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P r a v i a 6 d e N o v i e m b r e 1884. NOTAS PAPA UN VIA.TK. casado con Adosindaí lii iso el Católico, vivió di estancia en aquel pais de los an , G & "glosóle AQUELLO dio á Pra turbulentos dias. Este carácter de có vía, como era natural. . de Cuando en Vallndolid D. Fernando IV reunió Cortes en 1.295 y el ele- mento aristocrático iba prcdom'nau- do despóticamente y ahogando la vi- cia popular, entre los pocos concejos de Asturias que formaron herman- dad pare defenderse de los señores figura la Puebla do Pravia, que tam- bién tuvo su procurador, Gonzalo Pérez, en Burgos en 1315 cuando Asturias gozaba de voto en Cortes. Después siguió siempre la suerte de las otras villas y concejos y se recuerda su antiguo valimiento con los conocidos gritos de «Viva Pra- via}- canora Pilona» ó viceversa, no faltando escritor que los explique considerándolos como nacidos de la ri val id arique existia entre el Occi- dente, elemento romano., que venia á representar Pravia y ul Oriente ele- mento godo, OLIO representaron Pi- lona y Cangas de Onis. Prescindiendo de algunos rasgos característicos que por su antigüe- dad vienen, á comprobar los datos históricos que acerca de ella se tie- nen, el aspecto general de Pravia, es el de una población moderna y parece revelar una existencia de ayer. La posición (pie ocupa, permi- te que á larga distancia y desde va- rios puntos" de sus alrededores se presente al descubierto el conjunto de la Villa Una las i primer término ol c de la dilatada llanura que forma la presentando el mas agradable'efecto que resultan de "sus sus diferentes frutos y cultivos; en el lado opuesto, se levanta prolongada colina, en la que aparecen como sembrados y á corta distancia los pueblos de San- sicliendo este admirable panorama, al fin de ancha calle, que tiene por suelo-la vega y el rio y por editleios elevadas montañas, se divisad lo le- blancas casas, la hermosa villa de Pravia, mientras atrás se dejan los pueblos de Soto del Barco y el Cas- tillo; desde donde so dominad mar, Rl golpe de vista que ofrece oslo paisago, es indescriptible: parece contemplarse la obra de un artista que en un momento de inspiración sublime, trasladase al lienzo el mas precioso cuadro quo pudiera conce- bir la fantasía. Continuando el camino, se atra- viesa la aldea de Pcñnullán, el largo puente de madera (1) próximo á sus- •A-io de Cnr¡¡ parte de ln< l MARQUCS de "'•' '")frir<\o a Marina ¿1 Cas- rte la provincia do Aviles y los ra cío Ranon, La Arena, San Estélianí filio y Muros y panieulni-mcnle dn plciLc o'llai ; de Oviedo, Aviles y Cudillero, se e en la Corte del rey Silo al abrigo de frondosa arboleda. No puede Pravia vanagloriarse, de tener magestuosos edilicios, ni sus calles presentan el aparatoso ornato do las ele una capital: no amenizan tampoco la población magníficos pa- seos ni grandes jardines, que sirvan de plácido recreo. Tiene que encer- rarse en mas modestas aspiraciones. Sus construcciones son elegantes, bien dispuestas las modernas, y to- das so distinguen por su uniformi- dad, limpieza y sencillez; las pocas, pero cómodas calles, van á confluir en la Plaza, y en esta se halla el agradable paseo de Las Acacias, que sirve do centro de general reunión. Correspondencia de Madrid. RE pu- ntaba ciudadano el o calle» mas céntricas de la Corte. No Pabia concluido de dar tan inorante grito, cuando se vio en compañía de dos policías que contuvieron inme- diatamente el entusiasmo del políti- co callejero, metiéndole de patitas en la cárcel. Y dicen que al saberlo I). Antonio exclamó. «Por esta voz pase; pero al segundo que chille zo le ahorca, o Naturalmente, que esto lo dirán en broma. Pero sea.de ello lo que quiera, es lo cierto que en la actualidad no las tienen todas consigo los ministeria- les: hablase mucho de orden público, de precauciones tomadas acá y allá, do planes secretos, viajes misterio- sos y otra porción de cosazas que asustan á. cualquiera, aunque tenga tantos pulmones como Cánovas del Castillo, Por supuesto que sino fuera La Co- rrespondencia, estaríamos todos muy tranquilos. Por el afán de dar. noti- cias alarmantes, saltó un dia dicien- do ¡«Qué viene D. Manuell» y á este solo anuncio no hubo uno que deja- ra de correr, croyendo que efectiva- mente temamos ¿i Zorrilla llamando á la puerta. Ahora resulta que el agitador per- petuo como algunos llaman al pros- crito republicano, está donde esta- ba, es decir que continúa en Lon-

