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C O L E C C I O N

DE VARIOS SERMONESy

PREDICADOS

P O R E L D*< m M A N U E L P O R T E A .

1 ° la fiestá de acción de gracias á Jesucristo en el sepulcro.

а.® Elogio de San Antonio de Padua.3.° En las rogativas por la guerra contra Francia.4 ° En las exequias del F. P. Fr. Pedro Pascual Rubert

y Lozano.5° En una fiesta de acción de gracias á María Santísima

de los Desam.parados.б.° Id. en otra celebrada el dia de la Presentación de

nuestra Señora.7 ° Elogio de Santa Catalina*

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SERMON DE GRACIAS

Á N U E S T R A S IN G U L A R B IE N H E C H O R A

Y ESPECIAL PATROÍÍA.

M A R Í A S A N T Í S I M A

D E L O S D E S A M P A R A D O S ,

QUE EN l A SOLEMNE FUNCION QUE CONSAGRÓ Á ESTA SOBERANA REYNA EN SU REAL CAPILLA EL

DOMINGO 2 1 DE NOVIEMBRE ÚLTIMO DIA DE

SU GLORIOSA PRESENTACION EN EL TEMPLO DE

JERUSALEN , SU CAPELLAN M A Y O R , DOCTOR

DON FRANCISCO CAYETANO NOGUÉS,

D I J O

E L D O C T O R D O N M A N U E L F O R T E A .

SEGUNDA EDICION.

CON UCENCIA:

M A D R ID : IM P R E N T A D E A L V A R E Z :1819.

UNIVERSIDAD DE NAVARRA b ib l io t e c a d e h u m a n id a d e s

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D E D I C A T O R I A

Á L A S O B E R A N A E M P E R A T R IZ

MARIA SANTISIMACON EL GLORIOSO TÍTULO

D E D E S A M P A R A D O S .

S E Ñ O R A - ,

R-econocer el beneficio recibido y publicar las alabanzas del bienhechor es cuanto f rescribe la gratitud. E l Angélico Maes^ tro lo escribe así* Qué mucho pu es , que siendo Vos mi constante favorecedora, os

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consagre yo juntamente con este escrito toda la ternura de mi corazon ? M i Gran Padre Santo Tomás de Villanueva^ nuestro dignísimo Prelado^ de cuyo colegio Mayor^ bajo el título de la Presentación de María Santísima, tuve el honor de ser alumno y R ector, nos dejó estampado en sus obras: que ninguno de los que acuden á vuestro pa­trocinio queda desamparado. E sta autori­dad d tanto peso me ha hecho buscar siem­pre vuestra protección , y una continuada esperiencia me ha confirmado esta verdad. Acudí á Vos en las graves aflicciones de mi alma y siempre quedé consolado. Veinte meses de cárceles y calabozos y cuatro pro­nunciada contra mí la sentencia de pena ordinaria de horca: desterrado al castillo de Jaca y donde debia ser fusilado: trasla­dado allí desde uno de los calabozos de la ciudadela de Valencia:- enervadas mis fuer­zas y y hecho un paralítico: sin otro alivio en la tierra que el que me prestaba mi afli­gida hermanay que se dedicó á mi cuidado con infatigable celo desde el momentt) 'de 'mi prisión: fatigado en estremo en el penoso y cruelísimo intérvalo de i 8 días que duro

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mi viagCy hasta la fortaleza del castillo de Jacay que se destinó para mi custodia^y en cuyo camino estuve á punto de ser pasado por las armas*.. . Vos erais toda mi espe- ranza^y para obligaros mas todos los dias rezábamos vuestra Novena* N i aun cuan- do carecíamos de los alimentos de primera necesidad, desmayaba nuestra devocion. Siempre atentos d vuestras promesas, todo lo esperábamos de vuestra misericordia.No salieron frustradas nuestras ansias. Cree­mos, que como Reyna de los Angeles man- ddsteis d Rafael que practicara los oficios que hizo con Tobias: que nos guiase, y nos volviese salvos a l seno de nuestra familia, tan sanos y tan robustos como nos conservó vuestra dignación durante nuestro destier­ro. Sin duda lo cumplió asi el Arcdngel, d quien profeso una cordial devocion , cuyos cultos he procurado promover , y de cuya Cofradía soy individuo y Prior perpetuo* Tuvimos la felicidad de haber llegado bue­nos d nuestra casa la antevíspera de su dia, habiendo comprado la libertad en Jaca la víspera del dia que la Iglesia de Valen­cia celebraba los Dolores gloriosos, que es

