herreriana, año 9 no. 2 octubre 2013
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Herreriana es una revista semestral y gratuita de divulgación de las ciencias y las matemáticas, que se edita desde el Área Académica de Biología del Instituto de Ciencias Básicas e Ingeniería. Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, México.Son bienvenidas contribuciones de cualquier parte que sigan el formato y las normas editoriales.Ésta es la nueva época de Herreriana!TRANSCRIPT
Año 9, No. 2, 2013.
MEMORIAS DE UN HERPETÓLOGO
CONTROL DE ESPECIES INDESEABLES. El caso del
MURCIÉLAGO VAMPIRO
EL ARTE DELA GUERRA (III)
Hibernación¿CÓMO ES AFECTADA POR EL CAMBIO CLIMÁTICO?
LA BIOLOGÍA SINTÉTICAY LA CONSERVACIÓN DE LA NATURALEZA
JOHN JAMES AUDUBON& THE BIRDS OF AMERICA
¿ESPECIALIZACIÓN O INTEGRACIÓN?
LA BIOGEOGRAFÍA DE ISLAS EN LA CONSERVACIÓN DE REFUGIOS O ÁREAS NATURALES
Índice
Memorias de un Herpetólogo
Hibernación, ¿Cómo es Afectada porel Cambio Climático?
Control de Especies Indeseables: El Caso del Murciélago Vampiro
La Biología Sintética y la Conservación de la Naturaleza
John James Audubon & The Birds of America
Especialización o Integración
La Biogeografía de Islas en la Conservación de Refugios o Áreas Naturales
El Arte de la Guerra III
Editorial
Normas Editoriales y Directorio
Año 9, No. 2, 2013.
Foto: David Crespo
DIRECTORIOEDITORA GENERAL
Consuelo Cuevas Cardona
EDITORES ASOCIADOS
Ulises Iturbe Acosta
Katia A. González Rodríguez
CONSEJO EDITORIAL
Jesús Martín Castillo Cerón
Consuelo Cuevas Cardona
Katia A. González Rodríguez
Ulises Iturbe Acosta
Gerardo Sánchez Rojas
DIAGRAMACIÓN Y DISEÑO
Eddier Montiel
ISSN 1870-6371
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MEMORIAS DE UN HERPETÓLOGO
Aurelio Ramírez-Bautista
Profesor-Investigador, Laboratorio de Ecología de Poblaciones, Área
Académica de Biología, ICBI, UAEH.
Foto: Eddier Montiel A mediados de los años 70 ingresé a la carrera de Biología en Xalapa,
Veracruz, y mientras fui estudiante me parecieron interesantes
algunos grupos de vertebrados, en los que curiosamente no se incluían
los anfibios y reptiles. Entre el séptimo y octavo semestre debía cursar
la materia “Biología de Campo”, en la cual debía seleccionar un tema
de investigación. Sin embargo, por la escasa información que se tenía
en mi universidad, salí al campo en búsqueda de un tema que me
convenciera para el desarrollo de mi tesis. Visité un cultivo de caña de
azúcar y un cafetal en la zona de Las Ánimas. Ésta era una hacienda
muy grande que hoy en día se ha convertido en fraccionamientos para
personas pudientes. Recuerdo que los trabajadores me presentaron
al encargado, quien me comentó que tenían graves problemas con la
plaga de un roedor, la rata de campo (Liomys salvini). Estos roedores
estaban destruyendo varias hectáreas de cultivos de la caña de azúcar,
así que inmediatamente me puse a investigar cómo controlarlos.
Entre tanta búsqueda me enteré de un profesor del Instituto de
Biología de la UNAM que trabajaba con una hormona inhibitoria de
la reproducción, llamada “estradiol”, por lo que con mis pocos ahorros
me fui a la ciudad de México en busca de ayuda para este trabajo.
Sin embargo, este profesor de nombre Álvaro (en aquel entonces
estudiante de posgrado), no se encontraba y nadie me pudo informar
sobre él. Preocupado por regresar a Xalapa sin información, pregunté
quién me podía dar alguna pista de esta persona y me indicaron ir
con el Jefe del Departamento de Zoología del Instituto de Biología,
el doctor Raúl MacGregor, quien me atendió con una gran cortesía y
me confirmó que la persona que buscaba andaba fuera de México y
que no era personal del Instituto de Biología, sino un estudiante que
visitaba de vez en cuando a su profesor (director de su proyecto de
tesis).
Contemplando el panorama que se me presentaba, me desanimé
pero no quise regresar a Xalapa sin información para desarrollar
mi trabajo de tesis, del que en ese momento estaba convencido
trataría sobre el control de la rata de campo. El doctor MacGregor
me comentó los planes que se tenían para echar a andar un proyecto
que podría interesarme con cocodrilos (Crocodylus moreletti) en la
Estación de Biología de la Región de Los Tuxtlas Veracruz. Ese mismo
día me presentó con la persona responsable del proyecto, el doctor
Gustavo Casas-Andreu (en aquel momento curador de la colección
de anfibios y reptiles del Instituto de Biología, CNAR), quien me
explicó acerca del estudio y me informó que los cocodrilos vendrían
de Pensilvania USA, pero aún no sabía con certeza cuándo llegarían,
ya que mucho dependía de la aduana México-Estados Unidos. En esta
conversación salió otra posibilidad para trabajar simultáneamente
con un estudio sobre herpetofauna de la región. Aunque puse cara de
interés, la verdad es que nunca había escuchado esta palabra, no sabía
qué significaba, así que sin pena pregunté: ¿qué es herpetofauna?, y
el doctor Casas Andreu me contestó: “es el estudio de la riqueza de
especies de anfibios y reptiles de una región particular”. Busqué más
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Aunque puse cara de interés, la verdad es que
nunca había escuchado esta palabra, no sabía
qué significaba, así que sin pena pregunté:
¿Qué es Herpetofauna?
información al respecto, pero en aquel tiempo los medios de búsqueda
eran tan escasos que me vi muy limitado. A pesar de ello y con el
entusiasmo que tenía, acepté participar en el proyecto de los anfibios
y reptiles de la región de Los Tuxtlas Veracruz, colateralmente con el
cuidado de los cocodrilos, si es que se daba éste.
Considerando la posibilidad de que se realizaran los proyectos, tendría
la oportunidad de contar con una beca mensual de $ 2,000.00 (dos mil
pesos). Regresé a Xalapa muy motivado, y no por la beca, sino porque
realizaría mi trabajo de tesis con un proyecto de “herpetofauna”,
aunque aún no entendía el significado de este campo de la biología.
Con mis escasos ahorros fui a las librerías a buscar libros de
Zoología, porque pensé que ahí podría encontrar mas información
sobre el término herpetofauna, y en un libro encontré el término
“herpetología”, sin embargo, en nada me ayudó porque decía: “ver
Porter 1973”. El doctor Casas ya me había facilitado una parte de la
obra de Smith y Taylor (1966), llamada “Herpetology of Mexico”,
pero tampoco encontré lo que buscaba. Esto me frustró pero no me
desanimó, así que trabajé duro como dependiente en la tiendita de uno
de mis tíos, en el Mercado Jauregui de Xalapa, un hermoso mercado
con una gran dinámica en aquel tiempo, a finales de la década de los
setenta y principios de los ochentas; recuerdo que me pagaba entre
40 y 45 pesos a la semana, pero ahorré y solicité el libro de Porter. En
éste comprendí el significado de “herpetología” y de “herpetofauna”.
Tres meses después, el proyecto de los cocodrilos se aceptó, por lo
tanto también el de mi tesis. Tan pronto como los cocodrilos pasaron
la aduana, el doctor Casas-Andreu, otro estudiante (Guillermo Lara-
Góngora) y un servidor nos trasladamos a la región de Los Tuxtlas
para iniciar el trabajo de los cocodrilos y el de mi tesis. Fue aquí donde
me nació el gusto por los anfibios y reptiles sin saber lo que el destino
me deparaba, experiencias muy bonitas y otras no tanto. Así que
empecé a disfrutar al máximo este campo que encontré sin buscar y
por el azar se dio.
El inicio de la magia del trabajo en campo
Los primeros muestreos que hice sobre los anfibios y reptiles
fueron en la región de Los Tuxtlas, principalmente en la Reserva
de la Estación de Biología Tropical “Los Tuxtlas”. Recuerdo que me
despertaba muy temprano para desayunar algo y salir a colectar cerca
de la estación o caminar de 5 a 12 km; las caminatas que hacía eran
durante el día para registrar organismos diurnos y por la noche para
las especies nocturnas, como los anfibios. Éstas las hacia con mucho
cuidado, ya que en los arroyos de agua dulce podía encontrar una rana
acuática (Lithobates vaillanti) cerca de las playas, donde sabía que
los lancheros del lugar “Playa Escondida” vendían marihuana y me la
ofrecían de forma muy insistente, pero a pesar de mi edad (22 años)
pude evitar esto sin problemas. Así continué explorando los distintos
ambientes de la región, colectando los anfibios (ranas y salamandras)
y reptiles (lagartijas y serpientes) dentro de la selva de la estación y
fuera de ella, por ejemplo, en Sierra de Santa Martha. Después de los
recorridos, cuando regresaba al laboratorio de la estación, recuerdo
mi primera experiencia para la fijación de estos organismos. Antes de
sacrificarlos los observé varias veces sin poder hacerlo, literalmente
me puse a llorar y dije: “¿cómo es posible que estudio la vida de estos
animales si yo mismo se las voy a quitar?”, en ese momento pensé que
esto no era para mí. Este sentimiento se lo comenté a mi profesor,
y me dijo, “Aurelio, la ciencia es así, para conocer la biología de los
seres vivos en muchos casos se debe sacrificar, pero una vez que tú
tomas las muestras necesarias (tres ejemplares por especie) para tus
propósitos, ya no recolectarás más que no tengan un fin científico”.
Esto me animó a continuar y sólo colecté este tamaño de muestra.
En el periodo de trabajo de campo pasé por buenas y malas
experiencias, una de las malas fue debido a la alta humedad de esta
zona tropical. Resulta que me atacó un hongo en todo el cuerpo;
un día amanecí con el rostro y cuerpo desfigurado por una micosis,
así que me trasladé a San Andrés Tuxtla para ver a un médico. Para
esto tomé el camión “rojo”, que literalmente trasportaban gallinas,
puercos, iguanas y si llovía teníamos que llevar un paraguas, ya que
la parte de los techos de estos camiones estaban todos agujereados.
Una experiencia que considero buena fue en época de lluvias (julio-
septiembre) cuando el herpetólogo Richard Vogt nos invitó a
observar la comunidad de anfibios en Laguna Escondida. Durante el
viaje inició una lluvia muy fuerte con truenos y relámpagos, y de forma
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asombrosa empezaron a aumentar los niveles de agua de los arroyos, así que con cuerdas muy
resistentes nos amarramos por la cintura y otra persona nos jalaba fuera del agua para que
la fuerte corriente no nos arrastrara. Esto no fue una limitante para continuar con nuestro
objetivo de ver y escuchar a los anfibios que se encontraban en la laguna, y así fue, llegamos y
vimos a las especies concentradas, 10 o más, casi todas cantando, fue increíble ver ese paraíso
con esa fauna.
Regreso a la gran ciudad de México
Después de un año, se acercaba la fecha de dejar la estación de Biología, me invadió una gran
melancolía, dejar todo lo que había vivido en poco tiempo, a mis amigos de la región, a la familia
Sinaca y a otras familias del lugar (Laguna Escondida) con quienes conviví momentos muy
agradables. Familias que siempre me ofrecieron ayuda para acompañarme a mis expediciones,
compartieron conmigo sus ricas tortillas de comal y sus salsas riquísimas de molcajete. Esa
gente muy humilde pero con una gran bondad y un gran corazón para compartir sus escasos
recursos, lo que hizo que admirara su espontaneidad de entrega y forma de cultivar la amistad,
conducta que admiré y que extraño. Esta nostalgia se mezclaba con la de dejar a los cocodrilos.
En ese momento pensé que era indispensable para ellos, pero reflexioné y dije: “en esta vida
está comprobado que nadie es indispensable”, así que se hizo cargo de ellos otra persona; sin
embargo, al poco tiempo me enteré que los animales se murieron, las causas no las sé y no
quise preguntar, pero me invadió una gran tristeza al saber esto.
Después de dejar la selva de Los Tuxtlas, me integré a la colección de anfibios y reptiles del
Instituto de Biología de la UNAM, donde inicié el trabajo de laboratorio, ya sin un apoyo
económico, por lo que para sobrevivir acudía (con mis amigos Antonio Baxin y Miguel Torres)
al mercado de La Merced donde ayudábamos a un comerciante en su puesto de frutas. Esto se
complementaba con el enorme apoyo que recibí de dos personas que jamás olvidaré, la señora
Clara Luz Rojas Cadena, quien me dio alojamiento por una cantidad económica simbólica y
la señora Esperancita Bermúdez, encargada de la limpieza en el Departamento de Zoología
del Instituto, quien viendo mi situación económica me invitó a vivir en un cuarto que tenía,
con una renta mínima. De esta forma continué trabajando en mi tesis de licenciatura hasta
terminarla, agradeciendo a todas las personas de la colección, ya que también recibí un gran
apoyo de todo tipo, académico y económico. Por ejemplo, los maestros Rafael Martín del
Campo, Zeferino Uribe Peña, y el doctor Casas-Andreu, quienes conocían mi situación, en
repetidas ocasiones me invitaron a comer. Una anécdota que recuerdo fue cuando mi profesor
me dio unos ejemplares de una lagartija (Aspidoscelis communis) para que tomara las medidas
morfológicas y lo hice, pero al entregar los resultados, él me entregó una cantidad monetaria
que me sorprendió muchísimo, al grado de rechazarla, pero me dijo, “no seas orgulloso y
tómalo, te lo has ganado”; sabía por qué me la daba y esto lo voy a recordar siempre con un
enorme agradecimiento. Esto lo veo como una experiencia de vida, ya que así como vivimos
cosas difíciles, también hubo cosas muy agradables.
