guia nº2 inicio ciudades u burgueses

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1. Los cambios sociales en los

siglos XII y XIII

A comienzos del siglo

XII, se inicia un proceso de

expansión y crecimiento

económicos en los reinos

europeos, el que dará lugar a

importantes transformaciones

sociales y políticas. Su concreción

definitiva tendrá lugar en el siglo

XIII y se prolongará hasta el XIV.

La estructura feudal de las

sociedades será sustituida paula-

tinamente por un nuevo orden

social basado en el desarrollo de

las ciudades, de la vida urbana,

potenciado por la nueva clase de

los burgueses, comerciantes

enriquecidos por la apertura de-

nuevos e importantes mercados. El factor desencadenante de este proceso son las Cruzadas, que conectan el mercado

urbano de Occidente con el de Oriente y permiten una gran expansión económica de las ciudades. Al mismo tiempo, el

contacto con árabes y bizantinos contribuye a elevar el nivel cultural de Occidente. Las verdaderas causas son más

profundas: el crecimiento demográfico, la conquista de nuevas zonas cultivables y el desarrollo técnico, son otros

tantos factores impulsores del desarrollo europeo.

El crecimiento demográfico. El siglo XIII señala el momento de máximo apogeo del mundo medieval

europeo. Pero las causas de esta expansión pueden ya determinarse claramente en el siglo XII, con una cantidad de

factores condicionantes del proceso posterior: crecimiento demográfico, roturación de nuevas tierras y prosperidad

rural, retroceso del hombre, progreso técnico.

El aumento de la población está íntimamente ligado a las mejores condiciones de vida que permiten el desarrollo

económico y tecnológico. Su signo más evidente lo constituye la extensión de las superficies cultivadas. Aunque se

carece de censos que puedan determinar de manera exacta el estado de la población en estos siglos, cálculos indirectos

—basados fundamentalmente en la extensión de los cultivos— permiten valorar aproximadamente el aumento de la

población europea: 48 millones de habitantes hacia el año 1 100; 61 millones hacia el año 1 200; 73 millones hacia el

año 1 300. Este incremento demográfico lleva aparejada la urgencia de

un desarrollo agrícola, manufacturero y comercial que permita satisfacer

las necesidades crecientes de una población cada vez más numerosa.

Los grandes avances agrícolas. El desarrollo de la agricultura a

partir del siglo XII, ha permitido a los historiadores hablar de una ver-

dadera "revolución agrícola", que no sólo se traduce en la extensión de

la superficie cultivada y en la variedad de especies que permiten

enriquecer los regímenes alimenticios, sino también en una cantidad de

avances técnicos que contribuyen a aumentar los rendimientos. El

mayor de estos progresos técnicos consistió en la difusión del arado de

ruedas y vertedera que removía más profundamente la tierra; en la uti-

lización generalizada del caballo para las faenas agrícolas, y en la gran

ayuda que, para las explotaciones rurales, supuso la difusión de los molinos de agua y viento. La expansión de la

economía agraria, con el consiguiente incremento de la circulación monetaria en el campo, originó importantes cam-

bios sociales. Los productores directos se enriquecieron y pasaron a invertir sus bienes en la ciudad.

En el siglo XIII, el proceso de expansión agrícola y rural alcanzó su grado máximo; los bosques y las

necesidades de la ganadería se oponen a un mayor crecimiento. La balanza se inclinará, a partir de este momento, a

favor del desarrollo urbano.

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Enriquecimiento de las ciudades. Entre la ciudad y el campo existía una rígida división del trabajo. El campo

practicaba la agricultura y la ganadería; la ciudad se dedicaba a actividades industriales y mercantiles. Existía, sin

embargo, una perfecta simbiosis entre ambos sectores: e! campo alimentaba a la ciudad y ésta abastecía de productos

manufacturados al territorio que le proporcionaba víveres. El desarrollo agrícola, con su consiguiente creación de

excedentes, favoreció el poder adquisitivo de tos habitantes de la aldea. Esto condicionó, a su vez, la producción de

artículos manufacturados y la de bienes de lujo, como vinos y telas de calidad. Los gremios artesanales de la ciudad se

vieron así favorecidos por la coyuntura económica. Con ello, los viejos núcleos urbanos abandonados toman aliento y

nueva vida. A la sombra de monasterios y castillos, surgen otros nuevos centros de población. También aparecen nue-

vos barrios, los Burgos o arrabales, donde se instalan artesanos y comerciantes, germen de una nueva clase social que

ahora se incuba, y que por ello llevará e! nombre de burguesía.

