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  • 8/18/2019 Hogar/Vestimenta

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    Sociología de la moda

    HOGAR / VESTIMENTA

    Espacios del ser en sociedad.

    Renata Casanova Sánchez

    4to textil A

    EUCD Farq UdelaR

    UP Feb. 2014

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    Índice

    0_ Introducción............................................................................................3

    1ro_ Estado del tema...................................................................................4

    -Intra/Extra

    2do_ Problema

    - a. Significados de interior y exterior en Arquitectura....................................5

    - b. Interior y exterior en el vestido.................................................................6

    - c. Interior y exterior en la persona................................................................7

    El ser como interioridad y a sociedad como exterioridad 

    3ro_ Planteo

    - Arquitectura..................................................................................................8

    El hogar como expresión de la persona y la familia.

    - Vestimenta..................................................................................................14

    Comunicación no verbal, exposición consiente/inconsciente.

    - Moda y sociedad.........................................................................................20

    Punto de encuentro entre lo privado y lo público.

    4to_ Puesta en común / Conclusiones..........................................................23

    5to_ Bibliografía.............................................................. ..... .......................26

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    0 _ Introducción 

    Con la comparación entre arquitectura y vestimenta en mente se buscó realizar

    en el trabajo a continuación, un relacionamiento de las formas de vivienda y

    hogar concebidas arquitectónicamente y de la moda y vestimenta en la

    sociedad montevideana actual. Para desarrollar esta idea, nos hacemos de los

    conceptos de interior y exterior, como las dos cualidades inherentes a todos los

    volúmenes y que generan un fuerte contraste en las viviendas (estos dos

    elementos como parte vital de la función proyectual del arquitecto), en la

    vestimenta (también sujeto a las decisiones del diseñador pero en un equilibrio

    diferente, siendo el lado interior quién queda rezagado) y finalmente en la

    persona (la cual se relaciona con estos dos entornos de la vida diaria desde

    ambos puntos de vista).

    Con esta premisa, se irá delimitando el tema, buscando llegar a la existencia

    del paralelismo entre hogar y vestimenta como reflejo del ser, así como la

    vestimenta como el primer medio de comunicación y relacionamiento en

    sociedad.

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    1ro_ Estado del tema

    Intra/Extra1 

    Interior/Adentro

    -Del espíritu o de lo más íntimo de la persona

    -La parte de adentro de algo

    -Que solo se siente en el alma

    -Alma como principio de la actividad propiamente humana

    -Lo interior del ánimo

    Exterior/Afuera

    -Que está por la parte de afuera

    -Que tiene vistas a la calle

    -Superficie externa de los cuerpos

    -Aspecto o porte de una persona

    -Fuera del sitio en que uno está

    -En lugar público o en la parte exterior

    1Definiciones tomadas de: definición [online] Disponible en: www.wordreference.com [acceso

    1/11/2013]

    http://www.wordreference.com/http://www.wordreference.com/

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    2do_ Problema

    Basándonos en los textos Bajoclave. Notas sobre el espacio doméstico de

    Laura Alemán, El cuerpo diseñado  de Andrea Saltzman y Lecciones

     preliminares de filosofía de García Morente, elegidos por dar una visión más

    amplia de los elementos que buscamos aclarar pero de una manera concisa.

    Trataremos de ampliar las definiciones de interior y exterior para la arquitectura,

    la persona y la sociedad, y la vestimenta.

    a. Arquitectura

    “La casa es, pues, espacio. Espacio cargado de sentido.

    Lugar. Un lugar creado por uno para otros, pensado por u nos

    y viv ido -tal vez sufr id o- por otros.”  (Alemán L.. 2006: 26)

    Podemos decir que en la arquitectura, interiores son todos aquellos espacios

    delimitados por paredes y cerrados por techos. Exteriores son aquellos que no

    constan de techo y paredes que encierren el espacio.

    Después de estas dos concepciones básicas, aparecen nuevos conceptosintermedios, tales como el “patio interior”, espacio cerrado, delimitado por

    paredes pero tal vez sin techo o con techo y paredes vidriadas o móviles: lugar

    que se encuentra al resguardo pero que tiene algunos beneficios del exterior.

    También existen ambigüedades, como los jardines de las casas, que son

    espacios exteriores pero que a la vez forman parte de la vivienda, haciéndolos

    (de alguna forma) interiores. Podemos encontrar mil variantes de estos

    ejemplos, lo que nos dice que si bien espacio interior y espacio exterior son

    términos muy concretos, se pueden deformar de diferentes maneras logrando

    otros tipos de espacio para el proyectar del arquitecto y el habitar del individuo.

    Mediante charlas y entrevistas2 con diferentes arquitectos, entendimos que la

    tarea de proyectar una vivienda (y cualquier otro edificio), nace generalmente

    desde su uso. Se hace un estudio de cuáles son las necesidades de esos

    futuros habitantes, y cómo estas personas tienden a desenvolverse en este tipo

    de edificación. Partiendo de esto se realiza una proyección de cómo los

    2Entrevistas realizadas a el arquitecto Marcelo Viola y la arquitecta Inés Sánchez en Diciembre 2013

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    espacios y las acciones se relacionan y desenvuelven. Así se van definiendo

    zonas, límites, conexiones y bisagras para hacer de ese entorno el más

    agradable y apropiado (sentirse en casa).

    Por tanto, el arquitecto trabaja definiendo espacios y conexiones. Al definir un

    espacio interior se define necesariamente el exterior, y ambos se ven afectados

    por estas decisiones. Se proyecta el movimiento, el relacionamiento del interior

    hacia el exterior y del exterior hacia el interior (como al situar un ventanal en el

    frente para que al sentarse en el living se puedan ver las flores y árboles, pero

    espejado desde el exterior para que las personas que circulan no vean hacia el

    interior de la casa) y cómo todo esto afectará a la persona (una pared calada

    en el jardín para más privacidad evita sentirse encerrado). Todas estas

    decisiones van generando los espacios y el edificio, generan las atmósferas,

    proyectan sentimientos y definen el habitar.

    b. Vestido

    La diseñadora textil Andrea Saltzman deja muy claro en su libro El cuerpo

    diseñado (2008) lo que significa el interior y el exterior en la vestimenta:

    “Tratándose de un objeto textil, como plano o lámina está

    mater ialmente dotado d e dos caras, que al tomar la forma de

    una determinada prenda en torno al cuerpo se con vier ten en

    sup erf icie hacia el interior y h acia afuera. La faz interior de la

    tela es la que no s e muestra y s e vincu la al cuerpo o a la

    prend a que s e le antepone a la in t imid ad más p róxima al

    espacio anatómico , quedand o asícom o la cara ocu lta de la

    vestim enta. La faz externa, por el contrario , es la que seexhibe y establece contacto visual y táctil con el medio.”

