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FEIJOO Y LA INFLUENCIA DE LOS LIBERTINOS ERUDITOS FRANCESES Feijoo representa en nuestras letras la causa de la cultura fran- cesa, aunque como hombre de su siglo admiró, en Inglaterra, la su- prema superioridad científica. Lleva a cabo la utilización, defensa y propaganda del pensamiento francés, en el momento en que se inicia uno de los peróodos de máxima influencia francesa en España. A medi- da que avanzan los años le vemos más en contacto con la cultura fran- cesa. Delpy en su bibliografía sobre las fuentes francesas de Feijoo' estudia hasta ciento noventa autores franceses, citados por el bene- dictino. Algunos de ellos son conocidos por varias obras. Lamenta el prejuicio de aquellos españoles que quisieran que los Pirineos fueran una barrera infranqueable. A este hostil retraimiento atribuye una de las causas del atraso de las ciencias, en España. Dentro de esta influencia francesa no se ha advertido suficien- temente la de los «libertinos » franceses, 2 generación anterior y precursora del enciclopedismo, que cita Feijoo con simpatía y cons- tancia. Le proporcionaron el método que incorporó al pensamiento tradicional. El benedictino fue más tímido y respetó la causa de la Iglesia y de la monarquía, sobre todo la borbónica, de la que expe- rimentó su protección y ayuda. Afín a este grupo resulta la Escuela Histórica de Saint-Maur, en París, creada en 1618, de grandes valores e influencia, con un 1. Delpy G. Bibliograpbie des sources frangaises de Feijoo, Hachette, París, 1936. Es también un estudio interesante sobre la influencia francesa: Robert Ricard, « Feijoo et l'esprit réformateur, dans l'Espagne du XVIII' siécle», en Revue de la Médite- rranée, mai-jun. 1946. 2. La palabra «libertin» no tiene traducción posible. No equivale a libertino, con sentido peyorativo, en español, referido únicamente a la vida inmoral. Tampoco se puede traducir como librepensador, con notación puramente intelectual. En fran- cés encierra algo de las dos significaciones. Pintard reconoce que el grupo de liber- tinos eruditos extendió por todas partes y clases de la sociedad francesa, en el siglo XVII, el germen de la irreligión, principalmente entre la nobleza y los intelectuales y produjo una fuerte reacción católica que constituyó un nuevo renacimiento reli- gioso, Rene Pintard, Le libertinage érudit, dans la premiére motié du XVII' siécle, París, 1943. También puede consultarse para este tema Antoine Adam, Les libertins du XVII' siécle, París, 1964. 407

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FEIJOO Y LA INFLUENCIA DE LOSLIBERTINOS ERUDITOS FRANCESES

Feijoo representa en nuestras letras la causa de la cultura fran-cesa, aunque como hombre de su siglo admiró, en Inglaterra, la su-prema superioridad científica. Lleva a cabo la utilización, defensa ypropaganda del pensamiento francés, en el momento en que se iniciauno de los peróodos de máxima influencia francesa en España. A medi-da que avanzan los años le vemos más en contacto con la cultura fran-cesa. Delpy en su bibliografía sobre las fuentes francesas de Feijoo'estudia hasta ciento noventa autores franceses, citados por el bene-dictino. Algunos de ellos son conocidos por varias obras. Lamentael prejuicio de aquellos españoles que quisieran que los Pirineosfueran una barrera infranqueable. A este hostil retraimiento atribuyeuna de las causas del atraso de las ciencias, en España.

Dentro de esta influencia francesa no se ha advertido suficien-temente la de los «libertinos » franceses,2 generación anterior yprecursora del enciclopedismo, que cita Feijoo con simpatía y cons-tancia. Le proporcionaron el método que incorporó al pensamientotradicional. El benedictino fue más tímido y respetó la causa de laIglesia y de la monarquía, sobre todo la borbónica, de la que expe-rimentó su protección y ayuda.