El desarrollo de nuevas técnicas de fabricación y transporte, la difusión del papel, el uso cada vez mayor del

hierro, afianzan el enriquecimiento de las ciudades y sus dos elementos más característicos: los artesanos y los comer-

ciantes.

2. La crisis del feudalismo

El carácter rural del feudalismo no había favorecido la creación de ciudades. Las nuevas condiciones, a partir

del siglo XII, facilitarán el desarrollo de la vida urbana. Dentro de las nuevas ciudades se gozaba de una cierta autono-

mía municipal. Los burgueses buscaron en la vida comunal la defensa de sus intereses a través de la participación de

todos los miembros en la gestión de sus propios asuntos. La solidaridad fue uno de los ingredientes fundamentales de la

vida municipal.

Junto al castillo, la catedral y el palacio episcopal, sedes de los antiguos valores feudales, se levantarán a

partir de ahora, nuevas construcciones que simbolizan el poder burgués: mercados, casas comunales y ayuntamientos

donde se marcan las directrices de la vida burguesa.

Los resultados de este movimiento de emancipación urbana no son iguales en todo el ámbito de la Cristiandad.

En muchos casos, se limitaban a la consecución de determinados privilegios económicos y a la ruptura de las ataduras feudales.

Las ciudades alemanas e italianas lograron una mayor autonomía. En Francia e Inglaterra, los reyes trataron de

utilizar desde el primer momento la fuerza organizativa de las nuevas ciudades en provecho del interés general del

reino frente a sus dos mayores enemigos: los señores feudales y el poder del Papado. Los representantes de la naciente

burguesía—comerciantes e "intelectuales"— se convirtieron —unos en los aspectos prácticos y otros en los teóricos—

en fervientes defensores de !a unificación estatal.

3. La artesanía y los gremios

La artesanía fue un elemento fundamental de la naciente vida urbana. La unión de los artesanos que trabajaban

en un mismo oficio, dio lugar al gremio. Los gremios eran asociaciones profesionales para la defensa de los intereses

comunes de sus miembros. Hubo de zapateros, herreros, tejedores y muchos más. Se solían establecer por oficios en

calles concretas, cuyos nombres aún se conservan en la actualidad en muchos lugares.

Los gremios tienen una marcada función profesional; cuentan con reglamentos propios, marcan las condiciones

de la producción, fijan los precios de sus artículos, por cuya buena calidad velan y también por los intereses de sus

miembros. No se puede desempeñar un oficio determinado si no se está inscrito en el gremio correspondiente. Dentro

de él, los artesanos no tienen la misma categoría. Se distinguen tres grados distintos: el maestro, dueño del taller, al

que le ayudan los oficiales y los aprendices. Estos últimos viven con el maestro aprendiendo el oficio, no cobran por

su trabajo y, cuando llegan a un cierto grado de conocimiento de la profesión, pasan a la categoría de oficiales. Para ser

maestros, se les exige realizar unas pruebas —una especie de examen—, la ejecución de la llamada "obra maestra",

que, examinada por los ya maestros, sirve para su promoción.

Los gremios se encomiendan todos a un santo patrón determinado, en cuyo día se celebran fiestas propias. En

torno a esta celebración, surgen las llamadas cofradías.

4. El resurgir del comercio

La economía rural y cerrada de la época feudal cede el paso a una economía abierta y comercial. El centro o

escenario del comercio fue la ciudad, en la que se desarrollaba el mercado. Existían dos tipos de comercio:

Un comercio local o comarcal, que dio forma al intercambio campo-ciudad. Gracias a él, esta última atrae la

afluencia de los habitantes de la comarca o región en que se halla enclavada.

Un comercio internacional, mucho más importante, cobró valor, sobre todo a partir del siglo XIII. Varias

circunstancias lo favorecieron. Entre ellas, las rutas terrestres y marítimas. Dos fueron los principales focos: el

comercio mediterráneo y el comercio nórdico, en torno al eje mar del Norte-Báltico.

• El comercio mediterráneo experimentó una notable alza, como consecuencia de las Cruzadas. Éstas abrieron las

posibilidades de relación entre los países mediterráneos europeos (Italia, fundamentalmente; Francia, España) con ¡os

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principales puertos del Mediterráneo oriental, a los que llegaban, por medio de árabes y bizantinos, los ricos productos

del lejano Oriente: especias, seda, perfumes.

Las ciudades italianas se beneficiaron más con este gran intercambio. A !a cabeza de todas, estaban Venecia,

Génova y Pisa. Sus mercados recogían los productos exóticos venidos de Oriente y los vendían al resto de Europa.

