gamble cap 1, 4, 6, 9 Índice

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    CLIVE GAMBLE

    EL POBLAMIENTO PALEOLTICO DE EUROPA

  • Clivc Gamble EL POBLAMIENTO PALEOLTICO DE EUROPA

    Cl ive Gamble est considerado e n Gran Brcta1ia como uno de los ms genuinos representantes de la escuela de Binford y, por consiguiente, de la Nueva Arqueo-loga no rteamericana. Partiendo de una crtica de las posturas tradicionales, que ide ntificaban unidades tnicas a partir de la frecuencia y dispersin de unos po-cos tiles lt icos, el autor reivindica en este li bro la importancia del estudio del palcoambiente, de los sistemas de asen-tamiento y del registro arqueolgico para reconstruir el pasado de las socie-dades de cazadores y recolectores cua-ternarios en trminos regionales ms que locales. Y, lo ms sugerente, Gam-ble nos ensea cmo util izar los viejos datos arqueolgicos pa ra lograr una nueva interpretacin cientfica que privi-legia e l a nlisis del medio, la distribu-cin ele los recursos y las variaciones cl i-miticas e n e l marco ele las distintas uni-dades regionales. Considera las estrate-gias ele subsistencia corno un resultado ele adaptaciones regionales y sugiere que esta dinmica revela pocos cambios sig-nificat ivos en e l com portamiento huma-no durante los ltimos 700.000 aos. El resultado es que e l autor rechaza por inadecuada la secuencia tradicional que diferenciaba un paleoltico inferio r de un paleoltico medio, para definir un paleoltico antiguo, que comprendera todas las industrias anteriores a hace 35.000 nos, que preceden a l paleoltico supe rio r . En conjunt o, se considera este libro l'I me jor cs1 udio ;1pa rccido hasta In l'vcl111 solll'l' e l pohla111ic11to paleoltico t1 11 owo y "" p1111t11s

  • " EL l'()BLAMIHN'J'() PALEOLl'I'l(1 DE EUROPA

    CRTICA/ ARQUEOLOGA Directora: M. EUGENIA AUBET

  • CLIVE GAMBLE

    EL POBLAMIENTO /

    P ALEOLITICO DE EUROPA

    Traduccin castellana de MNICA TUSELL

    EDTTORJAL CRTICA ll/\ ll

  • uedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin to ta l o parcial de esta obra por cual-t uic r medio o procedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento informtico , y la dis1ribucin de ejempla res de e lla mediante a lquile r 0 prstamo pblicos.

    Ttulo origina l: T I 1 ~ PALAEOLlTHIC SElTLEMENT OF EUROPE

    Cubie rta : E nrie Satu ~) 1986: Cambridge University Press, Cambridge ~' 1990 de la traduccin cas te llana para E spaa y Amrica:

    Edi torial C rtica, S.A., Arag , 385, 08013 Barcelona IS llN : 84-7423-445-X l h:pmilo k:Aa l: 13. 5.729- 199() t lll ll'\' SO l'll l1sp11 1l11 1111111 l l l llH>l' I'. S.A ., l ~lta 1 c:do . 2, OHOO'i Barcelona

    PRLOGO En cierto modo este libro representa el cumplimiento de aquellos objetivos

    con que algunos de nosotros sobamos aos atrs. Cuando uno se pona a dis-cutir sobre el modo en que los arquelogos enfocaban la tarea de dar un sentido al registro arqueolgico, esperaba el da en que se presentase al paleoltico como algo ms que una sntesis descriptiva de cosas recuperadas arqueolgicamente. En este sentido, este libro es un sueo hecho realidad. Es una discusin seria sobre cmo utilizar el registro arqueolgico como puente para comprender el pa-sado. Es una demostracin de que el modelo a nivel regional, a la vez que impor-tante y fascinante, es tambin el marco emprico obligado a partir del cual debe-mos abordar la tarea de aprender sobre el pasado. Invita a la arqueologa a rea-lizar nuevos sueos, a la vez que subraya a grandes trazos algunos novsimos desafos.

    Al dar un giro a la perspectiva, Gamble cambia el marco de sntesis. En este libro se ha intercalado un nuevo modo de organizar viejos hechos. A su vez, esta nueva organizacin presenta nuevos hechos. Por decirlo de otro modo, Clive Cambie ha completado algunos estudios de reconocimiento de patrones muy su-gerentes para demostrar su enfoque. Estos nuevos hechos no pueden por menos que cambiar el modo en que los arquelogos piensan sobre el pasado. A l mismo tiempo, nos presentan un nuevo pasado, uno que los arquelogos no haban su-gerido antes. Este tipo de provocacin no puede inducir ms que a lanzar crticas y generar controversias.

    Los cientficos se dan cuenta de que el aumento de conocimiento es proporcio-nal a( grado en que podemos resolver problemas especficos. Estos problemas slo se reconocen cuando las ideas entran en conflicto con los hechos. Podramos decir que el verdadero progreso surge del xito conseguido por los cientficos para oportar perspectivas diferentes en apoyo de hechos parecidos, y esto es lo que ( 'live Gamble ha logrado. Sus propuestas provocan muchas opiniones distintas di'! pa.rndo a partir del registro arqueolgico, y su libro no slo tendr xito ahora si1111 r11e tambin en el futuro desempear un importante papel para dar fo rma o In tlf'(fl /C'Ologfa paleolftica.

    I luy 11111

  • 8 EL POBLAMIENTO PALEOLTICO DE EUROPA

    en funcin de los antiguos argumentos. Si un crtico pudiese hacerlo de un modo bien fundamentado, entonces seguramente ser capaz de escribir el libro que reemplace a ste. Imagino que un libro con una crtica constructiva tal ira ms all del contenido de los libros del viejo estilo sobre arqueologa paleoltica que hoy llenan nuestras estanteras. Este libro es nuevo y es diferente. L o que l esti-mule ser igualmente nuevo y diferente.

    Burdeos Febrero de 1984

    LEWTS R. BINFORD PREFACIO

    E l paleoltico europeo est perfectamente representado por obras generales . Cuando se lo compara con otros perodos tecnolgicos (el neoltico y las edades del bronce y del hierro), se siente un verdadero desconcierto ante el cmulo de sntesis nacionales, continentales e incluso mundiales. Ello tiene una ventaja ob-via para cualquiera que se embarque en una aventura similar , pues no slo el mercado est preparado para aceptar un enfoque general de esta ndole, sino que adems la mayor parte del trabajo duro lo han hecho otros. La otra cara de la moneda, sin embargo, es que el potencial lector ya tiene una imagen de lo que espera, e incluso desea, de otra obra general. Mientras que resultara fcil romper el molde de los estudios de la edad del hierro con una sntesis eu-ropea, porque no existe ninguna, cualquier novedad en un enfoque sobre el pa-leoltico debe desbastar en primer lugar un ndulo sustancial de tradiciones y expectativas.

    E n este libro he preferido utilizar un percutor blando antes que uno duro para realizar esta tarea de desbastado, formulando dos preguntas: merece ser estudiado el paleoltico de Europa? y, si es as, cmo debera de hacerse?

    El tamao de este libro es seal de que la primera pregunta recibi una res-puesta afirmativa, aunque no sea la tan cmoda rplica pueblerina que los ar-quelogos europeos a menudo esperan recibir. La segunda se ha contestado al contrastar lo que veo como dos modos muy distintos de investigar este segmento de la prehistoria. El contraste no es desconocido por los arquelogos, ya que arranca directamente del antiguo debate Bordes/Binford sobre el musteriense donde, en un argumento digno de Henry James, la experiencia europea se en-frentaba a la insaciable sed de conocimientos del Nuevo Mundo . Parte integran-te de la redaccin de una respuesta apropiada ha sido la de disear un marco analtico del comportamiento del pasado , que ha sobrevivido a la apisonadora del pleistoceno en forma de robustos pedazos de cultura material. Siempre he sido de la opinin de que el paleolitico es la peor base arqueolgica de datos para intentar reconstruir la historia cultural. No slo estamos tratando con las primeras formas de Hamo sapiens, sino tambin con unos estilos de vida mvi-les que se alejan en todo lo posible de la aplicacin de las interpretaciones de senlido comn derivadas de la experiencia cultural del arquelogo. Aunque s-las se hun aplicado libremente y con algn xito en los momentos finales de la prehistoria , mcramenlc han lrivializado nuestra comprensin de la complejidad y l:i potcnciul ti; los datos paleolticos para informarnos sobre los modos de vida del pt1s11do pnrn los cua les no existen analogas contemporneas o histricas. En l'Sh' lih1 0 ht 11dop1111 lo l' i punlo de vista ele q11; la misma base ele elatos ofrece

  • 10 EL POBLAMIENTO PALEOLTICO DE EUROPA

    un inmenso campo de accin para investigar la interaccin entre el sistema eco-lgico y el cultural, pues las constricciones que ejerce el primero sobre el segun-do alcanzan su punto culminante con tales grupos extremadamente mviles. Como consecuencia, se convierte en una oportunidad para enfrentarse al ms duro de los desafos arqueolgicos (unir datos y teora) con el fin de reemplazar las especulaciones sobre nuestro pasado comn por una comprensin de por qu nunca nos hemos molestado en hacer las preguntas en primer lugar.

    Adems, el paleoltico se encuentra en un apasionante momento de transi-cin. La explosin de los estudios etnoarqueolgicos ha desafiado fundamental-mente a nuestros modelos e interpretaciones en todos los tipos de datos y en todas las escalas de anlisis. Por otra parte, los temas tradicionales de los estu-dios de datacin y del cuaternario han pasado por sus propias revoluciones in-ternas de las que la arqueologa es su beneficiaria directa, aunque a veces lo sea de mala gana.

    Varias han sido las personas que me han presentado estos desafos . Eric Higgs inflam mi imaginacin con su amplsima visin de la prehistoria, mien-tras que , por su parte, Charles McBurney, defensor l mismo de una amplia visin geogrfica, no me dejara olvidar esos pequeos y desagradables hechos a los que se tiene que buscar una explicacin en el palimpsesto que es el registro paleoltico.

    Los desafos crticos de Robin Dennell, Geoff Bailey, Rob Foley, John Gow-lett , lain Davidson , Bill Boisrnier, Paul Mellars, Helen Higgs, John Pfeiffer y especialmente Robn Torrence, quienes leyeron los borradores o comentaron ideas y an me dirigen la palabra, fueron de ms ayuda de la que ellos puedan creer. Mis colegas y estudiantes de Southampton me proporcionaron , con los aos, esa del todo necesaria atmsfera escptica en la cual podan lanzarse ideas y pensamientos, dejndolos flotar en el aire sin que causasen un excesivo dao y espero que este libro calme por fin algunas de sus dudas acerca de los hom-bres-mono.

    Tengo una deuda especial con Pat Carner , quien puso algo ms que su ama-ble contribucin y al final me dijo que dejase de preocuparme por lo que los dems pensaran y me pusiera a escribir. Todo autor necesita en algn momento una orden clara como sta.

    Tambin quisiera dar las gracias a Robin Derricourt , de quien parti la idea del libro y que ha sido una constante fuente de calma en lo tocante a los borra-dores y a los plazos de entrega que parecan desvanecerse. Todos los dibujos originales son de Fiona Gale, jams sabr de dnde sac el tiempo para hacer-los! Las ilustraciones de los tiles de slex son de Paul A. Crake. Martn Oake, Nick Bradford y Joy Robinson me ayudaron a sacar el manuscrito final. Ciare Tolmie recopil expertamente el ndice.

