habia una vez una aguja (cuento)

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El primer cuento que escribí sobre las aventuras de una aguja que desea saber cuál es el propósito que tiene en la vida. Espero les guste :)

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Page 1: Habia una vez una aguja (Cuento)
Page 2: Habia una vez una aguja (Cuento)

Relato original de Diana Bacalla (Dianchi)Diana Bacalla (Dianchi)Diana Bacalla (Dianchi)Diana Bacalla (Dianchi) Había una vez una aguja Había una vez una aguja Había una vez una aguja Había una vez una aguja Lima, Perú – Noviembre 2014

Mi sitio web:Mi sitio web:Mi sitio web:Mi sitio web: http://diana_bacalla.bubok.es/ Contacto: Contacto: Contacto: Contacto: [email protected] PáginaPáginaPáginaPágina en Facebook:en Facebook:en Facebook:en Facebook: https://www.facebook.com/dianabacalla.p?ref=ts&fref=ts Twitter: Twitter: Twitter: Twitter: https://twitter.com/DianaBacalla Portada: Portada: Portada: Portada: No encontré al dueño de la portada, pero todos los derechos son para esa persona. Solo tomé la imagen para adecuarla a la portada. Gracias. La distribución de este libro, impresión, reproducción y alojamiento en hosts diferentes del host de origen están permitidos mientras se conserve el nombre del autor original y este no sea cambiado bajo ninguna excusa. Por favor, seamos conscientes que este material es gratis pero, es producto de nuestro esfuerzo y por ello vale demasiado para nosotros. Así mismo la descarga de estos relatos es gratis como se mencionó arriba, pero, está terminantemente prohibido utilizar este escrito con fines comerciales sin el permiso y acuerdo previo con la autora.

Page 3: Habia una vez una aguja (Cuento)

Había una

vez

una aguja

Page 4: Habia una vez una aguja (Cuento)

Dedicado a mi mamá,

por apoyarme en cada locura

que se me ocurre.

Con mucho cariño para ella.

Gracias por tenerme paciencia y

compartir conmigo

este mundo maravilloso,

de los mágicos cuentos.

Page 5: Habia una vez una aguja (Cuento)

I

En un pequeño joyero que se encontraba sobre un mueble

de caoba, vivía una pequeña aguja rodeada de pulseras,

anillos, collares y otras joyas de fantasía. Desde que

había sido rescatada de un basurero por una señora de

buen corazón, vivía feliz entre las hermosas bisuterías. Pero,

escondida y temerosa, ya que los objetos a su alrededor

parecían observarla y burlarse de su pequeñez.

Desde aquel joyero de madera, la pequeña aguja observaba

tímidamente toda la habitación; un cuarto pequeño pero

elegante, con cuadros y fotografías de personas felices a

quienes jamás había visto. De seguro, familiares y amigos de

la señora de la casa.

Page 6: Habia una vez una aguja (Cuento)

Muchas veces escuchó voces alegres, pasos apresurados

y risas pero, nunca se atrevió a salir del joyero por

temor a perderse o regresar al basurero. Ella pensaba que

siendo tan pequeña y delgada nadie se tomaría la molestia de

buscarla. Estaba muy agradecida con aquella señora por

haberla recogido de aquel triste lugar pero, creía que si la

situación volviese a repetirse no la rescataría de nuevo.

Aquel joyero era su mundo, el único agradable que

había conocido hasta ahora, más allá de eso todo era

desconocido, un extraño lugar donde a los pequeños

como ella los descartaban inmediatamente.

Lo recordaba bien, muchas veces cuando el sol se

ponía, ligeramente se asomaba a ver la llegada de la

noche por la ventana, recordaba cómo había terminado

en aquel basurero. Había sido comprada en una tienda

Page 7: Habia una vez una aguja (Cuento)

de modas y vivía en una cajita muy bonita de color plateado,

donde ella y sus hermanas se preguntaban todos los días

como sería el mundo exterior.

Aquellos sonidos y luces extrañas que veían a través de

la caja las asustaban pero, se sentían muy protegidas en

una suave envoltura de papel que las mantenía juntas y a

salvo de todo peligro. La pequeña aguja jamás había visto

nada más allá de aquellas luces y pensaba que algo

maravilloso las esperaba una vez que la caja fuera

abierta. Todas sus hermanas estaban ansiosas por explorar

aquel mundo, tanto que no podían quedarse quietas y daban

pequeños saltitos dentro de la cajita.

El día soñado llegó. Una señora entró a la tienda,

compró algunos hilos de colores, botones y una cajita

de agujas.

Page 8: Habia una vez una aguja (Cuento)

Todas ellas se quedaron quietecitas, esperando el momento

para ver el rostro de su nueva dueña. La aguja

recordaba muy bien la primera luz que la cegó por algunos

segundos al ser abierta la cajita, no pudo reconocer a la

persona que se las había llevado de la tienda ya que la luz era

muy brillante.

Intentó abrir sus ojitos y de repente sintió como era sujetada,

se asustó al ver unos ojos castaños mirándola con curiosidad.

La señora notó algo diferente en ella. Por desgracia, la agujita

era un poco torcida y más pequeña que las demás y esto hizo

que la expresión de la mujer cambiara. La aguja intentó

estirarse un poco sin lograr mejorar su figura. No pudo

describir la cara de decepción de quien había sido su dueña

aquellos breves minutos, junto con algunas palabras la cogió

y desechó así de simple, lanzándola sobre un montón

de tierra y basura que había a un lado del camino.

Page 9: Habia una vez una aguja (Cuento)

Tristemente, observó como aquella señora se alejaba con

sus hermanas, dejándola en ese lugar. Después de todo, las

agujas no tenían sentimientos. O al menos, eso es lo aquella

mujer creía.