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P r a v i a 6 d e N o v i e m b r e 1 8 8 4 .

NOTAS PAPA UN VIA.TK.

casado con Adosindaí lii iso el Católico, vivió di

estancia en aquel pais de los an

, G & "g losóle AQUELLO

dio á P ra turbulentos dias.

Este carácter de có vía, como era natural.

. de Cuando en Vallndolid D. Fernando IV reunió Cortes en 1.295 y el ele­mento aristocrático iba prcdom'nau-do despóticamente y ahogando la vi­cia popular, entre los pocos concejos de Asturias que formaron herman­dad pare defenderse de los señores figura la Puebla do Pravia, que tam­bién tuvo su procurador, Gonzalo Pérez, en Burgos en 1315 cuando Asturias gozaba de voto en Cortes.

Después siguió siempre la suerte de las otras villas y concejos y se recuerda su antiguo valimiento con los conocidos gri tos de «Viva Pra­via}- canora Pilona» ó viceversa, no faltando escritor que los explique considerándolos como nacidos de la ri val id a r ique existia entre el Occi­dente, elemento romano., que venia á representar Pravia y ul Oriente ele­mento godo, OLIO representaron Pi ­lona y Cangas de Onis.

Prescindiendo de algunos rasgos característicos que por su antigüe­dad vienen, á comprobar los datos históricos que acerca de ella se tie­nen, el aspecto general de Pravia, es el de una población moderna y parece revelar una existencia de ayer. La posición (pie ocupa, permi­te que á la rga distancia y desde va­rios puntos" de sus alrededores se presente al descubierto el conjunto de la Villa

Una las i

primer término ol c

de la di latada l lanura que forma la

presentando el mas agradable 'efecto

que resultan de "sus sus diferentes frutos y cultivos; en el lado opuesto , se levanta pro longada colina, en la que aparecen como sembrados y á corta distancia los pueblos de San-

sicliendo este admirable panorama , al fin de ancha cal le , que tiene por suelo-la vega y el rio y por editleios elevadas mon tañas , se d iv isad lo le-

blancas casas , la he rmosa villa de Pravia, mientras a t rás se dejan los pueblos de Soto del Barco y el Cas­tillo; desde donde so d o m i n a d mar, Rl golpe de vista que ofrece oslo paisago, es indescriptible: parece contemplarse la ob ra de un ar t is ta que en un momento de inspiración sublime, t ras ladase al lienzo el mas precioso cuadro quo pudiera conce­bir la fantasía.

Continuando el camino , se atra­viesa la aldea de Pcñnul lán , el largo puente de madera (1) p róx imo á sus-

•A-io de Cnr¡¡ parte de ln< l MARQUCS de

"'•' '")frir<\oa Marina

¿ 1 Cas-rte la provincia do Aviles y los ra cío Ranon, La Arena, San Estélianí filio y Muros y panieulni-mcnle dn plciLc

o'llai ; de

Oviedo, Aviles y Cudillero, se e en la Corte del rey Silo al abr igo de frondosa arboleda.

No puede Pravia vanagloriarse, de tener magestuosos edilicios, ni sus calles presentan el aparatoso ornato do las ele una capital: no amenizan tampoco la población magníficos pa­seos ni grandes jardines, que sirvan de plácido recreo. Tiene que encer­rarse en mas modestas aspiraciones. Sus construcciones son elegantes, bien dispuestas las modernas , y to ­das so distinguen por su uniformi­dad, limpieza y sencillez; las pocas, pero cómodas calles, van á confluir en la Plaza, y en esta se halla el agradable paseo de Las Acacias, que sirve do centro de general reunión.

Correspondencia de Madrid.

