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HISTORIA DE VALENZUELA

Actas de Jornadas

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ÍNDICE Presentación 7 Antonio Pedregosa Montilla

Prólogo 9 Ildefonso Ruiz Sabariego

Cerro Boyero, Valenzuela (Córdoba). Mirada arqueológica 13 sobre un asentamiento de la Campiña cordobesa Juan Antonio Pachón Romero La Tierra de Valenzuela en la Antigüedad: Protohistoria y Romanización 43 Pablo-J. Casado Millán, Fernando-Enrique Salas Herrera, Rafael-A. Saco Montilla, Manuel Moreno Quero, José-C. Recuerda Quero, Alberto Barrionuevo García, Cayetano Ruiz Barranco y Pablo-M. Millán Millán Valenzuela y su territorio en la Edad Media 173 Ricardo Córdoba de la Llave

Una visión de la Villa de Valenzuela en la Edad Moderna: 203 Las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada Transcripción: Ildefonso Ruiz Sabariego y Fernando-Enrique Salas Herrera

La Villa de Valenzuela en el siglo XIX. Referencias y bases para la investigación 227 Fernando-Enrique Salas Herrera, Pablo-J. Casado Millán, Rafael-A. Saco Montilla, Manuel Moreno Quero, Pablo-M. Millán Millán, José-C. Recuerda Quero Alberto Barrionuevo García y Cayetano Ruiz Barranco

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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PRESENTACIÓN

“Valenzuela, pueblo acogedor”, ésta es la expresión que más difundimos

allá por donde vamos, un sincero mensaje de un pueblo con tradiciones,

costumbres, su notable singularidad social y cultural, situado en un determinado

punto geográfico, acompañado por su característico clima y su inconfundible

paisaje, ese mar de olivos tan propio de estas tierras. Ahora bien, para llegar a esta

realidad actual ya muy conocida en tan diversos ámbitos, ha tenido que transcurrir

algo que va ineludiblemente unido a cualquier sitio o lugar con identidad, su

HISTORIA.

Es el conocimiento de ella el propósito que nos ha traído hasta aquí, y la

finalidad primordial que conlleva la edición de este libro; queríamos cumplir el

compromiso de trasladar de alguna manera la erudición de unos autores expertos

en la historia de nuestro pueblo, a la persona que ahora tiene ante sí este trabajo.

Como un equipo de gobierno interesado en difundir la cultura e historia de

nuestro pueblo, iniciamos este proceso ya hace unos años, en concreto

comenzamos durante nuestra primera legislatura. En tal sentido, es preciso reiterar

que guiados con la intención fundamental y por supuesto, con la manifiesta ilusión

de hacer llegar a todos los vinagorros los entresijos de su propia historia.

A lo largo de este tiempo, se han celebrado varias conferencias y debates,

todo ello enmarcado dentro de unas jornadas tituladas “Historia de Valenzuela” en

las cuales los autores invitados, principales protagonistas de esta propuesta, nos

ilustraron con su erudición y discernimiento en la materia que ofrecemos en esta

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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obra para disfrute de todos, la cual, podemos considerar como la primera que se

realiza y que sin lugar a dudas será un referente para futuros trabajos sobre el tema.

Para la consecución de esta importante iniciativa hemos contado, en primer

término con el trabajo de relevantes autores; asimismo mencionar la colaboración

de otras personas a quienes me gustaría mostrarle mi agradecimiento, a los alcaldes

anteriores Antonio Sabariego y Dolores Urbano, a los concejales de cultura Pedro

José Ibáñez e Ildefonso Ruiz, al edil Francisco Susín, al técnico municipal de cultura

Manuel García, a los vecinos de esta población Pablo Santiago y Emilio Santiago, a

todos gracias por haber colaborado en este proyecto.

Para despedirme, y como he manifestado con anterioridad, nuestros

principios han sido esencialmente haceros partícipes, compartir, acercar la historia

de nuestro pueblo; y en tal sentido, como alcalde de Valenzuela, es un honor para

mí poder dirigirme a todos vosotros cuando contemplo la realidad del objetivo

logrado al presentar este magnífico libro, el cual espero sirva para conocer mejor

este pueblo y para sentirnos si cabe, más orgullosos de VALENZUELA.

Antonio Pedregosa Montilla

Alcalde de Valenzuela

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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PRÓLOGO

Según Cicerón “No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser

incesantemente niños”. Y ello es lo que viene a corregir esta obra que trata sobre el

pasado de nuestro pueblo, siendo resultado de plasmar negro sobre blanco el

contenido de las sucesivas Jornadas de Historia de Valenzuela que se organizaron

desde noviembre de 2007 hasta abril de 2012.

Pensamos que sería bueno que todo este trabajo llevado a cabo por unos

grandes historiadores quedara recogido en un libro, que además haría las veces de

Primera Historia de Valenzuela.

El camino no ha sido fácil, puesto que había que poner a personas y

administraciones de acuerdo para llevar a buen término el proyecto, sobre todo a los

investigadores, a quienes después de pasado un tiempo desde que nos deleitaron

con su conocimiento de nuestra historia local, se les solicitaba que plasmaran su

labor en la edición del presente compendio. Motivo por el que les mostraremos

siempre el más sincero reconocimiento, tanto este concejal, como mi predecesor en

esta responsabilidad don Pedro José Ibáñez Malagón.

El resultado de esta ardua tarea se presenta compilada en los artículos que

nos abren las puertas del conocimiento de nuestro rico pasado y conforman este

proyecto histórico, concluyente aunque abierto a nuevas iniciativas, de modo que se

prolongue alguna otra, a semejanza de la intervención arqueológica realizada en la

variante, que pasa por ser la única excavación científica que se ha ejecutado en

nuestro municipio.

El 10 de noviembre de 2007 tuvo lugar la 1ª Jornada que analizaba de la

Prehistoria a la Edad Antigua de Valenzuela. Estuvo estructurada en dos sesiones, la

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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primera a cargo de don Juan Antonio Pachón Romero, Licenciado en Historia y

Catedrático de Instituto, autor de numerosos estudios y ensayos científicos sobre

arqueología y Prehistoria, y que cuenta con una larga experiencia excavando en

nuestra comunidad autónoma. Este docente explicó los detalles del relieve

antropomorfo encontrado en el Cerro Boyero y que actualmente se encuentra en el

museo de Alcalá la Real junto a las inscripciones ibéricas halladas con el mismo.

También hizo un análisis de la ciudad íbera enclavada en el mencionado otero y la

importancia de ésta atendiendo a su extensión y comparaciones con otros restos.

Tal es la categoría de la revelación que nos hizo este autor que la escultura se ha

convertido en uno de los iconos de nuestro pueblo.

La segunda conferencia de ese día, estuvo protagonizada por el grupo

ARQVIPO, el cual está compuesto por un equipo de arqueólogos de la vecina

Porcuna, don Pablo J. Casado Millán, don Fernando Enrique Salas Herrera, don

Rafael A. Saco Montilla, don Manuel Moreno Quero, don Pablo M. Millán Millán,

don José C. Recuerda Quero y don Alberto Barrionuevo García. En su ponencia

aludieron a la situación geoestratégica del oppidum ibérico del Cerro Boyero en el

territorio y a la relevancia que podría haber llegado a tener, en función de su

perímetro amurallado y de un análisis de restos en superficie, incluso plantearon el

hipotético nombre que pudiera tener la ciudad antigua. En este libro además

incluyen algunos descubrimientos más recientes tales como los lotes de la

“Colección Marsal” que se le atribuyen a este yacimiento y que no hacen sino

mostrarnos la envergadura del mismo.

El 3 de mayo de 2008 el catedrático de Historia Medieval de la

Universidad de Córdoba, don Ricardo Córdoba de la Llave responsable de multitud

de trabajos e investigaciones, así como de intervenciones arqueológicas, protagonizó

las 2ª Jornadas de Historia de Valenzuela, en este caso centrándose en la Edad

Media. Este historiador disertó sobre el periodo islámico en la zona, analizando los

aspectos políticos, demográficos, la Reconquista y su posterior proceso de

señorización, hablando del linaje de “los Valenzuela” con sus litigios familiares

incluidos que entre otras consecuencias tuvieron la desaparición del castillo

medieval.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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El apartado de la Edad Moderna se recoge mediante un artículo en el que

se transcriben las respuestas generales del Catastro del marqués de la Ensenada

referidas a este municipio, obra que sin duda es uno de los más valiosos

documentos históricos para conocer la economía y la sociedad de mediados del

siglo XVIII.

El 17 de julio de 2010, se celebraba la 4ª Jornada de Historia de

Valenzuela, de nuevo con ARQVIPO como protagonista transmisor de la cita, que

en esta ocasión se adentraba en el XIX. En ella don Fernando Salas y don Pablo

Casado, nos expusieron como era la política, la sociedad y la economía del siglo en

cuestión. Analizando para ello fuentes muy variadas, desde las propias para todo el

periodo en España, a referencias de historiadores anteriores (Ramírez de las Casas-

Deza), pasando por el propio archivo municipal. Además, el artículo incluye un muy

interesante estudio del urbanismo del casco urbano, dando lugar a un magnífico

acercamiento de la Valenzuela decimonónica en su conjunto.

En conclusión, esta obra tiene una importancia suprema para nuestro

pueblo, ya que la podemos calificar como la primera que trata la Historia de

Valenzuela de manera científica y en exclusiva por parte de investigadores que

poseen un gran conocimiento de la materia. Pero ello no debe ser más que el

comienzo, un punto de partida para futuros trabajos que nos revelen los secretos

que esconde nuestro pasado.

Por todo esto, hemos de agradecer el esfuerzo a todas las personas que

han intervenido en la consecución de este texto y en especial a este grupo de

historiadores que de manera totalmente altruista han dedicado su tiempo a

investigar sobre el pasado de una pequeña localidad situada en la periferia de la

provincia de Córdoba.

Ildefonso Ruiz Sabariego Concejal de Cultura y Patrimonio de Valenzuela

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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CERRO BOYERO, VALENZUELA (CÓRDOBA). MIRADA ARQUEOLÓGICA SOBRE UN ASENTAMIENTO DE LA

CAMPIÑA CORDOBESA

Juan Antonio Pachón Romero

(Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino Grupo de Investigación HUM 143. Junta de Andalucía

y Universidad de Granada).

Introducción, historiografía, naturaleza y generalidades.

Nuestro primer conocimiento sobre Cerro Boyero proviene del análisis

historiográfico, basado en la necesidad de recopilar información sobre los sitios

arqueológicos prerromanos del interior de Andalucía, que siempre habían

constituido el referente fundamental de nuestra formación científica histórica,

orientada básicamente a los momentos finales de la prehistoria y del periodo

protohistórico, anterior a la romanización del sur peninsular. De una manera más

directa, tuvimos un contacto personal con el sitio, a raíz de nuestra intervención en

las excavaciones del vecino y relevante yacimiento de Porcuna (Jaén),

concretamente en las campañas de 1978 en Cerrillo Blanco (Torrecillas, 1985;

Navarrete, 1987) y de 1980 en Los Alcores (Roos, 1997). Pero, respecto de la

arqueología de Valenzuela, hay que evidenciar la relación de visibilidad existente

entre aquel último sitio y Cerro Boyero, así como la similitud topográfica de ambos,

ocupando sendas mesetas de arenisca sobre los fondos arcillosos de la campiña, uno

al norte y Boyero al sur; lo que les dotaba de una importancia semejante en la

dinámica histórica que los había venido caracterizando. Por ello, Boyero siempre se

nos había mostrado como uno de los grandes asentamientos del primer milenio a.C.

en esta parte del territorio cordobés, incluso antes de que se produjesen los más

importantes descubrimientos patrimoniales que lo han popularizado bastante más

tarde.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Pese a que hoy conocemos bastantes detalles sobre el sitio, sigue siendo

chocante la exigua referencia bibliográfica que se recoge en el catálogo patrimonial

inmueble de Andalucía (http://www.iaph.es/patrimonio-inmueble-

andalucia/resumen.do?id=i6612), donde básicamente se sigue aludiendo solo al

catálogo de yacimientos cordobeses publicados a inicios de los ochenta (Bernier et

alii. 1981: 83-84, fig. 71), olvidándose su inclusión en una monografía anterior

(Sánchez Romero, 1970), por no hablar de nuestras propias aportaciones y de la

bibliografía subsiguiente, que sigue sin recogerse en ese portal web de obligada

referencia para el conocimiento del patrimonio arqueológico andaluz, aunque quizás

falto de una más adecuada actualización.

En ocasiones Boyero se ha relacionado con las fortificaciones y recintos

ibéricos que empezaron a estudiarse a finales de los setenta (Fortea y Bernier, 1979)

y que completarían los análisis de arqueología espacial posteriores (Ruiz, 1978; Ruiz

y Molinos, 1984: 191; Ruiz et alii., 1987: fig. 2), aunque en las primeras de estas

referencias aún no se incluía Boyero. Hubo que esperar a la década de los noventa

para que el yacimiento empezara a destacarse en los procesos culturales acaecidos

durante la protohistoria y que acabaron dotando al sitio de muy importantes

construcciones defensivas, al amparo de la trascendencia que iba desarrollando el

asentamiento (Murillo et alii., 1989; Murillo, 1994: 434) desde la etapa prehistórica.

En este tránsito historiográfico entre los años ochenta y noventa del siglo pasado,

debemos incluir otra pequeña aportación que ilustraba el valor cultural de este lugar

durante el Bronce Final, incluyendo a Boyero entre los asentamientos que han

aportado cerámicas pintadas de ese momento (Carrasco et alii.,1986: 207-209, fig. 5:

B1-B2) y que explicitaban aquella progresiva consideración de la relevancia de

Boyero.

No obstante, durante mucho tiempo Boyero pasó por ser un sitio menor,

integrado en un grupo muy amplio de fortificaciones ibéricas peninsulares

(Moret, 1996: 139 y 534), incluyendo en esa apreciación un abanico cronológico que

no reflejaba su verdadero espectro temporal, ya que solo cubría el período ibérico y

el romano, a tenor de los reducidos resultados que se derivaban de los primeros

datos recogidos superficialmente en el yacimiento. La verdadera importancia del

sitio se establece en una rápida comparativa entre algunos de los asentamientos

conocidos de las campiñas del Guadalquivir y más o menos cercanos a ella (Fig. 1),

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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a partir de una dimensión superior a la hectárea.

Sitio Población / Provincia Extensión en m2 Superficie en ha

Cerro Miguelico Torredelcampo / Jaén 14.000 1,40

Laderas de Morana Lucena / Córdoba 15.000 1,50

El Minguillar Baena / Córdoba 20.000 2,00

La Moncloa Fuentes de Andalucía / Sevilla 20.600 2,06

La Muela Santaella / Córdoba 25.000 2,50

Cerro del Salto Vilches / Jaén 30.000 3,00

Finca de Gil Olid Puente del Obispo / Jaén 30.000 3,00

Camino del Tarajal Priego / Córdoba 45.000 4,50

Villavieja Lucena / Córdoba 50.000 5,00

Puente Tablas Jaén / Jaén 60.000 6,00

Atalayuelas Fuerte del Rey / Jaén 85.000 8,50

La Camorra Santaella / Córdoba 100.000 10,00

Torreparedones Baena / Córdoba 106.000 10,60

Setefilla Lora del Río / Sevilla 130.000 13,00

Pajares Osuna / Sevilla 143.000 14,30

Alhonoz Herrera / Sevilla 145.000 14,50

El Molinillo Baena / Córdoba 150.000 15,00

Cerro Boyero* Valenzuela / Córdoba 160.000 16,00

Ategua Santa Cruz / Córdoba 165.000 16,50

Giribaile Vilches / Jaén 185.000 18,50

Los Alcores Porcuna /Jaén 200.000 20,00

Los Baldíos El Saucejo / Sevilla 200.000 20,00

Repla Los Corrales / Sevilla 200.000 20,00

Urso Osuna / Sevilla 210.000 21,00

Collado de los Jardines Santa Elena / Jaén 272.000 27,20

Cerro de Santa María Cabra-Lucena / Córdoba 300.000 30,00

Castulo Linares / Jaén 440.000 44,00

Carmo Carmona / Sevilla 499.000 49,90

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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1. Comparativa de la extensión superficial de Boyero* respecto de otros yacimientos de las campiñas andaluzas y de sus alrededores conocidos, divididos de menor a mayor en tres grupos básicos (< 10 ha), (< 20 ha) y (> 20 ha). A partir de Moret, 1996: tableau 15).

Según dicha comparativa, Boyero alcanzaría una preponderancia intermedia

respecto de las referencias espaciales consideradas, de todas las cuales la extensión

media estaría cifrada en los 142.821,43 m2; es decir, en torno a las 14,28 ha, por lo

que el sitio de Valenzuela se situaría ligeramente por encima de esa media, aunque

siempre dentro de los parámetros mensurables que se han recogido en análisis más

específicos sobre esta temática y en los que se señala para los asentamientos

prerromanos turdetamos una extensión media entre 15 y 12 ha (Almagro-Gorbea y

Dávila, 1995: 227). Es indudable que con estas cifras la imagen inicial de Cerro

Boyero representa un asentamiento prerromano de apreciable significación,

ligeramente superior a la gran mayoría de los centros fortificados (oppida) que

controlaban las distintas áreas de poder en que se dividía la administración política y

económica de la antigua Turdetania, a la que debió pertenecer el yacimiento

arqueológico de Valenzuela, sin olvidar su cercanía al área fronteriza con la

Bastetania que hubo de estar bastante próxima (Quesada, 2008). Esta rivalidad en la

categoría que representaba cada uno de estos asentamientos, puede extraerse de la

simple comparación entre Boyero y la cercana Porcuna (Obulco), cuya extensión

llega a las 20 ha, lo que dota a nuestro yacimiento de unas peculiaridades

topográficas casi parejas a las del giennense, y lo significa como referente válido

para análisis espaciales sobre el territorio ibérico (Ruiz y Molinos, 1999: fig. 315).

Dos asentamientos tan cercanos, de parecido volumen debieron responder a

un suficiente distanciamiento político y administrativo entre ambos, explicando

su desarrollo vital, sin interferencias trascendentales que pudieran haber truncado la

trayectoria de alguno de ellos, pero que no ha podido constatarse.

Estos detalles sobre la trascendencia de Boyero también encuentran apoyo

en los caracteres topográficos del sitio, asentado en una elevación alargada de

noreste a sureste y con una altura cercana al medio millar de metros (475), dejando

hacia el noroeste a la actual población de Valenzuela (Figs. 2-3), en una cota 75

metros por debajo.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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2. Cerrillo Boyero, según el MTN a escala 1:25.000, hoja 945-II de la edición del año 2000. © Instituto Geográfico Nacional y Ministerio de Fomento.

Aunque su configuración estructural pudiera relacionarse con las

estribaciones septentrionales en la zona del conjunto morfológico del Subbético, los

materiales geológicos que componen la elevación de Boyero son fundamentalmente

sedimentarios, concretamente de origen miocénico y con una estructura geológica

correspondiente al periodo serravalleniense inferior con predominio de las

formaciones turbídicas, en las que encontramos mezcladas las arenas, areniscas

calcáreas, arcillas y margas de colores verdes, rojas y cremas, así como albarizas

(http://www.igme.es/internet/cartografia/cartografia/datos/magna50/jpg/d9_jpg

/Editado_MA GNA50_945.jpg). Un conjunto que da lugar a terrenos con

surgimientos rocosos blandos (areniscas) que son muy útiles por su valor para la

construcción tradicional, por lo que se usaron desde la antigüedad en el yacimiento,

tanto en las estructuras propiamente de habitación, como en las líneas de

amurallamiento, lo mismo que en la base material para las esculturas y relieves

ibéricos que se conocen por toda la comarca. Esta configuración la acerca al espacio

natural de las campiñas, con su evidente potencial agrícola para las poblaciones que

habitaron estos espacios desde los últimos milenios a.C., pese al inconveniente que

suponía la falta a un acceso cercano de agua para el yacimiento. En este sentido,

debe citarse la fuente natural que aún se conserva en la ladera sur de Boyero y que

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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quizás pudo haberse usado en la antigüedad, aunque se trate de una surgencia que

hoy nos parece demasiado escasa e irregular. En la actualidad también existen

algunos pozos de origen más incierto, pero en general de aguas salobres y

duras, que no debieron facilitar el acceso a este recurso en toda época. Ello quizás

explique el hallazgo no hace demasiado tiempo de un pozo prerromano muy

cercano, de dimensiones notables, que debió funcionar como elemento auxiliar para

la obtención y almacenamiento de aguas para Boyero

(http://www.historiayarqueologia.com/profiles/blogs/el-hallazgo-de-un-valioso-pozo).

Pozos, cuya importancia en tiempos ibéricos es conocida en otros lugares de

la Península, habiendo dado lugar en ocasiones a asentamientos en torno al mismo

manantial o depósito (Alonso et alii., 2000; Junjent y Moya, 2011); aunque en

Valenzuela, su posición externa al asentamiento, debió darle un significado

complementario de menor trascendencia, incluso que fuese el resultado de la

ampliación en la búsqueda de estos recursos en una época de sequías intensas y

prolongadas, o ante el aumento de la demanda por un crecimiento demográfico y

urbano.

Es curioso que el único recurso importante de agua corriente que puede

relacionarse con estos sitios se situaría más al sur, en el río Guadajoz; un curso

fluvial que corre a mediodía del asentamiento, pero a una distancia superior a los 9

km, lo que supone un alejamiento considerable para depender de él como

suministro permanente de agua, máxime cuando la zona más accesible de ese río

debió estar controlada por asentamientos más cercanos, como el situado en el Cerro

del Molinillo en Baena (Morena, 2012). Los cursos de agua más próximos a Boyero,

en cambio, eran los arroyos Salado y Saladillo, cuyas denominaciones hablan por sí

solas de sus escasas posibilidades como fuentes de agua potable. Por el contrario, su

existencia y cercanía sí aluden claramente a la posibilidad material de un uso

diferente para la obtención de sal, que también representaba una materia prima

fundamental para los pueblos antiguos, y de cuyo control y explotación sí cabría

deducir un centro urbano de la categoría de Boyero. De esta riqueza de sal en la

zona habla la misma denominación que los romanos dieron al Guadajoz (Salsum),

en virtud de los aportes salinos de muchos de sus afluentes que hicieron de su

propio curso una potencial fuente de explotación extendida entre otros sitios por

la vecina Albendín (http://albendindesdelatorre.blogspot.com.es/2011/12/oro-

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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blanco-de-la-campina-salinas-de.html), Baena y alrededores, donde se conocen

una serie de centros productores de sal que, en parte, se han mantenido activos

hasta la actualidad (Gómez, 2010). En un rango inferior, pero exponente de una

riqueza tradicional, aún quedan en los alrededores de Valenzuela dos referentes de

interés: uno aún en tareas productivas (Salina los Rosales) y otro ya abandonado

(Salinas el Algarbe) como se ha señalado recientemente (Moreno y Castro, 2004:

108). Su utilidad en la antigüedad está bien contrastada y ha sido muy bien estudiada

más al sur, en Fuente Camacho, Granada (Terán y Morgado, 2011) y nosotros

hemos argumentado sobre su trascendencia para explicar el sitio protohistórico de

la Alcazaba de Loja (Pachón et alii., 2013). Pero fuera cual fuese la motivación

económica que explicase el sitio antiguo de Boyero, su valor estratégico puede

seguir midiéndose por la red de caminos que confluyen en el yacimiento y que son

aquellos que conducen hacia Higuera de Calatrava por oriente y sureste (carretera

CV- 294); a Baena, al Sur (A-305); Bujalance, al oeste (CP-294) y Porcuna, al norte

(A-305). En realidad, se trata de una confluencias de carreteras parcialmente

recientes, que se solapan con antiguos caminos, entre los que se conforma una

trama viaria cuyo uso se remonta a tiempos prerromanos y ponían en comunicación

antiguas poblaciones, en gran medida contemporáneas de Boyero, como

Obulco/Ipolca, en Los Alcores de Porcuna (Roos, 1997), el despoblado ignoto de El

Molinillo e Iponoba/Iponuba, en El Minguillar de Baena, o Ituci, enTorreparedones de

Castro del Río/Baena (Cunliffe y Fernández, 1999), por sólo citar las más

importantes y cercanas.

3. Vista sureste de Boyero desde la carretera de Santiago de Calatrava. © Juan A. Pachón. 2007.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Muchos de esos nombres antiguos podrían derivar de nomenclaturas

tartésicas que algunos autores explican por efecto de una colonización desde la Baja

Andalucía (Almagro-Gorbea, 2010), aunque la mayor frecuencia de las

comunicaciones y vitalidad de estos sitios de la campiña podrían haber sido algo

posteriores, como se comprobaría por la relación de los mismos con la Vía Augusta

(Sillières, 1990). Sin embargo, cabría hablar de un continuum, que justificaría el que

otros estudiosos denominen ese mismo camino como “vía ibérica” (Corzo y

Toscano 1992: 127 ss., fig. 68), aludiendo a etapas anteriores; sin que podamos

olvidar que estos caminos también debieron servir para los desplazamientos de los

ejércitos durante la Segunda Guerra Púnica, conflicto respecto del que podrían

haberse desarrollado o ampliado el uso de un gran número de torres de defensa

estratégicas, diseminadas muy extensamente para dominar todo este territorio

(Moret y Chapa, 2004).

Pero, volviendo a Boyero, en el irregular amesetamiento de su cima (Fig. 3),

destacan dos elevaciones separadas, la más occidental, extensa y de máxima cota se

encuentra delimitada por una importante muralla que aún es visible en muchos

puntos del cierre norte, este y sur, con alturas que alcanzan en bastantes lugares en

torno a los dos metros (Fig. 4: abajo). Su conservación no es mala, aunque hoy su

aspecto se asemeja más a una linde agrícola, evidenciada muy bien en las imágenes

aéreas disponibles (Fig. 4: arriba). El conjunto murario se articula en una serie de

paños o cortinas de tendencia recta que se acomodan a la sinuosidad del cambio de

vertiente y están flanqueados por construcciones torreadas aparentemente

cuadrangulares y muy desdibujadas, pero en las que se patentiza un aparejo también

irregular en cuyo armazón el empleo de piedras ciclópeas fue ocasional, o pensada

para espacios muy concretos del conjunto defensivo, reforzando determinados

paños de origen más antiguo, más fácil acceso o ángulos problemáticos. En este

sentido, la documentación aportada por Juan Bernier en los años ochenta del

pasado siglo, aún evidenciaba en el cierre noreste de la cerca antigua cortinas

murarias donde ese aparejo ciclópeo seguía siendo muy relevante (Fig. 5: arriba);

pese a que nosotros no hemos podido localizar, pese a ser la misma zona

documentada directamente en el yacimiento por nuestra cámara fotográfica (Fig. 4:

abajo).

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4. Arriba: vista aérea del yacimiento (2011) según Google Earth, con la indicación de la línea de muralla que hemos fotografiado en la imagen inferior (© J. A. Pachón 2001), desde la zona de El Barrancón. La letra A, señalaría la posición de una más que probable torre.

Por su parte, las zonas angulares, donde los distintos paños murarios

enganchaban con estructuras de refuerzo, como las torres, barbacanas u otras

construcciones defensivas, la acumulación de elementos pétreos es todavía bien

visible sobre el terreno, debido al gran volumen de sus componentes arruinados que

han rodado por las laderas o se han acumulado al pie del resto de la construcción

que ha permanecido in situ, por no hablar de posibles edificaciones que pudieron

apoyarse en él a extramuros y hoy aumentan la confusión de todo un material

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acumulado de diferente calibre, junto a restos de muros inconexos, distintas

orientaciones y una más problemática explicación (Fig. 5: abajo). Aunque por todo

ello, esos espacios confusos aportan una mayor potencialidad arqueológica, en el

sentido de que su caótica composición, el gran número de elementos rocosos que la

integran, etc., vienen a suponer una dificultad añadida para otras actividades como

la agrícola y, por ende, han quedado al margen de actuaciones erosivas posteriores y

conservan casi todos sus desordenados elementos, pero mantienen un gran interés

para la investigación arqueológica.

5. Arriba: aparejo ciclópeo en el cierre noreste de la muralla de Boyero (a partir de Bernier et alii.,

1981: lám. XLVIII). Abajo: estructuras constructivas bajo la posible torre (A) del cierre murario

occidental (© J. A. Pachón, 2007).

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La diversidad de aparejos que suelen acompañar a estas estructuras

defensivas complejas, que han tratado de clasificarse en otros sitios por otros

autores ( Moret, 1996: 86 ), junto a la amplia cronología que cabría adjudicarles,

expresaría en Boyero la certeza de que no estamos solo ante un recinto de

fortificación prerromano, sino ante un cúmulo de adaptaciones, reconstrucciones y

ampliaciones difíciles de reconstruir sin ninguna investigación arqueológica en el

yacimiento. Una complejidad que solo es paralelizable con los lugares relevantes que

se habitaron desde, al menos, el Bronce Final, pero que continuaron siendo

frecuentados hasta tiempos mucho más avanzados durante todo el primer milenio

a.C. y, más tarde, tras el cambio de siglo en época ya romana y, probablemente,

posterior.

Las diferentes visitas al yacimiento permiten vislumbrar algunas de estas

modificaciones históricas que debieron afectar a la topografía del sitio y reflejan la

evolución urbana del mismo. Sabemos que por el oeste debió existir un área aneja

cuya utilidad pudo haber sido funeraria en tiempos ibéricos, ya que no hace mucho

quedaban restos de una posible tumba de sillares en la parte occidental de la meseta

superior (Bernier et alii., 1981: 83, lám. XLVII) y de la que hemos conseguido

algunas fotografías, junto a otras estructuras similares del mismo sitio (Fig. 6).

Aunque se ha dudado de su funcionalidad, queriéndola relacionar con elementos de

carácter hidráulico romano, la inexistencia de revestimiento hidrófugo, así como la

escasa profundidad aludiría mejor a su sentido fúnebre, apoyado en la misma

documentación de los primeros informantes que apuntan la noticia de haberse

recogido en su interior huesos humanos. Es más, la posible tumba recuerda las

cistas monumentales documentadas en época ibérica en lugares cercanos de la

provincia de Jaén, como La Bobadilla (Maluquer et alii. 1973: fig. 13, lám. II-III),

para cuyos excavadores representaría uno de los sepulcros más antiguos de la

necrópolis, con una cronología de la mitad del siglo VI a.C. Otros restos similares

de la misma zona, podrían apuntar a la presencia de una necrópolis, que pudo

quedar amortizada por la extensión del poblado en esa parte durante tiempos más

recientes. La ubicación de las distintas necrópolis determinará, en cada momento, la

extensión del hábitat correspondiente y, en definitiva, las pautas del desarrollo

espacial del asentamiento.

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6. Cistas funerarias de Boyero. © J. A. Pachón, 1986.

Sobre la interpretación del sitio, respecto de los hallazgos de cultura material

recuperada en el yacimiento (cerámicas, etc.), sí está probado que el lugar era

frecuentado desde el Bronce Final, por lo menos, habida cuenta de los restos de

cerámica pintada (Fig. 7: 1-2) que pudimos publicar en los años ochenta,

correspondientes a este periodo, como hemos indicado previamente (Carrasco et

alii., 1986). Probablemente no se trate del horizonte primordial que explique el

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origen del asentamiento, pues ese Bronce Final lo encontramos igualmente en otros

yacimientos del entorno como Torreparedones o los Alcores de Porcuna, pero por

encima de rellenos estratigráficos de la Edad del Cobre (Roos 1997: 102 ss.; Cunliffe

y Fernández Castro 1999: 423 ss). Unos contenidos arqueológicos que configuran

un proceso de desarrollo cultural y urbano propio de las campiñas, frente a lo que

parece ocurrir en espacios propiamente subbéticos (Pachón 1999: 154-155): en los

primeros, lo habitual sería un dominio genuinamente agrícola afectado por una

importante concentración urbana que seguiría un proceso continuo desde el tercer

milenio a. C.; en los segundos, la economía fue preferentemente ganadera, no

siendo tan constante la continuidad desde la Edad del Cobre al Bronce,

favoreciendo hábitats que surgen en el segundo milenio. Boyero es probable que

respondiera a una dinámica vital desde el Cobre, expandiéndose a partir de lo

tartésico, previo a lo fenicio y una continuidad importante ibero-turdetana; un

momento en el que se materializaría su máxima definición urbanística como ciudad

fortificada (oppidum), y a la que corresponderían los restos escultóricos y epigráficos

que ya publicamos, pero que ahora trataremos de poner al día (Fig. 7: 3-4).

Aunque estos hallazgos han sido destacados convenientemente, no debemos

obviar una hipótesis no demostrada que a veces se ha pretendido adjudicar a Cerro

Boyero, como sería la localización en él de la ceca donde pudieron acuñarse uno de

los tipos numismáticos indígenas que no han encontrado de momento una segura

localización. Nos referimos a la moneda prerromana de Abra (Fig. 7: 5), que repite

tipos semejantes a los de la cercana Obulco (García Garrido, 1984), en los que el

reverso repite elementos agrícolas (arado y espiga) conocidos en la zona y que

vuelve a aludir a la riqueza agrícola de la comarca que, ciertamente, remite a una de

las fuentes primarias más importantes de su economía. Con independencia de la

autenticidad de adjudicación de estas monedas a la posible ceca de Boyero, la mera

certeza –como ocurre en Porcuna– de la presencia de otras centros de acuñación en

la zona donde se encuentra nuestro yacimiento es evidencia suficiente del grado de

urbanismo que habían conseguido los núcleos habitados de este territorio y del que

el asentamiento que aquí analizamos no sería una excepción. Prueba de ello serían

los restos constructivos que ya se han mencionado, los fragmentos escultóricos y las

muestras epigráficas que de aquí proceden.

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7. Cerámicas pintadas del Bronce Final de Boyero (1-2). Relieve antropomorfo e inscripción en caracteres ibérico- meridionales del Barrancón en Boyero (3-4). Anverso y reverso de un as de bronce de Abra (5).

Hipótesis sobre el hallazgo escultórico.

Quizás sea el relieve pétreo de Boyero la recuperación arqueológica más

llamativa de cuantas se hayan producido en el yacimiento, no porque sea el único

elemento escultórico de procedencia de estos alrededores, baste recordar los

hallazgos de Porcuna (Negueruela, 1990) o las recuperaciones más aisladas de otros

yacimientos cercanos a Valenzuela (Morena, 2004), sino porque esta cabeza en

relieve muestra unas peculiaridades que la hacen única.

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8. Arriba: relieve del Camino Viejo de Almodóvar (a partir de www.museosdeandalucia.es).

Abajo: urna de la necrópolis de Piquía, Andújar. A partir de Francisco M. Merino Laguna, 2011,

excepto la tercera imagen (http://ceres.mcu.es/).

No vamos a repetir aquí todas las argumentaciones que ya hicimos en la

publicación de hace una década (Pachón et alii., 2002) al respecto, solo queremos

recordar que entonces concluimos que se trataba de una producción plástica

relativamente tardía, siempre respecto de otras esculturas prerromanas ibéricas más

antiguas, por lo que la situamos grosso modo entre los siglos III-II a.C.; junto al hecho

de que su recuperación, en un espacio claramente extramuros de la ciudad antigua

(El Barrancón: Fig. 2), evidenciaba claramente un posible hito funerario, procedente

de una de las presumibles necrópolis de Boyero. Estas dos peculiaridades orientó

nuestra interpretación en base a determinados paralelos que justificaban ese

probable origen funerario, así como su cronología. Sin olvidar que, la asociación del

relieve a la inscripción pétrea, también fortalecía esa ubicación temporal tardía.

Atendiendo a estas cuestiones, aunque en los últimos tiempos, cierto estudio

arqueológico ha incidido en uno de los paralelos que habíamos utilizado en nuestro

estudio y que interesa destacar de nuevo por sus conclusiones divergentes respecto

de las nuestras, ya que podrían desvirtuar aquellas iniciales consideraciones, aunque

–creemos– sin demasiada justificación. Nos referimos al trabajo de Jerónimo

Sánchez Velasco (2008), sobre el relieve pétreo de Almodóvar del Campo (Fig. 8:

arriba), que nosotros habíamos empleado indirectamente para la interpretación del

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relieve de Boyero, parangonando entre ambos una misma consideración de

producciones plásticas ibéricas. Frente a esta opción interpretativa, la nueva

investigación ha venido a señalar que ese relieve es visigótico, ampliando una

catalogación previa del mismo autor (Sánchez Velasco, 2006: 135-138), pero

apoyado en una historiografía antigua más extensa.

Quizás resulte estéril iniciar aquí un debate profundo sobre la consideración

de la verdadera factura de este friso escultórico, solo quisiéramos indicar que la

polémica sobre bienes patrimoniales descontextualizados pueden conducir a

derroteros muy divergentes, ya se especule sobre su iconografía o sobre las

aparentes técnicas productivas del ítem en cuestión. Indiquemos al respecto que el

citado autor sostiene básicamente su argumentación en paralelos considerados por

terceros como visigóticos, en el análisis de la técnica escultórica del relieve y en

cuestiones iconográficas. Pero, al mismo tiempo, no repara en el rechazo de

argumentos similares de otros investigadores que lo han considerado

contrariamente ibérico, apoyándose incluso en las mismas técnicas escultóricas y en

introspecciones iconográficas de un valor tan justificable –o no– como los que él

mismo utiliza.

Por otro lado, debemos indicar que en los últimos tiempos se han realizado

hallazgos arqueológicos en la provincia de Jaén que están aceptándose como

inequívocamente ibéricos, al haberse producido en espacios funerarios prerromanos

en los que se ha recuperado algún que otro nuevo elemento escultórico en relieve

(Fig. 8: abajo), de mucho interés. Así, podríamos señalar que aluden directamente a

producciones muy similares y fácilmente paralelizables con el ejemplo del Camino

de Almodóvar, al menos en cuanto a técnica e iconografía. En concreto, nos

referimos a la pequeña urna mortuoria descubierta en la necrópolis ibérica de Piquía

(http://ceres.mcu.es/pages/ResultSearch?txtSimpleSearch=Caja%20de%20los%20

guerreros&simpleSearch=0&hipertextSearch=1&search=simpleSelection&Museum

sSearch=MJ%7C&MuseumsRolSearch=2&listaMuseos=%5BMuseo%20de%20Ja

%E9n%5D) en la que la peculiar técnica escultórica aplicada ha dado lugar a un

relieve de perfil trapezoidal que la hace idéntica, o muy cercana, a la de Almodóvar,

cuya caracterización ha indicado literalmente: «Ésta ha sido llevada a cabo con una técnica

de biseles para el contorno y un pulimentado de la parte exterior, con lo que se obtiene una sección

trapezoidal en la talla bastante evidente. Es un procedimiento similar al empleado en los sarcófagos

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paleocristianos del taller de Bureba o en el hallado en Alcaudete, y presente en algunas piezas de

época visigoda fechadas en los siglo V y VI d.C., siendo a su vez radicalmente distinto al usado en

piezas de época ibérica ...» (Sánchez Velasco, 2008: 335-336). Detalle que, al menos,

demostraría que técnicamente es difícil mostrar diferencias culturales y temporales

como este investigador ha pretendido magnificar.

Esa peculiaridad presente en Almodóvar y en Piquía, así como en Boyero

(Fig. 9: abajo, izquierda) demostraría la ausencia de la exclusividad de dicha técnica

en obras escultóricas tardo-antiguas, sino que ya se dieron en época ibérica y que la

interpretación visigótica de J. Sánchez no puede considerarse cerrada. Pero el resto

de sus argumentaciones, fundadas en otras aportaciones iconográficas que su

planteamiento desarrolla serían tan subjetivas, en principio, como las que hemos

podido exponer todos aquellos que hemos defendido la caracterización de este bien

patrimonial como ibérico. Precisamente de eso se trataría, de exponer hipótesis

interpretativas apoyadas en cualquier argumentario razonado, mientras falten

elementos documentales más precisos extraídos de excavaciones científicas.

Condiciones que, por desgracia, faltan en muchos de estos hallazgos antiguos y

casuales.

El relieve de Boyero (Fig. 9) no es paralelizable directamente con los

anteriores relieves citados, salvo por la pequeña cuestión técnica ya señalada y por

otras de significación iconográfica que no vamos a desarrollar aquí, pero que se

sintetizan en los rostros de piedra, así como en las caras barbadas y de frente. En

Boyero, la distancia volumétrica ya es indicativa de una realidad diferente, pese a

que también este caso hubiese podido tener un carácter igualmente funerario, que es

lo que queremos destacar ahora.

La piedra en que se esculpió el rostro de Boyero, pese a su conservación

parcial, parece vislumbrar los restos de un prisma pétreo que quizás formara parte

de un friso más amplio, ya que sus superficies laterales y posteriores, ofrecen un

desbastado superficial que quizás lo hacen más acorde para su acomodación en la

parte interior de una estructura más maciza que quizás no acabara en sí misma y

solo ofreciese a la vista la cara tallada. Pese a todo, la parte lateral derecha del

bloque ofrece los restos de un elemento en relieve muy deteriorado que no parece

haber formado parte de un saliente para articular el conjunto con otras piezas

perdidas de la construcción original. En realidad, da la sensación de haber formado

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parte de un sillar de esquina (Fig. 9: abajo, izquierda) como otros conocidos en el

mundo ibérico, que quizás nos remitan a una construcción funeraria característica

del mundo ibérico y que conocemos bajo el nombre de monumento turriforme. El

modelo-tipo de referencia es el de Pozo-Moro (Almagro-Gorbea, 1983; Alcalá-

Zamora, 2003: 33-37), Albacete (Fig. 9: abajo), aunque su dispersión por los actuales

territorios andaluces está perfectamente documentada (Prados, 2003: fig. 2) y bien

relacionada con el mundo púnico-helenístico, que llevaría su cronología a un

momento más acorde para las dataciones que hemos venido ofreciendo para el caso

de Boyero. 9. Arriba: reconstrucción virtual del relieve de Boyero. Abajo: izquierda, vista lateral del posible

sillar de ángulo; centro y derecha, la torre de Pozo Moro en el MAN y otras de sus posibles

reconstrucciones, según M. Almagro-Gorbea.

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De todos modos, tampoco se trataría de la única posibilidad. La parte

superior del relieve de Boyero ofrece un estrecho filete que marca el fín superior del

espacio de representación, pero que por encima remata, resaltando igualmente la

finalización de la piedra e indicando que quizás el bloque fuese el borde superior del

monumento al que pudo pertenecer el relieve (Fig. 9: abajo, izquierda). Esta

circunstancia no encaja demasiado bien con lo que sería una torre funeraria, a

menos que el friso decorativo al que este perteneciese formara parte de un piso

intermedio en el desarrollo vertical del mismo y ese borde acabado por encima de la

cabeza sería un elemento escalonado del remate superior del mismo, como puede

apreciarse en alguna de las varias reconstrucciones que se han llegado a hacer del

monumento funerario de Pozo Moro (Fig. 9).

Desde este punto de vista, la otra vertiente interpretativa quizás derive hacia

la posibilidad de que el relieve cordobés pudiese haber pertenecido a un pilar-estela,

que es otra de las constantes que se empiezan a entrever en los paisajes funerarios

(Fig. 10) de las necrópolis ibéricas. Estos pilares estela fueron monumentos de

piedra menos relevantes que las torres funerarias, casi siempre de sección

prismática, muchas veces sobre basas escalonadas y elementos escultóricos sobre los

mismos, o revistiendo con relieves determinadas partes de sus superficies.

Estuvieron muy extendidas por Andalucía, habiéndose constatado entre los restos

escultóricos de Cerrillo Blanco, Porcuna (Izquierdo, 2000: 88-90), por lo que no

debe extrañar su presencia en Boyero, aunque no sepamos con exactitud de qué

tipo pudo tratarse el que hubiese en nuestro yacimiento.

El hallazgo junto al relieve de elementos epigráficos en piedra, sobre una

arenisca similar a la de la propia escultura deja abierta la posibilidad de que en este

caso hubiese una asociación de unos y otra en el mismo monumento, por lo que

dicha conjunción podría llevarnos a otra hipótesis interpretativa, coincidente con la

presencia de un pilar estela antropomorfo entre los que sí se conoce la presencia de

textos inscritos.

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10. Recreación de la necrópolis ibérica de Corral de Saus, Moixent, Valencia, con una serie de pilares-estela. A partir de un original de M. Herrero (2013: fig. 8).

De todos modos, podría ser una mixtura cargada de cierta excepcionalidad,

dado que no conocemos en el sur un paralelo semejante. En la Península sí han

aparecido estelas antropomorfas con escritura indígena, como ocurre en el caso de

Nogueruelas (Fig. 11: centro, izquierda)), Teruel (Ventura, 1959). Pese a todo, en la

misma provincia de Córdoba, en Espejo (Fig. 11: derecha), también conocemos otra

estela igualmente antropomorfa (Lucas et alii., 1991), cuya parte inferior se decora

con una serie de elementos geométricos en varias bandas que estéticamente

recuerdan una especie de arcaica inscripción, como si su autor procediese de un

entorno social anepígrafo y hubiese copiado de memoria alguna otra estela que sí

soportara una escritura auténtica de vecinos más alfabetizados. El oppidum de

Boyero y sus gentes sí dispondrían de ese carácter de vecindad respecto de las

tierras de Espejo y, por el hallazgo de su inscripción, también sabemos que sus

pobladores pudieron estar al tanto de determinados sistemas de escrituras

prerromanas. Por ello, nada impide presentar la hipótesis de que relieve y elemento

epigráfico hubiesen podido componer un único monumento funerario.

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Sin ningún afán por conseguir una recuperación fidedigna, en Boyero, si

optásemos por una reintegración del tipo de estos pilares-estelas antropomorfos,

habría que decidirse por aquellos modelos de sección paralelepípeda que son los que

parecen guardar una mayor relación con el prisma original en el que debió tallarse

nuestro relieve. Así, para la segunda posible reconstrucción del monumento

original, hemos reparado en la estela antropomorfa que se recuperó en Altea la

Vella, Alicante (Fig. 11: izquierda), pese a que quizás represente un modelo

morfológico algo más antiguo (Morote, 1981), particularmente si se atiende a la

datación que sobre la misma llegó a ofrecer M. Almagro-Gorbea (1993: 128, fig.

6.8). La reconstrucción que aportamos (Fig. 12) ofrece la incongruencia de que el

rostro en relieve podría estar aludiendo a modelos bastante tardíos de la relivaria

ibérica, mientras el soporte antropomorfo remitiría a prototipos del siglo VI a.C.,

aunque puede servirnos como recordatorio de la existencia de prototipos a partir de

los cuales pudieron desarrollarse las formas definitivas de la monumentalización

funeraria ibérica posterior, hasta alcanzar la materialización y diversificación creativa

que acabaron significando los pilares-estela, entre los que quizás encontrasen mejor

cabida los hallazgos de Boyero.

11. Estelas antropomorfas (estatuas-estela) ibéricas de los siglos V/IV-II/I a.C. A partir de Izquierdo 2000: fig.7).

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Por su parte, la asociación relieve-inscripción tendría también más visos de

realidad, contextualizado en un espacio monumental del tipo de los pilares estela. La

propia superficie cóncava, donde se inscribió el texto (Fig. 7: 4) encajaría mejor en

uno de los sectores del pilar donde se producían alguna de las

reducciones volumétricas con que se jugaba en las distintas partes de su desarrollo

vertical, con presencia de cornisas decoradas con golas, gavetos o escocias, como

sería en nuestro caso, permitían una transición más natural entre las distintas

partes de diferentes secciones que componían el conjunto completo del

monumento.

12. Desarrollo de las cuatro caras de la estela antropomorfa de Altea la Vella, con el añadido del rostro de Boyero. A partir del calco de J. Gisbert en Izquierdo (2000: fig. 9).

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Desgraciadamente, sin otros elementos de juicio complementarios, sigue

siendo demasiado aventurado optar por cualquiera de las opciones que se han

venido presentando, aunque particularmente nos inclinaríamos provisionalmente

por la existencia de un espacio necropolar monumental en la ladera oriental del

yacimiento (paraje del Barrancón), en la que hitos funerarios como los pilares estela

pudieron formar parte de su paisaje mortuorio de tiempos ibéricos.

Pequeña anotación sobre la inscripción de Boyero.

Desde nuestra publicación inicial quedó catalogada esta leyenda

fragmentaria como propia de los ejemplos escritos en ibérico meridional, como nos

parecía que caracterizaban algunos de sus signos reconocidos en otros paralelos

hispánicos, separándose de las escrituras del suroeste. El análisis y la transcripción

de los signos nos indicaba dos filas con la siguiente secuencia: línea 1) tauir,

(taunS4). Línea2) boro (i); ambas escritas hacia la izquierda (sinistrorsas).

13. Los signos en escritura ibérica meridional conservadas sobre la piedra epigráfica de Boyero.

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Su interés hizo que poco después J. A. Correa recogiese la inscripción en

las periódicas crónicas epigráficas que se hacen eco de los nuevos hallazgos

(Correa, 2008: 287-288), indicando alguna corrección que atañían básicamente a su

lectura y que transcribimos directamente, salvo el añadido de la transcripción en

alfabeto indígena y la indicación del signo o, en la segunda línea:

«Fragmento de piedra de forma trapezoidal irregular con una cara concoide en

la que aparece inciso el comienzo de dos líneas. Fue hallado casualmente en el

yacimiento prerromano de Cerro Boyero, al SE de Valenzuela (Córdoba), que

perdura hasta época romana. Las líneas conservadas (sinistrorsas) pueden ser las

últimas de una inscripción más extensa y están íntegras en su comienzo y

fragmentadas en su final. La lectura de los editores es la siguiente.

Línea 1: tauiD*.

El signo 1 ( X ) está completo. Al signo 2 ( ) parece faltarle algo de la

parte superior, pero su identificación es segura. El signo 3 al estar incompleto en su

parte superior lo mismo podría ser i ( ), como prefieren los editores, que n ( ), 8

como me parece preferible atendiendo a la parte conservada. El signo 4, falto de su

parte superior, probablemente se identifica con el que indican, con reservas, los

editores; pero ciertamente también podría ser e ( ) algo oval o incluso, con menos

probabilidad, ti sin trazo interior. Del signo 5 sólo se conserva un corto trazo que

hace inútil cualquier intento de identificación.

Línea 2: boroi (o -n).

Por mi parte preferiría dejar sin transliteración el signo 1 ( ) y el 2 (

)lógicamente lo translitero r´ El signo 3 es o ( ) horizontal, forma que encaja bien

en la zona en la que está Valenzuela, como señalan los editores. Para el signo 4 es

mejor transliteración un asterisco, pues de él sólo se conserva el ángulo superior,

pudiendo corresponder tanto a los indicados por los editores como a I ( ), s´ ( ),

etc. En consecuencia propondría una trasliteración: taunD*[ /ro*[.»

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Las otras referencias son mucho más escuetas y solo atienden al carácter de

pedestal del soporte pétreo de la inscripción (Beltrán, 2011: 40; De Hoz, 2011: 225 y

236), corroborando lo que ya habíamos indicado en 2002. Opiniones que vendría a

reafirmar buena parte de las hipótesis interpretativas que hemos venido

desarrollando en este trabajo, tanto si la piedra inscrita formó parte de uno de los

elementos integrantes de un pilar-estela en Boyero, o si hubiese sido un pedestal

independiente, o no, de otro tipo de monumento.

A modo de conclusión. Aunque seguimos sin que las administraciones

culturales ni las instituciones universitarias, ni otros organismos de investigación

hayan cambiado de actitud respecto de la necesidad de estudiar directamente el

pasado arqueológico de Valenzuela, lo que vamos conociendo de su patrimonio

antiguo y el interés que sobre él han concitado las corporaciones municipales de la

localidad, han facilitado que volvamos a preocuparnos de Cerro Boyero, una década

después de la publicación de los trascendentales hallazgos de su relieve e inscripción

prerromanos. Ahora como entonces, la originalidad del elemento escultórico, así

como su monumentalidad y su carácter funerario sagrado hacen más necesario que

debamos impulsar políticas activas de protección y de investigación directa en el

yacimiento que, considerando los graves problemas económicos que hoy afectan a

la sociedad, cabría plantear a largo plazo y con el concurso de las instituciones

europeas.

Por otro lado, el pequeño análisis que hemos realizado nos ha permitido

interpretar bajo otro prisma esos hallazgos pétreos, asegurando mejor que pudo

haber existido una relación entre la referencia epigráfica y el elemento plástico,

superando los inconvenientes que a principios de siglo nos preocupaban. Ahora

creemos que la recuperación patrimonial en el mismo entorno topográfico no es

una cuestión baladí, sino que debiera expresar no solo la común procedencia del

mismo espacio necropolar, sino probablemente su origen en un mismo conjunto

funerario y/o sacral. Hasta ahora, lo habitual en el sur había sido la relación entre

escultura y epigrafía romana, como ocurrió en algunos de los hallazgos del santuario

de Torreparedones (Morena, 1989), pero Boyero parece demostrar que se trataba de

una tendencia cultural que pudo haber estado arraigada en las generaciones

prerromanas anteriores.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Cerro Boyero, su relieve escultórico y la inscripción pétrea son otra muestra

de la importante presencia de población ibérica en las campiñas cordobesas, aunque

su realidad no deba separarse de la importante nómina de antiguas ciudades que

poblaban estos territorios en la segunda mitad del primer milenio a.C. Sin embargo,

las peculiaridades que se han podido observar en estos elementos patrimoniales

marcan también una originalidad que es propia de lo que se conoce de estos

pueblos prerromanos: sociedades independientes, organizadas en torno a altozanos

fortificados (oppida) y urbanizados, tratando de hacer una vida independiente,

aunque fuertemente marcada por las necesidades vitales y las exigencias de relación

con los vecinos. El despoblado de Boyero estaría significando el viejo vestigio

patrimonial de una de esas grandes urbes ibéricas a la que es imprescindible no

olvidar.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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LA TIERRA DE VALENZUELA EN LA ANTIGÜEDAD:

PROTOHISTORIA Y ROMANIZACIÓN1

Pablo-J. Casado Millán, Fernando-Enrique Salas Herrera, Rafael-A. Saco Montilla, Manuel Moreno Quero, José-C. Recuerda Quero, Alberto Barrionuevo García, Cayetano Ruiz Barranco y Pablo-M. Millán Millán

ARQVIPO (Grupo de Arqueólogos e Investigadores

de la Historia de Porcuna) www.obvlco.org

[email protected]

Dedicado a la memoria de Eloy Castilla Pérez (08-12-1952 – 07-09-2009) y Eloy Castilla Herrera (12-09-1984 – 03-07-2011), queridos e inolvidables amigos vinagorros, que nos contaron muchas pequeñas historias de Valenzuela. Para ellos que siempre fueron amantes y defensores de su pueblo sobre todas las cosas.

1

Este artículo se atiene en lo esencial a la estructura y contenido de la ponencia que con el título “Las

tierras de Valenzuela en Época Romana” tuvo lugar como parte de los actos de las I Jornadas de Historia de

Valenzuela, que se celebraron en la Capilla del Hospital de Jesús y María el 10 de noviembre de 2007.

Agradecemos al Ilmo. Ayuntamiento de Valenzuela su invitación para aquella conferencia y para la redacción de

este trabajo. Tenemos que mostrar especialmente nuestra gratitud por su ayuda y atención a Pablo Santiago

Chiquero, Francisco Javier Susín Martínez, Dolores Urbano Arroyo y Pedro Ibáñez Malagón. A Ildefonso Ruiz

Sabariego, Concejal de Cultura de Valenzuela, por su infinita paciencia. También manifestamos nuestra gratitud

a todos nuestros colaboradores y fuentes, que nos sufren a diario.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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En las Ias Jornadas de Historia de Valenzuela, junto a la ponencia de Juan

Antonio Pachón Romero sobre el relieve ibérico hallado en Cerro Boyero (Fig. 34),

que también se incluye en este volumen, presentamos otra dedicada a explicar la

arqueología protohistórica y antigua de Valenzuela partiendo del, por desgracia,

escaso conocimiento de los restos arqueológicos de esas épocas en el actual término

municipal de Valenzuela.

Para poder articular un discurso general de estos periodos en el actual

territorio de Valenzuela, aportando algunas ideas desarrolladas, que sirvieran para

ofrecer a los asistentes una mínima comprensión, nos valimos de empezar por una

descripción del territorio geográfico y su naturaleza, siguiendo con una apretada y

bastante básica síntesis del conocimiento de estas épocas en el marco regional

inmediato a través del análisis de algunos de los principales yacimientos estudiados

del entorno del Alto y Medio Valle del Guadalquivir, alrededor de Valenzuela.

Proseguimos con una descripción del magnífico yacimiento de Cerro Boyero y de

su escaso conocimiento. Finalizamos nuestra conferencia hablando de los llamados

“Recintos Fortificados” y de los yacimientos de Época Romana conocidos por

prospecciones en el actual término de Valenzuela, culminando nuestra intervención

con algunas reflexiones de naturaleza patrimonial e histórica de cara al futuro del

Patrimonio Histórico y Arqueológico de Valenzuela.

Aproximadamente esta es la línea que vamos a seguir en el presente trabajo,

aportando el conocimiento que teníamos entonces, algo incrementado por algunas

noticias y referencias, pero conscientes de que la ignorancia es mucha y lo que se

requiere para anularla de cara al futuro es trabajar sobre el gran Patrimonio de

Valenzuela para conseguir a través de la producción científica que se troque

ignorancia en conocimiento; expolio y destrucción, en Patrimonio de los vinagorros.

A ese gran objetivo queremos sumar nosotros nuestra humilde aportación.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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I. El territorio antropizado. La Geografía de la Campiña. La

Investigación.

El actual término municipal de Valenzuela se ubica en la zona de transición

entre dos paisajes geográficos y dos suelos geológicos, entre la Campiña y la

Subbética, dos regiones o “países” geográficos nítidamente diferenciados dentro de

la cuenca o valle del Guadalquivir (López Ontiveros, 1973; 1986, 19-30; 2003;

2005). Así mismo también es frontera de las cuencas de dos de los principales ríos

afluentes del Guadalquivir por su margen izquierda, el Salado de Porcuna y el

Guadajoz2.

Ascendiendo desde el Guadalquivir, en Villa del Río, se abre majestuoso el

Valle del Salado de Porcuna, con un paisaje singular en el que destacan los tres

grandes cerros testigos que controlan y vigilan este valle (Fig. 1), los Cerros de

Albalate y Los Alcores-El Castillo de Porcuna y al fondo el Cerro Boyero,

parteaguas de las cuencas del Saladillo, afluente del río Salado de Porcuna, y del río

Guadajoz. Los tres cerros han sido testigos y protagonistas del poblamiento

humano de esta región en los últimos milenios (Fig. 2-8).

Esta imponente geografía determina una de las principales vías de

comunicación transversales al Valle del Guadalquivir a lo largo de toda la historia. A

través del Paso de Porcuna, donde se concentran varias grandes vías que vienen de

la Meseta atravesando la Sierra Morena por angostos pasos, se conecta el Alto

Guadalquivir con la costa Malagueña en la cadena Porcuna-Valenzuela-Baena-

Cabra-Lucena-Antequera-Málaga, llamada en Época Romana Via Obvlco-Anticaria, u

Obvlco-Malaca (Fig. 6 y 8). En la Prehistoria y en la Antigüedad esta vía de

comunicación fue una de las más importantes de la Península Ibérica, siendo

anulada progresivamente desde la Edad Media por los ejes conformados por

ciudades en ascenso, Córdoba-Málaga y Jaén-Granada, quedando reducida a un

2 Se ha asociado recurrentemente al Guadajoz como el río “Salsvm” (salado) que cita el Bellvm

Hispaniensis, aunque esta condición es atribuible a varios Salados de la margen izquierda del Alto Guadalquivir,

que filtran las sales de las tierras miocénicas de origen marino.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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segundo plano, en ciertos aspectos. Los otros ejes comunicacionales, en este caso,

longitudinales y delimitados por el Valle del Guadalquivir son los caminos que

recorren el valle junto al gran río y atravesando la Campiña, que en la Antigüedad se

denominan Via Hercvlea, posteriormente Via Avgvsta, y Via Ibérica (Corzo y

Toscano, 1992; Melchor, 1995; 1999).

La orografía de estas tierras está condicionada por su orogénesis, su proceso

de formación geológica, ligado al Plegamiento Alpino, cuando la elevación de las

Cordilleras Béticas por el choque entre las placas tectónicas de África y Europa,

provocó la elevación de materiales marinos más antiguos, de Época Miocénica,

suelos arenosos y margosos que conforman la mayor parte de las tierras de la región

campiñera, extendida con tierras onduladas y cerros de escasa altura (Fig. 1 y 12),

frente a los suelos triásicos, más propios del piedemonte subbético en el que las

alturas de las formaciones comienzan a ser más abruptas (López Ontiveros, 2003;

2005; Cortijo, 1993, 25-58; Nocete, 1994, 190-197).

Estos suelos con una gran capacidad agraria, especialmente para la

producción de cereales de secano y leguminosas, condicionaron positivamente el

gran desarrollo del poblamiento humano en la Campiña a lo largo de la historia,

conformando una verdadera cultura territorial de grandes agrociudades que

pervivieron a los cambios culturales y políticos (Fig. 8) (Arteaga, 1999; Nocete,

2001; López Ontiveros, 1979; 2005).

Como vamos a ir viendo estas tierras no han estado exentas de investigación

y de conocimiento de los restos del pasado, aunque lamentablemente pensamos que

los trabajos científicos han sido escasos y dispersos y se han mostrado en general

incapaces de asumir la totalidad del territorio o los yacimientos que pretendían

estudiar, haciendo un tratamiento muy superficial, apenas rascando la corteza. Lo

cual en combinación con el gigantesco proceso de expolio y destrucción de los

restos supone una amarga realidad, al ver como se escapa de las manos en menos de

medio siglo un inmenso Patrimonio generado y conservado durante milenios para

convertirse en nada, mientras de un modo u otro casi todos asisten impasibles

mirando para otro lado.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Fig. 1. Vista del “Paso de Porcuna” en el Valle del Salado desde Lopera. A la izquierda el Cerro de los Alcores y a la derecha los del Albalate-Umbrías (Porcuna). En el centro al fondo el Cerro Boyero (Valenzuela). Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2005-07-15-126b.

En la Campiña, en sus miles de yacimientos, en sus ciudades, habitadas y

abandonadas, han sido muchos los hallazgos antiguos, muchos los expolios y

muchas las destrucciones, más allá de lo que la joven arqueología ha podido digerir,

y no digamos valorar o controlar. Algunas obras antiguas de eruditos de distinta

clase han dejado testimonio de algunos de estos procesos, pero hay que esperar casi

hasta el último cuarto del siglo XX para encontrar a aficionados y profesionales con

pretensiones científicas recogiendo datos sobre los yacimientos. En el caso de

Córdoba en esos años hay que hacer referencia sobre todo a Juan Bernier Luque

que junto a un grupo de aficionados hizo arqueología puntual y “de fin de semana”,

visitando y recogiendo datos de muchos yacimientos en los años 60 y 70, y las

excavaciones con Javier Fortea en el yacimiento del Higuerón de Nueva Carteya y el

Castillarejo de Luque (Fortea y Bernier, 1970; Bernier et alii, 1981). No se trataba de

una arqueología “ortodoxa”, ni científica, pero andando el tiempo, hay que decir en

su favor, o en merma de las arqueologías oficiales, que muchos yacimientos siguen

contando para su conocimiento sólo con los datos que ellos recogieron. A Bernier y

sus colaboradores les siguieron algunos otros trabajos también bajo la idea de hacer

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catálogos de yacimientos o lo que luego serían Cartas Arqueológicas (Serrano y

Morena, 1984; Ponsich, 1987; Morena et alii, 1987).

A partir del traspaso de las competencias de Cultura por parte del Ministerio

a la Junta de Andalucía en 1984, se configuró un sistema global de gestión alrededor

de una Consejería de Cultura, con una Dirección General de Bienes Culturales y

Delegaciones Provinciales. Se proclamaron una Ley de Patrimonio Histórico de

Andalucía (1/1991, luego reemplazada por la 14/2007) y Reglamentos de

Actividades Arqueológicas (en 1993, luego reemplazado por el de 2003) que en

conjunto, junto con la previa Ley de Patrimonio Histórico Español (16/1985),

debían vigilar y desarrollar la protección, intervención y difusión del Patrimonio

Andaluz. A más de veinte años y vistos los resultados, sobre todo a niveles de

burocracia, expolios y destrucciones, queda abierta la pregunta de si sus logros,

grandiosos en algunos casos, valen el precio del Patrimonio desaparecido.

En esta nueva ordenación de mediados de los 80 se creó un Plan de

Proyectos Generales de Investigación subvencionados por la Junta de Andalucía,

para tratar de hacer sistemático el proceso de investigación en los grandes

yacimientos arqueológicos andaluces. La gran mayoría de estos proyectos anunció

grandes objetivos, raramente cumplidos, y al final se centró en hacer campañas de

“arqueología veraniega” en yacimientos concretos. La temporalidad en el verano

derivaba de que casi todos los directores de estos proyectos eran profesores

universitarios que desarrollaron estas excavaciones en los meses libres de docencia y

desde las plataformas organizativas que les ofrecían sus universidades, sobre todo a

nivel de alumnos colaboradores. El primer tramo de este plan, que fue el que tuvo

más actividad se desarrolló entre 1985-1992. Después, lastrado con las herencias del

celebrado y conmemorativo año 1992, continúa hasta el presente, aunque con

proyectos mucho más puntuales.

Si tratamos aquí de este sistema de gestión e investigación, además de por

seguir más o menos vigente, es porque estos proyectos de investigación en nuestra

región virtualmente cercaron a Valenzuela, aunque como veremos no se acercaron

mucho a ella.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Una síntesis sobre las actividades de los Proyectos de Investigación y un

breve resumen de resultados de algunos de ellos se puede consultar al cierre de

dichos Proyectos en la publicación de Investigaciones arqueológicos en Andalucía 1985-

1992. Proyectos (Campos y Nocete, 1992) en la que se aprecia un panorama de la

investigación del entorno de Valenzuela en esos años. Aunque los resultados se

pueden valorar más extensamente en las publicaciones del Anuario Arqueológico de

Andalucía y algunos de ellos en sus Memorias. Fig. 2. Modelo de poblamiento en el Alto Guadalquivir giennense en la Edad del Cobre. Fuente: (Nocete, 1994, 335, Fig. 124). En rojo Cerro Boyero.

Los proyectos en un entorno amplio alrededor de Valenzuela, en la región

del Alto Guadalquivir, fueron:

1. Génesis y desarrollo de la Edad del Bronce en la cuenca media del Guadalquivir, dirigido

por José Clemente Martín de la Cruz (Campos y Nocete, 1992, 68-70; Martín de la Cruz,

1992).

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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2. Torreparedones, poblado fortificado en altura, y su contexto en la Campiña de Córdoba,

dirigido por: Barry W. Cunliffe y María Cruz Fernández Castro (Campos y Nocete, 1992,

88; Cunliffe et alii 1992).

3. Análisis Arqueológico de la Córdoba Romana, dirigido por María del Pilar León Alonso

(Campos y Nocete, 1992, 111-112; León et alii, 1992)

4. Reconstrucción del proceso histórico en el territorio de la ciudad Ibero-romana de Obulco

(Porcuna, Jaén), dirigido por Oswaldo Arteaga Matute (Campos y Nocete, 1992, 143-144;

Arteaga et alii, 1992).

5. Protohistoria y Romanización en la Subbética Cordobesa. Las cuencas de los ríos

Almedinilla, Zagrilla y Salado (Depresión Priego-Alcaudete), dirigido por Desiderio

Vaquerizo Gil, Fernando Quesada Sanz y Francisco Murillo Redondo (Campos y Nocete,

1992, 89-91; Vaquerizo et alii, 1992).

6. El Poblamiento ibérico en la Campiña de Jaén, dirigido por Arturo Ruiz Rodríguez y

Manuel Molinos Molinos (Campos y Nocete, 1992, 92-95; Ruiz y Molinos, 1992).

7. Análisis histórico de las comunidades de la Edad del Bronce en la Depresión Linares-

Bailén y las estribaciones meridionales de Sierra Morena, dirigido por Francisco Contreras

Cortes, Francisco Nocete Calvo y Marcelino Sánchez Ruiz (Campos y Nocete, 1992, 65-

67; Contreras et alii, 1992).

8. El poblamiento ibérico en el Valle del Guadiana Menor (Jaén), dirigida por Teresa Chapa

Brunet y Juan Pereira Sieso (Campos y Nocete, 1992, 96-98; Chapa, Pereira y Madrigal,

1992).

La aplicación de las Leyes de Patrimonio, y la corrección del “impacto

patrimonial” de las obras de infraestructura y de las particulares en los yacimientos

catalogados y en algunos casos en que aparecieron “casualmente” restos, hicieron

que a partir de los años 90 se multiplicaran las excavaciones “de urgencia” en un

proceso expansivo, que en las grandes ciudades fue parejo del fenómeno de la

especulación urbanística, consiguiendo que se realizaran miles de excavaciones, una

gran parte improductivas, bien por incapacidad técnica o destrucción directa, bien

porque sin sistemas generales en los que se unificara la información obtenida o una

coordinación en una lógica de territorio o de cronología, ésta quedaba dispersada a

discreción de los excavadores y con los museos anegados de materiales

arqueológicos sin estudiar. Evidentemente hubo muy honrosas excepciones.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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La crisis económica internacional que estalló en 2007-2008 provocó en

España el hundimiento del sector especulativo de la Construcción, vulgarmente “El

Ladrillo”, y al mismo tiempo una profunda crisis económica en la sociedad y en los

presupuestos de las instituciones públicas, agravada por las medidas de austeridad

de inspiración neoliberal ordenadas desde la Unión Europea. Por todo ello sobre

todo la arqueología “profesional” asociada a los impactos generados por la

construcción, aunque también la “académica” por los recortes de financiación

pública sufrió una crisis general, manifestada en el abandono masivo de la profesión

y la dedicación académica al “revisionismo”.

Ahora, pasados varios años en crisis, asistimos a un nuevo fenómeno de

atomización, con las universidades preocupadas de asegurar su propia reproducción

y con muchos pequeños proyectos de naturaleza local, con excavaciones e

investigaciones asociadas a Ayuntamientos y Museos, además de la actividad de

gestión en los reducidos proyectos de construcción e infraestructura que aún se

realizan.

Algunos pueblos cercanos a Valenzuela han desarrollado sus arqueologías

locales, mezcla de la arqueología profesional y de las instituciones de cada pueblo,

ayuntamientos, museos... Pero en Valenzuela, ni Cerro Boyero contaba con ninguna

protección concreta3, ni tampoco la población medieval y moderna bajo el pueblo,

por lo que no ha existido actividad arqueológica de excavación alguna, hasta las

intervenciones realizadas en la variante de la carretera de Valenzuela a partir de

2003.

Existe un relativo vacío de investigación, en el que se encuentra Valenzuela,

que no es fácil de explicar. La Campiña del Alto Guadalquivir, como país geográfico

ubicado a caballo entre dos provincias administrativas relativamente recientes en su

3 Aunque hayan servido de poco en muchos casos, todas las obras de fortificación (murallas, torres...)

tienen la consideración y protección jurídica de Bien de Interés Cultural, derivada de llamado Decreto de los

Castillos de 1948, vigente en la Disposición Adiccional Segunda de la Ley de Patrimonio Histórico Español (Ley

16/85).

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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delimitación, sufre, como otros muchos territorios, una serie de problemas

históricos e historiográficos recurrentes.

El primero de ellos es el de la influencia de las fronteras actuales. Nos

parece, quizá por nuestra natural tendencia centrífuga, que las fronteras

administrativas del presente condicionan terriblemente los resultados de las

investigaciones sobre el pasado. La adscripción de los municipios a las

demarcaciones provinciales, la circunscripción a límites administrativos de los

proyectos de investigación, los distritos universitarios o áreas de influencia de cada

universidad, etc. conforman una cosmogonía de la actualidad que, con más o menos

conciencia, se ha pretendido retraer por parte de historiadores e investigadores,

tratando de identificar las mismas condiciones de esta realidad en los vestigios del

pasado, lo que ha resultado conveniente y cómodo tanto para distribuir

geográficamente el trabajo y los recursos desde los centros de estudios y gestión

actuales, como para delimitar fronteras actuales entre esos mismos centros y no

hacerse competencias. Estos condicionantes creemos que, como poco, enturbian la

capacidad de análisis y la visión de conjunto, y hacen que se pongan lindes

artificiales y artificiosas que sirven muy bien a las lógicas actuales pero que nada

tienen que ver con las realidades históricas y su desenvolvimiento.

En segundo lugar se produce un fenómeno, para nada inocente, de

presentismo y justificación de la realidad, trufado de identidades. La Historia se

escribe desde un tiempo y un espacio concretos; honestamente para entenderlos;

espúriamente para justificarlos. En este tipo de Historia es esencial el thopos o locvs, o

sea el lugar central, desde donde se escribe y desde donde se jerarquiza el espacio y

se entiende el relato, da igual que fuera o no fuera así, pues lo que importa es el

sentido de grandeza que el relato le otorga al lugar, su dignificación y prestigio. Es

esencial también el tiempo presente, pues en ese Historicismo la Historia conduce a

la lógica o la perfección del modelo del presente. El historiador italiano Benedetto

Croce hizo famosa una expresión: “Toda Historia es Historia Contemporánea”, que

resume estos problemas, y que es necesario constatar y asumir, para intentar

abstraer esas limitaciones.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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En tercer lugar, otro problema del presente, relacionado con los otros dos,

es el de los recursos, ya que en un territorio económica y políticamente desigual, los

recursos materiales y humanos se van a dedicar antes a las zonas jerárquicamente

centrales y políticamente interesadas, con lo que se va a invertir y visibilizar lo que

interesa a los centros y a olvidar, e incluso silenciar a las periferias y márgenes, sobre

todo cuando pongan en cuestión la razón del centro.

Fig. 3. Modelo de poblamiento en el Medio Guadalquivir en el Bronce Final (ss. X-VII). Fuente: (Murillo, 1994, Fig 6.7). En rojo Cerro Boyero.

En suma, todo esta reflexión entra dentro de un discurso mayor, de

racionalismo y ciencia, de “civilización” y “barbarie” si se quiere, y que se resume en

si queremos la Historia como una ciencia explicativa, que nos sirva para entender y

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explicar el pasado y el presente (la actividad humana, sus capacidades y limitaciones,

y sus experiencias y posibilidades en el tiempo); o solamente la queremos como

relato de identidad, para “historizarnos”, para construir identidades colectivas

simples, míticas, “turísticas” y falaces en las que seamos “íberos”, “romanos”, o

“austro-húngaros”, para sentirnos unidos, superiores a los otros y justificados en

nuestras miserias, que no lo serán tanto, puesto que son nuestras.

En lo que toca a Valenzuela, en esta exégesis epistemológica, es manifiesto

que hasta la Edad Media, como poco, las entidades políticas y administrativas

“Córdoba” y “Jaén” no existieron, y que el desarrollo histórico de la región, vistas

sus partes, se entiende mucho mejor si se trata de explicar desde una delimitación

geográfica, y una lógica de evolución de las ciudades, los estados y las fronteras

políticas a lo largo de la Historia. Esto, por desgracia, no sirve a los intereses

territoriales y locales de las élites de los centros actuales.

La Protohistoria y la Antigüedad son periodos cruciales para entender estos

problemas teóricos de la investigación en el presente. En esas épocas la Campiña

del Alto Guadalquivir era el centro de un territorio de ciudades organizadas en

función de otras culturas y sistemas sociopolíticos muy diferentes a los

contemporáneos. Ahora se trata de estudiar, de excavar, de restaurar y de escribir la

Historia, y lamentablemente en su mayor parte es una historia del presente, pues los

intereses jerárquicos de los centros Jaén y Córdoba se imponen, marginando el

trabajo en lugares actualmente periféricos y fronterizos, como Valenzuela, Porcuna,

Arjona..., y al mismo tiempo trabando el conocimiento del pasado por ir a buscar

sus lógicas en las lógicas del presente. En Córdoba esto es quizá menos flagrante,

aunque no para el caso de Valenzuela, olvidada en tantas ocasiones, porque

Córdoba, al menos desde el Alto Imperio y hasta la Edad Media fue capital

indiscutida de todo el Sur de la Península Ibérica. Pero en Jaén sí que lo es, pues

referidos al mundo antiguo tratar de explicar su globalidad desde la plataforma de

yacimientos entonces secundarios como Puente Tablas o Avrgi, en justificación

tácita o explícita de una capitalidad giennense, es como tratar de entender Nueva

York estudiando Terlingua.

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Todo esto se aprecia fácilmente por las inversiones y los discursos en cada

lugar, y su última valoración la dejamos al juicio de quien nos lea, que seguro que

encontrará argumentos, pero podemos poner un ejemplo académico ilustrativo.

Resulta que, al mismo tiempo, las Universidades de Córdoba y Jaén, han publicado

varios trabajos en los que se defiende sin más datos que la “autoridad académica”, la

existencia de una frontera ibérica en el Valle del Salado de Porcuna. Cuan

conveniente es, que esta frontera coincida con las de Fernando III y Javier de

Burgos, así los investigadores de una y otra universidad pueden trabajar en sus

respectivos “ámbitos” o circunscripciones académicas, sin conflicto entre ellos y sin

temor a confundir la Historia, pues ya han declarado a priori que la frontera pasaba

por allí. Una curiosa frontera.

Cerro Boyero, como vamos a ver, es una de las grandes ciudades

protohistóricas de la Península Ibérica, uno de los mejores yacimientos

arqueológicos de España, y sin embargo ha pasado sin pena ni gloria los últimos

cincuenta años de arqueología “científica”. Bueno, con penas si, pues muchos han

sido los daños y robos que ha sufrido. Sólo unos pocos investigadores lo han

visitado, brevemente, porque quedaba muy lejos. La razón de la ignorancia y de la

marginación de un yacimiento de esta naturaleza, que ya quisieran tener bajo su

suelo muchas grandes ciudades de toda Europa, creemos que estriba en esa lógica

de divergencia de intereses y diferencia entre la Antigüedad y la Actualidad que

hemos descrito. Juzguen ustedes mismos.

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Fig. 4. Modelo de poblamiento en el Alto Guadalquivir giennense en Época Ibérica Plena (ss. V-IV). Fuente: (Ruiz y Nocete, 1981, Fig 5). En rojo Cerro Boyero.

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II. Los asentamientos nucleares del entorno.

En la conferencia, con el objeto de mostrar que no nos encontrábamos en

un territorio marginal o despoblado, como podría parecer a algunas personas, sino

que lo que ha faltado hasta ahora es investigación y no yacimientos arqueológicos,

hicimos un breve comentario de los principales núcleos urbanos de la Protohistoria

y la Antigüedad en torno a Valenzuela (Plácido, 2001), para demostrar que estas

tierras nunca fueron fronteras abandonadas, sino todo lo contrario, el centro de un

complejo sistema de poblamiento y de civilización humanas a lo largo de la Historia.

Nuestra síntesis aquí es muy superficial por lo que remitimos a la bibliografía a

quien quiera abundar en el conocimiento de estos yacimientos.