La pequeña se entristecía con aquel recuerdo, imaginaba

a sus hermanas felices y siendo útiles, aunque, realmente

no tenía la menor idea de las cosas que una aguja podía

hacer, siendo pequeñas y delgadas quizás su destino era

terminar en la basura como ella. ¿Y si sus hermanas también

habían sido desechadas? Aquel pensamiento deprimió más a

la aguja, extrañaba mucho a sus hermanas.

- ¿Por qué nací? ¿Cuál es mi misión? - se preguntaba a cada

instante, temiendo que algún día la señora se diera cuenta

que no servía para nada y la regresara a la basura.

Page 10: Habia una vez una aguja (Cuento)

II

Una tarde de primavera la aguja estaba contemplando la

hermosa puesta de sol como de costumbre. De repente,

entró una chica de cabellos cortos a la habitación, hija

de la señora, vistiendo un hermoso abrigo color violeta y

llevando un extraño paquete entre las manos. La aguja

curiosa asomó la cabeza intentando ver lo que había dentro

de la caja pero, se ocultó debajo de un pequeño

brazalete al darse cuenta que la joven podría notar su

presencia.

Ella abrió la caja y sacó un objeto que hizo un ruido pesado

al ser puesto sobre la mesa.

Page 11: Habia una vez una aguja (Cuento)

Aquel día era el cumpleaños de la señora de la casa.

Las voces que escuchaba desde el primer piso eran alegres y

al parecer había mucha gente en la sala, las risas se oían hasta

la habitación. La agujita quería tanto hacer algo por ella,

pero ¿qué podía hacer una simple aguja?, la sola idea era

absurda.

En esos momentos, escuchó el sonido de la puerta

cerrándose y los pasos apresurados de aquella chica bajando

por las escaleras. Todo quedo en silencio salvo por aquellas

voces lejanas de los invitados. La aguja se levantó y

tímidamente se asomó por el joyero, tenía miedo pero

su curiosidad era más grande que ella, así que después

de algunos segundos de silencio con voz muy baja se atrevió

a decir.

- ¿Hola?

Page 12: Habia una vez una aguja (Cuento)

Nadie le contestó. Pero en esos momentos, escuchó

unos extraños ruidos.

La agujita se irguió todo lo que pudo, lo único que logró ver

fueron los restos de una caja envuelta en papel de

regalo, con dibujos de estrellas, en la esquina de la

cómoda, pero estaba vacía. Asustada, quiso volver a su

escondite pero, cuando iba a refugiarse debajo de aquel

hermoso brazalete una voz le respondió haciendo que

temblara ligeramente del susto y volviera a su posición

anterior. La aguja se asomó al borde del joyero intentando

ver quien era el dueño de aquella gruesa voz, y esta vez

lo encontró. Ella se quedó sorprendida al ver un

elegante reloj de mesa, observándola con curiosidad.

- Buenas tardes, ¿quién eres tú? Sal y déjate ver -dijo el reloj

con voz amigable.

Page 13: Habia una vez una aguja (Cuento)

Para ser un reloj costoso, brillante y recién traído de

una tienda, tenía muy buenos modales y eso animó a la

tímida aguja a salir de su escondite, ella se asomó al borde

pero aún así no se decidía a salir completamente del joyero.

El reloj la miraba con intriga y curiosidad esperando que se

dispusiera a salir y poder verla de cerca, pero algunos

segundos pasaron y la aguja seguía indecisa. Según lo

que veía en su cuerpo, el reloj notó que el tiempo pasaba y

nada sucedía, así que empezando a saltar y avanzar,

lentamente llegó junto al joyero y observó a la aguja

que parecía mucho más pequeña y frágil desde aquella

distancia.

- ¿Qué sucede? ¿No puedes salir?

Page 14: Habia una vez una aguja (Cuento)

- Me gustaría pero me es imposible - respondió con voz muy

bajita, haciendo que el reloj tuviera que acercarse más para

lograr escucharla.

- ¿Acaso te atoraste con algo? Podría ayudarte a salir.

- No es eso, es que nunca he salido de este joyero desde que

llegué, tengo miedo de perderme.

La aguja se sintió muy cohibida al escuchar las risas del reloj.

En esos momentos la observaba tímidamente, era un

reloj muy elegante y nuevo, no tenía fallas y por su tamaño

jamás podría perderse. - Me gustaría ser un reloj, se ve tan

grande, de seguro jamás fue devuelto ni despreciado por

nadie – se dijo la agujita con voz muy baja sintiéndose

demasiado pequeña e inútil a su lado. Las risas del reloj

Page 15: Habia una vez una aguja (Cuento)

cesaron en esos momentos al darse cuenta que había

logrado hacerla sentir mal.

- No quise reírme, pero ¿cómo es que nunca has salido de

ahí? ¿Es una broma? – dijo el reloj con voz amable e

intentando disculparse.

- No es broma, a mí me abandonaron en un basurero, por

eso tengo miedo de salir.

- Pues eso está muy mal mi pequeña aguja, deberías salir, te

darías cuenta que no todo es malo en este mundo.

- Mi mundo es este joyero, ¿qué sería de mí si me perdiera?

- La señora te buscaría.

Page 16: Habia una vez una aguja (Cuento)

- No creo que lo haga, lo mejor será que jamás vuelva a salir-

dijo la aguja escondiéndose entre algunos aretes de fantasía.

- El mundo es muy grande ¿no quieres conocerlo? –

preguntó el reloj intrigado por su comportamiento.

- Por eso mismo no me agrada, es grande y tenebroso.

- No deberías ser tan negativa. Imagino que al menos sabrás

cual es el propósito que tienes en la vida ¿no? La razón por

la cuál estás aquí.

- ¿Eh? No entiendo de qué hablas.

- Sobre tu verdadero valor, lo que haces o harás en el futuro.

Por ejemplo, yo soy un reloj y gracias a mí los

humanos saben que hora es.

Page 17: Habia una vez una aguja (Cuento)

- No creo que tenga nada de eso. – respondió la aguja

agachando la mirada.

- Creo que no has vivido lo suficiente como para

saberlo, todos debemos descubrir nuestro verdadero

valor y propósito en la vida.

