelo conocido con el seudnimo de Luis Tablanca. Obra del escultor Luis Pinto

    Maldonado quien es uno de los artistas que tiene ms monumentos en diferentes ciudades

    de Colombia. Sus obras pueden ubicarse dentro del estilo acadmico con alguna

    influencia simbolista. Entre sus ltimas obras podemos mencionar este busto de Luis

    Tablanca. All present al escritor a la edad de 50 aos, con el pecho descubierto para

    significar el amor a su tierra. Sobre el hombro derecho pende un fragmento de manto,

    smbolo de poetas y escritores. Adems lleva la cabeza ligeramente inclinada para indicar

    al pensador. La boca es grande y tiene dos ngulos diferentes con los que el escultor

    quiso dar simultneamente una expresin dulce y un rictus volteriano. El pedestal es de

    mrmol.

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    ENRIQUE PARDO FARELO,

    EL AMOR POR LA TIERRA NUTRICIA REFLEJADO EN SU

    LITERATURA. ________________________________________

    Este pueblo est enclavado, entre las ms speras grietas

    andinas. Hacia el occidente

    hay una loma de caliches

    estriles, con un palo tapiz de

    pajita de ratn, muy bonito

    para verlo desde lejos, porque

    da la idea de un prado mullido,

    en que los pastores podran

    apacentar su ganado; pero, es

    yerba mala, porque cada una

    de sus hojas se aguza y

    endurece como un alambre.

    El pueblo desde esta la loma,

    queda bajo nuestra mirada,

    abierto como un mapa sobre

    una mesa. Parece un juguete; parece uno de esos pueblitos de cartn, trados de Alemania para

    adorno de los pesebres de Navidad, que los gramticos llamaban Belenes; con sus casitas de

    tejado rojo, sus rboles de viruta verde, su piso de arena pegado con cola y frente al cuadriltero

    de la plaza, su iglesia de torre enhiesta.

    Pero en los pueblitos de juguete, la Iglesia estaba terminada y ostentaba los vitrales imitados

    con trocitos de talco, mientras que en El Carmen, la casa de Dios, est inconclusa siempre.

    El Carmen es as: un pueblo de juguete, apretadito, recogido al pie del monte, limitado por el

    corte vertical de los barrancos en cuyas profundidades nemembrosas y pintorescas, el agua de la

    quebrada, alzaba su rumor inacabable.

    As parece a primera vista, este pueblo sin vida; de diestras calles, con un hermoso empedrado

    nivelado y limpio, con un aire fresco, un cielo azul, dormido en un sopor centenario; quieto,

    apacible de vida estancada; pero tras esta docilidad y sencillez, se agazapa la fiera indmita de

    las pasiones, que a veces deja su jaula y campea libre, batiendo el ijar, sed espantosa de

    tragedia!. De, Una Derrota sin Batalla.

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    TABLANCA, UNA CARICATURA DE RENDN

    En Lecturas Dominicales, suplemento cultural del peridico El Tiempo, Bogot, con fecha de

    diciembre 12 de 1926 encontramos la entrevista titulada: Una hora con Luis Tablanca, la que fue ilustrada con esta caricatura de Ricardo Rendn Bravo quien naci en Rionegro (Ant., el 11

    de junio de 1894 y muri en Bogot el 28 de octubre de 1931), fue, considerado por muchos como el ms importante del siglo XX. Trabaj para los peridicos La Repblica, El Espectador,

    El Tiempo y dise la famosa ilustracin de los cigarrillos Pielroja. Pese a su fama, posicin

    social y riqueza, se suicid a los 37 aos. En cuanto a la composicin de sus caricaturas,

    Rendn, demuestra gran destreza, imaginacin y propiedad de abstraccin. El espacio es

    equilibrado y nunca saturado; slo resalta lo que quiere comunicar.

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    Facsmile del encabezado del peridico Espigas.

    LOS FELIBRES

    Por Luis Eduardo Pez Garca. en, http://academiaocana.blogspot.com/2011/02/los-felibres.html

    ulminada la denominada Guerra de los Mil Das, retorna la calma a la provincia de

    Ocaa y con ella se reinicia la actividad cultural. Aparece, entonces, en el panorama

    de las letras, el grupo literario integrado por Euquerio Amaya, Diego Jcome, Joaqun

    Roca Niz, Vctor Manuel Paba, Enrique Pardo Farelo, Santiago Rizo Rodrguez y el sacerdote-

    poeta Alfredo Snchez Fajardo. De tal ncleo, conformado por poetas, periodistas e

    intelectuales, en general, naceran Los Felibres, grupo consolidado hacia 1904 con la aparicin

    del peridico Espigas. Este centro de cultura regional se vera reforzado tambin con la

    presencia del poeta Jess Emilio Ceballos y el intelectual

    venezolano Gonzalo Carnevali. El nombre de Felibres fue

    tomado del movimiento provenzal aparecido a mediados del

    siglo XIX, cuyas caractersticas modernistas y regionalistas

    adoptaron Euquerio Amaya, Santiago Rizo Rodrguez y

    Enrique Pardo Farelo, conocidos en el mundo de las letras con

    los pseudnimos de Adolfo Milans, Edmundo Velsquez y

    Luis Tablanca, respectivamente. En Bogot, la revista Trofeos,

    dirigida por Cornelio Hispano, da cabida a los versos de estos

    tres exponentes de nuestras letras.

    Su ideologa liberal y determinacin de ruptura frente a la sociedad que les toc en suerte,

    desat sobre Los felibres la persecucin poltica o la indiferencia de sus contemporneos. Slo

    hasta la aparicin del Centro de Historia, en 1935, comienza prcticamente a reconocerse el

    valor literario de este movimiento que marc un hito en la historia regional.

    C

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    Cartula de la primera edicin de La flor de los aos. (1918).

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    UN MANOJO DE POEMAS1

    AORANZA

    Cuanta tristeza sent

    aquella tarde de invierno

    cuando desde una montaa

    le dije a Dios! A mi pueblo.

    Era una tarde muy triste

    pesada tarde de enero

    y las neblinas cubran

    la cuesta azul de los cerros.

    Abajo; el valle encantado

    pareca un cementerio

    donde el destino enterraba

    mis juveniles recuerdos.

    Llegaban a mis odos

    en los halles de los vientos

    los suspiros de mi madre

    los perfumes de mi huerto.

    La honda querella del ro

    aumentaba mis tormentos

    como una voz querida

    me llamara desde lejos.

    Mi brioso alazn remante

    con furia tascaba el freno

    y en vez de parar el paso

    veloz ganaba el sendero.

    Cuando detuvo el galope

    sobre la cresta del cerro

    ya las neblinas cubran

    el dulce valle paterno.

    1 Enrique Pardo F. public, en 1918 el poemario La flor de los aos que fue editado por la casa Arboleda y Valencia de Bogot. Aqu hemos puesto algunos hallados en antologas y publicaciones dispersas.

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    Y un punto blanco impreciso

    se divisaba a lo lejos

    como un fantasma nocturno.

    Era la torre del pueblo

    donde cual tiernos pichones

    emplumaban mis ensueos

    al suave arrullo del ro

    al dulce calor del fuego.

    Cun triste fue aquella tarde

    aquella tarde de enero

    cuando en la sierra escarpada

    bat el doliente pauelo

    diciendo a dios a mi huerto

    a mis pequeos hermanos

    a los muchachos del pueblo.

    Los lejanos horizontes

    eran a mi desconsuelo

    como trgicas preguntas

    de algn innato misterio.

    Y ante mis ojos pasaban

    acrecentando a mi tedio

    cual sombras de media noche

    las visiones del colegio.

    All, en el blanco villorrio

    quedaban todos mis sueos

    esparcidos cual las hojas

    que arrastra en octubre el invierno.

    Mi corazn era un loco

    de atar; y mi pensamiento

    como un halcn errabundo

    volaba lejos... muy lejos.

    Al fin, al potro salvaje

    solt las bridas del freno

    y escap como una garza

    cuando la siguen los perros.

  • 9

    Hubo en mi ser muchas cosas

    que en vano olvidar intento

    hubo promesas al aire

    tempestades de recuerdos.

    Y al perderse para siempre

    qued grabado en mi alma

    el sooliento paisaje

    de aquella tarde de invierno.

    ***

    AHORA Y SIEMPRE

    Luna, lunita de invierno

    que asomas tras nubes densas

    y riegas plida lumbre

    de maravillosas perlas;

    rbol sin hojas, que al viento

    de las noches se dijera

    que por calmar tus angustias

    con voz humana te quejas;

    campana rota, campana

    de abandonadas iglesias,

    que una vez tuviste risas

    y hoy eres ave agorera;

    puente ruinoso, tendido

    sobre las aguas inquietas,

    por donde no se aventura

    quien busca la ribera opuesta;

    ojos nufragos en llanto;

    rigor de escondida pena;

    grito perdido en la noche;

    suspiro que a nadie llega;

    versos sin suerte y sin gloria;

    corazn que nada espera;

    novias por siempre olvidadas;

  • 10

    almas tristes, cosas muertas

    Para vosotros mi alma,

    hoy cual vosotros enferma,

    ha rimado humildemente

    esta cancin lastimera.

