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53 Habemus Música: el Colegio de San Nicolás Una Academia de Música en la casa de Hidalgo E l Colegio de San Nicolás es una de las instituciones educativas más antiguas de México. Su fundación se remonta al año de 1540 y se debe aquello, al insigne Vasco de Quiroga. Primero, la institución funcionó en la entonces capital de Michoacán: Pátzcuaro, pero al determinarse la ciudad de Valladolid 1 como capital del Obispado, el colegio fue trasladado a tal lugar. En sus aulas se prepararon importantes figuras de la historia de México, destacando entre estas a Miguel Hidalgo, quien estudió en San Nicolás y fue Regente —director— del colegio hacia finales del siglo XVIII; otro personaje que estudió en la institución fue José María Morelos. Desde su fundación el clero controló la institución, encaminándose los estudios llevados a cabo ahí a la carrera eclesiástica, no obstante que en los albores del siglo XIX, se pensaba en un cambio educativo siguiendo las influencias de la Ilustración; el propio Hidalgo habría de proponer, en una disertación por demás elogiosa, un avance en la estructura curricular del colegio, 2 cosa que se interrumpió con el inicio del proceso de independencia. 1 En 1828, en honor de José María Morelos, la ciudad recibió el nombre de Morelia. 2 Miguel Hidalgo y Costilla, Disertación sobre el verdadero método de estudiar teología escolástica, Morelia, UMSNH, 1958.

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Habemus Música: el Colegio de San Nicolás

Una Academia de Música en la casa de Hidalgo

El Colegio de San Nicolás es una de las instituciones educativas

más antiguas de México. Su fundación se remonta al año

de 1540 y se debe aquello, al insigne Vasco de Quiroga.

Primero, la institución funcionó en la entonces capital de Michoacán:

Pátzcuaro, pero al determinarse la ciudad de Valladolid1 como capital

del Obispado, el colegio fue trasladado a tal lugar. En sus aulas se

prepararon importantes figuras de la historia de México, destacando

entre estas a Miguel Hidalgo, quien estudió en San Nicolás y fue

Regente —director— del colegio hacia finales del siglo XVIII; otro

personaje que estudió en la institución fue José María Morelos.

Desde su fundación el clero controló la institución, encaminándose

los estudios llevados a cabo ahí a la carrera eclesiástica, no obstante

que en los albores del siglo XIX, se pensaba en un cambio educativo

siguiendo las influencias de la Ilustración; el propio Hidalgo habría de

proponer, en una disertación por demás elogiosa, un avance en la

estructura curricular del colegio,2 cosa que se interrumpió con el inicio

del proceso de independencia.

1 En 1828, en honor de José María Morelos, la ciudad recibió el nombre de Morelia.2 Miguel Hidalgo y Costilla, Disertación sobre el verdadero método de estudiar teología

escolástica, Morelia, UMSNH, 1958.

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La lucha insurgente afectó San Nicolás al grado de que sus puertas cerraron. En efecto, al llegar Hidalgo a Valladolid el 17 de octubre de 1810, las clases se suspendieron, en tanto que el edificio, que albergara a estudiantes, fue dispuesto como cárcel para los enemigos de la insurgencia.3 Luego, en 1811, los realistas lo ocuparon como recinto de sus huestes militares y así estuvo, deteriorándose y perdiendo valiosos objetos de arte e importantes libros, así como el inmobiliario; por fortuna, algo de lo poco en buen estado que quedaba, fue resguardado en el ex convento jesuita.4

Durante varios años, la máxima casa de estudios de Michoacán mantuvo sus puertas cerradas, y no obstante los intentos para lograr su reapertura,5 no fue sino hasta el 17 de enero de 1847, siendo gobernador del estado Melchor Ocampo, que se reabrió el colegio, con Onofre Calvo como Regente, y con Santos Degollado como secretario. La institución inició labores con la noticia de que ya no sería el Cabildo Eclesiástico —órgano legislativo de la Iglesia— el encargado de dirigir las riendas de la institución, sería ahora el gobierno el que definiría los rumbos que la casa de Hidalgo debía seguir; para la corriente liberal michoacana, esto era un aliciente en su lucha por instaurar un Estado laico.6

Los años siguientes a la reapertura vieron un desarrollo importante en los estudios del Colegio de San Nicolás, llegándose a decir que el nivel académico alcanzado podía equipararse con el de la Universidad de México, sin embargo, en 1863, producto de la intervención francesa, el colegio de clausuró por segunda ocasión, obligando a los estudiantes a terminar el

3 Raúl Arreola Cortés, Historia del Colegio de San Nicolás, Morelia, Coordinación de la Investigación Científica, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1982, pp. 199-200.

4 Pablo G. Macías, Aula Nobilis, Monografía del Colegio de San Nicolás de Hidalgo, México, Ediciones Vanguardia Nicolaita, 1940, p. 87.

5 En 1832, el 8 de noviembre para ser exactos, Diego Moreno, gobernador del estado, expidió un decreto en el cual mandaba el restablecimiento del colegio, sin embargo, los problemas políticos creados por la reforma de Valentín Gómez Farías, impidieron que esto se llevara a cabo. Ibíd., p. 92.

6 Ya desde 1845, el destacado político José Ugarte había hecho gestiones para reabrir el colegio. Ibíd., p. 94-95. Juan de la Torre, Bosquejo histórico de la ciudad de Morelia, Morelia, Universidad michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1986, pp. 137-138.

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año de manera prematura y por consiguiente, la totalidad de sus estudios. Así pues, desde el 30 de noviembre de 1863 hasta el 13 de febrero de 1867, la ciudad de Morelia estuvo ocupada por las fuerzas militares leales a Maximiliano, cosa que impidió todo movimiento educativo Nicolaita, aun a pesar de que el mismo emperador abogaba por una educación pública y laica en el país.

Con el triunfo de Benito Juárez y el restablecimiento de la República en 1867, el Licenciado Justo Mendoza, que fungía como Gobernador del Estado de Michoacán, mandó se reabriera nuevamente el colegio, no obstante, debido a que el edificio se encontraba prácticamente en ruinas, la instalación del plantel se llevó a cabo en las antiguas casas consistoriales, donde funcionaba el Ayuntamiento moreliano y el Colegio de San Rafael. Para este efecto, por medio del denominado Inspector General de Instrucción Pública, se llevó a cabo una convocatoria para formar la plantilla de maestros. La buena respuesta social permitió la pronta marcha de la institución, que inició labores con diez materias y 143 alumnos.7

Para este momento, no se contemplaba todavía la inclusión de clases de música, y pese a que ya existían en la ciudad algunas orquestas y bandas de música de viento. Estas estaban compuestas por unos pocos músicos morelianos y otros foráneos, es decir, se importaban músicos ante la falta de estos en Morelia. Desde finales de la década de 1840 hasta la de 1860, los grupos musicales, o la mayoría de ellos, se formaban casi siempre de un mismo grupo de músicos, que por carácter propio del oficio, sólo se intercambiaban de una orquesta a otra. Algunos de estos provenían de lugares cercanos como Cuitzeo, o más alejados, como Salvatierra, allá en Guanajuato.8

Tenemos entonces, que el músico moreliano, o al menos el que trabajaba en la ciudad, acudía al llamado de la sociedad, no obstante, la falta de un espacio educativo musical que alcanzara a los jóvenes y cubriera

7 Raúl Arreola Cortés, Historia del Colegio..., pp. 280-281. 8 Mariano de Jesús Torres, Diccionario..., tomo I., p. 185. Este asunto lo abordo en mi

libro titulado Los músicos morelianos y sus espacios de actuación, 1880-1911, Morelia, Gobierno del Estado de Michoacán, 2009.

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las necesidades en el sentido social de la música, era evidente. Hasta 1868, la música se aprendía, como señalamos en el capítulo anterior, en espacios cerrados, en escuelas y academias particulares, las cuales impartían el arte de la música a un puñado de niños y niñas de familias privilegiadas, que veían en el arte un pasatiempo que no trascendía más allá de los hogares burgueses. El creciente desarrollo de la ciudad de Morelia, pese a los problemas nacionales, obligaba la atención del músico hacia su público, éste sin embargo aparecía a cuentagotas y no cubría la demanda de diversión que demandaba la sociedad; en este contexto apareció la academia de música del Colegio de San Nicolás.

En 1867, las materias que se enseñaban en la casa de Hidalgo aparecían acordes a las necesidades de la época: gramática castellana, etimología latina, sintaxis, francés, matemáticas, física, derecho natural y de gentes, público eclesiástico y civil, botánica y dibujo. Luego, en 1868 se abrieron las de química, farmacia, pintura, teneduría de libros, y los idiomas inglés e italiano, además de instaurarse una Academia de Derecho. Un año después, en 1869, se creó la cátedra de literatura y alemán, y ese mismo año apareció la Academia de Música.9 La dirección de ésta última estuvo a cargo, decía antes, del excelente músico y maestro Luis I. De la Parra, quien comenzó actividades con las clases de piano, violín, solfeo —el lenguaje de la música—, flauta, sax horn y bombardones, el curso lo iniciaron 108 alumnos y al final, sólo 52 terminaron la enseñanza.10

Las clases de música ofrecieron una opción interesante: aprender un oficio sin descuidar los estudios preparatorios y de carrera. Esto, además de favorecer una educación más completa, le daba al alumno la posibilidad de aprender un oficio que pudiera aplicar de manera práctica y obtener, si se daba el caso, un ingreso económico en favor de una mejor calidad de vida. Esta fue la intención para incluir el estudio del arte aunque por

9 Julián Bonavit, Fragmentos de la historia del Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás de Hidalgo, Morelia, Talleres de la escuela Industrial Militar “Porfirio Díaz”, 1910, p. 159. Pablo G. Macías, Aula Nobilis, pp.117-119. Raúl Arreola Cortés, Historia del Colegio..., pp. 283-284.

10 Ángel Gutiérrez, Los estudios musicales..., pp. 30-32.

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desgracia, se provocó un límite al desarrollo del mismo. Y es que a partir de la idea de incluir clases de música que complementaran los estudios en el colegio, se determinó también el carácter accesorio de instrucción musical, a partir de entonces, la música fue un complemento de formación académica, lo que impidió la profesionalización de la educación musical en el Colegio de San Nicolás.11

El año de 1869 no sólo fue importante por la creación de la Academia de Música, sino también por el cambio de edificio, pues provisionalmente el colegio se instaló en el antiguo ex convento de los Jesuitas, llamado “de la Compañía”, esto mientras se terminaba la reconstrucción del histórico recinto, que por entonces estaba en marcha.12

Mientras tanto, a la espera de una Ley de Instrucción Pública que definiera el rumbo correcto de la educación pública en el estado, el Ejecutivo se encargó de establecer y/o suprimir las cátedras que se llevaban en el Colegio de San Nicolás.13 De esta forma, se aprobaron para la clase de música, varios métodos de estudio para el desarrollo del instrumento, incluyendo la voz; todos eran autoría de prominentes músicos europeos.14

Entonces, para el piano se eligió el método compuesto por Auguste Bertini (1780-1830). Aquél fue un afamado compositor francés cuya procedencia familiar era de músicos. En su haber, figuran 36 Fantasías, tres sonatas dedicadas a Haydn. Además, creó en Londres en 1830, el New Sistem for Learning and Acquiring Extraordinary Facility on all Musical Instruments, un sistema de enseñanza y práctica de la música para todos los instrumentos, años después, en 1855, escribiría su famoso método de

11 Años después las clases de música se abrirían a todo público, es decir, se estableció que no era necesario estar inscrito de manera regular en el Colegio para asistir a la clase del Sr. Parra, bastaba con que el joven interesado se presentase para que el profesor le enseñara los secretos del arte musical. Ibíd., p. 33.

