guía de lectura para el nacimiento de la filosofía de giorgio colli

12
Guía de lectura para el Nacimiento de la Filosofía de Giorgio Colli por Tomás Abraham El milagro de la filosofía germina, para Colli, por cuatro momentos igualmente “milagrosos”. La locura, el laberinto, el enigma, la dialéctica, nos darán un doble fruto: la retórica y, finalmente, la filosofía. A través de estos momentos, de estas figuras del lenguaje, se destejen los tiempos fundamentales del nacimiento de la filosofía, así como los paisajes más salientes de la historia griega. Pensar a la filosofía como la etapa culminante de un proceso teórico-social, insistir en este aspecto y no tanto en su tradicional rol fundador, ya sea de la Razón occidental, o de la sabiduría de occidente, de la ciencia, de la educación, de la moral o del humanismo, o, para los pesimistas, de la decadencia y de la degeneración, de cualesquiera de los epítetos fabricados por los ansiosos de grandes mayúsculas y de orígenes definitivos, implica mezclarla con lo que se diferencia de ella, desde la locura hasta la literatura. El itinerario de Colli es un camino poético. Comienza por enfrentarse a Nietzsche y termina uniéndose a él desde una nueva diferencia. Recorre una espiral heterogénea al filósofo y retoma contacto desde una zona original. Una vez que revierte la tradicional bipolaridad Diónisios-Apolo, y sus máscaras, sin fondo-forma, profundidad- superficie, música-artes visuales, embriaguez-mesura, caos- cosmos, éxtasis-conocimiento, vuelve a juntarse a Nietzsche en el cráter del Volcán. La filosofía aparece para ambos como un género decadente en relación a la época de los antiguos sabios, pero ya no por una sustitución de Diónisios por Apolo, sino por la incapacidad de un nuevo tipo de saber escritural en relación a la vitalidad y misterio del agonismo arcaico. Colli es a Nietzsche, lo que Zenón fue a Parménides, el mejor discípulo por ser el más desobediente. 1. La locura El conocimiento, lo que los hombres llaman conocimiento humano, aquello que Nietzsche signó como maldición cayendo sobre la

Upload: matias

Post on 23-Jun-2015

556 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Guía de lectura para el Nacimiento de la Filosofía de Giorgio Colli

Guía de lectura para el Nacimiento de la Filosofía de Giorgio Colli

por Tomás Abraham

El milagro de la filosofía germina, para Colli, por cuatro momentos igualmente “milagrosos”. La locura, el laberinto, el enigma, la dialéctica, nos darán un doble fruto: la retórica y, finalmente, la filosofía. A través de estos momentos, de estas figuras del lenguaje, se destejen los tiempos fundamentales del nacimiento de la filosofía, así como los paisajes más salientes de la historia griega.

Pensar a la filosofía como la etapa culminante de un proceso teórico-social, insistir en este aspecto y no tanto en su tradicional rol fundador, ya sea de la Razón occidental, o de la sabiduría de occidente, de la ciencia, de la educación, de la moral o del humanismo, o, para los pesimistas, de la decadencia y de la degeneración, de cualesquiera de los epítetos fabricados por los ansiosos de grandes mayúsculas y de orígenes definitivos, implica mezclarla con lo que se diferencia de ella, desde la locura hasta la literatura. El itinerario de Colli es un camino poético. Comienza por enfrentarse a Nietzsche y termina uniéndose a él desde una nueva diferencia. Recorre una espiral heterogénea al filósofo y retoma contacto desde una zona original. Una vez que revierte la tradicional bipolaridad Diónisios-Apolo, y sus máscaras, sin fondo-forma, profundidad-superficie, música-artes visuales, embriaguez-mesura, caos-cosmos, éxtasis-conocimiento, vuelve a juntarse a Nietzsche en el cráter del Volcán. La filosofía aparece para ambos como un género decadente en relación a la época de los antiguos sabios, pero ya no por una sustitución de Diónisios por Apolo, sino por la incapacidad de un nuevo tipo de saber escritural en relación a la vitalidad y misterio del agonismo arcaico. Colli es a Nietzsche, lo que Zenón fue a Parménides, el mejor discípulo por ser el más desobediente.

