gilver luis cisneros vega resistencia e intentos de cambio en la religion andina
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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN CRISTÓBAL DE HUAMANGA
ESCUELA DE FORMACIÓN PROFESIONAL DE ANTROPOLOGÍA SOCIAL
CISNEROS VEGA, Gilver Luis
ENSAYO:
INTENTOS DE CAMBIO Y RESISTENCIA EN LA RELIGIÓN ANDINA
INTRODUCCIÓN
El presente ensayo constituye un intento por analizar y explicar el proceso mediante el
cual la religión andina ha venido constituyendo un conjunto de estrategias de resistencia y
cambios a partir del choque cultural que significó la invasión española de 1534, haciendo
énfasis en los influjos filosóficos e ideológicos que sirven de base para las
manifestaciones religiosas.
De igual modo, se hace un recuento de qué elementos de origen occidental se han
incorporado en la religiosidad andina, cuáles han sido admitidos y adaptados y cuáles han
sido rechazados. Asimismo, se hace un recuento de qué elementos todavía perviven
hasta la fecha, a pesar de los múltiples intentos por ser destruidos. La principal vía de
reproducción cultural es la herencia cultural, es de este modo en que la religión andina ha
venido transmitiéndose de generación en generación y, puesto que es un ente de creación
humana de acuerdo a nuestro propio contexto, resultaría particularmente interesante
hacer los esfuerzos desde la Antropología por conocer y analizar, así como también
rescatarlos, al fin y al cabo, son los elementos que servirán para la construcción de una
identidad cultural, todavía en proyecto en nuestro país.
La lucha de dos simbologías religiosas: la invasora y la andina
Los invasores españoles al llegar al gran Imperio de los Inka en 1,532 no supieron
explicarse sobre la gran variedad de cultos, magia y otras manifestaciones religiosas
halladas en él, porque para sus recalcitrantes ideas etnocentristas, las manifestaciones
culturales andinas fueron totalmente opuestas a lo que dice la sagrada escritura (la Biblia),
ella está en contra del culto al sol, a la luna, al agua, a la tierra o a la fertilidad, etc. la
religión cristiana y monoteísta habla de un ser sobrenatural que además de ser dominante
es ficticio. Las características de la religión andina han sido forjadas sobre una base
agraria, con las imágenes y símbolos que dicho contexto sugiere, es por ello que se forjó
una religión altamente ecologista, creyente en los cerros, en la naturaleza; mientras que la
religión católica posiblemente nació en los albores de la expansión esclavista del
Occidente para someter a los esclavos a trabajos forzados e inhumanos, sus personajes
pues son producto de una percepción patriarcal bajo la cual se resalta la imagen de los
grandes señores esclavistas, por eso se habla del Señor, el Señor Omnipotente, Patrón,
Virgen Inmaculada, etc.
Obviamente, incluso hasta la fecha muchas personas no se explican sobre las diferentes
manifestaciones de culto dedicadas a la naturaleza, el Lic. Christian Vitry (1,993), indica
refiriéndose al culto a las piedras, saywa o apachetas, waka y adoratorios astronómicos en
el sentido que: “En el mundo andino las rocas es un objeto de culto, que posee un
simbolismo y trascendencia difíciles de comprender para nuestra mentalidad citadina. Las
principales huacas (santuarios o adoratorios) de las culturas precolombinas fueron de
roca, sobre ella plasmaron lo que hoy denominamos pinturas rupestres y petroglifos,
construyeron geoglifos (motivos y dibujos realizados con rocas sobre el paisaje), las
tallaron finamente y realizaron construcciones monumentales, también muchos de sus
ídolos eran pétreos, sin contar las montañas y peñascos”.
Con esta introducción de dominio quisieron borrar las formas de organización social,
económica, cultural, política, ideológica, filosófica, religiosa andinas. Sin embargo, la
senda fue demasiada larga y estrecha, si bien es cierto, trastocó las formas de la cultura
andina, pero el andino sabio y rebelde la incorpora a su espacio tras una somera
evaluación denominada por Steve y Stern (1990) como la "adaptación y de resistencia" y lo
recrea con lo suyo para aparentar su incorporación, en el fondo no lo hace. Víctor Antonio
(RODRÍGUEZ, 2000, pág. 3) menciona que: “Los hispanos con Pizarro, llegaron a
nuestras tierras andinas, en pleno conocimiento de la grandeza, riqueza y bienestar de
nuestros pueblos (...) La bondad y cariño con que los recibimos fue vuelto con crueles
actos de genocidio, saqueo y expropiación de bienes materiales y espirituales; así como
marginación de todos nuestros saberes...”.
A pesar de sus emblemáticos personajes, el cristianismo habla de un bien solidario entre
los hombres y la naturaleza: “No hay que buscar el bien de uno mismo, sino el bien de los
demás” (Corintios: 10: 24), además de: “Amaos los unos a los otros”. “Queridos hermanos,
debemos amarnos unos a otros, porque el amor viene de Dios...”. (SAN JUAN: 4:7)
El contexto en el que se encuentran los españoles en la época de la invasión, es la de
transición entre la Edad Media y la Modernidad, los españoles vienen con los rezagos de
una mentalidad medieval, pero con la ambición moderna; es decir, expandir el cristianismo
como religión única, para cuyos fines se ambiciona la captación de oro a todas costas.