    Elaine Morris hizo la mayor parte del tratamiento de texto bajo el dudoso incentivo de que el libro le proporcionara una excelente oportunidad para uprender esta habilidad tan importante. Sin su inters y sus constantes consejos, 11 lo largo de tantos aos, este libro nunca se hubiera acabado.

    Por ltimo, quisiera reconocer una deuda especial que este libro tiene con l .cwis Hinford , quien ca mbi mis anclas intelectuales en el momento preciso al st 1111ln1 que lns grandes pelculas estn muy bien en nrqul'o loga , K'ro lo que

    PREFACIO 11

    importa es cmo diriges el reparto que tienes detrs. Sin su entusiasmo y deseos de compartir las experiencias de sus estudios arqueolgicos y etnoarqueolgicos , seguramente que no habra existido un libro sobre el poblamiento paleoltico de Europa sino tan slo algunos clips olvidados en el suelo de la sala de monta-je, a la espera todava de que alguien dijese ACCIN!

    Southampton Diciembre de 1983

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    l. LOS ESTUDIOS DEL PALEOLTICO EUROPEO: HISTORIA Y ENFOQUES1

    INTRODUCCIN

    Los hechos)) arqueolgicos toman su significado de su ordena~ cin conceptual, y la suficiencia o insuficiencia de esta ordenacin, modelo o hiptesis constituye la suma de informacin que pasa a dis-posicin del arquelogo.

    DAVID CLARKE, Analytica[ Archaeology (1978, p. 9)

    El paleoltico de Europa es un registro de observaciones y un testimonio de las ideas. Estos estudios surgieron como una de las divisiones de la prehistoria y el concepto gan respetabilidad dentro del extenso y fundamental cambio so-cial del siglo XIX.

    Este cambio supuso la tranforrnacin de una sociedad bajo el efecto conti-nuo de la revolucin industrial que, desde las dos ltimas dcadas del siglo XVIII, ya estaba en curso en Inglaterra. El Siglo de Europa (1815-1914) pre-senci Ja culminacin de tres procesos a largo plazo: el completo desarrollo de una economa internacional, la creacin del aparato del Estado moderno y el nacimiento de la ciencia. Las ventajas, tanto prcticas como potenciales, de este ltimo avance dependan del cambio radical en la forma de concebir, investigar y utilizar la naturaleza. El desarrollo de Ja arqueologa como disciplina intelec-tual est vinculado, de forma inextricable, a este amplio movimiento que tam-bin vio sentar las bases de Jos estudios geolgicos y evolutivos.

    Al mismo tiempo, la creacin de un mercado internacional condujo a la rees-tructuracin de las relaciones entre las sociedades humanas y a la formacin de nuevos intereses de clase dentro de stas. En todos los estados de Europa occi-dental, este perodo contempl la creacin de riqueza a una escala sin preceden-te y la subida al poder de una clase media. No es una coincidencia que los or-genes del estudio de la prehistoria puedan remontarse al mismo momento en que estaban ascendiendo las fortunas sociales de la clase media.

    La creacin de riqueza, de la cual se derivaban la influencia y el poder de esta clase, implic tambin la explotacin de los recursos naturales y la intensi-ficacin de la agricultura para as alimentar a una mano de obra en rpido au-

    l. En este libro, todas las fechas son en aos b.p. (before present).

  • 14 EL POBLAMIENTO PALEOLTICO DE EUROPA

    mento. Se extrajo grava y greda para proporcionar materiales de construccin; los canales y los ferrocarriles exigan trabajos de ingeniera civil a una escala ambiciosa y masiva; la ampliacin de las ciudades ocasion la redistribucin del uso de la tierra; y la agricultura, al practicarse con tcnicas mejoradas en tierras ms marginales, tuvo que ahondar un poco ms la superficie de la tierra. Con el tiempo, se desenterr una vasta cantidad de materiales arqueolgicos. El he-cho de que la mayor parte de estos adelantos se realizaran manualmente, pro-porcion tambin unas condiciones favorables para la recuperacin de unos ob-jetos que yacan enterrados a diversas profundidades del terreno.

    Estos objetos no tenan significado por s mismos. En este sentido, el pasado prehistrico no fue tanto descubierto, como se describe habitualmente, como inventado para satisfacer las necesidades particulares de esta misma clase sociaL Slo tras Ja creacin de un marco conceptual los objetos materiales adquirieron un significado y un sentido mientras que, anteriormente, cuando fueron halla-dos, no haban atrado ms que una vaga curiosidad. Principalmente, la prehis-toria pas a servir a las ideologas de progreso y nacionalismo en la causa de la identidad de clase. El descubrimiento de que el cambio era una caracterstica del pasado, y por tanto parte del orden natural, se ajustaba admirablemente a la visin decimonnica del mundo. La leccin de la prehistoria realmente con-firmaba y confortaba a la opinin contempornea de que el progreso era algo inevitable y civilizado. De la misma manera, la historia nacional suministraba un fuerte marco ideolgico que ayudaba a legitimar las posiciones econmicas y polticas. Por ejemplo, la clase media de Dinamarca utiliz la arqueologa prehistrica para proporcionar un nexo de unin entre ellos mismos, el patrimo-nio cultural de la nacin y el pueblo. Por otra parte, hicieron hincapi en que la identidad nacional era una precondicin necesaria para el progreso continuo y la finalidad del Estado (Kristiansen, 1981).

    La prehistoria y la nocin de un pasado no fueron los nicos medios con los cuales la clase media legitim su recin adquirida posicin e hizo frente a la problemtica de adaptarse, en el orden de los asuntos humanos, a estas circuns-tancias alteradas tan radicalmente. Tendencias similares actuaron en la eleccin de la vieja arquitectura gtica para construir los nuevos edificios tales como las fbricas, las estaciones de ferrocarril, los museos y, en Inglaterra, el Parla-mento. Las ideas de poca y antigedad pasaron a ser los criterios generales por los cuales se atribua un valor social a objetos y acontecimientos y, cubrien-do nuevas instituciones y actividades bajo el manto de antiguas tradiciones ma-teriales, se confirm un nuevo orden.

    Cotno consecuencia, la edad de la piedra antigua>>, que se ocupaba de los orgenes de la humanidad y de las culturas ms antiguas, pas a considerarse como un estudio cientfico del progreso durante los tiempos prehistricos (Trig-ger, 1981, p. 142). Y ello hasta tal punto que De Mortillet, un tanto enftica-mente, declar en su gua de las antigedades prehistricas exhibidas en la Ex-posicin de Pars de 1867, que es imposible dudar por ms tiempo de la gran ley del progreso del hombre (Daniel, 1964, p. _57). Los aos que siguieron a esta afirmacin contemplaran la corrupcin de la teoa biolgica transformn-dola, al vincular los niveles de desarrollo cultural a nociones de primitivismo y un diferente grado de inteligencia, en una descripcin del progreso social. Esta

    LOS ESTUDIOS DEL PALEOLTICO EUROPEO 15

    opinin se vera aparentemente confirmada por el estudio de los cazadores y recolectores contemporneos, como se sealaba en el libro de Sollas Ancient Hunters and Their Modern Representatives, publicado en 1911. Aqu el perodo paleoltico segua la divisin entre estadios inferior, medio y superior. En el li-bro de Sollas, stos fueron equiparados a los aborgenes de Tasmania y Austra-lia para los estadios inferior y medio respectivamente, y a los bosquimanos y esquimales como representantes del estadio del paleoltico superior. En otro si-tio se haba hecho referencia al paleoltico como un estadio de salvajismo, Y la barbarie y la civilizacin completaran el sistema social en tres edades diseado por Morgan (1877), que ha contado con una larga tradicin en los estudios prehistricos (Clark, 1946; Childe, 1951; Wymer, 1982). Durante el salvajismo se alcanzara el progreso mediante avances del intelecto, manifiestos no slo en las formas cambiantes de los crneos fsiles sino, ms importante todava, en Ja forma cambiante de los tiles de piedra.

    Aunque han cambiado muchas de las circunstancias originales, an se puede esperar que Jos estudios prehistricos sigan reflejando en sus propsitos, objeti-vos y presentaciones tas diversas fortunas sociales de esa clase a cuyo servicio est el concepto de prehistoria. Esta reflexin puede parecernos poco clara, pero lo que importa es que no de~iramos asumir que la arqueologa sea una materia neutral, que pueda estudiarSe Objetivamente sin ninguna referencia a su contexto social, o que el registro arqueolgico exista como un corpus de he-chos que, como inducido por el acto de su descubrimiento, pueda narrar su pro-pia historia.

    El registro de observaciones y el testimonio de las ideas que conocemos como el paleoltico es el resultado de una serie de tradiciones de investigacin regionales y cerradas en s mismas que, tomadas en conjunto, constituyen nues-tra interpretacin de este segmento del pasado. Estas investigaciones han tenido lugar en una atmsfera de tradiciones intelectuales del pensamiento occidental diferentes pero relacionadas entre s. Como consecuencia, el producto del pasa-do lleva la marca inconfundible de los intereses intelectuales de Occidente. Es-tos son, desde luego, los intereses de un mosaico de sociedades que, en su pro-ceso de transformacin de estados preindustrales a industriales, minaron y re-chazaron sus propias culturas tradicionales (A. M.. Gamble, 1981). Resulta una irona que los estudios prehistricos fuesen creados para llenar el vaco produ-cido por una sociedad que rompa con sus tradiciones, valores y formas de inter-pretar el mundo ms recientes.

    En este libro, acepto estas tradiciones regionales y el ms amplio sistema intelectual al cual pertenecen como la inspiracin y organizacin del registro paleoltico de Europa. Lo que sigue no ~s, sin embargo, una historia social de la arqueologa del paleoltico. El principal objetivo de este libro es proponer un marco regional alternativo basado en un examen de las propiedades del registro paleoltico, empleando medidas diferentes y dirigido hacia otros fines. Mi prin-cipal idea es que no se puede estudiar por ms tiempo el paleoltico europeo tan slo por sus supuestas cualidades intrnsecas. En su lugar, debemos utilizar esta amplia base de datos y situarla dentro de una perspectiva global de los es-tudios paleolticos. Mostrar en los ltimos captulos que, cuando con esta serie de datos alteramos la escala y dimensiones de nuestra perspectiva, podemos llegar

  • 16 EL POBLAMIENTO PALEOLTICO DE EUROPA

    a apreciar un significado diferente en los hallazgos de las tradiciones regionales y nacionales en busca de los primeros europeos. Y cuando lo comparemos con las races tradicionales del tema, este significado ser muy diferente. Por consiguiente, es a estos enfoques, suposiciones y logros a los que primero nos hemos de referir, ya que ellos sientan las bases de todos los adelantos posterio-res.

    ESCALAS Y ESTRATOS

    Existen dos enfoques que han dominado considerablemente la investigacin y presentacin de los datos del paleoltico europeo. El primero fue facilitado por el antroplogo norteamericano Henry Lewis Margan en su libro Ancient Society, publicado en 1877. Describa aqu la condicin del hombre primitivo en los siguientes y memorables trminos:

    La humanidad inici su curso en el peldao ms bajo y fue ascendiendo poco a poco, mediante Ja lenta acumulacin de conocimientos prcticos, desde el salva-jismo hasta la civilizacin ... Se intentar ... presentar n1s evidencias sobre la cru-deza de la condicin primitiva de la humanidad, sobre la evolucin gradual de sus facultades mentales y morales a travs de la experiencia, y sobre su prolongada lucha frente a obstculos contrarios, mientras se abra camino a la civilizacin (ibid, p. 3 [la cursiva es ma}).