Fig. 5. Modelo de organización territorial del Alto Guadalquivir mediante polígonos Thiessen (ss. V-IV). Fuente: (Molinos et alii, 1994, Fig 68). En rojo Cerro Boyero.

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Todos los asentamientos que vamos a comentar se conocen desde antiguo y

a nivel popular siempre se han producido hallazgos y ha existido el conocimiento de

que allí había poblados antiguos, aunque la imaginación popular los atribuyera en su

mentalidad normalmente a los mundos mitificados de los “moros” y los “romanos”.

El primer gran yacimiento del entorno de Valenzuela es la ciudad

protohistórica y romana de Torreparedones junto al llamado Cortijo de las

Vírgenes4 (Fig. 3, 5, 7, 8). Ya en el siglo XIX, en 1833, fueron importantes los

hallazgos de la “tumba de los Pompeyos”, un sepulcro monumental con urnas

cinerarias romanas republicanas que contaron con gran resonancia (Beltrán, 2000;

Beltrán et alii, 2010). A partir de entonces serán frecuentes los hallazgos sobre todo

de figuras de exvotos de piedra y algún otro elemento monumental (León, 1979;

Morena, 1989). El gran salto del conocimiento del yacimiento se produce por las

excavaciones que dentro del “Proyecto Guadajoz” que dirigen Barry Cunliffe y

María Cruz Fernández Castro (Cunliffe y Fernández, 1999; Fernández y Cunliffe,

2002) en la segunda mitad de los años 80, con sondeos en las murallas, el santuario

ibero-romano y el interior del yacimiento. En los últimos años, tras la compra del

yacimiento y una fuerte inversión por parte del Ayuntamiento de Baena, se han

realizado grandes excavaciones y reconstrucciones bajo la dirección de José Antonio

Morena López (Morena, 2011; Márquez et alii, 2014), excavando y reconstruyendo

el santuario ibero-romano y una puerta monumental de la muralla (Morena, 2010);

el foro5 romano y sus edificios anejos (Morena et alii, 2011; Ventura, 2014), con

sorprendentes hallazgos de esculturas (Márquez, 2013); el macellvm6 (Morena,

Moreno y Martínez, 2011) o alguna zona de las necrópolis (Tristell, 2012), y más

recientemente en el castillo medieval. Todos estos trabajos se han sistematizado en

una muy reciente e interesante monografía (Márquez et alii, 2014).

4 Al parecer este nombre puede derivar del hallazgo de figuras de ex-votos del Santuario ibero-romano

de la ciudad, que antiguamente serían tenidas por “virgenes” (Morena, 1989, 34).

5 El foro (Forvm) es la plaza principal de una ciudad romana, en la que se disponían los edificios

públicos: templos, senado, basílica... En Época Republicana no tienen una disposición uniforme y albergan

también el mercado. En Época Imperial se monumentalizan y ordenan en sus espacios y se convierten en un

lugar de representación pública de las élites, sacando fuera los mercados y controlando las puertas de acceso.

6 Edificio para mercado de Época Romana.

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Se trata de un ciudad grande de Época Protohistórica y Romana con origen

en la transición del Neolítico Final a la Edad del Cobre (Martínez, 2014). Presenta

unas 11 Ha. de extensión, potentes fortificaciones, un manantial de agua inmediato

en la llamada “Fuente de la Romana”, y se halla ubicada entre las lindes de los

términos de Cañete, Castro del Río y Baena. Pese a una importante investigación,

aún no ha podido clarificarse con rotundidad la identificación de la ciudad con la

Colonia Virtvs Ivlia Itvci, que cita Plinio7, aunque muchos investigadores la asumen

como tal. Destacan en el yacimiento las potentes murallas romanas, el reconstruido

santuario romano republicano, el foro romano con sus esculturas y edificios

públicos, como la cvria, sede del senado local, un templo y una basílica8, un macellvm

o mercado, y el castillo medieval. La ciudad continuará existiendo en la

Tardoantigüedad y en la Época Musulmana y aún subsistirá como aldea con castillo

con el nombre de Castro el Viejo, siendo el solar de los Señores de Castro hasta su

absorción por Córdoba en el s. XV, cuando se despuebla, y parece ser sustituida por

la moderna Castro del Río.

La compra del yacimiento por parte del Ayuntamiento de Baena y las

recientes campañas de excavación y reconstrucción a partir de 2005, y con la

declaración de B.I.C. en 20079, han convertido en pocos años al yacimiento en un

sitio turístico relevante.

La segunda de las ciudades del entorno de Valenzuela es Ategva10 (Fig. 3, 5,

7, 8), uno de los grandes yacimientos de la Campiña. Las citas de su asedio y

conquista por las tropas de Julio César al final de la Guerra Civil Romana11 han

hecho que siempre se la haya relacionado históricamente con esos momentos. Al

7 Naturalis Historia, 3, 12.

8 La Basílica era un edificio público dentro del foro de una ciudad romana que servía para los juicios,

algunas actividades administrativas y como espacio para los negocios de los ciudadanos.

9 Decreto 266/2007, de 16 de octubre. BOJA nº 224 de 14 de noviembre de 2007, pp. 188-194.

10 Strabo, Geografia, 3.2.2; Plinio, Natvralis Historia, 3.10; Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, 9.2.4;

Dion Casio, Historia Romana, 43.33.

11 Pseudo César, Bellvm Hispaniensis, 6, 7, 22.

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parecer a finales del s. XIX uno de los investigadores de esa Guerra Civil, el coronel

francés Eugène Stoffel pudo realizar alguna excavación en el sitio.

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Fig. 6. División administrativa augustea de la Provincia Hispania Vlterior Baetica a partir de los textos de Plinio. Fuente: Modificado de Pierre Sillières y Simon Keay (Keay, 1998).

Posteriormente en la IIª República se llevaron a cabo excavaciones dirigidas

por Rafael Castejón, Félix Hernández y Samuel de los Santos. Las visitas y los

expolios como en el resto de yacimientos fueron siempre continuos y no será hasta

1965 cuando el profesor Antonio Blanco Freijeiro (Blanco, 1983) realice una nueva

excavación, mediante la que establece una estratigrafía e identifica varias líneas de

murallas. También llevaron a cabo excavaciones el entonces profesor de la

Universidad de Córdoba, y luego de Zaragoza, Manuel Martín Bueno (1983), que

definió el origen calcolítico del asentamiento, y muy posteriormente, en 1999 una

limpieza y estratigrafía en la zona del zoco o mercado medieval por parte del equipo

del Catedrático de Prehistoria de Córdoba, José Clemente Martín de la Cruz, y en

2004 una nueva excavación en una zona más baja del yacimiento (López Palomo,

2008), hallándose estructuras y muchos materiales de las fases orientalizante e

ibérica, en las que sus excavadores identifican una línea de muralla de este periodo.

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También existen algunos trabajos interesantes sobre la posible concesión de la

municipalidad latina con los flavios (Ventura, 1994), de la ciudad medieval

(Córdoba, 2005) y del yacimiento como conjunto (Camino et alii, 2011).

Fig. 7. Áreas y ciudades romanas privilegiadas por César y Augusto con la creación de Colonias y Municipios en la Baetica. Fuente: Modificado de María Luisa Cortijo Cerezo (Cortijo, 1993, 190, Mapa 19).

Ategva es una gran ciudad fortificada protohistórica y romana, de unas 20

Ha. de extensión, al parecer con orígenes en el Calcolítico y que perdura hasta la

Edad Media, con el nombre de Teba. Parece despoblarse en la crisis del s. XIV,

quizá por la peste negra, cuando el territorio es absorbido por la ciudad de Córdoba,

estableciéndose un núcleo menor de población en la actual aldea de Santa Cruz.

Entre sus restos, además de la propia morfología monumental del conjunto de la

ciudad, destacan diversas líneas de murallas de distinta cronología, restos de un gran

edificio público romano republicano con basas áticas, un área termal, restos de

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viviendas romanas con una cisterna “a bagnarola” asociada y restos de frentes de

canteras de piedra. De Época Medieval destacan las imponentes murallas

musulmanas y cristianas recientemente restauradas, y un zoco, o pequeño mercado.

También es muy famosa la estela del Bronce Final conservada en el Museo de

Córdoba, que es de las más complejas y representativas de este controvertido item

cultural12. La Junta de Andalucía expropió en 1985 los terrenos del yacimiento y lo

declaró B.I.C.13 en 2005. Ambas medidas han limitado mucho las destrucciones y

expolios y auguran un importante futuro científico, patrimonial y turístico al

yacimiento.

En tercer lugar se sitúa el yacimiento del Cerro del Minguillar (Morena,

2013), la antigua ciudad de Iponvba14 (Fig. 3, 5, 7, 8), municipio romano en Época

Flavia, situado a unos tres kilómetros al Sur de la actual Baena y conocido desde las

excavaciones realizadas a principios del siglo XX por el cronista de Baena,

Francisco Valverde Perales (Valverde, 1902; 1905). En 1975, la entonces profesora

de la Universidad de Murcia, Ana María Muñoz Amilibia, realizó algunos sondeos

que exhumaron parte de una casa de Época Ibérica y algunos restos de torres de la

fortificación (Muñoz, 1986).

Se le viene asignando una pequeña extensión de en torno a 4 Has. Que

contrasta con la calidad de algunos de sus restos, especialmente las esculturas, tanto

una larga serie de leones orientalizantes e ibéricos en piedra, como las magníficas

esculturas romanas (Castillo y Ruiz-Nicoli, 2008) halladas en las excavaciones de

Valverde, entre las que sobresale una escultura sedente de Livia Drvsila, segunda

esposa de Augusto, portando una cornucopia, atributo de la diosa Ceres-Abundantia.

12 Las llamadas “Estelas del Sudoeste”, “Estelas de Guerrero” o “Estelas Tartésicas” son grandes losas

con representaciones esquemáticas de ajuares masculinos asociados a “guerreros” del final de la Edad de

Bronce. Repiten algunos elementos como la figura de los propios guerreros, los cascos de cuernos, espadas,

escudos, lanzas, flechas, carros... Se fechan entre los ss. XII-VIII a.n.e. y aparecen en el Suroeste de la Península

Ibérica y el Valle del Guadalquivir. No aparecen en su contexto lo que ha llevado a múltiples y polémicas

interpretaciones, desde lápidas de tumbas, hasta marcadores territoriales (hitos) que señalizarían la propiedad o

el paso de los rebaños ganaderos.

13 Decreto 255/2005, de 22 de Noviembre. BOJA nº 244 de 16 de diciembre de 2005, pp. 64-68.

14 Plinio, Natvralis Historia, 3.10. “Hippo Nova”.

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Hoy el yacimiento lo ocupan parcelas agrarias y apenas tiene restos visibles

salvo parte de los muros de la casa excavada en 1975 y algunos restos de murallas.

Las esculturas, tanto ibéricas como romanas, se encuentran dispersas en distintos

museos arqueológicos, como el propio de Baena, el de Córdoba o el Arqueológico

Nacional de Madrid. No sabemos si el Ayuntamiento de Baena, que está realizando

amplios programas de excavaciones y reconstrucciones en la propia ciudad y en

Torreparedones, tiene planificada alguna actuación en este yacimiento de cara al

futuro.

Dentro de la Campiña cordobesa inmediata a Valenzuela aún hay que citar

algunos otros yacimientos de naturaleza urbana, como el Cerro de los Molinillos

(Morena, 1994; Morena, 2012), un yacimiento de unas 8 Ha. situado entre

Valenzuela y Baena, en una pequeña meseta de un cerro bajo junto al Guadajoz

frente a la imponente formación de la Torre Morana, en el que han aparecido

algunas esculturas ibéricas, y que como Cerro Boyero, es un “oppidvm ignotvm”, una

ciudad sin nombre. Más al Este se sitúan otros núcleos relevantes como Ipsca15

(Cortijo de Íscar, Baena) o Vcvbi16 (Espejo), en los que no nos vamos a detener.

Ya en la actual Campiña giennense destacan algunas ciudades históricas

como Martos (Fig. 3, 5, 7, 8), la antigua Tvcci túrdula, Colonia Gemella Tvccitanorvm17

romana, y finalmente Mar-Tus en Época Musulmana. En el s. XVI se realizaron

excavaciones que saquearon inscripciones y sacaron a la luz restos del área del Foro

de la Colonia, fundada al parecer por Augusto con veteranos de las Guerras

Cántabras, y que acabaron en parte colocadas en un lapidario público en las paredes

del actual Ayuntamiento, de lo que se elaboraron algunos libros eruditos (Villalta,

1579/1923/1982; Barco; 1788/1983). En el siglo XX destacan algunos trabajos de

Agripino Cabezón (1964) y sobre todo del Padre Alejandro Recio Veganzones,

15 Mvnicipivm Ipcenses.

16 Plinio, Natvralis Historia, 3.12; Pseudo César, Bellvm Hispaniensis, 7, 8, 20, 24, 27.

17 Strabo, Geografia, 3.2.2; Plinio, Natvralis Historia, 3.1.12; Ptolomeo, Geografia, 2.4.9; Apiano, De rebvs

Hispaniensibvs, 66; Ravennatis Anonymi Cosmographia, 317.13.

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responsable de la instalación de un pequeño museo con restos arqueológicos en la

biblioteca del colegio de los Franciscanos de la ciudad.

Fig. 8. Principales ciudades (Municipia y Coloniae) (cuadrados) y poblaciones romanas republicanas y alto-imperiales (círculos) en el sector oriental de la Campiña. Fuente: Elaboración propia a partir del Mapa Militar Digital de España de 1999.

No existe mucha bibliografía sobre la ciudad antigua, salvo las memorias de

algunas prospecciones y excavaciones de urgencia de exiguos resultados (Sánchez y

Bellón, 2002; Luna, Serrano y Cano, 2004; Barba, Alcalá y Navarro, 2004; Cano y

Serrano, 2004) y algunas otras obras monográficas (Serrano, 1981a; 1981b; López,

1983; 1987; Ruiz, Castro y Choclán, 1992; Fernández y Casado, 1994).

Su origen como núcleo urbano parece situarse en la Edad del Bronce o en la

Protohistoria, pese a haberse localizado muy cerca una aldea neolítica en su

polideportivo (Lizcano et alii, 1991; Lizcano, 1999). Martos no cuenta con restos

visibles de su yacimiento protohistórico y romano, que debió tener una extensión

aproximada a las 12 Ha., al estar situado bajo la actual ciudad y sólo haberse

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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realizado excavaciones de gestión de escasos resultados en su casco, protegido bajo

la categoría de Conjunto Histórico (Quesada, Cabello y Quesada, 1990). En 1994 se

localizó en una excavación de urgencia, aún inédita, junto a la Iglesia de Santa

Marta, un suelo monumental de losas de caliza negra que se identificó con el del

foro de la colonia (Zafra, 1999, 30), similares a las que ya habían aparecido en las

excavaciones del s. XVI. No obstante a la falta de restos, destacan sus dos castillos,

el de la Villa y el de la Peña, y una importante colección de lápidas, en la que

sobresale el lapidario romano instalado en la fachada lateral del ayuntamiento, la

antigua cárcel del Partido de Calatrava, de estilo renacentista, amén de algunos

restos puntuales famosos, como el espectacular sarcófago paleocristiano que se

conserva en el Museo de Jaén (Recio, 1992).

Otra gran ciudad antigua abandonada de la Campiña giennense es

Torrebenzalá, yacimiento que se viene relacionando con un municipio romano que

debió llamarse Batora por la mención de un Ordo Batorensis en una inscripción

romana18 que actualmente se conserva en la fachada de la Iglesia de Santa María de

Torredonjimeno, localidad en cuyo término municipal se encuentra el yacimiento.

Existen referencias a exvotos similares a los de Torreparedones, de lápidas y de

alguna escultura. Al no haberse realizado ninguna excavación arqueológica los datos

que tenemos de este yacimiento son sólo descripciones del sitio y de algunos de sus

restos. Su origen como poco es protohistórico, y debió abandonarse en la

Antigüedad Tardía o en la Alta Edad Media quedando en la conquista castellana

sólo la torre o castillo de Benzalá, castellanización del nombre de algún caballero

musulmán que tendría la guarda del lugar.

En la actualidad el yacimiento, con unas 10 Ha. de extensión, tiene plantadas

varias parcelas de olivar y está muy afectado por la erosión, al igual que el resto de

yacimientos campiñenses. Conserva los restos de un castillo medieval de planta

triangular en la cima del cerro, no sabemos si musulmán o calatravo.

18 Corpvs Inscriptionvm Latinarvm, II2/5, 60.

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La antigua Vrgabo o Vrgao, el Mvnicipivm Albensis Vrgabonensis romano19, la

Aryuna musulmana, actual Arjona, fue una gran ciudad durante la antigüedad. Desde

el Renacimiento tenemos noticias de hallazgos y excavaciones en su casco urbano

que sacaron a la luz algunas inscripciones romanas. En 1628, en una euforia

barroca, se hicieron excavaciones en el Alcázar de la villa en busca de los supuestos

restos de los mártires San Bonoso y San Maximiano, siguiendo el texto del un falso

cronicón20. Al parecer, por las descripciones de los restos, lo que excavaron fueron

sepulturas de la Prehistoria Reciente (Nocete, 1994, 28) que fueron proclamadas

como restos de santos martirizados, restos que aún se preservan. Su culto constituye

hoy día una original muestra del fervor y la religiosidad popular. Existen algunas

publicaciones locales eruditas que aportan datos sobre distintos hallazgos de

esculturas, columnas, murallas... (Ximena, 1643/1996; Morales Talero, 1965) pero

se han realizado pocas intervenciones arqueológicas, aunque las referencias en la

bibliografía científica son muchas. Para la elaboración de las Normas Subsidiarias de

1987 se encargó una zonificación arqueológica de la ciudad, que sistematizó con

gran criterio el conocimiento de los principales hallazgos (Nocete, 1990).

En el cercano Cortijo de la Torre se llevó a cabo a mediados de los 80 una

prospección con un sondeo estratigráfico (Hornos, Nocete y Peramo, 1987) que

constató la existencia de un pequeño asentamiento de la Edad del Bronce sobre el

cual existía una fase constructiva romana republicana. Y en la inmediata Higuera de

Arjona se excavaron sondeos en el yacimiento de Los Pozos, fechado en el

Neolítico Final-Cobre Antiguo con grandes fosos, típicos de ese momento (Hornos,

Nocete y Pérez, 1987).

En 2007 en el pago de Piquías, tras el expolio de una tumba que contenía

una caja funeraria de piedra tallada con relieves de Época Romana Republicana, la

Universidad de Jaén hizo una excavación en la que aparecieron una veintena de

tumbas de cremación en hoyo de Época Ibérica y Romana Republicana; una

inscripción en la tapadera de plomo de la urna de una de esas tumbas menores en la

19 Plinio, Natvralis Historia, 3, 10.; Itinerario Antonino, 403, 1

20 Estos interesantes hechos han generado hasta el presente una enorme cantidad de bibliografía desde

distintos ámbitos académicos, populares, religiosos... en la que desgraciadamente no podemos detenernos aquí.

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que aparecía el nombre ibérico “Iltirtir hijo de Ekaterutu”; y una gran tumba de

cámara de Época Ibérica Plena, de unos 3 m2, con grandes losas de piedra, que

contenían, entre otros elementos, los restos de un carro funerario y de varias

cráteras áticas de figuras rojas. Esta tumba, cuyos materiales y tipología se adscriben

al s. IV a.n.e., por lo que parece extraerse de los comentarios e imágenes que

aportan los excavadores, fue removida por otra tumba del s. I a.n.e, con un ánfora

romana que llegó a levantar el suelo de losas de la tumba de cámara. Sus

excavadores, sin embargo, defienden que la tumba de cámara es un conjunto

unitario del s. I a.n.e., y construyen un complejo e imaginativo relato principesco,

que resulta como poco polémico para el resto de la comunidad científica. Por la

relativa lejanía a la ciudad no sabemos si la necrópolis pertenece a la propia ciudad o

a uno de los yacimientos en torno a ella.

El origen de la ciudad parece estar en la Prehistoria Reciente. La topografía

de la ciudad antigua define una acrópolis en el entorno de la plaza de Santa María,

que configura una de las cabezas del cerro en que se asienta Arjona, en uno de

cuyos laterales existe un muro de contención de terraza que se ha venido definiendo

como muralla ibérica. Según Nocete (1990) en este cabezo se situaría el poblado de

las Edades del Cobre y del Bronce, que se expandiría en Época Ibérica y Romana,

lo que están demostrando las recientes excavaciones, que aportan datos que afirman

que en las faldas de este cerro, sobre todo al Norte en torno a la Calle Cervantes, el

Paseo y la Iglesia de San Martín existe poblamiento en terrazas al menos desde

Época Túrdula Antigua (ss. VI-V a.n.e.), configurando una ciudad de en torno a 20

Ha. La ciudad ha continuado habitada hasta el presente y en la Baja Edad Media y la

Edad Moderna contó con un imponente sistema de fortificación con varios

circuitos de murallas (Eslava, 1986), descritas por Martín de Ximena, que serían

sistemáticamente desmontadas en la Edad Moderna, ya que apenas quedan restos de

ellas.

Pese a existir una capa freática de agua que se viene usando mediante la

perforación de pozos en la arenisca blanda de la ciudad para abastecerse, en Época

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Romana Republicana abundaron los sistemas de cisternas de opvs caementicivm21, de

las que se han excavado varias, sobre todo del tipo “a bagnarola”.

En el territorio se han excavado restos de dos complejos de alfares de

Época Romana Altoimperial en el Cortijo del Puerco y en el Polígono Industrial de

la vecina Arjonilla, en los que se producía cerámica común y en el primero de ellos

además Terra Sigillata Hispánica.

Por desgracia no todas las excavaciones urbanas, por planteamientos y

sistemas, están obteniendo los mejores resultados deseables, no obstante, en los

últimos años se están realizando algunas intervenciones arqueológicas fruto de la

gestión patrimonial, pero que intentan imbricar sus datos dentro de un

conocimiento global de la ciudad, con interesantes hallazgos, por ejemplo las

intervenciones en las calles Menéndez Pelayo, San Martín y Santo Rostro. Estos

trabajos que van a conseguir un general y progresivo conocimiento de la ciudad en

toda su historia están siendo dirigidos por los arqueólogos arjoneros Ildefonso

Martínez Sierra y Violeta Solís Armario. Existe un pequeño museo, pero los

materiales arqueológicos siguen depositándose en Jaén, por ejemplo los restos de la

necrópolis de Piquías ya se han expuesto en el Museo Provincial y se pretenden

exponer en el Museo de Arte Ibérico de Jaén, cuando se terminen sus obras, sin

contar para nada con que son Patrimonio de la gente de Arjona y allí es donde

deben estar.

En último lugar citaremos a Porcuna (Fig. 1, 3, 5, 7, 8), la antigua Ibolca

túrdula y el Mvnicipivm Pontificiensis Obvlconensis22 romano, posterior Bulkûna

musulmana, la mayor de las ciudades de las Campiñas y una de las mayores de todo

el occidente mediterráneo en estas épocas. Desde principios del s. XVI se realizaron

excavaciones buscando restos de la antigüedad, especialmente esculturas,

inscripciones y monedas (Leal, 1995; Arévalo, 1999), que sirvieron para asegurar la

identificación de la ciudad antigua con la moderna. Las referencias eruditas en la

21 Obra de cemento romana realizada con mortero de cal, áridos y piedras.

22 Strabo, Geografia, 3.2.2; Plinio, Natvralis Historia, 3.10; Ptolomeo, Geografia, 2.4.9; Estephano

Bizantino, Ethnika.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Edad Moderna y los hallazgos y excavaciones hasta principios del s. XX se cuentan

por decenas. En el s. XX siguieron apareciendo esculturas ibéricas y romanas y

otros restos que se comentaron en algunos trabajos eruditos (Molina, 1925; Heredia,

1968/1994). Las obras monográficas y referencias en la historiografía científica a

Porcuna, por los materiales arqueológicos, el yacimiento y las fuentes clásicas, se

cuentan por centenares.

Fig. 9. Yacimientos arqueológicos conocidos en el término municipal de Valenzuela. Fuente: Elaboración propia a partir de diferentes fuentes (Bernier et alii, 1981; Serrano y Morena, 1984; Martín, Serrano y

Morena, 1989).

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En 1975 el Museo Arqueológico de Jaén saqueó una parte de la necrópolis

orientalizante y túrdula de Cerrillo Blanco (Torrecillas, 1985), en la que aparecieron

más de mil fragmentos del mayor y mejor conjunto escultórico ibérico conocido

hasta la fecha (Blázquez y González, 1985; González, 1987; Blanco, 1987; 1988a;

1988b; Negueruela, 1990; Olmos, 2002). Las excavaciones sin criterio científico

organizadas por el director del Museo de Jaén, Juan González Navarrete,

continuaron los años siguientes con el solo objetivo de extraer más esculturas y

objetos que llevarse a su museo, en una clara idea del régimen franquista. A partir de

1978 varios arqueólogos de la Universidad de Granada reexcavaron el yacimiento

para tratar de aportar certezas históricas sobre el sitio y posteriormente uno de ellos,

Oswaldo Arteaga, siguió las excavaciones en los yacimientos urbanos de Los

Alcores y La Calderona (González, Arteaga y Unghetti, 1980).

En 1985, Arteaga junto a otros investigadores de distintas Universidades,

especialmente Anna-Maria Roos, Francisco Nocete Calvo y José Ramos Muñoz,

formaron el llamado “Proyecto Porcuna” (Arteaga et alii, 1992; 1993; Arteaga,

1999), dentro de los planes de proyectos de investigación de la Junta de Andalucía.

Entre 1985 y 1992 realizaron varias decenas de excavaciones entre las que destacan

las de las murallas y poblados de los Alcores (Arteaga, 1987) y Albalate (Arteaga et

alii, 1987), la ciudad romana en los sectores de San Benito y la Calderona y en el

territorio en otros yacimientos del entorno como Abejúcar, Cantarero... (Arteaga y

Blech, 1988; Arteaga, 1989; Arteaga et alii, 1990; 1991; Arteaga y Burgos, 1992;

Arteaga, Ramos y Roos, 1992a).

En 1998 se constituyó el grupo de investigación ARQVIPO, al que

pertenecemos los firmantes de este trabajo, que pretende la conservación de los

yacimientos y su estudio dentro de un modelo global de trabajo con objeto de

obtener el máximo aprovechamiento de las labores arqueológicas, históricas y

patrimonialistas para la investigación científica y su socialización a través del

Patrimonio Cultural. Además de otras múltiples labores de gestión, investigación y

difusión, en el marco de nuestro proyecto se han realizado casi una treintena de

intervenciones arqueológicas con enormes y sorprendentes resultados (Casado et

alii, 2004; Moya et alii, 2009; Saco et alii, 2010; 2011), aunque gran parte de los

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trabajos se hallan inéditos por el cese de la publicación de los Anuarios Arqueológicos

de Andalucía desde 2006.

También se han realizado algunas otras excavaciones de urgencia, que bajo

los modelos externos de “arqueología de empresa” y de “arqueología colonial” han

aportado poco o nada, más que el testimonio de su ejecución, o destrucción, al

conocimiento o discurso histórico del yacimiento.

El poblamiento humano de las tierras de Porcuna comienza seguramente en

el Paleolítico Antiguo y continúa en el Paleolítico Medio, como parece que ocurre

en toda la cuenca del Guadalquivir, aunque apenas hay datos. En la llamada Peña de

la Grieta (Arteaga, Ramos y Roos, 1998) se sondeó en 1991 un campamento

temporal de sociedades cazadoras-recolectoras del Paleolítico Superior Solutrense,

del 22.000-18.000 antes del presente, que es el antecedente nómada de las primeras

comunidades epipaleolíticas y neolíticas que se asentarían en el mismo yacimiento y

en otros cercanos en las terrazas alrededor del gran cerro de Los Alcores, en las que

surgen varias fuentes del enorme manantial freático ubicado bajo los cerros de la

ciudad. Estas comunidades a partir del Neolítico Final se asientan en la cima de los

dos grandes cerros que conforman el “Paso de Porcuna”, Los Alcores y Albalate-

Berral, formando una gran dípolis fortificada que continúa como tal durante las

Edades del Cobre y del Bronce, hasta que en el Bronce Final se abandona gran

parte del asentamiento de Albalate y se multiplica el espacio del de Alcores,

ocupando todo el Cerro del Castillo de Porcuna, modelo que subsiste en la polis

tartésica y túrdula, y que será reformado urbanísticamente a finales de Época

Romana Republicana a partir de la concesión por Julio César u Octavio Augusto de

la categoría jurídica de municipio romano, al parecer de Derecho Latino, como

Mvnicipvm Pontificiensis Obvlco, ocupando en algunas fases más de 100 Ha. Esta gran

ciudad protohistórica y romana se despobló parcialmente en el s. II d.n.e. (Arteaga,

Ramos y Roos, 1992b) pero continuó existiendo como centro secundario

dependiente de Córdoba hasta la Baja Edad Media, cuando entra a formar parte del

Señorío o Partido de la Orden de Calatrava en Andalucía, en el que continúa hasta

el s. XIX.

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Una de las características esenciales del yacimiento es la continuidad del

poblamiento desde la formación de los poblados en el Neolítico Final hasta el

presente, cuestión que se observa por ejemplo en la sucesión de las fortificaciones a

lo largo del tiempo y pese a los cambios culturales (Ruiz de Quero, 1980; Arteaga,

1987; 1999; Arteaga et alii, 1987; Nocete, 1994; Arteaga y Correa, 1993; Casado et

alii, 2004; Saco et alii, 2010). Otra de sus características es su condición de gran

centro nuclear, o capital, del territorio de la Campiña entre la Edad del Cobre y el

Alto Imperio Romano, comparable solamente a otros grandes yacimientos como

Valencina de la Concepción o los Millares en el Cobre, o las grandes ciudades

protohistóricas y romanas de Carmo o Castvlo, respectivamente capitales de los

pueblos protohistóricos Turdetano y Oretano, que de todos modos son mucho más

reducidas a nivel de ocupación que la capital túrdula.

En la actualidad el conocimiento de la ciudad es mucho mayor por desgracia

que los restos visibles, sólo tres excavaciones se hayan exhumadas y sus restos sin

restaurar, bastante maltrechos, y con pocas perspectivas de futuro. Los elementos

muebles más significativos se encuentran deslocalizados de Porcuna en distintos

museos de Jaén, Córdoba, Sevilla, Málaga y Madrid, sin horizontes cercanos de

retornar, y en colecciones particulares, evidencia inequívoca de los malos resultados

de los modelos externos de gestión que se han aplicado sobre Porcuna.

El expolio y la destrucción del yacimiento urbano, al igual que los del

territorio de la antigua Ibolca, ha sido masivo sin que las administraciones culturales

hayan hecho mucho por evitarlo. En 2014, con la colaboración de ARQVIPO, la

Junta de Andalucía declaró B.I.C.23 las dieciocho zonas del yacimiento urbano de

Porcuna, en una extensión de unas 400 Ha., protección legal que esperemos sirva

para taponar la sangría de la destrucción de este gran yacimiento.

Además de estos grandes yacimientos que hemos citado del entorno de

Valenzuela, el territorio tuvo también en Antigüedad otros asentamientos menores,

fortalezas, aldeas (Vicvs y Pagvs), granjas (villae, cortijos, caserías, etc.) y otras

explotaciones concretas, de las que nos vamos a ocupar más adelante.

23 Decreto 109/2014, de 1 de julio. BOJA nº 134 de 11 de julio de 2014, pp. 87-112.

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Por todo lo expuesto, podemos decir que nos encontramos con un territorio

intensamente habitado y explotado, aunque subsistieran algunas zonas de monte,

que constituye el centro de un modelo territorial, que se extiende en una buena

parte del Alto y Medio Valle del Guadalquivir, y del que Cerro Boyero debió ser una

de las principales y más poderosas ciudades (Fig. 8).

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Fig. 10. Croquis y hallazgos del equipo de Juan Bernier en Cerro Boyero y Topografía parcelaria y toponimia del Cerro Boyero en el “Catastrón”. Fuente: (Bernier et alii, 1981, Fig 71). “Plano Catastral Parcelario” o “Catastrón”. Servicio de Catastro Topográfico Parcelario.

Trabajos Topográficos Catastrales. Término Municipal de Valenzuela. Enero de 1942. Archivo Histórico Municipal de

Valenzuela.

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III. Cerro Boyero. Polis24 Tartésica y Túrdula.

En Valenzuela todo el mundo tiene conciencia de que Cerro Boyero es un

yacimiento arqueológico, una ciudad antigua, una fortificación... ideas en la cultura

popular, derivadas de las pocas noticias históricas y sobre todo de la conciencia de

los hallazgos y de los restos que los agricultores vinagorros han sacado en sus

labores y que se han comentado socialmente.

Nosotros apenas hemos hecho encuesta del conocimiento popular sobre los

restos del Cerro Boyero y de otros yacimientos de la localidad, por lo que seguro

que existe mucho más conocimiento del que nosotros podemos aportar aquí, y

también existen algunas pequeñas colecciones de monedas y restos arqueológicos en

las casas de los agricultores que han trabajado esas tierras, y que a lo largo del

tiempo han recogido esos restos como “curiosidades” o “antigüedades”, cuestiones

que habría que conocer y valorar.

Este fenómeno de la cultura popular incluso ha derivado, como en muchos

otros sitios en la reelaboración o creación ex novo de leyendas sobre tesoros ocultos.

Es un campo de conocimiento en el que habría que extenderse, dado que las

“historias orales”, tienen el fundamental problema de la pérdida física de quienes

nos pueden hacer el relato de vivencias o conocimientos pasados. Por varios

testimonios locales conocemos una opinión mítica bastante general y extendida

entre los vecinos de Valenzuela, que dice que “el Cerro Boyero está vacío por dentro, con

muchas cuevas llenas de tesoros”, lo que evidencia ese conocimiento popular y mitificado

del yacimiento arqueológico.

24 La mayoría de autores antiguos refiere a las poblaciones hispanas con el término Oppidvm/Oppida, que

se entiende como poblado fortificado, pero que contiene cierto matiz de inferioridad frente a otros conceptos

de ciudad y de comunidad política ciudadana griegos y romanos, como son Polis/Poleis, Vrbs/Vrbes o

Civitas/Civitates. El concepto Oppidvm puede valer a muchos pequeños asentamientos de la Protohistoria hispana,

pero consideramos que es insuficiente para referir a las medianas y grandes ciudades, mayores de 10-15 Ha. que

de ningún modo pudieron existir como pequeños poblados con murallas, sino que tuvieron formas urbanas,

edilicias y políticas mucho más complejas, por lo que preferimos usar el término griego Polis/Poleis, para Época

Protohistórica o el latino Vrbs/Vrbes, para Época Romana, que hacen más justicia a la naturaleza histórica de

estas ciudades (Mangas, 1996; Casado et alii, 2004, 102).

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Fig. 11. Hipótesis de estructura y distribución de espacios en el yacimiento de Cerro Boyero. Fuente: Elaboración propia a partir de la planimetría digital E = 1:10.000 del Instituto Andaluz de Cartografía y de la

Dirección General del Catastro.

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No existen muchas referencias historiográficas sobre la ciudad antigua de

Cerro Boyero o de Valenzuela en la historiografía anticuaria (ss. XVI-XX), y las

pocas que existen son contradictorias y erróneas, lo que ha llevado, por herencia

bibliográfica, a que aún se usen falsamente.

Casi todas provienen de los diferentes intentos de cuadrar las fuentes

geográficas clásicas (Plinio, Estrabón, Claudio Ptolomeo...) con el relato de la

Campaña de Munda en el Bellvm Hispaniensis, sobre todo en los ss. XVIII y XIX,

cuando se produce un gran interés en hacer una historia territorial de esa campaña

militar (Gómez Pantoja, 2005).

Aunque hay decenas de referencias, sólo vamos a usar aquí algunas, las que

creemos más relevantes para anotar ese proceso historiográfico, que se ha

demostrado falso, andando el tiempo.

La primera referencia que conocemos, de 1772, aparece en la Palestra Sagrada

de Bartolomé Sánchez de Feria, que cita a Valenzuela25 como el Mvnicipivm Fidentia

Vlia, que en realidad se sitúa en el actual Montemayor.

Otra atribución dudosa y bastante extendida es la de Valenzuela con la

Colonia Virtvs Ivlia Itvci, que se viene atribuyendo como hemos dicho al yacimiento

de Torreparedones, aunque aún sin certeza absoluta. Miguel Cortés y López, en su

Diccionario Geográfico, siguiendo una descripción sobre las “Medallas de Itvci” del

padre agustino Enrique Flórez (Flórez, 1758, 487-489), es uno de los que sostiene

esta atribución26. Finalmente, Luis María Ramírez de las Casas hace en su Corografía

una síntesis de estas atribuciones a Valenzuela, que es la que se ha seguido a lo largo

25 “Mas acá de Segeda, que es la Villa de Santiago de la Higuera, Reyno de Jaén nombra Plinio à Julia

Fidencia, y es de sospechar corresponda à la Villa de Valenzuela [378-379] por ser esta su situación. Deseamos otras

noticias, que lo confirmen (Sánchez de Feria, 1772, 378-379).

26 “Esta Colonia Virtus Iulia está verosímilmente reducida a Valenzuela” (Cortés, 1836, 102).

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del tiempo27, y que como hemos dicho es errónea, ya que aún hoy, como

describiremos después, Cerro Boyero es un Oppidvm Ignotvm, una ciudad sin nombre.

Fig. 12. Vista de la meseta de Cerro Boyero desde Porcuna, con las tierras de campiña el primer plano y las alturas de la cordillera Subbética a sus espaldas. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2007-05-02-045b.

27 “Es población antigua que unos creen debe reducirse a la Julia Fidencia de los romanos, otros a la

Obucula que menciona Plinio, otros en fin que es la Hispalis que nombra A. Hircio por donde pasó fugitivo de Cesar

el ejército de los pompeyanos, lo que indudablemente conviene más bien a la villa de Monturque. El Sr. Cortés escribe

que es la Virtus Julia y dice asi: «el P. Flores aplica a esta colonia las medallas de Ituci; pero parece -increible que una

colonia inmunne con los dictados de virtus Julia que tomaría en obsequio del vencedor Julio César, no hubiera puesto

este nombre en sus medallas contentándose con el de Itucci que podía confundirla con una ciudad estipendiaria. Se

reduce verosímilmente a Valenzuela». Esta divergencia de opiniones prueba lo dudoso de su reducción” (Ramírez de

las Casas, 1840/1842/1986, 414).

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Aparte de estos intentos de identificar a Valenzuela con alguna de esas

ciudades antiguas, otro problema es el de identificar la ciudad antigua con Cerro

Boyero, y no con el espacio de la actual Valenzuela, cuestión que tardará en

dilucidarse. Así mientras en el s. XIX algún autor dice que la ciudad es de fundación

moderna (Paula Mellado, 1845, 340), Ramírez de las Casas (1840/1842/1986, 414)

afirma que es una población antigua. Quizá la aseveración de este médico e

historiador cordobés se deba a informaciones locales sobre hallazgos o a alguna

visita a la propia Valenzuela, lo que deducimos de una de sus citas, sobre el Castillo

de Valenzuela, en la que creemos que existe una confusión por parte del autor entre

el castillo medieval, que fue destruido a comienzos de la Edad Moderna y cuyos

restos estarían en el pueblo bajo las casas, y los restos de Cerro Boyero. Su

descripción, que nosotros creemos que alude a Cerro Boyero, y no al castillo de

Valenzuela, reza: “No quedan del castillo más que los vestigios en un terreno cubierto de piedras

sueltas y maleza, donde se advierte una excabación como de algibe” (Ramírez de las Casas,

1840/1842/1986, 416). Más adelante, en este trabajo y en otro sobre el s. XIX que

figura en este mismo volumen, tratamos extensamente sobre la evolución del

poblamiento humano desde Cerro Boyero hasta la actual Valenzuela.

Sin que sepamos de momento de otras citas, aparte de alguna visita puntual

(Sánchez, 1970), la primera gran descripción publicada del yacimiento de Cerro

Boyero la encontramos en las prospecciones del grupo de Juan Bernier (Fig. 10, 30

y 31) en la década de 1970 (Bernier et alii, 1981, 15; Fig. 71; 83-84; Lám. XLVII-

XLIX), descripción que por su valor testimonial, hemos reproducido como anexo a

este trabajo, ya que es poco conocida para la gente de Valenzuela. A partir de ese

momento, cuando se empiezan a desarrollar los proyectos de arqueología, se

multiplican las visitas al yacimiento y su conocimiento por parte de la comunidad

académica, que son más abundantes que las publicaciones sobre el mismo. Poco

después, en otra prospección, realizada por Juan Serrano y José Antonio Morena, se

publican datos sobre algunos yacimientos del término de Valenzuela28 (Serrano y

Morena, 1984, 143-146); también se publica algún material concreto recogido en

28 Los yacimientos de Blas, Hornos del Yeso, Las Puertas, La Saladilla y Los Chozos, que

comentaremos posteriormente.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Cerro Boyero (Fig. 33), destacando su carácter de gran asentamiento protohistórico

e inédito (Carrasco, Pachón y Aníbal, 1984, 207-210, Fig. 5, B-1-B-2) y además unos

fragmentos cerámicos de la Edad del Cobre del yacimiento del Algarbejo (Fig. 32)

(Martín, Serrano y Morena, 1989, 60, Fig. 9).

Como vamos a ver posteriormente en los años 80 y 90 hay muchas más

referencias en trabajos generales, al incluirse el yacimiento, sin estudios puntuales,

en los modelos de análisis del territorio desarrollados por varios investigadores (Fig.

2 a 5) (Nocete, 1984; 1994; Ruiz y Molinos, 1984, 191, Fig. 1 y 2; Ruiz et alii, 1987,

247, Fig. 1; Ruiz, 1992, 111, Fig. 6 y 7; Molinos et alii, 1994; Murillo, 1994). Ramón

Corzo y Margarita Toscano en su trabajo sobre Las Vías Romanas de Andalucía (1992,

129) desarrollando la Via Ibérica describen a Cerro Boyero como “un gran despoblado

de considerable extensión que puede calificarse de ciudad ibérica”.

Unos años después en su síntesis sobre la Cultura Ibérica en Córdoba,

Desiderio Vaquerizo (1999, 48) sitúa Cerro Boyero como uno de los grandes

yacimientos ibéricos junto a Porcuna, Torreparedones y Ategva. Los excavadores de

Torreparedones, Barry Cunliffe y María Cruz Fernández Castro (Fernández y

Cunliffe, 2002, 23) dicen del Cerro Boyero que es “a todas luces de importancia pareja a

la de Torreparedones pero cuya trascendencia a afectos de la investigación arqueológica se limita a

su reconocimiento como tal”. También José Antonio Morena (2004, 11) vuelve a hacer

alguna referencia diciendo que es uno de los grandes núcleos de población

amurallados del entorno de la cuenca del Guadajoz. Como se puede ver casi todos

los investigadores de la región reconocen el yacimiento y su relevancia, y poco más.

De todos modos no sería hasta 2002, con la publicación del “relieve ibérico”

de Cerro Boyero por parte de Juan Antonio Pachón, Tadea Fuentes y Antonio

Hinojosa, cuando se publicó por primera vez un estudio monográfico, en forma de

artículo, sobre el yacimiento, aunque más centrado en los dos elementos singulares,

relieve e inscripción (Fig. 34 y 35), aparecidos en Cerro Boyero y depositados en el

Museo de Alcalá la Real (Pachón, Fuentes e Hinojosa, 2002). En este trabajo se

sitúa igualmente a Cerro Boyero como uno de los grandes yacimientos

protohistóricos de la Campiña y la Subbética. Desde entonces hasta ahora se han

seguido publicando referencias concretas, y los hechos más relevantes han sido,

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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además de las primeras excavaciones arqueológicas, en la Variante de Valenzuela, a

partir de 2003, la celebración de las sucesivas ediciones de las Jornadas de Historia

de Valenzuela, organizadas por el Ayuntamiento, de las que estos trabajos son el

resultado directo.

Por desgracia son más enjundiosas las noticias de hallazgos y expolios del

yacimiento que las científicas. Los hallazgos de restos en el Cerro Boyero debieron

ser constantes desde que se roturan esas tierras, que fueron dehesas de la villa, “el

Alto de la Dehesa”, al menos desde la Edad Media y que ya estaban cultivadas a

finales de la Edad Moderna, a pesar de seguir en su condición de dehesa hasta la

Desamortización.

Fig. 13. Vista de la meseta de Cerro Boyero desde Albalate (Porcuna). Abajo a la izquierda el yacimiento de Abejúcar.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2006-08-30-049m.

Tenemos pocas noticias de hallazgos aunque por lo que nos han comentado

algunos vecinos, se podrían conservar en un domicilio particular las ánforas

romanas que publicó el equipo de Bernier (Fig. 31) (Bernier et alii, 1981, 84, Lám.

XLIX). Igualmente sabemos de la aparición de monedas romanas republicanas, así

como de muchas puntas de flecha orientalizantes29 (Quesada, 1989; Ferrer 1994;

1996). Sobre éstas nos hizo algunos comentarios personales uno de sus estudiosos,

el profesor de la Universidad de Sevilla Eduardo Ferrer Albelda, que en uno de sus

trabajos (Ferrer, 1994, 41-42; 55) cita a Cerro Boyero entre los grandes yacimientos

con presencia de puntas de flecha de Época Orientalizante.

También se conserva una noticia vaga de un hallazgo en Cerro Boyero a

principios de la década de 1980 que al parecer se produjo en tierras de Bartolomé

Priego al sustituir una plantación antigua de viñas por otra nueva de olivos. Según

nos contaron se llegaba a la parcela desde un callejón que subía desde la Ermita del

Calvario (Fig. 16 y 17), por lo que parece que esta parcela se hallaba al Oeste de los

restos de la ciudad amurallada. Se comentó en el pueblo que al hacer con una pala

excavadora uno de los hoyos para plantar los olivos en la zona más alta de la parcela

removieron unas piedras y encontraron una espada y un casco, cuyo destino se

desconoce. Por la ubicación y el tipo de restos, si efectivamente eran los antedichos,

podría tratarse de una tumba de Época Protohistórica, de una necrópolis situada al

Oeste de la ciudad, no sabemos si relacionada con los expolios de la colección

Marsal.

En cuanto al relieve y la inscripción “ibéricos” (Fig. 34 y 35) que se

conservan en el Museo de Alcalá la Real, quienes las estudiaron en primer lugar

(Pachón, Fuentes e Hinojosa, 2002) informan del lugar exacto del hallazgo, bajo el

terraplén de las murallas al Este de la ciudad (Fig. 10 y 11), sin aportar muchos más

datos sobre las circunstancias del mismo. Nosotros tenemos noticias vagas de que

fueron halladas por expoliadores a principios de los años 90, cuando estaban

29 Se trata de un tipo característico de punta de flecha fabricada en bronce, de doble filo y de forma

lanceolada, con un pequeño gancho o arpón en la parte inferior para favorecer que quedara dentro de la carne y

un canutillo cilíndrico para insertar el asta de la flecha. Se fechan entre los ss. VII-IV a.n.e.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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sembrado olivos en las parcelas orientales de Boyero, en el paraje del “Barrancón”.

Quienes las recogieron, por su vecindad se las llevaron a Alcalá la Real, luego

incorporándose al Museo de esta ciudad.

El expolio arqueológico, que puede proceder de hallazgos fortuitos o de

búsquedas sistemáticas, y que suele acabar en redes de mercado negro de

antigüedades y en colecciones privadas que buscan la belleza estética y la mística

histórica, es una de las grandes lacras que sufren los yacimientos arqueológicos en

todo el mundo. El expolio de Cerro Boyero, como el de casi todos los yacimientos

de Andalucía a lo largo de los años, a manos de “piteros” y otras suertes de

ladrones, mercachifles y buscadores de tesoros ha sido terrible, sin que las leyes de

Patrimonio de 1985, 1991 y 2007, las administraciones competentes en Cultura, o el

SEPRONA30, hayan hecho o hayan podido hacer mucho por evitarlo, más allá de

intervenciones puntuales y un control burocrático del proceso.

30 El Servicio de Protección a la Naturaleza (SEPRONA), tiene principalmente delegadas las funciones

policiales de protección del Patrimonio, y viene trabajando, en lo posible con dedicación y seriedad, aunque a

nuestro entender sin medios suficientes y sin mucha conexión con las otras instituciones que deben vigilar y

proteger el Patrimonio, la Consejería de Cultura y sus Delegaciones, y los Ayuntamientos.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Fig. 14. Vista de la meseta de Cerro Boyero desde el Recinto Fortificado de Cantarero. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2013-06-04-ND700-0079r.

El yacimiento de Cerro Boyero por lo que sabemos por referencias de los

propios vecinos de Valenzuela ha sido frecuentado y saqueado extensivamente por

multitud de gentes, y especialmente afectado cuando se han producido cambios de

cultivo, como la siembra de olivos, que han provocado la apertura de grandes hoyos

y la aparición de restos; y sobre todo con la presencia, en los años 80 y 90 de grupos

de expoliadores profesionales, con detectores de metales, que han hecho muchas

más “prospecciones” y una más concienzuda “carta de yacimientos” que todos los

arqueólogos de Andalucía juntos.

A lo largo de este trabajo vamos a hacer muchas referencias a unos

materiales arqueológicos rescatados del expolio que parecen proceder con bastante

seguridad del yacimiento de Cerro Boyero y que actualmente se encuentran

depositados bajo la administración de la Consejería de la Presidencia de la Junta de

Andalucía y con la supervisión técnica del Museo Arqueológico de Sevilla. Se trata

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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del denominado Fondo Arqueológico Ricardo Marsal Monzón31 (FARMM), que

constituyen una pequeña muestra de los daños y saqueos sufridos por este

yacimiento.

En febrero de 2002 la Guardia Civil de Sevilla llevó a cabo un operativo con

el nombre de “Operación Tambora”, mediante el cual se intervino en dos cortijos

de la ciudad de Écija, propiedad del ingeniero de caminos jubilado madrileño

Ricardo Marsal Monzón. Era el resultado de meses de investigación alrededor de las

redes de expoliadores de la zona. En la operación se incautaron más de 100.000

piezas arqueológicas de una altísima calidad que este señor había ido adquiriendo

desde los años 70 en adelante a través en algunos casos de subastas legales, y sobre

todo de compras procedentes de expolios de yacimientos por toda Andalucía

(Fernández y Belausteguigostia, 2002). El interés anticuario del señor Marsal le llevó

a anotar fichas de las procedencias y otras informaciones de los materiales que iba

adquiriendo para su colección privada, lo que ha hecho posible que, con las lógicas

salvedades, se puedan relacionar los expolios con los yacimientos expoliados,

cuestión única, ya que normalmente esa información se pierde en el proceso de

mercado negro arqueológico por el interés en la antigüedad o la belleza artística de

las piezas expoliadas y no por su información histórica y contextual. Las primeras

noticias publicadas en la prensa de Sevilla ya hablaban de una excepcional espada de

antenas ibérica procedente de Cerro Boyero.

31 Antes de entrar en la descripción de este fondo, su compleja y polémica historia, y su relación con el

expolio de Valenzuela, tenemos la obligación de mostrar nuestra profunda gratitud al amigo y profesor sevillano

Eduardo Ferrer Albelda que nos brindó las primeras noticias de estos restos y al Museo Arqueológico de Sevilla,

especialmente a su Jefa de Departamento de Conservación e Investigación, Concha San Martín Montilla y al

arqueólogo Manuel Camacho Moreno, que nos han facilitado amable y diligentemente cuanta información les

hemos solicitado sobre estos materiales.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Fig. 15. Vista de Cerro Boyero desde la carretera de Santiago de Calatrava, al SE. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2007-10-06-002.

La incautación derivó en un juicio que tres años después quedó sobreseído y

archivado sorprendentemente con un convenio por el cual el señor Marsal

“donaba” a la Junta de Andalucía32 la parte ilegal de su colección que pasaría a un

fondo provisional del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, se le devolvían las

32 “Orden de 7 de abril de 2005, por la que se acepta el ofrecimiento efectuado por don Ricardo Marsal

Monzón de la colección de piezas arqueológicas, conocida como "Fondo Arqueológico Ricardo Marsal

Monzón" y de los documentos con el mismo relacionados” en BOJA nº 88 de 9 de mayo de 2005, pp. 71-72.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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piezas compradas legalmente y la Junta tenía la obligación de restituir el honor del

señor Marsal, estudiar y musealizar el fondo y publicar un libro con los objetos de la

colección (ABC, 2005).

Desde ese momento el proceso se paralizó varios años, quejándose los

herederos de Marsal del incumplimiento del convenio por parte de la Junta. Los

materiales se depositaron en instalaciones del Museo Arqueológico de Sevilla y el

Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (I.A.P.H.), bajo la administración de la

Consejería de la Presidencia, mientras se realizaba el catálogo y estudio preliminar

de las piezas (García Reyes, 2008). Ahora a finales de 2014 ha visto la luz un libro

monográfico (Aguilera et alii, 2014) sobre el fondo, en el que varios profesores

universitarios de gran prestigio y otros técnicos hacen una valoración del

excepcional fondo arqueológico en el que se ensalza la figura evergética del señor

Ricardo Marsal. Alguno de los autores sin embargo hace crítica de la problemática

del expolio arqueológico en relación a esta colección (Arteaga, 2014).

En lo tocante a Valenzuela, los materiales expoliados conservados en esta

colección son ciertamente impresionantes y tristemente mostrativos de los daños y

robos que ha sufrido el yacimiento. Se trata de centenares de piezas, la mayoría

metálicas en varios lotes, los unos procedentes de “peinar” el yacimiento con

detectores de metales, y además varios lotes de expolios puntuales de tumbas

ibéricas con muchas armas (Quesada, 2008, 159; Aguilera, 2014, 47), que trataremos

pormenorizadamente en la descripción de las áreas y restos del yacimiento (Fig. 36 y

37). A pesar de no haberse excavado, y estar sólo publicadas algunas referencias

concretas a “prospecciones”, especialmente la de Bernier (Fig. 10) (Bernier et alii,

1981), sabemos no obstante que otros grupos de investigación, de distintas

universidades, hicieron visitas y prospecciones al yacimiento desde comienzos de los

años 80, la mayoría de ellas no publicadas, pero que les sirvieron para obtener datos

con los que incluir a Cerro Boyero en sus estudios y modelos territoriales e

históricos, dentro de trabajos más generales. Desde estos trabajos y de algunos

comentarios locales podemos establecer una secuencia histórica provisional del

poblamiento de Valenzuela, que en absoluto está contrastada. Los autores que han

citado a Cerro Boyero establecen su origen en el Cobre, en el Bronce, en el Bronce

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Final o en Época Ibérica, incluso algunos apuntan razonablemente que el

yacimiento exista a lo largo de todas estas épocas (Carrasco, Pachón y Aníbal, 1984,

207). Esta relatividad también se nos presenta en cuanto a su abandono, y, como

repetiremos muchas veces, “esta enfermedad sólo se cura con excavaciones”. De cualquier

manera, vamos a hacer una historia historiográfica de Cerro Boyero, que no deja ser

muy relativa y de estar “cogida con alfileres”.

A la presente conocemos muy pocos materiales que demuestren la presencia

humana durante el Paleolítico en el actual término municipal de Valenzuela, aunque

creemos que esto se debe sobre todo a las carencias de la investigación, como

ocurre en casi todos los periodos históricos, y que es más un problema del presente

que del pasado. No obstante se conoce la presencia humana nómada en el

Paleolítico Inferior, desde hace unos 700.000 años, por los restos de herramientas

de piedra de técnica achelense en las terrazas del Guadalquivir, entre Marmolejo y

Villa del Río, y en la cabecera de la cuenca del Salado de Porcuna, en torno a

Martos, e igualmente en la cuenca del Guadajoz, por lo que es más que probable

que esas comunidades frecuentaran así mismo las tierras de Valenzuela. Así, en unas

de las prospecciones de principios de los 80 (Serrano y Morena, 1984, 144), se cita la

existencia de un bifaz de cuarcita achelense en el yacimiento en torno al recinto

fortificado de La Saladilla, aunque desconocemos donde se encuentran los

materiales de esas prospecciones, quizá en el Museo de Cañete de las Torres.

También se conocen algunos restos de instrumental del Paleolítico Medio, de

técnica musteriense en el territorio del Valle del Salado.

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Fig. 16. Evolución de la unidad geomorfológica del Cerro Boyero entre 1957, 1974 y 2010. Fuente: Instituto de Cartografía de Andalucía. Fotografías Aéreas de 1957 (Vuelo Americano), 1974 y 2010.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Mucho más conocimiento tenemos del Paleolítico Superior, por la

excavación de un sondeo estratigráfico en 1991 en un asentamiento de Porcuna, La

Peña de la Grieta (Arteaga, Ramos y Roos, 1998), que entre hace 20.000 y 18.000

años constituyó un refugio temporal bajo un abrigo rocoso de una comunidad

nómada o semi-nómada de cazadores recolectores en los periodos Solutrense y

Gravetiense de finales del Paleolítico Superior. Esta comunidad humana, aún móvil,

pero con cierto control del territorio, pasaría al menos temporadas estacionales o

anuales explotando los recursos naturales de un territorio de bosques en todo el

Valle del Salado, especialmente en el Valle del Arroyo Obrero con sus manantiales

en puntos bajos de los cerros y torno a una gran laguna salada, hoy desecada, en los

Llanos de Pezcolar, en el actual término municipal de Porcuna.

Por algunas prospecciones sabemos de la existencia de útiles líticos en las

terrazas de Río Salado, donde cazaban y se abastecían de sílex de mediana calidad

para elaborar estas herramientas. Aunque por la procedencia de sílex de mejores

calidades, con origen en las Subbéticas, sabemos también que debían moverse hasta

esos yacimientos o existir redes de intercambio con otras comunidades para

obtenerlos.

El punto más cercano a Valenzuela en el que aparecen materiales de este

periodo, que nosotros sepamos, son las terrazas cercanas al cortijo del Zahán, en

Porcuna, a pocos kilómetros de Valenzuela. No tenemos dudas de que la

investigación acabará por encontrar yacimientos y restos que demuestren de manera

contundente la presencia prehistórica dentro del actual término municipal de

Valenzuela, no sólo por la capacidad de recursos del territorio, sino sobre todo por

su condición de gran vía natural de comunicación.

A partir del cambio climático que supuso el Holoceno, hace unos 12.000-

10.000 años las antiguas comunidades nómadas se harán progresivamente

sedentarias y cambiarán su modo de vida cazador-recolector por un nuevo modelo

agrario-ganadero, que acabará de establecerse en el Neolítico, entre el VI y el IV

milenio a.n.e.

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Fig. 17. Evolución del área central de la ciudad fortificada de Cerro Boyero entre 1957, 1974 y 2010. Fuente: Instituto de Cartografía de Andalucía. Fotografías Aéreas de 1957 (Vuelo Americano), 1974 y 2010.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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El conocimiento de la Prehistoria Reciente en la Campiña depende en gran

medida de las muy escasas excavaciones y estudios realizados en todo el territorio

del Alto Guadalquivir por las Universidades de Granada, Córdoba y Jaén, y sobre

todo por el “Proyecto Porcuna de Arqueología”, entre los que sobresalen, por

méritos propios, los trabajos y las hipótesis del catedrático de la Universidad de

Huelva, Francisco Nocete Calvo, que definen la aparición del Estado en las

Campiñas del Guadalquivir como un proceso autóctono en el IIIer milenio a.n.e.

(Nocete, 1984; 1994; 2001).

Suponemos que Francisco Nocete, a partir de prospecciones antiguas o de

alguna visita a comienzos de los años 80, estudió algunos materiales de Cerro

Boyero, al que asigna el número 163 de su catálogo (Nocete, 1994, 156, nº163; 187,

Fig. 63), con los cuales pudo establecer la secuencia cronológica en la que apoyar su

posterior analítica territorial multivariante de base estadística, con la que propone

una evolución de la Prehistoria Reciente del Alto Guadalquivir igualmente rica,

profunda y polémica para muchos autores. Nocete sitúa la primera ocupación de

Cerro Boyero en la Edad del Cobre, a mediados del IIIer milenio a.n.e., en las que

define en su estudio como Fases III-IV (Nocete, 1994, 293-310; Fig. 100-102). Es el

momento en que, según su hipótesis, se consolida la sedentarización humana del

territorio y se conforma un “territorio modular”, dentro del proceso de

colonización y explotación de las Campiñas por las poblaciones humanas

sedentarias que se van expandiendo desde los primeros asentamientos en la

transición del IVº al IIIer milenio a.n.e. Esta fase se caracteriza por la aparición de

nuevos núcleos más o menos equidistantes que parecen conformar un territorio

modulado de explotación en el que cada asentamiento controla su propio territorio

de manera autónoma para su propia reproducción.

En la siguiente, la fase V, a finales del IIIer milenio (Nocete, 1994, 310-320,

Fig. 110-112), se reduce mucho el número de yacimientos en la Campiña con una

mayor concentración de población en núcleos fortificados como Albalate-Alcores

(Arteaga, 1987; Arteaga et alii, 1987), en Porcuna, lo que muestra una conflictividad

y expansión de algunos núcleos sobre otros, y la división social jerárquica entre una

población de agricultores y unas élites ociosas que consumen excedentes

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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alimentarios y de mano de obra en la construcción de las fortificaciones o en el

intercambio de materias exóticas, controlando los conflictos internos y externos a

través de la coerción, la coacción y la ideología.

Fig. 18. Vista de la meseta de la Ciudad Fortificada de Cerro Boyero desde el borde de la Necrópolis Este. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2007-10-06-025.

En las fases VI y VII, a partir del s. XIX a.n.e. (Nocete, 1994, 320-341; Fig.

118) se multiplican los asentamientos, ahora con una jerarquización territorial entre

ellos, producto quizá de una colonización planificada y con el progresivo

crecimiento y poder de los núcleos de Porcuna como centro económico y político

de un Estado que controla a los demás centros subordinados en toda el área

campiñera con una frontera teórica en los ríos Guadalbullón y Rumblar al Este,

pero sin datos de su definición hacia tierras cordobesas. Para entender la lógica del

estudio de Nocete del poblamiento de la Edad del Cobre en las Campiñas incluimos

un plano del propio autor en el que se sintetizan las fases V-VII y en la que aparece

Cerro Boyero como uno de los asentamientos que jerarquizan ese modelo (Fig. 2).

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Nocete continúa su estudio definiendo una Fase VIII (Nocete, 1994, 341-

361), a partir de mediados del IIº milenio a.n.e., en la Edad del Bronce en la que se

produce un cambio cultural por la llegada de elementos de la cultura del Argar que

se introducen al menos en la zona oriental del territorio. También aparece un gran

poblamiento nuevo en el Valle del Rumblar dedicado a la metalurgia y al

intercambio desigual con los grandes centros de la Campiña en los que los

productos metálicos servían a la producción y a la reproducción social y ritual, que

antes se proveía por otros medios. A finales del IIº milenio se produce una nueva

concentración de la población con la pérdida de asentamientos menores, y la

nucleación de algunos yacimientos que habían sido periferias de Porcuna y ahora

jerarquizan sus propios territorios, conformando el modelo territorial polinuclear

que continuará hasta el Bronce Final, la Época Orientalizante y el modelo Túrdulo,

dentro de la Turdetania protohistórica. En esta fase VIII Cerro Boyero absorbe a

otros seis asentamientos menores cercanos, reduciendo el espacio total ocupado de

17.75 Ha., a 12 Ha. (Nocete, 1994, 345, Tabla 52).

Nosotros suscribimos la teoría de Nocete de la formación del Estado en las

Campiñas a partir de un proceso Neolítico también autóctono y por desgracia tan

escasamente estudiado como el resto de la Prehistoria, cuyos principales centros

territoriales dominando amplios territorios, se sitúan en grandes asentamientos en

todo el Valle del Guadalquivir como Valencina de la Concepción, Los Alcores de

Carmona, o Porcuna, como así sugieren las pruebas que tenemos hasta el momento,

aunque sean escasas, y arriesgado proponer un modelo de evolución tan complejo

como el de Nocete con esos datos y en base a analíticas.

Para otros muchos investigadores durante la prehistoria existían solamente

sistemas sociales aldeanos y comunitarios, como mucho tribus con débiles

jerarquías familiares y clánicas, que no se constituirían en Estados hasta la llegada de

esas “ideas superiores” por mano de los fenicios (Ex oriente lvx) en Época

Protohistórica o incluso de mano de los Romanos.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Lamentablemente la investigación en la mayoría de los casos es insuficiente,

o abiertamente errada, y se ha dedicado mucho más a la destrucción planificada de

yacimientos a través de una mal llamada arqueología “de urgencia” o “de gestión”, y

al presentismo de recrear relatos “históricos” para las “capitales” actuales desde sus

propios intereses, incapaces de ver más allá de la justificación del presente, incluso o

especialmente desde sesudas cátedras universitarias y burocráticas o coloniales

delegaciones y museos.

Fig. 19. Terraplenes de derrumbe de las murallas orientales. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2007-10-06-018.

Para los excavadores de Torreparedones, que identificaron en este

yacimiento una muralla del Bronce Final como origen de la fortificación, el resto de

asentamientos fortificados del entorno, como Cerro Boyero, tendrían su origen y se

fortificarían en los ss. IX-VIII un poco antes del Orientalizante (Fernández y

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Cunliffe, 2002). Nosotros de momento creemos que fechar las murallas de Cerro

Boyero, sin haberlas excavado, es poco menos que una temeridad.

En la Campiña, por lo que se ha podido excavar en Porcuna (Roos, 1997;

Arteaga, 1999) y lo que se observa en la mayoría de los grandes yacimientos, la

irrupción de la cultura “orientalizante” o “tartésica” (ss. VII-VI a.n.e.), cambia

muchos usos culturales, pero en general no supone una sustitución, sino una

continuidad de los asentamientos.

Las poblaciones del Bronce Final sufren una aculturación por interacción

con gentes, artefactos e ideas pero no parece de momento que por invasión o

destrucción. Aparece la cerámica a torno, la arquitectura de muros rectos que da

lugar a la urbanización densa de casas adosadas, frente a los anteriores modelos de

cabañas circulares aisladas unas de otras, o espacios adosados sin geometría, y la

cultura “orientalizante” con multitud de ideas y estéticas provenientes del mundo

griego-fenicio-oriental. Se reconfigura el sistema político estatal, identificado

históricamente con las leyendas griegas sobre Tartesos, siendo en general una fase

muy expansiva en la que la Península Ibérica queda definitivamente unida e

interconectada con el mundo mediterráneo y la fachada atlántica europea y africana.

En el siguiente cambio cultural (ss. VI-V a.n.e.) que da origen al “Mundo

Ibérico”, Ruiz y Molinos (1993) defendían que el origen de esa cultura a nivel

espacial en el Alto Guadalquivir se basaba en el sinecismo, o concentración de

gentes, en “oppida”, poblados fortificados, con el abandono de las granjas tartésicas

y en general en un “momento de peligro” que haría que todos los núcleos se

fortificaran, surgiendo una cultura aristocrática con un modelo político feudalizante,

en línea con el estructuralismo materialista, en el que estos investigadores colocan el

nacimiento del Estado, como modelo socio-político aristocrático. Sus postulados

irían evolucionando hacia visiones narrativistas, mágicas y ritualistas, más en línea

con las modas científicas postmodernas y simbolistas, sin abandonar las ideas de

partida pese a muchas contradicciones (Ruiz y Molinos, 2007).

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Fig. 20. Borde de la meseta y terraplenes de derrumbe de las murallas meridionales. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2007-10-06-051.

Que entre los ss. VI y V a.n.e. se produce un gran cambio cultural con la

desaparición o transformación de la cultura Orientalizante o Tartésica, lo

testimonian los asentamientos y la cultura material, y lo sostienen todos los

investigadores, pero la naturaleza de ese proceso parece mucho más compleja y está

mucho más discutida, ya que hay “poblados” que tienen fortificaciones desde la

Edad del Cobre o desde el Bronce, algunos que surgen de la nada, otros que

perpetúan sistemas anteriores, y otros que se abandonan. En absoluto los

“poblados” ibéricos se pueden englobar en una sola naturaleza. Cada “Oppidvm”

tiene condiciones distintas de desarrollo, extensión, recursos, población, sistema

social, existiendo desde grandiosas ciudades, “Poleis”, como Ibolca/Obvlco (Porcuna),

Carmo (Carmona), o Kastele/Castvlo (Cazlona, Linares), pasando por ciudades

grandes y medias, como Cordvba, Cerro Boyero, Ategva, Torreparedones, Tucci,

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Vrgao..., hasta pequeños poblados o aldeas, “Oppida” como Puente Tablas (Jaén) o

el Cerro de la Cruz (Almedinilla), por citar dos casos muy conocidos. Además,

como se ha ido demostrando, la investigación que pretende modelos cerrados y

perfectos suele cometer grandes errores, que se van poniendo de manifiesto con

cada nuevo hallazgo, en el marco de una disciplina joven que por desgracia sólo

cuenta con un porcentaje mínimo de datos de las culturas que pretende investigar,

por lo que, en nuestra modesta opinión es mucho más prudente ofrecer las pocas

certezas que podemos demostrar de los registros arqueológicos, trabajar sobre ellas

y plantear más preguntas (Arteaga, 1997; 1999; López Castro et alii,1997) que

grandes discursos de endebles cimientos, que creemos condenados a desaparecer

con el tiempo tras las olas de las modas y las escuelas académicas.

Como hemos visto en la Protohistoria de las Campiñas del Guadalquivir se

configura una serie de grandes centros urbanos que controlan amplios territorios

jerarquizados con asentamientos menores y varios sistemas de explotación de los

recursos, que desde el s. V a.n.e. se pueden adscribir a los pueblos Turdetano y

Túrdulo, dentro de la región de la Turdetania y más allá en el Alto Guadalquivir

serrano, en la Meseta y en la depresión del Guadiana Menor, los pueblos Oretano y

Bastetano. Este sistema, que se establece en el Bronce Final Orientalizante, se

mantiene en gran medida durante toda la protohistoria, sucumbiendo algunos

centros menores a los grandes conflictos como la IIª Guerra Púnica y la conquista

romana de Iberia, en torno a la cual se despueblan yacimientos como los antedichos

Puente Tablas o Almedinilla, pero los mayores siguen existiendo tras estas crisis. El

cambio fundamental del modelo de poblamiento no se va a producir hasta finales

del s. I a.n.e., cuando, tras la Guerra Civil, César y Augusto ejecutan un cambio de

sistema político y territorial en la Provincia Vlterior, con el objeto de convertir una

Provincia Senatorial, altamente romanizada pero aún colonial, con restos de la

antigua cultura protohistórica, en una provincia de ciudadanos romanos, como

antes habían hecho en Italia, en la que desaparecen rápidamente las formas

culturales y políticas de los antiguos pueblos ibéricos, fueran éstos antes aliados o

enemigos de Roma. En este proceso protohistórico es en el que Cerro Boyero se

sitúa como una de las grandes ciudades en el centro del territorio túrdulo, que

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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vamos a continuación a describir con los limitados datos que tenemos (Fig. 3, 4, 5,

8).

Fig. 21. Restos superficiales de muros posibles de murallas en el terraplén occidental. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2007-10-28-130 y 133.

La ciudad de Cerro Boyero se ubica en la zona más elevada de un gran cerro

con varias vertientes (Fig. 10-17), algunas de gran pendiente que forman barrancos

o taludes muy abruptos. El origen de la formación del cerro es una gran cresta que

se dispone de Este a Oeste formando una línea ascendente que surca el cerro y en la

que se emplazan las partes más elevadas (Fig. 15). Esta cresta en su orogénesis

rompería la formación previa, configurando el cerro actual, con laderas menos

abruptas y más extensas hacia el Norte y más verticales y menos extensas hacia el

Sur. La erosión y la actividad humana suavizaron la geografía original, redondeando

las formas del cerro y configurando el espacio central de la meseta en la que se

asienta la ciudad antigua, cuya formación actual es en casi su totalidad antrópica

(Fig. 10 a 17). La toponimia de las diferentes áreas de Cerro Boyero, que sirve para

hacer algunas puntualizaciones espaciales, se conoce sobre todo gracias a las

anotaciones del “Catastrón”33 (Fig. 10) y a la cultura agraria popular.

33 “Plano Catastral Parcelario” o “Catastrón”. Servicio de Catastro Topográfico Parcelario. Trabajos

Topográficos Catastrales. Término Municipal de Valenzuela. Enero de 1942. Archivo Histórico Municipal de

Valenzuela.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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A nivel de vías como hemos comentado el yacimiento domina la inmediata

Via Castvlo-Obvlco-Anticaria-Malaca (Bernier et alii, 1981, 83), pero también otras

redes de caminos transversales entre la Campiña y las Subbéticas, e incluso alguno

paralelo, como los que debieron comunicar Cerro Boyero con Martos y

Torreparedones. En cualquier caso, además de las vías principales, en un territorio

tan antropizado como este, la propia explotación del territorio desde la Prehistoria

tuvo que generar redes de accesos a las explotaciones que acabarían configurando la

compleja red de caminos que llega hasta el presente, y que históricamente sólo se

puede diferenciar por etapas a través del estudio de los yacimientos comunicados

por los diferentes caminos y accesos.

Es muy importante para el asentamiento de Cerro Boyero la presencia de un

acuífero subterráneo, con un manantial que surge en algunas paredes abruptas de la

zona media de las laderas al Norte del cerro, junto al camino al Este de la Ermita del

Calvario, que debió servir al asentamiento antiguo, aunque se ubique fuera de sus

murallas, a unos 200 metros lineales (Fig. 10 y 11). Este acuífero, conducido desde

la Edad Moderna, o incluso desde la Edad Media, para abastecer la fuente pública

de la actual Valenzuela, se halla hoy aún canalizado para tal fin y surte a la Fuente de

la Villa. No obstante, cuando se producen fuertes precipitaciones y se anegan de

agua los sedimentos del acuífero, sus surgencias se multiplican, por lo que no

podemos saber si en la Antigüedad existirían algunas más que sirvieran para

abastecer de agua al asentamiento. Inmediato a la Ermita del Calvario, al Oeste,

aparece un topónimo interesante, la “Pocita de cal viva”, que puede que responda a la

existencia de una alberca o fuente antigua, romana o medieval, hecha de mortero de

cal, que recogiera el agua de otra surgencia antigua del manantial. En la Campiña, la

escasez relativa de agua (Casado et alii, 2004, 101), en comparación con otras zonas

más abundantes como las Subbéticas, ha sido siempre un condicionante

fundamental para la vida humana, por lo que no es baladí la presencia de este

manantial para explicar el asentamiento de Cerro Boyero.

El dominio espacial del asentamiento es enorme, divisándose desde la cima

todas las tierras circundantes. Desde la fundación de Cerro Boyero como

asentamiento humano está ligado al paisaje del valle del Salado de Porcuna,

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conformando una unidad espacial y visual (Fig. 1), y muy probablemente una

relación de núcleo de comunidad política y social, que se mantendrá durante siglos.

Desde la cima de Cerro Boyero se dominan amplios espacios del Valle del Salado y

del Guadajoz, con contacto directo con los asentamientos de Porcuna (Fig. 24),

Torremorana, El Jardón y Torreparedones (Bernier et alii, 1981, 83), a los que se

pueden sumar el resto de los asentamientos al Este, Martos, Torrebenzalá, Arjona...

(Fig. 1-8).

Cerro Boyero es una gran ciudad en el entorno de la capital túrdula, Ibolca,

con la que no está en el mismo nivel jerárquico pese a las pretensiones de muchos

investigadores (Pachón, Fuentes e Hinojosa, 2002, 117-119). La mayoría de los

autores siguieron la descripción del equipo de Bernier34 y sus propias visitas,

afirmando que el yacimiento estaba fortificado con un recinto de murallas, definido

por el terraplén y algunos muros visibles en sus líneas o caras exteriores (Fig. 10 y

11) (Bernier et alii, 1981, 84; Murillo, 1994, 434; Pachón, Fuentes e Hinojosa, 2002,

119; Moret, 1996, 139), lo que parece bastante evidente pero que deberá ser

contrastado con las oportunas excavaciones.

La zona más elevada del cerro presenta una meseta (Fig. 11-25) con ligeras

pendientes en su interior delimitada por grandes terraplenes que podemos

identificar con los límites del yacimiento en forma de derrumbes y lienzos de las

antiguas murallas que lo fortificaron. Esta meseta se denomina topográficamente

“Alto de la Dehesa”35. Sin hacer estudios concretos de estos taludes, excavando al

menos sondeos en su interior, es muy difícil afirmar a priori que partes son murallas,

aunque aparezcan caras de muros, y que partes son lindes agrícolas con muros

divisorios. En nuestro caso la potente entidad de estos “lindones” parece definir el

recorrido de una línea de muralla que delimitaría el asentamiento (Fig. 10 y 11). Este

34 “bien fortificada y bien abastecida de agua y productos agrícolas, este oppidum hubo de ser prácticamente inexpugnable

en su época” (Bernier et alii, 1981, 84).

35 El nombre popular de Cerro o Cerrillo Boyero responde a toda la formación del cerro, dentro de la

cual existen diversos espacios diferenciados con topónimos anotados en el “Catastrón” (El Barrancón, La

Colina, La Curiana, Las Colmenillas, Pocita de cal viva, Casilla de barrio, Llano del Alcaire y Cruz de las

Viñuelas) de los cuales el de “Alto de la Dehesa” es el que define el espacio de la ciudad antigua. No obstante

por la extensión académica del nombre de Cerro Boyero, preferimos seguir llamando así al yacimiento.

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terraplén encierra un perímetro fortificado y habitado de 16 hectáreas fortificadas,

dato que recoge Bernier en primer lugar y repiten el resto de investigadores, aunque

quizá sea ligeramente menor.

Fig. 22. Borde de la meseta y terraplenes de derrumbe de las murallas septentrionales. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2007-10-06-069.

El escaso conocimiento de los materiales presentes en el yacimiento, muy

alterados por las labores agrícolas en los últimos años nos permite establecer una

mínima secuencia superficial, aunque somos conscientes de que el conocimiento del

cerro necesita de una prospección intensiva y al menos de sondeos estratigráficos

que puedan establecer una estratigrafía, cronología y evolución precisas. Nuestro

conocimiento de los materiales y del propio yacimiento deriva de citas científicas, de

prospecciones antiguas, de comentarios de los vecinos de Valenzuela y en menor

medida de ver in sitv algunos materiales en alguna visita al Cerro. Evidentemente en

cuanto a estos últimos nosotros tomamos notas de los materiales superficiales que

vimos dejándolos en el mismo lugar en que estaban y solamente fotografiando allí

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alguno de ellos como prueba de su existencia, que es lo único que pueden aportar y

tienen de interés científico los materiales arqueológicos superficiales.

Las cerámicas recogidas en las publicaciones, producto de prospecciones y

visitas entre los años 70 y 90, y las que se observan en superficie en el yacimiento, a

falta de una prospección intensiva y de excavaciones, pueden indicar una mínima

información de fechas y momentos culturales para definir, provisionalmente, una

evolución del yacimiento. Las labores agrícolas habituales van revolviendo los

materiales arqueológicos y el cambio de cultivo, al hacer los hoyos para plantar los

olivos, ha sacado a la luz y revuelto materiales arqueológicos de distintas épocas.

