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El Cerro del Castillo, Bernardos (Segovia)Un yacimiento arqueolgico singular en la provincia de Segovia durante la Antigedad Tarda

Jos Mara Gonzalo Gonzlez

Edita: Obra Social y Cultural de Caja Segovia I.S.B.N. : 84-96145-70-0 Depsito Legal: SG-174/2006 Diseo e Impresin: Imprenta Comercial - Somosierra, 28 - Segovia

NDICEPrlogo del Prof. D. ngel Fuentes Domnguez 1. Introduccin 2. El Cerro del Castillo de Bernardos (Segovia) 2.1. El entorno geogrfico y natural del enclave arqueolgico 2.2. Caractersticas arquitectnicas de los restos estructurales A) Caracterizacin y plan de la obra de fbrica B) El material constructivo C) Disposicin concreta del pao de la muralla D) Los torreones o cubos de trazado semicircular E) Sistemas de evacuacin de agua 2.3. Restauraciones antiguas e intervenciones en la muralla 2.4. Las estructuras de habitacin en el interior del recinto amurallado 2.5. Los materiales documentados durante las campaas de excavacin 2.5.1. El material cermico 2.5.1.1. Producciones cermicas finas 2.5.1.2. Producciones de cermicas comunes 2.5.1.3. Producciones de cermica en poca emiral 2.5.2. Otros materiales recuperados 2.6. Interpretacin del yacimiento 3. El Cerro del Castillo y el poblamiento de la provincia de Segovia durante la Antigedad Tarda (ss. V-X) X 3.1. El poblamiento en poca romana 3.2. El poblamiento en poca visigoda 3.3. El Cerro del Castillo y la provincia de Segovia Bibliografa 7 13 17 18 22 22 24 25 27 28 28 32 37 37 41 49 78 90 94 99 99 101 103 107

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PRLOGO.Era una necesidad, un reto demorado tiempo. Este trabajo compensa la espera con creces. Hace ms de 50 aos que Molinero dio a conocer los hallazgos de los entornos de Bernardos y la comarca entre Carbonero y Santa Mara la Real de Nieva; entre ellos los de poca tardoantigua y visigoda. De este conjunto destacaban algunos verdaderamente notables, como elementos de decoracin arquitectnica que presuponan edificios de culto en esta poca. Pero nunca se volvi a este material y a estas sugerencias. De otra parte, Segovia est en la encrucijada de uno de los problemas ms interesantes, agudos y polmicos de nuestra historia que, por eliminacin, por simple abandono, casi dira que por aburrimiento, antes que por su elucidacin cientfica demostrada, no ha empezado a estar resuelto hasta ahora. Se trata del trnsito de la poca romana al dominio visigodo, para el que la provincia de Segovia ha aportado tradicionalmente mucho y de mucha calidad de cuanto se tena por cierto de este periodo excepcional de nuestra historia. Se trataba en realidad del mayor conjunto de necrpolis visigodas de toda la Pennsula, y -adems- de cementerios muy antiguos, los ms antiguos. Al cabo, las cosas nunca fueron mucho ms all de este manojo de necrpolis como Duratn sobre todo, pero tambin Castiltierra, Espirdo, y otras cuantas. Nunca se lleg a sustanciar una teora completa a partir de estos conjuntos cementeriales, aparte de los complejos encajes de bolillos para explicar determinadas adscripciones culturales de los ajuares que contenan las tumbas y que no siempre coincidan con la literalidad germnica que se les sobreentendan. Por ejemplo, nunca jams se plante la idea de corroborar cuanto se extraa de las tumbas con el hallazgo de algn yacimiento cercano, en el que se pudiera verificar la coexistencia de poblacin romana con poblacin goda, de manera bien diferenciada en lo material. Hoy este asunto est no solo en revisin, sino seriamente en trmite de reconsideracin completa, absoluta, especialmente a partir de trabajos muy recientes como el de A. Jepure a propsito del cementerio de Espirdo, en el que se hace eco de esta asociacin necesaria y desconocida y donde se da alguna indicacin. Pronto vendrn otros trabajos del mismo autor que acabarn por aclarar todava ms esta cuestin que llevaba invariada desde haca casi medio siglo.

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Hacia finales de los 80, Luciano Municio y Joaqun Barrio, ambos buenos conocedores de la protohistoria segoviana y actores principales de investigacin, comenzaron una excavacin en el Castro de la Virgen de Bernardos atrados por una muralla espectacular y bien conservada y por un material atpico pero muy atractivo. Pronto se dieron cuenta de la diferencia con cualquier otro yacimiento de la poca y se plantearon (no s cmo llegaron a esa conclusin), que ese castro poda pertenecer a la poca visigoda antes que a la prerromana. Aos despus volvimos Joaqun Barrio y yo mismo a reanudar los trabajos en Bernardos, confirmada la correcta filiacin cultural y cronolgica del impresionante yacimiento. Durante tres aos estuvimos realizando excavaciones de delimitacin de la muralla del sitio, verdaderamente un unicum en la arqueologa espaola. Los resultados fueron muy brillantes, por primera vez tenamos ante nosotros la evidencia de un poblado de la poca de asentamiento de los visigodos en nuestra Pennsula, una muralla de la talla y estado de conservacin comparable a las mejores del Norte de Espaa, un material no desconocido pero de una cantidad y riqueza e inters- pocas veces vistos hasta entonces; por no hablar de las implicaciones histricas que se deducan de lo que se iba conociendo. En aquellas excavaciones participaron numerosos estudiantes universitarios y de otros niveles de enseanza, que acudan al campo de trabajo organizado al calor de la intervencin. Uno de ellos fue Jos Mara Gonzalo, entonces apenas un estudiante de cursos inferiores de la universidad, pero ya bien ligado a la arqueologa de su provincia. Las excavaciones acabaron de manera un tanto abrupta y qued pendiente la publicacin y estudio de los resultados. Ya en ese momento, se le encargo una parte sustancial de la investigacin a la misma persona, para entonces ya licenciado tras una brillante carrera que incluy salidas becado al extranjero. Jos Mara Gonzalo, criado y crecido en Riaza hace tan poco tiempo que sorprende la mucha madurez adquirida con tan poco margen tenido para hacerlo, ha terminado su trabajo que tiene que ver con el meollo de los estudios sobre Bernardos. Este estudio preliminar e introductorio al yacimiento tardoantiguo ms peculiar de la Meseta ha tenido finalmente su cierre con este libro, elaborado gracias a una beca concedida a su autor por la Obra Social y Cultural de Caja Segovia. Captulo tras captulo, Gonzalo desgrana su visin y teoras, ampliamente coincidentes con las que mantenemos nosotros, sobre un montn de aspectos de la vida

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de los habitantes de este yacimiento. En efecto, se trata de una obra seria y densa, merecedora de las mejores crticas en su esbozo de investigacin, pero que no renuncia en ningn momento a la cercana de un pblico si no mayoritario (la Arqueologa raramente lo puede ser), s al menos de un grupo muy amplio de interesados tanto en la Historia local, como en la Historia regional o temtica. En varios captulos perfectamente coordinados, el autor traza un panorama sugestivo, completo y valiente de este trnsito entre la antigua Roma y la nueva Edad Media cristiana; pero destaco de manera especial su valenta, casi pasin, al estudiar aspectos hasta ahora poco tenidos en cuenta por otros y que nos llega a contagiar. Lo consigue. El libro tiene varios captulos reseables, como el dedicado a las cermicas del yacimiento, de las que ha sabido hacer una seriacin inicial y embrionaria, pero una lnea evolutiva completa al fin de cuentas, hasta llegar a las primeras interpretaciones globales del yacimiento y su significado. Este estudio va a ser importantsimo para numerosos arquelogos de las provincias del Sur de Castilla y Len y van a tener un primer estudio basado en estratigrafas para este material que puede iluminar varios siglos de silencio de las fuentes y de la arqueologa. En resumen, que estamos ante una obra de madurez paradjica (a la vista de la edad del autor) e incontestable, presentando desde el rigor y la concisin, sin desperdiciar ni un gramo ms de los necesarios y de modo comprensible y muy serio, estos siglos entre el final de Roma y la instalacin de los godos en nuestro pas. Una obra que va a sorprender algo a algunos y nada a muchos ms y que va a facilitar la tarea de otros tantos. Mi enhorabuena al autor por su equilibrado discurso histrico, por su valenta a la hora de contarnos casi todas las claves del yacimiento y muchas ms que se guardan pacientemente, por no confundir las reglas del juego. Y mi enhorabuena finalmente a la institucin que financi y publica ahora los resultados de aquellas labores. La verdad es que quedaba bien patente la necesidad de darlos a conocer una vez ya confirmados en su importancia y ello parece ya asegurado. Madrid, octubre del 2006. Fdo.: ngel Fuentes Domnguez Universidad Autnoma de Madrid

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pues la verdad tiene fuerza en sus fundamentos, y el crdito libertad en el albedro de cada uno. Historia de la insigne ciudad de Segovia.Diego de Colmenares.

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1. INTRODUCCIN.La Historia peninsular del periodo comprendido entre los siglos V y IX se ha caracterizado tradicionalmente por haberse construido a partir de las fuentes escritas y de restos arqueolgicos de carcter funerario principalmente. Las fuentes escritas de la poca que tradicionalmente se han venido utilizando, Crnicas Reales, Concilios, obras literarias, etc. poseen unas caractersticas que hacen muy difcil su manejo y estudio: son poco numerosas, dan informacin muy escueta y, a veces, la transmisin textual se hace muy difcil. Por esta razn, el discurso histrico sobre estos siglos a partir de documentacin escrita est construido sobre informaciones escasas, cuya interpretacin parece una enumeracin de hiptesis salidas del campo de la opinin. Por otro lado y para apoyar aquello que decan las fuentes, la arqueologa se revel como uno de los mejores mtodos de apoyo. As comenz , a inicios y mediados del siglo XX, el inters por lo visigodo y el visigotismo impregnado de poltica, con lo cual la bsqueda de restos arqueolgicos de este periodo pas por un momento dulce. En concreto me estoy refiriendo a las necrpolis que vienen llamndose visigodas, especialmente destacadas las halladas en la provincia de Segovia, tanto por nmero como por importancia (Duratn, Castiltierra, Espirdo-Veladiez, Madrona). Esta preferencia en la bsqueda de necrpolis se debi principalmente a que los restos arqueolgicos relacionados con ncleos de habitacin eran mal conocidos, tanto en mbito urbano como especialmente en mbito rural; mientras que las necrpolis aportaban mayor facilidad de excavacin y estudio y, sobre todo, mayor vistosidad por la gran cantidad de broches, fbulas y collares que proporcionaban. Al mismo tiempo la sombra oscura de idearios polticos racistas y etnicistas se cerna sobre este tipo de investigaciones y se centraban en el estudio de los restos seos encontrados. Por tanto, sobre estas bases se ha ido articulando un discurso histrico que ha permanecido prcticamente sin revisin crtica desde el descubrimiento de dichas necrpolis a principios y mediados del siglo pasado. Slo actualmente a partir de las nuevas investigaciones, a partir de los nuevos planteamientos y a partir de la aparicin de ncleos de poblacin o el estudio ms pormenorizado de los ya conocidos, por lo tanto ya no exclusivamente funerarios,

