guardini romano - la esencia de la concepcion catolica del mundo

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  • 7/29/2019 Guardini Romano - La Esencia de La Concepcion Catolica Del Mundo

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    La esencia de la concepcin catlica del mundo

    Romano Guardini *

    El trmino "concepcin del mundo" es de uso general, y cada uno le atribuyeun sentido. Este, con todo, debe ser muy indeterminado, como quiera que noes fcil obtener una respuesta inequvoca a la pregunta de qu es unaconcepcin del mundo. Para m se torn la pregunta imperiosa alencargrseme en la Universidad de Berln profesar una ctedra sobre estepreciso objeto. Ahora pues hay que ver y decir claramente en qu consisteuna concepcin del mundo, y concretamente la concepcin catlica. Y sobreello hay que decir an cmo pueda ella ser una ciencia, es decir algo que noes meramente una representacin de conjunto, de gnero ms bien literario oapologtico. Y con mayor rigor an, ciencia genuina, y no una mezcla informede filosofa y teologa. [1]

    I

    Son cuestiones por cierto muy complicadas. Si queremos alcanzar una metasegura, hemos de proceder paso a paso, deslindando lo que tenemos enmente de lo que le est emparentado o le es semejante.

    Trtase aqu, ante todo, no de una teora de la concepcin del mundo engeneral, sino de la teora de la visin catlica del mundo. La primeraconstituye una parte de la historia de la cultura, hasta donde sta ha podidodescribir hasta ahora intuiciones vivientes. Constituye tambin una parte de la

    filosofa, o con mayor precisin un conjunto de reflexiones que van ms alldel mero filosofar, en cuanto se plantean la cuestin de qu sea en generaluna concepcin del mundo; en qu relacin estn sus puntos de vista con lasciencias particulares y con la filosofa; cules puedan ser sus presupuestos, yas por este orden. El problema que aqu nos solicita reconoce sin dudaaquellos otros, y aun en parte se los plantea, o por lo menos valoriza susdatos. Nuestro fin especfico es, con todo, distinto. No nos preguntamos sobrelo que sea en general una concepcin del mundo, sino que hemos de darcuenta de una bien determinada. No se circunscribe nuestro tema a laexplicacin histrica o sistemtica de tales o cuales imgenes del mundo que

    han surgido en el pasado o que tienen vigencia actual, sino que ha deexplicitarse aquella que el sustentante sostiene como verdad.

    Qu es en general una concepcin del mundo? En qu se distingue de lasciencias de la naturaleza o del espritu? Y de otra parte: en qu se distinguedel hacer y del obrar vitales?

    Qu queremos dar a entender cuando hablamos de una concepcin delmundo? Por ella entendemos una intencionalidad cognoscitiva que de maneramuy determinada se dirige a la totalidad de las cosas; a lo que con el mundotiene que ver en lo que nos es dado. En segundo lugar, dirgese a un mundodado concretamente de una vez por todas; ella implica, en efecto, undetenerse final con respecto a la realidad circundante. Por ltimo, el acto de laconcepcin del mundo significa juntamente un valorar, medir y estimar;

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    significa tomar posicin con respecto a una obra que este mundoprecisamente le plantea a quien lo tiene delante. En esto se distingue laconcepcin del mundo de aquellos actos cuyos correlatos son objeto de lasciencias en particular y la filosofa. De otra parte, empero, y por ms que enel acto de la concepcin del mundo entren en juego actitudes extrateorticas,su direccin de sentido apunta sin embargo a la verdad. En ltima instancia esun comportamiento contemplativo, no productivo. En l se trata de unconocer, no de un hacer. En esto se distingue el acto de la concepcin delmundo de la vida prctica.

    El acto de la concepcin del mundo se dirige de manera peculiar a la totalidadcomo a su objeto. Cada ciencia en particular es aprehensin teortica de unacto cognoscitivo subordinado a una determinada esfera de objetos. La ciencianatural, por ejemplo, lo est con relacin al mundo de las cosas empricas, enla medida que son accesibles a la observacin metdicamente ordenada. Elcampo de estas ciencias se articula en diferentes sectores, determinadosrespectivamente por la idiosincrasia del objeto y los mtodos tpicos de

    investigacin; as la fsica, la astronoma, la biologa, etctera.

    El progreso de estas ciencias particulares se manifiesta en una diferenciacinrecproca cada vez ms aguda. La concepcin del mundo, por el contrario,apunta a la totalidad del ser y del valer. Las ciencias singulares se afanantambin, es cierto, por alcanzar una unidad ltima; ni movimientodesarticulador se opone el impulso hacia una concepcin unitaria. Noobstante, esta estructura unitaria aprehende ante todo, bien que en conjunto,lo que est dividido. En ellas es la unidad lo segundo, y lo primero ladistincin. El camino hacia la unidad avanza a travs de un paulatino enlace

    de las particularidades. La concepcin del mundo, por el contrario, no busca launidad mediante la sntesis de particularidades. Por este camino no llegaranunca a su trmino, pues es camino sin fin, y el progreso de las cienciasparticulares no concluye jams. Pero aun prescindiendo de esto, esesencialmente otra la aprehensin de la totalidad que es propia de laconcepcin del mundo. El todo del mundo a que ella apunta, no significa quetodas sus parcelas hayan sido de hecho aprehendidas y ordenadas en suconjunto; no consiste en una integracin plenaria de los contenidos objetivos,sino en un orden, direccin y significacin de las cosas, aprehendido todo ellodesde el primer momento y en cada parcela de la realidad.

    La concepcin del mundo ve cada cosa desde el principio impregnada detotalidad. La ve como totalidad en s misma y como incrustada en unatotalidad. Esta totalidad, este "mundo", no es, una vez ms, ningn productofinal que se nos haga patente despus de haber percibido todas sus partes,sino que desde el principio est all. El "mundo" se sumerge en cada cosa enparticular, pues cada una es totalidad en s y en conexin adems con el restodel conjunto. No es ninguna realidad mutilada e informe, sino una estructurantica cerrada en s misma; ninguna energa caprichosa, sino una composicinordenada de fuerzas. Y cada cosa es no slo parte cuantitativa y ponderable

    del mundo, sino rgano del mundo; un "rgano", empero, que comprende ens el todo, en cuanto est ordenado hacia l.

