historia ii

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SEGUNDO VIAJE A LA MEMORIA DEL CEAD PALMIRA: MOISÉS FLÓREZ VALENCIA. Sobre las 11:30 a.m. de una calurosa mañana de agosto, llegamos con mi colega y ahora compañero de trabajo Diego Arciniegas, quien además es egresado de la UNAD en Comunicación Social, a la casa del señor Moisés Flórez en el barrio Juan Pablo II de la ciudad de Palmira, una casa pequeña como son las casas de la mayoría de los barrios populares de nuestras ciudades. Cuando nos bajamos del carro, vimos una figura menuda, tocada por los años pero que dibujó una expresión de agrado como diciendo: ellos son, ya llegaron; mientras se dirigía a la puerta de entrada. Al abrirla, dibujo una sonrisa amable en sus labios ante nuestra pregunta: ¿el señor Moisés Flórez?, así es para servirles. Nos dispusimos a organizar todo para iniciar nuestra grabación en el espacio destinado al comedor de la casa, nuestro invitado se apresuraba a ayudarnos a acomodar los detalles para concentrarnos en lo que sentíamos sería una charla muy grata, de amigos, de compañeros a pesar de habernos visto por primera vez hacía apenas unos minutos. Aunque la alta temperatura nos sofocaba, el ambiente estaba lleno de la frescura que da el saber, a la puerta de entrada de un tema que a todos los presentes nos apasionaba. Y, como niños chiquitos rodeando al abuelo, nos dispusimos con Diego a no perdernos un sólo detalle de la historia que encarnaba ese hombre mediano, de tez trigueña, cabello negro y facciones golpeadas por el tiempo y en especial por los estragos que deja una operación de corazón abierto de la que había sido objeto unas semanas atrás. Fui uno de los primeros estudiantes en el año 1984, en esa época no se llamaba CEAD sino CREAD, Centros Regionales de Educación a Distancia y la universidad se llamaba UNISUR, creada bajo el gobierno de Belisario Betancourt. Donde ahora funciona el CEAD, eran antiguamente bodegas del ingenio Manuelita quien las donó, posteriormente funcionó en el Hogar Santa Cecilia y posteriormente en una Casona del centro mientras se realizaban unas reformas en la actual sede. Sobre la mesa previamente ha colocado todos los libros y elementos que considera le permitirán sustentar su relato, estira su mano y toma una hoja donde tiene anotados en estricto orden una serie de datos. En el año 84 enviaron una directora de Bogotá, una señora Carmenza y una secretaria también de Bogotá llamada María Teresa Restrepo. En ese año nos matriculamos 120 estudiantes. Mucha gente se reía de nosotros porque decían que si no aprendíamos presencial, mucho menos a distancia. Los profesores eran agrónomos de la UNAL de Palmira, sin ningún conocimiento de educación a distancia, casi todos los días íbamos a la universidad y las empresas decían que éramos estudiantes de tercera. Por esa época, sólo

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Historia CEAD Palmira II

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SEGUNDO VIAJE A LA MEMORIA DEL CEAD PALMIRA:

MOISÉS FLÓREZ VALENCIA.

Sobre las 11:30 a.m. de una calurosa mañana de agosto,

llegamos con mi colega y ahora compañero de trabajo Diego

Arciniegas, quien además es egresado de la UNAD en

Comunicación Social, a la casa del señor Moisés Flórez en el

barrio Juan Pablo II de la ciudad de Palmira, una casa pequeña

como son las casas de la mayoría de los barrios populares de

nuestras ciudades. Cuando nos bajamos del carro, vimos una

figura menuda, tocada por los años pero que dibujó una

expresión de agrado como diciendo: ellos son, ya llegaron;

mientras se dirigía a la puerta de entrada. Al abrirla, dibujo una

sonrisa amable en sus labios ante nuestra pregunta: ¿el señor

Moisés Flórez?, así es para servirles.

Nos dispusimos a organizar todo para iniciar nuestra grabación en el espacio destinado al

comedor de la casa, nuestro invitado se apresuraba a ayudarnos a acomodar los detalles

para concentrarnos en lo que sentíamos sería una charla muy grata, de amigos, de

compañeros a pesar de habernos visto por primera vez hacía apenas unos minutos.