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comienza a ponerse en entredicho el discurso tradicional sobre el sistema de poblamiento en poca visigoda. Hay que mencionar tambin la importancia de los estudios del resto de Europa sobre la misma poca, que han estado normalmente ms en vanguardia que los espaoles, y estn aportando numerosas novedades hasta ahora impensables para el actual territorio espaol; de hecho, los estudios llevados a cabo en Italia, Portugal, Francia o Alemania han permitido poder conocer modelos y enlazar propuestas con la realidad de Hispania. Con estas premisas como teln de fondo, el objetivo del presente trabajo ser realizar un acercamiento a la realidad arqueolgica del Cerro del Castillo de Bernardos (Segovia) y al poblamiento de la provincia misma. A mediados de los aos 90, la excavacin en un cerro de un yacimiento fortificado, cuya cronologa abarcara desde inicios del siglo V hasta aproximadamente los siglos IX-X, vendra a sumar este descubrimiento al conjunto de elementos que actualmente ponen en revisin crtica la teora tradicional sobre la ocupacin del territorio en poca tardoantigua en el valle del Duero y el Sistema Central. Se trataba, pues, del Cerro del Castillo de Bernardos que se erige as en especialmente importante por cuanto nos encontramos ante un espacio de habitacin que cubre toda la cronologa que se trata de revisar, a lo cual se suma, el hecho de ser un yacimiento nuevo, prcticamente virgen y casi nico en sus caractersticas como poblado; por tanto, con la posibilidad de ser excavado y estudiado con todo el rigor que nos permiten las tcnicas actuales. Esto es indicativo de la gran importancia que Bernardos tiene para aclarar y replantear un periodo histrico considerado tradicionalmente oscuro como es la poca visigoda, pero especialmente la poca postvisigoda1 en la provincia de Segovia. Por todo ello abordar en primer lugar un estudio detallado del yacimiento donde tratar sus caractersticas esenciales, seguidamente es obligado estudiar el tipo de material cermico que se documenta en las excavaciones para conocer en profundidad el yacimiento. Finalmente habr que comenzar a poner en relacin el Cerro del1

Para conocer mejor la realidad segoviana en los siglos IX-X ver: ZAMORA CANELLADA, A. El castillo de Aylln (Segovia). Estudio arqueolgico e histrico, (1993); Algunas reflexiones sobre el siglo X en la provincia de Segovia, (1997). Tambin y como puesta al da de todo lo anterior ZAMORA CANELLADA, A., VELA COSSO, F. Paramentos de fortificaciones en la Segovia prerromnica (siglos VII-XI), (2005).

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Castillo con la realidad ms inmediata que lo circunda, es decir, la actual provincia de Segovia y su posible estructura de poblamiento en la Antigedad Tarda. Este estudio completo que acabo de presentar y que intentar ir desgranando poco a poco en las pginas siguientes es el resultado de una vocacin que durmi durante mucho tiempo, pero tal vez el necesario. Gormaz, las tierras del Sur de Soria y las excursiones del Instituto, a las que deberamos estar agradecidos, tienen la culpa de que me cayera del caballo y abandonara una utopa que me quera discpulo de Galeno. Y si bien la Historia en general me convenci ms que la medicina, el acueducto y Duratn me hicieron partidario de Roma y la arqueologa, pues en contra de lo que pudiera parecer, estas decisiones no fueron cabalsticas y s meditados porqus. As fue, poco a poco, entre asignaturas y libros como acab en mi primera excavacin, durante unos das de un mes de agosto en el Cerro del Castillo. Fue una experiencia realmente enriquecedora, aparte de lo propiamente arqueolgico, coincid con un campo de trabajo internacional y aquello pareca una Babel, hasta de Japn vino gente. Todava me precio de conservar algunas de aquellas amistades. Por tanto este libro tiene tambin algo de emocional de cuanto vivimos all durante esos das y por tratarse de mi primera excavacin. Espero que el trabajo est a la altura. Pero todo el empeo e ilusin que pongo a la hora de adentrarme en el esforzado, difcil y agridulce mundo de la investigacin y la arqueologa, y en concreto, en el recorrido del tortuoso camino de los siglos oscuros no puede estar dedicado ms que a mis padres, Mila y Jose, a mi hermano, Jaime, y a mis abuelas, Mara y Milagros. Para todos ellos, que me aguantan, soportan y centran, este trabajo que pretende arrojar un poco de luz de medianoche sobre un territorio y una historia de los que formamos parte irremediablemente y, con el convencimiento, de que tienen que ser conocidos mejor colectivamente para saber, los consabidos, de dnde venimos y qu queremos de nuestro futuro. No puedo tampoco evitar agradecer de manera muy cordial a ngel Fuentes y Joaqun Barrio todo su apoyo, nimo, confianza y disposicin, pues este trabajo tambin es de ellos y del equipo con que trabajaron, y as hay que reconocerlo y tener-

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lo en cuenta quien lo leyera. Agradecer tambin a la Obra Social y Cultural de Caja Segovia esta oportunidad nica y excelente de promocin que hace de la investigacin. A Pedro lvarez por sus comentarios. A Juan Francisco Blanco por sus apreciaciones, informacin y disposicin en el fin que ambos compartimos. A Sergio Martnez y Beln Urda por su paciencia, ayuda y comentarios a lo largo de este ao. A Andrea Rey de Vias por su preciada e incalculable ayuda digitalizando los dibujos cermicos en la recta final, por su apoyo continuo. A Jorge Esteban por esos pequeos datos de su importante trabajo que merece ser publicado. Al Museo de Segovia por su colaboracin. Y a Jos Antonio, Arnzazu, Flix y Jose, a quienes pertenece la autora de los dibujos cermicos, porque ellos fueron los pioneros en Bernardos y su trabajo se encuentra irremediablemente entre estas pginas suyas tambin. Para finalizar, tengo que recordar especialmente a Asun, Pedro, Jess, Ana, Nacho, Gustavo, Fernando y Jorge, por aguantarme como sobrino y primo. Otro recuerdo especialmente grato, sincero y cordial a todos los que han sido mis maestros y profesores, sin distinciones, pero en especial para Jess Siz, Juan Antonio Cerezo, Luis Pastor y Pilar Pecharromn, porque por vosotros est escrito este libro. Termino necesariamente recordando a todos mis amigos all donde estn, porque gracias a todos, uno aprende y comparte y se siente afortunado de teneros. Pido disculpas si olvidara a alguien, pues no habra maldad. A Daro, Mila, Miguel y Luca por esos inolvidables viajes de infancia, a mis amigos de Bernardos 2000, a los de Aylln, a los del Erasmus, a todos los de Madrid y, cmo no, a mis amigos de Riaza. Riaza, septiembre de 2006.

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2. EL CERRO DEL CASTILLO DE BERNARDOS (SEGOVIA).Las referencias bibliogrficas al Cerro de Bernardos son numerosas en cuanto a citas simples que hacen alusin a su carcter arqueolgico, pero no por contar con una serie de trabajos de investigacin sistemticos. La primera mencin ms o menos seria que se hace sobre lo existente en el cerro se debe a A. Molinero en 1971, quien recogi una serie de piezas arquitectnicas2. Habr que esperar hasta 1990 para que L. Municio, Arquelogo Territorial de Segovia, haga la segunda referencia especfica del yacimiento3, dando a conocer los resultados de la primera accin arqueolgica de urgencia en el cerro, realizada junto a J. Barrio. Las siguientes publicaciones acerca del castro tratan ya especficamente la cuestin. Una presenta las pautas de un proyecto de investigacin sobre el cerro basndose en los datos obtenidos en la intervecin anterior, de A. Fuentes y J. Barrio4 en 1999. La siguiente expone los hallazgos arquitectnicos del Cerro y da las primeras pautas sobre su interpretacin, hecha por A. Fuentes y A. Urbina5 en 1999. Finalmente, en 2001 se public otro artculo sobre las tcnicas de construccin y conservacin preventiva realizadas en la muralla, de J. Barrio et alii6. Sobre los materiales documentados durante las excavaciones no se ha publicado nada hasta la fecha a excepcin de las pizarras con inscripciones numerales de poca visigoda, por parte de A. Urbina7 en 2002. Como vemos, las publicaciones al efecto no parecen ser todava elementos de difusin completa de los hallazgos realizados en el castro a partir de las excavaciones sistemticas; ms bien son noticias que han sacado a la luz la importancia que2 MOLINERO PREZ, A., Aportaciones de las excavaciones y hallazgos casuales (1941-1959) al Museo Arqueolgico de Segovia, (1971). 3 MUNICIO, L., Arqueologa preventiva y de gestin (1984-88): Segovia; Bernardos, (1990). 4 FUENTES DOMNGUEZ, A., BARRIO MARTN, J., Proyecto de investigacin arqueolgica en el Cerro de la Virgen del Castillo de Bernardos (Segovia), (1999). 5 FUENTES, A., URBINA, A., El hbitat amurallado del Cerro del Castillo (Bernardos, Segovia). Nuevas aportaciones arqueolgicas a un lugar defendido entre la Tardoantigedad y la Conquista Cristiana, (1999). 6 BARRIO MARTN, J. et alii, Tcnicas de construccin, estado de deterioro y sistemas de conservacin preventiva en el hbitat del Cerro del Castillo de Bernardos (Segovia), (2001). 7 URBINA, A., Hallazgo de dos pizarras con inscripcin en el hbitat tardoantiguo del Cerro de la Virgen del Castillo (Bernardos, Segovia), (2002).