    (Saltzman, A. 2004: 46)

    En este mismo párrafo la autora define claramente lo que significa interior y

    exterior en una prenda, y a la vez establece qué significa esto en cuanto al

    relacionamiento con la persona. El interior de la prenda se relaciona con la

    intimidad de la persona, aquello que queda oculto de la vista; y el exterior se

    relaciona con los otros, estableciendo contacto mediante los sentidos.

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    “La relación int erior-exterior está ligada, además, a los aspectos

    constructivos del vestido: lo que se muestra o se oculta de las

    terminaciones de confección, e incluso aquello que éstas habrán

    de despertar en el cuerpo, en términos de la sensorialidad (por

    ejemplo: una costura con hilo de nailon o el bordado de una

    etiqueta pueden producir irritación y molestia en la piel,

    descalificando por completo una prenda).”  (Saltzman, A. 2004: 46)

    Volvemos a la reflexión de lo que el interior de la prenda significa respecto al

    cuerpo, cómo el interior también define la prenda y las sensaciones del usuario,

    el confort y el desenvolvimiento.

    Incluso se expone que las diferentes prendas tienen grados de interioridad o

    exterioridad, siendo unas más internas, más íntimas, más en contacto con el

    cuerpo y otras más y más exteriores, tales como el sobretodo, que implica en

    su nombre que va por encima de todo lo demás ocultándolo y protegiéndolo, y

    la “ropa interior” considerada una segunda piel, que están en contacto directo

    con la anatomía y no han de ser mostradas, como una pieza más de la

    intimidad.

    c. Persona y Sociedad

    Buscaremos establecer en esta parte, cómo se aplicaría la concepción de

    interior y exterior a la persona y la sociedad. Al considerar esto nos

    encontramos con la problemática de ¿qué es el interior de la persona?

    Podemos considerar que la persona se conforma en su cuerpo/corporeidad, así

    como en lo inmaterial de su ser. Para acercarnos a definir el concepto de ser,es que recurrimos a las Lecciones preliminares de filosofía de García Morente

    (1948), texto accesible que nos guiará en esta búsqueda.

     Al tratar superficialmente el tema de interior y exterior en el sujeto,

    encontramos una serie de elementos que nos harán referir al interior y tantos

    otros al exterior. Los temas de personalidad, individualidad, subjetividad

    surgían como lo interior de la persona y estos elementos los relacionamos a la

    esencia de la persona, por tanto a la esencia del ser. Y para la exterioridadelementos como la presencia, la existencia, la vestimenta en función al

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    relacionamiento con el entorno, la sociedad.

    Con estos comienzos se busca definir el ser desde la ontología, para poder

    llegar al concepto de esencia. Y de esta manera poder definir la interioridad de

    la persona y como esto se relaciona con lo exterior -la sociedad- que también

    define e intercede.

    “Si nos proponemos definir el concepto de “ser”, tendremos

    que tener a mano c onceptos qu e cubran mayor cant idad de

    ser que el conc epto de ser. Pero el conc epto de ser en general

    es el que cubre mayor cant idad de ser; por con siguiente, no

    hay otro más extenso, por medio del cuál pueda ser definido.”  

    (García Morente, M. 1948: 51) 

    El análisis del ser en esta publicación de Morente comienza por la pregunta

    ¿qué es el ser? Y de esta forma llega a la conclusión de que no es posible

    definir el ser por su totalidad. Partiendo de esta complicación se pasa a la

    segunda pregunta, que es ¿cuál es el ser?, diciendo que esto si es posible ya

    que sería señalarlo mediante la intuición en lugar de definirlo.

     A partir de esta nueva premisa entramos en el tema que más nos compete, ya

    que al tratar de señalar el ser se hace obvio que no todo lo que pretende ser -el

    ser real- es realmente el ser.

    Diferenciamos entonces el “ser que es” del “ser que no es” denominando un ser

    auténtico y un ser falso, y en esto nos interesa ahondar, ya que al definir el ser

    auténtico será que podremos llegar a la esencia que implica para nosotros el

    interior de la persona.

    “Si podemos entonces disolver ese pretendiente a ser  en otra cosa

    distinta de él y es reductible a ellos, y por consiguiente, quiere

    decir que ese ser no es un ser auténtico, sino que es un ser

    compuesto o consistente en otros seres. Y si en cambio, por

    mucho que hagamos, no podemos definirlo, no podemos

    disolverlo, reducirlo a otros seres, entonces ese ser podrá en

    efecto ostentar con legitimidad la pretensión de ser el ser.”  (García

    Morente, M. 1948: 53)

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    En esta cita se separa claramente el ser real del ser falso al ser el “falso ser”

    definible y el “ser real” indefinible. La característica del “falso ser” cae en que es

    definible a partir de otro, ese ser es aquellas cosas distintas a él y por lo tanto

    difiere de la esencia al caer en lo externo.

    Esta concepción del ser en otro es lo que consideramos como lo externo, la

    relación de la persona con la sociedad, siendo la sociedad, según Guiddens

    (2000) un sistema de interrelaciones que vincula a los individuos, en la que

    constantemente se define en cosas ajenas al ser real, asociándose a grupos y

    definiéndose en creencias y actividades. Según García Morente (1984) al

    momento de definir el “ser en otro” nos encontramos que este ser no es más

    que lo otro, por lo tanto se define en lo otro. Esta definición del ser en sociedad

    nos permite conocer su exterioridad, ya que éstos elementos si bien nos hablan

    del ser, no nos hablan de su individualidad.

