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Cerámicas hispanorromanas II Producciones regionales DARÍO BERNAL CASASOLA ALBERT RIBERA I LACOMBA (Eds.) Servicio de Publicaciones

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En DARÍO BERNAL CASASOLA y ALBERT RIBERA I LACOMBA (Eds.), Cerámicas hispanorromanas II. Producciones regionales. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz.

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Cerámicas hispanorromanas IIProducciones regionales

DARÍO BERNAL CASASOLAALBERT RIBERA I LACOMBA (Eds.)

Servicio de PublicacionesServicio de Publicaciones

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icas hispanorromans II. Producciones regionales

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(Ed

s.)En la misma serie

El ajuar de las viviendas jerezanas en época de Isabel Ide Castilla (1474-1504)Juan Abellán Pérez

Las primeras ocupaciones humanas de Los Barrios(Cádiz). El ejemplo proporcionado por el río PalmonesVicente Castañeda Fernández (coord.)

Cerámicas hispanorromanas. Un estado de la cuestiónDarío Bernal Casasola y Albert Ribera i Lacomba

Gadir y el Círculo del Estrecho revisados. Propuestasde la Arqueología desde un enfoque socialJuan Carlos Domínguez Pérez (Ed. Cient.)

Personajes, poderes, fortalezas y otros temas de laHistoria de Andalucía (siglos XIV y XVI)Alfonso Franco Silva

Linajes gaditanos en la Baja Edad Media. Breveestudio de la oligarquía local (siglos XIII-XV)Francisco Javier Fornell Fernández

Cultos y ritos de la Gadir feniciaMaría Cruz Marín Ceballos (Coord.)

El castillo de San Romualdo. Historia y documentosde la ciudad de San Fernando (Cádiz)Fernando Mósig Pérez

El Theatrum Balbi de GadesDarío Bernal y Alicia Arévalo

Darío Bernal Casasola

Doctor en Filosofía y Letras —especialidad Geografíae Historia— por la Universidad Autónoma de Madrid(1997), es actualmente profesor titular deArqueología de la Universidad de Cádiz, adscrito alDepartamento de Historia, Geografía y Filosofía.Arqueólogo y especialista en Historia Económicadel Mundo Antiguo, ha dirigido varias decenas deexcavaciones arqueológicas en alfares romanos yen ciudades de la antigua Baetica y en Pompeya, yha publicado varios centenares de estudios sobreánforas, contextos cerámicos y la importancia de lacultura material para las temáticas de Arqueologíade la Producción, tanto en Andalucía como en laantigua Tingitana, el denominado Círculo delEstrecho. Es miembro correspondiente de la RealAcademia de la Historia en Cádiz, y vicepresidentede la SECAH.

Albert Ribera i Lacomba

Doctor en Geografía e Historia —especialidadPrehistoria y Arqueología— por la Universidad deValencia (1993), es actualmente jefe de Sección deArqueología y director del Centro Arqueológico del’Almoina del Ayuntamiento de Valencia.Arqueólogo y especialista en Urbanismo,Arquitectura y Cultura Material del Mundo AntiguoMediterráneo, ha dirigido más de cincuentacampañas de excavaciones urbanas en Valencia ynueve en Pompeya, y ha publicado más de uncentenar de estudios, entre los que hay varios deánforas, producciones de barniz negro, contextoscerámicos y la importancia de la cultura materialpara las temáticas de Arqueología del Consumo yel Comercio, tanto en Valencia e Italia como en el Mediterráneo.

Cerámicas hispanorromanas IIProducciones regionales

Esta segunda entrega de las Cerámicas hispanorromanas trata de profundizar en elconocimiento de las producciones alfareras fabricadas en la Península Ibérica y lasBaleares entre el siglo III a.C. e inicios del mundo medieval. Debido al éxito editorial ya la gran acogida en la comunidad científica del primer volumen se ha decididocontinuar sintetizando aquellos estudios e investigaciones desarrollados porarqueólogos en torno a las cerámicas de manufactura local a imitación de lasromanas, siguiendo tradiciones prerromanas o aquellas con personalidad propia.Casi cincuenta investigadores, plumas consagradas y noveles, procedentes de unaveintena de instituciones distribuidas por toda la geografía española y portuguesa— entre ellas quince universidades —, han reunido en treinta y cinco capítulos tantosíntesis como novedades de la vajilla fina (Bloque I), de las ánforas (II), de las lucernas(III), de las cerámicas comunes (IV) o de otras producciones (V), ilustrando el notabledinamismo actual de la investigación sobre ceramología hispanorromana.

Con la colaboración de

HISPANORROMANAS_II_CUBIERTA_MONOGRAFIAS UCA_2 31/05/12 18:11 Página 1

Cerámicas hispanorromanas II Producciones regionales

DARÍO BERNAL CASASOLA

ALBERT RIBERA I LACOMBA

(Eds. científicos)

Servicio de Publicaciones

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 04/06/12 10:18 Página 5

Imagen de cubierta: Lucerna tardorromana con cruz enjoyada en disco y asazoomórfica, de Carteia (según F. Presedo et alii, 1982: Carteia I, ExcavacionesArqueológicas en España 120, Madrid, figura 125, nº 9), de posible producciónlocal/regional

Esta obra es resultado del Proyecto de Investigación HAR2011-28244 del Plan Nacional de I+D+i del Ministerio de Economía y Competitividad/Feder del Gobierno de España, titulado Amphorae ex Hispania. Paisajes de producción y consumo, con la colaboración del proyecto HAR2010-15733

Esta obra ha superado un proceso de evaluación ciega por pares

Esta Editorial es miembro de la UNE, lo que garantiza la difusión ycomercialización de sus publicaciones a nivel nacional e internacional

EditaServicio de Publicaciones de la Universidad de Cádizc/ Doctor Gregorio Marañón, 3 – 11002 Cádiz (España)www.uca.es/[email protected]

© Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz© De cada capítulo su autor

Maquetación: Trébede Ediciones, S.L.Imprime:ISBN: 978-84-9828-364-8Depósito Legal: CA 247-2012

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación públicao transformación de esta obra puede ser realizada con la autorización desus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO(Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesitafotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 04/06/12 10:18 Página 6

Introducción ............................................................................................................................................................ 15Darío Bernal Casasola y Albert Ribera i Lacomba

BLOQUE I. VAJILLA FINA

Imitaciones de campaniense en el mediodía peninsular. La cerámica gris bruñida republicana ............................ 23Andrés Mª Adroher Auroux y Alejandro Caballero Cobos

Cerámicas tipo Peñaflor del Alto Guadalquivir ....................................................................................................... 39Pablo Ruiz Montes

Los alfares isturgitanos: ¿un posible modelo de control productivo inicial? ........................................................... 49Mª Isabel Fernández-García

Las producciones de sigillata hispánica locales y regionales del Municipium Augusta Bilbilis

(Calatayud-Zaragoza) ............................................................................................................................................... 63Jesús Carlos Sáenz Preciado

La fabricación de vasos para beber de paredes finas en el valle medio del Ebro .................................................... 83José Antonio Mínguez Morales

Las cerámicas imitación de sigillata en el occidente de la Península Ibérica durante el siglo V d.C. ..................... 97Luis Carlos Juan Tovar

Terra Sigillata Bracarense Tardía (Tsbt). O Grupo II das Cerâmicas de engobe vermelho não vitrificavel

(Delgado 1993-94). O Cerâmicas de Engobe Vermelho. Grupo II (Delgado y Morais, 2009) .................................. 131Adolfo Fernández Fernández y Rui Morais

BLOQUE II ÁNFORAS

Producciones anfóricas tardorrepublicanas y tempranoaugusteas del valle del Guadalquivir. Formas y ritmos

de la romanización en Turdetania a través del artesanado cerámico ...................................................................... 177Enrique García Vargas

Ánforas tarraconenses para el limes germano: una nueva visión de las Oberaden 74 ............................................ 207César Carreras Monfort y Horacio González Cesteros

¿Ánforas Tipo Segobriga/Oberaden 74 similis? Bases para una producción singular en la Tarraconense interior ....... 231Rui Roberto de Almeida y Jorge Morín de Pablos

Índice

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:15 Página 9

Las ánforas del tipo Puerto Real 3. Un nuevo envase de salazones gaditanas de época antonino-severiana .......... 247Darío Bernal Casasola y Enrique García Vargas

Producciones anfóricas en la costa meridional de Carthago-Spartaria ................................................................. 255Mª del Carmen Berrocal Caparrós

Las ánforas onubenses de época tardorromana ...................................................................................................... 279Jessica O’Kelly Sendrós

BLOQUE III LUCERNAS

Una nueva producción de lucernas de canal en terra sigillata hispánica en el norte de la Península .................. 299Ángel Morillo Cerdán

Producción de lucernas altoimperiales en Hispalis: el taller de la plaza de la Encarnación de Sevilla ................... 309Jacobo Vázquez Paz

Lucernas a torno de época imperial: una producción singular de Carthago Noua (Cartagena) ........................... 325Alejandro Quevedo Sánchez

La producción de lucernas en el sureste peninsular: primeros datos ..................................................................... 353Antonio Manuel Poveda Navarro

Las lucernas de producción regional de Bracara Augusta .................................................................................... 369Rui Morais

BLOQUE IV CERÁMICAS COMUNES

Las cerámicas de cocina en el Alto Guadalquivir,siglos I-II d.C. ............................................................................... 395Mª Victoria Peinado Espinosa

Las cerámicas comunes altoimperiales de Augusta Emerita ................................................................................. 407Macarena Bustamante Álvarez

Cerámica regional reductora de cocina altoimperial en la fachada mediterránea .................................................. 435Esperança Huguet Enguita

La cerámica común tarraconense (COM.OX.TARR./COM.RED.TARR) y su variante con decoración pintada (CMG) ........ 453Ramon Járrega Domínguez y Loïc Buffat

Cerámica común altoimperial en el nordeste peninsular ....................................................................................... 469Josep Casas Genover y Josep Mª Nolla Brufau

La cerámica común tardía en Sevilla (siglos IV al VI d.C.) ........................................................................................ 487Cinta Maestre Borge

