hobbes tratado sobre el cuerpo

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    Thomas Hobbes es ms conocido por su Tratado sobre el Ciudadano o por elLeviatn, obras polticas, que por su produccin cientfica en sus aportaciones ysus polmicas. Y sin embargo esta produccin cientfica es suficientemente am-plia para acreditarle como hombre de ciencia: aparte de este Tratado sobre el Cuer-pose pueden recordar algunos de sus ttulos como Objectiones ad Cartesii Medita-tiones (1641), el Tractatus opticus y unas notas sobre Ballistica en Sagitataphysico-mathematicade Mersenne (1644), las Six Lessons to the Professors of Mathe-matics of the Institution of Sr. Henry Savile, in the University of Oxford, la Examinatioet emendatio mathematicae hodiernae(1660), el Dialogus physicus sive de natura aeris(1661), los Problemata physica (1662), De principiis et ratiotinatione geometrarum(1666),Quadratura circuli, cubatio spherae, duplicatio cubi breviter demonstratae(1669),Rosetum geometricum(1671), Lux mathematica(1672) y el Decameron physiologicum(1678) entre otros. Baste recordar que en 1678, un ao antes de su muerte y con

    91 aos, redact un tratado de Cyklometria.Y si bien es cierto que el proyecto vital ms importante para l era la elabo-

    racin de una Ciencia Poltica, su dedicacin a la ciencia no fue meramente ins-trumental (para acreditar su prestigio ante los sabios de la poca o para avalar suspropuestas polticas) sino muy sustantiva, aunque slo fuera por el hecho de queesperaba, a travs de ella, alcanzar o aproximarse a la clave de un universo queestaba escrito en lenguaje matemtico segn expresin de su admirado amigoGalileo. Por eso se dedic a las matemticas y a la ciencia en general, no como

    quien aprende una disciplina sino como quien emprende una exploracin a tra-vs de un territorio enigmtico que le llevara a comprender de forma definitivala realidad.1

    No es fcil separar en Hobbes su Ciencia y su Poltica (en su Ciencia polti-ca) y es un ejemplo histrico del componente tecnocrtico que puede derivarsede la consideracin de la poltica como ciencia y del carcter absolutista de la po-

    9

    1 En ningn caso podra caer sobre l el reproche que hacen Sokal y Bricmont a algunos filsofos que hablan deciencia sin saber de qu hablan. Ver SOKAL, A. y BRICMONT, J., Imposturas intelectuales, Barcelona, Paids, 1999.

    INTRODUCCIN

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    ltica que de ah se origina, del estado Leviatn como autmata, etc., ya que, aligual que las leyes cientficas, las leyes polticas no seran cuestin opinable.

    Pero al margen de la influencia que la ciencia ejerciera en sus concepcionespolticas, cul fue el papel que jug Hobbes en la ciencia del siglo XVII? Fue unmero aficionado, o por el contrario realiz aportaciones de consideracin? Lasrespuestas a estos interrogantes han resultado ser muy polmicas, y van desde unentusiasmo desmedido hasta el silencio descalificador.

    Entre las opiniones entusiastas est la del propio Hobbes que, en cuestionesprofesionales, manifiesta un sorprendente nivel de autoestima:

    Merecer la fama de haber sido el primero en sentar las bases de dos ciencias: la de

    la ptica, que es la ms curiosa, y la de la justicia natural, expuesta en el libro De Cive,que es la ms til de todas.2

    Pero entre los elogios ms autorizados posiblemente est el de Leibniz, aquien haba llenado de satisfaccin su definicin del raciocinio como clculo, enel tratado De Homine, y que le hizo escribir:

    Profundissimus principiorum in omnibus rebus scrutator, Th. Hobbes merito posuit

    omne opus mentis esse computationem. [Investigador profundsimo de los principios de todas

    las cosas, Th. Hobbes afirm con razn que toda obra de la mente es computacin 3.]

    Ante estos elogios de Leibniz, E. Yakira matiza que Hobbes no era un lgi-co ni un matemtico de la envergadura de Leibniz, pero que su trabajo debe to-marse en consideracin.4

    Como opiniones negativas estn, en primer lugar, las de bastantes historiado-res de la ciencia que le citan nicamente de paso o no lo mencionan en absoluto.Entre estos ltimos, y por citar algunos casos, se encuentran P. Rossi, en El naci-

    miento de la ciencia moderna en Europa,5 E. T. Bell, en Historia de las matemticas,6 o

    TRATADO SOBRE EL CUERPO

    10

    2 Alude a sus obras sobre ptica A minute or first draught of the Optiques , y a los estudios de ptica que incluy enel De Homine.

    3 Esta idea de reducir todo razonamiento a un clculo ya estaba en R. Lulio, pero hasta Boole no tuvo lugar su for-ma operativa. Tampoco puede considerarse esta intuicin de Hobbes como fundamento de futuras teoras computacio-nales de la mente (Fodor), sino a lo sumo como un precedente histrico.

    4 YAKIRA, E., Pense et calcul chez Hobbes et Leibniz,en ZARKA, Y. Ch. y BERNHARDT, J., Thomas Hobbes. Philoso-phie premire, thorie de la science et politique, Pars, Presses Universitaires de France, 1990, p. 128.

    5 Rossi tiene otra obra en tres volmenes (dirigida por l): Storia della Scienza, en la que ni se menciona a Hobbes.6 BELL, E. T., Historia de las Matemticas, Mjico, Fondo de Cultura Econmica, 1985, p. 142.

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    M. Serres enHistoria de las ciencias7. Pero el caso ms sorprendente es el de V. Ron-chi, estudioso de Hobbes, que en su Histoire de la Lumire8 no menciona a Hob-bes en un cronograma que construye en las pgs. 172-173, de los principales te-

    ricos de la ptica en los siglos XV-XIX.Al margen de estas dos posturas extremas, lo cierto es que la obra cientfica

    de Hobbes ha suscitado, y de manera especial en estos ltimos aos, una canti-dad considerable de estudios tanto por parte de filsofos como de hombres deciencia, a los que aludir enseguida.

    Es cierto que Hobbes fue arrogante al considerar su condicin de hombre deciencia, pero una de las causas que puede haber influido en ello habra sido su ab-soluta independencia intelectual. En el siglo XVIIcasi todos los pensadores (Spi-noza fue otra excepcin) estaban vinculados a alguna institucin, religiosa, uni-versitaria o de la nobleza, que les protega y les procuraba un amparo muy tilpara la investigacin. Hobbes, en cambio, que ni fue clrigo ni profesor univer-sitario ni noble, ni tena fortuna personal, senta la seguridad de quien no debenada a nadie. Este carcter de lobo estepario forma parte del atractivo que des-pierta su obra aunque no le redima de sus limitaciones.

    EL SIGLO XVII

    Era difcil, por otra parte, que un pensador como Thomas Hobbes, interesa-do en todas las reas del conocimiento y que convivi con los principales talen-tos cientficos de su siglo, no hubiera sentido la atraccin de la nueva ciencia, queabra horizontes deslumbrantes al conocimiento del universo.

    Entre sus contemporneos se encuentran nombres tan universales como Ga-lileo, Harvey, Huygens, Descartes, Mersenne y, ya al final, Newton y Leibniz. Y

    aunque Hobbes nunca fue un matemtico genial, sin embargo sigui con aten-cin el giro decisivo que en su siglo experiment la matemtica, y no slo comoespectador, como observa Ronchi9, sino como actor. Cuando Hobbes comenz

    INTRODUCCIN

    11

    7 En La refraccin y el olvido cartesiano silencia por completo a Hobbes. En el resto del libro tambin. SERRES,M., Historia de las ciencias, Madrid, Ctedra, 1991.

    8 RONCHI, V., Histoire de la Lumire, Paris, ditions Jacques Gabay, 1956, pp. 172-173.9 Thomas Hobbes, au cours de sa vie presque centenaire, a vcu presque entirement la priode historique de ce

    profond bouleversement des directives philosophiques de la science, et pas seulement comme spectateur; galement com-me acteur. RONCHI, V., Introduccin al Trait de lhomme, Paris, Albert Blanchard, 1974, p. 20.

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    sus estudios, lo que se enseaba era losElementosde Euclides; tena 49 aos cuan-do Descartes public su Geometra, que dio origen a la geometra analtica, y a sumuerte en 1679 ya Newton haba redactado sus primeros escritos sobre el clcu-

    lo fluxional, y Leibniz estaba plenamente dedicado a las matemticas.Sera extrao que un hombre tan receptivo como Hobbes no hubiera sido in-

    fluido por esas nuevas matemticas y por los hombres que hacan la ciencia de susiglo. Porque adems de un trato personal con muchos de ellos (sobre todo delcrculo de Mersenne), en ocasiones agrio, como es el caso de Descartes, mantu-vo una relacin de amistad con Galileo, por medio de cartas y de su visita en Flo-rencia, y con Harvey, con quien sostuvo un trato ms personal. Hacia estos dosltimos van dirigidos de manera especial los elogios que les dedica:

    Galileo fue el primero de nuestra poca en abrir las puertas del conocimiento del

    movimiento. (...) Harvey ha descubierto por primera vez, con admirable sagacidad, la cien-

    cia del cuerpo humano, la parte ms provechosa de la ciencia natural.10

    ste fue el escenario en el que se represent la nueva ciencia, en el que Hob-bes figur no como protagonista pero tampoco como mero espectador.

    La Filosofa

    Cuando comenz a interesarse directamente por la ciencia, Hobbes ya tenauna formacin filosfica, a la que l haba dado un carcter muy personal.

    Pensaba, en primer lugar, que la Filosofa era un conocimiento de los efec-tos de las apariencias, que adquirimos por un verdadero raciocinio a partir del co-nocimiento previo que tenemos de sus causas o generacin; y a su vez, de las cau-sas y generaciones que se derivan de un conocimiento previo de sus efectos. 11

    La verdad no consiste ya, como en la filosofa clsica, en la adecuacin de lamente y la cosa, sino en un acuerdo sobre el sentido de los trminos en que seexpresa en las definiciones. Por eso una de las teoras ms conocidas de Hobbeses su teora de los signos: las palabras son marcas, que tienen una funcin pri-vada de recuerdo, o signos, que tienen una funcin pblica de comunicacin.E Yakira hace notar que

    TRATADO SOBRE EL CUERPO

    12

    10 En WATKINS, J. W. N., Qu ha dicho verdaderamente Hobbes, Madrid, Doncel, 1972, p.60.11 En este Tratado sobre el Cuerpo, I, 2.