Esto unido a los procesos erosivos hace que haya realidades diferentes en las

superficies de las distintas vertientes del cerro. Así, es masiva la presencia de

materiales ibéricos en las vertientes y laderas al Sur de la cresta de la meseta,

mientras que al Norte, en la zona más extensa y con menos pendiente, aparecen

también esas cerámicas ibéricas, pero revueltas con una gran proporción de

cerámicas tartésicas (Fig. 10, 11, 24 y 25).

En cuanto a la cronología de la fortificación, Nocete (1994) no establece que

Cerro Boyero estuviera fortificado en las fases de la Edad del Cobre, dado que no

podía tener datos para ello, aunque sí que es un gran centro intermedio dependiente

de los de Porcuna. Por su parte Fernández y Cunliffe (2002) opinan que al igual que

Torreparedones las murallas y el origen del asentamiento estarían en el Bronce Final

dentro de un proceso general a todos los asentamientos de la Subbética. Murillo

(1994, 468) lo sitúa entre los yacimientos que definen la cultura tartésica en el medio

Guadalquivir. Todos los autores asignan una cronología general ibérica a las

murallas como a todo el yacimiento, como la fase más característica del mismo, pese

a su posible origen más antiguo (Pachón, Fuentes e Hinojosa, 2002, 118) y como tal

lo han empleado en el teórico modelo de polígonos Thiessen de análisis territorial

de engañosos resultados (Fig. 3-5).

Nosotros, pese a todas estas valiosas opiniones no vamos a aventurarnos a

fechar un asentamiento y unas murallas apenas conocidas y no excavadas, que una

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vez que se estudien seguramente presenten circuitos, líneas y fases de mucha mayor

complejidad que asignarles una fecha fundacional general o una evolución simple.

Fig. 23. Borde de la meseta y terraplenes de derrumbe de las murallas septentrionales y de la posible puerta retrasada con bastión al Noreste. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2007-10-06-089.

Por desgracia debemos aún recurrir a la descripción del equipo de Bernier

que, pese a las lógicas dudas, sigue siendo la más compleja36.

Por las citas de Nocete suponemos que este autor conocía materiales

prehistóricos, como cerámicas de la Edad del Cobre, a partir de los que hizo su

36 “[...] en todo su perímetro aparecen restos de fortificación, predominando el tipo de la muralla de pequeñas piedras –que

en estos terrenos se desgajan naturalmente en forma de bloques prismáticos– que en ocasiones alternan con tramos de grandes sillares

ligeramente desbastados tendentes al ciclopeísmo. Estas murallas se complementan en la vertiente S. con tajos verticales de roca

natural que llegan a alcanzar los 8 m. de altura” (Bernier et alii, 1981, 84).

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propuesta territorial para Cerro Boyero. Nosotros conocemos la existencia de

dientes de hoz tallados en cuarcita, y algún elemento pulimentado como azuelas,

martillos, hachas o afiladores, que tienen una amplia cronología desde el Neolítico

hasta la Protohistoria. Pero en la superficie del yacimiento no se observan, al menos

a simple vista, materiales cerámicos prehistóricos, que no obstante pueden estar

ocultos bajo tierra en las fases más antiguas, no afectadas por las remociones de

tierra. Sólo pudimos observar un fragmento de una tulipa o fuente de perfil en “S”

que se puede adscribir a la Edad del Bronce.

También entre los materiales de la Colección Marsal, en los lotes T05-020 y

R06-77 hay dos puntas de flecha de cobre o bronce, planas, con forma lanceolada y

pedúnculo largo que a simple vista parecen ser puntas de flecha de la prehistoria

reciente similares al conocido tipo “Palmela”.

Aparte de esto, sólo se ha publicado la ocupación prehistórica del

yacimiento del Algarbejo (Martín, Serrano y Morena, 1989, 60, Fig. 9), en el que se

recogieron dos fragmentos de bordes de cerámica que parecen ser de una fuente y

una olla de la Edad del Cobre (Fig. 32).

Del Bronce Final se publicaron unas cerámicas bruñidas y decoradas con

líneas de engobe rojo procedentes de Cerro Boyero (Carrasco, Pachón y Aníbal,

1986), de las que reproducimos la lámina de sus autores (Fig. 33).

Juan Francisco Murillo publicó en la revista del Museo de Palma del Río en 1994,

como número monográfico, un amplio resumen de su Tesis Doctoral, que se

centraba en el poblamiento de la cuenca media del Guadalquivir durante el Bronce

Final (Murillo, 1994).

En este importante trabajo situaba a Cerro Boyero como uno de los centros

de Nivel I dentro de su modelo de poblamiento (Fig. 3). No hacía apenas citas

concretas al yacimiento, dado que se trataba de un trabajo mucho más general y

extensivo, por lo que se dedicó mucho más a los yacimientos excavados y

conocidos en ese momento.

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Fig. 24. Vista de una de las parcelas del centro de la meseta recién sembrada de olivos. Al fondo Porcuna. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2007-10-06-056.

No obstante hizo un complejo estudio de las cerámicas de todo el Bronce

Final, tanto las cerámicas a mano, como las cerámicas a torno, y las decoradas

“orientalizantes”. En los planos de distribución de estas cerámicas aparece Cerro

Boyero representado en casi todos los tipos cerámicos de este periodo, por lo que

suponemos que este investigador, personalmente o a través de otros, conocía

ampliamente los materiales del yacimiento gracias a alguna prospección, inédita, a lo

que nosotros sabemos.

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En este Bronce Final, y dentro del complejo momento cultural de las

“colonizaciones” se sustituye la cerámica a mano por la cerámica a torno, en la

llamada Época Orientalizante en la que se define con mayor claridad la Cultura

Tartésica.

Entre las cerámicas orientalizantes que conocemos de Cerro Boyero

aparecen las características ánforas (pithos/pithoi) con asas geminadas y pintadas con

bandas rojas y también las distintas formas de platos y fuentes de cerámica gris

bruñida, otro de los elementos definidores de esta cultura material.

Una de las muestras más singulares de la llamada “Cultura Tartésica” u

“Orientalizante” son las escasas cerámicas decoradas orientalizantes, unos

recipientes, supuestamente de carácter religioso o ritual, que presentan decoraciones

pintadas figurativas con temas que van desde la decoración vegetal, pasando por los

animales, incluso fantásticos como los griphos, y hasta, en muy contados casos, las

representaciones humanas. Este tipo de cerámicas muy famosas por su estética y

valor documental tienen miles de estudios científicos con diversas conclusiones.

Están muy presentes en la Campiña y la Subbética, con ejemplares procedentes de

prospecciones y expolios en su mayor parte. Algunos de sus mejores ejemplos se

hallaron en las excavaciones del yacimiento de Montemolín (Marchena), el Palacio

del Marqués del Saltillo (Carmona) y Los Alcores (Porcuna). Por referencias simples

de varios autores conocemos la existencia de fragmentos de esta cerámica

orientalizante decorada con motivos geométricos proveniente de Valenzuela sin que

hayamos podido obtener más información de momento (Arteaga, 1987, 284, Nota

36; Murillo, 1989, 156, Fig. 1; 1994; Pachón, Carrasco y Aníbal, 1989-1990, 219-220,

Fig. 1; Mancebo, 1998, 16).

Nosotros no conocemos con toda la precisión necesaria el perímetro y la

superficie del yacimiento para hacer apreciaciones concretas, y de todos modos sin

excavar al interior las estructuras de supuestas fortificaciones, y de los demás

espacios, no se pueden caracterizar ni cronológica ni funcionalmente (Fig. 11-25).

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Fig. 25. Vista parcial de la cresta central de formación de Cerro Boyero, posible acrópolis, desde el borde de la meseta al Sur. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2007-10-06-052.

No obstante parece haber consenso en que el yacimiento estaría fortificado con un

perímetro continuo de lienzos de murallas reforzados con torres y puertas. En el

plano hipotético que hemos realizado (Fig. 11) situamos en color gris el perímetro

de los terraplenes que debieron configurar las murallas antes de su proceso de

derrumbe. En negro sobre esa superficie gris hemos señalado la ubicación de muros

y elementos que los diferentes estudios han señalado y nosotros hemos podido ver

(Fig. 21), de las posibles murallas. En una zona concreta, al Noroeste, dos de las

parcelas agrarias superan los límites de los terraplenes antiguos, lo que ha

provocado que se roture esa superficie, sobre las murallas produciendo daños y la

dispersión de materiales y una progresiva erosión del antiguo terraplén, que poco a

poco, con el cultivo, hará desparecer las estructuras murarias de esa zona.

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El equipo de Pachón (Pachón, Fuentes e Hinojosa, 2002) ubica una posible

torre en el ángulo Este de las murallas (Fig. 11). Y nosotros siguiendo los accesos

por las vertientes y los potenciales caminos antiguos hacemos una propuesta de

puntos en las murallas en los que pudieron ubicarse puertas. De estos puntos

destacan dos, por las alteraciones en el desarrollo del terraplén de la muralla. Uno de

una posible puerta Sur que en una vertiente muy abrupta hace un entrante

semicircular (Fig. 23). El otro, el más evidente es un gran entrante de las murallas en

el ángulo NE, que puede configurar una puerta principal, y que incluso recuerda,

aunque no haya relación directa, a las puertas retranqueadas de los castros celtas de

La Tène. Este entrante tiene al Este un espacio reducido que podría ser un bastión

reforzado para la puerta, e incluso parte de una ampliación del asentamiento desde

una fase previa menos extensa. Todo lo cual necesita de excavaciones para su

conocimiento y contrastación (Fig. 11).

Al interior del poblado, sin certeza alguna, sólo podemos decir que se

dispondrían manzanas de casas en las fases tartésicas e ibéricas, organizadas en

torno a una decena de calles. De momento no conocemos datos de edificaciones

singulares u otros espacios distintos de los domésticos dentro del asentamiento. No

obstante la cresta geológica conforma dentro de la meseta artificial de la ciudad un

espacio más elevado que podría ser una acrópolis en la que existieran edificaciones

singulares (Fig. 11 y 25). Bernier cita la aparición de una losa de una posible

tumba37, que a lo que conocemos, si efectivamente se trataba de una tumba, es más

probable que fuera de una eventual necrópolis tardoantigua o medieval que antigua,

por la lógica de los espacios.

El equipo de Bernier localizó en zona Suroriental de la meseta, ya en la vertiente sin

cultivar de “La Colina”, varias estructuras que identificaban con silos o tumbas38, y

37 “Aproximadamente en el centro de la meseta principal aflora una gran losa de piedra, posible cubierta de una

sepultura si nos fiamos de la afirmación de un labrador de que al efectuar una pequeña excavación aparecieron restos de huesos

aparentemente humanos” (Bernier et alii, 1981, 83).

38 “En la vertiente S. aparecen varios silos (¿quizás tumbas?) excavados en la ladera y recubiertos de pequeñas lajas de

piedra unidas con argamasa, conservándose, en el fondo principalmente, restos del antiguo enlucido. Uno de estos silos, que ha sido

limpiado de cascotes y tierra que lo llenaban, presenta forma alargada con los extremos redondeados y tiene unas medidas de 3 m. de

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que posteriormente otros autores (Pachón, Fuentes e Hinojosa, 2002) relacionarían

con tumbas ibéricas. Nosotros por la descripción, dibujo y fotografía de Bernier

(Fig. 30) pensamos que se trata de, al menos, una cisterna “a bagnarola”39, un

sistema de almacenamiento de agua muy presente en los asentamientos de la

Campiña durante el periodo romano republicano. No hemos podido ver esas

estructuras in sitv y nos han dicho que están tapadas por la erosión.

Fig. 26. Canaletas labradas de piedra para conducción de agua sacadas a la superficie por la plantación de olivos. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2007-10-06-113.

Muy cerca, no obstante vimos recién removidos por los arados varios

fragmentos de canaletas de piedra (Fig. 26), similares a las que también observaron

Bernier y su equipo. Estas canalizaciones por sí mismas testimonian que en la cima

largo, 0,80 m. de ancho y 3 m. de profundidad, constituyendo la cubierta una gran losa de unos 30 cm. de gro-[83-84]sor. No lejos

de este silo apareció un trozo, de casi un metro de longitud, de lo que parece fue una canalización de agua, en piedra caliza.

(Bernier et alii, 1981, 83-84).

39 “Con forma de bañera”. Se trata de aljibes construidos sobre zanja longitudinal con ambas cabeceras

redondeadas, de varios metros de profundidad. La obra suele ser de piedra recubierta de opvs caementicivm

romano, y a veces con refuerzos en forma de almohadillas o “medio bocel” en los ángulos del suelo para evitar

pérdidas de agua. Se suelen cubrir con losas de piedra y tener asociadas canalizaciones para su abastecimiento

del agua de lluvia. En la Campiña se hallan presentes, entre otros yacimientos en Ategua, Arjona o La Nava de

Santiago de Calatrava. Se suelen asociar a Época Romana Republicana, ya que después se usan otros sistemas, lo

que no quita que algunas de ellas hayan tenido una vida de uso muy larga.

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del cerro debieron existir aljibes o cisternas domésticas para abastecerse de agua,

más allá de ir a recogerla a la fuente del manantial.

La prospección de Bernier (Bernier et alii, 1981, 84) aunque cita la presencia

de algunos materiales más antiguos, dice que las cerámicas más abundantes en Cerro

Boyero son las ibéricas40. Nosotros hemos podido observar algunas cerámicas

correspondientes a Época Túrdula Antigua, (ss. VI-V a.n.e), como orzas y pithoi

pintados a bandas con líneas bícromas en rojo y negro, y otras decoraciones con

aguas y círculos concéntricos, y también de Época Túrdula Plena (ss. V-IV a.n.e.),

con orzas pintadas en rojo y naranja, cubrientes y a bandas, aguas, semicírculos... y

otros motivos geométricos simples ejecutados a peine, cuencos y platos pintados y

abundantes cerámicas grises, de cuencos, fuentes y tinajas, que configuran los

ajuares cerámicos de estos periodos.

En Época Romana Republicana (ss. III-I a.n.e.) aparecen, junto a las

cerámicas ibéricas cuya producción pervive, las cerámicas romanas más

características, como la Campaniense41 A, fechada en los ss. III-II, y la Campaniense

B, fechada en los ss. II-I y a partir de finales del s. I a.n.e. aparece la Terra Sigillata42

40 “Las cerámicas que aparecen en superficie asombran por su extraordinaria abundancia, predominando la ibérica con

los siguientes tipos: pintada a bandas, y en semicírculos, de engobe rojo, de pasta gris, y de pasta negra” (Bernier et alii, 1981,

84).

41 Cerámica de barniz negro de tradición greco-helenística que se usó como cerámica de lujo de mesa

en el mundo romano entre los ss. III-I a.n.e.

42 Cerámica de barniz rojo de tradición helenística que en principio fue la copia de lujo “popular” de las

vajillas de oro y plata de los nobles romanos. Como la Campaniense, su uso era uno de los signos de identidad

de la condición de Romano, y por eso tuvieron gran éxito entre los pueblos romanizados. Su nombre proviene

de las marcas o sellos que los alfareros imprimían en el fondo de los vasos como signo de origen y forma de

propaganda. Sus primeros tipos procedían de Campania, sobre todo de la ciudad de Aretivm (Arezzo) a finales

del s. I a.n.e. (Sigillata Italica). Las legiones colaboraron en su difusión, creándose nuevos centros productores en

el s. I d.n.e. en el Sur de la Galia (Sigillata Galica) y en Hispania (Sigillata Hispanica), que seguirán produciendo

durante el s. II. A partir del s. III d.n.e., con un profundo cambio en las maneras de servir la comida, aparecen

en el Norte de África talleres que producen una cerámica fina de mesa con una barniz claro (Sigillata Africana),

que parece llegar a Roma acompañando las cargas de los barcos de trigo. En su mayoría son bandejas y fuentes

que se convierten en una moda en todo el Imperio y que seguirán produciéndose hasta el s. VII.

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Italica, junto a varias formas de ánforas de transporte43 romanas republicanas (Fig.

31) entre las que destacan las del tipo Dressel 1.

El equipo de Bernier observó la aparición de estas cerámicas romanas

republicanas, a las que añaden la presencia de tejas (tegvlae et imbrices) y de las formas

altoimperiales de las Terra Sigillata Galica e Hispana (Bernier et alii, 1981, 84) que

nosotros apenas observamos en el yacimiento, como comentaremos cuando

tratemos el abandono del asentamiento.

Fig. 27. Grapa de hierro y plomo de fijación de sillería en obras monumentales, de la necrópolis oriental. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2007-10-06-027.

Entre los restos de la colección Marsal hay varios lotes de materiales

heterogéneos que creemos proceden, por su variedad, de peinar todo el yacimiento

con detectores de metales. Sin precisión alguna sobre el origen exacto de estos

materiales metálicos, de Época Protohistórica y Romana Republicana,

mayoritariamente de ámbitos domésticos y urbanos, vamos a hacer un listado de los

más relevantes.

43 Varias ánforas parece que se conservan en una colección particular. Esas fueron vistas por el equipo

de Bernier y documentadas: “También tenemos noticias, incluso dibujos, de varias ánforas que ha aparecido en este cerro de las

utilizadas para el transporte y conservación de granos y líquidos en época romana” (Bernier et alii, 1981, 84, Lám. XLIX).

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El lote B31-006 tiene un aplique de bronce circular que puede proceder de

necrópolis por su relación con los lotes de la serie B31, que veremos

posteriormente. El R06-77 tiene ocho monedas de bronce y plomo romanas

republicanas, siete puntas de flecha con arpón “orientalizantes”, tres puntas de

flecha de nervio central y un glande44 de plomo como armas. Tiene diecinueve

fragmentos de arcos o puentes de fíbulas45 anulares “hispánicas” y otros dos de

fíbulas o pasadores en “T”. Hay una campanita, una Bulla46 de bronce, un aplique o

figurita femenina romana y un posible amuleto. También un stilo47, el mango y dos

palas de espejos romanos, un cazo o simpvlvm de bronce, un asa de un brasero, una

plomada de bronce y cuatro llaves de cerraduras de puertas de tipología romana.

Entre el resto de fragmentos metálicos, muchos indeterminados, hay muchas pesas

y lingotes de plomo y bronce y muchos apliques metálicos de muebles con

decoraciones geométricas, alguno de ellos con figuras de animales.

El lote R06-078 tiene ciento doce monedas romanas republicanas, la

mayoría de las cuales provienen de la ceca de Roma, con muchos ases de la serie de

“Jano bifronte”, de las cecas de Castvlo y Obvlco, además de otras sesenta y nueve

monedas antiguas sin clasificación por su mal estado; y entre otros elementos un

plato de balanza de bronce, una fíbula circular romana, un asa de sitvla o caldero,

tres asas de jarro romano, ocho anillos de bronce, ocho argollas de bronce, tres

pasadores, un pasador de un arreo de caballo, veinte botones de bronce y apliques.

La mayoría de los elementos cuadran cronológicamente con la Época Romana

Republicana, salvo una moneda de un emperador del s. IV d.n.e., Valente, tres

fragmentos de broches de cinturón visigodos y tres hebillas de cinturón medievales

o modernos, que quizá puedan proceder de villas o sus necrópolis, o quizá espacios

secundarios fuera de la ciudad amurallada.

44 Bala de honda, normalmente de plomo, de forma bicónica o de huso, que se asocia a formas de

combate con honderos, desde los ss. IV-III a.n.e., hasta la Guerra Civil entre César y Pompeyo.

45 Por fíbula se conocen diferentes tipos de alfiler que servían en la antigüedad para sujetar la toga o

manto sobre la túnica, normalmente a la altura del hombro.

46 Colgante o amuleto que llevaban los niños romanos como forma supersticiosa de protección hasta la

edad adulta.

47 Instrumento de escritura consistente en una varilla con una parte en punta y la otra plana para

escribir y borrar sobre la película de cera de una tablilla encerada.

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El lote R06-080 tiene diecisiete monedas republicanas, sobre todo de Obvlco

y Castvlo, catorce puntas de flecha orientalizantes y un aplique. Y el lote T05-020

tiene siete monedas republicanas, sobre todo de Obvlco, dos hachas de hierro, dos

cinceles de bronce, otro glande de honda de plomo, una espuela de bronce, un

anillo de bronce y seis fíbulas anulares.

Fig. 28. Hoyo típico de expolio con detectores de metales. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2007-10-06-084.

Otro lote de monedas, el R06-79 es más controvertido, ya que presenta

monedas alto y bajo-imperiales, por lo que pensamos que procedan del expolio de la

ciudad protohistórica y de alguna de las villas romanas del entorno, ya que es el

único lote en que aparecen en un volúmen importante esos materiales tardíos.

Trataremos de él más adelante al hablar del abandono de Cerro Boyero.

Como estamos viendo la vida de la ciudad continúa tras la Edad del Hierro,

en la Época Romana Republicana (ss. III-I a.n.e) ya bajo dominio romano de la

antigua Tvrdetania48, ahora dentro de la Provincia Hispania Vlterior. Desconocemos

48 Turdetania es un concepto geográfico/político que refiere esencialmente al territorio del Valle del

Guadalquivir en Época Protohistórica, dentro del cual vivirían los pueblos Turdetano y Túrdulo, herencia a su

vez del territorio Tartésico. Este territorio, con la adicción de la costa púnica, sería básicamente la posterior

Provincia Hispania Vlterior Baetica.

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por completo como afectarían a la ciudad los abundantes acontecimientos bélicos,

políticos y sociales que acaecieron entre la IIª Guerra Púnica y la Guerra Civil

Romana, cuestiones que las futuras excavaciones podrán abundar.

Tampoco sabemos cómo se inscribe la ciudad en el dominio territorial

romano. Andrew Fear, tratando sobre la pervivencia de formas de urbanismo

prerromano en la Bética, afirma que en la zona norte de la provincia se mantienen

las ciudades fortificadas sobre cerros, algunas de ellas premiadas con la ciudadanía

romana mediante el Ivs Latii, o Derecho Latino. Entre ellas cita a Cerro Boyero,

asignándole una extensión de 16 Hectáreas (Fear, 1996, 256). No tenemos ningún

dato, ni de fuentes ni de epigrafía sobre Cerro Boyero en este periodo, y no hay

nada que nos permita afirmar que la ciudad llegaría a tener la ciudadanía romana

con el Ivs Latii. Solo sabemos que continúa habitada, pero su carácter político con

respecto a Roma nos es totalmente desconocido, pese a la opinión de ese autor.

La Guerra Civil Romana entre César y Pompeyo, cuya última campaña se

desarrolla en la Campiña del Medio Guadalquivir, con la definitiva batalla de

Munda, y la posterior reorganización política y administrativa de la Provincia Hispania

bajo el nuevo sistema imperial en la monarquía de Augusto son hechos

trascendentales para Cerro Boyero. Por lo que hemos podido observar en las

cerámicas presentes en la superficie de su meseta49, aunque existan algunos exiguos

elementos posteriores, parece evidente que es en ese momento, asociados a esos

dos procesos cuando se produce el abandono de la ciudad y la dispersión de sus

habitantes. Aunque pudieron subsistir al abandono alguna ocupación marginal y

frecuentaciones.

Cómo se produce este abandono no es algo fácil de definir de momento,

hasta que no se excave el yacimiento, pero pensamos que debió estar ligado a la

propia guerra, a las consecuencias de la misma o a la reorganización cesariano-

augustea que a la vez que abandona Cerro Boyero, privilegia a la gran ciudad de

49 Apenas aparecen cerámicas altoimperiales, tanto de mesa como comunes o de almacenamiento.

Tampoco hay inscripciones romanas, ni apenas monedas altoimperiales, lo que en conjunto evidencia que la

vida de la ciudad ya no existía en estas fases, a diferencia de las anteriores, en las que los materiales son masivos.

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Ibolca-Obvlco, concediéndole la categoría de ciudad romana como Municipio, y la

creación de las dos nuevas colonias de Tvcci e Itvci, que en parte con nuevos colonos

latinos o romanos, continúan asentamientos túrdulos.

Fig. 29. Gran zanja para recoger piedras en Cerro Boyero que ha causado importantes daños. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2007-10-06-088.

No obstante, algunos autores, desde Bernier, y siguiendo su descripción,

afirman la continuidad romana alto-imperial de la ciudad. Un autor americano, Evan

Halley, siguiendo a Bernier, afirma que Cerro Boyero es un yacimiento tardío, de 16

Ha., con ocupación de Época Romana Alto Imperial hasta la dinastía Flavia (Halley,

2003, 77).

Otros autores consideran que Cerro Boyero fue un Vicvs o Aldea,

dependiente de las ciudades mayores, en este caso de Obvlco, en el Alto Imperio,

especialmente a partir de la dinastía Flavia (Choclán y Castro, 1986, 149, Fig. 1 y 2).

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No sabemos de qué datos disponen para tal afirmación, y creemos como hemos

apuntado que la ciudad se abandona en el marco de la Guerra Civil de César o en la

reorganización administrativa de Augusto, y que en la falda del cerro pudo aparecer

la posible villa, que quizá diera continuidad al poblamiento (Fig. 11). De todos

modos sólo las futuras excavaciones podrán contrastar y zanjar estas cuestiones.

Con datos muy exiguos, y una vez más reclamando la necesidad de

prospecciones intensivas y de excavaciones que los aporten, creemos que el

poblamiento cambia, tras el abandono de Cerro Boyero, y durante el Alto Imperio

Romano (ss. I-II d.n.e.) hacia el establecimiento de villae rvsticae, una de las cuales

parece disponerse en la ladera al Sur de la meseta de Cerro Boyero, en una terraza

inmediatamente superior al actual casco urbano de Valenzuela (Fig. 11). La relación

de poblamientos entre estos tres asentamientos (Cerro Boyero, Villa, Valenzuela)

como partes de una misma secuencia se puede tener por lógica, pero no hay

suficientes datos para afirmarla con rotundidad. Serán necesarias investigaciones

más intensivas para ver la continuidad o ruptura del poblamiento en Época

Tardoantigua y Altomedieval, para enlazar con la aldea musulmana testimoniada

como Valencihuela en los momentos de la conquista cristiana en el s. XIII.

Como antes hemos comentado, entre los lotes de la colección Marsal, hay

uno, el R06-79, con muchas monedas romanas alto imperiales y bajo imperiales.

Evidentemente no podemos saber la procedencia exacta de estas monedas

expoliadas por detectoristas, pero pensamos que la combinación de este lote se debe

a un expolio amplio que pasara por alguna de las villas del entorno, que continuaron

existiendo después del abandono de la ciudad protohistórica. En este lote hay

veintiocho monedas republicanas. Del Alto Imperio, en el s. I d.n.e., hay ocho del

emperador Augusto, una de Tiberio y nueve de Claudio I; en el s. II d.n.e., una de

Trajano, dos de Adriano y tres de Antonino Pío; además de otras treinta alto-

imperiales indefinidas. Del Bajo Imperio hay unas cincuenta monedas

indeterminadas; del s. III d.n.e. hay cuatro del emperador Galieno, diecisiete de

Claudio II, una de Victorino, una de Maximiano Hercúleo y una de Constancio I;

del s. IV hay siete monedas del emperador Constantino el Grande, dos de

Constante, treinta de Constancio II, ocho de Juliano II “El Apostata”, tres de

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Valentiniano I, dos de Valentiniano II, una del usurpador hispano Magno Máximo,

cinco de Teodosio I “El Grande” y una de cada uno de sus dos hijos, Arcadio y

Honorio.

Fig. 30. Silo o tumba (posible cisterna “a bagnarola”) y paño de muralla al NE publicados por el equipo de Bernier. Fuente: (Bernier et alii, 1981, Lám. XLVII y XLVIII).

Estas monedas de los ss. III-IV son habituales de las villae tardorromanas y

en muchos casos provienen de ocultamientos o “tesorillos”, habituales en un

momento conflictivo como fueron los últimos tiempos del Imperio Romano.

Otro lote, el R06-078, se compone como hemos dicho de materiales

romanos republicanos en su gran mayoría, no obstante tiene varios elementos

tardíos como una moneda emperador Valente, tres fragmentos de broches de

cinturón visigodos y tres fragmentos de broches de cinturón medievales. Los

broches de cinturón visigodos son elementos muy interesantes porque son de los

pocos que sirven para definir a esta cultura, que suelen provenir de expolios de sus

tumbas, y que afirman la existencia de poblamiento durante esta fase crucial de

transición entre la Tardoantigüedad y la Alta Edad Media.

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De la Edad Media, Moderna e incluso Contemporánea hay algunos

materiales en los lotes de la colección Marsal. En el R-06-69, aparecen una medalla,

una moneda de bronce andalusí, tres monedas de vellón bajo-medievales, dieciséis

monedas modernas y quince monedas contemporáneas. En otro lote, el R06-77

aparecen algunas medallas, una de ellas con la figura de Cristo portando la cruz y

otra de una Virgen, también un dedal de bronce medieval y otros elementos como

un pinjante o un cascabel. Algunos de estos materiales pueden provenir del propio

pueblo, mezclados con los estiércoles con que se abonaba la tierra de los ruedos

hasta la llegada de los abonos industriales.

Finalmente aunque muy escasos también hay en superficie algunos restos de

la Guerra de España (1936-1939), como un casquillo de bala de 1,2 x 5.55 cm., de 7

mm de calibre, con la Inscripción “MEXICO / 1930”, probablemente material de

guerra del Ejército Popular de la República Española, o un fragmento de viruta de

hierro de metralla de una bomba de dispersión. Escasos pero interesantes, dada la

situación fronteriza entre los frentes de guerra, bajo control de los sublevados

“nacionales”, que tuvo Valenzuela y Cerro Boyero como punto topográfico

relevante, durante los años 1937-1939. La evacuación republicana de los pueblos de

Valenzuela, Higuera de Calatrava, Santiago de Calatrava... en diciembre de 1936 ante

la invasión, y la mayor atención militar sobre otros lugares hizo que no fuera un

frente muy activo, pero bien pudieran existir trincheras o puestos de vigilancia

“nacionales” en el propio cerro.

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Fig. 31. Ánforas romanas halladas en Cerro Boyero. Fuente: (Bernier et alii, 1981, Lám. XLIX).

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Tras el abandono de la ciudad romana republicana pudieron existir algunos

usos o reocupaciones de poca enjundia, como se aprecia en la dispersión de

materiales, pero progresivamente el yacimiento se convirtió de despoblado en tierra

de ruedo. No sabemos si en algún momento llegó a recuperar por abandono la

vegetación de monte bajo, lo que es seguro es que a partir de la Baja Edad Media se

configuró como dehesa con el nombre del “Alto de la Dehesa” y se debió usar para

el pasto de vacas y bueyes, y de ahí debe derivar su nombre popular, “Cerrillo” o

“Cerro Boyero”. Desde mediados de la Edad Moderna esas dehesas se roturaron y

hasta la altura de la década de 1980 se cultivaron de secano, con trigo y de viñedo

(Bernier et alii, 1981, 84). En la actualidad, por los mayores rendimientos del cultivo

industrial, y en un fenómeno extensivo estas tierras se han sembrado de olivos (Fig.

16, 17, 19, 24, 25).

Fig. 32. Cerámicas de la Edad del Cobre del yacimiento del Algarbejo (Valenzuela). Fuente: (Martín, Serrano y Morena, 1989, 60, Fig. 9).

Fig. 33. Cerámicas pintadas del Bronce Final procedentes de Cerro Boyero. Fuente: (Carrasco, Pachón y Aníbal, 1986, 210. Fig 5 B1 B2).

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IV. Cerro Boyero. Las Necrópolis.

José Antonio Morena (1994, 164) se preguntaba donde estaban las

necrópolis de los oppida ibéricos de la Subbética (Ategva, Torreparedones, Molinillos,

Boyero...) y siguiendo las hipótesis de los profesores José Luis Escacena y María

Belén (Escacena, 1987; 2000, 213-228; Belén y Escacena, 1992) ofrecía la

posibilidad de que esos pueblos hubieran celebrado ritos funerarios que no dejaran

restos materiales, por ejemplo ritos acuáticos, de procedencia nórdica o atlántica,

hipótesis que ha gozado de mucho éxito en el mundo académico.

Fig. 34. Relieve ibérico de Cerro Boyero, conservado en el Museo Arqueológico de Alcalá la Real. Fuente: (Pachón et alii, 2002, Lám. IIIa).

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Posteriormente (Morena, 2004, 27) afirmaba prudentemente que

yacimientos como Cerro Boyero debían tener necrópolis asociadas, similares

culturalmente al resto de los cementerios de la Edad del Hierro del Alto

Guadalquivir. Una vez más, todos, tenemos que lamentar nuestra ignorancia como

científicos, pues no faltaban las necrópolis, es más en esos años estaban siendo

destruidas y saqueadas, por lo que muchas veces debemos pensar que hace falta más

trabajo “de trinchera”, más esfuerzo haciendo excavaciones y trabajo concienzudo,

que no elaborar teorías peregrinas que son tan aéreas, sugerentes, posibles y

demostrables, como la vida en Saturno.

No sabemos con certeza qué zona o zonas de las necrópolis de Cerro

Boyero fueron saqueadas para obtener los materiales del Fondo Ricardo Marsal, que

seguramente no son los únicos expoliados, por lo que sin mayores noticias no

podemos valorar espacialmente esos restos, y sólo tener la confianza, tampoco

absoluta de que proceden del yacimiento, y en un importante porcentaje del saqueo

de tumbas (Fig. 36-37). No obstante, por la naturaleza de los restos superficiales

externos a la ciudad fortificada pensamos que existen, al menos, dos grandes zonas

de posibles necrópolis que rodean en parte al yacimiento. Como poco una

Necrópolis Oriental y otra Occidental (Fig. 11).

Fig. 35. Inscripción ibérica de Cerro Boyero. Fuente: (Pachón et alii, 2002, Lám IIIa).

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En cuanto a la primera, al Este de la Meseta fortificada de Cerro Boyero, o

“Alto de la Dehesa”, se dispone una ladera descendiente desde la zona más alta de

la cresta geológica, que tiene forma de vertiente curva en sentido Sur-Norte,

conformando un pequeño valle junto al terraplén Este, que baja hasta el barranco

del Pozo Mateo, formando un pequeño arroyo que cae hasta el Saladillo. En los

catastros se llama a este valle “El Barrancón”. Las laderas del valle presentan fuertes

pendientes y barrancos hacia el Sur, desde la zona más alta, continuando las del

propio cerro, y hacia el Este, cayendo hacia la carretera de Santiago de Calatrava

(Fig. 10, 11, 12 y 18). Una pequeña cresta y lindones separan este valle de la terraza

inmediatamente superior al actual casco urbano de Valenzuela, en la zona

denominada “La Curiana”.

En este hemiciclo superior del Barrancón aparecen superficialmente

multitud de fragmentos cerámicos ibéricos, algún fragmento de cerámica ática de

figuras rojas, restos de piedra de obra...etc., e incluso vimos una grapa de hierro y

plomo con forma de doble “T” (Fig. 27), que servía en la antigüedad de fijación de

sillares de alguna obra monumental de Época Túrdula o Romana Republicana.

Estos restos que se pueden observar a simple vista, junto al hallazgo en esta misma

área del “relieve ibérico” y la inscripción (Fig. 34 y 35) (Pachón, Fuentes e Hinojosa,

2002), nos llevan a pensar que se trata de un área de necrópolis al Este de la ciudad,

que pudo tener además de las tumbas más sencillas, algún tipo de edificio

monumental funerario o religioso, como atestiguan la grapa y la escultura.

Aquí no vamos a entran a valorar el relieve ni la inscripción (Correa, 2008,

287-288), conservados en Alcalá la Real, ya que en este mismo volumen hace

extensa monografía de dichos elementos el profesor Juan Antonio Pachón, aunque

su interpretación de que estuviera reutilizado en las murallas o en la necrópolis nos

parece excesiva dados los escasos datos (Pachón, Fuentes e Hinojosa, 2002, 119-

120). La definición y los restos de este cementerio y de los posibles edificios

monumentales y esculturas, evidentemente quedan a la espera de la realización de

excavaciones arqueológicas que puedan caracterizar y estudiar los restos que hayan

podido sobrevivir a los expolios.

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Fig. 36. Algunos elementos metálicos tartésicos e ibéricos expoliados de Cerro Boyero de la Colección Marsal. Fuente: Catálogo Domus. Fondo Arqueológico Ricardo Marsal Monzón. Consejería de Presidencia de la Junta de Andalucía y

Museo Arqueológico de Sevilla. Lotes: B31-002; B31-003; B31-004; B31-005; B31-007; B31-008.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Para el equipo de Bernier la continuación de la cresta de la formación

natural de Cerro Boyero, que configura la parte más alta de la zona que nosotros

definimos como Necrópolis Oriental, se trataba de una segunda meseta, extensión

de la principal en la que ellos observaron restos de fortificación y un trozo de fuste

de columna50 (Fig. 10). El trozo de columna abunda más en la idea de que existan

edificios monumentales ligados a la necrópolis. El muro que ellos definen como

fortificación bien podría ser de parte de cualquier otra estructura, o como mucho

alguna torre o fortificación puntual en el vértice más al Este de la formación,

bastante lejos del circuito de murallas urbanas. En principio nosotros no creemos

que la ciudad tenga zonas de expansión más allá de las 16 Ha. fortificadas de la

meseta central, pero hasta que no se excave no se puede tener certeza absoluta al

respecto.

En cuanto a la Necrópolis Occidental (Fig. 11), al Oeste de la fortificación

de la ciudad se dispone una ladera que cae de forma convexa hacia el Oeste y hacia

el Norte con gran desarrollo, teniendo caídas abruptas al S., como toda la

formación, y otros barrancos y terrazas de gran pendiente en la zona del “Árbol de

los Enamorados” o “Casilla de Barrio” al Oeste de la Ermita del Calvario, a unos

cientos de metros desde las murallas. En esta zona, en la parte inmediata a las

murallas, que se conoce con el topónimo de “Las Colmenicas”51, se observan el

mismo tipo de restos dispersos de cerámicas, algunas grandes piedras bien

trabajadas, y se sitúa la noticia del hallazgo de los años ochenta de una posible

tumba, con una espada y un casco, por todo lo cual, y evidentemente sin certezas,

creemos que aquí pueden existir los restos de una segunda necrópolis de la ciudad,

que también necesitará de las pertinentes excavaciones para su contrastación y

estudio.

50 “Esta meseta, que podemos llamar principal, se une, mediante una vaguada de unos 150 m., a otra meseta mucho más

pequeña (unos 15.000 m2) que, aislada, se alza al E., en la cota 461, formando una especie de acrópolis que también presenta

restos de fortificación en la parte que mira a levante, compuesta de sillares medianos, bien desbastados; esta muralla se alza por

encima de unos tajos naturales de 3 m. de altura. Junto a esta muralla yacía un trozo de fuste de columna, en piedra caliza dura, de

0,50 m. de largo y 0,30 de diámetro” (Bernier et alii, 1981, 83).

51 Seguramente por la existencia en Época Contemporánea de colmenas de abejas que se ubicaban

cerca o dentro de las plantaciones de viñas que existieron en Cerro Boyero, para favorecer la polinización de las

viñas y además obtener miel.

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Para terminar el apartado dedicado a la ciudad de Cerro Boyero, y dentro de

la lógica de las necrópolis, vamos a hacer una descripción de los restos conservados

en el Museo Arqueológico de Sevilla, dentro del Fondo Arqueológico Ricardo

Marsal, que como vamos a ver, proceden en buena medida del expolio de tumbas

protohistóricas, mayoritariamente de Época Túrdula Plena y Tardía, y que por

desgracia no pueden ofrecer toda la información científica que hubieran aportado

de haberse excavado con metodología arqueológica (Fig. 36 y 37).

Las primeras noticias académicas de estos restos las publicó en 2008

Fernando Quesada52 fechando las tumbas expoliadas en el s. IV a.n.e. En el

posterior monográfico (Aguilera et alii, 2014), Carmen Rísquez y Manuel Molinos

(2014, 151-152), identifican una única necrópolis del “Ibérico Pleno”, también en el

s. IV a.n.e., en la que reconocen ocho tumbas con armas que según ellos

responderían a personajes de diferentes sectores sociales. La descripción publicada

más completa nos la ofrece de nuevo en ese mismo volumen Fernando Quesada53.

Nosotros no sabemos con rotundidad si las necrópolis son espacialmente

una, dos o más, cuestión que la arqueología científica de campo podrá determinar

mucho mejor que las lógicas y discursos de la arqueología académica. Tampoco nos

aventuramos a fechar tan exactamente esa necrópolis en el s. IV, ya que no

contamos con datos fidedignos. Los que hay proceden de expolios y las fechas por

52 “Más al norte aún, y todavía sobre la línea de frontera política entre Jaén y Córdoba se han expoliado varias

sepulturas ibéricas en las cercanías del oppidum de Cerro Boyero, parte de las cuales se conservan en una colección part icular, y que

incluyen soliferrea, falcatas, espadas de antenas y puñales de antenas, todo ello consistente con una datación en el siglo IV a.C., al

igual que la cerámica (vasos de cuello acampanado corto, pateras, urnas, y las tumbas forradas con lajas de piedra en las que

aparecer se encontraban” (Quesada, 2008, 159, Fig. 7).

53 “Uno de los conjuntos de ajuares más importantes es el que corresponde a, al menos, tres tumbas de cista de una

necrópolis correspondiente, con toda probabilidad, al yacimiento de Cerro Boyero, en el límite entre las provincias de Córdoba y Jaén.

Una de ellas contenía al parecer, junto con tres vasos cerámicos, un soliferreum doblado y una espada de antenas de tipo III (Figura

5); la segunda, además de una urna tapada con un cuenco, una gran moharra de lanza ligeramente doblada, y una falcata de tipo B

sin doblar. La tercera, la más rica, dos urnas tapadas con platos de Barniz Rojo (uno de ellos lleno con 35 tabas y una fusayola),

otro vaso con una fíbula anular hispánica, y una falcata con una moharra de hierro. Una cuarta tumba de tipología no conocida

contenía, además de un vaso cilíndrico, un conjunto de falcata A, moharra y manilla de tipo II o III. Finalmente, una quinta

Sepultura contenía, junto con un vaso cilíndrico y otras piezas indeterminadas, un puñal de antenas con restos de damasquinado de

plata de tipo Quesada IIA1. El conjunto, muy importante por la escasez de tumbas con armas conocidas en esta región, puede

fecharse en el s. IV a.C.” (Quesada, 2014, 242).

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las armas no creemos que se puedan tener por tan absolutas. Creemos mucho más

lógicamente que las necrópolis de Cerro Boyero se desarrollarán a la par que el

yacimiento, y que, quizá con la salvedad de las fases prehistóricas en las que los ritos

funerarios se asocian a las cabañas dentro de los asentamientos o a necrópolis en el

entorno, las necrópolis existirán y funcionarán desde el Bronce Final hasta Época

Romana Republicana, manteniéndose en las mismas zonas extramuros al

asentamiento como uso continuado, o con movimientos espaciales producto de los

cambios culturales, y en ellas habrá tumbas de todo el periodo y no sólo del s. IV

a.n.e., como parecen concluir estos investigadores. Con respecto al tipo de tumbas

expoliadas, no tenemos más información que la del catálogo, por lo que no sabemos

en qué documentos basa Quesada (2008, 159; 2014, 242) su afirmación de que se

trataba de tumbas de cista54.

Dado lo inédito de estos materiales, ya que sólo se ha publicado una

valoración inicial (Aguilera et alii, 2014), nosotros hemos preferido hacer una

descripción somera en base a los catálogos que amablemente nos ha proporcionado

el Museo Arqueológico de Sevilla, para ordenar la información a través de los lotes

de la colección, teniendo presente la escasa y dudosa información que pueden

aportar restos expoliados por huáqueros, muy interesantes por su naturaleza, pero

descontextualizados, parciales y con toda probabilidad engañosos.

Para empezar algunos de los restos se fechan en Época Tartésica. Entre los

lotes de la Colección Marsal resulta muy interesante el B31-002 (Fig. 36),

compuesto de materiales heterogéneos que parecen proceder de necrópolis de

Cerro Boyero. Aparte de una fíbula, un anillo, un fragmento de soliferrvm y una

campana, que son posteriores, destacan unas arracadas o pendientes de oro, un

cinturón de placas y garfios de bronce y las asas de un caldero o brasero, todos ellos

de Época Orientalizante o Tartésica (ss. VII-VI a.n.e.), que pueden provenir de

alguna tumba saqueada. Quizá los materiales del lote respondan a dos tumbas, una

del Bronce Final y otra del Hierro Pleno revueltas por sus expoliadores, ya que es

54 Tumbas normalmente de forma cuadrada compuestas por un hoyo cuyas paredes se cubrían con lajas

de piedra formado una caja donde depositar los restos, se cerraban con lajas de piedra apoyadas sobre las

paredes y se cubrían con tierra encima.

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improbable que todos juntos estuvieran en la misma tumba. Otro lote, el nº B31-

003, es otro caldero o brasero tartésico de bronce (Fig. 36).

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Fig. 37. Lotes de tumbas ibéricas expoliadas de Cerro Boyero de la Colección Marsal. Fuente: Catálogo Domus. Fondo Arqueológico Ricardo Marsal Monzón. Consejería de Presidencia de la Junta de Andalucía y

Museo Arqueológico de Sevilla. Lotes: B32-001; B32-002; B32-003; B32-004; B32-005.

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Los broches de cinturón son elementos característicos de la cultura tartésica

con muchos ejemplos, como los hallados in sitv en varias tumbas de la necrópolis

orientalizante de Cerrillo Blanco de Porcuna (Torrecillas, 1987). Los calderos o

braseros con asas extendidas son igualmente un item de la cultura material tartésica

extendido por el Suroeste de la Península Ibérica (Ruiz, 2014, 121). Ambos lotes

parecen indicar la presencia de tumbas del Bronce Final en las necrópolis y son una

muestra más de la ocupación Orientalizante de Cerro Boyero.

Pasando a los restos “ibéricos”, como ya hemos dicho hay un importante

conjunto de armas en los ajuares de las tumbas expoliadas de Cerro Boyero. Las

armas responden a los tipos característicos de la protohistoria andaluza (Fig. 38),

pudiendo adscribirse en este yacimiento al espacio cultural de los Túrdulos, al que

pertenece el propio yacimiento. Estas armas en vida de sus dueños servirían para la

guerra y como elementos propios de las clases sociales o los individuos dedicados a

ella; en la muerte representaban la identidad y pertenencia social de los muertos

como guerreros o soldados, dentro de los rituales funerarios ibéricos (Almagro,

1993-1994; Quesada, 2001; 2010). Al ser un elemento muy valioso es normal que se

inutilizaran antes de depositarlas en las tumbas, bien rompiéndolas, destemplándolas

o doblándolas, con dos objetivos, uno práctico, que no fueran a robarlas, y otro

simbólico, que no sirvieran más que a su dueño. El tema de las armas en el mundo

ibérico ha generado muchos debates, pues a través de ellas se ha intentado hacer

reconstrucciones de la sociedad, normalmente asignando a los íberos en general una

estructura social aristocrática y “feudalizante”, que si bien puede observarse en parte

en su imaginario, es más compleja, al menos en el Guadalquivir, donde existen

grandes ciudades que difícilmente pueden ser gobernadas por un solo “aristócrata”,

emulando a un señor feudal altomedieval. En cuanto a las armas, igual aparecen en

tumbas de sociedades aristocráticas que en las de las sociedades urbanas regidas por

asambleas y magistraturas a través del mediterráneo protohistórico. En las tumbas

de Cerro Boyero, como en otros yacimientos, es recurrente la asociación entre las

dos armas ofensivas esenciales en la guerra protohistórica, la lanza y la espada, en

este caso, con abundancia del tipo definitorio de la espada ibérica, la falcata55 (Fig.

55 La falcata es la espada curva típica de la cultura ibérica, aunque parece que con derivaciones de

espadas orientales más antiguas como la machaira griega. Era un arma contundente, de bastante peso, de un solo

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38) (Quesada, 1990; 2010). También aparecen varios soliferra56 y algunas espadas y

puñales “de antenas”, evoluciones de las armas de la Edad del Bronce. Fernando

Quesada es el investigador que más esfuerzo ha dedicado a estos elementos de la

cultura protohistórica con decenas de trabajos, entre los que recomendamos, por su

carácter didáctico uno de los más recientes (Quesada, 2010).

filo curvo y punta, con acanaladuras centrales. El mango se solía desarrollar en la misma pieza, formando a

veces una guarda cerrada. En los mejores ejemplos se combinaban varios aceros en su fundición y forja, e

incluso magnetita en un proceso protector similar al pavonado. Las más ricas se decoraban con figuras en el

puño y guarda, y con filigranas e incrustaciones de oro y plata.

56 El soliferrvm es, como su nombre indica, un tipo de lanza hecha sola de hierro, con un largo astil de

fina barra, la punta y un regatón, de alrededor de dos metros. Es un arma protohistórica parece que usada como

jabalina que pudo ser suplida por el pilvm romano.

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Fig. 38. Hipótesis de evolución del armamento ibérico según Fernando Quesada. Fuente: (Quesada, 2010, 53).

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Al menos cinco de los lotes de Cerro Boyero en la Colección Marsal parecen

responder sin dudas al saqueo individualizado de tumbas de Época Túrdula Plena y

Tardía, que nosotros creemos que, como poco, pueden fecharse entre los ss. V-III

a.n.e. Nuestra propuesta cronológica, más laxa que la de los investigadores citados,

se basa en que estas armas y cerámicas son evidentemente distintas de las del

Bronce Final y en que a partir del s. III, con la conquista romana la presencia de

armamento en las ciudades ibéricas va a disminuir mucho, perdiéndose poco a poco

los tipos clásicos de las armas de la cultura ibérica. El ejército romano, pese a las

sublevaciones del s. II, acabará por sustituir la forma previa de hacer la guerra en

estas tierras. Entre ambos “cambios culturales” armamentísticos, y sin poder hacer

mayores precisiones sin riesgo de errar, debemos situar esas tumbas,

El lote B32-001 (Fig. 37) responde claramente a un ajuar funerario con una

urna bicónica con borde exvasado y cuello estrangulado de cerámica ibérica con la

pintura perdida. Un gran soliferrvm doblado. Una punta de lanza y una espada de

antenas atrofiadas, intactas.

El B32-002 (Fig. 37) es otro ajuar funerario con urna bicónica con borde

vuelto de cerámica ibérica bruñida con la pintura muy perdida. Tiene también un

cuenco con borde apuntado y fondo con pie de anillo de cerámica ibérica común

que serviría de tapadera de la urna. Aparecen además un soliferrvm doblado, una gran

punta de lanza algo doblada en la punta y una falcata intacta.

El B-32-003 (Fig. 37) conserva dos platos de cerámica ibérica de barniz rojo

cubriente del tipo “Emeterio Cuadrado” de color rojo vinoso, con borde exvasado,

carena baja y ligero umbo57, que serían las tapaderas de las urnas. No se conservan

las urnas, no sabemos por qué. En el resto del ajuar hay una falcata y una punta de

lanza en buen estado, una fíbula anular, una fusayola58 cónica de barro cocido y un

57 Fondo rehundido similar a un umbo u ombligo.

58 La fusayola era un tipo contrapeso del huso para fabricar manualmente hilo a partir de lana de oveja,

utilizado que conozcamos desde la Prehistoria hasta Época Romana.

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conjunto de 38 astrágalos o “tabas”, probablemente de cordero, que parece que se

usaron tanto en Época Ibérica como Romana como fichas de juego59.

El B32-004 (Fig. 37) es otro ajuar funerario expoliado compuesto por una

urna de borde exvasado y cuerpo panzudo rota en su expolio, y con un puñal de

antenas. Rísquez y Molinos (2014, 151-152), siguiendo una hipótesis de Fernando

Quesada, relacionan el puñal de antenas con un uso social y ceremonial de prestigio

de élite en banquetes y actos públicos de sus dueños, más que como arma de guerra,

cuestión que no sabemos a qué conocimiento corresponde.

El B32-005 (Fig. 37) es también un ajuar funerario con una urna de borde

exvasado, cuerpo cilíndrico tipo kalathos y cuello estrangulado de cerámica ibérica

pintada con la pintura muy perdida. Como armas tiene una falcata intacta, una punta

de lanza y una manilla o asa de escudo redondo o caetra, que es el elemento

defensivo que acompañaba a los otros dos, lanza y espada como equipamiento

básico de la guerra protohistórica.

Otros lotes (Fig. 36) parecen proceder también de expolios de tumbas, pero

en estos casos sólo son los elementos metálicos, por lo que o bien se expolió la

tumba completa y luego sus elementos se dispersaron, o bien, con destrucciones o

expolios previos, los detectores sacaron estos elementos aislándolos de su contexto

originario. El lote B31-004 tiene dos falcatas y una espada de antenas atrofiadas

dobladas y un puñal de antenas doblado (Rísquez y Molinos, 2014, 155, Fig. 8). El

B31-007 una falcata y punta de lanza dobladas. El B31-008 una falcata y una punta

de lanza y finalmente el lote B31-005 un broche de cinturón ibérico con tres garras,

evolución de los broches de cinturón tartésicos.

Los restos de la colección Marsal evidencian algunos momentos concretos

de las necrópolis de Cerro Boyero, pero aparte de explicar y localizar esas necrópolis

y sus destrucciones, hay también que buscar las necrópolis prehistóricas y las

59 Aunque median dos mil años y no se puede hacer una relación directa entre estos elementos, su uso

como juguete infantil junto a las “mulicas” (vértebras) y “mulicos” (astrágalos) de los équidos se practicó en los

pueblos de la Campiña hasta hace menos de medio siglo.

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romanas republicanas. Y al mismo tiempo ver si elementos concretos como los

broches de cinturón visigodos, o las losas de posibles tumbas que citaba Bernier

(Bernier et alii, 1981, 83) responden a necrópolis tardoantiguas o altomedievales.

V. El entorno inmediato: Los “recintos fortificados” como

sistema de articulación territorial en Época Romana.

Mediante el concepto de “Recintos Fortificados” se agrupan fenómenos de

fortificaciones dispersas por el territorio, que de manera global sólo se definen por

presentar murallas, bastiones y torres, las más veces de grandes aparejos de piedra.

La importancia del fenómeno es que muchos investigadores lo han abordado en sus

trabajos territoriales por tratarse de un hito o referencia ineludible en el paisaje

humanizado, pero, creemos que en parte por su carácter rural, hay pocos de ellos

excavados con sondeos estratigráficos y prácticamente ninguno excavado

completamente en toda su extensión, por lo menos en las áreas del Valle del

Guadalquivir. Territorialmente estas fortificaciones se ubican en toda la Campiña

del Alto y Medio Guadalquivir y en algunas zonas de Sierra Morena y de las Sierras

Subbéticas. A nivel peninsular se han estudiado territorios con presencia de

fortificaciones similares en las Altiplanicies de Granada, el Alto Aragón y en

Extremadura. Nosotros pensamos que los vaivenes de sus interpretaciones, a nivel

cronológico y funcional, son el triste resultado de elaborar teorías complejas y

globales con un débil, localizado e insuficiente cuerpo de datos, un mal por

desgracia bastante recurrente en la ciencia arqueológica.

Hacer un breve y conciso recorrido por su historiografía no es difícil, si bien

entrar con profundidad en este tema que tiene centenares de publicaciones, creemos

no corresponde al objeto de este trabajo, por lo que vamos a tratarlo sintéticamente

para intentar explicarlo en sus rasgos generales.

A nivel popular y agrario los “recintos fortificados” eran elementos de sobra

conocidos desde siempre, por su posición, visibilidad y materiales constructivos,

identificados en la mentalidad popular generalmente con torres o atalayas

medievales, como se observa en su toponimia (Castillejo, Torrejón, Atalaya...).

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Muchas de estas fortificaciones antiguas se reutilizaron hasta la Baja Edad Media. Su

permanencia hasta el presente se puede explicar por su ubicación normalmente en

cimas topográficas de cerros que fueron montes hasta finales de la Edad Moderna e

incluso Contemporánea, no afectados por los cultivos. Y en las zonas bajas de la

Campiña, aunque algunos se perderían para favorecer el cultivo o aprovechar la

piedra, muchos se mantuvieron, porque no estorbaban a los cultivos y era excesivo

el trabajo de desmontarlos en comparación con el escaso beneficio de hacerlo.

Entre las fuentes eruditas de la Edad Moderna y locales o regionales de la

Contemporánea hay alguna mención a estas construcciones pero se suele citar como

primeras referencias las publicadas en las Antigüedades Prehistóricas de Andalucía, de

Manuel de Góngora, relacionándolos con las construcciones megalíticas y con las

murallas micénicas (Góngora, 1868, 90-94). Posteriormente hay referencias de

algunos autores que tratan algunas fortificaciones concretas como, entre otros,

Piedras de Gilica (Baena) por Raymond Thouvenot en su Essai sur la Province

Romaine de Bétique (1940, 385) que indica que son romanas, pendientes de su

confirmación mediante excavación.

Atraídos por la entidad de estos fenómenos Juan Bernier y Javier Fortea

plantearon una sistematización, a partir la excavación de dos de los más llamativos

por su buen estado conservación: el Higuerón de Nueva Carteya y El Castillarejo de

Luque, junto a la recogida de datos desiguales de varias decenas de ellos en su

trabajo Recintos y fortificaciones Ibéricos en la Bética (Fortea y Bernier, 1970), completados

con otras prospecciones posteriores (Bernier et alii, 1981). En la valoración de los

resultados de la excavación del Higuerón reconocieron la complejidad de la planta,

con una torre central y recintos externos con torres y bastiones, con las que

propusieron dos fases en base a la tipología constructiva de la fortificación, una para

el recinto de aparejo ciclópeo irregular elevado en talud, fechado en el Ibérico Pleno

(s. IV con algunos elementos del V a.C.) y otra para la torre de aparejo regular que

sería de Época Romana. Una hipótesis evolucionista siguiendo modelos

mediterráneos60, desde lo más rudo a lo más depurado. La puesta en crisis posterior

60 Especialmente en la distinción de aparejos megalíticos y poligonales como los de algunas murallas

etruscas, frente al opvs qvadratvm romano.

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del conocimiento de la cerámica en la década de los 60-70 y la mejora de las técnicas

de excavación hicieron que se pusiera en cuestión esta hipótesis y las conclusiones

de estos autores sobre el fenómeno de los “recintos ibéricos”. La explicación de lo

que se ha agrupado bajo esta denominación de “Recintos Fortificados” parece que

no es tan simple de dilucidar, ni tan fácil, pues no hay una opinión sólida y

respetada pasados casi 50 años de investigación y cada uno anda “llevando el agua a

su molino”.

Fig. 39. Recinto Fortificado de La Saladilla (Valenzuela) a principios de los años 80. Fuente: (Serrano y Morena, 1984, 223, Fig 45, Lám. XXXVIII y XXXIX).

Así, a partir de esta identificación y carteo de “Recintos Fortificados” se

empezaron a desarrollar teorías e hipótesis desde la comunidad académica, llevando

las cronologías y las funciones de estas fortificaciones a distintos periodos y

culturas, desde la Época Tartésica, pasando por la adscripción púnica ligada a un

concepto de las fuentes antiguas, las Turres Hannibalis61, o situándolas en cada uno de

61 Plinio, Natvralis Historia, 2, 181; 35, 169.

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los periodos de conflicto desde la IIª Guerra Púnica hasta las Guerras Cántabras,

usando las diferentes alusiones a las fuentes y elaborando teorías muy definidas sin

bases documentales ya que apenas se habían excavado estos “recintos”. Andando el

tiempo como vamos a ver se han configurado dos grandes posiciones, de un lado la

“iberista” que defiende a capa y espada la naturaleza indígena de estas

fortificaciones, aunque cada vez asumiendo cronologías más bajas, y de otro lado la

“romanista”, que si bien no tiene tanta extensión académica, ha defendido su

postura en base a los recintos de Porcuna, Extremadura y Aragón, que, excavados,

se fechan sin duda en Época Romana.

Unos años después de los trabajos de Fortea y Bernier, Arturo Ruiz hacía su

tesis doctoral sobre los íberos en la Campiña de Jaén y en la misma identificaba

mediante prospección varias decenas de estas fortificaciones. Sin ninguna

excavación y con los relativos conocimientos de cerámica que había en ese

momento, los adscribe todos a Época Ibérica Plena (ss. V-IV a.n.e.), siguiendo la

senda de Fortea y Bernier, como uno de los elementos centrales de la ordenación

del territorio ibérico (Ruiz Rodríguez, 1978), basado según este investigador en los

Oppida, las Torres y las Cortijadas (Ruiz Rodríguez, 1978, 262-263), y

posteriormente, los Santuarios (Ruiz Rodríguez, 1978, 269), que definirían tanto el

territorio como la singularidad cultural del “Periodo Ibérico”.

Para estos autores los recintos forman una línea de separación entre las dos

Campiñas de Jaén (Alta y Baja) asociados a los oppida, y estarían relacionados unos

con otros. Su datación la ubican entre los siglo V y IV a.n.e., sostienen la tesis de

construcción indigenista y explican la existencia de un Estado consolidado y de un

aparato burocrático que es capaz de poner en funcionamiento un sistema complejo

de ordenación del territorio (Ruiz Rodríguez, 1978, 269).

Entre 1980 y 1982 un grupo dirigido por este profesor investiga el Cerro de

la Coronilla de Cazalilla. Lo identificaron en principio como uno de los “recintos

fortificados”, pero tras su intervención indican “[...] investigábamos en un pequeño centro

fortificado de época muy antigua dentro del horizonte ibérico -Ibérico Antiguo entre finales del siglo

VII y fin. del siglo VI a. n. e.- y que distaba mucho de las clásicas “Turris” de la zona” (Ruiz

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Rodríguez et alii 1983, 253-254) proponiendo una evolución del fenómeno desde

Época Tartésica a Ibérica.

A partir de 1987, en Porcuna, se sondearon y documentaron varios recintos

fortificados, especialmente Abejúcar y Cantarero (Arteaga, 1999, 126-130; Arteaga et

alii, 1990, 239-241; 1991, 267), dentro de una de las campañas veraniegas del

“Proyecto Porcuna”, dirigido por Oswaldo Arteaga. En estos sondeos se comprobó

la cronología fundacional y de uso romana republicana y alto-imperial (ss. I a.n.e.- I

d.n.e.) de estas fortificaciones en Porcuna, que se abandonarían a finales del s. I

d.n.e., coincidiendo con una crisis urbanística en la ciudad y con la proliferación de

las villae rvsticae como modelo renovado de explotación territorial (Arteaga, Ramos y

Roos, 1992b, 315-316). Para Oswaldo Arteaga debieron servir como unidades de

control de los procesos productivos del territorio de la ciudad de Obvlco por parte de

sus élites municipales, en una suerte de sistema de policía territorial para controlar a

los trabajadores libres o esclavos desde la coerción ejercida por los habitantes

armados de estas fortificaciones62.

Una de las contradicciones que se puso de manifiesto en las excavaciones de

los años 80 en Porcuna, ahora aceptada mayoritariamente, es que la cerámica ibérica

pintada, no sólo no desaparecía con la romanización a partir del s. III a.n.e, sino que

continuó coexistiendo con las cerámicas romanas durante la República, e incluso en

el Alto Imperio, durante el s. I d.n.e., por lo que la adscripción directa y simple de

los yacimientos a las Épocas Ibéricas por la presencia de cerámicas pintadas no era

correcta, y que, al contrario, muchos de los yacimientos con estas cerámicas eran

únicamente romanos con cultura material de tradición indígena (Arteaga, 1987,

286), cuestión que finalmente fue asumiendo con más o menos reticencias el resto

de la comunidad científica (Escacena, 2000, 34-36).

62 Los resultados de estos trabajos, por su relevancia al contradecir gran parte de lo que se estaba

defendiendo hasta el momento, los envió el equipo de Oswaldo Arteaga a la imprenta del Anuario Arqueológico de

Andalucía 1987, como una de las memorias del Proyecto Porcuna. En el volumen publicado este estudio no

apareció porque al parecer se perdió en el proceso de edición. Al año siguiente el entonces Colegio Universitario

de Jaén realizó intervenciones de investigación sobre los recintos de la Campiña.

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Las excavaciones de Porcuna pusieron en cuestión los modelos “ibéricos”

de explicación de los recintos fortificados, que no obstante tardaron varios años en

ir rebajando las fechas que proponían hasta acabar reconociendo la posibilidad de

que fueran romanos. En una ponencia del simposio de Manresa sobre

Fortificaciones Ibéricas, los investigadores del Colegio Universitario de Jaén (Ruiz,

Molinos y Choclán, 1991) empezaron a rebajar sus cronologías sobre este

fenómeno, admitiendo su inexistencia en los ss. V-IV y la posibilidad de situarlo en

las Guerras Púnicas, pero siempre dentro de una óptica indigenista. No obstante en

el modelo territorial ibérico de Jaén (Ruiz y Molinos, 1993), los “recintos

fortificados”, junto a los santuarios rurales seguirían sirviendo como sistemas de

control político de un territorio de pequeños poblados, “oppida” en conflicto en

todo el periodo ibérico. A esta teoría y cronología “ibéricas” se sumarían la mayoría

de los investigadores.

En Córdoba, en principio se siguió la misma teoría “ibérica”, defendiendo

que los recintos formaban un círculo defensivo alrededor de la ciudad ibérica de

Torreparedones (Murillo et alii, 1989). Años después, Desiderio Vaquerizo en su

síntesis sobre la Cultura Ibérica hace una valoración más compleja y posibilista en

base a los diversos estudios de los años 90 diciendo que no se pueden entender en

una única cronología y función (Vaquerizo, 1999, 31-32; 49-54), aunque sigue

citando la posibilidad de que rodeen Torreparedones formando una frontera con

Porcuna, Boyero y Ategva (Vaquerizo, 1999, 48, Nota 20).

También en 1999 José Ramón Carrillo Díaz-Pinés publicó un importante

artículo de síntesis de todo lo que se había dicho hasta el momento sobre estas

fortificaciones, dando por válidas o posibles muchas de las hipótesis publicadas y

añadiendo las suyas propias de que en Época Altoimperial existieran una suerte de

villas con recinto, para explicar la sustitución in loco de ambos sistemas (Carrillo,

1999).

En 2002, la Casa de Velázquez organizó un simposio monográfico sobre

este tema en Madrid, que se publicaría dos años después en el que se enfrentaron las

posiciones “iberista” y “romanista”, en el que nuevamente se rebajaron las fechas,

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asumiéndose una cronología general romana republicana como más antigua (Moret

y Chapa, 2004). No obstante el equipo de la Universidad de Jaén siguió defendiendo

en este congreso una herencia ibérica para los recintos republicanos, que siguen

utilizando para la organización territorial ibérica (Ruiz y Molinos, 2007, 46-52).

Muy recientemente la Universidad Autónoma de Madrid, en colaboración

con el Ayuntamiento de Cabra (Córdoba) ha excavado en dos campañas el recinto

fortificado del Cerro de la Merced. Aunque las investigaciones no están terminadas,

sus excavadores, en la línea “iberista”, afirman que se fecha entre finales del s. II

a.n.e. y mediados del I. a.n.e. y que sería un “centro de poder” de un aristócrata

ibérico ya bajo dominio romano, e incluso con intención de remembranza de un

pasado glorioso (Quesada y Camacho, 2014).

Por desgracia, aún no conocemos un recinto excavado con técnicas actuales

que se adscriba mediante sus secuencias y sus materiales a Época Ibérica Plena. No

negamos que pueda existir, pero habrá que excavar más fortines, pues en medio

siglo de intervenciones no aparecen, salvo el dudoso del Higuerón, ¿Rara avis?. A

pesar de ello hay un esfuerzo por demostrar y argumentar el “iberismo” de los

recintos, que no llegamos a terminar de comprender, más allá de las escolásticas

académicas.

Obviamente la sucesión espacial de yacimientos de distinta clase, incluso tras

largos abandonos, hace que existan recintos fortificados romanos dispuestos sobre

asentamientos anteriores, fortificaciones más antiguas o evolución de yacimientos

antiguos durante Época Romana63, lo cual hace más compleja y más rica la

explicación de este fenómeno.

Al igual que conocemos que muchas de estas torres y recintos tienen

asentamientos, fortificaciones, atalayas, etc. tardo-antiguas y medievales

63 Por poner un ejemplo elocuente, en la cima del poblado prehistórico de Peñalosa (Baños de la Encina, Jaén), abandonado a finales de la Edad del Bronce, casi mil años después, en Época Romana se construyó uno de estos recintos fortificados, aprovechando el vértice natural del cerro del antiguo poblado prehistórico. No creemos que en base a esta superposición de yacimientos nadie quiera defender que los recintos fortificados son de la Edad del Bronce.

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sobrepuestas. Pero estas cuestiones sólo las resuelve la excavación con seriaciones y

contrastaciones estratigráficas rigurosas. Hacer modelos explicativos extensos y

globales sin sondeos de apoyo tiene los riesgos de dar palos de ciego o acabar

haciendo las explicaciones que a cada cual le interesa.

Vista la problemática historiográfica y cronológica, el debate de la

funcionalidad se antoja bastante más complejo, ya que va en relación directa a la

cronología en cuanto que los intereses y sistemas de explotación del territorio en

Época Protohistórica y Romana son bastante diferentes. Situarlos como forma de

control del territorio en el Hierro Pleno, parece ya descabellado, e incluso hacerlo

en Época Ibérica Tardía (ss. III-II a.n.e.) como sistemas de control del territorio

desde los oppida o incluso de fronteras entre ellos. Nosotros creemos,

evidentemente anteponiendo la necesidad de muchas más excavaciones, que es

mucho más probable que respondan a un sistema de control del territorio

netamente romano, o al menos así se colige de los que directamente nosotros

hemos estudiado.

Este sistema pudo estar ordenado desde las ciudades romanizadas del s. I

a.n.e., luego amplificado con la reorganización municipal y colonial augustea, y que

acaba siendo sustituido por el modelo de las villae a partir de finales del s. I d.n.e,

como parece derivarse de su disposición en el área de la Campiña, en la que

evidentemente se disponen entre el territorio de las ciudades romanas.

Aunque también existe la posibilidad de que el sistema se ordenara desde el

propio Estado Romano, a través de sus instancias provinciales y con una más que

probable participación de las legiones, presentes con grandes contingentes en la

Hispania Vlterior al menos hasta el final de las guerras cántabras y astures. A esta

hipótesis pueden responder las fortificaciones en las grandes áreas mineras que

controlan caminos de expedición de los productos y fortifican algunas explotaciones

de las comarcas mineras de Sierra Morena Central y Oriental, La Serena de Badajoz,

el granadino Marquesado del Cenete, etc.

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En cualquier caso, tras tantos años, seguimos en una desgraciada ignorancia

que sólo se puede superar con excavaciones y estudios serios, más que con

reiterativas retóricas académicas.

En lo que todo esto importa a Valenzuela, que es su relación con el

fenómeno de los recintos fortificados, hay que decir que salvo por las limitaciones

del actual término municipal, en el que sólo se conoce el recinto de La Saladilla -a

3,65 km. en línea recta de Cerro Boyero- (Fig. 39 y 40), tenemos que decir que está

inmersa territorialmente dentro del fenómeno, dado que en los términos

municipales circundantes de Baena, Santiago de Calatrava, Cañete y Porcuna existen

recintos fortificados que pudieron responder a la ordenación del territorio de Cerro

Boyero, como Las Almayas y Calonge, Arroyuelos, La Cabaña, Piedras de Cuca,

Cantarero, Abejúcar..., aunque Morena afirmaba que había pocos recintos

fortificados, o no había, en torno a Ategva y a Cerro Boyero (Morena, 1994, 164,

Nota 23).

Como hemos dicho, en el término de Valenzuela sólo se ha localizado el

recinto fortificado de La Saladilla64 (Fig. 39 y 40), publicado en las prospecciones de

Juan Serrano y Juan Antonio Morena (Serrano y Morena, 1984, 143-144, Lám.

XXXVIII-XXXIX, Fig. 45), cuya descripción copiamos por ser poco conocida en

Valenzuela65. El yacimiento estaba ubicado en un pequeño cerrete cercano al cortijo

64 La literatura científica lo viene denominando como “Las Saladillas”, no obstante en las cartografías

antiguas locales aparece en singular, por lo que hemos preferido llamar al yacimiento “La Saladilla”.

65 “164. LAS SALADILLAS. Recinto fortificado

Término de Valenzuela. Hoja 17-38 (945) del mapa 1/50.000. Coordenadas U. T.M.: x = 389.900, y = 4.180.500, z =300. El yacimiento queda emplazado a unos 3 km. al SW. de Valenzuela en línea recta junto al camino que conduce a Cañete de las Torres. 750 m. al SW. está el arroyo de Carrasco y 300 m. al NW. una cantera de yeso abandonada. Zona limítrofe entre el Mioceno y el Triásico. Se trata de un gran recinto fortificado que se levanta sobre un pequeño cerro de escasa altitud. A pesar de esto, ocupa una posición estratégica y parece defender el mencionado camino de Cañete. Puede calificarse de ciclópeo pues sus bloques son enormes -0'70x1'70x2'40 m.- Presenta una estructura ligeramente rectangular con unas dimensiones de 18'5 m. en la muralla S. por 15 ni W. En general, el recinto está bien conservado a excepción de las murallas E. y W. que están algo deterioradas. Los p aramentos N. y S. forman los lados mayores de este rectángulo y tienen una altura media de 1 m. Los bloques están poco labrados y son de formas irregulares.

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de La Saladilla junto al camino de Cañete de las Torres, a unos tres kilómetros de

Valenzuela. Se trataba de una gran estructura rectangular de unos dieciocho por

quince metros, con al menos dos hiladas de grandes piedras ciclópeas de más de un

metro de lado. Su sentido defensivo puede relacionarse con el territorio circundante,

con la defensa del camino, o con la explotación de algún recurso concreto, lo que

hace pensar en esta zona en la posible explotación de canteras de yeso, que se han

explotado al menos en Época Moderna alrededor del sitio. Nosotros tratamos de

localizar el recinto siguiendo las coordenadas y el plano de Serrano y Morena, pero

sólo encontramos restos removidos de piedras, echadas en un gran hoyo de una

antigua cantera de yeso (Fig. 40). Luego nos dijeron que el recinto había sido

destruido al menos en sus muros visibles a comienzos de la década de 2000 al

parecer por parte de los propietarios de las tierras cercanas, con palas excavadoras,

en el proceso de plantar aquellas tierras de olivos. No sabemos si quedarán partes

enterradas que sirvan en el futuro para estudiar el sitio.

Las cerámicas halladas son escasas: de la Edad del Bronce, ibéricas sin decoración con pasta muy descuidada, ibéricas con decora[143-144]ción de bandas y círculos concéntricos y de pasta gris y algunos fragmentos de tégulas. Por toda la superficie del cerro abundan los trozos de sílex y nódulos de muy diversas clases. Se han encontrado algunas láminas sílex y fragmentos de sílex con retoque. Destaca un bifaz de cuarzo con el talón reservado posiblemente del Paleolítico Inferior. La visibilidad del recinto es muy amplia: pueden verse los recintos de La Cabaña, Arroyuelos (I), el poblado prehistórico e ibérico de El Jardón y la ciudad y santuario de Torreparedones. Al S. y muy próximos se hallan los yacimientos de Amarguitos y Piedras del Hospital” (Serrano y Morena, 1984, 143-144, Lám. XXXVIII-XXXIX, Fig. 45).

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Fig. 40. Localización área en 1974 y 2010 y posibles restos del Recinto Fortificado de La Saladilla en 2007. Fuente: Instituto de Cartografía de Andalucía. Fotografías Aéreas de 1974 y 2010.

Fototeca de ARQVIPO, sign. FD-2007-10-28-055 y FD-2007-10-28-049

Inmediatos a Valenzuela se hallan los recintos porcuneros de Cantarero y

Abejúcar, situados a 3,75 y 5,72 km. en línea recta de Cerro Boyero

respectivamente, y que tuvieron que ejercer el control de la tierra entre Porcuna y

Boyero.

El recinto de Cantarero ubicado en el vértice del extenso cerro de este

nombre, es un recinto rectangular de aproximadamente 14,30 x 13,50 m. con

dependencias interiores y otros muros en el exterior que pueden pertenecer a más

fortificaciones. Fue documentado exhaustivamente y sondeado por el Proyecto

“Porcuna” de Arqueología en la Campaña de 1991, determinando en el interior los

cimientos de su muralla.

El conjunto de Abejúcar, un gran castillo, tiene una torre cuadrangular en el

vértice del cerro, un anillo de murallas que rodea la cumbre entorno a la torre, y

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otros lienzos en las laderas medias del cerro que parecen conformar al menos dos

anillos de murallas y torres que rodean un amplio espacio de asentamiento. El

Proyecto Porcuna sondeó en 1991 la torre y el espacio existente entre la torre y el

primer anillo. En dicho espacio se documentó un pasillo en torno a la torre y un

cuerpo de edificio con dos crujías contra la muralla del primer recinto. Tiene

ocupación medieval hispanomusulmana contrastada, de donde puede venir

castellanizado el topónimo.

Desconocemos en base a qué datos el asentamiento fortificado romano de

Abejúcar aparece sistemáticamente incorporado como oppidvm ibérico en los

modelos territoriales interpretativos para Época Ibérica Plena de la Campiña de Jaén

desarrollados por A. Ruiz y M. Molinos (Molinos et alii, 1994, fig. 68; Ruiz et alii

1987; Ruiz y Molinos, 1992; Ruiz y Molinos, 1993; Ruiz y Molinos, 2007, 123), dado

que si está Abejúcar, tenían que estar otros similares cercanos que no lo están y

máxime cuando ya O. Arteaga en el Proyecto “Porcuna” había documentado y

sondeado el yacimiento otorgándole una cronología romana, sin rastros en lo

excavado de “lo ibérico” más allá de esa cultura material de tradición indígena.

En junio de 2013 con movimientos mecánicos de tierras en la finca de olivar

se hicieron brutales destrozos en los restos de Abejúcar, con pérdidas de murallas,

torres y diversos muros y centenares de metros cúbicos de registro arqueológico.

Hoy a principios de 2015 estos daños están siendo investigados en un proceso

judicial.

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VI. Los yacimientos romanos de Valenzuela.

En Época Romana Alto imperial, a pesar del abandono de Cerro Boyero, las

tierras del actual Término Municipal de Valenzuela siguen explotándose con un

denso sistema de asentamientos productivos de pequeño y mediano tamaño, lo que

sabemos gracias a los datos aportados por las prospecciones de los años 70 y 80,

sistematizados en los catálogos de yacimientos de la Consejería de Cultura de la

Junta de Andalucía.

Estos yacimientos alto-imperiales configuran una red de explotación, sobre

todo agropecuaria del territorio, aunque también pueden explotar otros recursos

concretos, que en el caso de Valenzuela, son especialmente el yeso y la sal. Con

todos los datos que hemos podido recuperar hemos hecho un plano (Fig. 9) en el

que se pueden apreciar estos yacimientos. El plano es sólo una síntesis, ya que

suponemos que se habrán escapado muchos yacimientos, y también tiene dificultad

de interpretación histórica ya que sólo recoge el actual término municipal, por lo

que no aparecen otros yacimientos, que en términos de Santiago, Baena... debieron

responder a la ordenación de Valenzuela en la Antigüedad.

