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Gijon y Zapata_Berroa Prostitucion y Espacio Publico

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Esta publicación ha sido posible gracias a la ayuda EDU20.LO:.l0058-E (subprograma EDUC) del subprograma de Acciones Complementarias para los Proyectos de Investigación Funda­mental no orientada del VI Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innova­ción Tecnológica, 2008-2011. del Ministerio de Ciencia e Innovación.

Diseño de la cubierta: Joaquín Monclús

Fotografía de la cubierta: Andreu Romaní

© de cada artículo su propio autor

© Edicions Bellaterra, S.L., 2011 Navas de Tolosa, 289 bis. 08026 Barcelona

www.ed-bellaterra.com

Quedan prohibidos, dentro de los límites estahlecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento,

ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a CEDRO

(Centro Español de Derechos Reprográficos. http:l/www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Impreso en España Printed in Spain

ISBN: 978-84-7290-560-3 Depósito Legal: M. 46.525-2011

Impreso por Impulso Global Solutions. Tres Cantos (Madrid)

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Índice

Presentación, 9

l. IDENTIDADES Y ESTIGMAS EN EL ESPACIO PÚBLICO

l. Juventud y nuevas identidades, Vicen{:.' Villatoro, 15 2. Distinción y estigma. Los jóvenes y el espacio público urbano, Ma­

nuel Delgado, 27

3. Prostitución y espacio público: una aproximación desde la inter­vención, Mónica Gijón, Diana Zapata y Miriam Berroa, 43

2. POLÍTICAS SOBRE EL ESPACIO PÚBLICO Y POLÍTICAS DE JUVENTUD

4. Espacio público, jóvenes y derecho a la ciudad, Jordi Borja, 69 5. La Juventud que representa y protagoniza la transformación de

Medellín, Jimena Puyo, 91

6. El sentido de una política para jóvenes: la experiencia de Turín, Fiorenzo Alfieri, 115

3. ENTREACTO FOTOGRÁFICO

7. Jóvenes re-tratados: espacio público y performatividad, Caries Feixa y Maritza Urteaga. Fotografías de Federico Gama y Andreu Romaní, 143

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lo demás irracionalizado nacionalismo. Convirtiendo los confli.c.Los asociados a los jóvenes en un asunto identitario-cultural se desplaza la atención de contextos sociales y económicos altamente deteriorados a una vaga cuestión de límites simbólicos.

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3. Prostitución y espacio público: una aproximación desd~ la intervención

Mónica Gijón, Diana Zapata y Miriam Berroa

La prostitución y el espacio público: una mirada poliédrica

En los últimos años se está produciendo un creciente interés en el ám­bito académico por incluir la realidad de las mujeres en situación de prostitución, aspecto qu~ creemos que puede contribuir a visibilizar una realidad compleja y frecuentemente manipulada por los intereses políticos y los medios de comunicación.

El abordaje de la prostitución femenina es una responsabilidad compartida entre las mujeres que trabajan en ella, las personas que trabajan en la intervención socioeducativa, los responsables de políti­cas públicas y planes de actuación, y quienes hemos tenido el privile­gio de aprender al lado de las mujeres en situación de prostitución. Nos gustaría por ello reivindicar la participación de las mujeres tra­bajadoras sexuales en los seminarios y actos académicos, no como objetos de investigación, sino como sujetos con voz propia, capacidad de agencia e interlocución. -~

Prostitución: realidad poliédrica

La prostitución es tema poliédrico que presenta muchas caras y ángu­los desde donde aproximarse. Con implicaciones de carácter social, jurídico, laboral, sanitario, de extranjería o en las políticas impulsadas por las diferentes administraciones, conviene recordar que la prostitu­ción es una realidad compleja en la que intervienen diferentes agentes. Sin embargo, nos parece imprescindible abordarla desde el ángulo de

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las--personas que trabajan en ella, una óptica que nos acerque a la am­plia heterogeneidad de historias de vida que se encuentran en contextos de prostitución. Creemos que este abordaje de lo personal permite esta­blecer una óptica de reconocimiento y valoración de las vivencias, ex­periencias y saberes de las mujeres en prostitución, una estrategia de intercambio igualitario que puede ayudarnos a situar a las personas que la ejercen como interlocutoras válidas en los dinamismos sociales.

Uno de los problemas del abordaje de la prostitución, es que fre­cuentemente se visibiliza una sola óptica: los conflictos de conviven­cia que se originan en el espacio público, olvidando otros elementos fundamentales para comprender la complejidad y diversidad de las mujeres en situación de prostitución. Nos parece conveniente integrar todas las ópticas para superar los planteamientos parciales y disefí.ar así herramientas holísticas de intervención, empoderamiento y reco­nocimiento. No podemos acercarnos a la prostitución como un fenó­meno aislado y cerrado, sino como una realidad dinámica y en continua transformación. Presentamos a continuación _lllgunas de esas ópticas que creemos conveniente integrar de manera sistémica.

Perspectiva comunitaria

Uno de los ángulos más frecuentes en el análisis de la prostitución es el ámbito local o comunitario, donde la prostitución aparece como un problema de convivencia que perjudica a vecinos, comerciantes y viandantes. Es frecuente reducir la prostitución a un problema de visi­bilidad, de delincuencia o de seguridad que exige mayores cotas de control y/o vigilancia policial. A menudo la búsqueda de soluciones se paraliza al solaparse con otros intereses urbanísticos, comerciales o turísticos de las ciudades o se limita al establecimiento de zonas de trabajo consensuadas. En ese sentido, no preocupan tanto las necesi­dades de las mujeres o la falta de acceso a derechos, sino que se iden­tifica la prostitución como algo que molesta y que hace falta, como mínimo, mover de lugar. En la intervención local es imprescindible hacer partícipes a todos los actores comunitarios: vecinos, comercian­tes, mujeres trabajadoras sexuales, clientes, asociaciones y otros, para analizar los conflictos, buscar acuerdos e intentar acercar posturas desde la tolerancia y el respeto.

