historia mundial (collage de citas) (1)

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HISTORIA MUNDIAL (Collage de citas) (SIGLOS XIX y XX) Se refieren a algunos de los principales fenómenos sobre todo del siglo XX: revolución industrial y tecnológica, colonialismo, las dos guerras mundiales, las revoluciones rusa, china y cubana; el fascismo y el nacionalsocialismo, la guerra civil española y la guerra fria, fundamentalmente. Una colección incompleta sin duda, con énfasis en temas como la revolución rusa, por ejemplo, prototipo de las revoluciones contemporáneas, pues la revolución china o la cubana son variantes de esa matriz. Hay digresiones para temas o conceptos aledaños. Se trata de estimular y complementar las lecturas del curso sobre Historia Mundial. ******************************** *** Algo previo Abordar el tema de Historia Mundial tiene sus complicaciones. ¿Qué incluir y con qué criterio?... Por necesidad, tiene que haber una selección de eventos trascendentes pero siempre quedan temas por considerar…. David Thomson habla de cuatro aspectos a tener en cuenta 1

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HISTORIA MUNDIAL (Gua)

HISTORIA MUNDIAL (Collage de citas) (SIGLOS XIX y XX)Se refieren a algunos de los principales fenmenos sobre todo del siglo XX: revolucin industrial y tecnolgica, colonialismo, las dos guerras mundiales, las revoluciones rusa, china y cubana; el fascismo y el nacionalsocialismo, la guerra civil espaola y la guerra fria, fundamentalmente. Una coleccin incompleta sin duda, con nfasis en temas como la revolucin rusa, por ejemplo, prototipo de las revoluciones contemporneas, pues la revolucin china o la cubana son variantes de esa matriz. Hay digresiones para temas o conceptos aledaos. Se trata de estimular y complementar las lecturas del curso sobre Historia Mundial. *********************************** Algo previo Abordar el tema de Historia Mundial tiene sus complicaciones. Qu incluir y con qu criterio?... Por necesidad, tiene que haber una seleccin de eventos trascendentes pero siempre quedan temas por considerar. David Thomson habla de cuatro aspectos a tener en cuenta en una explicacin mundial de los acontecimientos, a saber: 1) El desarrollo de las condiciones materiales gracias a la ciencia, la tcnica, la economa, etc. 2) Las ideas y emociones, los movimientos ideolgicos. 3) Las personalidades, las figuras presentes en los sucesos, y. 4) Los hechos, los acontecimientos que expresan el tejido de todas esas fuerzas y tramas [Historia Mundial de 1914 a 1968, FCE (Breviarios 142), Mxico, 1979, pp. 11/21]. Un hilo conductor sin duda. Pero siempre podremos preguntarnos: Qu ha quedado del pasado en nuestras mentes, digamos sobre la Grecia antigua o sobre Roma? Hay informacin en distintos niveles, pero en general casi siempre destacan las hazaas, las personas, y una aproximacin ms detallada demanda enfoques y anlisis detenidos no siempre al alcance del amplio pblico. Tal vez por esto Johan Huizinga nos dice que son los infortunios los que pasan a la historia (El Otoo de la Edad Media, Revista de Occidente, Madrid, 1967, p. 50); es la huella del dolor lo que ms se recuerda. En su Historia Mundial (captulo I), Thomson indica que desde finales del siglo XIX, el juego expansionista de las potencias e imperios europeos fueron generando los perfiles del enfrentamiento de la Primera Guerra. Seis grandes actores y procesos estn presentes: el Imperio Ruso, la prolongada cada del Imperio Otomano y los Balcanes, el Imperio Austro-Hngaro, Alemania, la poltica expansiva y dominante de Inglaterra y Francia, y la emergencia de los Estados Unidos de Amrica. Bertrand de Jouvenel, por su parte, segn nos refiere Dalmacio Negro Pavn en el prlogo a la obra indicada ms abajo, seala que dicha Primera Guerra tuvo como causa, ms que la confrontacin por el reparto colonial del mundo, el juego de las pasiones y el orgullo entre las potencias y sus cabezas de estado; se trataba de una disputa germano-eslava. (Del Poder. Historia de su Crecimiento, Unin Editorial, Madrid, 1988, p.18). Sea como fuese, todo indica que se lleg al siglo XX y se intern en la primera guerra mundial, no por una causa nica, sino como resultado de un complicado nudo de problemas, polticas, pasiones, vibrantes nacionalismos y la habitual costumbre de dirimir las diferencias con enfrentamientos al menos durante el siglo anterior.I) Del Siglo XIX al XXEl primer gran acontecimiento del siglo XIX arranc con la proliferacin de las guerras revolucionarias de Napolen Bonaparte y su final apaciguamiento en 1815 (el 18 de junio en Waterloo). Desde el 1 de octubre de 1814 vena sesionando el Congreso de Viena (culmin el 9 de junio de 1815), Congreso que concentr a 15 miembros de familias reales, 200 prncipes y 216 representantes de misiones oficiales, una participacin sin precedentes. La finalidad central de este Congreso era la Restauracin: reorganizar formas polticas e ideolgicas del Antiguo Rgimen; restablecer fronteras de Europa anteriores a 1789, y llegar a un equilibrio entre los pases para lograr la paz. Este Congreso oper bajo los siguientes cinco principios:+) Legitimidad: Legitimar los gobiernos y fronteras anteriores a la revolucin de 1789. Vuelta al poder ilimitado de los reyes y tenan derecho aquellos a quien Dios haba elegido por herencia real (no importaba nacionalidad); este poder era absoluto, sin freno constitucional ni de la soberana nacional.+) Restauracin: Restablecer lo anterior a 1789. Detener el paso al liberalismo.

+) Equilibrio: Ninguna expansin de una potencia a costa de la otra. Mantener la paz.

+) Intervencionsimo: Compromiso de intervenir en otros pases para evitar movimientos populares y revoluciones.

+) Congresos: Realizar foros de discusin de conflictos internacionales y evitar las guerras.

Del rgimen napolenico, en su momento, se puede decir que evolucion con rapidez hacia el ejercicio personal del poder, hacia una dictadura que se alejaba de aquellos fines que haban brotado de la revolucin de 1789. Tena mltiples rasgos de un gobierno autoritario (como el papel de la polica, las detenciones arbitrarias, el silenciamiento de la oposicin, la supresin de la libertad de expresin y de las libertades pblicas en general, la bsqueda de una nueva legitimidad monrquica y dinstica) que se apartaba de los postulados revolucionarios del que haba brotado. Pero a la vez mantena importantes logros: conserv la anulacin de los privilegios y de las instituciones del Antiguo Rgimen, la supresin del feudalismo, el reconocimiento de la propiedad individual, la laicizacin del Estado, la consagracin de las Constituciones y a travs del Cdigo Civil- las garantas individuales. Es decir que no pudo borrar la marca indeleble de su poder ni la filiacin de su rgimen. (Judith Casali de Babot y Luciano de Privitellio, Las Revoluciones Burguesas y los Sistemas Polticos del Siglo XIX, en Julio Arstegui, et al (dir), El Mundo Contemporneo: Historia y Problemas, Biblos/Ariel, Barcelona, 2001, pp. 133/4). Digamos obviedades: en el siglo XIX se anudaron las matrices bsicas de los problemas novedosos que se instalaron en el XX. Toda novedad, otra obviedad, siempre impone a los actores sociales soluciones inditas al no tener referencias en los antecedentes. En estos grandes procesos que emergieron en el XX podemos apuntar: el notable y creciente papel de las masas como actor social decisivo, hecho que lleva a hablar de la psicologa de las multitudes, fenmeno que se ver custodiado por el fascismo, el nazismo y el comunismo; la aparicin del Estado totalitario dominado por un partido poltico nico y, adems, la preponderancia de liderazgos personales asociados al culto a la personalidad; revoluciones polticas y sociales con predominio de las masas (bolchevismo, fascismo, nacionalsocialismo); una cultura, una mentalidad social habituada a dirimir los conflictos mediante la guerra; el reparto colonial del mundo, las pugnas inherentes y la contemplacin social como normal y necesario; un salto impresionante en el desarrollo cientfico-industrial y su aplicacin a la industria de armamentos; primeros intentos de fundar tribunales internacionales de arbitraje para dirimir problemas entre los pases, siendo el actual Tribunal Internacional de La Haya uno de sus frutos, luego el intento en la primera posguerra con la Liga de las Naciones y finalmente la coronacin del esfuerzo con las Naciones Unidas despus de la segunda guerra mundial. Del primer intento, el principio wilsoniano contenido en esa Liga pretenda hacer que las fronteras de los estados-nacin coincidieran con las fronteras de la nacionalidad y la lengua. (Hobsbawm, Naciones y Nacionalismo Desde 1780, Crtica, Barcelona, 2000, p. 142). Un principio imposible de realizar. Un breve listado entre los ms notables y novedosos. Las estructuras, los pilares del siglo XIX se derrumbaban, pues todo lo antes enunciado se vena gestando dentro de ese derrumbe que, en palabras de otro historiador se expresa: La civilizacin del siglo XIX descansaba en cuatro instituciones. La primera era el sistema del balance del poder que durante un siglo impidi el surgimiento de una guerra larga y devastadora entre las grandes potencias. La segunda era el patrn oro internacional que simbolizaba una organizacin peculiar de la economa mundial. La tercera era el mercado autorregulado que produjo un bienestar material sin precedente. La cuarta era el Estado liberal. (Karl Polanyi, La Gran Transformacin. Los Orgenes Polticos y Econmicos de Nuestro Tiempo, FCE, Mxico, 2003, p. 49). Veamos una semblanza comprimida de los grandes bloques.Los Imperios

En Europa llegamos al siglo XX con la presencia de cuatro importantes imperios (sin incluir al Oriente) en Europa: La Rusia del zar, el Imperio Austro-Hngaro, el Imperio Alemn y el Imperio Otomano. Veamos unas brevsimas referencias de tres de ellos (la relativa a Rusia se encuentra en el tema de la revolucin rusa).Imperio Austro-Hngaro Este Imperio se vio envuelto en las luchas de sus nacionalidades donde se asentaban: alemanes (23.9%), hngaros (20.2%), checos (12.6%), polacos (10%), rutenos (7.9%), rumanos (6.4%), croatas (5.3%), eslovacos (3.8%), serbios musulmanes (3.8%), eslovenos (2.6%), italianos (2.0%), y serbio-croatas de Bosnia (1.2%). Haba predominio regional de ciertas nacionalidades, los hngaros por ejemplo destacaban en su regin y opriman a otras minoras, los alemanes sofocaban a los checos, la lengua alemana era la dominante, y en general poco a poco se fortalecen el sentir del nacionalismo que, de suyo, reclama autonoma y establecimiento de estados nacionales. Este foco de tensiones se fue agravando con el tiempo y finalmente explota alrededor de 1914. La representacin poltica del Imperio era electa en forma estamental y haba cuatro curias: el latifundio con 85 escaos en el Reichstag, las ciudades con 110, las cmaras de comercio e industria con 21 y las comunidades rurales con 129. Una fuerte centralizacin poltica fundada en las aristocracias feudales de cada nacionalidad y regin mantuvo por aos la unidad bajo el imperio, unidad que se ratificaba mediante un acuerdo cada diez aos. Junto a los nacientes sentimientos nacionalistas en Europa vena avanzando la democracia liberal que buscaba el establecimiento de instituciones democrticas fundadas en el voto universal y directo. En 1908 el Imperio se anex Bosnia y Herzegovina, lo que increment las pugnas de las nacionalidades. Un impero con siglos de estabilidad y para estas fechas dirigido por un octogenario, el emperador Francisco Jos que en sus ochenta aos de vida jams haba ledo un libro, salvo el Digesto Militar, y ni siquiera haba tomado uno en sus manos, manifestaba incluso, una pronunciada aversin por la msica, segn relata Stefan Zweig en El Mundo de Ayer (Hispano Americana de Ediciones, Barcelona, 1947, p. 34). Con esta referencia, nada tendra entonces de qu apenarse nuestro presidente mexicano Enrique Pea Nieto por la pifia de no haber podido mencionar tres libros ledos en su vida. Imperio Otomano (1299-1922)

