fotoentrevista

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Licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense, Eduardo Pérez Salguero tiene su estudio en Cartagena, en un primer piso donde se respira trabajo y orden. No hay nada que distraiga la atención, ni muebles, ni objetos, ni nada que pueda entorpecer su trabajo, desencaminarle de su vida, de lo que le hace ser. Llegamos tarde, saluda con una sonrisa. La obra de Eduardo Pérez Salguero se presenta como un intenso cruce de ideas y de soluciones formales que reflejan tanto las transformaciones visuales de la pintura en las últimas décadas como la relación problemática de ésta con la realidad, con cuestiones de carácter social, político y sexual. En su trabajo el artista ha dedicado especial atención a una lectura compleja de las iconografías de la cultura popular en conexión con sus valores simbólicos y con una nueva tradición visual firmemente insertada en el marco del entretenimiento, el espectáculo y el consumo de modelos e imágenes. Las letras, las palabras, muy duras en ocasiones y todas en inglés, se convierten en la obra de Pérez Salguero en pura imagen: «Siempre me ha gustado el texto, no sólo como lenguaje, sino como imagen. En esta obra los textos no tienen la carga que tenían antes, pero sin embargo adquieren el peso de otra imagen cualquiera, como podría ser una cara», detalla el autor de Rude People, que a sus obras le añade fecha simulando que son carteles que anuncian acontecimientos, estrenos o grandes combates, comenta. Pero Eduardo Pérez Salguero no quiere oír ni hablar del cómic, pese a que las amenazas que pronuncian los protagonistas de sus obras se reflejan en bocadillos y las onomatopeyas de explosiones, gruñidos y disparos se asemejan a las del cómic. «No tiene nada que ver con el cómic porque nunca me ha gustado», dice tajante. No reconoce referencias claras de ningún pintor, aunque «me gustan muchos», pero sí está presente en su obra la referencia a los clásicos de la pintura. Entrevista / Fotografías: Sergio López. Como señala Santiago Olmo en el catálogo editado para su última exposición, “las pinturas de Eduardo Pérez Salguero asumen un marcado carácter gráfico. Los cuadros reformulan el estilo de portadas imaginarias de revistas de tendencia y se apropian del tono rabioso de los carteles entre una melancolía popera y la visión crítica de la violencia institucionalizada a través de figuras de super-héroes de archivo. Iconografías nostálgicas extraídas de series de animación para televisión, de películas de acción y ciencia ficción de serie B o del dibujo animado clásico de los años 50 y 60, se integran a una composición equilibrada de campos de color plano o de patrones de barras o círculos concéntricos. Pérez Salguero usa también breves mensajes descontextualizados, siempre en inglés, que actúan como llamadas de atención o como títulos para novelas de acción que subrayan el clima de violencia “animada” y solo aparentemente inocente de las escenas”. En sus últimos proyectos, Pérez Salguero explora las posibilidades escenográficas de su trabajo transformando los cuadros en escenarios con el clima inquietante de un plató en el que se desarrollase un espectáculo caótico, efecto que potenciará con una intervención sobre el propio espacio de la sala. “Su obra se ha caracterizado, desde un principio, por una profunda reflexión en torno a la violencia y al sexo como elementos constitutivos del sujeto contemporáneo” El artista, reflexionando sobre ese carácter caótico y violento de su trabajo, ha señalado que su obra se ha caracterizado, desde un principio, por una profunda reflexión en torno a la violencia y al sexo como elementos constitutivos del sujeto contemporáneo. Una violencia y un sexo, que son excesivamente evidentes en las imágenes, que consumimos todos los días y que se esconden tras el ruido que nos rodea, nos bombardean a cada momento y nos saturan de información impidiendo que los digiramos correctamente. Como señala Pérez Salguero, “trabajo sobre lo que aparentemente nos hace insensibles a esta violencia, siendo capaces de procesar tal cantidad de imágenes con una aparente invulnerabilidad que nos hace distantes de algo que, no sólo nos rodea, sino que también habita en nosotros mismos. Todo ese ruido que nos envuelve y nos ensordece. Durante los últimos años, mi obra ha reflexionado acerca de estas cuestiones, de cómo iconos que hemos asumido universales en nuestra cultura occidental, se han camuflado en nuestro imaginario como elementos cotidianos aparentemente inofensivos, mientras esconden tras de sí esa violencia que al mismo tiempo que se hace evidente, se vuelve incomprensiblemente invisible”. La pintura de Eduardo Pérez Salguero parece haber entrado en un proceso de reflexión y supresión de elementos accesorios que, a primera vista, aligera el proceso narrativo y se inclina a aspecto descriptivos con una clara tendencia a la valoración de lo pictórico, de los campos de color. Sin abandonar del todo su discurso -los giros bruscos hacen perder la estabilidad o son exponentes de la falta de ésta, empieza a introducir una serie de cambios, no sólo de matiz, que hacen pensar en el inicio del camino hacia la personalización, si cabe más, de la obra, en una concreción de la forma y de su capacidad expresiva fuera de la dispersión y de la sobrecarga. Los ejemplos son variados, pero donde más se hacen notar es en la serie Nos atiende con pocas palabras, con gesto amable, con gesto verdadero. No habla tampoco de su pintura, sólo la muestra, no sin cierta timidez, como el que se tiene que desnudar ante el médico que examina, pues para él sus cuadros son eso, esas verdades al desnudo, esas radiografías de lo que tenemos dentro, de nuestras miserias y de nuestras esperanzas. de pequeño formato en la que representa una serie de cabezas. La forma es simple y concisa: un fondo plano, con pocos campos de color, sobre el que se impostan las cabezas de estructura cerrada, efecto que logra con una línea más plástica que dibujística, cuyo interior se muestra más trabajado, con capas superpuestas que crean tensiones psicológicas pese a la apariencia estática y monolítica. Pérez Salguero consigue con estas obras centrar la atención del espectador, hacerlo partícipe de una inquietud fuera de la propia tendencia explicativa. «Mi pintura era antes más abstracta y ahora se ha vuelto más figurativa. Ha sido una evolución natural. A la vez que tú cambias, cambia tu pintura. No se puede utilizar el mismo discurso que hace diez años» analiza Pérez Salguero. La directora del Espacio AV de Murcia, Isabel Tejeda, señala que Pérez Salguero “ejemplifica la pintura más emergente que se está haciendo en estos momentos en la Región”. Salguero ha realizado estancias de estudio en ciudades tan emergentes como Berlín o Nueva York y ha participado en distintas ferias internacionales de Arte en Chicago y Miami, ésto le hace ser uno de los jóvenes artistas actuales con más proyección en el exterior. En la actualidad, reside y pinta en Cartagena. “Mi pintura era antes más abstracta y ahora se ha vuelto más figurativa. Ha sido una evolución natural. A la vez que tú cambias, cambia tu pintura” Eduardo P. Salguero: despejando a Doraemon. Ligado a los clásicos

