historia del ver sacrum

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Historia del Traducción P. Alfonso Boess, 1

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movimiento de schoenstatt

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Historia del

Traduccin P. Alfonso Boess,

En sus 50 aos de ordenacin sacerdotal, Mayo 2005

DOCUMENTO DE TRABAJO DE LA JUVENTUD SCHONTATTIANA MASCULINA

Mayo de 1948

Queremos ser una nueva generacin en una tierra lejos de Dios para luchar por los derechos de Dios. Sabemos que l es nuestro sol, sin el cual nos perdemos en la noche y las contiendas.

Queremos ser expiacin de los pecados, a fin de que nuestros hermanos queden limpios de culpa. Hay una ley que dice que los pueblos y pases slo tienen consistencia en la gracia del Seor.

Como semilla consagrada del reino venidero, prometemos valerosos actos de sacrificio. Hundimos en la tierra, a fin de que crezca la alianza con Dios, corazones vivos en su suelo.

INTRODUCCIN

Queridos amigos;

Tienen ustedes en la mano un documento de trabajo de importancia especial. A menudo se pregunta qu es eso del Ver Sacrum. En algunos de ustedes la idea de la Primavera Sagrada est viva. Pero en ninguna parte encuentran ustedes todava un trabajo sobre ella. Este folleto no slo les da una buena informacin sobre el Ver Sacrum, sino que les muestra tambin qu es lo que significa un ideal de comunidad, cmo nace y se torna eficaz.

Antes de que comiencen a leer este folleto, debo aclararles algunas cosas para que lo entiendan bien y no se despisten en sus ideas y en lo que hagan.

1. El Ver Sacrum ha crecido en el mundo espiritual de Schnstatt y no quiere otra cosa, precisamente, que llevarlo a la prctica, pero de un modo especial.

Para la vida de cada ser humano el Dios creador traz un plan especial. Lo denominamos Ideal Personal. Cada cual debe conocerlo y -lo que es ms importante- realizarlo a travs de su vida. Ahora bien, as como cada ser humano en particular tiene que cumplir una misin especial en su vida, segn la voluntad de Dios, tambin a un grupo de personas le es asignada una misin divina. La denominamos Ideal de Comunidad.

Todos los miembros de esa comunidad se disponen ellos mismos y sus esfuerzos a realizar su propio Ideal Personal al servicio del Ideal de Comunidad. As como una pequea piedra de mosaico debe ser lo ms perfecta y armoniosa posible, a fin de que, unida a otras, pueda aportar color y perfeccin a la gran imagen del mosaico, del mismo modo cada persona se encuentra unida a hermanos de la misma ndole en una vocacin y tarea comunes. Si esto gira en torno a un grupo, llamamos a esta misin comn Ideal de Grupo. Si entran en consideracin varios aos, hablamos de un Ideal de Generacin.

2. En los cursos del Movimiento de Schnstatt ya conocemos Ideales de Generacin de esa ndole. La Generacin de fundadores -a la cual pertenecen Jos Engling y los otros congregantes fundadores- cumpli la misin de ser el fundamento de la Obra de Schnstatt. La Generacin del Cenculo se vio acogida y cobijada de manera especial en el Santuario y se reuni alrededor de la Madre de Dios, tal como los Apstoles en preparacin de Pentecosts, para recibir el Espritu Santo por su intercesin y, de las manos de Ella, la misin. Con ese objeto quisieron hacer suya deliberadamente la imagen del Cenculo que usaba Vicente Pallotti y prepararse para la consumacin integral de la Obra de Schnstatt.

La Generacin de las Cruces negras que trajo desde Francia los restos de Max Brunner y Hans Wormer y erigi las tumbas de los hroes quiso asumir en comn la herencia de los Fundadores y plantar en sus vidas las cruces del sacrificio para el capital de gracias en aras del reinado de la Soberana, fieles a las palabras del Seor sobre el grano de semilla que debe morir para que produzca fruto.

3. Para decirlo brevemente: El Ver Sacrum es tambin un Ideal de Generacin como aqul. Sus portadores acogieron la tradicin de sus precursores y se sintieron responsables de garantizar para los 25 aos venideros la permanencia y el florecimiento del reino de Schnstatt. La instigacin para ello la recibieron con motivo de los acontecimientos anteriores a la guerra y de los sucesos de la guerra misma y, no en ltimo trmino, de la dolorosa experiencia de la culpa y penurias que de all se suscitaron para las personas, especialmente tambin los problemas de fe y moral para el pueblo.

Madur poco a poco -cun bien podrn seguir ustedes esto en los prximos captulos!- el anhelo de trabajar en una comunidad especialmente hermosa por la expiacin de los pecados del mundo y fundar de nuevo el reino de la pureza moral. Y ahora, es la Madre y Reina Tres Veces Admirable de Schnstatt quien promueve esta buena disposicin para formar su "cuerpo de voluntarios" y les seala el camino para construir eficazmente una nueva primavera.

Ustedes lo saben por las exposiciones (que se les han hecho); No es un esfuerzo tenso y agarrotado, sino un tantear con soltura, lentamente y con docilidad, para saber adnde conduce la gracia, lo cual lleva hacia un autntico ideal de comunidad.

4. Y ahora ustedes deben leer entre lneas, pues detrs de las grandes y centelleantes frases se oculta, sin decirlo, una dura lucha por el cumplimiento del deber, la educacin del carcter y el empeo apostlico. Lo que ante todo hizo posible probar esto en la situacin extraordinaria de entonces, ms an, confirmar el llamado de la Madre de Dios al Ver Sacrum, fue hacer lo "ordinaria extraordinarie" (la extraordinaria fidelidad en lo pequeo). De qu les habran servido a todos los jvenes magnnimos todas las palabras altisonantes si sus vidas no hubiesen visto da tras da un esfuerzo serio por la realizacin de su ideal!

El ofrecimiento de la vida, el poder en blanco, la entrega total a la MTA son, ante todo, el fruto de aos de desarrollo y del esfuerzo por la santidad propia bajo la direccin sacerdotal. Esto no deben olvidarlo ustedes nunca. No son ustedes, sino la MTA quien debe mostrarles el camino.

5. Los ideales de comunidad se remiten siempre a lo ms prximo del mundo de Schnstatt y quieren traerlo en forma viva y actual a las experiencias y a la vida. Que lo hagan de distintas maneras es algo que corresponde a nuestro carcter de Movimiento. El gran empeo de Steinkaul, Schfer y los dems del Ver Sacrum no es otra cosa sino el propsito de realizar la meta de Schnstatt, la configuracin del mundo en Cristo. Esto lo tenan presente ante sus ojos y se pusieron a disposicin del capital de gracias de manera cabalmente heroica con la vida y la muerte. Por ello lo dieron todo. Qu otra cosa queran, sino tomar muy en serio a Schnstatt? Y por eso vivieron y murieron profundamente arraigados en el misterio de Schnstatt, Queridos amigos! Cuando hayan ledo el folleto, tal vez sientan ustedes el anhelo de hacer lo mismo que ellos. Pero reflexionen as: no se trata de imitar las frases y lo que se dice, sino de esforzarse por tener su espritu. La decisin ante la cual los coloca a ustedes el Ver Sacrum, as como la tradicin de las otras generaciones, es sta: Tomar las cosas en serio y no jugar. Empearlo todo, llegar a ser verdaderos caballeros de la MTA y construir el reino de, Ella en los corazones de ustedes all donde la Reina los ha colocado: en la fbrica, en el comercio, en la parroquia, en la escuela. Lo que ellos llevaron a cabo en tiempos de lucha y en la guerra, ustedes deben cumplirlo en la paz.

Y ustedes no estn solos de ustedes y junto a ustedes marchan hermanos con corazones ardientes y pasos valerosos. Quiera la voluntad de la Madre de Dios y Reina indicar el camino a travs de los conceptos de las Cruces Negras, del Cenculo, del Ver Sacrum o de un Ideal. El pensamiento que a todos nos une, en el cual todos los ideales hallan un lugar, es y sigue siendo nuestra Alianza de Amor con la Madre de Dios, nuestro gran misterio de Schnstatt.

Y ahora, lean ustedes el documento de trabajo.

La generacin del Ver Sacrum encendi la luz perpetua en la Capilla de Gracias. Vengan a coger ustedes el fuego de la lmpara que hay en el Santuario.

P. Klein

VER SACRUM

Hace ya tiempo que estas dos breves palabras no les son extraas a ustedes, los que reciben este documento de trabajo, pues en el documento de trabajo N3 ya se hablaba de algunos hroes del Ver Sacrum, de Heinz Schfer y Julio Steinkaul. En la Semana de Accin de Gracias de 1945 sus nombres fueron mencionados. En la Jornada de Pentecosts de 1946 representaron los fratres del Seminario Mayor de Schnstatt una obra de teatro sacra Ver Sacrum- del Padre Gerhard Hermes. Y quien tena la oportunidad de ayudar Misa en la Capillita poda leer tambin en el brazo de la lmpara con la luz perpetua las palabras Ver Sacrum. Adems, estn todava entre ustedes, la juventud masculina de Schnstatt, algunos para quienes el Ver Sacrum encierra lo ms grande y lo ms hermoso y que plasman sus vidas a partir de lo que envuelve esta denominacin.

No es ya tiempo de que todos se enteren de la importancia del Ver Sacrum? Qu significa? Porque lo que se oculta bajo ella significa mucho para ti, Juventud de Schnstatt!

Que en alemn Ver Sacrum significa Primavera Santa o Primavera Sagrada es algo que seguramente la mayora sabe. Quien comience a meditar puede adivinar ya muchas cosas.

Quien vio la obra de teatro del P. Hermes est enterado del conjunto; conoce y a lo ms profundo que hay en las palabras Primavera Sagrada. Puede ser que algunos de ustedes recuerden los captulos IX y X del Libro 22 de la historia de Roma de Tito Livio, en los cuales l relata que los antiguos romanos, en casos de extrema afliccin y penurias, ofrecan a los dioses un Ver Sacrum.

Del relato de Tito Livio y de la obra de teatro que l P. Hermes escribi en 1935 surgieron aquellos que hoy se denominan Primavera Sagrada. El episodio de la leyenda fue para ellos un llamado y lleg a ser su meta, su camino y su gua hacia ella. En el seno de nuestra familia de Schnstatt vive una comunidad que viene de la Primavera Sagrada, para una Primavera Sagrada. Los jvenes que la Madre de Dios enterr como semilla, durante la Segunda Guerra Mundial, para su reino -como Heinz Schfer y Julio Steinkaul- pertenecieron a ella, fueron portaestandartes del Ver Sacrum. Y lo son hoy tanto ms!

Ahora hablaremos de esta Primavera Sagrada; de cmo naci; de qu es lo que ella quiere; a qu se la enva.

Esta es la historia del Ver Sacrum. As comenz:

UNA TORMENTA

Octubre de 1938, en el Seminario Menor de Schnstatt, los ejercicios espirituales han terminado. Duraron de lunes a jueves. Viernes y sbado fueron das de vacaciones. Ahora aplastamos de nuevo, desde hace algunos das, los bancos del colegio. El 6 curso espera a su profesor de alemn, el P. Poiess. En general esperamos, de manera que tampoco nos llama la atencin su llegada tarda. Generalmente, el rostro del P. Poiess delata que no llega demasiado tarde por negligencia. Siempre se puede leer en sus rasgos una excitacin, una tensin, porque para l no hay un momento en que no est muy atareado. Pero tiene tambin el don de poder dedicarse inmediatamente a una nueva tarea.

