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1 Historia de la infancia, su relación con la educación y las prácticas culturales en las familias, los cuidadores y los docentes de pre-escolar 1 Carmen Elisa Acosta Peñaloza Departamento de Literatura Universidad Nacional de Colombia 1. Las escenas La primera, de la pintora Emma Reyes nacida en 1919 como hija ilegítima según afirma el prologuista de su Memoria por correspondencia. En su primera carta ella describe: “La casa en que vivíamos se componía de una sola y única pieza muy pequeña, sin ventanas y con una única puerta que daba a la calle. Esa pieza estaba situada en la carrera séptima de un barrio popular que se llamaba San Cristóbal en Bogotá. En frente a la casa pasaba el tranvía que paraba unos metros más adelante en una fábrica de cerveza que se llamaba Leona Pura y Leona Oscura. En esa pieza vivíamos mi hermana Helena, un niño que nunca supe su nombre, que lo llamábamos “Piojo”, una señora que solo recuerdo como una enorme mata de pelo negro que la cubría completamente y que cuando lo llevaba suelto yo daba gritos de miedo y me escondía debajo de la única cama” 2 . La segunda, del escritor y periodista Eduardo Caballero Calderón quien recuerda: “El colegio era la disciplina, el horario, la lección, la tarea, la obediencia, el silencio, el cansancio, el hastío; y yo amaba la libertad, el capricho y el sueño. Al colegio yo prefería mi casa, y fuera de ella me sentía triste e incómodo, como en lonche y con vestido (…) Los 1 El artículo es resultado parcial del proyecto “Estudio sobre los fundamentos para la integración y la articulación de los modelos de aseguramiento de la calidad de la educación en Colombia”. Universidad Nacional de Colombia – Ministerio de Educación Nacional, 2013. La revisión de los documentos de política pública sobre primera infancia y educación inicial fue realizada por el grupo de Primera infancia conformado por las profesora Gloria Amparo Acero, Rita Flórez y Carmen Elisa Acosta. 2 Reyes, Emma. Memoria por correspondencia. Ed. Laguna- Fundación Arte Vivo Otero Herrera, Bogotá, 2012. p.17.

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1    

Historia de la infancia, su relación con la educación y las prácticas culturales en las familias, los cuidadores y los docentes de pre-escolar1

Carmen Elisa Acosta Peñaloza Departamento de Literatura

Universidad Nacional de Colombia

1. Las escenas

La primera, de la pintora Emma Reyes nacida en 1919 como hija ilegítima según afirma el

prologuista de su Memoria por correspondencia. En su primera carta ella describe: “La

casa en que vivíamos se componía de una sola y única pieza muy pequeña, sin ventanas y

con una única puerta que daba a la calle. Esa pieza estaba situada en la carrera séptima de

un barrio popular que se llamaba San Cristóbal en Bogotá. En frente a la casa pasaba el

tranvía que paraba unos metros más adelante en una fábrica de cerveza que se llamaba

Leona Pura y Leona Oscura. En esa pieza vivíamos mi hermana Helena, un niño que nunca

supe su nombre, que lo llamábamos “Piojo”, una señora que solo recuerdo como una

enorme mata de pelo negro que la cubría completamente y que cuando lo llevaba suelto yo

daba gritos de miedo y me escondía debajo de la única cama”2.

La segunda, del escritor y periodista Eduardo Caballero Calderón quien recuerda:

“El colegio era la disciplina, el horario, la lección, la tarea, la obediencia, el silencio, el

cansancio, el hastío; y yo amaba la libertad, el capricho y el sueño. Al colegio yo prefería

mi casa, y fuera de ella me sentía triste e incómodo, como en lonche y con vestido (…) Los

                                                                                                                         1 El artículo es resultado parcial del proyecto “Estudio sobre los fundamentos para la integración y la articulación de los modelos de aseguramiento de la calidad de la educación en Colombia”. Universidad Nacional de Colombia – Ministerio de Educación Nacional, 2013. La revisión de los documentos de política pública sobre primera infancia y educación inicial fue realizada por el grupo de Primera infancia conformado por las profesora Gloria Amparo Acero, Rita Flórez y Carmen Elisa Acosta. 2 Reyes, Emma. Memoria por correspondencia. Ed. Laguna- Fundación Arte Vivo Otero Herrera, Bogotá, 2012. p.17.

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primeros días fueron especialmente duros porque mi mamá y mi tía Lulú, con un sadismo

maternal inconsciente, nos mandaban a Zoilo, mi primo, y a mí, con una blusas tejidas, de

botones de nácar, y con unas grandes “pastoras” de paja que ellas habían usado el verano

pasado y Mamá Tayo reacomodó como pudo”3.

La tercera. El recuerdo de una profesora de San José de Guaviare quien evoca en el año

2011 su ingreso a la escuela : “Y allí fue donde conocí a Coquito ¿o tal vez fue Nacho? La

verdad no estoy segura, pero alguno de los dos me enseñó al igual que a casi treinta niños

de procedencia indígena, que “mi mamá ama a mi papá” y “mi papá fuma su pipa”; dos

cosas que con el tiempo me di cuenta que no eran verdad. Mi papá jamás fumó pipa y el

amor de mi madre hacia mi progenitor es de lo que dará cuenta más adelante el tiempo”4.

La cuarta, en el último documento oficial de política Estrategia de atención integral de

cero a siempre presentada por el Ministerio de Educación Nacional en el 2013, aparece en

su diseño el texto de la política acompañado de fotografías de niños y niñas que tiene como

pie de página su voz. Una de ellas afirma: “Cuando nuestras mamás están contentas y

tranquilas, nosotros también lo estamos. Cuando están tristes y con rabia nos quedamos

muy quietos”.5

Sin duda alguna escenas como estas pueden encontrarse desde múltiples aristas, en textos

autobiográficos y literarios, y en otros lenguajes como las imágenes ampliamente

                                                                                                                         3 Caballero Calderón, Eduardo. Memorias infantiles. 1916-1924, Bogotá, Panamericana, 1994.p.77-78. 4 V.V. El ingreso a la comunidad letrada. Fragmentos de historias de vida de maestros y maestras. Instituto de investigación en educación, Universidad Nacional de Colombia – Gobernación Departamento de Guaviare, 2011. P.26. 5Estrategia de atención integral a la primera infancia. Fundamentos políticos, técnicos y de gestión. De cero a siempre. Ministerio de Educación Nacional, 2013.p.127.

3    

difundidas en dibujos, pinturas y fotografías6 o en una tradición documental y

cinematográfica. Ellas permiten ver representaciones de la infancia en diversos espacios y

tiempos: generalmente los niños y las niñas se encuentran en un primer plano sobre un

trasfondo del que ellos hacen parte y en el que se perciben a veces nítidamente, a veces

difuminadas, las prácticas matrimoniales, la transmisión de bienes, las relaciones entre

hombres y mujeres, los modos de afecto, las formas de habitación, las prácticas

domésticas, la tensiones sociales y las instancias educativas.

Los textos en su carácter de representación evidencian el difuso límite entre la historia, las

representaciones, las políticas y las realidades. Consiste en un espacio de conexiones y

movilidad permanente. A él se referirá el presente artículo con el fin de reflexionar sobre el

vínculo de los cuidadores, los docentes y las familias con la historia como una forma de

ingresar a las prácticas culturales sobre la infancia y sus relaciones con la educación.