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    Si ahondamos ms en lo que "cosa" quiere decir aqu, comprobaremos losiguiente. La realidad "cosa singular" est esencialmente en relacin con larealidad "conjunto". Lo orgnico colectivo y lo orgnico individual estnrecprocamente dados. Tan pronto como percibimos la mano en su vitalidadorgnica de acuerdo con su estructura y actividad, la vemos como mano deun cuerpo; como miembro que constructiva y funcionalmente realiza en s yala totalidad corprea, por ms que dirigida a una finalidad especial, que es ladel dicho rgano. El todo corporal est ya presente en la mano, en suestructura y leyes funcionales. El cuerpo como conjunto, a la inversa,comprende la mano. La peculiaridad orgnica de la mano se despliega antetodo sobre el fundamento de la totalidad corprea; pero sta es desde elprincipio de tal naturaleza que consiste en sus rganos, y precisamente enstos. La concepcin del mundo percibe las cosas como rganos, es decircomo totalidades provisionales en s mismas, en relacin con conjuntosconcluyentes y de validez final.

    No ha de entenderse lo anterior como si aqu estuvisemos hablando de la

    llamada concepcin orgnica del mundo, en contraste con la concepcinmecnica. El trmino "orgnico" es aqu tan slo un expediente, no de otromodo que lo fue la imagen de la mano; una imagen que me ha venido a lamente para denotar la relacin esencial y ltima de la cosa singular con elorden total. En esto consiste lo que est presente en una concepcin delmundo: aquella unidad ltima en la cual la totalidad de lo singular y la delconjunto estn en conexin recproca y dadas una con la otra. En esto estribael carcter de "mundo" con que nos es dado el ser. Las ciencias particularesconsideran la totalidad como un fin ltimo que resulta de la conexinestructural de singularidades. Su progreso hacia este fin es, no obstante, sin

    trmino; es un fin que no habr de alcanzarse jams. La concepcin delmundo, por el contrario, se apodera de esta totalidad ya en el primer acto. Enella hay tambin progreso, pero no hacia el todo en su configuracin exterior,sino dentro de l hacia una profundidad, plenitud y claridad siempre mayoresen el interior de una totalidad comprendida, o por lo menos percibidaintencionalmente, de manera inmediata.

    Ahora bien, la metafsica aspira tambin a comprender el todo, y asimismo demanera no gradual, mediante una disposicin progresiva de singularidades enun conjunto, sino de una vez. Persigue directamente la esencia de las cosas,

    sucesos y conexiones; el ncleo ltimo y absolutamente esencial de cosascomo el hombre, el Estado, el deber, el dolor, etctera. Y estas esencias lasaprehende directamente no mediante una articulacin de conjunto desingularidades psicolgicas, sociolgicas, histricas, sino por la intuicininmediata que le es propia, y que recae sobre el todo esencial del objeto. Enla misma lnea estaran, por ende, metafsica y concepcin del mundo.

    Entre una y otra hay, no obstante, una profunda diferencia. La metafsicatrata de aprehender la esencia en su pura universalidad, prescindiendo de siest o no realizada en una cosa concreta. La concepcin del mundo, por el

    contrario, enfoca precisamente la esencia como realizada. La metafsica seocupa tambin por supuesto del problema de la realidad, pero de una realidaden general, no de la de sta cosa real; se ocupa del problema de laconcreticidad, pero de una concreticidad en general, no de la de esta cosa en

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    concreto. Pregntase tambin por el mundo como una totalidad, perosolamente por la esencia en s del mundo, prescindiendo de si es o no real; yjusto en esta prescindencia de la realidad existente estriba su peculiar fuerzaliberadora, la consolatio philosophiae. Para ella es siempre una cosa oacontecimiento real apenas punto de partida, apenas un "caso". Aun aquellasrealidades que se dan una sola vez, son para ella, estrictamente tomadas, tanslo "casos". Admitir una segunda consistencia de este mundo, sera puraarbitrariedad; pero aun siendo posible esta admisin, ella no sera para lametafsica sino un caso que dara ocasin al conocimiento de la esenciaplenamente significativa. De otro modo la concepcin del mundo. Su miradaimprime un acento de valor en este mundo, en su entera y plstica unicidad.A esta visin est adherida ciertamente una esencia del mundo, pero no setrata del mundo en general, sino de este mundo en su peculiaridad e historiatpica. Quiz debiramos an decir que en la concepcin del mundo vemos elmundo corno es hoy; un hoy, por supuesto, de tal naturaleza que en l secumple el ayer y se prepara el maana. De esta suerte es la concepcin delmundo una posicin del que contempla el mundo tal como ste le hace frente.

    Mas por ventura est a punto la siguiente objecin. Es que la ciencia histricano va en busca tambin de un todo esencial, y concretamente en su peculiarapariencia?

    No es ella una investigacin que procura justo aprehender el acontecerconcreto y la persona singular?

    Hemos de distinguir dos maneras de plantear el problema de la historia. Laprimera reduce lo singular a no ser sino un "caso" comprendido bajo leyes

    ms generales, en cuanto que, despus de haber comprobado el hecho por elexamen de las fuentes, pretende explicar el acontecimiento en funcin deconexiones psicolgicas, sociolgicas o econmicas. Pero hay otra manera deproceder, y consiste en enfocar la forma viviente, la estructura operante, eltodo con sentido de una personalidad o acontecimiento. Ahora bien, estaposicin del problema parceme que tiene lugar, si no en el mbito propio dela concepcin del mundo, ciertamente por lo menos en sus dominiosfronterizos. El que a uno se le presente la persona y el suceso real en sutotalidad esencial y peculiar plasticidad, parceme presuponerlo la concepcindel mundo antes que el procedimiento tan extendido de la primera manera de

    plantear el problema histrico; por lo menos debe darse algo semejante comocondicin preparatoria de una efectiva concepcin del mundo. Y esto slo esposible en la actitud devota. De aqu que las representaciones de este tiposean tenidas por problemticas por parte de los adictos a un mtodo ms"exacto" de investigacin histrica.

    Conexo con el anterior est un segundo rasgo de la concepcin del mundo: elde tomar su objeto como afn. Con esto no queremos significar tan sloconocimiento de valores o deberes. La teora filosfica de los valores se ocupade stos tambin, pero se mantiene con respecto a ellos en el plano de lo

    esencial y lo universal. A la concepcin del mundo, por el contrario, no leconcierne el sistema general de valores y requerimientos, sino el afnconcreto que en este mundo se plantea al hombre, y la obra que en estemundo se demanda del hombre.