Aunque la alta temperatura nos sofocaba, el ambiente estaba lleno de la frescura que da el

saber, a la puerta de entrada de un tema que a todos los presentes nos apasionaba.

Y, como niños chiquitos rodeando al abuelo, nos dispusimos con Diego a no perdernos un

sólo detalle de la historia que encarnaba ese hombre mediano, de tez trigueña, cabello

negro y facciones golpeadas por el tiempo y en especial por los estragos que deja una

operación de corazón abierto de la que había sido objeto unas semanas atrás.

“Fui uno de los primeros estudiantes en el año 1984, en esa época no se llamaba CEAD

sino CREAD, Centros Regionales de Educación a Distancia y la universidad se llamaba

UNISUR, creada bajo el gobierno de Belisario Betancourt. Donde ahora funciona el CEAD,

eran antiguamente bodegas del ingenio Manuelita quien las donó, posteriormente funcionó

en el Hogar Santa Cecilia y posteriormente en una Casona del centro mientras se realizaban

unas reformas en la actual sede”.

Sobre la mesa previamente ha colocado todos los libros y elementos que considera le

permitirán sustentar su relato, estira su mano y toma una hoja donde tiene anotados en

estricto orden una serie de datos.

“En el año 84 enviaron una directora de Bogotá, una señora Carmenza y una secretaria

también de Bogotá llamada María Teresa Restrepo. En ese año nos matriculamos 120

estudiantes. Mucha gente se reía de nosotros porque decían que si no aprendíamos

presencial, mucho menos a distancia. Los profesores eran agrónomos de la UNAL de

Palmira, sin ningún conocimiento de educación a distancia, casi todos los días íbamos a la

universidad y las empresas decían que éramos estudiantes de tercera. Por esa época, sólo

estaba la facultad de Ciencias Administrativas con varias tecnologías: gestión de transporte,

gestión agropecuaria, gestión de obras civiles y construcción, gestión industrial, gestión

comercial y de negocios, gestión de empresas asociativas y comunitarias. La mayoría de los

estudiantes se matriculó en gestión agropecuaria.

Nos graduamos solo 4 de los 120 que iniciamos porque no

era fácil. Se estudiaba con módulos, -va tomando de sobre la

mesa los libros y no los enseña-, inicialmente se llamaba

nivel introductorio donde se manejaban tres módulos:

matemática básica, ciencias integradas (lo llamábamos El

Libro Gordo de Petete) y el tercero no lo recuerdo. Nos

demoramos mucho para hacer el ciclo tecnológico,

terminamos casi en el año 90. Iniciamos en el año 83 y

terminamos en el año 90 porque los módulos no estaban

impresos y se demoraban mucho en llegar.

De los directores recuerdo que para el año 85 llegó un

Ingeniero Agrónomo de apellido Buitrago. Para el año 86

llegó un señor Rodrigo Insignares, como él no era de Palmira, los estudiantes antiguos

empezamos a presionar para que nos nombraran un director de Palmira y para el año 87

nombraron al señor Ferney Ríos Mayor, un Administrador de Empresas, el trajo su equipo

de trabajo y la UNISUR Bogotá trajo un carro para el uso del CREAD. No sé qué se hizo

después ese carro, se volvió el carro fantasma.

Luego fue nombrado otro director de Palmira, de apellido Charry en 1988; eso era un

director por año, pero ¿por qué se cambiaba tanto de director?, porque no conocían la

metodología, no hacían buena gestión y la universidad todos los días para abajo hasta que

llegó un momento en que habían menos de 90 estudiantes y la universidad a distancia se

sostiene es de acuerdo al número de estudiantes y si no hay estudiantes no hay nada. Eso

iba así, hasta que llegó otro director muy buena gente pero también sin nada de gestión, lo

llamábamos “Maderita”, no recuerdo su nombre, pero eso fue una locha para él allí,

recuerdo que era contador público.