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Bernardos posee, dando algunas pinceladas nuevas, pero sin permitir un avance decisivo sobre el castro y su integracin en el sistema de poblamiento de la actual provincia. 2.1. El entorno geogrfico y natural del enclave arqueolgico. El yacimiento arqueolgico de estudio se encuentra situado en un castro o altozano8 que se alza dentro del trmino municipal de Bernardos (Segovia), se encuentra localizado en la Hoja 456 (Instituto Geogrfico y Catastral. 1 Edicin, 1941) en las coordenadas 41 08 55 N/0 37 05 O/. La referencia en el mapa se hace como Ermita de la Virgen del Castillo porque se encuentra aqu una capilla bajo esta advocacin mariana, por esta razn es popularmente conocido como Cerro de la Virgen del Castillo. Dicho castro se alza a unos 900 m. sobre el nivel del mar (Figura 1). La formacin de esta elevacin, as como del resto de elevaciones cercanas a Bernardos, estn relacionadas con relieves residuales de tipo monte-isla; son cerros que se elevan sobre la planicie circundante adoptando formas cnicas o tronco-cnicas, formaron parte de conjuntos rocosos que quedaron sin ser erosionados por estar formados de rocas ms resistentes, todo ello en contacto con los arenales cuaternarios de la Tierra de Pinares. Como consecuencia de esta situacin privilegiada, las elevaciones cuentan tanto con restos de poblamiento como con manifestaciones artsticas, ya desde el Paleoltico, a lo que se suma el hecho de que desde las cumbres se puedan divisar los cerros entre si, conformando una red de atalayas a la que se ha atribuido connotaciones mgicas y mitolgicas, en concreto en el caso de los cerros de San Isidro-Cuesta Grande, El Castillo y El Tormejn. En el caso del Cerro del Castillo, el sustrato geolgico est formado por pizarras y cuarcitas, si bien dominan las pizarras grises y negras, que forman un pliegue sinforme (con forma de U); al relieve de este cerro testigo y su dimensin estratgico-defensiva se le suman las ventajas del profundo valle que el ro Eresma ha excavado a sus pies en el sector oriental y septentrional9 (Figura 2).La denominacin del accidente geogrfico sobre el que se encuentra el yacimiento como castro no es habitual en estas zonas de la Submeseta norte, prefirindose el trmino cerro con el cual se conoce popularmente y forma parte de su denominacin. 9 DEZ HERRERO, A. y MARTN DUQUE, J. F., Las races del paisaje. Condicionantes geolgicos del territorio de Segovia. (2005). De la Figura 2, el dibujo del perfil geolgico de Bernardos proviene de esta publicacin, pg.: 247.8

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Figura 1: mapa de situacin del cerro, con un punto rojo, en relacin a Bernardos y el Eresma.

Figura 2: Perfil geolgico de Bernardos.

La disposicin estratgica del castro es sin lugar a dudas privilegiada. De superficie amesetada con una pequea zona ms elevada en su interior, el castro posee unas condiciones de visibilidad inigualables puesto que prcticamente todo lo que le rodea en una distancia media queda bajo su campo de dominio visual (Figura3). Se controla adems desde aqu toda la Tierra de Pinares, hasta los pramos limtrofes con Valladolid por el Norte y Oeste, mientras que por el Sur y el Este queda dominada toda la falda del Sistema Central y sus pasos naturales, hasta Somosierra y vila. A las excelentes condiciones de visibilidad, se aaden las propias de la orografa del castro pues nicamente posee una cara accesible desde el Oeste y, en menor medi-

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da desde el Norte, quedando el Sur y, especialmente, el Este prcticamente infranqueables debido a las pendientes que presentan (Figura 4). Las condiciones defensivas naturales que posee el castro se ven reforzadas por la existencia del sistema defensivo que constituye el recinto amurallado, visible en las zonas norte, oeste y sur; por el contrario, en la zona este parece no haberse documentado la muralla, sera posible que no se hubiera llegado a construir debido al fuerte escarpe existente (Figura 5), si bien seguramente se trate de una falta de bsqueda y visibilidad en superficie, encontrndose en este lugar ms derruida, oculta y enterrada. Es precisamente la existencia de esta muralla la idea que recoge la toponimia del lugar al referirse a castillo.

Figura 3: Vista panormica del cerro desde el Este. La ermita se sita en la acrpolis.

Figura 4: Fotografa area del cerro (Fotografa, J. del Olmo).

Por otro lado, una cuestin, tambin importante, a tener en cuenta en la eleccin de este emplazamiento es su situacin en relacin a la red de rutas naturales y caminos antiguos. Hay que resaltar tambin este vnculo porque el yacimiento se sita sobre una ruta natural ya de antiguo utilizada como lo era el valle fluvial del Eresma, corredor muy importante desde la II Edad del Hierro, cuando no antes10, elemento este justificado por los numerosos paneles de grabado rupestre y yacimientos asociados a la Edad del Bronce. Posteriormente en poca romana, la importancia de10

A tener en cuenta que el valle del Eresma fue durante la II Edad del Hierro el corredor natual ms importante de la provincia, pues en l se ubicaban los dos asentamientos ms importantes de esta poca: Coca y Segovia. BARRIO MARTN, J. La II Edad del Hierro en Segovia (Espaa) estudio arqueolgico del territorio y la cultura material de los pueblos prerromanos, (1999).

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esta ruta natural se har patente por discurrir sobre ella una variante de la Va XXIV del Itinerario Antonino entre Coca y Segovia11, lo que demuestra su uso todava en este periodo y permite al asentamiento de Bernardos una rpida comunicacin entre dos de los tres municipios con los que cont la provincia; el propio cerro se encuentra a una distancia intermedia entre ambas mansiones. Tambin discurre por las cercanas del yacimiento una caada pecuaria que nos indica cmo en la eleccin del lugar se pudo tener tambin en cuenta el control del ganado trashumante. No hay que olvidarse de la presencia en el entorno de Bernardos de posibles restos de villae romanas o de vici, tipos de poblamiento que todava estn por definir ante la falta de excavaciones realizadas; parece que en el cercano Cerro del Tormejn (Armua) s que hay un poblamiento tardorromano pero escasamente estudiado12. Como quiera que fuese, parece existir un cierto tipo de poblamiento romano de entidad considerable en el entorno, cuyos recursos son la explotacin excedentaria de las tierras cerealsticas13. Otra cosa sera determinar si la muralla del cerro fue edificada en un momento de peligro por y para estas poblaciones, si el cerro les servira posteriormente de nuevo ncleo habitacional, y, por tanto, determinar si el surgimiento del castro llevara aparejada la desaparicin de las villae, con lo que significa en cuanto a la organizacin del sistema econmico y de poblamiento.Fig. 5: Vista general del cerro desde el Este, se observa la brusca cada hacia el valle del ro Eresma.FERNNDEZ ESTEBAN, S., et alii, Vas de comunicacin romanas en Segovia: la Va XXIV del Itinerario de Antonino, (2000). 12 En BLANCO GARCA, J. F., Cermica histrica en la provincia de Segovia. 1. Del Neoltico a poca visigoda (V Milenio-711 d.C.), (2003), ver comentarios sobre la cermica del Cerro del Tormejn, pg.: 156, y en bibliografa GOZALO VIEJO, F. El yacimiento del Cerro Tormejn. Armua, Segovia. (1980), Memoria de Licenciatura leda en la U.A.M. Madrid. (Indita). 13 MOLINERO PREZ, A., op. cit. (1971), cita la existencia de estas posibles villae. Ms recientemente se tiene ya constancia de la existencia de una importante villa en Los Casares, Armua, ver REGUERAS GRANDE, F. y OLMO, J. del La villa de los Casares (Armua, Segovia): Propuestas de lectura, (1997).11

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2.2. Caractersticas arquitectnicas de los restos estructurales de la muralla. Respecto a las estructuras conocidas e investigadas hasta hoy, se ha conservado en el yacimiento buena parte del lienzo defensivo, constituyendo la nica estructura visible a nivel de suelo, pues el resto de estructuras antiguas se han documentado a partir de las labores de excavacin arqueolgica (Figura 6). La muralla, en algunas zonas tanto del norte como del oeste, ha conservado hasta dos metros de altura, que debieron ser algunos ms por todo el material de derrumbe que se encuentra en sus laterales. Los rasgos ms destacables de la construccin de esta muralla son14: A) Caracterizacin y plan de la obra de fbrica: como hemos dicho anteriormente la muralla se dispone a lo largo de todos los flancos del castro (Figura 7) a excepcin del lado este-sureste, donde se encuentra sepultada y est el cortado que desciende hacia el Eresma. Su trazado se dispone adaptndose a la traza topogrfica del cerro y no se han apreciado huellas de preparacin del terreno para la disposicin de dicha fbrica, descansando, por tanto, directamente sobre el terreno de pizarra. Esta caracterstica de Bernardos es tambin propia de los castros prerromanos celtibricos que se extendieron por estas zonas de la Submeseta norte.

Figura 6: Dibujo de la muralla y zonas de intervencin15.BARRIO MARTN, J. et alii, op. cit. (2001), pg.: 331. Estos autores describieron ya en su totalidad el tipo de obra constructiva de Bernardos as como sus problemas de conservacin y restauracin. Por tanto, este apartado se ceir al anlisis estructural que ellos llevaron a cabo. 15 BARRIO MARTN, J. et alii, op. cit. (2001), pg.: 330.14

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Se ha documentado sobre el cerro un doble recinto amurallado. El ms amplio de los recintos, al que nos hemos estado refiriendo hasta ahora, y otro ms reducido, que se cie a la parte superior del castro (acrpolis) y zona ms llana del mismo16, a excepcin de la elevacin pronunciada que se yergue sobre la misma acrpolis. El recinto de mayor envergadura presenta una serie de bastiones semicirculares proyectados hacia el exterior y se disponen a intervalos regulares a lo largo de todo el permetro de la muralla. Los dos muros menores estn edificados en direccin nortesur adosndose a la muralla principal; el ms oriental, se extiende detrs del bside de la ermita y demuestra su dependencia del muro principal por poseer un menor espesor y parecer adosarse a l, a pesar de poseer una tcnica edilicia similar, se encuentra sin excavar de ah que no podamos hacer muchas ms apreciaciones. El muro occidental se dispone a lo largo de la parte ms elevada de la zona denominada acrpolis y parece definir un pequeo fortn en la elevacin. Una caracterstica de este muro Norte-Sur occidental, que parece tambin apreciarse en el muro Norte-Sur oriental, es la falta aparente de torres o bastiones adosados a ellos, hecho que lo diferencia de la construccin defensiva principal. Su tcnica constructiva tambin parece ser algo diferente al resto de estructuras, a pesar de las similitudes a simple vista (doble paramento), porque es menos ancho que la muralla, no presenta una caja definida, utiliza mampuestos de menor tamao, se adosa al muro principal y se han documentado restos de cal inserto en el relleno interno de la caja. Estas caractersticas hacen pensar que se trate de un muro de poca andalus y factura musulmana, cronologa avalada tambin por la amortizacin que hace de estructuras tardorromanas precedentes. Los materiales cermicos que aparecen asociados a este muro tampoco nos indican su pertenencia a la tradicin alfarera tardoantigua17, sino ms bien a algo bastante diferente de la cermica que es habitual en Bernardos. Incluso se ha llegado a documentar la amortizacin de una pizarra con inscripciones de numerales18, tan tpicas de poca visigoda, como elemento del relleno interior de la caja, lo que termina de avalar una cronologa tarda para dicho muro.

Correspondera al rea en que se encuentra edificada la ermita a la virgen del Castillo, la ms llana y amplia del cerro, el resto del terreno hasta llegar a la muralla se dispone en pendiente. 17 Esta cuestin ser ampliada en el apartado correspondiente a las producciones cermicas emirales. 18 Consultar apartado 2.5.2.16

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Fig. 7: Vista de la muralla hacia el Oeste.