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    Con esto hemos descrito en uno de sus aspectos la concepcin del mundo aldecir que significa la mirada a la totalidad del ser, a un ser, adems,concretamente determinado. Este ser, empero, no es percibidoimparcialmente, sino como afn, como invitacin a la obra y la conducta enconsonancia.

    Para estas intuiciones tienen naturalmente gran valor las conclusiones de lafilosofa y las ciencias experimentales. La concepcin del mundo las asume,las ampla, y se clarifica con ayuda de ellas. Ms an, hay amplias extensionesen que todos esos territorios apenas pueden deslindarse en general, pues losdominios del espritu se compenetran de ordinario en su crecimiento. Unos yotros son, con todo, distintos, desde el punto de vista de su originaria yrespectiva actitud cognoscitiva.

    II

    Como ms viviente, como ms cercana a la vida se nos presenta laconcepcin del mundo, en comparacin con la ciencia en particular y lafilosofa. Debemos, sin embargo, operar un deslinde anlogo entre aqulla y lavida misma, o sea con respecto a los actos del hacer y del obrar.

    Visin y contemplacin, no obra ni accin, es el cometido propio de laconcepcin del mundo. Por ms que signifique ciertamente una intuicin delmundo como afn, como llamamiento a una obra, ella misma, empero, es aunintuicin y no obra; fundamento de la accin, pero no accin en s misma.Concepcin del mundo es encuentro entre hombre y mundo; una mutua

    oposicin cara a cara, pero cabalmente oposicin en que los rostros quedanvindose uno frente al otro. Es mirada y conocimiento, por ms que esteconocimiento pueda estar saturado de contenidos de gravidez e inmediatezvital mucho mayores que en la visin propia de la ciencia y la filosofa.

    El ethos ms tpico de la visin del mundo consiste justo en la limpidez deesta mirada. Puede por cierto, y aun debe esta mirada estar animada de todoel ardor que se quiera, pero ser un ardor de la visin y no de la accin. Elprimero es el ardor; que torna la mirada amplia y profunda, pues slo el amores vidente; el segundo, en cambio, no hara sino empaarla. La concepcin

    del mundo no obra, sino ve. En ella acta seguramente una energaformativa, una profunda fuerza creadora, pero es una energa procedente dela visin. En ella ve el hombre las cosas como son en s, pero no las acomodaa su querer, por ms que ste fuese un querer "trascendental". Lo que ve laconcepcin del mundo, est ah ya. Es sin duda un comportamiento que llegaa su punto extremo en el ver, en el conocimiento. Su actividad asciende hastala mayor fuerza e intimidad, pero queda siendo siempre actividad vidente y nooperativa.

    Una vez que hemos distinguido el enfoque propio de la concepcin del mundodel que corresponde a otros dominios del conocimiento, debemos aun ubicaraqulla en la conexin estructural a que pertenece. Y en primer lugar: hemosllamado concisamente "mundo" a lo que constituye su objeto. Con esto quieredesignarse inmediatamente aquella totalidad que tiene valor de mundo para

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    quien la contempla. Pero en qu consiste esta totalidad? Pues consiste enprimer trmino en cada cosa singular, cuando es vista precisamente comoperteneciente a un mundo; y consiste tambin, en segundo lugar, en latotalidad del conjunto. Ahora bien, hay tres totalidades de este gnero, porpoco que en lo dems puedan estar en la misma lnea, a saber: primero, latotalidad del mundo como suma y compendio de las cosas del mundo exterior,y a ella pertenece tambin el hombre en su ser fsico. Segundo, el hombre, encuanto constituye una unidad cerrada en s misma, y en cuanto que como yoindividual y social se opone al mundo. Por ltimo, el fundamento absoluto yorigen primero del mundo y del hombre: Dios.

    A estas tres totalidades elvase la concepcin del mundo, mirando asimismo alas realidades singulares en cuanto subordinadas a aquellas totalidades; acada una de ellas en s misma y en su relacin con las dems. De cada unahay una ciencia experimental [2] y una metafsica; de cada una hay tambinuna concepcin del mundo. Hacia todas esas totalidades se orienta la visin;hacia la totalidad originaria, concreta, dada de una vez en el primer caso, y

    dada como personal en los otros dos; y en todos ellos como requerimiento adeterminado obrar y a una conducta adecuada. A decir verdad, estas unidadesy su respectiva visin se implican mutuamente en una relacin determinada.As, el mundo del hombre est en parte ercu bebido en el mundo de las cosas;pero a la vez descansa en s mismo y se opone al segundo, aprehendindolo,al enfrentarse a l, en actos de conocimiento, amor y valoracin. Y ambosmundos por su parte vienen de Dios como de su arquetipo y causa creadora.Oficio del hombre es ir hacia Dios y llevar el mundo de las cosas hasta l.

    Este es el orden dado objetivamente, y a l debe acomodarse el sujeto

    cognoscente. El acto que llamamos "concepcin", "visin" o "contemplacin"desplzase dentro de una amplia conexin anmica. A cada objeto del mundoresponde por parte del yo una manera de enfrentarse al mundo. A aquellatotalidad hace frente el hombre viviente contemplando, queriendo y obrando.Este encontrarse recproco tiene como acto el mismo rasgo fundamental de latotalidad, no de otro modo que su objeto como tal. De ah la diferencia entreeste acto y otras actitudes adaptadas a determinados fines y direccionesinquisitivas, como por ejemplo la investigacin cientfica o la manipulacin deobjetos con fines tcnicos, etctera. En la concepcin del mundo, por elcontrario, tenemos la relacin viviente entre el yo y el t. En el

    comportamiento integral del oponerse al mundo, es la concepcin del mundoel elemento contemplativo.

    III

    He hablado hasta aqu de la concepcin del mundo sin ulterior calificacin, y lahe contrastado con el puro afn cognoscitivo, propio, por ejemplo, de laciencia en particular y de la metafsica. Ms con esto quedara imprecisanuestra descripcin por ms de un concepto. Ahora, pues, es preciso aclarar

    la siguiente cuestin: En qu relacin est la concepcin del mundo con laciencia en el estricto sentido del trmino?