1. La locura

El conocimiento, lo que los hombres llaman conocimiento humano, aquello que Nietzsche signó como maldición cayendo sobre la humanidad desde que a Sócrates se le ocurrió inventar la moral, tiene, para Colli, la densidad y la gloria de los partos. El conocimiento empuja a través de los arcanos de la antigua adivinación, y, enfrentando a Nietzsche, dice que no son los impulsos salvajes los que se retuercen sufrientes bajo el imperio de la razón, sino el saber humano el que desespera por nacer ante la mirada del Déspota Juguetón. El hombre es Prometeo gimiendo su rabia, encadenado por Zeus, sabiéndose derrotado pero negándose al silencio, aullando el profundo desprecio y la arbitrariedad del monarca celestial. Prometeo, el anti-animal y el anti-dios, el que con su hígado creó la zona de la sabiduría humana. El hombre será un ser hepático.

Si la sabiduría homérica era destreza, habilidad y astucia, la sabiduría de Delfos es iluminación, manifestación, precisión. El saber oracular conjuga con el abajo-arriba, el pasado y el futuro. El porvenir de los hombres es el presente de los dioses, dueños de la mirada del águila, visión inhumana lanzada a lo humano como si fueran flechas, es

Page 2: Guía de lectura para el Nacimiento de la Filosofía de Giorgio Colli

decir pensamientos, enigmas. Heráclito decía: Apolo no afirma ni oculta, indica. La manifestación de lo divino se presenta como nudo, laberinto, señuelo, adivinanza, es un regalo cuyo contenido estará determinado por el agasajado, la sabiduría o la muerte. La esfinge tebana devoraba a sus pacientes.

El pasaje de lo divino a lo humano estará marcado por una deformación, un lenguaje extra-ordinario, indescifrable, y la voluntad de saber obligará a una nueva deformación, a un acto sobrehumano: desanudar el nudo de la manía. Los cuatro delirios constituyen zonas híbridas en las que se encuentran la palabra mágico-religiosa y la palabra humana. La locura profética, la mistérica, la poética y la erótica, son potencias divinas y humanas, mezclas extrañas que requieren una iniciación para ser descifradas. Voz de los dioses a través de lo humano, voz humana inspirada en los dioses, la sabiduría es manía, hybris, un exceso que tiende un puente entre dos mundos alejados y enfrentados.

2. El laberinto

De la locura al laberinto, obra humano-divina, construcción de liberación y perdición, simiente del saber. La sabiduría se sitúa en un terreno peligroso, ambiguo, un arma de salida y un cepo aterno, un filo de mínimo espesor sobre un abismo, atravesarlo, conjurarlo, desanudarlo o desandarlo constituye el desafío que ungirá al sabio.

Dédalo es el arquitecto del laberinto. Dédalo, es el sobrenombre que usa Georges Bataille, Daedalus es uno de los protagonistas de James Joyce en el Ulyces. Es un personaje apolíneo que condensa la posibilidad de inventiva y la sabiduría técnica. Juego, belleza, artificio, encarnados en laberintos, vacas de madera. Ovillos, construcciones artificiales metidas en medio de un desafío, es el espacio en el que se combinan belleza y violencia. La historia mítica del laberinto a través de sus diferentes versiones, nos muestran un relato variado en el que la lucha pasa de las manos del dios, Dionisios, a manos humanas o heroicas, Teseo. El laberinto es el camino tortuoso que llevará a Teseo hasta el Minotauro, para darle muerte y liberar a Ariadna, o será trampa urdida por Dionisios para reducir al presunto liberador.

