hadas que muerden previo

7/27/2019 Hadas Que Muerden Previo

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HADAS QUEMUERDEN

Ana Martinez CastilloIlustraciones de Tania Coello


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Capitulo 1TIERRA

Todos los das, Teresa se dorma escuchandoel rumor de la televisin que llegaba desdela salita, pero aquella noche la conversacinde sus padres no la dejaba conciliar el sueo.

Estaban hablando de ella.

Ya has odo lo que ha dicho su tutora: Teresa noestudia, no hace nada en clase y apenas se relaciona consus compaeros. Dice que est siempre distrada, comoen otro mundo. La voz de su padre tena un tono depreocupacin que solo haba empleado una vez: cuandola abuela ngela se puso enferma.

Teresa es as desde siempre. Parece mentira que nola conozcas. Quizs este ao no haya empezado las clasescon buen pie, pero de momento lo va sacando todo. Sumadre no pareca darle importancia.

Pero no es bueno que una nia como Teresa notenga amigos. Es una chica normal, no? Debera teneruna pandilla de amigas con las que hablar en los recreos y

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con las que hacer esas cosas que hacen las nias, y no estar

pensando siempre en las musaraas.Cario, solo tiene nueve aos. Djala, ya se lepasar. Mira, hace dos meses deca que tena un amigoimaginario llamado Pepe. Te acuerdas? Que si Pepe esto,que si Pepe lo otro. Tenamos a Pepe hasta en la sopa. Yun mes despus ya se le haba olvidado.

S, y empez a hablar de unicornios. Su padreno dejaba el tono de preocupacin.

Y tambin se le pas. Tiene mucha imaginacin yeso es bueno en los nios.

No si afecta a sus clases.Su madre se call. Por un momento Teresa solo

escuch el rumor de la televisin. Daban un programa

de cotilleos, de esos que le gustaban tanto a la abuela. Depronto, su padre volvi a hablar.

Tu madre siempre est con esas tonteras deduendes. Deberamos decirle que no le cuente mscuentos.

Mi madre se divierte mucho con Teresa. La mujer

ya es mayor.S, pero ahora le ha metido en la cabeza a la niaesa bobada de las hadas y andan las dos viendo campanillaspor todas partes.

Su madre suspir.Bien, Vicente, dejemos la conversacin para

maana. Es tarde.

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Apag la tele y las luces del saln. La casa entera se

qued envuelta en sombras.Hecha un ovillo en su cama, Teresa llor. Llorporque todos en el colegio se rean de ella, porque suspadres crean que era tonta, porque su hermano ngel noparaba de hacerle rabiar. Pens que nadie la quera. Menossu abuela. La abuela ngela era la nica que entenda quelas mates eran un rollo y que las hadas existan. Era lanica que pudo ver a Pepe, la nica que lo invit a tomarcaf con pastas antes de que se marchara.

Se dio la vuelta en la cama y se acurruc dentro de lassbanas. Apret mucho los ojos, hasta que vio pequeasestrellas amarillas, y continu llorando. Record las risasde Miriam y Mara en el patio cuando les habl de Pepe.

Ellas se crean muy mayores, las muy tontas. Ojal pudierademostrarles que todo era real.

Se limpi los mocos con la manga del pijama y depronto tuvo una idea. La mejor idea del mundo. Si lasllamaba, podra demostrarles a todos que las hadas existany dejaran de rerse de ella. Porque seguro que existan. Si

lo deca la abuela ngela, tena que ser verdad a la fuerza.Se levant de la cama sin hacer ruido y abri laventana. Fuera soplaba un viento fro de noviembre. Teresaestornud y dese que sus padres no la oyeran. Escuchun momento. Nada. Sus padres ya se haban acostado.Su hermano haca rato que haba dejado de jugar conla Nintendo y haba apagado la luz. Teresa observ los