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    En efecto, Hobbes llega incluso a interpretar la relacin entre causa y efecto como

    una relacin simblica. Al consecuente dice lo llamamos signo del antecedente, y

    viceversa. Esta semitica generalizada corrobora, sin duda, el sentimiento de que en su

    teora estn muy presentes ciertos aspectos formales; pero lo esencial est no obstante enla funcin comunicativa de los signos. Al igual que todo lo que saca al hombre de su na-

    tural soledad es artificial, la lengua es el resultado de un acuerdo entre los hombres. Las

    definiciones que establecen el significado (o tal vez el uso) de los signos son, pues, con-

    venciones.12

    Y respecto a la composicin de lo real, sta est formada por una sola subs-tancia (no dos, como pretenda su aborrecido Descartes), en lo que coincide conSpinoza: Deus, sive natura, sive substantia. Pero esta nica substancia es de or-

    den material y se comporta de una forma mecanicista, esto es, de acuerdo con lasleyes de la mecnica. En esta teora mecanicista influy notablemente, tanto enHobbes como en Descartes, la teora de Harvey de la circulacin de la sangreque, al decir de Rossi,

    se convirti en el punto de partida de la biologa mecanicista y se present como una

    autntica revolucin frente a la fisiologa galnica.13

    Esta mirada mecanicista se extendi a todos los mbitos de la realidad, hasta

    el punto de que F. Tnnies, al juzgar a Hobbes en este aspecto, dice que:

    Hobbes es materialista como lo es todo el mundo o est camino de serlo14

    Esta solucin materialista, aplicada a la cuestin cuerpo-mente fue, en opi-nin de Crombie,

    Un intento de corregir la unidad de la teora que pretende la ciencia, mostrando

    que los fenmenos mentales podan derivarse exhaustivamente de las leyes que gobier-

    nan el comportamiento de la materia o reducirse a ellas. (...) Es natural que desde el prin-cipio el materialismo estuviera asociado con el propsito de convertir una mitad de la

    dualidad cartesiana en un sistema de metafsica antiteolgica que enarbolara la bandera

    de la Ciencia.15

    INTRODUCCIN

    13

    12 YAKIRA, E., Pense et calcul chez Hobbes et Leibniz, en ZARKA, Y. Ch. y BERNHARDT, J.,Thomas Hobbes. Philoso-phie premire, thorie de la science et politique, Paris, Presses Universitaires de France, 1990, p. 132.

    13 ROSSI, P., El nacimiento de la ciencia moderna en Europa, Barcelona, Crtica, 1998, p. 170.14 TNNIES, F., Vida y doctrina de Thomas Hobbes, Madrid, Revista de Occidente, 1932, p. 155.15 CROMBIE, A. C., Historia de la Ciencia: de San Agustn a Galileo/2 , Madrid, Alianza Editorial, 1974, pp. 276-277.

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    El mundo animal forma parte de este mecanismo pero con movimientos que

    le son propios: est por una parte el movimiento vitalde la sangre en movimiento

    por el cuerpo (Harvey), y es un movimiento no consciente ni libre. Por otra par-

    te est el movimiento animal, que es voluntario y consciente, que nace de la ima-ginacin; y el conatus: el impulso vital que Spinoza extendi a todo el universo.

    No obstante, la mentalidad de Hobbes le lleva a valorar una mecnica rgida,

    precisa y previsible, como una mecnica de relojera (el reloj del universo). El po-

    der absoluto del Leviatn tendra esas caractersticas de seguridad y solidez. La de-

    mocracia en cambio, aun siendo tambin un mecanismo, se asemejara ms a una

    mecnica de fluidos, ms blanda, de resultados menos precisos, pero que podra

    funcionar tambin satisfactoriamente. Hobbes no simpatizara con ella, como no

    lo haca con las nuevas tendencias de la geometra analtica y del clculo infinite-simal. Se separaban demasiado de la mecnica que l propona.

    Ahora bien, y esto es fundamental en Hobbes, todo el conatus de la vida est

    ordenado a la accin, a actuar sobre el medio y los dems hombres, conatus que

    est en la base de todo poder. Tesis que heredarn en su integridad los pragma-

    tismos posteriores:

    El finu objetode la filosofa es que podamos utilizar en beneficio propio los efectos

    previamente previstos o que, por aplicacin de unos cuerpos a otros, podamos producir

    efectos iguales a los que concebimos en nuestra imaginacin, en la medida en que la ma-

    teria, la fuerza y la industria lo permitan, para comodidad de la vida humana (...). El fin

    del conocimiento es el poder (...) y el objeto de toda especulacin es es la realizacin de

    alguna cosa o acto16

    De esta unidad de la substancia y del carcter material de la misma se ha tra-

    tado de concluir el carcter ateo de la filosofa de Hobbes. No es una cuestin

    tan clara. Podra hablarse, como en Spinoza, de un pantesmo (en el que toda la

    materia quedara divinizada) o simplemente de un pancosmismo, que parece mscoherente. Incluso el propio Copleston se opone a la calificacin de atesmo para

    la filosofa de Hobbes, y cita en su apoyo las palabras de ste cuando dice que:

    ... es imposible hacer ninguna investigacin profunda en la naturaleza de las causas sin

    sentirse inclinado a creer que hay un Dios eterno, aunque ellos [los hombres] no puedan

    tener de Dios ninguna imagen que se adecue con su naturaleza.17

    TRATADO SOBRE EL CUERPO

    14

    16 Captulo I, 6, de este tratado.17 COPLESTON, F., Historia de la Filosofa, Barcelona, Ariel, 1975, 2( ed., vol. 5, p. 16.

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    No lo entendieron as las autoridades de Oxford que, a poco de la muerte deHobbes, ordenaron la quema de sus libros mientras los estudiantes bailaban alre-dedor de la hoguera.

    Existe, efectivamente, una inconsistencia al establecer por una parte el carc-ter material y mecnico de la realidad, de toda realidad, y aceptar a la vez la exis-tencia de un Ser supremo que, segn las caractersticas que le atribua el uso dellenguaje, no participaba de esas caractersticas. Aqu, una vez ms, nos debatimosen la duda de hasta dnde algunas afirmaciones de Hobbes son sinceras o merosexpedientes para huir de la censura. G. Saphiro observa acertadamente que:

    Algunos crticos han sugerido que Hobbes es un caso paradigmtico cuyo propio

    estilo de escritura viola las normas que l establece para el discurso racional. La filoso-fa dice rechaza expresamente no slo la pintura y los falsos colores del lenguaje sino

    incluso sus mismos ornamentos y gracias. (...) Sin embargo llama la atencin su saga-

    cidad para lo dramtico o lo metafrico, como en la gran mise en scne que es el esta-

    do de naturaleza o en la extraordinaria metfora del estado como un hombre artifi-

    cial.18

    Pero esto no le sucede nicamente a Hobbes. Tenemos el caso esplndido dePlatn, uno de los grandes creadores de logosy a la vez de mitos, y de muchos fi-

    lsofos de sistema. Y puede observarse de paso que no es necesario estar de acuer-do en lo fundamental con Hobbes (ni con Platn) para que su lectura resulte unafuente de sugerencias y de enseanzas. Un personaje tan alejado de Platn y susdos mundos como John Dewey, llega a recomendar una vuelta a Platn, perono al Platn artificial construido por unos comentaristas sin imaginacin, sino alPlatn dramtico, incansable y dialogante del losDilogos, cuyos altos vuelos me-tafsicos terminaban siempre con un giro social y prctico19Y este elogio es tan-to ms desinteresado cuanto que no slo su mtodo sino incluso su tempera-

    mento le alejaba tanto del filsofo griego. Dewey reconoci que Platn le seguasuministrando sus lecturas filosficas favoritas.20

    Con Hobbes puede suceder algo parecido. El camino que traza lleva a un lu-gar al que casi nadie quiere ir (al Leviatn), pero a lo largo de ese trayecto Hob-

    INTRODUCCIN

    15

    18 SHAPIRO, G., Reading and Writing in the Text of Hobbess Leviathan, en Journal of the History of Philosophy,1980, vol. 18.

    19 DEWEY, J., en The Philosophy of John Dewey, edited by McDermott, J. J., Chicago and London, The Universityof Chicago Press, 1981, p. 8.

    20 Ibd.

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    bes ha ido dejando observaciones y pensamientos que hacen que su lectura re-sulte estimulante.

    La Ciencia

    Su ciencia es un modo de mirar el universo, que puede trasladarse a mbitosno considerados cientficos. Pero antes de llevar a cabo esa extrapolacin, Hob-bes estudia concienzudamente qu dice la ciencia de su tiempo. Incluso se atre-ve a introducir aportaciones que considera estimables. En su poca an era posi-ble, aunque ya por poco tiempo, conocer el estado de toda la ciencia: laastronoma, las matemticas, la medicina, etc., caban en una sola cabeza, y Hob-

    bes no fue el nico en llevar a cabo semejante trabajo. El desarrollo de los teore-mas geomtricos y la formulacin de hiptesis nuevas para comprender el uni-verso exterior, as como la nueva visin del cuerpo humano que se desprenda dela medicina ms reciente, iba conformando as lo esperaba l su modo depensar para poder trasladarlo luego al mbito de la poltica con nuevos instru-mentos mentales.

    Las Matemticas

    La sorprendente dedicacin de Hobbes a las matemticas tiene sus races ensu propia filosofa; sobre todo en su concepcin del raciocinio como clculo: ra-tiotinatio idem est ac computatio. Y adems, en su concepcin, muy participada ensu siglo, de que el universo estaba escrito en lenguaje matemtico. Segn estaconviccin las leyes matemticas, como le suceda a la geometra de Euclides, es-taban inscritas en el diseo del universo. En consecuencia, la labor ms alta quepoda realizar un hombre era indagar esos principios mediante el raciocinio. l lo

    expresa as:Por razonamiento entiendo la computacin. Y computar es hallar la suma de varias

    cosas aadidas o conocer lo que queda cuando de una cosa se quita otra. Por lo tanto razonar es

    lo mismo que sumary restar, y si alguien aade a esto multiplicary dividir, no estoy de

    acuerdo ya que la multiplicacines la sumade cosas iguales, y la divisinla resta de cosas

    iguales cuantas veces se pueda hacer. Por lo tanto todo razonamiento se reduce a estas

    dos operaciones de la mente: la sumay la resta.21

    TRATADO SOBRE EL CUERPO

    16

    21 Cap. I, 2. de este tratado.

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    Y este modo de razonar se adapta a la naturaleza de la realidad porque staest escrita precisamente en ese lenguaje. Sin formularlo, Hobbes participaba dela idea de la armona preestablecida de Leibniz, al menos en el sentido de que la

    razn y la realidad se avenan perfectamente. Lo real era racional. Lo cual no su-pona ninguna novedad desde los griegos, pero vena confirmado por las des-lumbrantes comprobaciones respecto a los movimientos de los astros, a las pre-dicciones de los eclipses, etc.