La lección del laberinto indica la necesidad de perderse para salir, de modo análogo podemos suponer que no es el laberinto lo que pierde al hombre, sino la falta de hilo. El logos será ese hilo que restablecerá la continuidad, una posibilidad para el hombre de “hilar” lo que está destejido, la discontinuidad entre hombre y dioses. El logos, la palabra de “verdad”, el discurso como amo de la verdad, será ocasión de encuentro. Orfeo es la manifestación musical de Dionisios, suavización de su figura hostil. Los misterios de Eleusis se consideran como una variación de los cultos dionisíacos, una intelectualización, quizás, de aquellos arcaicos cultos de la tierra. Las tablillas más antiguas que nos hablan de los misterios órficos muestran momentos de diálogo entre iniciador e iniciado. Hay un aspecto teatral en los misterios que se vincula a los orígenes de la tragedia. En el proceso de suavización de los rasgos crueles de Dionisios, el dios aparece con un nuevo aire juvenil, Dionisios muchacho, juguetón y jugador, entreteniéndose con los nuevos símbolos lúdicos, la pala, el peón, los dados y

Page 3: Guía de lectura para el Nacimiento de la Filosofía de Giorgio Colli

el espejo. Cuando el joven Dionisios se mira al espejo ve el mundo, los hombres y los elementos. El mundo es el reflejo de la cara de Dionisios. Los juguetes de Apolo son las palabras y los signos, sus jugadas se especializarán en los azares de los torneos verbales.

3. Adivinación

Encontrar el hilo de la razón es lección laberíntica, el arte de la adivinación, la mántica.

Colli se apoya en Heráclito para criticar a Nietzsche, el sabio griego nos habla de un Apolo sin ungüentos ni ornamentos. No es la apariencia ni la proliferación de formas lo que caracteriza a Apolo sino su ambigüedad. Apolo es el dios del arco y de la lira. Construidos ambos con el mismo material, los cuernos del chivo, pero colocados en una disposición diferente, la caza y la música nos ofrecen los aspectos ambivalentes del dios de Delfos. Aspectos antitéticos y complementarios, el arco y la lira se oponen para el mundo de la superficie, el de la opinión. Los pensamientos del dios son flechas que el intérprete debe atrapar. La composición extraña de las palabras del dios, expresan la existencia de un mundo oculto, es decir hostil.

La fractura metafísica, este mundo, otro mundo, tiene variadas consecuencias, pero no hay que perder de vista que, quizás, antes que cualquier otro atributo, implica hostilidad de parte del dios, y temor de los hombres. El más allá es amenaza. El más allá nos señala un poder y un ojo de cualidades extraordinarias. El dios es dueño del tiempo, convierte nuestro futuro en destino.

Arbitrariedad de los dioses, absoluta libertad de juego, sus designios son insospechables porque las potencias divinas son caprichosas, se permiten a sí mismas lo que no permiten a los hombres, son arrogantes y exigen moderación.

4. Enigma

El enigma se separa de la adivinación desde el momento en que el desafío entre hombre y dios, se convierte en lucha entre humanos. La investidura del amo o maestro de la verdad garantizaba el poder de la palabra mágico religiosa, en este caso el maestro de la verdad o sabio, será el que resulte proclamado vencedor en una contienda que enfrenta fuerzas semejantes. El título de sofos o maestro deberá ser conquistado y no descuidado, la autoridad ganada podrá ser perdida en cualquier momento, desde el mismo instante en que otro candidato dispute o desafíe al amo del saber. La historia de Calcante y Mopso ilustra los vaivenes por los que atraviesan los maestros de la verdad, una vez que el saber tiene una función pública y ya no descansa sobre una supuesta y definitiva delegación de los dioses. Si el Rey era el delegado de las potencias divinas, y sus representantes, profetas o poetas, los voceros del orden celestial, desde el momento en que se quiebra el orden monárquico, y cae paulatinamente su sucedáneo, la nobleza aristocrática, el saber será prenda a conquistar, a pelear, sin otra garantía de verdad que la que los contendientes aceptan respetar.

