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Contenido 3 La formación ciudadana en el contexto de la reforma educativa

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La escuela como espacio de formación ciudadana. ¿Un desafío formativo pendiente?. La voz de los Profesores

Dr. Carlos Muñoz Labraña1

Universidad de Concepción, Chile [email protected]

M. Ed. Ramón Victoriano Lamilla Universidad de Concepción, Chile

[email protected]

INTRODUCCIÓN A partir de las últimas décadas del siglo XX la humanidad ha experimentado profundos cambios. La educación chilena no ha estado ajena a estas transformaciones, asistiéndose a la implementación de una serie de medidas, que han tenido como pretensión mejorar la calidad de los servicios educativos. A pesar de los esfuerzos realizados, existe una temática que aún constituye un desafío para el sistema educativo, esto es, ayudar a sus estudiantes a que aprendan a vivir juntos. Tarea que si bien no excluye a otros agentes e instituciones, no cabe duda que la escuela posee un rol muy importante. Aprender a vivir juntos es clave para la consolidación de toda democracia y para la promoción de proyectos comunes, constituyendo un tema capital de envergadura universal. La presente comunicación aspira a contribuir a este debate, dando cuenta de parte de los resultados de un proyecto de investigación adjudicado ante el Fondo de Investigación y Desarrollo en Educación de Chile FONIDE 310894, dependiente del Ministerio de Educación durante el año 2008, que tiene como propósito indagar si los docentes del subsector de aprendizaje de Estudio y Comprensión de la Sociedad del Segundo Ciclo de la Educación General Básica, perciben a la escuela como un espacio de formación ciudadana. CONSIDERACIONES TEÓRICAS En Chile, aun cuando la legitimidad del régimen democrático no es puesta en duda, el sistema necesita de una continua actualización del consenso sobre su legitimidad. Lo que requiere por un lado, una eficiencia de las políticas públicas y por otro, una efectividad real de la participación de sus ciudadanos. Afortunadamente -tras años de dictadura- en el imaginario nacional se ha instalado la idea que es a través de la participación, donde el papel del ciudadano cobra su auténtico valor. Existiendo la pretensión de avanzar en la construcción de una vida democrática que no se limite al ejercicio del derecho a voto y a la delegación en los gobernantes de toda iniciativa, sino que sea capaz de llenar de contenido a la ciudadanía, transitando de una ciudadanía puramente formal a una sustantiva, o como lo ha dicho el PNUD, pasando de una democracia de electores a una democracia de ciudadanos, buscando los mecanismos que hagan de la democracia una práctica cotidiana y no sólo un principio jurídico.

1 Investigador Asociado. Centro de Investigación Avanzada en Educación. Chile

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En este contexto, la legitimación, eficiencia y participación, constituyen factores claves sobre los que se asienta nuestro sistema político. Se entiende que la participación es desarrollada por ciudadanos con derechos y responsabilidades y supone por una parte, un proceso de interacción e integración más o menos organizado entre quienes comparten ideales, intereses de vida y están dispuestos a colaborar y enfrentar juntos eventuales resistencias y expresiones y por otro, la necesidad y voluntad de influir en el resto de la sociedad. Existe una amplia bibliografía que reafirma la estrecha relación entre la educación y la responsabilidad de formar ciudadanos, abogando por la existencia de una ciudadanía activa, aquella que no se remite solo a la posesión formal de derechos, sino que potencia la formación de un ciudadano con capacidades y habilidades para participar de un modelo de democracia donde su presencia es necesaria (Cerda y otros, 2004). Desde esta perspectiva, la educación sin duda constituye la mejor inversión para poder vivir con dignidad y participar más eficazmente en la sociedad, porque brinda la oportunidad de pensar, de disfrutar de los bienes culturales, de mejorar las relaciones con los demás y de comprender en qué mundo vivimos (Carbonell J. 2008). El informe Delors expresa que la finalidad principal de la educación es el pleno desarrollo del ser humano en su dimensión social. Se define como vehículo de las culturas y los valores, como construcción de un espacio de socialización y como crisol de un proyecto común que promueve en las personas el desarrollo de ciertas capacidades que les permitan participar activamente, durante toda la vida en un proyecto de sociedad (Delors J. 1996). A participar, se aprende participando, pero también enseñando al alumno a argumentar sus opiniones, a enriquecerlas mediante datos, hipótesis y evidencias. De allí que la familiaridad con las instituciones democráticas, la disposición a participar de los procesos que la configuran y las virtudes públicas que ella requiere, dependen en una medida importante de la educación que los niños y jóvenes reciben en la escuela (MINEDUC, 2004). Aunque ciertamente, no es la instancia única, y sola no puede llegar muy lejos, tiene un papel clave en la enseñanza de lo que se ha dado en llamar el oficio de ciudadano (Bárcena F. 1997). La escuela tiene como intención propia constituir los espacios y organizar los tiempos en que tiene lugar la primera de las experiencias común a toda la sociedad. De tal manera que puede contribuir, decisivamente o no, a construir las capacidades intelectuales y morales que son fundamento de la capacidad de acción ciudadana de la sociedad. Es decir, de reflexión y acción sobre sí misma: sus problemas más apremiantes, sus fines y los significados que la cohesionan (Cox y otros, 2005). En la escuela se experimenta la alteridad y se adquieren, al mismo tiempo, algunas de las virtudes imprescindibles para la vida compartida (Informe Comisión Ciudadana, 2004). Aquí se constituyen los conocimientos compartidos y elaborados socialmente para aprehender lo real y dar sentido a las prácticas cotidianas de los individuos, permitiéndoles clasificar, distinguir, ordenar, evaluar y jerarquizar un estado de la realidad o de una dimensión de la vida cotidiana, haciendo lógico y coherente el mundo, organizando las explicaciones sobre los hechos y las relaciones causales que existen entre ellos.