12 Julián Bonavit, Fragmentos de la historia..., p. 159. El traslado se hizo el 20 de marzo, y al día siguiente, se llevó a cabo una fiesta donde participaron músicos y cantantes. Raúl Arreola Cortés, Historia del Colegio..., p. 283.

13 Amador Coromina, Recopilación de leyes..., tomo XIX, pp. 305-306.14 Ángel Gutiérrez, Los estudios musicales..., p. 32.

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piano: Bertini´s Self-teaching Catechism or Music for the Piano Forte.15 Para canto y solfeo, los estudiantes de San Nicolás estudiarían el sistema de estudio creado por José Melchor Gomis y Colomber (1791-1836). Este músico y compositor español, a los siete años figuraba en el coro de la Catedral de Valencia y a los catorce, era ya asistente de maestro de canto. Entre otras cosas, fue director de bandas militares en Valencia y Barcelona (1811 y 1817 respectivamente); su Méthode de solfége et de chant, salió a la luz en 1825.16 Para violín quedó determinado el método de Delfinalar, y para el pistón17 el de Bernoy. Para flauta, se eligió el sistema de aprendizaje construido por el afamado flautista francés Jean-Louis Tulou, quien en 1835 escribió su Méthode de flúte.18

Para inicios de la década de 1870 se suprimieron algunos instrumentos, quedando sólo dos: piano y violín, y la clase de solfeo. La razón del recorte puede estar en la falta de alumnos que aprendieran los instrumentos suprimidos de la clase de música, o en la falta de tiempo de atención por parte del profesor Parra. Las dos opciones son posibles, sin embargo, es más probable que, debido a que en esos años la clase de música se destinaba de manera exclusiva a los estudiantes regulares del Colegio de San Nicolás, es posible que estos se inclinaran más por instrumentos de tradición burguesa como el piano y el violín, dejando de lado aquellos ligados a la música de banda de viento, de corte, digamos, popular.

A partir de 1876, año en que Porfirio Díaz gobernó el país, el discurso político fue en torno al orden y progreso, frase de origen positivista que significó el centro de la política nacional, llevada a la práctica de manera más significativa a partir del avance de la ciencia basada en la instrucción.19 Los planteles educativos tuvieron entonces un apoyo especial, en concreto, se

15 The new Groves Dictionary of music and Musicians, London, McMillan Publishers Limited, 1980, vol. II, p. 639.

16 Ibíd., vol. VII, p. 520.17 Los instrumentos a pistón, que es un sistema de émbolos que conducen el aire por

los tubos del aparato de aliento, son, para el caso de los que se estudiaban en San Nicolás: trompeta, sax horn y bombardones —o bombardino—.

18 The new Groves Dictionary..., vol. XIX, p. 251.19 Raúl Arreola Cortés, Historia del Colegio..., pp. 288-289.

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fomentó la enseñanza de los oficios. Sin embargo, el acceso a la educación estaba más bien restringido para la mayoría de los mexicanos, la razón era la posición de clase, pues el conjunto eran campesinos y obreros pobres.20 Carreras como Jurisprudencia o Medicina, impartidas en el Colegio de San Nicolás, que requerían de los alumnos estabilidad económico-familiar, entre otras cosas, imposibilitaba que jóvenes de clases sociales bajas incursionaran en tal aventura educativa, lo cual les relegaba de manera significativa, imponiéndolos en el grupo de alto porcentaje de población sin estudios académicos.

El 2 de Julio de 1877 se promulgó la Ley de Instrucción Pública del Estado, que sirvió de sustento legal y marco de organización para el Colegio de San Nicolás.21 En este sentido, la instrucción preparatoria se dividió en cinco cursos, en los cuales se debía llevar, en los dos últimos, el aprendizaje de algún arte u oficio, entre los cuales se encontraba la música.22 Entre otras cosas, en la citada ley se declaraba la autonomía en la enseñanza, es decir, la libertad de que los alumnos pudieran asistir a clases de oficios como la música sin necesidad de estar en la matrícula de la institución, es decir, con sólo asistir a la escoleta del Sr. Parra, cualquier persona que acreditara sus dotes musicales, podía aprender el arte de Euterpe.23

Pese a que el panorama jurídico apuntaba hacía una reorganización de la enseñanza en el Colegio de San Nicolás, esta ley de Junio de 1877 se derogó un mes después sin saberse con exactitud la razón de esto. Y no obstante el vacío en cuanto al marco jurídico-educativo, la instrucción musical se impartió regularmente en el colegio durante toda la década de 1870, siendo la clase del Sr. Parra una de las que más apoyo recibió por parte de las autoridades educativas, ejemplo de ello es la partida de 600 pesos anuales, recurso que el director de la academia de música recibió a

20 Ídem.21 Julián Bonavit, Fragmentos de la historia..., p. 162.22 Se incluía también la imprenta, telegrafía o encuadernación. Capítulo VII, Artículo

33 de la Ley de Instrucción Pública del Estado de Michoacán. Amador Coromina, Recopilación de Leyes..., tomo XXIV, pp. 84-85.

23 Ibíd., pp. 77- 78.

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finales de la década de 1860 y principios de 1870.24 Este ingreso es más alto que el de cualquier otro profesor del colegio, cuyos sueldos fluctuaban entre los 400 y 450 pesos anuales.25 Sin embargo, cabe decir que el maestro de música tenía que pagar, de su sueldo, algún ayudante para que lo apoyara con las clases, esto en función de la cantidad de alumnos. Años después, se abrió una partida de 200 pesos extra, que habrían de destinarse para un asistente de violín, libres estos del ingreso que el director de la academia recibía.

Hasta finales de 1870 la academia de música del Colegio de San Nicolás, funcionó sin mayores problemas que los ocasionados por algunas limitantes, como la falta de textos de música suficientes e instrumentos, no obstante, la apertura de esta opción educativa fue aceptada por los estudiantes del colegio, quienes asistieron siempre en número significativo a las clases del Sr. Parra.

¡Que suene la música Don Porfirio!

Porfirio Díaz gobernó por tres décadas entre 1876 y 1911,26 y durante ese tiempo, el país experimentó una serie de transformaciones políticas, económicas y sociales, que hicieron que en el extranjero se hablara del milagro mexicano. Esto se debió a la recuperación económica que se observó en el periodo, al desarrollo de la industria —México se convirtió en el principal productor de cobre en mundo—, y a otros aspectos determinantes del progreso nacional que permitían señalar que el país ingresaba al grupo de países considerados modernos. Para entonces, la modernidad se medía por avance industrial, por la ampliación de medios de comunicación, por ejemplo, en torno al tendido de vías férreas, de telégrafo

24 Ibíd., tomo XIX, pp. 305-306.25 Raúl Arreola Cortés, Historia del Colegio..., p. 284.26 Entre 1880 y 1884 fue presidente de México Manuel González, quien había sido

gobernador de Michoacán. Se sabe que en realidad, quien mandaba era precisamente, Porfirio Díaz, quien en 1884 tomó de nuevo el poder, para no dejarlo hasta que la revolución le obligó a ello; se exilió en Paris en 1911, y allá murió en 1915.

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y teléfono, la luz eléctrica, por la instalación de bancos internacionales y el desarrollo de la banca local, y hasta por la llegada de elementos novedosos, como el cinematógrafo, que formaban parte de los adelantos tecnológicos de Occidente. Todo esto fue común en la época de don Porfirio, cosa que pudo verse principalmente en las capitales de los estados o ciudades importantes del país, como Morelia, donde la modernidad podía palparse in situ.

En el proceso, la educación fue un elemento indispensable para el desarrollo del país, lo cual explica el enorme apoyo a proyectos como el que se dio con la Academia de Música del Colegio de San Nicolás y en general, con los estudios de aquella histórica institución.

Desde su creación en 1869, los estudios musicales en la casa de Hidalgo se habían dado con regularidad y ya en el porfiriato, era evidente el desarrollo del área tomando en cuenta por ejemplo, la participación social de los jóvenes músicos de la academia, en los eventos culturales de la ciudad. Es por esto que en los reglamentos y leyes normativas estatales donde se incluía a San Nicolás, desde entonces se hizo mención a la clase de música y el arreglo a sus necesidades.

En 1880 apareció el Reglamento del Colegio de San Nicolás. En la norma, quedó establecido que la música debía enseñarse en horarios “extraordinarios”, que no interviniesen con las otras actividades de los alumnos inscritos de manera regular, con objeto esto, de que pudiesen terminar sus estudios teniendo la música un carácter de complemento como ya se ha señalado. Se reafirmó además, la facilidad de ingreso a la Academia de Música pues no había requisitos especiales, estableciéndose incluso, el hecho de que los estudiantes no estaban obligados a aprobar el curso. Evidentemente, Esto atraía a los alumnos y fomentaba el desarrollo del arte de Euterpe, y se hacía cumplir el propósito de que el arte musical hiciera migas entre los jovenes, con objeto de que estos aprehendieran los conocimientos musicales, cuyo uso sería un complemento ideal para los alumnos de la casa de Hidalgo.

Mientras esto sucedía con las clases de música, la nombrada Junta de Superiores del colegio, se había reunido desde 1880 con objeto de crear un nuevo Plan de Estudios, muy necesario, según afirma Pablo Macías,

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para adecuar la instrucción al contexto del momento.27 El proyecto fue presentado al gobernador, y éste, a su vez, al poder Legislativo del estado; el resultado fue una ley de educación promulgada en diciembre de 1881. De lo más importante en cuanto a lo que me ocupa: la música, se quiso frenar la deserción escolar, que era muy alta entonces, por lo que se optó por crear estudios especiales, que más que carreras, eran cursos prácticos que prepararían al estudiante para el trabajo a corto plazo. Dentro de este plan estaba la academia de música, además de otras opciones, entre las que se encontraban: teneduría de libros y correspondencia, lecciones orales, derecho mercantil y geografía descriptiva.28 Al interior de la academia de música se creó además, junto con la cátedra de solfeo, una clase de canto superior que ampliaba el alcance de las clases de música,29 y a partir de 1881, el acceso a la academia se amplió a jóvenes ajenos al colegio, es decir, no inscritos de manera regular.