(TODOROV, 1980, pág. 122). La filosofía que poseen los españoles se fundamenta en el
profundo etnocentrismo nacido a partir de la lucha en contra de otras religiones como el
islamismo de los moros. Es precisamente en una época de grandes guerras religiosas en
que llegan los españoles, con el firme propósito de expandir el cristianismo. Es en este
contexto en que al nuevo hombre conquistado se le ve como al nuevo moro contra quien
es necesario luchar e imponer patrones culturales propios. El mismo colón viene con el
firme propósito de organizar una nueva cruzada (Ibíd. Pág. 21).
De otro lado, la cultura occidental está constituida sobre la base de una filosofía
individualista (a partir del individuo = 1), mientras que la cultura andina, por el contrario,
sobre la base de una filosofía dualista (2). (TAIPE Q., 2003). De este modo, mientras que
los españoles discriminan otras religiones que no sean la cristiana, otros colores de piel
que no sean la blanca, otras culturas que no sean la occidental, —y es por ello también
que tome campo el machismo, puesto que se sobrevalora el género masculino—; los
hombres andinos se esfuerzan por entender el mundo dividido en un dúo, con oposiciones
complementarias, la mamapacha y el tatapacha, el hanan y el hurin, las mismas piedras
de las construcciones ciclópeas poseen un macho y una hembra. Este pensamiento hacía
que se concibiera el mundo no como un individuo sino una comunión y las diferencias
culturales como oposiciones complementarias, he aquí la permisibilidad que se tuvo con
respecto a la nueva cultura y religión que se impuso, a pesar de que éste fue un hecho
totalmente nuevo para con la experiencia anterior del mundo andino.
Hasta aquí, hemos visto cómo se justifica a partir de construcciones filosóficas el
fenómeno que sobrevino a la invasión española. Otro aspecto que es necesario mencionar
también, es el hecho de que el hombre andino construye su ideología a partir de la noción
del hombre como parte de la naturaleza, mientras que el hombre occidental, por el
contrario, ya ha salido de la naturaleza y se sobrepuso sobre ella y sobre los otros grupos
humanos como una civilización avanzada y no «natural» o emparentado con la naturaleza.
(LANDER, 2000, pág. 14)
La religión andina, denominada pagana, tiene una justificación más materialista que la
religión cristiana. Mientras que en la religión católica el poder divino está más allá de las
fronteras de lo humano, lo terrenal (en el cielo), los dioses andinos nacen como materia
que da la vida sobre la tierra, son el símbolo de la fertilidad; obviamente, no habría vida
alguna si no existiera el agua y sus componentes: el sol, la tierra y el viento o el oxigeno.
Los beneficios de estas entes materiales se traducen en devoción, puesto que de ellos
dependen los que moran la tierra, es el padre y la madre que nos engendró y concibió al
igual que a la naturaleza existente en el mundo. (MARIÁTEGUI, 1988, págs. 164-165),
menciona que «…La religión quechua era un código moral antes que una concepción
metafísica…”, cultiva la concepción material y social antes que espiritual», menciona
también: «… se preocupaba del reino de la tierra antes que del reino del cielo, constituía
una disciplina social más que una disciplina individual…», su objetivo principal fue y es la
práctica de ritos agrarios y astronómicos.
Templos y Símbolos Invasores sobre Templos y Símbolos Andinos
Los invasores españoles, los curas Vicente Valverde y Hernando de Luque, al llegar al
Imperio de los Inka como menciona (RODRÍGUEZ, 2000, pág. 3) intentaron “cristianizar y
civilizar” al andino bajo el poder de la cruz y la espada y para ello tenían que fabricar
templos sobre templos, con el sacrificio, sudor y sangre de los inocentes andinos
convertidos en esclavos, sobre ello impusieron el culto cristiano, (MARIÁTEGUI, 1988,
pág. 163), indica que: “…El culto católico se superpuso a los ritos indígenas, sin
absorberlos más que a medias…”.
Sin embargo, para poder controlar tuvieron que realizar estudios minuciosos de los
diferentes lugares donde rendían culto a los elementos de la naturaleza: sol, luna, tierra,
agua y viento, además de otros.
Descubiertos los lugares sagrados y para no generar el rechazo de los andinos
prosiguieron a edificar los nuevos templos sobre los ya existentes como es el caso del
templo colonial sobre el Templo del Sol y de la Luna en la ciudad del Cusco, el templo
colonial sobre el templo del Sol y de la Luna de la ciudad de Vilcashuaman, entre otros; lo
mismo sucede con los Apu Wamani o con lugares donde se rendía culto al cerro o a la
Pacha Mama (Madre Tierra), el altar de piedra o el observatorio astronómico (Inti Watana)
con la cruz de madera o de piedra, la saywa o apacheta con la cruz de madera, las
bocatomas u ojos de agua con una capilla, los cementerios y las waka con la cruz de
manera o con una capilla o templo, etc.; los invasores al cambiar el uno con el otro
creyeron que los devotos estaban adorando con todo el fervor espiritual como lo hacían
ellos a los santos, ídolos o símbolos cristianos, mientras que los andinos en el fondo
seguían practicando el culto a la tierra, al agua, a la luna, al sol, al viento y a otros
elementos componentes de su religión ancestral, incluso sin cambio alguno del lugar del
culto, continuaban los ritos, la magia, la danza, la ofrenda y otras manifestaciones
culturales referentes a la práctica religiosa y social..