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Trabajo realizado para la asignatura de Proyectos II de la Escuela de Arte de Murcia.

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Page 1: Fotoentrevista

Licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense, Eduardo Pérez Salguero tiene su estudio en Cartagena, en un primer piso donde se respira trabajo y orden. No hay nada que distraiga la atención, ni muebles, ni objetos, ni nada que pueda entorpecer su trabajo, desencaminarle de su vida, de lo que le hace ser. Llegamos tarde, saluda con una sonrisa.

La obra de Eduardo Pérez Salguero se presenta como un intenso cruce de ideas y de soluciones formales que reflejan tanto las transformaciones visuales de la pintura en las últimas décadas como la relación problemática de ésta con la realidad, con cuestiones de carácter social, político y sexual.

En su trabajo el artista ha dedicado especial atención a una lectura compleja de las iconografías de la cultura popular en conexión con sus valores simbólicos y con una nueva tradición visual firmemente insertada en el marco del entretenimiento, el espectáculo y el consumo de modelos e imágenes.

Las letras, las palabras, muy duras en ocasiones y todas en inglés, se convierten en la obra de Pérez Salguero en pura imagen: «Siempre me ha gustado el texto, no sólo como lenguaje, sino como imagen. En esta obra los textos no tienen la carga que tenían antes, pero sin embargo adquieren el peso de otra imagen cualquiera, como podría ser una cara», detalla el autor de Rude People, que a sus obras le añade fecha simulando que son carteles que anuncian acontecimientos, estrenos o grandes combates, comenta.Pero Eduardo Pérez Salguero no quiere oír ni hablar del cómic, pese a que las amenazas que pronuncian los protagonistas de sus obras se reflejan en bocadillos y las onomatopeyas de explosiones, gruñidos y disparos se asemejan a las del cómic. «No tiene nada que ver con el cómic porque nunca me ha gustado», dice tajante. No reconoce referencias claras de ningún pintor, aunque «me gustan muchos», pero sí está presente en su obra la referencia a los clásicos de la pintura.

Entrevista / Fotografías: Sergio López.