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    El acto por el que percibimos lo dado en el mundo en la manera tpica yconstitutiva de la concepcin del mundo, no es ciencia, sino vida. Este acto esla mirada del hombre por entero en su momento contemplativo. El hombretodo est implicado en l, en una actitud tpica, que es la actitudcontemplativa. Esta mirada no es ciencia, pero de ella puede originarse laciencia. La ciencia tiene principio tan pronto como el entendimiento elabora unconjunto de datos de manera ordenada, en operaciones de comprobacin,comparacin, anlisis y sntesis que se traducen en conceptos, juicios ysecuencias judicativas. El dato es siempre, y segn sea su contenido, unpercibir, registrar, contemplar, etctera, es decir actos y contenidos delhombre viviente; as, verbigracia, en la percepcin de la naturaleza o en laevocacin de figuras histricas, y en todo esto no hay ciencia an. La cienciasurge slo cuando el acto contemplativo o constitutivo cobra conciencia de sucontenido y lo comprende de manera ordenada.

    En nuestro caso el dato es la mirada que contempla el mundo y lo que ella ve.Mas la teora de la concepcin del mundo como ciencia es el tratamiento

    metdico y ordenado de esta visin contempladora del mundo, de suestructura especial, de los presupuestos y normas crticas de sus contenidos,y de su relacin con las dems ramas del conocimiento.

    IV

    Con todo, no hemos llegado todava al fin. La concepcin del mundo pertenecea las esenciales actitudes cognoscitivas del hombre. No obstante, no puede

    sin ms llevarse a cabo. Para efectuar aquella mirada sobre la totalidad de lascosas, precsase de cierta distancia. (Esto vale no slo del mundo en suconjunto, sino de cada cosa singular en su configuracin afectada de mundo.)Debe ser una distancia suficientemente amplia para que la totalidad puedaaparecrsenos. Lo particular debe adems hacrsenos patente, el tono propiodel objeto orse en clara resonancia, y cobrarse conciencia del vnculo quemantiene la figura y situacin viviente y nica. Por ltimo, es menester estaraparejado para la tarea que nos propone el mundo.

    Exgese tambin una recia afirmacin del mundo, un amor abierto a la

    totalidad del ser. Pero al mismo tiempo, una libertad frente al mundo, quehaga posible valorarlo y contemplarlo en posicin dominante. Para que puedaciarse la visin del mundo, menester es que el vidente abarque el mundo, lopenetre, pero al mismo tiempo que se mantenga libre con respecto a l. Laconcepcin del mundo presupone la superacin del mundo. Ahora bien, estoslo es posible desde una posicin que est sobre el mundo, sobre todo lo quede algn modo es dado naturalmente. A ella no podramos llegar alejndonosdel objeto espacial o temporalmente, con lo cual quedaramos siempre dentrodel mundo. Mas tampoco con una lejana lgica que nos distancie del objetoen planos cada vez ms abstractos y universales; con ello estaramos tambinsiempre dentro del mundo. Una posicin fuera del mundo slo puede darse alldonde se alza algo simplemente supramundano en el interior del mbito de loque nos es dado. Esto, empero, tendra que ser algo heterogneo conrespecto al mundo, y en ello radicara su significacin sublimadora y

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    libertadora. Y esta heterogeneidad no sera slo por su masa, magnitud,fuerza o plenitud vital, sino cualitativa y esencialmente. Slo un heterogneoas constituido puede hacernos libres de lo otro tan homogneo. Y slo,adems, cuando lo primero entra de tal modo en el mbito de mi ser, quepueda yo instalarme en ello y hacrmelo origen de mi pensar, de mi valorar yde mi obrar. Slo entonces ser posible una actitud que tenga su puntoespiritual de apoyo "fuera" del mundo, y pueda desde l dirigirse al mundo.De este modo se habr roto el conjuro de lo homogneo; descansando en lootro heterogneo, podr yo ver la "redondez" del mundo, tener un criterio deapreciacin y una distancia para la visin dominadora.

    Pero al mismo tiempo, una absoluta heterogeneidad no podra ser la nicacaracterstica de aquello supramundano en relacin con el mundo. De otramanera, no podra yo, que pertenezco al mundo, alcanzar ninguna relacincon lo que le sera totalmente extrao. Lo totalmente extrao no podrahacerme visible el mundo de lo dado naturalmente, pues sera frente a stealgo solamente negativo. Lo supramundano debe ciertamente ser "otro" con

    respecto al mundo; pero no solamente otro. Ha de tener tambin una relacinpositiva con el mundo; una relacin, ms an, plenamente positiva, deimplecin y consumacin. En su consistencia entitativa debe comprender"supereminenter", como dicen los escolsticos, en la ms alta plenitud ypureza, los contenidos positivos, de ser y valor, que estn en el mundo. Estees el punto de apoyo que har libre a quien descanse en l, para un verdaderoencuentro con el mundo para un verdadero dilogo entre "t" y "yo". Lo harlibre para una visin rotunda y dominadora, para una valoracin incorruptible.

    Este es el punto en que interviene el hecho de la Revelacin en el

    conocimiento del mundo. Lo dicho antes no expresa sino la exigencia teorticadel hecho realmente dado de la revelacin. [3] Hablo, bien entendido, de larevelacin histrica, sobrenatural; no de la automanifestacin natural de Diosque est en todas las criaturas, sino de la palabra positiva que Dios profiereen la historia; palabra preparada en sus profetas y cumplida en su Hijo hechohombre. El portador de la palabra de Dios, de manera plena y esencial,Jesucristo, est con respecto al mundo en una libertad que radica en su propiaintimidad. En cada una de sus palabras, en cada uno de sus hechos y en todasu actitud, entrevemos a Cristo como dotado de propia soberana. En l hablaal mundo el Dios libre del mundo. En el encuentro con l devlase la

    verdadera esencia del mundo; ante l revlanse el bien y el mal; en supresencia deducen los hombres las consecuencias de sus pensamientos y "seabren los corazones". Cristo es heterogneo al mundo; viene "de arriba". Poresto somete el mundo a juicio y lo obliga a su vez a revelarse. Es la graninstancia ante la cual muestra el mundo su verdadero rostro; la norma nocoartada por la que el mundo ser medido. Cristo es esencialmente juez ytribunal del mundo; pero al mismo tiempo lo ama con un amor de absolutapenetracin y fuerza creadora, y que es por completo distinto de nuestroamor. Viene este amor de una fuente insondable, de una perspectiva que estpor encima de toda contingencia, y puede as apreciar su objeto desde la

    altura en que le place estar; libre de todo egosmo y sentimiento interesado,aprehende este objeto en su ncleo tan esencial, que nos deja la vivencia deque tal amor viene de lo hondo de la conciencia del Creador y Seor. En Cristosentimos la manera cmo l ve el mundo en su totalidad y rectamente; cmo

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    habla a la persona con seguridad, con deferencia, y a la vez conindependencia. Sentimos cmo responde totalmente a demandas delmomento histrico que es al mismo tiempo la "plenitud de los tiempos",con la conciencia de una misin dirigida a este fin precisamente.; Cristo poseeplenamente la mirada nsita en la concepcin del mundo. La mirada quecontempla el mundo es la mirada de Cristo.