    Este “ser externo” no deja de estar relacionado al “ser interno”, y estas

    comunicaciones son las que creemos encontrar en la expresión material

    exterior de la persona, el cuerpo, la vestimenta, la gesticulación y la presencia.

    “La palabra “ser” significa, por una parte, existir, estar ahí. Pero por

    otra parte significa también consistir, ser esto, ser lo otro. Cuando

     preguntamos ¿qué es el hombre?, (...) no queremos decir si existe

    o no existe el hombre, (...). Queremos decir:  ¿cuál es su

    esencia? ...”  (García Morente, M. 1948: 53-54)

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    3ro_Planteo

    Para esta tercera parte, ampliaremos en los conceptos de arquitectura,

    vestimenta y moda, utilizando un texto específico para cada caso y buscando

    enfatizar en lo que estos ambientes significan para la expresión individual y en

    el relacionamiento. Volveremos a trabajar con Bajocave. Notas del espacio

    doméstico de Alemán enfocándonos en los puntos del texto que refieren a la

    arquitectura y el hogar como expresión del habitante, El vestido habla de Nicola

    Squiacciarino para trabajar la vestimenta como medio de comunicación no

    verbal y por último El cuerpo y la moda. Una visión sociológica de Entwistle,

    que nos ayudará a expresar de qué manera la moda y el vestir funcionan como

    espacio de relacionamiento entre la persona y su entorno.

     Arquitectura -

    “Este filtro funciona como banda de  transición,

    com o u n lími te espeso entre el adentro y el afuera:

    el zaguán aparece flaqueado po r el escrit orio y la

    sala, dos h abitaciones vinc uladas a la ajenidad y

    volcadas al afuera, en las que se acoge a los

    representantes de un exter ior sin domest icar,

    extraño y ajeno.” (Alemán L. 2008: 33) 

    En esta descripción del zaguán en las típicas casas montevideanas del

    novecientos, concentra la transición entre nuestros dos conceptos

    terminantemente expresados: de la puerta hacia afuera está el rudo,

    indomesticado exterior y cruzando el zaguán hacia adentro se encuentra la

    intimidad del hogar y la familia. Continuando el recorrido por esta casa de

    techos altos y múltiples habitaciones, nos acercamos cada vez más al centro

    de la intimidad, dejando las habitaciones más cercanas a la calle como

    continuas pruebas a la cercanía. Este tipo de vivienda basado en el tipo familiar

    de la época contaba con múltiples habitaciones continuas, en las que la

    privacidad se volvía prácticamente imposible y la actividad se centraba en elpatio interior, espacio híbrido, de encerrada exterioridad.

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    Esta estructura espacial  “impide la sustracción del individuo a la mirada

    colectiva.” (Alemán L. 2008: 36). Si bien la familia como conjunto mantiene una

    individualidad colectiva que la caracteriza y mediante la cual los individuos que

    forman parte de ella podrán sentirse identificados y a gusto con el entorno, la

    falta de privacidad impide que el individuo genere su propia intimidad, para

    separarse del resto. De esta manera las formas arquitectónicas de la época no

    sólo siguen una forma de estructura familiar, sino que también definen los

    espacios de expansión individual y la forma en que cada integrante se genera

    en su intimidad.

    “Esta casa privada es, entonces, el lugar de la familia. Y la familia es la

    institución que encarna esa noción finisecular de privacidad caracterizada por

    la expulsión de lo público fuera del hogar.” (Alemán L. 2008: 36)   La familia

    entera se retrae al interior, permite que la fachada del edificio sea la única

    encargada de mantener la apariencia digna y desarrolla su rutina ajenandose

    del entorno. El individuo se encuentra exento de intimidad y a la vez aislado del

    exterior, siendo el hogar entonces, prácticamente el único lugar de expansión,

    siempre dentro de la familia.

    Este aislamiento de las familias hacia el interior de la casa se amortiguaba

    mediante un patio interno, forma arquitectónica que les proporcionaba toda la

    exterioridad necesaria, sin salir realmente al exterior.

    “El patio es el centro luminoso de la espiral umbría, es el punto por el que el

    afuera se cuela para ser domesticado por el adentro.” (Alemán L. 2008: 39)

    Este elemento logra exactamente lo pretendido por los arquitectos y las

    familias, permite que la exterioridad se cuele, que el encierro se aminore, pero

    manteniendo total privacidad y completa ajenidad al exterior.

    Sobre la decoración y amueblamiento de estas casas que significaban para

    muchos integrantes de la familia el único entorno, al referirse al mobiliario la

    autora lo trata despectivamente, al ser de una estandarización casi clonada,

    que evitaba cualquier tipo de relacionamiento, de huella personal en el estilo

    del hogar. Pero a pesar de presentarlo de este modo, rescatamos esta cita en

    la cuál se defiende la inevitable personificación de los espacios que se crean y

    se habitan por la persona.

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    “La identificación funciona, empero, a pesar de la estandarización

    estilística del mobiliario, porque éste asume entre esas paredes

    una dimensión autobiográfica consagrada por la permanencia y la

    costumbre. Los “muebles de estilo” son impersonales, sí, pero se

    combinan de un modo personal y se hacen eco de los avataresfamiliares.” (Alemán L. 2008: 63) 

    La casa del '900 da paso a la casa del '50, en cuyo diseño arquitectónico

    apreciamos un cambio radical, cambio del concepto de vivienda, de hogar y

    también de familia. Según expresa la autora “la casa del cincuenta ya no mira

    hacia afuera porque en ella se ha anulado la distinción ente el adentro y el

    afuera, porque ella misma es el afuera.” (Alemán L. 2008: 68) En este modelo

    de hogar, las oscuridades, las habitaciones de paso y los espacios de

    separación se suprimen para concentrarse en el espacio funcional, en el

    movimiento funcional. La noción de intimidad cambia, asignándoles a los

    individuos sus propios espacios donde alejarse y expandirse; el problema pasa

    a ser la falta de intimidad por la excesiva expansión del interior hacia el exterior,

    la trasparencia expone de exterior a interior y de interior a exterior.

