florilegio de lecturas infantiles

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1 | Página _______________________________ FLORILEGIO DE LECTURAS INFANTILES Carlos Martínez Plata _______________________________

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Page 1: FLORILEGIO DE LECTURAS INFANTILES

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FLORILEGIO DE LECTURAS

INFANTILES

Carlos Martínez Plata _______________________________

Page 2: FLORILEGIO DE LECTURAS INFANTILES

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El niño que educa el entendimiento y su voluntad logra dos cosas preciosas: el señorío de sus pasiones, es decir que es amo y no esclavo de ellas, y la independencia, que tanto enaltece la voluntad humana.

Amado Nervo

Contenido====================================

Page 3: FLORILEGIO DE LECTURAS INFANTILES

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4 Presentación 5 Preludio 9 Florilegio de pensamientos 14 Su Majestad La Niñez Poemas:

15 Arrullos de amor y ternura 36 Esquema corporal y estimulación psicomotora 63 Rondas y juegos tradicionales 86 Villancicos y romances infantiles 106 Valores humanos 139 Fábulas 148 Naturaleza y medio ambiente 168 Adivinanzas 173 Cívicas

189 Cuentos 231 Teatro

237 ABC Cervantino 246 Bibliografía

PRESENTACIÓN================================

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Al incorporar en este ensayo un vasto volumen de selectas lecturas literarias de diversos autores, inspiradas en Su majestad la niñez, entre las que destacan, naturalmente, las del Amado maestro: Nervo (1870-1919) y, que transitan por el encanto de la poesía, el cuento, la narrativa, las fábulas, adivinanzas, el cuento y el teatro, pasa por la mente lo que el poeta educador, a la sombra de enorme sabino del Bosque de Chapultepec de la Ciudad de México, al ver pasar a un grupo de escolares, con voz reposada expresaría:

Ahí están las futuras espadas de la Patria, brillan ahí los aceros vírgenes, pero empuñados por manos técnicas que ampararán un día, como muros de acero rutilante, nuestros derechos.

De ese bosque sagrado surgen, los soldados facultativos para el mañana. Ahí está el deber, acorazado con la ciencia […]

De igual manera brota de la fuente de su pensamiento:

México será grande el día en que, dentro de cada uno de los intelectuales mexicanos haya el espíritu de un maestro de escuela.

Se construye, este noble anhelo, con lecciones ejemplares de vida que aporta cada verso, cada canto y cada ensayo literario; voces de ternura en vocablos afables y rítmicos que constituyen la sabia del lenguaje al calor del recogimiento cotidiano del hogar. En esa intimidad brota el despertar del ser, la musicalidad y el folclor, se socializa el habla; y desde luego, se experimenta la belleza de los afectos humanos. El presente florilegio literario, observa como propósito contribuir al acervo literario educativo que permita estimular el proceso evolutivo de la niñez, a que sea el regocijo, luna creciente; sol resplandeciente la lectura y la convivencia familiar, arrullo de bienestar. Carlos Martínez Plata

PRELUDIO: Cinco lecturas=========================

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Primera: AL ESPOSO Gabriela Mistral (Chilena 1889-1957) Esposo, no me estreches. Lo hiciste subir del fondo de mi ser como el lirio de las aguas. Déjame ser como un agua en reposo.

¡Ámame, ámame ahora un poco más! Yo, ¡Tan pequeña!, te duplicaré por los caminos. Yo, ¡tan pobre!, te daré otros ojos, otros labios, con los cuales gozarás el mundo; yo, ¡tan tierna! Me hendiré como un ánfora por el amor, para que este vino de la vida se vierta.

¡Perdóname! Estoy torpe al andar, torpe al servir tu copa; pero tú me henchiste así y me diste esta extrañeza con que me muevo entre las cosas.

Seme más que nunca dulce. No remuevas ansiosamente mi sangre; no agites mi aliento.

¡Ahora soy sólo un velo; todo mi cuerpo es un velo bajo el cual duerme un niño! Segunda: A LA MUJER MEXICANA Gabriela Mistral (Fragmento)

Da alegría a tu hijo, que la alegría se le hará rojez en la sangre y templadura en los músculos. Canta con él las canciones dulcísimas de tu país; juega a su lado en la arena de los jardines y en el agua temblorosa de tu baño; llévale por el campo bajo la luz maravillosa de tu meseta. […] Mujer mexicana: en tus rodillas se mece la raza entera, y no hay destino más grande y más tremendo que el tuyo en esta hora.

Tercera: ASÍ ERA… (LAS MANOS DE MAMÁ) Nellie Campobello (Mexicana 1900-1986) (Fragmento) Esbelta como las flores de la sierra cuando danzan mecidas por el viento. Su perfume se aspira junto a los madroños vírgenes, allá donde la luz se abre entera. Su forma se percibe a la caída del sol en la falda de la montaña.

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Era como las flores del maíz no cortadas y en el mismo instante en que las besa el sol. Un himno, un amanecer toda Ella era. Los trigales se reflejaban en sus ojos cuando su manos, en el trabajo, se apretaban sobre las espigas doradas y formaban ramilletes que se volvían tortillas húmedas de lágrimas. […] Su padre: un hombre alto, de pelo recortado hasta el cuello, de ancha capa, tehuas en los pies y mirada de ojos exactos: en su juventud le habían jareado la espalda unos guerreros comanches. De un revés tumbaba a un hombre; vendió una casa por un atado de macuchi y una botella de sotol. Dormía sentado en medio del patio. Al despertar cantaba alabanzas para dar gracias a la aurora. Se murió una mañana, cuando los rifles y ametralladoras vinieron a despertarlo. Dicen que dijo: “Me muero por no poder pelear”. […]

Oh, Papá Grande: cuando lo recuerdo me siento junto, muy junto a usted. Cada día sus consejos y palabras resuelven mis insignificantes problemas. Usted conocía la verdad de todos los rincones del alma y sus gentes. Su alegría en los ojos revelaba sus relaciones con el alba, los ríos y las huertas.

Usted no admitía que les pegaran a los niños. Cuánto nos defendió cuando nos poníamos bajo los pliegues de su capa y usted, con el bastón moviéndolo en el aire, no dejaba que nadie nos tocara. Luego nos regalaba duraznos color de rosa. […] Cuarta: AMOR DE ELLA (LAS MANOS DE MAMÁ) Nellie Campobello Brotó nuestra vida. Nos sonreía Ella como lo hacen las madres cuando son de sus hijos.

Nos daba sus canciones, sus pies bordaban pasos de danza para nosotros. Toda su belleza y juventud nos la entregó. Era esbelta, fina, ágil: sus ojos vivos y claros, se grabaron en nuestro corazón. Movía sus brazos hasta tener la precisión de los perfiles de la sierra. Pero era nuestra Mamá y su sonrisa nos la regalaba. Jugaba, iba y venía, no parecía mujer; a veces era tan infantil como nosotros. […]

“Mamá, dance para mí, cante deme su voz. Los panes de los escaparates no existen. Es mentira que los necesitemos. Quiero adorar las puntas de sus dedos. Quiero verla bordar ante mí su danza eterna”.

“Mamá, vuelva su cabeza. Sonría como entonces, girando en el viento como amapola roja que se va deshojando”. […]

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¡Es tan fácil cultivar a un niño sano y tan difícil enderezar una espina dorsal torcida! […] Quinta: CARTILLA MORAL Alfonso Reyes (Mexicano 1889-1959) (Fragmentos) LECCIÓN VI Después del respeto a la propia persona, corresponde examinar el respeto a la familia: mundo humano que nos rodea de modo inmediato. La familia es un hecho natural y puede decirse que, como grupo perdurable, es característico de la especie humana. Los animales, entregados a sí mismos y no obligados por la domesticidad, crean familias transitorias y sólo se juntan durante el celo o la cría de la prole. Por excepción, se habla de cierta extraña superioridad de los coyotes, que tienden a juntarse por parejas para toda la vida. La familia estable humana rebasa los límites mínimos del apetito amoroso y la cría de los hijos. Ello tiene consecuencias morales en el carácter del hombre, y reconoce una razón natural: entre todas las criaturas vivas comparables al hombre, llamadas superiores, el hombre es el que tarda más en desarrollarse y en valerse solo, para disponer de sus manos, andar, comer, hablar, etc. Por eso necesita más tiempo el auxilio de sus progenitores. Y éstos acaban por acostumbrarse a esta existencia en común que se llama hogar. La mayor tardanza en el desarrollo del niño comparado con el animal no es una inferioridad humana. Es la garantía de una maduración más profunda y delicada, de una “evolución” más completa. Sin ella, el organismo humano no alcanzaría ese extraordinario afinamiento nervioso que lo pone por encima de todos los animales. La naturaleza, como un artista, necesita más tiempo para producir un artículo más acabado. […] El hogar es la primera escuela. Si los padres, que son nuestros primeros y nuestros constantes maestros, se portan indignamente ante nuestros ojos, faltan a su deber; pues nos dan malos ejemplos, lejos de educarnos como corresponde […]

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FLORILEGIO DE PENSAMIENTOS================= Nellie Campobello (México 1900-1986)

¡Es tan fácil cultivar a un niño sano y tan difícil enderezar una espina dorsal torcida!

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Las manos rojas de los niños sanos siempre buscan el contacto con la tierra.

Francisco A. De Icaza (México 1863-1925)

Que tu boca en flor alegre se ría; tus indagaciones deja para luego; que a tu edad conviene, pobrecita mía, la risa y el juego.

Albert Einstein (Alemania 1879-1955)

El progreso no tiene ningún sentido mientras haya niños infelices. Gilbert Keith Chersterton (Reino Unido 1874-1936)

Lo maravilloso en la infancia es que cualquier cosa en ella es maravillosa. Gabriel García Márquez (Colombia 1927-2014)

He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene apretado por siempre.

A un niño le daría alas, pero lo dejaría que él solo aprendiera a volar.

Ramón Gómez de la Serna (España 1888-1963)

Cuando anuncian por el altavoz que se ha perdido un niño, siempre pienso que ese niño soy yo.

Carl Gustav Jung (Alemania 1875-1961)

Los niños son educados por lo que hace el grande y no por lo que dice. José Martí (Cuba 1853-1895)

La niñez es la edad de oro de la humanidad.

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Las niñas deben saber lo mismo que los niños. Carlos Martínez Plata (México 1944- )

Los niños a través del juego visualizan su propia realidad; imagen, sueño y fantasía son caracteres que conforman un estado de infancia.

Todo en el niño es novedad, inesperado, sorpresivo, arropado de imágenes vivas las que hace suyas confiriéndoles vida de acuerdo a los intereses propios de su edad.

La poesía surge en el niño cuando brotan los primeros botones de belleza y cuando preñan en él sentimientos y manifestaciones de relación humana, caudal de capacidad creadora que mediante el lenguaje y la literatura deberá encontrar el cauce de expresión cultural.

El sueño de un niño es el sueño de la humanidad.

El mejor libro son las historias que cuentan los niños.

El paraíso de un hombre está hecho con el libro de su infancia.

Henri Matisse (Francia (1869-1954)

Tenemos que ver toda la vida como si fuéramos niños. Gabriela Mistral (Chile 1889-1957) El futuro de la niñez es ahora, mañana será demasiado tarde Amado Nervo (México 1870-1919)

Las diversas edades del hombre no son más que diversos géneros de niñez.

El carácter de la raza, se fundamenta en el carácter del niño.

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El niño que educa su sentimiento y su voluntad, logra dos cosas preciosas: el señorío de sus pasiones, es decir que es amo y no esclavo de ellas, y la independencia, que tanto enaltece la voluntad humana. Los niños que trabajan han pasado por la niñez como se pasa de noche por un camino y no como a través de un sueño de oro y luz, como pasan los otros, los que tienen padres que los visten, los sustentan y los acarician.

Los niños hacen amar la vida, como los pájaros hacen amar la naturaleza.

Niños alegres como una mañana de abril; ellos si comprenden el lenguaje de los ángeles.

En la niñez mexicana existen precocidades admirables que se desenvuelven rápidamente y logran más temprano una individualidad definida. Hagamos del niño, desde su más tierna edad un ser consciente de sus deberes y de sus derechos. Coloquemos al niño en su verdadero lugar con relación a todas las cosas, para que la perspectiva de ellas nunca lo engañe, y hagamos por medio de útiles escolares, sabiamente construidos y combinados, que se forme un concepto sintético del mundo que le rodea y de la manera de utilizarlo.

Deliciosa flor humana que se llama el niño.

Octavio Paz (México 1914-1998)

Los niños construyen puentes imaginarios y afectivos que lo unen al mundo y a los otros.

Pitágoras (Grecia 569-475 a C)

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Educar a los niños y no será necesario castigar a los hombres. Juan Jacobo Rousseau (Suiza 1712-1778)

Preparad a la niñez en el reinado de su libertad y en el uso de sus fuerzas.

Quiere el niño tocarlo todo, manejarlo todo; no nos opongamos a esta inquietud, que a ella ha de deber el más indispensable aprendizaje; por ella aprende a sentir el calor, el frío, la dureza, la blandura, el peso, la ligereza, de los cuerpos; a juzgar de su tamaño, su figura y todas sus cualidades sensibles, mirando, palpando, escuchando, ...

John Ruskin (Reino Unido 1819-1900)

Da un poco de amor a un niño y ganarás un corazón. León N. Tolstoi (Rusia 1828-1910)

¡Feliz época la de la infancia, época que nunca ha de volver! ¿Cómo no amar, cómo no mimar sus recuerdos? Estos purifican y elevan mi alma, constituyendo la fuente de los mejores placeres.

¿Volverá alguna vez esa lozanía, esa despreocupación, esa necesidad de amar y la fe inquebrantable que se posee en la infancia? ¿Acaso puede haber alguna época mejor que aquella que las sublimes virtudes –la inocente alegría y la infinita necesidad de amar- son los únicos impulsos de la vida?

Donald Zolan (EUA 1937- ?)

La niñez no tiene ni pasado ni futuro, por eso goza del presente. He llegado por fin a ser lo que quería ser de mayor: un niño.

Los niños adivinan que personas los aman. Es un don natural que con el tiempo se pierde.

En cada niño nace la humanidad. ¿A dónde va el niño? A donde lo tratan con cariño.

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Lo que se aprende en la cuna, siempre dura. Quien no es capaz de comunicarse con un niño, no es capaz de comunicarse con nadie. Disfruta de la sonrisa de un niño y tu tristeza acabará.

Dominio popular

Lo que se da a los niños, lo dará a la sociedad. Besa a un niño y te sentirás menos malo.

Jesucristo

Dejad venir a mí los niños.

El que no recibiere el reino de Dios, como niño, no entrará en él.

Y el que recibiere a un niño tal en mi nombre a mí me recibe.

Cualquiera que se humillare como un niño, éste será el mayor en el reino de los cielos.

SU MAJESTAD LA NIÑEZ========================= Nervo enfatizó que en nuestro país fuera de candorosas poesías y de cantos de hogar, la niñez no tenía literatura propia, mucho menos cercanía con géneros como el teatro. Fue un acucioso analista de la educación infantil de España, Francia…, aportó importante información para quienes llamó: Su majestad el niño. En su poesía, prosa, ensayos, crítica y teatro, apreciamos una faceta de

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educador reflexivo, legado que hemos regateado a la luminosa mirada de un niño, a pesar de que:

La clave del carácter del hombre está en el carácter del niño, y está en él asimismo la clave del carácter de la raza. (Libros de niños y para niños ANOC/II p. 67). El niño que educa el entendimiento y su voluntad logra dos cosas preciosas: el señorío de sus pasiones, es decir, que es amo y no esclavo de ellas, y la independencia, que tanto enaltece la condición humana (Lecturas Literarias.- La humanidad el niño ANOC/II p. 415). Los niños que trabajan han pasado por la niñez como se pasa de noche por un camino y no como a través de un sueño de oro y luz, como pasan los otros, los que tienen padres que los visten, los sustentan y los acarician. (Lecturas Literarias.- La humanidad el niño ANOC/II p. 417). Los niños hacen amar la vida, como los pájaros hacen amar la naturaleza. Niños alegres como una mañana de abril; ellos si comprenden el lenguaje de los ángeles. El niño de nuestra raza se desenvuelve más rápidamente que el sajón y muestra más temprano que él una individualidad definida. (Libros de niños y para niños ANOC/II p. 67).

Las edades del hombre no son más que diversos géneros de niñez. (Apuntes e ideas.- Pensando ANOC/II p. 967). Deliciosa flor humana que se llama el niño. (Libros para niños.- Los niños en la vida y en el arte ANOC/II, pp. 64-67).

POEMAS======================================= ARRULLOS DE AMOR Y TERNURA NIÑITO, VEN…

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Amado Nervo

Niñito, ven; puras y bellas van las estrellas a salir. Y cuando salen las estrellas, ¡los niños buenos, a dormir!

Niñito, ven; tras de la loma la blanca luna va a asomar; cuando la blanca luna asoma, ¡los niños buenos, a soñar!

Niñito, ven; ya los ganados

entran mugiendo en el corral. Cierra tus ojos fatigados en el regazo maternal. Niñito, ven; sueña en las rosas que el viento agita en su vaivén; sueña en las blancas mariposas… ¡Niñito, ven! ¡Niñito, ven!

MARTINILLO

Amado Nervo Martinillo, Martinillo, ¿duermes ya? ¿duermes ya? Toca las campanas,

toca las campanas, din, don, dan, din, don, dan…

DESDE LA VENTANA

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Amado Nervo

-¿Qué miras por la ventana? -Miro el sol que ya se va y me dice: “¡Hasta mañana!” Di, madre, qué, ¿volverá?

-Volverá, niño querido, y hasta tu cuna entrará; pero, si te halla dormido todavía, ¿qué dirá?

-¡Ah!, no me ha de ver dormido;

bien despierto me hallará. -Si te encuentra ya vestido, ¡qué contento se pondrá!

LA NOCHE

Gabriela Mistral

Porque duermas, hijo mío, el ocaso no arde más: no hay más brillo que el rocío, más blancura que mi faz.

Porque duermas, hijo mío, el camino enmudeció; nadie gime sino el río; nada existe sino yo.

Se anegó de niebla el llano. Se encogió el suspiro azul. Se ha posado como mano sobre el mundo la quietud.

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Yo no sólo fui meciendo a mi niño en mi cantar: a la Tierra iba durmiendo al vaivén del acunar…

VILLANCICO Sor Juana Inés de la Cruz

(Juguete/fragmento) -¡Mírenlo, mírenlo, qué hermoso nace! ¡Tóquenle, tóquenle; cántenle, cántenle! Mírenlo Niño con ser Gigante; háganle fiestas, cántenle, cántenle. Mírenlo hermoso, Flor de los Valles; háganle amores, cántenle, cántele. […

NATIVIDAD

Sor Juana Inés de la Cruz

(Villancico II/Estribillo)

Niño Dios, que lloras naciendo: perlas y flechas tus lágrimas son;

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con las perlas redimes mis culpas, con las flechas me hieres de amor.

ME TUVISTE Gabriela Mistral

Duérmete, mi niño, duérmete sonriendo, que es la ronda de astros quien te va meciendo.

Gozaste la luz y fuiste feliz. Todo bien tuviste al tenerme a mí.

Duérmete mi niño, duérmete sonriendo que es la Tierra amante quien te va meciendo.

Miraste la ardiente rosa carmesí. estrechaste al mundo; me estrechaste a mí.

Duérmete mi niño,

duérmete sonriendo, que es Dios en la sombra el que va meciendo.

LA CUNA Gabriela Mistral

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(Fragmento)

Carpintero, carpintero, haz la cuna de mi infante. Corta, corta los maderos que yo espero palpitante.

QUE MIS BRAZOS SEAN SU CUNA Octavio Campa Bonilla

Déjame adorar al Niño Virgen amada, Santa María, deja darle este cariño que ya reboza el alma mía.

Que mis brazos sean su cuna

por un instante pleno de amor, mientras alumbra la luna el dulce rostro del Redentor.

A la rorro Niño, a la rorro ra, duérmase mi Niño duérmase ya.

A la rorro Niño, a la rorro ra, duérmase mi Niño duérmase ya, duérmase mi niño duérmase ya.

AMOROSA ESPERA Carlos Martínez Plata

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Qué bello es el día, lindo amanecer. Qué azul es el cielo me hace estremecer. Qué hermoso el capullo que va a florecer. Qué alegre la espera de anhelado querer.

NACIMIENTO Carlos Martínez Plata

La luna silencia su rondar, los rayos del sol invernan su calor.

Las nubes calman su danzar,

las olas del mar reposan su barullo.

Todos, en coro celestial, entonan orquestal arrullo; hoy nace el más bello capullo.

SILENCIO Carlos Martínez Plata Silencio señor Sereno que descansa mi amor. Silencio le pido no alce la voz.

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Es este el momento el dormir de mi infante. Es este el momento

de su sueño constante. AL RITMO DE TU CORAZÓN Carlos Martínez Plata

Cuántos sentimientos guardo que me causan emoción, déjalos mecer mi niña al ritmo de tu corazón.

ÉRASE Carlos Martínez Plata

Érase que era un ángel acabado de nacer; érase de oro el rizo y la boca de rubí.

Érase del mar su llanto

y del cielo su reír; érase que te quiero tanto, érase que quiere dormir.

YO ME DUERMO Carlos Martínez Plata

Yo me duermo fatigada, arrullada por el mar.

Page 22: FLORILEGIO DE LECTURAS INFANTILES

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Yo me duermo

abrigado, encantado de jugar.

ARRULLO DE AMOR Carlos Martínez Plata

Ya duerme mi niño con dulce candor, el canto de grillo es arrullo de amor.

El sol ya no brilla, la luna está en vela; pues duerme mi niña en brazos de abuela.

CAMPANAS DE PLATA Carlos Martínez Plata

Campanas de plata, cuna de cristal, cántenle a mi niño quiere descansar.

Campanas de oro, cuna de marfil, cántenle a mi niña que se va a dormir.

ESTRELLA DE SAN ANDRÉS

Page 23: FLORILEGIO DE LECTURAS INFANTILES

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Carlos Martínez Plata

Me ves, me ves, no me ves, soy la estrella de San Andrés, soy la estrella de San Andrés, que ronda de hombros a pies.

Si me ves, me ves, no me ves, ven a mí en dulce arrullo, que tus manitas de capullo, son caricias en barullo.

Siempre que triste estés abre tus ojos Inés, que la sonrisa del sol es, que la sonrisa del sol es.

Me ves, me ves, no me ves, soy la estrella de San Andrés, soy la estrella de San Andrés, que ronda de hombros a pies.

CANCIÓN DE AMOR Y TERNURA Carlos Martínez Plata

Esta niña linda que cobijo de rostro augusto y mirar sereno; su llanto es amor, es ternura.

Cierra sus ojos, duerme su encanto que la luna en su sueño rondará al arrullo del canto maternal.

A la alborada del nuevo día, entre besos se hallará despierta y risas de oro nos dará.

Page 24: FLORILEGIO DE LECTURAS INFANTILES

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¡YA LLEGÓ MARÍA PESTAÑAS! Carlos Martínez Plata

¡Ya llegó María Pestañas! por esas pupilas traviesas, que siempre buscando están esas manos tan inquietas. María Pestañas quiere dormir con niñas que sepan reír, que sepan sus ojos cerrar y con muñecas de trapo soñar. ARRULLO

Gastón Figueroa

Para que este niño tenga un blandísimo colchón, el cordero más bonito nos ha dado su plumón.

Para que este niño viva siempre lleno de ilusión, la luna reza por él su luminosa oración.

Y para que este niño llene

de dicha mi corazón, su madre lo va arrullando con la más dulce canción.

LA OVEJITA, MÉ

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Marcos Leibovich

La ovejita, mé; la ranita, cuá, duérmete, mi nene, que es muy tarde ya.

El gallito, quí;

las gallinas, có, ya se duerme el nene; arrorró, arrorró.

La vaquita, mú; el canario, pi, en mis brazos, nene, duerme, duerme así.

OJITOS DE PENA

Max Jara (Chile)

Ojitos de pena, carita de luna, lloraba la niña sin causa ninguna.

La madre cantaba, meciendo la cuna: -“no llore sin pena, carita de luna”…

CANCIÓN DEL AGUA NIÑA Aurora Reyes

(Fragmento)

Page 26: FLORILEGIO DE LECTURAS INFANTILES

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A la víbora, víbora de la mar canción del amor quisiera cantar […]

Sol de oro puro tuyo ha de ser: oro por la tarde y al amanecer […]

Cuenta, niño, cuenta cuentos de marinos: -Había una sirena de ojos cristalinos […]

Duerme, niña, cierra tu boca de sed; brazos de silencio te van a mecer.

Calla, niña, calla

tu llanto-cantar; el ángel del agua te viene a llevar a la víbora verde, a la víbora, víbora de la mar.

ROMEROS DE MAYO

Dominio popular Romeros de mayo, pájaros de abril, arrullen a mi niña que se va a dormir.

Page 27: FLORILEGIO DE LECTURAS INFANTILES

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DORMIR, DORMIR

Dominio popular A la rurru, niña chiquita. A la rurru, niña bonita. A la rurru, cama de león, tu nana la rata, tu tata el ratón.

A la rurrurrú,

cama de león. Tu mama y tu tata se fueron a León, a ver las maromas de un puerco pelón.

PÁJAROS DE MAYO Dominio popular

Pájaros de mayo, pájaros de abril, háganme una cuna en un toronjil.

Toronjil de plata, cuna de marfil, cántenle a mi niña que se va a dormir.

Ángel de la Guarda

que vas a venir cuida a mi niñita

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que se va a dormir.

Esta niña linda por fin se durmió, que lo cuide el ángel que le manda Dios.

CANCIÓN DE CUNA Dominio popular

Esta niña linda se quiere dormir y el pícaro sueño no quiere venir.

Esta niña linda no quiere dormir cierra los ojitos y los vuelve abrir.

Esta nena linda

se quiere dormir tiéndale la cama en el toronjil.

Y de cabecera

póngale un jazmín que con su fragancia me la haga dormir.

ESTE NIÑO LINDO Dominio popular

Este niño lindo

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que nació de noche, quiere que lo lleven a pasear en coche.

Este niño lindo que nació de día, quiere que lo lleven a comer sandía.

HUITZI, HUITZI ARAÑA

Dominio popular Huitzi, huitzi, araña subió a su telaraña vino la lluvia y se la llevó. Salió el sol se secó la lluvia y huitzi, huitzi, araña otra vez subió.

ASERRÍN, ASERRÁN Dominio popular

Aserrín, aserrán, los maderos de San Juan piden pan y no les dan, piden queso, les dan hueso y se ponen a llorar en la puerta de un zaguán, riqui, riqui, riqui, ran.

LOS CABALLITOS

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Dominio popular

De los caballitos que vienen y van a mí el que me gusta es el alazán, hágase pa’ acá, hágase pa’ allá que mi caballito lo atropellará.

De cuatro caballos que me han regalado a mí el que me gusta es el colorado, hágase pa’ acá, hágase pa’ allá que mi caballito lo atropellará.

ARRE, ARRE MI POTRILLO

Carlos Martínez Plata Arre, arre, mi tordillo, por los montes del altillo.

Arre, arre, mi potrillo, que ya espera el roponcillo.

YO QUIERO UN NUNUTZI Gaby Brimmer

(Fragmento) Yo quiero un nunutzi que alegre la casa

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y me alegre el alma. Un nunutzi que hable y haga travesuras. Yo quiero un nunutzi con los ojos negros para que me mire con ellos. Yo quiero un nunutzi de piel morena para que con sus manitas acaricie mi melena. Yo quiero un nunutzi que me dé la lata y alegre mi alma.

A LA RORRO, RORRO Dominio popular

A la rorro, rorro, y a la rorrorró; duérmete, niñito, de mi corazón.

A la rorro, niño, y a la rorrorró; duérmete, bien mío, que ya amaneció.

ARRURRÚ MI NIÑO

Dominio popular, Chile Arrurrú mi niño arrurú sin par, ojos de lucero boquita de coral.

Page 32: FLORILEGIO DE LECTURAS INFANTILES

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Yo le traigo al niño

un cordón dorado, para que con él junte su ganado.

Yo le traigo al niño

una cucharita, para que su madre le dé su sopita.

Yo le traigo al niño del agua mejor para que refresque la sed de su calor.

LA CAMPANITA Amado Nervo

-Alegre como alondra madrugadora, locuela como pluma que viene y va, yo soy la campanita que da la hora: -¡din-dan, din-dan!

-Yo soy la que canta: “Duerme, chicuelo; mi toque de oraciones te arrullará”. Yo soy la que en las fiestas repica a vuelo, -¡din-dan, din-dan!

-Yo soy la que te digo: “Niño, despierta, despierta, que los libros te aguardan ya”; el sol de la mañana dora tu puerta, -¡din-dan, din-dan!

-Suspensa entre la tierra y el infinito, yo sueño toda dicha, todo pensar; yo soy quien a las almas a orar invito,

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-¡din-dan, din-dan!

LA BELLA DURMIENTE Gabriela Mistral

(Fragmento) Duerme blanca cual la escarcha que se cuaja en el cristal: duermen alma y cuerpo en ella: derramada está la paz en las sienes sin latido, en la trenza sin tocar, y en el párpado que cae, puro sueño y suavidad…

OSITO DE PELUCHE

Carlos Martínez Plata Osito de peluche, de mi infancia compañero, es de ti aquel secreto la razón de mi berrinche.

ESQUEMA CORPORAL Y ESTIMULACIÓN PSICOMOTORA LOS CINCO

Amado Nervo

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Este es el niño chiquito y bonito; al lado de él se encuentra el Señor de los anillos; luego el mayor de los tres. Este es el que todo prueba y sobre todo la miel. -¿Y éste, más gordo que todos? -Ese el Mata-pulgas es.

SOL DORADO Carlos Martínez Plata

De este puño apretado nace un sol dorado. Si lo abres con esmero será tu compañero.

MANITAS Gabriela Mistral

(Fragmento)

Manitas de los niños, manitas pedigüeñas, de los valles del mundo sois dueñas. Manitas de los niños que al granado se tienden, por vosotras las frutas se encienden […]

Manitas blancas, hechas como de suave harina la espiga por tocaros

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se inclina.

MIS CINCO DEDITOS Dominio popular

Mis cinco deditos muy apretaditos forman todos juntos un lindo ramito.

Esta es la azucena con gusto a canela, este es de clavel dulce como miel.

Este de rosa el otro de alelí, el más chiquito de blanco jazmín… lo guardo para mí.

CINCO POLLITOS

Dominio Popular Cinco pollitos tiene mi tía, uno le canta otro le pía y tres le tocan la chirimía.

TENGO MANITA

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Dominio popular

Tengo manita no tengo manita porque la tengo desconchabadita.

Tengo manita no tengo nadita porque la tengo desconchinfladita.

MIS BRAZOS Carlos Martínez Plata

Mis brazos se abren con el amanecer del nuevo día.

Luego parecen decir:

son las nueve, las doce, las tres.

Y al final con gozo vuelven a decir: ¡Qué alegría vivir!

SI YO TUVIERA Carlos Martínez Plata

Si en ciempiés me convirtiera, cien zapatos me pusiera.

Si un elefante yo fuera,

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cuatro botas bien tuviera.

Si en lombriz me transformara muy feliz que me arrastrara.

Si en araña me mudara, seis zapatillas me calzara; pero… dos piececitos tengo y con ellos camino contento.

DOS PIECECITOS Carlos Martínez Plata

Dos piececitos tengo, con ellos me sostengo. Tararí, rarí.

Las puntitas que poseo,

con ellas me paseo. Tararí, riró.

Con las plantitas que me ves,

¡salto ¡uno, dos y tres! Tararí, reré.

Los talones que yo siento con ellos danzo muy contento. Tararí, rirón.

ALELÉ Dominio popular, Cuba

Alelé, alelé que me duele un pié. Yo no sé de qué será si será de andar

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que por arenitas que por arenal que por las arenitas que por el arenal.

ESTE CABALLITO Dominio popular

Este caballito quiere galopar, este caballito quiere descansar.

Ico, ico, vamos a pasear, ico, ico, vamos a parar.

Ico, ico, cambia de lugar

¡ARRE CABALLITO! Dominio popular, España

¡Arre caballito!, vamos a la feria, no me tires coces,

que me voy a tierra. ¡Arre, arre, arre, que llegamos tarde! ¡So, so, so, que Él ya llegó!

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¡Arre, caballito!, vamos a Belén, a ver a la Virgen y al niño también. ¡Arre, arre, arre, que llegamos tarde! ¡So, so, so, que Él ya llegó. PEGASOS, LINDOS PEGASOS Antonio Machado Pegasos, lindos pegasos, caballitos de madera. ………. Yo conocí, siendo niño, la alegría de dar vueltas

sobre un corcel colorado, en una noche de fiesta.

En el aire polvoriento

chispeaban las candelas, y la noche azul ardía toda sembrada de estrellas.

¡Alegrías infantiles

que cuestan una moneda de cobre, lindos pegasos, caballitos de madera!

MI ALAZÁN Luis Carlos Flores Mateos

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Galopando, galopando va mi caballo alazán, estrella blanca en la frente y crines de tempestad.

Vuela, sus cascos ligeros de la música al compás. no me da miedo caerme: en él aprendí a montar.

Galopa, alazán, galopa muy pronto descansarás. Falta una vuelta tan sólo y el volantín parará.

Adiós, amigo de feria,

nunca te podré olvidar. ¿Cuándo montarán mis sueños un caballo de verdad?

EL ARROYO Salvador Díaz Mirón

(Fragmento)

No descansas jamás, y alegre y puro, murmurador y manso corriendo vas sobre tu cauce duro… Yo también como tú corro y murmuro, yo también como tú jamás descanso.

¡QUÉ LINDOS PASOS DAS!

Sor Juana Inés de la Cruz

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(Fragmento)

Estribillo ¡Ay, ay, ay, Niña bella, qué linda vas!

¡Ay, ay, ay, y qué lindos pasos das! Coplas Niña que aun apenas has sabido andar, y va en tus alientos intentas volar, ¡ay, ay, ay, y qué lindos pasos das!

Por las altas gradas subes sin parar, y es que en ti al subir es muy natural. ¡Ay, ay, ay, y qué lindos pasos das! A los que te llevan los dejas atrás […]

SOLDADO DE PAPEL Carlos Martínez Plata

Marcha soldado cabeza de papel, si no marchas derecho, vas preso al cuartel.

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LA CANCIÓN DEL SOLDADO Amado Nervo

(Fragmento) Al son de parches y clarines, por el camino alegres van los denodados paladines; al son de parches y clarines; ¡trararaí, parrataplán!

CONSCRIPTOS Alfonso Reyes

Los GALLI-POLLOS "hacen escoleta". Quiero decir, la banda se ejercita. Truena el parche, chirría la trompeta; aquél cojea y éste rejurgita.

Cambian nota y compás su cuchufleta y nunca acuden juntos a la cita; y el Paso Redoblado hace una treta y se enmaraña con la chaparrita.

EL PASO DEL ELEFANTE

Demarchi-Fiore de Cedro Elefante, elefante no eres nada elegante. ¡Qué pesado!, ¡qué pesado! tu andar no es de mi agrado.

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EL TREN

Antonio Machado

El tren camina y camina. y la máquina resuella, y tose con tos ferina. ¡Vamos en una centella!

