herbert mary h - dragonlance linsha 02 - el exodo de los vencidos

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  • Annotation

    Es casi imposible que a Linsha Majere le vayan peor las cosas. El lugar que ha jurado defender ha cado en manos de un ejrcito invasor.Los caballeros de su misma Orden la persiguen por traidora, por lo que ha tenido que buscar refugio junto a los ltimos guerreros libres quequedan en la Ciudad Perdida. Los huevos de dragn que prometi porteger estn a merced de su enemigo ms temido. A medida que losinvasores se hacen ms fuertes, se pierde toda esperanza y Linsha debe hacer un ltimo intento, desesperado, ante de que todo el sur deAnsolan caiga ante las fuerzas de la oscuridad.

    Captulo 1Captulo 2Captulo 3Captulo 4Captulo 5Captulo 6Captulo 7Captulo 8Captulo 9Captulo 10Captulo 11Captulo 12Captulo 13Captulo 14Captulo 15Captulo 16Captulo 17Captulo 18Captulo 19Captulo 20Captulo 21Captulo 22Captulo 23Captulo 24Captulo 25Captulo 26Captulo 27notes

    [1]

  • En el proceso de creacin de un libro, el autor trata con muchas personas y la ms importante de todas ellas es el editor. El editor es quien logua en el laberinto del bloqueo ante la hoja en blanco el pastor que lo acompaa por los largos caminos de la revisin y el animador en losmomentos de xito. Yo he tenido el placer de trabajar con una serie de editores de gran talento de TSR y Wizards of the Coast, y a ellos les doyrespetuosamente las gracias.

    Jim Lowder: nunca se te olvida lo ms importante.Bill Larson: siempre un caballero.Rob King: con el mejor sentido del humor.Peul McGillian: l mismo un magnfico autor.Y en especial a Mark Sehestedt por su gran apoyo, su paciencia inagotable y sus ideas imaginativas que han dado ms vida a estos libro.

    (l tiene la culpa de cmo termina ste!) Mi ms sincero agradecimiento.

  • Lamento por la ciudad perdida[1]

    Hasta cundo, oh, dioses?Nos olvidaris por siempre?

    Hasta cundo nos ocultaris vuestros rostros?Hasta cundo la perplejidad nublar nuestras mentes,

    La congoja nuestros corazones, da y noche?Hasta cundo triunfarn sobre nosotros nuestros enemigos?

    Miradnos y respondednos, oh, dioses;Iluminad nuestra mirada, pera que no nos durmamos en la muerte,

    Para que nuestros enemigo no diga los he vencido,Y nuestros adversarios se regocijen ante nuestra caa.

  • Captulo 1 Los acantilados

    Linsha tens los msculos de las piernas al apoyarse en los estribos y se irgui sobre la silla.Por encima de las orejas del caballo, mir al frente, a las profundas y revueltas aguas del sur del ocano Courrain que se abran a sus pies.

    Acariciado por la luz del sol que se pona a su espalda, el mar se extenda ante ella enorme. Agua y cielo.Por costumbre, escudri el paisaje a derecha e izquierda. A su izquierda, a lo lejos, apenas vislumbraba las manchas de las columnas de

    humo que ascendan de las hogueras, donde se estara preparando la cena en el puerto de Espejismo., la Ciudad Perdida. No dedic ms queuna ojeada a aquella desafortunada ciudad, pues no quera pensar en el fracaso y ni en la desgracia. A su derecha, no haba ms que losacantilados que se alzaban escarpados y en vertical desde las aguas hasta las tierras rojizas de las Praderas de Arena. En aquella direccintampoco haba nada que captara su atencin. Slo el mar y el amigo en cuya bsqueda haba ido.

    Se mantuvo erguida todo lo que se atrevi sobre el dscolo caballo pardo y observ atentamente las aguas. Ah, all! Lo vio. Un intensoresplandor metlico de tonalidad dorada oscura bajo la superficie, justo detrs de las olas ms grandes. Un poco ms all, distingui un grupo dedelfines jugueteando entre las olas.

    Linsha se desliz detrs de la silla. Con ademanes seguros liber el morro del caballo de la brida, la colg del arzn de la silla y dio al animaluna palmada cariosa en la grupa.

    Sacudiendo la cabeza, el caballo se dio la vuelta y emprendi el camino de regreso a medio galope. Linsha saba que al anochecer ya habrallegado al establo.

    Contenta, coloc la espada de manera que no la molestara y se dispuso a esperar sentada con las piernas cruzadas sobre el suelopedregoso. Su amigo no tardara mucho y podra llevarla de vuelta. Mientras tanto podra disfrutar de unos minutos de soledad, lejos de las cuevasabarrotadas, de las expresiones adustas, del ruido incesante, de los planes sin fin, del omnipresente peligro. Tom una bocanada de aire saladoy fresco, cerr los ojos y se apoy sobre las palmas de las manos. Una rfaga de viento fro le revolvi el cabello rojizo. Volvi a inspirarprofundamente y dej salir el aire en un largo suspiro.

    Sinti que unas cuantas hormigas se aventuraban por sus dedos, pero no eran de aquella variedad roja tan agresiva que morda, as que lesdej hacer. Una pequea abeja le zumbaba cerca del odo, como si estuviera investigando una nueva flor. Despus se alej con las corrientes deviento. El sonido de las olas al pie del acantilado puntuaba la quietud con el rtmico batir del agua.

    Por un momento, Linsha sencillamente se qued sentada, dejando que la embargara la tranquilidad. Estaba tan cansada agotada despusde semanas de lucha y temores, que no hizo el menos intento por mantener su aguzada atencin habitual. Dej que, sin ms, le invadiera elsopor.

    Algo cruji tras ella.Linsha se puso alerta. La aprensin y la sorpresa cayeron sobre ella como un jarro de agua fra, rpidamente seguidas por un sentimiento de

    rabia. No podan dejarla sola ni un minuto?Se enderez y, cuando se dispona a volver la cabeza, oy:Vaya vaya. Mirad lo que tenemos aqu. Mueve un solo msculo y te atravesar una docena de espadas.La sorpresa e indignacin de Linsha se convirtieron en miedo e ira fra. En ambos extremos de su campo de visin adivinaba unas siluetas,

    voluminosas, masculinas que se colocaban a sus espaldas. No le caba la menor duda de que su interlocutor no exageraba el nmero de armasque tena tras l.

    Levntate, ramera solmnica orden otra voz, ms spera.Pero si Gorthem acaba de decirle que no se mueva terci alguien ms joven y, sin duda, con menos luces.Linsha oy una serie de suspiros, maldiciones y gruidos a sus espalda y sinti un poco menos de miedo. No eran Tarmak brutalmente

    eficientes, sino mercenarios. Y, por lo tanto, sin un lder claro.Sin esperar otra orden contradictoria, Linsha levant las manos vacas bien a la vista y se puso de pie. Se dio la vuelta y qued frente a sus

    captores.Una docena de hombres fuertemente armados, de origen dudoso, la miraban con el entrecejo fruncido desde unos veinte pies, con las lanzas

    apuntando hacia ella. Cmo haba dejado que se le acercaran tanto?Uno de los hombres, barbudo y con un grueso chaleco de piel, le dedic una mirada lasciva.Los veis? Y tena razn. Es esa Dama de la Rosa pelirroja. Podramos pasar un buen rato con ella.No gru un hombre ms alto, la primera voz, Gorthem. Ofrecen una recompensa por ella. Se la entregaremos a los Tarmak. Nos

    pagarn.Y cuando lo repartamos entre los doce, no nos quedar ni para una buena cerveza repuso el hombre de la barba.Un tercer hombre se uni al a conversacin.De todos modos, ahora es imposible conseguir una buena cerveza. Los cafres se hicieron con toda.Divirtmonos con ella insisti el barbudo. Apret la lanza entre sus grandes manos y avanz un paso.El capitn dijo que llevsemos prisioneros respondi Gorthem. Sobre todo si eran Caballeros de Solamnia.Linsha observaba a los soldados mientras discutan. Aunque los Tarmak controlaban la mayor parte de la Ciudad Perdida y los alrededores,

    los mercenarios, contratados por el dragn Trueno, haban participado en la invasin que haba tenido lugar poco despus del solsticio de veranode aquel ao y an controlaban el palacio y las tierras del cubil de Iyesta.

    Raramente se molestaban en organizar patrullas o implicarse en el sometimiento de la ciudad, y Linsha tena la impresin de que los Tarmakse limitaban a tolerar a los caticos mercenarios hasta que encontraran la oportunidad de librar a la ciudad de su presencia. De todos modos,eso no haca menos peligrosos a aquellos soldados a sueldo.

    Dio un calculado paso hacia atrs.A sus espaldas el suelo pedregoso se converta en un acantilado que se hunda en las agitadas aguas del mar. Calcul que estara

    aproximadamente a diez pasos del borde, antes de que el precipicio se desplomara unos treinta y cinco o cuarenta pies sobre el mar. Un marque saba que era muy fro.

    Se desliz otro paso atrs.Qudate quieta, mujer! grit Gorthem.Suelta las armas! chill el hombre de la barba.Cmo va a hacer las dos cosas a la vez? pregunt el joven, que se tomaba las cosas de forma muy literal.Cllate! le respondieron varias voces a coro.

  • Los mercenarios estrecharon el semicrculo y se acercaron a ella para acorralarla contra el borde del acantilado. Muchos desenvainaron lasespadas, otros sacaron los cuchillos.

    A Linsha se le quedaron las manos fras y hmedas. En el estmago se le form un nudo.Con movimientos lentos, se desabroch el cinturn y su espada y su daga cayeron al suelo. Sus pies retrocedieron un paso ms.Repar en que al menos aquellos hombres no llevaban arco. Uno tena una ballesta cruzada a la espalda, pero no haba hecho adems de

    cogerla.Los mercenarios, al ver a Linsha desarmada, avanzaron.No perdis de vista sus manos, muchachos dijo Gorthem. Puede que tenga puales en las botas.O en las mangas, aadi mentalmente Linsha. Pero lo nico que mostr a sus enemigos fue la espalda. Veloz como un ratero, se dio la

    vuelta y ech a correr La sptima zancada la dio en el aire, por encima del borde del precipicio.

  • Captulo 2 La despedida de Crisol

    Linsha apenas tuvo tiempo para juntar los pies, enderezar el cuerpo y apretar los brazos contra el pecho, antes de hundirse en el mar. Elagua fra la recibi con un terrible golpe.

    Se cerr por encima de su cabeza y aprision su cuerpo en un violento ataque a sus sentidos.El dolor le atraves la cabeza y las extremidades. Luch por ascender a travs de las agitadas aguas y salir a la superficie, tosiendo y

    buscando un poco de aire. El corazn se le desbocaba en el pecho, le dolan los pulmones.Una ola la alz y la arrastr hacia la inmensa pared de piedra del acantilado. Tuvo que obligar a sus brazos y piernas inertes a moverse, para

    que la arrancasen de la fuerza de la ola y la alejasen de aquella barrera ptreo. Aquellas paredes mojadas y resbaladizas no ofrecan ningunaesperanza, nicamente huesos rotos y la muerte.

    El fro le morda la piel en forma de agujas heladas que le entumecan los msculos. Senta las extremidades cada vez ms dbiles ypesadas. Las ropas empapadas y las botas llenas de agua tiraban de ella hacia el fondo, hasta que apenas pudo sacar la cabeza entre lasbravas aguas. Haciendo un gran esfuerzo con los brazos y los hombros, logr asomarse entre las olas el tiempo justo para gritar Crisol!, antesde volver a hundirse.