RE pu­ ntaba ciudadano el o calle» mas céntricas de la Corte. No Pabia concluido de dar tan inorante gri to, cuando se vio en compañía de dos policías que contuvieron inme­diatamente el entusiasmo del políti­co callejero, metiéndole de patitas en la cárcel .

Y dicen que al saberlo I). Antonio exclamó. «Por esta voz pase; pero al segundo que chille zo le ahorca, o

Natura lmente , que esto lo dirán en b roma.

Pero sea.de ello lo que quiera, es lo cierto que en la actualidad no las tienen todas consigo los ministeria­les: hablase mucho de orden público, de precauciones tomadas acá y allá, do planes secretos, viajes misterio­sos y otra porción de cosazas que asustan á. cualquiera, aunque tenga tantos pulmones como Cánovas del Castillo,

Por supuesto que sino fuera La Co­rrespondencia, estaríamos todos muy tranquilos. Por el afán de dar. noti­cias a larmantes , saltó un dia dicien­do ¡«Qué viene D. Manuell» y á este solo anuncio no hubo uno que deja­ra de correr, croyendo que efectiva­mente temamos ¿i Zorrilla llamando á la puer ta .

Ahora resulta que el agitador per­petuo como algunos llaman al pros­crito republicano, está donde esta­ba, es decir que continúa en Lon-

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d r e s m u y tranquilo. Digo mal; t ran­quilo no puede estar, viendo la m a r ­cha que llevan las cosas de España .

Resultado, que ¿ a Corresponden­cia, La Época y demás periódicos que dieron la noticia se equivocaron y que Zorrilla no puede ni me. . . ñearse de un sitio sin que todos lo sepamos á los cinco minu tos .

Pero lo cierto es que con los p a -seilos de D. Manuel no g a n a uno para sustos.

Hablase mucho estos días de los infantiles nombramiento* hechos en eí Consejo de Es tado . Parece ser que dos jóvenes muy apreciables y que tienen entre otros mér i tos el de ser hijos de dos personages influ­yentes en la situación, pasan ' -

a per i per cidens, dos plazas de gran ca tegor í a en el Consejo de Es tado , dotadas con ol haber auual de 36 y 24.000 reales respectivamente.

Uno de los agrac iados fué escri­biente hasta hace poco t iempo en el Ministerio de Gracia y Just icia, y el otro según dicen, está en capacidad, á la altura del pr imero .

Esto no impide, sin embargo que el Gobierno los coloque en pues tos , para cuyo acertado desempeño se requieren no pocos conocimientos y algunos mas años de práctica de los qne tienen estos imberbes amigos del Sr. Cánovas.

Todos los periódicos, menos los que están de turno pa ra defender al Gobierno han censurado muy dura­mente este acto de favoritismo y re­claman en vano contra él. La Época & falta de razones les contesta di­ciendo que los que van á cobrar 36 y &t,000 reales, parecen chicos de pro-•srpcho (ya lo croo) y que mientras no se sépalo que dan de sí nadie tiene derecho á decir una palabra .

Ya pueden estar satisfechos lodos los individuos de carrera judicial con la doctrina sentada por La Épo­ca,. [Como deben gozar an te estos ejemplos los que están de jueces de entrada hace veinte ó t reinta años l ¡Qué satisfacción será partí e l los ver la facilidad con que suben á tan a l ­tos puestos, los que aun no habr ían nacido, cuando ellos es taban cansa­dos va de redactar resul tandos y considerandos)

Les acompaño en el sent imiento, pero al mismo tiempo me complace el rumbo que toman las cosas. ¿Quién

á m i que c u al quie r d i a

viene él á la mi a y me dice «Hombre usted no vé mas allá de sus nar ices , pero le nombro Arzobispo de Toledo por si algún dia llega á saber latín y lo demás que se necesita pa ra ejer­cer ese cargo?»

Es difícil que llegue ese caso, pero imposible no lo veo, mient ras Cáno-

El Correo publ icaaver una exten­sa carta en la que so dan detalles de a horrorosa desgracia que ha tenido ugar en Huete.

e lía,

Parece que después de verificarse en aquel pueblo el matr imonio de dos jóvenes de la localidad, se re­unieron novios y convidados en una casa, dispuestos á celebrar a legre­mente el fausto acontecimiento. De repente se declaró un violento incen­dio ocasionado por un montón do paja que archa en ol patio, y en un momento todas las personas reuni­das en oí piso principal de la casa vierónse rodeadas de l lamas , pere­ciendo ab ra sadas hasta 27, logrando evadirse el resto en medio clelinayor tumulto. En t ro las victimas se en­tes que murieron ab rasados v a b r a ­zados.