Las cerámicas comunes del nordeste peninsular y las Baleares (siglos V-VIII): balance y perspectivas de la

investigación ........................................................................................................................................................... 511Josep Mª Macias Solé y Miguel Ángel Cau Ontiveros

La cerámica común Golfo de Bizkaia ...................................................................................................................... 543Lorea Amondarain Gangoiti y Mª Mercedes Urteaga Artigas

Las cerámicas comunes no torneadas de difusión aquitano tarraconense (AQTA): estado de la cuestión ............. 561Milagros Esteban Delgado, Mª Teresa Izquierdo Marculeta, Ana Martínez Salcedo y François Réchin

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:15 Página 10

BLOQUE V OTRAS PRODUCCIONES HISPANORROMANAS

La cerámica púnico-ebusitana en época tardía (siglos III-I a.C.) .............................................................................. 583Joan Ramon Torres

Cerámicas negras bruñidas del oriente vacceo ....................................................................................................... 619Fernando Romero Carnicero, Carlos Sanz Mínguez, Cristina Górriz Gañán y Roberto De Pablo Martínez

La cerámica gris (y oxidada) ampuritana ................................................................................................................ 639Josep Casas Genover y Josep Mª Nolla Brufau

La cerámica de engobe blanco ................................................................................................................................ 655Josep Casas Genover y Josep Mª Nolla Brufau

Cerámica gris romana del Noroeste. Los vasa potoria ........................................................................................... 661Esperanza Martín Hernández

A cerâmica cinzenta grosseira do Algarve ............................................................................................................... 681Catarina Viegas

Muestras de cerámica engobada romana de producción local de Lucus Augusti (Lugo) ....................................... 699Enrique J. Alcorta Irastorza y Roberto Bartolomé Abraira

Colmenas cerámicas en el territorio de Segobriga. Nuevos datos para la apicultura en época romana en Hispania ... 725Rui Roberto de Almeida y Jorge Morín de Pablos

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:15 Página 11

los lugares de consumo extraprovinciales (Domergue,

1973) tanto de la Península Ibérica (Domergue, 1969 y

1973; Fabião, 1989 y 2001; Molina Vidal, 1997 y 2001;

Díaz, 2000; Gebellí y Díaz, 2001; Morais, 2005 y 2010b; Al-

meida, 2008; Fernández Fernández, 2010) como del norte

de Marruecos (Callu et alii, 1965, 100-101; Boube, 1979-

1980 y 1987-1988; Izquierdo Peraile et alii, 2001; Arharbi

y Naji 2004; Bonet Rosado et alii, 2005; Almeida, 2008),

gracias a lo que hoy por hoy estamos en condiciones de

realizar un acercamiento tipológico muy matizado a las

producciones anfóricas del Guadalquivir republicano.

Un paso importante en esta dirección ha sido desde

luego la sistematización tipológica realizada por Rui de

Almeida en la Alcaçova de Santarém, la antigua Scalla-

bis, donde el autor ha definido hasta siete tipos de ánfo-

ras ovoides (Almeida, 2008 y 2010). Se trata de un re-

pertorio que, junto a las ánforas de tradición turdetana del

tipo Pellicer D, a las Dressel 1de imitación y a las cono-

cidas Haltern 70, constituye el elenco básico de las pro-

ducciones republicanas de la Ulterior interna.

• Las ánforas del tipo Ovoide 1 de Almeida coinciden

con las tradicionalmente denominadas Lomba do Canho

67 o LC 67 (Fabião, 1989 y 2001; Molina Vidal, 1995).

• Las Ovoides 2 y 3 son tipos de nueva definición mal co-

nocidos aún.

• El tipo Ovoide 4 corresponde a las ánforas Haltern 70

unusually small variant de Peacock y Williams (1986)

que Fabião propuso, inicialmente (1989), denominar

Clase 15A y que luego (2001) incluyó en su Clase 24.

• La Ovoide 5 es un ánfora con rasgos morfológicos si-

milares a los de la Ovoide 1, pero independiente de ésta

última, a pesar de que habitualmente se suelen confun-

dir ambas formas apareciendo la Ovoide 5 siempre cla-

sificada como LC 67 (García Vargas y Bernal, 2008).

Producciones anfóricas tardorrepublicanas ytempranoaugusteas del valle del Guadalquivir. Formas yritmos de la romanización en Turdetania a través delartesanado cerámico

Enrique García VargasUniversidad de Sevilla

Juan Solís Siles in memoriam

Necesidad de una sistematización

Un trabajo que publicábamos hace ya quince años en la

revista Habis (García Vargas, 1996) y que se refería a las

ánforas de la bahía de Cádiz llamaba la atención acerca

de la potencialidad del estudio morfológico de las ánfo-

ras como índice de los procesos de romanización que

tuvieron lugar en la costa de la Ulterior durante los últi-

mos años del período republicano romano. En la misma

línea de entonces, se atiende en este trabajo al potencial

que para el estudio de las formas y los ritmos de la ro-

manización en las zonas interiores de la misma provin-

cia presentan las ánforas republicanas manufacturadas

en los alfares del valle bajo del Guadalquivir

La documentación disponible para caracterizar estas

producciones cerámicas republicanas del interior no es,

por desgracia, tan abundante como aquélla de que dis-

ponemos para las áreas litorales cercanas, como las ba-

hías de Cádiz y Algeciras o la costa malagueña (Arteaga

Matute, 1985; Fernández Cacho, 1995a y 1995b; Mora Se-

rrano y Corrales Aguilar, 1997; García Vargas, 1996, 1998

y 2001; Lagóstena Barrios, 1996; Torres Quirós y Lagós-

tena Barrios, 2001; Lagóstena Barrios y Bernal Casasola,

2004; Pérez Rivera, 2001; Bernal Casasola et alii, 2003; Ber-

nal Casasola et alii, 2004). Sin embargo, recientes exca-

vaciones de urgencia en diversas localidades ubicadas

en las vegas y las campiñas del Guadalquivir han am-

pliado de forma considerable la base empírica para una

aproximación a las más antiguas producciones de mor-

fología romanizada, incluyendo a veces el conocimiento

estratigráfico de alfarerías, como las de Carmona, que

presentan producciones de época tempranoaugustea.

Esta documentación de primera mano en las áreas de

producción de estos tipos anfóricos iniciales de morfo-

logía romana viene a unirse ahora a lo ya conocido en

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:17 Página 177

178 CERÁMICAS HISPANORROMANAS II. PRODUCCIONES REGIONALES

en contextos fechados entre 50 y 25 a.C. y relacionados

con la construcción de un gran edificio de opus africa-

num excavado en el actual Patio de Banderas de los Rea-

les Alcázares de Sevilla, en el área del antiguo puerto

romano de Hispalis; la última se documenta en Carmona,

entre los desechos del alfar romano excavado en la calle

Doctor Fleming nos 13-15, que se datan (U.E. 9) en torno

a 25-15 a.C., ya en época augustea muy inicial, y que

consisten básicamente en cerámicas comunes y en frag-

mentos de Haltern 70 y ánforas turdetanas del tipo Pellicer

D. En el próximo apartado se señalarán los rasgos mor-

fológicos de estas producciones para las que se propone

una primera definición.

Repertorio formal

Pellicer D

Se trata de un contenedor de transporte que responde a

las características formales de las ánforas de tradición

turdetana, derivadas a su vez de prototipos fenicios imi-

tados en la región durante la Edad del Hierro. De todas

las producciones turdetanas prerromanas, las Pellicer D

(Pellicer Catalán, 1978) serán las únicas que continúen

produciéndose después de la conquista del territorio por

Roma. La forma fue probablemente fabricada también

en alfares del área de influencia púnica gadirita, siendo

frecuente en el castillo de Doña Blanca (Niveau de Vi-

lledary y Mariñas, 2002), Castro Marim, en el Algarve por-

tugués, donde se supuso una producción tardía del tipo

(Arruda et alii, 2006) recientemente puesta en duda (Vie-

gas, e.p.). En Doña Blanca es omnipresente desde fines

del siglo IV y a lo largo del siglo III a.C., pero su presen-

cia se documenta en el II y todo el I a.C. en la costa atlán-

tica andaluza y marroquí y en el interior del valle del

Guadalquivir.

Es un ánfora tubular derivada de las ánforas orienta-

les «de saco» con borde entrante indiferenciado de la

pared del cuerpo, excepto por una línea o resalte exte-

rior que tiende a desaparecer a lo largo del siglo I, igual

que lo hace el engrosamiento interior del borde que ca-

racteriza las producciones del siglo III. Los ejemplares

del I a.C. tienden (figura 1), por tanto, a presentar bordes

que son la continuación de la pared del recipiente re-

dondeada en su extremo, aunque en determinados con-

• La Ovoide 6 constituye el estadio inicial de los conte-

nedores olearios romanos del Guadalquivir. Es, por lo

tanto, predecesora de la Dressel 20, con la cual enlaza a

través del tipo augusteo de transición denominado Hal-

tern 71 u Ovoide 7. Almeida identifica el tipo Ovoide 6

con la Clase 24 de Fabião, de las que separa las ánforas

del tipo Ovoide 4. Nosotros creemos que esta Ovoide 6

puede ser considerada igualmente una Oberaden 83 (tipo

A de Berni Millet, 1998) y la separamos por tanto de las

posteriores Haltern 71 (tipo B de Berni y 7 de Almeida)

La articulación temporal de todas estas formas es com-

pleja. En otro lugar (García Vargas, 2010, 65), hemos pro-

puesto un primer desarrollo cronológico que ahora, al

incluir la tipología de ánforas ovoides no detectadas con

antelación en los contextos del bajo Guadalquivir, mati-

zamos en el siguiente sentido:

• Periodo de formación: 80/70-50/45 a.C. Con produc-

ción de Pellicer D, Dressel 1 de imitación, LC 67 y los

primeros ejemplares de Ovoide 4.

• Periodo de consolidación: 45/40-20/15 a.C. Últimas

Dressel 1 de imitación, LC 67, Haltern 70, Ovoide 2,

Ovoide 3, Ovoide 4, Ovoide 5, Ovoide 6 (Oberaden 83),

ánforas del tipo Urceus.