Uno quería que la universidad creciera por encima de las otras universidades. Después de

ese tal “Maderita” vino una buena funcionaria, que tenía mucha proyección para el año

1990, se llamaba María Cristina Muñoz Talero, ella fue la que nos graduó como tecnólogos

en Gestión Agropecuaria, en la universidad debe estar un discurso mío de graduación, no sé

tal vez en la biblioteca. Ella trataba de que la dirigencia de Palmira apoyara la universidad,

pero la clase política como nos consideraba estudiantes de tercera no le paraba muchas

bolas.

Después entró el famoso “Paisa”, un tipo mentiroso, -suelta una carcajada sonora en la que

deja ver sus recuerdos sin contarlos-, no recuerdo el nombre, pero mentiroso. Eso metió

tutores a diestra y siniestra a la universidad sin tener plata y no les pagaba, eso fue en el

año 1993. A él lo mandaron de Bogotá porque el convenció a Jesús Emilio Martínez que era

él rector de esa época.

La universidad creció mucho porque de 90 estudiantes que había, en ese momento, llegó

casi a 600 o 700 estudiantes a nivel del Valle del Cauca, debido a que abrió distintos centros

regionales en Ginebra, Pradera y otros lugares; el “Paisa” mandaba tutores para halla y eso

no sabía cómo les iba a pagar pero los mandaba, hasta que al final eso sin contrato ni nada

como le iban a pagar a los tutores y se le salió de las manos y hubo que sacarlo, pero

también fue por la presión de nosotros los estudiantes que dijimos que no servía para nada.

Luego hubo un receso en el que estuvo doña Cecilia Rojas como encargada, ella era

coordinadora de una facultad, luego pasó como

Coordinadora de Extensión universitaria.

Yo me había graduado en 1990 como tecnólogo y en 1995

como administrador. Cuando uno se graduaba como

tecnólogo debía esperar 6 meses haciendo una práctica

empresarial en alguna empresa y debía llevar una carta

certificando esos 6 meses de práctica. Como nosotros

trabajábamos directamente con una empresa agropecuaria,

sólo teníamos que pedirle a la empresa que nos diera la

carta, nos sirvió mucho ese estudio. La empresa se llamaba

Piaza Palmira Investigaciones Agrícolas que hoy ya no

existe, era auxiliar de investigación, en el momento en que

me gradué me pasaron a técnico de investigación con un

sueldo mucho más alto y mayores responsabilidades y

cuando ya me gradué como administrador de empresas me

ascendieron en el año 95 como asistente de investigación

que era el puesto de segundo rango después del jefe,

entonces yo les decía en ese momento “si vio los

estudiantes de tercera donde están”.

Retomando lo anterior, doña Cecilia quedó en ese rango y fue cuando entró María del Rosario Cuellar como directora del CREAD en el año 1995.

Posterior a María del Rosario Cuellar que estuvo entre los años 95-96 hasta el 99-2000, entró Carlos Humberto Sabogal, yo estuve más o menos hasta ese año también como tutor, estaba ya afuera como administrador de empresas y también pasé a otras universidades a enseñar, porque la UNAD deja una experiencia tremenda.

Entonces qué pasó con Sabogal, en el año 2000, nosotros queríamos que José Lenin Rayo Cruz fuera el director, él era el coordinador de ciencias administrativas; y nosotros por su capacidad, que tenía postgrado en docencia universitaria, tenia postgrado sobre aprendizaje autónomo pero él decía que quería otro puesto y nombraron a otro de Popayán y ese nombró a Sabogal y José Lenin pasó a coordinación, yo ya había salido de la universidad pero tenía algo de injerencia. El fue el director que más ha durado hasta este momento, del año 2000 al 2007”.

Piensa por un instante mientras se toma un trago de jugo, que su hija nos ha traído para aliviar el sofocante calor del medio día palmirano.

“José Luis entra como tutor a la universidad en el año 1999. Yo lo conocí como estudiante más o menos en el año 97, era tecnólogo en ingeniería industrial y entró a hacer el ciclo profesional a la UNAD e hizo una tesis sobre análisis del puesto en Alumina y yo fui su jurado y asesor de tesis.

No sé cómo está la universidad en este momento, si ha crecido a no ha crecido, me imagino que ha crecido mucho.