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vuestro título frtmordiaL Ya di gracias d mi santo conductor, cantándole la misa en el dia de su función- Justo era que dedicase para vuestro H¡]o y para Vos una piadosa demonstracion de mi afecto Yo me glorío de haber padecido por la justa causa , y que las tribulaciones hayan sido la recom­pensa de mi esmero en hacer continuas ro­gativas en vuestra casa para el acierto del Gobierno^ felicidad de nuestras armas^ y libertad de mi amada patria Valencia. Esto me atrajo el odio de nuestros comu­nes enemigos: me sentenciaron d muerte^ y jam as me hicieron cargo alguno : solo me significaron, que mi ascendiente con el pueblo podia frustrar sus ideas» He ma­nifestado mis grandes trabajos^ para que en su vista resplandezca mas vuestra gran misericordia. Recibid pues Virgen Santísima , este rasgo de gratitud , que os presenta Vuestro electísimo siervo y Capellan

Francisco Cayetano Nogués.

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Cùm introYeris domum tuam^aiora Dominum Betím tüum et gratias agens ei^ accede ad patrem tuum^ et osculare eum» t o b . x i . vers.

O T obias! ¡que lección tan im portante nos has dejado en tu historia! E n ella vemos los de­cretos de la Providencia realizados en tus sucesos: vemos tus trabajos y tu paciencia, tus adversida­des y tu tolerancia, tus tribulaciones y tu resigna­ción. Descubrimos en la conducta de tu hijo la digna imágen de su virtuoso padre. Admiramos el cumplimiento de las promesas de aquel D ios, que se halla cerca del aflig ido , que está pronto á so­correr á quien le invoca, y que estendiendo desde lo alto su mano omnipotente, libra a l alma fiel del torbellino confuso de las ag u as, de las peligrosas asechanzas de sus enemigos, y de los lazos que la preparan los que voluntariamente la persiguen y la aborrecen. Todo se advierte en las necesidades de Tobias el joven, en las ansias de Tobias el an­ciano, en los sentimientos de la virtuosa Sara^ en los buenos oficios del Arcángel san R afael. ¿Quién puede leer sin emocíon lo que de e>-tos personages escribe el sagrado Texto? ¡Que piedad en el uno, que ternura en el o tro , que coitipasion en la ma­d re , que celo en el conductor! N o limita este sus desvelos á librar á Sara de la obsesion, á curar la ceguedad del anciano, y servir de norte al joven.

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guiándole por los caminos ; pasa mas adelante su instrucción. Term inado el viage, superados los es­co lios, vencidos ios precipicios, y desmenuzadas las cad en as , es preciso presentarse en la misma casa , que se quedó por su ausencia hecha la mo­rada del llanto y de la desolación:::- pues S. R a ­fael le dice á su cliente lo que debe p rac tica r: a si como entres en tu casa adora á tu Tiiosy tu Señor^ dale gracias in fin ita s , y arrójate en los brazos de tu padre,

¡G ran Dios! ¡quien no ve en la historia de To­bías la norma de lo que se practica hoy en esta augusta capilla! L a gratitud es la divisa de aque­lla familia de justos, el Arcángel señala el medio de manifestarla. Esto se sigue. Estos cultos reve­rentes que se tributan hoy á la virgen de los Des­am parados, esta adoracion que presentamos al cuerpo sacrosanto del Señor, contenido en la Hos­tia consagrada, ¿no lo dedica todo aquel corazon generoso, que arrancado con violencia del seno de la paz , arrastrado á un penoso destierro, llevado por los caminos, pisando tierras estrañas despues de haber arrasado mas de una vez con lagrim as los ojos de sus deudos y de sus amigos, ha vueltto sano al lugar de donde sa lió , guiado tal vez por el Angel R afael, protegido por M aría Santísima^ y auxiliado por los Santos Patronos de nuestra P atria y nuestro R eyno? ¿N o cumple así en el modo posible lo que mandó R afael á Tobías? E n efec to , ya en secreto bendijo al Señor en esta su casa , ya deshaogó su piedad á presencia de esa im ágen: ya pagó el tributo debido á la natu­

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ra le z a , y a llorando la muerte de una parte de sí mismo, y ya dejándose llevar del dulce consuelo de verse entre el resto de su fam ilia, cuando creía que la habría interceptado para siempre un muro de separación eterna. A hora renueva en público su gozo.