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Perspf¿ctiva social o sociológica

Son frecuentes las aproximaciones a la prostitución desde el ángulo de las ciencias sociales. En los últimos años, se han realizado nume­rosos trabajos de acercamiento al tema dando lugar a un conjunto de estudios descriptivos y de diagnóstico -fragmentados por las dife­rentes zonas de recogida de datos- que, en conjunto, ofrecen una in­teresante radiografía del ejercicio de la prostitución y de las necesida­des y demandas de las mujeres migrantes que la ejercen: conocimiento del idioma y el entorno, regularización, acceso a la salud, orientación y acceso a recursos, acceso a derechos, acceso a la vivienda, reagrupa­ción familiar, entre otros (F. J. Alonso, 2001; R. Antón; Ll. Ballester y C. Orte, 2003 y 2006; R. Diego, 1999; M. J. Barahona 2001,2003 y 2006; S. Carmona, 1996 y 2000; M. S. Entrena, 2000; M. J. Fernán­dez, 2004; C. Gulló, 2006; D. Heim, 2006; R. Medeiros, 2000; C. Me­neses, V. Navarro, 2001; M. J. Ortí, 2003; l. Pons, 1994 y 2002; P. Ro­dríguez Martínez; F. Lahbabi, 2004; J. Solana, 2003).

Además de describir, la antropología ha realizado importantes aproximac_ipnes comprensivas a la realidad del trabajo sexual y a los dinamismos microsociales que lo atraviesan. En ese sentido conviene destacar los trabajos de Osborne (2001 y 2004) y Juliano (2002 y 2004) sobre el estigma. La óptica de las ciencias sociales resulta im­prescindible en el abordaje de la prostitución femenina y nos permite comprender fenómenos macrosociales y microsociales que quizá pue­den explicar el aumento de mujeres migrantes en el ejercicio de la prostitución, la mayor de la demanda de servicios sexuales o la diver­sificación de servicios de intervención social en este ámbito.

Perspectiva feminista

Los movimientos de mujeres se han situado frente a la prostitución en dos posturas enfrentadas: el feminismo abolicionista y el feminismo pro-derechos. El abolicionismo entiende la prostitución como una ma­nifestación del sistema patriarcal y de la desigualdad de género que tiene su máxima expresión en el consumo de sexo; una forma de vio­lencia de género que no puede considerarse en absoluto como trabajo, ya que ninguna mujer podría elegir «libremente» la prostitución, si no

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es por las condiciones soc-iDeconómicas que le empujan a esta activi­dad marginal. Según Ord6ñez (2006) entre sus medidas destacan la penalización de los clientes y proxenetas; la prohibición de los anun­cios de contactos en la prensa: el cierre de pisos-y clubes y la perse­cución de sus responsables; la prohibición de la pornografía y el esta­blecimiento de medidas de reinserción para las mujeres que ejercen prostitución.

El feminismo pro-derechos -surgido en buena parte como répli­ca al anterior- entiende que la prostitución no es en absoluto una forma de violencia de género, sino una estrategia laboral que permite a las mujeres trabajar de forma autónoma y rentable. La prostitución -libremente elegida- requiere regulación y normalización, no solo como una vía laboral marginal sino como cualquier otro sector que demanda mejores condiciones laborales y más derechos. Ordóñez (2006) destaca entre sus propuestas priorizar el reconocimiento labo­ral del trabajo sexual; el consenso de zonas de trabajo por medio de espacios negociados y la eliminación de la represión fruto de ordenan­zas y multas; la persecución de los responsables de la prostitución forzada y la explotación; la reducción de daños asociados al trabajo sexual, favoreciendo el cambio de actividad laboral para aquellas per­sonas que lo deseen; y finalmente, la sensibilización con los clientes en la lucha contra el estigma social de la prostitución.

Perspectiva legal

En nuestro país la prostitución es una actividad que no está regulada ni penalizada. Si que está penalizado el proxenetismo y, recientemen­te, la trata con fines de explotación sexual-:-Ante ese vacío legal, exis­ten modelos normativos diferentes frente a un posible abordaje legal de la prostitución.

Según Nicolás (2007) y López y Mestre (2006), entre los mode­los legales clásicos cabe destacar el reglamentarismo clásico o deci­monónico, el prohibicionismo y el abolicionismo. El primero intenta regular el ejercicio con medidas de control de las mujeres, el segundo, la prohíbe, y el tercero, intenta abolirla y perseguir al cliente como medida preventiva. En la actualidad se podrían distinguir tres mode­los: el abolicionismo, el reglamentarismo moderno y el modelo de le-

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galización o laboral. El abolicionismo mantiene sus presupuestos, abolir la prostitución y penalizar a los consumidores; el modelo jurídi­co sueco sería un ejemplo de abolicionismo moderno. El reglamenta­rismo actual sí cree conveniente eliminar la prostitución, pero hasta que eso suceda, la alternativa es una regulación que proteja a las pros­titutas -aunque algunas asociaciones critican que esa regulación per­sigue un cierto control encubierto de la actividad de las mujeres. Fi­nalmente, conviene destacar lo que algunos grupos y asociaciones de mujeres llaman el modelo de legalización o laboral, que concibe la legalización del ejercicio de la prostitución para reconocer a las perso­nas que la ejercen como sujetos cfe'derechos.