Page 4: Guía de lectura para el Nacimiento de la Filosofía de Giorgio Colli

5. El pathos de lo oculto

“¡Oh! Mi Señor, mi Dios, cantaré para ti un himno fúnebre, un canto de entierro. Porque por tu entierro me has abierto las puestas de la vida, y por tu muerte has dado muerte a la Muerte.” Heráclito.

Heráclito es el héroe de este capítulo que comienza con Homero. La anécdota es la del sabio-poeta Homero que no adivina el enigma de los pescadores, y muere de aflicción. Se cumple la profecía. El enigma se expone con sus pares de elementos contradictorios: lo que hemos atrapado —lo que no hemos atrapado, lo que hemos dejado— lo que traemos, estos elementos bipolares referidos a los piojos, colocados de modo diferente “a como era de esperar”, producen el desconcierto, las semillas del engaño. Juntar cosas imposibles de juntar, pero que, a pesar de todo, a pesar de confeccionar un monstruo, un fuera de especie, indican algo real, es el desafío, la puesta a prueba de la calidad del que se proclama sabio. Heráclito recuerda la derrota de Homero, prolonga el enigma, construye un enigma sobre el enigma, y afirma que los piojos, el elemento sustancial que echó por tierra al más grande poeta de la antigüedad, no son los piojos, los piojos son las cosas manifiestas, que también engañan al hombre en general. Tirar lo visto y atrapado, el mundo de la apariencia sensible, y traer consigo lo oculto y dejado, es el camino de la sabiduría.

Según Colli, para Heráclito, la experiencia de los sentidos se nombra mediante el lenguaje, y la discontinuidad a la que obliga la articulación de las palabras, mundo discreto, elemental, compuesto por unidades, nos da la ilusión de un objeto sustancial, real, exterior, origen de nuestra experiencia. Al contacto de elementos fluídicos, desde lo cutáneo hasta las moléculas de agua y al efecto térmico que provoca en el sujeto, a esta experiencia irreductible, el hombre la llama río, y por la fijeza de la palabra crea un río afuera. Afirmará que le será posible bañarse dos veces en el mismo río, olvidando que la experiencia que junta cuerpos es siempre única.

“Las cosas manifiestas que hemos atrapado, las dejamos, las cosas ocultas que no hemos visto ni atrapado, las traemos”; la naturaleza última de las cosas aparece oculta, lo oculto no lo vemos ni atrapamos, pero lo llevamos dentro, del Piojo al Ser.

“El sol tiene la extensión de un pie humano”, “muerte es todo lo que vemos estando despiertos”, “a la naturaleza primordial le gusta ocultarse”, “los confines del alma no podremos encontrarlos caminando, aunque recorramos todos los caminos: así de profunda es su expresión”, “el dios es día noche, invierno verano, guerra paz, saciedad hambre”; el mundo que nos rodea es un tejido ilusorio de contrarios, un enigma cuya solución es la unidad, el fuego que todo quema y todo genera.

6. Misticismo y dialéctica

Heráclito nos mantiene en el mundo religioso en el que lo “oculto” es ley. Sigue vigente lo que Colli llama “el fondo escabroso del enigma”. El pasaje del pensamiento