Hasta aquí, la academia de música no sólo se conservaba dentro del organigrama de la casa de Hidalgo, sino que sus estudios se ampliaron en sentido social, logrando que la instrucción musical estuviera a alcance de jóvenes de baja condición económica, es decir, entre otros, hijos de artesanos, campesinos u obreros.30 Sin embargo, es importante afirmar que, pese a la idea de hacer llegar el arte musical a sectores, digamos, marginados de la sociedad moreliana, lo cierto es que aparecen mayormente en las listas de exámenes durante la década de 1880,31 alumnos que estudiaban otra carrera al interior del colegio, por lo que es probable que las clases de música no eran del todo aprovechadas por

27 Pablo G. Macías, Aula Nobilis…, p. 119.28 Raúl Arreola Cortés, Historia del Colegio..., pp. 289-290.29 Memoria de Gobierno de 1884, anexos, número 5, Morelia, Imprenta del Gobierno,

1884. Además, esta cátedra de solfeo, cuyo estudio siempre había estado junto con la de piano, se separó en enero de 1882 para establecerse de manera independiente. Julián Bonavit, Fragmentos de la historia..., p. 170.

30 Ibíd., p. 165.31 Ver al respecto: Archivo Histórico de la Universidad Michoacana (en adelante

AHUM), fondo gobierno, sección instrucción pública, serie Colegio de San Nicolás, subserie Academia de Música, libro 18, fs. 4-25.

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jóvenes de escasos recursos. No obstante, hay que tomar en cuenta de

que, por reglamento, al menos desde 1881, en la academia de música

no era obligatorio hacer examen, por lo que es posible que sí hayan

asistido a recibir instrucción alumnos no inscritos de forma regular, que

al final de año, no fueron examinados, y por tanto, no quedó un registro de ellos. En concreto, las clases de música se estructuraron a partir de

la década de 1880 como complemento para dos tipos de alumnos: los

inscritos de manera regular y los externos, es decir, aquellos no inscritos

en alguna carrera. Estos últimos pudieron ser jóvenes de baja condición

social, aunque su paso por el plantel esté oculto o desaparecido en algún

registro, lo interesante del caso es que pese a la intención de cubrir al

mayor número de michoacanos, lo cierto es que las clases de música

fueron aprovechadas principalmente por alumnos inscritos de manera

regular.

La restauración del antiguo edificio del Colegio de San Nicolás llegó a término el 21 de mayo de 1882 y fue excelente pretexto para llevar

a cabo, como se acostumbraba en aquella época, un evento cultural-

artístico, donde participaron por supuesto, varios alumnos de la clase del

Sr. Parra.32

La velada musical estuvo presidida por el gobernador de

Michoacán, Pudenciano Dorantes; su presencia en el evento era señal

de la importancia que para el Estado, era la educación y el logro

que en consecuencia, significaba reinaugurar la casa de estudios más importante de la entidad. El programa general se llevó a cabo en

tres partes, contándose como era ya costumbre, piezas selectas de la

tradición musical de Occidente.

En la primera, una orquesta dirigida por Luis de la Parra, ejecutó

la obertura Semiramis; luego, una señorita de nombre Luisa Mesa cantó la

fantasía Aurora; enseguida, el gobernador dictó el discurso oficial alusivo al momento y, luego de la respuesta al mismo, se ejecutó con gallardía

32 Ibíd., p. 292. En 1882 se terminó el primer patio del edificio del colegio, la

construcción del segundo se terminó en Septiembre de 1883. Julián Bonavit, Fragmentos para la historia..., pp. 170-171.

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el Himno Nacional Mexicano, que para entonces era la pieza obligada en todo evento oficial.33 Otra dama, Pilar Briz, cantó el fragmento de la ópera Mariano Failero; y a continuación, el alumno José Carranza ejecutó al piano, las variaciones de la ópera Belisario; y finalmente, Francisca Bernal cantó la Aria Ah por lui I´anima.

La segunda parte de la velada comenzó con la Obertura de Campanone, tocada por el alumno Antonio Verduzco y María Ojeda; en seguida, al violín, el Lic. Felipe Rivera, ex alumno de San Nicolás, acompañado al piano por el alumno José Gómez, interpretó la fantasía D´Aland. Siguió la cavatina Viene f´ af afrenta de la ópera Macbeth, que fue cantada por Luisa Monge acompañada por dos pianos; luego una oda, recitada por el alumno de Jurisprudencia, Agustín Martínez; y en seguida se ejecutó un vals para concierto obra de Tito Mallet, ejecutado por María Gutiérrez; a continuación se escuchó una poesía interpretada por el polígrafo Mariano de Jesús Torres; y para finalizar la segunda parte del evento, un paso brillante sobre motivos del Trovador, ejecutados por los alumnos Manuel Guerrero y José Gómez.

La tercera y última parte se compuso de cuatro intervenciones. La primera fue la cavatina Come por me sereno de la Sonámbula, cantada por Luisa Monge; luego, una parte de la ópera I Masda nieri Tu el mio Carlo del Seno Volasti, cantado por la señorita Ortiz de Bernal; a continuación, el Éxtasis y el Beso, cantados, el primero por la señorita Monge, y el segundo nuevamente por la señorita Ortiz de Bernal; y para finalizar el magno evento, la orquesta dirigida por el Sr. Parra ejecutó el Himno Nacional Mexicano dando por terminada la velada que inauguraba el tradicional edificio del Colegio de San Nicolás.34

33 No siempre fue así. Cuando fue inaugurado y tenido como pieza oficial en época de Antonio López de Santa Anna, el Himno Nacional Mexicano no fue aceptado por el grueso de la sociedad mexicana según ha descubierto Ricardo Miranda, siendo la Marcha Zaragoza, que Aniceto Ortega compuso en honor al triunfo del Ejército Mexicano en 1862 sobre las tropas francesas, la que se tomaba como canción de la patria. Pero la letra de Bocanegra con la música de Nunó se impuso finalmente. Ricardo Miranda, “Identidad y cultura musical…”, pp. 23-24.

34 Julián Bonavit, Fragmentos para la historia..., pp. 170-171.

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La participación en el evento de algunos alumnos que asistían a la academia de música del colegio no fue de hecho, fortuita ni casual. La intención fue hacer patente el apoyo del Estado en la educación pública, particularmente en lo relacionado con el arte de la música. El evento es muestra además, de que se seguía en San Nicolás, la tendencia general en México, de favorecer el desarrollo de la música de concierto occidental, pues fue norma durante el siglo XIX el fundar artísticamente la sociedad mexicana, tomando como ejemplo el romanticismo musical europeo, especialmente la ópera y un grupo en particular de compositores, que representaban, a decir de los impulsores de tal cosa en el país, lo mejor de la música de Europa.35

La música además, era desde entonces, una actividad sumamente atrayente, y para un estudiante con aspiraciones de clase, significaba un escaparate fundamental. Precisamente, las calificaciones obtenidas en la clase de música de Lic. Parra permiten comprobar esto en cierta medida. De entrada decir que, en lo general, las notas obtenidas por los alumnos fueron casi siempre superiores al de otras carreras impartidas en el colegio.

En este sentido, en los tres primeros años de la década de 1880 las notas son de buenas a modestas, con la característica de que no hay registro de la cátedra de violín porque no había maestro de este instrumento en esos momentos, ya que el Sr. Parra, si bien era un muy buen maestro de música y sumamente experimentado, o no ejecutaba el violín o simplemente no enseñaba tal instrumento. En 1880, la clase de piano contó con 15 alumnos quienes lograron notas de regulares a buenas, y sólo dos de ellos se distinguieron con calificaciones inferiores, la mayoría pasó con cierta regularidad sin alcanzar la excelencia.36 En años posteriores, casi desaparecerán las calificaciones ínfimas, repuntando, en general, los niveles de los alumnos que en ocasiones obtuvieron premios más importantes, en comparación de otras carreras.

El año 1881 fue mayormente prolífico en cuanto a asistencia se refiere. Hicieron examen en aquella oportunidad 21 jóvenes en la cátedra de piano,

35 Cfr. Ricardo Miranda, “Identidad y cultura musical…”.36 Ídem.

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de los cuales, la gran mayoría obtuvo calificaciones supremas, y seis de ellos lograron mención honorífica; en solfeo, en el mismo año, 17 alumnos presentaron examen obteniendo calificaciones regulares y buenas sin llegar ninguno a la suprema ni a la mención honorífica37. Un año después, sólo 8 alumnos en piano y 10 en solfeo fueron examinados, y aunque pocos, sus calificaciones aparecen de buenas a supremas, obteniendo sólo dos de ellos, de la cátedra de solfeo, la calificación regular.38 Los alumnos más destacados, de 1880 a 1882, fueron, por mucho, José Gómez, Miguel Mesa Ochoa, y Daniel, Carlos y Manuel Guerrero.

El motivo de mencionar las calificaciones, es dar una idea del desarrollo de la academia en cuanto al desempeño intelectual de los alumnos. Puede verse entonces, cómo en los primero años de existencia de la clase de música, los registros de calificaciones son malos a regulares, y con el paso del tiempo, aparecen las notas de excelencia, y como he dado prueba en mi libro Los músicos morelianos y sus espacios de actuación, publicado en el 2009,39 varios de los alumnos mencionados, fueron actuantes comunes en los eventos importantes de la ciudad de Morelia, comprobando que el aprendizaje del arte de Euterpe se hacía con calidad en San Nicolás.

En 1883, con objeto de incentivar aún más la actividad musical, el profesor Parra presentó un proyecto donde proponía varias cosas. Una de ellas era la creación de un cuarteto de cuerdas compuesto por violín, viola, violonchelo y contrabajo; el plan además, contemplaba un curso de armonía, composición, instrumentación y discurso melódico, y para la clase se solfeo, se sugería incluir un profesor que diera a la vez clase de canto superior. Pese a la importancia de la propuesta, el gobierno de Pudenciano Dorantes, mediante un decreto, fechado el 24 de diciembre de aquél año, estableció sólo la cátedra de solfeo con la única novedad de que un profesor adjunto daría la clase de canto superior.40

37 Ibíd., f. 2.38 Ibíd., f. 3.39 Alejandro Mercado Villalobos, Los músicos morelianos y sus espacios de actuación, 1880-

1911, México, Gobierno del Estado de Michoacán, Secretaría de Cultura, 2009.40 Ángel Gutiérrez, Los estudios musicales…, p. 34.

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Es posible que con éste proyecto, el señor Parra pretendiera no sólo el aumento de asignaturas, lo cuál sería de por sí importante en esos momentos, sino el desarrollo de la academia de música hacía su virtual elevación como carrera, lo cual resulta lógico con base en el desarrollo que la academia iba teniendo, en tanto a la asistencia regular de alumnos, la apertura de las clases de música a jóvenes ajenos a la matrícula regular del colegio, la participación cada vez más constante en programas culturales, de jóvenes músicos provenientes de San Nicolás. No obstante, las clases de música continuaron como hasta ese momento, como un complemento, a los estudios de los alumnos regulares, y una opción para jóvenes externos, que quisieran aprender la música.