La agujita escuchaba atenta las palabras del reloj, ¿propósito

en la vida? Ahora parecía que el reloj se burlaba de ella, ¿para

qué podría servir una pequeña y torcida aguja? La sola

pregunta le parecía sin sentido.

Muchas veces había intentando afinar su figura, verse como

las demás agujas que habían sido sus hermanas, pero estaba

resignaba a vivir toda la vida en aquel joyero y nunca salir de

ahí.

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Aquel día no quiso asomarse a ver el atardecer, ya que no le

interesaba en esos momentos. La pregunta formulada por el

reloj la había dejado meditando en el asunto.

Page 19: Habia una vez una aguja (Cuento)

III

La fiesta de cumpleaños duró hasta la noche y nadie volvió a

entrar en la habitación para su alivio. Claramente, oyó

cuando las visitas se marcharon y el sonido del tic tac del

reloj, que ahora estaba profundamente dormido.

¡Qué equivocado estaba en decir que todos tenían una

misión! La agujita pensó en sus hermanas y supuso que ellas

estarían diciéndose lo mismo. De todos modos,

ignoraba muchas cosas ya que no conocía más mundo

que aquel joyero, ¡hasta la misma habitación le parecía

enorme! Lo que habría fuera de aquella puerta solo le

parecía triste y desolado como aquel basurero en donde fue

abandonada.

Page 20: Habia una vez una aguja (Cuento)

A la mañana siguiente, el despertador la hizo sobresaltarse y

observar asustada a todos lados. Había soñado con su

antigua vida y cuando vivía en aquella caja con sus hermanas.

Muchas veces pensaba en ellas y las extrañaba

demasiado. Pero, al ver los anillos y demás joyas se dio

cuenta que se encontraba en su nueva casa y se sintió

agradecida por encontrarse aún en ese lugar. En eso,

escuchó como alguien se acercaba y sintió una luz muy

fuerte cuando la cajita se abrió. La señora estaba

preparándose para salir y busco en el joyero algo para

ponerse, rápidamente eligió un hermoso anillo y luego

dejo la caja en su lugar. La aguja escuchó el sonido de

la puerta y los pasos apresurados de costumbre, y entonces

abrió los ojos estirándose un poco.

Empujó la tapita del joyero y observó el cielo de la mañana,

había olvidando la charla del día anterior con el reloj y

Page 21: Habia una vez una aguja (Cuento)

se levantó dispuesta a ordenar un poco aquella cajita ya que

era lo único que había logrado pensar para ayudar a la

señora, que había sido muy amable con ella. Cuando

estaba en su trabajo de mover algunos botones, la voz

del reloj se escuchó.

- ¡Buenos días! ¿Aguja? ¿Dónde estas? - dijo el reloj con un

bostezo, estirándose levemente.

- ¿No eres algo dormilón para ser un reloj despertador?

- Claro que no, es que me aburre escuchar todos los días este

tic tac, tic tac, solo hace que me de sueño.

- Es extraño que un reloj se queje de eso – dijo la

aguja sonriendo levemente y poniéndose de mejor humor.

Page 22: Habia una vez una aguja (Cuento)

- ¡Ah!, con que ahí estás ¿qué estas haciendo? – preguntó el

reloj acercándose con pequeños saltitos.

- Arreglando el joyero, tengo mucho por ordenar, por cierto

¿son las ocho de la mañana? ¿No es verdad?

- ¿Dudas de mí? - dijo el reloj con cierta mirada molesta y

viendo sus minuteros con mucho recelo.

- Lo siento mucho, no estoy acostumbrada a hablar

con otros y puedo decir tonterías a veces.

- No, espera... ¿aguja?

La agujita avergonzada se hundió en la caja del joyero,

disponiéndose a no salir a pesar de que el reloj fuera un buen

Page 23: Habia una vez una aguja (Cuento)

compañero de charla. Estuvo largos minutos así, escuchando

aquel tic tac que se oía fuertemente, pero, el reloj intrigado al

ver que no salía, lentamente fue acercándose y se

asomó cuanto pudo al joyero observando el interior con

sus enormes ojos.

- ¿Piensas pasarte toda la vida ahí? Es una mañana hermosa,

ven y continuemos charlando.

- ¿Y si digo algo malo?

- Te lo haré saber, de eso se trata ser amigos, hablar,

reír, llorar, compartir cada momento bueno o malo, ¿o me

dirás que no quieres ser mi amiga?

- ¡Claro que quiero! - dijo saliendo de nuevo y sintiéndose un

poco tonta por haber pensado que el reloj ya no le hablaría.

Page 24: Habia una vez una aguja (Cuento)

En esos momentos la aguja empezó a reír muy bajito, feliz

de haber encontrado a un amigo. Quizás la vida no fuera tan

mala después de todo, aún así no conocía lo que había más

allá de aquel joyero, mucho menos de aquella habitación. Por

momentos, tenía mucha curiosidad en investigar, pero la

imagen de aquel basurero se le venía a la cabeza, a su

pequeña y delgada cabeza de metal ¿cómo podría saber que

había más allá? El mundo era demasiado grande o quizás ella

era muy pequeña.

Aquella mañana estuvo charlando con su nuevo amigo quien

le contaba relatos de cuando vivía en aquella tienda de

relojes. La aguja escuchaba atenta sintiendo miedo de la

multitud de gente que vio, los comentarios que hacían

y también se enteró que una vez fue devuelto, cosa que no le

entristeció en lo más mínimo, ya que el reloj sabía que

su destino era ir con otras personas.

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La aguja sentía que aquel reloj había vivido muchas

cosas interesantes y quizás ella nunca podría ni soñarlas.

Sin embargo, era muy agradable estar a su lado y ver la

puesta de sol junto el, hace tanto tiempo que no se había

sentido de ese modo y rogaba que siempre fuera así.