Page 5: Guía de lectura para el Nacimiento de la Filosofía de Giorgio Colli

religioso, de la palabra mágico-religiosa a la palabra secular, palabra racional, es el tema de este capítulo. El puente es la dialéctica. Término clásico y siempre actual de la tradición filosófica, es comúnmente sinónimo de contradicción. Se llama dialéctica al pensamiento heraclíteo, porque afirma la vigencia de la contradicción en el devenir del ser, se llama dialéctica al arte del diálogo que se desarrolla en los libretos filosóficos de Platón, y se llama dialéctica, quizás la más conocida, a la que inventó Hegel, como proceso de contrarios que se van sintetizando en nuevas y más pletóricas unidades. Agreguemos que Marx sumó materialismo filosófico a dialéctica hegeliana y nos da como resultado el conocido materialismo dialéctico. Generalmente la dialéctica tiene la doble acepción de implicar la acción de los contrarios por un lado, y la prédica que todo tiene que ver con todo en un proceso universal de acciones y reacciones. Todo lo que va, vuelve, etc. Aquí, en este texto, dialéctica es una práctica discursiva oral que Colli destaca en los orígenes del pensamiento racional. Se sitúa más acá de la escritura y pertenece a los arcanos de la antigua tradición cultural de los griegos. Desde los misterios órficos, y antes aún, desde las prácticas oraculares, los griegos eran protagonistas de duelos verbales y elogiaban al diestro en este arte. La dialéctica aparece cuando se va fundiendo el “fondo escabroso del enigma”, cuando el desafío se da entre hombres en un decorado en que los dioses callan. Interrogador e interrogado se sitúan frente a frente. El interrogador toma la iniciativa, y lo que antes era planteo de enigma, será aquí problema, escollo u obstáculo según asimilaban los griegos. Problema era el obstáculo que lanzaba el maestro dialéctico como el escollo que encontraba el marino al acercarse a la costa. Problema o peñasco. De esta práctica que tenía sus sorpresas la lógica emerge en un primer intento de establecer las normas para una discusión correcta, y una teoría general de la deducción o de la demostración. El interrogador plantea el problema bajo una forma, como ya era tradicional, contradictoria. El interrogado si acepta el desafío, elige una de las dos proposiciones presentadas. Esta será la tesis. El interrogador mediante una cadena de preguntas con sus correspondientes respuestas, tendrá por objetivo hacerle confesar al interrogado lo erróneo de su elección, refutará su tesis. Esta operación no implicará ningún procedimiento forzoso o violento, será la misma necesidad del encadenamiento de razonamientos que hará que el interrogado se declare vencido, es decir, convencido.

La dialéctica mantiene el arte de la disimulación que caracterizaba al enigma. El interrogador debe saber distraer al interrogado con preguntas banales o accesorias que oculte el objetivo que se propone. Esta discusión reglada exige la búsqueda de medios o conceptos de alcances cada vez más amplios, nociones de grado general y abstracto que serán regla en el raciocinio discursivo. Las ideas de necesidad, probabilidad, existencia o sustancia. Del agonismo a la dialéctica, y de ésta a la razón.

7. La razón destructiva

Con los procedimientos dialécticos sujetos al azar, al accidente de las miradas, a las entonaciones personales, a la rapidez o lentitud de las respuestas, al desorden al que podían llevar las preguntas accesorias, no permitían construir un edificio racional que supone un mínimo dogmatismo, principios básicos. La tarea del dialéctico es destruir

Page 6: Guía de lectura para el Nacimiento de la Filosofía de Giorgio Colli

la argumentación del adversario, elija la proposición que elija. El héroe de este capítulo es Zenón, pero el aspecto más interesante es Parménides. La escuela de Velia es una de las piedras basales de la fundación filosófica, reacciona contra el pitagorismo y, según Colli, también contra las consecuencias extremas de la puja dialéctica. Si es posible dialectizar cualquier verdad, enfrentarla con otra, refutarla a la medida de la maestría del dialéctico, todo puede ser verdadero y falso a la vez. El “Ser” de Parménides, es un camino elegido que no incluye opciones alternativas. Es la primera llamada de atención al modo de pensamiento antitético-complementario, la vía legítima es una sola, el camino de la verdad, el camino del ser. Lo extraño es que para Colli, la filosofía de Parménides es la exposición de su benevolencia, de su compasión hacia los hombres. A pesar de la irremediable distancia que media entre las palabras y el fondo oculto del mundo, Parménides da algo así como un voto de confianza al lenguaje humano y lo hace merecedor de la palabra-verdad. Para esto será necesario la aniquilación de la dialéctica, o al menos, de sus excesos. Es cierto que esta palabra verdad no se manifiesta en la superficie, sigue perteneciendo al fondo oculto de las cosas, requiere desviarse del camino que Parménides llamaba el de la opinión, y escuchar la voz del ser, como decía Heidegger. El “ser” cópula de aquello “otro” que está sucediendo. El Ser no es nada ni algo, no ocupa lugar, es lugar, es el lugar en el que todo acontece, es el camino de lo Uno, de la continuidad, frente a la discontinuidad pitagórica. Camino de la unión política, según Capizzi, de la conciliación humano-divina, según Colli.