• Periodo de expansión: (15/10 a.C.-15/20 d.C.). Pro-

ducción masiva de Haltern 70, Ovoide 6 (Oberaden 83),

Haltern 71 (Ovoide 7), además de Dressel 28 y ánforas

del tipo Urceus.

Puede observarse que el período de máxima variabili-

dad morfológica es el que corresponde al tercer cuarto

del siglo I a.C., es decir, al momento inmediatamente an-

terior a época augustea. Es entonces cuando se consta-

tan, además de las Dressel 1 y de las Haltern 70,

prácticamente todas las formas del repertorio ovoide de-

finidas en Scallabis por Almeida. Excavaciones recien-

tes en Sevilla (Patio de Banderas de los Reales Alcázares)

y Carmona han permitido añadir a las formas de morfo-

logía ovoide de este autor (cf. Almeida, 2010) al menos

otras tres variantes que, pese a su estado fragmentario,

tal vez deban considerarse también como ánforas ovoi-

des, pero que difieren del resto de las hasta ahora co-

nocidas en detalles formales significativos. Las

calificaremos provisionalmente, siguiendo la numera-

ción de Rui de Almeida, como ánforas de tipo Ovoide 8,

Ovoide 9 y Ovoide 10. Las dos primeras se documentan

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:17 Página 178

PRODUCCIONES ANFÓRICAS TARDORREPUBLICANAS Y TEMPRANOAUGUSTEAS DEL VALLE DEL GUADALQUIVIR. FORMAS Y RITMOS… 179

En la bahía de Cádiz, se documentan, además, a lo

largo del siglo II a.C. imitaciones locales de ánforas gre-

coitálicas (Bustamante Álvarez y Martín-Arroyo Sánchez,

2004; Bernal Casasola et alii, 2007; Sáez Romero, 2008,

574-580), ánforas que se consideran en sus lugares de

producción original como las antecesoras tipológicas de

las Dressel 1, dándose el caso que en los hornos de San

Fernando se documente en torno a fines de esta última

centuria formas de transición entre grecoitálicas tardías

(Will e similes) y Dressel 1a de imitación. No nos cabe

duda, pues, de que existe toda una serie de imitaciones

provinciales de Dressel 1 (cf. Almeida 2008: 61 nota 30)

que, en lo que hoy sabemos, pueden atribuirse a los al-

fares gaditanos, repartidos un poco por toda la bahía; a

los de la bahía de Algeciras, como el de El Rinconcillo;

a los de la costa malagueña (Torre del Mar, Vélez-Má-

laga), y a los del valle del Guadalquivir, que son los que

aquí nos interesan especialmente.

Las Dressel 1 del Guadalquivir hasta ahora conocidas

presentan morfologías singulares y parecen carecer de

una estandarización mínima, tanto en la forma como en las

dimensiones. La primera constatación de Dressel 1 con

las pastas «arenosas» características de las Haltern 70 y las

Dressel 20 del Guadalquivir (Fabião, 2001, 667) se dio en

la publicación de los materiales republicanos de Mesas do

Castelinho, en Almodôvar (Fabião y Guerra, 1994, 280, fi-

gura 7, nº 3). A ello siguió (pero cf. Molina Vidal, 1997,

138, donde se citan Dressel 1a, b y c del Guadalquivir en

la costa levantina de la Citerior) la publicación (Benquet

y Olmer, 2002, 323) de nueve ejemplares fragmentarios y

uno completo procedentes de niveles de fines del siglo II

o principios del I a.C. (110-90 a.C.) de la mina de La Loba,

en Fuenteobejuna (Córdoba). A pesar de que se señala

en la publicación que un grupo de pastas de estas pro-

ducciones podría corresponder a ejemplares del entorno

de la bahía de Cádiz, lo cierto es que la fotografía publi-

cada de la misma (figura 151.3) nos parece igualmente

compatible con el valle del Guadalquivir.

Las Dressel 1 de La Loba pueden considerarse cerca-

nas formalmente a las Dressel 1a y b; el único ejemplar

conservado completo (figura 2.2) resulta próximo a la va-

riante a, pero tanto el pequeño tamaño del ánfora, no su-

perior a los 85 centímetros de altura total, como la forma

ovoide del cuerpo y la escasa altura del pivote la dotan

de un aspecto singular. Fragmentos de ánforas Dressel 1

con pastas del valle del Guadalquivir y también corres-

pondiendo a ejemplares de pequeño tamaño, se recogie-

textos productivos, como los alfares de Carmona (25-15

a.C.), donde conviven con formas claramente romanas,

se observa la continuidad de rasgos «arcaizantes», como

la carena superior del borde, que a veces es plano en su

parte superior (figura 1.10-14), y el engrosamiento inte-

rior (figura 1.8 y 10-14). El resto de la morfología del án-

fora resulta inalterada, con excepción de algunos

ejemplares como los denominados Castro Marim I, que

presentan una ligera carenación en el tercio superior del

cuerpo que gira manteniéndose horizontal hasta el borde,

otorgando a la parte alta del ánfora una morfología ca-

racterística. Las asas son de «oreja», del tipo púnico, y los

pivotes un simple botón que culmina un fondo ojival (fi-

gura 1.15).

En contextos de consumo, como el Patio de Bande-

ras del Alcázar de Sevilla, conviven variantes antiguas del

tipo (figuras 1, 2, 4 y 6), incluso propias del siglo II a.C. (fi-

gura 1.1), con otras muy evolucionadas (figura 1.3). Las

primeras predominan, como es lógico, en los contextos

de la primera mitad del siglo I (UU.EE. 1919, 1713), donde,

sin embargo ya están presentes los bordes simples, mien-

tras que las segundas son más frecuentes en los del ter-

cer cuarto del siglo I a.C. (UU.EE. 1682, 1692), donde las

formas antiguas de borde son tan frecuentes, sin embargo,

que apenas puede hablarse de residualidad.

El fin de la producción debe situarse hacia el cambio

de era, momento a partir del cual deja de documentarse

en los lugares de consumo habituales.

Dressel 1 provinciales

Aunque se ha negado a veces la existencia de imitacio-

nes de Dressel 1 de la Ulterior, indicando que en realidad

los contenedores provinciales próximos a esta forma itá-

lica republicana deben ser clasificados como Dressel 12

iniciales (Étienne y Mayet, 1994; Hesnard, 1998), lo cierto

es que la variabilidad formal de esta clase de ánforas,

con morfologías documentadas próximas a todos los

tipos «clásicos» de la forma (1a, b y c) establecidos por N.

Lamboglia y la existencia de series no litorales, sino cla-

ramente atribuibles a alfares del interior, lo que excluye

la salazón de pescado como contenido, hace pensar que

se trata de auténticas imitaciones de Dressel 1, imitacio-

nes que, al menos en la bahía de Cádiz, conviven a lo

largo de toda la segunda mitad del siglo I a.C. con Dres-

sel 12 propiamente dichas (García Vargas, 1998 y 2001).

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:17 Página 179

180 CERÁMICAS HISPANORROMANAS II. PRODUCCIONES REGIONALES

Figura 1. Ánforas del tipo Pellicer 1

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:17 Página 180

PRODUCCIONES ANFÓRICAS TARDORREPUBLICANAS Y TEMPRANOAUGUSTEAS DEL VALLE DEL GUADALQUIVIR. FORMAS Y RITMOS… 181

Figura 2. Ánforas del tipo Dressel 1

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:17 Página 181

182 CERÁMICAS HISPANORROMANAS II. PRODUCCIONES REGIONALES

tamente «preagusteo» es el más tardío en el que docu-

mentamos de momento las Dressel 1 del Guadalquivir,

aunque es probable que continuaran en circulación hasta

momentos augusteos tempranos, pues en todos los con-

textos de esta época del bajo valle del río comparecen

Dressel 1 itálicas de las formas Dressel 1a, b y c.

Lomba do Canho 67 (Ovoide 1)

Aunque estas ánforas ovoides de cuello y asas cortas,

borde almendrado y collarín o moldura bajo el borde en

la separación con el cuello eran conocidas en la literatura

arqueológica desde hace decenios (Lamboglia, 1955, fi-

guras 15 y 16; Callu et alii, 1965, 100-101; Domergue,

1973; Nolla Brufau, 1974-1975, 170 y figuras 16.4; Boube,

1979-80, 100), su reconocimiento como un tipo singular

no tuvo lugar hasta el trabajo de C. Fabião (1989, 65-73)

sobre las ánforas del campamento romano de la Lomba

do Canho (Arganil), de donde deriva su nombre. Con

posterioridad, J. Molina Vidal (Molina Vidal, 1995 y 2001)

atestiguó su presencia en contextos tardorrepublicanos

del Levante español, confirmando la fecha inicial pro-

puesta por Fabião en el primer cuarto del siglo I a.C. y se-

ñalando que su período de máxima producción y

exportación debía situarse en el tercer cuarto de la misma

centuria, el de su exportación mediterránea no antes del

tercio central del siglo I a.C. (Molina Vidal, 2001, 640) y

el de su desaparición en torno a los últimos decenios del

siglo, fecha que R. de Almeida (2008, 82), con criterios es-

tratigráficos dignos de consideración, propone alargar

hasta el primer tercio del siglo I d.C.

Para estas ánforas, se supuso en principio un origen

formal entroncado con las producciones púnicas occi-

dentales (Fabião, 1989, 66), aunque no se dejó de seña-

lar la posibilidad de un entronque morfológico con las

producciones brindisinas (Fabião, 1989, 67), relación que

parece la fundamental, tal como puso en evidencia J.

Molina Vidal (2001, 641), para quien la tradición formal

de las LC 67 debe ser relacionada ante todo con la de las

ánforas apulo-adriáticas, entre las cuales habría que bus-

car sus modelos. Estos serían concretamente, según R.

de Almeida (2008, 70) las formas Baldacci 1C (Baldacci

1972, 26-27 y tavola 1.12) y las formas II/III y IV de los

alfares de Apani (Palazzo, 1988, tavola XXIX y 1989).