    El individuo tiene su lugar, tiene su privacidad, tiene el espacio para su

    desenvolvimiento personal e íntimo, pudiendo presentar eso en su entorno,

    pero a la vez, los límites entre exterior e interior vuelven al extremo,

    separándolo únicamente mediante una pared vidriada, permitiendo todo tipo de

    relacionamiento lumínico y visual.

    “La estructura (habitable) debe permitir que la ocupación humana se coloque

    con total frescura, con total independencia, con total soltura, sin sentirse

    inhibida” (Alemán L. 2008: 84) Todas estas inhibiciones contienen la expresión,

    evitando la individualización de la persona. Al lograr el cometido de la casa sin

    límites, integrada de forma palpable al entorno, permite al individuo expandirse

    en su espacialidad, pero no generar una expansión del ser, privada, individual.

    “Hoy en vez de papeles pintados, se usa el paisaje vivo, que a través de

    grandes paños vidriados, incorporan al ambiente interior toda la maravillosa

    belleza de la naturaleza.” (Alemán L. 2008: 87) 

    Por otro lado, el amueblamiento y decoración toman otro significado, dejan laserialidad para pasar a ser parte de la individualidad familiar.

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    “La gente considera todavía a todo lo que está en la casa, muebles, cuadros,

    tapices, cubiertos, etcétera, no sólo como algo para utilizar sino también para

    satisfacer un deseo de representación, un deseo de suscitar asombro envidioso

    a la visita del domingo o a la vecina.” (Alemán L. 2008: 116) Los elementos

    repetidos de los muebles de estilo se suplantan ahora por elementos

    delicados, personales a los que se les imprimen determinadas tareas, como la

    de impresionar y generar deseo a las visitas, por lo que estos muebles y

    utensilios se van cargando de personalidad y esplendor. Se busca también que

    la casa hable de uno, la proyección del ser en el entorno que se habita no es

    sólo algo espontaneo, inconsciente, sino que es un efecto buscado mostrar u

    ostentar lo que uno es o quiere ser, a través del hogar y los elementos que lo

    componen.

    “...Se precisa una gran cantidad de libertad espiritual para no

    amilanarnos ante la vista de muebles sin representación

    consecuente: si yo uso la misma casa, la misma vestimenta, el

    mismo utensilio que mi querido vecino, esto destruye entonces mi

    libertad y mi personalidad. En realidad es acertado justamente lo

    contrario: ... igualdad externa significa libertad interna” (Alemán L.

    2008: 117) 

    Esta cita dentro de la narración de Alemán, refiere a los utensilios uniformados

    como la posibilidad de la liberación en el interior. La igualdad externa, así como

    un uniforme escolar, podría permitir al individuo buscar proyectar más alla del

    exterior su individualidad, consiguiendo la libertad interior.

    En el siguiente paso del recorrido, lo q se incluye a la vivienda del 2000 es la

    virtualidad, computadoras, juegos y televisiones, el internet; logran expandir loslímites de la persona y del hogar, hasta del país, pero al costo también de la

    reclusión casi total al espacio interno pero desafiando de manera virtual lo

    público y lo privado.

    “La irrupción virtual del mundo en la casa real se conceptualiza

    como ingreso de lo público dentro de lo privado, por lo cual la vida

    social adopta un formato doméstico y queda confinado al reducto

    familiar.” (Alemán L. 2008: 134) 

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    Vestimenta -

    “En este sentido la comunicación se puede definir como

    cualquier intercambio de informacion es que se ver i f ica en el

    inter ior de un sistema de relaciones, con independencia del

    medio qu e se ut i l ice para comunicar y del hecho d e que los

    interlocutores tengan o no conciencia de ello.”   (Squicciarino

    N. 1990: 19)

    Entendemos a la vestimenta como un medio de comunicación no verbal,

    complementado por el atavío, la expresión y la postura, inherentes al cuerpo e

    inevitables.

    “El atavío es el más elocuente de todos los estilos... forma parte del propio

    hombre, es el texto de su existencia, su clave jeroglífica” (Manifestado por

    Balzac H. en Squiacciarino 1990: 22) Balzac en estas líneas da al atavío el

    valor de ser parte del propio hombre, algo de lo que no es posible

    desprenderse, y a la vez el texto de su existencia, un sistema de símbolos por

    tanto descifrables y recíprocos mediante los cuales es posible mantener

    comunicación entre los hombres, comunicación entre estas partes interiores del

    hombre. A continuación Eco, deja al descubierto el valor del significado de los

    signos de la vestimenta, una vez descubiertos del velo de la cotidianeidad se

    hacen evidentes las significaciones de los diferentes elementos y hábitos de la

    vestimenta, y el claro mensaje que envía a los otros.

    “Quién haya met ido mano a los problemas actuales de la

    semiología, ya no puede hacerse el nudo de la corbata por la

    mañana delante de un espejo sin tener la sensación de realizar

    una auténtica elección ideológica, o al menos de ofrecer un

    mensaje, una carta abierta a los transeúntes y a todos aquellos

    con los que se encontrará durante la jornada”   (Manifestado por

    Eco U. en Squicciarino N. 1990: 23)

    Squiacciarino (1990) enfatiza en que el objetivo principal de esta propia

    manipulación es lograr una presencia gratificante a la vez para uno mismo y

    para transmitir a los demás. Se busca que la imagen reflejada en el espejo

    coincida con lo que uno cree que debería ser, ya sea porque su autoimagen así

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    lo dispone o porque no ve en su aspecto lo que cree que lo hará pertenecer a

    la sociedad como gustaría. “El aspecto exterior desempeña un papel

    importante para fijar y mantener una imagen de nosotros mismos y tiene un

    peso considerable de cara a la autoestima y al sentimiento de seguridad en la

    propia persona” (Squicciarino N. 1990: 38) Sentir esta concordancia de nuestro

    aspecto con la idea que tenemos de cómo deberíamos vernos es lo que nos

    proporcionará la seguridad necesaria para desenvolvernos cómodamente en

    sociedad.