Por lo general y en cuanto a los tipos de muro, no se ha documentado la presencia de plataformas de aterrazado que mejoraran el asentamiento fsico de la obre en las zonas de mayor pendiente. Sin embargo, cuando los problemas estructurales de la muralla comenzaron a surgir y se puso en entredicho su estabilidad, se realizaron las medidas adecuadas para asegurar la fbrica: preparacin de pavimentos, llenado de huecos y eliminacin de humedades. Por tanto queda claro que la muralla se aprovecha de las condiciones de la topografa y tanto el planteamiento como el trazado se adapran al relieve.

B) El material constructivo utilizado en su totalidad es la pizarra en lajas: como resultado de ser la piedra ms abundante del lugar y por su predisposicin a fracturarse en lastras planas que posibilita su superposicin. Fue utilizado tanto en los muros de las viviendas como en la propia muralla, en esta ltima la volumetra de las lajas es mayor que la utilizada en las viviendas. Su disposicin en el muro se realiza mediante hiladas que presentan cierta homogeneidad en cuanto al tamao de las piedras utilizadas, sin llegar a ser nunca bloques ciclpeos u ortostatos, si bien, se calzan cuando se requiere con piedras de menor tamao. Debido a la superficie plana de las lajas no parece que haya sido necesario ningn tipo de argamasa que diera solidez a la estructura, pues la superposicin permite asentar unas lastras con otras a hueso de manera consistente, quiz fue utilizada alguna capa de barro o adobe que, a falta de anlisis pertinentes, no parece haber dejado constancia, como resultado del lavado continuo que han sufrido los lienzos. Parece lgico tambin pensar que las propias caractersticas del material para la construccin hicieran innecesario el trabajo de preparacin de silleras o labra de

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bloques, pues tampoco se ha constatado ningn elemento que acredite esta actividad. De hecho, la pizarra no es un material cuyas caractersticas estructurales permitan un trabajo excesivo, por tanto sera utilizado tal cual se extraa fragmentado o lajado, seleccionando las capas ms superficiales por su dureza. Los sillares localizados en la estructura de la muralla son de material calizo (Figura 8) y con toda seguridad son materiales reutilizados provenientes de enclaves cercanos; el material calizo se encuentra a poca distancia del yacimiento, tanto en el fondo del valle como en los alrededores, el Cerro del Tormejn, por lo cual no debe extraarnos su presencia. C) Disposicin concreta del pao de la muralla: el paramento defensivo se articula mediante una caja delimitada por dos muros, uno interior y otro exterior, hechos a partir de la superposicin Fig. 8: Ejemplos de utilizacin de sillares calizos en el de lajas de pizarra en hiladas horizonparamento de la muralla. Probable reutilizacin. Situacin de deterioro en marzo de 2006. Esto demues- tales continuas, unidas en seco o con tra la necesidad de retomar las intervenciones de con- una ligera capa de barro. El interior que servacin y restauracin en el cerro. dejan dichos muros se rellena mediante cascajo y bloques heterogneos de pizarra envuelto con tierras del entorno. Las dimensiones que alcanza dicha estructura se acercan a los 350 m. de espesor por, al menos, 2 m. de altura19 (Figura 9). La propia caracterstica del material empleado no permite una uniformidad lineal por lo que se aprecia una cierta irregularidad en la muralla cuya caja adems no presenta tirantes que engarcen ambos muros y repartan las tensiones que provoca el relleno sobre los paramentos.19

La altura se corresponde con los lienzos de muralla conservados que ha sido posible medir desde la base del suelo, hay que contar que dicha altura se elevara algn metro ms por la cantidad de material de derrumbe que est depositado en ambos lados de la muralla.

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Por otro lado, como ya hemos indicado anteriormente, existe una deficiente cimentacin de la muralla en zonas muy concretas, donde se buscan los afloramientos rocosos, calzos o una ligera preparacin de la tierra arcillosa del suelo (Figura 10). Esto no es indicativo de una accin planificada durante la construccin de la muralla, ms bien son decisiones tomadas segn se van alzando los lienzos. Parece, por lo aqu expuesto, que la muralla careci de un proyecto de obra planificado y fue fruto de la necesidad imperiosa de levantarla, de otro modo parece difcil explicar estas deficiencias Figura 9: Detalle de la disposicin de hiladas y del arranque de un cubo. Zona limpia de todo el derrum- edilicias en la muralla que podran ser llabe acumulado que conserva una altura aproximada madas impropias del mundo romano. de 2 m. Como resultado de esta celeridad constructiva, la muralla sufri a lo largo de toda su vida til un continuo proceso de conservacin y mejora que fue reparando los fallos estructurales que iban apareciendo. A las obras de restauracin e intervencin de poca antigua haremos referencia en un apartado posterior, pues ahora estamos describiendo las caractersticas propias de la fbrica original. Queda as visto cmo se trata de una obra muy sencilla por la tcnica edilicia empleada, lo que podra estar indicando la necesidad de levantar un muro sin demasiados miramientos ante los Figura 10: Detalle del asiento de las hiladas sobre los afloramientos rocosos.

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apremios que primaran la razn defensiva en primer trmino ante la propiamente constructiva. D) Los torreones o cubos de trazado semicircular: se disponen de manera regular a lo largo de la pared defensiva. Su tcnica constructiva es prcticamente la misma que la del muro principal, estructura de caja con muro perimetral y relleno de cascajo, si bien se ven reforzados con tirantes internos en cada uno de sus ngulos que engarzan con los lienzos de muro. En este caso, s que parecen verse unos mampuestos ms especficos elegidos a propsito, debido a la dificultad de asiento de las torres en determinados lugares. Dos de estos cubos o bastiones son los que flanquean el nico acceso documentado al recinto, situado en la zona norte (Figura 11). No se puede poner en duda que seguramente existiera algn acceso ms, pero que, actualmente, desconocemos; la entrada que hoy se utiliza para llegar hasta la ermita se realiza por el Suroeste a travs de una pista de tierra que cort la muralla al realizarse el acceso. Retomando la cuestin, los cubos de la puerta presentan una factura de construccin y una situacin de ubicacin idnea (Figura 12), que en cierto sentido podran indicar una mnima planificacin del recinto a pesar de lo visto para las cimentaciones; se sitan en una zona de vaguada por donde el acceso sera Figuras 11 y 12: Detalle de la nica entrada al castro por la parte norte y detalle del bastin oeste que flanquea la ms sencillo y facilitara la salida de entrada. Se aprecia la disposicin de las hiladas de piza- aguas del recinto amurallado. En la rra y la estructura a caja que presenta la muralla. parte central del suelo del vano de acceso, se ha documentado un trabajo de preparacin a base guijarros y arcillas para solventar desniveles y consolidar el acceso, se han localizado tambin unos blo-

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ques de piedra berroquea y grandes lajas de pizarra que serviran de pavimentacin. La excavacin que se llev a cabo en la parte interior de la puerta pareci confirmar la existencia de un eje norte-sur a travs de una calle o camino que partira desde aqu y se dirigira hacia la parte ms llana del cerro. Esta disposicin de los lienzos, de los torreones semicirculares proyectados al exterior y el material y tcnicas empleadas (Figura 7) asemejan la muralla de Bernardos a otras de factura romana como las de Lucus Augusti (Lugo) y Asturica Augusta (Astorga), lo que nos permite decir que su diseo y desarrollo para el muro principal son plenamente obras de ingeniera romana. E) Sistemas de evacuacin de agua: elemento importante a tener en cuenta porque las filtraciones a travs de los muros de la muralla son las causantes de muchos de los problemas de consolidacin que presenta, pues afectan directamente a los cimientos. No cabe duda de que, en lo correspondiente al sector excavado, fue la puerta el punto elegido para la salida de aguas pues, como hemos dicho, es una pequea vaguada donde confluyen todas las pendientes y parece el lugar apropiado para canalizar las aguas. Parece, de todos modos, que no fue una cuestin bien resuelta y las excavaciones han evidenciado la disposicin de aterrazados y soleras de aglomerado de cal. 2.3. Restauraciones antiguas e intervenciones en la muralla. Como hemos venido indicando a lo largo de lo hasta aqu expuesto, la muralla posee una serie de problemas estructurales originados ya en el momento de su edificacin y que se han ido manifestando a lo largo de la vida del recinto20. Tanto los materiales como la tcnica elegida para su construccin estn en el origen de dichos problemas. Los deterioros que causan la humedad, las tensiones y presiones del relleno de la caja, as como los movimientos de asiento de la muralla en una zona de fuerte pendiente son causas que debieron provocar una rpida degradacin de la obra. Lo que no parece haberse documentado de ninguna manera es el deterioro por actividades de asedio y lucha militar.20

BARRIO MARTN, J. et alii, op. cit. (2001), pg.: 332.

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Figuras.: 13, 14 y 15: Detalle de los revocos de cal. Acumulacin de cal en uno de los ngulos de unin entre un bastin y la muralla. Restos de un bastin arruinado y adosado a la muralla para contrarrestar alguna de las deficiencias estructurales.

La situacin de la muralla en poca visigoda parece que era ya bastante problemtica y fue cuando se llevaron a cabo las primeras intervenciones con objeto de restaurarla y rehabilitarla para su funcin defensiva. Estas actividades parece que se llevaron a cabo en todo el permetro mural, si bien han sido mejor documentadas en la zona excavada de la parte norte. Entre las intervenciones que se realizaron se han podido probar: Confeccin de zanjas y recalces en la cimentacin. Se puede llegar a pensar incluso en una reconstruccin total de algunos tramos de muralla ms cercanos a la puerta de acceso, porque por debajo de algunas zonas de cimentacin de la muralla se han documentado niveles de ceniza y materiales de los ms antiguos recuperados hasta ahora. Esta estratigrafa est en relacin con la observada en la Habitacin 1 y que se ver posteriormente.