En cualquier caso a nivel general se pueden observar varias cuestiones, la

primera es que tanto los recintos fortificados, como las aldeas (Vicvs/Pagvs) se

ubican a relativa distancia de los centros urbanos y que servirían como unidad

subsidiaria de organización y control del territorio dependientes de las ciudades. En

segundo lugar se encuentran las Villae Rvsticae, que se dedicarían a la explotación

agraria de propiedades concretas, y que en el caso de Valenzuela pueden responder

tanto a un sistema radial en torno a Cerro Boyero, como a una nueva ordenación

tras el abandono de este gran asentamiento, que incluso, si está relacionado con

dedvctiones en la reorganización augustea del Mvnicipivm Obvlco y las Coloniae Tvcci e

Itvci, podría responder a una Centvriatio66 del Ager Pvblicvs67 expropiado mediante la

66 División en lotes regulares por Centurias, en los que cada lote correspondía a unas doscientas

yugadas (54 Ha.).

67 Tierra Pública propiedad del Estado Romano.

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Dedvctio68. Las explotaciones concretas, como la sal o el yeso en nuestro caso

responderían geográficamente sólo a la localización de los recursos y su relación con

las vías de comunicación.

Las investigaciones sobre las vías y caminos han tenido un gran interés

dentro del estudio de la antigüedad quizá derivado del concepto de la via pvblica en el

mundo romano y la existencia de itinerarios, miliarios y otros documentos, o del

carácter militar y el desarrollo de las campañas a través de las redes de caminos, y

finalmente con el desarrollo de estudios territoriales. Varias vías principales

cruzaron la Campiña en la Antigüedad, destacando los dos ramales de la Via

Avgvsta, anteriormente Via Heraclea, entre Cordvba, Obvlco y Castvlo, siguiendo el valle

del Guadalquivir, un ramal junto al río y el otro por medio de la Campiña; otra vía

transversal, buscando la costa malagueña sería la llamada Via Obvlco-Anticaria; y

también una Via Iberica, que en parte con el mismo recorrido de la anterior,

conectaría Obvlco con la Subbética, para continuar por la Campiña sevillana hacia

Hispalis (Corzo y Toscano, 1992; Melchor, 1995; 1999). La Vía Obvlco-Anticaria y la

Via Ibérica, en este lugar en el mismo trazado, pasaba a varios cientos de metros de

las murallas de Cerro Boyero vigilada por la ciudad y constituía su principal eje de

comunicaciones, como ya hemos comentado.

Aparte del recinto fortificado de La Saladilla del que ya hemos hablado,

existen algunos asentamientos del rango de aldeas que se sitúan normalmente a

medio camino entre las ciudades y que ordenan el territorio agrícola. Este tipo de

yacimientos en Época Romana recibe el nombre de Vicvs/Vicii, que se usa tanto

para los barrios de las ciudades como para el conjunto cuasi urbano de estas aldeas y

de Pagvs/Pagii, que igualmente refiere a la aldea y al territorio geográfico definido,

normalmente un valle, en el que se ubica. El único yacimiento de este tipo que

conocemos en el Término Municipal de Valenzuela es el del “Cortijo Nuevo”,

situado estratégicamente en el extremo Suroeste del término actual, sobre un cerro,

dominando el cruce de dos importantes caminos, la Vía Obvlco-Malaca y el camino

68 Sistema de colonización romano, mediante el cual se expropiaban tierras de comunidades

preexistentes, convirtiéndolas en Ager Pvblicvs, que el Dedvctor, o fundador, repartía en lotes entre los colonos

establecidos en la nueva Colonia.

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medieval de Córdoba a Granada, que seguramente tendría un antecedente “Cordvba-

Iliberri” en Época Romana.

Las Villae Rvsticae son en su mayoría explotaciones agrarias que fácilmente se

pueden asimilar a las posteriores alquerías musulmanas y a los conocidos cortijos

castellanos en sus funciones agrarias y ganaderas, en estas tierras campiñeras

especialmente en relación con el cultivo de cereales y leguminosas. El concepto de

Fvndvs, que se seguirá usando en la Edad Media, refiere a la propiedad en la que cada

villa era centro de actividad. Algunas de estas villas, no obstante fueron residencia

temporal de grandes propietarios romanos que tendrían su residencia habitual en las

ciudades, durante el Alto Imperio, y que en el Bajo Imperio, acaban por ser

residencias palaciegas de estos dominii que abandonan prácticamente las ciudades.

En estas villas palaciegas los espacios dedicados a la producción, Pars Rvstica, se

complementan con una zona residencial Pars Vrbana, con lujosas y cómodas

estancias decoradas con mármoles, mosaicos, esculturas....

En el caso de Valenzuela el reconocimiento de estas villas se basa en las

prospecciones, en las que se hallaron superficialmente restos de cerámicas romanas

y tegvlae69, por lo que no va más allá de localizaciones en los mapas (Fig. 9). Hay una

decena de sitios que parecen responder a este tipo de yacimientos, como El Villar,

La Añora, El Cortijo del Cahíz, El Cerro de Fuente María, La Pedriza de Pichirichi,

El Cerrajón, Blas, Las Puertas y Los Chozos. Otras posibles villae, que además

presentan restos de estructuras de mortero de cal, posiblemente de carácter

hidráulico, son El Cortijo del Chiquirriqui y El Pozo del Pildorón.

Uno de estos yacimientos, La Silera, cuyo nombre claramente asocia a un

uso, parece que medieval o moderno de almacenamiento de grano, se ha excavado

parcialmente, y no por cuestiones de investigación, sino dentro de las medidas

correctoras de los daños de la inconclusa Variante de Valenzuela, carretera A-305,

entre 2004-2009, con el concurso de varios arqueólogos contratados por el

consorcio de empresas que ejecutaban esta infraestructura. Este yacimiento

69 Grandes tejas planas características de la construcción romana desde finales de la República.

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concreto de La Silera se excavó en 2009, hallándose entre otros restos, los de varias

estancias de una villa de Época Romana Republicana, y los de un gran pozo con

escalera interna, que fechan en Época Ibérica. Los datos sobre estas excavaciones

son aún preliminares ya que a lo que nosotros sabemos no se han publicado, aunque

sí que se dieron a conocer en prensa y en una conferencia a cargo del arqueólogo de

la Delegación de Cultura de Córdoba, Alejandro Ibáñez Castro, celebrada en

Valenzuela el 24 de marzo de 2012.

Evidentemente el conocimiento del territorio antiguo de Valenzuela es más

precario aún que el del yacimiento de Cerro Boyero, al igual que en muchos de los

territorios cercanos. Sólo nos queda esperar que futuros programas de investigación,

prospecciones y excavaciones puedan ofrecer información de todos estos

yacimientos antes de que acaben destruidos y durmiendo el sueño de los Justos.

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VII. Conclusiones e hipótesis históricas

Como colofón a la conferencia y a este trabajo y visto que hay muchas más

incógnitas que soluciones, propusimos algunas hipótesis en proceso de

contrastación que creemos necesarias de cara a trabajar y estudiar la Protohistoria y

la Historia Antigua de la tierra de Valenzuela.

La primera de estas hipótesis gira en torno a la localización de la ciudad

túrdula de Abra. Abra es una ciudad ibérica del entorno de Obvlco (Arévalo, 1999)

que acuña monedas (Fig. 42) con el nombre latinizado de la ciudad, y en ocasiones

híbridas (Fig. 41) con Obvlco, durante el s. II a.n.e., con la simbología de Obvlco y con

la presencia de nombres de magistrados en lengua ibérica (Collantes, 1972; García

Garrido, 1984; Villaronga, 1994, 354-356; Arévalo, 1997, 213; Ruiz López, 2012,

241-243, Nota 2). Las acuñaciones de Abra son tempranas dentro del proceso de

monetarización hispana, es decir, en el momento que Abra acuña sus monedas, son

muy pocas las ciudades de Hispania que lo hacen. Debió por tanto de tratarse de

una ciudad grande con pretensiones económicas y de prestigio a través de la

moneda.

Fig. 41. Moneda híbrida de Abra-Obvlco. Fuente: Universidad Complutense de Madrid.

Lamentablemente el único conocimiento de esta ciudad es el de su cercanía

a Obvlco y el de los expoliadores, que en muchas ocasiones han servido de fuente a

los numismáticos, y que afirman que las monedas de Abra aparecían en un arco

territorial entre Arjona y Baena.

Con esta escasa información, los investigadores han tratado de ubicar la

ciudad según sus particulares criterios y “llevándose el ascua a su sardina”, la han

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situado en Cerro de los Molinillos de Baena (Morena, 2012, 25) o en el yacimiento

de la Bobadilla de Alcaudete (Ruiz y Molinos, 2007, 62-64), y también en el

yacimiento de Torrebenzalá, que, no obstante, se identifica con Batora, o en

Torreparedones que se viene identificando con Itvci.

Fig. 42. Distintas acuñaciones de Abra. Fuente: (Álvarez, 1992. 22).

Para nosotros, sin base alguna de momento, es muy sugerente que exista por

una parte una gran ciudad ilocalizada, llamada Abra, ubicada entre Baena y Arjona, y

al mismo tiempo una gran ciudad ignota, en Cerro Boyero, que creemos mucho

mejor candidata que Los Molinillos o La Bobadilla, para empezar por su tamaño,

que sería consonante con el prestigio de la amonedación. Además señalamos que

algunos vecinos de Valenzuela nos han comentado que gentes de Baena iban a

Cerro Boyero precisamente buscando esas monedas de Abra. No sabemos, si entre

las monedas de Obvlco que forman parte de la Colección Marsal, que están

pendientes de limpieza y catalogación precisa, pudieran existir algunas de Abra, que

pudieran servir como prueba para esta hipótesis.

La hipótesis creemos que es más que interesante, pero sería necesario contar

con testimonios directos, mediante prospección o excavación, de la presencia de

estas monedas en cantidades importantes en el yacimiento de Cerro Boyero, que

pudieran servir para argumentar sólidamente la hipótesis. O la aparición de alguna

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inscripción romana, que tampoco conocemos en Cerro Boyero, que refiera a los

habitantes de Abra.

La segunda hipótesis, o mejor campo de trabajo, es el que se abre en la

explicación de Cerro Boyero en la crisis de la Guerra Civil Romana y concretamente

en la campaña del 45 a.n.e que culminó con la victoria de Julio César en la Batalla de

Munda (Gómez-Pantoja, 2005), a lo que se ha dedicado un reciente e interesante

congreso en Córdoba (Melchor, Mellado y Rodríguez, 2005), en el que se han

tratado entre otras temáticas el desarrollo de la campaña militar a lo largo de la

Campiña (Melchor, 2005) desde el comienzo de las operaciones en torno al cuartel

general cesariano en Obvlco (Corzo y Toscano, 1992, 31-35). Cerro Boyero por su

posición central en el escenario del conflicto no pudo pasar desapercibido en él,

aunque no sabemos de qué bando se situaría, ni si participó en la lucha. En

principio las fuentes solo citan a dos ciudades favorables a César al inicio de la

campaña, Obvlco (Porcuna) y Vlia (Montemayor), lo que no resta nada a que otras

poblaciones pudieran estar del lado del bando cesariano, o más o menos neutrales.

Las primeras operaciones militares de César también concretan que las tropas

pompeyanas dominaban Córdoba y la zona occidental de la Campiña, pero no la

zona central y oriental, en torno a Obvlco, ya que lo primero que César hace cuando

llega a Obvlco es enviar tropas en auxilio de Vlia que estaba sitiada por los

pompeyanos e inmediatamente ataca Cordvba y luego Ategva y Vcvbi. Lo que nos

afirma en pensar que las ciudades como Cerro Boyero, Iponvba, o Itvci

(Torreparedones (?)), no participaron en los combates, bien porque estaban con

César o se pasaron a su bando, bien porque el ejército de los hijos de Pompeyo no

pudo llegar hasta ellas. No obstante esto se basa en el texto del Bellvm Hispaniensis, y

puede que haya realidades que escaparon a sus redactores.

Nosotros creemos, por los materiales superficiales, que en el casi medio

siglo que va entre el final de esta guerra y el cambio de Era debió abandonarse y

despoblarse la ciudad de Cerro Boyero. Las preguntas que se pueden plantear al

respecto oscilan en torno a cuales fueron las condiciones en que se produjo ese

abandono. Las posibilidades son varias. La primera que la ciudad fuera asaltada

militarmente en el desarrollo de la propia guerra, lo que tiene en su contra que esto

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no aparece en el Bellvm Hispaniensis, y podría demostrarse con las excavaciones, en

las que aparecerían restos de ese asalto. La segunda posibilidad, que se despoblara

como consecuencia de la guerra, al obligar los cesarianos a desarmar a sus rivales es

más probable, pero también necesita de precisiones cronológicas y arqueológicas.

La tercera, seguramente la más probable es que como consecuencia de la guerra, el

abandono se produjera con la reorganización política y administrativa de la

provincia llevada a cabo por Octavio Augusto.

En esta reforma augustea, iniciada en parte por César, se combinaron varios

procesos, de un lado la “Romanización” de las ciudades con la creación masiva de

Colonias y Municipios romanos sobre las antiguas ciudades y poblados ibéricos

(Fig. 7), y por otro lado la redefinición de las fronteras de la Provincia Hispania

Vlterior, que pasa a dividirse en Baetica y Lvsitania, y que pierde en favor de la

Tarraconensis el territorio minero en torno a Castvlo, que había pertenecido a los

Oretanos. Dentro de esta redefinición se crearía un sistema administrativo regional

dividiendo la Provincia en Conventos Jurídicos (Fig. 6) (Cortijo, 1993; González

Román, 1997; González Fernández, 2005).

Los Conventos Jurídicos (Conventvs Ivridici) en los que se dividió la Bética

con la reforma administrativa de Augusto y que la investigación ha delimitado a

través de las referencias de Plinio, definen unas instituciones y unas “fronteras”

cuya función no está del todo clara. Según María Luisa Cortijo Cerezo debieron

constituir una suerte de instancia judicial intermedia a la que un grupo de ciudades

estaría ligada para resolver pleitos a nivel supralocal como juzgado superior

establecido en la capital conventual y al mismo tiempo constituir una forma de

asamblea de ciudades de nivel regional, sirviendo a fines judiciales, religiosos,

fiscales o militares (Cortijo, 1993, 122-133), inferior al Concilvm Provinciae, que

reuniría en la capital provincial, en nuestro caso Cordvba a toda la Provincia Baetica.

Sin tener muy claro el sentido, las funciones y el desarrollo de este sistema

jurídico y administrativo, se han hecho multitud de apreciaciones y teorías sobre su

sentido político y su relación con las realidades preexistentes.

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Según nuestra opinión, los cuatro Conventvs de la Baetica (Cortijo, 1993, 144-

164), con capitales en Cordvba, Astigi, Hispalis y Gades, suponen un cambio de los

tradicionales centros de poder, salvo en el caso de Cádiz, ya que las otras son

Colonias refundadas y en cierta forma reflejan la distribución espacial de los

antiguos pueblos prerromanos en este territorio, y no una división geográfica como

proponen otros autores.

En lo que aquí nos interesa, la frontera que se establece entre los Conventvs

Cordvbensis y Astigitanvs, corta longitudinalmente por medio la región campiñera, sin

que su sentido parezca geográfico, ya que no usa ninguna de las formaciones

naturales que pudieran servir de frontera, como el frente de Sierra Morena, el río

Guadalquivir, o el frente Subbético, por lo que pensamos que se trata de una

delimitación política, con el sentido de segregar en cierta forma un territorio que

antes formaba una unidad política o cultural. Al Conventvs Astigitanvs están ligadas

Itvci (Torreparedones ?) y Tvcci (Martos) por lo que la frontera se ha establecido al

Norte de estas ciudades en el contacto con las tierras de Obvlco y Vrgao, que

pertenecen al Cordvbensis. Poblaciones como Ategva o Batora quedan en dudas sobre

su adscripción aunque se suelen asociar al Cordvbensis (Fig. 6 y 8).

Si damos por buena esa demarcación Valenzuela estaría dentro del Conventvs

Astigitanvs, pero como hemos visto, parece que Cerro Boyero se abandona en este

momento y no existe una ciudad romana que siga su poblamiento, con lo que no

entra dentro de las funciones administrativas de los Conventvs, y la tierra de

Valenzuela durante el Imperio romano quedará en las fronteras de Itvci, Tucci y

Obvlco (Fig. 6-8), dependiendo quizá más de esta última más que de las otras por la

relación geográfica. Como hemos comentado en el apartado dedicado a los

yacimientos rurales, tras el abandono de Cerro Boyero es posible que se expropiaran

algunas o todas las tierras, pasando a formar parte del Ager Pvblicvs, y se repartieran

en una Dedvctio, en lo cual la fundación de las Colonias, sobre todo Itvci, por estar

más cercana, pudo beneficiar a los nuevos colonos. No obstante el papel

gravitacional de Obvlco sobre el Valle del Salado, y el resto de la región, debió

también tener su importancia.

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Otra hipótesis de trabajo necesaria es la de la continuidad, o no, de

poblamiento entre el antiguo Cerro Boyero y la actual Valenzuela, cuestión que la

geografía apoya, pero que hay que deslindar históricamente. Nosotros creemos que

tras el abandono de Cerro Boyero se construyó en su falda una Villa, que bien pudo

alcanzar un mayor tamaño y convertirse en Vicvs o Aldea, y que a través de la

Tardoantigüedad y la Alta Edad Media, llegaría a definir la aldea musulmana que

conquistan los cristianos a principios del s. XIII. De momento esta secuencia,

aunque posible, apenas tiene datos para afirmarse, y esperamos que con el tiempo se

puedan conseguir los datos suficientes para contrastarla.

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VIII. El Patrimonio Histórico de Valenzuela: Algunas propuestas

de futuro.

El primer punto que debemos tratar de cara a intentar garantizar un futuro

al Patrimonio Histórico de las tierras de la Campiña y en concreto a las de

Valenzuela es el problema de la conservación del Patrimonio Arqueológico

soterrado.

La inmensa mayoría de los materiales que se pueden observar

superficialmente en cualquier yacimiento arqueológico afectado por labores

agrícolas y otras remociones son fragmentos de cerámicas, junto a huesos y piedras,

y en mucha menor medida metales u otros materiales. La diferente erosión de

origen natural o humano sobre los suelos hace que los restos visibles correspondan

con los depósitos originales alterados por la erosión o los movimientos de tierra.

Los yacimientos que han tenido la suerte de no ser roturados a lo largo del

tiempo, como Cerro Boyero, en parte, tienen la suerte de que sus restos han llegado

hasta nosotros en un teórico mejor estado de conservación. Que el yacimiento fuera

una dehesa para bueyes desde la Edad Media, es una de las razones de que muchos

restos se hayan conservado, ya que en un terreno de monte bajo y pastizales no

existe apenas erosión, sino lo contrario, creación y crecimiento de suelos orgánicos

que preservan y alejan de la superficie los restos arqueológicos.

La roturación de las tierras siempre ha supuesto pérdidas de suelos por

erosión, aunque muy lentas por la poca agresividad de las herramientas de la

agricultura tradicional, y también por su buena labor y conocimiento de la tierra que

trabajaba. Las dehesas de Valenzuela sabemos que se arrendaban y roturaban desde

mediados de la Edad Moderna, pero el daño de esa agricultura se puede considerar

mínimo.

El proceso se acelera drásticamente con la llegada de la agricultura industrial

a partir de los años 1960-1970, con tractores pesados y arados más potentes que los

tradicionales, afectando mucho a los restos, removiéndolos y destrozándolos, lo que

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unido a la progresiva erosión natural de los suelos va a ir destruyendo fases enteras

de los yacimientos.

A esto se suman los daños efectuados por los cambios de cultivo y el uso de

maquinarias pesadas en labores agrícolas y de contención de la erosión que en los

últimos diez o quince años han hecho daños terribles a muchos yacimientos entre

ellos a Cerro Boyero, que cambió las parcelas que se dedicaban a cultivos de cereal y

viñas por el olivar, haciendo cientos de hoyos para plantar los árboles, que, cada

uno, destrozó una pequeña parte del yacimiento (Fig.16, 17, 24 y 25).

Esta agricultura industrial, con el uso de herbicidas ha provocado un

proceso inédito y terrible de erosión y pérdida de suelos, que se ha tratado de paliar

por parte de los agricultores mediante el uso de maquinaria, tapando las cárcavas

con piedras y escolleras de hormigón, haciendo pozas para tratar de retener el

agua...etc., provocando inmensos daños a los yacimientos, que por primera vez en

miles de años corren el riesgo de desaparecer físicamente, y encima no consiguiendo

su propósito de frenar la erosión para lo que está demostrado que hay que hacer

labores de recuperación de suelo mediante la siembra y el control de hierbas que

fijen el terreno y sean compatibles con la producción agraria.

En los taludes que parecen ocultar las murallas de Cerro Boyero, se

acumulan majanos y montones de piedras (Fig. 23), producto de la limpieza de las

parcelas a lo largo del tiempo, labor tradicional, pero que supone una erosión inútil,

puesto que con cada labranza volverán a emerger las piedras, al destruir y remover

los muros antiguos del yacimiento.

En Valenzuela existe otra práctica industrial muy dañina, consistente en

excavar grandes hoyos y zanjas con palas excavadoras para enterrar piedras,

escombros, e incluso cortijos enteros, y tapar los restos con tierra de labor, para

sembrar encima. Esta práctica está llegando ya a otros pueblos de la Campiña, como

Porcuna, con iguales resultados de destrucción. En Valenzuela, como hemos visto,

el caso más flagrante es el del recinto fortificado de La Saladilla, destruido y

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soterrado de esta forma hace unos años (Fig.39 y 40), pero también hemos visto

esta práctica en el propio Cerro Boyero (Fig. 11 y 29).

Quizá para el pensamiento del agricultor moderno la arqueología sea algo

inútil, molesto e incluso dañino a sus intereses, y crea estar en su derecho de hacer

con su tierra lo que quiera. Pero debe tener en cuenta que esas destrucciones en los

yacimientos arqueológicos como Patrimonio son delitos tipificados, y que la

impunidad con la que los han venido realizando puede acabarse de repente, con

consecuencias judiciales severas para los implicados, que nadie desea. Es por eso

que creemos que la agricultura y la arqueología en estas tierras necesitan un punto

de entendimiento, una simbiosis que permita su coexistencia, parando de una vez

las destrucciones y consiguiendo que el hecho de tener un yacimiento arqueológico

bajo la tierra de labor no sea una rémora para su dueño. Pero para eso se necesita la

colaboración y el acuerdo de todos los actores, que no es nada sencillo. Lo contrario

es un conflicto en el que nadie puede resultar vencedor.

En segundo lugar está el expolio, desgraciadamente muy presente en estas

tierras. Si bien es cierto que el expolio de “detectoristas” o “piteros” fue un

fenómeno general en los años 90 y que el saqueo de los elementos metálicos de los

yacimientos, cada vez menos abundantes, lo hace cada vez menos interesante, aún

existe y debe ser erradicado (Fig. 28). Además ahora, aunque la Ley actúa con

mayores castigos, sobre todo económicos, se siguen produciendo expolios, usando

en algunos casos maquinaria pesada para “reventar” yacimientos y recoger los restos

removidos por las palas. Los restos que hemos comentado de la Colección Marsal

(Fig. 36 y 37), son una muestra evidente de esos expolios, que creemos sirven para

mostrar cuánto daño y cuanto robo han sufrido estas tierras y estos pueblos.

Para erradicar el expolio se necesita no sólo del buen ejercicio de las

administraciones competentes, del SEPRONA, de la colaboración de los

Ayuntamientos, pero sobre todo de crear una conciencia de Patrimonio público y

social, o sea, que la gente entienda que quien expolia, está robándoles algo que es

suyo. El desarrollo de esa conciencia social de propiedad y pertenencia es un campo

teórico recurrente en la elaboración académica de las teorías sobre el Patrimonio,

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pero raramente se ve realizado al nivel pedestre de calle y escuela, donde sí que se

puede fomentar esa cultura más que necesaria si de verdad queremos legar algo del

Patrimonio Histórico y Arqueológico a quienes vengan detrás nuestro. Si la gente de

Valenzuela no consigue entender que los restos arqueológicos y el Patrimonio son

una propiedad colectiva del pueblo, un factor de historia y de identidad, y un

compromiso de herencia, seguramente ese Patrimonio estará condenado a

desaparecer.

Actualmente la erosión del yacimiento va sacando a la luz restos de

materiales que se muestran favorables al expolio. Nosotros creemos que se debe

apostar por una activa y potente política de recuperación y regeneración de suelos

agrarios, que al tiempo que protegerían los yacimientos y alejarían los restos

arqueológicos de la superficie, donde están más expuestos al expolio, ayudarían a los

agricultores en su labor.

En tercer lugar está la necesidad de realizar intervenciones en el Patrimonio

de Valenzuela que sirvan para valorarlo y ponerlo a disposición de la gente. Tanto

con la realización de excavaciones arqueológicas en los distintos yacimientos, sobre

todo en Cerro Boyero y en el propio casco urbano de Valenzuela, como con

intervenciones y preservación del Patrimonio edificado, la arquitectura tradicional,

los elementos históricos, y otros patrimonios como el documental, el etnológico...,

actuaciones que deberán partir de buenas planificaciones con criterios científicos

para asegurar la conservación, conocimiento y difusión de este Patrimonio.

En toda esta lógica hay que tener presentes los recursos con que cuenta el

Ayuntamiento y el pueblo y la confrontación de intereses sobre el Patrimonio de

Valenzuela, que ya hemos comentado, para revertir esa situación de desinterés

fronterizo de la investigación y la gestión realizadas desde las capitales actuales. En

esto son particularmente peligrosos los proyectos “estrella”, que puedan venir desde

fuera con recursos suficientes para realizar actuaciones que sólo servirán a los

intereses de sus promotores y que nada dejarán tras su paso. Desde fuera se puede

asesorar, participar, ayudar, alentar... pero el empeño y la bandera de cualquier

actividad la tiene que llevar el pueblo, porque el Patrimonio de Valenzuela debe ser

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de, por y para los vinagorros. Nosotros defendemos la historia como herramienta

del presente, para explicar el pasado, para conocernos y respetarnos como personas

y sociedades. Escribir la Historia de Valenzuela debe servir para el conocimiento y

la identidad histórica y cultural de los vinagorros, para entender su pasado y su

presente, para tener un sólido cimiento desde el que hacer crecer su cultura hacia el

futuro.

En resumen, de cara al Ayuntamiento y al Pueblo de Valenzuela, y quizá de

manera muy similar para los pueblos cercanos, creemos que se debe implementar

urgentemente, desde ya, un programa de fases para atacar la destrucción y el expolio

y mediante proyectos locales, municipales y sociales, para construir y defender el

Patrimonio Cultural.

Este programa en el corto plazo debe centrarse en salvar los yacimientos

arqueológicos, tanto con acuerdos con los propietarios, como con medidas legales

como el B.I.C. de Cerro Boyero, que nos consta que está redactándose, como con

medidas urbanísticas y territoriales municipales. Al mismo tiempo empezar a

socializar el conocimiento de este Patrimonio para que la gente lo apropie y lo

defienda, siguiendo con los programas de charlas, exposiciones, publicaciones,

visitas... procurando la participación directa y protagonista de la gente en estos

programas. Tratar de acelerar en lo posible la creación del Museo de Valenzuela

para tener un centro de referencia desde el que incardinar todo el proceso y en el

que recoger las colecciones locales y poder reclamar la devolución de muchos

materiales expoliados, como el relieve y la inscripción ibéricos que se hallan en el

Museo de Alcalá la Real, o los materiales del Fondo Marsal custodiados por el

Museo Arqueológico de Sevilla...etc., para que vuelvan al lugar del que nunca

debieron salir.

A medio plazo habrá que programar excavaciones en los yacimientos y

publicaciones de distinta naturaleza, para acrecentar el programa inicial. Ambas

actividades puede contar con la participación de investigadores de distintas

procedencias, pero deben organizarse y responder a los intereses locales. Quien

quiera venir a aportar que venga, pero que nadie venga a llevarse nada.

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A largo plazo habrá que intentar negociar con sus propietarios la adquisición

de las parcelas de Cerro Boyero para que el yacimiento pase a la propiedad pública,

municipal si se puede, para convertirlo en un Conjunto Arqueológico, en el que se

puedan llevar a cabo grandes excavaciones y restauraciones para, desde el

conocimiento científico, convertir la antigua ciudad en el lugar de referencia

obligada que debe ser para la Cultura de Andalucía.

Todo esto no es nada fácil, se necesitará mucho esfuerzo, pero no es

imposible si la gente de Valenzuela cree y se compromete en ello.

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Anexo: Referencia a Cerro Boyero de la visita de Juan Bernier y sus colaboradores. “115. CIUDAD FORTIFICADA IBERO-ROMANA DEL CERRO BOYERO (Fig. 71) (Lám. XLVII, XLVIII, XLIX) Dominando el antiguo camino que desde la zona minera de Cástulo (Linares) pasaba por Obulco (Porcuna) con dirección a Ipagro (Aguilar) y a Antequera, a un kilómetro escaso al SE. de Valenzuela, en las coordenadas geográficas de 37º, 46', 10'' de latitud N. y 0º , 31', 30'', de longitud W., se alza este curioso y eminente cerro que hubo de ser en época ibérica una importante ciudad cuyo nombre hoy desconocemos. Desde aquí se divisa Porcuna a unos 10 km. En línea recta, a 130º; Torremorana –poblado ibérico fortificado–, a unos 14 km. y a 196º; El Jardón –yacimiento prehistórico–, a 7 km. Aproximadamente, a 225º; y la ciudad ibero-romana de Torreparedones, a unos 14 km. Y a 225º. El cerro, de empinadas laderas en todo su contorno, está coronado por una extensa meseta que culmina en la cota 486, tiene una extensión que se aproxima a las 16 ha. (160.000m2) y en todo su perímetro aparecen restos de fortificación, predominando el tipo de la muralla de pequeñas piedras –que en estos terrenos se desgajan naturalmente en forma de bloques prismáticos– que en ocasiones alternan con tramos de grandes sillares ligeramente desbastados tendentes al ciclopeismo. Estas murallas se complementan en la vertiente S. con tajos verticales de roca natural que llegan a alcanzar los 8 m. de altura. Esta meseta, que podemos llamar principal, se une, mediante una vaguada de unos 150 m., a otra meseta mucho más pequeña (unos 15.000 m2) que, aislada, se alza al E., en la cota 461, formando una especie de acrópolis que también presenta restos de fortificación en la parte que mira a levante, compuesta de sillares medianos, bien desbastados; esta muralla se alza por encima de unos tajos naturales de 3 m. de altura. Junto a esta muralla yacía un trozo de fuste de columna, en piedra caliza dura, de 0,50 m. de largo y 0,30 de diámetro. Aproximadamente en el centro de la meseta principal aflora una gran losa de piedra, posible cubierta de una sepultura si nos fiamos de la afirmación de un labrador de que al efectuar una pequeña excavación aparecieron restos de huesos aparentemente humanos. En la vertiente S. aparecen varios silos (¿quizás tumbas?) excavados en la ladera y recubiertos de pequeñas lajas de piedra unidas con argamasa, conservándose, en el fondo principalmente, restos del antiguo enlucido. Uno de estos silos, que ha sido limpiado de cascotes y tierra que lo llenaban, presenta forma alargada con los extremos redondeados y tiene unas medidas de 3 m. de largo, 0,80 m. de ancho y 3 m. de profundidad, constituyendo la cubierta una gran losa de unos 30 cm. de gro- [83-84]sor. No lejos de este silo apareció un trozo, de casi un metro de longitud, de lo que parece fue una canalización de agua, en piedra caliza.

Las cerámicas que aparecen en superficie asombran por su extraordinaria abundancia, predominando la ibérica con los siguientes tipos: pintada a bandas, y en semicírculos, de engobe rojo, de pasta gris, y de pasta negra; también, en mucha menos proporción, se encuentran algunos tipos que se remontan al Hierro, campaniense y romana, ésta última en forma de tégulas, ímbrex y terra sigillata hispánica y gala. También tenemos noticias, incluso dibujos, de varias ánforas que ha aparecido en este cerro de las utilizadas para el transporte y conservación de granos y líquidos en época romana. Actualmente la meseta y las vertientes N. y W. del cerro están ocupadas por el cultivo del cereal y del viñedo, los mismos –suponemos– que, además del olivo, ocupaban hace más de dos milenios los alrededores de esta importante ciudad, y consideramos interesante el que en la vertiente N. está la captación de agua que abastece hoy al inmediato pueblo de Valenzuela, pues con estas condiciones, bien fortificada y bien abastecida de agua y productos agrícolas, este oppidum hubo de ser prácticamente inexpugnable en su época” (Bernier et alii, 1981, 83-84).

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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70 Constantino Unghetti no aparece en el título del artículo (p. 184), donde sólo aparecen González y

Arteaga, pero si lo hace, junto a estos, en el índice de la revista (p. 5), por lo que suponemos un error de

imprenta el no incluirlo en la p. 184.

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-VALVERDE y PERALES, Francisco (1905): “Antigüedades romanas de Andalucía. Excavaciones en el Cerro del Minguillar cerca de Baena”, Boletín de la Real Academia de la Historia, Tomo 46, Madrid, pp. 167-168.

-VAQUERIZO GIL, Desiderio (1999): La Cultura Ibérica en Córdoba. Un ensayo de síntesis, Publicaciones de la Universidad de Córdoba y la Obra Social y Cultural de Cajasur, Córdoba.

-VAQUERIZO GIL, Desiderio; QUESADA SANZ, Fernando y MURILLO REDONDO, Juan F. (1992): “Proyecto: Protohistoria y Romanización en la Subbética Cordobesa. Las cuencas de los ríos Almedinilla, Zagrilla y Salado (Depresión Priego-Alcaudete)” en NOCETE CALVO, Francisco y CAMPOS CARRASCO, Juan Manuel (Asesores Científicos) (1992): Investigaciones Arqueológicas en Andalucía. 1985-1992. Proyectos. Comunicaciones que se presentan a las VI Jornadas de Arqueología Andaluza a celebrar en Huelva. Del 25 al 39 de enero de 1993, ed. Consejería de Cultura y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Dirección General de Bienes Culturales, Huelva, pp. 529-541.

-VAQUERIZO GIL, Desiderio; QUESADA SANZ, Fernando y MURILLO REDONDO, Juan Francisco (2001): Protohistoria y Romanización en la Subbética Cordobesa. Una aproximación al desarrollo de la cultura ibérica en el sur de la actual provincia de Córdoba, col. Arqueología Monografías, ed. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Córdoba y Consejería de Cultura, Junta de Andalucía, Sevilla.

-VENTURA VILLANUEVA, Ángel (1994): “Ategva: ¿Municipio Flavio?”, Anales de Arqueología Cordobesa, nº 5, ed. Área de Arqueología, Universidad de Córdoba, Córdoba, pp. 305-311.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

– 179 –

-VENTURA VILLANUEVA, Ángel (2014): “El Foro”, MARQUEZ MORENO, Carlos; MORENA LÓPEZ, José Antonio; CÓRDOBA de la LLAVE, Ricardo y VENTURA VILLANUEVA, Ángel (eds. cient.) (2014): Torreparedones – Baena, Córdoba – Investigaciones arqueológicas (2006-2012), ed. Universidad de Córdoba y Excmo. Ayuntamiento de Baena, Baena, pp. 69-86.

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-VILLARONGA, Leandre (1994): Corpvs Nvmmvm Hispaniae ante Avgvsti Aetate, ed. José A. Herrero S.A., Madrid.

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_________________________________________________________________

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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VALENZUELA Y SU TERRITORIO EN LA EDAD MEDIA

Ricardo Córdoba de la Llave

Universidad de Córdoba

El territorio que pertenece en nuestros días a la población de Valenzuela ha

actuado, a lo largo de la Historia, como nexo de unión entre la campiña de Jaén, en

la zona de Martos y de Porcuna, y la campiña oriental de Córdoba. Provisto de un

fácil acceso desde y hacia el valle del Guadalquivir, y desde y hacia las sierras del

Subbético cordobés, la configuración estratégica de su asentamiento le ha

convertido en un cruce de caminos que ha sido determinante en la configuración de

su poblamiento y en la evolución de las vías de comunicación que han cruzado su

término.71

Durante la Antigüedad, el lugar ocupado por Valenzuela se hallaba

enclavado en las proximidades de la vía que unía Obulco (Bulkuna, Porcuna) con

Ulía (Ulyat, Montemayor) a través de las localidades de Castro el Viejo (actual

Torreparedones), Castro del Río y Espejo; y con Córdoba a través del camino viejo

de Castro.72 Y lo mismo siguió ocurriendo durante la época medieval; a fines del

siglo XV se menciona su emplazamiento en el “camino de Castro a Porcuna” y

quizás podamos relacionar los orígenes de la población como tal núcleo habitado

con la existencia de una venta en dicho camino, modalidad de origen del

poblamiento bien documentada en otros casos de nuestra provincia.73 Todavía en el

71 Nieto, M., “Valenzuela. Edad Media”, Los Pueblos de Córdoba, Córdoba, 1993, vol. 5, p. 1552.

72 Melchor Gil, E., Vías romanas de la provincia de Córdoba, Córdoba, Cajasur, 1995, pp. 139-143.

73 Córdoba, R., “Comunicaciones, transportes y albergues en el reino de Córdoba a fines de la Edad

Media”, Historia. Instituciones. Documentos, 22, 1995, p. 110.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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siglo XIX, Ramírez de las Casas-Deza destaca que el principal camino que pasaba

por la población era el de Andújar a Málaga.74

I. Las tierras de Valenzuela durante el período islámico

A la llegada de los árabes a la Península Ibérica, a comienzos del siglo VIII,

se encontraron con una división territorial y administrativa de base romana que

había sobrevivido al periodo visigodo sin apenas modificaciones, de forma que las

diócesis cristianas surgidas de la administración visigoda se convirtieron, con ligeros

retoques, en coras o provincias musulmanas.75 La cora de Cabra, que limitaba por el

norte con la de la propia ciudad de Córdoba, destacó como la de mayor importancia

en el sur de la actual provincia cordobesa; tenía a grandes rasgos el mismo territorio

que la diócesis de Egabro, alcanzando desde Aguilar (Bolay) hasta Baena (Bayyana), y

por el sur hasta Iznájar; un territorio relativamente pequeño pero densamente

poblado, limitado al oeste y al sur por el río Genil, que también incluía

probablemente los actuales términos municipales de Espejo y Castro del Río.76

74 Ramírez de las Casas Deza, L. M., Corografía histórico-estadística de la provincia y obispado de Córdoba,

Córdoba, Cajasur, 1986, p. 416.

75 Vallvé Bermejo, J., La división territorial de la España musulmana, Madrid, CSIC, 1986, pp. 264 y ss.; Abd

Al-Karim, G., Terminología geográfico-administrativa e historia político-cultural de al-Andalus en el “Mu’yam al-Buldan” de

Yaqut. Sevilla, 1972.

76 Arjona Castro, A., y Arjona Padillo, N., Cabra, capital del sur de Córdoba en al-Andalus, Cabra,

Ayuntamiento, 1998, pp. 35-36.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Fig. 01. Límites de las coras del Sur de al-Andalus, donde se observa la posición del territorio de Valenzuela en la confluencia de las de Córdoba, Jaén y Cabra (Fuente: Atlas de Andalucía).

En este momento, por tanto, el enclave de Valenzuela servía de confluencia

de tres coras o provincias andalusíes, la de Córdoba por el Oeste, la de Jaén por el

Este y la de Cabra por el Sur, y su situación de tierra de tránsito era tan acusada que

es difícil saber a cuál de ellas perteneció en cada momento desde el punto de vista

jurisdiccional. En época emiral, la localidad de Baena quedó vinculada a la de Cabra,

Martos a la de Jaén, Castro del Río, Cañete y Bujalance a la de Córdoba; Antonio

Arjona afirma que, hasta el final del Califato, tanto Luque como Baena

pertenecieron a la cora de Cabra, de forma que probablemente Valenzuela y su

entorno también lo hicieran, aunque dado que Cañete y Castro eran de Córdoba

subsiste la duda.77 (Fig. 1)

A decir verdad, los límites entre las dos coras (Qabra y Qurtuba) no

estuvieron nunca claramente definidos, debido a los cambios en sus delimitaciones

77 Arjona Castro, A., El reino de Córdoba durante la dominación musulmana, Córdoba, Diputación, 1982, pp.

20-21 y 161.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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durante todo el periodo islámico. En el año 929, Abderramán III separa de la cora

de Cabra la fortaleza de Poley (Aguilar) y Baena con sus alfoces, por la desobediencia

de sus gobernadores al recién nombrado califa, integrando estos territorios en la

cora de Córdoba;78 con las primeras taifas, la cora de Córdoba se integró en el reino

de los Banu Chawar, pero las de Cabra y Jaén quedaron en poder de los Ziríes

granadinos (lo que hizo pasar a sus dominios poblaciones como Baena y Luque); y

durante un tiempo, en el transcurso del período almohade, desapareció la cora de

Cabra para integrarse en la de Córdoba como un iqlim más, aunque Ibn Said, a

principios del siglo XIII, volviera a citar entre las coras del reino de Córdoba, la

propia Córdoba, Porcuna y Cabra.79

Tras la descomposición del poder almohade (vuelta de al-Mamun al Magreb

en 1228), estas tierras quedaron bajo el dominio de Ibn Hud. Personaje de origen

levantino, proclamado señor en Murcia en 1228, los reinos de Sevilla, Córdoba,

Granada y Jaén, le reconocieron como señor a partir de 1229. Este personaje será

asesinado en 1238 tras fracasar en su intento de reunificar al-Andalus y de

defenderlo ante los ataques de Fernando III que, en 1230, tras unificar las Coronas

de León y Castilla, comienza sus conquistas sistemáticas en el valle del

Guadalquivir. En 1232 Muhammad Ibn Nasr se proclama señor independiente en

Arjona, logrando formar un dominio que incluía Guadix, Baza y Jaén (1233), para

luego proclamarse emir de Granada (1237), Almería y Málaga. En 1246, su pacto

con Fernando III para la entrega de Jaén aparece como el acta de nacimiento del

reino cristiano de Jaén y del emirato nazarí de Granada.

Valenzuela quedará vinculada al reino de Córdoba desde 1240, aunque se

ignora el momento exacto de su conquista por los castellanos y si, en ese instante, el

territorio estaba controlado y fue conquistado a los partidarios de Ibn Hud o a los

de Muhammad I, el primer sultán nazarí.

78 Ibn Hayyan, Crónica del califa Abdarrahman III an-Nasir entre los años 912 y 942 (al-Muqtabis V), (M. J.

Viguera y F. Corriente, eds.), Zaragoza, Anubar, 1981, p. 192.

79 Arjona Castro, A., Orígenes Históricos de los Reinos de Andalucía, Córdoba, Universidad, 1992, p. 141;

Arjona Castro, A., Andalucía musulmana. Estructura político-administrativa, Córdoba, 1980, Cajasur, p. 119; Andalucía

en al-Andalus, vol. 3 de la nueva Historia de Andalucía, Barcelona, Planeta, 2006, p. 32.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Fig. 02. Mapa topográfico 1:50000 del Servicio Geográfico del Ejército, con indicación del lugar ocupado por los topónimos de poblamiento citados en el texto.

II. Poblamiento y territorio de la época islámica a la cristiana

Las prospecciones realizadas en el entorno de Valenzuela y en su propio

término han evidenciado la existencia de un intenso poblamiento en época andalusí,

buena parte del cual tuvo continuidad después de la conquista cristiana.80 Uno de

los poblados que debió existir en esta época, y que continuó ocupado tras la

conquista, es Alcoba, cuyo emplazamiento coincide con los restos observados en el

actual yacimiento de Alcoba la Baja, recinto fortificado situado en término de

Baena, 22 km al norte de la población; 50 m al noreste está el arroyo del Algarbe y

mil metros al noroeste coinciden los arroyos de los Términos, Algarbe y Sardinero,

justo en el límite de las divisiones administrativas de Baena y Cañete de las Torres.

Sobre un pequeño cerro de unos 23 m de altura se conservan los restos de una

80 Los datos que siguen están tomados de la obra de Serrano, J., Morena, J. A., Arqueología inédita de

Córdoba y Jaén, Córdoba, Diputación, 1984, pp. 39-40, 42-44, 46, 56 y 144.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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fortificación con varios anillos amurallados, donde destaca la presencia de cerámica

ibérica, romana, visigoda y árabe califal. El mismo caso es el de Arroyuelos, recinto

fortificado situado 21 km al norte de Baena, unido hacia el noreste con el cerro del

Arroyo del Algarbe, que muestra abundante presencia de cerámica califal; y poblado

ubicado a 800 m del anterior, cercano a las derruidas caserías de Arroyuelos, donde

también aparecen en superficie cerámicas de época califal y que estuvo situado en el

camino de Castro a Porcuna.

Otros lugares donde se documenta la existencia de restos árabes son

Amarguitos (Villar de la Vieja), situado 18 km al norte de Baena por la carretera de

Baena a Cañete, 300 m al noreste del arroyo de Villamarín, donde abunda la

cerámica árabe, vidriados y pintura a trazos digitales. El hallazgo más significativo

consiste en un conjunto de monedas árabes de plata de época califal, hoy en

posesión de particulares. También Carabaña, situada 5 km al noroeste de

Valenzuela, por el camino de Castro a Porcuna, en el mismo cerro del cortijo de

Carabaña y en su ladera meridional, donde aparecen importantes restos de cerámica

califal. El Jardón, 17 km al norte de Baena, entre los arroyos de Villamarín y del

Jardón, donde destacan las cerámicas árabes decoradas con trazos digitales, así

como las vidriadas. Y Las Puertas, 2.5 km al suroeste de Valenzuela y en su término

municipal, en la falda del cerro de Fuente María, donde abundan los restos

cerámicos de época medieval, vidriados y decorados con pintura. (Fig. 2)

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Fig. 03 (a y b). Restos de construcciones en el yacimiento de Alcoba, en término de Baena, y Fuente de la Saladilla, pago documentado en el siglo XV (Fotografía: R. Córdoba)

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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La prospección arqueológica ha evidenciado igualmente la ocupación de

numerosos lugares poblados en el entorno de Valenzuela durante la Baja Edad

Media. Como indicamos, continuaron habitadas algunas aldeas que se documentan

en época andalusí, como es el caso de Alcoba. A partir de la fecha de la conquista,

Alcoba perteneció al arcedianato de Córdoba, según la delimitación eclesiástica del

año 1272, y al término jurisdiccional de Baena.

En 1264 Fernando de Mesa, obispo de Córdoba, vista la carta del cabildo en

la que comisionaba a don Ibáñez, arcediano de Belmez, a Gutier González,

tesorero, y a Juan Rodríguez, canónigo, para que junto con el obispo estimasen los

préstamos del obispado, estableció con ellos que la ración de Alcoba, valorada en 50

mrs., fuera asignada a Juan Abad; y en 1276 Doña Mayor, hija de Martín Coxo, y su

hermano Pedro, que eran vecinos de Baena en la collación de San Salvador,

vendieron a don Marcos, racionero de Alcoba (que aparece citada como “aldea de

Baena”), una yugada de tierra calma en dicho lugar.

El ordenamiento de Gómez Fernández de Soria cita Alcoba como lugar o

pueblo al que va un camino desde Castro el Viejo en 1352.81 En el mismo caso se

encuentra Arroyuelos. En 1252 se cita este topónimo, quizá ya aldea, en la

delimitación de términos de la Orden de Calatrava con las villas de Baena, Porcuna,

Alcaudete y Albendín. En 1264 Fernando de Mesa establecía que la ración de

Arroyuelos debía ser estimada en 50 mrs. y asignada a Martín Pérez el Prior.82

En la limitación de Arroyuelos se documenta, a fines del siglo XV, uno de

los pagos hoy día incluidos en término de Valenzuela, la Saladilla. En 1471

81 Nieto, M., Islam y Cristianismo, pp. 216 y 222; 1264.03.12, Biblioteca de la Catedral de Córdoba

[BCC], ms. 125 f. 66v y 1276.01.08, Archivo de la Catedral de Córdoba [ACC], Caja T, nº 331, ambos editados

por M. Nieto, Corpus Mediaevale Cordubense, Córdoba, 1980, vol. 2, doc. nº 688, p. 142 y doc. 935, p. 255; Cabrera,

E., “El problema de la tierra en Córdoba a mediados del siglo XIV”, Cuadernos de Estudios Medievales, 4-5, 1976-

77, p. 70.

82 1252.02.18, Nieto, M., Corpus Mediaevale Cordubense, Córdoba, 1979, vol. 1, doc. 389, p. 193.

1264.03.12, BCC, ms. 125, f. 66v; edit. M. Nieto, Corpus Mediaevale Cordubense, Córdoba, 1980, vol. 2, doc. nº 688,

p. 141.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Fernando Martínez de Baena, vecino de dicha localidad en el barrio de San Pedro,

arrendó a su hermano Alfonso Ruiz, vecino de Doña Mencía, un haza de tierra

calma en la limitación de Arroyuelos llamada La Saladilla, en término de la villa de

Baena (hoy término de Valenzuela) y lindera con el camino real de Castro a

Porcuna; el arrendamiento se hizo desde el día 1 de enero anterior hasta el día de

Santa María de agosto ya pasado, y desde este último día por tiempo de cuatro años

y renta anual de 30 fanegas de pan terciado, dos partes trigo y tercio cebada, nuevo,

limpio y enjuto, puesto en las casas de su morada a su costa y misión por el día de

Santa María de agosto de cada año.83

El Ordenamiento de Gómez Fernández de Soria de 1352 cita, como situado

en término de Castro del Río pero en las inmediaciones de Castro el Viejo, el Villar

de Pero Serrano. Parece que el actual cortijo de los Serranos, situado entre

Torreparedones y Alcoba, junto al km 7 de la margen occidental de la carretera de

Cañete a Baena, pudo ser el lugar ocupado por esta pequeña población

bajomedieval.84 (Fig. 3a y 3b)

Y también se documenta, en el período bajomedieval, el camino de Córdoba

a Valenzuela, pues en 1498 Antón Velasco, vecino en la cordobesa collación de San

Lorenzo, arrendó a Pedro González de Rojas y Pedro Sánchez Delgado, ambos

vecinos de Bujalance, un haza de tierra calma de pan llevar en el cortijo y

heredamiento de Andrés Pérez, junto con el camino de Valenzuela, lindero con

tierras de los cortijos de Prádena y de Armenta.85

83 1471.09.21, Archivo Histórico Provincial de Córdoba [AHPCO], Protocolos Notariales de la ciudad

de Córdoba [PNCO], Leg. 14110P, Cuad. 5, f. 46v.

84 Cabrera, E., “El problema de la tierra en Córdoba a mediados del siglo XIV”, p. 70.

85 El arrendamiento afectaba a cincuenta fanegas de sembradura, con la condición de que entraran a

barbechar desde hoy hasta Santa María de agosto sin pagar nada, y de ahí en adelante por tiempo de un año

pagando de terrazgo por cada fanega de sembradura de trigo, sembrar fanega y media de trigo, y por cada fanega

de cebada, sembrar igualmente fanega y media de cebada (1498.01.11, AHPCO, PNCO, Leg. 14137P, Cuad. 3,

f. 30r).

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Fig. 04. Principales fechas de conquista de los territorios de la Andalucía Bética durante la Baja Edad Media (Fuente: Atlas de Andalucía).

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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III. Valenzuela en el Período bajomedieval

1. La conquista castellana y la formación del señorío

Aunque desconocemos el momento exacto de su conquista por los

cristianos, algunos autores defienden la posibilidad de que se produjera con

anterioridad a la de la propia Córdoba debido a su proximidad a la zona occidental

del reino de Jaén, controlada ya por Fernando III entre los años 1230-1235.

Ramírez de las Casas-Deza adjudica este hecho a Lope Sánchez, Camarero Mayor

de Fernando III y tercer hijo del infante Sancho de León y Teresa Díaz de Haro,

que habría reparado su fortaleza y recibido del monarca el señorío de esta villa en

1235.86 (Fig. 4)

Pero la opinión más generalizada es que Valenzuela y las tierras de su

entorno fueron conquistadas por Tello Alfonso en 1240, siéndole entregada en

señorío en 1241.87 Tello Alfonso y su hermano Alfonso Téllez habían participado en

1236 en la conquista de Córdoba y fueron nombrados por Fernando III primeros

gobernadores de Córdoba cuando, tras la toma, partió para Toledo; en 1237

Fernando III concedía a ambos hermanos unas ruedas de aceñas en el Guadalquivir

cuyo emplazamiento no se especifica, pudiendo corresponder dicha donación al

molino de Don Tello, que tuvo este nombre desde la época de la conquista, o bien a

las aceñas del Infante o de la Atarfía, una parte de las cuales seguía siendo propiedad

de la familia Valenzuela en los años finales del siglo XV.88

En todo caso, Valenzuela sería una de las poblaciones del reino de Córdoba

que conoció un proceso de señorialización más temprano (1235/1241), junto con

86 Ramírez de las Casas-Deza, L. M., Corografía histórico-estadística de la provincia y obispado de Córdoba,

Córdoba, Cajasur, 1986, p. 414.

87 Nieto, M., Islam y Cristianismo, Historia de Córdoba 2, Córdoba, 1980, pp. 160 y 203; Nieto, M.,

Historia de la Iglesia en Córdoba. Reconquista y restauración (1146-1326), Cajasur, 1991, p. 76.

88 Nieto, M., Corpus Mediaevale Cordubense I, Córdoba, Cajasur, 1979, pp. 72 y 89; Fernández González,

R., “Los hermanos Téllez de Meneses, primeros alcaides de Córdoba en el siglo XIII”, Boletín de la Real Academia

de Córdoba, 92, 1972, 93-126.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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localidades como Almenara (entregada a la Orden de San Juan de Jerusalén) y

Lucena (en poder del Cabildo catedralicio de Córdoba); en 1245 fueron entregadas

en señorío Priego de Córdoba y Cañete de las Torres (a la Orden de Calatrava), en

1252 Albendín (a la citada Orden), Luque y Zuheros (a la reina doña Juana). Según

Manuel Nieto, los señoríos concedidos por Fernando III tuvieron como objetivo el

fortalecimiento de la frontera, de ahí el protagonismo mantenido en el primer

momento por las Órdenes Militares, en particular la de Calatrava, a la que también

habían sido dadas en señorío Porcuna y Martos y todo el entorno territorial de

Valenzuela por la parte de Jaén. Y Emilio Cabrera ha destacado que estos primeros

señoríos suelen afectar a localidades pequeñas, con dificultades de repoblación y, en

muchos casos, fronterizas, emplazadas en lugares de difícil defensa ante las

incursiones de los granadinos.89 (Fig. 5)

La primera referencia documental al nombre de la población se remonta al

año 1252, cuando con motivo de la delimitación de términos entre Baena, Porcuna,

Alcaudete y Albendín, se señalan una serie de topónimos entre los que se encuentra

el de Valencihuela (vocablo que posteriormente sufrirá una evolución fonética hasta

convertirse en Valenzuela). Por este documento, fechado el 18 de febrero de 1252,

Fernando III, con motivo del pleito existente entre el maestre de la Orden de

Calatrava, Ferrán Ordóñez, y los frailes de dicha Orden con el concejo de Baena

sobre los términos de esta villa, Porcuna, Alcaudete y Albendín, ordenaba a su

hermano Rodrigo Alfonso que tomase moros de Baena, omes buenos e fieles que fuesen

sabidores de los términos por do eran, y al citado maestre Ferrán Ordóñez que eligiese

otros moros procedentes de Porcuna, Alcaudete y Albendín, de forma que ambos,

de conformidad con la aljama de Baena, tomaron antiguos pobladores musulmanes

de todas estas localidades (Baena, Luque, Alcaudete, Porcuna y Albendín) y llevaron

a cabo un amojonamiento para delimitación de términos en el que se mencionan los

siguientes límites: villar del Allozo, cabeza de Lope Lopos, cabeza de Alturto,

Arroyuelos, Alcornoque, Posmolar, río Salado, río Saladillo que viene de Valencihuela,

carrera que viene de Valencihuela, cabeza del Fierro, carrera que viene de Porcuna,

arroyo de Valencihuela, Alberiza, Forcajo donde se juntan los arroyos, arroyo al pie de la

89 Nieto, M., Islam y Cristianismo, pp. 201-203; Cabrera, E., “La señorialización de Andalucía en el siglo

XIII y los orígenes de la primera Casa de Aguilar”, Historia. Instituciones. Documentos, 31, 2004, p. 72.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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sierra entre Gimilena y Valencihuela, rostro de la Sierra, los Aljibes, la atalaya más alta

entre Gimilena y Valencihuela, atalaya de Valencihuela en la heruela contra Baena,

Portezuelo, molino de Bendafanin hasta el camino que va de Albendín para Castro,

Albufera entre el molino de Benifanin en la cabeza de Morana, atalaya de

Guevalfaro y fuente de Luacuriel. Desconocemos el origen atribuible a este nombre

que, en opinión de Manuel Nieto, podría relacionarse con Palencia, zona de

procedencia de la familia Téllez de Meneses a la que pertenecía Tello Alfonso.90

Parece ser que Valenzuela fue objeto de repartimiento inmediatamente

después de la conquista pues, según Manuel Nieto, se realizó una distribución de

propiedades en Valenzuela en torno a 1250-1260, antes de que se produjera la

revuelta mudéjar del año 1264 en la Andalucía Bética. Su iglesia, puesta bajo la

advocación de San Pedro, formó parte del arcedianato de Córdoba, encontrándose

delimitada su feligresía en 1272.91 En 1264 Fernando de Mesa, obispo de Córdoba,

vista la carta del cabildo en la que comisionaba a don Ibáñez, arcediano de Belmez,

Gutier González, tesorero, y Juan Rodríguez, canónigo, para que junto con el

obispo estimasen los préstamos del obispado, establece con ellos que la ración de

San Pedro y de Valenzuela se estimaba en 50 mrs. que fueron asignados a Juan

Pérez de Velinchón, añadiéndole 7 mrs. anuales en Orabuena. Mientras que en 1272

el mismo obispo Fernando de Mesa, vista la carta del cabildo catedralicio por la que

se nombraba al maestrescuela Martín de Fitero, y a los canónigos Aznar Pérez, Juan

Abat de Portaclusa y Domingo Ramiro, estimadores de los préstamos, acordaba que

el derecho que pertenecía a la Iglesia de Valenzuela consistía en una estimación para

un canónigo.92

90 1252.02.18, Archivo Histórico Nacional [AHN], Sección de Calatrava, doc. nº 95 (edit. Valverde y

Perales, F., Historia de la villa de Baena, Córdoba, 1982, p. 492; Nieto, M., Corpus Mediaevale Cordubense, Córdoba,

1979, doc. nº 389, p. 193); Nieto, M., “Valenzuela. Edad Media”, Los Pueblos de Córdoba, Córdoba, Cajasur, 1993,

vol. 5, p. 1553.

91 Nieto, M., Islam y Cristianismo, p. 186; id., “Valenzuela. Edad Media”, p. 1553.

92 1264.03.12, BCC, ms. 125, f. 66v; 1272.03.29, ACC, Caja N, nº 86 (edit. Nieto, M., Corpus Mediaevale

Cordubense, Córdoba, 1980, vol. 2, docs. 688 y 852, pp. 141 y 215); cit. Sanz, I., La Iglesia y el obispado de Córdoba en

la Baja Edad Media (1236-1426), Madrid, UCM, 1989, p. 264.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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El primero de dichos documentos pone de evidencia la existencia de una

iglesia de San Pedro, también citada en documentos posteriores del siglo XIV, que

Ramírez de las Casas-Deza localiza en la actual calle San Pedro, donde luego existió

una gran cruz de piedra. Según el citado autor, al hacer una excavación en este sitio

se encontró un antiguo sepulcro de piedra que contenía unas espuelas de oro y una

espada “sin duda pertenecientes a alguno de los señores de esta villa que fueron

sepultados allí”.93

En los Estatutos de Fresneda y en las Constituciones Sinodales del obispo

Alarcón se cita como iglesia del arcedianato de Córdoba. 94

93 Cabrera, E., “La señorialización de Andalucía”, p. 71; Ramírez de las Casas Deza, L. M., Corografía, p.

414.

94 Sanz, I., La Iglesia y el obispado de Córdoba en la Baja Edad Media (1236-1426), Madrid, UCM, 1989, p.

264.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Fig. 05. Límite de la frontera castellano-nazarí durante los siglos XIII-XIV (Fuente: Atlas de Andalucía).

2. El linaje de los Valenzuela, señores de la población

Ramírez de las Casas-Deza hace arrancar el linaje de los señores de

Valenzuela de Lope Sánchez de León, Camarero de Fernando III, que habría

conquistado la localidad y recibido el señorío en 1235; casado con Sancha Alfonso

de León, hija de Rodrigo Alfonso de León, a su vez hijo ilegítimo de Alfonso IX y

alcaide del castillo de Baena. Emilio Cabrera ha destacado el papel jugado en el

entorno de las localidades de Cabra y Baena por este personaje, hermano bastardo

de Fernando III, que desempeñó una función primordial en la defensa de la

frontera en las décadas centrales del siglo XIII; conservó la alcaidía de la fortaleza

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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de Baena al menos hasta 1266 y fue tras su muerte cuando Alfonso X entregó la

villa en señorío a su hijo el infante don Juan.95

El hijo de Lope Sánchez y Sancha Alfonso heredero del señorío fue Pedro

Sánchez, II señor, Alcalde Mayor de Baena que tuvo por hijo a Juan Pérez de

Valenzuela, III señor, que heredó también de su padre el cargo de Alcalde Mayor de

Baena. Muerto sin descendencia masculina, el linaje Valenzuela se unió, a principios

del siglo XIV, con el del señorío de Espejo gracias al matrimonio de Urraca Sánchez

de Valenzuela, la heredera del señorío, con Martín Sánchez de Castro, señor de

Castro el Viejo, hijo segundo de Pay Arias de Castro, señor de Espejo, que había

heredado el señorío de Castro el Viejo mientras el primogénito Ruy Páez se

convertía en segundo señor de Espejo. Según Maraver y Alfaro, Alfonso XI hizo

merced a perpetuidad a Juan Pérez de Valenzuela, V señor de la población, hijo de

Martín Sánchez de Castro y de la IV señora de Valenzuela Urraca Sánchez, casado

con Aldonza Fernández de Castro, de la Alcaidía del castillo de Baena y de la vara

de Alguacil Mayor de Baena y su tierra.96

El nieto de Martín Sánchez de Castro, llamado como su abuelo Martín

Sánchez de Valenzuela, fue VI señor de la villa, y según Ramírez de las Casas-Deza

fue privado de los señoríos de Castro el Viejo y de Montoro por haber sido

partidario de Pedro el Cruel en la guerra civil que le enfrentó a Enrique de

Trastámara por el trono castellano; murió en 1383 y fue sepultado junto con su

mujer Sancha Martínez de Porras en la iglesia de San Pedro.97 El testamento de

Martín Sánchez fue otorgado en Valenzuela el 21 de mayo de 1380; en él, Martín y

su esposa Sancha Martínez de Porras encargan misas a los clérigos de Espejo por las

almas de Pay Arias de Castro, tío de los testadores (se trata de Pay Arias de Castro el

Mozo) y por la de los señores de Espejo; a los clérigos de Baena que digan misas

por Martín Sánchez de Castro y por su mujer Urraca Sánchez de Valenzuela,

abuelos del testador; por Juan Pérez de Valenzuela y su mujer Aldonza Fernández

95 Ramírez de las Casas Deza, L. M., Corografía, p. 416.

96 1332.s.d. Maraver y Alfaro, M., Historia de Cordoba. Siglo XIV, vol. 1. sf. [siglo XIX]. Manuscrito

conservado en el Archivo Municipal de Córdoba, Signt. 88-4-08.

97 Ramírez de las Casas Deza, L. M., Corografía, p. 414.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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de Castro, padres del mismo; y por Fernán Sánchez de Porras y su esposa Mayor

Martínez de Argote, sus suegros. En dicho testamento fundó mayorazgo para su

hijo mayor Juan Pérez de Valenzuela integrado por las casas principales de Córdoba

y la villa y castillo de Valenzuela.98 Martín Sánchez obtuvo facultad del monarca

Juan I, en 27 de abril de 1380, para fundar el citado mayorazgo de la fortaleza y

tierras de Valenzuela en su hijo Juan Pérez de Valenzuela, mayorazgo confirmado

por los Reyes Católicos en 1477. El hermano de Martín Sánchez, Alfonso Sánchez

de Valenzuela, continuo de la Casa del rey Enrique II y veinticuatro de Córdoba,

defendió la villa del ataque y asedio de los musulmanes durante el reinado de

Enrique II, que llegaron a demoler la torre del homenaje, y fue sepultado en la

iglesia de San Pedro junto a su mujer Mayor Alfonso de Venegas.99

Martín Sánchez y Sancha Martínez tuvieron por hijo a Juan Pérez de

Valenzuela, VII titular del señorío. Según Manuel Nieto, el 15 de noviembre de

1406 Enrique III donó a Juan Pérez de Valenzuela el castillo y término de Castro el

Viejo, ordenando a Gonzalo Rodríguez de Baena, alcaide del castillo, y al concejo de

la ciudad de Córdoba su entrega al nuevo señor en un plazo de treinta días,

disposición que no parece haberse hecho nunca efectiva.100

Pocos años antes el monarca Juan I había concedido en señorío a Diego

Fernández de Córdoba, Mariscal de Castilla, la localidad de Baena (4 de mayo de

1386), y considerando el señor de Valenzuela que con el nuevo señorío de Baena

perdería el oficio de alcaide del castillo que habían tenido sus antepasados, se opuso

a la señorialización de la villa. Por otra parte, como alcaides del castillo y alcaldes

mayores de Baena, los Valenzuela se convirtieron, tras esta donación, en una especie

de nobleza media dependiente de los condes de Cabra y parece ser a partir de este

momento cuando se iniciaron los problemas por los derechos sobre el señorío de

Valenzuela entre los linajes Valenzuela y Fernández de Córdoba que habían de

98 Padilla, J., El fundador y la fundación del señorío de Espejo (1260-1330): Pay Arias de Castro, biografía y estudio

crítico, Córdoba, Diputación, 1996, p. 161.

99 Ramírez de las Casas Deza, L. M., Corografía, p. 414.

100 Nieto, M., “Castro del Río en la Baja Edad Media”. Castro del Río. Bosquejo histórico de una villa andaluza,

Castro del Río, Ayuntamiento, 1986, p. 39.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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llegar al siglo XVI. El 18 de abril de 1394 Diego Fernández de Córdoba daba poder

a Juan Pérez de Valenzuela, señor de la villa, para que la pudiera poblar con vecinos

que no fueran de Baena, para beneficiarse de sus rentas, portazgos y tercias, y para

poner jueces que libraran los pleitos civiles mientras que las apelaciones quedarían

para el mariscal, concesión confirmada por el Conde de Cabra el 17 de marzo de

1460, de forma que por esas escrituras se entiende que el Conde de Cabra tenía

derecho a la titularidad del señorío de Valenzuela porque se lo habría concedido

Juan I, junto con la propia villa de Baena, en la donación de 4 de mayo de 1386.101

Juan Pérez de Valenzuela conservó su oficio de alcaide de la fortaleza de

Baena, como evidencia un interesante documento, fechado en enero de 1431, en el

que Diego Fernández de Córdoba tomó posesión del citado castillo en nombre de

su hijo Pedro Fernández. Dice el texto que estando Diego Fernández, Mariscal de

Castilla y señor de Baena, ante las puertas del castillo de la villa, y estando con él

Juan Pérez de Valenzuela, alcaide del castillo por el señor Mariscal, y el concejo y

oficiales de Baena (Juan Pérez, Alcalde Mayor; Juan López, Alguacil Mayor; Alfonso

Ramírez y Francisco Fernández, alcaldes ordinarios; Gil Alfonso de Escamilla,

oficial; Juan Pérez de Baena, Ruy Martínez del Vaquerizo, Alfonso Ruiz de

Escamilla y Juan Rodríguez de Valenzuela, oficiales; Ferrán Ortiz, jurado; Alfonso

López Salido, Mayordomo del dicho concejo; Alfonso Pérez, escribano del concejo;

y Diego de Valenzuela, Alfonso Ruiz Morago, Martín Sánchez, Gómez Fernández

de Padilla, Juan Rodríguez de Salamanca, y muchos vecinos y moradores), el

Mariscal recordó al alcaide Juan Pérez de Valenzuela cómo el propio alcaide y otros

oficiales habían hecho hacía algún tiempo pleito homenaje por el castillo y villa a

Pedro Fernández, hijo del Mariscal, en el que había hecho mayorazgo de la villa y

castillo de Baena y de la fortaleza y lugar de Doña Mencía, con las casas mayores de

Córdoba, y otorgó que ahora traspasaba todo ello en poder de su hijo Pedro

Fernández y que por ello quería entregarle la posesión de todos los bienes. Por lo

que mandó que recibiesen por señor de la villa a Pedro Fernández, y el alcaide y

oficiales dijeron que lo recibían por señor. Y el Mariscal hizo traer las llaves del

castillo de la villa y de las puertas de la almedina, y el Alcaide y oficiales del concejo

101 1500.07.15, AHN Toledo, Fondo de Luque, Carpeta 208, doc. nº 33-34.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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dijeron que se las entregaban a Juan Pérez, Alcalde Mayor, porque tenía poder del

conde para la toma de posesión, y éste dijo que en nombre de Pedro Fernández

quería tomar la posesión del dicho mayorazgo y villa y por él recibió las llaves del

castillo en sus manos. Después el Mariscal, Alcaide y oficiales de la villa, estando

ante la puerta del dicho castillo que sale a la almedina, tomaron por las manos a

Juan Pérez, Alcalde Mayor, y lo metieron dentro en el castillo y le dieron su tenencia

y posesión. El citado Alcalde Mayor entró en el castillo y estando dentro, Mariscal,

Alcaide y oficiales salieron fuera del castillo, diciendo Juan Pérez que tomaba

posesión del mismo en nombre de Pedro Fernández, y en señal de posesión cerró

sobre sí las puertas del castillo y las abrió y puso por Alcaide a Juan Pérez de

Valenzuela, lo metió y apoderó de la dicha fortaleza entregándole todas las llaves del

castillo y de la villa. Y el Alcaide, una vez en el interior del castillo, juró e hizo pleito

homenaje por él a Pedro Fernández, prometiendo guardar y defender la fortaleza, y

confirmó a cada uno de los miembros del cabildo en sus oficios. Finalmente, fueron

a las puertas de la almedina y de la villa y en cada una de ellas dijo que tomaba la

tenencia y posesión de la villa y del almedina de ella cerrando las puertas sobre sí.102

Casado en primeras nupcias con Juana Fernández de Biedma y en segundas

con Berenguela Alfonso de Montemayor, tuvo como primogénito con su primera

esposa a Pedro Fernández de Valenzuela, a quien acordó casar con Juana Fernández

de Córdoba, nieta del Mariscal.103 Se mandó enterrar en la iglesia de San Pedro de

Valenzuela; en su testamento hace referencia a que sus padres ordenaron por manda

testamentaria que él tuviera “el dicho lugar de Valenzuela con su torre y sus tierras y

con todo lo que le pertenece en el tercio de sus bienes”.104 Pedro Fernández de

Valenzuela, primogénito del VII señor, murió antes que su padre, y no llegó a

ocupar la titularidad del señorío. Durante su vida fue veinticuatro de Córdoba,

Alguacil Mayor de Baena, vivió en la collación de San Lorenzo y tuvo como su

primera mujer a María Cabrera y como segunda esposa a Juana Díaz de Raya.105

102 1431.01.12, AHN Toledo, Fondo de Baena, Carpeta 396, doc. nº 3.

103 Ramírez de las Casas Deza, L. M., Corografía, p. 414.

104 1429.03.12, AHN Toledo, Fondo de Luque, Caja 161, doc. 49/50. Testamento de Juan Pérez de

Valenzuela, alcaide de la fortaleza de la villa de Baena.

105 En 1487 Juana Fernández, viuda de Juan Rodríguez de Villarreal, vecina en la cordobesa collación de

San Juan, entregaba a Juana Díaz de Raya, viuda de Pedro Fernández de Valenzuela, vecina en la de Santa María,

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Por ese motivo, el VIII titular del señorío de Valenzuela fue Alfonso

Fernández de Valenzuela, hermano segundo de Pedro Fernández de Valenzuela e

hijo de la segunda mujer del anterior señor (Berenguela Alfonso); sucedió al frente

del señorío en lugar de su sobrino Juan Rodríguez de Valenzuela, llamado por esto

“el Desheredado”, hijo de Pedro Fernández de Valenzuela, que fue excluido de la

sucesión por su abuelo. Alfonso Fernández contrajo matrimonio con Aldonza de

Narváez y fue asesinado en el castillo de Linares por Gil Ramírez Dávalos, Alfonso

García de Poblaciones “y otros sus parciales”.106 En 1479 le vemos otorgando su

poder a su tío Pedro Fernández de Valenzuela, vecino en San Lorenzo, para que lo

pudiera desposar con la mujer que él quisiere.107

Juan Pérez de Valenzuela, IX señor de la villa, fue apodado el Valiente;

casado con Mayor Alfonso de Venegas, mantuvo su residencia en la collación de

San Lorenzo de Córdoba y tuvo gran protagonismo como veinticuatro del concejo

cordobés. Tuvo dos hijos, uno llamado también Juan Pérez de Valenzuela y

Bernaldino de Sotomayor.108 En esta época todavía existía la fortaleza de

Valenzuela, pues en un arrendamiento de tierras del año 1478 hallamos a su Alcaide,

Fernando de la Cueva, hijo de Ruy Pérez de la Cueva y mayordomo de Juan Pérez

de Valenzuela, actuando en representación del citado veinticuatro.109

a su hija Isabel de 13 años de edad para que le enseñara a labrar y coser, y la moza le sirva en su casa y hacienda

en las cosas que le mandare honestas de hacer, por tiempo de siete años, dándole de comer, beber, vestir y

calzar según cumple a moza de servicio y al final del mismo 4.000 mrs. en ajuar; y que la dicha moza salga

labrandera y sepa cortar, coser y labrar, y no se irá o se la devolverá si se ausentare de su poder durante dicho

tiempo so pena de 5.000 mrs. (1487.01.16, AHPCO, PNCO, Leg. 13666P, f. 598v). Y en 1493 de testimonio un

arrendamiento conjunto de los hermanos Alfonso, Pedro y María de Córdoba, hijos del jurado Diego de

Córdoba, por cuanto el primero de ellos era curador de los menores Diego, Pedro, Jerónimo y Alfonso de

Valenzuela, hijos de María de Córdoba (1493.01.04, AHPCO, PNCO, Leg. 14131P, Cuad. 1, f. 3r).

106 Ramírez de las Casas Deza, L. M., Corografía, p. 416.

107 Alfonso de Valenzuela, hijo de Juan de Valenzuela, veinticuatro, otorga su poder a Pedro de

Valenzuela, su tío, vecino en San Lorenzo, para que lo pueda desposar con la mujer que él quisiere, otorgarlo

por su marido y recibir a ella por su mujer y esposa, prometiendo haber por firme dicho desposorio y celebrar

las bodas con ella en faz de la santa madre iglesia (1479.08.20, AHPCO, PNCO, Leg. 14118P, Cuad. 11, f. 128r).

108 1488.09.09, AHPCO, PNCO, Leg. 14125P, Cuad. 15, f. 5r.

109 1478.0518, AHPCO. PNCO, Leg. 14117P, Cuad. 9, f. 24r.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Alfonso Fernández de Valenzuela, X señor de la villa, quedó menor de edad

bajo la tutela de Diego Fernández de Córdoba, III señor de Cabra, el cual consiguió

que el menor permutase con la mujer del Conde de Cabra, Francisca de Zúñiga, el

señorío de Valenzuela por la dehesa del Montón de la Tierra; pero al alcanzar su

mayoría de edad, Alfonso Fernández cambió de opinión y por mano armada se

adueñó de Valenzuela y de su castillo. En vista de su actitud, los Reyes Católicos

ordenaron a Diego López de Ávalos, comendador de Mora en la orden de Santiago

y corregidor de Córdoba (1500-1506), tomar Valenzuela y demoler el castillo hasta

los cimientos, para que no quedase señal de él ni se pudiese reedificar. Del castillo

afirma Ramírez de las Casas-Deza que no subsisten más que los vestigios en un

terreno cubierto de piedras sueltas y maleza, donde se advierte una excavación

como de aljibe.110

Ello llevará al señor de Valenzuela a convertirse, en 1501, en vasallo de

Pedro Fernández de Córdoba, señor de Aguilar y rival de Diego Fernández de

Córdoba, IV Conde de Cabra, para poder defender su persona y bienes, recibiendo

a cambio protección, vivienda y 40.000 mrs. anuales. Al año siguiente (1502) se

acordó, como señala Conchita Quintanilla, que Valenzuela fuese vendida al Conde

de Cabra, con el consentimiento del señor de Aguilar, con la obligación de derribar

la fortaleza y la prohibición de edificar otra en su lugar. A partir de ese momento,

Valenzuela, que en 1530 tenía 47 vecinos, quedó incorporada al Condado de Cabra.

El linaje de los Fernández de Córdoba Condes de Cabra arranca del tercer hijo de

Gonzalo Fernández de Córdoba (1343-1384), señor de Aguilar; este tercer hijo,

Diego Fernández de Córdoba (1386-1427), recibió en señorío la villa de Baena en

1386, aunque el linaje no pudo ocuparla efectivamente hasta 1448 ya en el mandato

de su hijo Diego II Fernández de Córdoba (1435-1481), a quien en 1439 Juan II

había hecho también señor de Cabra, consiguiendo el título de señor de Cabra en

1455, y en 1466 de Iznájar, Rute y Zambra. Diego Fernández de Córdoba, IV Señor

de Cabra, vivió durante los últimos años del siglo XV y primeros del XVI, y fue

110 Ramírez de las Casas Deza, L. M., Corografía, pp. 414-416.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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también XI señor de Valenzuela, incorporando al señorío dicha población con

carácter permanente.111 (Fig. 6)

Como fue habitual que ocurriera en numerosas ocasiones, bien por

oposición de los anteriores señores, bien de las ciudades a cuyo término habían

pertenecido, este cambio de jurisdicción de Valenzuela parece que dio lugar a una

cierta resistencia de la población, como la había dado la señorialización de la propia

villa de Baena.112 En septiembre de 1501 tenemos testimoniada una acción violenta

protagonizada por vecinos de Valenzuela, adictos al señorío del anterior linaje, que

pone de relieve estas dificultades de cambio de jurisdicción. Cuando Fernando de

Medina, receptor de tributos de Baena, en unión del alguacil Juan Romo, fueron a

cobrar cierto repartimiento que había hecho el Conde de Cabra en las villas de su

señorío para contribuir al matrimonio de las infantas reales. Al llegar a Valenzuela

ambos oficiales del cabildo de Baena, se enfrentó a ellos Antonio Muñiz, provisto

de una espada y acompañado por tres hombres, tomándole a Juan Romo la vara de

la justicia que traía en sus manos, para partirla y hacerla dos pedazos y amenazar

con uno de ellos a Juan Romo, dos o tres veces, estando a punto de agredirle; en ese

momento intervino Alfonso Fernández de Valenzuela, el X señor de la villa, dice el

documento que “demudada la color de la cara” y en compañía de 20 hombres,

111 Quintanilla Raso, C., Nobleza y señoríos en el reino de Córdoba. La Casa de Aguilar (siglos XIV y XV),

Córdoba, Cajasur, 1979, pp. 172-182, en particular ésta última.