No obstante el revés en el proyecto académico del Sr. Parra, la academia siguió ofreciendo resultados, se dice en este sentido, que de ella salieron jóvenes muy aventajados que figuraron dentro de las listas de ejecutantes, compositores y directores de orquesta de los principales grupos de la entidad.41 Sin embargo, hizo falta el apoyo al proyecto del Sr. Parra, sobre todo para que la instrucción musical ascendiera de nivel académico en beneficio de los grupos musicales que actuaban en la ciudad de Morelia, quizá siguiendo el ejemplo de lo que sucedía en la capital del país, con el funcionamiento del Conservatorio Nacional de Música.

Lo que es importante destacar en el proceso de desarrollo de la academia, fue la compra material para la clase de música, que incluía la compra periódica de composiciones musicales para la práctica artística, en especial, se adquirían piezas para piano, libros de teoría musical o algunos otros materiales relacionados.42 En junio de 1884, por ejemplo, se recibieron varios ejemplares del opúsculo Principios elementales de música, y obras como Romeo y Julieta, la obertura Guillermo Tell, la ópera Carmen, de Bizet, entre otras, así como diversas piezas bailables incluso, entre estas algunas polkas, schottisch y mazurcas.43 Los títulos, autores y géneros

41 Mariano de Jesús Torres, Diccionario…, p. 25.42 Julián Bonavit, Fragmentos para la historia…, pp.172-173. 43 Memoria de gobierno de 1885, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexos, número

15, 1885.

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ejemplifican el tipo de música cultivada en el México decimonónico, y las preferencias, decía antes, por la música europea, destacando por mucho, autores como Rossini y Bizet, entre otros, que se hicieron famosos por la composición de óperas, que fue por mucho, el género preferido de los mexicanos del siglo XIX.44

Hasta aquí, la clase de música de la casa de Hidalgo se distinguió por proveer a sus alumnos la capacidad técnica e interpretativa necesaria, lo que les permitió la ejecución de música de todo tipo, desde piezas sencillas como una polka, hasta obras de difícil ejecución, desde oberturas hasta una ópera o una fantasía. Con esto, se comprueba que la línea de enseñanza de aquella academia, aunque al parecer simple y de carácter accesoria, pretendía la enseñanza musical de una manera correcta, que alcanzara para la difícil ejecución de la música europea, abogando a que sus alumnos, algunos de ellos de probable ascendencia humilde —hablando en el sentido social—, aprendieran el arte de Euterpe sin las limitantes de una enseñanza superficial, es decir, aquella que no va más allá del conocimiento musical, empírico, lo que en el argot musical se denomina lírico, esto es, sin nociones técnicas de música, ni conocimiento profundo o de cierta profundidad en solfeo, armonía, composición o dirección musical.

En el plan general del gobierno porfirista se incluía hacer partícipe a la sociedad mexicana en el desarrollo del país, para esto, la educación era básica, por tanto, se abrieron oficios artesanales en escuelas públicas, en el Colegio de San Nicolás por su parte, dos fueron las posibilidades en este sentido.

La primera fue abrir clases prácticas, sin el carácter de carrera, sobre alguna actividad propia del contexto local, que sirviera como preparación para el trabajo a corto plazo; dentro de estas opciones estaban, como ya hemos visto, la música; y entre otras: dibujo, pintura y teneduría de libros, aunque esta última fue luego incluida como materia obligatoria para algunas

44 Véase al respecto: Aurea Maya, “La herencia cultural de la ópera mexicana del siglo XIX”, en: Ricardo Miranda y Aurelio Tello (coordinadores), La música en los siglos XIX y XX…, pp. 81-111.

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carreras. Además, como ya se ha señalado, para facilitar el acceso a estas

clases, se eliminaron los requisitos de ingreso, que permitía, al menos en

el papel, el que jóvenes de escasos recursos económicos tuvieran acceso a

la educación;45 incluso se dio oportunidad a jóvenes del interior del estado

para que se instruyeran en las aulas del colegio.

Aquí se desprende la segunda opción de acceso al colegio, que era el

apoyo económico mediante una pensión a jóvenes sin medios económicos

suficientes para asistir a una escuela, aunque esta fuera pública. En el caso de los municipios, el apoyo dependía de lo holgado de sus recursos, ya

que era del propio erario municipal que salía la pensión. De esta manera,

algunos alumnos se vieron favorecidos y tuvieron la oportunidad de

acceder a la educación formal de carácter superior. En este sentido, es

menester señalar que no sólo en el colegio se dio esto de las pensiones,

también en otras instituciones de enseñanza que abrió el gobierno se

dieron, o se promovieron apoyos de este tipo, tal es el caso de la Academia

de Niñas o de la Escuela de Artes y Oficios. En general, las pensiones se otorgaban siguiendo reglas específicas,

contenidas en un reglamento dictado por supuesto por el gobierno. A este

respecto, se mandó escoger a un alumno o alumna por cada distrito del

estado, los cuales debían cubrir algunos requisitos, entre los que destacan:

edad de 9 a 14 años, obligadamente de familia de escasos recursos, con

conocimientos de instrucción primaria, mostrada aptitud, capacidad y

buena salud.46 Con estos requerimientos, la intención era clara: favorecer

al más alejado de la educación superior por un lado, y aumentar las

probabilidades de que el alumno concluyera sus estudios. En realidad,

fueron muy pocos los que tuvieron el beneficio de la educación con esto de las pensiones, en función de la cantidad de jóvenes en edad escolar que

45 Ídem. Memoria de gobierno de1889, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexos,

número 16, 1889. Esto no fue así en realidad, ya que fueron generalmente los jóvenes

de clase media los que se beneficiaron con la educación práctica, y aunque la posibilidad estaba abierta, y la intención del gobierno era favorecer a las clases sociales bajas, lo cierto

es que, en casos como la música, pocos fueron los jóvenes de escasos recursos los que

asistieron a recibir instrucción.46 Amador Coromina, Recopilación de leyes..., tomo XXXII, pp. 290-292.

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había en el estado, pero sin duda el proyecto pretendía dar una oportunidad de superación al menos a algunos michoacanos, en función del alcance del erario estatal.

En el Colegio de San Nicolás en especial, se daban las pensiones a alumnos que las merecían por su desempeño escolar, mediante las cuales estos podían emigrar a hacer estudios en otras instituciones del país. En estos apoyos, a diferencia de los otorgados directamente por el gobierno, sí se incluyeron a alumnos de música y de otras carreras accesorias, ejemplo de esto es la joven María Villarreal, a la que se otorgaron 182 pesos 50 centavos anuales, recurso que le permitió hacer estudios en el Conservatorio de Música en la ciudad de México; otro ejemplo, aunque no en el área de música, lo tenemos con Espiridión Domínguez, quien recibió a principios de 1890, 300 pesos anuales para estudios en la Escuela de Bellas Artes de la capital del país.47

Además de ellos, en los registros de pensiones que hemos consultado, se mencionan en la última década del siglo XIX y principios del XX, apoyos económicos a por lo menos treinta alumnos, entre los cuales se incluyen los citados María y Espiridión y a otros, de los que no se hace mención más que sólo en número, tal es el caso de “...cuatro alumnos que hacen sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes, Escuela Normal de Profesores, Conservatorio Nacional de Música y Escuela Nacional de Agricultura”, esto con fecha del año de 1900.48

Si bien, es cierto que las clases de música eran accesorias y complementarias, y se daban en horarios extraordinarios para que no

47 Raúl Arreola Cortés, Historia de Colegio…, p. 304.48 De estos cuatro, suponemos que dos son los ya mencionados María y Espiridión

ya que los registros varían año en año en cuanto al formato, es decir, mientras en algunos casos se mencionan los nombres de los pensionados, en otros sólo se señala el número de ellos. Espiridión Domínguez por ejemplo, aparecen registros de él desde 1893 hasta 1899. Mientras tanto, de María Villarreal, el registro comienza también en 1893 y de extiende hasta 1898, también en cuanto a su nombre, porque el dato de los cuatro alumnos, donde suponemos que está incluida María, es del año de 1900. Amador Coromina, Recopilación de Leyes..., tomo XXXII, pp. 122 y 264-265; tomo XXXIV, pp. 186 y 346-347; tomo XXXV, pp. 48 y 228-229; tomo XXXVI, pp. 124-124 y 145; tomo XXXVII, pp. 80 y 329.

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afectaran a los alumnos que cursaban carreras y la música al mismo tiempo, estos ejemplos demuestran que el arte de la música atraía tanto a los estudiantes que estos tomaban muy en serio la escoleta musical, lo suficiente como para lograr la excelencia, misma que muchas veces se vio reflejada en las fiestas morelianas, en las que participó el músico egresado de la casa donde se instruyó Hidalgo. Por cierto, se menciona que por allá, en ésta época, el Colegio de San Nicolás contaba con una buena orquesta, compuesta por alumnos que asistían a la academia de música de la institución.49 No obstante, son pocas las noticias de dicho grupo que aparecen en la prensa de la época, quizá por la falta de actividad musical de la misma o por una efímera vida.

Mientras tanto, la cátedra de violín, que había estado desde 1880 a 1883, sin maestro ni alumnos, vio, en este año de 1883, la reincorporación de un profesor. Este año fue bueno, no sólo de violín, sino de toda la academia de música y aunque pocos, 21 alumnos en piano, 12 en solfeo y solamente 7 en violín, presentaron un aprovechamiento notable y las calificaciones fueron más que aceptables, lo que denota el avance cualitativo de aquella área artística del colegio.50

Para los años de 1884 a 1886, las calificaciones fueron en general buenas, estando la matrícula de alumnos de 10 a los 18 jóvenes por clase. El primero de estos tres años presenta muy buenas calificaciones, por ejemplo, de los once alumnos que cursaron piano, ninguno obtuvo la calificación más baja, es decir, la “ínfima”, aunque sólo uno pudo conseguir mención honorífica. Igual sucedió en las cátedras de “música”51 y violín, ya que ningún alumno bajó de calificación

49 Xavier Tavera Alfaro, Morelia. La vida cotidiana durante el porfiriato. Alegrías y sinsabores, Morelia, Morevallado editores, 2002, p. 76.

50 AHUM, fondo gobierno, sección instrucción pública, serie Colegio de San Nicolás, subserie Academia de Música, libro 18, fs. 4 y 5. Memoria de gobierno de 1884, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexo, número 5, 1884. En esta memoria, el número de alumnos no coincide con los registros de calificaciones habidos en el AHUM, esto se repite en los siguientes años, en los cuales, la diferencia de alumnos es común.

51 Esta designación de “música” aparece en los registros de esta manera, suponemos que es la clase de solfeo a la que se refiere.