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rboles del parque frente a su casa e imagin que era un

bosque encantado con duendes colgados de las ramas. Lostejados de las casas eran los palacios y la torre de la iglesia,el castillo. Frunci el ceo. Las hadas tenan que estarpor algn sitio. Puede que escondidas junto a las ventanasdonde dorman los otros nios. La abuela deca que lashadas observan a la gente en sus camas por la noche. Sonunas seoritas pequeas y delgadas, muy bonitas, con unasalas como de mosquito y siempre van vestidas de verde. Elnio que las encuentra es un nio feliz para toda la vida.Eso deca la abuela. Y es que cuando ella era pequeahaba tenido un hada escondida en una caja de cerillas.Por eso su abuela era feliz, a pesar del rema.

Teresa suspir y, en un hilillo de voz, dijo:

Estoy aqu. Se par a escuchar.Los coches pasaban por la carretera debajo de su casa.

Cerr los ojos y cogi aire. Saba que si uno deseaba algocon todas sus fuerzas, al nal se cumpla. Los deseos eranalgo mgico, o eso decan los cuentos. De nuevo, cogiaire profundamente y lo dese con todas sus fuerzas. Un

hada, por favor. Que exista al menos una. Abri los ojos ymir al parque. Entre los rboles la luz de algunas farolasse apag.

Estoy aqu. Podis venir si queris dijo Teresaen un susurro.

Y, recordando un libro que haba ledo, aadi:Espritus del bosque, os llamo.

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Escuch un ruido en la habitacin de su hermano y

cerr la ventana con rapidez.Aquella noche se durmi pronto, pensando en lashadas. A lo mejor al da siguiente tena una escondida enuna caja de cerillas. Lo que se iba a rer la abuela!

Teresa se despert pasada la medianoche. Algo le habadado un mordisco en el brazo con unos dientes tan noscomo puntas de aller. Algn bicho, pens, y encendila luz de la mesita. Estaba a punto de llamar a su madrecuando vio la gura de una mujer diminuta enganchadaa su brazo izquierdo.

Menos mal que te has despertado, gandula dijola gura soltando su brazo y volando hasta la almohada.Te parece bonito no estar despierta cuando van a llegarvisitas?

Teresa se frot los ojos, abri mucho la boca y luegola cerr.

Qu cara de boba pones dijo la mujercilla, yrevolote de nuevo para explorar la habitacin.Teresa la sigui con la mirada. Era del tamao de

una ciruela. Sus alas, que le nacan de la espalda, parecanlas de un escarabajo. Iba toda vestida de negro y sus brazoseran largos y nos, como los de un insecto. De su caraplida y redonda destacaban los ojos oscuros con una luz

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violeta en el fondo y la boca grande, demasiado grande,

de la que asomaban unos dientes alados y amarillos. Laverdad es que daba un poco de miedo. No se pareca aninguna de las ilustraciones que haba visto en los libros.

Quin eres? Se atrevi a preguntar mientras seincorporaba en la cama.

Un hada dijo la gura vestida de negro.Un hada?Mejor dicho, tu hada. T me llamaste, no? Hiciste

que viniera desde tan lejos, verdad? S, no me pongas esacara, nia. Me llamaste! O es que creas que no pensabavenir?

No es eso tartamude Teresa, ya despierta deltodo, es que yo crea que las hadas Eran de otra manera.

El hada revolote hasta colocrsele muy cerca de lanariz.

Aj! grit sealndola con el dedo. Una niaimpertinente. Yo crea, yo crea Pues si no te gusto, teaguantas! Vamos, hombre! Lo que me faltaba. Que sepasque yo ya no me voy de aqu, eh, nia repelente? Que

yo no me voy en cien aos. As que ve acostumbrndote.Tienes un hada!Y sonri dejando al descubierto la interminable la

de sus dientes. Teresa trag saliva.Al menos, podras decirme tu nombre dijo en

un hilillo de voz, temiendo que el hada fuera a darle unmordisco.

