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1 F31: Te quiero hacer una pregunta sobre los papás italianos… ¿Qué influencia tuvo para vos tener padres italianos y no varias generaciones de argentinos en tu historia? Algo de ese desarraigo que tenemos los argentinos… MTA: El tema de la identidad atraviesa todo lo que he escrito y esa búsqueda está siempre muy presente en mi Ezeiza, diciembre de 2012, número 5 vida. Por un lado mi papá era un italiano que vino de grande, a los 28 años, un poco después de terminar la guerra; había sido desertor, había estado en el movimien- to partisano. Vino a la Argentina y acá la conoció a mi mamá, hija de italianos por parte de padre y de madre; italianos muy pobres, campesinos venidos a finales del siglo XIX, otro tipo de inmigración. Con respecto a tener un arraigo acá, mi papá, pese a ser italiano, nun- ENTREVISTA A MARÍA TERESA ANDRUETTO LA ESCRITURA ES GENEROSA PORQUE TIENE UN LUGAR PARA TODOS Fanzín 31 es una publicación del taller de poesía realizado por Yo no fui en la Unidad 31 de Ezeiza. www.fanzin31.blogspot.com.ar Desde mediados del 2003, realizamos en el taller de poesía un ciclo llamado “visitas” del cual han participado más de veinte escritores. Estas visitas se transforman luego en entrevistas o textos. Este es un fragmento de la charla con la escritora María Teresa Andruetto. Para ver la entrevista completa entra en: www.fanzin31.blogspot.com

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fanzín 31 es una publicación del taller de poesía que dicta la organización social y cultural Yonofui en la Unidad 31 de Ezeiza.

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F31: Te quiero hacer una pregunta sobre los papás italianos… ¿Qué influencia tuvo para vos tener padres italianos y no varias generaciones de argentinos en tu historia? Algo de ese desarraigo que tenemos los argentinos…

MTA: El tema de la identidad atraviesa todo lo que he escrito y esa búsqueda está siempre muy presente en mi

Ezeiza, diciembre de 2012, número 5

vida. Por un lado mi papá era un italiano que vino de grande, a los 28 años, un poco después de terminar la guerra; había sido desertor, había estado en el movimien-to partisano. Vino a la Argentina y acá la conoció a mi mamá, hija de italianos por parte de padre y de madre; italianos muy pobres, campesinos venidos a finales del siglo XIX, otro tipo de inmigración. Con respecto a tener un arraigo acá, mi papá, pese a ser italiano, nun-

ENTREVISTA A MARÍA TERESA ANDRUETTO

LA ESCRITURA ES GENEROSA PORQUE TIENE UN LUGAR PARA TODOS

Fanzín 31 es una publicación del taller de poesía realizado por Yo no fui en la Unidad 31 de Ezeiza.

www.fanzin31.blogspot.com.ar

Desde mediados del 2003, realizamos en el taller de poesía un ciclo llamado “visitas” del cual han participado más de veinte escritores. Estas visitas se transforman luego en entrevistas o textos. Este es un fragmento de la charla con la escritora María Teresa Andruetto. Para ver la entrevista completa entra en: www.fanzin31.blogspot.com

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ca quiso volver a Italia, se empeñó en que fuéramos de aquí. Se opuso tenazmente a que estudiáramos italiano cuando éramos chicos y se enojaba cuando alguno venía y decía que en Italia estaban bien; decía “bueno, porque van a hoteles, en ningún lugar se está como acá…”. Él se afirmó en ese estar acá. Tanto que en mi casa nunca sen-timos el deseo de…

F31: De viajar a Italia.

MTA: No. Yo he ido una vez, de paseo; una vez que me invitaron a una actividad y fui a visitar a mis parientes. Nosotros toda la vida nos escribimos con los primos, mi papá tenía sus hermanos allá, iban las cartas, volvían, regalos de fin de año. Muy presentes los parientes y ellos querían que mi papá fuera, pero eso no estuvo nunca ni en sus planes ni en los de mi mamá, ni después en los nuestros; porque yo no recuerdo haber deseado vivir en otro lugar, a pesar de que he renegado muchas veces con mi país…

pero de verdad para mí eso tiene que ver mucho con mi papá, con la idea de que en realidad el inmigrante no vive tan bien en el país a donde va como en su país, porque en su país hay una red afectiva, la lengua, muchas cosas que uno tiene sin darse cuenta. No me imagino viviendo en otro lugar.

F31: Qué raro, ¿no?, porque siendo de otro país, uno trata de que los hijos no pierdan esa cultura.

MTA: Fue la doble cosa, porque teníamos relación con su familia, nos escribíamos, pero eso de “cuando sean grandes ustedes vayan allá”, no.

F31: ¿Vos escribías antes de que él muriera? ¿ él qué opinaba de eso?

MTA: Sabía que yo escribía, pero como una cosa mía.

F31: ¿Como un hobby?

MTA: Sí, pero yo en esa época ni soñaba con que pudiera alguna vez publicar, ni siquiera se me cruzaba por la cabeza. Yo empecé a escribir cuando tenía 14, 15 años. Y empecé a publicar a los 40, o sea que cuando empecé a publicar tenía escritas muchas cosas. Publicar estaba muy lejos de mi realidad porque yo vengo de un pueblo, no conocía ningún escritor, ningún editor, no era mi mundo. Yo lo veía como algo muy lejano. Además en esa época en Córdoba prácticamente no había editoriales, hubiera tenido que venir a Buenos Aires a ver si alguien… Era algo que estaba totalmente fuera de mis posibilidades; no de mis posibilidades, de mis sueños. Con lo que soñaba era con ser profesora de literatura, y lo fui. Lo de la escritura es algo que se fue haciendo, como una pasión, hasta que en algún momento todo eso fue creciendo; mandé una novela a un concurso, ganó el premio y ahí empecé a publicar, pero yo tenía 40 años.