    “Nuestra apariencia entre los demás es el resultado de la

    arquitectura anatómica del cuerpo y de todas sus modalidades

    expresivas. Disociados de esta actividad comunicativa no verbal,

    los distintos elementos de la indumentaria se reducirían a la

    insignificante función de vestir un objeto inanimado como si fuera

    una percha. Por el contrario, com o parte de un todo dinámic o y

    armónico, el vest ido siempre signi f ica algo, transmite

    importantes inform aciones en relación co n la edad, con el

    sexo, co n el g rupo étnico al que el indiv iduo pertenece, con su

    grado de rel ig iosidad, de independencia y con s u or ig in al idad

    o excentr ic idad, asícom o con s u con cepción de la sexualidad

    y del cuerpo ” (Squicciarino N. 1990: 39) 

     Al despojar al vestido de significación nos volvemos fríos e aislados,

    “inanimados” como dice Squicciarino, ya que por más austero y simple que el

    vestido o el arreglo personal o incluso las formas y modales de la persona

    pueda ser, se transmite un mensaje que tiene valiosa información sobre quien

    los lleva, y si ahondamos en esta información podremos descubrir aún más,

    sabiendo si los lleva de esta manera por gusto propio, por convicción, con

    comodidad o a la fuerza.

     A lo largo de los diferentes capítulos del libro el autor vuelve, cuando la

    cuestión lo requiere, a los presuntos orígenes de la vestimenta. Separando

    posibles causas, y tanto la vestimenta pero más inicialmente el atavío y la

    decoración del cuerpo desnudo, pueden haber nacido con el fin de

    mágicamente atribuir a la persona de ciertos valores.

    Los tatuajes se realizaban según la función del individuo en esa sociedadprimitiva para adjudicarle cierta virtud, como la protección de los dioses o

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    fuerza para los guerreros, pero a la vez estos daban a conocer a los otros su

    estatus y posición; además de esto, no es posible separar igualmente el valor

    mágico para el que pudiera realizarse de su valor estético en la realización.

    Sea por fines prácticos o estéticos, al parecer, la vestimenta y el atavío desde

    sus inicios funcionaron como quiebre de la homogeneidad, una diferenciación

    del uniforme natural que es nuestra piel. Este fenómeno parece ser típicamente

    humano, ya que los animales a diferencia de los hombres se limitan a exhibir” 

    aspectos naturalmente bellos” (Squicciarino N. 1990: 48) 

    Los animales exponen sus virtudes para conseguir pareja, los hombres

    recurren desde el comienzo a elementos artificiales, manufacturados

    individualmente para lograr diferentes fines; y , así como no es posible desligar

    el sentido estético que una modificación corporal puede suscitar sobre el

    hombre, tampoco lo es su valor de identificación, cada elemento distingue a las

    personas, en lo que hacen, en lo que son, en lo que buscan ser.

    “La conciencia del yo que caracteriza al ser humano se expresa como la

    experiencia de separación, de distinción con respecto a los semejantes al

    propio ambiente.” (Squicciarino N. 1990: 48) 

    El hombre parece haber buscado desde épocas primitivas la diferenciación y la

    individualidad, la expresión propia y única, esta individualidad es lo que el

    atavío le proporcionó a los hombres en sus inicios y que actualmente (de una

    manera u otra) nos proporciona a todos nosotros, dándonos la posibilidad de

    elegir la manera en la cual presentarnos.

    Respecto a los gustos y preferencias, muchas veces, ni siquiera relacionamos

    cuales son las razones por las cuales nos atrae cierto tipo de vestimenta, cierta

    prenda o tipo físico de persona; a estos elementos externos, les adjudicamos

    ciertos significados y valores dentro de este lenguaje no verbal, a veces

    consciente y a veces inconscientemente.

    De la misma forma en que se hacía en la antigüedad, adjudicamos poderes a

    ciertos elementos, creyendo que nos proporcionarán ciertas cualidades. Así

    como la niña se pone los zapatos de su madre esperando verse como ella.

    En un elemento se puede concentrar un aspecto de la persona que se quiereadquirir, en este proceso social de formación de la personalidad del niño, se

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    van generando aspectos que se relacionan con los modelos a seguir. La

    indumentaria puede concentrar esto en un elemento que signifique esto en lo

    que buscamos convertirnos, y seguramente durante toda nuestra existencia

    relacionaremos a cualquier persona que lleve este ítem adecuadamente con el

    razgo que le asociamos en la infancia. De la misma manera generamos

    asociaciones negativas que influirán también en la manera de vestirnos y de

    reflejarnos en la indumentaria, como el diseñador de moda japonés Yohji

    Yamamoto, que nunca utiliza tacones altos en sus diseños y desfiles porque los

    asocia a las mujeres frías y duras que marcaron su infancia.

    Incluso los colores caen bajo el mismo encanto y afectan los sentimientos y

    sensaciones de las personas y su ánimo. J. W. Goethe afirma que los colores

    además de provocar estados de ánimo, también se adaptan a estos y su

    elección puede estar relacionada a estos así cómo a determinados recuerdos

    más o menos gratificantes. Incluso ciertos colores en su relación profunda con

    la persona pueden ir más allá del ánimo, queriendo evocar ciertas necesidades

    o emociones directamente relacionadas a la psicología del individuo.

    Volviendo al atavío, ciertos elementos a los que -como decíamos- adjudicamos

    ciertos valores, nos harán sentir identificados y seguros en relación a nuestra

    imagen y nuestro cuerpo. En la tercera edad, cuando nuestra imagen ya no es

    lo que solía ser, muchas mujeres recurren a elementos externos para sentirse

    más a gusto con su imagen, aferrarse a la materialidad para dejar de ver la

    distorsión entre la idea de uno mismo y la imagen del espejo.

    “Una mujer elegante (...) se ama a sí misma (...) y no a los objetos que la

    adornan” (Manifestado por Beauvoir S. en Squiacciarino N. 1990: 129). 