112 Sobre movimientos antiseñoriales provocados por cambios de jurisdicción, protagonizados por las

poblaciones rurales o por la oposición de los antiguos señores, se ha desarrollado en Castilla una copiosa

producción historiográfica durante los últimos años, entre la que podemos destacar los estudios de Valdeón, J.,

“Resistencia antiseñorial en la Castilla medieval”, Señorío y Feudalismo en la Península Ibérica, Zaragoza, 1993, vol. 2,

pp. 319-340; id., “La rebelión al poder constituido: los conflictos antiseñoriales en la Edad Media”, El poder en

Europa y América. Mitos, tópicos y realidades (E. García Fernández, ed.), Bilbao, 2001, pp. 57-68; Cabrera, E.,

“Conflictos en el mundo rural. Señores y vasallos”, Conflictos sociales, políticos e intelectuales en la España de los siglos

XIV y XV, XIV Semana de Estudios Medievales de Nájera (J. I. de la Iglesia, ed.), Logroño, 2004, pp. 49-80; y

Oliva Herrer, H. R., Justicia contra señores. El mundo rural y la política en tiempos de los Reyes Católicos, Valladolid, 2004;

id., “Révoltes et conflits sociaux dans la Couronne de Castille au XIVe siècle”, Rivolte urbane e rivolte contadine

nell’Europa del Trecento: un confronto (M. Bourin, G. Pinto, eds.), Florencia, 2008, pp. 73-92; id., “Conflictos

antiseñoriales en el reino de Castilla a finales de la Edad Media: viejas preguntas, ¿nuevas respuestas?”, Historia.

Instituciones. Documentos, 36, 2009, pp. 313-331.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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quejándose los oficiales de Baena de que Antonio Muñiz y sus acompañantes

querían llevarles a la cárcel y les habían descabalgado de los caballos, ante lo cual

Alfonso Fernández replicó que si él no hubiera estado allí, ellos no hubieran vuelto

a Baena, diciéndoles “poca vergüenza tenéis de venir a tierra ajena y que a la hora

nos fuésemos con Dios o con el diablo”, echándoles a empujones de la villa.113

Fig. 06. Distribución de los señoríos en el reino de Córdoba, donde Valenzuela aparece ya vinculada al de los Condes de Cabra (Fuente: E. Cabrera, Historia de Andalucía, vol. 3, Barcelona, Planeta, 1980).

113 1501.09.02, AHN Toledo, Fondo de Luque, C. 177, doc. 42.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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3. Propiedades familiares y aprovechamientos agrarios a fines del siglo XV

La documentación notarial procedente del Archivo Histórico Provincial de

Córdoba pone de relieve algunas de las propiedades territoriales e inmobiliarias que

el linaje Valenzuela disfrutó durante el último tercio del siglo XV. Casi todas ellas

están concentradas en el término de Córdoba, tanto en la zona de la campiña como

en la comarca de la sierra. Es fácil imaginar que no serían las únicas propiedades que

el linaje poseía, dado que era habitual que los miembros de la nobleza las tuvieran

repartidas por diversos lugares, pero son las que mejor tenemos documentadas,

porque la familia solía residir en la propia Córdoba, al tener sus casas en el barrio de

San Lorenzo y, en segundo término, porque la documentación consultada alude de

manera fundamental a los contratos que implican propiedades del término de la

capital y en mucha menor medida a las situadas fuera de él.114

Una de las propiedades que se documenta en manos de la familia Valenzuela

es la de distintos cortijos y hazas de tierras dedicadas a la explotación del cereal,

sobre todo trigo y cebada. Los rasgos más destacados del cortijo bajomedieval, así

como los sistemas de explotación utilizados en la época en estas grandes unidades

de producción agrícola, han sido bien estudiados por autores como Emilio Cabrera

y Margarita Cabrera, en el caso de Córdoba, Isabel Montes en el del reino de Sevilla,

o Luis Rafael Villegas, en el ámbito de la Alta Andalucía.115 Uno de los

heredamientos de esta tipología y de mayor importancia de cuantos poseía el linaje

Valenzuela era el del Montón de la Tierra, situado junto al Guadalquivir aguas arriba

de Córdoba, cerca de la población de Alcolea, donde alternaban cultivos de cereales

y de huerta. Hallamos dos arrendamientos de esta explotación en los años 1478 y

1482 realizados por los veinticuatros de Córdoba que compartían su propiedad,

114 Agradezco a la profesora Margarita Cabrera el conocimiento de algunos de estos contratos

conservados en el Archivo Histórico Provincial de Córdoba.

115 Montes, I., Propiedad y explotación de la tierra en la Sevilla de la Baja Edad Media, Sevilla, 1988; Cabrera, E.,

“El campesinado y los sistemas de propiedad y tenencia de la tierra en la Campiña de Córdoba durante el siglo

XV”, La Sociedad Medieval Andaluza: Grupos no Privilegiados, Actas del III Coloquio de Historia Medieval Andaluza,

Jaén, 1984, pp. 181-197; Cabrera, M., Nobleza, oligarquía y poder en Córdoba al final de la Edad Media, Córdoba, 1998,

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Luis de Berrio, Juan Pérez de Valenzuela, Gonzalo de los Ríos y Martín de

Ochoa.116

Pedro de Valenzuela, primogénito del VII señor, poseía en 1478 una parte

del cortijo de Leonís, cercano a Bujalance; y en 1493 Alfonso de Córdoba, como

tutor de los hijos menores del IX señor de la villa, en unión de sus hermanos Pedro

y María de Córdoba, madre de los menores, arrendaba a tres vecinos de Castro del

Río el cortijo de Cubas.117 En 1513 Berenguela de Montemayor, hija de Juan Pérez

116 Luis de Berrio, veinticuatro de Córdoba; Fernando de la Cueva, alcaide de Valenzuela, mayordomo

de Juan Pérez de Valenzuela, veinticuatro de Córdoba, y en su nombre; e Inés de Gahete, mujer de Martin Ochoa de Caicedo, veinticuatro, arrendaron a Pedro Díaz de Estepa y a Alfonso Sánchez, vecinos de Córdoba, un haza de tierra calma en el señorío del Montón de la Tierra, lindera con el río Guadalquivir, más cuatro fanegas de sembradura, durante dos vidas; con la condición de que en los siete años primeros paguen de renta solamente plantar de huerta de árboles frutales cuatro aranzadas de terreno, de tales árboles que convengan a la tierra entre los que deben poner sesenta manzanos jahenes, treinta de los cuales dará Fernando de la Cueva; y de que hagan a su costa y misión una noria empedrada para regar la dicha huerta, con su mina empedrada, de la cual puedan sacar una azada de agua, en el plazo de un año, dando los dichos señores toda la madera que fuere menester para la dicha añora y su reparo; y que no puedan los señoríos prohibir el corte de los álamos o cañaverales que pusieren los arrendadores a orillas del Guadalquivir; pasados los siete años pagarán una renta anual de 2.000 mrs. más treinta ristras de ajos (1478.05.18, AHPCO. PNCO, Leg. 14117P, Cuad. 9, f. 24r). Unos años después, el propio Luis de Berrio, Juan Pérez de Valenzuela y Gonzalo de los Ríos, veinticuatros de Córdoba, arriendan a Gonzalo Díaz de Estepa, una huerta con un pedazo de viña en el heredamiento del Montón, con los cuatro días y cuatro noches de agua que le pertenecen y con los remanentes del agua de los cuatro días y cuatro noches que viene al arroyo, por renta anual de 4.000 mrs. y 600 granadas dulces de la dicha huerta; entre las condiciones del arrendamiento se incluyen que el hortelano dé dos labores a las dichas huertas, espese el arboleda y la riegue cada semana una vez, a uso y costumbre de huertas del llano, ponga cada año cien árboles frutales, de los que veinte deberán ser manzanos, y que no meta en dichas huertas puercos, sino tan solo dos yeguas (1482.06.16, AHPCO, PNCO, Leg. 14111P, Cuad. 17, f. 20v). 117 Pedro de Valenzuela y su mujer María Cabrera, vecinos de Córdoba en la collación de San Lorenzo,

vendieron a Juan Pérez del Pozo, vecino de Bujalance, lugar y castillo de Córdoba, tres hazas de tierras calmas situadas en la campiña término de Córdoba, en el cortijo de Leonís, la haza de Valenzuela, la haza del Hornillo y la haza de Alharón, con parte de la casa tejada y de la torre y ejido, y entradas y salidas a las aguas y campos, a precio cada uvada de las que se hallaren por cuerda medidas por el fiel partidor de Córdoba de 32.500 mrs. (1478.11.14, AHPCO, PNCO, Leg. 14117P, Cuad. 2, f. 1r). Alfonso de Córdoba, hijo del jurado Diego de Córdoba, vecino en Santa Marina, como curador de Diego, Pedro, Jerónimo y Alfonso de Valenzuela, hermanos menores hijos de María de Córdoba, su hermana, y Pedro de Córdoba, jurado de la Magdalena, hermano de Alfonso, por sí y en nombre de doña María su hermana, arriendan a Alfonso Martínez de Leiva, Martín Álvarez y Lope Ruiz, vecinos de la villa de Castro del Río, el cortijo, tierras y heredamiento que dicen de Cubas, con el soto, tierras y aguas que le pertenecen, situado en término de Córdoba y en la ribera del río Guadajoz, lindero con los cortijos de Malagón, Gil Calvo y Güesa, para que entren a barbechar desde el uno de enero a santa María de agosto sin pagar renta y de ahí adelante por tiempo de cinco años y renta anual de 54 cahices de pan

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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de Valenzuela, adquirió una parte de la dehesa y tierras de Viandar, situada junto a la

actual aldea belmezana del Hoyo, en el camino de Córdoba a Fuenteovejuna.118

También se menciona con frecuencia la propiedad de huertas dedicadas a la

cría de distintas especies hortofrutícolas. Fue muy habitual la aparición de un

cinturón periurbano de huertas que, establecido en el entorno de las murallas o en

las afueras de cada localidad, servía para proveer de verduras y frutas frescas a los

mercados urbanos, como han puesto de relieve José Rodríguez Molina (para el caso

de Jaén), Mercedes Borrero, Isabel Montes o Manolo González (para el de Sevilla),

Emilio Martín (en Jerez) o Margarita Cabrera (en Córdoba).119 En 1479 Pedro

Fernández de Valenzuela, hijo del VII señor, junto a Bartolomé de la Mesa y

Gonzalo de Hoces, arrendaba la huerta de Don Carlos, una de las más extensas que

existían en la zona de la sierra, donde se criaban vides, limones y limas, naranjas y

cidras, granadas y zumacares; y en 1488 se testimonia la posesión que Juan Pérez de

terciado, dos tercios trigo y uno cebada y diez pares de gallinas (1493.01.04, AHPCO, PNCO, Leg. 14131P, Cuad. 1, f. 3r). 118 Berenguela de Montemayor, hija de Juan Pérez de Valenzuela y vecina de Córdoba, da poder a

Marcos Ruiz, espartero, su criado, para que en su nombre pueda comprar a Gonzalo Carrillo, hijo del

veinticuatro Diego Carrillo, y a su mujer Catalina de Frías, la tercera parte de un cuarto y medio de la dehesa,

tierras y heredamiento, venta y huerta que dicen de Viandar, en término de Córdoba, camino de la villa de

Fuente Obejuna, lindera con tierras de la villa de Belmez, tierras de la villa de Fuente Obejuna y tierras de Doña

Rama, por precio de 80.000 mrs. (1513.09.27, AHPCO, PNCO, Leg. 11829P, f. 244r). La venta y tierras de

Viandar estuvieron situadas en el lugar ocupado en época islámica por la población de Benaidar, que al-Idrisi

menciona en el itinerario de Córdoba a Badajoz, y que coincide con el alto del castillo del Hoyo (sobre este

asentamiento ver Córdoba, R., “La fortificación de habitats en altura almohades. La comarca del Alto Guadiato

(provincia de Córdoba) en los siglos XII-XIII”, La Fortificación Medieval en la Península Ibérica, Aguilar de Campoó,

2001, pp. 189-200).

119 Rodríguez Molina, J., El regadío medieval andaluz, Granada, 1991; González Jiménez, M., “El cinturón verde de

Sevilla”, Sevilla Extramuros: la huella de la Historia en el sector oriental de la ciudad , Sevilla, 1998; Borrero, M., El mundo rural sevillano en el siglo XV: Aljarafe y Ribera , Sevilla, 1983; Borrero, M., La organización del trabajo. De la explotación de la tierra a las relaciones laborales en el campo andaluz (siglos XIII-XVI), Sevilla, 2003; Montes, I., El Paisaje Rural sevillano en la Baja Edad Media, Sevilla, 1989, pp. 153-155 y 239-240; Martín, E., La organización del paisaje rural durante la Baja Edad Media. El ejemplo de Jerez de la Frontera, Sevilla, 2004, pp. 74-78; Cabrera, M., Nobleza, oligarquía y poder en Córdoba al final de la Edad Media, Córdoba, 1998, pp. 176-190; Cabrera, M., “Oligarquía urbana y explotación del regadío en Córdoba durante el siglo XV”, La Nobleza peninsular en la Baja Edad Media, VI Congreso de Estudios medievales, León, 1999, pp. 509-525. Sobre los rasgos generales de la explotación de huertas en la provincia de Córdoba durante el período final de la Edad Media y el tramo inicial de los siglos modernos, ver Córdoba, R., “Las huertas de Córdoba entre la Edad Media y los tiempos modernos (siglos XV-XVI). Contribución al estudio de los regadíos históricos en la cuenca del Guadalquivir”, Ariadna, 20, 2009, pp. 141-195.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Valenzuela, IX señor, tenía de la huerta llamada de Nuño Mingo, ubicada también

en la sierra de Córdoba, donde abundaban granadas, higos, limones, naranjas y

viñas, como reflejan los productos enumerados para el pago en especie de la

renta.120

Otras propiedades agropecuarias importantes eran las explotaciones

colmeneras, sobre las que existen espléndidos estudios para la España meridional a

fines de la Edad Media.121 En 1486 Pedro de Valenzuela, hijo del VII señor,

arrendaba a Juan Ruiz una posada de 150 colmenas, llamada del Berrueco, en

término de Espiel, junto con un terreno sembrado de vides e higueras; en 1491 Juan

Pérez de Valenzuela, IX señor de la villa, vendía un colmenar de sesenta colmenas,

llamado de las Alcornocosas, sito igualmente en término de Espiel; mientras que en

1495 Juan Pérez de Valenzuela, hijo del anterior, arrendaba una posada de veinte

colmenas en término de Hornachuelos.122

120 Pedro Fernández de Valenzuela, vecino en San Lorenzo, por sí y en nombre de Bartolomé de la

Mesa y de Gonzalo de Hoces, arrendó al frutero Alfonso de Molina, vecino de la Magdalena, la huerta de don

Carlos, con las viñas, tinajas, zumacares, cañaverales, aguas y montes que le pertenecen, en el término de

Córdoba en el alcor de la sierra, durante cuatro años y renta anual de 31.000 mrs., 9 gallinas, 3 cargas de uvas

para colgar, 3 seras de pasas de lejía, 900 limas, 1500 naranjas, 30 cidras, una arroba de agua de azahar, 750

limones y 450 granadas dulces; con la condición de que pode, vine y cave las viñas y eche en ellas los mugrones

pertenecientes, que cave y vine los zumacares y labre de tres labores la dicha huerta, que eche a cada árbol de lo

agro cada año una espuerta de estiércol, que la riegue y labre a uso de huertas de la sierra y que plante cada año

diez árboles naranjos en los lugares más convenientes (1479.04.12, AHPCO, PNCO, Leg. 14118P, Cuad. 4, f.

8v). Juan Pérez de Valenzuela, veinticuatro de Córdoba y señor de la villa de Valenzuela, arrienda a Fernando

Rodríguez de las Beatas, vecino en San Lorenzo, una huerta con árboles y terreno, con su casa y agua de pie

(corriente), que posee en el alcor de la sierra de Córdoba a la que dicen la huerta de Nuño Mingo, que fue de su

tía Florinda Ruiz de las Infantas, con los pedazos de viña que en ella se contienen. Se la arrienda por tiempo de

cuatro años y renta anual de 6.300 mrs., una carga de uva, un cántaro mostero lleno de arrope, 300 granadas

(200 dulces y 100 agridulces), tres arrobas de higo zaharí, una arroba de higo blanco, otra arroba de higos rehus,

cien limones, una sera de pasas y 400 naranjas (1488.09.09, AHPCO, PNCO, Leg. 14125P, Cuad. 15, f. 5r).

121 Sánchez Benito, J. M., “Datos sobre la organización de la producción apícola castellana en la Baja

Edad Media”, Estudis d’Historia Economica, 1, 1989, pp. 11-25; Argente, C., “Las colmenas, un tipo de

aprovechamiento de la Sierra Morena”, II Congreso de Historia de Andalucía. Andalucía Medieval, Córdoba, 1994, pp.

247-260; Córdoba, R., “La candelería, un oficio medieval. Apicultura y trabajo de la cera en la Córdoba del siglo

XV”, Congreso de Jóvenes Historiadores y Geógrafos, Madrid, 1990, vol. 1, pp. 777-790; Hidalgo, P., Las ordenanzas de

colmeneros del concejo de Córdoba (siglos XV-XVIII), Córdoba, Ayuntamiento, 1998.

122 Pedro de Valenzuela, veinticuatro de Córdoba y vecino en San Lorenzo, arrendó al acemilero Juan

Ruiz Tajadas, de la misma vecindad, la posada colmenar que se dice del Berrueco, sita en el condado de Espiel,

con 150 colmenas buenas con sus cobijas y casa pajiza, desde San Miguel de septiembre durante cuatro años por

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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También poseían numerosos inmuebles urbanos, en particular viviendas de

uso doméstico. En 1481, Pedro de Valenzuela, hijo del VII señor, arrendaba unas

casas de su propiedad en el barrio de Santiago de Baena, mientras que en 1489 era

Juan Pérez de Valenzuela quien acordaba con el albañil Alfonso Rodríguez la

realización de ciertas obras en unas casas que poseía en la collación de La

Magdalena de Córdoba.123 Y otros de uso industrial, como molinos de harina

situados tanto en el río Guadalquivir como en cursos de agua menores.124 En 1481

Juan Pérez de Valenzuela, IX señor, arrendaba a un vecino de Posadas el molino del

Nogal, en término de Hornachuelos; en 1491 los hijos de este IX señor, Juan Pérez

de Valenzuela y su hermano Bernaldino de Sotomayor, poseían la mitad de dos

renta anual de 2.550 mrs. y 7 azumbres de miel, pagado en Córdoba a fines del mes de mayo de cada año. Con

la condición de que al final del arrendamiento deje las 150 colmenas buenas y vivas, con sus cobijas de corchos;

mantenga la casa enhiesta y bien reparada; y que el primer año del arrendamiento plante tres docenas de parras

de veduños tempranos cerca de la casa y media docena de higueras zaharíes y godenes, y las cave y vine cada

año de manera que al final del arrendamiento le deje todo presto (1486.07.11, AHPCO, PNCO, Leg. 14124P,

Cuad. 6, f. 15r). Juan Pérez de Valenzuela, veinticuatro de Córdoba vecino en San Lorenzo, y Martín de

Campos, vecino en Omnium Sanctorum, venden a Juan Ruiz de Buenosvinos, vecino en Omnium Sanctorum,

una posada colmenar con sesenta colmenas, una casa pajiza, una panera, dos tinajuelas y sus aguas y montes

según que ellos la poseen, que se dice la Posada de las Alcornocosas en el condado de Espiel, lindera con la

Posada de Valdefuentes y la Posada del Alisedilla, por precio de 1.000 mrs. (1491.04.12, AHPCO, PNCO, Leg.

14129P, Cuad. 13, f. 33r). Martín López Márquez, vecino de Hornachuelos, arrienda a Juan Pérez de Valenzuela,

hijo de Juan Pérez de Valenzuela, vecino de Córdoba, veinte colmenas vivas en término de Hornachuelos

(1495.09.11, AHPCO, PNCO, Leg 14132P, Cuad. 13, f. 139r).

123 Pedro de Valenzuela, Alguacil Mayor que fue de Baena y vecino en la collación de San Lorenzo de

Córdoba, arrienda a Juan Rodríguez, tornero, vecino de Baena en la collación de Santiago, unas casas que posee

en la villa de Baena en la citada collación de Santiago, por todos los días de su vida (1481.03.05, AHPCO,

PNCo, Leg. 14120P, Cuad. 4, f. 31v). Alfonso Rodríguez, albañil, vecino en Omnium Sanctorum, acuerda con

Juan Sánchez, en nombre de Juan Pérez de Valenzuela, hacer las siguientes obras en unas casas en la Magdalena,

acabar la cuadra, techarla, enmaderarla, solarla con su tablazón, limpiar todos los tejados, limpiar tres sumideros

hasta llegar al firme, hacer un pilar junto al pozo para sacar el agua y otro pilarejo a la puerta de la cámara y

techar una cocinilla (1489.04.09, AHPCO, PNCO, Leg. 13667P, f. 169v).

124 Sobre la tipología e historia de las aceñas y batanes del Guadalquivir en época medieval pueden

consultarse mis trabajos Los molinos hidráulicos del Guadalquivir en la ciudad de Córdoba. Estudio histórico y arquitectónico,

Madrid, 2008; (con J. Varela), El Patrimonio Histórico Hidráulico de la cuenca del Guadajoz, Revista Salsum nº 2,

Baena, Ayuntamiento, 2011; “El aprovechamiento de la energía hidráulica en la España medieval: los sistemas

técnicos”, Vivir del agua en las ciudades medievales, Valladolid, 2006, pp. 99-145; “Los molinos hidráulicos de la

cuenca del Guadalquivir a fines de la Edad Media. Instrumental y equipamiento técnico”, Anuario de Estudios

Medievales, 33, 2003, pp. 291-337; y “Los batanes hidráulicos de la cuenca del Guadalquivir a fines de la Edad

Media. Explotación y equipamiento técnico”, Anuario de Estudios Medievales, 40, 2011, pp. 17-46.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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piedras de aceña en el molino de la Atarfía o del Infante, ubicado junto a la

Calahorra de Córdoba.125 (Fig. 7)

Por último, podemos citar el cobro de determinados impuestos que, bien

cedidos por el monarca como titulares del señorío, bien usurpados en la práctica de

forma ilegal por los Valenzuela, sirvieron igualmente para acrecentar los ingresos

familiares. En 1490 los Reyes Católicos ordenaron aportar pruebas a Juan Pérez de

Valenzuela sobre los derechos que tenía para cobrar los montazgos de los ganados

que entraren a herbajar en la villa y los portazgos de ciertos puertos de la tierra.126

Las rentas obtenidas de todas estas propiedades, además de las propias

derivadas del señorío sobre la población y de los cargos de gobierno que ocuparon

en los concejos de Baena y de Córdoba, otorgaron al linaje Valenzuela los recursos

económicos suficientes para permanecer durante los siglos de la Baja Edad Media

como una de las familias de mayor poder e importancia del reino. Aunque es

evidente que no cabe establecer un parangón con otros linajes cordobeses de primer

orden, como el de los Fernández de Córdoba, no cabe duda de que mantuvieron su

importancia. De hecho, a nivel territorial, los Valenzuela fueron durante estos siglos

un linaje de la nobleza media dependiente de los Condes de Cabra, a cuyo servicio

desempeñaron la Alcaidía del castillo de Baena y, eventualmente, el cargo de Alcalde

Mayor de dicha villa, y esta dependencia se manifiesta con claridad por el hecho de

que, a inicios de la época moderna, el señorío de Valenzuela quedara vinculado al

señorío de los Condes de Cabra (luego Duques de Sessa). Y a nivel local fueron un

linaje más, pero de considerable protagonismo, entre los miembros de la oligarquía

urbana de Córdoba, ciudad en la que supieron jugar igualmente un destacado papel

125 Juan de Valenzuela, veinticuatro de Córdoba y vecino en San Lorenzo, arrienda a Diego Ruiz, vecino

de Las Posadas, el molino de pan moler que se dice del Nogal, que está en término de Hornachuelos, lindero

con el molino de (roto) por renta anual de cuatro cahices y cinco fanegas de harina, puesto en Las Posadas o en

Córdoba, y dos pares de perdices (1481.02.02, AHPCO, PNCO, Leg. 14120P, Cuad. 9, f. 3r). Bernaldino de

Sotomayor, hijo del veinticuatro de Córdoba Juan Pérez de Valenzuela, por virtud de la partición que hizo con

su hermano Juan Pérez de Valenzuela, tomó posesión de la mitad de dos piedras de aceña situadas en la parada

que dicen de la Atarfía, en el río Guadalquivir allende la puente mayor, tomando con sus manos del trigo de las

tolvas y de la harina de los harnales y echando una piedra en el río, con la parte que le pertenecía del canal y

pesquería (1491.08.23, AHPCO, PNCO, Leg. 13665P, Cuad. 23, f. 15r).

126 1490.09.11, AHN Toledo, Fondo de Luque, C. 77, doc. 24.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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a través de los cargos políticos (muchos de ellos fueron veinticuatros del concejo de

Córdoba) y a través de su propia residencia, vinculada al barrio de San Lorenzo de

la ciudad.

Fig. 07. Vista de Córdoba de Anton van den Wyngaerde (1567), donde se observa en el extremo

izquierdo de la imagen el molino de la Atarfía, ubicado en la orilla sur del río, por debajo de la

Torre de la Calahorra (National Bibliotheck de Viena).

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Historia. Instituciones. Documentos, 31, 2004, pp. 69-96. -Córdoba, R., “Comunicaciones, transportes y albergues en el reino de Córdoba a fines de la Edad Media”,

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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UNA VISIÓN DE LA VILLA DE VALENZUELA EN LA EDAD MODERNA: LAS RESPUESTAS GENERALES

DEL CATASTRO DE ENSENADA.

En el siglo XVIII debido al cambio de dinastía y sobre todo a la influencia

de la Ilustración llegan a España ideas reformadoras que en algunos casos

alcanzaron buen puerto, pero que en otros, como el que nos ocupa no se pudieron

desarrollar.

En 1749 Fernando VI ordenó, a propuesta de su ministro el Marqués de la

Ensenada, redactar un catastro en la Corona de Castilla, donde se recogieran todos

los datos económicos de la población. Así, desde ese momento comienzan a

realizarse las visitas a los municipios para conseguir averiguar las rentas de todos los

habitantes. En las Respuestas Generales que reproducimos aquí, se realizaron las

mismas cuarenta preguntas en todos los municipios a las personas más destacadas

de la comunidad, de modo que vamos a conocer idénticas reseñas de todas las

poblaciones. El objetivo de este arduo trabajo era eliminar la gran cantidad de

impuestos injustos que existían, diezmo, alcabalas, millones, tercias reales.. y

sustituirlos por otro único más equitativo basado en las rentas de cada vecino.

Lamentablemente, una vez realizada esta magna obra no se pudo llevar a la práctica

para el fin que se había diseñado, ya que eran muchos los intereses opuestos a este

nuevo modelo impositivo. Aún así, quedaron reflejados muchos aspectos de la

época como tipos de cultivos, ganados, rendimiento de las tierras, sueldos, oficios,

en definitiva una cantidad de datos que nos permite hacer un retrato muy

aproximado de la sociedad del momento.

Transcribimos en este capítulo las cuarenta respuestas que se dieron al

interrogatorio en Valenzuela, pero adaptando los signos de puntuación y

acentuación, corrigiendo faltas y fragmentando párrafos para facilitar su lectura y

comprensión. Además con el mismo objetivo se han copiado las preguntas que en

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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el documento original no aparecen y se han escrito en cursiva las réplicas de los

asistentes a la interpelación. Como del resto de los libros que conforman el

Catastro, se conservan dos copias, una en Córdoba y otra en el Archivo General de

Simancas. Esta última, que es la que vamos a utilizar, se encuentra digitalizada y

accesible en internet127.

Villa de Valenzuela de la provincia de Córdoba

Copia de las respuestas que a el interrogatorio general han dado la Justicia, y demás vecinos

nombrados por ella y Juez de la operación.

En la villa de Valenzuela en veinte y nueve días, del mes de agosto de mil setecientos cincuenta

y dos. En cumplimiento del auto, antecedente Comunicaron en las causas de la asistencia de

sumario el señor Don Enrique Fason, Juez subdelegado para la averiguación de los Caudales,

tratos y comercios de esta villa y su término en que se ha de fundar la única contribución a que

S.M. (Dios legue) quiere reducir la de rentas provinciales, el Licenciado Don Francisco López

Ynfante vicario de esta villa y cura de la parroquia de ella; Gaspar Joseph Vallejo, Alonso

Sánchez, Alcaldes pedáneos y ordinarios de esta villa que son los únicos que ejercen la Real

Jurisdicción, Juan de Uclés notario público quién actúa las diligencias Judiciales que se ofrecen en

127

http://pares.mcu.es/Catastro/

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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ausencia de Francisco Montiel escribano público de esta quién tiene su residencia en Baena;

Fernando de Frutos, y Rodrigo Arroyos.

Personas elegidas por la Justicia de la explicada villa para el efecto que premiare el

mencionado auto, como demás conocimiento, inteligencia y mejor opinión para satisfacción a los

particulares que contiene el interrogatorio de la letra ,A, de los cuales a excepción de dicho señor

vicario suillad plu (sic) ante mi, el escribano de cuyo juramento , que hicieron a Dios y una Cruz

según derecho y encargo de el ofrecieron decir verdad en lo que supieren y fueren preguntados, y

siendo por el thenor de las preguntas que comprehende el enunciado interrogatorio habiendo

conferido entre si sobre el particular asunto de cada una , unánimes y conformes respondieron a

ellas lo siguiente…

1ª. Cómo se llama la Población

A la primera pregunta dijeron que esta población se llama la villa de Valenzuela.

2ª. Si es de Realengo o de Señorío: a quién pertenece: qué derechos percibe y

cuánto producen.

A la Segunda dijeron que esta villa es de Señorío, y pertenece a el señor don Cristóbal Rafael

Fernández de Córdoba, marqués de Algarinejo y que por razón del vasallaje, no percibe renta ni

emolumento alguno de su vecindario.

3ª. Qué territorio ocupa el Término: cuánto de Levante a Poniente, y de

Norte al Sur: y cuánto de circunferencia, por horas y leguas: qué linderos, o

confrontaciones; y qué figura tiene, poniéndola al margen.

A la Tercera dijeron que el término de esta Villa consiste en veinte mil y quinientas varas128

de circunferencia que hacen legua129 y media. Y de diámetro de levante a poniente dos mil y

quinientas varas que hacen legua y media, y del norte a el sur dos mil y doscientas varas, que hacen

128 Unidad de longitud que tiene 3 pies ó 0,8359 metros.

129 Medida de longitud, variable según los países o regiones, definida por el camino que regularmente se

anda en una hora y que en antiguo sistema español equivale a 5572,7 metros.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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algo menos de media legua. Y que para andar dicha legua y media serán precisas tres horas por la

desigualdad del terreno. Y que confronta a levante con el término de la villa de Martos, a poniente

con el de Baena, a el norte con la de Porcuna, y por el sur con el término de Martos. Y su figura

expresiva de lo que ocupa el terreno es según y como se manifiesta en el margen.

4ª. Qué especies de Tierra se hallan en el Término; si de Regadío, y de

Secano, distinguiendo si son de Hortaliza, Sembradura, Viñas, Pastos,

Bosques, Matorrales, Montes, y demás que pudiere haber, explicando si hay

algunas que produzcan más cosecha al año, las que fructificaren sólo una, y

las que necesitan de un año intermedio de descanso.

A la cuarta dijeron que las tierras de que se compone el término de esta villa es una corta

porción, de regadío y la más de secano.

La de regadío contiene hortaliza de todas especies de verdura y legumbres y algún árbol frutal sin

ninguna consideración, la cual produce sin intermisión en esta forma la una fanega de que se

compone la sola huerta que es la que hay en este término de regadío, se siembra todos los años su

mitad de cebada para verde y la restante de hortaliza y legumbres como son berenjenas, nabos, coles

y alguna otra de esta especie, y en ellas están asimismo los pocos y únicos frutales de poca

consideración.

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Y la de secano comprehende solo sembradura con esta distinción.

Las del ruedo por algún más beneficio con que se preparan, regulan de primera calidad y

producen sin interrupción un año trigo o cebada y otro de semillas, como son habas, garbanzos,

yerros, y escaña, y en alguna suelen cortar la cebada en verde para dar forraje a las caballerías,

cuya cantidad es poca.

La de los Cortijos que producen cada tres años con descanso de dos por sembrarse anualmente, la

tercera parte de la tierra, que la llaman la hoja, quedando las otras dos, una de restrojo, que se

sembró el año antecedente y sirve con sus pastos para la manutención de los ganados, y otra de

barbecho que esta preparada para el año venidero, y la nominada hoja que se siembra, se empanan

sus dos tercias partes de trigo y la otra de cebada, todo indistintamente en las calidades de tierra

que contienen dichos cortijos, según toca a cada hoja y además en costumbre siembran de unas

tierras de restrojos de las cuatro semillas referidas por iguales partes, regulando que de cada cien

fanegas se siembran ocho de dichas semillas, escogiendo la tierra de mejor calidad en las fanegas de

restrojo guardando el mismo estilo y modo de sembrar en distintas hazas sueltas que están

agregadas a los cortijos.

Y otras que no lo están ni son del ruedo, las siembran y producen según sus calidades a saber la

de primera calidad produce sin intermisión un año trigo, otro cebada y otro semillas. La de segunda

con un año de intermisión, producen un año trigo, otro cebada y otro descansa. Y la de tercera con

dos años de intermisión trigo o cebada.

Asimismo se hallan en la tierra de secano pastos que lo producen dos dehesas, una boyal y otra

destinada para las yeguas cuya tierra no sirve para otro fin y dichas dehesas son las de yeguas del

común130 de vecinos y la boyal de solo algunos que tienen sus tierras y cortijos contiguos a ella y las

disfrutan con sus ganados diciéndoles pertenecerles privativamente teniéndola indistintamente y en

ellas alguna tierra infructífera por naturaleza y ser pedriscos.

5ª. De cuántas calidades de Tierra hay en cada una de las especies que hayan

declarado, si de buena, mediana, e inferior.

A la quinta dijeron que la tierra de regadío es toda de buena calidad y la de secano de buena,

mediana e inferior.

130 Bienes comunales (no privativos), pertenecientes por igual a todos los vecinos.

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6ª. Si hay algún Plantío de Arboles en las Tierras que han declarado, como

Frutales, Moreras, Olivos, Higueras, Almendros, Parras, Algarrobos, etc.

A la Sexta dijeron que en las referidas se hallan los plantíos de ninguna consideración de la

huerta expresada, como son dos o a tres higueras y algún granado de ningún útil sin que haya otro

alguno siendo estos muy pequeños que no dan fruto alguno.

7ª. En cuáles Tierras están plantados los Arboles que declararen.

A la séptima dijeron que dichos Arboles frutales están en la sola huerta que se refiere en la

antecedente pregunta.

8ª. En qué conformidad están hechos los Plantíos, si extendidos en toda la

Tierra, o a las márgenes: en una, dos, tres hileras; o en la forma que

estuvieren.

A la octava Dijeron que no tienen que responder a ella por no comprehender más árboles que los

ya expresados.

9ª. Qué número de medidas de Tierra se usa en aquel Pueblo: de cuántos

pasos o varas Castellanas en cuadro se compone: qué cantidad de cada

especie de granos, de los que se cogen en el Término, se siembra en cada

una.

A la novena dijeron que las medidas de que se usa en esta villa y su término en toda especie de

tierra son fanegas compuestas cada una de doce celemines del marco de Ávila. Consta de ocho mil

setecientos setenta varas cuadradas que hacen seiscientos setenta y seis estadales131 y dos tercios de

otro cuadrados y cada uno de estos de tres varas y cinco octavos de otra.

Que la semilla que se acostumbra derramar en cada fanega de tierra de la primera calidad es

fanega y media de trigo, dos celemines cebada, dos fanegas colmadas de habas, una de escaña, de

garbanzos media fanega de yeros tres celemines (cuyas cuatro últimas semillas solo se siembran en

131 Medida de longitud que tiene cuatro varas, equivalente a 3,334 m.

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esta calidad de tierra). En la segunda calidad quince celemines de trigo, diez y ocho de cebada, y en

la de tercera calidad una fanega de trigo y de cebada quince celemines.

10ª. Qué número de medidas de Tierra habrá en el término, distinguiendo los

de cada especie y calidad: por ejemplo: tantas Fanegas, o del nombre que

tuviese la medida de Tierra de Sembradura, de la mejor calidad: tantas de

mediana bondad, y tantas de inferior; y lo propio en las demás especies que

hubieren declarado.

A la décima dijeron que en el término de esta villa consideran habrá en toda su extensión según

su conocimiento y experiencia dos mil quinientas cincuenta y siete fanegas de tierra, conforme a la

medida expresada en la antecedente respuesta. Las cuales se distinguen y separan según las especies

declaradas en la cuarta respuesta en esta forma:

Una fanega de primera calidad y de regadío el que comprehende la hortaliza y legumbres en su

mitad y la restante produce sin intermisión cebada que cortan en forraje.

Trescientas noventa y siete fanegas que comprehenden las hazas sueltas y el ruedo de esta villa y

producen sin intermisión la tercia parte trigo, otra cebada y otra indistintamente. Las cuatro

especies de semillas referidas en la pregunta cuarta, a excepción de dos fanegas que sin intermisión

el verde que cortan para forraje regulando dicha tierra de buena calidad.

Mil trescientas noventa y nueve fanegas que comprehenden los cortijos de este término con

inclusión de algunas hazas que están agregadas a ellos en que se guarda en mismo estilo. Las

ciento y cincuenta son de primera calidad, setecientas de la segunda, y trescientas cuarenta y nueve

de tercera, de todas las cuales se siembra en cada año la tercera parte que son cincuenta, fanegas

que corresponde a la primera calidad doscientas treinta y tres fanegas y cuatro celemines a la

segunda y ciento diez y cuatro celemines a la tercera. De que resulta producen el todo de otras

tierras con dos años de intermisión, trigo en las dos tercias partes y cebada en la otra, advirtiendo

como queda dicho en la respuesta cuarta que en dichos cortijos, se siembran en sus restrojos ocho

fanegas de cada ciento de las cuatro especies de semillas referidas por iguales partes y sin intermisión

escogiendo la tierra de mejor calidad.

Ochocientas fanegas que componen distintas hazas sueltas que ni son del ruedo ni están

agregadas a los cortijos y producen según sus calidades en esta forma, trescientas que regulan de la

primera calidad lo hacen sin intermisión un año de trigo otro de cebada, y otro de las cuatro

semillas referidas, las trescientas que regulan de segunda calidad con un año de intermisión

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producen trigo en sus dos tercias partes y cebada en las otras doscientas restantes de la tierra

producen en la misma forma con dos años de intermisión. Ciento setenta fanegas de dehesas con solo

pastos que disfrutan las yeguas y bueyes para los que están destinadas, y en ellas se halla alguna

tierra inútil por naturaleza que serán veinte fanegas y la referida tierra de pastos consideran de

mediana calidad.

11ª. Qué especies de Frutos se cogen en el Término.

A la undécima dijeron que los frutos que se cogen en las tierras del término de esta villa son trigo,

cebada, habas, garbanzos, yeros y escaña, hortaliza en corta calidad, pastos y cebada para verdear.

12ª. Qué cantidad de Frutos de cada género, unos años con otros, produce,

con una ordinaria cultura, una medida de Tierra de cada especie y calidad de

las que hubiere en el término, sin comprehender el producto de los Arboles

que hubiese.

A la duodécima dijeron que según la experiencia que tienen haciendo la regulación por un

quinquenio producen las tierra de labor del término de esta villaenya con una ordinaria y regular

cultura, cada fanega de tierra de primera calidad doce y de trigo y quince de cebada, de garbanzos

siete, de habas diez ,de escaña quince y de yeros siete, por sembrarse solo en esta calidad estas

últimas cuatro sembradas.

Y que la de segunda calidad produce cada fanega de tierra nueve fanegas de trigo y de cebada

diez.

Y la de tercera calidad produce cada fanega de tierra cinco de trigo y seis de cebada y no

produciendo regular el fruto de cada fanega de tierra en especie.

Por lo que mira a hortaliza y forraje lo omiten hasta la respuesta de la pregunta catorce donde lo

harán en dinero proporcionando el estilo en que se venden los mencionados frutos.

13ª. Qué producto se regula darán por medida de Tierra los Arboles que

hubiere, según la forma en que estuviese hecho el Plantío, cada uno en su

especie.

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A la décima tercia dijeron que no tienen que responder a ella por no haber plantío alguno de

árboles que produzcan nada.

14ª. Qué valor tienen ordinariamente un año con otro los Frutos que

producen las Tierras del Término, cada calidad de ellos.

A la décima cuarta dijeron que el valor un año con otro que tienen los frutos que producen las

tierras del término de esta villa producen quinquenio según su experiencia y conocimiento en el de

diez y seis reales cada fanega de trigo, la de cebada nueve, la de garbanzos veinte, la de escaña siete

reales, la de yeros quince y las de habas doce reales.

Y que por lo que mira a la media fanega de tierra de regadío que se siembra de hortaliza,

declaran que de producir cada año en la forma que se halla teniendo presente la más o menos

legumbres que en ella se siembra, y la cantidad de agua que tiene, trescientos reales de vellón y la

restante media fanega de regadío que se siembra de cebada para verdear como el de mas forraje que

se coge de la tierra de secano del ruedo de esta villa, regulan a cada fanega, de cualquiera de las

calidades, trescientos reales vellón, y cada arroba de queso catorce reales y de lana veinte y cuatro y

cada fanega de pastos dos reales de vellón al año.

15ª. Qué derechos se hallan impuestos sobre las Tierras del Término, como

Diezmo, Primicia, Tercio Diezmo u otros; y a quién pertenecen.

A la décima quinta dijeron que los años que se hallan impuestos, sobre las tierras del término de

esta villa son los décimos de sus frutos 132que corresponden a la santa iglesia catedral de la ciudad

de Córdoba.

Y que las tercias reales 133las percibe el marqués de Algarinejo, que también lo es de esta villa, la

parte que le pertenece de los Diezmos por el encunado o Casa Mayor. Diezmeña que se paga a

132 Llamado diezmo que era un Impuesto consistente en la décima parte de todos los productos

agrícolas, el cual se pagaba a la Iglesia.

133 Era un impuesto que pagaba la Iglesia al Rey consistente en “dos novenos” de los diezmos

eclesiásticos recaudados.

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dicha Santa iglesia la primicia134 que percibe el cura Párroco de esta villa, lo que se paga con titulo

y nombre del voto de Santiago 135a su santa iglesia, de orden de la cual se viene a cobrar.

Y que también cuando se venden dichas tierras y sus frutos se pagan las alcabalas136 que

pertenecen al duque de Sesa. Y que asimismo tienen sobre dichas tierras algunos censos a favor de

distintos particulares a cuyas relaciones se remiten.

16ª. A qué cantidad de Frutos suelen montar los referidos derechos de cada

especie; o a qué precio suelen arrendarse un año con otro.

A la décima sexta dijeron que los diezmos de cada especie de frutos de los que produce el término

de esta villa les parece pueden montar cada año, el de trigo y cebada setenta cahíces137 de pan

terciado, que son quinientas y setenta fanegas de trigo y doscientas y ochenta de cebada, y el de

minucias138 o semillas, diez y ocho fanegas de habas, de garbanzos ocho, de yeros diez, de escaña

veinte fanegas.

De borregos y borregas cuarenta, cuyo valor de cada una regulan doce reales; seis arrobas de lana,

y de queso dos y medio. De lechones treinta a los que regulan de valor a cada uno diez. De becerros

dos, cuyo valor de cada uno regulan a setenta reales. Y en cuanto a yeguas y jumentas regulan

producir el diezmo de estas dos especies cada año ciento y setenta reales, los ciento por los potros y

los sesenta por los ruchos de cuyas especies no alcanza a diezmarse por cabezas. Y que de ganado

caprino no hay ninguno en esta villa.

Y que el diezmo de los otros ganados solo se cobra en este término la cantidad referida por la

mitad de mediante aquellos ganados que pasan a criarse en distintos términos pagan en el la mitad

del diezmo haciéndolo regularmente en el de la Higuera, Santiago, Martos, Porcuna, que

corresponden a la santa iglesia catedral de Jaén.

134 Impuesto sobre frutos y ganados que además del diezmo se pagaba a la Iglesia.

135 Tributo que se pagaba además del diezmo y la primicia, en favor de la Santa Iglesia del Apóstol

Santiago.

136 Tributo por los contratos de compraventa y permuta.

137 Antigua medida de peso.

138 Diezmo de los frutos menores como hortalizas, miel, cera.

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Y que los diezmos de la sola huerta que hay, no es estilo pagar en especie sino es ajustarse a

dinero, y que producirá cada año treinta reales.

Las tercias Reales, del término y jurisdicción de esta dicha villa, le parece podrán producir cada

año, regulado por quinquenio ciento diez y ocho fanegas de trigo, y cincuenta y nueve de cebada. Y

que de las minucias les parece tocar a dichas tercias seiscientos setenta y seis reales, en cada año a

corta diferencia. Que la primicia que cobra la parroquia de esta villa, ascenderá cada año a sesenta

fanegas de trigo y veinte de cebadas. El voto de Santiago producirá cada año treinta fanegas de

trigo, u grano equivalente.

17ª. Si hay algunas Minas, Salinas, Molinos Harineros, o de papel, Batanes u

otros Artefactos en el Término, distinguiendo de qué Metales, y de qué uso,

explicando sus Dueños, y lo que se regula produce cada uno de utilidad al

año.

A la decimoséptima dijeron que no hay nada de lo que contiene la pregunta.

18ª. Si hay algún Esquilmo en el término, a quién pertenece, qué número de

Ganado viene al esquileo a él, y qué utilidad da a su Dueño cada año.

A la décima octava dijeron que en esta villa y su término no hay esquilmos139 ni concurre a ella

ganado alguno forastero por esta razón y que solo habrá mil y noventa y dos ovejas, a corta

diferencia; que todas son de seglares esta villa por no tenerlas los eclesiásticos, a las que regulan tres

reales de utilidad anual cada una, las dos por razón del vellón y el real por el tal cual

aprovechamiento de leche y queso y que de estas, mil y noventa y dos las setecientas consideran de

cría de que se logre cada año un borrego, que vale doce reales vellón cuarenta carneros, a que solo

regulan la utilidad de dos reales por razón del vellón.

Quinientas cincuenta y dos cabezas de ganado vacuno, y que de estas las treinta son de

eclesiásticos, de las cuales regulan diez vacas, a las que consideran una cría cada dos años, cuyo

valor es de setenta reales, de que resultan treinta y cinco de utilidad anual a cada una, y por la

139 Provecho, accesorio de pequeña cuantía, que se saca del terreno de cultivo y de la ganadería.

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misma razón regulan lo mismo de utilidad, a cada una de doscientas vacas, que consideran habrá

de las quinientas veinte y dos cabezas restantes de seglares.

Noventa y siete yeguas, de estas las cinco son de eclesiásticos a las cuáles regulan podrán pasar un

potro cada dos años cuyo valor de cada uno consideran el de setenta reales, que corresponden a cada

año veinte y tres reales y doce maravedíes, y de las noventa y dos restantes de seglares, las cincuenta

consideran parideras y por dicha razón, la misma utilidad anual referida es para cada una, y las

cuarenta y dos restantes son machorras viejas y potrancas, nueve caballos que solo sirven para el

ejercicio de la labor.

Cuatrocientas setenta y nueve cabezas de ganado asnal, las ciento de ellas consideran de jumentas

de vientre que es regular dar cada una un rucho cada dos años, cuyo valor regulan de treinta reales

de que resultan, quince de utilidad anual a cada una y las trescientas sesenta y nueve restantes son

jumentas para el tráfico de la labor y algunos traficantes, y en referido número de jumentas se,

incluyen siete de eclesiásticos.

Novecientas y cuarenta y nueve cabezas de ganado de cerda, las veinte y cinco de ellas de

eclesiásticos, a las cuales las ocho consideran de cría y a cada una de estas tres lechones cada año,

regulando por cada año a diez reales vellón que hacen treinta anualmente, y de las novecientas

veinte y cuatro restantes de seglares consideran asimismo de cría ciento, regula misma utilidad que

va referida.

Cincuenta y tres mulos y mulas que solo sirven para el beneficio de la labor y el uso de alguno

traxinantes y que no hay otro ganado alguno más que los referidos en este término.

19ª. Si hay Colmenas en el Término, cuántas y a quién pertenecen.

A la décima nona dijeron que en esta villa solo comprehenden habrá ciento cuarenta y seis

colmenas a corta diferencia, que las tienen Francisco Pérez Gallardo quince, Fernando Aguilera

seis, Luis Martín Pedregosa tres, Dª Ana Ángela Barrionuevo veinte y cuatro, Miguel de la

Cámara tres, Rodrigo Arroyo cinco, Rodrigo Arroyo cuarenta y seis, Andrés Vallejo quince,

Gaspar Joseph Vallejo una, Don Mateo Miguel de Cuenca veinte y tres, Inés María Gutiérrez

seis, y que no saben si hay algún vecino más que las tenga, y a cada colmena regulan de utilidad

anual seis reales.

20ª. De qué especies de Ganado hay en el Pueblo, y término, excluyendo las

Mulas de Coche, y Caballos de Regalo; y si algún Vecino tiene Cabaña, o

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– 226 –

Yeguada que pasta fuera del término, dónde y de qué número de Cabezas,

explicando el nombre del Dueño.

A la vigésima dijeron que las especies de ganado que hay en esta villa y su término son lanar,

vacuno, de cerda, yegua, potros, caballos, jumentos, jumentas, pollinos, algunos mulos y mulas

gallegas, que yeguada pues la que tienen los labradores, las mantienen en los cortijos y en los demás

pastos destinados para ellas.

21ª. De qué número de Vecinos se compone la Población, y cuántos en las

Casas de Campo, o Alquerías.

A la vigésima prima dijeron que el número de vecinos140 de que se compone esta población es el

de trescientos y cincuenta y nueve a corta diferencia, incluyendo los eclesiásticos y algunas viudas y

que no hay alquería ni casa de campo donde habiten vecinos ni familias algunas.

140 Unidad familiar con domicilio o casa propia, ya que era a la familia a la que se consideraba a la hora

de pagar impuestos. Por lo tanto el número de vecinos lo tenemos que multiplicar por el coefiente 3,5 o 4, que

son los más utilizados por los historiadores para este periodo y tendremos una población aproximada para

Valenzuela de entre 1256 a 1436.

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22ª. Cuantas Casas habrá en el Pueblo, qué número de inhabitables, cuántas

arruinadas: y si es de Señorío, explicar si tienen cada una alguna carga que

pague al Dueño por el establecimiento del suelo, y cuánto.

A la vigésima Segunda dijeron que esta población habrá trescientas treinta y seis casas a corta

diferencia, habitables y que no ha y ninguna inhabitable y si diez arruinadas hechas solares. Y que

por razón del suelo de cada una pagan a el marqués de Algarinejo y de esta villa, una gallina por

razón del solar o su equivalente de cuatro reales que anualmente ascenderá esta venta a ochocientos

setenta y ocho reales advirtiendo que aunque las casas están partidas la pagan entre los dos vecinos

por lo que resultan más número de casas.

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23ª. Qué Propios141 tiene el Común, y a qué asciende su producto al año, de

que se deberá pedir justificación.

A la vigésimo tercia dijeron de yeguas y potros142, no utilizan de ella renta alguna, por

aprovecharse generalmente, los vecinos de ella y si se arrendara pudiera redituar toda ella ciento y

cuarenta reales vellón, a razón de dos reales por cada fanega no pudiendo servir dicha tierra para

otro fin.

24ª. Si el Común disfruta algún Arbitrio, Sisa, u otra cosa, de que se deverá

pedir la concesión, quedándose con Copia que acompañe estas Diligencias:

qué cantidad produce cada uno al año: a qué fin se concedió, sobre qué

especies, para conocer si es temporal, o perpetuo, y si su producto cubre, o

excede, de su aplicación.

A la vigésimo cuarta dijeron que el común de esta villa no disfruta ni usa arbitrio ni otra renta

de lo que la pregunta contiene, más que las referidas en las preguntas antecedentes.

25ª. Qué gastos debe satisfacer el Común, como Salario de Justicia, y

Regidores, Fiestas de Corpus, u otras: Empedrado, Fuentes, Sirvientes, etc.,

de que se deberá pedir relación auténtica.

A la vigésimo quinta dijeron que los propios del común de esta villa se distribuyen en satisfacer

al médico, partes de cartas, veredas y otros gastos que en beneficio del común se ofrecen, reparando

fuentes y empedrados.

26ª. Qué cargas de Justicia tiene el Común, como Censos que responda, u

otros, su importe, por qué motivo, y a quién, de que se deberá pedir puntual

noticia.

A la vigésima sexta dijeron que el caudal de propios no tiene carga alguna.

141 Patrimonio comunal que pertenece al pueblo y cuyo beneficio se destinaba a cubrir diversos servicios

públicos.

142 Se refierie a una dehesa del común.

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27ª. Si está cargado de Servicio Ordinario, y Extraordinario, u otros, de que

igualmente se debe pedir individual razón.

A la vigésima séptima dijeron que el servicio ordinario, extraordinario, utensilios y paga se

reparte entre los vecinos de esta villa según la cantidad que les corresponde en las receptorias que

para estas contribuciones el encabezamiento que tienen hecho con

la parte de SM, cuya taberna la sirve y despacha teniéndola a su cargo Bartolomé de Prados, a

quién regulan de utilidad anual setecientos treinta reales vellón.

Que hay un mesón propio de Don Mateo de Cuenca vecino de esta villa arrendado a Pedro

Cobija en precio de cuatrocientos treinta y ocho reales vellón al año. Que no hay carnicería

destinada.

Que hay dos hornos de pan, cocen el uno en la calle del Palomar y el otro en la calle Nueva

ambos propios del marqués del Algarinejo, arrendados a Martin de Oliván, Gonzalo de Lara y

Antonio de Horcas, de mancomún en precio de mil quintos reales vellón ambos al año.

Que no hay panaderías algunas de obligación porque los vecinos amasan y venden pan cuando les

parece, que hacen juicio que para estar abastecido el común de esta villa respecto de que los más

amasan en sus casas serán precisos dos panaderos a más.

Que esta villa posee por sus propios la renta que llaman de la alcabala del ciento de dicha villa,

la que arriendan sus alcaldes y hoy lo tienen hecho a Fernando Aguilera vecino de ella en precio de

ochocientos y cincuenta reales, y asimismo el derecho y abasto de vino vinagre y aceite que hoy tienen

arrendado a Bartolomé Prados vecino de ella en precio de un mil y novecientos reales vellón, no

sabiendo si ha sido concesión ni tienen noticia por que motivo lo goza.

Y asimismo tiene por sus propios nueve fanegas de tierra de segunda calidad de las cuales fanega

y media son infructíferas por su naturaleza, cuya tierra la tienen cedida para que la siembre el

médico de esta villa por ayuda de costa y gratifican. Las que si se arrendaran pudieran redituar

cada año setenta reales de vellón regulando ocho por cada fanega. Y que además tiene setenta

fanegas de tierra que solo sirven y están destinadas para Dehesa.

Contribuciones se despachan en la superintendencia general de esta provincia por lo cual no es el

cargo del caudal de los propios esta satisfacción.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

– 230 –

28ª. Si hay algún Empleo, Alcabalas, u otras Rentas enajenadas: a quién: si

fue por Servicio Pecuniario, u otro motivo: de cuánto fue: y lo que produce

cada uno al año, de que se deberán pedir los Títulos y quedarse con Copia.

A la vigésima octava dijeron que las alcabalas de esta villa y de su término se hayan enajenadas

de la Real Corona y las posee el duque de Sesa cuyo producto les parece ascenderá cada año a cinco

mil reales para cuya cantidad están acopiados con el duque dicho. Y asimismo las tercias reales del

término de esta villa, que tocan al marqués del Algarinejo y de esta dicha villa, cuyo producto

anual expresaron en la pregunta décimo sexta.

Y que igualmente todos los empleos y oficios públicos, correspondientes a la jurisdicción ordinaria

de esta villa se hallan enajenados a la casa de dicho marques del Algarinejo y de esta villa con

subordinación y aprobación que hace de sus nombramientos el referido duque de Sesa de los sujetos

que para la administración de Justicia señala el expresado marqués, y que ignoran si por servicio

pecuniario u otro motivo. Y que los empleos que en esta villa provee el enunciado marqués con

aprobación del citado duque son dos alcaldes, y que un escribano que despacha la dependencias que

se ofrecen, lo nombra el expresado duque, el cual es al presente vecino de Baena de donde viene

cuando se ofrece, y este no paga a dicho Señor Duque renta alguna.

Una correduría de granos que nombra el mencionado duque de Sesa que actualmente la tiene

arrendada Francisco Luque vecino de esta villa en precio de setecientos y diez y ocho reales al año

que los percibe el mencionado duque y que no saben si dichos enajenados son por servicio pecuniario

u otro motivo.

29ª Tabernas, Mesones, Tiendas, Panaderías, Carnicerías, Puentes, Barcas

sobre Ríos, Mercados, Ferias, etc. hay en la Población y Término: a quién

pertenecen, y qué utilidad se regula puede dar cada uno al año.

A la vigésima nona dijeron que en esta villa no hay taberna alguna privativa del común ni de

particular alguno porque una sola que hay esta acopiado con la parte de la Real Hacienda, por lo

que pertenece a las Rentas provinciales y servicios de millones143, o se le reparte lo que le pertenece

143 Impuesto castellano, que gravaba sobre los precios de vino, vinagre, aceite, carne, pescado, velas

de sebo, papel, etc.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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en siendo cada uno dos fanegas fanegas diarias y que no hay en esta villa ni su término puente,

barca, feria, mercado, ni otra cosa de las que la pregunta contiene.

30ª. Si hay Hospitales, de qué calidad, qué Renta tienen, y de qué se

mantienen.

A la trigésima dijeron que en esta villa solo hay un albergue retamizo muy reducido en que se

cogen los pobres transeúntes y sirven para este fin dotación de renta alguna.

Que también hay una ermita llamada del señor san Roque distante de esta villa dos tiros de

bala, lo que tiene de dotación dos Celemines de tierra que se hayan inmediatos a ella.

Sin que sepan tengan otra renta alguna y que no hacen memoria hacia otra cosa de lo que la

pregunta contiene.

31ª. Si hay algún Cambista, Mercader de por mayor, o quien beneficie su

caudal por mano de Corredor, u otra personas, con lucro, e interés; y qué

utilidad se considera le puede resultar a cada uno de ellos al año.

A la Trigésima prima dijeron que en esta villa no hay nada de lo que contiene la pregunta.

32ª. Si en el pueblo hay algún Tendero de Paños, Ropas de Oro, Plata, y

Seda, Lienzos, Especería, u otras Mercadurías, Médicos, Cirujanos,

Boticarios, Escribanos, Arrieros, etc., y qué ganancia se regula puede tener

cada uno al año.

A la Trigésima segunda dijeron que en esta villa hay tres tiendas de especería, de por menor, la

una de Joseph Jalón al que regulan de utilidad mil cuatrocientos y sesenta y reales, otra de Juan

Elías al que regulan lo mismo y la tercera de Cristóbal Perales al que consideran la referida

cantidad anualmente.

Que hay un médico que lo es Don Juan Doncel al que regulan de utilidad mil y cien reales

incluso en ellos la utilidad de la tierra que le cede la villa.

Que hay tres barberos el uno que es Pedro López que también es sangrador general, tiene un

oficial llamado Pedro Delgado, al que regulan de utilidad anual mil noventa y cinco reales, los

setecientos y treinta para si y los trescientos setenta y cinco para el oficial, otro Pedro Martín, y el

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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tercero Nicolás Perales a quienes regulan asimismo a quinientos cuarenta y siete reales y medio al

año.

Que hay un escribano que lo es Francisco Montiel vecino de la villa de Baena al que regulan

anualmente ochocientos ochenta reales de vellón.

Que hay tres notarios el uno don Juan Pedro de Medina que lo es mayor de la vicaría al que

regulan al año setecientos treinta reales, otro Juan Uclés al que no regulan cosa alguna por

mantenerse solo de su ejercicio de herrador, y el tercero Cristóbal Perales a quien asimismo regulan

otros setecientos treinta reales vellón el cual es también sacristán.

A dos alcaldes pedáneos, que lo son Gaspar Joseph Vallejo, y Alonso Sánchez Montilla a

quienes no se regulan utilidad alguna.

A un maestro ordinario que se nombra a elección de los alcaldes pedáneos, y lo es Joseph

Morales, le regulan por dicho empleo trecientos sesenta y cinco reales.

Al depositario del pósito que lo es Alonso Gordillo lo regulan anualmente ciento y diez que es el

salario con que le asiste la villa.

Que hay un estanquero de tabaco que lo vende por menor que actualmente lo es Cristóbal Perales

al que regulan por esta razón quinientos y cincuenta reales.

Que hay dos sacristanes seculares uno mayor que lo es Cristóbal Perales que también ejerce el

oficio de organista al que regulan por ambos ejercicios, anualmente mil doscientos y diez reales

incluso la ayuda de costa le da la fábrica, los mil y cien reales por sacristán y los ciento y diez por

organista y el otro Nicolás Perales a quien así mismo regulan al año doscientos setenta y cinco

reales.

Que hay veinte y nueve arrieros que el uno es Alfonso Sanz al que regulan de utilidad anual

diez mil reales, otro Alonso Gordillo al que también regulan once mil reales, a Antonio Gutiérrez

ocho mil , a Juan Franco siete mil a Juan Peláez ocho mil, a Alonso Gordillo Pintado diez y siete

mil, a Manuel de Cuero cuatro mil, a Juan Sánchez cinco mil, a Juan García otros cinco mil, a

Manuel Velasco seis mil, a Antonio Gutiérrez nueve mil, a Pablo Gutiérrez otros nueve mil, a

Vicente Gordillo tres mil, a Sebastián Alharilla seis mil, a Diego García cuatro mil a Gabriel

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Ruano siete mil, a Fernando Castillo nueve mil, a Juan de Horcas otros nueve mil, a Juan Susín

siete mil, a Alfonso de Martos diez mil, a Joseph Jalón tres mil, a Francisco de Luque diez

mil, a Martias Oliván siete mil, a Ventura Oliván diez y siete mil, a Martín Oliván cinco mil a

Fernando y Joseph Gordillo hermanos de mancomún seis mil a Juan Ballesteros nueve mil, a

Alonso Cabezón ocho mil, a Alonso Gordillo el menor otros ocho mil, a Pedro Laó catorce mil a

Juan Gordillo seis mil, a Pedro de Luque ocho mil. Que asimismo hay quince que trafican con dos

o tres bestias que son Alonso Rubio a el que regulan de utilidad anual dos mil reales, a Juan

Patricio Velasco otros dos mil, a Manuel de Medina otros dos mil, a Bartolomé Gordillo lo mismo

a Cristóbal de Horcas otros dos mil a Alonso Ruano tres mil a Diego Cabezón dos mil, a

Fernando Calixto de Priego otros dos mil, a Gregorio Gordillo tres mil, a Andrés Martín otros

tres mil reales, a Juan de Luque dos mil reales, y a Pedro Borrego otros dos mil y que no saben

hazia otro alguno que trate en ejercicio.

A Juan Garrido que tiene arrendada la venta del jabón ralo pormenor, regulan de utilidad por

esta razón al año cuatrocientos reales.

A Francisco de Luque arrendador de la correduría de granos le consideran de utilidad anual

cuatrocientos reales al año.

Que hay dos panaderos el uno es Pedro Martín, y el otro Joseph Castilla a quienes a doscientos

reales al año.

A un mesonero que lo es Pedro Covija al que regulan cuatrocientos reales de vellón al año.

33ª. Qué ocupaciones de Artes mecánicos hay en el Pueblo, con distinción,

como Albañiles, Canteros, Albéytares, Herreros, Sogueros, Zapateros,

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Sastres, Perayres, Tejedores, Sombrereros, Manguiteros, y Guanteros, etc.,

explicando en cada Oficio de los que hubiere el número que haya de

Maestros, Oficiales, y Aprendices; y qué utilidad le puede resultar trabajando

meramente de su oficio, al día a cada uno.

A la trigésima tercia dijeron que en esta villa hay dos carpinteros de basto que lo son Gonzalo de

Lara a quien regulan real y medio diarios y el otro Juan Muñoz de Lara al que consideran dos

reales diarios.

Que hay un maestro Albéitar144 y herrador que lo es Juan de Uclés al que regulan dos reales

diarios.

Que hay dos herreros que lo son Juan Serrano y Matías Cortés a los que regulan a real y medio

diarios por su infelicidad.

Que hay cuatro zapateros uno de obra prima que lo es Fernando Aguilera al que regulan cuatro

reales diarios, otro de obra gruesa que lo es Esteban de Porcuna al que regulan otros cuatro reales

diarios y a Pedro de Luque y Manuel Macario que lo son de viejo, a real y medio diarios.

Que también hay dos oficiales de dicho oficio que son Juan Aguilera y Benito de Parra a los que

regulan asimismo a real y medio diarios.

Que hay tres que trabajan de albañilería y lo hacen también en el campo que lo son Bartolomé

Castilla, Juan Manuel Vallejo y el otro Felipe Cabezas a quienes regulan por lo que toca a la

albañilería a seiscientos reales al año.

Y que hay un maestro de sastre, que lo es Juan de Segovia al que regulan dos reales y medio

diarios.

Que hay cinco horneros que vienen horneando y llevando las tablas y lo son Jorge Serrano,

Alonso García, Salvador de Luque, Sebastián Pavón, y Bartolomé Laín, a los que regulan dos

reales diarios, a cada uno.

A un cortador de carne que lo es Juan Recio al que regulan por trabajar solo cuatro meses del

año en este oficio un real diario y que no hay otra cosa de lo que la pregunta contiene.

34ª. Si hay entre los Artistas alguno que, teniendo caudal, haga prevención de

Materiales correspondientes a su propio Oficio, o a otros, para vender a los

demás, o hiciere algún otro Comercio, o entrase en Arrendamientos; explicar

144 El que cura las enfermedades de las bestias.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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quiénes, y la utilidad que consideren le puede quedar al año a cada uno de

los que hubiese.

A la trigésima cuarta dijeron que en esta villa no hay quien haga prevenciones de materiales; solo

hay un tratante de ganados que los compra para vender a los cuartos de las carnicerías de esta villa

y otras vecinas y lo es Juan Antonio de Horcas al que regulan dos mil y doscientos reales de vellón

al año.

Que también hay algunos que entran en arrendamientos como son Gaspar y Joseph Vallejo que

tiene arrendado el diezmo de menudos que llaman minucias del término de esta villa de mancomún

con Francisco de Luque a los que regulan cuatro reales de utilidad anualmente dos cientos cada

año.

Y por el diezmo de grano que la tiene arrendada Diego Ceballos al que regulan quinientos y

cincuenta reales al año. A Fernando de Aguilera que tiene en arrendamiento la Alcabala del

viento 145de esta villa le regulan doscientos reales al año. Y a Bartolomé de Prados por el

arrendamiento que tiene hecho del derecho de tabernas de abasto de vino, vinagre y aceite regulan

asimismo trescientos reales de utilidad anual y que no hay en esta villa otros que traten ni

comercien de los que contiene la pregunta.

35ª. Qué número de Jornaleros habrá en el Pueblo, y a cómo se paga el jornal

diario a cada uno.

A la trigésima quinta dijeron habrá doscientos jornaleros a corta diferencia, que lo cierto de este

número constará de las relaciones, a los que regulan el día que trabajan tres reales de vellón. Y se

advierte que en el expedido número van incluidos diez soldados milicianos de la dotación de esta

villa, con un sargento y un cabo de escuadra, incluso en el referido número que el primero lo es Luis

Marín, quién tiene de sueldo setecientos cuarenta y nueve reales y diez y ocho maravedíes, el cabo

que lo es Juan López el que asimismo tiene quinientos ochenta y un reales de vellón y diez y ocho

maravedíes al año.

145 La alcabala del viento era aquella que pagaba el forastero por los géneros que traía para vender o

cambiar.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Y que asimismo debe de entenderse la referida regulación de tres reales diarios con los sirvientes

que alguno de los labradores y hacendados mantienen todo el año en el ministerio de ganaderos y

otros respectivos al cuido y beneficio de sus haciendas.

Y asimismo habrá diez y ocho labradores por su mano que trabajan en sus propios pujares a los

que regulan los mismos tres diarios.

36ª. Cuántos Pobres de solemnidad habrá en la Población.

A la trigésima sexta dijeron que en esta villa habrá cincuenta vecinos pobres de solemnidad, los

veinte hombres, y las treinta mujeres.

37ª. Si hay algunos Individuos que tengan Embarcaciones, que naveguen en

la Mar, o Ríos, su porte, o para pescar: cuántas, a quién pertenecen, y qué

utilidad se considera de cada una a su Dueño al año.

A la trigésima séptima dijeron que no hay nada de su contenido.

38ª. Cuántos Clérigos hay en el Pueblo.

A la trigésima octava dijeron que en esta villa hay siete clérigos los tres sacerdotes, uno diácono,

otro subdiácono y los dos de menores órdenes.

39ª. Si hay algunos Conventos, de qué Religiones, y sexo, y qué número de

cada uno.

A la trigésima nono dijeron que no hay nada de lo que expresa la pregunta.

40ª. Si el Rey tiene en el Término o Pueblo alguna Finca o Renta que no

corresponda a las Generales ni a las Provinciales que deben extinguirse,

cuáles son, cómo se administran y cuánto producen.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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A la última dijeron que no tiene su Majestad en esta villa y su término otra finca ni renta que

la de tabaco y salina que no correspondan a las provincias, cuyas dos rentas se administran de

cuanta la Real Hacienda por comprehender de la clase de las provincias la de cuatro maravedíes en

libra de jabón y la cuota fija del aguardiente por la que paga esta villa setecientos cincuenta reales

al año.

Y habiendo vuelto a leer todo lo que han declarado en la cuarta pregunta del interrogatorio y

preguntado si tenían que añadir o quitar tanto en ellas como en cualquiera otro trato comercio,

dijeron que se afirman y ratifican en todo lo que tienen puesto, y que lo saben por el conocimiento

que tienen en esta villa su término, vecinos comercios, tratos y granjerías, noticias que han

adquirido para su expresión y demás razones en que han fundado y que todo es la verdad por el

Juramento que han prestado y firman con s. Mrd (sic), los que supieron a excepción de dicho señor

vicario y por los que no lo hizo un testigo. Y dijeron ser de edad el dicho Gaspar Joseph Vallejo de

cuarenta y nueve años, Alonso Sanz de cincuenta ambos alcaldes pedáneos: Juan de Uclés de

sesenta, don Fernando de Frutos de sesenta y ocho y Rodrigo Arroyo de cincuenta y seis de todo

cual yo el escribano doy fe - Don Enrique Fason-por Gaspar Vallejo alcalde; Fernando Aguilera-

Juan de Uclés- por Alonso Sanz alcalde; Pedro de Luque- por don Fernando de Frutos, Benito

Ruiz Gallardo- por Rodrigo Arroyo; Narciso Almirón – Ante mi Pedro Meléndez de Valdés y

Raue…………………..

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

– 238 –

Son copia de las originales que quedan en la contaduría principal de nuestro encargo: Córdoba

y octubre catorce de mil setecientos cincuenta y cuatro.

Firmas Alberto de Sevilla Manuel de las Doblas Pheliz de las Doblas

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

– 239 –

Transcripción: Ildefonso Ruiz Sabariego y

Fernando-Enrique Salas Herrera.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

– 240 –

LA VILLA DE VALENZUELA EN EL SIGLO XIX.

REFERENCIAS Y BASES PARA LA INVESTIGACIÓN146

Fernando-Enrique Salas Herrera, Pablo-J.

Casado Millán, Rafael-A. Saco Montilla,

Manuel Moreno Quero, Pablo-M. Millán

Millán, José-C. Recuerda Quero, Alberto

Barrionuevo García y Cayetano Ruiz

Barranco.

ARQVIPO

(Grupo de Arqueólogos e Investigadores

de la Historia de Porcuna)

www.obvlco.org

[email protected]

Dedicado a la memoria de Mª. Dolores

Urbano Arroyo (1951–2013), Alcaldesa de

Valenzuela, una gran mujer convencida de sus

146 Este artículo se atiene en lo esencial a la estructura y contenido de la ponencia que con el mismo

título tuvo lugar como parte de los actos de las IV Jornadas de Historia de Valenzuela y que se celebró en el

Salón de Plenos del Ayuntamiento de Valenzuela el sábado 17 de julio de 2010. Agradecemos al Ilmo.

Ayuntamiento de Valenzuela su invitación para aquella conferencia y para la redacción de este trabajo. Tenemos

que mostrar especialmente nuestra gratitud por su ayuda y atención a Dolores Urbano Arroyo, Ildefonso Ruiz

Sabariego, Ana Rosa Santiago Cámara, Francisco Javier Susín Martínez, Pablo Santiago Chiquero y a Pedro

Ibáñez Malagón. También tenemos que agradecer a todos nuestros colaboradores y fuentes, en este caso a

María Antonia Sánchez Méndez, y especialmente a Eloy Castilla Pérez y Conchi Herrera Martos, y a sus hijos,

Inmaculada, Eloy y Juan Enrique.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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ideales que siempre combatió por mejorar el

presente y el futuro de su pueblo.

La charla que centró las IV Jornadas de Historia de Valenzuela estuvo

dedicada a la exposición de los datos y referencias documentales y bibliográficas

básicas que conocíamos acerca de la villa durante el convulso siglo XIX.

Presentamos entonces estos datos intentando enmarcar los pocos hechos conocidos

de la historia política y social del pueblo dentro de la historia general española y

andaluza, tratando de dar una introducción a una imagen de conjunto de la vida de

los vinagorros durante este periodo histórico, alternando para esto también el

conocimiento de los modos de vida y trabajo tradicionales de los ss. XVIII-XX en

la región de la Campiña del Guadalquivir Medio.

Se trataba, más que de la exposición de una historia conocida, de la

invitación a una historia aún no escrita, cuyas fuentes principales se hayan inéditas

en el Archivo Municipal de Valenzuela, en el territorio y el paisaje de la villa y en

otros archivos y bibliotecas, provinciales, autonómicos y estatales. Era por tanto un

punto de partida, un conciso estado de la cuestión desde el que esperábamos

transmitir a los ciudadanos de Valenzuela algo del conocimiento de su Historia y, lo

que es más importante, el estímulo para el desarrollo del estudio y el trabajo

profesional y social de ésta con el fin de mejorar el conocimiento histórico y la

memoria colectiva del pueblo, y hacer útil y accesible la Historia a toda la sociedad

que la hace posible, y no sólo a la supuesta élite intelectual que la produce.

Dado lo desconocido del tema que se propuso para la conferencia y nuestro

relativa impericia sobre algunos aspectos de la investigación en Historia

Contemporánea147, la estructura de la conferencia se desarrolló desde una

perspectiva metodológica, analizando las fuentes y hechos conocidos y tratando de

imbricarlos, pese a su escasez, dentro de un sistema de trabajo global como marco

para el desarrollo de ulteriores trabajos monográficos y extensivos, que esperamos

que se lleven a cabo progresivamente, en especial por parte de los historiadores e

147 Los autores de este trabajo no somos especialistas en Historia Contemporánea, a la que nos hemos

dedicado tangencialmente en nuestras investigaciones. No obstante nuestra definición teórica como

historiadores se enmarca en una Historia Global, sin divisiones temporales y Total, dedicada al estudio y

explicación de todos los hechos, fenómenos y procesos humanos en el tiempo y el espacio. Especialmente

tratando de buscar en la Historia la explicación y el porqué de la situación del hombre actual y su medio.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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investigadores locales de Valenzuela que seguro que unirán el rigor al cariño en el

estudio y desarrollo de las cosas de su tierra.

I. Las Fuentes de la Historia Contemporánea de Valenzuela.

La Historia Contemporánea de Valenzuela es, como hemos dicho, una

historia no escrita. Sólo conocemos algún testimonio parcial dentro de historias

regionales o generales que hacen referencia a hechos concretos pero no conocemos

ningún trabajo monográfico centrado en la propia villa y su término, que enmarque

y sistematice en un sistema general de estudio los múltiples aspectos concretos.

Nosotros de un modo, esperamos que didáctico, y muy simplificador, puesto que

pretendemos que esté al alcance de cualquier persona, tratamos de resumir las

fuentes y documentos que existen o pueden existir al respecto de este ámbito de

estudio, elaborando una visión panorámica que creemos que puede servir para

entender las claves históricas del periodo.

Las fuentes para estudiar la historia del siglo XIX son muy diversas y vastas.

Desde un ámbito más general hacia otro más local podemos empezar por los

Archivos, que suelen recoger los documentos generados por diversas instituciones y

autoridades, sobre todo para su gestión en momentos puntuales o periodos a medio

plazo, como para su propia legitimación y propaganda. En el primer lugar de estos

archivos se encuentran los Archivos Nacionales o Estatales, como el Archivo

Histórico Nacional (A.H.N.) en Madrid o el Archivo General de la Administración

(A.G.A.) en Alcalá de Henares, que han recogido respectivamente los documentos

de carácter histórico y los administrativos de las distintas instituciones del Estado. A

nivel regional aunque con menor recorrido contamos con el Archivo General de

Andalucía (A.G.An.) en Sevilla.

También con otros archivos de carácter regional como los judiciales, los

universitarios o los militares que bien en Granada, bien en Sevilla, conservan

documentación muy interesante para cualquier estudio local. Los grandes archivos,

desde hace aproximadamente una década, están haciendo una labor ingente de

catalogación y vuelco de información a través del portal de internet PARES, que

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

– 243 –

poco a poco va ofreciendo el conocimiento y el acceso a la documentación de una

manera directa y cómoda en la red.

Pese a la riqueza y calidad de la documentación de los archivos generales y

regionales, conforme nos acercamos a los ámbitos locales la información es más

masiva, y por tanto más susceptible de aportar mayores y mejores datos para

reconstruir y explicar la Historia.

En la provincia de Córdoba podemos citar varios archivos que resultarán

fundamentales de cara a hacer la historia contemporánea de Valenzuela.

Especialmente el Archivo Histórico Provincial de Córdoba (A.H.P.C.), que

conserva muchísima información de carácter local y entre ella las series

fundamentales de los Protocolos Notariales de los pueblos de Córdoba, en los

cuales a través de las Escrituras (compraventas, herencias, dotes, poderes...) se

pueden reconstruir, con mucho trabajo, las historias de la economía, los territorios,

instituciones, familias e incluso personas concretas de la Edad Moderna y

Contemporánea. Otras instituciones provinciales con archivos interesantes para las

historias locales son el Archivo Histórico Municipal de Córdoba, el Archivo de la

Diputación Provincial, o el Archivo del Obispado de Córdoba. Así, desde múltiples

documentos que en su día tenían intenciones concretas, normalmente alejadas de un

relato histórico, se pueden extraer datos para explicar su tiempo desde los marcos

teóricos y metodológicos de la ciencia histórica.

