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MENSAJE DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA JUAN MANUEL SANTOS AL EVENTO DE PRESENTACiÓN DEL INFORME DEL

CENTRO NACIONAL DE MEMORIA HISTÓRICA "HACER LA GUERRA, NEGAR LA POLíTICA"

Bogotá, 18 de julio 2014

Un saludo afectuoso a los integrantes del Centro Nacional de Memoria

Histórica que hoy presenta un nuevo documento de gran importancia

para el país; a las autoridades, diplomáticos, representantes de la

sociedad civil y, muy especialmente, a las víctimas presentes en este

evento .

En este conflicto, por primera vez, hemos puesto a las víctimas como el

centro de su solución. En el camino hacia la finalización de muchos

otros conflictos las hacían a un lado, pero nosotros hemos aprendido de

los errores cometidos en otros contextos y por eso estamos haciendo lo

contrario: hacer de las víctimas, su reconocimiento y sus derechos una

parte fundamental en la resolución del conflicto.

El informe que hoy presenta el Centro Nacional de Memoria Histórica,

titulado Hacer la guerra, negar la política, trata de una víctima a la que

no siempre recordamos y que también debe ser llamada a declarar. Una

víctima de la falta de tolerancia, de la ausencia del debate, del irrespeto

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a las diferencias, de la incapacidad para asimilar de manera constructiva

o al menos pacífica las críticas de los oponentes.

Me refiero a esa otra víctima de nuestro conflicto que ha sido lastimada

desde todos los frentes del conflicto, por todos los actores armados que

han participado en él desde hace más de medio siglo, desde el

asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Estoy hablando de la Democracia

como víctima.

En este informe vemos una muestra emblemática de cuán costosa ha

resultado la coexistencia entre la violencia y la democracia en nuestro

país. Por eso considero urgente -y más aún en el contexto de

reconciliación que viviremos pronto durante el posconflicto- impulsar en

Colombia un cambio cultural, basado en la educación, que fomente el

debate, la tolerancia, el respeto por las diferencias y la asimilación

pacífica e inteligente de la crítica de los oponentes: es necesario

recordar que nuestra democracia exige cambiar las balas por los votos y

que se rompa para siempre el vínculo que ha existido entre política y

armas. En eso hemos avanzado -afortunadamente- en el proceso de La

Habana, cuando se llegó al acuerdo sobre el punto 2, referente a la

participación política, y esperamos que sus postulados puedan hacerse

realidad lo más pronto posible en un escenario sin conflicto.

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Este informe nos habla también de una región que ha sido el epicentro

de múltiples formas de violencia y exclusión social: el Norte de

Santander, el segundo departamento, después de Antioquia, que, según

los informes, ha cobrado un mayor número de víctimas en nuestro país y

en donde algunos de sus municipios aún registran los más altos índices

de pobreza y exclusión. Es un lema de este gobierno que no puede

haber paz sin desarrollo social; por eso el Norte de Santander es una

región hacia la cual debemos dirigir enormes esfuerzos, tanto desde el

centro como desde todos los liderazgos de la región, con el fin de

liberarla de ese doble estigma histórico de violencia y exclusión. No es

casualidad -por eso- que uno de los grandes promotores de la Ley de

Víctimas y de Restitución de Tierras sea un hijo de esta tierra, y víctima

él mismo: el senador Juan Fernando Cristo.

Por último, quiero recordar aquí, en el Museo Nacional de Colombia, en

esta que también es la casa del relato de la construcción de nuestro

país, los nombres y las procedencias políticas de las cuatro víctimas

cuya historia de luchas y servicio se narra copiosamente en el informe

del Centro Nacional de Memoria Histórica que hoy se nos presenta; los

nombres de cuatro líderes de cuatro diversos flancos del espectro

político, cuya pérdida ha sido inmensa para sus familiares y amigos,

para sus copartidarios y para la región por la que trabajaban cuando

perdieron la vida, pues todos ellos son víctimas también de este conflicto

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que ha desangrado nuestra democracia: Argelino Durán Quintero, del

Partido Conservador; Jorge Cristo Sahium, del Partido Liberal; Tirso

Vélez Vélez, de la Unión Patriótica, y Carlos Salvador Bernal, del Partido

Comunista.

Por mártires como ellos, y por todos los líderes a los que hemos perdido;

por todos los alcaldes, congresistas, concejales y candidatos

asesinados, entendemos que, tras la terminación del conflicto, será

necesario abrir aún más nuestra democracia: abrirla a todas las voces y

todos los proyectos políticos que enriquezcan el debate, y que tengan

todas las garantías.

Porque recorrer el camino hacia la paz que estamos buscando es

también desandar el camino que hemos avanzado en el asedio que ha

sufrido nuestra democracia por parte de la violencia .

Hoy -al presentar este informe- damos un paso más hacia la paz,

porque la paz es memoria; la paz es verdad, y la paz es reconocernos

en nuestro pasado para construir un mejor futuro .