Es importante precisar que en este trabajo confluyen dos propósitos. Por un lado, dar

respuesta parcial a interrogantes y problemas que surgen de la lectura de los documentos

actuales de política pública elaborados por el Ministerio de Educación Nacional en su

propuesta de atención integral a la primera infancia de cero a siempre (2013) lo que

deviene de ella y algunos documentos complementarios, y las propuestas de educación

inicial7; en segundo lugar y como extensión del primero, el interés por resaltar los factores

                                                                                                                         6Buena parte de las referencias históricas sobre infancia del presente trabajo son aportes de la investigación de la exposición. Realizada por Londoño Vega, Patricia y Londoño Vélez,Santiago. Los niños que fuimos. Huellas de la infancia en Colombia, Banco de la República, Bogotá, 2013. 7Estrategia de atención integral a la primera infancia. Fundamentos políticos, técnicos y de gestión. De cero a siempre. Ministerio de Educación Nacional, 2013.Sistema de Aseguramiento de la Calidad para la prestación del servicio integral a la primera infancia. Informe Técnico Final No 4. Unión temporal -INALCEC-ICONTEC. Ministerio de Educación, 2010.Orientaciones para fortalecer la articulación escolar. Articulación Niveles, ciclos y ofertas educativas Stella Angarita Pinzón y Luz Bernal Ramos. MEN, 2010. Modalidades de educación inicial en el marco de la atención integral. Componentes y estándares de

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que marcan el alcance de la historia de la infancia en la comprensión de los horizontes

culturales del pasado y su pertinencia para la formulación de proyectos actuales. Para este

fin, se buscará ingresar entonces por la pregunta por la historia de la infancia como una

propuesta preliminar, introductoria, que exigirá dos trabajos posteriores enfocados uno en

la historia de la educación formal y dos, en la historia de la infancia y las relaciones con la

comunicación y la literatura.

En este sentido es necesario partir de la categoría o referente general de la política, sin lugar

a dudas, en el eje de acción sobre la educación, la calidad, en este caso entendida en dos

vías: la calidad de los programas, de la prestación del servicio; y calidad, en el sentido de

la “calidad de vida” como resultado esperado en los niños, que hace posible su bienestar8.

El concepto, está mediado así por un ideal social en el cual ingresa el niño como parte de

dicha sociedad en función de lo que se considera es pertinente y hace posible la articulación

de las dos vías en una educación inicial en su carácter integral. Para el logro de este

objetivo, el de la calidad en su sentido polisémico, se propone la participación de cada

actor involucrado en el proceso y la puesta en función de sus saberes en lo que significa

trascender la política pública sectorial a una política poblacional9. Por el momento, se

presentará la reflexión sobre la relación de dichos saberes y la historia en el caso de las

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                   calidad.Comisión intersectorial para la atención de la primera infancia “Estrategia de cero a siempre”, MEN, Mayo de 2013. 8 Dicho concepto estará articulado con los elemento señalados por la a Oficina Regional de Educación de la UNESCO para América Latina y el Caribe en relación con los atributos que debe reunir la educación de para todos: eficacia, eficiencia, relevante, pertinente y equitativa en el ámbito de los derechos. Los conceptos calidad, pertinencia, integralidad son el eje de las propuestas. 9 “La formulación de una política pública de primera infancia, sostenible y a largo plazo. Esto significa trascender de las políticas públicas sectoriales a una poblacional en donde las niñas y los niños de primera infancia se conviertan en el centro ordenador de su gestión. Su desarrollo integral, su fin último, y la atención el medio para lograrlo. . .El diseño, implementación y evaluación de esta política pública requiere de todos los sectores y de su acción coordinada. Pare ello es fundamental; reconocer el papel de cada actor involucrado y la puesta en acción de sus saberes, estructura institucional, acciones, recursos, capacidades y apertura para transformarse (…) Estrategia de atención integral a la primera infancia. Fundamentos políticos, técnicos y de gestión. De cero a siempre. Ministerio de Educación Nacional, 2013p. 91

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familias, los cuidadores y los docentes como parte fundamental de los desafíos de dicha

política sobre la primera infancia y su vínculo con la educación inicial10.

La participación de este grupo de actores si bien es entendida, desde las diversas propuestas

institucionales, como una forma de mediación cultural11, puede asumirse, como ocurre en

el presente texto, más ampliamente como una práctica cultural pensada en las diversas

formas como estas comunidades construyen el sentido de su existencia a partir de unas

necesidades sociales, en las que se activan a la vez, sus horizontes de vida y se integran a la

de los niños y niñas.

La reflexión sobre la categoría de calidad de la educación inicial y de atención integral se

desplaza entonces a aquellos que se piensan como mediadores de cultura12, en el hogar, el

entorno salud, el entorno educativo y el espacio público13, entornos que históricamente no

están tan claramente divididos.

En estos contextos, el adulto actúa en dicha práctica, según sus imaginarios sociales sobre

la infancia14, ya que ellos expresan la complejidad y multiplicidad de tiempos históricos en

los que se encuentra activo, y penetra sus sensibilidades y sus experiencias colectivas. A la

vez, están presentes en sus actos y en concordancia con los imaginarios, las respuestas a las                                                                                                                          10 “mediada por los momentos políticos, los contextos, los discursos y las prácticas cotidianas de quienes en su momento participaron en esta causa, marcadas por sus formas de pensar, percibir y relacionarse con las niñas y los niños” y la exigencia de “Ser conscientes de la trayectoria histórica que ha tenido la primera infancia en la sociedad, hace posible actuar con sentido y pertinencia en función de nuevos horizontes de política en el marco de la perspectiva de derechos”.Estrategia de atención integral a la primera infancia. Fundamentos políticos, técnicos y de gestión. De cero a siempre. Ministerio de Educación Nacional, 2013p. 52-53 11Estrategias p.112. 12Estrategias. Referencia a Brunner p.112. 13EstrategiasP.107. 14 Los usos del concepto imaginario y sus acepciones en el presente artículo son tomados de Escobar Villegas, Juan Camilo. Lo imaginario entre las ciencias sociales y la historia. Fondo Editorial Universidad Eafit, Medellín, 2000. Desde los estudios sociológicos “Los imaginarios pueden definirse como los conjuntos de ideas-imágenes que sirven de relevo y de apoyo a las otras formas ideológicas de las sociedades, tales como los mitos políticos fundadores de las instituciones de poder” p. 67.

6    

diversas formas de conciencia histórica, que son las relaciones con el pasado sobre la

infancia en cuanto a sus horizontes de experiencias individuales y sociales.

Es posible pensar la historia de la infancia, la relación con imaginarios y la consciencia

histórica, enfocados en la ciudadanía y los derechos, y las relaciones con el lenguaje y la

comunicación como los factores que logran articular los diversos niveles de la educación

(de los niveles de la educación inicial y los otros niveles de la educación formal), y que

logran a su vez integrar, de manera transversal, las relaciones entre los diversos grupos

involucrados en los procesos de educación inicial, los niños y los adultos15.

2. Los imaginarios

¿Dónde está la frontera entre la realidad social y el imaginario social de dicha realidad?