Con una extensin enorme que abarcaba desde el norte de Africa, Argelia, Egipto, Palestina e Israel hoy, hasta Ucrania, los Balcanes y Austria como frontera. La primera Cruzada se lanz contra los otomanos. Este Imperio comenz a desmembrarse desde inicios del siglo XIX. Varias provincias suyas lograron la autonoma, como Grecia en 1829, Serbia en 1830, Moldavia y Valaquia (hoy Rumania) en 1859, Argelia fue tomada por Francia en 1830, y Tnez en 1881, Inglaterra se apoder de Egipto en 1882, e Italia se anex Libia en 1922. El Otomano se ali a los Imperios Centrales en la Primera Guerra. En 1922 surgi un movimiento nacionalista dirigido por Kemal Ataturk y el 1 de noviembre de 1922 se elimin el imperio y en 1923 se fund la Repblica de Turqua. Este Imperio tuvo que enfrentar tambin en esos aos las luchas y revueltas de los pueblos musulmanes que eran alentados por Inglaterra, siendo Lawrence de Arabia el personaje ms destacado y legendario de entonces. Este Imperio comprenda a grandes comunidades con religiones distintas, sobre todo, musulmanes, catlicos y ortodoxos, pero su organizacin administrativa se apoyaba en ellas en muchos aspectos. Destaca Mark Mazower que Las instituciones religiosas separadas pero paralelas eran fundamentales para la mquina gobernante otomana. Los sbditos del sultn se dividan en comunidades basadas en las creencias y gobernadas en gran parte por su propia jerarqua eclesistica, en las cuales rabinos, obispos y cades presidan los tribunales, supervisaban los asuntos civiles y asuman la responsabilidad de recaudar impuestos de su propia grey y de otras cuestiones econmicas. (Los Balcanes, Mondadori, Barcelona, 2001, p. 109) Haba, pues, tolerancia, libertad de conciencia y en este mundo la impiedad era mucho ms grave que la pertenencia a una fe diferente. (Ibid, p. 111). Era un mundo compartido donde la prctica devocional trascenda las divisiones teolgicas, no slo en el reino de lo sobrenatural, sino tambin en la vida cotidiana y prosaica del mundo otomano. (Ibid, p. 116), y unos a otros acudan y se auxiliaban en base a sus cdigos y creencias para resolver diputas y discrepancias de todo tipo. Al desmembrarse este Imperio, se desplegaron las aspiraciones y expectativas de las nacionalidades por afirmarse como entidades estatales y naciones reconocidas en sus regiones, proceso complicado y conflictivo por la pluralidad de etnias existentes en muchos escenarios locales. Este fenmeno de dispersin y de instituciones nuevas dbiles y de desrdenes tnicos fue algo comn al derrumbe de todos estos imperios frente a nacientes democracias liberales. Sigue Mazower, Pero el problema de la nacionalidad iba ms all de los reveses que sufran los musulmanes de los Balcanes. El concepto liberal del estado-nacin pretenda conciliar el gobierno tnico de las mayoras con las garantas de los derechos individuales. (op. cit, p. 183).Imperio Alemn Lo que se ha llamado el I Reich alemn fue del ao 962 a 1806 que fue disuelto por Napolen I. El Imperio de Carlomagno se dividi en tres por los Tratados de Verdn en 843, y la parte oriental fue lo que se llam Sacro Imperio Romano Germnico. Este comprenda lo que hoy es Alemania, Austria, Eslovenia, Repblica Checa, zonas de Polonia occidental y del este de Francia donde vivan 20 millones de personas, y estaba caracterizado por

-- Predominio germano hablante

-- Integrado por diversos pueblos. El territorio dividido y gobernado por prncipes seculares y eclesisticos, obispos, condes, caballeros imperiales y ciudades libres. Era una coexistencia entre emperador y poderes locales.

-- Haba estados imperiales: territorios (gobernados por prncipes y duques, a veces reyes), territorios eclesisticos (gobernados por el clero), y ciudades libres. La autoridad del Imperio estaba dividida en cerca de 1,300 soberanos territoriales. Francia en cambio tena slo un monarca. (cf. Geoffrey Parker, El Siglo Maldito, Clima, Guerra y Catstrofe en el Siglo XVII, Planeta, Barcelona, 2013, p. 373). La paz de Westfalia en 1648 cierra el captulo de la guerra de treinta aos (1618-1648) derivada de la oposicin protestante y catlica. Inicia entonces un largo declive del Imperio al perder poder real el emperador ante la mayor autonoma de los poderes locales con ms de 350 estados resultantes, permitindose incluso la formacin de alianzas de stos con otros estados en forma independiente. El Sacro Imperio pasa a ser una confederacin de estados. Despus de las guerras napolenicas y los resultados del Congreso de Viena de 1815, se form la Federacin Germnica con Austria como referente dominante, integrado por 34 monarquas y cuatro ciudades libres, siendo Prusia la regin que empezar a despegar y a disputar a Austria la posicin hegemnica. Esta Federacin dur hasta 1867, fecha en que Prusia arrebata la hegemona a Austria y se funda la Confederacin Alemana del Norte cuya constitucin entrar en vigor el 1 de julio de 1867, y se inicia as un complejo proceso de unificacin de Alemania con la vanguardia de Prusia y Bismarck a la cabeza de la cancillera (desde 1862 hasta 1889). Alemania prosigui as su proceso de unidad nacional de manera firme y sostenida despus hasta 1871, con la hegemona de Prusia (2/3 de territorio alemn), enlazando a varias regiones hasta entonces autnomas por completo con sus lites y aristocracias dominantes, bajo un rgimen de confederacin con la hegemona prusiana (la Confederacin Alemana del Norte) Esta Constitucin ser de transicin hacia la fundacin del Imperio en 1871. De acuerdo con una visin global del transcurso de los acontecimientos en Europa en el siglo XIX: Despus de 1815 los acontecimientos polticos se desarrollaron en dos planos entrecruzados, pero separados; el plano ms amplio de la poltica mundial se emancipaba del crculo ms estrecho que formaba el rea europea y al que haba servido de fondo durante largo tiempo; y mientras las dos grandes potencias que flanqueaban a Europa, Inglaterra a un lado y Rusia al otro, desempeaban su papel en ambos teatros, los Estados Unidos se limitaban an al primero, mientras que las potencias continentales europeas actuaban enteramente o predominantemente en el segundo. (Geoffrey Barraclough, Introduccin a la Historia Contempornea, Gredos, Madrid, 1985, p. 127). Se estaba gestando, pues, un nuevo escenario difcil de percibir en el momento, pero igualmente importante como resultado de los avances tcnicos y productivos. Como deice este autor en esta misma obra: En ltimo trmino, el desplazamiento hacia el sistema global de la poltica internacional fue el resultado del desarrollo de las comunicaciones internacionales. (p. 127). Tras el triunfo alemn en la Guerra Franco Prusiana en 1871, se fund en tierras francesas el Imperio Alemn con la hegemona de Prusia (el II Reich), y se despleg entonces un notable desarrollo econmico, militar, cientfico y geogrfico de Alemania llegando a rivalizar con Inglaterra: El Imperio Alemn fundado en 1871 en los campos de batalla de Francia era una alianza de los prncipes alemanes, apoyada en las armas prusianas y legitimada por el jbilo de una burguesa liberal, de orientacin nacionalista, que, en 1848, haba intentado crear sin xito- un Estado nacional sobre la base de la soberana popular y los derechos humanos. Ahora, gracias a la poltica imperialista de Bismarck, el sueo del Estado de todos los alemanes se haba hecho realidad. (Hagen Schulze, Breve Historia de Alemania, Alianza Editorial (bolsillo 4201), Madrid, 2009, p. 129).

La Constitucin del II Imperio (II Reich) estableca un imperio federal dividido en cuatro reinos (Baviera, Prusia, Wurtemberg y Sajonia), seis grandes ducados, cinco ducados, siete principados, tres ciudades libres (Hamburgo, Bremen y Lubeck) y las provincias de Alsacia y Lorena; estos estados constituyentes conservaban sus monarquas y muchos asuntos internos (finanzas, cultos, enseanza), pero la poltica exterior y la guerra eran de competencia federal, as como aduanas, correos, moneda y legislacin comercial. La estructura poltica tena tres niveles:1) el parlamento, electo por sufragio universal masculino, mayores de 25 aos2) el Consejo Federal (Bundesrat) formado por delegaciones de cada estado

3) el emperador, el canciller, ministros, oficiales de rango superior y figuras destacadas del ejrcito. Aqu se concentraba el poder real, pues el parlamento no tena control sobre esta esfera. Lo que ocurri en 1871, bajo el calificativo de unificacin, no fue tanto el resultado o la expresin de un nacionalismo alemn en ciernes, sino ms bien una forma de expansionismo y colonizacin prusianos de la Alemania que no le perteneca, en competencia con una excluida Austria. (Mary Fulbrook, p. 174). La gestin de Bismarck se ha caracterizado por los historiadores como una estrategia de bsqueda de equilibrios en el contexto internacional, mediante alianzas y actitudes prudentes que evitasen llegar a rompimientos y desenlaces blicos (Fulbrook, p. 186/7), y este mismo sistema de equilibrios y compensaciones se aplicaba al interior del imperio, al menos en su relacin con los partidos socialistas a los que persegua y trataba de aislar, por ejemplo, describe Fulbrook: En 1878, tras dos atentados contra la vida del emperador (en absoluto relacionados con el SPD), Bismarck consigui que el reelegido Bismarck aprobara una ley antisocialista; con ella se prohiban las reuniones, organizaciones y asociaciones, peridicos y revistas socialistas, pero el Reichstag se neg a excluir a los miembros del partido que constituan la representacin parlamentaria del SPD. (p. 185), circunstancia que influy mucho en orientar a la socialdemocracia alemana hacia las metas parlamentarias. De alguna manera, pues, la poltica de Bismarck condenaba a la socialdemocracia a no existir, o a existir en condiciones legales adversas, mientras que por otro lado se promulgaba una legislacin progresista con derechos sociales como el seguro de enfermedad de 1883, el de accidente en 1884 y el de invalidez y vejez en 1889 (Fulbrook, p. 185/6). Hacia 1867 se ubica un giro importante en Europa con la unificacin de los estados alemanes en la Confederacin del Norte de Alemania bajo la hegemona de Prusia, misma que se convirti en imperio tras la guerra franco-prusiana de 1870 al declarar emperador a Guillermo II los prncipes alemanes de los estados del sur el 19 de enero de 1871; la unidad italiana se alcanz en 1859/61, y es Alemania la que despliega un crecimiento notable con los avances cientficos y tcnicos de la poca. Mientras, en Asia se dejaba sentir la presencia de las potencias europeas, particularmente en China con la llegada de los ingleses y la guerra del opio a fines de los aos treinta, y las concesiones a Rusia de importantes zonas costeras (Port Arthur), y holandeses y franceses se apoderaban del sureste asitico. En Amrica Latina se vivan aos de luchas de independencia y/o de consolidacin de nacientes estados nacionales, y en los Estados Unidos se transitaba por su Guerra Civil de 1861 a 1865. Geoffrey Bruun destaca: Durante los aos de 1848-67, as en Amrica como en Europa, el movimiento hacia la creacin de naciones apareci y reapareci como la tendencia poltica dominante del perodo. Desde la revuelta hngara hasta el holocausto paraguayo, las luchas ms sangrientas fueron expresin de ese deseo de fundar o de ampliar un estado nacional. [La Europa del Siglo XIX (1815-1914), FCE (Breviarios 172), Mxico, 2005, p. 119/20].

