focault las palabras y las cosas_cap_las cuatro similitudes

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 CAPÍTULO II LA PROSA DEL MUNDO 1. LAS CUATRO SIMILITUDES Hasta fines del siglo xvi, la semejanza ha desempeñado un papel constructivo en el saber de la cultura occidental. En gran parte, fue ella la que guió la exégesis e interpretación de los textos; la que organizó el juego de los símbolos, permitió el conocimiento de las cosas visibles e invisibles, dirigió el arte de representarlas. El mundo se enrollaba sobre sí mismo: la tierra repetía el cielo, los rostros se reflejaban en las estrellas y la hierba ocultaba en sus tallos los secre- tos que servían al hombre. La pintura imitaba el espacio. Y la re-  prese ntac ión —ya fuera fiesta o saber— se daba como repet ició n: teatro de la vida o espejo del mundo, he ahí el título de cualquier lenguaje, su manera de anunciarse y de formular su derecho a hablar. Es necesario que nos detengamos un poco en este momento del tiempo en el que la semejanza va a desligarse de su pertenencia al saber y desaparecerá, cuando men os en parte, del horizonte del cono- cimiento. ¿Cómo se pensaba la simil itud a fines del siglo xvi o aun a principios del xvii? ¿Cómo podía organizar las figuras del saber? Si es verdad que las cosas que se asemejaban eran infinitas ¿podemos, cuando menos, establecer las formas según las cuales po- dían llegar a ser semejantes unas a otras? La trama semántica de la semejanza en el siglo xvi es muy rica:  Amicitia, Aequalit as (contractu s, consensu s, matrimoni um, societas,  pax et similia) , Consonan tia, Concertu s, Continu um, Paritas , Pro-  porfío,  Similitudo, Conjuctio, Copula. 1 Existen, desde luego, muchas otras nociones que se entrecruzan en la superf icie del pensamien- to, se superponen, se refuerzan o se limitan. Por el momento, bas- tará con indicar las figuras principales que prescriben sus articula- ciones al saber de la semejanza. Hay cuatro que son, con toda certeza, esenciales. Por lo pronto, la  convenientia.  A decir verdad, la vecindad de los lugares se encuentra designada con más fuerza por esta palabra que la simili tud. Son "conven ientes" las cosas que, acercándos e una a otra, se unen, sus bordes se tocan, sus franjas se mezclan, la extre- 1 P. Grégo ire,  Syntaxeon artis mirabilis,  Colonia, 1610, p. 28. [26]

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Focault Las Palabras y Las Cosas_cap_las Cuatro Similitudes

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  • CAPTULO II

    LA PROSA DEL MUNDO

    1. LAS CUATRO SIMILITUDES

    Hasta fines del siglo xvi, la semejanza ha desempeado un papelconstructivo en el saber de la cultura occidental. En gran parte, fueella la que gui la exgesis e interpretacin de los textos; la queorganiz el juego de los smbolos, permiti el conocimiento de lascosas visibles e invisibles, dirigi el arte de representarlas. El mundose enrollaba sobre s mismo: la tierra repeta el cielo, los rostros sereflejaban en las estrellas y la hierba ocultaba en sus tallos los secre-tos que servan al hombre. La pintura imitaba el espacio. Y la re-presentacin ya fuera fiesta o saber se daba como repeticin:teatro de la vida o espejo del mundo, he ah el ttulo de cualquierlenguaje, su manera de anunciarse y de formular su derecho a hablar.

    Es necesario que nos detengamos un poco en este momento deltiempo en el que la semejanza va a desligarse de su pertenencia alsaber y desaparecer, cuando menos en parte, del horizonte del cono-cimiento. Cmo se pensaba la similitud a fines del siglo xvi oaun a principios del xvii? Cmo poda organizar las figuras delsaber? Si es verdad que las cosas que se asemejaban eran infinitaspodemos, cuando menos, establecer las formas segn las cuales po-dan llegar a ser semejantes unas a otras?