CAMINO CANSADO Carlos Martínez Plata

Camino cansado, con paso encorvado y muy fatigado.

Camino cansado

con hombros caídos y zapatos roídos.

EL DÍA DE SAN JUAN

Amado Nervo -¡Qué alegre es la mañana del día de San Juan! ¡Cornetas y tambores, sonad, sonad, sonad! -¡Qué alegre es la mañana del día de San Juan!

¡SALTARÍN, SALTARÓN!

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Juan B. Grosso ¡Saltarín, saltarón! ¡Yo saltando soy campeón! ¡Salto aquí, salto allá! ¡Saltarintantín, saltarintantón!

UNO, DOS, TRES PASITOS Dominio popular

Un pasito adelante, un pasito para atrás, dar un brinco, una vuelta y volvemos a empezar. Dos pasitos adelante, dos pasitos para atrás, dar un brinco, una vuelta y volvemos a empezar. Tres pasitos adelante…

CARICIA Gabriela Mistral

(Fragmento) Los ojitos que me diste me los tengo que gastar en seguirte por los valles,

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por el cielo y por el mar…

SOBRE EL MAR Dora Alonso, Cuba

Sobre el mar hay una barca, sobre la barca un barquero, sobre el barquero una nube, sobre la nube un lucero.

PROMESAS DE LAS ESTRELLAS Gabriela Mistral

(Fragmento) Ojitos de las estrellas, de pestañitas inquietas, ¿por qué sois azules, rojos y violetas?

Ojitos de la pupila curiosa y trasnochadora, ¿por qué os borra con sus rosas la aurora?

Ojitos, salpicaduras de lágrimas o rocío cuando tembláis allá arriba,

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¿es de frío? ¿QUIÉN ME COMPRA UNA NARANJA? José Gorostiza

¿Quién me compra una naranja para mi consolación, una naranja madura en forma de corazón.

SOLES CLAROS SON Juan Díaz Rengifo

Soles claros son tus ojuelos bellos, oro los cabellos, fuego el corazón.

Rayos celestiales echan tus mejillas, son tus lagrimillas perlas orientales, tus labios corales, tu llanto es canción oro los cabellos, fuego el corazón.

NO SOY RENCA, NI SOY COJA Miguel de Cervantes Saavedra

No soy renca, ni soy coja, ni tengo nada de manca. Los cabellos como lirios, que, en pie, por el suelo arrastran.

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Y aunque es mi boca aguileña y la nariz algo chata, ser mis dientes de topacios mi belleza al cielo ensalza.

MI BURRITO Dominio Popular

Mi burrito, mi burrito pobrecito mi burrito. Le duele la cabeza… helado de frambuesa. Le duele el corazón… helado de limón. Le duelen las orejas helado de cerezas.

Mi burrito, mi burrito, pobrecito mi burrito. Le duele un ojito, helado de coquito. Le duele la pancita, helado de pasita. Le duele la rodilla helado de vainilla.

VAMOS A CANTAR Jaime Sabines

Vamos a cantar: tararí, tatá, tararí, tatá. El viejito cojo,

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se duerme con un solo ojo. El viejito manco, duerme trepado en un zanco, tararí, tatá, tararí tatá. No me diga nada usted: se empieza a dormir mi pie, tararí, tatá, tararí, tatá. Voy a subirlo a mi cuna, antes que venga la tía luna, tararí, tuí, tuí, tararí, tuí, tuí.

SAPITO Y SAPÓN Nicolás Guillén

¿Qué tienes, Sapito que estás tan tristón? Madrina, me duele la boca, un pulmón, la frente, un zapato y hasta el pantalón…

¿Y a ti, qué te pasa? ¿Qué tienes Sapón? Madrina, me duele todo el esternón, la quinta costilla y hasta mi bastón.

Sapito y Sapón son dos muchachitos de buen corazón.

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GUSANITO MEDIDOR

Hermanos Rincón Gusanito medidor dime cuánto mido yo. Mídeme desde el zapato, por la pierna por el brazo.

Ay, ji jí, ay, jo jó, qué cosquillas tengo yo; ay, ji jí, ay, jo jó, gusanito medidor.

Mido uno, mido dos, mido veinte y un montón. Cuatrocientos gusanitos es la cuenta que ha salido.

Ay, ji jí, ay, jo jó, qué cosquillas tengo yo; ay, ji jí, ay, jo jó, gusanito medidor.

LOS NÚMEROS Hermanos Rincón

Soy uno cuando estoy solo, y dos si tú estás conmigo. Somos tres si somos dos y viene algún otro amigo.

Cuatro las patas del perro, cinco dedos de mi mano, y seis los años que tengo, y siete los de mi hermano.

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Ocho pies tiene la araña, nueve, son tres veces tres, y si esto bien me lo aprendo, me voy a sacar un diez.

¡AHÍ VIENEN LAS OLAS! Carlos Martínez Plata

Ahí vienen las olas muy suaves y solas, muy suaves y solas ahí vienen las olas.

Ahí viene el pulpo sin ningún enredo; son ocho sus brazos y no tiene dedos.

Desde el fondo de la mar. el coral con su vaivén no cesa en su llamar pues me dice: ven, ven, ven…

QUE TE CORTA CORTA Nicolás Guillén

¡Qué cola tan larga tiene este ratón! Corta, corta, corta… ¿Quién se la cortó?

¡Qué pico tan grande tiene ese tucán! Corta, corta, corta… ¿Quién lo cortará?

¡Qué rabo tan gordo

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tiene este león! Corta, corta, corta… ¿Quién se la cortó?

¡Qué carne tan dura tiene ese caimán! Corta, corta, corta… ¿Quién la cortará?

A la corta, corta, y a la corta va, corta que te corta, que te cortará.

EL RATÓN Dominio Popular

Bajo de un botón, ton, ton, que tenía Martín, tín, tín, había un ratón, ton, ton, ¡Ay! que chiquitín, tín, tín.

LOS ANIMALITOS

Ethel Bauzel Medeiros

Mi elefante, tiene una trompa gigante. El ratoncito, sacude el rabito. La mariposa, hace piruetas graciosas. El burro goloso, es terco y miedoso. Aquí está el patito, vive en un charquito. Esta es una araña, que a moscas engaña. El conejo Toto, con sus ojos rojos. Luego el caracol, que descansa al sol. La cabra barbuda, que es muy, muy tozuda.

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ANTONINO

Amado Nervo Antonino fue por vino; quebró el vaso en el camino; ¡pobre vaso!, ¡pobre vino!, ¡pobres nalgas de Antonino!

CANCIÓN AMARGA Gabriela Mistral

(Fragmento) ¡Ay! ¡Juguemos, hijo mío,

a la reina con el rey! Este verde campo es tuyo.

¿De quién más podría ser? las oleadas de alfalfas para ti se han de mecer.

Este valle es todo tuyo.

¿De quién más podría ser? para que los disfrutemos los pomares se hacen miel.

(¡Ay! ¡No es cierto que tiritas

como el niño de Belén y que el seno de tu madre se secó de padecer!)

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LA PARTIDA Luis Carlos Flores Mateos

Tatarí tarí tatí, tararí tarí tatí, tararí tararí tatí…

Ya se van soldados mil con su casco y su fusil, las banderas desplegadas, con tambores y clarín.

Ya se van –“¡Unnn, dos!” – alegres, firme el paso varonil. Todos a compás se mueven igualitos de perfil

Tatarí tarí tatí,

tararí tarí tatí, tararí tararí tatí…

Pero no entiendo, si alegres suenan tambor y clarín, ¿por qué la gente los mira entre lágrimas partir?

LA CANCIÓN DEL COLIBRÍ Carlos Martínez Plata (Para Karen Andrea)

En el jardín de mi casa laralá, lará, laralín, un ángel bajo del cielo

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para dar amor y reír, laralá, lará larín.

Tiene alas, más largo pico

y se llama colibrí, Bien temprano cada día con plumones forma el nido para empollar a su cría, laralá, lará, larín.

No tan rápido le pido, pulses angelical aleteo, se podría venir abajo nuestro nido de alegría, laralá, lará, larín… laralá, lará, larín.

CANCIÓN DEL MAIZAL Gabriela Mistral

(Fragmento/III) Las mazorcas del maíz a niñitas se parecen: diez semanas en los tallos bien prendidas que se mecen.

Tienen un vellito de oro como de recién nacido y unas hojas maternales que les celan el rocío.

Y debajo de la vaina, como niños escondidos, con sus dos mil dientes de oro

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ríen, ríen sin sentido…

Las mazorcas del maíz a niñitas se parecen: en las cañas maternales bien prendidas que se mecen.

Él descansa en cada troje con silencio de dormido; va soñando, va soñando un maizal recién nacido.

EL CONEJO DIJO A… Carlos Martínez Plata (Para Sofía)

El conejo dijo a la tortuga -qué grandes bigotes tengo; entonces le contestó: -¿Será de presumir blancura?

La tortuga dijo al ratón -qué gran cintura tengo; entonces le contestó: -¡Deja ya de hacerte concha!

El ratón le dijo al gallo -qué gran cola tengo; entonces le contestó: -¡Deja de tomar lo ajeno!

El gallo dijo al conejo

-qué gran crespa tengo; entonces le contestó: -¡Será por peleonero! El conejo dijo a…

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LÁPIZ DE COLORES Carlos Martínez Plata

Tengo un lápiz de colores que pinta, cuando deseo, azul el intenso cielo y verde el inmenso mar.

Si quiero amarillo deja las hojas del seco otoño, y si rojo, la manzana para vos dibujaré.

Al llegar la primavera colibrí tornasolado bello paraje florido trazaré con acuarela.

Sólo tus ojos tiernos

pintar, mamita, no puedo. Qué importa ya los colores pues los pintaré con besos.

LOS OFICIOS

Dominio popular

El trabajo que tenemos vamos todos a mostrar, pase al centro un carpintero y su oficio enseñará.

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El trabajo que tenemos

vamos todos a mostrar, pase al centro un pintor y su oficio enseñará.

El trabajo que tenemos

vamos todos a mostrar, pase al centro un…

POR LA VÍA PASA EL TRANVÍA Carlos Martínez Plata (Para José)

Por la vía pasa el tranvía sin dejar de descansar.

Por el puente va el tranvía sin dejar de resollar.

Por el túnel

va el tranvía y nos ponemos a gritar.

Un durmiente, dos durmientes, tres durmientes… ya se van a descansar.

CRUCERO DEL FERROCARRIL

Carlos Martínez Plata

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Por el cruce, por el cruce, el crucero del ferrocarril.

Hay un letrero, hay un letrero, un letrero de gran precaución.

Y ese letrero dice: debemos de parar… y ese letrero dice: debemos de mirar… y ese letrero dice: debemos escuchar…

¡Alto…, vea…, oiga…! Oiga con mucha atención: ¡Cuidado con el tren!

¡BUEN VIAJE!

Amado Nervo

Con la mitad de un periódico hice un barco de papel, y en la fuente de mi casa va navegando muy bien.

Mi hermana con su abanico

sopla que sopla sobre él. ¡Muy buen viaje, muy buen viaje, buquecito de papel!

PAPELILLOS DE COLORES

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Amado Nervo

(Fragmento) Los papelillos de colores que de los altos corredores lanzan al aire los chicuelos como bandadas caprichosas, en sus impensados vuelos se figuran que son mariposas.

RONDAS Y JUEGOS INFANTILES MILANO Dominio popular

Vamos a la huerta

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de toro-toronjil, a ver a Milano comiendo perejil.

Milano no está aquí, está en su vergel, abriendo la rosa y cerrando el clavel.

Mariquita la de atrás que vaya a ver si vive o muere si no para correr.

-¿El Milano está muerto o está bien? -¿Tiene catarro? -¿Tiene calentura? -¿Le duele la cabeza? -¡Está muerto!

-Todos a correr.

AMO A TO Dominio popular

Una: Amo a To, matarile, rilerón. Todas: ¿Qué quiere usted, matarile, rilerón. Una: Yo quiero un paje, matarile, rilerón. Todas: Escoja usted, matarile, rilerón. Una: Yo escojo a Lupe matarile, rilerón. Todas: ¿Qué oficio le pondremos, matarile, rilerón. Una: Le pondremos la reina del universo, matarile, rilerón. Todas: Ese oficio no le gusta, matarile, rilerón. Una: Le pondremos la princesa del jardín, matarile, rilerón. Todas: Ese oficio no le gusta, matarile, rilerón. Una: Le pondremos la maestra de la escuela, matarile, rilerón. Todas: Ese oficio sí le gusta, matarile, rilerón.

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Todas: Celebremos todas juntas comeremos chicharrón, a las doce de la noche con el tío comelón.

RONDA DE LA RISA Alberto Pogliano

Ésta es la ronda más sería que vi. Póngase serio, no vuelva a reír.

Una vueltecita cada uno dará. Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja. (El que ríe sale)

Ésta es la ronda más seria que vi. Póngase serio no vuelva a reír.

Una cosquilla

en la planta del pie. Je, je, je, je, je, je, je, je, je, je. (El que se ríe sale)

Ésta es la ronda

más seria que vi. Póngase serio no vuelva a reír.

Quédese quieto y respire feliz. Ji, ji, ji, ji, ji, ji, ji, ji, ji, ji. (El que se ríe sale)

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Ésta es la ronda más seria que vi. Póngase serio no vuelva a reír.

Sople despacio y diga bombón. Jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo. (El que se ríe sale)

Ésta es la ronda más seria que vi. Póngase serio no vuelva a reír.

Quédese quieto ya le falta poco bu-ru-bum-bum-bum. Ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju. (El que se ríe sale)

RONDA DE LOS ENANOS Leopoldo Lugones

Los enanos en la arena hacen ronda con la nena. Ronda, ronda que te rondan, y la luna bien redonda. Ronda que ronda rondón, y a cada enano un turrón.

Ronda que ronda rondel, y a la nena un cascabel de oro fino y del mejor que la nena es un primor. Ahora pasa cada enano

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con la nena de la mano. a unos el nombre les sé, de los otros me olvidé.

Ahí viene el enano blanco que baila en un solo zanco, de punta sobre su pata. Colgado de un hilo en vilo, baila sin pausa ninguna…

Ahí viene el enano rojo montado en un ganso cojo, porque sufrió esa avería en una juguetería…

Ronda que ronda rondín, y ahora pasan al jardín. Cada cual lleva un farol, la nena un chal tornasol…

Ahí viene el enano verde que parece un renacuajo, con su boca como un tajo y una manzana que muerde con dos dientes de cristal y un colmillo de metal.

Este es el enano Alfil, el que toca el tamboril. Ahí viene el enano amarillo con sus piernas de tornillo, su barriga de acordeón y su morrión fanfarrón.

Y a compás la ronda gira, con la música que da cuando se encoge y se estira: Tira lira tiralá.

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Ahí va el enano Meñique

de manitas de alfeñique, el escarpín de charol la caperuza de encaje, y un enanito de paje soplando en un caracol.

¿QUE QUIERES SER TÚ? Carlos Martínez Plata

Dime Gilberto ¿qué quieres ser tú? Guía de turistas,

del mundo pintor, quizá maquinista o del campo señor. Larara rara, larara rará.

-Yo quiero Sofía,

saber descifrar el núcleo del átomo y el fondo del mar -Y dime José ¿qué quieres ser tú?

Tal vez carpintero o sin par conductor, tal vez un bombero

o buen profesor. Larara rara, larara rará.

-Yo quiero Sofía, a grande llegar, tener alegría y saber bien bailar. -Y dime Sofía

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¿qué quieres ser tú? Quizás enfermera y poder auxiliar, o audaz reportera y veraz informar.

Larara rara, larara rará. -Yo quiero Luis Jorge, el canto del ave y el nuevo lenguaje poder entender. Dime mi amigo, ¿qué quieres ser tú?

Larara rara, larara rará. ACITRÓN Dominio popular Acitrón de un fandango

sango, sango, sabaré. sabaré de farandela con su triqui, triqui, trán.

MENTIRILLAS Carlos Martínez Plata

En el huerto del abuelo mañana voy a cortar manzanas de su peral y las uvas del manglar.

De su viejo limonero

ciruelas dulces tendré, más de espinoso nopal tres melones cortaré.

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El naranjo que sembró diez guayabas me ha de dar; del frondoso toronjil ¡cinco rosas para ti!

AJAJÁ

Esther S. de Schneider

Ajajá, ajajá,

linda nena de mamá le ha pedido a este cochero que la lleve de paseo.

Ajajá, ajajá,

que vestido se pondrá, un vestido de puntillas y florecillas amarillas.

Ajajá, ajajá,

que zapatos se pondrá, zapatos de charol con hebillas y un botón.

Ajajá, ajajá,

que sombrero se pondrá, un gorrito paquetón, con lacitos y pompón.

Ajajá, ajajá,

que cartera llevará, carterita de hilo y seda toda llena de monedas.

EL BARBERO

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Dominio popular Este es un barbero que viene de León haciendo la barba con agua y jabón. Ándele señor, ándele señor, échele agüita que es su obligación. Este es un barbero que viene de León

haciendo la barba con agua y jabón. Ándele señor, ándele señor,

móchele la barba que es su obligación.

SUENA LA ORQUESTA

Dominio popular Suena la viola, suena el violín, suena la flauta de don Serafín.

Suenan trompetas,

suena el violín, suena la bufa de don Serafín…

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Suena el combó suena el violín suena la orquesta

de don Serafín EL TAMBORILEIRO

Dominio popular -Compañeiros yo sé tocairo. -¿Compañero qué sabes tocairo? -Yo sé tocairo el tamborileiro. -¿Y cómo se toca el tamborileiro? -Recataplán, el tamborileiro recataplán, el tamborileiro.

-Compañeiro yo sé tocairo. -¿Compañero qué sabes tocairo? -Yo sé tocairo el violineiro… (Y así, el pianeiro, la guitarreira, la mandolineira…)

A DON MARTÍN Dominio popular

A don Martín , tirilín, tirilín se le murió, torolón, torolón su chiquitín, tirilín, tirilín, de sarampión, torolón, torolón y lo llevó torolón, torolón en un patín, tirilín, tirilín al panteón, torolón, torolón.

LA PARTIDA

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Luis Carlos Flores Mateos

Si yo fuera marinero, me lanzara a navegar sin camisa, pies descalzos, moreno de sol y sal.

Mi esbelto barco velero, rozando apenas el mar, el salto de los delfines copiará alegre a compás.

¡Timonel, dirige el rumbo hacia la Estrella Polar! Las olas suben y bajan, caballitos de San Juan.

Si yo fuera marinero… Pero es sueño, nada más. Qué tristeza, madre mía: aún no conozco el mar.

VELEROS

Luis Carlos Flores Mateos

Triángulos de lona y sol, veleros en la laguna. El viento juega con ellos entre sonrisas de espuma.

Las islas los ven pasar

con nostalgia en la cintura, sirenas que se quedaron firmes en aguas profundas.

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Veleros, raudos veleros de luminosa blancura, son como risa en los labios azules en la laguna.

MARINERO Dominio popular

Marinero que se fue a la mar y mar y mar, para ver qué podía ver y ver y ver, y lo único que pudo ver y ver y ver fue el fondo de la mar y mar y mar.

LA MOSCA A LA RANA…

Dominio popular

Cuando la rana quiere gozar, viene la mosca y la hace gritar. La mosca a la rana, la rana en el agua se echa a nadar.

Cuando la mosca quiere gozar, viene la araña y la hace gritar. La araña a la mosca, la mosca a la rana, la rana en el agua se echa a nadar.

Cuando la araña quiere gozar, viene la escoba y la hace gritar. La escoba a la araña,

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la araña a la mosca, la mosca a la rana, la rana en el agua se echa a nadar.

Cuando la lumbre quiere gozar, viene el agua y la hace gritar. El agua a la lumbre, la lumbre a la escoba…

LA MOSCA Dominio popular

Una mosca parada en la pared, en la pared, en la pared; una mosca, una mosca, una mosca parada en la pared. Una mosca, una mosca, una mosca vestida de mujer.

Ana masca parada an la parad, an la parad, an la parad; ana masca, ana masca ana masca parada an la parad. Ana masca, ana masca ana masca vastada da majar.

Ene mesque perede en le pered, en le pered, en le pered; ene mesque, ene mesque ene mesque perede en le pered. Ene mesque, ene mesque ene mesque vestede de mejer.

Ini misqui piridi in li pirid…

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LINDO PESCADITO Dominio popular

En el agua clara que brota en la fuente, un lindo pescado sale de repente.

-Lindo pescadito,

¿no quieres salir a jugar conmigo? Vamos al jardín.

-Yo vivo en el agua no puedo salir; mi mami me ha dicho: “No salgas de aquí”.

-Por eso no salgo contigo a jugar que por ser buen niño ella me premiará.

CUCÚ-CUCÚ Dominio popular

Cucú-cucú, cantaba la rana, cucú-cucú, debajo del agua. Cucú-cucú, pasó un marinero, cucú-cucú, llevando romero. Cucú-cucú, pasó un caballero,

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cucú-cucú, llevando sombrero. Cucú-cucú, pasó una señora, cucú-cucú, llevando unas moras. Cucú-cucú, le pedí un poquito, cucú-cucú, no me quiso dar, cucú-cucú, me puse a llorar.

MAQUINI SURCÍ Canto venezolano Maquiní surcí, maquiní surzá; dame la sortija dame la sortija, que en tu mano está.

Aquí la perdió, aquí la ha de hallar y si no la hallare,

y si no la hallare, en tu mano estará.

PIMPÓN Dominio popular

Pimpón es un muñeco muy lindo y de cartón, se lava las manitas con agua y con jabón,

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se desenreda el pelo con peine de marfil. Cuando toma su leche no ensucia el delantal. Pimpón dame la mano que quiero ser tu amigo, Pimpón, Pimpón, Pimpón.

UN SON PARA NIÑOS ANTILLANOS Nicolás Guillén, Cuba

(Fragmento)

Por el mar de las Antillas anda un barco de papel: anda y anda el barco, sin timonel. (…)

Un cañón de chocolate contra el barco disparó, y un cañón de azúcar, zúcar, le contestó.

¡Ay mi barco marinero, con su casco de papel!

¡Ay, mi barco negro y blanco

sin timonel! LA RONDA Leopoldo Lugones

Ronda que rondan rondón, y a cada niño un turrón. Ronda que rondan rondel, y a la nena un cascabel. Rondan que rondan rondín,

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y ahora pasan al jardín, y al compás la ronda gira, con la música que da cuando se encoge y estira, tiralira, tiralá.

UNA RUEDA Dominio popular

Una rueda muy bien hecha todos vamos a formar y si queda muy bien hecha, cantaremos la, la, lá…

DAME LA MANO Gabriela Mistral

Dame la mano y danzaremos; dame la mano y me amarás. Como una sola flor seremos, como una flor, y nada más…

El mismo verso cantaremos, al mismo paso bailarás. Como una espiga ondularemos, como una espiga, y nada más.

Te llamas Rosa y yo Esperanza; pero tu nombre olvidarás, porque seremos una danza en la colina, y nada más…

¿EN DÓNDE TEJEMOS LA RONDA?

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Gabriela Mistral

¿En dónde tejemos la ronda? ¿La haremos a orillas del mar? El mar danzará con mil olas haciendo una trenza de azahar.

¿La haremos al pie de los montes? El monte nos va a contestar. ¡Será cual si todas quisiesen, las piedras del mundo, cantar!

¿La haremos, mejor, en el bosque? la voz y la voz a trenzar, y cantos de niños y aves se irán en el viento a besar.

¡Haremos la ronda infinita! ¡La haremos al bosque a trenzar, la haremos al pie de los montes y en todas las playas del mar!

TODO ES RONDA

Gabriela Mistral

Los astros son rondas de niños, jugando la Tierra a espiar… Los trigos son talles de niñas jugando a ondular…, a ondular…

Los ríos son rondas de niños, jugando a encontrarse en el mar… Las olas son rondas de niñas jugando la Tierra a abrazar.

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RONDA DEL ARCO-IRIS Gabriela Mistral

La mitad de la ronda estaba y no está. La ronda fue cortada mitad y mitad.

Paren y esperen a lo que ocurrirá. ¡La mitad de la ronda se hecho a volar!

¡Qué colores divinos se vienen y se van! ¡Qué faldas en el viento qué lindo revolar!

Está de cerro a cerro baila que bailarás. Será jugada o trueque, o que no vuelve más.

Mirando hacia lo alto

todas ahora están una mitad llorando riendo otra mitad.

¡Ay, mitad de la rueda, ay, bajad y bajad! O nos lleváis a todas si acaso no bajáis.

LOS QUE NO DANZAN

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Gabriela Mistral

Una niña que es inválida dijo: - "¿Cómo danzo yo? Le dijimos que pusiera a danzar su corazón…

Luego dijo la quebrada: "¿Cómo cantaría yo?" Le dijimos que pusiera a cantar su corazón…

Dijo el pobre cardo muerto: - "¿Cómo volaría yo?" Le dijimos: - "Pon al viento a volar tu corazón…"

Dijo dios desde la altura: - "¿Cómo bajo del azul?" Le dijimos que bajara a danzarnos en la luz.

Todo el valle está danzando

en un coro bajo el sol. A quien falte se le vuelve de ceniza el corazón…

RONDA DE AMOR Y TERNURA

Rosario Roldán de Alvarado Una ronda de amor y ternura

compañero te invito a formar, y yo sé que al unir nuestras manos, nuestras almas también se unirán.

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Si los niños del mundo pudieran una ronda muy grande formar, sus manitas unidas con fuerza nos traerían la ventura y la paz.

FAUNA

Yolanda Lleonart (Uruguay)

Que salte el conejo que baile el ratón. En la rueda-rueda de San Borombón. Que el cordero baile, que ruja el león y gire la rueda de San Borombón. La rana de lata y el pez de latón ruedan en la rueda de San Borombón.

El tigre de goma,

la osa de algodón saltan en la rueda de San Borombón.

Y todos los animales de goma y latón, del lobo al cordero, del gato al ratón, del pez a la rana, del tigre al león, ruedan en la rueda de San Borombón.

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EL SAPITO GLO GLO GLO

Juan Sebastián Tallón

Nadie sabe dónde vive. nadie en la casa lo vio. pero todos escuchamos al sapito glo… glo… glo.

¿Vivirá en la chimenea? ¿Dónde, dónde, se escondió? ¿Dónde canta, cuando llueve, el sapito glo… glo… glo?

¿Vive acaso en la azotea? ¿Se ha metido en un rincón? ¿Está debajo de la cama? ¿Vive oculto en una flor?

Nadie sabe dónde vive. Nadie en la casa lo vio. Pero todos escuchamos cuando llueve glo… glo… glo.

EL PÁJARO COLORADO

Alfonso Reyes CAZADORES Por aquí, por allá. ¡Cuidado, que se nos va! Pim Pam Pum.

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LECHUZÓN ¡Alas para cuando os quiero! PAJARITOS ¡Se escondió en el agujero! CAZADORES Pim Pam Pum. ¡Qué mal lo hiciste! ¡Qué mal has quedado! ¿Cómo quieres hacer blanco si el pájaro es colorado?

VILLANCICOS Y ROMANCES INFANTILES PASTORES DE BELÉN

Lope de Vega (A su hijo Carlos Félix de Vega)

Hoy Ana parió a María,

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y anoche se vio arrebol, sin duda tendremos sol, pues amanece tal día.

Arreboles de esperanzas ayer vio en el cielo el suelo, y hoy sale el Alba del cielo con rayos de confianzas, pues siendo el Alba María y Ana el divino arrebol, no puede tardar el sol, estando tan claro el día.

Pues nace el Alba tan bella, ¿quién dudará que el sol salga de una Virgen tan hidalga, de una madre tan doncella? Venga en buena hora María, lleva perlas su arrebol, porque salga luego el sol en los brazos de tal día.

VILLANCICO

Lope de Vega (A su hijo Carlos Félix de Vega)

Hoy nace una clara estrella, tan divina y celestial, que, con ser estrella, es tal, que el mismo sol nace de ella.

De Ana y de Joaquín oriente de aquesta estrella divina sal su luz clara y dina de ser pura eternamente: el alma más clara y bella

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no le puede ser igual; que, con ser estrella, es tal, que el mismo sol nace de ella.

No le iguala lumbre alguna de cuantas bordan el cielo, porque es el humilde suelo de sus pies la blanca luna: nace en el suelo tan bella, y con luz tan celestial, que, con ser estrella, es tal, que el mismo sol nace de ella.

VILLANCICO

Sor Juana Inés de la Cruz

(Tercero nocturno VII)

Fue la Asunción de María de tan generoso contento, que uno con otro elemento la festejan a porfía.

Y haciendo dulce armonía, el Agua a la Tierra enlaza, el Aire a la Mar abraza, y el Fuego circunda el Viento.

¡Ay qué contento, que sube al Cielo María! ¡Ay qué alegría, ay qué contento, ay qué alegría!

UN ÁNGEL DIJO A MARÍA

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Octavio Campa Bonilla

Un Ángel dijo a María. “Tendrás un Hijo de Dios”, viene a daros alegría, y a prodigaros amor”.

“Con una radiante estrella se anunciará el parabién, y una Criatura, muy bella, darás al mundo en Belén”.

Dale, dale con ritmo al pandero, dale, dale, siguiendo al compás, no abandones la luz del lucero hasta encontrar el Portal.

Dale, dale, con ritmo al pandero, dale, dale, siguiendo el vaivén, no abandones la luz del lucero hasta llegar a Belén.

La Virgen María

está teniendo a Jesús, en una humilde alquería, entre montañas de luz.

Ya están alumbrando al Niño

que será la salvación, le llevaré mi cariño y todo mi corazón.

TODO ES ALEGRÍA Y FELICIDAD Octavio Campa Bonilla

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Todo es alegría y felicidad, porque el Niño Dios ya va a nacer; la virgen María esta navidad un hermoso niño va a tener.

Vienen los romeros con cantos de amor para festejar al Salvador, entonando arrullos a Jesús que hoy nació entre luz.

Se oyen dulces trinos, suenan atabales, porque el Niño Santo ya nació, cruzan peregrinos montes y breñales para visitar al Niño Dios.

Llegan los pastores

con cantos de amor a adorar al Niño celestial… y traen muchas flores al Infante Redentor que nació esta noche en el portal...

LA NAVIDAD DEL NIÑO DIOS Octavio Campa Bonilla

Llegan los pastores siguiendo la luz, y entre paja y flores miran a Jesús.

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Nueve días de posada

pidieron José y su esposa amada desde Nazareth.

Una estrella fue que rutilante como el sol, por el camino, hasta Belén a los pastores dirigió.

Y fue en un portal donde la luz fija quedo, y ahí ocurrió la Navidad del Niño Dios.

Entre paja y vestido de luz, nació el Niño Jesús.

VAMOS A VER AL NIÑO

Octavio Campa Bonilla En Belén nació un infante gloria de la humanidad, bello como el amanecer que nos da claridad.

Anunció un astro radiante

Noche Buena y Navidad, vamos a ver al Niño Dios desnudo en el portal.

Canten pastorcillos este parabién, por el dulce Niño que hoy nació en Belén. Suenen los panderos

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al son de la voz, sigan al lucero para ver a Dios.

Sigan al lucero para ver a Dios.

SÚPLICA DEL NIÑO JESÚS

Luis Carlos Flores Mateos Déjame jugar, Mamá, con tu corona de estrellas. Quiero que gire en el cielo sobre esta charca pequeña que los hombres llaman mar, y ver cómo se refleja. Volverán a mí sus ojos los niños desde la Tierra y querrán venir conmigo para jugar a la rueda. Préstales para que suban tu barca de luna nueva. No encallarán en la montaña ni naufragará en la niebla, que Gabrielillo, el Arcángel, muy bien con las alas rema. ¿Verdad, Mamá, que tú quieres que todos los niños vengan? ¡Mi cielo está tan alegre…! ¡Está tan triste la Tierra…!

¡Déjanos jugar, Mamá, con tu corona de estrellas!

DEFINICIÓN

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Josefa Murillo Amor, dijo la rosa, es un perfume. Amor es un mumurio, dijo el agua. Amor es un suspiro, dijo el céfiro. Amor, dijo la luz, es una llama. ¡Oh!, ¡cuánto habéis mentido! Amor… ¡es una lágrima! TANTO BAILÉ

Dominio popular

Tanto bailé en la fiesta del cura, tanto bailé que me dio calentura. Tanto bailé, con la niña bella, tanto bailé que me enamoré de ella. Tanto bailé, con la hija del juez, tanto bailé que me duelen los pies.

LOS ÁRBOLES DE ERIVÁN

Efraín Huerta

Los árboles de Eriván cantando vienen y van, oro en oro, los árboles de Eriván.

Arbolillo de Eriván, árbol niño, niño de oro, se dobla de risa cuando los rayos del sol le dan.

POZO SIN AGUA

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Jaime Sabines Cuando estés triste, ponte a cantar. Cuando estés alegre, ponte a llorar. Cuando estés vacío ponte a mirar.

Ponte amor mío a cantar, paralá, paralá, paralá… Que yo te voy a mirar.

SOL DE MONTERREY

Alfonso Reyes

No cabe duda: de niño, a mi me seguía el sol. Andaba detrás de mi como perrito faldero; despeinado y dulce, claro y amarillo: ese sol con sueño que sigue a los niños.

Saltaba de patio en patio, se revolcaba en mi alcoba. Aun creo que algunas veces Lo espantaban con la escoba. Y a la mañana siguiente, ya estaba otra vez conmigo, despeinado y dulce, claro y amarillo: ese sol con sueño que sigue a los niños.

(El fuego de mayo me armó caballero: Yo era el Niño Andante,

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y el sol, mi escudero). NO QUIERE PERICO

Fryda Schultz

Perico, Perico, no quiere ser rico, no quiere ser sabio, ni quiere ser rey. ¿Qué quiere este chico, Perico, Perico? Jugar en el bosque, reír y correr.

Con lengua de trapo,

gritar como el sapo. Meterse en el agua, y en ella nadar. No quiere Perico ser sabio ni rico, ni rey, pero quiere reír y cantar.

Perico, Perico, se llama este chico, no quiere ser rico, Perico, perico.

LA RECREACIÓN

Amado Nervo

Como a la noche la luz serena radiante sigue por la extensión, así al estudio y a la faena sigue, niñitos, la recreación.

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CORO: Ya espera la risa, ya espera el cantar; chicuelos, aprisa, venid a jugar.

Niño, cultiva tu pensamiento como una rosa, como un vergel. Todo trabajo nos da contento, y el juego alegre viene tras él.

Feliz el niño que, cuando llega la tarde, ornada de oro y rubí, decirse puede mientras que juega: "Estoy alegre, porque cumplí".

SUSTITUCIÓN

Amado Nervo (Fragmento) Tu frente muestra arrugas; pero son como surcos que aró tu pensamiento para sembrar la flores de la meditación. […]

PIPIOLO

Carlos Martínez Plata

Pipiolo es un muchacho alegre y juguetón, le gustan los patines también el punto com.

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Se calza los zapatos

con medias de fútbol; se ensucia la camisa también el pantalón.

Él tiene de mascota a un sapo desinflado, bien sabe del cuidado del agua y corazón.

Pipiolo está de fiesta con Pedro Guitarrón, le canta a su mascota ya tiene buen charcón.