    Y cuando tras soles nuevos

    haya otros soles que mueran,

    cuando nuevas risas canten

    ahogando nuevas tristezas,

    y la luna est ms flaca,

    ms amarilla y ms vieja,

    y ya el rbol no haga sombra

    en las floridas praderas,

    para gritos y sollozos,

    para lgrimas y penas,

    para enfermos corazones,

    para novias en espera,

    transmigrando irn por siempre

    estos versos de tristeza,

    esta cancin que del alma

    rueda con las hojas secas,

    esta cancin sin principio

    ni fin

    ***

    AL ODO

    Amada, tu profunda tristeza es dolorosa

    y aunque no me la cuenten tus labios la adivino

    con igual mansedumbre se deshoj una rosa

    que antao dio perfumes en mi antiguo camino.

    Tus ojeras se ahondan como fosa espantosa;

    tu palidez de muerte tiene un trgico sino

    y ese blancor enfermo divinamente glosa

    un pensamiento lgubre, descomunal y fino.

  • 11

    Si no hubieras amado yo dijera: por eso pero tus labios saben a lo que sabe un beso

    y son sabias y expertas en caricias tus manos.

    Pesar que no se dice torna el cerebro loco;

    deleznable la orilla de esos negros arcanos Llora mejor, amada, que el llanto alivia un poco

    ***

    PERDONE, HERMANO

    Yo, seor secretario, bien quisiera

    poderle enviar, como me solicita,

    un ejemplar siquiera de cada obrita,

    ya que usted tan amable las espera.

    Porque sera una suerte verdadera,

    que al pensamiento del orgullo incita,

    saber que iba una cosa tan poquita

    a estar con sabias obras en hilera.

    Pero, aunque a usted le extrae suponerlo,

    me es hoy un imposible complacerlo;

    no porque me las pida regaladas,

    sino porque merced a los favores

    de un bondadoso grupo de lectores,

    se encuentran hoy mis obras agotadas.

    ***

    A CARTAGENA

    Cuentan de Felipe Segundo, Rey enlutado de pena,

    qu, al ver consumidos sus regios, ingentes caudales

    en azar tus murallas, vetusta y triunfante Cartagena,

    reina indgena, codiciada de rudos piratas ferales,

    olvidando su negro dolor, olvidando su negro dolor, su mutismo:

    sern muy grandes dijo-, pues no bastan el oro y las perlas.

  • 12

    Y tocando de un raro y proftico, feliz humorismo,

    a un balcn de su tristeza Escorial asomse por verlas.

    Tu, Cartagena, abarcando el honor en conjunto,

    brava hija de la fortsima madre espaola,

    te sentiste heredera del valor de Numancia y Sagunto.

    Y en la hora del sitio opusiste tan picas vallas,

    que, no ya el Escorial, todo el mundo mir la aureola

    de gloria en que alzaste hasta el cielo tus viejas murallas.

    ***

    EL RENGLN QUE FALTA

    El presupuesto nacional resuena

    con los claros rumores de una fuente

    a la cual se aproxima mucha gente

    y hasta los bordes su jarrito llena:

    Tambin es comparable a una colmena

    do labra miel la abeja diligente,

    para que se la chupe vidamente

    una nube de znganos sin pena.

    Mas falta al providente presupuesto

    un humilde rengln, el ms modesto,

    y es hora de agregarlo, oh congresistas

    que vens de las rsticas Batuecas,

    a fin de que si fundan bibliotecas,

    no mendiguen su libro a los artistas!

    ***

    NOVIEMBRE

    Od como brama el ro

    od como sopla el viento

    cerrad bien esas ventanas,

    arrojad un tronco al fuego

    y de la obscura bodega

    que suban del vino viejo.

  • 13

    Esta noche me hacen falta

    los que estn muy lejos

    no habrn de alegrar ya nunca

    estas veladas de invierno

    suaves como la esperanza

    para el corazn enfermo.

    Esta noche me hacen falta

    los que tristes se durmieron

    y por el largo camino

    sin compaa y sin regreso

    lentamente se alejaron

    lentamente se nos fueron.

    Os en la sombra algo como

    suspiros y besos?

    Son las citas invisibles

    son las almas de los muertos

    que a nuestra pltica vienen

    como en los pasados tiempos

    Pobres difuntos queridos

    que en los fros cementerios

    se estaban helando acaso

    sin el calor del recuerdo,

    bajo el rigor de la lluvia

    A los azotes del cierzo!

    No os como brama el ro

    y como resopla el viento?

    Y aqu dentro no escuchis

    como suspiros y besos?

    Son las almas olvidadas

    recmosles! Padre nuestro

    ***

    LA CASA DIFUNTA

    En la mitad del pueblecito ameno

    mi casita ruinosa, triste y vieja

    abrumada de aos,

  • 14

    lacerada de penas

    era entre casas mozas

    como la pobre abuela

    que bajo el sol alegre del verano

    brindar supo al viajero fatigado

    con blando lecho y regalada cena...

    Despus brillantes galas

    hicieron a su lado casas nuevas,

    apretujada y pintoresca en torno

    se alz ms tarde diminuta aldea;

    y olvidando a mi casa campesina

    su honor de primognita

    su vejez abrumaron a ironas

    por sus rancias ventanas disparejas

    por sus suelos desnudos

    de apisonada tierra,

    por sus vigas enormes mal labradas

    por el buen carpintero de las selvas

    que las hizo redondas

    y perfumadas bajo las cortezas

    por toda su decrpita figura...

    Oh amada, en el recuerdo! casa vieja

    que alegrabas lo triste de tus aos

    con un patio florido de resedas

    y el amor de mi madre,

    que fue tu corazn y tu poeta.

    Una maana triste sal a lejanas tierras

    con el tesoro intacto de ilusiones

    que es la gala triunfal de adolescencia.

    Una maana triste

    de la guerra civil, larga y funesta

    y al doblar un recodo del camino

    y despedir con lgrimas sinceras

    el adis de pauelos agitados

    por el amor, en una de sus puertas,

    llor tambin por la casita ma,

    mirada entonces por la vez postrera,

    donde no ms goc como soara

    la sombra centenaria de sus tejas,

    donde no ms me acarici el silencio

    de su paz florecida de resedas,

  • 15

    ni pude ya en las noches

    que han de venir serenas,

    entre el corro amoroso de los mos

    contar de mis andanzas cuando vuelva

    pues al airado temporal de Octubre

    se hundi en la muerte, crujidora y trmula.

    Cuando se abate de la fronda el nido

    igual llora en la selva la torcaz amorosa

    cuya prole volando se dispersa

    como la pobre madrecita ma

    viendo en ruina y dolor su casa muerta:

    "Oh, hijitos, he llorado...

    Este montn de tierra

    urna fue de recuerdo, y hoy sepulta

    muchas lgrimas mas, muchas penas".

    Cuando pasen los das y regrese,

    una fbrica nueva

    encontrar en el sitio donde al paso

    de angustiosa vejez la casa vieja

    se desplom una noche, cuando el soplo

    del huracn baj desde la sierra.

    No faltar ninguno de los mos

    y haremos corro alegre por mi vuelta,

    mas ninguno querr decir palabra

    de la casita muerta,

    aunque tras de la charla estemos todos

    con secreto pesar pensando en ella,

    que fue a nuestra niez alborozada

    como una pobre abuela

    que nos prest su abrigo

    toda encorvada, moribunda y trmula.

    ***

    MENSAJE DE REMEBRANZAS

    (A Adolfo Milans)

    No me recuerdes de antao,

    de aquellos das banales

    en que para nuestro dao,

    ramos sentimentales.

  • 16

    Todo era nuestro, y en todo

    hallbamos siempre un motivo

    dulce para nuestro modo

    doliente, meditativo.

    El agua, la luz, el cielo,

    nuestra ciudad, vieja y triste,

    cosas antiguas, anhelo

    de alcanzar lo que no existe.

    El agua nos seduca

    en el arroyo cantante,

    en el pozo, en la variante

    cascada que se desfleca

    Recuerdas? T musa un da

    llor la honda poesa

    de una fuentecilla seca.

    bamos al campo en mayo,

    cuando las lluvias tempranas

    le prenden a cada tallo

    mltiples flores lozanas.

    Y, en mitad de los caminos

    charlbamos cien divinos

    cndidos puntos aejos

    con los mozos campesinos

    y los campesinos viejos.

    Dulce recuerdo y profundo,

    lento mis fibras desgarras aurea tarde Abril jocundo

    El parque Versos de Edmundo La cancin de las cigarras!

    De noche, la luna clara

    nos llevaba, ensoadores,

    a la reja en que triunfara

    un amor tras cien amores.

    Ambamos; nos amaron;

    vimos la vida a travs

    de un cristal de rosa y despus ese cristal nos quebraron!

  • 17

    Todo era nuestro; y en todo,

    por milagrosa manera,

    se refleja de un mudo

    feraz nuestra primavera.

    Soamos un grato sueo,

    nuestra ilusin era hermosa sueo de abril abrileo

    que se acab una maana!

    Para qu sufrir pensando

    en esas glorias perdidas

    que nos cobijaban cuando

    eran albas nuestras vidas?

    Hoy no me duelen olvidos

    de la olvidadiza casta.

    Ojos de mujer dolidos

    yo los mir humedecidos

    en el adis, y eso basta.

    Cuando ellas duerman un da

    bajo la paz de las hiedras,

    ay, para entonces confa

    que, en pago de poesa,

    nos recordarn las piedras!

    ***

    FUTURO

    Alguna noche triste del oscuro maana,

    cuando la tierra pida la tierra de mis huesos,

    en un sepulcro angosto, bajo los verdes sauces

    me dormir. La luna desde los altos cielos

    ser mi compaera en las heladas noches,

    la luna, esa doliente lmpara de los muertos.