Aparentando que las ofrendas eran para las efigies cristianas, los andinos seguían
llevando sus ofrendas a sus dioses, porque ni el lugar o el espacio ha sido modificado,
puesto que los templos cristianos estaban edificados sobre sus antiguos templos, la cruz
de madera ubicaba sobre su apacheta, cementerio, ojo de agua, cerros elevados,
bocatomas, etc.
Se ven incluso hasta la fecha las diferentes danzas, ofrendas y otras manifestaciones
culturales y religiosas que se practican en la fiesta de la hoy llamada Virgen de la
Candelaria, el andino del altiplano peruano y boliviano sigue rindiendo el culto al sol, a la
tierra, a la luna, al viento en agradecimiento del nuevo año andino. Para los andinos el año
nuevo fue y es en febrero y no en diciembre; febrero es el mes en el que las plantas
reverdecen, el campo se cubre de un manto verde y es atractivo a la vista, los ríos crecen,
la tierra brota más alimentos, se engordan los animales, nacen más crías tanto en los
animales domésticos como silvestres, llenan de aves visitantes los lagos y lagunas, es
decir, hay abundancia de alimentos y agua; se multiplican los animales anunciando un
nuevo año lleno de prosperidad, la despedida del hambre y la recepción de la abundancia
“Muchuy Warakay”.
Construido los templos, instalado los símbolos sobre lugares sagrados y observatorios
astronómicos inka, los invasores también impusieron fiestas sobre fiestas en las mismas
fechas de celebraciones y ritos andinos como es el caso de la fiesta del año nuevo andino
o Muchuy Warakay (periodo de escasez), con la fiesta dedicada a la Virgen de Candelaria
(mes de febrero); Ariwayki o fiesta dedicada a los cultivos para que la cosecha salga bien
graneada (mes de abril), con la fiesta de Semana Santa; la fiesta de Qatun Kuski dedicada
al inicio de la cosecha (mes de mayo), con la fiesta de Santa Cruz; el Inti Raymi o del Sol,
con la fiesta de San Juan Bautista (mes de Junio); la fiesta de Situwa dedicada al inicio de
la siembra (mes de Setiembre), con la fiesta de Virgen de Mercedes y otras; la fiesta de
Qapaq Raymi dedicada a los niños al ingresar a la edad de la pubertad llamada
Warachikuy, con la fiesta de navidad y año nuevo; a la fiesta del agua o Yaku Raymi, con
la fiesta de Santa Cruz (mes de setiembre); a la fiesta de Pukllay dedicada a la fertilidad y
enamoramiento, con los carnavales (mes de febrero); a la fiesta de los animales o Uywa
Raymi, con la fiesta de San Lucas y San Mateo (mes de Febrero); a la fiesta de Aya
Raymi dedicada a los muertos, con Todo los Santos (mes de noviembre), etc. Y así
sucesivamente otras fechas importantes con fiestas nada significantes para el mundo
andino (CAVERO CARRASCO, 1986, págs. 41-44)
Como complemento de las fiestas impuestas sobre las festividades y ritos andinos, fue la
imposición del consumo masivo del alcohol o aguardiente de caña de azúcar, traído desde
el viejo continente y con él vino también la holgazanería, el odio, la venganza, la
discriminación social y económica, el racismo, la pobreza y el hambre, las enfermedades,
etc.
Elementos Componentes de las Festividades Religiosas Andinas y los Impuestos
por los Invasores
Las festividades mágico-religiosos andinas fueron y son de carácter social, compromete
tanto a las autoridades como a la población en general, se trata de celebraciones con fines
agropecuarios y otros con trabajos sociales de construcción y edificaciones de locales
públicos y de las familias integrantes de la sociedad. Prácticas importantes se vino
realizando y trasmitiendo de generación en generación desde épocas muy remotas
conseguidas a partir de las experiencias diarias en la crianza de la tierra y de los animales.
Los elementos componentes de las prácticas religiosas, principalmente son: el Maíz y su
componente Chicha de Qura o sura (maíz germinada y deshidratada añadiendo con
muchas yerbas silvestres), la chicha fue y es la principal bebida andina para los festejos
mágico-religiosos por ser, además de integrador, un elemento alimenticio para regenerar
las energías gastadas durante los albores agrícolas y otros. En tanto, el andino no fue un
alcohólico. (CAVERO CARRASCO, 1986, pág. 13) indica que: “Los inkas no fueron
‘borrachos` como despectivamente señalan los doctrineros coloniales (a excepción quizás
de los magos y hechiceros que consumían fuertísimos brebajes, narcóticos y analgésicos
mezclados con chicha, como el Chamiku, el Espingu (analgésico) y la Achuma)… Más
bien los inkas tuvieron en la chicha, una fuente de alimentación, instrumento fundamental
de cohesión, socialización y hospitalidad, un elemento importante en las actividades
mágico-religiosos, una forma de evasión junto a las danzas y en fiestas y acontecimientos
colectivos y familiares…”.