Afín a este grupo resulta la Escuela Histórica de Saint-Maur,en París, creada en 1618, de grandes valores e influencia, con un

1. Delpy G. Bibliograpbie des sources frangaises de Feijoo, Hachette, París, 1936.Es también un estudio interesante sobre la influencia francesa: Robert Ricard, « Feijooet l'esprit réformateur, dans l'Espagne du XVIII' siécle», en Revue de la Médite-rranée, mai-jun. 1946.

2. La palabra «libertin» no tiene traducción posible. No equivale a libertino,con sentido peyorativo, en español, referido únicamente a la vida inmoral. Tampocose puede traducir como librepensador, con notación puramente intelectual. En fran-cés encierra algo de las dos significaciones. Pintard reconoce que el grupo de liber-tinos eruditos extendió por todas partes y clases de la sociedad francesa, en el sigloXVII, el germen de la irreligión, principalmente entre la nobleza y los intelectualesy produjo una fuerte reacción católica que constituyó un nuevo renacimiento reli-gioso, Rene Pintard, Le libertinage érudit, dans la premiére motié du XVII' siécle,París, 1943. También puede consultarse para este tema Antoine Adam, Les libertinsdu XVII' siécle, París, 1964.

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cierto clima de libertad intelectual y métodos racionalistas. Fue unarama del árbol benedictino, al que partenecía Feijoo. Vemos en ellaespíritus serios, sensibles, más inclinados a la libertad de pensa-miento que al misticismo, profundamente versados en la ciencia dela Escritura, de los Santos Padres, de la primitiva Iglesia, y con ungran conocimiento de las dificultades más fuertes de los creyentes.3

Mabillon es uno de los principales representantes. Feijoo hace alu-sión diversas veces a este monje. Por ejemplo, en la carta XVIII,sobre el Discurso de Rousseau, en Dijon, dice que en adelante to-mará pruebas directas y domésticas: « esto es, de mi Religión, queme presenta nuestro monge Don Juan Mabillon, en su tratado delos Estudios Monásticos» (CE. IV, 18, 34).

Es muy probable que la generación de «libertinos » conocieralos trabajos de estos maurinos, ya que Richelieu se interesó por ellosy un grupo de libertinos eruditos trabajaba para el cardenal. Seríainteresante estudiar la presencia de la Escuela de Saint-Maur, de laCongregación de los maurinos, en España, y la influencia de su espí-ritu crítico en Feijoo y Sarmiento.

Con la inquietud intelectual, en el siglo XVII, comienza enFrancia la decadencia del aristotelismo escolástico y el progreso delespíritu crítico. Nace una generación de eruditos « libertinos », incli-nados al materialismo, con repugnancia a todo lo sobrenatural omaravilloso, desdén por la masa, astucia y audacia en sus actitudescon fama de increyentes. Sus libros se encontrarán en la bibliotecadel benedictino.

Dentro de esta tendencia advertimos en Feijoo mayores se-mejanzas con Guy Patin (1602-1672), a quien se le ha definido comoun cristiano « libertino ». Los dos intentan que la luz del cristia-nismo sea más brillante, limpiándola de toda escoria. Médico y pro-fesor del Colegio de Francia estuvo en relación con todo el grupode « libertinos » y Bayle hace de él grandes alabanzas. Según Sortais,sigue a Gassendi y es opuesto a Descartes.4 Su estilo es elegante,cáustico y lleno de citas religiosas. Cristiano sincero, fue gran en-tusiasta de la libertad. Se encontraba más cerca de esta corriente

3. J. Urban Bergkamp, Dom Jean Mabillon and the Benedictine Historícal Schoolof Saint-Maur, Washington, 1928, p. 16.

4. Gastón Sortais, La philosophie moderne, depuis Bacon jusqu'a Leibniz, 2 vols.,París, 1922, t. II, p. 181.

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que de los religiosos, todavía maestros y mentores de la vida deFrancia.

Tanto Feijoo, como Guy Patin y Bayle y los demás del grupo,no tienen confianza en las tradiciones del pueblo, dominadas porla superstición. Guy Patin, en una carta a su hijo, le dice:

La superstition que est vraiment humanae mentís ludibrium,triumphe aujourd'hui dans la France, et principalement dans lesgrandes villes, ope et opera monachorum?