Finalmente a nivel local, que siempre debe ser, como sólida base, el punto

de partida de cualquier investigación seria, tendríamos los archivos de la Iglesia de

Valenzuela y el magnífico Archivo Histórico Municipal de Valenzuela, una de las

joyas, casi desconocidas, del municipio.

Lamentablemente el Archivo Parroquial de Valenzuela, que podía conservar

documentación desde épocas muy antiguas y que tenía al menos desde el Concilio

de Trento los libros sacramentales, de bautismos, matrimonios y defunciones148,

148 Esta documentación, en los lugares que se conserva, es fundamental a la hora de hacer historias

familiares o personales porque aporta las fechas de nacimiento, matrimonio y muerte y las relaciones familiares

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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como atestigua Ramírez de las Casas (1840/1842/1986, 415), fue destruido en el

famoso episodio de violencia iconoclasta que acabó con las vidas del párroco

Jacinto Sanz, del Secretario del Ayuntamiento y del Juez Municipal, Cipriano Pérez

y Alfredo Vázquez, asesinados en la hoguera en la que ardieron las imágenes de

culto, los ornamentos y los documentos del Archivo Parroquial el 4 de septiembre

de 1936, al parecer al finalizar un mitin político, en un momento de máxima tensión

social por la cercanía de las tropas sublevadas149.

de cada individuo. Es esencial desde la Baja Edad Media y sobre todo en los siglos modernos, hasta finales del s.

XIX, cuando se establecen los registros civiles, que aportan información histórica similar.

149 Existen multitud de fuentes escritas de carácter propagandístico en el contexto de la Guerra, por

ejemplo: “Otro pueblo cordobés que ha sufrido los horrores de los marxistas”, ABC. Sevilla, 10 de octubre de

1936, p. 21. Además de los testimonios orales que están por valorar y confrontar historiográficamente.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

– 245 –

Fig. 1. Ana Rosa Santiago trabajando en el Archivo Municipal de Valenzuela. Año 2010. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2010-07-15-003. Ese mismo día de septiembre también se llevaron a cabo la mayor parte de

los asesinatos de “derechistas” en Valenzuela de la Guerra Civil150 (Moreno Gómez,

1982, 517; 2008, 221-222).

150 Aunque no entra dentro de los límites de este artículo, la Guerra Civil en Valenzuela y en particular la

violencia y la represión a personas civiles en esa Guerra son un tema de estudio histórico necesario, para aportar

luz y verdad histórica y evitar las mitificaciones y falsificaciones políticas de justificación de la memoria desde

cualquiera de las partes y así poder integrar y superar esos hechos históricos, como educación útil dentro de la

historia y la sociedad del presente. Vaya por delante que los autores de este trabajo nos mostramos contrarios a

cualquier tipo de agresión violenta, a la tortura y a la pena de muerte, y nos repugna el asesinato de cualquier

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

– 246 –

A partir de que el Ayuntamiento nos invitara para realizar la conferencia

sobre el siglo XIX en Valenzuela hicimos algunas visitas durante varios días a

principios de julio de 2010 para conocer el Archivo Municipal, con el fin de saber el

alcance de la información existente y tomar las notas necesarias para la conferencia,

para no pecar de ignorantes en demasía. De la mano de la alcaldesa Dolores Urbano

y sobre todo, de la amable archivera Ana Rosa Santiago Cámara, vimos, para

nuestra grata sorpresa, que el Archivo estaba muy bien conservado, con una

cantidad de documentación muy importante de los siglos XIX-XX y además había

sido ordenado y catalogado apenas un año antes.

Tenemos que mostrar nuestro asombro y nuestra gratitud para con la

Diputación Provincial de Córdoba y el propio Ayuntamiento de Valenzuela que

entre 2009 y 2010 desarrollaron un Taller de Empleo Local, en Valenzuela, y en

otros muchos pueblos de la provincia, denominado Tabularium y dedicado a la

formación de profesionales archiveros para la catalogación integrada de los archivos

locales de toda la provincia. Este programa de Taller de Empleo honra a la

Diputación cordobesa y a todos los pueblos participantes tanto por su idea como

por sus resultados, cuando otras administraciones han derrochado sin tasa el dinero

de todos en proyectos y programas ridículos e inútiles, cuando no megalómanos,

tan alejados de la concepción y consecuciones de este proyecto.

Ana Rosa Santiago (Fig. 1) gracias a ese programa se convirtió en la

archivera temporal del Ayuntamiento de Valenzuela y con un trabajo ímprobo

ordenó la ingente cantidad de documentos que se conservaban amontonados en las

bóvedas del Ayuntamiento (Fig. 17), haciendo el catálogo sistemático y la

organización física y lógica del Archivo, en Unidades de Instalación, Expedientes y

Documentos y el catálogo digital conjunto con la Diputación siguiendo la más

persona por cualquier causa, ya que consideramos que ninguna idea, ni ningún hecho, justifican la muerte a

sangre fría de nadie. Por los escasos datos que conocemos, el “Terror Rojo” (en nombre de la República

Española), presumiblemente a manos de anarquistas y socialistas locales, asesinó a casi una veintena de personas

“derechistas” durante la Guerra Civil en Valenzuela. El “Terror Azul” (bajo mando de las tropas sublevadas

“nacionales”) asesinó a una treintena de personas “izquierdistas” de Valenzuela durante la guerra y a varias

decenas, junto a otras formas de represión, en la posguerra.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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actual metodología de las fichas de la Norma Internacional ISAD(G)151 de Consejo

Internacional de Archivos.

Nos llevamos por tanto dos agradabilísimas sorpresas, de un lado, un

archivo casi intacto con muchísima documentación, y de otro que estaba

perfectamente organizado por una profesional muy bien formada y capacitada,

además de convencida y entusiasta del valor de su trabajo para su pueblo.

El fondo del Archivo Municipal conserva los documentos del Cabildo y

Ayuntamiento de Valenzuela desde el siglo XVIII al XX, junto a otras instituciones

paralelas como el Archivo del Pósito desde 1756 y el del Hospital de Jesús y María.

Dentro de sus series conserva Ordenanzas Municipales desde 1752, Cuentas

Municipales desde 1820, de Hacienda desde 1815, Actas Plenarias desde 1821,

Quintas y Milicias desde 1824, Beneficencia y Padrones desde 1828, de Guerra y de

Justicia desde 1833, de Educación desde 1835, de Urbanismo desde 1839,

Electorales desde 1851 o de Oficios Municipales desde 1873, entre otros fondos.

Este Archivo, virtualmente inédito a la investigación, será sin duda la piedra

angular de los futuros trabajos históricos de Valenzuela, para los dos últimos siglos.

Nosotros apenas hojeamos algunos documentos para tener una idea superficial del

Archivo y tomar algunas notas mínimas de cara a la conferencia, pero tenemos que

destacar la riqueza de los documentos para la elaboración de cualquier tipo de

historia. Para la historia político-institucional, por ejemplo, las Actas de Pleno,

conservadas íntegramente darán un marco más que sobrado para el estudio de esta

historia. Otra documentación como las cuentas municipales o las del Pósito servirán

para estudios sobre historia económica y social, otras para aspectos culturales,

religiosos...etc. Se conservan listados completos de vecinos en los padrones o en los

impuestos lo que sin duda servirá a la historia social, familiar e incluso de individuos

concretos que se podrán identificar y estudiar, y en parte suplir la pérdida de la

información del Archivo Parroquial.

151 General International Standard Archive Description.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Por poner un ejemplo de la riqueza de estos documentos hemos transcrito

las Ordenanzas Municipales de 1873152 que se incluyen como tercer anexo a este

artículo, y que muestran la variedad de datos y de ámbitos que se pueden ilustrar

desde estos documentos municipales. En éste en concreto son muy interesantes

tanto las actividades públicas permitidas y el orden público, como las prohibiciones,

que nos dan una idea de la realidad, la trasgresión y el pensamiento desde la

perspectiva del Ayuntamiento y las actividades del vecindario en unos años tan

complicados del siglo.

El Archivo Municipal de Valenzuela se ha conservado, seguramente por

muchas pequeñas casualidades, en el tiempo que otros tantos archivos similares se

han destruido. Para la gente de Valenzuela debe ser el cimiento de su propia

historia, el lugar donde se hallan las pruebas para definirse y entenderse como

comunidad en la actualidad. Es por ello que pedimos al Ayuntamiento que haga

todo lo posible para garantizar la conservación de este archivo, sobre todo ahora

que está ordenado y catalogado rigurosamente, y tiene la suerte de contar con el

asesoramiento de una profesional muy cualificada. Al mismo tiempo creemos que es

imperioso socializar el valor de este Archivo, a través de publicaciones,

conferencias, visitas o cualquier otro medio para concienciar a la gente de

Valenzuela, de modo que sientan y afirmen su propiedad colectiva y su calidad de

herederos y garantes de este legado documental de su pueblo. Nos consta que se

necesitan algunas medidas en cuanto a ubicación y mobiliario para garantizar la

preservación del archivo y también que el actual ayuntamiento, con la dirección de

su Concejal de Cultura, Ildefonso Ruiz Sabariego, ha empezado a digitalizar

documentos, lo cual es una gran noticia para la conservación, el estudio y la difusión

del archivo.

Para terminar con los archivos no hay que olvidar otros que lógicamente

podrían estar más alejados del tema de estudio pero en los que se puede encontrar

documentación interesante, como los archivos locales cercanos: Albendín, Baena,

Castro del Río, Bujalance, Cañete de las Torres, Higuera de Calatrava, Santiago de

152 Ordenanzas Municipales que forma el Ayuntamiento de esta Villa de Valenzuela […], 1873, A.H.M.V., sign.

H33/17.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Calatrava, Porcuna, Arjona, Lopera, etc. que, en menor medida, conservarán

algunos testimonios cruzados de cuestiones entre estas localidades y Valenzuela.

Otra fuente esencial a tener en cuenta es la bibliografía, tanto la científica

como la literaria que aporta, si bien no muchos trabajos monográficos, si referencias

o casos concretos que pueden servir de apoyo a trabajos locales. Para el s. XIX hay

que prestar mucha atención a los libros y revistas de época y sobre todo a los

periódicos que durante este siglo y gran parte del s. XX vivieron su época de mayor

auge.

Entre los libros de época de cualquier temática se pueden hallar referencias

interesantes. Nosotros para ilustrar este trabajo acompañamos también como

anexos las descripciones de Valenzuela en el Atlante Español (Espinalt, 1787) y en los

tres grandes diccionarios españoles de intención enciclopédica del s. XIX (Miñano

1828; Mellado, 1845 y Madoz, 1849), y en la monumental Corografía de Luis María

Ramírez de las Casas (Ramírez de las Casas, 1840/1842/1986), que sirven de

ejemplos de este tipo de escritos que aportan datos interesantes y una pequeña

visión de conjunto.

En cuanto a los periódicos, la publicación desde hace pocos años de varias

Hemerotecas Digitales en Internet ha hecho que el antes penoso trabajo de los

historiadores en interminables sesiones en las hemerotecas o ante los lectores de

microfilms, sea ahora mucho más accesible y cómodo, aunque con las limitaciones y

errores de los sistemas automáticos de lectura y búsqueda de conceptos. En esto

Valenzuela tiene el problema de la mayor difusión del apellido “Valenzuela” que la

del propio nombre del pueblo, o la confusión con otras Valenzuelas, como

Valenzuela de Calatrava (Ciudad Real), lo cual obliga a filtrar mucho las búsquedas,

pero aún así se puede conseguir bastante información.

Progresivamente vamos contando con estudios locales que aportan

documentación para la historia regional y general de estos periodos, aunque quizá,

en algunos casos, no con la metodología y los objetivos de investigación que serían

más deseables. Para los pueblos de Córdoba aún son importantes para este periodo

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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los marcos de análisis de varios trabajos clásicos de historia y geografía (López

Ontiveros, 1973; Bernardo, 1977).

Finalmente está el trabajo de campo; histórico, arqueológico y

antropológico. Aunque el tiempo y la muerte nos van privando de testimonios

orales muy importantes, aún la entrevista, la encuesta y el testimonio personal,

aunque de segunda o tercera generación, sirven para obtener datos que no obstante

han de ser muy bien contrastados para que sirvan a la historia, pero que están ahí, y

muchas veces son muy reveladores o dan pistas sobre hechos o datos que otras

fuentes soslayan.

Muchas familias conservan además documentos familiares y fotografías cuya

recuperación es vital de cara a la reconstrucción de una historia total, que supere el

marco de los documentos oficiales y que sirva para ir más allá de una visión

historicista o funcionalista de la sociedad. La fotografía aunque es un documento

intencionado y poco casual, a pesar del valor de verdad inequívoca que se le suele

dar, es un documento esencial para la historia social desde el momento en que

aparecen las primeras a mediados del s. XIX.

Por último, están la cultura social y la cultura material, los espacios y los

paisajes que aún subsisten desde épocas pasadas y que nos pueden ayudar a

entender las formas de vida de la gente a lo largo del tiempo. La Antropología y la

Historia estudian las diferencias entre comunidades y su identidad a través de la

investigación del lenguaje, las fiestas, la religión, las costumbres… y la cultura

material. Así se pueden hacer estudios interesantes que van desde los instrumentos y

ajuares domésticos, a los muebles, ropa, juguetes, imágenes…; en un sentido

espacial, casas, calles, paisajes, geografía, o en un sentido más cultural, tradiciones

populares, relatos, cuentos, religiosidad, lenguaje... que son aspectos esenciales para

ordenar y explicar los modos de vida, trabajo y pensamiento. Estos temas se

estudian desde la Historia Social y Cultural, desde la Etnología y la Etnografía, y

desde la Arqueología. Desde el ejercicio científico de ésta última se pueden estudiar

los restos materiales desechados o desaparecidos de sociedades sorprendentemente

cercanas a nosotros y sacar un impresionante conocimiento de ellos.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Fig. 2. Dibujo del pueblo de Valenzuela en el Catastro de Ensenada. Año 1752. Fuente: Archivo Histórico Provincial de Córdoba, Legajo 598.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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II. El s. XIX y Valenzuela. Historia Política y Social.

La situación previa a la historia del siglo XIX en Valenzuela está bastante

bien definida en uno de los documentos más importantes de la Edad Moderna en

toda España, el llamado Catastro de Ensenada, realizado en todos los pueblos de la

Monarquía Hispánica a partir de 1749153 (Ministerio, 2002). En el caso de Valenzuela

este documento ha sido estudiado por Juan Oliván para enmarcar la historia de la

villa en Época Moderna y en este volúmen se incluye una parte interesante de este

catastro, como son las Respuestas Generales.

Del Catastro de Ensenada podemos resumir algunas situaciones

importantes. En 1752 Valenzuela (Fig. 2) es una Villa de Señorío, propiedad del

Marqués de Valenzuela y Algarinejo, Cristóbal Rafael Fernández de Córdoba, que

tiene, además de sus propiedades, la potestad de nombrar a los Alcaldes y Justicia de

un Cabildo de Señorío, y que recauda para sí la mayoría de los impuestos, todo ello

a través de un administrador que residiría en Valenzuela, ya que el Marqués tendría

sus residencias entre Baena, Córdoba, Granada, Sevilla y Madrid.

Como dependiente del Señorío, el Cabildo lo componen dos alcaldes

pedáneos, que también responden administrativamente a la Villa de Baena de la que

Valenzuela se considera arrabal o pedanía hasta entrado el XIX (Espinalt, 1787, XII,

176). También hay un médico y un alguacil. El escribano titular suele ser de Baena y

sólo se le llama para asuntos concretos. Ya existe la institución del Pósito Real

como garantía de los granos para la siembra y como banco de empréstitos,

administrado por un depositario dependiente del Cabildo. Hay una guarnición a

modo de policía compuesta por un sargento, un cabo y ocho soldados. En lo

religioso, se citan al menos la Iglesia Parroquial y la Ermita de San Roque y hay tres

curas, un diácono, un subdiácono y dos sacristanes.

153 Las “Respuestas Generales” del Catastro, testimonios locales a un cuestionario único enviado desde

Madrid, se pueden encontrar digitalizadas en http://pares.mcu.es/Catastro/

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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En los mediados y finales del siglo XVIII es importante el mecenazgo

personal del Vicario y vecino de Valenzuela, Rodrigo de Arroyo, que se manifiesta

no sólo en la construcción de la Iglesia de la Asunción (Espinalt, 1787, XII, 17;

Ramírez de las Casas, 1840/1842/1986, 415), sino también posteriormente en la del

Hospital de Jesús y María, ambos costeados por este personaje.

En ese momento Valenzuela tendría en torno a 1200 ó 1400 habitantes que

vivían en 336 casas en el casco urbano y en los cortijos. Entre los cabezas de familia

se cuentan algunos labradores con tierras, doscientos jornaleros y cincuenta pobres.

Hay también algún tratante de ganado.

Llama la atención un número insólito de arrieros, actividad que continúa en

auge en todo el s. XIX. Mucha gente de Valenzuela se dedicaba a la arriería y al

transporte entre otros pueblos como Baena, Bujalance, Porcuna...etc. Esto puede

explicarse como una vía de escape laboral para una población en aumento en una

tierra que por cantidad, propiedad, estructura o explotación, no generaba trabajo

suficiente, junto con la necesidad de la arriería para comunicar y transportar

productos entre ámbitos geográficos diferentes, la Campiña y la Subbética, de las

que el término municipal de Valenzuela es frontera y vía, y también uno de los

pasos históricos en una distancia mayor entre la Meseta y la costa malagueña, que

cruzando el Valle del Guadalquivir se define en el intemporal eje Andújar-Arjona-

Porcuna-Valenzuela-Baena, para luego continuar por Cabra-Lucena-Antequera-

Málaga. Además de algunas actividades de la villa que requerían casi inevitablemente

de la arriería como la construcción de caminos o carreteras o la molienda del trigo

en el río Guadajoz (Ramírez de las Casas, 1840/1842/1986, 415).

En el pueblo había en 1752 una posta de correo, un mesón, un albergue,

tres tiendas, dos hornos de pan y tabernas. Entre los oficios urbanos había albañiles,

carpinteros, herreros, zapateros, barberos, un matarife y un sastre.

En el campo, las tierras de secano ordenadas en hazas con cortijos tenían

como cultivo de mayor importancia al cereal y no aparecen citados aún olivos.

Existían dos dehesas para los pastos, una boyal y otra de yeguas y una única huerta,

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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regada por el manantial de la fuente de la villa, que se partía en dos suertes de

siembra, una para cebada verde y otra para hortalizas y frutales. Dentro del término

aparte de los ruedos y las dehesas que son bienes de propios (comunales), el cabildo

tiene además 79 fanegas de tierra. Es muy importante la ganadería con una

explotación de en torno a mil ovejas y trescientas vacas, además de las caballerías y

llama la atención la ausencia de ganado caprino. Por último se explotaban 147

colmenas.

Esta sería aproximadamente la situación en que se encontraba Valenzuela

poco antes de los grandes cambios políticos, económicos y sociales que harán del s.

XIX, probablemente, uno de los más trascendentes y convulsos de la historia

humana, al menos en Occidente, con un complejo proceso de cambios,

revoluciones y reacciones que comienzan con la gran Revolución Francesa de 1789

y la expansión de las ideas racionalistas, liberales y burguesas por toda Europa

(Michelet, 1847-1853/1898-1900; Bois, 1945/1999; Hobsbawm, 1962/2001;

McPhee, 2004).

En abril de 1794 en la revista Mercurio de España aparece la primera

referencia local de este periodo. La Villa de Valenzuela, del Reyno de Córdoba,

ofrece al rey Carlos IV 300 reales del fondo de su Pósito para ayudar en la guerra

contra la República Francesa (1793-1795).

Unos años después, en 1798, a partir de un poder y de los bienes del vicario

de Valenzuela Rodrigo Luis del Arroyo y con la aprobación real se constituyó el

Hospital de Jesús y María para la asistencia a los pobres y el establecimiento de un

colegio para niñas154. Estas institución tendría un importante papel durante el s.

XIX. Aunque el edificio del hospital se destruyó parcialmente, la parte conservada

se restauró en 2006 con una Escuela-Taller y es hoy la sede de la Casa de la Cultura

de Valenzuela (Fig. 26). El documento de las Constituciones del Hospital es uno de

los interesantes documentos conservados en el Archivo Municipal.

154 Constituciones formadas para el gobierno del Hospital de Pobres y Colegio de Niñas Educandas del Lugar de

Valenzuela, Ms. 1798. Certificación y copia de 1835, A.H.M.V., sign. HC278/2.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Fig. 3. Croquis de las vías pecuarias del término de Valenzuela. Año 1968. Fuente: Archivo Central de la Delegación de Obras Públicas y Transportes de Córdoba, Leg. 241-242-243-244-245, Doc.

1968.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Las siguientes noticias se enmarcan ya en el periodo de la Guerra de la

Independencia (1808-1813) tras la invasión napoleónica de España (Lacomba, 1996,

288-294; Cayuela y Gallego, 2008; Diego García, 2008). Las tropas francesas se

instalaron en 1808 en Porcuna y requisaron o exigieron pertrechos y víveres a las

comarcas circundantes.

Los pueblos de Bujalance, Porcuna y Arjonilla se vieron obligados a

suministrarles 233 fanegas y tres celemines de cebada para la caballería por un valor

total de 6.296 reales. Porcuna y Baena, y dentro de ésta Valenzuela, dieron al

ejército francés 16.702 raciones de pan de trigo para los soldados por un valor de

16.733 reales, y Baena sola, con su jurisdicción, 100 fanegas de cebada. Porcuna

además entregó veinte camas para el hospital francés que se instaló allí por valor de

3.645 reales (Arjona y Estrada, 1977, 194-195, Nota 7).

En diciembre de 1811, en plena guerra, se celebraron elecciones municipales

en Valenzuela reuniendo a los vecinos en la Iglesia, por orden de la Junta Nacional

de Defensa establecida en Sevilla155.

También se conserva en el Archivo Municipal el libro del impuesto para el

mantenimiento del ejército ordenado por el Prefecto napoleónico de Córdoba,

Domingo Badía y Leblich156, con la relación de los vecinos de Valenzuela y las

cantidades que tuvieron que aportar para sufragar los gastos de este ejército en los

años 1811 y 1812157.

155 Elecciones Municipales para 1812, Ms. 1812, A.H.M.V., sign. H34/5.

156 Este hombre fue un curioso y pintoresco personaje. De origen familiar belga, fue servidor del rey

Carlos IV, para el que hizo de espía en territorio marroquí disfrazado bajo el nombre de Alí Bey al-Abbasi para

tratar de favorecer un protectorado español, después con la misma falsa identidad y sus conocimientos arabistas

visitó varios lugares de la costa mediterránea musulmana y finalmente consiguió visitar La Meca, que estaba

prohibida para los infieles bajo pena de muerte. De él se conserva la primera descripción extensa de esos

lugares. A su vuelta a España quiso volver al servicio del rey, y acabó de consejero de José I Bonaparte, con el

que tuvo que exiliarse al perder la guerra. “Pepe Botella” lo hizo alcalde de Córdoba entre 1810-1811, donde

trató de introducir los cultivos intensivos de la patata, la remolacha y el algodón.

157 Repartimiento mensual hecho en virtud de real orden para este pueblo de Valenzuela y año de 1811 y 1812 , Ms.

1812, A.H.M.V., sign. H182/9.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Fig. 4. Plano urbano de Valenzuela de 1892. Fuente: Instituto Geográfico Nacional.

Este documento es una fuente de mucho valor para estudiar la estructura

social y económica del pueblo en estos primeros años del siglo. Nos va a servir aquí,

de manera superficial para hacer una vista de conjunto de la sociedad y la economía

de Valenzuela en ese momento inicial del siglo y deberá ser objeto de un estudio

más detallado y profundo en el futuro. En su primer legajo, de 1811, se listan

dividiéndolos en categorías y asentándolos según la calle en la que vivían todos los

vecinos que debían pagar este impuesto mensualmente. Aunque se dan limitaciones

de renta y de sexo podemos extraer muchos datos más que interesantes.

Entre el cuerpo eclesiástico se cita a un vicario cuyo territorio o funciones

desconocemos, Bentura Josef Olivan, con una renta de 350 ducados y al párroco y

rector de la iglesia Rafael Cavallero y Melendo, con renta de 250 ducados. Además

se citan otros sacerdotes, Antonio Borrego, que vive del alquiler de cinco casas

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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arrendadas, Antonio Matheo Hidalgo, Administrador de los Diezmos158, con 200

ducados de renta y Juan Sánchez, sin renta; y por último se incluye en esta categoría

al sacristán, Jacinto Ximenez, que gozaba de 50 ducados de renta. La mayoría de

ellos, sin ser potentados, debieron disfrutar de una economía solvente y un notorio

prestigio y posición social.

Se citan en el documento algo más de cuatrocientos cincuenta propietarios,

contando como tales desde los que tienen en propiedad sus casas hasta los grandes

terratenientes. En función de sus tierras, negocios y casas se les estipula un

impuesto mensual.

Los mayores propietarios tienen en gran medida su residencia o adscripción

en la calle Quemada, lo cual resulta cuando menos curioso. Quitando a los

propietarios de casas que pagan por ello un pequeño impuesto, los propietarios

restantes conforman las instituciones y la nobleza, residente o foránea, además de

algún negocio concreto. Las instituciones con propiedades no son excesivamente

ricas. La mayor es el Caudal de Propios, gestionado por el Cabildo, con 185 fanegas

de tierra, compuestas esencialmente por las dehesas. Está además el Hospital de

Jesús y María, con 43 fanegas de tierra y finalmente el Convento de la Madre de

Dios, de monjas, ubicado en la villa de Baena, con 25 fanegas en Valenzuela. Los

Caudales ascienden, el del Pósito a 163 fanegas de trigo y el de Propios, por los

arrendamientos a 11.638 reales.

El mayor propietario, con mucha diferencia sobre el resto, es en Conde de

Luque, y Marqués de Valenzuela, Cristóbal Fernández de Córdoba y Rojas, que

posee 1790 fanegas de tierra, dos hornos de pan, y una huerta159, y que podemos

considerar como propietario foráneo, aún siendo el dueño del título y el señorío

sobre la villa, pero que no residía en Valenzuela, y tendría aquí un administrador y

158 El Diezmo era en Castilla el impuesto general del diez por ciento de las cosechas y producciones de

cada pueblo desde Época Medieval. Se suprimió en 1837.

159 No es descabellado pensar, a falta de más datos, que esa huerta sea la Huerta de la Villa, y que tanto

su explotación, como los dos hornos que cocerían el pan del pueblo, fueran derechos señoriales exclusivos del

Marqués que podrían venir desde la Edad Media y que serían suprimidos con la Desamortización.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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una cuadrilla de trabajadores al servicio de éste, que le enviaría las cuentas y las

rentas al marqués. Entre los propietarios foráneos podemos destacar al Marques de

la Granja (50 fanegas), al Conde de Salvatierra (14 fas.), al vecino de Arjona,

Gregorio Navarro (10 fas.), o al vecino de Baena, José Ravadán (9 fas.).

Les siguen una decena de propietarios locales con entre 10 y 140 fanegas de

tierra de entre los que podemos citar a Manuela Gambor [?] (138 fas.), Miguel

Porcuna (32 fas.), Joaquin Perales (31 fas.), Blas Vallejo (20 fas.), Manuela Morales (18

fas.), Pedro Argote (14 fas.) o Bartolomé Susin (11 fas.), entre otros. El hecho de que

se les considere propietarios en el documento, pese a tener en muchos casos menos

tierras que algunos labradores, puede deberse en a que sean familias de hidalgos, de

la baja nobleza, aunque esto se deberá estudiar más profundamente.

Como casos concretos dignos de mención, aparece Rafael de Cuenca que es

el dueño de la posada del pueblo y otras dos casas, equivalentes en valor a un

propietario de unas 20 fanegas de tierra. También en las listas citan dos veces a

Matheo Zipriano Vallejo, sin que sepamos si se trata de personas distintas, de un

error, o de otra consideración. Aparece como propietario y vecino de la calle del

Palomar, con 21 fanegas de tierra y tres casas, y después como labrador y vecino de

la calle de la Feria con 137 fanegas sembradas al tercio.

En otra categoría se anota a los Labradores, clase media de campesinos con

tierras propias. Algo más de cuarenta labradores divididos en dos grupos claros, de

ellos una minoría con tierras suficientes para considerarse propietarios, entre las 20

y las 70 fanegas de tierra, como Leonor Borrego (70 fas.) o Antonio Gallardo (70

fas.), Antonio Aguilera (60 fas.), Alfonso de Vida [?] (46 fas.), Martín Marcelo Oliván

(35 fas.), Pedro de Luque (30 fas.), María Theresa Gallardo (27 fas.) o Jose Luis Tayon

(24 fas.). El resto del grupo son campesinos con entre dos y diez fanegas de tierra.

Como aperadores160, encargados de las cuadrillas y los trabajos y aperos en

los cortijos, se citan ocho: Josef Castilla, Josef Lopez, Luis de Lao [?], Alonso de la

Cámara, Mateo García, Juan Pedregosa, Pedro Mendez y Cristóbal Cañete.

160 Es posible que en el documento se incluya en la misma categoría a dos trabajos separados que al

menos en el siglo XX tenían funciones distintas. La figura del “Manijero” o Manejero, encargado de controlar y

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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ordenar la mayoría de las labores en el cortijo, y encargado de las cuadrillas del jornaleros, frente al “Aperaor” o

Aperador, cuya responsabilidad era tener en perfecto estado los aperos y útiles de labranza y disponerlos para la

labor.

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Fig. 5. Plano urbano de Valenzuela de 1892. Detalle del núcleo urbano. Fuente: Instituto Geográfico Nacional.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

– 262 –

Se enumeran más de doscientos cuarenta jornaleros, o “peoneros”, que solo

disponían de vender su trabajo a cambio del jornal cuando el clima lo permitía, la

labor lo necesitaba, y los patronos los contrataban.

En cuanto a los arrieros, se enumeran diez que trabajaban por temporadas y

cincuenta y tres que trabajaban todo el año, como vemos una de las recurrentes

características laborales del pueblo durante todo el siglo.

Aparecen dos ganaderos, Antonio Alejo Diez y Juan Susín Diez; y tres

rabadanes161, Alonso de Castro, Diego Serrano y Blas Vallejo.

Finalmente, entre los oficios se cita un “Musical” o músico, Manuel Velez;

un cerrajero, Juan Luis Barrionuevo; cuatro zapateros, Josef Agustín, Bartolomé

Morente, Alonso Morente y Josef Perales; dos carpinteros, Juan Antonio de Lara y

Pedro López Rey; tres barberos, Josef María Delgado, Cristóbal Perales y Benito

Aguilera. Hay un boticario, Antonio Quesada, y un médico, llamado Áureo

Ximenez.

Esta es la situación local a comienzos de siglo, que como veremos irá

evolucionando progresivamente.

Volviendo a la guerra, en marzo de 1812162 por orden del rey José I

Bonaparte se debían formar milicias nacionales en varios pueblos del sur de

Córdoba como soporte y reserva del ejército y como vigilantes de la lealtad de los

pueblos. Sus componentes eran “afrancesados”, españoles partidarios del gobierno

y del rey impuesto por Napoleón y el Estatuto de Bayona, José I Bonaparte. En

Valenzuela se ordenó la formación de una compañía dirigida por Joaquín Peralez

161 El Rabadan era el pastor de más rango dentro de un hato, el encargado de conducir el ganado y

ordenar a otros pastores bajo su mando.

162 Gazeta de Madrid, viernes 6 de marzo de 1812, p. 264.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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como capitán, Pablo Olivar163 como teniente y Juan José Gutiérrez como

subteniente.

Posteriormente en julio de 1812 en los preparativos de la Batalla de Bailén

se instalaría el Cuartel General del Ejército de Andalucía en Porcuna164,

convergiendo allí las diferentes fuerzas españolas, inglesas y suizas, provenientes de

Sevilla, Córdoba, Granada y Jaén y con el apoyo material y las milicias locales

voluntarias de los pueblos circundantes entre los que debió estar Valenzuela. Con

todos los cuales el ejército liderado por Castaños vencería al ejército Imperial

napoleónico al mando de Dupont en Bailén (VV. AA., 1999; Moreno Alonso,

2008).

Tras la guerra y la reinstauración de Fernando VII como rey (1814-1833)

España asiste a las luchas entre liberales y absolutistas, defensores unos de una

versión suavizada de las ideas liberales, racionalistas e igualitarias de la Revolución

Francesa, encarnadas aquí en la famosa Constitución de Cádiz de 1812, y los otros

en la vuelta al sistema del poder absoluto de origen divino del monarca (Artola,

1973/198; Carr, 1966/1985; Vilar, 1947/1999; Cuenca, 1982; Lacomba, 1996;

Domínguez Ortiz, 2000/2007). En estas luchas, y aún sin estudios para explicarlos,

se observan algunos hechos a nivel local en Valenzuela como el cese del alcalde

Juan José Oliván y sus regidores en 1821 y su sustitución por Juan Rafael Porcuna

con la reinstauración de la Constitución de Cádiz en el llamado Trienio Liberal

(1820-1823)165, o posteriormente la designación del alcalde Benito Susín en 1834,

163 Aunque en el documento oficial aparece Olivar, es bastante probable que se trate de un error y sea

Oliván en lugar de Olivar.

164 No hay de momento fuentes precisas pero por testimonios recogidos por Modesto Ruiz de Quero

parece muy probable que la Capitanía o Cuartel General en Porcuna del ejército de Castaños, en la que se

orquestó el “Plan de Porcuna” para dar batalla a los franceses, se estableció en la Casa de los Aguilera en el

Llanete de San Juan. Se trataba de una casa señorial muy grande con amplísimos corrales en las “paredes del

pueblo”, que debió servir muy bien a las necesidades de intendencia, comunicación y capitanía del ejército.

Mientras, el ejército acampaba tras sus tapias en la meseta y ladera del llamado Ejido de Napoleón y la Sendilla

Golosa. La casa original fue destruida y reemplazada por viviendas modernas en la década de 1990.

Recientemente se han conmemorado con el bicentenario los lugares de estos acontecimientos en Porcuna sin

rigor, crítica, veracidad, ni interés por conseguirlos, por parte de sus organizadores y asesores.

165 Libro Capitular correspondiente al presente año de 1821 , Ms. 1821, A.H.M.V., sign. H0001/1. Fol. 1.

Cabildo de uno de enero de 1821.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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tras la muerte de Fernando VII en 1833, y la existencia durante todo el periodo y

hasta el reinado de Isabel II de milicias voluntarias y realistas locales166.

Fig. 6. Vista área de Valenzuela. Año ca. 1950-1960. Fuente: Ayuntamiento de Valenzuela.

En este momento se produce la reorganización administrativa de España en

provincias en base a un orden histórico-racional, desde el pensamiento liberal y

166 En 1834 se denuncian infundios contra los milicianos voluntarios, Pedro Aguilera, Juan García

Montilla, Gregorio Polo y Francisco Ortega, acusándolos de haber robado a una vecina. Diligencias para acallar

infundios sobre voluntarios de Milicia Urbana, Ms. 1834, A.H.M.V., sign. HC209/37. También se conserva de 1841

un reglamento de voluntarios realistas durante la regencia de Espartero. Reglamento de alistamiento de voluntarios

realistas, Ms. 1841, A.H.M.V., sign. H181/14.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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buscando la mejor ordenación y centralización administrativa. Desde la conquista

castellana en el siglo XIII, Valenzuela quedó unida al Reino de Córdoba ubicada “en

la orilla Meridional del rio Salado, que divide los límites de este Reyno, del de Jaen”167

(Espinalt, 1787, XII, 176). De los varios proyectos de reorganización territorial del

XIX, el proyecto que sería casi definitivo se debe a Javier de Burgos aunque existen

proyectos anteriores, incluso del reinado de José I Bonaparte con la división de

España en Prefecturas. En 1820 se establece un juzgado de primera instancia en

Baena del que se hace dependiente a Valenzuela168 y en 1822 la Diputación de Jaén

sigue la información para la fijación definitiva de los límites de la provincia. Dentro

de los informes se intenta fijar la frontera occidental pasando Valenzuela a la

provincia de Jaén y retrayendo la frontera de Porcuna y Lopera al cauce del Río

Salado169 (Burgueño, 1996; Chamocho, 2004, 63-67). Finalmente en 1831 quedaría

fijada Valenzuela como perteneciente a la provincia de Córdoba dentro del Partido

Judicial de Baena (Subdivisión, 1834, 63; Ramírez de las Casas, 1840/1842/1986,

415) y la división provincial definitiva quedaría fijada en un Real Decreto, publicado

el 30 de noviembre de 1833 (Chamocho, 2004).

Durante el reinado de Isabel II se producen contribuciones especiales de

guerra por causa de la Iª Guerra Carlista entre 1837-1841 (Bullón de Mendoza,

1991; Moral, 2006). En 1847 el Gobernador Militar de la Región pide informes a las

167 El límite de los reinos nunca lo marcó directamente el río, sino más bien el valle del rio Salado, cuya

cuenca quedó en el término de Porcuna. La frontera de Porcuna con Cañete responde en general a una frontera

anterior, antigua, seguramente establecida en época Almorávide o Almohade, que corta transversalmente el

Valle del Guadalquivir sirviendo de linde lineal entre varios pueblos, y que de todos modos suscitará pleitos

hasta la Edad Moderna, entre Córdoba y la Orden de Calatrava y Porcuna. Las fronteras de Valenzuela con

Porcuna son un tema más complejo a nivel regional, ya que rompen esa línea de frontera que atraviesa el valle

del Guadalquivir, que en este caso corresponde a la linde oeste del término de Valenzuela, metiéndose

Valenzuela dentro de la frontera que debía pertenecer al reino de Jaén y al territorio de Porcuna.

168 Certificado de establecimiento de Juzgado de Primera Instancia, Ms. 1820, A.H.M.V., sign. H201/1.

169 “En la división del terr. español en provincias que hicieron las cortes con fecha 27 de enero de 1822, cuyo decreto fue

sancionado en 30 del mismo mes, y comunicado para su cumplimiento en 30 de marzo siguiente, pero que quedó en desuso por los

acontecimientos políticos de 1823, se fijaron por punto general a la prov. de Jaén los mismos lím. que tuviera la prefectura del mismo

nombre, con las siguientes modificaciones: en el límite O. no hay más diferencia que el decreto de 1810 incluía a Valenzuela dentro

de la prefectura de Córdoba, y la división de 1822 la dejaba para la prov. de Jaén . […] La última división del terr., decretada por

real orden de 30 de noviembre de 1833, señala por el límite á la prov. de Jaén; por el N. la de Ciudad Real; por el E. las de

Albacete y Granada; por el S. esta última, y por el O. la de Córdoba. Comparando esta división con el decreto de 1810, t oda vez

que deja, como ahora está, para Córdoba la v. de Valenzuela” (Madoz, 1845-50/1988, 106).

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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policías de los pueblos para tratar de esclarecer un posible complot para iniciar una

nueva guerra contra la monarquía170.

La Desamortización, uno de los grandes proyectos económicos de los

liberales será uno de los puntos de inflexión del siglo (Artola, 1973/1981; Tomás y

Valiente, 1971; Ponsot, 1981; Cuenca, 1982, 449-458; García y Garrabou, 1985). La

liberación del mercado de la tierra y la venta de las tierras amortizadas sin derechos

de propiedad y las comunales, lejos de conseguir una solución a los problemas de la

tierra va a favorecer a los grandes propietarios, agrandar poderosamente el mercado

capitalista de la tierra y a empobrecer a los jornaleros y pequeños campesinos por la

venta de las tierras comunales, a las que tenían derecho o acceso favorable. Además

la Desamortización va a desposeer a la Iglesia Católica de gran parte de sus tierras y

propiedades, lo que llevó a la ruina de una buena parte de ella, sobre todo las

congregaciones religiosas, y la pérdida o deterioro de un inmenso patrimonio

cultural y, socialmente, a una merma sustancial de las labores piadosas y asistenciales

que la Iglesia realizaba como caridad con algunos grupos de desfavorecidos.

170 Oficio instando diligencias para ver si hay conspiracion para una nueva guerra civil contra el trono de su majestad la

Reina, Ms. 1847, A.H.M.V., sign. H181/22.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Fig. 7. Vista área de Valenzuela desde el Oeste. Año ca. 1950-1960. Fuente: Ayuntamiento de Valenzuela.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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En Valenzuela en 1836-1837 se enajenan por subasta una parte de los bienes

de propios, especialmente parte de las dehesas y ruedos, que eran bienes

amortizados, que anteriormente no se podían vender171. El Ayuntamiento conserva

algunos, así sigue teniendo por ejemplo parte de la Dehesa del Algarve172, que sigue

arrendando posteriormente173, aunque no sabemos si la mantiene como derecho o la

compra en la subasta pública de la Desamortización.

El hecho más trascendente dentro de la historia política local es la creación

jurídica de la Villa de Valenzuela, como municipio independiente a finales de los

años 30 del s. XIX. El título de marqués no obstante continúa, pero pierde la

jurisdicción y el poder sobre la Villa, aunque conservará en principio sus

propiedades. Perderá los derechos jurisdiccionales, por ejemplo el arriendo de las

casas del pueblo174, las tercias del diezmo175, o el nombramiento de las autoridades.

Aún así el marqués inicia un pleito para reclamar sus propiedades y derechos176 en

1839, e incluso ese mismo año intenta cambiar su residencia desde Écija a

Valenzuela177, cosa que no sabemos si llegó a hacer. La continuidad nobiliaria se

observa en este siglo en la sucesión del título del marquesado de Valenzuela, en

1875, de Cristóbal Fernández de Córdoba y Rojas, VIII Conde de Luque (1804-

1873) a su hijo, Cristóbal Fernández de Córdoba y González de Aguilar, IX Conde

de Luque (1821-1878). Paulatinamente se perderá la relación de los marqueses con

171 Subasta de las Dehesas de Propios, Ms. 1836, A.H.M.V., sign. H72/1. Enajenación de fincas de Propios, Ms.

1837, A.H.M.V., sign. H72/4.

172 Aparece indistintamente en los documentos como Algarve o Algarbe. Su etimología proviene del

árabe al-Garb, que significa “occidente” u “Oeste”.

173 Arriendo en la dehesa de Algarve, de propios, Ms. 1854, A.H.M.V., sign. H72/3.

174 Este arrendamiento se llevaba a cabo mediante escrituras de censo perpetuo que quienes querían

construir una casa debían pagar anualmente al marqués por la ocupación del solar. Muchos de estos censos

contratados personalmente por cada vecino con el marqués se conservan en la Sección de los Condes de Luque,

en el Archivo Histórico Nacional.

175 Archivo Histórico Nacional, Sección Nobleza, Archivo de los Condes de Luque, C.127, D.158-225-

10.

176 “Testimonio literal del espedte original seguido en el juzgado de 1ª insta. del partido de esta villa, a pedimto. del

M.Y.Sor. Conde de Luque, por el cual se declararon de propiedad particular, los bienes y otros, que en el lugar de Valenzuela de

este partido pertenecen al referido Sor. Conde”, Año 1839, Archivo Histórico Nacional, Sección Nobleza, Archivo de

los Condes de Luque, C.78, D.46.

177 Archivo Histórico Nacional, Sección Nobleza, Archivo de los Condes de Luque, C.437, D.308-313.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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la villa. La mayoría de la documentación de estos Marqueses de Valenzuela se

conserva en el Archivo Histórico Nacional en la sección del Archivo de los Condes

de Luque, en el cual hay muchos documentos de Valenzuela que se pueden

consultar a través del portal de internet PARES.

No sabemos aún la fecha exacta y las condiciones en las que se produjo la

“independencia” de Valenzuela con respecto a Baena, asuntos que suponemos se

resolverán pronto con algún estudio en profundidad del Archivo Municipal, sobre

todo de las Actas Capitulares de estos años, pero creemos, por cercanía, que este

hecho debió producirse hacia 1839. Esto, porque en los documentos de entre 1820

y 1839 Valenzuela aparece como Lugar de Realengo, o como Aldea o Pedanía de

Baena, es decir ya había perdido la condición de Villa de Señorío, cosa que debió

suceder en torno a la Guerra de Independencia, aunque conservaba su Cabildo

propio, y luego, porque en documentos a partir de 1839 ya aparece como Villa

independiente.

Fig. 8. Vista área de Valenzuela desde el Oeste. Año ca. 1970-1980.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Fuente: Ayuntamiento de Valenzuela.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Además en el mismo 1839 se edifican las nuevas Casas del Cabildo y la

Cárcel178 (Fig. 16) sobre el anterior edificio del Pósito, en la Plaza, en el

emplazamiento actual del Ayuntamiento, reformado en parte tras la Guerra de

España (1936-1939) (Fig. 17). Esta edificación pensamos que puede tener que ver

con el proceso de creación de la Villa. El edificio antiguo del cabildo de la Edad

Moderna estaba junto a las casas del Marqués en la calle Baena. Era muy pequeño e

incómodo, y se vende para usar el dinero en la construcción de las Salas Capitulares

sobre el Pósito y una cárcel en sus bóvedas, trasladando la panera, el almacén del

Pósito, a una casa cercana.

De todas formas se trata de un proceso largo desde la anulación del Señorío

hasta la jurisdicción de la municipalidad independiente, con pasos progresivos, así

en 1823, dentro del Trienio Liberal, se crea un Cabildo Constitucional, bajo la

autoridad real179.

Una institución esencial, la Notaría, sin embargo no se establece en

Valenzuela sino que tiene su Protocolo en Baena (Ramírez de las Casas,

1840/1842/1986, 415).

Uno de los aspectos más icónicos del siglo XIX andaluz lo constituye el

fenómeno del bandidaje en las regiones serranas del Subbético. Su relevancia se

acrecentó por la imagen romántica que la literatura, especialmente francesa e

inglesa, dio a lo largo del siglo de estos bandoleros como adalides de una libertad o

una justicia perdidas. Las causas de su origen se pueden establecer grosso modo en la

inestabilidad política de principios de siglo que hizo que el control del territorio

fuera muy escaso por parte de las autoridades, especialmente en el campo y en las

sierras, hasta la creación de la Guardia Civil como policía territorial en 1844

(Inspección, 1846/2001), o en el aumento de población marginada, excluida o

perseguida por efecto de los cambios sociales, las desamortizaciones, las guerras y

las luchas políticas (Hobsbawm, 1959/1983; 2001). Así se formaron grupos o

178 Expediente instruido para la construcción de dos salas capitulares y cárcel, Ms. 1839, A.H.M.V., sign. H197/6.

179 Contestación al interrogatorio formado para nuevos reglamentos de propios, Ms. 1831, A.H.M.V., sign. H72/17.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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partidas de salteadores armados en todas las sierras subbéticas desde Cádiz hasta

Granada, con un foco especialmente notorio en Ronda. Policía, partidas y milicias

durante buena parte del siglo, sustituidas progresivamente por la Guardia Civil, se

harán cargo de la vigilancia del campo para perseguir delitos concretos, bandas

armadas y en los periodos de conflicto enemigos militares, ideológicos o de clase.

Aunque su término se sitúa en la frontera teórica del territorio de los

bandoleros, de este bandidaje a gran escala se conservan varias noticias de

Valenzuela a lo largo del siglo.

La primera de ellas se sitúa en febrero de 1811, en plena guerra, cuando

varios vecinos de Valenzuela que servían como soldados desertaron y se dedicaron

al pillaje180.

En septiembre de 1820 el Gobernador Provincial Pedro Laynez Laynez pide

al Ayuntamiento181 “[...] el establecimiento de una partida con el numero de vecinos honrados

que crean necesarios atendida la extensión y particular localidad de ese termino la cual bajo la

dirección y mando si fuere posible de algún militar retirado y experto, recorra los caminos y

trabesías del contorno [...]” para responder ante “los escandalosos excesos que se comenten de

continuo en los caminos de esta provincia por las bandas de ladrones que los infestan, han alterado

la tranquilidad de los habitantes pacíficos [...]” indicando además la organización según la

180 “Bartolomé Rodríguez, Pedro Díaz y Juan Vallejo, vecinos todos de la villa de Valenzuela, sirvieron en los

regimientos provinciales de Bujalance y Córdoba, y desertaron de sus banderas al entrar en Andalucía las tropas imperiales. Desde

entonces formaron cuadrillas, y agregándose á ella Francisco López de la misma vecindad, han vivido errantes por los campos sin

ninguna aplicación al trabajo. En el día 8 de Febrero Bartolomé Rodríguez y Pedro Díaz asaltaron armados de una escopeta, una

pistola y un cuchillo, en el camino que viene de Cañete á Valenzuela, á dos arrieros, que en la misma mañana salieron de

Bujalance, y les robaron el dinero que traían y una poca de estameña. Uno de los robados fué á la Villa de la Higuera, y el otro se

presentó á la justicia de Valenzuela á dar noticia del suceso: esta despachó sin tardanza una partida de sus cívicas en persecución de

los ladrones, que logró prender en aquella tarde, trayendo también á Juan Vallejo y Francisco López, que estaban ya reunidos á sus

compañeros. La misma justicia formó inmediatamente el sumario, y habiéndole remitido á la junta criminal extraordinaria de esta

Ciudad, concluido en ella, después de haber confesado su delito Pedro Díaz y convencido de él Bartolomé Rodríguez, se le s condenó

dentro de las veinte y cuatro horas á muerte de garrote, que fué ejecutada en la mañana del 27 del mes pasado en la plaza de la

Corredera.

A Francisco López y Juan Vallejo se les sigue la causa por indicios vehementes de haber robado con sus compañeros en

el mismo día á dos arrieros una porción de azafrán” (Ortí, 1928, 267).

181 Petición de suministros contra ladrones y salteadores, Ms. 1820, A.H.M.V., sign. HC-181.23.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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cual “[...] El Ayuntamiento señalará al Gefe e individuos de la partida, el sueldo proporcionado

al servicio que presten, y percibirán únicamente los días que se ocupen en el, usando para estos

gastos de los fondos de propios, ó de los mas disponibles del público[...]” y advirtiendo de los

desmanes habituales de estas milicias para que el alcalde cuide “[...] de impedir se cause

la menor vejación por dicha partida en los cortijos, casas de campo, y hatos de ganado”.

Veinte años más tarde el problema continúa. El dieciséis de septiembre de

1843182 se reunieron en Baena, su Ayuntamiento, y una representación de los

municipios del Partido, Castro del Río, Luque y Valenzuela, representada por el

Síndico Personero183 vinagorro Juan Andrés Aguilera, para formar a partir de una

orden de la Diputación Provincial una Partida para la persecución de ladrones y

malhechores, que estaría constituida por doce hombres armados, con un

comandante y que actuaría por un tiempo de seis meses y cuyos gastos se

repartieron entre los distintos municipios.

El bandolerismo es incluso caballo de batalla de la lucha política, por

ejemplo el 29 de diciembre de 1848 el periódico El Clamor Público, que pertenecía al

Partido Liberal, denuncia la existencia de una partida de bandoleros que opera en

Valenzuela, Baena, Alcaudete y Luque haciendo grandes robos, destrozos y daños

personales entre los que citan mutilaciones y al menos una muerte. Los liberales

afirman interesadamente que las autoridades conservadoras de Jaén y Córdoba no

hacían nada para detener a estos forajidos.

Pasada otra década aparece una nueva noticia de este bandolerismo que es

estructural en la región al menos en la primera mitad del siglo. El 24 de febrero de

1857 aparece en La Iberia una noticia según la cual “Cuatro hombres armados de escopetas

y pistolas, y disfrazados con barbas fingidas, han sorprendido a tres pasajeros en el sito del Salado

182 Copia del Acta de formación de una Partida para la persecución de ladrones y malhechores , Ms. 1843, A.H.M.V.,

sign. H210/16.

183 El Síndico Personero era un cargo de los Cabildos creado en las reformas municipales borbónicas en

el siglo XVIII cuya supuesta función era la de defender los intereses del pueblo frente a los alcaldes y regidores,

una suerte de Defensor del Pueblo.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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de Carrasco, entre el término de Baena y Valenzuela (Córdoba), y les robaron cuanto llevaban,

con inclusión de una importante cantidad en metálico”.

El fenómeno se convierte en parte del imaginario colectivo, tanto para la

literatura, como decíamos, como para la cultura popular. Tardíamente, el 13 de

diciembre de 1899 el diario republicano El País publica en una noticia que existían

rumores de que se había formado una banda de salteadores, pero el propio

periódico lo desmiente diciendo que la Guardia Civil había rastreado los términos

de Fernán-Núñez, Castro del Río, Valenzuela y Espejo sin hallar rastros de estos

supuestos bandoleros. En Castro del Río detuvieron a un individuo apodado

“Pajalarga” que según el periódico fue quien hizo circular el rumor.

El tercer cuarto del siglo supone años políticamente muy conflictivos (Martí,

1981/1983; Tuñón, 1981/1983; Sánchez Mantero, 1999). El reinado de Isabel II

(1833-1868) (Lacomba, 1996, 307-326; Comellas, 1999) termina con la Revolución

Gloriosa de 1868 a la que suceden un Gobierno Provisional (1868-1870) (Serrano,

2002), el exiguo reinado de Amadeo I de Saboya (1870-1873) (Bolaños, 1999) y la Iª

República Española (1873-1874) (Fernández-Rúa, 1975). Los complots y los

pronunciamientos militares se suceden desde el reinado de Isabel II dentro de una

política en ebullición, problemas a los que se unen las guerras carlistas (Moral,

2006), la guerra de África o Primera Guerra de Marruecos (Martín, 2002) y el primer

levantamiento independentista y la Guerra de los Diez Años en Cuba (García

Rodríguez, 2012).

El 29 de noviembre de 1870 el periódico La Iberia recoge la felicitación al

parlamento por la elección del rey Amadeo I de Saboya el 16 de noviembre del

Ayuntamiento y el Comité Progresista de Valenzuela. Las Ordenanzas Municipales

de Valenzuela de 1873, que reproducimos como apéndice, sirven para hacerse una

imagen mental precisa de la situación del pueblo en estos años, en los que los

problemas locales son mucho más importantes, aunque más tranquilos y latentes,

que las vueltas y revueltas de la agitada y cambiante vida política nacional, cuyos

ecos de todos modos llegarían a la villa cordobesa.

Con el asalto al Parlamento del general Pavía en enero de 1874 y el ulterior

pronunciamiento del general Martínez Campos en diciembre se destruye la Iª

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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República y se erige como rey a Alfonso XII cuyo reinado y el de su hijo conforman

un periodo histórico definido como la Restauración Borbónica (1875-1923) (Tuñón,

1981/1983).

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Fig. 9. Evolución del casco urbano de Valenzuela en el s. XX a través de la fotografía aérea. Fuente: Instituto de Cartografía de Andalucía: Vuelo Americano, 1957; Vuelo Interministerial, 1974; Ortofotografía 2010.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Este periodo se caracteriza por la transformación definitiva de Liberales y

Realistas, en Progresistas y Conservadores, que se conforman en dos grandes

partidos que se alternarán en el gobierno dentro de un sistema de equilibrio

controlado por la monarquía que se conoce como “turnismo”, que pretende la

estabilización de la política española. Sus líderes más representativos Práxedes

Mateo Sagasta y Antonio Cánovas del Castillo serán el referente de la política

gubernamental nacional del último cuarto del siglo (Artola, 1974-1977; Martínez,

1973/1974; Jover, 1981/1983; Cuenca, 1982; Dardé, 2003).

No obstante ambos partidos van a degenerar en estructuras burocráticas

ampliamente corruptas. Especialmente en el campo, la combinación social

denunciada por Joaquín Costa, de Oligarquía y Caciquismo, conlleva altas cuotas de

corrupción y de separación de las clases “políticas” con respecto a las realidades

populares. Es característico el amaño de las elecciones en los conocidos

“Pucherazos”.

En este caldo de cultivo irán apareciendo las primeras organizaciones del

Movimiento Obrero, en Andalucía especialmente el Anarquismo y posteriormente

el Socialismo, desde mediados de siglo y se producirán levantamientos y conflictos

campesinos por la miseria en el campo y las hambrunas (Hobsbawm, 1959/1983;

Tuñón, 1972).

La escasez y carestía de la década de 1880 (Garrabou y García, 1985)

aumentó los conflictos políticos entre Progresistas y Conservadores, y los de clase

entre campesinos y jornaleros contra los propietarios y el Estado. Es el origen de

una conflictividad campesina que tendrá su cenit en las luchas obreras del Trienio

Bolchevista (1917-1919)184 (Tuñón, 1978; Díaz del Moral, 1985) y en la Guerra de

España (1936-1939).

184 Se conserva en el Archivo Municipal una copia original de la declaración del Estado de Guerra

decretado el 29 de mayo de 1919 por el gobernador militar de Córdoba Francisco González de Urqueta y

Benítez, una de las varias suspensiones de los derechos constitucionales para enfrentarse a las acciones obreras

de 1917-1919. Declaración de Estado de Guerra, Ms. 1917, A.H.M.V., sign. H181/21.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Fig. 10. Hipótesis de la evolución urbanística del pueblo de Valenzuela.A. Núcleo urbano medieval, ss. XIII-XV.

B. Núcleo urbano moderno, ss. XVI-XVII.

C. Urbanizaciones ss. XVIII-XIX.

D. Urbanización s. XX.

1. Ayuntamiento y Pósito.

2. Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción.

3. Hospital de Jesús y María.

4. Fuente y pilares de la Villa.

5. Huerta de la Villa.

6. Ermita del Calvario.

7. Ermita de San Roque.

8. Cementerio.

Fuente: Elaboración propia a partir de plano base de la Dirección General del Catastro. 2010-2013.

En febrero de 1884, según el diario liberal La Iberia, se producen dimisiones

de concejales y otros cargos de varios ayuntamientos de la provincia y la

intervención y suspensión de varios ayuntamientos por parte del Gobernador Civil.

En Valenzuela dimiten de sus cargos además de varios concejales185, el Corredor y el

Depositario del Pósito, el Oficial del Secretario, el Alguacil y el Farmacéutico.

185 Dimisión de varios concejales, Ms. 1884, A.H.M.V., sign. H39/5.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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El 14 de mayo La Época publica la visita y actos de caridad y populismo del

Diputado por el distrito de Cabra, José Marín y Ordóñez, que repartió en

Valenzuela quinientos panes para los pobres.

En 1886 se producen nuevos problemas políticos regionales. El 20 de enero

el Gobernador de Córdoba, conservador, exige la dimisión de los alcaldes y

ayuntamientos electos del distrito de Cabra, por ser de signo contrario, progresistas,

amenazando con enviar a dichos pueblos delegados gubernativos, cosa que hará,

para que se hagan cargo de la administración y abran expedientes contra los

ayuntamientos progresistas. Esto sucede en otras gobernaciones y ayuntamientos de

España, tanto para controlar el poder municipal, como sobre todo para controlar las

elecciones de diputados al congreso en los distritos electorales, en los tiras y aflojas

de los cambios de poder nacionales del “turnismo” entre conservadores y

progresistas.

Las elecciones al parlamento de ese año fueron especialmente conflictivas en

todo el Distrito de Cabra. La Iberia en un artículo del 13 de abril comenta el

tortuoso proceso electoral entre el liberal José Sánchez Guerra, director de ese

periódico, y el también liberal Juan Ulloa Varela, por el Acta de Diputado de Cabra,

que ostentaría muchos años Sánchez Guerra. Según las fuentes liberales Sánchez

Guerra obtuvo en esa votación un total de 837 votos frente a los 649 de Ulloa. En

Valenzuela los votos a favor de Sánchez Guerra fueron 109.

Según denunciaban no se permitió el acceso de los electores de Sánchez

Guerra al colegio electoral de Valenzuela y tras conocerse el resultado los

conservadores amenazaron con imponer a su candidato a tiros. Finalmente, los

liberales denunciaron el fraude y se hizo un escrutinio a puerta cerrada, con guardias

a la puerta y con una Junta de Censo compuesta por amigos y familiares de Ulloa.

El Juez que dirigió la operación se lavó las manos en el asunto y se terminó por

desalojar la junta con las protestas de los interventores de Baena, Valenzuela y Doña

Mencía. Se acabó proclamando a Ulloa a puerta cerrada como ganador en

Valenzuela.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Unos años después, el 8 de abril de 1891 el diario La Época recoge la

discusión en el Congreso en torno a la aceptación del Acta de Cabra para el

Marqués de Cabra en lugar de Sánchez Guerra, en la que se amplía la información

de los sucesos de 1886 en Valenzuela. Francisco Silvela “recuerda que el 1886 luchó el

señor Sánchez Guerra en el distrito de Cabra contra otro candidato liberal sin que se modificase

ningún organismo municipal, y que el señor marqués de Cabra, que se presentó en dos elecciones,

tuvo que retirarse antes de las mismas, no obteniendo el triunfo hasta que contó con mayor cantidad

de influencia y de violencia. Habla de haberse obligado a dimitir a los alcaldes de Nueva Carteya y

Doña Mencía y de declararse incapacitado al de Cabra, así como de que, durante el periodo

electoral, el gobernador de Córdoba nombró un delegado para los pueblos de Baena, Iznájar y

Valenzuela. Añade que esos delegados eran tan afectos al candidato ministerial, que el de Iznájar

era un concejal de Cabra, pariente lejano suyo; el de Baena, administrador de aquel, y el de

Valenzuela tío suyo, y que era la primera y superior autoridad gubernativa y administrativa de la

población […] Consigna que el delegado del gobernador en Valenzuela, prendió y apaleó a varios

electores liberales […] que al Ayuntamiento de Valenzuela se le suspendió gubernativamente dos

veces por la misma causa, y sin duda porque la primera vez no hubo motivos para el

procesamiento”.

Las disputas por el poder político dentro de la fórmula de sufragio censitario

y con todas las trapacerías imaginables entre conservadores y liberales siguieron en

los años sucesivos. El 16 de diciembre de 1890, según El Liberal, el Gobernador

Civil de Córdoba vuelve a intervenir y suspender al Ayuntamiento liberal de

Valenzuela. A finales de enero de 1891 sigue el conflicto. La Época, el día 21 da una

versión favorable a los conservadores: “Decíamos ayer que en muchas partes las oposiciones

cometían atropellos en daño de los candidatos del partido conservador […] hoy leemos en La

Lealtad, de Córdoba, que el candidato conservador por Valenzuela ha sido recibido con barricadas

y trabucos, y que en otros puntos se talan los campos y se destruyen alamedas seculares que

pertenecen a conservadores”.

La réplica, la publica el 25 de enero, La República. Diario Federal, que relata:

“El gobernador ha enviado a Valenzuela un delegado, pariente del candidato ministerial,

acompañado de guardia civil. Este funcionario, improvisado para fines electorales, recorrió las calles

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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de pueblo apaleando a varios vecinos y lesionando a uno con su propio bastón de autoridad. Estos

actos consta algunos en acta notarial, y sobre el último instruye el juzgado diligencias. Así lo

asegura el Sr. Sánchez Guerra en un telegrama fechado ayer en Córdoba”. Como vemos los

conflictos locales sirven de campo de batalla coyuntural de los partidos en las

polémicas regionales o nacionales, para justificar sus posiciones. El diputado

Sánchez Guerra acabaría pasándose al partido conservador, y siguió ganando el acta

de Córdoba. Llegaría a ser varias veces ministro en el gobierno de Antonio Maura.

No sabemos si relacionado con estos problemas políticos, o por causa de

alguna cuestión más concreta se produce un asalto al Ayuntamiento de Valenzuela,

que publica el 21 de diciembre de 1895 el periódico católico Siglo Futuro:

“Comunican de Córdoba que en el pueblo de Valenzuela ha ocurrido un hecho

escandaloso y que es objeto de los mas variados comentarios. Al abrir las puertas de la Casa

Consistorial el alguacil del ayuntamiento, encontró forzadas las cerraduras de todas las

dependencias y arrojados al suelo y desordenados una gran parte de los documentos de la secretaría y

del archivo. Se cree que habrán desaparecido algunos expedientes. El destrozo de papeles de

importancia es muy grande y por ahora, se ignora quiénes sean los autores”.

A nivel territorial en 1895 la Comisión comprobadora de la riqueza urbana,

rústica y pecuaria de la provincia de Córdoba instó a la determinación del

amojonamiento municipal entre Porcuna y Valenzuela, para resolver el expediente

de agravio promovido por el ayuntamiento de Valenzuela, que denunciaba la

desaparición o movimiento en su contra de los hitos del término. La verificación

tuvo lugar el 7 de agosto de 1895 (Heredia, 1968/1994, 234-235). Se acabó por fijar

los límites en el Arroyo Saladillo, que puede que anteriormente se hallaran más cerca

del pueblo186.

186 Estas cuestiones de delimitaciones o deslindes de los términos era algo histórico, además de las

medievales, por ejemplo, en 1567 tiene lugar una entre Porcuna y Baena, sobre el que desconocemos si se ve

afectado Valenzuela (Valverde, 1903/1982, 120). Eloy Castilla Pérez (08-XII-1952 – 07-IX-2009) nos contó una

versión popular de este hecho: “Los más mayores decían que a principios de siglo el pueblo estaba creciendo, haciendo muchas

casas y pensado que se iba a quedar sin terreno, y se metieron en un pleito con Porcuna, lo ganaron y ampliaron las lindes del

término desde las paredes del pueblo hasta el arroyo Saladillo. Antes estaban en la calle Porcuna, que por eso se llamaba así”.

Seguramente el nombre de la calle Porcuna se debe más a que era la salida hacia Porcuna, pero de todos modos

habrá que ahondar en los documentos para saber que parte de verdad y de invención legendaria contiene ese

relato popular.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Fig. 11. Hipótesis de la evolución urbanística del pueblo de Valenzuela. Detalle de las áreas nucleares.1. Ayuntamiento y Pósito.

2. Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción.

3. Hospital de Jesús y María.

4. Fuente y pilares de la Villa.

5. Huerta de la Villa.

6. Zona de posible ubicación del Alcázar medieval.

7. Zona de posible ubicación de la Iglesia medieval

de San Pedro.

8. Zona de posible ubicación del Cabildo de la

Edad Moderna y la casa del Marqués de Valenzuela.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Fuente: Elaboración propia a partir de plano base de la Dirección General del Catastro. 2010-2013

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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El sistema político de la Restauración, continuado por Alfonso XIII, afrontó

nuevos problemas sociales, la Guerra de Cuba de 1898 y la posterior de Marruecos,

muy contestadas socialmente, y profundos cambios económicos, sociales y

culturales, y se mantuvo hasta la dictadura del general Miguel Primo de Rivera

(1923-1929). Todos los problemas heredados del s. XIX se discutirían en la IIª

República y se combatirían entre sí tras el golpe de estado del 17-18 de julio de

1936, junto con otros nuevos. Algunos de ellos desaparecerían del panorama con

este conflicto, otros sin embargo se perpetuaron hasta el presente.

Fig. 12. Panorámica del caserío de Valenzuela desde el Norte. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. Pan-2010-07-15-025-028

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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III. El s. XIX y Valenzuela. Historia Social y Económica.

La evolución de la población en Valenzuela es un tema de estudio

interesante. Se conservan los padrones de todo el siglo por lo que se podría hacer

un magnífico estudio socio-demográfico. También los inventarios de propiedades,

vecinos...etc., que junto a los censos generales (García España, 1991) podrían servir

a estos estudios. Gracias a fuentes diversas conocemos algunos datos del vecindario.

El más antiguo es también el más sorprendente, en 1597 (González, 1829,

234) se citan 91 vecinos187, unos 300/400 habitantes, una población muy escasa, que

se puede tratar de explicar por una peculiar condición depresiva de la villa señorial

en ese momento, o por alguna gran crisis demográfica, quizá la epidemia de peste

tras la que se tomó a San Roque como patrón, pero que de todos modos es una

cifra muy baja. En el Catastro de Ensenada en 1752 se calculan en alrededor de

1.300 habitantes, un crecimiento sustancial, que seguro que se debe al progresivo

incremento de la antigua aldea encastillada que se convierte poco a poco en una

mayor Villa de Señorío con una población y actividad mucho más importante. A

finales de siglo, Espinalt (Espinalt, 1787, XII, 176) da la cifra de 460 vecinos, unos

1600 habitantes, con lo que ya se acerca a las cifras del siglo siguiente.

Para el s. XIX, que es el que nos interesa en este trabajo contamos con

varias fuentes:

1828 693 vecinos 2.692 habitantes (Miñano, 1828, 211).

1831 647 vecinos ca. 2.250 (A.H.M.V., 1831).

1840 658 vecinos 2.064 almas (Ramírez de las Casas, 1840/1842/1986, 415).

1845 658 vecinos 2.224 habitantes (Mellado, 1845, 340).

1849 556 vecinos 2.224 almas. (Madoz, 1849, 455).

1877 2.196 (A.H.M.V., 1897).

1887 2.376 (A.H.M.V., 1897).

1897 2.432 (A.H.M.V., 1897).

187 El concepto de vecino es un concepto antiguo, usado en la Edad Media y Moderna, de carácter

normalmente fiscal y que refería al cabeza de familia. Diversos autores han tratado de estudiarlo y usualmente se

maneja la cifra de una media de 3-4 habitantes por vecino, aunque esta estadística no tenga una fiabilidad

excesiva, como tampoco la suelen tener muchas fuentes antiguas, lo que no les quita su valor de referencia.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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La cifra de 1828 parece exagerada viendo la evolución lógica del resto de

fechas y sin que sepamos de ninguna contingencia que pudiera hacer perder tal

cantidad de población en tres años. Se observa una caída a mediados del siglo y

posteriormente un aumento progresivo en las últimas décadas del siglo, que va en la

tónica de un momento de expansión demográfica en toda la región que las

hambrunas y la emigración no llegan a contener. Pese a estos datos censales entre

1885-1889 el Ayuntamiento tiene un problema grave de solares y casas

abandonadas. Se subastan 21 solares y ruinas para la edificación de casas, algunas

con propietario conocido y otras sin él, cuestión que no sabemos si está relacionada

con el hambre o la emigración188.

La prosopografía, el estudio de las historias familiares y personales es un

interesante campo de investigación que tiene ciertas ventajas en núcleos

poblacionales pequeños por el mejor acceso a los datos y su manejabilidad. En

Valenzuela la conservación del Archivo Municipal facilita mucho este tipo de

estudios y en una gran profundidad, en unión a series paralelas como los archivos

parroquiales, aquí por desgracia perdido, y los registros civiles, que se establecieron

a partir de 1870. Así en un rápido vistazo de documentos desde principios del XIX

hemos podido testimoniar los apellidos más usuales en el pueblo, que en buena

medida se han perpetuado en el tiempo hasta el presente y que en estudios más

profundos pueden dar luz a historias personales y familiares bastante completas.

Encontramos algunos apellidos castellanos generales como los Aguilera,

Herrera, López, Pérez, Rodríguez, Sánchez, Vallejo, etc. Entre los apellidos

toponímicos, de gentes emigradas desde otros lugares encontramos los “Alarilla”

(Alharilla o Aljarilla), Cañete, Luque, Martos, Porcuna, Priego o Santiago, que sin

que sepamos cuando se toman estos apellidos, si que manifiestan claramente que la

movilidad de población se hace en un ámbito cercano, entre los pueblos de la

Campiña y el Subbético. Otros apellidos, aunque generales son muy usuales en la

Valenzuela del XIX y se perpetúan en buena medida del XX en varias ramas

188 Expediente para la clasificación, enagenación y venta de los 21 solares de la villa, Ms. 1885-1889, A.H.M.V., sign.

H197/10.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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familiares, son los Alejo, Arroyo, Camacho, Castilla, Gallardo, Gordillo, Hidalgo,

Horcas, Méndez, Moral, Oliván, Pedregosa, Rivas, Romero, Sabariego, Serrano,

Susín, Urbano, Velasco...etc.

En cuanto al sistema de propiedad a lo largo del siglo van a desarrollarse

algunos grandes propietarios vinagorros a partir de las desamortizaciones y la

liberalización de la tierra. Con el tiempo estos propietarios se extenderán más allá

del término de Valenzuela, comprando tierras en los términos inmediatos de Baena

y Porcuna. Son grandes propietarios, algunos foráneos y absentistas, con residencia

en Córdoba o Madrid, que buscan las tierras de la campiña para el cultivo comercial

de cereales. Ejemplo de éstos a finales del siglo son Andrés Gallardo Porcuna que

tenía 481 Has. en el cortijo de Lora (Aguilera, 1996, 78), o Francisco Romero Ruiz

que tenía 684 Has., que dividió en 1900 en dos fincas, El Zurraque (456 Has.) y

Casasola (228 Has.) (Aguilera, 1996, 79), ambos en tierras del Término de Porcuna.

En el lado contrario de la balanza, los cambios de propiedad y mercado del

s. XIX provocan la aparición de una extensa clase proletaria, cuyas condiciones de

vida miserables llevarán a graves conflictos sociales durante la segunda mitad del

siglo, que se extenderán en el s. XX.

También como herencia de la Revolución Francesa, la segunda mitad del

siglo asiste en toda Europa a una efervescencia de movimientos nacionalistas que

llevarán a la configuración de las naciones contemporáneas. Y de una manera más

trascendente, asiste al desarrollo de las ideas socialistas, comunistas y anarquistas

que se materializan en las luchas de un Movimiento Obrero basado en sindicatos de

los obreros industriales en las ciudades y posteriormente, con el voto, en partidos de

clase. Estas ideas se propagan con una inusitada rapidez y se adaptan a las

condiciones y problemas de las poblaciones locales en España y Andalucía (Abad,

1970; Tuñón, 1972; Felipe Redondo, 2009).

La carestía y el hambre que antes comentábamos, unidas a las situaciones de

injusticia y miseria generarán la rápida expansión de las ideas socialistas y

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anarquistas entre estos sectores de población que las sufren, sobre todo entre los

obreros más pobres, gañanes, pelantrines y peoneros.

Fig. 13. Panorámica del caserío de Valenzuela desde la Ermita del Calvario. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. Pan-2013-12-26-011.

En el campo andaluz la extensión del Anarquismo será espectacular en el

último cuarto del siglo (Maurice, 1990; López Estudillo, 2001), y hasta bien entrado

el siglo XX tendrán amplia extensión y adhesión popular, sobre el otro gran

movimiento de carácter revolucionario en la Andalucía de ese tiempo, el Socialismo.

Valenzuela no escapa a estas luchas en los orígenes del Movimiento Obrero y sus

trabajadores se ligan a las ideas y luchas anarquistas, formando algunos colectivos

locales, unidos a los importantes núcleos de comunistas libertarios en toda la región

de la Campiña, especialmente en Castro del Río.

La década de 1880 asiste a varias hambrunas provocadas por malas cosechas

y por las consecuencias de los cambios sociales y económicos en el campo (García y

Garrabou, 1985; Garrabou y García, 1985). La hambruna general en los pueblos de

la Campiña sólo es comparable a la de 1945, tras la Guerra de España. La miseria y

el hambre dentro de los grupos sociales más pobres, de gañanes y jornaleros,

existieron desde mediados de siglo pero se exacerbaron por las condiciones de la

década de 1880 (Saillard, 2001; Castro, 1986). Históricamente el hambre siempre fue

detonante de rebeliones de todo tipo, más aún cuando se producía en sociedades ya

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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convulsas política o socialmente, como hemos visto que sucedió con las elecciones

de estos años.

En el año del hambre de 1882189 el diario La Época publica el 22 de mayo

una noticia sobre el hambre en Valenzuela que es elocuente en sí misma:

“Tristes noticias siguen llegando de las comarcas andaluzas relativas a la

crisis económica. En Valenzuela, provincia de Córdoba, la situación es terrible.

Pueblo formado casi exclusivamente por braceros, pues los grandes terratenientes

del término municipal residen en Madrid, carece totalmente de recursos con que

mitigar el hambre de sus habitantes, agotadas, como ya ha sido unas quinientas

fanegas de trigo que tenía el pósito de la villa. La última cosecha fue tan escasa

que los labradores no pudieron reintegrarse de los gastos que les había

ocasionado, y la de este año se ha perdido totalmente. Nuestros lectores juzgarán

por estos datos, completamente fidedignos, acerca de la crítica situación de

Valenzuela”.

Una década después el problema estructural del paro agrario y el hambre se

pone de nuevo de manifiesto en otra noticia del 27 de enero de 1894 publicada por

el diario católico Siglo Futuro:

“Ecos municipales […] Es por demás aflictiva la situación que

atraviesan las clases trabajadoras de Valenzuela (Córdoba). La pertinaz

sequía ha matado las plantas apenas nacidas, y los labradores no quieren hacer

en limpieza y escarda un gasto que de ningún modo puede resarcirles en su día

la cosecha. Y por lo tanto los braceros no tienen ocupación”.

En cuanto a la economía local su base sigue siendo en todo el siglo la

agricultura y la ganadería, como en la mayoría de los pueblos de la región geográfica

de la Campiña del Guadalquivir Medio (López Ontiveros, 1970), aunque con las

limitaciones y particularidades propias del término de Valenzuela. Su evolución irá

189 El terrible año de 1882 era recordado por la generación de nuestros tatarabuelos y bisabuelos como

el “año del hambre”, al igual que nuestros padres y abuelos recordaban el desastroso de 1945.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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pareja al de la economía agraria andaluza y española con cambios económicos, fases

de crecimiento y crisis (Ponsot, 1981; García y Garrabou, 1985; Garrabou y García,

1985).

Fig. 14. Barrio de “San Pedro”, el probable núcleo medieval del pueblo de Valenzuela. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2013-12-26-ND700-0134.

Los espacios, usos y relaciones que configuran los modos de trabajo del

campo en el s. XIX, tienen una relación directa, económica, social y política en la

construcción y estructura de la sociedad del periodo y sus conflictos, y aunque

diluidos por el paso del tiempo tienen influencia fundamental en la evolución del

proceso histórico en el siglo XX y hasta el presente.

Territorialmente el término municipal de Valenzuela tenía 2.841 fanegas de

tierra del Marco de Ávila o de Córdoba (6.121 m2)190, que Espinalt (1787, XII, 177)

190 Censo y registro de la riqueza de la Villa, Ms. 1847, A.H.M.V., sign. H107/1.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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mide en medio cuarto de legua por el lado más largo. Según Madoz (1849, 455) son

“de buena calidad, de secano y todo de pan sembrar”. Ramírez de las Casas

(1840/1842/1986, 415) dice: “su término es muy corto pues no tiene más que 2.822 fanegas y

9 celemines de tierra de labor y 28 con 8 celemines de puro pasto”.

Los cereales más explotados son el trigo, la cebada y la escaña, que

conforman la trilogía clásica cerealística de la Campiña. El trigo es la base de la

alimentación humana y la cebada es el principal alimento de los animales junto con

la paja. La escaña, una forma primitiva de trigo (Triticvm Monococcvm), supone un pan

de menor calidad consumido por los más necesitados en las épocas de carestía, o

también un alimento muy empleado para pienso de los animales de corral en esta

época y su paja sin trillar o bálago se usaba como borra de relleno para jergones y

colchones. El cultivo extensivo del cereal requería grandes cantidades de jornaleros,

principalmente para la labra o escarda y la recolección, en los trabajos de la siega, la

barcina, la saca y el acarreo de la paja.