Presenta esta plausible acción de gracias á todo el pueblo V alenciano, para radicarle mas en la confianza que siempre ha tenido en la protección de esa Señora. Pues recibid, Dios m io, esta hos­tia y sacrificio. A cep tad , virgen Santísim a, esta ofrenda, que sale de un corazon penetrado de ter­nura; séaos tan grata , Señor, como os fue en otro tiempo la paloma de N oe, el carnero de A brahan, el incienso de A aron, y el sacrificio de MeJquise- dech. N i desecheis estos homenages, que nacen de un animo agradecido. Porque ingrato es, Señores, aquel que no conoce el beneficio que recibe, quien le desprecia , quien le olvida , quien le acusa. E s la ingratitud vicio tan abom inable, que los anti­guos no sabían denom inarla: vicio c ru e l, que el Eclesiástico describe minuciosamente. Lejos de aquí este monstruo, el mas horrendo de todos los monstruos. Manifestemos la gratitud en toda su estension, demos gracias á Dios por todo lo que he­mos recibido de su mano, porque en efecto, la ma­no de Dios es la que nos ab a te , y levanta , nos hiere, y nos sana, hace nuestras llagas, y las cura. Los bienes y los m ales, la vida y la m uerte , la opulencia y la pobreza, la gloria y la ignominia, los reveses y la fo rtu n a , todo es obra de su pro­videncia. Reflexionemos un poco sobre esto. E l

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( l o )que dedica hoy esta solemnidad al Altísimo por medio de la V irgen de los D esam parados, se ha visto atribulado y afligido. G racias á Dios por su justicia. A hora se ve consolado y tranquilo. G ra­cias por su misericordia. Justicia de Dios en las aflicciones^ misericordia de Dios en los consuelos. L a justicia y la misericordia el fundamento de esta festividad. Todo mi asunto.

Perm itid , V irgen Santísim a, que una yo mis votos á los del que hoy os obsequia. Hemos sido compañeros en los trabajos, somos compañeros en las consolaciones^ no separemos pues nuestras g ra ­cias. Y yo necesito especialmente de la vuestra. N o me la escaseis, Señora, toda vez que os saludo, d iciendo : a v e m a r í a ,

P R IM E R A P A R T E .

H o y dá gracias á Dios el que consagra estos cultos por las tribulaciones y afliccioti que le v i­nieron de la mano del Señor, porque en ello mani­festó su justicia. Probemos esto.

¿Q uién será aquel á quien Dios no haya afli­gido justam ente? Yo advierto con el Sábio una tribulación general, esparcida por todo el género humano : yo veo á todos los hom bres, así como nacen, sujetos á la ley imperiosa de la necesidad, llevandO'u’íi yugo aBrumaddr desde el seno de su’ m adre hasta la tumba. Delirios de la imaginación, anxiedades del a lm a , incertidumbre de la igno­rancia 5 accesos de fu ro r , erupciones de cólera, m artirio de celos, pasiones fuertes, reveses funes-