Page 26: Habia una vez una aguja (Cuento)

IV

Una tarde de primavera llegó visita a la casa. La dueña había

invitado a sus sobrinos a cenar y se podían escuchar

sus voces hasta el segundo piso. Como si hace años no

hubieran visto a su amada tía los niños gritaban y hacían un

alboroto tremendo, y cuando las señoras se sentaron en

el cómodo sofá de la sala, dejaron a los pequeños libres a su

antojo, al menos hasta la cena. Por lo que ellos fueron a

jugar al jardín y no se volvió a escuchar sus risas o

gritos por largos minutos.

No parecía ser más que un simple día de visitas que pronto

terminaría. Pero, algo sucedió mientras las personas mayores

tomaban café y conversaban sin darse cuenta de nada. En un

Page 27: Habia una vez una aguja (Cuento)

descuido la menor de los sobrinos subió a la habitación de la

señora. La pequeña estaba escondiéndose de sus hermanos,

no tenía más que cuatro años pero poseía una

curiosidad única. Rápidamente, entró a la habitación ya

que la puerta se encontraba entreabierta y solo basto

empujarla un poco. Luego de observar por algunos

segundos se dirigió hacia un reloj que brillaba gracias a la luz

que entraba por la ventana, a sus ojos era algo muy bello

y la niña intentó alcanzarlo pero, estaba muy lejos. Se

quedo pensativa unos segundos y posó su vista sobre un

joyero con decoraciones de flores. La pequeña se empinó

todo lo que pudo y sus deditos alcanzaron la preciosa

caja tallada en madera, apenas la tuvo en las manos quitó la

tapa y sonrió al ver las cosas bonitas que guardaba.

Se probó un anillo y le quedó muy grande así que lo

Page 28: Habia una vez una aguja (Cuento)

devolvió, iba a regresar a la sala pero en eso un objeto

de metal delgado y pequeño, que estaba escondido en

un rincón, le llamo la atención. En esos momentos, lo cogió

y dejó el joyero a un lado de la mesa, y fue corriendo a

buscar a su mamá, pero no llegó muy lejos. La aguja no pudo

evitar resbalarse y caer de su pequeña mano, la niña no lo

notó y regresó a la sala como si nada hubiera sucedido.

La aguja al notar que no estaba más en su querido

joyero despertó asustada.

- ¡¿Dónde estoy?! - exclamó con temor viendo a los

alrededores y buscando a su amigo el reloj. Estaba a los pies

de la escalera que daba a la sala y nadie la veía. La señora reía

sin imaginar siquiera que ella estaba ahí. La aguja sintió

mucho miedo y en esos momentos se levantó, dando

Page 29: Habia una vez una aguja (Cuento)

pequeños saltos intentó hacerse notar cosa que fue

imposible.

Todo era tan grande y al ver las enormes escaleras se sintió

peor ya que no podría regresar por sí misma. En eso,

escuchó un nuevo sonido de pasos y vio a un perro

que entraba, rápidamente fue a ocultarse debajo de un

pequeño mueble cercano al ver semejante monstruo peludo.

El perro regresó al jardín con los niños pero, cuando

imaginaba que estaba a salvo, escuchó una voz que la hizo

saltar del susto.

- ¿Qué cosa eres tú? Te vi saltando hacia aquí, ¡muéstrate! La

aguja asustada, tímidamente salió de su escondite y

levantó la vista. Le pareció tan grande aquel mueble y

no veía al dueño de aquella voz, intentó saltar alto pero

solo logró que su cuerpecito quedara ligeramente

Page 30: Habia una vez una aguja (Cuento)

lastimado. La aguja se dispuso a irse pero en eso vio

algunos cables y un par de ojos enormes que la veían con

molestia desde lo más alto.

En esos momentos notó que podía subir por una pequeña

rampa cerca de la pared, así que esforzándose mucho llegó

hasta la parte superior y notó con sorpresa como un extraño

y blanco aparato la veía con la misma mirada molesta

de antes.

- Contéstame, ¿quién eres? – preguntó abriendo mucho sus

ojos con expresión enfadada.

- Hola, soy una aguja, mucho gusto en...

Page 31: Habia una vez una aguja (Cuento)

- ¿¡Una aguja!? ¡Cuidado con rayarme! ¡Tengo que estar

en buen estado para la señora! - exclamó interrumpiéndola

con descortesía.

- Nunca haría eso. ¿Tú vives aquí? La señora debe cuidarte

mucho.

- ¡Tiene que hacerlo! ¡No hay teléfono mejor que yo!, tengo

una buena memoria y soy de último modelo, las

llamadas nunca se cortan – dijo muy orgulloso de sí mismo.

- ¿Un teléfono? Nunca había visto uno.

- ¡Y uno muy importante! ¡De mucha utilidad! Aunque una

aguja como tú no entendería, a todo esto... ¿para que sirves

tú?

Page 32: Habia una vez una aguja (Cuento)

La aguja se quedó en silencio durante algunos segundos

pensando en muchas cosas. No podía ver al teléfono

de frente ya que ni ella misma sabía su propio valor. ¿Para

que servía? No lo sabía y dudaba de que tuviera alguna

utilidad, pensó tal vez en inventar algo pero no lo hizo,

ya que las mentiras eran malas y tarde o temprano el

teléfono las descubría, solo pudo quedarse callada con la

mirada hacia abajo. El teléfono poco acostumbrado a

soportar aquel comportamiento, la miró con severidad y

con su grueso cable la lanzó al suelo.

- ¡Fuera! ¡No sirves para nada! - gritó mientras empezaba a

hacer un ruido muy fuerte que resonaba por toda la sala.

Page 33: Habia una vez una aguja (Cuento)

V

La aguja escuchó pasos en esos momentos, se sentía

tan triste que rápidamente fue a esconderse sin darse cuenta

de que la señora venía a atender una llamada. Entró sin

pensarlo por una puerta entreabierta esperando tener

más suerte. Acababa de conocer a alguien desagradable y

pensaba que todos serían iguales, ¡cómo extrañaba su joyero!