Técnico académico
Ya como biólogo, el doctor Casas-Andreu me apoyó para ingresar a la colección de anfibios
y reptiles del Instituto de Biología con una categoría de técnico académico. Ésta fue una de
las más grandes experiencias en mi carrera dentro del campo de la herpetología, ya que con
mi escaso conocimiento de campo adquirido previamente y con las especies depositadas en
esta colección, me sentí en un medio bastante cómodo. Comencé a determinar a los anfibios
y reptiles de cualquier ambiente de México, ahí llegaban ejemplares de especies de toda la
Trabajo de Campo
Trabajo de Campo
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“A ver, si eres herpetólogo, dime qué es esto…”
Casos como éste me llevó a meditar sobre el compromiso de sentirse o decirse herpetólogo...
república. La colección fue apoyada con un proyecto de CONACYT para incrementar el
conocimiento de la diversidad de anfibios y reptiles de México, en el que fui incluido para salir
a colectar en todo el país, cosa que me sirvió para ir acumulando conocimiento y experiencia
de la gran diversidad de especies que tiene nuestro territorio (detectadas hasta hoy 1,222
especies de anfibios y reptiles; Wilson et al., 2013). Sin embargo, contar con una pequeña
idea de las especies que habitan en los ambientes (tropicales, desiertos, templados, áridos) de
México fue un arma de doble filo, ya que en muchas ocasiones no me sentí cómodo frente a
mis compañeros, debido a cuestionamientos o posiblemente bromas que ellos me hacían como
“A ver, si eres herpetólogo, dime qué es esto…”; casos como éste me llevó a meditar sobre el
compromiso de sentirse o decirse herpetólogo; conocía algunos grupos y su distribución, pero
aún no me consideraba un herpetólogo, me daba miedo asumir este término, sabía muy bien
que no lo era, mi conocimiento de estos grupos era el básico, pero los estudiantes y algunos
profesores acudían a mí para que les determinara sus especies. A pesar de que me gustaba
mucho, me incomodaba, principalmente por los errores que pudiera tener. La experiencia
que estaba viviendo era suficiente, pero sabía que venía algo mejor, sólo tenía que esperar y
aprovecharla.
Las aventuras de las recolectas en todo el país
Con el apoyo económico recibido por el CONACYT para incrementar el número de especies y
de individuos de anfibios y reptiles para la colección del Instituto, se programaron las salidas
para realizar muestreos durante tres años en varios estados de la República Mexicana. En
éstas participé con el objetivo de aprender a reconocer la herpetofauna que México tiene,
lo que poco a poco se fue cumpliendo. Las salidas de campo fueron de 15 a 20 días por mes,
tiempo suficiente para detectar un gran número de especies y de organismos en los diferentes
ambientes. Uno de éstos fue en el Desierto de Sonora y de Chihuahua. Para sobrevivir en
éstos, debíamos abastecernos de suficiente alimento y agua, ya que de no hacerlo, las
consecuencias serían graves. Sin embargo, siempre hay error en los cálculos y una vez se nos
agotó el alimento y el líquido, cosa que nos preocupó, así que vimos la forma de salir pronto
del desierto, pero para continuar con esta mala situación, nos perdimos. Todos (Edmundo
Pérez Ramos, Isaac Martínez “el Morro”, y alguien más, posiblemente fue Adrián Nieto
Montes de Oca) preocupados por no saber exactamente qué vereda nos sacaría al camino
principal, decidimos tomar una al azar, y después de cinco o seis horas vimos una camioneta
de agentes judiciales. Pensamos que ya la habíamos hecho, sin embargo, al vernos
todos sucios, botas y pantalones desgarrados y con 20 días sin bañarnos,
nos confundieron con delincuentes, a pesar de que mostramos todos
los documentos personales e institucionales, así como el material
herpetológico que llevábamos. No creyeron que fuéramos biólogos
y nos tiraron al piso con las manos a la cabeza y con sus armas
(cuernos de chivo) apuntándonos, mientras otros revisaban la
camioneta y abrían las bolsas en las que estaban los ejemplares;
uno de ellos abrió una bolsa de manta que contenía culebras y al
tocarlas, asustado, pegó varios gritos. Fue hasta ese momento
que nos creyeron y sólo dijeron: “perdón muchachos, no anden
por estas tierras…” Ellos se ofrecieron a sacarnos a la carretera
federal, aunque después de lo que había pasado ya no queríamos
que lo hicieran, pero tuvimos que confiar en ellos.
Otra de las aventuras que sucedió mientras colectábamos en el sureste,
en Chetumal, Quintana Roo, fue mientras tratábamos de encontrar algunos
Un Joven Biólogo 4
organismos. Ahí sólo pescamos millones de mosquitos que no nos
dejaron hacer gran cosa. Desesperados por esto, nos fuimos a acampar
cerca de la playa, pensando que por el aire y la brisa del mar no habría
mosquitos, pero fue peor, así que de madrugada desprendimos la
tienda de dormir y salimos de ese lugar; sin dormir, sin comer y
muy cansados nos fuimos al primer pueblo que encontramos, ahí
descansamos un poco en los asientos de un parquecito. Más tarde
buscamos otros lugares en donde colectar, ya que consideramos
que las colectas todavía eran pobres y que necesitábamos dividirnos
para buscar anfibios. Empezamos los recorridos cerca de las 20:00
horas y tuvimos suerte, pues sin darnos cuenta encontramos una
buena cantidad de anfibios. A las 4:00 de la mañana nos pusimos a
fijar los organismos, sin haber dormido ni un momento, pues de lo
contrario éstos se morían y se echaban a perder por las condiciones
del ambiente cálido. En este mismo viaje, otra noche tuvimos que
detenernos cerca de las 2:00 de la madrugada para poner nuestro
campamento en una vereda, ya como a las 6:00 de la mañana
escuchamos a dos personas que repetían varias veces “puro dormir
y dormir…”; se asomaron a la tienda de un acompañante italiano (el
doctor Mario Sala, invitado del doctor Casas-Andreu) y vieron un
colchón inflable que llevaba el invitado. Entonces le preguntaron:
“oiga, cuánto le costó esa chingadera”, pregunta que repitieron
como tres veces. Esto nos pareció gracioso, así que a partir de ese
momento llamamos al colchón “la chingadera”. El doctor Sala pensó
que en español colchón se decía chingadera, así que de regreso
al Instituto de Biología se lo entregó al doctor Casas, a quien le
pertenecía, y le dijo: “Gustavo, aquí está tu chingadera, gracias por
prestármela”. El doctor Casas nos llamó la atención por esto, aunque
de una manera tan amena, que siempre voy a recordar la anécdota
porque todo se prestaba para convivir mejor en el campo y en el
laboratorio. Así como éstas, he vivido muchísimas anécdotas muy
interesantes que me fortalecieron; aprendí que existe una gran
heterogeneidad de formas de vida, unas muy complicadas y difíciles
de entender, pero ahí están las que viven millones de mexicanos.
Campo y laboratorio
El trabajo de campo y de laboratorio son dos componentes
importantes del biólogo. Con base en esto se inicia la redacción de
un manuscrito científico. Por lo que siendo técnico de la colección
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de anfibios y reptiles, me animé a escribir mis primeras dos notas,
una para Herpetological Review y otra para Maryland Herpetological
Society. Mi primer trabajo fue un caos, principalmente por la
redacción en inglés, ya que sin tener idea de la gramática de este
idioma, me animé a escribirlos en éste, lo que fue un desastre; para mi
sorpresa no los rechazaron, pero sí me pidieron cambios importantes
en la redacción del idioma. Con esto me desanimé y dije: “jamás
voy a poder publicar en alguna revista extranjera, es decir en el
idioma inglés”. Comenté esto con el doctor Hobart M. Smith y él me
contestó: “Aurelio, tengo casi 85 años, más de 300 artículos, casi 20
libros y, si revisas mis últimas publicaciones, tienen errores que nadie
ha detectado, pero yo sí; cuando ya no escriba nada, ya no tendré
errores, lo importante de esto es darse cuenta para que cada vez sean
menos…, estas empezando, no te preocupes y sigue adelante”; así
que estos comentarios me animaron para continuar con mi trabajo y
tratar de publicar de vez en cuando.
Así continué en búsqueda de experiencia en el trabajo de campo y de
laboratorio, a pesar de mis limitaciones de todo tipo. A mediados de
los años 90 inicié mi primer manuscrito para enviarlo como artículo
a una revista científica. Así, sin pensarlo mucho, lo envié a la Revista
Herpetológica (en la que, en aquel momento, sólo publicaban los
herpetólogos más reconocidos). A pesar de la fuerte crítica por la
mala redacción en el idioma inglés, el trabajo fue publicado. En aquel
entonces, en mis primeros trabajos jamás me preocupé de si la revista
era o no indizada y menos el factor de impacto, pero los tiempos
cambiaron y hoy el sistema nos ha llevado a pensar primero en estos
factores. No estoy muy de acuerdo con esto, ya que existen trabajos
publicados en Science y Nature basados en modelos predictivos de
distribución y extinción de especies que hacen uso de bases de datos
(que hoy es muy fácil conseguirlos en línea), pero cuyos autores no
conocen a las especies en su medio natural, no saben cómo responden
éstas a los cambios de sus hábitats, método que ha sido cuestionado
por muchos biólogos, ya que como dice L. J. Vitt (2013) en su trabajo
“Caminando por los senderos de la historia natural”: existen muchos
temas que se hacen modas temporales, que se repiten por varios
biólogos, fortalecidos por la comodidad de obtener datos.
La forma de hacer investigación ha cambiado con los años. Cuando
empecé a tener noción de qué y cómo hacer investigación, me di
El doctor Aurelio Ramírez Bautista con
sus alumnos.
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Finalmente estoy
convencido que el camino
del aprendizaje y la huella del trabajo serán
los que darán el nombramiento,
entonces, es la historia que
uno hace la que define un
estatus.
cuenta de que los investigadores tenían
que someter proyectos a la CONABIO y
CONACYT. Los proyectos que contaban con
el apoyo estaban dirigidos a obtener datos de
campo, pero otros a obtener información de
las colecciones científicas. En aquel momento
no veía nada ético en solicitar bases de datos
a las colecciones, ya que la formación de las
mismas tiene una historia, como la comentada
anteriormente, además de la inversión de
dinero y esfuerzo (inversión de trabajo de
campo de varios años). Esto no se me hacía
justo y menos en la aplicación de este método
para conseguir datos. Actualmente, esto no
es un problema, es algo normal desarrollar
proyectos o artículos basados en datos
generados por otras personas e instituciones,
ya que la información está disponible en
línea. Sin embargo, el uso de estos recursos
presenta una limitante seria, como saber si
que dé un ornitólogo, un mastozoólogo
o un entomólogo que enseña Ecología de
Poblaciones, van a ser los del grupo que
maneja, aves, mamíferos o insectos.
Hoy día es importante que a los jóvenes
biólogos se les inculque la cultura de ver a
los organismos en su medio natural, ya que
así continuarán con esta misma visión a
futuro. Mis alumnos constantemente salen a
tomar sus datos de campo y, cuando puedo,
los acompaño. Hace dos meses recordé
mis inicios de trabajo de campo intensivo,
visité el Rancho Santa Elena, donde inició
su trabajo de tesis mi alumna Flor Melisa
Hernández Velasco, acompañada de otros
alumnos avanzados (Uriel Hernández Salinas
y Francisco Hernández). Llegamos al rancho
por la tarde-noche para colectar, marcar y
liberar a las ranitas (Hyla eximia e H. plicata).
Sus poblaciones son muy grandes, así que
se nos fue el tiempo y paramos de trabajar
cerca de las 4:00 de la mañana para dormir
un poco, pero nadie pudo, ya que estábamos
empapados y hacía mucho frío. Este hecho
es una buena experiencia para las nuevas
generaciones, saber dónde, cuándo y cómo
buscar a los organismos y cuándo se llega
realmente el nombre científico que tiene
un registro (organismo) corresponde al
nombre de la especie real; ¿cómo saber si la
distribución que se indica en la base de datos
es la correcta? Así como estas preguntas
aparecen muchas más con el uso de bases
de datos para escribir trabajos científicos.
Es por esto que, desde mi punto de vista, el
usuario debe conocer a las especies en su
medio natural, saber dónde y cómo viven y
cómo son sus poblaciones. Afortunadamente
existen investigadores jóvenes y estudiantes
que han generado poco a poco su propia
información de campo, claro, sin obviar el uso
de las bases disponibles cuando es necesario.
El conocimiento de lo que sucede con las
plantas y los animales en su medio natural
es necesario para nosotros los biólogos.
A los alumnos de mi clase de Ecología de
Poblaciones los llevo al campo para hacer
prácticas en los diferentes ecosistemas del
estado de Hidalgo, como ambientes áridos,
tropicales y templados. A ellos les fascina
el contacto con la naturaleza, ahí ven cómo
emplear el método de la observación,
observar por ejemplo la interacción de los
insectos con su entorno, cómo se alimentan
las aves, su hora de actividad y, por supuesto,
dónde encontrar anfibios y reptiles. Se ha
criticado que en mi clase los ejemplos que
doy con más frecuencia son los que
tratan de anfibios y reptiles, pero he
contestado: “son los ejemplos que
mejor conozco y, por lo tanto,
que mejor puedo enseñar”,
porque para sacar los
ejemplos de un libro
o de un artículo, el
propio alumno lo
puede hacer.
Los ejemplos
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al sitio indicado. Hay que aprovecharlo al
máximo, esto es lo que he aprendido durante
mi vida de trabajo de campo. Así también los
estudiantes valoran y respetan el trabajo de
los demás, valores que se verán reflejados
cuando inicien una carrera académica, con
producción y con formación de alumnos.