Por otro lado como dice Carrión citado por Ranulfo Cavero Carrasco (Ibíd. Pág 59): “…la
chicha y el agua son símbolos de las lluvias y de la fertilidad…”, estos elementos de figura
femenina fertilizan la tierra a fin de que tenga abundante producción y que alimente a los
hombres sin escasez alguna.
Otro de los elementos componentes de la práctica religiosa andina es la Coca. La coca es
una planta andina de hojas planas, excelente revitalizador y alimento cuando se consume
naturalmente el zumo de las hojas deshidratadas al sol, este elemento andino es un
componente más para la práctica de la magia y la religión, las hojas deshidratadas,
completas, planas y delicadas (Kuka kintu) se usa en cada actividad religiosa para la
realización de las llamadas ofrendas o pagapu a la Pacha Mama (madre tierra). Es
indispensable porque una ofrenda sin chicha y coca no es recibida por la tierra debido a
que estos elementos son frutos de la misma tierra y del engendro del sol: “…en las
ofrendas y sacrificios, vamos a encontrar indistintamente el maíz y la chicha junto con la
llama, el cuy, la coca y el mullu, entre los más importantes”. (CAVERO CARRASCO,
1986, pág. 49); Mientras tanto, Lorenzo Huertas citado por el autor en mención indica
refiriéndose a la actividad de los sacerdotes en el trabajo del barbecho de la madre tierra
en el sentido que: “…Ellos se encargaban de hacer ceremonias pidiendo éxito o dando
gracias por el barbecho y las cosechas, entre otros consistía en asperjar chicha y coca…”.
El tercer componente de las prácticas religiosas indispensables es el Cuy, un roedor de
tamaño pequeño de carne muy deliciosa y apreciada por el paladar andino; posiblemente
este animal fue la segunda especie domesticada en la región después del perro. Este
elemento componente se usa en la práctica mágica-religiosa-medicinal como radiografía
ecológica a fin de detectar las enfermedades de las personas, para el cual el curandero
pasa el cuerpo desnudo del paciente hasta que el animal quede desmayado o muerto para
luego abrir las viseras y diagnosticar la enfermedad en los órganos internos del animal y
proseguir con el tratamiento del paciente según lo indique el diagnóstico. Además este
animal como otros sirven para realizar el pagapu a la Pacha Mama.
El cuarto elemento componente es la Llama, animal rumiante, de la familia de los
camélidos sudamericanos, domesticado por los andinos desde años muy remotos, este
animal fue indispensable para los sacrificios mágico-religiosos en las diferentes
festividades referentes a la fertilidad de la tierra y cura de enfermedades: Pérez
Bocanegra citado por Ranulfo Cavero Carrasco (Ibíd., pág. 51) menciona que: “…al
construir una casa se dedican especiales ritos a los materiales empleados y luego del
techado, el sacerdote quema en una kallana (tuesto), cebo de llama, coca, maíz y
cuyes…”.
Además de estos elementos mágico-religiosos que formaban parte de las fiestas andinas,
existen muchas otras más; sin embargo, mencionar cada una sería una lista muy larga
para el tamaño del trabajo. Pero como referencia podemos mencionar como el llampu o
roca especial de color rojizo y blanco, el wayruro, fruto de la planta del mismo nombre;
además del maíz en cuanto a los productos participan casi todos como la papa, el tarwi, la
kañiwa, la kiwicha, las diferentes variedades de frutas andinas, etc. Todos ellos participan
como ofrendados a la madre tierra de manera conjunta acompañados de la coca escogida
o kintu, la chicha y muchas veces la sangre de la llama y el cuy, y las mejores y deliciosas
flores y yerbas silvestres de los campos andinos como la flor de la cantuta. Estas
festividades religiosas además de los elementos mencionados componen la danza, el
canto, el qarawi (canto melancólico), etc.
Los elementos religiosos impuestos por los invasores españoles fueron la Biblia, la liturgia,
la hostia y el vino, el aguardiente de caña de azúcar y con él la borrachera obligatoria, los
variados ídolos a semejanza de los patrones feudales del occidente confeccionados a
base de yeso y madera y con ello las distintas maneras de denominar a los santos, la
cruz, etc. Cuyos significados de cada uno de ellos se pierde en las legendarias escrituras
que contiene la denominada sagrada escritura.