Causa pena la lectura de los deta­lles t r is t ís imos quo acompañaron á esto s in ies t ro tan inesperado como lamentable .

Al lado de la muerte , la vida; j u n ­to al l lanto, la alegría. Asi vá y asi sucede todo en este picaro mundo .

No terminar ía cumpl idamente es ­tos mal hilvanados párrafos sin ha­blar algo de teatros.

H a n dado principio las represen­taciones en el Rsal , con Lucrecia Borgia. Los abonados estamos muy mal con el empresar io porque se em­peña en subir el precio de las loca­lidades y nosotros, naturalmente, no queremos paga r esto momio y hemos decidido silbar en lodas las re­presentaciones hasta que no venga­mos á un arreglo .

Lo do menos es pagar cinco duros ó diez ó veinte por una butaca; lo que nosotros sent imos os que se ria

En los teatros sueltos, corno Va­riedades, Martin y Eslava siguen po­niéndose en escena revistas 'políticas y t au rómacas . «Vivitos y coleando, los Bandos do Villafrita, Caramelo» etc. , etc. es lo que prioa en la actua­lidad. Sin embargo menudea tanto en Madr id la cuestión do cuernos, quo se nota ya algún cansancio en los espectadores . Buenos son los t o ­ros , pero ni tanto

U n a buena noticia para concluir. Ayer he tenido el placer de dar un

abrazo á nuestro querido amigo B o ­nifacio Conde, que lia obtenido el g rado de teniente de Ingenieros des­pués de haber hecho bril lantísimos ejercicios.

La la rga y penosa enfermedad úl­t imamente sufrida por nuestro ami­go, no le ha impedido lucirse una vez mas en las difíciles pruebas que so exijen en la ávida ca r re ra de ín-

" Reciba el joven teniente mi sincera enhorabuena , que hago también ex­tensiva al pueblo de Pravia por tener un hijo mas.clo envidiable porvenir.

Madr id 3 do Noviembre

D E S D E O V I E D O .

Inaugurada el domingoj último la Academia oficial de Derecho, ya tienen abierto los es tudiantes un nuevo palenque donde pueden lucir sus dotes.

«121 poeta nace y el o rador se ha­ce», y si con el establecimiento de

de o aloro: i pooi ) quo

lo que dicen de que en España sobra gente quo hable, y falta quien administre y obro.

Pero en las Universidades se deja­ba sentir la necesidad de las Acadc-

ramente lo estará la de aquí— pro­ducirán beneficiosos resultados.

Un abogado distinguido, fallecido poco lia, decía que al l enn iuar la carrera sólo se salda lo mucho que faltaba estudiar y que al salir del aula apenas había quien supiera ha­blar eu público, siendo esto tan ne­cesario para el abogado que ejerza

ante los lribuíiah;s.° 1

ti.establceid.es ahora las Acade­mias oficiales tienen que agrudoi-or

'. líodriguoz.Ara'i.go, abare; 3 puntos; 1." recabar para L el titulo do «Hija priniogrii

glesia española.

amante do las pa; que si bien milita e tes conservadores,

de Carlos I v Pólipo II. Revela en todo el discurso gran

erudición y entereza, al manifestar

pruebas', y abundan er ra tas q afean, en 'parte, la herniosa edici del discurso.

dura nd re u Marti

que I el ánimo ¡ lo u n ' ^ r ' m r ' i ^ in.i.iii.aj.-, de Cuba, otro por las inun­daciones do Alicante, el do mas allá por el incendio do Huete, y la mavor fiarte do la semana por temores á desórdenes, choques, ó descarr i la­mientos, ó estadísticas de los des t ro-

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•/.os de la langosta en las comarc: manchegas .

Sr . Director de E L NALON.

C a n d a m o 2 4 d e Octubre de 1884.