Zenón extremará la afirmación de que el mundo de la opinión nos desvía de la verdad, lo hará mostrando las infinitas paradojas de lo aparente, la realidad visible se diseminará como arena, tendrá la consistencia del vapor. Es interesante la posición de Aristóteles al fracasar en su intento lógico de refutar las paradojas de Zenón, arguyó, que las aporías de Zenón sólo pueden superarse por accidente, refiriéndose a lo que ocurre, haciendo correr a la tortuga junto a alguien infinitamente más veloz. Aristóteles, el lógico, sabía que había momentos en que hay que dejar de pensar, como también sabía que el sol gira alrededor de la tierra, segura y quieta en su órbita. Experiencia que nosotros repetimos cada día, cuando nos damos cuenta que pisamos suelo firme.

8. Agorismo y retórica

Colli está llegando al fin de su cometido. Nos lanza una frase enigmática que me cuesta desentrañar. Colli dice que la “razón” de los sabios de la Grecia arcaica era índice de otra cosa. Estaba prendida a un fondo religioso, tenía una función alusiva. Si recordamos que, según Heráclito, Apolo no mostraba ni ocultaba, sino indicaba, y que en el lugar del lenguaje oracular había una mezcla de lo divino con lo humano, el enigma puesto en discurso sólo tenía sentido si era voz que provenía de las fuerzas ocultas. En una palabra la razón comenzó a operar en un terreno religioso sin el cual será imposible entenderla. La sabiduría se juega en un terreno de polémica y desafío que no olvida el distanciamiento metafísico. Con los juegos dialécticos, la fractura de mundos comienza a desdibujarse, los torneos verbales tienen vencedores y vencidos de acuerdo con reglas humanas, y la maestría en este arte parece no requerir la inspiración de musas ni el privilegio de la posesión. La sabiduría ya es objeto de

Page 7: Guía de lectura para el Nacimiento de la Filosofía de Giorgio Colli

transmisión y enseñanza, de competencia y destreza. Se inicia así un proceso de autonomización, la función alusiva del discurso se pierde y el hombre se queda con el lenguaje como el escultor con la masa de arcilla o la piedra, una materia prima para transformar.

El héroe de este capítulo es Gorgias, y con él comienza la era de la declinación de los sabios. Gorgias, italiano del sur, griego de la periferia, es uno de los inventores de la retórica, un experto en las artes dialécticas y un conocedor de las pujas eruditas de su tiempo. Supo darle a su saber un uso práctico. Siguiendo la crónica de Roland Barthes, la palabra retórica nace en los conflictos que enfrentan a los habitantes de Siracusa que habiendo perdido sus tierras por invasiones, tienen la posibilidad de recuperarlas una vez liberadas. A falta de registros de propiedad, se arma el escándalo y la discusión sobre lo que es mío y es tuyo, y, frente al general desacuerdo fue necesario establecer un sistema de consultas populares.