Perspectiva económica

Para algunas personas la prostitución es un sector más de la industria del sexo. Siguiendo a Laura M.a Agustín (2004), participan en ella di­ferentes agentes: los que realizan la demanda -clientes-, los que ofrecen el servicio -personas en ejercicio de prostitución-, y los mediadores que canalizan esa demanda. Entre estos últimos hay que destacar aquellos que apoyan directamente el sector de la prostitu­ción: propietarios de clubs, porteros, personal seguridad, etc.; aque­llos que ofrecen servicios a los negocios de prostitución: servicios ju­rídicos, contabilidad, servicios médicos, etc.; la industria auxiliar que se ha desarrollado: ropa, maquillaje, pelucas, material de prevención como preservativos, etc.; y otras actividades que se benefician direc­tamente de la prostitución: hostelería, turismo o transporte internacio­nal (Agustín, 2004, y Mestre y López, 2006). Sin embargo, al no estar regulada es un sector de la economía sumergida que, como otros sec­tores -servicio doméstico, cuidado de ancianos, canguro-, se ha vis­to incrementado en los últimos años por una gran cantidad de personas migrantes. En definitiva, un dinamismo socioeconómico clave en el abordaje de la prostitución: la demanda de un tipo de trabajos destina­dos a mujeres que ha provocado un efecto llamada en los países de origen (P. Martínez, 2006; l. Holgado, 2008). Siguiendo a Holgado, sería conveniente introducir en el análisis de la prostitución cómo la mercantilización del afecto y del cuidado en nuestras sociedades ha éontribuido a una mayor demanda de servicios sexuales.

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Perspectiva de las Políticas Sociales

La característica principal desde esta óptica es la falta de un abordaje integral en materia de prostitución desde la Administración Central. La controversia que implicaría un debate social o la actual situación jurídica de la prostitución hacen muy difícil el desarrollo de un diálo­go social sobre el tema. De momento, el único acuerdo posible se ha conseguido en materia de trata con la puesta en marcha del Plan inte­gral de lucha contra la trata de seres humanos confines de explota­ción sexual (2009-2011). Sin embargo, trata y prostitución no son la misma cosa: la prostitución supone el intercambio de servicios sexua­les a cambio de dinero y la trata supone la captación, traslado y explo­tación de la prostitución ajena por parte de una tercera persona.

Tampoco existe un abordaje integral desde las administraciones autonómicas, en parte por la dejadez que ya se arrastra desde la admi­nistración central, en parte porque no tienen competencias en ámbitos como, por ejemplo, la extranjería. Las acciones que algunas adminis­traciones autonómicas están desarrollando, se refieren a la trata con fines de explotación sexual pero no a la prostitución.

Que la prostitución no se considere un tema prioritario en la ad­ministración central y en las autonómicas, tiene efectos en las admi­nistraciones locales. Como ya explicamos, los ayuntamientos se en­cuentran con la prostitución en las calles o en carreteras como un conflicto vecinal sobre el que tienen que intervenir. Las acciones que han desarrollado son, por lo general, pobres, represivas y poco efica­ces, se limitan a ordenanzas que prohíben el ofrecimiento de servicios sexuales en la vía pública y que se materializan en multas a mujeres y/o clientes. De nuevo una estrategia que no resuelve las demandas y ·necesidades de las mujeres ni aborda la complejidad de la prostitución en su conjunto. Lo único que consigue es mover la prostitución en el espacio público, invisibilizarla más y dejar así en una situación de mayor vulnerabilidad y riesgo a las personas que la ejercen.

Perspectiva ética

Nos parece imprescindible introducir en este análisis poliédrico de la prostitución una perspectiva ética. Una comunidad necesita buscar

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aquellos acuerdos mínil!los para garantizar la convivencia, sin renun­ciar a aquellos aspectos en materia de dignidad y respeto que la socie­dad ha conseguido como logro universal. Ya hemos visto que la pros­titución no puede abordarse exclusivamente desde el ámbito jurídico, aunque urge facilitar el acceso a derechos a las personas que la ejer­cen. Tampoco podemos abordar la prostitución desde las costumbres o morales particulares sobre la sexualidad, ya que pueden entrar en con­flicto en la discusión. Es necesario buscar un equilibrio entre los míni- -mos exigibles para garantizar la convivencia social y la capacidad in­dividual de cada sujeto para decidir cómo vivir. La prostitución no puede reducirse a una cuestión de tolerancia y respeto social, sino que es imprescindible abordar la cuestión de la dignidad e integridad que todo ser humano merece, independientemente de la estrategia laboral que desempeñe.

Desde la óptica ética nos parece interesante las aportaciones de Le vi nas (1991) y su perspectiva de compromiso con la alteridad, y las de Honneth ( 1997) con su ética del reconocimiento, como ejes que nos permitan considerar a las mujeres en contextos en prostitucion desde la dignidad y el respeto.

Perspectiva de la intervención socioeducativa

Hemos presentado diferentes ópticas desde las que podemos acercar­nos a la realidad de la prostitución, cada una imprescindible para com­prender la complejidad del fenómeno, pero insuficiente si se aborda de manera aislada. Sin embargo, no podemos olvidar en el debate so-bre la prostitución la óptica de la intervención. Los agentes sociales y -educativos que trabajan con mujeres en situación de prostitución abor­dan el fenómeno desde una dimensión individual: el respeto a cada mujer y el reconocimiento de sus fortalezas y capacidades, Y desde una dimensión socio-comunitaria: el diseño de herramientas flexibles que den respuesta a esa complejidad poliédrica explicada en los apar­tados anteriores. Parece interesante describir qué prácticas pedagógi­cas se han diseñado para generar una relación de proximidad con las personas en ejercicio de prostitución y para acompañarlas de manera i~tegral en sus trayectos vitales.

Hemos empezado esta comunicación describiendo la prostitu-

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50 Identidades y estigmas en el espacio público

ción como una real-i4a.d poliédrica y queremos concluir en este aparta­do con otra imagen: el trabajo socioeducativo en prostitución se parece a una intervención polifónica, que intenta abordar de forma armónica las diferentes necesidades, expectativas y sueños de sus protagonistas y que, además, lo hace con un complejo y variado sistema de dinamis-

mos y prácticas.