    El creyente por su parte va hacia Cristo. Creer es ir hacia Cristo, y sobre elpunto de apoyo en que l mismo est; ver por sus ojos y medir con sumedida. El creyente est, justo en la fe y por ella, fuera del mundo. Est enuna actitud que es al propio tiempo de distancia y compromiso, de negacin yafirmacin, como corresponde a la tensin de su mirada sobre el mundo. Elhombre creyente ve ante todo el mundo en general, y lo ve como en realidades, en su redondez y totalidad. Pero en realidad de verdad es esta miradaindependiente en amplia medida de la medida impuesta por la experiencianatural y su elaboracin cultural, de modo tal, que se le aparece todoplenamente valioso. El verdadero creyente tiene la visin del mundo por la

    fuerza de su fe, y por humilde que pueda ser en lo dems su condicinespiritual. En el creyente renuvase, bien que en medida muy exigua, laposicin de Cristo. Todo verdadero creyente es una instancia viviente delmundo, que se devela tambin ante l. El creyente tiene tambin aquellapeculiar posicin extramundana, aquel ser heterogneo, sin el cual noalcanzara jams la visin dominadora. Posee el amor libre, y al mismo tiempopor completo fiel, que es el nico que puede intuir en lo esencial. Guarda unaposicin de seguridad frente a toda situacin y destino concreto. Todo esto,por supuesto, en la medida en que verdaderamente cree.

    Con lo anterior hemos hecho dependiente la actuacin de esta concepcin delmundo, su pureza y su fuerza, de la fuerza y pureza de la actitud religiosa; loque, por lo dems, slo podra sorprender a quien tuviera una concepcinmecanicista del conocimiento. Todo conocimiento, en efecto, depende de quenos coloquemos frente a su objeto en la actitud peculiar que hace posibledicho conocimiento.

    Este modo de ver las cosas nos lleva naturalrnente a una crtica profunda denuestra facultad para alcanzar esta concepcin del mundo. Por ahora slopuedo rozar pasajeramente esta cuestin: Es que tenemos verdaderamente

    fe? Creer, tener fe, es no slo contar con posibilidades sobrenaturales; no slosentir, tras de lo que aprehendemos firmemente como el ms all, unfundamento indeterminado; no slo apoyarnos en aquel trasfondo enmomentos en que desfallece nuestra realidad temporal. Slo creeverdaderamente quien con todo el peso vital de su personalidad est en laperspectiva sobrenatural en que est Cristo, y vuelve a ella una y otra vezcuando quiera que de ella resbala. El creyente puede sin duda percibir lasincontables dificultades que se alzan contra su fe, y puede incluso tenerrepetidamente la experiencia de que, naturalmente hablando, est l en laincertidumbre. Pero en esta inseguridad tiene aquella otra tpica seguridad,

    con frecuencia sutil y evanescente, que viene de Dios y da fuerzas para iradelante sobre una arista a menudo tan estrecha. Aqu est ya por lo menosel principio de la fe, cuando uno puede tal vez estar del todo perplejo, pero

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    lealmente busca y, espera con voluntad dispuesta y corazn abierto. El mismovaco interior puede ante Dios ser fe, soledad clamorosa. [4]

    Tenemos tal fe? Nos las habernos seriamente con ella? Osaremosoponerla, con su certeza entretejida de problemas, con su segundadamenazada, con sus cnones visiblemente extraos al mundo, osaremosoponerla a las robustas seguridades de la vida, de la ciencia, de la filosofa,como igualmente real y vlida, ms aun, como dotado de realidad absoluta yvalidez final?

    Pongamos que nos resolvemos a ello, y que vemos el mundo desde una fegenuina. Qu llegaremos a ver? No se nos dar entonces una ordenacinarmnica de todas las cosas, una insercin de todas ellas en una conexinquerida por Dios, e investidas por ello de una nueva finalidad? No sucederpara nosotros una mudanza en todas las relaciones, una relativizacin de loque nos apareca como grande, una trasmutacin de los valores? Y desde elpunto de vista de la experiencia y la razn natural no aparecer esta imagen

    del mundo altamente problemtica, toda vez que en ella hay mucho que noses dado como seguro y valioso, y que no lo es en el orden natural; y comocuestionables, a la inversa, cosas que nos aparecen como ciertas yapetecibles? Si vemos las cosas desde el ngulo de la revelacin divina tratemos por una vez de pensar cmo ha visto Jess el mundo, cmo lo vioPablo, cmo lo vio Juan que pasa entonces con el mundo?

    Y qu ser si vemos el mundo desde la cruz? Podremos sostener estamirada y J mantener, como la nica justa, la imagen que de ah resulta?Podremos confesarla aun cuando se interponga la visin del hombre natural

    con sus obvias e imperiosas representaciones? O bien la negaremos comoescndalo y locura? O por ltimo, y sin darnos cuenta, la deformaremos enrepresentaciones estticas, prcticas, razonables? De esta gran decisindepende el que pueda uno alcanzar o no esta concepcin del mundo,mantenerla o abandonarla. Aqu est el problema prctico-religioso de toda lacuestin; problema con el que debe contar la teora de la concepcin delmundo al' tratar de explicar su formacin.

    V

    He tomado hasta ahora la palabra "fe" sin ulterior calificacin como sinnimade fe cristiana, y "concepcin del mundo" sin ms por concepcin cristiana delmundo. Mas ahora debo responder a la pregunta de si no habr tambin, porejemplo, una concepcin del mundo helnico-politesta, o budista omahometana. En un sentido provisional, es ste un caso evidente, pues sinduda alguna descbrese en estas actitudes religiosas una imagen del mundo;pero en un sentido definitivo acaso no sea as. En conexin con esto,podramos discutir el problema de en qu relacin est la fe cristiana conrespecto a las religiones naturales. Hasta dnde van una y otras por elmismo camino, o stas son para aqulla una preparacin, trasmitindolepositivamente ciertos contenidos; o hasta dnde, en cambio, se contradicen, atal punto que la primera deba rechazar aquellas otras concepciones del mundocomo deformaciones del mundo? En todo esto no puedo entrar aqu, por ser

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    asunto de la ciencia de la religin comparada y de la infraestructura natural dela fe cristiana (teologa fundamental). Aqu tan slo puedo declarar que param la fe cristiana es la verdadera y umversalmente vlida, y que aquellaequiparacin, por tanto, la he llevado a cabo con plena conciencia.