Imposición del Consumo Masivo del Alcohol en las Festividades Religiosas
Cristianas y Andinas
Se ha mencionado que las fiestas andinas fueron de carácter material y social, por el
mismo hecho de agradecer a los diferentes elementos que componen la vida material de
la naturaleza como el sol, la luna, el agua, la lluvia, la tierra, las plantas y cultivos, los
animales, el aire, etc. La única bebida consumida en estas festividades fue la chicha de
Qura o sura como se ha indicado en líneas arriba; sin embargo, esta bebida no contiene
mucho alcohol que el 2 a 3 % aproximadamente, de manera que no embriaga al
consumidor, más bien es una fuente de alimento que revitaliza a las energías desgastadas
con el rudo trabajo diario de los pobladores andinos, como la preparación del terreno para
la siembra (barbecho), la siembra, el aporque, el deshierbe, la cosecha; las construcciones
de andenes, terrazas (waru), observatorios astronómicos (Inti Watana), almacenes
(chullpa), caminos (ñan), puentes (chaka), viviendas (wasi), canales o acequias (yarqa),
acueductos (yarqa chaka), etc.
Las fiestas de agradecimiento a la fertilidad andina celebrada con abundante chicha, con
los españoles pasan a rendir culto a los santos con abundante consumo de alcohol
complementado con la chicha andina. Luego de su introducción y consumo obligatorio, los
invasores empezaron a desprestigiar y acusar a los andinos de consumidores masivos del
alcohol, “borrachos” (HORKHEIMER, 1973, pág. 126), o como dijo equivocadamente Luis
Baudín que el “indio comía poco, bebía mucho”, las referencias de Pedro Pizarro citado
por (VALCARCEL, 1978, pág. 155) hace mención en el sentido que los andinos: “hacían
grandes bailes y borracheras”, mientras Ranulfo Cavero Carrasco (1986: 109), citando a
los cronistas menciona: “…las dos terceras partes de la población del imperio de los inkas
fenecieron por el alcoholismo…”.
Estos invasores a fin de comercializar el alcohol en la población andina y amasar fortunas
tuvieron la osadía de prohibir el consumo consuetudinario de la chicha fuera de las
festividades religiosas impuestas por ellos, Rostworoski citado por (CAVERO
CARRASCO, 1986, pág. 111)
Hechas las prohibiciones del consumo de la chicha andina como menciona el mismo autor
(Ibíd., pág. 112), citando a Espinoza: “… Fueron los españoles quienes le enseñaron y
obligaron a beber aguardiente y vino, artículos los que les pagaban su trabajo, o les
compelían a recibirlos durante los tristemente célebres repartos realizados por los
corregidores…”. Y para encubrir la explotación la clase dominante trataba a los andinos
como borrachos, ociosos, brujos, etc. Añadiendo a lo afirmado Ranulfo Cavero Carrasco
(Ibíd., pág. 113) indica que los españoles: “…hacían caer a los cargos religiosos cristianos
en indios ricos (caciques, principales) para que pudieran correr con los cuantiosos daños,
además los sacerdotes obligaban a que se alegrara con pompa, ya que el boato y
especularidad era un dispositivo para magnificar la religión. Allí está la causa de qué los
indios en las fiestas religiosas más atendían a la diversión, comida y bebida, que
terminaban empobreciéndolos. Las fiestas religiosas, al igual que las particulares,
acarreaban un desmedido consumo de chicha y de aguardiente”. Entonces, para nadie es
secreto que los invasores fueron los promotores principales del consumo masivo de
bebidas alcohólicas y del fomento deshonesto del desprestigio de los andinos
acusándolos de “borrachos”, “ociosos”, “brujos”, etc. Evidenciando de esta manera su
aparente “supremacía” sobre los andinos.
Además de estas imposiciones llegan al territorio tawantinsuyano otras más malignas
como la “extirpación de las idolatrías” con la finalidad de borrar para siempre los diferentes
cultos a los elementos religiosos andinos como la chicha, el cuy, la llama, etc., etc.
Intentos de Exterminio de Elementos Religiosos Andinos y la Práctica del Genocidio
y Etnocidio
Implantado el poder y el modelo racista y de muchos intentos de reemplazar el culto de las
deidades andinas bajo el poder de la cruz, la Biblia y la espada, los invasores no se vieron
con resultados favorables a sus objetivos en tan corto tiempo como lo tenían pensados y a
raíz de muchas resistencias y sublevaciones, el rey invasor una vez más intenta destruir y
exterminar el culto a los elementos mágico - religiosos andinos, a este proceso lo
denominaron “Extirpación de Idolatrías”, posiblemente con esta famosa frase de “idolatría”
quisieron indicar el fetichismo, el paganismo, la infidelidad, la superstición, el politeísmo,
las herejías, los mitos, etc. Sin bien es cierto, el andino fue y es supersticioso, constructor
de grandes mitos para explicar sus apariciones ancestrales, es pagano por excelencia por
tener deidades materiales, además de ser fiel a sus deidades porque es consciente de sus
actos y sabidurías conservadas desde años inmemorables. Sin embargo, fueron
excelentes simuladores de fidelidad a los cultos invasores por razones expuestas en
párrafos anteriores.