    Se le meti agua salada en los ojos y la nariz. Una fra niebla se cerr sobre su conciencia y ya no pudo ver nada ms que el agua gris que laaprisionaba. Los ojos le picaban por culpa del fro intenso y la sal.

    ste sera el momento perfecto para que apareciera. El pensamiento le cruz la mente como el ms desesperado de los deseos. Le habaconfiado su vida muchas veces, y nunca le haba fallado. Aqulla no era la mejor ocasin para romper la tradicin.

    Una ola le golpe en rostro, llenndole la nariz y la boca de agua salada. Un buen trago le baj por la garganta. La recorri una arcada, seatragant. Luch por liberar su rostro de las aguas glidas. Entreabri los ojos como pudo y vio el acantilado borroso sobre su cabeza. Lo tenademasiado cerca. La marea estaba subiendo. Debera haber pensado en eso. Unas cuentas olas ms y acabara hecha papilla contra las rocas.

    Algo gris y brillante se asom entre las olas cerca de ella. Una aleta dorsal se desliz juguetonamente muy cerca de su mano y despus seperdi de vista. Algo ms le golpe una pierna. Linsha intent gritar, pero haba tragado demasiada agua., estaba demasiado entumecida por elfro.

    Entonces se dio cuenta de que otra forma se deslizaba bajo el agua cerca de ella. No se vea ms que una sombra clara entre un remolinode grises negros y blancos; pero era una forma gigantesca y, a medida que se iba acercando, Linsha distingua destellos dorados en los puntosdonde los rayos oblicuos del sol agonizante atravesaban las olas para encontrar las lustrosas escamas de aquella enorme criatura.

    El agua se levant a su alrededor y la cabeza de un dragn, grande y de aspecto fiero, rompi la superficie y se qued mirndola concuriosidad, con unos ojos en los que relucan las llamas de un fuego antiqusimo.

    Por todos los dioses, Se puede saber en qu ests pensando? Una voz masculina reson en su mente. El agua est demasiado frapara echarse a nadar.

    Escupiendo agua, Linsha slo logr responder sealando hacia lo alto del acantilado con un dedo tembloroso.El dragn se alz un poco ms sobre las aguas y levant la cabeza para estudiar el precipicio mientras otra ola los cubra. La ola que levant

    el dragn era ms de lo que Linsha poda resistir. Se sinti irremediablemente arrastrada hacia la dura piedra y tuvo la certeza de que en aquellaocasin no podra hacer nada por evitarlo. Cerr los ojos y se prepar para el golpe.

    En vez de las rocas, fue otra cosa la que entr en contacto con su piel. Sinti que unos colmillos se cerraban delicadamente alrededor de sutronco y la sacaban del agua. Abri los ojos sorprendida. El agua caa de las mandbulas del dragn como una cascada, y all estaba ella,colgando como un pez atravesado sobre su lengua. Se le pusieron los ojos como platos, pero estaba demasiado ocupada escupiendo aguasalada para protestar. Los dientes se cerraron demasiado cobre el pecho y las piernas para que no se sintiera un tanto incmoda.

    Crisol, qu...! logr gritar antes de que el dragn sacudiera la cabeza y la empujara hacia los dientes de detrs.Sus palabras se perdieron entre el ruido de las garras araando el granito. El dragn sali del mar, desplazando gran cantidad de agua.

    Linsha vio pasar ante ella la pared del acantilado.Los cuarenta pies de altura del precipicio no ofrecan ninguna dificultad al dragn, que fcilmente alcanzaba los cien pies desde el hocico

    hasta la cola. Trep pro la pared, mientras sus escamas de bronce chorreaban agua. En lo alto, se detuvo y observ la superficie.Desde su posicin privilegiada en las fauces de Crisol, Linsha se sinti un poco ridcula. Se imaginaba que parecera un aperitivo de dragn

    no demasiado apetecible, colgando a ambos lados de la boca del Bronce. Pero algo tena que admitir: tena una vista envidiable de losmercenarios.

    Una dbil sonrisa le cruz el rostro.Los hombres no se haban ido. Estaban apiados, congelados en el vivo retrato de una sorpresa en grupo. Todos los ojos estaban clavados

    en el dragn, todas las miradas horrorizadas, todas las bocas viertas por la sorpresa. Linsha sinti el aliento caliente de Crisol recorrindole laespalda y oy el ruido sordo que naca en las profundidades de su garganta, como el movimiento de la lava a travs de la piedra fra.

    Los dedos sin fuerza del hombre de la barba dejaron caer la espada de Linsha. El repentino sonido metlico los hizo dar un brinco y rompiaquel silencio perplejo. Gritos de furia y miedo cruzaron la tarde. Unos pocos valientes lanzaron sus espadas hacia Crisol, pero la mayora se diomedia vuelta y empez a correr hacia el dudoso cobijo que ofreca la lejana ciudad.

    Rugiendo, Crisol no prest la menos atencin a las lanzas que rebotaban contra sus escamas y, con un movimiento gil, se desliz sobre elborde del acantilado y delicadamente dej a Linsha en el suelo. sta cay de lado, gir sobre s misma y de un salto se coloc en una posicindefensiva. Pero tanto movimiento era ms de lo que su maltrecho estmago poda aguantar, y se encontr de repente de rodillas y vomitandoagua salada sobre el rido suelo.

    Los mercenarios que quedaban perdieron cualquier vestigio de valenta. Tiraron las armas al suelo y echaron a correr por el mismo caminoque sus compaeros.

    Linsha se sec la boca y dej escapar un suspiro mientras aqullos corran en desbandada.Pens que no haba tomado la decisin acertada. Los Dragones de Bronce eran de naturaleza amistosa y, con un poco de halagos y una

    actitud servil los soldados que haban resistido en un primer momento habran podido conseguir acabar como prisioneros. Pero ahora eranhombres muertos. Pocos dragones lograban controlarse ante una presa en plena huda.

    Crisol rugi y extendi las alas.Linsha, todava de rodillas, se cubri la cabeza para protegerse de la nube de arena y gravilla que levant el Bronce al alzar el vuelo. Al

    mismo tiempo que amainaba el viento que haba levantado, se desvanecieron los gritos de los soldados y afortunadamente regresaron lossonidos habituales del viento y las olas.

  • Linsha se sent sobre los talones. Una vez ms, estaba sentada en lo alto del acantilado, esperando a Crisol; la nica diferencia era queahora estaba empapada, con manchas de barro y de saliva de dragn, y con un fro que se le haba metido en los huesos. Le recorri unescalofro, tanto por el viento que la haca estremecerse, como por lo que haba vivido en los ltimos minutos. En qu estaba pensando? Saltardesde un acantilado de cuarenta pies de alto a aguas glidas y profundas, con la esperanza de que un dragn lo descubriera y la sacase sana ysalva! El hecho de que el plan le hubiera salido bien no disculpaba tal temeridad. Volvi a temblar y ya no pudo parar.

    Sintindose muy dbil, se puso de pie y comenz a caminar con dificultad hacia la cordillera de montaas bajas que se extenda al norte. Eramejor entrar en calor con un poco de ejercicio que quedarse esperando y morir de fro. Recogi la espada en su vaina cuando pas a su lado y,como no lograba abrocharse el cinto con los dedos entumecidos, se ech la funda a la espalda y sigui caminando, dejando un reguero de aguaa su paso.

    Crisol tendra que irse.Lo vio tan claro como haba visto sus magnficas alas desplegadas relucientes como una vitela empapada en aceite bajo los rayos del sol del

    atardecer. Se le haba curado las alas.Poda volar de nuevo. Ya no tena razones para quedarse. Precisamente cuando empezaba a sentirse ms cmoda en su compaa, iba a

    dejarla. Por supuesto, no poda reprocharle nada.Ella y sus problemas no podan competir con toda una ciudad. Pero lo echara de menos.No alz los ojos cuando el aleteo y la rfaga de aire anunciaron el regreso del dragn. Con cuidado, se pos en el suelo, delante de ella, y

    pleg las alas con una expresin evidente de satisfaccin.Linsha se detuvo a la altura de una de sus fornidas patas delanteras, levant la mirada y dej que sus ojos vagaran por todo su cuerpo.

    Aunque ya hubieran pasado aos desde la primera vez que lo haba visto, no dejaba de maravillarse ante su poder y la belleza de susproporciones. El cuerpo del dragn era esbelto y musculoso, rematado por una cola ancha.

    Una cresta palmeada, caracterstico de los Dragones de Bronce, le recorra el cuello y la cola, y l ayudaba a nadar, algo que le encantaba. Lacabeza, coronada por unos cuernos, tena forma triangular y estaba cubierta por unas escamas duras de color bronce, Las escamas pasaban deltono intenso del oro pulido en la cabeza y el lomo, para ir aclarndose por los costados y el estmago hasta adquirir un broncead plido querefulga como metal forjado.

    Crisol inclin la cabeza.Qu haces aqu? Crea que estabas de patrulla rugi.Volvimos pronto. Sir Fellion se cay y se rompi un brazo. Pens que sera buena idea venir y esperarte.As que viniste sola? Pareca enfadado.La mujer se encogi ligeramente de hombros.T estabas aqu.Ella misma se dio cuenta de lo frvola que era su respuesta. Frvola, demasiado confiada e inconsciente. Tendra que haberlo pensado mejor

    en vez de salir sola del cauce y quedarse sentada al borde del acantilado como un blanco perfecto. Haba tenido suerte de que los mercenariosbuscasen prisioneros y no vctimas a las que saquear.

    Y si no hubiera esta aqu? pregunt el dragn.No habra venido repuso Linsha.Para su sorpresa, not que se le haca un nudo en la garganta y sinti el picor de unas lgrimas inesperadas lgrimas que aparecieron de la

    nada. Se mordi el labio y aprovech el dolor para ahogar sus sentimientos. Saba que ese momento tena que llegar.Cundo me lo vas a decir?La mir con ojos luminosos, tan cerca de ella que Linsha poda ver su reflejo en sus profundidades ambarinas.Hoy. Maana. Por fin mi ala ha recuperado la fuerza suficiente para soportar un vuelo largo. Ahora que ya lo sabes, me ir esta misma

    noche.Tan pronto?He estado ausente demasiado tiempo. Sanction segua sitiada cuando me fui, Desde entonces no tengo noticias de su suerte. Debo

    volver. No se sabe lo que podrn haber hecho esos intiles de los solmnicos.Linsha asinti, pasando por alto el comentario sobre los solmnicos. Saba que en Sanction lo necesitaban, Tambin saba que su amigo,

    lord Rada, estaba constantemente en peligro y que Crisol era su guardin. El Dragn de Bronce deba regresar. Pero ni estar prevenida, ni todala lgica y el sentido comn del mundo hacan su marcha ms fcil.

    Podrs esquivar a Sable? le pregunt.La hembra de Dragn Negro Onysablet, comnmente conocida como Sable, se haba hecho con las tierras entre las Praderas de Arena y el

    sur de las montaas Khalkist y haba construido su cenagoso reino sobre el cadver de aquel territorio. Durante aos, Crisol en Sanction, al norte,y la hembra de Dragn de Latn, Iyesta, en el sur, haban mantenido una frgil tregua con la impredecible hembra Negra, utilizando sus temores yambicin para mantenerla en una posicin dbil. Pero la muerte de Iyesta ese verano desequilibraba la balanza de poder. Sin un aliado en lasPraderas de Arena, la seguridad de Sanction y sus reservados guardianes quedaba en una posicin muy difcil. Si Sable se topaba con Crisolsolo, intentando sobrevolar su reino, no dudara en hacerlo pedazos.