(Villegas p. 37.)16. El imaginario es una noción operativa, que sirve para comprender la

relación entre la historia y las diversas formas de acción en la que participan los adultos

con los niños. Justamente en su carácter indeterminado, permite aproximarse a una serie de

herencias, creaciones y transferencias más o menos conscientes, más o menos colectivas o

individuales. Estos imaginarios se expresan por medio de representaciones, que se

comunican a partir del lenguaje, como formas de transmisión y a la vez como prácticas

sociales. El sistema cultural en el que participan son las diversas formas de estructuración                                                                                                                          15 Fue a partir de la Constitución de 1991 que se elevó a rango constitucional el compromiso del Estado Colombiano con la primera infancia. La Constitución del 91 posibilitó la ley 115 de 1994, Ley General de la Educación, y con ella el modelo de educación pre-escolar en nuestro país. Además a partir del decreto 2247 de 1997, se empezaron a generar lineamientos y estándares, aunque de manera muy difusa y poco articulada, para la prestación de los servicios a la primera infancia. Este decreto especificaba que: 1. La educación preescolar tendría tres grados: Pre-jardín, jardín y transición, dirigidos a niños y niñas de tres, cuatro y cinco años respectivamente.; 2. El grado “cero” sería equivalente al grado de transición y seria obligatorio; 3. Los principios de la educación preescolar serian la integralidad, la participación y la lúdica; 4. Los proyectos curriculares se desarrollarían mediante la ejecución de proyectos lúdico-pedagógicos y actividades que tuvieran en cuenta las dimensiones del desarrollo humano. 16 “En otra palabras, el límite entre lo real y lo imaginario se revela variable mientras el territorio atravesado por él (el límite) sigue siendo por el contrario siempre y en todas partes idéntico puesto que no es otra cosa que el campo entero de la experiencia humana, de los más colectivamente social a hasta lo más íntimamente personal. Escobar Villegas. p.75  

7    

simbólica en torno a las cuales la sociedad a la quepertenecen organiza su producción de

sentido y su identidad.

Así ellos dejan una huella presente en las creencias y en los valores compartidos que

permiten la presencia del pasado en el presente de los individuos. De esta manera la

pregunta por los imaginarios, desde la historia de la infancia como parte de la historia

cultural, exige integrar otras preguntas históricas como son las que han sido desarrolladas

por las historias de la familia, de la vida cotidiana, de los sentimientos y de lo íntimo entre

otros. Al respecto sin duda alguna esta perspectiva hace evidente que dado el reciente

desarrollo a nivel nacional, hay una deficiencia de estudios de carácter monográfico con lo

que se cuenta con fuentes irregulares por periodos, regiones y problemas. Pese a esto, sin

duda alguna la historia reciente muestra cómo es posible ingresar a las relaciones con la

infancia sin asumir una perspectiva de oposiciones sociales a priori, sino que permite el

paso necesario de “una historia social de la cultura a una historia cultural de lo social”17.

La historia de la infancia desde los años 60 del siglo XX se ubica en diálogo con las

preguntas por las representaciones sociales de la infancia, por las formas de aculturación y

socialización y la promulgación mundial de los derechos del niño. Históricamente se ha

pensado la infancia desde dos factores fundamentalmente, el de la diferenciación social y la

diferenciación de género; desde las relaciones de parentesco y las determinaciones desde lo

público. Puede hablarse así de una coyuntura en la que quizá lo más importante es que

permite ubicar el problema más que en las estructuras, desde los procesos, lo que

                                                                                                                         17Chartier, Roger. El mundo como representación. Ed Gedisa, p.53.

8    

proporciona elementos para abordar la diversidad, su movilidad y su carácter no

homogéneo18.

Surgen así varias preguntas a las que todavía es necesario dar respuesta: ¿No es posible

entender la niñez sin el imaginario adulto sobre la niñez o sin su propio imaginario desde la

niñez? ¿Existe un imaginario de la niñez dela que el niño empieza a participar como sujeto

autónomo? ¿Desde dónde se configura a partir de qué relaciones? ¿Quienes participan en la

configuración y apropiación de dichos imaginarios?

3. Los adultos

Puede hablarse de momentos de distanciamiento entre los imaginarios, las representaciones

y las condiciones reales de los niños. Para poner un ejemplo, quizá el de más larga duración

en la historia, y en la historia nacional, es el que ha generado la perspectiva religiosa

católica a partir de la imagen del niño que se asimila a la del divino niño (el niño Jesús) y

la niña María como modelos de virtud y de obediencia. Este hecho permite reflexionar

sobre la presencia de imaginarios sociales ejemplarizantes que devienen a la imagen de la

sagrada familia y al ideal del matrimonio como determinantes de las relaciones sociales.

Por el momento no se hará una presentación de estos procesos, pero el ejemplo de las

tradiciones religiosas católicas y muchos otros que se entremezclan en la revitalización de

diversas tradiciones, consolidan formas de reconocimiento y de diferenciación en el que

pueden participar los individuos con su pasado. Retornar a la historia es pertinente en el

énfasis de la presencia del pasado en el presente. En este se consigue entonces un

permanente diálogo entre el pasado interpretado y el presente interpretador. Surgen cadenas

                                                                                                                         18 Por sólo nombrar unos pilares sobre los que se sustentan las investigaciones Philipe Aries en la historia de la infancia; Foucault, de vigilar y castigar; y la promulgación de los derechos del niño.

9    

de interpretación y reinterpretación, en las que el pasado interroga en la medida en que es

interrogado por los individuos. Ellos actúan y legitiman su labor a partir de la conciencia de

“ser –afectados-por el-pasado”19 con lo que asumen la iniciativa de cuestionar un presente

histórico. Paul Ricoeur nos habla, en este caso, de una acción sensata que permite operar la

mediación que se busca entre la recepción del pasado trasmitido por la tradición y la

proyección de un horizonte de espera que propicia una mirada crítica hacia el futuro. El

pasado, abandona cualquier síntoma de quietud y se hace vivo a partir de la consciencia

histórica, con lo que no puede percibirse de manera unitaria y global.

En el caso de docentes, cuidadores y familias, la afectación por el pasado contribuye a una

relación cotidiana activa y crítica con los niños y las niñas. La manera como se reconoce o

se vive el pasado estará presente sin duda en la especificidad de las comunidades. En el

caso por ejemplo de los diversos grupos indígenas o afrodescendientes y las diferencias

con algunas comunidades urbanas y cómo en ellas se entremezclan las diferentes

temporalidades.

Aunque quizá no sea imprescindible, es útil reiterar que con la exigencia por parte de

algunas políticas de centrar la perspectiva de atención a la niñez, en el niño, es probable que

no se haga el énfasis necesarioen que no solo los niños viven un proceso histórico cultural,

sino también los cuidadores, maestros y familias. En este sentido es posible, develar un

“tenaz velo metafórico y retórico” sobre la infancia que tiende a cubrir los discursos tanto

de las políticas como de los textos destinados para los maestros y las familias20. Que si bien

                                                                                                                         19 “El vínculo entre la acción histórica y un pasado recibido y no hecho es lo que preserva entonces la relación dialéctica entre el horizonte de espera y el espacio de experiencia”.Ricoeur, P. “Hacia una hermenéutica de la conciencia histórica”.Historia y literatura, ed. Instituto Mora, 1994, p. 80.