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(IJ)tos, horrores nocturnos, peligros continuos, enfer­medades ag u d as, transtornos im previstos, muerte c r u e l : :: ¡O miserable especie humana ! ¿P o r que los primeros gritos del hombre son gritos de do- lor? ¿Porque sus ojos se abren para el llan to , así como se abren para la luz? ¡Tristes consecuen­cias de la inobediencia de un padre prevaricador! Pero prescindiendo del pecado o rig in a l, ¿dónde está aquel hombre tan inocente, que no haya me­recido ser afligido por la mano de Dios, y que no tenga motivo para decir con los hermanos de Jo­sé, con el m ártir mas joven de los Macabeos, y con el Buen-Ladron: ¿mis penas son un justo castigo de mis infidelidades pasadas? Preciso e s , pues, bendecir a l Señor, con el santo Job , en medio de nuestros m ales, y besar la mano que nos castiga. ¿Quién dudará que nuestcDS pecados han sido la causa de que Dios nos haya visitado con el azote terrib le de la guerra , permitiendo que viniesen gentes estrañas á esta su preciosa herencia , que manchasen su santo templo, y que pusiesen á esta Jerusalen en manos de süs enemigos? Así como lo hemos o id o , asimismo lo hemos visto en esta ciudad de nuestro Dios, y en este su monte santo. A quellas gentes, á quienes Dios mandó que no en­trasen en su Iglesia, penetraron con mano arm ada hasta lo interior del santuario. Aquí mismo suce­dió así. Si respetaron el a l ta r , no perdonaron al ministro.

V irgen Santísima, ¡que contraste tan admirable pasaria en su corazon agitado de mil movimien­tos contrarios! L a patria, la religión, la fortuna.

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la suerte, ja li! todo urge, todo insta , todo aflige. L a nnemoria de lo pasado , la meditación de lo presente, la incertidumbre de lo fu turo , todo a to r­menta , todo m artiriza. ¿Quién podrá pintar con caractères adequados la efervescencia de una ima­ginación exáltada por el terror que acom paña de continuo al hombre entre las estrecheces de un en­cierro penoso, de un calabozo obscuro, ó de una espantosa cárcel? Lúgubres sombras, funestos es­pectros, espantosas visiones, esto se le representa de continuo, ¿Qué será de mi? E stoy sin delito, pero yo no sé si tengo quien defienda mi inocen­cia. Yo tendré mis defectos, pero la malicia es un polihedro, que los multiplica pasmosamente, ó un microscopio de noventa g rad o s , que sabe form ar de un mosquito un elefante. ¿Yo saldré de mi pri­sión? ¿M e darán la muerte aquí? E l mas ligero ruido me hace ver un asesino. ¿Q ué hallaré en mi juez? Yo sé , que en esta época f a ta l , por lo común , las leyes no mas tienen fuerza para con­denar: que los jueces solo aparecen para encon­tra r delitos, que la arbitrariedad es su n o rte , y que el secuestro la expatriación ó la m uerte, son el término fatal de aquel terrible pretorio.

¡O Patria! yo he procurado serte ú til: pero también hay virtudes desgraciadas. Sertorio jun­taba á unas qualidades heroycas unos grandes in­fortunios , y el pueblo romano se quejaba en la muerte de Germánico de que habia sido muy in­fortunado en sus amores, que fueron de muy corta duración. »Yo he visto , dice el Eclesiástico, que bajo el cielo el premio no es para el que corre mas

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veloz en la carrera , ni para el mas fuerte en la bata lla , ni la paz para el mas sábio , ni las rique­zas para el mas h áb il, ni el favor para el mejor a rtesan o , sino que todo se hace por encuentro y casualidad. ^^Tempus casumque in ómnibus: una circunstancia eleva al trono , ó hace descender a l cadalso.

Asi se agovia el espíritu, así todo asusta, todo sobresalta. Y a, en fin, este terrible choque de ideas muda el objeto. U n decreto tan acerbo como la m uerte traslada de la cárcel á un destierro. Des­tierro: el mas terrible de todos los castigos, por el que el hombre muere políticamente á su patria , se le arranca con violencia del seno de lo que mas ama^ se le dá un destino distinto del que al nacer le dá la naturaleza. Destierro, que es á un mismo tiempo muerte y sepulcro, donde se entierra lo mas pre­cioso del hombre. Pais nuevo, idioma nuevo, mo­dales nuevas, nuevas gentes, nuevas costumbres, nuevo tra to , privaciones sensibles de parientes, de a migos, de favorecedores: : : : E n él se multiplican las necesidades cuando escasean los recursos, se aumentan las aflicciones, crecen los deseos:; : ; L a misma esperanza se vuelve en prolongado m arti­rio. Los israelitas confirmarán lo que digo. Estos pobres desterrados se sientan á las márgenes de los rios de Babilonia llorando al acordarse de Sion, A semejanza del santo Job convierten en llanto la c í ta ra , y sus órganos en la voz de los que derram an lagrim as. jComo cantaremos en una tierra extrangera! ¡O dulce patria! Si yo no me acuerdo de tí , olvídese de mí tu diestra , péguese

