graña, el aula es un laboratorio de género

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Investigación sobre los patrones de género en la escuela primaria.

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  • El aula es un laboratorio de gneroiFranois Graa

    Introduccin

    Las desigualdades de poder entre hombres y mujeres signan toda la historia humana. En la segunda mitad del siglo XX, estas desigualdades comienzan a ser pensadas desde las ciencias sociales como relaciones de dominacin-subordinacin; el concepto de gnero diferente del sexo biolgico, es en este sentido un punto de partida central (S. de Mattos 1998). La idea general mediante la que se diferencia sexo de gnero es que el sexo queda determinado por la diferencia sexual inscrita en el cuerpo, mientras que el gnero se relaciona con los significados que cada sociedad le atribuye. (Burin op.cit. p.19). En esta exposicin visitaremos el saln de clase como mbito en el que se confirma y reafirma lo que nias y varones ya han aprendido en la familia acerca de sus identidades de gnero. Pero veremos tambin que no todo es mera reproduccin, y que ciertas investigaciones enfatizan el rol activo de la intervencin docente en la construccin de estos estereotipos. Todas estas observaciones nos mostrarn una trama compleja de interacciones y mutuas remisiones que se resiste a cualquier clasificacin fcil, y que nos invita al estudio cuidadoso y ponderado.

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    En la escuela mixta, nios y nias sern clasificados segn su sexo en numerosas oportunidades a lo largo de la jornada escolar, y aprendern que ciertas aptitudes y modos de comportarse son indisociables de su gnero. Esto no sucede de modo explcito ni siguiendo un plan deliberado; numerosas investigaciones muestran que slo excepcionalmente los docentes discriminan de modo consciente e intencional. Antes bien, lo habitual es que crean estar actuando de manera igualitaria y se resistan a aceptar evidencias dolorosas que muestren lo contrario. En ocasiones en que el docente nota ciertas actitudes discriminatorias, entiende que debe permanecer neutral y respetar la manera de ser y pensar que los nios y nias traen a la escuela; se teme a menudo que una intervencin correctora de valores aprendidos provoque reacciones adversas de las familias o de los colegas. En un sistema educativo oficialmente igualitario como es la escuela mixta, se procura ignorar la diferencia de sexo y alentar la uniformidad, empleando para ello trminos neutros que designan indistintamente a nios y nias. Esta pretendida neutralidad, sin embargo, nos convierte de hecho en cmplices de discriminaciones que no se comparecen con los objetivos ticos que persigue la educacin. (Bonder 1996:27). Las manifestaciones con que nios y nias se hacen visibles en el aula, pueden ser valoradas positiva o negativamente por el/la docente a cargo; es un hecho constatado que, en cualquier caso, ste/a recordar ms fcilmente aquellas conductas que han sido notadas por cualquier razn. Y sucede que los varones se hacen ms frecuentemente visibles en sus manifestaciones en el aula respecto de las nias, y ...al ser ms visibles resulta ms fcil que sean los que concentran la atencin y preocupaciones del profesorado, y consiguientemente, que sean estudiantes a los que se estimula ms (Torres Santom 1990). El estudio de las percepciones docentes acerca de las actitudes y comportamientos de gnero escolares es asimismo muy sugestivo; un ejemplo concreto lo ilustrar. El maestro Luis Garibaldi

  • aplic a 35 colegas a cargo de escolares distribuidos en todos los grados, un formulario de encuesta organizado en cuatro mdulos: percepcin en el aula, en el patio escolar, planificacin del/a educador/a y opinin del/a mismo/a. La mayor parte de los encuestados coincide en que es ms comn que las nias ordenen la biblioteca, repartan el material, ayuden en la venta de la merienda o en el cuidado del recreo, sean ms prolijas y ms tranquilas, y que sean menos reprendidas por su comportamiento. Se percibe por otra parte que los varones son ms inclinados a juegos bruscos, reciben ms observaciones disciplinarias, se hacen cargo ms a menudo de ordenar los bancos y son ms desprolijos. Garibaldi constata que estas observaciones coinciden con las percepciones corrientes as como con los roles otorgados socialmente a hombres y mujeres, segn lo han demostrado distintas investigaciones. Pero sobre todo, observa la naturalizacin de estas percepciones, lo que se evidencia en el exiguo nmero de encuestados que dice tener en cuenta de algn modo estos comportamientos diferenciales: slo 3 de los 35 contestaron afirmativamente a la pregunta Planifica actividades dirigidas a atender especialmente la situacin de las nias?, y la pregunta Considera que las nias deben ser objeto de un trato diferencial? obtuvo una nica respuesta positiva (Garibaldi 1998).