Tanto Feijoo como Guy Patin utilizan la razón para destruirlos elementos que corrompen el cristianismo. Lo más importante enellos es el método racionalista que emplean para combatir el mitoy lo irracional. Los dos son partidarios de la monarquía cristiana yabsoluta. En los dos existe una especie de dualidad entre el métodoracionalista que emplean y el pensamiento tradicional que quierenmantener, como veremos también esta dualidad en Gassendi.

Según Iris M. Zavala6 Feijoo es el precursor de esta generaciónde deístas (Meléndez Valdés), de espíritus críticos (Cadalso), decatólicos liberales (Jovellanos) que hacen distinción entre lo interiory lo exterior, entre el pensamiento libre y las actitudes que tomanen la vida pública. Feijoo será, según Zavala, el primer representantede las «luces » clericales, que al final del siglo dieron las figurasrevolucionarias de Lista, Blanco y Marchena. Pero quizá Zavala noacierta al señalar un texto de Feijoo como expresión consciente deesta dualidad de pensamiento.7 Más bien es la clara distinción teo-lógica entre el mundo sobrenatural y el mundo natural, el de lagracia y el de la naturaleza.

Entre los eruditos «libertinos » fue famosa la llamada « te-trade», compuesta por Diodati, La Mothe le Vayer, Gassendi yNaudé, figuras centrales de este movimiento. Como ellos, Feijooluchará contra « los errores comunes », como nos dice al comienzode todos sus libros, contra las imposturas, supersticiones y engaños.Por eso ha sido definido por Marichal como « el desengañador de

5. Adam, Les libertins du XVIW ciécle, Paris, 1943, p. 156.6. Iris M. Zavala, « Tradiction et reforme dans la pensée de Feijoo », en Jean-

]acques Rousseau et son temps, Paris, 1969, p. 54.7. « Quien no observare diligente aquellos dos puntos o uno de ellos, según el

hemisferio, por donde navega; esto es, el primero en el hemisferio de la gracia, elsegundo en el hemisferio de la naturaleza, jamás llegará al puerto de la verdad»(T.C. I, 1,5).

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las Españas ».8 Feijoo, desde su celda, con sus lecturas y sus contra-dicciones, preparó el camino de las luces y del progreso crítico, lomismo que estos «libertinos» militantes, todavía con escrúpulosy temores prepararon el « libertinaje triunfante » de Fontenelle yde Bayle.

Diodati (1576-1649) es un teólogo protestante, conocido porsu traducción al italiano y al francés de la Biblia. Viajero infatigabley curioso que hace de intermediario entre los eruditos e intelectua-les. Su amistad con Campanella y Galileo le sirvió para dar a cono-cer en Francia estos dos grandes genios. Se distinguió por su cos-mopolitismo, su apertura de espíritu, su indiferencia confesional ysu eclecticismo filosófico, complaciente con las curiosidades « liber-tinas ». Encontramos alguna cita de este escritor en Feijoo.

Francois La Mothe le Vayer (1588-1672), historiador y filó-sofo, a quien Ana de Austria le encargó la educación de su hijoLuis, fue uno de los máximos representantes del escepticismo fran-cés del siglo XVII. Podríamos definirlo como un espíritu incré-dulo y hedonista. Tiende a secularizar la moral y sus últimas obrasse distinguen por su pirronismo y su escepticismo.

Feijoo había leído a este autor, pues lo cita varias veces. Aludeprincipalmente a su Opuscule ou petit traite sceptique sur cette com-mune fagon de parler: n'avoir pas le sens commun, París, 1646. Pres-cinde de sus ideas. Veamos la cita de Feijoo, en su Teatro Crítico,con respecto a España:

Acuerdóme haber leído en la Mothe le Vayer que a los prin-cipios del siglo pasado un francés, llamado Cenest, viendo unmanuscrito, donde estaban explicados los elementos de Euclides,por las figuras que tenían se imaginó que era de Nigromancia, yal momento echó a correr despavorido, pensando que le aco-metían mil legiones de demonios; y fue tal el susto que mu-rió de él.9