    La trama semntica de la semejanza en el siglo xvi es muy rica:Amicitia, Aequalitas (contractus, consensus, matrimonium, societas,pax et similia), Consonantia, Concertus, Continuum, Paritas, Pro-porfo, Similitudo, Conjuctio, Copula.1 Existen, desde luego, muchasotras nociones que se entrecruzan en la superficie del pensamien-to, se superponen, se refuerzan o se limitan. Por el momento, bas-tar con indicar las figuras principales que prescriben sus articula-ciones al saber de la semejanza. Hay cuatro que son, con todacerteza, esenciales.

    Por lo pronto, la convenientia. A decir verdad, la vecindad delos lugares se encuentra designada con ms fuerza por esta palabraque la similitud. Son "convenientes" las cosas que, acercndose unaa otra, se unen, sus bordes se tocan, sus franjas se mezclan, la extre-

    1 P. Grgoire, Syntaxeon artis mirabilis, Colonia, 1610, p. 28.[26]

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    midad de una traza el principio de la otra. As, se comunica el movi-miento, las influencias y las pasiones, lo mismo que las propiedades.De manera que aparece una semejanza en esta bisagra de las cosas.Doble desde que se trata de aclararla: semejanza del lugar, del sitioen el que la naturaleza ha puesto las dos cosas, por lo tanto, simi-litud de propiedades; ya que en este continente natural que es elmundo, la vecindad no es una relacin exterior entre las cosas, sinoel signo de un parentesco oscuro cuando menos. Adems, de estecontacto nacen por cambio nuevas semejanzas; se impone un rgi-men comn; a la similitud, en cuanto razn sorda de la vecindad, sesuperpone una semejanza que es el efecto visible de la proximidad.Por ejemplo, el alma y el cuerpo son dos veces convenientes: ha sidonecesario que el pecado hiciera del alma algo denso, pesado y terres-tre para que Dios la pusiera en lo ms hondo de la materia. Pero,por esta vecindad, el alma recibe los movimientos del cuerpo y seasimila a l, en tanto que "el cuerpo se altera y se corrompe por laspasiones del alma".2 Dentro de la amplia sintaxis del mundo, losdiferentes seres se ajustan unos a otros; la planta se comunica conla bestia, la tierra con el mar, el hombre con todo lo que lo rodea.La semejanza impone vecindades que, a su vez, aseguran semejan-zas. El lugar y la similitud se enmaraan: se ve musgo sobre lasconchas, plantas en la cornamenta de los ciervos, especie de hierbasobre el rostro de los hombres; y el extrao zofito yuxtapone, mez-clndolas, las propiedades que lo hacen semejante tanto a la plantacomo al animal.3 Otros tantos signos de conveniencia.

    La convenientia es una semejanza ligada al espacio en la formade "cerca y ms cerca". Pertenece al orden de la conjuncin y delajuste. Por ello, pertenece menos a las cosas mismas que al mundoen el que ellas se encuentran. El mundo es la "conveniencia" uni-versal de las cosas; en el agua hay tantos peces como en la tierraanimales u objetos producidos por la naturaleza o por los hombres(acaso no existen peces que se llaman Episcopus, otros Catena, otrosPriapus?); en el agua y en la tierra tantos seres como en el cielo, alos cuales responden; en fin, en todo lo creado hay tantos como losque podramos encontrar eminentemente contenidos en Dios. "Sem-brador de la Existencia, del Poder, del Conocimiento y del Amor." *As, por el encadenamiento de la semejanza y del espacio, por lafuerza de esta conveniencia que avecina lo semejante y asimila lo cer-cano, el mundo forma una cadena consigo mismo. En cada punto