La formación de recursos humanos que a la
fecha he estado haciendo no ha sido nada
fácil, ya que influyen varios factores. Cada
uno de los jóvenes llega con un conocimiento
básico diferente, una forma distinta de hacer
las cosas, educación desigual, personalidades
diversas, grados diferentes de dependencia,
y con todo esto un profesor debe trabajar
y adaptarse. Sin embargo, cuando ellos ven
una disciplina y observan que ésta les puede
favorecer, la siguen, sabiendo que habrá
beneficios pero también muchos costos. Me
siento muy afortunado de contar con buenos
estudiantes, me han brindado muchas
satisfacciones, muchos de ellos ya están
publicando por ellos mismos, sometiéndose a
la discriminación de las revistas, es decir, si es
indizada, si tiene un factor de impacto alto,
características que antes no me gustaban,
pero que ellos ya ven de forma natural.
Mis experiencias en el campo y el trabajo
en laboratorio me han llevado a entender el
significado de la herpetología y el de querer
y poder llegar a ser un herpetólogo. Pero
finalmente estoy convencido que el camino
del aprendizaje y la huella del trabajo serán
los que darán el nombramiento, entonces,
es la historia que uno hace la que define un
estatus.
Finalmente, reitero que la formación que
he adquirido se gestó en la Universidad
Nacional Autónoma de México, aquí fue
el inicio de la germinación de lo que he
aprendido en lo académico y de la vida, por
todo esto doy gracias a esta institución. Si
bien ya no pude o quise continuar en ella,
agradezco todas las cosas buenas que me dio
y también las no tan buenas, que ésa es otra
historia que no mencionaré. Mi inquietud por
continuar en este campo de la herpetología
la sigo fomentando con mis alumnos de la
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo,
la que me ha abierto las puertas y ha apoyado
para continuar desarrollándome a través de
mis investigaciones de los anfibios y reptiles,
una gran experiencia de vida.
Agradecimientos
Agradezco a todas aquellas personas que tienen que ver en
mi formación académica y en el apoyo para continuar en
este campo, como Gustavo Casas-Andreu, Zeferino Uribe
Peña, Rafael Martín del Campo, L. J. Vitt, Louis Guillette,
Jr., Jack Sites. A Clara Luz Rojas Cadena y Esperancita
Bermúdez, gracias por el apoyo tan generoso; a mis
amigos, Miriam Benabib, Óscar Flores, Óscar Sánchez,
Jerry Johnson, Larry D. Wilson, Vicente Mata, Guadalupe
Gutiérrez Mayén, Edmundo Pérez Ramos, Adrián Nieto M.
de Oca, Luis Canseco, Isaac Martínez, Alberto González,
Sonia Gallina, Gerardo Ortega, Enrique Godínez, Amaya
Ruíz, por la amistad; Irene Goyenechea y Norma Manrique
por su apoyo. A mis alumnos (muchos de ellos hoy
doctores) que me han apoyado de forma significativa en
este camino académico, Xóchitl Hernández-Ibarra, Carlos
J. Balderas, Ricardo Torres, Omar Flores Ramos, Karla
Abbadie, Víctor Luja, Gabriela Dávila, Diana Pardo. A mis
alumnos actuales y pasados de la UAEH, Adrián Leyte,
Uriel Hernández-Salinas, Daniel Hernández Flores, Héctor
Uribe, Dinorah García Paredes, Raciel Cruz Elizalde,
Abraham Lozano, Christian Berriozabal, Aarón García,
Barry Stephenson, Itzel Magno, Raquel Hernández, Luis D.
Lara, Diego Escamilla; Luis Badillo, Jorge Tomás, y a todos
los que en este momento se me fueron de la mente, por las
lecciones de vida que he recibido de ellos. A Numa Pavón y
Darío Ramírez Garcés por la revisión de este manuscrito. A
Griselda Pulido y Scott Monks, gracias por su apoyo. A mi
familia, que siempre ha apoyado y comprendido mi gusto
por este campo. Finalmente, a Jesús Castillo Cerón por el
apoyo que me ha brindado y a los integrantes del Cuerpo
Académico de Ecología (CAE).
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¿Qué es la hibernación?
Durante mucho tiempo, las bajas
temperaturas en la naturaleza como
consecuencia de la llegada del invierno ha
puesto a prueba la capacidad de adaptación
de los seres vivos. Durante los meses de
invierno, algunos animales presentan
periodos de inactividad, en los que la
disponibilidad de alimento es muy limitada,
además de que puede haber abundante lluvia
y el frío es intenso; a este tipo de inactividad
se le conoce con el nombre de hibernación, la
cual puede durar meses, pero siempre termina
con la llegada del buen tiempo, en primavera.
Antes del invierno deben almacenar grasas
y carbohidratos en diferentes órganos del
cuerpo y así, a la llegada de los meses más
fríos, poder autoabastecerse sin la necesidad
de buscar alimento. La hibernación es
considerada como el sueño invernal de
algunos animales y se define como un estado
fisiológico de letargo de varios meses, en
el que la temperatura corporal permanece
por debajo de la temperatura presente en
Hibernación¿Cómo es afectada por el cambio climático?Julio César Hernández Hernández
Biólogo, egresado de la Universidad Veracruzana con especialidad en Bioconservación, y maestro en Neuroetología por el Instituto de Neuroetología de la Universidad Veracruzana.
situaciones normales (Neumann y Cade,
1965; Pengelley y Kelly, 1966). Pero este no
es un sueño ordinario; los latidos del corazón
se vuelven menos frecuentes, su respiración
se convierte en poco más que un suspiro
y pueden estar hasta un mes sin girarse o
cambiar su posición. Sin embargo, algunos
animales no presentan un estricto periodo
de hibernación, sino un proceso llamado
torpor, que es la reducción de la temperatura
corporal, y es usada como una estrategia para
pasar momentos de escasez de alimento en
un mismo día, a diferencia de la hibernación,
donde la reducción de la temperatura
corporal ocurre por semanas o meses (Geiser
y Brigham, 2012). Muchos murciélagos
entran en torpor durante las horas de luz y
despiertan por la noche para ir en busca de
alimento.
La temperatura de los animales que hibernan
puede disminuir a 1 o 2°C; sin embargo,
son pocos los animales capaces de una
verdadera hibernación. Tal es el caso de
los roedores, murciélagos y monotremas,
(mamíferos ovíparos cuyas crías lamen
leche de la piel, ya que carecen de pezones,
como los ornitorrincos). Estos animales
permiten que la temperatura de sus cuerpos
descienda hasta casi la del ambiente que los
rodea; estos son los verdaderos hibernantes.
Existen mamíferos que pueden considerarse
como falsos hibernadores, como es el caso
de los osos pardos (Ursus arctos) y polares
(Ursus maritimus). Estos duermen durante
el invierno en una cavidad rocosa de difícil
acceso, bajan su temperatura corporal
y su ritmo cardiaco consiguiendo así
ahorrar el 75% de su consumo energético
normal e interrumpir durante meses sus
funciones fisiológicas. Los osos no duermen
profundamente, sino que más bien sufren un
proceso llamado aletargamiento, ya que si es
sorprendido o molestado despierta y huyen.
Verdaderos hibernantes.
La hibernación se presenta en muchos
mamíferos de pequeño tamaño, roedores
como la ardilla terrestre de Perote
Foto: Armando Martínez Chacón.
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(Xerospermophilus perotensis) (Fig. 1), el
ardillón (Otospermophilus variegatus), la
ardilla de tierra (Ictidomys mexicanus), el
lirón careto (Eliomys quercinus), el hámster
dorado (Mesocricetus auratus), murciélagos
como el boreal rojizo (Lasiurus borealis),
los murciélagos de herradura (Rhinolophus
sp), el murciélago de cola peluda (Lasiurus
blossevillii), y primates como el lémur de cola
gruesa (Cheirogaleus medius), entre otros,
usan esta técnica.
Un famoso dormilón, el lirón (Glis glis)
(Fig. 2) ha revelado algunas sorpresas en la
técnica de hibernación. Al contrario de lo que
se creía, en lugar de pasar el invierno en el
hueco de un árbol, simplemente excava un
agujero en la capa de hojas muertas del suelo
del bosque. Exponerse a los elementos los
mantiene a una temperatura inferior y evita
que se despierten antes de tiempo. Incluso
así, deben moverse una vez por semana
para controlar los procesos metabólicos que
producen desgaste de energía.
Las ardillas árticas terrestres que viven en
Alaska pueden hibernar durante nueve meses
seguidos, al igual que la marmota siberiana y
la norteamericana. Aunque su temperatura
desciende, el animal continúa llevando el
control, estableciendo su termostato interno
al mínimo necesario para mantener la vida.
En América del Norte, la mayoría de las ardillas
terrestres que hibernan se caracterizan
por presentar una serie de eventos bien
definidos que incluyen la siguiente secuencia
de eventos determinada por las demandas
energéticas: salida de la hibernación,
reproducción, gestación, lactancia,
emergencia de los juveniles, acumulación
de grasas (para resistir a las condiciones
desfavorables del periodo inactivo), pre
hibernación y nuevamente la hibernación
hasta la siguiente primavera (Eisenberg,
1981; Michener, 1984). La ardilla terrestre
endémica de México, Xerospermophilus
perotensis, es un claro ejemplo. Esta ardilla
está activa durante nueve meses, el resto
del año entra en un período de hibernación
que inicia cuando el clima comienza a ser
más frío y las plantas de las que se alimenta
comienzan a escasear.
En el reino animal solo se sabe de un ave
que hiberna, una especie de chotacabras
o tapacaminos (Phalaenoptilus nuttallii),
que viven en las montañas del desierto de
Colorado y pasa el invierno en una oquedad
en la roca. Su corazón y su respiración bajan
su ritmo y su temperatura corporal llega a
pasar de 41°C a 6°C. En este estado soportan
aproximadamente cinco meses de crudo
invierno, en los que los insectos, que son su
principal fuente alimenticia, son difíciles de
encontrar.
La hibernación es un fenómeno que se da
exclusivamente en los animales de sangre
caliente (homeotermos). Sin embargo, entre
los animales de “sangre fría”, como los
sapos, ranas, entre otros anfibios, y reptiles
como las víboras, serpientes y lagartos, si
la temperatura de su entorno desciende
demasiado pierden calor corporal, quedan
Figura 1. El periodo de hibernación de la ardilla terrestre Xerospermophilus perotensis comprende aproximadamente cuatro meses, de mediados de noviembre a finales de marzo.
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inmóviles y pasan el invierno durmiendo en cuevas u oquedades.
No todos los animales emplean la estrategia de hibernación para
sobrevivir en el invierno, algunos animales deciden trasladarse hacia
lugares con climas más favorables, y a estos se les conoce como
migratorios, como es el caso de muchas especies de aves, ballenas y
peces. Así también, existen animales que viajan largas distancias para
hibernar, como la mariposa monarca (Danaus plexippus).
Estos insectos no son capaces de sobrevivir a los fríos inviernos que
ocurren en la mayor parte de los Estados Unidos y Canadá, por eso
migran hacia el sur y el oeste cada otoño para escapar de las bajas
temperaturas. La mariposa monarca viaja aproximadamente 4500
kilómetros para hibernar en los bosques de Oyamel, en el límite entre
el Estado de México y Michoacán. Otras hibernan en algunas partes
del sur de California, en árboles de eucalipto. La mariposa monarca
tiene sistemas de orientación, las cuales, según se ha considerado,
le permiten llegar al mismo sitio de hibernación cada año, tomando
como referencias el relieve del suelo, el sol, la temperatura, los vientos
y las fuerzas magnéticas que las atraen (Brower, 1999).
Efectos del cambio climático.
No es ningún secreto que el cambio climático amenaza el delicado
equilibrio natural. Los estragos del cambio climático cada vez son más
evidentes. Los glaciares se derriten, el nivel del mar aumenta, el ciclo
de las precipitaciones se altera y los animales luchan por mantener
el ritmo. El hábitat donde viven muchas especies se modifica
drásticamente, y hace que las funciones que desarrollan en cierta
época del año como la hibernación, reproducción, migración, entre
otras, se vean afectadas en su transcurso debido al adelanto de las
altas temperaturas. Las consecuencias de estos factores repercuten
de manera diferente entre las distintas especies. Sin embargo, ¿qué
efecto tendrá un entorno cambiante sobre las especies que hibernan?
Un estudio reciente llevado a cabo por un grupo de investigadores
de universidades británicas y estadounidenses, observaron como
una población de marmotas (Marmota flaviventris) (Fig. 3) está
presentando cambios en su ciclo de vida y en sus características
morfológicas. Estas marmotas viven en terrenos a una altura
aproximada de 3.000 metros en las Montañas Rocosas de Colorado,
en Estados Unidos, y están adaptadas a vivir en ambientes con un
verano corto y un largo invierno. Debido a ello, en tales circunstancias
su hibernación dura siete u ocho meses cada año. Si no logran
alcanzar el peso corporal necesario antes de la llegada de los meses
más fríos se enfrentan a un serio peligro de muerte, pues una
marmota pierde alrededor del 40 por ciento de su masa corporal
durante la hibernación. El cambio climático en la región ha generado
veranos más largos y ha provocado que las marmotas se despierten
mucho antes de lograr su periodo de hibernación, lo que les da más
tiempo para reproducirse y aumentar de peso antes del próximo
período, dando lugar a marmotas más corpulentas y robustas. Ese
mayor crecimiento ha sido debido a que el tiempo durante el que las
marmotas están despiertas ha sido cada vez más prolongado. Esto
es, al haber aumentado la temperatura ambiental, parece ser que las
marmotas no se ven obligadas a hibernar durante periodos tan largos
de tiempo. Es así como el alargamiento de la estación de crecimiento
ha dado lugar a que las marmotas nazcan antes y tengan más tiempo
para crecer hasta la hibernación. Y debido a ello, el tamaño corporal
ha aumentado en todos los individuos.