Intervención socioeducativa

A continuación desarrollaremos algunos principios que creemos de­ben guiar la intervención socioeducativa con mujeres en contextos de prostitución desde un postura que las sitúe como interlocutoras váli­

das y agentes con capacidad de ·decisión. Algunos de los principios que aquí se detallan forman parte de la

propuesta de trabajo de LICIT, la Línea de Investigación y c;oopera­ción con Inmigrantes y Trabajadoras Sexuales, otros provienen de la reflexión sobre la propia práctica. El origen de LICIT hay que situarlo en el espacio académico por iniciativa de la antropóloga Dolores Ju­liano que, junto a un grupo de colaboradoras, desarrolló un trabajo de investigación fundamentado en la metodología de Investigación Ac­ción Participativa y que permitió configurar una línea de intercambio y colaboración entre mujeres. El objetivo principal de LICIT ha sido conocer la realidad de las mujeres en situación de prostitución, sus historias de vida y reconocer así el saber de las propias mujeres, y, a la vez, desentrañar el cúmulo de desinformación y prejuicios que en-

vuelve la temática.

Reconocimiento de las mujeres

Un principio básico de la intervención en LICIT ha sido el reconoci­miento de la realidad de cada mujer. Si hay un fenómeno que caracte­riza el ejercicio de la prostitución femenina es el profundo estigma social que soportan las personas que la ejercen, especialmente en la prostitución de calle. El estigma tiene un efecto desvalorizador, ya que juzga a las mujeres por una estrategia laboral sin conocer el resto de

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facetas de su vida. y Las silencia, restándoles legitimidad e invisibili­zándolas como interlocutoras activas. Pero el estigma, además, tiene un efecto aleccionador en todas las mujeres ya que establece una línea divisoria, entre «buenas» y «malas», que se aprende por socialización. El estigma así cumple una doble función, silencia a las mujeres pros­titutas y sirve de antimodelo para el resto de mujeres (G. Pheterson, 1989; D. Juliano, 2002 y 2004; R. Osborne, 2004).

Mirada de respeto

Uno de los mayores obstáculos en la intervención social es el estigma debido a la soledad y el asilamiento que provoca. Una posibilidad de hacerle frente en LICIT fue acercarnos a las mujeres con una actitud de respeto y reconocimiento. Siguiendo a Rogers (2002), son condi­ciones indispensables en el trabajo socioeducativo la empatía, la con­fianza y la autenticidad del educador para establecer relaciones de confianza con las personas. Una mirada de respeto nos permitió com­partir nuestras realidades como mujeres y realizar un esfuerzo cons­ciente por deconstruir los propios prejuicios frente al trabajo en pros­titución, la sexualidad, etc.

Los profesionales de la intervención hemos aprendido de las mu­jeres en situación de prostitución, su generosidad para compartir su historia de vida sin recelo. Las mujeres que ejercen el trabajo sexual necesitan más de nuestra compresión que de nuestra discriminación, más de nuestra solidaridad de género que una ideología feminista. Nuestras diferencias ideológicas sobre la abolición o legalización de la prostitución están muy lejos de la vivencia y realidad de las muje­res. Una realidad que además es diferente según las mujeres trabajen en la calle o en lugares cerrados como pisos o clubes. La vida de la calle está más cerca de la red social, hay más experiencias de autono­mía y solidaridad, efecto que se contagia al compartir sus experiencias como colectivo. Una estrategia de bola de nieve que tiene mayor efi­cacia en la calle que en los lugares cerrados de trabajo sexual. Quizá convendría preguntarse por qué se sanciona y se criminaliza la calle, y se quiere reducir la prostitución a los espacios cerrados.

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52 Identidades y estigmas en el espacio público

Buscar puntos de encuentro

Construir una relación de respeto y autenticidad fue posible descubrien­do los puntos de encuentro entre investigadoras y mujeres en situación de prostitución. En LICIT pudimos comprobar que las trabajadoras sexuales comparten los mismos sueños que muchas mujeres: mejorar la calidad de vida de ellas y sus familias, conseguir algunos bienes como una casa o un coche, lograr una mayor conciliación de la vida laboral y personal, y, en definitiva, formar parte de una sociedad que consume y valora el triunfo, la belleza y la independencia. No obstante, el acerca­miento a las mujeres también puso de manifiesto la dureza del trabajo, las dificultades relacionadas con el ejercicio de la prostitución o con otros dinamismos sociales que viven las mujeres que migran, que no tienen regularizada su situación o que tienen limitado el acceso a dere­chos sociales, etc. Buscar puntos de encuentro nos permitió aprender que, como el resto de las mujeres, algunas prostitutas están atrapadas en una historia de amor, en un cúmulo de responsabilidades familiares o en cualquier otra situación que no es exclusiva de las trabajadoras del sexo. Sin embargo, también hemos descubierto que, como el resto_de mujeres, tienen sus propias estrategias de supervivencia, sus recursos internos que en ocasiones son más ágiles que los dispositivos sociales.

El reconocimiento como principio fue uno de los motores de tra­bajo en LICIT, que nos permitió damos cuenta que las mujeres en si­tuación de prostitución deben ser reconocidas como sujetos de dere­cho y no como objeto de investigación.

Conocimiento de sus demandas

El reconocimiento como principio de la comunicación orientó la inter­vención en LICIT hacia las demandas reales de las mujeres. Necesida­des y demandas están íntimamente relacionadas en las ciencias socia­les, en ocasiones se utilizan como sinónimos o se mezclan de forman ambigua. Las primeras se refieren a las carencias que determinados individuos o grupos experimentan y que les impiden convivir con los mínimos de calidad de vida del conjunto de la sociedad. Las segundas, tienen que ver con la verbalización y la expresión de las propias nece­sidades por parte de los afectados.

Prostitución y espacio público: una aproximación desde la intervención 53

Cuando no se resuelven de forma positiva terminan en procesos de exclusión social que pueden darse: en una dimensión estructural al experimentar dificultades para acceder al mercado laboral, a derechos y a espacios de participación social; en una dimensión contextua!, al experimentar una falta de integración en la comunidad; y, en una di­mensión personal y subjetiva, relacionada con la ruptura de la comu­nicación con los otros.