Las formas de manifestaciones andinas expresadas en resistencias y continuas
sublevaciones de carácter mágico – religiosos y legendarios despertaron en el interés de
los invasores de implantar e imponer la denominada “Extirpación de Idolatrías” a lo largo y
ancho de los territorios invadidos con la finalidad de exterminar con lugares de culto como
los Waka, observatorios astronómicos y meteorológicos, símbolos religiosos y mágicos;
los grandes apu wamani o cerro tutelar de los pueblos, los amuletos, las fiestas y
principalmente con los sabios o personas conocedoras de estas prácticas sociales,
comúnmente denominadas por los invasores como los “sacerdotes”, “anticristos”, “indios”
o “salvajes” que no eran más que los experimentados observadores de la vida sobre la
tierra y los constructores de los grandes calendarios agrícolas. Los ejemplos de de la
sabiduría andina se encuentran plasmados en las líneas de las pampas de Naska, en las
sukanka y el observatorio de Wari en Ayacucho, en los llamados Inti Watana distribuidos
en diferentes lugares del tawantinsuyu junto a las lagunas, lagos y ríos o en los lugares
más altos de las cordilleras.
Conforme al contexto geográfico en el que le tocó vivir, el hombre andino fue a menudo
acumulando experiencias obtenidas y perfeccionadas durante los ocho mil años de
crianza de la tierra, para de esa manera mantener una vasta población sin dificultades de
hambre y otras necesidades vitales, acumulando riquezas con el fin de proveer de auxilio
en las épocas de escasez y sequía, los mismos que fueron saqueados por los invasores,
mientras a cambio de ello, nos trajeron conocimientos de una agricultura incipiente de no
menos de tres siglos de vida, haciéndonos creer que eran los mejores en todo tipo de
conocimiento humano.
Además de los lugares indicados, los Auki, chaman o los ancianos sabios y
experimentados en la materia realizaban trabajos similares observando el comportamiento
de los animales como las hormigas, saltamontes, etc, del rayo o Illapa, la lluvia o lloviznas,
el arco iris o chirapa, las flores del gigantón y otras plantas andinas, etc. Haciendo
interpretación de estos bioindicadores, los sabios alcanzaban conocimientos cuasi exactos
para la cura de los diferentes enfermedades que afectaban los pobladores y animales
domésticos.
El vasto conocimiento andino, fue destruido simultáneamente en todo el territorio para de
esta forma implantarse un nuevo tipo de conocimiento que venía de la experiencia de otro
contexto geográfico y cultural, el mismo que no entendió que existen otras experiencias
que también son válidas puesto que obedecen a la interacción del hombre con la
naturaleza y que de esta misma interacción nace un conjunto de «ciencias» y «técnicas».
Dichos conocimientos se exterminaron con el exterminio sistemático de sus portadores:
los sabios andinos.
La destrucción de los llamados lugares de culto o sagrados para los pobladores andinos y
la persecución de los personajes importantes y conocedores de los diferentes actos
mágico - religiosos practicados en él por parte de los curas extirpadores de idolatrías
alcanzó a su máxima expresión no sólo con la destrucción de objetos materiales
relacionados con la magia y la religión, sino con la práctica del primer genocidio ocurrido
en los andes, genocidio que además se convirtió en un flagrante etnocidio y por qué no
decir en un ecocidio. Destruyeron todo tipo de conocimientos andinos sin piedad alguna,
mataron y calcinaron a sus sabios impulsores y con ello el baúl del conocimiento
(memoria) adquiridos con inmenso sacrificio en el transcurrir del tiempo desde que el
hombre llegó sobre la faz del suelo andino y si esto fuera poco, arrancaron desde su raíz y
calcinaron hasta las semillas de inmensa cantidad de plantas medicinales y aromáticas
que conformaban parte del culto mágico – religioso en las diferentes actividades sociales,
lo mismo ocurrieron con los animales tales como el cuy, la llama, la vicuña y otros
menores, muchos de ellos hasta el punto de ser extinguidos; prohibieron: el uso del Pututo
(instrumento musical a base de caracoles marinos) que se toca para el inicio de los actos
sociales y religiosos, realizar bailes, cantos y qarawi (canto fúnebre) con presencia de
varias personas, la ropa negra por que simbolizaba, según ellos, el culto a sus muertos y
gentiles, la coca, el consumo de la chicha, etc.. (ROEL PINEDA, 1988, págs. 523-529)
Resistencia de los Elementos Mágico – Religiosos Andinos
Fueron inmensas las batallas por “borrar” la memoria andina, todos los conocimientos
adquiridos en el transcurrir de los tiempos y transmitidos de generación en generación a
fin de que estos conocimientos se conservaran por muchísimos años más, para de esta
manera perfeccionar y poner en práctica para el beneficio de la sociedad andina.
Pocos elementos se fueron antes de ser reemplazados por símbolos invasores por ser
menos resistentes a las acciones «calcinantes», principalmente los animales y las plantas
medicinales, aromáticas y mágicos-religiosas, tal vez por tener una vida única al ubicarse
en un solo lugar o piso ecológico; sin embargo, la gruesa sociedad supo resistir con
audacia para luego decir: «aquí estamos, las llamas europeas solo nos sirvieron de
alimento y fuente de energía para nuestras sagaces semillas que al caer las primeras
gotas germinaron en números mayores de los que se intentaron matar», lo mismo sucedió
con los animales y otros elementos mágico - religiosos. Como indica (MARIÁTEGUI,
1988, pág. 173): ”…El paganismo aborigen subsistió bajo el culto católico”.