Figura 2. El período de hibernación del lirón (Glis glis) va de noviembre a finales de mayo. A veces se han encontrado varios individuos hibernando juntos. // Foto: Roberto Ragno
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Estos veranos más largos también acarrean que se reproduzcan más
temprano y que sus crías sean más propensas a sobrevivir durante el
invierno siguiente, lo que ha hecho que su población se triplique desde
el año 2000. Este estudio, que comenzó en 1962 y se ha centrado en los
datos más completos recogidos entre 1976 y 2008, es el primero que
se realiza sobre cualquier especie para demostrar que un cambio en la
duración climática de las estaciones puede causar cambios en la masa
corporal y en el tamaño de la población simultáneamente. Aunque se
han observado cambios en la masa corporal de las marmotas (11%,
es decir, unos 400 gramos) y cambios en el número de su población
(25% más en 33 años), No se sabe qué podría pasar en el futuro y
los investigadores esperan descubrir cómo reaccionará la marmota
ante el cambio climático. Con estos veranos más cálidos y largos, uno
pensaría que las marmotas se ven beneficiadas con más tiempo para
crecer y alimentarse antes de que llegue el próximo invierno, por lo
que es más probable tener éxito y sobrevivir. Sin embargo, a largo
plazo el cambio climático no es una buena noticia, ya que, dentro
de poco, las temperaturas más altas se espera que vayan a reducir el
alimento disponible.
En contraste a lo anterior, un estudio realizado por biólogos de la
Universidad escocesa de Edimburgo, con las poblaciones de ardillas
colombinas (Urocitellus columbianus) de Alberta, al oeste de Canadá,
que hibernan durante ocho o nueve meses, encontraron que el
cambio climático ha provocado que la nieve de Canadá se derrita
más tarde de lo habitual, lo que a su vez ha alargado en diez días el
período de hibernación de las ardillas. Esta prolongación del período
de hibernación podría estar implicada en el descenso en los últimos
veinte años del número de individuos de estas ardillas, al no contar
con suficiente grasa para resistir tanto tiempo. Normalmente, la
mayoría de las alteraciones causadas por el cambio climático están
Referencias
•Brower, L. P. 1999. Para comprender la migración de la mariposa Monarca. Instituto Nacional de Ecología. Red para el Desarrollo Sostenible-PNUD. 85 pp.
•Eisenberg, J. F. 1981. The behavior patterns of desert rodents. 189-224 pp. In I. Prakash and P.K. Ghosh (eds). Rodents in desert environments.
Dr. W. Junk Publishers, The Hague.
•Geiser, F. and R. M. Brigham. 2012. The Other Functions of Torpor. 109-121 pp. In T. Ruf., C. Bieber., W. Arnold and E. Millesi.
(eds). Living in a seasonal world: Thermoregulatory and metabolic adaptations.
•Michener, G. R. 1984. Age, sex and species differences in the annual cycles of ground-dwelling sciurids: Implications for
sociality. 79-107 pp. In J.O Murie and G.R. Michener, (eds). The Biology of Ground-Dwelling Squirrels. University of
Nebraska Press. USA.
•Mora, A. B. X. 1996. Biología de la MM. Reserva Especial de la Biosfera de la Mariposa Monarca. INE.
•Neuman, R. L. and J. T. Cade. 1965. Torpidity in the mexican ground squirrel, Citellus Mexicanus parvidens
(Mearns). Canadian Journal of Zoology, 43: 133-140.
•Pengelley, E. T. and K. H. Kelly. 1966. A circannian rythm in hibernating species of the genus Citellus with
observations on their physiological evolution. Comparative Biochemistry and Physiology, 19: 603-617.
relacionadas con un alza en las temperaturas, en cambio, en esta
ocasión, se debe a las tormentas de nieve fuera de temporada. Según
los investigadores, este estudio demuestra que no sólo un aumento
de temperaturas provoca una respuesta del organismo al cambio
climático.
Aunque aún no existen evidencias científicas de la extinción de especies
a causa del calentamiento global, los científicos ya han observado
modificaciones en la redistribución y hábitat de muchos organismos.
Para calcular el potencial impacto del cambio climático, los científicos
han reconstruido las relaciones evolutivas o filogenéticas de un gran
número de especies de plantas, aves y mamíferos y han evaluado el
riesgo de extinción en distintos escenarios de alteraciones del clima.
El trabajo apunta a que las alteraciones climáticas impactarán en todas
las ramas. Estos impactos se sumarán a otros de origen humano como
la destrucción y la fragmentación de hábitats, la extracción excesiva
de recursos biológicos o la introducción de especies invasoras,
acciones que afectarán más a unas especies que a que a otras.
En la actualidad, el riesgo de extinción se encuentra distribuido de
forma desigual entre los grupos biológicos. Los vertebrados de
grandes dimensiones, las especies endémicas de las islas, las montañas
y algunas regiones tropicales, así como los anfibios, se encuentran
más amenazados que otros grupos. De acuerdo a las predicciones,
los efectos del cambio climático pueden ir de leves o moderados a
catastróficos, por lo que es importante la implementación de medidas
y políticas regulatorias para minimizar estos cambios. Está claro que
en la comunidad científica poco podemos hacer para disminuir de
forma directa el calentamiento global, ya que están involucrados
enormes intereses económicos y políticos; sin embargo, es nuestra
responsabilidad ante la sociedad señalarlo, evaluarlo y predecirlo.
Figura 3. Las marmotas (Marmota flaviventris) salen de la hibernación a finales de la temporada de invierno o cuando la primavera está en su totalidad, con un largo y fresco pelaje.Foto: Mark A. Chappell
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El caso del MURCIÉLAGO
Alberto E. Rojas-Martínez, L. G. Juárez-Castillo,
M. Aguilar-López, O. Noguera-Cobos y Josefina Ramos-Frías
Laboratorio de Ecología de Poblaciones, Ár ea Académica de Biología, ICBI, UAEH
VAMPIRO
Los murciélagos se capturan cuando llegan a comer.
CONTROL DE ESPECIES INDESEABLES.
Las especies biológicas son sumamente
diversas y por sus actividades naturales
todas deben ser consideradas importantes,
pues sin ellas se altera el funcionamiento
de los ecosistemas (Begon et al., 1999).
Sin embargo todas pueden ser clasificadas
artificialmente, según los intereses humanos,
como útiles, inútiles o dañinas. Como se
puede ver, esta clasificación es insuficiente
para reflejar los beneficios o los daños que
los animales pueden generar, pues la mayoría
de las que son consideradas como inútiles
pueden generar servicios ambientales que
determinan beneficios directos e indirectos
a la sociedad humana (Begon et al., 1999).
Por una parte, nos gustaría que las especies
que dan beneficios inmediatos fueran más
abundantes, sin embargo su abundancia
tiene algunas consecuencias indeseadas.
Como ejemplo podemos considerar que
los mamíferos que han sido domesticados
(vacas, caballos, chivos, borregos, etc.),
cuando sobrepasan un cierto número se
vuelven problemáticas porque alteran los
sistemas de producción en los que están
inmersos (sobrepastoreo, compactación del
suelo, erosión, simplificación de la cubierta
vegetal, competencia con especies silvestres,
generación de residuos dañinos, etc.) y crean
daños que aumentan los costos de producción
y disminuyen los beneficios esperados.
Por otra parte, la gente quisiera que aquellas
especies que generan daños a las actividades
humanas desaparecieran o en su defecto
que sus poblaciones fueran controladas en
tamaño. En cualquiera de los casos, se genera
una polémica muy interesante, ¿pueden
los seres humanos establecer un número
adecuado para las especies que generan
beneficio y para las que generan daños?
¿Cuál puede ser el número adecuado?
En la naturaleza sabemos que el número
de los animales está controlado por la
capacidad de carga del sistema, esto es,
que cada ecosistema establece la cantidad
de individuos máxima de cada especie
(capacidad de carga del sistema; Begon et
al., 1999), misma que está controlado de
manera compleja por la cantidad de alimento
disponible, por los depredadores y por las
enfermedades. Pero además por los sistemas
de control poblacional denso-dependientes
(Begon et al., 1999), como el espacio, por
ejemplo, que al reducirse puede aumentar
el estrés entre los individuos, ocasionar que
pierdan a sus crías o aumentar su mortalidad.
Así, la lucha humana para mantener un
mayor número de animales benéficos
estriba en aumentar la capacidad de carga
de los sistemas productivos, evitando que
se manifiesten los mecanismos de control
denso-dependientes. ¿Pero qué se puede
hacer para controlar el número de una
especie que se considera indeseable? La
respuesta parece sencilla, pues consiste
en estudiar a la población de la especie de
interés y determinar los atributos de su
población (densidad, estructura de edades,
proporción sexual, condición reproductiva
y demografía), para manipularlos a nuestra
conveniencia y controlar sus poblaciones; sin
embargo esto no es sencillo. Para explicar
por qué es problemático su control vamos a
considerar el caso del murciélago vampiro.
Los murciélagos vampiro son sólo dos de las
56 especies de murciélagos que habitan en
el estado de Hidalgo (Rojas-Martínez, datos
no publicados), sus hábitos alimentarios
los obligan a comer sangre del ganado y de
cualquier animal endotermo (que produce
su calor internamente; Arellano-Soto,
2004), incapaz de rascarse el lomo con
las patas (en general animales que tienen
pezuñas). Debido a que los vampiros sólo
pueden comer sangre, han desarrollado
una serie de adaptaciones que les permiten
ser sumamente eficientes y persistentes al
alimentarse de sus víctimas. Por ejemplo,
eligen a una o a dos presas y se alimentan de
ellas cada noche sin fallar, preferentemente
abren la misma herida y su saliva contiene
un potente anticoagulante que impide que
la sangre se coagule (Acha y Szyfres, 1986).
Con estos hábitos, los vampiros generan
daños de consideración para la salud de los
animales (anemia y debilidad y predisposición
a enfermedades) y por consiguiente para la
economía de sus dueños. Adicionalmente,
debido a que los vampiros pueden contraer
la rabia, pueden contagiar a los animales de
los que se alimentan y causarles la muerte
(Arellano-Sota, 2004). Por otra parte,
controlar a estos animales es difícil, pues
al aumentar el número de animales que se
consideran benéficos para los humanos,
aumenta el número de murciélagos vampiro
que se alimentan de su sangre.
¿Cómo se controla a este tipo de murciélagos?
Los métodos de control que existen, en
general, consisten en matarlos directamente,
pero el más importante, porque en él se basan
los métodos de control modernos, consiste
en capturarlos cuando llegan a comer,
untarlos con un poderoso anticoagulante,
para liberarlos después y que puedan regresar
hasta sus refugios (Flores-Crespo, 1878).
Con esto se consigue que aproximadamente
mueran nueve murciélagos adicionales al que
fue untado, pues los murciélagos vampiro
se acicalan unos a otros en el interior de sus
refugios y comparten la sangre de la que se
alimentaron. La vaselina con anticoagulante
les provoca hemorragias internas, de manera
que así se pretende controlar al 90% de la
población.
¿Pero, qué tiene de malo este método
de control?
En general es un método que se realiza a
ciegas, pues se desconoce el número efectivo
de animales muertos y se desconoce también
si los animales provienen de refugios en los
que se congregan varios murciélagos, o si son
solitarios; igualmente se ignora la proporción
de sexos y de edades de los animales que son
envenenados al llegar a los refugios.
En el Laboratorio de Ecología de Poblaciones
(sección mamíferos), hemos estudiado a
estos murciélagos bajo la premisa de que se
deben obtener datos precisos de la dinámica
poblacional para controlarlos efectivamente.
Por ejemplo, sabemos que los programas
de control son aplicados de manera dirigida
hacia los lugares de importancia ganadera,
dejando desprotegidas las áreas en las que
no se produce ganado, pero en las que sí
existe murciélago vampiro. Con lo anterior
se provoca que los murciélagos que viven
14
en los lugares en los que no hay control, re-
colonicen las zonas en las que existe mucha
comida, como son las zonas ganaderas. Al
aplicar los programas de control, se da por
hecho que se conoce el comportamiento de
los vampiros, porque se supone que son bien
conocidos. Sin embargo, ahora sabemos,
por ejemplo, que la Barranca de Metztitlán,
es una zona excluida de las campañas de
control, pero en ella habitan poblaciones
abundantes de vampiros que están en
constante crecimiento (Fig. 4). Aunque en
la barranca no existen hatos de ganado para
producción de leche y carne, existen otros
animales (chivos, borregos, cerdos, caballos
y burros) capaces de proporcionarles sangre
(Juárez, 2012). De manera que desde la
barranca, los vampiros pueden salir a re-
colonizar los lugares en los que se aplicó el
control de vampiros, ya que normalmente
pueden volar hasta 20 km alrededor de sus
refugios para conseguir alimento. Al realizar
estudios en la zona, hemos confirmado que
los vampiros habitan de manera solitaria o en
pequeños grupos en el 50% de los refugios
de la barranca y aquí se pueden reproducir
todo el año (Juárez, 2012). Además, hemos
observado que lo hacen principalmente en el
verano y que nace una sola cría por parto, que
tienen una proporción de sexos de 50% y se
reproducen por sistemas poligínicos, en los
que un macho puede formar un harem y se
aparea con varias hembras. Adicionalmente
determinamos que estos animales pueden
vivir hasta por 26 años y que la mayoría de
ellos mueren por causas naturales, antes de
cumplir los seis años de edad (Fig. 5; Juárez,
2012).
Esta información generada en el ámbito
local, puede ser utilizada para mejorar el
sistema de control actual. Por ejemplo, se
puede recomendar untar de anticoagulante
preferentemente a las
hembras pues son ellas
las que siempre están
agrupadas y se reúnen con
los machos para aparearse
y para la crianza. Por lo
tanto, el envenenamiento
de una hembra asegura el
de nueve animales más,
pues los machos pueden ser
solitarios. Adicionalmente,
el control debería ser
más intenso en el verano,
pues con ello se evitaría
que naciera una nueva
generación y se afectaría de
Los murciélagos vampiro eligen a una o dos presas y se alimentan de ellas cada noche.
En la Barranca de Metztitlán habitan poblaciones abundantes de vampiros que están en constante crecimiento.