Aunque la producción del tipo pudo comenzar en

los alfares costeros gaditanos (Lagóstena Barrios y Ber-

ron en prospección en el alfar de Guadalbaida o Dehesa

de Arriba en Posadas, la figlina Trebeciana de CIL XV,

3814 (cf. Berni Millet, 2008, 483). La alfarería produce con

seguridad desde mediados del siglo I hasta el siglo III d.C.

conociéndose para la segunda mitad del siglo I d.C. la pro-

ducción, con sellos propios de este taller, de ánforas vinarias

del tipo Dressel 2-4 provinciales (García Vargas, 2004), lo

que parece sugerir la posibilidad de producciones vinarias

más antiguas, en una fase de producción, que, en cual-

quier caso, no se documenta con seguridad en el lugar.

Un cuello de estas Dressel 1¿a? de la Dehesa de Arriba (fi-

gura 2.1), que conocemos gracias a la amabilidad de Juan

Solís (q.e.p.d.), se asemeja a los del ejemplar completo de

La Loba en el tamaño reducido de la pieza y en el borde

corto que, sin embargo es morfológicamente diferente. El

cuello difiere igualmente del ejemplar cordobés cuyas pa-

redes son ligeramente cóncavas, mientras que en el caso

del de Posadas las paredes cilíndricas del cuello se en-

sanchan un tanto en el tercio superior del mismo.

Un borde triangular similar a los de Dressel 1a con pas-

tas del Guadalquivir procede de la U.E. 1919 (nº inv. 1454)

de la excavación de 2010 en el Patio de Banderas de los

Alcázares de Sevilla (figura 2.3); otro ejemplar (figura 2.4)

se documenta en la U.E. 1927 (nº inv. 1686). Ambos pue-

den fecharse en torno al primer cuarto del siglo I a.C. en

función del contexto cerámico de las unidades a las que

pertenecen, que son anteriores a la construcción del edi-

ficio de opus africanum, y que incluyen cerámica turde-

tana, incluyendo ánforas Pellicer D, cerámica de paredes

finas, cerámica común itálica, campaniense A, ánforas

Dressel 1 itálicas, ánforas Lamboglia 2, ánforas púnicas

gaditanas y de la Tripolitana y ánforas brindisinas, alguna

con sello Apollon[i], un contexto, por tanto, muy próximo

cronológicamente, como indica la presencia en ambos del

mismo sello anfórico brindisino, al de la mina de La Loba.

El cuerpo de una Dressel 1c local (figura 3) de cuerpo

alto con marcada carena en los hombros, pero pivote

macizo corto, se halló en un depósito anfórico próximo

al área portuaria de la antigua Italica (Santiponce, Sevi-

lla) (García Fernández, 2004) en asociación con ánforas

Dressel 1b itálicas, LC 67, ovoides ¿2?, Oberaden 83 u

Ovoide 6 y Mañá C2b o T. 7.4.3.3. La asociación parece

remitir a una fecha en torno a mediados del siglo I a.C.

Algo posterior (50-25 a.C.) es un borde subrectangular de

Dressel 1b con pasta marrón similar a la de las Haltern 70

y Dressel 20 clásicas de la U.E. 1818 (nº inv. 1581) del

Patio de Banderas (figura 2.5). Este momento inmedia-

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:17 Página 182

Figura 3. Ánfora del tipo Dressel 1C

PRODUCCIONES ANFÓRICAS TARDORREPUBLICANAS Y TEMPRANOAUGUSTEAS DEL VALLE DEL GUADALQUIVIR. FORMAS Y RITMOS… 183

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:18 Página 183

184 CERÁMICAS HISPANORROMANAS II. PRODUCCIONES REGIONALES

procedente de la U.E. 1911, datada entre 50 y 25 a.C., se

sitúa cronológicamente en el mismo período que el pro-

puesto para el primer fragmento de la calle Alemanes que

constituye la época de máxima comercialización del tipo.

En todos los casos citados estamos ante piezas con las

características pastas «arenosas» marrones con abundan-

tes inclusiones de cuarzo propias de los alfares del Gua-

dalquivir, con lo que no cabe duda de que estamos ante

contenedores producidos en la región.

Ovoide 3 y asimilables

El tipo ha sido recientemente propuesto por R. de Almeida

sobre la base de un conjunto de bordes procedentes de la

Alcaçova de Santarem (Almeida, 2008, 86-88) que se ca-

racterizan por presentar moldura central y apéndice basal

más o menos proyectado. Por analogía con unas de las

ánforas transportadas a bordo del pecio Grand Conglue B

(Liou, 2001, 1102, lámina J, nº 5) se han diferenciado estas

ánforas de las Dressel 28, el otro tipo sudhispano, aunque

imperial, con borde fuertemente moldurado y se han in-

cluido en una nueva categoría (Grupo V = Ovoide 3) si-

milar en las características del cuerpo, asas y pivotes al

resto de las producciones ovoides provinciales, pero iden-

tificables por un borde característico que, a diferencia de

los de las LC 67, no lleva un anillo o moldura en la transi-

ción entre el borde y el cuello, sino que el resalte debe

interpretarse como un anillo basal del borde creado por una

fuerte molduración de éste en su tramo central.

Un fragmento (figura 5.1 y 2) del alfar romano de la

calle González Parejo nº 19 de Carmona (Sevilla) res-

ponde muy de cerca a las características del fragmento

28027 de la Alcaçova de Santarem (Almeida, 2008, 88, fi-

gura 25). Procede de la U.E. 19, un nivel de colmatación

de un horno fechado por un sello de Ateius en planta

Pedis hacia la época de Tiberio, aunque debe tratarse de

material residual. El fragmento consiste en el borde, parte

del cuello y las asas, siendo éstas de sección ovoide. La

morfología general de este ejemplar más completo re-

cuerda más a la de las ánforas Haltern 70, dada la longi-

tud del cuello, que a la de las ánforas de borde moldurado

del Grand Conglue 3, razón por la que, sin que tengamos

aún razones claras para diferenciar ambos tipos, hable-

mos en este apartado de ánforas de la forma Ovoide 3 y

asimiladas. Sólo la constatación de nuevos ejemplares,

entre los que, por otra parte, debe incluirse el borde TM

nal Casasola, 2004) ya en el primer cuarto del siglo I a.C.,

siendo igualmente fabricada hacia mitad del siglo I a.C.

en la Tingitana atlántica (Boube, 1987-88) y en la Ulte-

rior mediterránea (Fernández Cacho, 1995; Bernal Ca-

sasola, y Jiménez-Camino Álvarez, 2004), lo cierto es que

en torno a un 90% de las ánforas del tipo LC 67 conoci-

das en contextos de consumo presentan pastas propias

del valle del Guadalquivir, donde a día de hoy no se co-

noce ningún alfar concreto como centro productor del

tipo (Almeida, 2008, 72).

Resulta paradójico que el ánfora más producida y ex-

portada de la Ulterior republicana sea «opaca» a efectos de

centros concretos de producción, pero la gran cantidad de

fragmentos con pastas del Guadalquivir en los yacimien-

tos del siglo I a.C. parece abogar por una producción cen-

trada en el bajo valle del Baetis que no tuvo, sin embargo,

una relación forma-contenido bien fijada. Aunque, in-

cluso por asociación a paleocontenidos, se ha señalado

la función como contenedor salsario de las LC 67 coste-

ras, consideradas en general como predecesoras forma-

les de la familia de las Dressel 7-11, las LC 67 del

Guadalquivir deben relacionarse mejor con el envasado

y exportación de aceite y productos de la uva, lo que ex-

plicaría sus conexiones formales con la Haltern 70 small

variant u Ovoide 4 y con la Oberaden 83 u Ovoide 6.

El único ejemplar completo de LC 67/Ovoide 1 del

valle Guadalquivir procede del citado depósito anfórico

de las cercanías de Italica (figura 4.4) fechado en torno

a la mitad del siglo I a.C. Se trata de un ejemplar de cuerpo

ovoide con amplios hombros y ligeramente apuntado

por la base. Las asas son cortas y de sección ovalada,

mientras que el borde es macizo y de sección rectangu-

lar (García Vargas, 2010, figura 2.2.5., nº 3).

Un ejemplar de borde de la excavación en un solar de

la calle Alemanes nº 25 de Sevilla (figura 4.3), en el área

del antiguo puerto republicano de la ciudad, presenta el

típico perfil almendrado o redondeado con el baquetón

bajo el borde y procede de una unidad estratigráfica l84,

fechada entre 50 y 25 a.C. Otro fragmento de borde simi-

lar, aunque de tendencia más exvasada (figura 4.2) se fecha

en época julio-claudia, pues procede de una U.E. (161)

con TSG del tercio central del siglo I d.C., aunque entre los

materiales de este contexto se incluye un buen número

de piezas tardorrepublicanas con carácter residual, entre

las que muy probablemente se cuenta nuestro fragmento

de borde de LC 67. Finalmente, un borde (nº inv. 2174)

del Patio de Banderas de los Reales Alcázares (figura 4.1),

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:18 Página 184

Figura 4. Ánforas del tipo Lomba do Canho 67/Ovoide 1 (1 a 4) y Ovoide 2 (5)

PRODUCCIONES ANFÓRICAS TARDORREPUBLICANAS Y TEMPRANOAUGUSTEAS DEL VALLE DEL GUADALQUIVIR. FORMAS Y RITMOS… 185

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:18 Página 185

186 CERÁMICAS HISPANORROMANAS II. PRODUCCIONES REGIONALES

Menos elementos tipológicos de encuadre tenemos

para un asa de Ilipa (Alcalá del Río, Sevilla) (Cervera

Pozo et alii, 2007) que por la acanaladura y el aspecto ge-

neral podría corresponder a la forma 4, Se fecha ya en

época augustea inicial y lleva el sello inédito DIASTS (fi-

gura 5.5), si bien la atribución morfológica es arriesgada.