Y en otro lugar del T.C. nos dice:

La Mothe le Vayer dice de los Turcos que tienen por día felizel miércoles, y los Españoles el viernes. Esto segundo nunca lohe oido; pero sí el que los italianos tienen por infausto el vier-nes, como acá se dice que lo es el martes.10

8. Juan Manchal, « Feijoo y su papel de desengañador de las Españas», enha voluntad de estilo, Barcelona, 1957.

9. T. C. VI, 2, 96. Las citas son del Teatro Crítito Universal, Madrid, 1777, yde Cartas Eruditas, del mismo. El primer número romano es el tomo, el segundo ará-bigo el discurso o la carta y el tercero, el numero del párrafo.

(10) T. C. IX, 2, 61.

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En otro pasaje (T.C. IX, 2, 61) refiere irónicamente que segúnLa Mothe desde que los señores de Lorraine tenían derecho a con-fiscar los bienes de los acusados de brujería, había más brujas en estepaís que en todo el resto de Europa. Otras citas de La Mothe notienen importancia mayor. Esto no quiere decir que no tenga in-fluencia de sus ideas. Por ejemplo, Feijoo reconoce y respeta lahonestidad y la virtud que pueden poseer hombres no cristianos,principio que defiende La Mothe en su obra La ver tu des payens.La importancia que da a lo experimental es fruto de estas lecturas.

Pierre Gassendi (1592-1655) hizo el doctorado en teología,se ordenó de sacerdote y ocupó una cátedra, en Avignon. Prontose trasladó a París y fue profesor de matemáticas en el Colegio deFrancia. Influyó principalmente sobre la filosofía francesa del sigloXVIII, en particular sobre Diderot. En su obra encontramos fre-cuentes contradicciones, debidas a sus dos filosofías, a su conflictoentre su corazón y su inteligencia, entre su cristianismo y su epicu-reismo escéptico. Adopta una moral edonista, intenta presentar unepicureismo cristianizado, hace concesiones a la teología y se apoyaen la Revelación y en el razonamiento teológico. Para probar laexistencia de Dios acude al consentimiento universal que Feijoorechazará. Sus Sintagma están en oposición con sus primeras ideasy sirvieron para el movimiento «libertino ».

Feijoo con frecuencia trata de las teorías filosóficas de Gas-sendi. Las refuta, pero le muestra respeto y admiración, porque consu inspiración científica consiguió rejuvenecer la teoría atómica, es-cribe. Gassendi tuvo en España, en el siglo XVIII, una influenciamayor que Descartes. Numerosas obras españolas de esta época seinspiran en su filosofía o la discuten.

El ilustre benedictino prodiga alabanzas a Gassendi, como aningún otro autor. Feijoo era antiaristotélico, aunque aquí no lo im-pugne.

Yo estoy bien hallado con las formas aristotélicas y a ningunode los que le impugnan sigo. Pero tratar de rudos a Descartes,Gasendo y Maignan, es hacerles un gravísima injusticia. Gasen-do fue dotado de nobilísismo y clarísimo entendimiento. Apenashay hombre sabio que no le colme de altísimos elogios. LeónAlacio gradúa de admirables sus escritos. El docto jesuíta Re-nato Rapin dice que nadie puede alabar bastantemente a Gasen-do, y que ningún filósofo de la antigüedad escribió tanto y contanta solidez.11

11. T. C. II, 1, 12.

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Feijoo vuelve a la alabanza de Gassendi con ocasión de un casode supuesta magia. Quiere de paso probar que la magia se da entodas las clases sociales, lo mismo entre los nobles.