    Entonces los desdenes con que me heriste ciego

    te buscarn, Oh amada de suaves ojos negros!

    vagars dolorida, sentirs mi nostalgia,

    y en la palabra dulce que pidieron mis versos,

  • 18

    la frase compasiva que no naci, tornada

    en vbora implacable se agitar en tu seno;

    te seguir sin tregua, como furias del Orco,

    las caricias guardadas; los no encendidos besos

    sern hiel en tu boca; contemplars la vida

    como la arena estril de solitario yermo...

    No valdr que me inquieras bajo los verdes sauces

    ni valdr que me busques, porque estar muy lejos!...

    ***

    LA FUNDADORA

    En la finca de Tonchal

    una casa de campo cual muchas,

    verdes dehesas, altos cocoteros

    prados de ail y de caa de azcar

    en la labor las mesnadas de esclavos

    y confundidos con el vaho de la tierra

    el aliento de las reses vacunas,

    una rica dama viva

    vida vulgar sin afanes ni angustias;

    labores de mano, quehaceres domsticos,

    ir en lento decurso a la tumba.

    De atrevidos conquistadores

    esta dama tena con la sangre la alcurnia;

    sus abuelos fundaron Salazar de las Palmas

    y ms all de donde la cordillera se bifurca,

    el Espritu Santo de la Grita y Barinas

    ciudades

    que el patriotismo ilustra,

    pero esta rica hembra

    en Tonchal, su retiro apacible,

    iba hacia donde, cual dos ros, se juntan

    la corriente inevitable de la muerte

    y la del olvido, cuyas aguas ni murmuran.

    Ms he aqu que de sitio de Guaimaral

    vegas que el ro Pamplonita Fecunda,

    patrimonio de esta dama opulenta,

    cuyos aos provectos

  • 19

    las canas coronan de albura

    los vecinos le piden una frtil parcela

    que cujes y nopales

    tenan por suya.

    No vacilan sus ojos cansados

    de un panorama que las brumas

    de la vejez con ya muy plidos

    suaves arreboles alumbran,

    ven con visin clarsima

    lo porvenir, y alzarse

    en el valle el prestigio de la ciudad futura.

    Y, nieta de conquistadores,

    si de vientre estril, de mente fecunda,

    como quien riega semilla viviente

    en tierra abonada y oscura,

    a un pueblo da vida,

    con magnnimo impulso lo funda.

    Y ante el alcalde de Pamplona

    llamado a extender la escritura,

    ante testigos asombrados

    de su desprendimiento y largura

    hizo donacin de sus tierras,

    inspirada, generosa y augusta,

    doa Juana Rangel de Cuellar

    o si queris un nombre epnimo:

    Doa Juana de Ccuta.

    Era el ao de mil setecientos

    treinta y tres. Diez y siete de junio. Y perdura

    de dos siglos redondos

    doa Juana Rangel con ms vida que nunca,

    pues al dar generosa sus tierras,

    su firma al poner en aquellas escritura,

    a muerte y olvido venciendo

    su nombre lig por los siglos al nombre y la vida de Ccuta.

    ***

    A UN CIEGO

    Mientras tu mano la limosna espera

  • 20

    pienso en tu triste suerte, peregrino

    que bajo el claro sol quiso el destino

    llevar sin rumbo entre la noche austera.

    Ms al or, doliente y plaidera,

    la cancin que aprendiste en el camino

    al compas melanclico y divino

    de tu vieja guitarra compaera;

    Me pareces feliz en ti destierro

    con tu errado bastn y con tu perro,

    amigo que te gua sin reproche,

    Pues con muda sonrisa el labio sella

    cual si estuvieran floreciendo estrella

    con incgnitos cielos de tu noche.

    ***

    NIOS CAMPESINOS

    (En Ocaa)

    Al paso perezoso del jumento

    Traen a vender el hmedo forraje

    Y muestran remedando el pobre traje

    Y curtidos los rostros por los vientos

    Vienen por la maana un momento

    Con aire melanclico y salvaje

    Y son de la frescura del boscaje

    Saludable y carnal florecimiento

    Cuando la pubertad les torne airosos

    Y la sangre en ruidosa tremolina

    Les despierte deseos misteriosos

    Ser un cielo para ellos la colina

    Donde los techos amorosos

    Es paloma torcaz la campesina.

    ***

    EL RECUERDO INFANTIL

    Los aos y la ausencia, con vuelo silencioso,

  • 21

    van envolviendo lento en la memoria ma

    el infantil recuerdo como en un luminoso

    velo de amor, de sueos, de gracia y poesa.

    El alto bosque adquiere un encanto imprevisto

    al orear con brisas y perfume mi frente,

    y mis ojos abrigan la ilusin del que ha visto

    sobre sus musgos suaves de la Bella Durmiente.

    El campanario viejo, de pesada factura,

    destacaba en el monte su radiante blancura,

    su tejadito rojo, sus campanas seniles Oh, dnde estis, chiquillos de mis das infantiles

    que en alegres albadas, con chispeantes alborozos,

    las campanas hicisteis enloquecer de gozo!

    La plaza, un cuadriltero pequeo con su alfombra

    de fina grama verde, cruzaban los mendigos

    para buscar, locuaces, la deleitable sombra

    que deparaban siempre los rboles amigos;

    tristes, doloridos, encorvados, quejosos

    viejecitas brujescas, hombres con ermitaos,

    los miro Y me parecen que estaban muy hermosos. Oh prodigioso lente magnfico de los aos!

    Y el arrollo campestre! Feliz por las callejas

    entraban discurriendo con un rumor discreto

    que en las noches prestaba su vida a las consejas

    y el alma de los nios angustiaban en secreto.

    Cristal lleno de voces en el fango dorman,

    y al despertarse al beso del sol en las maanas,

    entre las altas yerbas alegremente hua

    formando el encantado palacio de las ranas.

    Todo tena un fino dibujo de acuarela los ojos cierro y surge la visin de la escuela

    con su reloj de pndula y su mapas murales,

    sus bancas alineadas y sus dos ventanales

    por donde el sol a veces su oblicuo rayo entraba Y odo el rumor de voces que musicalizaban.

    Los ojos cierro y veo los bueyes campesinos

  • 22

    cargados de legumbres, cansados, perezosos,

    de cuyo belfo negro de hilos cristalinos

    caan hacia el suelo. Tras ellos, humildosos,

    aplanchados y limpios, iban los labradores

    con sus barbas de abades largas hasta el ombligo,

    y acidas de las manos, cual cadena de flores,

    sus medrsicas nias tan rubias como el trigo.

    Y oigo el grito procaz de los mozos arrieros

    cuando en paciente recuas al puerto se llevaban

    los frutos que tus campos oh amada Carmen!

    daban en cambio de valiosos productos extranjeros,

    y aquel puerto a la orilla feliz del Magdalena

    llam a mi anhelo indmito con voces de sirena.

    Y a ver mi casa vuelvo tan pobre y tan amada

    su reseda en el patio, sus tristezas aposentos,

    y a la luz del recuerdo lo que antes no era nada

    se transfigura y cobra la magia de los cuentos.

    Y era que el nio apenas comprenda

    cuanto era noble y santa la madre que cosa

    sin cansancio ni quejas, en la noche y el da,

    a la par que enseaba sus nios a leer,

    y cuan honrado era dentro de su taller

    el padre, en sus labores de antigua platera.

    Todo eso, lentamente, se ha quedado muy lejos,

    y est a la vez contigo, y al mirar adelante,

    si hay una luz que brilla, brilla con los reflejos

    de aquel risueo encanto, tan mo y tan distante.

    ***

    EL BURRITO BLANCO

    El burrito blanco que ya no serva,

    de lo puro viejo muri el otro da,

    y ngela y Ofelia tienen la ocurrencia

    de que yo al difunto le haga una elega,

    pues sin confesarla guardan la creencia

    que yo no quisiera borra de su mente,

    de que el borriquito muri santamente.

  • 23

    Ser un pobre burro debe ser muy triste;

    y cargado de aos ya sin un aliento,

    tristsima cosa sobre cuanto existe

    si el amo a quien sirve es otro jumento

    que, a fuerza de insultos, ltigo y garrote,

    por esos caminos los llevan al trote.

    El burrito blanco, para su fortuna,

    y como dio en mi casa dio con buena gente,

    y su ancianidad sin pena ninguna

    pasaba tranquilo del prado a la fuente;

    pues como sus aos daban compasin,

    ni pesada carga ni oficio cansado;

    tan slo el domingo llevaba el mercado

    y eso por extrema consideracin,

    pues aunque era muy asno saber gustara

    que siempre ganaba lo que se coma.

    Echado a la sombra las horas pasaba

    recordando cosas que a nadie contaba,

    pues los pobrecitos

    son muy calladitos

    todo se les vuelve largo meditar,

    y del mismo modo que hace alguna gente

    slo abre la boca para rebuznar.

    Echado a la sombra su sueo hilvanaba,

    y el tiempo pasaba

    Y lleg la fiesta de Nuestro Seor,

    fiesta en que al adorno del mstico altar

    las piadosas almas llevan toda flor

    que en el Carmen luce y en hontanar.

    Y el burrito blanco baj por la cuesta

    con todos sus bros de tiempos mejores,

    llevando por carga tan slo una cesta

    de frgiles mimbres colmada de flores

    cogidas con tierno fervor

    para los altares de Nuestro Seor.