F31: Vos decís que lo que te hizo publicar fue el premio.

MTA: Sí, porque me dio la idea de que yo a lo mejor podía publicar o ser una escritora. Yo cumplí 56 años en enero, es distinto el momento a cuando tenía 30. Han cambiado mucho las formas con el tema de los libros. Todo lo que tiene que ver con internet, con los blogs. Hoy en día puedo hacer un archivo en la computadora y hacer una impresión sencilla o puedo tener un blog

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y poner ahí poemas. Hay muchas cosas que se pueden hacer que cuando yo era joven no.

F31: Era el libro o nada. Escribiste desde muy jovencita, ¿por qué te decidiste a mandar al concurso esa novela, Tama, y no otra cosa?

MTA: Era un concurso de novela. Yo tenía poemas, tenía cuentos, pero tenía que ser una novela y esa era la única que tenía. Fue una novela que demoré mucho en escribir porque considero que escribiéndola fui haciendo una especie de aprendizaje (uno aprende a escribir escribiendo, como aprende a caminar caminando). Cuando tenía 28 años me enfermé de un cáncer de cuello de útero, tenía a mi primera hija recién nacida y un matrimonio bastante complicado -con los años me separé- y una situación económica terrible. En una urgencia me internaron en un hospital de Córdoba, estuve un mes internada y después me fui unos meses a lo de unas tías de mi ex marido en La Rioja para que me cuidaran. Ahí empecé a escribir la novela.

F31: Decías que publicar no estaba en tus posibilidades sino directamente en tus sueños; eso me parece interesante, que las cosas que se hacen posibles tenés que…

MTA: Antes soñarlas. Yo no les puedo describir la alegría que sentí cuando saqué ese premio. Hoy pienso que no era de la nada, pero yo lo vi como una cosa totalmente caída del cielo. Les voy a contar una cosa, yo tenía una cuestión de mucho esfuerzo en la vida cotidiana, tenía dos niños y estaba sola. Se los cuento, porque pueden pensar que a esta que escribe no le pasan estas cosas. El premio era la edición y una suma de dinero de la Municipalidad de Córdoba con la cual yo busqué una chica del barrio e hice un acuerdo para que ella durante un año me hiciera algunas cosas en la casa, para que cuando yo volviera de trabajar tuviera unas horas para escribir (…) Haber ganado ese premio me trajo alumnos, me permitió abrir talleres literarios. Recién ahí tuve la idea de que estaba construyendo una obra, porque una cosa es un libro y otra cosa es como una idea más general. Estoy hablando de muchos años, porque yo empecé a publicar en el 93 y hay una cosa así como fuerte en 2002: gano el premio del Fondo Nacional de las Artes y hay un libro que anduvo muy bien, Stefano. Todo fue de a poco.

F31: A la poesía le das una importancia y un respeto total, ahí no dejás que nadie te imponga tiempos.

MTA: Claro, eso tiene que ver con lo que uno siente, con lo más profundo de uno; lo otro, preparar una charla y demás…

F31: La poesía también sirve como terapia.

MTA: Supongo que sí, porque son maneras de liberarse uno de sus dolores. Yo tengo una idea de la escritura que tiene que ver con lo más profundamente humano. A mí me conmueve mucho, o me interesa mucho el dolor de las personas, el asombro, la alegría, porque también tiene que ver con el recuerdo de mis propios dolores, de mis

propias necesidades. No creo que sea la única manera de escribir, hay gente que escribe desde otros lugares, pero yo escribo muy ligada a esas cosas. No es que digo “bueno, voy a inventar una historia”.

F31: Es desde lo personal también.

MTA: Algo me tiene que impactar. A veces son cosas que yo he vivido, pero muchas son cosas que veo, una imagen, qué se yo. Les voy a contar una anécdota de un borrador de un cuento que se me ocurrió. Me habían invitado a Chile a un congreso de literatura infantil y salí a caminar un poco por el centro; de pronto escucho una voz cantando una cosa bellísima, reconozco el fragmento de una ópera que a mi papá le gustaba mucho. Bueno, era italiano, tenía unos discos, escuchaba eso con mi mamá y era como una cosa especial. Escucho un fragmento de algo que me recuerda a mi infancia, miro a ver de dónde viene y un poco más allá una gente que está ahí amontonada; la gente estaba en la salida de un subte o un tren mirando y algunos tiraban monedas. Me fijo y abajo estaba una mujer con una voz maravillosa que era lo que me había atraído, la mujer tenía las raíces negras y el pelo teñido, se ve que hacía mucho que no se volvía a teñir, lo cual me hizo pensar que no ha tenido dinero para volver a teñirse. Eso me conmovió tanto, un ser capaz de crear tanta belleza y a lo mejor está sufriendo, a lo mejor necesita una moneda tirada desde arriba como una migaja. Me fui y anoté una cosa, un pequeño borrador que después no sé si se transformará o no en un cuento. Quiero decir, el origen son siempre esas cosas, algo del otro que logra conmoverme.

F31: El arte aparece siempre como un escape a un estado de melancolía, de vacío, de tristeza, de impotencia. ¿Nunca desde la alegría podemos escribir?

MTA: No, también se puede escribir desde la alegría. Yo creo que uno escribe desde lo que es, entonces, para mí la escritura es generosa, porque tiene un lugar para todos. Se puede escribir siendo melancólico, siendo alegre, siendo ingenuo, puro; estando muy atento y alerta al mundo. Hay grandes escritores, una solterona que vivía encerrada en una pieza en el siglo XIX, una mujer de la aristocracia europea que no sé qué, o un plomero que vivió en La Rioja, como Daniel Moyano, que era músico pero también hacía cuestiones de gas, maravilloso. Me parece que se puede escribir desde lo que uno es.

F31: ¿Hay algo que te molesta o que te disgusta de la poesía?

MTA: No, no, solamente cuando una ve cosas muy mal hechas, que no me gusten a mí.