    En esta declaración Simone de Beauvoir, hablando de las mujeres de la tercera

    edad, destaca lo que significa ser elegante, que, dejando de lado la necesidad

    de recurrir a la sensualidad, descansa en “amarse a sí misma”, como la forma

    de mantener el valor de la persona y una proyección digna en el entorno sin

    recurrir a los juegos de adornos que cumplen la función no de embellecer ni de

    resaltar, sino, de distraer la atención. “Este arte de “reinventarse a sí mismo”,

    de transformarse, en el que también están presentes el aspecto lúdico y elmágico, hace que aumenten la confianza y la seguridad en la propia persona y

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    como consecuencia en la relación social” (Squicciarino N. 1990: 139) Es esta

    seguridad y amor propio que resulta siempre atrayente a los demás. Como

    decíamos anteriormente, la indumentaria define fuertemente la relación que

    tendrá la persona con la sociedad, y en esa forma que llega a rozar lo mágico

    por los grandes atributos que llegamos a imponerle a una simple pieza de

    vestir, logramos interactuar de mejor manera con el entorno, atribuyendo

    nuestra sensación de confort y seguridad a la imagen que logramos proyectar

    de nosotros mismos, estando vinculada directamente al uso de determinada

    indumentaria o atavío.

    Más allá de los elementos que elegimos para definirnos y sentirnos seguros,

    caemos incansablemente en la seducción de la tendencia y la moda, con una

    dualidad siempre presente:

    “La moda es la imitación de un modelo dado y satisface la

    necesidad de un apoyo social, conduce todo lo singular hacia el

    camino que todos transitan... Además satisface la necesidad de

    diversidad, la tendencia al cambio y a diferenciarse y distinguirse

    de los demás” (Squicciarino N. 1990: 154) 

    La forma en la que masifica a la vez de distinguir, genera una corriente en la

    que todos mantienen un mismo criterio, en el cual pueden sentirse cómodos,

    identificados, seguros de sí mismos y en una misma comunicación, pero a la

    vez logra que cada individuo pueda sentirse distinguido de esta corriente,

    poniéndose en contacto con su propia individualidad, y comprobando estas

    diferencias en la comparación con los otros individuos de su misma corriente.

    “La moda como un fenómeno social íntimamente unido a la actividad

    inconsciente del espíritu” (Manifestado por Lévi-Strauss C. en Squiacciarino N.

    1990: 159). Lévi-Strauss aquí, le da a este aspecto individual de la moda, una

    relación inconsciente con el sujeto, sentenciando con esto que incluso esta

    individualidad, se hace más allá de la consideración consciente de uno mismo,

    de lo que uno es o quiere proyectar ser, simplemente como una decisión que

    creemos superflua o accidental, pero que realmente está sujeto a las

    creaciones inconscientes de la razón.

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    “El efecto tonificante que ejerce sobre la autoestima el hecho de

    que los demás manifiesten la aceptación y la admiración de

    nuestra propia imagen, la acción positiva de estímulo que la

    competitividad en el cuidado del propio aspecto y en la afirmación

    de la propia individualidad desarrolla sobre la fantasía y sobre la

    intuición, la gratificación emotiva y el valor mágico asociados a la

    constante adquisición de nuevas prendas de vestir, así como la

    transitoria anulación del mundo ordinario y el carácter lúdico que

    acompañan a la propia puesta en escena, pueden hacer las veces

    de una importante función catártica para el hombre alienado de

    nuestra sociedad” (Squicciarino N. 1990: 187) 

    Es esto lo que puede llegar a devenir en la constante falsificación del ser, caer

    en la permanente exposición teatral de un sujeto, para conseguir la aprobación

    de los otros sin importar a qué costo o respecto a qué. Como Squiacciarino

    afirma, se llega hasta tal punto de alienación que empezamos a creer que “el

    yo consiste esencialmente en la propia imagen reflejada en los ojos de los

    demás.” (Squicciarino N. 1990: 185) Al valorizar más la concepción ajena que

    la propia, caemos en la dependencia del ojo ajeno, nos construimos en base al

    otro, dejando vacío el interior.

    Cerramos este punto con la siguiente cita, que evidencia las más fuertes

    relaciones entre vestido y vivienda: “Particularmente en la infancia y en algunos 

    estados de regresión, la función protectora del vestido que podría considerarse,

    no sólo en su sentido físico, sino sobre todo desde el punto de vista

    psicológico, como la prolongación del seno materno, también puede ponerse

    en relación con la arquitectura.  El vestido, la casa, el ambiente habitableserían “estratos de piel sucesivos”, asociados por la misma f unción de

    protección, de comodidad y de bienestar.” (Squicciarino N. 1990: 94)

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    Moda y sociedad -

    “La ropa es la forma en que las personas aprenden a viv i r en sus

    cuerpos y se sienten cómodos con el los. Al l levar las prendas

    adecuadas y tener el mejor aspecto po sib le, nos sent imos bien

    con nuestros cuerpos y lo mism o su cede a la inversa: aparecer

    en una si tuación sin la ropa adecuada nos hace sent i r

    incómodos, fuera de lugar y vulnerables. En lo que a esto

    respecta, la rop a es u na exp eriencia íntim a del c uerpo y u na

    presentación pública del m ismo. Moverse en la fron tera entre el

    yo y los d emás es la interfase entre el individu o y el mund o

    socia l , el punto d e encuentro entre lo p r ivado y lo públ ico. Este

    enc uent ro en tre la exp erienc ia ínt ima d el cu erpo y el ámb ito

     público, mediante la experiencia de la moda y el vestir,”  (Entwistle

    J. 2002: 12)

    En este primer párrafo, Entwistle logra condensar lo que buscamos transmitir.

    La vestimenta como herramienta de movilidad y crecimiento dentro de la

    sociedad, el límite entre lo que permanece privado y lo que hago público a los

    demás ya sea, metafóricamente o de forma física.

    El vestir parece ser simultáneamente una experiencia y presentación de la

    identidad, a la vez de ser el resultado de presiones sociales y contextos

    culturales. Nos limitamos en el vestir por normas sociales e institucionales, por

    miedos y convicciones y enviamos diferentes símbolos dependiendo del

    contexto en el que nos presentemos. Una burka no tiene el mismo significado

    en medio oriente, donde una mujer casada que no la utilice sería penalizada,

    que en occidente dónde incluso llega a estar penalizado su uso.

