historiografía china

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Historiografía China

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Page 1: Historiografía China

Comprender el pasadoUna h istoria de ¡a escritura y el

pensamiento histórico

jau'me Auretl, Catalina Bahn&cetW l’euir Biirkc \ Felipe 8t«a

JAUME AURELL COMPRENDER EL PASADO: UNA HISTORIA DE LA ESCRITURA Y EL PENSAMIENTO HISTORICO

ESQUEMAHistoriografía isiámica y china

i T, ;¡! I ♦ Historiografía musulmana

• Diferenciación de géneros,* Historias del mundo.* La difusión de ios modelos árabes.• Tiempos modernos.* Representantes.

- Ibn Khaldun.- Mustafá Naima.

2. Historiografía de Asia oriental• Historia oficial.• Aprendizaje mediante ia evidencia.* La difusión de los modelos chinos.• Tiempos modernos.* Representantes.

~ Sima Qian.- Ouyang Xiu.

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LA HISTORIOGRAFÍA CH IN A

La tradición historiográfica china es la tradición ininterrumpida más larga del mundo; incluye más de 2.000 años de historia escrita en la misma lengua sin quiebras en la transmisión. El historiador chino más famoso vivió antes de la era cristiana y fue un ejemplo para muchos de sus sucesores. Se trata de Sima Qian (145-85 a.C.), autor de la obra Registros del Gran Escriba (Shiji) , de la que hablare­mos más adelante. Ouyang Xíu (1007-1072 d.C.h del que también nos ocuparemos, fue otro de los grandes historiadores chinos. Escri­bió sobre la dinastía precedente, la dinastía Tang, al igual que Sima Guang (1019-1086 d.C.), primer ministro del emperador que, al acabar en el exilio por criticar al Gobierno, pudo disfrutar del ocio necesario para escribir una historia de China que empezaba en el año 403 a.C. y acababa en el 959 d*G*

La historia oficial

Una de las razones por la que se tomaban en serio la historia en la China tradicionalista era que, al igual que en Occidente y el mundo islámico, creían que su función era inculcar lecciones de moralidad. Se suponía que el gran filósofo moral Confineio (Kong Fuzi, 551-479 a.C.) había escrito una obra de historia denomina­da Anales cíe ía primavera y el otoño (Chunqiu). Como bien señala­ra un escritor en el 710, los lectores de historia recibían lecciones hace miles de años «sin moverse de sus casas. Cuando leen sobre un hombre ejemplar quieren emularle. Cuando leen sobre uno indigno hacen examen de conciencia». En un informe presenta­do al emperador en el año 819 se lamentaba que los historiadores contemporáneos «no hubieran escrito aún sobre aquellos súbdi­tos leales y sabios ministros cuya reputación y virtud los convier­ten en dignísimos ejemplos, ni sobre los rebeldes y bandidos cuya infame conducta debería servir de advertencia» (Twitchett, 1992, pp. 72, 74L De ahí que se publicaran las colecciones de «biogra­fías de funcionarios dignos de elogio»*

Función m oral

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También se promovía el estudio del pasado por razones políti­cas- En China «eran los funcionarios los que escribían la historia» (Balázs, 1964, p. 135) y se la consideraba una recopilación de pre­cedentes y fuente de sabiduría. Fue un emperador el que rebautizó la historia de Sima Guang con el nombre de Espejo integral de ayuda para el buen gobierno (Zizhi tongjian). Los historiadores formaban parte de la burocracia y estaban divididos en dos grupos; uno regis­traba las acciones del emperador, y el otro, sus palabras. En el año 629, se creó un Departamento de Historia Nacional (kttO'shih kuan) , posteriormente incorporado a la Academia Hanlin, de la que for­maba parte un equipo de estudiosos entre los que había directores, compiladores y ayudantes que recopilaban y confeccionaban regis­tros (Eranke, 1988; Twitchett, 1992).

Los historiadores-funcionarios tenían la obligación de ha­cer críticas constructivas al Gobierno* Com o ilustra la carrera de S im aQ ian , es:o podía resultar arriesgado, de manera que surgió la tradición de «escribir sobre el pasado pensando en el futuro», o de «hablar del pasado para criticar el presente» , con la esperanza de que los lectores leyeran entre líneas* Es una tradición que ha per­durado hasta nuestros días* En 1961 se representó en Pekín una obra que llevaba por título 11ai Rui destituido de su cargo, sobre un ministro del siglo XVI que fue encarcelado pot criticar al empera­dor* Poco después, durante la Revolución Cultural, enviaron a prisión al autor de la obra, el historiador Wu Han (1909-1969), acusado de haber equiparado a Mau Zedong al malv ado empera­dor; el historiador fue encarcelado corno I la i Rui.

