herbert mary - dragonlance linsha 01 - la ciudad de lo perdido

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    Con La ciudad de lo perdido, la aclamada autora Mary H. Herbert inicia la Triloga de Linsha, una saga pica contempornea de la serie Laguerra de los espritus, de Margaret Weis y Tracy Hickman, una de las series de mayor xito de Dragonlance.

    La novela se centra en las consecuencias del enfrentamiento entre dos temibles dragones y la protagonista es Linsha Majere, nieta deCaramon y Tika Majere, personajes legendarios de la Dragonlance que aparecen en las series troncales de la coleccin.

    Captulo 1Captulo 2Captulo 3Captulo 4Captulo 5Captulo 6Captulo 7Captulo 8Captulo 9Captulo 10Captulo 11Captulo 12Captulo 13Captulo 14Captulo 15Captulo 16Captulo 17Captulo 18Captulo 19Captulo 20Captulo 21Captulo 22Captulo 23Captulo 24Captulo 25Captulo 26

  • Dedicado a dos personas muy pacientes.

    A Betsy H. SmichAunque mi hermana est convencida de que crec en un estado alterado de conciencia y no le gusta la fantasa, la quiero de

    todos modos. Es una gran admiradora ma y una de mis mejores amigas.

    A Guy H. MouserA mi hermano pequeo le gusta la fantasa y se ha ledo a conciencia cada uno de mis libros y cuentos. l tambin es un gran

    admirador mo y uno de mis mejores amigos.

  • Captulo 1 Una flecha en la oscuridad

    A veces la nica separacin entre la vida y la muerte es slo una cuestin de tiempo, esa dcima de segundo en el umbral de la mortalidaden el que la piedra est a slo unos centmetro de nuestra cabeza, en el que lo nico que separa el casco del caballo de Anuestro rostro, son unosmilmetros en el que el filo de la espada avanza silbante hacia nuestro torso, esa dcima de segunda en que basta con que las redas de un carrocargado de barriles de cerveza giren una vez ms para encontrarse con nuestro cuerpo. En ese preciso momento, la vida y la muerte se funden; ynicamente la suerte, el instinto, o, quiz el destino son los que deciden si continuaremos vivos o moriremos.

    Eso pensaba Linsha mientras observaba el gran desgarrn de su viejo blusn azul. De hecho, ltimamente estaba demasiado acostumbradaa depender de esa milsima de segunda.

    Sin darse cuenta, sigui con la mirada el rasgn que le cruzaba la camisa sobre el pecho izquierdo hasta llegar al extremo del cuadradillo deuna ballesta que sobresala tras el viejo mura de mampostera, medio derruido, que se extenda junto a su hombro izquierdo. Un jirn de tela azulcolgaba del astil. Unos centmetros ms, una fraccin de segundo ms rpido, y ahora mismo no estara...

    Sobre los escombros trapalearon unas pezuas y un poco ms all, no ms de cinco metros, asom la cabeza de un macho adolescente queescudriaba con cautela guarecido tras otro muro desmoronado. Linsha poda or su respiracin entrecortada.

    Qu has hecho esta vez?Se oy el golpeteo de ms pezuas sobre el antiguo camino pavimentado y ante los ojos de Linsha apareci al trote un gran centauro

    macho. El poderoso torso humano mostraba los msculos propios de aos de lucha y era de un color bayo tan oscuro que pareca castao.Bast una mirada a la mujer prendida al muro por la camisa para que la ira se apoderara de su rostro.Lenidas! Bram, dirigindose a alguien oculto tras el muro. Cuntas veces tengo que repetiste que no dispares ni un solo cuadrillo

    hasta que ests seguro de cul es tu blanco? El centauro avanz de un salto y le arrebat la ballesta de las manos al desventurado tirados.Linsha cerr los ojos para protegerse de la claridad que la envolva y se tap las orejas para no or la voz airada del centauro. Se concentr

    en s misma, en el latido desenfrenado de su corazn y en los sentimientos mezclados de alivio, miedo y rabia por lo que habra podido pasar.Olvidando todo lo que no fueran las reacciones instintivas de su cuerpo, logr controlar el pulso de su corazn, recobr el aliento y pas de sentiruna mezcla desbordante de emociones a la relajacin. Era una tcnica que le haba enseado su madre, quien haba tenido que recurrir a ella amenudo a la hora de tratar con su padre, Palin.

    Abri los ojos, arranc del muro el cuadrillo que le prenda el blusn y se acerc al gran centauro, que segua regaando al ms joven. A lapareja se haban unido dos centauros ms, que se mantenan en silencio guardando una respetuosa distancia. Los cuatro iban fuertementearmados y vestan arreos de guerra decorados con el emblema de latn de la hembra de dragn Iyesta, gobernadores de la Ciudad Perdida.

    Estoy bien dijo en tono suave. De verdad. Muchas gracias por preguntar.Desde donde estaba, por fin pudo ver a Lenidas, un joven macho de pelaje pardo que adquira un tono ms oscuro en las patas y las crines.

    An tena ese aspecto desgarbado de los potros que estn a medio camino de convertirse en sementales, todo l era patas, rodillas y codos. Ensu joven rostro se vislumbraba una tmida barba clara.

    El centauro que lideraba el grupo se volvi, con la irritacin an visible en el rostro tras la espesa barba negra.Os presento mis disculpas, Lady Linsha. No sabamos que estuvierais por aqu fuera. Pero eso no es excusa... Se volvi de nuevo hacia

    Lenidas. Nunca se dispara hasta que no se ve el blanco! O es que quieres explicar al comandante Morrec cmo disparaste a uno de susoficiales a plena luz del da?

    El joven centauro palideci. Sir Barron uth Morrec, el comandante con ms antigedad en el Crculo de Caballeros de Solamnia en la CiudadPerdida, era conocido por todos por su temperamento y entrega a sus oficiales.

    No, Caphiathus murmur. Dedic una mirada nerviosa a Linsha. Lo siento, seora. Vacil y son una movimiento rpido seal lasruinas en las que se encontraban. Todava no estoy acostumbrado a este lugar. Me pone nervioso.

    Caphiathus resopl, emitiendo un sonido que no era del todo desdeoso.Entonces, la prxima vez que te traigamos, niato, nos aseguraremos de que no lleves contigo ninguna arma, no vaya a ser que acabemos

    con un cuadrillo clavado en los cuartos traseros.Linsha decidi compadecerse del joven centauro. A plena luz del da. era una descripcin bastante optimista del anochecer que

    empezaba a ceirse sobre ellos, y al fin y al cabo, el centauro haba errado el disparo. Ella misma an recordaba la sensacin extraa y laincomodidad que haba sentido durante los primeros meses tras su llegada a la Ciudad Perdida. Haca falta tiempo para acostumbrarse a ella.

    Al menos ha dicho la prxima vez dijo Linsha dirigindose al centauro pardo.Seora, por qu estis aqu sola? Inquiri Caphiathus. No puede decirse que sea un lugar seguro ni siquiera para nosotros, as que

    imaginaos para una persona sola.Como respuesta, Linsha se acerc al edificio en ruinas junto al que se encontraba cuando el desafortunado cuadrillo estuvo a punto de poner

    un triste final al da. Acuclillndose sobre el rido suelo, seal unas leves huellas de pisadas humanas que atravesaban las ruinas antes deperderse en la tierra y la grava azotadas por el viento del campo abierto. Los cuatro centauros se agacharon para observarlas.

    Esta maana alguien me llam la atencin en el mercado, un hombre fornido que no haba visto nunca. Merode entre los puestos, pero nohabl con nadie ni compr nada. Pas un buen rato mirando las murallas, las puertas y las patrullas de la ciudad. No me gust el aspecto quetena, as que cuando se march, fui tras l. Linsha observ las huellas y levant la vista hacia los jinetes. Sea quien sea, no quiere que nadied con l. Saba que lo estaban siguiendo y logr despistarme.

    Caphiathus no cuestion ni puso en duda su valoracin de la situacin. Hasta haca tres aos, Linsha Majere haba pertenecido a un crculoclandestino ultrasecreto de Sanction, ganndose la vida como timadora y ladrona de poca monta en las calles de una de las ciudades msagitadas y abigarradas de Ansalon. Si deca que no le gustaba el aspecto de alguien, tena sobrada experiencia que respaldaba sus sospechas.Los centauros que patrullaban los alrededores de la Ciudad Perdida no haban tardado en aprender a confiar en ella.

    El gran bayo se enderez y dej vagar su mirada por la silueta de la vieja ciudad, que se desvaneca en la creciente oscuridad.Sea quien sea, ya no est aqu. Pero tal vez nosotros sepamos dnde encontrarlo.Descubrimos restos de un campamento en el cauce del Escorpin que parecan bastante recientes. Los inspeccionaremos de nuevo.

    Mientras tanto, si nada ms os entretiene aqu, Lenidas puede compensaros llevndoos de vuelta a la ciudad.Linsha saba distinguir una invitacin para marcharse cuando la oa. Asinti y se puso de pie.Haba trabajado con centauros lo suficiente como para percatarse de la preocupacin y la tensin que se vislumbraba en la voz del lder.

    ltimamente nadie estaba a salvo de ese nerviosismo. De todos modos, ella ya no poda hacer mucho ah fuera. Haba perdido la pista y la nochese acercaba a pasos agigantados. Seguramente lo ms sensato era presentarse ante su comandante.

  • Cuando pareca que el silencio se estaba alargando ms de lo debido, Linsha lanz una mirada al joven centauro, quien se acerc a ella. Siel nerviosismo fuera mgico, Lenidas habra brillado como la luz resplandeciente de un hechicero.

    Disimul una leve sonrisa. S, era cierto que ocupaba el tercer lugar en la jerarqua de mando de los caballeros solmnicos. S, no podanegar que tena cierta reputacin como guerrera y recopiladora de informacin; y s, visitaba con frecuencia el cubil de Iyesta. Pero an as, no eratan temible. Sin pronunciar palabra, devolvi el cuadrillo al joven semental.

    Tomndolo entre sus dedos largos y giles, ste lo parti por la mitad, lo rompi en trozos ms pequeos y tir los pedazos al suelo. Elcentauro, como si se tratara de un adolescente que acaba de librarse de una temida ria, se relaj. Doblando las largas patas, baj la grupa paraque Linsha pudiese montar sin dificultad y, cuando sta ya hubo montado, se dio media vuelta y comenz a trotar en direccin sur, hacia losbarrios habitados de la Ciudad Perdida.

    Linsha volvi la cabeza para mirar a Caphiathus y grit:Hazme saber lo que descubris!La respuesta se perdi entre el ruido de las pisadas de los tres centauros que se daban la vuelta para enfilar al galope la vieja carretera.Tras el contorno cada vez ms impreciso de la antigua ciudad, se adivinaban las formas suaves como una ola de las colinas que se alzaban

    entre la maleza y dominaban las ruinas. Las primeras sombras se daban cita en los rediles y las grietas de las colinas, ocultando las formacionesrocosas, los grupos de pinos y de matorrales que se aferraban al ligero amparo que ofreca el barranco.

    En la oscuridad tambin se agazapaban dos hombres. De cuclillas tras una cortina de maleza, observaban el encuentro de la dama con loscentauros entre los escombros de la ciudad, a varios cientos de metros de donde estaban.