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“buena”; de estos dos grupos, siete obtuvieron la mayor mención, la honorífica.52

1885 fue un año considerablemente bueno, entre otras cosas, debido a lo excelente de las notas, por lo que puede decirse que fueron las mejores en la corta historia de la academia; superaron incluso, las del año siguiente. Fueron 15 los alumnos que asistieron a la clase de solfeo en el año referido, 11 en violín y 9 en piano. De estos, la clase de piano resultó ser magnifica, las calificaciones fueron excelentes, seis alumnos con nivel de “suprema”, cuatro de estos con mención honorífica y sólo tres en escala de “muy bien”. Sin embargo, las clases de solfeo y violín no fueron la excepción, por lo que las notas obtenidas fueron excelentes. En ambas cátedras, la mínima calificación fue “buena” y, aunque sólo un alumno obtuvo mención honorífica en las dos, ese año fue el mejor, en este sentido, hasta ahora.53

Seis alumnos en piano, nueve en solfeo y sólo tres en violín es el registro de calificaciones del año de 1886. Un año raquítico en cantidad de alumnos examinados, y modesto en relación a sus calificaciones, pese a esto, no hay una sola calificación “ínfima”, todas van de “regular” a “suprema” y una sola mención honorífica que enmarca este año escolar.54

Mientras tanto, los últimos años de la década de 1880 presentaron un panorama de alumnos examinados en cantidad modesta. La cátedra de violín fue la que menos alumnos tuvo; sólo alcanzó en promedio los cuatro estudiantes por año, ocho de 1887 a 1889. Mientras tanto, las cátedras de piano y solfeo fueron las más concurridas, y entre estas, la segunda obtuvo el mayor número de estudiantes que presentaron examen sin llegar tampoco a sobrepasar los catorce alumnos. En cuanto a calificaciones, estas fueron

52 AHUM, fondo gobierno, sección instrucción pública, serie Colegio de San Nicolás, subserie Academia de Música, fs. 7, 8 y 9. Memoria de gobierno de 1885, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexo, número 12, 1885.

53 Memoria de gobierno de 1886, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexo, número 23, 1886. AHUM, fondo gobierno, sección instrucción pública, serie Colegio de San Nicolás, subserie Academia de Música, f. 10.

54 Ibíd., f. 11.

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de “buena” a “suprema”, resultando catorce menciones honoríficas en tres años, en los que solamente un alumno obtuvo la calificación “regular” y dos “más que regular”. De ahí en adelante, la “suprema” se impuso logrando que la cartilla de calificaciones fuera la carta de presentación de la academia, justificando los recursos a ella destinados.

A partir de la década de 1880, la Academia de Música experimentó un desarrollo más importante que en la década de 1870. Este avance se hace evidente sobre todo por las noticias periodísticas de la época, que dan cuenta de la participación de alumnos nicolaitas en eventos públicos. En 1883 por ejemplo, en la entrega de premios a los alumnos destacados del Colegio de San Nicolás, en la parte artística se distingue la participación de una orquesta dirigida por Luis de la Parra, en la cual figuran algunos alumnos de la clase de música del colegio. Entre ellos, Rómulo Valenzuela, Rafael Zamora, Alberto Silva, Ramón Santoyo, José Monge, Luis Acha, Carlos Guerrero, Bernabé Carrillo, Benjamín Ojeda, José maría Rodríguez y Jesús Zamora, entre otros. Estos alumnos lucieron sus adelantos musicales en esa ocasión ejecutando piezas de dificultad considerable, como la fantasía a ocho manos (dos pianos), sobre el tema de las óperas Ernani y Lombardi, entre otras.55

Lo anterior fue común durante toda la década de 1880 y prácticamente el resto del periodo porfirista, ya que los alumnos de la clase de música destacaron siempre que hubo ocasión, como la entrega de premios de escuelas oficiales o ceremonias cívicas, entre otras. Mientras tanto, como muestra de su inmersión al plano laboral, los jóvenes estudiantes de música del Colegio de San Nicolás también aparecen en eventos no oficiales, como audiciones y conciertos. Ejemplo de esto es el concierto que se llevó a cabo en el Teatro Ocampo —el más antiguo de la ciudad—56 en

55 Periódico Oficial, Morelia, 7 de noviembre de 1883, p. 2.56 El Ocampo se construyó en 1828 con el nombre de Coliseo. Fue el espacio

preferido de los morelianos para las expresiones artísticas durante el porfiriato. Sobre su historia, véase a: Raúl Arreola Cortés, Breve Historia del teatro Ocampo, Colección Nuestras Raíces número 8, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Instituto de Investigaciones Históricas, Instituto Michoacano de Cultura, Morevallado Editores, 2001.

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noviembre de 1885, en honor de la banda de música del 8º Regimiento. En este evento destacaron los nicolaitas José Gómez, Benigno Gómez y José Monge, al lado de músicos de renombre como Ramón Martínez Avilés y Encarnación Payén.57 Esto nos permite afirmar la correspondencia entre la enseñanza en el aula y la práctica, en el aspecto de la actividad musical como tal.

En 1890, el número de alumnos examinados fue modesto, diez en solfeo, nueve en piano y seis en violín. Los alumnos con mejores notas de estos últimos años de 1880 fueron Felipe Martínez, Antonio Arias, Carlos Murguía, Roque Macouzet y Donato Ponce de León, todos con calificación suprema y mención honorífica.58 Es interesante observar la forma en que un grupo de estudiantes destacaron en sus clases y luego, figuraron en eventos importantes de la ciudad, lo que es muestra además, de la dinámica social del momento, que aducía la (re) construcción social en un periodo de consolidación de identidades, y la música fue una y muy importante herramienta de reafirmación de vínculos entre los miembros de la sociedad moreliana, lo cual no es, sin embargo, exclusivo de aquellos, ya que el proceso fue similar sin duda, en el resto del país, lo que puede verse principalmente, en ciudades capital o en urbes comerciales de regiones importantes.59

57 Gaceta oficial, Morelia, 29 de noviembre de 1885, p. 1.58 Calificaciones y registro de alumnos para 1887: AHUM, fondo gobierno, sección

instrucción pública, serie Colegio de San Nicolás, subserie Academia de Música, libro 18, f. 12. Memoria de gobierno de 1887, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexo, número 29, 1887. Calificaciones y registro de alumnos para 1888: AHUM, fondo gobierno, sección instrucción pública, serie Colegio de San Nicolás, subserie Academia de Música, libro 18, f. 13. Calificaciones y registro de alumnos para 1889: AHUM, fondo gobierno, sección instrucción pública, serie Colegio de San Nicolás, subserie Academia de Música, libro 18, fs. 14, 15 y 16. Memoria de gobierno de 1890, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexos, número 10, 1890. Registro de alumnos para 1890: Ibíd., anexos, número 11.

59 El panorama mexicano al respecto no es diferente del resto de Latinoamérica. Diversos estudios sobre la cultura musical dan prueba de ello. Véase como ejemplo a: Consuelo Carredano y Eli Victoria, Eli (editoras), Historia de la música en Hispanoamérica en el siglo XIX, México, Fondo de Cultura Económica, número 6, 2006.

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Tabla I. Asistencia de alumnos a la clase de música del Colegio de San Nicolás

Año Materia Alumnos inscritos

Alumnos examinados

1880 Piano 151880 Solfeo 91881 Piano 211881 Solfeo 171882 Piano 101882 Solfeo 81883 “música” 151883 Piano 21 211883 Solfeo 111883 Violín 71884 Piano 13 111884 Solfeo 18 181884 Violín 19 101885 Piano 23 101885 Solfeo 25 151885 Violín 11 111886 Piano 191886 Solfeo 251886 Violín 161887 Piano 61887 Solfeo 111887 Violín 31888 Piano 9 81888 Solfeo 14 141888 Violín 5 41889 Piano 9 71889 Solfeo 10 181889 Violín 6 4

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1890 Piano 12 81890 Solfeo 25 101890 Violín 4

Nota: la lista de anterior incluye cantidades de alumnos que corresponden a los años de 1880 a 1890. Recordemos, para entender la tabla, que la clase de música era una materia accesoria, por lo que los asistentes a ella no hacían examen más que por iniciativa propia. Las casillas vacías se deben a la falta de datos en las fuentes. Fuentes: Memorias de Gobierno de 1883 a 1904; AHUM, fondo gobierno, sección instrucción pública, serie Colegio de San Nicolás, subserie Academia de Música, libro 18.

Hasta aquí, lo que resulta del examen de las calificaciones nos remite a mirar el caso particular de la clase de solfeo, la cual fue la que más alumnos contaba año con año. Esto se explica por el hecho de que el solfeo es la materia fundamental de la música: su lenguaje, por tanto, es posible que algunos alumnos asistieran a la clase de música del colegio sólo para aprender a leer las partituras, las notas musicales, lo que puede ser el caso de músicos de banda de viento en particular. En este sentido, es posible que durante el periodo se haya dado la enseñanza de instrumentos inherentes a un grupo musical de alientos en espacios familiares, en escoleta patriarcal y, por tanto, queda abierta la posibilidad de que algunos jóvenes de escasos recursos asistieran a San Nicolás para recibir la enseñanza del solfeo, con objeto de aplicar estos conocimientos en la práctica, con algún instrumento de aliento, por desgracia, la falta de registros imposibilita ser más objetivos en este sentido, no obstante, está asentado en documentos oficiales, aunque de manera general, la asistencia de alumnos no sólo inscritos de forma regular al colegio, sino también de “...artesanos y alumnos de las escuelas municipales”.60

Mientras tanto, aunque la dirección de la academia, como ya hemos señalado, estuvo dirigida por el maestro Luis I. de la Parra desde 1869 y hasta su muerte en 1892, no fue de hecho, el único encargado de la preparación

60 Memoria de Gobierno, 1887, anexo, número 29, p. 219.

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de los alumnos que a ella asistieron, hubo otros profesores que influyeron para que los alumnos de dicha institución aprendieran los secretos del arte musical. Pues bien, algunos de estos maestros fueron músicos importantes cuya trayectoria trascendió, en ocasiones, las fronteras del país.

Entre ellos está el excelente músico y compositor Ramón Martínez Avilés, quien fue uno de los mejores músicos de la época porfirista en Morelia, tanto por sus composiciones como por la ejecución del piano y del violín, principalmente en éste último instrumento;61 también, dio clases en la academia un director de bandas militares reconocido internacionalmente, el capitán Encarnación Payén, quien entre cosas, dirigió la banda de música del 8º Regimiento y la banda del batallón Morelos de la Escuela Industrial militar Porfirio Díaz. Este músico logró, al mando de la del 8º Regimiento, presentarse en varias ciudades de los Estados Unidos y Europa recibiendo numerosos elogios y premios.62 Además de estos maestros, hubo otros,

61 Ramón Martínez Avilés, nacido en Tacámbaro el 31 de Agosto de 1837, aprendió música en Colegio de Infantes bajo la dirección del maestro Benito Ortiz, estudió la abogacía en el Seminario de Morelia, sin embargo, tuvo que irse a la capital del país a terminar los estudios de derecho y en 1864, regresó para crearse una fama artística muy merecida. Fue maestro de capilla y organista de la Catedral de Morelia. Lic. Avilés formó diversos grupos musicales de los cuales destaca la asociación filarmónica Santa Cecilia que llegó a amenizar fiestas y conciertos en todos los escenarios morelianos. Fue profesor también del Colegio Civil del Estado y del antiguo Colegio de las Rosas hasta que éste último fue cerrado por Epitacio Huerta a mediados de 1861. El maestro Avilés cuenta con diversas composiciones, entre ellas, himnos, marchas, oberturas, valses, polkas, mazurcas, danzas y canciones, incursionando en variados géneros musicales siendo un compositor versátil. Mariano de Jesús Torres, El Odeón Michoacano, Periódico exclusivamente musical y literario, Morelia, Imprenta particular del redactor, 1900, pp. 90-91. Mariano de Jesús Torres, Diccionario…, tomo III, pp. 192 y 242.