    De aqu que Hobbes no regatee elogios hacia las matemticas:

    Ya que lo que redunda en beneficio de la vida humana de la observacin de los as-

    tros, de la descripcin de la tierra, de la medida del tiempo, de las largas navegaciones;

    lo que hay de bello en los edificios, de slido en las fortificaciones, de maravilloso en lasmquinas; en fin, lo que diferencia el tiempo presente de la barbarie antigua, casi todo

    se lo debemos a la geometra. Porque lo que debemos a la fsica, sta se lo debe a la ge-

    ometra. Y si los filsofos morales hubieran desempeado su oficio con parecido xito,

    no veo cmo el esfuerzo del hombre habra podido contribuir mejor a su felicidad en

    esta vida.22

    Hobbes nunca ocult su admiracin por el progreso que, desde la invencinde los nmeros por los hindes o los babilonios, haba experimentado el conoci-

    miento humano. Pero si hubiera valorado los vaivenes de la historia de las mate-mticas, sus dependencias primeras de las necesidades de la agricultura para nor-malizar las tareas del campo, y ms tarde de la industria rudimentaria paraacometer las construcciones y monumentos de la ingeniera antigua, entonces esposible que habra suavizado el carcter absoluto que conceda al lenguaje mate-mtico.

    En cuanto a los nmeros, parece que fueron los problemas del cero y de losnmeros negativos los que le llevaron a considerar los nmeros como nombres.23

    En cualquier caso, y dentro de la historia general de las matemticas, el si-gloXVIIsupone un punto de inflexin de importancia capital: Galileo, Descartes,Newton y Leibniz, todos ellos contemporneos de Hobbes, marcaron el nuevocamino que haba de seguir la matemtica moderna:

    INTRODUCCIN

    17

    22 En elTratado sobre el Ciudadano, Dedicatoria.23 Ver PYCIOR, H. M.,Symbols, Impossible Numbers, and Geometric Entanglements, Cambridge, Cambridge University

    Press, 1997, p. 142.

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    Sea como sea, se reconoce universalmente que el medio siglo comprendido entre

    1637 y 1687 es la fuente de las matemticas modernas. La primera fecha seala la publi-

    cacin de la Geomtriede Descartes, y la segunda la de la publicacin de los Principiade

    Newton.24

    Hobbes no fue insensible al fenmeno dentro del cual viva, y esta concien-

    cia se manifest en forma de entusiasmo y de la gran esperanza de que tambin

    las conductas humanas llegaran a producirse racional y armoniosamente.

    Pero en ningn caso lleg Hobbes a pensar las matemticas al modo platni-

    co como si los teoremas estuvieran preinscritos en algn topos ouransdel cual se-

    ran bajados penosamente por los hombres a este mundo de sombras. Ms bien

    sera al contrario: seran las necesidades de este mundo de sombras las que lleva-ran a los hombres a elaborar catlogos de generalidades, de los cuales participa-

    ran las matemticas, que se revelaran muy tiles para el trato con la realidad ms

    inmediata.

    De ah que se sintiera ms interesado por la geometra que por la aritmtica

    o el lgebra. Las dos corrientes que han seguido las matemticas: la del nmero y

    la de la forma, que se corresponden con la aritmtica y el lgebra la primera, y

    con la geometra la segunda, se fundieron precisamente en el siglo XVIIcon la ge-

    ometra analtica que permita tratar las formas algebraicamente. Hobbes conociesta fusin pero sigui otorgando la primaca a la geometra. No es difcil pensar

    en Hobbes imaginando a Scrates o a algn gemetra de Grecia, realizando con

    un palo en la tierra del gora figuras geomtricas torpes y elementales, que ten-

    an su correlato ideal en el que podan tratarse matemticamente. Pero Hobbes

    pens siempre, como dice Jesseph, en

    ... la inadecuacin de esta conjuncin de geometra y aritmtica por mediacin del l-

    gebra. Hobbes argumenta que, lejos de hacer ms inteligible la geometra, el uso del l-

    gebra es una fuente de confusin y error.25

    A pesar de la evidencia de que la introduccin del lgebra en el tratamiento

    de las figuras geomtricas permite soluciones ms limpias y ms sencillas que ese

    mismo tratamiento con regla y comps en la geometra clsica.

    TRATADO SOBRE EL CUERPO

    18

    24 BELL, E. T., Historia de las Matemticas, Mjico, Fondo de Cultura Econmica, 1985, p. 141.25 JESSEPH, D. M.,Of analytics and indivisibles: Hobbes on the methods of modern mathematics, en Revue dHistoire des

    Sciences, 1993, XLVI/2-3, p. 159.

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    Fue precisamente la llegada de la geometra analtica la que levant una dis-cusin sobre cul habra sido la disciplina original en matemticas, si la aritmti-ca o la geometra. Hobbes estuvo siempre de parte de la geometra. Y segn al-

    gunos crticos26, aqu residi el fracaso de sus discusiones con Wallis.Una razn de su preferencia por la geometra habra sido su presupuesto em-

    pirista de que todo conocimiento en el hombre tiene su comienzo en los senti-dos, con los cuales la geometra se encuentra ms a gusto que la aritmtica. Es lacondicin de extensin comn a todo cuerpo la que le hace sujeto primario dela geometra. Y fue esta tozudez de Hobbes en mantener unos principios radica-les sobre la materia y la extensin la que la impidi no ya integrarse en las co-rrientes de la nueva matemtica sino ni siquiera comprenderla. En poltica le su-

    cedi algo parecido con la democracia.Pycior observa que:

    Al igual que Hobbes, Berkeley argumentaba que la geometra era la ms alta cien-

    cia matemtica, debido a que trataba con la extensin. Pero dado que Berkeley rechaza-

    ba la materia con existencia independiente de la mente, la posicin de Berkeley en geo-

    metra aunque desde el punto de vista matemtico era muy prxima a la de Hobbes

    difera en un aspecto filosfico fundamental. Para l la infinita extensin de la geometra

    exista nicamente en la medida en que era perceptible.27

    Otra caracterstica notable de Hobbes respecto a los matemticos contempo-rneos suyos, fue su resistencia a aceptar la geometra analtica de Descartes y sureticencia al mtodo de los indivisibles de Cavalieri. Su rechazo del mtodoanaltico fue radical, mientras que sus reservas con el mtodo de los indivisiblesfueron mucho ms matizadas. Por de pronto, estaba familiarizado con el mto-do, y en el cap. 20 de este Tratado sobre el Cuerpolleva a cabo un estudio del mo-vimiento, de la magnitud y de la figura, que revela una dependencia de Cavalie-

    ri. Una especial dependencia se advierte tambin en el cap. 17 al tratar de lasfiguras deficientes.

    Otro viejo problema, el de la cuadratura del crculo, que consista en hallarun cuadrado de la misma superficie que un crculo dado, por mtodos exclusiva-

    INTRODUCCIN

    19

    26 Ver JESSEPH, D. M., Of analytics and indivisibles: Hobbes on the methods of modern mathematics, en Revue dHistoiredes Sciences, 1993, XLVI/2-3, p.173.

    27 PYCIOR, H. M.,Mathematics and Philosophy: Wallis, Hobbes, Barrow and Berkeley, en Journal of the History of Ide-as, 48, 1987, p. 278.

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    mente geomtricos (regla y comps), le ocup a Hobbes bastantes aos sin que

    llegara a darse cuenta de la irresolubilidad de la cuestin planteada en esos trmi-

    nos, y que le supuso no slo un derroche vano de energas sino la enemistad de

    varios colegas y el descrdito en sus polmicas, especialmente con Wallis.

    No es ocioso insistir en que varios de los errores que Hobbes cometi en

    ciencia tienen su reflejo al tratar de la poltica. En la ciencia poltica de Hobbes

    no hay lugar para Maquiavelo, es decir, para la poltica como arte, pero la falta

    de imaginacin poltica puede ser tan grave como una mala gestin. El principal

    reproche que puede hacerse a Hobbes en este terreno no es el de haber introdu-

    cido las matemticas en la ciencia poltica sino el de no haberlas introducido su-

    ficientemente, ya que la matemtica, contra lo que Hobbes pensaba, es una de las

    ciencias ms imaginativas y por ello prximas al arte. Es interesante la opinin deE. T. Bell en su Historia de las matemticas cuando dice:

    Pero ninguna economa en desarrollo puede mantenerse con reglas empricas; si son

    posibles nuevas aplicaciones de una ciencia que se extiende rpidamente, se debe a que

    personas que estn dotadas del talento necesario se dedican al desarrollo de teoras mate-

    mticas difciles y oscuras que estn fuera del alcance de un estudiante. Lo que cuenta en

    las matemticas es la imaginacin y la rigurosa demostracin, y no la exactitud numri-

    ca de una mquina o de un laboratorio de calculistas.28

    Polmicas

    Uno de los terrenos en los que Hobbes se manifest con ms fuerza fue en la

    polmica pblica con personajes conocidos. Posiblemente la ms ruidosa, dada la

    condicin del oponente, fue la que sostuvo con Bramhall, obispo de Derry, so-

    bre temas religiosos y literarios. En la cuestin de la libertad y la necesidad que,

    en religin, se desarroll dentro de la polmica ms amplia de la predestinacin,Hobbes adopt, como era de esperar, el punto de vista determinista. Pero no fue

    sta la batalla dialctica que tena ms que ver con las cuestiones que planteaba la

    ciencia.

    TRATADO SOBRE EL CUERPO

    20

    28 BELL, E. T., Historia de las Matemticas, Mjico, Fondo de Cultura Econmica, 1985, p. 17.

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    14/80

    Wallis

    S tuvo en cambio un inters directo la polmica con el matemtico Wallis,

    contra el que Hobbes se emple a fondo incluso en cuestiones en las que Wallisle llevaba una manifiesta ventaja. Ambos contendientes emplearon sus respecti-vos entusiasmos porque estaban convencidos de que lo que estaba en juego noera meramente una cuestin matemtica (v. gr. la cuadratura del crculo) sino supropio prestigio. Segn Pycior:

    Dado que Hobbes pareca vincular segn Pycior la comprensin de las matem-

    ticas con la comprensin de la religin, Wallis y Boyle llegaron a la conclusin de que

    el modo ms eficaz de anular el Leviatny socavar la influencia de Hobbes era no refu-

    tar elLeviatncaptulo a captulo sino esforzarse para desacreditar a Hobbes como mate-mtico y cientfico.29

    Era por lo tanto no la sabidura matemtica de Hobbes sino el anticlericalis-mo formulado en elLeviatnlo que estratgicamente se combata en este deplo-rable asunto, en expresin de J. F. Scott30, y que les ocup durante un cuarto desiglo.

    A estas implicaciones religiosas de la cuestin se sumaban las polticas: Wallis

    reprochaba a Hobbes haber escrito el Leviatnen favor de la causa de Cromwelly en perjuicio de la del rey, con lo cual la polmica lograba situarse en el ojo delhuracn poltico del momento. Situacin que favoreca a Hobbes, que se movacon ms dominio de la situacin en poltica que en matemticas.

    En una carta a Huygens, Wallis escribi:

    Nuestro Leviatn est atacando y destruyendo furiosamente nuestras Universidades

    (y no slo las nuestras sino todas) y en especial a los ministros, al clero y a toda la reli-

    gin, como si el mundo cristiano no tuviera un conocimiento slido (...) y como si loshombres no pudieran entender la religin si no entendieran la filosofa, ni sta si no tu-

    vieran conocimientos de matemticas. Por esto pareca necesario que un matemtico le

    mostrara, por el procedimiento inverso de razonamiento, lo poco que l comprende las

    INTRODUCCIN

    21

    29 PYCIOR, H. M., Symbols, Impossible Numbers, and Geometric Entanglements, Cambridge, Cambridge UniversityPress, 1997, p. 143.