    2 G. Porta, De humana physiognomia, 1583; trad. francesa, La Physionomiehumaine, 1655, p. 1.

    3 U. Aldrovandi, Monstrorum historia, Bolonia, 1647, p. 663.4 T. Campanella, Realis philosophia, Frankfurt, 1623, p. 98.

  • 28 LA PROSA DEL MUNDO

    de contacto comienza y termina un anillo que se asemeja al ante-rior y se asemeja al siguiente; y las similitudes se persiguen de circuloen crculo, reteniendo los extremos en su distancia (Dios y la Ma-teria), acercndolos de manera que la voluntad del Todopoderosopenetre hasta los rincones mas adormecidos. En un texto de suMagia natural, Porta evoca esta cadena inmensa, tensa y vibrante,esta cuerda de la conveniencia: "Por lo que se refiere a su vegeta-cin, la planta conviene con la bestia bruta y, por el sentimiento, elanimal brutal con el hombre que se conforma con el resto de losastros por su inteligencia; este enlace procede con tanta propiedadque parece una cuerda tendida desde la primera causa hasta lascosas bajas e nfimas, por un enlace recproco y continuo; de talsuerte que la virtud superior al expandir sus rayos vendr al puntoen que si se toca una extremidad de ella, temblar y har mover alresto".5

    La segunda forma de similitud es la aemulatio: una especie deconveniencia que estara libre de la ley del lugar y jugara, inmvil,en la distancia. Un poco como si la connivencia espacial se hubieraroto y los eslabones de la cadena, separados, reprodujeran sus crcu-los, lejos unos de otros, segn una semejanza sin contacto. Hay enla emulacin algo del reflejo y del espejo; por medio de ella se res-ponden las cosas dispersas a travs del mundo. De lejos, el rostroes el mulo del cielo y as como la mente del hombre refleja, imper-fectamente, la sabidura de Dios, as los dos ojos, con su claridadlimitada, reflejan la gran iluminacin que hacen resplandecer, en elcielo, el sol y la luna; la boca es Venus, ya que por ella pasan losbesos y las palabras de amor; la nariz nos entrega una imagen mi-nscula del cetro de Jpiter y del caduceo de Mercurio.6 Por mediode esta relacin de emulacin, las cosas pueden imitarse de un caboa otro del universo sin encadenamiento ni proximidad: por su redu-plicacin especular, el mundo able la distancia que le es propia;triunfa as sobre el lugar que le es dado a cada cosa. Cules son losprimeros de estos reflejos que recorren el espacio? Dnde est la rea-lidad y dnde la imagen proyectada? Con frecuencia resulta imposi-ble decirlo, pues la emulacin es una especie de gemelidad naturalde las cosas; nace de un pliegue del ser cuyos dos lados, de inme-diato, se enfrentan. Paracelso compara este desdoblamiento funda-metal del mundo con la imagen de dos gemelos "que se asemejan

    5 G. Porta, Magiae naturalis, 1589, trad. francesa, Magie naturelle. Run,1650, p. 22.

    6 U. Aldrovandi, Monstrorum historia, p. 3.

  • LAS CUATRO SIMILITUDES 29

    de modo perfecto, sin que sea posible a persona alguna decir culha dado al otro su similitud".7

    Sin embargo, la emulacin deja inertes, una frente a otra, lasdos figuras reflejadas que opone. Sucede que una sea la ms dbily acoja la fuerte influencia de la que se refleja en su espejo pasivo.Acaso no imprimen las estrellas sobre las hierbas de la tierra, cuyomodelo sin cambio son, la forma inalterable, y sobre las cuales lesha sido dado verter secretamente toda la dinasta de sus influencias?La tierra sombra es el espejo del cielo sembrado, pero en esta justalos dos rivales no tienen un valor ni una dignidad iguales. Los clarosde la hierba reproducen, sin violencia, la forma pura del cielo: "Lasestrellas dice Crollius son la matriz de todas las hierbas de latierra y cada estrella del cielo es slo la prefiguracin espiritual de unahierba, tal como la representa, de tal manera que cada hierba o plantaes una estrella terrestre que mira al cielo, del mismo modo quecada estrella es una planta celeste en forma espiritual, que slo esdiferente por su materia de las terrestres... las plantas y las hierbascelestes se vuelven hacia el lado de la tierra y miran a las hierbasque han procreado, insuflndoles alguna virtud particular.