    Esta idea fue repetida en muchos otros trabajos y proporcion una base cla-ra para comprender la naturaleza de la evolucin humana. Estableca que el progreso, aunque lento, era inevitable y finalmente alcanzaba el estado de la civlizacin. Resultaba, en consecuencia, que el proceso de la evolucin, a cuyo servicio estaba el progreso, se orientaba hacia un fin dctenninado. Este enfoque finalista, en donde la evolucin tena su propio motor interno prefijado y slo la capacidad mental humana actuaba como .. freno, no exiga una investigacin de las fuerzas selectivas que obraban sobre la -cultura y biologa hornnidas. En su lugar, este enfoque exiga que la arqueologa no proporcionase ms que una gua de cundo aparecieron por vez primera las caractersticas civilizadas, tales como los tiles, el fuego, los refugios, los enterramientos, el arte y los objetos de adorno.

    Este esquema demostr ser extremadamente flexible. Proporcionaba un marco unificado que daba sentido a Jos datos procedentes de varias tradiciones regionales mientras que, posteriormente, acomodara los descubrimientos de otras partes del mundo. La insistencia en la naturaleza lenta y gradual del cam~ bio coincida con las opiniones de Darwin sobre la variacin de las especies y justificara que no fuese un problema central y que exigiese un examen urgente el explicar por qu tard tanto la evolucin.

    Mientras se abra camino a la civilizacin resuma lo que se esperaba ha~ llar como objetivo del pasado prehistrico y paleoltico. Por otra parte la frase subraya el espritu competitivo que tan vivamente se senta dentro de las tradi-ciones regionales europeas, ocupadas en reunir evidencias sobre nuestros pri-meros ancestros o

  • 18 EL POBLAMIENTO PALEOLTICO DE EUROPA

    La importancia de la tradicin francesa descansa en la energa de un grupo de primeros estudiosos -Boucher de Perthes (1788-1868), douard Lartet (1801-1875), Gabriel de Mortillet (1821-1899)- quienes utilizaron los abundan-tes descubrimientos de artefactos de slex, hueso y asta, para organizar y dividir el registro paleoltico del pas en lo que pasara a ser la secuencia clsica para este perodo arqueolgico. Los trminos descriptivos que ellos emplearon han sido utilizados y copiados por toda Europa y ms tarde se emplearon para fri-ca y Asia. Las bases establecidas durante la segunda mitad del siglo XIX dieron su fruto en una fecha posterior, con las con1plicadsimas perspectivas regionales propuestas por Denis Peyrony (1869-1954), el espritu internacional de Breuil (1877-1961) y ms tarde con el de Bordes (1919-1981), quienes influyeron enor-memente en la direccin e interpretacin de las secuencias regionales de muchas otras partes del mundo.

    El desarrollo de una tradicin regional francesa puede dividirse en tres am-plios perodos. como los resu1nidos por Sackett (1981).

    l. La poca heroica. Desde antes de 1870 hasta 1900. Este perodo contem-pl el descubrimiento y la aceptacin del arte rupestre como obra del hombre paleoltico. Tan1bin se demostr la gran antigedad del hombre (Breuil, 1945) y De Mortillet propuso una clasificacin, basada en los tiles lticos, que reco-noca al achelense, el musteriense, el solutrense y el magdaleniense. Durante este perodo se aplicaron los principios de la excavacin estratigrfica y se esta-bleci una cronologa por referencia a los prin1eros estudios del cuaternario de Agassiz y Penck, y a la presencia de mamferos de clima fro asociados a tiles lticos.

    2. Los jndanlentos de la tradicin. Desde 1900 hasta c. 1950. Se revisaron y ampliaron, a la luz de la informacin acumulada, los esquemas iniciales de De Mortil\et. La

  • 20 EL POBLAr-HENTO PALEOLTICO DE EUROPA

    taciones de sus hallazgos, probablemente nunca podramos rivalizar con su co-nocimiento de este material.

    En otros lugares de Europa las tradiciones regionales siguieron la gua y el modelo dispuestos por Francia. Como consecuencia, existen muchsimos traba-jos sobre el paleoltico de otros pases y otras regiones. (Muchos de estos cons-tituyen la base del captulo 5.) Con la acumulacin de series ms numerosas de datos, tambin ha pasado a ser ms frecuente encontrar interpretaciones geo-grficamente ms amplias de industrias y tradiciones lticas concretas, corno con el paleoltico medio (Gbori, 1976), el auracense (Hahn, 1977), el gravetense (Otte, 1981), los conjuntos de puntas con pednculo (Taute, 1977), y las tradi-ciones asociadas al tardiglaciar (De Sonneville-Bordes, ed., 1979). Estos estudios encajan dentro del tercer estadio del desarrollo de la tradicin francesa (Sac-kett, 1981). De un perodo anterior podemos ver, en el trabajo de Zotz (1941) sobre Europa Central, cmo el enfoque regional que trascenda las fronteras administrativas dependa en gran parte de la expansin poltica, la cual sugera al arquelogo una unidad regional de estudio convenientemente agrandada.

    Durante el tercer perodo ha habido dos adelantos significativos con impor-tantes repercusiones para los estudios del paleoltico europeo. El primero ha sido el desarrollo de una secuencia estratigrfica continua para el pleistoceno basada, como veremos en el captulo 3, en muestras obtenidas por la perfora-cin de los fondos ocenicos (Bowen, 1978). stas han revelado no menos de ocho ciclos glaciares/interglaciares durante los ltimos 700.000 aos, socavando con ello completamente el modelo de las glaciaciones establecido por Penck y Bruckner en 1909 a partir de su trabajo en el sur de Alemania y los Alpes, y en el que tan slo se identificaban cuatro grandes episodios glaciares para todo el pleistoceno. No se han asimilado an del todo los hallazgos de las muestras marinas dentro de las secuencias regionales del cuaternario de Europa, pero tan pronto como esto suceda y se vea respaldado por las dataciones absolutas, tam-bin aparecern muchas revisiones en lo que concierne a la edad y a las relacio-nes entre los conjuntos.

    El segundc:;i adelan!o parte de la riqueza dC hallazgos procedente de las exca-vaciones en Africa. Estos han demolido el concepto inicial de Europa como cuna de la humanidad. J. D. Clark (1975) ha recalcado que Europa ya no posee

    1 el monopolio sobre la prehistoria de la humanidad y tambin que los papeles de supremaca y periferia entre los continentes de Europa y frica se han visto invertidos en la bsqueda del hombre primitivo.

    Esto plantea la cuestin de si el paleoltico de Europa slo tiene inters para los arquelogos europeos del paleoltico y sus inquietudes pueblerinas. Si cues-tiones tales como los orgenes del paleoltico superior han dejado de ocupar el escenario central de la prehistoria mundial, tenemos que preguntarnos ahora qu otra cosa puede hacerse con esta abundante y bien estudiada base de datos dentro Jel concepto en alza de los estudios globales del paleoltico. La pregunta puede reflejar en menor grado el cambio de posicin experimentado por Europa durante la segunda mital del siglo XX. Sin embargo, tambin debemos observar con ms detalle los principales desafos intelectuales dentro del mismo tema. los cuales estn forzando un replanteamiento de las maneras en que abordamo~ los datos europeos. 5

    LOS ESTUDIOS DEL PALEOLTICO EUROPEO 21

    Dos PARADIGMAS y DOS MODELOS

    El paleoltico de Europa puede discutirse en funcin de dos paradigma:;. El prin1ero refleja las tradiciones regionales y cerradas en s mismas. Este es el paradigma de la historia cultural que durante largo tiempo ha domi-nado toda la investigacin arqueolgica (Flannery, 1967). El segundo para-digma enfoca la cultura como un sistema adaptativo. Desde la perspectiva de las tradiciones europeas esta es una introduccin fornea, fuertemente in-fluenciada por los avances en la arqueologa y la antropologa de los Estados Unidos.

    El inters por estos dos paradigmas rivales no reside en decidir si uno es correcto y el otro errneo, sino en ver, a travs de sus posiciones opuestas, cmo sus respectivos supuestos y metas se traducen, en forma de modelos y conceptos, en operaciones bsicas, y la divisin de la base de datos en unidades de clasificacin. 'fodo ello representa una oportunidad para observar a los ar-quelogos haciendo arqueologa.

    a) La historia cultural

    Los que siguen este enfoque se proponen como meta la elucidacin y la perfecta resolucin de las secuencias regionales basadas en una minuciosa observacin estratigrfica. La comparacin y anlisis del material de artefac-tos se funda en el reconocimiento de patrones de similitudes y diferencias en las formas de los artefactos y en la composicin del conjunto. Los ejem-plos del apartado anterior encajaran todos en la definicin de este para-digma. Han sido considerables los logros por documentar culturas del pasado de la humanidad que difieran radicalmente de cualquier otra que pueda en-contrarse en los archivos histricos o en el mundo actual (Dunnell, 1978, p. 193).

    Este paradigma tambin respalda la opinin habitualmente sostenida de que el registro paleoltico es fragmentario y se conserva bajo una base selectiva, de manera que lo que siempre se necesita son ms datos antes de que se pueda escribir cualquier prehistoria. Segn este punto de vista, nunca llega el momen-to de pasar de la coleccin de datos al anlisis histrico (Brodar, 1979, p. 28; Roe, 1981, p. 268).

    Sackett (1981) ha caracterizado este enfoque como arqueologa directa>>. La prudencia de sus seguidores es encomiable, pero no descansa sobre ninguna base terica slida. En realidad, corno ha sealado Dunnell (1978), el contenido terico de este enfoque viene determinado por el hecho de que los trminos y clasificaciones usados para encasillar las observaciones estn contenidos en el mismo idioma y, por la misma naturaleza del lenguaje como vehculo de comu-nicacin, implcitamente derivan un significado y un sentido. Este enfoque de sentido comn, o directo, de los datos no es ms que una consecuencia de la utilizacin del lenguaje. Ello significa que los esquemas interpretativos pueden ser postergados, modificados o rechazados recurriendo poco o nada a un corpus terico explcito sobre el pasado.

  • 22 EL POBLAMIENTO PALEOL[TICO DE EUROPA

    Esto es especialmente evidente si consideramos los trminos bsicos del en-foque de la historia cultural y sus definiciones, tal como las proponen varias autoridades:

    Conjunto: una coleccin de artefactos procedentes de un segmento especfi-co de un yacimiento arqueolgico.

    Industria: un complejo o configuracin caractersticos de artefactos tipo y frecuencias tipo que reaparecen repetidamente en dos o ms conjuntos.

    Tradicin: un grupo de industrias cuyas similitudes de artefactos son sufi-cientes para sugerir que pertenecen al mismo amplio bloque cultural-histrico de ideas y normas tecnolgicas (Laville et al .. 1980, pp. 13-14).