20Semeraro, Angelo. “La infancia como sujeto y como objeto historiográfico” en Martínez Moctezuma, Lucía. (Coordinadora). La infancia y la cultura escrita. Siglo XXI ed, México, 2001. p. 105.

10    

las niñas y los niños son seres de la diversidad con valores culturales, étnicos y religiosos,

ocurre igual con el rol de los adultos, y justamente es pertinente ampliar esta perspectiva

en la que estos hacen parte de igual manera de un ejercicio social, en el que si bien su

objetivo es la atención integral a la infancia y en algunos casos específicamente la

participación en la educación inicial - sea esta formal en la participación en propuestas de

pre-escolar o en otros contextos- , ellos son de igual manera activos socialmente desde la

individualidad. Son personas con historia y partícipes de la historia y este hecho permite

cuestionar la acción unidireccional del adulto, en las que la relación se establece en función

del niño, y permite la integración de horizontes de presente en el que el adulto es a la vez

activo socialmente.

Desde esta perspectiva es relevante indagar sobre la participación de la historia de la

infancia en la historia de los adultos. Al igual que el presente, los otros tiempos tampoco

han sido homogéneos históricamente. La historia del tiempo presente permite ubicar las

tradiciones y la institucionalidad en una variedad de palimsestos que construyen los

horizontes de la experiencia individual desde la autobiografía (historias de vida) o quizá

desde la microhistoria, donde por ejemplo intervienen procesos en los que entran en dialogo

las estructuras de parentesco y la intervención el Estado, en lo que tiene que ver con una

historia temporalmente más larga, una historia social de la infancia. En estas múltiples

capas del pasado, de las que acá sólo se darán algunos ejemplos, las representaciones se

construyen históricamente como modelo y reflejo de la realidad. Creencias y valores

intervienen en las diversas acciones, lo que permite por ejemplo una vía de reflexión que

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     

11    

tiene que ver con las relaciones que se establecen entre las normas y las diversas

expresiones del sentido común21.

Se despliegan varias vías de trabajo e investigación buena parte de ellas articuladas a la

necesaria revisión de las experiencias de la trayectoria que ha tenido la primera infancia en

la sociedad en los procesos de modernización, cuando el siglo XX se mueve en

sentimientos encontrados frente a la infancia: la ternura y la severidad; la esperanza y la

intransigencia22. Estos sentimientos están en diálogo con el proyecto modernizador que se

desplaza en un ideal social “de las buenas maneras” bajo cánones de urbanidad (la

presencia en casi la totalidad del siglo XX de la Urbanidad de Carreño y las discusiones

todavía actuales sobre su pertinencia), la higiene, la instrucción cívica y la economía

doméstica, regularmente bajo el propósito de formar niños como futuros ciudadanos dentro

de modelos europeos.

La relación entre huella recorrida y tradición transmitida23, permite examinar la dualidad o

tensión que se presenta en el problema de establecer la relación entre el niño como centro

en su identificación, puesto que la noción de infancia se construye desde el adulto, si bien

se busque concretar espacios de autonomía.24 Las relaciones de continuidad entre las

diversas “generaciones”, es quizá unos de los factores más difíciles de consolidar

socialmente debido al problema de la imagen acabada de la infancia, que como imaginario

riñe con la realidad. Por ejemplo, en las comunidades indígenas donde la autonomía de la

infancia no conforma un período tajantemente diferenciado del desarrollo, no separado del

                                                                                                                         21Wortman, Ana. “Hegemonía, imaginarios, representaciones colectivas y sentido común” Construcción imaginaria de la desigualdad social. Clacso, Buenos Aires, 2007. 22 Londoño, P. p.14 23Ricoeur, Paul. p. 105. 24Estrategias…

12    

de los adultos25; o la determinación de la marcación por edades exactas los ciclos

educativos, y de la literatura tallada (la que se escribe y/o se publica para grupos específicos

de edades).

Las historias de los grupos de edades (de padres a hijos, de jóvenes a niños a adultos), si

bien han sido inicialmente de interés de la demografía histórica, desde ella se han visto

preocupaciones de carácter social que interrogan las políticas y las relaciones internas sobre

los procesos educativos y familiares: en qué punto se encuentran los diversos horizontes

con los adultos, las diferencias de género, la tradición patriarcal frente a las funciones

educativas de las madres. Las fronteras de las edades tienden en la actualidad a confundirse.

Desde la antropología se han visto las diversas tradiciones y “ritos de las transiciones” que

hasta hace no muchos años estaban marcados en el caso de la infancia y para buena parte de

la población, por el bautismo, la primera comunión y el momento de ingreso a la escuela.

De esta manera en la definición de las clases de edades como “categorías constitutivas de

la vida sociocultural” se pueden observar dos grandes tendencias: el papel de la escuela en

el “descubrimiento” de la infancia, de la adolescencia y de la juventud como clases de

edades constituidas, la que atiende a las rupturas que son planteadas por las instituciones; y

la perspectiva antropológica que atiende más a las continuidades sociales. La vinculación

de estas dos perspectivas puede encontrarse en la atención que se le preste a interrogarse

sobre cómo fueron en las diversas épocas las políticas familiares de la

                                                                                                                         25 “…es un crecimiento continuo que se acompaña con la progresiva experimentación y conocimiento del entorno natural, social y cultural que estimula, promueve, fortalece y orienta la autonomía que garantiza la autonomía del individuo” p. 35. Díaz Maritza; Vásquez Socorro (editoras). Contribuciones a la antropología de la infancia. La niñez como campo, de agencia, autonomía y construcción cultural. Ed.Javeriana, Bogotá, 2010. p. 35.

13    

infancia.26Nuevamente se ve cómo la experiencia infantil encarna históricamente como

constante el intercambio y las tensiones de autoridad entre parentesco y las instancias

públicas, el Estado.27

En este sentido adquieren importancia no sólo los imaginarios sobre la infancia sino

también los que realizan sobre la adultez donde intervienen en ellos las diversas formas del

“deber ser”. Si bien ha sido puesta en cuestión la imagen utilizada por Philippe Aries al

referirse a la representación del niño como “un adulto en miniatura”, no deja de ser una

representación provocadora para plantear cómo se transmiten los contenidos del pasado

entre los diversos grupos de edades, por ejemplo en imaginarios que surgen de los procesos

de modernización28 en los que entran en diálogo contantes que probablemente afectan al

adulto del siglo XXI, que fue niño.

4. La modernización

La relación con el trabajo en una sociedad como la colombiana marcada por las

permanentes migraciones, determina a la vez las distancias y las difusas fronteras entre el

campo y la ciudad, como entre las diferentes clases sociales. La búsqueda por abolir la

presencia de los niños trabajadores del siglo XIX inicia con la preocupación por la

educación que ya desde las legislaciones de 1903 plantean la infancia como la época en

que se forma al ciudadano y al trabajador. Si bien durante el siglo el proyecto social se

transforma en este sentido, (es necesario revisar la relación de la escuela y la niñez como

                                                                                                                         26Caspard, Pierre.“La infancia, la adolescencia, la juventud: para una economía política de las edades desde la época moderna” en Martínez Moctezuma, Lucía. (Coordinadora). La infancia y la cultura escrita. Siglo XXI ed, México, 2001. La historia de las edades compete a la historia de las representaciones, la manera en que las sociedades los caracterizaron estableciendo entre ellos límites a la vez nominales, jurídicos y funcionales. p.77. 27 Rodríguez Pablo, Maranelli, Naría Emma (coord.) Historia de la infancia en América Latina, p.16. 28 Basado en Londoño, P.