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( h )mi lengua á mis fauces si yo te pongo en olvido, ¡O fuerza del amor patrio! Ovidio desterrado en el Ponto no puede acordarse de su patria sin llo­rar. Cicerón no encuentra voces bastantes para en­carecerla. E ste amor contiene todos los amores. E l orador de Rom a lo dice.

Solamente en la ausencia presta algún resquicio la esperanza , y no hay cosa mas fecunda en ilu­siones. Aristóteles la define : el sueño de uno que está dispierto. Pero ¡quan á cara costa se compra! N ada parecia á Séneca tan am argo, como quedar por largo tiempo en una continua incertidumbre. M uchas veces es preferible una negativa á una d ilatada promesa. E n medio de las aflicciones del destierro se prom ete, se anuncia la libertad. Pasa un dia, pasa una semana, pasa un mes: :: ;ah! L as mismas p alab ras, los mismos vaticinios. ¡Cuanto mas duras se le hacen las cadenas á a q u e l , que está tocando con el dedo el m artillo para que­brarlas! Dilatándose el momento fe liz , acuden como de tropel nuevas sombras á la imaginación. N uevos recuerdos de la desolada Patria. ¡ A y de mí ! E l enemigo, que me tiene aquí, la domina to ­davía. i Que escena tan triste, santo Dios ! L a me­moria acuerda cuanto hace gracioso é invidiable este suelo, y el presentimiento hace, que vague el alm a por todo lo que la puede afligir mas. V é las hermosas quintas convertidas en tristes cabañas^ habitadas por miserables condenados á la es­clavitud.

Se le representa á la ciudad como el depósito de víctimas desafortunadas de la h am b re , de la

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( i s )miseria y de la desnudez, se pasea por los som­bríos ergástu los, punto céntrico de los remordi­mientos, de los horrores y de la desesperación, en los que no se puede estar sin quebranto, y de los que no se puede salir sin la espantosa contingen­cia de encaminarse al suplicio. Considera muchas personas ilu stres, gentes honradas, familias v ir­tuosas, ó sumidas en la miseria, ó retiradas á uno de aquellos asilos de ca rid ad , que presentan una confusa mezcla de las enfermedades humanas, que el pobre mira como sepu lc ro , donde va á morir mas infelizmente que ha vivido. V e en su imaginación agitada los moribundos apiñados, que confundiendo sus gritos pavorosos, asustándose por las convulsiones estrañas que preceden la ú l­tima resp iración , se envian los unos á los otros la negra imágen de la muerte.

Recorre los campos de bata lla , y ve á los hom­bres luchando con otros hombres. Aquí un cuerpo trunco, a llí otro m utilado, en este lugar uno que espira anegado en su propia sa n g re , en aquel otro que pide cuanto h ay por mas interesante en el mundo, le claven la bayoneta, y le acorten la agonía. Montones de muertos y moribundos tris­tes despojos de la miserable hum an idad ::: ¡A h ! E sto suministra la imaginación a l desterrado en nuestras críticas circunstancias. Circunstancias, que atormenta mucho mas á aquellos que habian pa­sado sus dias en una dulce tran q u ilid ad , ó que gozaban de una brillante fortuna. Felices los que jam as conocieron la p rosperidad , decia Dionisio el T ira n o , reducido á la condicion de maestro de niños.