    Tecnocomplejo: un grupo de culturas caracterizadas por conjuntos que com-parten una gama polittica pero diferentes tipos especficos de las mismas fami-lias generales de artefactos tipo. compartidas como una respuesta ampliamente difundida y entrelazada a factores ambientales, econmicos y tecnolgicos co-munes. Un nivel insignificante de afinidad (del orden de igual o menor al 5 por 100) que rene el grupo en trminos de tipos especficos compartidos, pero con un nivel residual medio de afinidad (del orden del 35-60 por 100) que une al grupo en trminos de familias tipolgicas (Clarke, 1978, p. 495).

    Civilizacin: un todo complejo que implica la posesin de tcnicas para la obtencin de tiles, una vida social organizada, un lenguaje aunque sea rudi-mentario, tradiciones comunes y, especialmente, el sentido de la belleza que aparece, desde el alba de la humanidad, en la simetra y regularidad de ciertos tiles y en la eleccin de la materia prima (H. de Lumley, 1976b, p. xvi).4

    Cultura: una serie polittica de categoras especficas y globales de artefactos tipo que reaparecen sistemticamente juntas en los conjuntos de un rea geogr-fica limitada (Clarke, 1978, p. 480).

    Debera subrayarse que las definiciones aqu dadas no son universalmente compartidas, y en verdad pocos arquelogos ponen por escrito cmo utilizan exactamente estos trminos. Un conjunto, por ejemplo, puede utilizarse para describir una coleccin de artefactos de una de las reas del yacimiento, del yacimiento entero, o de una unidad estratigrfica del yacimiento sin hacer men-cin alguna a la dimensin espacial u otros puntos de referencia externos. Lee-mos que la unidad cultural aumenta geogrficamente con la civilizacin (Bor-des y De Sonneville~Bordes, 1970, p. 67) y en cambio, aparentemente, el trmi-no tecnocornplejo no conoce las fronteras espaciales (Clarke, 1978). Corno tr-mino, se le encaja cerca de una distribucin geogrfica con artefactos de formas parecidas. En otras palabras, se hace una descripcin despus que se lleve a cabo el trabajo de reconocer el patrn entre los materiales paleolticos.

    Resulta ms fcil ver cmo estos borrosos edificios se integran en esquemas explicativos e interpretativos. La estructura final puede describirse mediante un

    4. Civi\isation: un tout comp!exe qui implique la possession de techniques pour l'obtention d'ou tils. une vie sociate organise, une langue mme rudimentaire. des traditions communes et vraisem-blablement le sens de la beaut qui apparait des l'aube de l'Hmnanit dans la symtrie et la rgularit de certains outils et le choix de la matif:re premiCre (H. de Lumley. l976b. p. xvi).

    LOS ESTUDIOS DEL PALEOLTICO EUROPEO 23

    modelo orgnico que, orignahncnte, se tom prestado de las disciplinas de la geologa y la paleontologa (Sackett, 1981). La base del modelo resde en ~!l concepto de fsil director (en francs: fossile directeur, en alemn: Leitformen), el cual describe una coleccin de artefactos. El uso y la aplicacin del trmino es de nuevo muy variable, pero bsicamente se reduce al juicio del tiplogo so-bre qu es un elemento verdaderamente significativo y caracterstico dentro de un conjunto. El mtodo del fsil director se utilizaba con enorme xito en la paleontologa para caracterizar por especies fsiles concretas el conjunto del es-trato geolgico. Los prehistoriadores aceptaron este mismo enfoque de las rela-ciones entre las especies fsiles en evolucin de los estratos acumulados, y lo adaptaron al estudio de los tiles de piedra tallados. En geologa esta relacin, debido a la naturaleza de los datos, poda conectarse a parentescos biolgicos, e incluso orgnicos. Los tiles de piedra nunca fueron organismos vivos de la manera en que lo fueron los fsiles, y en cambio se les trat como tales con el resultado que. como remarca Sackett (1981, p. 67), alguna de las aplicaciones de la terminologa en uso escondan la posibilidad de que ellos pudieran incluso mantener relaciones sexuales!

    Un ejemplo de este planteamiento orgnico se presenta en la figura 1.1, con la relacin en forma de rbol filgentico de los conjuntos del paleoltico medio del sur de Francia de H. de Luml~Y- Esta particular representacin incorpora los adelantos analticos propuestos por Bordes (1953a, 1961a), quien argumen-taba en contra del uso de los fossiles directeurs y a favor de una metodologa de clasificacin a travs del anlisis por conjuntos. Se describe este mtodo en el captulo 4. Bordes, a travs del anlisis de numerosos conjuntos del paleolti-co medio procedentes de las cuevas y abrigos rocosos del sur de Francia, aisl un mnimo de cinco agrupaciones recurrentes (1981). Ello le sorprendi ya que haba esperado que su investigacin revelase un espectro continuo de la varia-cin de conjuntos basado en la representacin proporcional de 63 artefactos tipo (apndice 3). En su opinin, ello confirmaba anteriores interpretaciones de que los conjuntos de tiles de piedra eran las tarjetas de visita imperecederas de los grupos paleolticos. Como consecuencia, Bordes justific sus hallazgos corno el producto de cinco tribus neandertales que habitaran la regin del Prigord y se turnaran en el uso de los abrigos rocosos ms deseables que contena la regin.

    La base de esta interpretacin es la premisa de que las similitudes en la for-ma de la cultura material se derivan de una comunidad de tradicin cultural (Collins, 1969). Esta apreciacin ha sido considerada por la opinin general como un hecho evidente en s mismo. Segn esta opinin, los objetos compar-ten esa caracterstica porque las personas responsables de ellos compartan la 1nisma idea (Dunnell 1971, p. 194 [la Cl}rsiva es n1a]).

    Este clsico enfoque normativo de la cultura hace las veces de explicacin del porqu las tradiciones culturales son similares o diferentes. Ello se alcanza por la transicin casi imperceptible de lo que, en un minuto. no son ms que clases descriptivas para mod,:'los salpicados con materiales paleolticos, y luego, al minuto siguiente, son clases culturales; restos materiales fsiles de una gente que vivi en otro tien1po. Una vez que se ha hecho esta transicin, resulta fcil ver por qu el modelo orgnico se ajusta a las intenciones del paradigma de la historia cultural al ocuparse del cambio a travs del tiempo.

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    Musteriense con denticulados

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    Musteriense Upico con abundancia de denticulados

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  • 26 EL POBLAMIENTO PALEOLTICO DE EUROPA

    cluan tareas de mantenimiento, donde se consuma y distribua el alimento, y las materias prin1as se transformaban en tiles, y tareas de extraccin, donde se obtenan los recursos alimentarios y las n1aterias primas del entorno. Los Bin-ford sostenan, utilizando un modelo del sistema de asentamiento, que estas ta-reas tendran lugar en localidades claramente diferenciadas; campamentos base y de trabajo respectivamente. Ya que los tiles de piedra eran diseados para llevar a cabo estas tareas, ello debera reflejarse en tipos diferentes de conjun-tos. Su anlisis incluy la asignacin de funciones de probabilidad a cada uno de Jos 63 artefactos tipo de Bordes; luego, mediante un anlisis factorial, calcu-laron el grado de dependencia entre todos los tipos de tiles procedentes de unos 17 conjuntos lticos. Esto produjo cinco agrupaciones de artefactos tipo asociados. que se consideraron como equipos instru1nentales funcionalmente in-terdependientes (cuadro 1.2).

    Con una visin retrospectiva, podemos ver que el anlisis confi demasiado en supuestos tradicionales para dividir la lista tipo en categoras funcionales y se quit in1portancia a la cuestin del posible abandono de los artefactos en otro lugar que no fuese donde se hubiesen utilizado. Este argumento funcional, que se ha llegado a conocer co1no el debate del musteriensc (vase Mellars, CUADRO 1.2. Resumen del estudio realizado por !os Binford (1966) sobre la variabilidad in dustrial en el mustc1iense. Los cinco factores representan cinco grupos de artefactos estadsti-camente interdependientes entre los conjuntos del musteriense, y se sugiere que estas diferen-cias podran comp1ende1se mejor si considersemos a los conjuntos como equipos instrumenta-les que desempefi.aban dife1entes tareas.

    Fac- Artefactos tipo de Actividad Tipo Je Analoga con las to< la lista de Bordes sugerida actividad variantes de Bordes

    Perforadores, manufactura de campamento base, Musteriense tpico raederas y buriles tiles con otros tareas de

    materiales que no mantenimiento son el slex

    Puntas y caza y ca1npamento de Ferrassie raederas descuartizamiento trabajo, tareas de

    extraccin

    III Lascas y cortes e incisiones, campamento base, MTA cuchillos preparacin del tareas de

    alimento mantenimiento

    [V Lascas utilizadas descortezar y campamento de Denticulado y denticulados cortar materiales trabajo, tareas de

    vegetales extraccin

    V Puntas. lminas. matanza y carnpamento de Ferrassie raedcras descuartizamiento trabajo, tareas de

    extraccin

    LOS ESTUDIOS DEL PALEOLTICO EUROPEO 27

    1969, 1970; Collins, 1969, 1970: J. Guichard, 1976; Rolland, 1981), provoc las crticas explcitas de Bordes y De Sonneville-Bordes (1970; Bordes, 1973). An1-bos plantearon dos principales objeciones. En primer lugar, les pareca inconce-bible que hubiese existido entre los n1usterienses un pacto en el que se fijase, como si fuese un contrato, qu yacimientos en cueva concretos se reservaban para su uso durante unas estaciones determinadas del ao o para llevar a cabo una serie de actividades muy especializadas. Les pareca que este tipo de acuer-do formal entre las tribus habra sido necesario si el modelo haba de resultar bajo la forma de cinco variantes de conjuntos como las modeladas por los Bin-ford. Slo as podan entender, por ejemplo, la repetida alternancia de las cinco variantes del musteriense a travs de las 55 unidades estratigrficas del yaci-miento de Combe-Grenal (Bordes, 1972). Su segunda objecin adverta el he-cho de que algunas de las variantes comunes en la Dordoa no existan en ab-soluto en las reas vecinas de Francia (H. de Lumley, 1965). Se preguntaban qu tipos de actividades que requiriesen un equipo instrumental tal eran exclu-sivas de la Dordoa y que, en cambio, fuesen aparentemente innecesarias tan slo a unos pocos kilmetros ms all, en una rea con un clima y unas condi-ciones parecidas.

    Binford (1972, 1973, 1983) replic. a estas crticas con todo detalle. En mu-chos aspectos el meollo del asunto, al igual que muchas de las perspectivas cam-biantes sobre los objetivos y la prctica arqueolgica durante la dcada de los sesenta (Binford y Binford, eds., 1968), puede resumirse si contemplamos el argumento funcional como una afirmacin razonada de que no conocemos todas las causas de la variabilidad del registro arqueolgico. Esta sencilla realidad fue entregada a modo de excusa en contra de la opinin general, que mantena que casi toda la variabilidad puede explicarse mediante un enfoque de la cultura que interprete las pautas repetidas de la cultura material como el producto de ideas y normas culturales compartidas.