Poco a poco fueron surgiendo géneros históricos relacionados con ámbitos «privados» como la historia local y el equivalente a la «historia secreta» (véase p* 89), la mi-shi/t, en la que se descri­bían las actividades sexuales del emperador, al igual que en las obras del historiador bizantino Procopia.

Aprendizaje mediante la evidencia

Función política

Función crítica

Al igual que en Europa, los estudiosos empezaron a criticar cada vez más sistemáticamente las fuentes históricas. Ya en tiempos de la dinastía Song (960-1279 d*C*) ciertos expertos chinos criticaban

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Vuelta a la Antigüedad

Critica textual

las historias anteriores. Surgió así, en los siglos XVII y XVIII, una es- cuela centrada en la investigación de la evidencia del conocimien­to histórico (kaozheng, literalmente investigar y corregir), que se difundió también en Japón (Elman, 2001, 2002; Wang, 2008).

Al igual que ocurriera en la Europa renacentista, muchos estu­diosos chinos manifestaban su anhelo de «volver a la antigüedad» (fugu). El neoaristotelismo y el neoplatonismo de la Edad Media y el Renacimiento tienen un paralelismo chino: el neoconfucio- nismo asociado al estudioso Zhu Xi (1130-1200 d.C.), de tiempos de la dinastía Song.

Como ocurriera en el caso de Platón y Aristóteles, el renaci­miento del confueionismo dio lugar a un movimiento que pro­pugnaba la eliminación de las glosas posteriores para recuperar las palabras originales del maestro o, al menos, las primeras interpre­taciones de su filosofía. Se llegó a sugerir que uno de los textos canónicos, el Chisteo de la historia (Shujing) , era parcialmente fal­so. A mediados del siglo XVII ya se puede hablar de la existencia de una o más escuelas dedicadas a la investigación y corrección. Criticaban a sus predecesores por su falta de atención a las prue­bas y su negativa a citar las fuentes. Yan Ruoqu (1636-1704) señalaba que los anacronismos lingüísticos daban pistas muy va­liosas para «detectar falsificaciones» (bianu’ei). Huí Dong (1697-1758) practicó la crítica textual en un estudio titulado Libro de los cambios (Yijing). Wang Minsheng (1722-1798) y otros intenta­ron situar los textos clásicos en sus contextos históricos origina­les. Zhang Xuecheng (1738-1801) llegó a decir que todos los clá­sicos confucianos eran «relatos». Algunos de estos estudiosos, entre ellos Dai Zhen (1724-1777) y Qian Daxin (1728-1804), eran auténticos anticuarianistas» interesados en todo tipo de ob­jetos, desde campanas a vehículos antiguos, que les brindaban una información que complementaban con los datos extraídos de los manuscritos o inscripciones en losas de piedra y recipientes de bronce.

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La difusión de los modelos chinos

Al igual que ocurriera con otros aspectos de la cultura china, Corea, Vietnam y Japón adoptaron el estilo chino de escribir his­toria. Los tres países contaban asimismo con un sistema de go­bierno muy similar al de China. En Corea se creó un Departa­mento de Registros Auténticos, donde los funcionarios escribían historias dinásticas al estilo chino como la Historia de los Tres Reinos (Samguk Sagi) de Kim Pu-sik (1075-1151), administrador, diplomático y general además de historiador. En tiempos de la dinastía Che-son (1392-1897), se publicaron 888 volúmenes de anales que cubrían la historia de la dinastía hasta 1863. La histe­ria vietnamita del siglo XV, escrita por el historiador nativo Ngo Sí Lien, se basaba en el modelo de la Je Sima Qian y, al entregar su obra al emperador, el autor afirmó que la historia brindaba «ejemplos para la posteridad».