Ovoide 5

Aunque aparentemente se trata de una forma que suscita

dudas acerca de su atribución a un tipo independiente y

acerca de la definición morfológica de este tipo, lo cierto

es que los últimos hallazgos parecen confirmar las dife-

rencias formales de esta forma anfórica con respecto a las

ánforas LC 67, un tipo seguramente diferente con el que

normalmente se confunde por presentar también un ani-

llo o moldura que, en este caso, se sitúa más o menos a

la mitad del cuello. Los bordes de las ovoides 5 son tam-

bién claramente diferentes de los que corresponden a

las LC 67; mientras los de éstas últimas son redondeados

o almendrados en la inmensa mayoría de casos, si bien

existen ciertos ejemplares con borde de tendencia su-

brectangular, los de las ánforas del tipo Ovoide 5 son

subtriangulares o, menos frecuentemente, subrectangu-

lares, siendo comúnmente rectos y con un labio colgante

hacia el exterior «asumiendo casi la forma de un pequeño

faldón» (Almeida, 2008, 126). Los cuellos de las ovoides

5 tienen una marcada tendencia cilíndrica y las asas, a

menudo con surco dorsal, son muy cortas y horizontales,

dada la escasa longitud del cuello y la amplitud de los

hombros. Los ejemplares completos de los pecios de Illas

Formigues I y Cala Bona I muestran un cuerpo de perfil

apuntado con hombros anchos y rematado en un pe-

queño pivote macizo, morfología que recuerda con ca-

rácter general a la de las mal definidas Dresel 25, cuya

producción se duda en atribuir al Egeo o al sur de Italia

y, sobre todos a las ánforas del tipo III de Apani (Palazzo,

1988, tavola XXIX.3) o nº 2 del pecio Cap Gros C (Gau-

thier y Joncheray, 1993, 178), suponiendo que este úl-

timo ejemplar sea una producción brindisina.

Lo que parece claro es que estas producciones que la

sagacidad de Rui de Almeida ha tenido el acierto de se-

parar de las LC 67 no han de confundirse, incluso ante pe-

queños fragmentos de borde, con las Dressel 12, a pesar

de que los ejemplares republicanos de éste último tipo

presentan a menudo un anillo en la base del borde. Por

9352 ilustrado por J. Molina Vidal en su artículo de 2001

(Molina Vidal, 2001, 645, figura 2, abajo a la derecha),

podrá solucionar en el futuro las dudas acerca de la co-

rrecta constitución de este grupo y su homogeneidad in-

terna.

Ovoide 4

Se trata de un contenedor de reducido tamaño con borde

recto al exterior similar al de las Haltern 70, aunque por

lo general menos desarrollado en altura y de menor diá-

metro, cuello y asas cortas y cuerpo ovoide terminado

en pivote corto. Adoptamos la terminología propuesta

por Rui Almeida (2008, 100) para los ejemplares de San-

tarem que a nuestro entender es menos ambigua que la

basada en el tipo 15 de Peacock y Williams (1986) me-

diante la separación de dos variantes, la 15A que sería

nuestra Ovoide 4 (o Haltern 70 unusually small variant)

y la 15 o Haltern 70 canónica. La denominación es tam-

bién, a nuestro entender, preferible a la empleada a par-

tir de la propuesta de C. Fabião (2001) acerca de la

inclusión de estas ánforas en el tipo denominado Clase

24 por Peacock y Williams. Como se verá, la Clase 24

está constituida por ánforas olearias próximas al tipo

Oberaden 83, con respecto a las cuales las ánforas del

tipo que denominamos, con Almeida, Ovoide 4 consti-

tuyen una forma independiente y separada.

Los no muy numerosos fragmentos del tipo docu-

mentados en lugares del valle del Guadalquivir no se fe-

chan nunca antes de la mitad del siglo I a.C. El tercio

superior de un ejemplar del tipo hallado en el alfar de la

calle González Parejo nº 19 de Carmona (figura 5.6) pre-

senta, como los de Italica, asas ovaladas lisas, esto es,

sin la característica acanaladura dorsal que suelen llevar

las asas de esta forma, y se fecha en un estrato de época

tardoaugustea o tiberiana en el que debe ser residual.

Del Patio de Banderas del Alcázar de Sevilla proce-

den tres ejemplares de borde del tipo correspondientes

a contextos del tercer cuarto del siglo I a.C. (U.E. 1818,

nº inv. 1579, figura 5.2) y tardoaugusteos-tiberianos (U.E.

1805, nos inv. 1665 y 1667, figura 5.3 y 5.4), por lo que es

probable que sea esta la fecha final de la producción de

un tipo cuyos primeros testimonios se remontan a los

años del tercio central del siglo I a.C. (relación completa

de ejemplares que sustentan la fecha inicial en Almeida,

2008, 102).

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:18 Página 186

Figura 5. Ánforas de los tipos Ovoi de 3 (1-2) y Ovoide 4 (3-7)

PRODUCCIONES ANFÓRICAS TARDORREPUBLICANAS Y TEMPRANOAUGUSTEAS DEL VALLE DEL GUADALQUIVIR. FORMAS Y RITMOS… 187

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:18 Página 187

188 CERÁMICAS HISPANORROMANAS II. PRODUCCIONES REGIONALES

parte con las ánforas de su clase la forma redondeada

del borde, las asas ligeramente caídas y el cuerpo ovoide

alargado, frente a las asas con ligero codo y el cuerpo

tubular o de tendencia cilíndrica de las Haltern 71 o tipo

B de Berni, sus sucesoras naturales.

Se trata, pues, de una forma caracterizada por el borde

redondeado, el cuello corto cilíndrico, las asas de cinta

mayoritariamente con una acanaladura dorsal, el amplio

cuerpo ovoide con ligero apuntamiento hacia el fondo y

el pivote cilíndrico, corto y macizo.

Las conexiones morfológicas con las ánforas olearias

apulas son de nuevo evidentes, especialmente con el tipo

IV de Apani (Palazzo, 1988, tavola XXX, nº 1), tipo que

constituye probablemente la principal «inspiración» for-

mal de las ovoides 6 béticas, de las que se conocen pro-

ducciones muy cercanas en el tiempo (mitad del siglo I

a.C.) y en la concepción formal a los ejemplares «origina-

les» de Brindisi en la bahía de Cádiz (García Vargas, 1998,

figura 67.1), aunque con pastas gaditanas. Un ejemplar si-

milar del que se conserva el tercio superior procede del alfar

de Jardín de Cano, en el Puerto de Santa María (López Ro-

sendo, 2008 y 2010) junto a Dressel 1C locales y ánforas

de la forma LC 67, aunque en este caso se trata de una

producción exógena al alfar, seguramente del Guadal-

quivir. No tenemos datos para asignar a las producciones

locales o a importaciones béticas los ejemplares de la fase

augustea de El Rinconcillo, en Algeciras (Fernández Cacho,

1995, figura 7.12-13), mientras que las Oberaden 83 del

alfar de Rabatún, en Jerez de la Frontera (Cádiz) son cla-

ramente locales (García Vargas y López Rosendo, 2008,

294), lo que ratifica la idea de que se trata de un tipo que

se produjo simultáneamente en el área cercana a la bahía

de Cádiz y en el interior del Guadalquivir, siendo, como

en el caso de las Haltern 70 o de las LC 67 las produccio-

nes del Guadalquivir las más numerosas.

En este entorno del bajo Guadalquivir, merece la pena

destacar la presencia de algunos fragmentos de la forma

en niveles augusteos del alfar de la calle Doctor Fleming

25 de Carmona (cf. García Vargas, 2010, 597), donde se

pudo producir (aunque no hay fragmentos pasados de

cocción) junto a las Haltern 70 mayoritarias. En Italica,

el depósito anfórico del área portuaria que contenía Dres-

sel 1, LC 67 y Ovoides ¿2? presenta también un cuerpo ca-

rente de boca del tipo Oberaden 83 con pasta del

Guadalquivir (figura 7.3), junto a un cuello completo de

la misma procedencia (figura 6.4). Una cronología amplia

dentro de la segunda mitad del siglo I a.C. debe tener el

una parte, esta moldura se encuentra un tanto más arriba

en las Dressel 12 arcaicas; por otro, los bordes de estas

últimas son de perfil redondeado u ovoide, muy lejos

del aspecto macizo de los de las ovoides 5; finalmente,

las pastas cerámicas de las Dressel 12 no corresponden

en lo que se conoce con la de las del bajo Guadalquivir,

sino con la de la costa, mientras que la totalidad de las

Ovoides 5 presentan pastas propias del valle de este río.

De las recientes excavaciones en el Patio de Bande-

ras del Alcázar de Sevilla proceden una serie de ejem-

plares fragmentarios del tipo hallados en contextos que

se relacionan con la construcción del edificio de africa-

num, una edificación cuya cronología inicial ha sido es-

tablecida entre 50 y 25 a.C. El ejemplar nº inv. 1701, de

la U.E. 1921 (figura 6.1), carente de asas, resulta canó-

nico de la forma Ovoide 5 y conserva la totalidad del

borde y el cuello completo con su anillo medial; muy si-

milar es el cuello, también sin asas, nº inv. 1214 (U.E.

1915, figura 6.3) que procede, no obstante, de un contexto

tardoantiguo que alteró profundamente las unidades re-

publicanas. Fragmentos de los típicos bordes de Ovoide

5, aunque sin conservar el cuello y el anillo del mismo,

se documentan en la U.E. 1920 (nº inv. 1609, figura 6.2),

relacionada igualmente con la construcción del edificio

de opus africanum en el tercer cuarto del siglo I a.C. Esta

parece ser la fecha de máxima difusión de la forma tam-

bién en el área del bajo Guadalquivir, donde no se cons-

tata por ahora su perduración en época augustea.