    All, esa mujer dijo uno de ellos sealando hacia abajo. Me descubri en el mercado.Y te sigui hasta aqu aadi el segundo hombre. Su voz pareca sereno e inexpresiva, pero el primer hombre o mir nervioso.Consegu la informacin que queras.El segundo hombre hizo un movimiento de asentimiento con la cabeza. Era alto y enjuto, y vesta las ropas largas y con vuelo de los pueblos

    de las llanuras. Una capucha ocultaba su rostro y la frialdad de sus rasgos.Los dos hombres observaron en silencio desde su escondite cmo la patrulla de centauros se alejaba de la mujer y galopaba hacia las

    colinas. El trapaleo de sus cascos se oan cada vez ms cerca del escondite de los hombres, para luego perderse a medida que los jinetesavanzaban hacia el norte en direccin al cauce del Escorpin. Un momento despus, el ltimo centauro emprendi el camino de vuelta a la ciudadpara llevar a la dama y las ruinas volvieron a quedar desiertas. La oscuridad se cerr sobre ellas.

    El hombre de la tnica se levant y sali del abrigo del bosquecillo.Habla orden.El otro hombre lo sigui.Antes dame el resto de lo que me debes.El hombre alto sac una bolsa de monedas, mantenindola sujeta como si su puo cerrados fuese una trampa.El espa le dedic una mirada hosca y, disimulando, se llev la mano al cinturn cerca de donde tena escondido el pual.Hay una caravana de Roca de la Maana. Est previsto que llegue dentro de cuatro das, justo a tiempo para el festival. Las cosechas han

    sido abundantes este ao, as que los agricultores estn ansiosos por conseguir buenos truques. La Legin no espera refuerzos hasta otoo.Y qu hay sobre Elder Joachem? Te reuniste con l hace dos das para concretar la fecha de entrega de vveres y armas.Tuve que librarme de l dijo el espa con desprecio. Estaba volvindose demasiado avaricioso.Chapucero espet el hombre de la tnica. Ya es el tercer ciudadano del que te deshacer.Crea que haba contratado a un profesional. No quiero muertes innecesarias que llamen la atencin.Chapucero? Repuso el espa. Ese viejo se estaba convirtiendo en una molestia. Cada vez quera ms monedas y ms respuestas.

    Pensaba que yo formaba parte de una red de contrabandistas que...Hay formas ms sutiles de tratar con los curiosos lo interrumpi el hombre alto en un tono fro como el hielo.Sac rpidamente la mano izquierda, pas el brazo por el hombro del espa y, con una velocidad y fuerza sorprendente, tir de l hasta que

    lo tuvo inmovilizado bajo su cuerpo. El espa ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar. El hombre alto desliz la mano derecha bajo la mandbula delespa, le sujet la cabeza por un lado y con un golpe seco le parti el cuello. Al instante se haba convertido en carroa.

    Arrastr el cuerpo hasta la espesura y lo tir bajo un matorral tupido. Tal vez los centauros encontraran lo poco que quedara de l tras el festnde los carroeros del desierto. O tal vez no. Dentro de poco dara igual. Ponindose la capucha cuidadosamente sobre el rostro, el hombrecomenz a descender con paso resuelto hacia las luces de la ciudad.

    Y tambin hay formas menos sutiles de tratar con los imbciles.

  • Captulo 2 Atardecer en Espejismo

    Linsha, que pareca haber nacido sobre la grupa de un caballo, desplaz su peso hacia atrs, relaj las piernas y dej que su cuerpo seacomodara al ritmo del centauro. En nombre de las buenas maneras, no tocara el torso humano del centauro a menos que Lste le diera supermiso.

    Hace mucho que ests con las patrullas? pregunt.Lenidas sacudi la cabeza llena de rizos.sta es mi primera noche. Llegu hace pocos das para unirme a mi to Caphiathus.No llevaba en la Ciudad Perdida ms que unos pocos das? Linsha sopes la situacin. Eso explicaba en gran parte su nerviosismo.Al menos no ser la ltima le dijo dejando escapar una risita.El centauro se anim y las palabras le salieron a borbotones.S, s. Muchas gracias, seora. Una vez a otro to mo el cuadrillo de una ballesta le pas rozando las costillas y enganch su chaleco al

    tronco de un rbol.Tuvo mucha suerte murmur Linsha.S respondi Lenidas con una expresin totalmente inocente, fueron los otros doce cuadrillo los que acertaron de lleno.Linsha no pudo evitar rerse. No saba si pensar que el centauro simplemente era un ingenuo, o que tras ese aspecto desgarbado y gracioso

    se esconda un sentido del humor y una conciencia que le permita percibir si la verdadera naturaleza de las personas era bondadosa o perversa.Era una de las cosas que haba aprendido en su breve estancia con Goldmoon en la Ciudadela de la Luz y uno de sus dones msticos mspoderosos. Sin embargo, ltimamente incluso su habilidad para utilizar la sencilla magia del corazn pareca apagarse y fallar, y era ms lasveces que terminaba con un extrao cosquilleo alrededor del cuello y una expresin tonta bailndole en el rostro. As que decidi que se limitara avigilarlo, sobre todo si tena una ballesta en su poder.

    El trote ligero de Lenidas los alej rpidamente de los alrededores desiertos de las ruinas para adentrarse en el distrito Norte. Los edificiosse alzaban por todas partes, las platas en flor cubran los patios y los rincones, y el plido resplandor de las lmparas empezaba a iluminar lasventanas. Las figuras esbeltas y elegantes de los elfos avanzaban con sus lmparas doradas, iluminando a su paso las calles bien cuidadas.Pas una mujer de la nobleza, con su largo cabello plateado peinado en sofisticadas trenzas. A primera vista, todo era perfectamente normal.Haba que observar ms cuidadosamente las formas que abarrotaban las calles para percibir que eran translcidas.

    Para Linsha, lo que resultaba ms extrao era el silencio. No se oan voces, no resonaban ms pasos que los suyos propios, ni una risa, unfragmento de msica o el repiquetear de los cascos de un caballo, ni el estruendo de unas ruedas o el canto del agua de las fuentes. Slo losfantasmas y el incansable viento que soplaba desde las llanuras habitaban esta parte de la ciudad a la que no haban llegado los vivos.

    Linsha sinti que un leve escalofra recorra el lomo de Lenidas. No poda culparlo por asustarse. La Ciudad Perdida era uno de los lugaresms extraos que ella hubiera pisado jams. Siglos atrs, antes del primer Cataclismo, la ciudad haba sido una prspera comunidad conocidacomo Gal Trakalas, construida por los elfos silvanesti a orillas del ocano Courrain.

    En algn momento, durante la primera catstrofe mundial, sucedi algo a la bella ciudad elfa que cambi su existencia fsica para siempre.La ciudad misma qued completamente destruida, reducida a escombros. Pero por extrao que parezca, sobre las ruinas se levantaba una copiaespectral de la antigua ciudad habitada por figuras fantasmagricas que parecan vivir vidas normales, completamente inconscientes de ese otromundo que los rodeaba.

    Muchos grifos que sobrevolaron las ruinas poco despus del Cataclismo contaban lo visto con las siguientes palabras: por la ciudad vagandemonios que han adoptado la forma de nuestros hermanos y hermanas. Tambin la ciudad ha resucitado en una parodia impa de la vida, puesa pesar de que son escombros lo que ocupan las calles, an es visible la sombre de cada edificio y establo.

    A partir de entonces los elfos comenzaron a evitar Gal Trakalas. Ningn silvanesti se aventur a comprobar la existencia de la ciudadfantasma. Nadie, excepto unos pocos nmadas viajeros o bandidos, pis la tierra de aquella ciudad muerta; por lo que permaneci desiertadurante generaciones, titilado como un espejismo en la frontera de los recuerdos ms antiguos. Hubo que esperar hasta el Segundo Cataclismopara que un Dragn de Latn seguido de un grupo de humanos civilizados redescubrieran la ciudad de lo perdido y la hiciera suya.

    Acompaados de la oscuridad que se espesaba alrededor. Lenidas aminor la velocidad hasta adoptar un ritmo cauteloso. Las imgenesde la ciudad parecan autnticas a simple vista, pero escondan la realidad de la ruinas tras la fantasmagrica superficie. Escombrosamontonados, bodegas venidas abajo, muros resquebrajados y caminos llenos de baches esperaban al incauto bajo la superficie.

    El centauro gir bruscamente y Linsha tuvo que apretar las rodillas contra las costillas de su montura y buscar el agarre de las ringleras de lacrin en su cruz.

    Perdonad musit el centauro. Haba una mujer.Haba una mujer, bella y esbelta, que atraves al centauro sin reparar en su presencia. Su larga cabellera clara ondeaba acariciada por una

    brisa que ni Linsha ni Lenidas podan sentir.Odio que hagan eso dijo quejoso el joven semental. Son como fantasmas.Pero no lo son.Lo s. He odo todo lo que cuentan sobre ellos.Tambin haba llegado a odos de Linsha. La ciudad de Gal Trakalas no haba perecido: aquellos elfos no estaban muertos. Sencillamente

    existan en un mundo diferente que de alguna manera se superpona al mundo habitado por Linsha y todos los dems.Por el tono de Lenidas poda adivinarse que haba odo todas aquellas historias y que no crea ni una palabra. Linsha tuvo que reprimir el

    impulso de darle una palmadita en los hombros.Cuando logras acostumbrarte, este lugar resulta muy interesante y complejo. Si prestas atencin, empezars a reconocer a algunas

    personas y podrs observar cmo transcurren sus vidas.Lenidas suspir y esquiv cuidadosamente a un nio que corra por la calle.Supongo que s. Pero no s si por ahora tendr ocasin de llegar a acostumbrarme. El to Caphiathus dice que maana partiremos para

    una larga patrulla que durars tres semanas.Linsha se enderez.Tres semanas. Eso no es muy normal.Eso he odo que decan los dems. Antes, las patrullas slo pasaban fuera siete das y luego descansaban tres. Adems ahora tambin nos

    alejamos ms. Mi to no me explic por qu. Se gir para mirar a Linsha por encima del hombre. He odo que Iyesta est cada vez msnerviosa; hay rumores de invasin. Tal vez incluso acuda Malys.

  • Esta vez fue Linsha la que sinti cmo la recorra un escalofro. El mero nombre de Malys poda empujar al ciudadano ms sensato aencerrarse en una profunda bodega protegida con una puerta de un material compacto e ignfugo. Paro Linsha saba que Malys no era lapreocupacin ms acuciante de Iyesta. Haba otros tres dragones ms cerca del reino de la hembra de Latn y que podan causarle problemascon mayor facilidad: Trueno, el intrigante Dragn Azul al oeste; y la negra Sable al norte.

    Ms hacia occidente, justo tras los dominios de Trueno, la maldad verde encarnada en Beryl deambulaba nerviosa por su vasto reino. ALinsha no dejaba de asombrarla que Iyesta hubiera logrado proteger su prspero reino hasta entonces. Para la hembra de dragn supona unabatalla constante proteger al pueblo que se multiplicaba bajo su custodia, defender las fronteras y mantener a sus enemigos a raya. La hembra deLatn tena que intimidar, engatusar, camelar, seducir, engaar, convencer y ser ms lista que todos y cada uno de los dragones que se cruzabanen su camino. Contaba con la red de espionaje ms eficiente de todo Ansalon y un leal ejrcito de centauros, humanos y elfos que patrullaban lasfronteras y vigilaban su cubil y la ciudad. Sus nicos aliados eran unos pocos dragones de colores metlicos que se refugiaban en su reino y elmisterioso Dragn de Bronce, Crisol, que tena su cubil en algn lugar cerca de Sanction y que, con la ayuda del caballero gobernador Rada,haca lo que poda para mantener a Sable distrada.