Algunas demandas

La metodología de Investigación Acción Participativa desarrollada en LICIT nos permitió entender algunas de las demandas y necesidades de las mujeres en situación de prostitución, un trabajo que se realizó desde el respeto a la autonomía. Escuchamos necesidades y demandas reales de las mujeres, y no nos dejamos llevar por posibles suposiciones sobre la in­fluencia del trabajo sexual en sus vidas. Esta perspectiva permitió romper algunos estereotipos que rodean a las mujeres en ejercicio de prostitución y comprobar que sus demandas eran iguales que el resto de las mujeres: reconocimiento, respeto, valoración, visibilización, etc., acentuadas por los procesos de exclusión o estigmatización que puede conllevar el traba­jo sexual. Inicialmente tenían que ver con el acceso a la salud y los servi­cios jurídicos, con problemas sociales o de vivienda y, en ese sentido, el trabajo de LICIT permitió abrir espacios de sensibilización para visibili­zar la falta de derechos de las mujeres en situación de vulnerabilidad.

La realidad de la trata

En los mismos espacios de trabajo encontramos a mujeres trabajado­ras sexuales y a mujeres víctimas de la trata. La detección de una si­tuación de trata requiere el establecimiento de un vínculo y una rela­ción de confianza con la mujer, que necesita tiempo. La sofisticación de las formas de captación y explotación en la trata hace difícil la in­tervención social ya que las mujeres no expresan que están siendo explotadas, sino que viven ésta situación como un mal menor, una si­t~ación temporal o el «precio» a pagar por el hecho de ejercer la pros­titución en un país extranjero.

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54 Identidades y estigmas en el espacio público

Se haceR- necesarias herramientas para la identificación de las víctimas. En oeasiones los profesionales actuamos y ponemos en mar­cha dispositivos contra una red y luego nos damos cuenta que no era el momento de intervenir: bien porque la mujer no estaba preparada, bien porque la estrategia de explotación se basa en un vínculo de de­pendencia emocional. Esta situación, ha provocado que se tilde a todas las trabajadoras sexuales con el síndrome de Estocolmo acen­tuando una mirada paternalista sobre ellas y una doble victimización: como mujeres prostitutas y como mujeres víctimas. Nosotras rechaza­mos esa doble victimización y reivindicamos que conviene mejorar las estrategias de identificación e intervención para proteger a las mu­jeres víctimas de redes de explotación. Creemos imprescindible reco­nocer la diversidad de realidades e historias de las mujeres, e incluso en los casos en los que la mujer necesita ayuda para salir de una red, el trabajo de intervención social debe realizarse desde el respeto a su autonomía.

Estrategias de inte,-vención

Si la realidad de la prostitución se caracteriza por ser invisible, la in­tervención socioeducativa en contextos de prostitución se caracteriza por ser desconocida, aunque existen numerosos proyectos que traba­jan tanto en medio abierto, -carreteras y espacios públicos-, en me­dio cerrado -clubs y pisos- como en instituciones socioeducativas. Mucho se ha escrito desde el ángulo de las ciencias sociales, el femi­nismo o las ciencias jurídicas, menos se ha hecho sobre las propuestas de intervención social. Sin embargo, pueden encontrarse algunos tra­bajos que hablan de la práctica-socioeducativa en dos tipos de fuentes. Por un lado, aquellos trabajos que son fruto de jornadas, congresos o investigaciones de aproximación a la prostitución, en los que se intro­ducen aspectos de la práctica gracias a la participación de profesiona­les. Por otro lado, pueden encontrarse trabajos de investigadores en el ámbito de la sociología, trabajo social o la pedagogía, que se han ma­terializado en aproximaciones teóricas al trabajo socioeducativo, en reflexiones sobre la intervención directa a partir de la experiencia de las mujeres que ejercen prostitución o en miradas críticas sobre las propuestas educativas.

Prostitución y espacio público: una aproximación desde la intervención 55

Intercambio igualitario

La estrategia de intervención en LICIT con las mujeres se construyó con ellas y se basó en el intercambio igualitario, y en los espacios de encuentro y reconocimiento que hemos mencionado al inicio. Ante la falta de políticas públicas y el aumento de acciones que debilitan a las mujeres a golpe de sanción, urgen intervenciones encaminadas al em­poderamiento. Un proceso a largo en el que conviene reconocer uno de los lemas que se trabajaron con las mujeres en LICIT: Mírame a los ojos, soy una persona como tú.

Algunas de las estrategias de trabajo de intervención social con las mujeres fueron las siguientes:

Escucha activa Creación de vínculos solidarios Ampliar red de relaciones Potenciar recursos internos de las mujeres. Acompañamiento Trabajo en red y cooperación

Desculpabilizar y desvictimizar a las trabajadoras sexuales

Hemos explicado a lo largo de este artículo algunas de las experien­cias de acercamiento, escucha activa, creación de vínculos solidarios entre investigadoras y trabajadoras sexuales. Nos gustaría destacar ahora la importancia del acompañamiento, el trabajo en red y la coo­peración, y la desculpabilización y desvictimización de las trabajado­ras sexuales.

Una de las estrategias que se trabajó LICIT con las mujeres fue la desmitificación de los servicios sociales y el acompañamiento a los ser­vicios normalizados. Pudimos comprobar que las mujeres no acuden a los mismos por miedo, por evitar enfrentamientos que provienen de la rabia concentrada de años de indiferencia y estigma. Los profesionales también tienen prejuicios sobre las mujeres trabajadoras sexuales, espe­cialmente con la transmisión de enfermedades venéreas o la cronifica­ción de las usuarias en los servicios. En ese sentido, la tarea de las educadoras fue la mediación, tanto con las mujeres como con los profe­sionales médicos y sociales para promover el acercamiento, la comuni­caéión y facilitar la deconstrucción de los estigmas mutuos

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56 Identidades y estigmas en el espacio público

La intervención socioeducativa con mujeres no puede realizarse en solitario, los profesionales trabajan en red y cooperación con otros agentes sociales y sanitarios. Conviene establecer líneas de trabajo consensuado, y espacios abiertos de intercambio para crear canales de comunicación, derivación y colaboración, ágiles y operativos entre di­ferentes profesionales y entidades. En ese sentido, es fundamental la sensibilización a los cuerpos policiales, equipos médicos, enfermeras, ginecólogas, asistentes sociales y administración.