MIS ABUELOS Carlos Martínez Plata

Yo tengo unos abuelos de tierno frenesí, se calzan los zapatos de suave borceguí.

Llegado ya el otoño

se ponen a bailar, lucen traje dorado y un paso cha, cha, chá.

MARTÍN NO VA A LA GUERRA Carlos Martínez Plata

Martín no va a la guerra sus brazos unirá; marchando por la Tierra, cantando por la paz.

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Martín no va a la guerra

su bien es la hermandad; el ruin fusil le aterra, prefiere la amistad.

Martín no va a la guerra con nadie peleará. Martín no va a la guerra aquí se alistará.

¡QUE VIVAN LOS NIÑOS! Carlos Martínez Plata

Que vivan los niños del Norte y del Sur, del Este y Oeste, y todo lugar. Que gocen del agua, del bosque y del mar, que se abran las puertas del saber y el jugar. Que vivan los niños su mundo feliz, que vivan contentos su alegre rondar.

Que vivan, que vivan, bajo un cielo azul; que vivan, que vivan, sin odio y con cantos su mundo feliz. Feliz, feliz, Feliz, muy feliz.

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NIÑOS DE NAYARIT Carlos Martínez Plata

Qué alegres los niños de mi Nayarit, qué lindo es el cielo que los ve nacer, se arrullan con olas de azul litoral, levantan el vuelo en claro pensil, y juegan en playa de fértil caudal.

Los de Jala, Jomulco, Ixtlán y Tepic,

más del Valle, Tuxpan y el Nayar bien que saben reír, cantar y bailar.

Qué lindas gardenias y recios sus nardos; su hermana es el agua y el sol su fiel compañero; son volcán de bella ilusión, como la caña y la milpa habrán de brotar.

Los de Huajicori, Compostela y La Yesca, más de Jalisco, Rosamorada y San Blas bien que saben reír, bailar y cantar.

Qué esbeltas varitas de encanto y virtud, sabia pura de cuatro vergeles, llena de gracia hacia el porvenir, de Escutia la patria sabrán ofrendar y de Nervo la fuente en radiante saber.

Los de Ahuacatlán, Santiago y Santa María más de Tecuala, Amatlán, Acaponeta y Ruíz, bien que saben reír, cantar y bailar. Que vivan los niños de mi Nayarit, Nayar, nayar, Nayarit.

LA PIÑATA

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Luis Carlos Flores Mateos

En el cielo de diciembre, esperando la posada, mece sorpresa de frutos la jubilosa piñata.

Milagro en papel de China, de mil modos se disfraza: estrella, conejo, barco. zanahoria, sol, pirata.

Tiene un corazón muy noble,

los males con bienes paga: cuando le damos un palo nos lo devuelve en naranjas.

Pero un regalo más dulce nos anuncia la piñata: que ya viene el Niño Dios a nacer dentro del alma.

LA PÁJARA PINTA

Dominio popular

Estaba la pájara pinta sentada en su verde limón, con el pico picaba la rama, con la cola meneaba la flor. ¡Ay, sí! ¿Cuándo vendrá mi amor? ¡Ay, sí! ¿Cuándo vendrá mi amor?

Me arrodillo a los pies de mi amante me levanto con pies de constante; dame la mano, dame la otra,

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dame un besito que sea de tu boca.

NARANJA DULCE Dominio popular

Naranja dulce, limón partido, dame un abrazo que yo te pido. Si fueran falsos mis juramentos, en otros tiempos se olvidarán. Toca la marcha mi pecho llora, adiós señora yo ya me voy a mi casita de sololoy. Compro naranjas y no te doy.

LAS BODAS DE LA MARIPOSA Amado Nervo

Te vamos a casar, mariposa de colores, te vamos a casar: tus madrinas serán flores. -¿Y por qué me he de casar sin hacerme de rogar?

-Yo, dice el caracol, te daré para mansión, amiga tornasol,

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te daré mi habitación. -Lo que da un amigo fiel, yo lo acepto siempre de él.

-Yo, dijo la hormiguita, de mi rica provisión te daré una migajita y de granos de a montón. -¡Oh, qué buena comidita! ¡Oh, qué gran “comelitón”!

La abeja de oro habló:

-Te daré mi mejor miel. La abeja de oro habló: -Te regalo el postre yo. -Gracias mil, abeja fiel, ¡Y qué buena que es tu miel! La abeja de oro habló: -Te daré postre de miel.

-Yo –el grillo- iré a tu fiesta para tocar mi guitarra. -Completaré la orquesta, dijo luego la cigarra. -Gracias, grillo, no está mal; Cigarrita, está muy bien. -Yo llevo mi timbal. -Yo mi pífano también. -Grillito, no está mal; Cigarrita, está muy bien.

-Por ti voy a brillar, el cocuyo prometió, pues quiero iluminar tus bodas sin cesar.

-Gracias a todos y a todas, serán soberbias mis bodas. me quiero ya casar.

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-Por ti voy a brillar, el cocuyo prometió; no te hagas ya rogar.

LOS ELEFANTES Dominio popular

Un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña, como veía que resistía fue a llamar a otro elefante.

Dos elefantes se balanceaban sobre la tela de una araña, como veían que resistían fueron a llamar a otro elefante.

Tres elefantes se balanceaban sobre la tela de una araña…

ACLARACIÓN

Dora Alonso (Cuba) Quien entienda de caballos que lo aclare de una vez: ¿A qué raza pertenece el caballo de ajedrez?

No le gusta el campo, no sabe comer, ni lleva herraduras ni puede correr. ¿Qué caballo es ese…? ¿Qué caballo es?

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ANAGKE Rubén Darío

Y dijo la paloma -Yo soy feliz. Bajo el inmenso cielo, en el árbol en flor, junto a la poma llena de miel, junto al retoño suave y húmedo por la gotas del rocío, tengo mi hogar. Y vuelo con mis anhelos de ave, del amado árbol mío hasta el bosque lejano, cuando, al himno jocundo del despertar de Oriente, sale el alba desnuda, y muestra al mundo el pudor de la luz sobre su frente. Mi ala es blanca y sedosa. La luz la dora y baña, y céfiro la peina. Son mis pies como pétalo de rosa. Yo soy la dulce reina que arrulla a su palomo en la montaña. En el fondo del bosque pintoresco está el alerce en que formé mi nido: y tengo allí, bajo el follaje fresco un polluelo sin par, recién nacido. Soy la promesa alada, el juramento vivo; soy quien lleva el recuerdo de la amada para el enamorado pensativo.

Yo soy la mensajera de los tristes y ardientes soñadores, que va a revolotear diciendo amores junto a una perfumada cabellera. Soy el lirio del viento. bajo el azul del hondo firmamento muestro de mi tesoro bello y rico,

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las preseas y galas: el arrullo en el pico, la caricia en las alas. Yo despierto a los pájaros parleros y entonan sus melódicos cantares; me poso en los floridos limoneros y derramo una lluvia de azahares. Yo soy toda inocente, toda pura. y me estremezco en la infinita ternura de un roce, de un rumor, de un aleteo. ¡Oh inmenso azul! Yo te amo. Porque a Flora das la lluvia y e sol siempre encendido; porque siendo el palacio de la aurora también eres el techo de mi nido. ¡Oh inmenso azul! Yo adoro tus celajes risueños, y esa niebla sutil de polvo de oro donde van los perfumes y los sueños. Amos los velos tenues, vagorosos, de las flotantes brumas, donde tiendo a los aires cariñosos el sedeño abanico de mis plumas. ¡Soy feliz! Porque es mía la floresta, donde el misterio de los nidos se halla; porque el alba es mi fiesta y el amor mi ejercicio y mi batalla. Feliz, porque de duces ansias llena calentar mis polluelos es mi orgullo; porque en las selvas vírgenes resuena la música celeste de mi arrullo. Porque no hay buna rosa que no me ame ni pájaro gentil que no me escuche, ni garrido cantor que no me llame. -¿Sí? Dijo entonces un gavilán infame. Y con furor se la metió en el buche. Entonces el buen Dios allá en su trono -mientras Satán, para distraer su encono aplaudía aquel pájaro zahareño

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se puso a meditar. Arrugó el ceño, y pensó al contemplar sus vastos planos y al recorrer sus puntos y sus comas, que cuando creó palomas no debió haber creado gavilanes.

VALORES HUMANOS AMOR FILIAL Amado Nervo

Yo adoro a mi madre querida,

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yo adoro a mi padre también; ninguno me quiere en la vida como ellos me saben querer.

Si duermo, ellos velan mi sueño; si lloro, están tristes los dos; si río, su rostro es risueño; mi risa es para ellos el sol.

Me enseñan los dos con inmensa ternura a ser bueno y feliz. Mi padre por mí lucha y piensa, mi madre ora siempre por mí.

HIMNO DEL PORVENIR Amado Nervo

CORO ¡Oh!, qué bellos ideales, qué futuro halagador, cuando lazos fraternales unan todo corazón. PRIMERA VOZ

Cuando el nombre de la guerra nadie torne a pronunciar,

y se besen cielo y tierra con un ósculo de paz.

SEGUNDA VOZ Cuando, unidos a lampos de un glorioso amanecer, cultivemos nuestros campos, cosechemos nuestra mies. PRIMERA VOZ Cuando cantes voces puras

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en la tierra y en el mar: <<Gloria a Dios en Ls alturas y en el mundo, al hombre, paz>>. SEGUNDA VOZ ¡Oh, mi patria, ayer hundida en la sangre y el dolor: cuán hermosa es hoy tu vida; tu infortunio ya pasó! PRIMERA VOZ En tus áureas sementeras todo es júbilo y labor,

en tus fértiles praderas todo canta bajo el sol. SEGUNDA VOZ ¡Oh, mi patria, mis hermanos, caminemos siempre así;

que trabajen nuestras manos un glorioso porvenir!

CORO

Venid, niños, y con puras voces, este canto alzad: <<¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra, al hombre, paz!>>

VOCES Amado Nervo

(Fragmento) LOS VIENTOS.- Cantamos, rugimos, y mil impalpables gérmenes sembramos

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en nuestro perenne volar. LOS MARES.- Latimos, latimos, al compás del viento; nuestras ondas arrullan La Vida. LA TIERRA.- Germino, transformo, sustento prodigando mi savia escondida… (Enmudecen, y se oye un lamento.) EL HOMBRE.- ¡Ay!, ¡ay!, ¡ay!

HOSPITALIDAD Amado Nervo

Cristo, la ciencia moderna te arroja sin compasión de todas partes; ¡no tienes dónde residir, Señor!

Las teorías positivas y la experimentación materialista, no dejan sitios en los orbes a Dios. En cuanto al alma del hombre, a piedra y cal se cerró hace tiempo a todo ensueño. En el umbral, la Visión muerta de angustia, de frío y de soledad quedó…

LIBERACIÓN Amado Nervo

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(Hoy/Fragmento) En ti lo llevas todo, sin la limitación del tiempo, del espacio, de la forma y el modo… en ti lo llevas todo: ¡canta el divino canto de la liberación!

EN TI MISMO (De El prisma roto) Amado Nervo

Pedí cielo y estrellas al abismo, y hallé tras largo viaje, que en mí mismo llevaba sin saber cielo y estrellas.

¡AMEMOS! Amado Nervo

Si nadie sabe ni por qué reímos ni por qué lloramos; si nadie sabe ni por qué vinimos ni por qué nos vamos; si en un mar de tinieblas nos movemos, si todo es noche en rededor y arcano, ¡a lo menos amemos! ¡Quizás no sea en vano!

SUEÑA Amado Nervo

Si vivir sólo es soñar, hagamos el bien soñando. Sueña que vives amando, que es tu solo fin amar; y sueña que sin cesar

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vas los bienes derramando. TRATO HECHO Amado Nervo

-Oye pichoncito amigo, yo quiero jugar contigo. -Niño, si quieres jugar, ven, sube a mi palomar. -Me faltan alas, no puedo… Baja tú, no tengas miedo. -Sin miedo voy a bajar, y jugaré satisfecho; pero trigo me has de dar. -Pichoncito, trato hecho.

SOLIDARIDAD Amado Nervo

Alondra, ¡vamos a cantar! Cascada ¡vamos a saltar! Riachuelo, ¡camos a correr! Diamante, ¡vamos a brillar! Águila, ¡vamos a volar! Aurora, ¡vamos a nacer! ¡A cantar! ¡A saltar! ¡A correr! ¡A brillar! ¡A volar! ¡A nacer!

LA ALEGRE CANCIÓN DE LA MAÑANA

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Amado Nervo (Fragmento) -Llegó la luz serena, y a levantarme voy. La noche se aleja como una gran pena; ¡qué alegre que estoy!

-Los pájaros en coro: cantan sus alegrías; las jaulas vibran como arpas de oro. Hermanos pájaros, ¡muy buenos días!

En las moradas humanas

Ya tan solo caben hoy La vanidad, el deseo Voluptuoso y la ambición.

¡Ya no tienes casa, Cristo! …¿Más cómo has de irte por esos caminos, si apenas has sonado el aldabón de una puerta, te la cierran con estruendo y ronca voz?

El pájaro tiene nido, cubil el raposo halló, y Tú, en cambio, vas expuesto a la intemperie, al horror de las noches congeladas, a tanto abandono…

Yo no valgo dos cuartos, Cristo,

mi corazón (Tú mejor que nadie lo sabe) tiene poco espacio y poco sol; pero, qué le hemos de hacer

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si en esta comarca no hay otro.. ¡Ven, y permite que confuso, con temblor de vergüenza, yo te hospede en mi propio corazón!

MI GATITO

Amado Nervo Tengo un gatito friolento, y si lo dejo dormir junto conmigo, al momento su ron-ron empiezo a oír, y el ron-ron quiere decir: “¡Gracias, estoy muy contento!”

ESTOS VERSOS LECTOR MÍO Sor Juana Inés de la Cruz

(Fragmento) No hay cosa más libre que el entendimiento humano; pues lo que Dios no violenta ¿por qué yo he de violentar?

ROMANCE FILOSÓFICO Sor Juana Inés de la Cruz

(Fragmento) Acuérdate, Señor mío, de tus nobles juramentos;

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y lo que juró tu boca no lo desmientan tus hechos.

LIRAS Sor Juana Inés de la Cruz

(Fragmentos/211) Amado dueño mío, escucha un rato mis cansadas quejas, pues del viento la fío, que breve las conduzca a tus orejas, si no se desvanece el triste acento como mis esperanzas con el viento. Óyeme con los ojos, ya que están tan distantes los oídos, y de ausencia enojos en ecos, de mi pluma mis gemidos; y ya que a ti no llega mi voz ruda, óyeme sordo, pues me quejo muda. […] Ven, pues, mi prenda amada: que ya fallece mi cansada vida de esta ausencia pesada; ven, pues: que mientras tarda tu venida, aunque me cueste su verdor enojos, regaré mi esperanza con mis ojos.

SONETO Sor Juana Inés de la Cruz

En perseguirme, mundo ¿qué interesas? ¿En qué te ofendo, cuándo sólo intento poner bellezas en mi entendimiento y no mi entendimiento en mis bellezas?

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Yo, no estimo tesoros ni riquezas

y, así siempre me causa más contento poner riquezas en mi entendimiento que no mi entendimiento en las riquezas.

Yo no estimo hermosura que vencida, es despojo civil de las edades; ni riqueza me agrada fementida;

teniendo por mejor, en mis verdades,

consumir vanidades de la vida, que consumir la vida en vanidades.

FINJAMOS QUE SOY FELIZ Sor Juana Inés de la Cruz

(Fragmentos)

Todo el mundo es opiniones de pareceres tan varios, que lo que uno es negro el otro prueba que es blanco

El que está triste censura al alegre de liviano, y el que está alegre se burla de ver al triste penando.

Todos son iguales jueces; y siendo iguales y varios, no hay quien pueda decidir cuál es lo más acertado.

No es saber, saber hacer discurso sutiles vanos; que el saber consiste sólo

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en elegir lo más sano. SE LLAMA AMOR FILIAL

Octavio Campa Bonilla

No olvidemos que el amor es un bello sentimiento, con la intensidad del viento radiante como el sol.

Y la amistad es amor, amor puro, noble y leal, tiene un inmenso valor, se llama: amor filial.

UNA SONRISA Octavio Campa Bonilla

Si no tienes que dar regala una palabra que una frase de aliento es siempre bienvenida.

Si acaso el regocijo la emoción o la pena hacen temblar tu voz y no acude a tus labios convertida

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en palabra regala una mirada de ternura.

Y si acaso el rocío empaña los cristales de tus ojos regala una sonrisa.

AMOROSA

Octavio Campa Bonilla Amorosa sólo hay una, suave y dulce como el pan; amorosa cual ninguna: ¡me refiero a la mamá!

GENEROSIDAD Octavio Campa Bonilla

No aminores tu gloria ni empañes tu grandeza. Si haz de ser generoso, no permitas, entonces, que te tiemble la mano.

CARACOL CARACOLITO Carlos Martínez Plata

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Caracol, caracolito, pintado y retorcidito, saca tus cuernos al sol y alegra tu corazoncito.

Caramel, caramelito, pintado y retorcidito, llévelo usted señor y endulce su corazoncito.

UN PECECILLO Carlos Martínez Plata

Un pececillo se fue a nadar, por todo el río llegó hasta el mar.

Vino la ola con toda prisa, le dijo ¡hola, ven a jugar!

LA PERLA PERDIDA Carlos Martínez Plata

Érase una ostra de gran pesar, su bella perla no encuentra más.

Que si me dejas

te he de ayudar, un coral blanco le prometió.

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Muy bien se supo

una de ausencia y para vos.

EL MAR ESTÁ TRISTE Carlos Martínez Plata

El mar está triste, un pez pipiolo la tarde de ayer se dejó pescar.

Dame tus olas afligido mar. Pepe Cangrejo te lo traerá.

NIÑOS PÁJARO Queta Navagómez

(Fragmento)

Tam tam tam. Zum zum zum. Colibríes juguetones ¡agiten la sonaja de la risa!

Que el tambor de su corazón percuta tiendan vuelo conozcan nuestro mundo. Tam tam tam. Zum zum zum.

Pequeños chuparrosa resuena ya el tambor

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se agitan las sonajas dejen que vuele y vuele su corazón wirrárika.

NADIE ESTÁ SOLO

Roberto López Moreno (Fragmento)

Nadie está solo, Alguien más respira con nuestro propio ritmo en un punto equidistante de este giro. si en brazo se levanta otro brazo asciende en otra parte, al mismo tiempo, en la misma frecuencia del combate. […]

CIEGO

Roberto López Moreno Nadie había visto tanto como aquel ciego, cuando vio se encerró a siete candados en su biblioteca. ¡Cuánto había visto aquel preso!

LA FIESTA Rosario Castellanos

La fiesta cosquillea en los talones. Vamos todos a ella cantando y sonriendo. Vamos todos a ella cogidos de la mano como quien sale al campo a cosechar claveles.

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CANCIÓN Rosario Castellanos

Yo conocí una paloma con las dos alas cortadas; andaba torpe, sin cielo, en la tierra, desterrada.

La tenía en mi regazo y no supe darle nada. ni amor, ni piedad, ni el nudo que pudiera estrangularla.

EL RESPLANDOR DEL SER Rosario Castellanos

(Fragmento)

[…] ¡Cómo canta la tierra cuando gira! Canta la ligereza de su vuelo, su libertad, su gracia, su alegría. Así cantan los pájaros regresando a su nido desde lejos.

El amor que nos ama

no aparta de nosotros ni un instante la mirada. […] La hoja que el otoño desprende de la rama conoce los caminos de regreso. La juventud recuerda su querencia. La golondrina vuelve del destierro.

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No te despidas nunca, porque el mundo

es redondo y perfecto. PALOMA LINDA Nicolás Guillén

La paloma linda, que volando va, no sabremos nunca dónde detendrá su vuelo mojará su pico, beberá.

Ven, paloma linda, que volando vas, ven, para que sepas donde detendrás tu vuelo mojarás tu pico, beberás.

Oh mi palomita, que volando vas, en mi pecho cabes, aquí detendrás tu vuelo, mojarás tu pico, vivirás.

MOTIVOS

Carlos Pellicer Tócalas, tócalas, toca las cuerdas del río;

sones de amor te dirán. El pescadito de plata linda historia ha de contar

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LA SEÑORA GAVIOTA

Dora Alonso (Cuba)

Señora Gaviota ¿Por qué llora el mar? Porque un pececito se dejó pescar.

Yo buscaré uno, yo buscaré dos: uno para el mar y otro para vos.

CORTESÍA Mirta Aguirre (Cuba)

Limón, limonero, las niñas primero. Ceder la derecha, quitarse el sombrero, jugar a la dama y a su caballero.

Limón, limonero, las niñas primero.

EL NIDO Juan de Dios Peza

Mira ese árbol que a los cielos sus ramas eleva erguido; en ellas columpia un nido en que duermen tres polluelos.

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Ese nido es un hogar; no lo rompas, no lo hieras, sé bueno y deja a las fieras, el vil placer de matar.

CANCIÓN Lope de Vega

¡Oh larga esperanza vana, cuántos días ha que voy engañando el día de hoy y esperando el de mañana!

CANCIÓN DE AMÉRICA Margarita Paz Paredes

(Fragmento) Envío: Venid poetas, traed a flor de tierra vuestro canto. El mensaje de amor es como un niño que siembra amaneceres en el campo.

¡Es aquí nuestro sitio!

Saltad la voz desnuda y dejadla llorar a la intemperie. Mañana ha de surgir, íntegra y pura con el húmedo tallo florecido. Venid, poetas, caminad conmigo por esas noches lentas y terribles en que seres proscritos por la aurora agonizan sin pan y sin palabras.

Venid, poetas, purificad la estrofa y la conciencia.

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Volved los pasos a la infancia. Traed la voz más clara.

Caminemos descalzos por América, y sea nuestro canto tan sencillo, tan íntimo, tan hondo, tan sincero, que lo entiendan los héroes y los niños y estremezca de amor toda la tierra.

CUENTAN DE UN SABIO Pedro Calderón de la Barca

Cuentan de un sabio, que un día tan pobre y mísero andaba, que sólo se sustentaba de unas yerbas que cogía. <¿Habrá otro>, entre sí decía, <más pobre y triste que yo> Y cuando el rostro volvió, halló la respuesta, viendo que iba otro sabio cogiendo las hojas que él arrojó.

AMOR Y DOLOR

Gaby Brimmer Es una rosa la que te doy una rosa pura, como lo es mi amor.

La rosa roja te la doy

la rosa amarilla me la quedo yo. La rosa roja es amor

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la amarilla dolor ¿qué será? ¿Será amor y dolor? Toma tú el amor y déjame el dolor.

LA VIDA ES BELLA Gaby Brimmer

Yo no sé caminar sé volar. Yo no sé hablar sé escuchar la música y las palabras de Joan Manuel Serrat. Yo no sabré subir, sé escalar, y no sabré andar pero me sé sentar a contemplar una puesta de sol en la montaña y en el mar.

DAVID, HERMANO

Gaby Brimmer Estoy pensando en ti, y para no llorar, río, para no hablar,

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callo, para no estallar me calmo, para no correr, me siento, para no contestar pregunto, para no pensar ¿qué hago?

HIMNO AL ÁRBOL Gabriela Mistral (A José Vasconcelos)

(Fragmento) Árbol diez veces productor:

el de la poma sonrosada, el del madero constructor, el de la brisa perfumada, el del follaje amparador;

el de las gomas suavizantes y las resinas milagrosas, pleno de brazos agobiantes y de gargantas melodiosas.

CANSANCIO Nellie Campobello

Yo quiero ser como las aves. Volar hasta caer sobre del

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agua. Después dormir en el hueco de una mano tibia y suave, y no despertar.

ELLA Nellie Campobello

(Fragmento) ¿Dónde estás, madre de rosas? ¿Dónde estás tejiendo perlas? ¿Estás por sobre las nubes, en el cielo y con tu estrella? ¿Con el alma entre las nudos de las quietas arboledas? ¿Con los pies rimando pasos dónde se miran las sierras? Vestida de blanco puro como la piel de tus manos, ¿buscando flores de luto que se estampan a tu paso?

¿Dónde estás. ¿Dónde te miro? ¿Estás durmiendo en el cielo, donde se mece una estrella de cinco picos brillantes, que en cinco dedos se estrechan hechos cruz de persignarse?

A UN OLMO SECO Antonio Machado

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(Cantar XXXIX) Caminante, son tus huellas el camino, y nada más; caminante, no hay camino: se hace camino al andar. Al andar se hace camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante, no hay camino, sino estelas en la mar.

ANOCHE, CUANDO DORMÍA… Antonio Machado

Anoche, cuando dormía, soñé, ¡bendita ilusión!, que una fontana fluía dentro de mi corazón, Di, ¿por qué acequia escondida, agua, vienes hasta mí, manantial de nueva vida en donde nunca bebí? Anoche, cuando dormía, soñé, ¡bendita ilusión!, que una colmena tenía dentro de mi corazón; y las doradas abejas iban fabricando en él, con las amarguras viejas blanda cera y dulce miel. Anoche, cuando dormía, soñé ¡bendita ilusión!,

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que un ardiente sol lucía dentro de mi corazón. Era ardiente porque daba calores de rojo hogar, y era sol porque alumbraba y porque hacía llorar. Anoche, cuando dormía, soñé, ¡bendita ilusión!, que era Dios lo que tenía dentro de mi corazón.

ADOPCIÓN Salvador Díaz Mirón

(Fragmento) Acojo al recién nacido, el polluelo cuyo nido se perdió en la tempestad. no vacilo irresoluto, y el pobre huérfano es fruto de dulce perversidad.

ASONANCIAS

Salvador Díaz Mirón (Fragmento) Sabedlo, soberanos y vasallos, próceres y mendigos: nadie tendrá derecho a lo superfluo

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mientras alguien carezca de lo estricto.

PAQUITO

Salvador Díaz Mirón Cubierto de jiras, al ábrego hirsutas al par que las mechas crecidas y rubias, el pobre chiquillo ee postra en la tumba y en voz de sollozos revienta y murmura: “Mamá, soy Paquito; no haré travesuras”.

Y un cielo impasible despliega su curva.

“¡Qué bien que me acuerdo! la tarde de lluvia, las velas grandotas que olían a curas, y tú en aquel catre tan tiesa, tan muda, tan fría, tan seria, y así tan rechula. Mamá, soy Paquito; no haré travesuras”.

Y un cielo impasible despliega su curva. “Buscando comida revuelvo basura. Si pido limosna la gente me insulta,

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me agarra la oreja, me dice granuja y escapo con miedo de que haya denuncia.

Mamá, soy Paquito;

no haré travesuras”. Y un cielo impasible despliega su curva.

“Los otros muchachos se ríen, se burlan, se meten conmigo y a poco me acusan de pleito al gendarme que viene a la bulla, y todo porque ando con tiras y sucias. Mamá, soy Paquito; No haré travesuras”.

Y un cielo impasible despliega su curva.

“Me acuesto en rincones solito y a oscuras. de noche, ya sabes, los ruidos me asustan.

Los perros divisan espantos y aúllan. Las ratas me muerden, las piedras me punzan. Mamá, soy Paquito; no haré travesuras”.

Y un cielo impasible

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despliega su curva.

“Papá no me quiere. Está donde juzga y riñe a los hombres que tienen la culpa.

Si voy a buscarlo,

él bota la pluma, se pone muy bravo, me ofrece una tunda. “Mamá, soy Paquito; no haré travesuras”.

Y un cielo impasible despliega su curva.

EN JULIO COMO EN ENERO José Martí

Cultivo una rosa blanca en julio como en enero, para el amigo sincero que me da su mano franca. Y para el cruel que me arranca el corazón con que vivo, cardo ni oruga cultivo: cultivo una rosa blanca.

CUANDO SEPAS HALLAR UNA SONRISA Enrique González Martínez Cuando sepas hallar una sonrisa en la gota sutil que se rezuma de las porosas piedras, en la bruma, en el sol, en el ave y en la brisa;

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cuando nada a tus ojos quede inerte, ni informe, ni incoloro, ni lejano, y penetres la vida y el arcano

del silencio, las sombras y la muerte; cuando tiendas la vista a los diversos rumbos del cosmos, y tu esfuerzo propio sea como potente microscopio que va hallando invisibles universos,

entonces en las flamas de la hoguera de un amor infinito y sobrehumano, como el santo de Asís, dirás hermano al árbol, al celaje y a la fiera. Sentirás en la inmensa muchedumbre de seres y de cosas tu ser mismo; serás todo pavor con el abismo y serás todo orgullo con la cumbre. Sacudirá tu amor el polvo infecto que macula el blancor de la azucena, bendecirás las márgenes de arena y adorarás el vuelo del insecto;

y besarás el garfio del espino

y el sedeño ropaje de las dalias… Y quitarás piadoso tus sandalias

por no herir a las piedras del camino. EL ZARZAL Y EL PAVO REAL Rubén Darío

Ve un zarzal a un pavo real que se esponja y gallardea; le mira la pata fea y exclama: “¡horrible animal!”,

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sin ver la pluma oriental el pájaro papanatas. Gentes que llaman sensatas son otros tantos zarzales: cuando encuentran pavo reales, sólo les miran las patas.

VIVO SIN VIVIR EN MÍ… Santa Teresa de Jesús

(Fragmentos)

Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero. Aquesta divina unión del amor con quién yo vivo, hace a Dios ser mi cautivo y libre mi corazón mas causa en mí tal pasión que ver a mi Dios prisionero, que muero porque no muero.

¡Ay qué larga es esta vida!

¡Qué duros estos destierros, esta cárcel y estos hierros en que el alma está metida! Sólo esperar la salida me causa un dolor tan fiero, que muero porque no muero. […] Sácame de aquesta muerte, mi Dios, y dame la vida; no me tengas impedido en este lazo tan fuerte; mira que muero por verte,

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y vivir sin ti no puedo, que muero porque no muero. Lloraré mi muerte ya y lamentaré mi vida, en tanto que detenida por mis pecados está; ¡oh mi Dios!, ¿cuándo será cuando te diga de vero que muero porque no muero?

FONTANA CÁNDIDA

Diego Dublé Urrutia

Para mí nada pido; dadme una rama de árbol, una roca, y la tendré por nido.

FÁBULAS LA RANA Y LA GALLINA Tomás de Iriarte

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Desde un charco una parlera Rana oyó cacarear una Gallina. “Vaya –le dijo-, no creyera, hermana, que fueras tan incómoda vecina. Y con toda esta bulla, ¿qué hay de nuevo?” “¿Un huevo sólo? ¡Y alborotas tanto!” “Un huevo sólo; sí, señora mía. ¿Te espantas de eso, cuando no me espanto de oírte como graznas noche y día?” “Yo porque sirvo de algo, lo público; tú, que de nada sirves, calla el pico”.

EL PATO Y LA SERPIENTE

Tomás de Iriarte

A orillas de un estanque, diciendo estaba un Pato: “¿A qué animal dio el cielo los dones que me has dado?

Soy de agua, tierra y aire; cuando de andar me canso, si se me antoja, vuelo; si se me antoja, nado”.

Una Serpiente astuta, que le estaba escuchando, le llamó con un silbo, y le dijo. “¡Seo guapo!

No hay que echar tantas plantas; pues ni anda como el gamo, ni vuela como el sacre, ni nada como el barbo; y así tenga sabido que lo importante y raro no es entender de todo, sino ser diestro en algo”.

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LA HIPOCRESÍA José Rosas Moreno

¡Qué fresca, qué lozana estaba una manzana! ¡Qué espléndidos colores! no los hay más brillantes en las flores.

Pero toda su pompa y su belleza eran hechizos vanos, porque al fin al quitarle la corteza la encontré devorada de gusanos.

LA ENVIDIA Y LA GLORIA José Rosas Moreno

Desdichada de mí, dijo la hoguera, siempre el humo me sigue donde quiera, y envuelta entre sus sombras me consumo. Al escucharla el humo, -“Odio, le dijo, tu fulgor brillante, y te he de oscurecer a cada instante”. -“Aparta, por piedad, tu sombra oscura, dijo entonces la hoguera con ternura, yo nunca te ofendí, ¿por qué me humillas?” ¡Que yo aparte mi sombra, ¡qué locura! Te odio, contesta el humo, porque brillas”.

Esto pasa, lectores, en el mundo; abrid, si lo dudáis; abrid la historia; la envidia siempre, con rencor profundo, porque la ve brillar sigue a la gloria.

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EL MUCHACHO Y LA VELA

Juan E. Hartzenbusch Dijo una vez a la encendida vela un chico de la escuela: “Yo quiero, como tú, lucir un día”. La vela respondió: “La suerte mía solo es angustia y humo. Brillo, sí: mas brillando me consumo”.

LOS CARACOLES

Juan E. Hartzenbusch Dos caracoles un día tuvieron fuerte quimera sobre quién mayor carrera en menos tiempo daría.

Una rana le decía: “Yo he llegado a sospechar que sois ambos a la par algo duros de mover; antes de echar a correr, mirad si podéis andar”.

EL PESCADOR

Juan E. Hartzenbusch

Un pobre pescador, volviendo al puerto, sacó en la red un muerto. Sin mirar si era fiel o si era moro,

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sepultura le dio y halló un tesoro. Premio de su virtud sencilla y pura, la caridad le trajo la ventura.

LA ROSA Y EL COLIBRÍ Rosa Carreto

Fábula XXI

La rosa fresca con su miel sabrosa alimentaba al lindo colibrí que siempre en torno de la flor hermosa agitaba sus alas de turquí. Una tarde del cálido verano el pajarillo se acercó a la flor, cuyo cáliz balsámico y lozano se encontraba marchito y sin color. ¿Por qué estás triste, bienhechora mía? dijo a la rosa el colibrí gentil, qué es lo que causa tu amargura impía cuando eres tú la reina del pensil? Y mientras a la flor acariciaba con tierno amor el pajarillo fiel, sus pétalos brillantes devoraba oculto entre ellos el gusano cruel. La mira el avecilla cariñosa y aunque el insecto vil le causa horror, le arranca con su pico valerosa y de él liberta a la fragante flor. Recobra esta su fragancia y sus colores y el pájaro de gozo se llenó, porque así recompensa los favores de la que con su miel se alimentó. Si de alguien un favor has recibido, nunca, niño, lo debes olvidar,

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procurando pagarlo agradecido luego que una ocasión puedas hallar.

LA RANA Y EL SAPO Rosa Carreto

Fábula XXXII

Con la inocente rana el sapo platicaba una mañana y entre otras varias cosas le decía: mil veces he notado, amiga mía, que habitando los dos esta laguna yo tengo la fortuna de que jamás el hombre me persiga cuando a ti sin descanso te atosiga. Explicarme no puedo si porque a mi persona tiene miedo a tenderme sus redes no se atreve, o bien porque le mueve para mí su respeto y grande estima.

La rana le contesta prontamente: si el hombre no me mira indiferente y tenaz me persigue en el pantano, es porque en mí halla un alimento sano, mientras si a usted lo deja, señor necio, no es por miedo o amor, es por desprecio.

El tonto y presumido nunca en su fatuidad ha comprendido, por qué el hombre sensato siempre le huye y la causa atribuye a que inspira temor o grande aprecio y es, cual dijo la rana, por desprecio.