Reparto del Mundo En 1878 el canciller alemn Bismarck rene a representantes de varios estados europeos para reorganizar los Balcanes tras la guerra ruso-turca de 1877-78 Y en Berln de 1884/85 las potencias se congregan para arreglar y ordenar el reparto colonial de Africa, al cual Alemania llega tardamente y empieza a reclamar posesiones y a negociar su presencia: A comienzos del siglo XIX, Europa se hallaba inevitablemente unida por muchos lazos a los pases todava independientes del Africa, Asia y el Pacfico. El desarrollo tecnolgico e industrial europeo extendi muy pronto el comercio a todas las partes del mundo. Los buques de vapor dieron vida a comercios que en otras pocas no hubieran sido remuneradores. El cristianismo trataba de fundar misiones por doquier y los exploradores trataban de realizar mapas de continentes an ignotos. Europa se haba convertido en una inmensa central que irradiaba energa en todas direcciones, estableciendo contactos cada vez ms estrechos con todos los pases independientes. Y estos contactos siempre acababan por dar ocasin a una poltica intervencionista. El armamento y la tcnica militar y naval de Europa haban progresado enormemente, destruyendo el antiguo equilibrio de fuerzas. Los estados islmicos y otros estados laicos, que hasta aquel momento haban podido oponer resistencia, ya no podan defenderse de los ataques de unas fuerzas sin embargo escasas en nmero, como lo demostr dramticamente la victoria de Inglaterra sobre China en 1839-42. En el pasado se haba procedido muchas veces a una colonizacin gracias a la habilidad con que se haban explotado los escasos recursos disponibles, acaso partiendo de una posicin ventajosa. Como haba sucedido en la India. Ahora la colonizacin se haba hecho excesivamente fcil. Los estados indgenas, en otro tiempo formidables obstculos, se derrumbaron ahora al primer choque. Esas fueron las causas de la nueva expansin europea. (David K. Fieldhouse, Los Imperios Coloniales Desde el Siglo XVIII, Siglo XXI (Historia Universal 29), Mxico, 1984, p. 127/28). Una ojeada global indica que Si el dominio poltico europeo establecido sobre territorios no europeos alcanzaba en 1800, aproximadamente, un 35 por ciento del planeta, en 1878 llegaba ya a un 67 por ciento, y en 1914 era nada menos que de un 85 por ciento. (Elena Hernndez Sandoica, La Expansin de los Europeos en el Mundo, en Julio Arstegui, et al, El Mundo Contemporneo: Historia y Problemas, Biblos/Crtica, Barcelona, 2001, p. 327). Y sigue Fieldhouse: La expansin colonial fue por tanto producto de dos fuerzas claves: el impacto de la Europa industrial y la potencia de los grupos locales europeos. Algunas veces era Europa la que tena necesidad de una colonia, pero lo ms frecuente es que se apoderara de ella a falta de mejor alternativa. En 1882 los nuevos imperios, reflejando sus orgenes, estaban constituidos por colonias que sus poseedores no haban deseado y que resultaban intiles para los fines de una poltica imperial. Los repartos de los treinta aos siguientes no hicieron ms que llevar a sus ltimas consecuencias estas caractersticas particulares. (op. cit., p. 129). De 1883 a 1914 el ritmo de la expansin imperialista creci notablemente pues se adquirieron en esa etapa ms territorios coloniales que en los tres cuartos de siglo anteriores: El nmero de las potencias europeas interesadas en la expansin colonial se multiplic con el despertar de los intereses coloniales de Espaa y Portugal y con la intervencin de estados que jams haban tenido tradicin colonial, tales como Alemania, Italia, los Estados Unidos y la Blgica del rey Leopoldo II. (Fieldhouse, p. 157). Para ilustrar esta expansin imperialista se han propuesto cuatro explicaciones, a saber: 1) Por necesidades econmicas de la industrializacin y el proteccionismo que buscaba colonias tropicales como mercados para las manufacturas de la metrpoli, inversin para excedentes de capital y fuente de materias primas. Esta interpretacin se asocia a marxistas como Lenin y liberales como Hobson. 2) Otra explicacin asocia el imperialismo como una manifestacin del nacionalismo europeo porque las colonias significan prestigio. Segn Fieldhouse (p. 158) ambas explicaciones fueron desmentidas por las fechas porque se refieren a fenmenos que se presentaron sobre todo a partir de 1900 y el reparto es anterior y durante esa etapa inicial del siglo. 3) Una tercera versin postula que slo se siguieron las tendencias que venan del siglo anterior, plausible en unos casos pero no alcanza a explicar el renovado bro del reparto y, 4) Excluye en su explicacin la necesidad econmica y las exigencias de la opinin pblica. Se basa en que Bismarck en 1884/85 empez a reivindicar colonias para Alemania y que para l esas colonias eran un medio de trueque diplomtico y servan para negociar, creando as una presin y tensin en las relaciones internacionales (Fieldhouse, p. 159-60). Una mirada globalizadora explicita as este fenmeno, explicacin que combina elementos de las ya apuntadas: Lo que podemos llamar la edad del imperialismo empez slo como una nueva fase de la expansin europea, como un paso ms en la extensin del equilibrio europeo a regiones hasta entonces vrgenes, como un ltimo esfuerzo desesperado para asegurarse un nuevo punto de apoyo contra los rivales europeos para atacarles de flanco echando mano a las pocas zonas que an quedaban libres del control europeo. (Barraclough, op. cit., p. 129). Lo que aporta de nuevo la etapa de 1884/85 al fenmeno del reparto del mundo, por una parte, es la aparicin de nuevos pases interesados en las colonias, como Japn, Estados Unidos, y Alemania, por ejemplo, los dos primeros ms orientados hacia Asia, el Pacfico. De otra parte, la modificacin de la empresa colonial que pasa de quehacer del mbito privado, digamos, de las compaas coloniales y los colonizadores al juego interesado de las polticas de estado de las potencias. Como indica Mommsen: Hasta entonces las potencias europeas haban dejado toda la iniciativa a los grandes colonizadores y a las empresas coloniales y en general no dejaba de seguir la bandera nacional al comercio. En todo caso, se haba tratado de reducir al mnimo la propia intervencin poltica y militar. Ahora la situacin se haba convertido en lo contrario. Impulsadas por un nacionalismo que haba desembocado en imperialismo, las potencias europeas empezaron a perseguir sistemticamente la adquisicin de nuevos territorios coloniales y a respaldar con capital propio la conquista y penetracin econmica en los pases subdesarrollados {La Epoca del Imperialismo, Siglo XXI (Historia Universal 28), Mxico, 1991, p. 138} Las posesiones coloniales se haban localizado sobre todo en las zonas aledaas a las costas, pero se aceler el inters por conquistar todos los territorios del interior continental, adems de que las posesiones requeran ahora una seguridad mayor fundada en el reconocimiento de dicha posesin de parte de las potencias competidoras, pues La firma de tratados de proteccin con los jefes de numerosas tribus indgenas, tratados cuyo valor jurdico era frecuentemente de dudosa naturaleza, ya no bastaba ahora para fundar o ampliar imperios coloniales; a partir de este momento eran necesarias duras negociaciones con las respectivas potencias rivales para legitimar las propias pretensiones sobre territorios que muchas veces estaban an sin explotar. A medida que iba disminuyendo el nmero de territorios libres de la tierra, se hacan ms violentos los conflictos por estas cuestiones, llevando en varias ocasiones a Europa al borde de una guerra general. (Mommsen, p. 139). Todo este frenes por el reparto colonial se acompaaba con los efectos de la segunda revolucin industrial de fines del XIX e inicios del XX donde el avance de las tcnicas y en general de las fuerzas productivas prosigue a un ritmo que casi no deja respiro a la inquietud de las grandes agrupaciones monopolizadoras y de los Estados. A todos se impone la ininterrumpida batalla por los mercados, por las reservas de materia prima, por los territorios coloniales y las zonas de influencia. [Georges Friedmann, La Crisis del Progreso. Esbozo de la Historia de las Ideas (1895-1935), LAIA, Barcelona, 1977, p. 56]. Y en este impetuoso torbellino europeo habituado a resolver con frecuencia sus diferendos mediante enfrentamientos violentos (guerras, escaramuzas, golpes indirectos, etc.), la historia diplomtica no es otra cosa que una sucesin de choques, en la que la guerra constituye una amenaza permanente (Friedmann, p. 57), en ocasiones conjurada por arreglos y negociaciones, en otros casos sin estos escapes llega a estallar, como sucedi con Sarajevo y sus consecuencias. Otro fenmeno que toda esta etapa vino configurando fue el papel y funcin del gobierno que las circunstancias reclamaban de hecho: El gobierno, en su funcin moderna de reglamentar, controlar y coaccionar a los individuos, fijndose fines sociales y planificando sus objetivos todo lo cual supone el desarrollo de un complicado mecanismo administrativo y ejecutivo-, fue el fruto necesario de la nueva sociedad industrial: difcilmente pudo existir en ninguna parte antes de 1870, por la sencilla razn de que era una respuesta a determinadas condiciones sociales, que slo alcanzaron su pleno desarrollo despus de esa fecha. (Barraclough, p. 155). Sonidos de Guerra y el Progreso Paralelamente a esta competencia por territorios coloniales, ideas y sentimientos diversos venan desenvolvindose, en particular en Alemania y su rivalidad con Inglaterra. El filsofo italiano Benedetto Croce dice que ya desde los aos de 1859/60, Manzini hablaba de los Estados Unidos de Europa. (Historia de Europa, Imn, Buenos Aires, 1950, p. 343), una visin adelantada de lo que es hoy la Comunidad Econmica Europea. Sigue Croce: En los siguientes decenios se realiz algn perfeccionamiento estatal segn el principio de nacionalidad; y, como consecuencia de la guerra ruso-turca del 77/78, Serbia, Montenegro, Rumania, Bulgaria y Grecia, respectivamente, o se hicieron independientes o rompieron los ltimos vnculos que todava los hacan dependientes de Turqua o ampliaron sus territorios. (p. 344). En 1905 los noruegos se separaron de Suecia; Irlanda avanza hacia el Home Rule En Austria las nacionalidades alemanas, checas, eslovenas, polacas y otras luchaban sin descanso entre s. (Ibid, p. 344). En Hungra los magiares trataban duramente a las otras nacionalidades y buscaban ms independencia de Austria (Ibid, p. 345). Alemania (Bismarck) apostaba al equilibrio de las fuerzas tras la guerra franco-prusiana de 1870 y la anexin de Alsacia-Lorena. Adems, haba en el ambiente la gran rivalidad entre Alemania e Inglaterra que permeaba en los pueblos por la actividad entre profesores y los polticos. En Alemania, con el gran desarrollo adquirido se evocaba la visin de las hegemonas ejercidas ya por otros pueblos en el curso de los siglos: por Grecia, que fue como la primera Europa frente a Oriente; por Roma, que domin en casi todo el mundo entonces conocido, por la misma Alemania en los siglos X al XIII. (Ibid, p. 350). De aqu se desprenda que al declinar de Inglaterra el turno corresponda ahora a Alemania y se exiga un nuevo reparto del mundo (ibid, p. 350). Algo comn: As razonaban y enseaban estos tericos y profesores a gran cantidad de estudiantes que les escuchaban con atencin, fundndose en convencionales divisiones, clasificaciones, leyes histricas y sobre restos de la anticuada filosofa de la historia y de ideas bblicas sobre la sucesin de las cuatro monarquas, como eran, precisamente, creer que la hegemona correspondiese sucesivamente a un determinado pueblo, nacin o Estado. (ibid, p. 350). El nacionalismo en Alemania emerge y explota para su beneficio ideolgico una lnea de pensamiento y de emociones que atribuye al pueblo alemn una misin especial en el mundo. Se ubica en el filsofo alemn Johan T. Fichte el arranque moderno de tal tradicin codificada en sus Discursos a la Nacin Alemana (1807/8), motivados por la presencia avasalladora de las fuerza conquistadora de Napolen Bonaparte, en los cuales se afirma que el pueblo alemn tiene una misin redentora de la humanidad y que la educacin del gnero humano exige un pueblo originalmente educador, que para Fichte es el pueblo alemn. (Rodolfo Mondolfo, Ensayos Crticos Sobre Filsofos Alemanes, Imn, Buenos Aires, 1946, p. 97). Pero esta idea de tener una misin especial a desplegar ante los dems pueblos no fue exclusiva de los alemanes. Tambin se present en los franceses despus de la revolucin de 1789, teniendo como trasfondo el peso del siglo de las Luces, pues haba quienes pensaban, como Condorcet, que era preciso acelerar el avance de las ideas de la Ilustracin para mejorar el destino de la humanidad y de ah se desprenda la tentacin de impulsar esas ideas en otros pueblos, y, aunque Condorcet no defiende la intervencin armada, prepara a sus contemporneos para que se la planteen, ya que considera que la vocacin de los pueblos europeos ms avanzados, el ingls y el francs, es los pases salvajes. (Tzvetan Todorov, La ExperienciaTotalitaria, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2010, pp. 21/22). De alguna manera, las campaas de Napolen I respondan a este sentir. Adems, ese mismo nacionalismo, muchos aos despus, en el mundo de los historiadores logr deslizarse tambin en la utilera poltica como bien apunta otro historiador: desde el final de la Primera Guerra en adelante los frentes en la historiografa comenzaron a cambiar visiblemente: desde los aos 20 hasta el colapso de Alemania en 1945 el tema dominante fue el de la justificacin, por no decir el de la glorificacin, del Imperio medieval como la expresin poltica de la nacin alemana que haba creado y dominado a Europa. As como una vez el Imperio lider hegemnicamente a Europa bien podra la moderna Alemania ser quien dominara hegemnicamente a la moderna Europa. (Walter Ullmann, Reflexiones Sobre el Imperio Medieval, en Escritos Sobre Teora Poltica Medieval, Eudeba, Buenos Aires, 2003, p. 37). La astucia ideolgica subverta tambin al anlisis historiogrfico para beneplcito del sentir nazi.