Finalmente, abordaremos la desculpabilización y desvictimiza­ción de las mujeres. Independientemente de nuestros posicionamien­tos, conviene reconocer que el trabajo sexual ha sido una estrategia laboral que les ha permitido sobrevivir y sacar adelante sus vidas y la de quienes dependen de ellas. En ese sentido, una de las tareas de las educadoras en LICIT fue reconocer las estrategias y compe­tencias que las mujeres han desarrollado para sortear dificultades como la capacidad de negociar, de decidir, de gestionar sus propios

recursos, etc. La intervención no se caracteriza por el alarmismo, sino por un

proceso de acompañamiento en el que las mujeres puedan nombrar también las múltiples violencias a las que se han visto sometidas, que no las asuman comQ normales por el hecho de trabajar en un sector ampliamente menospreciado. Es decir, que las mujeres trabajadoras sexuales no asuman la vejación, la humillación o el aislamiento. Los esfuerzos se centran en dotarlas de estrategias para hacer cambios es­tructurales en sus relaciones de trabajo o de pareja. Incluso en aque­llas situaciones de explotación en las que parece difícil una salida, la intervención se basa en ofrecerles relaciones reparadoras, es decir, construir nuevas relaciones de afecto y de solidaridad para que tengan nuevos modelos para retomar el control de sus vidas. La calle está llena de historias y de sabiduría, de dulzura y de dignidad. Historias que en general no hemos potenciado, ni escuchado y que si fuéramos más sensibles a visibilizar, podría ayudar a otras mujeres. Hace poco una mujer nos decía: «yo me saque solita, la que quiere puede hacerlo, yo le plante cara al chulo y le dije hasta hoy trabajo para usted, salí a la calle, me pague una pensión y cada día lo veía en la calle con sus mujeres y no me daba miedo, no sé como lo hice pero me da igual que yo le haya roto sus planes de enriquecerse conmigo ... Solo pensé si él no cumple con lo que me prometió, ¿por qué tiene que hacerse rico a

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costa de mi trabajo? Desde niña fui muy rebelde, yo no tuve estudios. Me tocaba cuidar a mis hermanos, ya había perdido todo dejándolos en Rumania, tenía poco que perder así que me la jugué toda y decidí trabajar para mí».

Estrategia básica de intervención: el encuentro cara a cara

El contacto cara a cara entre mujeres y educadoras y la relación de proximidad permitió acercar posturas, conocerse, vencer estereotipos y valorar las capacidades y fortalezas de cada mujer. El encuentro cara a cara es un instrumento de reconocimiento que permite establecer las bases para un trabajo socioeducativo posterior.

En otros trabajos de análisis de la relación interpersonal en con­textos educativos hemos abordado los encuentros cara a cara entre el profesional educativo y la persona atendida, como una experiencia que implica globalmente_ambos participantes en una acción conjunta y que permite establecer un vínculo de afecto y reconocimiento. En definitiva, la relación interpersonal, también en contextos de prostitu­ción, es una herramienta transversal que tiene efectos en el desarrollo de la identidad y la imagen personal. El encuentro cara a cara no deja indiferentes a ninguna de sus participantes -profesionales y mujeres en ejercicio de prostitución-, es más, creemos que se trata de una acción dialógica y emocional que transforma a ambos. El vínculo y la confianza necesarios para la intervención se gestan en la relación cara a cara.

La relación interpersonal es también el espacio del conflicto y de la exigencia, donde se produce la negociación y salen a la luz conduc­tas o estrategias de riesgo que pueden suponer una dificultad a largo plazo. Este es sin duda uno de los aspectos más difíciles de la inter­vención. Y de nuevo, es por medio del encuentro cara a cara entre el profesional y la persona donde se analizan y valoran estrategias, se ponen en cuestión algunas de ellas o se refuerzan conductas positivas, siempre respetando las decisiones de cada mujer.

. Creemos que es por esta razón que muchos profesionales se re­fieren al cara a cara como relación de acompañamiento. Una relación de ayuda que requiere tiempo para generar un vínculo, que produce momentos de bienestar y reconocimiento entre mujeres, y donde tam-

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bién se gestiona el conflicto y se generan interrogantes que son un estímulo para el progreso personal. La finalidad del educador en la relación cara a cara no es advertir, ni aleccionar, ni convencer a las personas en situación de prostitución, sino acoger y acompañar cada proceso desde la singularidad.

La relación interpersonal es pues un espacio de escucha y com­promiso, y también de respeto y reconocimiento. Podríamos definir el encuentro cara a cara en la intervención socioeducativa en contex­tos de prostitución como un d_inamismo socioeducativo que permite a los participantes: construir lazos y sentimientos de afecto orienta­dos al bienestar personal; abrir y gestionar interrogantes vitales orientados a procesos de reflexividad y autoconocimiento. Pero no solo es una dinamismo educativo, creemos que la relación cara a cara es también un dinamismo micro ético que contribuye, en con­textos altamente etiquetados como es la prostitución, a experimentar una primera forma de reconocimiento y valoración singular en la vida cotidiana.

Comprensión de la realidad para transformarla: pedagogía social

La tarea de acercarse a una realidad sin prejuicios ha permitido ofre­cer una nueva lectura de la prostitución femenina. En LICIT, comuni­camos con las mujeres permitió crear alianzas y fomentar los procesos de aprendizaje mutuo. Esta compresión de la realidad de las mujeres, encaminada a la transformación participativa, creemos que debe ha­cerse de forma gradual y en equilibrio. Por un lado, lejos de las mira­das alarmistas y victimistas sobre la prostitución, y por otro, sin con-

-tribuir a idealizar una realidad que es dura para muchas mujeres. En definitiva, crear un nuevo texto donde mirar la realidad con un doble propósito: desarrollar un análisis teórico de la deslegitimación de la violencia contra las mujeres y elaborar un nuevo marco de interpreta­ción de esa realidad. Es por ello que creemos que las investigaciones deben ir más allá de la descripción y comprensión de los hechos, de­ben orientarse a actuar sobre la realidad que descubrimos e intentar transformarla.