    Crisol era plenamente consciente del peligro.Viajar de noche y me mantendr al este de Shrentak. Cuando quiera darse cuenta de que he pasado por su reino, ya estar muy lejos de

    all.Se agach y extendi una pata delantera. Todava mojada y con fro, Linsha trep gilmente por la pata y la paletilla para sentarse en el

    clido lomo del dragn, delante de la articulacin de las alas, justo donde terminaba la cresta que le recorra el cuello. Normalmente a Crisol no legustaba llevar pasajeros, se quejaba de que le molestaban en las alas, as que rechazaba a todo el que se atreviera a proponrselo. Pero habahecho una excepcin con ella haca aos en Sanction, y desde entonces cada vez se senta ms cmodo tenindola sobre el lomo. Un privilegiodel que Linsha disfrutaba enormemente.

    Recordaba vvidamente el da que haba montado sobre Iyesta y haba cruzado el desierto para visitar a otro gran dragn, Trueno. Ladiferencia era que Iyesta meda ms de trescientos metros pies de largo y era ms ancha que una embarcacin de mstil. Cuando Linsha intentsentarse a horcajadas sobre la gran hembra de Latn, le quedaban las piernas totalmente separadas. Lo nico que poda hacer era agarrarse allomo de Iyesta como un mirlo aferrado a un buey. Un inocente movimiento de hombros de la hembra de dragn haba bastado para lanzarla encada libre sobre las Praderas de Arena. No era una experiencia que Linsha desease repetir.

    Crisol era diferente. No slo porque era ms corto y estilizado, sino porque tena las paletillas ms estrechas y le ofreca un hueco en la basedel cuello, donde terminaba la cresta, que pareca hecho a medida para ella. Haban combatido juntos, sangrado juntos y trabajado juntos desde

  • haca casi tres meses, y entre ellos se haba forjado un vnculo afectuoso tan intenso como el de muchos jinetes de dragones y el dragn que losacompaaba a lo largo de toda la vida.

    Sin embargo, Linsha bloque todos esos pensamientos. Por muy apegado que estuviera Crisol a ella, deba su lealtad a Sanction y a lordRada. Tena que respetar eso o no merecera la amistad del dragn, ni su posicin como Dama de la Rosa en la Orden de Solamnia. Conocaperfectamente la obligacin de ser responsable y leal con la causa elegida.

    Preparada? pregunt Crisol.Linsha se sujet con las dos manos y apret las rodillas. Cuando Crisol salt y con una poderosa batida de sus alas se alz sobre aquella

    tierra inhspita y vir al norte, hacia los erosionados bancos de arena del ro de la Cada del Vate. Al oeste, el sol acariciaba el horizonte prpurae iniciaba su descenso a la oscuridad.

    Surcaron el cielo en silencio envueltos en sombras crecientes, hasta que Crisol lade las largas alas para descender lentamente y posarsecon suavidad. Linsha pas una pierna de un lado a otro, se agarr a un ala y se dej caer al suelo.

    Haban descendido en la boca del can profundo y tortuoso que llamaban el cauce del Escorpin, donde se haban refugiado lossupervivientes de la orgullosa milicia de Iyesta y de los habitantes de la Ciudad Perdida, despus de que los Tarmak invadieran la ciudad. Linshasaba que haba centinelas ocultos entre las rocas y a lo largo de las paredes de piedra, y que varios ojos la observaban atentamente. Pero lamilicia la conoca tanto a ella como a Crisol y no los molestaran.

    El Dragn de Bronce inclin la cabeza y curv el cuello para dejar a Linsha entre su cuello y su cuerpo. Incapaz de controlar su voz, ella lomir y pos delicadamente los dedos sobre el hocico del dragn.

    Todava llevas las escamas? le pregunt Crisol.Sac una cadena de oro de debajo de la camisa mojada y le ense los dos discos que llevaba colgados al cuello. Uno de ellos era del color

    del latn y reluci bajo la tenue luz, un regalo que haba recibido de Iyesta. El segundo era un poco ms grande, ribeteado con oro y de un tonoms oscuro. Se lo haba dado Crisol y ya le haba salvado la vida por lo menos una vez.

    Tenlos siempre cerca. La magia se desvanece a nuestro alrededor, pero queda un poco de poder inherente a nuestras escamas. Puedeprotegerte.

    Linsha saba que por eso le haba regalado una de sus escamas haca tres aos, en Sanction.Siempre las llevaba.Volvi a ocultar las escamas bajo sus ropas. Eran un pacto de amistad y confianza entre ellos, y una forma de decir adis.Presntale mis respetos a lord Rada.Crisol se irgui y alz la cabeza para oler el viento.Linsha se alej. Embargada por la tristeza, lo vio agazaparse y coger impulso. Sus magnficas alas atraparon el aire y lo liberaron de las

    ataduras de la tierra firme.El viento que desplaz hacia abajo la primera batida de las alas del dragn por poco tira a Linsha al suelo. Se agach y se tap los ojos para

    que no le entrase arena ni polo, hasta que la rfaga de aire desapareci y pudo mirar al norte. Alzndose sobre el mar, el Dragn de Bronceatraa los ltimos rayos del sol del atardecer. Sus escamas llameaban bajo la luz dorada y reluca como un cometa en el cielo atrapado por lapenumbra. Un momento despus lo haba perdido de vista y la llama se apag. El sol casi se haba desvanecida ya. La noche se pos sobre lasllanuras.

  • Captulo 3 El mensajero

    Lady Linsha! Su nombre reson en el can, el eco lo repeta entre las altas paredes de piedra.Linsha alz la vista un momento de la piedra y la espada que tena en el regazo, lade la cabeza un instante y sigui trabajando. El cauce del

    Escorpin era un can profundo y sinuoso con un intrincado laberinto de cuevas, tneles, hondonadas y paredes de piedra. All las voces sepropagaban de una forma extraa, as que era difcil adivinar de dnde vena aqulla.

    Y Linsha tampoco pensaba molestarse en descubrirlo. Por fin haba conseguido robar unos pocos minutos lejos del ruidoso campamentoabarrotado, y no tena ganas de ayudar a nadie a encontrarla para que le estropeara aquella oportunidad de rumiar su malhumor.

    Lady Linsha!Sigui sin hacer caso de la llamada, mientras pasaba la piedra de afilar por la hoja de la espada. Su nombre rebot en las paredes de

    piedra y se desvaneci sin que ella atendiera.Podra ser algo importante, sabes? dijo una voz spera desde las sombras de un saliente cercano.Ya me encontrarn repuso Linsha con un tono tan fro y duro como la piedra de amolar que tena entre las manos. Dio la vuelta al arma y

    sigui afilndola por el otro lado.Parece el joven Lenidas apunt la voz.Los ojos verdes de Linsha se entrecerraron y sus labios convirtieron en una fina lnea. No poda quedarse a solas con su mal humor ni un

    momento?Est bien, est bien. Vete a buscarlo dijo con un gruido.Una hembra de bho, de color castao y crema, baj de la cornisa y plane silenciosamente hasta salir de la hondonada lateral, en direccin

    al can principal.Linsha apenas le prest atencin. La afiladera que tena en la mano sigui su chirriante recorrido a lo largo de la hoja de la espada. Desde la

    empuadura hasta la punto. Una y otra vez. Lentamente. Sin pausas. Con presin constante y concentracin intensa. La piedra nivelaba lasinevitables muescas y afilaba la hoja hasta convertirla en un filo mortal.

    Si hubiera una piedra que afilara las muescas y las asperezas del alma..., pens con desaliento. Se sent tan golpeada y magullada comola espada que sostenan sus callosas manos, y en aquel lugar no poda hacer nada por aliviar ese sentimiento.

    Unas pezuas retumbaron en el can, cerca, y poco despus hicieron rechinar la grava de la hondonada donde Linsha haba decididoretirarse. Varia tena razn. Quien la haba llamado era el centauro, Lenidas. Podra reconocer esas pisadas en cualquier lugar. Sintindoseperversa, no prest la ms mnima atencin a su llegada y sigui inclinada sobre la espada.

    Seora dijo una voz masculina, antes de que oyera cmo tomaba una profunda bocanada de aire.Lenidas poda ser un semental con el bello color del cedro un tanto desgarbado que apenas haba dejado de ser un potro, pero tambin

    haba sido un amigo para Linsha durante el largo y sangriento verano. Haba aprendido a reconocer sus estados de nimo, entre ellos los rarosestallidos de furia. Aunque normalmente no dejaba que salieran al exterior, de vez en cuando algo fallaba y entraba en erupcin como el montoPico de Trueno. Desde que Crisol se haba ido, haca dos das, hasta el morador ms insignificante del campamento se haba mantenido alejadode ella.

    Antes de que me lancis esa espada, tengo un mensaje. Lanther me enva para que os diga que han capturado a un prisionero que tienenoticias sobre los huevos.

    A Linsha se le cerr la boca del estmago. La mano qued inmvil.Los huevos. En nombre de Kiri-Jolith por qu Iyesta haba dejado esos huevos a su cuidado? Haban sido su obsesin durante todo el

    verano. Linsha supona que la gran hembra de Dragn de Latn haba hecho bien al hacer prometer a un humano que cuidara de la nidada dehuevos de Dragn de Latn, que haba dejado incubando entre la clida arena de un laberinto bajo la ciudad. En ese momento Linsha habacredo que la promesa no era ms que una seal de respeto. Ninguno de ellos, ni siquiera la madre hembra de dragn dormida, poda sospecharque Iyesta morira unos das ms tarde. Despus asesinaron a la madre, los huevos desaparecieron y la promesa hecha por la Dama de la Rosade Solamnia se convirti en una cuestin de honor.

    Linsha sospechaba que los Tarmak tenan los huevos, por razones que slo ellos conocan, y haba intentado todo lo que se le haba ocurridopara averiguar algo sobre su paradero, pero no haba dado ms que palos de ciego. Por ella, los huevos se haban desvanecido. Pero, y si noes as? Y si los Tarmak los haban escondido en algn lugar y otra persona lo saba? Era una oportunidad que no poda dejar escapar.

    Seora Me habis odo?La inesperada voz insistente devolvi a Linsha al mundo que la rodeaba. No se haba dado cuenta de que se haba quedado con la mirada

    clavada en el suelo. Como respuesta, desliz la espada en la vieja vaina y se puso de pie.Te he odo.Suspir y levant un brazo, con la mueca al descubierto, en forma de invitacin. Hubo un revuelo de plumas y la hembra de bho, Varia se

    pos en su antebrazo. Avanzando de lado con cuidado, el ave subi hasta el hombro de Linsha y all se instal cmodamente, junto a la cabezacubierta de rizos rojizos de la mujer.

    Linsha volvi la cabeza para que las suaves plumas del pjaro la acariciasen. La embriag el olor del animal, una mezcla del aroma delcedro, del viento del desierto y de arena. Unos plumones le rozaron la nariz y le hicieron estornudar, lo que despein las plumas del pecho deVaria.

    Varia dej escapar una risa gutural. Era un pjaro extrao nico, que supiera Linsha que haba aparecido en las montaas boscosas delas afueras de Sanction y haba adoptado a Linsha. Haban sido inseparables durante aos y ambas estaban muy acostumbradas a lapersonalidad de la otra.

    Se te ha pasado el mal humor? pregunt Varia.Linsha sonri.Todava no pero estoy en ello.Nunca lograba que el mal humor le durase mucho tiempo Le resultaba demasiado difcil.Era de natural optimista. Al igual que sus padres y sus abuelos, era una luchadora que siempre buscaba algo positivo en todas las

    situaciones, incluso en circunstancias tan desesperadas como en las que se encontraba ahora. Siempre que hubiera un vestigio de esperanza,los Majere daban con l.