Siguiendo el hilo de pensamiento acuado por Fichte y expresado por posteriores pensadores y poetas, Mondolfo nos hace ver cmo el instinto de libertad se haba transformado ya en instinto de potencia (op. cit., p. 111), todo eso expresado en muy variadas formas y envolturas lingsticas. Frente a todos ellos, Mondolfo asienta un criterio interesante con estas palabras: La conquista de una humanidad ms elevada, de una forma superior de vida no se realiza siguiendo el camino que pasa por la abdicacin de la dignidad humana: el error y la culpa de todos los soadores de hegemonas residen en el hecho de apropiarse de aquella conviccin, que se expresa con una continuidad sorprendente en los tericos de la primaca alemana de Fichte y Hegel a Friedrich Lange, Reimer, Langbehn, Houston Chamberlain, consistente en que los preceptos de la moral individual o, segn la desdeosa expresin de Hegel, los lugares comunes de la moral privada, que tienen nombre de humanidad, probidad, buena fe, sean relegados a un nivel inferior a las necesidades de la poltica. (op. cit., p. 137/8). Del poder naval. En Alemania estas ideas fueron imponindose y a fines del siglo XIX se enfatiz su creacin En La Crisis de la Socialdemocracia, captulo III, Rosa Luxemburgo relata cmo Alemania perfil su desenvolvimiento imperialista desde finales del siglo XIX y destaca su responsabilidad en concentrar su rivalidad con Inglaterra a partir justamente del poder naval, pues desde 1899 se haban aprobado leyes que permitan la inversin en dicho poder. De esta suerte, dice Luxemburgo: El proyecto de ley martima del 11 de diciembre de 1899 era una declaracin de guerra de Alemania, de la que Inglaterra acus recibo el 4 de agosto de 1914. (p. 49). El kiser de Alemania deca al rey de Italia: (Brbara W. Tuchman, Los Caones de Agosto. Treinta y un Das de 1914 que Cambiaron la Faz del Mundo, Pennsula, Barcelona, 2004, p. 35). Anotemos algo de la psicologa del kiser.

La propia personalidad de este emperador alemn, Guillermo II, nieto de la reina Victoria de Inglaterra, descrito como hombre disperso, ciclotmico, impredecible y explosivo, juguetn a veces e imprudente, caprichoso con frecuencia, poco afecto a atender los asunto de Estado y proclive al descanso y la buena vida, seguramente impuso un sello especial a las relaciones internacionales y a la vida de Alemania. Se anotan actitudes que muestran cmo las posturas de los dirigentes (lderes) pueden influir en los procesos histricos. En los primeros reveses, por ejemplo, que tuvieron los ingleses en la llamada primera guerra de los Boers, en 1898, se apresur a felicitar al jefe (Kruger) de la repblica independiente de Transval, con el consiguiente fastidio de los ingleses. O bien lleg a escribir a su abuela (reina Victoria de Inglaterra) en trminos insolentes para quejarse del ministro de relaciones exteriores ingls a propsito de las pretensiones alemanas en Samoa. Pero cuando su abuela enferm ya para morir lleg el kiser a Inglaterra y en sus brazos expir para luego declarar antes de regresar a su pas: (Margaret Macmillan, 1914. De la Paz a la Guerra, Turner, Madrid, 2013, p. 106). Otros testimonios exhiben lo que dijo cuando mand fuerzas alemanas a China a propsito de la rebelin de los Bxers, al referirse al trato que debera darse a los orientales: (ibid, p. 112). Con frecuencia el kiser se refera al . Gran aficionado a las acciones y gestas militares, deca a sus oficiales: (ibid, p. 120). Estaba convencido del papel directivo y especial que corresponda jugar a Alemania en el mundo. Y se refera a s mismo como (ibid, p. 124). En ocasin de la boda de la nica hija del kiser en mayo de 1913, los tres monarcas (Alemania, Rusia e Inglaterra, primos adems) coincidieron por ltima vez en su vida. Se difundi la imagen de til cordialidad entre ellos, no obstante Guillermo II logr censurar a su homlogo Jorge V dicindole: > (ibid, p. 597). Era el sentir de potencia competitiva quien hablaba, el espejo del creciente nacionalismo entre los pases europeos, el celo y la desconfianza acumulados entre todos ellos. En Alemania estaban convencidos de las palabras recogidas por Margaret Macmillan: (ibid, p. 606). En la parte francesa el sentir antialemn era correspondido con la animadversin de los germanos. En el extremo oriental, por otra parte, la Europa de inicios del siglo XX tena en Rusia al primo del kiser, Nicols II, un zar sin aprestos de hombre de Estado, negligente, fastidiado por las exigencias de gobierno y falto de carcter. Igual que el kiser, el zar tena desafecto hacia los asuntos del Estado, pero manifestaba su autoridad con ligereza sobre temas importantes cuando quera, por ejemplo: En 1912, concluy un debate sobre tctica y estrategia diciendo: . (Macmillan, 1914, p. 447). En suma, estos dos encumbrados actores de la Gran Guerra, apoltronados en su arrogancia autoritaria, jugaron un papel decisivo, junto con Austria-Hungra, en el retumbar de los caones de agosto. En relacin a estos dos monarcas pudieran estimarse acertadas las palabras siguientes dichas en 1914, segn las recoge esta misma historiadora canadiense: (ibid, p. 604). Parece pues evidente que el escenario blico sirvi tambin como un escape a las tensiones sociales y polticas que haba al interior de algunos pases (Inglaterra que enfrentaba huelgas y exigencias de trabajadores; Austriahungra padeca conflictos de nacionalidades y nacionalismos balcnicos; Alemania contaba con una socialdemcrata fuerte; Rusia con una autocracia devaluada ante sus mismas bases aristocrticas y liberales, con auge de actividad revolucionaria e inquietudes de trabajadores, y Francia con una mezcla de desprestigio gubernamental de la III Repblica y la sombra de la amenaza alemana). Tal vez por todo esto la guerra se acomodaba como una salida falsa si se quiere- a toda esa complejidad. Si bien se estaba habituado al escenario blico como una solucin aceptable a los conflictos a fines del XIX e inicios del XX, los tiempos ya idos abonaban en favor de esa opinin. Un dato interesante es que los siglos XVI y XVII son estimados como los ms belicosos de la historia y en particular el XVII ya que durante ese siglo tuvieron lugar ms guerras que en cualquier otra poca anterior a la primera guerra mundial. Los registros histricos revelan slo un ao sin conflictos entre los Estados de Europa durante la primera mitad del siglo (1610) y nicamente dos durante la segunda mitad (1670 y 1682). (Geoffrey Parker, El Siglo Maldito. Clima, Guerra y Catstrofe en el Siglo XVII, Planeta, Barcelona, 2013, p. 76). En consonancia con esas ideas tan extendidas, otros voceros, como el general Friedrich Von Bernhardi (1849-1930), historiador y terico militar alemn, entre otras afirmaciones, sostena: . (Ibid, p. 36). Se hablaba con frecuencia en Europa de la guerra que viene (el ttulo de un famoso libro de Bernhardi era: Alemania y la Prxima Guerra). Desde 1905/6, por ejemplo, se comenz a reelaborar en Alemania el Plan Schlieffen orientado a invadir Francia pasando por Blgica, y ao con ao se revisaba y perfeccionaba, diseado por el general Alfred Schlieffen desde 1891, segn seala Jean-Jacques Becker, Plan que prevea aplastar al ejrcito francs en seis semanas gracias a un amplio movimiento envolvente a travs de Blgica, para poder entonces volver el conjunto de sus fuerzas contra un ejrcito ruso que se movilizaba ms lentamente. (La Gran Guerra. La Primera Guerra Mundial, Davinci, Barcelona, 2007, p. 15). No obstante estos preparativos tenan sus paradojas singulares: por ejemplo. El generral Schlieffen era un terico de la guerra pero nunca haba tomado parte en ninguna batalla, ni tan siquiera durante la guerra franco-prusiana, aunque ya era entonces oficial en activo. (A.J.P. Taylor, La Guerra Planeada. As Empez la Primera Guerra Mundial, Ediciones Nauta, Barcelona, 1970, p. 17). Adems, los diversos planes de movilizacin universal nunca haban sido probados en la prctica (bid, p. 16),no se tena experiencia en experiencias blicas de larga duracin (todas haban sido breves), por lo cual se poda deducir que los planes de guerra tenan muchos elementos de especulacin y teora en un contexto con novedades y desarrollo tecnolgicos sin precedentes. Francia e Inglaterra, por su parte, evaluaban no solamente las perspectivas de ese Plan que se conoca sino las alternativas posibles de la ansiada expansin de Alemania, y en todos estos casos se hacan preparativos para tal eventualidad: Durante el curso de tres entrevistas con un oficial de informacin francs en Bruselas, Niza y Pars, el oficial alemn se present con la cabeza vendada, dejando slo una abertura que revelaba unos bigotes grises y unos ojos de mirada penetrante. Los documentos que entreg, a cambio de una cantidad de dinero muy elevada, revelaban que los alemanes planeaban cruzar Blgica por Lieja, Namur, Charleroi, e invadir Francia a lo largo del valle del Oise pasando por Guise, Noyon y Compiegne. (Tuchman, Los Caones, p. 77). En 1912 los alemanes estaban en proceso de aprobar una nueva ley naval que prevea el aumento de su flota; hubo conversaciones al respecto entre directivos ingleses y alemanes con la idea de disuadir a ste de tal aprobacin, pero no se lleg a acuerdo alguno: Como un quid pro quo para mantener su flota inferior a la inglesa, los alemanes exigan la promesa de la neutralidad britnica, en el caso de una guerra entre Alemania y Francia, y los ingleses se negaron a aceptar esa condicin. (Tuchman, Los Caones, p. 91). Todo un revelador nivel de discusin dos aos antes del estallido de 1914. El dominio sobre los mares, pues, era esencial para Inglaterra: Dos terceras partes de los vveres ingleses eran importados. Su vida dependa del comercio exterior que era transportado en barcos ingleses que representaban el 43 por 100 del tonelaje mercante mundial. (Tuchman, Los Caones, p. 407). Poco a poco, pues, se iba imponiendo el activismo que enfatizaba el hacer por hacer, el papel energtico del destruir, se exaltaba la violencia, de la lucha entre las razas La guerra, la sangre, los estragos, las durezas, las crueldades, ya no eran ms objeto de deprecacin, de repugnancia y de oprobio, sino, como cosas necesarias a los fines que se quera conseguir, se hacan aceptables y deseables, se revestan de una cierta atraccin potica y hasta daban alguna emocin de religioso misterio, de manera que se hablaba de la belleza de la guerra y de la sangre, y de la embriaguez heroica que slo por ese medio el hombre puede celebrar y gozar. (Croce, op. cit., p. 359). En este contexto tambin Friedrich Nietzche (fallecido en 1900) observaba que ante las virtudes viriles y guerreras de Europa deca- estaba el marasmus femeninus que la amenaza (La Voluntad de Podero, 140). Abundaba el filsofo con este otro pronunciamiento: En poca de tensin dolorosa y de vulnerabilidad, elegid la guerra: ella nos endurece y tonifica los msculos (op. cit., 1033, p. 541). Estas exaltaciones a la fuerza, a lo blico, eran parte de ese ambiente de ideas que impregnaba a los pueblos europeos. Era el signo de los tiempos, de esos tiempos europeos donde la guerra formaba parte de la modalidad corriente de las relaciones entre los Estados. (Raymond Aron, Sobre Clausewitz, Nueva Visin, Buenos Aires, 2005, p. 130). Estaban habituados adems a conflictos de corta duracin. La magnitud (mundial) y alcances (casi ilimitados) del escenario desencadenado en 1914 era imposible de preverse siguiendo la lgica blica del pasado. En Italia se manifestaron tambin corrientes diversas, pero especialmente la voz de los futuristas