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LA PERLA Y LAS CONCHAS Rosa Carreto

Fábula XXXVII

A las horas del descanso un niño todos los días, con su cariñoso padre, se iba del mar a la orilla, donde multitud de conchas afanoso recogía. Cierta vez el bello niño, Según su costumbre antigua, fue con su padre a la playa, y entre muchas conchas lindas encontró una rica perla que el mar arrojado había. No cabiendo en sí de gozo la tomó en sus manecitas, y se la mostró a su padre con inocente alegría, prometiendo aquel tesoro conservar toda la vida, porque encontrar otra perla casi imposible sería. Entonces el tierno padre le dijo al chico: “Mira, un sinnúmero de conchas recoges todos los días y entre ellas, una vez sola hallaste una perla fina. Pues como los amigos, hijo, pasa de la suerte misma; muchos, sin duda, encontramos que falsa amistad nos brindan, y apenas, entre ellos, uno

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nos da la franca y sencilla, y a éste conservar debemos como la joya más fina. ¡Qué bien el amante padre al pequeñuelo decía! pues más fácil es hallar en las playas margaritas, que un amigo verdadero en la senda de la vida.

LA ROSA Y EL FRESNO

Rosa Carreto

Fábula XLV

Cierto robusto fresno una mañana moviendo su follaje le decía a cierta rosa, que a su pie crecía, fresca, gentil, bellísima y lozana: ¡Ay!, si por mí no fuera, pobre rosa, no ostentaras tu espléndida hermosura ni de tu cáliz con la esencia pura perfumaras el aura vagarosa. Si mis ramas su sombra no te dieran te abrasaran del sol los resplandores, o del frío nocturno los rigores tus pétalos preciosos destruyeran. La horrenda tempestad con fiera saña tu tallo delicado rompería, y el viento tus hojillas llevaría con ímpetu feroz a tierra extraña. Mas tuviste la dicha de que Flora te hiciera aquí nacer, y bondadoso yo te presté mi amparo poderoso, al que debes tu gracia seductora.

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No te puedo negar, dijo la rosa, que un sinfín de favores te merezco, y tus sabes muy bien lo que agradezco tu protección inmensa y generosa. Es cierto que por ti no siento el frío, que me libras del viento y los calores, mas echándome en cara tus favores el mérito les quitas, señor mío. Cuando a alguien un favor hubieres hecho,

no debes recordárselo imprudente, porque el mérito pierdes ciertamente y ni a la gratitud tendrás derecho.

LA NIEVE Y LA PIEDRA

Rosa Carreto

Fábula XLVII

Cierta ocasión le dijo la nieve blanca a una pequeña piedra que cerca estaba:

Amiga mía. lástima me da verte tan pequeñita. Yo a más de ser hermosa, puedo, si quiero, aumentar mi volumen a un grado inmenso. Quizá mañana tendré mayor tamaño que esas montañas.

Sí, contestó la piedra eres hermosa y grande, pero en cambio

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eres muy fofa, y tu grandeza quizá mañana mismo desaparezca.

También suele haber hombres en este mundo que tienen la creencia de valer mucho; pero se engañan, pues si mucho parecen no valen nada.

NATURALEZA Y MEDIO AMBIENTE ¿CONOCES A OLINCA Y A TO?

Carlos Martínez Plata

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Nadie sabe cuál ventisca si un lucero los envío o qué libro los brotó. ¡Salto, vuelta y palmada! Está la risueña Olinca y su inquieto amigo To.

Grandes ojos ellos tienen, más antenas de radar, con largas piernas sostienen su ágil cuerpo sideral. A la rueda, rueda del rondel on Olinca y To ¡Qué bien!

Parecen hormiga arriera, o tal vez grillo cantor, corren, saltan y hasta giran con armonía y candor… Salta, salta, saltarín con Olinca y To ¡Así!

En la hierba se han metido y en la aurora surgirán, presurosos, presurosos, pues contigo jugarán… juga, juga, jugarán… ludo, ludo, ludorín.

GOTA DE AGUA

Carlos Martínez Plata

Gota que corres del agua que va, ¿dónde te metes?

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que el calor está.

Agua marina dime ¿qué hice? que pongo mi mano y luego te vas.

Agua cristalina, que miras de mí, dime ¿dónde vives? para cuidar de ti.

Agua diáfana del fresco rocío, si no regresas mañana yo moriré de hastío.

RÍO ABAJO

Concha Urquiza

(Fragmento)

El agua viene de lejos de lejos, de lejos viene; allá por entre las rocas ¡qué arrullos dulces que tiene! El agua viene de lejos de lejos, de lejos viene…

LA LLUVIA

Carlos Martínez Plata ¡Tin, tin, tin! ¿Quién juega a las escondidas? -La bruma que se esfuma.

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-Y yo, lluvia fina: la neblina. ¡Tan, tan, tan! ¿Quién tamborilea? -Mil gotas de agua: la lluvia. -Y yo, hielo de lluvia: el granizo. ¡Ton, ton, ton! ¿Quién ríe a carcajadas? -El torrente de agua: la cascada. -Y yo, lluvia alborotada: el chubasco. EL VAPOR (De la Hermana Agua) Amado Nervo El vapor es el alma del agua, hermano mío,

así como sonrisa del agua es el rocío, y el lago sus miradas y su pensar la fuente; sus lágrimas, la lluvia; su impaciencia el torrente, y los ríos sus brazos; su cuerpo la llanada sin coto de los mares, y las olas, sus senos; su frente, las neveras y de los montes serenos, y sus cabellos de oro líquido, la cascada.

LOS PESCADORES

Amado Nervo (Fragmento)

-La mar está serena,

comienza a amanecer;

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la pesca fue muy buena, ya es tiempo de volver.

Las olas vienen, las olas van,

cantando llegan, cantando irán… UN PECECILLO Carlos Martínez Plata

Un pececillo se fue a nadar por todo el río llegó hasta el mar. Vino la ola a toda prisa, le dijo: ¡hola, ven a jugar!

POR EL ALTO RÍO… Nicolás Guillén

Por el alto río, por la bajamar, Sapito y Sapón se han ido a jugar.

En una barquita de plata y cristal, ayer por la tarde los vieron pasar con Pedro Gorgojo, con Pancho Pulgar, con Juan Ropavieja y Aurora Boreal. ¡Qué suave era el viento, qué azul era el mar, qué blancas las nubes en lento vagar,

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qué alegres las islas de rojo coral!

Por el alto río por la bajamar, Sapito y Sapón se han ido a jugar.

MEDUSA Octavio Campa Bonilla

Su cuerpo es cual gelatina muy parecido a un cristal, la medusa es conocida “como lágrimas de mar”.

CABALLITO DE MAR Carlos Martínez Plata

En las aguas profundas del verde mar, de grandes ojos lo vi pasar, de dos antenas y sin radar. Corcel marino de esbelta alzada, con gracia plena sabes nadar.

EL CANTO DE LOS ÁRBOLES Carlos Martínez Plata

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Aquel árbol que mueve la hoja

algo se le antoja. Ja, jajá, jajá, árbol de Olinalá.

Árbol de bella flor,

admiro tu esplendor. Jo, jojó, jojó, canto de ruiseñor.

El árbol de la mar,

sus frutos te quiere dar. Ja, jajá, jajá, cocotero de gran palmar.

El árbol tan frondoso,

te invita a bailar con gozo. Jo, jojó, jojó, roble de monte hermoso.

Flores, frutos, abrigo,

todo eso mi buen amigo, el árbol nos sabe dar. ¡Su vida debemos cuidar!

LOS LEÑADORES DE IXTLÁN Carlos Martínez Plata Los leñadores de Ixtlán

sembrando contigo van árboles de eternidad.

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Los árboles de Ixtlán

jugando contigo van a la Ronda de Ecotlán.

Con sus ramas y tus brazos

meciendo al aire están, meciendo al aire están.

Son sus hojas y tus manos

suave nido de avecillas y paraje de la ardilla.

EL HACHA

Luis Carlos Flores Mateos

Ay, cómo resuena el hacha contra el árbol indefenso. Pájaros de todo el bosque, volad a anunciar el duelo.

Se derrumbarán cien nidos con su risa de polluelos. Pájaros de todo el bosque, venid a llorar el duelo.

LA ARDILLA Amado Nervo

La ardilla corre, la ardilla vuela, la ardilla salta

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como locuela… Mamá, la ardilla ¿no va a la escuela?

Ven, ardillita; tengo una jaula que es muy bonita.

- No; yo prefiero

mi tronco de árbol y mi agujero.

LOS MAGUEYES Amado Nervo

(Fragmento) Majestuosos y nobles magueyes: cuántas veces os oigo contar

vuestras viejas historia de reyes, ¡algunas tan tristes que me hacen llorar!

CÉZANNE Xavier Villaurrutia

(Fragmento)

Junto a las naranjas de abiertos poros las manzanas se pintan demasiado, y a los duraznos, por su piel de quince años, dan deseos de acariciarlos. Los perones rodaron su mármol y transparente lejos las peras pecosas y de las nueces arrugadas.

PRIMAVERA

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Concha Urquiza

(Fragmento)

Hoja a hoja la tierna primavera el verdor los campos restituye y desatado de los hielos, huye al arroyo burlando la pradera.

YA LLEGÓ ABRIL Amado Nervo

El ave canta en el boscaje, la flor revienta en el pensil, el campo estrena nuevo traje. ¡Ya llegó abril, ya llegó abril!

Las blancas mariposas

de alitas de azahar, como almas de las rosas revuelan sin cesar.

El chupamirto con donaire bate su leve ala gentil, como dorada flor del aire ¡Ya llegó abril, ya llegó abril!

Hay muchos astros en el cielo, hay en la tierra flores mil; salta cantando el arroyuelo. ¡Ya llegó abril, ya llegó abril!

PATO PATÓN Y PATITO PATÍN Carlos Martínez Plata

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Pato Patón y Patito Patín, salieron a pasear, cuando estuvieron muy cansados, se fueron a nadar.

Uno contento, otro tristón, se encuentran en ducha de gran señorón.

El agua era clara,

el cielo azulón. ¡Aprisa Patito! que mamita afligida nos ha de buscar.

Pato con brío,

Patito flojón; corrieron mojados, pues mamá doña Pata a estos traviesos habrá de secar.

Patito y Patón cantan sonrientes; Patito de frío y a pico radiante el inquieto Patón.

ESTRELLA CENTINELA Carlos Martínez Plata

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Estrella centinela, centinela nocturnal, pasa el tiempo y no te veo ¿será porque tienes frío, o el humo tu cara cubrió?

Un lucero me contó que sufres terrible mal, de tu tristeza hecha llanto por el humo terrenal.

Estrella taciturna yo te quiero decir: que el humo ya se va y nunca jamás volverá. Que tus ojos luminosos no llorarán jamás, que volverán las noches de rondas en claridad.

Cuando descanse el sol en luciérnagas te enviaré, los colores del ocaso y un dulce aroma matinal.

Con el brillo de la luna yo contigo jugaré… Estrella Centinela, centinela nocturnal.

HUMO POLHUMO Y NUBE DE ALGODÓN Carlos Martínez Plata

Soy Humo Polhumo, polvo y ceniza por contaminación.

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Negra es mi camisa, gris es mi coraza, tengo cara sucia por humillación.

Nadie me aguanta: Soy fantasma de la polución, temprano despierto y crece mi fuerza como la del león.

Soy Humo Polhumo, polvo y ceniza por contaminación. Negra es mi sonrisa, grises mis mejillas mancha de la prisa y de ruin condición.

Mi ropaje quiero cambiar, sacudirme de este ozono, traer aire fresco y jamás irritar.

RUIDÍN RUIDOSO Carlos Martínez Plata

Ruidín Ruidoso no seas tan maloso.

-A mi no me asustan ni rayos ni truenos, me gustan repiques que sean estruendosos.

Ruidín Ruidoso a todos aturdes:

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al cordero fiel y al oso jocoso.

-Por ser tan sonoro soy todo sordito, arrullo mi siesta con ruidos en coro.

Ruidín Ruidoso no seas belicoso, escucha el murmullo del río esplendoroso.

-Jamás he podido

el silencio gozar, ahora les pido, ¡dejádme rapear!

BASURINA Carlos Martínez Plata Basurina está cansada, cansada de su mal olor. Basurina está cansada de andar en cada rincón. Basurina incomprendida, Pide le den su lugar,

no quiere ser vagabunda ni daño alguna causar Basurina es fiel guardián

de toda la ecología, la pureza del aire celosa sabe cuidar.

Basurina, Basurina,

su tristeza acabará;

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con el sol del nuevo día muy limpia podrá pasear…

Basurina es alegre guardián

de toda la ecología, el canto de niños y aves celosa sabe cuidar.

DULCE DESPERTAR

Carlos Martínez Plata Que dulce es el dormir de la oruga en el pinar cuando llegue el despertar

en bella mariposa se habrá de convertir.

PRIMAVERA Amado Nervo

(Fragmento)

¡Qué bella estás, Natura, con tus nacientes flores, con tu azulado espacio teñido de arrebol, con tus inmensos montes do habitan los condores, con sus tranquilas fuentes cubiertas de vapores, y tus frondosos bosques, y tu radiante sol…!

¡Gocemos! Ya las rosas se yerguen, y suspira

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meciendo sus corolas la brisa matinal. El pájaro gorjeando del nido en torno gira; ¡que broten entusiastas los cantos de mi lira, bajo la fresca sombra del verde platanal!

COFRADÍA DE SILENCIOS Octavio Campa Bonilla

(VIII) Yo tengo una canción llena de trinos. Fue parida en la aurora cuando el sol iniciaba su faena.

Esa canción me la dictó un tzenzontle en la primera estrofa.

Luego vino la lluvia y se metió en mi canto y con ella el murmullo de los árboles.

Después un coro de radiantes niños contribuyó con risas cantarinas.

Al final los suspiros y los besos

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de dos enamorados, la llenaron de magia.

Entonces mi canción se hizo suspiro, trino, risa, murmullo, beso y amanecer.

ZENZONTLE Roberto López Moreno

De pronto la casa se llena de canciones y es que en el centro, como lámpara suspendida en el aire, está recitando el zenzontle con los 400 cantos que conoce.

Ave admirada por las siete tribus nahoas que le dieron ese nombre el cenzontle nos dice sus variadas voces en alerta algarabía. La casa se llena de luz. ¿Por qué 400 cantos? para nuestros antepasados tal era el número con que se representaba el infinito, y desde entonces la casa florecía de trinos hacia los cuatro puntos cardinales.

¡QUE LLUEVA! Dominio popular

¡Que llueva, que llueva! la virgen de la cueva. Los pajaritos cantan,

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la luna se levanta, ¡que sí, que no que caiga un chaparrón.

EL NIDO Leopoldo Lugones

(Fragmento)

Pobre pájaro afligido que sólo sabe cantar, y cantando llora el nido que ya nunca ha de encontrar.

EL HIMNO DE LOS BOSQUES Manuel José Othón

(Fragmentos) I

Es sosegado apartamiento, lejos de cortesanas ambiciones, libre curso dejando al pensamiento, quiero escuchar suspiros y canciones. ¡El himno de los bosques! Lo acompaña con su apacible susurrar el viento, el coro de las aves con su acento, con su rumor eterno la montaña. El torrente caudal se precipita a la honda sima, con furor azota las piedras de su lecho, y la infinita estrofa ardiente de los antros brota. ¡Del gigante salterio en cada nota el salmo inmenso del amor palpita!

III

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Allá, tras las montañas orientales, surge de pronto el sol, como una roja llamarada de incendios colosales, y sobre los abruptos peñascales ríos de lava incandescente arroja. Entonces de los flancos de la sierra bañada en luz, del robledal oscuro, del espantoso acantilado muro que el paso estrecho a la hondanada cierra; de los profundos valles, de los lagos azules y lejanos que se mecen blandamente del aura a los halagos, y de los matorrales que estremecen los vientos, de las flores, de los nidos, de todo lo que tiembla o lo que canta, una voz poderosa se levanta de arpegios y sollozos y gemidos.

TRES ÁRBOLES Gabriela Mistral

(Fragmento)

Tres árboles caídos quedaron a la orilla del sendero. El leñador los olvidó, y conversan apretados de amor, como tres ciegos.

EL PAVO REAL

José Santos Chocano

El pavo real es el señor vizconde que con golilla tornasol pasea, que entre plumas magníficas se esconde,

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y con un grito trémulo responde si la alegre gallina cacarea… Vedle cómo, señor de los señores, mueve a compás el cuerpo en que tremola la bandera de todos los colores, mientras luciendo va todas la flores sobre el arco iris de su abierta cola…

Vedle cómo en su cuello, donde empieza ese matiz que entre las plumas vaga, orgulloso levanta la cabeza: vedle cómo conoce su belleza y con su propia vanidad se embriaga.

Pasea como un rey entre sus salas, luciendo altivo las abiertas rosas que en amplia confusión forman sus galas; él, que tiene en la cola y en las alas prendidas un millón de mariposas.

ADIVINANZAS ADIVINANZAS CAMPANIÑOS

Octavio Campa Bonilla

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Llego junto con el alba y con las sombras me voy, soy rojo como la grana y en la noche, nunca estoy. (El sol)

* * *

Tiene más pies que pulgadas, sólo centímetros mide, y al mirarlo de pasado es cual tren que se despide. (El ciempiés)

* * *

Es del principio o del fin inteligencia sin par, es el océano su hogar, nadador y saltarín al que le gusta jugar. (El delfín)

* * * A pesar de ser tan fuerte, corpulento y narigón, le tiene miedo de muerte al minúsculo ratón. (El elefante)

* * * Ahora me ves elegante

y aunque tú digas no creo en mis primeros instantes fui un pato bastante feo. (El cisne)

* * *

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Grandes orejas y dientes y aunque soy de humilde cuna dicen que tengo un pariente que fue a habitar a la luna. (El conejo)

ADIVINA, ADIVINANZA

Gloria Fuertes Adivina, adivinanza, va montado en un borrico es bajo, gordo y con panza, amigo de un caballero de escudo y lanza, sabe refranes, es listo. Adivina, adivinanza… ¿Quién es? (Sancho Panza)

ADIVINA MI GARABATO Carlos Martínez Plata

Soy un garabato, negro, revoltoso y siempre oloroso. (El humo)

* * * Soy un garabato de carrera ligera y por siempre viajera (La nube)

* * * Soy un garabato

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con cuerpo enroscado y de cuernos alzados. (El caracol)

* * * Caballito de acero es, de las montañas y valles el mejor. Buen equilibrista es, en las alturas no pierde su carril.

Gran jugador de escondidas es ni de noche se sabe perder. Todo un caballero es, a sus citas puntual ha de llegar. Adivina amigo mío ¿lo que es? (El ferrocarril)

* * *

Mi cuerpo tirita de frío y humedad, soy blanca, muy suave y mi caída a la tierra es con tierna humildad.

Tiendo mis mantos en montañas, valles y en la gran ciudad. Me ponen bufanda sin importar mi robustez, y en agua retorno tiempo después. (La nieve)

* * * Soy un hermoso parque natural:

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poseo fuentes, ríos y el agua más pura. Ventilo el aire, reparto alimento y envío mensajes en todo momento.

En cualquier época soy capaz de ofrecer la mejor semilla y el mejor fruto.

Adivina, adivinador: soy fuente de tu energía y razón de tu alegría. (Tu cuerpo)

ADIVINANZAS (DE LA HERMANA AGUA) Amado Nervo

(Fragmentos)

Yo soy la movediza perenne: nunca dura en mí una forma; pronto mi ser se transfigura […] Cayendo silenciosa, de blanco al mundo arropo. Subí, vapor, a lo alto, desciendo al suelo, copo, subí gris de los lagos que la quietud estanca, y bajo blanca al mundo… ¡Oh, qué bello es ser blanca! […] (La nieve)

* * * ¡Ah! Tú no sabes cómo padezco nostalgia de sol bajo esa blanca sábana fría (…) (El hielo)

* * *

¡Tin, tin, tin, tin! Yo caigo del cielo, en incesante

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redoble, al campo y todos los céspedes maltrato. ¡Tin, tin! Muy buenas tardes, mi hermana la pradera! […] Soy diáfano y geométrico, tengo esmalte y blancura Tan finos y suaves como una dentadura […] ¡Oye mis campanitas de límpido cristal! […] (El granizo)

* * *

Yo soy alma del agua, y el agua siempre sube […] (El vapor)

CÍVICAS CANTO A MORELOS

Amado Nervo

(Fragmentos)

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Era un concierto de voces, eran voces inauditas, eran voces primordiales, voces cósmicas de vida. En un pliegue de la sombra, Dios oía. […]

Y las voces inauditas empezaron a decir: La montaña: yo le presto la firmeza de mi entraña; y el espacio: yo le brindo mi pureza de zafir; y una estrella: yo le ofrezco mis fulgores inmortales; y el océano: yo le brindo mis furores primordiales, y la tierra: yo le cedo mi principio productor; y la nube: yo le obsequio mi Tabor que siempre arde, yo le haré sereno y triste como el alma de la tarde; y los ángeles: nosotros le daremos nuestro amor. […]

LA RAZA DE BRONCE Amado Nervo

(Fragmento/En honor de Juárez) (I) Señor, deja que diga la gloria de tu raza, la gloria de los hombres y de bronce, cuya maza melló de tantos yelmos y escudos la osadía: ¡oh caballeros tigres!, ¡oh caballeros leones!, ¡oh caballeros águilas!, os traigo mis canciones; ¡oh enorme raza muerta!, te traigo mi elegía: (II) ¡Eras tú, y a tus pies cayendo al verte: -“Padre, te murmuré, quiero ser fuerte:

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dame tu fe, tu obstinación extraña; quiero ser como tú, firme y sereno; quiero ser como tú, paciente y bueno; quiero ser como tú, nieve y montaña.

“Soy una chispa: ¡enséñame a ser lumbre! Soy un guijarro: ¡enséñame a ser cumbre! Soy una linfa: ¡enséñame a ser río! Soy un harapo: ¡enséñame a ser gala! Soy una pluma: ¡enséñame a ser ala y que Dios te bendiga, padre mío!” (VIII) Y hablaron tus labios, tus labios benditos, y así respondieron a todos mis gritos, a todas mis ansias: -“No hay nada pequeño, ni el mar ni el guijarro, ni el sol ni la rosa, con tal de que el sueño, visión misteriosa, le preste sus nimbos, ¡y tú eres el sueño!”

“Amar, eso es todo; querer, ¡todo es eso! los mundos brotaron al eco de un beso, y un beso es el astro, y un beso es el rayo, un beso la tarde, y un beso la aurora, y un beso los trinos del ave canora y que glosa las fiestas divinas de Mayo”.

“Yo quise a la Patria por hábil y mustia, la Patria me quiso con toda su angustia, y entonces nos dimos los dos un gran beso: los besos de amores son siempre fecundos; un beso de amores ha creado los mundos; amar…, ¡eso es todo!; querer… ¡todo es eso!”

Así me dijeron tus labios benditos, así respondieron a todos mis gritos, a todas mis ansias y eternos anhelos. Después, los fantasmas volaron en coro,

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y arriba los astros –poetas de oro- pulsaban la lira de azur de los cielos

HIDALGO Y MORELOS Amado Nervo

¡Hidalgo y Morelos, palabras radiosas! Pregunta esos nombres al monte y al plan, a cielos y a mares, a todas las cosas, y así te dirán:

El monte de nieves y eternos basaltos que siglos y siglos sus crestas irguió, “Morelos, Hidalgo –dirá- son más altos, más altos que yo”.

El mar, gran espejo de azur de los Andes, que nunca sus puros cristales manchó, “Hidalgo, Morelos –dirá- son más grandes, más grandes que yo”.

El sol, alma fuente de vivos destellos, imán de los mundos que el Padre creó, “Hidalgo y Morelos -dirá- son más bellos, más bellos que yo”.

Y fuentes y prados y valles y cielos,

cantando los nombres de luz de los dos, dirán con mil voces: “Hidalgo, Morelos, ¡bendígalos Dios!”

HIDALGO Manuel Acuña

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¡Mártir de nuestra conciencia! Nuestra historia bañada está en la luz de tu grandeza; el pueblo cambió en culto tu memoria,

y las canas que orlaban tu cabeza, en hojas de laurel tornó la gloria. Si con mundos de luz tu santo nombre en el cielo de México está escrito, que vele al pueblo y al tirano asombre; para ser libre te bastó ser hombre, para ser inmortal te bastó un grito. Ahora venimos a tu altar, trayendo del respeto y amor eternas flores, tu muerte y tus martirios bendiciendo: Míranos… con el alma repitiendo las divinas palabras de Dolores. Feliz aquél a quien el mundo llame el cantor de tu gloria, noble anciano; labio feliz el que tu nombre aclame; ¡feliz todo el que en ti venere y ame al redentor del pueblo mexicano!

LOS HÉROES NIÑOS DE CHAPULTEPEC Amado Nervo

Los otros eran fuertes, pero nosotros no teníamos más fuerza que nuestro corazón. ¡Ohé! Que vuestro corazón.

Vinieron al alcázar los fuertes a asaltar.

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Allí no hay más que niños; ¿quién lo defenderá? ¡Ohé! ¿Quién lo defenderá?

Los niños lo defienden,

mas ¡ay, tan pocos son! Y luchan con millares, y van cayendo en flor. ¡Ohé! Y van cayendo en flor.

Sus labios juveniles

sonríen al morir. ¡Qué importa partir joven cuando se parte así! ¡Ohé! ¡Cuando se parte así!

Envueltos en la santa

bandera tricolor, desplomándose graciosos ¡Ohé! Como un antiguo dios.

Divinos Héroes Niños,

la Patria es inmortal; con ella vuestros nombres por siempre vivirán. ¡Ohé! Por siempre vivirán.

LA CANCIÓN DEL SOLDADO

Amado Nervo

I -Soldado fiel, ¡avanza, avanza! ¿Adónde vas lleno de amor?

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-Lleno de ardor y de confianza voy a batirme por mi amor.

-¿Cuál es tu amor? –Muchos amores

llevo conmigo siempre aquí; mi pabellón de tres colores, el dulce hogar de mis mayores y el bello suelo en que nací.

-Soldado fiel, avanza, avanza

bajo la lluvia y el calor. Contigo va nuestra esperanza y cuando vuelvas, sin tardanza irá a encontrarte nuestro amor.

He de volver, amigos míos;

triunfante, oh Patria, me has de ver, y premiarás al fin mis bríos; he de volver, amigos míos, ¡he de volver, he de volver!

II

Al son de parches y clarines, por el camino alegres van los denodados paladines; al son de parches y clarines: ¡trarararí, parramplán, plan!

-¿Adónde vas, fiero soldado,

atravesando monte y plan? -Voy a vengar el suelo amado por extranjera planta hollado… ¡Trarararí, parrataplán!

-He de volver, ya sin agravios,

cumplido al cabo mi deber; he de volver, ya sin agravios, con una copla entre los labios;

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¡he de volver, he de volver! ÁGUILAS Y LEONES

Amado Nervo

Somos de raza de águilas y raza de leones; maridaje sublime de una y otra realeza: la del ala que burla todas las extensiones y la del rey ungido por la Naturaleza.

Somos de raza de águilas y raza de leones; ya apunta nuestra aurora, nuestro destino empieza. Somos de raza de águilas y raza de leones; de leones indómitos de coronas fulgentes, y de águilas reales que en los hoscos peñones estrangulan serpientes.

¿Cómo no ha de alumbrarnos el sol que a las naciones transfigura, el divino sol de amor y bonanza? Somos de raza de águilas y raza de leones. ¡Tengamos esperanza!

Nuestras estirpes áureas eclipsan los blasones de los más grandes pueblos. Tenemos la fe, el estro que inflama; la osadía, madre de altas acciones. Somos de raza de águilas y raza de leones. El mundo (aunque no quieran los otros) será nuestro.

En tanto, recordamos con emoción amante el día en que unas naves, cruzando las llanuras del nunca hollado Atlante, trajeron a estos mundos al fiero león rapante, para unirlo a las águilas diosas de las alturas.

De entonces, juntos ambos, mientras el león defiende

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la heredad que en sus garras formidables afianza, el águila, su aliada, las extensiones hiende, y su mirada inmóvil la emboscada sorprende, sortea los peligros y burla la asechanza. ¡Oh, España, que nos diste tu altivo león rugiente: gracias! Seremos dignos de su pujanza heroica, y en premio del regalo y a cambio del presente, le ofrendamos el vuelo del águila potente, y en el combate brava y en el dolor estoica.

Los numerosos pueblos hermanos que en ti fijos tienen los grandes ojos negros y soñadores, y que como nosotros se ufanan de ser hijos de cepa tan gloriosa, te ofrecen sus condores, te brindan sus estrellas, sus manos enlazadas, sus vivos gorros frigios, sus cerros humeantes; y todos erigimos nuestras cimas nevadas como torres gigantes, para que a ellas asciendan las águilas osadas, o rujan en sus crestas los leones rapantes. ¡Oh, madre, madre augusta de las veinte naciones, rimemos los latidos de nuestros corazones; y unidos para siempre nuestros veintiún pendones, marchemos por caminos de paz y bienandanzas! Somos de raza de águilas y raza de leones: ¡tengamos esperanza!

A MÉXICO

Rita Cetina Gutiérrez

Mérida, 15 de julio de 1867

Coronó la victoria sus esfuerzos, la lucha desigual ha terminado,

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el honor nacional está salvado y Méjico radiante de esplendor. Hoy ante el mundo se presenta grande, admirado de todas las naciones, que inclinan con respeto sus pendones, tributando un laurel al vencedor. Eres libre por fin, patria querida, cesó el yugo fatal que te oprimía, para siempre cayó la tiranía, que tanto tiempo tu recinto holló. Levántate otra vez y con orgullo a tus hijos contempla en la victoria… Ciñe sus frentes el laurel de gloria, conquistado en el campo del honor.

¡Libre eres ya! Después de tanto tiempo

de una constante, ensangrentada lucha, por todas partes con placer se escucha de “Libertad” el grito repetir; ya la bandera nacional triunfante tremola en todas partes orgullosa… Mas cubre con su sombra generosa aun a aquellos que osaron delinquir.

Que sin algunos ilusos descarriados,

ambiciosos de glorias y de honores olvidaron tu enseña y tus colores por la intrusa bandera del francés al ver la traición tu suelo hallado levantóse entusiasta el pueblo entero, y el pabellón de Napoleón tercero cayo roto en pedazos a sus pies.

Así al héroe valiente de Magenta

contempla de tu pueblo ya vencido, pues siempre puede más un pueblo unido, que cien tronos o imperios a la vez;

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y ese pueblo con denuedo lucha por recobrar su libertad perdida, nada le importa, no, perder la vida si su patria después libre ha de ser.

Así los hijos del heroico Anáhuac,

peleando con valor, con arrogancia, han demostrado a la soberbia Francia,

que intentaba se patria esclavizar, que nada son en México sus leyes, sus invencibles fuerzas, sus pendones, pues cubiertos de oprobio, hechos girones se han marchado muy lejos a ocultar.

Ya no más a las playas mexicanas,

guardadas por tan nobles defensores, volverán otra vez los invasores a quitarles el suelo o la heredad. ¡México es libre! y su preclaro nombre de sus hijos la gloria inmortaliza. El pueblo es grande al fin, y su divisa: ¡Independencia, Patria y Libertad!

LA BANDERA MEXICANA Carlos Pellicer

La bandera mexicana -verde, blanca y roja- en sus colores aloja la Patria en flor soberana. -Cuando en las manos tenemos nuestra bandera, es como tener entera agua, nave, luz y remos. Cuando alzamos sus colores, siente nuestro corazón

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la dicha de una canción que se derrama en flores. Por amor a mi bandera, le digo a todos “hermano”. El que la lleve en la mano lleva la paz donde quiera. Paz, trabajo, amor y fe son de mi bandera el cielo. Yo quiero, por todo anhelo, digno de ella estar al pie.

ESTADIOS

Nellie Campobello A mi patria

Mi danza, erguida en los estadios, sigue el ritmo majestuoso de los valses mexicanos. Antorchas y banderas, arcos de triunfo ha llevado mi danza en su ruta y en su forma por mi alma y en el alma de su raza. Mexicana es mi danza, sola es mi danza, sola como el viento sobre el mar. Como arena que gira en el desierto es mi danza, desnuda en su altivez. Y danzando en los estadios de mi patria, se engrandecen siete mil metros cuadrados bajo mis pies. Danzo en los estadios que nos dio la revolución, desde el surco espiritual donde la marcha guerrera nació en brillante y solemne amanecer

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del veinte de noviembre de mil novecientos diez. Mi danza indígena,

sencilla ofrenda de pasos no contados, soberbia en su dolor, llora a los hombres mexicanos muertos de revolución en la revolución. Torrentes de almas, cientos y miles, me han dado sus aplausos; ellas también han a seguir mi danza con los pies descalzos.

En Durango la devota, al pie de mi sierra, lugar de mi exaltación; en Guanajuato gentil, católica tú, Morelia, muy lejos de Villa Ocampo y más lejos aún del Real de Guanacevi. […]

Así ha sido mi danza: sin límite en su cauce, sin época. Ella se extiende como el viento y permanece como el mar.

En todos los estadios

donde para ti he danzado, he ido sumisa y prosternarme ante tu imagen, y entre luceros y nardos, tú, patria, forjada con devoción, me hiciste estatua en silencio, estatua en paso de danza, que humilde toca su suelo, suelo en que estoy engarzada.

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CINCO DE MAYO

Francisco M. de Olaguíbel (Fragmento) De la noche de ayer un viento airado, raudo y evocador como un conjuro, nos trae una gran voz, soplo sagrado, que es como una promesa del pasado para las amenazas del futuro. Revive la epopeya. El grave coro de los redobles del tambor se escucha; y responde el clarín notas de oro que pasan, como un frémito sonoro, por el revuelto campa de la lucha. Desfilan los invictos batallones; rompe en lluvia de fuego la metralla; se desatan en truenos los cañones,

y ondulan los soberbios pabellones sobre el ronco fragor de la batalla. En el crespón de la tiniebla yerta despunta el sol de mayo; a nuestra vista rasga con su esplendor la sombra incierta… Mirad: ¡es la victoria que despierta!... ¡Héroes, en pie! ¡La patria pasa lista!... […] SUAVE PATRIA Ramón López Velarde (Fragmento) Proemio

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Yo que sólo canté de la exquisita partitura del íntimo decoro, alzo hoy la voz a la mitad del foro a la manera del tenor que imita la gutural modulación del bajo, para cortar a la epopeya un gajo. Navegaré por las olas civiles con remos que no pesan, porque van como los brazos del correo Chuan que remaba la Mancha con fusiles. Diré con una época sordina: la Patria es impecable y diamantina. Suave Patria: permite que te envuelva en la más honda música de selva conque modelaste por entero al golpe cadencioso de las hachas, entre risas y gritos de muchachas y pájaros de oficio carpintero. Primer acto Patria: tu superficie es el maíz, tus minas el palacio del Rey de Oros. y tu cielo las garzas en desliz y el relámpago verde de los loros. El Niño Dios te escrituró un establo y los veneros de petróleo el diablo. Sobre tu Capital, cada hora vuela ojerosa y pintada, en carretela; y en tu provincia, del reloj en vela que rondan los palomos colipavos, las campanadas caen como centavos. Patria: tu mutilado territorio

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se viste de percal y de abalorio. Suave Patria: tu casa todavía es tan grande, que el tren va por la vía como aguinaldo de juguetería. Y en el barullo de las estaciones, con tu mirada de mestiza, pones la inmensidad sobre los corazones. ¿Quién, en la noche que asusta a la rana, no miró, antes de saber del vicio, del brazo de su novia, la galana pólvora de los fuegos de artificio? Suave Patria: en tu tórrido festín luces policromías de delfín, y con tu pelo rubio se desposa el alma, equilibrista chuparrosa, y a tus dos trenzas de tabaco, sabe ofrendar aguamiel toda mi briosa raza de bailadores de jarabe. Tu barro suena a plata, y en tu puño, su sonora miseria es alcancía; y por las madrugadas del terruño, en calles como espejos, se vacía el santo olor de la panadería. Cuando nacemos, nos regalas notas; después, un paraíso de compotas, y luego te regalas toda entera, suave Patria, alacena y pajarera. Al triste y al feliz dices que sí, que en tu lengua de amor prueban de ti la picadura del ajonjolí.