    Se le pas un poco el enfado y, en vez de alimentarlo como haba hecho desde la partida de Crisol, dej que se desvaneciera. Era verdadque por lo menos necesitaba dos meses de descanso buenas comidas y ocupaciones sencillas, pero al menos poda hacerse a s misma el favor

  • de dejar que volviera lo mejor de su carcter.Vio a Lenidas observndola con recelo, como un hombre que vigila a una cobra desde lejos y le ofreci una leve sonrisa como disculpa.Gracias por traerme el mensaje de Lanther. Dnde estn?El joven centauro agit la cola negra y golpe el suelo con una de sus patas traseras, como si quisiera decir En marcha!, pero lo que dijo

    en voz alta fue:Estn camino del puesto.Linsha lo mir con ms atencin y se fij por primera vez en las manchas de sudor que oscurecan su pelaje rubio y el polvo que tena en las

    patas. Haba corrido mucho para encontrarla.Sin perder ms tiempo, bajaron por el sendero que descenda hacia el cauce, entre las altas paredes de piedra teidas pro las sombras del

    atardecer. El aire caprichoso les llevaba el humo y los olores de la comida que se cocinaba en las hogueras. Las voces rebotaban en lasparedes. A una milla del retiro escogido por Linsha, llegaron al extremo del campamento que se haba establecido en el can aquel verano, trasla muerte de Iyesta y la cada de la Ciudad Perdida en manos de los Tarmak.

    En las llanuras abiertas que rodeaban la zona portuaria, el cauce era la nica posicin defendible y lo suficientemente extensa para ofrecercobijo a un grupo bastante numeroso, y muy desesperado. Alguien haba hecho un recuento poco despus de la cada de la ciudad y la cifre finalera de ochocientos noventa y dos, entre hombre, mujeres, nios, centauros, elfos, kenders y todo tipo de seres que habitaban el can. Aquelnmero variaba a menudo, pues llegaban ms refugiados y esclavos huidos mientras que algunas familias se iban en busca de proteccin junto asus parientes y clanes en las Praderas de Arena, y otros sucumban a las heridas, las enfermedades y los enfrentamientos. Sobre todo, lapoblacin estaba compuesta por soldados y centauros, antiguos miembros de la antao orgullosa milicia de la hembra de Dragn, la guardia dela ciudad, la Legin de Acero y unos pocos y tenaces supervivientes de los Caballeros de Solamnia. Nadie saba con certeza cuntas personashaba en el cauce, y la mayora estaban demasiado cansados para preocuparse por tal cosa.

    A medida que Linsha y Lenidas avanzaban por los estrechos caminos del campamento, pasaban junto a corrales y rediles prcticamentevacos, tiendas chozas y cuevas donde dorman algunos, claros en los que jugaban unos pocos nios y grupos de personas que se afanaban enlas ms diversas ocupaciones. Todos estaban ocupados, porque siempre haba algo que hacer. Nadie se quedaba sentado con los brazoscruzados, a no ser los heridos. Unas cuantas personas saludaron a la dama y su escolta con un gesto de la mano o de la cabeza, pero la mayorano les prest atencin. Se concentraban en su trabajo con el triste hasto de quin sabe que no tiene ningn sitio adonde ir.

    Linsha se percat de que formaban un grupo con bastante mal aspecto. Los mercenarios que se haba encontrado haca un par de dasestaban mucho mejor equipados, y sin duda mejor alimentados. Las personas que ahora contemplaba estaban sucias, delgadas por culpa delracionamiento, ojerosas a causa del agotamiento. La vida en un refugio resistente y defendible era bastante buen siempre que se tuvierasuficiente comida y bebida, pero all escaseaban las dos cosas. Los huidos no tenan medios para cultivar la tierra, y las patrullas que salan enbusca de caza o algn tipo de alimento corran el peligro de caer en manos de los Tarmak o de los mercenarios. Muchas patrullas habandesaparecido sin dejar rastro y otras muchas haban sido halladas sin vida.

    Los alimentos no eran lo nico difcil de conseguir. Haban falta armas, ropa, sillas de montar, herraduras, herramientas, medicinas,armaduras, cuerdas y mantas. Cada uno haba todo lo que poda con arreglos improvisados y toscas sustituciones. Siempre que podan,aprovechaban la ropa de los muertos del enemigo, y tambin les llegaban algunas provisiones de las tribus de brbaros del este y de los clanesde centauros, del norte. Pero no era suficiente.

    Nunca era suficiente. Y nadie saba lo que pasara cuando llegara el invierno. Los inviernos en el extremo sur de las Praderas de Arenaestaban marcados por los recios vientos y el fro de los glaciares del sur. Eran inviernos largos duros y difciles de sobrellevar incluso cuando setena un hogar acogedor un clido fuego y la despensa llena.

    Linsha dese por milsima vez que Crisol no se hubiera ido. Su ayuda haba sido muy valiosa para seguir el rastro del ganado y mataralgunos de los animales de los rebaos dispersos de Iyesta, y alimentar as a los ms hambrientos del campamento. Tambin les serva comoferoz guardin.

    Yo tambin lo echo de menos, ya lo sabes.Linsha se sorprendi al or la voz junto a su odo. Estaba tan concentrada en sus pensamientos que se haba olvidado de que tena a Varia en

    el hombro. A veces jurara que el animal poda leerle el pensamiento.A quin? A Crisol? buf Lenidas. Todos los echamos de menos. Sobre todo a la hora de comer. Sacudi la cabeza y pase la

    mirada por el campamento. Me pregunto cunto tardarn en darse cuenta los Tarmak de que se ha ido.Poco despus dejaron atrs la actividad del campamente y cruzaron un muro de tierra reforzado que se haba terminado de construir haca

    poco. Salieron os centinelas, saludaron a la dama y al centauro, despus volvieron a desaparecer. El campamento estaba a unas dos millas de laboca del cauce y slo poda accederse a l por un camino estrecho que discurra entre imponentes paredes repletas de cuevas, pozas ybifurcaciones sin salida. Era el lugar perfecto para una emboscada.

    En la boca del cauce, Crisol haba provocado un desprendimiento de tierras que haba bloqueado la entrada, salvo por un paso con apenasla anchura suficiente para una columna de dos jinetes. All, hbilmente oculto entre las rocas desprendidas y la pared del can, se encontraba unpequeo complejo de refugios y celdas de piedra que componan el cuartel general de los asediados. Los refugiados sencillamente lo llamabanel puesto.

    Cuando Linsha y Lenicas se acercaron, vieron a tres hombres y un centauro alrededor de una tosca mesa cubierta de mapas. Los hombres,inclinados sobre la mesa, hablaban y gesticulaban todos a la vez. El centauro estaba un poco alejado, los brazos cruzados sobre el pecho y elrostro impasible mientras escuchaba. Linsha no lo conoca, era aun centauro alto y delgado, con barba entre rubia y pelirroja, y la crin y el pelajedel color de la madera de cedro pulida.

    Quin es? pregunt Linsha a su acompaante.No lo s respondi Lenidas tambin con curiosidad. Por los arreos y las flechas blancas que lleva, me imagino que vendr de Willik.Willik. Linsha busc aquel nombre entre sus recuerdos y finalmente lo encontr. Willik era un asentamiento de centauros de Duntollik, el reino

    libre de centauros y humanos que resista precariamente entre los cuatro reinos de los dragones. Hasta haca poco, los acosados habitantes deDuntollik haban mantenido un pacto de mutua proteccin para defender sus tierras de la hembra de Dragn Verde, Beryl, al oeste; el Azul Trueno,al sur; y la negra Sable, al norte. nicamente Iyesta, al este, les haba ofrecido algo de ayuda y apoyo. Ahora que dos de los cuatro dragonesestaban muertos, Linsha pens en lo que tendra que estar sucediendo en aquel reino para que enviaran un mensajero hasta tan lejos.

    El grupo alrededor de la mesa alz la vista al or a Lenidas y a Linsha. Dejaron de hablar y esperaron a que los recin llegados seacercaran.

    Linsha pens que aquellos tres hombres eran la razn de que la pequea fuerza defensiva del cauce se hubiera mantenido unida durantetanto tiempo. Eran la esencia, el espritu y la fortaleza de todos aquellos que buscaban refugio en el can.

  • Debido a su antigedad y a su poderosa presencia, Falaius Taneek, el comandante de la Legin de Acero, haba asumido el control. Francoy directo, el general Dockett de la en otro tiempo orgullosa milicia de Iyesta se haba convertido en el segundo al mando. El caballero comandanteJamis Uth Remmik, de la Orden de Solamnia, ocupaba a regaadientes el lugar del tercer oficial.

    Aunque el mando solmnico hubiera preferido mantener a los caballeros aparte, era lo suficientemente realista para saber que no tenanningn otro sitio adonde ir. No poda sacarlos de all, pues eran pocos para atravesar la vastedad de las Praderas de Arena, sin provisiones,caballos ni ayuda; y su conciencia tampoco le permita retirarse. No haba recibido rdenes para que el Crculo de Solamnia se retirara de laCiudad Perdida, y sir Remmik basaba su vida en el estricto seguimiento de la ley. Por tanto, reprima sus sentimientos y resista junto a losdieciocho caballeros supervivientes de un cuerpo de setenta y cenco hombres. Mientras tanto dedicaba sus numerosas habilidades a irconsiguiendo provisiones y construir fortificaciones.

    A medida que se acercaba a los hombres, Linsha sinti que le rechinaban los dientes.nicamente Falaius y Dockett parecan alegrarse de verla. Sir Remmik se situ de tal modo que deliberadamente le daba la espalda, para

    no verse obligado a mirarla o a tener que hablarle. El caballero comandante jams le haba perdonado la multitud de crmenes que le imputaba nique hubiera sobrevivido al ataque de los Tarmak en la ciudad, en el que haban masacrado a la mayora de sus caballeros predilecto. La condena la lista negra ante todos los caballeros solmnicos, aunque nunca haba tenido tiempo de enviar un informe completo al Gran Maestre enSanction. Haba ordenado a los caballeros del Crculo que actuasen como si aquella mujer no existiera.

    Linsha encontraba su actitud ridcula. Saba que era inocente del crimen del que la acusaba, y en el reducido espacio de cauce resultabadifcil evitar a alguien que luchaba a su lado por sobrevivir y con quien haba trabajado durante ms de un ao y medio. Linsha senta un placerperverso mostrndose siempre educada y agradable con sir Remmik y obligndolo a demostrar ante los dems que se haba percatado de supresencia; por mucho que hubiera preferido propinarle un buen puetazo en esa cara tan aristocrtica que tena.

    Sin embargo, aquel da todava la acompaaba un recuerdo demasiado presente de su mal humor para entretenerse en jugar a seragradable con sir Remmik. Se acerc a la mesa con paso decidido, habl clidamente con Falaius y el general Dockett, hizo un gesto con lacabeza al centauro y pas la mirada por el caballero de Solamnia como si no existiera.

    El comandante de la Legin y el general de la milicia estaban acostumbrados a esa hostilidad entre el caballero y la dama exiliada pero elcentauro pareca sorprendido por su grosera.

    Lanther acaba de llegar dijo Falaius a Linsha. Est en los rediles. Levant una mano para detenerla antes de que se diera mediavuelta. Lady Linsha, te presento a Horemheb, del clan de Willik Duntolilik. Nos ha trado noticias que podran interesarte.

    Las cejas del centauro se enarcaron al or el ttulo solmnico que haba pronunciado el Hombre de las Llanuras, y pas la mirada de sirRemmik a Linsha y de nuevo a sir Remmik, perplejo.