    Verdad que la cesta ni peso tena,

    ms con tanto gusto, con tal alegra

    la llev en sus lomos, que Nuestro seor

  • 24

    recibi la ofrenda complacidamente;

    y esa misma noche cosa bien sencilla- el burrito blanco muri de repente.

    Para Ofelia y ngela esto es maravilla

    y hoy por un milagro de gracia y amor,

    ven al borriquito pacer hierbecilla

    en el frtil prado de un mundo mejor.

    ***

    EL CAMINO INTERMINABLE

    Caminito de la vida Cul me tocar seguir?

    Yo los miraba, miraba,

    sin poderme decidir.

    De las puertas de mi casa

    unos iban hacia el mar;

    otros, al monte empinado;

    Por los cules andar, andar?

    Cerr los ojos, y a tientas,

    dando un paso de otro en pos:

    A dnde el viento me lleve, dije; a la buena de Dios.

    Pas el tiempo; pas el tiempo;

    pas con tan raudo afn,

    que ya del rbol florido

    hasta las hojas se van.

    Caminito de la vida,

    el que tomaron mis pies

    ni fue el que lleva a lo hondo,

    ni el de las alturas es.

    ***

    NOCHEBUENA

    Nochebuena Noche en claro,

  • 25

    de bote en bote la plaza,

    cohetes y rodachinas,

    coches que rpido pasan.

    Pitos, luces, comilonas,

    alegra y algazara,

    y para grandes y chicos,

    borracheras y jaranas.

    En el templo deslumbrante

    la Misa del Gallo cantan,

    pero en la puerta hay taquilla Los fieles pagan la entrada!

    Nochebuena, Nochebuena,

    noche fra, noche clara,

    cuando el hogar est lejos,

    noche triste, noche amarga.

    Quin me diera ser pastor

    que guardando su majada

    ollera el celeste canto

    y viera la estrella rauda;

    y de rodillas postrado

    ante las humildes pajas,

    sentir, cual divino fuego,

    la fe, que alumbra las almas!

    Nochebuena, noche loca

    de alegra y algazara,

    cuando ya el ao agoniza

    tu le repicas y bailas.

    ***

    MEDITACIN DE AO NUEVO

    Hoja seca al capricho del viento

    vespertino, color de un momento,

    no es ms la vida fugaz y esperando, esperando alma ma,

  • 26

    haz dejado tu copa vaca

    Esperando, esperando no ms.

    Blanca novia, al balcn muy temprano

    asomaste

    una flor en la mano

    yo te vi por placer desojar;

    en tus finos cabellos de oro

    la briza encontraba un tesoro;

    tu, en la briza, un encanto fugaz.

    Qu visin encantada y serena,

    de misterios recndita llena

    pudieron tus ojos mirar?

    No lo has dicho. Y esttica al punto

    del agua que suea

    vas copiando una estrella fugaz.

    Despierta, despierta, alma ma!

    La vida se acaba. La noche y el da

    despus que en silencio se van,

    ya nunca jams volvern La hoja seca al capricho del viento

    se pierde en el polvo

    despus que se arrastra sin tino;

    y el dorado fulgor vespertino

    slo dura un momento No ms.

    As dije a la pobre alma ma,

    y el dolor de su copa vaca

    me llenaba de angustia tenaz.

    Y con voz que brotaba cual de una cisterna,

    y el alma me dijo: Mi vida es eterna, y es eterna la nube que pasa

    y al fulgor del ocaso se abraza,

    y es eterna la hoja en el viento,

    y eterno el momento

    que parece a tus ojos fugaz.

    ***

  • 27

    ZAQUEZASIPA

    He aqu el que cierra el templo del zipazgo aguerrido.

    Usurpado es el rayo que fulmina en su frente,

    ms es raro que brilla con fulgor esplendente

    y perdura en los tiempos y rechaza el olvido.

    El azar lo persigue. Como el cndor herido,

    con el pico incansable, con la garra potente,

    con las alas soberbias, la invasin inclemente

    acos en la defensa del picacho y su nido.

    Y en la brbara pena del herraje y el fuego,

    con los labios cerrados al insulto y al ruego,

    tuvo el alto decoro y el silencio del fuerte.

    ***

    VERSOS DEL AYER

    Extrao amor el nuestro, vida ma,

    amor que ni se muere ni adelanta;

    somos el monje aquel que se extasa

    oyendo en el jardn la meloda

    de un misterios ruiseor que canta.

    Msica tus palabras a mi odo,

    slo aquella que anso me has negado,

    y aunque a ser misteriosa fiel has sido,

    en tus ojos ardientes he ledo

    que yo soy en tus sueos el amado.

    El vaivn de la vida a otros lugares

    me ha de llevar, y tras el agrio monte,

    ms all de las selvas y los mares,

    una estrella, el recuerdo de tus lares,

    me guiarn el oriente en oriente.

    Unidos por un dulce pensamiento

    nada sern las ausencias y la distancia,

    pues oiremos do quiera el vago acento

    de una linda cancin de encantamiento

  • 28

    en la noche de estrellas y fragancia.

    Y en las tardes dolientes, pensativa,

    tras de leer mis cnticos dispersos,

    veras temblar, romnticas y esquivas,

    tu leve imagen en el agua viva

    de los difanos vasos de mis versos.

    ***

    DE PENITENCIA

    Para Sbas Nez.

    Mundo, demonio y carne, todo ser vencido.

    Oraciones, ayunos y frreas disciplinas

    sern la llave de oro que abrirn las divinas

    puertas para que pase la gloria del Ungido.

    Cubre una llaga hedionda su dorso enflaquecido,

    y no duele bastante; punzadoras espinas

    forman estrechos cintos para su carne en ruinas,

    y no basta. El amable Jess fue ms sufrido.

    Media noche, vigilia. Sobre viejos miserables,

    tras largo flagelarse para purgar sus males,

    yace descoyuntado con angustia suprema.

    Y la luna, que suave la vitrina recata,

    al nimbarlo en silencio cristaliza un emblema:

    con las gotas de sangre fingen abejas de planta.

    ***

    DELEITABLE

    Cabrita montesa perfumada

    con el rstico olor del tomillo

    tus ojos de mgico brillo

    alegran cual una alborada

    De humildes pastores amada

    guardar sabes con gesto sencillo

  • 29

    intacta en triunfal juboncillo

    la tibia y erecta mirada

    Mi lento vivir melanclico

    contigo ha soado, cabrita

    monts de idilio buclico

    Que vas a tu albergue lejano

    sin saber que en ti bulle y se agita

    el ms bello motivo profano.

    ***

    EL MENSAJE ADIVINADO

    Olor de mis jardines florecidos

    que ha robado a la ausencia el alma triste,

    murmurio que en mis selvas hoy existe

    para dar pesadumbre a mis odos.

    Sombra del techo aquel donde a los nidos

    el ancho alero paternal asiste,

    y donde el tibio hogar suave resiste

    los engaos del mundo aborrecidos.

    Amor de los que amor slo tuvieron

    y con lujo magnnimo lo dieron

    a travs del camino y la jornada

    Me hablas de todo, al hada mensajera,

    a quien oigo agitndote ligera

    en torno mo, si decirme nada.

    ***

    EN LA CITA

    La grama del celaje vespertino

    - cual un desangre de la tarde muerte

    a la campia desolada y muerta-

    daba un toque doliente y mortecino.

    Lejos, el edificio palatino

  • 30

    era un esquife negro

    entre la incierta

    marejada de luz que por la puerta

    del ocaso manaba como vino.

    De prpura; en el mrmol de un escao

    perdido entre las frondas del paseo

    la duquesita que olvid el hurao

    convento, el amoroso devaneo,

    ebria de las delicias del engao

    colmaba la urea copa del deseo

    ***

    PAISAJE PATRIARCAL

    Ruinoso el cortijo sobre la colina,

    la cisterna oscura bajo el emparrado

    y en el tejadito la paz campesina

    del humo que asciende sutil y azulado.

    Murmurando el agua triste sonatina

    llena un insaciable pozo adormilado,

    y en l ve la luna su faz columbina,

    pobre damisela que hace su tocado.

    Sierpe que jugara caprichosos juegos

    bajo de la tarde, finge en la vereda

    una larga fila de mozos labriegos

    que dejan los surcos al tocar de queda,

    y hablan del verano que se muestra amigo

    convirtiendo en oro los campos de trigo.

    ***

    AGONA

    (Al poeta Guimat)

    Dame pronto el abrazo de la hiedra

    a los viejos bastiones derruidos,

  • 31

    el postrero que gozan los vencidos

    en los obscuros tlamos de piedra.

    Se avecina el crepsculo. Me arredra

    la penumbra glacial de los olvidos,

    se dispersan mis sueos y en sus nidos;

    la terminal desesperanza medra.

    Prndeme los festones aromados

    de tu jardn, que tiene la dulzura

    de los florecimientos inviolados;

    y esa ligera sombra de ventura

    recibirn mis hombros lacerados

    como la extremauncin de tu hermosura.

    ***

    DE LA MEDIA NOCHE

    Dama de un tiempo ya ido

    de amplio faldelln de seda

    que te deslizas sin ruido

    por la desierta alameda.

    Algn extrao conjuro

    te descendi con recato

    desde el antiguo retrato

    que se apolilla en el muro?

    A dnde vas? de la luna

    los rayos te nimban suaves

    y tus movimientos graves

    tienen delicia oportuna.

    En el silencio sonoro

    de la bveda estrellada

    cada luminaria de oro

    es un fulgor de mirada.