    El argumento funcional propuesto por los Binford adverta que era prematu-ro cerrar de una manera definitiva esta cuestin. Los historiadores culturales esperaban encontrarse con que toda la variacin era una medida adoptada por gentes diferentes que deseaban expresar que eran grupos diferentes de gentes. A menudo, cuando se les apren1ie, los defensores de este enfoque harn compa-raciones entre las pautas de un conjunto y los seguidores de equipos rivales en un partido de ftbol (comunicacin personal de Newell). Consideran el argu-mento funcional. con su nfasis en la cultura como estrategia adaptativa, como un desafo a lo que para ellos es una verdad incuestionable acerca de la existen-cia social, y que slo exige la aplicacin del tipo adecuado de procedimientos de investigacin en el registro paleoltico para que se convierta en una realidad prehistrica. Aunque vean los conjuntos de tiles de piedra como culturas o grupos tnicos diferentes, no los consideran corno parte de un sistema integrado de adaptacin. Sn embargo, mientras que la evolucin puede favorecer al equi-po que juega el partido de ida con el mejor marcador, ste se consigue mediante una estrategia diseada para alcanzar ese resultado, y no por una creencia en la invencibilidad de los colores que lleva el equipo.

    Este debate, que engendr muchas discusiones arqueolgicas importantes sobre la interpretacin de la variabilidad, no debera contemplarse corno una

  • 28 EL POBLAMIENTO PALEOLTICO DE EUROPA

    campaa electoral entre etnicidad y funcin como principios explicativos. En su lugar, es un debate sobre cmo se fornza el registro arqueolgico. Segn uno de los enfoques, los conjuntos se generan mediante una serie de experiencias com-partidas y se depositan como testimonio de ese hecho. El otro mantiene que, en el curso de una adaptacin eficaz, el sistema cultural deja tras de s un regis-tro diferenciado de esa estrategia.

    Este ltmo paradigma utiliza un modelo multidimensional para investigar el significado de las pautas y la variacin de los materiales paleolticos (Bin-ford, 1972, pp. 131-135). Desde el momento en que los recursos no se hallan distribuidos uniformemente dentro de los entornos ocupados por los grupos hu-manos, se deber invertir energa para recogerlos y reunirlos. Por otra parte, no existe una nica estrategia, la ms adecuada, para enfrentarse a todas las diferentes situaciones resultantes de la variacin en la estructura y naturaleza de los recursos dentro de los entornos. Se puede considerar esta variacin como los diferentes grados de riesgo para la supervivencia de los grupos hu-manos, y tiene que minimizarse por medio de sus estrategias adaptativas (vase el captulo 2). Los problemas que surgen de la localizacin espacial de los re-cursos se resuelven al situar a los individuos y planear de antemano los futuros movimientos. Aquellos riesgos que se derivan de las diferentes pocas en que los recursos abundan o estn al alcance, se minimizan mediante estrategias que utilizan el potencial de la tecnologa y las propiedades de almacenaje. La base de la estrategia est contenida en el programa que especifica cmo explotar mejor los recursos disponibles para conseguir este objetivo de minimizar el riesgo. Las tcticas por las cuales ello se consigue se sirven de la movilidad de los grupos humanos y de su flexible organizacin, que les permite dividirse en unidades con tamaos, miembros, duracin e intenciones diferentes (Jochim, 1976).

    Este modelo de adaptacin aumenta las expectativas en lo que concierne a la formacin de restos culturales sobre el terreno. Debemos suponer que las actividades se dferenciaran en el tiempo Y, en el espacio, y ello se debera a la variacin en la distribucin y organizacin de la energa. En otras palabras, de-beramos esperar que el registro paleoltico variase como consecuencia del com-portamiento en el pasado relacionado con estas estrategias adaptativas. Ade-ms, debemos esperar que el comportamiento asociado a estas estrategias sea constante en todo el terreno (Foley, 1981a). Por consiguiente, no podemos to-mar muestras de un nico punto y utilizar los datos recuperados all para tipifi-car toda la adaptacin. Ello nos lleva a identificar la regin como la unidad de anlisis para estudiar las adaptaciones paleolticas.

    La formacin del registro paleoltico reflejar, segn este modelo, las dimen-siones espaciales y temporales, as como su variable efecto sobre las estrategias adaptativas humanas. Desde el punto de vista sincrnico, debemos esperar la

    distribuc~n diferencial de las actividades en el terreno. Por consiguiente, nece-sitamos medidas de las consecuencias tcticas de la movilidad, localizacin del yacimiento, distribucin demogrfica, funciones de almacenaje y la organizacin de la tecnologa. Con una perspectiva diacrnica, donde nos enfrentamos a los cambios a largo plazo en las estrategias adaptativas, necesitamos medidas de cmo opera la presin selectiva sobre estas mismas estrategias, as como de me- 9

    LOS ESTUDIOS DEL PALEOLTICO EUROPEO 29

    didas de los incrementos relativos en el xito por la supervivencia. Algunas de-finiciones bsicas para este mtodo son las siguientes:

    Adaptacin: como se define en la biologa evolutiva, es cualquier estructura, proceso fisiolgico o modelo de conducta que haga a un organismo ms apto para la supervivencia y la reproduccin (Wilson, 1975, p. 577). Una estrategia para la supervivencia y la reproduccin.

    Grado de adaptacin: el estatus de estar adaptado y la capacidad de un or-ganismo para sobrevivir y reproducirse en un medio ambiente dado (Kirch, 1980, p. 103).

    Adaptabilidad: la facultad o capacidad de llegar a estar adaptado (Kirch, 1980, p. 103).

    Presin selectiva: cualquier caracterstica fsica y social del medio ambiente que tiene como resultado la seleccin natural (por ejemplo, la escasez de ali-mento, o la actividad de un depredador), y que puede hacer que individuos de diferentes tipos genticos sobrevivan a diferentes edades medias, se reproduz-can a diferentes ritmos, o ambas cosas (Wilson, 1975, p. 594).

    Seleccin natural: la diferente contribucin de descendencia a la siguiente generacin por individuos de diferentes tipos genticos pero que pertenecen a la misma poblacin (Wilson, 1975, p. 589).

    Con1portamiento: la dinmica de la adaptacin (Binford, 1972, p. 133).

    Ahora ya debera quedar claro cmo difiere este modelo multidimensional del modelo orgnico del paradigma de la historia cultural. Este ltimo se preo-cupa del descubrimiento, la descripcin y la clasificacin; el primero de la expli-cacin del cambio y la variacin por medio del examen de los contenidos con-ductuales en los mismos restos materiales. Para conseguir esto, necesitamos ob-servar ms atentamente la naturaleza del registro paleoltico como un paso para idear los marcos analticos y las unidades de medicin convenientes.

    PROPIEDADES DEL REGISTRO PALEOLTICO

    Ya me he referido al paleoltico como un registro de observaciones. Este registro est compuesto por tems de energa invertida, fragmentos de piedra, huesos y otras poblaciones de materiales tanto artefactuales como ecofactuales. Tambin incluye poblaciones de estructuras tales como los hoyos, agujeros para postes, hogares, cantos rodados y abrigos rocosos y, a una mayor escala de an-lisis, incluye los acontecimientos y procesos de la geologa del cuaternario.

    Estos materiales estn ordenados en una matriz tridimensional, la cual pue-de describirse en funcin de sus atributos espaciales. En suma, el registro ar-queolgico es una estructura de relaciones entre la distribucin y la forma de la materia, como la causada por las fuentes de energa que en el pasado actua-ron sobre la materia (Binford, 1981, p. 26).

    Esta estructura resulta de las constricciones que las propiedades y la dispo-sicin de la energa imponen sobre las adaptaciones humanas. En el fondo se remite a las leyes de la termodinmica (Whte, 1959, p. 33), y se puede ver de

  • 30 EL POBLAMIENTO PALEOLTICO DE EUROPA

    una manera ms clara en las implicaciones de las relaciones trficas, la produc-tividad ambiental y la comunidad ecolgica para las poblaciones humanas (vase el captulo 2). Mientras que la estructura de las relaciones puede ser seguida a travs de su organizacin, la manera en que se organiza es a travs de transfe-rencias e intercambios de energa en el espacio. Esto produce, por ejemplo, la variacin en la divisin por zonas de entornos diferentes dentro de las latitudes del globo. Ello. a su vez, se relaciona con la cantidad de energa solar y vara de acuerdo con la posicin de cada lugar sobre la superficie de la tierra, afectan-do a la transformacin de la energa disponible en la materia antes que a facto-res locales, como puedan ser el relieve o el agua.

    Sin embargo, aunque la energa proporciona una estructura, y distribuye en el espacio un marco organizativo, esto no nos permite simplemente ir recogien-do las piedras y huesos, y escuchar lo que tengan que decirnos acerca del com-portamiento humano en el pasado. En este sentido, nada es obvio en el registro arqueolgico. Los restos materiales tienen que ser descodificados por va de una metodologa precisa si hemos de comprender su significado en trminos del comportamiento del pasado. No son las pginas bien redactadas de un manual de instrucciones las que nos van informando sobre la conducta que tuvo lugar en el pasado. En realidad, los datos consisten slo en ejemplos para, y las con-secuencias de, el comportamiento y no en el comportamiento mismo (Wobst, 1978. p. 303). ste slo se puede observar en un sisterna vivo.

    El enfoque aqu seguido asume que la cultura material acta como parte de un sistema de informacin que dirige el comportamiento. Los mensajes transmi-tidos sirven de seales indicadoras para organizar la accin en una gran variedad de contextos sociales. Una forma en que esto se ha investigado es conectando la informacin que sugiere la cultura material con tres esferas del comporta-miento. Osgood (1940, pp. 25-29; vase tambin Binford, 1962; Sackett, 1982, p. 69) las ha descrito en los siguientes trminos:

    Esferas del comportanento niaterial: artefactos con los cuales se hace frente al entorno. social: se ocupan de la organizacin y la conducta sociales. ideolgico: se dirige a los sistemas de ideas, valores y creencias.

    Todos los artefactos cruzan estas tres esferas, aunque nos parezca que lama-yora desempean un papel ms importante en una sola de ellas. Tomemos como ejemplo la corona que lleva un monarca. sta puede servir en las tres esferas corno 1) un sombrero para abrigar la cabeza; 2) un tem de prestigio que comunica una posicin social y un estatus; y 3) un smbolo del concepto de monarqua. Ms recientemente Sackett (1982, p. 70) ha distinguido para los ar-tefactos slo dos dominios del comportamiento. stos son el utilitario, que ope-ra en el reino material e incluye tiles, contenedores, armas, etc., y el no utili-tario que incluye aquellos tems para los cuales tenemos motivos para creer que funcionaban primariamente como vehculos de expresin de las ideas y relacio-nes sociales. stos incluiran la parafernalia ritual, el arte, las estatuillas y la indumentaria. 10

    LOS ESTUDIOS DEL PALEOLTICO EUROPEO 31

    No obstante, todos los tems desempean algn papel informativo en estas tres esferas, y la divisin es una mera conveniencia para hacer resaltar cmo la cultura material nos provee realmente de una va de acceso a la multiplicidad de contextos del comportamiento pasado. El problema al que se enfrentan los arquelogos radica en la descodificacin de esta informacin; llegar al simbolis-mo y a su significado adaptativo preservados en la configuracin, forma y rela-ciones de la cultura 1nateria1.