15
manera significativa a todas las clases de edad de la población. Aplicar
un programa de control de murciélago vampiro, sistemático y por
varios años conseguiría reducir las poblaciones de estos animales de
manera significativa, pues además disminuirían en la población los
individuos experimentados, que llegan a vivir hasta 26 años de edad
(Juárez, 2012) y que enseñan a los jóvenes a sobrevivir, explotando
un recurso tan peligroso como es la sangre de otros mamíferos. Sin
embargo, para lograrlo, es necesario conocer en detalle su dinámica
poblacional y destinar, como sociedad, recursos adecuados para
realizar la investigación necesaria. No se trata de llevar a la extinción a
una especie que seguramente cumple con otras funciones dentro del
ecosistema, se trata solamente de controlar sus poblaciones.
Referencias
Acha, P. y B. Szyfres. 1986. Zoonosis y enfermedades transmisibles comunes
al hombre y a los animales. Organización Panamericana de la Salud. Publicación
Científica número 503, Washington, pp. 502-526.
Arellano-Sota, C. 2004. Control of bovine paralytic in Latin American and the
Caribbean. National Institute for Livestock Research, México, 14 pp.
Begon, M., Harper, J.L. & Townsend, C.R. 1999. Ecology: Individuals,
Populations and Communities. Blackwell Scientific Publications, Oxford.
Flores-Crespo, R. 1978. La rabia, los murciélagos y el control de los
hematófagos. Ciencia veterinaria, 2: 27-69.
Juárez, C. L. G. 2012. Dinámica poblacional del vampiro Desmodus rotundus
(Chiroptera:Phylostomidae) en la reserva de la Biosfera Barranca de Metztitlán,
Hidalgo, México. Tesis de Maestría en Ciencias en Biodiversidad y Conservación.
Instituto de Ciencias Básicas e Ingeniería, Universidad Autónoma del Estado de
Hidalgo. México.
Es necesario obtener datos precisos de la dinámica poblacional.
Los murciélagos estudiados pueden vivir hasta 26 años. La mayoría mueren por causas naturales antes de cumplir seis años de edad.
16
“La ingeniería genética juega con las barajas de la vida moviendo genes
entre especies; la biología sintética introduce nuevos comodines en el
paquete. La ingeniería genética está limitada a los genes que existen
en la naturaleza, la biología sintética pone al alcance la tecnología para
crear la vida que nunca ha existido ni podría existir naturalmente”–
Julian Savulescu, filósofo transhumanista, Oxford University, UK
La tarea de conservar la biodiversidad representa un reto extraordinario
que, dependiendo de diferentes situaciones, necesita aproximaciones
de distinta índole para alcanzar sus objetivos. Por tal motivo, en
2010 la Conferencia de Partes del Convenio de Diversidad Biológica
(CDB) adoptó el “Plan Estratégico para la Diversidad Biológica” para
los próximos diez años (2011-2020). En este marco, la comunidad
internacional se comprometió a salvaguardar la biodiversidad y los
beneficios ambientales que ofrece a la humanidad. Como parte del
Plan Estratégico se adoptaron 20 ambiciosos objetivos conocidos
como Metas de Aichi (Convention on Biological Diversity, 2010).
Las Metas de Aichi tienen como propósitos: a) abordar las causas de
la pérdida de biodiversidad; b) reducir las presiones directas sobre la
biodiversidad y promover su uso sustentable; c) mejorar la situación
actual de la biodiversidad, preservando la diversidad a nivel de:
ecosistemas, especies y genes; d) mejorar los beneficios que brinda
la biodiversidad a través de los servicios ambientales y e) mejorar la
aplicación de estos beneficios a través de la planificación participativa,
la gestión de conocimientos y la creación de capacidades (Convention
on Biological Diversity, 2010).
En situaciones reales, las Metas de Aichi son difíciles de llevar a
cabo debido a que requieren de un enfoque que combine diversas
técnicas y herramientas metodológicas. En la actualidad tanto los
objetivos como los arreglos institucionales que sustenta la Estrategia
de Aichi se basan en la comprensión de la biodiversidad y en las
ideas sobre las estrategias de conservación generadas a lo largo del
siglo XX. Adicionalmente, el hecho de hacer frente a las causas y
consecuencias de la pérdida de la diversidad biológica representa un
problema sumamente complejo en un entorno cambiante. A su vez,
el conjunto de amenazas de la biodiversidad constituye una serie de
“problemas perversos”. Estas problemáticas se caracterizan porque:
a) la solución depende de cómo se enmarca el problema y viceversa
(la definición del problema depende de la solución), b) las partes
interesadas tienen visiones radicalmente diferentes del problema y
diferentes marcos para la comprensión del mismo, c) las restricciones
a las que el problema está sujeto y los recursos necesarios para
resolverlo cambian con el tiempo y d) el problema nunca se resuelve
definitivamente (Rittel y Webber, 1973).
En este complicado panorama, el creciente campo de la “biología
sintética” se perfila como una aproximación atractiva e interesante
que puede ayudar en la mitigación de la pérdida de biodiversidad. De
acuerdo con la Comisión Presidencial para el Estudio de Asuntos de
Bioética (CPEAB), la biología sintética se define como “una disciplina
científica que se basa en la síntesis química del DNA y de procesos
estandarizados y automatizables para hacer frente a las necesidades
humanas mediante la creación de organismos con características o
rasgos nuevos o mejorados’’ (Presidential Commission for the Study
of Bioethical Issues, 2010).
De acuerdo con Redford et al. (2013) la biología sintética puede
cambiar la relación entre los seres humanos y el mundo natural,
sin embargo actualmente este enfoque es desconocido dentro del
campo de la biología de la conservación. Atendiendo a esta necesidad,
la Wildlife Conservation Society organizó recientemente (del 9
al 11 de abril, 2013) una reunión en la Universidad de Cambridge,
Inglaterra, intitulada “How will synthetic biology and conservation
shape the future of nature?”. El objetivo principal fue convocar a las
comunidades de biólogos sintéticos y a los conservacionistas para
discutir las implicaciones que esta disciplina puede tener en el ámbito
de la conservación de la Naturaleza y en el desarrollo de nuevas ideas
y estrategias (Callaway, 2013). Lo anterior resulta muy importante,
ya que al parecer muchas personas pueden tener la impresión de
LA BIOLOGÍA SINTÉTICAY LA CONSERVACIÓN DE LA NATURALEZACristian Cornejo Latorre
Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste.
Mar Bermejo 195, Col. Playa Palo de Santa Rita.
La Paz, Baja California Sur 23096, México.
17
de las poblaciones humanas. Estos nuevos desarrollos pueden tener
un impacto directo en la conservación, por ejemplo mejorando los
rendimientos agrícolas y aumentando la producción de alimentos.
Se podrán mejorar especies de interés comercial, como los árboles,
para que puedan producir una talla determinada o mayor biomasa,
reduciendo así la demanda de productos maderables en especies
nativas y evitando a su vez la deforestación. La biología sintética
también puede tener implicaciones en el desarrollo de energías
renovables y en la producción de medicamentos. Por lo tanto,
puede tener el potencial de transformar la economía planetaria y
a las sociedades humanas colocándose como una tecnología clave
en la bioeconomía emergente (Lee y Na, 2013). En el ámbito de la
conservación, es necesario abrir una discusión abierta y respetuosa
entre las diferentes comunidades académicas para evaluar los alcances
de la biología sintética. Actualmente se percibe a estas disciplinas
como muy distantes, sin embargo el trabajo que realizan ambas y
los objetivos que persiguen, pueden ser complementarios (Redford
et al. 2013). En este sentido, es urgente determinar cómo proceder
con los objetivos que se superponen en ambas. Es importante señalar
que esta discusión debe involucrar a los tomadores de decisiones, los
biólogos sintéticos, los conservacionistas y la sociedad en general.
Hay muchas preguntas en el aire que van a requerir de una
discusión larga e importante. Estos cuestionamientos van en
el siguiente sentido: ¿la biología sintética va a ayudar o a
obstaculizar los esfuerzos de conservación?, ¿puede
la manipulación genética permitir a las especies
adaptarse al cambio climático?, ¿se puede
cambiar la biología de un organismo para
que sea más productivo o para que pueda
crecer en nuevos entornos?, ¿se pueden
fabricar productos de vida silvestre,
como el marfil, en un laboratorio?,
que al impulsar los desarrollos tecnológicos de la biología sintética
con fines prácticos de conservación se está generando una suerte
de arrogancia en la que se pretenden hacer cosas fantásticas, como
traer de vuelta a los mamutes lanudos o resucitar a las palomas
mensajeras que oscurecieron los cielos de América del Norte antes
de ser erradicadas por los colonos del siglo XIX. Sin embargo, existen
muchos campos de acción donde las herramientas biotecnológicas
pueden aplicarse de una manera menos fantasiosa. En este sentido,
la biología sintética tiene el potencial para dotar a los organismos con
nuevos conjuntos de genes que les confieran nuevas habilidades, que
les permitan persistir a largo plazo en un ambiente cambiante, como
en el caso de los arrecifes de coral que pueden adquirir tolerancias
más amplias a los cambios de la temperatura del agua (Zimmer,
2013).
Actualmente se están realizado esfuerzos muy valiosos para recrear
especies extintas utilizando las herramientas de la biología sintética. A
partir de muestras biológicas colectadas previamente, se han llevado a
cabo investigaciones notables que tienen por objeto producir especies
extintas (aunque de momento sea sólo para verlas extinguirse
nuevamente). En este caso, podemos señalar los esfuerzos realizados
con la cabra montés de los pirineos (Capra pyrenaica pirenaica), una
especie exterminada directamente por causas antrópicas ocasionadas
por la cacería excesiva, organismos de esta especie fueron clonados
a partir de células crio-preservadas, pero no lograron sobrevivir
(Folch et al. 2009). Otro caso emblemático es el de la rana australiana
(Rheobatrachus silus), un anuro que se caracterizaba por incubar los
huevos en su tracto digestivo, inactivando las enzimas digestivas
mediante una sustancia producida por los huevos (Zimmer, 2013).
Los esfuerzos realizados con R. silus se enmarcan dentro del “Proyecto
Lázaro” que intenta resucitar especies extintas mediante clonación.
Hasta el momento se ha conseguido clonar algunos embriones, pero
éstos no han sobrevivido (Yong, 2013).
Por otra parte, un campo de acción sumamente importante de la
biología sintética será el desarrollo de tecnologías que
permitan satisfacer las necesidades básicas
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La extinción podría no ser permanente¿podría esta disciplina emergente recuperar
las especies que se han extinguido? (Redford
et al. 2013).
Se puede visualizar más fácilmente el cómo
la biología sintética afectará directamente
nuestras vidas, pero ¿cómo va a evolucionar
y afectar el resto de las especies del planeta?
Redford et al. (2013) identificaron cinco
temas emergentes clave, que deben ser
considerados por los conservacionistas e
instituciones como el CDB y la CPEAB: 1).
La extinción podría no ser permanente: se
deben revisar los criterios para establecer
a las especies que pueden revivirse o
ser asistidas por medio de herramientas
biotecnológicas. 2) La vida sintética
evoluciona: se debe valorar en qué medida
los organismos sintéticos podrán interactuar
con las especies existentes, estableciendo
los marcos permisivos a nivel local e
internacional. 3) La definición de “natural”
no es adecuada: se debe evaluar cómo
puede cambiar la percepción pública del
concepto “natural” y la idea de la evolución.
4) Los servicios de la naturaleza pueden
ser sintetizados: es importante determinar
cómo el diseño de organismos sintéticos
podrá generar beneficios ambientales a las
poblaciones humanas (captura de carbono,
control de contaminantes) y qué impactos
pueden tener en los ecosistemas naturales.
5) La vida sintética proporciona beneficios
privados: se debe poner atención en las
patentes de las formas de vida desarrolladas
por la biología sintética, considerando los
intereses económicos de los inversionistas
y los desarrolladores. Sobre todo, se debe
tomar en cuenta cómo equilibrar los riesgos y
las ganancias privadas frente a los beneficios
y la seguridad pública (Redford et al. 2013).
Adicionalmente, se deben considerar los
riesgos en materia de bioseguridad, los
cuales no deben ignorarse, pero tampoco
se debe aceptar el discurso que pretende
exagerarlos al repetir aquellos asociados a
la biotecnología, como si fueran novedades
asociadas a la biología sintética. En este
sentido, es importante señalar que los
desarrollos tecnológicos no son “buenos” o
“malos” per se, sino que más bien, dependen
del contexto de cómo se usen. Por ejemplo, la
energía atómica se puede usar para proveer
de energía eléctrica a una ciudad entera o
para borrarla del mapa de un solo golpe.
El informar y reflexionar cuidadosamente
sobre las nuevas tecnologías es esencial para
promover su uso adecuado.
Finalmente, no creo que la biología sintética
sea la panacea para resolver los problemas
de la conservación. Sostengo más bien que
esta disciplina tiene que llegar a sumarse
a toda la gama de estrategias que se están
realizando actualmente en materia de
conservación. En algunas situaciones el uso
de las herramientas de la biología sintética
podrá estar muy justificado y ser útil, por
ejemplo, en aquellas especies que se han
extinguido o están al borde de la extinción
debido a causas humanas (i.e. la caza furtiva
o la pérdida del hábitat); en estos casos se
deben hacer esfuerzos para recuperarlas, lo
que a su vez puede redundar en beneficios
económicos, turísticos y ecológicos, entre
otros (Kumar, 2012). Sin embargo, para que
esto ocurra es necesario contar con un fuerte
respaldo ético y político y con el apoyo a largo
plazo de diversas instituciones. Si bien la
biología sintética puede llegar a ser una cura
para ciertos “problemas perversos”, también
es cierto que la misma puede llegar a ser
una “solución malvada”, creando sus propios
problemas, algunos de los cuales pueden ser
indeseables o inaceptables en el ámbito de la
conservación de las especies, lo cual también
es importante de considerar (Zimmer, 2013).