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Realizacin de bataches21. Aplicacin de revocos de cal sobre ambas caras de la muralla (Figura 13). Realizado precipitadamente con intencin de evitar las filtraciones de agua en la caja y el lavado de las juntas de los mampuestos. Tambin se aplic en los ngulos de engarce entre los torreones y la muralla (Figura 14). El estudio detallado de esta intervencin parece documentar dos momentos de aplicacin de la argamasa de cal. Relleno de arena en algunos puntos con el objetivo de facilitar el drenaje y la disposicin de enlosados de pizarra o pavimentos que ayudaran a conducir las aguas para su evacuacin. Construccin de nuevos bastiones adosados a la muralla a modo de contrafuertes para reforzar las partes que presentaban mayor vulnerabilidad, ya fuera estructural, ya fuera defensiva. Estos bastiones tendrn a su vez una dbil consistencia al no encontrarse trabados con la estructura principal de la muralla (Figura 15). A pesar de estas intervenciones, no todo lo que se realiz sobre el muro de defensa fueron actuaciones encaminadas a su conservacin y rehabilitacin. Tambin se tiene constancia de la existencia de diferentes intervenciones cuyo objetivo fue la mejora de las condiciones de la muralla como elemento defensivo y asociadas a su uso. En este caso nos estamos refiriendo a las escaleras que daban acceso a la parte superior de las torres o del lienzo mismo. Hasta la fecha, y como siempre en la zona excavada, se han hallado dos escaleras con idnticos sistemas constructivos (Figuras 16 y 17). Se encuentran encajadas en el paramento interior y poseen un doble escalonamiento lateral que arranca de un primer sillar que es comn a las dos. Como para su construccin ha sido necesario desmontar parte del lienzo, el relleno del interior quedara al descubierto y, por tanto, tiene que ser careado para asimilarse al resto de la estructura vista. Es posible que en una de las fases en que se aplic revoco de cal se realizaran, a la vez, estas intervenciones encaminadas a mejorar el acceso a la zona superior de la muralla.21 Consistentes en desmontar el pao o muro afectado y volverlo a montar, eliminando as el desplome o el hundimiento de las hiladas.

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Figuras.: 16 y 17: Detalle de las escaleras de lado este y del lado oeste, a los pies el paseo de ronda.

Otra de las intervenciones realizadas fue la creacin de un paso de ronda, quiz asociado a la construccin de las escaleras. Este paso corre paralelo a la muralla y constara de una anchura de 25 m. Previamente a su construccin se llev a cabo una preparacin del terreno y los arquelogos han determinado un mnimo de dos fases de uso en la vida del paso de ronda. La pavimentacin ms reciente se compone de una tierra arcillosa bastante compacta a modo de lechada sobre la pizarra previamente regularizada. Este primer pavimento se asentara sobre otro ms complejo compuesto de una agraza de cal que requiri una preparacin previa del terreno. La preparacin del terreno consistira en una primera capa de arenas finas que facilitase el drenaje y protegiese de humedades los cimientos de los lienzos; posteriormente se superpondran fragmentos de pizarra de tamao pequeo trabados con tierra arcillosa, para sobre este preparado disponer la capa de cal anteriormente mencionada. Este paseo de ronda tiene la intencin, por la estructura de su construccin, de actuar tambin como sistema de drenaje e ir eliminando posibles humedades que afectasen a los cimientos y condujesen el agua hacia las zonas de evacuacin, si bien ya sabemos que nunca fue un problema resuelto satisfactoriamente. Por ltimo, y como intervencin constructiva asociada directamente con la muralla o vinculada a ella, se trata de la presencia de una estructura realizada en sillares de pizarra de baja calidad. Situada en paralelo al paramento interior de la muralla y separada de sta por la distancia de 25 m. que posee el paseo de ronda. Por concretar, estamos hablando de un pequeo muro que no conserva ms de una hilada en altura y que carece de cualquier tipo de cimentacin, situado exactamente frente

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a una de las escaleras de la muralla. Parece que marcaba claramente una diferencia en la secuencia estratigrfica entre el rea del paso de ronda y el sector interior. Los excavadores parecen conceder a esta pequea estructura la funcin de posible banco para la guardia (Figura 18). Aunque personalmente no me convence demasiado dicha hiptesis, la falta en la profundizacin y extensin de las excavaciones, tampoco me permiten plantear una alternativa slida, con lo cual mantengo la postura tomada por los excavadores para la interpretacin de este pequeo muro.

Figura 18: Vista del conjunto de la muralla, aprecindose en primer trmino el muro de descanso de guardia, la escalera del lado oeste y al fondo, en un nivel inferior la zona de habitacin con los muros y las jambas sobre el suelo. Se aprecian tambin los cubos y su disposicin en el recinto, as como la puerta de acceso y la vaguada donde se sita para facilitar la salida de aguas.

2.4. Las estructuras de habitacin en el interior del recinto amurallado. Se localizaron en las ltimas excavaciones realizadas una serie de estructuras cuya funcionalidad est relacionada con elementos de habitacin. En concreto se sitan en la parte alta de la muralla principal, en la zona de unin con el muro NorteSur occidental, y en la parte baja junto a la puerta de acceso al recinto amurallado. En el caso del primer ejemplo se trata de dos muros construidos en lajas de pizarra de pequeo tamao trabadas con mortero y cal cuya altura es ms o menos de 1 m. y un grosor de entre 30 y 40 cm. Ambos muros conforman dos espacios de

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escaso tamao, apenas 170x80 cm. Se ubica exactamente esta estructura en la convergencia entre la muralla principal y el muro Norte-Sur occidental. La excavacin de este sector revel una sucesin de derrumbes y amortizaciones que indican su uso prolongado. Construidas durante la primera fase de vida del cerro, debieron de ser reconstruidas en plena poca visigoda en consonancia con el resto de obras de este periodo sobre la muralla principal. Se reestructuraron tambin los espacios que determinaban los muros y se constata la creacin de un nuevo suelo a partir de tierra batida arcillosa de color marrn. Finalmente, estas estructuras fueron amortizadas en la construccin del segundo de los recintos amurallados, es decir por el muro Norte-Sur occidental que cimentara sobre las estructuras cortadas y desmontadas (Figuras 19 y 20). Es probable que la construccin del segundo recinto amurallado se realizase en un momento de cierto abandono del castro y por lo tanto estas estructuras se encontraran inutilizadas cuando fueron amortizadas. Este hecho parece corroborarse a partir del primero de los dos niveles de derrumbe excavados por debajo de la muralla, pues en este derrumbe se constata la propia ruina de las estructuras y de parte de la muralla misma, sobre el que se realiza una accin de regularizacin a partir de la colocacin de losas de pizarra de grandes dimensiones, en consonancia con la construccin del muro Norte-Sur. Con el nuevo uso dado a esta zona del castro parece que las estancias volvieron a estar ocupadas, si bien ahora con un tama-

Figuras: 19 y 20. Disposicin del muro N-S occidental con respecto a la muralla principal, se aprecia su diferente sistema constructivo con material ms pequeo. En la siguiente figura se ve como se adosa el muro NS a la muralla grande y como se superpone a las construcciones anteriores.

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o mucho ms reducido, se han hallado tambin restos de un hogar bastante alterado. En cualquier caso la funcionalidad de dichas estancias parece difcilmente comprensible a lo largo de la vida del cerro, aunque los escasos restos hallados y su ubicacin llevan a los excavadores a relacionarlas con la actividad defensiva de la muralla. En el segundo caso mencionado en que se han localizado estructuras con una posible funcin de hbitat, la interpretacin y asignacin cronolgica son ms complejas, pues aparecen distintas estructuras y niveles que se superponen e interrelacionan, sucedindose los distintos momentos que vivi el cerro. A la complejidad intrnseca del sondeo, se suma el hecho de que constituye una pequea parte de lo que sera la planta de la edificacin, el resto de la habitacin queda bajo los perfiles en espera de su excavacin; por tanto poseemos un pequeo y limitado ejemplo de habitacin. Lo encontrado son unos muros de mampostera en un deficiente estado de conservacin, solamente 2 4 hiladas de mampuestos trabados con arena. Dos de los muros se disponen en direccin Este-Oeste de forma paralela a la muralla, mientras que los otros se alinean en sentido Norte-Sur, desconociendo dnde acaban porque quedan bajo el perfil. Esta disposicin forma dos habitaciones con sus respectivos vanos de acceso, discurren paralelas a la muralla y a una distancia mnima de 25 m, respetando el paseo de ronda (Figura 21). De los anlisis estratigrficos parecen deducirse niveles de tierras naranjas y marrones que corresponderan al alzado, en adobe y tapial. Estas paredes apoyaran sobre los anteriores muros de mampuesto. Finalmente, tampoco aparecen restos de tejas o materiales que pudieran haber sido utilizados para las cubriciones, con lo que parece factible pensar en cubiertas Figura 21: Vista general de la zona de habitacin en la parte inferior derecha con vegetales.los muros y las jambas derruidas. Situacin de la muralla y las zonas excavadas en agosto de 2000.

La Habitacin 1

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est junto al acceso norte de la muralla. Solo se han localizado dos de sus muros, uno hacia el interior del yacimiento (N-S), de buena factura. El otro muro en direccin E-O es igual al anterior, peor conservado posiblemente por las intervenciones en el paseo de ronda (Figura 22). Estas estructuras constituiran un zcalo de mampostera de pizarra trabada con arena sobre la que se levantara un alzado de adobes, su cubricin se realizara con material vegetal o similar, ante la ausencia de otros materiales propios de las cubiertas. La puerta est realizada con jambas adosadas a los muros y el dintel podra ser de madera al no quedar constancia de l, las jambas se conservan cadas en domin sobre el suelo del yacimiento (Figura 23); el acceso se hara desde el paseo de ronda. El interior de la habitacin, de planta rectangular, posee un pavimento de lajas de pizarra trabadas sobre un suelo preparado a propsito, a base de una mezcla de tierra y fragmentos de pizarra que nivela y da asiento a las fajas. Esta estructura parece corresponderse con el momento ms antiguo del yacimiento (mitad del siglo V), pues luego hay indicios de que sufri un periodo de abandono hasta que las intervenciones integrales de mejora en los paramentos de la muralla y el paseo de ronda, correspondientes a una segunda fase ya en poca visigoda (hacia principios del siglo VI), afectaron su estabilidad y se produjo el derrumbe de los muros y las jambas hacia el paseo de ronda. Este abandono previo viene avalado tambin por un nivel de cenizas que aparece por debajo del nivel del derrumbe de adobes de las casas y en algunas zonas por debajo de la muralla; las cenizas nos indicaran un posible momento de abandono generalizado o de importantes alteraciones en la vida del cerro. Sobre estas cenizas caeran las ruinas de los adobes de las casas y tambin seran la base para la refaccin del paseo de ronda y la posible reconstruccin de la muralla por los daos sufridos con anterioridad. A parte de las relaciones estratigrficas, el conjunto del material cermico localizado se encuentra entre las cermicas ms antiguas del yacimiento, me estoy refiriendo a un lote de vajilla de mesa de la denominada cermica comn imitacin sigillata y alguna que otra pieza de Terra Sigillata Africana (T.S.A.) y Terra Sigillata Hispnica Tarda (T.S.H.T.)22, que daran unas fechas no anteriores a la segunda mitad del siglo V.La cuestin de los materiales cermicos se abordar ms adelante, pues debido a que posee una complejidad grande sern necesarias varias pginas para poner algo de orden en un mbito tan poco estudiado y enrevesado como son las producciones tardas; por esta razn no considero oportuno dar ms indicaciones sobre ellas en este punto.22

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Figuras: 22 y 23. Vista de las estructuras de la Habitacin 1 con los muros en primer trmino y al fondo el comienzo de la Habitacin 2 en un nivel superior. Detalle de la cada en domin de las jambas del vano de acceso de la Habitacin 1.