    La observacin de las situaciones de aula muestra una dinmica donde alumnos y alumnas se comportan de manera diferenciada segn su socializacin anterior, y sus maestros/as tienden con intervenciones igualmente diferenciadas a confirmar y realimentar aquellas diferencias de partida. As por ejemplo, a los varones se les prodiga mayor atencin porque presentan ms problemas de disciplinamiento, y a ellas se les dirige menos la palabra porque son ms discretas; la mayor frecuencia de las intervenciones de los varones sobre todo en ciencias- lleva a que se les dedique ms tiempo en responderles; por lo general, las nias dan mayores pruebas de contraccin a la tarea demandada, lo que a menudo sirve de base para criticar sus capacidades intelectuales, ya que no se les puede reprochar falta de dedicacin: en definitiva, seran ms discretas y constantes porque compensan as sus menores capacidades (Duru-Bellat 1996:79-80).

    La investigacin de las catalanas Subirats y Brullet (1988) seala que, cuando se pregunta a los docentes sobre el modo en que deben ser tratados alumnos y alumnas, casi todos se declaran partidarios de tratarlos a todos por igual; tambin creen que nias y nios ya vienen diferenciados segn su gnero, pero que un trato correctivo supondra una diferenciacin en clase que no pueden hacer. Esta supuesta neutralidad ha sido puesta en entredicho por muchas investigaciones; la discusin es compleja, y en estas lneas no haremos ms que esbozarla apenas. Numerosos registros de observaciones actitudinales en el mbito escolar muestran la lubricada funcionalidad con que operan los estereotipos de gnero. A menudo, estos procesos se presentan al observador corriente como un flujo indiscernible de remisiones recursivas entre los roles que varones y nias han internalizado desde temprana edad, las expectativas oficiales de la institucin escolar, y las intervenciones docentes de ambos sexos: dnde y cmo se inicia la secuencia, quines son ms responsables? No hay respuestas sencillas, aunque la investigacin emprica es muy profusa y permite aventurar ciertas proposiciones.

    Los varones son ms interpelados en clase y reciben ms preguntas abiertas que ellas, son ms rpidamente individualizados en tanto ellas son ms fcilmente tratadas como masa indiferenciada. Ellos se sienten ms libres de intervenir, interrumpir y adelantarse a respuestas que no han sido solicitadas, y llevan ms holgadamente la

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  • delantera en las secuencias de razonamiento lgico matemtico. Las observaciones que siguen fueron hechas en el contexto de una investigacin realizada por un equipo pluridisciplinario con especialistas en didctica, psico-sociologa y psicoanlisis que abord una secuencia de clases de matemticas de nios y nias de cuarto ao escolar. El estudio se hizo en una escuela experimental francesa donde se pone a prueba un mtodo pedaggico activo; el cuerpo docente a cargo postula que el saber es objeto de una construccin colectiva, y de all derivan la importancia decisiva de la discusin en clase como herramienta de enseanza-aprendizaje. Durante la sesin de matemticas observada, cierta solucin propuesta por el alumno J. fue cuestionada por el alumno L., y ambos pasaron al pizarrn para sustentar su razonamiento. En la media hora que lleva la discusin, J. y L. alumnos de posicin social relativamente elevada- protagonizarn un animado intercambio sin abandonar el lugar frente a toda la clase. Varios varones intervendrn durante ese tiempo; uno de ellos por ejemplo de posicin social tambin elevada- se desplazar varias veces hasta el pizarrn sin haber sido invitado ni interrrogado, afirmando en una oportunidad que la dificultad estriba en una mala explicacin de la maestra. Una alumna que pide insistentemente para intervenir, es invitada por la maestra a bajar la mano y a atender la explicacin de L. Las alumnas juegan un rol importante en la bsqueda de la solucin al problema; en dos oportunidades contribuirn a desbloquear la discusin y a ganar tiempo, aunque nunca intervienen sin antes levantar la mano. Tampoco pasan al pizarrn sin ser solicitadas, y cuando lo hacen, la intervencin es muy breve y el cometido es el de ayudar a los varones en la construccin de la secuencia lgica. Por ejemplo, en cierta oportunidad la alumna F. procura corregir el error de J., borra lo que l escribi, y cuando se dirige a buscar una tiza es interrumpida por la maestra, quien le seala enfticamente que J. ya entendi, y visto que la docente deja de prestarle atencin, F. vuelve por s misma a su lugar. En otra ocasin, la alumna K. propone cierto cuadro en apoyo a la secuencia de razonamiento en curso, es invitada a pasar al pizarrn para ayudar a L., pero se le adelanta la maestra escribiendo el cuadro en cuestin, con lo cual se olvida de K. para volver a atender la discusin central que sostienen L. y J., y minutos ms tarde sugiere a K. que vaya a sentarse porque hay demasiada gente adelante. En cierta ocasin, la alumna N. levanta la mano con insistencia para ser preguntada; finalmente pasar adelante compartiendo el espacio con J. y L. durante nueve minutos (un tiempo considerable dado que la secuencia de razonamiento descrita llev en total media hora); pero en la medida en que ella sostiene la posicin errnea de L., es ignorada casi todo el tiempo por la maestra. Los investigadores notan que esta nia pone en juego una modalidad expositiva que no se observa en los varones: menciona los argumentos de los dems, los toma en consideracin en su razonamiento; esta manera de proceder no es valorizada en absoluto por la maestra. Por ltimo, una atenta observacin de la comunicacin gestual docente-escolar puso en evidencia entre otras cosas- que cuando la maestra toma a un nio por los hombros lo hace para acercarse a l, como si quisiera ayudarlo a entender, pero cuando toca a una alumna es para alejarla de ella y mandarla a su sitio en el saln de clase (Mosconi 1998). Una profesora e investigadora de la Universidad de Londres cree percibir en el trasluz de las explicaciones corrientes que dan los educadores a las capacidades de aprendizaje (supuestamente) diferenciales de varones y nias, cierto remanente victoriano de la razn vista como atributo masculino y la conviccin decimonnica de que la mujer razonadora es un monstruo. Su investigacin en 26 escuelas londinenses muestra que la persistente idea de cierta carencia de las nias en el aprendizaje de las