F31: ¿Sos de criticar?

MTA: Soy muy exigente conmigo y con lo de los otros. Exigente en algún punto, porque soy también una persona un poco maternal en mi forma de ser. Soy exigente conmigo, si estoy escribiendo reviso mil veces, lo vuelvo a ver, lo pongo a descansar, y con las cosas que

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leo, hay muchas cosas que no me gustan y me lo puedo decir. Esto no quiere decir que le vaya a decir a todo el mundo. Tengo mis gustos, eso sí.

E: Y con respecto a procesos de escritura y corrección, ¿cómo trabajás?

MTA: Corrijo muchísimo. Por empezar, como hago narrativa… aparece algo, como el cuento de la mujer con las raíces negras, para poner un ejemplo. Hice un pequeño borrador en un cuaderno. Cuando volví a mi casa unos días después lo pasé en la computadora así nomás como estaba, en un coso que dice “cuento de la mujer teñida”, nada más, para que yo me acuerde. “Cuento del hombre que hacía dedo”, eso puede quedar ahí, puedo nunca pulirlo, que quede así, puedo volver a eso hoy, mañana, dentro de tres años, dentro de cinco porque a lo mejor estoy escribiendo otra cosa. Pueden pasar muchas cosas con eso. Si lo vuelvo a tomar es porque algo me pasó, que vi una mujer parecida y me acordé, por ejemplo, a veces me pasan esas cosas. Entonces vuelvo y agrando, achico, saco, pongo, pero sigue siendo un borrador. A veces así, por capas, puedo estar muchos años. Hay cuentos que los he terminado diez años después de haberlos empezado, pero no es que esté diez años escribiendo el cuento. Con los poemas, por ejemplo Pavese-Kodak, yo los reedité en un solo pero son dos libros chiquitos, dos mini libros. Kodak yo no sé cuántos poemas tiene, tendrá diez, doce. Los escribí a lo largo de diez años; el poema más viejo es de un momento y el más nuevo es de cerca de la edición del libro.

F31: Te preguntaba porque en el taller creo que la etapa más difícil es la de corrección.

MTA: A mí es la que más me gusta.

F31: Claro, porque ahí es donde uno está realmente trabajando, pero a veces es muy difícil revisar el texto… Lo difícil me parece es que una persona llega al taller con una idea de la escritura y debe cambiar esa idea.

MTA: Claro, al comienzo cuando el otro te marca algo te parece que te está sacando algo propio, pero después, así como un escultor saca todo lo que sobra y deja solo esa figura que va a hacer, en realidad en el lenguaje pasa lo mismo, uno lo que va sacando es todo lo que sobra para que quede el poema.

F31: ¿Le pasás a otros colegas para leer el material antes de publicar?

MTA: Siempre, tengo dos amigas que son escritoras también, nos leemos lo que producimos. En una época nos leíamos paso a paso los borradores. Desde el año 84 que nos leemos las cosas, te estoy hablando de 25 años por lo menos. Ahora una vez que lo tengo terminado, lo que me gusta de ellas, no es solamente que son buenas lectoras que saben de literatura; me gusta que son muy sinceras y eso es algo que es más difícil de construir. Gente que sabe de literatura hay mucha, pero que al mismo tiempo puedan ser sinceros y crudos… La poesía generalmente la comparto

con un poeta de Córdoba, que es también un amigo, y nos leemos las cosas ya más terminadas. Ese tipo de cosas hago, o mi marido que es un lector de otras cosas, cuando demora mucho y no avanza, esto viene mal. Hago eso porque me interesa la calidad pero también la eficacia, no me gusta lo que es complicado al cuete. Me parece que los libros son una manera verdadera de encontrarse dos personas, aunque una sea del siglo XV y la otra de hoy o una sea de la China y el otro de acá. Eso, como un puente entre las personas, los libros, las novelas y los poemas. De un lado y del otro, del que escribe y del que lee, hay dos personas, se pueden encontrar dos subjetividades, almas o espíritus o humanidades o como quiera uno llamarlo, da igual, que se encuentran ahí, es un acto de comunicación.

F31: ¿Ya habías visitado alguna cárcel?

MTA: Sí, yo trabajé varios años en una cárcel de adolescentes, hace muchos años, chicos entre 9 y 19 años. Era un instituto pero eran chicos que como habían estado en causas con mayores iban a la Cárcel de Encausados en Córdoba y en ese momento se creó una institución para que no estuvieran en Encausados. Estuvo unos años y después la cerraron. Trabajé cuatro años ahí, iba dos veces por semana. Fue una experiencia muy, muy importante para mí. Después en algún otro momento he ido a otra institución. Aquí fui a un correccional de mujeres, de jóvenes, que es el único de mujeres de la ciudad, de menores. Fui el año pasado y hemos tenido alguna cuestión por internet con el coordinador del taller, porque ellas trabajaron con unos cuentos que tengo que son como de miedo, están en un libro que se llama La mujer vampiro, hicimos un trabajo a distancia y también las visité. Y después he trabajado muchísimo en barrios con mujeres, el trabajo con mujeres siempre me ha resultado muy interesante y la escritura que tiene que ver con los personajes mujeres, también.

F31: Sí, hay muchas mujeres en tus libros.

MTA: Tuve dos hijas, una hermana muy importante en mi vida que murió joven, ella tuvo dos hijas que son un poco hijas mías, tengo muchas amigas mujeres. Tengo amigos varones también, pero mis amigas más profundas son mujeres. He coleccionado a mis amigas por muchos años. Tengo una amiga hace 50 años, es un montón, es una de esas que a veces le pido que me lea, no le gusta la literatura ni nada, pero es mi amiga de toda la vida y eso no se reemplaza con nada.

F31: ¿Qué escritores te gustan?