    30 SCOTT, J. F., The Mathematical Work of John Wallis, New York, Chelsea Publishing Company, 2.a ed., 1981,p. 166.

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    matemticas de las que toma su energa; y no debera asustarnos al hacer esto su arro-

    gancia, ya que sabemos que vomitar contra nosotros su venenosa inmundicia.31

    Pero esta seguridad de Wallis no mejor su reputacin dado que algunos es-timaban que la ferocidad que mostr en sus ataques no era la ms indicada con-

    tra un anciano que estaba ya en sus ltimos das.

    En cualquier caso, la polmica, que tiene un ncleo de cuestiones matemti-

    cas, rebas ampliamente ese mbito y se convirti en una guerra entre dos con-

    cepciones antagnicas de la situacin de Inglaterra y de la propia concepcin de

    la Filosofa e incluso del hombre.

    Dos fueron los temas principales de la polmica con Wallis: la cuadratura del

    crculo y la cuestin de los indivisibles.

    Hobbes fue uno de los ltimos cuadradores de crculos de la historia de las

    matemticas. Y su obstinacin en este asunto se debe, como queda dicho, a su

    preferencia por la geometra frente a la aritmtica y el lgebra. Pero habra que

    esperar a 1882, ao en el que la fijacin de declarase la cuestin de la cuadra-

    tura como geomtricamente insoluble.32 Pero en vida de Hobbes el problema es-

    taba an vivo, y su enfrentamiento con Wallis representaba la lucha de las mate-

    mticas clsicas frente a las modernas al margen del prestigio de cada oponente, e

    implicaba las tesis que cada uno de ellos defenda en otros terrenos.

    Otra cuestin de ms entidad fue la de los indivisibles, mtodo ideado por

    Cavalieri, pero cuya aplicacin por parte de Wallis fue duramente atacada por

    Hobbes. As como la cuadratura del crculo era una cuestin que agonizaba, sta

    de los indivisibles por el contrario abra un espacio nuevo y de amplitud insos-

    pechada a las matemticas con la aparicin del clculo infinitesimal. Y el papel de

    Hobbes no fue tan desairado como pudiera parecer, cuando mereci por parte

    Leibniz elogios sin reserva.

    TRATADO SOBRE EL CUERPO

    22

    31 SCOTT, J. F., The Mathematical Work of John Wallis, New York, Chelsea Publishing Company, 2.a ed., 1981, pp.

    170-171.32 Fue Lindemann en 1882 el que demostr que el lado de un cuadrado de radio res igual a . Pero construir un

    segmento de no es posible geomtricamente al ser un nmero trascendente. No obstante, el problema de la cuadra-

    tura puede ser resuelto ampliando los medios de construccin, p. ej., utilizando ciertas curvas trascendentes llamadas cua-

    dratrices.

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    Barrow

    De hecho, en la polmica sobre la primaca de la geometra sobre la aritm-tica y el lgebra, Hobbes tuvo de su parte a Barrow, uno de los matemticos dems prestigio del momento.

    Isaac Barrow, telogo y fsico, fue maestro de Newton y es considerado tam-bin un precursor de Leibniz en el clculo infinitesimal. Su condicin de minis-tro anglicano y sus opciones polticas le situaban ya en principio en una posturavital muy distinta de la de Hobbes. Sin embargo su filosofa de las matemticasno era muy distante: Barrow, como Hobbes, defenda la superioridad de la geo-metra por ser una ciencia que se nutra directamente de lo sensible, es decir, demagnitudes y extensiones. En este sentido, Barrow y Hobbes se oponan al lge-bra de Wallis por la misma razn: no daba cuenta satisfactoriamente de los n-meros negativos ni de los imaginarios.

    Boyle

    Con Robert Boyle la cuestin fue muy distinta: lo que estaba en juego no erauna teora o una preferencia sino un nuevo elemento que se haca presente en lainvestigacin cientfica: el valor de la experimentacin, entendida como la pro-duccin artificial y repetible de fenmenos que se daban en la naturaleza.

    Lo verdaderamente nuevo no era el hecho de la experimentacin sino el valorgnoseolgico que se le deba atribuir. S. Shapin lo formula del modo siguiente:

    Nuestro tema es el experimento. Lo que queremos comprender es la naturaleza y

    el status de las prcticas experimentales y sus productos intelectuales. stas son las cues-

    tiones para las que buscamos respuestas: Qu es un experimento? Cmo se lleva a cabo

    un experimento? Cules son los medios por los que de un experimento se puede decir

    que produce verdades de hecho, y cul es la relacin entre hechos experimentales y cons-tructos explicativos? Cmo se identifica un experimento exitoso y cmo se distingue el

    xito del fracaso experimental? Debajo de esta serie de preguntas particulares subyacen

    otras ms generales: Por qu se hacen experimentos en orden a llegar a una verdad cien-

    tfica? Es el experimento un medio privilegiado para llegar a un conocimiento de la na-

    turaleza acordado consensualmente, o existen otros medios posibles? Qu es lo que

    aconseja el uso del experimento sobre otras alternativas?33

    INTRODUCCIN

    23

    33 SHAPIN, S. & SHAFFER, S., Leviathan and the Air-Pump, Princeton University Press, 1985, p. 3.

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    Detrs de estas cuestiones haba un hecho notablemente experimental: la

    bomba de aire ideada y construida por Boyle para experimentar con el aire y el

    vaco. Pero sobre todo estaba en cuestin el valor del experimento para dar ori-

    gen a verdades cientficas. Boyle pensaba que s, que la experimentacin era fuen-te de autntico conocimiento cientfico, mientras Hobbes pensaba lo contrario:

    que un experimento poda ilustrar o explicar pero no demostrar.

    Segn Sapin y Shaffer no hay que situar la polmica como si se tratara de dis-

    cusiones entre un hombre de ciencia (Boyle) y un filsofo poltico (Hobbes), sino

    entre dos pensadores que tenan cada uno sus teoras polticas y cientficas. Y B.

    Latour comenta que:

    Este cuadro no sera tan interesante si las ideas de los hroes de estas dos historiasestuvieran muy alejadas; por ejemplo, si uno fuese un filsofo en la lnea de Paracelso y

    el otro un legislador a lo Bodin. Pero, por suerte, estn de acuerdo en casi todo. Quie-

    ren un rey, un Parlamento, una Iglesia dcil y unificada, y son fervientes adeptos a la fi-

    losofa mecanicista. Pero aunque ambos sean profundamente racionalistas, sus opiniones

    divergen respecto a lo que puede esperarse de la experimentacin, del razonamiento

    cientfico, de la argumentacin poltica y, sobre todo, de la bomba de aire, verdadero

    protagonista de nuestra historia.34

    El eje de la polmica se sita en la bomba de aire ideada por Boyle (sera unerror hablar de bomba de vaco porque eso prejuzgara lo que estaba en juego:

    las teoras de los plenistas y los vacuistas). Hobbes mantena una ontologa ple-

    nista porque la consideraba ms coherente con su mecanicismo radical, aunque

    encontr escaso apoyo entre los filsofos naturales del momento. Y a la vez ne-

    gaba a la experimentacin valor epistemolgico alguno. Boyle por su parte se

    arriesg, como dicen Sapin y Shaffer, a escoger un mtodo de argumentacin

    deslegitimado por la ms vieja escolstica: el de la doxa en lugar del razona-

    miento apodctico. No se excluyen ni el razonamiento lgico ni las matemticas,sino que se reclama, para determinadas situaciones, un argumento prximo a los

    procedimientos jurdicos, el de los testigos fiables que pueden dar un status cien-

    tfico a una verdad de hecho.

    Boyle inventa, de esta forma, el estilo emprico que nosotros utilizamos hoy en

    da.35

    TRATADO SOBRE EL CUERPO

    24

    34 LATOUR, B., Nunca hemos sido modernos, Madrid, Debate, 1993, p. 34.35 LATOUR, B., Nunca hemos sido modernos, Madrid, Debate, 1993, pp. 35-36.

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    En consecuencia, se trataba de una lucha excluyente (y aqu est la cuestin)entre el argumento de razn y el de los testigos de un hecho experimental. Boy-le lleg incluso a invocar una clusula legal sobre la traicin de Clarendon en

    1661, segn la cual dos testigos eran suficientes para condenar a un hombre. Enel caso del experimento los testigos podan ser muchos ms. Pero Hobbes se opo-ne a legitimar el valor de los testigos en cuestiones cientficas porque (aparte deque los socialmente sospechosos careceran de valor testimonial) esta prctica pre-tenda suplantar el autntico valor de la razn y de la argumentacin como fuen-te de conocimiento cientfico. B.Latour lo expresa con fuerza cuando dice:

    Cmo puede la experiencia del pjaro [que se asfixia en el experimento de Boyle]

    traducir, desplazar, transportar, deformar todas las otras controversias, de tal forma que

    aquellos que controlan la bomba controlen igualmente al rey, a Dios y a todo el con-texto?36

    Todas estas sucesivas polmicas encuentran un reflejo en este Tratado sobre elCuerpo, que debe leerse sobre el fondo del momento intelectual de inflexin y decrisis del siglo XVII.

    Por eso, como editor de este texto de Hobbes, me complace ponerlo a dis-posicin de los filsofos e historiadores de la ciencia o, simplemente, de los inte-

    resados en los orgenes de la modernidad y del apasionado siglo XVII.

    Lo pongo tambin a disposicin de los que se ocupan de filosofa poltica. Laciencia de cada poca crea determinantes polticos, y no porque suministre, atravs de la tcnica, nuevas armas o instrumentos de control de los ciudadanos,sino porque la ciencia proporciona tambin una idea de la realidad que el fil-sofo poltico no puede ignorar. Y si esto ha sido verdad antes, lo es especial-mente a comienzos de este milenio con tantos interrogantes polticos sin resol-ver. La reaccin del pensador poltico puede ser tanto de aceptacin de nuevos

    presupuestos como de negacin a dejarse absorber por procedimientos que sonexclusivos de la ciencia natural. La presencia de Hobbes puede ser en ambos sen-tidos estimulante.