La Habitacin 2 se encuentra contigua a la anterior hacia el Oeste (Figura 24). Tiene planta rectangular y est formada por otros dos muros que repiten la orientacin de la Habitacin 1, es decir, uno hacia el interior del yacimiento (N-S) y otro muro en direccin E-O; su estado de conservacin es deficiente siendo visibles un par de hiladas de mampuestos. En este caso los muros forman un zcalo de mampostera de pizarra preparado para encajar cajones de tapial y conseguir el alzado, constatado por el tipo de derrumbe que hay junto al muro. La cubricin como sucede en el caso de la Habitacin 1, tendra que realizarse mediante elementos vegetales o similares. La puerta de acceso se localiz en la esquina oeste de los muros y se abra tambin al paseo de ronda, en este caso solo queda constancia del vano, sin jambas ni dinteles, con lo que se supone tambin una posible solucin en madera para dichos elementos. Se ha podido ver el tipo de pavimento que posey esta estructura, formado a partir de ladrillo romano amortizado que se adosa perfectamente al muro norte, junto a la puerta. Todos estos datos parecen corresponderse con un momento posterior con respecto a los hallazgos que forman la Habitacin 1,

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por tanto, ms modernos los de la Habitacin 2. Los muros, as como los niveles de uso de esta Habitacin 2, se superponen sobre el nivel de adobes del caso anterior y sobre ciertos elementos, todava no muy bien clarificados, pero en todo caso ya existentes cuando se realiz esta habitacin. Por otro lado, el paquete de materiales extrado parece estar indicando un momento de poca visigoda avanzada (siglos VI finales-VII), cuando no incluso posterior, pues el tipo de cermicas muestra una cierta evolucin que explicaremos en el apartado Fig. 24: Vista del conjunto de la Habitacin 2, con sus muros y acceso en correspondiente.la parte inferior izquierda, junto a los jalones. Al fondo el muro de la Habitacin 1 y las jambas cadas sobre el paseo de ronda, a la izquierda de las edificaciones.

2.5. Los materiales hallados durante las campaas de excavacin. 2.5.1. El material cermico. De todo el material recogido durante las sucesivas campaas de excavacin destaca, por encima de cualquier otro, la cermica. Sobre sta ya se hizo un pequeo avance de lo documentado23 durante los primeros momentos de las excavaciones. En l quedaba definido de manera concisa el tipo de cermica que se encontraba a partir de sus caractersticas tcnicas: color negro o grisceo-negruzco, paredes gruesas y pastas toscas aunque cuidadas, realizadas en su mayora con torno lento y a mano, aunque fuera para retoques, as como su tratamiento con algn tipo de engobe o bruido. Por otro lado, estos autores tambin hacen una aproximacin tipolgi23

FUENTES DOMNGUEZ, A., BARRIO MARTN, J., op. cit. (1999), pg.: 446.

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ca muy genrica definiendo tres tipos de producciones: las grandes piezas de contencin de lquidos o ridos, caracterizadas por paredes de grosores diversos, formas globulares con fondos planos y cuellos estrechos con labios exvasados; la cermica comn de mesa, caracterizada por presentar diversos grosores y una coloracin griscea y negra, con formas que presentan una acusada carena en su pared exterior, bocas muy abiertas y paredes verticales con labio engrosado al interior; y finalmente, algunas cermicas que presentan claras influencias de la Terra Sigillata Hispnica Tarda (T.S.H.T.) como son los fondos planos con pequeos baquetones y apoyos sobre ranuras. A partir de todos estos datos tcnicos y tipolgicos, los autores fechan el conjunto entre los siglos V y IX d.C. Con estos escuetos precedentes haba que realizar el resto del estudio y por lo tanto quedaba pendiente el grueso del trabajo. La labor que se expondr a continuacin no se trata de un estudio completo del conjunto cermico, pues ste por si solo podra dar lugar a una monografa voluminosa. El objetivo principal ha sido compilar, seriar y estratificar el material cermico y de aqu sacar unas lneas ms profundas de conocimiento y direccin sobre las que encaminar el estudio completo que merecen estas cermicas. Partiendo de esas premisas sobre el conocimiento de las cermicas, que ya hemos explicado con anterioridad, habra que comenzar haciendo un estado de la cuestin sobre las producciones que se realizan en el periodo acotado entre los siglos V y IX d.C24, tras la desaparicin de las sigillatas. La primera aproximacin que se tiene hacia las cermicas de estos momentos histricos proporciona una sensacin de desasosiego, confusin e incertidumbre que se corresponde con el apelativo de siglos oscuros que ha recibido este arco cronolgico. Pero tambin es cierto que esta desorientacin inicial se va tornando relativa cuanto ms se profundiza en la lectura de la bibliografa. A mi modo de ver, esta situacin es debida a la aparente falta de unos fsiles directores claros y de una bibliografa que se erigiera, a la vez, en argumento de autoridad y en crdito de la tradicin; muy al contrario, lo que se eriga como autoridad y tradicin era considerar a los fragmentos cermicos24

Ver para una mayor ampliacin MANZANO MORENO, E. La cermica de los siglos oscuros, (2003).

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de estos momentos como piezas a ignorar. Su culpa era no pertenecer a un tipo de produccin estandarizada, potente, rica y de calidad como eran las sigillatas o tipos de cermica ms fcilmente clasificables. No cabe duda tampoco, que este tipo de produccin olvidada, fragmentada y regionalizada nos est mostrando el panorama social, poltico y econmico de dicho momento histrico cuajado de inestabilidades polticas, transformaciones sociales o cambios en las relaciones econmicas. Normalmente a la hora de comenzar un trabajo siempre se hace lo que es ms fcil de comprender y esto mismo pas tambin con las cermicas y el periodo histrico que estamos tratando, pues mientras que todas las cuestiones y las cermicas de los siglos II a.C. al III d.C. se iban conociendo con mucha precisin, las de los siglos IV al IX d.C. apenas avanzaban. Hasta que no se ha llegado a un cierto nivel de desarrollo tanto tecnolgico como cognitivo no han comenzado a abordarse los aspectos ms complejos que se suscitaban en la Antigedad Tarda. Pero esta tardanza en los estudios se ha compensado con un salto cualitativo muy importante y en un periodo de tiempo relativamente corto de entre veinticinco y treinta aos desde que aparecieron los primeros trabajos referentes a las cermicas tardoantiguas, si bien es verdad que la sigillata tarda ya haba recibido alguna que otra atencin con anterioridad. Por tanto, actualmente estas producciones cermicas, tan complejas al inicio, se han ido convirtiendo en concienciados estudios que estn aportando datos enormemente significativos a preguntas que las fuentes escritas no estaban en grado de poder aclarar y, al mismo tiempo, han supuesto una renovacin tanto teortica como metodolgica25. Visto esto, queda claro que conocer bien y en cierta profundidad la bibliografa esencial sobre el tema se revela de capital importancia; a mi entender aqu no hay cuestiones muy generales, sino cuestiones regionales y eso requiere un control importante de las publicaciones. Finalmente, lo que en origen puede ser desorientacin al acercarse a estas producciones cermicas, se acaba convirtiendo en cierta avidez de conocimiento por el dinamismo, la renovacin25

Como indica MANZANO MORENO, E. op. cit. (2003). Se ha conseguido un consenso casi absoluto en cuestiones como la terminologa o la morfologa de las piezas cermicas; se han desmentido axiomas tradicionales y renovado visiones sobre conceptos como decadencia, ruptura o transformacin que han refrescado y modernizado el discurso histrico; se han ajustado cronologas tanto relativas como absolutas; y se ve una creciente preocupacin por presentar resultados de estudios ceramolgicos de acuerdo a una tipologa, a un anlisis sincrnico y a un estudio diacrnico.

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de ideas y las nuevas aportaciones cientficas que se estn dando en el campo de las cermicas tardoantiguas y, por ende, en el discurso histrico de la Antigedad Tarda. En la aproximacin que desde estas lneas vamos a hacer sobre el mundo cermico en el Cerro del Castillo habra que explicar que partimos de un tipo de clasificacin basado en los estudios ceramolgicos de producciones romanas. Por tanto, hay ya un esquema bsico fundamentado a partir de la divisin de producciones entre cermicas finas (terra sigillata, paredes finas, cermicas pintadas, etc.) y cermicas de la clase cursiva (cermica vasta domstica, cermica comn, materiales cermicos de construccin, grandes recipientes de almacenaje, etc.)26. Los lotes cermicos que se encuentran en el yacimiento de Bernardos se pueden encajar en este esquema previo aunque slo las producciones de las primeras fases, que se corresponden de manera ms clara con la tradicin clsica; por el contrario, las producciones de los periodos medio y final del Cerro, que se corresponden con la fase media y final de la poca visigoda y la poca emiral, no se adaptan del todo a este esquema previo pues sus problemas y desarrollos son totalmente diferentes a los que refleja el planteamiento que utilizamos. Ms adelante y una vez vistos estos tipos de producciones intentaremos dar respuesta a esta cuestin de su clasificacin, o cuanto menos, dejar indicados el planteamiento que consideraramos ms apropiado. Partiendo de estos presupuestos, que combinan clase de produccin con periodo productivo, podramos decir que para la primera fase de vida del yacimiento, hasta mediados del siglo VI, las producciones de clase testa, en sus variedades de cermicas comunes, cermicas vastas y materiales cermicos de construccin conforman el lote ms numeroso; mientras que las producciones finas, en particular la Terra Sigillata, conforman un lote mucho ms escaso y de calidad inferior en cuanto a los fragmentos conservados. Para la segunda fase de vida del yacimiento, desde mediados del siglo VI hasta los siglos IX-X, desaparece lo que se consideran producciones finas, as pues, las producciones de la clase testa, en sus diferentes varieda26 Para ver una aproximacin a lo aqu dicho ver JUAN TOVAR, L. C. Las industrias cermicas hispanas en el Bajo Imperio. Hacia una sistematizain de la Sigillata Hispnica Tarda, (1997) y BLANCO GARCA, J. F. op. cit. (2003).