MTA: Muchos. De los narradores por ejemplo, me gusta mucho una camada que aparece en la Argentina en los años 50, 60; Daniel Moyano, por ejemplo, Rodolfo Walsh, Haroldo Conti, Andrés Rivera, Antonio Di Benedetto. ¿Sabés qué me gusta?, es la generación que viene después de Borges, Bioy Casares, Sábato… Por supuesto que a mí me gustan ellos, pero eran de una clase social más alta; después viene una camada de escritores de novelas y de cuentos que proviene de las

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provincias y son de una clase social más modesta y que no solamente escriben, sino que necesitan trabajar de otras cosas para vivir. Algunos son periodistas, otros son docentes, comerciantes, hacen distintas cosas, los veo como escritores más cercanos a nosotros. Uno escribe desde donde uno es. Si uno está criado en un pueblo lleva la vida de pueblo a la escritura, también me parece importante que haya escritores de distintas procedencias, por ejemplo, sería súper importante que gente que haya pasado por la experiencia de la cárcel pueda escribir. Es importante para una sociedad que los escritores vengan de distintos lugares, que sean mujeres, que sean hombres, de las provincias, de la capital, son las distintas voces de una sociedad que se ponen para que otros las vean.

F31: ¿Cómo te parece que se puede hacer que esas voces se escuchen no solo desde la feria del libro sino en la sociedad, de una forma más permanente, trabajando de una forma conjunta?

MTA: Por empezar, esto que hace este taller, estimular a que las personas escriban en distintos lugares y en diferentes condiciones, con distintas historias de vida. Después desde las editoriales, que pueda haber espacios para que distintos tipos de escritura se publiquen.

F31: Que después eso tenga llegada.

MTA: Que tenga llegada, que tenga una circulación. Cuando uno tiene un taller, a veces te traen obras de gente muy diversa, entonces se comparte y es un modo de que circulen, porque a veces uno ve lo que sale en la Ñ o lo que va a la Feria del Libro, pero todos son espacios de circulación. ¿Cuántos talleres hay en el país, cuánta gente hay juntándose con otras personas, leyendo un poema, escuchando lo que el otro escribió? Son modos de circulación de una sociedad, todo eso tiene un lugar en la sociedad que crece por abajo. El escritor famoso, el fulano o mengano, pero hay muchas otras maneras de circular.

F31: Nosotros estos días decíamos “va a venir una poeta de Córdoba”; eso era importante para nosotras porque en general vienen poetas de Buenos Aires.

MTA: A mí también me interesa ese intercambio, yo en Córdoba lo hago mucho, porque está más cerca, me es

más sencillo, pero siempre que vengo a Buenos Aires, aprovecho para aceptar alguna invitación y aprovechar el espacio de intercambio, porque yo traigo y también me llevo un montón de cosas. Si uno lo entiende como un puente entre personas, ese contacto con personas diferentes, de distintos lugares, distintas edades…

F31: Para mí el taller es súper importante porque no sé escribir, entonces me corrigen, me enojo, lo que sea, pero yo le doy duro para poder aprender algunos detalles, porque en realidad lo que una siente es lo que una vuelca en el papel. Yo lo siento de esta manera, es un cable a tierra, si estoy bien, si estoy mal. Y por otro lado me interesa que todo lo que nos sucede acá adentro se sepa afuera, a veces las personas que no han pasado esta circunstancia son medio reacias a querer saber, pero acá adentro, a pesar de todo, seguimos siendo personas. Me interesaría que la persona común, la que está afuera, sepa lo que una persona vive acá adentro, tenés que luchar mucho con muchas cosas.

MTA: Si uno pudiera comprender que eso es interesante no solo para vos sino también para alguien que está afuera. Y después, lo que vos decís de poner palabras, Daniel Moyano dice -lo he nombrado varias veces porque me gusta mucho: “Las palabras sacan a las cosas del olvido y las ponen en el tiempo”.

E: ¡Qué lindo!

MTA: En la medida en que uno le pueda poner palabras a las cosas, aún lo más difícil se hace un poquitito menos difícil, puede uno tomar conciencia de mejor manera, sino es una cosa que no se puede verbalizar. Eso nos ayuda en lo más personal, ayuda al que lo hace, pero también puede ser un puente con otro, y ese otro puede ser desde una compañera hasta un hijo, hasta un público lector, la persona que va al taller, o la coordinadora, a veces es con uno. Si uno lo mira al otro a los ojos, si lo puede escuchar en su humanidad, en su cuestión personal, es más difícil ignorarlo. Si yo no veo no me importa, si veo al otro y hago un ejercicio de mirar, la escritura a veces sirve para eso, es más difícil hacerse el tonto. De algún modo eso llama a una responsabilidad mayor desde un lugar humano, ¿no? A todos nos pasan cosas.

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Cuando el movimiento pasay desaparecen las obligacionesy ya pasó la medicacióny se apagan las lucesy se corta el tránsitoy no hay un alma en el pasilloy se llevan los teléfonosapoyo mi cabeza en la almohadacierro los ojosy me hundo hasta el piso.Me gustaría hundirme más alláquisiera también desaparecer.

liliana cabrera

Te movés en slow motiondesde el asiento del conductorcon la puerta abierta, me miráscasi te puedo tocary correrte de un empujóntomar el volanteponer primera y pisar a fondo el aceleradorarrancar rápido, muy rápidodel cuadrado de cementode este depósito de 2 x 4para recorrer la autopistacon vos, como antesy ver estrellas+ poste de luz+ poste de luzfarolitos locos en la nocheque me alumbran a 100 KM /Hen cada curvaresto rejamenos ventanitamenos rejaa tirones me desato la lenguamis palabras encuentran eco en tus oídossin transiciones entre ayer y ahora

liliana cabrera

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Ir y volver

Disfruto la experiencia de estar en la calle.Me sentí raraal tocar un billetesacar el boletoponiendo monedas en una máquina.Pasó tanto tiempoahora vuelvo a manejar platavuelvo a un mercado¡volver a comprar!Es raro chocar con una persona ajena, de la calle y entablar una conversacióny saber que alguiente escucha.Aprendí a caminar sola,a disfrutar por unas horasporque tengo que volver.Volver me cuestapero vuelvo felizde mi salida a la callede ir a una plazacon mis tres perritosDifícil es volver, pero vuelvo.