Como señala Santiago Olmo en el catálogo editado para su última exposición, “las pinturas de Eduardo Pérez Salguero asumen un marcado carácter gráfico. Los cuadros reformulan el estilo de portadas imaginarias de revistas de tendencia y se apropian del tono rabioso de los carteles entre una melancolía popera y la visión crítica de la violencia institucionalizada a través de figuras de super-héroes de archivo.Iconografías nostálgicas extraídas de series de animación para televisión, de películas de acción y ciencia ficción de serie B o del dibujo animado clásico de los años 50 y 60, se integran a una composición equilibrada de campos de

color plano o de patrones de barras o círculos concéntricos. Pérez Salguero usa también breves mensajes descontextualizados, siempre en inglés, que actúan como llamadas de atención o como títulos para novelas de acción que subrayan el clima de violencia “animada” y solo aparentemente inocente de las escenas”.

En sus últimos proyectos, Pérez Salguero explora las posibilidades escenográficas de su trabajo transformando los cuadros en escenarios con el clima inquietante de un plató en el que se desarrollase un espectáculo caótico, efecto que potenciará con una intervención sobre el propio espacio de la sala.

“Su obra se ha caracterizado, desde un principio, por una profunda reflexión en torno a la violencia y al sexo como elementos constitutivos del sujeto contemporáneo”

El artista, reflexionando sobre ese carácter caótico y violento de su trabajo, ha señalado que su obra se ha caracterizado, desde un principio, por una profunda reflexión en torno a la violencia y al sexo como elementos constitutivos del sujeto contemporáneo. Una violencia y un sexo, que son excesivamente evidentes en las imágenes, que consumimos todos los días y que se esconden tras el ruido que nos rodea, nos bombardean a cada momento y nos saturan de información impidiendo que los digiramos correctamente.

Como señala Pérez Salguero, “trabajo sobre lo que aparentemente nos hace insensibles a esta violencia, siendo capaces de procesar tal cantidad de imágenes con una aparente invulnerabilidad que nos hace distantes de algo que, no sólo nos rodea, sino que también habita en nosotros mismos. Todo ese ruido que nos envuelve y nos ensordece. Durante los últimos años, mi obra ha reflexionado acerca de estas cuestiones, de cómo iconos que hemos asumido universales en nuestra cultura occidental, se han camuflado en nuestro imaginario como elementos cotidianos aparentemente inofensivos, mientras esconden tras de sí esa violencia que al mismo tiempo que se hace evidente, se vuelve incomprensiblemente invisible”.

La pintura de Eduardo Pérez Salguero parece haber entrado en un proceso de reflexión y supresión de elementos accesorios que, a primera vista, aligera el proceso narrativo y se inclina a aspecto descriptivos con una clara tendencia a la valoración de lo pictórico, de los campos de color.

Sin abandonar del todo su discurso -los giros bruscos hacen perder la estabilidad o son exponentes de la falta de ésta, empieza a introducir una serie de cambios, no sólo de matiz, que hacen pensar en el inicio del camino hacia la personalización, si cabe más, de la obra, en una concreción de la forma y de su capacidad expresiva fuera de la dispersión y de la sobrecarga.Los ejemplos son variados, pero donde más se hacen notar es en la serie

Nos atiende con pocas palabras, con gesto amable, con gesto verdadero. No habla tampoco de su pintura, sólo la muestra, no sin cierta timidez, como el que se tiene que desnudar ante el médico que examina, pues para él sus cuadros son eso, esas verdades al desnudo, esas radiografías de lo que tenemos dentro, de nuestras miserias y de nuestras esperanzas.

de pequeño formato en la que representa una serie de cabezas. La forma es simple y concisa: un fondo plano, con pocos campos de color, sobre el que se impostan las cabezas de estructura cerrada, efecto que logra con una línea más plástica que dibujística, cuyo interior se muestra más trabajado, con capas superpuestas que crean tensiones psicológicas pese a la apariencia estática y monolítica.

Pérez Salguero consigue con estas obras centrar la atención del espectador, hacerlo partícipe de una inquietud fuera de la propia tendencia explicativa. «Mi pintura era antes más abstracta y ahora se ha vuelto más figurativa. Ha sido una evolución natural. A la vez que tú cambias, cambia tu pintura. No se puede utilizar el mismo discurso que hace diez años» analiza Pérez Salguero.

La directora del Espacio AV de Murcia, Isabel Tejeda, señala que Pérez Salguero “ejemplifica la pintura más emergente que se está haciendo en estos momentos en la Región”. Salguero ha realizado estancias de estudio en ciudades tan emergentes como Berlín o Nueva York y ha participado en distintas ferias internacionales de Arte en Chicago y Miami, ésto le hace ser uno de los jóvenes artistas actuales con más proyección en el exterior. En la actualidad, reside y pinta en Cartagena.

“Mi pintura era antes más abstracta y ahora se ha vuelto más figurativa. Ha sido una evolución natural. A la vez que tú cambias, cambia tu pintura”

Eduardo P. Salguero: despejando a Doraemon.

Ligado a los clásicos