La aguja notó que había muchos libros y cuadros antiguos en

aquella habitación, había entrado a una pequeña biblioteca u

oficina y al menos era más tranquilo que donde había estado

antes. - Quizás me pueda quedar aquí - pensó la aguja

avanzando lentamente.

Page 34: Habia una vez una aguja (Cuento)

La habitación tenía un ligero olor a antiguo pero el piso de

madera brillaba como si lo hubieran acabado de encerar, la

ventana estaba entreabierta y dejaba entrar un poco de aire

fresco, tenía un ambiente agradable y no había objetos

escandalosos a la vista. La aguja avanzó un poco más y

empezó a subir por algunos libros y revistas que

estaban acomodados en el suelo como si fueran una larga

escalera.

Tal vez, aquella habitación podría convertirse en su

nuevo hogar y la señora algún día la encontrara, pero entre

aquellos enormes libros era algo difícil. Mientras subía

intentaba no pensar más en esas cosas ya que sentía que se

ponía muy triste y puso todo su empeño en llegar a la

cima de un mueble con manijas un poco oxidadas,

esperando poder quedarse ahí y terminar aquel viaje

Page 35: Habia una vez una aguja (Cuento)

desagradable. Apenas llegó arriba se quedó viendo toda

la habitación que no se veía tan grande ahora.

- ¡Qué silencio! Creo que podría acostumbrarme a este lugar

– dijo observando cada rincón con expresión de curiosidad.

La agujita daba pequeños saltitos intentando ver un

poco más, estaba tan entretenida que no se había dado

cuenta de que alguien la observaba con curiosidad desde

una zona oscura del mueble. Unos ojos brillantes

seguían todos sus movimientos. Nunca había visitas y

encontraba a aquella aguja muy interesante y quizás su

futuro medio de diversión. En esos instantes, lentamente se

acercó al desconocido y con voz baja le preguntó:

- ¿Quién eres tú?

Page 36: Habia una vez una aguja (Cuento)

- ¡¿Eh?!

- Responde, ¿por qué invades mi escritorio?

Por algunos segundos, se quedó en silencio. Aquella voz la

había asustado y tenía miedo de que la echaran de nuevo. La

aguja volteó lentamente esperando encontrarse con

alguien atemorizante pero, se sorprendió al ver una lámpara

mediana de color plateado, en sus ojos no se veía

desprecio sino mucha curiosidad. Aquello la alivió un

poco, al menos esperaba poder quedarse en aquel lugar

hasta que consiguiera a donde ir. La lámpara la analizaba

en silencio, preguntándose si podía confiar en ella o no.

- ¿Una aguja? ¿Qué haces por aquí? En esta habitación solo

hay libros – dijo la lámpara con una voz más amigable que la

de antes.

Page 37: Habia una vez una aguja (Cuento)

- Lo siento, me perdí y no sé cómo regresar al joyero.

- ¿Joyero? No he visto uno de esos hace tiempo, pero

si quieres puedes quedarte aquí.

- ¿En verdad? ¡Muchas gracias!

- Seremos amigas, siempre he estado sola y me hará

bien tener con quien hablar.

La aguja se sintió un poquito animada, desde que había

salido del joyero había visto todo el mundo gris y

triste, realmente los recuerdos que tenía de su buen amigo el

reloj la entristecían pero ahora con su nueva amiga la

lámpara quizás podría empezar una nueva vida.

Page 38: Habia una vez una aguja (Cuento)

Pero, a los pocos días se llevó una gran decepción, ¡Se había

equivocando tremendamente! La lámpara lo trataba peor que

un esclavo, pidiéndole que moviera a cada instante

algunos lapiceros porque le estorbaban el camino o

mandándola a quitar, aun sabiendo que no podría mover, un

enorme cenicero hecho de cristal.

Al principio había sido muy amable pero de repente se había

transformado en un completo monstruo. La pobre aguja

estaba cansada y en las noches, la lámpara ocupaba por

completo una franela, y no podía dormir por el frío que

hacía.

No soportó mucho a su nueva amiga y empezaba a creer que

la amistad no existía. La lámpara la había tratado bien

solo para convertirla en su sirviente.

Page 39: Habia una vez una aguja (Cuento)

En aquellas noches de desvelo pensaba muchas cosas,

imaginaba que quizás el reloj también la hubiera tratado así,

si se hubiera quedado más tiempo con él. La aguja

aprovechando que la lámpara dormía profundamente

salió una mañana muy temprano, bajando por los libros y

huyendo por debajo de la puerta.

Estaba decepcionada y pensaba que nunca podría encontrar

algún lugar donde vivir, la imagen de sus hermanas

disfrutando de un cómodo alfiletero se le vino a lamente. -

Yo jamás podré ser feliz, en este mundo solo hay

cosas malas - pensó la aguja en medio de la sala a

donde había regresado. A esa hora no había nadie despierto

y todo se veía muy tranquilo y silencioso.

Page 40: Habia una vez una aguja (Cuento)

VI

- ¿Por dónde debería ir? - se preguntó la aguja viendo

algunas puertas a lo lejos. Estuvo observando por algunos

segundos, había tantos caminos por donde ir y no sabía

cual elegir. Lentamente, cerró sus ojitos y se empezó a

dirigir hacia la primera puerta que tenía cerca, esperaba

encontrar amistades buenas que la aceptaran. Cuando estuvo

muy cerca abrió los ojos y entró fácilmente por una abertura.

Era un lugar muy extraño, con objetos de metal que

brillaban a lo lejos, los muebles eran de madera pintados de

blanco y sobre una mesa había una pequeña caja con

objetos muy puntiagudos, eran enormes y se veían

tenebrosos.