ilustra con mayor claridad ideas extremas que haba en el ambiente sobre la violencia, pues hablaban de la guerra como la nica higiene del mundo y nica moral educadora. Aqu conviene reproducir un fragmento de un texto de Giovanni Papini publicado en 1913 porque muestra con crudeza la visin de aquellos aos, un texto recogido por Norberto Bobbio que reza: El futuro, como los antiguos Dioses de las selvas, necesita sangre en el camino. Necesita vctimas humanas, matanzas [,,,] La sangre es el vino de los pueblos fuertes, la sangre es el aceite que necesitan las ruedas de esta mquina enorme que vuela del pasado al futuro para que el futuro se vuelva ms pronto pasado- [] Tenemos necesidad de cadveres para empedrar los caminos de todos los triunfos [] En realidad, somos demasiados en el mundo. A pesar del mathusianismo, la gentuza desborda y los imbciles sed multiplican [] Para disminuir el nmero de esas bocas dainas cualquier cosa es buena: erupciones, convulsiones de la tierra, pestilencias. Y como tales fortunas son raras y no bastan, que venga el asesinato general colectivo. (Perfil Ideolgico del Siglo XX en Italia, FCE (Breviarios 475), Mxico, 1993, pp. 162-164). En la mente de los europeos de principios del siglo XX, en el mundo intelectualizado, en los dominios de la opinin pblica, en suma, ideas de todas estas variedades y matices circulaban con diversos grados de aceptacin, a veces de simpata, de resignacin, simple desinters o natural incomprensin masiva hacia esos pronunciamientos. Todo ello, sin duda, gener cierta disposicin mental hacia los desenvolvimientos blicos de alcance mundial que arrancaron en 1914. En Rusia, por ejemplo, haba por igual expresiones similares: Berdiiev tambin atribua a la guerra un significado providencial: . (Solomon Volkov, El Coro Mgico. Una Historia de la Cultura de Tolsti a Solzhenitzyn, Ariel, Barcelona, 2010, p. 68). Por algo deca Felipe II: Los crmenes son del tiempo, no de Espaa. Signo de los tiempos: Industrialismo, autoritarismo poltico y militarismo formaban una frrea alianza. (Massimo L. Salvadori, Breve Historia del Siglo XX, Alianza Editorial, Madrid, 2005, p. 21). Pareciera pues que a los enormes enfrentamientos entre los hombres, entre las sociedades, entre los Estados, se asocia una suerte de psicologa colectiva que un filsofo del siglo XVIII nos describe: En la guerra pasa como en el juego, que preferimos las grandes apuestas a las pequeas, aun a riesgo de arruinarnos, porque la gran apuesta nos halaga con la esperanza de grandes ganancias y nos promete obtenerlas en un instante. (Helvtius, Del Espritu, Editora Nacional, Madrid, 1984, p. 344). En el caso de Alemania, se llegaba al siglo XX con una amalgama de ideas y creencias con un siglo de presencia en un ambiente social y educativo labrado por muchas manos hbiles: la mano era la de Fichte, que vea al pueblo alemn elegido por la Providencia para ocupar el lugar supremo en la historia del Universo, y de Hegel, que lo vea dirigiendo el mundo a un glorioso destino de apasionante Kultur, de Nietzsche, que les deca que el superhombre estaba por encima del mbito vulgar y corriente, y de Treitschke, que consideraba el incremento de poder como la obligacin moral ms elevada del Estado. (Tuchman, Los Caones, p. 54). Otros elementos paralelos ayudan a captar mejor el trnsito del XIX al siglo XX. En el mbito de la ciencia mdica, por ejemplo, entre 1865 y 1909 se produjo un veloz desarrollo en la microbiologa, la identificacin de enfermedades bacterianas, el descubrimiento de vacunas, la difusin del mtodo pasteurizador, la asepsia quirrgica y el principio de curacin con drogas sintticas. (Gabriel Jackson, Civilizacin y Barbarie en la Europa del Siglo XX, Crtica, Barcelona, 2009, p. 33). Otro autor describe: aparecieron muchas novedades en el lapso comprendido entre 1867 y 1881: as, por ejemplo, el motor de combustin interna, el telfono, micrfono, gramfono, telegrafa sin hilos, lmpara elctrica, mecanizacin de los transportes pblicos, neumticos, bicicleta, mquina de escribir, los grandes peridicos y rotativos, las primeras fibras sintticas, la seda artificial, los primeros plsticos sintticos, la bakelita (Barraclough, p. 55). La Exposicin Mundial inaugurada en 1900 en Pars con la torre Eiffel como insignia, sirvi como escaparate de mltiples avances tcnicos, productivos, cientficos, de preponderancia territorial, de desarrollo armamentista, etc., que provoc asombros y variados entusiasmos, como lo ilustra este caso: El artista italiano Giacomo Balla llam a sus hijas Luce y Elettricita, en recuerdo de lo que vio en la exposicin de Pars. (Su admiracin por las mquinas modernas le llevara a llamar Elica [Hlice] a su tercera hija). (Margaret Macmillan, 1914, p. 43). El mundo de las ciencias naturales, particularmente en la matemtica, la astronoma y la fsica, transit de la fsica clsica (Newton, Descartes, Leibniz) a la fsica cuntica y a la relatividad donde las partculas infinitesimales y los modelos tericos explicativos llevaron a nuevos territorios de investigacin y desarrollo hasta alcanzar la fisin nuclear, entre otras cosas. As como en las ciencias naturales se poda llegar a formular comportamientos regulares en leyes comprobables, por natural aspiracin las ciencias sociales buscaron tambin llegar a establecer las leyes del orden y el desarrollo social y atribuir as los rumbos a perseguir y a conquistar: Marx como el caso ms emblemtico. De manera especial, la teora de la evolucin de las especies de Darwin inspir a muchos a aplicarla al desenvolvimiento de las sociedades dando paso al darwinismo social que hablaba de la supervivencia de las razas ms aptas y de los mejores adaptados y dotados para sobrevivir y por tanto controlar y dominar en la sociedad, lo que favoreci el despliegue de variadas interpretaciones biolgicas en apoyo del racismo y la superioridad de unos pueblos sobre otros. Y junto con todo esto, aparejado a la presencia de las masas como actor social y la creciente presencia y circulacin de informacin en los medios de comunicacin, el peso de la opinin pblica fue creciendo y manifestndose en los clculos polticos de las decisiones de los hombres de Estado. En el campo de la pintura hubo alejamiento de las reglas clsicas y gustos dominantes, apareciendo temas y tcnicas nuevas que llevaron al cubismo, al fauvismo, al impresionismo y al surrealismo. Algo semejante sucedi en la msica con el uso de las cadencias y posibilidades rtmicas clsicas pero introduciendo la atonalidad y la discordancia con la misma libertad que se usaba lo tradicional. Pero la ms universal e impactante de las artes lleg con la cinematografa, muda al inicio y con sonido a partir de 1928, facilitando a todo el pblico, con independencia de nacionalidad, religin, status social, nivel educativo o condicin econmica, su disfrute y comprensin; la ms democrtica y niveladora de las artes. Desde casi el inicio la industria de Hollywood se impuso y sigue hoy dominando en el mundo entero. En el mbito de las ideas polticas y la participacin social, los esfuerzos defensivos y de combate de los trabajadores fortalecieron las aspiraciones sindicales. Diversos partidos polticos fueron consolidndose, en particular la socialdemocracia alemana, confirmndose la presencia de las masas como actor social relevante y la conquista del sufragio fue abrindose paso poco a poco: Lo mismo en el imperio alemn que en la nueva repblica francesa fue ya un hecho consumado desde 1871 el sufragio universal para los varones. Siguieron su ejemplo Suiza, Espaa, Blgica, Holanda y Noruega en 1874, 1890, 1893, 1896 y 1898, respectivamente. En Italia, donde en 1882 se haba otorgado un aumento muy limitado en el nmero de votantes, en 1912 se aprob una ley concediendo el derecho de voto a la mayora de la poblacin masculina; en Gran Bretaa se logr el mismo resultado gracias a la tercera ley electoral de 1884, aunque no se reconoci en ella el principio del sufragio universal masculino hasta 1918; y slo en 1928 se hizo extensivo a las mujeres. En Estados Unidos el sufragio universal varonil se dio entre 1820 y 1840; en Nueva Zelandia el sufragio masculino en 1879 y el femenino en 1893 (Barraclough, pp. 157/158). El avance era notorio pues se derribaban con ellos algunas barreras que restringan la participacin de las masas en poltica, sobre todo porque se provena de aquellas democracias liberales construidas sobre un sufragio restringido, muchas veces condicionado por la condicin propietario o nivel de ingresos econmicos. Entraba pues el siglo XX con grandes novedades, con una singular modernidad sin precedentes y con encrucijadas estrujantes. Para decirlo con palabras de un marxista norteamericano (fallecido en octubre de 2013) apuntadas en el Prefacio de su obra: Ser modernos es vivir una vida de paradojas y contradicciones. Es estar dominados por las inmensas organizaciones burocrticas que tienen el poder de controlar, y a menudo de destruir, las comunidades, los valores, las vidas, y sin embargo, no vacilar en nuestra determinacin de enfrentarnos a tales fuerzas, de luchar para cambiar su mundo y hacerlo nuestro. Es ser, a la vez, revolucionario y conservador (Marshall Berman, Todo lo Slido se Desvanece en el Aire. La Experiencia de la Modernidad, Siglo XXI, Mxico, 1995). Tomando como referencia la ltima etapa del siglo XVIII y la novela Elosa del tormentoso Juan Jacobo Rousseau, el seor Berman alude con otras formulaciones al ambiente de toda modernidad, descripciones que merecen tenerse en cuenta: Esta atmsfera de agitacin y turbulencia, vrtigo y embriaguez psquicos, extensin de las posibilidades de la experiencia y destruccin de las barreras morales y los vnculos personales, expansin y desarreglo de la personalidad, fantasmas en las calles y en el alma- es la atmsfera en que nace la sensibilidad moderna. (Ibid, p. 4). Y cien aos despus, para finales del siglo XIX, umbral del XX, Berman detalla un panorama: Es un paisaje de mquinas de vapor , fbricas automticas, vas frreas, nuevas y vastas zonas industriales; de ciudades rebosantes que han crecido de la noche a la maana, frecuentemente con consecuencias humanas pavorosas; de diarios, telegramas, telgrafos, telfonos y otros medios de comunicacin de masas que informan a una escala cada vez ms amplia; de Estados nacionales y acumulaciones multinacionales de capital cada vez ms fuertes; de movimientos sociales de masas que lucha contra esta modernizacin desde arriba con sus propias formas de modernizacin desde abajo; de un mercado mundial siempre en expansin que lo abarca todo, capaz del crecimiento ms espectacular, capaz de un despilfarro y una devastacin espantosos, capaz de todo salvo de ofrecer solidez y estabilidad. (Ibid, p. 4/5). Sera un buen ejercicio evaluar el estado antes descrito con los avances alcanzados a inicios del siglo XXI, en medios de comunicacin, por ejemplo, para observar el brinco asombroso que se ha dado (hay cosas que estn en gradual desuso: telgrafos, correos; hay avances contundentes, internet, redes sociales, etc.). Y lo que es ms curioso: hay expectativas en los masivos consumidores de mayores novedades, de cambios constantes. Toda una revolucin en la modernidad. *******************************[[[ Digresin: Dos Personajes.Introducimos aqu a dos destacados personajes de la segunda mitad del siglo XIX y principio del XX, cuyas obras influyeron en el nimo de los estadistas de la poca: un estadunidense que fue escuchado por Theodore Roosevelt y recibido por el kiser de Alemania, y un alemn muy ledo en la preguerra de 1914 y durante la guerra misma, cuyas ideas ayudan a comprender mejor las mentalidades populares y de los hombres de estado en el gozne del XIX y XX. Un personaje singular, actor de finales del siglo XIX fue el capitn de marina estadunidense Alfred Thayer Mahan (1840-1914), autor de una destacada obra sobre el papel del poder naval en la guerra y la historia, adems de mltiples artculos, cuya influencia fue notable en los jefes de estado de las potencias de la poca al sealar el peso de la marina en el dominio mundial (quien domina los mares domina el mundo). Era Inglaterra la reina de los ocanos, pero Alemania inici su carrera competitiva en este campo y la rivalidad del poder comenz a fraguar en el horizonte uno de los factores decisivos para desatar la guerra de 1914. Una idea central de la obra de Mahan dice: , y por esto tiene especial inters e importancia para todos los ciudadanos de un pas libre, pero sobre todo, para los que estn encargados de sus asuntos militares y de sus relaciones con el extranjero. (La Influencia del Poder Naval en la Historia, Ministerio de Defensa, Madrid, 2007, p. 90/91). En el Prefacio mismo de esta obra el autor refuerza con un ejemplo, de los muchos que contiene, esa idea bsica cuando apunta que: Durante diecisiete aos luch Anbal contra Roma; diecisis aos combati Napolen a Inglaterra: los esfuerzos del primero terminaron en Zama, los del segundo en Waterloo (p. 69), y al comentar observaciones de historiadores ingleses sobre similitudes y diferencias entre esos personajes, Mahan remata y dice: Ninguno de estos ingleses menciona la coincidencia mucho ms notable, de que en ambos casos fuese el vencedor dueo del mar. (p. 70). En torno a estas ideas prosperaron en Alemania dos visiones: una que enfatizaba el podero naval sustentado en los recursos blicos (acorazados, submarinos, barcos diversos, etc.) para enfrentar el poder del rival; otra visin que privilegiaba orientar el poder naval a la afectacin del comercio del contrincante (la guerre de course la llaman los franceses) y as debilitar sus capacidades econmicas. En la Gran Guerra Alemania ensayar ambas visiones. Mahan, adems, en otros escritos postulaba para USA la necesidad de pasar a segundo plano la poltica de mercado interno y romper el aislamiento estadunidense desarrollando una poltica de participacin del festn colonial de la segunda mitad del XIX y de diversas formas diagnosticaba (hacia 1890): No existe fundamento slido para creer que el mundo ha entrado en un perodo de paz verdadera al exterior de Europa. Alfred T. Mahan, El Inters de Estados Unidos de Amrica en el Podero Martimo. Presente y Futuro, Universidad Nacional de Colombia, Colombia, 2000, p. 32). Y sigue: Pero all [en Europa] las grandes potencias martimas no slo se mantienen en guardia contra sus rivales continentales; tambin acarician aspiraciones por la extensin comercial, por las colonias, y por la influencia en regiones distantes (p. 31). Sigue: Quiranlo o no, los estadunidenses deben mirar ahora hacia el exterior; la creciente produccin del pas as lo requiere, y un volumen en aumento del sentir del pueblo as lo reclama (p. 39). Puntualiza: Pero para que tal influencia [sobre el Pacfico] se haga efectiva, sin desavenencias ni fricciones, se requiere una presteza militar subyacente similar a la proverbial mano de hierro bajo el guante de terciopelo (p. 41).