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¡Y tu cielo nupcial, que cuando truena de deleites frenéticos nos llena! […] ¿Qué cosa es Patria? Amado Nervo ¡Patria! ¡Patria! ¡Patria! “Candelabro de bronce, ¿en qué sueñas?” “Sueño –contestó el candelabro- en sustentar muchos cirios con muchas luces, a fin de iluminar todos los ángulos del templo, de tal suerte que en ninguno de ellos se esconda una esperanza, se oculte un consuelo; antes bien, se muestra en todos la gloria de Dios y de sus ángeles”. “Guijarro de cristal, ¿en qué piensas?” “Pienso –respondió el guijarro- en ser un enorme diamante, tallado en múltiples facetas, a fin de retratar en ellas la azul apoteosis de los cielos y la verde apoteosis de los prados”. “Arbusto del valle, ¿en qué sueñas?” “Sueño en crecer como un inmenso penacho de esmeralda que rasgue todas las brumas que se asomen por encima de todas las nubes”. “¿En qué sueñas, gota de agua?” “Sueño –dijo la gota- en ser un mar, un mar tranquilo, un mar en que jamás zozobren las naves, un mar a través de cuyos cristales infinitos vuele la gloria blanca de las velas crepitantes, llevando entre sus alas el beso de las novias ausentes y las bendiciones de las madres inolvidables”. “Pobre porción de tierra atormentada por todos los despotismos, enflaquecida por todas las tiranías, aherrojada por todos los grillos, ¿en qué sueñas?” “Sueño –respondió- en ser libre, en ser Patria, en tener una bandera que ondule a todas las auras, que se pasee envanecida por todos los mundos”. Así interrogan y se responden los seres y las cosas, y su inefable lenguaje es comprendido sólo de los redentores y de los poetas. Aspiración eterna es, en la chispa, llegar a ser llama; en el guijarro, ser diamante; en el arbusto, ser encino; en la gota de agua, ser piélago, y en la tierra esclava, ser libre. Hidalgo era un redentor y un poeta: oyó estas voces inefables de la noche y arrojó a nuestros oídos, como un canto de fe, esta palabra radiante: Libertad, y esta otra palabra luminosa: Patria. ¿Qué cosa es Patria? Mil definiciones han caído sobre las muchedumbres desde lo alto de la tribuna en las jubilosas conmemoraciones nacionales y, sin embargo, la Patria continua indefinible. La Patria, amigos míos, no es más que un poco de

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amor y de ensueño anidados en un rincón cualquiera del universo; de amor, la gran ley que enlaza, atrae y compenetra a todos los seres; de ensueño, ese perfume de las almas que sube en el silencio hacia lo infinito, hacia lo inmortal. Hace algunas décadas que se nos habla de esa Patria, de ese poco de amor y de ese poco de ensueño, para lo cual todos tenemos un nido; que se nos cante en los más variados tonos la epopeya de nuestros héroes, sus angustias de redención, su formidable fe, su brava esperanza, su resignación divina en el martirio; el rojo espléndido de su sangre libertadora salpicando con salpicaduras de rubí los campos del combate. Hace muchos años que desde la tribuna patriótica se dicen laudes, se decretan apoteosis, se lanza el trueno de los apóstrofes, se desata la brida a las cóleras líricas, se pasa revista a nuestros recuerdos amargos, a nuestras noches tristes de derrota y desolación, a nuestros días luminosos de ventura y de paz, y en este gran canto de gloria, en esta perenne elegía de angustia, o en este brillante rosario de retóricas que se alternan año por año en las festividades nacionales, sólo una nota ha faltado, una nota de amor y de ternura, fulgurante nota de poesía y de gracia; la que se refiere a la mujer mexicana, a la dulce redentora madre, esposa e hija del héroe, lirio entre las espinas de los sacrificios, estrella de la mañana en el alborear de nuestros derechos, torre de marfil que guarda, custodiada por las siete Virtudes, toda nuestra heredad de fe, adoración y de esperanza. ¿Por qué este olvido, porqué esta reserva en el elogio para las que ayer fueron mártires en la más santa de las causas, con un martirio inenarrable y silencioso, viendo sucumbir a sus amados en el campo de la pugna, orando por ellos y por la Patria sin consuelo, siguiéndolos a veces a tierra remota para compartir el duro pan del cautiverio, y sucumbiendo también a veces al borde de sus tumbas recién abiertas? ¿Por qué esta reserva en el elogio para las que hoy educan a sus hijos en el amor sagrado de la libertad, al amparo del hogar bendito, para las que mañana darán a luz a los futuros sostenes del país, y llevan ya dentro del pecho el vago e inmenso anhelo de la maternidad, envuelto en velos rosados de ilusión y en tenues luces de idealismo? De ellas dijo el poeta:

…Llevan todas un nimbo en la cabeza. Y acaso un redentor en las entrañas. Cantemos, pues, un canto a la mujer mexicana ante el altar de la Independencia en el día de las glorias de la Patria: es justicia, es nobleza y es poesía.

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Doña Josefa Ortiz de Domínguez, amparando en su regazo maternal el primer ímpetu de emancipación, como se ampara a un cachorro de leona que mañana tendrá garras o un aguilucho tímido y medroso que mañana tendrá alas; la compañera de Abasolo, constituyéndose prisionera con su esposo en las mazmorras de Cádiz, hasta que el héroe rindió el alma; Doña Leona Vicario, hermosa, joven y rica, abandonándolo todo por esta cualidad excelsa que había hecho nido en su corazón: el amor a la Patria y el amor a un soldado que combatía por ella y con el cual se desposó en una rosada mañana en una tienda de campaña, mientras estaban los clarines su canto de bronce y batían los tambores sus compases roncos y marciales; la mujer de Víctor Rosales, contemplando como la madre de los Macabeos el martirio de su hijo, que caía a los once años atravesado por las balas españolas; la esposa de Pedro Moreno, semejante a Guzmán el de Tarifa, que prefería separarse de su hija Guadalupe, arrebatada por Revuelta, antes de influir en su marido para que este abandonara un fuerte; y tantas y tantas heroínas ignoradas, silenciosas, que han arrojado un manto de divina poesía sobre el ara de nuestra nacionalidad, viven aún en el espíritu de las generaciones femeninas que han sucedido, que guardan en sus venas el legado de aquella sangre generosa, y que en futuras conflagraciones serían como ellas mártires y como ellas invencibles. Aún hay en nuestras mujeres la grandeza de antaño, son las mismas aún. De cada uno de esos labios en flor, hechos para la plegaria que vuela y para el beso casto que aletea, sugeriría ante las grandes angustias un grito espartano de aliento y de libertad, y si los mismos dioses adversos estuviesen contra ellas, como Diómedes el griego, sabrían vencer a los dioses. Cantemos, pues, un canto a la mujer ante el altar de la Independencia, en el día de las glorias de la Patria: es justicia, es deber, es nobleza y es poesía. Madame de Staël, aquella inmensa latina a quien Chenier había dicho en una noche memorable: “Usted es la primer mujer de Francia y yo su primer poeta lírico; unámonos para engendrar una raza magnífica”, preguntó a Napoleón cuál era su concepto la mujer más digna de loa, y el césar contestó: “La que haya dado más hijos a la Patria”. Comentando graciosamente las palabras del Imperator, observaba un autor: “La mujer que ha tenido catorce hijos ha tenido el soneto más maravilloso de todos los sonetos”. Señoras: Yo creo lo que creía el César: Escribid sonetos rubios o morenos con la divina pluma de vuestra fecundidad. Nuestra Patria está en formación, es pequeñita aún. Fabricadnos una Patria muy grande. Que de vuestros besos de amor surjan los héroes de mañana. Recordad que en vuestros brazos se da al

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niño la educación que le imprime definitivamente un carácter, que hace de él un justo o un malvado, y pensad, por tanto, que en vuestros brazos tenéis el porvenir. Sois vosotras las árbitras del mañana; la Patria tiene vuestro sexo; por eso os he cantado en este día opulento de recuerdos inmortales. ¿He hecho bien? ¡He hecho bien! Y ahora, volviendo los ojos hacia el pasado de pugna y de gloria que se conmemora, digamos con la unción y la alteza de uno de los jóvenes oradores mexicanos más conspicuos, en circunstancias análogas a estas, la sola palabra que puede decirse de un templo, porque templo es todo lugar en que se rinde culto a los dioses: Oremos.

Prosas.–Artículos y crónicas.–La semana.-16 de septiembre 1899. ANOC/I pp. 1013-1016. La Patria: pródiga en héroes niños Amado Nervo Los héroes adultos y los héroes niños

[…] En Chapultepec no hubo ni grandes frases ni grandes luchas. Todo pasó como un relámpago. La muerte envolvió en su manto a un puñado de infantes y luego vino el silencio. ¡Los héroes niños! ¡Cómo ha sido de ellos pródiga la Patria! El adolescente Indalecio Allende, batiéndose con Elizondo, el aprehensor de Hidalgo, y cayendo acribillado de balas; el niño Rosales, combatiendo en el asalto de Zacatecas al lado de su padre Víctor, y pereciendo fusilado a dos pasos de su madre, a la edad de once años; el niño Mendoza (Narcizo), más pequeño aún, disparando en el sitio de Cuautla un cañón abandonado sobre los asaltantes; y tantos y tantos pequeñuelos mártires de nuestra independencia, predecesores de Márquez, Melgar, Suárez, Escutia, Barrera y Montes de Oca atestiguan el aserto. México tiene una deuda con esa legión de pequeñuelos. Un monumento muy grande, en que la Patria aparezca, como Jesús, rodeada de infantes y pronunciando para la historia las divinas palabras: Sinite párvulos, venite ad Me. Prosas.–Artículos y crónicas.–La semana.-11 de septiembre 1898. ANOC/I p. 859

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Yo quiero que México sea grande Amado Nervo El patriotismo de Tello Téllez (Capítulo IX) -Tú eres muy patriota- me dijo en cierta ocasión mi amigo. Y había en su voz un metal de ironía piadosa. -Sí –le respondí- soy muy patriota, pero no a la manera con que tú entiendes esta palabra. A moderno nadie me gana. Vivo con las plantas bien asentadas en mi siglo y los ojos bien engolfados en el porvenir. Todas las esperanzas de los hombres cultos hallan un eco de amor en mi espíritu. Deseo que desaparezcan las fronteras; que en una sola lengua se entiendan los hijos de los hombres; que las armas ultramodernas se orinezcan en los museos de las ciudades futuras: que pronto no pueda creerse ya necesario para el equilibrio del mundo que los seres racionales de este lado del río o de la montaña, maten a su hermanos del otro lado de la montaña o del río. Anhelo con todo mi corazón estas cosas, y su advenimiento iluminaría de gloria mi vejez.

* * * Pero aun no estamos preparados para tamañas aventuras. Y mientras… Mientras, las patrias es preciso que existan, substantivas, diferenciadas, que sirvan como entidades diferenciadas; que sirvan como entidades internacionales perfectas; que se robustezcan y perfeccionen, a fin de que sean partes excelentes de ese gran todo mundial que soñamos. Mientras, debemos trabajar con el alma y la mente y la boca y las manos para que la estatura de México se agrande más y más. Vosotros, los intelectuales impacientes, que os quejáis, como Unamuno, de que nuestros países hispanoamericanos no sean aún pedestal suficientemente alto para que os vean todas las naciones… ¡agrandad ese pedestal!

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En vez de ir a pedir consagraciones a París, procurad que México crezca, pues por concomitancia inmediata creceréis vosotros y París os verá, y os verá, y os verá Nueva York, y os verán Berlín y Londres y Roma. La naturaleza, al hacernos nacer en determinado sitio, nos ha indicado de una manera precisa que ese sitio es el que debemos escoger como objetivo de nuestro trabajo. Aprendamos en Europa a disciplinar nuestro espíritu, sorbamos a Europa todo el jugo que ella puede darnos, pero ha de ser para acendrar miel americana. Vosotros, los que preferís ir a la zaga de los grandes hombres europeos, sois unos pobres de espíritu. […]

* * * Yo prefiero a los pueblos megalómanos a los pueblos desalentados, que empiezan por creerse pequeños y voluntariamente buscan su sitio a la cola de las grandes potencias. Si la Argentina comienza a culminar, es porque sus hijos han creído en su grandeza, la han pregonado, la han predicado dondequiera altivamente. No hay razas superiores ni inferiores: esas son puerilidades de sociólogos rubios y megalómanos. No hay más que razas cuyas aptitudes están o no de acuerdo con el momento histórico. A cada país le toca su turno de preeminencia. Las naciones son como un terrestre Zodíaco, por cada uno de cuyos signos va pasando el sol. Hoy el sol está en el asterisco anglosajón. Cuando el mundo pedía luchas con lo desconocido e inexplorado, resistencia física heroica, audacia sin límites, fe ciega, España poseyó el mundo. Hoy ese mundo pide otras cosas y se las dan determinados pueblos. Mañana pedirá cosas nuevas… ¡Se las daremos nosotros! Cuando una raza parece muy débil y decaída, quiere esto decir que le faltan componentes determinados. Estos componentes se los va dando la inmigración. Un instinto misterioso y seguro lleva de un país a otro justamente aquellos hombres necesarios, así como el aire adivinativo y preciso lleva una palmera determinada el germen de otra palmera lejana, que estaba esperándolo…

* * * Ninguna raza, pues, tiene derecho a considerarse vencida. ¡Qué sabe ella! Su turno llegará. ¡El sol no olvida ninguno de los doce signos divinos!

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Empecemos por creer en nosotros mismos. Afirmemos nuestra personalidad mexicana, sin garbo, pero sin timidez, serenamente, sosegadamente. No seamos como esos pobres seres cuya única y triste ambición es pasar por parisienses en París, por londinenses en Londres, por neoyorquinos en Nueva York. […]

* * * ¡He aquí, por tanto, amigo mío, cómo entiendo yo el patriotismo! De seguro ya no sonreirás más con ironía al oírme. Yo quiero que México sea grande por altruismo y por egoísmo; por él y por mí. ¿No ves que cuanto más grande sea México, más grande seré yo? Un infatuado europeo dijo en cierta ocasión a un hispanoamericano ilustre: -Mi país es superior al suyo. Y él le respondió: -Es posible, pero yo soy superior a usted.

* * * Decir que un país es superior a otro, tampoco es decir nada. Habría que preguntar: ¿En qué? Porque puede muy bien acontecer que el hombre que no escribe un libro como vosotros, sepa cultivar la tierra de un modo eminente, y ese hombre valdrá, por tanto, lo que vosotros por vuestro libro. No hay actividad humana inferior a otra, y, sobre todo, no hay actividad mental que valga menos que otra actividad mental. Por lo mismo, no hay nación de calidad inferior a otra nación. Todas son las piezas admirables del todo actual del mundo. Hay naciones que son cuñas antes de convertirse en mosaicos de madera maravillosos. ¡Pero se convertirán! Lo esencial es creer en sí mismo y trabajar. México empieza a creer en sí mismo y yo más lo preferiría altivo que descorazonado. El pueblo que sinceramente cree en sus destinos acaba por conquistarlos, y sabemos, por la bella estrofa del poeta alemán, que si América no hubiera existido, Dios la hubiera hecho surgir de las olas ante el genial imperativo de Colón.

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Prosas.-Apuntes e ideas.-Tello Téllez-Capítulo IX. ANOC/II pp. 1008-1010. EL PADRE HIDALGO Manuel Gutiérrez Nájera No fue Hidalgo un genio para la guerra, como lo fue Morelos; ni un batallador como los Galeana; pero ese humilde cura párroco, de alma y de cabellos blancos fue el primero que oyó el quejido de los opresos , como se oye en un confesionario la conciencia del dolor. A ese curato de Dolores fue el indio desvalido en busca del buen sacerdote que había de socorrerle. Y aquel insigne cura bautizó la libertad. Sentimos amor a todos los grandes insurgentes; pero de ellos, ninguno es más querido que ese viejecito de canas inmaculadas; a él volvemos la mirada en los conflictos, a él solamente le llamamos padre. Y es padre, no por la investidura sacerdotal, es padre por el amor que nos tuvo. Sus manos fueron hechas para bendecir, y bendijeron a una nación recién nacida. Es padre en el sentido altísimo de este vocablo; en el que expresa un absoluto desinterés y un infinito amor. Gloria del clero humilde, del que pena en villorios y cortijos, es el que en Dolores alzó el estandarte de la libertad. Iturbide podrá representar un ejército bizarro; Hidalgo encarna todo un pueblo. Iturbide se unió a la causa de la independencia cuando ésta era rica y vencía. Hidalgo la abrazó, levantándola del suelo, cuando, muy niña, se moría de hambre de sed y de frío. Iturbide fue emperador. Fue Hidalgo fusilado. ¡Oh, qué buen cura de almas! Cómo quisiéramos revivirlo para besar sus canas! Es como el padre ya muerto, como el padre que nos quiso tanto y al que no podemos enseñarle ya la hermosa nieta. ¿Cómo sacarle del sepulcro, cómo despertarle, cómo decirle: -Tú que tanto sufriste por nosotros, ve el hogar que hemos formado? Llegó la libertad a esa parroquia de Dolores como pidiendo limosna. Llegó recomendada por una buena y noble dama, por la corregidora Domínguez. Fue indigente, desnuda casi, al curato hospitalario, y allí le dieron pan y besos. Allí la Virgen de Guadalupe le prometió la victoria. Morelos fue el hombre de la energía y del valor; Hidalgo, el de la bondad y la fe. Aquél fue el héroe; éste, es el padre.

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¿No os parece oír como un rumor de confesión llegando a los oídos del cura Hidalgo? Se confesaba la nación entera, y al confesarse, en desahogo de su corazón, decía penas sufridas y perennes congojas y nobilísimos anhelos. Mientras los primates le perseguían y anatematizaban, ese cura que pedía limosna, ese que oía el azote y escuchaba la voz lastimera e imprecante del pobre indio; ese tuvo amor y tuvo compasión, y tuvo fe. Fue sacerdote en el excelso significado de esta palabra. ¿Quiénes suavizaron la condición del mexicano en la época de la conquista? Las Casas, los buenos misioneros españoles. ¿Quién nos dio patria? Un cura Hidalgo. Esos que, de cerca, oyen latir el corazón del pueblo; esos que han padecido en la misión, en el curato pobre, en la cabaña de adobes y carrizos, esos son los que nos han hecho beneficios. La bondad no bajó de lo alto: subió de la masa oscura y olvidada. Padre Hidalgo; tus canas reflejan, en la obra de nuestra independencia, el misteriosos resplandor del alba.

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UNA NOCHE DE CAMPANAS Y PALOMAS (Dedicado a sus hijos Jorge Carlos, Silvia Guadalupe, José Manuel,

María Isabel y Wilma Gabriela) Wilma Marín Villanueva (Mérida, Yucatán 1928-2014)

Mirando las cosas, una a una, en el pasillo que da al campanario, sin detener la vista para no perder la perspectiva general del lugar; todo es silueta. Apenas bañadas por la luz de la luna, resaltan las viejas sillas, los cortinajes, los santos demacrados y rotos. Este es mi lugar favorito; aquí paso las noches en un pequeño lugar de la vetusta pared, compartiendo el espacio con otras palomas. Sólo mientras pasa el invierno, porque en primavera volvemos al frontispicio de la iglesia. Todo puede parecer placentero, lástima que no lo sea también para otros.

Cuando vuelo por la ciudad, al tañir de las campanas, soy inmensamente feliz. La invitación que hace su sonido fuerte y melodioso provoca salir a la calle con una sonrisa; todos están orgullosos de las campanas. Niños y adultos detienen su marcha para escucharlas cantar. Las campanas son la voz de Dios que nos llama a vivir felices. Pero ahora, se han quedado mudas… el campanero, ese pobre anciano siempre sonriente, tiene ya varios días enfermo, y el Padre no encuentra quien las haga sonar; y no es que sea difícil jalar la cuerda, sino que pareciera que ellas mismas se niegan a ser tañidas por otro ser humano.

En otro día, en uno de mis largos paseos me posé en la ventana del anciano y escuché lo que le decía a su vecina entre sollozos, -¿Quién repicará las campanas en Noche Buena, si yo estoy aquí postrado sin poder moverme?– la mujer no pudo consolarlo ni siquiera ofreciéndole unas naranjas dulces que ella misma bajó de su huerto.

Los parroquianos comentan el hecho, pues cada año el campanero toca las campanas en punto de las doce de la noche en anuncio de la misa de “Noche Buena”; y hoy no hay quien lo haga.

Con las campanas mudas, los maestros se han quejado porque los niños llegan tarde y en el mercado los venteros están molestos pues ahora cierran entrado el medio día porque las señoras no se levantan temprano para hacer sus compras.

Es curioso lo que han cambiado los hábitos de la gente por unas simples campanas, viéndolo bien ellas son algo más, representan el trabajo de un hombre que ha vivido en santidad; muchos años, desde la muerte de su esposa y su hijo.

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Él prometió ser bueno y lo ha cumplido, por eso Dios le dio el Don de arrancar sonrisas a las campanas. Nadie ha podido tañirlas con la misma alegría. Con él cantan; con otros lloran. Ya se ha hecho el intento de buscar un nuevo campanero. El carnicero las quiso sonar, pero como es un fortachón las golpeó tan duro, que el sonido fue demasiado ronco; después el maestro de música reclamó el derecho, pues de todos es sabido lo versado que es en cuestiones musicales, sin embargo, es tan debilucho que al intentar jalar la cuerda, ésta lo alzó casi hasta el principio del campanario. Es triste la situación, el campanero morirá de desilusión, si no escucha el sonido de sus amadas campanas llamando a misa esta “Noche Buena”.

En la iglesia, el altar está lleno de velas y flores de pascua. En la capilla norte, pusieron como cada año el nacimiento con las imágenes santas de María y José. Faltan unos minutos para que la media noche dé inicio a la Misa de Gallo, la más esplendorosa, la más esperada. Desde el campanario he podido ver las casas iluminadas con farolitos, el pavo listo para la cena, el ponche de navidad y los regalos junto al nacimiento. Aunque puedo escuchar cantos, risas, también escucho los “ayes” por el campanero enfermo y las campanas mudas. En la casa del viejo hay tristeza. Pero la noche de navidad es esperanza, es noche donde los milagros pueden suceder.

En este momento, mis hermanas las palomas han abierto las ventanas del campanero; mientras unas le tiran flores de pascua sobre la cama; otras entran con una corona de adviento en sus piquitos, le jalan la almohada para que mire hacia el torreón de la iglesia, -ahora nos toca a nosotras las palomas del campanario; son las doce en punto.

¿Qué magia es ésta? –decía la gente- es el sonido más hermoso- y deteniéndose ante la iglesia se persignaban. Es el viento que nos engaña decían otros. El aire, llevó volando el sonido de las campanas por toda la parroquia, y se veía en todas las casas cómo sus inquilinos abrían las ventanas para dejar entrar el canto purificador de las campanas.

El anciano también escuchó su música y de inmediato su corazón latió pleno de gozo y sus ojos se llenaron de estrellas de cristal, pudo ver que las palomas habían jalado las sogas y hacían cantar y bailar las campanas; las amadas campanas.

-¡Es Noche Buena, dicen las campanas! ¡Soñad hombres, soñad! ¡Que sus almas buenas, como palomas blancas, sean esta Navidad!

En nuestra vida a veces falta el sonido de una campana y el volar de las palomas para creer en el milagro de vivir con esperanza; pase lo que pase.

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Tomado de Rostros de amor y enseñanza/En proceso de edición. (Colectivo)

UN CUENTO INFANTIL Amado Nervo

A Margarita El sol y la nieve, por causas misteriosas que no es del caso analizar, tuvieron cierta mañana de invierno un serio disgusto.

El sol piadoso, escuchando el mudo ruego de los campos, quería calentarlos para que diesen flores. Porque el astro divino ufánase de ver que sus besos de oro calientan los gérmenes escondidos, y que, como fruto de este amor, nacen las corolas maravillosas. Pero la nieve, mujer al fin, ansiaba todo el campo para ella: quería extender sobre él su blancura misteriosa. Parecíale que, dorada por el sol, plateada por la luna, azulada por el reflejo del cielo, era más bella que todas las flores; era una prodigiosa cosecha de lirios... sin perfume, pero con luz. Lucharon y discutieron en vano.

El sol, más poderoso que la nieve, hubiera podido derretirla, licuarla, y hacer que así, penetrando en la tierra, sirviese a sus fines misericordiosos y ayudase con su riego escondido a la germinación de las flores... pero no quiso hacerle tanto mal; era mujer, blanca, silenciosa (esto de silenciosa es una gran cualidad en las mujeres); fría, lo contrario de él (las cualidades contrarias hacen que nos amemos las mujeres y los hombres); y el sol la amaba...

Resolvió, pues, transigir, celebrar con ella un pacto, este pacto fue el siguiente: “Vamos a formar entre los dos la flor que piden los campos; tú le darás tu blancura infinita y yo pondré en medio de ella una imagen de mí mismo, de mi oro radioso y eterno que calienta a los hombres y hace que germine la vida en la tierra negra y fuerte”.

La nieve accedió, a condición de que la blancura que ella diese a la flor fuera más que el oro que el sol la otorgase; la nieve -mujer al fin- es muy exigente.

Y así fue. Y del pacto del sol y de la nieve nació una flor incomparable, estrella y sol, oro y plata, alabastro y fuego, querubín de cabeza rubia y alas blancas. Nació la margarita.

Más, ¡ay!, que no por ese pacto habían terminado los disgustos... El cielo azul, furioso de que ni el sol ni la nieve hubieran pedido su colaboración para formar la flor milagrosa, amenazó con encapotarse y de no dejar que la luz del

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astro diese vida a la margarita naciente... Grave era el caso. Ruda fue la disputa. Pero el sol, más sabio siempre que todas las cosas, encontró un medio de conciliación.

“La flor -dijo al cielo azul- ya está formada y sería necio añadir algo a su oro y a su blancura incomparables. Pero nacerá una mujer que será como una flor... Nacerá en París, y tú, nieve, le darás su blancura; yo, sol, el oro obscuro de sus cabellos y el sonrosado de sus mejillas; y en cuanto a ti, cielo azul, para que ayudes a la obra primaveral y armoniosa, te permito que pongas en sus ojos todo tu azul de mayo y todo tu suave y aristocrático gris azulado de diciembre”.

Y de esta suerte nació Margarita, a la que tiernamente dedico esta historia.

Cuentos Misteriosos.- ANOC/I p. 426.

LA GOTA DE AGUA QUE NO QUERÍA PERDER SU “INDIVIDUALIDAD”

Amado Nervo

[…] El otro día, a las doce, sobre el pétalo aterciopelado de una rosa,

como sobre la tela de un estuche, radiaba aún una gruesa gota de agua. Había pasado allí buena parte de la noche, fresca por excepción, dejándose penetrar por la luna.

Un viento suave la balanceaba en su hamaca olorosa de seda. Pero avanzaba la mañana. El dios trasponía ya el meridiano, y una de las

saetas de oro del arquero divino hirió en pleno corazón a la gota trocándola en chispa maravillosa.

Luis, que de antaño comprende el lenguaje del agua, como el sultán Mahmoud comprendía el de los pájaros, oyó quejarse a la gota, la cual decía entre suaves quejumbres:

-Tengo miedo, ¡ay!, tengo miedo. Siento que empiezo a evaporarme… ¡Oh sol, no me beses, por Dios! Tus besos hacen un espantoso daño. Me penetran toda, me abrasan, me disgregan… Yo no quiero deshacerme, no quiero volatilizarme… ¡No quiero perder mi individualidad!... ¿Entiendes, oh sol? No quiero perder mi individualidad.

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Yo reflejo a mi modo la naturaleza. Soy un pequeño ojo cristalino, muy abierto, que la ve, que la admira, desde este nido de terciopelo, desde esta cuna suave y bienoliente. Llevo ya muchas horas divinas de vida harmoniosa. Durante buena parte de la noche he reflejado la luna. He sido, ya una perla, ya un zafiro místico, ya una turquesa celeste. Después, la bóveda se ha pintado de un amarillo suave, y yo me he vuelto topacio. A poco el cielo se tiñó de rosa, y he sido rubí. Ahora soy diamante. Y cuando las hojas del rosal se miran en mi espejo para contemplar su traje nuevo, recién cortado en punta, me convierto en esmeralda.

No me beses, ¡oh sol! No sabes besar: haces mucho daño. No eres como la luna. Ella sí que sabía besar blandamente: al fin, mujer. Tú te pareces a un hombre sanguíneo, tosco y premioso.

¡Ay!, siento que me deshago, que me desvanezco, que me pierdo… Sí, bien sé que me desvaneceré en la azul transparencia del aire; que

temblaré en esa como red de cristal del ambiente; que a través de mí se verán los paisajes, se contemplarán las estrellas…

Sí, comprendo que eso de la transparencia absoluta es una cosa muy buena; que ser parte de la atmósfera húmeda es cosa muy conveniente: que flotar, volar, es cosa muy apetecible. Comprendo también que un poco de frío puede condensar mi humedad, y entonces ser yo parte mínima de una nube, de esas que he visto pasar por la mañana, y que parecen cuentos y milagros… Todo eso, sin duda, es bueno. Pero yo dejaría de ser gota, de ser gotita diáfana y temblona que soy: esta gotita acurrucada en el pétalo de una rosa, ¡y no quiero perder mi individualidad!

¡Ay! ¡Ay!, qué daño me haces…, ¡oh sol! Ya no me beses, ya no me be… ses. Yo soy u… na gotita… de agua…, una lu…mi…no…sa go…tita de agua… sobre una rosa…, sobre una ro…

Éstas fueron las últimas palabras de la gotita trémula que brillaba sobre el pétalo de una rosa en el balcón de Luis.

El sol, brutal y sordo como la muerte, había hecho su obra. AN Los balcones.- III Entre el cielo y la tierra.- ANOC/II pp. 1108-1109

LA LECCIÓN DE LA ARAÑA

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Amado Nervo

Tiene Luis en el Balcón de la izquierda un cactus especial, oblongo, que no da más que una flor en el año. Esta flor es un maravilloso lilo encendido, que confina con el violeta. Un año se está allí silenciosamente la planta, circundada de espinas para producir su flor única. Un año alimenta con enigmático mutismo su designio escondido, que florece al fin en una gran corola delicada y aristocrática. ¿No es esta planta por ventura el emblema de algunas grandes almas solitarias, hoscas, ceñidas por las espinas de todas las contrariedades y de todos los dolores, y que al cabo un día dan una flor magnífica de heroísmo, de arte, de ciencia, de santidad? Pero el adusto cactus que fragua su corola imperial, su verdadero lilium inter spinas, tiene un enemigo tan pequeño como formidable: trátase de cierto arácnido, de tal suerte minúsculo, que apenas si la excelente vista de Luis alcanza a percibirlo, como un átomo amarillento, sobre el verde jade de la planta. Este arácnido se multiplica con la rapidez de fecundación con que la naturaleza defiende algunas especies, y posee una cualidad peculiar de casi todos los insectos, pero que ha enseñado a Luis más que muchos libros: la tenacidad, la perseverancia, elevadas hasta lo absoluto. Todos los días, entre las espinas, que le sirven a maravilla para su telar, tiende redes de un cristal tan tenue, que casi llega a la inmaterialidad; y todos los días coge Luis un largo alfiler y le destruye su tela, digna de vestir a una diminuta cenicienta, en el país de las hadas. Invariablemente, después del almuerzo, al salir Luis a sus balcones, buscando por breves instantes la pálida caricia de un ictérico sol de otoño, la tela penelopeica está tendida en el telar de espinas; e invariablemente, con alfilerazo brutal, él la desgarra. La araña no ve a Luis, no puede verlo; vive en otro plano. La diaria catástrofe debe ser para ella tan explicable como algunas de las que al hombre aterrorizan , y que lo han hecho, en el albor de las edades, forjar cóleras de dioses imaginarios… Pero, al revés de nosotros, sin lamentaciones inútiles, sin detenerse en comentarios filosóficos, emprende ella resueltamente la restauración de su tela, como el héroe de La Débacle, de Zola, coge el arado para reconstruir la Francia deshecha, al día siguiente de la derrota definitiva. ¿Quién se cansará primero la araña que <quiere> tejer su tela, o Luis que <quiere> defender su flor rara y preciosa?

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He aquí el choque de dos voluntades, las dos conscientes quizá… ¿Cuál ha de ser la vencedora? Confesémoslo humildemente: ¡la vencedora será la voluntad de la araña! A menos que un tercero en discordia, un outsider, el invierno, mate al insecto. Vencerá la araña, sí, porque Luis ignora los medios de destruir sus gérmenes microscópicos, y ella tiene contra la tenacidad nativa de él la fecunda pequeñez de sus huevos. Pero, vencido Luis, debe a este animálculo una de las mejores lecciones de su vida. Este insecto ha sido para él un profesor de energía (como dicen los locos de hoy…) -Amiga araña- exclama Luis al contemplarla-, yo he de vencer siempre como tú, porque soy como tú laborioso, paciente, sereno, tenaz. <<Nada en la tierra me impedirá tejer mi tela de plata y de cristal ingrávido y aprisionar en ella a muchas voluntades, al parecer más firmes, corpulentas y ruidosas, como las moscas zumbadoras que tu aprisionas en la tuya>>

Los balcones.- ANOC/II pp. 1076-1077.

LO QUE VIVIMOS

Amado Nervo V

Una estadística reciente, que se refiere a la longevidad de los animales, nos da los siguientes curiosos datos:

Mientras las doradas abejas, más inteligentes que muchos hombres, y que nos ofrecen el tesoro de sus panales, solo viven un año, la araña “siniestra” vive siete años.

Una liebre y un conejo viven de siete a ocho años; una gallina, un gorrión, una cabra, un canario y un grillo, diez años.

¿Os habéis fijado? Un canario y un grillo viven el mismo tiempo. La naturaleza no tiene, decididamente, oído… (Por lo demás, nosotros somos los oídos de la naturaleza).