    INTRODUCCIN

    25

    36 LATOUR, B., Nunca hemos sido modernos, Madrid, Debate, 1993, p. 40.

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    AL LECTOR

    No creas, amigo lector, que la Filosofa, cuyos elementos me propongo aquordenar, es aqulla por la cual se hacen las piedras filosofales, ni la que se exhibeen los cdices metafsicos, sino la razn humana natural, que revolotea afanosapor todas las cosas creadas, recogiendo todo lo que hay de verdadero sobre su or-den, sus causas y sus efectos. La Filosofa por lo tanto, hija de tu mente y delmundo entero, est en t mismo; tal vez an no formada sino a imagen de su pa-dre el mundo, informe como era al principio. Por consiguiente tienes que hacerlo que hacen los escultores que, al eliminar la materia que sobra, no fabrican laimagen sino que la encuentran. O bien imitar la creacin: vuele tu razn sobreel abismo confuso de tus pensamientos y tus experiencias, si te has de dedicar se-riamente a la Filosofa. Las cosas confusas se han de discutir y distinguir, se hande ordenar con los nombres asignados a cada una, es decir, hace falta un mtodosemejante a la creacin de las cosas mismas. Y el orden de la creacin fue: la luz,

    la distincin del da y de la noche, el firmamento, las luminarias, las cosas sensibles, elhombre. Y luego, despus de la creacin, el mandato. Por lo tanto, el orden de lacontemplacin ser:la razn, la definicin, el espacio, los astros, la cualidad sensible, elhombre. Y despus, una vez que el hombre se haya hecho adulto, elciudadano. Enconsecuencia, en la primera parte de esta seccin, que se denomina Lgica, en-ciendo la luz de la razn. En la segunda, que es la Filosofa Primera, distingo condefiniciones precisas las ideas de las cosas ms comunes para eliminar lo ambiguo

    y lo oscuro. La parte tercera se ocupa de la expansin del espacio, esto es, de laGeometra. La cuarta comprende los movimientos de los astros y adems la cua-

    lidad sensible. En la seccin segunda se considerar, con la ayuda de Dios, la na-turaleza del hombre. En la tercera el ciudadano, que ya ha sido considerado. stees el mtodo que he seguido, y que t, si te gusta, puedes usar. Por lo tanto, note recomiendo el mo sino que te lo propongo. Pero cualquiera que sea el m-todo que hayas de usar, s quisiera recomendarte mucho la Filosofa, es decir, ladedicacin a la sabidura, de cuya falta todos hemos padecido recientemente mu-chos males. Porque tambin los que son inclinados a las riquezas aman la sabidu-ra, ya que sus tesoros les agradan como un espejo en el que puedan ver y con-

    templar su sabidura. Y los que gustan de dedicarse a los negocios pblicos no

    33

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    buscan otra cosa que un lugar en el que puedan explicar la sabidura que poseen.

    Ni siquiera los voluptuosos descuidan la Filosofa por otra razn sino porque des-

    conocen cunto placer les puede proporcionar la unin durable y sana del her-

    moso mundo con el alma. Y por ltimo, y aunque slo fuera por esto, te reco-miendo la Filosofa (ya que a la mente humana no le repugna menos el tiempo

    vaco que a la naturaleza el espacio vaco) para que no seas importuno a los hom-

    bres ocupados ni te veas obligado por exceso de ocio a acercarte, para tu mal, a

    gente de vida fcil. Un saludo.

    Thomas Hobbes.

    TRATADO SOBRE EL CUERPO

    34

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    PARTE PRIMERA

    COMPUTACIN O LGICA

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    1. Introduccin. 2. Definicin explicada de Filosofa. 3. Raciocinio de la mente. 4.La propiedad. 5. Cmo la propiedad se deriva de la generacin y viceversa. 6. Fin de laFilosofa. 7. Utilidad. 8. Contenido. 9. Partes. 10. Eplogo.

    1. Me parece que la Filosofa se encuentra hoy entre los hombres como secuenta que en los primeros tiempos se encontraban el trigo y el vino en la na-turaleza. Pues al comienzo de las cosas ya haba vides y espigas diseminadas porlos campos, pero no haba cultivo alguno. De esta forma, se viva de bellotas, ysi alguien se atreva a probar frutos desconocidos o dudosos, lo haca con daopara su salud. De igual modo la Filosofa, es decir, la razn natural, es innata entodo hombre, ya que cada uno razona en alguna medida y sobre algunas cosas.

    Pero cuando hacen falta una serie larga de razones y un mtodo correcto, mu-chos se desvan y se pierden como por falta de cultivo. De lo cual se sigue quepor lo general se tiene por hombres de ms sano juicio a los que contentos consu experiencia cotidiana, como si se contentaran con bellotas, o no echan demenos o rechazan la Filosofa, que aquellos que, sumergidos en cuestiones nadavulgares sino dudosas y recibidas con poco fundamento, discuten y se peleancontinuamente como gente de poco juicio. Confieso que la parte de la Filoso-fa en la que se calculan la magnitud y las proporciones de las figuras ha sido cul-tivada de forma excelente. Pero como en el resto no he visto todava que se hayaaplicado un trabajo semejante, me propongo, en la medida de mis posibilidades,explicar unos pocos y primeros elementos de la Filosofa en general, como si setratase de algunas semillas de las que poco a poco pueda surgir la pura y verda-dera Filosofa.

    Soy consciente de la dificultad que supone arrancar de las mentes de los hom-bres opiniones inveteradas, confirmadas por la autoridad de autores muy elo-cuentes. Sobre todo porque la Filosofa verdadera (es decir, rigurosa) rechaza no

    slo el artificio del discurso sino expresamente casi todos los adornos, y porque

    37

    CAPTULOILA FILOSOFA

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    los primeros fundamentos de toda ciencia lejos de presentarse como brillantes, se

    presentan como humildes, ridos y casi deformes.

    Pero como ciertamente hay algunos, aunque sean pocos, a los que en toda

    cuestin les agrada la verdad y la misma firmeza de las razones, he credo que ha-

    ba que prestar un servicio a esos pocos. Por lo tanto, entro en materia. Y co-

    menzar por la misma definicin de Filosofa.

    2. La Filosofa es el conocimiento de los efectos o fenmenos por el conocimiento de sus

    causas o generaciones y, a la vez, de las generaciones que pueda haber, por el conocimien-

    to de los efectos, mediante un razonamiento correcto.

    Para comprender esta definicin, conviene considerar en primer lugar que la

    sensacin y la memoria de las cosas, que los hombres tienen en comn con todos

    los seres vivos, aunque sean conocimiento, sin embargo, al venir dadas espont-

    neamente por la naturaleza y no adquiridas por razonamiento, no son Filosofa.

    En segundo lugar, al no ser la experiencia otra cosa que memoria, y la pru-

    dencia, o previsin del futuro, no ser sino la expectacin de cosas semejantes a

    las que ya hemos experimentado, tampoco la prudencia considero que deba te-

    nerse por Filosofa.

    Por razonamiento entiendo la computacin. Y computar es hallar la suma devarias cosas aadidas o conocer lo que queda cuando de una cosa se quita otra . Por lo

    tanto razonar es lo mismo que sumary restar, y si alguien aade a esto multipli-

    carydividir, no estoy de acuerdo ya que lamultiplicacines lasumade cosas igua-

    les, y ladivisinla resta de cosas iguales cuantas veces se pueda hacer. Por lo tan-

    to todo razonamiento se reduce a estas dos operaciones de la mente: la suma y

    la resta.

    3. Mostremos pues con algn ejemplo de qu forma con la mente, sin pala-

    bras y con un pensamiento silencioso solemos sumar y restar razonando. Si al-guien ve a lo lejos algo oscuro, aun sin intervenir trmino alguno, tiene sin em-

    bargo la misma idea de esa cosa que la que tiene cuando dice, con intervencin

    de trminos, que esa cosa es un cuerpo. Y despus de acercarse algo ms y de com-

    probar que esa cosa, de forma cierta, ahora se encuentra en un lugar y despus en

    otro, tendr la misma idea nueva que la que tiene cuando a tal cosa la llama ani-

    mada. Por ltimo, cuando al estar ms cerca vea su figura y oiga su voz y con-

    temple las dems cosas que son signos de un animal racional, adquiere una terce-

    ra idea, aunque su nombre no exista todava; es decir, aqulla por la cual decimos

    TRATADO DEL CUERPO

    38

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    que algo es racional. Finalmente, cuando concibe el conjunto de la cosa ya vistaplena y distintamente, aquella idea se compone de las precedentes y, de esta for-ma, la mente combina dichas ideas en el mismo orden en el que en la oracin se

    combinan estos nombres separados: cuerpo, animado, racional, en un nombre ni-co, o sea, hombre. De igual forma, de los conceptos de cuadriltero, equiltero,rec-tngulo, se compone el concepto decuadrado. Porque la mente puede concebir uncuadriltero sin el concepto de equiltero, y un equiltero sin el concepto de rec-tngulo, y puede estos conceptos separados unirlos en un solo concepto o en unasola idea de cuadrado. Queda pues de manifiesto de qu forma la mente compo-ne los conceptos. Y a su vez, si alguien ve un hombre presente, concibe su ideacompleta, pero si al marcharse le sigue slo con la vista, perder la idea de aque-llas cosas que eran signos de razn, pero le quedar en los ojos la idea de anima-do, y poco despus, con la distancia, perder la idea de animado y quedar slola idea de cuerpo, y as, a partir de de la idea completa de hombre, es decir, decuer-po animado racional, se elimina la idea de racionaly queda la decuerpo animado. Pocodespus, a una distancia mayor, se perder la idea de animado y quedar slo laidea de cuerpoy, finalmente, cuando por la distancia ya no se pueda ver, se va dela vista la idea completa. Y con estos ejemplos creo suficientemente ilustrado loque es el razonamiento interno de la mente, sin trminos.

    Pero no hay que pensar que la computacin, esto es, el razonamiento, tenga

    lugar solamente en los nmeros como si el hombre se distinguiera de los demsanimales slo por su facultad de numerar (como se cuenta que opinaba Pitgoras)

    ya que se pueden sumar y restar magnitud a magnitud, cuerpo a cuerpo, tiempoa tiempo, grado a grado de calidad, concepto a concepto, proporcin a propor-cin, oracin a oracin, nombre a nombre (en lo cual se contiene todo gnerode Filosofa).

    Cuando sumamos o restamos cualquier cosa, es decir la relacionamos, deci-mos que consideramos, en griegologivzesai, as como al mismo computar o ra-

    zonar se le llamasullogivzesai.

    4. Los efectos y los fenmenos son facultades o potencias de los cuerpos porlos cuales distinguimos los unos de los otros, es decir, concebimos que uno esigual o diverso a otro, semejante o diferente; como sucede en el ejemplo ante-rior cuando se ha acercado uno suficientemente a algn cuerpo: al percibir sumovimiento y su andar, lo distinguimos de un rbol, de una columna y de otroscuerpos fijos, de donde se deduce que aquel andar es una propiedadsuya, es de-

    cir, propia de animales, por lo cual se distingue de los dems cuerpos.

    LAFILOSOFA

    39

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    5. Y cmo se pueda adquirir el conocimiento del efecto a partir del conoci-

    miento de su generacin, se comprender fcilmente con el ejemplo del crculo.

    As, dada una figura plana parecida a la forma de un crculo, con los sentidos no

    se puede conocer de ninguna manera si se trata de un crculo o no; pero una vezconocida la generacin de la figura propuesta, resulta muy fcil. Porque si esa fi-

    gura se ha hecho por el giro de algn cuerpo del cual un extremo ha permane-

    cido fijo, razonaremos as: que el cuerpo que gira se aplica siempre con la misma

    longitud,primero a un radio, despus a otro y a un tercero y a un cuarto y suce-

    sivamente a todos, y de esta manera desde un mismo punto la circunferencia

    guarda siempre la misma distancia en todas sus partes, es decir, que todos los ra-

    dios son iguales. Por lo tanto se conoce que de tal generacin se origina una fi-

    gura de cuyo punto medio se llega a todos los extremos con radios iguales.