    Iyesta haba logrado mantener sus tierras a salvo de la tirana, la desolacin y el terror y haba trabajado sin descanso para ayudar a supueblo a sobrevivir. Durante veinte aos sus esfuerzos haban sido recompensados, pero en los ltimos tiempos Linsha senta que algo habacambiado. Perciba en el aire el rastro leve de un peligro desconocido, como las volutas de humo que ascienden sobre un fuego lejano. No setrataba de nada concreto que Linsha pudiese identificar, slo algo que se confunda entre las cosas cotidianas y que enviaba a su cerebro unaseal de alarma, leve pero persistente. Ansiaba poder dar forma a su inquietud, para as convencer a los dems de que se mantuviesen alerta.

    Mantn los ojos bien abiertos le dijo a Lenidas. No creo que Malys sea nuestro problema.l asinti y por el momento sa fue su nica respuesta. El silencio empez a verse perturbado por los sonidos de los carros, voces y pisadas

    apresuradas. Mezclados entre las construcciones fantasmagricas se alzaban edificios slidos, aqu y all, de construccin idntica a los de loselfos. En aquella zona se haba retirado los escombros y las calles estaban niveladas y pavimentadas de nuevo, por lo que resultaba mucho msfcil avanzar. Lenidas comenz a trotar suavemente. Aqulla era una zona mucho ms frecuentada, miembros de diferentes razas mucho msslidos y vivos- se arremolinaban a la entrada de tabernas y tiendas reales entre los fantasmagricos elfos, sin prestar demasiada atencin a lasimgenes de la antigua ciudad que los rodeaban. Tal como haba sealado Lenidas, resultaba muy desconcertante.

    No obstante, Linsha lo encontraba fascinante. Haca aos que haba odo hablar de la Ciudad Perdida, cuando viva en Solace con suspadres y sus abuelos. La Legin de Acero, que durante mucho tiempo tuvo su cuartel general en Solace, buscaba un lugar en el que establecer subase de operaciones en la parte sur del continente, lejos de las miradas de las dos rdenes de caballeros. La eleccin de las ruinas de la CiudadPerdida no slo se deba a su localizacin en la costa, sino tambin a lo que simbolizaba. Para una orden que deseaba mantenerse invisible yoperar discretamente sin que la gente se diera cuenta, la irona de levantar su base en la Ciudad Perdida era demasiado buena para dejarlaescapar. Los legionarios que construyeron la avanzada se esforzaron para que los edificios slidos se correspondieran de manera exacta con lasconstrucciones translcidas de Gal Trakalas y as la avanzada se mimetizaba con la ciudad espectral como si ella misma fuese un espejismo.

    Poco despus de que se estableciera la avanzada original, lleg la hembra de dragn Iyesta y cre su cubil en la antigua ciudad. Bajo suproteccin, otros pueblos encontraron refugio en aquella tierra de paz y sosiego. La poblacin se hizo ms numerosa y se expandi hacia el restode barrios de la antigua Gal Trakalas y al otro lado de las fantasmagricas murallas. Se cre un floreciente puerto y los ciudadanos pusieron enmarcha un comercio exiguo pero arriesgado con otras ciudades de la costa de Silvanesti y de la baha de Balifor.

    Aunque eran muchos los que seguan llamando a la ciudad nueva la Ciudad Perdida, los ciudadanos ms pragmticos normalmente losque vivan fuera de la ciudad fantasma-opinaban que tal nombre era ridculo. Todo el mundo saba cmo llegar hasta all, nicamente Gal Trakalasse mantena perdida hasta cierto punto, as que por qu no darle otro nombre que reflejara su nueva imagen? La gente comenz a llamarlaEspejismo y se fue el nombre que perdur. Entonces Ciudad Perdida pas a referirse a la ciudad entre las ruinas, mientras que Espejismoalbergaba los barrios al otro lado de las puertas. A los recin llegados esta distincin sola parecerles desorientadora, pero los ciudadanosestaban orgullosos de su ciudad dual y de la extraa historia que la acompaaba.

    Seora dijo Lenidas educadamente, adnde deseis dirigiros?Haban llegado a la zona de pequeos comercios y establecimientos que se conoca como Las Tres Esquinas, don el distrito Norte, el de los

    Artesanos y el del Puerto confluan en un tringulo formado por calles bordeadas de rboles. Los sonidos propios de la vida nocturna de unaciudad llena de vida haban desplazado al silencio. El aire estaba perfumado con el aroma de los olivos, la salvia y el jazmn en flor; aroma quetena que abrirse paso entre el olor de diferentes guisos, de las hogueras donde se quemaba el estircol, de los animales y, en el calor estival, delas letrinas pblicas.

    Linsha aspir profundamente con delectacin. Era y siempre sera una chica de ciudad.Aunque disfrutara de una excursin por el campo un da soleado y resistiera una caminata a travs de las tierras salvajes, lo que ella amaba

    era una ciudad populosa y su asombrosa variedad de edificios, gentes, comidas, calles y lugares tpicos., incluyendo las numerosas posadas ytabernas. Le sonaron las tripas recordndole que no haba probado bocado desde ltima hora de la maana. Por mucho que le hubiera gustadoinvitar a Lenidas a la terraza de su taberna preferida para disfrutar de una pinta de cerveza y un rollo de carne, saba que el centauro estabanervioso por regresar junto a su to y que ella misma deba volver a la Ciudadela. Ese da estaba al mando de la guardia el caballero comandanteRemmik, quien no se mostraba especialmente paciente con ella. Ya llevaba varias horas de retraso para informar de su puesto. Ojal sir Morreckno se hubiese ido al escudo de Silvanesti en una breve expedicin. Su ausencia tenda a convertir a ser Remmik en un tirano.

    Llvame a la Ciudadela solmnica, por favor contest a Lenidas.El centauro gir hacia el este y se intern trotando en el distrito del Puerto, la zona ms poblada y activa de la Ciudad Perdida. All se

    encontraba la mayora de edificios que originalmente haba construido la Legin siguiendo el estilo de los silvanesti, y era dnde se habaestablecido la mayor parte de comercios. Las parcelas sin construir estaban ocupadas por mercadillos al aire libre. All donde una vez habanestado los antiguos comercios se haban instalado tiendas de lo ms variopintas, almacenes y oficinas. De hecho, el bullicio de la nueva ciudadse corresponda con tal exactitud con el de Gal Trakalas, que haba que estar atento para no confundir las personas y los edificios reales con losespectrales y no entrar resueltamente en una tiendo que en realidad no estaba all.

    Este inconveniente, que s era muy real, acab por convencer a la Legin y ms adelante a los solmnicos- de que era mejor trasladar suscuarteles generales al otro lado de las murallas de la Ciudad Perdida, en la parte de Espejismo. Los legionarios agradecan disponer de un lugaren el que descansar y relajarse sin fantasmas por medio, mientras que sir Remmik quera que los solmnicos fueran ms visibles.

    Los ltimos vestigios del da se resistan a desaparecer al oeste cuando Lenidas y Linsha llegaron a la muralla de la antigua ciudad. Muchotiempo atrs esa muralla encerraba toda Gal Trakalas, hasta que sucedi aquello que destruy la bella ciudad. Durante los ltimos aos, laLegin y los caballeros haban ido reconstruyendo poco a poco amplias zonas de la muralla en puntos estratgicos, pero no disponan delmaterial, el dinero o la mano de obre suficiente para terminar el proyecto a corto plazo. Tenan que contentarse con seguir con las obras y esperar

  • que la paz continuase.Linsha intercambi unas pocas palabras con los guardias de la puerta de la ciudad, bautizada como la puerta de la Legin en honor a sus

    constructores, y el centauro la llev a travs de las calles de Espejismo. Cuando pasaron junto a los nuevos embarcaderos del puerto de laciudad, Linsha recorri rpidamente con la mirada las tranquilas aguas. Haba ancladas numerosas naves de mercancas, las velas bienaferradas y las lmparas encendidas para iluminar la noche. No muy lejos de ellas, la pequea flota de pesqueros que llamaban a Espejismo suhogar se preparaba para pasar la noche y disfrutar de un merecido descanso.

    Linsha acarici con la vista las embarcaciones y mir ms all del rompeolas para ver si Iyesta, o incluso Crisol, disfrutaban de un agradablebao en el clido atardecer pero la hembra de Latn no estaba a la vista y haca semanas que el reservado Dragn de Bronce no visitaba laCiudad Perdida. La mano de Linsha se dirigi a la escama de dragn que llevaba en una fina cadena alrededor del cuello, regalo de un amigoque no vea desde Yule, haca ya un ao y medio.

    En fin. Nunca hay que perder la esperanza, pens. Una palabra de uno de los dragones de color metlico no tendra que aguantar elsermn que saba que estaba a punto de recibir.

    Suspir. La mano solt la escama de dragn y la ciudad que la envolva volvi a atrapar su atencin.Lenidas se haba relajado ms todava. Ahora que ya no tena que estar en permanente alerta a causa de los edificios y las personas

    fantasmagricas, su paso era tan suave que fluido que cabalgar se converta en un placer, y los nudos que le agarrotaban los msculos de laespalda, cuello y hombros desaparecieron bajo su piel dorada. Tambin desapareci de su rostro la expresin de intensa concentracin, lo quele haca parecer an ms joven.

    Nunca antes haba estado en un lugar as coment Lenidas. Creo que prefiero Espejismo a la ciudad.No era el nico. Linsha lo saba. Los edificios de Espejismo no imitaban el estilo de la arquitectura silvanesti, por lo que mejor que en ningn

    otro lugar quedaba plasmado el espritu en evolucin de la nueva ciudad. La mayora de los recin llegados se instalaban en ese distrito yconstruan sus hogares como mejor les pareca, utilizando los escasos recursos naturales que les ofrecan el mar y las llanuras. Algunos de elloseran refugiados que huan del terror impuesto por los dragones gobernantes: kenders que haban escapado de la devastacin de sus tierras, elfossilvanesti atrapados al otro lado de su amado bosque por culpa del escudo, centauros y humanos de las Praderas de Arena bajo el dominio deTrueno y de las tierras estranguladas por Sable. Llegaron y se instalaron all construyendo sus hogares con piedra, ladrillo de barro, conchas yyeso. El resultado si bien eclctico, no dejaba de ser hermoso. Las calles estaban limpiar y bien dispuestas. Las fachadas se mostraban enbuenas condiciones y pintadas de colores discretos que complementaban los tonos naturales de la playa, las rocas, la llanura y el mar en el quese circunscriban. Las basuras y desperdicios se limpiaban regularmente, se retiraba a los borrachos, indigentes y enanos gully, y todo semantena en orden con gran meticulosidad.

    Tanta responsabilidad cvica se deba en parte a un entusiasta ayuntamiento y a una eficiente vigilancia sobre la ciudad, pero tambin a lapropia Iyesta. La gran Latn apreciaba la limpieza, la organizacin y la eficiencia, y pobre de aquel que pretendiese ignorar sus deseos en lacapital de su reino.

    Trotando a paso ms ligero, el centauro condujo a Linsha a travs de las calle, pasando sin problemas un pequeo puesto de vigilancia de laLegin, que estaba situado en las afueras de Espejismo, donde desde las playas se alzaban unas suaves colinas que dominaban la ciudad.

    Sobre el punto ms alto, sir Remmik haba construido el paradigma de toda fortaleza solmnica, una obre maestra de muros perfectamentelisos, poderosas torres y defensas emplazadas en el mejor lugar posible. Desde haca slo dos aos, la construccin amurallada, se cerna sobrelas colinas, vigilando el puerto y la ciudad cual gigante silencioso y alerta. En el exterior de la muralla se haba despejado el terreno para quepudiera utilizarse como campo de entrenamiento, plaza de armas y adems quedase espacio para rediles y corrales.