Al parecer, hoy no puede hacerlo. Hoy recorre con rpidos y grandes pasos, varias veces seguidas, la sala de clases. Se pasa, agitado, la mano por el cabello; se queda junto a la ventana con las manos entre el cngulo y la sotana, apoyndolas en las caderas y mira con tristeza por sobre los abetos del valle hacia la Casa de la Federacin. Lo conocemos un poco por la experiencia de varios aos y sabemos que muchas cosas pueden haber provocado su agitacin. Callamos tensos. Su mirada pasa sobre nuestras cabezas como un relmpago. En nuestros ojos l seguramente no lee sino un poco de temor y una creciente expectacin por lo que manifiesta su rostro.

Es tan tenso que ya no s qu ms hizo el P. Poiess. Lo veo todava de pie ante nosotros; imponente; su voz de un timbre tan agradable dice que nuestro Seminario Menor debe cerrar sus puertas para la Pascua de Resurreccin de 1939 decretado por el rgimen nazi.No medimos del todo las consecuencias de esta orden del gobierno. Somos demasiado jvenes para ello. Sin embargo, con nuestra sana sagacidad comprendemos que ha sucedido algo que trastorna las cosas y que va a incidir precisamente en nuestras vidas. Comprendemos que se trata aqu de nosotros, los que estamos en el epicentro, nosotros, muchachos de 16 o 17 aos. Y, adems, sospechamos que para nosotros y el Seminario Menor se trata de algo ms importante: de nuestra Sociedad del Apostolado Catlico, del Movimiento Apostlico, de nuestra Iglesia en Alemania. S, eso lo adivinamos en ese momento, oscuramente, y sin embargo, con certeza.

Ay, deberamos tener clases de alemn! Se nos aprieta la garganta; clases de alemn! Cmo queremos nuestro idioma alemn! Pero entonces sentimos en el pecho un dolor como causado por una estocada: los representantes de Alemania -que deberan ser sus mejores hijos- nos expulsan de Schnstatt y realizan lo que hablan previsto: ciegan las fuentes de lo verdaderamente alemn; sofocan la vida autnticamente alemana. Van a arruinar el alma del pueblo alemn y si no se obra contra ellos a tiempo la envenenarn hasta matarla.

Esperbamos desde haca tiempo con secreta angustia la disolucin del Seminario Menor. No nos encuentra desprevenidos y, sin embargo, nos conmueve como un trueno repentino. El P. Poiess se ha ido. Despus del recreo aparece nuestro buen profesor Meier, que estaba slo desde septiembre con nosotros y, sin embargo, era amigo de todos. Deja caer los libros con desgano sobre el pupitre. Est ante nosotros con una sonrisa ausente.

No!, dice con su modo indolente; "no, no es una broma".

Ya sabemos qu es lo que lo hace hablar as. Le hemos prometido al P. Poiess quedarnos callados; tampoco nuestras caras deben revelar que sabemos algo. Ver tan conmocionado a un profesor laico por la noticia del cierre de nuestro colegio nos impresiona especialmente.

"Pero, seor profesor, Qu anda mal entonces?". dicen algunos, tratando de bromear y queriendo sonsacar de la manera acostumbrada el secreto que no es tal para nosotros. Pero ya no estbamos para bromas. Dado que el profesor nota nuestro elocuente silencio, pens que podamos estar informados y nos pregunta. Confesamos. Nos compromete y nos comprometemos a guardar silencio.

A la hora de almuerzo, el Padre prefecto anuncia la noticia. Todos quedamos cabizbajos; la comida no tiene gusto a nada. Schnstatt es para nosotros algo ms que escuela y comida. Schnstatt es nuestro hogar. Y tenemos que irnos de all.LA HERENCIA NOS OBLIGA

Quin podra reprocharnos que nos hayamos quedado algunos das cabizbajos? No podramos haber recibido un golpe ms fuerte.

Poco a poco comenzamos a ver cada vez ms la voluntad de Dios y de la Virgen Mara en el acto arbitrario del gobierno. El dedo de la Madre de Dios pareca sealarnos una meta; su mano --as nos pareci pronto-- quera conducirnos hacia una gran tarea. Cuanto ms claramente lo percibimos as y cuanto ms cremos en este ideal misterioso, que se manifestaba a travs de las nuevas circunstancias, tanto ms desapareca el dolor de tener que dispersarnos, separndonos de la cercana del Santuario y de los seres queridos. Comenzamos a alegrarnos en lo ms ntimo de nuestro ser. Surgi en nosotros un nimo de tranquilidad y una santa y firme decisin: Dios lo quiere!

La virgen Mara quera que esa juventud que viva en Schnstatt al comenzar los segundos 25 aos del Movimiento saliera al mundo, como la primera juventud, la que haba fundado Schnstatt. La Madre de Dios quera que fuesen semejantes a Jos Engling, Hans Wormer y Max Brunner.

Cuando comprendimos que sta era nuestra tarea, comprendimos mucho mejor que hasta ahora el pasado de nuestra generacin. A menudo se nos haba denominado la generacin del jubileo.

Habamos estado all cuando en 1934 fueron sepultados detrs del Santuario los huesos de Max Brunner y Hans Wormer; habamos puesto en sus fretros documentos en los cuales constaba una promesa de fidelidad.

Palabras del Padre Jos Kentenich al final de la jornada de Verano de 1936 (27 de julio 1936)

Elegidos y enviados

Juan 15, 16: Uds no me escogieron a m, sino que yo lo he escogido a Uds y les he encargado que vayan y den fruto y que eso fruto permanezca

Dios y nuestra Mater nos llamaron a una gran tarea , a una obra divina.

No la eleg yo, Dios por la Mater me ha elegido para ser instrumento en las manos de la MTA. Por eso:

Alegres y seguros de la misin.

Alegres y seguros de la victoria: Dios est detrs.

Por eso decimos: He aqu, Madre envame!

Envame a una triple tarea:

1. como heredero de una gran pasado

2. como portados de una gran tarea del presente

3. como constructor de un gran futuro

Herederos: de una generacin de hroes que eran capaces de entregar SU VIDA para una obra importante: Jos Engling los dos de abajo: Hans Wormer y Max Brunner, que han estado aqu donde estamos nosotros ahora.

Hoy nos incorpora la Mater en la Alianza que ellos sellaron con su vida y muerte.

Y nos enva para construir el futuro .

Somos parte de la cadena que entrega lo que ha recibido de la Primera Generacin a las futuras generaciones. Por eso:

Todo para Schnstatt!

Schnstatt todo para la iglesia!

Toda la Iglesia para Dios!

Con la ayuda de nuestra Madre y Reina debe hacerse realidad: que Cristo es y ser el seor de los tiempos nuevos.

(hasta aqu las palabras del Padre Kentenich)

Hbamos estado all cuando en 1937, en el lugar donde muri Jos Engling fue erigida una cruz. Tambin se enterr en su base un pergamino. Las palabras del juramento en este testimonio decan as:

"Guardamos fielmente tu espritu. Llevamos en nosotros la herencia de tu misin. Como t, que perteneciste enteramente a la Seora de Schnstatt, construiremos con nuestras vidas el reino de la Soberana."

El 8 de diciembre de ese mismo ao celebramos el jubileo de plata de nuestro colegio e internado, que es la cuna del Movimiento. Ese da, el sacerdote que pronunci el sermn nos dijo;

La herencia obliga!''

Durante muchos aos nos habamos alimentado en Schnstatt de los ideales de los congregantes hroes. Nosotros habamos bebido en la misma fuente que brot de su entrega. Custodibamos su bandera y ante ella haban hecho su promesa de fidelidad la comunidad y cada uno de sus miembros.

De all que viramos el pasado de nuestra generacin bajo una nueva luz. Nosotros tambin podamos decir con razn: A quien conozca el pasado ... no le ser muy difcil creer que la Divina Providencia tiene la intencin de realizar algo especial con ella (Acta de Fundacin). Esta fe arda en nosotros!

Y con esta fe quisimos profesar una vez ms nuestra entrega a la tarea y la herencia de los congregantes hroes. Antes de abandonar Schnstatt ( 31 de octubre de 1938) pusimos en la gran piedra que hay junto a la tumba de los hroes una placa con los nombres de los cados pertenecientes a la primera generacin fundadora. Bajo los nombres hicimos grabar estas palabras:

Custodiamos (guardamos) vuestra herencia. 31.10.1938

EN MEDIO DE UN TRANCE SIN SALIDA

La tarea que nos haba encomendado la Madre de Dios fue llevada a cabo alegremente por muchos.

Heinz Schfer, que haba comprendido ya en Schnstatt la tarea como ningn otro, escribi el 23 de junio de 1939 en su libreta de notas:

"...Nosotros, la juventud de Schnstatt, hemos recibido de la Madre de Dios la tarea de poner los fundamentos del reino de la juventud Schnstattiana para el tiempo venidero. Es esto, verdaderamente, nuestra meta ms importante ante la cual todo lo dems -tambin los intereses personales- debe pasar a un segundo plano como carente de importancia? ... Para Heinz Schfer esto era evidente. Por eso contina as "...Por lo tanto, ofrecer cada hora, cada sacrificio, cada oracin, cada santa comunin slo para esta meta... Somos meros instrumentos..."

Sin embargo, este testimonio de un empeo radical en aras de la meta jurada se da casi aislado. En trminos generales -hemos de confesarlo- la comunidad no mantuvo lo que prometi.

Los grupos y secciones no realizaron ningn trabajo fructfero, porque falt unin, porque una gran parte de nosotros era floja para escribir o enteramente falta de inters. Peor todava que la falta de unin fue que muchos no percibieron esta carencia en forma viva. Muchos ni siquiera percibieron que en los primeros meses de la disolucin el ideal ya no reinaba en sus corazones.

Un diario de vida

(Heinz Schfer)

"5 de agosto de 1939."

"La juventud de lo que fue el Seminario Menor vino a una jornada. Estoy sorprendido de que hayan venido tantos. Fue una alegre bienvenida la que nos dieron aqu en la vieja Casa de Ehrenbreitstein donde haban estudiado las generaciones antiguas y tambin el Padre Kentenich, cerca de Schnstatt en la cual debimos pernoctar, porque en Schnstatt no hay espacio para nosotros. Los nazis se haban instalado all. Estoy contento de ver de nuevo las caras queridas. Y as pareca que lo fue para todos. Mientras escribo esto, nadie se ha retirado a dormir, a pesar de que ya son mas de las 11 de la noche. Todos. intercambian experiencias. Yo tambin lo he hecho bastante. Ahora, sin embargo, quiero echarme a dormir a fin de estar fresco para las plticas y los debates, Muchas cosas estn en juego en estos das. Buenas noches a todos mis hermanos! Maana, Misa en la Capillita."

"6 de agosto de 1939."

"El primer da de la jornada ya pas. Muchas cosas me impulsan a tomar notas, ante todo, las plticas. Pero creo que se nos entregarn despus los textos de las plticas. Nos reunimos en el subterrneo del Wasserburg. All tuvimos que quedarnos escondidos durante todo el da, porque arriba, en el Seminario Menor, se haba instalado otra juventud: los nazis. Cuando sub al Hhnerberg, vi que la imagen de la Madre de Dios sobre nuestro portn est tapada con la bandera de la cruz gamada. Desde all se nos observar. Tampoco en Ehrenbreitstein se pudo disimular que all pernoctaron unos cien muchachos."

"Qu es lo que ms me impresion?"