    Por la misma razn, a nadie sorprender el que, sin el menor espritupolmico, y simplemente por conviccin y deber, establezca yo una relacinde absoluta igualdad entre la fe cristiana y la concepcin del mundo oriundade ella, en toda su plenitud y consecuencias, y la fe y concepcin catlica porotra parte. No por esto, empero, se me oculta de ningn modo cunta verdady fuerza hay en las confesiones no catlicas; y tampoco desconozco cuanlimitada y deficiente es a menudo la representacin del catolicismo, y acunta distancia queda de su ser esencial. Mas cuando hablo de su seresencial, ntese bien, no me refiero a su idea, sino a su esencia real y vivienteen la historia.

    As pues, la concepcin catlica del mundo es la visin de las cosas que

    resulta de la fe cristiano-catlica.

    Queda todava una ltima cuestin. Las investigaciones ms recientes nos hanhabituado a la idea de que en todas las manifestaciones de la vida: economa,arte, vida poltica, moral y religiosa, y asimismo en la concepcin del mundo,se dan diferencias de puntos de vista, comportamiento y objetivaciones, quefinalmente pueden reducirse a un determinado nmero de tiposfundamentales. Estos son, en primer lugar, los que dependen de factoresclimatolgicos, geogrficos, econmicos, etctera; y no son, por lo mismo,tipos definitivos. Como tales se nos revelan solamente los que, con

    preferencia a todo lo dems, determinan la manera como las cosas son ycomo aparecen, es decir formas fundamentales del ser y del conocer, y enconexin, por tanto, con datos primarios de orden psicolgico, lgico y aunmetafsico.

    Ms si esto es as qu valor tiene la constitucin de estos tipos dentro de lavisin catlica del mundo? Hay en general una concepcin catlica universaldel mundo, y en este caso ser ella nica y hermtica?

    Si abrimos los ojos a la realidad, veremos luego cmo cierta tipicidad tiene

    aqu lugar verdaderamente. La visin del mundo de Tertuliano, por ejemplo,es distinta de la. de J. M. Sailer, para no hablar sino de dos moralistas tandistantes entre s. La imagen del mundo de San Agustn es profundamentediversa de la de San Ignacio de Loyola. Toms de Aquino ve el mundo de otromodo que el Cardenal Newman. Todos son; incuestionablemente catlicos,pero incuestionablemente tambin difieren en la manera como encaran elmundo. Sentimos inmediatamente cuan flaco servicio haramos >. a estaspersonalidades y a su obra si quisiramos poner a todas en una lnea. No slofaltaramos a la verdad, sino que habramos destruido lo insustituible yempobrecido el rico mundo catlico.

    En qu consiste pues lo tpico de estas visiones? En algo de lo siguiente: enque unos objetos son penetrados con especial profundidad mientras otros sonaprehendidos superficialmente; en el modo de engarzar los datos singulares y

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    acentuar stos antes que los otros; en si el carcter fundamental de la visines de orden racional, esttico o prctico, y as sucesivamente. Cadapersonalidad se forja, por decirlo as, su mundo espiritual circundante, yefecta una. discriminacin merced a la cual, y de acuerdo con su peculiarconstitucin, acaba por encontrarse como en su propio hogar dentro delmundo en general.

    Esta radicacin se asienta en lo tpico. Cada expresin vital es fuerte y castizaen la medida en que pueda encarnar clara y vigorosamente, y de acuerdo consu propio ser, una estructura esencial. No de otro modo ocurre con laconcepcin del mundo. Esta debe tambin arraigar en lo tpico; y mientrasms vigorosamente y con ms claros perfiles exprese una estructura esencial,mayor ser su fuerza intuitiva y formativa. Por lo dems, aquellos tipos sonapenas conceptualmente puros, pues en la realidad se compenetran entre s.El fenmeno de lo concreto, como puede fcilmente mostrarse, slo es posibleaprehenderlo en general como una determinada articulacin decontrariedades tpicas. Todo lo que es viviente lleva en s todas las distintas

    posibilidades vitales tpicas, as no sea sino como tonalidades secundarias enel conjunto. Todo lo viviente es totalidad posible. El tono dominante sobresalesiempre, con todo, en un determinado tipo, y es lo que define, en su modo yen su alcance, la fuerza de visin. El individuo puede sin duda realizar en slas diferentes posibilidades tpicas de intuicin y accin, pero no ms all dedeterminados lmites. Si tiene mayores atisbos en la universalidad, no ser sinmengua de la claridad y fuerza de tensin interior; la estructura esencial, laenerga ntima del ser, empiezan para l a diluirse. El dicho de San Pablo,cuando nos exhorta a no querer saber ms de lo que conviene saber, a noquerer saber sino en medida justa, enuncia una norma de humildad y al

    propio tiempo de autofundamentacin.

    Hay, no obstante, una determinada actitud teortica y prctica constituida poruna interpenetracin de los diferentes tipos, y orientada precisamente a latotalidad. Si esta actitud es genuina, si no se limita a ser una curiosidaddispersa y sin originalidad, encarna a su vez un tipo claramente definido, conestructuras propias de pensamiento y accin, y con significacin especfica enla economa total de la vida, es a saber el tipo sinttico. No quiere esto decirque presuponga los otros tipos, toda vez que su perspectiva ms amplia y sunativa universalidad tienen como rescate una merma de la aprehensin

    segura y fuerza de penetracin que se dan slo en los tipos orientados a loconcreto.