En Japón no resultaba tan fácil acogerse a este modelo como en Corea puesto que no había sucesión de dinastías. Aun así el Registro documental de Japón (Nihonshoki). encargado por el empe­rador Temmu y completado en el año 720 d.C., estaba escrito en chino y se convirtió en el modelo a imitar para la historia poste­rior. Pensemos, por ejemplo, en el Espejo integro de nuestro país ( Honcho tsugan) de mediados del siglo XVII y en la Gran historia de Japón (Dai Nihon Shi) en la que trabajaban más de cíen estudiosos en el año 1700. Tras el siglo x: se empezó a complementar estas historias con «relatos históricos» no oficiales (rekishl monogatari) centrados en los individuos y la vida cotidiana.

En Japón surgió, como en China, una escuela enfocada en la investigación y corrección (kóshógaku) que con textual izó históri­camente ios textos canónicos, tanto budistas como confucianos, Arai Hakuseki (1657-1725), un estudioso que fue consejero de diversos gobernantes de Japón, sugirió que habría que interpretar las historias de los dioses en términos humanos, Tominaga Naho­rno t o (1715-1746) señalaba lo difícil que era descubrir las autén­ticas enseñanzas de Buda y Confucio, y el racionalista militante Yamagata Bantó (1748-1821), que consideraba absurdos los rela­tos sobre los dioses, recalcaba la escasa fiabilidad de la tradición oral y opinaba que no debería considerarse probado lo que había ocurrido en tiempos remotos, afirmando que «sin documentación nos movemos en la oscuridad» (Brownlee, 1997, pp. 42-60).

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Historiografía china moderna

A finales del siglo XIX, algunos especialistas europeos descu­brieron las tradiciones históricas de A sia oriental. El sinólogo francés Edouard Chavannes (1865-1918) tradujo la obra de Sim a Q ian bajo el título Les mémoires historiques de Se-ma Ts'íen. Por su parte, los intelectuales chinos dei siglo XX descubrieron, a su vez, la tradición occidental. He Bingsong (1890-1946), profesor de his­toria de la Universidad de Pekín, tradujo al chino la Nueva histo­ria de jam es Harvey Robinson. Tam bién se tradujo el m anual de

y los treinta del siglo XX, ciertos autores que buscaban una síntesis entre las tradiciones occidental y china en una obra sobre la «e s­cuela de las fuentes históricas» redescubrieron la escuela dedica­da a la investigación y corrección. Tras 1949, arraigó en la China continental un modelo occidental, el marxista, y tos historiadores se centraron en el feudalismo y el capitalism o. En Taiwán, en cam bio, la escuela de las fuentes históricas prosiguió sus activida­des (Iggers y W ang, 2008, pp. 215-216, 320-324; W ang, 2008).

Nstoriográfkas Japón abrió sus puertas a los m odelos occidentales tras la res­tauración imperial de 1868, pues se pensaba que contribuirían a modernizar el país. El Gobierno japonés encargó a un exdiplcm á- tico húngaro, G eorge Zerfh (1820-1892), una historia de la histo­riografía occidental. Uno de los modernizadores más destacados, Fukuzawa Yukichi (1835-1901), afirmaba que había que sustituir las formas tradicionales de hacer historia por historias de la civi­lización al estilo de Guizot y Buckle (véanse pp. 208 y 220), cuyas obras se tradujeron por esos años. Taguchi Ukichi (1855-1905) escribió una Breve historia de la civilización japonesa (Nihan k/iika shoshí) . Sin embargo, lo que acabó triunfando en Japon fue la historia de Ranke, no la de Guizot. U n historiador alemán de tradición rankeana, Ludwig Riess (1861-1928), fue el primer pro­fesor de historia de la Universidad de Tokio.

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Algunos miembros de las generaciones posteriores de historia­dores japoneses se interesaron por el marxismo y fundaron su propia sociedad histórica en 1933. Los hay que se han decantado por la escuela de los Armales (véase p. 253). C iertos estudiosos japone­ses son muy conocidos en O ccidente; algunos se dedican a la His­toria de China, mientras que otros, com o M asao Maruyama (1914- 1996), han escrito sobre Japón. Este último autor se interesa por la historia del pensamiento, sobre todo del pensamiento político. Los historiadores nipoamericanos com o Mikiso Hane (1922-2003), que escribió una suerte de historia desde abajo («history ftom below »), han demostrado ser excelentes mediadores entre la historia de ja ­pón y los lectores occidentales. Otros exponentes en esta dirección son Tetsuo N ajita (1936-)* quien ha estudiado la historia del pensa­miento de época Tokugawa (1603-1868), y Rob Tadashi Wakaba- yashi (1950-)* quien analiza el pensamiento japonés moderno.