    Intramuros, la fortaleza era una ciudadela autosuficiente con una guarnicin de setenta y cinco personas, con su propio pozo, cocinas,fraguas, establos, barracones, almacenes, cerveceras, prisin y un torren central con un gran saln que poda albergan a todos los residentesde la fortaleza si se celebraba un banquete.

    Lenidas alz la vista hacia los lisos muros de la torre de la puerta, que refulga bajo la luz de las antorchas situadas en los baluartes.Es impresionante seal, mientras ascenda el camino empinado que llevaba a la protegida puerta.As es respondi Linsha. Sir Remmik est muy orgulloso de ella. Creo que ha pagado de su propio bolsillo gran parte de los costes de

    su construccin.Desde algn lugar entre los matorrales que se extendan en la parte baja de las colinas les lleg el solitario grito evocador de un bho. Linsha

    lo oy y asinti complacida. Buenas noticias. Varia haba regresado.Lenidas apenas prest atencin. Segua ocupado en observar el imponente edificio.Entonces lade la cabeza y en sus labios se form una leve sonrisa.Alguna vez ha luchado contra dragones?Linsha ahog una risita. El centauro tena buen ojo. Percibi el mismo inconveniente que ella haba visto en la Ciudadela. Mientras que la

    Legin de Acero se haba instalado discretamente en la zona, los recin llegados Caballeros de Solamnia haban irrumpido en Espejismo comoun caballero lleno de nfulas y pretensiones que no deseaba ms que colgarse medallas. Teniendo en cuanta la naturaleza voluble y ofensiva delos enemigos que los rodeaban, Linsha habra preferido algo menos pomposo y que demostrara mucha ms prudencia.

    Desgraciadamente, el caballero comandante no era demasiado versado en prudencia. A pesar de que sir Remmik ocupaba el segundolugar al frente de la Orden Solmnica en Espejismo, el propio sir Morrec haba admitido su incapacidad para lidiar con la lucha diaria de laorganizacin el mantenimiento de una guarnicin, adems de la construccin de una fortaleza. Por eso sola dar carta blanca a Remmik, que noslo era un magnfico ingeniero, sino tambin un brillante organizados y administrados. Gracias a l, la guarnicin solmnica disfrutaba de lamejor fortaleza de todas las Praderas de Arena, almacenes repletos.

    Armaduras y armas finamente forjadas y una actitud que transmita a las gentes de Espejismo:Ahora que estamos aqu, todo va a salir bien.Linsha no estaba tan segura.A pocos pasos de la puerta principal, Lenidas se detuvo y ofreci la mano a Linsha. Ella pas la pierna cuidadosamente por encima del

    centauro, tom su mano y se dej caer al suelo.Antes de dejar escapar sus dedos, lo atrajo hacia s.No te equivocas al pensar que algo est pasando le dijo con dulzura. Ten cuidado, y si necesitas ayuda o hablar con alguien,

    bscame.Los grandes ojos marrones del centauro se perdieron en los de la mujer y Linsha supo que haba acertado con sus palabras. Poda ser joven

    y desgarbado, pero tambin inteligente y observados.Gracias, seora.

  • Le dedic una reverencia y, dndose media vuelta, se intern en la noche. El sonido de sus pisadas se perdi colina abajo.Linsha se qued escuchando un momento, despus enderez los hombros, salud al oficial que estaba de guardia y cruz la muralla para

    presentarse ante sir Remmik.

  • Captulo 3 Jammis Uth Remmik

    Sir Remmik haca su ronda acompaado por su escribiente y dos porteadores de antorchas cuando Linsha dio con l. Durante algn tiempohizo como si no se hubiese percatado de su presencia, mientras segua examinando los cerrojos de los almacenes, dispona la Sharina, la carney las raciones de cerveza para la comida del da siguiente, revisaba los barracones y los establos y organizaba a los hombres que haran guardiadurante la noche. Linsha lo segua sin pronunciar palabra, con la esperanza de que el rechinar de sus dientes no se oyera por encima de lasfuertes pisadas.

    Hasta que no hubo comprobado los puestos de guardia, Remmik no se volvi hacia ella para hacerle un gesto de asentimiento. Frunci elentrecejo ante la visin de su camisa rota y apariencia desaliada. El uniforme que l vesta era de buen corte y estaba inmaculado. Siguiavanzando, esperando que Linsha lo siguiera mientras se detena a hablar con cada centinela y visitaba las garitas de la muralla, las torres y lapuerta.

    Estos caballeros se presentaron puntuales en sus puestos le dijo por fin, con expresin fra. No andaban tonteando por la ciudadolvidndose de sus obligaciones.

    Tonteando? Linsha luch consigo misma para que su expresin fuera inescrutable. Ese maldito mequetrefe pomposo. Ella no se merecaese sermn condescendiente, no era un recluta novato. Era una Dama de la Rosa, tercera en rango en la Orden y con gran experiencia en activo.

    Sir Remmik, haba un hombre extrao en el mercado. Lo segu. Sospecho que...Se detuvo. Exactamente qu era lo que sospechaba? Pero el caballero no le dio tiempo para pensarlo. Con un movimiento de la mano

    fren cualquier argumento posible. Los dos jvenes caballeros que sostenan las antorchas tragaron saliva y desviaron la mirada de Linsha.Los Caballeros de esta guarnicin conoces sus deberes y los cumplen mascull Remmik con un tono cortante. Te aconsejara que

    olvidaras las desordenadas costumbres de tu antiguo puesto clandestino y recordaras dnde ests ahora.Sir Remmik estaba envarado, tan tieso como un palo. Y vuelta a la carga, pens Linsha de mal humor.El mayor orgullo que posee todo caballero es su ms honesta virtud: la obediencia enton como si recitara un ensalmo piadoso.Y ese era el quid de la cuestin. Obediencia. El caballero comandante Jamis Uth Remmik no crea en nada que no fuera l mismo y la

    Medida Solmnica, la obediencia a la caballera. Era un Caballero de la Corona de alto rango y para l no exista ms que la ley, el Cdigo y laMedida, la obediencia a la orden. Ante sus ojos Linsha era una anatema, una inconformista indisciplinada, una fuente de problemas; y si habaalgo que sir Remmik no soportaba, eran las fuentes de problemas.

    Linsha era consciente de que, en gran parte, su antipata se remontaba a un incidente que se haba producido cuatro aos antes cuandohaba sido llevada ante el Consejo Solmnico acusada de traicin y desobediencia tras ayudar a la ciudad de Sanction y haber salvado la vida asu gobernador, Hogan Rada. Los tres comandantes del Crculo Clandestino de Sanction le haban ordenado obviar la clara amenaza de muerte asir Rada y dejar que l mismo se enfrentase a ella. Se haba negado. Tras la crisis, ella misma se haba presentado ante el Consejo en Sancristpara limpiar su nombre; pero la poltica era la poltica, y languideci en prisin durante semanas mientras las autoridades se lanzaban argumentosa favor y en contra.

    Pareca que la iba a eternizarse hasta que lord Rada envi a un oficial de sus guardias a Sancrist para informar al Consejo de su deuda conlos solmnicos debido a la valerosa actuacin de Linsha y de que, desgraciadamente, dos de los tres oficiales solmnicos haban muertovctimas de un asalto en sus cuarteles generales secretos. Se sospechaba de los Caballeros de Neraka.

    No mucho tiempo despus, el oficial superviviente retir los cargos contra ella y el juicio jams lleg a celebrarse. Discretamente se declarinocente a Linsha y se la reasign a una guarnicin donde sus valiosas habilidades pudieran ser tiles y donde se mantuviera alejada delncleo de actividad solmnica sin llegar a estar exiliada. Se encontraba lejos de su hogar y de su familia, lejos del cuartel general de suhonrada orden y lejos de los pocos a los que poda llamar amigos.

    Pero an as, Linsha no se dejaba desmoralizar por la situacin. Prefera recordarse a s misma que ella y sir Rada seguan con vida, quehaba limpiado su nombre ante el Gran Maestro y que su honor segua intacto. Sir Remmik poda decir misa.

    S, sir Remmik replic sin poner mucho nfasis a sus palabras. Obediencia. Me esforzar en ese aspecto.Los ojos del hombre se cerraron hasta convertirse en un par de finas hendiduras negras bajo la luz vacilante de las antorchas. Era diez aos

    mayor que Linsha y lo suficientemente inteligente para reconocer ese tono de voz. Saba que no pondra ningn empeo por convertirse en el tipode dama que l crea que debera ser. Pero aparte de soltarle una regaina delante de los otros caballeros, no poda hacer nada ms. Linsha eradel mismo rango que l en la Orden de la Rosa. nicamente su antigedad y su experiencia como administrador y abastecedor le situaban pordelante de ella en la guarnicin. La mujer deba cometer una falta grave para que pudiese infligirle algn castigo, y ella era consciente de ello.

    Linsha observ su rostro a medida que se sucedan todos esos pensamientos en forma de una rpida secuencia de muecas. A pesar de queera poco ms alto que ella, consegua mirar de arriba abajo recorriendo su larga nariz.

    Por qu algunas personas comparten una animosidad instantnea desde el mismo momento en que se conoce,?, se pregunt Linsha.No encontraba una explicacin racional.

    Ninguna razn clara. Simplemente se sacaban de quicio nada ms verse. Aquel hombre era un ejemplo excelente. No importaba lo queLinsha se esforzara, jams podra borrar la tensin que empaaba cada encuentro con sir Remmik.

    Asate le orden bruscamente. Esta noche ests de guardia. Maana Iyesta quiere que te presentes en su cubil a la salida del sol.Puedes retirarte.

    Linsha reprimi la expresin de alegra que pugnaba por asomarse a su rostro. Las visitas a la guarida de la gran Latn siempre eran buenanoticia. Evidentemente, eso significaba no dormir por la maana.

    Asinti levemente con la cabeza y se dio la vuelta sin ni siquiera molestarse en saludar. Que saludase l si quera. Seguramente se pasabahoras ensayando ante el espejo para que el saludo fuese perfecto.

    Linsha camin entre las sombras alejndose de aquel hombre exasperante y entr en los barracones adyacentes al torren principal.En su pequea celda encendi una lmpara de aceite que haba sobre la mesa, uno de los tres nicos muebles de la habitacin. Pegada a la

    pared de la izquierda haba una estrecha cama, a los pies de la cual se encontraba un arca de madera. Linsha haba aprendido pronto lasventajas de viajar ligera de equipaje y, por tanto, el estorbo de arrastrar consigo demasiados objetos personales. Su celda era muy austera yreflejaba un espritu prctico, slo contena lo necesario para dormir y vestirse. Tir su blusn roto en el arca para uno de esos das de invierno enque no tena nada mejor que hacer que remendar ropa y se quit el uniforme.

    Volvieron a su mente las palabras de Remmik. Desaliada. Tonteando. Por los dioses que se haban marchado, aquel hombre eraidiota. Por el bien de la guarnicin, esperaba que no le sucediera nada a sir Morrec que pusiera a Remmik al mando.

    Linsha juguete con la idea de un traslado mientras se pona los pantalones azules y la tnica plateada. Habra servido el tiempo suficiente

  • para aquel destino para que el Gran Maestro considerase su peticin? Su peticin llegara a pasar el primer filtro de sir Morrec? El anciano laapreciaba y admiraba sus cualidades. Una de sus virtudes como lder resida en su habilidad para hacer que sus caballeros se esforzasen almximo y no interferir en su trabajo.