    Puedo saber cul te nombras

    y si has dejado tu solio

  • 32

    cual la dama de Anatolio

    para una misa de sombras?

    Por magia desconocida

    eres un sueo tangible

    y pasas por la avenida

    como a retar lo imposible?

    A dnde vas? Dolorido

    yo por la triste alameda

    llevo el corazn herido

    bajo la noche de seda.

    Soando el delirio grato

    de si por raro conjuro

    pudiera entrar al retrato

    y ser tu novio de un rato

    bajo las sombras del muro.

    ***

    NUESTROS ANTEPASADOS

    Respetuosamente al autor de Raza vencida

    Acerbo generoso que se trag el olvido,

    me figuro tus hombres y una congoja extraa

    me invade lentamente Ya tu brazo fornido no hace temblar las fieras ni crujir la montaa.

    Cmo debi ser triste relegar el tendido

    arco y la vida fuerte por tejer la maraa

    de la raza de un pueblo que se sinti vencido

    y odi con odio ciego los hidalgos de Espaa!

    De cuando holl tus lares la extranjera jaura

    que viol tus mujeres y destroz inclemente

    tu religin antigua, ya est remoto el da

    Y aun intranquilo sigues en tus guacas de tierra,

    duro el seo, en cuclillas y con aire prudente

    cabe la enjuta mano tu macana de guerra.

  • 33

    ***

    SONAMBULISMOS

    Oh mi ensueo, vago ensueo,

    que solas deshacer mis amarguras y mis penas

    con rumores de inocentes alegra,

    ya no has vuelto (Y han cantado las sirenas!)

    Bajo el paso de las horas y los das

    con nostalgias indecibles me envenenas;

    me hacen falta los palacios que fingas

    en el yelmo donde arrastro mis cadenas.

    Sin tu influjo el verso fcil de las hondas

    rumorosas como el habla de las frondas

    ya no alegra los cansancios del sendero Ya no alegra los cansancios del sendero

    Hay! Acaso melanclico te fuiste

    para no tornar y triste como vaga sombra pstuma te espero.

    ***

    TRPTICO DE LAS HORAS

    I

    Las alboradas

    No olvidar las suaves alboradas

    en el rancio cortijo montaero,

    y en mis momentos de ilusin espero

    que han de volver, alegres y encantadas.

    Con la voz del regato en las caadas

    rimaba el loco enjambre pajarero

    y llenaban el patio y el potrero

    con perfumado aliento las vacadas.

    Como una fragua el cielo se encenda

  • 34

    lentamente la sombra en la espesura

    del bosque se ocultaba y extingua

    Y el paisaje risueo del contorno

    iba desperezando su hermosura

    entre un inmenso resplandor de horno.

    II

    Al medio da

    Al medio da todo estaba quieto

    bajo inclemente rayo el sol del esto

    calcinaba la brizna y el planto,

    el alto bosque y el menudo seto.

    Con un rumor nostlgico y discreto

    entre las yerbas se agotaba el ro

    y buscaba el canal del regado

    la liblula azul del ureo peto.

    Reinaba hondo reposo en la solana,

    donde inquieto abejorro susurrante

    rondaba olores gratos de manzana.

    Y sin hablar, humildes y pequeos,

    el nctar apuramos embriagante

    que abre puertas doradas a los sueos.

    III

    Cuando caa la noche

    El agua de los posos era espejo

    de lmpido cristal insomne y fino

    y en el postrer desmayo vespertino

    all expiraba el ltimo reflejo.

    Fugaz, lejano y candoroso el dejo

    del ngelus vibraba y el camino

    borrado por suavsimo esfumino

    se tornaba ms largo y ms complejo.

  • 35

    Un da ms Murmurbamos cansados, un da ms. Y las almas de las cosas

    hablando sus lenguajes ignorados.

    Inflamaban de amor nuestros desvelos,

    pues en la tierra germinaban rosa

    y albos lirios radiantes en los cielos.

    ***

    A UN VIEJO QUE SE PINTA LA BARBA

    Piensas que por ventura, el que te mira

    con esa barba negra como el ala

    negra del cuervo, cree que tu verdad iguala

    la pintada beldad de doa Elvira?

    Tu mentira es ridcula mentira,

    pues al verte la faz a nadie cala

    que, aunque tanta vejez te agobia y tala,

    slo tu pelo juventud respira.

    Adems, no te pintas por parejo,

    o la tintura es mala, y un reflejo

    ostentas, ya cobrizo ya carmn.

    No olvides que hay quien dice por lo bajo

    que parecen tus barbas estropajo

    de quitar a las ollas el holln.

  • 36

    PRLOGO A LA EDICIN DE UNA DERROTA SIN BATALLA EN EL CENTENARIO DEL NATALICIO DE LUIS TABLANCA.

    (1983). Por Leonardo Molina Lemus

    El ancestro: Unos apellidos que encontramos con regular

    frecuencia en los antiguos infolios de Ocaa y que fueron

    usados por varias generaciones siempre unidos, fue la

    combinacin Gmez Farelo. Los caballeros y las damas de

    esta estirpe figuraron en esta ciudad en los primeros

    planos, y uno de ellos, el sacerdote Joaqun Gmez Farelo,

    escribi a finales del siglo XVIII un extenso ensayo sobre

    la aparicin de la Virgen de Torcoroma, trabajo que

    indudablemente puede considerarse como el primer

    testimonio intelectual de aquella comarca.

    Unos deudos suyos don Santiago, don Antonio y don Jos Mara Gmez Farelo, se desplazaron hacia el norte de

    Ocaa y fueron condueos de la hacienda de "El

    Marqus", antigua propiedad de los jesuitas. Cuando pens

    en formalizarse la fundacin de El Carmen en la primera

    dcada del pasado siglo, ellos ofrecieron las partes planas

    de su finca, pero otros vecinos prefirieron el primitivo sitio

    de Estancia Vieja. Don Santiago se convertira en 1.883 en bisabuelo de don Enrique Pardo

    Farelo, hijo del hogar formado por don Pedro Pardo y doa Claudina Gmez Farelo. Este

    apellido compuesto se transforma a partir de esta generacin slo en Farelo, quizs por simples

    razones de sencillez o de eufona.

    El autodidacta: Convergieron en el futuro hombre de letras dos corrientes idealistas: las de

    Ocaa y Momps, pues su padre era oriundo de esta ltima ciudad. Fiel al llamado de sus

    ancestros se reintegr a Ocaa apenas iniciada la adolescencia. El mismo confiesa que sus bases

    culturales eran apenas elementales. Tuvo all la fortuna de encontrar trabajo en la casa

    comercial de los seores Jcome Niz, quienes se tornaron en mecenas suyos y pusieron a su

    disposicin una biblioteca enriquecida con lo mejor de la produccin en verso y en prosa de la

    literatura espaola y americana. Eran asimismo importadores de libros. Pocos aos le bastaron a

    su claro talento para convertir al sencillo provinciano en uno de los ms extraordinarios casos

    de autoformacin de nuestro pas, pues sus modestos recursos econmicos no le permitieron

    siquiera utilizar los escasos estudios superiores que se obtenan en la Ocaa de entonces.

    Ocaa, sin embargo, tena ya fama de culta. Contaba con imprenta desde 1.851. Era la patria de

    Jos Eusebio Caro y de Jos Vicente Concha Lobo y haba servido de albergue a la Convencin

  • 37

    Nacional de 1.828. Al empezar el presente siglo haban circulado en ella ms de cuarenta

    peridicos de relativa importancia, redactados o dirigidos por valiosas plumas entre las que

    sobresalen las de Jos Trinidad Gaibrois, Lzaro Mara Prez, Joaqun Pablo Posada y Germn

    Gutirrez de Pieres, raro caso en una ciudad intermedia e incomunicada con los principales

    centros culturales del pas. Era, pues, el ambiente apropiado para el espritu del novel peregrino.

    Los felibres: Con el nivel cultural as adquirido hall pronto camino para encontrarse con dos

    predestinados del arte con quienes form una triloga que sigue vigente, aun despus de su

    desaparicin terrena. A la usanza de Provenza alguien los bautiz Los felibres y cada uno en su gnero dej huellas que atesora su tierra. Edmundo Velsquez y Adolfo Milans son

    nombres que honran la lrica colombiana. Y Luis Tablanca (Enrique Pardo Farelo), el

    consumado novelista y cuentista que opaca un poco al delicado poeta, alcanz entre ellos mayor

    reputacin nacional.

    En la capital: Superada la corta etapa de Ocaa se traslada a Bogot, y es all donde aparece lo

    ms variado de su produccin, la cual abarca muy diversos campos, incluso hasta el periodismo,

    pues fue colaborador del Diario Nacional, cuando lo diriga el doctor Enrique Olaya Herrera.

    Segn manifestacin personal que nos hiciera en 1.958, Tablanca se consideraba cofundador de

    la revista bogotana, Cromos. Otra revista, El Grfico, public tambin a menudo sus primorosos

    cuentos, calificados por Luis Eduardo Nieto Caballero, como los mejores de nuestra literatura,

    de los ms sobrios y de los ms nacionales.

    Eduardo Santos: En una reunin de nortesantandereanos en agosto de 1.939 con el Presidente

    de la Repblica Eduardo Santos, en casa del gobernador Hernn Gmez Gmez en

    Bucaramanga, tuvimos la fortuna de or de labios del egregio estadista conceptos encomisticos

    sobre nuestro biografiado.