"El P. Franz Bezler, introdujo en su pltica de introduccin un breve relato. Me parece que era muy decidor. Por eso me lo grab: En una tarde soleada sali a pasear un anciano. Ya circunspecto, con la cabeza cubierta de escasos cabellos blancos e inclinada hacia adelante, Un nio de algunos aos aparece en el mismo camino. Junto al anciano, que justamente se detiene un poco, se queda parado y contempla asombrado el rostro lleno de arrugas. Qu edad tienes, abuelo?, pregunta el pequeo. Ochenta y dos, mi nio, respondi el abuelo. Puede comprender eso el mocosito? Ochenta y dos aos? Despus de un silencio por el asombro, el nio le pregunta Abuelo, no temes tener que morir?

"Este fue el ejemplo del P. Bezler y agreg: No le sucede lo mismo a nuestra Iglesia? Tiene dos mil aos. Entonces aparece nuestra poca, se pone delante y le dice: No temes tener que morir? La poca no se siente satisfecha con esta pregunta.

Amenaza: Dice: Vas a morir. Ya no te podemos emplear. En nuestros das vas a hundirte, porque te vamos a matar; No experimentamos este lento asesinato de nuestra Iglesia? En la opinin pblica? En el corazn de los hombres?..."

"S, nuestra Iglesia es vieja. Y nosotros queremos pertenecer a ella. Si ella muere, no debemos morir tambin nosotros?"

"7 de agosto de 1939."

No s lo que debo escribir hoy."

"Estoy cansado, destrozado."

"Debo informar sobre las plticas? Apenas puedo acordarme de las palabras del P. Bezler Problemas, afliccin y necesidades en la Iglesia, en Alemania, en Schnstatt: En nosotros mismos! "

Esto es lo que me ha cansado tanto hoy da. Ha terminado el segundo da de la jornada. Slo el da de maana estaremos todava reunidos. Pasado maana nos separaremos de nuevo. Qu significa entonces para nosotros la jornada? Nos ha servido para algo?

No puedo resistir la impresin de que hasta ahora la jornada es un fiasco. No es sino una celebracin del hecho de volver a encontrarnos. No se va ms all del intercambio de experiencias privadas. Algunos parecen haber venido slo para encontrarse con un amigo."

"Somos viejos: Nosotros, tipos jvenes, ya estamos seniles. A nosotros, el pequeo nio puede hacernos esa pregunta: No temes tener que morir?''

"Si nos hundimos, nosotros mismos seremos los culpables

Los que miraron y construyeron cosas grandes descansan en los atades,

nosotros, sobre sus tumbas nos arrastramos como una generacin de enanos..."

"8 de agosto. Por la maana."

"... Por los puros que se ofrecen como sacrificio Dios salvar a todo un pueblo. Esta frase en boca del P. Bezler, me da valor."

"Los puros: Los que verdaderamente son puros. Los que conservan limpia su juventud. Dnde estn? Cuntos lo son? Basndose en el libro de Ferdinand Hoffmann Corrupcin moral y disminucin de los nacimientos, el P. Bezler describi la situacin. Ya la conocemos parcialmente."

"Los puros: Son los que se dan por entero, sin reservas; los que toman las cosas en serio. Los que toman en serio las palabras de Cristo. Los que toman en serio los mandamientos de la Iglesia. Los que toman en serio la misin de la Madre de Dios para nuestra comunidad. Dnde estn esos puros en nuestras filas?"

"Es difcil ser puro as, colocarse limpiamente y sin reservas y enteramente del lado de Dios. Sin embargo, qu sucede si de entre la masa del pueblo cargado de culpas nadie se coloca del lado de Dios? No tendr que perecer nuestro pueblo sumido en los pecados?"

"En medio de la desesperanza que me afecta desde ayer, estas palabras me inspiran una nueva y firme confianza. Pienso tambin en un prrafo de la novela La ltima en el cadalso de Gertrud von Le Fort: "Francia no ser salvada por el celo de sus polticos, sino por el ardor de sus almas que se ofrendan como sacrificio... "

"8 de agosto de 1939. Por la noche."

"Carlos habl conmigo."

"Yo no soy, por lo tanto, el nico afectado por una preocupacin ante el futuro de nuestra comunidad. Carlos tiene una idea grandiosa: cumplir con unos pocos esa frase sobre los puros. Tiene razn, Ya no se puede atrapar a la masa de los que participaron en la jornada. Por eso deben juntarse los radicales. Estoy de acuerdo. Ms que eso: estoy enteramente dispuesto. Ardo por eso!"

"9 de agosto de 1939."

"Ha terminado la jornada."

"Estoy lleno de jbilo. Si bien los dos primeros das me desilusionaron fuertemente, lo que sucedi ayer lo contrapesa todo. No logro desprenderme de esa frase: Por amor a los puros...! Esto nos aguijonea. Esto hace fcil sobrellevar esta soledad a menudo desesperante. Cada sacrificio que yo ofrezco no es en vano. Dado que yo soy puro y pertenezco enteramente a Dios, El es mi aliado. Si El est conmigo, quin est entonces contra m?"

"Hermanos mos., ustedes que sienten igual que yo, comencemos alegremente: No nos equivoquemos a causa de los muchos cobardes y dbiles que hay all afuera en torno a nosotros. Tampoco a causa de los pusilnimes que hay entre nosotros. A pesar de todo, construiremos el reino!"

9 de agosto de 1939

Como a menudo ocurra, el P. Kentenich dio la conferencia final a los Jvenes. Algunas de sus palabras penetraron profundamente en el alma de los jvenes que lo escucharon. El dijo: "... Somos carne de la carne y sangre de la sangre de la primera generacin. Nuestros ideales son los mismos. Cuando el Colegio y el Internado fueron ocupados, las Hermanas, durante la noche, se colocaron en, torno al Santuario; se tomaron de las manos para, expresar as que estaban dispuestas a protegerlo con sus propios cuerpos. Quieren ustedes ser menos?; No quieren ustedes ser defensores y protectores del Santuario?...".

La jornada termin. Se haba decidido realmente ese gran grupo de jvenes? Sabemos que quienes de entre ellos pensaban y sentan las cosas ms profundamente estaban interiormente insatisfechos. Se reunieron una vez ms entre ellos. Para no llamar la atencin de los nazis, se metieron en el granero de la antigua casa del lado de la torre con el P. Bezler en medio de ellos (9. 8. 1939). Eran ocho, entre ellos Enrique Schfer, como el verdadero "motor". Decidieron comprometerse en forma total y radical con la MTA, para ser "pars motrix" del reino de la juventud. Procuraron expresar estas ideas en una oracin de consagracin que cada uno rez en el Santuario ante la Santsima Virgen, como complemento de esta conjuracin en el granero.

Mientras los jvenes, sentados en pisos polvorientos y escondidos entre los trastos del granero, se saban unidos en sus ms profundas aspiraciones, comenz a sonar para toda su generacin una hora decisiva y llena de significacin. A partir de la ofrenda hecha en ese momento, deba surgir una Primavera Sagrada. Era el 9 de agosto de 1939.

Los ocho participantes recordaron despus, frecuentemente, este momento e hicieron de l la hora estelar de sus vidas. Enrique Schfer ofreci su vida a la MTA en el momento silencioso de su consagracin en el Santuario. El da 7 de septiembre de 1939 Enrique escribi en su diario de vida su oracin de consagracin del 9 de agosto de 1939, el da de la conjuracin del granero. Dice as:Mi oracin de consagracin: Querida Tres Veces Admirable: hme aqu postrado a tus pies. Te raigo todos mis fracasos, todo lo que me causa alegra. Tmame en tus manos y transfrmame. Quiero dar frutos para Schnstatt. Quiero ser luz y conducir a mis compaeros hacia Ti. El grano de semilla debe morir en la tierra; el cirio debe arder y consumirse para que d luz.

Acptame totalmente. Acepta mi lucha y mis anhelos por las cosas grandes; acepta mis desvelos por tu causa; acepta mi amor por ti. Querida Madre, acepta mi vida para nuestro reino de la juventud; permite que muera por Schnstatt. Cada vez que respiro, cada vez que late mi corazn, cada momento de mi vida debe ser para decirte: Madre, te doy mi amor. Tu causa es mi vida. Acptame. Amn

Como recuerdo de esta consagracin recibi cada uno una pequea cruz de madera con la inscripcin 9.8.1939

Comienza la guerra!

Los das de retiro en agosto trajeron consigo el cambio hacia el radicalismo, el herosmo en el Ideal de Comunidad. Heinz Schfer consagr en aquellos das su vida a la Madre Tres Veces Admirable en aras de nuestra obra:

"No quiero poseer nada ms que el amor ardiente a Ti y a aquellos que T me has confiado."

Hoy sabemos que no fue el nico que as rezaba entonces. No haba tiempo que perder. La guerra, que estall el 1 de septiembre, repercuti en nuestras filas. No poda la Madre de Dios mostrarnos ms claramente que nosotros habramos de ser la generacin del jubileo. El 18 de octubre de 1939, el Padre Kentenich pronunci la pltica Palabras para est hora. Para que se cumpliera el Acta de Fundacin de 1914, hombres jvenes haban ofrecido sus vidas. La semilla haba brotado. Para que se cumpliera la Segunda Acta de fundacin estaban prontos, nuevamente, a dar su vida hombres jvenes. Con toda la Familia de Schnstatt, muchos de entre nosotros dieron el Poder en Blanco. El espritu que nos animaba en las primeras semanas de la guerra encontr una expresin inequvoca en la carta circular del 25 de octubre de 1939:

"... 1.- A la Madre de Dios le pertenecen sin reservas nuestras vidas, de Ella todo lo esperamos.

2.- Tal como sucedi con los Congregantes Hroes, el amor a Mara debe configurar y plasmar nuestras vidas.,

3.- Querernos ser una generacin fundadora, constructora del prximo cuarto de siglo; constructores y, si ha de ser as, querindolo Mara, tambin piedras labradas, granos de semilla."

AL ENCUNTRO DE LA META

Ahora estbamos en camino. Hasta ahora todo haba sido una preparacin. Sentamos que faltaba todava lo ms importante. Aqu y all, en nuestra destruida comunidad, comenzaban a percibirse algunas fuerzas, pero todava nuestras filas no reciban un impulso de ninguna parte. Acaso era posible que ese impulso partiera de nosotros mismos? Nos rodeaban por todos lados peligros y calamidades inmensas. Ante nosotros se amontonaban las culpas, unas sobre otras. Experimentbamos el poder siempre creciente del mal; su fra mirada entumeca nuestras fuerzas naturales. Nos habamos entregado a la Madre de Dios, no porque hubisemos credo que nuestra entrega total era capaz de apartar esos peligros y calamidades, o de expiar las culpas, sino porque habamos llegado a ver con claridad que nuestras fuerzas humanas por s solas no eran capaces de hacerlo y haba que encomendarse al cielo.

Esperaban Dios y la Virgen Mara que nosotros, por nuestra parte, diramos ese paso? Por cierto que no querran entregar una gran misin a quienes se dieran slo con un corazn puesto a medias en ella.

Durante el Adviento de 1939 estbamos verdaderamente en tiempo de Adviento. Las dificultades de nuestra comunidad se haban agudizado a causa de la guerra. Tambin se haba hecho ms fuerte el deseo de huir de ellas. Algunos de nosotros, que despus de un corto perodo de servicio militar fuimos licenciados de nuevo, y otros que vivan en las cercanas de Coblenza, nos encontramos el 4 y 5 de noviembre de 1939 en Ehrenbreitstein (antigua casa del internado de los Pallottinos) Los soldados licenciados tuvieron la alegra de poder vestir en lugar del uniforme gris el hbito negro. Su toma de hbito fue fijada para el 16 de noviembre en Olpe (noviciado pallottino). De ese modo, la comunidad se separ: por una parte, un curso (licenciado del Ejrcito sin que sus integrantes supieran el por qu de ello) que pudo vivir nuevamente en una de las casas pallottinas; y por otra, los dispersados. Antes de que aquellos comenzaran su noviciado en Sauerland, se quiso tener nuevamente una reunin de todos para tratar sobre el trabajo futuro.