62 Encarnación Payén nació en la ciudad de México el 25 de Marzo de 1843. La instrucción primaria la hizo en colegios particulares, a los nueve años de edad, ingresó al convento de San Francisco, donde inició sus estudios de música y canto llano. Aprendió a tocar el trombón, lo que ya indicaba sus tendencias a la música de banda de viento; entró entonces en la “...música de Granaderos de la Guardia”. Desde entonces, sirvió en las músicas del ejército hasta 1899, habiendo pasado por las músicas: Artillería de Mina, 1er. Archivo de Celaya, 9º de Caballería, 6º de Infantería, 3er Ligero de Toluca, 3er Ligero de Querétaro, 3er Ligero de Colima, 16 de Infantería y 14 de la misma arma. A

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no tan famosos pero si de trayectoria musical importante, entre estos están: León Girón, Francisco Guzmán, Teodoro Arrillaga y Francisco de P. Lemus. Estos últimos, eminentes músicos y profesores, de los buenos filarmónicos de la ciudad, en especial, Arrillaga y Lemus, quienes aparecen constantemente en la prensa moreliana del periodo, dirigiendo grupos musicales que amenizaron las fiestas morelianas.

En el aspecto económico, el recurso que se destinaba a la Academia de Música era, a fines de 1860 y principios de 1870, de 600 pesos anuales, cantidad que equiparaba el área de música con otras asignaturas en los recursos destinados. Para 1890, el presupuesto para el maestro era de 800 pesos, anuales también, sin embargo, de este sueldo, el profesor de música se encargaba de buscar ayudante para las clases, es decir, era el maestro Parra “...quien por su cuenta expensará los de violín, solfeo y canto superior, nombrándolos á satisfacción de la Regencia”.63 Este apoyo de los 800 pesos anuales estuvo vigente de los años 1890 a 1992 64 ya que a partir de 1893, el sueldo anual del profesor se redujo nuevamente a los 600 pesos, pero con la característica de que el ayudante ya tendría sueldo fijo

Morelia vino en 1876 con tiradores de Matamoros, bajo las órdenes del coronel Sebastián Villarreal. Luego pasó al 8º Regimiento en 1879, que estuvo bajo las órdenes del entonces coronel Sr. Epifanio Reyes. Ya encargado de la música del 8º se presentó en Nueva York en 1883, obteniendo mucho éxito, lo mismo que en Nueva Orleáns, donde actuó en la exposición algodonera. En gira por los Estados Unidos, se presentó en San Luis Missouri, nuevamente en Nueva Orleáns en 1891, en Minneapolis y luego en Atlanta. En 1892 Payén fue designado para representar musicalmente a México en los festejos del cuarto centenario del descubrimiento de América, en esta ocasión, la misma reina española escuchó a la música y condecoró al Payén con la Cruz de Caballero de Isabel la católica y el Diploma de Caballero de la Real Orden. Este premio fue uno de los muchos importantes que el insigne maestro recibió a lo largo de su vida. En 1893, 1894 y 1898 fue nuevamente la música a los Estados Unidos obteniendo nuevamente mucho éxito. Cubierto de laureles, finalmente, el maestro se retiró en 1901 habiendo pasado su vida entre instrumentos de viento, muchos de los cuales, fueron ejecutados por músicos morelianos que el Sr. Payén incluyó en algunas de sus bandas, como la del 8º o la del Batallón Morelos. Mariano de Jesús Torres, El Odeón Michoacano…, pp. 90-91.

63 Amador Coromina, Recopilación de leyes..., tomo XXX, p. 79.64 Ibíd., tomo XXXI, pp. 163-164.

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de 200 pesos anuales,65 y no del salario del profesor de música sino de uno propio, el cual iba a variar de año en año. El ayudante tenía la obligación, además de ayudar con el solfeo, de encargarse exclusivamente de la clase de violín, dejando la de piano en manos del profesor titular en turno.

Mientras tanto, con otros dineros se apoyaba la práctica musical, mediante la compra de materiales didácticos como métodos y otras herramientas. Para esto, existía año con año, en la partida de gastos del colegio, un recurso económico destinado en forma directa en “...útiles para la cátedra de física, academias de música y dibujo y laboratorio de química”. En 1890, este fondo fue de 500 pesos, y para 1894, ascendió a los 1,000 siendo un gesto de apoyo por parte del gobierno, incluir a cátedras complementarias como música y dibujo.66

El Colegio de San Nicolás siguió funcionando normalmente a inicios de la década de 1890. En esta época gobernó en Michoacán Aristeo Mercado, quien estaría en el poder hasta que la revolución le hizo dejar la dirección del gobierno. Su política se alineó con la del Centro por supuesto, incentivando, entre otras cosas, el desarrollo educativo y San Nicolás fue una de las instituciones mayormente apoyadas, al considerarse, junto con la Escuela de Artes y Oficios y la Academia de Niñas —dos establecimientos creados en el porfiriato—, ejemplos del apoyo del Estado en el ramo de instrucción.

La última década del siglo XIX fue de cambios necesarios en diversas áreas. El más importante sin duda, fue la separación de la escuela de medicina y la de jurisprudencia del edificio central de San Nicolás, cosa que habla del desarrollo que el colegio estaba teniendo.67 En cuanto a la academia de música, ésta no observó cambios importantes, las clases siguieron curso adelante observando los alumnos que a ellas asistían, una asistencia en promedio regular. El solfeo, el piano y el violín, fue el orden

65 Exactamente, el sueldo del maestro de música era de 602 pesos y 25 centavos anuales y el del ayudante, de 200 pesos con 75 centavos anuales. Ibíd., tomo XXXII, pp. 120-122. Para 1896, las condiciones eran las mismas y la academia funcionaba un poco más holgada, con más atención por parte de los profesores. Ibíd., tomo XXXIII, p. 307.

66 Ibíd., tomo XXX, p. 79. 67 Julián Bonavit, Fragmentos de la Historia..., pp. 174 y 177.

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de asistencia a las clases, siendo desde luego el piano el instrumento más popular, aunque de más difícil adquisición.

Es interesante el hecho de que, en comparación con otras carreras de San Nicolás, los alumnos de la clase de música destacaron en sus notas de calificaciones, lo que indica el gusto por el arte y el empeño que en consecuencia dedicaban al área. Ejemplo de esto es que los alumnos de la escuela de Jurisprudencia en el año de 1892 —que fueron 23—, obtuvieron menciones inferiores a la catalogada como “buena”, es decir, en la escala del uno al cinco, no lograron superar el tres; mientras tanto, en la academia de música, los alumnos de piano, que eran nueve, dos lograron calificación “buena” y siete obtuvieron la “suprema”, es decir, en la mencionada escala del uno al cinco, lograron los dos más altos niveles en el año referido.

Otro ejemplo lo tenemos con el año de 1893 en relación también a los alumnos de Jurisprudencia, que era la carrera más popular y de mayor afluencia de San Nicolás; los alumnos del tercer curso, que eran ocho, dos estuvieron del nivel uno al tres y seis del cuatro al cinco, de estos últimos, tres lograron calificación “buena” y tres la “suprema”; mientras tanto, la cátedra de violín, en el mismo año, a la cual los registros muestran a cinco examinados, tres obtuvieron evaluación “buena” y dos la “suprema”.68 Esto indica la seriedad con que se tomaban sus clases los alumnos que ingresaban a la academia de música el colegio. Además, las aulas donde se daba la instrucción musical siempre estuvieron concurridas, en ocasiones de forma modesta y en otras, en número considerable. En 1892, por ejemplo, la clase de música contó con 24 alumnos, mientras que otras carreras, la asistencia de jóvenes fluctuaba entre los 28 y 32 educandos.69

La comparación se sustenta en los alumnos examinados en la clase de música, recordemos a este respecto que no todos los que asistían a ella se sometían a examen, sólo aquellos que por voluntad propia lo pedían. Así, parece que la comparación que hacemos no es del todo justa, por aquello de que los que hacían examen eran sólo los mejores, eximidos por

68 Memoria de gobierno de 1894, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexo, número 50, 1894.

69 Ídem.

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consecuencia los de menor capacidad; no obstante, los jóvenes que asistían a la clase de música estudiaban el arte musical a la par que otros estudios, lo que eleva el grado de dificultad la obtención de una calificación alta, por tal motivo, las condiciones entre los alumnos examinados de la clase de música y, en este caso, los de la clase de jurisprudencia eran, si no iguales, de similar condición, lo que valida en mucho nuestra comparación.

En cuestión de leyes y reglamentos, la Ley Orgánica de Instrucción Secundaria y Profesional del Estado de Michoacán de 15 de Diciembre de 1894, aunque separó los estudios preparatorios de los profesionales, no cambió en nada el funcionamiento de la academia de música de San Nicolás, es más, reafirmó el carácter de no obligatoriedad de las clases, a la letra, se especificó: “...continuarán abiertas en el colegio referido [el de San Nicolás], aunque sin carácter obligatorio, las academias de música y pintura; así como la cátedras de teneduría de libros, cuyo estudio sólo obliga para la profesión de corredor”, con esto, se reafirmaba el hecho de que a nadie obligaba la asistencia a las clases de música y que los que a ella asistían era por verdadero interés.70

Esta Ley, como muchas otras, fue derogada poco tiempo después, dos años para ser exactos, mediante una similar de 15 de diciembre de 1896. En ella, nuevamente se habla poco del área de música, sólo se reafirma que la citada academia seguiría abierta con clases de carácter complementario.71

En diciembre de ese mismo año de 1896 surgió un nuevo Reglamento del Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás de Hidalgo. En tanto a la clase de música, se fijaron cuestiones como horarios, exámenes e inscripciones. En cuanto al horario, se estableció el que las clases accesorias, incluida la música por supuesto, no podrían darse en horas que coincidieran con otras materias, para lo cual, las de música deberían impartirse por las tardes, no obstante, dado el carácter complementario del área, el horario de la escoleta bien podía modificarse con anuencia de las autoridades del colegio. Y respecto a los exámenes, quedó claro el que los

70 Amador Coromina, Recopilación de leyes..., tomo XXXIII, pp. 53-54. 71 Memoria de gobierno de 1900, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexos, número 1,

1900, p. 2. Amador Coromina, Recopilación de leyes..., tomo XXXIV, p. 44.