Hacia 1896 leemos en la misma obra: Desde 1884, Gran Bretaa, Francia y Alemania han adquirido, posesiones coloniales principalmente en Africa, cuyas extensiones comprenden desde un milln hasta dos y medio millones de millas cuadradas. Como se comprende comnmente, esto significa no slo la adquisicin de extensiones muy grandes de territorio nuevo, sino la perpetuacin de rivalidades y recelos nacionales, que mantienen en esta poca y con todo su vigor las tradiciones de animosidades pasadas La expansin colonial de los siglos XVII y XVIII se est reanudando ante nuestros ojos, trayendo consigo la misma sucesin de ambiciones y sentimientos que se exhibieron entonces (p. 129).

En 1897 sealaba: El gran logro del siglo XIX, desde casi sus comienzos hasta casi un final, ha sido el reconocimiento y estudio de las fuerzas de la naturaleza, y su aplicacin al desarrollo mecnico y econmico (p. 151) Coincidiendo con la prolongada pausa que la Revolucin Francesa impuso a los procesos de expansin colonial externa que constituyeron una caracterstica tan marcada del siglo XVIII ocurri otra singular manifestacin de las energas nacionales: la creacin de los grandes ejrcitos permanentes de los tiempos modernos, que son en s mismos el resultado de la leve en masse, (leva militar en masa), y del alistamiento general que la revolucin nos leg junto con su exposicin de los Derechos del Hombre (p. 157). Sigue Mahan: .al predecir el futuro me ocupo ms de los sntomas que sealo a continuacin: la interrupcin del audaz impulso de la colonizacin poltica que coincidi con la dcada inmediatamente anterior a la Revolucin Francesa; el ensimismamiento de las naciones europeas durante el siguiente cuarto de siglo en las guerras universales que han involucrado temas principalmente polticos y europeos, los inicios de la gran era del carbn y el hierro, del desarrollo mecnico e industrial, que sucedi a la paz, y durante lo cual la colonizacin no fue agresiva sino que se caracteriz principalmente por el desarrollo de colonias ya existentes y de nuevos centros comerciales, especialmente en China y Japn; y finalmente, al terminar el siglo, e indudablemente motivado por los ciudadanos de las colonias antiguas en diferentes partes del mundo, el revivir nuestro inters por el audaz movimiento de colonizacin poltica realizado por las madres patrias Al tiempo con todos estos movimientos, del primero al ltimo, se ha dado en Europa el desarrollo de los grandes ejrcitos permanentes, o mejor, de las naciones armadas; y finalmente, el movimiento en Oriente, su incursin en el campo de los intereses occidentales (p. 159) En la actualidad, quienes se levantan en armas son las naciones y no simplemente los siervos de un rey. (p. 158) Necesitamos asegurarnos el tiempo y el poder estable mediante la fuerza, ese rbitro rudo e imperfecto aunque no innoble fuerza potencial y fuerza organizada- que ya ha ganado y an asegura los mayores triunfos del bien en la multifactica historia de la humanidad. (p. 164). Hasta aqu Alfred T. Mahan.