Sobre esta reunin en Ehrenbreitstein se envi inmediatamente una circular a todos los jefes responsables que estaban dispersos. Informaba lo siguiente:

"10-XI-1939. El 5 del XI nos reunimos un pequeo grupo. Dimos una ojeada retrospectiva y miramos tambin hacia el futuro... No tenemos ningn motivo para perder el nimo... La Madre de Dios nos ha llamado y nos conduce hacia la victoria. Sin embargo, es verdad que sin nosotros nuestra tarea no puede cumplirse.

Con este espritu de seria responsabilidad, de plena confianza en la victoria, abordamos el programa para el futuro. El resultado... nuestra misin: Estamos convencidos de que nuestra Madre Tres Veces Admirable de Schnstatt en este momento nos cumple un deseo largamente anhelado, Ella dio a nuestra generacin una tarea propia... Esta tarea es que nosotros debemos ser -lejos de nuestro lugar santo, en medio de la tormenta de la vida actual-fundadores y fundamentos de una primavera para la juventud. No un Schnstatt moribundo, sino un grano de semilla del cual brota vida nueva. No una ltima generacin, sino la Primavera Sagrada de una nueva y santa juventud Schnstattiana de sacerdotes. No una llama que se extingue, sino luz, fuego de altas llamaradas que encienden a otros."

Entonces se us por primera vez la expresin Primavera Sagrada, Ver Sacrum. No hubo nadie entonces en Ehrenbreitstein que no estuviese entusiasmado. Ver Sacrum! Quin dio primero con la expresin? Estaba de sbito en medio de todos. nosotros. Cada cual se sinti llamado. Todos la escucharon con alegra. Nadie dud que a travs de ella se expresaban la voluntad de Dios y de la Virgen Mara. Por cierto que no veamos claramente hasta el ltimo detalle del cuadro. Pero Ver Sacrum significaba que haba una gran claridad ante nosotros, como una estrella en la noche oscura, un fuego que arda sobre un futuro lleno de peligros. Y el fuego iluminaba; cuando hasta el da se presentaba lleno de incertidumbre ante nosotros, el fuego nos atraa y nos llamaba. Sala de l un ardor que se reflejaba en nuestros rostros. Nos agrupamos alrededor de la llama de este fuego, aun cuando alumbraba all a lo lejos, y experimentamos claramente que su poder nos soldaba a todos, unos con otros, en una comunidad inextinguible. Todo lo que habamos experimentado desde los primeros das de nuestra generacin -la repatriacin de los congregantes hroes, el juramento ante la tumba de Jos Engling, el tener que abandonar el colegio e internado, el profundo extravo de nuestro pueblo- todo eso nos lo daba una vez ms la Madre de Dios en esta imagen. Nos obsequi al mismo tiempo con esto la gran tarea para el futuro. VER SACRUM

El P. Gerhard Hermes escribi la obra teatral sobre la Primavera Sagrada para la celebracin de los cien aos de la Sociedad del Apostolado catlico el ario 1935. Con motivo de este jubileo fue dada por primera vez en la Casa madre de la provincia pallottina del norte de Alemania, en Limburgo. La obra se desarrolla en tres episodios

I

El lugar donde se desarrolla el primer episodio es el palacio de un rey. Es el rey de un pueblo que otrora habla sido muy rico y feliz, pero que ahora padeca extremas aflicciones y desdichas. El rey haba convocado a sus consejeros para que le dieran sugerencias sobre la manera de superarlas. En el pueblo reinaban las desgracias: sufrimientos corporales, hambre, enfermedades. Eran miserias que destruan el alma y el espritu del pueblo. Sin embargo, los consejeros no saben darle ninguna idea. Los tres primeros de ellos resumen su opinin con estas palabras:

Slo una ley es necesaria y conveniente para este tiempo y este pueblo: que el condenado conserve el decoro y la dignidad cuando lo llevan al cadalso.

Contra tanta resignacin se alza el consejero ms joven: aconseja el ltigo. Alaba la voluntad firme y las frreas leyes del Estado como la salvacin para las enfermedades del cuerpo y la desmoralizacin del corazn. "La culpa y la maldicin son fantasmas", exclama con vehemencia. hay que arremeter contra la desgracia con toda fuerza y con la ciencia y el poder humanos.

En medio del crculo de los consejeros aparece el mdico del rey y sus palabras anuncian una nueva noticia infausta: ha estallado la peste. Todo el pueblo ya lo sabe. Una multitud enfurecida se rene ante el palacio real y exige que se presente el soberano y ponga remedio a lo que sucede. El rey confiesa que l no conoce ninguna manera de hacerlo y ni siquiera puede dirigir una palabra tranquilizadora a su pueblo.

Hasta el momento de producirse esta situacin de desconcierto, el consejero de ms edad, un anciano ciego, ha guardado silencio. Se adelanta hacia el rey y le revela, con la sabidura de los ancianos, que la fuente de las desgracias est en los pecados que ha cometido el pueblo. Los antiguos, le dice, consagraban en tiempos de tales desgracias una Primavera Sagrada -las creaturas nacidas en un ao- para expiacin de los pecados y asegurar la perpetuacin del pueblo. Esas palabras del anciano caen como peascos:

Yo s que sobre esta tierra hay dos cosas que perduran:una culpa y su expiacin, la cual trae consigo la gracia; una culpa sin expiacin que acarrea un juicio."

Los dems consejeros mueven la cabeza dubitativos. Consideran que la conversacin es necia. El ms joven protesta apasionadamente. De sbito aparece en medio de quienes estn reunidos el profeta del Seor. Entre truenos y relmpagos anuncia la justicia de Dios. El rey, estremecido, se desploma; pide sacos y cenizas y promete una Primavera Sagrada.

II

El segundo episodio nos conduce a una sierra escarpada. El grupo que forma la Primavera Sagrada llega a una explanada rocosa. Pocos son los que han perseverado. Haban partido entre clamores de jbilo y ondear de banderas. Sin embargo, a medida que la tierra se iba tornando ms spera e inhspita, eran ms los que se quedaban atrs y aqu a la sierra slo llegan unos pocos. Desde esta planicie rocosa ya no parece que se pueda seguir por el sendero. Hacia donde miran los jvenes se abren abismos y se yerguen rocas desnudas y hielo. Ya no les queda mucho pan y han pasado hambre durante das. No es de maravillarse que en medio de este grupo se rebelen descontentos contra el jefe y encuentren seguidores. A duras penas un amigo del jefe puede inducir a los insurrectos a perseverar una noche ms.

Durante la noche crecen los peligros que acechan en las alturas a la juventud consagrada. Un duende que encarna el espritu terreno emplea todos los medios que estn en su poder para apartar del camino de la fidelidad al joven jefe y sus seguidores. Hace que d una mirada hacia el futuro. All slo lo esperan el espanto y, al final, una muerte que le sonre en forma sarcstica. Le cuenta despus que entre los hombres, a pesar del sacrificio de los consagrados, el odio ha derrotado al amor. A pesar de todo, ha estallado la guerra. Finalmente, promete al joven jefe las riquezas terrenales si abandona su misin. Pero el no se deja perturbar. Entonces el duende se dirige a los dems. Convierte ante sus ojos las piedras en pan y hace surgir un paisaje encantado. Los descontentos avanzan hacia l. En este trance extremo Dios interviene por medio de sus mensajeros. El ngel de Dios les anuncia que su ofrenda ha sido aceptada y dado frutos; los salva de las amenazas del enemigo y los conduce a la Primavera prometida...

III

La guerra haca estragos entre los hombres. Todos los pueblos eran arrastrados por su torbellino. Uno de los consejeros del rey, que vimos en el primer episodio, ahora huye en el tercero con su hijo a la selva virgen. Aqu creen poder enterrar en paz al ltimo miembro de su estirpe. El joven difunto perteneca a la Primavera Sagrada, pero su padre lo haba retenido para que no emprendiese la marcha. Antes de morir haba abierto una vez ms los ojos y murmurado: "Veo la Primavera Sagrada".

La guerra irrumpe an en la espesura de la selva. El joven consejero llega presuroso con la espada empapada en sangre donde estn los que han huido. Relata que tambin los pueblos del oriente toman parte en la gran carnicera. Los ejrcitos enemigos marchan justamente sobre esta selva virgen. Ya retumba por todos lados el vocero de las masas. Repentinamente una luz delicada y atrayente alumbra en la oscuridad. Resuena un cntico: Lumen Christi. El bosque se abre hacia un camino. Los que haban sido consagrados y de los cuales nada se haba sabido durante aos avanzan por l. Traen a la cabeza la imagen de la Virgen con el nio. En ellos ha depuntado la primavera y en seal de que ha llegado realmente el joven despierta a la vida al camarada que haba muerto. Se levanta de la sepultura y saluda al Nio y a su Madre. Entonces se dirige a los dems y dice:

Venid: prosigamos la marcha y elevemos esta imagen por toda la tierra; llevemos esta gran seal entre los que estn sumidos en disputas, entre los desesperados y moribundos para que los muertos resuciten, para que surja el hombre nuevo y todos experimenten y anuncien la santa primavera del Seor.

IRRUPCIN DE LA PRIMAVERA SAGRADA

Despus de la Misa de la aurora del segundo da de la fiesta de Navidad en 1939, los campesinos de mi lugar levantaron asombrados la vista desde su libro de cnticos. No estaban acostumbrados a verme abandonar la iglesia poco despus de recibir la comunin. Mientras descenda por las gradas del prtico de la iglesia y todas las miradas se dirigan sobre mi, pens para mis adentros: "Si pudiera contarles! Si supieran lo que tengo que hacer!"

En el camino hacia la estacin, que estaba a media hora de nuestro pueblo, les dirig desde mi corazn a los abetos cargados de nieve las mismas palabras, Despus de algunos minutos en el tren pens: "Si ustedes, las personas que viajan conmigo a la ciudad junto al ro y, ms all, hacia el mundo; si ustedes supieran a dnde viajo"

Algunos soldados se suban en las estaciones. "Soldados, soldados, ustedes estn dispuestos a librar las batallas de una guerra llena de odio. Aqu se sienta un hombre joven que est orgulloso de pertenecer a otro ejrcito. Por cierto que aqu, en este mundo desgarrado por el odio, en nuestra patria, somos muchsimos menos que la masa de ustedes, los de uniforme gris. S, all adonde voy somos slo un puado. Pero, soldados, nosotros no tenemos temor por ese motivo de jurar nuestra bandera y prestar el juramento de fidelidad a nuestro ms alto capitn; es Cristo!

All abajo, en la ciudad junto al Rhin, trasbord al tren rpido, que estaba detenido. A medida que pasaba como un trueno por pueblos y ciudades que recin despertaban, mirando a los que viajaban conmigo, mirando a los que esperaban en las estaciones, mirando el paisaje invernal que se desplegaba con toda sencillez en esta maana de Navidad, pensaba as:

"...S, bien lo s, tengo slo 17 aos. Y los que ahora, igual que yo, acuden a las colinas del Sauerland a donde voy, en trenes rpidos, desde todas las regiones de Alemania para reunirnos con motivo del cambio de ao, son slo poco mayores y algunos hasta menores que yo. Pero esto no nos hace desistir. No por eso deben tomarse menos en serio las cosas que hemos emprendido hasta ahora y pensamos hacer todava. Si, informados de estas cosas, ustedes quisieran rerse de nosotros, eso tampoco nos detendra. Sepan ustedes que no nos dejamos descarriar de nuestra fe en que desde lo pequeo que iniciamos va a crecer alguna vez algo muy importante. Se cumplir aquello de que por amor a los puros que se ofrecen como sacrificio Dios salva a todo un pueblo. De nuestro sacrificio va a vivir un siglo..."