    “Comprender el vestir significa, pues, entender esta dialéctica

    constante entre el cuerpo y el yo: se requiere, como señala

    Merleau-Ponty, reconocer que «el cu erpo es el v ehícu lo d e la

    existencia en el mun do  y tener un cuerpo es, para una criatura

    viva, estar integrado en un entorno definido, para identificarse

    con ciertos proyectos y estar siempre comprometido con ellos» ”

    (Entwistle J. 2002: 39)

     Aquí planteamos nuevamente esa necesidad de diferenciarnos del uniforme

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    con el que nacimos, si bien todos los cuerpos son diferentes, en la vestimenta

    uno encuentra la manera de mostrarse más allá de las formas, directamente a

    lo personal.

    El segundo aspecto ambivalente de la moda refiere a que si bien es un proceso

    sumamente íntimo y personal es también básicamente social, poniendo en

     juego no solamente lo que nosotros sentimos y pensamos acerca de nuestra

    vestimenta, sino también lo que los otros reflexionarán sobre ese mismo vestir

    “Para comprender el vestir en la vida cotidiana hemos no sólo de observar

    cómo los individuos recurren a sus cuerpos, sino cómo actúa la ropa entre los

    individuos y cómo supone una experiencia intersubjetiva” (Entwistle J. 2002:

    45)

    Día a día nos vemos en la posición de conjugar estas dos características,

    relacionar estas dos caras de la moda, siendo que una delimita la manera en

    que debe vestirse una persona dependiendo de sexo, clase, etnia, entorno, etc.

    Y la otra la forma en que cada individuo decide con qué ropa se siente más a

    gusto e identificado.

    “La moda y el vestir guardan una compleja relación con la identidad: por una

    parte la ropa que elegimos llevar puede ser una forma de expresar nuestra

    identidad, (...) pero nuestra indumentaria no siempre se puede «leer», puesto

    que no «habla» directamente y, por consiguiente, está expuesta a malas

    interpretaciones.” (Entwistle J. 2002: 130) 

    El vestir puede ser utilizado como una manera de engaño, de mostrarnos como

    algo que no somos realmente, pero a la vez, casi de la misma manera, el

    cálculo de la vestimenta y de la forma en la que nos presentamos a los demás,

    puede ser una manera de exponernos en nuestra mejor cara, o en aquello que

    nosotros pretendemos ser, aspiramos ser, y tal vez, en esa misma aspiración

    quedamos identificados con lo que somos realmente. Sin duda el vestir puede

    ser una herramienta de engaño muy eficaz, pero a la vez su utilización para

    estos objetivos nos define inequívocamente.

    “La ropa que elegimos llevar representa un compromiso entre las exigencias

    del mundo social, el medio al que pertenecemos y nuestros deseos

    individuales. «Las modas son lazos que unen a los individuos en un acto mutuo

    de conformidad con las convenciones sociales»” (Entwistle J. 2002: 132) El vestir en sociedad expresa muchos diferentes mensajes sobre nuestra

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    persona, tomar la decisión sobre cómo vamos a mostrarnos frente a un grupo

    de personas determinado, en determinado ámbito y espacio, expresa la forma

    en que queremos ser vistos e interpretados por estas personas y nos permite

    relacionarnos con ellas. Esta imagen que procuramos mostrar al otro forma

    parte de nuestra propia identidad real, al comprometerse con una convención,

    con un grupo, con una imagen hablamos de lo que sucede en nuestro interior.

    Lo que se repite en esta publicación de Entwistle, es la contradicción de la

    moda entre lo que uno quiere mostrar y lo que uno es, entre la identidad y la

    imagen, entre buscar ser aceptado y sentirse incluido, y la necesidad de tener

    una cierta individualidad que me separe de los otros. Si bien la mayoría de las

    personas están interesadas en sentirse a gusto dentro de un grupo, mediante

    un código similar de vestimenta, la mayoría de estas personas también se

    sentirán más a gusto si consideran que su vestimenta difiere en algún sentido

    de la de los demás y también concuerda con sus gustos, creencias y su

    autoimagen. En esto mismo vemos cómo la vestimenta siempre deja relucir en

    algún grado el ser individual. Todas las personas buscan al vestirse, por más o

    menos tiempo de reflexión que le dediquen, que las prendas que cuelgan de su

    cuerpo reflejen en algo su persona. Pocas personas son capaces de utilizar en

    cualquier situación prendas con las cuales no se sienten cómodos o

    “identificados”, y en caso de que así sea, las posibilidades son de que esta

    persona se mueva con incomodidad e inseguridad en el entorno al haber una

    distorsión entre la imagen que uno tiene de uno mismo y la imagen que ve

    reflejada en el espejo. Lo que tal vez llame más la atención es que pocas

    personas serían capaces de decir realmente a que responde que una prenda

    sea o no sea apta para su propia utilización. Es una gran desilusión cuando

    alguien nos regala una prenda que cree nos gustará y erra, porque en esa

    prenda se condensa de alguna manera la visión del otro sobre nosotros

    mismos. Es aterrador descubrir que no encaja en lo más mínimo con nuestra

    autoimagen.

    “Nuestros cuerpos son considerados como «coberturas» del yo, que se

    concibe como único y singular .” (Entwistle J. 2002: 25) El cuerpo, la

    vestimenta, las formas y modales, el hogar, los grupos sociales, son más y máscoberturas que van formando la construcción de la persona.

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    4to_ Puesta en común / Conclusiones 

    Resulta evidente después de haber repasado estos textos, que no es posible

    separar al ser humano de los diferentes entornos de los que se rodea.

    Se generan varias capas, recubrimientos, cuya función siempre ambivalente

     juega entre la protección, la contención, la exposición y la identificación .

    El primer hogar del “yo” o el “ser” es el cuerpo, y éste nacido en similitud a

    tantos otros busca la diferenciación, busca el “yo”, busca su “ser”, y

    desprendiéndose de la igualdad externa (porque el sentir interior así nos lo

    dicta) se adorna y transforma persiguiendo diferentes fines, hasta el segundo

    hogar, que es representado por la vestimenta, morada, cobijo, que

    necesariamente debe seguir ciertas normas sociales para evitar la disfunción

    dentro del grupo social y para lograr un mejor desenvolvimiento, seguridad y

    aprobación: todas herramientas que facilitan nuestro convivir en sociedad.