Oberaden 83

Consideramos que el tipo Ovoide 6 u Oberaden 83 no es

más que el primero y más antiguo de los contenedores

olearios que anteceden directamente a las Dressel 20 de

época imperial. Coincide con las ánforas de la Clase 24

de Fabião (2001) si apartamos de ellas las que han que-

dado individualizadas como Ovoides 4 (supra, cf. Al-

meida, 2008, 145-149) y disentimos con Almeida acerca

de la inclusión de las ánforas del tipo Oberaden 83 den-

tro de las Ovoides 7 junto a las Haltern 71. Para noso-

tros la Clase 24 coincide con el tipo oleario A de Piero

Berni (1998, 27), también conocido como Oberaden 83

a partir del ejemplar catalogado con este número en el

campamento renano de Oberaden (Loeschcke, 1942, taf-

fel 35) y fechado entre 12 y 9 a.C. Este ejemplar, a pesar

de no poseer el asa acanalada habitual del tipo, com-

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:18 Página 188

Figura 6. Ánforas del tipo Ovoide 5 (1-3) y Oberbaden 83 (4-6)

PRODUCCIONES ANFÓRICAS TARDORREPUBLICANAS Y TEMPRANOAUGUSTEAS DEL VALLE DEL GUADALQUIVIR. FORMAS Y RITMOS… 189

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190 CERÁMICAS HISPANORROMANAS II. PRODUCCIONES REGIONALES

saltes que otorgan al mismo un ligero aspecto moldu-

rado. La parte alta del interior del borde presenta, ade-

más, una tenue línea de carenación, mientras que la base

exterior del mismo es ligeramente biselada. Los hombros

son rectos y parecen seguir un perfil ovoide del cuerpo,

por lo que los incluimos provisionalmente dentro de las

ánforas locales de morfología ovoide, dándoles el nº 9 de

la clasificación de las mismas. El paralelo más próximo

de esta forma (figura 8.3) los encontramos en la variante

B de la forma VII de los hornos de Apani, en apulia, (cf.

http://www.dscc.uniba.it/Anfore/Leanfore.html; Palazzo,

1988, 112-113; 1989, 549 y 553), una forma que arranca

desde fines del siglo II a.C. y de la que tal vez constitu-

yan una variante provincial. Las asas de los ejemplares de

Sevilla son muy fragmentarias, aunque el fragmento con-

servado de una de ellas en el ejemplar 693 sugiere la pre-

sencia de una acanaladura dorsal.

Un fragmento de bordes sin asas de la U.E. 1692 (nº

inv. 2126) del Patio de Banderas, encuadrable en las mis-

mas fechas, podía ser una variante del tipo (figura 3.3),

aunque la morfología del mismo es ligeramente diferente

a las de los dos ejemplos que nos han servido para pro-

poner la forma.

Ovoide 10

Un par de cuellos sin asas procedentes del alfar tem-

prano augusteo excavado en la calle Doctor Fleming nos

13-15 de Carmona (figura 10.2-3), en el que las tipologías

mayoritarias son Pellicer D y Haltern 70, presentan una

morfología peculiar del borde que se aparta de lo habi-

tual en las producciones de Haltern 70 y que deben co-

rresponder a tipos similares con características lo

suficientemente significativas para justificar un encuadre

tipológico propio. En un trabajo anterior (García Vargas,

2010, 594) los habíamos asimilado a la forma Ovoide 2

de Almeida, pero el conocimiento, gracias a la amabili-

dad de Horacio González Cesteros (cf. González Ceste-

ros, 2010) de un cuello del tipo prácticamente completo

de Valeria (figura 10.1) procedente de las excavaciones

de los niveles augusteos iniciales del foro de la ciudad ro-

mana nos permite ahora encuadrarlos en un nuevo tipo,

definido como propuesta de trabajo, que proponemos

bautizar Ovoide 10 del Guadalquivir. Se trata de un con-

tenedor de cuello alto cilíndrico, asas rectas con acana-

ladura dorsal y borde subrectangular o subtriángular recto

cuello (figura 6.6) procedente de la U.E. 161 de la calle

Alemanes nº 25 de Sevilla (García Vargas, 2009, figura

4.15), mientras que los hombros con arranques de asas

(figura 7.2) del Patio de Banderas (U.E. 1921, nº inv. 1702)

y el borde del tipo XI 1 de Almeida (2008, figura 58) de

la U.E. 1818 del Patio de Banderas (nº de inv. 1578, figura

6.5) deben corresponder a momentos muy iniciales de la

forma en torno al tercer cuarto del siglo I a.C., lo que

coincide con la cronología de estas unidades del Alcázar.

Ovoide 8

Un fragmento de ánfora republicana del Guadalquivir

procedente de las excavaciones en el Patio de Banderas

del Alcázar de Sevilla presenta peculiaridades formales

que tal vez aconsejen la consideración aparte como una

nueva forma anfórica.

Se trata (figura 8.1) es un cuello completo sin asas,

pero que conserva el borde en todo su desarrollo, pro-

cedente de la cimentación del edificio de africanum

(U.E. 1692, nº inv. 2134). Presenta cuello perfectamente

cilíndrico, algo más corto que la Ovoide 5 y borde trian-

gular y estrecho de 1,5 centímetros de altura que da paso

a un cuello vertical con una leve moldura curva en el ter-

cio superior a partir de la cual la pared del mismo gira le-

vemente hacia el interior del recipiente haciendo un

escalón y volviendo enseguida a caer vertical. Las asas se

insertan justo en la moldura del cuello, lo que constituye

una nueva diferencia con respecto a las ánforas del tipo

Ovoide 5 cuyas asas se integran en el cuello siempre por

debajo del anillo medial.

Ovoide 9

Dos cuellos completos (nos. inv. 693 y 694) con borde,

arranque de las asas y hombros procedentes del des-

monte de unos testigos relacionados estratigráficamente

con el edificio de africanum de la excavación del Patio

de Banderas (figura 9.1-2), y, por lo tanto, fechados en

el tercer cuarto del siglo I a.C., resultan de difícil clasifi-

cación en el interior de las tipologías republicanas del

Guadalquivir, a cuyas series sin duda corresponden en

función de las características de sus pastas cerámicas.

Se trata de piezas con borde alto subtriangular en

cuyos extremos exteriores se marcan dos pequeños re-

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:18 Página 190

Figura 7. Ánforas del tipo Oberbaden 83

PRODUCCIONES ANFÓRICAS TARDORREPUBLICANAS Y TEMPRANOAUGUSTEAS DEL VALLE DEL GUADALQUIVIR. FORMAS Y RITMOS… 191

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:18 Página 191

al exterior y sin molduraciones. La apariencia general

parece relacionarse con la de las Haltern 70 antiguas, de

las que se separan, no obstante, en la forma del borde y

en el perfil del cuello, detalles morfológicos que recuer-

dan lejanamente a los característicos de algunas pro-

ducciones adriáticas asimilables a la forma Lamboglia 2

o sus sucesoras directas, las Dressel 6 adriáticas.

Haltern 70

Como se ha indicado, las ánforas Haltern 70 y las Ovoide

4 son dos formas estrechamente emparentadas, hasta el

punto de que puede sospecharse que la primera derive

de la segunda pues la aparición de las Haltern 70 parece

ligeramente posterior, documentándose las más antiguas

192 CERÁMICAS HISPANORROMANAS II. PRODUCCIONES REGIONALES

Figura 8. Ánforas del tipo Ovoide 8

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:18 Página 192

PRODUCCIONES ANFÓRICAS TARDORREPUBLICANAS Y TEMPRANOAUGUSTEAS DEL VALLE DEL GUADALQUIVIR. FORMAS Y RITMOS… 193

Figura 9. Ánforas del tipo Ovoide 9

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:18 Página 193

Haltern 70 las piezas que llevaban estos pivotes, pero la

otra posibilidad es que correspondan a ánforas Pellicer

D cuyo fondo ojival (figura 1.15) es bien diferente, o a las

escasísimas ánforas asimilables a la forma Ovoide 10.

Un último momento en la evolución formal de las

Haltern 70 tempranas está representado por una boca

con parte del cuello y asas procedente de los contextos

de repavimentación del edificio de africanum del Patio

de Banderas de Sevilla (U.E. 1683, nº inv. 1764), fechado

ya en época tardoaugustea o tiberiana (figura 12.1), que

presenta una morfología de borde similar a la variante A

de Cala Culip VIII (Carreras Monfort y Aquilué, 2004, fi-

gura 80), aunque la trayectoria de los hombros hace su-

poner la presencia de unos hombros exageradamente

anchos para el tipo.

¿Ánforas tipo Urceus?

Un trabajo reciente de Rui Morais (Morais, 2008) pro-

fundiza en el conocimiento de un conjunto de ánforas de

fondo plano, borde entrante o recto y asas con acanala-

dura dorsal que, por su pequeño tamaño (apenas 50 cen-

tímetros de altura), han pasado desapercibidas en los

lugares de producción, donde sistemáticamente han sido

tomadas como piezas de cerámica común. La presencia

de estos contenedores en el pecio tempranoimperial de

Sud-Perduto 2 (Bernard, 2008), con tres variantes distin-

tos de borde, ha permitido proponer su uso como án-

fora de transporte a lo largo del siglo I d.C., en convivencia

inicialmente con las Dressel 28 procedentes de la misma

provincia.

Una de las ánforas de Sud-Perduto 2 (Bernard, 2008,

figura 2.1), catalogada por Morais (2008, 268, figura 2.1)

como tipo Urceus 1 presenta un característico borde es-

calonado, documentado fuera del pecio citado sólo en

Hispalis, donde una unidad tardorrepublicana (U.E. 184.

aún con campanienses tardías de Cales y sin sigillatas

itálicas) de la excavación en el área portuaria de la ciu-

dad antigua (calle Alemanes nº 25: García Vargas, 2009)

muestra un fragmento (figura 12.6) con esta tipología

que tal vez pueda encuadrarse dentro de la forma Ur-

ceus 1.

El resto de las variantes de borde de ánforas tipo Ur-

ceus documentados en Sud-Perduto 2 deben ser más tar-

días, pues, de momento, sólo comparecen en estratos

julio-claudios de la excavación de Alemanes 25 y en in-

194 CERÁMICAS HISPANORROMANAS II. PRODUCCIONES REGIONALES

ya dentro del tercer cuarto del siglo I a.C. Esto es lo que

sugieren los ejemplares gaditanos del alfar de la calle Ja-

vier de Burgos, en el Puerto de Santa María (García Var-

gas, 1998) y los importados en Tarraco (50-25 a.C.: Gebelli

y Díaz, 2001), Lyon (Bas de Loyasse, 30 a.C.: Desbat y Le-

maître, 2001) y Saint-Romain-en-Gall (30-20 a.C.: Desbat

y Lemaître, 2001). Es igualmente posible que Haltern 70

y Ovoide 4 sean dos formas independientes y sincrónicas

con conexiones morfológicas evidentes, siendo irresolu-

ble de momento el dilema (Almeida, 2008, 100). No obs-

tante, la ausencia por ahora de ejemplares de Haltern 70

anteriores a 50 a.C.1 tal vez abone la primera posibilidad:

un origen ligeramente anterior de las Ovoide 4 y, tal vez

a partir de ellas, el desarrollo de la forma Haltern 70, con-

viviendo ambas hasta las primeras décadas del siglo I d.C.

y continuando en solitario las Haltern 70, ahora con va-

rios estándares de tamaño, hasta fines del siglo I d.C. al

menos.