El tren se detiene en Colonia. Yo quiero a Colonia, porque es la metrpoli junto al Rhin y porque para m, desde la juventud, es smbolo y sede del espritu autnticamente renano. Sabamos que los nazis trataban de desalojar este espritu del corazn del pueblo, el espritu que haba construido la catedral de Colonia, el de San Gereon, el de San Martn Minorita y el Mayor. Justamente por eso nos preparbamos. Por eso queramos reunirnos y trazar el plan de nuestro proyecto, el Ver Sacrum,

Ver Sacrum fueron las palabras grandiosas que, desde haca seis semanas, mantenan vivas nuestras filas. Yo meditaba la leyenda mientras el tren corra por sobre los puentes del Rhin y despus, resoplando, suba hacia las colinas. Ya anocheca. Esto me gust. Como tena un asiento junto a la ventana, pude leer la circular que haba repartido nuestra central en preparacin para estos das. Observaba, adems, una y otra vez a las personas, en las que no se notaba que nuestro pas estaba en guerra. Riendo, se suban y bajaban del tren, alegres deportistas de invierno, con los esques y bastones en las manos.

Nada hizo ms impresin en mi alma que el comportamiento de la gente. Tambin dejaba deslizar a ratos mi mirada sobre las colinas nevadas. Altos sentimientos y lo que miraba hicieron brotar en mi corazn una oracin por la gente y el pas.

El tren pasaba una parada tras otra. Finalmente lleg a la estacin de la pequea ciudad en la cual haba que bajarse, Olpe. La nieve caa en copos gruesos y blandos. Afuera, delante de la reja, con el cuello del abrigo subido, casi irreconocible estaba el P, Bezler, director espiritual de nuestra comunidad de jvenes. Me salud con una sonrisa que revelaba el trato familiar entre nosotros. Juntos, caminamos a zancadas por las calles que, a pesar del oscurecimiento, brillaban aqu y all como en la noche de Navidad. Cuando hubimos dejado atrs las casas, comenzamos a hablar de las cosas que deban realizarse en los prximos das.

El P. Bezler me dijo que "Heinz" Schfer propone que el smbolo de nuestra meta de la Primavera Sagrada deba ser el fuego. T puedes imaginarte por qu". El me lo explic mientras caminbamos lentamente a travs de la noche invernal y azul. Finalmente, subimos la colina en cuya altura estaba la casa en la que queramos reunirnos. Cuando llegamos, ya quemaba el fuego en mi corazn. Arda como una llama quieta y constante. La llama se empinaba hasta el cielo, desde donde Cristo, el rey, la haba trado. Va a encenderse en otros corazones! Encender de nuevo, en el futuro, a nuestro pueblo y a todo el mundo para Cristo!

Comenz la jornada. Contamos con menos participantes que en agosto. Cunta cohesin reinaba, sin embargo, aqu entre esos pocos: El fruto y punto culminante del trabajo recay sobre nosotros en el ltimo da, en esa conferencia que nosotros caracterizamos como el Acta de Fundacin de la Primavera Sagrada. Damos a esa conferencia y a ese da en que fue pronunciada el ttulo de Irrupcin de la Primavera Sagrada Era el 3 de enero de 1940.

Conferencia del P. Bezler,

3 de enero de 1940

"Hemos dicho en estos das que el ao de 1940 es el ao de la decisin, el ao de la Primavera Sagrada. Deberamos denominar este momento, en que ponemos trmino a nuestros ejercicios espirituales, la hora de la decisin, la hora de la Primavera Sagrada. La idea de la Primavera Sagrada fue la idea de fondo de los ejercicios. Es oportuno, por lo tanto, recordar en este momento lo que nos dicen sobre la Primavera Sagrada la leyenda y la realidad. Entonces este momento podr llegar a ser la hora de la irrupcin de la Primavera Sagrada.

La leyenda nos dice que la Primavera Sagrada es la ofrenda de todo un pueblo para aplacar a la divinidad y reconciliarse con ella... La Primavera Sagrada es la ofrenda prometida por un pueblo, bajo juramento, y al mismo tiempo, una ofrenda hecha conscientemente por una juventud, y un sacrificio libremente aceptado por ella...Pero, qu nos dice la realidad? Que siempre y en cada siglo viven de nuevo el mundo y cada pueblo del ofrecimiento de la vida hecho por una Primavera Sagrada. No fue acaso una Primavera Sagrada la salida de Abraham de la casa de sus padres, cuando dej atrs a su pueblo para as vivir ms entregado a Dios? No fue Cristo una Primavera Sagrada para el mundo? No lo fueron los apstoles, expulsados de entre los suyos, y que ofrendaron sus vidas? No fueron una Primavera Sagrada los monjes de la Iglesia primitiva, que se separaron de los suyos y se ofrecieron a Dios?

Cada vez que el Espritu de Dios ha llamado a un hombre para sacarlo de su pueblo y hacer de l un instrumento especial -y ese hombre muere para s, desprendindose totalmente de s mismo- ha habido y hay siempre una Primavera Sagrada para ese pueblo...

Durante los ejercicios hemos odo hablar de Damin de Verster, que muri en la isla de los leprosos y fue una bendicin para su pueblo. El fue una Primavera Sagrada.

No es, por lo tanto, este ideal alguna quimera, ni una frase altisonante para describir una imagen de la fantasa: es para nosotros la voluntad de Dios expresada para nosotros y claramente reconocida como tal.

Pero nosotros se nos plantea una pregunta: Tenemos el valor de dar un s gozoso a esta voluntad de Dios? Poseemos la audacia, el amor, el espritu juvenil necesarios para obsequiar a Dios el sacrificio de nuestras vidas por nuestro pueblo, por la Iglesia en l y por Schnstatt?

El que la Primavera Sagrada se haga realidad es algo que depende slo y enteramente de nuestro consentimiento y de nuestra vida, pues el llamado de Dios y de la Virgen Mara es una realidad...

La Primavera Sagrada obedece tambin a una realidad, si damos una mirada a nuestra poca. Todos los que ven las cosas claramente, aunque estn en las filas de los enemigos de nuestra Fe, reconocen que somos un pueblo moribundo. Si no aparece una juventud, una nueva juventud, que tenga el valor de ser distinta de lo que son los hombres actuales y los del pasado; que tenga el nimo y la voluntad de ser enteramente inclume, enteramente pura, nuestro pueblo est perdido, inevitablemente.

Las dificultades y problemas de la Iglesia son tambin reales. Los vemos da a da y hemos de decirnos: sin gracias extraordinarias, nicas, la Iglesia en nuestro pas, y quizs aun en occidente, estar perdida...

Y es as como ahora surge ante cada uno de nosotros esta pregunta: Ests preparado para dar ahora tu asentimiento a la ofrenda de la vida? En esta hora queremos dar nuestro asentimiento...

Pero quisiera agregar algunas palabras respecto del futuro trabajo espiritual. Vivan la Primavera Sagrada,.. Ella debe arder en nuestros corazones e irradiar luz desde nosotros; debemos encenderla por medio de nuestro ardor en todos los hombres que encontremos. Vivir la Primavera Sagrada significa ser como el fuego; y a esto ltimo le doy un triple significado. Vivir la Primavera Sagrada quiere decir:

1.- S luz en la oscuridad de tu entorno, llevando una vida pura y santa, Nuestra poca necesita santos; santos necesita, ante todo, nuestra meta de la Primavera Sagrada. As, pues, vivir la Primavera sagrada quiere decir, en primer lugar, ser santos.

2.- S apstol en tu ambiente con el ardor de los sacrificios que ofrezcas. Creemos que la gracia de Dios slo descender sobre nuestra poca atrada por la fuerza de los sacrificios que se ofrezcan.

3. S apstol por el fuego de tu nimo emprendedor. No queremos ser una luz inmvil, una llama dbil, sino fuego que arde con llamaradas. Qu queremos decir con ello? Recordemos cun impotente se encuentra a menudo el hombre ante el fuego. Pensemos en los incendios de bosques y estepas. Se dan cuenta Uds. cmo debemos ser? ...Pero, por sobre todas las cosas, no olvidemos que no estamos solos; estamos cobijados en las manos de la Mater... Como Ella, nosotros tambin pronunciamos nuestro Fiat... Y por eso debemos decir, finalmente, vivamos una vida en permanente vinculacin con Mara'... Que nos juzguen entonces en el futuro otras generaciones! Habremos alcanzado entonces nuestro ideal cuando, extinguida nuestra generacin, haya muerto el ltimo de nosotros, y entonces surja un santo en nuestra comunidad, un hroe juvenil como Jos Engling, del cual pueda decirse un da tambin: Fue un grano de semilla que rindi frutos al ciento por uno"El sentido de la Primavera Sagrada.

Podemos entresacar muy fcilmente de la leyenda los elementos esenciales de la Primavera Sagrada. Un pueblo se encuentra ante aflicciones para las cuales no hay salida; los enemigos externos y las querellas intestinas no lo dejan en paz; las enfermedades y epidemias arrebatan a sus miembros; se han quebrantado las fuerzas vitales y la capacidad de resistencia de la poblacin; sus dirigentes se han convertido en traidores... Y cul es la causa de tales desdichas? El haberse apartado de Dios y sus mandamientos; y las culpas que el pueblo ha echado sobre s por ese motivo han provocado tales miserias. Son castigo y exhortacin de un Dios airado para que se convierta.

Esto es, por lo tanto, lo primero una confesin ante Dios de nuestras culpas, que son la causa ltima de los males sin solucin de nuestra poca; la admisin de la impotencia y el desvalimiento humanos; una visin de las cosas iluminada por la fe, que percibe la mano de Dios aun en las culpas y aflicciones humanas: no un fatalismo ablico.

Las culpabilidades ante Dios exige una expiacin: esta es la segunda idea fundamental de la Primavera Sagrada. Esta es una ley conocida por todos los seres humanos. Tambin entre todos los pueblos paganos encontramos que realizan sacrificios propiciatorios ante sus dioses. En el Antiguo Testamento, el pueblo de Dios conoca los sacrificios expiatorios. Por sus culpas ante Dios, soberano Seor y Creador de todas las cosas, el hombre ha merecido la muerte. Al entregarle aquello que le escaro y valioso, trata de reconquistar el favor de Dios y mostrarle su sometimiento y entrega.

Cristo no derog esta ley de la expiacin por las culpas en que se ha incurrido. El mismo se ofreci a Dios como expiacin, como la nica ofrenda que poda borrar la culpa infinitamente grande de los hombres. Rige tambin hoy an la ley proclamada por el profeta en la solemne obra teatral del Ver Sacrum. "Dos cosas son las que perduran: Si hay culpa y expiacin, se otorga la gracia; la culpa sin expiacin es seguida de un juzgamiento."Y cul es la expiacin que ofrece el pueblo en las aflicciones para las cuales no encuentra salida? Es la ofrenda de una juventud. El pueblo consagra a Dios la juventud de todo un ao, una Primavera Sagrada. Esta juventud es separada del pueblo y consagrada enteramente al servicio de Dios. Tambin nuestro Ver Sacrum es la ofrenda de una juventud. No es ensalzada -tal como en la leyenda-- por todo el pueblo, a travs de sus jefes. Pero est en lugar de todo el pueblo, de toda la Iglesia. Es la 'minora mejor', que reconoce la imposibilidad de hallar una salida a las desdichas y la enormidad de la culpa, pero que an cree y confa, y posee la fuerza suficiente para oponerse a las maquinaciones impas. Pone su vida al servicio de Dios y se le somete en voluntaria obediencia. No sigue el camino de las masas -est separada, consagrada-, sino que busca caminos puros y santos.