    Por mucho que le pesara, Linsha tena que admitir que sir Remmik cumpla impecablemente con sus responsabilidades y estaba cualificadode sobre para ellas. Simplemente era una pena que fuese la personificacin de lo inflexible, implacable y desagradable que poda ser unCaballero de Solamnia.

    Linsha se detuvo un momento para recorrer con el pulgar el ornamentado blasn bordado que luca su chaqueta, una corona sobre un Martnpescador posado en una espada horizontal adornada con una rosa. El emblema estaba bordado con hilos de plata en todos y cada uno de losuniformes de aquellos que servan en la Ciudadela, tal como haba dispuesto sir Remmik.

    Demasiado ostentoso, segn el punto de vista de Linsha, pero aquellos smbolos solmnicos representaban casi dos mil aos dedicados alservicio y el sacrificio. Era los emblemas de la orden a la que haba entregado su vida. Para servirla con honor. Era honorable pedir su trasladopara marcharse de aquel lugar?

    No, no solicitara el traslado. Aquello no haba sido ms que el producto de la mente cansada y malhumorada de quien haba visto la muerteen la punta del cuadrillo de una ballesta apenas una hora antes. Linsha se ri de s misma. Al fin y al cabo, la Medida prometa que todo aquel quehaca el supremo sacrificio por el bien de su reino sera compensado en la otra vida. Quiz aprendiendo a soportar a Remmik se ganara almenos un da en el paraso celestial o algo parecido.

    Unos golpecitos interrumpieron sus pensamientos e hicieron que se apresurara hacia la ventana para abrir el postigo de madera. A travs dela pequea apertura entr una gran hembra de bho con delicadas rayas y puntos color crema, que avanz cuidadosamente por el antebrazoextendido que Linsha le ofreca. Los ojos negros como gatas miraron a la mujer y se oy una voz suave y ronca.

    Podras haber abierta la ventana. Ah fuera no hay donde posarse.Lo siento, Varia contest Linsha en un susurro. Estaba pensando en mis cosas.De la garganta de la hembra de bho se escap una risa gutural.Otra vez Remmik. Te vi cmo lo seguas cual recluta desobediente.Es su idea de un castigo.Linsha coloc al pjaro a la altura de los ojos y suavemente frot las plumas claras del pecho con su rostro. La inund el suave aroma a ave,

    pino, sol y viento del desierto los olores tan conocidos de un viejo amigo.Me alegro de volver a verte. Estuviste fuera demasiado tiempo.Varia picote los rizos castaos con reflejos rojizos de Linsha y sacudi la cabeza un par de veces en su particular saludo. Clav sus ojos

    negros en el iris verde de la mujer. A ambos lados de la cabeza redonda del ave se alzaron dos copetes de plumas, como si fueran cuernos;aparecan y desaparecan dependiendo de su estado de nimo. Las plumas volvieron a su posicin inicial mientras la hembra de bho, contentade estar all, se acomodaba.

    Varia tena en comn con los esquivos Bhos Oscuros su capacidad para comunicarse con los humanos, adems de su magnfica habilidadpara juzgar su personalidad, pero su tamao y color eran los propios de un bho normal. Linsha nunca lleg a saber si perteneca a un tipo deBhos Oscuros o a alguna especie relacionada con ellos. En el fondo tampoco le importaba.

    Varia haba encontrado a Linsha durante una misin de reconocimiento en las montaas Khalkist haca ya casi seis aos y, tras observarlaconcienzudamente, la hembra de bho se haba dedicado a acompaar a aquella que mereca su amistad. En principio Linsha se habasorprendido, ms adelante le complaci tal honor y desde entonces no se haba separado.

    Incluso durante el tiempo que el Consejo Solmnico haba dispuesto el encarcelamiento de Linsha, Varia encontr refugio en el henal de unestable cercano y aguard pacientemente a que la liberaran.

    No tengo mucho que contarte dijo Varia con su voz susurrante.Aunque la hembra de bho rozaba el virtuosismo en lo que se refera a emitir desde el murmullo ms dbil hasta el chillido ms escalofriante,

    nadie en la guarnicin conoca su capacidad de hablar. El resto de caballeros crean que a Linsha le gustaba el bho como animal de compaa, yVaria prefera esta ignorancia por su parte y Linsha la encontraba provechosa.

    Linsha se sent en el borde de la cama y dej que la hembra de bho se posara en sus rodillas. No haba olvidado que tena que darse prisa,pero Varia se haba ausentado tres das en lo que ella llamaba en vuelo espa y a Linsha la coma la impaciencia por conocer las noticias quetraa. Acarici el suave pecho moteado del pjaro.

    Cuenta.Todo parece normal. Vol alrededor de la ciudad desde las montaas cerca de la ensenada de la Cada del Bate, sobre el cauce del

    Escorpin, ms all de los Pozos Profundos, hasta el lindero de los bosques de Silvanesti, y de nuevo hacia el sur hasta llegar a los riscos de laPunta de Kirith. No vi nada que me llamara la atencin. Hay algunos nmadas. Los pastores conducen a los rebaos hacia los pastos estivales.Las patrullas de centauros estn por todas partes.

    Tambin vi a un grupo poco numeroso de elfos acampados cerca del Escudo, haciendo guardia, y una pequea caravana de la Ciudad delRoco de la Maana se encamina hacia aqu.

    Y la cosecha?De las mejores que yo haya visto. Las praderas estn verdes y lozanas. Los pozos y oasises...Oasis la corrigi Linsha.Qu?El plural de oasis es oasis, no oasises.Humana tenas que ser rezong Varia ahuecndose las plumas y cerrando un momento los ojos. Se diga cmo se diga, los oasis

    rebosan agua. Los rebaos de vacas y cabras son numerosos y estn sanos. O a un campesino que deca que ste sera un buen ao deaceitunas, uvas y maz. Hizo un ruidito con el pico como si aprobara sus propias palabras. Lo que quiere decir que tambin ser un buen aode ratones, por cierto.

    Al no obtener respuesta de Linsha, Varia clav sus garras en la rodilla de la mujer hasta que sta la mir de nuevo.Qu buscas exactamente? pregunt la hembra de bho.Nada admiti Linsha. Cualquier cosa. No los. A lo mejor es que me estoy convirtiendo en una vieja histrica. Hace das que tengo la

    extraa sensacin de que pasa algo. Me siento como si alguien me observara, veo enemigos en el mercado, oigo rumores de desastresinminentes. Es que me imagino cosas? Me estoy volviendo loca? No se atreva a dar respuesta a esas preguntas.

    Varia sacudi la cabeza con expresin pensativa.Esta ciudad est en peligro. Iyesta se esfuerza por que Espejismo siga siendo un lugar seguro, pero cualquier da puede llegar un dragn y

  • arrasar con todo lo conseguido hasta ahora. No son imaginaciones.Lo s murmur Linsha.Pensaba en los centauros y en la tensin que se reflejaba en sus rostros, en sus patrullas ms largas de lo normal, en lo armados que iban,.

    Tal vez tanta actividad no se debiera ms que a las rdenes de un nuevo lder que quera demostrar su eficiencia. Tal vez el hombre del mercadono fuera un espa, sino un simple bandolero o un charlatn que estuviese investigando el terreno. Tan vez esa melancola no fuese ms quenostalgia por estar con los suyos, o soledad, o la irritabilidad acumulada por toda aquella situacin. Al fin y al cabo, era verdad que estabaenvejeciendo, le gustase reconocerlo o no, y haba pasado los ltimos diez aos de una situacin tensa y peligrosa a otra. Deseaba volver aSolace algn da y ver a su familia, disfrutar de una buena comida en la posada, visitar la tumba de su abuela y descansar una temporada.

    Linsha se dio cuenta de que sus pensamientos se enredaban en un crculo vicioso. Tal vez se morira y seguira sin llegar a ningn puerto.Tena que encontrar alguna prueba concluyente con la que defender sus elucubraciones o relatarse y dejar que las cosas siguieran su cursa.

    Pero bastaba por hoy. Haba perdido mucho tiempo y el enfado de sir Remmik era ms que suficiente para un da. Dej a la hembra de bhocon cuidado y cierta reticencia en una percha que haba colocado cerca de la ventana abierta. Varia ahuec las plumas y se dispuso a dormir lasiesta antes de la expedicin de caza nocturno.

    Iyesta me ha convocado en su cubil maana. Quieres venir? le pregunt Linsha mientras se diriga a la puerta. Cuando Varia lerespondi con un adormilado s, aadi-: Entonces nos encontraremos en el estable, al amanecer.

    Esta vez la nica respuesta que recibi fue un cansado ulular.Linsha pas el resto de la noche en los cuarteles solmnicos del torren. La estancia era lo suficientemente espaciosa para albergar varios

    pupitres, unos cuantos estantes y una gran chimenea. Era una habitacin acogedora incluso en invierno, bien protegida por las paredes de piedray situada en el centro del edificio, de manera que el oficial de guardia pudiera controlar los cambios de guardia y estar disponible para cualquieremergencia, imprevisto de ltima hora o pequeo desastre.

    A lo largo de las largas y tranquilas horas previas al amanecer, Linsha ley varios informes que haban dejado para ella tres de sus contactos.Como antiguo miembro de un crculo clandestino, Linsha saba cmo establecer contactos, encontrar soplones y reunir informacin que no estabaal alcance de una orden de caballeros armados. Conoca a los pordioseros que vigilaran los muelles a cambio de unas pocas monedas, a losnios que no conocan el miedo y que estaran encantados de seguir a un sospechoso por las calles abarrotadas, a la cortesana que venda susfavores al capitn de la guardia de la ciudad, a la sirviente del ocupado alcalde de la ciudad, a los mozos de los establos de la milicia y, a los msimportantes de todos ellos, a los legionarios que apoyaban a los Caballeros de Solamnia. Gracias a su calidez, simpata, el sincero inters quemostraba y la habilidad innata de encontrar el precio justo, Linsha haba establecido una red de informadores dentro y fuera de la Ciudad Perdidaque no tena nada que envidiar a la de Iyesta en cuanto a eficacia.

    Fue sobre todo a travs de esta red por donde Linsha empez a percibir pequeos detalles que no encajaban. Una patrulla de Iyesta fuemasacrada y nadie pudo esclarecer quines haban sido los responsables. Haba desaparecido un anciano muy apreciada en el consejo de laciudad, dejando a su familia sin ms explicaciones. Y qu ms? No haca mucho haban desaparecido sin dejar rastro otros dos ancianos y uncomerciante. Despus fue robada una remesa de barras de hierro encajadas por uno de los herreros de la ciudad. Se vea a desconocidosmerodeando por las calles sin razn aparente para luego desvanecerse misteriosamente. Haba alguna conexin entre todos estos sucesos?

    Para Linsha lo que resultaba ms alarmante era la falta de noticias provenientes del vecino reino de Trueno. Stenndunuus, o Trueno, tena unnombre de lo ms acertado. Fuerte, impetuoso e imponente como un trueno, era uno de los dragones menores ms malvolos.

    Ansiaba hacerse con las praderas y los frtiles valles del reino de Iyesta, pero tema demasiado a la agresiva Dragn de Latn como pararetarla cara a cara. A cambio se contentaba con amenazarla, maquinar contra ella y gritar a los cuatro vientos el odio que senta hacia ella cadavez que se le presentaba la ocasin. Linsha se preguntaba si el gran Azul estara tramando algo o simplemente intentaba no llamar la atencin desu vecino, Beryl.