Los bordes y la forma del cuerpo de Haltern 70 y

Ovoide 4 son similares, aunque por lo general más re-

ducidos en el segundo tipo, mientras que el cuello más

corto de las Ovoide 4 implica unas asas también de menor

recorrido. En las Haltern 70, las asas son siempre acana-

ladas en el dorso, mientras que con muchísima frecuen-

cia los cuerpos rematan en pivotes cónicos macizos con

una bola de arcilla en la parte superior que resulta ca-

racterística del tipo.

En el Patio de Banderas de los Reales Alcázares de

Sevilla comparecen las Haltern 70 en la fase asociada a

la construcción del edificio de opus africanum, esto es,

entre 50 y 25 a.C., con bordes (figura 11-1.3) caracterís-

ticos de las fases antiguas de la producción, estrechos y

verticales (U.E. 1692, s/n inv. y nº inv. 865) o ligeramente

moldurados (U.E. 1692, s/n inv. y nº inv. 1666). Más evo-

lucionados parecen los ejemplares del alfar de la calle

Doctor Fleming 13-15 de Carmona (figura 11.4-6 y 12.2)

de niveles de desecho de los hornos (U.E. 9 y 13) fe-

chados en época augustea inicial (ca. 25-15 a.C.). En los

vertidos de este alfar carmonense, los pivotes que se aso-

cian a estas formas de borde son bien pivotes cilíndri-

cos huecos (figura 12.3-4), similares a los de las Dressel

7-11 gaditanas, bien pivotes muy cortos con anillo basal

(figura 12.5), similares, por lo demás, a los de las ánfo-

ras apulas del tipo VIIA. No podemos asegurar que sean

1. Excepto un ejemplar nunca ilustrado del pecio de Madraguede Giens que debe ser una ovoide 4.

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:18 Página 194

tervenciones aún inéditas de localidades cercanas a Se-

villa (San Juan de Aznalfarache, antigua Osset). Ello abre

la posibilidad de un origen para la forma propuesta por

Morais ya en el tercer cuarto del siglo I a.C.

Descripción de pastas cerámicas

En las producciones estudiadas en el Bajo Guadalquivir,

observamos los siguientes tipos de pastas:

Pasta nº 1. Color marrón, matriz compacta y arenosa, ás-

pera al tacto. A menudo, engobes espesos amarillentos.

Inclusiones de cuarcita de varios colores, abundantes,

pequeñas, medianas y grandes; a veces, hematites y mi-

crofósiles escasos. Es la pasta «clásica» del Guadalquivir.

Corresponde a la «fábrica 1» de Almeida (2008, 46). Dres-

sel 1, LC 67, Ovoide 4, Haltern 70, Urceus.

Pasta nº 2. Color marrón claro, a veces con nervio de coc-

ción rojizo o gris. Matriz arcillosa no arenosa, menos ás-

pera. A veces, engobes amarillentos. Inclusiones de

cuarcita angulosas y pequeñas, menos abundantes. Son

frecuentes las inclusiones rojizas (¿hematites? Es la «fá-

brica 9» de Almeida. Pellicer D, Dressel 1, LC 67, Ovoide

4, Oberaden 83, Ovoides 8 y 9.

Pasta nº 3. Color amarillento verdoso. Matriz arenosa,

muy porosa. Sin engobes habitualmente. Inclusiones me-

dias a abundantes de cuarcita angulosa medianas y ho-

mogéneas en tamaño. Inclusiones rojizas dispersas a

medias. Es la pasta habitual de las cerámicas comunes

del Guadalquivir. Corresponde a la «fábrica 10 de Al-

meida», Ovoide 4, Ovoide 5.

Pasta nº 4. Color beige, marrón o rojiza con engobes ama-

rillentos, matriz fina y arenosa con inclusiones muy pe-

queñas y abundantes de cuarcita angulosa, blancas

pequeñas. Microfósiles muy abundantes pequeños y ama-

rillentos, a veces, hematites pequeños a medianos. Hal-

tern 70, Oberaden 86, Ovoide 2, Ovoide 3, Ovoide 4,

Ovoide 10.

Las ánforas republicanas del Guadalquivir como

índice de romanización. La conexión itálica

Si hemos de juzgar sólo en función de las características

morfológicas del repertorio anfórico producido en el

valle del Guadalquivir en época republicana, perspec-

tiva que privilegiamos en este trabajo, destacaríamos dos

hechos que emergen del análisis detallado del conjunto:

su enorme variabilidad morfológica, incluso en el seno

de cada uno de los tipos propuestos, y su dependencia

directa del universo formal itálico, tanto tirrénico como,

sobre todo, adriático.

Cabe, por tanto, señalar, por un lado, el carácter de

estos tipos anfóricos como índice efectivo de romaniza-

ción de las estructuras de producción cerámica de la re-

gión ya desde los primeros decenios del siglo I a.C., y, por

otro, el funcionamiento escasamente estandarizado de

dichas estructuras hasta al menos época augustea avan-

zada, momento a partir del cual el elenco anfórico del

interior de la Baetica se «normaliza» en torno a dos mor-

fologías esenciales: las ánforas de vino y/o productos de

la uva (Haltern 70) y los contenedores olearios (Haltern

71/tipo B /Dressel 20), a lo que habría que añadir pro-

ducciones minoritarias como las Dressel 28, las ánforas

tipo Urceus y, tal vez las Dressel 2-4.

Por otra parte, la permanencia en producción y en

circulación hasta época augustea inicial de tipos regionales

de tradición turdetana (especialmente las ánforas de la

forma Pellicer D) señala hacia un carácter «mixto» de la

producción cerámica regional (y no sólo anfórica: cf.

García Fernández y García Vargas, 2010), pues ambas

tradiciones conviven en el seno de los mismos talleres,

caso de los de Carmona, hasta casi el cambio de era. Las

figlinas de Carmona son oficinas periurbanas dedicadas

a la producción de cerámicas comunes y elementos cons-

tructivos además de ánforas, por lo que se diría que, al

menos en este caso, la producción anfórica se encuen-

tra inserta dentro de estructuras tradicionales prerroma-

nas que son en principio ajenas a las necesidades de

abastecimiento del Estado. Por otra parte, la presencia

de ánforas Dressel 1 locales en alfares que, como el de

Dehesa de Arriba en Posadas, experimentarán un creci-

miento considerable en época imperial, permite propo-

ner que ya en época relativamente antigua se pudo

empezar a favorecer la existencia de estructuras alfare-

ras desvinculadas de los núcleos urbanos turdetanos,

emplazadas en medio rural y conectadas con necesida-

des específicas de abastecimiento, como el que deman-

daban en un primer momento los cotos mineros de Sierra

Morena, en una de cuyas minas, la de La Loba (supra) se

documentan a inicios del siglo I a.C. las primeras ánforas

locales que imitan las producciones vinarias itálicas ha-

bituales para esta función (Benquet y Olmer, 2002).

PRODUCCIONES ANFÓRICAS TARDORREPUBLICANAS Y TEMPRANOAUGUSTEAS DEL VALLE DEL GUADALQUIVIR. FORMAS Y RITMOS… 195

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:18 Página 195

196 CERÁMICAS HISPANORROMANAS II. PRODUCCIONES REGIONALES

Figura 10. Ánforas del tipo Ovoide 10

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:18 Página 196

Si la «atomización» morfológica de las ánforas de ti-

pología romana de la región y la «diversificación» de las for-

mas de producción y de distribución de los contenedores

son fenómenos de alguna forma conectados, puede de-

cirse que el tercio central del siglo I a.C. constituye no

sólo el inicio del proceso de «cristalización» del reperto-

rio formal bético, sino también el inicio de la consolida-

ción de estructuras de producción y de distribución de

envases alimentarios que, al intensificarse las necesidades

de abastecimiento estatal, irán desembocando en la cons-

titución de una red de talleres alfareros, crecientemente

situados en el territorio de las ciudades que a lo largo de

este tiempo irán adquiriendo estatuto privilegiado, como

Italica (municipio desde mediados del siglo I a.C.), His-

palis (colonia cesariano-triunviral), Ilipa (¿municipio au-

gusteo?) o la propia Carmo (¿municipio augusteo?).

Entre 50 y 25 a.C., por tanto, se darán las condiciones

objetivas, favorecidas por la consolidación de la «política

atlántica» de Roma (Chic García, 1995; Morais, 2010b),

para el despegue de las producciones anfóricas del bajo

Guadalquivir, que expanden hacia el último cuarto de

siglo aún más sus «mercados» hacia puntos lejanos del

norte de Europa, donde confluyen con las producciones

costeras de la provincia, especialmente gaditanas (Des-

bat y Lemaître, 2001), un fenómeno que alcanzará su má-

xima dimensión a partir de la estabilización del frente

reno-danubiano en época tardoaugustea o ya claramente

tiberiana (Carreras Monfort y González Cesteros, e. p.).