    Con los datos ecofactuales, puede resultar ms fcil descifrar Jos cdigos de comportan1iento. Ello se debe a las propiedades de los datos biolgicos, de los que conocemos bien las poblaciones de las cuales proceden. Por ejemplo, los esqueletos de los animales son hechos biolgicos. Podernos identificar con abso-luta certeza un hueso de reno de 15.000 aos de antigedad si lo comparamos con ejemplares actuales. Esto no lo podemos hacer con un til ltico. Adems podemos inferir. a partir de este solo hueso, el esqueleto entero y cmo se re-parta en l la carne y la mdula. Representaba un recurso para el hombre, as como para otros carnvoros. Hace falta un comportamiento para utilizar estos recursos y en este sentido un animal muerto es corno una lata de conservas, hay que abrirlo para utilizarlo. El hombre y los carnvoros resuelven este problema de diferente modo. Observando el dis!_into tratamiento que recibe un esqueleto, nuestra const

  • 32 EL POBLAt.1IENTO PALEOLTICO DE EUROPA

    sirven de puntos de referencia que pueden utilizarse como unidades de contras-tacin para investigar la conducta del pasado.

    Estas son las propiedades y problemas metodolgicos que se aplican a todos los aspectos del registro arqueolgico. Debemos tener cuidado, en todo momen-to, en emplear unos rigurosos criterios de interpretacin y procedimiento (Gar-din, 1980); si no, vamos a imponer nuestra propia opinin sobre el pasado, ms que pasar a la informacin que se halle contenida en la estructura y organiza-~in del registro arqueolgico. Hay, sin embargo, unas propiedades adicionales del registro arqueolgico, derivadas del modelo multidimensional, y que necesi-tan una breve consideracin.

    a) Movilidad

    Todas las sociedades humanas desechan cosas y, al hacerlo, crean residuos. Aunque el Horno sapiens no es la nica especie que exhibe este comportamien-to (vase ms adelante), los restos que creamos tienen unos atributos caracters-

    . tices debido a a la durabilidad, variedad y cantidad de los materiales desechados.

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  • 34 EL POBLAMIENTO PALEOLTICO DE EUROPA

    mal, y estos lugares de caza estn dispersos por todo el terreno. En consecuen-cia, hay pocas probabilidades para la acumulacin de grupos de artefactos con-sistentes en raederas, cuchillos y lascas, lo que se dara con el uso repetido de una localidad de caza. Los nicos lugares en donde de veras se producen estas -acumulaciones de materiales lticos son en los lugares rituales, donde se fabrican mscaras de madera, o en los puestos de vigilancia, donde los cazadores manu-facturan y esconden los tiles mientras que, a la vez, vigilan el entorno en busca de caza (vase tambin Gould et al., 1971, pp. 152-153). Estos ejemplos de-muestran cun importante es el contexto para comprender por qu existen estas variaciones en la densidad de los tiles de piedra en diferentes puntos del terri-torio regional. Tambin sealan el tipo de problemas incluido en el reconoci-miento y recuperacin de los vestigios de los cazadores-recolectores a escala re-gional (Judge, 1973). Foley (1981a, p. 181) ha estimado que se depositaron unos cuatro artefactos por ao en cada uno de los 600 km2 de su rea de reconoci-miento en la cuenca de Amboseli, frica oriental. Ello produce un nmero po-tencial de 20.000 artefactos por kilmetro cuadrado, acumulados en los cerca de 5.000 aos de explotacin de este entorno regional.

    CUADRO 1.3. Densidad de los materiales culturales en dos campamentos aborigenes australia-nos (Hayden, 1979a, p. 166) expresados en restos por persona y semana.

    rea Fragmentos de huesos Total de piedras Nmero utilizado m' de caza menor talladas como tiles

    Ngarulurutja 79-113 54-108 28-57 5-10

    Walukaritji 113 144 7 3

    c) Otros registros

    El registro paleoltico es tambin un palimpsesto de muchos otros registros relacionados entre s. stos incluyen el registro paleontolgico, en donde los carnvoros, las aves de presa y los roedores han aadido materiales arqueolgi-cos o han acumulado sus propios depsitos de huesos. Las muertes naturales, como la hibernacin entre los osos, y las trampas naturales que apresan grandes mamferos han proporcionado cantidades significativas de materiales. Estas acu-mulaciones a menudo se asocian a los depsitos arqueolgicos en cuevas, terra-zas fluviales o lugares de erosin elica.

    Recientemente los paleontlogos, interesados ahora por aumentar la canti-dad de informacin conductual sobre los entornos del pasado, han prestado una gran atencin a estos registros paleobiolgicos (Brain, 1981; Behrensmeyer y

    LOS ESTUDIOS DEL PALEOLTICO EUROPEO 35

    Hill, eds., 1980). Principalmente, ello ha supuesto la revisin de los procedi-mientos metodolgicos mediante los cuales se realizan inferencias para los siste-mas vivos del pasado, a partir de la observacin de los huesos fsiles en su con-texto de deposicin. El estudio de la tafonoma, que hace referencia a las leyes del enterramiento (Efremov 1940; Gifford 1981), refleja este creciente inters. Ya hemos visto una preocupacin similar entre los arquelogos por mejorar sus metodologas de investigacin del comportamiento del pasado, en lo que se ha denominado la Teora de Alcance Medio (middle range theory) (Binford, 1977a), los procedimientos transformacionales (transformational procedures) (Schiffer, 1972) y las construcciones tericas (constructs) (Gardin, 1980).

    Tambin los paleoeclogos estn redescubriendo el principio del uniformita-rismo como llave que les permita entrar en el estudio de la dinmica de los entornos del pasado y el de las comnidades biticas que vivan en ellos. Estas disciplinas hermanas de la arqueologa han aceptado que una comprensin de los procesos pre y posdeposicionales que actan sobre los conjuntos faunsticos proporciona una llave para entrar en las complejidades de la ecologa animal del pasado. Una forma en que se ha alcanzado esta conciencia ha sido por va de los estudios actualsticos, donde se utilizan los procesos actuales para resol-ver las historias post mortem de--g_q1ndes mamferos (Behrensmeyer y Hill, eds., 1980). Estos estudios ya no consideran dichos procesos como distorsionadores de los datos, o que marcaran tendencias sobre ellos. En su lugar, la accin de factores tales como la conservacin, la seleccin de huesos por el agua, el mo-vimento del subsuelo y la acumulacin, son medios gracias a los cuales se puede investigar la informacin sobre los entornos del pasado y sus procesos dinmi-cos, por supuesto ya no observables de una forma directa (Gifford, 1981).

    d) Improntas La importancia de estos otros registros, biolgico y mecnico, para una com-

    prensin del paleoltico es que son los compaeros de viaje del registro arqueo-lgico. Estos registros, como veremos en los captulos 6 a 8, son una fuente de comparacin y medicin de las adaptaciones humanas. El motivo es simple. Mu-chos de los elementos incluidos en ellos pueden observarse hoy da, Y por eso generan una serie de directrices que nos ayudan a investigar el comportamiento humano del pasado para el cual, desde luego, no existen anlogos contempor-neos. No debiera imaginarse, sin embargo, que estas directrices sean fcilmente observables. Por ejemplo, no existe un anlogo directo para las diversas comu-nidades animales (captulo 3) que habitaron las tundras de latitudes medias Y los bosques interglaciares de la Europa pleistocnica. Las observaciones con-temporneas son, por ahora, fragmentarias y relativas a elementos sueltos de esta compleja biomasa, tales como las hienas y el reno, los efectos del fenmeno del congelamiento del suelo, o las condiciones bajo las cuales se deposita el loess. Sin embargo, como en el caso del esqueleto de reno (vase antes, p. 31), podemos emplear como constantes algunas de las observaciones contempor-neas. Estas incluirn, por ejemplo, la estructura de la mandbula de los carnvo-ros y la manera en que desgarran la carne y quiebran los huesos. De la misma

  • 36 EL POBLAMIENTO PALEOLTICO DE EUROPA

    forma, podemos emplear la distribucin de las caractersticas periglaciares para tnedir la relativa intensidad de las condiciones glaciares en el continente.

    Estas aplicaciones de los principios uniformitaristas hacen las veces de unos primeros pasos limitados para descubrir qu agentes fueron los responsables de crear ciertas partes de los registros, tanto del arqueolgico como de los otros, as como para aportar los medios para medir el efecto de la presin selectiva del entorno sobre las estrategias adaptativas (captulos 6 a 8). As como los es~ tudios tafonmicos, por va de estas constantes biolgicas, descongelan cada vez ms el carcter esttico del pasado para revelar el sistema dinmico que lo pro-dujo, nosotros podemos plantearno.s medidas ms sofisticadas para aproximar-nos al estudio del hombre. Una manera de concebir estas medidas es como si se tratara de improntas (Gould, 1980, p. 113). El trmino impronta describe la relacin entre el comportamiento y los distintos patrones de formacin de restos. Por ello, podramos hablar de diferentes improntas arqueolgicas que caracterizan a diferentes estrategias adaptativas. Cuando consideremos una ni-ca estrategia general, por ejemplo cazadores-recolectores, tambin deberemos reconocer la importancia de la ecologa en la produccin de variaciones prede-cibles en el comportamiento que se traducirn en una impronta arqueolgica regional. La ventaja de este concepto es que nos aleja de las rgidas categoras y clases descriptivas que han constituido un rasgo tradicional en la sistemtica arqueolgica. Por ejemplo, las economas del paleoltico se han descrito a me-nudo por la especie ms abundante hallada junto a los conjuntos de tiles lti-cos. Hablamos de cazadores de reno, de mamut, de oso de las cavernas o de ciervo (Gamble, 1984a), y estas etiquetas descriptivas se utilizan para caracteri-zar unas adaptaciones ms generales del paleoltico. Un enfoque que tenga en cuenta estas improntas depende menos de estos elementos obvios a la hora de construir clasificaciones y, en su lugar, reconoce la amplia disposicin de res-tos y su patrn espacial como productos de un comportamiento adaptativo variable.

    Un aspecto de este enfoque es observa:(, improntas concretas asociadas a de-terminadas contricciones ecolgicas (captulo 2). Una consecuencia de ello es visualizar la formacin de un conjunto arqueolgico en dos dimensiones: inte-gridad y resolucin, cada una de las cuales se refleja en una determinada finura del grano de la imagen que nos ofrece el conjunto (Binford, 1981; Deetz, 1968).

    Los agentes acumuladores de restos pueden ser varios e incluyen a los seres humanos, los carnvoros y otros agentes biolgicos y mecnicos. Se les puede incorporar dentro de un modelo para as evaluar la formacin de un conjunto arqueolgico.

    LOS ESTUDIOS DEL PALEOLTICO EUROPEO 37

    RESOLUCIN (La homogeneidad de acontecimientos y conductas)

    Baja Alta

    A) Mltiples agentes respon- B) Mltiples agentes responsa-sables de la acumulacin de bles de la acumulacin de rna-material en un sitio concreto. terial. Cada agente desempea Cada agente desempea una una sola actividad. Un nico gran variedad de actividades. episodio comprendido en la El sitio donde se lleva a cabo deposicin del material por la acumulacin se reutiliza va- cada agente. rias veces.

    C) Un solo agente es el res- D) Un solo agente es el res-ponsable de la acumulacin de ponsable de la acumulacin de material. Desempea una gran material. Desempea una ni-variedad de actividades. El si- ca actividad. Aquel sitio no se tio donde se produce la acu- reutiliza. mulacin de restos se reutiliza mltiples veces.