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Un cordero vive doce años; un zorro, quince; un lobo, de dieciocho a veinte. ¡Pobre cordero! Sus enemigos encarnizados le sobreviven más que lo suficiente para digerirlo. ¡Un ruiseñor y una alondra viven quince años! Cierto que en esos tres lustros producen la totalidad de cantos. Salvo los breves días que tardan en crecer y emplumar, los quince años de su vida están poblados de harmonía. Cinco mil cuatrocientos setenta y cinco días, la alondra, clarín de la mañana, emprenderá el vuelo vertical, lanzando su aleluya a la cara del sol. La alondra y el sol tienen de común estos dos puntos: que reinan en los cielos y se levantan juntos. Cinco mil cuatrocientas setenta y cinco noches, el ruiseñor encantará y santificará el silencio con sus gorjeos. Se trata, pues, de quince años muy bien empleados. (¿No es cierto, mis amigos los músicos? ¿No es cierto mis amigos los poetas?) El gato vive tanto como el buey: hasta veinte años. Como se trata de dos seres contemplativos, el plazo es suficiente…

Durante esos veinte años, empero, el gato, que en el día con la línea de azabache sobre el oro de sus ojos adormecidos, verá, en postura hierática, seres y cosas que danzan en los aires y que no nos he dado contemplar a los hombres, por la noche sentirá alterarse frecuentemente su ecuanimidad sagrada con terribles crisis de amor.

Los veinte años del gato casi podrían pues, dividirse en diez de contemplación y diez de tormentos voluptuosos.

Es un San Juan estático de día, y un Don Juan militante de noche…

* * * El cangrejo, el gamo, la vaca, el oso y el puerco viven también hasta veinte años. Ya sabemos que el cangrejo no progresa gran cosa en esos cuatro lustros; en cuanto al puerco, se regodea en tan viles placeres, que nada pierde con que le abreviemos la vida. Este animalito, el más semejante al hombre en anatomía… y a veces en otras cosas, nos hace, sin embargo, poco honor. Por lo que respecta al oso, ¿qué queréis que haga el pobre en sus veinte años… sino el “oso”? Y en cuanto a la vaca, su vida durante este tiempo es demasiado burguesa, demasiado pot-au-feu. El pavo, caro a Juno, el caballo y el burro, viven hasta treinta años.

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¿No os parece que podrían restarse a los dos últimos veinte años siquiera, para dárselos al primero? El pavo es casi una flor, una gran flor que grita.

Su misión se reduce a abrir el milagro de su abanico incrustado de piedras preciosas, entre la pompa de los jardines.

Podría, pues, vivir así medio siglo. ¡Mientras que el pobre caballo…! ¡Mientras que el pobre burro…! Esos dos míseros seres de fábula que siempre salen perdiendo; esos

pobres mártires del amo inmisericorde; llámesele cochero, arriero, labriego o picador de toros, no deberían vivir tanto.

Empero, el caballo, rara vez llega a los treinta: se detiene a los veinticinco. El burro, en cambio, casi siempre cumple los seis lustros.

¿A qué se debe esos cinco años más? ¡A su filosofía! El burro es un filósofo estoico. Qué mala es la filosofía, que puede granjear a un “adepto” ¡hasta cinco

años más de albarda!

* * *

El buitre vive cuarenta años. ¿Cuánto vivió el de Prometeo? No ha muerto aún. ¡El buitre de Prometeo dicen que es inmortal! El camello, el ganso, el perico y el león viven medio siglo, y a veces mueren sexagenarios, como el rinoceronte. El león y el camello, pase; ¡el primero es rey! ¿Qué menos podemos darle a un rey así que medio siglo de reinado? El segundo parece participar, en su tanto, de la relativa eternidad del desierto, en cuya arena se proyecta su perfil antiguo: ¡de la eternidad de las pirámides y de la esfinge! Pero... ¡el perico! ¿Qué misión puede llenar un perico en medio siglo? Aunque, bien visto, ¿no viven (y hablan) otro tanto la mar de comadres de barrio, la mar de charlatanes de plazuela, la mar de políticos de bandería? El cuervo, el cisne y el águila viven centenarios.

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Tampoco creo que esta longevidad de los cisnes y de las águilas disguste a los poetas. El cisne, desde aquel de Leda, es un dios… ¡Entre su plumaje el ánima divina de Jove! El águila, por su parte, necesita, cuando menos, un siglo para cargar con su leyenda. En cuanto al cuervo, él mismo dijo a Poe que se llamaba Never More. Debería ser, por tanto, inmortal, como la desesperanza. …Pero, para destruir la poesía de estas vidas de aves reales, hay un hecho estúpido: la carpa, la vil carpa de los estanques, vive hasta siglo y medio. ¿Y sabéis lo que hace durante todo ese tiempo, que a los pobres hombres afanosos nos basta y sobra para entronizar dinastías y fabricar historias, para inventar religiones, cambiar el mapa y desaparecer como rebaños de sombra? Pues la carpa bosteza, bosteza, bosteza…

¡La carpa bosteza… siglo y medio! El elefante, por último, vive hasta doscientos años, y el cocodrilo, ¿oyen

ustedes bien?, el cocodrilo alcanza hasta doscientos cincuenta. Se afirma que llega a esa respetable edad sin perder los dientes.

* * *

¿Y el hombre? ¡Ah! Da un poquillo de rubor confesarlo, ¿verdad? Se siente una miaja de vergüenza… Pero, ¡qué diablo!, pecho al agua: Al hombre podemos colocarlo entre el burro, el toro y el ciervo… Suele vivir lo que estos animales, y menos siempre que el perico, el ganso y el camello. En efecto, la vida media del hombre es de treinta y tres años. Un cocodrilo va a pasar muchas generaciones nuestras. Un cocodrilo suele vivir más que una dinastía… ¡Y no se le caen los dientes! Filosofando. ANOC/II pp. 553-554.

VIEJA LLAVE Amado Nervo

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Esta llave cincelada que en un tiempo fue, colgada (del estrado a la cancela, de la despensa al granero) del llavero de la abuela, y el continuo repicar inundaba de rumores los vetustos corredores; esta llave cincelada, si no cierra ni abre nada, ¿para qué la he de guardar?

Ya no existe el gran ropero, la gran arca se vendió: solo en un baúl de cuero desprendida del llavero ¡nada es ya de lo que fue!

Me parece un amuleto

sin verdad y sin respeto; como mi querer de acero, nada abre, no resuena… ¡me parece un alma en pena!

Pobre llave sin fortuna …y sin dientes, como una vieja boca: si en mi hogar ya no cierras ni abres nada, -pobre llave desdentada, ¿para qué te he de guardar?

*

Sin embargo, tú sabías

de las glorias de otros días, del mantón de seda fina que nos trajo de la China

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la gallarda, la ligera española nao fiera.

Tú sabías de tibores donde pájaros y flores confundían sus colores; tú, de lacas, de marfiles y de perfumes sutiles de otros tiempos; tu cautela conservaba la canela, el cacao, la vainilla, la suave mantequilla, los grades quesos frescales y la miel de los panales, tentación del paladar; mas si hoy, abandonada, ya no cierras ni abres nada, pobre llave desdentada, ¿para qué te he de guardar? *

Tu torcida arquitectura es la misma del portal de mi antigua casa obscura (que en un día de premura fue preciso vender mal).

Es la misma de la ufana

y luminosa ventana donde Inés, mi prima, y yo nos dijimos tantas cosas en las tardes misteriosas del buen tiempo que pasó…

Me recuerdas mi morada,

me retratas mi solar; mas si hoy, abandonada, ya no cierras ni abres nada,

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pobre llave desdentada, ¡para qué te he de guardar.

En voz baja. ANOC/II pp. 1558-1559

EL GRAN VIAJE

Amado Nervo ¿Quién será, en un futuro no lejano, el Cristóbal Colón de algún planeta? ¿Quién logrará con máquina potente sondear el océano del éter, y llevarnos de la mano allí donde llegaron solamente los osados ensueños del poeta?

¿Quién será en un futuro no lejano el Cristóbal Colón de algún planeta?

¿Y qué sabremos tras el viaje augusto? ¿Qué nos enseñaréis, humanidades de otros orbes, que giran en la noche silenciosa, y que acaso hace siglos que nos miran?

Espíritus a quienes las edades en su fluir robusto mostraron ya la clave portentosa de lo Bello y lo Justo, ¿cuál será la cosecha de verdades que deis al hombre, tras el viaje augusto?

¿Con qué luz nueva escrutará el arcano?

¡Oh la esencial revelación completa que fije nuevo molde al barro humano!

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¿Quién será en un futuro no lejano el Cristóbal Colón de algún planeta?

El estanque de los lotos. ANOC/II pp. 1787-1788

YO ESTABA EN EL ESPACIO

Amado Nervo

Yo estaba en el espacio. ¿En qué punto? ¡Quién sabe!

El espacio es un círculo cuyo centro se halla en todas partes y su circunferencia en ninguna.

Yo estaba en alma y carne en el espacio, libre y poderoso como un ángel.

En mi torno bogaban las estrellas, las estrellas gigantes, como una imponderable flota de oro incendiada, en un mar imponderable.

Recuerdo de dos soles, verde el uno y el otro blanco; errantes el uno eternamente en pos del otro, buscándose los dos sin encontrarse. ¡Qué esmeralda! ¡Qué diamante! ¡Qué milagro de blancuras impolutas! ¡Qué prodigio de verdes ideales!

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* Recuerdo de un cometa enorme, de verdosas tenuidades, cuya cauda tenía la forma de un alfanje y que, bohemio sideral cruzaba, ingrávido, las noches inmutables, sembrando acaso gérmenes de vida en planetas distantes.

Y recuerdo de un sol sin sistema,

solitario coloso radiante, que alumbraba tan solo el vacío, como fuego ya inútil, que arde. Y recuerdo de soles extintos, que en siniestro enjambre, arrastraban sus negros planetas en donde pensaron las humanidades… ¡Sus negros planetas helados! ¡Sus negros planetas cadáveres!

¡Oh!, no sé cómo estoy vivo ahora después de ese viaje; ¡no sé cómo me atrevo a escribirlo! Rojo padre Dante, ¡tú no viste las cosas tremendas que me fue dado ver, rojo Padre! * Surgió una voz de pronto, que me dijo: “¡Detente!”

(Surgió dentro de mi alma porque el espacio es mucho).

Y me detuve lleno de horrores, y mi mente quiso exhalarse en una plegaria, más no pudo. “¡Detente, un sol avanza por su órbita. Pudiera cruzarse con tu ruta la línea misteriosa que sigue, y como perla de ámbar, como gota de cera,

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fundir tu cuerpo en esa fotósfera espantosa!” *

La estrella, en tanto, crecía, y a medida que avanzaba, el infinito invadía

y se desredondeaba en tremendas explosiones, en inmensas convulsiones; y yo, viéndola, inmóvil estaba.

Pronto mi ángulo visual

fue a la estrella tangencial y aprecié la mole aquella: ¡Cuán terrible, más cuán bella!

¡Oh, cuán bella era la estrella roja dalia sideral! Me olvidé de mis temores ante aquella portentosa visión, y cual mariposa que enloquecen los fulgores, quise mis alas quemar en el inmenso crisol, en su pos quise volar… Mas, ¡ay!, al irlo a intentar ¡ya había pasado el sol! Un dios misterioso y fuerte, que como juglar divino, en el éter se divierte, lanza y recibe con tino sus enjambres de cometas, de soles y de planetas en perenne torbellino.

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Y a tales juegos y a tal torbellino, la ilusión de un inglés original llamó la Ley de atracción, de atracción universal. Mas yo que ese juego vi, yo que al juglar admiré, raro canto le ofrecí, más raro libro pensé: y el canto… ¡lo traigo aquí! y el libro… ¡lo escribiré!

En voz baja. ANOC/I pp. 1569-1571

LA ÚLTIMA GUERRA Amado Nervo II […] Como decíamos al principio, tres habían sido las grandes revoluciones de que se tenía noticia (cristiana, francesa y social); pero después de ellas, la humanidad acostumbrada a una paz y a una estabilidad inconmovibles, así en el terreno científico, merced a lo definitivo de los principios conquistados, como en el terreno social, gracias a la maravillosa sabiduría de las leyes y a la alta moralidad de las costumbres, había perdido hasta la noción de lo que era vigilancia y cautela, y a pesar de su aprendizaje de sangre, tan largo, no sospechaba los terribles acontecimientos que estaban a punto de producirse.

La ignorancia del inmenso complot que se fraguaba en todas partes se explica, por lo demás, perfectamente, por varias razones: en primer lugar, el lenguaje hablado por lo animales, lenguaje primitivo, pero pintoresco y bello, era conocido por muy pocos hombres, y esto se comprende; los seres vivientes estaban divididos entonces en dos únicas porciones: los hombres, la clase superior, la élite, como si dijéramos del planeta, iguales todos en derecho y casi, casi en intelectualidad, y los animales, humanidad inferior que iba progresando muy lentamente a través de los milenarios, pero que se encontraba en aquel

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entonces, por lo que ve a los mamíferos, sobre todo, en ciertas condiciones de perfectibilidad relativa muy apreciables. Ahora bien: la élite, el hombre, hubiera juzgado indecoroso para su dignidad aprender cualquiera de los dialectos animales llamado “inferiores”.

En segundo lugar, la separación entre ambas porciones de la humanidad era completa, pues aun cuando cada familia de hombres alojaba en su habitación propia a dos o tres animales que ejecutaban todos los servicios, hasta los más pesados, como los de la cocina (preparación química de pastillas y de juegos para inyecciones), el aseo de la casa, el cultivo de la tierra, etc., no era común tratar con ellos, sino para darles órdenes en el idioma patricio, o sea el del hombre, que todos ellos aprendían.

En tercer lugar, la dulzura del yugo a que se les tenían sujetos, la holgura relativa de sus recreos, les daba tiempo de conspirar tranquilamente, sobre todo en sus centros de reunión, los días de descanso, centros a los que era raro que concurriese hombre alguno. III ¿Cuáles fueron las causas determinantes de esta cuarta revolución, la última (así lo espero) de las que han ensangrentado el planeta? En tesis general, las mismas que ocasionaron la Revolución Social, las mismas que han ocasionado, puede decirse, todas las revoluciones: viejas hambres, viejos odios hereditarios, la tendencia a igualdad de prerrogativas y de derechos y la aspiración a lo mejor, latente en el alma de todos los seres… Los animales no podían quejarse, por cierto: el hombre era para ellos paternal de lo que lo fueron para el proletario los grandes señores después de la Revolución francesa. Obligábalos a desempeñar tareas relativamente rudas, es cierto: porque él por lo excelente de su naturaleza, se dedicaba de preferencia a la contemplación; más un intercambio noble, y aún magnánimo, recompensaba estos trabajos con relativas comodidades y placeres. Empero por una parte del odio atávico de que hablamos, acumulado en tantos siglos de malos tratamientos, y por otro el anhelo, quizá justo ya, de reposo y de mando, determinaban aquella lucha que iba a ser época en los anales del mundo. Para los que oyen esta historia puedan darse una cuenta más exacta y más gráfica, si vale la palabra, de los hechos que procedieron a la revolución, a la rebelión deberíamos decir, de los animales contra el hombre, vamos a hacerles asistir a una de tantas asambleas secretas que se convocaban para definir el programa de la tremenda pugna, asamblea efectuada en México, uno de los grandes focos directores, y que, cumpliendo la profecía de un viejo sabio del siglo

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XIX, llamado Eliseo Reclus, se había convertido, por su posición geográfica en la medianía de América y entre los dos grandes océanos, en el centro del mundo. Había en la falda del Ajusco, adonde llegaban los últimos barrios de la ciudad, un gimnasio para mamíferos, en los que estos se reunían los días de fiesta y casi pegados al gimnasio en un gran salón de conciertos, muy frecuentado por los mismos. En este salón de condiciones acústicas perfectas y de amplitud considerable, se efectuó el domingo 3 de agosto de 5532 (de la Nueva Era) la asamblea en cuestión. Presidía Equs Robertís, un caballo muy hermoso, por cierto; y el primer orador designado era un propagandista célebre en aquel entonces, Can Canis, perro de una inteligencia notable aunque muy exaltado. Debo advertir que en todas partes del mundo repercutiría, como si dijéramos, el discurso en cuestión, merced a emisores especiales que registraban toda vibración y transmitían sólo a aquellos que tenían los receptores correspondientes, utilizando ciertas corrientes magnéticas; aparatos estos ya hoy en desuso por poco prácticos. Cuando Can Canis se puso en pie para dirigir la palabra al auditorio, oyéronse por todas partes rumores de aprobación. IV “Mis queridos hermanos –empezó Canis-: “La hora de nuestra definitiva liberación esta próxima. A un signo nuestro, centenares de millares de hermanos se levantarán como una sola masa y caerán sobre los hombres, sobre los tiranos, con la rapidez de una centella. El hombre desaparecerá del haz del planeta y hasta su huella se desvanecerá con él, entonces seremos nosotros los dueños de la Tierra, volveremos a serlo, mejor dicho, pues que primero que nadie lo fuimos, en el albor de los milenarios, antes que el antropoide apareciese en las florestas vírgenes y que su aullido de terror repercutiese en las cavernas ancestrales. ¡Ah!, todos llevamos en los glóbulos de nuestra sangre el recuerdo orgánico, si la frase se me permite, de aquellos tiempos benditos en que fuimos los reyes del mundo. Entonces, el sol enmarañado aun de llamas a simple vista, enorme y tórrido, calentaba a la Tierra con amor en toda sus superficie, y de los bosques, de los mares, de los barrancos, de los collados, se exhalaba un vaho espeso y tibio que convidaba a la pereza y a la beatitud. El Mar divino fraguaba y desbarataba aún sus archipiélagos inconsistentes, tejidos de algas y de madréporas; la cordillera lejana humeaba por las mil bocas de sus volcanes, y en las noches una zona ardiente, de un rojo vivo, le prestaba una gloria extraña y temerosa. La luna, todavía joven y lozana, estremecida por el continuo bombardeo de sus cráteres, aparecía enorme y roja en el espacio, y a su

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luz misteriosa surgía formidable de su caverna el león saepelius, el uro erguía su testa poderosa entre las breñas, y el mastodonte contemplaba el perfil de las montañas, que, según la expresión de un poeta árabe, le fingían la silueta de un abuelo gigantesco. Los saurios volantes de las primeras épocas, los iguanodontes de breves cabezas y cuerpos colosales, los megateriums torpes y lentos, no sentían turbado su reposo más que el por el rumor sonoro del mar genésico, que fraguaba en sus entrañas el porvenir del mundo. “¡Cuán felices fueron nuestros padres en el nido caliente y piadoso de la tierra de entonces, envuelta en a suave cabellera de esmeralda de sus vegetaciones inmensas, como una virgen que sale del baño…! ¡Cuán felices…! A sus rugidos, a sus gritos inarticulados, respondían solo los ecos de las montañas… Pero un día vieron aparecer con curiosidad, entre las mil variedades de cuadrúmanos que poblaban los bosques y llenaban con sus chillidos desapacibles, una especie de monos rubios, que más frecuentemente que los otros, se enderezaban y mantenían en posición vertical, cuyo vello era menos áspero, cuyas mandíbulas eran menos toscas, cuyos movimientos eran más suaves, más cadenciosos, más ondulantes, y en cuyos ojos grandes y rizados ardía una chispa extraña y enigmática que nuestros padres no habían visto en otros ojos en la tierra. Aquellos monos eran débiles y miserables…. ¡Cuán fácil hubiera sido para nuestros abuelos gigantescos exterminarlos para siempre…! Y de hecho, cuántas veces, cuando la horda dormía en medio de la noche, protegida por el claror parpadeante de sus hogueras, una manada de mastodontes, espantada por algún cataclismo, rompía la débil valla de lumbre y pasaba de largo triturando huesos y aplastando vidas; o bien una turba de felinos que acechaba la extinción de las hogueras, una vez que su fuego custodio desaparecía, entraba al campamento y se ofrecía un festín de suculencia memorable…! A pesar de tales catástrofes, aquellos cuadrúmanos, aquellas bestezuelas frágiles, de ojos misteriosos, que sabían encender el fuego, se multiplicaban; y un día, un día nefasto para nosotros, a un macho de la horda se le ocurrió, para defenderse, echar mano de una rama de árbol, como hacían los gorilas, y aguzarla con una piedra, como los gorilas nunca pensaron hacerlo. Desde aquel día nuestro destino quedó fijado en la existencia: el hombre había inventado la máquina, y aquella estaca puntiaguda fue su cetro, el cetro de rey que le daba la naturaleza…

“¿A qué recordar nuestros largos milenarios de esclavitud, de dolor de muerte…? El hombre, no contento con destinarnos a las más rudas faenas, recompensadas con malos tratamientos, hacía de muchos de nosotros su manjar habitual, nos condenaba a la vivisección y a martirios análogos, y las hecatombes seguían a las hecatombes sin una protesta, sin un movimiento de piedad… La

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naturaleza, empero, nos reservaba para más altos destinos que el de ser comidos a perpetuidad por nuestros tiranos. El progreso, que es la condición de todo lo que alienta, no nos exceptuaba de su ley; y a través de los siglos, algo divino que había en nuestros espíritus rudimentarios, un germen luminoso de intelectualidad, de humanidad futura, que a veces fulguraba dulcemente en los ojos de mi abuelo el perro, a quien un sabio llamaba en el siglo XVIII (post J. C.) “un candidato a la humanidad”; en las pupilas del caballo, del elefante o del mono; se iba desarrollando en los senos más íntimos de nuestro ser, hasta que, pasados siglos y siglos floreció en indecibles manifestaciones de vida cerebral… El idioma surgió monosilábico, rudo, tímido, imperfecto, de nuestros labios; el pensamiento se abrió como una celeste flor en nuestras cabezas, y un día pudo decirse que había ya nuevos dioses sobre nuestras cabezas, y un día pudo decirse que había ya nuevos dioses sobre la tierra; por segunda vez en el curso de los tiempos el Creador pronunció un fiat, et homo factus fiut.

“No vieron ellos con buenos ojos este paulatino surgimiento de humanidad; mas hubieron de aceptar los hechos consumados, y no pudiendo extinguirla, optaron por utilizarla… Nuestra esclavitud continuó, pues, y ha continuado bajo otra forma: ya no se nos come, se nos trata con aparente dulzura y consideración, se nos abriga, se nos aloja, se nos llama a participar, en una palabra, de todas las ventajas de la vida social; pero el hombre continúa siendo nuestro tutor, nos mide escrupulosamente nuestros derechos… y deja para nosotros la parte más ruda y penosas de todas las labores de la vida. No somos libres, no somos amos, y queremos ser amos y libres… Por eso nos reunimos aquí hace mucho tiempo, por eso pensamos y maquinamos hace muchos siglos nuestra emancipación, y por eso muy pronto la última revolución del planeta, el grito de rebelión de los animales contra el hombre, estallará, llenando de pavor el universo y definiendo la igualdad de todos los mamíferos que pueblan la tierra…”

Así habló Can Canis, y este fue, según todas las probabilidades, el último discurso pronunciado antes de la espantosa conflagración que relatamos.

V

El mundo, he dicho, había olvidado ya su historia de dolor y de muerte; sus armamentos se orinecían en los museos, se encontraba en la época luminosa de la serenidad y de la paz; pero aquella guerra que duró diez años, como el sitio de Troya, aquella guerra que no había tenido ni semejante ni paralelo por lo espantosa, aquella guerra en la que se utilizaron máquinas terribles, comparadas con las cuales los proyectiles eléctricos, las granadas henchidas de gases, los espantosos efectos del radium utilizado de mil maneras para dar muerte, las

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corrientes formidables de aire, los dardos inyectores de microbios, los choques telepáticos…, todos los factores de combate, en fin, de que la humanidad se servía en los antiguos tiempos, eran risibles juegos de niños; aquella guerra, decimos, constituyó un inopinado, nuevo, inenarrable aprendizaje de sangre…

Los hombres, a pesar de su astucia, fuimos sorprendidos en todos los ámbitos del orbe, y el movimiento de los agresores tuvo un carácter tan unánime, tan certero, tan hábil, tan formidable, que no hubo en ningún espíritu siquiera la posibilidad de prevenirlo…

Los animales manejaban las máquinas de todos géneros que proveían a las necesidades de los elegidos; la química era para ellos eminentemente familiar, pues que a diario utilizaban sus secretos: ellos poseían además y vigilaban todos los almacenes de provisiones, ellos dirigían y utilizaban todos los vehículos… Imagínese, por tanto, lo que debió ser aquella pugna, que se libró en la tierra, en el mar y en el aire… La humanidad estuvo a punto de perecer por completo; su fin absoluto llegó a creerse seguro (seguro lo creemos aún)… y a la hora en que yo, uno de los pocos hombres que quedan en el mundo, pienso ante el fonotelerradiógrafo estas líneas, que no sé si concluiré, este relato incoherente que quizá mañana constituirá un utilísimo pedazo de historia… para los humanizados del porvenir, apenas si moramos sobre el haz del planeta unos centenares de sobrevivientes, es todo lo que nuestro prestigio, nuestra fuerza y nuestra gloria, incapaces por nuestro escaso número y a pesar del incalculable poder de nuestro espíritu, de reconquistar el cetro perdido, y llenos del secreto instinto que confirma asaz la conducta cautelosa y enigmática de nuestros vencedores, de que estamos llamados a morir todos, hasta el último, de un modo misterioso, pues que ellos temen que un arbitrio propio de nuestros soberanos recursos mentales nos lleve otra vez, a pesar de nuestro escaso número, al trono de donde hemos sido despeñados… Estaba escrito así… Los autóctonos de Europa desaparecieron ante el vigor latino ante el vigor sajón, que se enseñoreó del mundo… y el vigor sajón desapareció ante la invasión eslava; esta, ante la invasión amarilla, que a su vez fue arrollada por la invasión negra, y así, de raza en raza, de hegemonía en hegemonía, de preeminencia en preeminencia, de dominación en dominación, el hombre llegó perfecto y augusto a los límites de la historia… Su misión se cifraba en desaparecer, puesto que ya no era susceptible, por lo absoluto de su perfección, de perfeccionarse más… ¡Quién podía sustituirlos en el imperio del mundo? ¿Qué raza nueva y vigorosa podía reemplazarle en él? Los primeros animales humanizados, a los cuales tocaba su turno en escenario de los tiempos… Vengan pues, enhorabuena; a nosotros, llegados a la divina serenidad de los espíritus completos y definitivos, no nos

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queda más que morir dulcemente. Humanos son ellos y piadosos serán para matarnos. Después a su vez, perfeccionados y serenos, morirán para dejar su puesto a nuevas razas que hoy fermentan en el seno oscuro aún de la animalidad inferior, en el misterio de un génesis activo e impenetrable… ¡Todo ello hasta que la vieja llama del sol se extinga suavemente, hasta que su enorme globo, ya oscuro, girando alrededor de una estrella de la constelación de Hércules, sea fecundado por vez primera en el espacio, y de su seno inmenso surjan nuevas humanidades… para que todo recomience! Las almas que pasan.- La última guerra. ANOC/I pp. 239-245

EL REMOJÓN

Carlos Martínez Plata A continuación conocerás el percance ocurrido a una niña de diez años –narra Cuentalotodo- cuando la vida le brindó la posibilidad de entender el valor de poseer una prenda producto del esfuerzo propio.

Por la mente de humilde soñadora de diez años, corría la ilusión de estrenar un par de calzado de media punta, similar al que lucía su amiga Estela, quien era miembro del cuerpo de ballet de prestigiada academia y que la pequeña pretendía con ello seguir sus pasos. Un buen día la mamá de Estela le pidió a la niña que cuidara al bebé Davidcito a cambio de gratificarla económicamente; ante esa oferta Blanca Azucena, que lo único que tenía, era eso, su nombre, accedió con ánimo, pues esto le permitiría cumplir el deseo de poseer unas zapatillas nuevas, a su medida, y tirar las roídas, obsequiadas por su destacada amiga para cuando se presentara el momento de ingresar a la academia.

Tal y como experta ahorradora lo haría, pidió a la mamá de Estela que guardara su pago en un cochinito, hasta que reuniera la cantidad suficiente para comprar unas zapatillas como las de su hija. A partir de ese instante la imberbe niñera tuvo mayor empeño en el cuidado del bebé y de llevar a cabo cuanto encargo se le hiciera.

Al tiempo del nuevo ciclo a la academia, y a la cual Blanca Azucena había sido aceptada, la señora decidió adquirir zapatillas para Estela, y como fue toda la familia, se hizo imprescindible que Blanca Azucena también acudiera. Al conocer la pequeña nana la majestuosidad de una zapatería especializada, su

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rostro se iluminó al imaginarse que en ese aparador se encontraba la soñada prenda, por lo que de inmediato preguntó a los papás de Estela si ya había reunido con su trabajo cuarenta y nueve pesos que era el precio de su ilusión. Seguramente que aún no lo había logrado, pero al observar su gesto de entusiasmo, en secreto murmuraron acerca de completarle la suma del valor de las zapatillas a fin de que se las llevara de inmediato.

Blanca no pudo responder la pregunta de la medida de su pie, y lo más sorprendente es que al primer par que le mostraron, a pesar de que le apretaban, respondió con un ¡Sí, si me quedan!, pues temía que no hubiese de su número. De esa zapatería salió agraciada institutriz que no cabía del gusto por sentirse sobre la duela con zapatillas de su propiedad.

Ese fin de semana Azucena prefirió quedarse sin cenar para visitar a toda su familia, pues era la primera ocasión que tenía la oportunidad de mostrar algo propio, nuevo y a su gusto; bueno, casi… por lo que dicha experiencia fue singular motivo para relatar este suceso que aún no termina.

Llegado el día de su primera clase la ingenua nana se dio cuenta que sus compañeras cuchicheaban; y de pronto se acercaron a ella, una por una, para pisarla al tiempo que gritaban ¡Remojón! Sería ese un momento de tristeza con cubierta de agrado, al fin, tenía la suerte de pertenecer a un grupo.

Al regreso a casa con el dolor de los impactos de bienvenida y con los zapatillas, que al hombro lucía, al querer cruzar la calle, dada la distracción, fue arrollada por un automóvil, e instintivamente se incorporó hacía la banqueta; buscaba con ansiedad las zapatillas que con el impulso habían volado a lo lejos, extraviándose. Recibió la atención médica y se le preguntó acerca de sus molestias, -respondió: me duelen las dos zapatillas, la izquierda y la derecha- le angustiaba el hecho de haberse esfumado su gran ilusión. De pronto por su rostro brotó tenue sonrisa y por la mente corrió este pensamiento: ¡Vaya, qué infortunado remojón!

Su pena fue gratificada debido al empeño y rápidos avances en la danza; con zapatillas prestadas, obtuvo cuantiosa beca que le permitió posteriormente, estrenar muchos pares de distintas puntas, ahora sí, a su medida, sin el afectuoso percance del remojón.

EL JARDÍN DE LA ALGARABÍA Un cuento para ser cultivado

Carlos Martínez Plata

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Desde un tiempo casi olvidado existe el valle de la eterna primavera. En él habita una feliz pareja con tantas alegrías como de años acumulados. Gustan del cultivo de las flores. Las consienten tanto que a diario les cuentan historias de bondad y jubileo y llegada la noche las arrullan con cantos de paz y ternura. Insectos terrestres y alados acuden a deleitarse con los amielados néctares que de las flores emanan. Por el clima de generosidad que en el valle se prodiga, las flores adquieren un rostro fausto, capaces de obsequiar los colores más encendidos, los aromas más seductores que en todo el planeta se pudiese dar.

La tristeza y el desconsuelo son plagas exterminadas. A la llegada de los madrugadores rayos solares, que por mañaneros son muy jocosos, refractan sus irisados colores para anunciar el nuevo día a las flores espigadas al igual que a las tiernas florecillas. La lluvia, mientras tanto, desprende leve chipi chipi para cumplir con su misión de refrescar al reino de los lozanos pétalos.

En festivo vuelo, aires jacarandosos incitan rítmico danzar del florido jardín. Abejas, gusanos, hormigas y colibrís, con su labor recolectora y reproductiva excitan los humores de la flora. Los rosales se tiñen de rojo debido a su intenso reír al momento en que los rayos del sol acarician sus tiernos capullos; el ave del paraíso desprende carcajadas cuando el colibrí repicotea sus entrañas; el girasol se agacha al no soportar la risa cuando la abeja con el aguijón cosquillea su corona segmentada; el alcatraz se ruboriza al instante en que el rocío resbala por su esbelto cuerpo, y el clavel sonríe con disimulo al sentir el hormigueo en su delgada figura.

Al extinguirse la inmensidad de la bóveda azul celeste, y a la llegada de las tonalidades del crepúsculo, se desprende el alma de las flores en vuelo de mariposas cuyas alas festinan en suave murmullo el color que de las flores toman.

Todos, flora, fauna, viento, luz y lluvia pipiolera gozan de plena algarabía en santuario de amor, secreto pues, para gozar de una eterna primavera, como lo es, la que tras mucho, mucho tiempo, disfrutan la longeva pareja cultivadora del edén de la eterna alegría, doña Margarita y don Nardo.

EL CANTO DEL AGUA

Carlos Martínez Plata

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Déjenme correr, nadar y volar para que escuchen mi canto

Cuento para saciar el espíritu Érase la tarde de un verano reciente cuando la jornada de recolección de alimentos y de equilibrio ambiental concluía para las especies de insectos que protegen al acogedor Valle de La Noria, donde las ardillas corren, saltan y hasta vuelan…, y el aire viene a guardar los secretos de los enamorados. Persistente lluvia fina había cesado en su labor de riego de temporal.

La colonia de hormigas ecoguardas se disponía a tomar un breve reposo. De pronto dos de sus miembros observaron cómo un haz de luces de colores se infiltraba en el confortable aposento. La curiosidad por averiguar su procedencia les despertó el ánimo para ascender a hurtadillas por los fascinantes fulgores. Fue tan grande la emoción causada que sin pensarlo se encontraban alejados del punto de partida.

Tras breve pausa apreciaron que su ubicación era muy a lo alto, justo a la mitad del arco luminoso, circunstancia que los obligaba a tener cuidado de su orientación, por aquello de que en lugar de seguir avanzando retrocedieran hasta el hormiguero.

Al momento de querer reanudar la travesía se paralizaron del asombro originado por una gota de agua que se balanceaba desde esa altura al compás de rítmica tonada que decía:

-Seré… la gota de agua que saciará tu sed. Seré… lágrima de tristeza si no cuidas de mí. Seré… seré… seré…

Cuando terminó su canto realizó fenomenal giro alrededor del arco para quedar firme en medio de ellas y saludarlas con un: -¡hola, risueñas amigas!, soy gota de agua clara y vengo a dar vida a flores, plantas, árboles; fauna superior, pequeños insectos, así como son ustedes; ¡ah! y hasta para quienes se dicen humanos, al parecer nada razonables. -¿Agua clara?, ¿qué significa eso? –la interrogan-

-Sucede que esta mañana broté de la profundidad del planeta a través de los respiraderos de joven volcán. Ese volcán se llama El Ceboruco –advierten a la par las hormigas- es hermano menor del volcán Sangangüey, centinela fiel del Valle de Matatipac, en donde se localiza la ciudad de la lluvia caprichosa: Tepic, capital del estado de Nayarit. Estuve confinada durante mucho, mucho tiempo, en un manto acuífero subterráneo, -prosigue la de figura aperlada- de ahí que soy

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clara y pura y vengo a renovar a Atzil quien se ha vuelto gris y ha perdido sus propiedades a causa de agresiva contaminación.