    Ahora bien, si la concepcin del mundo hubiera de implicar aquel, hermetismode la actitud espiritual, aquella peculiar rigidez de visin, aquella determinadacoloracin anmica que resultan del predominio de un tipo especial como sehabla, por ejemplo, de una visin del mundo esttica o trgica, es claroentonces que no podra darse ninguna visin propiamente catlica del mundo.Lo catlico no es ningn tipo al lado de otros. Una cuidadosa investigacinpodra comprobarlo as incluso con respecto al catolicismo de hoy, por mucho

    que, a partir del siglo XVI, pueda haberse empobrecido en susmanifestaciones y en su actitud anmica, y por ms que, de otra parte, puedahaber asumido ciertas caractersticas tpicas que podramos llamarsecundarias, y que han sido condicionadas considerablemente por su

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    oposicin a otros grupos religiosos. Es indudable que el catolicismo se realizasiempre en determinados tipos, los cuales son dados cabalmente en funcinde la peculiaridad psicolgica, tnica, de la persona individual, del pueblo ydel tiempo. Pero el catolicismo, en lo que tiene de esencial, no es ningn tipo;y esto hay que recalcarlo insistentemente contra todos los intentos msrecientes de tipificacin, y por ello mismo de relativizacin. [5] Ser catlicosignifica tomar con absoluta gravedad la revelacin sobrenatural en todo sucontenido y en todos los dominios y complejidades de la vida prctica. [6] Elcatolicismo comprende en s todas las posibilidades tpicas, como la vidamisma; todas ellas pueden tener cabida dentro de su mbito. Una genuinacontraprueba de esta aseveracin sera el hacer ver cmo las objeciones desus adversarios pueden ordenarse concntricamente de tal modo que cadauna sea vista como la negacin de las dems. La universalidad propia delcatolicismo no le viene de ningn sincretismo histrico cmo podra nadaque sea viviente reconocer semejante origen! ni de ninguna tcnica deorganizacin, sino que surge de una totalidad esencial y originaria. Si enmedio de la oposicin actual entre los diferentes grupos hay alguna misin

    para el catlico, sta consistir en recobrar su propia y esencial actitud, la quese nutre en la universalidad de su esencia especfica y no tiene otroadversario fuera de la negacin.

    El catolicismo comprende fundamentalmente todas las posibilidades tpicas.Propia de l es apenas la actitud catlica, la cual, en nuestro caso, consiste enpermitir confiadamente el desarrollo de cada una de aquellas posibilidades; enque cada tipo de visin del mundo se realice, de acuerdo con su esenciaconstitutiva, dentro del mbito espiritual catlico y en relacin con el todo.Esto podr llevarse a cabo tanto ms cumplidamente cuanto ms entera sea

    la vida catlica; y por el contraro, el predominio excesivo de determinadostipos ser siempre una seal de perturbacin interior, Trtase, por lo dems,no de una nivelacin que diera como resultado un promedio sin carcter, sinode una articulacin orgnica; de entregarse, juntamente con los otros tipos ycon conciencia de los propios lmites, a la verdad sin lmites. Consciente cadauno de su propia singularidad, sentir con todo una misin hacia la obra total.Dicho en trminos ms formales, la actitud catlica consiste en el hecho deque la actitud peculiar, determinada en cada caso por tipicidades de ordenpsicolgico, etnolgico, cultural, sea asumida en una ltima actitud total. Deeste modo cada personalidad, as como sus expresiones vitales, alcanzan

    finalmente, y de manera orgnica, su dilatacin, equilibrio e influjo recproco.

    Y con todo, hay una unidad viviente de todas las singularidades tpicas, peroque no est ya en el individuo, sino en la comunidad. No en aquella, porcierto, que resulta de la voluntad de los individuos y es fruto de especialesafinidades electivas y fines comunes, sino en la comunidad objetiva que nopuede derivarse del querer individual, es decir en la Iglesia. Es sta la unidadcomn originaria, la que no proviene de un agrupamiento sincretstico de lasparticularidades, sino que frente a toda particularidad se levanta tan originariay creadoramente como la totalidad de la vida personal con respecto a los

    actos, rganos y gestos singulares por los cuales se expresa. La concepcincatlica del mundo con su sentido cabal, es decir la visin del todo que resultade una vida a su vez total y originaria, y que se destaca soberanamente detodas las singularidades tpicas, esta visin es ante todo propia de la Iglesia.

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    La Iglesia es la depositara histrica de la visin integral de Cristo sobre elmundo. [7]

    La actitud catlica del individuo, que hemos descrito ms arriba, depende dela vida que reciba l de la Iglesia. Con la inclinacin a menudo incontrastablehacia la unilateralidad, y que resulta de la predisposicin tpica, concurre laactitud catlica ubicando al individuo en la comunidad de la Iglesia, en formade que en esta totalidad encuentre aquel la fuente de su pensamiento, de suvida y de su accin. En otro trabajo espero mostrar cmo opera estasubordinacin espiritual, y en especial lo que significan el dogma, la liturgia yla constitucin de la Iglesia en la sociologa del conocimiento, accin y ser delcatlico. El individuo vive de la Iglesia, mas no por ello pierde su originalidad,sino que incluso la Iglesia vive de sta, y lo mismo dgase de cada pueblo y decada poca. La mano vive del cuerpo, pero como mano. En esta mutuaimplicacin realzase la ltima unidad del comportamiento vital: el individuollega a ser l mismo precisamente en tanto que miembro del todo, y en steencuentra su comunidad con los dems rganos. La plenitud vital de las

    restantes zonas tpicas y pocas histricas penetra en su interior, sin que porello sea empaada la pureza de la representacin vital que es a todas comn(comunidad de los santos).

    Lo catlico es por tanto no un determinado tipo ntico o vital, como tampocouna sntesis imposible de tipos, sino una determinada actitud que cualquiertipo puede asumir. Es una determinada subordinacin e insercin en el todode la estructura especfica, del hecho o situacin histrica, y estribando todoello en la comunidad de la Iglesia. Y para no dar ocasin a un nuevorelativismo, me permitir aadir que no son a su vez posibilidades tpicas

    indiferentes las de que el tipo individual afirme esta subordinacin, o que porel contrario la rechace y se constituya en todo sobre s mismo. Menos an esadmisible que este repudio como actitud "autnoma" pueda considerarsesuperior a la actitud catlica como actitud "heternoma". La supuestaautonoma sera ms bien la autoamputacin de la vida fuera del ordenestablecido por Dios, y tal como si la mano quisiera sustraerse a estar en elcuerpo. El respeto y estimacin por las convicciones ajenas no debe impedirdecir la verdad. De cualquier problemtica que puede suscitar el criteriocatlico, es el catlico profundamente consciente.