La sabiduría andina no se opacó con las introducciones de comportamientos europeos,
más bien fueron buscando senderos óptimos para sobrevivir. Prueba de ello se refleja en
la construcción de un calendario agrícola a partir de la observación del comportamiento de
los astros en el firmamento y la interpretación del comportamiento de ciertos animales
(hormigas, avispas, loros, reptiles, etc.) y plantas sobre la tierra.
Éstos son los conocimientos que aún hoy en día se conservan y se practican en la
sociedad andina con la misma responsabilidad y delicadeza que fue antes de la llegada de
los invasores europeos, trasmitidos de generación a generación a través de la herencia
cultural, denominada también baúl cultural (URBANO, pág. 7). Pese a los grandes
avances científicos, estos conocimientos son los más eficaces para una geografía tan
diversa como la nuestra.
Los observatorios astronómicos construidos con sólidas bases sobre los cerros más
elevados o junto a lagunas y ríos fueron reemplazados por lugares menos importantes
como la puerta de las casas, corrales de animales, lagunas nunca antes visitadas por los
sabios, pequeños promontorios rocosos y otros lugares menos pensados por los
extirpadores de idolatrías, porque cuando las prácticas se comunican en la población y se
transmiten de boca a boca, los conocimientos nunca mueren, muerto o calcinado el sabio
anciano, el hijo o el nieto lo retoma y éste sigue transmitiendo a su herederos.
La coca y la chicha siguen siendo indispensables en todas las fiestas religiosas y labores
sociales, puesto que sin ellas no hay fiesta, ni ánimo de celebrar; ni el vino, ni el
aguardiente ni la cerveza actual impuestas con fuerza bruta dentro de los consumidores
no fueron capaces de reemplazar la bebida alimenticia andina como es el caso de la
chicha de qura (sura) o la chicha morada. La coca es un componente inseparable en todo
tipo de trabajo al igual que la chicha, pues cumplen funciones sociales y económicas
dentro de la sociedad andina, incluso esta planta, a la fecha, pese a los productos
químicos que se arrojan sobre ella con el cuento del narcotráfico y exterminio de las
plantas no autorizadas no deja de ser importante para la vida del hombre andino, cualquier
ofrenda sin la presencia de estos dos elementos carece de funcionalidad e importancia
para la persona que realiza el trabajo. Además de ser elementos religiosos de gran
importancia, son también curativas y fortificantes para el desgaste del organismo a efectos
de la excesiva labor diaria en los campos de cultivo, caminatas de jornadas largas, para
contrarrestar el mal de la altura o soroche, para casos como este, basta chacchar o
mascar y/o tomar el mate de la hoja de coca, por eso mismo el andino lo aprecia como si
fuera su madre (mama coca), andino sin la coca en el bolsillo y la chicha en la tinaja, es un
forastero sin alma ni fe.
El maíz, el cuy, la llama y otros elementos andinos también siguen siendo tan importantes
en la religiosidad andina, continúa latente y hasta con más fuerza el culto a la Pacha
Mama, al sol, a la luna, a los cerros tutelares y los ríos, lagos y lagunas, a las plantas
medicinales, a los animales que curan, etc. El intento de cambio o la búsqueda de su
reemplazo no funcionó para nada, tal vez muchas plantas y animales llegaron a ser
extinguidos, pero tuvieron su reemplazo no en plantas traídas de Europa sino en las
plantas andinas con propiedades similares, iguales o superiores, lo mismo que en
animales. Las plantas y animales europeas tal vez juegan un papel considerable en estas
prácticas religiosas, pero no son indispensables, puesto que ellos son complementos,
muchas veces en las llamadas ofrendas que se ofrecen a las diferentes deidades. El lugar
de culto o los grandes templos construidos con el sacrificio, sudor y sangre del pueblo
andino sigue siendo el mismo donde se hacían las concentraciones masivas para rendir
culto a sus deidades, solo sobre ella está el templo invasor europeo, las diferentes efigies,
la cruz, el cura, la Biblia y la liturgia; sin embargo, es curioso observar a los feligreses
andinos que lejos de dar culto a estas imágenes, rendir oraciones y remembranzas a sus
deidades, piden principalmente la lluvia, mayor producción, que no se enfermen sus
animales, sus hijos, etc., pronunciándose el nombre de su padre y la madre, es decir, en el
fondo siguen hablando y pidiendo al padre sol, a la madre tierra, solo ellos pueden ofrecer
la lluvia, el agua y abundante producción o cosecha, mientras las efigies cristianas sólo
ofrecen su presencia suntuosa, y más que ofrecer piden ropa para vestir en cada fiesta,
requiere de un fondo económico para la manutención del cura, etc.