Diligente la hormiga mayor hace la obligada presentación: –ante ti gota de agua clara: mi compañera Olinka, y yo, que respondo al nombre de To. Somos hormigas vigías del medio ambiente, en ocasiones agricultoras, otras pepenadoras, a veces exploradoras y si las circunstancias lo requieren hasta apaga fuegos. Dependemos al igual que todos los seres vivos, de tu imprescindible benevolencia. ¿Sabrás?, estamos inquietas por conocer el origen de esta belleza de luz multicolor. –Les recuerdo que permanecí cientos de años entre la corteza terrestre y algunas cosas las he olvidado -insiste la gota de agua primigenia-. Llegué aquí porque fue el único sitio que encontré para impedir caer sola, pues podría lastimarme. Me aterra, entre otros temores, la idea de ascender tan pronto a la hidrósfera, en donde con la fuerza de los rayos ultravioleta me descompondría para abandonar la atmósfera; por lo que no quedó de otra más que sujetarme del arco violeta y desde aquí disfrutar de la brillantez de los espejos de agua y del festivo respirar de las ballenas.

Dejemos para luego este fascinante enigma policromado, -refiere To-. Qué te parece agua clara si esperamos a que pase una nube para invitarla a platicar y te recuerde acerca de las formas que tendrás que adoptar, al igual que de los cuidados que deberás tener para impedir ser arrastrada por un torrente de aguas residuales, propio de estos tiempos -¿Una nube? ¿Habrá alguien en estas alturas? En ese instante Olinka advierte con alegría: -mira, ahí viene Nube de Algodón con su amplio velo de novia; ella podrá aclararte cuanta inquietud tengas.

Complaciente, Nube de Algodón se integra al grupo y las cuestiona: ¡vaya modo de gozar de la Naturaleza!, montadas en la cima del Arco Iris, ¿del Arco Iris? –responden con emoción tanto la gota imberbe como Olinka y To-, al tiempo en que la diligente nube contempla a la gota de agua clara. Fue tal su admiración que sin más precisó: -¡caray cuánta transparencia!, aún mayor que las gotas de agua dispersas que con la luz solar proyecta el arco de colores-. No creo haberte visto antes, joven gota de agua –le dice Nube de Algodón-. Estás en lo cierto –le contesta la gota de agua clara, y continúa- recién he sido expulsada de las entrañas del planeta y estoy ansiosa por proporcionar la savia de la salud. –Bienvenida, Aguaclara, así te llamaremos –afirma Nube de Algodón-, mientras que To lo festeja con un ¡agüita de sabor!, y hace la siguiente petición: nube de las mil formas, nuestra cristalina amiga quiere que le platiques el cuento de su vida; siente temor de que ésta pueda ser inútil, en el remoto caso, pero muy remoto, -en tono irónico- de que su destino sea descender por una llave de agua imperfecta, o bien afrontar el rechazo de las plantas y animales al verse

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contaminada con metales pesados, venenos orgánicos, detergentes, solventes, o algún otro elemento tóxico.

Esa suerte podría darse -señala Nube de Algodón-. Aguaclara se muestra complacida y suplica: -estoy sedienta en escucharte nube esponjosa. -Serás complacida, pero no te apresures. Les propongo algo sensato, -precisa Nube de Algodón- dado que recién acabo de revitalizarme con el vapor de lluvia de hace unos minutos, tendrá que pasar alrededor de ocho días para adquirir la carga suficiente y poder precipitarme una vez más; así es de que deberán esperar a mi nuevo arribo a la superficie. ¿Qué tal si nos vemos en la ribera de la laguna encantada de Santa María del Oro y ahí a la sombra de frondosas higueras charlaremos tanto, cual intenso chaparral? ¿En la laguna formada por lágrimas de una princesa desconsolada? –pregunta To-. Sí, es muy profunda, puesto que es el cráter de un volcán –le responde Nube de Algodón- ¿Fue tan grande el pesar de la princesa? –cuestiona Olinka- Larga fue la espera al amado, nunca llegó –le responde Nube de Algodón-. Y ahora; bajen como en gran tobogán por la otra mitad del Arco Iris.

-¡Bravo, bravo!, al fin sabremos donde nace este bello fulgor, ¡al agua patos! –incita Olinka-. Entre exclamaciones de algarabía caen en el manto de agua de enorme cascada, que los lugareños llaman Salto de Jumatán, produciendo un salpicar que dibujó una fuente monumental. La bulla cesó al observar la forma en que el Arco Iris se desvanecía, a lo que To alude: -¡uff!, a tiempo.

Los ocho días de espera significaron para Aguaclara un período de grata experiencia. Durante ese transcurrir pudo percatarse del humedecer de la tierra; de cómo las plantas y los árboles succionan y evaporan el agua; los arroyos, lagos, ríos y lagunas aumentan su caudal; el mar recupera sus evaporaciones; el rebaño abreva; la fauna mayor disputa el preciado líquido; el ser humano la retiene y almacena, se recrea y traslada en su cauce, mueve maquinaria y produce energía. Olinka y To se mantuvieron alejadas de las peripecias de Aguaclara recolectando exquisitas hojas para depositarlas en su elástica bolsa que se encuentra adosada en el vientre y que les permite ser caritativas al sustraer los deliciosos frutos que habrán de ofrecer en su retorno a los compañeros de hormiguero.

Al acercarse la hora del reencuentro, en precaución, salieron con suficiente tiempo a la esperada cita; sus enagüillas rayaban de limpieza. En ese transitar descubrieron a la vera de agonizante charco un letrero que decía:

Aviso al público de la República, que el agua pública se va acabar, para que el público de la República, cuide el agua pública del manantial.

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Intrigadas por el inusitado anuncio se dieron maña para acudir con el Rey de los Charcos a fin de esclarecer acerca del fatal pronunciamiento. El Charcorrey las recibió con júbilo, contrario a lo pensado por Olinka y To de que se mostraría afligido por habitar en el fango. Su satisfacción obedece a que en esas aguas estancadas se reproducen sanguijuelas y renacuajos, ahora requeridos con propósitos de utilidad médica. Las glamorosas hormigas en ropaje de organdí se acercaron de puntitas a él para evitar que se ensuciara su blanco vestuario y con decisión le preguntaron: -¿Es verdad de que el agua pública se va acabar? -Por principio de cuentas –le responde- debemos entender que esa agua pública, no sólo es la de los manantiales, lo es también, la tratada químicamente por los humanos para su consumo diario y la cual en un alto porcentaje la desperdician sin uso alguno. ¡Aguacero sin paraguas!, -irrumpen las de vida en sociedad-.

La cosa no termina ahí, -continúa el Charcorrey-, el problema es su complejidad y su alto costo para hacer potable el agua bruta, puesto que cada vez los centros de población requieren más y los manantiales tienen una capacidad limitada; de ahí que deban recurrir a otros que se encuentran a mayor distancia. ¡A sacar agua del pozo! Gracias por tu información Charcorrey, -manifiesta Olinka.

To considera que resultaría imprudente hacer este comentario a Aguaclara. -Ni tampoco decirle de la existencia de fétidos charcos, producto de las manchas urbanas, se los digo yo, su Majestad Agua Negra. Fiel a mi suerte permanezco en este lugar desde que conformábamos un extenso lago. Aquí había mayor número de patos que los que ahora chapotean en la laguna de Santa María del Oro. ¿Santa María del Oro?, -susurran con preocupación Olinka y To-, ¡vámonos!, allá nos espera Nube de Algodón. Hoy se cumplen los ocho días de recarga, lo cual significa que ella, después de haberse condensado, estará por precipitarse y no vaya a ser que se infiltre rápidamente en el subsuelo.

La humedad y el frío se dejaron sentir. Cortaron camino por cuanto túnel encontraron. Al salir del último pasadizo percibieron un ambiente de tormenta. El que fuera alguna vez pulcro vestuario, además de su morral y paliacate, se encontraba todo enlodado; sin embargo, aun con las antenas terrosas, arribaron puntual a la cita. Las primeras gotas de lluvia habían retumbado en las tensas aguas de la laguna. Aguaclara, quien también llegara presurosa, sorprendida por el insensato redoble, interrogó: -¿pero qué es eso?- Es agua geométrica, diáfana como el ópalo blanco, -enfatiza To-. Dentro de la densa cortina gris se escucha: tin, tirintintín, amigos, soy yo, el alma de Nube de Algodón, me he multiplicado en granizo..., permítanme entrar a su refugio, la tormenta va a ser intensa.

Pongámonos cómodos -exhorta Nube de Algodón con cara de granizo-. Para esclarecer las bondades que habrás de brindar, pequeña turquesa celeste,

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bastará evocar algunos pensamientos del poeta nacido en estas tierras abrazadas por ríos, esteros, lagunas, presas y salpicadas por largo litoral marítimo…

De niño vivió en un caserón desgarbado, y en cuyo patio lamoso crecían bellos árboles del trópico, y en un rincón, un viejo pozo servía de guarida a una tortuga, que desde el fondo y a través del tranquilo cristal del agua lo miraba estirando su cabeza de serpiente, me refiero a Amado Nervo, quien describe que gracias a saber escuchar el gorjeo de un hilo manso y diáfano de agua, pudo aprender que: El agua toma siempre la forma de los vasos que la contienen… Hoy soy torrente inquieto y ayer fui agua tranquila; hoy soy, en vaso esférico, redonda; ayer, apenas, me mostraba cilíndrica en las ánforas plenas, y así pitagorizo mi ser, hora tras hora: hielo, corriente, niebla, vapor, todo lo soy, y a todo me pliego en cuanto cabe.

Yo canto mientras tú penas, así se expresaba de su hermana Agua, y continúa: Canto cuando soy chorro, canto cuando soy gota… ¿Pretendes ser dichoso? Pues bien: sé como el agua; lleva cantando el traje que el Señor te viste, y no estés triste nunca… Lograrás, si lo hicieres así, magno tesoro de bienes: si eres bruma, serás bruma de oro; si eres nube, la tarde te dará arrebol; si eres fuente, en tu seno verás temblando al sol; tendrán filetes de ámbar en tus ondas, si laguna eres, y si océano, te plateará la luna. Si eres torrente, espuma tendrás tornasolada, y una crencha de arco iris en flor, si eres cascada.

La aleccionadora charla se vio interrumpida con suspiros y lágrimas de Olinka; Aguaclara, en cambio, reflejaba un profundo interés pidiendo que prosiguiera. Nube de Algodón convertida en granizo se echó una frazada y reanudó su cautivante relato: -el mismo poeta de quien les he estado platicando, sabe definir nuestras propiedades, formas y estados; y cita: -Mi gota busca entrañas de roca y las perfora… -En mí raya el milagro de la locomotora… -Yo pinto la acuarela… -Soy pródiga de fuerza motriz en mi caída.

¡Caracoles al vapor!, -interrumpe Olinka-. En tono discreto sostenido, Nube de Algodón continúa: -El vapor es el alma del agua, y el agua siempre sube… Así como sonrisa del agua es el rocío, y el lago sus miradas y su pensar la fuente; sus lágrimas la lluvia; su impaciencia el torrente, y los ríos sus brazos; su cuerpo la llanada sin coto de los mares, y las olas, sus senos; su frente, las neveras y los montes serenos, y sus cabellos de oro líquido, la cascada.

Tras leve respiro, Nube describe a la nieve de acuerdo al pensamiento del poeta en cuestión: -Yo soy la movediza perenne; nunca dura en mí una forma… Cayendo silenciosa, de blanco al mundo arropo… ¿Por qué soy blanca? En premio del sacrificio mío, porque tirito para que nadie tenga frío.

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Ahora dinos qué piensa del hielo ¡brrr! –solicita To-. -Del hielo refiere: Tú no sabes cómo padezco nostalgia de sol bajo esa sábana siempre fría. …tú ignoras esa angustia: mas yo no me rebelo.

¿Y del agua marina, qué es lo que piensa?, -pregunta Aguaclara-. –Que en ella hay serenidad; y declara: Mis ojos se han vuelto claros, de tanto mirar al mar.

En suave murmullo expresa Aguaclara: -cuando sea gota de mar, viajaré de orilla a orilla ¿Y de las nubes qué es lo que retrata? -se escucha la voz cariñosa de Olinka-. –De ellas supo observar: ¡Qué de cuentos de hadas saldrían de esa nube crepuscular, abismo celeste de colores! Cuánto plumón de cisne, cuánto sutil encaje, cuánto pavón soberbio de colas prodigiosas.

Hasta aquí el avío de las referencias de nuestro hermano poeta, advierte Nube de Algodón, quien ya para entonces con el calor de la plática empezaba a derretirse. To, con su peculiar picardía celebra el relato y sacarronamente manifiesta: ¡qué reconfortante empapada de pensamientos!

Aguaclara por su parte exclamaría: -Quiero entender que yo Aguaclara podré ser como tú. -¡Claro que sí! Al convertirte en vapor de agua condensada serás nube cirros de gran penacho, de aspecto sedoso, volarás muy alto, tan alto que no caerás en lluvia, adornarás el cielo antes de la salida del sol o después de su puesta; también te podremos ver como nube estratos, de vuelo rasante y de extensa niebla; serás llovizna fresca con oportunidad de transformarte en nube cúmulos, de aspecto denso, espigada y poderosa, traerás la lluvia, el granizo o la nieve.

Con placidez Nube de Algodón les narró acerca de la escarcha, heladas, brisas, rocíos, chaparrones, chubascos, ciclones, huracanes tornados y también del chipi-chipi.

Eres demasiado condescendiente con nosotras –le reconoce Aguaclara a Nube de Algodón-, me llena de alegría al saber que seré fuente de vida. Dejaré embotellada la amenaza de mi deterioro debido al mal uso que puedan hacer de mí; en ser motivo de disputa; o lo peor, en ser atraída por quienes se apropian de los recursos naturales para explotarnos como mercancía con fines de lucro. En tanto eso no suceda, empezaré mi ciclo de vida a tu lado, permíteme agruparme en ti, Nube de Algodón. -Sé bienvenida… y que se vierte en la inmensa cantidad de gotas contenidas en Nube de Algodón. En jubiloso rondar por el alto cielo, decidieron días después, precipitarse en la dorada laguna. Fue tal su vitalidad que la laguna se desbordó llevando agua suficiente al Charcorrey.

Olinka y To con sonrisa de antena a antena buscaban el camino de regreso, cuando de repente las gotas de agua dispersas en el espacio, con las

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caricias de los rayos del sol dibujaban dos Arco Iris. Ni tardas ni perezosas, las de aptitud múltiple, abordaron uno cada quien para retornar a su hormiguero.

Al llegar, con la vestimenta mojada, se vieron precisadas a contar con detalle todo lo acontecido, como tú estimado lector habrás de hacerlo a fin de que: El público de la República, cuide el agua pública del manantial. En el Valle de la Noria el aire guarda un secreto más, y desde entonces se escucha un festivo canto:

-Soy la gota de agua que limpia tu ser, rocío de la mañana si sabes cuidar de mí.

Nube de Algodón, con Aguaclara en su seno, se convertiría de nuevo en vapor después de haber saciado la sed a los plantíos de maíz, frijol y árboles frutales que en el valle se cultivan, mientras que la intrépida Atzín recobra su nitidez en las entrañas del Ceboruco.

Y colorín colorado, este cuento ha charpeado… de reflexiones. Tepic de Nervo, Nayarit, 20 de mayo de 2005.

CUANDO EL SEÑOR SOL DECIDIÓ DARSE UN BAÑO DE MAR

Carlos Martínez Plata

Natura: Solidaridad sin límite Cuento para leerse en caso de calor

El señor Sol cansado de tanto irradiar calor, a la mañana de cálido verano cuando una nube errabunda se cruzaba en su camino aprovechó la ocasión para tomar confortable pausa en el cautivador planeta azul. La señora Luna, serena vigía del globo acuoso, accedió a la súplica del astro Rey para que en su ausencia emitiera pinceladas de luz a fin de evitar la penumbra y de disminuir el calor sofocante de la temporada. El ardiente astro creía que el planeta celeste era todo mar, de ahí su irresistible anhelo por hacer alarde de valor tirándose un chapuzón desde tan lejana posición en el Universo.

Dado que no sabía nadar y tras advertir la existencia de masas terrestres, en actitud prudente se dejó guiar por un pececillo aventurero que se dispuso a nadar a lo largo del río Lerma-Santiago entre presas y lagunas hasta llegar a las

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tentadoras aguas del sinfín de vidas: el mar. En esa singular aventura, el señor Sol, al percibir la brisa marina, exclamó: ¡mar a la vista! Desde la boca de un estero llamado Matanchén apreciaría con curiosidad el latir de los océanos. Le recreaba la manera en que las olas irrumpían con su cosquilleo a la placidez de las playas.

El coloso de las altas temperaturas ardía de ganas por darse refrescantes baños de mar. Le avivaba el deseo de sestear en esas playas del pacífico mexicano. Fue tal su suerte que el inquieto pececillo lo condujo al enigmático puerto de San Blas, enclavado en el litoral del Estado de Nayarit. Una vez asentado en la blanda arena quiso disfrutar de la sombra que proporcionaba la palmera desparpajada, la cual tenía como costumbre cortesana abanicar a ritmo de autóctono Son, tan luego y alguien se postrase en su lecho. Este acontecimiento y un platón de yaca, produjo en él inusitados ánimos de canto, al tiempo que amainaron los chorros de sudor que emanaban de su cuerpo esférico. Se dice que a lo lejos alcanzó escuchar esta festiva tonada:

Ahí vienen las olas muy suaves y solas, muy suaves y solas ahí vienen las olas; ahí viene el pulpo sin ningún enredo, son ocho sus brazos y no tiene dedos; en el fondo de la mar, el coral con su vaivén, no cesa en su llamar, le dice ven, ven, ven... venid al mar –más de repente llegó la ola a toda prisa, le dijo ¡hola!, ¿quieres conmigo nadar? –Contigo iré, pues con viento fresco y ondulada marea, contento aprenderé.

Cuando el de rayos cegadores estaba a punto de recibir la primera clase de natación, arribó el delfín plateado sin su contagiosa sonrisa y a salto rasante musitó: -El mar está triste, la madre ostra sufre de gran pesar, pues su bella perla no encuentra ya; el caballito de media alzada ha cesado de nadar y el pez pipiolo hace un instante al parecer fue atrapado por el chinchorro del pescador. El delfín plateado se hacía acompañar de infanta ballena jorobada, tenía la encomienda de dirigir su chiflón al distinguido viajero en señal de bienvenida.

Con prontitud el señor de las llamaradas agradece el cumplido y expresó su consuelo al inmenso manto temblorino. De manera acomedida le pide: -dame tus olas afligido mar, si lo permites te he de ayudar. Yo que todo lo ilumino

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lanzaré mis poderosos rayos, si es necesario hasta los escondites en donde guardas el misterio de tu riqueza. Trato hecho –le responde desconsolada- abriré para ti mis entrañas y con la fuerza de mi salinidad evitaré que te ahogues, si tú a cambio me traes lo que en este día es causa de mi desconsuelo.

El señor Sol acostumbrado a que todo gira alrededor de él y a la capacidad de arribar en un instante hacia cualquier punto del espacio, pensó que sería cosa fácil, pero cuál fue su sorpresa que había lugares en donde su luz nunca llegaba. Titiritó de frío cuando incursionó en el Ártico con sus gélidas aguas y enormes témpanos de hielo; ahí una multitud de peces en pie vestidos elegantemente y otras especies marinas andantes, a medio erguir, entonaron un coro de hurras bajo descompasados aplausos. Su asombro fue mayor al observar en las cálidas aguas de los trópicos a un cristalino grupo de medusas que danzaban con mágica armonía entre diamantinos corales para cargarse de energía, mientras que un colorido cardumen ondulaba en rítmico danzar.

Minúsculas especies luminosas enmarcaban el espectáculo. Impulsado por peregrinas corrientes y entre mantarrayas y calamares gigantes, se hizo de nuevos amigos a cuan más envidiables, al tener como casa al mar. Pronto comprendió de la fragilidad de la salud de los océanos y que si abusaba de su fuerza solar rompería el equilibrio; bastaría subir su temperatura tan sólo un grado para generar cambios climáticos en el planeta. En un descuido sus rayos se paralizaron a causa del tremendo susto sufrido al no poder tocar fondo. Su luz perdía intensidad. En esa negrura, existía vida. Agotadas las esperanzas de localizar a los tres extraviados, recurrió a la fauna terrestre por aquello de que se hubieran internado en territorio firme.

Acudieron al llamado, Pepe Aguiluz, el de la vista telescópica; Grulla Real, el ave incansable; y Rana Saltarina, la de ojos y patas saltonas. El plan para el rescate consistió en aplicar las habilidades que a cada uno la propia Naturaleza les dotó.

Pepe Aguiluz conocedor del vaivén marino, así como de los incontables naufragios, no tuvo dificultad alguna para encontrar a la perla perdida. En la cima de un risco, ella quería al cielo alcanzar para adquirir su claridad y proyectarla al fondo de los mares. Había sido expulsada hacia lo alto por el chiflón de una ballena gris desde las tibias aguas de la playa de Litibú, en donde las aves cantan. Grulla Real localizó al caballito de mar de media alzada, ¿pues qué creen?, quiso ser de vuelos quijotescos convirtiéndose en vigoroso Clavileño para rociar con las aguas de las marismas del sistema lagunar a las zonas de cultivo agrícola del Nayar. Rana Saltarina, con la ayuda del pececillo aventurero brincó entre charcos hasta el alto lagunar en el que el pez Pipiolo se divertía

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jugando a las escondidas con los cauques en las aguas sulfurosas de Caramota que irrigan la escarpada serranía de Huajicori. Con ello, el ingenioso Pipiolo evitó que los bigotudos camarones de agua dulce fueran atrapados al dejarse llevar por las corrientes río abajo. Anhelaba, además, darse baños termales, pues era un pececillo algo friolento.

Una vez superado el compromiso, el señor Sol merodeó en los abismos del planeta Mar para percibir la sensación de frescura que nunca había experimentado. Los menudos personajes desaparecidos habían emprendido causas solidarias con tenacidad de centenaria caguama.

Se cuenta que entrada la tarde el ardiente astro, cual juvenil turista, se deslizó con destreza sobre las olas de las interminables playas del Novillero; que se apaciguó con la placidez de la legendaria isla tierra adentro de Mezcaltitán y se introdujo entre manglares y aguas cristalinas de la Tovara; que se sumergió hasta el inmenso y misterioso fondo de la Laguna de Santa María del Oro; gozó de los verdiazules en arena aperlada de la Isla del Amor; se sabe también que se deleitó con el vuelo de las aves migrantes que huyen del frío polar para resguardarse en las marismas samblaseñas; y que en la dorada arena de la Riviera Nayarit escribiera su nombre y así, según la tradición popular, tener pronto regreso.

Finalmente le dio tiempo de reposar en la inmensidad de la Bahía de Banderas en donde se apostó al pie de frondoso árbol de huanacaxtle para tomar un baño de luna y gozar del tranquilizante oleaje que en gratitud la diosa del mar Aramara le obsequiara por el rescate del trío marino. En correspondencia el de la luz poderosa concedió su brillantez a un par de diligentes perlas, una para colorear el atardecer y la otra para iluminarte a ti.

Bajo un cielo crepuscular adornado con alegóricas formaciones de rosados flamingos, más el dulce trinar de zenzontles, jilgueros y hasta de palomas pintas, el bañista emprendió retirada hacia el horizonte luciendo un piquetito de jején.

En medio de ese singular suceso a lo lejos se alcanzó a escuchar: -¡El Sol es perico perro, perico perro...!, a lo que el importante turista respondió con un guiño de ojo. No le era extraño la picardía de los pericos marceños de la región. En su despedida le pidió a la reina de las aguas un poco de líquidos para los mares secos de la Luna. Ya de paso lanzó severa advertencia a todos los isleños (se refería a los habitantes del planeta): ¡aguas con el mar, que es la cuna de la vida!

La costa del pacífico estrenó al momento del ocaso una sinfonía de colores; la de tez plateada humedeció su piel reseca y esa noche su cara oculta fue vista en franco sonreír al romper de sus propias olas. Se sabe que desde entonces, el disco candente calma su calor al menguar la tarde sumiéndose en el vientre

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verdoso de la fertilidad: el mar; y resguardarse en soledad, en la Isla del Amor de Las Marietas, tesoro escondido del litoral nayarita.

Y colorín, colorado…, este cuento me ha refrescado.

Si acaso, amigo lector, no cree en la veracidad de este acontecimiento, podrá despejar la duda preguntándole al señor Sol de su estancia en las playas de la Riviera Nayarit, si le contesta: “¡hey!, si vieras qué a gusto, ¿a quién no le va a parecer?”, seguro estoy que me concederá la razón de lo dicho.

Playas de Litibú, Riviera Nayarit, 9 de mayo de 2007

INQUIETUDES DE UNA RAYA

Margarita Robleda Una raya rayada, cansada de sentirse raya, soñaba con sentirse círculo. Se sabía tan recta, sin sorpresa, tan sin chiste, que decidió salirse de su espacio dispuesta a correr riesgos e investigar la receta. Por la planicie de una hoja se encontró con una escuadra. -Hola, raya –le dijo ésta. -Hola –respondió sorprendida-. ¿Quién eres? Te ves diferente. -Me llamo ángulo. Me parece que somos algo así como parientes. ¿A dónde vas? -Me gustaría aprender a ser círculo. ¿Podrías enseñarme tú? -A ser círculo no, pero si quieres, puedes ser ángulo. -Suena interesante. ¿Qué debo hacer? -Es muy fácil, únicamente debes doblarte a la mitad, así. -¡Oye! Se siente bien ser escuadra, esto es más emocionante que ser simplemente raya. -Y esto no es todo –dijo el ángulo entusiasmado. –Si tienes 90 grados, te llamarás ángulo recto. Si son más, serás obtuso. Y menos de estos grados, ángulo agudo. ¿Ves qué divertido? ¡Oh sí! –respondió la raya cambiando de grados para formar distintos ángulos.

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Un día se cansó de ser obtusa, recta, aguda y decidió que mejor retornaba a su posición inicial de raya para continuar su camino. El ángulo le recomendó visitar a su primo el triángulo, tal vez él sabría… El triángulo resultó un personaje muy divertido. La raya lo encontró produciendo música con un palito, en una orquesta. -¡Tú has de ser la raya que quiere ser círculo! El me echó un grito que vendrías . Si tú quieres, yo podría enseñarte a ser triángulo, incluso a tocar en una orquesta, pero me temo que no sé nada de círculos. La raya lo escuchaba fascinada, moviendo sin pestañear sus rayados ojos. El triángulo vibraba de entusiasmo y vida. -Si aprendiste a ser ángulo, sabrás que yo tengo tres. Divide tu raya en tres secciones, la primera y segunda en ángulo agudo, la tercera la unimos con la primera. Puedes ser isósceles, si tus lados son más largos que tu base; equilátero, si los tres son iguales. La raya sudaba grados para atinar con las indicaciones. -¡Muy bien! –aplaudió el maestro. –Ahora ya sabemos que puedes ser un verdadero triángulo. La raya se sintió satisfecha… por un tiempo; después de éste, decidió que ser triángulo no era suficiente. El triángulo le sugirió visitar al cuadrado. A este señor lo encontró muy ocupado, pero después de leer la carta de presentación, aceptó ayudarla. –Si pudiste convertirte triángulo, no veo porque no puedas hacerlo en cuadrado. Ahora, en vez de tres, te dividirás en cuatro partes iguales. La primera la doblas para arriba y la segunda la dejas abajo; ¡eso! Ahora tienes un ángulo recto. La tercera para arriba nuevamente, en escuadra. Ahora tienes dos, la cuarta parte la unes a la primera. Ahora tienes cuatro ángulos rectos de 90 grados. -¿Ves qué fácil es? Si estiras el ángulo de arriba y de abajo, te puedes convertir en rombo. La raya dócilmente seguía todas las instrucciones de su cuadrado maestro. Después de lograr su objetivo decidió: Te agradezco, cuadrado, todas tus explicaciones, pero ¿sabes?, a mi me gustaría ser círculo y no sé qué hacer. -No es tan difícil como piensas –respondió el cuadrado. -¿No lo es?

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Después de haber sido ángulo, triángulo y cuadrado, eres más ágil y flexible. No creo que tengas problema. Tal vez si t cabeza toca tus pies… Pero ¡no! ¿Qué digo? La ciencia es algo serio –tosió. La raya se despidió con sus ojitos brillantes. En su camino se topó con una naranja. Fue tan de repente, que la raya enmudeció por la emoción. -Hola –dijo la naranja. -¿Te sucede algo? La raya parpadeó al sentirse descubierta. -Eres tan hermosa… (Si tu cabeza toca tus pies… recordaba) -Gracias –respondió la naranja con airecito de flor de azahar. -Te he buscado tanto y ahora que te encuentro… -¿Puedo hacer algo por ti? –preguntó la naranja ruborizándose de anaranjado. -No sé… no sé cómo decirlo –balbuceó la raya muerta de vergüenza. -Anda, no tengas pena. -Bueno –la miró de reojo. -¿Me permites abrazarte? -¿Abrazarme? –preguntó sorprendida la naranja. -Sí –respondió la raya zigzagueando por la emoción. -Con tu abrazo yo podré tomar forma. El contacto contigo me permitirá ser lo que siempre he anhelado: ¡círculo! Sin ti seré únicamente una raya más, sin gracia, sin chiste. -Vaya –respondió la naranja- me alegro mucho de poderte ser útil. La raya comenzó a alargarse hasta formar una media luna. “Si pudiera crecer un poco más”, rezaba la raya. La naranja, quietecita le echaba porras en silencio. “Si tu cabeza toca tus pies, pondrías el mundo al revés”. La raya transformada por el abrazo en círculo, se despidió agradecidísima de la naranja dando maromas. Ésta, emocionada, soltó una lágrima de jugo de naranja. Como círculo, descubrió la redondez del mundo, brincó de arriba abajo sintiéndose pelota, globo, sol, pompa de jabón, envolvió a un huevo y se convirtió en círculo ovalado, pero fue hasta que abrazó a una estrella, cuando se dio cuenta de lo maravilloso que era ser una raya. “Yo que me pensaba ser tan plana, tan insignificante, tan sin chiste… tengo todas las posibilidades del universo: si lo deseo, pudo ser triángulo y participar en una orquesta, puedo ser una caja, un sol o una estrella, puedo incluso jugar a ser garabato. ¡Se vale equivocarse! O puedo ser tan larga como

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una carretera . entre todas las formas y bellezas, he descubierto que soy la más divertida, porque puedo convertirme en lo que yo quiera”.

TU CUERPO

Amado Nervo ¿Por qué has de menospreciar tu cuerpo? Es, en primer lugar, el temple maravilloso de un dios escondido. Es asimismo, una obra de arte del ignoto Escultor. Estúdialo desde todos los puntos de vista. Mira su exterior armonioso; analiza su autonomía; entra hondo hasta el torturador misterioso de sus células; todo en él es belleza, es fuerza, es gracia, es enigma. Dios mismo ha modelado su forma. Con los pacientes útiles de la evolución, en el inmenso taller del mundo, ha ido forjando cada órgano. Hay en él hasta divinas rectificaciones: los órganos hoy atrofiados, que sirvieron en lejanas épocas. ¿Por qué has de menospreciar tu cuerpo? ¿No te da él las ventajas de los cinco sentidos para asomarte al Universo? Es sagrado tu cuerpo; sus deseos son también, cuando nacen de la vida ficticia conque torturas la vida natural que se te otorgó. Dale amor sin exceso, como la madre da a su hijo cuanto pide, siempre que no le haga daño a él ni haga daño a los otros. No le mancilles jamás con bajezas. La estatua es de barro. Mas no pongas lodo en ella…

ETERNO SÍNTOMA

Queta Navagómez Tés de manzanilla con miel y limón, cataplasmas de tomates asados alrededor del cuello, terramicina en trociscos, penicilina inyectada, extractos de propóleos, traguitos de tequila, gárgaras con bicarbonato… Ni remedios caseros ni medicina de patente: nada le quita la sensación de ardor, de quemadura que crece y palpíta en su garganta. El pequeño dragón se desespera.

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DÍA ALEGRE (DE NOCHES TRISTES Y DÍA ALEGRE)

José Joaquín Fernández de Lizardi (México, xxx) (Fragmento) Cura.- (A Teófilo y Dorotea) ¡Qué bellos amanecen los días para los que reposan en la tranquilidad de sus conciencias! Después de las amargas noches que habéis pasado ¿no os parece, queridos, este día brillante, nuevo y del todo apacible a vuestros ojos? ¿No os embelesa ya venida de la aurora? Ved cómo se pintan los horizontes con su rojo iluminado y cómo toda la naturaleza se alegra al esperar al padre de las luces. Disipadas las tinieblas de la noche, el campo se viste del más hermoso verde y todos los colores vuelan para matizar el alhelí, la anémona, el clavel, la rosa y el jazmín. Los árboles robustos, las tiernas plantas y las pintadas flores extienden sus ramas y abren sus más ocultos cálices para absorber el rocío sutil que se desgaja de la atmósfera. El suave canario, el jilguero dulce, el melodioso cenzontle, la calandria alegre y el ejército volante de las aves se levantan de sus calientes nidos, sacuden sus vistosos ropajes y entonan con dulcísimos trinos mil himnos de gloria y alabanza al Autor de la Naturaleza. El activo labrador unce los bueyes y parte a las sementeras a ganar el pan con el sudor de su rostro; pero un pan bendito que le produce la madre tierra, en premio de los afanes con que la cultiva; por eso él va tan alegre y engolosinado con esta inocente esperanza alivia su trabajo cantando rústicas tonadillas. Pero ya sale el astro luminoso… Ved, hijos míos, con cuánta majestad asciende el sol sobre las cimas de aquellas montañas elevadas. Él parece ahora un inmenso globo de fuego destructor; pero a pocos minutos esconde sus lumbres dentro de sus mismos resplandores, que corren a dorar los montes más lejanos, a fecundizar el interior de la tierra, a subir los jugos nutricios por los tubos capilares de las plantas, a sazonar las frutas en agraz, a vivificar al hombre y al bruto, y a derramar la alegría por toda la mitad de nuestro mundo. Luego que el augusto monarca de la luz, en su carro de fuego, se comienza a pasear por las esferas celestiales, la naturaleza renace por instantes en sí misma; todos los seres criados se alegran, se ríen a su presencia; sólo la lechuza sombría y el hombre delincuente esconden sus tímidas cabezas. Aquélla teme que hieran sus hundidas pupilas los rayos resplandecientes de sol, y éste que descubran sus escondidos crímenes. […]

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¿Para quién, Señor, para quién criaste, dicen, este globo de fuego, que penden sobre nuestras cabezas y cuyas benéficas influencias vivifican los seres animados, hacen germinar las plantas, pintan sus flores y sazonan sus frutos? ¿Para quién liquidaste los diáfanos cristales, que se despeñan ruidosamente de las cascadas o corren suaves por ríos caudalosos? ¿Para quién embalsamas la atmósfera con tantos aromas delicados? ¿Para quién endulzas las frutas con diversos y saludables sabores? ¿Y para quién, en fin, derramas tantos beneficios sobre la tierra sino para el hombre, en quien has puesto tus delicias? ¡Ah, Dios grande, Dios liberal, Dios bueno! ¿Quién es el hombre? ¿Quiénes somos para que nos colmes de beneficios y para que así nos cuides y engrandezcas? ¿Somos, acaso, más que un polvo, animado con tu soplo divino? ¿En el conocimiento de tus perfecciones infinitas, en la soberana posesión de tu divina esencia, no consiste tu majestad y gloria? Antes de que hubiera siglos ¿necesitaste de hombre ni de ninguna criatura, átomos desprendidos de tu poder inmenso? No: el infinito estaba lleno de tu gloria, porque estaba lleno de Ti mismo. Tú eres mi Dios, confesaba el real profeta, Tú eres mi Dios, porque no necesitas de mis bienes; en tu misma independencia consiste todo el poder de tu grandeza, porque todo depende del Criador y no necesita de sus criaturas. Tú sacaste los seres de la nada, sólo porque participaran de tus bondades, y porque el ser comunicable a ellos es efecto necesario de tu esencia. Tú enciendes el firmamento, vistes la tierra de verdor y alegría, y llenas toda la naturaleza de virtud, para utilidad y recreo del hombre, que es tu criatura predilecta. […]

LOS NIÑOS TRISTES

Manuel Gutiérrez Nájera (Fragmento) No hay cansancio que tanto me conduela como el prematuro cansancio de la vida. Esos jóvenes pálidos que andan trabajosamente arrastrándose a sí mismo, y de lo que muchos podrían decir lo que Musset dijo de su enlutado e inseparable compañero en la “Noche de octubre”, se parecía a mi como un hermano, esos en cuyos ojos parece ya soñolienta la mirada: esos sonámbulos despiertos, esos monólogos transeúntes avivan la curiosidad del psicólogo, ensombrecen las tristezas del poeta. ¿Qué llora en esas almas? ¿Qué callan esos taciturnos? ¿Qué buenos sentimientos muertos, como cirios recién apagados en un templo, despiden ese humo que les envuelve en una atmósfera opaca?