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Revitalizar la educación para la ciudadanía, formar ciudadanos, significa entonces no sólo enseñar un conjunto de valores propios de una comunidad democrática, sino estructurar la escuela y el aula con procesos (diálogo, debate, toma de decisiones colegiada) en los que la participación activa en la resolución de problemas de la vida en común, contribuya a crear los correspondientes hábitos y virtudes ciudadanas. Y en esta tarea no cabe duda que los docentes poseen un rol fundamental (Bolivar A. 2007). El currículo chileno tiene como orientaciones fundamentales que los estudiantes se desarrollen como hombres y mujeres libres y socialmente responsables, a la vez que competentes en el ejercicio de la ciudadanía y el fortalecimiento de la democracia. Para ello se plantea que conozcan y comprendan los derechos y deberes que implica la vida en democracia, incluyendo la participación responsable en actividades comunitarias, el reconocimiento de la legitimidad de diversos puntos de vista sobre la realidad social y la valoración de principios básicos de libertad, igualdad, justicia, pluralismo y respeto a los derechos humanos, de manera de fortalecer la identidad nacional y la convivencia democrática (MINEDUC 2004) En el segundo Ciclo de la Enseñanza Básica –nivel en que se desarrolla esta investigación- el sistema educativo chileno plantea que los subsectores de aprendizaje con mayor incidencia y de manera más directa en la formación ciudadana son Estudio y Comprensión de la Sociedad y Lenguaje. En ambos subsectores existen objetivos que corresponden al marco de valores que debe inspirar a los ciudadanos y a una cultura democrática en el Chile contemporáneo, buscando que los y las estudiantes valoren el pluralismo y logren desarrollar una actitud positiva hacia la participación ciudadana (MINEDUC, 2004) mediante la incorporación de conocimientos y habilidades asociadas como: el fomento del desarrollo del pensamiento crítico e independiente; la incorporación de metodologías orientadas a la discusión grupal; la promoción de resolución de problemas y el análisis de casos concretos, vinculados a su aquí y ahora; el énfasis en los procesos conscientes al abordar los contenidos mediante el análisis, la demostración y la argumentación; la utilización de gran variedad de materiales de aprendizaje, incluyendo fuentes que no sean textos escolares como: mensajes de los medios de comunicación, discursos, graffitis, etc; entre otros. Los antecedentes anteriores nos llevan a lo menos a tratar de responder a los menos tres preguntas fundamentales: ¿Cómo entienden los y las docentes del subsector de Estudio y Comprensión de la Sociedad del segundo ciclo básico, la formación ciudadana que de acuerdo al currículo escolar deben entregar a sus estudiantes?; ¿Qué desafíos ven los profesores en esta tarea?; ¿Está siendo la Escuela un espacio de formación ciudadana en el Segundo Ciclo de la Educación General Básica? El Ministerio de Educación ha constatado que el componente de formación ciudadana de la Reforma Curricular es uno de los menos comprendidos por los docentes existiendo tensiones que han sido ratificados por otros estudios posteriores (Egaña, 2003). De allí que investigar la percepción de los profesores resulta fundamental.

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METODOLOGÍA La metodología para conocer las percepciones de los profesores fue de naturaleza cualitativa. Dentro de las perspectivas de la tradición cualitativa, se optó por una aproximación fenomenológica e interpretativa. La recopilación de la información se realizó mediante entrevistas en profundidad de carácter semi estructurada. Se efectuaron 12 entrevistas a docentes que trabajan en el subsector de Estudio y Comprensión de la sociedad en el Segundo Ciclo Educación Básica. ANÁLISIS DE RESULTADOS Las categorías de análisis que emergen de la información recogida, respecto a como entienden los y las docentes la formación ciudadana que de acuerdo al currículo escolar deben entregar a sus estudiantes, son las siguientes.