No sólo la gente baxa contrahace o finge duendes. El condeLuis de Valois le escribió a Gassendo que todas las noches seaparecía en el aposento donde dormía, una luz, ya de esta, yade aquella figura, pidiéndole explicase la causa. Gasendo, por noacudir al refugio de duendes o espectros, por ser indigno de tangran filósofo no decir más de lo que diría cualquiera del vulgo,puso en prensa toda su filosofía para exprimir algo que persua-diese poder ser producido por causa natural el fenómeno. Perotodo dio, como suele decirse, en vano. La aparición de la luz eraverdadera y la causa natural; mas no la que Gasendo discurría.Una criada de la casa, por orden de la condesa, era autora deljuguete.12

Las citas de Gassendi suponen una lectura detallada de susobras y una meditación de sus ideas. Por ejemplo, al comentar unpasaje de Gassendi sobre la formación de los rayos, da la citaexacta.

Gasendo, pues, en el Tomo II de la Phylosofia, sect. 3, membr.prior lib. 2, cap. 5, decide que el rayo se forma donde hacesentir su furia, aunque concede que la materia baxa de las nu-bes... me duelo que Gasendo tratase tan de paso esta materia,que lo que habló de ella no me presta auxilio para defender miopinión.13

Varias veces, aduce el testimonio de Gassendi y de Descartessobre la formación de la materia. Así escribe que « convienen Car-tesianos y Gasendistas en la razón de filósofos corpusculares quesiguen negando toda forma sustancial y accidental, distinta de lamateria» (T.C. I, 13, 32). Y en otro lugar. « Cartesianos y Gasen-distas concuerdan en establecer en el mundo la continuación delmismo movimiento de sus partículas, que al principio les dio el sero les formó » (T.C. I, 13, 35). Contrapone a Gassendi con Epi-curo. « Fue sueño de Epicuro pensar que infinitos átomos, vaguean-do libremente por el ayre al ímpetu del acaso, sin el gobierno dealguna mente, pudiesen formar este admirable systema de el Orbe.Pedro Gasendo y los demás Reformadores modernos de Epicuroañadieron a ese confuso vulgo el régimen de la suprema inteligen-

12. T. C. III, 4, 13 nota.13. T. C. VIII, 9, 17.

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cía » (T.C. I, 1, 3). Acude también a la autoridad de Gassendi paraatacar a Aristóteles. « Pero quando tronó con mas fuerza la cólerade los Aristotélicos, fue al verse atacados por los tres partidos Car-tesianos, Gasendistas y Maignanistas » (T.C. II , 1, 11). Finalmente,entre otras citas, trae el testimonio de Gassendi para demostrarque la carne no es alimento tan natural como los frutos de latierra (T.C. VII, 9, 10).

Gabriel Naudé (1600-1653), médico del rey, gran bibliógrafoy bibliotecario de Mazarino, compró para su biblioteca diversascolecciones que desaparecieron, cuando La Fronda. Llamado porCristina de Suecia, volvió a Francia con Mazarino. Consiguió unsaber enciclopédico y se distinguió por su viveza e ironía, su espí-ritu crítico y su culto a la razón. Pronto se inició en el movimientolibertino, con la lectura de los filósofos y humanistas y armonizóun escepticismo metódico con un racionalismo prudente, aunque aveces le vemos dudar entre los dos. En Naudé advertimos más uninstinto que un sistema. Lo definiríamos como un Bayle en poten-cia. Siente admiración por un Aristóteles no bautizado y en suApología elimina todos los fenómenos incomprensibles. Defiendeel origen político de las religiones y cree que, como los grandes im-perios, las religiones también mueren. Descubre síntomas de deca-dencia en el cristianismo y opina que la religión es inútil para lasbuenas costumbres. En definitiva, no concede ningún sentido a lareligión.

Feijoo fue acusado de haber plagiado a Naudé, en lo que es-cribe sobre Savonarola. Se defiende, porque Naudé —afirma— con-sagra seis páginas enteras para relatar los sucesos de Savonarola ytodavía es muy conciso. « Yo le dedico solamente media página, ¿cómopuedo copiar al pie de la letra? Mi estilo no se parece al del doctofrancés. Lo que Naudé dice de Savonarola lo dicen otros muchosy no tendría necesidad de plagiar a Naudé ».14