    Pero sucede tambin que la justa permanece abierta y que el tran-quilo espejo no refleja ms que la imagen de "dos soldados irritados".Ahora, la similitud se convierte en el combate de una forma contraotra o, mejor dicho, de una misma forma separada de s por elpeso de la materia o la distancia de los lugares. El hombre de Para-cdso est, como el firmamento, "constelado de astros"; pero no leest ligado como "el ladrn a las galeras, el asesino al potro, el pezal pescador, el animal a quien le da caza". Pertenece al firmamentodel hombre el ser "libre y poderoso", "no obedecer orden alguno","no estar regido por ninguna de las otras criaturas". Su cielo inte-rior puede ser autnomo y reposar slo en s mismo, a condicin deque por su sabidura, que es tambin saber, llegue a ser semejanteal orden del mundo, lo retome en s y equilibre as en su firmamentointerno aquel en el que centellean las estrellas verdaderas. As, pues,esta sabidura del espejo comprender a su vez al mundo en el queestaba colocada; su gran anillo girar hasta el fondo del cielo y msall; el hombre descubrir que l contiene "las estrellas en el inte-rior de s mismo... y que lleva as al firmamento con todas sus in-fluencias".9

    7 Paracelso, Liber Paramirum, 1559; trad. francesa de Grillot de Givry, Pars,1913. p. 3.

    8 Crollius, Tractatus novus de signaturis rerum internis, 1608; trad.francesa,Trait des signatures, Lyon, 1624, p. 18.

    9 Paracelso, loc. cit.

  • 30 LA PROSA DEL MUNDO

    As, pues, la emulacin se da primero bajo la forma de un simplereflejo, furtivo y lejano; recorre en silencio los espacios del mundo.Pero la distancia que atraviesa no queda anulada por su sutil met-fora; permanece abierta para la visibilidad. En este duelo, las dosfiguras que se enfrentan se amparan una a otra. Lo semejante com-prende a lo semejante que, a su vez, lo rodea y que quiz ser denuevo comprendido por una duplicacin que tiene el poder de pro-seguir al infinito. Los anillos de emulacin no forman una cadenacomo los elementos de la conveniencia: son ms bien crculos con-cntricos, reflejados y rivales.

    La tercera forma de similitud es la analoga. Viejo concepto fa-miliar ya a la ciencia griega y al pensamiento medieval, pero cuyouso ha llegado a ser probablemente diferente. En esta analoga sesuperponen la convenientia y la aemulatio. Al igual que sta, ase-gura el maravilloso enfrentamiento de las semejanzas a travs delespacio; pero habla, como aqulla, de ajustes, de ligas y de juntura.Su poder es inmenso, pues las similitudes de las que trata no sonlas visibles y macizas de las cosas mismas; basta con que sean lassemejanzas ms sutiles de las relaciones. As aligerada, puede ofrecer,a partir de un mismo punto, un nmero infinito de parentescos. Porejemplo, la relacin de los astros con el cielo en el que centelleanse encuentra de nuevo as: de la hierba a la tierra, de los vivientesal globo que habitan, de los minerales y los diamantes a las rocasen las que estn enterrados, de los rganos de los sentidos al rostroque animan, de las manchas de la piel al cuerpo que marcan ensecreto. Una analoga puede tambin volverse sobre s misma sin ser,por ello, impugnada. La vieja analoga de la planta y el animal (elvegetal es un animal que est de cabeza, con la boca o sea lasraces hundida en la tierra) no es criticada ni borrada por Cesal-pino; por el contrario la refuerza, la multiplica por s misma, al des-cubrir que la planta es un animal erguido, cuyos principios nutritivossuben del fondo hacia la cima, a lo largo de un tallo que se extiendecomo un cuerpo y termina en una cabeza rama, flores, hojas: rela-cin inversa, pero no contradictoria, con la primera analoga quepone "la raz en la parte inferior de la planta, el tallo en la partesuperior, porque entre los animales, la red venosa empieza tambinen la parte inferior del vientre y la vena principal sube hacia el cora-zn y la cabeza".10