La leyenda relata en seguida que la juventud consagrada dej, en la plenitud de su vida, a su patria y a su pueblo, para ir all donde Dios la llamaba'. Este es el cuarto rasgo esencial del Ver Sacrum: el xodo de una juventud. al ofrecerse a s misma, la juventud consagrada se separa de la masa de los dems y se convierte en propiedad de Dios. El sacrificio se consuma con la separacin.

Quien se entrega a Dios debe cortar las ataduras con lo inferior y que lo mantienen aprisionado. Tiene que abandonar la mentalidad de aquellas personas que slo giran en torno de s mismas y de las propias ventajas. Su pensamiento, en cambio, se orienta hacia Dios y su voluntad. Tiene que liberarse de la esclavitud de los honores y de los bienes materiales. Su honor consiste en servir a Dios y el valor que ms aprecia y al cual sacrifica todo lo dems es Dios. No debe haber en l ningn amor que pueda separarlo del amor a Dios. Tambin debe separarse y salir del propio yo, de la propia voluntad, pues presta su obediencia incondicional a la voluntad de Dios. Al abandonar su patria, el Ver Sacrum cumple las palabras del Salvador: "Quien ama a su padre y a su madre ms que a M, no es digno de M".

La juventud consagrada ha de presentarse enteramente pura ante Dios; debe dedicarse enteramente a Dios, como expiacin por haberse alejado su pueblo de Dios. Por eso no debe atarla nada inferior. La separacin y xodo es una entrega libre del hombre a Dios y una destruccin de los puentes que deja tras s. Entonces slo puede avanzar. Entonces todas las fuerzas quedan libres para la verdadera tarea y para Dios. Este es el lado positivo de la separacin y del abandono de la patria. No es una renuncia por la renuncia misma; no es un camino hacia la nada; es antes que nada una renuncia a la mediana para lograr el todo. La juventud consagrada abandona a su pueblo, un mundo en donde el orden est perturbado; abandona la esclavitud y los valores aparentes para ir madurando hasta llegar a ser, en la obediencia a la ley de Dios, personalidades libres y fuertes; y tambin para formar en una comunidad santa una clula germinal del reino.

De este modo, la ofrenda de la juventud consagrada no es la aniquilacin de vidas valiosas, no es una ofrenda a la muerte, sino a la vida. La leyenda relata que la juventud parti a; fin de fundar para su Dios un nuevo reino, despus de una larga peregrinacin y de padecer aflicciones y miserias, En el reino del Ver Sacrum, en el reino mariano de Cristo, la Primavera sagrada encuentra su consumacin. El nuevo reino santo, en donde Cristo es el Rey y Mara la Reina; un reino de la verdad, de la libertad, de la justicia y del amor: se es el sentido de la ofrenda y del xodo de la juventud consagrada. Quiere allanar el camino hacia ese reino y llevarlo a todos los pueblos que estn desgarrados por el odio y la discordia. Es una juventud que tiene una fe firme y se pone a disposicin de Cristo para la lucha, a fin de que haya pronto un solo pastor y un solo rebao. En verdad, para tal meta ningn empeo es demasiado grande ni ningn sacrificio demasiado pesado.

Podemos, pues, resumir las ideas esenciales del Ver Sacrum: En medio de grandes desdichas y culpas, la Primavera Sagrada es el sacrificio expiatorio y voluntario de una juventud que se libera de sus ataduras y de su esclavitud respecto del mundo y de su propio yo para pertenecer enteramente a Dios y construir el reino de Dios en nuestra poca.

El ao 1940

La falta de toda perspectiva de salir adelante haba quedado lejos. Con el Ver Sacrum se nos hizo manifiesto que tambin un grupo pequeo poda realizar grandes cosas.

Tenamos planes: eso ya significaba mucho. Con toda nuestra alma adheramos a ellos. Eran para nosotros anhelos que manaban de nuestros corazones. Queramos empearnos con todas nuestras fuerzas para que los planes se convirtieran en hechos.

Al comparar este mpetu primaveral con las vacilaciones y titubeos del ao 1939, casi no haycomo hacerlo. Lo decisivo en el ideal de la Primavera Sagrada no era el ideal mismo con su fuerza de atraccin, sino la inconmovible certeza de que la Madre Tres Veces Admirable nos haba obsequiado este ideal; que a travs de l haba pronunciado un s confiado sobre nuestra comunidad. Para mantener viva la gozosa conciencia de este hecho, establecimos que el principal da de celebracin mariana en cada trimestre del ao deba ser un da para conmemorar nuestra Primavera Sagrada. En las fiestas de la Candelaria, la Anunciacin, la Asuncin y la Inmaculada Concepcin renovaramos el ideal; en lo posible nos reuniramos en un retiro y cerraramos filas.

No queramos dejar que se extinguiera el fuego que haba sido atizado en nosotros. Deba arder en nosotros con tal claridad y pureza y ser de tal modo incandescente que inflamara nuestro entorno y el mundo entero llegara a ser un solo fuego divino.

Madur l a decisin de colocar en el Santuario un testimonio de este anhelo. Como el fuego era el smbolo de nuestra comunidad, nos propusimos obsequiar una nueva lmpara en lugar de la luz del Santsimo que haba en el Santuario de Schnstatt. En la primera mitad del ao prendi la idea. Una sugerencia til surgi en nuestras propias filas. El oro -slo el ms precioso metal deba ser suficientemente bueno- lo pusieron donantes entusiastas y dispuestos a sacrificarse. Sin embargo, la lmpara del Santsimo deba costarnos ms que diseadores y oro. Deba costarnos sacrificios. Antes de que ardiera por primera vez en la noche de Ao Nuevo, deba encenderse en nuestros corazones.

El gran encuentro que tuvo lugar en Schnstatt, a pesar de todos los obstculos, se hizo bajo el smbolo de la lmpara del Santsimo. El Padre Bezler describi nuestra tarea como la de un "cuerpo de voluntarios marianos para el reino de Cristo".

Cuerpo de voluntarios para el reino de CristoQu es un cuerpo de voluntarios? Es una comunidad que ha dejado de lado lo que son posesiones e intereses personales y es enteramente libre para entregarse a la lucha por la meta comn. Slo los mejores forman parte del cuerpo de voluntarios; los que tienen valor, lealtad y honor y estn dispuestos a todo. Un cuerpo de voluntarios es fuerza acumulada. La historia puede contarnos muchas cosas de los hechos heroicos realizados por sus miembros.

Cul es el espritu de un cuerpo de voluntarios? Es un espritu que no conoce la timidez ni el desaliento; acomete toda empresa y ningn sacrificio es demasiado duro para alcanzar la gran meta. Tal espritu nos habla del juramento que prestaron los guerrilleros de un pueblo terrenal en la lucha por la libertad: "Juro fidelidad a nuestro pueblo y a nuestra alianza. Prometo que nadie me har desistir de este juramento. ni hombre, ni mujer, ni hijo. Este espritu lo tena aquel mexicano que en la noche de su boda dijo a su novia: Sabes que soy dirigente de la Accin Catlica? Ests dispuesta a casarte conmigo. aun sabiendo que yo trabajo para la Iglesia y cada da expongo mi vida? No esperaba otra cosa, fue su respuesta.

Un cuerpo de voluntarios es tambin Primavera Sagrada, una comunidad de hombres jvenes, llamados a luchar por una alta soberana. Mara es la jefa del cuerpo de voluntarios. Su seal adorna la bandera de los voluntarios. De su espritu estn llenos los que combaten por ella; la actitud de Ella es su modelo y el ideal que anhelan realizar. El cuerpo de voluntarios est incondicionalmente a disposicin de los deseos y rdenes de su Reina. No conocen la cobarda, pues Mara triunfa siempre. Pare ellos ninguna empresa ni ningn sacrificio son demasiado grandes. S, el lugar para el cuerpo de voluntarios es all donde la lucha es ms dura y donde se hace ms difcil sobrellevarla.

Y cul es la meta de la lucha? Por qu Mara llama al combate? El combate es por el reino de su Hijo en nuestra poca. Cristo conquist su reino en la cruz. Pero El no quera siervos, sino slo ciudadanos libres de su reino. Por eso El no obliga a nadie a ingresar en su reino. Miles y miles se dejan seducir por los enemigos de Cristo, quedan sometidos a ellos como esclavos y execran del reino de la libertad y de la luz. Contra estos enemigos del reino Mara dirige su cuerpo de voluntarios para liberar a los pueblos de la esclavitud del pecado y llevarlos al reino de su Hijo.

Hoy ya no podemos desor el llamado de la Madre de Dios para luchar por el reino. Nos llama a Schnstatt a luchar por un mundo mariano con la impronta de Cristo. En Ftima exhort a la penitencia y a la conversin. Nos habla a travs de los problemas, aflicciones y necesidades del presente. La Primavera Sagrada escucha sus llamados quiere ser un cuerpo de voluntarios que prepare el camino para el reino a travs de sus sacrificios y de su entrega a este cometido.

La consagracin del smbolo

Desde los das de la irrupcin de la Primavera Sagrada habamos tenido claro que el cambio de ao y precisamente, la noche entre el ltimo da del ao viejo y el primero del nuevo deba ser nuestra noche. En la cumbre divisoria de los dos aos, nosotros, una juventud pura, queramos entregar a Dios el ao viejo y consagrar a El nuevo, en representacin de todos los hombres y lejos del torbellino de la poca.

Nuestro smbolo.

La lmpara del Santsimo en las iglesias nos dice que Cristo est presente en el tabernculo y que se da a s mismo a los hombres para gloria del Padre, en el sacramento del altar.

Pero la lmpara del Santsimo en el Santuario no debe decirnos solamente eso. Es smbolo de una juventud cuyo Rey es Cristo, y que est decidida a seguirlo a El, que est simbolizado en esa luz. Tal como la lmpara arde siempre, nosotros tambin queremos arder como su luz.

La lmpara del Santsimo tiene la forma de un globo terrqueo, que es smbolo imperial, coronado con las letras MTA. Nosotros, jvenes, queremos reconocer y elegir como Reina a la Madre de Dios, por medio del smbolo del globo terrqueo. Adems, prometemos solemnemente ante l empearnos por realizar un reino mariano de Cristo. La construccin del reino ha de ser la idea dominante de nuestra vida.

La luz del Santsimo y el globo terrqueo descansan sobre una patena. La patena se apoya sobre tres cruces. Es difcil comprender lo que se quiere significar con ello?

La llama de la lmpara del Santsimo slo arde si la alimenta el aceite... Del mismo modo, la llama de nuestra Primavera Sagrada slo puede arder si es alimentada con sacrificios. El reino slo tiene consistencia si se construye sobre sacrificios. Dios muri en la cruz por el reino de Dios. Pero a lo largo de su historia tiene que haber seres humanos que sigan el ejemplo d e Cristo, a fin de que las gracias inagotables que El mereci sean impartidas a la poca en que ellos viven.

Las cruces que hay bajo la patena son, por lo tanto, una profesin de fe en la cruz de Cristo: Para nosotros, como juventud Schnstattiana, son adems una adhesin a las cruces de los congregantes hroes. Son una adhesin a las leyes conforme a las cuales Schnstatt se construye: "Nada sin ti, nada sin nosotros".