adela

Y me gustaría irmey desaparecery desvanecermey volar y esfumarmey transportarmeen estos acordesen esta músicaque vibra que vivedentro mío

Quisiera que nada me ateque nada me detengapero levanto la miraday veo ese alambre con púasque cortan mi libertadque me desgarran y dejan tododentro mío como una granherida, sin posibilidada que cicatrice

Y ver esa porción de cielo grisque me permite este patiosólo me recuerda esoeso que está acá dentroy no lo puedo dejar salir

albertina acevedo

En el futuroamplio y luminosomis nietospequeños gigantesme hacen sonreír.

Mis huesos los quierofuertes.Alzarlos es mi ilusión.

gladys ruíz

Allí estabas

Abatida, sin airetodo suspendidodentro y fuera tuyocon dolor, con angustiaaprendiste a abrazarte sola.Necesitabas a aquellas personasque decían quererteque decían amartenecesitabas que estuvieran junto a ti.Hoy aprendiste a abrazarte solay fuerte.

sonia roldán

¿Dónde estoy?No he muertonadie me escuchatodo rompenporqué me revisan¿A dónde me llevan?Señor juez, estoy vivayo no fui, no me encierresólo estoy enferma.Necesito salirdel maldito infierno al que me lleva la droga.Si usted me encierraseré olvidada y no curadami visita será cuando sientan culpa.

miriam lópez

Río

El verde aroma de los saucesenriquecía mi niñezy extendía mis sueños e ilusiónde que nunca dejaría ese paisaje familiarde qué modo podría volverlo a encontrar,si ya no estoy junto a las barrancas de mi gran ríoni junto al aroma de mis arboledas.

gladys ruíz

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Si tengo que decirte cómo me sientocontarte cómo me sientotendría que hablar de sensaciones encontradas.Miro a mi alrededor y veo cada detallecomo si fuera un deja vucomo si persiguiera el eco de la imagensiguiendo pisadas frescas.La luz entrando a través de las persianas,el reflejo en los mosaicosun rayo de solsobre el techo de la casa vecina que parece calcado del cielo de ayeren la mirada de ayercuando Pre egreso era solo un proyectoy todo lo demás también.Me paro en la entradaa la izquierda, la colectoraun vaivén de autos que van y vienenvan y vienena la derecha, el penal.Adentro quedan todos los pasostodas las huellasen los pasillos que parecían interminablesen esos años interminablesen los minutos contados.Todos los momentosen que quise salir corriendo y no pude.Todas las lágrimas y todas las carcajadasbien sonoraspara no tener que llorarpara poder olvidaraunque sea por un rato.Todos los silencios con sus circunstanciasy las voces de las que ya se fueronporque de todo esto quedó impregnado el ambiente,en el cincel improvisadode cada graffiti en la pared,en el hierro de la reja.Aquella que fui cuando entrése fue perdiendose fue alejandose fue haciendo parte del aire de este lugar,transformada para siempre

a la luz de la convivencia forzadade los buenos consejosdel compañerismode la confianza defraudadade la gente querida y no tantoy de unas pocas, que me hubiera gustadoconocer en otro lado.Todo esto queda aquí, queda allía unos pasos de donde estoy ahora.Serán unas tres cuadras, todavía menos cortando campo…Desde aquí, sólo veo la carcazade lo que me contuvode lo que no me dejó escapar durante todos estos años.La cara y el revés de una misma moneda.Imposible sacarlo de míporque lo que viví , adentrose hizo parte de quien soy.

liliana cabrera

El otoño

Ver los árbolesgrandes y fuertestodos verdosossus hojas secasel viento las lastima al caerse siente su crujir en la vereda¡Qué otoño dañino!

adela

Aún con la tranquila desesperacióntranquilizo mis ansiasveo el mismo paisaje esta vezcon distancia de silenciosruidosos, calladosmasivos, personalizadosy en esa ensaladasin ser degustadacomienza una vez masel dónde, el por quétu sonrisa que ya no.

sonia roldán

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Pensé que todo era fácilque la libertad no tenía finpero hoy les aseguroque me cuesta entender.A mi alrededortodo es oscurono puedo comer ni dormiresto es un abismocada parte que miro es tristezaacá no reís, no hay compañerases la ley del más fuerteen este agujero te llenás de venenoodio y rencor.No descansásmadrugásy pensás: todavía estás enterasolo querés correry con astucia permanecer.

miriam lópez

Alejo

Qué distinto se ve el paisajedesde este lado, amigo.Sabe a tan lejossabe a fe perdidapor no saber perdonar.Sabe a soledad.Algo falta en el paisajeno quiero darme cuentaayer era distintouna imagen suspendidagritando tu nombre.En este recuerdo de luces veloces te alejo de mí.

sonia roldán

Divina a la muerte

Vestía minifaltame ponía un topy salía a bailar.Algún tiempoun verano o quizás dosya mi cuerpono admitía esa minini ese toppasaron a ser faldas largasy camisetasno tan ajustadas.