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Prostitución y violencj_q__

En la prostitución se dan situaciones de violencia, de maltrato y de soledad, pero también se dan historias de amistad, ayuda mutua, y crecimiento personal. Si solo hablamos de la prostitución desde la óp­tica de la violencia, contribuimos a estrechar la óptica y a acentuar el estigma.

En relación a la violencia de género, hay que acercarse con cau.:­tela a las micro-violencias que sufren las mujeres y que tienen que ver con la falta de oportunidades y la dificultad de acceso a recursos. En estos casos, esas micro-violencias tienen que ver con relaciones emocionales de dependencia o con el exceso de responsabilidades que hacen mella en la autoestima de la mujer. Pero el daño no provie­ne tanto por participar en el mercado del sexo, sino por la soledad, la indiferencia o el prejuicio de los más cercanos o de la sociedad en su conjunto.

Sin embargo, la violencia tiene otras caras, la presión policial_, la apatía de las instituciones y la fractura social. Especialmente, el acoso policial se ceba con las mujeres: multas indiscriminadas en la calle, dentro de los bares y en la puerta de los comercios. Bien por la indu­mentaria, bien por estar de pie, por llevar preservativos en el bolso, por salir de un locutorio, etc. Bajo el prisma de la prostitución todas las mujeres somos susceptibles de ser señaladas, estigmatizadas y san­cionadas, y ese estigma nos violenta a todas por igual. Se utiliza como un insulto para todas las mujeres que osan transgredir una norma (Pe­tersan, 2000; Juliano 2002 y 2004).

Las mujeres que ejercen prostitución se sienten muy solas y olvi­dadas por el resto de la sociedad. Para erradicar la violencia de género­en nuestra sociedad es necesaria la sensibilización y la persecución del delito, pero además la comprensión y la mirada libre de prejuicios, especialmente con las mujeres en situación de prostitución. Es necesa­rio introducir en el discurso las diversas formas de violencia sobre las mujeres. Todavía cuesta que ciertos agentes policiales entiendan que las mujeres trabajadoras del sexo son sujetos de derecho y que si su estrategia laboral las pone en situación de vulnerabilidad o están ex­puestas a agresiones, no se trata de daños colaterales asociados al tra­bajo sexual sino de violaciones de derechos.

Si todas las mujeres asumimos como propia la denuncia de la

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:v-1:1-lneración de derechos de quienes son maltratadas socialmente y perseguidas por su actividad, ese día seremos libres todas. En ese sen­tido, creemos que es necesario crear canales de denuncia y unirnos a la voz de las mujeres en situación de prostitución y trabajadoras del sexo para reclamar una vida más digna para todas las mujeres, inde­pendientemente de su actividad laboral.

La voz de las trabajadoras sexuales: una experiencia

A continuación detallaremos algunas experiencias de una mujer, Miriam Berroa, con amplia trayectoria en el mundo asociativo en Uruguay y que ha colaborado activamente en diferentes mesas y espacios de diálogo sobre el trabajo sexual en calle en el barrio del Raval.

La vivencia del trabajo sexual es una fOnstrucción personal que cada mujer realiza de forma distinta. Somos conscientes de que una historia no representa a un colectivo, sin embargo la voz de una traba­jadora sexual puede permitirnos entender algunas dinámicas de las experiencias que les toca vivir a las mujeres en prostitución.

Una historia que rompe moldes: los inicios

Contrariamente a lo que se pueda pensar, la decisión de ejercer la pros­titución no vino por la pobreza o el abandono. Miriam pertenece a una familia de clase media, que ha crecido en un ambiente de cuidado y en donde ha habido preocupación por la educación de los hijos. La deci­sión de ejercer el trabajo sexual no tuvo que ver con una presión eco­nómica acuciante. En ocasiones, el imaginario social atribuye el inicio en el mundo de la prostitución a historias de pobreza que rozan en el límite de la exclusión, pero no siempre una mujer decide ejercer el tra­bajo sexual por esta razón. En el caso de Miriam, la elección tuvo más que ver con el deseo de independizarse y de acceder a más recursos y a un nivel mayor de bienestar. Conviene romper con la imagen de víctima que tenemos de las mujeres en situación de prostitución, una imagen que proviene más de la comodidad de mantener una mirada

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que n_Q del conocimiento de la realidad. La historia de vida de Miriam reflej11 autonomía y voluntariedad para buscar una estrategia que le permitiera conseguir objetivos personales.

Miriam concibió el trabajo sexual como una actividad esporádi­ca y a corto plazo para conseguir un objetivo: comprar una casa y ayudar a la familia. El periodo en el trabajo sexual se fue prolongando por que los beneficios eran más lucrativos que en otras actividades: la prostitución es un trabajo de remuneración rápida y eficaz que a Jos dieciocho años no exige experiencia ni formación.

No es fácil ejercer la prostitución, es un trabajo duro, requiere carácter y decisión para no permitir abusos, para autogestionarse las propias ganancias, para ser fiel a los objetivos, y para evitar que otros se aprovechen del trabajo de la mujer. En el caso de Miriam, tres ele­mentos se combinaron para decidirse a ejercer este trabajo: una fuerte personalidad, una gran ambición y un gran deseo de independencia.

No todas las mujeres que ejercen la prostitución se han iniciado en ella de la misma forma, en ocasiones se viven situaciones de nece­sidad, pobreza, y marginación, en ocasiones también hay extorsión y engaño. lrJCluso en los casos de mujeres que son víctimas de redes, es la necesidad y la falta de oportunidades la que les hace seguir mante­niendo esa relación de explotación. Pero en todos los casos las muje­res desean mayores cotas de bienestar y conseguir sus sueños perso­nales.