    Esta matriz tiene en cuenta los factores posdeposicionales, la conservacin, el transporte y la clasificacin, slo en tanto que son los responsables de que se renan los materiales. En trminos conductuales, sera posible describir estos conjuntos en funcin de la finura de su grano tal y como sigue (Binford, 1980, 1981):

    Granulado de la imagen del conjunto Conjunto de grano grueso: [arriba A, B, C) en cualquier localidad donde la

    correspondencia entre un acontecimiento y el registro arqueolgico que genera sea pobre. Un ejemplo de ello sera el abandono de una punta de proyectil rota en una base residencial, donde estaba siendo reparada, en vez de en el lugar de ma-tanza donde hubiera sido utilizada para dar muerte a un animal.

    Conjunto de grano fino: [D] donde los materiales depositados reflejan de una manera ms precisa las actividades que se llevaban a cabo en ese lugar y en rela-cin con el entorno inmediato.

    Este modelo ofrece varias expectativas en lo relativo al modo en que pode-mos emprender la formulacin de inferencias desde los conjuntos arqueolgicos hacia la conducta que los produjo. Muchos arquelogos hablan del valor de la recuperacin de aquellos raros y preciosos momentos (Roe, 1981, p. 197) en que ambas, resolucin e integridad, son altas. Momentos como los de Po1npeya

  • 38 EL POBLAMIENTO PALEOLTICO DE EUROPA

    son demasiado escasos en el paleoltico (Villa, 1982), y la mayor parte del tiemM po estarnos tratando con una baja resolucin entre los artefactos desechados y el comportamiento que tuvo lugar en aquel sitio, o con una baja integridad, en donde muchos otros agentes y procesos mecnicos han aadido sus improntas al registro. Sin embargo, no deberamos desalentarnos por este estado de cosas y la imagen de grano grueso que se nos presenta. Despus de todo, aunque no podemos cambiar la naturaleza del registro arqueolgico, s podemos investigar-la. Ms que abandonar ante estas obvias tendencias de distorsiones del pasado cultural y posdeposicional, deberamos en cambio reconocerlas corno la conse-cuencia de las condiciones ecolgicas y ambientales. (Se ampliar este tema en el siguiente captulo.) Vale la pena advertir aqu que este modelo de anlisis, por va del reconocimiento de improntas, tiene una gran aplicacin en los estu-dios globales sobre el paleoltico, pues su utilidad como trminos descriptivos flexibles significa que no se hallan restringidos a las caractersticas y contenidos especficos de los entornos culturales. (Cmo si no podramos comparar, por ejemplo, las economas basadas en los canguros con las basadas en los ciervos?) Ello se debe, esencialmente, al hecho de que estas improntas estn proporcio-nando resmenes del comportamiento adaptativo a una escala regional de inves-tigacin y, por consiguiente, dentro de un marco espacial concreto. El complejo espectro de la variacin que se debe esperar dentro de las regiones, y que se deriva de la utilizacin de un modelo multidirnensional de las estrategias adap-tativas, en correspondencia requiere un mtodo flexible de descripcin. En los captulos 6 a 8 se ofrecen algunos ejemplos de cmo esto podra manifestarse en los datos procedentes del paleoltico europeo.

    PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

    Los datos no hablan por s mismos. He estado en salas con ellos, y he es-cuchado muy atentamente. Los datos jams dijeron ni una palabra (Wolpoff, 1975, p. 15). Nuestra comprensin del registro paleoltico de Europa est basa-da en los esfuerzos y logros del paradigma de la historia cultural. Sobre esta base ha crecido una visin del paleoltico que trata las clases descriptivas como clases culturales, y que da una gran importancia a las secuencias y a la evidencia regional para el desarrollo progresivo.

    Sin embargo, al seguir este enfoque hemos infravalorado demasiado la com-plejidad y la informacin potencial contenidas en el registro paleoltico. nica-mente hemos examinado algunos de sus modelos ms superficiales, tales como las agrupaciones recurrentes de conjuntos y la copia repetida de elementos esti-lsticos en el tiempo. Se ha hablado de ellos como de la obra de pueblos distin-tos. Esta, en muchas ocasiones, se ha considerado la interpretacin adecuada y suficiente del material. Ms all de ella, se dice con frecuencia, yacen la especu-lacin, las conjeturas y las preguntas que no merece la pena formular.

    El paradigma alternativo discutido antes sugiere que las restricciones a nues-tro conocimiento del pasado en gran parte son obra nuestra. No deberamos, de acuerdo con este enfoque, dejar de formular las preguntas porque an no hayamos desarrollado las vas para responderlas. Al contrario, el hecho de que

    LOS ESTUDIOS DEL PALEOLTICO EUROPEO 39

    no se respondan debera interpretarse corno un desafo para refinar las metodo-logas y as extraer la informacin potencial contenida en el registro arqueolgi-co. Los datos jams nos hablarn. Wolpoff tiene razn en ello. Tan1poco habla-rn a los seguidores del paradig1na de la historia cultural. Ellos han traducido estas observaciones en el ahora familiar lenguaje de pueblos y culturas, progreso y cambio. Los datos tampoco hablarn a aquellos, incluido yo mismo, que pre-fieren enfocar la cultura como un sistema adaptativo y los restos materiales como los medios por los cuales se puede investigar la complejidad de los siste-mas vivos del pasado.

    El problema clave al cual se enfrenta este enfoque es metodolgico. Cmo podemos pasar de la observacin de la estructura esttica del registro arqueol-gico a la comprensin de Ja estructura dinmica, el sistema cultural del pasado, que produjo los restos materiales que estudiamos? Este paso de esttica a din-mica (Binford 1981, 1983) supone dar un sentido a los hechos muertos del regis-tro arqueolgico. En este caso, queremos conocer qu es lo que significan en trminos de la conducta que los hizo variar y formar los patrones distintivos que tan habituados estamos a reconocer.

    Podra argumentarse que este problema se podra resolver reelaborando la terminologa en uso y los conceptos __ analticos. Por ejemplo, algunos enfoques han pretendido que deberamos investigar las correlaciones arqueolgicas de modelos particulares del comportamiento (Schiffer, 1976; Renfrew, 1973; Hay-den y Cannon, 1982). Se muestra un ejemplo de ello en el cuadro 1.4, en donde un sistema tradicional de nomenclatura arqueolgica (columna a) ha sido trans-crito a un sistema aparentemente dinmico, con un significado conductual (co-lumna b). Desde luego, nada tiene que ver con la realidad de lo que sucedi. La traduccin de industria por equipo instrumental sugiere que conocernos qu constituye un equipo instrumental paleoltico, cuando ~e hecho ~o es as (Wha-llon, 1978). Aunque la traduccin es plausible, realmente no existe una diferen-cia de fondo en la sustitucin de clases culturales por clases descriptivas, lo que ya he crticado. El uso de correlaciones con el fin de identi~icar las pautas en la

    CUADRO 1.4 Una aproximacin a las entidades basada en los artefactos, en la que las clases descriptivas, aparentemente, son transfom1adas en clases conductuales (a partir de Clarke, 1978).

    a) Correlacin

    (un atributo) artefacto conjunto industria tradicin cultura/civilizacin/tecnocornplejo

    b) Regularidad

    (una accin) un cmulo de acciones una secuencia de cmulos de acciones equipo instrumental grupos sociales grupos sociales geogrfica y temporalmente mas amplios

  • 40 EL POBLAMIENTO PALEOLTICO DE EUROPA

    obtencin ltica, o la presencia de una jefatura o grupo corporativo en el registro arqueolgico, nos compromete en una metodologa de trabajo dirigida a las de-finiciones. Corremos el peligro de ser capaces de investigar el registro nica-mente segn las etiquetas descriptivas que podamos tomar prestadas, con apa-rente certeza, de la etnografa.

    En aquella direccin yace una posible tirana del registro etnogrfico (Wobst, 1978), cerrando nuestras opciones para comprender el pasado al enfo-car slo aquellos ejemplos que suelen estar a la vista del pblico en el escapara-te etnogrfico. Por ejemplo, a dnde nos conducira este enfoque en la inves-tigacin de la sociedad asociada a los Horno erectus o incluso a homnidos ms antiguos? Ciertamente, no podemos asumir que sus patrones de organizacin social fuesen los que se pueden hallar entre los grupos cazadores-recolectores actuales. El uso de correlaciones puede sugerir posibles patrones de movilidad, conducta de forrajeo y tamao del grupo (Isaac, 1978), pero stos permanecen como descripciones del fenotipo y no como afirmaciones del tan importante genotipo de relaciones sociales que estaban coordinando estos factores.

    El resultado de esta dscusin es que necesitamos marcos conceptuales para dar sentido a nuestras observaciones, y unidades de medicin con las que com-probar el registro arqueolgico. De este modo podemos poner en funcionamien-to una estrategia de investgacin que est diseada para abordar el problema de la variacin en los materiales paleolticos.

    El enfoque seguido aqu examinar las propiedades estructurales y organiza-tivas del registro paleoltico. La energa y el espacio constituirn las dos dimen-siones esenciales para la observacin de la variacin en los materiales paleolti-cos, y actuarn como medios por los cuales pueda avanzar la interpretacin de los modelos as revelados. La regin proporciona la principal escala espacial para la investigacin de los sistemas adaptativos del pasado, y constituye una unidad de medicin y comparacin. Finalmente, se utilizarn Jos materiales ar~ queolgicos para calibrar aspectos del comportamiento a diferentes escalas (va-se cuadro 2.7).

    El enfotjue regional aqu defendido utiliza este concepto espacial como el mecanismo analtico primario para trazar el vnculo entre los hechos inertes del registro paleoltico y los sistemas conductuales que los generaron. Este es un marco para el estudio y la investigacin del cambio sincrnico y diacrnico de la Europa del pleistoceno, pero no es un producto de las tradiciones regionales de investigacin. Aqu se presenta como una alternativa a este enfoque tradicio-nal.

    Aunque ningn marco conceptual puede escaparse totalmente del problema de la parcialidad, y presentar as los datos de un modo objetivo, incumbe a una pro}uesta alternativa el que la informacin resucitada de entre el corpus de da-ros sea mayor a aquella aportada por el mtodo original de observacin del pa-sado. Ello se podr juzgar a medida que se avance en el libro. Sin embargo, y en primer lugar, es necesario investigar n1s a fondo tanto las bases que tenemos para escoger un marco regional (con toda la variedad de escalas espaciales) para estudiar los sistemas paleolticos, como la afirmacin de que esto otorga un vn-culo entre los productos del pasado y una comprensin de la conducta que los produjo.

    2. LOS SISTEMAS REGIONALES DE LOS CAZADORES-RECOLECTORES

    INTRODUCCIN

    Habindole atribuido al cazador impulsos burgueses y tiles paleolticos, juzgamos su situacin desesperada por adelantado.

    MARSHALL SAHLINS, Notes on the Original Affluent Society (1968, p. 86)

    El registro arqueolgico contiene las evidencias para el estudio de los.F.~~.esos a largo plazo __ q~e _inc_luye".1-_l~ a_~ap~acin.y _t?l_~amb_~'!_ La cuestin es, cmo

    pderrios -acCeder a esta informacin? Ya hemos comentado algunas de las propiedades del registro arqueolgico

    derivadas de unas sociedades mviles y reducidas. Por tanto no es sorprendente que se haya utilizado a las sociedades contemporneas de cazadores y recolecto-res con el fin de proveer a los arquelogos de las analogas apropiadas para el es-tudio de los sistemas paleolticos. Los sistemas vivos son los que creemos ms re-levantes para Ja interpretacin de las pautas en los materiales paleolticos. Pero una vez que se han puesto en marcha Jos mecanismos de la investigacin arqueo-lgica con este oportuno incentivo procedente del mundo actual, hemos de cui-dar de que nuestro vuelo directo hacia la esttica del registro arqueolgico no se convierta en un crculo vicioso. En los estudios arqueolgicos actuales es posible vislumbrar, cada vez con ms frecuencia, a los nunamiut, a los !kung u otros gru-pos ligeramente camuflados bajo la indumentaria paleoltica. Luego, si queremos mejorar el uso previo dado a la observacin etnogrfica (por ejemplo Sollas, 1911), es importante entender por qu nos dirigimos a estas sociedades contem-porneas como punto de partida para interpretar el paleoltico.