Page 41: Habia una vez una aguja (Cuento)

La aguja no sabía que había entrado a una cocina. Todo se

veía inmenso y empezó a retroceder lentamente, tal vez

lo mejor sería regresar y probar otra puerta. Un enorme reloj

indicaba la hora y su tic tac resonaba por toda la cocina, la

aguja avanzó poco a poco viendo con temor a todos

lados, había viajado mucho y aún no encontraba la

manera de cómo regresar al joyero, pero lo que más la

hacía sentir triste era que no había conseguido hacer

amigos que valieran la pena. Todos pensaban que no

servía para nada y eso era peor, quizás tenían razón y

ella estaba equivocada. Junto a objetos como la lámpara,

el teléfono y hasta su amigo el reloj, ella no era la gran cosa y

tal vez nunca debió de salir de aquel basurero.

La aguja se sentía muy deprimida y estaba perdiendo las

esperanzas de regresar a su hogar junto con las

pulseras o volver a hablar con su amigo, todo aquello se veía

Page 42: Habia una vez una aguja (Cuento)

tan lejano como si hace semanas se hubiera perdido.

Solo eran recuerdos alegres que en ese momento no le

ayudaban en nada, cada vez que pensaba en los atardeceres

que veía desde el joyero o las charlas con el reloj se sentía

muy decaída. La aguja se detuvo en medio de la cocina, -

quizás encuentre al fin un lugar donde quedarme - se dijo a

sí misma intentando animarse un poco, pero aquella

habitación era tan extraña, se sentía sola y sin nadie a quien

le importase.

Se quedó algunos segundos pensando qué debía hacer, sentía

que la observaban y le daba miedo porque no sabía

qué objetos podría encontrar en aquella cocina. De repente,

vio a dos tenedores allá, en lo alto de una mesa, estaban

cerca de un enorme cuchillo que se veía muy filoso, ellas la

veían con curiosidad y no se atrevían a acercársele, pero

el cuchillo saltó desde esa altura y cuando cayó al suelo hizo

Page 43: Habia una vez una aguja (Cuento)

un sonido muy extraño. La aguja se detuvo e intentó

retroceder pero era tarde, el cuchillo estaba en frente de ella

y la veía de un modo que la hacía recordar al teléfono, la

aguja agachó la mirada porque sabía lo que él iba a

decir, el cuchillo la estuvo observando por largos

segundos.

- ¿Por qué has venido aquí? En este lugar solo

admitimos objetos de cocina – dijo con voz muy gruesa.

- Lo siento mucho, no tengo a donde ir y pensé que tal vez

podría quedarme aquí.

- ¿Quedarte aquí? Mmm... ¡Solo si nos demuestras que eres

un objeto que sirve en esta cocina!

- Pero yo soy solo una aguja, no sirvo para nada.

Page 44: Habia una vez una aguja (Cuento)

- ¡Entonces lárgate! ¡No damos albergue a inútiles!– gritaron

los tenedores desde el mueble.

- Lástima, tendrás que irte – dijo el cuchillo disponiéndose a

regresar a su lugar.

La aguja iba a marcharse, prefería irse antes de quedarse

con aquellos objetos tan groseros, pero en eso escuchó una

voz que dijo:

- ¡Dejen a la aguja en paz! ¡¿Por qué se aprovechan de

su tamaño?! – gritó alguien desde otro mueble que estaba

cerca de la estufa. El cuchillo se puso nervioso y regresó

rápidamente con los tenedores, ellos se fueron a quién

sabe donde y dejaron a la aguja sola. La voz había sido muy

amenazante pero, la aguja no tenía miedo, estaba

Page 45: Habia una vez una aguja (Cuento)

agradecida de que alguien la hubiera defendido y fue a

buscar al dueño de la voz.

Los muebles eran altos pero encontró una pequeña subida y

esta vez llegó mucho más rápido arriba, - todo se ve

tan diferente cuando uno es grande - dijo viendo el

panorama desde aquel lugar. Desde ahí, pudo ver al cuchillo

y a los tenedores escondidos debajo de una servilleta,

evitaban mirarla y murmuraban cosas entre ellas. La aguja se

quedó con la boca abierta al ver un objeto muy grande

mitad metal y mitad vidrio, era preciosa y nunca había visto

algo igual.

- Muchas gracias por ayudarme - dijo la aguja

sonriéndole tímidamente – ¡Eres tan grande y hermosa!

Page 46: Habia una vez una aguja (Cuento)

- ¡Soy la licuadora más bella del mundo! Lo sé, lo sé –

dijo sonriendo coquetamente - ¿Qué hace una pequeña

aguja como tú por aquí? – preguntó acercándose a ella.

- Me perdí y no sé cómo volver al joyero, nadie quiere

ayudarme.

- Si quieres puedes vivir conmigo, yo te cuidaré de esos

tenedores y del cuchillo, solo son unos envidiosos que hacen

la vida imposible a los demás.

- ¿Todos son así por aquí? He estado buscando un lugar

donde quedarme, pero no logro encontrarlo.

- Bien, desde hoy te adoptaré y te enseñaré muchas cosas –

dijo la licuadora sintiéndose muy orgullosa por su elección.

Page 47: Habia una vez una aguja (Cuento)

La aguja se quedó a vivir con la licuadora desde ese

momento. Cada mañana ambas veían la salida del sol por la

ventana y eso le agradaba mucho. Ella tenía muchas

cosas que contar y parecía saber todo. No obstante, la

aguja no entendía porque, cuando la señora venía a

cocinar algo, le decía que debía ocultarse debajo de ella.

La aguja quería que la señora la viera, aun no perdía las

esperanzas de regresar al joyero y volver a ver a su amigo

el reloj, pero la licuadora había hecho tanto por ella que no

podía desobedecer sus órdenes.

Cada mañana observaba con tristeza a la señora y a su hija,

entrando y saliendo de la cocina sin que se den cuenta de

que ella estaba ahí. En las tardes salía de su escondite y

hablaba con su nueva amiga. No se quejaba, no podía

hacerlo. Había hallado un lugar donde quedarse y a una

protectora.