maría josé sancho

Reproche de un hijoAnsiaste y anhelaste tu libertad. Cuando ya la conseguiste, deseaste volver a ver a tus seres queridos: tus papás, hermanos, abuelos, abuelas pero lo que más ansiabas era ver a tu hija. Pensabas que iba a ser igual que cuando la dejaste: un amor. Pero no es así, ese bebé que dejaste se volvió mayor, déspota, desobediente e incrédulo. Pasdos 8 meses que te dieron la libertad la niña te echa en cara que la dejaste, que no la criaste y te dice día a día: “vos no me mandá” Sos un cero ala izquierda para ella y créanme el corazón se parte en dos, el alma llora y grita porque lo que te llevo al encierro lo estabas haciendo para que ella tuviera un futuro y ella lo único que quería era tu amor. Unos brazos de mamá en los que refugiarse cuando estuviese asustada, que la alzaran cuando se cayese. No necesitaba nada material. Ahora puedo verlo. De verdad es muy difícil empezar de cero y recuperar su amor.La libertad no es sólo alegría, es sufrimiento. La niña con pena me dice: “por qué mi hermanita sí estuvo con vos y yo no”. Aunque esa niña es como un potro desbocado debo intentar recuperar todo el tiempo perdido, y no comprarla con cosas materiales. Con amor, cariño y paciencia se consigue.Una lucha en la vida por lo que quiero, y yo aunque tenga que luchar y llorar lagrimas de sangre lograré que mi hija sea hasta mi mejor amiga y se convierta en una pequeña nube de algodón.

raquel calabria manchón, desde España

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Otro día más en Londres. Me levanté temprano para –tomando un colectivo y dos subtes– llegar al trabajo a las 8:30. Desayuné y me tuve que ir a una reunión muy importante –palabras bonitas

usadas para jugar lo que suelo llamar el “bullshit bingo” (bin-go de mierda). Me daban bronca mis nuevos zapatos de taco alto y la ropa de “business woman” que no me gusta ponerme. Luego un almuerzo típico con mis compañeros de trabajo, otra reunión más, algunas cosas pendientes –un día como casi todos los demás. Todo tranquilo.

Este día me fui más temprano para llegar a la iglesia polaca con tiempo. Nunca voy a la iglesia, salvo cuando hay funera-les. Y esta misa fue casi un funeral: era por los que perdieron la vida en la tragedia de Smolensk el 10 de Abril. Fue una de las tragedias más grandes en la historia polaca post comunismo, algunos dicen post Segunda Guerra Mundial. En mi opinión fue horrible –tan grande, tan triste, tan injusta. Los que si-guen vivos deberían estar agradecidos por no ser ellos quienes perdieron la vida, o sus seres queridos. Todo esto me confirma otra vez más que no hay tragedia más grande que una muerte violenta e inesperada. Sin embargo, aun me acuerdo de los días en que pensé “yo también soy parte de una tragedia”. Hoy sé que lo mío solo era un muy mal momento; algo que sigue presente en mis memorias y emociones, pero que en realidad no me va a hacer ni sufrir ni perder más nada.

Empecé este cuento mencionando que estoy en Londres por-que esta historia en realidad empieza cuando, a los veinte años, llegué aquí por primera vez. Me tomé un año de pausa en la facultad pensando que por fin podría tener una vida adulta y mi propio dinero. Y en mi plan, eso me iba a llevar a un viaje con el que había soñado mucho. Quería recorrer y conquistar el mundo entero. Pero por más que empecé muy bien, en un momento tomé decisiones muy malas; tan malas, que aun hoy no las sé interpretar. Un día de Junio del 2004 llegué a Buenos

Aires. La gente va a la capital argentina por varias razones: para escuchar y bailar tango, recorrer las calles de la Boca o San Telmo, comer la famosa carne. Cosas de turistas. Mi motivo era buscar un paquete de drogas, volver a España para devolvérselo a quien le pertenecía y cobrar mi “sueldo”. Cinco días más tarde, con mi maleta considerablemente más pesada, tomé un taxi rumbo al aeropuerto internacional de Ezeiza, donde tras un excelente trabajo de la policía aeronáutica cam-bié mis planes de viajes a lugares bonitos por dos años y tres meses largos, muy largos, en la cárcel de Ezeiza, por desgracia pegada a dicho aeropuerto.

 Yo era una nena mimada. Hija única de una buena familia, nunca me faltó nada. Ni amor, ni cariño, ni tampoco dinero. NADA. Tenía apenas veinte años, pelo rubio con mechas de cuatro colores, la piel blanca, uñas cuidadas; llevaba ropa de marca con diseños aun desconocidos en Argentina. Desde que me arrestaron no paré de llorar, al punto de darle pena a casi toda la gente que me conoció en aquel tiempo. Una policía –se llamaba Isabel –me regaló medias gruesas, un peine y un ce-pillo de dientes y su compañero me trajo algo “de la calle” (un Mc Donalds creo) porque “así no vas a comer muy pronto”. La mujer incluso lloró conmigo. Tenía una hija de mi edad, creo que se imaginó el dolor que iban a sentir mis viejos al enterarse del asunto y eso la conmovió tanto. Por suerte no fui yo quien les dio la pésima noticia. Lo hizo mi traductora, quien con el tiempo se ha convertido en una de las personas de mi confian-za absoluta y también mi biblioteca personal.

 Llegué a la cárcel destruida, con la cara hinchada de tanto llorar, sin saber qué me esperaba y con una pequeña bolsa con las cosas que me dejaron llevar conmigo (la mayoría de mi ropa tenia el color inadecuado, era demasiado femenina o mi traductora, junto a la abogada de oficio que me dieron, me han dicho “deja esto, te lo van a robar”. El pabellón de ingreso estaba lleno, la gente me daba miedo y el lugar me daba asco.

VIVIR AFUERAEsta columna es un espacio de opinión destinado a las personas que pasaron por la experiencia de la cárcel. Da cuenta de cómo es salir, cómo es vivir afuera después de la experiencia de la cárcel.

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El olor a baño, a humedad, a algo podrido, a pucho… a todo menos a lo que a uno le puede gustar. Esa misma noche em-pezó mi batalla con el idioma. ¿Cómo explicar que tenía sed y sueño, que necesitaba ducharme? Mi vocabulario en castella-no, que incluía “buen-os/as días/ tardes/ noches”, “gracias” y “puta madre”, no era suficiente ni para pedir papel higiénico prestado (para muchas un artículo de lujo). Me preguntaron “¿tomas mate?” y me incluyeron en un “rancho”. Estas extrañas mujeres que al principio tanto miedo me dieron me trataron mejor de lo imaginable. Me parece que les di pena a todas, realmente sentí que querían ayudarme. Y así empezó el “Pro-yecto polaca”.