    Al menos uno de los dragones vecinos de Iyesta pareca completamente absorto y satisfecho con sus quehaceres. Desde que la Purga deDragones llegara a su fin pocos aos atrs, la negra Sable pasaba cada vez ms tiempo en su cubil de Shrentak enfrascada en su pasin: laexperimentacin y el estudio de parsitos. Esas horribles y repugnantes criaturas se haban expandido tanto en los ltimos tiempos que ningnmorador en el reino de Iyesta coma nada proveniente de la cinaga asquerosa de Sable o sus alrededores. Aunque no poda negarse que Sablesegua suponiendo una amenaza para Iyesta, Linsha no crea que la hembra de Dragn Negro estuviera planeando nada ms all de su prximacomida o la nueva incorporacin a su desagradable zoo.

    Linsha no pudo evitar una leve sonrisa al recordar una de las criaturas que ella misma haba visto cmo le entregaban a la Negra. Durante subreve destino como guardia personal del caballero gobernador Rada en Sanction, haba acompaado a ste a travs de tneles y pasajessecretos bajo las montaas para entregar a Sable un bicho especialmente repugnante llamado babosa babeante a cambio de informacin.Recordaba su incredulidad ante el trato y la sonrisa discreta que le dedicara el caballero Rada. Tampoco poda olvidar cmo intent explicar alConsejo Solmnico tal intercambio. Seran pocos los que entenderan la razn por la que Hogan Rada se tomaba la molestia de salir de suciudad para llevar una babosa a Sable.

    Por qu lo haca? Y por qu Sable lo dejaba ir con vida?Hasta que Linsha no hubo llegado a la Ciudad Perdida y desarrollado una buena relacin con Iyesta no comprendi las razones que se

    escondan tras los encuentros ocasionales de ser Rada con Sable. Atrayendo al dragn a un encuentro cara a cara, Rada obtena informacin deldragn a la par que difunda sus propias noticias y rumores para mantenerlo distrado, receloso y demasiado inseguro para avanzar hacia el norteen direccin a su territorio o hacia el sur, donde se encontraba el de Iyesta. sta se encargaba de hacer lo mismo desde donde habitaba hastalas Praderas de Arena. Recurriendo a mentiras, rumores, alguna que otra mencin ocasional a Malys y a la demostracin de su propia fuerza,Iyesta haba logrado mantener a Sable alejada de las Praderas durante aos y hacer que se sintiera demasiado insegura para darle la espalda yatacar Sanction. Para que esta precaria situacin se mantuviera as tambin ayudaba el envo peridica de algn que otro rebao a Sanction.

    Si al menos pudiera contarse con alguien en occidente para que mantuviera a raya a Trueno, pens Linsha, una vez ms.Desgraciadamente, slo estaba Beryl, y sta era demasiado agresiva y poco de fiar como para depositar en ella ninguna esperanza. Si noestaba maquinando algo contra los elfos de Qualinesti, seguramente ya habra puesto los ojos al este de su reino mientras haca planesmalvolos contra Trueno.

    Linsha tir los informes sobre la mesa y dej escapar un suspiro. Las relaciones polticas y draconianas a lo largo y ancho de Krynn eran tandesconcertantes, enrevesadas e inextricables como la madeja enredada de una vieja bruja. Ni siquiera los sabios podan llegar a desentraarlas.Si alguien urda algo contra Iyesta, o los Caballeros de Solamnia, o la Legin, o la ciudad, o daba igual contra quin, Linsha todava no era capazde discernir quin era. De todos modos, aquella madrugada estaba demasiado cansada y malhumorada para pensar en ello con claridad.

    Hastiada de sus propios pensamientos, Linsha ascendi los escalones que conducan a la gran muralla y contempl la salida del sol tras lascordilleras granas. Aquellos que haban nacido antes de la Guerra de Caos, haca treinta y ocho aos, le haban contado que el sol haba

  • cambiado tras la marcha de los dioses y el final de la guerra. Aquel sol les resultaba extrao, ms plido y pequeo que el anterior. An as, seera el nico sol que ella haba conocido. No encontraba nada raro en l. Al fin y al cabo, En qu te afecta una estrella lejana totalmente fuera detu alcance? Quejarse no serva de nada. Ni siquiera los magos, en el esplendor de su poder, podan cambiar el sol. Sencillamente, hay cosas quedeben aceptarse como son.

    Le vino a la memoria una imagen de su padre tal y como le haba visto por ltima vez. Haba viajado especialmente hasta Sancrist paravisitarla en la prisin solmnica. Palin segua siendo fuerte por aquel entonces, su magia todava lo acompaaba, y su presencia haba sido comouna bendicin para la joven. Haba escuchado en silencio su narracin de lo sucedido en Sanction y prcticamente se lo haba contado todo- y,una vez hubo terminado, la abraz estrechamente entre sus brazos y aprob sus decisiones.

    Desde entonces la vida lo no lo haba tratado bien. El ao pasado haba recibido un mensaje de su hermano Ulin en el que le deca que supadre haba cado en manos de los Caballeros Negros. Linsha quiso volver a casa inmediatamente, pero para cuando consigui organizar lapartida, le lleg otro mensaje en el que se le comunicaba que su padre segua vivo y estaba en casa de nuevo. Las ltimas noticias que tena deSolace eran las referentes a la muerte de su abuela. Se preguntaba cmo le ira a su padre. Dnde estaba? Cmo sobrellevaba todosaquellos cambios en su vida ahora que no haba dioses a los que rezar? Siempre le haba dicho que l crea ciegamente en que los diosesregresaran algn da. Le seguira diciendo lo mismo?

    Observ cmo la fra luz dorada del da avanzaba por el cielo, conquistndolo, cubriendo la ciudad como una gran ola, devolvindola a lavida. El gris desvado y el negro de la noche se transformaron en colores intensos: el azul de la baha, el rojo de las colinas, el verde de loscampos y las vegas. Las calles de Espejismo comenzaron a llenarse de trfico y en la puerta de la Ciudadela un cuerno de plata dio la bienvenidaal nuevo da. A su alrededor, las banderas de los Caballeros de Solamnia se henchan y ondeaban en las almenas bajo la brisa de la maana.

    Sera otro da clido, un da delicioso para una ciudad acostumbrada a los inviernos fros y a los veranos cortos; un da perfecto paraproseguir con los preparativos del Festival de Solsticio de Verano, para el que restaban pocos das.

    Unas pisadas a su espalda la sacaron de su ensimismamiento, y se gir para recibir a un joven caballero que se diriga hacia ella.Seora, en las puertas hay un pordiosero que desea veros le dijo sin inmutarse. Los caballeros de la guarnicin ya se haban

    acostumbrado a recibir a las personas ms variopintas que llegaban en busca de la Dama de la Rosa.Manda un escolta al establo para que se rena all conmigo. Me dirigir al palacio de Iyesta dentro de veinte minutos.Volvi a mirar hacia la muralla para contemplar en silencio el brillante cielo. Al norte se extendan las vastas Praderas de Arena. Tras varios

    kilmetros de prados, sabana y desiertos se alzaban Sanction y Solace. Nombres extraos, aunque perfectos, para dos lugares en los quedeseaba estar.

    Un destello de luz llam su atencin desde algn punto tras el recortado contorno de la lejana ciudad en ruinas. Reluciente y dorado como ellatn, reflejaba la luz del sol, planeando y elevndose vertiginosamente en la brisa fresca del mar. Linsha sonri. La gran hembra de Latndisfrutaba de un vuelo matinal al aire libre. Conociendo al dragn como lo conoca, Linsha saba que dispona de algo de tiempo antes de queIyesta regresara a su cubil para esperarla. Se entretuvo en contemplar su vuelo un momento ms, a continuacin abandon la muralla y volvi alos cuarteles para supervisar el relevo con el oficial de da. No haba tiempo que perder albergando pensamientos o reflexiones interminablessobre cosas que no poda cambiar. La maana ya haba llegado, y con ella una multitud de asuntos de los que tena que ocuparse antes de daruna cabezadita para volver a presentarse en su puesto. Con un poco de suerte, sir Morrec estara de vuelta ese mismo da y podra librarse de laspretenciosas lecciones de ser Remmik en torno a la obediencia.

    Con el nimo ms ligero, Linsha se dirigi a la puerta para reunirse con su visita.

  • Captulo 4 El pordiosero y el dragn

    Linsha reconoci la figura encorvada y harapienta que la aguardaba en la puerta. Le hizo un gesto breve y sigui y sigui caminando ms allde los torreones de los guardias, por el camino que llevaba a los establos principales de la guarnicin, en el campo al norte de la Lciudadela.Dentro de la misma fortaleza haba un establo, pero era pequeo y las casillas estaban reservadas para los caballos que se utilizaban para enviarmensajes y hacer recados. La mayora de caballeros que tenan su propio caballo para uso personal lo guardaban en el establo ms grande,donde podan dejarlos sueltos en los pastos cercanos para que hiciesen ejercicio y disfrutaran de la hierba fresca.

    Segura de que el pordiosero la seguira, Linsha recorri el camino hacia la cuadra y accedi al interior en penumbra. Los mozos del establoya estaban en pie y manos a la obra limpiando los compartimentos y dando de comer a los caballos, pero todava no haban llegado a la casillade su montura. Despidi a un mozo que se ofreci para ayudarla y fue a buscar sus propios cepillos y silla de montar. Ech una palada de granofresco en el comedero de su caballo y empez a cepillarlo mientras el animal desayunaba.

    Procedente de las tierras desrticas, halcn del desierto era castao como las cordilleras al atardecer y tan paciente y perseverante como elmismo desierto. Linsha lo haba comprado poco despus de llegar a la Ciudad Perdida y hasta entonces no se haba arrepentido.

    El caballo castrado sacuda la cabeza antes de volver a su avena cuando el pordiosero entr cojeando. Linsha mir por encima del lomo delanimal y sonri al hombre sin parar a cepillar el pelaje castao con un brillo grisceo.

    Ese disfraz todava no lo conoca coment entre risitas.Mi error ha sido comprar estas ropas a un mendigo de verdad. Por lo visto, las pulgas entraban en el lote. El hombre se rasc el cuello y

    con ese mismo movimiento se ech hacia atrs el sombrero de ala ancha. El cabello oscuro y lacio le cay sobre la cara, ocultando en parte unacicatriz amoratada que le cruzaba la nariz y la mejilla izquierda.

    Lanther haba sido un hombre apuesto. An se adivinaban los nobles rasgos de la nariz y los pmulos bajo la piel castigada por el sol ycubierta de cicatrices. Pero tantos aos a merced del sol y el viento del desierto y luchando en la batalla con espada y pual se haban cobrado unalto precio. Sus ojos eran de un azul intenso, del mismo azul oscuro de un zafiro o quiz de las tormentas al anochecer. Aquellos ojos centellearonclavndose en Linsha mientras el hombre se cruzaba de brazos y se apoyaba en la pared del establo.

    He odo que anoche llegaste a la ciudad a lomos de un centauro. Cul fue la causa de merecer tal honor?En fin, ya que eres el primero en preguntar, te lo contar. Fue su forma de disculparse por haberme desgarrado la tnica con el cuadrillo de

    una ballesta.Las cejas de Lanther iniciaron un lento ascenso hacia la raz del cabello.Te dispar?Linsha dej el cepillo y cogi una pa para limpiar los cascos.Fue sin querer. Se apoy sobre el costado de halcn del desierto y levant cuidadosamente una de sus patas delanteras. Sal de la

    ciudad fantasma hasta el lmite de las ruinas y me top con una patrulla. El novato del grupo dispar antes de ni siquiera tener tiempo parapensarlo.