Las majestuosas rocas, partidas en algún momento por un rayo que luego se convirtió en
un lugar de culto al rayo o Illapa, fue añadido y no reemplazado con una cruz cristiana; el
cementerio antiguo donde se rendía culto al cuerpo de sus sabios antepasados, el abra de
un camino largo, saywa o apacheta, los cerros tutelares, los ojos de agua, etc. fueron
impuestos por una cruz, el sentido y el sentimiento de culto siguen siendo los mismos que
antes.
Las fiestas más que una celebración pomposa de culto al alcohol o meramente económica
o comercial siguen siendo el culto a la fertilidad andina o el agradecimiento al sol, a la
lluvia y a la madre tierra por esa bondad de alimentar a los que tienen o no el poder o que
sufren la desigualdad y la injusticia social. Los ejemplos sobran para indicar, pues siempre
se halla presente el choclo, las frutas, el tubérculo, las raíces; la cabeza, el rabo, cacho o
piel de animales sacrificados tanto domésticos como silvestres. Lo mismo se nota la
presencia de estos elementos en los adornos de las andas junto a las efigies cristianas, en
otras palabras el andino aparentando cargar en procesión a la efigie cristiano, carga y
rinde culto a sus propios símbolos religiosos, obviamente acompañados con otros
extranjeros adecuados a las festividades andinas o viceversa.
El canto, el baile, el qarawi y otras manifestaciones culturales mágico –religiosos siguen
siendo los mismos, salvo con ligeras introducciones de elementos actuales. Tampoco
podemos decir que la cultura andina es exactamente lo mismo que hace 500 años, afirmar
de esa manera sería ilógico e incongruente a la ciencia, toda manifestación religiosa o
cultural tiende a ser cambiante según las diversas exigencias de la sociedad que la
practica o por la introducción y del mayor o menor grado de agresividad de los elementos
culturales que se incorpora sobre ella.
No existe una sociedad, una cultura ni una religión «puras» y sin elementos ajenos, toda
cultura tiende a ser receptora y expulsora de otros elementos, muchas veces los
elementos incorporados sufren modificaciones y adecuaciones a la matriz incorporada y
considerada como originaria o parte de ella, también existen elementos parasitarios que
se alojan por cierto tiempo mientras que ésta rechace o expulse definitivamente,
comportamientos como estos suelen ser denominados por la literatura antropológica como
convivencia cultural, sincretismo cultural o religioso, etc.
Las prácticas mágica – religiosas andinas no escapan de incorporaciones como éstas; sin
embargo, para hablar del sincretismo religioso andino todavía da mucho que arar en las
escarpadas topografías del ande, sólo así podemos conseguir y considerar cuan verdad
es lo que se dice o lo que no se dice al respecto. Puesto que lejos de afirmar la existencia
de un sincretismo religioso andino - cristiano, es mejor mencionar de una adaptación y
resistencia. La cultura andina no mezcla lo ajeno con lo aborigen, de lo contrario, acomoda
mientras dure su evaluación y muchas veces siendo así pierde su objetivo y desaparece
por su propia debilidad.
CONCLUSIONES
1. La religiosidad andina tiene como base la práctica del culto a los elementos
materiales y palpables que mucho tiene que ver con la vida del hombre y de la
sociedad en su conjunto, por eso mismo, vive relacionado con la agricultura o
crianza de la tierra y de los animales, con la distribución del agua tanto para el
consumo humano, animal y para el riego de parcelas productoras de cereales,
tubérculos, frutales, etc. Puesto que sin ello deja de ser importante para el
hombre. Esta relación, fue la base y el sustento para la persistencia ante las
inhumanas persecuciones y destrucciones ofrecidas durante muchos siglos por
parte de los invasores españoles.
2. La religión andina o denominada también cosmovisión andina, hoy en día gira
sobre la concepción de la convivencia entre la naturaleza o la biodiversidad y el
hombre, para el andino no existe diferencias de vida entre la naturaleza y el
hombre, tanto él como los seres existentes sobre la tierra y en el firmamento están
en constante comunicación, lo mismo sucede con los seres de subsuelo o con los
restos óseos de sus antepasados. En concreto, existe la comunicación
permanente y armoniosa con el mundo de arriba (Anaq Pacha) donde moran los
astros; este mundo (Kay Pacha) morada del hombre, la tierra y todos los seres
vivientes y no vivientes; y, el mundo de abajo (Uku Pacha) la morada de los que
fueron, porque ellos, pese a los años de su alejamiento de este mundo, siguen
vivos y permanecen vigilantes a las actitudes y comportamientos de sus
descendientes, dando fuerza y conocimiento para transformar la tierra. El mundo
de abajo para el andino no es el infierno del cristiano sino el subsuelo donde
moran los restos óseos y las ofrendas que fueron enterrados con ellos, por eso
mismo, cuando muere un andino, se alistan los objetos que más le gustaba en
vida, además de la quinua, el maíz, la coca, el dinero y otros elementos. En el
velatorio de su cuerpo o de la ropa en su quinto día también se coloca al costado
superior de su ropa o cuerpo unas ofrendas con los platos preferidos en vida,
verbigracia, choclo, mazamorra, humita, coca, chicha, carne asada, etc.
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