    Entre otras palabras altamente consagratorias manifest que, Tablanca era una vctima ilustre de la modestia o de la timidez. Testigos de aquel momento fueron tambin con nosotros dos amigos que por fortuna viven y enaltecen nuestro Departamento, los doctores Luis Alejandro

    Bustos y Jorge Asaf, ambos ex contralores del Norte de Santander. El novelista estuvo muy

    cercano al afecto del ex presidente.

    Su excentricidad: No obstante el apostolado de bondad del cual se hace especial mencin

    adelante, era Tablanca en realidad un ser algo reconcentrado. Eludi el acicate espiritual de una

    esposa. Prefiri la soledad. El hecho de aislarse de la capital de la repblica, dando la espalda al

    crculo intelectual de la poca que lo estimulaba y lo aplauda, para encastillarse en un pueblo

    lejano e inaccesible en la plenitud de la vida, nos insina por lo menos un desencanto o un

    prematuro tedio de la sociedad. Signos reveladores de esta situacin anmica cercana a la

    misantropa los encontramos ya en una misiva suya a don Miguel de Unamuno escrita en 1.908,

    cuando escasamente contaba veinticinco aos. De la respuesta del sabio rector de la

    Universidad de Salamanca, que en seguida insertamos, podemos deducir el estado de alma de

  • 38

    nuestro compatriota: Entre los libros que he dejado sobre mi mesa de trabajo figura, mi estimado seor, sus -Cuentos Sencillos-. A ver cuando tengo un respiro para hojearlo. De lo

    que no s qu decirle es de mis veinticinco aos, ya un poco fros y demasiado vividos. Espero

    que se le calienten y comprender algn da que aun no ha empezado a vivir. No creo en

    general en los desengaos prematuros. Las esperanzas se forjan con recuerdos y el que no ha

    dejado camino detrs de s, no tiene camino a la vista. El porvenir es una proyeccin del

    pasado. Dentro de diez aos sentir usted de otro modo y para entonces lo emplaza su

    afectsimo, Miguel de Unamuno.

    La crtica: Despus de su semiclausura en El Carmen slo produjo su obra maestra Una derrota sin batalla, fruto de su fugaz experiencia como secretario de hacienda de su Departamento. Calificada por notables crticos nacionales y extranjeros (Gerald E. Wade) como

    una de las mejores novelas colombianas, es desconocida ahora sin embargo por la casi totalidad de sus compatriotas, debido al escaso nmero de su nica edicin de 1.935 en la

    editorial La cabaa de Bucaramanga. En esta novela, esencialmente autobiogrfica, aparecen a cada paso sus agudas cualidades para la stira de la naturaleza humana, su extraordinaria

    fuerza de invencin, la calidad y sencillez de su relato, cualidades de las cuales se expresa as

    Luis Eduardo Nieto Caballero: Calladamente Luis Tablanca ha formado un palacio de belleza. Cada piedra que han labrado sus manos lo han elevado en el concepto de que es un

    genial cantero del arte. Predomina en l el observador, el descriptivo, as en sus versos como

    en sus cuentos. (...) La pluma le sirve para expulsar el demonio interior, para fijar en lo que no

    perece lo que lleva en los ojos y en el alma. No es l un instrumento para cultivar notoriedades,

    que acaso su refinado espritu desdea. En nada de lo que da escrito se revela la dificultad del

    que asciende con el corazn fatigado. Suya es la difcil facilidad encarecida por los que aman

    lo espontneo y lo sencillo. Y por uno de esos privilegios del arte verdadero, lo espontneo y lo

    sencillo manejado por Tablanca tienen exquisita novedad y, dejan un reguero de cosas

    sugestivas.

    Otro crtico, el ilustre salesiano Jos J. Ortega Torres, concepta en su Historia de la literatura colombiana", que Tablanca es un artista de la narracin en prosa castiza y flexible; sus cuentos y novelas son pginas llenas de paisajes y colorido. Nieto Caballero lo ubica dentro de la generacin del centenario, al analizar cien figuras representativas de la poltica y las letras

    de aquel brillante periodo.

    El notable crtico, poeta e historiador recientemente fallecido Jorge Pacheco Quintero opina que Tablanca, como novelista, supera los tradicionales marcos del costumbrismo, y alcanza, con fortuna inusitada, un realismo autctono, limpio de tcnicas y temticas forneas, que le

    colocan muy por encima de muchos novelistas de los ltimos tiempos. A estas horas de la

    cultura del mundo, cuando se han eliminado las distancias y desaparecido los rincones, la

    Amrica hispana tiene que contar, y Luis Tablanca cuenta a lo hispanoamericano. Es lo que

    hoy se llama la universalidad del realismo local, en el que son verdaderos maestros en

  • 39

    Colombia, Luis Tablanca y Toms Carrasquilla. Este ltimo consideraba al primero dentro de

    los mejores cuentistas del habla espaola.

    Otro importante critico el espaol Emiliano Ramrez ngel -, escriba en Madrid en 1.909: ...Quedamos, pues, en que Tablanca a quien no pretendo describir, es un cuentista nuevo en esta plaza, pero ducho ya en las argucias, intuiciones, maas y socalias del escritor formado.

    Tablanca es, a mi juicio, un literato consciente, dueo de ese prestigio que arranca a la

    emocin suspiros de conquistada, de seductor.

    Al nombre de Luis Carlos Lpez, enmarcado por una aureola que gustosamente percibo, aado

    hoy el de Luis Tablanca. Este libro, Cuentos sencillos, est tan bien hecho. Tan amorosamente escrito, tan lleno de imgenes inslitas y perodos pulidos, que su autor se gana,

    en noble id, todas nuestras simpatas... En su bibliografa aparece adems de Cuentos sencillos, publicado en Madrid en 1.908, Cuentos fugaces (Barcelona, 1.917) y su coleccin de versos La flor de los aos, editada en Bogot en 1.918. Su novela costumbrista de ambiente ocaero Tierra encantada se public tambin en Bogot en 1.926. Al ao siguiente se hizo la segunda edicin y a este xito se refiere el escritor en el prlogo: La favorable acogida que ha tenido esta novela, ya en el concepto de los crticos, ya en la simpata del

    pblico, manifestada de la mejor manera que puede desear un autor, es decir, comprndola

    hasta agotarla, me ha movido a hacer esta segunda edicin y me da adems ocasin de decir

    unas cuatro palabras. Sea lo primero declarar la complacencia que me ha producido tan

    inesperado resultado; no tanto para mi cuanto por lo que pone de presente que un honrado

    esfuerzo artstico encuentra entre nosotros el premio correspondientes, sobre todo cuando ese

    esfuerzo busca sus elementos de trabajo en la riqusima cantera de nuestra propia vida

    nacional...

    En 1.970 el Instituto Caro y Cuervo, con patrocinio de la Escuela de Bellas Artes de Ocaa,

    reimprimi esta obra junto con una antologa de cuentos. Forman el volumen tercero de la

    coleccin de autores ocaeros. Una exhaustiva revisin en los archivos de las revistas Cromos y El Grfico, y en los suplementos literarios de El Tiempo y de El Nuevo Tiempo, en la segunda y tercera dcada del presente siglo, proporcionara material suficiente para un nuevo

    volumen de cuentos que hoy pueden considerarse inditos.

    Daniel Samper Ortega evala de modo consagratorio su obra literaria en el volumen 20, pgina

    15, de la Seleccin Samper Ortega de la literatura colombiana, (Biblioteca aldeana de Colombia), e incluye produccin de Tablanca en los tomos 81, 82 y 84. El volumen citado

    inicialmente, titulado Otros cuentistas, est formado con producciones de Luis Tablanca, Gregorio Castaeda Aragn, Efe Gmez, Jorge Isaac, Adel Lpez Gmez y julio Vives Guerra.

    ... Ya podr el lector apreciar a Tablanca escribe Samper Ortega como poeta en la seleccin de poesas: tiene verdaderas joyitas de sentimiento y sencillez; y es curioso que de

    sus libros haya sido el de versos el que ha tenido mayor venta. Pero su campo es el cuento,

    donde pocos se miden con l. Tambin se ha ensayado en la novela, y cuando se escriba la

  • 40

    historia de nuestras pequeas ciudades, las que sacan verdadero el refrn de Ciudad pequea, infierno grande, no podrn olvidarse ni de Tierra encantada, de Tablanca, ni Cizaa, de Gmez Corena.

    El patricio: Luego de una corta actuacin como diputado a la Asamblea Departamental,

    consagr el resto de sus aos a la accin cvica. Se dio plenamente a su pueblo y parece que aun

    viviera con l en las entraas de sus penas y sus triunfos. Sin ejercer cargos pblicos fue el

    mentor de sus obras, el guardin de los escasos caudales pblicos, el gua desinteresado y

    apacible como un patriarca bblico-, de todo aquel que se le acercara en procura de consejo. Mientras vivi, su pueblo fue municipio modelo en el Norte de Santander y tal vez en

    Colombia. Por eso pudo respondemos de manera aleccionadora a una cordial invitacin que le

    hiciramos en carta pblica, para que interviniera en los negocios del Departamento y de la

    Nacin.

    ...Yo estoy convencido nos escriba de que sirvindole a mi pueblito natal le sirvo a la provincia, al departamento y a la patria misma. Porque si cada abeja pone una gota de miel en

    su celdilla, ya tendremos listo el panal.

    Afable, circunspecto y de pulcritud extrema en todo sentido. Lejano y esquivo para las

    intimidades y accesible y solcito para el bien pblico. Tablanca fue siempre eje de atraccin en

    todas las circunstancias donde le tocara actuar, sin quebrantar su sobriedad.