En el sistema de barbechos, con descanso de las tierras tras una cosecha de

cereales, bienal o trienal, los cultivos secundarios eran muy importantes. El

barbecho blanco, “de corteza” o “de rejas”, suponía la única posibilidad de abonado

y regeneración de la tierra, dejándola un año sin sembrar y con disponibilidad para

pastos o “corral”, mientras que el barbecho marrón aprovechaba la siembra de

leguminosas, muchas de las cuales además nitrogenizan y regeneran la fertilidad de

la tierra. Las principales, con una importancia vital para la supervivencia, son las de

garbanzos, habas y lentejas; y también de manera secundaria yeros y arvejas (los

guisantes o brísoles).

Espinalt (1787, XII, 177) decía que la tierra de Valenzuela “necesita mucha

agua para producir trigo, cebada y garbanzos para el consumo de sus naturales que son buenos

labradores”. Esta mayor necesidad de agua puede explicarse por las tierras triásicas

con presencia de yesos y sales que necesitan ciclos de lluvia mayores que las tierras

de campiña, con vertisuelos de margas y arcillas, aunque también salobres. Ambos

tipos geológicos de tierras se encuentran en el término de Valenzuela. La siembra en

ese primer tipo de tierras triásicas pudo tener que ver en que los años de gran sequía

afectaron mucho en forma de hambrunas a fines del XIX.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Un cultivo estacional muy extendido era el melonar, que servía de empleo

estival y ayuda a la economía de subsistencia o autoconsumo, especialmente de las

clases más pobres.

Fig. 15. La Plaza de España, centro urbano de Valenzuela desde la Edad Moderna. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. Pan-2013-12-26-022.

Los huertos domésticos y las huertas servían para completar la alimentación.

Además de los huertos de invierno, que podían mantener muchas casas de

pequeños y medianos propietarios para su propio consumo en sus corrales, existía

una gran huerta abancalada, llamada Huerta de la Villa que se sembraría durante

todo el año gracias al aprovechamiento del agua sobrante de la fuente y los pilares

de la Villa, que comenta Ramírez de las Casas (1840/1842/1986, 415): “a un pedazo

de tierra que suele regarse a veces con el sobrante de la única fuente que hay, llaman La Huerta y

da poca utilidad”. Además de ésta debieron existir lógicamente otras pequeñas huertas

junto al “Arroyo de las Huertas”, que se surtirían en invierno de este pequeño

arroyo, afluente del Saladillo o de pozos, norias y albercas junto a su ribera. A este

respecto, aún se conserva el topónimo de “la Añora” (Fig. 3), situado tras la

Carretera de Baena al norte del Cementerio. El nombre devendría de un pozo con

un sistema de noria, o añora, para aprovechar el agua en el cultivo de alguna huerta

o de frutales en esa zona.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Las viñas eran una explotación muy importante en las campiñas para la

producción y venta externa del vino. En 1845 se produjeron 4000 @ de vino en

Valenzuela (Mellado, 1845, 340), aunque desconocemos si existía algún lagar,

prensas, bodegas o alguna otra instalación vinatera de carácter industrial, si cada

productor elaboraba su vino, o si se vendía la producción y se transportaba a otros

pueblos que conocemos contaban con estas instalaciones como Baena o Porcuna.

El cultivo de viñas en parte del Cerro Boyero está testimoniado hasta los años 80

del s. XX, y también en el mismo lugar por topónimos antiguos como “La Cruz de

las Viñuelas” o “Las Colmenicas”191.

La práctica desaparición de este cultivo se produjo con la epidemia de

filoxera, que entró por Málaga en 1878 y entre 1888 y 1890 afectó a los pueblos

comprendidos entre Lucena y Alcalá la Real. Suponemos que en esta época

comenzarían a perderse las viñas en Valenzuela, como sucedió en los pueblos

cercanos (Solano Sobrado, 1991; Loma, 1993), aunque como hemos dicho hasta

fechas muy recientes han existido viñas en Valenzuela.

El olivo entró en Valenzuela como un fenómeno muy tardío, aunque eso no

quiere decir que los propietarios de Valenzuela no tuvieran olivos en otros

términos, por ejemplo en parajes como Cantarero o La Marquesa en el vecino

Término de Porcuna. Es probable que la opción del olivo viniera de la mano de la

pérdida de la dedicación de los suelos más pedregosos o más pendientes a la vid y

su proliferación al declive paulatino del cereal y su mercado en el siglo XX.

Entre los animales de uso y consumo de la Campiña, los bueyes, poco a

poco sustituidos por los mulos, servían para el tiro de los aperos de labor y la carga

y transporte de los productos del campo, y su valor era elevado. Caballos y burros

servían sobre todo al transporte. Las vacas, básicamente de la raza pajuna, se

criaban en los cortijos campiñeros para aprovechar el tiro, su leche y su carne, pero

siempre en pequeños hatos. Los únicos grandes rebaños en la campiña eran los del

pastoreo de ovejas y cabras, que hacían cientos de kilómetros anuales por el sistema

191 El uso de colmenas de abejas asociado a las viñas servía para polinizar las propias viñas y obtener mejores cosechas de uvas y al mismo tiempo para obtener miel de las colmenas.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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de caminos ganaderos andaluces, para mantener a sus animales en una tierra que

apenas tenía ya pastos estables entre sus extensas superficies sembradas192. Existían

algunas piaras grandes de cochinos destinadas al consumo de los señoritos, dueños

de los grandes cortijos, y al pequeño mercado de las chacinas y el mínimo de la

carne fresca, pero la mayoría de los cochinos se criaban y mataban, uno o dos por

casa y año, entre los labradores y pequeños propietarios, con lo que aseguraban las

proteínas y grasas animales necesarias para todo el año en forma de tocino y chorizo

para los cocidos y otros guisos. También en las casas, quienes podían tenían un

pequeño gallinero, y en algunos casos, palomares.

Como veremos la ganadería tuvo una gran importancia local a la que

ayudaban las tierras y aguas salobres, que favorecen la cría de ganado. En este siglo

XIX continúa siendo significativa la importancia de la arriería en Valenzuela

(Espinalt, 1787, XII, 177; Ramírez de las Casas, 1840/1842/1986, 416), citándose a

mediados del siglo a 29 arrieros (mayores y menores en función del número de

caballerías), de lo que se deduce la existencia de importantes recuas de caballerías y

una gran demanda de esta actividad. Esta importancia salta a la vista hasta el punto

que Madoz (1849, 455) afirma que las dos industrias del pueblo de Valenzuela son la

agricultura y la arriería.

Aparte de estas ganaderías, la caza servía para obtener algo más de carne, un

bien muy precioso hasta hace bien poco tiempo, y que tanto servía como deporte de

los más acomodados y aficionados, como extraordinario para los asentados y como

modo de supervivencia de los más pobres. A este respecto Ramírez de las Casas

aporta un testimonio elocuente e ilustrativo: “asimismo se ocupan en la caza de volatería,

arte en que sobresalen extraordinariamente, pues algunos hay que sólo con armadijos cogen en un

día 70 u 80 docenas de alondras, trigueros, palomas y es tal la abundancia de esta especie de caza

192 La explotación intensiva de los suelos de cultivo llevaba también aparejada la inexistencia de bosques

y de madera, lo que, especialmente para los más necesitados, suponía un gran problema para abastecerse de leña

o combustibles para guisar o calentarse. Ramírez de las Casas refiere un uso de las gentes más pobres de las

campiñas que secaban y guardaban como combustible los cagajones de las bestias y las usaban para cocinar.

Para la visión “culta” de las ciudades era bárbaro y maloliente el: “uso que hacen del estiércol para mantener el fuego, por

que no habiendo montes ni arbolado se carece de leña y el mejor combustible que emplean es la paja de habas, yeros y garbanzos.

(Ramírez de las Casas, 1840/1842/1986, 415).”

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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que por seis meses se cierra la carnicería, proveyéndose el pueblo de aves, y teniendo además para

vender a los pueblos inmediatos, lo que hacen por muy bajo precio” (Ramírez de las Casas,

1840/1842/1986, 416).

Fig. 16. Estado de la plaza y el Ayuntamiento al poco de terminar la Guerra Civil. Año 1939. Fuente: Archivo Histórico Municipal de Valenzuela.

En 1831 en respuesta a un interrogatorio del Estado se hace un interesante

resumen económico de la situación del todavía Lugar de Valenzuela193: “Este Lugar se compone de 647 vecinos hallandose comprendida su Jurisdiccion en dos Alcaldes

nombrados por el Real Acuerdo de la Chancillería de Granada, Pedaneos en lo contencioso de la

Alcaldía mayor de la Villa de Baena. La extensión de terreno que ocupa este término consiste en

una media legua de longitud y un quarto de latitud. Hay 240 cavezas de ganado lanar, 30 de

cabrío, 30 de bacuno, 345 de cerda, 80 de asnal y 50 yuntas de lavor, y sus producciones

naturales segun el dictamen de peritos asciende a 1788 reales y las industriales á 1960. Los

Propios de que se compone consisten en una fanega de tierra en el sitio de la Colina; dos dehesas,

193 Contestación al interrogatorio formado para nuevos reglamentos de propios, Ms. 1831, A.H.M.V., sign. H72/17.

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la una nombrada de las Puertas y la otra del Algarve, y un pedazo de tierra en el legidillo todo de

este termino, y de dichas dehesas una se siembra cada dos años, y la otra se destina para pastos y

descansadero del ganado Yeguar”.

En 1847 según un censo194 se producen trigo, cebada, escaña, alpiste,

garbanzos, habas, lentejas, yeros y albejorico [alguna variedad de las comentadas

arvejas o guisantes]. En cuanto a la ganadería se censan 160 borregos y ovejas, 160

cabras, 123 vacas y toros, 129 caballos, 132 mulos, y 419 cochinos. Otro censo

inmediato arroja datos similares195. Ramírez de las Casas (1840/1842/1986, 415) cita

las mismas producciones agrarias y ganaderas diciendo que el terreno es excelente y

la cría de animales escasa y añade: “Los vecinos de esta villa no tienen molino alguno

harinero en su término y van a moler a los molinos más cercanos que son los que hay en el río

Guadajoz”.

En ese mismo censo de 1847 se hace una interesante descripción territorial

del término como predios rústicos, dividiéndolo en tres distritos: “1er Distrito A

Se denomina del Ruedo por comprenderse en él todo el del Pueblo, y los cortijos de

Bonifás, Colina, Terrero y las Sileras= Que lindan por el Norte por el termino de Porcuna, por

medio día con el de Santiago de Calatrava Provincia de Jaén, por el Poniente con termino de Baena

de este Partido Judicial y por levante con el de dicho Santiago de Calatrava

2do Distrito B

Se denomina de Algarve por comprender en él la Dehesa de este nombre, y los cortijos

Albarizas, Cuadrejon, los Pocitos, y hazas del pago del Cortijo de Bermejo y la Higueruela: Que

linda por levante con el polígono anterior, y por Poniente con termino de Baena, con Norte con el de

Porcuna y por medio día con el primer citado distrito

3º Distrito C

Se denominará el de la Saladilla por comprender en él el Cortijo de este nombre, el de

Cuadrado, el de las Puertas, la dehesa de este nombre y las hazas sueltas de los pagos de Roque,

Bonifaz y el Pozo seco; Que lindan por levante con el primer distrito, por poniente con Termino de

Baena, por el norte con el segundo distrito y por medio día con el termino de Santiago”

En 1856 un nuevo censo196 establece tres tipos de terrenos y sus sistemas de

cultivo, el Ruedo del pueblo, “que se siembran de trigo, cebada y otras semillas”, las Hazas

194 Censo y registro de la riqueza de la Villa, Ms. 1847, A.H.M.V., sign. H107/1.

195 Alistado de la relación de bienes que poseen los vecinos, Ms. 1849, A.H.M.V., sign. H77/11.

196 Revisión del número, clase y cultivo de los terrenos, casas y ganado, Ms. 1856, A.H.M.V., sign. H205/10.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Sueltas, “que en campiña se siembran dos años y descansan al tercero” y las Tierras

Acortijadas, “que se siembran todos los años con trigo, cebada y semillas. Ruedos de Cortijos. Al

tercio. O sea la Tercera parte cada año”.

Fig. 17. Ayuntamiento de Valenzuela, construido sobre el Pósito de la Edad Moderna y reformado tras la

Guerra Civil. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. Pan-2013-12-26-021.

Este censo en cuanto a la ganadería de labor y uso, bueyes, caballos, mulos y

asnos, asienta en vacuno domado, 515 cabezas, cerril de dos años, 123 y cerril de un

año, 120; en yeguas, caballos y mulos domados 242 cabezas, cerriles de dos años, 66

y cerriles de un año, 34 y en burros domados, 136, cerriles de dos años, 44 y cerriles

de un año, 61. En cuanto a la ganadería de granja y consumo asienta de cerda

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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mayores, 885, de cerda menores, 974, ovejas mayores 1.418 y borregos y borregas,

499 animales.

En 1862 se hace una nueva relación197 de los cortijos del pueblo con algunas

diferencias: La Silera, Alvarizas, Juan Pérez, Los Pocitos, Terrero, La Saladilla, Las

Blanquillas, Las Puertas, y Bonifás.

Las dehesas ganaderas antes de la desamortización eran dos, la del Algarve,

también llamada Alto del Ejidillo198, que se destinaba a yeguas y caballos y la de Las

Puertas199 se arrendaba para su cultivo. En 1821 se miden en 100 fanegas y nueve

celemines divididas en 24, 40 y 35 de 1ª, 2ª y 3ª calidad, que se siembran y una

fanega y nueve celemines improductivos200. Parte de estas dehesas junto a las hazas

municipales de la Colina, al sur de Cerro Boyero, y el Ejidillo, de nueve fanegas, se

arriendan durante buena parte del siglo. A fines del XIX los ganaderos con más

ganado en Porcuna son de Andújar y Valenzuela. Dos mujeres de Valenzuela tienen

la titularidad de dos considerables rebaños, el de Rafaela Porcuna, con 109 cabezas y

el de Pilar Luque, con 103 cabezas (Aguilera, 1996, 89).

197 Rectificación de la numeración de las casas y extrarradio, Ms. 1862, A.H.M.V., sign. H197/27.

198 Ramírez de las Casas comenta algunos datos de esta dehesa: “El concejo de esta villa por escritura otorgada

en Alcaudete en 25 de diciembre de 1590 con el comisionado real Alonso López de Obregón ante Alonso Moragón escribano real y

secretario de esta real comisión, adquirió la propiedad de la dehesa llamada Baja y del egido, que constaban de 300 fanegas de

tierra, por la cantidad de 450.000 maravedís. En 1655 otorgó esta villa escritura de venta en la ciudad de Granada de las

espresadas 300 fanegas de tierra a favor de Don Luis Fernández de Córdoba marqués de Valenzuela, con la obligación de pagar

650 ducados de capital y réditos que debía la villa de un censo impuesto sobre dicha dehesa a favor del Tribunal de la Inquisición de

Córdoba y estipulado además que se habían de separar treinta fanegas en sitio determinado para que las disfrutasen los vecinos, los

cuales siendo entonces 120 cupieron a tres celemines cada uno. Estas suertes no se podían vender pasaban de padres a hij os, o a los

parientes más cercanos que se apresuraban a pedirlas al alcalde y el primero que llegaba obtenía la posesión. Ninguno podía tener

dos suertes por una misma línea ni disfrutarlas si dejaba de ser vecino; pero desde 1820 se principiaron a vender y actu almente se

continúa permitiendo la venta” (Ramírez de las Casas, 1840/1842/1986, 415).

199 Esta dehesa en la Edad Moderna estaba destinada al pastoreo de bueyes, antes de ser roturada y

puesta en cultivo. Una parte de ella, el llamado en los documentos Alto de la Dehesa, o Dehesa Alta (Espinalt,

1787, XII, 176), se sigue conociendo hoy como Cerro Boyero, y concretamente parece corresponder con el

espacio de la meseta central de la antigua ciudad protohistórica.

200 Agrimensor para el apeo y deslinde de las Dehesas de Propios, Ms. 1821, A.H.M.V., sign. H72/6.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Producciones menores pero únicas por su carácter de recurso natural en

Valenzuela son la sal o el yeso que se explotaban, mediante técnicas y usos

tradicionales, y se exportaban a la región circundante y más allá a algunas ciudades

como Córdoba o Sevilla.

Fig. 18. Tramo ascendente de la calle Alcázar de Valenzuela. Fuente: Fotografía de Francisco Solano Márquez (Solano, 1976, 467).

Espinalt (1787, XII, 177) dice que algunos vecinos “se dedican á sacar yeso de

una Cantera que hay cerca del Lugar”, cantera que según Miñano (1828, 211) se seguía

explotando en el XIX. Ramírez de las Casas comenta la: “fabricación de yeso, cuya piedra

abunda, el que llevan a vender a muchos pueblos” (Ramírez de las Casas, 1840/1842/1986,

416).

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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En la zona Oeste del término municipal de Valenzuela se conservan aún

grandes hoyos de pequeñas explotaciones agotadas de yesos y que deben su

ubicación a los afloramientos del mineral. En la misma zona también existe un

paraje llamado los “Yesares”, y se ubica el cortijo de “Hornos del Yeso”, también

llamado las “Caleras”, en los que se debió calentar el mineral en los hornos para

obtener su precipitación como yeso blanco en polvo. En el Término Municipal de

Porcuna se conservan los restos de unos hornos de yeso201, que debieron surtirse de

mineral vinagorro y además el topónimo de la “Vereda de los Yeseros”, relacionada

con este comercio, que comentaremos más adelante.

Según Espinalt existía una salina en explotación desde el XVIII, llamada

Salina del Rincón del Muerto (Espinalt, 1787, XII, 177-178), que sin embargo en el XIX

se citan como dos explotaciones diferentes, llamadas “del Rincón” y “del muerto”

(Miñano, 1828, 211; Mellado, 1845, 340). Espinalt decía además que también

trabajaban los vinagorros en la Salina de la Orden, ubicada en término de Porcuna, y

que todas estas salinas se hallaban a media legua del pueblo. Hasta hace muy pocos

años, mediados de la década de 2000, se seguía explotando una salina, prácticamente

siguiendo los métodos tradicionales, en Valenzuela, al igual que la Salina de la

Orden, en Porcuna, abandonada en la década de 1990.

En lo artesanal, Mellado en 1845 decía que había algunos telares para la

confección de lienzos, que Ramírez de las Casas cifra en 30 (1840/1842/1986, 415).

Ya a comienzos del siglo XX, en marzo de 1904 se autorizó la explotación

de dos minas de plomo en tierras de Gregorio Martos en los parajes del Barrancón

Bajo y el Pozo de Mateo202 en la linde Este del Término, pero no tenemos noticia de

si pasaron de trámites o meras prospecciones, o si realmente se llegó a empezar

201 Se trata de unas ruinas en las que se conservan al menos dos hornos, situadas en el paraje del

Pozuelo, junto al camino del mismo nombre, bajo los riscos de las Peñuelas y frente a la vertiente y vereda de

las Parihuelas que sube hasta el Albaicín, inmediatamente al Sur del pueblo. Se hallan en una parcela que

posteriormente ocuparía la llamada Casería de Alguacil y que ahora ocupan naves agrícolas.

202 Archivo de la Delegación Provincial de Industria, Comercio y Turismo de Córdoba, Sección de

Minas, Expedientes Caducados, Caja 154, expedientes nº 4.988 y 5.055.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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alguna explotación, dado que creemos que no existen depósitos de este metal en la

geología de la Campiña y el Subbético y una de una actividad de este tipo habría

quedado constancia en la memoria popular y en el paisaje de esos parajes.

Fig. 19. Calle del Palomar. Año ca. 1970. Fuente: Fotografía de Francisco Solano Márquez (Solano, 1976, 469).

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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El abastecimiento de agua del pueblo se obtenía a través del manantial de la

Fuente de la Villa203 y sus pilares, para abrevadero de las bestias (Espinalt, 1787, XII,

177), que ya en el XIX cita Miñano, “una fuente con dos pilones para beber las caballerías”

(1828, 11) y de pozos públicos y particulares. Madoz lo describe un poco más: “de

una fuente bastante escasa y algunos pozos, de cuyas aguas, gruesas y algo salobres, se surte el

vecindario” (Madoz, 1849, 455), y más aún Ramírez de las Casas (1840/1842/1986,

415): “Del cerro que domina la villa proceden las cañerías que surten la única fuente que tiene,

como ya insinuamos, y aún en el término no hay más que pozos. Después de correr en sitio

acomodado para que se pueda coger el agua pasa esta cubierta a un pilar, y otro segundo hay con

cañería propia que no la beben más que los ganados”. Las aguas de la fuente servían para

regar la huerta de la villa que hasta hace pocos años se explotaba en varias parcelas

aterrazadas en la parte baja de la ladera del Cerro Boyero, tras las paredes de las

casas de las calles del Palomar y Porcuna. El limitado acceso al agua es uno de los

grandes problemas con que históricamente muchos pueblos de la Campiña y

especialmente Valenzuela se han encontrado y que han frenado un posible

crecimiento económico y demográfico.

Otro de los grandes rasgos del siglo es la Revolución Industrial, iniciada en

Inglaterra y el norte de Europa (Hobsbawm, 1962/2001). En España el proceso es

mucho menor y más tardío al europeo (Nadal, 1975; Nadal y Carreras, 1990), y en

Andalucía aunque tuvo comienzos importantes acabó estancado (Tortella,

1981/1983; Vilar y Vilar, 1998). En la Campiña las primeras actividades industriales

con pequeñas fábricas de máquinas de vapor y luego con electricidad se darán a

finales del siglo XIX en relación con las producciones más rentables y de cara a la

exportación, como los molinos aceiteros o los alambiques del aguardiente en

algunas localidades concretas. En Valenzuela de momento no conocemos que se

dieran este tipo de actividades productivas de transformación.

En cuanto al abasto y consumo, además de las producciones locales el

Ayuntamiento subastaba el abasto de algunos productos como aceite, carnes, jabón,

203 Su uso se prolongará hasta el presente. En 1961 Gloria Povedano pidió al Ayuntamiento la concesión

de las aguas sobrantes para usarlas en su fábrica de harina, pero el Ayuntamiento lo denegó por seguir siendo la

fuente la principal surtidora de agua a los vecinos. A.H.M.V., sign. H280/17.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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vino, vinagre o el aguardiente. El contrabando de determinados productos y los

engaños en los tratos se denuncian en varios documentos. En 1831 se hacen

denuncia de contrabando de vino y vinagre, que tenía un arbitrio que servía para

pagar a los voluntarios realistas204. En 1834 hay también denuncias de faltas en

pesos y medidas. En 1872, el 4 de Noviembre, el diario La Discusión publica que en

las Cortes el diputado Ariza presentó una exposición del municipio y pueblo de

Baena, otra del ayuntamiento popular de Valenzuela, otra del ayuntamiento y

hacendados de Cabra y otra del ayuntamiento y hacendados de la villa de Doña

Mencía, pidiendo que se impusiera un derecho arancelario al petróleo y al aceite de

algodón en sus pueblos.

En 1892 encontramos un interesante listado de precios y de salarios205 que

permite hacerse una idea del coste de la vida en ese momento:

Producto Precio Trabajo Salario

Pan (1 kg.)

Aceite (1 kg.)

Patatas

Arroz

Garbanzos

Judías

Lentejas

0.38 pts.

1.00 pts.

0.15 pts.

0.55 pts.

0.60 pts.

0.53 pts.

0.45 pts.

Jornaleros (braceros)

Obreros

Albañiles

Diversos

1.00 - 2.75 pts.

1.75 - 2.50 pts.

1.50 - 2.75 pts.

1.25 - 2.75 pts.

En la economía agraria de Andalucía tuvieron una importancia capital los

Pósitos como instituciones agrarias y financieras desde comienzos de la Edad

Moderna, aunque con un particular auge con las políticas de racionalización de los

primeros reyes Borbones en el s. XVIII, cuando proliferan los pósitos municipales,

ligados a los ayuntamientos, sobre los particulares (Anes, 1968; Carasa, 1983;

Montero et alii, 1991; Lasaga, 1998; Gómez, 1998; Moya et alii, 2009).

204 Denuncias de contrabando, Ms. 1831, A.H.M.V., sign. H209/35.

205 Precio medio obtenido en esta localidad durante el 1892, Ms. 1892-1893, A.H.M.V., sign. H205/11.

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La institución del Pósito municipal existe en Valenzuela desde mediados del

s. XVIII, con documentos conservados desde 1756206, y ha perdurado hasta después

de la Guerra Civil. Las funciones de los pósitos eran teóricamente las de servir de

depósito de granos para asegurar la siembra y en casos extremos el abasto de la

población, controlando en cierta medida los precios del mercado de cereales,

abasteciendo de pan a los pobres en ocasiones y haciendo préstamos en dinero a

diversas personas e instituciones. Más concretamente funcionaban como bancos

que prestaban a labradores y empresarios los granos para la siembra y en mayor

medida dinero a crédito con determinado interés. El buen funcionamiento de un

pósito debía servir para mejorar las cosechas, las condiciones de vida locales y el

funcionamiento de los Ayuntamientos, pero en la realidad su acaparamiento por las

élites gobernantes y los malos usos hacían frecuente que sirviera a otros intereses.

Por ejemplo, existe un expediente de denuncia contra el depositario del Pósito por

un desfalco de trigo.

206 Desconocemos si el hecho de requisa que narra Valverde en su Historia de la Villa de Baena

(1903/1982, 132-133) se produjo sobre el Pósito o sobre los particulares: “Una extraña epidemia afligió al vecindario

durante el año de 1750, cuyo origen, vino á demostrarse, por la confesión de los médicos que era el consumo que se hacía del pan

confeccionado con una cebada dicha ultramarina, que se encontraba en descomposición, produciendo en los pobres que comían

aquellas tortas enfermedades y defunciones en abundancia. No había trigo en la Villa [de Baena] y el Cabildo acordó requisar el

que hubiera en Valenzuela, pueblo que entonces dependía de Baena, y verificado en él un registro, dió por resultado la o cupación de

4.333 fanegas de trigo y 1.220 de cebada en buen estado, con cuyos granos pudo facilitarse a los vecinos de Baena, pan en buenas

condiciones, que remedió el mal, prohibiéndose, bajo multa y cárcel, la venta de las tortas con la cebada que dió origen a la

epidemia.”.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

– 305 –

Fig. 20. Calle del Caño o del Monte Calvario, eje o bisagra de los urbanismos históricos de Valenzuela. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2013-12-26-ND700-0220.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

– 306 –

Durante gran parte del s. XIX el Pósito Municipal de Valenzuela no tuvo

edificio propio y tenía su oficina en las bóvedas del calabozo de la cárcel, bajo el

Ayuntamiento y su panera o almacén de grano en una casa alquilada cercana. Esta

situación se deriva de la construcción del nuevo ayuntamiento en 1839 reutilizando

partes del edificio del Pósito207. Esta confusa concentración espacial de las oficinas

municipales la pone de manifiesto Madoz (1849, 455): “casa consistorial, en cuyo edificio

se halla también la cárcel y el pósito” y también Ramírez de las Casas (1840/1842/1986,

415). En 1888-89 se le hacen algunas reformas al edificio de la panera del Pósito por

valor de 1.406 pesetas para reparar varias señales de ruina en la planta superior208.

Por suerte en Valenzuela se ha conservado íntegro el archivo del Pósito, lo cual sin

duda ayudará a la elaboración de interesantes trabajos de historia económica.

La mejora de las comunicaciones terrestres es uno de los grandes proyectos

liberales del siglo. Valenzuela contaba a comienzos del s. XIX con la red de caminos

heredada desde la Edad Media y compuesta por vías de muy mala calidad y

conservación para el tránsito a pie, con bestias, o en el mejor de los casos con

carruajes. Estos caminos conectaban con los pueblos vecinos y con las

explotaciones agrarias. Formaban una red radial con nodos o centros en cada

pueblo, lo que demuestra la nuclearización e intensidad del poblamiento humano en

las campiñas desde muy antiguo. Antes de la existencia de carreteras las principales

vías de comunicación buscaban las salidas naturales hacia y entre los valles.

Existen varios caminos heredados de los derechos ganaderos medievales, las

vías pecuarias clasificadas en cañadas reales, cordeles y veredas, por los que los

rebaños ganaderos tenían distintos grados de derechos de paso, descanso y

abrevadero, y que aparte de esos derechos, configuran las vías principales de todo

tipo de tránsito en la Edad Moderna. Por el Término de Valenzuela pasan los

Cordeles de Baena a Porcuna, de Córdoba y de Granada, la Vereda de Bujalance y

caminos locales a Cañete, Santiago y Porcuna.

207 Expediente instruido para la construcción de dos salas capitulares y cárcel, Ms. 1839, A.H.M.V., sign. H197/6.

208 Expediente de obras de restauración del Pósito, Ms. 1888-1889, A.H.M.V., sign. H197/11.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

– 307 –

Las vías principales desde el núcleo urbano de Valenzuela eran los caminos

de Baena, Cañete-Bujalance, Higuera y Santiago de Calatrava. A Porcuna iba

directamente un camino, llamado de Porcuna o de Valenzuela, dependiendo del

punto de salida y que atravesaba los parajes de El Zahán y La Tiza. Según Ramírez

de las Casas (1840/1842/1986, 416): “El principal camino que pasa por esta villa es el que

conduce de Andújar a Málaga”, la antigua vía Castvlo-Obvlco-Malaca, en uso dos mil años

después.

En el Valle del Salado de Porcuna, casi en paralelo al río, se conserva la

“Vereda de los Yeseros”, que como su nombre indica servía para sacar el yeso, una

de las riquezas de la tierra de Valenzuela, hasta el Guadalquivir, en Villa del Río,

desde donde se distribuía, primero por el propio río y desde finales del s. XIX por

ferrocarril.

A partir de mediados de siglo y hasta bien entrado el XX, se suceden los

proyectos y las obras para dotar a las tierras andaluzas de una red de carreteras más

que necesaria, que se organizarían desde las Diputaciones Provinciales y estarían a

cargo de Ingenieros de Caminos Provinciales. En 1861, la Sociedad de Amigos del

País de Málaga propone en su Boletín la mejora de la carretera y los caminos de

Málaga a Madrid para lo que argumenta la necesidad de hacer una nueva carretera

en el tramo Valenzuela-Benamejí, que se desviaría de la carretera Córdoba-Málaga

que se había realizado a partir de 1840 mediante una suscripción de los pueblos209.

En 1881 se redacta y empieza a ejecutar el “Proyecto de carretera provincial del

límite de la Provincia de Córdoba (cerca de Valenzuela) a Mengíbar por Porcuna, Arjona,

Escañuela y Cazalilla”, del Ingeniero Ricardo Herrera y Ogáyar210, desde la

Diputación de Jaén. En este proyecto se planeaba la nueva carretera y la

construcción de un puente sobre el Salado en paraje de El Zahán. Según cita el

periódico El Liberal, el 9 de Junio de 1886, el 15 de junio siguiente la Diputación de

209 Expediente de cesión del producto del trigo del Pósito para la carretera Córdoba-Málaga, Ms. 1840, A.H.M.V.,

sign. H197/25. Expediente de subasta de vino y aguardiente para la construcción del camino Córdoba-Málaga, Ms. 1840,

A.H.M.V., sign. H197/23.

210 Archivo Histórico Provincial de Jaén, Expte. 32206.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Jaén sacó a subasta el trozo de carretera de Valenzuela a Mengíbar con el

presupuesto de 101.584'58 pesetas. En 1885 vería la luz el proyecto gemelo, desde

Córdoba, para la construcción del tramo Baena-Valenzuela.

Fig. 21. Calle Alta, límite histórico de la ciudad por el Este. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2013-12-26-ND700-0211.

En una de las pocas noticias del impacto de estos proyectos, en 1885 en la

sesión capitular de 2 de marzo del Ayuntamiento de Porcuna se expresa que el

vecindario está muy contento con el proyecto de construcción de la carretera de

Valenzuela por las ventajas de transporte y económicas y la vía abierta no solo a

Valenzuela sino a Baena, Priego, Lucena y Cabra (Aguilera, 1996, 185).

Entre 1884 y 1905 se dilató en largo proceso de expropiación y pago a los

afectados. La dilación de este proyecto fue un grave problema. El diario La Época el

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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14 de Junio de 1890 recoge una pregunta del Diputado en el Congreso Sánchez

Guerra acusando de inoperancia a Obras Públicas, diciendo que no se sabe cuando

se va a terminar la carretera de Baena a Porcuna por Valenzuela. Francisco Valverde

(1903/1982, 280) señala que en 1893 se construyó el primer trozo de carretera de

Baena a Porcuna.

Tan tarde como en 1925 Eugenio Molina dice hablando de las carreteras de

Porcuna: “La provincial, de tercer orden, enlaza con la anterior y nos pone en comunicación con

Arjona; la continuación de la misma a Valenzuela (Córdoba) desde hace bastantes años en

construcción, se halla hoy en el más deplorable abandono” (Molina, 1925, 9).

Esta carretera, que debería ser uno de los ejes viarios principales de

Andalucía, por ser el camino más directo y fácil entre Málaga y Madrid, se ha visto

postergada por la atracción de recursos y la primacía de intereses de las ciudades de

Jaén y Córdoba, y los problemas jurisdiccionales de los límites de las provincias.

Siempre ha sido un ejemplo de mala carretera, con una pésima conservación hasta el

presente, cuando estamos a la espera de que la nueva variante se ejecute y se pueda

disponer de una vía digna, aunque ahora mismo está paralizada y no sabemos si se

volverá a retomar.

Otro proyecto de comunicaciones frustrado es el del ferrocarril. En 1862,

según publicaba el 25 de mayo la Gaceta de los caminos de hierro, la Compañía del

Ferro-carril Córdoba-Málaga estudió la posibilidad de establecer una línea de Málaga

a Andújar pasando por Benamejí, Lucena, Cabra, Doña Mencía, Baena, Valenzuela

y Porcuna. Una vez hechos los estudios de los ingenieros se desistió de la idea por el

alto coste y la práctica imposibilidad de adecuar la geografía a las necesidades del

tren. Hubo otro proyecto de ferrocarril de Lucena a Martos a comienzos del s. XX,

que tampoco se llevó a cabo.

En lo tocante a sanidad y beneficencia el siglo XIX asiste a grandes

epidemias y problemas sanitarios y al establecimiento de una mínima red asistencial

estatal dentro de las ideas del nuevo estado nacional-liberal.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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En Valenzuela en 1752 había un albergue para transeúntes de no muy

buenas condiciones. En 1798, el sacerdote Rodrigo Luis de Arroyo funda y sostiene

de sus rentas el Hospital de Jesús y María para la asistencia a desamparados y

transeúntes211, que funcionará durante todo el siglo y para el que se dan unas

constituciones para reglar su funcionamiento en 1835. Es un hospital de pobres y

transeúntes en un principio, ya que hasta finales de siglo quien puede recibe

asistencia médica y familiar en su casa y de pago.

El hospital se entiende en su fundación dentro de las ideas piadosas de la

caridad cristiana para socorro de desamparados y en principio sin asistencia médica

sino religiosa. Se establece en él una escuela de niñas educandas para que “se les

instruya en la doctrina cristiana y práctica de las buenas costumbres”. Y se prevé la ampliación

de una escuela de niños para educarlos según el catecismo cristiano del momento.

El personal de este hospital lo debían constituir un capellán rector, tres frailes y seis

monjas, para las cuales se establecería una clausura. No se especifica la orden a la

que pertenecerían estos religiosos, aunque en labores asistenciales en esta época

proliferaban los hospitales de la orden de San Juan de Dios. Finalmente el hospital

contaba con una pequeña iglesia y oratorio para el culto y el entierro de los

religiosos y los enfermos.

Esta estructura evolucionará conforme las necesidades y los cambios

sanitarios del siglo. La voluntad exacta del fundador en cuanto al personal y servicio

no se cumplirá por falta de medios, como expresa Ramírez de las Casas

(1840/1842/1986, 415): “Hay un hospital con el título de Jesús y María que fundó don

Rodrigo Arroyo y está servido por hermanas. Se abrió en 1809 pero por lo común no tiene más

que una cama. Es un mediano edificio con iglesia dedicada a _____.”. En 1846 el

ayuntamiento trata de intervenir en el hospital eliminando un puesto de enfermero

sostenido por el patrono del Hospital212.

211 Constituciones formadas para el gobierno del Hospital de Pobres y Colegio de Niñas Educandas del Lugar de

Valenzuela, Ms. 1798. Certificación y copia de 1835, A.H.M.V., sign. HC278/2.

212 Dictamen sobre el personal del Hospital de Jesús y María, Ms. 1846, A.H.M.V., sign. H277/8.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Desde el s. XVIII se intenta por razones sanitarias sacar los cementerios de

las iglesias y los cascos urbanos. En 1835 se construye en Valenzuela un nuevo

cementerio municipal213 (Madoz, 1849, 455), que se ubica junto a la Ermita de San

Roque. Anteriormente, en la Edad Media y Moderna se debió enterrar a la gente en

las iglesias y camposantos adyacentes dentro del pueblo.

En 1837 se forma una Junta Municipal de Sanidad214, “[...] para que en los casos

que ocurra de alguna enfermedad epidémica reinante comparezcan a llevar el interesante servicio

que en beneficio de la salud pública se les confiere: protestando el ayuntamiento la ampliación de

esta comisión municipal si desgraciadamente ocurriese la propagación de algún contagio siempre que

su necesidad en alivio del socorro lo exijiese [...]”.

Estas juntas designarán el cargo de médico titular o inspector médico de la

población, que en 1840 estaba dotado con un sueldo de 150 ducados (Ramírez de

las Casas, 1840/1842/1986, 415), y en 1860 con 11.000 reales215, y se mejorarían

progresivamente las condiciones de la atención sanitaria. Así poco a poco las ideas

de la caridad religiosa se van sustituyendo por las de la salud pública, herederas de

las ideas sociales de la Revolución Francesa.

A lo largo del siglo se van a producir varias epidemias, especialmente de

cólera (Peset y Peset, 1972; Beltrán, 2006). La primera en 1833 y 1834216. El 9 de

septiembre de 1833 se conforma la junta por las noticias del inicio de la enfermedad

en Huelva, Ayamonte y Sevilla, y ordena controlar las entradas del pueblo y a los

viajeros. A los vecinos les ordenan sacar los estercoleros de las casas fuera del

pueblo así como a los cochinos, que se cree pueden propagar la enfermedad, junto a

otras medidas como obligar a tener barridas y limpias las puertas de las casas. El

cólera se extendió a Málaga y luego a muchos pueblos de Granada. En Valenzuela

213 Cuenta de gastos municipales para la construcción del Cementerio Municipal, Ms. 1835, A.H.M.V., sign.

H175/1.

214 Expediente de nombramiento para la Junta Municipal de Sanidad, Ms. 1837, A.H.M.V., sign. H204/26.

215 Diario La España, 6 de septiembre de 1860.

216 Expediente de formación de Junta de Epidemia y acuerdos sobre el cólera, Ms. 1833-1834, A.H.M.V., sign.

H204/21.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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se ordenó la cuarentena en lazareto de los arrieros que iban y venían de Málaga. El

lazareto se estableció en la Ermita de San Roque. Allí pusieron en cuarentena a dos

vecinos que llegaron al pueblo el 17 de junio, Fernando Vallejo y Juan Antonio

Porcuna, con signos de gastritis. El segundo moriría por una encefalitis derivada de

la gastritis.

Fig. 22. Calle de Santiago, eje central del barrio de “San Pedro”. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2013-12-26-ND700-0216.

En octubre de 1834 se declara el estado de epidemia en la población217

formándose una junta municipal específica para hacer frente a la epidemia y se

destinan los recursos del Pósito para cuidar a los enfermos. No tenemos de

momento datos de la evolución de esta epidemia y su virulencia, pero remitiría en

los años posteriores.

217 Declaración del estado de epidemia de cólera y acuerdo del gobernador del uso de las existencias del Pósito para ayudar

a enfermos, Ms. 1834, A.H.M.V., sign. H204/22.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Las siguientes noticias de epidemias son de finales del siglo218, en enero de

1870 el inspector médico municipal, Manuel Morales, informó al alcalde de seis

casos de sarampión219, temiendo por su extensión entre la población.

En 1885 se produce una nueva epidemia de cólera220, que se muestra

especialmente virulenta en la vecina ciudad de Cabra. La Junta Municipal de Sanidad

pide ayuda al Gobernador Civil y que se les permita usar el dinero del Pósito para

afrontar la enfermedad. Se colocan vigilantes en las entradas de la población para

controlar a los viajeros, se controlan e inspeccionan los productos forasteros que

llegan al mercado y se establece una cuarentena en la Ermita de San Roque.

No obstante a esta nueva Salud Pública en el siglo XIX, se siguen

desarrollando políticas de caridad de raíces religiosas, aunque en estos momentos

con carácter público a cargo del ayuntamiento con diversas actividades caritativas

(Vázquez, 1993, 117-140). Así en 1828 se subasta el arbitrio del vino en favor de la

casa de niños expósitos de Bujalance. Luego en 1836 se forma una Junta de Caridad

Municipal, en función del Reglamento de Beneficencia, que durará todo el siglo. En

1840 se establecen contribuciones de caridad para el mantenimiento de niños

expósitos.

A finales del siglo los periódicos prestan atención especial a los accidentes y

sucesos trágicos, noticias morbosas que en algunos casos pueden servir para aportar

datos a historias concretas. Como ejemplo, el periódico El País. Diario Republicano

Progresista, el 9 de julio de 1895 publicaba la muerte de una niña en Valenzuela:

“En Valenzuela (Córdoba) ha ocurrido una horrible desgracia en casa de los vecinos de aquella

localidad José Pedregosa, que se encontraba ausente, y su esposa María Josefa Ruiz, que se hallaba

durmiendo. Una niña de once años de edad, llamada María de los Remedios, hija de aquellos, se

218 Hay muchas noticias en la prensa de 1854 de cólera en el pueblo de Valenzuela, pero todas parecen

referirse al pueblo de Valenzuela de Calatrava, en Ciudad Real.

219 Informe médico sobre casos de sarampión, Ms. 1870, A.H.M.V., sign. H204/24.

220 Acuerdos de la Junta de Sanidad y contribuyentes vecinos sobre medidas sanitarias con motivo del cólera , Ms. 1885,

A.H.M.V., sign. H204/23.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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dispuso a freir unas patatas, pero con tan mala fortuna, que habíendose prendido fuego á las ropas,

sufrió tan intensas quemaduras en varias partes del cuerpo, que le produjeron la muerte á las tres

de la madrugada del siguiente día”

Otro de los grandes cambios del siglo será el inicio de la educación pública,

dentro de un modelo proto-laico que no elimina la educación religiosa, sino que

establece una suerte de modelo mixto de escuelas nacionales para niños pequeños

en las que la religión católica sigue omnipresente. La idea de la educación pública

como bien social y obligación del Estado surge de la Revolución Francesa y se

extiende por toda Europa a lo largo del siglo. En España su implantación será

ostensiblemente insuficiente en medios y programas, estará intervenida desde la

Iglesia y las élites, y no conseguirá ninguno de los objetivos y cambios necesarios

para el país. Hasta muy avanzado el siglo XX no se llevará a cabo un programa de

reforma educativa nacional integral, con medios y pretensiones de cambiar la

sociedad española (Holguin, 2002), que de todos modos se verá frustrado por una

nueva reacción nacional-católica.

En Valenzuela en 1835 se forma una Comisión de Instrucción Pública que

durará todo el siglo. En 1836 se venden fondos del Pósito para dotar al Colegio de

la Nación221. De 1843 se conserva un expediente para proveer la plaza de maestro

de primeras letras, que cobraría 100 ducados (Ramírez de las Casas,

1840/1842/1986, 415). Según Madoz, en 1849 Valenzuela tiene una “escuela de

primeras letras, con la dotación de 2.200 reales anuales, concurrida por 45 discípulos, y otra para

niñas, cuya maestra no goza más dotación que las retribuciones de las mismas” (Madoz, 1849,

455).

En torno a 1875 se establece la Escuela Nacional de niñas, y a fines de siglo,

en 1891 aparece en algunos periódicos la convocatoria de una plaza de Profesor

Auxiliar de las Escuelas de Niños de Valenzuela dotada con 412'50 pesetas anuales.

221 Enajenación de seis fanegas y seis celemines del pósito para el Colegio de la Nación , Ms. 1836, A.H.M.V., sign.

H161/14.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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De finales de siglo y comienzos del XX se conservan los inventarios de los

materiales222 que tenía la escuela, los libros, muebles, tablas...etc.

El desarrollo de un ejército nacional con un servicio militar obligatorio,

reglado por el servicio de quintas organizado desde los propios ayuntamientos es

otro de los cambios que se genera con el desarrollo del modelo de Estado-Nación,

también heredero de la Revolución Francesa y de los ejércitos de la República

Francesa. Durante todo el siglo se va a formar un ejército nacional con un

alistamiento obligatorio por quintas de edad que sustituye a los sistemas anteriores

de levas forzosas y mercenarios pagados de la Edad Moderna.

En 1837 se pide dinero al Ayuntamiento de Valenzuela para la formación

del nuevo cuerpo de la Caballería Ligera de Andalucía. Según Mellado (1845, 340)

en la quinta de 1844 se sortearon a 94 mozos de entre 18 y 24 años en Valenzuela. A

finales de siglo proliferan las solicitudes de exacción del servicio militar seguramente

por las guerras sobre todo las de Cuba. Ya a caballo de los dos siglos, las Guerras de

Cuba y Filipinas y la posterior de Marruecos tienen una amplia contestación social,

en algunos casos revolucionaria, como protesta ante la injusticia de poder ser

excluidos del servicio militar los llamados “soldados de cuota”, hijos de las clases

adineradas que pagando una alta redención eran sustituidos en el cupo por quintos

de las clases trabajadoras, que marchaban a morir por la patria en su lugar.

Un último aspecto interesante es la Historia Cultural, un campo de estudio a

caballo de la Historia y la Antropología. En este campo interesan diversos aspectos

de los que vamos a resaltar algunos que nos han llamado la atención en relación a

Valenzuela. Aunque somos conscientes de nuestro gran desconocimiento de la

cultura popular vinagorra, queremos plantear estas preguntas que seguro suscitarán

el interés y la respuesta desde Valenzuela.

Uno de estos aspectos es la religiosidad popular, que se vertebra de modo

paralelo e intrincado a las fiestas religiosas y liturgias oficiales y que en cada lugar

222 Inventario detallado de los enseres y útiles de la escuela de los años 1882 -1925, Ms. 1882-1925, A.H.M.V., sign.

H161/8.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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genera expresiones, relatos y formas culturales propias, variantes populares de las

oficiales. Desde los ss. XVII-XVIII, con el gran cambio que supone la

contrarreforma y el barroco, y con algunas persistencias del mundo simbólico

medieval y renacentista se configura la religiosidad popular que continúa hasta la

Guerra Civil (Caro Baroja, 1985; Rodríguez Becerra, 2000).

En Valenzuela durante el siglo XIX los cultos (Fig. 10) se circunscriben a la

desaparecida Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción (Fig. 7), a la capilla del Hospital

de Jesús y María (Fig. 26), y a las dos ermitas de San Roque (Fig. 30) y El Calvario

(Fig. 28).

Fig. 23. Callejón del Bermejo. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2013-12-26-ND700-0215.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Ambas probablemente con origen en la Edad Moderna y con carácter de

ermitas o santuarios extra-urbanos223. Ramírez de las Casas describe hacia 1840 los

cultos de la parroquia: “Además del altar mayor dedicado a la titular se ven en ella seis altares

que son Ntra. Sra. de los Dolores, el Corazón de Jesús, Ntra. Sra. de la Aurora, Jesús

Crucificado, Las Animas y Jesús Nazareno” (Ramírez de las Casas, 1840/1842/1986,

415). En 1849, Madoz describe brevemente la situación de estos edificios de culto

católico: “hay iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, servida por dos curas

propios; la ermita del referido hospital dentro de la población, y fuera la de San Roque y la del

Calvario, que está arruinada” (Madoz, 1849, 455).

Los cultos deben tener continuidad como poco desde el siglo anterior.

Quizá el culto de mayor importancia a nivel popular es el de Nuestro Padre Jesús,

que tiene su mayor desarrollo en el resto de la Campiña con la aparición de

cofradías y la construcción de numerosas iglesias entre finales del s. XVI y durante

los ss. XVII y XVIII. La ermita del Calvario (Fig. 30), destruida y reconstruida en

los años 1960-1970, pudo tener una relación directa con alguna forma de teatro

barroco de la Pasión que se celebraría en la procesión del Viernes Santo. De hecho

aún se hace el sermón en la plaza y la procesión sube hasta la ermita y se conservan

en el camino las cruces de un Via Crucis marcando la ritualidad de la Pasión (Fig. 30

y 31).

Hemos constatado que hasta antes de la Guerra Civil se vestía con una

curiosa vestimenta al Hermano Mayor de esta cofradía, con una túnica y turbante,

representado supuestamente al rey Boabdil, apresado por los vinagorros, según una

leyenda local, después de que se escapara de Porcuna. Se puede explicar el símbolo

como la sumisión del “rey moro” capturado, postrándose ante la majestad y

divinidad de Nuestro Padre Jesús (Fig. 29). También sabemos que la cofradía iba en

procesión precedida de una gran bandera roja con aspas negras, que quizá sea

remembranza de algún pendón o bandera municipal o señorial de época medieval o

moderna (Fig. 31).

223 Rectificación de la numeración de las casas y extrarradio, Ms. 1862, A.H.M.V., sign. H197/27.

“Tiene dos hermitas: una al occidente de la población dedicada a San Roque a la cual está unido el cementerio que se

hizo en ______ y otra titulada del Calvario sobre la cumbre de un cerro que domina la población” (Ramírez de las Casas,

1840/1842/1986, 415).

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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El culto de las vírgenes, tanto en advocación de pasión como de gloria es

uno de los más importantes en la religiosidad andaluza, y merece la pena ver el

papel que en la sociología vinagorra tienen los cultos a la Virgen de los Dolores o la

Virgen de la Cabeza de Valenzuela, y la transformación de cultos anteriores como

los de la Virgen de la Amargura224 o la Virgen del Rosario. Esta última puede ser la

citada luego como Ntra. Sra. de la Aurora225.

El culto al Patrón, San Roque226, se asocia a la protección del pueblo en una

epidemia de peste227. La feria estival celebrada entre el 14-16 de Agosto se dedicó a

este santo. Su antigua ermita de estética barroca, aparece ya citada en 1752

(Catastro de Ensenada) y a finales de siglo (Espinalt, 1787, XII, 177), aunque su

origen puede ser bastante anterior. El edificio se ha conservado dentro del recinto

del cementerio actual (Fig. 10) y se ha rehabilitado recientemente, en 2010,

recuperando elementos barrocos y eliminando la decoración racionalista de la

portada que parecía responder a una reforma de posguerra al gusto de las de

Regiones Devastadas. Además de la propia ermita se conserva asociado un edificio

antiguo con arcos (Fig. 28). En 1835 se construyó el cementerio228 al lado de la

ermita y creemos que en la reforma tras la Guerra Civil se hizo una nueva cerca que

incluía la ermita dentro del recinto del cementerio (Fig. 27). No sabemos cuándo y

224 La Virgen de la Amargura debió tener culto en la antigua iglesia medieval de San Pedro, al conservarse el nombre de la calle, y no sabemos si su culto se transformó al moderno de la Virgen de los Dolores.

225 De la Virgen del Rosario se conoce, por algunas actas de Visitas Generales del Obispado conservadas

en el Archivo de la Catedral de Córdoba, que tenía Cofradía en Valenzuela en 1631 (Aranda, 2006, 152; 143,

Nota 1). A respecto de esto se conserva una noticia del culto popular del Rosario de la Aurora mediante el canto

de los campanilleros en Valenzuela en los ss. XIX-XX (Solís, 1963, 220-221).

226 San Roque de Montpellier es un santo católico de la Edad Moderna, aunque de origen bajo-medieval,

cuya principal virtud es la protección a los fieles ante las epidemias, especialmente la peste. Es habitual que

muchos pueblos y ciudades se encomendaran a este santo en las epidemias y tras su cese, considerando su

intercesión, lo nombrasen patrono.

227 “Es patrón del pueblo San Roque, al que cada calle costea una función anual en acción de gracias por su protección que

experimentó en una peste, acaso la de 1682, cuyas funciones se solemnizan mucho del modo que se acostumbra en los pueblos

pequeños” (Ramírez de las Casas, 1840/1842/1986, 415).

228 Cuenta de gastos municipales para la construcción del Cementerio Municipal, Ms. 1835, A.H.M.V., sign.

H175/1.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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en qué circunstancias se trasladó el culto y la imagen a la parroquia, y qué supuso

este cambio en el culto, la ermita y la feria.

Es también interesante la aparición de nuevos cultos o ritos recientes como

la Romería de San Isidro, o la socialización de la decoración de calles y altares en el

Corpvs Christi.

Territorialmente también son importantes, la peregrinación desde

Valenzuela a los santuarios y fiestas en las romerías comarcales o regionales de la

Virgen de Alharilla (Porcuna) y la Virgen de la Cabeza (Andújar). Muchas preguntas

que deberán ser estudiadas para poder contestarlas.

Otro aspecto llamativo y que merece un estudio en profundidad es la cultura

de la muerte, que conlleva muchos rasgos de solidaridad, cohesión social y arcaísmo

que en otros lugares se han ido perdiendo. Por ejemplo, que las cofradías

acompañen a los difuntos y sus familias en el cortejo fúnebre y en la iglesia, o el

excesivo celo en el cumplimiento del deber de velar y hacer el duelo, con las velas o

velatorio “hasta que amañezca”, y el acompañamiento masivo en las procesiones

fúnebres, que hace que según la visión de los pueblos cercanos “los vinagorros pa los

entierros son mu apretaos”.

Otro curioso testimonio ya abandonado pero que aún existe son las tumbas

con túmulos de tierra o de pequeñas piedras blanqueados con cal, una práctica

popular que puede ser herencia directa de las formas de enterramiento musulmanas

medievales. Y también la costumbre, perdida hace poco, e inexplicada hoy, de llevar

el día de los difuntos naranjas y castañas para comérselas en el cementerio junto a

las tumbas, rito que también existió en Porcuna hace tiempo y que, con mucha

distancia, lleva a pensar en banquetes funerarios y ofrendas, de culto familiar,

desaparecidos casi desde la Edad Media.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Fig. 24. Calle Nueva, ejemplo de las nuevas urbanizaciones de los ss. XVIII-XIX. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2013-12-26-ND700-0024. En el mundo del trabajo siempre llamó poderosamente la atención en los

pueblos circundantes el hecho de que hasta la mecanización del campo muchas

mujeres de Valenzuela salieran al campo a trabajar al par de los hombres o incluso

en su lugar. Esto se veía desde fuera como una cualidad positiva de las mujeres, a las

que se calificaba de valientes y trabajadoras, y como algo negativo para los hombres,

a los que se hacía de menos diciendo que se quedaban en casa “cociendo la olla”. Este

trueque de papeles chocaba muchísimo con las sociedades patriarcales circundantes

en las que el valor del trabajo era el que definía a los hombres y en las que las

mujeres quedaban relegadas a una vida familiar y doméstica y trabajaban

excepcionalmente en el campo, en las campañas de la aceituna, algunas faenas

menores o algunos cultivos de primor como la matalahúva.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Esta costumbre del trabajo de la mujer en el campo parece que es propia de

sociedades arcaicas y con rasgos matriarcales o colectivistas, según los antropólogos

sociales. Era habitual en sociedades musulmanas medievales, pero también en

sociedades arcaicas de Castilla, León o Galicia, e incluso europeas en la Edad Media

(Caro Baroja, 1947/2003).

También está por discernir debidamente la cuestión del gentilicio

“vinagorro”, que se viene relacionando con la planta de la biznaga, y cuyo origen,

significado y simbolismo no están del todo resueltos a lo que nosotros conocemos.

En suma, muchos aspectos chocantes que con el suficiente interés y estudio

pueden ayudar a explicar y dar sorpresas a la hora de entender la cultura, la historia

y la forma de ser de Valenzuela.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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IV. Evolución urbana de Valenzuela.

La fisonomía urbana de las ciudades evoluciona al par de sus circunstancias

económicas, sociales, culturales e históricas y por ello el estudio de su evolución

supone un gran campo de conocimiento para explicar esas mismas sociedades que

operaron los cambios y las persistencias en los usos, los espacios y las culturas que

vivieron en cada lugar y territorio.

En el caso de Valenzuela parece por algunos exiguos restos y comentarios

que pudo existir una villa romana alto-imperial no definida ni caracterizada aún

arqueológicamente que se ubicaría en la ladera, por debajo del Cerro Boyero y por

encima del actual casco urbano o en su límite superior, tras el abandono de la gran

ciudad túrdula del primer milenio antes de nuestra era ubicada en dicho Cerro

Boyero, que se pudo producir en la segunda mitad del s. I a.n.e. Cómo evolucionó

esta villa y si dio paso a un Vicvs o Pagvs, es decir a una pequeña aldea entre los

límites de las ciudades romanas de Obvlco (Porcuna), Itvci (Torreparedones, Castro

del Río-Baena (?)), Iponvba (Baena) y Tvcci (Martos), es algo probable, pero aún difícil

de defender puesto que no hay datos de ninguna clase al respecto y mucho menos

de carácter científico.

Fig. 25. Plaza en la confluencia de las calles San Pedro y Amargura, en cuyo derredor debió alzarse la Iglesia medieval de San Pedro. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. Pan-2013-12-26-017.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Mil años después nos encontramos con la existencia de una aldea

musulmana, rebautizada como Valencihuela, o Valençuela229 cuya existencia hayamos

constatada por primera vez en el documento del deslinde de los términos de

Porcuna, Baena, Alcaudete y Albendín en 1252, otorgado por el rey Fernando III230

y confirmado en 1254 por su hijo Alfonso X (González, 1986, 419-420; González

Jiménez, 1991, 142-143). No hemos podido corroborar en las crónicas y

documentos medievales noticias más o menos directas de la conquista castellana de

Valenzuela, aunque una búsqueda sistemática seguro que ofrece algunos datos más

concretos.

Las noticias medievales que conocemos por desgracia no son de época, sino

de fuentes posteriores, sobre todo modernas y contemporáneas y son

contradictorias. La mayoría de los autores citan la conquista de Valenzuela alrededor

de 1225-1227, dentro de las razias tras las tomas de Andújar y Martos en 1225 y

antes de las trascendentales conquistas de Córdoba, en 1236, y de las villas de la

Campiña, y entre ellas la de Porcuna en 1240 (González, 1946; González Jiménez,

2006; Casado et alii, 2004; Escobar, 2006; Saco et alii, 2010). Ramírez de las Casas

(1840/1842/1986, 414) dice que fue tomada antes que Córdoba y aporta la fecha de

1235 para la creación del Señorío. Escobar (1989, 47-48) entre otros, apuntan a la

229 En los textos medievales y modernos a veces aparece como uso arcaico con “ç” en lugar de con “z”.

El nombre de Valenzuela es un diminutivo, del latín Valentia, que alude a la virtud romana clásica del valor, y al

igual que hay varias Valentias o Valenzias, también hay varias Valenzuelas. No sabemos si el nombre se debe al

valor concreto de un personaje medieval relacionado con Valenzuela, o a algún relato mítico que se hiciera para

nominar así al castillo y a la villa cristiana, aunque no hay que descartar que sea una trascripción lógica cristiana

de algún topónimo árabe incomprendido por los conquistadores, o incluso, aunque más improbable, un nombre

heredado del de la villa romana.

230 “[...] el otro moión es como se quitan al rio Saladiello que uiene de Valençiuela, et partelo rio Salado que passa de

yuso de la cabeça del Fierro que va contra Valencihuela; el otro moión es do llega la carrera que uiene de Porcuna al ar royo de

Valencihuela, en una pennuela entramos arroyos; el otro moión es el arroyo arriba en el Alueriza entre dos pennuelas; el otro moión

es mas arriba en el forcaio o se ayuntan los arroyos; el otro moión es el arroyo al pie de la sierra entre Gimilena et Valencihuela; el

otro moión es luego adelante en el rostro de la sierra; el otro moión es los Algibes; el otro moión es el atalaya más alta que está entre

Gimilena et Valencihuela; el otro moión es so el athalaya de Valencihuela en la Herhuela contra Baena [...]” (González, 1986,

419-420).

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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fecha de 1240-1241, relacionada con las conquistas de la Campiña y la otra supuesta

creación del Señorío231.

Algunos autores atribuyen la conquista de Valenzuela al noble Tello Alfonso

de Meneses, que en 1225 era Tenente de la fortaleza de Baeza y de Martos, junto a

Álvar Pérez de Castro y posteriormente participaría de manera protagónica en la

conquista de Córdoba. Este personaje sería según esos autores (Nieto, 1984, 160,

201-203; 1991, 69, 74-76, Nota 264; Escobar, 1989, 48) quien quedaría como señor

de Valenzuela y defensor de la frontera por merced de Fernando III en 1241.

Aunque para otro autor Tello Alfonso habría muerto antes de esa fecha (Fernández,

1972, 98-99) y el heredamiento o donadío otorgado por el rey quedaría en manos de

su hermano Alfonso Téllez de Meneses, dentro del cual no aparece, en los

documentos conocidos de Fernando III, esa donación de Valenzuela, en la que

además se llevaría a cabo la repoblación con asentamiento de cristianos mediante un

repartimiento de tierra (Nieto, 1984. 186).

Argumentan la identificación de este personaje en base a un documento

fechado en Valenzuela en 1380 según el cual el señorío estaba en manos de Tello

Alfonso y sus descendientes prácticamente desde su conquista232 (Escobar, 1985,

112, Nota 48; Nieto, 1991, 76, Nota 264). Tello Alfonso y su hermano Alfonso

Téllez, conquistadores y primeros Alcaides de Córdoba pertenecían a la familia

noble bajo-medieval de los Téllez de Meneses, una de las más relevantes en la

ciudad castellana de Palencia (Fernández, 1972)233.

231 Las fechas reales o supuestas de la creación de los señoríos por mercedes del rey reflejadas en

documentos de cartas de donación no tienen por qué coincidir con las fechas de las conquistas, aunque en su

mayoría suelen ser inmediatas y se vienen tomando por equivalentes.

232 Según Escobar: Archivo de la Catedral de Córdoba. Colección Vázquez Venegas, t. 283, 33v.-36v.

Fechado en Valenzuela, el 21 de mayo de 1380. Según Nieto: Archivo de la Catedral de Córdoba, Caj. R, nº 102.

233 También se ha apuntado, creemos que sin excesivos argumentos, que el nombre de Valenzuela derive

del de Palencia por la relación con estos nobles, siendo en ese caso una degeneración del nombre Palenzuela.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Otros autores recogen que Valenzuela fue conquistada y entregada como

señorío a Lope Sánchez de León234 en 1225, como primer Señor del Castillo de

Valenzuela (Ruano y Ribadas, 1779, 389), que establecería el linaje medieval de los

sucesivos Señores de Valenzuela y otras muchas ramas de nobles e hidalgos

“Valenzuelas” subalternos235. Esta es la versión dinástica que recogen varias decenas

de genealogistas (Argote de Molina, 1588, 299vº-300vº; López de Haro, 1622;

Martyr Rico, 1629, 285-286; Núñez de Castro, 1675, 3rº-3vº; Flórez de Ocáriz,

1676; Ruano y Ribadas, 1779; Piferrer, 1859, 37-39, Lám. XCV), e incluso alguna

234 Las noticias sobre la Valenzuela medieval aparecen heredadas de las varias genealogías del linaje

“Valenzuela”, con todos los problemas de veracidad histórica que este tipo de fuentes tienen: “[...] compite el

Linage de Valençuela, en antigüedad Ilustre, con los primeros de la Andalucia, donde fiêpre ha florecido con igual explendor, al que

tuvo en fu origen, auiendo tomado el Apellido de la Villa de fu mifmo nombre en el Reyno de Cordoua, que conquiftò de los Moros

Lope Sanchez fu Progenitor, Señor de las [3rº-3vº] de Lopera, Carpio y Iodar, Camarero del Rey Don Fernando el Santo. El

qual hizo merced de la Villa de Valençuela, à Doña Francisca de Zuñiga, Condesa de Cabra” (Núñez de Castro, 1675, 3rº-

3vº). Según el genealogista Flórez de Ocáriz (1676, 42), Lope Sánchez fue: “Camarero del Rey Don Fernando el

Santo, Señor de Lopera, el Carpio, y Iodar, que gano de Moros a Valençuela, de que le hizo merced el mismo Rey año de 1225”.

Según la genealogía familiar de la Casa de Cabrera (Ruano y Ribadas, 1779, 388-389), Lope Sánchez de León era

el tercer hijo del infante Sancho de León y de Teresa Díaz de Haro. Sus abuelos fueron el rey Fernando II de

León y el no menos trascendente Lope Díaz de Haro, Señor de Vizcaya. Según esta genealogía: “D. Lope

Sanchez, I. Señor del Castillo de Valenzuela, conquistador de Cordoba, Camarero mayor del Santo Rey D. Fernando, valeroso

Capitan contra moros, casó con Doña Sancha Alfonsa de Leon, hija segunda de D. Rodrigo Alfonso de Leon, hermano del Santo

Rey D. Fernando, Señor de Castro del Rio, y Cabra, Adelantado mayor de la Frontera y de Doña Ines Ruiz de Cabrera [...]”.

235 El apellido Valenzuela tiene una amplia extensión por todo el mundo, de un lado por el apellido

noble extendido por los herederos de los Señores medievales de Valenzuela. En segundo lugar por la toponimia,

por los emigrados que en sus nuevas residencias tomaron su lugar de procedencia como apellido, éstos muchas

veces eran pobres o excluidos (judíos, moriscos...), que no tenían apellido o que querían ocultar parte de su

origen religioso. En último lugar, porque este proceso se repite en las varias Valenzuelas. El apellido noble tenía

por escudo de armas con alguna variante al león rampante coronado, escudo del Reino de León (Argote de

Molina, 1588, 300 rº.-300vº.), aunque luego el pueblo haya tomado como emblema municipal una variante del

de los Condes de Cabra, del propio Marqués de Valenzuela de la Edad Moderna. Fue adoptado por el

ayuntamiento en 1956 con aprobación de la Real Academia de la Historia en 1960 (Antequera, 2011, 440). Sus

emblemas principales son la bandera de bandas horizontales rojas y gualdas de la Casa de Córdoba, la familia

Fernández de Córdoba, y la efigie del rey Boabdil encadenado, capturado tras la batalla de Lucena en 1483.

Sobre este hecho se conserva en Valenzuela una curiosa y fantástica leyenda popular de cierta rivalidad con

Porcuna, según la cual Boabdil se les escapó a los porcuneros cuando lo tenían preso y los vinagorros lo

volvieron a capturar. Esta leyenda seguramente será una explicación popular de Época Moderna o

Contemporánea del por qué del escudo municipal. Según una de las versiones tras capturarlo lo pusieron a segar

garbanzos. Antes de la Guerra Civil el Hermano Mayor de la cofradía de Nuestro Padre Jesús salía en procesión

vestido con un traje ceremonial con túnica y turbante, haciendo el papel de Boabdil, de lo que conocemos se ha

conservado una fotografía (Fig. 29).

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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monográfica236 y en alguna leyenda romántica (Nebot, 1853). Es también la versión

que se ha seguido tradicionalmente desde la Corografía de Ramírez de las Casas, que

decía: “Fue conquistada de los moros por Lope Sánchez, ganador asimismo de Córdoba,

camarero mayor del Santo rey Don Fernando tercer hijo del Infante Don Sancho de León y de

Doña Teresa Díaz de Haro. Fue tomada antes que Córdoba y aquel caballero hizo reparar la

fortaleza y fue el primer señor de la villa por merced del rey otorgada en la era de 1273 (año

1235)” (Ramírez de las Casas, 1840/1842/1986, 414).

El grado de veracidad de ambas versiones es algo que aún queda por

dilucidar. La primera tiene a su favor la antigüedad del documento de 1380. La

segunda la rotundidad y concatenación de datos genealógicos en parte contrastados,

pero con la rémora de la habitual falsificación de las historias heráldicas y su sentido

de engrandecimiento y justificación.

Ramírez de las Casas cita la concesión del señorío en 1235, seguramente

tomándola de algún genealogista, pero lamentablemente no cita su fuente. Es

interesante que cite “la era de 1273” ya que el calendario de la Era Hispánica237 es un

sistema cronológico usado desde Época Visigoda y prácticamente desaparecido a

partir del s. XVI, por lo que es posible que la cita original alusiva a este año

provenga de algún documento medieval desconocido.

De momento, no creemos poder afirmar con rotundidad cual de las

versiones es más cercana a la realidad, aunque fuera de los personajes concretos, los

hechos de fondo sobre la conquista y el señorío, concuerdan. Valenzuela desde este

momento y hasta el s. XIX se convierte en un señorío seglar o laico, como casi todo

el sur del reino de Córdoba, dentro de una política real de protección de la frontera

236 Origen de la Casa de Valenzuela. Dedicado a D. Fernando Valenzuela, secretario de Carlos II, ca. 1680,

Biblioteca Nacional de España, Manuscrito, nº 11.663.

237 La Era Hispánica es un calendario medieval usado en la Península Ibérica que tiene su origen en el

supuesto año de la pacificación de Hispania por el emperador romano Octavio Augusto y el comienzo de cobro

de los impuestos en moneda de bronce “aera”. Se reduce al calendario juliano y gregoriano, que utilizamos

ahora, restándole 38 años.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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con Granada y repartimientos y donadíos a nobles e hidalgos que conformarán los

grandes señoríos de Priego, Cabra y Aguilar (Cabrera Muñoz, 2004).

En este momento de la conquista castellana de Valenzuela, consideramos la

hipótesis de que la concesión del Señorío, previa a la conquista de Porcuna,

segregara la Valenzuela musulmana, que creemos que pudo ser hasta entonces aldea

de Porcuna, como lo era también Lopera, y además la incluyera en el Reino de

Córdoba. Son pocos los datos para verificar esta hipótesis, pero en modo alguno

son baladíes.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Fig. 26. Edificio del antiguo Hospital de Jesús y María, fundado en 1798 y restaurado en 2006. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. Pan-2013-12-26-019c.

De una parte el sistema de poblamiento heredado desde la Antigüedad

configura un eje Lopera-Porcuna-Valenzuela, y un territorio y paisaje definido y

unido, en los valles del Salado y el Saladillo, diferenciado claramente de otros

poblamientos inmediatos, como los del Guadajoz, o el Salado de los Villares.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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De otro lado, las fronteras regionales y locales también aportan evidencias

más que interesantes. Los cambios en la delimitación de fronteras se deben tanto a

factores políticos y económicos, más o menos razonados, como también en gran

medida a factores geográficos y ambientales. Los cambios de naturaleza política

responden a intereses humanos y no a condicionamientos físicos, por lo que las

fronteras establecidas sólo desde lógicas políticas tienden a cambiar más y más

arbitrariamente que las que están definidas por territorios y estructuras geográficas,

como sistemas montañosos, ríos o sustratos geológicos que condicionan la vida

sobre esos territorios. Por poner ejemplos simples, las fronteras establecidas en

cordilleras, como los Pirineos, Sierra Morena, o las Cordilleras Béticas han sufrido

pocas mutaciones y de poco calado en su delimitación al producirse los cambios

socio-políticos a lo largo del tiempo.

La frontera musulmana entre las Coras de Ŷaīyān (Jaén) y Qurţuba (Córdoba)

fue evolucionando desde el Califato hasta los Almohades con una progresiva

disminución de la tierra de Córdoba, hasta constituir la frontera entre los Reinos

Cristianos de Córdoba y Jaén238. Fernando III trató en lo posible de conservar las

fronteras existentes a fin de favorecer la continuidad económica de las nuevas

tierras conquistadas, para lo cual ordenó la delimitación y deslinde de los términos

de las antiguas poblaciones musulmanas entre las nuevas autoridades con la ayuda

de algunos pobladores musulmanes que certificaran la continuidad de esos límites,

lo que parece que se verificó en la mayoría de los casos. La frontera medieval, y

actual, entre Córdoba y Jaén en el Valle y la Campiña es una frontera política, ya que

no responde a realidades geográficas diferentes. Es una frontera artificial para

segregar dos territorios política y económicamente definidos entre las dos mayores

ciudades del momento en que se establecieron. Geográficamente es una línea que

parte transversalmente el valle de Guadalquivir entre la Sierra Morena y las

estribaciones del Subbético atravesando por medio de tierras de campiña

238 Por ejemplo Bulkûna (Porcuna) pertenecía a la Cora de Qurţuba durante el Califato, e incluso fue una

Cora del Reino de Qurţuba y finalmente una Taifa independiente, quizá con los Almohades pasó a la Cora de

Ŷaīyān, lo que no está del todo claro. Con la conquista cristiana se estableció dentro del Reino de Jaén, aunque

no bajo su dominio, ya que pasó a formar parte de la Orden de Calatrava, junto con Martos, Arjona o

Alcaudete, constituyendo el Partido de Andalucía de la Orden hasta el s. XIX, un “estado” propio entre las

realengas Córdoba y Jaén.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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virtualmente indistinguibles en un lado y el otro. La cuestión se plantea al llegar a

Valenzuela, ya que parece bastante claro que la línea de esa frontera antigua se

quiebra para integrar el término de Valenzuela en Córdoba, cuando el desarrollo

lógico de esa frontera lleva a pensar que originariamente la línea continuaba desde la

linde entre Porcuna y Cañete, por la linde occidental del término de Valenzuela y

siguiendo por la linde entre los términos de Baena, Albendín, Santiago de Calatrava

y Martos. Sin que sepamos de momento más, ambos hechos, poblamiento y

frontera, nos hacen pensar en la posibilidad de que hasta la conquista castellana en

el s. XIII, Valenzuela fuera una aldea dependiente de Porcuna, como ciudad, como

distrito de la Cora de Qurţuba , o como Cora o Taifa de Bulkûna durante los

periodos de Taifas. Este cambio hacia Baena y Córdoba en el s. XIII creemos que

pudo estar en relación con la conquista personal por un noble castellano en una

razzia, al que el rey concedería el señorío antes de la conquista de Porcuna y por

tanto segregando a Valenzuela del territorio comarcano de Porcuna del cual

creemos que formaba parte integrante al menos desde la protohistoria.

Tras una intensa historia bajo-medieval en la frontera con los Nazaríes y

bajo la égida de los Señores de Valenzuela, de todo lo cual se ocupó, en su

conferencia de las IIas Jornadas de Historia de Valenzuela, el profesor Ricardo

Córdoba de la Llave, en 1502 el último Señor de Valenzuela vendió finalmente el

señorío a Francisca de Zúñiga, Condesa de Cabra, aunque meses antes había

acordado su venta y el vasallaje a Pedro Fernández de Córdoba, Ier Marqués de

Priego (Quintanilla, 1979, 149), en el marco de una pugna entre dos grandes casas

señoriales del sur de Córdoba. Ramírez de las Casas aporta una versión más

conflictiva del hecho, que acabaría con la demolición del castillo de Valenzuela

(Ramírez de las Casas, 1840/1842/1986, 414)239. Valverde (1903/1982, 115-116)

239 “Alfonso Fernández de Valenzuela X señor de esta villa quedó de menor edad bajo la tutela de Don Diego Fernández de Córdoba tercer conde de Cabra el cual hizo que el niño Alfonso tratase con su muger Doña Francisca de Zúñiga la permuta del Señorío de Valenzuela por la dehesa del Montón de la Tierra, para cuya validación sacó la condesa cédula real; pero habiendo llegado a mayor edad Don Alonso Fernández de Valenzuela y conociendo el perjuicio que en el cambio había recibido remitió a las armas la vindicación de su derecho, juntó sus deudos y amigos y con mano armada se hizo dueño de Valenzuela y d e su castillo. Sabido esto por los Reyes Católicos dieron comisión a Don Diego López de Avalos comendador de Mora en la Orden de Santiago y corregidor de Córdoba (1500-1506) para que pasase a tomar a Valenzuela y demoliese el castillo hasta los cimientos para que no quedase señal de él ni se pudiese reedificar, como lo hizo y Don Alonso se vió precisado a renunciar la herencia y casa

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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indica que era de don Pedro y que la vendió a la casa de Cabra, señalando la

obligación del comprador de demoler la fortaleza.

Fig. 27. Portada posterior a la Guerra Civil del cementerio, construido en 1836. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. FD-2013-12-26-ND700-0037.

En los siglos XVI y XVII una rama secundaria de la familia, los Valenzuela-

Acuña se intitulan como “Señores de la Torre y Fortaleza de Valenzuela”, aunque

parece que con sus residencias solariegas en Jaén y Baeza y sin relación alguna con

el pueblo y el Señorío de Valenzuela-Cabra (Cazabán, 1922, 169).

En 1625 el rey elevó el rango del señorío creando el título de Marques de

Valenzuela, otorgado en primer lugar a Antonio Fernández de Córdoba (Berní,

1769, 287-288; Salazar y Castro, 1795, 64; Ramírez de las Casas, 1840/1842/1986,

414-415), situación en la que se encontraba la villa como hemos visto a finales de la

de sus padres, que pasó en 1502 a la línea en que ha continuado hasta el día” (Ramírez de las Casas, 1840/1842/1986, 414).

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Edad Moderna. No obstante existieron muchos pleitos de jurisdicción y derechos

entre los duques de Baena y los marqueses de Valenzuela desde el s. XVII hasta la

eliminación de los señoríos jurisdiccionales a principios del XIX240. Ramírez de las

Casas (1840/1842/1986, 416-417) hizo a partir de los genealogistas un listado

resumido de los señores y los marqueses de Valenzuela y sus relaciones familiares

directas, que copiamos en el anexo.

Aquella aldea musulmana conquistada al parecer en la segunda década del

siglo XIII es probable que ocupara el mismo lugar en la ladera de la posible villa

romana y posteriormente de la villa y castillo medieval de Valenzuela. Creemos por

tanto que con diferentes modelos de poblamiento y también diferente extensión

pudo existir uno de los rasgos definitorios de la Campiña, la continuidad de

poblamiento humano, puede que con intermitencias puntuales, aunque estas

hipótesis necesitan obligatoriamente de mucho conocimiento científico para

desarrollarlas y contrastarlas. Espinalt (1787, XII, 176) reconoce esta particular

topografía de la ciudad en relación con el cerro diciendo que está situada “En la

falda de un alto cerro llamado la Hesa241 Alta”.

El espacio a media ladera que actualmente ocupa el “barrio San Pedro”242

(Fig. 10.A, 12, 13 y 14) geográficamente es un viso en ladera, con pendientes

abruptas en perpendicular a la formación, aunque menos pronunciadas que las de la

zona sur, más arriba hacia Cerro Boyero243. Este viso no es llano sino que tiene una

importante pendiente ascendente de Oeste a Este y está limitado al sur por una

zona de barranco tras las paredes de la calle Palomar (Fig. 7, 9, 11 y 19), con un

importante desnivel hacia la zona de la huerta que regaba la Fuente de la Villa. Tiene

una forma más o menos cuadrada o lenticular y está delimitado por un pequeño

valle o vertiente al Oeste en el eje de las calles del Caño (Fig. 20) y tramo ascendente

240 Por ejemplo, Archivo Histórico Nacional, Sección Nobleza, Archivo de los Condes de Luque, C.78,

D.45 – 1, o Sánchez (1663).