Recuerdo que en el momento que entra José Luis, año 99/2000, habían tres facultades: la de Ingeniería de Alimentos, la de Ciencias Administrativas, la de Psicología Social y Comunitaria y estaba en gestión la facultad de Comunicación Social. Ya en este momento no conozco la gestión de José Luis, me alejé de la universidad, por ahí estuvimos tratando de hacer una integración con los egresados.

Este documento titulado “Quince años abriendo camino”, se produce más o menos en el año 1996, donde UNISUR Bogotá hace una recopilación de todos los CREAD de esa época, dos de los principales que había eran los de Palmira y Pitalito en el Huila, había otro en Cundinamarca y otro en Bogotá, el José Acevedo y Gómez que era el principal. Con relación a Palmira se compiló la parte histórica del CREAD, de cómo comenzó en Palmira, quién trajo la universidad a distancia, la gestión que hizo la doctora Doris Eder de Zambrano, la gestión que hizo el doctor Belisario Betancourt dándole presupuesto propio porque en ese entonces la universidad no tenía dinero y fue creada con autonomía propia, se estaban buscando los perfiles de los directores de cada programa, por ejemplo que al crearse la facultad de Ingeniería de Alimentos, que quien la liderara fuese un Ingeniero de esa misma rama y así fue, lo mismo para la facultad de ciencias administrativas y así sucesivamente y así ha funcionado la universidad hasta nuestros días”.

Nuestra curiosidad por conocer hasta los detalles mas profundos de esta historia nos llevan a interrogarle sobre otros aspectos y personajes que hemos oído mas no ubicamos con claridad, que hicieron parte viva de la historia de nuestro CEAD.

“El señor Federico Botero Angel, fue uno de los promotores de la universidad, en esa época era director general de Comfaunión, la

universidad se fundó acá porque había ese convenio, prácticamente Comfaunión era la que administraba la UNISUR acá, ahora la UNAD. La gestión que él realizó fue vigilar como se administraban los recursos que daba la universidad desde Bogotá. Creo que la separación entre Comfaunión y la UNISUR se da cuando esta cambia y se convierte en la UNAD, si mal no recuerdo por el año 2000 cuando estaba de directora todavía María del Rosario, creo yo que ahí termina ese convenio.

De estudiantes y egresados destacados, esta Pedro Holguín que hoy tiene una empresa de autogestión llamada PETER, está Manuel Serrano que era trabajador del ICA y ahora está en Inglaterra, Héctor Ramírez que hoy es director general de Flota Magdalena, antes era taquillero y Carlos Muñoz, director del SISBEN aquí en Palmira, quien también fue tutor y fue de la promoción nuestra, estos tres y yo fuimos los de la primera promoción de graduados, los cuatro que sobrevivimos

de los 120 que iniciamos, porque el otro se quedó como tecnólogo, Pedro Holguín.

De esos cuatro, quedamos como tutores Carlos Muñoz y Moisés Flórez. De otras promociones el único que recuerdo destacado fue José Luis, que nosotros lo promocionamos.

Entre los tutores destacados, para comentarles sobre otro tema interesante, estuvieron José Lenin Rayo Cruz, vive en la Balastrera, por Potrerillo, el actual coordinador de ciencias administrativas Julio Cesar Montoya, José Luis. Hubo uno muy bueno que fue Ferney Ríos, está en Estados Unidos; Cesar Tulio Carmen, cuando salió se fue a dirigir la Licorera del Valle aquí en Palmira y luego se fue a Cali y le perdí el rastro. Otro fue el Doctor Cobo él fue el director de Coomeva aquí en Palmira quien fue tutor mío.

En lo personal el tutor que me dejó marcado positivamente fue Carlos Arana quien hoy en día vive aquí en la Emilia, y de los malos, malos que no servía para nada una de la Universidad Nacional que le decíamos “la mujer maravilla” porque era grandota y en esa época estaba de moda la serie de la mujer maravilla.