    Y saliste ilesa?La nica baja fue la tnica.El hombre entrecerr los ojos.y qu hacas ah fuera?Segua a alguien. La respuesta lleg desde el otro lado del caballo. A uno de esos hombres que me ponen los pelos de punta.Diste con l?Lo perd en las afueras cuando aparecieron los centauros.Linsha se acerc a las patas traseras del caballo para limpiarle los cascos mientras daba tiempo a Lanther para que le contara el motivo de

    su visita. Era un hombre pausado y paciente, dos cualidades que lo haban ayudado mucho. En una ocasin le haba hablado de su cometido enla Nueva Cinaga. Cmo siendo un legionario, ayudaba a aquellos que intentaban huir de Takar, en el reino de Sable, abastecindolos decomida y guindolos hasta la seguridad de las llanuras. Un da los secuaces de Sable lo atraparon, y tuvo que luchar para liberarse y, malherido,atraves kilmetros de aguas estancadas y pestilentes cinagas hasta llegar al poblado tribal de Mem-Ban, en los lmites de los dominios deIyesta. All se recuper con la ayuda de los miembros de la tribu. Desgraciadamente, sus piernas quedaron lisiadas y ya no pudo regresar a lacinaga. Fue destinado a la Ciudad Perdida para que se uniera all a la clula activa y trabajaba con la red de espionaje de Iyesta. Haba sido unode los primeros legionarios que se haban acercad a Linsha poco despus de su llegada a la ciudad y entre los dos haban construido una slidaamistad y una valiosa conexin entre la Legin y la Orden.

    Como pasaba el tiempo y Lanther segua sin decir nada, Linsha lo mir desde detrs de la grupa de halcn del desierto y lo que vio a travsde la cola del caballo fue cmo el hombre intentaba rascarse los omplatos frotndose contra las tablas de la pared del establo. Tena un aspectotan ridculo y gracioso que a Linsha se le escap una carcajada antes de que pudiera evitarlo.

    T rete gru. Algn da tendrs que utilizar un disfraz como ste y estos pequeos demonios se disputarn tu suculenta carne.Linsha, que ya se haba visto obligada a disfrazarse as en una ocasin, balance un dedo tras el caballo apuntando a la cercana puerta del

    establo.Pues date un bao. Hay mantas en el cuarto de los arreos.El hombre emiti un sonido despreciativo.No, gracias. Ya encontrar mi propio bao. He venido a decirte que la compaa de ser Morrec se ha retrasado cerca del bosque. No

    llegarn hasta maana. Por cierto, uno de sus mensajeros est de camino.Linsha asinti, hacindose a la idea de otro da sometida a la actitud dictatorial de ser Remmik. No perdi el tiempo sorprendindose

    porque un legionario le trajera noticias a ella sobre los asuntos de su propio comandante. A menudo la Legin le transmita las noticias antes deque su Orden las recibiera.

    Lanther esper, como si quisiera atraer toda su atencin.Nos ha llegado informacin sobre el anciano desaparecido. Anoche lleg a nuestros odos que est muerto. Estamos buscando su

    cadver.Linsha habl en un siseo por la irritacin que la embargaba.sta ya suma tres desapariciones, me equivoco? Quin es el responsable? Y por qu?Ojal lo supiramos. Sera an ms extrao si las tres muertes fueran pura coincidencia.Ambos quedaron en silencio, ocupados en sus propios pensamientos mientras a su alrededor el trabajo en el establo continuaba.

  • Tras unos segundos, Lanther se movi y clav su mirada en la espalda curvada de Linsha.Por cierto empez a decir, detenindose para disfrutar el momento, tu hermano estuvo en Flotsam.Linsha se irgui de golpe, asustando al caballo y dejando caer la pa.Qu? Cundo? Cmo lo sabes?Una amplia sonrisa cruz la cara llena de cicatrices de Lanther, dulcificando las arrugas de tensin que solan bordearle los ojos y la boca.Uno de los nuestros en Flotsam envi un informe a Solace y a Falaius para comunicar la muerte de una de nuestros miembros ms

    antiguos. Falaius era su amigo.Falaius Taneck era un brbaro del desierto que se haba hecho legionario y estaba al frente de la clula de la Legin en la Ciudad Perdida.

    Era un hombre tosco pero justo, que no haba tardado en ganarse el respeto de Linsha y que haba establecido una relacin cordial y diplomticaentre la Legin y el Crculo Solmnico. Supuso lo cont3enta que se pondra Linsha al recibir noticias de su hermano.

    Qu haca Ulin en Flotsam? Lo acompaaba mi padre?El informe no mencionaba a Palin. nicamente a Ulin y a una tal Lucy Torkay.Linsha se apoy sobre la grupa de su paciente caballo.Lucy? El informe explicaba por qu?El hombre sacudi la cabeza.Slo dice que estuvieron all la pasada primavera buscando al padre de la mujer. Por la visto, era un bandolero de la zona que haba

    robado el dinero de la ciudad. Parece que tu hermano y esa tal Lucy protegieron la ciudad.Linsha vio ante s la imagen de su hermano, alto y larguirucho, y le invadi una sensacin parecida a la que se siente al beber un clido trago

    de vino de primavera. Era su nico hermano, su amigo y compaero de la infancia. Haban pasado muchos aos desde que lo haba visto porltima vez y lo echaba mucho de menos.

    Salvar una ciudad, eso hizo? Murmur , agachndose para recoger la pa. No me extraa nada.No aadi nada ms, mientras sus pensamientos regresaban revoloteando a la situacin en la Ciudad Perdida. Deseaba con todas sus

    fuerzas que Ulin estuviera all para pedirle consejo sobre los presentimientos que la tenan tan desconcertada, pero l estaba muy lejos,seguramente para entonces ya habra regresado a Solace. Slo tena a Lanther. Era su amigo desde haca ms de un ao, y si alguien en laciudad poda entender sus recelos se era l.

    No obstante, sigui mientras buscaba cmo decirlo. Haba muchas cosas que quera preguntarle, pero quera hacerlo con las palabrascorrectas.

    Lanther, hace dos aos que ests en la Ciudad Perdida. Conoces la ciudad tan bien como los que han nacido aqu y sabes lo que esthaciendo la Legin. Se detuvo un momento. Has notado algo raro ltimamente? La Legin sospecha de algo o tiene algn miedo por laciudad?

    Si se sorprendi ante sus preguntas, el hombre no dej que se notara en su expresin.No, por qu? respondi pausadamente.Algo me preocupa. Puedes rerte si quieres, llmalo intuicin femenina, pero he sobrevivido muchos aos gracias a instinto. No puedo

    definir lo que siento. Levant las manos en un gesto de impotencia. Es como cuando el viento te trae el olor del humo.Desconocidos en la ciudad que hacen que se me ponga la piel de gallina. Ciudadanos muertos o desaparecidos. La milicia en alerta. No

    veo la relacin entre todas estas cosas pero no me abandona la sensacin de que algo marcha mal.Lanther, superviviente de muchas operaciones secretas y batallas en lugares hostiles, no se ri al escuchar sus palabras.Preguntar por ah discretamente.Linsha volvi a cepillar al caballo. Tena que contentarse con eso. Al menos Lanther no haca caso omiso de sus comentarios o intentaba

    despacharla con una ligereza y una broma sin gracia. Si deca que iba a hacer indagaciones, las hara. Tal vez sacaran algo en claro.Desde el exterior les llegaron pisadas de botas y voces que anunciaban la escolta de Linsha, compuesta por tres caballeros que cabalgaran

    con ella para ver a la hembra de dragn.Estaban en el pasillo frente a los compartimentos, llamando a sus caballos.Lanther se qued un rato para charlar con ellos mientras Linsha cubra y ensillaba a su montura. Habl de cosas sin importancia de la Legin

    y de los preparativos de la ciudad para el Festival del Solsticio Vernal en las calles de Las Tres Esquinas; entonces, despidindose con un gestode la mano, se arrebuj en la mugrienta capa y se alej cojeando colina abajo, hacia las calles de Espejismo.

    Linsha lo mir irse. Senta gran aprecio por Lanther, admiraba su valenta, sus convicciones y su determinacin. Tena un sentido del humorpcaro y una simpata innata. Y sin embargo, en algunas cosas segua siendo un enigma. Pocas veces hablaba de s mismo, sino que preferaescuchar a los dems; y, como a la mayora de los legionarios, le gustaba trabajar solo.

    Un aleteo abanic el aire del establo y Varia se pos silenciosamente sobre la cabeza del caballo castao. Halcn del desierto estabaentrenado para no inmutarse ante Varia. Sacudi una oreja y continu comiendo. La hembra de bho no pronunci palabra mientras los mozosdel establo estuvieron cerca; se qued mirando fijamente a Linsha como hara cualquier pjaro domesticado. Slo cuando Linsha hubo puesto labrida al caballo y lo guiaba hacia fuera, Varia alz el vuelo para salir a travs de la ancha puerta de doble hoja.

    Los caballeros, jvenes y segn el punto de vista de Linsha, inexpertos, ulularon imitando a un bho y se rieron mientras montaban suscaballos y se disponan a seguir a la Dama de la Rosa. Con un movimiento de cabeza, Linsha cav las rodillas en su montura para que avanzaraa medio galope y dej que la escolta la siguiera como buenamente pudiera.

    El cubil de Iyesta se encontraba en las ruinas de la ciudad antigua, en una zona del distrito del Jardn que los sirvientes de la gran hembra deLatn haban dejado deliberadamente sin modificar ni habitar. Mucho tiempo atrs haba sido el palacio de un prncipe elfo. An era apreciablemucha de su antigua belleza en las lneas elegantes de los uros y arcos desmoronados y en el esplendor de sus amplios salones, de susestancias sin techo, de sus establos, de los descuidados jardines y parcelas de bosque salvaje. La hembra de dragn haba escogido el salndel trono, el nico lo suficientemente grande para albergarla, y haba ordenado que se reparara el tejado y que el interior recuperara su antiguagrandiosidad. Todo lo dems se haba quedado tan y como estaba, en parte para que sirviera de camuflaje a su cubil y en parte porque legustaba el contraste entre las ruinas y su ciudad pulcra y bien organizada.

    La propia Iyesta era una dragn de contrastes, la hembra de Latn de ms envergadura de todo Ansalon haba alcanzado sus gigantescasproporciones devorando dragones malignos durante la Purga; sin embargo , la horrorizaba hasta qu punto el resto de dragones, especialmentelos cinco grandes, se atrevan a cercenar la vida en Ansalon y se esforzaba activamente por poner fin a su dominacin. Poda mostrarseencantadora y sociable, una brillante conversadora, y al minuto siguiente defender su reino con cruel agresividad.

    Dados sus esfuerzos por defender a aquellos que buscaban proteccin a su lado, era tenida en gran estima por todo el clan de Latn y elresto de dragones de colores metlicas. Varias docenas de jvenes ejemplares de stos, sobre todo Plateados, Dorados y de Latn aceptaban

  • el refugio que les ofreca la ciudad de Iyesta y la ayudaban a defender las fronteras y en las operaciones contra los otros dragones. Tres jvenesDragones de latn, nacidos del mismo huevo, se haban ganado un lugar especial entre los ayudantes personales de Iyesta y se encargaban deguardar el saln del trono cuando la hembra de dragn se encontraba en su residencia. Normalmente, al menos uno de esos dragones seacomodaba frente a su cubil durante todo el da para supervisar a aquellos que llegaban solicitando que la gran hembra los recibiese.