    Linsha no lo culpaba. Mientras sir Remmik segua llevando la tnica oficial azul y plateada del Crculo de solamnia y se esforzaba pormantenerla limpia y en buenas condiciones, ella haba perdido tanto la armadura como el uniforme meses atrs por culpa de los combates, lasheridas y el exilio. Ahora vesta una camisa sucia y harapienta que tena an peor aspecto desde el chapuzn en el mar, una cota de piel dostallas ms grande y unos pantalones que haba lavado y remendado tantas veces que ya no se distingua de qu color haban sido. Las botastenan agujeros en las suelas y slo seguan de una pieza porque las llevaba atadas con trozos de cuerda y tiras de piel. Llevaba el pelodemasiado largo y despeinado, tena las uas sucias y estaba ms delgada de lo que haba estado en aos. Y sobre el hombro se balanceaba unbho. No tena aspecto de pertenecer a la alta jerarqua de los caballeros de Solamnia.

    A su lado, Lenidas solt una risita y, saludando a su hermano, dijo:No te dejes engaar por las apariencias. El hbito no hace al monje.Un grosero resoplido hizo que Linsha se fijara en el rostro de sir Remmik. La furia le desfiguraba los finos rasgos y le formaba arrugas en el

    entrecejo y en la frente.Eso es cierto, centauro. Se necesita moralidad y obediencia a una norma superior repuso airadamente.El genio de Linsha, que todava no la haba abandonado del todo, se desat. Sin hacer caso del uh uh de advertencia de Varia, se inclin

    hacia adelante, con las manos apoyadas en la mesa, y le sostuvo la mirada.Tambin se necesita una mente abierta y la capacidad de ver ms all de las propias narices. Los Tarmak mataron a sir Morrec. Te lo dije,

    pero te negaste a aceptar nada que no encajara en tus fantasas.Sir Remmik tambin se ech hacia adelante, olvidando por completo al resto de presentes.No tienes pruebas.No puedo arrastrar al lder los Tarmak ante ti para que admita que fue cmplice. Te he dado mi palabra como Dama de la Rosa, algo que

    ni siquiera t deberas violar.Fuiste juzgada y condenada por un consejo formado por compaeros tuyos. Para nosotros eres una renegada. Tu palabra no tiene ningn

    valor!Bonita manera de utilizar la lgica! repuso ella escupiendo las palabras. El consejo lo habas convocado t. Y t...Falaius alz una mano entre ellos e intervino con voz pausada.Ya hemos odo todo eso antes.Avergonzada, Linsha retrocedi. Cmo haba permitido que Remmik la provocara otra vez? Haba sido muy tonta por enredarse en una

    nueva discusin, adems en presencia de un extrao, o de Falaius o Dockett. Sir Remmik se haba convencido a s mismo y a gran parte delCrculo de que ella haba matado a su comandante, sir Morrec, en una emboscada la noche de la gran tormenta. Las pruebas de su supuestaculpabilidad que esgrima eran su daba clavada en la espalda de sir Morrec y el honor. Haba fracasado a la hora de defender a su superior yhaba fracasado a la hora de morir. Para sir Remmik, eso era suficiente para condenarla al exilio y, si fuera posible, a la muerte.

    Afortunada mente, ni la milicia ni la Legin compartan esa idea de la verdad con sir Remmik. Aceptaron a Linsha entre sus filas, le ofrecieronun refugio y la protegieron de la clera del oficial. Falaius incluso haba puesto a su disposicin un lugar en la Legin, un honor por el que estabasinceramente agradecido. Pero a pesar de que aqulla era la segunda vez en que miembros de la Orden intentaban condenarla y apartarla,llevaba la Orden de Solamnia en la sangre. Todava no estaba preparada para abandonarla.

    Linsha hizo una reverencia al centauro en seal de disculpa.Perdnanos. Es una antigua pelea.Sir Remmik tambin retrocedi y tuvo el decoro de parecer ligeramente avergonzado.En el hombro de la mujer, Varia ahuec las alas y emiti un gruido en seal de indignacin.Aunque dominaba un amplio repertorio de voces y sonidos, prefera mantenerse en silencio delante de extraos.Como iba diciendo continu Falaius, Horemheb ha venido desde Duntollik con noticias.El esbelto centauro neg con la cabeza como si no pudiera creer lo que acababa de or y a continuacin volvi a centrarse en sus asuntos.

  • As es, traigo noticias. Pero tambin vine en busca de ellas. Durante aos hemos sometido a una estrecha vigilancia al Dragn Azul,Trueno, pues nuestro reino limita con el suyo. Han sido muchas las veces que ha sobrevolado Duntollik para desatar el miedo y asaltar nuestrospueblos. Creo que nos habra aniquilado hace mucho de no ser por Beryl o Sable, que le haban prohibido ocupar ms territorio. Peroltimamente nuestros lderes estn cada vez ms preocupados. No hemos visto a Iyesta ni a Trueno en los ltimos tres meses, y han dejado dellegar noticias de la Ciudad Perdida. Me enviaron al sur para descubrir lo que pasaba.

    Falaius seal los mapas y se dirigi a Linsha:Le hemos hablado de la tormenta, de la invasin y de la cada de la ciudad. Ya que ests aqu, puedes contarle el resto.Sir Remmik n haba abandonado la mesa y Linsha poda sentir la ira reprimida que irradiaba, como ondas de calor sobre la arena. Nunca

    haba acabado de creerse su historia sobre la muerte de los dragones no quera creer el papel que tena en ellas y probablemente tema quevolviera a mentir. Linsha se lo quit de la cabeza y dej que sus pensamientos se deslizaran una vez ms a aquel solsticio de verano y a lasoscuras cavernas bajo la ciudad.

    Volvi a verlos: los inmensos cadveres, dos de ellos reducidos a un montn de huesos y escamas, el tercero descomponindose entre laarena del nido de dragn vaco.

    Estn muertos dijo Linsha al fin.Horemheb se enderez como si lo hubieran pinchado.Los dos? Dioses! Qu pas?Los Tarmak trajeron una Lanza del Abismo. Trueno la utiliz para matar a Iyesta durante la tormenta. Crisol, un centauro llamado Azurale y

    yo la volvimos contra l y lo matamos justo despus de la cada de la ciudad. Sus cuerpos estn bajo la ciudad Perdida, por eso la noticia no seha propagado.

    El centauro de Willik se frot la mandbula cubierta por la barba. Pareca perplejo.Falaius me ha hablado de los Tarmak, pero Quin es Crisol? Y qu es una Lanza del Abismo?Crisol es un Dragn de Bronce que nos ayud durante un tiempo. Ahora ha regresado a su cubil, cerca de Sanction. Linsha se detuvo,

    tom aire y prosigui: La Lanza del Abismo es un arma maligna. He odo que se hicieron unas pocas durante la Guerra del Caos. Un caballeronegro les dio una a los Tarmak, a los que tal vez conozcas como cafres, que la utilizaron como cebo para que Trueno perdiera el miedo aIyesta. Le convencieron de que los ayudara a invadir la ciudad a cambio de una parte considerable del tesoro. Hizo una mueca. En cuantoIyesta muri y la Ciudad Perdida hubo cado, los Tarmak dejaron la lanza a nuestro alcance para que la robsemos, seguros de que intentaramosmatar a Trueno.

    Por qu iban a hacer eso si era su aliado? pregunt Horemheb, que todava intentaba asimilar la increble noticia.Linsha encogi el hombro que tena libre.Ya sabes cmo era Trueno. Agresivo, ambicioso e impredecible. Creo que esperaban que los librramos de l antes de que se convirtiera

    en un problema.Queran la ciudad de Iyesta para ellos intervino el general Dockett.No se detendrn aqu. Creo que quieren todo su reino.Linsha se volvi al or la nueva voz y sonri al hombre alto que avanzaba hacia ellos. Los ojos de Lanther se posaron en ella y la correspondi

    con otra sonrisa de alegra. Larguirucho y de pelo oscuro, haba sido un guerrero magnfico hasta que dos aos atrs una grave herida le habadejado con una ligera cojera y una cicatriz amoratada en la mejilla derecha. Por eso ya estaba medio retirado en la ciudad Perdida sin habercumplido los cincuenta aos.

    Se detuvo junto a ella, gui un ojo de un intenso azul a Varia e hizo una respetuosa reverencia al mensajero.Perdn por la interrupcin.Volvieron a hacerse las presentaciones necesarias entre Horemheb y Lanther. El centauro observ detenidamente a Lanther y asinti.Has recogido los frutos de la batalla durante los ltimos aos apunt.Lanther ri, profiriendo el sonido spero tpico de un humor macabro.Qu frutos? Las cicatrices o la cojera?Ambos, y las historias que de ti se cuentan en la ciudad del Roco de la maana. Fui all antes de dirigirme aqu y todava se acuerdan de

    tus rescates en la taberna.Ah, s. El Galen Hundido. Lanther se volvi hacia Linsha, que nunca haba estado en la ciudad del Roco de la Maana. Es una vieja

    embarcacin que encallaron al borde del pantano y la convirtieron en la nica taberna, mesn abrevadero, lugar de encuentro y casa de juego dela ciudad. No hay legionario que no vaya all a pasar un rato y a contar las historias exageradas de sus hazaas.

    Linsha se cruz de brazos. Ella tambin haba odo esas historias, sus peligrosas incursiones en la cinaga negra de Sable para rescatar aesclavos y prisioneros huidos, pero no pudo evitar hacerle la pregunta.

    Y a quin rescataste en la taberna?A dos mozas y un cocodrilo desorientado.Su comentario provoc varias sonrisas, una risita de Dockett, y les brind a todos un momento de trivialidad. Algo muy raro en ese can.

    Tan pronto como se desvaneci, Horemheb retom sus preguntas.Qu queras decir con eso de que quieren el reino de Iyesta? inquiri, incapaz de disimular su preocupacin.Lanther dio unos golpecitos sobre los mapas con un dedo.No parece que los Tarmak vayan a contentarse con quedarse donde estn. Por lo que s a travs de los prisioneros y de los pocos espas

    que tenemos en la ciudad, los Tarmak estn formando un nuevo ejrcito. Un ejrcito para una campaa larga, ms que para una invasin por mar.Sir Remmik asinti. Despreciaba al legionario, pero entenda de todo lo relacionado con abastecimiento, transporte y organizacin de un

    ejrcito, y l tambin se haba mantenido al tanto de lo que suceda en el puerto.Reciben muchos barcos a la semana, cargados de refuerzos y de provisiones. Ya nos superan en nmero, y estn mucho mejor

    equipados.De dnde vienen? Pensaba que esos cafres no eran ms que una raza de esclavos controlada por los Caballeros de Neraka.Linsha neg con la cabeza.No lo sabemos. Ni siquiera sus mercenarios conocen su origen.Al menos no hemos visto indicios de que los caballeros negros estn implicados aadiFalaius. Parece que los Tarmak nos atacan por propia iniciativa.Horemheb se pas una de sus grandes manos por el rostro, con expresin pensativa.Tendr que llevar estas noticias a Duntollik. Si este reino cae en manos de los Tarmak...

  • No era necesario que terminara la frase. Todos conocan la presin que supona la situacin geogrfica de Duntollik.Linsha, los hombres, los centauros y Varia observaron los mapas extendidos encima de la mesa. Ninguno necesitaba que le explicasen la

    dura realidad que se mostraba ante sus ojos.Las fuerzas de Iyesta se haban negado a admitir la derrota ni siquiera tras la cada de la ciudad.Liderados por aquellos tres comandantes, haban formado una delgada lnea de posiciones defensivas, haban fortificado los puestos y

    organizado patrullas que partan del cauce del Escorpin y rodeaban la Ciudad Perdida. Al principio haban logrado mantener a los mercenarios ya los Tarmak confinados en los lmites de la ciudad. Pero a medida que pasaban las semanas y el nmero de sitiadores menguaba, el esfuerzopor contener a los Tarmak se haba convertido en poco ms que un juego de paciencia. Ms pronto que tarde, las fuerzas de Iyesta tendran queencontrar otra forma de luchar retroceder hacia las Praderas de Arena.