    Igualmente, de una figura conocida llegaremos razonando a alguna genera-

    cin, y aunque tal vez no sea lo que realmente fue, s una que pudo ser; porque

    conocida la propiedad del crculo que acabamos de decir, resulta fcil saber que

    si a un cuerpo se le hace girar como hemos dicho, se genera un crculo.

    6. El fin o el objeto de la Filosofa es que podamos utilizar efectos previstos

    para nuestra conveniencia, o que una vez conocidos esos efectos por la mente por

    aplicacin de unos cuerpos a otros, se produzcan efectos similares en la medida

    en que la fuerza humana y la materia de las cosas lo permitan, mediante el traba-jo de los hombres, para los usos de la vida humana.

    Porque considero que no vale la pena dedicar tanto esfuerzo a la Filosofa

    como el que hay que dedicar, para que alguien disfrute consigo mismo en silen-

    cio de superar la dificultad de cosas oscuras o de descubrir verdades muy escon-

    didas, ni tampoco creo que alguien haya de dedicarse con empeo para que otro

    sepa que l sabe, si piensa que con ello no va a conseguir otra cosa. La ciencia se

    ordena al poder; el teorema (que entre los gemetras es la investigacin de una

    propiedad) se ordena a resolver problemas, es decir, al arte de construir; y final-mente toda especulacin se emprende en orden a alguna accin u obra.

    7. Comprenderemos bien cun grande sea la utilidad de la Filosofa en pri-

    mer lugar para la Fsica y la Geometra, si enumeramos las principales ventajas que

    ahora existen para el gnero humano y comparamos los modos de vida de los que

    de ellas disfrutan con los de aqullos que carecen de ellas. Porque las mayores

    ventajas del gnero humano son las Artes: de medir tanto los cuerpos como sus

    movimientos, de mover pesos enormes, de edificar, de navegar, de fabricar he-

    TRATADO DEL CUERPO

    40

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    rramientas para cualquier uso, de calcular los movimientos celestes, el aspecto delos astros y las partes del tiempo; con ayuda de lo cual se comprende ms fcil-mente que se dice cuntos bienes han adquirido los hombres. De ellos disfrutan

    casi todas las gentes de Europa, muchas de Asia y algunas de frica; las de Am-rica en cambio, y las que viven cerca de los polos, carecen en absoluto de ellos.Y esto por qu? Acaso aqullas son ms ingeniosas que stas? O no tienen to-dos los hombres almas del mismo gnero e iguales facultades del alma? Pues qutienen unos que otros no tengan, a no ser la Filosofa? Por lo tanto la causa detodas esas utilidades es la Filosofa. Ahora bien, la utilidad de la Filosofa moral ycivil no se ha de estimar tanto por las ventajas que surgen de su conocimientocomo por las calamidades que acarrea su ignorancia. Ya que todas las calamida-des que pueden evitarse con la habilidad humana provienen de la guerra, sobretodo de la guerra civil; de sta nacen las matanzas, la soledad y la escasez de todo.

    Y la causa no es que los hombres las quieran, porque no existe voluntad ms quedel bien, al menos aparente, ni porque desconozcan que son malas; quin nosiente que las matanzas y la pobreza son malas para l? Por lo tanto la causa de laguerra civil es que se desconocen las causas de la guerra y la paz, y que hay muypocos que hayan aprendido los deberes con los que la paz se afirma y se conser-va, esto es, la verdadera regla de vivir. Y el conocimiento de esta regla es la Fi-losofa moral. Y por qu no la han aprendido sino porque hasta ahora nadie ha

    enseado un mtodo claro y recto? Qu sucede? Acaso los antiguos doctoresgriegos, egipcios, romanos y otros pudieron inculcar a una muchedumbre degente inculta innumerables dogmas acerca de la naturaleza de sus dioses, que ellosmismos ignoraban si eran verdaderos o no, y otros que eran manifiestamente fal-sos y absurdos, y en cambio no pudieron inculcar a esa misma muchedumbre susdeberes si ellos los hubieran conocido? O tendrn valor los pocos escritos quenos han quedado de los gemetras para eliminar toda controversia de los asuntosque tratan, y en cambio no valdrn los innumerables e ingentes volmenes de losticos si contienen algo cierto y demostrado? Entonces qu causa puede encon-

    trarse por la que los escritos de los primeros sean cientficos y los de stos seanslo palabrera, por as decirlo, sino porque aqullos salieron de hombres sabios ystos de hombres ignorantes de la doctrina que trataban, que buscaban hacer os-tentacin de su elocuencia o de su ingenio? No voy a negar sin embargo que lalectura de algunos de tales libros sea muy amena, ya que son muy elocuentes ycontienen muchas sentencias hermosas y saludables y en absoluto vulgares, peroque, enunciadas por ellos en forma universal, no siempre son verdaderas univer-salmente; de donde se sigue que con el cambio del tiempo, del lugar y de las cir-

    cunstancias de las personas, con demasiada frecuencia se utilizaban ms para con-

    LAFILOSOFA

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    firmar planes criminales que para aprender las reglas de los deberes. Y lo que ms

    se echa de menos en ellas es una regla cierta de las acciones por la que se pueda

    saber si es justo o injusto lo que vamos a hacer. Porque el que en todo manden

    hacer lo que es recto resulta intil antes de que se establezca una regla y una medi-da cierta de lo que es recto. Y ya que a la ignorancia de los deberes, es decir, de

    la ciencia moral, le siguen las guerras civiles y de ah las mayores calamidades, a

    su conocimiento atribuiremos con razn las ventajas contrarias a ellas. Veremos

    as cun grande sea la utilidad de toda la Filosofa (por no hablar de la estimacin

    y de otras satisfacciones que de ella nacen).

    8. El contenido de la Filosofa, o la materia de la que trata, es todo cuerpo

    del que se pueda concebir una generacin y del que se pueda establecer alguna

    comparacin desde algn punto de vista. O bien de aqullos en los que tiene lu-

    gar alguna composicin o resolucin; es decir, todo cuerpo que pueda generarse

    o tener alguna propiedad.

    Y esto se deduce de la misma definicin de Filosofa, cuya funcin es inves-

    tigar o bien las propiedades a partir de la generacin o bien la generacin a par-

    tir de las propiedades; ya que all donde no se d generacin alguna o alguna pro-

    piedad, no se da Filosofa alguna. En consecuencia la Filosofa excluye la

    Teologa, o doctrina de la naturaleza y atributos de Dios, eterno, inengendrable,

    incomprensible, en el que no cabe ninguna composicin, ninguna divisin y nin-

    guna generacin.

    Excluye la doctrina de los ngeles y de todas aquellas cosas que no se consi-

    deran cuerpos ni afecciones de cuerpos, porque en ellas no hay lugar para la com-

    posicin ni para la divisin, as como aqullas en las que no hay lugar para ms o

    menos, es decir, para el razonamiento.

    Excluye la Historia, tanto natural como poltica, por muy tiles que sean para

    la Filosofa (ms an, necesarias), porque tal conocimiento es experiencia o au-toridad pero no razonamiento.

    Excluye toda ciencia que surja de la divina inspiracin o revelacin, es decir,

    lo que no se adquiera por la razn sino que viene dado como un don por la gra-

    cia divina y en un acto instantneo (como una especie de sentido sobrenatural).

    Excluye toda doctrina no slo falsa sino no bien fundada, porque lo que se

    conoce mediante un recto razonamiento no puede ser falso ni dudoso. Por eso

    se excluye la astrologa tal como hoy se conoce, y las dems adivinaciones ms

    TRATADO DEL CUERPO

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    que ciencias, de ese gnero. Y finalmente queda excluida de la Filosofa la doc-trina acerca del culto de Dios que se ha de conocer no por la razn natural sinopor la autoridad de la Iglesia, y no pertenece a la ciencia sino a la fe.

    9. Las partes principales de la Filosofa son dos, porque dos son los gnerossupremos de los cuerpos y totalmente distintos entre s, que se ofrecen a los queinvestigan las generaciones de los cuerpos y sus propiedades. Uno llamado natu-ral, fruto de la naturaleza de las cosas, y otro llamado estado, constituido por la vo-luntad humana con acuerdos y pactos entre los hombres. Por eso de aqu surgenen primer lugar dos partes de la Filosofa: la naturaly lacivil. Adems, ya que paraconocer las propiedades del estado es necesario conocer antes los ingenios, afec-ciones y costumbres de los hombres, la Filosofa civil se suele dividir a su vez endos partes, de las cuales una, la ticatrata del carcter y de las costumbres de loshombres, y otra, llamada simplementepolticao civil, que entiende de los deberesde los ciudadanos. Hablaremos pues (una vez que establezcamos lo que pertene-ce a la propia naturaleza de la Filosofa), en primer lugar de los cuerpos naturales,en segundo del carcter y las costumbres del hombre, y en tercer lugar de los deberesde los ciudadanos.

    10. Por ltimo, al haber tal vez algunos a los que no guste la definicin de

    Filosofa dada ms arriba y que piensen que si se concede una libertad arbitrariapara definir, se podra concluir cualquier cosa de cualquier cosa (aunque creo quese podra mostrar sin dificultad que esa definicin est de acuerdo con el sentirde todos los hombres), sin embargo, para que ni ellos ni yo tengamos motivo dediscusin, confieso que aqu voy a tratar de los elementos de una ciencia que in-vestiga los efectos a partir del conocimiento de su generacin, para que los quebuscan una Filosofa diferente puedan ser aconsejados de buscarla en otro lugar.

    LAFILOSOFA

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    1. Cmo difieren el error y la falsedad. Cmo se da el error de la mente al margendel uso de los trminos. 2. Siete modos de incoherencia de los nombres en los que laproposicin es siempre falsa. 3. Ejemplo del primero. 4. Del segundo. 5. Del tercero.6. Del cuarto. 7. Del quinto. 8. Del sexto. 9. Del sptimo. 10. La falsedad de las pro-posiciones se detecta por la resolucin de los nombres a travs de definiciones continuashasta llegar a nombres simples o gneros supremos. 11. El vicio del silogismo derivadode la implicacin de los trminos con la cpula. 12. El vicio del silogismo por equivo-cacin. 13. Las falacias sofsticas pecan ms a menudo contra la materia que contra la for-ma del silogismo.