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Referencias
Callaway, E. 2013. Synthetic biologists and conservationists open talks. But worries persist about unintended consequences of tinkering with nature. Nature 496:
281.
Convention on Biological Diversity. 2010. Aichi Biodiversity Targets.Disponible en: http://www.cbd.int/sp/targets/. Fecha de consulta: 20/mayo/2013
Folch, J., Cocero, M.J., Chesné, P., Alabart, J.L., Domínguez, V., Cognié, Y., Rochea, A., Fernández-Arias, A., Martí, J. I., Sánchez, P., Echegoyen, E., Beckers e,
J. F., Sánchez- Bonastre, A y X. Vignon. 2009. First birth of an animal from an extinct subspecies (Capra pyrenaica pyrenaica) by cloning. Theriogenology 71:
1026–1034
Kumar, S. 2012. Extinction need not be forever. Nature 492: 9.
Lee, G. N y J. Na. 2013. The Impact of Synthetic Biology. Synthetic Biology 2: 210-212.
Presidential Commission for the Study of Bioethical Issues (CPEAB). 2010. New directions: the ethics of synthetic biology and emerging technologies. Disponible
en: http://bioethics.gov/cms/sites/default/f iles/PCSBI-Synthetic-Biology-Report-12.1 6.10.pdf. Fecha de consulta: 20/mayo/2013.
Redford, K. H., Adams, W y M. G. Mace. 2013. Synthetic Biology and Conservation of Nature: Wicked Problems and Wicked Solutions. PLOS Biology 11, 4: 1-4.
Rittel H. W. J y M. M. Webber. 1973. Dilemmas in a general theory of planning. Policy Sciences 4: 155–169.
Yong, E. 2013. Resurrecting the Extinct Frog with a Stomach for a Womb. National Geographic. Disponible en phenomena.nationalgeographic.com. Fecha de
consulta: 21/mayo/2013
Zimmer, C. 2013. Bringing them back to life: the revival of an extinct species is no longer a fantasy. But is it a good idea? National Geographic. Disponible en ngm.
nationalgeographic.com. Fecha de consulta: 22/mayo/2013
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JOHN JAMES AUDUBON& THE BIRDS OF AMERICAManuel Becerril González
Profesor de Asignatura A, Definitivo, Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Sur,
Universidad Nacional Autónoma de México
John James Audubon nació en el año de 1785 en Les Cayes, Haití.
Fue uno de los naturalistas e ilustradores más famosos de todos los
tiempos. Su gran obra ornitológica The Birds of America realizada
entre 1827 y 1838 fue publicada en cuatro volúmenes, de los cuales
actualmente sólo se conservan 119 libros completos. Se calcula que
13 de ellos se encuentran en manos de coleccionistas y bibliotecas
privadas, el resto está bajo resguardo de algunas instituciones
educativas como museos, universidades, bibliotecas, así como en la
National Gallery of Art de Estados Unidos de América, la New York
Historical Society y otros sitios más en Moscú.
Entre 2010 y 2011, las casas de subastas Sotheby’s y Christie´s
vendieron una colección de obras que constan de cuatro volúmenes
con 435 láminas bellamente ilustradas a todo color bajo la técnica
acuatinta, que describen 497 especies de aves de Norteamérica.
Considerada una obra maestra de la ornitología mundial, dicho
trabajo valuado inicialmente entre 6.1 y 10 millones de dólares
alcanzó un precio récord en el mercado de $11.5 millones de dólares,
convirtiéndose en uno de los libros con el precio más alto en toda la
historia.
Las 435 acuarelas fueron pintadas en papel Whatman a escala natural,
en formato folio doble elefante, lo que hace que tengan una altura
monumental de más de un metro (137 x 109.2 cm). Su tamaño y
otras características de la obra hicieron que se culminara después de
11 años de arduo trabajo. La acuatinta y el coloreado de todas las
láminas quedó bajo la responsabilidad de Robert Havell y de su hijo
que lleva el mismo nombre.
Desde que la obra fue producida y hasta la fecha, ha habido mucha
discusión entre naturalistas, ilustradores y ornitólogos, en cuanto a las
posiciones en las que fueron plasmadas las aves que no corresponden
necesariamente a conductas y posiciones naturales. De hecho, desde un
principio la comunidad científica de Estados Unidos planteó fuertes críticas.
A pesar de que el trabajo artístico con actitud neoclásica refleja gran
habilidad para captar aves de una belleza sin igual, con un sentido
propio, perfectamente delineado y un toque extraordinario, los
editores mostraron poco interés en publicar esta obra ornitológica,
debido a que ya existía el trabajo previo de Alexander Wilson. Además,
los animales y su entorno daban una impresión un tanto dramática y,
como ya se señaló, no presentaban conductas propias de las especies.
Uno de los principales adversarios y críticos de Audubon fue George
Ord quien tenía un interés muy personal por publicar y dar a conocer
la obra de Wilson. Ord falleció sin culminar los nueve volúmenes de su
obra American Ornithology que consta de 268 ilustraciones de aves,
26 de las cuales contenían especies nuevas que no se había descrito
hasta el momento. Éste fue, dicho sea de paso, el primer libro de gran
extensión de aves americanas publicado bajo la técnica de aguafuerte
y coloreado totalmente a mano.
Las pinturas de Audubon no sólo contemplan aves alimentándose, en
cortejo, juveniles, nidos, huevos y pollos, muestran además detalles
de plantas, de vertebrados (peces, anfibios, reptiles y mamíferos) y de
invertebrados (insectos, arácnidos, gasterópodos y equinodermos).
Por otro lado, en el trabajo se puede apreciar la descripción de
especies extintas como la paloma migratoria Ectopistes migratorius y
del loro de Carolina Conoropsis carolinensis, entre otras, lo que agrega
un especial interés al trabajo.
Pese a las críticas negativas, Audubon registró y clasificó un gran
número de especies de aves de Norteamérica a principios del siglo XIX.
En 1820 el Museo del Oeste de Cincinnati reconoció sus habilidades
en el dibujo y la pintura y a partir de ese momento el artista enseñó
a dibujar y pintar retratos. Esto le permitió dedicar mayor tiempo a la
cacería y a la observación, lo que dio como resultado un gran progreso
en su técnica de dibujo y pintura. Para poder pintar, Audubon cazaba
a las aves y las mantenía de pie, sujetas con alambres.
Viajó a Londres y desembarcó en el puerto de Liverpool en 1826. La
comunidad científica inglesa lo recibió de buena forma y fue nombrado
miembro de diversas sociedades científicas, como la Sociedad Real
de Londres, la Sociedad Real de Edimburgo y la Sociedad Linneana.
Finalmente, la calidad de sus dibujos y de sus pinturas fue reconocida
y su trabajo abrió paso a nuevos artistas norteamericanos y europeos.
En 1851 el naturalista murió, fue aclamado como el ilustrador más
importante de todos los tiempos y su obra forma parte de la memoria
científica y cultural de nuestros días.
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¿ESPECIALIZACIÓN O INTEGRACIÓN?Numa P. Pavón
Profesor- Investigador, Laboratorio de Ecología de Comunidades,
Área Académica de Biología, ICBI, UAEH
Al parecer la especialización se considera como un proceso natural que
ocurre durante las etapas tempranas de formación de los estudiantes.
Durante el paso por la licenciatura comenzamos a inclinarnos por
ciertas materias que, como se dice coloquialmente, “nos gustan más”.
Como todo en la vida, también en biología en gustos se rompen
géneros y hay estudiantes que deciden elegir la zoología, la botánica,
la genética o alguna otra disciplina de las muchas que conforman a esta
ciencia. Es frecuente escuchar a los jóvenes decir: “yo estudio biología
porque siempre me han gustado los animalitos”, u otras frases como:
“desde que era niña inicié mi colección de insectos”. Bueno, aunque
debe haber el caso, aún no sé de alguien que haya dicho alguna frase
como: “estudio biología porque me intriga el proceso evolutivo en las
plantas con flores”, o acaso: “desde niño me han intrigado los flujos
de energía en los ecosistemas”. Lo cierto en todo esto es que hay
una inclinación o sesgo por gusto. Ya que pobres de aquellos que se
dedican al estudio de algo a fuerza o por compromiso. Hay una frase
muy cierta que dice “Trabaja en algo que te guste y jamás tendrás que
trabajar”.
Como ciencia la biología es muy amplia y se desglosa en tantas áreas
y disciplinas que la especialización se ha convertido en un proceso
continuo. Esto ocurre a tal grado que en muchos casos existen pocos
especialistas que estudien una especie e incluso a veces sólo hay uno
o una investigadora experta. Hay muchos ejemplos de esto, tal como
los zoólogos-entomólogos-sistemáticos de un solo grupo de los miles
que conforman a los insectos, o de ecólogos-vegetales-ecofisiólogos
dedicados a estudiar la germinación de semillas de cactáceas.
Ejemplos como los anteriores abundan, dado que hay mucho que
estudiar y pocos los decididos. Esto último ha sido una de las razones
más usadas para justificar la especialización. Otra justificación es el
manejo de la literatura sobre los diferentes trabajos que se realizan en
determinadas disciplinas. El número de publicaciones sobre un solo
tema al año puede ser muy grande.
Para ejemplificar esto, hice una pequeña revisión en un buscador
llamado Science direct. Este buscador no incluye a todas las editoriales
y por consiguiente es una muestra del universo de publicaciones. En
el ejercicio encontré 174,503 artículos relacionados con la ecología
vegetal; de este número 9,500 tienen que ver algo con la fenología
y, de éstos, 328 están relacionados con cactáceas. ¿Qué es más fácil,
revisar todos los artículos de ecología vegetal o sólo los 328 sobre
fenología de cactáceas? El manejo de la literatura es fundamental para
el desarrollo de la investigación, pues permite generar más y mejores
preguntas y por consiguiente tener mayor éxito.
El tener definida una línea de investigación implica estar al día en los
avances de esa línea, tener vínculos con otros especialistas en el tema,
lograr colaboraciones significativas, estar en la frontera y generar
nuevos conocimientos. Creo que es más fácil consolidar una línea de
investigación entre más especializada sea, es más, yo hipotetizo que lo
investigadores con mayor producción en cuanto a publicaciones son a
su vez los más especializados. Por otro lado, esto se premia. El Sistema
Nacional de Investigadores en México considera la consolidación en
un área especializada como uno de los requisitos para niveles 2 y 3. Yo
tengo el nivel 1 y en las recomendaciones que me han hecho está la
siguiente: “elija una línea de investigación y consolídela”.
Una línea representa la ruta entre dos puntos extremos, el inicio y la
meta, por lo que si establecemos nuestra meta, ya tenemos nuestra
línea. Para esto necesitamos realizar una reflexión profunda sobre
lo que queremos lograr como investigadores, cuáles son nuestras
preguntas y cómo queremos contribuir a la ciencia. Sin embargo,
en la realidad estas preguntas poco se reflexionan. Es más frecuente
que un investigador se forme con otro y, como aquellos aprendices
medievales, herede esa línea. Cuántos estudiantes de biología,
por su propia juventud, buscan arquetipos en sus profesores.
Éstos frecuentemente aprovechan la situación para clonarse o
para “empujar a los jóvenes” hacia un tema que frecuentemente el
estudiante desconocía. Un proceso no escrito, tradicional y efectivo
que ha funcionado por muchos años, pero, ¿es el mejor?
La forma de la línea puede o no ser recta. Claro está que en el primer
caso la distancia entre los dos puntos es la más corta. Así, muchos
investigadores prefieren no distraerse en meandros y sólo ver hacía
el frente, quizá como consecuencia de las evaluaciones cada vez
más exigentes por parte de las instancias académicas y/o por la
compulsión del propio investigador en llegar pronto a su meta. Sin
embargo, esto propicia que a menudo no vea más allá de su nariz.
Frecuentemente hemos escuchado la frase: “sí, es muy interesante,
pero no es lo mío”. Tal vez ocurre que salimos a recolectar hormigas y
ni idea tenemos que junto a nosotros se encuentre una posible nueva
especie de orquídea o de arácnido o incluso al caminar en nuestras
recolectas andemos pisoteando alguna evidencia fósil única. Esto
incluso es notorio cuando seleccionamos a qué conferencia asistir:
vamos sólo a las que nos interesan. Por esto, en la mayoría de los
centros académicos las conferencias tienen muy poca audiencia y
escasas preguntas.
Por otro lado, está la escala en la que nuestro objeto de estudio se
encuentra dentro de un intervalo de lo reduccionista a lo holístico. Sin
lugar a dudas la escala provoca una visión particular de las cosas y el
23
alcance de las preguntas. Esto hace muy compleja tanto la interacción
entre colegas como el escalamiento. Acaso lo arriba expuesto sea una
de las razones por las que el trabajo en equipo sea casi imposible y las
colaboraciones sólo se den como una suma de las partes.
¿En dónde quedaron los naturalistas curiosos que, como Darwin,
trabajaban con caracoles, con plantas insectívoras, con evolución? La
curiosidad es un valor personal que debe ser parte del perfil de un
investigador científico y no debe reprimirse. ¿Por qué no desarrollar
más de una línea de investigación a la vez o por qué no incursionar
en otra? Si un investigador decide cambiar no debe ser satanizado,
¡dejemos de estigmatizar! Muchos biólogos hablan desde hace
décadas de la necesidad de realizar una síntesis, revisar y romper
los paradigmas; sin embargo, esto no podrá lograrse desde la
especialización.
Ahora más que nunca, por la gran problemática ambiental
que sufrimos, hacen mucha falta investigadores que integren
conocimientos, cuya búsqueda sea contestar preguntas. Por supuesto
que las respuestas necesitan de conocimientos especializados,
pero no serán los especialistas los que redacten esas respuestas, es
necesario formar investigadores integrales que escojan los escenarios
adecuados para servir de modelos generadores de respuestas.
Seguro esto no es fácil y quizá aún no hay quien forme a esta clase
de investigadores. Para la integración, no se trata de generar n
capítulos, en el que cada especialista coopere con un capítulo y listo.