El benedictino se fija únicamente en anécdotas de las obrasde Naudé. Algunas las corrige. Por ejemplo, cuando aduce Naudéel pronóstico de Lucas Gauric, consultado por María de Médicis,sobre el destino de su hijo Enrique II. Escribe Feijoo que no con-cuerda con el relato de Dechalles (T.C. I, 8, 15). El benedictino seextraña de que Naudé no introduzca a Apuleyo en su Apología(T.C. VI, 2, 44). Observa que Naudé no cree en la inspiración divina

14. T. C. III, Prolg. 3.

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de Juana de Arco (T.C. IV, 8, 82) —Feijoo parece que está con-forme con esto— y cita la carta de la Virgen a los habitantes deMesina y la conversación de Naudé con el autor alemán que escribióun libro para justificar esta carta (T.C. V, 16, 33).

Es interesante comparar un texto de Naudé, de su obra Consi-derations politiques sur les coups d'Etat y un texto de Feijoo, Lavoz del pueblo, en el Teatro Crítico.

Si les impostures réussissent, c'est que le peuple est stupide.Aussi savons-nous que cette populace est comparée á une mersujete á toutes sortes de vents, et de tempestes: au Caméleonqui peut recevoir toutes sortes de coullure escepté le blanc, etá la sentine et cloaque, dans laquelle coulent toutes les orduresde la saison.15

Y el texto de Feijoo:Aquella mal entendida máxima de que Dios se explica en lavoz del pueblo, autorizó a la plebe para tiranizar el buen juicio,y erigió en ella una potestad tribunicia, capaz de oprimir lanobleza literaria. Este es un error de donde nacen infinitos. Por-que asentada la conclusión de que la multitud sea regla de laverdad, todos los desaciertos del vulgo se veneran como ins-piraciones del Cielo... Aestimes judicia, non numeres, decía Sé-neca. El valor de las opiniones se han de computar por el pesono por el número de las almas. Los ignorantes, por ser muchos,no dejan de ser ignorantes.16

Vemos claramente en los dos textos un mismo pensamiento:el desprecio del pueblo o de la masa, como argumento de razón.Idea muy defendida por estos « libertinos » eruditos que en mu-chos puntos de política coincidían con el Despotismo ilustrado pos-terior: hacer todo por el pueblo, pero sin el pueblo.

Ideas ajines de Feijoo

Feijoo coincide con la generación de los « libertinos » eruditos,en la sobrestimación de los argumentos de experiencia, como hemosdicho. Acepta con ciertos reparos la fábula de Idearla y Solidina,una sátira contra la filosofía escolástica derrotada por la filosofíaexperimental. En ella hay un ataque a los profesores españoles aris-totélicos. « Díjome que para ser español y profesor de peripate-tismo, bastante me ponía en razón ».

15. A. Adam, op. cit., p. 145.16. T. C. I, 1, 1.

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Para Feijoo la Iglesia y el dogma están por encima de todo,intangibles, inmutables, principio que no admiten todos los de estageneración francesa. Sin embargo, encontramos en el benedictinoalguna crítica de la Iglesia como institución y principalmente con-tra los malos clérigos. También reconoce que la Iglesia, en cuantorepresenta a todo el pueblo de Dios, no puede errar, pero sí encuanto a parte.

El primero es tomando por voz del pueblo el unánime consen-timiento de todo el pueblo de Dios, esto es, de la Iglesia uni-versal; la cual, es cierto, no puede errar en las materias de fe,no por imposibilidad antecedente, que siga la naturaleza de lascosas, sí por la promesa que Christo la hizo de su continua asis-tencia y la del Espíritu Santo en ella. Dixe de todo el pueblode Dios, porque una gran parte de la Iglesia puede errar, yde hecho erró en el gran cisma de Occidente.17

Una crítica contra los clérigos se contiene, entre otros muchoslugares, en sus Cartas Eruditas: Danse algunos documentos impor-tantes a un eclesiástico (CE. IV, 19).

En la aceptación y el respeto a la monarquía absoluta tieneactitudes semejantes. Lo podemos advertir comparando la genera-ción erudita de Feijoo y la generación de los «libertinos » france-ses, en dos textos de Palacio Atard, en Los españoles de la ilustra-ción y de R. Pintard, en Le libertinage érudit, dans la premieremoitié du XVII* siécle.