    1. El errar se da no slo en el afirmar o negar sino tambin en el sentir y enel pensamiento silencioso de los hombres. Se da en el afirmar y el negar cuandose atribuye a alguna cosa un nombre que no es el suyo. Como si al ver una ima-gen del sol, ya sea por reflejo en un ro, ya directamente en el cielo, atribuyen-do a ambas el nombre de sol, dijsemos que haba dos soles; cosa que slo pue-de suceder a los hombres, porque los dems animales no tienen el uso de losnombres. El nombre de falsedad slo se aplica a esta clase de error cuando se ori-gina no por los sentidos ni por la cosa misma sino por la temeridad en formular-la. Porque los nombres se han establecido no por las especies de las cosas sino por

    voluntad de los hombres; por lo cual sucede que el que se aparta de las denomi-naciones convenidas de las cosas no se engaa por las cosas o por los sentidos(porque aquella cosa que ve, no ve que se llame sol, sino que as lo quiso), sinoque pronuncia una sentencia falsa por negligencia suya. Se yerra por los sentidos

    y por el pensamiento cuando de una imaginacin presente imaginamos otra dis-tinta; o cuando fingimos como pasadas o como futuras, cosas pasadas que no hanpasado o futuras que no sern. Como cuando de la vista de la imagen del sol enel ro imaginamos que la cosa de que es imagen est en ese lugar, o cuando al ver

    unas espadas imaginamos que ha habido o que va a haber una batalla porque las

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    CAPTULOVEL ERROR, LA FALSEDAD Y LAS FALACIAS

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    ms de las veces as suele acontecer, o imaginamos en vano a partir de unas pro-

    mesas la mente del que promete o, finalmente, imaginamos por cualquier signo

    la cosa significada. Errores de este gnero son comunes a todas las cosas sensibles,

    y de esta forma no nos engaamos por los sentidos ni por las cosas percibidas sinopor nosotros mismos que imaginamos lo que no es y presumimos que son algo

    ms que imgenes cosas que son slo imgenes. Pero no se puede llamar falsas a

    las cosas ni a las imaginaciones cuando son verdaderamente lo que son y no pro-

    meten, como signos, nada que no dan; ya que no son ellas las que prometen sino

    nosotros por ellas, ni las nubes prometen lluvia sino nosotros al ver las nubes. Por

    eso se saldr al paso de los errores que suceden por signos naturales si, en primer

    lugar y antes de razonar, nos enfrentamos a tales conjeturas como ignorantes, y

    despus razonamos. Ya que provienen de un defecto de razonamiento. Otros

    errores que consisten en afirmaciones y negaciones (es decir, la falsedad de las

    proposiciones) son vicio de un razonamiento desordenado. De stos, como con-

    trarios a la Filosofa, habr que tratar especialmente.

    2. Los errores que acaecen al razonar, esto es, al formar silogismos, consisten

    o en la falsedad de alguna premisa o en la inferencia. En el primer caso se dice

    que el silogismo peca en la materia; en el segundo, en la forma. Consideraremos

    primero la materia, a saber, de cuntas maneras puede una proposicin ser falsa,

    y despus la forma, y de cuntas maneras sucede que la inferencia no es verdade-ra siendo verdaderas las premisas.

    Ya que, por lo dicho en el cap. 3, art. 7, es verdadera toda proposicin en la

    que se unen dos nombres de una misma cosa, y falsa aqulla en la que se unen

    nombres de cosas diversas, una proposicin ser falsa de tantas maneras como su-

    cede que los nombres unidos no lo son de la misma cosa.

    Los gneros de las cosas nombradas son cuatro, a saber, cuerpos,accidentes,fan-

    tasmasy los propios nombres. As, en toda proposicin verdadera es necesario que

    los nombres unidos sean, o ambos decuerposo ambos deaccidenteso ambos defan-tasmas o ambos de nombres. Los nombres unidos de otra forma son incoherentes

    y constituyen una proposicin falsa. Puede tambin suceder que el nombre de la

    cosa se una con un nombre de oracin. Por lo tanto hay siete modos en los que

    los nombres unidos no son coherentes:

    1. Si el nombre del cuerpo se une con el nombre del accidente

    2. Si el nombre del cuerpo con el nombre del fantasma

    3. Si el nombre del cuerpo con el nombre del nombre

    TRATADO DEL CUERPO

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    4. Si el nombre del accidente con el nombre del fantasma

    5. Si el nombre del accidente con el nombre del nombre

    6. Si el nombre del fantasma con el nombre del nombre

    7. Si el nombre de la cosa con el nombre de la oracin.

    Daremos ejemplos de todos ellos.

    3. Segn el primer modo, son falsas las proposiciones en las que nombres abs-

    tractos se unen con concretos, como esse est ens, essentia est ens,quidditas est ens, y

    muchas otras expresiones semejantes que se encuentran en la Metafsica de Aris-

    tteles. Igualmenteel entendimiento acta,el entendimiento entiende,la vista ve,el cuer-

    po es magnitud, el cuerpo es cantidad, el cuerpo es extensin, ser hombre es un hombre, la

    blancura es blanca; que es como si alguien dijera el corredor es la carrera oel paseo pa-

    sea, as comola esencia est separada,la substancia est abstrada, y otras semejantes o

    derivadas de ellas (de las que la Filosofa comn est muy llena). Porque al no ser

    accidente ningn sujeto de accidente, es decir, ningn cuerpo, no se puede atri-

    buir nombre de accidente al cuerpo ni de cuerpo al accidente.

    4. Pecan segn el segundo modo proposiciones como stas:el espectro es cuer-

    po, oespritu, esto es,cuerpo tenue.Lasespecies sensibles revolotean por el aire, ose mue-

    ven ac y all, lo cual es propio de los cuerpos. Igualmente la sombra se mueve, oes cuerpo. La luz se mueve, o es cuerpo.El color es el objeto de la visin, el sonido de

    la audicin, el espacio o lugar es extenso, y otras innumerables como ellas. Y dado

    que los espectros, las especies visibles, los sonidos, la sombra, la luz, el color, el

    espacio, etc., se hacen presentes a los que suean no menos que a los que estn

    despiertos, no son cosas extensas sino fantasmas de la mente que los imagina; por

    lo tanto sus nombres no se pueden unir con nombres de cuerpos para formar una

    proposicin verdadera.

    5. Proposiciones falsas del tercer modo son algunas como el gnero es un ente,el universal es un ente, el ente se predica del ente. De igual manera el nmero es infini-

    toes falsa porque ningn nmero es infinito sino slo este nombre o trmino: n-

    mero, al cual, como en la mente no corresponde ningn nmero concreto, se lla-

    ma nombre indefinido; y ningn nmero es infinito.

    6. Al cuarto modo pertenecen proposiciones falsas tales como el tamao o la fi-

    gura del objeto, tal como es, aparece a los espectadores;el color, la luz, el sonido, estn en el

    objeto, y otras semejantes. Porque un mismo objeto aparece a veces mayor, a veces

    EL ERROR, LA FALSEDAD Y LAS FALACIAS

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    menor, a veces cuadrado, a veces redondo, segn las diversas distancias y medios;

    pero la figura y el tamao de la cosa vista es siempre una y la misma, de tal forma

    que las magnitudes y las figuras que aparecen no pueden ser magnitudes ni figuras

    de los mismos objetos. Son por lo tanto fantasmas, y de esta forma en las proposi-ciones de ese gnero se unen nombres de accidentes con nombres de fantasmas.

    7. Pecan del quinto modo los que dicen que la definicin es la esencia de la cosa,

    que la blancura u otro accidente es gnero o universal, porque la definicin no es la

    esencia de la cosa sino una oracin que significa nuestros conceptos acerca de la

    esencia de la cosa. E igualmente lo que es gnero y universal no es la blancura

    misma sino el trmino blancura.

    8. Se equivocan del sexto modo los que dicen quela idea de alguna cosa es uni-

    versal, como si en la mente hubiera cierta imagen del hombre que no fuese de

    ningn hombre individual sino del hombre simplemente, lo cual es imposible

    porque toda idea es una y de una sola cosa; por lo tanto se engaan al poner el

    nombre de la cosa en el lugar de su idea.

    9. Se equivocan del sptimo modo los que han dicho al distinguir los entes:

    de los entes, uno es ens per sey otro ens per accidens; es decir, porque Scrates es

    hombrees una proposicin necesaria, y Scrates es msico una contingente, de ahconcluyen que hay entes necesarios o per sey otros contingentes o per accidens. Y

    as, al sernecesario, contingente, per se, per accidens, nombres no de las cosas, sino de

    las proposiciones, al decir que un ente es ens per se junta el nombre de la propo-

    sicin con el de la cosa. Cometen el mismo error los que ponen unas ideas en la

    inteligencia y otras en la fantasa, como si una fuese la idea o la imagen del hom-

    bre que, originada por los sentidos, se retiene en la memoria, y otra la que est

    en la inteligencia cuando comprendemos que el hombre es animal. El engao est

    en creer que una idea responde al nombrede la cosa y otra a la proposicin, lo cual

    es falso; porque la proposicin significa nicamente el orden de las cosas que seobservan en la misma idea de hombre unas tras otras, de tal forma que para esta

    oracin el hombre es animal tenemos una nica idea aunque en ella se considere

    aquello por lo que se llama hombre y despus aquello por lo que se llama animal.

    La falsedad de todas estas proposiciones, segn los diversos modos, se ha de de-

    tectar por las definiciones de los nombres que van unidos.

    10. Pero cuando se juntan nombres de cuerpos con nombres de cuerpos,

    nombres de accidentes con nombres de accidentes y nombres de fantasmas con

    TRATADO DEL CUERPO

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    nombres de fantasmas, no por ello sabemos de inmediato si esas proposiciones son

    verdaderas, sino que conviene antes conocer la definicin de cada nombre y des-

    pus las definiciones de los nombres que se ponen en esa definicin, hasta que

    por una resolucin continuada se llegue al nombre ms simple, esto es, al ms altoo ms universal en ese gnero de cosas, y si ni entonces aparece la verdad o fal-

    sedad, entonces es una cuestin de Filosofa que se ha de investigar razonando a

    partir de las definiciones. Porque toda proposicin universal verdadera es una de-

    finicin o parte de una definicin o se ha de demostrar mediante definiciones.

    11. El vicio del silogismo que puede estar oculto en la forma se descubrir

    siempre en la implicacin de la cpula con uno de los trminos o en alguna equi-

    vocacin de palabras; de ambos modos resultarn cuatro trminos, lo cual est de-

    mostrado que no puede darse en un silogismo legtimo. La implicacin de la c-

    pula con uno de los trminos se detecta enseguida con la reduccin de las

    proposiciones a la pura y simple predicacin, como si alguien argumenta:

    La mano toca la pluma,

    la pluma toca el papel, luego

    la mano toca el papel.

    La invalidez se manifiesta enseguida por la reduccin, porque si se formula as:

    La mano es tocadora de la pluma,

    la pluma es tocadora del papel, luego

    la mano es tocadora del papel,

    donde hay claramente cuatro trminos: mano,tocadora de la pluma,pluma ytocado-

    ra del papel.

    Pero no parece que en esta clase de sofisma se encuentre tanto peligro como

    para que valga la pena continuar.