Page 48: Habia una vez una aguja (Cuento)

Los tenedores la odiaban y muchas veces escuchó que

planeaban la manera de librarse de ella. El cuchillo no había

olvidado como fue ridiculizado por la licuadora, odiaba

también a la pequeña aguja, solo que siendo protegida por el

objeto de cocina más respetado por todos no podía

hacer nada. La licuadora era nueva y la señora la apreciaba

mucho, por eso todos la obedecían, tanto que ella era muy

vanidosa.

Aquellos días la aguja pensó que tenía mucha suerte, se

sentía feliz de tener una amiga como la licuadora, solo que

no sabía porqué ella la obligaba a esconderse de la señora o

no hablar de su amigo el reloj. Por más que se lo preguntase

mentalmente, no lograba encontrar una respuesta.

Page 49: Habia una vez una aguja (Cuento)

VII

La aguja vivía tranquila al lado de la licuadora, pero siempre

extrañaba a su amigo el reloj y notó que la vida en la cocina

no era tan hermosa como pensó los primeros días. Los

tenedores una vez le gritaron que mejor se fuera cuando la

licuadora estaba dormida, el cuchillo le mandaba señales

desde el otro lado diciéndole lo mismo, la aguja empezaba a

sentirse muy triste.

Una tarde, ella se empezó a dar cuenta que la licuadora no

era lo que pensó. Estuvo dando órdenes a los

tenedores, cucharas y todo lo que se cruzaba en su mirada,

se reía de una manera escandalosa y no le gustaba que la

contradijeran.

Page 50: Habia una vez una aguja (Cuento)

Ese día empezó a ordenarle también a la aguja, todo lo que

hacía estaba mal y a veces la obligaba a decirle cosas como

“eres hermosa”, “no hay nadie como tu” y muchas

otras tonterías. Ella siempre decía que era perfecta y que

la aguja podría arañarla si se acercaba demasiado.

- No hay nadie mejor que yo, ¿qué opinas? – le dijo un día a

la aguja cuando observaban la puesta de sol.

- No he visto otras licuadoras, así que debe ser cierto.

- Oye, has estado aquí muchos días y hasta ahora no

has hecho nada por mí, los tenedores me temen y

hasta el cuchillo cumple mis órdenes.

- ¿Qué quieres que haga?

Page 51: Habia una vez una aguja (Cuento)

- Mañana le levantarás temprano y me traerás la franela, tu

trabajo será limpiarme, así la señora me verá brillante todos

los días.

- Pero, ¡eso es imposible! ¡Soy demasiado pequeña! – dijo la

aguja observando la enorme franela roja, que estaba doblaba

cuidadosamente a un lado de la estufa.

- Entonces los tenedores tenían razón, eres una inútil.

La aguja no supo qué decir. A la mañana siguiente

intentó arrastrar la franela y hacer lo que la licuadora le pidió,

pero era muy grande y no podía moverlo. Ahora se daba

cuenta de que ella era igual a la lámpara, solo daba órdenes y

se creía perfecta. Se sentía desilusionada y antes de que

la señora entrara a cocinar, ella salió sin que nadie la

viera, no podía quedarse más ahí.

Page 52: Habia una vez una aguja (Cuento)

Después de tanto caminar no le quedaba otro lugar adonde

ir. La aguja entró de nuevo a la sala y se quedó observando

hacia el techo, tenía que reconocer que se había

perdido y jamás regresaría a su joyero, todos habían sido

iguales. Ahora estaba convencida de que no servía para

nada y que debía regresar a la basura, la aguja se quedó en

silencio, encogida en un rincón hasta que una voz dulce la

llamó rato después.

- ¿Hola? ¿Aún estás ahí pequeña aguja?

La aguja abrió los ojos y se dio cuenta que se había quedado

dormida, no veía a nadie y pensó que era un sueño, después

de lo sucedido con la licuadora no quería saber de nadie más.

Lentamente, empezó a alejarse sin saber a donde ir, pero

aquella voz la volvió a llamar, -¿Por qué te vas? Quédate un

rato – la aguja no quiso oírla y siguió avanzando, solo

Page 53: Habia una vez una aguja (Cuento)

que al darse cuenta de que no tenía a donde huir se detuvo

y volteó a ver quien la llamaba.

En una mesita de vidrio pudo ver una figura hermosa, era un

adorno muy fino con forma de mujer, su rostro era delgado

y sus ojos reflejaban cierta melancolía. La aguja se

sorprendió mucho pero no se movió ni dijo nada, la figura

tenía cabello oscuro que le llegaba hasta los hombros y vestía

un traje antiguo. Al verla bien notó que era una muñeca de

porcelana, una bella y pequeña muñeca que sujetaba una

canasta de flores en su mano derecha.

La aguja se quedó observándola por largo tiempo, era muy

bonita y mucho más que la licuadora, sobre todo por

su aspecto humano. No supo qué decirle y pensó que lo

mejor era irse, pero la muñeca la detuvo y le hablo con voz

suave.

Page 54: Habia una vez una aguja (Cuento)

- Hola aguja, ¿estás bien?

- Yo, creo que no.

- ¿Qué te sucede? ¿Puedo ayudarte en algo?

La aguja se quedó en silencio, era la primera vez desde que

salió del joyero que alguien era amable con ella, se

había vuelto un poco desconfiada y quizás detrás de aquella

mirada había otras intenciones como burlarse o despreciarla,

porque en verdad al lado de aquella figura no era nada.

Le habían sucedido tantas cosas y no tenía ánimos de

seguir, pero la muñeca lentamente se movió de su lugar

y se agachó arrodillándose sobre la mesa, su vestido

largo no la dejaba moverse libremente pero, la aguja

pudo ver aquellos ojos verdes y brillantes observándola

fijamente.

Page 55: Habia una vez una aguja (Cuento)

- ¿Necesitas algo? – Preguntó la muñeca sujetando su

sombrero con la mano libre, intentando que no se cayera.

- Estoy perdida, yo vivía en el joyero y por cosas del destino

terminé aquí, no sé como volver y pienso que la señora no se

ha dado cuenta que me perdí.