    Tanto esta reversibilidad como esta polivalencia dan a la analo-ga un campo universal de aplicacin. Por medio de ella, puedenrelacionarse todas las figuras del mundo. Sin embargo, existe en esteespacio surcado en todas direcciones, un punto privilegiado: est

    10 Cesalpino, De plantis libri xvi, 1583.

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    saturado de analogas (cada una puede encontrar all su punto deapoyo) y, pasando por l, las relaciones se invierten sin alterarse.Este punto es el hombre; est en proporcin con el cielo, y tambincon los animales y las plantas, lo mismo que con la tierra, los meta-les, las estalactitas o las tormentas. Erguido entre las faces del mun-do, tienen relacin con el firmamento (su rostro es a su cuerpo loque la faz del cielo al ter; su pulso palpita en sus venas como losastros circulan segn sus vas propias; las siete aberturas forman ensu rostro lo que son los siete planetas del cielo); pero equilibra todasestas relaciones y se las reencuentra, similares, en la analoga del ani-mal humano con la tierra en que habita: su carne es gleba; sushuesos, rocas; sus venas, grandes ros; su vejiga, el mar y sus sietemiembros principales, los siete metales que se ocultan en el fondode las minas.11 El cuerpo del hombre es siempre la mitad posible deun atlas universal. Sabemos que Pierre Belon traz, hasta el ms m-nimo detalle, la primera lmina comparativa del esqueleto humanoy el de las aves: se ve ah "el aln llamado apndice que est enproporcin en el ala, en lugar del pulgar de la mano; la extremidaddel aln que es como los dedos en nosotros...; los huesos dados porpatas a las aves corresponden a nuestro taln; as como nosotros tene-mos cuatro dedos menores en el pie, las aves tienen cuatro dedos,de los cuales el de atrs se da en proporcin, como el dedo gordoen nosotros".12 Toda esta precisin slo puede ser anatoma com-parada para quien la ve armado con los conocimientos del siglo xix.Sucede que la reja a travs de la cual dejamos llegar hasta nuestrosaber las figuras de la semejanza, corta de nuevo en este punto (ycasi slo en l) lo que haba dispuesto sobre las cosas el saber delsiglo xvi.

    Pero, a decir verdad, la descripcin de Belon no hace sino des-tacar la positividad que la ha hecho posible en su poca. No es nims cientfica ni ms racional que la observacin de Aldrovandicuando compara las partes bajas del hombre con los lugares infectosdel mundo, con el infierno, con sus tinieblas, con los condenadosque son como los excrementos del Universo;13 pertenece a la mismacosmografa analgica que la comparacin, clsica en la poca deCrollius, entre la apoplega y la tempestad: sta empieza cuando elaire se hace pesado y se agita, la crisis en el momento en el que lospensamientos se hacen pesados, inquietos; despus las nubes se haci-nan, el vientre se hincha, la tormenta estalla y la vejiga se rompe; losrayos fulminan en tanto que los ojos brillan con un fulgor terrible,

    11 Crollius, Tractatus de signaturis, trad. francesa cit., p. 88.1 2 P. Belon, Histoire de la nature des oiseaux, Pars, 1555, p. 37.13 Aldrovandi, Monstrorum historia, p. 4.

  • 32 LA PROSA DEL MUNDO

    cae la lluvia, la boca espumea, los relmpagos se desencadenan entanto que los espritus hacen estallar la piel; pero he aqu queel tiempo aclara de nuevo y la razn se restablece en el enfermo.14El espacio de las analogas es, en el fondo, un espacio de irradiacin.Por todas partes, el hombre se preocupa por s mismo; pero, a lainversa, este mismo hombre trasmite las semejanzas que l recibedel mundo. Es el gran foco de las proporciones el centro en elque vienen a apoyarse las relaciones y de donde son reflejadas denuevo.