Slo unos pocos pudieron estar presentes en la consagracin del smbolo, porque Schnstatt era entonces estrechamente vigilado por la Gestapo. Pero en todos los lugares en donde haba juventud del Ver Sacrum, especialmente entre los soldados, los corazones latieron con ms fuerza esa noche de ao nuevo. Todos recordaron, solos pero unidos a los dems, que a la medianoche en Schnstatt comenzaba ya arder una llama ante el Rey y Dios all presente, para el cual, bajo la direccin de la Madre y reina queran conquistar un reino. Saban que unos pocos, dichosos por estar all, dijeron por todos los dems, para el presente y el futuro

"Si nuestra Primavera Sagrada quebranta alguna vez la fidelidad que te debe, que se extinga en ese mismo instante esta luz en el Santuario."

Antes de que el Padre Bezler encendiera la llama, entr el director del Movimiento delante de la juventud Schnstattiana. Por su boca autorizada llegaron a nosotros los deseos y la voluntad de la Reina.

ORACIN DEL VER SACRUM

Querida Madre Tres Veces Admirable:

T eres la portadora de Cristo para nuestro tiempo, la Reina de nuestra joven Familia.

Mira cmo la Iglesia y tu pueblo estn sumidos en una tribulacin sin salida. Los hombres acumulan culpas y ms culpas.

Escchanos: Nos ofrecemos a ti. Haz que seamos la Primavera Sagrada, semilla de una nueva poca. Enciende en nosotros el fuego de una autntica actitud sacerdotal dispuesta al sacrificio, a fin de que en ese fuego se extingan las culpas.

Cristo ha de resplandecer como sol sobre la tierra para que haya de nuevo una primavera.

Madre Tres Veces Admirable de Schnstatt, bendice a nuestra joven Familia.

Madre Tres Veces Admirable de Schnstatt, bendice a nuestra Primavera Sagrada. Madre Tres Veces Admirable de Schnstatt, protege a nuestro pueblo y a nuestra patria.Amn

CONSAGRACION DEL SMBOLO EN LA CAPILLITA.

(CONFERENCIA DEL PADRE KENTENICH EN LA NOCHE DEL AO NUEVO 1940-1941)

Ayerrecib una carta de un sacerdote. En ella expresa su alegra sobre el programa para el nuevo ao, especialmente sobre la idea del reino contenida en l. Pero expresa tambin sus reservas y sus esperanzas. No es una pena que nuestra Familia de Schnstatt se haya convertido en una Familia compuesta por mujeres? No era desde un principio una Familia de jvenes? Acaso la idea del reino no despierta de nuevo a nuestros jvenes y hombres? Somos un reino verdadero, no slo de muchachas y damas, sino tambin de hombres y jvenes recios.

Si el sacerdote estuviera aqu, recibira una respuesta a sus problemas y deseos. Pues lo que hoy nos ha trado a reunirnos aqu no es ni ms ni menos que la jura a la bandera de una guardia de corps mariana. Manifiestamente, un cuerpo de hroes! Un cuerpo de asalto. Jura a la bandera es lo que hoy queremos hacer. Qu resultar de ello? Nacer de ello un mundo nuevo? Imprimir una direccin a nuestra vida? O habr de ser slo un acontecimiento junto a muchos otros acontecimientos?

Miremos retrospectivamente la historia, hacia acontecimientos de ndole similar que nos han conmovido de manera extraordinariamente profunda. Pensemos en el joven Anbal. A los 9 aos de edad fue puesto ante el altar de los sacrificios a los dioses para jurar odio a los romanos. Que result de ese juramento?... Miremos en la historia de la Iglesia un acontecimiento similar. San Ignacio con un pequeo grupo en Pars. Todos se juramentaron entre si. Para una gran tarea de salvacin! Ante el altar de la Madre de Dios prometen servir fielmente a la Iglesia hasta el ltimo aliento. Qu result de este juramento? La orden de los Jesuitas!Y cmo sirvi a la Iglesia?

Acaso el pequeo acto que realizamos ahora tendr tambin la importancia del acto que mencionamos recin? 0 consideremos la historia de Suiza. Tambin aqu vemos el juramento de fidelidad de un cuerpo de voluntarios: el juramento de Rtlis. Qu result de l? Los conjurados liberaron a su patria! Una gran corriente parti desde l. Qu ir a ser de nuestro juramento de Rtlis, de nuestro juramento de ofrecernos, de nuestro juramento de lite? Qu llegar a ser en la propia Familia, en nuestra propias vidas?

A nuestra derecha est la bandera, el estandarte de la generacin fundadora. Cuntos de los nuestros han puesto la mano en sus aos de juventud en esta bandera y pronunciado el juramento: Esta es la bandera que yo escog; no la abandonar! Lo juramos a Mara! Cul fue el efecto de este juramento solemne? Lo que hoy significa Schnstatt se lo debemos al juramento de estos hombres. A quin le deben su existencia las muchachas y damas? Al juramento de fidelidad de esta juventud.

Todos nosotros, los que nos consideramos schnstattianos, nos alegramos de este momento. Lamentamos que nuestro sacerdote no pueda estar en este momento con nosotros. No pasamos por alto el hecho de que hay, ostensiblemente, una intervencin de la Divina Providencia en la circunstancia de que nuestra Familia haya llegado a ser principalmente una Familia de mujeres. Sin embargo, experimentamos una especie de bochorno ante esto. Hombres jvenes han asumido sobre sus hombros todo el edificio, y nos ha sido arrebatado por mujeres, por Hermanas y por una juventud femenina!

Por eso, si hoy en la noche realizamos este jura a la bandera como juventud masculina ante toda la Familia, surge espontneamente en nosotros una cantidad de preguntas. Lo que hemos meditado en estos das quisiera convertirse en esta noche en una expresin ardiente, en una proclama.

Las preguntas que queman nuestros labios son tres:

1. Cul es la meta de lo que queremos, como cuerpo de voluntarios marianos, al jurar a la bandera?

2. Con qu medios la alcanzamos?

3. Cmo sellamos la adhesin a nuestro smbolo?

La respuesta a la primera pregunta la vemos simblicamente reproducida en nuestro smbolo, el globo terrqueo imperial que est coronado con el signo de la MTA. Quisiramos conquistar para la Madre de Dios un reino en el mundo de los jvenes. En el mundo de los jvenes, no en el mundo de la mujer; no slo entre la juventud de los estudiantes, sino enteramente en nuestro mundo masculino. Cul es el gran sentido que tiene nuestro cuerpo de voluntarios? Es la conquista del mundo de los jvenes para el reino mariano de Cristo, al que aspira Schnstatt.

Es una gran meta. No es acaso una meta poltica? iNo! Miramos el mundo catlico y nos entristece y deploramos cunto ha decado este mundo. A todos los que estamos en el mundo se nos dice: "Por causa vuestra la fe se menoscaba en el mundo entero." La sociedad catlica no debera ser as y por eso se descarta la influencia catlica cuando uno se rene para deliberar cmo reconstruir a Europa. Esto deba cambiar!

Por qu luchamos? La comunidad catlica, la Iglesia catlica, deben llegar a ser realmente una comunidad con sus rasgos marcados en cuanto tales: una comunidad en las cuales triunfen las leyes grandes de la justicia, de la verdad y del amor. No miramos en primer lugar hacia la lejana. Reforma de la propia Iglesia, reforma de la estructura en que hemos crecido: eso es lo que Dios nos ha encomendado.

Ante nosotros est el globo terrqueo imperial; sobre l, el smbolo de la Madre de Dios. Quin ha de reinar en la Iglesia ideal que nosotros debemos ayudar a construir? Cristo y la Madre de Dios.

Con esto no digo realmente algo nuevo. Acaso en la noche celebramos slo un mero acto religioso? No hay tras ello una voluntad de acero? No hay otros que quieran algo vigoroso? Somos un cuerpo de voluntarios! Nos hemos encontrado en torno a la conciencia de que nos empeamos libremente en la conquista de la gran meta.

Una segunda gran meta que est ante nuestros ojos es est: una comunidad ideal, construida a base de personalidades ideales. Queremos crear una comunidad noble, una comunidad lo ms perfecta posible, sobre la base de personalidades originales. Seguramente ustedes ya han odo tambin la buena nueva sobre el nuevo hombre catlico que queramos crear.

Las mujeres del Movimiento han cantado muy a menudo la cancin sobre el nuevo tipo de mujer. Cunto ms adelante que nosotros estn las mujeres! Si habr tambin en nuestras filas algunos que se entusiasmen por el tipo de hombre que queremos crear! Cun grande es la diferencia que hay entre hombres y mujeres en la comunidad schnstatiana! Pero nosotros queremos crear hombres y mujeres que, cuando Dios los una en matrimonio, representan ambos el autntico tipo de hombre catlico y el autntico tipo de mujer catlica. Entonces nuestro reino schnstattiano estar fundado sobre autnticas familias.

Para alcanzar esta meta debemos, primeramente, trabajar en el propio carcter. Primero debemos hacer lo que dice Nietsche: Antes de querer construir hacia afuera, debes sumergir primero la sonda en las propias profundidades. La meta est ante nosotros: un ideal vigorosamente masculino. No ser ni vivir blandamente, y no pasar la, vida en diversiones. Ser en toda la lnea un joven plenamente desarrollado en su naturaleza, con amor a la patria, sobrenatural.

Me han contado cmo se han entusiasmado ustedes con la idea del joven plenamente desarrollado en su naturaleza. Qu quiere decir esto? Es el joven independiente, autnomo, que tiene slidos principios y los defiende contra todo el mundo que piensa de otra manera. Esa es la meta de lo que queremos. El cuerpo mariano de voluntarios presta juramento. Aspira a ser el ser humano y el hombre schnstattiano plenamente desarrollados en su naturaleza. Esto encierra una profunda voluntad de comprometerse por un ideal y una firme decisin: Me empear por alcanzar ese ideal que Dios ha puesto en el horizonte de mi vida. Qu hago para alcanzar ese ideal?Me educo para llegar a tener la voluntad de asumir resueltamente ese compromiso.

Es propio del hombre plenamente desarrollado en su naturaleza tener un profundo amor a la patria. La patria nos ha dado a luz, nos ha alimentado. Los lugares en que he crecido estn enlazados con vivencias naturales y sobrenaturales. Amamos a nuestra patria, porque queremos llegar a ser autnticamente figuras de nuestra patria.

Esto solo no basta. A ello deben agregarse normas que provengan de Dios, de la gracia. Por eso, la meta de nuestros esfuerzos es el joven que se orienta y cobija constantemente en el mundo sobrenatural.

El ser humano plenamente desarrollado en su naturaleza es algo que hoy tiene buena acogida, pero qu poco se aprecia hoy la gracia! Pero nosotros debemos sentirnos como en casa en ambos mundos. Si nos sentimos como en casa slo en uno de los mundos, correramos el peligro de deformarnos. Pero si eso sucede en ambos, sabremos cuntos esfuerzos requiere eso y, al mismo tiempo, cuntos xitos nos depara.

Si miramos alrededor de nosotros, hallamos por todas partea nobles seres humanos. Nos inclinamos ante cada uno de los que encontramos. Es el mismo noble ser humano de nuestros ideales. Y si los dems no reconocen ni se esfuerzan por nuestros ideales, entonces nuestros camaradas tendrn que poder mirar hacia nosotros como se mira a una figura ideal en el brillo de cuya luz puedan alegrarse. Arriba los corazones! Conocemos la imagen del joven que iza la bandera y la sostiene cada vez ms arriba. Lo ms altos ideales son suficientemente altos para nosotros. El establecimiento del reino mariano de Cristo y, con ese fin, la formacin de nuestra propia personalidad es la meta de lo que queremos y de nuestro juramento de fidelidad.