Hasta el día de hoy tengo guardadas hojas llenas de mis dibu-jos con sus correspondientes descripciones en castellano deba-jo. Me producen muchas emociones, en especial porque ahora me doy cuenta de las terribles faltas de ortografía que tenían mis maestras. Así pasaban los días, semanas. Yo aprendiendo castellano “tumbero”, tomando mate y llorando, y mis compa-ñeras aprendiendo más de mí, ya que con menos dificultades pude hablar de mi mundo ideal; de Europa, de Polonia, de mi familia y amigos. Pero todo eso fue hasta que un día prima-veral, tras amenazar al juez de mi causa con suicidarme si me dejaba en esas condiciones (o sea sin condiciones para vivir) y se armara un “quilombo” internacional, me trasladaron de la inhumana Unidad 3 a la mucho mejor, 31.

 Por primera vez en meses lloré pero de alegría. Encontré a las chicas de mi primer “rancho” –trasladadas un poco antes que yo-, duchas limpias y con agua caliente y MESAS CON SI-LLAS, algo que no había visto durante meses. También conocí otras extranjeras que estaban en el pabellón –una alemana y una sudafricana– y por fin pude hablar en inglés. Cuando al día siguiente descubrí que podía salir a estudiar sentí que iba a poder sobrevivir. Por fin pude hablar con mi familia y amigos cada día; nos daban 4 llamadas al día ¡impresionante! De esta manera el “Proyecto polaca” entró al capítulo número dos.

Mi compañera de cama marinera –una abogada-, me recomen-dó ir a la clase de poesía. “Te va a gustar”, me decía. Así que fui. Las mujeres poetas me miraron preguntándose “¿qué hace esta polaca de media lengua por aquí?”. Fue un poco raro, pues se suponía que en este taller una tenía que escribir. Pero otra vez más, con mucha suerte, logré que me aceptaran y me ayu-daran. Con brutal pasión mis nuevas compañeras corregían cada palabra que salía de mi boca. “No polaca, así no se habla, así es tumbero y vos de tumbera no tenés nada”. Cada tarde me sentaba a solas con un libro de gramática mandado por mi mamá y un diccionario regalado por un cura polaco que venía a verme junto al cónsul. Conjugué con locura. Leí dia-rios, revistas y libros para niños traduciendo las palabras que no entendía. Y luego María –la que supuestamente era una de las muchas maestras que venían a la cárcel y con ganas se ol-vidaban de lo que pasaba adentro, pero se convirtió en una de las mejores amigas de toda mi vida– me dijo “nena, vos tenés que escribir”. ¿Pero cómo? ¿Yo? ¿Escribir poemas en castella-no? Le hice caso. Escribí mi primer poema, luego otro, y otro más. Estábamos preparando nuestro primer libro y un primer festival de poesía. Gracias a esa movida conocí a la gente que hoy forma parte de mi familia. Por lo general la gente se emo-cionaba con mi historia; los periodistas contaban mi historia. Yo era como un animalito raro y me trataban muchas veces así. Ahora lo recuerdo con cariño, pero entonces todo esto me daba un poco de bronca. Para todos fui “la polaca”, o “la rubia de Polonia”. Nunca Anna, nunca.

 Otro taller que marcó mi vida para siempre fue el de guitarra, conducido por el genio Raúl Malosetti. Él me enseño (aparte de tocar) cosas que jamás pensé se podrían aprender en una cárcel. Tratándome como a una hija más, dibujó ante mis ojos un cua-

dro de amor sin condiciones, de amistad verdadera y del esfuer-zo que uno hace defendiendo la verdad. Él siempre creyó que todas somos buenas, aunque hayamos cometido errores, y nos hizo creer en esto. En una de sus clases –atendida por represen-tantes del Ministerio de Educación y Justicia, y también perio-distas de Página 12-, conocí a un fotógrafo, que poco después también vino al Festival de Poesía y luego apareció un domingo a verme, ya como amigo. Logró hechizarme y fue mi novio hasta mi último día en Argentina. Fue un amor que algunos no entendieron y otros envidiaron, pero por suerte también hubo gente que supo entenderlo y apoyarlo. Esta gente venía junto a mi novio a verme cada semana. Me traían revistas para que no estuviera aburrida, libros para que siguiera aprendiendo caste-llano y de Sudoku porque me gustan los rompecabezas. Pero lo más importante que me regalaron, y que no tiene precio, fueron sus amistades, que se mantienen hasta el día de hoy y parecen no saber nada de las fronteras y la distancia.

Esa fue la última etapa de mi vida carcelaria. En una ocasión tres de mis compañeras del pabellón donde estaba decidieron pegarme. Fue feo, pero logré no angustiarme y entender que lo hicieron por envidia, porque nadie cuidó de ellas como mi novio junto a nuestros amigos. Es una de esas cosas que no suelo recordar –mi familia nunca se enteró que me pasó algo semejan-te-, porque en realidad la época a que pertenece fue buena. Me quedaban pocos meses para irme a casa, mis amigas “de la cel-da” empezaron a salir en libertad y había mucha gente que dio importancia a mis días en Ezeiza. Ya no era tan feo y solitario, ya no estaba tan lejos de todo lo que extrañé durante meses. Así que las cosas tristes traté de pasarlas con dignidad y reparar con mi amistad lo bueno que, dentro de todo, me estaba rodeando.