    Caritativo, generoso, sin preocupaciones de honores ni de dinero, su fortuna apenas le permita

    sobrellevar con decoro sus necesidades. Rehus concurrir a las Cmaras legislativas,

    ponindose en cambio en favor de medianas. En su amena charla salpicada de ocurrencias y

    gracejos, brotaba de pronto la irona, filudo escape que manej con agudeza maestra. Cuando el

    vendaval de las pasiones polticas asol a su pueblo, impvido permaneci a su lado. Con

    parquedad y sin envanecimientos hacia referencias de su obra literaria al requerrsele el tema.

    Franco, sereno y firme en sus conceptos. Argumentaba con razonamiento, no daba paso en falso

    ni vacilaba cuando tena que emitir su opinin personal o poltica, as contrariara el modo de

    pensar ajeno. Estas directrices constituyeron su norte. Algunos no le entendieron esta gran

    virtud, la confundieron con la rudeza o con la intransigencia, que era lo que ms rea con la

    innata elegancia de sus maneras y de su alma. Bondad que le era atvica y que reparti a manos

    llenas con la alegra de un padre de un hermano de un hijo agradecido.

    Darle la espalda al esplendor de la fama literaria en la capital de la Repblica en la plenitud de

    la vida, para consagrarse al cuidado de la madre anciana y de su terruo desvalido es un

    ejemplo de amor que ilumina su memoria y que muy escasos pares podemos parangonarle en el

    egosta mundo que hoy nos atosiga. En sus versos y en sus cuentos se proyecta el reflejo

    inconfundible de ese amor, de ese sentimiento que su aguda observacin y sus delicadas manos

    de orfebre extrajeron de la cantera popular para honra de la literatura colombiana.

  • 41

    Existe en Tablanca una dualidad artstica y humana. El literato y el hombre se compenetran, son

    inseparables, se levantan a una misma altura, iluminan con similar intensidad. Los cabales

    valores que l representa se tornan cada un da ms escasos en nuestro medio. En grave omisin

    incurrieron infortunadamente los gobiernos que desaprovecharon este talento que hubiera

    enaltecido doblemente a la patria en las ms altas esferas del Estado.

    Dibujada por su propia pluma, apreciemos mejor la imagen de su espritu en esta misiva que

    nos enviara en 1.945:

    Usted habr supuesto que soy el hombre ms ingrato del mundo, pero no lo soy. Desde que recib el nmero de Comentarios de julio 21, y le en l el amabilsimo artculo que tuvo Ud. la bondad de dedicarme, no he sabido cmo agradecerle tanta bondad para

    conmigo. He estado muchas veces con la pluma en la mano para escribirle y otras tantas

    lo he dejado para despus, porque se hace trabajoso hasta dar las gracias cuando le

    hacen a uno elogios tan superlativos sin merecerlos, ahora se le agrega mi excelente

    amigo Alejo Amaya Villamil y, todava medio aturdido, no s qu pensar, pues por ms

    que busco y rebusco en todo lo que he hecho, por ms que revalo y sopeso, lo que saco

    en limpio es una vaga desilusin de haber perdido el tiempo. Pero tampoco les voy a

    contradecir. Si yo tengo el derecho de ser displicente para conmigo mismo, s m

    autocrtica me deja desamparado y maltrecho, ustedes tienen el nobilsimo derecho de

    ser generosos, de ser la bondad misma para con este viejo amigo, que le desea

    felicidades, lo abraza estrechamente y quiere ser siempre su afmo. S. S..

    La Gobernadora del Norte de Santander, doctora Margarita Silva de Uribe y el Contralor del

    Departamento, doctor Francisco Jordn Pearanda, han dispuesto con oportuno acierto la

    reimpresin de esta obra como homenaje al eminente nortesantandereano, cuyo centenario de

    nacimiento se cumple el 11 de diciembre del presente ao, iniciativa felizmente secundada por

    el nuevo mandatario seccional doctor Clemente Franco Glvis, en su sepulcro de El Carmen, es

    posible que el clebre narrador se haya estremecido de gratitud. La actual crtica colombiana

    tendr ahora oportunidad de ornar con nuevos laureles la memoria del autor de Una derrota sin batalla, novela que conserva una vigorosa vigencia y es la ms exacta radiografa de la picaresca poltica colombiana y aun americana de todos los tiempos. La ocasin es propicia para

    que nuestro gobierno departamental secunde este loable esfuerzo con la publicacin del resto de

    tan valioso legado artstico.

    Ccuta, octubre de 1.983

  • 42

    OTROS CUENTOS DE TABLANCA (Listado general)

    Vil metal. Febrero 25 de 1922

    La clave. Noviembre 26 de 1921

    La campanita del tren. Octubre 08 de 1921

    La escena de siempre. Agosto 20 de 1921

    Fuentecilla de lgrimas. Julio 30 de 1921

    El hombre honrado. Junio 18 de 1921.

    El presagio de los sueo. Mayo 14 de 1921.

    El fracaso definitivo. Marzo 12 de 1921.

    En la paz del Seor. Febrero 12 de 1921.

    Una desengaada. Enero 22 de 1921.

    Pueblo chico. Febrero 14 de 1920.

    La fiera domada. Junio 05 de 1920.

    Hablando por hablar. Mayo 22 de 1920.

    Los ojos malignos. Septiembre 21 de 1918.

    Liquidacin. Agosto 03 de 1918.

    La sobrina. Octubre 05 de 1918.

    Equidad (Boceto de comedia). Julio 27 de 1918.

    La fuga. Julio 13 de 1918.

    La herencia. Agosto 25 de 1917.

    Mal sin remedio. Julio 28 de 1917.

    Mo o de noche. Mayo 19 de 1917.

    Genio y figura. Abril 15 de 1916.

    Gracia eterna. Julio 10 de 1915.

    La trgica aficin. Abril 20 de 1918.

    Simaa o pueblos olvidados. Junio 15 de 1918.

    Una simpleza (Boceto de comedia). Mayo 15 de 1918.

    A orillas del Magdalena. Mayo 11 de 1918.

    Olvidados. Abril 06 de 1918.

    Croquis. Diciembre 01 de 1917.

    Caridad. Abril 20 de 1915.

    Navidad. Diciembre 22 de 1917.

    Pgina bblica. Marzo 31 de 1913.

    Novia del campo. Febrero 10 de 1917.

    Un asesinato. Agosto 05 de 1922.

    Presagio de sueos. Mayo 14 de 1921.

    La Colocacin. Diciembre 06 de 1919.

    El hijo intil. Octubre 18 de 1929.

    Ante un esqueleto. Octubre 30 de 1927.

    Del diario de un excntrico. Mayo 26 de 1923.

    Montiel Ballesteros. Noviembre 25 de 1923.

  • 43

    Un episodio. Noviembre 30 de 1918.

    Caminito de flores. Noviembre 15 de 1919.

    Amor redivivo. Agosto 16 de 1919.

    El milagro. Julio 12 de 1919.

    A Carlos Villafae. Julios 06 de 1912.

    Cuatro mujeres. Septiembre 16 de 1911.

    Carta sin fortuna. Junio 28 de 1919.

    El milagro de los libros. Junio 14 de 1919.

    Un guerrillero. Marzo 08 de 1919.

    Una del montn. Febrero 15 del 1919.

    Ultratumba. Febrero 01 de 1919.

    Toda una vida. Octubre 12 de 1918.

    Fro de la tarde. Febrero 03 de 1915.

    Mal sin remedio. Julio 28 de 1917.

    Deseo de dolor. Diciembre 16 de 1916.

    Fulgor de crepsculo. Septiembre 02 de 1916.

    Nube errante. Agosto 24 de 1924.

    Cosas de mujer. Agosto 20 de 1924.

    Un libro de crnicas. Abril 06 de 1924.

    Sueo y realidad. Marzo 10 de 1923.

    Una novela corta. Febrero 10 de 1923.

    La hornada. Mayo 01 de 1923.

    El hombre generoso. Septiembre 02 de 1922.

    Las puertas del cielo (Boceto de comedia). Mayo 30 de 1914.

    El drama del veneno. Agosto 11 de 1923.

    El inocente. Agosto 23 de 1924.

    ___________________________________________________________________________

    En las pginas siguientes, de forma facsimilar, reproducimos el artculo titulado: La flor de los aos, publicado en El Grfico el 29 de junio de 1918. En l, Eduardo Castillo hace un elogio de crtica literaria al poemario que Tablanca recin haba publicado. De Eduardo Castillo

    diremos que naci en Zipaquir en 1889 y falleci en Bogot el 21 de junio de 1938, fue un

    eminente periodista, ensayista, cuentista, crtico literario y traductor. Estudi en su ciudad natal

    y luego en Bogot, pero sus principales conocimientos los adquiri en forma autodidacta, al

    igual que Pardo Farelo. Se lo ubica dentro de la llamada "generacin del Centenario" (de

    corriente modernista) surgida alrededor de 1910 en Colombia. Se desempe como crtico,

    teniendo una columna semanal en la revista Cromos a lo largo de casi 20 aos. Tambin trabaj

    en las revistas Lecturas Dominicales y El Nuevo Tiempo Literario. Tradujo del francs, ingls,

    italiano y portugus obras de Samain, Cope, Baudelaire y Wilde, entre otros autores. En 1928

    public el poemario El rbol que canta. Pariente del poeta Guillermo Valencia, fue secretario del mismo, manteniendo una relacin de recproca influencia en sus obras.