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Quisiera uno penetrar en esos espíritus, como se penetra en una fruta, o sacudirlos para ver qué chispas, qué ayes, qué blasfemias salían de ellos. Pero hay algo que causa dolor más hondo: el niño triste. El joven melancólico se cansó, pero ya anduvo. Por duro que la suerte haya sido para él, es seguro que en esa misma lucha han tenido empleo sus actividades, y que ha logrado breves triunfos. Ese, conoció la esperanza. Ese, conquistó una efímera sonrisa, sonrisa de la vida, por desdeñosa que esta con él fuera. Ese, amó acaso y creyó ser amado. Ese, ya supo que la madre le quería, que el amigo le amparaba, tuvo la conciencia de su fuerza. Probablemente cometió alguna mala acción. ¡Pero el niño!... Pues qué ¿la risa no nace de sus labios? No se hizo para ellos? La risa no nace de sus labios ¿No se hizo para ellos? Pues qué, ¡no son sus voces las que han de repicar, a modo de argentinas campanitas? Ellos no comprenden todavía el amor de los padres. Lo sienten como el amor de un nido nada más. Y muchos ni ese calorcito sienten, porque esta monstruosidad existe –hay padres malos. Están como desnudos de todo. Para luchar con las enfermedades apenas tienen fuerza. Para vivir son impotentes si no se les auxilia. Ningún daño han hecho y ya han llorado. El llanto de chiquitín dichoso es a manera de un aprendizaje dispuesto por la naturaleza para que se enseñen a desahogar el sufrimiento. Mas el llanto que no puede salir; ése, que no tiene fuerzas; ése, que va empalideciendo y apagando los ojos del niño pobre, enfermo. triste, es el que enternece más intensamente. Cuando tiene uno hijos y puede darles lo que necesitan y lo superfluo y teñirles de color de rosa la existencia, el encuentro de una de esas criaturas desvalidas, nos desgarra el alma. Gastamos, derrochamos, y al salir de una juguetería, al entrar al circo, no vemos esos ojos suplicantes de los niños tristes. Para ellos sí, son verdaderas fiestas estas de la patria. Ven el desfile de las tropas, agitan la circulación de su sangre el estruendo de las músicas militares, deslumbra y hechiza sus miradas al esplendor de los cohetes; y no olvidan porque nada tienen que olvidar; no esperan, porque la esperanza es desconocida para ellos, pero viven, vibran un instante. Acaban los fuegos artificiales, cesa el redoble de los tambores, y esos niños tristes vuelven a la sombra con el único amigo que Dios les ha deparado: con el sueño. […]

TEATRO========================================

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LA PSICOLOGÍA DEL APARADOR Amado Nervo PÉREZ Y NÚÑEZ, “lagartijos filósofos”, conversan en la esquina de la Esmeralda acerca del carácter, virtudes, dolencias o vicios que revelan las mujeres, según el aparador en que se detienen. PÉREZ.- La mujer que se detiene ante un aparador de joyas, tenlo por seguro, es una mundana capaz de vender su alma por un collar… ¡Pobre marido! NÚÑEZ.- ¿Y la que se detiene justamente en ese aparador de juguetería? PÉREZ.- (Poniendo los ojos en blanco). ¡Ah! En cuanto a esa, debe ser una excelente madre…, un tesoro de amor maternal… NÚÑEZ.- Qué madre ni que tesoro: no lo ha logrado todavía. Si lo sabré yo… Es una aya de la familia Serapio. PÉREZ.- Hombre… hay excepciones. NÚÑEZ.- ¿Y esa rubita que ve con interés los vinos del depósito de ahí cerca? PÉREZ.- Tiene buen gusto; es, sin duda, una dama de buen beber… NÚÑEZ.- Pues no lo creas. Tiene mala bebida: la otra noche se alegró en una cantina de la Alameda, y gritó: ¡Viva Cuba libre! PÉREZ.- (Estupefacto y encendiendo un cigarro, cosas que no se riñen). Hay sus excepciones. NÚÑEZ.- ¿Y la dama que acaba de detenerse ante ese aparador de sedas? PÉREZ.- Casquivana, coqueta, pródiga… NÚÑEZ.- No, por cierto; es la señorita Pinto, soltera recalcitrante. Te aseguro que busca sedas para vestir algún santo… PÉREZ.- (Fumando desesperadamente). Hombre, hay excepciones… NÚÑEZ.- Mira, ahí está una joven que se ha detenido en la droguería… frente a las muestras de Olugna. Esa ¿qué es? PÉREZ.- (Con voz opaca). ¡Mi mujer! NÚÑEZ.- No, hombre hay sus excepciones. PÉREZ.- (Incomodado). Mi mujer, es mi mujer sin excepciones. NÚÑEZ.- No te enfades; yo lo decía porque las excepciones confirman la regla. 20 de agosto 1898

EL ÁNGEL CAÍDO Cuento de Navidad

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Amado Nervo

Adaptación a teatro infantil por Carlos Martínez Plata

Reparto por orden de aparición:

Narrador, Amado niño Ángel, niña

Mamá Engracia, niña

* * *

Narrador.- (Aparece sigilosamente). Hubo no hace mucho tiempo un poeta, que además de escribir versos, escribía cuentos fantásticos y cantos escolares para los niños del mundo. Cierto día hizo la siguiente confesión: “Nací en Tepic, pequeña ciudad de la costa del Pacífico (hoy capital del Estado de Nayarit), el 27 de agosto de 1870. Mi apellido es Ruíz de Nervo, mi padre lo modificó, encogiéndolo, se llamaba Amado, y me dio su nombre, resulté pues Amado Nervo. Cuando niño, vivía yo en un caserón desgarbado, sólido y viejo. En su patio lamoso crecían bellos árboles del trópico, y en un rincón, un viejo pozo servía de guarida a una tortuga, que desde el fondo y a través del tranquilo cristal del agua nos miraba, estirando, cuando nos asomábamos, su cabeza de serpiente, como un dios asiático. Empecé a escribir siendo muy niño; y en cierta ocasión, una hermana mía encontró mis versos, hechos a hurtadillas, y los leyó en el comedor a toda la familia reunida. Yo escapé a un rincón. Mi padre frunció el ceño. Y eso fue todo. Mi madre escribía también versos, y también a hurtadillas…” Amado Nervo escribió un Cuento de Navidad dedicado a su sobrina María de los Ángeles y le llamó El Ángel caído. Y ahora se los dedicamos a ustedes… (Se retira discretamente). En off.- (Se escucha fuerte sonido e interrumpe la narración). Amado Niño.- (Aparece caminando. Salía de la escuela). ¿Qué habrá sido? ¿De dónde surge ese sonido tan estruendoso? ¿Acaso caería un meteorito? En off.- (Se escuchan lamentos entremezclados con tintineo de campanillas).

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Amado Niño.- ¿Y ahora, esos gemidos tan indescifrables, de dónde brotan? ¡No los comprendo! ¿De quién serán? Me acercaré más para averiguar quién se queja tan lastimosamente… Es inútil no entiendo nada (Se retira. Gruñidos de desesperación). Ángel.- (Se encuentra postrada en el piso. Calma su lamento y susurra). ¡Oye niño, espera, por favor espera! Soy yo, un Ángel. Amado Niño.- (Escéptico). Claro, claro (Se rasca la cabeza). Ángel.- De verdad soy un Ángel Amado Niño.- ¿Un ángel que habla español? Ángel.- No, yo hablo el lenguaje angelical. Amado Niño.- ¡Oh, ooooh! ¿Entonces yo hablo un lenguaje angelical? Ángel.- Lo que sucede es que los niños del mundo entienden el lenguaje de los ángeles. Amado Niño.- ¿Y los adultos no? Ángel.- Claro que también, pero como que a veces se hacen los desentendidos. (Repentinamente canta). Martinillo, Martinillo, ¿duermes ya?, ¿duermes ya? Toca las campanas, toca las campanas, din, don, dan; din, don, dan… Amado Niño.- ¿Puedo saber porque cantas, si te muestras lastimada? Ángel.- Porque yo soy como los niños, canto porque soy dichosa. Y a todos les digo: Alégrate si eres pequeño; alégrate si eres grande; alégrate si tienes salud; alégrate si la has perdido; alégrate si eres rico; si eres pobre, alégrate; alégrate siempre, siempre, siempre. Amado Niño.- Pero… dejémonos de cuentos, y dime qué es lo que te ha sucedido. ¡Mira cómo estás! Déjame ver… (La explora). Ummm, nada por aquí, nada por acá… ¡Ufff, si tienes un ala rota! Bueno, te diré, nada para dar compasión. ¿Cuéntame, qué fue lo que sucedió? Ángel.- Por retozar más de la cuenta, y admirar el verde del valle, las aguas cristalinas del rosario de lagunas, es que caí desde una nube esponjosa y fui a dar sobre esta bronca piedra. Bueno, no preguntes más y por favor dame la mano. Amado Niño.- La mano te habré de dar y contenta habrás de sanar. No me faltarán fuerzas. Ángel.- (Ayyyy, se incorpora y musita: vaya niño, poeta me salió). Amado Niño.- Qué fue lo que murmuraste. Ángel.- Nada, simplemente me quejaba y es que tengo un ala rota. Mira mi plumaje tornasolado cómo está, ¡ensangrentado! Amado Niño.- (La levanta). Muy bien, los ángeles no pesan, son muy ligeros… (Saca su pañuelo y detiene la hemorragia).

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Ángel.- (De pie). Gracias, niño enfermero. Ayúdame a sostener mi ala rota, pero antes dime cómo te llamas. Amado Niño.- Soy el niño Amado. Un poco poeta y otro poco escudriñador del espacio. Qué te parece si conversamos al momento en que avanzamos hacia casa. Mi mamá te curará. Anda, trata de caminar. No es muy lejos. Ángel.- De acuerdo. (Se apoya del hombro de Amado Niño. (Avanza con molestias pero sin perder la gracia). Ay, ay, ay… Amado Niño.-¿Por qué cojeas tan lastimosamente? Ángel.- Me molesta hasta la más pequeña piedra. El menor de los guijarros me pincha de modo atroz. (Se detienen). Observa como mis delicados pies de nieve empiezan a sangrar. Ufff, no puedo más. Amado Niño.- Llegando a casa veremos cuál de los zapatos de mis hermanos, te pueden quedar. Ángel.- ¿Y qué es eso de zapatos? Amado Niño.- Pues mira (Le muestra los suyos, los cuales están roídos). Son algo que yo rompo mucho y que me cuesta buenos regaños. Ángel.- ¿Y yo, he de ponerme eso tan feo? Amado Niño.- Sólo así podrás caminar, porque por el momento volar no puedes. Vamos, mi mamá te frotará con árnica y te brindará calzado. Ángel.- (Momentos más tarde). Ya no me es posible caminar. ¡Cárgame! (Un poco fastidiada). Amado Niño.- ¿Podré contigo? Ángel.- ¡Ya lo creo! (Detiene su andar. Amado la sostiene en brazos y avanza sin esfuerzo). Gracias pequeño Amado, estoy bien así… ¿Verdad que no peso? (Llegan a casa de mamá). Mamá.- (Sale hacia ellos). ¡Hola mi niño Amado! ¿Qué es lo que traes entre los brazos? Amado Niño.- Vengo mamá a que socorras a mi amiga. (La coloca en la cama). Mamá.- ¡Pobrecilla! (Asombrada). ¡Pero si es un ángel! Le ha de doler mucho su ala rota. (Revisa y limpia las partes lesionadas). ¿Cómo es que te heriste tu hermosa ala? Y mira esos piececillos… Ángel.- (Parece no importarle el dolor. Las caricias de mamá le causan bienestar y canta). A la una sale la luna, a las dos el resplandor y a las tres… ¡me dí un traspiés! Ángel.- Esta sensación es nueva para mí. No la conocía. Que cosas tan extrañas surgen aquí en la Tierra. Allá en el cielo no se dan los atropellos. (Expresa un lamento armonioso). Niñito, mira los astros: parpadean como ojos que se abren y se cierran; ¿sabes por qué? Porque todos te están diciendo con señas de luz: “¡Vente con nosotros!”

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Mamá.- Bien, mientras tú cantas te vendaré el ala. Ángel.- ¡Uauuu…! Se incorpora. Amado Niño.- Y sus ojos, mamá, de un profundo azul de incomparable diafanidad. Bella como aurora de verano. (Repentinamente). ¡Los zapatos, mamá, los zapatos! Mientras no se proteja los pies no podremos mi hermana Engracia y yo, jugar con ella. Engracia.- (Aparece cantando tras llegar de la escuela). Mirad esos nidos del árbol prendidos; uno es de cenzontles: ¡polluelos cantad! Marchad a la escuela, niñitos queridos; la escuela es un nido más bello; ¡marchad! (Se encandila al ver una figura extraña. Admira al Ángel con detenimiento y le cuchichea). Dí, ¿te dolerá si te desprendo una pluma? La deseo para mi sombrero… Mamá.- (Indignada). ¡Engracia, qué ocurrencia la tuya! Ángel.- No, ¿cuál te gusta? Engracia.- A ver… ésta, color turquesa; no mejor está tornasolada, le quedará mejor a mi sombrero. Ángel.- Pues despréndela. (La arranca con cuidado y gracia infantil). Engracia.- (La contempla). Mira mamá, que gigantesca. Mamá.- Si, parece ave del paraíso ¿Pero… de verdad deseas lucirla en tu sombrero? Engracia.- Mira… (En voz baja). Luego te digo para que la quiero. Amado Niño.- (Interrumpe). Hemos olvidado que nuestro Ángel requiere de calzado para caminar, en tanto no esté bien de su ala lesionada. Mamá.- Pues bien, acércate Angelita y mídete éstas, son botines, están de moda. (Le aprietan de la punta). Amado Niño.- Ahora éstas, son mías, las uso para mis excursiones. (Se le salen, y está muy pesadas). Engracia.- Será mejor estos otros. Con ellos danzo muy feliz (No le entran). Mamá.- Niños, cómo creen que le van a calzar, si la forma de sus delicados pies, son de punta alargada, muy alargada. Engracia.- (Exclama). Ya sé, que le traigan unas sandalias. Mamá.- Aquí tengo un par, pruébatelas. Ángel.- (Entre pena y nostalgia, algo compulgida). Sólo que no poseen hilos de oro ni aplicación de piedras preciosas, ni campanillas… Engracia.- Mira, déjate de cosas y pruébatelas. Ángel.- (Gira de alegría. Muestra al público sus sandalias puestas hasta perderse del escenario). Amado Niño.- Seguro, estará recuperándose con los frescos vientos del alto cielo.

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Engracia.- Y con nuevas fuerzas, podrá jugar con nosotros. (Observan al cielo, invitan a los niños a levantar la vista). Mamá.- (Alegre). Miren niños ahí viene de regreso. Ángel.- (Regresa al escenario, sin vendaje, abanicando libremente sus alas. Canta). A la una sale la luna, a las dos el resplandor, a las tres… ¡luzco muy bien! (Abre las alas, más de repente las baja lentamente y se sienta en cuclillas, muestra penar). Amado Niño.- Pero… ¿qué es lo que te sucede, acaso no te aceptaron de nuevo en el cielo? Engracia.- Y luego en estos días de bondad, navideños. Mamá.- Ángel bienaventurado, por favor levanta ese rostro de tristeza, anímate, y dinos que sucede. Ángel.- Pues… me duelen las alas de tristeza, y eso no es cualquier cosa. (Se incorpora, se dirige al público). Entiendo muy bien que algunas veces los humanos derrochan alegría, pero también algunas ocasiones se afligen, cosa que aprendí de ustedes… Y pensar que debo acudir al llamado celestial, pues, tendré que alejarme, bueno, físicamente, y esa es la causa de mi tristeza. Engracia.- (Saca la pluma tornasolada y le cosquillea al Ángel, ¡ah! y también al público). Ángel.- (Le gana la risa, igual que al público, a Mamá y al niño Amado. Canta). La ardilla corre, la ardilla vuela, la ardilla salta como locuela. ¿Mamá, la ardilla no va a la escuela? Ven ardillita; tengo una jaula que es muy bonita. –No, yo prefiero mi tronco de árbol y mi agujero. (De pronto surge fuerte sonido como un llamado extraterrestre. El Ángel cesa en su cantar y se sienta). Todos.- (Al unísono).- ¿Qué te pasa, Ángel alegre? Ángel.- Lo que me temía. Ya no hay pretexto para que permanezca con ustedes… ¡Me llaman, y es fuerza que me vaya! Amado Niño.- ¿Qué te vayas?, ¡eso nunca! Sería motivo de desesperanza para mi adolescente corazón. Mamá.- (Observa pensativa, la pena de Amado) Entonces, que te parece si mis hijos y yo nos vamos contigo. Ángel.- Bueno… por un tiempecillo. Todos.- (Decididos). Sí, nos tomaremos fuertemente de las manos. Ángel.- ¿Estáis, pues resueltos? Todos.- Resueltos estamos. (Música y luces celestiales. Cantan). Ya espera la risa, ya espera el cantar; chicuelos aprisa, venid a jugar… (Más rápido, una y otra vez) Ya espera la risa… (Se retiran lentamente del escenario). T E L Ó N Cdmx., 24 de mayo de 2019 (Centenario luctuoso de Amado Nervo)

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El ABCervantino Diario con valor humano

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Tepotzotlán, Edo. México, 13 de octubre de 2012. Edición especial. Idea y textos:

Carlos A. Martínez Plata

¡Peculiar lector de papeles rotos que en calles recoge! Pobladores de Alcalá de Henares han observado con frecuencia que un taciturno morador de esas tierras, gusta levantar cuanto papel encuentra a su paso para dar inmediata lectura. A este mismo personaje se le ha visto también solazarse de las comedias y dejarse llevar por la alegría de la farándula. El peculiar andante responde al nombre de Miguel de Cervantes Saavedra quien viera la luz primera en ese poblado español, en el año de 1547, muy probablemente el día 29 de septiembre. Es el cuarto de siete hijos del médico cirujano Rodrigo de Cervantes y de Leonor de Cortinas. A él no le es ajena la miseria ni la vida errante. Es de ingenio despejado, buen observador muy estudioso, y se describe de esta manera:

“Éste que veis aquí, de rostro aguileño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro; los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos no crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena; algo cargado de espaldas y no muy ligero de pies”.

Valiente soldado es herido en frente de batalla El soldado Cervantes quien movido por su gran patriotismo, sentara plaza en Nápoles, Italia, y lleno de entusiasmo se embarcara en la galera Marquesa, participó en la batalla naval del golfo de Lepanto el 7 de octubre de 1571, muy a pesar de encontrarse abatido por la fiebre. Cervantes, cobró aliento al oír el estruendo de las armas y, puesto que, según él, “el soldado más vale muerto en el campo de batalla que vivo en el doliente lecho”, tomó su espada, aparece en la cubierta y pide: “¡Señor capitán póngame en la parte y lugar que sea más peligroso, que

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allí estaré y moriré peleando!”. Luchó con extraordinaria bravura al lado de las escuadras cristianas de Venecia y de los Estados Pontificios. Recibió dos arcabuzazos en el pecho y otro en la mano izquierda, quedándole estropeada para el resto de su vida. Mas su heroísmo no fue vano: en esa gloriosa acción se destruyó el poderío marítimo de los turcos. La media luna turca había quedado hundida en crepúsculo sangriento; sucumbió el propósito de suplantarla por la Cruz de San Pedro, en Roma. El saldo de soldados caídos en la batalla naval de las costas de Grecia ascendió a 8 mil cristianos y 25 mil turcos.

La bondad agravia a indómito manco Ninguna adversidad ciega el ánimo de justicia al indómito Manco de Lepanto. A cada paso y aventura sale mal parado, burlan de su nobleza de carácter. Ha resultado víctima de todo lo que emprende: como recaudador lo robó un subordinado suyo, quebró el banco en el que había depositado la recaudación, ahorcan por ladrones a quienes servía. En ese ejercicio cayó prisionero en varias ocasiones. Como aspirante a jefe de ejército terminó en esclavo, fue hecho cautivo en Argel durante cinco años (1575-1580); en su calidad de proveedor de víveres a la Flota Invencible su rectitud le acarrea una censura eclesiástica; de dramaturgo desciende a recaudador; fue excomulgado por haber embargado trigo y aceite propiedad de la Iglesia. Ha padecido de todo, su valor y noble conducta lo llevaron a prisión: fue condenado por intento de fuga; además, desterrado, condenado a recibir dos mil azotes; herido en guerra, esclavo de piratas quienes pusieron precio a su rescate; y por si fuera poco, estropeada su Triste Figura al ser escarnecido, traicionado y, abandonado en la indigencia… Su vida misma es una novela de constante heroísmo, abunda en él la bondad, el ingenio y la llama de la libertad; una inclinación por liberar a sus compañeros de infortunio y de suavizar las penas y necesidades de los afligidos. Fortalece a los débiles, atiende a los enfermos, libera a los suyos de los tormentos y sacrificios impuestos por la crueldad insaciable de los turcos.

¡Loco soñador se arma caballero! Un buen día… un hidalgo pobre, perturbado su juicio por haber leído con exceso libros de caballería, se cree caballero andante. Bajo los días calurosos de julio sale armado de pies a cabeza de sombrío lugar de la extensa llanura de la Mancha de cuyo nombre no quiere acordarse. Sus armas consisten en una vieja lanza y adarga llena de moho. Montado en rocín flaco y deslucido, se hace acompañar de

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un rústico: su vecino, bonachón con poca sal en la mollera. Salen con grandísimo contento y alborozo por la puerta falsa de un corral. Parten en busca de aventuras y a restablecer el imperio del bien y de la justicia, dispuestos si el caso lo requiere a padecer penurias, pasar hambre, sed…, ser apedreados, maltratados o burlados. En singular ritual se armaría caballero, limpia y vela armas como lo establecen las normas de caballería. Don Quijote ampara su desventura ante el gran amor que prodiga a una aldeana que nunca ve, ni es vista por nadie. Sueña palmas y laureles, reinos y batallas.

“Sancho amigo, has de saber que yo nací, por querer del cielo, en esta nuestra edad de hierro, para resucitar en ella la edad de oro o la dorada, como suele llamarse. […] para mí, cualquiera cosa basta, porque mis arreos son las armas, mi descanso el pelear […] las camas serán duras peñas, y dormir siempre velar”.

¡Cervantes conquista el mundo… con una pluma! Miguel de Cervantes Saavedra quien había publicado novela y teatro, da a luz la primera parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, en 1605, diez años después la segunda, y advierte: “Yo soy el primero que he novelado en lengua castellana: que las muchas novelas que en ella andan impresas, todas son traducidas de lenguas extranjeras, y éstas son mías propias, ni imitadas ni hurtadas; mi ingenio las engendró, y las parió mi pluma, y van creciendo en los brazos de la estampa”. Prologa en Don Quijote:

“[…] ¿qué podía engendrar el estéril y mal cautivado ingenio mío, sino la historia de un hijo seco, avellanado (arrugado), antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginado de otro alguno, bien como quien se engendró en una cárcel […] No he podido yo contravenir la orden de naturaleza, que en ella cada cosa engendra su semejante […] Muchas veces tomé la pluma para escribirla, y muchas las dejé, por no saber lo que escribiría […] estadme atento y veréis cómo en un abrir y cerrar de ojos confundo todas vuestras dificultades y remedio todas las faltas que decís […] no hay para que andéis mendingando sentencias de filósofos, consejos de la divina Escritura, fábulas de poetas, oraciones de retóricos, milagros de santos: sino procurar que a la llana, con palabras significantes, honestas y bien colocadas, salga vuestra oración y festivo […] Procurad también, que leyendo vuestra historia, el melancólico se mueva a risa, el risueño la acrecienta, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no la desprecie, ni el

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prudente deje de alabarla […] Yo no quiero encarecerte el servicio que te hago en darte a conocer tan notable y tan honrado caballero; pero quiero que me agradezcas el conocimiento que tendrás del famoso Sancho Panza, su escudero […] Dios te dé salud y a mí no me olvide. Vale”.

Publicada su primera parte de la apoteótica novela, conoce por fin la gloria. Poco tiempo le duraría ese gusto, cae en prisión por auxiliar a un moribundo gravemente herido en un duelo. Sus editores se enriquecen. Deja la vida en medio de la pobreza, sin amargura en su rostro sereno, augusto, aunque con el alma llena de cicatrices. El sufrimiento no fue capaz de apagar su generosidad ni el amor a las acciones bellas y desinteresadas.

Descomunales batallas enfrenta El Quijote… ¡y da risa! En el Quijote, desfilan más de 600 personajes. Cervantes relata hazañas belicosas que causan tremendo delirio de risa: un descomunal combate en contra de gigantes enemigos, los molinos de viento; ilusoria batalla frente al poderoso escuadrón de ovejas, férreo pase de revista a los árboles del bosque:

“[…] Aquel caballero que allí ves de las armas jaldes, que trae en el escudo un león coronado rendido a los pies de una doncella, es el valeroso Laucarco, Señor de la Puente de Plata; el otro de las armas de las flores de oro, que trae en el escudo tres coronas de plata en campo azul, es el temido Micocolembo, gran duque de Quirocia; el otro de los miembros de giganteos, que está a su derecha mano, es el nunca medroso Brandabarbarán de Boliche, señor de las tres Arabias […]”

De su fiel escudero Sancho Panza, refiere:

[…] es uno de los más graciosos escuderos que jamás sirvió a un caballero andante; […] tiene malicias que lo condenan por bellaco y descuidos que lo confirman por bobo; duda de todo y créelo todo; cuando pienso que se va a despeñar de tonto, sale con unas discreciones, que le levantan el cielo”.

¡”Dulcinea, emperatriz de la Mancha” …delira El Quijote! Así consideraba Cervantes de su amada Dulcinea, la belleza divina:

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“Su hermosura –es- sobrehumana, pues en ella se vienen a hacer verdaderos todos los imposibles y quiméricos atributos de belleza que los poetas dan a sus damas; que sus cabellos son de oro, su frente campos elíseos, sus cejas arcos del cielo, sus ojos soles, sus mejillas rosas, sus labios corales, perlas sus dientes, alabastro su cuello, mármol su pecho, marfil sus manos, su blancura nieve […]”

La imagen de “La sin par Dulcinea” crece a lo largo de la novela. Es merecedora de Don Quijote de los más altos honores: “emperatriz de la Mancha”, “Dulcinea del Toboso”… Constituye el resorte que le impulsa acciones en contra de la mentira, la hipocresía, el engaño, las injusticias y la opresión. Significa un ideal de bien universal, símbolo de fe, progreso y libertad. Es su causa última: “Ella pelea en mí, y vence en mí, y yo vivo y respiro en ella y tengo vida y ser”. Libera a los vencidos pidiéndoles emprendan el camino de la ciudad del Toboso para postrarse ante Dulcinea y rendirle pleitesía en voz humilde, como es el caso de uno de los primeros derrotados.

“¡Yo, señora, soy el gigante Caraculiambro, señor de la ínsula Malindrania, a quien venció en singular batalla el jamás como se debe alabado caballero Don Quijote de la Mancha!”.

Sancho, gobernador de Barataria, recibe consejos de El Quijote

El destino premiaría al fiel escudero Sancho, como gobernador de la ínsula de Barataria y de la posesión de brioso pegaso: Clavileño, un caballo de madera. Don Quijote, le brindaría en cordial misiva los siguientes consejos:

Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, no te desprecies. Préciate más de ser humilde virtuoso, que pecador soberbio. La virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale. Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, que las

informaciones del rico. Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado, ni

guarda secreto, ni cumple palabra. Sea moderado tu sueño, que el que no madruga con el sol, no

goza del día. Sé padre de las virtudes y padrastro de los vicios.

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No te muestres codicioso, mujeriego ni glotón. Muéstrate agradecido, que la ingratitud es hija de la soberbia.

El señor gobernador, Sancho Panza, de la ínsula de Barataria, responde al caballero de tan Ilustre Figura:

“La ocupación de mis negocios es tan grande, que no tengo lugar para rascarme la cabeza, ni aun para cortarme las uñas. […] tengo más hambre que cuando andábamos los dos por las selvas y por los despoblados. […] cuando pensé venir a este gobierno a comer caliente y a beber frío, y a recrear el cuerpo entre sábanas de holanda sobre colchones de pluma, he venido a hacer penitencia como si fuera ermitaño […]”

¿Y esto quién lo dijo? ¡Acertasteis!: Cervantes

En la lengua consisten los mayores daños de la vida humana. La falsedad tiene alas y vuela, y la verdad sigue arrastrándose, de

modo que cuando las gentes se den cuenta del engaño ya es demasiado tarde.

La pluma es la lengua del alma. Las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres;

pero si los hombres las sienten demasiado, se sienten bestias. Más vale la pena en el rostro que la mancha en el corazón. No desees y serás el hombre más rico del mundo. ¡Oh, envidia, raíz de infinitos males y carcoña de virtudes! Por la calle del ya voy, se va a la casa del nunca. Todo sale en la lavada.

Cervantes, paladín… de los valores humanos Entre los primeros consejos, impartidos a Sancho hay uno que defiende el principio de igualdad ante la ley: “Procura descubrir la verdad entre las promesas y dádivas del rico como por entre los sollozos e importunidades del pobre”.

Sancho tiene fe en Don Quijote y éste en sus ideales y le predica: “La voluntad es la facultad toda poderosa del hombre. Creemos lo que queremos y somos, en cierto modo, lo que creemos […] La fe y la imaginación suple a los sentidos y a la razón”. En otro momento le instruye que: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que los hombres dieron los cielos; con ella no puede igualarse los tesoros que encierra

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la tierra y el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”. Cervantes asentaba que: “la belleza del espíritu nace de la honestidad, de la bondad, del recato, de la honradez, de la generosidad”.

En el pasaje de cómo es que fue culpada la bella pastora Marcela de la muerte de Grisóstomo, Cervantes ilustra a través de ella:

“Yo conozco con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que por razón de ser amado esté obligado lo que es amado por hermoso, a amar a quien le ama […] Y así como la víbora no merece ser culpada por la ponzoña que tiene, puesto que con ella mata, […] tampoco yo me merezco ser reprendida por ser tan hermosa […] La honra y las virtudes son adornos del alma, sin los cuales el cuerpo, aunque lo sea, no debe de parecer hermoso”.

“El amor, según yo he oído decir, mira con unos anteojos que hacen oro el cobre, a la pobreza riqueza y a las legañas perlas […] El amor es deseo de belleza”.

Profesaba que: “[…] la verdad adelgaza, siempre anda sobre la mentira, como el aceite sobre el agua […] Los filos de la verdad cortan con facilidad las armas de la mentira”. En Don Quijote hay dignidad en el sufrimiento, en la miseria y hasta en su locura. En el prólogo de sus Ocho comedias describe: “[…] fui el primero que representase las imaginaciones y los pensamientos escondidos del alma, sacando figuras morales del teatro”.

¡Nos ladran, Sancho!, dicen que dijo el dichoso Quijote Cervantes es inmortal a causa de su poder creador, de sus amplios recursos imaginativos, riqueza de invención, aguda penetración, humor incomparable. Cobra esplendor su obra literaria a partir de su sátira acerca de la condición humana: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Escribió poesía: sonetos, redondillas, quintillas, romances, villancicos, canciones…; teatro, comedias, entremeses; escritos y cartas, y desde luego, novela. Es agraviado de parte de un escritor tentado por el demonio, quien publicara falsa segunda parte de El Quijote.

Don Quijote es la máxima creación literaria jamás salida de una pluma, es la máxima obra maestra de las letras universales de todos los tiempos y de todos los pueblos. En su siglo se le saludó con una carcajada, al siguiente con una sonrisa, más tarde con una lágrima, ahora con un gran suspiro. ¡Cervantes fue genio en la vida, en la obra y en la muerte¡ Pertenece a la humanidad entera. De

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él refiere Orson Wells: “¡Nos ladran Sancho! Señal de que avanzamos”. El punto final de su vida, sucede el 23 de abril de 1616, en la ciudad de Madrid.

¿Sabéis todo lo que escribió Cervantes? No os preocupéis, aquí está la lista

Novela La Galatea (1585)

El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha (Tomo I, 1605; Tomo II, 1615) Novelas ejemplares (1613) La gitanilla El amante liberal Rinconete y Cortadillo La española inglesa El licenciado Vidriera La fuerza de la sangre El celoso extremeño La ilustre fregona Las dos doncellas La señora Cornelia El casamiento engañoso

El coloquio de los perros Viaje al parnaso (1614)

Los trabajos de Persiles y Segismunda (1617, póstuma)

Teatro Tragedia de Numancia (1582) Los tratos de Argel Ocho entremeses (1615) El juez de los divorcios El rufián viudo llamado Trampagos La elección de los alcaldes de Daganzo La guarda cuidadosa El vizcaíno fingido El retablo de las maravillas La cueva de Salamanca El viejo celoso Ocho comedias (1615) El gallardo español

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Los baños de Argel La gran sultana doña Catalina de Oviedo

La casa de los celos El laberinto de amor La entretenida El rufián dichoso Pedro de Urdemalas

…Uff, nada más Poesía Poesías sueltas Viaje al Parnaso Tepotzotlán, Edo. México, octubre de 2012, pueblo mágico de cuyo nombre… sí quiero acordarme.

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