En la obra del alemn Friedrich von Bernhardi encontramos una amplia variedad de pronunciamientos sobre la guerra y los vaticinios de su proximidad, lo que ayuda a bosquejar el ambiente de ideas belicosas que circulaban a inicios del siglo XX. Para mejor ilustrar, anotamos varias referencias extradas de la edicin en espaol de 1916 de la obra publicada en alemn en 1912, libro que, dice, el lector tiene un propsito claro: Procurar demostrar que la guerra es, no slo un elemento necesario en la vida de los pueblos, sino tambin un factor indispensable de la civilizacin y, sin duda, la manifestacin ms elevada de vitalidad y energa de las naciones verdaderamente civilizadas. (Friedrich von Bernhardi, Alemania y la Prxima Guerra, Gustavo Gili, Barcelona, 1916, p. 44). Una cuestin de principios para Bernhardi es la frase de Federico el Grande: . Bernhardi seala: Estamos acostumbrados a considerar la guerra como un azote y de ninguna manera queremos ya reconocer en ella el ms profundo acicate del progreso en lo que respecta a la cultura y al poder. (p. 40) Puntualiza: me era preciso examinar las aspiraciones de paz que parecen predominar en nuestro tiempo y que amenazan introducir tambin su ponzoa en el alma del pueblo alemn. (p. 44)

Se reconoce el dao de lo blico: Es un hecho incontestable que la guerra perturba temporalmente la vida industrial, interrumpe el pacfico desarrollo econmico, ahonda y esparce la miseria, y devuelve al hombre a su primitiva rudeza [Pero otra cosa es pretender]suprimir en absoluto la guerra, negndole su carcter de necesaria para al evolucin histrica de la humanidad. (p. 50). Una idea que recuerda a Darwin: La guerra es, en primer lugar, una necesidad biolgica; un elemento regulador de la vida de la humanidad, del cual no se puede prescindir, porque sin l obtendramos un desenvolvimiento enfermizo, incompatible con el mejoramiento de la especie humana, y, por consiguiente, de toda verdadera civilizacin. (p. 50) La ley del ms fuerte domina en todas partes Todo lo dbil sucumbe.(p. 51) El mayor grado de civilizacin y la mayor potencia correspondiente son los fundamentos en que descansa el derecho de una posesin. (p. 55/6). O de una conquista o expansin. As: El servicio militar, como medio de cultura, tiene la misma importancia que la escuela y los dos deben complementarse y apoyarse recprocamente. Pero el pueblo que no soporta voluntariamente los sacrificios que impone la escuela y el servicio militar, niega su voluntad de vivir y sacrifica los altos valores que aseguran su porvenir a ventajas materiales que con facilidad se desvanecen. (p. 178).

Frente a las voces del pacifismo, hay que proclamar en voz alta y resueltamente que bajo ciertas circunstancias el promover la guerra, no solamente constituye un derecho, sino tambin el deber moral y poltico del hombre de Estado. (p. 83).

Hay filosofa tambin para quien concibe la vida del hombre y de los pueblos como un fragmento de la existencia universal, cuyo ltimo fin no estriba en el placer, sino en el desarrollo de las energas espirituales y morales; para quien considera el goce tan slo como fenmeno concomitante de los mudables estados biolgicos, para ste ser muy otra la funcin que el Estado debe desempear Ver en el Estado, como ya Fichte sealaba, al educador que gua a la humanidad en su camino hacia el bien y al cual corresponde realizar en la tierra los fines de la moral. (p. 60).

Las virtudes del alemn: Ningn pueblo de la tierra es tan capaz como el pueblo alemn para abarcar y reunir todos los elementos de cultura, apropirselos y desenvolverlos en el fondo de su conciencia y devolverlos a la humanidad, enriquecidos con dones ms preciosos que los que de ella recibiera. (p. 123) Y abunda Bernhardi: Vemos a menudo en otros pueblos una intensidad mayor de alguna virtud especial, pero nunca igual capacidad para generalizar y profundizar como en nuestro pueblo. Esta cualidad nos hace especialmente aptos para desempear la direccin del mundo del intelecto, nos impone el deber de aceptarla y mantenernos en ella. (p. 123/4).

Como Alemania lleg tarde al reparto colonial del mundo (otro elemento causal de la primera guerra mundial), Bernhardi reclama su lugar: cuando ya estaba repartido la tierra, hemos entrado otra vez en el concierto de las potencias polticamente importantes. De lo que otros pueblos han logrado durante siglos de desenvolvimiento natural unidad poltica, posesin colonial, podero martimo y comercio mundial- qued privado nuestro pueblo hasta ahora. Lo que deseamos alcanzar tenemos que adquirirlo luchando contra fuerzas superiores representadas por intereses y potencias hostiles. (p. 135/6) Refrenda el juicio: Tambin por todos los medios debemos fomentar el aumento de nuestros territorios coloniales y precisamente con colonias aptas para recibir nuestro sobrante de poblacin. (p. 164). Y no falta el presagio, el anuncio anticipado: De un modo u otro hay que arreglar cuentas con Francia, si queremos conquistar la libertad de accin en nuestra poltica mundial. Esta es la primera e imprescindible condicin de una poltica sana de Alemania y puesto que es imposible vencer pacficamente la enemistad francesa, hay que recurrir a las armas. Francia debe ser derrotada tan completamente que no pueda volver a interponerse jams en nuestro camino. (p. 163).

En la Introduccin del libro, Bernhardi recupera una idea de Federico II el Grande que sin duda inspira la obra: (p. 39) Y esto nos recuerda que la ley del ms fuerte es algo que viene de lejos, pues ya Calicles en el Gorgias deca: pero opino que la propia naturaleza hace ver que es justo que el ms noble tenga ms que el ms vil y que el ms poderoso tenga ms que el menos poderoso. Ella manifiesta de muchas maneras que esto es as, tanto en los dems seres vivos, como tambin en ciudades enteras y pueblos de los hombres, a saber, que lo justo es juzgado as: el ms fuerte gobierna al ms dbil y tiene ms. (Platn, Gorgias, 483d, Unam, Mxico, 1980, p. 54). Una idea similar nos aport tambin un general bizantino del siglo XI cuando deca que la justicia es un arma de guerra. (Cecaumeno, Consejos de un Aristcrata Bizantino, Alianza, Madrid, 2000, p. 55).Hasta aqu la digresin.]]] *****************************************

Tras esta larga digresin, prosigamos. En el mbito de las fuerzas materiales, del desarrollo de las fuerzas productivas (en la jerga marxista), en otro resumen, la primera guerra mundial del siglo XX contara con notables progresos tecnolgicos. Entre finales del siglo XIX y 1914 se despleg una segunda revolucin industrial con mltiples resultados: se operaba el trnsito del motor de vapor al motor de combustin y del uso de la energa elctrica en la produccin, entre otras cosas:+) uso de la electricidad como fuente de energa

+) motor de explosin interna

+) aplicacin de la qumica a la industria

+) tcnicas de refrigeracin

+) telegrafa

+) telfono

+) transportes crecientes y masivos

+) automviles y aeroplanos

+) barcos de vapor por los de vela

+) ciencia y tcnica aplicada a la industria armamentista:+) buques de acero

+) aviones de combate

+) fabricacin masiva de ametralladoras

+) nuevas piezas de artillera

+) explosivos

+) carros de combate Para mayor detalle ver: Massimo L. Salvadori, Breve Historia del Siglo XX, Alianza Editorial, Madrid, 2005, pp. 36/7. Por su parte, Brbara W. Tuchman, La Torre del Orgullo. Una Semblanza del Mundo Antes de la Primera Guerra Mundial, Pennsula, Barcelona, 2007, pp. 239-301, aporta en estas pginas las gestiones y promociones (del Zar) para establecer, sin xito por cierto, reglas y compromisos en la carrera armamentista que se viva en Europa en esos aos donde Rusia llevaba un notorio atraso. El libro de Georges Friedmann, La Crisis del Progreso. Esbozo de la Historia de las Ideas (1895-1935) proporciona una buena visin del desarrollo tcnico, de la organizacin del trabajo y sus procesos (taylorismo y fordismo) desde la perspectiva de un marxismo conformista, como l mismo la califica en el prefacio a la edicin espaola. Justamente Friedmann destaca la importancia de esos dos grandes doctrinarios del progreso, Frederick Winslow Taylor y Henry Ford, hombres imbuidos por una mstica que fundaba la prosperidad sobre la organizacin del trabajo industrial, sobre el empleo de la mquina, y a travs de aquella salvacin social y moral de la humanidad, deba de constituir la ambicin del siglo XX. (p. 81). Precisa Friedmann que el taylorismo se presenta al comienzo como un sistema preciso para aumentar el rendimiento de la produccin, gracias a una serie de medidas especiales. Es en este punto donde se inserta todo lo que compete al ingeniero y al organizador de empresa, esto es, funcionamiento de las mquinas, anlisis de movimientos, corte de metales, uso de las transmisiones, distribucin de las diversas funciones en los talleres y las oficinas. (p. 98). Tal es el aspecto tcnico de la doctrina taylorista, muy combatida por cierto en su poca por muchos sindicalistas y socialistas porque entraaba un mayor aprovechamiento, mejor explotacin de las capacidades productivas de la relacin hombre-mquinas y que en los inicios de la experimentacin de Taylor en las fbricas, buscaba, por ejemplo, determinar . (Idem). Ford, por su parte, concentr sus esfuerzos en conseguir una produccin masiva, en cadenas o lneas de ensamblaje, acompaado de una poltica de altos salarios y as estimular el consumo interno. Hoy en da, cien aos despus de estos esfuerzos pioneros del capitalismo moderno, ambas visiones se encuentran perfectamente integradas en los modelos internacionales de produccin y de organizacin del trabajo sin tener prcticamente los cuestionamientos que generaron en aquellos aos; son parte del mundo conceptual del desarrollo. [Un ejemplo de todo ello lo tenemos en la industria maquiladora desde hace ya mucho tiempo.] Una panormica general nos proporciona otro autor sobre la despedida del siglo XIX fundamentalmente en el mundo occidental: A principios del siglo XX asistimos en Europa a un cambio en los modos de vida que en la actualidad nos cuesta observar, porque desde entonces se han sucedido muchas otras transformaciones. Pero si por un momento nos ponemos en la piel de una persona que vive en una gran ciudad de la poca, veremos que es testigo de un autntico cambio radical en sus costumbres. Acaba de dominarse la electricidad, que entra en la vida cotidiana de millones de personas. Los ciudadanos se acostumbran a nuevas fuentes de energa ms maleables que las anteriores, como el gas y la gasolina. Con los primeros aviones se hace realidad el sueo milenario de dejar atrs la superficie terrestre y salir volando. Los coches particulares se lanzan por las carreteras de todos los pases. La revolucin industrial transforma radicalmente la vida de la poblacin, y sobre todo parece dar inicio una serie imparable de inventos. Por primera vez en su historia, la parte de la humanidad que habita el mundo occidental (Europa occidental y Norteamrica) tiene la impresin de que la innovacin es ms importante que la tradicin, de que las obras de origen humano tienen ms peso que los fenmenos naturales. (Todorov, La Experiencia Totalitaria, p. 213). Sin duda todo un boulersement (conmocin) de ideas y sentimientos. Ese progreso material se expresaba tambin en otros indicadores. Europa era globalmente un continente con predominio agrario, con un campesinado mayoritario. No obstante, haba ya muy importantes asentamientos urbanos y notables desarrollos industriales. Para los grandes recorridos, hacia 1914, los medios de transporte ideales eran el barco y el ferrocarril (lento todava), escaso el trfico motorizado, muy frecuente los carros de tiro, la bicicleta muy popular y en paales el transporte areo: Todos los pases disponan de considerables redes de ferrocarril. Rusia contaba con 62,300 kilmetros de va, Alemania con 61,749, Francia con 37,400, el Reino Unido con 32,623 e Italia con 19,125. En 1913 los ferrocarriles rusos transportaron un total de 132 millones de toneladas mtricas de mercancas; los britnicos transportaron 571 millones y los alemanes 676 millones. En cuanto al trfico de pasajeros, en 1913 en Alemania se realizaron 1,798 millones de viajes, en Gran Bretaa 1,199 millones. (Bernard Wasserstein, Barbarie y Civilizacin. Una Historia de la Europa de Nuestro Tiempo, Ariel, Barcelona, 2010, p. 36). Las carreteras eran de doble sentido y con frecuencia lentas por los carros tirados por animales: En 1914 haba 132,000 automviles privados en uso en Gran Bretaa, Francia tena 108,000 y Alemania slo 60,000. El metro slo exista en seis ciudades: Londres, Glasgow, Pars, Berln, Hamburgo y Budapest En 1914, la electricidad ya haba desplazado al vapor, el caballo y otras formas de traccin en la mayora de los tranvas britnicos. (Idem). El uso del telfono estaba adelantado en los medios gubernamentales y a nivel privado era poco pero en evolucin ascendente: Alemania llevaba la delantera con 1420,000 aparatos en 1914, Gran Bretaa con la mitad y Francia con el tercer lugar. La telefona internacional tena poco avance y era la telegrafa lo ms comn. Y en la duracin de la vida normal: La esperanza de vida al nacer si situaba entre los cuarenta y los cincuenta aos en la mayora de los pases europeos. Pero como en gran parte de Europa casi la mitad de las muertes tenan lugar antes de los cinco aos, las expectativas de vida de quienes sobrevivan a la infancia eran bastante favorables: la mayora poda esperar vivir algo ms de sesenta aos. (Wasserstein, p. 37). No menos importante era el acceso a la educacin: hacia 1914 era obligatoria y gratuita la educacin primaria en Europa, pero de tal disposicin a la realidad haba buena distancia. Las zonas agrarias eran las menos favorecidas y del continente europeo el sur y el este iban a la zaga. Obvio que las zonas urbanas eran ms beneficiarias de este servicio: la alfabetizacin, por ejemplo, en Gran Bretaa, Francia, Alemania y Suiza llegaba al 90 por ciento, mientras que en Grecia, Espaa, Rumania y Portugal ms del 50 por ciento era analfabeta. Globalmente, pues, se puede decir que todava en todo el continente, la religin era la fuerza ideolgica e institucional ms poderosa en el campo. La secularizacin haba erosionado el poder intelectual y social de la Iglesia a lo largo del siglo anterior. (Wasserstein, p. 46). En todo este contexto, pues, ocupa un lugar especial el fenmeno del nacionalismo, las vivencias y apetencias, las aspiraciones de las mltiples grupos tnicos en las abigarradas existencias dentro de los imperios, unos en decadencia, otros en estabilidad relativa, o en estancamiento. De aqu la apreciacin sugestiva del historiador cuando seala que la causa profunda, raz de la agitacin que condujo a la guerra en 1914 no debe buscarse simplemente en la lucha de clases, sino en los complejos y nacientes conflictos tnicos asociados a la idea de la autonoma y autodeterminacin de los pueblos. Por ello, dice: El nacionalismo, no el socialismo, fue la fuerza poltica ms explosiva de gran parte del centro y del este de Europa, sobre todo porque las estructuras autoritarias de los imperios multinacionales lo frustraron y lo reprimieron. (Wasserstein, p. 55).II) La Gran Guerra y Desenlaces Primera Guerra MundialTratado de Versalles y otros