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  • matemticas y las ciencias, solventa la conviccin que se le asocia: ellas deben esforzarse ms. Con estas mismas palabras era evaluada en cierta escuela, una nia de excelentes calificaciones: es una trabajadora muy, muy esforzada aunque no es particularmente brillante, pero alcanza y supera los estndares gracias a su trabajo duro. Respecto de un varn de su misma clase con pobres desempeos, esta docente expresa que apenas puede escribir su nombre y luego se apresura a explicar no porque no sea inteligente, tampoco porque no sea capaz, sino porque no consigue estar quieto, no logra concentrarse, para concluir que es muy perturbador... pero muy brillante (Walkerdine 1995:213-215). Del mismo modo, la actitud docente hacia quienes se portan mal traiciona este sesgo de gnero en las expectativas de comportamiento que explicara la evaluacin diferencial de la conducta de nios y nias. Oficialmente, se reclama a todos por igual que sean obedientes y atentos, que acepten disciplinadamente las consignas impartidas. Pero al tiempo -y en contradiccin con esta exigencia proclamada- la docilidad es vista por nuestra sociedad actual como un valor negativo, en tanto que la actitud crtica e impositiva tiende a ser evaluada como una virtud. Se sigue de aqu que las actitudes dciles aparentemente positivas de las nias tienden a ser consideradas como manifestaciones de falta de personalidad, a pesar de que el nio revoltoso sea oficialmente menos tolerado y reciba sanciones ms duras (Subirats 1994:70).

    Palabras finales

    Las desigualdades entre mujeres y hombres calan hondo en nuestra sociedad uruguaya, as como en la civilizacin occidental toda. Las prcticas de discriminacin, violencia y sometimiento de la mitad femenina del gnero humano, gravitan pesadamente en todas las tradiciones culturales, sin excepcin alguna. En la primera mitad del siglo XX las mujeres occidentales conquistaban los derechos polticos y se generalizaba la escuela mixta; con ello, las desigualdades de gnero experimentaban un retroceso muy significativo. Pero las sociedades modernas continan siendo androcntricas; todos los mbitos de poder poltico, econmico y socio-cultural continan siendo controlados por hombres. Las promesas igualitarias que la escuela contempornea exhibe con orgullo, contrastan con los modelos de femineidad devaluada y de masculinidad socialmente dominante que el propio sistema educativo contribuye a reproducir. Esta reproduccin escapa en buena medida a la propia percepcin de los actores de un sistema educativo oficialmente igualitario. Todo ello realza la particular relevancia del estudio de lo que sucede en los mbitos de reproduccin socio-cultural. Un diagnstico adecuado, es prerrequisito obligado a cualquier programa de intervencin social en los procesos educativos con vistas a la erradicacin del sexismo.