    Sin embargo, aquella maana a Linsha la sorprendi encontrarlas grandes puertas dobles abiertas y la entrada vaca. El espacioso patio quese extenda frente el saln estaba sumido en el caos. Iyesta, agazapada, bramaba rdenes mientras las tropas de su milicia, los guardias depalacio y muchos ms que Linsha no pudo identificar en ese omento se afanaban en una actividad frentica intentando obedecerla. Dosdragones ms, una joven hembra Dorada llamada Desiristian y un macho Plateado al que Linsha conoca como Chayne, se disponan a tomartierra carca de all. Los caballeros detuvieron sus monturas junto a la calzada pavimentada que llevaba a palacio. Un semielfo que serva en unregimiento leal al dragn, se aproxim a Linsha y sujet su caballo.

    Qu sucede? Inquiri Linsha mientras entregaba al guardia las riendas de Halcn del desierto.El semielfo lanz una mirada preocupada al palacio.La seora est furiosa. Dathylark, Korylarl y Thassalark han desaparecido y la preocupacin la embarga. Desconozco sus planes, pero

    est enviando partidas de bsqueda en todas direcciones para encontrarlos.Linsha dej escapar el aire en un suave soplido. Los tres desaparecidos? Los trillizos de Latn eran inseparables y estaban unidos

    telepticamente. N o pareca factible que les pasara algo a los tres. Quiz haban salido en una misin secreta sin habrselo comunicado a Iyesta.Si era as, Linsha no poda dejar de compadecerlos cuando volvieran a casa.

    Se gir hacia los tres caballeros de su escolta.Vosotros tres esperadme aqu. les orden.Avanz con cuidado por la amplia calzada en direccin al viejo palacio, dando todo el tiempo del mundo a la hembra de dragn para que la

    viera a travs de las puertas abiertas. Los soldados y sirvientes reconocieron a Linsha y no hicieron amago de detenerla mientras cruzaba laspuertas. Finalmente se par a unos veinte pies de la gigantesca hembra de Latn y esper a que se percatara de su presencia. Era evidente quesera intil llamar su atencin por encima de su ira atronadora.

    Mientras esperaba, Linsha alz los ojos hacia la gran hembra de Latn y una vez ms sinti el asombro y la admiracin que le provocaba elgran animal. Iyesta mereca el nombre de Esplendor. Superaba los noventa metros de largo y eso no le impeda estar graciosamente formada,con un cuello corto, el lomo esbelto y la cola que casi alcanzaba la tercera parte de su longitud. Con las alas extendidas tena una envergadura dems de trescientos pies, y en la elegante cabeza sobresala la boca de curvos dientes. Sus escamas tenan el brillo clida y bruido del latnpulido, refulgentes como una llama dorada bajo el sol de la maana.

    Llegas tarde! tron Iyesta.Linsha hizo una reverencia envuelta en el silencio que de repente se haba hecho en el patio. Los apresurados sirvientes y soldados

    aprovecharon para escabullirse y cumplir sus rdenes mientras los otros dos dragones de colores metlicos aguardaban respetuosamente muycerca de all.

    Ignoraba que existiera una hora concreta para la cita, seora contest Linsha sin disculparse. Mis rdenes eran que me presentaraante vos por la maana. Y la maana no ha terminado.

    Iyesta baj la cabeza hasta que sus grandes ojos pudieron observar Linsha desde pocos metros de distancia. Eran de un color marrndorado, salpicados de motas rojas que parecan arder e iluminados por una ancestral inteligencia. Las astas curvas refulgan bajo la luz del sol.

    Los labios se curvaron mostrando los dientes como si desenvainara una hilera de cimitarras.La dama de la Rosa permaneci inmvil. Slo la cabeza de rasgos delicados de Iyesta ya era ms alta que un hombre. Cuando Iyesta la

    baj hasta su altura, Linsha no vea ms que los orificios de morro y los colmillos curvos. Se qued mirando pacientemente hacia el ojo enormede la hembra de dragn mientras esperaba.

    Iyesta dej escapar un pequeo bufido que casi hizo perder equilibrio a Linsha.Tienes razn, Dama de la Rosa. Disculpa mi impaciencia. Esta maana ha sido... larga. Mis amigos han desaparecido y no logramos dar

    con ellos.Cunto tiempo llevan desaparecidos?Ayer estaban aqu. Dart fue a hacer un recado que le mand. Los otros se fueron anoche sin dar ninguna explicacin. No sabemos qu

    pensar.Tres dragones de Latn desaparecidos. Si se hubiera tratado de cualquier otro dragn de color metlica del reino de Iyesta, Linsha no se

    habra preocupado lo ms mnimo. Ninguno de los dragones que vivan bajo la proteccin de Iyesta le deba ms que respeto y lealtad. Iban yvenan segn sus deseos. Excepto los trillizos. Tres partes de un todo, cada uno de ellos se haba entregado por completo a Iyesta y a sushermanos. Al menos uno de ellos la atenda en su palacio en todo momento. Que se hubiesen marchado y no hubieran vuelto sin ningn tipo deexplicacin no presagiaba nada bueno.

    Queris que vuelva ms tarde? No le haba dado tiempo a terminar de pronunciar estas palabras cuando una pequea sombrasobrevol el patio y, alzando la vista, Linsha vio como Varia se posaba en el ala recogida de Iyesta. En lo que a este dragn concerna la hembrade bho no mostraba el menos temor.

    Vamos a ir a hablar con Trueno contest Iyesta, con el pecho temblando a causa de la ira. An vistes tu uniforme. Acompanos.Podemos hablar en el camino.

    La boca de Linsha se abri sin que ella pudiese evitarlo. Montar en un dragn? Hablar con un Azul? Era una oportunidad demasiadobuena para dejarla escapar.

    Quin me llevar?Yo.Sin darse tiempo a cambiar de idea, Linsha corri hacia su escolta y orden a los caballeros que regresasen a la Ciudadela. El semielfo le

    dijo que se ocupara de Halcn del desierto mientras estuviera fuera.Iyesta se agach, acerc las paletillas lo ms que pudo al suelo y extendi la pata delantera terminada en inmensas garras para que Linsha

    pudiese trepar hasta su lomo.Ya que el ascenso era largo, las escamas resbaladizas y Linsha no quera demostrar demasiado entusiasmo y alegra mientras trepaba,

    encaram a la paletilla de la hembra de dragn con todo el decoro y cuidado que pudo demostrar. Las articulaciones de las alas en la base delcuello de la hembra de dragn eran inmensas y fue el mejor lugar que Linsha pudo encontrar para sentarse con las piernas abiertas en el lomo deIyesta. Cuando termin de acomodarse, dedic una breve sonrisa a Varia y coloc a la hembra de bho pegada a su vientre. Ambas se sujetaroncon firmeza a las fuertes vrtebras del cuello.

  • Iyesta alz el vuelo impulsndose con las patas traseras, movimiento que por poco parte el cuello a Linsha, y extendi sus poderosas alas alviento. Los dragones Dorado y Plateado la siguieron sin demorarse. Batan velozmente las alas para situarse por encima de las turbulenciasformadas por el aire clido de la maana que se adentraba en el ambiente ms frio de las alturas. Una vez alcanzada una altitud cmoda, los tresdragones se pusieron al mismo nivel y se dirigieron hacia el noroeste, hacia los yermos del reino de Trueno.

  • Captulo 5 El vuelo hacia el reino de Trueno

    A Linsha le embargaba el entusiasmo mientras la hembra de dragn remontaba el vuelo con sus alas ambarinas. Tena todos los sentidosalerta, pues no quera perderse una de las sensaciones de aquel magnfico vuelo. El viento fro sobre la piel, el intenso olor de Ala hembra dedragn mezclado con los aromas secos y ligeramente especiados del desierto, el sonido de las alas de Iyesta batiendo el poderoso viento y elcrujido de los huesos , las grandes manchas rojas, marrones y verde plido que se sucedan bajo el azul que la rodeaba.

    Tuvo que pasar bastante tiempo antes de Linsha se diera cuenta de que tambin se oa otro sonido ms leve, una especie de ronroneosuave a medio camino entre una risa y un zumbido.

    Baj la cabeza para mirar a Varia. La hembra de bho estaba acurrucada contra ella para que el viento no la arrancara de su abrigo y elruidito que se oa sala de su garganta. Linsha se dio cuenta de que el pjaro ronroneaba de placer. Cuntas aves llegaban a volar as de rpidoen toda su vida?

    Mir hacia el lejano suelo y se dio cuenta de que haban dejado atrs todo rastro de verdor y se encontraban sobre las tierras baldas de lasPraderas de Arena. Hasta la llegada de los grandes dragones Sable y Beryl, las onduladas tierras de la praderas era una especie de tundra,yermos desiertos, increblemente fros en invierno y templados nicamente durante los breves veranos. Pero cuando los seores supremosllegaron empezaron a utilizar sus inmensos poderes para modificar las tierras y el clima a su antojo, el clima de otras zonas tambin se vioafectado. Las condiciones extremas de las Praderas de Arena se suavizaron con los vientos ms clidos de la baha de Balifor, el crecimiento dela gran cinaga de Sable al este y del reino de Beryl al oeste. Los extremos de las llanuras se convirtieron en sabanas y praderas, sobre todo lazona limtrofe con el este del reino de Iyesta, el ro Torath. Sin embargo, el centro de las llanuras segua siendo rido, rocoso y yermo.

    Bajo los dragones se extenda el corazn de las Praderas, como una alfombra deshilachada y rojiza que estuviera a la merced deinterminables mareas y moldeada por eternos vientos.

    Linsha miraba hacia abajo, preguntndose qu dragn podra soportar la extensin desolada y yerma de aquel desierto. Pero haba uno ques la soportaba, Trueno mantena una estrecha vigilancia sobre su inhspito reino y desalentaba a cualquiera, a no ser que fuera valiente ytemerario, a que se adentrara en su territorio. Normalmente, los pocos mercaderes o brbaros que lograban sobrevivir al viaje a travs de losdominios del Azul encontraban mayores recompensas en el reino de Iyesta. Aquellos temerarios que se adentraban en el desierto jams volvan aser vistos.

    Linsha hizo la pregunta en la que habra tenido que pensar mucho antes.Iyesta, dijo gritando, por qu vais a ver a Trueno? Creis que tiene algo que ver con la desaparicin de los tres dragones?La hembra de dragn se tom tanto tiempo para responder que Linsha empez a pensar que tal vez el viento haba alejado sus palabras sin

    que pudiera orlas. Se estaba planteando repetir la pregunta cuando la gran hembra de Latn gir la cabeza y le respondi.envi a Dart en misin de reconocimiento por el territorio de Trueno para buscar una cosa.Me han llegado rumores...A Linsha al recorri un escalofro que nada tena que ver con el viento.Rumores sobre qu?Meros indicios. Retazos de noticias. Rumores de lo que tal vez sean ms que los sueos de Trueno.El qu?He odo que Trueno tiene un nuevo general. Que est formando un ejrcito. Que planea expandir su territorio.Nunca deja de planeas que expande su territorio, pero tampoco lo abandona nunca el terror mortal que siente hacia vos, Beryl y Malys.

    Est demasiado asustado para hacer un avance tan agresivo.Eso creo yo. Pero quera cerciorarme. Un viajero me cont que haba visto a hombres y ogros reunirse cerca del cubil del Trueno. Me temo

    que est intentando formas un ejrcito, as que envi a Dart para que echara un vistazo. Debera haber vuelto anoche.La preocupacin era tan evidente en la voz de la hembra de dragn que Linsha sinti que penetraba hasta su corazn. Sus apesadumbrados

    pensamientos se int