HISTORIA DE AMOR

DEL PRÍNCIPE PEDRO

Y LA CAMPESINA FEBRONIA

Murom, Rusia, siglo XIII

Pedro era el hermano menor del príncipe Pablo, gobernador de la ciudad de Murom. Cuenta la leyenda que, por encantamiento del diablo, un dragón empezó a visitar a la esposa de Pablo, se adueñó de la imagen de su marido y la sedujo. Pero la mujer se dio cuenta del engaño y se lo contó a su esposo. Este, al comprender que no podía hacer frente a las trampas del demonio, pidió a su mujer que sonsacara al dragón el secreto de su muerte. La mujer sedujo al dragón y éste le dijo que podía morir a manos de un hombre llamado Pedro que portara la espada mágica de Ágrico, un héroe legendario. Al enterarse, Pedro decidió ayudar a su hermano. Hombre piadoso pidió a Dios que le ayudara. Después de rezar en un templo, apareció ante él un muchacho que le indicó dónde estaba aquella espada mágica. Pedro luchó contra el dragón y le ganó, pero la sangre venenosa de las heridas del dragón le salpicó y como resultado su cuerpo se cubrió de costras y llagas. Pedro enfermó y ningún médico sabía cómo curarle.

Príncipe Pedro

Mensajeros fueron enviados a recorrer todos los rincones del reino en busca de un remedio.

Uno de ellos pasó por las tierras de Ryazan. La noche le sorprendió en una aldea, donde vivía la joven Febronia, famosa por sus dones de curación y adivinación. Al conocer la enfermedad del príncipe, pidió que le llevaran a su casa y aseguró que si en verdad era una persona sincera y humilde, sanaría.

Febronia

También el príncipe Pedro soñó con Febronia.

El príncipe Pedro llegó a la aldea de Laskovo en tierra de Ryazan donde vivía Febronia y le prometió una gran recompensa si le curaba.

La muchacha se negó a aceptar el pago, pero sí impuso una condición: si el príncipe se recuperaba, tendría que casarse con ella. Pedro prometió casarse, pero solo fingía porque no pensaba hacerlo. Febronia no era de su estirpe y un príncipe no podía casarse con una campesina. Febronia se dio cuenta de los pensamientos del príncipe pero no se lo dijo.

Febronia pidió al príncipe que fuera al baño y que después de lavarse cubriera sus costras, menos una, con un ungüento.

El remedio ayudó y Pedro se recuperó enseguida, pero se negó a casarse. Envió a la muchacha regalos, que rechazó, y se fue a la ciudad.

Al cabo de unos días las costras de nuevo cubrieron el cuerpo de Pedro.

Lleno de remordimientos por su mala acción, Pedro fue ver a Febronia para pedir su ayuda de nuevo.

Febronia, la futura princesa de Murom, se preparó para la boda.

Esta vez él cumplió su palabra. Se casaron enseguida y el príncipe sanó para siempre. Los esposos se instalaron en Murom.

Después de la muerte de su hermano, Pedro tuvo que asumir el poder, pero los boyardos se opusieron al nuevo gobernador porque estaba casado con una villana. Empezaron a calumniarla y trataban de convencer al príncipe de que se separara de ella, pero todo fue en vano.

Febronia también es calumniada por las mujeres de los boyardos.

Mas a pesar de la oposición de los boyardos, Dios impide que la gente los separe.

Finalmente los esposos decidieron renunciar al poder, dejar la ciudad y vivir como sencillos campesinos. Subieron a un barco y se pusieron en camino a su nuevo hogar bajando por el río Oká.

Refugio de Pedro y Febronia.

A Pedro le preocupaba mucho el futuro y le costó tiempo resignarse a la situación, pero el amor de su mujer y su fe en que todo saldría bien y en que Dios no los abandonaría, le ayudó a dominar sus dudas y temores.

Una tarde tenían que talar un par de árboles para encender una hoguera y preparar la comida. Antes de acostarse Febronia deseó que en el lugar de aquellos dos tocones crecieran nuevos árboles. Cuando se despertaron al día siguiente, vieron que había dos árboles en vez de los tocones. Aquel milagro convenció a Pedro de que, si uno cree, puede haber una salida incluso a una situación desesperada.

Mientras tanto, los boyardos tras la partida del príncipe empezaron a decidir quién asumiría el poder. No llegaron a un acuerdo y se inició una cruenta guerra intestina. En busca de la paz y la tranquilidad para Murom los boyardos decidieron devolver el poder al legítimo heredero. Enviaron mensajeros hasta donde vivía Pedro y suplicaron al príncipe y a la princesa que volvieran a la ciudad.

Pedro y Febronia volvieron a Murom y todos acogieron con mucho cariño a la sabia y amable Febronia. Gobernaron con justicia y llevaron una vida piadosa.

La familia como pequeña iglesia.

En las noches de invierno leían el Evangelio.

Pedro promovió la construcción de templos.

Febronia ayudaba a los pobres.

Pasaba el tiempo para Pedro y Febronia.

Cuando envejecieron, los cónyuges tomaron los hábitos y se fueron a vivir a distintos conventos. Allí rezaban pidiendo a Dios que les otorgara la gracia de morir el mismo día, cosa que ocurrió el 8 de julio del 1228.

Siempre juntos

A pesar de la distancia física, sus corazones se hablan.

Febronia abandona su costura y marcha a la eternidad.

Muere Pedro.

Aunque en el testamento habían pedido que los enterrasen en el mismo ataúd, la gente consideró que eso contradecía a la tradición cristiana y primero los pusieron en diferentes féretros. Sin embargo, al día siguiente se produjo un milagro: sus cuerpos fueron encontrados juntos en el ataúd que Pedro y Febronia habían encargado. Dos veces los separaron, y dos veces volvieron a aparecer juntos. Así, se decidió cumplir su voluntad y sepultarlos juntos. En el lugar de su sepultura común construyeron una iglesia.

Las campanas suenan en la tarde de Murom desde los tiempos de Pedro y Febronia.

La historia de su amor se popularizó a través de un cuento escrito por Yermolai-Yerazm el año de su canonización, 1547. Los historiadores e investigadores no han llegado a un acuerdo con respecto a si estos personajes existieron o no. Algunos asocian los nombres de Santos Pedro y Febronia con el príncipe David Yurievich y su esposa Euphrasinia que gobernaron en Murom a principios del siglo XIII.

Dos velas Desde 2008, el día 8 de julio, cuando se conmemora a estos santos, se celebra en Rusia el Día de Familia, Amor y Fidelidad. El amor del príncipe Pedro y Febronia se considera ejemplar para los cristianos.

Cielo y Tierra de Luz

14 de febrero del 2020