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des, se aduean del registro arqueolgico; pero son las variedades de comunes las que empiezan a plantear una dicotoma pues entre stas hay piezas de una calidad superior a otras, en concreto durante lo que sera la poca visigoda. En las fases finales de la vida del Cerro, empiezan a aparecer fragmentos cermicos que tambin deberan ser englobados dentro de estas producciones comunes pero cuyas caractersticas tcnicas y estticas no parecen corresponderse con lo que podra considerarse tradicin cermica de Bernardos o incluso de la zona circundante, es posible que indicaran la ruptura con la tradicin productiva heredada de poca clsica; seran las cermicas de poca emiral. A partir de este esquema inicial que nos introduce en la cuestin ceramolgica del Cerro del Castillo, comenzaremos el anlisis de las producciones cermicas esbozadas. Para ello se tomarn como fragmentos cermicos de referencia los hallados en las reas 300 y 35027, porque se trata de las zonas que han aportado mayor informacin, por la potencia de excavacin y por los restos documentados: las zonas de habitacin y las refacciones en el paseo de ronda y en la muralla; se incluirn tambin aquellos otros fragmentos que pertenezcan a reas diferentes pero que pudieran venir bien para completar la ilustracin de una u otra produccin. Ser nuestra prioridad durante la exposicin, realizar una descripcin tcnica de los lotes de fragmentos as como ir realizando una posible asignacin tipolgica de los mismos. De igual modo, se intentar mantener la referencia sincrnica y diacrnica de los fragmentos cermicos en relacin al trabajo estratigrfico realizado en ambas zonas y en aqullas de donde provinieran otros fragmentos referidos. 2.5.1.1. Producciones de cermicas finas. Este tipo de producciones engloba aquellos recipientes que por su tcnica y esttica se pueden considerar como elementos de alta calidad, cuya funcin estara reservada al uso de mesa, de ostentacin y presentacin. La Terra Sigillata es la cermica tpica de estas producciones finas y su estudio ha sido uno de los filones de la investigacin arqueolgica. Por sus especiales caractersticas, tcnicas, estti27

Estas reas han sido explicadas en cuanto al contenido de sus estructuras y su posible evolucin cronolgica en el apartado 2.4.

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cas y de fabricacin se puede llegar a determinar, con un grado de precisin altsimo, la cronologa y lugar en el que fue fabricada y, como resultado de esto se convierte en un fsil director cronolgico muy preciado. La Terra Sigillata altoimperial, con todas sus variantes regionales, est estudiada prcticamente a la perfeccin; se conocen las producciones, los alfares, las variantes e incluso los crculos comerciales en los que estuvo presente. A diferencia de esto, la Terra Sigillata Tarda (correspondiente al Bajo Imperio), ha experimentado un estudio ms lento y fragmentario. Por ejemplo, para las producciones africanas contamos desde los aos 70 con una obra de excepcional importancia como la de Hayes28 , que permite precisar muy bien todas estas producciones y ayuda en gran medida a fechar muchos yacimientos que de haberse utilizado producciones locales hubieran provocado muchos ms problemas. Por el contrario, el estudio de la Terra Sigillata Hispnica Tarda (T.S.H.T.)29 se encontraba muy poco avanzado y sobre presupuestos y planteamientos que en muchos casos aadan ms confusin que aqulla que queran despejar, o cuanto menos, caan en una atona tipificadora que estancaba de manera preocupante los estudios sobre este periodo.

La cuestin historiogrfica.La T.S.H.T. es, a fin de cuentas, la que nos vamos a encontrar en el Cerro del Castillo. El estudio de esta produccin ha estado generalmente bastante acomodado en presupuestos antiguos y lo que se vena haciendo se fundamentaba en las dos obras tradicionales de M ngeles Mezquriz30 y de Lpez Rodrguez31. La primera autora considera este tipo de sigillata bajoimperial como un derivado degenerado de la Terra Sigillata Hispnica altoimperial, la fase ms decadente de sta. El segundo estudio, al contrario, considera esta cermica como una produccin totalmente nueva con unas vinculaciones muy escasas, cuando no inexistentes, con la Hispnica altoimperial. Otro estudio importante que hay que resear es el realizado por P. de

HAYES, J. W. Late Roman pottery, (1972) y A supplement to Late Roman pottery, (1980). En adelante se utilizar la abreviatura T.S.H.T. para referirnos a ella. 30 MEZQURIZ, M. . Terra sigillata hispnica, (1961). 31 LPEZ RODRGUEZ, J. R. Terra sigillata hispnica tarda decorada a molde de la Pennsula Ibrica, (1985).28 29

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Palol y J. Cortes32 sobre la villa de La Olmeda (Palencia). En l, Palol dedica un captulo al estudio de las sigillatas y realiza una tipologa que ha sido de las ms seguidas y utilizadas por el resto de autores. Ms recientemente, Juan Tovar33 ha elaborado una nueva sistematizacin tipolgica de la T.S.H.T. en la que se obvian juicios de valor sobre calidad o aspectos formalistas o juicios alejados del devenir histrico; para l hay que contemplar la produccin como actividad y la cermica como reflejo de dicha actividad, segn lo cual todo confluye en: continuidad, adaptacin y evolucin. Segn este autor, que ha fundamentado sus tesis a partir de las cermicas de la villa de Quintanilla de la Cueza (Palencia), la T.S.H.T. es el fruto de la readaptacin alfarera ocurrida en el siglo IV ante unas realidades nuevas como eran el marco econmico, las demandas y las modas (especialmente importante las africanas y las glicas); los alfareros responden mediante formas que interpretan las nuevas tendencias y adaptan formas ya consolidadas del repertorio hispano aadiendo formas nuevas. Juan Tovar tambin es partidario de unificar las distintas producciones que se han identificado en la Pennsula y aboga por la definicin de T.S.H.T. como la nica y ms adecuada, pues segn l en la hispnica tarda pervive la tradicin del eclecticismo formal y decorativo que ya iniciara la produccin altoimperial uniendo a sus propios patrones los glicos, itlicos y africanos34 La cronologa que da a estas producciones tendra sus inicios en la primera mitad del siglo IV, mostrando sus rasgos plenos entre la segunda y tercera mitad del IV, penetrara con fuerza en el siglo V pero para la segunda mitad de ese siglo y para los comienzos del siglo VI solo se han documentado productos amortizados. Para completar esta visin de la T.S.H.T. hay que ver tambin los dos grandes periodos evolutivos que posey35: el primero, cuando se produjo la importante renovacin formal, es el renacer de la sigillata, con especial incidencia en los platos y la decoracin, altera las tcnicas de fabricacin, comenzara hacia el 310-330 d.C. y seran los talleres del Duero donde alcanzara su mayor desarrollo. El segundo, cuando se producen las transformaciones radicales en la sintaxis decorativa de los productos a molde, se adoptan nuevas tcnicas de cocPALOL, P. de, CORTES, J. La villa romana de La Olmeda, Pedrosa de la Vega (Palencia). Excavaciones de 1969 y 1970., (1974). 33 JUAN TOVAR, L. C. op. cit. (1997) y La terra sigillata de Quintanilla de la Cueza, (2000). 34 JUAN TOVAR, L. C. op. cit. (1997), pg.: 557. 35 JUAN TOVAR, L. C. op. cit. (1997), pg.: 558.32

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cin36 que dan como resultado la variedad gris, se renuevan las formas decoradas a molde, comenzara hacia el 360-370 d.C. y seran los alfares riojanos aquellos que marcaran este periodo; es la produccin de este segundo periodo la que entrara de lleno en el siglo V, pero que no pasara ms all de su segunda mitad37.

Las cermicas finas en Bernardos.En contra de lo que pudiera parecer, en Bernardos se cuenta con una muy escasa representacin de T.S.H.T., sin descartar que, en algunos casos concretos, se tratase de otras producciones. Los fragmentos que se han encontrado se hallan generalmente muy desgastados, han perdido la capa superficial, son bastante pequeos y ninguno posee un tipo de decoracin especialmente significativa, reducindose a dos fragmentos con plantae pedum y otro con unas incisiones oblicuas a la altura del borde. De lo poco que hemos documentado se denota que pertenecieron a recipientes grandes y abiertos (platos, fuentes, cuencos). En el rea que hemos tomado como referencia, aparece documentado un fragmento de terra sigillata en el nivel ms profundo, que es aquel sellado por derrumbes de adobe y que se extiende por debajo de la muralla38. ste ha sido el nivel ms antiguo que se ha documentado en el rea, tanto por su posicin estratigrfica como por las cermicas que contiene, nos referimos a la sigillata, pero tambin a las comunes, que muestran una fase de desarrollo muy influida por la produccin de sigillata39, este caso lo explicaremos ms adelante. La pieza de sigillata en cuestin se trata de un borde recto con labioResultado de las influencias de las cermicas narbonenses tardas. Aunque en los estudios ceramolgicos sobre sigillatas, como es el caso de JUAN TOVAR, L. C. op. cit. (1997), se dice que la sigillata entrar con fuerza en el siglo V, l mismo hace referencia a que para la segunda mitad de dicho siglo y comienzos del VI las informaciones son escasas y se trata de productos amortizados. Pues bien, esto vendra a coincidir con los estudios de cermicas posteriores como se ve en MANZANO MORENO, E. op. cit. (2003), donde queda demostrado que no es que se trate de productos amortizados, es que son las ltimas producciones de sigillata coincidiendo con la segunda mitad del siglo V, cuando adems comienza a verse el predominio de las comunes y ya solo para el siglo VI se constata una presencia testimonial de la T.S.H.T. 38 Remito a la explicacin que se hizo en el apartado 2.4., para comprender la secuencia cronolgica. 39 Son las cermicas comunes ms importantes y las denominadas cermica comn imitacin de sigillata, estn incluidas dentro de las producciones de clase testa. Es muy complicado poder realizar una exposicin de los hechos que se pueda explicar sin hacer referencias a elementos que vendrn explicados con posterioridad. Por tanto, se harn unos breves incisos que ayuden a la compresin contextual y quedar la explicacin especfica para su momento justo.36 37

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redondeado, de pasta anaranjada con unas pequeas incisiones a modo de decoracin y que sirven para indicar lo que sera el comienzo del borde propiamente dicho, perteneci con toda seguridad a un cuenco40. Por el momento no hemos encontrado paralelos dentro de la T.S.H.T. pero no hay que descartar una posible influencia africana, si bien ambas cuestiones se tendrn que abordar en un estudio ms pormenorizado. En otras reas tambin se han encontrado sigillatas en niveles fundacionales, o cuanto menos de primer nivel de uso, en este caso se trata de un fragmento de plato, de pasta rojiza con restos de decoracin de plantae pedum que nos permite una mayor aproximacin cronolgica y tipolgica. Este tipo de decoracin tiene su origen en la Terra Sigillata Africana D durante el ltimo cuarto del silgo IV y llega hasta entrado el siglo V en la Late Roman C41. Por otro lado, segn Absolo42, en Saldaa (Palencia) tambin se han hallado fragmentos con esta decoracin que, siguiendo a Hayes, se situara en la segunda mitad del siglo V. Por tanto, es ms que seguro que nuestros fragmentos haya que situarlos tambin cronolgicamente en estas fechas de los primeros aos de la segunda mitad del siglo V. Lo que parece quedar patente a la luz de los hallazgos de sigillata es que en Bernardos no hay una cantidad de fragmentos cuantitativamente significativa; s al menos cualitativa pues parece ser que las plantae pedum sobre sigillata no son muy abundantes en los yacimientos de la Meseta43 y Bernardos se encuentra entre los que s las poseen. A la falta de una cantidad de fragmentos suficientes, se le suma su mal estado de conservacin, las pequeas dimensiones que presentan y una escasa variedad decorativa. A mi parecer estos datos estaran indicando una presencia muy reducida y limitada, que si bien la sigillata se encuentran en niveles signifi40 Puesto que en principio, este apartado tiene ms de explicacin de los conjuntos cermicos que de estudio ceramolgico, evitar tener que estar refirindome continuamente a formas y tipos que tienen que quedar reservados necesariamente para un estudio monogrfico sobre toda la produccin cermica de Bernardos. 41 HAYES, J. W. op. cit. (1972), pg.: 252, figs. 43, 148. 42 ABSOLO, J. A. et alii Excavaciones en el yacimiento de La Morterona, Saldaa (Palencia), (1984), pg.: 113, fig. 20 (3). 43 JUAN TOVAR, L. C., BLANCO GARCA, J. F. Cermica comn tardorromana, imitacin de sigillata, en la provincia de Segovia. Aproximacin al estudio de las producciones cermicas del siglo V en la Meseta Norte y su transicin al mundo hispano-visigodo, (1997), pg.: 196. Hacen un repaso a las diferentes decoraciones e indican que la plantae pedum est recogida en TSHT en Saldaa y sobre un molde en La Rioja.