La “exposición” de las razones particulares adquirió la mayor importancia, un dialéctico diestro como Gorgias, discípulo del mago Enpédocles, tenía algo que ofrecer a la naciente democracia. Sustituir al adversario de la justa dialéctica por un público de oyentes no es sólo una cuestión de número, cambia la característica del adversario, porque el público lo sigue siendo. El adversario es la resistencia que imponen los espectadores a ser seducidos y dar su definitivo acuerdo. Estos verán sucederse a una serie de oradores que harán las piruetas imaginables para provocar el mayor encanto, hijos de Peithó, las fuerzas del engaño estarán al servicio de la verdad, habrá que hacer de ésta, de la verdad, algo verosímil. La verdad no basta, su vigencia dependerá de que se crea en ella, debe parecer verdad. Gorgias, hijo de la dialéctica, padre de la retórica, fuerza hasta sus últimas consecuencias las enseñanzas de Zenón, Si Zenón de muestra por el absurdo la actualidad de la palabra parminídea, el mundo que se ve no es, lo que es no se ve, se sabe, Gorgias exponente del fin de la época de los sabios, mediadores entre hombres y dios, disuelve la fractura metafísica. El temor que tenía Parménides a los excesos a los que podía llevar la dialéctica se ve confirmado por el pensamiento de Gorgias. Nada existe, nada es posible conocer, nada hay que comunicar.

Se da la quizás significativa coincidencia de la autonomía del saber con respecto de las potencias divinas y el alejamiento de la escritura de la voz. Instrumento público desde la introducción del alfabeto fenicio, la escritura sirve en una primera instancia a los maestros de retórica como apoyatura de sus discursos. Sus pregones solitarios frente a un público silencioso no permitían las licencias inesperadas ni las improvisaciones no calculadas del recitado de memoria. La imaginación retórica modifica el carácter sorpresivo del ejercicio dialéctico, y da un nuevo lugar a la escritura. Colli nos habla de una pequeña transgresión de enormes consecuencias que tuvo como culpable, entre otros a Zanón, y luego a Gorgias. Fue el momento en que escribieron algún mínimo discurso y jugaron con la “peithó” de la escritura para un posible y anónimo lector, escribir para ser leído, por otro. El espectáculo de la escritura es síntoma de la muerte de las musas que susurraban a los oídos del elegido, y fecha de nacimiento del lector.

Page 8: Guía de lectura para el Nacimiento de la Filosofía de Giorgio Colli

9. Filosofía como literatura

Y llegamos al final. Es el momento del nacimiento de la filosofía. Pero sucede que el arte humorístico de Colli muestra a esta “criatura compleja y mediata”, presa de un proceso de descomposición en los primeros momentos en que comenzaba a disfrutar de las luces del alba. La filosofía sólo tuvo infancia. Platón es escritor, víctima del arte de las palabras, juguete de las copias y de los simulacros, la literatura lo ancla en el mundo de lo aparente. El diálogo deriva de la retórica y de la dialéctica escrita, agreguémosle un poco del arte de la comedia que ungió a Aristófanes, discusiones imaginarias, situaciones y escenarios estilizados, tensión dramática, un arte del ridículo, sumémosle la ausencia de interlocutores vivos, y tendremos al amo que le corresponde. Pero retrocedamos a la antigua Grecia, la que fue antigua para Platón, y no nos olvidemos que la vista era órgano divino, los videntes eran protagonistas, el futuro se veía y después se oía, y tampoco olvidemos la voz que inspira al poeta, la que pronuncia enigmas, la voz encantadora de la seducción amorosa, la voz frágil y escurridiza del dialéctico, la voz del maestro de retórica que hechiza a su auditorio, la voz del orador y político que es capaz de crear opiniones con fuerza de verdad, la voz es órgano de poder, acústica y mandato. Zeus, dueño del trueno.

La escritura, signos grabados en una pasividad insignificante, es la convención extrema. Prototipo de simulacro, derivado de lo ya derivado. Primero el Uno, luego el Ojo, luego la Voz, ¿y después qué?, una mano que marca, que hiende e inscribe un líquido sobre una superficie limpia, qué relación puede tener con la verdad semejante operación, qué maestro de verdad puede corresponderle a este artificio menor? El filósofo. Platón se queja de su escritura, se siente confiado al arte, a la forma. En esta queja aún vibra la antigua Voz. En Platón, como dice Colli, aún vive la emoción de la dialéctica de los antiguos sabios, pero está por perecer, la filosofía será tratado, sedimento, cristal. A la espera de un nuevo trueno que la despierte de su sueño lógico.