241 Correctamente “Alto de la Dehesa” o “Dehesa Alta”.

242 No hemos podido saber si este barrio tiene un nombre definido y los hemos nominado por el

nombre de la iglesia medieval.

243 “está situada en el declive septentrional de un elevado cerro por lo que sus calles son más o menos pendientes”

(Ramírez de las Casas, 1840/1842/1986, 414).

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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de Alcázar (Fig. 18), que termina en una depresión mayor en la Huerta de la Villa

(Fig. 11), a partir de la cual nace el Arroyo de la Liebre; y otro pequeño valle al Este

tras la calle Alta (Fig. 21), en el que nace el Arroyo de las Huertas (Fig. 10).

Este espacio tiene límites naturales concretos lo que favorecería la

urbanización y la defensa del lugar. Las calles se adaptan al terreno, unas con una

gran pendiente ascendente en sentido N-S y las otras adaptándose a la ladera

conformando curvas con pendiente más ligera en sentido E-O y largas manzanas de

casas que se construyen aterrazando la ladera (Fig. 6, 7, 9, 10 y 11).

Evidentemente las surgencias del manantial, canalizadas aún hoy en la

Fuente de la Villa, explican en buena medida el porqué de la ubicación del pueblo

primero cercano y luego en torno a ese manantial, la fuente y sus pilares, que

aseguraban el abastecimiento continuo de agua, aunque escaso, para la población,

junto a los pozos.

En buena medida las calles de este barrio por su estructura y por su

toponimia definen lo que pensamos es el núcleo de forma pseudo-cuadrangular de

la aldea o villa medieval cristiana y no sabemos si heredado de la forma urbana de la

aldea musulmana, de la que ahora mismo sólo conocemos su existencia por las

noticias del s. XIII.

Dado que en la conquista se otorga la tenencia del Castillo de Valenzuela, y

el título de Señorío, a Lope Sánchez, o Tello Alfonso, es posible que existiera alguna

fortificación musulmana, aunque también es posible que se construya ex-novo a partir

de ese momento, preguntas que esperamos respondan el tiempo y la investigación,

en este caso arqueológica.

Aunque su urbanismo y configuración tienen lógica, posiblemente la

ubicación de la villa o puebla cristiana, o la aldea musulmana, tenga mucho que ver

en relación con la fortificación del Castillo o Alcázar de Valenzuela, dado que en las

laderas del Cerro Boyero e incluso en su cima existen zonas con iguales o mejores

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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condiciones para la urbanización, por lo que la elección de esa zona abrupta y difícil

de la ladera debió responder a intereses estratégicos, ligados al control del agua, a la

defensa del lugar y al control de los caminos.

Fig. 28. Fachada de la Ermita de San Roque, rehabilitada en 2010. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Sign. Pan-2013-12-26-003.

Los nombres de las calles de este barrio de “San Pedro” (Fig. 7, 11 y 14) son

todos de resonancia medieval y apuntan espacios y usos de la villa medieval.

Sobresalen los dos tramos de la calle Alcázar (Fig. 18) que define el espacio en que

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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tuvo que estar el castillo medieval destruido al parecer a comienzos de la Edad

Moderna, y del que puede que existan restos bajo las casas y las calles de esta zona.

Quizá por la lógica de la fuente, la posterior plaza y los dos tramos de la calle, más

en la zona Oeste que en la Este del núcleo medieval. Así mismo, la manzana que

limita al Este el Callejón Bermejo (Fig. 23), entre las calles Alcázar (Fig. 19) y

Santiago (Fig. 22) tiene una disposición extraña con respecto al resto de las

manzanas del barrio y puede que tenga que ver con la situación del alcázar. Por ello,

nos hemos aventurado a ubicar una zona probable de la localización del castillo, que

no pasa de ser una hipótesis bastante pobre en relación a los pocos datos (Fig. 10 y

11).

De este alcázar o castillo apenas hay noticias explícitas. Entre los mojones o

hitos que se establecen en 1252 entre Porcuna y Baena se cita una “athalaya de

Valencihuela” (González, 1986, 420) que no sabemos si formaría parte de una

fortificación urbana musulmana o inmediata a la conquista cristiana, o a una torre

atalaya en algún punto elevado cercano al pueblo, por ejemplo en el Cerro Boyero

donde se podían reutilizar parte de las murallas de la antigua ciudad. Ramírez de las

Casas dice sobre Lope Sánchez en el marco de la conquista: “aquel caballero hizo

reparar la fortaleza y fue el primer señor de la villa” (Ramírez de las Casas,

1840/1842/1986, 414). En el relato de la vida del caballero Alfonso Sánchez de

Valenzuela, durante el reinado de Enrique II de Castilla se cita un ataque y cerco

granadino a la villa a mediados del s. XIV, que destruyó la Torre del Homenaje244

(Ruano y Ribadas, 1779, 403-404; Ramírez de las Casas, 1840/1842/1986, 414),

dentro de alguna de las razias granadinas en territorio castellano en esta zona245

(Casado et alii, 2004, 103).

De cualquier modo sin mayores datos documentales y sin datos materiales

de restos de esas fortificaciones, no hay certeza alguna al respecto y sólo queda

esperar a que una arqueología futura pueda ayudar a dilucidar estas cuestiones.

244 Las Torres de Homenaje eran las torres principales, y normalmente más grandes, de los castillos

cristianos. Servían de residencia de los señores y alcaides y en ellas se celebraba el rito del homenaje o vasallaje

feudal, de lo que deriva su nombre (Guitart, 1996).

245 El Castillo bajomedieval de Valenzuela tuvo un Alcaide a su cargo en los periodos de ausencia de los

Señores, o bajo su mando, ya que se conserva al Oeste de Cerro Boyero una zona llamada los “Llanos del

Alcaire” (Alcaide), puede que una tierra ligada feudalmente al cargo de Alcaide de la fortaleza.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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En 1501-1502 se produce el vasallaje y venta del Señorío de Valenzuela,

primero en tentativa a Pedro Fernández de Córdoba, Marqués de Priego, y al final a

la Condesa de Cabra. En el acuerdo de venta final se obligaba a la Condesa de

Cabra a que demoliera el Castillo y no se volviera a reconstruir246 (Quintanilla, 1979,

149 y 182). Ramírez de las Casas expone como hemos dicho una versión más

conflictiva del fin del señorío medieval de Valenzuela, en la que entran los Reyes

Católicos ordenando la demolición del Castillo247.

No hay noticia alguna posterior sobre el Alcázar de Valenzuela, por lo que

se viene afirmando que la demolición tendría efecto. En esos años el sur de

Córdoba asistió a la demolición de varios castillos por orden del rey como represión

tras la revuelta del Marqués de Priego, Pedro Fernández de Córdoba en 1507. Unos

de esos castillos, el de Montilla, se excavó a hace unos años bajo el edificio

neoclásico del Pósito (Bermúdez y Ortiz, 2002) y pese a lo sistemático de la

demolición y la voladura de algunas murallas, los restos conservados son muchos y

de gran valor, cosa que quizá suceda también con los restos del castillo de

Valenzuela.

En su descripción de 1840 Ramírez de las Casas dice que “no quedan del

castillo más que los vestigios en un terreno cubierto de piedras sueltas y maleza, donde se advierte

una excabación como de algibe” (Ramírez de las Casas, 1840/1842/1986, 416). No

sabemos si visitó Valenzuela personalmente o tenía noticias de terceros pero en esa

fecha la zona urbana de Valenzuela en la que creemos que se ubicaría el castillo

246 Archivo Ducal de Medinaceli. sign. 282-28 (1) y 282-18 (2). Este proceso también aparece descrito en

un interesante alegato de un pleito del siglo XVIII entre el Duque de Baena y el Marqués de Valenzuela.

Archivo Histórico Nacional, Sección Nobleza, Archivo de los Condes de Luque, C.78, D.43 – 1.

247 “los Reyes Católicos dieron comisión a Don Diego López de Avalos comendador de Mora en la Orden de Santiago y

corregidor de Córdoba (1500-1506) para que pasase a tomar a Valenzuela y demoliese el castillo hasta los cimientos para que no

quedase señal de él ni se pudiese reedificar, como lo hizo” (Ramírez de las Casas, 1840/1842/1986, 414). “Entre las bases

del arreglo [de las casas de Aguilar y de Cabra] fue la principal la venta de la villa de Valenzuela, que era de D. Pedro, á la

Casa de Cabra, pagándole cuanto en ella le correspondía, y obligándose el comprador á demoler la fortaleza hasta sus cimientos, sin

que pudiera volver á levantarla, y previo pago de su valor. Los pueblos de ambos Señoríos presta ron su conformidad en el asunto y

los Reyes concedieron también su licencia para que todo se cumpliera en la forma convenida (1). [nota 1] Libro de antiguas

Ordenanzas de Baena.” (Valverde, 1903/1982, 116).

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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parece que estaba ocupada por casas y calles. Opinamos que Ramírez de las Casas

puede describir por error los restos de la ciudad protohistórica de Cerro Boyero, en

los que aparecen algunas cisternas o aljibes de época romana, creyendo que allí, en

lo alto del cerro, estaría el castillo, por otra parte no parecen existir, a lo que

sabemos, restos medievales en Cerro Boyero.

La calle del Palomar (Fig. 11 y 19) por su parte parece que sólo afirma la

existencia de un palomar en una época no definida, lo que no es cuestión baladí,

porque los palomares eran derecho exclusivo de la nobleza en la Edad Media y

Moderna248, por lo que sería bastante normal que este palomar perteneciera al

castillo y a los mismos señores de Valenzuela.

La distribución de esta calle es interesante porque en ella y a sus espaldas se

sitúa un salto topográfico o pequeño barranco que delimita y defiende la población

desde el Norte (Fig. 6 a 11) y que da a pensar la posibilidad de que no sólo hubiera

un alcázar o castillo fortificado reducido, sino que también la villa tuviera murallas

cuyos límites serían aproximadamente los de la misma forma cuadrangular de ese

núcleo urbano medieval, definido por las traseras de las calles Amargura y San

Pedro (Fig. 25), al sur; y la calle Palomar (Fig. 19), al norte. Y por las calles Alcázar

(Fig. 18) y del Caño (Fig. 20), al Oeste y Alta (Fig. 21) al Este.

La calle del Caño (Fig. 11 y 20), hoy Monte Calvario, alude al manantial de

agua de Valenzuela, aunque no concuerda con el pilar existente. El Caño originario,

la surgencia o surgencias del manantial pudieron estar más arriba y debieron ser

canalizadas posteriormente, en Época Moderna249. Ramírez de las Casas

describiendo el abastecimiento dice: “Del cerro que domina la villa proceden las cañerías

que surten la única fuente que tiene” (Ramírez de las Casas, 1840/1842/1986, 415).

248 Se conocen como “Derecho de Palomar”, desarrollados a partir de una merced de Enrique IV de

Castilla en las Cortes de 1465 para proteger los palomares.

249 El concepto de “Caño” puede aludir a la boca de la propia fuente o al caño o canal que llevara el agua

a lo largo de la calle, en superficie o soterrado hasta los pilares situados a espaldas de la Plaza en la calle Alcázar,

como parece.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Según nos han contado varios vecinos, desde un pozo cerrado, que se

conserva a la entrada del camino de la Ermita del Calvario (Fig. 31), se accede a una

galería abovedada que discurre bajo la calle del Caño y por la que van las cañerías

hasta la fuente y los pilares. Según este testimonio en esa galería se puede ver que un

manantial antiguo estaría en la zona que ocupa el edificio del Hospital de Jesús y

María. Cuestiones que no hemos podido comprobar de primera mano.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Fig. 29. El Hermano Mayor de la Cofradía de Jesús de Valenzuela ataviado como el rey Boabdil. Año ca. 1920-1930. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Colección fotográfica de María Antonia Sánchez Méndez, sign. MASM-002.

La calle Alta (Fig. 11 y 21), entendemos que debe su nombre a la topografía

del sitio. Finalmente destacan cuatro calles con nombres religiosos, que deben

responder a iglesias o capillas de diversa naturaleza. La Calle San José (Fig. 11), por

su forma, parece responder a una puerta o salida dentro de la estructura urbana, y

quizá a una capilla o ermita dentro o fuera de la población. San Pedro y Santiago

(Fig. 11) son santos de fundamental importancia en la Baja Edad Media dentro del

ideario de la “reconquista”. La calle Santiago (Fig. 22), eje central del urbanismo de

este barrio, aunque puede deber su nombre a que existiera una capilla o pequeña

iglesia dedicada a este fundamental santo medieval, es más probable que reciba su

nombre por desembocar en el camino a Santiago de Calatrava o Santiaguillo, como

era conocido en otras épocas.

Las Calles San Pedro y Amargura (Fig. 11 y 25) deben responder en parte a

la ubicación y los límites de la antigua parroquia de la villa medieval, que tenía la

advocación de este apóstol250. La estructura de las manzanas entre las calles San

Pedro y Amargura puede que respondan al espacio o distribución de esta antigua

parroquia de San Pedro (Fig. 11), en la que también tuviera culto una Virgen de la

Amargura. Hoy se conserva una pequeña plaza con un importante aterrazamiento

para crear una superficie nivelada en el encuentro entre ambas calles (Fig. 25). Ese

aterrazamiento puede que fuera el necesario para la construcción y uso de la propia

iglesia y la pequeña plaza puede ser resto de la demolición de la iglesia, y es posible

que aún se conserven restos de estructuras, cuestión una vez más que sólo la

arqueología puede dilucidar.

Gracias a algunos documentos contables del Obispado de Córdoba se

conoce la existencia de una iglesia en Valenzuela desde prácticamente la conquista

cristiana, probablemente en 1264, y con seguridad en 1272 (Nieto, 1984, 214-216,

222; 1991, 96-98; Sanz, 1994; Sanz, 1995, 145; 154-155), que curiosamente

250 Muchas de las iglesias bajo-medievales andaluzas estaban dedicadas a Santa María o a San Pedro.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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pertenecía al arcedianato de Córdoba y no al más cercano de Castro del Río (Nieto,

1991, 239-240; Sanz, 1995, 44). Según Nieto Cumplido, que hace referencia a

documentos medievales de la Catedral de Córdoba, la iglesia de Valenzuela tendría

la advocación de Santa María, que luego cambiaría a la de la Asunción (Nieto, 1991,

242, Nota 1030), pese a que el resto de las fuentes y la toponimia señalan

claramente la titularidad de San Pedro, al menos para los siglos XIV y XV.

Las fuentes modernas se refieren escuetamente a la parroquia medieval.

Argote de Molina (1588, 300 vº.) la cita cuando describe el escudo heráldico de los

Valenzuelas: “Son las Armas de este linage en campo de plata vn Leon negro Rampante con

Corona de oro en la cabeça, como fe veen en la Iglefia de San Pedro de Valençuela en fus

fepulcros”, noticia que repiten otros genealogistas (Martyr Rico, 1629, 285-286;

Núñez de Castro, 1675, 3vº). De estos enterramientos hay algunas noticias

concretas, así, se dice que Alfonso Sánchez de Valenzuela “otorgó su testamento en el

año de 1382 mandándose enterrar en la Iglesia de San Pedro de Valenzuela, donde fue sepultado

con su muger” (Ruano y Ribadas, 1779, 404). Ramírez de las Casas cita al mismo

personaje251, y también dice que “Martín Sánchez de Valenzuela murió en 1383. Fue

sepultado con su muger Doña Sancha Martínez de Porras en la iglesia de San Pedro que estaba

situada en la calle de este nombre donde existe hoy una cruz grande de piedra (Ramírez de las

Casas, 1840/1842/1986, 414). Como nota añade: “Al hacer una excavación en este sitio

donde hoy existe una casa se encontró un sepulcro de piedra y en él unas espuelas de oro y una

espada, sin duda, pertenecientes a alguno de los señores de esta villa que fueron sepultados

allí”(Ramírez de las Casas, 1840/1842/1986, 414, Nota I).

La noticia de este hallazgo, que no sabemos cuando se produjo ni cual fue

su destino, confirma la existencia de restos de esta iglesia. Aún hoy existe una gran

cruz en un pequeño espacio abierto al final de la calle Amargura, que parece que es

parte de un solar añadido a la calle. Desconocemos cuál es el origen de esta cruz,

que quizá formara parte del Via Crucis barroco hacia la Ermita del Calvario, ni si es

la que cita Ramírez de las Casas, aunque su ubicación se sitúa en el lugar en que

251 “Alfonso Sánchez de Valenzuela hijo cuarto de los espresados fundadores, continuo de la Casa del rey Don Enrique

II Fue sepultado en la iglesia de San Pedro de esta villa con su muger Doña Mayor Alfonso de Venegas” (Ramírez de las

Casas, 1840/1842/1986, 414).

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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creemos que deben estar parte de los restos de la iglesia (Fig. 11). Localmente sólo

hemos tenido noticias de la aparición de restos humanos en el destierro de una casa

inmediata a esta área y el comentario de unos vecinos que señalan unas casas

cercanas como la ubicación de la iglesia.

No sabemos de momento más acerca de esta iglesia medieval, cuyos restos

quizá puedan ser excavados algún día, aunque parece claro que su construcción

debió ligarse al linaje de los Señores de Valenzuela, ya que allí tenían sus tumbas,

que lógicamente serían capillas y sepulcros con cierta monumentalidad, pudiendo

construirse originalmente desde la conquista castellana, e incluso no es improbable

que sustituyera a una antigua mezquita de la aldea musulmana, cosa bastante común.

El abandono de esta iglesia sólo ha dejado el testimonio de los nombres de las

calles, y desconocemos por completo cuales serían sus circunstancias, aunque deben

ligarse a la construcción de la Parroquia de Santa María de la Asunción y de la Plaza

del Ayuntamiento en los ss. XVI-XVII.

Por último la calle de las Erillas en el extremo sureste define el espacio

extraurbano de ampliación en este sector del pueblo en el que se ubicarían algunas

eras para el aviento del trigo, garbanzos...etc., y que se urbanizaría posteriormente,

así como parte de las casas de la calle San José, y la calle Mangueta (o Manga del

Fraile) (Fig. 11).

Según la lógica de esta hipótesis las calles Baena, Quemada, Porcuna, Feria,

Ancha y Nueva y la Plaza de la Iglesia corresponderían a una nueva ordenación de

Época Moderna (Fig. 11). El núcleo medieval estaría conformado como ya hemos

dicho y sus límites podrían variar algo en extensión dentro de ese espacio,

alcanzando como mucho las cuatro hectáreas de extensión urbana. Esta teoría, que

creemos la más plausible, evidentemente muy necesitada de datos,

fundamentalmente arqueológicos, para su comprobación, define la existencia de dos

núcleos distintos que ordenan el pueblo en momentos diferentes y con funciones

distintas (Fig. 4 a 11).

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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La hipótesis tiene un argumento importante en contra que es la estructura

de las casas de este barrio medieval de “San Pedro” (Fig. 11), que son actualmente

en su inmensa mayoría muy pequeños solares que corresponden a una estructura

social de jornaleros impropia de las casas medievales. Pero como vamos a ver puede

que existan procesos de reurbanización; de abandono parcial y nuevo crecimiento

hacia el Este del barrio; y con mucha más probabilidad de subdivisión de parcelas

por el proceso de proletarización de los campesinos en los siglos XVIII y XIX,

hasta convertir a ese barrio en un barrio casi exclusivamente obrero en

contraposición del barrio conformado por las calles en torno a la plaza en las que,

aunque con población mezclada, residirán los hidalgos en Época Moderna y luego

las clases propietarias en los ss. XIX-XX.

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Fig. 30. Soldados Romanos a caballo en la procesión del Viernes Santo con la Ermita del Calvario al fondo. Año ca. 1950. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Colección fotográfica de María Antonia Sánchez Méndez, sign. MASM-003. Pensamos, por tanto, que en un momento no definido entre los siglos XVI-

XVII, se produce un gran cambio urbanístico que deja en un lugar secundario el

modelo urbano medieval, que se irá transformando en un barrio obrero a un lado

del nuevo sistema urbano.

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Este nuevo sistema urbano está centralizado en torno a la Plaza de la Iglesia,

hoy Plaza de España, en la que se disponen los edificios más importantes, y a

diferencia del antiguo, que se ordena en sentido Este-Oeste, en paralelo a la ladera,

el nuevo lo va a hacer en sentido Norte-Sur, en perpendicular (Fig. 6 a 11).

Ramírez de las Casas dice que: “en la plaza se ve el solar de los Valenzuela y en su

frente al escudo de esta familia que es un león rampante por su descendencia de los reyes de León”

(Ramírez de las Casas, 1840/1842/1986, 415). Este es un hecho relevante ya que, si

es cierto, asocia la propia plaza con una casa solariega, o palacio, del Mayorazgo o

del Señorío de los Señores medievales Valenzuelas que teóricamente debió de

desaparecer a comienzos de la Edad Moderna, cuando el señorío pasa a la Casa de

Cabra y por tanto se sustituiría en las representaciones el escudo de los Valenzuelas

por el escudo del Conde de Cabra, luego Marqués de Valenzuela, de los Fernández

de Córdoba.

Quizá la Plaza (Fig. 7, 11 y 15) pudiera ser un proyecto de ordenación

“renacentista” de los últimos Señores de Valenzuela, o puede que establecieran en

ella una casa solariega familiar tras la venta del señorío. En cualquier caso sería

interesante tratar de recuperar algún testimonio, oral o fotográfico que situara en

concreto la ubicación de este palacio de los Valenzuelas que quizá existiera hasta

fechas recientes, ya que nos han contado que existieron varias casas con escudos en

la plaza que ya han sido demolidas.

La Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción (Fig. 7) pudo construirse en los

siglos XVI o XVII, al abandonarse la vieja parroquia de San Pedro (Fig. 11). Pudo

tener una fase constructiva renacentista que posteriormente se reformó con otra

barroca que es la que estuvo en pie hasta su demolición en los años 70 del siglo XX.

Esta reforma coincide con el terremoto de Lisboa de 1755 en el cual como poco se

derrumbó parte del campanario (Martínez Solares, 2001, 172). Ramírez de las Casas

añade que: “fue reedificada a costa de Don Rodrigo Arroyo natural de esta villa por haberse

arruinado en el terremoto de 1755 y tiene tres naves. Además del altar mayor dedicado a la titular

se ven en ella seis altares que son Ntra. Sra. de los Dolores, el Corazón de Jesús, Ntra. Sra. de la

Aurora, Jesús Crucificado, Las Animas y Jesús Nazareno” (Ramírez de las Casas,

1840/1842/1986, 415). A diferencia de los Señores de Valenzuela en la Edad

Media, que parece que se enterraban en la desaparecida Iglesia de San Pedro, los

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Marqueses de Valenzuela de la Edad Moderna, que ostentaban este título junto a

otros, como el de Conde de Cabra y al final Duque de Baena, no se entierran, a lo

que sabemos, en Valenzuela, sino en ciudades como Córdoba o Granada (Navas,

1713). En 1879252 se colocó un reloj y un campanario artístico de hierro fundido que

desde la demolición de la parroquia está colocado sobre la renovada Ermita del

Calvario y es uno de los iconos del pueblo.

Desconocemos la fecha de construcción del Pósito que ya existía a

mediados del s. XVIII y de cuya estructura parece que aún conserva partes el

edificio del Ayuntamiento (Fig. 16 y 17). Las actuales bóvedas pudieron ser como

en decenas de pósitos (Montero et alii, 1991) el espacio inferior destinado a las

tinajas de vino y aceite, o a almacén y que servía como aireación para que la

humedad no llegara a los cereales atrojados en el piso superior. El resto de la plaza

debieron ocuparlo casas nobles y tiendas.

La calle Baena (Fig. 15) recibe su nombre de la apertura del camino a Baena.

En ella estaban a fines de la Edad Moderna la casa del Marqués y el Cabildo o

Ayuntamiento antiguo253, aunque no se especifica su posición en la calle y con

respecto a la plaza. Según el testimonio de algunos vecinos mayores la casa del

Marques ocupaba gran parte o toda la fachada Sur de la Calle Baena, incluyendo el

gran espacio sin construir de “El Corralón” (Fig. 11). Aunque en el Repartimiento

de 1811254 aparece el marqués como vecino de la calle Quemada, donde quizá

tuviera una casa de labor o almacén que usaran sus redactores como referencia,

dado que en esa fecha el marqués no residía en Valenzuela. La calle Quemada, cuya

etimología desconocemos255, sería parte de este nuevo centro urbano. A partir de

aquí aparecen varios ejes que cortan la ladera perpendicularmente y que refieren a

salidas del pueblo. Así las calles de la Huerta, de Porcuna y de la Feria definen

252 Expediente para la contrata de las obras verificadas en la Torre de la Yglesia Parroql para la colocacion del Reloj

público, 1879, A.H.M.V., sign. H197/9.

253 Expediente instruido para la construcción de dos salas capitulares y cárcel, Ms. 1839, A.H.M.V., sign. H197/6.

254 A.H.M.V. (1812): Repartimiento mensual hecho en virtud de real orden para este pueblo de Valenzuela y año de 1811 y 1812, Ms. 1812, A.H.M.V., sign. H182/9.

255 Por lógica el nombre puede derivar de hechos concretos como un incendio, de un apellido o de un

mote de uno de sus vecinos, u otras.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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salidas y espacios exteriores al pueblo. La de la Feria (Fig. 8 y 11) tomaría el nombre

del lugar en que en Época Moderna se ubicaría la Feria de San Roque, en relación

con la explanada y el camino entre las paredes del pueblo y la ermita del Patrón (Fig.

9 y 10); la de Porcuna el camino a este pueblo y la de la Huerta, la salida a dicha

Huerta.

La Calle Nueva (Fig. 24) define con su nombre otra urbanización que pudo

tener origen en el s. XVIII, construyéndose en perpendicular a las pendientes de las

calles de la Feria y Porcuna.

Fig. 31. Procesión del Viernes Santo llegando a la ermita del Calvario. Año 1976. Fuente: Fototeca de ARQVIPO. Colección fotográfica de Alicia Herrera Martos. A comienzos del siglo XIX ya existen la mayoría de las calles de Valenzuela.

En 1812256 se enumeran con sus vecinos las calles: Feria, Erillas, Nueva, Porcuna,

256 Repartimiento mensual hecho en virtud de real orden para este pueblo de Valenzuela y año de 1811 y 1812 , Ms.

1812, A.H.M.V., sign. H182/9.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Ancha, del Caño, San Pedro, Santiago, Alcázar, Palomar, Manga del Fraile,

Quemada y Baena. En 1847257 aparte de estas se añaden la Plaza de la Constitución

y la calle Amargura, que se habían omitido anteriormente y la calle del Barrio que

parece que se define en este periodo como nueva urbanización, al estar separada del

núcleo por el gran espacio de “El Corralón” y espacios abiertos a las espaldas de la

calle Baena. En este año se enumeran los edificios públicos ubicados en la plaza: la

Iglesia, la Casa Consistorial, el Pósito y la Cárcel. En la calle del Caño se cita la casa

con iglesia destinada a Hospital y extramuros la ermita de San Roque en la que está

ya en uso el cementerio rural. Diez años después258 se dice que hay 576 casas, 5

edificios para artefactos y 7 edificios fuera del pueblo. En 1862259 se habla de un

Barrio de San José, la calle Manga del Fraile cambia su nombre por el definitivo de

la Mangueta y aparece una, hasta entonces desconocida, Callejuela del Mermejo (Fig.

11 y 23), que en el plano de 1892 (Fig. 4 y 5) se denomina Callejón Bermejo260.

En 1840 Ramírez de las Casas hace una dura descripción del caserío de

Valenzuela, mostrando desde su visión proclive a las ideas aristocráticas, su idea

sobre las miserables condiciones de vida de muchos jornaleros, haciéndola extensiva

a todo el pueblo, uniendo prejuicio y realidad: “Consta la población de diez y seis calles

mal empedradas y dos plazas: seiscientas veintiuna casa Muchas casas están arruinadas por no

haberlas podido reedificar sus dueños, a causa de los malos años, y algunas, aunque pocas, son de

chamiza. Por lo general son malas sucias y hediondas, lo que es debido a la falta de cal para

construir, y al uso que hacen del estiércol para mantener el fuego” (Ramírez de las Casas,

1840/1842/1986, 415).

En este s. XIX al acentuarse aún más las diferencias sociales en el mundo

rural son también más visibles en el urbanismo, conformándose espacios y zonas en

los que se aglutinan grupos sociales concretos. Así por el tamaño, espacios y usos de

257 Censo y registro de la riqueza de la Villa, Ms. 1847, A.H.M.V., sign. H107/1.

258 Revisión del número, clase y cultivo de los terrenos, casas y ganado, Ms. 1856, A.H.M.V., sign. H205/10.

259 Rectificación de la numeración de las casas y extrarradio, Ms. 1862, A.H.M.V., sign. H197/27.

260 Sin que sepamos el por qué de su nombre es probable que se deba a algo tan simple como que en

esta calle viviera en algún momento de Época Moderna o Contemporánea un hombre bermejo, es decir,

pelirrojo.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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las casas, y por los materiales y ornamentación se pueden distinguir las clases

sociales a las que pertenecieron sus habitantes y las rentas de las que viven, sus

propias formas de vida y trabajo, e incluso en parte su ideología y pensamiento.

La construcción de la carretera desde finales del XIX proyectó el urbanismo

de Valenzuela hasta la configuración del Paseo durante el s. XX. Tras la Guerra

Civil y el abandono forzado que supuso, Valenzuela tuvo que hacer una gran labor

de reconstrucción, que sin embargo no alteró en lo esencial la estructura previa y

sólo conocemos un gran proyecto urbanístico de viviendas y otros espacios en el

Paseo y en torno a la Plaza de la Virgen de la Cabeza y la calle Cervantes, con la

edificación de un nuevo barrio por parte de la Dirección General de Regiones

Devastadas y Reparaciones franquista y posteriormente el campo de fútbol al Oeste

y los colegios al Este (Fig. 6 a 13).

* * *

Como conclusión a todas estas dilatadas divagaciones, volvemos a la idea del

comienzo. Son muchas las preguntas y mucho el trabajo por hacer para elaborar una

seria y concienzuda Historia de Valenzuela en sus múltiples facetas. Aquí sólo

mostramos una mínima y superficial noción, a la altura de nuestros modestos

esfuerzos y capacidades, que esperamos sirva de acicate para fomentar el trabajo y la

investigación de la historia y la cultura de los vinagorros.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Apéndice 1: Una visión de Valenzuela en el s. XIX a través de los

Diccionarios.

1787 Atlante Español de Bernardo Espinalt y García

“LUGAR DE VALENZUELA. En la falda de un alto cerro llamado la Hesa Alta, está

situado el Lugar de Valenzuela, á nueve leguas de la Ciudad de Córdoba, y á corta distancia de la

Villa de Baena de la que es Arrabal, en la orilla Meridional del rio Salado, que divide los límites de

este Reyno, del de Jaen, á los doce grados y diez y ocho minutos de longitud, y treinta y siete grados y

cinqüenta y tres minutos de latitud. Lo ha- [176-177] habitan quatrocientos sesenta vecinos en una

Iglesia Parroquial construida á expensas de Don Rodrigo de Arroyo su Vicario, dedicada á Nuestra

Señora de la Asuncion, con un Vicario, y algunos Beneficiados. Tiene una Ermita de San Roque

Patron del Lugar, una Fuente, y dos Pilones para las caballerías. Su término, por la parte mas larga

tiene medio quarto de legua, y necesita mucha agua para producir trigo, cebada y garbanzos para el

consumo de sus naturales que son buenos labradores, y dados á la harrieria, sin embargo que algunos

se dedican á sacar yeso de una Cantera que hay cerca del Lugar, y otros en dos Salinas, que estan á

media legua de él, llamadas del Rincón del Tom. XII M Muer- [177-178] Muerto, y la otra de la

Orden. Su Señorio temporal pertenece al Conde de Luque, Marques de Algarinejo” (Espinalt,

1787, XII, 176-178).

1828 Diccionario de Sebastián de Miñano y Bedoya. “VALENZUELA: Lugar de realengo de España, provincia, obispado y partido de

Córdoba, jurisdicción de Baena. Población 693 vecinos, 2692 habitantes, una parroquia,

un hospital, un pósito, una hermita, y una fuente con dos pilones para beber las caballerías.

Situada a cuatro leguas y media de Porcuna, entre esta villa y la de Baena, de quien es

arrabal, en cuyo intermedio se halla el riachuelo Salado de Porcuna, en el camino que va de

Madrid a Málaga. Su término no excede de medio cuarto de legua de longitud, y en él hay

una cantera de yeso y dos salinas inmediatas llamadas del Rincón, del Muerto y de la

Orden. Contribución 10,599 reales con 3 maravedíes” (Miñano, 1828, 211).

1845 España Geográfica, Histórica. Estadística y Pintoresca de Francisco de Paula

Mellado. “VALENZUELA: Villa situada à diez leguas de Córdoba, en terreno desigual, entre

Porcuna y Baena. Es de moderna fundación. Pertenece a la diócesis de Córdoba y al partido

judicial de Baena, de donde dista dos leguas. Consta de 658 vecinos y 2,224 habitantes; hay

un estanco, una parroquia, un hospital, una ermita y un pósito. En la quinta de 1844

entraron en suerte 94 mozos de 18 a 24 años. Pagó por toda contribución 56,420 rs., y

cosecha al año comun 4.600 fanegas de granos y legumbres y 4,000 arrobas de vino, que con

los frutos menores importan 201,400 rs. Tiene en su término las salinas del Rincón y del

Muerto; hay algunos telares para lienzos” (Mellado, 1845, 340).

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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1849 Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar,

TOMO XV, de Pascual Madoz Ibáñez. “VALENZUELA: villa con ayuntamiento en la provincia y diócesis de Córdoba (a 9

leguas), partido judicial de Baena (3), Audiencia Territorial y Capitanía General de Sevilla

(30): Situada a la falda norte de un cerro, donde le combaten los vientos del SN y NE: El

clima es templado y saludable, y las enfermedades mas comunes las estacionales. Tiene 543

casas y 11 calles empedradas y anchas; casa consistorial, en cuyo edificio se halla también la

cárcel y el pósito; un hospital llamado de Jesús y María; escuela de primeras letras, con la

dotación de 2.200 reales anuales, concurrida por 45 discípulos, y otra para niñas, cuya

maestra no goza más dotación que las retribuciones de las mismas: hay iglesia parroquial de

Nuestra Señora de la Asunción, servida por dos curas propios; la ermita del referido hospital

dentro de la población, y fuera la de San Roque y la del Calvario, que está arruinada; un

cementerio a la parte de Poniente, y por último una fuente bastante escasa y algunos pozos,

de cuyas aguas, gruesas y algo salobres, se surte el vecindario. Confina el término al norte con

Cañete y Porcuna; al Este la Higuera y Santiago; al sur Santiago y Baena, y al oeste el

mismo Baena. El terreno es de buena calidad, de secano y todo de pan sembrar, y los

riachuelos que por él corren, dividiendo el término, son el Salado de Porcuna y el Salado de

Carrasco. Los caminos son de pueblo a pueblo en muy mal estado, y la correspondencia se

recibe de Baena por medio de balijero. Produce trigo, cebada, habas, garbanzos, yeros, escaña

y alpiste; ganado vacuno, de cerda, lanar, asnal, mular y caballar. Industrias la agrícola y la

arriería. Comercio estracción de granos e importación de los artículos de primera necesidad de

que carecen. Población 556 vecinos, 2224 almas. Contribución 56.129 reales y 16

maravedíes” (Madoz, 1849, 455).

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Apéndice 2: Descripción de Valenzuela en la Corografía

Histórico-Estadística de la Provincia y Obispado de Córdoba de

Luis María Ramírez de las Casas-Deza, ca. 1840.

Cuando Luis María Ramírez de las Casas publicó su Corografía... en 1840-1842 dejó fuera a

muchos pueblos de la región de la Campiña y entre ellos a Valenzuela. No obstante, las fichas con la

información que debería publicarse en el siguiente volumen de su obra, casi completas, a falta de

algunos mínimos datos, quedaron a su muerte como manuscritos que se han conservado hasta hoy

en el Archivo Histórico Provincial de Córdoba. En 1987 vieron finalmente la luz en una cuidada

publicación completa de toda la Corografía, incluyendo la parte inédita, editada y con un importante

estudio crítico por parte del profesor Antonio López Ontiveros (Ramírez de las Casas,

1840/1842/1986).

De esta publicación hemos tomado el texto íntegro que sigue (Ramírez de las Casas,

1840/1842/1986, 414-416). Es probablemente la descripción intencionada más completa de la villa

de Valenzuela en el s. XIX, y aún con carácter erudito y algunos notables errores sigue siendo un

testimonio historiográfico importante para la Historia de Valenzuela:

VALENZUELA

La villa de Valenzuela está situada en el declive septentrional de un elevado cerro por lo que sus calles son

más o menos pendientes. Es población antigua que unos creen debe reducirse a la Julia Fidencia de los romanos, otros

a la Obucula que menciona Plinio, otros en fin que es la Hispalis que nombra A. Hircio por donde pasó fugitivo de

Cesar el ejército de los pompeyanos, lo que indudablemente conviene más bien a la villa de Monturque. El Sr. Cortés

escribe que es la Virtus Julia y dice asi: «el P. Flores aplica a esta colonia las medallas de Ituci; pero parece increible

que una colonia inmunne con los dictados de virtus Julia que tomaría en obsequio del vencedor Julio César, no hubiera

puesto este nombre en sus medallas contentándose con el de Itucci que podía confundirla con una ciudad estipendiaria.

Se reduce verosímilmente a Valenzuela». Esta divergencia de opiniones prueba lo dudoso de su reducción.

Fue conquistada de los moros por Lope Sánchez, ganador asimismo de Córdoba, camarero mayor del Santo

rey Don Fernando tercer hijo del Infante Don Sancho de León y de Doña Teresa Díaz de Haro. Fue tomada antes

que Córdoba y aquel caballero hizo reparar la fortaleza y fue el primer señor de la villa por merced del rey otorgada en

la era de 1273 (año 1235).

Martín Sánchez de Valenzuela VI señor de esta villa fue privado de los señoríos de Castro el Viejo y de

Montoro por haber sido partidario del rey Don Pedro el Cruel y murió en 1383. Fue sepultado con su muger Doña

Sancha Martínez de Porras en la iglesia de San Pedro que estaba situada en la calle de este nombre donde existe hoy

una cruz grande de piedra(1). Estos señores obtuvieron facultad del rey Don Juan I fecha en 27 de abril de 1380 para

( 1) Al hacer una excavación en este sitio donde hoy existe una casa se encontró un sepulcro de

piedra y en él unas espuelas de oro y una espada, sin duda, pertenecientes a alguno de los señores de esta

villa que fueron sepultados allí.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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fundar mayorazgo de su heredamiento de Valenzuela con su castillo tierras y pertenencias como en efecto lo fundaron en

favor de su hijo mayor Juan Pérez de Valenzuela vasallo del rey por su testamento otorgado en 21 de mayo de 1380 y

fue confirmado por los Reyes Católicos en 1477.

Alfonso Sánchez de Valenzuela hijo cuarto de los espresados fundadores, continuo de la Casa del rey Don

Enrique II y veinticuatro de Córdoba fue valiente caballero y defendió a Valenzuela cuando en ______ la cercaron

los moros y llegaron a demoler la torre del homenaje. Fue sepultado en la iglesia de San Pedro de esta villa con su

muger Doña Mayor Alfonso de Venegas.

Alfonso Fernández de Valenzuela X señor de esta villa quedó de menor edad bajo la tutela de Don Diego

Fernández de Córdoba tercer conde de Cabra el cual hizo que el niño Alfonso tratase con su muger Doña Francisca de

Zúñiga la permuta del Señorío de Valenzuela por la dehesa del Montón de la Tierra, para cuya validación sacó la

condesa cédula real; pero habiendo llegado a mayor edad Don Alonso Fernández de Valenzuela y conociendo el

perjuicio que en el cambio había recibido remitió a las armas la vindicación de su derecho, juntó sus deudos y amigos y

con mano armada se hizo dueño de Valenzuela y de su castillo. Sabido esto por los Reyes Católicos dieron comisión a

Don Diego López de Avalos comendador de Mora en la Orden de Santiago y corregidor de Córdoba (1500-1506)

para que pasase a tomar a Valenzuela y demoliese el castillo hasta los cimientos para que no quedase señal de él ni se

pudiese reedificar, como lo hizo y Don Alonso se vió precisado a renunciar la herencia y casa de sus padres, que pasó

en 1502 a la línea en que ha continuado hasta el día.

Fue esta villa erigida en marquesado por gracia del rey Don Felipe IIII de 10 de septiembre de [414-415]

1625 a favor de Don Antonio Fernández de Córdoba señor de Orgiva y Busquítar en el reino de Granada.

Consta la población de diez y seis calles mal empedradas y dos plazas: seiscientas veintiuna casa, seiscientos

cincuenta y ocho vecinos y dos mil sesenta y cuatro habitantes. Muchas casas están arruinadas por no haberlas podido

reedificar sus dueños, a causa de los malos años, y algunas, aunque pocas, son de chamiza. Por lo general son malas

sucias y hediondas, lo que es debido a la falta de cal para construir, y al uso que hacen del estiércol para mantener el

fuego, por que no habiendo montes ni arbolado se carece de leña y el mejor combustible que emplean es la paja de

habas, yeros y garbanzos.

La iglesia parroquial que esta dedicada a Ntra Sra. de la Asunción fue reedificada a costa de Don Rodrigo

Arroyo natural de esta villa por haberse arruinado en el terremoto de 1755 y tiene tres naves. Además del altar mayor

dedicado a la titular se ven en ella seis altares que son Ntra Sra. de los Dolores, el Corazón de Jesús, Ntra. Sra. de la

Aurora, Jesús Crucificado, Las Ánimas y Jesús Nazareno.

Sírvenla dos curas y sus libros parroquiales principian: los de bautismo en 1558, los de matrimonio en

_____ y los de difuntos en ______.

Tiene dos hermitas: una al occidente de la población dedicada a San Roque a la cual está unido el

cementerio que se hizo en ______ y otra titulada del Calvario sobre la cumbre de un cerro que domina la población.

Tiene Casa de Ayuntamiento, pósito y cárcel todo junto y en la plaza se ve el solar de los Valenzuela y en

su frente al escudo de esta familia que es un león rampante por su descendencia de los reyes de León.

Hay un hospital con el título de Jesús y María que fundó don Rodrigo Arroyo y está servido por hermanas.

Se abrió en 1809 pero por lo común no tiene más que una cama. Es un mediano edificio con iglesia dedicada a

_____.

El médico titular tiene 150 ducados de dotación, y 100 el maestro de primeras letras.

Hay un escribano real que protocola en Baena.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Dependió de esta villa, que poseía en ella alcaldes hasta ... ______.

Es patrón del pueblo San Roque, al que cada calle costea una función anual en acción de gracias por su

protección que experimentó en una peste, acaso la de 1682, cuyas funciones se solemnizan mucho del modo que se

acostumbra en los pueblos pequeños.

Confina su termino al N . con el de Cañete de las Torres a y con el de Porcuna ______.

por oriente y mediodía con el de Baena a media legua y con el de Santiago por donde más a dos tiros de

bala; por occidente con el de este, y con el de La Higuera de Calatrava a uno, según cuyos límites su término es muy

corto pues no tiene más que 2.822 fanegas y 9 celemines de tierra de labor y 28 con 8 celemines de puro pasto. A un

pedazo de tierra que suele regarse a veces con el sobrante de la única fuente que hay, llaman La Huerta y da poca

utilidad.

El concejo de esta villa por escritura otorgada en Alcaudete en 25 de diciembre de 1590 con el comisionado

real Alonso López de Obregón ante Alonso Moragón escribano real y secretario de esta real comisión, adquirió la

propiedad de la dehesa llamada Baja y del egido, que constaban de 300 fanegas de tierra, por la cantidad de 450.000

maravedís. En 1655 otorgó esta villa escritura de venta en la ciudad de Granada de las espresadas 300 fanegas de

tierra a favor de Don Luis Fernández de Córdoba marqués de Valenzuela, con la obligación de pagar 650 ducados

de capital y réditos que debía la villa de un censo impuesto sobre dicha dehesa a favor del Tribunal de la Inquisición de

Córdoba y estipulado además que se habían de separar treinta fanegas en sitio determinado para que las disfrutasen los

vecinos, los cuales siendo entonces 120 cupieron a tres celemines cada uno. Estas suertes no se podían vender pasaban

de padres a hijos, o a los parientes más cercanos que se apresuraban a pedirlas al alcalde y el primero que llegaba

obtenía la posesión. Ninguno podía tener dos suertes por una misma línea ni disfrutarlas si dejaba de ser vecino; pero

desde 1820 se principiaron a vender y actualmente se continúa permitiendo la venta. Del cerro que domina la villa

proceden las cañerías que surten la única fuente que tiene, como ya insinuamos, y aún en el término no hay más que

pozos. Después de correr en sitio acomodado para que se pueda coger el agua pasa esta cubierta a un pilar, y otro

segundo hay con cañería propia que no la beben más que los ganados.

Produce trigo, cebada y semillas para cuya producción es excelente su terreno.

Cría ganado caballar, asnar y lanar en corta porción.

Su industria consiste en unos treinta telares de lienzo.

Las posadas son tres.

Los vecinos de esta villa no tienen molino alguno harinero en su término y van a moler a los molinos más

cercanos que son los que hay en el río Guadajoz.

Los habitantes de esta villa son robustos y se dedican a la agricultura, a la arriería, y a la [415-416]

fabricación de yeso, cuya piedra abunda, el que llevan a vender a muchos pueblos; y asimismo se ocupan en la caza de

volatería, arte en que sobresalen extraordinariamente, pues algunos hay que sólo con armadijos cogen en un día 70 u

80 docenas de alondras, trigueros, palomas y es tal la abundancia de esta especie de caza que por seis meses se cierra la

carnicería, proveyéndose el pueblo de aves, y teniendo además para vender a los pueblos inmediatos, lo que hacen por

muy bajo precio.

El principal camino que pasa por esta villa es el que conduce de Andújar a Málaga.

No quedan del castillo más que los vestigios en un terreno cubierto de piedras sueltas y maleza, donde se

advierte una excabación como de algibe.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Dista una legua de Santiago y de la Higuera de Calatrava, dos de Porcuna y de Cañete de las Torres, tres

de Baena, seis de Jaén y nueve de Córdoba.

Pertenece al partido de Baena.

LA SUCESION DE LOS SRES. Y MARQUESES DE VALENZUELA ES COMO SIGUE

Lope Sánchez I Señor de Valenzuela, camarero del Santo Rey Don Fernando casó con Doña Sancha

Alfonso de León.

Pedro Sánchez II señor de Valenzuela, casó con Doña Urraca cuya familia se ignora.

Juan Pérez de Valenzuela III señor de esta villa. Se ignora el nombre de su muger. Le sucedió su hija

legítima.

Doña Urraca Sánchez de Valenzuela IIII Señora de esta villa que casó con Martín Sánchez de Castro

Señor de Castro-Viejo. Sucedió su hijo Juan Pérez de Valenzuela V señor de esta villa y de Castro-Viejo primer

alcaide perpetuo del alcázar de Baena, casó con Doña Aldonza Fernández de Castro. Sucedió su hijo.

Martín Sánchez de Valenzuela VI señor de esta villa y de Castro-Viejo, y por merced del rey Don Pedro

también de Montoro, de cuyo señorío despojó este monarca el linaje de Godoy. Casó con Dª. Sancha Martínez de

Porras, y le sucedió su hijo.

Juan Pérez de Valenzuela VII Señor de esta villa, vasallo del rey y alcaide del alcázar de Baena. Casó dos

veces: la primera con Dª. Juana Fernández de Viedma: la segunda con Dª. Berenguela Alfonso de Montemayor. Tuvo

por hijo primogénito en su primera muger a Don Pedro Fernéndez de Valenzuela.

Alfonso Fernández de Valenzuela VIII señor de esta villa, hermano segundo del anterior e hijo de la

segunda muger de su padre Juan Pérez de Valenzuela, sucedió en lugar de su sobrino Juan Rodríguez de Valenzuela,

llamado por esto el desheredado, hijo de Pedro Fernández de Valenzuela, escluido de la sucesión por su abuelo según

costumbre de aquellos tiempos. Casó Alfonso Fernández de Valenzuela con Doña Aldonza de Narváez, y fue muerto

violentamente en el castillo de Linares por Gil Ramírez Dávalos, y el Lic. Alfonso García de Poblaciones y otros

caballeros susparciales.Sucedióle su hijo

Juan Pérez de Valenzuela IX señor de esta villa, veinticuatro de Córdoba, llamado el valiente. Casó con

Doña Mayor Alfonso de Venegas.

Alfonso Fernández de Valenzuela X señor de esta villa, la vendió a Doña Francisca de Zúñiga muger de

Don Diego Fernández de Córdoba tercer conde de Cabra y sustituyó en su lugar la dehesa del Montón de la Tierra en

1501.

Don Diego Fernández de Córdoba XI Señor de Valenzuela conde de Cabra casó con doña Francisca de

Zúñiga. Sucedió su 5.° hijo

Don Álvaro Fernández de Córdoba XII Señor de Valenzuela, el cual casó con D.ª María de Aragón de

la Casa de Villahermosa.

Don Antonio Fernández de Córdoba y Aragón XIII Señor y I marqués de Valenzuela casó con doña

Polixena Laso de Castilla, y sucedió su hijo

Don Antonio Fernández de Córdoba II marqués de Valenzuela: casó 1º. con Doña Luisa de Ayala: 2.°

con Doña María de Córdoba y Osorio: 3ª. vez con Doña Antonia de Bracamonte. Del primer matrimonio nació

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

– 355 –

Don Alvaro Luis Fernández de Córdoba III marqués de Valenzuela: casó con Doña Ana de Castilla y le

sucedió su hijo

Don Antonio Domingo Fernández de Córdoba IIII marqués de Valenzuela: casó con Doña Juana Laso

de Castilla, de la Casa de Vallamanrique y sucedió su hija

Doña Ana Fernández de Córdoba Laso de Castilla V marquesa de Valenzuela: casó en 1685 con Don

Carlos José Venegas hijo segundo del Conde de Luque Don Rodrigo Matías Venegas, sucedió su hijo

Francisco Venegas Fernández de Córdoba VI marqués de Valenzuela: heredó el titulo por fallecimiento de

su abuelo. Casó con Doña María Micaela Venegas Sucre, y Pardo, y sucedió su hija

Doña María Vicenta Venegas VII marquesa de Valenzuela y V condesa de Luque: heredó este título y

estado por fallecimiento sin sucesión de su tía Doña Josefa Antonia Venegas en 1744. Casó con Don Cristóval

Rafael Fernández de Córdoba marqués de Algarinejo y Cardeñosa.

Don Francisco de Paula Fernández de Córdoba y Venegas VIII marqués de Valenzuela, conde de Luque:

casó con Doña Leonor Pérez de Barradas. [416-417]

Don Cristóval Rafael Fernández de Córdoba IX marqués de Valenzuela casó dos veces: la 1ª. con Dª. N.

del Pulgar y Bernuy: la segunda con Doña M.ª del Carmen Rojas.

Don Cristóval Fernández de Córdoba y Rojas X marqués de Valenzuela casó con Doña M.ª del Valle

Aguilar y Espinosa.

* * *

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

– 356 –

Apéndice 3: Ordenanzas Municipales de Valenzuela de 1873.

Ordenanzas Municipales (1873): Ordenanzas Municipales que forma el Ayuntamiento de

esta Villa de Valenzuela, para el regimen interior de la Poblacion, aprobadas por la Exmâ

Diputacion y Governador Civil de la Provincia segun lo dispuesto en los articulos 69 y 71 de

la Ley Municipal vigente, Manuscrito, Archivo Histórico Municipal de Valenzuela, sign.

H33/17.

“Valenzuela Año 1873 Ordenanzas Municipales que forma el Ayuntamiento de esta Villa de Valenzuela para el

regimen interior de la Población aprobada por la Exmâ Diputacion y Gobernador Civil de la Provincia segun lo

dispuesto en los articulos 69 y 71 de la Ley Municipal vigente” (Ordenanzas Municipales, 1873, fol. 1rº).

“Ordenanzas Municipales que forma el Ayuntamiento de esta Villa de Valenzuela, para el regimen interior de la

Poblacion, aprobadas por la Exmâ Diputacion y Governador Civil de la Provincia segun lo dispuesto en los articulos

69 y 71 de la Ley Municipal vigente.

Titulo Primero

Policia de Gobierno y orden publico

Division Municipal

Art.1º. En conformidad a lo que determinan los articulos 33 y siguientes de la ley Municipal vigente, queda este

termino Municipal dividido segun aquel determina.____________________________

Los vecinos cavezas de familia estan obligados bajo multa gubernativa de veinte a treinta reales a

suministrar los datos que se les pidan en declaraciones juradas y en padrones parciales para hacer de nuevo y rectificar

el empadronamiento general del vecindario; asi como tambien á presentarse al llamamiento del Alcalde en virtud de la

citación que se les dirija, expresando el obgeto de la declaracion combocatoria ó llamamiento.

Reuniones o Manifestaciones

Art. 2º.+ Queda proivida toda reunion publica ó secreta que tenga por obgeto algun fin contrario al orden publico.

Que ofenda el pudor ó ataque abiertamente las buenas costumbres [2rº-2vº] como contraria á la constitucion o las

leyes

Art. 3º. Las reuniones al aire libre y las manifestaciones politicas que segun el articulo diez y nuebe de la constitucion

solo pueden celebrarse de dia requieren que sus promobedores pongan por escrito en conocimiento de la autoridad con

veinte y cuatro horas de anticipacion, el obgeto, tiempo y lugar, de la celebracion; los que faltaren á esta prescripcion,

seran entregados á los tribunales, para su correccion y castigo conforme al articulo 190 del codigo penal.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Juegos prohividos

Art. 4º. Los juegos de suerte, imbite y azar, son de los vicios mas ofensivos y perjudiciales á la sana moral de las

familias y que se hallan penados en el codigo. Los que en sitios ó establecimientos publicos promoviesen o tomasen parte

en cualquir juego de azar, que no fuese de puro pasatiempo y recreo, incurriran en la multa gubernativa de cinco á

quince pesetas, sin perjuicio de la denuncia publica oficial que haga el Alcalde al Juez Municipal para que sea

impuesta ademas la de cinco a veinte y cinco pesetas con arreglo al articulo 594 del codigo.

Art.5º. El dinero ó efectos y los instrumentos y utiles destinados al juego caeran en comiso, para aplicarlo al socorro de

los pobres.____________________________[2vº-3rº]

Festibidades y procesiones

Art. 6º.+ Siendo la religion catolica la del estado y la de la misma mayoria de los españoles con arreglo á sus

presupuestos se proibe todo trabajo personal en los domingos y demas dias festivos y cuando fuese indispensable

continuar el trabajo en las labores del campo &. se obtendrá provisionalmente el permiso de mi autoridad que se dará

gratuito._____________________

Art. 7º. Se proibe que el Sabado Santo al toque de gloria se disparen dentro del pueblo armas de fuego y que las calles

y plazas por donde han de ir las procesiones deberan estar barridas bajo la responsavilidad de los vecinos sin que estos

puedan interceptar el paso con caballerías tablados y &. ni fumar tener el sombrero puesto gorro ni pañuelo en la

caveza desde que empiecen hasta que concluyan de pasar las procesiones por delante del sitio en que se encuentren.

A los que incurriesen en las faltas comprendidas en las anteriores disposiciones, en desacato y respeto

religioso de la mayoria del vecindario, se les impondrá guvernativamente la multa de una á cinco pesetas.__________

Fiestas Populares

Art. 8º. En los tres dias de carnaval se permitiran solamente las de costumbre inmemorial en esta villa y si alguien

fuese enmascarado, sin careta, se le proibe llevar armas por las calles y á los bailes aun cuando sea bajo el pretesto de

que lo requiere el trage con que baya disfrazado._________________________[3rº-3vº]

Diversiones y establecimientos

publicos

Artº.9 Nadie podra dar bailes publicos ni ninguna otra clase de diversion, sin permiso de la autoridad local bajo la

multa de dos a cinco pesetas._______________________________

Las tabernas tiendas de vino y demas establecimientos publicos analogos estaran bajo la inmediata vigilancia

del Alcalde pudiendo este, segun las circunstancias exijan señalar la hora de cerrarlas, sin que quedan dentro otras

personas estrañas á las familias del dueño ó que viva havitualmente con ellas, y que en caso que se negasen por los

taberneros seran estos multados de cinco a quince pesetas, y lo mismo las personas que haya en el las con el fin que va

referido._________________________

Cencerradas

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Artlº.11 Queda terminantemente proivido el abuso de dar cencerradas á los viudos y viudas que contraen segundas

nuncias ya sea de dia ya de noche y doblemente el darlas á otras personas con el obgeto de ridiculizar cualquiera de sus

actos; los contrabentores sufriran la multa de una a tres pesetas.

Uso de Armas

Artº. 12 Los que usaren armas de fuego sin [3vº-4rº] licencia incurriran en la multa de cinco a quince pesetas con

perdida del arma, y lo mismo los que cazaren en tiempo de veda fuera de los terrenos que no sean de su propiedad o con

autorizacion de su dueño.

Desobediencia á la Autoridad

Artº. 13 Los que faltasen al respeto y consideracion devida á la autoridad ó la desobedeciesen lebemente dejando de

cumplir las ordenes que le dictasen si el hecho no constituye delito incurriran en la multa de cinco á quince pesetas;

incurriendo en igual pena los que no presten el ausilio debido á la Autoridad; los que ocultasen su verdadero nombre,

vecindad, estado o domicilio, á la autoridad, funcionario publico, que se lo preguntase por razon de su cargo, será

castigado con la multa de cinco a quince pesetas.

Titulo 2º

Contrucciones y demoliciones de edificios

Artº. 11 Todo frente de casa ó solar donde se practiquen obras de nueba construccion se serrará con una barrera de

tablas mientras lo permita la anchura de la calle y mientras la reedificacion reparasion ó derrivo de una casa ofresiese

peligro ó dificultad del transito de Caballerias, se atajara este a las mediasiones de la otra a juicio de la autoridad

advirtiendo que nadie podrá salirse de la rasante de alineacion de su fachada como no [4rº-4vº] sea á buena altura y

que las armaduras ó tiros para subir los materiales no podran situarse en las calles, y si solo en el interior de la casas ó

dentro de la cerca teniendo obligacion el dueño de la obra ya sea interior ya sea esterior dejar espedito el paso á los

transeuntes y limpiar la calle luego de verificada la carga ó descarga de materiales ó escombros. El que con motivo de

obra, limpia u otro obgeto ocupe alguna parte de la calle o plaza, deberá tener en aquel punto un farol que alumbre

toda la noche. Los escombros seran sacados y conducidos al punto donde la Autoridad determine bajo la multa de

cuatro a diez pesetas,

Edificios y Solares ruinosos yermos

Artº. 15 Los dueños de solares yermos estan obligados á edificar en ellos dentro del termino de su año, y de no

verificarlo asi, en Ayuntamiento acordará lo combeniente para su reedificacion.

Artº. 16 Los dueños de los edificios que amenazasen ruina los repararan en el termino que acuerde el Ayuntamiento y

de no verificarlo se dispondrá la venta del solar ó se verificará por cuenta del Municipio, con cargo al valor ó edificio, y

[? previo] el oportuno expediente

Artº. 17 Los que infringiendo las ordenes de la autoridad descuidasen la reparacion de [4vº-5rº] edificios ruinosos ó

de mal aspecto seran castigados con la pena de cinco a quince pesetas

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Establecimientos peligrosos o insalubres

Artº. 18 Queda proivido establecer dentro de la poblacion hornos ó fabricas de cal y yeso muladares y colmenares, y

todo otro artefacto ó establecimiento que por su destino sea incomodo o insalubre ó tenga que usar de materias

combustibles en grueso siendo visitados frecuentemente por la Autoridad los referidos establecimientos.

Titulo Tercero

Policia de seguridad.

Precauciones contra insendios

Artº. 19 No podra encenderse en las habitaciones ó cocinas que no tengan chimenea; y se necesita licencia de la

Autoridad para abrir en cualquier establecimiento que por los productos ó generos que se venden ó consuman pueda

ocasionarse directa o indirectamente el fuego ó alimentarle indirectamente.

Disposiciones para los casos de insendio

Artº. 20 La persona que notase el incendio sea o no de la casa en que ocurra dará abiso inmediatamente á la

Autoridad y si el incendio ocurriese durante la noche se abisara a la misma Autoridad por las personas mas proximas

al incendio donde acudiran todas las personas y principalmente los alvañiles & y los que en caso de incendio no

prestaren á la autoridad el auxilio que se le reclamase [5rº-5vº] pudiéndolo hacer sin riesgo personal, seran castigados

con la multa de cinco a quince pesetas

Caballerias

Artº. 21 Se proibe absolutamente tener caballos por las calles y si solo ir al paso natural ni se permitira tampoco atar

en las puertas o rejas de las casas ni arboles caballería alguna estorbando el paso con ella y cuando se encuentren en

una calle dos caballerias ó carruages tomara cada uno su derecha del que se encuentre mas proximo á la esquina y si

fuere cuesta la hará el que suba

Art. 22 Los que infirngiesen las disposiciones expresadas anteriormente seran castigados con la multa de una a cinco

pesetas

Perros

Artº. 23 Los perros alanos mastines y todos los de presa cualquiera que sea su especie iran siempre por la calle con

bozar, los que se encuentren sin este requisito seran recogidos ó muertos, esceptuandose unicamente los de caza

Artº. 24 Si algun perro tuviere senales de rabia dispondrá el dueño que se mate ó desde luego lo verificaran los

dependientes de la Autoridad

Titulo 4º

Policia de abastos pan y panaderia

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Artº. 25 La elaboracion y venta de pan es libre. Todo vecino podrá benderle y expenderle estando matriculado en la de

subsidio yndustrial anunciando al público la calidad peso [5vº-6rº] y precio á que lo espenden siendo condicion precisa

que ha de ser fabricado con harina de trigo, sin mezcla alguna de otras semillas ó frutos perjudiciales á la salud vien

amasado y cozido bajo la pena marcada en el codigo á los infractores siendo el peso de cada pan su equivalencia al de

dos libras castellanas y podrá subdividirse en libreta, media libreta, ó panecillos.

Artº. 26 El consumidor que se creyese perjudicado en la calidad cantidad ó peso del pan acudirá al alcalde en

reclamacion comprobandose en el acto la falta de peso á presencia del vendedor y comprador y solo se dispensará media

onza de falta en el peso por razon de coccion en cada pan si se pesasen separados y esto a juicio de la Autoridad segun

lo mas ó menos cocido que apareciese

Artº. 27 El pan ha de llebar precisamente la marca o sello del panadero a fin de identificar a que lo haya cocido ó de

quien dependa la falta

Artº. 28 + Sin perjuicio de la accion individual de los consumidores el Alcalde y Teniente y regidor sindico podran

visitar las panaderias y puestos de pan repesar todo el que se halle a la venta ó parte de el corregir con la multa de cinco

á quince pesetas

Al que no diese el peso ó del examen resultase mal cocido ó con sustancias estrañas al trigo, decretará su

comiso para distribuirlo á los pobres si no fuese nociba a la salud por la mitad del precio dejando su importe para

cubrir costes y multas del espediente gu[6rº-6vº]bernativo y las multas de las denuncias al juzgado y que la venta de

pan podra hacerse en despachos ó tablas en la plaza tenidas o puestos en las mismas panaderias.

Mataderos y venta de Carnes

Artº. 29 Las reses destinadas al consumo publico han de ser sacrificadas precisamente en la casa ó sitio destinado para

el matadero.

Artº. 30 Al que se cogiese carne o res muerta no se le permitirá su venta al publico sin el oportuno reconocimiento del

inspector ó del Regidor Sindico pagado derechos de reconocimiento y ademas una multa de veinte reales por primera vez,

cuarenta por segunda y sesenta por tercera.

Artº. 31 No se permitirá en el matadero la entrada de ninguna res muerta cualquiera que haya sido la causa de su

muerte sin el preciso reconocimiento del inspector ó del que haga sus veces abonandose sus derechos. La persona que

haga el reconocimiento de las reses en vivo sin perjuicio de hacerlo en sus canales depues de muertas si notase falta de

sanidad en alguna, no permitirá su despacho y dará el oportuno conocimiento al alcalde para impedir su venta al

publico vigilando su enterramiento permitiendose la matanza y ventas de carnes de vaca, buey, y macho cabrio, en todo

tiempo la de obeja, cabra, cabrito y cordero solo en las epocas que al efecto se señalen siendo precisa condicion que la

venta de carnes se ha [6vº-7rº] de verificar en el sitio que determine el Ayuntamiento por no haber carniceria publica y

que en el que designe tenga su rotulo en que exprese la clase de carnes y su presio fijo para todos, advirtiendo que si el

proponente á las carnes designara local para su venta queda al arbitrio del Ayuntamiento admitirla o no. La tabla ó

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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puestos estaran limpios y aseados y los pesos y pesas contrastados y arreglados en forma y colocados de manera que los

compradores puedan ver la operacion.

Artº. 32 Los cerdos destinados al consumo publico seran muertos con las mismas formalidades que quedan

consignadas con las demas reses. Los contrabentores a esta disposicion sufriran la multa de cinco a quince pesetas

Venta de Comestibles

Artº. 33 La venta de frutas verdes y secas de legumbres y hortalizas y de los demas artículos de comer bever y vender

podrá hacerse en la plaza publica y que todo vendedor ha de tener peso y pesas corriente y controladas ó proveerse de

ellas diariamente en el deposito Municipal destinado á este fin

Artº. 34 Nadie podrá vender articulos aulterados ni en estado de corrucion ó putrefaccion como perjudiciales á la salud

publica los cuales seran reconocidos y en su caso inutilizados quemados ó enterrados á juicio del Alcalde

Los contrabentores á estas disposiciones seran [7vº-8rº] castigados con la multa de una a cinco pesetas

Caldos y liquidos

Artº. 35 Las vasijas de que se sirban los taberneros paar medir el vino y vinagre y otros liquidos ademas de estar

marcados por el contraste deberan mantenerse siempre su buen estado.

Artº. 36 Los taberneros y rebendedores de vinos y aguardientes & deberan tener un lebrillo con su correspondiente

juego de medidas para cada clase de liquidos, y los embudos tendran su colador para detener cualquier cuerpo estraño

no pudiendose vender vinos agrios biciados ó adulterados como dañosos a la salud

Artº.37 Sera penada la venta de leche con mezcla de agua ó de leche requesones agrios, en cualquiera epoca que se

verifique. Los contrabentores á estas disposiciones seran castigados con la multa de una á cinco pesetas.

Posadas y mesones

Artº. 38 Los posaderos y mesoneros y demas puntos en que se reciban forasteros a pernoptar llebaran un libro de

registros en que asienten la entrada y salida de los guespedes en vista de las cedulas de empadronamiento Los

contrabentores á esta disposición seran castigados en la multa de una a cinco pesetas

Fuentes

Artº. 39 Los pozos y pilares que sulten de aguas potables al vecindario requieren la mayor [8rº-8vº] limpieza y

esmero; nadie podra sacar de ellos el agua con cantaros, botijos ó cacharros sucios ni introducir en ellos cosa alguna que

pueda ensuciar las aguas bajo la multa de dos á seis pesetas

Título 5º

Policia de Salugridad

Profesores y facultativos

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Artº. 40 Toda persona que obtenga titulo profesional ó se trate de establecer en esta Poblacion para egercer su facultad

ha de presentar al Ayuntamiento el titulo que lo autorice sin cuyo requisito no se permitirá funcionar como tal profesor.

El facultativo matriculado y con titulo registrado cuando notase alguna alteración especial en la salud publica o

sintomas de epidemia ó enfermedad contagiosa lo pondrá inmediatamente en conocimiento del Sor [Señor] Alcalde con

toda la espcecion [excepción] que el caso exige, y en los establecimientos publicos ó privados de enseñanza no se

recibirá niño alguno de uno y otro sexo ni que demuestre hallarse vacunado. Los contabentores á las disposiciones

anteriores sufriran el castigo que sean acreedores.

Limpieza y salugridad

Artº. 41 Queda proibido sacar á las puertas de las casas los estiercoles por mas de cuarenta y ocho horas deviendo

trasladarse y conducirse al campo dentro de este plazo bajo multa de seis a diez pesetas.

Artº. 42 Queda proibido dejar salir y coger aguas sucias e inmundas por los reguerones de las casas bajo la multa de

una a cinco pesetas segun los casos; y ademas queda proivido y se vigilará asiduamente que las personas se ensucien y

orinen en las calles ó plazas ó en las puertas de las casas inmediaciones de los templos & bajo la multa de una a cinco

peseta.

Artº. 43 Se recomienda eficazmente á todos los vecinos barrer los sabados por las tardes sus respectivas puertas de las

casas hasta la corriente de las calles y limpiar los [?] de sus respectivas puertas por ser de urgente necesidad bajo la

multa de una á dos pesetas

Transito publico

Artº. 44 Los que [?] cortaren, ó inutilicen [?] en las calles y paseos publicos sufriran la multa de cinco á quince pesetas

y ademas responderan del daño causado.

Cadaveres y enterramientos

Artº. 45 Los cadaveres de personas mayores deveran llebarse al sementerio en ataud cubierto o cerrados, solo se

permitira llebar descubiertos los de los niños menores de siete años, salvo que haya producido la muerte alguna

enfermedad contagiosa en cuyo caso han de llebarse cubiertos.

Artº. 46 No podran tener los cadaveres en las casas mas tiempo que el necesario para la [8vº-9rº] preparación del

entierro y con sugecion al dictamen facultativo en darle sepultura antes de transcurrido veinte y cuatro horas desde el

momento mismo en que fallecio, conforme a lo dispuesto en el artículo 75 de la ley de Registro Civil.

Artº. 47 Todos los cadaveres que no sean enterrados en panteones ó medios especiales, lo seran en sepultura comun en

sementerio. La sepultura no podra abrirse ni enterrar en ella otro cadaver hasta pasados cinco años.

Titulo 6º

Polisia Rural

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Artº. 48 Los que destruyeren alteraren ó baciaren en alguno de los itos ó señales de la mojonera grâl [general] del

termino seran entregados á los tribunales para su castigo ó correccion.

Guarda y custodia de campo

Artº. 49 Queda proibido entrar por los sembrados a pie o a cabado [caballo] hacer cenderos y cortar espigas, para ir

de una finca á otra deberá caminarse siempre por sus lindes divisorias bajo la multa de una a cinco pesetas.

Artº. 50 Nadie podra introducir en las siembras corderos á pacer y mucho menos reses mayores bajo la multa

gubernativa de cuatro á diez pesetas por el solo hecho de entrar en heredad cercada y serrada sin perjuicio del daño

particular que el dueño podrá denunciar para que se repongan al dañado las penas establecidas en el codigo penal que

castigara en jucio el juez Municipal. [9rº-9vº.]

Artº. 51 Nadie podrá entrar á segar ó recoger yerbas en los sembrados sin permiso de sus dueños, bajo la multa de

cuatro a diez pesetas ó un dia de castigo de arresto por nisorbencia.[? desobediencia]

Artº. 52 Seran considerados como reos de serlo y puestos a disposicion del Juez Municpal á los que con pretesto de

espigar corten las espigas con tigeras nabajas hoces ú otros instrumentos

Artº. 53 Toda res ó caballeria que se condusca a los prados habra de llebar su bozar correspondiente y nadie podra

habrir sanjas junto á los caminos con obgeto de impedir la entrada en sus funcas á las personas ó caballerias bajo la

multa de una a cinco pesetas y obligación de lodarla [? taparla] á su costa y tampoco podran quemar rastrogear ni

encender ogueras en los campos durante la estacion de verano a las inmediaciones de los sembrados ni en los rastrojos

bajo la multa de cinco á quince pesetas

Artº. 54 Las Cavallerias de los trabajadores del campo han de estar maniatadas dentro de las fincas en que se hace la

recoleccion sin consentirle mayor numero que el destinado á la conducion de las cargas con sus crias lechales salbo

permiso en contrario bajo la multa de una a cinco pesetas.

Artº. 55 Los ganados no podran introducirse en [9vº-10rº] fincas agenas al disfrute de las rastrogeras que sus dueños

hallan comprado hasta que sea lebantado el ultimo haz o gavilla de sus mieses bajo la multa de cinco a quince pesetas.

Artº. 56 Los guardas particulares de campo jurados presentaran sus denuncias en esta Alcaldia siempre que se

refieran a faltas de cumplimento de las disposiciones de este bando ó quebrantamiento de sus prescripciones y ante el

Juez Municipal cuando sean inferidas á la propiedad particular su ratificación hará se conforme al reglamento de 8 de

noviembre de 1849 salvo la prueva legal en contrario.

Artº. 57 Los dueños de palomares han de tenerlos serrados durante los meses de octubre y Noviembre y desde el quince

de Junio al Quince de Agosto Los infractores sufriran la multa que proceda conforme al reglamento de tres de Mayo de

1834 y disposiciones posteriores.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Caminos, Cañadas, veredas, servidum

bres publicas y vienes comunes

Artº. 58 Queda proibida toda alteracion en los caminos vecinales y sendas establecidas, así como hacer las fincas

contiguas a ellos obras ni roturas sin previo conocimiento del Ayuntamiento bajo la multa de tres a cinco pesetas.

Artº. 59 Las intrusiones resientes de los dueños de las fincas colindantes á los caminos, cañadas cordeles y abrebaderos

seran reibindicadas obligando á sus dueños á dejar inmediatamente el terreno agregado á ellos abusivamente. [10rº-

10vº]

Los que no lo hicieren por sí en el termino de ocho días ó diesen lugar á reconocimiento pericial y resolucion

del Ayuntamiento sufriran la multa macsima que prevenga la ley sin la menor contemplacion.

Artº. 60 Nadie podrá apartarse de los caminos con caballerias por sus accidentes penetrando las fincas particulares ni

abrir por estas carriles apartaderos bajo la multa de cinco a quince pesetas con reconocimiento de daños y perjuicios

Artº.61 Nadie podrá dejar por los caminos ni á menor distancia de mil varas de los mismos animal alguno muerto

bajo la multa de tres a siete pesetas, y gastos que ocasione el enterrale.

Artº. 62 Nadie podrá habrir surco ni zanja en los caminos para cargar con mas facilidad sus caballerías, ni

cualquiera otro obgeto bajo la multa de seis á nueve pesetas.

Aguas

Artº. 63 Los vecinos pueden usar las aguas que corran por sus terrenos para vever, labar ropas, basijas, y cualquier

otra clase de objetos e igual uso puede hacerse para abrebar ganados y bañarse hasiendo esto en los vados que hay

establecidos.

De la Caza

Artº. 64 Los que entrasen á cazar en heredad cerrada y campo vededado sin permiso de su dueño [10vº-11rº] serán

castigados con la multa de ocho a quince pesetas.

Artº. 65 En las tierras que no sean de propiedad particular se proibe cazar desde primero de Marzo hasta primero de

Agosto.

Artº. 66 Se proive cazar sin las correspondientes licencias de uso de armas y caza bajo la multa de cinco a quince

pesetas.

Artº. 67 Ygualmente queda proibida la caza en los dias de nieve y los llamados de fortuna ó con urones, lazos,

perchas, redes, ó reclamos machos esceptuandose de esta regla general las codornices y demas aves de paso bajo la multa

de cinco a quince pesetas.

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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Animales dañinos

Art. 68 Es libre en todo tiempo incluso los dias de nieve y fortuna la caza de animales dañinos y aves de rapiña tales

como los lobos, zorros, garduños, gatos monteses, tejones, turones &. tanto en los montes y terrenos de propios cuanto

en las fincas de particulares no sembradas ni cercadas.

Artº. 69 En los terrenos abiertos no serña permitido cazar los animales dañinos ni otro alguno, con sepos, trampas, o

armadijos, ni con esticnina morcilla o carnes embenenadas por los gravisimos perjuicios que pudieran inferir á las

personas ó á los ganados ó animales del campo bajo la multa de cinco á quince pesetas.

Proteccion precuaria y agricola

Artº. 70 El que se encontrase ó hallase alguna res o caballeria estrabiada en los caminos ó en los [11rº-11vº] campos

deberá recogerla y entregarla al Guarda Municipal o entregarla a la autoridad espresando el dia y hora de su

presentacion la res ó animal hallado sera entregado en el acto á su dueño si lo tuviese conozido y sino al Ayuntamiento

se hará cargo de la manutención.

Artº. 71 Hecho el deposito se anunciará por edictos y se llamará al dueño por el boletín oficial de la provincia

concediendole quince dias de termino si fuese menor y treinta su fuese mayor

Artº. 72 Transcurrido el termino señalado sin que parezca el dueño á reclamar sin los justificantes necesarios para

acreditar en forma que le pertenece Se anunciara la subasta por el termino de tres á ocho dias previa la oportuna

tasacion y se venderá por adjudicación al mejor postor depositando su importe en la caja Municipal por termino de tres

años pasado el cual sin aparecer el reclamante se adjudicará á la beneficencia Municipal.

Artº. 73 En todo el caso el dueño a quien se entregue una res ó animal perdido abonará los gastos hechos en su guarda

y manutencion y a falta del dueño del precio de la venta ó de lo que haya producido en el servicio á lo que se hubiere

dedi [11vº-12rº] cado se deducira de aquello.

Artº. 74 Sobre cada hayazgo Curso o terminacion se instruirá un pequeño expediente que quedara archivado en el de

la Corporación.

Valenzuela veinte y uno de Dic [Diciembre] de mil Ochocientos y Setenta y dos =

[Al margen escudo real con leyenda “ALCALDIA CONSTL DE *VALENZUELA*”]

[Firmas]

Pedro Hidalgo Antº J. García y Perales

Juan Rafael Porcuna y Vallejo Antonio Herrero

Juan Franco. Hidalgo Franco Lopez Ballejo

Es X de Alonso Gordillo García Es X de Alonso Porcuna Lopez

Es X de Juan Santiago Gord [Ga]llo y Gordillo Es X de Juan Pedro Rivas Urbano”

(Ordenanzas Municipales, 1873, fol. 1rº-11rº).

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Moratalla, Añora del Cojo, Herrera de los Palacios, y de los Saurdones, Salares, Algarrobo,

Benaescalera, Alcaucin, Daracalde, Biberos, y el Bollero, Patron perpetuo del Collegio de las Ciencias, que

con advocacion de Santa Maria de Gracia mando fundar en la Parroquial de Santa Maria de esta

Ciudad el Sr. Don Antonio Fernandez de Cordoba, y hoy se halla en el Real Convento de San Pablo de

ella del Orden de Predicadores. Que lleva en Cordoba la unica linea de Varones agnados de esta Casa,

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Historia de Valenzuela. Actas de Jornadas

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