Sima Qian

Sim a Q ian (145-86 a .C .) era hijo de un funcionario, el astró­nom o mayor, cuyo cargo acabó ocupando él mismo (D urrant, 1995; Hardy, 1999). Es el autor de la prim era autobiografía chinay cuenta a sus lectores que cayó en desgracia por defender a ungeneral derrotado; que fue castrado por orden del em perador Wu, y que se negó a suicidarse a pesar de lo vergonzoso de su castigo

ira poder escribir la historia que su padre empre había deseado escribir y le había icargado que redactara en su lugar. Su >ra Registros del gran escriba (Shiji), es unastoria de China que abarca desde los ori­nes hasta los tiempos del autor. Consta * cinco secciones: anales, tablas cronoló- :as, sección de tópicos, sección de las fa­llías nobles y una colección de biogra- ls , entre ellas la primera biografía que nservamos de Confucio (lo que, como anos visto, le convierte en un historiador). Los historiadores anos posteriores siguieron a menudo este modelo.

«Confucio [. . , ] intentó focalizar a setenta gobernan­tes excepcionales, pero ninguno te empleó. De ahí que se fuera hacia el oeste y examinara los archivos de Zhou. Comprobó los registros de los escribas y las tradiciones antiguas, y fos recopiló en los Anales de ia primavera y el otoño, empezando por el estado de Lu. Su relato comenzaba con las gestas del duque Yin y terminaba con la captura del unicornio durante el minado del duque Ai. Resumía sus palabras y frases, y descartaba fos pasajes confusos o redundantes para establecer la regla de la rectitud.»

Citado en Hardy, 1999, p. 56

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Se ha com parado a S im a Q ian con H eródoto por el interés que despertaba en él la cultura de los pueblos nómadas (Stuurm an, 2006). Su estilo se ha calificado de «contradictorio», en la medida en que analiza los sucesos desde más de un punto de vista (Hardy, 1999, pp. 44, 73). Despliega todos estos rasgos en su estudio sobre los X iongnu. Criticaba a este pueblo «bárbaro» afirmando que «lo único que les preocupa es su propio interés y no saben nada ni de la propiedad ni de la rectitud». S in embargo, poco después parecía contradecirse al citar las loas que hiciera de los X iongnu el eunuco chino Zhonghang Yue: «Sus leyes son simples y sencillas de cum ­plir; la relación entre el gobernante y los súbditos es relajada e ínti­m a». Zhonghang com entaba asimismo que los chinos, al contrarío que los X iongnu, no sabían pelear y construían dem asiadas casas.

)uyang Xiu

Ouyang Xiu (1007-1072) fue un mi­lis tro y examinador principal que defen- iió la necesidad de una reforma estilística ie la prosa y la poesía. Cuando fue enviado I exilio se inspiró en Sima Qian, pues com­partía su interés por la crítica de fuentes y a explicación de los sucesos. En el siglo VI11 se reconoció que los anales de Xiu arrespondientes ai periodo 877-960 eran ¡na magnífica obra de historia. El texto stá repleto de lamentos como los que he­nos reproducido. En él se critica al Go- íerno, pero en relación con sucesos que tabían tenido lugar durante el gobierno e la dinastía anterior, la de los Tang.

ambién destacan las referencias a rituales imbién preocupaba a Confucio.

■>&v \«]Apenas pude obligarme a mí mismo a descri­bir fas relaciones existentes entre el gobernante y los subditos! ¿Acaso ia rebelión de Yougur bajo los Liang, el apuñafamíento mortal de Kening bajo fos Tang y fos asesinatos de Cunyí y Congzang no demostraban que había desaparecido todo rastro de solidaridad entre padres, hijos y el resto de los parientes de sangre? Ai “sobreseer tos cargos*’ a la muerte de la viuda consorte e investir emperatri­ces ai estilo de Líu y Feng, ¿no se legitimaba una bestialidad perversa entre marido y mujer? Al ofre ter sacrificios al aire libre en el solsticio de verano y quemar papel moneda, mostrar alegría durante el luto oficial y cambiar el calendario, al asesinar a MaYan y Ren Huanqno se han profanado los ritos, la música, la ley y el orden? ¿Acaso erigir efigies al Monte Leí, dar flechas por toda instrucción militar y golpear caballos hasta la muerte no confirma la barbarie del Reino Medio? La expresión “era del caos” define bien lo que sucede.» íOuyang Xiu. Histórica! records o f the Five Dynasties (Wu da shi ¡i), trad., Richard L Davis, Nueva York,