    He aqu pues la ltima respuesta a la pregunta de qu sea una concepcincatlica del mundo. Es la visin que del mundo tiene la Iglesia en la fe, desdelo profundo del Cristo viviente y en la plenitud de una totalidad que se ciernesobre todos los tipos. Y para cada individuo es la visin del mundo que leviene de su fe, y que si bien se conforma a su peculiar estructura, alcanza auna totalidad en cuanto que este hombre tpicamente determinado estinserto en la Iglesia, cobra de ella su visin y toma de este modo parte en sumirada.

    En cuanto a la teora de la concepcin catlica del mundo, consiste en la

    elaboracin cientfica de esta mirada y de lo que ella ve. [8]____________________

    Traduccin de Antonio Gmez Robledo.

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    * Romano Guardini naci en Verona (Italia) en 1885. Su familia se traslad alao siguiente a Maguncia (Alemania), donde transcurrira su infancia. Trascomenzar estudios de qumica en Tubinga y de economa poltica en Munich,en 1906 se traslada a Friburgo de Brisgovia y empieza la carrera de teologa.Ms tarde volver a Tubinga, donde conocer a su maestro Wilhelm Koch. En1908 ingresa en el Seminario de Maguncia, en cuya catedral se ordenar

    sacerdote el 28 de mayo de 1910. En 1915 presentar su tesis doctoral enFriburgo. All conoce a Joseph Frings, que llegar a ser cardenal de Colonia, ya Martin Heidegger, de quien ser condiscpulo. En 1922 consigue lahabilitacin para la docencia en Bonn, donde se le ofrece la ctedra de teologaprctica y ciencia de la liturgia, que rechaza. En 1923 la Universidad de Berlncrea expresamente para l la ctedra de Filosofa de la Religin y VisinCatlica del Mundo, suprimida por los nazis en 1939, momento que aprovechGuardini para jubilarse. Tras rechazar varias ofertas, a partir de 1945, paraocupar ctedras en Tubinga, Munich, Gotinga y Friburgo, en 1948 acept unactedra ad personam en Munich. En 1962 obtuvo el rango de emrito enMunich. Rechaz la dignidad cardenalicia que le ofreci Pablo VI. Muri enMunich el uno de octubre de 1968.

    Notas

    [1] Lo que sigue es, en sustancia, la leccin inaugural dada por el autor comoprofesor husped de la Universidad de Berln, en la ctedra de Filosofa de lareligin y concepcin catlica del mundo, durante el curso de verano de 1923.

    [2] La mstica y los msticos, por ejemplo, han tratado de elaborarcientficamente la experiencia que han tenido de Dios. Vanse, entre otros, lostrabajos del P. lvarez de Paz o del P. Augusto Poulain.

    [3] Con esto no decimos naturalmente que la revelacin pueda hacersederivar de las exigencias de la naturaleza, sino nicamente que lo natural eneste caso la visin del mundo no alcanza su perfeccin a menos queintervenga lo sobrenatural. Ms el que lo sobrenatural se revele, es cosa depura gracia. "La naturaleza es llevada a su perfeccin por la gracia", dice la

    escolstica: Gratia perficit naturam. Sin la gracia no alcanza la naturaleza laperfeccin de que es capaz; pero que Dios quiera dar la gracia, es asunto del.

    [4] Tampoco debe olvidarse que la certeza de la fe tiene en los distintoshombres, si podemos decirlo as, distintas tonalidades; en cada unoprecisamente la tonalidad de su vida interior. Sobre la psicologa individual dela fe, as como sobre el sentido de las crisis de la fe, mucho habra que decir.Todo esto suele tratarse y describirse tan esquemticamente, que a menudoes difcil reconocer en esos anlisis al individuo viviente.

    [5] Se ha intentado definir el "hombre catlico" al lado del hombreprotestante, budista, antiguo, capitalista, etctera. Esta yuxtaposicin, y

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    cualesquiera otras operaciones similares, son del todo falsas. El "hombrecatlico" no es ningn tipo.

    [6] Esto no quiere decir naturalmente ni que todos los contenidos estn dadosexpresa y conscientemente en ordenada serie, ni que uno sea perfectocristiano por su disposicin y situacin personal.

    [7] Esta universalidad tiene un doble aspecto: uno extensivo, otro intensivo.En virtud del primero la Iglesia dilata su visin para abarcar todos los tiemposy la sucesin de formas y matices humanos. Por l se extiende la Iglesiasiempre ms e incorpora continuamente nuevos valores; es la parbolaevanglica del grano de mostaza. En virtud del segundo puede la Iglesiaasumir sin reservas la actitud, obra o peculiar decisin que Dios demanda deella a travs de los tiempos; pero lo hace siempre con la suficiente elasticidadcomo para poder conservar su ser total y salir al encuentro de nuevas ysucesivas empresas.

    [8] La teora de la concepcin catlica del mundo puede adoptar diversosmtodos. Uno, el deductivo, consiste en partir de las verdades de la fe parapreguntarse lo que desde ellas se puede avizorar del "mundo". Otro, elinductivo, ser el tomar cualquier territorio de la realidad y plantearse lacuestin de dnde podr estar, dentro de la fe, el punto que brinde acceso al, y cmo desde all pueda alcanzarse una perspectiva sobre esos problemas.Por ltimo, puede la observacin aplicarse a aquellos datos en que de maneratpica est complicado lo universal con lo particular, es a saber en laspersonalidades histricas. Igualmente son posibles tcnicas muy variadas.Puede, por ejemplo, estudiarse en todas sus conexiones la imagen catlica del

    mundo o una de sus parcelas, con lo que resultar una ms o menoscomprensiva representacin de conjunto. Si sale bien, habr sido un granxito. Pero aun prescindiendo de que puedan aunarse las energas que talempresa supone: clara visin, agudo anlisis, imaginacin y juntamentedestreza conceptual en la sntesis, aun dado todo esto habr siempre elpeligro de que todo este esfuerzo no vaya ms all de lo general y le escapela plenitud de las peculiaridades concretas. Mas es en stas donde est amenudo lo ms precioso de la visin viviente. As pues, se nos ofrece an otrocamino, que ser enfocar cualquier situacin concreta, histrica o psicolgica,y procurar paso a paso lograr de ella una visin original a la luz de la fe. La

    concepcin del mundo ser en este caso, hablando en trminosmetodolgicos, un resultado adjetivo.

    Fuente: Romano Guardini, La esencia de la concepcin catlica del mundo,Prlogo y traduccin de Antonio Gmez Robledo, Mxico, 1957, Facultad deFilosofa y Letras, Universidad Nacional Autnoma de Mxico.