14    

futuro de la nación), es interesante preguntarse por cómo se han construido culturalmente

los roles que se le han asignado al niño, y a la vez las diversas formas como en un espacio

multicultural dichos roles determinan las actividades familiares, el rol de la mujer y el

hombre, por ejemplo en las formas de permanencia y cambio de las relaciones patriarcales.

También a manera de ejemplo, está la reconfiguración de las relaciones con la infancia

desde acciones marcadas por imaginarios fuertemente afianzados por diversos grupos

sociales o religiosos, en los que “la caridad pública mantiene lazos muy estrechos con la

ideología ético educativa, pero también con la estratificación social y la división del

trabajo”29.

Siguiendo a Patricia Londoño se puede afirmar que durante el siglo XIX la infancia urbana

se desarrolló en tres escenarios públicos: la guerra, el trabajo “libre” y las aulas. En el

escenario privado era al lado de la madre.30Parecería que históricamente, el trabajo por

parte de los niños no se ha visto como problemático para todas las sociedades, y las lógicas

sobre cómo se conciben las diversas actividades de la infancia dentro y fuera del ámbito

doméstico y la extensión del mismo reviste un papel en los espacios de socialización. La

relación con el trabajo, el que vulnera los derechos y que regularmente compite con los

proyectos educativosdefine las actividades de producción que se realizan en el entorno

familiar y comunitario del que se lleva a cabo fuera de ese entorno.Estas relaciones han

estado vinculadas históricamente a los espacios rurales y como ya se planteó de manera

articulada a la comunidad en los ámbitos urbanos a la figura de los aprendices y en las

rurales a las faenas domésticas del campo y en las formas de relación social particular de

                                                                                                                         29Semeraro, Angelo. “La infancia como sujeto y como objeto historiográfico” en Martínez Moctezuma, Lucía. (Coordinadora). La infancia y la cultura escrita. Siglo XXI ed, México, 2001 p. 111.

30Londoño, P. p.

15    

las comunidades de las tradiciones indígenas. Si bien las relaciones con el trabajo

regularmente no están relacionadas con la edad temprana, el diálogo crítico con estas

tradiciones puede dar luces sobre la manera como se articulan las necesidades domésticas

y comunitarias con el desplazamiento o integración del niño al ámbito de la educación

formal. A la vez, en los denominados procesos de socialización, por ejemplo en la

articulación necesaria en el ingreso a la etapa escolar, es apropiado poner en diálogo los

imaginarios de la educación doméstica y su relación con la educación formal, lo que puede

quizá suprimir las fisuras que tienden a distanciar las relaciones entre estos dos ámbitos.

La modernización muestra una nueva posición de reconocimiento de la infancia y sus

derechos y de mayor independencia relativa, y al mismo tiempo una renovada

vulnerabilidad dada por los conflictos sociales y políticos. Allí se mantiene el diálogo con

el imaginario romántico de la infancia que al finalizar el siglo XIX aparece como el de la

infancia como el paraíso perdido y su contradictor la infancia como la peor época de la

vida. Posteriormente los discursos autobiográficos darán cuenta de estas dos posiciones31.

Más allá del cambio en las políticas familiares o jurídicas, estos discursos permitirán a la

vez leer, como ocurre en los diversos artículos de prensa, un fragmento de la historia de la

infancia que ha sido trabajada ya como apoyo a las diversas estrategias de atención del

niño, y que se expresa en diversas representaciones, entre ellas la literatura: el niño “como

problema” en el tejido social, aquel que permanece históricamente, que si bien se

reconoció durante la colonia y en parte de la historia republicana como el “expósito”, el

que era expuesto a la interperie, fuera de casa, y que ha sido estudiado en casos de

                                                                                                                         31 Un estudio preliminar al respecto lo presenta Ila, Paula Andrea. “Recordar la infancia en el siglo XX” en Borja Gómez, Jaime y Rodríguez Jiménez, Pablo. Historia de la vida privada.Tomo II. Taurus, Bogotá, 2011. p.235- 261.

16    

mediados de siglo XX, el gamín bogotano,como ejemplo en el ámbito urbano. Estos niños

del abandono y del trabajo, ambos de alguna manera expósitos, han sido parte de las

tradiciones quizá más silenciadas sobre la infancia y de la cual participan muchos adultos

sometidos de niños a la marginalidad, la violencia y la segregación.

Entonces frente a ese pasado la nostalgia por la infancia, el pasado feliz e inocente, se

requiere una lectura histórica en la que se reflexione sobre el paso del carácter de una

atención asistencial al niño, a su ingreso como ciudadano, sujeto pleno de derechos en la

perspectiva de las políticas. Está en igual perspectiva a la anterior, la del trabajo y el

abandono, la relación de los niños y la guerra. En la tradición occidental, los principios de

organización religiosa y militar dan origen a los niños de las cruzadas, al niño guerrero

propiciado por la educación religiosa. La infancia y la guerra es quizá una de las relaciones

más escondidas en los principios de organización vigentes, si bien en el pasado fueron

institucionalmente activas. Recuérdese el trompetista que dirige los ejércitos durante las

guerras civiles, o el niño que representa el éxito del ejército libertador de la batalla

independentista del Puente de Boyacá.

La militarización de la infancia está presente en la historia anterior al siglo XX en la que

niños de hasta diez años son activos en las múltiples batallas no sólo de independencia sino

hasta la Guerra de los mil días en la que se encuentran pequeños conformando ejércitos que

se enfrentaban abiertamente en los campos. Dichos imaginarios han sido asumidos no sólo

en la tradición popular, en la que en algunas regiones el Mohán se anuncia con el llanto de

un niño recién nacido, sino también en los cantos, (Mambrú se fue a la guerra), los juegos y

los juguetes. Si bien se reconocen estas representaciones es probable que en la perspectiva

actual de la violencia, de las diversas confrontaciones sea factible reconocer imaginarios

17    

que están participando en el recuerdo de los adultos. (Los bandoleros de mediados de siglo

cuyos relatos son activos en regiones como Tolima, Santander y Casanare, por ejemplo).

Es así como volver sobre los imaginarios sobre la infancia en el trabajo, la guerra y el

abandono (“el niño como problema”), permiten reconstruir relaciones en tensión a partir de

los cuales a mediados del siglo XX se enlazan o dialogan con el ingreso del niño al

mercado, en el que la infancia se asume como espacio en el cual se debe direccionar la

infancia como etapa demandante y consumidora.32 Las diversas representaciones de la

niñez parece que son construidas o alimentadas desde la prensa, los medios de

comunicación y en la publicidad, lo que vincularía o permitiría un diálogo entre la

historia que se basa en dichas fuentes y la historia de la educación al parecer la forma más

permanente de narrar la historia a partir de dicho siglo. Esta perspectiva sin duda alguna

abre vías para comprender problemas de la historia social.