    Cunto tiempo creis que tardarn? pregunt en voz baja Horemheb.Si planean la campaa para este ao, tendrn que empezar a moverse antes de que llegue el invierno contest el general Dockett.Linsha se enderez, recordando lo que Falaius le haba dicho. El centauro tambin haba trado algunas noticias.Y cules son las noticias de Duntollik?Una expresin de frustracin ensombreci el rostro del centauro.Estamos alerta y preparndonos todo lo que podemos. Est pasando algo en Qualinesti. Ha habido movimientos de tropas a lo largo de la

    frontera y mucha actividad entre los enanos de Thorbardin. Sable ha estado tranquila, pero nos han llegado noticias desde Schallsea.Los hombres volvieron a inclinarse sobre los mapas, ansiosos por aplicar al mximo cada dato que se desprenda de las noticias de

    Horemheb. Al momento formulaban sus propias preguntas, sealaban los mapas y hablaban con el centauro.Linsha se qued escuchndolos un momento, deseosa de or las noticias de Schallsea, pero una mano la cogi por el brazo y la ech hacia

    atrs.Ven a ver al prisionero que mencion los huevos. No durar mucho susurr Lanther.Se dio la vuelta para alejarse, pero Horemheb la detuvo con una ltima pregunta.Seora, Dnde est la Lanza del Abismo de la que hablaste? Todava la tenis?Linsha tard un momento en poder hablar, pues de repente la embarg una mezcla confusa de emociones: rabia, vergenza, consternacin y

    arrepentimiento. Esos sentimientos se unan adems a uno de sus temores ms profundos. Y todos ellos estaban presentes en suspensamientos.

    No s dnde est respondi al fin. Nos vimos obligados a dejarla clavada en el cuerpo de Trueno y cuando volvimos a recuperarla, yano estaba.

    No aadi nada ms, ni quiso esperar a or ningn comentario desairado o ninguna crtica de nadie. Ya haba odo todo lo que tena que or oella misma se lo haba dicho para sus adentros. Se dio la vuelta y se alej con Lanther, dejando que Lenidas, Horemheb y los hombrescontinuaran hablando.

  • Captulo 4 En el laberinto

    El prisionero estaba hecho un ovillo junto al muro de la celda de piedra. No haba ms que tres celdas en el puesto, todas cavadas frente a lapared de piedra del can, y todas ellas suficientemente grandes para albergar al menos a cinco hombres adultos. El prisionero, nico ocupantede su celda, pareca pequeo e indefenso en el suelo, como si no fuera ms que un montn de harapos sanguinolentos.

    Linsha lo observ con ojo crtico.Otro? pregunt con cierto tono de desaprobacin.Lanther no se caracterizaba por tratar a los prisioneros con delicadeza. Normalmente era un hombre paciente y sensato, pero haca casi dos

    aos pas demasiados das a merced de los guardias de Sable, despus de que lo atraparan en la cinaga. La cojera y las cicatrices lodemostraban. Desde entonces, no prodigaba demasiada paciencia ni compasin con los prisioneros poco dispuestos a colaborar.

    El legionario se encogi de hombros ante la pregunta.En realidad, ya lo encontramos as. Creo que los mercenarios lo dejaron en la Maleza para que muriera.La maleza, el terreno sembrado de piedras y malas hierbas a las afueras de la Ciudad Perdida, sin duda habra acabado con un hombro ya

    herido; si los perros salvajes, los leones, o las hormigas no lo hubieran hecho antes.Linsha mir al prisionero desde ms cerca y se dio cuenta de que los harapos y andrajos que haba tomado por sus ropas slo eran la

    camisa interior y unas mallas. Ni rastro de unas botas, una capa, una tnica, un chaleco o una armadura. nicamente le haban dejado la ropainterior.

    Tus hombres cogieron...?Lo habran hecho si hubiera habido algo que coger, pero lo dejaron tal como lo ves.Supongo que hizo enfadar alguien. Lanther empuj la puerta de tosca madera para abrirla, cogi una antorcha de su soporte y con ella

    alumbr la oscuridad.Juntos entraron en la celda. Varia abandon el hombro de Linsha y se sumergi en la penumbra planeando silenciosamente. Extendiendo las

    garras, se pos con cuidado sobre la espalda del hombre herido. El prisionero no se movi. Varia inclin el cuello para observar el rostro delhombre medio oculto tras el brazo descoyuntado.

    Est muerto ulul suavemente. De un salto se pos en el suelo, cerca de la cabeza del hombre.Lanther maldijo y se acerc apresuradamente a la prisionera. Dio la vuelta al hombre y con la antorcha le alumbr el rostro, golpeado e

    inexpresivo.Del cuerpo se elev un hedor a orina, sudor y sangre seca. Los ojos del cadver miraban vidriosos a travs de los prpados entrecerrados.

    Linsha se fij en que era un hombre joven, demasiado bajo para ser un Tarmak y demasiado musculoso y bien alimentado para ser uno de loshabitantes de la ciudad que todava vivan all. Un mercenario, seguramente. Tena muchos golpes en la cabeza y el torso, y en la espalda se veanmarcas de latigazos. Tambin se percat de que tena unas extraas quemaduras en las sienes. Qu habra hecho para merecer tal castigo?

    Se arrodill junto al cuerpo y cerr los magullados prpados.Dijo algo de los huevos?Lanther se apart de los ojos un mechn de pelo negro con un gesto irritado y mir al cadver.Maldita sea! Quera que oyeras la historia de este hombre de sus propios labios.Qu importa? Pensaste que no confiara en ti? Ya que l no puede, cuntamelo t.Con una rudeza nacida del enfado, Lanther empuj el cadver hasta que qued boca abajo.Afirm que los Tarmak haban devuelto los huevos de dragn al laberinto. No saba la razn y fue poco preciso en cuanto al lugar exacto.

    Po lo visto l no tena que estar en los tneles, nadie tiene que estar, porque algunos de los guardianes de Iyesta siguen sueltos por ah. Pero dijoque ellos, refirindose a los mercenarios, bajaban a menudo por el saln del trono de Iyesta para buscar ms piezas del tesoro.

    No me extraa. No estaban nada contentos cuando los Tarmak sacaron el tesoro aprovechando nuestro ataque.No convino Lanther.As que se encontr con el nido?No. Oy a una partida de Tarmak avanzando por los tneles. Me dijo que los haba seguido durante un rato porque llevaban unas cestas

    grandes.

    Linsha subi a Varia a su hombro y sali de la celda junto a Lanther.Cmo saba que estaban los huevos dentro? pregunt mientras Lanther dejaba la puerta abierta y volva a poner la antorcha en su

    soporte.Su intencin era acercarse lo suficiente para ver si lo que llevaban era el tesoro, pero cuando les oy hablar de huevos, sali corriendo de

    all.Y entonces quin le peg?Entraron en un cuarto contiguo.Su capitn. No me dijo la razn repuso Lanther.Con los brazos cruzados, Linsha contempl en silencio la pared de la pequea habitacin que utilizaban los hombres que vigilaban las

    celdas. En ese momento estaba vaca y en silencio. Las novedades sobre los huevos le daban vueltas en la cabeza. Pero muy cuestionable quefuera, era la primera pista seria que tena sobre los huevos, mejor que las insinuaciones, las esperanzas y los rumores que haba odo hastaentonces Merecera la pena comprobarlo?

    No estars pensando en ir verdad? pregunt Lanther sin la ms mnima muestra de alarma.Sirvi un vaso de vino aguado de una pequea reserva que se haba guardado para los oficiales.Se lo tendi a Linsha.Este le dedic una sonrisa irnica y alz el vaso a modo de saludo burlesco.Sabas que ira. No me habras contado ni una sola palabra si realmente dudaras de que fuera verdad. Lo habras dejado morir en silencio.Es verdad. Sirvi otro vaso de vino y respondi a su gento. Tu sentido del honor es algo que admiro y de lo que dependo.Vendrs conmigo? pregunt ella, sabiendo que la respuesta sera afirmativa. El sentido del honor de Lanther era tan predecible como

    el suyo y, a pesar de su cojera, era una compaa excelente para una misin clandestina.

  • Por supuesto.Podra ser una trampa. Los Tarmak saben que queremos los huevos. Podran haber abandonado a ese hombre en la maleza para que lo

    encontrramos aqu.Buena idea. Lenidas no querr que lo dejemos fuera de esto.Linsha sinti una vieja emocin mezclndose sigilosamente entre sus pensamientos. Era la anticipacin nerviosa y estimulante que estaba

    acostumbrada a sentir cuando se enfrentaba a una misin que pondra a prueba su inteligencia, sus habilidades y su valenta. Una emocin queya estaba cansada de sentir en los ltimos tiempos.

    Ni yo tampoco dijo en voz alta varia. Aunque no le gustaba hablar delante de otras personas, Lanther ya la haba odo y lo haba incluidoen su pequeo crculo de humanos aceptables. Cmo pensis entrar en el laberinto? Los mercenarios encontraron la puerta del jardn y lavigilan da y noche.

    No han descubierto la puerta del pozo sugiri Linsha.Lanther frunci el entrecejo y dej el vado sobre la mesa.sa no es en la que est el morador del agua vigilando la escalera?Linsha reprimi una sonrisa. Lanther y el morador del agua que Iyesta haba dejado para que protegiera la escalera del pozo no se haba

    conocido en circunstancias demasiado amistosas.La extraa criatura haba intentado atacarlo antes de que Crisol le llamara la atencin.S, pero la entrada en la parte exterior no tiene vigilancia y desde el palacio no se ve. Lo nico que tenemos que hacer es evitar las

    patrullas y deslizarnos hasta all durante la noche.Y qu pasa con el morador del agua? Cmo pasamos a su lado?La mano de Linsha empez a moverse hacia la cadena y las escamas que llevaba al cuello, pero cambi de idea y resisti la tentacin de

    enserselas. Para disimular, se rasc la barbilla.Lanther ya haba visto las escamas una vez, pero prefera no enserselas demasiado. Eran un secreto, un pacto de amistad entre ella y los

    dragones, y algo que todava no estaba preparada para compartir. Tambin eran un salvoconducto ante algunos de los guardianes de Iyesta.Ya se me ocurrir algo respondi.Lanther seal la puerta.Entonces no esperemos ms. Le explicaremos la situacin a Falaius e iremos esta misma noche.

    Falaius result ms fcil de convencer que el general Dockett e incluso que sir Remmik, El comandante de la Legin confiaba en el buenjuicio de Lanther y lo consideraba un soldado competente. Asimismo, senta gran respeto por las cualidades de Linsha y si ambos decidan volvera internarse en el laberinto en busca de los huevos de Iyesta, l no se opondra. Cuando pidi voluntarios entre los centinelas y los guardias queno estaban de servicio, siete legionarios dieron un paso al frente. Era algo que todos deban a la memoria de Iyesta.

    El general Dockett tena ciertas dudas respecto a la validez de la informacin, pero acab por ponerse de acuerdo con Falaius y asign auna patrulla de ocho centauros, adems de Lenidas, para que los acompaara.

    Los centauros, todos de pelaje gris o castao oscuro, parecan orgullosos de ser los elegidos para la misin. Se apresuraron a buscarcestas lo suficientemente grandes para llevar los huevos de dragn, pero no tan grandes que los impidieran moverse por los tneles.

    nicamente sir Remmik puso firmes objeciones a ese plan ridculo y peligroso basado en las palabras e un muerto. Ella sospechaba quese alegrara bastante si encontraba la muerte en esa misin. Sin embargo, odiaba poner en peligro a ocho centauros totalmente sanos y a unoslegionarios que podan dedicarse a algo mucho mejor. Al final alz lasa manos y se alej con pasos airados para vigilar el cambio de guardia enlos puestos alrededor del can.