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cativos para la interpretacin del yacimiento, no dejan de ser sospechosos de una cierta reduccin del mercado, de una posible influencia de producciones africanas y de un uso residual de este tipo de producciones. Es tambin, cuanto menos extrao, que si se trata de un poblamiento con cierto desarrollo urbano; que recogera poblaciones del entorno ante cierto tipo de peligro; que posteriormente continuara su hbitat all con todo lo que ello conlleva de relaciones comerciales y actividades productivas, sumando el hecho de encontrarse a medio camino de dos ncleos urbanos de importancia, que existira una poblacin de diferentes mbitos sociales; pues bien, con todos estos elementos, cmo es posible que hasta ahora no se haya documentado una mayor proporcin de restos de sigillata. Lo que deduzco de relacionar todos esos parmetros es que no se puede pensar si no, ms que en el momento final de la produccin de sigillatas, su escasez en los circuitos comerciales y su sustitucin dentro de stos por otro tipo de cermica que pudiera suplir su elegancia y presencia, incluyendo los posibles cambios de gustos de los consumidores. Personalmente, creo que unir las caractersticas de los hallazgos de sigillatas en Bernardos con este tipo de preguntas podra estar indicando una cronologa bastante avanzada dentro del siglo V, desde luego no sera anterior a la segunda mitad. Tanto en Coca44 como en Gzquez45 la terra sigillata comienza a verse relegada a mitad del siglo V y en ambos casos, tambin, se ve sustituida por una imitacin comn de las sigillatas46, cuyo origen, como veremos ms adelante, se encuentra en la primera mitad del siglo V. Creo que tambin es interesante sealar aqu el ejemplo de la villa de Santa Luca, en Aguilafuente (Segovia). Gracias al ltimo estudio realizado47, el autor deja patente la importante cantidad de T.S.H.T. que posee la villa y que sin duda alguna la sita a lo largo del siglo IV y principios del siglo V; de la misma manera que ha constatado esta realidad, tambin hace referencia a la presencia de la cermica comn imiLARRN IZQUIERDO, H., BLANCO GARCA, J. F. et alii, Ensayo de sistematizacin de la cermica tardoantigua en la cuenca del Duero, (2003), pg.: 278. 45 VIGIL-ESCALERA GUIRADO, A. Cermicas tardorromanas y altomedievales de Madrid, (2003), pg.: 375. 46 Ver nota 37. 47 ESTEBAN MOLINA, J. La villa romana de Aguilafuente (Segovia): estado de la cuestin, anlisis y problemtica, (2006). (Indito). Agradezco la amabilidad, disponibilidad y comentarios que el autor tuvo en todo momento. Esperemos que su obra pueda ver la luz en algn tipo de publicacin para poder ayudar al conocimiento de la realidad arqueolgica segoviana.44

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tacin de sigillata48 pero como una produccin muy reducida en comparacin con la de sigillata. La escasez de este tipo de hallazgos tambin aparece referida por los propios arquelogos del yacimiento cuando dicen textualmente [] la presencia de algunos49 fragmentos de cermica gris, casi negra []50. As pues, tras el abandono de la villa en algn momento del siglo V podra haber un periodo de vaco hasta la aparicin del uso de necrpolis que recibi la villa durante la poca visigoda, posiblemente en la primera mitad del siglo VI. En este lapso de tiempo no parece haber indicios de que se hayan encontrado asociadas producciones de sigillata con este tipo de cermica comn51 que siendo ya escasa de por s, no sera extrao que se relacionase con la propia necrpolis. Con lo cual, si la presencia de sigillata no se encuentra asociada con hallazgos de comn imitacin de sigillata, y viceversa, en los momentos de uso de la comn imitacin no se encuentran sigillatas ms que de manera muy residual; todo esto nos estara indicando efectivamente que para cuando surge la necrpolis en el siglo VI la sigillata ya no se utilizaba en Aguilafuente y, al revs, que cuando se abandon la villa todava no haban empezado a llegar las producciones de comn imitacin. Por tanto, efectivamente nos estaramos situando en un periodo cronolgico para el abandono de la villa de los ltimos aos de la primera mitad del siglo V, cuando estaran empezando a desaparecer las sigillatas y cuando estaran consolidndose las comunes imitacin de sigillata. Este razonamiento, adems de coincidir con los datos de Coca y Gzquez, mencionados anteriormente, y con los de otras zonas de la Submeseta norte52, apoyara lo que parece verse en el Cerro del Castillo de Bernardos. Estos indicios podran suponer cierta novedad sobre la cronologa que se ha dado al Cerro y que supondra retrasar la fecha del yacimiento hasta la mitad del siglo V, al menos para el primer nivel de uso estable del Cerro, pues los datos que parecen verse de las cermicas las situaran en fechas no anteriores a los primeros aos de la segunda mitad del siglo V. En principio, esto tampoco pone en cuestin que laVer nota 37. El subrayado es mo para hacer notar el uso del adjetivo indeterminado. 50 LUCAS, M. R., VIAS, V. La villa romana de Aguilafuente (Segovia), (1977). 51 Cuestin sta que tendr que ser clarificada en el futuro a travs del estudio del resto de materiales o bien a travs de nuevas excavaciones en la villa. 52 LARRN IZQUIERDO, H., BLANCO GARCA, J. F. et alii, op. cit. (2003).48 49

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muralla fuera edificada durante los ultimsimos aos del siglo IV, o bien, primeros del siglo V, pues hay que tener en cuenta tanto el periodo de construccin del recinto defensivo como el tiempo necesario para que los primeros pobladores fueran dejando los restos que hoy nos encontramos. S que es cierto que habra que tomar con cierta cautela dicho replanteamiento cronolgico y esperar a que se continuen las excavaciones en zonas de habitacin del yacimiento, con el objeto de poder mantener este discurso acerca de las sigillatas, o bien, modificarlo como resultado de los hallazgos que se hicieran. 2.5.1.2. Producciones de cermicas comunes. Aunque estas variedades cermicas formen parte de las que hemos llamado anteriormente como producciones de clase testa, merecen un tratamiento diferenciado de este grupo general pues son las que ms informacin aportan y poseen por si mismas; mayor relevancia, si cabe, que el resto de producciones de su clase. Este tipo de producciones engloba aquellos productos que por su tcnica y esttica se pueden considerar como elementos de una calidad media-baja, cuya funcin estara reservada al uso de la cocina, de almacenaje de pequeas cantidades, de uso en las tareas del hogar y muy posiblemente como vajilla de diario. Hablar de cermicas comunes supone no contar con aquello que de especfico poseen las sigillatas y, por tanto, las cermicas comunes obligan a trabajar con una multiplicidad de producciones y de variantes; hay cermicas ms toscas, ms refinadas, de usos especficos, etc. Precisamente, como veamos al inicio, todo esto ha complicado su estudio hasta que no ha habido ms necesidad que enfrentarse a l si no se quiere dejar estancada la investigacin de ciertos periodos histricos. Por todo esto han sido cermicas que no han aportado mucho tradicionalmente y que no eran fiables en el momento de realizar dataciones, a lo que se suma el hecho de ser producciones muy regionalizadas, cuando no localizadas en un determinado mbito. Como resultado de estos inconvenientes, su estudio tambin se retras. Cuando al comenzar este apartado de las producciones cermicas, hacamos referencia a las cermicas de los siglos oscuros nos estbamos refiriendo a estas comunes, si bien, al desaparecer las producciones finas y regionalizarse tanto la produccin no debieran poseer esta coletilla de comn y quedarse simplemente, por el momento, como simples pro-

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ducciones de poca visigoda. Porque, dnde estn y cules son dichas producciones finas en oposicin a las que se denominan comunes? El caso es que atendiendo al esquema previo que venimos siguiendo, incluiremos las producciones estudiadas entre las comunes, aunque personalmente no sea muy partidario de dicho encuadramiento y luego veremos el porqu. De todas las clases de producciones cermicas comunes, hemos seleccionado el estudio de una variedad en particular, que hemos venido denominando cermica comn imitacin de sigillata53. Personalmente asumo dicha definicin y comparto, por convincentes, los datos aportados para su diferenciacin pues las conclusiones que parecen extraerse del hbitat de Bernardos apoyan y confirman las diferentes argumentaciones dadas para llamar a estas producciones cermicas comunes imitacin de sigillata. Por otro lado, no es mi intencin apoyar la definicin de una manera cultural adscribindolas como tardorromanas o visigodas. Lo que he podido observar me dice que se encuentran a caballo entre ambas pocas pero no por ello es necesario ligarlas a un tipo de poblacin productora. A mi al menos no me convence. Creo que el concepto de Antigedad Tarda es el que ayuda realmente a comprender este periodo de un modo menos encorsetado de lo que se ha venido haciendo hasta ahora. En mi opinin, lo realmente importante es saber cundo surgen y por qu surgen estas cermicas, cmo son tcnica y morfolgicamente, cmo se van desarrollando, hasta cundo dura su produccin y cules son los materiales que las sustituyen. Me interesa conocer ms que la mano que las hizo, el por qu tuvo que hacerlas y, en todo caso, posteriormente, quin las produjo, pero a sabiendas de que su larga pervivencia hace que fueran hechas por muchas manos diferentes, que se van transmitiendo las tcnicas y los modos de una larga tradicin que en cierto modo es comn a los que estn y a los que llegan. Porque, en mi modesta opinin, los cam53 Esta denominacin tiene su apoyo en las diferentes publicaciones que han aparecido utilizando la definicin en estudios especficos sobre la cermica. Es casi seguro que la primera publicacin donde se utiliz este trmino fuera en JUAN TOVAR, L. C., BLANCO GARCA, J. F. op. cit. (