    Por ltimo, la cuarta forma de semejanza queda asegurada porel juego de las simpatas. Aqu no existe ningn camino determina-do de antemano, ninguna distancia est supuesta, ningn encadena-miento prescrito. La simpata juega en estado libre en las profundi-dades del mundo. Recorre en un instante los ms vastos espacios: delplaneta al hombre regido por l, cae la simpata de lejos como unrayo; por el contraro puede nacer de un solo contacto como "estasrosas de duelo que servirn para las exequias", que, por su sola cer-cana a la muerte, harn que toda persona que respire su perfumese sienta "triste y agonizante" 15 Pero su poder es tan grande queno se contenta con surgir de un contacto nico y con recorrer losespacios; suscita el movimiento de las cosas en el mundo y provocalos acercamientos ms distantes. Es el principio de la movilidad:atrae lo pesado, hacia la pesantez del suelo y lo ligero hacia el tersin peso; lleva las races hacia el agua y hace girar, con la curva delsol, a la gran flor amarilla del girasol. Es ms, al atraer unas cosashacia las otras por un movimiento exterior y visible, suscita secreta-mente un movimiento interior un desplazamiento de cualidadesque se relevan unas a otras; el fuego, por ser clido y ligero, se elevaen el aire hacia el cual se enderezan incansablemente sus llamas;pero pierde su propia sequedad (que lo emparienta con la tierra) yadquiere as una humedad (que lo liga al agua y al aire); desaparecedespus en un ligero vapor, en humo blanco, en nube: se ha con-vertido en aire. La simpata es un ejemplo de lo Mismo tan fuertey tan apremiante que no se contenta con ser una de las formas delo semejante; tiene el peligroso poder de asimilar, de hacer las cosasidnticas unas a otras, de mezclarlas, de hacerlas desaparecer en suindividualidad as, pues, de hacerlas extraas a lo que eran. Lasimpata transforma. Altera, pero siguiendo la direccin de lo idn-tico, de tal manera que si no se nivelara su poder, el mundo se redu-cira a un punto, a una masa homognea, a la melanclica figura delo Mismo: todas sus partes tenderan unas a otras y se comunicaran

    14 Crollius, Tractatus de signaturis, trad. francesa cit., p. 87.15 C. Porta, Magiae naturalis, trad. francesa cit., p. 72.

  • LAS CUATRO SIMILITUDES 3?

    entre s sin ruptura ni distancia, como las cadenas de metal, suspen-didas por simpata del atractivo de un solo imn.19

    Por ello, la simpata es compensada por su figura gemela, la anti-pata. sta mantiene a las cosas en su aislamiento e impide la asi-milacin; encierra cada especie en su diferencia obstinada y su pro-pensin a perseverar en lo que es: "Es cosa bien sabida que existeodio entre las plantas... se dice que el olivo y la vid odian a la col;el pepino huye del olivo... Si se sobreentiende que se cruzan por elcalor del sol y el humor de la tierra, es necesario que todo rbolopaco y espeso sea pernicioso para los otros, lo mismo que el quetiene mucha raz".17 As, hasta el infinito, a travs del tiempo, losseres del mundo se odian y mantienen su feroz apetito en contra detoda simpata. "La rata de la India es perniciosa para el cocodrilo,pues Naturaleza se lo ha dado por enemigo; de tal modo que cuandoel feroz se goza al sol, le tiende una trampa con sagacidad mortal;dndose cuenta de que el cocodrilo, adormecido en su deleite, duer-me con el hocico abierto, se mete por all y se cuela por el largogaznate hasta el vientre, cuyas entraas roe y sale al fin por el vien-tre de la bestia muerta." Pero, a su vez, todos los enemigos de larata la acechan: ya que est en discordia con la araa y "comba-tiendo muchas veces con el spid, muere". Por medio de este juegode la antipata que las dispersa, a la vez que las atrae al combate,las convierte en asesinas y las expone a su vez a la muerte, sucedeque las cosas, las bestias y todas las figuras del mundo Siguen siendolo que son.