Primera Guerra MundialLos contemporneos llamaban La Gran Guerra, o Guerra de 1914, al conflicto blico de 1914-1918, algunos la nombraban como La Tercera Guerra Balcnica. Despus de la Segunda Guerra Mundial se codific como Primera Guerra Mundial de manera predominante. Ms complicados que su denominacin son los escenarios que la desencadenaron.

De manera general apunta un historiador: En primer lugar, las rivalidades nacionales y nacionalistas, y, en segundo lugar, las rivalidades imperialistas fueron la causa del constante crecimiento del sistema de alianzas despus del surgimiento del Imperio alemn como la nacin en solitario ms poderosa del continente. (Gabriel Jackson, Civilizacin, p. 20). Y en pginas ms adelante este autor ubica la funcionalidad del nacionalismo cuando explica: Durante el siglo que sigui a la Revolucin francesa, las instituciones polticas de toda la Europa del oeste de Rusia adoptaron en gran medida los conceptos de igualdad ante la ley y el derecho a algn grado de participacin en la gestin de gobierno. El nacionalismo era entonces la identificacin consciente de la mayora con un Estado que le prometa una dignidad poltica y unos derechos individuales nunca antes conocidos. (p. 26). Otro experto indica: Antes de 1914 el derecho internacional no condenaba como ilegal el recurso a la guerra con el fin de cambiar el orden existente y no exista ninguna maquinaria legalmente constituida para producir cambios de ninguna otra manera. Despus de 1918 se hizo casi universal la opinin que condenaba la guerra agresiva y casi todas las naciones del mundo firmaron un pacto renunciando al recurso a la guerra como instrumento de la poltica. [E.H. Carr, La Crisis de los Veinte Aos (1919-1939). Una Introduccin al Estudios de las Relaciones Internacionales, Catarata, Madrid, 2004, p. 262]. Para otro, en sus orgenes, la Primera Guerra Mundial es la ltima conflagracin del siglo XIX, ya que es la expresin de los contenciosos acumulados en las dcadas anteriores la Primera Guerra Mundial es claramente la cuna del siglo XX. No da a luz el comunismo y el fascismo, la inflacin y las devaluaciones, la inestabilidad y la bsqueda desesperada de un orden ms o menos mitificado? (Marc Nouschi, Historia del Siglo XX. Todos los mundos, el mundo, Ctedra, Madrid, 1999, p. 55).

Convencionalmente se acepta que el asesinato por un nacionalista croata del heredero del imperio Austro-hngaro, archiduque Francisco Fernando y su morgantica esposa Sophie (este msalliance era criticado por toda la aristocracia simplemente porque ella era de nobleza baja, condesa), el 28 de junio de 1914 en Sarajevo, fue la chispa que desat la Primera Guerra Mundial. El asesino (Gavrilo Princip, de 19 aos) perteneca o tena relaciones amistosas con un grupo terrorista (La Joven Bosnia) integrado por fervientes visionarios nacionalistas que renunciaban al alcohol y al sexo, por temor a contaminar su pureza revolucionaria, aspiraban a lograr la unidad de todos los pueblos yugoslavos (eslavos del sur) y crean que el tiranicidio y el martirio promoveran su causa. (Wasserstein, p. 60). Serbia, al igual que las grandes potencias europeas de la poca, manipulaba los sentimientos nacionalistas de diversos grupos en esa larga batalla por extender y consolidar las reas de influencia y eventualmente obtener mayores territorios. Este juego de manipulaciones, tenebroso a veces, era algo muy practicado y sin duda fue un factor que influy en el encadenamiento de ambiciones y orgullos que llevaron al estallido de la guerra. As, pues, en esa lgica, Austria responsabiliz a Serbia de promocionar a grupos extremistas y al no tener una respuesta satisfactoria a sus reclamos por el crimen, invadi a este pas y el 1 de agosto de 1914 se abri el ciclo de las declaraciones de guerra entre Alemania y Rusia y Francia y las consecuentes acciones blicas. Este desenlace tena como antecedentes la larga disputa de las potencias por sus influencias coloniales, las complejas y enconadas luchas entre las nacionalidades y grupos tnicos al interior de los imperios, as como las aspiraciones por constituirse en estados nacionales, el hecho mismo de que las nacientes instituciones liberales no acababan de consolidarse ante procesos de disolucin de las instituciones de los antiguos regmenes aristocrticos, los reacomodos entre las potencias el equilibrio de fuerzas heredado del pasado y que se alteraba en su interior. No sobra anotar aqu que desde finales del siglo XIX eran frecuentes los atentados contra personalidades polticas. Brbara W. Tuchman dice: en los veinte aos que precedieron a 1914, seis jefes de Estado o de Gobierno fueron asesinados en nombre de ese atractivo panorama. Fueron ellos: el presidente Carnot, de Francia, en 1894; el presidente del Consejo de Ministros de Espaa, Cnovas del Castillo, en 1897; la emperatriz de Austria, en 1898; el rey Humberto de Italia, en 1900; el presidente McKinley, de los Estados Unidos, en 1901; y otro presidente del Consejo de Ministros espaol, don Jos Canalejas, en 1912. Ninguno de ellos poda ser considerado como un tirano. (Torre del Orgullo, p. 77). Un recuento similar de estos hechos se encuentra en James Joll, La Segunda Internacional 1889-1914 (Icaria, Barcelona, 1976, p. 56) Llama pues la atencin esta vieja tradicin del atentado y el hecho mismo de que el prncipe austro-hngaro asesinado fue enterrado de manera discreta, sin grandes honores y homenajes como corresponda a su investidura. En la Introduccin de La Primera Guerra Mundial (Ediciones Orbis, Barcelona, 1985), Pierre Renouvin destaca la precariedad del equilibrio europeo motivada por las vigorosas manifestaciones del sentimiento nacional, bajo la forma de los movimientos protestatarios de las minoras nacionales, o bien de los nacionalismos expansionistas de los grandes Estados;. la rivalidad de los intereses econmicos y financieros. Todo esto, adems de las crisis polticas, contribuy a moldear las mentalidades:a) en los jefes de estado se vea como inevitable la llegada de una guerra y se preparaban para ello.

b) en los estados mayores de los ejrcitos procuraban estar a la altura de las exigencias y demandaban mayores recursos, ms armamentos y materiales para fortalecerse, de aqu la carrera armamentista, sobre todo entre Alemania e Inglaterra, en especial la flota naval.

c) en los pueblos se prestaba ms atencin a los llamados nacionalistas que a las expresiones pacifistas, luego vendra la resignacin. El contexto general de desarrollo europeo que desemboc en la Gran Guerra, tiene una complejidad grande y no puede ser explicado por una sola causa, sino de manera multilateral. Dos elementos interesantes destaca Gabriel Jackson en el captulo dos de la obra citada: de una parte, la ignorancia de la amplia poblacin europea por la escasa informacin real que tena de su pas y del resto, de otra parte el hecho de que en Alemania y Austria el peso de los militares en el gobierno era muy superior a la presencia de poder civil, cosa que no suceda en los dems (Inglaterra y Francia, por ejemplo) donde lo civil predominaba (cf. Civilizacin,, p. 43). No obstante, los sectores militares en los principales pases europeos acostumbraban a comportarse como una clase sacerdotal con dominio pleno y celo infranqueable en sus reas de competencia, por ello, dice Margaret Macmillan: con excesiva frecuencia los civiles desconocan los planes de los militares o no se preocupaban por conocerlos. Lo mismo suceda en sentido contrario. (1914, p. 402). En este contexto se ubica el cambio de poltica exterior de Alemania en la etapa post-Bismarck en la que unos se inclinaban por mantener una posicin dominante en el centro de Europa y otros, ms ambiciosos, buscaban para Alemania una posicin de poder en el mundo; esta tendencia empez a instalarse a fines del XIX y principios del XX, un imperialismo vido de mercados y de materias primas baratas, asociado al prestigio inherente a su condicin de potencia dominante. De otra parte, la vieja prctica del sist