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alumnos que asistieran a la academia de música estaban exentos de este, al menos en tiempo regular, y que aquellos que se sometieran a prueba, serían examinados a fin de año por una junta de tres personas, las cuales, por unanimidad, los aprobaría o reprobaría, según el caso, asignándoles la respectiva calificación.72 En el reglamento no se especificaron fechas estrictas para la inscripción de los alumnos, por lo que durante todo el periodo escolar, cualquier interesado podía acudir y anotarse para asistir a la escoleta musical; además de todo esto, se dejó libre la posibilidad de admitir “...personas extrañas al establecimiento” —jóvenes ajenos al colegio, sin inscripción como alumno regular— y se ordenó al profesor de música que llevara un listado de estos alumnos, a los que sólo se pediría como requisito, seguir la disciplina de la casa de Hidalgo.73

Del examen del reglamento se desprenden dos cuestiones para el área de música: la primera, no muy buena creo, es en cuanto al desarrollo mismo de la actividad musical al interior del colegio, es decir, no existía la intención de elevar la clase de música al grado de carrera, ni mucho menos aumentar, ni el número de materias74 ni el de profesores. Esto representó una limitante para los jóvenes músicos, sobre todo para aquellos interesados en estudiar la música a niveles más altos que los que se daban en la casa de Hidalgo. La otra cuestión, en relación a los horarios, presenta la facilidad de estudiar el arte sin problema de entrecruzamiento con alguna carrera, esto para asegurarse de que el que estudiara la preparatoria o alguna carrera en especial, pudiera asistir a la clase de música sin que ambas actividades se interrumpieran.

Las dos décadas finales del siglo XIX, presentaron una asistencia regular, y en ocasiones modesta, a las clases de música de la academia. Las

72 Ibíd., pp. 83 y 90.73 Ibíd., p. 93.74 Al hablar del aumento de materias, nos referimos al desarrollo mismo de la academia

de música del colegio, es decir, el estudio del solfeo y un instrumento musical no es suficiente para hacer surgir músicos de alto nivel, es necesario a este respecto, la inclusión de un programa completo, que aborde asignaturas como el estudio de la armonía, estilos y formas musicales, un taller de composición musical, entre otras, además de la creación de grupos musicales y talleres de práctica musical que apoyen el desarrollo artístico.

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calificaciones fueron, en general buenas, predominando los niveles 4 y 5, es decir, las evaluaciones “buena” y suprema”, se lograron cuatro menciones honoríficas en 1891, siete en 1892, tres en 1893 y dos en 1894, año éste último hasta que se tiene registro en el Archivo Histórico de la Universidad Michoacana y por desgracia, también en las memorias de gobierno.75 Los alumnos más destacados de finales de siglo fueron: Francisco Navarro, Ramón Baquero, Rafael D. Yturbide, José Socorro Yturbide y Juan Ortega; todos ellos por hacer logrado la calificación “suprema” y mención honorífica”. Estas calificaciones sólo fueron posibles gracias al apoyo de los profesores, que para la década de 1890, aparte de Don Luis de la Parra, fueron Eduardo Ortiz y Francisco Guzmán.76

Tabla II. Relación de asistencia de alumnos a la clase de música del Colegio de San Nicolás

Año Materia Alumnos Inscritos

Alumnos Examinados

1891 Piano 12 81891 Solfeo 14 121891 Violín 6 21892 Piano 9 91892 Solfeo 11 81892 Violín 4 21893 Piano 10 10

75 Hasta el año de 1894 aparecen en detalle registro de alumnos y calificaciones, y a partir de ese año, el formato de las memorias de gobierno es distinto y en sus páginas sólo aparecen datos y cifras generales, lo que no nos ha ayudado para dar un seguimiento como lo hemos hecho hasta ahora, de calificaciones y otros elementos que permiten analizar el desarrollo de las clases de música.

76 AHUM, fondo gobierno, sección instrucción pública, serie Colegio de San Nicolás, subserie Academia de Música, libro 18, fs. 17-25 y una última foja sin número. Memoria de gobierno de 1892, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexos, números 21 y 21, 1892. Memoria de gobierno de 1892-1894, Morelia, Imprenta del Gobierno, anexos, números 51 y 52, 1894.

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1893 Solfeo 7 7

1893 Violín 6 6

1894 Piano 12 7

1894 Solfeo 39 7

1894 Violín 6 4

1910 Piano 34

1910 Solfeo 43

1910 Violín 27

Nota: Las cifras que aquí exponemos, al igual que en la tabla I, tienen

objeto de dar una idea más clara de la asistencia a la clase de música

del colegio. En este sentido, no podemos presentar los datos de manera

gráfica porque estos son incontinuos. Esto es así porque la información contenida en las fuentes es dispar, es decir, los datos sobre el número de

alumnos —tanto inscritos como examinados— difieren de una fuente a otra. Mientras que en la memoria de gobierno se establecen por decir,

25 alumnos en solfeo, en los registros de calificaciones contenidas en datos contenidos en el AHUM se afirman 18 los alumnos. Esta disparidad nos remite a la señalización de los datos como los presentamos aquí. Es

notable la diferencia entre los alumnos inscritos de los que presentaron

examen, debido a que como ya hemos dicho, la clase de música era materia

accesoria y por reglamento, los asistentes a ella se examinaban sólo si

el alumno así lo quería —generalmente los que se sometían a prueba

de conocimientos musicales eran jóvenes inscritos en otra carrera en el

colegio—. Las casillas vacías se deben a la falta de datos en las fuentes.

Fuentes: Memorias de gobierno 1883-1904; AHUM, fondo gobierno,

sección instrucción pública, serie Colegio de San Nicolás, subserie

Academia de Música, libro 18.

Tabla III.

Porcentaje de asistencia a la clase de música del Colegio de San Nicolás

Año Número de alumnos en el

registro de asistencia a la

Academia de Música

Total de alumnos

inscritos al Colegio de

San Nicolás

Porcentaje de

asistencia a la

clase de música

1880 24

1881 38 366 10.3 %

La educación musical en Morelia 1869-1911

85

1882 18

1883 36

1884 50 466 10.7 %

1885 59

1886 60 692 8.6 %

1887 30 614 4.3 %

1888 28 626 4.4 %

1889 25 614 4 %

1890 41 526 7.7 %

1891 32

1892 24 569 4.2 %

1893 23 470 4.8 %

1894 57 438 13 %

1910 114 892 12.7 %

Nota: Las cantidades presentadas en esta tabla, son en función de la

cantidad de alumnos inscritos a la clase de música del colegio. En base a

esto, establecemos porcentajes de asistencia a la academia de música en

relación a la matrícula general de alumnos del Colegio de San Nicolás.

Debemos recordar, para entender mejor los datos, que no todos

los alumnos se inscribían a la clase del maestro Parra ni todos hacían

examen —dado que la música era una materia accesoria—, por lo que las

cantidades son relativas, no obstante, nos dan una idea de la afluencia de alumnos a la academia de música y del poder de convocatoria que tenía el

arte de Euterpe para con los jóvenes nicolaitas. Las casillas vacías se deben,

como en los casos anteriores, a la falta de datos en las fuentes.

Fuentes: Memorias de gobierno de 1883-1904. AHUM, fondo gobierno,

sección instrucción pública, serie Colegio de San Nicolás, subserie

Academia de Música, libro 18.

Y llegó el siglo XX

El inicio del siglo XX coincide con la consolidación de la clase media

como grupo fuerte y representante de un sector social significativo para el desarrollo del país, misma que reclamaba para sí espacios en la vida

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política y cultural del Estado. En el caso de Michoacán, esta clase media había sido educada principalmente en los colegios civiles, siendo el de San Nicolás el más importante.

La década de 1900 presentó algunos cambios en la administración del colegio, y aunque no hubo modificaciones significativas en el área de música en lo general, se anexaron diversas materias y se compraron algunos materiales; varios de estos se destinaron a la academia de música. Así, en diciembre del año de 1900 apareció la Ley Orgánica de Instrucción Preparatoria y Profesional, en la cual se hace mención la academia de música sólo para reafirmar que continuaría abierta en el colegio. En esta Ley se estableció que para la enseñanza preparatoria a profesores de instrucción primaria, que se impartía en el Colegio de San Nicolás, la clase de música era obligada. Esto mismo ocurrió dos años después, en 1902, con otra ley de instrucción pública, que igual a la anterior, sólo se reafirmó la permanencia de los estudios musicales con el mismo carácter de antaño, sin mejora académica sustancial.77

El marco jurídico de la educación en Michoacán a inicios del siglo XX, limitaba la educación musical a un plano meramente técnico. Si bien es cierto que la creación de la academia de música del colegio, respondió a requerimientos del contexto de los años de 1870, para la década de 1900 las necesidades eran diferentes, por lo que se antojaba preciso, ampliar las posibilidades académicas en lo musical. Por aquellos años ya funcionaba en la capital del país, el Conservatorio Nacional de Música, que ya era entonces el centro más importante en la profesionalización de los estudios de música en México.

Siguiendo el ejemplo, los cambios ocurridos en la sociedad moreliana hacía el siglo XX, obligaban a las instituciones educativas públicas a reordenar sus planes y programas de estudio, así como a ampliar y mejorar la propuesta académica hacía la juventud michoacana, y no obstante, la clase de música se quedó como en el pasado inmediato, en el sentido de que no se extendió ni se mejoró la propuesta académico-musical, sino que se mantuvo como al momento de su aparición en la escena educativa del

77 Amador Coromina, Recopilación de leyes..., tomo XXXVI, pp. 58-70 y 388-417.

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plantel. En concreto, durante todo el periodo porfirista, se escucharon en la ciudad serenatas presididas por músicos morelianos, que ejecutaron en muchos casos, piezas musicales de compositores locales, como de Ramón Martínez Avilés,78 Eustorgio Peñalosa, Luis I. de la Parra, entre otros, pero no aparece en la prensa de la época, algún registro de jóvenes compositores o directores de orquesta,79 es decir, parece que la falta de un espacio de formación musical de más alcance, ocasionó la no aparición de nuevo talento creativo, y aunque las clases de música del colegio eran impartidas por buenos músico, algunos de ellos compositores, no existía un proyecto de instrucción que incluyera la enseñanza musical a nivel superior.

Lo que sí cambió en el área de música, fue el director de esta. Para el año de 1900, aparece Juan B. Fuentes80 como profesor titular de música de la academia, con un solo ayudante, que durante la primera mitad de año, fue Eduardo Ortiz, y a partir del mes de julio, apareció Juan González en escena, quien habría de mantenerse en el cargo algunos años.81 El puesto de director estaba vacante desde la muerte del querido Luis I. de la Parra acaecido en 1892, a partir de ese fecha, varios profesores de música, como Antonio Aulet, José Franco, Rafael D. Yturbide, entre otros ya mencionados, desfilaron por la academia aunque con cierta eventualidad.

78 Sobre la vida del maestro Avilés publiqué un estudio hace tiempo, aquí la referencia. Alejandro Mercado Villalobos, “Ramón Martínez Avilés. Músico-director y periodista”, en: Álvaro Ochoa Serrano, Michoacán. Música y músicos…, pp. 255-274.

79 Existen sin embargo, algunas composiciones musicales hechas por jóvenes morelianos, pero no egresados de la academia de música del Colegio de San Nicolás sino de la Escuela de Artes. Archivo particular de Gerardo Sánchez Díaz.