Para integrar es necesario tener la capacidad de reflexionar dentro de
un sistema complejo. Es mucho más que la suma de las partes. Hace
relativamente poco tiempo que surgen áreas de investigación cuyo
desarrollo es la integración, tales como la biología de la conservación,
la restauración ecológica y la ecología del cambio ambiental global.
Habrá quien diga que son especializaciones, pero no es así. Se trata
de disciplinas cuyo sujeto de estudio son problemas que se pueden
enfocar multidisciplinariamente y cuyo objetivo es generar soluciones
a esas problemáticas. En los tres casos se trata de problemas derivados
de las actividades humanas, por lo que la solución no sólo aplica al
ámbito biológico, sino además deben considerarse aspectos sociales,
económicos, políticos, religiosos, químicos, ambientales, históricos,
filosóficos y éticos. Aunque es deseable formar un grupo de trabajo
con expertos de cada disciplina, es necesario contar con el profesional
que integre. Éste necesita, sin duda, ser capaz de traducir y entender
los lenguajes de cada experto (especialista).
En esta reflexión no estoy considerando que la especialización sea
errónea o mala, sino que no debe ser la única manera de formación.
Sin lugar a dudas son necesarios los expertos, pero no sólo ellos.
Los grandes problemas que enfrenta la humanidad necesitan de
biólogos eclécticos, holísticos e integradores. Educar a los alumnos
a que es posible saber un poco de varios temas y que no hay un solo
camino. Generar proyectos de investigación basados en preguntas o
problemas, donde hay múltiples aristas. Subir y bajar de escala tanto
espacial, temporal y de complejidad. Es bien sabido que esto se ha
intentado en los estudios multidisciplinarios, pero también sabemos
que éstos no han funcionado como se esperaría, ni siquiera entre
expertos del mismo tema y lo digo por experiencia propia. Bien dice
mi madre: “dos agujas no se pican”.
Para finalizar imaginemos que tuviéramos enfrente a Charles Darwin
y le preguntáramos lo siguiente:
“Mr. Darwin, what line of scientific research are you in?Seguramente nos respondería:
Sorry, I don’t understand your question.
Foto: Laurence Livermore
24
En algún momento en la década de 1980, principalmente en los
Estados Unidos se puso de moda el aplicar la teoría del Equilibrio
dinámico de la biogeografía de islas para diseñar áreas naturales
protegidas (Diamond, 1975; Simberloff, 1983; Shafer, 1990). A
pesar de que esta teoría puede ser enriquecedora y algo didáctica
(Akatov, 2013), se debe tener cuidado cuando llega a las manos
de la gente que se encarga de diseñar áreas naturales, pues no sólo
es una teoría caduca, sino inadecuada para diseñar refugios, ya que
sus simples reglas no cumplen con lo requerido para una adecuada
elección de sitios para conservar (Simberloff, 1983). Revisemos
cuál es el principio de esta teoría, veamos por qué se utilizó tanto
y analicemos por qué es inadecuado usarla para dicho fin. En el
año de 1967, un par de reconocidos ecólogos pertenecientes a las
Universidades de Pensilvania y Harvard, en los Estados Unidos, Robert
MacArthur y Edward Wilson, postularon lo que se conoce como teoría
de Biogeografía de islas, una teoría biológica muy famosa en aquellas
épocas e incluso en la actualidad y que en un sentido general explica
que “… el número de especies que se encuentran en una isla o en
un lugar aislado se debe al balance o equilibrio entre el índice de
migración y el índice de extinción…” y “…se asume como un evento
que está ocurriendo constantemente, entran, salen, desaparecen y se
remplazan individuos y especies (aunque no las mismas), pero siempre
se mantiene el equilibrio de las poblaciones…” (Shafer, 1990; Murray
et al., 2002; Akatov, 2013) (Figura 1). Dicha teoría se fundamenta en
explicar la dinámica poblacional en islas lejanas y cercanas, y en islas
grandes y pequeñas (Murray et al., 2002).
Debido al gran impacto obtenido en la comunidad científica en aquella
época y al aparente equilibrio satisfactorio obtenido de sus resultados
LA BIOGEOGRAFÍA DE ISLAS EN LA CONSERVACIÓN DE REFUGIOS O ÁREAS NATURALESSergio Godínez-Cortés y Abigail Mayled González-Zúñiga
Egresados de la Licenciatura en Biología, ICBI, UAEH
y de sus postulados, muchos profesionales de la biología no tardaron
en afirmar que se podían hacer estudios de conservación de áreas
naturales utilizando dicha teoría, realizando diseños y planes para
elaborar refugios naturales en distintos tipos de hábitats, incluyendo
las ciudades (Diamond, 1975; Shafer, 1990; Akatov, 2013). Basándose
en los principios de la biogeografía de islas y al tratar de aplicar dicha
teoría a determinadas áreas continentales (terrestres) diseñados para
refugios biológicos, que según ellos son similares a las islas (Diamond,
1975; Murray et al., 2002).
La biogeografía de islas se ha utilizado principalmente para medir la
biodiversidad, hacer predicciones y tratar de comprender la relación
entre la diversidad de especies y el tamaño del área, mediante sus
Esquema que representa de manera general la teoría de la biogeografía de islas. Tomado de Murray et al., 2002.
25
métodos cuantitativos; sin embargo, algunos han pensado que se
es capaz de aplicar dichas estimaciones para hacer propuestas para
preservar sitios mediante la identificación de la distribución de las
especies (Diamond, 1975; Murray et al., 2002; Akatov, 2013).
No conformes con forzar una teoría basada en áreas de tierra rodeadas
por agua en áreas de tierra fragmentadas y rodeadas por más tierra,
estos conservacionistas retomaron ideas de otras fuentes para
hacerlas pasar como resultados de la biogeografía de islas; tal es el
caso de los postulado para diseñar refugios naturales propuestos por
Simberloff en 1983, conocidos como SLOSS “single large or several
small” (una grande o muchas pequeñas) (Simberloff, 1983; Murray
et al., 2002) (Figura 2).
Para saber mejor de qué se trata, tenemos que considerar que
en todos los casos en los que se ha hecho un estudio para tratar
de conservar áreas utilizando la biogeografía de islas, se ve muy
claramente que se repiten constantemente dos supuestos que
no son propiamente surgidos de esta teoría (Diamond, 1975;
Simberloff, 1983), los cuales son:
1.- Un solo refugio grande es preferible que dos o más áreas pequeñas
con un área total igual que la grande.
2.- Para un área dada, una forma redonda es más óptima siempre.
Si bien estos dos enunciados suenan atractivos y funcionan como
estandarte para decir que la biogeografía de islas ayuda a crear áreas
naturales protegidas, esto es mentira, pues los dos supuestos, basados
en la insularidad y en el efecto de borde NO provienen de dicha teoría
(Simberloff, 1983).
Esta distorsión de principios se debe a que muchos de los biólogos
que se dedicaron a la conservación o al diseño de refugios, observaron
una similitud de los espacios terrestres insulares (aislados) destinados
para conservación con las islas (Diamond, 1975; Shafer, 1990;
Akatov, 2013). Comparación aparentemente similar, pero errónea, ya
que las reservas naturales a menudo (al no ser tan grandes como las
islas) no consideran aspectos de la biodiversidad gama ni beta para su
conservación, sino sólo alfa. Y no nada más eso, sino que las reservas
o áreas naturales, a menudo son manchas aisladas del hábitat natural
rodeadas por paisajes modificados por el ser humano, en las cuales
no se abarcan todos los componentes de la biodiversidad; ni mucho
menos se controla el mismo componente alfa en el sitio, puesto que
Foto: Ricardo Giaviti
Representación de la SLOSS (single large or several small) propuesta por Simberloff (1983), en la cual se ejemplifican los dos postulados, y complementada con la ilustración de los corredores biológicos. Tomado y editado de http://tinyurl.com/loy78ad
26
algunos de los organismos escapan o entran algunos que no estaban
ahí antes, lo que no pasa en las islas, o según la biogeografía de islas,
no debería de ocurrir (Shafer, 1990; Murray et al., 2002).
Si bien las reservas naturales que se protegen actualmente
efectivamente son islas terrestres (áreas fragmentadas con efecto
de borde), su dinámica poblacional no actúa igual que la de una isla
volcánica o una isla continental, como nos lo han querido hacer ver
(Murray et al., 2002). Se pueden ver los defectos de la aplicación
de la teoría de dos formas principales posibles. Primero: ¿La teoría
de la biogeografía de islas está tan firmemente establecida como
para depender de ella y tomar decisiones tan importantes como la
conservación de áreas? No, puesto que los estudios llevados hasta
ahora son insuficientes o agregan variables a los resultados que
propician el equilibrio deseado y no la dinámica poblacional natural,
lo que conlleva a tomar decisiones equivocadas a la hora de elegir
un área para protección. Segundo: ¿Los diseños lógicos que se
recomiendan se obtienen de la biogeografía de islas? No, puesto que
los dos supuestos basados en la insularidad y en el efecto de borde
provienen del trabajo de Simberloff (1983).
Hasta estos momentos, la SLOSS (Figura 2) es lo más acertado
posible para basarnos en el diseño de refugios o áreas naturales. Y
sin embargo, aunque es muy atractivo el modelo, sólo es una utopía
más que no considera distintos aspectos variables que nos impiden
elegir el refugio idóneo, pros y contras tales como el tamaño y la
forma del área (en la actualidad muchos biólogos creen que una
forma circular es preferible que un área de cualquier otra forma; sin
embargo, a estas alturas no es posible discernir si es mejor conservar
un área grande o varias pequeñas que en su conjunto sean del mismo
tamaño que la grande, o si es necesario o no unir dichas áreas con
corredores biológicos); las catástrofes naturales (incendios, plagas,
competidores, especies introducidas, que sin lugar a dudas es preferible
que ocurran en un área pequeña, que en una sola de gran tamaño); el
costo de adquisición del área (entre más grande o exclusiva, se vuelve
más costosa); el espacio mínimo requerido para cada especie (cada
especie en particular requiere de distintas condiciones exclusivas, que
muchas veces no abarca el área protegida considerada, por lo tanto
quedan a la vez protegidas y desprotegidas); el número de hábitats
(la riqueza de cada área biológica destinada para conservación
dependerá en gran medida de los distintos hábitats que presente;
la conservación de pequeñas áreas con diferentes tipos de hábitats
presentarán mayor número de especies que una sola área grande con
un solo tipo de hábitat); el costo de mantenimiento (la manutención
y logística de organización es más barato para un solo refugio
grande que para varios pequeños de la misma área que el grande);
el flujo génico (la endogamia intensa presentada en pequeñas áreas
acarreará la extinción de la fauna, lo que preocupa a algunos, aunque
sabemos que la endogamia puede favorecer la variación y la expresión
Foto: Ricardo Giaviti
27
genética escondida en los organismos) (Diamond, 1975; Simberloff,
1983; Akatov, 2013).
Al analizar éstos y muchos más datos, se puede afirmar que la
biogeografía de islas NO sirve para diseñar áreas naturales protegidas
(Simberloff, 1983); ya que si bien es un buen modelo, muchos
ecólogos de la conservación la han alterado y le han agregado distintas
variables y partes de otros postulados para que los resultados sobre
biodiversidad asemejen un equilibrio inexistente, es decir, la maquillan
para obtener los resultados deseados (Murray et al., 2002).
En un contexto simple, podemos decir que la biogeografía de islas
es una técnica inadecuada para diseñar áreas naturales o refugios. Es
una hipótesis débil y pobre que ha llevado a algunos investigadores
a ajustar el efecto de borde e insularidad al modelo de biogeografía
de islas para hacerlo autosuficiente, pero nada de eso sustenta
su diseño; es decir no está bien establecida. No se puede tratar de
resolver un problema tan complejo como lo es el diseño de un área
de conservación con una teoría que únicamente sirve para estimar
la abundancia de la biota y su modo de dispersión en una isla, que
apuesta a un falso equilibrio de sus poblaciones, sin una verificación
confiable de sus datos y sus resultados que nos indique que dichas
aproximaciones hechas a los hábitats continentales es confiable.
Simplemente no se puede pensar en una reserva como si fuera una
isla.
Incluso es triste saber que en algún momento de la historia,
la International Union for Conservation of Nature and Natural
Resources, líder internacional en conservación en la primera mitad
del siglo XX, propuso las reglas básicas para diseñar áreas naturales
protegidas basándose en la obsoleta teoría de la biogeografía de
islas (Simberloff, 1983; Akatov, 2013). Y aún en estos días, hay
profesionales en el campo que nos han engañado o hecho creer con
argumentos ecológicos que la biogeografía de islas es una herramienta
útil, cuando en realidad todavía no existe un método adecuado para
los complejos requerimientos que se necesitan para diseñar un lugar
como refugio o área de conservación (Simberloff, 1983; Shafer, 1990;
Akatov, 2013); tanto es así que el mal diseño de muchas de ellas, en
sentido metafórico, significan islas rodeadas de tierra no adecuadas
para sobrevivir, es decir, trampas naturales. Así, creemos que en la
actualidad, ningún biogeógrafo o conservacionista serio trataría
de adecuar la biogeografía de islas para designar áreas naturales de
protección biológica.
Agradecimientos. Nuestro más sincero agradecimiento a la Dra. Irene
Goyenechea Mayer-Goyenechea y al M. en C. Miguel Ángel Cabral
Perdomo, que en algún momento contribuyeron a la revisión y mejora
de este ensayo.
Referencias
Akatov, V. V. 2013. The 60th Anniversary of the equilibrium theory in island
biogeography: Problems of testing, results of field studies, and applied importance.
Biology Bulletin Reviews 3: 1-16.
Diamond, J. M. 1975. The island dilemma: lessons of modern biogeographic studies
for the design of natural reserves. Biological Conservation 7: 129-146.