    Falaius mir cmo se iba, con una expresin irnica en su rostro curtido.Es una pena que un caballero con tantas virtudes tenga tantos remilgos como una viejecita.Cuando una tarda media luna se alz sobre las colinas del este, la partida estaba lista para marchas. Los centauros se deslizaban por el

    cauce en fila de uno, con un humano en la grupa y varios cuvanos sujetos en los costados. Se lanzaron a un trote corte camino del sureste, endireccin al plido resplandor de la ciudad, que distaba ocho millas de all.

    El paisaje dorma plcidamente. La noche era demasiado fra para los insectos y los pequeos roedores, pjaros y reptiles que vivan entre laescasa hierba, y los matorrales se protegan en sus acogedores nidos y guaridas. Ni siquiera el viento se mova. Slo el aullido lejano de un perrosalvaje rompa el silencio. Por encima de ellos, bajo las fras estrellas, Varia volaba con sus silenciosas alas. Casi tan silenciosos como ella, loscentauros se movan como sombras a travs de la oscuridad. Haban forrado los arneses y las armas, para que no se oyera ms sonido que el delos cascos sobre las rocas y el crujido seco de la hierba pisoteada.

    Ya estaban cerca del lmite de donde rondaban las patrullas de los mercenarios., cuando Linsha vio que el centauro que abra la marchalevantaba la mano. Los centauros redujeron el ritmo hasta el paso y se desplegaron en una lnea a travs del camino apenas visible.

    Qu pasa? susurr Linsha a Lenidas.El sobrecogedor chillido de caza de un bho flot sobre sus cabezas. Unas alas dejaron de aletear sobre Linsha y sta oy decir a Varia.Es Mariana.Lenidas tambin la oy y rpidamente trot hasta la primera posicin.Tanefer llen al macho negro que haca las veces de lder, es la capitana de la patrulla.Haba algn otro oficial en la milicia de la hembra de dragn que ostentaba el rango de capitn, pero slo la semielfa Mariana Tallopardo era

    conocida como la capitana, provocando un reconocimiento inmediato y un respeto total. Se materializ en la penumbra, con tres miembros dela milicia a sus espaldas, y atraves suavemente la zona de hierba para encontrarse con los centauros. Al ver a Lenidas y a Linsha, alz unamano delgada y se ech a rer.

    Quin, si no, poda ser? Nueve centauros con cestas, en medio de la noche, y la Dama de la Rosa con ellos. Habis salido a cogermoras?

    No, huevos contest Linsha.El buen humor de Mariana se evapor. Ella y Linsha haban sido quienes haban encontrado el cadver de Iyesta en las amplias cmaras

    bajo el palacio. Despreciaba a los Tarmak con todo su corazn por el papel que haban tenido en la muerte de la hembra de dragn, y habajurado hacer todo lo que estuviera en su mano para ayudar a recuperar el lo huevos de Dragn de Latn.

    Habis encontrado los huevos? pregunt.

  • Es posible que los Tarmak hayan vuelto a ponerlos en el laberinto respondi Lanther desde el lomo de Tanefer.Un destello ms blanco descubri una sonrisa breve en el rostro ovalado de Mariana.Muy bien. Entonces me imagino que accederis por la entrada del pozo. Me gustara acompaaros, pero tenemos que inspeccionar tres

    puestos ms. Han atacado uno aadi con voz lgubre.Lanther maldijo entre dientes. Centauros y jinetes se inquietaron, murmurando entre s con voces airadas.ste es el tercer puesto de vigilancia que perdemos intervino Linsha. Sospecho que alguien les dice a los cafres dnde estn.La semielfa se encogi levemente de hombros.Tal vez. O quiz sencillamente tengan un rastreador formidable.Has visto indicios de alguna actividad a lo largo del lmite de las ruinas?Estuvimos por todos los alrededores y no vimos ni rastre de los Tarmak. Hay unas pocas patrullas de mercenarios, pero son lentos y no

    especialmente resueltos. Si os deslizis rpidamente por la lnea de cerros bajos, no tendran por qu veros. Buena suerte!Hizo un gesto a los suyos y siguieron adelante, proyectando sus sombras sobre el suelo. Al cabo de un instante, haban desaparecido.Linsha hizo un gesto de despedida en direccin a su amiga.Ten cuidado murmur.Los centauros continuaron al paso, avanzando con todo cuidado y en silencio. Descendieron por los cerros que mariana les haba indicado y

    siguieron el pie occidental de la colina, de manera que sus siluetas no se recortaran sobre el cielo de la noche.La pequea luna casi haba alcanzado su cnit, cuando la partida lleg al extremo ms lejano de la antigua ciudad. Los humanos

    desmontaron. Tras hacer una seal a Tanefer, Linsha y Lanther fueron arrastrndose hasta lo alto de una pequea elevacin y miraron hacia laCiudad Perdida, que quedaba ms abajo.

    Haca quinientos aos, la tierra que contemplaban era muy diferente. En vez de un desierto, vastas haciendas y florecientes jardines cubranaquella tierra desolada, la hacan bella y le regalaban frondosos bosques. Fuentes saltarinas, aljibes y hermosos arroyos baaban los jardines ylos pastos, haciendo florecer aquel apacible lugar en el que los elfos haban levantado una ciudad que se haban esforzado en hacer prosperar.Ms al sur se extendan los amplios jardines y el palacio de un prncipe elfo, rodeada por los cuatro barrios de la antigua ciudad portuaria de GalTrakalas.

    sta haba sido un floreciente ncleo urbano al sur del ocano de Courrain, hasta que el Primer Cataclismo haba sacudido el orbe. Entoncesla ciudad de Gal Trakalas qued totalmente destruida bajo la enorme ola que se levant en el puerto y que lleg hasta la ms recndita de lasparadisacas haciendas. No qued ms que una llanura arrasada con algunas ruinas. Sin embargo la ciudad y sus habitantes no desaparecieronpor completo. Por alguna extraa razn, Gal Trakalas perviva como una imagen fantasmagrica, habitada por unas figuras espectrales quecontinuaban con sus vidas ajenas al drstico cambio que haba sufrido el mundo.

    Los elfos, a lomos de grifos, provenientes de Silvanesti, que sobrevolaron la ciudad fantasmagrica quedaron perplejos y propagaron lanoticia de que Gal Trakalas era una sombra habitada por demonios. Inmediatamente, los elfos abandonaros las ruinas. Con el paso de los aosla ciudad acab llamndose Ciudad Perdida, y durante siglos no fue ms que un espejismo protagonista de relatos ya olvidados. Hubo queesperar casi cuatrocientos aos ms para que un Segundo Cataclismo tuviera lugar y as, una vez ms, el destino de la ciudad cambi. Desde unlugar lejano de las Praderas de Arena lleg la Legin de Acero, que vio el potencial de la ciudad espectral, y poco tiempo despus vol hasta alluna magnfica hembra de Dragn de Latn, con la fuerza y la voluntad para dar vida a un nuevo reino sobre las ruinas del antiguo. Juntos, laLegin e Iyesta se establecieron entre las imgenes de Gal Trakalas y reconstruyeron una copia exacta de la ciudad. As, durante aos laspersonas que llegaban a la Ciudad Perdida vivan en armona con sus fantasmagricos vecinos.

    Hasta haca unos tres meses. En vsperas del solsticio de verano, una extraa tormenta de inusitada fuerza arras la Ciudad Perdida.Cuando amaneci el da siguiente, la ciudad espectral de los elfos haba desaparecido, destruida para siempre. Desde entonces, nada habasido como antes.

    Aquella fra noche, meses despus de la tormenta, Linsha segua viendo la vieja ciudad extraamente desolada y vulnerable. A lo lejos,distingua las formas oscuras de los edificios que formaban los barrios reconstruidos y el nuevo puerto. Luca una plida luz de antorchas ylmparas, como una cadena de rescoldos en la oscuridad.

    A su alrededor no haba ms que arena, matorrales, unos pocos cactus resistentes al fro y montones de rocas erosionadas que seagazapaban bajo la tenue luz de la luna. Una masa de piedra en concreto llamaba la atencin de Linsha. Observ atentamente el lugar, pero novio nada que se moviera, ni humanos y ninguna otra raza.

    Frunciendo los labios, imit el suave silbido de caza de un alcaudn nocturno, un pequeo pjaro que habitaba la pradera.Varia descendi.El camino est libre dijo en un susurro que slo pudieron or Linsha y Lanther.ste hizo un gesto a los dems y todos se apresuraron hacia el gran montculo de piedra. En la oscuridad, aquella elevacin pareca un

    saliente o una forma natural del paisaje. Haba que observarlo ms detenidamente para darse cuenta de que era un montn de rocas de canteradesmoronadas tan erosionadas que parecan unidas entre s.

    Qu es esto? pregunt Tanefer con brusquedad, pues no conoca el laberinto ni sus entradas secretas.Hace siglos era un pozo, hasta que alguien tuvo la idea de convertirlo en una gran sala de baos le contest Linsha mientras estudiaba

    ms de cerca las grietas y hendiduras de la roca.Rode lentamente la antigua construccin derruida. La entrada estaba all, en algn lugar.Entonces se acord. La antigua puerta estaba orientada hacia el oeste y oculta tras una gran piedra, que pareca un dintel cado.Aqu dijo.Fue necesaria la fuerza de los tres centauros ms robustos para deslizar la roca que Iyesta haba movido sin esfuerzo. Cuando lograron

    apartarla, los tres se hicieron a un lado, pateando y sudando a pesar de la fra noche. Todos se asomaron a la entrada oscura que se abra anteellos.

    Hay unos escalones les explic Linsha. La escalera es ancha, pero no est en muy buenas condiciones, as que tened cuidado. Noencendis las antorchas hasta que no hayis vuelto a colocar la piedra.

    Qu vas a hacer? pregunt Lanther.Voy a hablar con el morador del agua.Los centauros se quedaron paralizados.Espera intervino Tanefer. Nadie haba dicho nada de un elemental de agua. De dnde ha salido?Iyesta lo convoc para que protegiera esta entrada. Pero creo que podremos pasar. Bastar con que me deis cinco minutos.Linsha no hizo caso de la significativa mirada de Lanther y volvi a acomodar a Varia en su hombro. Alejndose del grupo, baj la escalera a

  • tientas hasta llegar a la sala que una vez haba sido una sala de baos. Tras ella oy golpes y sonidos chirriantes, el repiquetear de los cascossobre la piedra y voces bajas murmurando en tono airado. Volver a colocar la piedra en su sitio era an ms difcil que deslizarla hacia un lado.Lleg al ltimo peldao y peg la espalda a la pared para mantenerse fuera del alcance del morador del agua.

    No est aqu susurr Varia.Linsha parpade.Cmo?Ya no est. El pozo est vaco.Linsha se esforz por ver en la intensa oscuridad, pero ni un rayo de luz se colaba por las grietas de piedra para aliviar su ceguera.

    Impotente, de una pequea bolsa sac una lmpara diminuta y la vasija de barro que guardaba un carbn precioso. Soplando suavemente sobreel plido resplandor anaranjado, encendi una lmpara y proyect la suficiente luz para ver.

    Varia tena razn. El pozo antao rebosaba agua cristalina lo suficientemente profunda para nadar en ella. Ahora estaba inmvil y sin vida.Gran parte del agua se haba filtrado o evaporado, y la que quedaba estaba turbia y cubierta de una capa de polvo, insectos muertos y algasviejas. Los antiguos azulejos que recordaba haber visto en su primera visita ahora estaban cubiertos de suciedad, y haba montones de piedrascadas del techo.