Los niños como mano de obra para la producción y como canal de producción de servicios

y los niños de las clases acomodadas “se convirtieron en consumidores vinculados al

mercado (alimentos, medicinas, productos para el aseo, vestuario, juguetes, servicios,

médicos y educativos)”33. La infancia rural se mantuvo distanciada de la urbana, o

desplazada, y permanece marginal frente al mercado y los procesos de modernización

durante buena parte del siglo XX, y más recientemente, ingresa en las formas de

globalización donde cada vez participa más de los objetivos de homogeneización frente a

las representaciones y las prácticas urbanas. En este sentido la imagen del niño se

transforma y multiplica de forma indescriptible. La fotografía de la infancia como mercado

y target publicitario le da un nuevo espacio social. Una de las primeras imágenes de una                                                                                                                          32Londoño, P..14 33Londoño, P.  

18    

niña ofreciendo un producto está en la marca de cigarrillos El globo en 1930, que en el

caso de un niño se ve en la revista Chanchito, revista para la infancia de 1938, donde el

niño con el cigarrillo en la mano invita al padre a su consumo.

El imaginario de la belleza infantil por ejemplo será apropiado por los medios, en lo que

podría denominarse una continuidad de los imaginarios, no sólo católicos en los que la

belleza y la bondad están vinculadas, sino de las cualidades europeas que posteriormente,

se desplazarán a las formas ideales norteamericanas. La urbanización de los imaginarios

sobre la infancia estarán atados a las diversas relaciones con lo extranjero34. No sólo en los

juguetes, la ropa y los diversos elementos de higiene y alimentos. Está también una

práctica que pasa por los ritos de denominación, el sentido de dar nombre al niño en las

relaciones generacionales que pasa por el nombre como herencia, el nombre santorial, los

nombre nombres de los medios y la moda.

Esta mezcla de representaciones de la infancia hace que confluyan en lo que se considera

un proceso de modernización, el despreció al campesino y lo tradicional en función de un

modelo social “de cortesía y disciplina social”, que se ve fundamentalmente en la

reglamentación de las conductas (los manuales): frente al imaginario de la belleza se

consolida un imaginario social de perfección que determina a las formas sociales. Tiene

que ver con la imagen de lo culto “de la élite culta y urbana” y cada vez más con lo que se

considera extranjero y su intervención en la conformación del gusto.Esta acción transcurre

paralela a los procesos de migración, los cambios demográficos a finales del XX, actividad

laboral de la mujer, la urbanización y la industrialización.

                                                                                                                         34 En el sentido de la educación lo público se diferenciará más de lo privado y la función de los colegios bilingües será fundamental en la marca de las diferencias.

19    

Así, por ejemplo se pasó de la transmisión del saber por parte de la familia y la comunidad,

la mujer y lo materno, para ingresar a un saber que proviene de la publicidad: salud e

higiene, moda y juguetes industrializados. En este sentido se puede reubicar la dificultad

de plantear el concepto de socialización, al ampliarse a formas de enculturación como el

ajuste de patrones socioculturales en los que el niño influye en la cultura35, en el que debe

adquirir un valor fundamental históricamente el concepto de cuidado y crianza como una

categoría de transmisión de tradiciones. La tensión entre el discurso de la autonomía de la

infancia como agentes activos social y culturalmente y la historia, permite volver sobre

estudios de la crianza en la que la cultura viaja históricamente de generación en generación.

El paso de las comadronas a la obstetricia y a la puericultura, lleva a pensar en la historia de

la mujer y su relación con los logros de la ciencia y la relación de esta última con el

mercado. La presencia por ejemplo de las representaciones que se dieron a principio del

siglo XX en las polémicas sobre la higiene, en el aporte científico de la medicina a la

educación escolar y como herramienta para perfeccionar a los alumnos y llevar a la nación

hacia la civilización y el progreso: la necesidad de consolidar ciudadanos a partir de la

higiene física, moral e intelectual36.

Como última perspectiva general de reflexión es posible pensar la historia de la infancia y

su relación con la educación y las prácticas en la historia de la función social de la

infancia para hacer visible y comprender unos imaginarios que están marcados por las

relaciones de las familias y las comunidades, como son los roles asignados a los géneros y

de ellos a los sentimientos y las emociones. (El niño que llora como una niña- el azul para

el niño y el rosa para la niña – los castigos). Así están presentes para los adultos las

                                                                                                                         35 Díaz, p.63. 36Londoño, P. p.122.

20    

diversas expresiones de la masculinidad y de lo femenino que devienen de las tradiciones

católicas, mayoritariamente hispánicas y las tensionadas con las demás europeas, y más

recientemente norteamericanas y las que se transforman con la presencia de los cambios de

mediados de siglo en relación con el feminismo y los movimientos homosexuales y

transgenéricos. Todas ellas en permanente movilidad desde las particularidades regionales

y las fronteras producto de migraciones entre lo rural y lo urbano.

En este sentido los procesos de modernización permiten pensar en las relaciones en la

construcción de tradiciones entre la infancia como sujeto de derechos y la infancia como

objeto del consumo y la consolidación de valores y creencias: en la manera como han ido

dialogando los lenguajes del sentido común, los del mercado y de la ciencia y cómo el

adulto cuidador, docente o la familia se relacionan a partir de ellos con los niñas y las niñas.

Si bien, como se ha señalado, son múltiples las vías de desarrollos desde la historia de la

infancia y la relación con los imaginarios, sin duda alguna la familia se consolida en el

contexto central de transmisión de la cultura. ¿Cómo es activa y crítica en dicha

transmisión? ¿Cómo se relaciona la familia con los imaginarios procesos de larga duración?

¿Cómo se establece esa relación con el patrimonio, los imaginarios de la educación

doméstica y su relación con la educación formal; cómo asume la tensión entre lo científico

y el consumo?

5. La familia

La relación entre la familia y la escuela es sin duda el eje articulador más enfatizado por las

políticas sobre la primera infancia y a la vez podía afirmarse el más frágil cuando se

establecen las nuevas relaciones que implica el ingreso a los espacios de cuidado o a la

21    

educación formal, lo que implica un cambio en las relaciones y el las formas de cuidado

doméstico37. De igual manera porque la responsabilidad de la familia en cuanto al ejercicio

de los derechos de los niños38, y su relación con la responsabilidad del Estado en los

procesos de educación hacen parte de las discusiones actuales sobre la calidad.39Por este

motivo, la última parte de este texto ubicará de manera introductoria algunos elementos de

reflexión en los que la historia de la familia aporta a la reflexión sobre la historia de la

infancia.

La historia de la familia en la que ingresan las relaciones entre la familia, el hogar (el

espacio doméstico) y el parentesco, frente a las singularidades y las transformaciones

permiten a Pablo Rodríguez encontrar dos constantes históricas: “La familia como una

institución paradójica: es la más privada y a la vez la más pública y política de las

instituciones sociales”40. En segundo lugar, el poco peso que ha tenido la legislación y el

derecho en la organización y comportamientos familiares. La familia se ha regido por la

costumbre y por los valores tradicionales de la comunidad41.