Una formación ciudadana que no visualizan de manera explícita en el currículo escolar. Los y las docentes tienen cierta dificultad para reconocer de manera explícita que la formación ciudadana forma parte del currículo oficial del subsector de aprendizaje. Al profundizar respecto de la temática, los docentes ven la formación como un tema transversal en el currículo, como efectivamente es. Sin embargo, agregan que: “como es transversal… es de responsabilidad de la comunidad educativa en su conjunto y por lo tanto una tarea de de todos y… de nadie”

Una formación ciudadana que no asocian al rol formativo del subsector de aprendizaje. Especialmente evidente resulta este hallazgo al momento de preguntar acerca del rol que poseen como profesores en la formación de los estudiantes, puesto que no logran ir más allá de la literalidad de los contenidos prescritos en el Marco Curricular. De tal manera que la formación ciudadana no es un tema que forme parte de su discurso pedagógico a la hora de dar cuenta del rol formativo del subsector.

Una formación ciudadana que no intencionan en sus clases. Los y las docentes al ser inquiridos respecto a los principales desafíos que como profesores del área de aprendizaje poseen en sus clases, los docentes recurren a frases como: “que aprendan historia”, “que aprendan los hechos ocurridos en el pasado”, “que aprendan como vivía la gente en la antigüedad”, etc. Pero en ninguna de ellas aparece como desafío, la formación ciudadana de sus estudiantes.

Una tarea para la cual no tienen herramientas que les permitan algún éxito. Los y las docentes reconocen que para enfrentar el desafío de formar ciudadanos, no cuentan con las mínimas herramientas que les permitan actuar con algún éxito en sus aulas. La falta de preparación en su formación inicial como docentes, así como la falta de actualización sobre la materia y los años oscuros del gobierno militar, en donde la temática fue reducida a una cuestión puramente instrumental, aparecen como las principales causales.

Una formación vista como una socialización política. Los y las docentes entrevistadas al momento de focalizar su atención en el rol que le corresponde en la formación ciudadana de los y las estudiantes -luego ser interpelados por el entrevistador- asocian este rol a la aspiración que sus estudiantes alcancen un conocimiento y una socialización de lo político, a un conocimiento eficaz de la

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Constitución, del estado y sus instituciones, el gobierno, las leyes, los partidos políticos, etc…) que rara vez llega a la problematización.

Una tarea encaminada a promover un conocimiento declarativo. A pesar que el Marco Curricular pretende el desarrollo de habilidades y actitudes ciudadanas, los y las profesoras entrevistadas no logran avanzar a estos niveles, quedándose en la enseñanza y evaluación del conocimiento declarativo asociado a la socialización política que se esmeran por alcanzar, sea este factual o conceptual. Abogan porque los estudiantes sean capaces de saber -por ejemplo- donde nace la democracia y posean una definición de ella, pero no logran advertir la importancia de asociar este nacimiento ni su concepto a las habilidades asociadas, ni menos alcancen su valoración.

Un proceso que busca promover la gobernabilidad por sobre la gobernanza. En el discurso pedagógico de los y las docentes si bien se puede advertir la importancia que conceden a los agentes públicos en la promoción del consenso de una sociedad en un momento histórico determinado, es decir la gobernabilidad, no poseen la misma claridad, ni se problematizan en relación a temáticas tan importantes como: los mecanismos existentes y aún de otros que pudieran surgir para el ejercicio del gobierno y la función pública, los procesos que estimulan la participación de la sociedad civil y por tanto la acción cívica de los ciudadanos, los mecanismos existentes para la inclusión de nuevos actores para la toma de decisiones e implementación de políticas públicas, es decir, la promoción de la gobernanza.

Un trabajo arduo que busca encaminar a los estudiantes hacia una representación política y no a la participación social en su más amplio espectro. Las y los docentes entrevistados reconocen que la responsabilidad de formar ciudadanos constituye un enorme desafío desde el punto de vista profesional, pero orientan este desafío a que sus estudiantes logren valorar la importancia que reviste para la sociedad la representación que hacen las autoridades políticas que gobiernan el país, más no la oportunidad de participación que puede brindar a los ciudadanos el propio sistema, ni menos la posibilidad de generar nuevos y hasta ahora poco usados mecanismos de participación.

Una formación ciudadana equiparada con una formación cívica que privilegia el binomio Ciudadano-Elector. Los y las docentes entienden que la principal aspiración de una formación ciudadana, debe estar dirigida por sobre todo a lograr la inscripción electoral de la mayor parte de los estudiantes que logren llegar a la mayoría de edad y puedan participar de los comicios que cada cierto tiempo y para la elección de distintas autoridades políticas, se realizan en el país.