    12. En los trminos equvocos puede darse alguna falacia, pero no en los que

    lo son manifiestamente, ni en las metforas, ya que la palabra metfora expresa la

    traslacin del nombre de una cosas a otras. Sin embargo hay trminos equvocos,

    y no precisamente los ms oscuros, que engaan a veces, como en esta argu-

    mentacin:pertenece a la Filosofa primera el tratado de los principios, ahora bienel pri-

    mero de todos los principios es que lo mismo no puede a la vez ser y no ser, luego perte-

    nece a la Filosofa primera tratar de si lo mismo puede a la vez ser y no ser. La

    equivocacin en el nombreprincipio

    es falaz porque al comienzo de la Metafsi-

    EL ERROR, LA FALSEDAD Y LAS FALACIAS

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    ca, donde se dice que el tratado de los principios pertenece a la ciencia primera,

    Aristteles entiende porprincipios las causas de las cosas y ciertos entes a los que

    llama primeros. Pero all donde dijo que la proposicin primera era un principio,

    entenda principio y causa del conocimiento, es decir, la comprensin de las pa-labras, de la cual si alguien carece ni siquiera es capaz de ser enseado.

    13. Las falacias de los sofistas y de los escpticos con las que en otro tiempo

    acostumbraron a burlarse y a atacar la verdad, con frecuencia estaban viciadas no

    en la forma sino en la materia del silogismo. Y ms veces fueron engaados que

    engaaron, porque aquel clebre argumento de Zenn contra el movimiento se

    apoyaba en esta proposicin: lo que puede dividirse en un nmero infinito de partes, es

    infinito;que l sin duda consideraba verdadera y que sin embargo es falsa. Porque

    poder dividirse en infinitas partes no es otra cosa que dividirse en tantas partes

    como uno quiera. Pero no es necesario que de una lnea, aunque pudiera divi-

    dirla y subdividirla cuantas veces quisiera, se diga por ello que tiene infinitas par-

    tes o que es infinita, ya que fueran cuantas fueran las partes que hiciese, siempre

    su nmero sera finito. Pero ya que el que dice partes simplemente, no aadien-

    do cuntas, no limita el nmero sino que lo deja a la determinacin del oyente,

    por eso suele decirse que una lnea se puede dividir infinitamente, lo cual no pue-

    de ser verdad en ningn otro sentido. Y baste con esto acerca del silogismo, que

    es como la entrada en la Filosofa, porque hemos dicho nicamente lo que es ne-cesario para conocer de dnde toma su fuerza toda argumentacin legtima, y

    acumular todo lo que podra decirse sera tan superfluo como si alguien, como ya

    he dicho, quisiera dar preceptos para andar a un nio pequeo. Porque el arte de

    razonar no se adquiere con preceptos sino con el uso y con la lectura de libros

    en los que todo se trata con rigurosas demostraciones. Paso pues al camino de la

    Filosofa, es decir, al mtodo de filosofar.

    TRATADO DEL CUERPO

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    PARTE SEGUNDA

    FILOSOFA PRIMERA

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    1. Hacer y padecer. 2. Accin y pasin mediata e inmediata. 3. Causa simplemen-te, causa sine qua non o lo necesario por hiptesis. 4. Causa eficiente y material. 5. Lacausa ntegra es siempre suficiente para producir el efecto. El efecto se produce en el mis-mo instante en que se da la causa ntegra, y todo efecto tiene una causa necesaria. 6. Lageneracin de efectos es continua. El principio de causacin. 7. No se da causa del mo-vimiento ms que en un cuerpo contiguo y movido. 8. Los mismos agentes y pacien-tes, en diversos tiempos pero con igual disposicin, producen efectos semejantes. 9.Todo cambio es movimiento. 10. Los seres contingentes.

    1. Se dice que un cuerpo acta sobre otro si en ste genera o destruye algnaccidente. Y se dice que padece de otro cuerpo si por ste se genera o se destru-

    ye en l algn accidente; de esta forma el cuerpo que empujando a otro produ-ce en l un movimiento se llama agente, y aqul en el que, siendo empujado, segenera el movimiento, paciente. Como el fuego que calienta la mano se llamaagentey la mano calentada paciente. El accidente que se genera en el paciente sellamaefecto.

    2. Cuando el agente y el paciente son contiguos entre s, se dice que la acciny la pasinson inmediatas; si no, son mediatas. El cuerpo que se encuentra en me-

    dio del agente y del paciente, contiguo a ambos, es a la vez agente y paciente;agente respecto al siguiente, sobre el que acta, y paciente respecto al anterior,del que padece. Igualmente, si varios cuerpos se ordenan de forma que cada unosea contiguo a los dos ms prximos, todos los que se encuentran en medio, en-tre el primero y el ltimo, son a la vezagentesy pacientes; el primero es slo agen-te. y el ltimo slo paciente.

    3. Se entiende que un agente produce su efecto en el paciente segn un cier-

    to modo, un cierto o ciertos accidentes de los que tanto l como el paciente es-

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    CAPTULOIXLA CAUSA Y EL EFECTO

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    tn dotados, es decir, no por ser cuerpos sino por estar movidos de tal o cual for-

    ma; porque de otro modo todos los agentes produciran en todos los pacientes

    efectos semejantes, al ser todos igualmente cuerpos. As por ejemplo, el fuego no

    calienta por ser cuerpo sino por ser clido, ni un cuerpo empuja a otro por sercuerpo sino porque se mueve a su lugar. Por lo tanto, la causa de todos los efec-

    tos consiste en ciertos accidentes de los agentes y del paciente. Si todos esos ac-

    cidentes estn presentes, se produce el efecto, y si falta alguno de ellos, no se pro-

    duce. Y el accidente, tanto del agente como del paciente, sin el cualel efecto no

    puede producirse, se llamacausa sine qua non,necesario por hiptesisy requisitopara pro-

    ducir el efecto. La causa simplemente, o causa ntegra, es el agregado de todos los ac-

    cidentes tanto de los agentes, cuantos sean, como del paciente, supuestos los cuales no pue-

    de conmprenderse ni que el efecto no se produzca ni que, si falta alguno de ellos, el efecto

    se produzca.

    4. Al conjunto de accidentes, tanto del agente o de los agentes como del pa-

    ciente, requeridos para que se produzca el efecto, se llama, una vez producido,

    causa eficiente. Y al conjunto de los que se encuentran en el paciente se llama, una

    vez producido el efecto,causa material. Digo una vez producido el efecto porque

    donde no se produce tampoco se da causa, ya que no se puede hablar de causa

    donde no se puede hablar de efecto. Las causas eficiente y material son parciales

    o partes de la causa que hace poco llambamos ntegra. De lo cual se deduce cla-ramente que el efecto que esperamos cuando los agentes son idneos, se puede

    no obstante frustrar por falta de agentes idneos siendo idneo el paciente.

    5. La causa ntegra es siempre suficiente para producir su efecto, siempre que

    ese efecto sea en absoluto posible, porque cualquier efecto que se proponga para

    ser producido, si se produce, pone de manifiesto que la causa que lo ha produci-

    do era suficiente, y si no se produce siendo posible, es claro que algo falt en al-

    gn agente o en el paciente, sin lo cual no pudo producirse, es decir, que falt

    algn accidente que era requerido para su produccin. Por lo tanto esa causa noera ntegra, contra lo que se supona.

    De lo cual se sigue tambin que, en el momento en que la causa se hace n-

    tegra, en ese mismo momento el efecto se produce; porque si no se produjese fal-

    tara todava algo requerido para la produccin y no era una causa ntegra como

    se supona.

    Al definir como causa necesaria la que, una vez supuesta, el efecto no puede

    no seguirse, se concluir tambin que, cualquier efecto que se produzca, lo ser

    TRATADO DEL CUERPO

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    por una causa necesaria. Porque lo producido, por el mero hecho de serlo, ha te-

    nido una causa ntegra, es decir, todo aquello con lo que, una vez supuesto, no

    puede entenderse que el efecto no se siga; y esa causa es necesaria. Y por la mis-

    ma razn se puede poner de manifiesto que cualesquiera que sean los efectos quese hayan de producir en el futuro, tendrn una causa necesaria y que de este

    modo todo lo que haya sido producido o haya de serlo, tendr su necesidad en

    cosas antecedentes.

    6. Del hecho de que en el mismo instante en que la causa se hace ntegra se

    produzca el efecto, se sigue con claridad que la causacin y produccin de efec-

    tos consiste en cierta progresin de tal forma que a una mutacin del agente o

    de los agentes que se produce porque otros actan sobre ellos, corresponde otra

    mutacin continua en el paciente sobre el que actan; por ejemplo, al hacerse

    ms y ms caliente el fuego, en un aumento continuo, tambin su efecto en los

    cuerpos prximos y despus en los prximos a stos crece igualmente cada vez

    ms (lo cual sirve de gran argumento de que el cambio consiste nicamente en

    movimiento, cosa que ms adelante se ha de mostrar que es verdadero). Pero en

    esta causacin, es decir, en la progresin de la accin y de la pasin, si alguien

    capta con la imaginacin una parte y la divide en ms partes, la primera o su

    principio no puede considerarse ms que como accin o causa; porque si se con-

    sidera tambin como efecto o pasin, es necesario que antes de ella se conside-re alguna otra causa como accin y causa suya, lo cual no puede ser porque an-

    tes del principio no hay nada. Y de igual modo la parte ltima se ha de

    considerar nicamente como efecto, ya que la causa se dice slo respecto a lo si-

    guiente, y despus de lo ltimo no sigue nada. De lo cual se deriva que en una

    accin el principio y la causase tengan por lo mismo. Y de las partes intermedias

    cada una es accin y pasin, causa y efecto, segn se compare con la parte pre-

    cedente o con la siguiente.

    7. No puede hallarse causa alguna del movimiento ms que en un cuerpocontiguo y en movimiento. Porque si se dan dos cuerpos cualesquiera no conti-

    guos entre los que exista o bien un espacio intermedio vaco o bien lleno pero

    con un cuerpo en reposo, y se supone que de los dos cuerpos propuestos uno est

    en reposo, ste siempre estar en reposo. Ya que si se mueve, la causa de su mo-

    vimiento (por el art. 19 del cap. 8) estar en un cuerpo exterior y por lo tanto, si

    entre l y ese exterior hay un espacio vaco, podemos concebir que, de cualquier

    manera que se comporten tanto los cuerpos exteriores como el propio paciente

    (siempre que se le considere ahora en reposo), permanecer as mientras no lo to-

    LA CAUSA Y EL EFECTO

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  • 8/10/2019 Hobbes Tratado Sobre El Cuerpo

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    quen otros; y como la causa (por definicin) es un agregado de todos los acci-

    dentes, estando presentes los cuales no puede suponerse que el efecto no se d, y

    los accidentes que estn en los cuerpos exteriores o en el propio paciente no pue-

    den ser la causa de un futuro movimiento, de igual manera, como se puede con-cebir que lo que est en reposo contine de esa forma aunque lo toque otro cuer-

    po, con tal de que se no se mueva, la causa del movimiento no podr estar en

    un cuerpo contiguo que est en reposo. Por lo tanto,