                                                                                                                         37Los modelos de articulación, de integración entre niveles deben ajustarse a la lógica de la atención integral. La relación entre lo que se considera la atención integral a primera infancia, educación inicial y la relación, articulación con el ingreso a la educación formal (Prejardín -jardín, transición). 38Desde la ratificación de Colombia en la convención sobre los derechos de los niños, se prioriza la importancia de atender de manera integral a los menores de 5 años. A partir de la ley 12 de 1991, los derechos de los niños se convierten en un principio constitucional (art. 44), que los reconoce como sujetos de derecho y miembros activos de la sociedad, y postula como garantes de los derechos de los niños al Estado, a la familia y a la sociedad.Sistematización de la revisión documental. Documento preparado por: Rita Flórez Romero, Gloria Amparo Acero y Carmen Elisa Acosta.07 de noviembre de 2013. 39 “Así, mientras las escuelas de los tres países [se refiere a Chile, Brasil y Cuba] tiene autoridad sobre el progreso académico de los alumnos (y en cierto sentido sobre el desarrollo social), los padres tienen el control del desarrollo social del niño u una responsabilidad significativa en el apoyo académico necesario. Sin embargo en Cuba, el equilibrio entre los dos ámbitos se inclina definitivamente en favor de la escuela (como institución estatal), o sea que la forma de definir el bienestar de un niño es responsabilidad del Estado, mientras que en Brasil y Chile es responsabilidad de la familia”. Carnoy Martin. La ventaja académica de Cuba. ¿Por qué los estudiantes cubanos rinden más? Fondo de Cultura Económica, México, 2010. p. 63. 40 Las reflexiones sobre la historia de la familia surgen a partir de la obra Rodríguez, Pablo.(Coord.)La familia en Iberoamérica (1550-1980). Universidad Externado- Convenio Andrés Bello, Bogotá, 2004. 41Rodríguez, P. p.18.

22    

Para completar lo anterior, sin duda alguna no deja de ser incómoda pregunta realizada

por Carmen Bernard cuando señala (si bien refiriéndose al caso de Mesoamérica), cómo la

familia latinoamericana es producto de una aculturación religiosa y de dominación

cultural. ¿Es acaso esta una de las razones de la violencia doméstica?42

Problemas como la conformación social de la familia de tradición hispánica y la relación

con los indígenas, el mestizaje y la esclavitud hacen parte de los orígenes generales que

diferencian la constitución de la familia americana del caso europeo, lo que exige unas

formas de diferenciación frente a la estructura familiar patriarcal. Esta se sustenta en dos

factores que se mantiene durante la historia nacional y que si bien sufren mutaciones

pueden encontrarse de alguna manera activos en los imaginarios del presente: la pureza de

sangre y las redes de parentesco.

Al revisar la historia, el concepto de familia nuclear es propia del humanismo renacentista,

lo que hace que pueda verse como parte de una historia reciente. Desde esta perspectiva

son simultáneas las diferenciaciones entre los imaginarios de la familia nuclear cerrada,

endogámica legal, el matrimonio, frente a una tradición que proviene desde la colonia de

un mestizaje familiar americano, en el que en la vida cotidiana se dio una fluida

integración étnica buena parte de ella en espacios de violencia por los procesos de

colonización y posterior modernización,y a la vez por relaciones amancebamiento,

concubinato, etc, que se vivieron desde las “grandes haciendas hasta pequeñas chozas

miserables”: Así, la construcción de discursos sobre la amenaza de la disolución de la

familia nuclear podría contrastarse con la consolidación de las otras tradiciones, las de

grupos poblacionales más amplios, y en ese sentido puede ser examinada con el discurso

                                                                                                                         42 Referencia de Rodríguez, Pablo. La familia en Iberoamérica…

23    

que a partir de los años 60 participa, fundamentalmente la prensa, como es el de la familia

como amenaza la que empieza a ser vista como sinónimo de disociación, agresividad y falta

de armonía43.

Estos dos factores constitutivos de la familia marcan tres principios que fundamentan las

formas de concebir la ubicación del niño en dicha institución. Desde la Edad Media se da

cambio fundamental en el concepto de infancia desde una perspectiva cristiana del mundo

medieval. El niño es una persona con derechos inalienables que proceden de Dios, esta

perspectiva llegará con la colonización a América. Desde la independencia se fortalece la

relación patriarcal44, donde el padre es la autoridad inobjetable que marca los destinos de

los niños. Es pertinente todavía la pregunta sobre la vigencia de las tipologías que sobre

finales de los años cincuenta realiza Virginia Gutiérrez al diferenciar por ejemplo el tipo de

relación patriarcal en regiones como la andina, los santanderes y la antioqueña45.

Posteriormente a partir de los cambios del siglo XX, los niños son portadores de derechos

que proceden del Estado.

A la vez, la relación entre la familia y las tradiciones en relación con el imaginario de la

familia nuclear, históricamente muestra que las prácticas domésticas se mantienen en un

proceso de larga duración la relación familiar de puertas abiertas en la cual se admite la

corresidencia de familiares, primos y tíos prioritariamente. Estas formas de ampliación son

constantes en las migraciones del campo a la ciudad y de ciudades pequeñas a centros

urbanos más amplios. en los que los campesinos migran a las ciudades (conventillos,

                                                                                                                         43 Jiménez Becerra, Absalón. “Historia de la infancia en Colombia: crianza, juego, y socialización”. 1968-1984. Anuario Colombiano de historia social y de la cultura, No 35, Universidad Nacional de Colombia, 2008. P.162. 45Rodríguez, P.

24    

inquilinatos y casas de vecindad).La lógica de las familias extensas tendrá variaciones

regionales históricas que estarán nuevamente marcadas por las diversas formas de

desplazamiento, colonización o migración.

Parecería una frase obvia pero en Colombia la suerte de los niños ha estado definida por la

calidad de la unión de los padres. Sin duda alguna allí interfieren factores políticos,

sociales y económicos. Pero a la vez en el mundo de los imaginarios, en la manera de

articular creencias y valores, lo que ya se ha denominado “sentido común” tiene que ver

con “los prejuicios”. Las clases dirigentes establecen el valor de las relaciones familiares en

el énfasis puesto por la doctrina religiosa al consagrar el matrimonio y la maternidad, y

simultáneamente la pregunta por la legitimidad o ilegitimidad o como se dice en algunas

regiones el hijo legítimo o natural (el que no ha pasado por la institucionalidad)46 tienen

que ver con las jerarquizaciones sociales.Si bien es posible interrogar si en el

reconocimiento de lo multicultural permanecen algunas de estas prácticas.

En este punto, pensar la mujer como eje de la familia permite ampliar el espectro

histórico, de la cual sólo por el momento se mencionará la necesidad de volver sobre la

historia de la maternidad y por ejemplo revisar cómo se han dado las diversas formas de

maternidad sustituta (amas de cría, nodrizas, etc..) y por otra parte las relaciones entre la

idea de familia y el espacio doméstico. No sobra recordar que hasta la década de los 60

prevalece la imagen de la madre devota y abnegada: pureza, abnegación y sacrificio que

deviene de la imagen mariana, la que es desplazada a todos los ámbitos sociales, así no sean

los religiosos, la que se compa con la realidad de las mujeres que asumen las funciones

domésticas durante las guerras civiles del siglo XIX y las madres cabeza de familia.