Si ustedes me preguntan con qu medios queremos alcanzar esta meta, yo les sealo el smbolo. Resumiendo, quisiera decir lo siguiente: Luchamos por (adquirir) una conciencia marcadamente divina de nuestra misin... Sobre el globo terrqueo imperial vemos la imagen de la Madre de Dios. Ella nos ha llamado. Ella dirige y conduce al cuerpo de voluntarios. Miramos el globo terrqueo imperial: all arde el fuego, la luz perpetua que alumbra desde la eternidad nuestros corazones y aqu lanza luz y ardor. Hemos sido enviados desde lo alto, no desde abajo. No nos hemos enviado nosotros mismos. Slo una idea nos da fuerzas: Missus sums! Esto hincha nuestras velas, nos da nimo y voluntad para asumir este compromiso.

La conciencia de tener una misin divina se traduce en una conciencia extraordinariamente vigorosa de (ser) lite. Quien pertenece a un cuerpo de voluntarios tal, es evidente que debe plantearse a si mismo las ms altas exigencias, mas all del trmino medio. El que deja de atenerse a esta medida pierde el derecho de pertenecer a este cuerpo de voluntarias. Esto vale, sea que se trate de la voluntad de asumir un compromiso con lo bueno y lo mejor, o de la lucha contra el dragn en el propio corazn, o en el mundo que nos rodea. Quien no tiene esto en la carne y en la sangre no es de los nuestros. Quien no se impone de nuevo estas exigencias a si mismo ha perdido el derecho de ciudadana en nuestro circulo. Tiene que apartarse.

Ustedes conocen el paralelo entre Ingolstadt y Schnstatt. A menudo se les ha explicado a ustedes lo que significa Ingolstadt. Tambin all los jvenes se haban mancomunado para formar un cuerpo de voluntarios. Cmo cumpli la tarea? Lo sabemos. Conocemos tambin sus exigencias fundamentales y reflexionamos al principio sobre si debamos asumirlas. Quien ha pecado gravemente no pertenece ntimamente a nosotros. Dijimos no; luchamos contra el hecho de conformarse con lo mnimo en tica. En nuestras banderas est inscrito lo ms elevado que es posible alcanzar. Luchamos por lo mximo en tica. Para no tocar la llanura nos mantenemos siempre en las alturas. Quiera la Madre de Dios, la Reina de nuestro reino, quiera la Madre de Dios obsequiarnos en la noche de hoy esta conciencia de ser una lite.

Miremos retrospectivamente la historia de nuestra Congregacin Mariana. Cmo llen nuestras almas jvenes! El pensamiento que nos sorba el seso ere ste: nadie debe abandonar su puesto, nadie debe morir hasta que pueda decirse de l que ha realizado algo grande. El gran medio para realizar lo que queremos es una marcada conciencia de ser lite. Quizs tengamos oportunidad de hojear dentro de un tiempo previsible Bajo la proteccin de Maria. Lo que habis heredado de vuestros padres, conquistadlo para poseerlo. Lean de nuevo: Qu es necesario para que florezca una comunidad? All encontramos esta indicacin: Qui insignes esse volunt! Debemos ser jvenes que quieran destacarse; no almas mercenarias, ni hombres que quieran mantenerse en las tierras bajas de la vida. Nos comprometemos con lo que es grande, con lo mximo en el mbito de lo moral y de lo religioso.

El tercer compromiso es un profundo espritu de sacrificio. Una actitud dispuesta al sacrificio. No han pasado ustedes por alto esas palabras: Ver Sacrum, Primavera Sagrada. Miren ustedes la historia de la Familia. En ella hay una poca que fue impulsada por un Movimiento similar: ofrecer sacrificios a Mara para ponerlos en los cimientos de la construccin.

No es necesario que recuerde qu connotaciones tiene este pensamiento. Se trata de antiguas ideas conocidas, pero que no se oyen con frecuencia suficiente. Se deca de los antiguos que cuando un pueblo estaba sumido en una tribulacin terrible consagraba a su divinidad un Ver Sacrum, una Primavera Sagrada, a fin de desterrar esa tribulacin y atraer la bendicin de los dioses. Vivan ellos entonces en una situacin similar, tal como nosotros ahora.

Entonces se trataba de un problema poltico; hoy se trata de un problema moral y religioso en nuestras filas, en la Iglesia. Los pueblos religiosos estaban dispuestos a ofrecer toda una primavera sagrada. Los sembrados, los frutos de los campos, pero ante todo, los primognitos; los jvenes que nacieran en ese tiempo deban ser consagrados a la divinidad. Eran educados juntos, dura y severamente, bajo la direccin de un sacerdote. Deban llegar a ser hombres vigorosos, capaces de construir un nuevo reino, de conquistar en lo desconocido un nuevo mundo y consagrarlo a la divinidad.

Nosotros somos esta primavera joven, que germina y brota. La vida est ante nosotros. Por cierto que una vida con grandes dificultades, pero el nimo es inquebrantable. El dios no se deja arrebatar su presa! Dios nos ha robado. Nos ha sacado de entre las filas de nuestros camaradas y nos ha hecho propiedad suya. El dios no se deja arrebatar su presa, pero l no quiere la muerte, sino el vigor de una juventud consagrada.

Qu quiere Dios de nosotros? El quiere un espritu de sacrificio. All ven ustedes tambin las tres cruces negras, smbolos conocidos. Las vemos junto a la Capillita. Son para nosotros smbolos del fuerte espritu de sacrificio con que Schnstatt fue y tiene que ser construido. El dios no se deja arrebatar su presa. No quiere una primavera marchita y estril; no, sino una primavera pletrica de fuerza.

El poeta sabe describir al final la primavera que brota. Obedeced en silencio! Desarrollad vuestro vigor! Disciplina en todo, all donde se nos coloque como jvenes. Ahora, adelante, preparaos, obedeced en silencio. El ancho mundo est ante nosotros! Cun rezagados estamos detrs del mundo de las damas y de les muchachas! Ustedes han percibido lo que agrada a Dios. Tambin hemos atendido a la voz del propio corazn. El smbolo es expresin de nuestra propia voluntad. Esta es la Primavera Sagrada tal como Dios la quiere. Sois la semilla de una nueva poca. La gran ley de la vida cristiana es que todo lo grande y fuerte es creado a travs del capital de gracias y de la cruz. Nuestro lema del ao dice: Omnia opera mea pro Regi et Reginae.

Esta ley la encontramos expresada en la entrega, la ofrenda total, el Poder en Blanco. El grano de semilla tiene que ser enterrado en el suelo para que produzca fruto. Cuando ya sea levantado en la cruz, lo atraer todo hacia m. El mundo necesita una fuerza viva dispuesta al sacrificio. Hubo un cierto perodo en la Familia de los que estudiaban para ser sacerdotes en que estaba en primer plano la frase "ofrecer sacrificios para ponerlos en los cimientos de la construccin". Era una idea seria. Como jvenes debemos recordar cada vez ms que estamos llamados a erigir una gran construccin: Cuando los antiguos queran construir un templo consagrado a su divinidad, enterraban en el suelo a seres humanos vivos. Nosotros queremos construir una catedral. Este es un lenguaje conocido desde hace mucho tiempo.

La historia nos cuenta que en algn lugar habla una gran grieta en la tierra. Incontables seres humanos haban cado en ella y muerto all de manera desdichada hombres y corceles. La leyenda deca que slo se cerrara cuando un jinete libremente elegido y que quisiera hacerlo libremente cabalgara introducindose en ella. Hoy vemos que el mundo est lleno de grietas y en una terrible confusin. Dnde est la gente que cerrar la grieta? Son los del cuerpo de voluntarios!

Por ltimo, algo que no es lo menos importante: Qu medios tenemos para alcanzar nuestra meta? No pierdan de vista la patena de las ofrendas: todo lo que se ofrezca en ella subir como una llamarada hacia arriba. Miren ustedes la luz perpetua en el globo terrqueo imperial. Es el smbolo de un amor que arde elevndose. El medio es un espritu heroico lleno de amor.

Mis queridos y jvenes amigos!Ante nuestros ojos hay trazadas grandes lneas fundamentales, que son los fundamentos para todo un estilo de vida. Una fuerza fundamental de este estilo de vida y con la cual conformamos nuestro cuerpo de voluntarios marianos es el profundo amor a Dios y al prjimo. No se trata de camaradera; digamos mejor amor al prjimo. Vamos con nuestro espritu un ancho mundo dominado por el demonio. El reino que debemos construir es uno enteramente gobernado por los principios fundamentales del reino de Dios, por la verdad y el amor. Fjense ustedes en lo que est escrito en el cuadro de honor: Justicia, Verdad y Amor.

Seguramente vamos a tener durante el ao la oportunidad de profundizar la ley fundamental del cuerpo de voluntarios. Queremos competir con la juventud femenina. Tambin sus esfuerzos y trabajos apuntan a la creacin de un nuevo estilo de vida. No queremos dar comienzo a una noble competencia? Ustedes estn muy orgullosos por obsequiar un smbolo -eso es algo que permanece-, muy orgullosos no slo ante la juventud femenina, sino tambin ante las Hermanas Marianas. En ello resuena un noble orgullo, sano y propio de varones.

As como nuestro smbolo permanece aqu, tambin permanecemos aqu nosotros. As como nuestro smbolo permanece aqu y cobra vida y eficacia una y otra vez, nosotros debemos mantenernos firmes ante todas las fuerzas enemigas para defender nuestro reino, a nuestra Seora y las leyes fundamentales de nuestro reino.

Estamos ante la tercera pregunta: Cmo sellamos la adhesin a nuestro smbolo? Debemos sellarla con una especie de jura a la bandera. La primera jura a la bandera est ante nuestros ojos: Jos Engling, Hans Wormer y todos los del Movimiento. iCuntas veces estuvieron ellos aqu! No slo con motivo de la consagracin, y pusieron su mano sobre nuestra bandera. Con qu fuerza resonaron esas palabras: "Esta es la bandera que yo escog; no la abandonar. Lo juramos a Maria!"

Pienso, queridos jvenes y amigos, que ustedes no deberan concluir la constitucin del cuerpo de voluntarios sin un acto simblico. He olvidado cul han elegido ustedes. Tal vez podrn ustedes despus renovar el juramento, si no externamente, al menos interiormente. No dejen de ver ustedes lo que significa todo esto. Lo que ha sucedido en estos das encuentra su significado lleno de sentido en nuestro Ver Sacrum. Slo que ustedes deben ver el reino en el propio mundo de ustedes. De esto tienen que preocuparse ustedes por largo tiempo.

Juramos a la bandera. Qu bandera? Nuestro juramento a la bandera es una declaracin de nuestro propsito: Esta es la bandera que eligieron los predecesores de ustedes y que estuvieran en este lugar. Vislumbrarn algo as como una proclama, pero percibieron el mundo diablico slo en lo profundo de sus propios corazones. Pero a nosotros, Cmo nos ronda el espritu del demonio! Cuntas banderas ondean al viento ante nuestros ojos! Por eso nuestro juramento resuena como una proclama. Nos proclamamos contrarios a todas las banderas que no estn de acuerdo con nuestra bandera.

Nuestro juramento puede ser interpretado como una vigorosa confesin: nuestra jura a la bandera es un juramento de fidelidad. No significa que sea un trap