- ¿No has intentado regresar al joyero?

- Realmente, no.

- ¿Por qué? ¿No sabes dónde está?

- En la habitación de la señora.

Page 56: Habia una vez una aguja (Cuento)

- Yo fui traída hace poco y no conozco mucho sobre

los humanos, pero en la tienda donde vivía las personas

tenían su habitación arriba, en el segundo piso.

- ¿Arriba? – dijo la aguja viendo las enormes escaleras.

- La única forma de regresar sería subiendo por las escaleras.

- Es imposible.

- ¿Imposible? Nunca debes decir eso, yo sé que si te

lo propones regresarás a tu joyero.

- Nunca podré hacerlo, soy una inútil y no sirvo para nada.

La muñeca cambió su expresión y su bello rostro de

porcelana se entristeció. La aguja estaba muy deprimida y no

Page 57: Habia una vez una aguja (Cuento)

sabía cómo ayudarla a sentirse mejor. Pero después de

algunos segundos de silencio, una sonrisa se asomó en

sus labios carmesí y le dijo:

- ¡No te desanimes! Yo sé que las agujas son muy útiles... ¿no

te has dado cuenta de tu propio valor?

- ¿Somos útiles?

- Todos tenemos un propósito en la vida, todos, grandes o

pequeños.

- Eso sí lo sé, pero he conocido muchas cosas, por ejemplo

el reloj nos da la hora, con el teléfono podemos hablar

con quien sea, la lámpara ilumina cuando todo está

oscuro, la licuadora y los cubiertos son muy importantes en

la cocina.

Page 58: Habia una vez una aguja (Cuento)

- Sí, todo lo que dices es verdad, pero...

- Y usted es un bello adorno en esta sala gris, lo primero que

ven al abrir la puerta y lo que la señora de seguro cuida con

mucho cariño.

- ¿Cómo puedo ayudarte? Me has mencionado el valor de

muchos objetos pero no el tuyo.

- ¿El mío?

- ¡Sí, el tuyo! Alguna vez te darás cuenta de lo que vales. Y

sé, que será muy pronto.

Page 59: Habia una vez una aguja (Cuento)

VIII

En eso, la muñeca escuchó un sonido de pasos provenientes

del segundo piso, era la señora que salía de su habitación y se

disponía a bajar las escaleras. Rápidamente, volvió a su lugar

y se acomodó el sombrero con mucho cuidado. La aguja no

se había dado cuenta y cuando reaccionó no tuvo de

otra que dejarse caer inmóvil al suelo.

La señora llegó a la sala y como había dicho la aguja,

lo primero que vio fue a la muñeca pero, notó algo extraño y

se acercó a la mesita. La muñeca no tenía la canasta de flores

en su mano y pensó que tal vez sus sobrinos habían

estado jugando con ella. Empezó a buscarla por todos lados

Page 60: Habia una vez una aguja (Cuento)

hasta que la vio abandonada al borde de la mesa junto al

florero.

La mesa era pequeña y de cristal y por eso su espalda

empezó a reclamarle el esfuerzo, tuvo que agacharse un

poco y cuando iba a cogerla, de repente vio algo brillante en

el suelo.

- ¡Oh! ¡Así que aquí estabas! – dijo la señora con expresión

alegre.

Ella la cogió y cuidadosamente la guardó en un bolsillo

mientras arreglaba a la muñeca y le ponía la canasta de flores.

La aguja no quería saber cual sería su destino, quizás el

basurero la esperaba, pero un rato después al sentir cómo la

señora la ponía sobre una mesa, abrió los ojos tímidamente.

Page 61: Habia una vez una aguja (Cuento)

¡No podía creerlo!, ¡la señora la había llevado de regreso a la

habitación! La aguja estaba realmente conmovida y notó que

la mujer la había puesto a un lado de aquel amado

joyero que tanto extrañó pero, ¿por qué?, ¡si ella no servía!

- Bien, ahora podré arreglar esto – dijo la mujer sacando una

blusa de seda y algunos hilos de la caja. La aguja se quedó

observando. La señora la cogió suavemente y luego de

ponerse sus lentes, atravesó un hilo de color blanco por el

agujero de su cabeza, en esos momentos cogió el botón que

se le había caído y empezó a cocer, luego de algunos

segundos la blusa quedó bien y la mujer dejó la aguja

dentro del joyero. Sonriendo, la señora salió por algunos

instantes de la habitación, dejando a la aguja completamente

sorprendida. La aguja no podía creerlo, todo había sido

extraño y sin querer había descubierto su verdadera utilidad,

así de fácil.

Page 62: Habia una vez una aguja (Cuento)

En eso, escuchó una voz muy conocida y se asomó

por el joyero.

- Te dije que servías aguja, si no te hubieras encerrado en tu

mundo te hubieras dado cuenta de todas las cosas que

puedes hacer.

- ¡Reloj! ¡Te extrañé mucho! – dijo la aguja saltando de

felicidad.

- Yo también, pensé que nunca volvería a verte, me

sentía muy solo.

- ¿¡Viste eso!? ¡Por fin pude ayudar a la señora! ¡Soy tan feliz!

- Me alegra mucho de que hallas descubierto eso y que

volvieras, ahora... ¿¡dónde has estado todo este tiempo!?

Page 63: Habia una vez una aguja (Cuento)

- ¡Tengo mucho que contarte!

Y así fue como la pequeña aguja descubrió su

verdadero valor y se dio cuenta de que todos tenemos un

propósito en la vida, seamos grandes, medianos o

pequeños, o aún seres inanimados. Nadie puede despreciar

a otros por su apariencia, nadie puede hacerte sentir menos

por no ser igual a otros. Cada ser es individual y posee su

propio valor y misión en la vida. Nunca permitas que otras

personas te hagan sentir como si no valieses nada, ahora

sabes que eso no es verdad.

Y si no me crees, puedes preguntarle a nuestra pequeña

aguja…

. . . ~ Fin~ . . .