La organización como colectivo

Respecto a la organización y al movimiento asociativo Miriam nos explica algunas diferencias entre el norte y al sur. En Uruguay, país de donde es originaria, se cuenta con una organización de mujeres AMEPU (Asociación de Meretrices de Uruguay). Un gremio de muje­res trabajadoras sexuales que está afiliada a la central obrera del país.

Pero ¿cómo llegar a una organización entre trabajadoras sexua­les? El colectivo requiere un proceso de unidad y de lucha. En Uru­guay, hace unos treinta años atrás, las mujeres que llevaban más tiempo en el trabajo sexual comenzaron a organizarse y a manifestar­se ante el acoso y la violencia policial, se realizaron pliegos de peti­ciones, las mujeres jóvenes apoyaron a las mayores: empezaba a for-

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jarse un movimiento. El colectivo contaba coTLasambleas donde se elegían a representantes para ser interlocutoras CGn diferentes agentes de la administración. La presión policial se mantuvo pero las mujeres se unieron para exigir más derechos. Esta organización supuso tam- -bién más responsabilidades y obligaciones para las mujeres: contro­les sanitarios. etc.

El movimiento crecía y se lograron apoyos de otros agentes de la comunidad: sacerdotes y algunas órdenes religiosas que trabajan con mujeres en situación de prostitución, algunos parlamentarios que se esforzaron en acompañar y liderar algunas de las peticiones de las mujeres: mayor seguridad, menor presión policial, más derechos, etc. El proyecto de organización logró alianzas que le dieron legitimidad.

Esta es una de las diferencias que pueden apreciarse con Europa, no hay voluntad política de escuchar a las mujeres, los políticos pro­meten acabar con la prostitución de calle para conseguir votos, pero no hay un compromiso real en escuchar las demandas de las mujeres. La m:ganización en Uruguay no ha sido fácil, sino un camino duro en el que se han logrado apoyos importantes. El colectivo de Meretrices de Uruguay ha hecho historia, explicando por toda.América Latina que las trabajadoras pueden organizarse y exigir mejores condiciones de trabajo.

El colectivo de Meretrices de Uruguay ha logrado mucho respal­do y ha conseguido formar profesionales que se trasladan a otros paí­ses para compartir y exportar la experiencia a otras realidades del con­tinente americano. En la organización, el protagonismo siempre lo han tenido las mujeres, no las organizaciones de apoyo o las personas con las que ~han establecido alianzas.

La estrategia para conseguirlo ha sido la formación y la corres­ponsabilidad. El ministerio de Sanidad confió en la organización de mujeres para realizar un estudio sobre enfermedades de transmisión sexuaL El estudio contemplaba que las mujeres realizaran encuestas y un censo de mujeres, que al realizarse entre compañeras, permitió ob­tener datos reales y fiables de las condiciones de salud del colectivo. Las trabajadoras que realizaron el estudio se desplazaban en una am­bulancia de la salud pública, realizaban encuestas, se formaron agen­tes de salud y el hecho de que fueran trabajadoras sexuales facilitó la aproximación a las demás.

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La decisión de viajar a España

La decisión de viajar a España en el caso de Miriam perseguía mejorar las condiciones de vida familiares y obtener mayores retribuciones económicas. Europa sigue siendo un sueño de mejora para muchas mujeres, aunque iniciar un proceso migratorio implica buscar múlti­ples apoyos en la comunidad. El efecto llamada y la experiencia de las compañeras que ya viven en los países de destino provocan que haya cada vez más mujeres que se decidan a la migración. Miriam eligió España por razones familiares, por el idioma, porque consideró que esa elección beneficiaría a su hijo en el acceso a Jos recursos básicos, servicios sanitarios, educativos, etc.

En Barcelona es difícil plantear una organización de trabajadoras sexuales, por la diversidad de países de origen, culturas, idiomas, di­ferentes experiencias de vida y formas de llegar a la ciudad. Para Mi­riam no es fácil la organización en nuestro contexto, se trata de un co­lectivo con dificultades para unirse y reconocer el protagonismo de otras compañeras.

La vivencia del trabajo sexual

Para Miriam la vivencia del trabajo sexual ha sido una experiencia de honestidad y verdad. El eje fundamental para tener una vivencia posi­tiva ha sido preservar el cariño y el respeto de la familia y el entorno. Miriam ha hablado con sus hijas siempre con la verdad, en la medida en que la edad de las niñas lo permitía. Cuando eran pequeñas sabían que la mamá era enfermera, cuando tenían uso de razón era el momen­to de explicar cuál era su profesión. El momento adecuado fue a suge­rencia de la directora de la escuela, con la que había una estrecha rela­ción, una comunicación constante y directa, y que siempre entendió la situación. Como madre nunca delegó la educación y el cuidado de los hijos a nadie, la clave fue dedicación, tiempo y atención.

Los hijos tomaron con naturalidad la conversación, no tenían nada que reprocharle como madre, porque siempre estuvieron bien cuidados: despertarse con Jos hijos, comer con ellos, llevarlos a la es­cuela, hablar con ellos, etc. La familia de Miriam siempre ha vivido en un hogar normal en el que se intentaba conciliar la vida profesional

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con la pers-enal. La autogestión de horarios permitió a Miriam traba­jar con horarios de oficina, y se daba un cambio de roles en la estruc­tura familiar, el padre se encargaba de la casa y la madre trabajaba fuera. La experiencia de Miriam nos habla de autonomía, organiza­ción y conciliación.

Terminaremos con un tema que siempre levanta pasiones, y que es utilizado en algunas campañas de sensibilización: la educación y la honestidad con los hijos no ha sido un problema: «no me ha preocu­pado que mis hijas sigan mi camino, porque ellas han mamado esta vida siempre y saben que es un dinero rápido pero no fácil, yo las he subido con esfuerzo y dedicación, amor y mucha ternura, compren­sión y dialogo, con la verdad siempre por delante. Sé que ellas nunca elegirían este camino porque ellas no van a querer la vida que yo he vivido».

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SEGUNDA PARTE

POLÍTICAS SOBRE EL ESPACIO PÚBLICO Y POLÍTICAS DE JUVENTUD