Muy señor nuestro: L o s que abajo firmamos ruegan encarecidamente á usted se sirva dar cabida en su apre-ciable periódico á. las siguientes li­neas, por lo que lo dan anticipada­mente las grac ias , y aprovechan esta ocasión para ofrecerse de usted con toda consideración.

Ajenos completamente a l a s luchas periodísticas y ocupados en el cum­plimiento de nuestros delicados de­beres, hemos sido sorprendidos peí­dos car tas con fecha de pr imero y veintiocho de Setiembre último pu­blicadas _cn Ei. NAI.ON y suscri tas por el señor Secretario de este Ayun­tamiento de Candamo. Con motivo del enterramiento civil de un joven, so hacen en ellas apreciaciones poco favorables a la conducta seguida por uno de nuestros compañeros, que so negó como era su deber á dar sepul­tura en lugar sagrado al que la au­toridad eclesiástica no consideró digno de semejante beneficio.

Aunque el señor Alvarez Rivon al proponer sus dudas parece haberse

•go del do sus cartas, ocasión que tomó pa­ra escribirlas y hasta del pueblo do donde las fechó, que no es el de su residencia, se deduce la intención de aludir á un caso determinado. No presumirnos que en sus considera­ciones sobre la lir/ereza en juzgar á nuestros prójimos y las responsabi­lidades de conciencia nacidas de un celo escesico so haya propuesto acu­sar do semejantes "faltas al señor Cu­ra Pár roco de San Román ni á otro alguno; porque no ignora el señor Rivon, la obligación que incumbe al acusador de probar

mucho

tido equivocado, esperamos que con­fiese noblemente no haber sido su ánimo herir la reputación de nadie, como tampoco pedir razón de su modo de obrar , porqru

;l Pá r r

penas á sus subdi tos , y en es tos ca­sos la autor idad temporal no tiene mas atr ibuciones que el s imple fiel, sometiéndose humilde y aca tando las disposiciones de la Esp i r i tua l . Rectifique, pues, su s escri tos s a lvan ­do la reputación que en ellos pueda j considerarse herida, y pr incipie con­fesando la autor idad de la iglesia y su libertad para declarar quien es ó no digno de sepul tura eclesiástica, y

" ' ' anqu i lo que ya se dis iparán tod s duda; á ciar: tencia de las leye: bre el part icular . Si asi no 10 el señor Rivon no es t rañe qm acepte la discusión do los pun tos que propone: porque sabido es que, s i e n algún caso de la discusión sale la luz, también es sabido que la d i s ­cusión cuando hiere repu tac iones é interesa honras , nunca lleva al en­tendimiento el conocimiento de la verdad, y las verdades d o g m á t i c a s como es la de la l iber tad de l a igle­sia y su independencia peí tecla de la autoridad tempora l , no pueden dis­cut i rse públ icamente sin el compe­tente permiso del Ordinar io , s e g ú n ha dispuesto la Sede Apostólica, dis­posición á la cual ni el señor Rivon que r r á contravenir , ni ex ig i rá que contravengan los firmantes.

Cuando el señor Rivon cumpla e s ­tas condiciones, como p r u e b a de que busca el conocimiento de la ve rdad , sin que se haya p ropues to o t r a s mi­ras , cumplirán los que suscr iben el compromiso de exponer en EL. N A ­LON la doctrina canónica sobro ne­gación de sepul tura eclesiást ica. Y téngase presente que al acep ta r este

p r e t endemos da r lecci s al señe

sita pa r a des ' mpocc

r Al VÍ i. Riv , porque no b

ninistei les compañeros en poquial, los cuales en r igorosa opo-ieion han acreditado la ciencia s ú ­d e n t e para desempeñar los suyos . Juicamente deseamos r ec t i f i c a r l a s

Í á que pueda d a r \u-' o n a d a s

Concluimos dec larando nues t r a conformidad con la conducta del se ­ñor Cura de San R o m á n , y recono­cemos que al obrar de diferente mo­do hubiera compromet ido su con-

Reconocemos también que dad m a t e r -

verida n aquel los qu< conculcan su:

ata do asuntos c nientes a! Sagrado ministerio, sole debe dar razón de sus actos á Dios v á su Prelado.