El texto de Pintard:

Si la raison d'Etat, dont ils veulent étre les serviteurs attentifs,comporte pour premier article le devoir de servir les croyancespour s'en servir, n'est-il pas inevitable que, ralliés deja á í'abso-lutisme politique, ils soient aussi conduits par leur reflexiónau traditionalisme et au conformisme religieux? Montaigne lesavait precedes dans cette attitude.18

El texto de Palacio Atard:

Todo afán de reformas se centra, pues, en la mitificación delcuadro económico de España. Todo él se promoverá dentro delmás absoluto respeto al poder público organizado, el absolutis-mo monárquico.1'

17. T. C. I, 1, 25.18. Op. cit., p. 563.19. Vicente Palacio Atard, Los españoles de la ilustración, Madrid, 1964, p. 35.

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Tanto Feijoo como los «libertinos » tienen fe en un poderautoritario y fuerte, sin oposición a los poderes constituidos. Sediferencian en el sentido que dan a las reformas. Los « libertinos »se interesan únicamente en las reformas que atañen al hombre uni-versal, mientras que Feijoo propugna por reformas concretas, prácti-cas que se refieren al hombre español, dentro de una corriente dereformismo práctico que programaban los escritores españoles delsiglo XVII. Lo original de Feijoo consistía en la aplicación del mé-todo, aprendido en las lecturas francesas. Feijoo defendía la revo-lución desde arriba, que en la segunda mitad del siglo XVIII seencarnará en el Despotismo Ilustrado.

Coinciden igualmente en su actitud con relación al pueblo,tanto en el aspecto político, como en el de tradiciones religiosas.Feijoo había sufrido la reacción del pueblo contra él y escribe muysentido:

Una especie de tiranía intolerable ejerce la turba ignorante so-bre lo poco que hay de gente entendida, que es precisarla a pro-bar aquellas vanas creencias que recibieron de sus mayores, es-pecialmente si tocan en materia de religión. Es ídolo del vulgoel error hereditario. Cualquiera que pretenda derribarle incurre,sobre el odio público, la nota de sacrilego. En el que con ra-zón disiente a mal tejidas fábulas, se llama impiedad la discre-ción, y en el que simplemente las cree, obtiene nombre de re-ligión la necedad.20

Feijoo, como la generación de los «libetinos » y del Despo-tismo Ilustrado, desea que el gobierno se entregue al servicio delpueblo, pero no que el pueblo participe en el gobierno, a no ser almodo de la antigua institución del Consejo de Mesta. Por eso nocomprende la idea de rebelión o revolución. Sus artículos más atre-vidos están en el terreno filosófico y se refieren al libre examen.

Los testimonios podrían repetirse largamente. Por eso Feijoo,como los «libertinos » franceses, consciente de las dificultades desu pretensión, desea hacerse más cauteloso para no dar motivo arumores vanos.21 Feijoo defiende una concepción aristocrática dela verdad, como la generación de los « libertinos » eruditos.

En su obra no encontraremos una crítica directa de los reyes,sino de una manera indirecta, subrepticia, atacando únicamente sumala conducta y sobre todo la creencia del origen divino del poderabsoluto.

20. T. C. I, 1, 42.21. Duendes y espíritus familiares, en T. C. IV, 4, 5.

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Sánchez Agesta n lo comenta en diversas obras. Feijoo no admi-te la posibilidad del tiranicidio. Cuando nos habla del tirano se refierea la historia antigua, pero nunca a un rey moderno. Y menos a unmonarca español, pues no cree posible que se dé el caso en España.El benedictino estaba muy unido a los Borbones n y lejos de criti-carles nos da una serie de consejos morales, que les favorece, enLa ambición y el solio (T.C. III , 10, 2). Su crítica contra el tiranose suele referir a un príncipe conquistador que subordina los inte-reses del pueblo a su gloria y a sus vanas conquistas.24 A este con-quistador y caudillo y al héroe militar Feijoo opone otro tipo dehéroe, es decir, el hombre docto. Esta concepción del heroísmo escomún a muchos escritores de aquella época.25 El saber es una forma de heroísmo, porque requiere un gran esfuerzo de estudio. Lasustitución de la gloria de las armas por el heroísmo de la erudicióny de la ciencia aparece muy clara en la obra de Feijoo (T.C. IV,54, 55). De aquí su actitud antibelicista, o mejor, pacifista. Escribeen Amor de la patria y pasión nacional:

No niego que revolviendo las historias se hallan a cada pasomillares de víctimas sacrificadas a este ídolo. ¿Qué guerra se em-prendió sin este especioso pretexto? ¿Que campaña se ve bañadade sangre, en cuyos cadáveres no pusiese la posteridad la hon-rosa inscripción general de que perdieron la vida por la patria?Mas si examinamos las cosas por adentro hallaremos que el mun-do vive muy engañado en el concepto que hace que tenga tantosy tan finos devotos esta deidad imaginaria.26

La única libertad a la que Feijoo aspiraba era a la libertadde pensar. En este punto los textos abundan. Feijoo quiere des-

22. Luis Sánchez Agesta. «Feijoo y el pensamiento político español del sigloXVIII » en Revista de Estudios Políticos, iul-oct. 1945. También habla, en El pensa-miento político del despotismo ilustrado, Madrid, 1953. Otras veces, Feijoo da a losproblemas una dimensión nueva que transforma totalmente los términos. Tal, porejemplo, el tema de la tiranía que se enlaza a la discusión del heroísmo y del príncipeconquistador. El tema del tiranicidio está en la tradición española. Véase Suarez,Defensio jidei, y Mariana, De rege et de regís institutione. Los dos defienden, enciertas circunstancias, la legitimidad del tiranicidio.

23. Sobre su alianza con los Borbones y la protección que recibió léase la PardoBazán. Habla de lo que hizo la casa de Borbón por el progreso y la cultura, yescribe: «...por su mismo exceso, la ayuda declarada que dispensaron a Feijoo»,O.C. Feijoo y su siglo, t. IX, p. 168. Fernando VI prohibió la publicación del ataquede Soto y Mame contra Feijoo.

24. Paradojas políticas y morales, T. C. VI, 6, 4.25. Pueden verse los textos de Mayans y Sisear, en BAE, t. LXVI, pp. 157-167.26. T. C. III, 10, 2.

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truir todos los elementos de pensamiento mágico, mítico o irracio-nal, en los cuales se sentía prisionero el pueblo español. Siente lafalta de esta libertad de pensar en España, y al hablar de la hos-tilidad de los españoles a todo lo extranjero, escribe con tristeza:

En esto se fundan algunos extrangeros, cuando dicen que en Es-paña patrocinamos con la religión el idiotismo. Poco ha queescribió uno que son menos libres las opiniones en España quelos cuerpos en Turquía.27

La libertad civil y menos la libertad política no entraba en lamente de Feijoo. Rodríguez Aranda nos dice que no ha podido en-contrar ninguna referencia a la libertad política.28 Debemos añadirque la libertad de pensar de Feijoo admite un matiz de exigenciade justicia. En la Balanza de Astrea o recta administración de la jus-ticia nos dice que « la utilidad pública es el norte adonde debe di-rigirse siempre la vara de la justicia» (T.C. I I I , 11). Pero no seimagina que la injusticia pueda venir de las clases dirigentes.

IGNACIO ELIZALDEUniversidad de Deusto, Bilbao

27. T. C. III, 13, 92.28. Rodríguez Aranda, La razón en la cultura española, Madrid, 1962, p. 75. Y

no solamente no encontramos en Feijoo nada relativo a las libertades civiles. Bastaabrir cualquier obra de la segunda mitad del siglo XVIII para dar con la defensaa ultranza de los derechos de la soberanía, incluso sobre la religión y la propiedad,últimos reductos de la libertad. Únicamente en cartas privadas, que no se imprimenhasta muy entrado el siglo XIX, vemos matices más atrevidos del contrato social yla admiración por la libertad de imprenta, como en las Cartas... al Conde de Lerena.

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