     A la vez, esta segunda piel y primera casa es la primera forma de

    comunicación, de expresión hacia el otro. Le damos a saber los datos que nos

    interesa que identifique entre tantos otros que dependen de la subjetividad

    ajena y no la propia (el otro puede llegar a creer diferentes aspectos de

    nosotros por elementos de nuestro aspecto que no son dispuestos

    conscientemente por nosotros, por ejemplo, si somos excesivamente prolijos

    por tener la ropa perfectamente planchada o por el contrario muy descuidados

    si no nos importa usarla arrugada), y también ponemos nuestra propia

    identidad y sentir en la forma en que nos mostramos. Esto funciona como una

    herramienta más para sentirnos centrados y claros en nuestro lugar y

    papel social y en nuestra propia individualidad que nos da la libertad de

    sentirnos únicos, separados del otro.

    Se distinguen entonces estos tres elementos que en la acción del vestir se

    complementan: el sentir de la persona respecto a sí misma (su ser y

    corporeidad), la prenda, que fue creada por determinada persona en

    determinado entorno y que por todas sus cualidades (diseño, material,

    confección, forma, origen, etc.) no puede evitar transmitir ciertos valores, más o

    menos evidentes; y el receptor, el entorno que se encargará de decodificarestos signos que transmiten la suma de los elementos anteriores y que juzgará

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    según su interpretación, su significado y pertinencia; manifestándolo -tal vez-

    en su forma de considerar y relacionarse con la persona que eligió vestir estas

    prendas.

    El tercer hogar, la tercera capa de protección y de expresión es la vivienda.

    Vimos mediante el texto de Laura Alemán que los diferentes tipos de casa

    representan los diferentes tipos de familia en cada época y los diferentes

    grados de intimidad que éstas requerían de sus hogares. También encontramos

    que el hogar expresa casi las mismas cualidades de la vestimenta; los objetos

    se van haciendo más personales e identificatorios, y se busca lograr una

    concordancia, con el sentir, el hacer, el vestir, el vivir y el hogar; todas estas

    cosas como expresiones del ser. Ya que de la misma manera que en

    determinados casos la vestimenta expresa cosas que nosotros no nos

    disponemos a expresar, el hogar también lo hace. Si todos los elementos de

    una casa, como almohadones y utensilios, son del mismo color, nos lleva a

    tomar determinada conclusión sobre esta persona. El arquitecto dispone el

    entorno, dispone cómo el habitante se relacionará con el exterior y como se

    desenvolverá en el interior, pero es la acción de habitar que ablanda estas

    relaciones y las va dotando de personalidad (voluntaria e involuntariamente)

    generando una concordancia entre las diferentes formas de relacionarse con el

    medio y a la vez, verse a uno mismo.

    Todos estos conceptos se fueron entrelazando en la realización final de la

    colección. Los conceptos de interior y exterior se empezaron a trabajar desde

    las capas, que generan contrastes entre translúcidos y opacos, sintéticos y

    naturales, tendiendo a llevar lo suave y natural a lo interior y lo sintético y

    transformado hacia lo exterior. Es el exterior el que expresa, el que muestra o

    cubre el cuerpo mediante volúmenes, cortes, estampados hechos a mano,

    dibujos, fallas, detalles, elementos que permiten acercarse a la prenda desde la

    sensorialidad, tanto para el “receptor externo” como para el “interno” (el

    usuario) que encuentra terminaciones, forros de algodón, estampados suaves,

    sensaciones privadas y a la vez intercambios con el exterior   de las

    prendas, que generan sensaciones más activas, experimentales. Tanto para lavisión, que encuentra en las capas y superposiciones juegos para descubrir

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    elementos y detalles, como para el tacto: diferentes acabados y relieves, líneas

    curvas y rectas, telas de diferente caída, grosor, diferentes respuestas al

    movimiento. Estos elementos logran prendas para experimentar desde la

    vivencia, para jugar desde los grados de exposición con el desenvolvimiento.

    Los estampados dibujados a mano que mantienen el trazo, que van por lo

    infantil y lo hogareño, buscan relacionarse con el usuario, llegar a algo en lo

    que se pueda identificar. Todo esto para lograr una colección en la que el

    usuario pueda identificarse y relacionarse con las prendas, busca dejar de lado

    la moda rápida que ajeniza a los usuarios quitando contenido del vestir y

    cargarlo nuevamente de sentimiento y sensación. La colección fue

    fotografiada para su presentación en el Museo Casa Vilamajó, haciendo

    referencia a su relación con la arquitectura, y siendo este espacio un lugar

    creado por el arquitecto para su propio habitar. Vilamajó creó la casa en la que

    viviría y la dotó de todos los elementos que creía necesarios para su hogar, es

    por esto que los muebles están integrados o fueron proyectados

    específicamente para cada lugar de la casa, y cada planta y habitación se une

    y separa según sus necesidades.

    Otro elemento importante de la arquitectura de este edificio es su proyección

    interna. Toda la casa fue planificada desde la intimidad, logrando que desde el

    exterior no llame la atención y se oculte todo movimiento interior, pero en la

    interioridad uno obtiene exterioridad sin perder la intimidad, mediante patios

    internos relacionados a balcones y ventanales. Este movimiento constante

    entre los límites del interior y exterior, intimidad y exposición es lo que

    encontramos en esta casa y lo que proyectamos en esta colección.

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    6_Bibliografía

    - Alemán, L.. (2006) Bajoclave. Notas sobre el espacio doméstico. Buenos

     Aires: Nobuko.

    - Entelwistle, J. (2002) El cuerpo y la moda. Una visión sociológica. 

    Barcelona: Paidós.

    - García Morente, M. (1948) Lecciones preliminares de filosofía. Buenos

     Aires: Losada.

    - Guiddens, A. (2000) Manual de sociología. Madrid: Alianza editorial.

    - Saltzman, A. 2004) El cuerpo diseñado. Buenos Aires: Paidós.

    - Squicciarino, N. (1990) El vestido habla. Madrid: Cátedra.