El señor Rivon nos ha de permi­tir decirlo quo sus dudas acerca de las atr ibuciones ele ambas potestades y sus temores á los conflictos qur pueden surg i r cu asuntos como e presente, son dudas sin fundamente alguno; porque sabido es de todo; que la iglesia es una sociedad per­fecta 6 independiente de la Civil par; regirse, establecer loyes é Impone

Se repiten de usted, s eño r Direc­tor, afectísimos seguros se rv idores y Capellanes q. b . s . m.—El Arc ip res ­te párroco de Ven tosa .—Franc i sco Tamargo .—El Pár roco de Mur í a s . —Evaris to Alvarez v Sua rcz .—El Párroco de Cuero .—Franc i sco Gar­d a del Real.—El Ecónomo de Gru­llos.—Sixto Yoga . - E l P á r r o c o de L lamero .— Agustín Neina.—El P á ­rroco del Val le .—Sant iago Múr ias Vinjoy.—El P á r r o c o de Fenol leda. Manuel García Rodr íguez .

Algo de todo.

Leemos en El CaPbayon: «Vencido el plazo del primer tri­

mes t re del actual ejercicio del884-85, se da rá principio al cobro de la con­tribución territorial , industrial é im­puesto equivalente á los de la sal, en los concejos que á continuación se expresan y en los dias due se citan del mes de Noviembre:»

Pravia , del 4 al 10. Señores contribuyenlcs, vayan u

edes aflojando los bolsillos.

53. Isla de Cuba.—Manuel A. Baragaña.—Calle de América nú­mero 17,—Falta de dirección.

54. Hermenegi lda Garcia, casa de D. José Granda, Pravia, (certifi­cada) desconocida.

56. Ildefonso Montero. — Lista de Correos .

58. Montero , viajante de libros.— Desconocido.

60. Isla de Cuba. — Baldomcro Alvarez.—Calle de la Baila San Mi­gue l .—Habana .—Fal ta un sello de 20 céntimos.

62. Máximo Pérez.—Rosal 74.— Pravia .—Desconocido.

63. Isla de Cuba.—Ramón Pe-laez.—Calzada de San Lázaro nú­mero 370 tren do coches.—Falta de

l i e m o s recibido una carta del Go­bierno civil de Oviedo, pidiéndonos los números de .nuestro periódico que se hayan ocupado de la cuestión relativa á la clase obrera.

Has ta ahora , no hemos podido de­dicar nues t ra atención á éste asun­to, pero lo ha remos tan pronto como

l a regresado de Madrid nuestro npanero de redacción D. José

Garcia, que acaba de recibir el gra­do de Licenciado en Medicina y Ci-rujia.

Nues t ro part icular amigo D. Eu­logio Palac ios , ha presentado en la secretar ia del Ayuntamiento con fe­cha 25 de Octubre, el recurso-de apelación contra el acuerdo de la jun ta municipal , por el que ha sido anu lada la escri tura de contrato en v i r tud del cual, venia desempeñando la plaza de Medico titular de la zona

Según parece, en los inmediatos pueblos de Riveras, Los Cabos, v San Román, han ocurrido a lgunas

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brc, i'an'oom-ri.fo en P r a v i a ^ 0 :

""Defunciones; Varones , S; Mor bras, 11.

Nacimientos: Va rones , 11; Hcr

E N B R O M A Y E N S E R I O .

Hoy es republicano, mañana m

Hoy está con López Domingui mañana con Moret , otro dia c Sagasta, después le hará la corte Cánovas A... A.. .

Pero todo ésto, ¿qué tiene que v

en libertad á cada uno para cambíar hasta. . . de postura.

Yo también voy á cambiar a h o r a de estilo, y después de decir que el dia de todos los santos pasó sin que hubiera nada de particular, ni s i ­quiera buñuelos como en ¡Madrid, paso á ocuparme del dia s iguiente ó sea el de los difuntos.

|Qué triste es el camino del cementerio!

No lo toméis á Broma

con la indiferencia más estoica v van al Campo Santo como pudieran i r á cualquier otro sitio á dar un paseo, pero no todos hacen eso.

(Cuántos madres se ven pos t radas sobre la turaba do sus hijos derra­mando sobre ollas abundantes lá­g r imas I

¡Cuántas viudas van á llorar al compañero de su dichai

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