• El comercio en el Báltico y el mar del Norte. La Hansa llevó aquí la dirección comercial. Era una liga constituida

por las ciudades más emprendedoras del norte de Europa —Lübeck, Danzig, Hamburgo, Brujas— con el objeto de

defender sus intereses comunes. Esta solidaridad chocó con las rivalidades que enfrentan las ciudades italianas. La

Hansa comerció con productos naturales: trigo de Prusia y Polonia, miel y pieles de Rusia, pescado de Escandinavia y

lana de Inglaterra. Su centro era la ciudad de Brujas, a la que llegaban también, a través de Italia, especias, porcelanas y

sedas procedentes de Oriente. Una importante artesanía textil alimentaba este comercio.

• Las ferias. La actividad comercial se impuso en toda Europa en el transcurso del siglo XIII. Dentro de un ambiente

de plenitud económica, alcanzaron gran importancia las ferias, que tuvieron su máximo auge en dicho siglo y

comenzaron a decaer a partir del siguiente.

Las ferias eran grandes mercados de tipo internacional a los que acudían mercaderes desde los más remotos

lugares de Europa. Tenían carácter periódico, no permanente. Su celebración duraba varios días. Los lugares elegidos

para su instalación, eran puntos estratégicamente situados en relación con las grandes rutas mercantiles; la época en que

tenían lugar era conocida por todos.

A estas citas comerciales, acudían también titiriteros, comediantes, juglares, que añadían a su celebración un

sentido festivo.

Gran fama tuvieron, entre otras, las ferias de Brujas, Lille, Ypres, Medina del Campo. Pero, por encima de

todas, destacaron las reunidas en la región francesa de Champaña. En varias localidades de la misma (Lagny, Bar,

Provins, Troyes) las ferias se fueron escalonando durante todo el año, pasando de un lugar a otro. La importancia de las

ferias de Champaña nace del hecho de que establecieron un importante contacto entre Italia y los Países Bajos, los dos

mayores focos del comercio europeo internacional.

• Las primeras actividades financieras. Paralelamente a este desarrollo mercantil, se produce uno monetario. La

circulación de la moneda se había apagado en la época feudal. Ahora, ante una economía abierta y comercial,

experimenta un auge notable. Las monedas de ciertas ciudades —como las italianas— que controlaban un comercio

internacional, cobraron un valor general.

Por otra parte, para agilizar las transacciones mercantiles, aparecen ciertos instrumentos propios de una

economía capitalista. Entre ellos, cabe señalar la letra de cambio y las ventas a plazos y créditos. Aparecen también las

primeras acumulaciones de dinero destinadas al desarrollo de empresas comerciales, y surge la figura de los primeros

banqueros y prestamistas que posibilitaron, muchas veces, esas empresas comerciales.

5. El gobierno de las ciudades

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Las ciudades se gobernaban corporativamente mediante sus ayuntamientos y concejos municipales, en los que

participan artesanos y mercaderes. Ayudaban a los magistrados, cónsules, burgomaestres. A partir del siglo XIV, el

régimen municipal decae, cuando los cargos públicos comienzan a ser acaparados por los burgueses más poderosos. En

el gobierno de los países participarán también las ciudades enviando sus representantes a las asambleas nacionales que

comenzaron a aparecer en Europa. La burguesía logró la fuerza suficiente para que se la tuviera en cuenta en los

asuntos políticos. Ya a mediados del siglo XIII, se produce una situación de equilibrio entre las cuatro grandes fuerzas

del momento: el rey, la Iglesia, la nobleza y la burguesía urbana.

• Monarquía, nobleza y parlamento.

La monarquía británica puede considerarse como modelo de las monarquías occidentales. La autoridad del

monarca impone una sola ley en todo el país. La estructura organizativa de la corte, con sus cuatro órganos —Consejo,

Hacienda, Justicia y Cancillería— se difunde a partir del siglo XIV por los demás estados europeos.

Un hecho significativo del proceso que en este siglo se inicia en Europa: Juan sin Tierra se ve obligado a

firmar la Carta Magna en beneficio de las libertades de nobles y burgueses. La Carta, que en realidad se limitaba a

reconocer los privilegios de los dos estamentos más fuertes de la época y a poner un freno a la autoridad real, abrió las

puertas a posteriores constituciones más democráticas.

El movimiento corporativo iniciado en la época y las crecientes necesidades financieras y administrativas de los

estados nacionales, dieron lugar a la aparición de los Parlamentos —las Cortes de Castilla, España; los Estados

Generales de Francia; el Parlamento de Inglaterra— en los que participaban los tres grupos sociales: nobleza, clero y

tercer estado. El Parlamento, creado en Inglaterra bajo el reinado de Eduardo I, en el que participaban representantes

de los condados, las ciudades y los burgos, supone un paso definitivo hacia la instauración de una monarquía

controlada.