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Claro, Teresa (ya ves que yo me s el tuyo, al

menos yo me informo antes de quedar con alguien). Mellamo Vierahalla y soy un hada negra del Norte, por si note habas dado cuenta. He viajado desde los bosques deNoruega para responder a tu llamada. Vamos, nia, quesperabas? Creas que iba a venir una de esas hadas cursisde Irlanda? De esas que huelen a ores y se alimentan deuvas? Revolote hasta volver a colocrsele muy cercade la nariz.

Un olor a tierra mojada llen la habitacin.Siento decepcionarte, pero, aunque no lo creas,

tienes suerte. Las hadas negras somos mucho mejores.Dnde va a parar.

No saba que las hadas tuvieran dientes.

Tenemos. Son para morder. Y masticar. Cmopiensas que comemos?

Teresa se encogi de hombros.No s.T no sabes nada. Mejor sera que te estuvieras

callada si te vas a dedicar a hacer preguntas tontas. Las

hadas del Norte comemos araas. Y qu quieres, que noslas traguemos enteras?No dijo Teresa intentando disimular el asco

que le daba imaginarse a un hada comindose una araa.Se nota que eres una persona poco instruida

continu Vierahalla. No te culpo. La ignorancia esun defecto muy comn en todos los humanos. Para que lo


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sepas, las hadas negras del Norte somos una familia muy

antigua. Vivimos en agujeros bajo el suelo de los bosquesde abetos. En realidad es raro que viajemos. Tan solo unao dos veces cada trescientos aos. Somos antiguas, muchoms de lo que pueda imaginar tu tonta cabecita. Por esotenemos las uas negras y las alas como cscaras, porquesomos viejas. Hizo una pausa para mirar a Teresa.

La cara del hada se haba llenado de arrugas muynas.

La especialidad de mi familia es la caza de la araay la magia. Pero la magia de verdad, no esas pequeecesque hacen las hadas irlandesas. Me reero a la Magia conmaysculas. La que hace que la hoja se marchite y que elcielo se nuble. La magia que hace crujir la pia.

Teresa sinti un escalofro. Era su imaginacin o lahabitacin se haba oscurecido un poco?

Pero no he venido aqu para hacer magia. Teharas pis si lanzara un solo encantamiento Vierahallase rio. Solo he venido para hacerte compaa.

Teresa intent que su sonrisa no pareciera forzada.

De acuerdo dijo, deseando que el hada no seenfadara. Pero debera dormir un rato.Vierahalla movi las alas con un suave zumbido.Dormir de noche! Cuando fuera brilla la luna!

Qu tontera ms grande!Teresa la mir sorprendida.Es que t no duermes?

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Duermo, pero solo a ratos. De da. Cuando fuera

del agujero cantan los pjaros. Es un sonido estridentey molesto y es mejor estar acurrucada en el fondo de latierra para no orlo. T no puedes entenderlo, nia. Lashadas negras somos ms sensibles de lo que pueda parecera simple vista. Pero, para que veas lo mucho que te aprecio,estoy dispuesta a hacer un sacricio por ti.

Vaya dijo Teresa sin tener muy claro lo quedeba decir. Muchas gracias.

Vierahalla revolote por la habitacin examinandotodas las cosas con mucha atencin. Se detuvo frente alestante de los juguetes y chasque la lengua.

Aqu todas las cosas son muy raras dijo.Teresa se encogi de hombros.

No s. Son normales. Todas las casas son as.Vierahalla se rio y su risa pareci esta vez el graznido

de un cuervo.Normal? Qu sabes t lo que es normal? Normales

son las cosas que vuelan por las noches. Las cosas quecrecen en los rboles. Algn da te las ensear dijo.

Observ a Teresa atentamente y aadi:Ahora durmete. Es tarde. Yo me quedar poraqu, vigilando.

Cuando Teresa apag la luz y cerr los ojos, sepregunt si sera capaz de dormir con aquello en suhabitacin. Tuvo la certeza de que se haba metido en unlo de los gordos.

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