    La eleccin de las sociedades de cazadores-recolectores no es ms que otra asuncin que se hace sobre el pasado. Acaso parezca acertada, pero de todas formas no deja de ser una asuncin previa. En otros tiempos habramos justifi-cado una opcin de este tipo sealando que los cazadores eran, desde el punto de vista material, los grupos ms primitivos que se podan observar. Ya que se tena esta misma impresn cuando se contrastaban los restos paleolticos con aquellos del final de la prehistoria, por consiguiente pareca lgico vincular esta

  • 132 EL POBLAMIENTO PALEOlTICO DE EUROPA

    REsUMEN

    Este captulo ha ofrecido un amplio discurso de la proposicin adelantada en el captulo 2 (p. 81). Hemos visto que la dispg'l!~_ilid_~~ __ de._~n~rg~ no fue .un Ja et_ o~ -mi tan te en las _regin~_ y_ provincias durante la_ mayoL pI!~ =~j-los ,_tres_ estadioSOClCclO- iiiirglaciar/glaciar. Tan slo durante eJ plenigl_aciardel _terc:Cr estaciiOCi:i-li:l-p-iOvinCia rlOfte, las duras condiciones de desi~rto p0J~r-b~- ~an ocasionado que hub.iese poca energa disponible para mantener una_ e_Str_a-. tegia _adaptativa. Mientras qu~!E!sP

  • 134 EL POBLAMJE,,'lo,TQ PALEOLITICO Q-E EUROPA

    tos sobre la. subsistencia y clasificaciones de asentamientos para ofrecer mar-cos aJternatJvos, actualmente Cstos estudos se cuentan entre la minora (ca-ptulo 5).

    LA TECNOLOGA Y LOS DOS PALEOLfTICOS

    Anteriormente se utilizaban las diferencias en la tcnica de fabricacin de los tiles lticos para respaidar--Hf divSl~ triJJ.~ri;a_ d(;i_ p3.Ieolt:o_.,___AhQui_se

    pued~ ~co~~ 9::1~ tan slo h~bo_~~ carn_pio _fupd_~f!!ental __ ep __ la_ tecnolog~ las_ tecn1ca~ ~e talla del pa.leol~-~-~~-2~ Tuvo iugar e_!! -~l _C:: .. ~~~QQO_J?_.p_._J! senala el lurute entre el p_al~~ucc.:_:~~~_1?.r/me~_i_~J_--=~eerior.

    a) La tecnologa de los ncleos triibajados y las industrias de lascas a inicios del paleoltico

    Hace tiempo se diferenciaba al p~lf?olfti~)nferior del medio _.eq_r_ el em.P!;_o de percutores distintos (dur~_y_!J!~_4(l~}_y ~ I~.l!!PdUCCin-de i;}stnlffientos

    _ sobre ncleo en vez_ck; tji~ ~~~J~r..Os _trabajoseXperir~nta~ de fabri-racin.de tiles lticos (Crabtree, 1970; Bordaz, 1970) han reveldo que se pue-

    . de uu~ .una gran y~edad_ ~ _!~_~_1:,t~ !__.aj! _p~r_a o.1e_n~-~a!-fiial unos p~o- dt1ctos smulares. Por otra parte~J.!JS dt~9-~!1~S absolutas que ahora dsPonemos de. estas primeras industrias Eldican _q~~-~~~.i~CliiCa:Spodan apare~lin cual-

    . qme:r m~mento,_ e11- ;ez_

  • 136 EL POBLAMIENTO PALEOLfTICO DE EUROPA

    Los bifaces paleolticos tambin se fab'ricaban sobre grandes lascas extradas -de nduls que se haban reducido con cuidado. La ms conocida de estas estra-tegias de reduccin, que da lugar a lascas y grandes lminas con las dimensiones deseadas, recibe su nombre de la localidad de Levallois, a orillas del Sena._ Fue aqu donde por primera vez se tom nota de esta tcnica caracterstica en Ja que J~ _forma d_e las lascas y lminas est predeterminada por la cuidado~a pre-paract'?n del nucleo previa a la extraccin de la lasca (Bordes, 1980). La tcnica

    _ Ievallo~s _di!-.. luga_r_~_J_asqis_ amplias_ rp_l~~~sLl~lf!.~ gra_n~e~ y_pun~s-~ljangula-~ (fig. 4.1.): Estos negativ

  • 138 EL PGBLAI'vHENTO PALEOLTICO DE EUROPA

    FIGURA 4.2. La secuencia de pasos a seguir en una estrategia de reduccin del ncleo para producir lminas y laminillas. Los ejemplos proceden de1 PSR de Polonia (KozJo\VSki y Sachse-Kozlowslra, 1976, fig. 3). Nota:

    paso l 2 3

    :i paso 1

    n6dulo ,., O comprobarlo O extraer el Wnex 1 dar forma a la plataforma 2 ncleo en primeia fase preparacin de la superficie de lascado mediante la extraccin de lascas 3 ncko

    paso 1 produccn laminar 2 reavivado del ncleo

    rechazo del ncleo

    4,6 5 7

    ha facililado una detallada descripcin del material del yacimiento de Olbra-cbcicbe, al sudoeste de Polonia, basada en esta secuencia de reduccin del n-cleo (cuadro 4.2). Los estudios han revelado muchos detalles de las secuencias tecnolgicas y la.~~.CZa~~e-e5t~s 1~gar~~-~4~Cxii3Cd~1-1-.Y_de Jos talleres de J."1.Stromentos. Todos __ ~Uo!!_ muestran unas p_autas re~tidas en lo tocante a la ~d~n_si_ciat;l_d!!I~la,terial Y-~-l~p!eSCllclalaSenaactePartes de la secuencia de re-duccin (Ginter, 1974).

    _ La tendencia_ hacia la P!2.~~n microltica laminar pasa a ser especialmen--~e-marcada tras el 20.000 b.p. A partiiCJee5tC momento tambin pueden con-~- temp!~~-!1~~y8$ __ !o~as !!~J~!Qq~.~ de las cuales la ms n~table es el retoque

    a Presin _en ef(uC el tr.?taJI!!.~~19- 1_gtlpr_d~_la._ma~~Jj_a _ _p_rima facilit_aha Ja ex-ti:accin_de:UnasJaScas mu,lelga_dJ!S (Price et al., 1982).

    _Todo el perodo est caracterizado por_Ja_explotacin_de_recursos_d_

  • 140 EL POBLAMIENTO PALEOLTIGO DE EUROPA

    _p~rtir d_e_un.s_Olo_ n.P:Q'_ul() favorecen a estas materias primas, con sus planos de ~ fr:acturacin previsibles. por encima de las In_enos servicaj~s ~JJE.rCitis-.--- --

    - -El Viiaje haCi

  • 142

    6

    30

    El POBLAMIENTO PALEOLlTJCO DE EUROPA

    '

    32

    o

    ~ "

    38

    San , .

    15

    43

    FIGURA 4.4. Tipos de artefactos del paleoltico medio. Los nlimeros corresponden a la lista tipo de Bordes (apndice 3). 6. Punta musteriense. 10. Raedera simple convexa. 11. Raedera simple cncava. 15. Ra~ra doble oonvexa. 30. Raspador sobre lasca. 32. Buril. 38. Cuchillo con dorso natural. 43. Util dentiadado.

    trata como un ndice (TyLI). Por esta causa, muchas de las grficas acumulativas comienzan con el nmero 4 de la lista tipo. Y es algo que tambin puede verse en el recuento de todo el conjunto. E! t~_t~ !:~~~~~P!~r.id~_lps 63 ~~la

    _lista. El total esencial omite los tipos 1-3 y las categoras 45-60, cuyo ligero re-toque podrfa deberse a la accin del hielo que causara un retoque natural en el filo de Jos artefactos al aplastarlos contra el sedimento, o a otros tipos de retoque inintencional (Newcomer, 1976). Los tipos 1-3 se onliten del total esen-cial para permitir as una comparacin ms detallada entre Jos conjuntos en los que abundan las lascas IeY:allois sin retocar y aquelJos en que no abundan.

    Tambin se estudian Jos 63 nmeros de la lista tipo en funcin de .~.uatro grupt>s: 1-4; el grupo 1olevallois;6-29, el grupo 11 o musteriense y que bsica-mente est compuesto por diversos tipqs de raederas; 30-37 y el 40, el grupo IIT o del paleoltico superior; y el 43, el grupo IV o de los tiles denticulados. Tambin se expresan mediante fndices.

    El sistema de B9rdes t'!_mbin tiene ~J!.fuentaJas._tcnicas_~tilizadas al fabri-- --- --~ ..

    1

    '? 1 A.' !

    LOS ESTIJDJOS TECNOLGICOS y TlPOLGlCOS 143

    car Jos artefa:cfos. _Estos_ ndices tcnicos calculanJa_fr.~~11.tj._a-:RrOPorcional de ~ pui![~;_-l!!!_iP~l~scas 1.~~ (I~),_tant

  • CUADRO 4.3. Las principales variantes industriales en el mustcricnsc del sudoeste de Francia.

    o/o indice Levallois % Indice de raedcras Tipos del paleoltico

    % fndicc Quina % indice de superior Denticulados Variantes IL IR % del Grupo 111 % del Grupo JV 10 bifaces

    IB

    Charentiense a) Subtipo Quina < 10 50-80 bajo 14-30 ausente/escaso b) Subtipo Ferrassie 1430 50-80 bajo 6-14 ausente/escaso

    Tfpico muy variable >50 moder8do 0-3 ausente/escaso

    Con denticulados muy variable 4-20 60 o bajo

    Musterietise de la Tradici6n Achelense (MTA)

    Subtipo A muy variable 25-45 rara vez> 4 normal muy bajo 8-40 Subtipo B muy variable 4-20 acusado 60 muy bajo ausente/escaso

    Asinipodiense muy comn escaso numerosos cuchillos escaso con dorso natural

    ..

    Vasconie11se ,"*- numerosos hend-dores sobre lasca

    NOTA: Las cinco variantes bsicas son los dos subtipos del conjunto en el que predominan las raederas charenticnses. el mustcriense tpico, el denticulado y el MTA.

    FUENTE: Bordes, 1953a, 1972. 1981.

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  • 146 EL POBLAMIENTO PALEOLtnCO DE EUROPA

    sistema alternativo .. Utilizaba un ~xamen de los _conJ~~tos _en el que no se ~ecificaba ningu_na Jist! __ d~ __ tipo~ _pr~yi~nielte ]~fi~fqs._ 4_S=_~1ecaonesaremanas normalmente son (educidas y se las puede __ caracteriz_ar ms_.fcilfil~__te_por un tipo de artefacto determinado. como_pueda ser_un_bif.az_o_uu.a_punta folicea. Aunque Bosins