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  • 45

  • 46

    LOS INCOMPRENDIDOS

    Revista Sbado2, Medelln, 07 de 0ctubre de 1922.

    Con frecuencia lee uno extraos conceptos y los acepta de ligero sin parar en ellos la atencin,

    pero al cabo del tiempo, cuando de tanto orlos repetir se toman ya por un lugar comn, de

    pronto se cae en la cuenta de que no son verdaderos: entonces se le examina un poco y de puro

    huecos y falsos que se los encuentra nos hacen sonrer.

    Refirindose a ciertos escritores que llenan sus cuartillas de locuciones incomprensibles y a

    raros poetas de vena tan enrevesada como extravagante, que nunca lograron ni aplausos ni favor

    del pblico, ha solido decirse de ellos que su mayor mrito consiste en ser incomprendidos, y

    ste nos ha parecido el ms alto de los elogios, suponiendo de hecho que sus pensamientos son

    tan profundos o tan elevados, que ambos extremos valen por igual, y que su modo de

    expresarlos es tan selecto y refinado que la gran masa de los lectores es incapaz de

    comprenderlos. Se supone a la vez que para esos seres privilegiados slo hay un escaso grupo

    de cerebros que, por favor de los dioses estn a su nivel, que ellos s los aprecian y saborean,

    que, ellos si pueden aplaudirlos, y se les llama los iniciados. Por eso exaltan y ponderan la

    gloria incomparable de los que escriben slo para un corto nmero de iniciados.

    Jos Asuncin Silva dej una poesa, sobremanera bella e irnica, intitulada Un poema. No

    hay quien no la haya ledo, ni quien no haya, meditado ante su inesperado final:

    Le mostr mi poema a un crtico estupendo y lo ley seis veces, y me dijo... no entiendo...

    Esta poesa no ha dejado de causar sus males, pues desde que Silva la public, todos los que

    escriben poemas malos que no hay a quien les agraden, creen estar en el caso del poeta, y que

    todos los que leen y tuercen el gesto son el crtico de romo entendimiento que ley seis veces y

    se qued en ayunas, pues no entendi.

    Alguna vez o a un poeta expresar el raro capricho de que, a tener dinero, hara imprimir sus

    poesas en un libro nico, a todo lujo ya, todo costo, pero nico, para tenerlo l solo. Yo bien

    saba que menta, que apenas quera hacerse pasar por excntrico.

    La fama codiciable y la nica verdadera en cuestiones literarias es la fama que consiste en la

    opinin comn que reconoce la excelencia de una obra; opinin en que participan todos los que

    la van conociendo, en uno y otro hemisferio, hoy y maana. Y cul es el modo de alcanzar esa

    fama codiciable? Claro se entiende que ha de ser llegando al corazn de los lectores por medio

    2 Sbado, revista semanal de vida corta que circul en la ciudad de Medelln auspiciada por la Sociedad Editorial Literaria, de 1921 a 1923.

  • 47

    de pensamientos nobles expresados con claridad y donosura. La gloria de Cervantes desafi

    desde el primer momento la corriente arrolladora de los siglos porque su palabra era clara, como

    el agua, y sus ideas puras como diamantes, de tal modo que para entenderlo no fue menester a

    nadie esfuerzo de ninguna clase. Qu otra cosa ha de desear el que escribe sino ser

    comprendido?

    Algunos jvenes piensan de modos muy diferentes y engaados por el espejismo que presenta

    ante sus ojos sin experiencia la fama de esos refinados escritores y poetas incomprendidos,

    parece que exprofeso enredan lo que escriben para pasar por raros y dejar a todo el mundo

    boquiabierto. Es un error. La gloria de los incomprendidos ni es gloria ni debe causar envidia:

    que la desdeen los jvenes que manejan una pluma, o que se encierren en sus torres de marfil y

    hablen solos.

    Solo reniegan de la popularidad los que tras mucha brega, no han podido alcanzarla.

    Luis Tablanca.

  • 48

    Casa en la que habit Tablanca

    Placa conmemorativa en el frontis de su casa.

  • 49

    COFRE CARMELITANO

    Cansado de andar,

    ya fatigado,

    mi paso lento

    y

    mis pies llagados;

    llegu a un sendero

    por m

    desconocido

    y

    por ellos

    demasiado transitado,

    que me condujo

    al cofre

    ancestral carmelitano.

    Buscando consuelo

    y

    alegra,

    encontr dolor

    y

    hall cansancio;

    ya

    que lo credo risas...

    era slo llanto

    y

    como ellos,

    lamentablemente

    result llorando

    por aquellos seres

    que se haban marchado,

    porque

    en la violencia

    fueron masacrados

    por unos miserables

    ogros mercenarios,

    que eran policas

    y

    unos civiles

    de pueblos aledaos,

    muy crueles

    y

  • 50

    sanguinarios.

    All

    murieron nios

    y

    tambin ancianos;

    ellos

    eran liberales,

    ese

    fue el gran pecado

    por el cual sin compasin...

    El Carmen,

    un da fue asaltado.

    No, obstante

    que han pasado

    muchos...

    muchos aos

    y

    se han deshojado

    varios calendarios...

    en el eco

    sus lamentos

    se siguen escuchando

    y

    en las noches,

    por las calles

    de escalones

    y

    altibajos

    y

    coloniales empedrados,

    sus voltiles fantasmas

    continan deambulando,

    exigiendo justicia,

    castigo clamando;

    aunque

    ya murieron

    aquellos mercenarios,

    que a la villa

    baaron con sangre

    y

    llanto

    y

  • 51

    se llevaron todo,

    hasta su pasado;

    como el ave fnix,

    de entre las cenizas,

    altivo

    entre clarines,

    en medio

    de rosas

    y

    jazmines...

    el pueblo ha resucitado,

    guarecido

    por su compaero

    y

    centinela,

    el vetusto Monte Sagrado;

    quien

    guarda en su memoria

    las celebraciones del presente

    y

    del pasado,

    el dolor.

    Rincn de plcido encanto,

    en donde

    almacig sus nostalgias,

    Enrique Pardo Farelo,

    el Felibre soador;

    turpial,

    que hastiado de su enrancia...

    regres a su prstino hogar;

    engalanando sus cantares

    con la pureza de su amor

    y

    la gallarda de su tierra natal;

    all,

    vivi humildemente,

    hasta el da

    de su partida final.

    Gerardo Carrascal Santiago3

    3 Pintor y escritor nacido en Convencin (N. de S.)

  • 52

    Enrique Pardo Farelo

    (Luis Tablanca)

    onseor Edwin Leonardo Avendao Guevara, presidente de FUNDALIBRO,

    me pide para su revista digital una colaboracin sobre la vida y obra del

    carmelitano Enrique Pardo Farelo (Luis Tablanca), y yo, presto como estoy a

    complacerlo y a resaltar los valores de la regin de Ocaa con mayor razn de quienes nos antecedieron en la escritura- echo mi cuarto a espadas e intentar pergear un boceto biogrfico.

    Creo no equivocarme si digo que Enrique Pardo Farelo fue, esencialmente, un periodista, y

    muchos artculos de los principales peridicos de Bogot El Tiempo y El Espectador- estn rubricados por este carmelitano que, con el transcurrir del tiempo y a base de lecturas selectas,

    se fue formando como escritor insuperable, el que no obstante haber alcanzado la cima en las

    letras se le recuerda como una persona modesta. Recientemente el doctor Luis Eduardo Pez

    Garca, en su libro Historia de la literatura en la regin de Ocaa. Siglos XVIII a XXI, nos

    recordaba el origen de la palabra Felibre movimiento provenzal aparecido a mediados del siglo XIX-, con el cual denominaron hacia 1904 el movimiento literario al cual perteneci

    Enrique Pardo Farelo junto con Euquerio Amaya (Adolfo Milans) y Santiago Rizo Rodrguez

    (Edmundo Velsquez).

    Enrique Pardo Farelo no fue ajeno a la poltica y en 1929 se present como candidato a la

    Asamblea de Norte de Santander. Estos comicios fueron accidentados desde el punto de vista

    jurdico, pues los candidatos Leonardo S. Surez y Santiago Rizo Lobo demandaron por falsedad las elecciones en los municipios de Convencin y La Palma hoy Hacar-. El Consejo de Estado anul la eleccin de Convencin y orden practicar nuevos escrutinios en La Playa.

    Finalmente Pardo Farelo fue elegido diputado para el periodo 1929 a 1930 y tuvo como

    compaeros en la Duma a Guillermo Cote Bautista, Aturo Bueno, Luis A. Guerrero, Carmelo

    Nez Sarmiento, Roberto Delgado, Luis E. Quintero, Carlos Julio Torrado, Leonardo S.

    Surez, Santiago Rizo Lobo, Hermann Hein Roca, Manuel Jos Vargas, ngel Mara Carrascal

    y Luis Eduardo Romero. Para el periodo 1929 a 1930 se verificaron elecciones para Cmara de

    Representantes el 12 de mayo de 1929, y el 11 de abril del mismo ao se reuni en Ccuta la

    Asamblea Liberal de Norte de Santander con el fin de elaborar la plancha de candidatos

    liberales a la Cmara Baja, en una poca en que era permitida constitucionalmente esa

    simultaneidad, y por Ocaa los candidatos fueron Enrique Pardo Farelo, Luis Buenahora y

    Hernando Osorio. Desafortunadamente esta lista no obtuvo el favor popular.