Así que seguí escribiendo poesía, canté varias canciones en po-laco (supongo que muy mal, porque me dicen algunos que los hice llorar), tejí unas bufandas feísimas para mis amigos, escri-bí algunas cartas más, me dediqué a estar enamorada, aprendí a cantar el himno argentino (y cuando nos juntamos con amigos argentinos en Londres a ver los partidos de la selección lo canto con la mano en el corazón) y el 27 de septiembre del 2006 por fin salí de la cárcel. Este septiembre se cumplen 4 años desde que estoy libre. Durante este tiempo terminé la facultad –una vez abandonada por el gran sueño de viajar por el mundo entero. Hace casi dos años que estoy de vuelta en Londres. Tengo un muy buen trabajo, y lo más chistoso es que lo conseguí porque hablo español… La vida es loca, ¿no? Mis viejos siguen endeudados por culpa de mi pésima conducta y también por falta de ética laboral de los abogados (debería nombrarlos pero me olvidé de sus nombres, en mi memoria se llaman Hijos de mil puta) que por hacer nada les cobraron 20 mil dólares. Pero también otra vez están orgullosos de mí, porque todos los días trato de demostrarles que merecí su lu-cha y que no se fueron al carajo sus esfuerzos, las lágrimas, la desesperación e impotencia. Lo más importante es que ahora sé que todo lo bueno se logra con un duro trabajo, a veces con sacrificios, pero siempre con honradez. Los caminos cortos que nos parecen fáciles de andar y las promesas que nos hacen ciegos, tarde o temprano nos llevan a las situaciones sin salida, de falsedad y dolor. Yo aprendí de una de las maneras más duras. Elegí caminar más, hasta cansarme, pero hasta sentirme segura. Ahora estoy libre y sé disfrutarlo.

Cuando me preguntan si soy argentina (aparentemente ya no soy tan de media lengua) siempre digo que soy mitad polaca, mitad argentina. Tengo dos patrias y las dos son importan-tes. Tengo dos familias. Dos banderas. Hace poco empecé la segunda de mis luchas legales en la República Argentina. Solo que esta vez no quiero salir, sino volver.

anna kliszcz, desde Londres

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Fue emocionante ver plasmadas las imágenes en pantalla gigante de las clases en el taller de poesía y en el taller de fotografía. Reconocer cada diálogo, volver a ver a aquellas compañeras que ya se fueron, saborear nuevamente las sensaciones de cada momento en particular, momentos de comunión que tuvieron lugar cada lunes en el taller y que durante un año y medio de rodaje fueron documentadas en “Lunas cautivas”. Por primera vez, fuimos miradas de otra manera, lejos del cliché, fuimos descubiertas por el ojo de la cámara a través de la poesía, que no funciona como un filtro, (todo lo contrario) es la mano que te empuja a conectarte con los más profundos sentimientos y vivencias en carne viva. Fue fantástico poder observar la evolución en cada historia personal y de nosotros en conjunto. Considero que el documental es mágico. Porque logra captar el alma del taller (gracias al talento de Marcia Paradiso y su equipo), sin perder de vista a las personas que lo integran. Crea una sensación parecida a la nostalgia, aún en este lugar lo logra no porque añora tiempos pasados si no porque sus imágenes me hacen esperar que siempre podamos contar con este tipo de espacios, en el que por un par de horas somos libres.

liliana cabrera

LUNAS CAUTIVASHISTORIA DE POETAS PRESAS

Yo No Fui es una organización social que trabaja en proyectos artís-ticos y productivos en las cárceles de mujeres de Ezeiza y, afuera, una vez que las mujeres han recuperado la libertad.En ese tránsito entre la vida “dentro” y “fuera” de los muros de la prisión, hemos generado un proyecto colectivo, que apoyado en es-pacios de creación artística y de capacitación en oficios, y desde una concepción crítica hacia las relaciones de poder y desigualdad estruc-tural existentes, busca la transformación social y la creación de nuevas formas de vinculación y construcción solidaria.www.yonofui.org.ar

Las fotografías que ilustran Fanzin31 fueron tomadas por el taller de fotografía de YNF “Luz en la Piel”

El documental Lunas cautivas, de Marcia Paradiso, investiga la capacidad liberadora de la palabra poética desde un espacio de encierro: la unidad 31 de Ezeiza, allí transcurre hace diez años el taller de poesía de YNF. La película recibió el 1er premio de la Competencia Oficial de Documentales Nacionales en la 14ta. edición del Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos y fue la ganadora del Voto del público.

Al principio estaba abrumada por lo que sucedía en mi vida. En la biblioteca de la Unidad donde trabajaba, vi con sorpresa y alegría que se acercaban dos seres y me imaginé que había aterrizado una nave del cosmos en este lugar, donde transcurrimos determinado lapso de nuestra existencia, a causa de la decisión de un segundo equivocado, porque la sociedad así lo pacta, también nosotros mismos creyendo nunca estar de este lado; pero volvamos al principio, estos seres tienen mucha luz personal, siempre lo pensé así. Y hoy al ver “Lunas cautivas”, me impresionó saber que no me había equivocado. La directora, Marcia Paradiso, rescató con su cortometraje lo elevado de nuestro espíritu, el gran deseo de superarnos a cada instante con la poesía. Mostrar nuestra alegría de estar vivas, ver en sus tomas el atardecer, los vuelos de los aviones de Ezeiza, ruta obligada de los pájaros con corazón de acero, siempre todas mirando al cielo para saltar los muros y dar una paseo por este lugar tan imaginado por todas y que siempre lo vemos en la penumbra de la mañana o la noche al volver de los comparendos muy tarde, pasando controles y mas controles para justificar trabajo. Y bueno, todos tenemos que vivir de algo, pero quisiera que en este nuevo milenio, cambiáramos y fuéramos más útiles al planeta tierra y no solo suprimirnos los unos a los otros.Si para conocer a estos dos seres humanos tuve que estar en este lugar, bienvenido sea. Gracias Marcia, gracias María por tener tan alto valor del ser humano y ante todo digo:Lo sientoperdónlas amo

gladys rosa ruíz