Y de los tutores muy buenos que había y que posterior fue compañero de trabajo y que también fue mi jefe fue Uldarico Barón Reyes, que el año pasado murió en un accidente automovilístico, era tutor de matemática financiera y de proyectos. Tenía mucho sentido de pertenencia. Y otro coordinador muy bueno que hubo fue Francisco, no recuerdo el apellido, de la facultad de ciencias de alimentos. Fanor Castillo Ortiz, ahora es profesor de la Santiago de Cali aquí en Palmira fue uno de los buenos, tiene una especialización en España y fue profesor en Estados Unidos”.

Después de este pequeño recreo en nuestra charla, retomamos el tema de las tutorías y los procesos de aprendizaje de épocas pretéritas de nuestro CEAD.

“Yo considero que el tutor de la UNAD, en esa época UNISUR, debía y debe ser la persona más preparada para una universidad: en el campo académico, en el social, en el cultural, en todos los aspectos porque yo no sé con qué conocimiento voy a encontrarme el alumno. Él va a una tutoría virtual o presencial y el tutor debe estar abierto para todo; a veces nos encontrábamos con tutores con conocimientos académicos vacios y eran tutores que no nos iban a servir a nosotros, por ejemplo nosotros llegábamos con un módulo de calculo que el tutor debía conocer muy bien y nosotros sólo para conocer al tutor le preguntábamos:

profe, ese ejemplo 16 como se hace? A lo mejor nosotros no teníamos ninguna idea, pero para conocerlo le pedíamos que cómo se hacía ese ejemplo, en qué consiste; ahí nos dábamos cuenta el tipo de tutor que teníamos.

Nosotros tenemos una anécdota, cuando estábamos estudiando Cálculo, más o menos en tercero o cuarto de la Tecnología, había un profesor que cogió el modulo y nos dijo: muchachos este módulo vamos a verlo de tal parte a tal parte y así sucesivamente, el caso es que en tres clases lo veíamos todo y verdad lo vimos en tres clases pero pasando las hojas, era un tutor que no nos servía, que a lo mejor sabía pero para él. Entonces para la universidad a distancia nosotros necesitábamos un tutor con altos conocimientos técnicos, académicos, culturales y de todo, que nos dieran todos los conocimientos necesarios para poder aprender y luego aprender haciendo que es uno de los términos para el conocimiento técnico.

Para darles mayor claridad sobre este tema, les cuento lo siguiente: Hubo un primer momento que fue el momento introductorio, fue duro, no nos encontrábamos, no habían tutores preparados para esa etapa introductoria como universidad a distancia y a esa edad para uno irse a sentar a escuchar clase era muy aburridor, aunque a veces íbamos para que nos dijeran que nosotros éramos de la universidad, en esa época yo tenía como treinta y cinco años, y teníamos una tienda y nos íbamos para allá y con eso nos pagábamos los estudios. Bueno ese primer momento como decía fue muy duro con sus tres módulos como se los comenté inicialmente con el libro gordo de petete, matemáticas básicas y ciencias integradas, eso lo hacíamos más o menos en los primeros seis meses, luego también fue duro, los módulos no llegaban desde Bogotá sino que estudiábamos en módulos mexicanos que eran también para su medio muy buenos para este medio muy complicados. Después fue progresando paulatinamente la universidad con módulos ya buenos, como por ejemplo este Estudio de la Investigación de Mercados.

Teníamos unos horarios todos los días, después se programaba tutorías para determinados días y después sólo para sábados y domingos; porque inicialmente para que la gente se fuera adaptando a la metodología las clases eran presenciales en el periodo introductorio, por eso se hacían todos los días. Luego eso fue evolucionado hasta lo que tenemos hoy que ya es virtual. Tuvimos tres televisores, hasta televisión en blanco y negro, y se estudiaba mucho con audio conferencia que hacían desde Bogotá.

Esa es la historia, por eso yo le pido a los directivos de la universidad que por favor nombre tutores con sentido de pertenencia para que la universidad crezca, porque como egresado la amo porque fue la que me hizo como profesional y crecí como profesional. Muchas gracias para todos los directivos y tutores de la universidad”.

Con la misma calidez con que fuimos recibidos, nos despidió este hombre sencillo, de alegre y desprevenido dialogo, curtido por los años pero lleno de amor hacia la institución que hoy nos une, la universidad nacional abierta y a distancia, nuestra UNAD.