2004, pp. 114 115

incorrectos, algo que

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COMPARACIONES Y CONCLUSIONES

Tal vez sea útil cerrar este capítulo con algunas comparaciones entre las dos tradiciones de las que nos ocupamos aquí y la occiden­tal, desde la antigua Grecia hasta la Ilustración, Las tres tradiciones compartían la idea de que la historia era una fuente de virtud y sabi­duría que transmitía a través del ejemplo. De ahí que durante largo tiempo se recurriera a los discursos imaginarios. Las tres desarrollan una actitud crítica a la hora de recoger datos y pruebas, pero es en el mundo islámico donde se empieza a hablar de esta cuestión, en el contexto de los hadith; los humanistas europeos toman el relevo a partir del Renacim iento y, algo más tarde, debaten sobre ella los representantes del movimiento kaozheng en China y Japón. El estu­dio de las antigüedades, de la cultura material del pasado, evolucio­nó de forma paralela en Europa y China, no así en el mundo islámi­co. Las tres culturas establecieron una historia oficial, pero se la defendió de manera mucho más acusada en China que en las otras dos. Com o hemos visto, en Europa sólo había un puñado de histo­riadores oficiales antes del siglo XVI, y este cargo, el de sehnaecí, no se creó en el Imperio otom ano hasta la segunda mitad de ese siglo.

¿Quién leía y escribía historia en estas tres culturas? En la Eu­ropa medieval, era escrita sobre todo por monjes y caballeros. En China la escribían funcionarios, algunos muy cercanos al poder. En el mundo islámico tradicional, al igual que en la Europa de la época comprendida entre el Renacimiento y la Ilustración, escri­bían historia sobre todo los secretarios, juristas y estadistas. Existe un paralelismo obvio entre los historiadores-secretarios árabes y los humanistas renacentistas, que también cultivaban la retórica

________ y trabajaban en las cancillerías.En relación con los lectores de historia, lo fundamental es que

los textos islámicos, con raras excepciones como la obra de Nai- ma y el Tarifvi-Hmd-i garhi, circularon en forma manuscrita hasta el siglo XIX, lo que restringía el número de lectores (Robinson, 2003, pp. 106-111,159-170). La historia de Asia oriental, por su parte, solía imprimirse, como la occidental, a partir del año 1450. Aunque se tratara de textos dirigidos, sobre todo, a los funciona­rios, también podían acceder a ellos otros grupos sociales,

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C ada una de estas tradiciones fue hegemónica en algún mo­mento: la china en A sia oriental; la árabe en el Imperio otomano, el safávida y el mogol, y la occidental primero en Europa y des­pués en América, durante los siglos XIX y XX, ¿Habrá una cuarta?

SELECCIÓN BIBLIOGRÁFICA

Un contexto general en Daniel R. Woolf, A Global History of History (Cambridge, 2011) y Georg G . Iggers y Q. Edward Wang, A Global History ofModern Historíography (Londres, 2008).

Sobre el mundo islámico, una buena introducción en Tarif Khalidí, Arabic Historical Thought in the Classical Feriad (Cam ­bridge, 1994) o C . E Robinson, ísíamic Historiography (Cambrid­ge, 2003).

U no de los mejores entre los muchos estudios sobre Ibn Khal- dun es Aziz al-Azmeh, Ibn Khaldun in Modern Scholarship: a Study in Orientalism (Londres, 1981).

Sobre la historia persa, Julie Meisami, Persían Hístoriograp/i)' (Edimburgo, 1999); sobre historia otomana, Cornell H. Fleischer, Bureaucratand ¡nteüectml in theOttoman Emfnre (Princeton, 1986).

Una introducción a la historiografía china en O.-c. Ng y Q. E. Wang, Mirroring che Fost; The Writing and Use of History in Impe­rial China (Honolulú, 2005).

Sobre Sima Qian, S. Durrant, The Cloudy M irror: tensión and conflict in the uritings of Sana Qian (Albany, 1995).

Sobre la historia oficial, Denis Twitchett, The Writing of Offi- cial History Under the T'ang (Cambridge, 1992).

Sobre el conocimiento inductivo, Benjamín A . Elman, From Philosophy to Phihlogy: Intellectual and Social Aspects of Change in Late Imperial China (1984; ed. revisada: Los Angeles, 2001).