    Las voces se acercaban cada vez ms a medida que los cascos repiqueteaban escalera abajo.Los centauros y los legionarios se unieron a Linsha en la cmara. Todos miraban fijamente el pozo.Est ah? pregunt Lanther muy cerca de su odo.Se ha ido. Probablemente ha vuelto a su plano elemental.Segura? En su tono se distingua el escepticismo.Iyesta la retena aqu. Tal vez al morir la hembra de dragn, su poder sobre el morador del agua desapareci, y eso le permiti escapar.Perfecto. Entonces no perdamos ms tiempo.Sir! llam uno de los legionarios. Mirad aqu. Alguien ha estado aqu antes que nosotros.Sealaba el borde del pozo, y all donde alcanzaba la luz de la pequea lmpara. Haba varias huellas apenas visibles bajo la suciedad.Linsha las mir y no tard en reconocerlas. Se ri entre dientes, con un leve deje de tristeza.sas son nuestras huellas de hace tres meses. Las de Iyesta y las mas, y despus las mas y muchas ms. Cuando la ciudad cay,

    trajimos aqu a parte de la milicia.Linsha abri la marcha hacia otra serie de escalones de piedra que conducan a una cmara en un nivel ms bajo. Una vez all, donde las

    luces no podran verse en el exterior, sacaron las antorchas ay las encendieron con la lmpara de Linsha. Sostenindolas en alto para que lesiluminaras el camino, el grupo descendi otras escaleras ms largas, hasta llegar a un gran pasadizo.

    El laberinto que se extenda bajo la Ciudad Perdida era tan antiguo como la misma Gal Trakalas. En las profundidades de la ciudad,formaba un enorme entresijo de cmaras, pasadizos y pasillos conectados entre s que resultaban muy desorientadores. Su objetivo haba cadoen el olvido haca mucho tiempo, pero los tneles de techos altos seguan mostrando la habilidad y la preocupacin esttica de quienes los habanconstruido. Eran pasadizos abovedados y en muchos puntos las grciles lneas de las bvedas de abanico ayudaban a retener la fuerza y labelleza de los techos de siglos de antigedad. Donde se cruzaban los pasadizos principales, los dinteles estaban tallados en bajorrelieve yrepresentaban troncos de rboles que se alzaban y florecan en un estallido de hojas.

    nicamente Lanther, Linsha y unos pocos legionarios ya haban estado en los tneles.Angustiados por encontrar los huevos, avanzaban sin pausa, siguiendo sus propias huellas, apenas les haca dudas. Varia susurraba la

    direccin correcta al odo de Linsha. La hembra de bho tena una memoria prodigiosa para los lugares oscuros.El resto de los legionarios y los centauros se apresuraba tras ellos, los ojos abiertos como platos por la sorpresa y la admiracin. Haban

    odo hablar de la muerte de Iyesta en un laberinto cercano a su palacio, de la huida a medianoche de un puado de miembros de la milicia y de laLegin que haban quedado atrapados, y del combate contra Trueno en la cmara de los huevos. Pero jams habran podido imaginar losespaciosos y bien esculpidos que eran aquellos tneles, ni que aquel lugar se conservara tan bien despus de cientos de aos de abandono.

    En silencio, el grupo se adentraban ms y ms en el laberinto, girando a derecha e izquierda en lugares que Linsha jams hara podidorecordar sin ayuda. A medida que avanzaban, cada vez prestaban menos atencin a los muros que los encerraban y ms al suelo y a la densaoscuridad que se cerna sobre ellos. Ya estaban prjimos al centro del laberinto y slo haban visto las huellas de los primeros grupo pequeos. Siera verdad que los Tarmak haban llevado los huevos a la cmara central, tendran que haber dejado algn rastro.

    Linsha no olvidaba que haba otras entradas al laberinto y otros tneles que conducan a la cmara, pero no poda evitar preocuparse y sefijaba en el suelo polvoriento de cada tnel por el que pasaban o con el que se cruzaban.

    Estaba tan ocupada buscando huellas que no se dio cuenta de que se hallaban muy cerca de la cmara, hasta que oy los susurros dealguien a su espalda.

    Qu es esa luz?Linsha levant bruscamente la cabeza. Una tenue luz dorada brillaba en el tnel que se abra ante ellos, oscuro como boca de lobo. Seguan

    all!Pero no era igual que antes, faltaba algo. Cuando haba ido a la cueva con Iyesta por primera vez, el aire de la cmara de los huevos era riso

    y hmedo, como el de los bosques de los alrededores de Solace. Ahora era idntico al del resto del laberinto: fro, seco y con un ligero olor apodredumbre. Se le eriz el sello de la nuca presintiendo el peligro.

    No estn aqu. Lo dijo tan bruscamente que los centauros se detuvieron de golpe.Linsha avanz corriendo, tan rpido que Varia por poco se le cae el hombro. No se detuvo por el dolor de las garras del animal clavndosele

    en la piel. No hizo caso al grito de advertencia de Lanther ni a las exclamaciones de los dems. Se lanz hacia la luz con el corazn salindoseledel pecho. Tras la cuerva del tnel, entr en una cmara lo suficientemente espaciosa para albergar un nido de huevos de dragn, y all se detuvoen seco.

    Con la mirada recorri toda la sala: el cuerpo marchito de la madre de Dragn de Latn junto al muro ms alejado, el montculo donde habanenterrado a Azurale, el cadver en descomposicin y carcomido por los escarabajos carroeros del Dragn Azul, Trueno, y, en ltimo lugar, elnido de arena pisoteado y revuelto, donde una vez haban estado los huevos.

    Varia alz el vuelo desde el hombro y describi un crculo sobre el nido, emitiendo tristes lamentos.El cuerpo de Linsha se qued rgido. Se le ensancharon las fosas nasales. En su mente el sentimiento de peligro se convirti en un grito, y ya

    no le cupo ninguna duda. Linsha se dio media vuelta.Atrs! grit a los que se acercaban siguiendo sus pasos. Tenemos que salir de aqu! Es una trampa!

  • Captulo 5 La huida hacia la salida

    Lanther la agarr por un brazo y detenerse.Qu quieres decir?Mira! contest, sealando el nido vaco Los huevos no estn! Es una trampa.Tenemos que salir!Tanefer lleg a su lado trotando, el semblante sombro.Ests seguro? No puede ser que los Tarmak hayan puesto los huevos en otro sitio? Este laberinto es inmenso.Linsha no quera discutir. Cada pliegue de su mente le gritaba que tenan que irse cuanto antes. Pero los centauros y los legionarios daban

    vueltas confusos, miraban los cuerpos de los dragones y hablaban entre ellos.No hay ningn otro lugar en el laberinto donde puedan incubarse los huevos.Iyesta y Purestian modificaron esta cueva con magia para darle luz y calor, y que as tuviera las condiciones necesarias para el desarrollo de

    los huevos. Lo nico que queda es la luz, e incluso sta est desapareciendo. No, aqu abajo no estn los huevos Ahora tenemos que librarnosde esas cestas y huir!

    Se sinti aliviada al ver que por fin calaba en ellos su urgencia. El joven Lenidas fue el primero en confiar en su palabra. Con un rpido cortede su daga, se liber de las cuerdas que le sujetaban las cestas en el lomo, las dej caer al suelo y le ofreci la mano. De un tirn la sent sobresu gruta. Lanther y Tanefer intercambiaron miradas alarmadas antes de empezar a meter prisa a los dems. Las cestas cayeron al suelo, sedesenvainaron espadas y los legionarios montaron rpidamente sobre los centauros.

    De repente, las orejas de Varia se enderezaron. Se le agrandaron los ojos.Emiti un chillido de advertencia que todos entendieron y sali volando del tnel.Linsha y Lenidas no necesitaban ms seal. El centauro rubio se lanz al galope, los dems lo seguan de cerca. Con las antorchas en alto,

    se apresuraron a desandar el camino por el que haban llegado, con la esperanza de alcanzar la lejana entrada del poco antes de que nadie sediera cuenta de que estaban all.

    No haban avanzado mucho cuando volvi Varia, por el mismo pasadizo por el que ellos haban entrado. Los centauros se detuvieron, y en elrepentino silencio que se hizo todos oyeron lo que haba percibido el ave en la cueva: las voces y los ruidos de una gran tropa que retumbaban enel tnel, no muy lejos de donde ellos estaban.

    Debido a los continuos giros y vericuetos del laberinto, era difcil decir de dnde venan los ruidos exactamente, pero nadie dudaba quequienes los producan no estaban muy lejos de all... Seguro que para entonces ya haban dado con su rastro en la capa de suciedad que cubra elsuelo de los pasadizos.

    Linsha pens rpidamente. Aunque de todo el grupo era la que ms tiempo haba pasado en el laberinto siempre haba tenido a alguien quela guiara para encontrar el camino en medio de aquella maraa de pasillos oscuros. No lo conoca bien, apenas saba encontrar ms que cuatro ocinco entradas. Dos de ellas estaban fuera de su alcance, en la zona antigua de la ciudad; otra era por la que haban entrado, atravesando la salade baos; y los mercenarios vigilaban la ltima, en el palacio.

    Levant un brazo para que se posara Varia. Cuando tuvo al animal en la mueca, le pregunt en un susurro:Quin se acerca?El pjaro hizo un ruidito de rabia.Tarmak. Muchos Tarmak. Estn en el tnel por el que tenis que ir para llegar a la puerta del pozo.Qu oportunos respondi Linsha con sarcasmo.Se le ocurrieron unas cuantas maldiciones muy acertadas, todas dirigidas hacia ella misma. Se haba sentido tan segur... Quera estar tan

    segura! Deseaba con tanta fuerza recuperar esos huevos que en vez de hacer algo sensato, como bajar ella sola al laberinto para estudiar lasituacin, haba arrastrada a diecisiete compaeros para que compartieran su estpida insensatez. Y ahora estaban atrapados en aquel laberintosin salida.

    Adnde vamos? pregunt Lenidas. Raspaba nerviosamente el suelo con los cascos.Slo se le ocurra un lugar, la nica puerta que tenan alguna posibilidad de cruzar.Al palacio. Tendremos que ir a la salida que est en los jardines del palacio.No es sa la que vigilan los mercenarios? le record Lanther. Ojal no lo hubiera hecho, pero los dems tambin tenan derecho a

    estar sobre aviso.S. Pero contra quin prefera luchar: contra los mercenarios o contra los Tarmak?Nadie se molest en contestar. Como si fueran uno solo, dieron media vuelta y regresaron corriendo a la cmara de los huevos. La

    atravesaron y se metieron por otro tnel, que se alejaba del nido abandonado. A partir de ese punto, Varia ayud a Linsha a encontrar la rutahacia la parte occidental del laberinto y las cmaras que se encontraban bajo el enorme palacio que haba sido el cubil de Iyesta. Los centauroscorran tan rpido como podan, y por un momento Linsha alberg la esperanza de que los Tarmak se desviran hacia la cmara de los huevos, deque no supieran que la milicia esta all. Pero aquella vana esperanza no dur demasiado. No pareca que su pequeo grupo pudiera escapar.Cada vez que se detenan y dejaban que el sonido de sus pisadas se extinguiera, volvan a or el eco del ruido que hacan sus perseguidores.

    stos avanzaban sorprendentemente rpido y no tenan ningn problema pero seguir su rastro por el polvo y la suciedad acumulada en lostneles.

    Hay otro camino para llegar a esa salida? pregunt Tanefer a Linsha. O podramos dar vueltas hasta perderlos en el laberinto?Entonces podramos regresar a la puerta del pozo.

    Linsha se haba preguntado lo mismo. Aunque no conoca los tneles lo suficiente para encontrar una ruta exacta, tal vez fuera posible ocultarsus huellas, deambular por los pasadizos el tiempo suficiente para despistar a sus perseguidores y encontrar otra salida. Para Lanther no le dejtiempo para especulaciones.

    No contest resuelt