La involucración de los individuos de filiación itálica

en este movimiento, romanizador en lo cultural y pro-

ductivo-comercial en lo económico son difíciles de de-

terminar, pero a partir de la documentación arqueológica,

incluida la ánforica, cabe establecer al respecto al menos

tres momentos de posible integración de itálicos y pro-

vinciales que coinciden con aquellos períodos de pro-

ducción anfórica a los que nos referíamos en el apartado

I de este trabajo. Traducidos a grados de romanización,

de implicación de la región en las políticas económicas

imperiales y de intensidad de la participación de pobla-

ción itálica en las mismas, estos tres momentos serían

los siguientes:

En un primer período, iniciado en los primeros de-

cenios del siglo I a.C., pero centrado en su segundo cuarto,

podríamos hablar de un estado de romanización parcial

en lo referido tanto al área geográfica afectada como a los

sectores económicos implicados (cf.Wulff Alonso, 2001,

356-357). Las áreas de mayor romanización fueron en

este momento las económicamente más dinámicas

(minas, nudos comerciales, puertos (cf. Chic García,

2008), las que abastecían a las minas o a las guarniciones

y los cuerpos de ejércitos situado en áreas conflictivas

(fronteras) y las que constituían los núcleos básicos de la

administración provincial (ciudades principales). Secto-

rialmente, fue la distribución de mercancías, producidas

mayoritariamente fuera de la Península la que ocupó a un

mayor número de elementos de procedencia italiana,

siendo en parte también los elementos itálicos, militares

o civiles, los receptores prioritarios de las mismas. Las

producciones anfóricas de tipología romana realizadas

en la provincia son aún escasas y copian con mayor o

menor fortuna los prototipos originarios, de manera que

cabe suponer que en la mayor parte de los casos estamos

ante mercancías envasadas «a la romana», aunque no pro-

ducidas mayoritariamente por itálicos, que sí serían los

responsables principales de su distribución en calidad

de agentes comerciales, apoyados a veces en redes in-

dígenas como las controladas por Gadir (Chaves Tristán

y García Vargas, 1994), en dirección a lugares de con-

sumo, como las minas o los puertos, donde se concen-

traban individuos italianos o muy romanizados.

El tercer cuarto del siglo I a.C. debe ser considerado,

en cambio, como un momento de romanización gene-

ralizada en el que dieron inicio los grandes procesos de

municipalización y colonización que transformaron el

tejido social de la provincia, gracias a la integración de

los elementos itálicos en la vida de las urbes provincia-

les. Es en estos momentos cuando las distintas comuni-

dades urbanas, algunas de las cuales obtuvieron ahora el

estatuto privilegiado, participan activamente en los en-

frentamientos civiles que vive la República; en el que

muchas de ellas se suman a la acuñación monetal, con

tipologías que se inspiran en las de la moneda oficial ro-

mana (un interesante análisis en Chaves Tristán, 2005),

y en el que se definen las líneas maestras de explotación

económica de la provincia, con un marcado sesgo mi-

nero-metalúrgico, pero también con un desarrollo im-

portante de la economía agrícola, especialmente la de-

dicada a la exportación.

Los talleres anfóricos de la Ulterior producen ahora,

aunque no se abandonan del todo las formas tradicio-

nales turdetanas, una tipología muy variada, mayorita-

riamente romanizada y en cuya configuración los

hispanienses o itálicos afincados en la región debieron

tener una participación importante, no sólo a efectos de

PRODUCCIONES ANFÓRICAS TARDORREPUBLICANAS Y TEMPRANOAUGUSTEAS DEL VALLE DEL GUADALQUIVIR. FORMAS Y RITMOS… 197

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:18 Página 197

198 CERÁMICAS HISPANORROMANAS II. PRODUCCIONES REGIONALES

Figura 11. Ánforas del tipo Haltern 70

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:19 Página 198

PRODUCCIONES ANFÓRICAS TARDORREPUBLICANAS Y TEMPRANOAUGUSTEAS DEL VALLE DEL GUADALQUIVIR. FORMAS Y RITMOS… 199

Figura 12. Ánforas del tipo Haltern 70 (1-5) y Urceus (6)

HISPANORROMANAS_II_CERAMICAS HISPANORROMANAS 17/05/12 11:19 Página 199

200 CERÁMICAS HISPANORROMANAS II. PRODUCCIONES REGIONALES

En cuanto a los contenidos de las ánforas republica-

nas del Guadalquivir, lo más general que puede decirse

es que no parece existir durante época tardorrepubli-

cana, al contrario de lo que será la tendencia en época

imperial, una relación unívoca entre forma y contenido;

ni siquiera en el caso de las ánforas más estandarizadas,

las Haltern 70, cuyos titulimuestran aún en época imperial

diversos contenidos para este tipo de ánfora: arropes o

jarabes de uva (defrutum, sapa), aceitunas (olivae) sala-

das (salitae) o conservadas en arrope (ex defruto), etc.

(Carreras Monfort, 2004).

Se ha señalado (Berni Millet, 2006, 24) que la escasez

de ánforas olearias del Guadalquivir en los contextos más

tempranoaugusteos del limes y de Hispania hace pensar

en el empleo de estas ánforas también como contenedor

oleario antes de la imposición de las Haltern 71 como án-

fora «oficial» de aceite. Pero lo cierto es que las Oberaden

83 están presentes ya en contextos antiguos, preaugusteos,

y que sus fidelidad a los tipos olearios brindisinos sugiere

el surgimiento relativamente temprano de una tipología

olearia diferenciada. Recientes análisis inéditos aún rea-

lizados en el seno del Proyecto de Investigación HUM

152 de la Universidad de Sevilla, al que pertenecemos,

dirigido por la Dra. F. Chaves Tristán (cf. García Fernán-

dez y García Vargas, 2010) señalan grasas vegetales como

contenido de las ánforas Pellicer D procedentes de la ex-

cavaciones en La Cilla (Alcalá del Río, la antigua Ilipa).

Si recordamos que las Pellicer D se hacen mayoritaria-

mente junto a las Haltern 70 en los alfares augusteos de

Carmona, la conclusión podría bien ser que la diferen-

ciación formal apunta a una diferenciación de conteni-

dos: vino para las Haltern 70 y aceite para las Pellicer D.

Pero lo cierto es que hay más posibilidades: aceite en

ambos casos para mercados diferentes o, vino en ambos

casos, o bien otros productos de la uva. El mismo pro-

blema lo encontramos en el caso de otros tipos como las

ovoides 2, 3, 4, 8, 9 y 10. Muchas de ellas aparecen en

vertederos de los alfares de Carmona, lo que excluye prác-

ticamente las salazones, pero nos pone ante el dilema ha-

bitual: ¿vino, defrutum o aceite?, o las tres cosas, lo que

implica una escasa especialización de estas formas.

La misma realidad «polivalente» puede suponerse para

otros tipos muy difundidos como las Lomba de Canho

67 que tienen series costeras y otras del Guadalquivir, lo

que implica la posibilidad de que envasaran, además de

salazones, vino o defrutum, e incluso aceite (Almeida,

2008, 195). Otros tipos, como las Dressel 1 de los alfares

su distribución, como en el período anterior, sino también,

y cada vez más, en el campo de su producción. Es ahora

cuando aumenta el número de mercancías regionales

consumidas localmente, en detrimento de las italianas

(García Vargas, 2007) y cuando se observa también una

mayor influencia de las tradiciones cerámicas itálicas, en

especial las apulas, responsables de la imitación casi mi-

limétrica de formas brindisinas (Oberaden 83) y también,

al menos parcialmente, del surgimiento y/o consolida-

ción de formas locales emparentadas con las italianas de

la costa adráticas (Ovoide 3, Ovoide 5…) o de la tirrénica

(Haltern 70, ¿Ovoide 4?). No obstante, se mantiene par-

cialmente hasta época augustea inicial la organización

no especializada de la producción anfórica y su ubicación

en el entorno de núcleos urbanos importantes, aunque

cabe suponer que la deslocación de los talleres hacia

áreas rurales del territorio ciudadano habría comenzado

a hacerse más intensa a partir de la instalación de colo-

nos en las áreas centuriadas de ciudades como Hispalis

o Astigi o de la implantación de parcelarios similares en

municipios como Italica, Carmo o Ilipa Magna.

El cuarto final del siglo I a.C., esto es, los años ini-

ciales de la época imperial, pueden considerarse como

un período de romanización estructural, con la defini-

ción de un papel económico propio para la nueva pro-

vincia Baetica que sigue girando de momento en torno

a la explotación minera, pero que reservó tanto a las

áreas litorales como a las del interior del Guadalquivir

un papel importante en el sistema de abastecimiento del

Estado en mercancías básicas, subvencionadas o no,

como el aceite, el vino o las salazones. Este es el «gran mo-

mento» de las exportaciones provinciales de la costa y

del interior hacia las rutas atlánticas, movimiento eco-

nómico que coincide con el acceso de un número cre-

ciente de habitantes de la provincia a la ciudadanía itálica

o romana y con la organización económica y social de las

comunidades a la romana, con multiplicación de los ta-

lleres rurales a lo largo de los ríos Guadalquivir y Genil

que van a mantenerse en funcionamiento creciente a lo

largo del siglo I d.C. y más allá, aún después del derrumbe

de la economía minera, y con ella de la estabilidad mo-

netaria (Chic, 2005), a lo largo de los siglos II y III d.C.

(Chic García, 2001; cf. Berni Millet, 2008). A este mo-

mento, que sale ampliamente de los límites de nuestro es-

tudio, corresponde ya un repertorio anfórico reducido,

muy estandarizado y en el que la relación forma-conte-

nido parece establecida sobre bases más estables.

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PRODUCCIONES ANFÓRICAS TARDORREPUBLICANAS Y TEMPRANOAUGUSTEAS DEL VALLE DEL GUADALQUIVIR. FORMAS Y RITMOS… 201

las Haltern 70, las Ovoide 4 o las LC 67 carecen de una

relación estable forma-contenido, al menos aparente-

mente. En otros casos, como las ánforas del grupo de las

Oberaden 83, parece, por el contrario, temprana una aso-

ciación al contenido oleario, lo mismo que, por razones

geográficas, cabe suponer para las Dressel 1 y las ánfo-

ras del tipo Urceus, con respecto al vino. Pero esto no

son, sin embargo, más que suposiciones fundadas que

hacen imprescindibles nuevos trabajos de investigación

que las sustenten o las desechen, en especial, los basa-

dos en el estudio de restos orgánicos en las paredes de

las ánforas.

béticos o las ánforas tipo Urceus es lícito pensar que lle-

vasen vino. Las primeras a diferencia de las produccio-

nes litorales del mismo tipo no parece lógico que

transportasen salsas de pescado o salazones, especial-

mente las halladas más al interior, como las del alfar de

Dehesa de Arriba, en Posadas (supra). Las segundas,

cuya similitud con las Gauloise 5, y por supuesto, con

las Dressel 28 ha sido resaltada por Rui Morais (2008,

269), debieron por ello ser ánforas de vinos ¿amíneos?

del Guadalquivir (idem).

En general, pues, estamos ante situaciones comple-

jas en las que algunos de los tipos más difundidos, como

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