                                                                                                                         46 Rodríguez, P. p.266.

25    

El problema del contexto, cuyo énfasis en las políticas es sin duda indiscutible, lleva a

pensar como los adultos participan en los procesos que abordan desde sus tradiciones y

prácticas culturales, el problema de la secularización de la escuela frente a la sacralización

de la vida cotidiana en la familia o en la comunidad. Un campo amplio de investigación es

sin duda el que tiene que ver con la manera como los imaginarios y representaciones

religiosas participan de las acciones sobre la infancia. Adquiere así importancia la reflexión

sobre los imaginarios católicos de larga duración y su ruptura con los protestantes.

Procesos que si bien se ven radicalizados en sus tensiones en la segunda mitad del siglo XX

están presentes desde las fuertes acciones a partir de la publicación del nuevo testamento

por los liberales a mediados del siglo XIX y la publicación masiva del catecismo del Padre

Astete por parte de los conservadores a principios del siglo XX (200.000 ejemplares en

1936), las acciones de evangelización de los misioneros católicas y las avanzadas de los

grupos protestantes desde las tradiciones mesiánicas fundamentalmente en el campo o las

selvas distantes de los grandes centros urbanos.

El reto entonces está en la revisión crítica de los procesos de modernización frente a un

mundo globalizado reconocer en las políticas y en los programas, la permanencia de

constantes históricas que han consolidado una realidad que desarticula las relaciones entre

los contextos y las prácticas educativas. Identificar de esta manera las continuidades y las

rupturas y cómo se ven afectadas por discontinuidades producto de la violencia.

6. La ciudadanía

El ejercicio de derechos y la acción de la ciudadanía como categorías que sostiene la

atención integral y la educación inicial se proponen en las políticas sobre la primera

26    

infancia como los ejes para la formación de un persona libre y autodeterminada: no sólo al

singularizarse sino también con la posibilidad de valorar la diversidad y considerarse parte

de una familias, una comunidad y una nación.47 Los imaginarios sobre la infancia y la

familia contribuyen a afianzar esas categorías que permiten pensar en unos referentes de

calidad y las posibles relaciones y preguntas de la historia de la infancia, su relación con la

educación y las prácticas culturales en las familias, los cuidadores y los docentes de la

educación inicial.48

En el anterior contexto, los derechos son entendidos en su participación en un Estado social

de derechos, en los que se valida su condición pluriétnica y multicultural y por otro, como

sujetos de derechos (la atención en salud ynutrición, el esquema completo de vacunación, la

protección contra lospeligros físicos y la educación inicial).Estos se hacen activos en los

adultos en la acción de “ser –afectados-por el-pasado”, en la posibilidad crítica que da el

encuentro entre los niños y los adultos en los horizontes de experiencia individual

(conciencia histórica), historia individual (autobiografía- microhistoria-historia social y

colectiva), una movilidad histórica de los procesos y una articulación con las diversas

modalidades de educación inicial.La historia colectiva permitirá el salto cualitativo a la

                                                                                                                         47Estrategias…p.50  

48Plan Decenal Nacional de Educación 2006-2016, Objetivos del plan específicamente para la atención integral: 1. Orientar, en las escuelas normales superiores y en las facultades de educación, programas de formación de maestros que sean coherentes con las necesidades de atención integral y pertinente a los contextos locales, a partir del reconocimiento de la interculturalidad, la diversidad y la necesidad de la inclusión. 2. Fortalecer los programas de capacitación y formación del personal de las diferentes disciplinas que inciden en la atención a la primera infancia, con énfasis en la atención a la población con necesidades educativas especiales. 16. Cualificar los procesos de formación, capacitación y actualización permanente de los diferentes actores educativos (padres de familia, cuidadores, maestros, psicólogos y otros), con el fin de brindar una formación que contribuya al desarrollo y al fortalecimiento de todas las dimensiones del ser humano. 13. Cualificar los procesos de formación del talento humano que interviene en la educación inicial de los niños (Ministerio de Educación de la República de Colombia –MEN–, 2006, p. 77-78)

27    

experiencia multicultural que hace posible, en lo que denomina desde las políticas, el

enfoque diferencial, no sólo en la atención sino en la educación inicial.

Las anteriores vías para interrogar la función de los imaginarios de la infancia consolidados

por los procesos de modernización conduce a pensar la acción del adulto frente a problemas

centrales planteados por las políticas como son los valores, los derechos y el ideal de la

ciudadanía. Como se ha visto existen tensiones centrales que determinan la relación con la

infancia entre otras la religión, del mercado, lo nacional y lo extranjero, y la escuela.

Reconocer esos imaginariosde los niños en su capacidad de definir la cultura de los

adultos49.

Si bien este será el aporte frente a los derechos, es a la luz del interés por la ciudadanía que

cobra vigencia el tema de la formación política, en el entendido que habría que garantizar al

individuo que cuenta con los elementos necesarios para devenir en ciudadano, es decir en

sujeto y en actor político, no sólo a través de la garantía de los derechos.Entender la

ciudadanía como un concepto integral, cuya génesis histórica da cuenta de las luchas y

pugnas sociales que condujeron a la conquista de los diferentes ámbitos en los que se

circunscribe hoy en día su actuación; sentido éste, desde el cual, la formación política

implicaría, entre otras, la toma de conciencia histórica de la conquista de los derechos

ciudadanos, así como la defensa y lucha por ampliar los sentidos de los mismos dentro de

marcos de libertad, solidaridad y justicia social.50

                                                                                                                         49Diaz, M. p.91.  50Herrera, Marta Cecilia. Políticas públicas en educación ciudadana en Colombia y América Latina: La arena de lucha del campo intelectual en la historia reciente. http://www.pedagogica.edu.co/admin/docs/1286228736leccioninauguralenfasiseducacionculturaydesarrollo.pdf,

28    

Pero a la vez la ubicación desde las tradiciones de violencia en las que se ubica el adulto, la

colonización y evangelización; la guerra y las dinámicas de las instituciones de las que

forma parte la familia, la escuela y el ICBF, etc. A la vez, tiene que ver con que los adultos

como su historia son móviles y en tanto participan de imaginarios que se van desplazando

no sólo en una temporalidad sino en la espacialidad de los diversos territorios (nacionales e

internacionales).51

¿En qué consiste plantearse el ejercicio de la ciudadanía, no sólo en perspectiva de los

niños sino de aquellos adultos con los que comparten su acción cultural, docentes,

cuidadores y familias? La posibilidad de pensar desde los imaginarios y la configuración

de una conciencia histórica permite abordar lo pluriétnico y lo multicultural como

categorías históricas, al igual que la ciudadanía y los derechos. Una mirada desde la historia

de la educación, y desde la comunicación y la literatura ampliarían sin duda este espectro y

las posibilidades de ubicar desde la infancia la historia desde el adulto que fue niño y la del

niño que será adulto y reconocer, al conocer, la posibilidad de ejercer una acción crítica

frente a los espacios de violencia del presente.

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                                                                                                                         51 “Gestión integral que reconoce los saberes, prácticas y desarrollos de los territorios” p. 98.

29    

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La niñez como campo de agencia, autonomía y construcción cultural. Editorial Javeriana,

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