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L a adversidad ostiga mucho al que tenia buena suerte , dice E uríp ides, y Boecio en el lihro de Consolatione asegura, que no hay trabajo mas rudo que el que ha sido precedido de la fortuna. N o obstante el virtuoso sábio es im perturbable. Las ruinas del cielo podrán oprimirle 5 pero no le es­pantarán. Yo no pretendo quitarle al hombre la sensibilidad. Dios no quiere que se desprecien sus golpes, y no mas hiere á los seres sensibles. P á - guese enhorabuena á la naturaleza el tributo de las lagrim as cuando el Señor aflige hasta el fondo de nuestra alma. L loró Jacob á vista de la túnica ensangrentada de su hijo : lloró D avid la muerte de Absalon: lloró R aquel la pérdida de sus hijos: la piadosa Ana el oprobrio de su esterilidad: Je­sucristo la muerte de L á za ro , y Jeremías los ma­les de su pueblo. E l Salvador declara felices á los que lloran. ¿Y no lo hemos hecho así nosotros en la época presente? ¿Nosotros los que persegui­dos y desterrados hemos acudido á Dios hemos in­vocado á la V irgen, y hemos confiado en su auxi­lio? ¿Y podríamos menos de esperar que nos oiria aquel Dios que oyó á Moysés en el m ar, á Job en el estiercol, á E lias en el m onte, á Jeremías en la cárcel, á Judith en su re tre te , á la Cananea en la ciudad, y al Buen Ladrón en la cruz? ¿Qué significa esta solemne ceremonia, sino que el preso y dester­rado, soportando con resignación sus males, bende­cía en ellos á Dios, llam aba á la V irgen de los Des­am parados, y esperaba ver los dias de clemencia? Los vió en fin. Y la justicia que le hizo esperimen" ta r los males, se enlaza perfectamente con la mise-

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( í f )ricordia que le proporcioaa los bienes. Continuad vuestra atención.

S E G U N D A P A R T E .r pA obías: este hombre virtuoso esclama en me­

dio de sus infortunios : yo os bend igo , ó Señor Dios de Israe l, porque habéis querido castigarm e con una mano para consolarme con la otra. »T u me castigaste , Señor, decia D a v id , y yo quedé instruido ” Jud ith confesaba, viendo las públicas calam idades, que no obstante nuestras culpas, Dios no queria perdernos , sí solamente corregir­nos. «¡O Señor, cuán bueno sois, prorrum pía Sa­lomon , pues por grados nos lleváis á la miseri­cordia!” Y ved aquí el m aravilloso enlace de es­tos dos atributos de Dios. Valencia castigada por el Señor, sus moradores oprimidos, muchos de sus hijos es patriados: : : se esplícaba con la voz del sentimiento, multiplicaba sus preces, gemia á pre­sencia de los altares , acudía á esta santa imágen de la V irgen de Desamparados , desahogaba sus tiernos afectos::; M adre am orosa , am parad á vuestros hijos. Disípese ya este nublado oscurísi­m o , pase esta furiosa bo rrasca , veamos la luz, llegue á nosotros el dia feliz que esperamos. Co­nocemos ahora mas que n unca , que somos hijos predilectos, pues Dios á quien ama, castiga. Aten­d e d , am paradora de afligidos, á la paciencia con que llevamos el yugo abrum ador que casi agota nuestras fuerzas. Los mismos ojos que lloraron ante Vos , temiendo la terrible invasión, las mis-

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mas lenguas que tantas veces en este templo im­ploraron vuestro auxilio: los mismos corazones, que brotando am argura, vieron el principio de la catástrofe de.nuestra patria y de nuestro Reyno::: los mismos os suplican que alcancéis misericor­dia. E a , dulce M a d re , sed nuestra medianera y abogada. Jud ith valerosa ,■ decapitad á H olofer­nes, y quédese libre Betulia. E ster divina, hablad con eficacia á Asuero, y revocará el decreto, que, según parece , manda el esterminio común. Cle­mentísima T ecu tis , sed la prenda de nuestra re-i- conciliacion con el indignado David, ¡O nube be­néfica! mitigad ardores del divino Sol, ¡O monte de refugio! sed para Valencia lo que fue el otro para L ot en el incendio de PentápoHs. Atended á nuestras súplicas, y volvednos en paz á aquetlos hermanos nuestros, que ausentes gimen en penoso destierro.