Una formación ciudadana centrada en los procesos de individualización más no de socialización. Una vez que los docentes toman conciencia del rol formativo del subsector de aprendizaje en materia de formación ciudadana, se plantean siempre en términos de la importancia que reviste esa formación para los sujetos de manera individual y nunca de manera colectiva a partir de, por ejemplo la adhesión a un proyecto mancomunado que contribuya a una vivencia común, a un bien-estar colectivo. Para ellos es importante una inscripción electoral, “para que cada uno puedan hacer oír su voz”, más no para que voces organizadas sean escuchadas,

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cuestión que sería coherente con la necesidad de incrementar el capital social en nuestra sociedad. CONCLUSIONES Desde el punto de vista curricular, nuestro país ha realizado un gran esfuerzo en materia de formación ciudadana, al superar los graves inconvenientes que se heredaron del gobierno militar, incorporando temáticas ausentes asociadas a esta formación, cuya finalidad ha sido promover discusiones en las aulas, bajo una mirada transversal, cuyos elementos curriculares se introducen a lo largo del proceso de educación y desde la más tierna infancia, para desarrollar tanto nuevos contenidos como determinados valores. Tal como ha sido la experiencia de otros países que han realizado esta opción, el objetivo fue abrir una brecha epistemológica en el sistema educativo orientado tradicionalmente a las estructuras curriculares basadas en lógicas disciplinares creadas en la tradición cultural de hace siglos. Al parecer esta importante innovación suponía un éxito en sí misma, porque dados los resultados de la investigación que presentamos, esta importante innovación no ha dejado de ser una introducción algo tímida en los profesores entrevistados, ya que el propio concepto de transversal convierte ese contenido en un elemento de segundo orden curricular. Asociado a lo anterior, a la base de la discusión se encuentra un tema no menor porque son los propios docentes quienes manifiestan no estar preparados para enfrentar este desafío, recurriendo a lo único que han tenido a su alcance: su sentido común y a lo aprendido en su escolaridad obligatoria hace años, dado que la temática ha estado ausente en los procesos de formación inicial docente que han seguido. De tal manera que la formación ciudadana la entienden como una socialización política, que busca por sobre todo un conocimiento de carácter declarativo, preparando a sus estudiantes para una gobernabilidad y una representación política. Esto a pesar que los investigadores han tenido accesos a materiales preparados especialmente para este fin para los distintos niveles de enseñanza de la educación chilena por parte del MINEDUC, a los que sin duda no han tenido acceso las y los profesores entrevistados. Finalmente, otra cuestión que se desprende de los resultados obtenidos es que los docentes si bien tienen plena conciencia de su rol en la promoción de la individualización de sus estudiantes, esta preocupación por la individualización no tiene la misma calidad que la socialización que deben promover, provocando lo que Touraine denomina como desocialización de sus estudiantes y por tanto pierden la posibilidad de ayudarlos a aprender a vivir juntos y hacer de la escuela un genuino espacio de formación ciudadana. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Bárcena Fernando (1997): El oficio de la ciudadanía: introducción a la educación política. Barcelona : Paidós Ibérica. España.

Bolivar Antonio (2007): Educación para la ciudadanía. Algo más que una asignatura. GRAO España

Carbonell Sebarroja Jaume (2008): Una educación para mañana. Octaedro. España

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Cerda Ana María, María Loreto Egaña, Abraham Magendzo, Eduardo Santa Cruz y René Varas (2004): El complejo camino de la formación ciudadana. Una mirada a las prácticas docentes. LOM PIIE. Santiago.

Cox Cristian, Rosario Jaramillo, Fernando Reimers (2005): Educar para la Ciudadanía y la Democracia en las Américas: Una Agenda para la Acción. BID Departamento de Desarrollo Sostenible División de Estado, Gobernabilidad y Sociedad Civil Unidad de Educación.

Delors, Jaques (1996) La educación encierra un tesoro. Madrid Santillana Egaña L. (2003). Reforma Educativa y Objetivos Fundamentales Transversales. Los

dilemas de la innovación. PIIE, Santiago 2003. Imbernón Francisco, coordinador (2002) Joan Majó, Michela Mayer, Federico Mayor,

Rigoberto Menchú y Juan Carlos Tudesco. Grao España. MINEDUC (2004) Informe Comisión Formación Ciudadana. MINEDUC (2004). Formación Ciudadana. Actividades de apoyo para el profesor.

Historia y Ciencias Sociales. 1º básico a 4º medio. Unidad de Currículo y Evaluación. Primera Edición.