    Querramos terminar esta breve presentacin de la temtica, con una reflexin ya formulada en otro trabajo: Persistir la democratizacin de gnero ya iniciada en las sociedades modernas, o bien se topar con los lmites estructurales de la civilizacin androcntrica? La respuesta no est dada, aunque ciertas transformaciones difcilmente reversibles sugieran continuidad histrica. No es menos cierto que las conquistas igualitarias sufren hoy las presiones de una triple amenaza: i) el reverdecimiento de diversos fundamentalismos patriarcales, ii) la firme cruzada del Vaticano y el actual gobierno de la nacin ms poderosa del mundo contra la libertad sexual, la tolerancia y

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  • la contracepcin, y iii) el retorno del biologismo neo-darwinista que asigna a los genes la preeminencia del macho de la especie humana. (Graa 2005)

    Bibliografa consultada

    BONDER, G.: Del Margen al Centro: Estrategias de Integracin de la Equidad de Gnero en las Reformas Educativas, en Educacin, Gnero y Democracia. IMM/UNICEF, Montevideo, pp. 13-32, 1997-- (1996): El currculum escolar como espejo y ventana de una sociedad equitativa y plural, en I Encuentro Nacional de Educadores/as para la no discriminacin, 13-14 de abril 1996, Centro de Estudios de la Mujer, Villa Giardino, Crdoba, pp.17-47-- (1994): Mujer y Educacin en A.Latina: hacia la igualdad de oportunidades. En Revista Iberoamericana de Educacin n6, set-dic.94, pp.9-48BURIN, M.: Estudios de gnero. Resea histrica, en BURIN, M. y MELER, I.: Gnero y Familia. Poder, amor y sexualidad en la construccin de la subjetividad. Paids, Bs. Aires, pp.19-29, 1998DURAND-DELVIGNE A. y DURU-BELLAT M.: Escuela mixta y construccin de gnero, en MARUANI M., ROGERAT Ch., TORNS T. (dirs.): Las nuevas fronteras de la desigualdad. Hombres y mujeres en el mercado del trabajo, Icaria Antrazyt, Barcelona, 2000 ( Les nouvelles frontires de linngalit, Edit. La Dcouverte et Syros, Paris 1998)DURU-BELLAT, M.: Orientacin y resultados en las ramas cientficas. En CLAIR, R. (ed.): La formacin cientfica de las mujeres. UNESCO-Los libros de la Catarata, Madrid, pp.71-88, 1996GARIBALDI, L.: La educacin no sexista como derecho, en Educacin, Gnero y Equidad. Comisin de la Mujer, IMM/UNICEF, Montevideo, pp.27-40, 1998GRAA, F.: Ellos son ms inteligentes que ellas. Los estereotipos de gnero en la socializacin escolar, Revista de Ciencias Sociales n 20, Montevideo, 2005 (en prensa)-- (2004): ): El sexismo en el aula, Papeles de Trabajo, Depto. de Sociologa y Economa de la Educacin, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin, Universidad de la RepblicaMOSCONI, N.: Russite scolaire des filles et des garons et socialisation diffrentielle des sexes lcole. En Recherches fministes, vol. 11, n1, 4 trimestre, pp.7-17, 1998S. DE MATOS, M.I.: Estudos de Gnero: percursos e possibilidades na historiografia contempornea, en Cadernos PAGU, (11), Unicamp, pp.67-75, 1998SUBIRATS, M.: Conquistar la igualdad: la coeducacin hoy. Revista Iberoamericana de Educacin n6, set-dic.94, pp.49-78, 1994SUBIRATS, Marina y Brullet, Cristina (1988): Rosa y azul. La transmisin de los gneros en la escuela mixta, Ministerio de Cultura/Instituto de la Mujer, MadridTORRES SANTOM, J.: Nios visibles y nias invisibles, en Cuadernos de Pegagoga n 182, junio1990WALKERDINE, V.: O raciocnio em tempos ps-modernos, en Educao & Realidade, UFRGS, Porto Alegre, vol. 20 n.2, jul/diz 1995, pp. 207-226, 1995

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  • i Este artculo es una reelaboracin parcial de un informe de avance del programa de investigacin Constitucin y reproduccin de estereotipos masculinos en el aula, que el autor desarrolla en el Area de Educacin de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin. En dicho contexto de investigacin se han publicado los siguientes documentos: El gnero como objeto en las Ciencias Sociales, Ciencia y Tecnologa desde una perspectiva de gnero, Patriarcado, modernidad y familia, y El sexismo en el aula, editados en 2004 en la serie Papeles de Trabajo y disponibles en el Depto. de Publicaciones de la FHCE.