Asi discurro yo que hablarían los piadosos V a­lencianos ante esa prodigiosa Im ág en , que es el instrumento por el que Dios tantas veces ha ma­nifestado su dignación. L a Virgen oye benigna, despacha propicia, intercede con su H ijo, alcanza la petición::: pues. Valencia, ya viene el consueló para tí. ¡O dia 5 de julio últim o, tú serás g raba­do en el bronce y en el mármol ! L a historia te transm itirá á la posteridad, y te esculpirá con caracteres eternos. | 0 dia memorable , en el que el pueblo cautivo se vio libre de cadenas! ¡Que gozo ! N o se dejó ver en vuestros labios la risa, porque las grandes alegrías no hacen reir. Enton­ces la sangre que sale con abundancia del co ra -

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z o n , circula con mas movimiento y facilidad , y llenando y dilatando igualmente los vasos y las á rte ria s , causa una especie de aturdimiento. Pasó éste 5 y os abandonasteis á aquellos sentimientos, que solo puede apreciarlos el que se traslada en un instante desde la muerte á la vida. E»n medio de los mas dulces transportes visteis entrar por vuestras puertas á nuestros guerreros im pertérri­to s, que participando de vuestro g o zo , a i mismo tiempo que lo aumentaban con su presencia , lo dividían con nuestros aliados. Oísteis con la mas v iva emocíon pronunciar el nombre glorioso de nuestro ilustre desgraciado R ey F e r n a n d o v i i .

Bendijisteis al Señor. Visteis entrar las A utorida­des , que deben velar sobre los buenos y malos, porque sus componentes son los jueces de la tier­ra. D escubristeis, por decirlo así, un nuevo cielo y una nueva tie rra , y desde luego acudisteis á d a r gracias á Dios y á la V irgen de Desampa­rados.

Este acaecimiento feliz trasciende hasta mas a llá de la provincia. L a noticia de la libertad de Valencia se propaga, corre, vuela. Todos los pue­blos manifiestan su interés por tanta dicha. Todo es júbilo 5 todo es consuelo á proporcion de las pasadas angustias. Aquellos que gemían en el destierro, reaniman sus esperanzas , redoblan sus ruegos 5 y el Señor se complace en favorecerlos. Los mas inmediatos á nuestro suelo v e n , que se les facilitan los medios de recobrar una libertad que ya creían perdida. E l corazon se les d ilata, empiezan á respirar. Desaparecieron ya las som-

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i)ras y las visiones. L a imágen de la Patria es la ùnica qua se ofrece con todos sus atractivos. Y a cantan á Dios con D avid : laqueus contritus est. Señor, se rompió nuestro lazo , y nosotros queda­mos libres. Volveremos á la casa de donde nos sacó la- fuerza. A breviad, Dios m ío, este instante deseado. Asi sucede. L a divina Providencia que les guardó en el destierro, les hará llegar salvos á Valencia. ¡Dulce Patria! tú recibirás de nuevo á aquellos hijos que vuelven á tí para publicar la mi­sericordia del Señor. Así lo hace el que consagra hoy estos cultos reverentes. ¡O si la modestia no pu­siese un sello á mis labios! Yo haria el dibujo de lo que creo pasaria en su interior al presen­tarse en este santuario á dar gracias á la Virgen y á Jesús Sacramentado, Justo era que pegado su rostro contra el polvo dijese con el Profeta: »Yo cantaré eternamente las misericordias del Se­ñor.” Que repitiese con Jeremías: «H a sido una misericordia de Dios que yo no fuese consumido.” Que pronunciase con las palabras de la Iglesia: »Yo te doy g racias, ó Dios, cuyas misericordias no tienen nún^ero, y cuya bondad es un tesoro infinito.”

Aquí, señores, es preciso generalizar este asunto para engrandecer mas las misericordias del Señor. ¿Quién podrá fHntar el grande gozo que hemos tenido al vernos mutuamente? ¿Quién habrá que no pudiese hablar con el Evangeli'^ta, y decir: »Congratulaos conmigo, porque hallé lo que bus­caba.” ¿Quién no ve vuestras casas transform a­das en las montañas de Judea, llenas de júbilo y

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alborozo cuando el nacimiento de Juan? Los ojos, intérpretes del alma derram an lag rim as, la len­g u a , ó entorpecida, ó anudada por el contento, prorum pe, en fin. L as palabras se atropellan, las cláusulas se interrum pen,y unos á otros os decís, nos vemos, en fin, y nos vemos sin enemigos. Bendito sea mil veces el Señor Dios de Israel, que usó con nosotros de misericordia. Bendita sea la Virgen de los D esam parados, que nos am paró en nuestra aflicción. Bendito sea San Vicente y San L uis, que no se olvidaron de nosotros. Valencia ex iste , y nosotros existimos. ¿Q ué falta para completar nuestro gozo?

