foucault: reflexiones acerca del poder

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PUBLICACIÓN MENSUAL MARZO DEL 2007

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Revista mensual Marzo 2007 Movimiento Ciudadano Metropolitano APN

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Page 1: Foucault: Reflexiones acerca del poder

PUBLICACIÓN MENSUAL

MARZO DEL 2007

Page 2: Foucault: Reflexiones acerca del poder

Foucault: Reflexiones acerca del poderPor Daniel MarmolejoMiembro fundador del Movimiento Ciudadano Metropolitano A.P.N.

Comité Ejecutivo Nacional

Foucault se refiere al poder como a una relación altamente simbólica, que

circula entre el que manda y el que obedece, afirmando que no es

¨Estadocéntrico¨ y que, la forma en que se construyen los poderes da lugar a

la forma en que se construyen los saberes.

Expresa Foucault que cuando se definen los efectos del poder por la represión,

se da una concepción puramente jurídica del poder: se identifica el poder a una

ley que dice no, se privilegiaría sobre todo la fuerza de la prohibición. Ahora

bien, que ésta es una concepción negativa, estrecha y esquelética del poder

que ha sido curiosa y ampliamente compartida. Si el poder no fuera más que

represivo, si no hiciera nunca otra cosa más que decir no ¿ realmente se le

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obedecería?. Lo que hace que al poder se lo acepte es simplemente que no

pesa solamente como fuerza que dice no, sino que de hecho la atraviesa,

produce cosas, introduce placer, forma saber, produce discursos, es preciso

considerarlo como una red productiva que atraviesa todo el cuerpo social más

que como una instancia negativa que tiene como función reprimir.

¿Por qué el poder es descifrado regularmente en los términos puramente

negativos de la ley de prohibición?¿Por qué le poder es inmediatamente

pensado como sistema de derecho? Se dirá sin duda que, en las sociedades

occidentales, el derecho ha servido siempre de máscara al poder. Pero esa

reflexión es insuficiente. El derecho ha sido un instrumento efectivo de

constitución de los poderes monárquicos en Europa, y durante siglos el

pensamiento político ha girado en torno al problema de la soberanía y de sus

derechos. Por otra parte, el derecho ha sido sobre todo en el siglo XVII, un

arma de lucha contra ese mismo poder monárquico que se había servido de él

para afirmarse. Así, ha sido el modo de representación principal del poder (por

representación no hay que entender pantalla o ilusión, sino modo de acción

real). El derecho n o es ni la verdad ni la justificación del poder.

EL poder está ¨siempre ahí¨, no está nunca ¨fuera¨, no hay ¨márgenes¨ para

la pirueta de los que están en ruptura. Pero esto no significa que sea necesario

admitir una forma inabarcable de dominación o un privilegio absoluto de la ley.

Que no se pueda estar ¨fuera del poder¨ no quiere decir que se está de todas

formas atrapado.

No conviene, pues, partir de un hecho primero y masivo de dominación (una

estructura binaria compuesta de ¨dominantes¨ y ¨dominados¨), sino más bien

de una producción multiforme de relaciones de dominación que son

parcialmente integrables en estrategias de conjunto.

Page 4: Foucault: Reflexiones acerca del poder

Para Foucault no existen relaciones de poder sin resistencias: éstas son más

reales y más eficaces cuando se forman allí mismo donde se ejercen las

relaciones de poder. La resistencia al poder no tiene que venir de fuera para ser

real, pero tampoco está atrapada por ser la compatriota del poder. Existe

porque está allí donde está el poder.

No se ve de qué lado (a la derecha o a la izquierda) hubiera podido ser

planteado éste problema del poder. A la derecha no se planteaba más que en

términos de soberanía, constitución, etc., por lo tanto, en términos jurídicos.

Del lado marxista, en términos del aparato de Estado. La manera cómo el poder

se ejercía concretamente y en detalle, con toda su especificidad, sus técnicas y

sus tácticas, no se planteaba: la mecánica del poder jamás era analizada.

Sólo se ha podido comenzar a realizar éste trabajo después del 68, es decir, a

partir de las luchas cotidianas realizadas por la base, con aquellos que tenían

que enfrentarse en los eslabones más finos de la red del poder. Fue ahí donde

la cara concreta del poder apareció y al mismo tiempo la fecundidad verosímil

de éstos análisis del poder para darse cuenta de las cosas que habían

permanecido , hasta entonces, fuera del campo del análisis político.

Existe un combate ¨por la verdad¨ o al menos ¨alrededor de la verdad¨.

Entiéndase ¨verdad¨ no referente al ¨conjunto de cosas verdaderas que hay

que descubrir o hacer aceptar¨, sino ¨el conjunto de reglas según las cuales se

discrimina lo verdadero de lo falso y se ligan a lo verdadero efectos políticos de

poder¨. Lo importante, es que la verdad no está fuera del poder ni sin poder.

Hay que pensar los problemas políticos no en términos de ¨ciencia-ideología¨

sino en términos de ¨verdad-poder¨. No se trata de liberar la verdad de todo

sistema de poder (esto sería una quimera ya que la verdad es en ella misma

poder) sino de separar ¨el poder de la verdad¨ de las ¨formas de hegemonía¨

(sociales, económicas, culturales) en el interior de las cuales funciona por el

momento.

Page 5: Foucault: Reflexiones acerca del poder

La cuestión política, en suma, no es el error, la ilusión, la conciencia alienada o

la ideología… es la verdad misma.

Partiendo de esta concepción de Foucault, que entiende el poder como una red

productiva que atraviesa el cuerpo social, se puede pensar la participación

ciudadana y el ejercicio de los derechos ciudadanos en la indagación de la

verdad y el respeto de las leyes, como una forma de ejercicio del poder, en

busca de límites al abuso del poder institucional y su consiguiente violencia.

Durkheim creía fecunda la idea de que ¨la vida social debe explicarse por las

causa profundas que escapan a la conciencia de quienes participan en ella¨.

Distinto, pero complementario a ésta, un principio sostenido por Foucault

afirma que ¨es mediante la insurrección de los saberes sometidos, saberes

locales de la gente, saberes descalificados, mediante los cuales opera la crítica,

que podemos construir conjuntamente un discurso diferente¨.

Con plena conciencia de que en una sociedad como la nuestra son bien

conocidos los procedimientos de exclusión y de que la historia no deja de

enseñárnoslo, el discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o

los sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual, se

lucha: aquel poder del que quiere uno adueñarse.

La profunda indignación frente a las injusticias y frente a la discrecionalidad del

poder debe servir para iniciar caminos de reconstrucción, para fortalecer la

participación activa y el riguroso control colectivo por parte de los ciudadanos.