    La identidad de la cosa, el hecho de que puedan asemejarse a lasotras y aproximarse a ellas, pero sin engullirlas y conservando su sin-gularidad es el balance continuo de la simpata y la antipata quele corresponde. Explica que las cosas se crucen, se desarrollen, semezclen, desaparezcan, mueran y se recobren indefinidamente; ensuma, que haya un espacio (que, sin embargo, no carece de referen-cia ni de repeticin, de puerto de similitud) y un tiempo (que, sinembargo, permite reaparecer indefinidamente las mismas figuras, lasmismas especies, los mismos elementos). "Por mucho que de suyolos cuatro cuerpos (agua, aire, fuego y tierra) sean simples y tengansus cualidades distintas, dado que el Creador orden que los cuerposelementales estn compuestos de elementos mezclados, tal es la raznpor la que sus conveniencias y discordancias son notables, lo que seconoce por sus cualidades. El elemento del fuego es clido y seco;tiene por la tanto antipata hacia los del agua que es fra y hmeda.

    16 Id., ibid., p. 72.17 J. Cardano, De subtilitate rerum, 1552; trad. francesa, De la subtilit,

    Pars, 1656, p. 154.

  • 34 LA PROSA DEL MUNDO

    El aire es clido y hmedo, la tierra fra es seca, es la antipata. Parahacerlos concordar, el aire ha sido puesto entre el fuego y el agua, elagua entre la tierra y el aire. En tanto que el aire es clido, avecindabien con el fuego y su humedad se acomoda a la del agua. Denuevo, dado que su humedad es templada, modera el calor del fuegoy recibe ayuda de l, como por otra parte, por su calor mediocre,entibia la frialdad hmeda del agua. La humedad del agua es calen-tada por el calor del aire y alivia la fra sequedad de la tierra." 18 Lasoberana de la pareja simpata-antipata, el movimiento y la disper-sin que prescribe, dan lugar a todas las formas de la semejanza. Deeste modo, se retoman y explican las tres primeras similitudes. Todoel volumen del mundo, todas las vecindades de la conveniencia, to-dos los ecos de la emulacin, todos los encadenamientos de la ana-loga, son sostenidos, mantenidos y duplicados por este espacio de lasimpata y de la antipata que no cesa de acercar las cosas y detenerlas a distancia. Por medio de este juego, el mundo permaneceidntico; las semejanzas siguen siendo lo que son y asemejndose.Lo mismo sigue lo mismo, encerrado en s mismo.

    2. LAS SIGNATURAS

    Sin embargo, el sistema no est cenado. Queda una abertura, porla que todo el juego de semejanza corre el riesgo de escaparse a smismo, o de permanecer en la noche, si no fuera porque una nuevafigura de la similitud viene a acabar el crculo a hacerlo, a la vez,perfecto y manifiesto.

    Convenientia, aemulatio, analoga y sympathia nos dicen cmoha de replegarse el mundo sobre s mismo, duplicarse, reflejarse oencadenarse, para que las cosas puedan asemejarse. Nos dicen culesson los caminos de la similitud y por dnde pasan; no dnde estni cmo se la ve, ni por qu marca se la reconoce. Ahora bien,podra suceder que atravesramos toda esta maravillosa abundanciade semejanzas, sin sospechar que ha sido preparada desde hace largotiempo por el orden del mundo y para nuestro mayor bienestar. Parasaber que el acnito cura nuestras enfermedades de los ojos o quela nuez triturada en espritu de vino sana nuestros dolores de cabeza,es necesario una marca que nos lo advierta: sin ella este secreto se-guira indefinidamente su sueo. Se hubiera sabido alguna vez queentre un hombre y su planeta hay una relacin de gemelidad o decombate, si no hubiera en su cuerpo y entre las lneas de su rostrola seal de que es rival de Marte o est emparentado con Saturno?

    18 S. G. S., Annotations au Grand Miroir du Monde de Duchesne, p. 498.