Que vuelvan al seno de la P atria aquellas víc­timas del fu ror encarnizado de la g u e rra , y vol­vereis, amados paisanos. E l Señor querrá derribar el muro fa ta l de separación que nos divide, y con­gregar aquí la dispersión de Israel. ?Pues que? L a V irgen de los Desam parados no oirá nuestros gemidos? ¡A y, V irgen Santísima! Estended vues­tro manto hasta el norte y frontera« de Alemania, cubrid á los Valencianos que la injusticia nos a r­rebató. Tenga el padre el consuelo de a largar la mano á su hijo, tenga el hijo la satisfacción de ar­rojarse entre los brazos de la m ad re , tengamos todos el placer de decir, que vienen llenos de re­gocijo los que fueron llorando. Yo lo pido en nombre de mi auditorio. R ecibid, amados Valen­cianos prisioneros, el único obsequio que puede prestaros mi corazon, que se interesa por vosotros, y que parte con vosotros las penas. ¿Porque no esperaré que volváis en paz por la mediación de

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la V irg en , cuando yo mismo creo que debí á su am paro la salvación de mi vida? E sta madre me libró cuando acaso corría el mismo riesgo que los cinco hermanos y compañeros mios en el ministe­r io , fusilados en M urv iedro , unidos íntimamente á mí por los vínculos sagrados de la religión y de la amistad. Descanso eterno para sus almas. F in del destierro para los espatriados: continuación de misericordia para con nosotros, y especialmente para el que dedica hoy al Altísimo esta plausible acción de gracias. E n los reveses bendijo la justi­cia de D ios, en la felicidad pública su misericor­dia. L a justicia echa el argumento de la miseri­cord ia, la misericordia fundada sobre la justicia, que era todo mi asutHo.

Pues , Señora , no desprecieis nuestros ruegos. O id con la ternura de M adre las voces de vues­tros amantes hijos. H aced , ¡ó V irgen Santísima! que se multipliquen nuestras acciones de gracias, multiplicando vuestros beneficios. Cesen y a , Sobe­rana R eyna , los males de una guerra tan funesta, que ha cubierto á tantas familias de luto y desola- cion.Veamosel fin detantas calam idades.No desam­paréis, Señora, á los Representantes de la Nación. Ilustrad les, y a que la Ig lesia , según la espresion de Salomon, os dice, Que Vos asistís á los Con­sejos. Que por Vos reynan los R e y e s , y mandan ios Príncipes. Sed propicia con nuestro deseado R e y FERNANDO Vil. Siéntcse luego en el trono de las Españas. A breviad los dias de su destierro, enjugad las lagrim as y las nuestras, dando esta alegría á su pueblo. N o olv idéis, \ 6 M adre de

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Desam parados! á nuestro Santísimo Padre piovit, supremo Pastor del rebaño de Jesucristo, que tan­tas tribulaciones padece. E nviad le un A ngel como el que se le apareció á san P ed ro , de quien es le­gítimo sucesor, para que rompa sus grillos y ca­denas , y ocupe su cátedra en Rom a. Si oís nues­tros clamores , estamos seguros de que serán des­pachadas felizmente nuestras súplicas 5 pues no os niega cosa alguna vuestro Hijo Jesucristo. ¡O, Se­ñor Sacram entado! aquí nos teneis postrados, des­pues de haber acudido á vuestra M adre para ha­lla r mas g ra ta acogida en vuestra presencia. M i­sericordia Dios mió, piedad y misericordia. D ad­nos vuestro amor y vuestra gracia. Hacednos san­tos , y dignos de Vos. D irigid nuestros pasos por las sendas de la p a z , y colocadnos en la gloria. Así sea.

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