Murray, K. G., Winnett-Murray, K. y L. Hertel. 2002. Species diversity, island
biogeography, and the design of nature reserves. Pp. 125-144. En: O’Donnell, M. A.
(ed.).Tested studies for laboratory teaching, Volumen 23. Proceedings of the 23rd
Workshop/Conference of the Association for Biology Laboratory Education (ABLE),
Florida.
Shafer, C. L. 1990. Nature reserves: island theory and conservation practice.
Smithsonian Institution Press, Washington, 208 pp.
Simberloff, D. 1983. Island biogeographic theory and the design of wildlife refuges.
Soviet Journal of Ecology, 13: 215-225.
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EL ARTE DELA GUERRA (III)Oscar Daniel González de la Fuente1 y Ulises Iturbe2
1 Estudiante de la Licenciatura en Biología, ICBI, UAEH, México.
2 Profesor-Investigador Asociado, Área Académica de Biología, ICBI, UAEH, México
Con esta contribución cerramos el ciclo que iniciamos hace dos
números de esta revista. Lo hacemos porque creemos haber
establecido el punto de comparación entre la obra de Sun Tzu, “El
Arte de la Guerra”, con la teoría darwiniana de la selección natural.
Las analogías resultantes son pertinentes toda vez que la teoría de la
selección natural se originó dentro de una tradición de competencia y
lucha entre los individuos, grupos sociales y naciones, que era popular
en el siglo XIX y a su vez la justificación de la sociedad capitalista
inglesa, con fuerte vocación colonizadora.
Los ejemplos que Darwin comenta en “El Origen de las Especies”
tienen su base en el conflicto biológico que se establece por la
reproducción diferencial de los organismos que compiten, debido a
que presentan diferencias individuales, y la aparición y permanencia
de las características que definen a las especies y a la preservación de
las especies mismas en un mundo silvestre que es, de hecho, salvaje.
La siguiente cita ilustra cabalmente esta perspectiva: “¿Cómo se han
perfeccionado todas estas exquisitas adaptaciones de una parte de la
organización a otra o a las condiciones de vida, o de un ser orgánico a
otro? Vemos estas hermosas coadaptaciones del modo más evidente
en el pájaro carpintero y en el muérdago, y sólo un poco menos
claramente en el más humilde parásito que se adhiere a los pelos de un
cuadrúpedo o a las plumas de un ave; en la estructura del escarabajo
que bucea en el agua, en la semilla plumosa transportada por la suave
brisa; en una palabra vemos hermosas adaptaciones donde quiera y en
cada una de las partes del mundo orgánico… Todos estos resultados…
son consecuencia de la lucha por la existencia. Debido a esta lucha,
las variaciones, por ligeras que sean y cualquiera que sea la causa de
la que procedan, si son en algún grado provechosas a los individuos
de una especie en sus relaciones infinitamente complejas con otros
seres orgánicos y con sus condiciones físicas de vida, tenderán a la
conservación de estos individuos y serán, en general, heredadas a la
descendencia, la cual a su vez también tendrá mayor probabilidad de
sobrevivir; pues de los muchos individuos de una especie cualquiera
que nacen periódicamente, sólo un pequeño número puede
sobrevivir” (Darwin, 1997).
Debilidad y fortaleza
El maestro Wang dijo: “Si un gato está en la entrada de una ratonera,
ni diez mil ratas se atreverán a salir; si un tigre guarda un vado, ni
diez mil ciervos lo podrán cruzar”. El que es capaz de hacer venir al
oponente por su propia voluntad, lo hace ofreciendo alguna ventaja.
Hay plantas que producen aromas que atraen a diversos insectos.
Cuando éstos llegan buscando el origen del aroma que confunden con
alimento, se encuentran frente a una especialización única en el reino
vegetal: la generación de trampas a partir de mecanismos simples.
Cuando el insecto es atrapado, la planta empieza a producir jugos
digestivos que disuelven a la presa y así aprovechan sus nutrientes; Foto: Glauco Umbelino
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a estas fantásticas plantas insectívoras se
les conoce también por el nombre común de
plantas carnívoras.
“Y el que es capaz de impedirle que venga, lo hace hiriéndolo”.
Aquí podemos tomar por ejemplo a cualquier
serpiente venenosa, como las “serpientes de
coral” o “coralillos” (género Micrurus), los
cuales muerden a sus presas, generalmente
otras serpientes, y les inyectan veneno;
pero si se sienten amenazadas por un
potencial depredador o si se les molesta
insistentemente adoptarán una actitud
defensiva y morderán, dejando tanto una
herida, como un envenenamiento con
devastadores efectos neurotóxicos que
podría lograr que el agresor muera.
“Extremadamente sutil, el experto no deja huellas; completamente misterioso, se vuelve inaudible.De esta manera tiene al oponente a su merced”.
Pondremos como ejemplo a las serpientes
de cascabel, pues cuando uno piensa en
ellas, se hace una imagen preconcebida y
caricaturesca de estos animales haciendo
sonar el cascabel y atacando a sus presas; sin
embargo, aunque esto sea un lugar común,
no es cierto, pues sólo suenan el cascabel
cuando se sienten amenazadas y funciona
como una señal de alerta, muy eficiente,
contra posibles oponentes que en su mayoría
se asustan y alejan. Por el contrario, cuando
van a cazar, acechan y emboscan a sus presas
manteniendo el cascabel quieto mientras se
desplazan silenciosamente y se ocultan entre
la hojarasca o las rocas; así, tienen ventaja
y toman por sorpresa a sus presas, que son
generalmente roedores y otros animales de
talla relativamente pequeña.
“Pruébalo (a tu oponente) para averiguar sus puntos débiles y sus puntos fuertes”.
Hay tantos ejemplos que se pueden tomar
para este caso. Repasemos a los cocodrilos,
los cuales tienen la cualidad de ser pacientes.
Cuando les vemos, pensamos que atrapan
fácilmente a sus presas, que es algo innato
para ellos, pues son cazadores perfectos
desde que nacen. No obstante, los cocodrilos,
de manera similar a los mamíferos, tienen que
aprender cómo cazar; con intentos y fracasos;
con mucho esfuerzo aprenden cuáles son
los puntos débiles de sus presas y cuáles los
fuertes. Así, tras la experiencia formativa,
saben en qué momento es oportuno atacar
a su presa.
“Pues un ejército puede ser comparado con el agua, porque, al igual que un caudal deja las alturas para buscar los lugares bajos; un ejército evita lo fuerte y ataca lo débil”.
Del jaguar, uno de los grandes felinos
americanos, se puede decir que es un
depredador generalista, pero evita una
variedad de animales que podrían poner en
riesgo su vida. Así, caza únicamente aquellos
ejemplares que cree capaz de someter y
cuyo esfuerzo no será vano; puesto que hay
animales de gran tamaño, como las boas,
que les pueden causar bastante daño en un
combate directo o las tortugas de tierra que,
aunque lentas y poco fieras, cuentan con un
caparazón difícil de penetrar y con el que
pueden lastimarse el hocico en el intento.
“Y así como el agua no tiene un aspecto definido y adopta la forma del terreno por donde pasa; un ejército para obtener la victoria se adapta a la situación del oponente”.
Podemos ver esto en las especies exóticas
introducidas a diversos ambientes, siendo un
gran ejemplo el de los dingos en Australia. Se
sabe que estos cánidos fueron llevados allá en
algún momento por las poblaciones humanas
que colonizaron la isla hace milenios; luego,
estos animales fueron liberados o quizás
escaparon, volviéndose ferales, es decir, se
convirtieron en perros salvajes. Pareciese que
están completamente adaptados al medio
en el cual viven, aunque nunca hubo ahí
depredadores placentarios, ni ancestros que
mostraran su capacidad de adaptación a la
situación del ambiente cambiante.
“Y así, como el agua no tiene una forma estable, no hay en la guerra condiciones permanentes… De los cinco elementos, ninguno predomina constantemente; de las cuatro estaciones, ninguna dura por siempre; existen días largos y cortos, y la luna crece y mengua”.
Éste es un término fácil de abordar, puesto que
lo vemos constantemente en el medio, con los
cambios en las condiciones meteorológicas y
en el clima, a tal grado que la vida misma no ha
conservado una única forma desde su origen
en el planeta, sino que se ha diversificado en
millones de especies, en las que podemos
ver la gran variedad de adaptaciones finas y
mutuas que los organismos exhiben, que les
permiten interaccionar y alcanzar el mayor
estímulo de la vida: Alimentarse.
Referencias
Darwin, C. 1859 [1997]. El origen de las especies. Universidad Nacional Autónoma de México. México D.F.
Rebio-Godoy, M. 2003. Cascabel: la serpiente divina. ¿Cómo ves? (60):10-14
Tzu, S. [2009]. El arte de la guerra. Grupo Editorial Tomo. México, D. F.
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EDITORIAL
Dicen que el filósofo Séneca dijo: “Largo es el camino de la enseñanza
por medio de palabras; breve y eficaz por medio de ejemplos”. Cuántos
de nosotros no fuimos atraídos hacia la ciencia gracias a que leímos
las biografías de grandes científicos y nos sentimos atraídos por su
ejemplo. Así, esperamos que el artículo “Memorias de un herpetólogo”
sea una fuente de inspiración para muchos jóvenes que quieran ser
biólogos. En éste, uno de los herpetólogos más reconocidos del país
platica cómo fue su encuentro con el estudio de los anfibios y los
reptiles, cómo logró formarse en esa disciplina y cómo ha continuado
con su labor hasta ver formados a nuevos profesionistas en el área.
Otra vida ejemplar fue la del John James Audubon, quien además
de ser un naturalista, estudioso de las aves, fue un artista que dejó
bellas pinturas de numerosos ejemplares, en los que se pueden
apreciar sus características, en un tiempo en que no existía la cámara
fotográfica. En aquella época, los naturalistas recorrían bosques,
estepas y desiertos para identificar y describir la biodiversidad que
iban encontrando en el planeta. Lejos estaban de imaginar que algún
día el ser humano buscaría métodos completamente innovadores,
e inimaginables en aquella época, de salvar esta biodiversidad,
como los propuestos por la biología sintética, de la que trata otro
artículo. Conservar la biodiversidad es uno de los mayores retos de
la actualidad ante los problemas que se presentan actualmente en
el planeta, como es el cambio climático. En otro artículo se describe
la manera como este fenómeno está afectando a varias especies de
animales que hibernan. Aunque todavía se discute, cada vez hay más
evidencias de que el calentamiento global se debe a las alteraciones
ambientales provocadas por el ser humano. Una de estas alteraciones
se describe en el artículo que trata de cómo el aumento del ganado
ha tenido como consecuencia el acrecentamiento de las poblaciones
de murciélagos vampiro, una relación que estábamos lejos de
sospechar. Por razones como ésta es que es necesario observar a la
naturaleza de una manera integral, como se señala en el artículo que
pone a discusión la especialización que ha tenido la ciencia frente a la
integración que debe haber para tener panoramas más completos de
lo que ocurre en la naturaleza. La falta de integración es uno de los
aspectos que ha llevado a considerar la biogeografía de islas como un
método para elegir áreas naturales protegidas, lo que se discute en
otro de los artículos. Finalmente, se presenta la tercera parte de una
secuencia que ha tratado de establecer puntos de comparación entre
la obra de Sun Tzu, “El Arte de la Guerra”, con la teoría darwiniana de
la selección natural. Esperamos que lo disfruten.
Consuelo Cuevas Cardona
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Guía para colaborar en Herreriana, revista de divulgación de la ciencia:
1. Las colaboraciones a entregar pueden ser de varios tipos:
a). Artículos informativos sobre cualquier área de la ciencia, en especial de
la biología, o de la metaciencia (filosofía de la ciencia, historia de la ciencia,
sociología de la ciencia y política científica, entre otras).
b). Narraciones sobre experiencias propias. Por ejemplo, anécdotas sobre lo
ocurrido durante algún trabajo de campo, sobre cómo surgió el interés por la
ciencia o cómo se eligieron los temas de estudio.
c). Refexiones en torno al quehacer científico.
d). Entrevistas o pláticas sostenidas con científicos.
e). Entrevistas con estudiantes o investigadores.
f). Reportes de sucesos o eventos ocurridos en los centros de trabajo.
g). Cuentos que ayuden al lector a saber más acerca de algún fenómeno científico
o recreaciones biográficas.
2. El tamaño del escrito deberá ser menor a 10 cuartillas en doble espacio, en texto corrido (sin
justificar), letra Times New Roman, 12 puntos.
3. Los textos deberán estar redactados en un lenguaje que pueda ser entendido por la población
en general, sin palabras técnicas. Se sugiere echar mano de toda la imaginación y creatividad
literaria posibles.
4. Los dibujos, gráficas y fotografías deberán remitirse en archivos por separado en formato
RAW o JPG (300 dips).
5. Los pies de figura de las ilustraciones se mandarán al final del texto y en orden correspondiente.
6. Los textos enviados sin las características arriba mencionadas no serán dictaminados.
7. Las colaboraciones deberán enviarse al correo: [email protected]
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE HIDALGO
Mtro. Humberto Veras GodoyRector
Mtro. Adolfo Pontigo LoyolaSecretario General
Dr. Sócrates López PérezCoordinador de la División de
Investigación y Posgrado
Lic. Jorge Augusto del Castillo TovarCoordinador de la División de
Extensión de la Cultura
Mtro. Jesús Ibarra ZamudioCoordinador de la División de Docencia
Lic. Alfredo Dávalos MorenoDirector de Comunicación Social y
Relaciones Públicas
Dr. Orlando Ávila PozosDirector del Instituto de Ciencias Básicas
e Ingeniería
Mtro. Carlos Domínguez GonzálezSecretario del Instituto de Ciencias Básicas
e Ingeniería
Mtro. Jesús Martín Castillo CerónJefe del Área Académica de Biología
Colabora enHerreriana
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Año 9, No. 2, 2013.
Hyla euphorbiacea, Santa Catarina, Acaxochitlan, Hidalgo. Fotografía de Uriel Hernández Salinas