80 Oriundo de Guadalajara, Jalisco (1869), el profesor Fuentes se desarrolló como un músico influido de la escolástica francesa del siglo XIX. Como compositor, varias fueron sus obras que le han permitido traspasar los límites del tiempo, entre estas, la “Sinfonía Mexicana” sobre temas folklóricos, es su principal obra. Compuso obras para canto y piano y publicó varios manuales de solfeo y armonía. Simón Tapia Colman, Música y Músicos…, p. 31.

81 El Sr. Fuentes, tenía un sueldo de 1.65 pesos diarios, mientras el ayudante, 82cvs. al día. AHUM, fondo gobierno, sección instrucción pública, serie Colegio de San Nicolás, subserie nóminas, 1900.

Habemus MúsIca: el colegIo de san nIcolás

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Las noticias del funcionamiento de la Academia de Música aparecen continuamente en diversas fuentes históricas. En la prensa pueden verse con cierta regularidad, menciones respecto al devenir del colegio y a su academia de música. En 1903 por ejemplo, se destacó la participación de alumnos de San Nicolás, en un evento del 8 de mayo, fecha significativa por el natalicio de Miguel Hidalgo. En el festejo, la orquesta dirigida por el entonces titular de la academia, el Sr. Juan B. Fuentes, contó entre sus filas, a Rafael Santibáñez, que al violonchelo, tocó una pieza de difícil ejecución según puede verse en la nota periodística, por su parte, Ignacio Bremontz y Luis Mier, tocaron al piano un concierto de Mozkovwki, que a decir de las páginas de La Libertad, fue ejecutada de manera correcta. En noviembre de ese mismo año, Ignacio Bremontz y Luis Mier, participaron en el evento de entrega de premios de la Escuela Práctica Pedagógica, con el mismo resultado en tanto a la excelencia musical.82

Un año después, aparece una noticia que nos permite asegurar nuevamente, la inclusión de los jóvenes músicos del colegio al plano artístico moreliano, ya que en noviembre de ese año, en la ceremonia de clausura del año escolar de 1904 de instrucción primaria en el estado, encontramos la participación de un grupo musical llamado Sexteto Michoacano, formado por Juan B. Fuentes, José Rodríguez Collado, Federico Nieto, Ignacio Mier, y Teodoro e Ignacio Bremontz. Lo interesante de esto, es que éste último había sido formado como músico en la trinchera artística del Colegio de San Nicolás.83 Esto es importante por el hecho de que podemos comprobar, que la aplicación de los conocimientos teórico-musicales adquiridos en la casa de Hidalgo, eran llevados a la práctica, al plano laboral, y además, servirse de ellos como fuente de trabajo. Es un tanto aventurado afirmar que con uno sólo de los jóvenes músicos del colegio, se esté en condiciones de hacer comprobaciones de cualquier tipo, lo cierto es que son indicadores de los caminos que otros muchos pudieron seguir, según hemos podido descubrir en la prensa de la época,

82 La Libertad, Morelia, 15 de mayo de 1903, p. 2.; La Libertad, Morelia, 6 de noviembre de 1903, p. 2.

83 La Libertad, Morelia, 18 de noviembre de 1904, p. 1.

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donde aparecen comúnmente, nombres de músicos nicolaitas84 en activa participación en eventos artísticos.

El 20 de octubre de 1908, apareció la Ley orgánica de instrucción preparatoria y profesional. En realidad, esta ley no cambió en mucho la organización administrativa de la academia de música del Colegio de San Nicolás. Entre otras cosas, la ordenanza reafirma que la instrucción primaria, tanto la elemental como la superior seguiría dándose en el colegio, con la característica de que en ambas ramas de la educación básica, la música era materia obligada. La carrera para profesor de instrucción primaria elemental, que duraba tres años, incluía el solfeo en los dos primeros años de estudio, y una clase de Armónium —órgano a base de aire manejado con los pies— que se cursaba en el segundo y tercer año. Mientras tanto, para profesor de instrucción primaria superior, era obligatoria la clase de música en los cinco años que duraba la carrera. El solfeo de llevaba en los dos primeros años de estudio, el piano se estudiaba del segundo al quinto año, en este último se llevaba además, el estudio del Armónium.85

En la ley se estableció el requisito indispensable de aprobar la instrucción primaria elemental para poder ingresar al colegio, sin embargo, se eximió de tal obligación a la academia de música, por ser esta de carácter accesorio. En relación a los exámenes, se excusó también a los alumnos de la academia de música de llevar a cabo evaluaciones a su desempeño académico, reafirmando la opción de examen como decisión personal de educando.86 Hasta aquí, en la ley se determinó lo ya establecido con anterioridad. Se reafirmó el carácter accesorio de la clase de música, eximiendo de exámenes y de requisitos para su ingreso. Esto, por un lado, ampliaba la posibilidad de que los jóvenes, fueran o no alumnos del colegio, estudiaran en la casa de Hidalgo; y por otro lado, dejaba a la academia de música en un halo de limitación académica, es decir, la clase de música nunca llegaría a ver la profesionalización durante el funcionamiento del Colegio de San Nicolás.

84 El título alude a los profesores o estudiantes del Colegio de San Nicolás.85 Amador Coromina, Recopilación de leyes..., tomo XL, pp. 12-15.86 Ibíd., pp.19-28.

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Un mes después de que se publicó la Ley de instrucción, apareció una reforma a la misma. De lo más significativo en cuanto a lo que me interesa, se estableció la exención de examen a aquellos alumnos que por carencia de Armónium, no pudieran cursar esta materia, de ahí en más, el resto de los artículos de la reforma acusa a cuestiones alejadas de la actividad musical en el colegio.87

Para 1910, en el edificio que albergaba el Colegio de San Nicolás, había espacios importantes destinados a la academia de música. En la planta baja se dedicaban dos salones para el estudio del arte de Euterpe, uno para el violín y español y otro para las cátedras de solfeo y piano. Mientras, en la planta alta, cinco salones estaban habilitados como cuartos de estudio para la práctica del piano y había de seis a ocho pianos para tal efecto. La clase de violín era impartida para esta fecha por Antonio Aulet, que utilizaba para las lecciones, el método de Beriot reformado; mientras tanto, para el solfeo y el piano, era el profesor Juan B. Fuentes el encargado de enseñar ambas cátedras. Para solfeo, el maestro Fuentes utilizaba los métodos de Papín, Lemoine et Caroulle, Eslava88 y las Tablas de Batiste; para el piano, los métodos de el Leber y Stark, el pianista virtuoso, por L. G. Hanon y estudios de Chopin.89 El número de alumnos de San Nicolás para 1910 eran 43 en solfeo, 34 en piano, 10 en armonía y 27 en violín; y el total de alumnos del colegio ascendía a 892.90

El 20 de noviembre estalló la lucha armada en el país, como consecuencia de la política nacional del presidente Díaz. El descontento por las condiciones sociales económicas en las que se encontraba la mayoría de la población, junto al requerimiento de nuevos actores políticos que pedían su participación en la administración pública, hicieron que la lucha por el poder iniciara una revolución cuya bandera principal fue la igualdad social. En este contexto, los estudios musicales en el Colegio de

87 Ibíd., p. 358.88 Aun actualmente, tal método sigue utilizándose en la enseñanza del solfeo en las

músicas tradicionales y populares en Michoacán y Guanajuato y puedo dar fe de eso.89 Julián Bonavit, Fragmentos para la historia..., pp. 183-214.90 Ibíd., p. 222. Recordemos que muchos alumnos asistían a varias clases al mismo

tiempo por lo que el número total es relativo

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San Nicolás continuaron, con la premisa de que en cualquier momento la lucha armada llegaría a las aulas de la casa de Hidalgo. En diciembre de 1910, apareció una nueva ley de instrucción secundaria y profesional, esta ley no aduce a nada nuevo en cuanto a la academia de música del colegio, solamente reafirma que “…continuaran abiertas en el Colegio de San Nicolás las academias de dibujo, pintura y música...”.91 De aquí en adelante, las clases de música continuarían sin grandes cambios, con intentos por introducir mejoras en el nivel académico musical pero sin lograr eliminar el carácter accesorio que la instrucción musical tuvo a lo largo de cuatro décadas, y no fue hasta la creación de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, que la educación musical logró ascender en el plano académico con la creación de la Academia de Bellas Artes, que abogaba por la enseñanza profesional de la música.

Decir finalmente, que la aparición de la Academia de Música del Colegio de San Nicolás, respondió a la necesidad de complementar la formación académica de los alumnos inscritos en la casa de Hidalgo. La idea del gobierno era crear individuos capaces de incorporarse a una sociedad cuya característica principal venía siendo la desigualdad. La música en este sentido, le proveía al sujeto una herramienta con la cual expresarse y ayudar en la manutención familiar. Durante todo el periodo porfirista, la ciudad de Morelia se distinguió por ser un espacio de convivencia social, un escenario donde confluyeron diversas clases sociales, un contexto donde se insertaron los egresados del colegio, cuyos estudios musicales les permitieron participar en eventos artísticos, que favorecieron la conservación de una identidad cultural común. Las entregas de premios de escuelas oficiales, ceremonias cívicas en conmemoración de fechas de importancia nacional y/o local, audiciones o conciertos privados y públicos, entre otros, fueron los espacios donde se le vio al músico egresado de la trinchera musical de la casa de Hidalgo.

La idea de incorporar la música como complemento a una formación profesional se cumplió entonces al pie de la letra, no obstante, la intención de incluir a jóvenes ajenos al colegio, para que hicieran estudios en la

91 Recopilación de leyes..., tomo XLI, pp. 30-31.

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academia de música, fue un precepto que no se practicó con la severidad requerida, ya que si bien, a partir de 1881 se establece de manera institucional, la apertura de las clases de música a todo aquél interesado, sin trabas ni requisitos, lo cierto es que la mayoría de los alumnos que acudieron a la escoleta musical, eran jóvenes que estudiaban otra carrera en el colegio, es decir, eran alumnos regulares quienes quizás, nada tenían que ver con aquellos de escasos recursos, a los cuales las leyes educativas invitaban a instruirse. No obstante, aquella fue una idea pionera que seguía la intención liberal de ofrecer al individuo los medios suficientes para su desarrollo.

La Academia de Música de la casa de Hidalgo, no obstante las limitantes, cumplió el cometido de acercar la música a los jóvenes nicolaitas, y ayudó de manera substancial a formar individuos conscientes de su lugar en la sociedad moreliana. Las clases de música fueron fundamentales a la hora de incentivar al alumno al estudio, y separarlo de los “vicios y la vagancia” según se publicitaba entonces. El carácter accesorio de la escoleta musical y lo limitado de los instrumentos que se impartían, fueron parte del proyecto del gobierno, el cual, contemplaba otro espacio de formación musical, encaminado a la enseñanza de la música de viento, de alcance popular, de manufactura suprema, es decir, la Escuela de Artes y Oficios de Morelia.

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